biblioteca dimco -...
TRANSCRIPT
BIBLIOTECA DiMCO
CLAUDIO IY1AGRIS: ¿LOS POETAS EXPULSADOS DE LA REPÚBLICA?
POEMAS DE GERARDO DENIZ, VICENTE QUIRARTE Y JOHN HUDCINS
IHARA SAIKAKU, ALFONSO MONTELONGO, LUIS RAMÓN BUSTOS
J Ε A N H G Β Ν O
BIBLIOTECA DE MÉXICO
NOL
«ACONACULTA NÚMERO SESENTA Y UNO
ENERO-FEBRERO DEL 2001 · Í30.00
PLAZA DE LA CIUDADELA 4, CENTRO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE MÉXIC
TELÉFONO 57 09 11 07 FAX 57 09 11 73
CERTIFICADO DE LICITUD DE TÍTULO NÚM. 6270
CERTIFICADO DE LICITUD DE CONTENIDO NÚM. 4830
CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES
REVISTA BIBLIOTECA DE MÉXICO
DIRECTOR FUNDADOR: JAIME GARCÍA TERRÉS t
DIRECTOR: EDUARDO LIZALDE
EDITORES: JAIME MORENO VILLARREAL Y RAFAEL VARGAS.
SECRETARIO DE REDACCIÓN: MAURICIO MONTIEL FIGUERAS.
CONSEJO DE REDACCIÓN: JUAN ALMELA. FERNANDO ÁLVAREZ DEL CASTILLO,
JOSÉ DE LA COLINA, SERGIO GONZÁLEZ RODRIGUEZ, MANUEL PORRAS t.
ANTONIO SABORIT, JUAN VILLORO.
COORDINACIÓN ADMINISTRATIVA: MIGUEL GARCÍA RUIZ
DISEÑO: GERMÁN MONTALVO, MELBA ZARED LAMADRID Y MARÍA ARTIGAS
ASITENCIA: PAOLA ÁLVAREZ
COLOR: LASSER REPRODUCCIONES
IMPRENTA: OFFSET ESTILO
PORTADA: DETALLE EN GRANO ABIERTO DE UNA FOTOGRAFÍA DE J05É
REVUELTAS EN LECUMBERRI, 1969, QUE APARECE COMPLETA EN LA PÁGINA 56
I A . FORROS: FOTOGRAFÍA DE JEAN GIONO, CA. 1949
2
40 42 44 47
GERARDO DENIZ ABATE
CLAUDIO MAORIS ¿LOS POETAS EXPULSADOS DE LA REPÚBLICA?
LUIS RAMÓN BUSTOS CALDOS Y LOS VAIVENES DE LA FAMA
ALFONSO MONTELONGO LA RESPUESTA A SOR FlLOTEA O LA VERDAD QUE SE LEVANTA
PHILLIPE OLLÉ-LAPRUNE GIONO, UN ESCRITOR EN BUSCA DE LO ABSOLUTO
BERNARD FAUCONNIER RETRATO DE UN PADRE
VICENTE QUIRARTE SIN CONVITE A TU FIESTA DE FANTASMAS
PIERRE CITRON EL DIARIO DE JEAN GIONC
JEAN GIONO TRES HISTORIAS PARA LA TELEVISIÓN
IHARA SAIKAKU MAESTRA DE ETIQUETA Y DE ESTILO EPISTOLAR
EDUARDO LIZALDE JOSÉ REVUELTAS, 1914-1976
JOSÉ REVUELTAS TRES CARTAS INÉDITAS
PHILLIPE CHERON JOSÉ REVUELTAS: LA CÁRCEL DEL DOGMA,EL ÁRBOL DE ORO DE LA LITERATURA FLORENCE OLIVIER AURA DE LO GROTESCO Y LO MONSTRUOSO EN LA OBRA DE JOSÉ REVUELTAS JAVIER DURAN NOTAS SOBRE EL MÉXICO DE AFUERA
JOHN HUDGINS FAMA
LUIS E. MARENTES EL APANDO: METÁFORA DE LA OPRESIÓN Y LA RESISTENCIA m
GERARDO DENIZ
A Τ
Cuando deseo escalar primermundo del mío,
me coloco junto a Liszt chocho-
tras el atril aguas entre frondas,
ninfas trescuartos con pincel de guasa,
cuando se las mordisquea,
genial entre troncos aromáticos
surtidores de la Villa d'Este,
trenodias dudando de sí propias
al enlazar talcuál ciprés planchado-
hasta que de pronto se arremanga con soltura,
salta a una escoba (apoyada en el piano
junto a la calabaza con vela arde dentro
aunque en fotos nunca salga)
y huye por la chimenea.
se abren las esclusas del más allá,
que los norteamericanos rigieron con injusticia.
(Liszt, empero, se llevó bien
con las discípulas
asimismo gringas.
¿Cómo desdeñar idiomas —cuales sean- de la fuente,
travesura entre árboles
deletrea
Noche, 1 de noviembre;
Nacido en España en 1934, el poeta y narrador
mexicano GERARDO DÍNIZ acaba de publicar una
breve antología bilingüe con el sencillo título de
Poemas/Poems, bajo el doble sello de Ditona y
Lost Road Publishers.
no de ellas, ni tuyas, sino para
pisarse la sotana?)
A Β Ε
Se cuenta que Platón, cuando se convirtió en discfpulo de Sócrates, echó al fuego una tragedia que apenas habla escrito. Ciertamente no lo hizo porque se sintiese insatisfecho del valor poético de aquella obra, con la que, más bien, se había propuesto, como refiere Diógenes Laercio, participar en uno de los más importantes concursos literarios de Atenas. De Platón a Kafka -qui~n, antes' de morir le habla encarglldo a su amigo Max Brod que destruyera sus obras inéditas, entre las que se encontraban obras maestras como El proceso y El castillo- el gesto del grande que destina sus propios libros a la hoguera nunca nace de una evaluación literaria, sino de razones más profundas. Platón destruye su tragedia -y las otras que se supone que escribiócuando se convierte en disclpulo de Sócrates y se consagra a la filosofla, a la búsqueda de la verdad, que le parece incompatible con la literatura -incluso con esa literatura más alta y más amada por él, como Homero y los grandes trágicos, que en un
de bondad y justicia, sino celosos, ávidos, vengativos y violentos- que inducen a los hombres al error y los castigan tras haberlos inducido. En el arte existe la belleza, pero ésta no siempre es, como querrla Platón, la aparición del Bien y de lo Verdadero.
Lejos de ofrecer modelos de vida que eduquen al hombre en la virtud, el arte puede resultar cómplice de la injusticia y la violencia que reinan en el mundd. El arte no es solamente ficticia mimesis, copia de esa engañosa e imperfecta realidad sensible que para Platón es, a su vez, solamente una copia de la Idea, única y verdadera realidad. En el arte el individuo le da voz a sus sentimientos; pero de un modo que tennina por coquetear con su propio egoísmo, para mimar de manera complaciente las miserias, las contradicciones y a veces las trivialidades de su estado de ánimo, para indultar sus propias debilidades y encerrarse en su narcisismo.
Todo esto hace al arte nocivo para la formación del individuo -por lo menos
menzo en Galilea} de Stefano Jacomuzzi, Jesús dice « .. . icuán difícil es tu ley, Padre, para que nada se pierda! iOh, que tampoco se pierdan estas nuestras pequeñas voces de tierra, recuerdos, esperas, pequeñas penas, pequeñas alegrías ... Llévatelas todas contigo, Padre, sálvalas para la eternidad!.
Es la literatura la que puede salvar estas pequeñas historias, iluminar la relación entre la verdad y la vida, entre el misterio y la cotidianeidad, entre cada uno de los individuos y la Babel de la época. Piénsese, por ejemplo, en la así llamada «novela de formación», florecida entre el siglo XVII y XIX no solamente pero sobre todo en Alemania, que cuenta cómo es posible que un individuo, creciendo en contacto con una soéiedad cada vez más compleja y laberínticél, forme armoniosamente su personalidad, desarrollándola en todas sus potencialidades latentes, o bien sea triturado por el férreo mecanismo del mundo o se inserte en su engranaje pero a un precio alto,
aos Doetas EXPULSADOS DE LCRE,!UBLICA? LITERATURA y FORMACION DE LA PERSONALIDAD
famoso capitulo de La República son excluidos del Estado Ideal y de la fonnación espiritual del ideal ciudadano de este Estado.
La sentencia platónica, nacida de una de las mas grandes mentes y almas de la historia, es inaceptable, porque, por doquiera que fuese llevada a efecto, arribarla al totalitarismo, al poder absoluto de un Estado que no tolera expresiones deformes a su modelo de valores y que ejerce la violencia sobre el individuo y su derecho a la diversidad. Pero para rechazar la condena platónica de la literatura -y del arte en general- es necesario saldar muy a fondo las cuentas con ella y con su verdad igualmente peligrosa y torcida; ignorándola, resulta imposible hacerle justicia a la literatura; menoscabarla y, a la vez, reconocer su seducción; atrapar su tiránica y liberadora ambigüedad y por consiguiente el significado que ella tiene para la vida de un hombre y para la fonnación de su personalidad.
Una doble marca sella para Platón la exclusión de la literatura. Por un lado la literatura muestra, sin dar un explicito juicio moral de ello, lo absurdo y lo injusto de la vida, el abismo de dolor que hiere al inocente y la felicidad que halaga al malvado, la perfidia de los dioses mismos -que pueden ser seductores, pero no ejemplos
CLAUDIO MAGRIS para Platón, a pesar de que él amó como pocos su encanto, su fuerza arrasadora y transfiguradora, su capacidad de ver los demonios y los dioses, su «divina manía» que él celebra en el diálogo lone, dedicado a un aedo. Es posible entender esta contradicción platónica en términos teóricos, pero para entenderla en toda su viva realidad, para entender cómo ha nacido y vivido, seria necesario que el arte, la literatura, la filosofía y la religión formularan verdades y la historia se cerciora de los hechos, pero únicamente la literatura -el arte en general- dijera cómo y por qué los hombres viven esas verdades yesos hechos; cómo, en la existencia de los individuos, las universalidades que ellos profesan se mezclan con las cosas pequeñas, mínimas e ínfimas de las que está concretamente tejida su existencia; cómo las verdades filosóficas, religiosas o políticas se entretejen con las esperanzas y los miedos de los hombres, con su desear, envejecer, morir. Si Dios se encarna, es la literatura la que puede narrar esta encamación, mostrando el absoluto en las actitudes de cada día. El Evangelio es narración y concluye con Jesús resucitado que asa unos peces a la orilla del lago para los apóstoles. En la novela Comincio in Galilea (Co-
3
sacrificando su múltiple riqueza interior, renunciando a muchos sueños, pasiones, proyectos, y achatándose hasta convertirse en poco más que un instrumento de ese engranaje.
La historia narra los acontecimientos, la sociología describe los procesos, la estadística proporciona los números, pero es la literatura la que los hace tocar con la mano allá donde ellos toman cuerpo y sangre en la existencia de los hombres. Sabemos qué fue la Francia de la Restauración y qué es la metrópoli contemporánea gracias a las tentaculares novelas de Balzac, las que nos dicen cómo hemos amado, deseado o mentido, y gracias a novelas como Berlin Alexanderplatz de Alfred Dbblin y otras obras de vanguardia en las que la complejidad, la organización, la desconexión y el caleidoscopio de la vida metropolitana se han convertido en montaje y collage narrativo, estilo y respiro de la narración. Por eso Sciascia pudo decir que «la generalidad de los hombres no sabría nada de sí mismo ni del mundo, si la literatura no se lo da a saben>.
