breve diccionario para tiempos - sandino nunez

8/18/2019 Breve Diccionario Para Tiempos - Sandino Nunez

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Título original: Breve diccionario para tiemposestúpidos: Observaciones oscuras sobre ontología

paganaSandino Núñez, 2014

Editor digital: TitivillusePub base r1.2



Cuando se acerca el fin, escribióCartaphilus, […] solo quedan palabras.

Palabras, palabras desplazadas y

mutiladas, palabras de otros, fue la pobre limosna que le dejaron las horas y los siglos.

Borges

¿Hay que argumentar o verificar o confirmaque vivimos, desde hace por lo menos treinta

cuarenta años, ya no un tiempo de ideologíhegemónica sino un tiempo de estupidelobalizada? ¿O que la estupidez globalizada

encerrándonos en nuestro idios kosmos —esnarcisismo elemental de individuo, grupo, colmeno masa que desemboca en una especie de prolapsde lo social y de prolapso del Sujeto —, enfinitamente más eficaz (más barata, menoiesgosa) que cualquier ideología en tanto aparat

discursivo o simbólico destinado a legitimar y



naturalizar «el mundo tal cual es», o persuadirnos trabajosamente de que «está bien quas cosas sean como son»? El problema de est

convicción es que tiende a disparar cierto virtuose irónico «combate a la estupidez» sin otratributo que ser o creerse aristocráticamentgracioso o hiriente. Es que lo superficial limitadamente estúpido del mundo capitalist

neoliberal es tan ostensible que tiende a hacernoolvidar lo injusto, lo violento, lo loco. La ruina depensamiento y el lenguaje: la estupidez de l«lógica cultural del capitalismo tardío» tiende

cubrir —y hasta, se diría, como Lacan, forcluir —al propio capitalismo.

Algunos de los textos reunidos en este librque llamo «diccionario» por la sencilla razón d

que las entradas se ordenan alfabéticamente) somás definicionales, otros sencillamente revoloteaalrededor de una palabra clave. De todas maneraa pesar de lo dicho antes, todos ellos tienen alg

de una «analítica de la estupidez». Y eso se debe



una creencia, quizás también, ella mismaestúpida: es mejor no renunciar a cierto estilo dhumor, a cierta ironía, o incluso a cierto bue

alante como herramienta crítica, como arma dcombate o, por qué no, como lugar de resistenciaLo único que me cabe esperar, entonces, a partde aquí, es que la potencia analítica o crítica destos textos (vamos a suponer, por favor, que estahí) no sea totalmente cubierta por la ironía o ehumor: detrás de ellos, por así decirlo, no hay uduendecito que se divierte o hace arte inútil coos escombros de un mundo viejo, sino un auto

que desea y cree en un mundo distinto.



ACCEDER . Antes, no hace mucho, acceder erasentir, permitir o (incluso) autorizar . Ya no

Ahora es tener acceso, ingresar (anglicismo: taccess es tener acceso y no acceder ). Ahora sdice: «por fin logré acceder al Facebook» (uusuario cualquiera), «el ataque aurinegro logr

acceder al área rival en tan solo dos ocasionescierto connotado periodista deportivo), «accedfácilmente al préstamo de tu vida y ganate uplasma» (institución bancaria de plaza), «el mepasado pegué a la quiniela y accedí a un mejonivel de vida» (un vecino). Hay proyectos nstituciones que se llaman Acceder , precisamente

porque son «facilitadores»: dan a los usuarioacceso a recursos y herramientas que se proyecta

en «oportunidades» y «posibilidades».



ACCESAR . Palabra cuya más notoricaracterística hasta hace poco tiempo era que n

existía. Ahora se usa como «acceder», que vimoque se usa como «tener acceso». Leemos: «Cómentrar y accesar al perfil de tuamigos» (Facebook). También se usa, a vece

como incorporar, anexar o añadir, pero en ungloriosa atmósfera tecno. Ocasionalmente se loye en expresiones ambiguas: «al final me accesa la Claudia nomás».



ACOSO. Las políticas de identidad son tontas fastidiosas. Son intervenciones reglamentarias tip

derecho germánico (como analiza Foucault en Lverdad y las formas jurídicas), apoyadas menoen la equivalencia paz-justicia o en el antagonismviolencia/justicia que en formas imaginarias de l

disciplina jurídica destinadas a conducir lviolencia por andariveles legales pragmáticoAlgo así como una administración legal de lvenganza. Lo terrible es que estos mecanismopresuponen (es decir, se instalan siempre sobreuna escena presocial o postsocial de lo social, presubjetiva o postsubjetiva del sujeto. Una escenen la que hay únicamente identidades, casoingularidades irreductibles y una lógica de la

pequeñas diferencias imaginarias, siempre tensa agresiva, que conviene ordenar y disciplinar ravés de dispositivos reglamentarios «externos»

La locura hobbesiana de la guerra de todos contr

odos, contenida o suspendida mediant



procedimientos obsesivos como la proscripción dciertas expresiones o palabras, los consejoabstracto-formales del tipo «seamos buenos»

«seamos tolerantes», «seamos demócratas», «ndiscrimines», la punición sobre ciertas conductao actitudes, etc. Las políticas de identidad nonstalan de entrada no en el mundo políticsocial) del Sujeto y su Otro y el antagonism

fundante de la alteridad , sino en el mundpostsocial (o presocial, lo mismo da) del terror aacoso, la lógica narcisista o resentida de lapequeñas diferencias, el miedo elemental de se

asimilado o aniquilado por el otro. Ya no el dañde la alteridad (eso que funda al Sujeto), sino ehorror paralizante al acoso. Ya no una dialécticde tres, sino un enfrentamiento a muerte entre do

Ese Tres hegeliano, que para algunos platónicos ea Idea o la Verdad, para otros la Razón, para otro

el logos, para algunos modernos el Sujeto, parotros lo público, para otros la Ley simbólica, par

otros (controversialmente) el Estado, es lo qu



iende a desaparecer del espacio social, y poanto lo social como espacio tiende a desaparecelo social tiende a desaparecer). En su lugar qued

el territorio, ilimitado y devastado, de los cuerpo los dialectos. El reino imaginario de lopequeños deseos, los pequeños intereses y de lademandas parciales no generalizables. Uerritorio de tribus: negros, blancos, extranjero

umbandistas, católicos, intelectualehomosexuales, jóvenes, musulmanes, indiomujeres, varones —o, en todo caso, subalternoque disputan al Amo cierta hegemonía discursivo

cultural—. Tribus o grupos identificados econocidos por cierta marca real de pertenencia

color, etnia, vestimenta, hábitos religiosofolclore cultural, dialectos o modos de hablar. E

colonialismo y luego el liberalismo democráticajón han tendido históricamente a establecer estoerritorios como campos de refugiados o com

guetos con sus marcas, señales y folclore. Y e

gran asunto de las políticas de identidad (o de lo



estudios culturales o poscoloniales) siemprparece resumirse en enfrentar la hegemonía, más menos explícita, del amo blanco, varón

heterosexual, cristiano reclamando mi derecho er reconocido como alguna forma parciaalternativa: homosexual, mujer, negro, musulmánUn problema cultural , discursivo o jurídicopragmático: es decir, un desplazamiento deerritorio postsocial al lenguaje, que convierte aenguaje en un territorio postsocial, alejándolo as

de ser, como observaba Benjamin, el únicespacio absolutamente libre de violencia[1].



ACTITUD. El diccionario de la RAE registrres entradas para esta palabra, de las qu

menciono solamente dos: 1. Postura del cuerphumano, especialmente cuando […] expresa algcon eficacia. 2. Disposición de ánimo manifestadde algún modo. En el nuevo contexto la palabra s

carga de un sentido psicosocial, o cognitivo, conductista sistémico, y empieza a teneignificados como «forma de motivación socia

que impulsa y orienta la acción hacia determinadametas», o «sentimiento a favor o en contra de ucierto objeto social»[2]. La verdad de actitud sdesplaza desde el mito de un fantasma (ánimoalma) que se manifiesta en el cuerpo al fetiche da mecánica pragmática de los cuerpos, la

motivaciones, las acciones, las metas y lo«objetos sociales». Finalmente, actitud viene ocupar el centro glorioso de una nueva escenhecha de cuerpos, motivaciones, estímulo

energías y metas. Actitud es la chispa de volunta



necesaria para que todo nos salga bien, es la clavpositiva de la vida. Oímos: «hay que teneactitud » (un profesor de coaching

emprendedurismo). En este contexto hayazonablemente, una página web llamada ActituUruguay, otra Actitud Pilates, otra Actitu

itness, etc. Por último, actitud se vincula a lhipergestualidad desafiante y a una especie dcoreografía de la rebeldía tipo «malos de la claseque tiene la música urbana de comunidades dnegros y latinos en Estados Unidos (LA, Miami«Como artista es mediocre, pero tiene actitud » (u

crítico de reguetón), «música con actitud » (eeslogan de una radio). Es obvio que los estímuloquímicos nos llenan de actitud : basta ver uejecutivo que ha tomado Pharmaton o un acelerad

de cocaína en una disco.



ACTIVISTA. En este mundo la forma tradicionadel militante es todavía un poco temible. No sol

por el paradigma etimológico estricto militarmiliciano, etc. Ocurre que es una palabra quodavía conserva la memoria del orden, l

obediencia, el encuadramiento, el sacrificio de l

creatividad liberal en el purgatorio gris y anónimde la Causa o de la Idea. Es que la definiciómisma de militante es estar al servicio de unCausa o una Idea, es decir, al servicio de un reinque no es de este mundo. En resumen: es unpalabra con una memoria notoriamente religiosaen un mundo que tiende a ocultar detrás de sateísmo o su laicismo o su vocación dmicroscópico respeto a toda forma de religiosida

o creencia su verdadero estado pagano. Un mundque muestra siempre un resentimiento sordo profundo con toda idea y con toda forma drascendencia, que siempre busca dormitar e

cierta irrenunciable comodidad mundana y por es



mismo suele estar despierto en una perfectensión ansiosa de gestiones, gerenciamientos oluciones ahora. Militancia y sacrificio son as

verdaderos mutantes, palabras extrañas que lequedan demasiado grandes al mundcontemporáneo y a su lógica del bienestar y latisfacción. Un mundo en el que lo urgente n

deja lugar a lo importante. Un mundo que, con eargumento de que siempre hay alguien autoritarique define lo importante, se abandona a la máquinpragmática carnívora de lo urgente, lógicnmanente y plena de la vida, justificada en s

misma. Entonces, para este mundo es mejoazonar que quien milita o cree o dice militar po

una causa o por una idea en realidad estobedeciendo la coreografía ritual de la tribu, de l

organización o del partido. Mejor es pensar que ldea o la causa son siempre algo del orden de

fanatismo religioso y convierte en un delirantprofético o mesiánico a todo aquel que pretend

ostenerlas. Mejor entonces es sustituir a



militante por el activista, una figura mucho máapta para sobrevivir en esta nueva atmósfera. Eactivista siempre está solo, aunque aparezca e

una multitud. Es siempre una pura ráfaga dntensidad: es emprendedor y proactivo[3], haccosas, toma la misión de ir al frente y de hacer aldonde otros critican o teorizan o hacen literaturaEl activista reacciona, o responde con velocidad eficacia en un ambiente complicado problemático. Es una especie de ombudsman o duppie con algo de cheer-leader o de animador d

camping : está ahí para operar una magi

contagiosa: poner a la masa a vibrar en la onda deentusiasmo o de la indignación. La forma perfectde un activista es Julian Assange, el fundador dWikiLeaks: la fantasía tonta del enmascarado de

de vendetta que un día aparece con su halmisteriosísimo y clandestino, deschava dos o trementiras y mueve a la masa a desterritorializarsen un mundo nuevo y posapocalíptico.



ADOLESCENTE. Si el niño o la infancia eran lclave arcaica del sujeto en la modernidad clásica

a adolescencia o la pubertad se han convertido ea paradoja de un definitivo intermediariransitorio, en un eterno estado de excepción entra infancia y la madurez, una suspensión precaria

a la vez definitiva del tiempo y de la organizaciódel tiempo. Si la infancia ha sido, desdDescartes, infancia del Sujeto, la pubertad, ladolescencia o aun la juventud son un inventestático muy reciente —y su «descubrimientoespectacular por la máquina del mercado pueder fechado después de la segunda posguerra—

Pero la psicología de las edades no vacila edescribirlo, objetivamente: labilidad del yo ocult

ras una paradójica exacerbación del yoendencias gregarias y tribales, carácter imitativ

o mimético, actings pasionales explosivos eformas extremas de amor-odio, extrañamient

histérico narcisista (vergonzoso o exhibicionista



del cuerpo mutante, sumisión absoluta tras unmáscara de rebeldía reactiva, cierta pragmáticndividualista y hasta hedonista, tentación con lo

uegos de desafío y competitividad, con los dexperimentación, con los de vértigo y los estadoalterados. Pero curiosamente, allí donde noechina la flagrante y recurrente tontería d

describir un objeto positivo (el adolescenteriunfa una especie de verdad metafórica. Podemo

decir que al adolescente no se lo descubre ni se ldescribe: se lo produce, se lo sobredibuja, se lcaricaturiza. El adolescente es una creació

hiperrealista. El tema entonces no es eadolescente, sino la generalización funcional de sfigura y su concepto. La cultura de masas, el cinea televisión y la publicidad desbordan ejemplo

de esta fascinación del mundo contemporáneo coel adolescente. Sus grandes tragedias ocurren ahen acto o en potencia: conflictos territoriales dpertenencia o rechazo, la despiadad

competitividad, el comportamiento de manada co



de la desmentida: los reyes son los padres, lopadres son idiotas, no existen el bien ni la justicini las ideas y todo es un invento de viejo

nihilistas para someter y manipular la energía de lvida. Solamente existo yo y mi cuerpo y mibertad. Si Descartes, Kant o Hegel son adultoietzsche (Dios me perdone) es adolescente. Po

eso la pasión por Nietzsche en las últimas décadaes síntoma intelectual de algo.



ARTE URBANO. Un conocido mío observabhace muchos años que la esquina de 18 y Yaguaró

era un interesantísimo «analizador culturaurbano» del Montevideo que se estaba instalandoEl viejo edificio del diario El Día (bastióeditorial del Partido Colorado) y el cine-teatr

Trocadero eran ahora, respectivamente, MaroñaEntertainment [un casino y sala de juegos, con esestética tristísima, decadente y terraja, dalfombras, mangueras transparentes con lucecitapantallas, falsos dorados y porteros de libreahaciendo juego —y la expresión viene dos veceal caso— con la fauna de «jovatos pelandrunes» emperifollados que merodean por los alrededores una iglesia popular [(Dios es Amor, u Ondas d

Amor y Paz, en realidad no me acuerdo), empresprestadora de servicios de pequeños milagrondividuales, como «mantos o jabones de l

descarga», exorcismos o «liberación d

encostos», contratrabajos y conjuros d



predicadores con acento brasilero que atribuyen espíritus desviados el alcoholismo, el fracasaboral, la violencia familiar, un dolor de cabeza

a enigmática «visión de bultos» (Dios noguarde)]. La perfecta máquina incivil defetichismo del azar y la superstición montada casen el kilómetro cero de la ciudad, a pocos metrodel lugar que recuerda y conmemora la «gloriosgesta de don Frutos». Todos los signos sagrados duna sociedad laica o secular hecha de espaciopúblicos, que gustaba jugar a ser políticamenteducada, o culta, habitada por Rivarolas[4] qu

espiraban el aire del periodismo editorialista de un buen y discreto espectáculo teatral cinematográfico, eran rápida, completa violentamente profanados por la insoportabl

conografía de la superstición, de la adicción, deuego. Que en realidad no es sino la iconografí

kitsch o terraja del capital flotante desregulado, lespeculación, el beneficio y la ganancia (La

Vegas, digamos).



Da gusto jugar acá con la idea de Benjamin decapitalismo como forma extrema de religión dculto y ritual[5]: todo lo que el protestantismo evit

en iconos religiosos lo prodiga exponencialmenten publicidad, entretenimiento, superstición uego (que es el nudo verdaderamente religios

del capitalismo). Desde este punto de vista: ¿qudiferencia hay entre una iglesia popular milagreraun casino, un shopping center y un hotel cincestrellas levantado de la nada? Ninguna: todos soconos de la nueva religión profana, todos so

chirimbolos hipnóticos que indican la famos

muerte de lo social.Ahora las personas cultas y las Rivarola está

preocupadas e indignadas porque el complejo decine Plaza (ese sí situado en el propio kilómetr

cero de la «civilización uruguaya») ha sidadquirido por otra iglesia popular (o la misma: eealidad lo ignoro). Y salen corriendo a llamar a policía, a pedir la intervención del Estado par

que compre o expropie el edificio y cree u



«centro cultural». (Cabe señalar que «centrcultural» es lo único que se le ocurre a la Rivarolque pide expropiación, es decir, un centro d

espectáculos y entretenimiento de «estilo culturauperior»: no se le ocurre que, ya que se expropio se compra, en el edificio se puede instaladigamos, un centro educativo, una escuela, uiceo). Quizás detrás de esa protesta no haazones demasiado distintas de las de los vecino

de Carrasco que se resistían a la instalación deestadio de Peñarol: el suburbio residenciaepaquete se iba a llenar de chusma. Y la estétic

urbana es solo en apariencia una forma superficiade ver el problema. Basta considerar los proyectode construir complejos hoteleros en la zonultrarrambla de Punta Carretas o el Buceo, de lo

que ninguna Rivarola —que yo sepa— dijo nadaO levantar un centro comercial en el astillero dambla Sur. Me pregunto además si hubieraeaccionado del mismo modo si el complejo Plaz

hubiera sido adquirido por Henderson para abr



una sucursal de Tienda Inglesa. La fealdad de lciudad efectivamente existe: pero es la fealdaprofana del capitalismo urbano especulativo

desregulado (y no desconsideremos la haraganeríburocrática estatal). Y si vamos a luchar contrella, lo mejor es luchar en serio, y no comRivarola.



BULLYING, MOBBING. Ocurre que hubcongresos de mobbing y bullying en Montevideo

a delicada exquisitez de las expresiones me tentóAmbas locuciones inglesas remiten al horromaravilloso de la cultura contemporánea: el acosdel otro. La primera designa al acoso en la escuel

la segunda al acoso en el trabajo. Tambiéenemos el stalking o acoso físico, ecyberstalking y el cyberbullying , el acosnmobiliario (¿acoso inmobiliario?). Hay nicho

de mercado del acoso que todavía no han sidexplotados y que ya podemos ir sugiriendo parfuturas especializaciones, posgrados, congresoasesoramientos y terapias: el acoso en el ómnibuel acoso en el supermercado, el acoso en alta ma

acoso los viernes de noche, acoso religioso acoso filosófico, acoso de rengos de voz ronca, efin. Las dos expresiones (bullying y mobbingprevisiblemente, provienen de la etología

disciplina que estudia, describe y clasifica e



comportamiento animal. Esta variante social humana de la etología y sus estúpidoprocedimientos empírico-descriptivo

clasificatorios y de cuantificación ya es moddesde hace muchas décadas (hace unos ocho o dieaños inundaron el mercado con lo de las «tribuurbanas», por ejemplo). Buena parte de lociología y la psicología empíricas han clavadus artefactos en esta despiadada clasificació

policíaca de la conducta de las personas y de logrupos, o bien por el mero placer de describir fotografiar lo real (hacer una antropología urban

que se desplaza de los lejanos contextos exóticode principios de siglo XX, como las islas dePacífico Sur, al exotismo folclórico demulticulturalismo de las propias metrópoli

occidentales), o bien con la coartada de hacer unociedad más tolerante y más democrátic

«empoderando» a las víctimas, haciéndolas menovulnerables al comportamiento abusivo y al odio

enderezando a acosadores y sociópatas. E



programa televisivo Santo y seña[6] hace un muvaliente reporte periodístico en el que desnuda denuncia el timo y el embuste de los «mercadere

de la fe», que, oh novedad, especulan con lgnorancia y la credulidad de los indefensopobres para vender milagros, curacionedescargas y liberación de encostos. Pero nadihará nunca un programa de televisión en el cual sdesnude y denuncie a estos predicadorediplomados en PowerPoint que venden terapias empoderamiento, asesoramiento y orientación dautoayuda, apoyados en la obsesión de la masa co

a seguridad y exponenciando la obscenidad duna cultura que vive aterrorizada por el acoso deotro. Lo estúpido de nuestra cultura muchas veceoculta lo peligroso, lo atroz y lo infame, y eso l

vuelve dos veces más peligrosa e infame.Acoso, hostigamiento, intimidación, terror: es

mueve hoy la circulación de cuerpos, cosaenergías y lenguajes. Dividir la sociedad e

acosadores y víctimas, en predadores y presas e



blindar la máquina de la seguridad. La víctima npiensa en liberarse (ay de la liberación, ay de esueño loco y caduco): solamente busca se

protegida y amparada, o tolerada y no molestadaY el acosador, el perseguidor y el hostigador soun virus lleno de odio paranoico irracional, ndiferente e inmotivado, o sádico y sociopático

Estamos a años luz de algo como una sociedad.



