caminantes, artistas y espejos

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NÓMADAS 104 CAMINANTES, ARTISTAS Y ESPEJOS: ACTORES DE UN VIAJE IN SITU EN LOS MUNDOS DE LA LOCURA Ana María Arango C.*, Gisela Castro C.** * Antropóloga Universidad Nacional de Colombia. Investigadora asistente, Departa- mento de Investigaciones de la Universidad Central, Línea de Jóvenes y culturas juve- niles. E-mail: [email protected] ** Antropóloga Universidad Nacional de Colombia. E-mail: [email protected] Este artículo recoge algunas reflexiones de la experien- cia de investigación etnográfica en el Hospital Neuropsi- quiátrico Julio Manrique de Sibaté, y las inquietudes y propuestas que generó; entre ellas, un proyecto práctico que nos vinculó con esta comunidad a partir de la experi- mentación artística. Nos interesó reconocer los mundos al interior del hospital y a los pacientes como personas con historias y universos de sentido singulares que ampliaban nuestros sistemas de referencia y modos de aprehender el mundo. Desde nuestro lente antropológico la locura fue un espacio privilegiado para visualizar la ruptura de los códigos que establecen un orden político, económico, so- cial, individual y hasta gramatical; reconocer este despla- zamiento, nos permitió comprender los mecanismos de inscripción de la cultura. This article gathers some reflections about the experience of an ethnografic research in the Julio Manrique Neuropsychiatric Hospital of Sibaté, and the misgivings and proposals that it generated; among them a practical project that bonded us with this community on the basis of artistic experimentation. We became interested in recognizing the in- terior worlds of the hospital, and its patients as people that have their own histories, and singular universes of meanings that amplify our own systems of reference and ways of understan- ding the world. Through our anthropological lens, madness was a privileged space to visualize the breakdown of the codes that establish political, economical, social, individual, and even gramatical order; recognizing this displacement allowed us to understand the inscription mechanisms of culture. Palabras clave: locura, acontecimiento, diferencia, sin- gularidad, múltiple, y universos de sentido.

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Caminantes

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    CAMINANTES, ARTISTASY ESPEJOS:

    ACTORES DE UN VIAJEIN SITU EN LOS MUNDOS

    DE LA LOCURA

    Ana Mara Arango C.*, Gisela Castro C.**

    * Antroploga Universidad Nacional de Colombia. Investigadora asistente, Departa-mento de Investigaciones de la Universidad Central, Lnea de Jvenes y culturas juve-niles. E-mail: [email protected]

    ** Antroploga Universidad Nacional de Colombia. E-mail: [email protected]

    Este artculo recoge algunas reflexiones de la experien-cia de investigacin etnogrfica en el Hospital Neuropsi-quitrico Julio Manrique de Sibat, y las inquietudes ypropuestas que gener; entre ellas, un proyecto prcticoque nos vincul con esta comunidad a partir de la experi-mentacin artstica. Nos interes reconocer los mundos alinterior del hospital y a los pacientes como personas conhistorias y universos de sentido singulares que ampliabannuestros sistemas de referencia y modos de aprehender elmundo. Desde nuestro lente antropolgico la locura fueun espacio privilegiado para visualizar la ruptura de loscdigos que establecen un orden poltico, econmico, so-cial, individual y hasta gramatical; reconocer este despla-zamiento, nos permiti comprender los mecanismos deinscripcin de la cultura.

    This article gathers some reflections about the experienceof an ethnografic research in the Julio ManriqueNeuropsychiatric Hospital of Sibat, and the misgivings andproposals that it generated; among them a practical project thatbonded us with this community on the basis of artisticexperimentation. We became interested in recognizing the in-terior worlds of the hospital, and its patients as people that havetheir own histories, and singular universes of meanings thatamplify our own systems of reference and ways of understan-ding the world. Through our anthropological lens, madnesswas a privileged space to visualize the breakdown of the codesthat establish political, economical, social, individual, and evengramatical order; recognizing this displacement allowed us tounderstand the inscription mechanisms of culture.

    Palabras clave: locura, acontecimiento, diferencia, sin-gularidad, mltiple, y universos de sentido.

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    den en los procesos de produccinde conocimientos (Rosaldo, 1991:168), y fue la reflexin sobre estosrecursos, la pauta metodolgica conla cual elaboramos y dimos a cono-cer a la comunidad cientfica el tra-bajo de investigacin. En esteartculo, la metfora del viaje es elhilo conductor que traduce en mo-mentos y herramientas la eficacia delos capitales mencionados para abor-

    dar un contexto socio-cultural de-terminado.