La literatura, y en particular la novela o seria mejor decir la épica modema- es mímesis de la realidad, de su abigarramiento impuro y fugaz, de su caótica caducidad.
La literatura se asemeja a un periódico y a
veces a un periodicucho de la vida, de su
cotidianeidad baja y estrujante; Dostoievs
ky o Dickens -pero también Dante y la Bi
blia- son cronistas de lo efímero, sobre el
que ellos proyectan la luz de lo eterno, vio
lenta como un reflector que rasga la no
che o como la lamparita de bolsillo de un
detective en un lugar tenebroso. En este
descenso al quinto infiemo puede haber sal
vación, la caridad de quien participa en el
fango de la existencia para asumirlo sobre sí
mismo como un Mesías doliente, pero tam
bién complicidad, la complacencia en la mi
seria antes que la esperanza de lenificarla.
En su fidelidad al fluir limoso de los
acontecimientos, la literatu ra también es
un sismógrafo de los acontecimientos po
líticos, que en el desorden de su inmedia
tez, a menudo, no dejan entrever su lógica
y su significado. Ca rla Bo, volviendo a evo
ca r los momentos confusos y dramáticos
en el país y en el parlamento que llevaron
a la elección de Scalfaro como Presidente
de la República, decía que esos turbios y
convulsos acontecimientos parecían estar
esperando a que un narrador les diese for
ma. En su ensayo sobre las relaciones en
tre narrativa, periodismo y secciones cultu
rales, Letterotura bastardo, Claudia Marabini,
recordando que literatura, antes que nada,
significa «ponerse, lo más posible, en los
zapatos de los otros», observa cómo el san
griento embrollo de los últimos años o lus
tros de nuestra vida colectiva -el asesinato
de Moro, la muerte de Calvi, «Manos Lim
pias» y tantos otros acontecimientos ora luc
tuosos ora tragicómicos- es el material de
un gigantesco, laberíntico feuilleton que
espera a su narrador. Quizá cuando tenga
mos - si es que llegamos a tener- esta gran
novela, podremos saber qué es lo que ha
sido esta Italia, de la que nadie -ni siquiera
quienes vivieron esos años muy cerca de
los acontecimientos, en el ojo del huracán
ha logrado verle el rostro.
Quizá nunca como en nuestra época la
literatura ha reclamado y desarrollado una
función cognoscitiva : en el periodo com
prendido entre el fin de siglo y los años
treinta -la gran estación cultural del siglo
XIX, la frontera más avanzada que haya al
canzado la literatura- escritores como Mu
sil , Joyce, Proust, Svevo, Mann, Broch, Faulk
ner y. otros le exigieron a la narrativa ese
conocimiento del mundo que precisamen
te el enorme desarrollo de las ciencias no
permitía confiar a estas ultimas, porque ellas,
con su extrema especialización que hacía a
cada una inaccesible para los cultores de
todas las demás y aún más para el hombre
Claudio MagFÍs
medio, habían hecho pedazos todo sentido
de la unidad del mundo. Sólo una novela
que asumiese esas problemáticas científicas,
mostrando cómo vivían los hombres ese
mundo disgregado, podía y puede atrapar
el sentido de la rea lidad y de su disolución,
imitada pero también atrapada a fondo y
dominada en las mismas formas experimen
tales de la narración, en la disgregación y
recreación de las estructuras narrativas.
La li teratura defiende lo individ ua l, lo
part icular, las cosas, los colores, los sen
tidos y lo sensible contra lo falso unive r
sal que regim ienta y nivela a los hom
bres y se opone a la abstracción que los
esteri liza . A la Historia , que pretende
encarnar y realizar lo universal, la litera
tura le cont rapone lo que ha quedado a
las márgenes del devenir históri co, dá n
dole voz y memoria a lo que ha recha
zado, removido, destruido y borrado de
la carre ra del progreso. La literatura de
fiende la excepción y lo desechado con
tra la norma y las reglas ; nos recuerda
que la totalidad del mundo está rota y
que no se puede puede pretender re
construir una imagen armoniosa y unita
ria de la rea lidad .
Desde hace casi dos siglos la más alta
literatura occidental se enfrentó a la historia
como la otra cara de la luna, como la zona
4
que ha sido dejada en la sombra por el devenir y por el curso del mundo. Esta denun
cia de la insuficiencia de lo existente, este
sentimiento de una gran carencia en la vida
y en la historia, es la exigencia de algo irreductiblemente diferente, de una redención
mesiánica y revolucionaria, negada, por otra
parte, por toda revolución históricamente llevada a la práctica. Desde su nacimiento -es
decir, desde el Romanticismo y ya desde fi
nales del siglo XVIII-la literatura contempo
ránea está marcada por el sentimiento de
una profunda herida que la historia parece
haber infligido al individuo, impidiéndole rea
lizar plenamente su personalidad en con-
cordancia con la evolución social y hacién
dole sentir la imposibil idad y la ausencia de
la vida verdadera, el exilio de los dioses y la
fragmentariedad de su propia existencia. El
progreso social, que no es en absoluto des
conocido a la gran literatura innovadora,
como sucede, en cambio, con las reaccio
narias nostalgias de resonancias románticas,
pone aún más en evidencia el malestar y la
incertidumbre de lo particular.
La poesía de los modernos -escribe
August Wilhelm Sch legel, fundado r del
Romanticismo- es la nostalgia de una im
posible plenitud del vivir y, por lo tanto, ex
presa el vacío, la ausencia, el incumplimien
to de la vida y de la representación que
pretende serie fiel , sin ceder a la tentación
de embellecerla retóri camente, como si
todo estuviese en su lugar y sin proble
mas. Gran parte de la literatura contempo
ránea aún es romántica, en el sentido en
que fue el Romanticismo (observa Giuse
ppe Bevilacqua) el que soñó la utópica re
dención global de la sociedad y de la vida
-desi lusionado por el fracaso de la revo
lución, que por reacción indujó a muchos
románticos a alinearse políticamente en po
siciones conservadoras y retrógradas- y el
que confió a la poesía la ta rea, igua lmente
imposible, de rea liza r un absoluto poético
existencial ( la vida verdadera, el vivir poéti-
c a m e n t e ) e n u n a s o c i e d a d q u e , e n t r e m á s
p e r f e c t a s e p r e t e n d e , m á s s o f o c a n t e e i n -
v i v i b l e n o s p a r e c e .
« Q u e r e r v iv i r e s c o s a d e m e g a l ó m a n o s » ,
e s c r i b i ó I b s e n e n u n a p u n t e , s e ñ a l a n d o así
q u e s ó l o la c e r t e z a d e l o a r d u o y t e m e r a r i o
q u e e s a s p i r a r a la v i d a p l e n a y a u t é n t i c a
p u e d e p e r m i t i r n o s ir h a c i a e l la . El a r t e m o
d e r n o h a a s u m i d o , e n s u p r o p i a e s t r u c t u r a
f o r m a l , la d i s o n a n c i a d e la c o n d i c i ó n h u
m a n a y h a r e c h a z a d o t o d a c o n s u m a c i ó n
a r t í s t i ca , s i n t i é n d o l a fa lsa r e s p e c t o a la ex i s
t e n c i a , c o m o t a m b i é n se r ía fa l sa u n a l l ana
e s t a t u a n e o c l á s i c a d e la V i c to r i a l e v a n t a d a
p a r a c e l e b r a r la d e r r o t a d e l n a z i s m o d e s
p u é s d e A u s c h w i t z .
N o s ó l o las o b r a s m á s a r d u a s y d i f í c i l es ,
c o m o las d e J o y c e y d e B e c k e t t , s i n o t a m
b i é n a l g u n a s a p a r e n t e m e n t e m á s a c c e s i
b l e s p e r o i g u a l m e n t e r a d i c a l e s e n la r e p r e
s e n t a c i ó n d e l d e s e n c a n t o y d e la n a d a ,
c o m o La Educación Sentimental d e F lau
b e r t , h a n r e c h a z a d o t o d a r e t ó r i c a d e n o b l e
y fác i l h u m a n i d a d . La l i t e r a t u r a q u e h a ex
p r e s a d o las v e r d a d e s m á s r a d i c a l e s s o b r e
la c o n d i c i ó n e x i s t e n a a l e h i s t ó r i c a e s la l i te
r a tu ra d e la n e g a c i ó n y d e l r e c h a z o , q u e
p o n e e l a c e n t o s o b r e e l m a l e s t a r d e la c u l
t u r a y s o b r e la l a c e r a c i ó n d e l y o i n d i v i d u a l ,
y a n o S u M a j e s t a d e l Yo q u e e m i t e a c t o s
d e G o b i e r n o , s i n o u n y o c a d a vez m á s e s
c i n d i d o y h e c h o a ñ i c o s , r e d u c i d o a u n p r o
v i s o r i o y o s c i l a n t e p u n t o i n c o n s c i e n t e d e
a c o n t e c i m i e n t o s y s e n s a c i o n e s , p o c o m á s
q u e e l s e d i m e n t o d e j a d o p o r u n a t r a d i c i ó n
y p o r u n a h i s t o r i a v o l a t i z a d a s .
B a r t l e b y e l e s c r i b i e n t e , e l i n m o r t a l p r o
t a g o n i s t a d e l c u e n t o h o m ó n i m o d e M e l v i
l le, r e s p o n d e a c a d a p r e g u n t a , o f r e c i m i e n
t o u o r d e n : «Prefer i r ía n o h a c e r l o , S e ñ o r » .
En e s t e f i r m e y e x t r e m o no, s e m e j a n t e a la
r e n u n c i a d e los p e r s o n a j e s k a f k i a n o s , ex i s
t e u n a m o r a la v i d a m á s p r o f u n d o q u e t o d o
fác i l c o n s e n s o , u n a m o r q u e se e x p r e s a e n
la s o l e d a d , e n e l s i l enc i o , e n u n a a n a r q u í a
m u c h o m á s rad i ca l p o r c u a n t o e s t í m i d a y
h u r a ñ a . T a m b i é n la i r o n í a p u e d e , a la vez ,
o c u l t a r y r eve la r e l a b i s m o , c o m o la l e ve ,
d e m o n i a c a y v e r t i g i n o s a i r o n í a d e S v e v o ,
u n a d e las m i r a d a s m á s i n e x o r a b l e s d i r i g i
d a s a la M e d u s a . La e n s e ñ a n z a d e la l i t e ra
t u r a , s u p a p e l e n la f o r m a c i ó n d e la p e r s o
n a l i d a d es , h o y m á s q u e n u n c a , la l i b e r a c i ó n
d e los f a l s o s í d o l o s , d e t o d o a q u e l l o q u e
p r e t e n d e r e e m p l a z a r los v a l o r e s a u t é n t i c o s .
C o m o d i c e n los v e r s o s d e u n g r a n p o e t a
q u e h a h o n r a d o al S e n a d o , E u g e n i o M ó n
t a l e : "Solo esto podemos decine, / lo que
no somos, lo que no queremos". Para la
l i t e ra tu ra v a l e i g u a l m e n t e lo q u e e s t á d i c h o
e n El E v a n g e l i o a p r o p ó s i t o d e la p a l a b r a
d e C r i s t o : t a m b i é n e l la n o s t r ae , n o la paz ,
s i n o la e s p a d a ; v i n o a s e p a r a r al h i j o d e l
p a d r e y al h e r m a n o d e l h e r m a n o , a e s p a r
cir d e s a s o s i e g o , a p o n e r e n d u d a t o d o o r
d e n soc ia l y p o l í t i c o . B o t e r o , e l t e ó r i c o d e la
Ragion diStato, d e c í a q u e las le t ras n o les
s o n m u y ú t i l es al P r í nc i pe , p o r q u e i n d u c e n
a la m e l a n c o l í a . A c t o d e c o m u n i c a c i ó n y
p o r c o n s i g u i e n t e a c t o soc ia l p o r e x c e l e n
c ia , la l i t e ra tu ra t a m b i é n p o s e e s u i r r e d u c t i
b l e n ú c l e o a n t i s o c i a l c o m o b i e n l o s a b í a
P l a t ó n . A m e n u d o c o m p r o m e t i d a p o l í t i c a
m e n t e , la l i t e ra tu ra e s t a m b i é n s a b o t a j e d e
t o d o p r o y e c t o p o l í t i c o .
