cándido, antonio - literatura y subdesarrollo

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I Literatura y subdesarrollo aNróNro cANoroo 1] nErneso y suBDESARRoLLo: su nep¡ncusróN EN LA ooNcrENcra DEL EScRrroR El escritor brasileñó Mario Vieira de Mello, uno de los pocos que han tratado del problema de las relaciones entre subdesarrollo y ^cultura, establece una distinción válida no sólo para su país, sino también iara toda Latinoamériá. Dice él que hubo un cambio marcado de perspectiva,-pues hasta más o menos el decenio de 1930 predominaba entre nosotros la noción de .,país nuevo,,, es decir, que todavía no había podido realizarse, pero que se atribuía a sí mismo grandes posibilidades de progreso futuro. Sin haber habido cambio esencial en la distancia que nos. alejaba y aleja de los países ricos, lo que predomina ahora es la noción de "país subdesarrollado". Desde la primera pérspectiva, se ponía de relieve la pujanza y, por lo tanto, la grandeia aún nL rcalizada,. Desde la segunda, se subraya lapobreza actual, liatrofia; lo que falta y no lo que abunda. Las consecuencias que Mario Vieira de Mello extrae de esa distinción no me parecen ciertas; pero considerada en misma ella es justa y ayuda a comprender ciertos aspectos fundamentales de la creabión literaria en ,Lati- noamérica. En efecto, la idea de "país nuevo,, produce en la literatura algu- nas actitudes fundamentales, derivadas de la sorpresa, del interés por lo eió, tico, de un cierto respeto por lo grandioso y de Ia esperanza eh cüanto a las posibilidades. La idea de que América constituye un sitio privilegiado se ex- presó en proyecciones rtópicas, que actuaron en la fisonomia de li conquista, como demostró sergio Buarque de Ho'landa en una obra fundamental, áonde estudia la trasposición de nociones y fantasías de carácter parad.isiaco, para componer la imagen del Nuevo Mundo. pedro Henríquez urána señala que el primer docum tinente, la cárta de Colón, inaigura el tono de des que se comunicaría a la posteriáad. En el siglo xvr Antonio Vieira, mezclando pragmatis- mo v profetismo, aconsejó la transferencia de la sede de la monarquía portu_ guesa al Brasil, que estaría predestinado a realizar los más altos fines de la historia, como sede del Quinto rmperio. Más adelante, cuando las contradic_ las clases dominantes a la separación dea complementaria de que América a-de la libertad y, adí, consumar los t33sl

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ILiteratura y subdesarrollo

aNróNro cANoroo

1] nErneso y suBDESARRoLLo: su nep¡ncusróN EN LA ooNcrENcra DEL EScRrroR

El escritor brasileñó Mario Vieira de Mello, uno de los pocos que han tratadodel problema de las relaciones entre subdesarrollo y ^cultura,

establece unadistinción válida no sólo para su país, sino también iara toda Latinoamériá.Dice él que hubo un cambio marcado de perspectiva,-pues hasta más o menosel decenio de 1930 predominaba entre nosotros la noción de .,país nuevo,,, esdecir, que todavía no había podido realizarse, pero que se atribuía a sí mismograndes posibilidades de progreso futuro. Sin haber habido cambio esencialen la distancia que nos. alejaba y aleja de los países ricos, lo que predominaahora es la noción de "país subdesarrollado". Desde la primera pérspectiva,se ponía de relieve la pujanza y, por lo tanto, la grandeia aún nL rcalizada,.Desde la segunda, se subraya lapobreza actual, liatrofia; lo que falta y nolo que abunda.

Las consecuencias que Mario Vieira de Mello extrae de esa distinción nome parecen ciertas; pero considerada en sí misma ella es justa y ayuda acomprender ciertos aspectos fundamentales de la creabión literaria en ,Lati-noamérica. En efecto, la idea de "país nuevo,, produce en la literatura algu-nas actitudes fundamentales, derivadas de la sorpresa, del interés por lo eió,tico, de un cierto respeto por lo grandioso y de Ia esperanza eh cüanto a lasposibilidades. La idea de que América constituye un sitio privilegiado se ex-presó en proyecciones rtópicas, que actuaron en la fisonomia de li conquista,como demostró sergio Buarque de Ho'landa en una obra fundamental, áondeestudia la trasposición de nociones y fantasías de carácter parad.isiaco, paracomponer la imagen del Nuevo Mundo. pedro Henríquez urána señala que elprimer docum tinente, la cárta de Colón, inaigurael tono de des que se comunicaría a la posteriáad.En el siglo xvr Antonio Vieira, mezclando pragmatis-mo v profetismo, aconsejó la transferencia de la sede de la monarquía portu_guesa al Brasil, que estaría predestinado a realizar los más altos fines de lahistoria, como sede del Quinto rmperio. Más adelante, cuando las contradic_

las clases dominantes a la separacióndea complementaria de que Américaa-de la libertad y, adí, consumar los

t33sl

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336 LITERATURA Y SOCIEDAD

Los intelectuales latinoamericanos han heredado ese estado de entusiasmoy lo han transfortnado en instrumento de afirmación nacional y justificaciónideológica. La literatura se hizo lenguaje de celebración y ternura, favorecidapor el romanticismo, con apoyo en la hipérbole y en la transformación delexotismo en estado de alma. Nuestro cielo era más azul, nuestras flores máslozanas, nuestro paisaje más inspirador que eI de otros sitios -como

se lee enun poema paradigma escrito, en los años de 1840, por un brasileño, GongalvesDias, que podría, sin embargo, haber sido firmado por cualquiera de suscontemporáneos de México a la Tierra del Fuego.

La idea de patria se ünculaba estrechamente a la de noturaleza y en parteextraía de ella su justificación. Ambas conducían a una literatura que com-pensaba el retraso material y la debilidad de las instituciones por la super-valorización de los aspectos "regionales", haciendo del exotismo un motivode optimismo'social. En el Santos Vega, de Rafael Obligado, ya casi en elsiglo xx, la exaltación nativista se proyecta sobre el civismo propiamente di-cho, y el poeta argentino diferencia implícitamente patria (institucional) ytierra (natural), uniéndólas, sin embargo, en el mismo movimiento de iden-tificación:

...la convicción de que es míala patria de Echeverría,la tierra de Santos Vega.

Uno de los presupuestos ostensibles o latentes de la literatura latinoame-ricana fue esta contaminación, en general exaltada, entre la tietra y la patria

-considerándose que la grandeza de la segunda sería una especie de desdobla-

miento natural de la pujanza atribuida a la primera. Nuestras literaturas se

nutrieron de las "promesas divinas de la esperanzat' -para citar un versofamoso del romanticismo brasileño.

Pero también en la otra cara de la medalla las visiones de desaliento de-

pendían del mismo orden de asociaciones, como si la debilidad o la desorga-

nización de las instituciones constituyeran una paradoja inconcebible, frentea las grandiosas condiciones naturales. ("En América todo es grande, sólo elhombre es pequeño.")

Ahora bien, dada esta unión causal "tierra bella-patria grande", no es üfí-cil ver la repercusión que traeria la conciencia del subdesarrollo como cambiode perspectiva, que impuso la realidad de Ia pobreza de los suelos, el arcaís-mo de las técnicas, la pasmosa miseria de las poblaciones, su incultura para-

lizadora, La visión resulta pesimista en cuanto al presente y problemática en

cuanto al futuro, y el único resto de milenarismo de la faz anteriot taL vezsea la confianza con que se admite que la remoción del imperialismo traerá,por sí misma, la explosión del progreso. Pero en general, ya no se trata de

un punto de vista pasivo. Desprovista de exaltación, es una perspectiva ag&nica y lleva a la decisión de luchar, pues el traumatismo, producido en laconciencia por la comprobación de lo catastrófico del retraso, suscita refor-mas políticas. El precedente gigantismo de base naturista surge entonces en

su eséncia verdadera -como construcción ideológica transformada en ilusión

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LITERATURA Y SUBDESARROLLO $7compensadora. De ahí la disposición de combáte que se extiende por el con-tinente, convirtiendo la idea de subdesarrollo en fuerza propulsoia, que danuevo carácter al tradicional empeño político de nuestros intelectuales.

