Serán buenos para ti.

Te agradezco que me llames mariquita pero hasta yo dudo

que sea una de ellas.

Buenos días, bella y

dulce mariquita…

Ha pasado el invierno, y al salir a pasear

con tus primeros

rayos, mira lo que le ha

pasado a mi cuerpo.

¿A qué se debe tu

mal humor en un día soleado?

Pues abre bien tus ojos

y dime cuántas

manchas negras ves en mis alas.

Pues ahora que lo

dices, no veo nada

raro.

Yo no he perdido nada. Al final del

verano las tenía todas,

y ahora mira…

¡Oh, vaya! Tienes toda

la razón. Has

perdido todas tus manchas.

Pues date prisa o el resto de

mariquitas no me

dejarán ir con ellas.

Creo que tengo la

solución a tu

problema

¿Acaso crees que

con maquillarme se arreglará

mi situación?

Conozco a los mejores

maquilladores de la madre naturaleza.

¿Y exactamente quiénes son

esos famosos maquilladores?

Al menos ganaremos

tiempo hasta que te vuelvan

a salir.

Así lo haré y espero que de verdad

sea la solución a

mi problema. Gracias.

Mejor no te lo digo. Ve a

verlos y cuando vuelvas me

cuentas.

¡Qué maravilla! Veo que los

maquilladores han

encontrado la solución a tu

problema Así es. Pero no

me maquillaron, simplemente

me dieron agua y quitaron la mancha de fresón que

cubría mis alas.

Y que no debemos

desesperarnos a la primera. A

veces pedir consejo a los expertos es la mejor de las

ayudas.

Eso demuestra

que a veces, la

solución es más

sencilla de lo que

creemos.