E n la n e g a c i ó n la l i t e ra tu ra p u e d e ex
p r e s a r u n a p a s i o n a d o sí a la v e h e m e n t e
v i d a , c o m o la l l a m a b a S a b a . Ella t a m b i é n
e s l i b e r a d o r a p o r q u e e s t á l ib re d e l p r i n c i
p i o d e n o c o n t r a d i c c i ó n ; p u e d e p ro fe r i r ve r
d a d e s an t i t é t i cas , p o r q u e n o f o r m u l a j u i c i os
t e ó r i c o s , n i m u c h o m e n o s p r o c l a m a i d e o
log ías , s i n o q u e e x p r e s a e x p e r i e n c i a s y p o r
c o n s i g u i e n t e p u e d e e x p r e s a r t a n t o f e e n
D i o s c o m o n e g a r l o , y la l i t e ra tu ra e x p r e s a
e s t a e x p e r i e n c i a s in d e j a r s e c o n s t r e ñ i r e n
la f o r m u l a c i ó n d e c u a l q u i e r c r e d o . En los
c u e n t o s d e S i n g e r se e n c u e n t r a n la e p i f a
n ía d e la f e y la e p i f a n í a d e la n a d a m á s
rad i ca l , y n o e s p o s i b l e s a b e r - y c a r e c e d e
i m p o r t a n c i a p r e g u n t á r s e l o e n é s t e y o t r o s
e j e m p l o s d e c o n t r a d i c c i ó n — si S i n g e r e s
c r e y e n t e o n o . S h a k e s p e a r e n o e s r e d u c i
b l e al p o e t a d e la f á b u l a s in s e n t i d o n a r r a
d a p o r u n i d i o t a , c o m o e s d e f i n i d a la v i d a
e n Macbeth, n i a l c a n t o r d e l e n c a n t o d e
J u l i e t a : e s a m b a s c o s a s , e s t o d o o n a d a ,
t o d o s y n i n g u n o , c o m o t o d o p o e t a d e b e r í a
se r : a l g u i e n q u e d e s a p a r e c e e n u n a p l u r a l i
d a d d e h o m b r e s , c o m o H o m e r o .
T o d o e s c r i t o r s a b e b i e n —la a d v i e r t e f ís i
c a m e n t e — la d i f e r e n c i a q u e ex i s te e n t r e lo
q u e e s c r i b e p a r a sí m i s m o , p a r a e x p r e s a r
s u p o s i c i ó n o s u j u i c i o , y lo q u e d i c e h a
b l a n d o a t r a v é s d e s u s p e r s o n a j e s o d e s u s
pa i sa j es , e s c u c h a n d o lo q u e e l l o s le s u g i e
r e n y q u e q u i z á h a s t a e s e m o m e n t o é l i g
n o r a b a q u e l l e v a b a d e n t r o d e sí. En la l i te
ra tu ra t o d o e s m e t á f o r a , a l g o q u e d i c e a l g o
d e o t r o ; u n no p u e d e s e r u n sí, y é s t a e s s u
l i b e r t a d , s u á n g u l o d e t r e s c i e n t o s s e s e n t a
g r a d o s a b i e r t o s o b r e e l m u n d o . En la l i t e ra
t u r a n o c u e n t a n las r e s p u e s t a s d a d a s p o r
u n escr i to r , s i n o las p r e g u n t a s q u e p l a n t e a
y q u e s i e m p r e s o n m á s a m p l i a s q u e t o d a
r e s p u e s t a , p o r c o n c l u y e m e q u e s e a . En la
v i d a , d e la m i s m a m a n e r a , las p e r s o n a s q u e
c u e n t a n p a r a n o s o t r o s n o s o n t a n t o las q u e
c o m p a r t e n n u e s t r a s r e s p u e s t a s a c e r c a d e
las c o s a s ú l t i m a s , c o m o las q u e se p l a n
t e a n n u e s t r a s m i s m a s p r e g u n t a s e n t o r n o
a e s a s c o s a s .
La l i t e ra tu ra t i e n e s u f é r r e a n e c e s i d a d ,
p e r o a m a el j u e g o . La n e c e s i d a d s u p r a p e r -
s o n a l , a m e n u d o , t r aspasa e l d e s e o y la v o
l u n t a d d e l m i s m o a u t o r ; a v e c e s q u e r e m o s
d e c i r a l g o q u e n o s e s q u e r i d o p e r o q u e e l
t e x t o r e c h a z a , o b i e n s i l enc ia r a lgo q u e e l
t e x t o ex ige . En la f á b u l a La Radura (El claro
del bosque) d e M a n s a M a d i e n , la p e q u e ñ a
D a f n e q u i s i e r a esc r ib i r c u e n t o s s o b r e s u s t r i
b u l a c i o n e s p e r s o n a l e s e l i m i n a n d o e l e p i s o
d i o d e l m i r l o q u e se t r a g ó la s e r p i e n t e , p u e s
t u r b a su e n c a n t o d e l m u n d o , p e r o s e d a
c u e n t a d e q u e n o p u e d e h a c e r l o . Sin e m
b a r g o , la l i te ra tu ra a m a el j u e g o , la l i be r t ad
d e i nven ta r la v ida c o m o el B a r ó n M ü n c h h a u -
s e n ; d e p o d e r h a c e r l igera i n c l u s o a la t r a g e -
El p o p u l a r y a n t i g u o d i c h o : " c r í a
f a m a y é c h a t e a d o r m i r " h a c e r e
f e r e n c i a n a t u r a l m e n t e a l a c o n
d i c i ó n d e l o s a f o r t u n a d o s m o r t a
l e s q u e , e n c u a l q u i e r a c t i v i d a d ,
i n c l u i d a l a l i t e r a t u r a , h a n d e s c o
l l a d o s o b r e s u s c o n g é n e r e s y
p u e d e n p e r m i t i r s e p l á c i d a m e n t e
— c o m o t a m b i é n s e d i c e - " d o r
m i r e n s u s l a u r e l e s " y n o e s f o r
z a r s e n u n c a m á s e n r e a l i z a r l a s
a r d u a s e m p r e s a s c r e a t i v a s q u e
l o s l l e v a r o n y a a l a f a m a o l a c e
l e b r i d a d .
P e r o , p o r l o p r o n t o , e n e l t e
r r e n o d e las a r t e s y l a l i t e r a t u r a ,
d o n d e l o s j u i c i o s d e v a l o r s o n
s i e m p r e m á s c o n t r o v e r t i b l e s y e x
p u e s t o s q u e e n e l t e r r e n o d e l a s
c i e n c i a s , p o r e j e m p l o , e l a s u n t o
d e la c e l e b r i d a d o l a g r a n d e f a m a
p ú b l i c a t i e n e m u c h o s r o s t r o s .
S u e l e u n c r e a d o r — y a l o s a b e
m o s , p o r u n g o l p e d e s u e r t e , u n a
c o y u n t u r a s o c i a l f a v o r a b l e o u n a
e x i t o s a p r o m o c i ó n c o m e r c i a l , c o n
s e g u i r u n r e c o n o c i m i e n t o u n i v e r
s a l g r a c i a s a u n l i b r o , u n c u a d r o ,
u n a o b r a m u s i c a l q u e l o s e s p e
c i a l i s t a s e n la m a t e r i a c o n s i d e r a n
m e d i o c r e y a u n m e n o s q u e m e
d i o c r e . P e r o t a m b i é n o c u r r e q u e
l o s m á s c a l i f i c a d o s c r í t i c o s , e d i t o
r e s y c o f r a d e s d e u n d e t e r m i n a d o
e s c r i t o r , c o n s i g a n la r i q u e z a y l a
g l o r i a p a r a a u t o r e s c u y a s c r i a t u
r a s n o r e s i s t e n e l p a s o d e l t i e m p o
y s e d e s p l o m a n e n p o c a s d é c a
d a s o q u i n q u e n i o s , a r r a s t r a d o s
p o r l a f u e r z a d e l a s a g u a s e s t é t i
c a s , c r u e l e s e i m p r e d e c i b l e s , s o
b r e l a s q u e n a v e g a n c r e a d o r e s
m á s v i s i o n a r i o s y a d e l a n t a d o s . S e
d a n c a s o s e x t r e m o s d e c e l e b r i d a d
y r e c o n o c i m i e n t o i n c o n t e s t a b l e s
e n q u e s e f a v o r e c e a c i e r t o s a u t o
r e s d e g e n i o d e s d e la a p a r i c i ó n d e
D E L G E N I O Y LOS L A U R E L E S
MENTIBEftt
dia; como un globo de colores que se escapa de las manos y que se va por el aire por su cuenta; de esconder la profundidad en la superficie como decla Hofmannsthal; de disimular los abismos más inquietantes en la levedad de la sonrisa y de lo aparentemente fútil como sucede en Sterne; y de hacer sentir de tal modo, aún con mas intensidad los vértigos de ese oscuro abismo. Inventa el lenguaje, transgrede la gramática y la sintaxis, pero creando un nuevo orden; crea palabras, casi como regresando cada vez al origen de la vida. Esta airosa libertad es quizá el don más grande de la literatura, una levadura que vivifica a la persona.
Hay una irresponsabilidad que la literatura reivindica como su derecho inalienable y que protege de la insoportable seriedad de la vida, de sus obligaciones y de sus tábanos, recordando que es necesario ir a la escuela, pero también irse de pinta. La literatura enseña a reírnos de eso que se respeta y a respetar eso de lo que nos reímos, como sucede en la escuela, con ciertos profesores venerados y de los que uno se burla, con una afeduosa ironía y autoi ronía que es lo opuesto al acre y presumible escarnio. Esta resuelta desenvoltura de la persona es una aditud clásica y la clasicidad hace libres, como dice un personaje de Fontane, el gran narrador prusiano del siglo XIX, porque da sentido del espesor, de la complejidad pero también de lo absurdo y de la vanidad de las cosas, enseñando a acepta rlas y amarlas sin llegar a idolatrarlas. Entre las tantas razones para estudiar las literaturas y las lenguas clásicas está lo gratuito de esas lenguas muertas, de esas perífrasis, de esas conjunciones y de todos esos «esse videatur¡¡ que no parecen servir para nada y que quizá, también por eso, ayudan a entender a los hombres con desilusionada benevolencia y sobre todo enseñan, con el
orden del lenguaje, la corrección moral : muchas bellaquerías nacen cuando se enmaraña al lenguaje y se pone al sujeto en el acusativo o el objeto diredo en el nominativo, enredando los papeles e intercambiando los roles entre vídimas y culpables, aboliendo distinciones y jerarquías en un timo amontonado de conceptos y sentimientos que deforman la verdad. Quizá, si aprendiéramos lo gratuito de todos esos proparoxítonos y properisponemas o de ese bendito paradigma del verbo hystemi, el resto ya sería ganancia.