La conciencia del subdesarrollo es posterior a la segunda guerra mundialy se manifestó claramente a partir de los años 50. pero desdé el decenio d.e1930 había habido un cambio de orientación, sobre todo en la ficción regio-nalista, que se puede considerar como termómetro, dada su generalidad ypersistencia. Ella abandona su amenidad y su curiosid,ad, presintiendo o p"i-cibiendo lo que había de enmascararniento en el encantamierrto pintoresco oen la caballerosidad ornamental con gue antes se trataba al hombre rústico.No es falso decir que la novela adquirió, desde este p.unto d.e vista, una fuerzadesmitificadora que se anticipa a la toma de conciencia de los economistasy políticos.

En este ensayo hablaremos alternativa o comparativamente de las caracte-rísticas literarias en la fase de la conciencia amena de retraso, correspondientea la ideología de "país nuevo", y en la fase de la conciencia catastrófica deretraso, correspondiente a la noción de "país subdesarrollado". Ello, porqueambas se encajan íntimamente, y porque en el pasado inmediato y remotonos enteramos de las líneas del presente. Respecto al método, sería posibleoptar por una sociología de Ia difusión, o\por una sociología de la creació¡t.Sin olvidar la primera, he preferido destacar la segunda, que, aunque nosaparte del rigor de las estadísticas, nos acerca, en cambio, a los interesesespecíficos de la crítica literaria.

2] lNerr,mnTrsMo, DEBTLTDAD cuLTURAL, MEDros DE coMUNrcAcróN DE MASA,púsrrco LrrERARro REsrRrNGrDo

Si nos fijamos en las condiciones materiales de existencia de la literatura, elhecho básico quizá sea el analfabetismo, que, en los países de cultura preco-lombina adelantada, resulta agravado por la pluralidad lingüistica todavía vi-gente (objeto de otro capítulo de este libro).r Al analfabetismo se vinculan,en efecto, las manifestaciones de debilidad cultural: falta de medios de co.municación y difusión (editoriales, bibliotecas, revistas, periódicos); inexis-tencia, dispersión y debilidad de los públicos disponibles para La literatura, loque se debe al pequeño número de lectores reales (mucho menor que el nú-mero reducido de alfabetizados); imposibilidad de especialización de los es-critores en sus tareas literarias, en general realizadas como actividades margi-nales o aun por mera afición; f.alta de resistenciá o discriminación frente ainfluencias y presiones externas. El cuadro de esa debilidad se completa confactores de orden económico y político, tales como los niveles insuficientesde remuneración y la anarquía financiera de los gobiernos, articulados pon

1 Parte primera, capítulo u.

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33S LITERATURA Y SOCIEDAD

políticas educacionales ineptas o criminalmente desinteresadas. Salvo en lo

loe se refiere a los tres países meridionales que constituyen la "Américablanca" de los europeos, han sido necesarias revoiuciones para cambiar las

condiciones de analfabetismo predominante, como fue el caso lento de Méxicoy el caso rápido de Cuba.

Los rasgos mencionados no se ajustan mecánicamente y siempre del mismqmodo, p.,"i huy varias posibilidades de disociación y agrupamiento entre ellos.

El anaifabetismo no es, algunas veces, motivo suficiente para explicar la de-

bilidad de otros sectores, aunque sea el rasgo básico del subdesarrollo en el

terreno cultural. EI Perú, para citar un ejemplo, está menos mal situado que

otros países respecto al índice de instrucción, pero presenta el mismo retrasoen cuánto a h áifusión de la cultura. En otro sector, un hecho como el desa-

rrollo editorial de los años 40 en México y Argentina mostró que la falta de

libros no era consecu'encia únicamente del número reducido de lectores y del

bajo poder adquisitivo, pues toda A.mérica, incluso la de habla portuguesa,

aUsorUiO sus tiiadas bastante significativas, sobre todo las de nivel superior.

Quizá se pueda concluir que los malos hábitos editoriales y la falta de comu-

nicación ñi.i"tott abultar, más allá de los límites, la inercia de los públicos;y que había una capacidad no satisfecha de absorción. Este último ejemplotroi hu." recordar que en Latinoamérica el problema de los públicos presenta

características originales, pues es el único conjunto de países subdesarrolladosque hablan idiomas europeos (a excepción de los ya indicados grupos indí-genas) y provienen culturalmente de metrópolis todavía hoy día subdesarro-

tladas. En esas antiguas metrópolis, la literatura fue y sigue siendo un hecho

de consumo restringido, comparándosela con la de los países desarrollados,donde los públicos pueden clasificarse según el tipo de lectura que hacen, ytal clasificación permite comparaciones con la estratificación social de todala sociedad. Sin embargo, tanto en España y Portugal como en nuestros paí-ses, se crea una condición negativa previa, que es el número cle alfabetizados,es decir, de los que pueden eventualmente constituir los lectores de las obras.Esto hace que los países latinoamericanos :stén más próximos a las condicio'nes virtuales de las antiguas metrópolis, que los países subdesarrollados de

Africa o de Asia, que hablan idiomas diversos de los de las suyas, y dondeocurre el grave problema del idioma en que debe manifestarse la creacióniiteraria. Los escritores africanos de lengua francesa, como un Leopold Se-

clar Senghor, o de lengua inglesa, como un Chinua Achebe, se alejan doblemen-te de sus públicos virtuales y se asocian, sea con los públicos metropolitanos,sea con un público local terriblemente reducido.

Se dice esto para mostrar que las posibilidades de comunicación del escri-tor latinoamericano, en el cuadro general del Tercer Mundo, son mucho me'jores no óbstante la situación actual, que reduce tanto a sus públicos even-tuales. Sin embargo, es también posible imaginar que el escritor latinoame-ricano esté condenado a ser siempre lo que ha sido: un productor para mi-norías, aunque para el caso esto no signifique grupos de buena calidad esté-tica, sino simplemente el número restricto de los grupos con disposición a lalectura. En efecto, no hay'que olvidar que los modernos recursos audiovisua-

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LITERATURA Y SUBDESARROLLO 339

les pueden producir tal cambio en los procesos de creación y en los mediosde comunicación, que, cuando las grandes masas lleguen finalmente a -la ins-trucción elemental, buscarán fuera del libro'la satisfacción de las necesidadesuniversales de ficción y poesía.

Mejor dicho: en la mayoría de nuestros países hay grandes masas que tGdavía no }aata alcanzado la literatura erudita, zambtTléndose en una etapafolklórica de comunicación oral. Cuando son alfabetizadas y absorbidas por elproceso de urbanización, pasan al dominio de la radio, de la televisión, de lastiras cómicas (comic strips) y revidtas de historietas, constituyendo la basede una cultura de masa. De ahí que la alfabetización no aumenta proporcienalmente el número de lectores de literatura, como la.entendemos aquí, sinoque lanza a los alfabetizados, al lado de los analfabetos, directamente de lafase folklórica a esa especie de folklore urbano que es la cultura masificada.En la época de y poé i rmas, en idiorna no los I iprincipios de la ormas iáliterarias consa culto i 1r

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Este problema es, además, uno de los más graves en los países ,.rbd"rarrJllados, por la interferencia maciza de lo que se podría llamar el know'howcultural y de los propios materiales ya elaborados de cultura masificada,provenientes de los países desarrollados, que pueden por este medio no tansólo divulgar normalmente sus valores, sino también actuar anormalmente através de ellos para orientar la opinión y la sensibilidad de las poblacionessubdesarrolladas hacia sus intereses políticos. Es normal, por ejemplo, qlue

la imagen del héroe de f'ar-west se difunda, porque independientemente de losjuicios de valor, es una de las características de la cultura norteamericanaincorporada a la sensibilidad media del mundo. En países de amplia inmi-gración japonesa, como el Brasil, está divulgándose de manera tamblén nor-mal \a imagen deI santur.ai, sobre todo por medio del cine. Pero es anormalque tales imágenes sin'an de vehículo para inculcar en los públicos de lospaíses subdesarrollados actitudes e ideas que los identifiquen a los interesespolíticos y económicos de Estados Unidos o de Japón. Cuando pensamos que

la mayoría de las tiras cómicas y revistas de historietas llevan copyright nor'teamericano, y que gran parte de las fotonovelas y de la ficción policial y de

aventura provienen de la misma fuente, o la imitan servilmente, es fácil valorar el efecto negativo que pueden eventualmente ejercer, como difusiónanorntal frente a los públicos inermes.

