breve historia del canon biblico

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colección claustro 8 G. BÁEZ-CAMARGO BREVE HISTORIA DEL CANON BÍBLICO TERCERA EDICION ediciones “luminar” 1980 © 1980. Derechos reservados por el autor. Bez-Camargo, G. (2000). Breve historia del canon biblico: Tercera edicion. Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas. Pgina . Exportado de Software Bíblico Logos 4 , 08:12 p.m. 15 de enero de 2015.

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teología sistematica

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coleccin claustro8G. BEZ-CAMARGOBreve Historia DelCanon BblicoTercera Edicion

ediciones luminar1980 1980. Derechos reservados por el autor.la. edicin, junio de 19792a. edicin, marzo de 1980ndiceIntroduccinFormacin del Canon HebreoFormacin del Canon Griego (Septuaginta)Formacin del Canon del Nuevo TestamentoBibliografa selectaIntroduccinLa cuestin del canon bblico, o sea de los libros que deben considerarse como de divina autoridad, ha sido muy debatida en el curso de los tiempos. La verdad es que en la historia del canon hay muchos puntos oscuros. El autor del presente trabajo reconoce las dificultades que se presentan al tratar de ella, las cuales pueden comprobarse por las diferencias que ocurren, en diversos respectos, entre los autores que se han ocupado del asunto. El propsito de este estudio, sin embargo, es marginar las cuestiones de orden doctrinal o teolgico, en que el terreno es propicio a las polmicas, y concentrarse, con la mayor precisin posible, en los hechos histricos, hasta donde se han podido comprobar, en cuanto a la formacin del canon bblico. Su propsito es, pues, solamente de ndole informativa.La palabra canon viene del griego, al travs del latn, y significa literalmente una vara recta, de donde viene el sentido de norma, o regla en sentido figurado. Es el sentido en que la usa Pablo en 2 Co. 10.13. Lleg a tener otras acepciones. Por ejemplo, en el siglo 2 A.D. significaba la verdad revelada, la regla de fe. En su sentido especfico de lista, ndice o catlogo de libros sagrados, oficialmente reconocidos por las autoridades religiosas como normativos para los creyentes, con exclusin de los dems, canon es un trmino de origen cristiano. Aparece primeramente en la literatura patrstica del siglo 4 A.D. El concilio de Laodicea (363) habla ya de libros cannicos. Atanasio (367) se refiere a ellos como canonizados. Es al parecer Prisciliano (380) quien por primera vez usa canon como sinnimo de Biblia, la cual consiste, para los judos, de lo que los cristianos llamamos Antiguo Testamento, y para nosotros, de ste y del Nuevo Testamento.El concepto de canonicidad de un escrito religioso es relativamente tardo, y ha sido diverso, en mayor o menor grado, en el curso del tiempo y hasta hoy, segn las pocas, las regiones y las confesiones. En trminos muy generales podra decirse que la canonicidad consiste en las razones que se dan para justificar la inclusin de un escrito en el canon. El concepto de canonicidad va asociado con el de inspiracin divina. Pero si se define sin ms con referencia a ste, puede caerse en un crculo vicioso: Cules son los libros cannicos? Los de inspiracin divina. Y cules son los libros divinamente inspirados? Los cannicos. Desde el punto de vista histrico, los conceptos de inspiracin divina y de canonicidad no son estrictamente equivalentes. Parece que es el concepto de inspiracin divina el que surge primero, y que posteriormente sirve de base para el concepto de canonicidad. Pero si todos los libros incluidos en el canon se consideraron como de inspiracin divina, hubo libros que el consenso general tuvo un tiempo por divinamente inspirados, por lo menos en algn grado, y que finalmente no entraron en el canon. Ante este problema, se ha llegado a distinguir entre lo que se llamara inspiracin general e inspiracin especial. La segunda sera la asignada a los libros cannicos. En la anterior podran entrar muchos de los que forman la ya muy extensa literatura religiosa de todos los tiempos.Desde el punto de vista de la historia del canon, se requiere un criterio objetivo y hasta cierto punto emprico. Y al parecer el nico de esa ndole es el que consiste en la intervencin de un dictamen de las autoridades religiosas respectivas. Como hemos de ver en el curso de este trabajo, ese dictamen no es arbitrario. Lo ha precedido el dictamen tcito de los creyentes que forman la comunidad que ha venido usando cierto libro y que le atribuye un carcter sagrado especial. Las autoridades, por ello, puede decirse que no imponen la canonicidad: simplemente la reconocen y le ponen su sello de confirmacin oficial. La canonicidad, en este sentido prctico, significa no slo que una comunidad creyente ha considerado un libro como de inspiracin y autoridad divinas, sino que se le ha incluido en un grupo de libros que, en determinado momento, ha sido fijado y cerrado por el dictamen explcito de las autoridades de esa comunidad. Este grupo es el canon. Tal es el sentido que adoptamos en este trabajo.1 No se entra, pues, a discutir en l la cuestin de la inspiracin divina de los libros sagrados. Slo se quiere, como se puntualiz antes, trazar el proceso histrico de la formacin del canon.Propiamente hablando, no hay uno sino dos cnones: el hebreo (o sea el del Antiguo Testamento, segn la terminologa cristiana) y el del Nuevo Testamento. Convencionalmente, sin embargo, suele hablarse de un segundo canon del Antiguo Testamento, el griego, que otros llaman alejandrino o de Alejandra, dando tambin el nombre de palestino o de Palestina al hebreo. No todos los autores estn de acuerdo con este concepto tricannico, pues consideran, con razn, que no puede llamarse canon, con propiedad, la lista de libros que forman parte de la llamada Septuaginta, que es slo una versin griega del canon hebreo en formacin, con la adicin de libros y textos de especial inters para los judos alejandrinos, quiz desde un punto de vista ms literario que religioso, libros que eran muy ledos y apreciados entre ellos.Algunos autores creen que si ha de hablarse de tres cnones, el otro del Antiguo Testamento es ms bien el samaritano, que consta nicamente del Pentateuco. Todava otros autores consideran que hay que considerar tambin como otro canon veterotestamentario el de la comunidad de Qumrn, que inclua libros que no figuran en la Septuaginta, y omita el de Ester. La verdad es que en realidad no se sabe de ningn dictamen de las autoridades religiosas judas, ya fuera de Palestina, ya de Egipto (Alejandra), que hubiera fijado y cerrado un canon de escrituras para los judos de este ltimo pas. Como veremos en su oportunidad, realmente no sabemos con exactitud qu libros formaban parte de la Septuaginta primitiva. Todas las copias que han llegado hasta nosotros son de mano cristiana. Faltando tal dictamen, la Septuaginta, cualquiera que haya sido su composicin original, no se ajusta al concepto de canonicidad que se ha adoptado en el presente ensayo. No obstante, cuando con fines comparativos usamos la terminologa convencional, empleando la designacin de canon griego para referirnos a la Septuaginta o Versin de los Setenta, usamos canon, as, entre comillas.Formacin Del Canon HebreoHay un largo periodo que podra llamarse precannico, de extensin difcil de fijar siquiera aproximadamente, pero que debi de haber sido por lo menos de unos cinco siglos, en que existen, primeramente, materiales que preservan la tradicin oral y de los cuales, ya en una primera seleccin, que podra llamarse natural, porque no es impuesta por ninguna autoridad, excepto la de la popularidad, se van consignando algunos por escrito. Los ms antiguos son sin duda de ndole folklrica: poemas picos y cnticos que corren de boca en boca, y que cuando llegan a formar parte de relatos histricos son generalmente de ms antigedad que el contexto en que se insertan. En esta forma, o como cnticos separados, que es el caso de algunos salmos, vienen finalmente a formar parte del canon, y de este modo a llegar hasta nosotros.La lista de stos no es pequea. Hela aqu, en el orden en que aparecen en la Biblia, pero que, por supuesto, no es precisamente el de su antigedad: Cntico de la espada, Gn. 4.23, 24; Maldicin de Canan, Gn. 9.2527; Orculo de Yahvh, Gn. 25.23; Bendiciones de Isaac, Gn. 27.2729, 39, 40; Bendiciones de Jacob, Gn. 49.227; Epinicio de Moiss, Ex. 15.118; Estribillo de Mriam, Ex. 15.21, repitiendo 15.1; Cntico del Arnn, Nm. 21.14, 15; Cantar del pozo, Nm. 21.17, 18; Poema de los romanceros, Nm. 21.2730; Seis profecas de Baln, Nm. 23.710, 1824, 24.39, 1519, 2122, 2324; Cntico de Moiss, Dt. 32.143; Bendicin de Moiss, Dt. 33.229; Cntico de los astros, Jos. 10.12, 13; Epinicio de Dbora, Jue. cap. 5; Enigma de Sansn, Jue. 14.14; Dicho de Sansn, Jue. 14.18; Cntico de Sansn, Jue. 15.16; Cantar de las mujeres, 1 S. 18.7; Elega de David (por la muerte de Sal y Jonatn), 2 S. 1.1927; Elega de David (por la muerte de Abner), 2 S. 3.33,34; Salmo de la liberacin, 2 S. 22.251 (Sal. 18); Canto postrero de David, 2 S. 23.17; Salmo de David, 1 Cr. 16.836 (Sal. 105.115; 96.113; 106.47, 48); Salmo de Ezequas, Is. 38.1020; Salmo de Jons, Jon. 2.210; Salmo de Habacuc, Hab. cap. 3.Entre esos antiguos materiales orales y escritos, son de particular importancia los que expresan las relaciones del pueblo con Dios. Son de dos clases: a) cdigos o cuerpos de leyes prescritas por l para regir la vida individual y comunitaria, y b) frmulas rituales y reglamentos del culto establecidos por mandato divino. Habiendo existido al parecer, primeramente, por separado, algunos de ellos, probablemente la mayora, quedaron incorporados al Pentateuco, pero todava puede advertirse que forman grupo. Algunos de ellos, que han podido discernirse en el conjunto, son leyes como las de las lesiones, Ex. 21.12, 1517; la que prohbe ayuntarse con bestias, Ex. 22.19; las del adulterio y las relaciones sexuales entre parientes prximos, as como contra la homosexualidad, Lv. 20.1013; el Declogo, que existe en dos recensiones, Ex. 20.117 y Dt. 5.121; el que se ha denominado Cdigo del Pacto, Ex. 20.2223.19, probablemente el Libro del Pacto mencionado en 24.7, y del que algunos autores excluyen partes que suponen incorporadas posteriormente y que formaban originalmente un Declogo ritual (23.12, 1517; 22.29, 30; 23.18, 19); el llamado Cdigo ritual, Ex. cap. 34; el designado como Cdigo deuteronmico, Dt. 1226, el denominado Cdigo de santidad, Lv. 1826 y un Ritual del Arca, Nm. 10.35, 36.Los eruditos consideran que las principales tradiciones que finalmente se consignaron por escrito son por lo menos tres: una en que se usa para Dios el nombre de Yahvh, y a la que por eso se ha llamado yahvista; otra que prefiere el nombre Elohim, que significa simplemente Dios, que por tanto ha recibido la designacin de elohista, y una tercera, ms tarda, quiz de los ltimos tiempos de la monarqua, y que por los temas en que hace hincapi y la importancia que se da en ella al culto y al sacerdocio se ha llamado sacerdotal. Los materiales de estas tres tradiciones o fuentes documentales se han combinado, segn el consenso de los eruditos modernos, en la composicin del Pentateuco. El Cdigo deuteronmico, citado arriba, pertenecera probablemente a la tradicin sacerdotal, y se habra redactado quiz en