Irresponsabilidad, juego de la literatura. Pero el verdadero juego es algo muy serio: lo saben los niños, que juegan a policlas y ladrones conscientes de la ficción, pero con una seriedad y una pasión que raramente, más tarde, investirán en las ficciones aparentemente reales de sus adividades de adultos. Existe también un juego estéril y árido, del que a menudo se complacen los literatos, una aridez enmascarada por las palabras que celebran los sentimientos, casi una proterva autorización a no participar en la vehemente vida en el ado mismo en el que se le canta. Quien ame la literatura debe hacer cuentas a fondo, como lo aclaró de una vez por todas Thomas Mann, con el peligro - que siempre tiene incumbencia-, de que el amor por la palabra se convierta en idolatría, fetichismo. En todo escritor, no sólo en un esteta común y corriente, serpentea la tentación que la tradición le atribuye, probablemente con injusticia , a Nerón, es decir, el impulso a preocuparse, cuando Roma estaba en llamas, más en los versos que lloran la hoguera y sus vídimas que en las vídimas mismas y en su dolor. Muchos escritores, incluso grandes, que han sabido hablarle al corazón han revelado tener un corazón muy pequeño y árido; los grandísimos escritores -basta pensar en Tolstoi o en Dostoievs-
Claudi!» Magris en 1991. Fotografía de Gabriela Bautista
6
ky- han sido, por otra parte, los primeros en denunciar, incluso en sí mismos, esta mezquindad humana de la literatura. Es el mismo ejercicio de esta última -un ejercicio ascético y totalizante, que absorbe la atención y la energla de toda la personael que comporta este riesgo, inevitable y necesario, de inhumanidad. La escritura busca la vida, pero puede perderla precisamente porque está toda concentrada en sí misma y en su propia búsqueda.
Una vez, en París, durante una discusión sobre mi Danubio, Maurice Nadeau me preguntó si para mí, viajero danubiano, la literatura era un medio para alcanzar el sentido de la vida o un obstáculo en dicho camino. Luego de muchas vacilaciones le dije que, si realmente tenía que responderle, la literatura era 50,001 salvación y 49,999 perdición y que ella sólo puede ser salvación si uno está consciente de este su alto potencial negativo.
Nadie ha entendido como Kafka este intrincado nudo de bien y del mal enraizado en la literatura. ti dice que hubiera querido ser Amshel, como suena su nombre judío, es decir, arraigado en aquel tejido de valores y afedos humanos, en aquella plenitud vital y moral que para él estaba representada por el judaísmo. La literatura fue para él el camino de esta búsqueda de lo humano, pero lo enredó en esta búsqueda, a la que él le terminó por dedicar toda su energía y su atención, extraviando la meta porque había sido atrapado por el ansia de llegar a ella. Así, él no pudo convertirse en Amshel, el hombre completo, y se convirtió en Franz Kafka, gran escritor porque es hombre manco y culpable de su perfección literaria que era también mutilación humana. Pero sin Franz Kafka no sabríamos lo que significa ser Amshel, lo que significa esa vida que al escritor le hizo falta.
Ya desde el más grande de los libros, La Odisea, la literatura es un viaje en la vida. La literatura moderna no es un viaje por mar, sino a través del polvo y de la desolación, como el de Don Quijote, a través del desierto. La literatura no puede ser reclutada por religión, filosofía o política alguna que proclame haber llegado ya a La Tierra Prometida o que está a punto de llegar a ella, arrastrando trás de sr a sus secuaces. Sin embargo, la literatura, el arte, señalan el camino hacia La Tierra Prometida, la dirección correda. Es comprensible que los poetas sean expulsados de la República, como inmigrantes ilegales y clandestinos. Pero estos vagabundos, al igual que los nómadas del desierto, son los guías que nos muestran las pistas para atravesarlo.
Traducción de María Teresa Meneses
El ensayista y narrador CLAUDia MAGRIS (Trieste, 1939) es uno de los escritores Italianos más difundidos en nuestro idioma. En estos meses Anagrama ha puesto en CIrculación su más reCiente libro: Utopla y desencanto.
lyiENTIBEft» sus Sus Sus primeras obras -as í sean sólo m i e m b r o s de una minoría crítica calificada los que advierten el fenómeno—, pero al f in de cuentas todos los verdaderos innovadores y todos los autores de obras atípicas, inimitables e irrenunciables para los públicos y los artistas de una era o varias, son siempre como bombas de tiempo, de alto poder, que conforme pasan los años, los siglos, y a veces los milenios, continúan expandiendo sus capacidades de conmoción espiritual en tpdos los ámbitos. Y rara vez, por cierto, esos propios supremos gestores de obras únicas saben en yjda hasta qué punto serán venerados por la posteridad, y en muchas ocasiones, ni siquiera se ocupan de pensar en el tema.
Por eso mismo, la preocupación principal de editores, críticos y escritores sensatos, es impedir que se pierda la memoria de esas figuras capitales, con frecuencia oscurecidas o sepultadas durante décadas por el huracán de los bestsellers y las estrellas golondrinas que la publicidad, la fortuna, la ignorancia o la moda imponen a las huestes ingenuas de sus seguidores.
Escritores muy famosos en su momento , pero desaparecidos apenas hace un cuarto de siglo o más, comienzan en México y en otros países a eclipsarse para los lectores; lo que no ocurre con aquellos que se han convertido en paradigmas de una época, una lengua y una cultura entera, sea en los t iempos antiguos o los modernos.
Un personaje de obra tan vasta, singular, brillante y decisiva como Benito Pérez Galdós (1843-1920), pongamos por caso, el Dickens, el Balzac, o el Emilio Zola ibérico, alcanzó grande gloria al final de su vida y se tranformó en el novelista emblemático de su lengua. Pero, como bien lo recuerda Luis Ramón Bustos en el ensayo que aquí publicamos, también sufrió Don Beni-tp el desprecio de sus lectores coterráneos que durante décadas prefirieron leer por carretadas en malas traducciones españolas a numerosos autores de lengua inglesa francesa o rusa, que en su enérgico y pulcro castellano al autor de Los Episodios Nacionales.
No importa que las obras de Caldos - y los personajes de sus povelas— hayan servido de buen
Y L ü b VAIVENES DE LA FAMA Caldos
Luis RAMÓN BUSTOS
Sucede a menudo q u e los l ib ros m e n o s la b ib l io teca d e m i padre , a lguna m a ñ a n a e n
c o n o c i d o s d e los g r a n d e s m a e s t r o s d e la q u e e s c a p é d e la ob l i gac ión d e la p repara to -
l i te ra tu ra r e s u l t a n ser los m á s i n t e r e s a n t e s na, e n c o n t r é e l t o m o , c o n el sel lo d e a lguna
o e n t r e t e n i d o s . A n d a n d o c o n tal p e n s a - ed i tor ia l e s p a ñ o l a ( n o r e c u e r d o cuá l ) , y lo leí
m i e n t o , acudí a la ca l l e d e D o n c e l e s e n p r i m e r o c o n ret icenc ia y después c o n autén-
p o s d e la n o v e l a El Abuelo, d e B e n i t o Pé- t ico agrado. D e e n t o n c e s a acá, h u b o a lguna
rez C a l d o s . A e s e c o r r e d o r o l o r o s o a p o l v o relectura y d e s p u é s u n o lv ido d e décadas,
d e p á g i n a , d o n d e es p o s i b l e ha l lar d e s d e Pocos m e s e s atrás m e percaté d e q u e esta
l i b ros d e t e x t o has ta e d i c i o n e s d e l Quijote nove la y Misericordia, habían s ido pub l icadas
d e l s ig lo XVII, s u e l o ir e n b u s c a d e los l i - el m i s m o a ñ o ( 1 8 9 7 ) y q u e s o n cons ide ra
d o s r anc i os q u e s o n d e m i p r e f e r e n c i a . das po r la crítica c o m o sus ú l t imas nove las
Allí, " Los H e r m a n o s d e la H o j a " ( a c a s o n o d e ca l i dad ; Misericordia t i ene a b u n d a n t e s
sea t a n f o r t u i t o e s t e n o m b r e a l u s i v o a la e d i c i o n e s e n el m e r c a d o , p e r o El Abuelo re-
n o v e l a d e Inc lán , ya q u e lo o f i c i os d e c o n - sul ta casi u n i ncunab le . Recorrí m u c h í s i m a s
t r a b a n d i s t a d e t a b a c o y d e c o m e r c i a n t e d e l ibrerías: e n las de l sur, de l cen t ro y d e la
l i b r o s v i e j o s t i e n e n b a s t a n t e p a r e c i d o ) , C o n d e s a , n o p u d e hallar ni rastro d e el la. En
p o s e e n u n a s e n e d e l ibrer ías d o n d e el i n - Porrúa H e r m a n o s , hal lé a lgunos t o m o s d e
c a u t o p u e d e caer r e d o n d i t o : si u n o va a las Obras completas de Galdós; su tomo VI
v e n d e r l i b ros — s e g u r a m e n t e a p r e m i a d o inc luye mi e lusiva nar rac ión . Pese a q u e es-
p o r n e c e s i d a d h a m b r u n a , resul ta q u e va- t aban i n c o m p l e t a s , n o m e qu i s i e ron v e n d e r
l en u n o s p o c o s p e s o s ( i y a v e c e s ni e s o ! ) ; el t o m o sue l t o y u n t a n t o d e s a n i m a d o p ro -
y si v e n d e u n a b ib l i o teca en te ra , n o p a g a n seguí e n mi a fán . F i na lmen te c o m p r é e l m is -
m á s d e lo q u e va len c i n c u e n t a l ibros n u e - m o t o m o a "Los H e r m a n o s d e la Hoja", po r
vos . Y c laro, c u a n d o u n o es e l c o m p r a d o r , la m ó d i c a c a n t i d a d d e q u i n i e n t o s pesos . M a l
e n t o n c e s los l ibros r e a d q u i e r e n m á g i c a m e n - negoc io , p u e s , para mí , mas e s t u p e n d o para
te su valor, y s o n p o n d e r a d o s s u e d i c i ó n , la los h e r m a n i t o s d e Donce les ,
ca l i dad de l p a p e l , e l q u e es té a g o t a d o e n el Misericordia y El Abuelo, o b r a s d e m a -
m e r c a d o , e l a ñ o e n q u e se p u b l i c ó y sus d u r e z , r e s u l t a r o n u n g u s t o s o p r e t e x t o para
caracter ís t icas t ipográ f icas . Ga jes de l o f ic io , d e s e m p o l v a r a l v i e j o y b o n a c h ó n c a n a r i o ,
d i c e n e s o s m a e s t r o s d e la c o m p r a - v e n t a ; A q u e l h o m b r e c a l l e j e r o y f i s g ó n , q u e c o n
p e r o a m í m e p a r e c e só lo u n vil d e s p o j o . los a ñ o s se n a t u r a l i z ó m a d r i l e ñ o a f u e r z a
M i s d e s e o s d e sabo rea r El Abuelo p r o - d e c u r i o s e a r o b s e s i v a m e n t e p o r esa c i u -
ven ían d e u n v ie jo r e c u e r d o a d o l e s c e n t e : e n d a d , t i e n e a ú n m u c h o q u e d e c i r y a ú n
Retrato de Benito Pérez Cialdós (1843-1910) por Joaquín Sorolla
más que contar; sólo que las nuevas ge
neraciones lo desconocen por completo,
pues incluso cuando les obligan a leer
Doña Perfecto o MarianeJa, lo hacen de
mala gana y a ojo de pájaro. Por ello no
es un ejercicio banal retroceder a su épo
ca y delinear -como quien a hurtadillas
persigue un fantasma añoso- la vida del
autor y 105 vaivenes de su fama literaria.