    La Brjula: El sujetoubicado y el otro visible

    En esta investigacin, dos de losprincipios metodolgicos fueron laobservacin de la experiencia per-

    sonal y el nfasis en la narrativa delos informantes. As, el anlisis so-cial tendra un carcter procesualy transversal donde la diferencia,necesaria para reconocer al otro,sera vivida a travs del ritual pro-pio y de la valoracin plstica delos discursos narrados. Estas pers-pectivas, sumadas a la reflexin so-bre el componente subjetivo quenos impuls a elegir el objeto de

    investigacin y el lugardesde el cual lo haramos,delinearon los recursos ti-cos del trabajo.

    Un viaje es una aper-tura de las fronteras ima-ginarias y fsicas quedelimitan el contorno delo conocido, el espaciocotidiano por donde rea-lizamos habitualmente re-corridos; es desplazarse yabsorber las cualidadesnicas de los territorios,imaginarios o reales, fsi-cos o emocionales; es de-jar algo y llegar a algo, esuna diferencia. Ms que unfenmeno visible, objeti-vo, viajar es una situacindel ser-estar, es impregnar-se de instante.

    Las variables de altera-cin que produce un viaje,tanto afuera como adentrodel viajero: en los otros y

    el contexto con que interacta, y alinterior de s mismo, en sus univer-sos significantes y emociones, hacende la investigacin y del conoci-miento que se produce, un aconte-cimiento1 , una creacin colectiva,que ms all de una pretendida ex-posicin de la realidad, es una aper-tura hacia la diferencia y hacia laconstruccin de nuevos sentidos.

    En este texto evocamos unaexperiencia de investigacin et-nogrfica en el Hospital Neurop-siquitrico Julio Manrique, pararesaltar la pertinencia de algunas re-flexiones sobre la prctica cientfi-ca cualitativa, que en las ltimasdcadas ha contribuido al cambioen los modos clsicos de produc-cin del conocimiento en las cien-cias sociales. La matriz desde la cualasimilamos y transmitimosla experiencia de campofue el contexto ritual. Ennuestra aproximacin a lalocura, nombramos comoritual al proceso en el cualpercibimos el movimientode ajuste entre un cuerpode conceptos aprendidosdesde la antropologa y elterreno real donde estosson herramientas de explo-racin. Desde esta pers-pectiva, la experiencia deestar all, atravesar y seratravesadas por las confi-guraciones culturales, de-fini el posicionamiento apartir del cual como cien-tficas, quisimos evidenciaruna realidad y producir sen-tidos: decidimos hacernosvisibles, develar nuestraparticipacin en el esce-nario que pretendamosdescribir, y expresar los pro-pios modos de ser paraubicarnos en una red de re-laciones dentro del hospital. Estohizo del ritual un correlato desde elcual fue posible, por un lado, leerlos mecanismos de inscripcin so-cial, y por el otro, realizar un ejerci-cio autorreflexivo sobre los mltiplescapitales con los cuales conocemos.Segn Renato Rosaldo los recursoscognoscitivos, emocionales y ticosque maneja el analista social inci-

    Construccin de una canoa

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    En el ao 1999 decidimos queel rito de paso que nos transforma-ra en antroplogas y develara lascoordenadas que nos posicionancomo sujetas de la ciencia y de lacultura, fuera un viaje multidimen-sional al entonces llamado HospitalNeuropsiquitrico Julio Manriquede Sibat2 , que hara emerger losdevenires de los diferentes disposi-tivos de subjetivacin3 . A este pro-ceso de apertura queramos llegarpara confrontar la contradiccin,los sentidos divergentes, la existen-cia de lo negado, la palabra que esacto y la plasticidad en la produc-cin de la cultura. Buscbamosaquello que nos costaba trabajoentender y haca vibrar el sistemade referencia que nos explica elmundo; acercarnos a construccio-nes de realidad singulares que re-flejan las configuraciones culturalesy que amplan los umbrales decomprensin. Con el propsito dedesnaturalizar nuestros cdigos coti-dianos, pretendamos lograr elreconocimiento de que la aproxi-macin al otro no conlleva a suaprehensin o su descripcin, msbien, compromete lacreacin de espaciosde encuentro y expre-sin colectivos, dondelos mltiples saberes sedespliegan para ali-mentar y tejer un co-nocimiento acadmicodesde el arte, los afec-tos y las emociones. Enotras palabras, la obser-vacin permanentesobre nuestra ubica-cin como sujetas enterreno, fue la brjulaque nos permiti guiarla direccin de nues-tro viaje; con ello noslo evitaramos la

    pretensin de abarcar sistemas to-tales, sino dar un carcter singularal encuentro donde la expresinesttica, los sentimientos, y el co-nocimiento parcial y subjetivo, fue-ran elementos metodolgicos deinvestigacin4 .