tiempos de Ezequas, como una nueva versin de la peregrinacin por el desierto y una nueva codificacin de las leyes. Se ha sugerido, con muchos visos de probabilidad, que el libro de la Ley, encontrado en el templo en tiempos de Yosiyahu (Josas) podra haber sido una primera redaccin del mencionado Cdigo deuteronmico o una recensin primitiva del Deuteronomio. Algunas autoridades identifican la tradicin sacerdotal con un cdigo en forma, llamado Cdigo sacerdotal, cuya presencia, segn algunos eruditos, se hara notar desde el primer captulo del Gnesis, que habra sido originalmente parte de l.Existieron tambin libros y otros materiales escritos que se perdieron, algunos de los cuales se mencionan por nombre y se citan en la Biblia: Libro de las guerras de Yahvh, Nm. 21.14, 15; Libro de Yasar (o del Justo), Jos. 10.13, del cual tom el autor de los libros de Samuel la elega de David, 2 S. 1.18; Historia del profeta Natn, Profeca de Ajiyh el siloneo, Visiones de Yedo (o Ido) el vidente, 2 Cr. 9.29; Libro de la historia de Salomn, 1 R. 11.41; Libro de las crnicas de los reyes de Jud, 1 R. 15.7; Libro de las crnicas de los reyes de Israel, 1 R. 15.31, libros, estos dos ltimos, que no son nuestros libros 1o y 2o de Crnicas, y Libro de Yahvh, Is. 34.16. Seguramente hubo materiales que se perdieron tambin, pero no se mencionan, y que posiblemente sirvieron de consulta a los escritores sagrados y hasta acaso se incorporaron en la Biblia sin que puedan ahora distinguirse. Por ejemplo, algunas autoridades sugieren que 1 S. 8.1117, es quiz parte de un libro que Samuel redact con los fueros o atribuciones del rey, especie de Constitucin de la monarqua, que se habra guardado en el santuario de Mispa. Se ha sugerido tambin que podra tratarse del pequeo cdigo contenido en Dt. 17.1420, que el deuteronomista, escritor muy posterior a Samuel, habra encontrado e incluido en su versin del Cdigo del Pacto, o sea en el llamado Cdigo deuteronmico, mencionado anteriormente. Estas sugerencias son, por supuesto, aunque plausibles, ms bien conjeturales.S sabemos positivamente que a fines del siglo 8, el rey Ezequas mand formar una coleccin de Proverbios de Salomn (Pr. 25.1), que se incorpor al libro de Proverbios cannico (caps. 2529), y que orden que en la liturgia del templo se cantaran salmos de David y de Asaf (2 Cr. 29.30). Para eso, naturalmente, hubo que formar un himnario, una coleccin. No sabemos qu salmos la formaban, pero es probable que figuren en la seccin del actual libro de los Salmos comprendida del 3 al 72 (vase Sal. 72.20), as como algunos de la coleccin de salmos de Asaf de la porcin Sal. 7383.Al parecer Isaas escribi algunas de sus profecas (30.8). En Jer. 36 se habla de un libro dictado por el profeta, que contena los mensajes de Dios que se le haban comunicado (36.8), los cuales se llaman tambin las profecas de Jeremas (36.10). Muy probablemente contena parte del libro cannico de Jeremas. Fue el que quem el rey Joaqun y del que se sac una segunda edicin, o sea una nueva redaccin ampliada (36.32). Por otra parte, Jeremas cita en 26.18 textualmente Miq. 3.12, y en 49.1416 Abdas 14, casi textualmente. Esto muestra que en su tiempo (mediados del siglo 7) existan ya por escrito las profecas de ambos.La primera alusin a un libro considerado tcitamente como sagrada escritura, o sea como de autoridad divina, es la que se hace al libro de la Ley que se hall en el templo durante las obras de reparacin del tiempo de Yosiyahu (Josas), que hemos mencionado ya (2 R. 22.8). En 23.2 se le llama Libro del pacto. Esto sucedi en 621 a.C. Al parecer fue entonces cuando tuvo su comienzo, en cierto modo, el canon hebreo, y de cierta manera tambin, el concepto judo de canonicidad, aunque iban a pasar muchos siglos antes de que se empleara esta palabra. Porque ese libro se ley y oy, y fue aceptado por el pueblo, como un libro cuyos preceptos deban ser recibidos y obedecidos como mandamientos de Yahvh, o sea como Palabra de Dios (23.3). Se deduce que las vigorosas reformas religiosas de Yosiyahu, y la celebracin de la pascua, fueron consecuencia de ese acatamiento de las palabras del libro (23.423) como mandatos divinos. No se consigna en el pasaje citado ninguna declaracin explcita del sumo sacerdote Jilquiyahu (Hilcas) o del rey en ese sentido, pero la forma como se procedi con el libro encontrado y la manera como se pusieron inmediatamente en prctica sus preceptos muestra que tcitamente se le concedi la suficiente autoridad para ser considerado como lo que ms tarde se llamara libro cannico.En el segundo libro de los Macabeos (2.13) se dice que Nehemas fund una biblioteca y reuni los libros referentes a los reyes, los de los profetas, los de David y las cartas de los reyes sobre las ofrendas. Quiz los libros referentes a los reyes aluda a los libros de Samuel y de Reyes cannicos, que los judos llamaron Profetas anteriores. Entonces los de los profetas aludira a los llamados Profetas posteriores, los profetas propiamente dichos. Los de David seran los Salmos, en una primera compilacin. No se puede colegir cules son esas cartas de los reyes sobre las ofrendas. Las ofrendas son, sin duda, las que se llevaban al templo. Por lo dems, de este pasaje pueden sacarse por lo menos dos interesantes conclusiones relativas al canon en formacin. La primera es que la tradicin recogida por Macabeos era que en tiempos de Nehemas exista ya formado el Pentateuco (la Ley o Torh), de modo que no hubo necesidad de que Nehemas reuniera los libros que lo componen. La segunda es que las dems partes de la Biblia hebrea no estaban todava bien determinadas. Los (libros) de David, que, como hemos dicho, es casi seguro que se refiere a los Salmos, es alusin que parece indicar el principio de la formacin de la seccin de la Biblia hebrea llamada los Escritos, de la que los Salmos es el primero, y cuya mencin podra tomarse como genrica de toda la seccin. Es sta la manera como al parecer se designa esa seccin en Lc. 24.44 cuando Jess dice: Todo lo que est escrito acerca de m en la Ley de Moiss (la Torh o Pentateuco), en los profetas (Anteriores y Posteriores) y en los Salmos (los Escritos en general). Es obvio que Jess aluda a toda la Biblia hebrea, como se conoca ya en su tiempo.Al volver del exilio, Esdras, competente erudito de la ley de Moiss, traa consigo la ley de Dios (Esd. 7.614). En Neh. 8.1 se le llama Libro de la Ley de Moiss. A su vez, como lo haba mandado hacer Yosihayu, lo ley al pueblo como libro sagrado (hoy diramos cannico), y el pueblo lo acat como tal, obedecindolo. Se ha sugerido que ese libro era el Cdigo sacerdotal, al que se ha aludido antes, ncleo del actual Deuteronomio. Otras autoridades creen ms probable que fuera ya este libro completo, en una primera recensin, mientras otras opinan que se trataba ya del Pentateuco mismo, en una forma primitiva que bien podra llamarse Protopentateuco. Esto ltimo es todava mucho ms probable si se atiende el testimonio de ciertos papiros de Elefantina, segn los cuales el Artajerjes de Esd. 7 sera Artajerjes II (405308) y no Artajerjes I (466424), como generalmente se ha credo. De ser as, Esdras habra llegado a Jerusaln a principios del siglo 4, despus y no antes de Nehemas. Para entonces el Pentateuco estaba ya formado, bajo el nombre global de la Ley (Torh), y este habra sido, definitivamente, el libro que Esdras traa de Babilonia.Lo que se ha llamado el cisma samaritano, y para el cual algunos autores dan como fecha el siglo 5, en tanto que otros sealan la segunda mitad del siglo 2, parece haber sido un proceso gradual de alejamiento y separacin, que tuvo una visible y dramtica seal en la construccin del templo samaritano del monte Guerizim, ocurrida, segn Josefo, en la poca grecopersa, hacia mediados del siglo 4. Esa separacin culmin en el grande y decisivo rompimiento final en 128 a.C., cuando Juan Hircano, sumo sacerdote y gobernante judo de la dinasta de los asmoneos, destruy el templo citado y la ciudad aledaa de Siqun. Es natural pensar que para el culto samaritano en Guerizim era menester contar con un texto sagrado al que se le reconociera suma autoridad, el cual tuvo que ser el del Pentateuco, nica escritura sagrada reconocida hasta hoy por los samaritanos. Por lo cual puede afirmarse casi con seguridad que por lo menos para fines del siglo 4 el Pentateuco estaba ya completado. El texto, sin embargo, no corresponde enteramente al del Pentateuco masortico que figura en nuestras Biblias, y que usualmente es ms conciso que aqul, que contiene expansiones y armonizaciones de pasajes paralelos, as como alteraciones de carcter sectario.No se ha fijado todava con alguna seguridad la antigedad del rollo que la comunidad samaritana de Nabls conserva celosamente, pero segn el erudito espaol F. Prez Castro, que tuvo el extraordinario privilegio de examinarlo detenidamente y fotografiar su contenido hacia mediados del presente siglo, slo la ltima parte (Nm. 35.1- Dt. 34.12) es antigua. Cun antigua no lo seala el citado autor, como tampoco propone fecha para el rollo en total. La poca ms antigua que se ha sugerido es el siglo 11 y la ms reciente, el siglo 14. Como se ve, es un manuscrito relativamente reciente, lo cual no permite saber en qu estado se hallaba el libro en el siglo 4 a.C. y que muy probablemente era, como el de Esdras, un Protopentateuco. Los samaritanos admiten que fue Esdras quien reintrodujo el libro de la Ley, pero sostienen que no fue el autntico sino una falsificacin fraguada por l.El apcrifo llamado II Esdras, y tambin Apocalipsis de Esdras, que data de fines del siglo 1 A.D., consagra su captulo 14 a los trabajos escritursticos de dicho personaje. En ste se relata que, en vista de que la ley de Dios haba sido destruida en el fuego, Esdras pide al Seor que lo llene de su santo espritu a fin de volver a redactar, bajo inspiracin suya, los libros que la contenan. Dios accede y le ordena que dicte a cinco escribas lo que l pondr en su mente. As lo hace Esdras, y durante 40 das dicta da y noche un total de 94 libros. Dios le ordena promulgar 24 de ellos (supuestamente los del canon hebreo completo) y reservar los otros 70 para la lectura slo de los sabios del pueblo. Se trata, por supuesto, de una leyenda sin suficiente base histrica, pero el hecho de haberse formado indica la existencia de una muy antigua tradicin que podra significar que Esdras tuvo en verdad una importante participacin en la formacin del canon, de la cual no qued en Esdras-Nehemas cannico noticia detallada.En el libro de Daniel, escrito a principios del siglo 2 a.C., se dice que el profeta estaba estudiando en los libros la palabra de Yahvh que hubo para Jeremas en cuanto a la duracin de la cautividad. El plural los libros parece aludir a la segunda seccin del canon hebreo llamada Los Profetas, que habra quedado completada hacia el ao 200 a.C. Esta referencia parece confirmarlo. (El libro de Daniel mismo no pertenece, en la Biblia hebrea, a esa seccin sino a la tercera, llamada de los Escritos.)Por su parte, el traductor del deuterocannico Eclesistico o Sabidura de Jess Ben Sira (o Sirac), que era nieto de este autor, dice en su prlogo, escrito en 132 a.C., que su abuelo se haba dado muchsimo a la lectura de la ley y de los profetas, y de los otros libros de nuestros padres. Casi no cabe duda de que se estaba refiriendo a