Conviene señalar respecto a esto que en la literatura erudita el problemade las influencias (que examinaremos más adelante) puede tener un efectoestético bueno, o deplorable; no obstante, sólo por excepción repercute enel comportamiento ético o político de las masas, pues alcanza a un número

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3N LITERATURA Y SOCIEDAD

restringido de públicos. Sin embargo, en una civilización masificada, dondepredominen los medios no üterarios, paraliterarios o subliterarios, como loscitados, tales públicos restringidos y diferenciados tienden a uniformarse,hasta el punto de confundirse con la masa, que recibe la influencia en escala

inmensa. Y, lo que es más, tal influencia llega por medio de vehículos dondeel elemento estético se reduce al mínimo, pudiendo confundirse con designioséticos o políticos, que, en el límite, penetran en la totalidad de las poblaciones.

{ Fuesto que somos un "continente intervenido", toca a la literatura latino-

! americana una vigilancia extremada, para que no la arrastren los instrumen-

I tos y valores de la cultura de masa, que seducen a tantos teóricos y artistas

{ contemporáneos. No es el caso de adherirse a los "apocalípticos", sino de

"blertar a los "integra¿os" -pÍlra utilizar la sabrosa distinción'de UmbertoEco. Ciertas experiencias modernas son fecundas desde el punto de vista delespíritu de vanguardia y de la inserción del arte y de la literatura en el ritmodel tiempo, como es el caso del concretismo. Pero no nos cuesta recordar loque ocurriría si fueran manipuladas políticamente por el lado errado, en unasociedad de masas. En efecto, aunque en el momento presenten un aspectohermético y restrictivo, los principios en que se apoyan, acudiendo al grafis-mo, ff1a sonoridad expresiva y a las combinaciones sintagmáticas de altacomunicabilidad, pueden eventualmente hacerlas mucho más penetrantes qüe

i las formas literarias tradicionales, frente a públicos masificados. Y no hay

f. interés, para la expresión literaria de Latinoamérica, en pasar de la segrega-

il ción aristocrática de la era de las oligarquías a la manipulación dirigida de las

t' masas, en la era de la propaganda y del imperialismo total.

3] u uennrDAD cuLTURAL Y su TNFLUENcTA sN te cRrlcróN

El analfabetismo y la debilidad cultural no inil,ryen solamente en los aspectosexteriores que acaban de mencionarse. Para el crítico, es más interesante Su

interferencia en la conciencia del escritor y en la propia naturaleza de lacreación.

af ldeología de la llustración; aristocratismo

En la época que llamamos de la conciencia amena de retraso, el escritor par-ticipaba de la ideologia de la llustración, segÚn la cual la instrucción traeautomáticamente todos los beneficios que permiten la humanización del hom-bre y el progreso de la sociedad. Al principio, instrucción preconizada paralos ciudada.los, minoría donde se reclutaban a los que participaban de lasventajas económicas y políticas; después, para el puebio, €ntrevisto de lejosy vagamente, menos como realidad que como un concepto liberal. El empe-

rador Pedro II del Brasil decía que habría preferido ser profesor, lo que

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LITERATTJRA Y SUBDESARROLLO 341

denota una actitud equivalente al punto de vista de sarmiento, según el cualel predominio de la civilización sobre la barbarie tenía como presupuestouna urbanización latente, basada en la instrucción. En la vocación continentalde Andrés Bello es imposible distinguir la visión política del proyecto pe-dagógico, y en el grupo rrrÁs reciente del Ateneo, de caracas, la reiistencia ilatiranía de Gómez se identificaba con la difusión de las luces y la creación deuna_literatura impregnada de mitos de la instrucción redentoia, todo proyec-tándose en la figura de Rómulo Gallegos, primer presideñte de una ,riritii.arenacida.

un caso curioso es el del pensador brasileño Manuel Bonfim, que publicóen 1905 un libro de gran interés, A Arnérica Latina. rnjustamente olvidado(quizá por apoyarse en superadas analogías biológicas, q,tizá ¡ror el radicalis-mo incómodo de sus posiciones), él anariza nueitro reiraso en función delprolongamiento del estatuto colonial, traducido en la persistencia de las oli-garquías y en el imperialismo extranjero. En eI final, cuando todo llevabaa una teoría de la transformaCión de las estructuras sociales como condiciónnecesaria, ocurre una decepcionante estrangulación del razonamiento, y él ter-mina preconizando la instrucción como panácea. Nos sentimos, ahí, en el cen-tro de la ilusión ilustrada, ideología de la fase de conciencia esperanzada deretraso, que, significativamente, hizo bien poco para llevar a cabo tal ins-trucción.

No extraña, pues, que la idea ya referida, según la cual el nuevo conti-nente estaría destinado a ser la patria de la libertad, haya sufrido una adaptación curiosa: él estaría destinado igualmente a ser la patria del libro. Éslo que leemos en un poema retórico,-donde castro Alvei dice que, mientrasGutenberg inventaba la imprenta, colón encontraba el sitio i¿eat ¿e aquellatécnica revolucionaria :

Quando no tosco estaleiroDa Alemanha o velho obreiroA ave da impiensa gerclu,O Genovés salta os mares,Busca urn ninho entre os palmaresE a gitria da írnprensa achou.

Este poema, escrito en el decenio de 1860 por un joven imbuido de libera-li¡mo., se liama expresivamente o Livra e a Arnérir:,a, manifestando la posi-ción ideológica a que nos estamos refiriendo

- Graciasna ello, esos intelectuales construyeron una visión igualmente de-tormacla en cuanto a su posición delante de la incultura dominante. Al la-mentar la ignorancia del pueblo y desear que desapareciera, a fin de que lapatria se irguiera automáticamente a sus altos destinos, se excluían a si mis-mos del contexto y se consideraban un grupo aislado, realmente ,,fluctuante',,en una acepción más completa que la de Alfred Weber. Fluctuaban, con o sinconciencia de culpa, superiores a la incultura y al retraso, ciertos de que és-tos no los podían contaminar, ni afectar la calidad de lo que hacían. comoel arnbiente no los podía acoger intelectualrnente, sino en proporciones redu-

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342 LITERATURA Y SOCIEDAD

cidas, y como sus valores se radicaban en Europa, hacia ella se proyectaban,

tománáosela inconscientemente como punto de referencia y considerándose

eguivalentes a lo mejor que había en el Viejo Mundo'En verdad, la incültura general producía y produce una debilidad mucho

más penetrante, que interfiére en toda la cultura y en la calidad misma de

hs oüras. Vista disde hoy, la situación de ayer parece distinta de la ilusiónque reinaba entonces, ya que podemos analizatla más objetivamente, debido

a- la acción regUladora del tiempo y a nuestro propio esfuerzo de desenmas'

caramiento.I-a cuestión se hará más clara cuando tratemos de las influencias extran'

jeras. para comprenclerlas bien es conveniente volver, teniendo en cuenta la

ieflexión sobre el retraso y el subdesarrollo, al hecho de la dependencia cul-

tural. Hecho considerado natural -dada nuestra situación de pueblos colo-

nizados que o descienden del colonizador o sufrieron la imposición de su

civilizacién- pero que se complica en aspectos positivos y negativos.