    El hecho de adentrarnos en uncampo poco abordado por la an-tropologa, nos permiti flexibilizarnuestro rol como cientficas y to-marnos muy en serio el juego, la risay la imaginacin. No desconocimosque las relaciones que establecimosestaban condicionadas por el hechode ser visitantes, y por perteneceral mbito que legitima los discur-sos sobre la realidad social. Sin em-bargo, sin autoridad mdica paradecir algo sobre los pacientes delhospital, nos dedicamos a decir conellos y a tratar de hacer visible laplasticidad de sus relatos; la narra-cin y el dilogo fueron la princi-pal fuente para encontrar en losdiscursos personales, lecturas otranscripciones de diferentes dimen-siones sociales5 . La riqueza de ma-tices en las historias y experiencias

    que nos narraban, permiti recono-cer que la locura es creativa, cons-truye realidad y ampla nuestrosmundos posibles; es una manifesta-cin ms del devenir cultura.

    Sueltas del sistema institucio-nal, nuestra ubicacin gozaba decierta movilidad y libertad a la horade establecer lazos, ritmos y ritua-les. Cuando comenzamos el viajede iniciacin, nuestro pensamien-to fue abandonando las clasificacio-nes y esquemas para privilegiar elhablar y el recorrer: no nos era po-sible organizar y conversar con loslocos. Preferimos los actos de en-cuentro donde lo real se produce acada instante y en cada uno, don-de se establecen relaciones de au-tenticidad con los otros. Planteamosdiversas estrategias metodolgicas,como la construccin de dramas ehistorias de vida; sin embargo, es-tas nunca fueron un producto final,sino piezas que nos permitieronbordear el dolor, el amor, la amis-tad, la exclusin y la muerte-vidaque configuran experiencias coti-dianas en el hospital.

    Para cruzar estainstitucin, seguimoslos pasos de catorcepersonas con quienespor muchas razonestuvimos la posibilidadde encontrarnos msfrecuentemente; ellas,en su mayora, pasande los cincuenta aos,llevan mucho tiemporecluidas en este lugary han sido diagnosti-cadas como esquizo-frnicas. Favorecer losencuentros y la sor-presa que estos nosproducan, nos hizoSalina de Upn: banco de sal y canal

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    vivir la diversidad a partir de las sin-gularidades: por ejemplo, conoci-mos los gobiernos de Mariano, elarco iris-cuerpo de Trnsito, lasaventuras de Jorge y las poesas deGilberto.

    Para establecer una relacin dehorizontalidad entre diferentesvoces, y transliterar un cdigo emo-cional a uno gramatical, distingui-mos en la escritura dos lugares deenunciacin a travs de una marcaesttica: utilizamos un mismo estilode letra para los autores e informan-tes, y otro, para nuestra produccinde sentidos6 .

    El Vehculo: Laincertidumbre, lasemociones y el deseo

    Cuando el investigador recono-ce qu es lo que lo emociona en elencuentro con el otro y abre un es-pacio para la sorpresa, hace de sudeseo un puente desde el s mismopara acercarse al movimiento de loslmites referenciales sobre el mun-do y la realidad, y as,percibir la diferencia.

    Consideramos ladiferencia que existeentre el acercamientoque globaliza y cua-dricula la locura encasillas clasificatorias,y el acercamiento quese bifurca en las singu-laridades y reconoce lodiverso: buscbamosalgo ms general, mssocial, ms cultural ymundial, algo que nospermitiera conocer lasmultiplicidades y re-conocer la historia y

    sus gentes; algo que uniera estedevenir antroplogas y la pulsin-emocin de aquello que no se pue-de nombrar pero que reconoce lasetnicidades, las dimensiones socia-les y las elaboraciones personalessobre el mundo.

    Le dimos estatuto a la duda co-mo cualidad del pensamiento en laconstruccin de conocimiento: hi-cimos de ese no s! de los locos yde ese no s! nuestro, el motor dela experiencia de investigacin. Eldesdibujamiento de las certezas y deuna seguridad pretendida de com-prensin, hizo del control algo irre-levante. La duda como posibilidadde indeterminacin y co-produc-cin de sentidos, no signific, sinembargo, un caos total en los en-cuentros (de hecho, las rutinas delhospital marcaban las pautas paraestos); ms bien, permiti aprendera travs de fragmentos y vivir loimpredecible; fluir con el movi-miento nomdico del pensamientoque va en sentidos encontrados ygenera la verticalidad de las inten-sidades el devenir de las emocio-

    nes. Esta es la accin maqunicadel deseo que segn Deleuze yGuattari (1985), produce todo loreal, y recorre siempre y primeroel campo social: hace parte de suinfraestructura, de las catexis incons-cientes. El deseo fue lo que nosconect con las personas delhospital y moviliz el proceso debricolaje que combin diferentesvoces en la escritura.