las dos primeras secciones de la Biblia hebrea, que estaran ya formadas en vida de su abuelo, lo cual podra fecharse por lo menos hacia el 200 a.C., dato que coincide con el de Daniel, o poco antes. Los otros libros seran al parecer los que llegaron a formar parte de la seccin Escritos, entonces todava en proceso de formacin, y acaso algunos otros que no llegaron a quedar incorporados a ella.Finalmente, en otro deuterocannico, el primer libro de los Macabeos, cuya redaccin se fija usualmente hacia el 100 a.C., se hace alusin a los libros santos que estn en nuestras manos, o sea, nuestros libros sagrados, expresin que indica la existencia ya de un grupo o coleccin de libros que, aunque no hubiera todava de por medio una declaracin de las autoridades religiosas, eran considerados por la tradicin y el uso general como Sagradas Escrituras (I Mac. 12.9). Durante la persecucin emprendida por Antoco IV Epfanes contra la religin judaica en la primera mitad del siglo 2 a.C., deben de haberse destruido muchas copias de los libros sagrados judos. Si en poder de alguno se encontraba un libro de la alianza se le condenaba a muerte (I Mac. 1.57). Este libro era casi seguramente la Torh, o libro de la Ley. Judas Macabeo (16761) reuni todos los (libros) que haban quedado dispersos por la guerra que sobrevino contra nosotros (II Mac. 2.14).Otros testimonios de que la coleccin de libros que constituyen el canon hebreo estaba prcticamente formado antes del fin del primer siglo de nuestra era, son de fuente cristiana. El primero es el de Lc. 24.44, que ya hemos citado. Slo aadiremos que cuando Jess se refiri, probablemente, a la seccin Escritos simplemente como los Salmos, no fue solamente por ser ste el libro ms extenso e importante de esa seccin de las Escrituras hebreas sino por las numerosas alusiones mesinicas que hay en l. En Mt. 23.35 se halla el segundo testimonio, consignado tambin como paralelo en Lc. 11.51. Las palabras de Jess desde Abel hasta Zacaras podran equivaler a desde el Gnesis hasta 2 Crnicas, y resultar una alusin a toda la Biblia hebrea, ya que 2 Crnicas es en ella el ltimo de los libros.Para que quedara formalmente constituido el canon hebreo como tal, se requera, segn el concepto de canonicidad adoptado en el presente ensayo, y expuesto al principio, un dictamen explcito de las autoridades religiosas del judasmo. Ese dictamen se produjo en Yabneh (o Jamnia), poblacin situada en la costa del Mediterrneo, entre Yafo (Jope) y Asqueln. Se sabe que en ese lugar exista, despus de la cada de Jerusaln (70 A.D.), un cuerpo de maestros de la ley, establecido, con permiso de los romanos, por el rab Yojann ben Zakkai. Ahora que el templo haba sido destruido, no quedaba ms centro de cohesin de la fe juda que las Sagradas Escrituras. Se impona fijar, de una vez por todas, cules eran stas, mediante un dictamen oficial e inapelable. Los rabinos de Yabneh procedieron a ello. Se discute todava hoy si para tal propsito hubo una sola sesin, y en qu fecha, o hubo varias reuniones del cuerpo que formaban, llamado tambin por los autores que se ocupan del asunto, concilio o snodo. Hasta se han expresado dudas de que efectivamente hubiera habido una reunin en Yabneh en que se fij y cerr el canon hebreo. La mayora de los autores, sin embargo, lo dan por hecho, aunque difieren en cuanto a la fecha. Lo ms probable parece ser que los rabinos de Yabneh hayan tenido no una sino varias reuniones para estudiar la cuestin, hasta que en una de ellas emitieron por fin su dictamen. La fecha de esto vara, en opinin de los eruditos, y lo ms seguro es decir que ocurri entre los aos 90 y 100 A.D. Hay quien todava menciona un snodo de Yabneh en 118 A.D., pero si lo hubo, en l bien pudo haber tenido lugar slo una ratificacin de lo resuelto anteriormente.Josefo (Contra Apin, 1, 8) escribiendo hacia 95 A.D., por el tiempo en que el snodo de Yabneh ha decidido o est prximo a decidir qu libros sagrados forman el canon, y de todos modos cuando ya sin duda habra un consenso general y ms o menos oficial sobre el punto, da la lista de 22 libros que con justicia se cree que son divinos: cinco que pertenecen a Moiss, 13 libros que los profetas, que vinieron despus de Moiss, escribieron y cuatro que contienen himnos a Dios y preceptos para la conducta de la vida humana. No los enumera por nombre, pero los cinco atribuidos a Moiss son, por supuesto, los del Pentateuco. Cules eran para l los 13 de los profetas y los otros cuatro, es materia de conjetura. Su clasificacin no parece coincidir con las secciones Profetas y Escritos con que vino a quedar completa la Biblia hebrea en su forma actual. Su manera de agruparlos pudo muy bien estar influida por el orden de los libros en la versin griega Septuaginta que, como escritor en griego, sin duda conoca y manejaba. As, es probable que su grupo de los 13 haya estado constituido por Josu, Jueces-Rut, Samuel, Reyes, Crnicas (reduciendo estos pares a un solo libro), Esdras-Nehemas, Ester, Job, Isaas, Jeremas-Lamentaciones, Ezequiel, los 12 (despus llamados profetas menores, como un solo libro) y Daniel. Y que su ltimo grupo, el de los cuatro, lo formaron Salmos, Proverbios, Cantares y Eclesiasts.No es seguro cul fue la manera como Yabneh numer y agrup los libros cannicos judos. Lo que se ha considerado ms probable es que eran originalmente 24, pero que despus algunos autores, como Josefo, los reagruparon artificialmente para que resultaran 22, como las letras del alefato o alfabeto hebreo. Entre los autores modernos unos siguen opinando as, pero otros creen que fue a la inversa, que originalmente eran 22 y que resultaron 24 cuando Rut se separ de Jueces, y Lamentaciones se desglos de Jeremas, para colocarlos en la tercera seccin, la de los Escritos. En cuanto al orden de colocacin de los libros, slo es unnime el de los ms conocidos y venerados, los cinco del Pentateuco. Los de las otras dos secciones no siempre aparecen en el mismo orden.Lo importante, sin embargo, no es la numeracin adoptada ni el orden de su colocacin, sino cules fueron, como quiera que se cuenten y ordenen, los libros declarados como constituyentes del canon hebreo por el snodo de Yabneh. Y en esto no hay duda, aunque algunos de ellos, como indicaremos despus, todava fueron debatidos por algn tiempo tras la decisin de Yabneh. Son los siguientes, en las tres secciones en que finalmente quedaron agrupados y tal como se encuentran en las ediciones actuales de la Biblia: La Torh (libro de la Ley, Pentateuco); los Nebiim (Profetas) subdivididos en Anteriores (Josu, Jueces, 1 & 2 Samuel, 1 & 2 Reyes) y Posteriores (Isaas, Jeremas, Ezequiel, los Doce Menores) y los Quetubim (Escritos), o escrituras miscelneas, que son Salmos, Job, Proverbios, los Meguilot o rollos: Rut, Cantares, Eclesiasts, Lamentaciones y Ester, y finalmente Daniel, Esdras-Nehemas y 1 & 2 Crnicas.Ahora podemos reconstruir, pero tratndose de fechas siempre slo con aproximacin, el curso seguido en la formacin del canon hebreo, en vista de los datos que poseemos y que han sido apuntados sucintamente en nuestra exposicin anterior. Hasta antes de Yabneh el canon estuvo en un estado que podra compararse al del cemento: primero en una suspensin muy fluida, y luego armndose poco a poco hasta quedar en estado slido y firme. Slo que en el caso del canon hebreo ese poco a poco dur realmente siglos. Algunos eruditos opinan que cuando cay Jerusaln (587 a.C.), la Torh y los Profetas Anteriores existan ya casi en la forma en que vinieron a quedar en el canon. Otros consideran que ms probablemente la Torh cuaj durante la cautividad, y que, compuesta de material escrito comenzando ms o menos en 1200 a.C., vendra a quedar cerrada hacia el 400. Y que tambin en el exilio babilnico se habran estado reuniendo, revisando y agrupando los Profetas Anteriores, hasta quedar prcticamente formada esa seccin. De ser as, puede decirse entonces que la Biblia de la cautividad consista formalmente de esas dos secciones, con la adicin muy probable de la edicin temprana, relativamente nutrida, de los Salmos, que es casi seguro que exista desde la poca de la monarqua, acaso desde el siglo 9, ya que los salmos se usaban en el culto del Primer Templo.Es probable, sin embargo, que fuera tambin durante el exilio cuando esa primitiva edicin se aument, y comenz a bosquejarse un agrupamiento que apuntara ya al que tiene en nuestro Salmos actual. Este arreglo final parece bastante tardo, como parece indicarlo la estructura que presenta el manuscrito hallado en la cueva 11 de Qumrn (11Psa), que contiene salmos cannicos y otros que no lo son, y en que los primeros se presentan en un orden diferente del que llevan en el texto masortico, adems de considerables variantes en la redaccin. Por supuesto, no hay que descartar la posibilidad de que el citado manuscrito sea copia ms bien de una antologa, para uso privado, que el libro de los Salmos propiamente dicho, porque incluye otros materiales, como un pasaje de 2 Samuel, uno de Eclesistico, un salmo 151, y algunas composiciones apcrifas, como una relativa a los trabajos literarios de David.Hay mucha probabilidad tambin de que durante el exilio se haya formado una primera coleccin de los Profetas Posteriores, con lo que exista por escrito de Jeremas; las profecas de Isaas coleccionadas por sus discpulos, con una segunda parte escrita en el cautiverio y una tercera formada por orculos y preceptos diversos; quiz lo de Ezequiel (aunque hay la posibilidad de que este profeta fuera editado ms bien al regreso de la cautividad), y de los Doce Menores, algunos como Oseas, Ams, Miqueas, Nahum, Habacuc, Abdas y Sofonas, profetas anteriores al exilio. Vimos anteriormente que Miqueas y Abdas existan ya por escrito en tiempo de Jeremas.Al regreso de la cautividad, durante los siglos 5 y 4, se ira completando la seccin de Profetas Posteriores, al aadrsele Ageo y Zacaras, que son profetas de la poca del primer retorno bajo Zorobabel, y Joel, Jons y Malaquas, cuya fecha se ignora, sin que haya suficientes datos para siquiera conjeturarla. As esta seccin podra haber quedado completa hacia el ao 300 a.C., y despus, con una revisin de ambas partes, toda la seccin de los Profetas hacia 200 a.C. De los Escritos, uno de los primeros en editarse pudo haber sido Job. Tambin por este tiempo se dara otra mano al libro de los Salmos, en cuanto a su estructura, y tambin una mano semifinal a Proverbios. Iniciada con estos tres libros, la formacin de los Escritos continuara con la adicin de Rut, que exista tal vez desde el siglo 9 o el 8, y separada ahora de Jueces, al que se le haba aadido como apndice quiz durante el exilio, y de Lamentaciones, que aunque data de la poca inmediata a la cada de Jerusaln, estuvo, segn parece, unido a Jeremas, y se acept por estar asociado con su nombre.Muy debatida fue la aceptacin de Ester, Eclesiasts y Cantar de Cantares. Ester corresponde al periodo persa (siglo 4). Parece evidente que la secta de Qumrn no lo aceptaba, porque hasta el momento no se ha hallado ni siquiera un fragmento de ese libro entre lo mucho encontrado en esa zona. Eclesiasts data posiblemente de principios de la etapa helnica, en ese mismo siglo, ya que en l parecen traslucirse algunas influencias de la filosofa griega. Las copias del libro, halladas en Qumrn, son aproximadamente de 150 a.C. En