CHETO. Corrió otro malestar y otro escalofrípor la democracia cuando el dirigente sindica

Gabriel Molina habló en un acto público de UTecho para mi País[7] asociándolo con los jóvenechetos de Pocitos que no saben qué hacer con siempo libre y deciden sentirse buenos y útiles

olidarios reuniéndose en un happening festivo untar dinero y a dar una mano para colaborar coel problema de vivienda de los más pobres. Eproblema estuvo en la palabra «chetos»

evidentemente. Chetos, conchetos, planchapichis. Hay muchas «ch» en nuestro mapcaracterológico. El aire liberal se defiendápidamente: cómo vamos a descalificar unniciativa buena porque no nos gusta el estilo d

aquel que la ejecuta o la ejerce; demasiado mal lha hecho a nuestra sociedad este maniqueísmo dpartir el campo en buenos y malos o en ricos pobres o en chetos y pichis; el objetivo e

combatir la pobreza y la vivienda indigna



provisoria, el odio de clase (esa formhiperrealista que usan los liberales para hablar da lucha de clases) no nos conduce a nada bueno,

a vimos esta película y sabemos cómo terminaetc., etc. Si la intempestiva clasista de Molinaconcentrada en la palabra «chetos», está pardesenmascarar un procedimiento y una lógica (lde la obscenidad de la caridad o la inmoralidadel capitalismo que muestra que los que puedeambién pueden organizarse para dar una mano os que no pueden —e incluso a los que no quiere

—, la de un capitalismo de legionarios de la buen

voluntad), ese gesto se pierde en el juego de lopinión correcta, en el impacto retórico dolorosdel sustantivo o el adjetivo «cheto», que atentcontra el principio básico de la democraci

iberal, que es el de una especie de paradójicarmonía de la desigualdad o de la injusticia que veces llamamos, cínicamente, «diversidad». Econtraproblema evidente es que, siendo este e

caso, también debe caer el propio Plan Junto



niciativa del gobierno que obedece exactamente a misma lógica que Techo: una estructura pervers

de donaciones, limosna y caridad apoyada en l

alegre utopía de un capitalismo que se redime, snvisibiliza y se desmiente a sí mismo en sugestos de solidaridad y ayuda al desposeído. Pera los demócratas liberales y a los caballeros de lantidiscriminación habría que hacerles notar quno es lo mismo decirle «cheto» a un joven de clasmedia más o menos acomodada que decirl«pichi» a un joven que apenas araña el umbral mábajo de la pobreza (exagerando la lógica, l

diferencia es parecida a la que hay entre decirl«linda» a una linda y decirle «fea» a una feaOcurre que, en buena medida, la lucha abstractcontra la discriminación es una «lucha cheta»: e

perfectamente solidaria con una ontología cheta, no hay nada que hacer. Si un sindicalista dic«cheto» hay un escándalo en la barca democráticapero si un cheto lucha por militarizar su barri

para controlar a extranjeros y low class tenemo



un buen ejemplo de microorganización territoriabasada en la solidaridad y el apoyo cooperativentre vecinos. El corazón del problema es es

malentendido llamado posneoliberalismo quviene siendo apoyado casi masivamente (porquos medios son de las masas): hay que combatir l

pobreza porque la pobreza es lo que impide edesarrollo. No. Hay que volver a las tiendaclásicas: la pobreza es el producto y el residuo dedesarrollo. Hay que combatir la riqueza (de la qucada vez sabemos menos, mientras que cada veconocemos con más exactitud las cifras de l

pobreza: niveles de ingreso o educacióndistribución territorial, hábitos, etc.), que no tienel mismo valor que «pobreza» en la etiología de lnjusticia. Hay que combatir al propio desarrollo.



COACHING, COACHING ONTOLÓGICO

Coaching es una palabra exquisita. Un coach es u

nstructor, un entrenador, y el coaching es lacción de entrenar o instruir a otros, calculo yo. Lfigura del coach debe oponerse entonceigurosamente, a la del maestro, el sabio, e

filósofo. El coach tiene un excedente beneficiospara el formato comunitario protestante de lcultura empresarial de masas que respiramodesde hace unos cuantos años: permite ligar aitular de un saber hacer , es decir, un sabe

práctico o pragmático de cierto inestimable valovital (trabajo, ocupación, oficio, arte, técnica), ques por definición transferible y que habla de ciertcapacidad del titular para adiestrar al otro, y po

otro lado, de ciertas condiciones de agitadoentusiasta, de una capacidad de motivar, alentaencender, contagiar al adiestrado con el climmismo de la energía emprendedora. Más (

menos) que una arenga o una retórica persuasiva



de propaganda, se diría que el coaching es lenergía misma que me liga con la práctica en lque estoy siendo instruido o adiestrado: un

especie de magia contagiosa que opera a través dun chamán. Así como los predicadoreprotestantes se recuestan siempre menos en edogma, en la fe o en la idea de la prédica que eos gestos poético-prácticos de contagiar a

auditorio con la verdad definitiva de la empatía: lcapacidad de hacernos llorar, o gozar, angustiarnos, o sentir miedo, o entusiasmo, enamoramiento. Los puños cerrados, las poses

as risitas desafiantes, las caras de hacerle frente o que sea, los cuerpos tensos no son signos de

bien: son muestras icónicas de su poder frente amal, al corrupto, a la adversidad, a los obstáculo

o a la amenaza.Ahora bien. Si coaching es una expresió

exquisita, coaching ontológico es poesía pura. Dodas formas, si la furia de la poesía no no

alcanza, contamos con algunas definiciones:



El Coaching Ontológico (ontos = ser,en griego), se ocupa del «ser», para luego poder «hacer» y por último «tener».

[…] Así pues, generalmente la preguntaes ¿cómo tengo que ser para lograr esto?,o ¿quién quiero ser? Y vinculado conquién soy, están mis modelos de mundo ymis paradigmas, mis creencias y misvalores, como esos vectores que rigen midiario accionar. [En definitiva, el coaching ontológico] es un entrenamiento ofacilitación para que cada uno sea como

quiera ser. En suma, con el Coaching Ontológico podemos: a. Desarrollar nuevas perspectivas, b. Elevar el nivel deconciencia, c. Trascender nuestros propios

límites, d. Desarrollar nuestra capacidadde trabajo en equipo y elevar la performance, e. Lograr resultadosextraordinarios[8].



Verdaderamente sorprendente: el capitalisma es un ethos radicalmente nuevo: es menos l

obligación de hacer buenos negocios o de triunfa

o lograr metas en un mundo competitivo que lobligación supersticiosa de combatir o conjuraaquellas fuerzas («internas», para el caso) que soponen y limitan mi potencial en un mundo que mofrece todo aunque yo esté distraído u obturadpor el lado oscuro de la fuerza. Me ofrece todoncluidos los coachs ontológicos. En Uruguay erabajo no abunda para personas mayores d

cincuenta años: creo que el año que viene m

anzo a dar cursos de coaching ontológico.



CÓDIGOS. Tal como es usada en fraseolemnes y estúpidas de contexto televisivo, de

ipo «yo tengo códigos» (Moria Casán ante laacusaciones de un comerciante) o «antes lodelincuentes tenían códigos» (declaraciones deministro del Interior, Bonomi, acerca de «lo

excesos inmorales de la delincuencia» en el mundde hoy), es una expresión trivial de la atroerritorialización de lo social en el mund

contemporáneo. La palabra «código», quizás estde más decirlo, remite vagamente a un ethos o una moral. Pero ni bien la miramos un poco más dcerca, entendemos que no es cualquier ethos. Poun lado, son estrictos artefactos de regla positivimple, del tipo «no se puede empomar a la muje

de un amigo», «no rastrillar en el barrio», «no haque ser delator», «no traicionar», etc. En una frasepodemos resumir: S «hay límites para lo qupodemos hacer para obtener lo que queremos»

Esos límites son los códigos: algo así como la



eglas de oro de la robótica de Asimov. Y algo deso es exacto y menos metafórico de lo quparece: allí donde la Ley, el concepto (siempr

negativo) de Ley es el espacio de lo razonable, edecir, la Ley se razona y por eso es humana, locódigos son simples algoritmos o instruccionepositivas: una mecánica real que indica puntoeales de imposibilidad o de inexistencia.

Por otro lado, los códigos funcionaigurosamente dentro de algún segmento

perímetro parcial de lo social (tribu, grupocomunidad, individuo), por lo que la parcialida

de los códigos debe entenderse contra luniversalidad de la Ley. La Ley, digamos, define eespacio de todos o de cualquiera. Los códigodibujan la forma próxima del «nosotros» (siempr

contra un «ellos»). Códigos es, en cierto modo, lutopía del grupo y de la tribu siempre amenazadopor un afuera enemigo y hostil. Es la amoroshermandad biológica y célibe de una comunida

que necesita crear anticuerpos contra sí misma



Hay códigos militares, códigos de delincuenciacódigos mañosos, códigos carcelarios, códigomédicos. Seguramente habrá códigos d

violadores o de pedófilos. Es decir que, casiteralmente, los códigos arman al grupo contra lLey social y son típicos subproductos de lcatástrofe del Estado. Códigos es lo que no estpermitido hacer en el juego de roles, mientras qua Ley social es lo que me permite salir del jueg

para pensar y juzgar el juego. Esta consagracióheroica de las morales parciales (la ética en tantque artefacto reglamentario para un mundo cuy

destino es enloquecer o salirse de órbita) es lexpresión más rigurosa de la irrespirabldemocracia posmoderna. Puros dialectos sienguaje. Pero eso no es todo. Los códigos remite

iempre a un mundo militar arcaico: hay códigode honor, códigos de lealtad, códigos de prestigioEs decir que los códigos arman al grupo com«máquina de guerra», precisamente, par

defenderse de la Ley social y del Estado (par



omar la idea de Deleuze y Guattari que diceomarla de Pierre Clastres)[9].

La secuencia es: los códigos se enciende

cuando se apaga la Ley, así como la tribu senciende cuando se apaga lo social, y lo territoriae enciende cuando se apaga lo universal políticoo women, no children, repetía Léon, el asesino

ueldo de la película de Luc Besson: eso es tenecódigos.



COMUNICACIÓN. Una de las pequeñagrandes palabras de la democracia libera

contemporánea. Es decir, uno de los fetiches de lutopía liberal contemporánea. Hay una «teoría da comunicación» y unas «ciencias de l

comunicación» que tramitan el perpetuo

limitado estado de comunicación de todas y caduna de las partículas del cuerpo social. Lcomunicación es menos el cemento que cohesional todo social (como decía Louis Althussehablando de la ideología) que el lubricanthabermasiano que permite el buen funcionamientde la megamáquina y que nos proporciona eplacer extra de sentir o vivir a esa megamáquinglobal funcionando suavecita y aceitada, como un

prótesis y una potenciación maravillosa de nuestrpropio cuerpo. Cada uno de nosotros es unerminal nerviosa en el gran sistema nervios

periférico global. Cada uno se excita y comunic

u energía. Y eso compone la trama capilar de l



enorme red informativo-expresivo-comunicativaEs la consagración plena de la fantasíesquizofrénica deleuziana de una constelación si

centro y sin periferia, en la que estamos sin estaen forma anónima, sin compromisos simbólicoin filosofía, sin ideología y sin dogma. Sieligión y sin destino. Por fin liberados de nuestra

estúpidas obligaciones civiles y de nuestraautoritarias identidades sociales. Una gota de aguen el océano nietzscheano del devenir. Solexcitándonos y comunicándonos, de cuerpo cuerpo. Es el mercado mismo.



CRISIS. Antes, concepto clásico que habíaetomado los modelos filosóficos crítico

modernos y la dialéctica hegeliana. Hoy la palabrobrevive en la cultura empresarial y en lo

consejos de autoayuda, usada copiosamente poconferencistas y predicadores de PowerPoint. L

nueva etimología recurre a la combinación de dodeogramas en la que los chinos supuestamentcondensan las nociones heterogéneas y hastcontradictorias de «peligro» y «oportunidad». Lnoción se desplaza, ligada a la vaga ensoñacióutópica del milenario exotismo oriental, a lalternativa de una cultura del pensamientositivo. Los occidentales modernos hemos sid

negativos, amargos y nihilistas. No hemos sabid

ver la oportunidad en la crisis. Todo era uncuestión cultural, de simple perspectiva.



CULTURA. Cultura es todo, y todo es culturaEso se sabe. El filósofo francés Alain Badio

observaba que en el aire ilimitado que respiramodesde hace treinta años en el llamado «capitalismardío» cultura es una versión biodegradada de

concepto de arte (así como gestión

administración es una versión biodegradada dpolítica, o sexualidad una versión biodegradada damor, o técnica una versión degradada de cienciaY esa degradación misma es significativa, ya qupermite afirmar en un campo ilimitado la merpositividad de una cosa o un hecho, ocultando unapuesta que supondría un riesgo (el riesgo de uenguaje o de una teoría), y solamente ese riesg

nos pone camino a la verdad. Si digo que tal o cua

cosa es arte, inevitablemente estoy diciendo, pouna especie de negativo fotográfico, que existe poo menos una cosa que no es arte o que es no arte

Si digo que algo es bello estoy diciendo que exist

otro algo que no lo es. Un concepto o un juici



iempre se hace cargo de su responsabilidapública al partir el campo entre el ser y el no ser en esa responsabilidad siempre hay un

comparecencia ante el Otro y ante lo Social (eGran Otro), hay una lógica y un lenguaje. Lpalabra cultura, precisamente, me arrebata escomparecencia y por tanto me sitúa al margen doda responsabilidad ética. Pues cultura pertenec

no a la lógica del no-todo sino a la no-lógica deodo. Todo es arte (cultura) quiere decir que un

especie de panestética de memoria ecológicmuseíza o fetichiza todo objeto, todo acto o tod

producto en el orden de un Sagrado Absoluto. Ques un improfanable absoluto, diría GiorgiAgamben. Si me tiro un pedo, grabo el sonido ogro embolsar o encapsular el gas, creo u

dispositivo que activa la banda sonora cada veque un curioso abre la bolsa y respira el efluvio uego le estampo mi firma de artista célebre, nolamente estoy sacralizando el pedo en tanto art

ino que, antes que nada, estoy sacralizando e



propio gesto de profanar lo sagrado del arte. Afunciona la máquina: muestro como algo sagradmi propia capacidad profanatoria (que ya no es ta

por otra parte, pues antes de ponerse a existir yha caído de rodillas ante lo sagrado). Y eso, y notra cosa, es el arte hoy. Cultura da un paso máodavía, si cabe. Ni siquiera hay una volunta

profanatoria que se sacraliza, sino una mera magio un mero empuje sacralizante. Todo tiene derecha existir, y no solamente como algo único, singulae irrepetible, sino, sobre todo, en los límites de lpreservación ecológica: formas, hábitos, estilos

dialectos minoritarios, extintos o en vías dextinción. Dignos de cierta preservación en eespacio sagrado del museo. Por eso la lucha destas formas minoritarias siempre tiene algo d

antipático, en tanto ancla en una simple lucha poel reconocimiento (derecho a existir).



DEMOCRACIA. Así circula hoy, en el densaire liberal contemporáneo, la liviana idea d

democracia. Comúnmente se la entiende como unforma política o un modo de gobierno: el gobierndel pueblo. La palabra es buena, evidentemente, el concepto también. Se opone a aristocracia, e

gobierno de unos pocos o el gobierno de lomejores. O, más épicamente, se opone a la tiraníaa las dictaduras o a toda forma centralizada depoder. Esa oposición suele ser virtual u obsesivaa «fe democrática» es una garantía de que e

pensamiento político no se va a situar cerca de lopoderosos y de los tiranos. El totalitarismo, uEstado planificador, racionalizador, codificadoburocrático, omnipotente, ha aparecido como e

gran monstruo de la segunda mitad del siglo X

Auschwitz, el Gulag) y la noción d«democracia» viene con esa herida imaginariademocracia no es sino un anticuerpo o ciert

garantía de inmunidad contra la enfermeda



otalitaria. Después de 1985, en Uruguay, esógica del daño o de la herida se instala co

fuerza. «Nunca más» quiere decir también que

habiendo perdido lo más valioso que una sociedapodía tener, debíamos entonces defender ese biede cualquier exceso o de cualquier distracción: esos excesos incluyen un espectro amplio que vdesde la ansiedad de las utopías fáciles y laentaciones del poder hasta la propia idea dusticia. Finalmente, es un poco inevitable, todo e

asunto se dibuja en una forma extrema. Se vive uencierro en el juego horizontal perverso entre e

poder despótico y los intercambios librecomercio, comunicación, expresión), una especi

de pulseada interminable entre el Estado despóticotalitario y la libertad absoluta, que tiende a deja

fuera a la política —y que no pocas veces, sdiría, tiene como objetivo dejar a la política fuerdel juego social—. Este aspecto estrreductiblemente presente, en potencia o en acto

en este concepto liberal de democracia cuya marc



de nacimiento, precisamente, es la reacción reflejal poder centralizado. Se trata de una mecánicmaginaria de acción-reacción. A mayores monto

de miedo al poder, mayor la huida a undemocracia sin política, una especie de reductpsicótico de la libertad. Pero libertad radical

stado despótico no son nociones antagónicaMuy por el contrario, son nociones profundamentolidarias: están construidas precisamente por l

misma lógica imaginaria que las conecta y lapone a funcionar juntas. Yo ideal e ideal del yo. Lcosa ha llegado entonces a un extremo en que l

democracia parece funcionar como un contravalode la propia política. Y lo peor: se trata de undemocracia real. Pues, en rigor, es el pueblo eque gobierna, en una versión transpuesta

erminal: la máquina medios-masa. Fantasíutópica de una democracia directa en la que lclase política funciona como mero ejecutor de lvoluntad liberal de los medios a través de l

opinión pública (la masa). La tarea hoy



evidentemente, es menos defender la democracique inventar la política.



DINAMISMO. Palabra mágica y buena qucondensa el movimiento incesante del mund

contemporáneo. Remite a una fuerza inmanente qundica el buen flujo y la buena circulación de l

energía en un sistema cerrado como el cuerpeconómico, el cuerpo social, el cuerpo de l

empresa, el cuerpo médico-anatómico individuael cuerpo conductual-comunicativo. «La industriecuperará dinamismo en mayo» (y eso es bueno

«el crédito total al sector privado creció 1,4% emarzo de este año, mostrando un mayor dinamismespecto a febrero pasado» (y eso es bueno), «l

eligieron para el puesto debido a su dinamismo»«tome Garompa y obtenga gran dinamismo tantfísico como mental». Dinamismo se emparent

evidentemente con vitalidad y con estímulo, y spelea con pensamiento y con deseo.



DIVERSIÓN. Los filólogos saben que diversumes supino de divertere que quiere decir aleja

Este «alejamiento» se ha convertido en un valouperior de la cultura de masas y del advertising

Lo divertido, formas agradables de pasar eiempo libre, se opone, ciertamente, a lo aburrido

a la monotonía, al fastidio, al romántico baudeleriano spleen, al tedium vitae. Unomarcadores o unos lápices de fibra corren uncarrera vertiginosa por una pista tipo Meteoro montaña rusa: son divertidos, contrapeso de sfunción monótona o burocrática de escribir, sacaapuntes, subrayar, etc. Un ama de casa baila uncoreografía que incluye una pistola que lanzchorros antigrasa de los que salen florcitas

mariposas: al cabo de unos instantes, toda lfamilia de boludos la acompaña en la coreografícon la consigna de «evita el restregadfastidioso». Unas hamburguesas con las orejas d

Mickey Mouse son divertidas. Unas mannequin



ovencísimas se prueban ropa, pero antes que nade divierten: se ponen puntaje entre ellas, se ríe

como para ser fotografiadas para el álbum d

Facebook, otras hacen piruetas con unas bengalao soplan tierra de colores, ponen trompita o salta bailotean inmotivadamente. Lo obvio y l

obtuso: no importa que las hamburguesas seacomestibles, que el limpiador quite efectivamenta grasa, que la ropa les quede bien, que lo

marcadores escriban: importa que sean divertidoo cool , que nos metan en ese mundo mágico dCharlie y la fábrica de chocolate.