    La incertidumbre como bsque-da-escape hizo que este viaje haciala locura tuviera un destino de pr-dida y de estar perdidas: prdida delas estructuras, de las organizaciones,de los lazos; y perdidas del sentidoque nos arrebata la polivicidad7 . Estonos condujo a ese estado parecido ala embriaguez del que habla Mariano:Yo tambin nazco eso, nazco un borra-cho, un vicioso. Los gobiernos que ga-nan en cada elecciones nacen eso, unborracho, un bohemio, mejor dicho unperdido. Qu sientes con el vicio Ma-riano? Lo embriaga, lo pone a unochvere, lo pone elegante. Con el viciome siento contento; a la vez contento ytriste a la vez. Se pierde uno tambin

    con el vicio, se pierde...Y te gusta perdertecon el vicio? Me gustaperderme bien perdido.Y por qu? Porque na-cen esas cosas para per-derlo a uno entiende? Ypor lo que uno encuen-tra todo.

    El Equipaje: Elmito y lasficciones

    En el escenario deinvestigacin dondeinteractuamos, la dife-rencia fue el valor cua-Puente en la salina de Upn

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    litativo para asimilar yelaborar la experien-cia. Gracias a ella lo-gramos el vaivn entrelos preconceptos y elahora, entre los reper-torios cognoscitivosque nos describan oexplicaban la locuradesde afuera, y el mun-do visto y hablado porlas personas nombra-das culturalmente co-mo portadoras de ella.

    Los repertorios imaginarios queaprendimos de la antropologa yaquellos que sobre la locura nos hadado la cultura, particularmente, losque le otorgan un estatuto positivoy han configurado experiencias par-ticulares en nuestras biografaspersonales, fueron nuestro equipa-je. Revisamos en nuestro imagina-rio las ficciones del loco, aquellasque le otorgan un carcter ambiva-lente: como ser que posee un podery conocimiento oculto, y como seren quien se han desdibujado algu-nas cualidades humanas. Esta com-prensin aclar el camino de ladiferencia para aproximarnos al otro,al loco del hospital que produce fic-ciones y discursos de realidad.

    Nos desplazamos desde las fic-ciones-elaboradas-culturalmente-para-el loco y su funcin mtica,hacia el individuo clasificado comotal, debido a su manera particularde elaborar y expresar elementosculturales bajo la creacin de supropio sistema de referencia. Comoentidad mtica, el loco podra re-presentar la funcin paradigmticadel mito: establece criterios de ver-dad pero desconoce la verdad sobres mismo. Es una paradoja: la ms-cara que no oculta, la cultura des-

    nuda, el lmite construido que des-conoce su naturaleza; en otras pa-labras el paradigma de lo irreal queda la explicacin a la realidad.

    El mito tambin se despliega enla ciencia, la cual, al explicarse a smisma crea su propio mito: la cien-cia se ocupa de aquello que dice laciencia. Entendemos mito como unmapa mental con una lgica parti-cular que se basa en el juego de tau-tologas y contradicciones, y que tienela capacidad de autocontenerse; lodotamos de verdad en tanto tienerealidad dentro de nuestro sistema dereferencia. Cuando pensamos que larealidad est explicada en la teora,debemos considerar que adems lateora nos dice qu es la realidad: esun juego de espejos. El mito y el ritoson elementos de nuestro sistema dereferencia; bien sea desde la teora odesde la praxis, nos sirven de reflejopara conocer el mundo8 . En este via-je, fueron los instrumentos concep-tuales que llevamos para producirsentidos desde la performancia mis-ma del campo social.

    El Viaje: El trance, elrizoma y la locura

    El modo de composicin con elcual se transmite un ejercicio inves-

    tigativo moldea tantoel conocimiento comoel anlisis social (Ro-saldo, 1991). La pro-puesta esttica en elacto discursivo, fue laestrategia metodo-lgica para hilvanarlos diferentes capitalescon los cuales conta-mos como sujetas, yque en un contorno to-talmente nuevo, se

    desplegaron en diferentes dimensio-nes. Adems, la escritura fue elacto de vida-muerte en el rito deiniciacin y el medio de transmi-sin de otros actos de vida-muerteen el proceso de inscripcin social.

    Los espacios fsicos y obser-vables mantienen una correspon-dencia con nuestras geografasemocionales; sobre los primerosconstruimos topografas imaginariaspor las cuales sobrevolamos losabismos, los misterios y paradas deterritorios que delimitan las fron-teras hacia los miedos, el asombroy la sorpresa.