La penuriacultural sujetaba necesariamente al escritor a los modelos me-

tropolilanos y europeos en general, estableciendo un agmpamiento en cierto

moio aristocrático respecto al hornbre inculto. En efecto, en la medida en

1"" "o existía público local suficiente, él escribía como si en Europa estuviera

su público idáI, y así se disociaba muchas veces de su tierra. Esto daba

orig"r, a obras q.tá lot autores .ores consideraban altamente refinadas,

poiqn" asimilabán las formas y la falta de

iu"tot locales de referencia, no alienación

cultural, no justificada por la e ocurre en

la parte de bazar y afectación existente ngua espa-

1"f", y sus equiválentes brasileños, el "parnasianitTg" y el "simbolismo".2

Exisie validezén Rubén Dario, es cierto, así como en Herrera y Reissig, Olavo

Bilac, Cruz e Sousa. Pero hay también mucha alhaja falsa desenmascarada

por el tiempo, mucho contrabando que

álgútr pt"-io internacional de escribirdicadentes y nefetibata.s se hizo provinnea que puede establecerse, cuando la éiit

no tiene medios para erLcararse críticamente y supone qrre ladistancia relativa

;;"i;r separa traduce una altitud absoluta. "¡ Soy el último heleno !" -prego-

naba teatralmente en 1922 en la Academia Brasileña el escritor Coelho Neto,

rrr" .tp".i" de industrioso D'Annunzio local, protestando contra el vanguar-

áir-o ^de nuestros "modernistas", que venían a debilitar la "pose" aristocrá-

tica en el arte Y en la literatura'Hay que reóordar otro aspecto de- que en el tiem-

po pui".iu refinamiento elogiable: el eros en la crea-

ii¿ti. Ci"rt"s ejemplos extremados p ad más paradó-jl"i,t"t

"o-o "i de un romántico bras categoría, Pires

2|apaTabramodernismodesignaenBrasilelmovimientodelasdef aeceriio de l9if.. Para llamar la atención sobre esto' empleo la

;;;,-; i;. dos sentidos que tiene en la historia literaria de los os

dc habla esPañola Y Portuguesa'

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LITERATURA Y SUBDESARROLLO- 343

de Almeida, que publicó a comienzos de este siglo, en francés, una obra teatralnativista compuesta probablemente mucho antes: Lo féte d,es crdnes, dram'ede meurs indiennes en tnois actes et douze tableaux... Sin embargo, el he-

cho es realmente significativo cuando aparece ligado a autores y obras de

calidad, como el poeta del setecientos, Claudio Manuel da Costa, que dejóamplia y buena producción en italiano. O Joaquim Nabuco, típico ejemplarde la oligarquía cosmopolita de sentimientos liberales, en la segunda mitad delsiglo xrx, que escribió en francés una obra teatral sobre los problemas mora'les de un alsaciano después de la guerra de 1870 ( !), además de fragmentosautobiográficos y un libro de máximas. En ese mismo idioma escribierontoda su obra o parte de ella varios simbolistas brasileños, incluso uno de losimportantes, Alphonsus de Guimaraens. Francisco García Calderón escribió,elr francés, un libro muy útil en su tiempo como tentativa de üsión integradade los países iatinoamericanos. En francés escribió Vicente Huidobro par-te de su obra y de su teoría. Estoy cierto de que se encontfarían ejemplossemejantes en todos nuestros países, desde la vulgar subliteratura oficial yacadémica hasta producciones de calidad.

Todo elio no existía sin ambivaiencia, pues por un lado las élites imitabanlo bueno y lo malo de las sugestiones europ€as, pero, por otro, a veces

simultánearnente, afirmaban la más intransigente independencia espiritual,en un movimiento pendular entre la realidad y la utopía de carácter ic{eolo-gico. Y así vemos que analfabetismo y refinamiento, cosmopolitismo y regio-nalismo, pueden tener raíces mezcladas en el suelo de la incultura y delesfuerzo para superarla.

bf Retr,oso, arla,ctonismo, degr'adación cultural ,

fnfluencia más grave de la debilidad cultural sobre la producción literariason los hechos de retraso, anacronismo, degradación y confusión de valores.Normalmente toda literatura presenta aspectos de retraso, y se puede decirque el promedio de la producción en un instante dado ya es tributario delpasado, mientras las vanguardias preparan el futuro. Además de eso hay unasubliteratura oficial, marginal o provinciana, por lo general expresada porlas Academias. Sin embargo, lo que llama la atención en Latinoamérica es elhecho cle considerarse vivas obras estéticamente anacrónicas; o el hecho deque obras secundarias sean acogidas por la mejor opinión crítica y puedansubsistir ppr más de una generación, cuando unas y otras deberían habersido desde luego colocadas en su debido puesto, como cosa de menor valoro,manifestación de supervivencia sin efecto. Citemos tan sólo el caso extrairodel poema T,abaré, de Juan Zornlla de San Martín, tentativa de epopeyanacional uruguaya casi en el comienzo del siglo xx, tomada en serio aunqueconcebida y ejecutada según moldes ya anticuados en la época del romanticismo.

Otras veces el retraso no tiene nada de chocante, y sólo significa demora.Es lo que ocurre con el naturalismo en la novela, que llegó un poco tarde y se

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344 LITERATURA Y SOCIEDAD

extendió hasta nuestros días. sin ryptura esencial de continuidad, aunquemodificado en sus aplicaciones. El hecho de que nuestros países en su ma-yor parte tienen todavia problemas de ajuste y lucha con el rnedio, así comoproblemas ligados a la diversidad racial, ensanchó la preocupación natura-lista con los factores físicos y biológicos. En tales casos, el peso de la realidadlocal produce una especie de legitimación de la influencia, que adquieresentido creador. Por eso, cuando en Europa el naturalismo era una super-vivencia, entre nosotros aún podía ser ingrediente de fórmulas literariasbastante legítimas, tales como las de la novela social de los decenius de 1930y 1940, que se podría denominar neonaturalista.

Existen otros casos francamente desastrosós: los de provincialisnno cultu-ral, que pierde el sentido de las medidas, aplicando a obras sin valor el tipode reconocimiento y valoración empleados en Europa para iibros de categoria; que lleva todavía a fenómenos de verdadera degradación cultural, hacien-do pasar obras espurias, en la acepción qtre Írasa un contrabando, a causa dela debilidad de los públicos y falta de sentido de los valores, por parte de losmismos y de los escritores. Véase la aceptación rutinaria de influencias ya depor sí dudosas, tales como las de Oscar Wilde o Anatole France en el prirnercuarto de este siglo. O, ya en el límite de lp grotesco, la verdadera profana-ción de Nietzsche por Vargas Vila, cuya fama en toda Latinoamérica alcanzóa medios que en principio deberían haber quedado inmunes, en una escalaque espanta y hace sonreír. l-a pr'ofundidad de los incultos y semicultos creacondiciones para éstas y otras equivocaciones.

4] rxrLurNcras EXTRANJERAS y AMBTvALENcTA: c,osMopolrrrsMo y REcroNALrsMo

af De Ia dependerccía a Io interdepemdencia

Un problema que resulta interesante discutir desde el punto de vista de ladependencia causada por el retraso cultural es el de las influencias de variostipos, buenas o malas, inevitables e innecesarias.

Nuestras literaturas (como tarnbiéu las de Norteamérica) son, fundamen-talmente, ramas de las literaturas metropolitanas. Y si ponemos aparte lassusceptibilidades del orgullo nacional, vamos a ver que, no obstante la autonomía que fueron adquiriendo con relación a ellas, son todavía en granparte reflejas. En el caso numéricamente dominante de los países de hablaespañola y,portuguesa, el proceso de autonomía consistió, en buena parte,en transferir la dependencia, de manera que otras literaturas europeas nometropolitanas, sobre todo la francesa, fueron volviéndose el modelo a par-tir del siglo xrx, lo que además ocurría también en las antiguas metrópolis.Actualmente, es necesario tener en cuenta la literatura nortearnericana, queconstituye un nuevo foco de atracción

Esta es la que podría llamarse influencia inevitable, sociológicamente

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LITERATUR.A Y SUBDESARROLLO 345

vinculada a nuestra dependencia, desde la própia Conquista y del trasp'lantea veces brutalmente forzado de culturas. He aquí io que decia a ese propósito Juan Valera, a fines del siglo pasado:

De este lado y del otro del Atlántico, veo y confieso, en la gente de lengua es-pañola, nuestra dependencia de Io francés, y, hasta cierto punto, lo creo ineludible;pero ni yo rebajo el mérito de la ciencia y de la poesía en Francia para que sacu-damos su lrugo, ni quiero, para que lleguemos a ser independientes, que nos aisle-mos y'no aceptemos la influencia justa que los pueblos civilizados deben ejercerunos sobre los otros.