Otros cortos publicitarios mostraban eproceso de producción de una gaseosa y de uncerveza: en uno, dentro de una máquindispensadora de refrescos había enanitos

duendes tipo Oompa Loompa que hacían pequeñadiabluras o magias divertidas con maná y hielo maquinitas voladoras para que de ese divertidcarnaval posfordista surgiera la helada botella d

efresco. En el otro había unas azafatas sensuale



que bailaban y hacían percusión con baldes anques, y con ademanes de sacerdotisas pagana

daban la vida, la densidad, el color y l

emperatura ideal a la cerveza. El trabajo, eproducto y el consumo están hermanados por latmósfera mágica de lo cool . Pero la diversióparte del consumo y solamente apunta al tiempibre: el trabajo es deber, y obviamente la llamadociedad de consumo y el espectáculo y s

convocatoria a la diversión se instalan como unéplica lineal transgresora del ethos de l

austeridad aburrida y fastidiosa del trabajo y e

ahorro protestantes. Una especie de estética purde chicharra contra hormiga. El tiempo libre euna de las principales industrias deposmocapitalismo urbano, y ahí es que l

diversión alcanza la fuerza de un imperativo lega a tocar y a contagiar el propio trabajo. E

asunto ahora es que ya no solamente tengo derecha divertirme, sino que tengo la obligación d

divertirme o de ser divertido. El trabajo, l



educación, los negocios, el amor, las relacionefamiliares, la militancia política o lo que sedeben ser divertidos. Todos somos duendecito

que hacen diabluras y se divierten —aunque esdiversión sea endogámica y narcisista, no tengotro destino que sí misma y no germinabsolutamente en nada nuevo—. Es una formarga y derrochona de regresar al tedio y al spleen

O de vivir amenazados por el demonio deaburrimiento, al que conjuramos con la soluciómaníaca de llenar todo hueco con la estopa de ldiversión y de lo cool . Ya no hay sujeto, Her

Kant; ya no hay espíritu, Herr Hegel, ya no hacamino a lo nuevo: ahora hay pequeños duendeque se divierten con lo viejo. Y quizás los artistacontemporáneos son su más lograda metáfora.



EMPATÍA 1. No recuerdo cuál era el enésimema decisivo que se estaba debatiendo en el tal

how televisivo Esta boca es mía, uno de lopulmones de la democracia mediática uruguayasí como Santo y seña es —supongo, pues nunco vi— el pulmón del neoperiodismo y Códig

aís el pulmón del informativo yuppie). Creo quransfobia y «crímenes de odio», a propósito dos últimos asesinatos de travestis. En la últim

fonda de opiniones, puntos de vista y sugerenciaacerca del tema, en la que la ecuanimidad tolerantda invariablemente el tono de todo el intercambioalguien dice: «todo esto que se plantea está mubien, pero ¿y la empatía?, porque eso es lfundamental: por más que avancemos no habremo

ogrado nada si no conquistamos cierta empatícon ellos» (se refiere a las minorías que sufrencalculo). Todo el mundo asiente silenciosamentcon un aire grave y profundo. Como toda mi cita e

de memoria, me voy a permitir excesos literario



En definitiva, contra el odio no bastan las medidaformales tales como investir a las minorías coecursos jurídicos extraordinarios, o redoblar la

medidas territoriales de seguridad como poner upolicía por cada persona vulnerable. Tenemos quograr (y ese «tenemos» remite a toda l

comunidad, supongo) cierto estado ddentificación plena sensible con el otro. Tenemo

que convertirnos en los dobles o en los gemelodel otro. Tenemos no que saber sino quexperimentar cómo siente el otro, cómo sufrecómo disfruta o cómo goza. A eso lo llamamo

empatía. Una especie de transustanciación: sentcomo el otro, sentir con el otro, sentirnos el otroSer su cuerpo. Lo interesante es que esexperiencia alucinatoria, esa magia mimética s

asocia con el saber (no sabemos qué es una mujei no somos mujeres, no sabemos qué es un travesi no somos travestis, no sabemos qué es un negri no somos negros, etc.), y nos propone un

especie de fantasía de paz social definitiva



contracara panhumanista radical de una comunidaviolenta que excluye, segmenta, segrega, odia iende a exponer sus problemas en término

policíacos, sanitarios o jurídicos) de seguridadLa empatía dispara las llamadas «campañapúblicas de sensibilización»: obscenidad icónicde la cultura de masas destinada a hacernos ser eotro, en el sentido de hacernos sentir como el otroponernos en los zapatos o en el cuerpo del otrodel otro menor o del otro victimizado. Es clarque ese mamarracho fusional utópico nos aleja doda posibilidad de tener un concepto o u

ignificante del otro, de tener leyes, lenguajeeoría, y, en suma, de tener política y sociedados consagra como un gran sistema nervios

periférico, un campo unificado en el que todo

vibramos en la sintonía del otro: nos excitamorasmitimos, comunicamos. Todo opera po

contagio. Quizás ni valga la pena observar quempatía no es el antagonista o el antídoto de odio

de violencia o de seguridad. Son, en todo caso



momentos de la misma lógica. Ser el otro quierdecir no tener hipótesis alguna sobre el otro. Eenunciar a colocarlo en nuestro lenguaje,

problematizarlo, a decirlo y a ser dicho. Es unenuncia a toda ética propiamente política.



EMPATÍA 2. En el cine, el empático es emédium. Cierta exacerbación de la sensibilidad l

arrasa a vivir, experimentar y sentir como el otrcon solo mirarlo a los ojos o tocar su mano. Eempático «ve» o «siente» los fantasmas del otroasí como el médium ve o siente los espectro

durante un trance. El otro se expresa o smanifiesta a través de él, directamente: simediaciones, sin interpretaciones, siconstrucciones simbólicas de ningún tipo. Es eentido exacto del término «expresar»: exprimi

hacer surgir algo por el efecto casi mecánico duna presión. Ese algo surgirá puro, sin metáfora nntermediarios artificiales: pura mimesis, pur

contagio, pura empatía. Alguien trasmite la voz de

otro, así como los medios cada vez más se dedicaa ofrecernos el canal físico para trasmitir nuestránimo, nuestro humor y nuestro fantasma.

La empatía logra hacer de lo social un camp

unificado de nervios que se excitan, comunican



de lo animal. Etcétera. Ya no hay ser, sol«devenires».

La diferencia entre empatía y transferencia e

abismal. La transferencia supone la aceptación dun lenguaje social que me permite pensar y decal otro (y, paradójicamente, al mismo tiempo mmpide pensarlo o decirlo plenamente). Y

precisamente acá se sitúa el problema de lo sociacomo minoritarización o victimización del otroesa identificación plena y masiva, hiperrealista hipersensible con el dolor o con el placer del otro, en suma, con el cuerpo del otro. Ciertament

nunca podría haber algo como una «ética de lempatía», o una «legislación empática» o un«teoría de los devenires», ya que por definición lLey o la teoría es un lenguaje que toma el riesg

de la universalidad, que se asume como un tercermposible. Por eso, se diría más bien al revés: l

ética política o la Ley solamente pueden surgcuando superamos cierta tendencia empática

cierta tendencia a ser el otro, o, más radicalmente



cierta tendencia a devenir-otro.



EMPODERAMIENTO. Es una palabra groseraque resucita, supongo yo, gracias a la voz sajon

empowerment , y que el Diccionario panhispánicde dudas define así: «Conceder poder a ucolectivo desfavorecido socioeconómicamentpara que, mediante su autogestión, mejore su

condiciones de vida».La palabra en cuestión ha migrado de ciertcontexto emancipacionista, como la educaciópopular, de los años 60, a las formaasistencialistas liberales de discurso único quejercen su dominio sin esfuerzo y sin límites en lcultura actual. Si en Paulo Freire, digamos, lpalabra remite a la construcción de una autonomíauna subjetividad, una conciencia o un «para sí»

desde los 90 del siglo pasado se inscribe en easistencialismo desarrollista por el que laagencias de cooperación o los organismomultilaterales abren el gran himno empresarial qu

comenzaríamos a entonar todos en el Terce



Mundo. Pues el problema del empoderamientoque siempre remite a la multiplicidad fragmentaride sectores minoritarios o sumergidos

desprotegidos o vulnerables («en situación dvulnerabilidad»), es —aunque suene obvio— eoder . «Conciencia» es una palabra demasiad

filosófica e intelectual, y, por otra parte, tiene uextraño e incómodo atributo: no existe. En cambio«poder» es un objeto positivo, singular y tangibleuna instancia práctica en la que podemos operacon nuestras propias «herramientas»«capacidades», «voluntad», «iniciativa»

«espíritu emprendedor». Así, el desarrollismo, eu combate a la pobreza y a la marginalidagrandes obstáculos para el desarrollo capitalist

creados incesantemente por el propio desarroll

capitalista), asiste y empodera en la creación duna actitud microempresarial generalizada capade desligar la pobreza de su dependencia deEstado como proveedor de empleo y servicio

capaz de proveer a las grandes empresas de man



de obra entusiasta y pobremente sindicalizaddesproletarización de la fuerza de trabajo, uno dos pilares del posneoliberalismo), y capaz d

eemplazar el problema de la crítica social política por un formato de prédica protestante dautoayuda, lleno de «se puede», d«autoconfianza» y de «actitudes positivas». Y santes había una verdad política en la conciencia da alienación, hoy el poder, en tant

empoderamiento, es como cargarse las pilas, comel grito de He-Man apuntando al cielo con sespada.



EMPRENDER . Tradicionalmente abordaacometer, comenzar una acción. La palabra,

ravés de sus voces emprendimiento, emprendedo hasta emprendedurismo (solo escribirla provoc

cierta vergüenza), adquiere un lugar central en ediscurso global de la economía, los negocios y l

empresa de los últimos veinte años. Hoyemprendedor es empresario. Pero no cualquieempresario: es aquel que toma el riesgo (nnecesariamente económico, aunque la inspiracióea la economía) de comenzar una emprescuriosamente, en este contexto a la empresa se llama idea). Emprendedor es el empresario quiene iniciativa, creatividad, astucia, gana

voluntad, empuje. Transposición de ciertos valore

brutales, épicos o guerreros, de competitividad conquista. Emprendedor fue, se diría, una palabrcasi destinada exclusivamente al Tercer Mundo y as zonas devastadas por la desregulación d

economía, mercado y trabajo. Un sistema qu



produce pobreza y marginalidad se enfrenta aproblema irónico de que esa pobreza y esmarginalidad endémicas empiezan a ser lo qu

obstaculiza e impide el buen funcionamiento deistema. Así que hay que reinyectar capital en lazonas oscuras, heridas y dañadas. La soluciónaunque de corto vuelo, es verdaderamentnspirada. Una estúpida ética protestante de l

autoayuda y del voluntarismo tipo sí se puede o dt by yourself logra convencer a la masa de qu

pobreza y marginalidad tienen que ver con uncultura, con una actitud pusilánime, acobardada

esignada que debe ser contrarrestada por epensamiento positivo. El sistema ponoportunidades al alcance de la mano: el problemes que nuestro espíritu negativo nos impid

econocerlas. A escala nacional, el mitdesarrollista toca resortes psicológicos similareEn la última década del siglo pasado y en lprimera de este, los organismos multilaterales d

crédito (FMI, BID, BM) o las instituciones



programas de cooperación para el desarrollPNUD, programas nacionales o regionales d

asistencia al desarrollo de las naciones pobre

etc.) movieron toneladas de dinero para la gestió la asistencia a emprendedores, emprendimientocultura del emprendedurismomicroemprendimientos, etc. También aparecieroprevisibles iniciativas de ligar el pequeñesfuerzo económico de autosuperación con ciertespíritu religioso perdido, organizando una nuevcomunidad mística de microemprendedoreiglesias como Ondas de Amor y Paz, etc.), o co

el minoritarismo (emprendimientos dafrodescendientes, de mujeres solas, etc.). Así, eueño de dejar de ser un cuentapropista o u

buscavidas por fuera de los aparatos estatales d

egulación y pasar a ser un microemprendedor o umicroempresario itinerante del sector alternativnacks (antes se llamaba garrapiñero) movió gra

parte de las energías sociales en los últimos veint

años. Y lo que es peor: el sueño de ser uno s



propio jefe, de flotar en el aire liberal de lflexibilidad laboral, de ser dueños del tesoro dnuestros propios medios de producció

subcontratación y outsourcing , teletrabajo, ventde servicios o de bienes inmateriales, contratondividuales, etc.) trajo una especie d

desproletarización masiva de la fuerza de trabajoYa no hay explotación, ya no hay antagonismentre capital y trabajo, eso es parte de los tiempooscuros del capitalismo industrial: hoy todocoordinamos nuestras energías emprendedorapara llevar la economía al desarrollo

Competitividad, agresividad, lucha no por lomedios de producción sino por el territorio comcondiciones de producción. Esto es, máquinas dobrevivir, de obtener beneficios, de maximiza

as potencialidades (capacitación, cursoempoderamiento), etc.



ESTIGMATIZAR . Un verbo antipático que se hoído demasiado en los últimos tiempos. Deriva

obviamente, del sustantivo estigma, que quierdecir algo así como marca indeleble. El verbo ecuestión tiene ecos imprecatorios terribles y se lpodría oír en frases como las que siguen: «primer

e insultaré, luego te estigmatizaré y por último tgolpearé», o «no estigmatices lo que no conoces»o «lo único que lograrán con esas medidapolicíacas es estigmatizar a todo el barrio». Es unde esas palabras que parecen haberse caído dearsenal de algún tipo de sociología asistencial que todavía conservan cierto poder mágiccontagioso de hacernos un poco más buenos o upoco más despiertos ya que seguramente si somo

malos es por ignorancia. Pues estigmatizar tienque ver indudablemente con cierto automatismdel prejuicio, que tiene que ver a su vez con ciertautomatismo del miedo: se fabrican sociotipos

psicologías elementales e hipertróficas, destinada



al odio y nacidas del miedo y el prejuicio: eprejuicio racial, machista, patriarcal, letrado, efin, que deposita su miedo en un otro marcado

estigmatizado (un negro travesti ignorantedigamos). Pero, ánimo: la palabra «estigmatizara indica el comienzo de una terapia, indica ciert

voluntad de curarnos: decir «estigmatizar», darnocuenta de que se estigmatiza, o (lo que es máhonesto y valiente) darnos cuenta de que llegado emomento nosotros mismos estigmatizamos y de questamos heridos por la paranoia y el odio es eprimer paso de una especie de purga discursiva d

o social que comienza por la anagnórisis y lconfesión. Estigmatizar es así un verbo que apunta la culpa. Entendemos que todo era, finalmenteuna cuestión de actitud cultural. Todo es cuestió

de reprogramar nuestro automatismo estigmatizant convertirlo disciplinadamente en su contravalo

que es, por supuesto, tolerar. Tolerar al otroeconocer y aceptar la diferencia, asimilarlo a u

esquema imaginario de convivencia pacífica capa



de neutralizar el prejuicio y el odio. Eantagonismo social (que haya ricos y pobredigamos) o el hecho de que el facilismo de l

cultura de masas instale por defecto una lógicerritorial bestial de marcas y estigmas (incluscon la coartada del carnaval de la tolerancia y econsumo) pueden ser neutralizados con una buen abierta actitud liberal. Pero es claro que entr

estigmatizar y tolerar no hay un verdaderantagonismo. No hay sino un mínimo sesgo destilo: tolerar es obligar al odio a adquirir unforma pacífica, torcer toda capacidad de pensar l

ocial a un buenismo tolerante que termina poegitimar en forma radical toda injusticia.



FETICHISMO. Si, como dice Marx, hay (por lmenos) tres instancias en la vida de la mercancí

—producción, circulación y consumo—, lmercancía parece encontrar hoy su punto dverdad ya no en la producción (el principaeslabón en los análisis marxistas clásicos), y n

iquiera en el consumo, sino en la circulación. Lproducción, desde hace un tiempo, parece habequedado huérfana de las grandes utopías que lcobijaron desde Marx: trabajo como realizacióde la esencia del hombre, lugar donde se traza eantagonismo fundamental y donde se encuentra eujeto revolucionario capaz de subvertir todo eistema, desarrollo y liberación de las fuerza

productivas, etc. Y el consumo es cada vez meno

ese lugar donde podríamos plantear nuestra sordalienación con respecto a la mercancía y (con uesfuerzo) ser conscientes de que estamohipotecando, por ella, nuestra soberanía subjetiva

El consumo es simplemente la muerte de l



mercancía en un punto paradójico que ya lprepara de antemano para su renacimientnstantáneo: fin y renacimiento perpetuos, como u

oop psicótico, de los sueños y fantasías dpropiedad, de posesión, de tenencia o dacumulación, o del horror de no tener o de perdeetc. Porque está claro que consumir no es tener apropiarse de algo, aunque ese engaño (o escontradicción) esté implícito en cierto modo en lpromesa del consumo. Una vez que se enciende eoop ya no importan las fantasías del teniente o de

propietario: somos adictos. Ya no queremo

poseer nada sino simplemente aliviar una ansiedao un apetito. La última chispa del sujetemancipatorio se apaga en la cadencia sorda ranquila de la vida, el cuerpo, el goce, el place

el dolor o el miedo. Y así la mercancía es devuelta la circulación y se consagra en su reinlimitado. La circulación es el movimient

perpetuo del mercado, la equivalencia, la oferta

a demanda, los intercambios, la publicidad, l



comunicación. Distribución, exhibición, muestraespectacularización y fetichización extrema deobjeto parcial bajo la forma sobrenatural de l

magen y la publicidad.El mercado es la sístole y la diástole entrnuestro ello y nuestro superyó, o, mejor, entrnuestro yo ideal y nuestro ideal del yo. Es lespiración misma de nuestros cuerpos viviendo e

«eterno día tranquilo» de los procesos primarioaunque esa tranquilidad esté atravesada en formangrienta por la violencia, la ansiedad, el dolo

el poder). La circulación y el mercado son la vid

misma, la insignificancia o la insensatez de la vidmisma. ¿Y por qué un viviente habría de preferir lnegación y la problematización (social) de la vida la redonda tranquilidad afirmativa de vivir? ¿Po

qué un cuerpo elegiría voluntariamente convertirsen sujeto? Ese es el gran lío político hoy. Npodemos leer nuestras comunidadecontemporáneas de circulación y consumo con la

herramientas clásicas de la crítica de la ideologí



la interpretación de las transferencias neuróticaqué fantasías de poder, propiedad o inmortalidad

o qué miedos o terrores, etc., están funcionand

ordamente en el síntoma consumista). Hay que daun paso más radical. Hay que postular que nomos sujetos, sujetos alienados en el juego de

mercado y del consumo. Somos nervios, vidas cuerpos. Cuerpos hipnotizados, extasiados amenazados. Ahora hay que construir, con esmateria bruta, Sujeto.