    Para quienes nacimos o lleva-mos la mayor parte de nuestras vi-das en Bogot, salir por el sur dela ciudad implica recorrer parajesimaginarios de nuestra memoria,asociados a linderos de humani-dad que nos causan temor ymaravillamiento. Adems del Sal-to del Tequendama y de la Narizdel Diablo9 , que nos trasladan demanera oscilante a la sensacin devida y muerte, y a la visin casisimultnea de lo sagrado y aterra-dor, hay un momento de desvoen la carretera que seala la pro-ximidad de otro lugar cargadotambin de fascinacin y miste-rio. El camino divergente condu-

    El castigo del cepo

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    ce a Sibat, pueblo de locos alque algunos adultos aluden cuan-do bromean-amenazan a los nioscon un viaje sin retorno. Los trn-sitos hacia las afueras de la ciudad,materializan una transposicinentre lo fsico e imaginario dondela locura mantiene cierta identi-dad con la muerte; con el mun-do del ms all.

    Esta relacin estuvo muy pre-sente en los relatos de nuestros in-formantes, y fue corroborada conlos argumentos de autores comoFoucault, Deleuze y Guattari. Deestos ltimos tomamos los concep-tos de molaridad y molecularidadaplicados a su anlisis al procesoesquizo10 , para comprender cmola muerte, instancia de vida en ladimensin molecular y momentodefinitivo de la experiencia molar,tiene su correlato en la locura,espejo viviente de estas dos caras:aquella que manifiesta lo inorga-nizado, y aquella que nos dice deun mundo configurado con otrasleyes y regmenes diferentes alnuestro. Para estos autores: La ex-periencia de la muerte es la cosa mscorriente del inconsciente, precisamen-te porque se realiza en la vida y parala vida, en todo paso, en todo deve-nir, en toda intensidad como paso ydevenir (Deleuze yGuattari, 1985: 340).

    El loco narra en suexperiencia las doscaras de la muerte: lamuerte social o lamuerte en vida, y eldevenir muerte en lasintensidades del cuer-po: ... este gobiernojamases se han matadola porra en muchas co-sas, en esto mismo se ha

    matado la porra de que yo soy un serya digno, ya estoy corregido, yo soyun ser estricto, soy un ser muy bue-no, yo de malo no tengo nada; no ten-go nada porque aqu a horas exactasall llegan y me pasan al paredn, meahorcan, me dan vida; o sea que ellos,ellos por ignorantes pensaron que esmatar, pero para mi no es matar sinoes vida; entonces hacen muchas co-sas conmigo, hacen muchas cosas con-migo, me dan asesinaje los gobiernos,el gobierno a horas exactas como stame est dando un... un ocho porocho, que llaman ellos, el gobierno.Nos enlazamos con Mariano, quienadems rastrea el punto cero don-de nacimiento y muerte convergen:Nac en los infiernos porque yo vengode la nada. Estos luceros un da pen-saron la verdad; dijeron, estos lucerosy estos gobiernos que ya existan, losque existan en ese tiempo dijeron:vete, a estudiar, vete, a ser lindo, vete,a tener todo algn da. Entonces metoc irme a la nada, inclusive yo voya la nada; ahora sesenta me bajanestos luceros, me entregan a la nada,a ese planeta de la nada, a la tierra, atantos planetas que nacen. Y cmoes el planeta de la nada? El planetade la nada es muy lindo, el planeta dela nada para todo es nada... nada.Que hay que hacer cualquier cosa,nada de eso, nada de eso; no lo ha-

    gis o haglo o hgalo, pero hgalo enla nada; eso se llama nada, que nadaes nada. Y dnde queda? Eso que-da abajo, en lo penltimo, eso es lopenltimo que hay. Y lo ltimo ques? Y lo ltimo? o sea lo primero?Nacer y morir son los viajes del es-quizo por las intensidades, no exis-te comienzo ni fin. El esquizo sabepartir: ha convertido la partida en algotan simple como nacer o morir. Peroal mismo tiempo su viaje es extraa-mente in situ (Deleuze y Guattari,1985: 136).