Lo que yo sostengo es que nuestra admiración no debe ser ciega, ni nuestraimitación sin crítica, y que conviene tomar lo que tomemos con discernimiento yprudencia ["Juicio crítico" sobre Tabaré, de Jluan Zorrilla de San Martín].

Enc-aremos, por consiguiente, con serenidad nuestro vínculo placentariocon las literaturas europeas, pues él no es una opción; es un hecho casi natu-

5{f Jámás -creamos

c.tádror- originales de expresión, ni técnicas expresivasbásicas, en la acepción que lo son el romanticismo, en el plano de las ten-dencias; la novela psicológica, en el plano de los géneros; el estilo indirectolibre, en e! de la escritura. Y aunque hayamos logrado resultados a vecesoriginales en el plano de la realización expresiva, reconocemos implícitamentela dependencia. Tanto es así que jamás los diversos nativismos rechazaron elempleo de las formas literarias importadas, pues sería lo mismo que opcnerse al uso de los idiomas europeos que hablamos. Lo que se exigía era laelección de ternas nuevos, de sentiruienfos distintos. Llevado al extremo,el nativismo (que en este grado resulta siempre ridículo, aunque sociológi-camente comprensible) implicaria el rechazo del soneto, el cuento realista,el verso libre asociativo. El solo hecho de jamás haberse planteado la cues-tión revela que, en los estiátos profundos de la creación -los que abarcanla-elléóCión de Iós'medios expresivos-, reconocemos siempre como naturalnüéSÉtá"'inevitable dependencia. Además, cuando se la ve así, deja de serlo,para traiiífoírriáÍée er¡.'forma de participacién y contribución a un universocultural a que pertenecemos, que rebasa las naciones y los continentes, per-mitiendo la reversibilidad de las experiencias, la circulación de los valores.Aun en los momentos en que influimos por nuestra parte en Europa, en elplano de las obras realizadas, no de las sugestiones temáticas, lo que hemosdevuelto no fueron invenciones, sino más bien perfeccionamiento de instru-mentos recibidos. Esto ocurrió con Rubén Darío respecto al "modernismo"español y con Jorge .Amado, José Lins do Rego, Graciliano R-amos, en cuantoal neorrealismo portugués.

Muchos consideran el "modernismo" hispanoamericano una especie derito de transición, señalando la mayoridad literaria a través de la capacidadde contribución original. Sin embargo, si enmendamos las perspectivas ydefinimos los campos, qtizá veamos que esto es más verdadero como hechopsicosociológico que como realidad estética. Es cierto que Darío, y eventual-mente todo el naovimiento, invirtiendo Wr vez primera la corriente y lle-vando la influencia de Améica a España, representaron una ruptura en la

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346 LITERATURA Y SOCIEDAD

soberania literaria que ésta ejercía. Pero el hecho es que tal cosa no se hizo

a partir de recursos expresivos originales, sino de la adaptaCión de procesos

y áctitudes francesas. Lo que los españoles recibieron fue la influencia de

irancia ya filtrada y traducida por los latinoamericanos, que de este modo

los gustituyeron como mediadores culturales.Esto nó disminuyg en nada el valor de los "modernistas" ni la significa-

ción de su hazáña, basada en una alta conciencia de la literatura como arte,

no como documento, y en capacidad a veces excepcional de realización poética.

Sin embargo, permite interpretar el "modernismo" según la línea desarrollada

aquí, es dicii, como episodio sociológicamente importante del proceso de

fe-cundación creadora dl ta dependenr ia, modo peculiar de nuestros países

de ser originales. Pof eso, también sin innovar en el plano de las formas

estéticas, el movimiento brasileño correspondiente, aunque menos valioso eS

menos engañador, pues al denominarsg; €o SüS dos etapas, "parnasianismo"y "simbolismo", dejó clara la fuente donde todos bebieron'

Una etapa fundamental en la superación de la dependencia es la capacidad

de produci^r obras de primer rango, influidas, no por modelos extranjeros,

sino por ejemplos nacionales anteriores. Esto sign-ifica el establecimiento

de ur]a causalidad interna, que hace incluso más fecundos los préstamos

tomados a otras culturas. En- el caso brasileño, los creadores del "modernis-

mo", en el decenio de1920, derivan en gran parte de las vanguardias europeas'pero los poetas de la generación siguiente, en los años 30 y 40, derivan inme-

diatamenie de ellos -corno ocurre con lo que es fruto de influencia en

carlos Drummond de Andrade o Murilo Mendes. Estos, a sv vez, inspir4ron

a Joáo cabral de Melo Neto, a pesar de que éste debe también, primero a

Valéry, después a los españoles contemporáneos' Sin embargo, estos poetas

de aliá *"lo ,ro influyerón fuera de su país, y mucho menos en los países de

donde nos vienen insPiraciones'Así es posible decir que Borges representa el primer caso de incontestable

influencia original, e;eróida de manera amplia y reconocida sobre los países

de origen por un modoque podría haber abiertoarena de una lengua des

Es por eso por lo que nuestras proplas arr

aepenáen"ia cúltural ie inspiran en fórmulas europeas, sirviendo de ejemplo

el caso del romanticismo biasileño, definido en París por un glupo de jóve-

*, q.," vivían al\á y fundaron allá, en 183ó, una revista qrre inició el

movimientoInteresante es el caso de las van ardias del decenio de 1920, que mar.ca'

ron una liberación extraordinaria de los procedimientos expresivos y nos ?re-páru." para alterar sensiblemente eI tratamiento de los temas planteados a

ia conciencia del escritor. Factores, para todos nosotros, de autonomía y auto

afirmación, ¿en qué consisten, exarninados desde nuestro rángUlo? Huidobro

;;;b["" el i'creácionismo" en Paris, inspirado en los franceses e italianos;

"r"lU" en francés Sus versos y expone en francés sus principios' en revistas

éomo tnsprit Nouveau. Directamente tributarios de los mismos orígenes son

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LITERATURA Y SUBDESARROLLO 347

el "ultraísmo" argentino y el "modernismo" brasileño. Y todo eso no impidióque tales corrientes fueran innovadoras, y sus propulsores, los creadores-porexcelencia de la nueva literatura: además de Huidobro, Borges, Mario deAndrade, Oswald de Andrade, Manuel Bandeira.

Sabe. mos, pues, gue somos parte de una cultura más amplia, de la cualparticipamos como variedad cultural. Es que, al contrario de lo que hansupuesto a veces cándidamente nuestros abuelos, es una ilusión hablar desupresión de contactos e influencias. Aun porque, en un momento en que laley del mundo es la interelación y la interacción, las utopías de la originali-dad no subsisten en el sentido patriótico, comprensible en una fase de forma-ción nacional reciente, que condicionaba una visión provinciana y umbilical.