HAPPENING. Ocurrió el enésimo tiroteo civen Estados Unidos. En la tele, la noticia s

econoce inmediatamente, sin necesidad de títuloni de cintillas aclaratorias, por las tomas aéreahelicópteros, supongo yo) de las instalaciones eas cuales ocurrió la balacera. Es una especie d

marca estilística de género. Ahora resulta qualguien armado hasta las pelotas irrumpió a loiros a izquierda y derecha en una escuela primari

de un pueblito de no más de veinticinco mpersonas. Mató a veintisiete, incluidos veintniños. Inmediatamente ocurrió otro en un hospitaen Birmingham, otro había ocurrido en un centrcomercial en Oregon, otro en un templo eWisconsin, otro en un cine en Colorado, otros e

as calles de Nueva York, Chicago, Filadelfia, efin. Treinta y dos víctimas había habido en el deecnológico de Virginia, trece en Columbine, etc

¿Es que no hay tiroteos en otras partes del mundo

¿No hay matanzas o balaceras, incluso de esas e



as que el Departamento de Estado de EstadoUnidos, la CIA o la inteligencia militar o la OTANo lo que sea están profundamente comprometido

en grados de responsabilidad absoluta? ¿Cuántoniños palestinos, sirios, vietnamitas, serbiobosnios o croatas, libios, libaneses, iraquíeafganos? Pero el problema no es ese, obviamenteEl problema es el profundo enigma, el bloope

negro e inexplicable, del mass killer . ¿No son locrímenes religiosos, las ejecuciones ideológicael terror del Estado, los linchamientos pofanatismos y odios culturales, raciales o sexuale

formas precisamente antidemocráticas deasesinato, modalidades que delatan que algo de lestructura misma de la convivencia democrática de la tolerancia no está funcionando bien y po

anto debe ser corregido, modificado, enmendado reformado? Supongamos por un segundmperdonable que esa paparrucha es verdad. Per

el problema acá es lo inmotivado de la acción, o

en cualquier caso, la desproporción entre la



azones expuestas y ese pasaje al acto sangriento masivo. De pronto un púber inofensivo pusilánime toma un arma de asalto y mata a quinc

compañeros de clase. Son casos que pareceituarse más cerca de una fenomenologípsiquiátrica individual que de algo sociaimbólico, colectivo o político. Es algo del orde

de la anomalía o del accidente en estado puro. Lespuesta, aunque no exista, es doble. Por un lada etiología social de este tipo de happenings: es

fracaso radical de lo simbólico, la hermandaprotestante imaginaria, sin espacio (aunque habit

grandes ciudades cosmopolitas), que solamentadopta formas hipertróficas terminales del amor del odio. Por otro, una comunidad que se armhasta los dientes con pistolas, rifles de repetición

armas pesadas de asalto y cuchillos dobrevivencia, y espera y se prepara para e

advenimiento de lo peor, profesores de«sobrevivencialismo»: un ataque terrorista, un

peste aviar, un tiroteo en el kinder . El mass kille



es un happening , y el más norteamericano de lohappenings, un accidente puro, una anomalía reaen la fenomenología psiquiátrica, porque ha sid

construido por una ontología militar del cálculode la seguridad, de la racionalidad predictiva, demiedo extremo en una sociedad que se odia. Estoon crímenes democráticos, o, incluso, crímene

de la democracia. ¿A alguien se le ocurriríasociar la muerte de los veinte niños en el tirotecon la tierna frase dolosa del presidente Obama«¿qué podemos hacer sino abrazar a nuestrohijos, cuidarlos, protegerlos, decirles que lo

amamos?»? Pero la contradicción es solaparente: ambas reposan en la misma lógica.



HISTORIA. Me hice usuario del servicio delevisión por cable hace relativamente poc

iempo (algunos meses, digamos). Y lo hice poazones infames: poder driblear la trasmisión de l

Teletón sin dejar de mirar un poco de tele hacia lnoche, que es cuando me convierto en una person

ntelectualmente bastante pasiva. La cosa eerrible. Me sorprenden los documentales y locanales de documentales, ya que suelen venacompañados de la coartada didáctica o de leriedad o de la cultura, etc. El objeto maravillos

de esta cultura de la divulgación televisual es, sidudas, History Channel. Ignoro su evolución y suavatares, pero no me cuesta gran cosa imaginaque su trabajo investigativo debe de habe

comenzado con esas arqueologías de lo reaconcreto. Una serie de registros pictóricos quparecen indicar que una duodenitis grave afectabal emperador Napoleón, que Lincoln tení

párkinson o que el príncipe Louis Ferdinand tení



una saginata que le complicaba la vidaO documentos o índices que apuntan a quospechemos que Hitler vivió en el sur argentino

o que Goethe fue asesinado con microdosis darsénico, en fin. La primera pregunta, claramentees qué tiene que ver este anecdotario especulativde lo privado-concreto con la idea o el conceptde historia. Pero como si eso no fuera suficienteel canal se apoya ahora en casi solamente doprogramas: uno se llama El precio de la historia el otro Alienígenas ancestrales. El primero e

una especie de himno terraja al fetichismo de

capital en estado puro: unos gordos tienen unienda en la que tasan y compran objetos cuy

valor adicional es «histórico» en tanto estáocados por la magia museizante de algún valo

estrictamente intangible o invaluable, que, curios paradójicamente, es lo singular concretrreductible. Alguien quiere vender una guitarrau coartada es que esa guitarra fue tocada en u

cumpleaños de Al Capone. Ciertamente falta e



nexo real entre el objeto y la circunstancianecdótica que lo hace invaluable y que por esmismo incrementa exponencialmente su precio

digamos, una fotografía que pruebe la anécdota, as huellas dactilares o algún residuo del adn dCapone en el mango de la guitarra. Los objetos nienen valor y por eso tienen un preci

elevadísimo: estamos en las antípodas de lnoción de sacrificio (definir algo situado por fuero por encima de la red de equivalencias, algo quignifica porque no vale). Por lo tanto, el muse

capitalista no trata con objetos sagrados sino co

fetiches. Objetos parciales mágicos parcoleccionistas maravillados incapaces de vivir eun mundo simbólico. Un diente que perteneció María Antonieta, un mechón de pelo del Ch

Guevara, un botón de una chaqueta de GeorgWashington. Todo es restituido al universo farisede los intercambios, del trueque, de la compra y lventa. El segundo programa insiste con una teorí

nombre que los norteamericanos les dan a un



hipótesis, a una conjetura o a un delirio) que tiena extraña virtud de ser omniexplicativa. Todoomos hijos o consecuencia de sere

extraterrestres: los padres fundadores de loEstados Unidos, las pirámides, los relatobíblicos, los menhires, las grandes conspiracionea enigmática isla de Pascua, el budismo, el Edé

bíblico como laboratorio de genetistanterestelares. Todo es remitido a algo que eocutor llama «la teoría de los antiguo

astronautas», sin que yo me haya enterado bien dqué está hablando el tipo. Supongo que esto

elatos están para introducir coherencia infantil eun mundo infantil totalmente desarticulado fragmentario. La forma torpe y realista de uagrado absoluto sobre un campo que ha sid

completamente profanado por El precio de lhistoria.



INDECISO. Esa especie de borrón residual quaparece en el fondo de las cifras y de la

encuestas, ese signo de interrogación, ese error esa anomalía que parece desmentir el buecomportamiento de la masa electoral resulta seen definitiva, el producto mejor logrado de l

democracia mediática. Objeto de deseo celoso, ddisputa y de rivalidad, el indeciso es la graestrella anónima del sistema políticcontemporáneo. A su alrededor orbitan todos lodispositivos democráticos de la persuasión, lhipnosis, la contabilidad. El indeciso, el conceptde indeciso, es la pieza más valiosa de todo estestúpido aparato. Los encuestadores van y vienecon sus gráficos, sus porcentajes y sus diagrama

os analistas y los politólogos enloquecen lrreductible obviedad de sus hipótesis; lo

asesores de imagen y los publicistas tuercen suestrategias; los candidatos se emperifollan

cambian el tono de su voz y el acento de su



discursos. Toda la artillería apunta a esa solitarifigura, nítida y desdibujada a la vez: una jovencitvacilante, abrumada o sencillamente indiferente a

lamado de sus pretendientes y cortejantes. Estaburridora y tonta coreografía de apareamiento ea clave de la democracia electoral: eterna histori

de amor complicado entre el narcisismndiferente de la jovencita y la neurosis obsesiv

del candidato.Pero como el amor democrático es una form

udimentaria que solamente pone en juego loesortes automáticos de la empatía y la mimesis, e

ndeciso y el candidato —ya se habrá adivinado—esultan ser la misma figura doble o clonada. E

candidato no puede ser sino la imagen en espejde la jovencita. Pasivo ante el revoloteo incesant

de abonitadores y coiffeurs que preparan scuerpo para entregarlo al ritual máximo deacrificio: el momento glorioso de ser consumido

Es otra variante del homoerotismo de l

democracia mediática, el amor por Lo Mismo, es



metabolismo monótono alrededor del cual lomedios y los técnicos facturan millones. Y no cadcinco años, pues sabido es que la campañ

electoral se ha extendido hasta cubrir toda lactividad política clásica. Digamos que hay undilatada campaña que dura cinco años y preparuna especie de explosión orgásmica llamadelecciones. Es el desplazamiento que hdegradado la idea política en alternativelectoral. La democracia es una lógica dmismidad y diferencias, mientras que la políticera una lógica de alteridad y antagonismo.



INFORMACIÓN. La impunidad es el signo da tele y de la cultura de masas. Durante die

minutos, en el informativo central y en el marco dhonor de la primera plana, nos muestran unescaramuza entre dos veteranos en la puerta de lBiblioteca Nacional. En medio de un conflict

indical decididamente menor, alguien pretendentrar a la biblioteca, otro alguien no lo permitee tironean de la ropa, ponen caras de malos. Y

hasta ahí los hechos. El resto corre por cuenta dehow-off de la tele: un «móvil satelital» y u

despliegue técnico inaudito, un movilero que, auconociendo los riesgos de situarse en una zona dguerra, trasmite, casi jadeando sobre su micrófonoecortado sobre la espeluznante escena de cuatr

indicalistas que gritan «arriba los que luchan»o se sabe muy bien qué pasa, y, en realidad,

nadie le interesa gran cosa: por qué el griteríoquiénes están enfrentados, si se inscribe en e

conflicto de COFE[10], si tiene que ver con l



a tele (cosa que de todos modos deberían hacero van a hacer, en el mejor de los casoancionando una función ideológica derechista

eaccionaria que ya no está ahí excepto comespectro del derechista o del reaccionario. O lharán con la estúpida consigna Disney de quhabiendo tantas cosas buenas para mostrar (actode piedad, lecciones de vida, ejemplos duperación, valores, intervenciones simpáticas) lele insiste con lo catastrófico y lo ominoso. Comi la lógica preconceputal o preideológica de

entretenimiento o de lo espectacular no fuera l

misma en cualquier caso. Pues nada impide que emismo informativo nos tenga veinte minutos de shorario central mostrando a un marinerescatando a una señora en la rambla o a do

bomberos bajando a un gato de un árbol. Es que veces este país parece creado por loeleinformativos centrales.



INTELECTUAL. El libro … Luego existen

Trece intelectuales uruguayos de boy[11

compilado por el artista plástico Oscar Larrocaiene un paratítulo que produjo malestar, por l

menos en la larga fila de opinadores espontáneoque deja Facebook. Todavía no leí el libro, así qu

poco y nada puedo decir sobre él. Pero me resultentadoramente sintomático que tanta gente sienta molesta, o herida o agredida por un

palabra que parece gritar en la frase: intelectua

El problema planteado es menos empírico quconceptual. El asunto no es tanto del tipo cómo shace una lista de intelectuales, o por qué se incluyen la nómina a ciertos nombres que se entiende quno califican, o por qué se excluye a otros que siembargo deberían estar, etc. Aunque hay protestade ese tipo, el verdadero problema es máprofundo: ¿qué poder consagratorio es capaz deparar al intelectual del no intelectual, a lo

ángeles de los mortales?, ¿cómo se inviste u



ntelectual?, ¿quiénes o qué son esos señoritos qucacarean en difícil y que reclaman el derecho a seeconocidos como aquella casta de iniciados qu

ienen una relación especial con la Verdad o ldea, o que cree saber lo que es justo y bueno parodos, o que vomita su bilis negra y avinagradobre todo lo que existe? Esta sospecha, que n

hubiera ocurrido hace quince o veinte años, arma escena de un interrogatorio que se me antoj

vinculado a cierta paranoia de la democracia. Eun mundo en el que todo está bien a condición dexplicitar su vocación democrática y jurarl

públicamente su fidelidad, la palabra intelectuaes sospechosa, peligrosa: se sitúa inquietantementcerca de la aristocracia, de las élites iluminadade cierta casta solitaria de elegidos y superiore

, forzando un poco las cosas (¿por qué no?), de lentación verticalista totalitaria. ¿Diremos qu

estas sospechas sencillamente confunden al sujetdel saber con lo que Lacan llamaba el sujeto qu

upuestamente sabe (o, de acuerdo a la traducció



radicional, Sujeto supuesto saber )? Intelectuagual que educador o gobernante, es un lugavacío) en la estructura de lo pensable, y no e

personaje, el grupo o la clase que vienen a ocupa necesariamente a usurpar, históricamente, esugar. Intelectual es algo que funciona como l

conciencia del otro. Intelectual es el lenguaje o ldea que le permite al otro destituir el hechizo y e

poder (entre otros, el hechizo y el poder depropio intelectual). Cualquiera puede sentelectual: no se trata de un club de unos pocos a

que se ingresa al presentar ciertas credenciales

al cumplir con ciertos ritos iniciáticos. Era esquizá lo que tenía en mente Platón cuando hablabde aristocracia en tanto gobierno de cualquieraopuesto a democracia en tanto gobierno de todo

Hay un principio dialéctico en el cualquiera questá absolutamente obturado en el tododemocrático. Ambos van contra la justificación a legitimidad natural del ejercicio del poder (e

gobierno de los mejores, o de los que más saben,



de los que tienen prosapia divina, o de los máicos, etc.), pero en el cualquiera hay una tensió

entre el principio mismo y la persona o el grup

que ocupa ese lugar y que permite la crítica eanto destitución del sujeto empírico que ocupa eugar en nombre del principio que lostiene. Mientras que en el todos democrático ha

un redondo principio igualitario sin tensiones nconflictos ni crítica. Intelectual encarna esmomento provisorio, frágil e inevitablementautoritario en el que alguien ocupa el lugar de lconciencia o de la racionalidad del otro, creand

así un desbalance dialéctico en todo el sistemaque desembocará en su propia destitución enombre de la racionalidad misma que lo sostieneEl todos, en cambio, contiene el anticuerp

obsesivo para que el cualquiera no pueda operacierra y blinda el circuito de lo existente parhacerlo impermeable al pensamiento sobre lexistente. Nadie puede decir justo, bueno, bello,

lo que es lo mismo) injusto, malo o feo par



organizar una praxis colectiva de superación ucha sin corromper la poesía del todo encarnad

democráticamente en la mediocridad igualitari

del todos. He ahí el odio democrático antelectual.



INTELIGENCIA. Independientemente de todaas paparruchas que pudieran florecer a la sombr

de esta palabra, históricamente ha estado ligada a famosa conciencia de sí y a la «lectura interior

que se atribuye a Agustín el de HiponaRazonablemente, la esperaba un destino «má

maquínico»: capacidad de entender, capacidad dprocesar información, capacidad de resolveproblemas. Del abismo interior a cierta capacidade actuar con creatividad y eficacia en el entornoDel nihilismo o la negatividad del sujeto a lafirmación plena de la vitalidad de la máquina qucrea, entiende, procesa, comunica, persuadeesuelve. Como si el sujeto fuera un invent

fantasmático solipsista o individualista y l

nteligencia debiera ser recuperada para una sanescena colectiva de intercambio, comunicación esolución de problemas prácticos. Cierto

«excesos maquínicos» de la inteligencia (los test

de IQ, los héroes genios que rara vez se distingue



con claridad de un idiot savant capaz dalmacenar información como una máquina, el nerasocial con algo de asperger pero capaz d

esolver puzzles y crucigramas —SherlocHolmes, el Dr. Reid de la serie Criminal MindsMonk, etc.—) se combaten con las teorías de lanteligencias múltiples o con la noción dnteligencia emocional , etc., por lo cual no ha

personas más inteligentes que otras sino que todoenemos inteligencias diferentes o «capacidade

diferentes». Este es el gran axioma deminoritarismo democrático. La palabra prospera

de todas maneras, en un mundo de empresas decnología y servicios, en expresione

verdaderamente exquisitas como «solucionenteligentes», «casas o edificios inteligentes»

«autos inteligentes», «teléfonos inteligentes»Todos remiten a un mundo en el que los productoo los servicios tienen la inteligencia de adaptarsa la libre demanda del consumidor o del usuario

quien a su vez cree que su gran acto inteligente h



IZQUIERDA. Como siempre estamos en lansiedad del tiempo electoral, pero ahora má

Tabaré Vázquez dice: «nuestra disputa no es entrnosotros; es con la derecha». Todo descansa sobra confianza en la potencia sobrenatural de un

palabra: izquierda. Una palabra redentora, co

algo angelical todavía, todavía con algo guerreroebelde, furioso y ardiente. Pero una palabrdeteriorada, sin dudas. Una palabra cansadaachatada por politólogos descriptivos, empirista cuantificadores que son esas proyeccioneerias, académicas y trajeadas de los viejo

contadores de votos de comité. El continuelectoral que reabsorbe el antagonismo conceptuaen una línea que liga izquierda, centro y derecha

enriquecida continuamente con un degradé qumapea la imaginería de medios y encuestadoreextrema izquierda, izquierda, centroizquierdacentro, centroderecha, derecha, extrema derecha

Una ontología simple, práctica y bastante estúpid



que todo el mundo ha asumido pues permitplantear con comodidad y sin fisuras lo político ea lógica misma de lo electoral. El centro es l

moneda asignificante que todos luchan poconquistar, como en una partida de ajedrez, en ebuen entendido de que la masa electoral siemprviene, natural y espontáneamente, a situarse ahí. Ecentro aparece como una especie de punto dneutralización y de absorción final y gloriosa doda política y de toda ideología: es la formnsustancial del deseo insustancial de la masaensatez, pragmatismo, eficacia, eficiencia

gestión. Pero a izquierda y a derecha de ese centrnefable, el espectro todavía se abre en form

asimétrica: mientras la derecha es incapaz ddecirse, declararse y proclamarse derecha (a pesa

de los intentos discursivos de cierta nuevderecha, todavía insignificantes, pero que yndican la posibilidad de cierto sujeto d

enunciación de derecha, o de cierto interés de qu

ese sujeto exista), la izquierda todavía muestra lo



esiduos de un daño neurótico y parece no podeenunciar a su yo: soy de izquierda —que e

bastante distinto de voto a la izquierda —. Un y

vacilante, senil, anémico, que a veces quierestructurarse en torno a los derechos, otras veceen torno al desarrollismo, otras en torno a ciertcaudillismo populista que apuesta a un capitalismbueno o a la buena fe de los empresarios, otras eorno a la prolijidad de un pequeño país confiabl serio que paga sus deudas y tiene sus cuentas e

orden, otras en torno al cansador estribillanecdótico de lo que fue, en fin. Un sujeto oscuro

pusilánime que no se anima a meterse con lomedios de comunicación, ni con el latifundio, ncon las cámaras empresariales, ni con lpropiedad privada, ni pasiva ni especulativa n

explotadora, por miedo a los costos electoraleQue canta la indignada protesta new age contra econsumismo pero olvida al capital y transpirorgullo cuando escucha los aplausos en ADM, e

os organismos multilaterales, en los medios. Qu



no ha conseguido en todos estos años plantear uantagonismo político razonable en lo social. Perque a pesar de todo eso todavía es capaz de dec

oy de izquierda y mi enemigo es la derecha. Y eesa lógica el enemigo ya la ha derrotado haciempo, porque el enemigo es esa lógica. No la da derecha, que nunca puede decirse a sí mismaino la del capital y la del mercado, que, si

hablar, nos dice a todos.



LÍMITES 1. Abundan las frases inspiradas dnaturaleza policíaca como «hay que pone

ímites», «los límites son necesarios», «estociedad entiende cada vez menos de límites»

«ah, sí: yo estoy de acuerdo en que hay que poneímites», etc. Se observa ordinariamente que e

viejo Estado-nación, sobreviviendo en medio de lestampida desterritorializante del capitalismardío (que libera flujos de mercancías, de trabajo

de dinero, de deuda), responde defensivamentcon el automatismo paranoico de los límites. Loestados colocan vallas, levantan muros, realizadespiadados controles migratorios, crean zonafantasmas de exclusión, etc., para controladigamos) el flujo de inmigrantes ilegales; pero lo

nmigrantes ilegales, verdaderos zombis, han sido son el gran recurso de fuerza de trabajo casgratuita para las empresas metropolitanas. Y acas cosas se empiezan a complicar. Caemos en un

rampa paradojal de eficacia deslumbrante: e



Estado territorial panóptico contra la amplituolerante y democrática del liberalismo capitalista

Parece que no podemos sino elegir uno u otro

Y en definitiva, parece que estamos condenados oscilar compulsivamente entre uno y otro. Estdilema se arma en todos los niveles, atraviesa todpráctica colectiva. La lógica ilimitada deconsumo, el crédito y el endeudamiento contra loímites del clearing , las sanciones a los excesos

a la irresponsabilidad. La ilimitada lógica prácticdel beneficio, el rebusque y la sobrevivencicontra los límites policíacos normativos y la

medidas punitivas a los excesos y a las anomalíacomo la delincuencia (aumentar las penas, bajar ledad de imputabilidad, poner más policíaeforzar las guardias, etc.)· La lógica ilimitada de

placer, la festichola, el fetichismo y las adiccionecontra el despiadado aparato superyoiccastigador o correctivo de los sanitaristas.