    Al desplazarnos a las afueras dela ciudad, pero al interior mismo delos entrecruzamientos culturales,traspasamos umbrales no vividoshasta entonces. Este viaje como ri-tual, como experiencia de vida-muerte, hizo que entre la partida yla llegada haya ocurrido una dife-rencia; paso entre un antes y undespus que produjo cambios. Estepaso-trance nos conect y permi-ti recorrer en los relatos, las hue-llas de los viajes in situ que hacenlos locos. En nuestro trnsito expe-rimentamos la condensacin im-genes-palabras-sensaciones, que asemejanza del Aleph de Borges, nospermiti entrever mltiples co-nexiones y ensanchar nuestros uni-versos de sentido. Decidimos hacer

    rizoma: fuimos y vini-mos, nos disgregamosy fugamos cabalgandoen palabras que eranintensidades emocio-nales; aprendimos acortar all y saltar acpara traer esto... frag-mentos de poesas, re-cuerdos infantiles yrisas que nos destorni-llaban del ancla de lacordura, el nombre yel saber. Huimos paraUn ahorcado en Arbelez

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    imaginar las maravillas que encuen-tra Jorge en sus aventuras: s sumer-c, me encanta mucho la aventuraporque no lo amarran a uno as debuenas a primeras, pues de aventu-ras sumerc uno no permanece en unsolo lugar sino viaja por ah a diferen-tes partes del santo universo. Enton-ces puede uno en el cielo cazar unelefante, en el Congo Belga del fricaun hipoptamo o en otras partes unperchern.

    Errticos, los locos recorren lasformaciones sociales y permiten evi-denciar lo que es la locura para lavida y la existencia: el movimientonomdico de los flujos de deseodescodificados que velozmente atra-viesan el mundo, recorren geogra-fas e historias, culturas y sistemaspolticos. En la locura se reconocenlos procesos que construyen y de-construyen la cultura; es el viaje pordiferentes fragmentos de forma-ciones sociales descodificados quebuscan inscripcin dentro de laaxiomtica del sistema capitalista11 .En los relatos de los locos, la identi-dad individual y cerrada se diluye yel nombre identifica mltiples caras

    del campo social: por ejemplo, elviaje de despersonalizacin queemprende Mariano, es el paso porlos rostros que representan poderesestablecidos y rebeldes en nuestracultura: Yo soy el Santo Papa a unahora exacta. Y a otras horas exactasqu gobiernos eres? A otras horasexactas soy el Ch, Fidel Castro, ElCh Guevara, Tirofijo, Sangre Negra,bueno, tantos otros gobiernos... Ypuedes presentarte en estos gobier-nos cuando quieras? Eso no es cuan-do quiera uno, sino que los gobiernostienen horas exactas, exactas para pre-sentarse en puro gobierno. Y culesson esas horas, por ejemplo? No, esosi es secreto. Esos son secretos de losgobiernos.

    El meridiano Cero, ubicacingeogrfica precisa que estableceMariano para el hospital, es el cam-po visual secreto donde poesa, artey emociones se vuelven cuerpo.Recorrer intensamente este espaciodurante dos meses, nos permiticonocer historias, dolores, pensa-mientos y reflexiones; tuvimos laposibilidad de ver y compartir (enel sentido ms fsico y material),

    mundos posibles e imaginados, te-rrenos de creacin a travs de loscuales los seres humanos nos inser-tamos de manera singular en el de-venir de la vida y de la existencia.Estos mundos posibles, que puedenser discursivos, literarios, corpora-les, son la manifestacin misma delacontecer arte.

    Trnsito siempre est trabajan-do con sus manos, cosiendo suruana o su gorro, hacindose me-dias o pintando sus zapatos; se en-gancha lo que encuentre: botones,hilos, paqueticos de comida, pisto-litas de plstico; su cuerpo es color,es arco iris. El artista es el seor delos objetos; integra en su arte objetosrotos, quemados, desarreglados paradevolverlos al rgimen de las mqui-nas deseantes en las que el desarre-glo, el romperse, forma parte del propiofuncionamiento (Deleuze y Guattari,1985: 38). Qu sientes cuandocoses Trnsito? No, eso es como el queest sacando fique, tiene que teneruno sus cinco sentidos bien para sa-ber donde deja las cosas y todo. Ypor qu te gusta coser? Porque mealiviano, me sirve el trabajo mucho,

    Arriando ganado en los Llanos

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    yo me aliviano y me aliento. Cmoes estar alivianado? Con vida y sinvida. Qu piensas de ti? Nada, de-jar a ver, mano de Dios; toca dejar aver porque ms mal no se puede. Ypara el cuerpo, para el esqueleto, parael escudo, la bandera: las cositas, todotoca tener, aunque sea poquito peroalgo tiene uno. Un trapacito, un tale-guito, un trapitito; algo tiene uno en-redado ah. El arte como arma dedefensa, como arma de proteccin,como arma-r el sentido, fue una delas vivencias ms bellas que nosdej este viaje. Desde all, lanzamoslas piedritas de Pulgarcito que nosayudaron a volver a casa-volver alhospital-volver a casa-volver...