cuanto a Daniel, parece haber quedado en su forma final hacia 165 a.C., aunque algunos de sus relatos son ms tempranos. No parece que hubiera problema para la inclusin de Esdras-Nehemas y 1 & 2 Crnicas, probablemente del mismo autor, que W. F. Albright pensaba que podra haber sido el propio Esdras. Si es as, estos libros se redactaran ms o menos durante la primera mitad del siglo 4. Si el autor no fue Esdras, sus fechas de composicin pueden ser otras. Se ha propuesto, por algunos eruditos, la composicin de los libros de Crnicas hacia 500 a.C., no muchos aos despus del regreso bajo Zorobabel, y su redaccin final hacia 425. Otros prefieren una fecha muy posterior, entre 350 y 250. En todo caso, Esdras-Nehemas aparecen como una continuacin de Crnicas (cf. 2 Cr. 36.22, 23 con Esd. 1.14) y aunque no fuera Esdras mismo el autor, parece fuera de duda que el autor es uno, de modo que su fecha de composicin sera igual.Los Escritos vinieron a quedar agrupados originalmente en cuatro secciones: 1) Salmos, Job y Proverbios; 2) Los cinco rollos: Rut, Cantares, Eclesiasts, Lamentaciones y Ester; 3) Daniel, y 4) Esdras-Nehemas y 1 & 2 Crnicas. Fue el grupo de libros que ms tard en formarse. Vendra a quedar completado, por el debate sobre algunos de los libros, a que antes aludimos, prcticamente hacia 90 A.D., en vsperas casi del snodo de Yabneh. En cuanto a la razn del debate, parece que el problema con Ester (o al menos uno de los problemas) era que el libro en hebreo, o sea, el original, no menciona ni una sola vez el nombre de Dios. Quiz por eso Qumrn lo rechaz. Hubo algunas dudas sobre Proverbios, pero no cobraron mucha fuerza, ya que lo amparaba el venerado nombre de Salomn. Fue ms serio lo de Eclesiasts, porque se dudaba de su ortodoxia en algunos puntos, como 1.3. Por fin lo salv tambin el ser atribuido a Salomn. Todava ms seria fue la resistencia a aceptar Cantares, por su tema amoroso. De nuevo lo protegi el prestigio de Salomn, de quien no hubo dudas de que fuera el autor. Pero fue aprobado. sobre todo por la interpretacin mstica y alegrica: describa el amor entre Yahvh y su pueblo Israel. Aun despus de la decisin de Yabneh en su favor, que debi poner fin al debates, se segua discutiendo, hasta que por fin el famoso y muy respetado rab Aquiba (hacia 125 A.D.) sali enrgicamente en su defensa, y dio su famoso fallo: El mundo entero no es digno del da que el Cantar de los Cantares fue dado a Israel, porque todos los Quetubim son santos, pero el Cantar es el ms santo de ellos. Es interesante que hubo dudas tambin en cuanto a la aceptacin de uno de los grandes profetas, nada menos que Ezequiel. La razn que se invocaba era que los rabinos advertan diferencias entre las ordenanzas consignadas en los caps. 4048 y las contenidas en la Torh.No es seguro definir cul haya sido el criterio aplicado a los libros para decidir cules de ellos entraran a formar parte del canon y cules no. Como hicimos notar en la Introduccin, el concepto de canonicidad vino a precisarse mucho tiempo despus, y surgi en forma ms definida entre los cristianos. Al lado de los libros que despus entraran en el canon, circulaban, con diverso grado de aceptacin general, otros muchos libros, sobre todo en los dos o tres siglos anteriores a la era cristiana y en el primero de sta, adems de los deuterocannicos que formaran parte de la versin griega Septuaginta. Los judos no empleaban los trminos cannicos, apcrifos y seudoepgrafos, terminologa de origen cristiano, para distinguir entre los libros de tema religioso. El sentido original de apcrifo se explicar al tratar de la Septuaginta. Baste ahora decir que seudoepgrafo se llama el libro que se atribuye a algn personaje de importancia y prestigio en la esfera religiosa, y en cuyo ttulo figura el nombre respectivo. Algunos apcrifos son a la vez seudoepgrafos.Los judos clasificaban los libros, desde el punto de vista religioso, en tres clases: 1) los libros que contaminan las manos, o sea los libros sagrados en grado sumo, que despus de fijado el canon podemos llamar cannicos; 2) los guenuzim (de la raz ganaz, guardar o esconder), o sea, literalmente, guardados, ocultados o almacenados, y 3) los sefarim jitsonim, lit. libros de afuera (exteriores, extraos). La curiosa expresin libros que contaminan las manos, que en lenguaje usual significara todo lo contrario de libros sagrados, procede de la Mishnh, recopilacin de leyes orales preservadas por la tradicin juda. Quiere decir que los libros as designados son tan santos que comunican su santidad (la contagian, por eso el uso del verbo contaminar) a las manos que los manejan, por lo cual se requiere la purificacin ritual de ellas, despus de usarlos, a fin de no transmitir esa santidad a los objetos profanos que luego se toquen o manipulen.A veces los guenuzim parecen confundirse con los sefarim jitsonim, y ser considerados entre estos libros de afuera. Pero slo esta ltima expresin poda entraar desprecio o hasta repudio. No suceda as, generalmente, con la primera. Los guenuzim eran libros no autorizados para lectura general y mucho menos para lectura en las sinagogas. Eran libros que se guardaban o reservaban para uso exclusivo de ciertas personas que podan usarlos con discernimiento, porque ofrecan algunos problemas teolgicos o de concordancia con la Ley. Slo los muy entendidos, pues, podran utilizarlos resolviendo dichos problemas o por lo menos sin recibir dao en sus creencias. Algunos de esos libros se tenan en gran aprecio. Josefo, por ejemplo, los utiliz como fuentes para la redaccin de sus obras histricas. Pero no se les consideraba como libros sagrados. Hoy les llamaramos esotricos. De ah que algunos libros que finalmente fueron incorporados en el canon hubieran sido considerados en un principio como guenuzim. Por ejemplo, Proverbios, Cantares y Eclesiasts, hasta que la Gran Sinagoga (cuerpo antecesor del Sanedrn y el snodo de Yabneh en autoridad) resolvi algunas dificultades que ofrecan. Ester fue mantenido un tiempo en esa categora. Ezequiel estuvo a punto de ser declarado guenuz, hasta que un rabino muy respetado, Ananas ben Ezequas, hall solucin a las discrepancias que, segn dijimos antes, se le encontraban con la Torh. En las sinagogas exista un aposento o bodega llamada guenuzh donde se guardaban, excluidas del uso pblico, las copias tambin de los libros sagrados que hubieran resultado defectuosas o ya muy gastadas por el uso. Esto ilustra bien el sentido propiamente dicho de guenuzim: libros o rollos puestos fuera del uso oficial, y guardados en lugar seguro, para no quedar expuestos al uso pblico.Como libros de afuera propiamente dichos podran citarse algunos libros que se hallaron en Qumrn, al parecer peculiares de la secta, como un Libro de la Meditacin, un Libro de No, una Oracin de Nabonido, un Apcrifo del Gnesis, unos Dichos de Moiss, un Libro de los Misterios. En la misma categora podran considerarse libros todava ms particulares de la secta, como el Documento de Damasco (del cual se haba hallado algunos decenios antes una copia en la guenuzh de una sinagoga del Cairo), los Himnos de Gratitud (Hodayot) y la Guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de las Tinieblas. Tambin se sabe de algunos de los que circulaban fuera de la comunidad de Qumrn, y que parece que gozaban de mucha popularidad, como los siguientes:Odas de Salomn, Vida de Adn y Eva, Asuncin de Isaas,1Testamento de Abraham, Historia de los recabitas, Testamento de Salomn, Testamento de Adn, Testamento de Job, Libro de Enoc, Libro de Adn, Libro de Lamec, Visin de Isaas, Salmos de Salomn, Martirio de Isaas, Vidas de los profetas, Crnicas de Jeremas, III y IV Esdras, Libro de los Jubileos, Testamento de los Doce Patriarcas, II y III Baruc, Asuncin de Moiss, Testamento de Moiss, III y IV Macabeos, Prlogo de Lamentaciones, y los pertenecientes al gnero apocalptico, de los cuales slo Daniel entr en el canon: Apocalipsis de Sofonas, Apocalipsis de Ezequiel y todava otros. Es interesante que casi todos los guenuzim, una vez definido el canon en Yabneh, fueron preservados y usados por los cristianos primitivos, por lo cual el texto que de ellos se conoce es el de copias de origen cristiano. Tambin es interesante notar que una de las decisiones de Yabneh fue que el evangelio (es decir, los escritos cristianos) y los libros de los herejes no son Sagrada Escritura.Volviendo al probable criterio adoptado por los rabinos para declarar un libro como sagrado, a diferencia de otros, parece que los requisitos eran 1) estar escrito en hebreo o arameo; 2) haber sido escrito en el periodo comprendido entre Moiss y Esdras, periodo exclusivo de la inspiracin proftica, segn el concepto rabnico, y 3) estar asociado con algn personaje notable de la historia juda (Moiss, Salomn y David, especialmente, as como los profetas). Por supuesto, el requisito principal era haber sido aceptado generalmente como de autoridad divina. Cerrado el canon en Yabneh, el nmero de libros sagrados quedaba fijado para siempre; no poda ya haber sustraccin ni adicin alguna. Y su texto deba permanecer inalterado, de modo que desde entonces se ejerci una escrupulosa vigilancia sobre las copias que se sacaban, para evitar aun la mnima alteracin. En cuanto al requisito de antigedad, se hizo una excepcin con Daniel, escrito dos siglos despus de Esdras. Muy probablemente se debi a que se consideraba como profeta, pero ms bien porque sus profecas se interpretaron como enderezadas contra el gran perseguidor del judasmo, Antoco Epfanes, y los selucidas en general. Pudo tambin influir mucho su ndole apocalptica, ya que los apocalipsis se estaban popularizando en aquella poca de crisis nacional. No obstante, no se coloc ese libro entre los Nebiim (Profetas), cuya lista estaba ya cerrada, sino entre los Quetubim (Escritos), en que figuraban libros de redaccin tarda. En lo dems, Yabneh mantuvo el criterio de antigedad. As, por ejemplo, decret que los libros de Ben Sira (el Eclesistico) y cualesquiera libros que hayan sido escritos desde sus tiempos, no son escritura sagrada.En los escritos rabnicos se encuentran alusiones a rollos, por decirlo as, modelo, que se guardaban en el Segundo Templo (el de Herodes). La coleccin de ellos vendra a ser un protocanon, un arquetipo de la Biblia hebrea, como lo considera Robert Gordis, que serva de base para las copias autorizadas para lectura en las sinagogas. No sabemos qu libros figuraban en esa coleccin. Pero seguramente sirvieron como pauta a los rabinos del snodo de Yabneh en sus decisiones, y siendo as, con toda probabilidad eran los del canon fijado por ellos ms tarde. Una vieja leyenda juda habla de un Rollo del templo, que sera muy probablemente slo de la Torh, salvado por los sacerdotes cuando los romanos destruyeron el santuario en 70 A.D., y llevado primero a Bether y ms tarde a Bagdad. Segn la leyenda, fue de ste del que se sacaron copias para distribuirlas a los judos de la Dispora.Yabneh, como hemos visto, no hizo ms que poner su sello de autorizacin oficial al canon que, sin llevar este nombre, se haba venido formando en el curso de varios siglos por el consenso general de quienes, generacin tras generacin, haban experimentado en su propia vida el efecto saludable que el estudio y acatamiento de los preceptos de unos libros producan, a diferencia de los otros muchos