En aquella España en crisis, plagada por
guerras civiles, revoluciones petarderas, aso
nadas militares y regresos a la monarquía;
en aquella España de Isabel II (1834-1868),
de la Primera República (1868-1874) y de
la Restauración Monárquica (1875- 1931),
donde la clase media empieza a levantar
cabeza y la clase alta, añorosa de esplen
dores, se resiste a dejar sus privilegios; en
aquella España ávida de lagrimones román
ticos y consciente de que los tiempos ha
bían ya mudado, Benito Pérez Galdós vino
a ser un espejo que reflejó a la sociedad
entera y una pregunta dolorosa -que aún
las nuevas generaciones no responden
respecto a la debacle del espíritu hispáni
co. Espejo y pregunta que en un principio
no fueron percibidos cabalmente, ni por la
crítica ni por el público.
Benito Pérez Galdós (1843- 1920) na-
ció en Las Palmas de Gran Canaria; sin
embargo, desde sus primeras novelas -Lo Fontana de Oro (1870), Lo Sombro (1871),
EJ Audaz (1872), Doña Perfecto (1876), Glorio (1877), MarianeJa y Lo FamiJia de León Roch (1878)- describió la vida ente
ra de la. península. Estos inicios tuvieron
poca resonancia entre la crítica y apenas
despertaron un pequeño eco entre 105 lec
tores. Igual suerte corrió MarianeJa, su no
vela de más evidente parentesco con el
folletón romántico, y aunque esta historia
terminó siendo favorita como instrumento
de lectura escolar, en su momento de apa
rición fue poco apreciada. Décadas des
pués, con Doña Perfecto ocurrió algo com
pletamente inesperado: la crítica le favoreció
con entusiasmos desmesurados y con 105
años este reconocimiento decayó y se le
tuvo por un trabajo menor. Giner de 105
Ríos incluso la distinguió como el mejor tra
bajo galdosiano o el único salvable, ya que
este avispado critico pensaba que nuestro
autor carecía de grandes virtudes. Ahora,
con cientoveintiún años de edad entre sus
páginas, Doña Perfecto sirve casi exclusi
vamente como libro de cabecera para me
jor dormir a 105 adolescentes. Con MarianeJo ocurrió lo opuesto: 105 chamacos
8
secundarinos la leen con gusto sentimen
talón y poniendo ojitos melosos.
Si con la crítica especializada -siempre
tan sagaz y generosa- el escritor canario
no tuvo demasiados adeptos al comienzo
de su carrera novelística, si con el público
apenas obtuvo algunos reconocimientos,
asaz distinta fue su suerte cuando decidió
publicar sus Episodios Nocionales (bajo el
tutelaje amistoso de su director de El Debate, José Luis Alvareda), ya que su reso
nancia fue mayúscula, llegando a ser estos
relatos históricos libros de sobremesa de
muchísimas familias españolas de clase
media y baja. Vamos, que hasta los leían
los más pobres de los pobres, incluso algu
no que otro ganapán del sur de Madrid, tal
vez hasta uno de aquellos que le sirvieron
de modelo para su Misericordia. El éxito
«masivo» de los Episodios fue punta de lan
za para intentar todo lo intentable: fraguó
relatos a partir de anécdotas callejeras, pin
tó tipos estrambóticos y tipos muy comu
nes, entreverándolos de tal modo que por
su interés dramático despertaran la curiosi
dad de 105 lectores. Leyó y releyó la historia
de la España decimonónica y con ladrillos
de esa construcción errática forjó estructu
ras bien sólidas, que fueron un espejo para
var ias g e n e r a c i o n e s d e p e n i n s u l a r e s . Para
m u c h o s d e e l l os a q u e l G a l d ó s s ign i f i có u n a
r e c o m p e n s a a n t e t a n t a d e r r o t a , u n a m a n e
ra d e n o s e n t i r s e t a n v u l n e r a b l e s f r e n t e a
u n m u n d o q u e ya n o c re ía n i m í n i m a m e n
t e e n las v ie jas g lo r ias d e E s p a ñ a . Tal vez s u
é x i t o n a c i e r a d e e s t a e s p e c i e d e m e n t i r a
p i a d o s a , a u n q u e t a m b i é n los Episodios t i e
n e n e l t o q u e d e s u g e n i a l i d a d na r ra t i va y
e n e l los , c o n a m e n i d a d y g r a n o f i c i o , reve la
h a s t a q u é p u n t o se p u e d e n e n t r e v e r a r los
h i l os q u e u n e n h i s to r i a y n o v e l a .
Para c u a n d o las s igu ien tes g e n e r a c i o n e s
d e e s p a ñ o l e s i lus t rados e n t r a n e n c o n t a c t o
c o n sus l ibros, los v i e n t o s le f a v o r e c e n c o m
p l e t a m e n t e . Hac ia la vue l ta de l s iglo XIX, Ga l
d ó s e ra ya El Escri tor d e España , el d r a m a t u r
g o d e los tea t ros a reventar, e l h is to r iador q u e
c o n t o q u e risueño hac ía c o t i d i a n o el p a s a d o ,
el nove l is ta q u e p i n t a n d o t i pos s ingu la res y
s i m p l o n e s ret rataba la m a n e r a d e ser d e t o d o
u n p u e b l o . Exitoso, g a l a r d o n a d o , se p a s e a b a
p o r M a d r i d d e s p e r t a n d o cu r i os i dades o ve ra
n e a b a e n S a n t a n d e r , e n t r e m u r m u l l o s d e
escr i to res n ó v e l e s q u e a c u d í a n a su ter tu l ia .
C o n s a g r a d o p l e n a m e n t e , sus tex tos c i rcu la
b a n p o r t o d a s las au las de l país y n o hab ía
b ib l i o teca q u e carec iera d e e l los.
G r a n d e s espec ia l i s tas e h i s t o r i a d o r e s d e
la l i t e ra tu ra e s c r i b i e r o n e n s a y o s y b i o g r a
f ías d u r a n t e a q u e l l o s a ñ o s : N a v a r r o L e d e s -
m a , C la r ín , M e n é n d e z Pe layo , E m i l i o P a r d o
B a z á n y o t r o s . P e r o q u i e n r e a l m e n t e le e s
t u d i ó a f o n d o y a p o r t ó las l í n e a s c l a v e s d e
s u t r ayec to r i a l i terar ia f u e A z o r í n , q u e c o n
s u s d o t e s g e n e r o s a s d i o la s e ñ a l pa ra u n a
r e v a l o r a c i ó n d e la o b r a g a l d o s i a n a . S in A z o
r ín , s in s u s t e x t o s p e n e t r a n t e s y e s c l a r e c e -
d o r e s , la o b r a cr í t ica d e C a s a l d u e r o , Ricar
d o G u l l ó n , Pa t t i son , B e r k o w i t z , Ju l ián M a r í a s
y J o s é F. M o n t e s i n o s , s u s b i ó g r a f o s e h i s t o
r i a d o r e s m e j o r d o t a d o s , ser ía f r a n c a m e n t e
i m p o s i b l e . D e A z o r í n , d e s u p l u m a , sa l i e
r o n los p u n t o s c a r d i n a l e s q u e d i e r o n d i r e c
c i ó n a t o d o s los e s t u d i o s p o s t e r i o r e s . S in
e m b a r g o , pa ra e l r es to d e la G e n e r a c i ó n
d e l 9 8 y p a r a casi t o d o s los q u e p e r t e n e
c i e r o n a la d e l 27 , B e n i t o Pé rez G a l d ó s s ig
n i f i có p o c o . Se le l l egó a m o t e j a r d e e s c r i
t o r g a r b a n c e r o p o r s u s u p u e s t a í n d o l e
g r o s e r a y p o p u l a r ; los t i e m p o s a p u n t a b a n
— c o n e l a r t e d e l s ig lo XX d i r i g i d o p o r las
v a n g u a r d i a s — hac ia u n a s o f i s t i c a c i ó n q u e ,
e n s u c e g u e r a e l i t i s ta , n o p u d o a p r e c i a r su
p r o f u n d o h u m a n i s m o . C e g u e r a s d e a n t a
ñ o q u e n o se c u r a r o n e n E s p a ñ a has ta m u y
r e c i e n t e m e n t e , p u e s a ú n e l c e n t e n a r i o d e
s u n a c i m i e n t o ( 1 9 4 3 ) n o t u v o e l l u c i m i e n
t o i n t e l e c t u a l q u e se e s p e r a b a , ya q u e e l
h o m e n a j e c o r r i ó a c a r g o d e l g o b i e r n o y d e l
p u e b l o , s in u n a p r e s e n c i a s ign i f i ca t i va d e
los esc r i t o res . En la a c t u a l i d a d , c o n la p e r s
p e c t i v a d e u n a c e n t u r i a , s in los d o g m a s q u e
h a c e n q u e u n a g e n e r a c i ó n l i terar ia n u e v a
r e c h a c e v i r u l e n t a m e n t e a la an te r io r , c o n e l
t r a b a j o d e m u c h o s g a l d o s i a n o s q u e lo h a n
a q u i l a t a d o s e r e n a m e n t e , s u f i gu ra a d q u i r i ó
s u v e r d a d e r a m e d i d a y e s ya , o t ra vez, m a e s
t r o i n d i s c u t i d o . 1
En M é x i c o , los v a i v e n e s d e su f o r t u n a
l i terar ia h a n c o r r i d o p o r d i f e r e n t e s s e n d e
ros. Hac ia e l s ig lo XIX, s u s c o n t e m p o r á n e o s
d e acá n o le v a l o r a r o n d e b i d a m e n t e , u n
p o c o p o r i g n o r a n c i a y u n m u c h o p o r q u e se
t r a taba d e u n escr i to r e s p a ñ o l ( e n a q u e l l o s
t i e m p o s a f r a n c e s a d o s n a d a d e a q u e l pa ís
i n t e r e s a b a ) . N u e s t r o s esc r i t o res d e f i n e s d e l
s ig lo XIX lo l e y e r o n m u y p o c o y f u e r a d e
a l g u n a s no t i c i as supe r f i c i a l es , e n r e a l i d a d
d e s c o n o c i e r o n su h o n d u r a , su g r a n o f i c i o y
c a l i d a d . C o n e l a u g e d e la N o v e l a d e la Re
v o l u c i ó n M e x i c a n a , c o n e l i n t e rés d e s p e r t a
d o p o r la p r o b l e m á t i c a soc ia l e n la l i t e ra tu
ra, e l n o m b r e d e G a l d ó s , c o m o f ie l re t rat is ta
d e t o d a s las c lases soc ia les d e España , f u e
r e c u p e r a d o y e n s a l z a d o . Sus l ib ros c o n o
c i e r o n m e j o r e s t i e m p o s y las e d i c i o n e s e s
p a ñ o l a s y a r g e n t i n a s d e sus o b r a s l l ega ron
a m p l i a m e n t e a n u e s t r a s l ibrer ías.