    El Regreso: dossentidos a la vez

    El posicionamiento desde elcual nos aproximamos a la locura,produjo el reconocimiento de quelos procesos de investigacin no seagotan, no tienen un final defini-do; posibilit que de los encuentrosnacieran inagotables rutas de explo-racin. Los despliegues subjetivos

    del deseo, y el reconocimiento delotro y la diferencia, hicieron de laproduccin de conocimiento unespacio creativo donde las nuevasbsquedas se conjugan con los afec-tos y la retribucin.

    Volver a las prcticas cotidia-nas soando con regresar al hospi-tal, fue una de las improntas quenos dejaron los locos; ellos no slocompartieron y abrieron sus mun-dos, tambin nos regalaron imge-nes sobre nosotras, permitindonossentir lo singular y polvoco del en-cuentro. En el hospital, Ana y Gi-sela, rara vez fueron Ana y Gisela:fuimos Patricia y Carmencita, fuimosInravisin, las doctorcitas o prctica-prctica y prctica-terica.

    Las huellas emocionales quedej el primer acercamiento, moti-varon la construccin de una segun-da propuesta de investigacin yaccin, que quiso soar mundosposibles con la comunidad del hos-pital. Bsicamente, los lazos de afec-to con las personas posibilitaron larealizacin en el ao 2001 de laestrategia Mquina Mgica, la

    cual busc, a travs de diferentesescenarios de encuentro creativos,provocar reflexiones, sorpresas quemotivaran la construccin de nue-vos sentidos para la vida en un lu-gar donde habita la muerte social.Durante tres meses buscamos en-samblar diferentes escenarios deexpresin artstica que abrierancampo a la subjetividad y a las di-versas matrices culturales; con ello,quisimos fortalecer las redes co-munitarias dentro del hospital yestablecer nuevos canales de comu-nicacin entre los diferentes profe-sionales que all trabajan y lospacientes. En estos escenarios vivi-mos acontecimientos creativos:conversar sobre los hechos del mun-do, leer cuentos, participar en di-ferentes juegos, pintar un mural,producir un noticiero o elaborar unperidico, fueron las excusas paraestar juntos, para compartir y for-talecer redes de afecto.

    Los objetivos no alcanzaron a serdesarrollados en su totalidad, puesla incertidumbre y la improvisacinfueron otra vez las protagonistas delencuentro: era difcil centrar la aten-

    Mercado de Bogot

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    cin y el deseo de las personas haciaun propsito comn, por ello tuvi-mos que desdoblar los escenarios ynuestras manos, para hacer realiza-bles mltiples inquietudes; ellas,acostumbradas al nomadismo, ha-can de la experiencia grupal uncuerpo difuso. Este segundo encuen-tro afianz la sensacin de que lalocura es positiva, que est en to-dos, y que en la encrucijada a la quenos empuja, es posible la verdad dela belleza. As lo expresa GilbertoGuerrero y Borja, altsimo poeta, quecompone sus vivencias a travs desonetos, en aquel meridiano cero deluceros y luceras:

    A la cruz de mi locura. Soneto

    Bien voy llevando la cruz de mi locuraCon nimo alegre y buena voluntadReconociendo que Dios en su bondadCuando corrige su vara no tortura.

    Vislumbrando bellsima la auroraMi bajel siempre dirijo a la verdad,Aplacando la horrible tempestadQue en el fondo del alma se acalora.

    La cruz de mi locura es llevaderaCon absoluta e insondable calmaAl reino aquel de vida verdadera.

    Es portadora de verdad sublimeEs portadora de verdad que colmaLos anhelos de Dios cuando redime.

    Citas

    1 En una gua de una estrategia artsticallamada Actos de Fabulacin. Arte, cuer-po y pensamiento, se hace referencia ados conceptos bsicos que ayudaron a ladefinicin del propsito de esta obra:presentacin y acontecimiento. El pri-mer concepto parte de la ruptura de lalgica de la representacin. Con respec-to al segundo, y siguiendo a Deleuze, seseala como hablar de acontecimiento im-plica quebrar con la linealidad de lo queacontece. El acontecimiento es el instante,es el tiempo que se afirma en el presente,pero eludindolo, desdoblndolo, abrindo-

    lo hacia exploraciones temporales mltiples[...] El esplendor del acontecimiento es elsentido. Proyecto Pentgono, Ministe-rio de Cultura. Curadora ConsueloPabn. Bogot: 2001.

    2 Los cambios en las instituciones encar-gadas de la administracin del lugar, hangenerado que el hospital viva constantestransformaciones. Actualmente, el esta-tuto de hospital ha sido cambiado porCentro Especial de Rehabilitacin enSalud Mental Julio Manrique.