El problema, evidentemente, es el siguiente

¿qué es un límite dentro de una lógica de l



limitado? Es un recurso infantil e infantilizante: emeramente una norma, una regla positiva, unprohibición, una orden, un ritual o un deber. Es un

nstrucción, un algoritmo, un protocolo o unutina. Es una valla de prohibido el paso, un mureal contra el cual nos damos de nariz en nuestr

«tendencia natural» a la carrera loca e ilimitadaEs un dispositivo correctivo o enderezador, unespecie de exoesqueleto para un cuerpo que niene consistencia ni sustancialidad «interna» d

ningún tipo, y tiende naturalmente desparramarse, a caer, a desarmarse en una locur

autista o violenta (y con frecuencia, autista violenta). Es el artefacto obsesivo que arma hoy edibujo de lo (pos)social: carteles puestos «afueraque nos indican cómo proceder o comportarno

allí donde carecemos absolutamente de un sentid«interno» de lo razonable, lo pertinente, de lensato, y aun de lo conveniente. Pues no es l

mismo mirar para los dos lados antes de cruzar l

calle porque razono que existen unos objetos qu



on más grandes, más veloces y más fuertes que yque podrían chocarme y lastimarme si me descuidque porque hay un cartel que ordena «mire haci

ambos lados antes de cruzar». Aunquuperficialmente el resultado sea el mismo, ldistancia entre las dos acciones es abismal. Ecartel está en lugar del razonamiento y de la Ide—y más: está ahí para impedir el razonamiento—Es un facilismo, una vía rápida quparadójicamente verifica que el campo elimitado. Porque, corolario verdaderament

devastador, si me lanzo a cruzar la calle sin mira

me atropella un auto, puedo luego culpar alguien porque debió poner un cartel y no lo pusoPuedo transferir masivamente todesponsabilidad y toda racionalidad a un punt

evanescente llamado Estado o Autoridad. Y antede cerrar digo: no olviden que este ejemplo es unmetáfora.



LÍMITES 2. «A los jóvenes hay que ponerleímites». «A los niños hay que ponerles límites»

Son bellas frases, en su estilo y su género. Eproblema, veíamos, y eso es lo que arma la culturcontemporánea, es saber qué es y cómo funcionun límite dentro de una dinámica de lo ilimitado. Y

por tanto, también, es saber qué es una dinámicde lo ilimitado. Una dinámica de lo ilimitadconstruye un campo que carece de un límitconstitutivo interno: carece de un sentido de lacional o lo razonable, de lo pertinente, de lensato. Llamémosle Ley a ese límite constitutivnterno. Un niño aprendiendo a hablar dice: «yo l

maté y él se quedó bien morido». Ese «moridoproviene de una ley: el niño nunca antes lo h

escuchado y sin embargo lo dice, lo construye, larriesga, dentro de una lógica: lo deduce en ungramática que es siempre un análisis: salir-salidovivir-vivido, morir-morido. Eso es un límit

constitutivo: digo «morido» porque lo infiero d



cierta regla de construcción de participios (y, poo tanto, entiendo qué es un participio, cómo y po

qué se usa, etc.) que me impide decir, en su luga

«ferrocarril», «carne» o «flecha verde». Eimilar a la objeción de Borges al «sistema dnumeración» de Irineo Funes, que pretendía dar cada número un nombre propio o una frasdefinida: decir ciento veintitrés comporta loperación analítica una centena, dos decenas, treunidades, y ese análisis (esa Ley) está ausente eos «números» negro Timoteo o bola de grasa. E

obvio que la Ley (en el sentido en que manejamo

acá esa palabra) supone un recorte, una limitacióa la libertad psicótica absoluta del hablante, y esimitación es, precisamente, lo que permitnscribir mi habla o mi discurso en las forma

colectivas o públicas del lenguaje. Si esa Ley nexiste estamos en una dinámica de lo ilimitado.

Es claro que en el ejemplo que manej«morido» es una forma incorrecta: ahí se levant

una dialéctica interesante entre lo razonable y l



correcto. La mamá o el papá objetan: «no se dicmorido, Jaimito, se dice muerto». Muerto es unenmienda a lo razonable, una suspensión de la Ley

un estado de excepción, una regla o una norma eestado puro. Pero es la forma correcta. Morido eazonable, presupone un análisis, arriesga unógica y una inteligencia, pero es la formncorrecta. Y en ese punto paradojal, lo irraciona

correcto de la norma (aquello que acato obedezco o aquello contra lo cual me rebelofunciona, se diría, explicitando la racionalidamisma del lenguaje, haciéndola visible

enfrentándola a un contravalor que la pone eiesgo, la limita y la hace valiosa y explícita. Sodo el lenguaje fuera análisis lógico-matemáticlimitado no funcionaría socialmente.

Ahora tenemos una pista para suponer cómfunciona un límite en una dinámica de lo ilimitadomaginemos un lenguaje sin Ley (eso no slamaría lenguaje, está claro) pero hecho d

enmiendas, normas y formas correctas. Sin e



núcleo razonador o analítico y solo como una rede instrucciones, deberes y protocolos. Sin Ley, lpelícula que separa lo irracional ilimitado de l

norma autoritaria o el ritual de corrección emínima. Así, ante el desmadre de lo ilimitado, lolicitud de límites es siempre el deseo d

autoritarismo. La retirada de lo social.



MASA. En algún momento fue un objeto edisputa, el centro maravilloso de la estrategi

política, de la acción revolucionaria o de lpráctica del poder. Ganar a la masa, conquistar a masa, contar con la masa. Las masa

campesinas, las masas oprimidas, la masa d

rabajadores: esas amonestaciones adjetivales calificativas escondían una verdad decepcionanteLa masa era menos ese sujeto al que había quescatar de una existencia miserable, de u

oscurantismo ignorante o de un destino atroz quuna simple energía anónima, una fuerza brutncalculable sin la cual toda operación histórica

gran escala estaba destinada al fracaso. Lconquista de la masa siempre fue la gran tentació

demagógica y realista de la religión, de lopartidos y de los estados.

Hoy, claramente, masa debe entenderse en eentido exacto en que esa palabra aparece e

expresiones como «cultura de masas». La cultur



maginaria primitiva, la vida rudimentaria de locial antes de lo social. Masa es el magm

originario, el barullo helado e indiferente de l

vivo. Por eso, en parte, cualquier construcciópolítica o subjetiva o conceptual es tan frágil: lfuerza gravitacional del estado originario y epoder inercial de la masa son gigantescos. Nporque sí la oposición entre pulsión de vida ulsión de muerte es tan problemática y oscura e

el pensamiento freudiano: el proceso automático autorregulado de la vida es lo que impide lorganización de la vida en un nivel superio

social, digamos, o político). La comodidad, eequilibrio, la homeostasis, la satisfacción de uapetito, la descarga de una energía acumulada, lepetición, los automatismos metabólicos no deja

de ser actos simples y tranquilos, capaces dproporcionarnos un gran alivio frente a las grandeensiones dramáticas de los relatos de liberación, la justicia, el deseo, el sacrificio, e

destino, la historia, la praxis. Y esa resistenci



pasiva e inercial del cuerpo es la masa.La masa, por otra parte, hace máquin

nmediatamente con el poder: el poder de lo

medios, el poder de la comunicación, el poder deEstado. Pues el poder es el correlato real doloroso de la insustancialidad imaginaria de lmasa. Se diría que la masa, entonces, necesita apoder (aunque no lo desea, ya que la masa ndesea). Esa masa en la que se expresa hoy ldemocracia liberal y que algunos tienden a llamaopinión pública es la que se vive incesantementno como sujeto alienado sino como cuerp

amenazado. No necesita conciencia sino defensa anticuerpos y por eso clama por poder. Y l

disfruta doblemente, ya que ese poder le edevuelto al mismo tiempo, por los medios, com

espectáculo.



MEJORAR . Una frase publicitaria resume lmecánica compulsiva de la cultura contemporánea

o inmejorable puede ser mejor . «Mejorar lmejor» nos mete de entrada en una lógica dupgrading o de tuneo: una lógica del más-que, deuno-más o del más-de-lo-mismo. Es una líne

imple, elemental e infantil: el incremento. Noalejamos del deseo en tanto trabajo conceptual novelesco sobre la falta, y entramos en el tiempde un obsesivo y feroz perfeccionamiento deobjeto parcial o de la cosa concreta. Pasamos da ideología al fetichismo. Ya no ajusto —

pongamos por caso— mi narcisismo a un conceptiempre negativo de la belleza en el juego lírico

neurótico de la seducción (puedo no ser bello, n

oy del todo bello, la belleza es siempre más bellque yo). Fabrico la belleza real en mi cuerpodesaparezco en la línea ansiosa y urgente de loprocedimientos y la técnica perfeccionista: e

disfraz, el maquillaje, la cirugía, la gimnasia. Y



no socializo mi apetito o mi impulso al hacerlcomparecer ante el Otro. Sencillamente me prendcon fuerza del objeto parcial, lo mejoro, l

perfecciono, lo tuneo, y me condeno a morir comer social en una forma terminal y autista dedeseo. Así es la mecánica lineal del incrementoos problemas de la economía se solucionan co

más economía, los problemas de la democraciiberal se solucionan con más democracia y máiberalismo. Hemos llegado al saber absoluto

hemos alcanzado el mejor sistema sociaolamente cabe reproducirlo y mejorarlo.

Pero ahora, «mejorar lo inmejorable» va aúun paso más dentro de la propia mecániccompulsiva del plus. Es una operación de segundgrado: el mejoramiento como empuje excede s

propio límite constitutivo y comienza a devorarsa sí mismo en una especie de cortocircuitpsicótico. Lo que no puede ser mejorado sermejorado. El oxímoron no es solo una figur

etórica: es una extralimitación y u



desfondamiento de la lógica y del lenguaje. Es lnstalación de un empuje sobrenatural

omnipotente de desafío y conquista. ¿El lenguaj

dice «inmejorable» y le impone límites al goce¿Lo social pone un borde a la deliciosaceleración del tuneo? Pues entonces hay quabolir el lenguaje y abolir lo social. La mecánicperfeccionista del placer puede correr librentonces, sin trascendencia ni sublimación algunaUn movimiento sin sujeto y sin otro. ¿Qué puedmportar el otro en este estado de concentració

masturbatoria? ¿Y cómo llamar sujeto a es

entidad entregada pasivamente a la fascinaciódiota de la cosa concreta, incapaz de replantear s

fantasía en el lenguaje? Así, deliciosamente, afinal la propia aceleración perfeccionista s

desfonda en un más allá de lo absoluto, más allde la velocidad de la luz, más allá de lnmejorable. Y de esa explosión gozosa final ya n

hay retorno.



ODIO. Quiso un azar inquietante que me tocarver más o menos seguido algunas películas de

alemán Roland Emmerich: El día de lndependencia (1996), El día después de mañan2004), 2012 (2009). Estos filmes suelen anda

por ese género que los antiguos llamábamos «cin

catástrofe». Pero el cine catástrofe de los 70 erun drama de caracteres (tipo Dallas, digamos) ecircunstancias complicadas: un incendio, uerremoto, un naufragio. Acá el desastre ocurre

escala global: una invasión extraterrestre, unglaciación repentina, un movimiento masivo de laplacas tectónicas debido a radiaciones solares. Yaunque hay unos pocos personajes que encarnaos buenos valores (heroísmo, solidaridad

valentía, firmeza) y otros pocos que se les oponeavaricia, egoísmo, cobardía), las películas s

mueven, en suma, a escala milenarista protestantde juicio final. Fin de la civilización, retorno a u

mundo bárbaro, exacerbación de los rasgos má



accidente definitivo que siempre nos sorprenddistraídos en nuestro mundo irresponsable, egoísto burocrático (y que solo un par de elegido

neuróticos e inteligentes, son capaces de advert—luego tratan de advertirnos a todos a pesar de lncomprensión y la sordera—). La verdad de esta

películas es, lisa y llanamente, el odio y ldestrucción. La destrucción infantil y espectaculade todo lo que alguna vez hemos construido. Lprofanación absoluta y masiva de todos suconos: esa es la verdad absoluta de una cultur

que no se soporta a sí misma, de un

civilización (la civilización norteamericana) que odia como nunca antes otra cultura se h

odiado. Es el momento en que el Capitolio, lCasa Blanca o las Torres Gemelas vuelan en m

pedazos. O cuando rueda la cabeza decapitada da estatua de la Libertad. La furia destructiva de

alien terrorista o del accidente (eso que lpelícula atribuye a un afuera radical) es e

ealidad el acting masivo («interno») de un niñ



aburrido que rompe todo y luego se sienta a jugaobre los escombros. (Así es como procede gra

parte del arte contemporáneo). Es claro que l

cultura americana —es lo que muestra el cine— shizo solamente para ser destruida. ¿Cuál es ecorrelato de tener iconos e imágenes a nivemasivo —el edificio más alto del mundo, lciudad más iluminada del mundo, etc.—? Emomento en el que caen y se hunden, como el hoteStardust en Las Vegas. ¿Cuál es el correlato dener los adolescentes más lindos y piolas

divertidos? El momento en el que un zombi de do

metros los abre al medio con un machete.



OTRO 1. ¿En qué se parecen un cortpublicitario que muestra a una joven —pequeñ

ravesura angelical de Narciso— robándole ubesito a su imagen en el espejo y las denuncias poviolencia doméstica, las pulseras de localizacióna exacerbación de la sensibilidad generalizad

por el abuso o el acoso (sexual, laboral, escolaetc.)? En que ambos son posiciones o momentos da misma máquina. Posición uno: el otro soy yo

Posición dos: el otro es el acosador. Estos doextremos resumen la fórmula de la psicosis de lcultura actual. Por un lado amor proyectivo ncorporativo fusional, narcisista, incestuoso

gemelar. Por otro lado, la amenaza radical deextranjero que acosa, hostiga, molesta, persigue

En la reiteración continua de estas dos posicionenos podemos reconocer siempre: yo soy eacosador, yo soy la víctima. Las dos son formas daseguramiento. Un amor sin otro, sin alteridad, u

amor célibe sin riesgo ni intercambio que s



espira y se vive como una cápsula uterina dondno son claros mis límites con la pareja, la familiael hogar, el paisaje, el barrio, la comunidad —es

universo imaginario y privado que lofenomenólogos llaman el «mundo de la vida»—Su correlato necesario es el atrincheramiento de uperímetro amoroso que funciona como un búnkedejando fuera al otro bajo la forma de unextranjería radical, real, monstruosancomprensible, fuera de todo lenguaje: e

acosador, el perseguidor, el asesino. La culturcontemporánea nos ha despojado de un concept

de Otro, de una idea de Otro. Y el problema es quno hay sociedad ni política sin una idea de Otrono hay idea de Yo sin idea de Otro. El Otriempre es un trauma, un daño, una herida (

quizás dos: la del amor, la de la muerte). Pero esherida debe ser, por así decirlo, puesta en lenguaj procesada en el lenguaje, debe ser objeto de u

duelo y, por qué no decirlo, de una tristeza. E

Otro es una pérdida y una resignación. Y tambié



ahí que el paraíso uterino del amor por lo mismpueda ser (y de hecho sea) extremadamentviolento, exacerbado, crispado y mortal. Pero si

enguaje para plantearse como violento o mortaCuántos episodios de violencia doméstica (parponer un ejemplo demagógico) quedan inscritos eel folclore imaginario y amoroso de la pequeñcomunidad, de la idiosincrasia o la caracterologíde pueblo: «ellos son así, siempre se llevaron aspero en el fondo se quieren, se conocen desde queran niños», etc. Falta un significante del Otrcomo apertura a lo social. Y fuera de ese folclor

privado el extranjero radical respira pesadamentu maldad contenida, pronto para atacar.



OTRO 2. Un programa de televisión que slamaba ¿Qué dice la gente? tenía una mecánic

más bien extraña. Se le hacía a un participante unpregunta del tipo ¿qué podemos encontrar en lcartera de una mujer? y el tipo respondía. Easunto es que sus respuestas tenían que coincid

con las respuestas más populares que una especide encuesta previa había recogido entre la genteDe tal modo que el participante debía saturar univel de «otredad», resistir la tentación desponder la verdad y aventurar lo que intuí

podía ser la media de las respuestas dadapreviamente por los mortales. Así se dabamomentos interesantes y desesperantes. Lpregunta era, digamos, ¿qué sabores habituales s

e agregan al yogur? Los competidores habíaagotado las elecciones más evidentes com«durazno», «frutilla», «ananá» o «ciruela»Entonces, uno de ellos, vacilante y atolondrado

después de haber respondido «frutilla» y «banana



en sus intervenciones anteriores, ahora respondí«fruta», o incluso «sabores». ¿Qué había pasado?nos preguntábamos. De pronto una especie d

estrabismo del pensamiento lógico habíhabilitado, incomprensiblemente, una categoríque comprendía a las anteriores y, en caso de seaceptada, las anulaba. Pero lo peor es que lespuesta era válida: estaba dentro de la

obtenidas por la encuesta.¿Qué diferencia entonces hay entre un afásic

ncapaz de poner sus respuestas en el orden de lpertinencia lógica y alguien provisto de una gra

astucia pragmática capaz de anticipar y habitar enivel del otro, aun cuando ese nivel suponga uncontradicción insalvable con lo razonable máelemental? Ninguna, evidentemente, porque e

problema se sitúa en el punto exacto de uncoincidencia plena entre el participante y eencuestado, un punto de no retorno en el que epensamiento racional es completament

acrificado a la mimesis y a la adivinació



empática. El problema, entonces, no consistimplemente en decidir entre la verdad (lo que ha

en la cartera de una mujer) y las respuesta

opulares (lo que la gente dice que hay en lcartera de una mujer). La verdadera decisióocurre entre el pensamiento lógico y la mimesiadical con el otro. Entre la razón y la tiranímaginaria del prójimo. ¿No es esta una perfect

descripción del funcionamiento de la democracimediática? ¿No describe la entrega del sujeto una mímesis demagógica extrema con el otro, lpermanente sanción o la permanente sentenci

revia a la acción política de la masa doxástica¿No resume la complicada ingeniería opiniónexpresión-comunicación, las encuestas, laconsultas, los sondeos, las insoportable

apelaciones a la opinión pública, la libertad triste incesante de los plebiscitos?