H a c i a los a ñ o s c u a r e n t a , A g u i l a r Ed i tor ,
h i z o c i rcu la r c o n m a y o r p r o f u s i ó n s u s o b r a s
c o m p l e t a s , y e n t o n c e s p u d i e r o n c o n o c e r
se a l g u n a s a n t e s l e ídas . Po r e j e m p l o , s u s
t e x t o s b i o g r á f i c o s , s u s ú l t i m a s n o v e l a s y
Episodios Nacionales, s u s b i t á c o r a s d e v i a
je , s u s a m o r o s o s b o c e t o s d e T o l e d o , s u
G u í a d e M a d r i d y o t r a s o b r a s r e u n i d a s b a j o
e l t i t u l o g e n é r i c o d e Miscelánea. N u e s t r o s
e s c r i t o r e s , n u e s t r o s l e c t o r e s , p o r v o c a c i ó n
rea l i s ta , a c o g i e r o n c o n b e n e p l á c i t o d i c h a
e d i c i ó n . I n c l u s o e n p r i m a r i a s , s e c u n d a r i a s
y p r e p a r a t o r i a s , a l g u n a s d e e l l as t u v i e r o n
c a b i d a : Doña Perfecta, Mananela, Trafal
gar, La Corte de Carlos IV, Fortunata y Ja
cinta, s i r v i e r o n d e i n c i t a c i ó n hac ia la l e c t u
ra a m u c h o s p r o f e s o r e s d e e s p a ñ o l y
l i t e ra tu ra . A h o r a e n e s t o s t i e m p o s d e c o m
p u t a c i ó n d e s a f o r a d a , y p r o g r a m a s t e l e v i s i
v o s in te rga lác t icos , los p r o f e s o r e s c o n t i n ú a n
b u s c a n d o i n t e resa r a los j ó v e n e s e n d i c h a s
n o v e l a s . P e r o si e l m i s m í s i m o Principito
c a u s a b o s t e z o s , q u é e s p e r a r d e Fortunata
y Jacinta o Doña Perfecta q u e , c o n su ex
c e s o d e p á g i n a s y s u o l o r a ve jez , e s c a s a
m e n t e p a r e c e n a t rac t i vas .
L e y e n d o El Abuelo — c o m o q u i e n r e c o n o
ce lo ya a n d a d o - , m e fu i a d e n t r a n d o g u s t o s o
e n la char la d e a q u e l cu r ioso e m p e d e r n i d o ,
d e a q u e l infat igable c a m i n a d o r d e la c i u d a d
d e M a d r i d q u e f u e Ben i t o Pérez Ga ldós . Su
t r a m a senci l la, basada e n la f ábu la m e d i o e v a l
de l Rey C iego q u e d e b e r e c o n o c e r a su ver
d a d e r a n ieta, m e devo l v i ó a los a ñ o s e n q u e
la lectura era para m í u n g ran placer, n o u n a
ob l igac ión d e t rabajo. N o v e l a d ia logada , t rans
p a r e n t e y l ímp ida , i n g e n u a y sabia, q u e revela
la m a n o de l maes t ro , e n sus pág inas s u p e
reencon t ra ra ese escri tor i m p e r e c e d e r o , s i e m
p re j o v e n y s i e m p r e actua l .
Luis RAMÓN BUSTOS (México, D . R, 1 9 5 5 ) Ensa
yista y per iodista, es un a tento lector de la
literatura del siglo XIX, c o m o lo p robó desde su
pr imera colaboración con esta revista, el ensayo
sobre la correspondencia entre el portugués Ega
de Queiroz y el brasi leño Machado de Assis,
aparecido en nuestro n ú m e r o 5 2 .
p a s t o a l o s p r o d u c t o r e s c i n e m a
t o g r á f i c o s y s e r i e s h i s p a n a s p a r a
la T V ( m u c h a s d e e l l a s m a g i s t r a
l e s c o m o Fortunata y Jacinta); e l
g r a n p ú b l i c o s u e l e a d m i r a r e s a s
o b r a s s i n a d v e r t i r la e s t a t u r a d e l
e s c r i t o r e n q u e s e a p o y a n y, p o r
s u p u e s t o , s i n a n i m a r s e a c o m p r a r
y l e e r s u s l i b r o s .
M u c h o s o t r o s e s c r i t o r e s f a v o
r e c i d o s p o r l a f a m a y e l p r e s t i g i o
i n t e l e c t u a l s u e l e n s u f r i r e l d e s c o n
s u e l o d e n o s e r e n s a l z a d o s p o r
a l g u n a s e c c i ó n d e s u o b r a q u e s u s
l e c t o r e s n o a p r e c i a n . P o r e j e m p l o ,
J e a n G i o n o , d e q u i e n se p u b l i c a n
a q u í f r a g m e n t o s d e s u Diario y t r e s
d e s c o n o c i d a s h i s t o r i a s s u y a s p a r a
la t e l e v i s i ó n , h u b i e r a q u e r i d o a l
c a n z a r a l g ú n r e c o n o c i m i e n t o c o m o
a u t o r d e c i e r t a s o b r a s d e f i c c i ó n ;
as í l o h a c e v e r l a e n t r e v i s t a d e B e r
n a r d F a u g o n n i e r c o n S y l v i e G i o n o
( " M i p a d r e " , q u e t a m b i é n p u b l i c a
m o s ) , c u a n d o a f i r m a q u e f u e " u n
f a b u l a d o r i n j u s t a m e n t e s o s l a y a d o
τ n u e s t r a s l a t i t u d e s " .
A u n l o s a u t o r e s d e o b r a s m a -
ú s c u l a s , q u e s o n la p i e d r a a n g u -
a r d e l o s c i n c o s i g l o s d e l i t e r a t u
r a q u e l o s s u c e d e n , l l e g a r o n a
c r e e r q u e n o e r a n e s a s , s i n o o t r a s
p r e d i l e c t a s s u y a s l a s q u e l o s c o n
d u c i r í a n a l a p o s t e r i d a d . N o e s
n e c e s a r i o o f e n d e r l a c u l t u r a d e
n u e s t r o s d e s o c u p a d o s l e c t o r e s
r e c o r d a n d o q u e e l p r o p i o d o n
M i g u e l d e C e r v a n t e s t e n í a e n m á s
a l t a e s t i m a e s t é t i c a s u Persiles q u e
s u Don Quijote.
E n l a p r e s e n t e e n t r e g a d e la
r e v i s t a , y p a r a c o n m e m o r a r e l v i -
g é s i m o q u i n t o a n i v e r s a r i o l u c t u o s o
d e J o s é R e v u e l t a s ( 1 9 1 4 - 1 9 7 6 ) ,
p u b l i c a m o s t r e s c a r t a s i n é d i t a s
s u y a s d e l o s a ñ o s 3 0 , c o n u n a p u n
t e d e A n d r e a R e v u e l t a s y u n e n s a
y o d e P h i l i p p e C h e r o n ( a m b o s
e d i t o r e s d e l a v a s t a o b r a c o m p l e t a
d e l a u t o r d e Los Días Terrenales),
s o b r e la o b r a n a r r a t i v a d e l a u t o r
d e e n o r m e t a l e n t o , q u e a d q u i r i ó
d e s d e l a j u v e n t u d c o n s i d e r a b l e
f a m a y f u e o b j e t o d e c o n t r o v e r s i a
p o l í t i c a c o n s t a n t e , p e r o q u e n o
c o n s i g u i ó t a m p o c o e l a p l a u s o
m a y o r p o r l a s e c c i ó n d e s u t r a b a j o
n o v e l í s t i c o y e n s a y í s t i c o , a u n q u e sí
l o h i z o p o r s u s m a g i s t r a l e s c u e n
t o s y r e l a t o s c o r t o s d e la j u v e n t u d
y d e l a m a d u r e z , d e s d e s u Dios en
la Tierra, d e 1 9 4 4 , h a s t a Dormir
en Tierra, d e 1 9 6 0 , El Apando, d e
1 9 6 9 o Material de los sueños, d e
1 9 7 4 . E n p á g i n a s i n t e r i o r e s h a c e
m o s o t r o b r e v e c o m e n t a r i o s o b r e
R e v u e l t a s y s u o b r a .
ESPUEST
o l a v e r d a d q u e s e l e v a n t a ALFONSO MONTELONGO
LA A
Loin d'étre oux lois d'un homme osservie,
Moriez-vous, mo soeur, o la philosphie l
Moliére
A más de trescientos años de que murió sor Juana, nues
tras certidumbres acerca de su vida no son tantas como
podría creerse, dada la cantidad de escritos que ha suscita
do. El crítico maneja un conjunto de datos sospechosos, pues
no hay otros; acepta algunos, rechaza los demás, y sobre tal
fundamento edifica biografías verosímiles y/o agradables a
su paladar. Este carácter especulativo general no quiere de
cir que todos los ensayos biográficos sorjuanescos sean igua
les, claro; hay algunos que arrastran al lector con blanda y
apetecida violencia, que provocan admiración no sólo por la
poetisa, sino también por el crítico. Tal es el caso de Sor
Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, de Octavio Paz,
y «Sor Juana y los hombres», de Antonio Alatorre. Éstos son
los que me han impulsado a escribir lo que sigue.
Correré el riesgo de establecer relaciones descabella
das, pero aspiro a tener antepasados ilustres: Alfonso Reyes
equiparó a sor Juana con Paul Valéry; Paz, con Stéphane
Mallarmé; Robert Graves descubrió lo irlandés de la monja y
por eso la comparó con la poetisa medieval Liadan de Cor
kaguineyJ ; yendo un paso más lejos, Xavier Villaurrutia la
equiparó a Simbad y Ulises, figuras francamente mitológi
cas. Aunque por supuesto no me creo capaz de igualarlos,
me propongo analizar el principal documento sobre la vida
de la poetisa, su Respuesta a sor Filoteo de la Cruz, aplican
do un concepto actual de autobiografía. Para terminar me
uniré al coro de especulaciones sobre la «conversión» de la
inmensa escritora colonial.
A continuación refiero en pocas palabras la historia de la
Respuesta. En 1690, a instancias del obispo de Puebla,
Manuel Fernández de Santa Cruz, sor Juana escribió la Carta
otenogórica en la que criticaba un sermón pronunciado por
el célebre pensador jesuita Antonio Vieira unos cuarenta años
antes. Se dice que este acto fue de rebeldía y causó represa
lias contra su autora. Me permito dudarlo, pues el teólogo
portugués le había mejorado la plana a San Agustín, Santo
Tomás y San Juan Crisóstomo, por lo que sor Juana defen
dió a las grandes autoridades de la Iglesia; pero ya volveré a
este punto. De cualquier modo, en noviembre de ese año el
obispo publicó la Carta junto con una admonición a la mon
ja firmada por él con el seudónimo de sor Filotea. En ésta la
'Éstas son las palabras del gran escritor: Now, though both Liadan and Juana were young and famous women poets who took vows of celibacy and submitted to ecclesiastical discipline, it was Juana's Irishness, rather, that the first led me compare them. Juana not only combined Christian ethics with pagan emotion, and profound learning with easy Iyricism, like the o/lomhs, but had inherited their technique by way of the early medieval Latin hymns and the anti-monastic ballads of the Gol-liards. ." •
Ahora bien, aunque tanto Liadan como Juana fueron poetisas jóvenes y famosas que hicieron votos de celibato y se sometiron a disciplina eclesiástica, lo irlandés de Juana fue lo que me llevó a compararlas. Juana no sólo combinaba la ética cristiana con la emoción pagana y el saber profundo con la facilidad lírica, como los o/lomhs, sino que había heredado su técnica a través de los primeros himnos latinos medievales y las baladas antimonásticas de los goliardos. Las traducciones de citas son mías. (A)
11
exhortaba a dejar las letras profanas por las sacras y crit ica ba
su opinión de que «la mayor fineza de Cristo» (la mejor prueba
de su amor) es no hacer ninguna, lo cual, en el catolicismo,
es atribuir demasiada importancia al libre albedrío.
Luego de tres meses, sor Juana contestó con la Res
puesta, la cual, como afirma Paz, es «un documento único
en la historia de la literatura hispánica, en donde no abun
dan las confidencias sobre la vida intelectual, sus espejis
mos y sus desengaños». En ella expone estos puntos bási
cos: la contradicción entre vida religiosa y estudios profanos
es formal, no esencial; éstos últimos son peldaños legítimos
hacia los sacros, más arduos y elevados; el ejercicio honesto
de la poesía no es censurable; todas las mUjeres merecen la
oportunidad de cultivarse en las artes y ciencias, tantos las
sacras como las profanas; nada de lo anterior contraviene
los mandatos de la Iglesia.