    3 Estos dispositivos son, entre otros: la his-toria familiar, los saberes acadmicos, lacondicin de ciudadana, la memoria, losimaginarios sociales, las ficciones litera-rias, etc.

    4 Una coordenada que gui nuestro viajefue la nocin de sujeto ubicado que desa-rrolla Renato Rosaldo, para referirse al po-sicionamiento particular y cultural de losanalistas en los procesos de investigacin.El antroplogo como sujeto ubicado enuna red de posiciones sociales (marcadasen grado sumo por relaciones de poder)posee un ngulo particular de observaciny ocupa un lugar especfico desde el cualconstruye cartografas. Caractersticas per-sonales como la edad, el gnero, las racessocioculturales, etc., van a influir en loque el investigador aprende, permitiendoe inhibiendo determinadas percepciones(Rosaldo, 1991:30-31).

    5 En el discurso de Mariano la realidad y lasociedad son ledas desde la dimensinpoltica, en el de Gilberto desde la reli-gin catlica, y en el de otros, por ejem-plo, desde la demanda o el amor.

    6 En este artculo no fue posible hacer estadistincin de letra, por motivo de los re-querimientos para unificar los criteriosde edicin de una publicacin peridica.El uso de cursivas intenta cumplir estepropsito, y las negrillas marcan nivelesde abstraccin.

    7 La nocin de polivicidad es tomada deDeleuze y Guattari, quienes hacen refe-rencia con ella al cdigo fluido que usa elesquizo: Los signos aqu son de cualquiernaturaleza, indiferentes a su soporte. [...]Carecen de plan previo, trabajan a todoslos niveles y en todas las conexiones; cadauno habla su propia lengua y establece conlos otros sntesis tanto ms directas en trans-versal en cuanto permanecen indirectas enla dimensin de los elementos. El AntiEdipo: capitalismo y esquizofrenia. Edi-torial Paids, Barcelona: 1985. p.44.

    8 Los planteamientos sobre el mito, expre-sados en este texto, son tomados del pro-fesor Luis Guillermo Pramo. Departa-

    mento de Antropologa, UniversidadNacional de Colombia.

    9 El salto del Tequendama, cada de las aguasdel ro Bogot, es cuna mtica de la cultu-ra Muisca, lugar casi obligado de pasopor la sabana, y paraje ritual de suicidas yenamorados. La Nariz del Diablo es unperfil rocoso que adquiri la montaacuando se construy la carretera que con-duce al sur del pas.

    10 En el Anti Edipo, estos autores sealancmo, de las dos direcciones de la fsica: ladireccin molar que va hacia los grandesnmeros y los fenmenos de masa, y ladireccin molecular que, al contrario, sehunde en las singularidades, sus interac-ciones y sus vinculaciones a distancia o dediferentes rdenes, el paranoico ha escogi-do la primera: hace la macrofsica. Elesquizo, al contrario, va en la otra direc-cin, la de la microfsica, de las moleculasen tanto que ya no obedecen a las leyesestadsticas; ondas y corpsculos, flujos yobjetos parciales que ya nos son tributariosde los grandes nmeros, lneas de fugainfinitesimales en lugar de las perspectivasde grandes conjuntos. Deleuze, Gilles yGuattari, Flix. El Anti Edipo: capitalis-mo y esquizofrenia. Editorial Paids, Bar-celona: 1985. p.289.

    11 Esta axiomtica slo inscribe las cantida-des abstractas que lo alimentan: el capitaly la fuerza de trabajo. Deleuze, Gilles yGuattari, Flix. El Anti Edipo: capitalis-mo y esquizofrenia. Editorial Paids, Bar-celona: 1985. p. 240-260. Durante nues-tro trabajo en el hospital, fue evidentecmo los locos estn por fuera de estossistemas abstractos de inscripcin. Ellosestn reterritorializados como los resqui-cios no productivos de la dinmica social.

    Bibliografa

    DELEUZE, Gilles, Lgica del Sentido, Barce-lona, Paids, 1989.

    DELEUZE, Gilles y GUATTARI, Flix, ElAnti Edipo: capitalismo y esquizofrenia.Barcelona, Paids, 1985 .

    FOUCAULT, Michel, Historia de la locura en lapoca clsica, Tomo I, Bogot, FCE, 1998.

    ROSALDO, Renato, Cultura y verdad. Nue-va propuesta de anlisis social, Mxico,Grijalbo, 1991.

    PABN, Consuelo (curadora), Gua de laobra: Actos de fabulacin. Arte, cuerpo ypensamiento, Proyecto Pentgono, Bogo-t, Ministerio de Cultura, 2001.

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    apanga y mestizo del Cauca, 1853

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