que circulaban y se lean. O sea que la autoridad divina de ellos se perciba y senta prctica y profundamente en una experiencia vital, o sea, como hoy se acostumbra decir, vivencialmente. Sobre esa base sin duda, se haban seleccionado y preservado los rollos que formaban la coleccin del templo, y esto era ya un principio de canonizacin, propiamente dicha, de los escritos contenidos en ellos. Pero, como dijimos en la Introduccin, tanto esto corno la posterior declaracin formal de Yabneh, era ms bien tan slo una ratificacin a posteriori de lo que la experiencia de la comunidad creyente haba establecido de s misma.Formacin Del Canon Griego(Septuaginta)La primera coleccin propiamente dicha que se form de los libros sagrados hebreos fue al prepararse una versin griega de ellos, la que recibi el nombre de Versin de los Setenta o Septuaginta. En el relato de cmo se llev a cabo se mezclan pintorescamente la historia y la leyenda.Desde muy antiguo se haba establecido en Egipto una numerosa colonia juda, especialmente con la emigracin en masa tras la cada de Jerusaln en manos de los babilonios (587 a.C.). Los centros ms importantes de inmigrados judos eran Elefantina y Alejandra, sobre todo esta ltima. Dedicados principalmente al comercio, pero tambin al desarrollo de la cultura, ejercan una gran influencia. Entre los ms grandes filsofos de la poca figura Filn, judo alejandrino. Los monarcas, de origen griego, eran grandes impulsores de las ciencias y las letras. La Biblioteca de Alejandra era un verdadero emporio de la sabidura y la literatura. Los judos, al cabo de varias generaciones, conocan el hebreo slo como una lengua litrgica, y ms y ms sentan la necesidad de poseer en su lengua cotidiana, el griego, los tesoros de la literatura judaica, entraablemente religiosa, comenzando con la Torh y siguiendo con los dems libros que la tradicin tena por sagrados, en que la historia y la religin de su pueblo estaban tan indisolublemente vinculados. Este anhelo fue el origen y la motivacin para la versin Septuaginta.Y ahora entra la leyenda. Se consigna particularmente en la llamada Carta de Aristeas, probablemente de fines del siglo 2 a.C. Segn ella, Ptolomeo II Filadelfo, que rein en Egipto de 285 a 246 a.C., orden, por sugerencia de su bibliotecario Demetrio Falereo, que se hiciera la traduccin. Por instrucciones del rey, uno de sus funcionarios, llamado Aristeas, viaj de Alejandra a Jerusaln para pedir al sumo sacerdote Eleazar que enviara un equipo de traductores. El dignatario judo habra mandado entonces 72 ancianos, los cuales en 72 das, trabajando por separado, habran producido una versin unnime. Pero la Carta de Aristeas se refiere slo a la traduccin del Pentateuco. Josefo, al consignar el relato, dice que lo traducido fue la ley, o las leyes, lo cual parece confirmarlo (Ant., XI, 2, 13). La traduccin recibi el nombre de Septuaginta o de los Setenta (LXX), tomando esta cifra redonda en vez de los legendarios 72. Despus se hizo extensivo a toda la versin, que se complet hacia 150 a.C., como se deduce del prlogo al Eclesistico (132 a.C.) que hace alusin indirecta a ella. No sabemos quines fueron los traductores que hicieron el trabajo, pero habiendo tardado ste unos 100 aos, es claro que la labor se fue haciendo gradualmente y por diversos individuos o grupos, trabajando al parecer cada uno por su lado. Esto se echa de ver por las diferencias de estilo y de calidad que se advierten en el griego usado y en la manera de traducir.Qu libros fueron los traducidos al griego para formar la Septuaginta? Desde luego, no hay motivos para dudar de la ortodoxia de los judos alejandrinos, y por consiguiente de que se tradujeron los libros que ya para entonces se consideraban en Palestina como libros sagrados, si bien no debe olvidarse que todava no haba un dictamen de las autoridades religiosas judas que fijaran con precisin su nmero. Es del todo probable que en la formacin de la coleccin vertida al griego intervinieran, adems de las consideraciones especficamente religiosas, tambin las de orden histrico y literario. Lejos de la patria, era natural que los judos quisieran tener en su lengua de uso cotidiano, el griego, no slo aquellos libros normativos de su vida moral y religiosa, sino tambin algunas muestras, que para ellos seran muy apreciadas, de la literatura y la historia judas en general. Esto permite pensar que los judos de Alejandra tenan un concepto ms amplio que el de los de Palestina en cuanto a los que consideraban como libros sagrados. Por ello tambin parece natural esperar que en la LXX incluyeran otros libros, adems de los que ms de dos siglos despus iban a formar el canon hebreo oficial. Pero la cuestin es otra vez: Cules eran estos libros adicionales?El hecho es que no lo sabemos con certeza, porque, excepto algunos fragmentos de papiros hallados en Egipto, las copias de la LXX que se conocen hasta hoy son todas de manos de copistas cristianos, incluyendo los manuscritos completos ms antiguos: el Sinatico y el Vaticano, ambos del siglo 4, y el Alejandrino, del siglo 5 A.D. En esas copias figuran escritos no incluidos en el canon hebreo. Pero aun as, hay dos hechos que dificultan el problema de cules eran los contenidos en la Septuaginta alejandrina original. El primero es que cuando se hizo la versin griega, no se conoca la forma llamada cdice, o sea la de hojas encuadernadas para formar un solo volumen, invento griego empleado primeramente por los cristianos para coleccionar sus libros sagrados. La versin griega original se escribi, por tanto, en rollos sueltos, que podan circular juntos o separados. Seguramente que una coleccin de ellos se conserv en la sinagoga de Alejandra, pero no subsiste ninguna lista de los que la formaban. El segundo hecho es que no todas las copias que existen contienen exactamente los mismos libros no pertenecientes al canon hebreo. Por ejemplo, II Esdras no se halla en ninguno de los cdices griegos que han llegado hasta nosotros. Algunas copias incluyen III y IV Macabeos y un Salmo 151 que faltan en otras. Y no en todas se encuentra la Oracin de Manass. La presencia de escritos adicionales, aun tenida cuenta de estas diferencias, en las copias de la LXX que conocemos, deja la fuerte impresin de que en la seleccin de los libros que formaran parte de ella, los judos alejandrinos ejercieron bastante libertad y latitud. No sabemos con certeza, en fin de cuentas, cmo era la Septuaginta original, salvo la conjetura de que, por las razones antes expuestas, seguramente contena todos los libros del canon hebreo. En lo que hay inseguridad es en cules eran en ella los adicionales, aunque tampoco hay motivo para dudar de que, en trminos generales, contena la mayora de los que, unas con otras, aparecen en las copias cristianas, si no es que todos ellos.El problema es tal que un erudito de tanto relieve como G. W. Anderson, de la Universidad de Edimburgo, insiste en que no hay indicacin de que el concepto alejandrino del canon fuera ms extenso que el palestino, y que si haba diferencia entre ambos, el alejandrino sera ms limitado y no ms amplio. En consecuencia afirma que no hay prueba definida de que en Alejandra se asociaran otros libros con los del canon hebreo. Pero es interesante que a su afirmacin le aade una reserva. Eso fue durante el periodo antes de ser la LXX adoptada por la Iglesia Cristiana.1 Casi insina que los escritos adicionales, que segn l no figuraban en la LXX alejandrina juda original, fueron incorporados por los cristianos, lo cual no sabemos que ninguna otra autoridad en la materia haya siquiera sugerido. Pero el hallazgo en Qumrn de fragmentos de algunos de esos escritos, como Eclesistico, la Carta de Jeremas y Tobit, indica claramente que por lo menos algunos de ellos se conocan y gozaban de cierta popularidad en la propia Palestina desde el siglo 2 1 a.C. Los alejandrinos, que consideraban Palestina como su centro espiritual y cultural, los habran conocido tambin, y no habran encontrado grave inconveniente en incorporarlos a su coleccin.Por supuesto, dada la poca en que se produjo la LXX, no es posible saber si los judos de Alejandra consideraban esos escritos adicionales como de autoridad en el mismo sentido e igual grado que los que ms tarde formaron el canon hebreo. Hay pruebas de que, por encima de todos los libros de su coleccin, consideraban, fuera de toda duda, la Torh (Pentateuco o la Ley) como de suprema autoridad divina. Siguiendo la pauta de Palestina, que nunca dejaron de tener por normativa, pondran como siguientes en valor y autoridad los Profetas y seguidamente los Escritos, entre los cuales seguramente el ms apreciado sera el libro de los Salmos. Despus de los Escritos, como en ltimo lugar, y como de menor valor y autoridad, pondran los escritos adicionales, entre los cuales habra sin duda tambin una gradacin en estima, con Eclesistico, Sabidura y quiz I Macabeos como los ms apreciados.Los escritos que no aparecen en el canon hebreo y que figuran en la LXX, segn las copias cristianas que han llegado hasta nosotros, recibieron en un principio y conservaron hasta nuestros das el designado de apcrifos. El trmino les fue aplicado primeramente por Cirilo de Jerusaln (siglo 4 A.D.) y San Jernimo (siglo 5 A.D.). Lo usaron, sin embargo, no en el sentido que la palabra tiene hoy en el lenguaje comn y corriente, o sea, el de falso o espurio, sino en su sentido propio original de oculto o secreto (del verbo griego apocripto, ocultar). Es pues, sinnimo, o ms bien equivalente, del hebreo guenuz, y tiene la misma aplicacin, que ya hemos explicado anteriormente. Debido a que el vocablo fue adquiriendo en el uso general un sentido diferente del que tuvo en el uso tcnico que se le haba venido dando tradicionalmente en materia bblica, desde el siglo 16 empez a emplearse para designarlos la palabra deuterocannicos, es decir, pertenecientes a un segundo canon o a un canon secundario, o sea el canon griego (la LXX). Esta segunda designacin ha sido favorecida por los catlicos romanos, en tanto que apcrifos es de uso corriente entre los protestantes. Los catlicos llaman apcrifos a los libros que los protestantes designan como seudoepgrafos.2 Sin embargo, por razn de la indicada alteracin que ha sufrido el vocablo en el curso del tiempo y en el habla ordinaria, en la actualidad van siendo ms los biblistas protestantes que prefieren usar el trmino deuterocannicos.Cules son los libros antiguamente llamados apcrifos y ahora deuterocannicos? Tambin aqu se presenta el problema de la diferencia entre los cdices griegos y entre las varias ediciones de la LXX y de las versiones que la siguen. Tomemos como tipo el Cdice Alejandrino, ya mencionado. Contiene I Esdras, Sabidura, Eclesistico, Judit, Tobit, Baruc, Epstola de Jeremas, I, II, III, y IV Macabeos, las adiciones a Ester, las adiciones a Daniel, las Odas, como adicin a los Salmos, compuestas por Ex. 15.119, Dt. 32.143, 1 S. 2.110, Jon. 2.310, Hab. 3, Is. 38.1020, la Oracin de Manass, las adiciones a Daniel, y (demostrando que es un cdice cristiano) Lc. 1.4655, Lc. 2.2932, Lc. 1.6879 y Lc. 2.14. Tiene adems una coleccin de escritos que forman un Himno matutino y los Salmos de Salomn. El Cdice Vaticano contiene lo mismo, excepto I y II Macabeos.De fines del siglo 4, prcticamente contempornea de los tres grandes cdices griegos antes mencionados, es la versin latina que vino a llamarse la Vulgata, preparada por San Jernimo (347?