PERMITIRSE. («Con la patrona nos permitimouna copa de vino los viernes de noche, cuand

aflojamos toda la tensión de la semana»ermitirse es una forma reflexiva que indica e

momento exacto de un superyó que se ha vueltpermisivo. La expresión resulta particularment

antipática, ya que remite casi específicamente cierta edad y a cierta clase. Permitirse es lexpresión de un converso que hasta ayer era partde una generación de sacrificio y privaciones, uCarlitos educado en la cultura de la austeridad da idea y siempre contrario a la pequeña frivolida

materialista que de pronto comienza a entender qual fin y al cabo él también tiene derecho a un pocde placer y de disfrute, y que a veces pued

etozar sin culpa en la orillita. «Permitirse» o «mpermito» (una copa de cognac, una cana al airediez minutos de despreocupación, un yacuzzfunciona a condición de ser excepcional: indica e

momento en el que el manto represivo se levanta



obligación trascendente, encarna ahora en emercado, el consumo, la comunicación, lexpresión. Y «permitirse» indica el punto exact

en el que el superyó, disfrazado de permisividad abolición de la instancia despótica, nos empuja entregarnos pasivamente al impulso de la vidaCon esa lógica, las consignas publicitarias de lzquierda a fines de los 80 («contra el país gris»

«animarse», etc.) se generalizan abstractamente eel mercado real que vende servicios de altdefinición o tv cable para abonados («louruguayos ya no somos grises»). Es que e

mercado es el origen y el destino de la consignpublicitaria —es tonto o cínico creer que lpublicidad es una mera herramienta cuya infamia nobleza provienen en realidad de la causa para l

que es usada.Así, la excepcionalidad del «permitirse» tien

algo que ver con esa atmósfera de nuestra culturcontemporánea que hemos caracterizado como u

caso extremo de «estado de excepción». Si ante



PORNO. Primero, lo más obvio: el Partido da Concertación[12] es el fin formal de la histori

de los partidos tradicionales en Uruguay. Los domueren en el suspiro de un abrazo agónicountando firmas con cara de alegre y solead

kermese electoral en la explanada de l

ntendencia de Montevideo. Una muerte triste intomática. Segundo, algo también relativamentobvio: esa muerte es metáfora de otra muerte: lmuerte del aparato político institucional, de l

gravedad estatal de los partidos, los congresos, laconvenciones y la representación, a manos de lferia o el circo electoral, de las banderitas, de loingles, de los gorritos. Tercero: de los do

cadáveres, hay uno que hace tiempo que está mámuerto que el otro: el Partido Colorado. Pues ne trata de la misma muerte en uno y otro caso. E

Partido Colorado ha sido el término no marcaddel dualismo político uruguayo. Quiero deci

además de una alternativa electoral, el Partid



Colorado es el que ha encarnado la política mismel grado cero). Y por eso su muerte es do

muertes: una como singularidad histórica, otr

como universal. El Partido Nacional, celebracióeterna del lazo imaginario, de la pertenencia, eerritorio, la raigambre, el dialecto, el folclor

dinástico y religioso del teniente, siempre ha sidefractario de la intelectualidad oscura, laica ecular, urbana y libresca de los colorados, que hido el propio corazón estructurante de la política

Hasta se diría que sus personajes respiran cocomodidad y con ganas el aire de la oralida

mediática, se llevan mejor con las cámaras y lomicrófonos. Mientras los colorados trasmitecierta sensación incómoda, la de no sentirse gusto con sus nuevos disfraces, la de estar siempr

un poco avergonzados dentro de una ropa que nes queda bien. Ese pequeño excedente de políticnstitucional, esa perla de solemnidad y serieda

que quiere resistir el embate unánime del circo

del barro mediático todavía se transparenta en l



cara deprimida de los viejos foristaobrevivientes resignados como Sanguinetti u Op

Pasquet. Pero ahora hay que abandonarse y mori

o, lo que es lo mismo, aflojarse y gozar: para queguir resistiendo. Las encuestas y la opiniópública castigan esta incomodidad, además. Parcolmo el ministro de Defensa, FernándeHuidobro, blanco, nacionalista y religioso como lzquierda tupamara que gobierna (pues ese es u

cuadro psicológico mucho más funcional a estoiempos), califica al Partido de la Concertació

como sexo explícito o pornografía, y todos salta

ndignadísimos, seguramente más heridos con lmagen, o con las palabras «culo» o «bolas», qu

con la inobjetable metáfora. Pues se tratevidentemente de pornografía, de un tiemp

pornográfico. Pero no por la simple exhibicióexplícita de un romance que blancos y coloradomantenían hasta ayer en la media luz de loacuerdos parciales y de los pactos electorales e

voz baja. Esa es la parte tonta e inocua de l



gnora hasta qué punto él mismo es un agente dpornografía.



POSRESTAURACIÓN. Ya sabemos que estos non buenos tiempos para la política. Y lo sabemo

por lo menos, desde los años 90 del siglo pasadoCon Lacalle llegamos a sentir que había llegado agobierno una clase social (una forma de hablar de arreglarse el pelo: un estilo o un look

desplazando al tradicional grado cero de eso qualgunos han llamado «clase política» (lo sociadesaparece detrás de una nada de saco y corbatade un lenguaje neutro, jurídico o burocráticovagamente culto). Pero además entendimos que eespacio público se llenaba de gestos, de milagrode iconos, de pequeñas magias: el flamantpresidente Lacalle arregló el inveterado auto dHerrera para hacer el recorrido entre el Palaci

Legislativo y la Casa de Gobierno, hizo un actntimo y solemne ante la tumba del abuelo par

decir «promesa cumplida». En fin. Comenzaba lque en otros tiempos llamamos posrestauración

fractura del primer empuje restauracionist



nstitucional posdictadura. Las cosas ya nvolverían a ser las mismas. Por fin se hacía visiblalgo que la crítica ideológica se empecinaba e

evelar: que siempre aquel que gobierna tiene algque ver con aquel que domina, que aquel quejerce el derecho a gobernar ejerce en realidad eprivilegio de su lugar social. Pero, contra lo quhabría cabido pensar, esta exhibición imaginaridel estilo y la clase detrás del grado cero de lescena pública no provocó nada: no activó eabsoluto una rebeldía o una resistencia conceptuaLos conceptos clásicos de ciudadanía o de puebl

a comenzaban a dar paso a la masa electoral. Y lmasa electoral es hija de la fascinación y eencantamiento. Es hija de los gestos y no deenguaje. Es hija de la superchería, de l

heráldica, de las imágenes, las estampitas y loingles. Ya eran los tiempos de los medio

audiovisuales y de la campaña perpetua. Dencuestadores, medidores y politólogos. Tiempo

obsesivos en los que la fragilidad del político s



PROACTIVO/REACTIVO. Hermosas palabracuya arqueología interesa menos que su papel en e

ermón pagano o en el sermón protestante de lautoayuda. Este registro o estilo discursivo cubrun horizonte amplísimo y democrático: va desdcatálogos y presentaciones corporativos

empresariales hasta predicadores terrajas dbusiness show, desde Selecciones del Readerigest hasta la desafiante e innovador

creatividad de las conferencias TED. El sermópagano apoya toda su ontología en un par daxiomas:

a. lo que existe es lo que vale la pena; y lo quexiste es la apretada exigencia de la vida o de lcomunidad: su lógica práctica y reglamentada d

ntercambio entre cuerpos y cosas ( proaíresilamaba Aristóteles a esta lógica): energía

comunicación, negocios, beneficios, afectontereses, competencia, productividad. Alguna

categorías de esta lógica: metas, planes, gestión



objetivos, estímulos, éxito, oportunidad, conductab. un sujeto, para este mundo, es un individuo

un cuerpo-energía o un operador de la lógic

mencionada en el axioma a (llamémosla, pocomodidad, lógica a o sistema a).Sobre el territorio definido por estos do

axiomas, la pareja proactivo/reactivo proyecta umapa envolvente e hiperrealista: da un espesoépico a la penosa chatura del mundo de locuerpos y los intercambios (es decir, de la lógica). Proactivo/reactivo introduce una clasificacióprimitiva de los sujetos en el sermón pagano

protestante. Reactivo es un mal operador de lógica a: es un sujeto pasivo, mimético efractario de su contexto próximo, una víctima dus circunstancias cotidiana

Caracterológicamente se lo reconoce comnegativo, depresivo, ineficaz, miedosopusilánime, desbordado por el mundo de la vidauna especie de punto oscuro y quieto en el balanc

energético del sistema a. Proactivo, por e



contrario, es un agente bueno, un buen operador da lógica a: un sujeto capaz de situarse por fuer

de su circunstancia, capaz de adueñarse de s

modo de reaccionar ante los estímulos. Esto lpermite conocer sus necesidades, identificar loproblemas y ser eficaz para resolverlos, golpeaas zonas adecuadas de la trama energética y n

perder el tiempo en la autoindulgencia o en lautocompasión.

Es claro que tanto mejor es el sujeto cuantmayor la cantidad de mundos parciales de lógica a en los que es capaz de funcionar (padr

de familia, emprendedor, metrosexual, amantomántico, profesor universitario, activista po

alguna causa). Adaptabilidad o resiliencia slama ese buen atributo o esa buena propiedad. E

anto la lógica a dibuja un mundo sirascendencia (digamos, sin Dios: sin libertad, siusticia, sin soberanía y sin idea —todas soupercherías metafísicas, es decir, no existen y po

o tanto no valen la pena, tal como fue formulad



en el axioma a —), los sujetos proactivos son eÜbermensch nietzscheano. El canto del triunfadoen el mediodía del mundo, en un mundo si

ombra, sin duda, sin nihilismo. La vida y lobuenos operadores de la vida son lo único quvale la pena. Pero aquel que defiende el valouperior de la vida es el mismo que en su nombr

mata o encierra o explota o ejerce el poder. Unoble y prestigioso empresario es tan proactivcomo un delincuente común: la lógica que loconstruye es la misma. Pues el problema, en efondo, es la inmanencia del sistema a: en e

istema a no tenemos un lenguaje para juzgar aistema a.



PRÓTESIS 1. Mucho antes de que se soñara coas tic, el mítico Marshall McLuhan hablab

entiendo que inspirado, en parte, en Marx) dalgo que otros criticaron después com«determinismo tecnológico»: el libro (la imprentaa escritura fonológica) es una prolongación de

ojo; la vestimenta es una prolongación de la pieel auto (o la bicicleta, o el avión) es unprolongación del sistema motor (los pies o lapiernas); el circuito eléctrico es una prolongaciódel sistema nervioso central. Toda herramientpuede ser considerada una prótesis: algo quprolonga, amplifica o potencia alguna cualidafísica o psíquica del cuerpo o la máquina humanaLas armas (desde un garrote a misile

eledirigidos) son también, obviamente, prótesiTambién, podemos agregar, que, por su finalidadhay prótesis correctivas, como las médicamecánicas, quirúrgicas, farmacológicas). Y por s

naturaleza, que hay prótesis que no son físico



mecánicas sino conductuales (reforzadores, diceos conductistas, la disciplina, los hábitos, loituales, etc.). En cualquier caso, las prótesis so

iempre, inequívocamente, una prolongación decuerpo: algo que hace máquina con la máquina decuerpo. La droga es una prótesis, cualquieestímulo es una prótesis. Lina figura maquínicestrictamente contemporánea de la aldea globaas luces audiorrítmicas en una disco, los cuerpoaltando sincronizadamente, la música tribal d

golpes fuertes y frases melódicas elementales que repiten en loops incesantes. Finalmente

enemos un gran campo de inmanencia cuerposmáquina, prótesis, megamáquinas.

Es obvio que la línea integrada de McLuhaparte de la escritura como mera prolongación de

ojo (que separa y aísla, segmenta y mide) culmina en el envolvente circuito eléctrico comprolongación de todo el sistema nervioso llevada escala global o planetaria. El problema es doble

McLuhan erró feamente en lo de la escritura per



pensamiento y el razonamiento que se pierde en lnueva era tecnoelectrónica, una pérdida cuygermen estaba ya en la era clásica mecánico

naturalista que ahora alcanza rangos despectacularidad adictiva. No es menos obvientonces que hoy vivimos en un mundo globanmanente de cuerpos, prótesis y máquinas. Y e

problema no es destruir prótesis y máquinas nntegrarnos pasivamente a un mundo alucinatoriin pensamiento: el problema es cómo reintroduc

esa heterogeneidad pensante llamada escritura eun mundo de prótesis.



PRÓTESIS 2. Al principio el aire es más bieerótico. A la genialidad del creativo se le h

ocurrido interpolar delicadamente imágenes de languidez de la caricia del dueño a la perfecció

de la curva de su automóvil con fragmentos decuerpo femenino: los pies, el cuello, un hombro

parte de los labios. A él le brilla una mirada dpóster, de Franco Nero haciendo de Django en upaghetti. Es una danza de apareamiento. D

pronto el clima cambia. El hombre se sube al autoSiente el volante, la comodidad del asiento, toma exactitud del espacio para su cuerpo, l

distancia a los pedales, la palanca de cambios, locomandos. Entra en la cápsula uterina, ese lugaque le estaba destinado desde antes de que e

mundo fuera mundo. Acciona el contacto. Siente lvibración de la máquina, su potencia. Prueba unacelerada, todavía sin marcha. La aguja dendicador muestra las revoluciones del motor. L

ansiedad del artefacto para largarse a hacer es



para lo que ha sido creado, el placer del placecontenido del conductor. Una interfase absolutaimilar a la del jinete na’vi cuando conecta l

arga cola de su pelo a la crin de su montura. Unenergía envolvente los fusiona a nivel molecular celular. El auto es una prótesis del cuerpo deconductor, una exponenciación de su poder y senergía. El cuerpo del conductor es una prótesidel auto, una pieza, una parte del ingenio. Es unmáquina perfecta, conectada a sí misma, cósmicaYa no necesitamos metáforas eróticas de ningúipo. Nada de apareamiento, de seducción, d

ensoñación libidinal. Ni siquiera es un elementaamor en espejo, imaginario, en el que el amante sclona o se replica en el otro. Es un narcisismo muanterior, mucho más básico y mucho má

nquietante y siniestro. La figura mujer-auto hcaducado, ya no es necesaria. Nada de libido haahí. Solo un estado orgásmico perpetuo, sin deseexual de ningún tipo, sin objeto, sin sustitucione

ni metáforas. El cuerpo y la máquina, la vibració



PUBLICIDAD. Publicidad es algo que todavíespera su estudio, su crítica, su lenguaje. No habl

de una lectura crítica de tal o cual publicidad, dal o cual corto, de tal o cual cartel o eslogan. Mefiero a la publicidad misma, al advertising

como forma, como género, como práctica socia

La publicidad es una duplicación y unamplificación del mercado. Es una figura extremaexaltación pornográfica de la obscenidad demercado en la imagen, en la poesía y en lconsigna. Pero además es una multiplicación de lógica del mercado: la publicidad es una industri

que factura fortunas y ordena todo el campo dediscurso de los medios y de la comunicación. Sdiría, jugando con las palabras, que la publicida

es anterior al mercado. Walter Benjamin[1

observaba que, contra lo que suele creerse, ecapitalismo no era una simple secularización de lfe protestante: era, en sí, un fenómeno religioso. E

una religión de ritual y de culto, decía: la má



mundo que parece despojarnos de cualquieposibilidad política (inventar un sagrado contra efondo indiferenciado de lo profano) o crític

profanar, llegado el momento, un sagrado).



ncesto esté prohibido o porque exista una figurpenal como «atentado al pudor» o lo que sea: no lhago porque no es razonable, porque no e

pensable, aunque ese «no pensable» (ese excesasocial radical) aparezca bajo las modalidadeintomáticas del asco o del pudor, de la culpa o da vergüenza. El psicoanálisis ha llamad

«represión» a este núcleo constitutivo de lealidad simbólico-social. Entiendo qu

«represión» es una palabra controversial, ya quendemos a asociarla con procedimiento

mecánicos simples, disciplinantes, policíacos

conductuales: reprimo (o la sociedad reprime) mimpulsos a golpes de una mecánica disciplinant

externa de prohibiciones y órdenes y castigos quposteriormente, en el mejor de los casos, s

«interiorizan» y funcionan como «el Amo qulevo dentro» y que me advierte cada vez que m

acerco a un límite o me castiga «internamentecada vez que traspaso alguno. Pero el concept

freudiano de «represión» es bastante más rico



complejo. En primer lugar, es un concepto, y esquiere decir que no designa o describe umomento provisto de una existencia empírica, d

una positividad: es el momento imposible en eque el clivaje de mi psiquismo «sintoniza» con eclivaje de lo social (la realidad), o, máexactamente, la forma en la que mi psiquismo soles posible a condición de ser una estructuriempre ya social, la clave que hace que ambopsiquismo, sociedad) sean coextensivos y que s

pueda pensar (extremando la metáfora) que locial es un gran sujeto y que yo soy lo social e

pequeño. Ciertamente que esa «sintonía» no puednunca ocurrir del todo: siempre hay en mí uesiduo no socializable, siempre hay en lo socia

un exceso traumático de autoridad o de poder. Y

esos puntos son precisamente los que constituyea dinámica misma del psiquismo o de lo socia

Ahora bien. Esta represión es lo que nos ha sidustraído por la postsociedad contemporánea. E

u lugar nos ha dejado la otra: la mecánic



biológica del poder volcado directamente sobre ecuerpo y la conducta.



SEGURIDAD 1. Figura clave para lgobernabilidad en el mundo del llamad

capitalismo posneoliberal, o simplemente para lademocracias liberales contemporáneas, o de lcultura del hiperconsumo adictivo. No corramoiesgos, o corramos el menor riesgo posible

Seguridad es un dispositivo absoluto: se despliegin fisuras desde el Estado territorial atrincheradhasta la vivienda privada erizada de alarmas ejas o cercas electrificadas, o guardias privado

en sus garitas o recorriendo el barrio. Perobásicamente, se aloja microscópicamente en locuerpos de las personas. Y esta es la mejometáfora de la seguridad : robustecer el sistemnmunitario de un cuerpo siempre expuesto

iempre en riesgo, siempre en peligro. Los agentepatógenos, externos al cuerpo pero capaces dalojarse en el cuerpo y de vivir en él, acechaiempre como pequeños duendes dañinos: en lo

pliegues de los almohadones en los que el cuerp



e recuesta a leer o a ver la tele, en pedófilos pederastas o psicópatas manipuladores que espíaa nuestros párvulos en el ciberespacio (h

aparecido en Facebook una insistente operación dpublicidad terrorista de un servicio de seguridalamado Childpolice), en el narcotraficante qu

nos regala amistosamente la primera dosis, en eerrorista que hace estallar un restaurante o un cin

o el sniper que dispara al azar desde la torre de lglesia, en el acosador que abusa de su poder en erabajo, en la violencia siempre inmotivada que d

pronto estalla en un espectáculo deportivo

musical, en los indicadores económicos que dpronto comienzan a comportarse en forma advers amenazan con descontrolar el frágil equilibrio e

el que la vida transcurre, en el pequeño demoni

ntolerante o racista o xenófobo o fascista quhabita dentro de cada uno de nosotros, en fin. Todestá atravesado por la noción de seguridad, y, edefinitiva, por el negocio de la seguridad. E

decir, la vida es riesgosa, cualquier catástrof



puede ocurrir en cualquier momento: la únicforma de proceder es minimizando los riesgos golpes de una obsesiva racionalidad predictiva d

control y el montaje de dispositivos de vigilanci seguridad.La diferencia con el concepto tradicional d

eguridad nacional en tiempos de guerra fría estados dictatoriales contra el comunismo o lubversión internacional es que el nuevo concept

de seguridad global es profundamente apolítico aideológico: no está ahí en nombre de la defensde la sociedad, o del modo de vida y los valore

o del famoso statu quo: está para defender la vid los cuerpos de las personas. Y eso enfinitamente peor, mucho más eficaz

perfectamente funcional al capitalismo de mercad

ibre: me niega o me despoja de toda existencipolítica, me centra en el cuerpo y en la vida, marrastra a una especie de obsesión biológicacompletamente asocial y apolítica. Ya no e

necesario que el sistema intente persuadirm



deológica o políticamente de que es bueno, o, poo menos, menos malo que otros sistemas posibles

mucho más hábilmente, se sitúa por detrás de tod

política y de toda ideología y se mete en lo readel cuerpo y de la vida y explota el horror de eseal. Pues allí donde el gran negocio de

capitalismo posneoliberal y su desarrollismo hido liberar los impulsos económicos de la vida a

precio de desocializar lo social creando un campdesregulado continuo de sobrevivientepragmáticos, la figura de ese enorme negocio scompleta razonablemente en el miedo y l

búsqueda de seguridad. Internet es su mejometáfora.



SEGURIDAD 2. Este diccionario registranmediatamente, una entrada similar para est

étimo: SEGURO[14]. De todas maneras, seguremite antes que nada a una operación dntercambio o a la justificación de esa operación

Más específicamente, seguro es el depósito que s

ealiza para hacer reingresar lo sagrado (lo que ne intercambia, lo que no tiene valor) al campo do profano (lo que tiene precio). Eso da con un

clave para interpretar todo este asunto. Per

eguridad es un concepto fundamental en la vidcolectiva contemporánea, y parece ir bastante máallá. Securitas es hoy el lugar al cual los medioa opinión pública, la publicidad, las consultoraas encuestadoras, etc., empujan incesantemente odo el artefacto del Estado y del para-Estado. Lógica es sencilla: la apelación hipnótica a

consumo y a la compulsión adictiva tiende a ponea todo el mundo en una especie de estado d

desamparo y de desesperación generalizado. E



alivio para ese estado es la seguridad. Leguridad es aquello que debe ser proporcionad

por equipos y dispositivos de expertos, médico

hombres armados, sanitaristas, asistencialistapenalistas, etc. Es bastante evidente que lmecánica de este proceso es absolutamentperversa: la prohibición, la transgresión inherentos dispositivos de seguridad para evitar lransgresión, más transgresión, más dispositivo

etc. Además, toda la máquina tiende a funcionacomo profecía autorrealizada. El correlato de uvallado es el momento en que ese vallado e

abatido, el correlato de un guardia armado es emomento en que el arma es utilizada, el correlatde una alarma es el momento en que el aparato spone a chillar como un bichito desesperado, e

correlato del operativo de seguridad policial en upartido de fútbol es el momento en que lahinchadas se trenzan a los sopapos entre ellas con la policía, el correlato de filmar escena

ntimas con mi pareja es el momento en que e



video es subido a internet. Entonces. Si ocurre uobo es porque falla la seguridad, si nos pescamo

una gripe es porque falla la seguridad, si alguien l

dice «negro» a otro es porque falla la seguridad, sun jefe se tira un lance con la secretaria es porqufalla la seguridad, si los jóvenes toman comcosacos los fines de semana es porque falla leguridad, si alguien muere de un infarto es porqu

falla la seguridad, si la mujer engaña al marido eporque falla la seguridad, si el marido le pega a lmujer es porque falla la seguridad. Y así se puedeguir todo el día.