En la fase acütal, de conciencia del subdesarrollo, la cuestión se presenta,por consiguiente, más matizada. ¿Habría paradoja en esto? En efecto, cuantomás se entera de la realidad trág¡ca del subdesarrollo, más el hombre libreque piensa se deja penetrar por la inspiración revolucionaria, es decir, creeen la necesidad del rechazo del yugo económico del imperialismo, y de lamodificación de las estructuras internas, que álimentan Ia situación de sub-desarrollo. Sin embargo, mira con más objetividad el problema de las in-fluencias, considerándolas como vinculación cultural y social. La paradojaes aparente y constituye más bien un síntoma de madurez, imposible en elmundo clausurado y oligárquico de los nacionalismos ideológicos. Tanto esasí que el reconocimiento de la vinculación se asocia al comienzo de la capa-cidad de innov-ar en el nivel de la expresión, y al intento de luchar, en elnivel del desarrollo económico y político. Mientras que la afirmación tradi-cional de originalidad, con un sentido de particularismo elemental, llevaba ylleva, por un lado, a lo pintoresco, y por otro, al servilismo cultural, dos en-fermedades de crecimiento, tal vez inevitables, pero, no obstante, alienadoras.

A partir de los movimientos estéticos del decenio de 1920, de la intensaconciencia estético-social de los años 30 y 40; de la crisis de desarrollo eco.nómico y de experimentalismo técnico de los años más recientes, empezamosa sentir que la dependencia se dirige hacia una interdependencia cultural (sies posible emplear sin equívocos este término, que recientemente adquiriósentidos tan desagradables en el vocabulario político). Esto no sólo les daráa los escritores de Latinoamérica la conciencia de su unidad en la diversidad,sino también favorecerá obras maduras originales, que serán'lentamente asi-miladas por otros pueblos, incluso los de los países metropolitanos e impe-rialistas. El camino de la reflexión sobre el subdesarrollo lleva, en el terrenode la cultura, al de la integración transnacional, puesto que lo que era imita,ción v¿r cambiándose cada vez más en asimilación recíproca.

Un ejemplo entre muchos: en Ia obra de Vargas Llosa, sobre todo enLq ciudad y los penos, aparece, extraordinariamente refinada, la tradicióndel monólogo interior, que, perteneciendo a Proust y Joyce, pertenece tam-.bién a Dorothy Richardson y Virginia Woolf, a Dóblin y Faulkner. Quizáprocedan del último ciertas modalidades preferidas de Vargas Llosa, que, entodo caso, las profundizó y tecundó, a punto de hacerlas cosa también suya.Un ejemplo admirable: el personaje no identificado, que va dejando per-

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348 LITERATURA Y SOCIEDAI)

plejo al lector, pues se cruza con la voz dél narrador en tercera persona yion el monólogo de otros personajes identificados, pudiendo conf,undirse

alternativamente con ellos, y que, al final, cuando se manifiesta como lagaat,ilumina retrospectivamente la estructura del libro, a la manera de un reguero,promoviendo la revisión de todo Io que habíamos establecido sobre los per-sonajes. Esta técnica parece una forna concreta de la imagen que Proustemplea para ,sugerir la suya (el dibujo japonés desdoblándose en el tazóncon

JÁ¡i,j Poti nale{ v iónniI] a. aser

i d asía:er,!'' Estas circunstancias parecen inte Amé-

rica; uno de los escritores más originales del momento, Julio Cortázar,escribe cosas interesantes sobre el nuevo aspecto que Presentan fidelidadlocal y movitidad mundial, en una reciente entrevista a la revista Life (vol.33,núm. 7). Y a propósito de las influencias extranjeras en los escritores recientes,Rodríguez Mónegal asume, en un artículo de la revista TriQunrterly (núms. 13-

14), una actitud que podría llarnarse justificación crítica de la asimilación.Sin embargo, subsisten todavía puntos de vista contrarios, ligados a ciertolocalismo propio de la fase de conciencia amena de retraso. Según éstos,

tales hechos son manifestaciones de falta de personalidad y alienación cultu-ral, como puede verse en un artículo de la revista venezolana Zona Franca(núm.51), donde Manuel Pedro González llega a decir que el verdadero es-

critor latinoamericano sería el que no sótro vive en su tierra, sino explota su

temática característica y expresa, sin dependencia estética externa, sus prqblemas peculiares.

Parece, empero, que una de las características positivas de la era del sub-

desarrollo es la superación de la actitud de recelo, que lleva a la aceptaciónindistinta o a la ilusión de originalidad exclusivamente a cuenta de los temaslocales. Quien lucha contra obstáculos reales queda más tranquilo y reconocela falacia de los obstáculos ficticios. En Cuba, vanguardia de América en Ialucha contra el subdesarrollo, ¿habrá artificio o evasión en la impregnaciónsurrealista de Alejo Carpentier o en su cornpleja visión transnacional, inclusotemáticamente, tal como apareCe en El siglo de I'as luces? En el Brasil, el movimiento reciente de la poesía concreta adopta inspiraciones de Ezra Poundy pri¡cipios estéticos de Max Bense; no obstante, lleva a redefinir el pasado

nacional, permitiendo leer de manera nueva a poetas ignorgdos, como Sousa

Andrade, precursor perdido entre los románticos del siglo xlx; o iluminandoconvenientemente la revolución estilística de los grandes ntad'ernistas, Matiode Andrade y Oswald de Andrade.

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LITERATURA Y SUBDESARROLLO 349

bf De lu copia y el regionalisrzto al superregionolismo

Considerada como derivación del retraso y de la falta de desarrollo econó nico,la dependencia presenta otros aspectos, que manifiestan su repercusión en laliteratura. Atengárnonos otra vez al fenómeno de la ambivalencia, manifestadopor imptrlsos de copia y apartamiento, aparentemente contradictorios cuandoson vistos en sí, pero que pueden ser complementarios, mirados desde esepunto de vista.

Retraso que estimula la copia servil de todo cuanto la moda de los paísesadelantados ofrece, además de seducir a los escritores con la migración, exte-rior e interior. Retraso que propone lo que hay de más pecuiiar en la realidadlocal, inpinuando- un regionalismo que, al parecer afirmación de la identi-dad.¡acional, puede ser en verdad un mcdo insospeéhado de ofrecer a lase.nsibilidad europea el exotismo que ella deseaba, como distracción; y que asíse iiüélüé forrna aguda de dependenqia q+ la independencia. Desde la perspec-tiva actual, parece que las dos tenden :ias son solidariab y nacen de la mismasituación de retraso o subdesarrollo.

En su aspecto más grosero, la imitacién servii de los estilos, temas, acti-tudes y usos literarios tiene un aire risible o constringente de provincialismo,después de haber sido mero aristocratismo compensatorio de país colonial.En el Brasil el hecho llega al extremo, con su Academia copiada de la fran-cesa, instalada en r¡n edificio o^ue reproduce el Petit Trianon, de Versailles(Petit Trianon vino a ser, sin broma, por antonomasia, la misma institución),con cuarenta miembros que se califican de "inmortales" y, tal como su ma-niquí francés, lucen uniforme bordado, sombrero de dos picos y espadín. ..Pero por toda América, la bohemia calcada en Greenwich Village o Saint-Germain des Prés puede ser muchas veces un hecho hornólogo, bajo la apa-rienria de rebeldía innovadora.

Tal vez no sean menos groseras, en el lado oplresto, ciertas formas pri-marias de nativismo y regionalismo literario, que reducen los problemashumanos a elemento pintoresco, transformando la pasión y el sufrimientodel hombre mrai o de las poblaciones de color en un equivalente de los ana-naes, y de las papayas. Esta actitud puede no sólo equivaler a la primera,sino también combinarse con ella, una vez que redurda en servír a un lectorurbano europeo, o artificialÍnente europeizado, la realidad casi turística quele gustaría ver en América. Sin darse cuenta eI nativismo más sincero searriesga a hacerse manifestación ideológica del mismo colonialismo cultural,que su cultor rechazaría en el plano de la razón clara, y que pone de relieveuna situación de subdesarrollo y consecuente dependencia.