-420) segn instrucciones del papa Dmaso. Siendo un erudito hebrasta, y adems hebrefilo reconocido, San Jernimo quiso en un principio limitar su versin al canon de Yabneh. Pero dos circunstancias hicieron que al fin incluyera en ella los deuterocannicos. La primera fue el precedente establecido por las versiones latinas antiguas que, basndose ms bien en la Septuaginta, los incluan. Las instrucciones, recibidas del papa Dmaso eran que revisara las varias versiones latinas existentes y produjera una sola que viniera a ser la autorizada por la Iglesia occidental. La segunda circunstancia era tal vez de ms peso, y era el hecho de que la Iglesia haba venido usando la LXX como su Biblia, y los creyentes estaban acostumbrados a considerar los deuterocannicos como parte de ella. Hubo, pues, fuertes presiones de cristianos influyentes, muy especialmente de San Agustn, para que esos libros no se excluyeran de la nueva versin latina. En vista de todo ello, San Jernimo transigi. En un tiempo se haba referido a los apcrifos en general diciendo que son como el loco vagar de un hombre cuyos sentidos lo han abandonado (Ep. 57, 9). Y tal vez porque su lectura requiere maduro discernimiento, aconseja que a una jovencita llamada Paula se la eduque para evitar todos los libros apcrifos, y si alguna vez desea leerlos, no por la verdad de sus doctrinas sino por respeto a sus maravillosos relatos, que se d cuenta de que no fueron escritos realmente por aquellos a quienes se atribuyen, que hay en ellos muchos elementos defectuosos, y que se requiere mucha pericia para buscar el oro entre el fango(Ep. 107, 12).3Pero tratndose concretamente de los deuterocannicos, y en su trabajo como traductor y redactor de la Vulgata, comparta el criterio de sus contemporneos Rufino y Atanasio, llamndolos libri ecclesiastici (en el sentido de libros aceptados por la Iglesia), para distinguirlos de los libri canonici (libros cannicos) o hebraica veritas (verdad hebraica), es decir, los del canon hebreo. A los ecclesiastici les llamaba tambin hagiographi (lit. libros santos). En su Prologus galeatus dice que los libros cannicos del Antiguo Testamento son 22, como las letras hebreas, pero que algunos incluyen Rut y Lamentaciones entre los Escritos, lo cual da 24. Aade que cinco de los librosSamuel, Reyes, Jeremas-Lamentaciones, Crnicas y Esdras-Nehemaspueden dividirse en dos, con lo cual los 22 resultan 27. En ese mismo escrito designa Sabidura, Eclesistico, Judit, Tobit, I & II Macabeos y Pastor de Hermas (este ltimo, un libro cristiano que de seguro figuraba en algunas copias) como apcrifos. Como hizo su traduccin de Ester del texto hebreo y no del griego, no incluy las adiciones. Y antecedi su versin latina de Judit, Tobit, Macabeos, Eclesistico y Sabidura no slo con la nota de no hallarse en hebreo, sino con la advertencia de que pueden leerse ad edificationem plebis, non ad auctoritatem ecclesiasticorum dogmatum confrmandam (para edificacin del pueblo, mas no para confirmar la autoridad de las doctrinas de la Iglesia).4 No parece que haya incluido Baruc en su versin, porque ningn manuscrito antiguo de la Vulgata contiene este libro. Se supone que fue incorporado como por el ao 800 por Teodulfo de Orleans.En forma muy parecida al caso de la LXX original, no sabemos con toda seguridad qu deuterocannicos contena la versin de San Jernimo, que no recibi el nombre de Vulgata hasta el siglo 13, al parecer primeramente por Rogerio Bacn, el franciscano ingls. Inventada la imprenta, fue, como se sabe, el primer libro impreso por Gutenberg, en Maguncia. En 1590 se public, por orden de Sixto V, una edicin que por ello se denomin Sixtina, y que, muerto este papa, fue reemplazada en 1592, bajo Clemente VIII, por otra, llamada por idntica razn Clementina (o sixto-clementina). La Sixtina no contena I & II Esdras. La Clementina coloc estos libros al final, aadiendo la Oracin de Manass, todos con un tipo de letra ms pequeo. La Clementina fue declarada como definitiva y es la que se usa en latn hasta hoy. La edicin Weber, publicada por la Sociedad Bblica de Stuttgart, contiene los siguientes escritos deuterocannicos:Tobit (Tobas), Judit, adiciones a Ester agrupadas al final del libro protocannico,5 Sabidura, Eclesistico, Baruc, con la Carta de Jeremas al final, adiciones a Daniel 6 y I & II Macabeos. Despus del Nuevo Testamento, como Apndice, aparecen la Oracin de Manass, III & IV Esdras, Salmo 151 y Carta a los Laodicenses.En cuanto a la Septuaginta, la edicin moderna que se considera estndar es la de Rahlfs, publicada tambin por la Sociedad Bblica de Stuttgart. Contiene los siguientes deuterocannicos I Esdras, 7 Judit, Tobit, adiciones a Ester,8 I, II, III & IV Macabeos, Salmo 151, Odas,9 Sabidura, Eclesistico, Baruc (con la Carta de Jeremas al final), y adiciones a Daniel.10 Hasta donde sabemos, los deuterocannicos fueron escritos originalmente, unos en griego: II Macabeos, parte de Sabidura y las dos cartas de Artajerjes en Ester; otros en hebreo: Baruc, Eclesistico, Judit y el resto de Sabidura, y algunos en arameo: las dos cartas del principio de II Macabeos, Tobit, el Ester del que se hizo la versin griega, la Carta de Jeremas y II Esdras (I Esdras de Rahlfs).Como en el caso del canon hebreo, los manuscritos de la LXX difieren en cuanto al orden de los libros. El orden generalmente adoptado en las ediciones impresas es el del Cdice Vaticano (B). Las versiones antiguas y modernas en otros idiomas, incluyendo el castellano, han seguido en general este orden. Segn l, despus del Pentateuco, vienen agrupados los libros histricos, luego los poticos (en los que se incluyen los de la sabidura o sapienciales) y finalmente los profticos. Sin embargo, algunas versiones contemporneas castellanas, como la Nueva Biblia Espaola y la Cantera-Iglesias, han introducido un nuevo agrupamiento. Lo mismo hacen algunas ediciones en otros idiomas.Obviamente, cuando Jess y los apstoles hablaban de la escritura o las escrituras, no podan referirse ms que a lo que hoy llamamos Antiguo Testamento, porque el Nuevo Testamento no exista todava. Desde luego, la Biblia de Jess y sus discpulos era la constituida por los rollos que se lean y estudiaban en la sinagoga a que todos ellos asistieron. Como todava no estaba cerrado el canon hebreo en su poca, no podemos estar absolutamente seguros de cules eran esos rollos. Pero, como hemos visto en nuestra resea de la historia del canon hebreo, eran, con suma probabilidad, solamente los que a fines de ese primer siglo de nuestra era se declararon canon oficial (cf. Lc. 24.44, ya citado antes). Por lo menos los Salmos existan tambin en arameo, como se ve por la cita del 22 que Jess hizo estando en la cruz (Mt. 27.46).Al parecer, Jess conoca tambin el griego, que era en Palestina como una segunda lengua, por lo menos entre personas de alguna educacin. Si as era, es probable que conociera los escritos de la versin griega, entonces de uso como lectura general. Pero, si fue as, no tenemos el menor indicio en los Evangelios o en el resto del Nuevo Testamento, del concepto que podra haber tenido de los deuterocannicos. No podra hacerse otra cosa, a ese respecto, que aventurarse en conjeturas sin ninguna base firme. El hecho es que ninguna de sus referencias o citas escriturales puede corresponder a alguno de los libros deuterocannicos. La cita que hace en Lc. 11.4951a (Mt. 23.34, 35), no se encuentra en ninguno de los libros cannicos, pero tampoco es de algn deuterocannico. Se ha sugerido que quiz estuviera citando un libro llamado La sabidura de Dios (que, desde luego, no sera el deuterocannico Sabidura, llamado de Salomn), pero esto es slo una atractiva conjetura. Tampoco se sabe la procedencia de su cita en Jn. 7.38. No se halla en ningn libro cannico o deuterocannico. Pero Jess, cualquiera que fuera el escrito citado, lo consideraba y as lo dice, como escritura sagrada: la Escritura.Con toda probabilidad, los libros del canon hebreo fueron tambin, por la misma razn aducida arriba, la Biblia de los primeros judos convertidos al cristianismo en Palestina, y en particular de la iglesia de Jerusaln. Esto cambi, sin embargo, en el curso del propio siglo primero, especialmente por la rpida difusin del cristianismo naciente entre los judos de la Dispersin y los gentiles, unos y otros de habla griega, de modo que el Nuevo Testamento, formado durante la segunda mitad de ese siglo, hubo de componerse de escritos en griego, no en hebreo y ni siquiera en arameo. Por esa razn los cristianos, al tratarse del Antiguo Testamento, o sea de la Escritura conocida hasta aquel entonces, utilizaron a tal punto la versin griega Septuaginta que sta vino a ser, de hecho, la Biblia de la Iglesia Primitiva. Y no hay bases documentales para pensar que, en un principio, hayan hecho distincin entre unos libros y otros de los que contena. Con toda probabilidad consideraban toda la coleccin como Escritura inspirada divinamente. Y hasta es muy probable que, en cuanto a la versin misma, siguieran el criterio de Filn y la consideraran tan inspirada como los originales hebreos.La mayora de las citas del Antiguo Testamento en el Nuevo, 80 por ciento segn el cmputo de Pfeiffer, se hacen directamente de la LXX y no del texto hebreo. Por supuesto, los cristianos se daban cuenta de las diferencias que hay entre ambos, pero en algunos de los Padres de la Iglesia lleg a ser tanta la confianza que le tenan a la Septuaginta que, por ejemplo, Justino, en su Dilogo con Trifn, un judo, acusaba a los judos de haber alterado deliberadamente el texto hebreo para suprimir en l pasajes que identifican a Jess como el Mesas y que se encontraban en las copias de la LXX usadas por los cristianos.11 Jernimo les haca una acusacin semejante al comentar G. 3.13. Pablo, en Ro. 3.2, dice que a los judos se les confiaron los orculos de Dios, pero naturalmente, escribiendo, como lo haca, unos 30 aos antes de Yabneh, no se puede estar seguro si entre esos orculos divinos inclua o no los deuterocannicos contenidos en la versin griega que l manejaba y citaba. El griego de 2 Ti. 3.16 parece favorecer la traduccin Toda Escritura est inspirada por Dios, en vez de Toda la Escritura, pero ni en un caso ni en otro es posible saber con certeza qu libros consideraba Pablo como Escritura o Escrituras. Sin embargo, la mayor probabilidad es que, habiendo sido educado en la estricta ortodoxia juda, se estara refiriendo precisamente a los escritos sagrados ya generalmente reconocidos por las autoridades rabnicas, y que, como se dijo ya en su debido lugar, es casi seguro que eran los que ms tarde formaran el canon de Yabneh. Es un hecho que no hay en el Nuevo Testamento citas directas y textuales de los libros deuterocannicos. Pero la cita directa o la falta de ella de algn libro es realmente un dato neutral que no va en favor ni en contra de la autoridad de l. Tampoco se citan directamente en el Nuevo Testamento Josu, Jueces, Crnicas, Esdras-Nehemas, Esther, Eclesiasts, Cantares, Lamentaciones, Abdas, Nahum ni Sofonias. En cambio se citan apcrifos que no llegaron a aceptarse ni siquiera como deuterocannicos. En Jud. 9 la referencia y la cita son de la Asuncin de Moiss, identificacin hecha ya por Orgenes (siglo 