Desde el punto de vista de la retórica clásica,2 la Res
puesta es una cruza de discurso forense (oratio ) y «carta
familiar», género derivado del anterior; sor Juana demuestra
manejar ambos con virtuosismo. Su estructura corresponde
a la del primero: «exordio» (o introducción), «narración» (re
cuento de los hechos del caso, líneas 216-844), «prueba»
(confirmación o demostración del argumento y refutación
de las afirmaciones contrarias, 11. 845- 141 8) Y «peroración»
(o conclusión, 1419-38). Dada su intención de informali
dad, la «narración» es la parte más extensa, no la «prueba», a
diferencia de la Carta otenogórica.
Esta aparente informalidad se debe a que el obispo la
había reprendido por sus «excesivos» conocimientos profa
nos. No le convenía responder con un despliegue de saber
escolástico en tono formal ; por eso disimuló el carácter de
su contestación, defensa de sus derechos intelectuales, con
el maquillaje de la confidencia.
El «exordio", cuya función es obtener la atención y bene
volencia del destinatario, introduce la nota de «modestia afec
tada» que recomienda Cicerón ; luego sor Juana presenta
cautelosamente parte de la exposición. Tras declararse hu
milde y arrepentida (11. 117-20), justifica su inclinación a las
letras, por ser un impulso de origen divino, y su escaso cul
tivo de las letras sacras, porque se las prohibe «el sexo, la
edad y, sobre todo, las costumbres». Después, apelando a la
simpatía del destinatario, refiere las amonestaciones y difi
cultades que ha padecido. Para terminar esta sección pro
mete decir cosas que nunca ha dicho (11. 207- 14).
A lo largo de la carta sor Juana insiste en presentarse
como servidora humilde y respetuosa. Por un lado pone a
su interlocutor en las nubes; por otro, rebaja sus propios
méritos hasta el punto de que considera necesario anticipar
se a la acusación de insinceridad (11. 44-45) .
En la «narración» muestra qué la lleva a estudiar y los
sufrimientos que le ha acarreado hacerlo; tanto el principio
como el fin de esta parte están claramente señalados, lo
cual puede ser indicio de la importancia que le atribuye. En
ella expone sus méritos y los obstáculos que ha vencido.
En las líneas 835-38 presenta sus puntos principales; luego
pone el caso en manos del juez (11. 840-42), cambiando al
tono más formal de la «prueba», que defiende el derecho
'En este párrafo y los siguientes seis adopto ideas de Rosa Perelmuter Pérez.
femenino a estudiar y escribir, enumerando mujeres célebres por su saber en la antigüedad y en su propia época.3
Demuestra que redactar la Corto no fue un delito, que no lo es componer versos, y que su condición femenina no podría volver criminales dichas actividades. Sor Juana dedica el resto de la « prueba» a mitigar la impresión de que ha escrito una defensa, llegando a negar abiertamente el carácter de la misiva (11. 1303-10). Después vuelve al tono h"umilde empleado en el «exordio» (11. 1321 -52) . Para terminar esta sección vuelve a subrayar los aspectos favorables de su carácter (generosidad, indiferencia ante la fama, etc.).
Para no destruir el efecto de intimidad creado, la «peroración» apela a las emociones del juez (en lugar de recapitular los argumentos, como el discurso forense tradicional), siguienJo una recomendación de Quintiliano.
El propósito de esta descripción detallada de la Respuesto es subrayar su carácter artificioso, que es precisamente lo que deseo comentar. Varios poetas ilustres han interpretado la vida y obra de sor Juana: Octavio Paz, Gabriela Mistral, Pedro Salinas y Amado Nervo; el padre Diego Calleja es el primero reconocido como tal, pero, en mi opinión, la propia monja debería encabezar la lista.
Frederick Luciani nos recuerda que, cuando sor Juana escribió la Respuesto, los lectores de ambos lados del Atlántico la llamaban ya Fénix y Décima Musa; no podía sino tener presente a la sor Juana textual que circulaba. Es seguro que también ella releyó su vida en términos literarios, que le sirvieron de paradigma las biografías de mujeres (históricas y ficticias) que habían leído. Así, es muy posible que se apropiara de una forma literaria como la erudita «mujer esquiva» de las comedias del Siglo de Oro (entre otras, la doña Leonor de Los empeños de uno coso), que solía disfrazarse de hombre, e inventara algunas anécdotas como parte de su defensa feminista. Decir esto no significa cuestionar su validez fundamental, ya que sor Juana vivió la mayor parte de su vida en el reino de los libros.4
En la Respuesto hay mentiras evidentes que apoyan esta idea. Por ejemplo: no juzgo que se habrá visto una copla mía indecente. Demás, que yo nunca he escrito cosa alguna por mi voluntad, sino por ruegos y preceptos ajenos» (11. 1263-65); «en lo poco que se ha impreso mío, no sólo mi nombre, pero ni el consentimiento para la impresión ha sido dictamen propio, sino libertad ajena que no cae debajo de mi dominio» (11. 1384-87). Respecto a la decencia de sor Juana, recuérdense los sonetos satírico-burlescos que le debemos;
'Aquí viene a cuento esta afirmación de Angelo Morino: [L)o que Sor Juana Inés pretende fundamentar, con su búsqueda de testimonios del pasado, es una tradición inexistente. La monja alcanza sólo a trazar una línea de excepciones nunca organizadas en un sistema reconocido. (27) ' Luciani termina su atinada crítica a Las trampas de la fe con estas palabras: [L)ike the Sor Juana of the Reply of Sor Filotea, the Paz of the Pitfalls of Faith is "late Paz", a Paz who has long ago passed into the literary canon ... He is also, like the late Sor Juana, a writer at the peak of his talents. That is why Sor Juana he "restores" seems so palpably alive, despite the obvious -and acknowledged- lIusioriness of the portrait. as consummate writer, Paz cannot read fidions without engendering new ones, or dissed a metaphor without bringing it to new life. (22) Al igual que Sor Juana de la Respuesta a Sor Filotea, el Paz de Las trampas de la fe es "Paz maduro", un Paz que lleva mucho tiempo de pertenecer al canon literario ... Además, al igual que la Sor Juana madura, es un escritor en la plenitud de su talento. Por eso la Sor Juana que "reconstruye" parece tan viva, no obstante el obvio (y reconocido) caráder ilusorio del retrato. Como escritor consumado, Paz no puede leer ficciones sin engendrar otras, ni analizar metáforas sin darles vida nueva.
11
en cuanto a su indiferencia ante las publicaciones, Octavio Paz describe sus afanes por verse en letras de molde: juntó sus poemas, los mandó copiar, los envió a España y escribió un prólogo en verso que va al frente del volumen. Los textos que componen el segundo tomo de sus obras también fueron recopilados, copiados y enviados a España por ella.
Estas reflexiones suscitaron otras sobre la naturaleza de la Respuesto. En primer lugar, ¿es autobiografía? En segundo, ¿cuál es el valor documental de una autobiografía? Según los criterios de Philippe Lejeune (para mí, por ahora, la máxima autoridad en este campo), la Respuesto tiene mucho en común con la autobiografía, y lo que la diferencia no es su carácter de autodefensa. En efecto, el documento reúne las características definitorias del género:
1. La forma del lenguaje: a) relato b) en prosa
2. El tema tratado: vida individual; historia de una personalidad
3. La situación del autor: a) identidad del autor con el narrador y el personaje b) visión retrospectiva del relato
Lejeune sitúa el nacimiento de la autobiografía alrededor de 1760; al igual que a su coetáneo, el diario íntimo, la considera uno de los signos de la transformación del concepto de persona ligado íntimamente al comienzo de la civilización industrial y al encumbramiento de la burguesía. Para él, emplear esta categoría para clasificar textos anteriores es exponerse, por una parte, a errores de lectura (falsear los textos para hacerlos entrar en nuestras categorías) ; por otra, a un error global sobre la literatura de esa época. La existencia de una verdadera historia de la personalidad, el sentimiento de la originalidad e incluso la distinción entre biografía y autobiografía son fenómenos modernos. Sin embargo, me gustaría señalar los principales rasgos que la epístola de sor Juana comparte con género tan actual.
En primer lugar tenemos un «pacto autobiográfico» (una especie de acta de nacimiento del discurso) en el que el autor se interroga sobre el sentido, los medios y el alcance de su gesto; afina la voz, elige el tono, el registro en el que va a hablar; define a su lector y a las relaciones que se propone tener con él; en general. escoge su papel. Es la clave del discurso: «y hablando con más especialidad os confieso, con la ingenuidad que ante vos es debida y con la verdad y claridad que en mí siempre es natural y costumbre ... » (11. 128-31). Además, no basta que el autor use palabras como éstas, es menester que el lector tenga razones para creerlas.
En segundo, esa conducta exhibida, esa interrogación sobre lo que se hace no termina con el pacto autobiográfico; a lo largo de la obra la presencia del narrador sigue siendo explícita y a veces indiscreta. Esto es lo que distingue al relato autobiográfico de otras formas de relato en primera persona : establece una relación constante entre el pasado y el presente; pone en escena la escritura.
En tercero, la autobiografía no es simplemente un relato en el que predominan los recuerdos íntimos; implica un esfuerzo de ordenar esos recuerdos y formar una historia de la personalidad del autor. Escribir una autobiografía es tratar
de captar la propia persona en su totalidad, en un movimiento de recapitulación y síntesis del yo. Uno de los medios más seguros para reconocer una autobiografía es ver si el relato de la infancia ocupa un lugar significativo o, más en general, si el relato pone el acento en la génesis de la personalidad.
En cuarto, la retórica de la autobiografía se desarrolla en dos direcciones: lo inconfesable y lo inefable. Por un lado, mostrándose al destinatario por amor a la verdad, el autor tiene que vencer la vergüenza. Lo que da valor a la confesión es la reticencia, por lo que es necesario exhibirla : «Si yo pudiera pagaros algo de lo que os debo, Señora mía, creo que sólo os pagara en contaros esto, pues no ha salido de mi boca jamás, excepto para quien debió salif) (11. 207-10). Por otro, el autor no se cree capaz de referir ciertas emociones; hay momentos misteriosos, cuya vibración percibe, que están más allá de todo lenguaje: « ...
de manera que aquellas cosas que no se pueden decir, es menester decir siquiera que no se pueden decir, para que se entienda que el callar no es no haber qué decir, sino no caber en las voces lo mucho que hay que decif) (11. 79-83).
En quinto y último, el autor escribe casi de mala gana, a pesar de su vanidad ; lo hace por altruismo, por generosidad o por sentido del deber:5
Y, a la verdad, yo nunca he escrito sino violentada y forzada y sólo por dar gusto a otros; no sólo sin complacencia, sino con positiva repugnancia, porque nunca he juzgado de mí que tenga el caudal de letras e ingenio que pide la obligación de quien escribe. (11. 167-72)
Examinemos ahora la veracidad de la autobiografía. No es seguro que la verdad exista independientemente de quien la busca e independientemente del tipo de discurso que emplea. Sin embargo, a diferencia de la mitomanía ingenua que diariamente ejercemos al pensar en nosotros mismos, el autobiógrafo intenta hacerse consciente de su mito y darle el máximo de realidad. En ello insiste Ralph-Rainer Wuthenow:
11 faut tenir compte du fait qu'on ne peut qu'assez naivernent considérer une histoire de soi comme source historique ou document d'une vie qui serait hors de toute fidion. Au contraire: la fic
tion y entre malgré I'intention de l' auteur d' etre sincere, car se souvenir c'est aussi un peu s'inventer.