Sin embargo, sería erróneo, desde el ángulo de enfoque de este capitulo,proferir, como está de moda, un anatema indistinto contra la ficción regionalista, al menos antes de establecer algunas distinciones que permitan mi-rarla, en el plano de los juicios de realidad! como consecuencia de la acciónque las condicicnes económicas y sociales ejercen sobre la elección de lostemas.s Las áreas subdesarrolladas y los problemas del subdesarrollo (o del

3 Empleo aquí "regionalismo" según la tradición de la crítica brasileña, abarcando

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350 LITERATURA Y SOCIEDAI)

retraso) invaden el campo de la conciencia y de la sensibilidad del escritorproponiendo sugestiones, erigiéndose en tema que es imposible evitar, trans-formándose en estímulos positivos o negativos de Ia creación.

En la literatura francesa, o en la inglesa, puede haber grandes novelas quetranscurren ocasionalmente en el campo, como las de Thomas Hardy, peroes evidente que se trata solamente de marco, donde la problemática es lamisma de las novelas urbanas. Además, las distintas modalidades de regio-nalismo son en ellas una forma secundaria y en general provinciana, en mediode formas mucho más ricas, que ocupan el primer plano. Sin embargo, enlos países subdesarrolladqs, como Grecia y España, o que tengan áreas esen-ciales de subdesarrollo, como Italia, eI regionalismo puede ocurrir como ma-nifestación válida, capaz de producir obras de categoría, como la de GiovanniVerga a fines del siglo pasado, la de Elio Vittorini o Nikos Kazantzakisactualmente.

Por eso, en Latinoamérica, el regionalismo fue y sigue siendo todavíataerza estimulante en la üteratura. En la fase de conciencia de país nuevo,correspondiente a la situación de rJtraso, da lugar sobre todo a lo pintorescodecorativo y funciona como descubrimiento, reconocimiento de la realidaddel país y su incorporación a los temas de literatura. En la fase de subdes-arrollo, funciona como presciencia y después como conciencia de la crisis,motivando lo documental y, con el sentimiento de urgencia, el empeño político.

En ambas etapas se cornprueba una especie de selección de áreas temá-ticas, u¡a atracción por ciertas regiones remotas, en las cuales se localizanlos grupos marcados por el subdesarrollo. Ellas pueden, sin duda, ejerceruna seducción negativa sobre el escritor de la ciudad, por su pintoresquismode consecuencias dudosas; pero, aparte de esto, por lo general coinciden conlas áreas problemáticas, lo que es significativo en literaturas tan vivientescomo las nuestras.

Es el caso de la región amazínica, que atrajo a los novelistas y cuentis-tas brasileños desde el comienzo del natu¡alismo, en los decenios de 1870 y1880, en plena fase pintoresca; que es materia medio siglo después, de Invorágine, de José Eustasio Rivera, situado entre lo pintoresco y la denuncia(más patriótica que social); y que vino a ser elemento importante en

La casa lerde, de Vargas Llosa, en la fase reciente de alta conciencia téc-nica, donde lo pintoresco y la denuncia son datos recesivos, ante el impactohumano que se manifiesta con la inmanencia de las obras universales.

No será necesario enumerar todas las otras áreas literarias que corres-ponden al panorama del retraso y del subdesarrollo, como los altiplanosándinos o el sertdo brasileño. O aun, las situaciones y parajes del negro

cubano, venezolano, brasileño, en los poemas de Nicolás Guillén y Jorge de

Lima, en Ecué Yamba-Ó, de Alejo Carpentier, P'abr'e negro' de Rómulo Ga-

llegos, Iubiabá, de Jorge Amado. o, si se quiere, el hombre de las llanuras

-ll,ano, p,ampa,. caatinga-, objeto de una pertinaz idealización colnpensatG

toda la ficción vinculada a la descripción regional y a las costumbrcs rurales desde elromanticismo; y no a manera de la mayoría de la crítica hispanoamericana, que en general lo restringe a las fases comprendidas aproximadamente entre 1920 y 1950.

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LITERATURA Y SUBDESARROLLO 351

ria que viene de los románticos, como el brasileño José de Alencar en eldecenio de 1870; tratado ampliamente por los rioplatenses, uruguayos comoEduardo Acevedo Díaz, Carlos Reyles o Javier de Viana y, argentinos, desdeel telúrico Hernández al estilizado Güiraldes; que tiende a la alegoría enGallegos para, de retorno al Brasil, en plena fase de preconciencia del sub-desarrollo, encontrar una alta expresión en vid,as sécas, de G¡:aciliano Ra-mos, sin vértigo de la distancia, sin torneos ni duelos, sin c,aballadas nivaquejadas, sin eL centaurismo que marca a los demás.

El regionalismo fue una etapa necesaria, que dirigió a la literatura, sobretodo la novela y el cuento, a la realidad local. Algunas veces fue oportuni-dad de buena expresión literaria, aunque en su mayoría sus productos hanenvejecido. No obstante, desde cierto ángulo, quizá no se pueda decir queacabó; y muchos que hoy lo atacan, en verdad lo practican. La realidadeconómica del subdesarrollo mantiene la dimensión regional como objetovivo, aunque sea cada vez más actuante la dimensión urbana. Basta teneren cuenta que algunos entre los buenos, e incluso entre los mejores, encuen-tran en ella sustancia para libros universalmente válidos, como José MaríaArguedas, Gabriel García Márquez, Augusto Roa Bastos y Joáo GuimaráesRosa. Solamente en los países de absoluto predominio de la cultura de lasgrandes ciudades, como la Argentina, el Uruguay y quizá Chile, la literaturaregional se ha vuelto un real anacronismo.

Es necesario redefinir críticamente el problema; j comprobar que no seagota por el hecho de que hoy ya nadie considere eI regionalismo como formaprivilegiada de expresión literaria nacional, incluso porque, como se ha dicho,puede ser especialmente alienante. Pero hay que pensar en sus transforma-ciones, recordando que, bajo nombres y conceptos diversos, se prolonga lamisma realidad básica. En efecto, en Ia fase de conciencia exaltada dg paísnuevo, caractertzada por la idea de retraso, tuvimos el regionalismo pintoresco, que en varios países se tenía por la verdadera literatura. Se trata deesa modalidad hace mucho superada o rebajada al nivel de la subliteratura.Su manifestación más amplia y tenaz en la fase áurea fue acaso el gauchismorioplatense, mientras la forma más espuria- fue, sin duda, el sertamejismabrasileño. Y ella es lo que compromete de manera irremediable ciertas obrasmás recientes, como las de_ Rivera y Gallegos.

En la fase de preconciencia del subdesarrollo, por los años 30 y 40, tuvi-mos el regionalismo pfoblemático, que se llamó "novela social", "incligenis-mo", "novela del nordeste", según los países, y que, sin ser exclusivamenteregional, lo es en buena parte. Este regionalismo nos interesa más, por habersido un precursor de la conciencia de subdesarrollo, pero es justo registrarque" mucho antes, escritores como Alcides Arguedas y Mariano Azuela ya sehabían orientado por un sentido más realista de las condiciones de vida yde los problemas humanos de los grupos desamparados. Entre los que enton-ces proponen con vigor analítico y algunas veces con forma artística debuena calidad la desmitificación de la realidad americana, figuran Miguel

.Angel Asturias, Jorge lcaza, Ciro Alegría, Jorge Amado, José Lins do Regoy otros. Todos ellos, al menos en parte de su obra, hacen una novela social

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352 LITERATURA Y SOCIEDAD

bastante relacionada con los aspectos regionales, y frecuentemente con res-

tos de pintoresquismo negativo, que se combina con cierto esquematismohumanitario para comprometer el alcance de lo que escriben.

Sin embargo, los carácteriqa la superación del optimismo patriótico y laadopción de un tipo de pesimismo distinto del que ocurría en la ficción natu-ralista. Mientras ésta enfocaba ai hombre pobre, considerándolo elementorefractario al progreso, ellos enfocan la situación en su complejidad, vol-viéndose contra las clases dominantes y viendo en la degradación del hombreuna consecuencia de la situación. Eles una especie de apoteosis del buen plos rasgos a la manera de Georg Grozs,huellas de lo pintoresco y del melodramiento social

-haciendo presentir el c

en "conciencia de país subdesarrolladoeso comporta.