El informativo de televisión puede hacer lcrónica de un asalto o de un copamiento, y lavíctimas, los damnificados o los vecinos diránnvariablemente: «y después hablan de sensació

érmica». Estamos en plena máquina medios-masaEstado: sustancia adictiva de los mediodesesperación de la masa, seguridad del EstadoLos medios son la boca de venta, la masa es l

población adicta y el Estado es el artefact



policíaco-sanitarista-penalista.



SEGURO. En expresiones como seguro dvida, seguro de salud, seguro contra siniestro

accidentes, robos, incendios, etc.). Uprocedimiento sorprendentemente sencillo por ecual realizamos un depósito de dinero qufunciona, como dicen los ingleses, just in case,

os franceses, en cas de malheur , o loioplatenses, más enigmáticamente, «por si lamoscas»: si algo terrible ocurre podemos reclamaese depósito al administrador (la compañíaseguradora). Pero lo que interesa no es lmecánica sino el concepto. El concepto «seguropermite articular sin dialéctica, sin fantasma y siesiduos lo sagrado y lo profano en el capitalism

puritano. O mejor: es una forma respetuosa

civilizada de profanación radical. Aquello que niene valor es devuelto al sistema a través de u

precio. Cierta compañía aseguradora lanza unínea para que esas posesiones que tienen par

nosotros solamente un valor afectivo (las fotos d



coleccionismo. Lo sagrado ya no es eso que niene valor porque no puede ser cambiado por otr

cosa, sino que es ese objeto concreto, demasiad

concreto, cuyo valor se reintroduce en su singulapoder de fascinación. Y su verdad definitiva es eprecio. (Es lo que se trata en la entrada historia deste diccionario, en la que se menciona aprograma televisivo El precio de la historia[15] ).

En el 2007 un mechón de pelo del ChGuevara, cortado por un agente de la cía presenten la ejecución, fue rematado en cien mil dólareEl coleccionista que lo compró, el librero Bi

Butler, dijo que el Che había sido «uno de los mágrandes revolucionarios del siglo XX», y qupensaba realizar una «exposición del ChGuevara». La profanación radical es la muert

definitiva de la Idea bajo la forma de humillacióen lo concreto. Y lo más interesante es que eprocedimiento se liga al «seguro», a la seguridadal miedo desesperante de perder algo y por eso l

necesidad de fijarle una equivalencia o un precio



Y así todo el procedimiento se presenta bajo unforma invertida: el horror de que mi sagrado (mposesión, mi propiedad) sea profanado (por e

adrón, el delincuente, el accidente, el terrorista, lenfermedad, la muerte) me arrasa a unprofanación radical a priori que es también unfetichización radical. Confundo lo sagrado con ldolatrado. Y eso me permite ponerle un precio. O

mejor: me obliga a ponerle un precio.



SENSIBILIDAD. Hace algunos años ciertpensador (creo que era Alain Badiou) no podí

dejar de observar que las palabras «trabajador» «explotación» habían desaparecido devocabulario público corriente. (Es cierto que lpalabra «capitalismo» también había desaparecid

de esa nómina, y en su lugar aparecía la coberturneutra e ilimitada de «economía»: sabemos qucapitalismo es un modo histórico de producción, que economía es más bien una dimensiórreductible de las prácticas sociales). Ahora lensibilidad imponía un desplazamiento haci

formas culturales como la «discriminación» o l«intolerancia», y la vieja forma del trabajadoexplotado adquiría visibilidad cuando en s

etiología había algún problema étnico, racial, dgénero o de minoridad de algún tipo. Lexplotación de la meretriz por el patrón proxenetmporta menos por la relación en la que alguie

extrae beneficio de otro en tanto mera fuerza d



rabajo que por cuestiones de género, indefensiónpoder, ideología machista o patriarcal, etc. Lexplotación solo se hace visible en tanto qu

«problema cultural» y por lo tanto impone uratamiento «cultural»: es cuestión de mejorar lactitud, de adquirir valores y pensamientopositivos, de ser más tolerantes, más democrático más buenos. Recuerdo hace unos años a algunorabajadores manifestando en la plaza Matriz co

pancartas que decían «La patronal discrimina a lorabajadores»: la nueva sensibilidad democrátic

parecía ya ser el único discurso en el cua

expresar la lucha contra la explotación y lnjusticia. Es el problema grave que tienen la

apelaciones a la sensibilidad o a lensibilización, y la tendencia a acercar esa

apelaciones a la idea clásica de «conciencia» «concientización». Digamos, brutalmente, que lconciencia tiene que ver con formas y estrategiapara entender cuestiones de la estructura de l

njusticia, mientras que la sensibilidad tiene qu



ver con cierta empatía ante situaciones o episodionjustos. La cultura liberal asistencialista, típica da historia reciente, tiene que ver con una especi

de exacerbación de la sensibilidad: una especie destado de hipnosis o fascinación indignada ante lescena injusta o avasallante, situada en laantípodas de cualquier posibilidad de entender conceptualizar la injusticia para ofrecer una luchestructural contra la injusticia. Y no un merberrinche ante la situación injusta. La situaciónjusta es una anomalía mostrada, singularizada

enfatizada y retorizada: despojada así de tod

posibilidad de generalización conceptual. Solo haescenas hiperrealistas e infantiles de la injusticiaescenas moralizadas, pobladas de sádicoabusadores y de víctimas. Y por otra parte, e

correlato del berrinche parece ser una confianzno menos infantil en una especie de «educación evalores»: orientar a los ricos a una cultura de lolidaridad, de la cooperación, de la n

discriminación, etc. Como si el problema de l



iqueza fuera que tiende a crear una psicologíegoísta, frívola y derrochona (formas menemistade la riqueza, como Las Vegas o Mariana Nannis

que podemos combatir con una especie de terapio de coaching , apelando a la parte adormecida du sensibilidad (tipo «responsabilidad socia

empresarial»), para lograr finalmente que los ricodonen religiosamente parte de su riqueza parcausas solidarias como los niños pobres enfermoas madres solas, las familias sin vivienda. Pero l

peor es que esa paparrucha sea parte de unpolítica de Estado. Evidentemente esa cruzada est

destinada al fracaso. Afortunadamente, pues ecaso de tener éxito el asunto es peor: sominúsculas reinyecciones de capital en zonas dguerra, destinadas a impedir que el sistem

muestre que aquello que crea es lo mismo qumpide su desarrollo: injusticia, inequidad

pobreza, explotación.



SOBREVIVENCIALISMO. Si usted está leyendeste texto es que el mundo no se terminó el vierne

21 de diciembre del 2012. (Para otros esa no sernecesariamente una noticia buena: pero eso nmporta tanto). Para el caso, lo que interesa es nolo el milenarismo catastrófico abriendo fueg

desde los medios, sino, antes que nada, que esfuego caiga sobre un cuerpo inocuo, trivial, pueriHistory Channel pone al aire documentales com

l fin de los tiempos, Los últimos días en lierra, El efecto Nostradamus, Antes depocalipsis, etc.; Discovery Channel pone, entr

otros, Apocalipsis 2012. Y el punto de creencia da masa es más bien extraño: es una especie d

proceso de saturación que funciona como un

magia contagiosa. Digamos: nadie con una edantelectual superior a los cuatro años cree creer e

el fin del mundo. Sin embargo la gente satrinchera, se suicida, bunkers, se aprovisiona, s

agrupa y se acolmena, vende sus propiedade



Aparecen el sobrevivencialismo (survivalism: haun programa sobre esta práctica ridícula edundante en no sé qué canal), el new tribalism

a abundante literatura, los programas delevisión que muestran comunidades enterapreparándose para la noche posnuclear, para unpandemia de bacterias imitantes, para un colapseconómico, para las catástrofes climáticacausadas por el calentamiento global, para uaccidente en el acelerador de hadrones que dpronto crea un strangelet o un agujero negro por eque toda la civilización drena al quinto carajo. O

militarizándose para un ataque terrorista a graescala, practicando tiro, defensa personaprimeros auxilios. Una especie de bricolajmilitarista y sanitarista global. La consigna

claramente, es: nuestros cuerpos están vivos, deben seguir vivos. Aunque el precio de esduración, de esa sobrevida, sea el fin de la histori el fin de lo social. El cuerpo con vida de alguie

muerto. Y esa es una experiencia tan aterrorizant



tan infantil, tan atroz el horror real a la muerte eo real que la única forma de conjurarla es habe

muerto ya. Esa es la solución del obsesivo. Y ah

está precisamente el problema: que resulte taentador glosar a Baudrillard. El fin del mundo yocurrió. Hace rato. Y estamos vivos —ese es eproblema: estamos vivos — y no sabemos por quni para qué. Todos practicamos eobrevivencialismo, cotidianamente, aunque no srate de una práctica deportiva. Todos estamo

esperando la muerte definitiva que nos libere deste horror infantil. Algunos melancólicamente

otros militarmente, y otros sencillamente gozandde la fiesta del fin.



SOLUCIONES. (Soluciones integraleoluciones empresariales, paquete de soluciones

El plural soluciones es, sin duda, mucho mejor quolución. La distancia es similar a la que va diempo a tiempos. Y este plural no es solo un meruego retórico que busca conferir un estilo tecno

a frase. El plural está tejiendo la trama misma demundo actual: la multiplicidad. Ya no se tratimplemente de resolver un problema. Se trata d

entender la vida como una serie ilimitada ndefinida de problemas que deben ser resueltoe trata de una ontología que se basa en lesolución de problemas. Es la urgencia misma da vida, su pragmática, los trucos, las rutinas y lo

procedimientos que usamos para supera

dificultades o resolver situaciones problemáticaY la distancia es también la misma que lleva d

lien (la película de Scott, de 1979) a la secuellien 2, el regreso (Cameron, 1986), de un bicho

muchos bichos. El primer monstruo, híbrid



olitario y atroz de una especie desconocida y uhumano, era un problema pero también umisterio: ese otro radical aparecía en la vida de l

ripulación como un acontecimientextraordinario: el tema también eran la angustia, emiedo, el extrañamiento. En la secuelaobscenamente, ya hay colonias de bichos, cientode monstruos que surgen de todas partes. Y lohumanos ya están pertrechados: tienen equipoformaciones militares, refugios, armamentantialiens. La lluvia de monstruos no permite langustia ni la reflexión ni el discurso: solo cab

defenderse, sobrevivir, combatir. En la primervemos cómo surge, en la tranquila comunidad de lripulación de la nave, el estado de excepción: l

militarización de la sociedad (orden, estrategia

espeto a la cadena de decisiones) mientras scombate la amenaza. En la segunda nacemos en uestado de excepción naturalizado y aceptado: sorigen ya no importa. Un cuerpo militarizado si

ímites impide la aparición de lo social. Somo



hombres de acción. Los problemas están ahí parer resueltos y no para que reflexionemos sobr

ellos, ya que esa demora reflexiva nos pued

costar la vida. La pragmática, como lógica de lvida, nos militariza para salvarnos de los aliens. Yesta militarización es una especie de fuga hacidelante: impide el pensamiento y el lenguaje comdramas del sujeto.

Pero soluciones tiene otra connotaciódeliciosa, profundamente vinculada a la anterioHabla de una especie de entrega pasiva y radicadel cliente (una de las creaciones maravillosas de

mercado y la publicidad contemporáneos) a lcapacidad inteligente de la empresa de interpretau demanda: un servicio plus sobre el producto a mercancía. Ya no me ofrecen un producto (un

alarma, un peine, un caramelo mentolado): mofrecen soluciones (al problema de la seguridadde la rebeldía capilar, del hálito infernal). Soy unpersona atareada en un mundo lleno de aliens y d

problemas, soy un soldado, un prágmata, u



hombre de acción. No quiero un dolor de cabezaquiero soluciones, exijo soluciones, paquetes doluciones, lluvia de soluciones que neutralice l

luvia de problemas.



TIEMPOS. No debe leerse como el simplplural de tiempo. No sea tonto. No es lo mism

decir simplemente «no me da el tiempo», quutilizar la delicada forma técnica «no me dan loiempos». Hay todo un juego exquisito del nuev

castellano usando los plurales —que es mejor qu

decir «el plural».



TOTALITARISMO. Totalitarismo es el daño da democracia pos segunda guerra. Totalitarism

ndica la clausura de la fe hegeliana en el Estaddespués de los regímenes de disciplinacentralización, planificación, sistematización control de la vida desde y por el Estado, cuya

versiones más célebres y oscuras en el siglo Xon el Estado nacionalsocialista alemán y eEstado estalinista soviético. Democracia, despuéde la guerra (y de este lado de la cortina), surgmarcada por ese miedo fantasmal. Y se diría másdemocracia no es sino ese miedo fantasmaDemocracia es el terror preventivo aotalitarismo. Totalitarismo es el extracampnfernal de la democracia, y democracia no es otr

cosa que repetir en voz alta esa frase todo eiempo. La mayor parte del tiempo la democracie ejerce en tanto meros dispositivos fiscale

formales destinados a medir a qué distanci

estamos de la tentación totalitaria. Sería eficaz, e



ese caso, relacionar esa distancia con un sistemde alertas como las meteorológicas o laanitarias, o graduaciones o certificaciones d

calidad democrática como las ISO (y el chiste estetrasado con relación a la realidad, obviamentea que esas certificaciones y esos alertas existe

desde ya hace un buen rato).Ahora «totalitario» es la acusación del Partid

acional al gobierno que ciertamente rechaz«enfáticamente» el cargo y convoca entonces a uneunión para evaluar el asunto, y todos jugamos espirar un aire muy grave, porque la palabr

«totalitario» nos ha metido en su propia gravedadEl gobierno es totalitario porque da un trato pocransparente al asunto Pluna, porque habla d

comprometer a las Fuerzas Armadas con u

proyecto político, porque dice que a veces lpolítico está por encima de lo jurídico, porqugnora el pacto interpartidario para intervenir l

educación, porque muestra intenciones de extende

el horario de protección al menor a lo



nformativos de la tele. Es para reírse. Pero yabemos que cada vez más la democracia electora

es un ritual puro, es decir, sin dogma, sin credo

ambién sin idea. Ya sabemos que estos no sobuenos tiempos para la política, y entonceospechamos inmediatamente que lo que ocurre e

que ha llegado el momento en el que el Partidacional debe exagerar su disfraz opositor y pone

cara de malo después de haber mantenido ciertpostura conciliadora con el gobierno, porque svienen las elecciones y ya andan suprofetas (consultores, encuestadores, analista

políticos) mostrándonos esa especie de sinopside cómo van a ser las cosas en caso de que norzamos ese destino. Y la fuerza política d

gobierno está cautivada por la misma lógica. E

iempo de caudillos y demagogos porque es tiempde medios y de mediciones. No ha habido un solacto político en este gobierno que no sea un circde intenciones que siempre se muestra

pusilánimes, entorpecidas o amonestadas por e



fetiche acuerdista, negociador o consensual, y poel fetiche más oscuro de la opinión pública (eenunciado monstruoso de la máquina medios

masa), y que terminan por disolverse en la nada da democracia mediática. Y sin embargo, para ePartido Nacional, este es un gobierno totalitarioAsí es la democracia hoy: ya solamente tenemopalabras.



TRASMISIÓN 1. («Broadcast Yourself»eslogan de YouTube). Es la fase superior de l

comunicación. Es el acto exaltado de lcomunicación misma ante el espejo de la pantallaY es una reinyección de excitación a uncomunicación que corre siempre el riesgo d

aburrir o volverse monótona, contrapeso de lpropia acción anónima de comunicar en una rempersonal, y, esencialmente, siempre indiferente

Pues no es en absoluto lo mismo —aunque lo se— comunicarme y trasmitirme. Trasmisión es lverdad masturbatoria absoluta de la comunicaciónes un pliegue narcisista de la comunicación, emomento de gloria sobrenatural ante la cámara o emicrófono. Slavoj Žižek preguntaba, con ironía

qué diferencia podría haber entre tener unelación sexual con mi pareja y utilizar a mi parej

como un dispositivo para masturbarme. Es lmisma que hay entre comunicarme y trasmitirme

En lo real de los cuerpos y los nervios no hay ta



TRASMISIÓN 2. Habíamos dicho qurasmisión (broadcast ) es una fase superior de l

comunicación. Comunicación es la circulacióecnológica de la excitación tecnológica de la

partículas sociales. La era de la comunicacióhabía venido a clausurar el mundo de las ideas

de la crítica (no es que ese mundo existierempíricamente, pero existía como posibilidadexistía en potencia y en concepto). El sujeto eruna ficción lírica: escribía, narraba, organizaba smundo, su tiempo y su experiencia en lacionalidad misma de lo social. Pero de pronto l

consigna tuvo que ver más bien con la explosióexpresiva de la vida, y con el contagio y ldistribución mecánica de esa expresividad a la re

limitada de los nervios, hasta componer el magmnfernal insoportable de «todos juntos, todo eiempo, en todos lados». Y uno piensa en eso

cortos publicitarios en los que el locutor nos habl

en un registro entre la arenga y el ruego, como un



especie de coach de salón parroquial, y nos pidepor ejemplo, que tomemos por asalto las calleas playas y las piscinas, o que vivamos positiva

inceramente y no seamos amargos o hipócritas, que mostremos nuestros cuerpos y no seamovergonzosos o inhibidos, o que salgamos dparranda los fines de semana porque la noche ede los que salen. Esa es la era de la comunicación

La trasmisión es otra cosa. Es un acto solitarique revela la naturaleza profundamente solitaria doda la galaxia comunicativa. Con mi webcam, m

blog , mi micrófono, mi celular conectado

Twitter, estoy solo ante la verdad definitiva hueca de mi propia singularidad, lo único que mostiene y legitima. Trasmisión es la cápsul

milagrosa que invierte el principio de l

comunicación. Es el lugar donde me encuentrnteresante: quiero decir: no necesariament

hermoso ni inteligente ni ingenioso ni cultonteresante, único, irrepetible. Un narcisism

limitado, frío y trivial en el que todo se inscrib



bajo el signo de la genialidad: mi sensibilidad, lacaras extravagantes que pongo cuando me retratoa música que oigo. Si la comunicación era un

especie de disolución del sujeto, la trasmisión leinventa y lo obliga a mantenerse, en una forman monumental como hueca, para un mundo no ddeas (lo bello, lo inteligente) sino de eventos (lnteresante). La trasmisión está ahí para consagra

el santuario narcisista autista de la comunicaciónEs la operación misma de publicitarme: toda mvida es una performance para la que ya ni siquierbusco seguidores o fans, sino esponsores. Yo ya n

oy un espíritu sino un duendecito pícaro incapade hacer otra cosa que arte, en el sentido en quesa palabra es usada por ciertos artistacontemporáneos: hacer diabluras. Toda mi vida e

una película, o, mejor, un reality. Un monstruosestado religioso en el que me sientncesantemente filmado, grabado, fotografiado. Lransparencia atroz de la locura. No es raro qu

esa transparencia anuncie siempre un



erformance radical.