3). En 14 y 15 se cita textualmente y por nombre el Libro de Enoc,12 y en 6 y 13 se advierten influencias del mismo apcrifo. Orgenes deca que la cita de 1 Co. 2.9 es del Apocalipsis de Elas. Es tambin la opinin sustentada ms tarde por San Jernimo (siglo 4). Esta cita se suele dar como de Is. 64.4, pero no coincide. Lo mismo sucede con la cita atribuida a Jeremas en Mt. 27.9, 10, que no es del Jeremas cannico, y que errneamente se considera de Zac. 11.12, 13. San Jernimo la hall textualmente en un Apcrifo de Jeremas, una copia del cual asegura que tuvo en sus manos. En 1 P. 3.19 la alusin a los espritus encarcelados proviene de Enoc, caps. 14 y 15.Es sabido que los nombres de Janes y Jambres no aparecen en Ex. 7.11, donde se narra el incidente a que alude 2 Ti. 3.8. Orgenes afirma que existi un Libro de Janes y Jambres. De ser as, de l provendran estos nombres o, de todos modos, de alguna leyenda juda. Es posible, tambin, que en He. 11.37, aserrados se base en otro apcrifo, el Martirio de Jeremas, en que se dice que as fue como muri el profeta. No se sabe de qu libro tenido por inspirado es la cita de Ef. 5.14 ni qu Escritura es la citada en Sgo. 4.5, pero en estos casos, como en los de Lc. 11.4951a y Jn. 7.38, a que aludimos anteriormente, e igualmente en los de Mt. 2.23, Lc. 24.46 y Jn. 12.34, se tratara de escritos que no entraron en el canon hebreo ni en la LXX. Hay adems en el Nuevo Testamento citas de escritos no pertenecientes a la literatura juda: en Hch. 17.28, del Himno a Zeus, del filsofo estoico Cleantes; en 1 Co. 15.33, un verso de la comedia Tais, del poeta griego Menander; en Tit. 1.12, un dicho de Epimnides.En cuanto a los deuterocannicos, no hay, como antes dijimos, citas directas de ellos, pero s paralelos, alusiones indirectas e influencias ms o menos visibles. En Ef. 6.1317, la figura de la armadura de Dios puede haberse inspirado en el pasaje similar de Sabidura 5.1820. En He. 1.13 hay dos palabras griegas que no ocurren en ningn otro pasaje del Nuevo Testamento: polumers (de muchas maneras) y apagasma (resplandor), que son las mismas que aparecen en Sab. 7.22 y 23 respectivamente, aplicadas a la Sabidura Divina. El autor de Hebreos las refiere al Hijo, que segn una antigua interpretacin es la Sabidura personificada, y que el pensamiento cristiano primitivo identificaba con Cristo (cf. Cristo sabidura de Dios, en 1 Co. 1.24). Otro pasaje del mismo libro (3.14, 15) parece basarse en II Macabeos 6.187.42, que habla de los sufrimientos de los judos perseguidos por los tiranos selucidas. Sgo. 1.19, 8 parece basarse en Eclesistico 5.11, y hay otros pasajes de Santiago que sugieren influencias de este deuterocannico y de Sabidura. En Mt. 27.43 puede estar reflejado Sab. 2.13, 18. El concepto del cuerpo que hallamos en 2 Co. 5.4 coincide con el de Sab. 9.15. Y Ro. 1.2032 tiene sustancial parecido con Sab. 13.19; 14.2231. Un cotejo ms detenido podra mostrarnos que los escritores del Nuevo Testamento conocan y a veces utilizaban directa o indirectamente los libros deuterocannicos, cualquiera que fuera el grado de autoridad que les reconocieran.Ya la definicin y clausura del canon hebreo en Yabneh propenda a desalentar el uso de la LXX entre los judos, por los escritos adicionales que ella contena. No obstante, por razones de lenguaje, continu por un tiempo siendo la Biblia de los judos de la Dispora. Pero hubo un hecho que, ms que cualquier otro, determin que las autoridades religiosas judas acabaran por rechazar la LXX y prohibir su uso. Este hecho fue que, habiendo sido adoptada por los cristianos como Sagrada Escritura, stos se valan asiduamente de ella en sus polmicas con los judos, especialmente para mostrar que Jess era el Mesas anunciado en ella. Los cristianos se mostraban ms activos en sacar copias y copias de la Septuaginta. Todo lo cual comenz a suscitar creciente desconfianza de parte de los judos respecto a ella. Consideraban que en algunos pasajes favoritos de los polemistas cristianos, como en Is. 7.14, la LXX no traduca correctamente el original hebreo, lo cual es verdad. Donde la LXX tradujo parthenos, que es literal y especficamente virgen, el original hebreo dice almh, que es la adolescente, la jovencita casadera, normalmente soltera y doncella, pero que puede ser casada. No indica estado sino edad, de modo que existe el masculino lem, muchacho joven, adolescente. Para virgen, en el sentido de entereza corporal, el hebreo emplea el vocablo bethulh. El equivalente griego de almh es neanis, como tuvo buen cuidado de traducir el judo quila en su versin griega, que reemplaz a la LXX.13 Otro caso notable en que la versin griega favorece ms que el original hebreo una doctrina cristiana es el de Hch. 2.27 y 13.3537, en que se cita Sal. 16.10. En el segundo inciso de este versculo, el hebreo dice simplemente ni permitirs que tu santo vea la fosa (o sepulcro), es decir: No permitirs que yo muera. Pero la LXX tradujo el hebreo shjath como diaftor, corrupcin, y as la exgesis cristiana primitiva vio claramente en este texto la doctrina de la resurreccin de Jess. Lo cierto y ms grave era que, adems, en las copias cristianas de la LXX haba interpolaciones. La ms famosa es la que se aadi a Sal. 96.10. El hebreo dice solamente Yahvh reina. Como, en vez del nombre sagrado impronunciable, los judos decan Adonai, el Seor, la LXX tradujo correctamente slo jo kurios ebasileusen. Los cristianos llamaban a Cristo el Seor, as que al texto griego algn copista cristiano aadi, quiz con toda buena conciencia, apo xulou, desde el madero, o sea, desde la cruz. De ah result fraguada una proclama abiertamente cristiana: El Seor (Cristo) reina desde la cruz. Ya es de imaginarse cmo habrn reaccionado los judos ortodoxos ante semejante alteracin de la Escritura. Por otra parte, algunos cristianos de buena fe acusaron a los judos de haber malvolamente suprimido del texto hebreo esa ltima frase, como tambin de haber puesto en l almh en vez de bethulh. Fue en vano que ms tarde se eliminaran de las copias cristianas de la LXX las interpolaciones, sobre todo la clebre antes citada, que ya no aparece en los cdices Vaticano, Sinatico ni Alejandrino, hasta hoy los ms autorizados. Los judos, por influencia decisiva el venerable rab Aquiba, rechazaron definitivamente la LXX en el ao 130 A.D. y patrocinaron y adoptaron una versin griega enteramente nueva. La hizo un discpulo de Aquiba llamado quila. Fue realmente una versin desastrosa. En primer lugar, en un escrupuloso celo de mal entendida fidelidad al texto hebreo, no slo tradujo cada palabra hebrea con otra griega, sino que trat de que sta tuviera el mismo nmero de letras que la original. Ya puede deducirse cmo result su versin, no slo desde el punto de vista de la verdadera fidelidad, que es al sentido del original y no a su forma, sino tambin en cuanto al buen uso de la lengua griega. San Jernimo, con mucha razn, la critic y aun ridiculiz. Versiones griegas de mejor calidad fueron las de Smaco y Teodocin, no slo por su buen griego, sino porque trataron de acercarse lo ms posible al sentido de los textos hebreos. La versin del primero fue enteramente independiente de la LXX. La de Teodocin est mucho ms cerca de ella, tanto que es punto discutido si trat de hacer una nueva versin o slo hizo una revisin de la LXX, a la luz del original hebreo. La versin de Daniel, por Teodocin, lleg a reemplazar a la de la antigua LXX en los cdices cristianos.La LXX sigui siendo el Antiguo Testamento de la Iglesia y de los Padres primitivos hasta la aparicin de la Vulgata. El hecho de que los deuterocannicos se conozcan ahora solamente por las copias cristianas, parece indicar que las autoridades judas, ya regidas del todo por el canon de Yabneh, acabaron por ordenar su destruccin, por lo menos en su texto hebreo y arameo, y por prohibir enrgicamente su lectura. Pero en un principio, el conocimiento y uso de la LXX entre los judos de la Dispersin fue de gran valor para la difusin del cristianismo fuera de Palestina. Era el punto de contacto de los misioneros primitivos en su proclamacin de Jesucristo como el Mesas esperado, en quien se cumplan las profecas. No obstante, no hubo completa unanimidad en la Iglesia Primitiva en cuanto a los deuterocannicos. Se discuta la canonicidad de algunos de ellos. Pero en general, los Padres de la Iglesia los consideraban y citaban en la prctica, si no siempre en rigurosa definicin, como Escritura, igual que los dems. Esto es lo que vamos a ver en seguida.Hacia 100 A.D., Clemente de Roma, en su primera Carta a los Corintios, cita Judit y una de las adiciones a Ester: la oracin de sta. Hacia la misma poca, Policarpo cita Tobit. Ireneo (130-200?) cita Baruc y una de las adiciones a Daniel, la Historia de Bel y el Dragn. Melitn de Sardes (?-190?), primer escritor cristiano que hace notar la existencia del canon hebreo, envi a un cierto hermano Onsimo, a peticin de ste, un catlogo de los libros del Antiguo Testamento. Son los del citado canon, aunque no menciona Nehemas, que muy probablemente considera como un solo libro con Esdras, ni Lamentaciones, de seguro para l unido a Jeremas. Es notable, desde luego, la omisin de Ester en su lista.14 De todos modos, parece que ya por ese tiempo haba un sector cristiano que se inclinaba a considerar como Antiguo Testamento solamente los libros del canon hebreo. Por el ao 238 haba comenzado, aunque sin generalizarse, un debate sobre los deuterocannicos, cuando Julio Africano y Orgenes (185254) se cambian cartas, el primero poniendo en duda la canonicidad de la Historia de Susana y el segundo defendindola, no de modo muy convincente, con el argumento de que la Iglesia no deriva su autoridad de la de los judos sino que tiene autoridad propia en materia de Escrituras. El argumento revela, sin embargo, que las autoridades de la Iglesia apoyaban ese escrito, dndole la categora de cannico, y que al parecer Orgenes defenda ms bien la autoridad de la Iglesia que precisamente la canonicidad de Susana. Porque, segn testimonio de Eusebio,15 l mismo haba publicado una lista de 22 libros como del Antiguo Testamento, diciendo que este nmero corresponde a las letras hebreas y daba sus nombres en hebreo y en griego. En la transcripcin de Eusebio resultan, sin embargo, slo 21, porque no menciona el libro de los Doce Profetas (Menores), Rut va unido a Jueces, y Lamentaciones a Jeremas, en el cual, sin embargo, incluye la Carta de Jeremas, un deuterocannico. Aade que fuera de este ndice estn los libros de los Macabeos, pero cuando cita I Macabeos lo trata como escritura divinamente inspirada. Se ve, pues, que aun en un doctor de la Escritura tan erudito como Orgenes, el criterio sobre los deuterocannicos fluctuaba.Orgenes, sin duda el erudito bblico ms notable anterior a San Jernimo, y quiz el escritor ms prolfico de aquellos tiempos, compuso la obra monumental llamada Hexapla, porque en seis columnas paralelas contena 1) el texto hebreo del Antiguo Testamento; 2) su transcripcin en caracteres griegos (porque en aquel tiempo la escritura hebrea careca de vocales, lo que dificultaba su lectura para los que no eran judos versados en la lengua); 3) versin griega de Aquila; 4) versin griega de Smaco; 5) la LXX; 6) versin griega de Teodocin. Despus prepar una edicin sin el texto hebreo y su transcripcin (Tetrapla). Como parta