A pesar de que muchos de esos escritores se caracterizan por un lenguajeespontáneo e irregular, el peso de la conciencia social actúa a veces en elestilo como factor positivo, y da lugar a la búsqueda de interesantes solucienes adaptadas a la representación de la desigualdad y de la injusticia. Sinhablar del maestro consumado que es Asturias, también un novelista queescribe lisa y llanamente como Icaza debe su durabilidad menos a la vocife-ración indignada o a la aceniuación con la que caractenzó a los explotadores,que a algulos recursos de estilo, utilizados para expresar la miseria. Es elcaso, en Huasipunga, de cierto empieo del diminutivo, del ritmo de llantoen el habla, de la reducción al nivel de lo animal; todo eso junto encarna unaespecie de disminución del hombre, su reducción a las funciones elementales,que se asocian al balbuceo lingüístico para simbolizar la privación. En ÍlidasSécas, Graciliano Ramos lleva al máximo su habitual contención verbal, ela-borando una expresión reducida a !a elipsis, al monosílabo y a los sintagmasmínimos, para expresar la sofocación humana del vaquero, circunscrito alos niveles mínimos de supervivencia.

Viene a propósito decir que el caso del Brasil quizá sea peculiar, puestouue el regionalismo, que empieza en él con el romanticismo, no ha prcdr:cidonunca obras consideradas de primer rango, tampoco por los contemporá-neos, habiendo sido siempre una tendencia secundaria, cuando no franca-mente decantados. De tal suerte que sólo en la segunda fase, que estamos

Los mejores productos de la ficción brasileña fueron siempre urbanos,en su mayor parte desprovistos de todo pintoresquismo, en razón de que sumayor,representante, Machado de Assis, mostró desde 1880 la fragilidad deldescriptivismo y del color local, que proscribió de sus libros, extraordinaria-mente subliteraria. en prosa y verso.intentando caractérizat, las tendencias regionalistas, ya sublimadas y comotransfiguradas por el realismo social, lograron el nivel de las o'bras signifi-sativas, cuando'en otras partes, sobre todo en la Argentina, el Uruguay yChile, ya se las desechaban o estaban del todo desechadas.

La superación de estas modalidades y el ataque que vienen sufriendo por

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LITERATURA Y SUBDESARROLLO 353

parte de la crÍtica son demostraciones de madurez. Por eso, muchos autoresrechazarían como defecto el calificativo de regionalistas. Sin embargo, estono iinpide que la dimensión regional siga presente en muchas obras de granimportancia, aunque sin ningún carácter de tendencia impositiva o requisitode una equivocada conciencia nacional.

Lo que ahora vemos, desde este punto de vista, es una floración novelística marcada por el refinamiento técnico, gracias al cual se transfiguranlas regiones y se subvierten sus contornos humanos, llevando a los rasgos,antes pintorescos, a descarnarse y adquirir universalidad.

Descartando el sentimentalismo y la retórica; nutrida de elementos norealistas, como el superrealismo, el absurdo, la mag¡a de las situaciones; o detécnicas antinatr¡ralistas, como el monólogo interior, la visión simultánea,el escorzo, la elipsis, la novelística actual aprovecha, sin embargo, lo queantes era la propia sustancia del. nativismo, del exotismo y de la documen-tación social. Esto nos llevaría a proponer la distinción de una tercera fase,que se podría llamar superregionalista. Ella corresponde a la conciencialacerada del subdesarrollo y opera una superación del tipo de naturalismoque se basaba en la referencia a una visión empírica del mundo; naturalis-mo que fue una tendencia estética peculiar a una época, en la cual triunfabala mentalidad burguesa y correspondía a la consolidación de nuestras lite-raturas.

De este superregionalismo es tributaria, en Brasil, la obra revolucionariade Joáo Guimaráes Rosa, sólidamente plantada en lo que se podría llamaruniversalidad de la región. El hecho de haberse superado lo pintoresco y lodocumental no hace m€nos viva la presencia de la rqgión en obras como las deJuan Rulfo, sea en la realidad fragmentaria y obsesiva de El llano en llamas,sea en la sobriedad fantasmal de Pdro Pdra,mo. Por eso es preciso matizarjuicios drásticos y en verdad justos, como los de Alejo Carpentier en unensayo, donde escribe que nuestra novela nativista es una especie de litera-tura oficial de las escuelas y ya no encuentra lectores ni siquiera en los luga-res de origen. Sin duda, si pensamos en la primera fase de nuestra tentativade clasificación; hasta cierto punto, si pensamos en la segunda; de ningúnmodo, si recordamos que la tercera lleva una dosis importante de ingredien-tes regionales, debido al propio hecho del subdesarrollo. Como se ha dicho,ellos constituyen la actuación estilizada de las condiciones dramáticas pecu-liares del regionalismo, e interfieren en la selección de los temas y de losasuntos, a veces en la elaboración del lenguaje.

Ya no se exigirá, como antes acaso se exigía, qae Cortázar cante la vidade Juan Moreira, o Clarice Lispector explote el vocabularto sertaneio. Perohay también que reconocer que, escribiendo con refinamiento y superando elnaturalismo académico, Guimaráes Rosa, Juan Rulfo, Vargas lJosa practicanen sus obras, en todo o en parte, tanto cuanto Coriázat o Lispector en eluniverso de los valores urbanos, una especie nueva de literatura que todavíase articula de manera transfiguradora con el propio material del nativismo.

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América Latina en su literatura

Coordin.a.ción e inlroducción Relator RettisorcÉsln ¡.¡n¡iÁ¡rDEz MoRENo JULIo oRTEGA uÉcron L. ARENA

PARTE PRIMERA: UNA LITERATURA EN EL MUNDO

t. Encuerltro de culturas, por nunÉx io*or*o sAGUTER

rr. La pluralidad lingüistica, por exróNto FlouArss r

ur. La pluralidad cultural, Por anoxen RoBERI' couLTHARDrv. Unidad y diversidad, por ¡osÉ ruls rr¡nl'íNEz ..

v. Lo latinoamerica¡ro en otras literatutas, por rsrunRoo Núñ¡zvL La mayoría de edad, por HERNANDo \¡ALENCIA coELKEL

i:

PARTE SEGUNDA: RUPTURAS DE LA TRADICIóÑ

r. Tradición y renovación, por EMIR nonnÍcurz MoNEcALrr. El barroco y el neobarroco, por sEvERo sARDUy

rlr. Crisis del realismo, por nevóx xrnluIv. Fl realismo de la otra realidad, por JoRGE ENRreuE ADouM

PARTE TERCERA: LA LITERAI-URA COMO EXPtrRIMENTACIóN

r. Destrucción y formas en las narraciones, por roÉ ¡rrnrrII. .Antiliteratura, por FERNANoo errcriaIIr. El cuestionamiento, por cuItLERMo sucRE

PARTE CUARTA: EL LENGUAJE DE LA LITERATURA

r. Superación de los lenguajes exclusivos, Por HARoLDo DE cAMposrr. La literatura y los nuevos lenguajes, por JDNr ¡osÉ sernIII. Intercomu¡licación y nueva literatura, por RoBERt'o rE¡^-Áuonz RETAMAR

PAÉTE QUIN'[A: LITERATURA Y SOCIEPAD

¡. Literatura y subtlesárroIlo, pttr ¡¡¡róNro cÁ¡¡o_roo

II. Temas y problemas, por MARIo BENEDETTT

i¡r. Situación del escritor, por psrt- cuILllERME MEReuIoR

PARTE SEXTA: FUNCIóN SOCIAL DE LA LITERATURA

I: Literatura y sociedad, por ¡osti ANToNIo poRTUoNDo

rI. Conflictos de generaciones, por ADoLFo pRIETo

¡rr. Una discusión permanente, por ¡osÉ. M.IcuEL ovIEDorv. Interpretaciones de América Latina, pot Aucusro rAMAyo vARGAs

v. Imagerr de América Latina, por ¡osÉ;. LEZAMA LIMA