TRASMISIÓN 3. ¿Qué otra cosa es Facebook, sno el estímulo, el soporte aberrante ideal de un y

obligado a trasmitirse, pero despojado brutalmentde toda posibilidad estructural de decir? Lnvitación a decir, la obligación de decir: qu

estoy pensando, qué me gusta, a qué causa

adhiero, qué música oigo, a quién admiro. Cuelgfotografías de las inolvidables vacaciones de2010, pongo un videoclip de una música que mdentifica y que espero que contagie su maravilla oda la comunidad como un maná, posteo una frasngeniosa o profundísima, o escribo: «esto

cocinando una tarta de zucchinis y la magia dearoma llena mi casa». Es desesperante: no puedparar de aludirme, pues el mundo no puede para

de aludirme. Es lo que llamo trasmisión, formuperior de la comunicación. La diferencia entr

ambas es que mientras la comunicación es un mamaginario y anónimo (asubjetivo) de discurso

enunciados y gestos, la trasmisión centra es



constelación dispersa en la forma absurda monumental de un narcisismo elemental primitivo: un sujeto sin posición estructural d

ujeto pero incapaz de dejar de hablar de sí misma través de todo, o de dejarse hablar por todoarcisismo ciego, prehistérico, en una estructur

peligrosamente similar a la paranoia. Imaginemoun piropeador que sigue a una muchacha. Dentrada le dice cierta encantadora frasanibalesca: «tu ruta es mi ruta». Ella responde«no: mi ruta es para allá y la tuya es para el ladcontrario». Él dice: «ah, mirá: querés que te sig

entonces…». Ella se enoja: «no: quiero que tvayas y que me dejes en paz». Y él: «se ve que than dicho que a mí me encantan las mujerecuando se ponen difíciles y agresivas». Etcétera

Para él ella no habla, aunque hable: todo lo quella dice lo alude, es traído a una escena que lplanta y lo confirma a él en su lugar absoluto. Éescucha su propio mensaje como si tirara un

pelota contra un frontón. Se quiebra la relación d



eciprocidad sujeto-sujeto: él es un sujetmonumental porque ella no es un sujetoPodríamos pensar que el silencio o la indiferenci

de ella podrían haber sido una mejor estrategicontra esta embestida paranoide, pero seguramentese silencio revertiría en un signo de oblicuaceptación, provocación, etc. Y en un casextremo, la propia indiferencia significaría algoes decir, no se trata solo de la voluntad de ella dadoptar un aire indiferente para ocultar algo, sinque la propia insignificante indiferencia se pone ignificar. Es el caso de la frase de Nietzsche e

cce homo: «La desproporción entre la grandezde mi tarea y la pequeñez de mis contemporáneoe hace evidente en el hecho de que no me ha

visto, ni me han notado siquiera». Ya es la propi

ndiferencia (inmotivada) del otro lo que lo alud lo verifica: ya no hay escape.

Pues parte del problema es que el coriempre responde «y a mí qué me interesa», y l

hace de la forma más amarga: la de no responde



nada. Pues el silencio indiferente de la masa, que diferencia de la reacción todavía mantiene uefecto doloroso, lleva al sujeto que trasmit

llamémoslo broadcaster , para distinguirlo deujeto clásico) a doblar la apuesta: sus mensajedeben ser cada vez más audaces, máprovocativos, más escandalosos. Pero finalmenta escena registrada, correlato necesario de l

escena mostrada, resulta siempre trivial: es esque no tiene lugar, es ese evento singular puro quno puede ser pensado porque simplemente eobjeto de una mostración. Como en los realities

como en Gran Hermano, que en un principipueden capturar el morbo de la masa porquparecen prometer la gran escena prohibida (ldesnudez, la relación sexual, la violencia, l

angre) y solo se estiran indefinidamente en lcotidianidad más banal de los broadcasterparticipantes que hablan boludeces, juegan afutbolito, se cortan las uñas de los pies, pican un

cebolla. Finalmente, de ocurrir la escen



prohibida, entendemos que nada la diferencia de lnsignificancia radical de cualquier otra escena. Y

el coro sigue repitiendo: y a mí qué me interesa.

Cada vez más. Me grabo teniendo relacioneexuales con mi pareja, muestro cómo maltratamoa un animal con mis amigos, me hago fotografiapor mis camaradas humillando a un prisionero dguerra, filmo con el celular el momento en que micolegas violan a un nativo, registro todo etinerario que estalla en una masacre en un college

Se notará que casi todos los ejemplos son pluralehablan menos de un yo que de un nosotros. Es qu

os medios y la opinión pública prefieren creer hacer creer que los broadcasters (que hemodefinido como sujetos sin lugar estructural) soformaciones solitarias o individuales: anomalía

eventualmente espectaculares, psicóticas paranoicas, peligrosas, dañinas y hasta letalepero encapsuladas como fenómenos psiquiátricoeparadas del resto de lo social por la línea de l

rracional absoluto (la locura, el mal). Es clar



que esto no es así. Rara vez aparecen soloiempre son muchos. Por lo regular la locura e

grupal, colmenar, comunitaria o de manada: so

conexiones horizontales que deliran y trasmiten ebloque. Son sujetos colmenares unidos por uningularidad exclusiva y excluyeme, marca

asignificantes para todo el mundo pero que npueden dejar de ser trasmitidas, coreadas, gritada, llegado el caso, sostenidas con orgullo.

Si lenguaje es algo del orden de la inscripciópública, cierta exigencia social de verdavinculada a la organización y al significado

podemos llamar dialecto a la lengua qucohesiona a la colmena y al grupo horizontal dpertenencia. El dialecto es siempre más nítido quel lenguaje. El dialecto es siempre como un

marca física, algo del orden de la identidad —eel sentido policíaco de la palabra (¿la palabrdentidad tiene algún otro sentido?)—. El dialect

es esa fuerza que tiende a hacer que Aristótele

iga siendo más amigo de Platón que de la Verdad



La Verdad es lo público y el lenguaje. El dialecto la necesidad de forzar al dialecto a se

público (tarea imposible por definición, ya que l

público es la superación de lo privadomaginario-dialectal y no su prohibición o silenciamiento), es lo que caracteriza a

broadcaster como un personaje clase Búnicamente capaz de recitar la insignificanciabsoluta de su estribillo imaginario, que es vividpor él, sin embargo, como una verdahiperrealista, definitiva y de clausura.

Un ejemplo. Los parlamentarios que proclama

orgullosamente ser «hombres de principios» y nvotan la despenalización del aborto por uncuestión de convicciones personales allí donde sos había consagrado como representantes de u

movimiento, de un partido o de una Idea siguen mponen la lógica delirante y autoritaria de

dialecto. El dialecto, precisamente por ser lo quhermana y lo que liga, por ser algo del orden de l

marca, del apego, del paisaje o de la raigambre



uele asumir formas autoritarias, fóbicas protofascistas. Ignoro absolutamente cómo alguieituado fuera del dialecto no puede entender s

verdad definitiva, si para mí (y los míos) es taclara: el que está fuera del dialecto es uextranjero radical, es una entidad incomprensiblno prevista por el dialecto. Esto hace debroadcaster , del personaje clase B, alguiebastante siniestro, ya que el dialecto, que eprecisamente la voz de ese yo que carece de lugaestructural o de lenguaje, debe ser gritadompuesto, cantado, estribillado y hasta celebrado

Pero nunca pensado.



TURISTA. El turismo es una de las principalendustrias del mundo, dicen, y moviliza anualment

a setecientos millones de personas. Por eso eurista es una peste, una plaga negra. Una pestituada exactamente a la misma altura y en e

mismo lugar que la utopía posmoderna de

consumo, de los rituales del placer, del simulacrode la hiperrealidad. Es casi gracioso verlo, coese aire ligeramente divertido o vergonzoso dniño perdido o hipnotizado pero feliz —sobre todeliz —. Pleno y absorto.

Afectado por una especie de voracidaensorial, de ansiedad y de miedo de perders

algo, asistido entonces por prótesis tecnológicade registro, el turista convierte inmediatamente

odo el mundo que lo rodea en un museo o en uespectáculo. Y el mundo, interesado en lo que égasta y consume, se convierte inmediatamente euna enorme empresa prestadora de servicio

alojamiento, comida, espectáculo, diversión



En algo recuerda a la extraña poesía del personajde El club de la pelea, que declama su oda a lopequeños objetos de consumo individual (l

porción individual de manteca y el cuchillo dplástico en el avión, el cepillo de dientedescartable o la pastillita de jabón en el hoteobjetos que desaparecen o se descartan ni bien susan), dada su vida ansiosa e insustancial, saltanden avión de ciudad en ciudad. Acá es que ecapitalismo contemporáneo de hiperconsummuestra cierta contradicción con la idea misma dpropiedad, la tenencia exclusiva y el usufructo.

El turista es una perfecta metáfora del mundcontemporáneo. Todos somos llamados a seuristas en nuestras propias vidas. Todos vivimo

nuestra propia incapacidad de habitar y profana

en los simulacros de ciudad que se levantan aldonde alguna vez hubo, supuestamente, una Ciudapolis): la ciudad de los niños del shoppin

center , la ciudad de la cultura, la ciudad de lo

boliches o de los museos, ciudades alucinógena



de fantasía, pueblos reconstruidos o fabricados da nada que reproducen algún ambiente del pasadgauchos, pulperías, indios, westerns, figura

medievales, etc.), hasta llegar a las charter citiecontemporáneas, o las explosiones de capitacomo Shanghái o Dubái, etc. Así, el turismo es léptima plaga. Incomoda ver los informes de lo

noticieros televisivos siempre repitiendo el mismestribillo sobre las cifras, el dinero, la merma o encremento, las medidas adicionales de estímuloa distribución por nacionalidades, la cantidad d

cruceros, en fin.



VICTIMIZACIÓN. El enemigo de la democracies el tirano. El antagonista de la política es l

economía. Como esta última está completamentnaturalizada en su lógica y su procedimiento, liranía, el despotismo o el poder antipluralist

como anomalías de la democracia, es la gra

nterpelación dramática del demócrata. La tiraníhabía sido, precisamente, la cara inhumana qupermitía plantear el tema político como una luchemancipatoria contra el poder centralizadodogmático y totalitario. El izquierdismo retozabfeliz en este relato épico. Pero ahora el problemno es tanto liberarnos del poder despóticemancipación) sino cuidar lo que tenemos de

fantasma del poder (defensa o seguridad ante l

amenaza). Las democracias liberales actuales soncapaces de plantearse en otro lugar que no sea e

de cierta pasiva aberración: una vaga pulsióantidogmática y antitotalitaria que termina po

destituir por completo a la política misma. La



democracias hoy son artefactos obsesivoitualistas, reiterativos. Fomentan el horror

cualquier dictador futuro y al Estado —com

portador inherente de la tentación totalitaria—, e pasan conjurando ese miedo con rituales ceremonias de corrección y con declaraciones dfe democrática.

Todo el asunto democrático remata ansustancialmente en el asunto liberal de l

victimización del pueblo y en la guetización de laminorías. Un ejemplo. La llamada «discriminaciópositiva» (una empresa lanza una campaña par

puestos de trabajo para afrodescendientes) es uengendro que clava al otro inmediatamente en eugar de la víctima. Y esta victimización del otr

moraliza por fuerza un campo que debería se

conceptual-político. Un porcentaje elevadísimo da comunidad negra está por debajo de la línea d

pobreza; la lógica implícita es: mientas los negroon las víctimas de una cultura de discriminación

os pobres son la zona ciega, ya que el sistema qu



os produce no se conceptualiza. Este es un asuntque confunde al izquierdismo contemporáneo: haque decir que una de las grandes virtude

ntelectuales de la convocatoria marxiana es quno victimizaba al proletariado, no moralizaba eespacio de la política: lo interpelaba en tantujeto soberano, capaz de pensarse en la trama da explotación porque pensaba la propia trama da explotación que lo producía.

Ahora, cuando hay que poner lo político en uorden difícilmente ficcionalizable desde la épica a moral, el asunto del vigor intelectual de lo

cuadros políticos aparece como un déficit graveHay que apelar a una teoría en serio, y acá lzquierda zozobra en forma irrisoria.



VIDA. La despenalización del aborto es uasunto que todavía tiene la virtud clásica d

concentrar cierta densidad propiamentdeológica. Corta el campo del pensamiento e

dos: reaccionarios y progresistas, doctrinarios dderecha y pensadores de izquierda. En este tem

odavía la razón política parece venir a situarsdel lado de la izquierda. No se trata de un merdebate de opiniones: la única posición políticposible con respecto a él es una posición «dzquierda». La otra no es política. La postur

contra la despenalización del aborto en realidaesconde una condena masiva al aborto y undefensa abstracta de la vida. Su corazón negatives de una moralidad normativa infantil

provinciana que se expresa en un atroz enunciadoculto acerca de la mujer laica liberacontemporánea: defiende su derecho al placer aprecio de matar a sus hijos. Eso es lo que opina

as masas supersticiosas (y las masas son siempr



upersticiosas, entienden la religión comuperchería moral de santos y demonios). Pero e

argumento a favor de la vida abstracta es peo

furiosamente antipolítico. Los relatos naturalistaque exaltan moralmente el campo de la vida sique todavía haya una idea sobre la vida, uignificado político y social de la vida, so

argumentos, en última instancia, paganos. Y nnteresa la investidura religiosa de quien loostenga (el aparato religioso, burocrático

doctrinario no ha vacilado en mostrarsprofundamente pagano cuando eso le result

conveniente). Para una sociedad política la vidno importa: importa el significado social de lvida. Y la filosofía y la política (y la religión) haido el lenguaje trascendental kantiano para pensa

ese punto. La vida, observa Lévinas, es amoral. Uárbol simplemente vive y crece: está situado amargen de toda responsabilidad por la cantidad dotras vidas que arrebata y quiebra[17]. La vida e

un empuje plenamente justificado en sí mismo, n



necesita rendir cuentas ni pedir permiso a nadieSencillamente ocurre. La ética política apareceprecisamente, como el componente d

esponsabilidad social (el Bien, lo llamaban logriegos viejos) que es necesario agregar al flujciego y agresivo del impulso de la vida natural biológica para que un simple grupo de organismoque viven pueda ser considerado una sociedapolítica. Lo humano, concepto complejo quolamente puede aparecer dentro de una praxis

un lenguaje políticos, es reducido a la merpositividad de una existencia sustancial qu

ermina por absorberse en el campo mítico ndiferente de la vida (biológica o natural). De aho irritante de esa batería argumentativa tonta

ciega que apela a definiciones biológica

autoritarias y científicas: ¿desde cuándo vive uer humano?, ¿desde que un espermatozoid

fecunda al huevo? En fin. En el fondo lo que esten juego es el cruce paradojal de un dogm

biopolítico: el derecho abstracto a la vida pued



prolongarse perfectamente bien en el derechabstracto al placer. Y el correlato de esta acefalípolítica son el poder, el control, la disciplina y l

punición de los cuerpos. Pensar es necesario.



VIOLENCIA. El tiroteo de diciembre de 201en Newtown ahora ha dado un giro en la opinió

pública norteamericana —giro totalmentprevisible, por otra parte— y se sitúa en lomontos de influencia que la ficción violenta dHollywood tiene en la creación de una socieda

violenta. Alguien se convierte en mass killer o eerial killer porque ve una película de Tarantino de Robert Rodríguez. Independientemente de que mí, personalmente (¿y por qué debería resultanteresante ese «a mí, personalmente»?), Tarantin

o Rodríguez me parecen Beavis & Buttheaugando a la violencia metafísica uno y a la irónic

el otro, y podría encontrar en este juicio sumariuna oportuna gran coartada para librarme de ello

el razonamiento sostenido juega con uña o variaformas de la perversión extrema que econveniente cuidar. La vectorialización (mecánic moralista) ficción-realidad —«¡cómo no va a se

violenta la sociedad en la que vivimos; mire n



más lo que muestran el cine o la tele o lovideogames!»— tiene un punto no dicho detroceso: la violencia gráfica aparece y s

expande en una cultura y una comunidad miedosa aterrorizadas que desde sus comienzos sespecializan en producir psicóticos, paranoicos débiles mentales, individuos incapaces de trazaun antagonismo o una lógica de campo entre euego (en tanto simulacro u obedienci

disciplinada a las reglas) o la ficción (en tanthiperrealismo de la imagen y el vértigo) y llamada realidad (en tanto pensamiento simbólic

colectivo). Una cultura que entiende realmente quuna imagen vale más que mil palabras. Por lanto, no es en absoluto extraño que por ese punto

o por ese agujero real, pase, efectivamente, l

eal: la imitación, el contagio, el acting , lerformance (que es el punto de evanescenci

mismo, el punto de suspensión del antagonismoAlguien que empieza un juego que inevitablement

desemboca en lo real del cuerpo propio o del otro



a que desde un principio el campo carecía de uímite simbólico. Formas extremas del odio o de

amor fusional en las que no tengo otro (u

concepto o una idea del Otro), en las que yo soy eotro. ¿Qué diferencia hay así entre el realismo deuego, la exacerbación de un juego que empiez

con un rifle de asalto asombrosamente realista qudispara balas de tinta roja y «tiende naturalmentea un rifle de asalto real que mata gente real, y lrealidad como concepto que, llegado el momentome permite pensar eso en tanto que juego? Si esantagonismo está dañado desde un comienzo

entonces tenemos problemas, y efectivamente lreal es el juego, sin que exista la instanciimbólica de la realidad . Y por lo tanto, e

argumento moralista reaccionario de que hay qu

ntervenir represivamente sobre los contenidoviolentos de la ficción y el juego no deja de teneu parte de verdad. El problema, evidentemente

está en que los «contenidos violentos» de l

ficción serán arbitrados, regulados



eventualmente sustituidos por buenos contenidos valores. Y andaremos por la vida repitiendestribillos como «honestidad», «solidaridad»

«compartir», «tolerar». Hasta que un día nodescubramos caminando por la calle disfrazadode Winnie Pooh, o nos hagamos cirugías parquedar iguales a un bebé o a un perrito.



del suplemento La República de Platón1993-1995). Condujo Prohibido pensar . Edit

Tiempo de crítica, suplemento de la revista Cara

Caretas. Es editor de la revista de ensayorohibido pensar .



Notas



1] Walter Benjamin. Para una crítica de lviolencia y otros ensayos. Iluminaciones IVTaurus, Madrid, 1991. <<



2] J. R. Eiser. Psicología social . PirámideMadrid, 1989. <<



3] Véanse emprender, p. 48, y proactivo-reactivop. 99.<<



4] Llamamos así, en homenaje a un sketch deprograma humorístico Decalegrón, a señoraoldfashioned de clase media que gustan de la«formas superiores de la cultura». Las hermanade apellido Rivarola, eran interpretadas poactores travestidos (Almada, D’Angelo, Espalter

<<



5] Walter Benjamin. «El capitalismo comeligión» en Tiempo de Crítica n.° 22

Montevideo, 17 de agosto 2012. <<



6] Programa televisivo periodístico d«investigación y denuncia» emitido por Canal 4elevisión abierta de Montevideo. <<



7] «TECHO es una organización presente eLatinoamérica y el Caribe que busca superar lituación de pobreza que viven miles de persona

en los asentamientos precarios, a través de lacción conjunta de sus pobladores y jóvenevoluntarios». Tomado de la página web de l

organización: <http:www.techo.org/paises/uruguay/techo/que-es-echo/>.

Es, claramente, una maravillosa iniciativa civiípica de las formas posneoliberales de

capitalismo desde fines del siglo pasado, de unespecie de reciclaje caritativo de la pobreza.<<

http://www.techo.org/paises/uruguay/techo/que-es-techo/



8] Tomado de la página web del Instituto PilaLueches: <http://www.pilarlueches.edu.uy/que-ecoaching-ontologico-que-es-un-coach.html>. <<

http://www.pilarlueches.edu.uy/que-es-coaching-ontologico-que-es-un-coach.html



9] Pierre Clastres. La sociedad contra el EstadoVirus editorial, Barcelona, 2010.<<



10] Confederación de Organizaciones dFuncionarios del Estado. <<



12] Partido de la Concertación es el nombre que dio a una alianza electoral reciente entre e

Partido Colorado y el Partido Nacional (rivalehistóricos en el mapa político-partidario uruguayopara recuperar el gobierno de la ciudad dMontevideo, en manos de la coalición de izquierd

desde 1990. <<



13] Walter Benjamin. «El capitalismo comeligión», op. cit.<<



14] Véase la p. 114. <<



15] Véase la p. 59. <<



17] Emmanuel Lèvinas. Difficult Freedom: Essayon Judaism. Johns Hopkins University PresBaltimore, 1990. <<

breve diccionario para tiempos - sandino nunez

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