del supuesto de que la LXX original era traduccin solamente de los libros del canon hebreo (Yabneh), idea muy difcil de sostener ahora, no incluy, naturalmente, en su columna de la Septuaginta, los deuterocannicos. Por su volumen, las copias de la Hexapla habran resultado sumamente costosas, por lo cual Orgenes don su manuscrito a la biblioteca de Cesarea, donde sirvi de consulta a los eruditos bblicos, hasta la destruccin de dicha biblioteca por los rabes en el siglo 7. A principios del siglo 4, Pnfilo de Cesarea y Eusebio publicaron por separado la recensin de Orgenes de la LXX, y fue en esta forma como alcanz mucha popularidad en Palestina. Todava, segn San Jernimo, predominaba hacia el 400 A.D.A fines del siglo, Luciano de Antioqua, con la colaboracin de los exegetas de la escuela que haba fundado en esa ciudad, public una revisin de la LXX, a la luz de los originales hebreos, empleando al parecer textos en algunos respectos mejores que los consagrados por los rabinos. Procur un estilo popular, porque se destinaba al uso general. Goz, por ello, de gran popularidad entre las iglesias orientales, y segn informa San Jernimo todava en los finales de ese siglo y principios del siguiente predominaba en la zona comprendida desde Antioqua hasta Constantinopla. Inclua, naturalmente, los deuterocannicos. Las lecturas de la recensin lucinica figuran en los aparatos crticos de las ediciones modernas de la LXX, como la citada de Rahlfs. Hacia mediados del propio siglo, el obispo Cipriano de Cartago cita con frecuencia Tobit, I & II Macabeos, Baruc (como en Jeremas), las adiciones a Daniel, Sabidura (como el Espritu Santo por medio de Salomn), y Eclesistico, designndolo como Santa Escritura y, curiosamente atribuyndolo tambin a Salomn. En el siglo 4, Epifanio alude a Sabidura y Eclesistico diciendo: Son ciertamente tiles, mas con todo esto no se cuentan entre los libros cannicos. Cirilo de Jerusaln recomendaba a los catecmenos atenerse a los 22 libros (del canon hebreo) y no leer los apcrifos, los cuales llamaba tambin amfibalmena (dudosos). Esa recomendacin da el sentido original a apcrifos, libros reservados para lectura slo de creyentes capaces de discernimiento. Cirilo inclua, sin embargo, en Jeremas, no slo la Carta atribuida al profeta, sino tambin Baruc. En la prctica segua un principio como el establecido por San Jernimo: no citar los apcrifos en apoyo de ninguna doctrina, pero emplearlos como lectura provechosa. As, por ejemplo, en una de sus conferencias cit Sabidura, que por cierto atribua a Salomn.En ese mismo siglo, adems de San Jernimo, cuya posicin. respecto al canon se indic al hablarse de su versin latina (Vulgata), destacaron como grandes eruditos bblicos Atanasio, Rufino y San Agustn. El primero clasificaba los libros en cannicos, los reconocidos como de autoridad divina, tanto por los judos como por los cristianos (canon hebreo); los libros que se leen, los reconocidos slo por los cristianos, o sea los deuterocannicos, y los apcrifos propiamente dichos, es decir, los rechazados tanto por los judos como por los cristianos. Su lista de los cannicos es la del canon 60 del Concilio de Laodicea, con la posible excepcin de Ester. Los que se leen son los designados por los Padres de la Iglesia para leerse en la instruccin religiosa, y en esa categora menciona Sabidura, Eclesistico, Ester, Judit y Tobit. Rufino sigue la clasificacin de Atanasio, pero a los libros que se leen los llama ecclesiastici, libros que los Padres deseaban que se leyeran en las iglesias, pero que no se apelara a ellos para confirmar la autoridad de la fe.16 Su lista de ellos es Sabidura, Eclesistico, Tobit, Judit y I & II Macabeos.San Agustn, en un principio, aunque reconoca las diferencias de opinin, deca atenerse al veredicto de los grandes eruditos de no hacer distincin entre los libros canonici (los del canon hebreo) y los ecclesiastici (apcrifos), as que aceptaba como de igual autoridad que los primeros, Sabidura, Eclesistico, Tobit, Ester (texto griego con las adiciones), Judit, I & II Macabeos y, al parecer, tambin I (III) Esdras. En el Jeremas cannico inclua Baruc y la Carta, y en Daniel las adiciones del texto griego. Ya antes dijimos que fue especialmente su insistencia lo que hizo que San Jernimo accediera por fin a incluir los deuterocannicos en su versin latina. No obstante, en sus postrimeras San Agustn admiti la distincin entre unos y otros libros, y coincidi prcticamente con la posicin adoptada por San Jernimo.Hay un Catlogo de los 60 libros cannicos, anterior al siglo 7, pero de poca imprecisa, que abarca los de los dos Testamentos. La lista comprende 33 libros del Antiguo Testamento, con omisin de Ester. Da respectivamente como un solo libro I & II Samuel, I & II Reyes, I & II Crnicas, Jeremas-Lamentaciones y Esdras-Nehhemias, y a Jeremias une Baruc y la Carta. Danel, siendo el texto griego, incluye las adiciones. Despus viene la lista de los 27 del Nuevo Testamento, y tras ellos se enumeran, designados como fuera de los sesenta, Sabidura, Eclesistico, I, II, III y IV Macabeos, Ester, Judit y Tobit. Finalmente, bajo la designacin de apcrifos, se dan (el Libro de) Adn, (el Libro de) Enoc, (el Libro de) Lamec, Testamentos de los Doce Patriarcas, Eldad y Modad, Asuncin de Moiss, Testamento de Moiss, Salmos de Salomn, Apocalipsis de Elas, Visin de Isaas, Apocalipsis de Sofonas, Apocalipsis de Zacaras, Apocalipsis de Esdras y algunos apcrifos supuestamente del Nuevo Testamento. El Cdice Claromontano (siglo 6) preserva una lista de libros sagrados, la cual data probablemente del siglo 3, que incluye en el Antiguo Testamento Sabidura, Eclesistico, I, II & IV Macabeos, Judit y Tobit.Es significativo que, en tanto que las autoridades religiosas judas de Palestina y de Egipto, nunca emitieron dictmenes formales sobre los libros que componan la LXX, fueran las cristianas las que ms tarde se ocuparan en hacerlo. Como hemos visto ya, al parecer durante los primeros tres siglos de la Iglesia los cristianos usaron la LXX en copias que muy probablemente variaran en cuanto a su contenido, siempre hecha cuenta de que, tal vez con Ester unas veces dentro y otras fuera, todas contendran por lo menos los libros del canon hebreo. Es ya en el siglo 4 cuando encontramos los que son al parecer los ms antiguos dictmenes al respecto, emitidos por snodos y concilios. Como en el caso de los Padres de la Iglesia, tampoco hay completa unanimidad en ellos. El Snodo de Laodicea (363) dio una lista que es la del canon hebreo, ms Baruc con la Carta de Jeremas. Siendo el texto de Ester y Daniel el de la versin griega, es de suponerse que en ambos se incluan las respectivas adiciones. Laodicea aluda a libros llamados acannicos, y dispona que no deban leerse en la iglesia. El Snodo de Roma (382) incluy entre los libros que la Iglesia catlica universal debe aceptar, Sabidura, Eclesistico, Tobit, Judit y I & II Macabeos. Segn el Concilio de Hipona (393) todos los deuterocannicos han de ser considerados como Escritura. El Snodo de Cartago (397) reconoci Eclesistico, Sabidura, Tobit, Judit, Ester con sus adiciones, I & II Esdras y I & II Macabeos. Otro Snodo de Cartago, el de 419, sigui prcticamente el criterio del anterior. Lo mismo hicieron el Concilio de Constantinopla (Trullano) (692) y el de Florencia (706).Vinieron despus los tiempos letrgicos de la Edad Media profunda, en que la cultura se concentr en individuos o cuerpos de eruditos selectos, generalmente en las universidades, que utilizaban el latn, en occidente, y el griego, en oriente, para sus comunicaciones entre s. La Iglesia latina u occidental (de la griega u oriental hablaremos despus) tena la Vulgata como su Biblia oficial e indiscutida, y los deuterocannicos que contena se daban, de hecho, como de igual autoridad que los dems. El pueblo, en su abrumadora mayora analfabeto, no tena acceso directo a la Biblia, y menos cuando fueron surgiendo en las varias naciones de occidente lenguas vernculas derivadas del latn, pero ms o menos alejadas de l, y en el norte de Europa se afianzaron las lenguas de extraccin germnica. La opinin prcticamente unnime que prevaleci desde San Jernimo fue la suya, implcitamente mantenida en sus notas introductorias de los deuterocannicos, o sea que stos no son de suficiente autoridad para fundar en ellos postulaciones doctrinales, pero que son de apreciarse como lectura provechosa y edificante.Con los albores del humanismo, que desembocara con brillo inusitado en el Renacimiento, y que traera consigo un renovado inters en las lenguas clsicas y en el hebreo y el griego originales de las Sagradas Escrituras, no pudo menos que resucitar la cuestin del canon. Hugo de San Vctor (siglo 12) sustentaba el mismo criterio que San Jernimo sobre los deuterocannicos. Nicols de Lira (siglo 14), cristiano de ascendencia juda, en su comentario sobre la Biblia cannica define como tal la Biblia Hebraica. Pero aadi comentarios sobre las escrituras no cannicas (Sabidura, Eclesistico, Judit, Tobit y I & II Macabeos). Sus labores ejercieron una influencia considerable en la renovacin del inters, entre los eruditos bblicos cristianos, por el estudio del hebreo. La Biblia de Wycliffe (1382) slo reconoca como de autoridad divina los libros del canon hebreo, pero inclua los deuterocannicos, de los que Wycliffe deca que carecen de autoridad de creencia. La Vulgata sigue ocupando un lugar preeminente. El cardenal Ximnez de Cisneros produce en Espaa su monumental Biblia polglota llamada Complutense (15141517), con el texto latino de la Vulgata en el centro, el griego de la Septuaginta de un lado y el hebreo masortico del otro, que representan respectivamente la Iglesia Griega y la Sinagoga, y dice que el texto latino se imprime en medio como Jess fue crucificado entre dos ladrones.17 Pero en cuanto a los deuterocannicos, que van incluidos en la Complutense, explica en su Prefacio que son recibidos por la Iglesia para edificacin, ms bien que para fundamentar doctrinas, por lo que se ve que el dictamen de San Jernimo sigue todava en vigencia. Y respecto a la importancia que se da a la Vulgata, por ese tiempo Jean Morin, autor de importantes trabajos bblicos, la exalta hasta el punto de sostener que el texto de ella es ms fiel a los originales que el texto griego (LXX) y que el propio texto hebreo.18En 1527 aparece una edicin de la Vulgata preparada por J. Petreius, de Nuremberg, que lleva al comienzo de cada libro deuterocannico, siempre conforme al principio establecido por San Jernimo, una nota que indica que el libro no es cannico. En el prefacio se da la lista de ellos designndolos como libros apcrifos, o sea no cannicos, que no existen en ninguna parte entre los hebreos. La versin del dominico Santes Pagnini, sin embargo, representa ya un importante paso de la aceptacin de la Vulgata, como autoridad textual suprema, a la preferencia por el texto hebreo, si bien se trata todava de una transaccin, porque es una versin directa del hebreo al latn. Esta versin fue aprobada por los papas Adriano VI y Clemente VII. En ella se marca muy claramente la separacin entre los libros del canon hebreo y los otros. Fue la versin de Pagnini la que utiliz Casiodoro de Reina en su traduccin al castellano, por no conocer, como l mismo confiesa, muy bien el hebreo, si bien no la sigui en cuanto a l