[Hay que tener en cuenta el hecho de que sería muy ingenuo ver
una historia de sí mismo como fuente histórica o documento de una vida, al margen de toda ficción. Al contrario, la ficción se mezcla aunque el autor tenga la intención de ser sincero, pues recordarse también es un poco inventarse.]
Si bien tenemos el derecho de exigir a la autobiografía un proyecto de sinceridad, tenemos el deber de no dejarnos
engañar por la oposición sinceridad/ficción que implica. Debemos tener presente que la autobiografía no es más que una ficción producida en condiciones particulares.
Es interesante observar los paralelismos de la Respuesta con otras ilustres autobiografías. A continuación señalaré (y nada más) algunos.
1. El Discours de la méthode de René Descartes tal vez
' Los autobiógrafos religiosos anteriores a la Revolución Industria l escribier· on casi siempre por órdenes de sus superiores; su relato debía servir de obra para la edificación de la comunidad o de base para alguna hagiografía.
13
sea el prototipo de la autobiografía por la forma al mismo tiempo sencilla y poderosa en que el relato exp li ca cómo se construye una personalidad intelectual en reacción contra el mundo que la rodea ; además, el Discours ocupa un sitio
muy especial en la producción de Descartes: no funciona como obra teórica, sino como balance personal.6
2. La experiencia que inspiró Les confessions de JeanJacques Rousseau fue la de una gran inadaptación: su lucha se debió a que en realidad nunca pudo encontrar su lugar en su profesión ni en algún estado civi l (padre de
familia, esposo, etc.) . Me parece que esta experiencia tiene mucho en común con la de sor Juana. Por otra parte, como bien señala Marie-Cécile Bénassy-Berling (<<I ntellectuelle»), ambos describieron en forma similar el inextricable tejido que forman las ciencias. Compárese el sigu iente pasaje con las 11. 410-17 de la Respuesta:
Pour peu qu'on ait un vra i goüt pour les sciences, la premiére chose qu'on sent en s'y livrant, c'est leur liaison, qui fait qu'elles s'attirent, s'aident, s'éclairent mutuellement, et que I'une ne peut se passer de I'autre. Quoique I'esprit humain ne puisse suffire á
toutes, et qu'il en faille toujours préférer une comme la principale, si ron n'a quelque notion des autres, dansla sienne me me on se trouve souvent dans I'obscurité. Les confessions, (la. parte, libro sexto)
[Si uno tiene aunque sea leve inclinación a las ciencias, lo
primero que siente al entregarse a ellas es su relación, que hace que se atraigan, se ayuden, se expliquen mutuamente,
y que no pueda una prescindir de otra. Si bien el espíritu humano no puede abarcar todas, y siempre hay que designar a una la principal, si no tiene uno cierta noción de las otras, es frecuente que se halle a oscuras en la propia.]
6LeJeune indica el posible anacronismo de leer el D/scours como obra au· tobiográfica, ya que esta interpretación, relativamente reciente, apenas se remonta a Paul Va léry.
3. Los escritos científicos de Johann Wolfgang von Goethe
contienen muchas reflexiones de carácter autobiográfico; el
autor explica las circunstancias personales de sus observa
ciones, experimentos y descubrimientos, pues no quiere
separar las ciencias naturales del individuo que se ocupa de
ellas. Como el individuo es quien practica el conocimiento
de la naturaleza, empieza a conocerse dirigiéndose a la na
turaleza en vez de observarse a sí mismo. Esto es lo que
hace sor Juana en las 11. 736-834 de la Respuesto . 4. Las circunstancias en las que el cardenal John Henry
Newman escribió su Apología pro vito suo hacen sospe
char de su franqueza : en lugar de la tranquila relación
retrospectiva del autobiógrafo tradicional, es una obra pu
blicada en siete partes semanales para responder a una
acusación de falsedad.
Por último, como dije al principio, quiero dejar claro que
no estoy de acuerdo con la opinión dominante (la de Paz)
sobre la «conversión» final de sor Juana: que fue víctima de
una intriga entre jerarcas de la Iglesia. Según esta hipótesis,
el obispo de Puebla estaba resentido con el arzobispo de
México, Francisco Aguiar y Seixas, quien se había valido de
artimañas para apoderarse de ese puesto, que Fernández
de Santa Cruz merecía. Así pues, indujo a la monja a escri
bir la Corto otenogórico, que atacaba a Vieira e indirecta
mente a su amigo Aguiar y Seixas; después la publicó, fin
giendo reprender a su autora. Esta contestó con la insolente
Respuesta, que la hizo perder a su protector y ganar el
odio del arzobispo. Aterrada por vagas presiones de esos
dignatarios, resolvió abandonar su verdadera vocación para
salvar una vida que así despojada carecía de valor.
Este final no está a la altura del mito de sor Juana. No se
entiende cómo podía cerrársele el mundo a una mujer que
había demostrado tanta habilidad en los asuntos terrena
les. Yo preferiría creer que fue una decisión libre, tan libre
como puede ser una decisión humana. Reyes lo dice así:
«Cuando ya nada le faltaba, descubre que le falta todo»
(106). En los artículos «Hipótesis sobre la 'conversión' final
de sor Juana» y «Más sobre la conversión de sor Juana»,
Bénassy-Berling apuntala esta idea. Sus argumentos son
los que siguen:
a) En la Respuesto la monja no se muestra particular
mente medrosa. No hablaría de la Inquisición si ésta la
hubiera amenazado; no compararía sus padecimientos con
los de Cristo si altos clérigos hubieran intentado someterla
al orden.
b) Al obispo de Puebla no le desagradó la Respuesto, puesto que, unas semanas después de recibirla, dio su visto
bueno para la impresión de los Villancicos o Santo Cotorino, aún más atrevidos que la misiva. Por otra parte, Fernández
de Santa Cruz ayudó a sor Juana, pero no podía defenderla
más abiertamente: habría sido inmiscuirse en los asuntos
de una diócesis ajena.
c) No es probable que hubiera enemistad entre el obispo
de Puebla y el arzobispo de México. En realidad, Fernández
de Santa Cruz rechazó otros altos cargos: desde 1692 insis
tió en renunciar a su obispado y, en 1696, no aceptó el
cargo de virrey de la Nueva España.
d) En enero de 1692, tras la publicación de los Villancicos, sor Juana compró una celda (de varias habita
ciones) en el convento. Esto iba contra su voto de pobre
za, por lo que requería una dispensa del arzobispo; éste
15
le demostró su «i nquina» concediéndosela en menos de una semana.
e) Lo que sor Juana hizo en 1694, ya lo había intentado
en 1667, cuando pasó tres meses en un convento de carmelitas descalzas.
Pasando al terreno de las especulaciones, postulo que
en ese tiempo la monja resolvió que le era imposible su
perarse en lo artístico y por ello decidió cambiar de vida.
Otros grandes autores han renunciado a la escritura : Niko
lai Gogol, Arthur Rimbaud, Juan Rulfo ... Para mí, estos ca
sos son del todo incomprensibles, pero su realidad es sólida, contundente, irrefutable.
Obras citadas
A1atorTe, Antonio. «Sor Juana y los hombres.» EstudioS [ Méxlcol7 ( 1986): 7-27
Bénassy-Berling, Marie-Cécile. «Hipótesis sobre la 'conversión' final de sor Juana.» UniverSidad de MéXICO 30.3 (1975): 21-24.
- «Une intelleduelle dans I'Amérique coloniale: Sor Juana Inés de la Cruz.» Les longues néolotlnes 187 (1968) : 3-35.
- «Más sobre la conversión de sor Juana.» Nuevo Revisto de Fdologío Hispánica 32 (1983) 462-71.
Cruz, Sor Juana Inés de la. Corto otenogórlco. Obras completos. Ed. Alberto G. Salceda. Vol. 4. México: Fondo de Cultura Económica, 1957. 41 2-39
-- Festejó de los empeños de uno caso. Obras completos. Ed. Alberto G. Salceda. Vol. 4. México: Fondo de Cultura Económica, 1957 3- 184
-- Respuesto o sor Filo tea. Obras completos. Ed. Alberto G. Salceda.
Vol. 4. México: Fondo de Cultura Económica, 1957440-75
Graves, Robert. «Juana Inés de la Cruz.» Encounter 1.3 ( 1953) : 5- 13 ..
Lejeune, Philippe. L'outoblógrophle en Fronce. Paris: Armand Colin, 197 1.
Luciani, Frederick. «Odavio Paz on Sor Juana Inés de la Cruz: The Metaphor Incarnate.» LoM American Llterory Revlew 15 (1987): 6-25.
Morino, Angelo. «Respuesta a sor Juana Inés.» Cuadernos Hispanoame
ricanos die. 1987: 7-36.
Paz, Odavio. Sor Juana Inés de lo Cruz O los trompos de lo fe . 3a. ed.
México: Fondo de Cultura Económica, 1983.
Perelmuter Pérez, Rosa. «La estrudura retórica de la Respuesto o sor
Flloteo.» Hlspomc Revlew 51.2 (1983) : 147-58
Reyes, Alfonso. «Vi rreinato de filigrana.» Letras de lo Nuevo España. Por
Reyes. Tierra Fi rme, México: Fondo de Cultura Económica, 1948. 87-1 18.
Villaurrutia, Xavier. «Sor Juana Inés de la Cruz.» Obras. Por Vi llaurrutia.
2a. ed. México: Fondo de Cultura Económica, 1966. 773-85.
Wuthenow, Ralph-Rainer. «Le passé composé.» Auloblogrophle el blographle: Colloque de Heidelberg. Ed. Mirei lle Calle-Gruber y Arnold Rothe.
Paris: A.-G. Nizet, 1989. 39-52.
El escritor mexicano ALFONSO MONTELONCO, profesor de literatura en la State University of New Jersey, Rudgers, ha colaborado en dos ocasiones más con nuestra revista (véanse los números 43 y 55).
Escritor anclado en el siglo XX, combatiente asqueado de la Primera Guerra Mundial y feroz pacifista durante la segunda, Jean Giono fue un autor celebrado por sus contemporáneos. Hundido durante largo tiempo en el olvido, su obra ha vuelto a colocarse recientemente en un primer plano.
A veces resulta más simple dejar que un escritor se asemeje a una suma de clichés; el discurso sobre su obra es previsible y sus libros son fáciles de captar, pues han sido pasados por el molinillo de los lugares comunes. La tentación es aún más grande cuando conllevan un rasgo de exotismo o de folklore fácilmente identificable. Para el lector de hoy el caso de Jean Giono es ejemplar en este sentido. El redescubrimiento de su obra es un signo de los tiempos: hoyes posible consagrar a un escritor sin que el color local o la filiación filosófica sean tomados en cuenta. Sin duda Giono huele a carrascal, a queso de cabra y a lavanda':Su universo novelístico está construido casi exclusivamente alrededor de su tierra natal. Sin embargo, destaca la oposición a Marcel Pagnol, relación amistosa pero borrascosa con frecuencia: éste no ha descrito el sur de Francia sino por amor al terruño y la celebración un tanto limitada de un regionalismo de poca monta. Giono procede de otra manera: al igual que Faulkner (al que adoraba) u Onetti, utiliza muchas veces -sin ubicarlos con precisión- los lugares de su vida cotidiana y transforma ese espacio, casi mítico, en representación del universo. Manosque, donde residirá toda su vida, y la Provenza en general, son los escenarios en los que se desarrollan sus novelas. Escritor hogareño, no viajará sino a edad muy avanzada, y en buena medida para descubrir las raíces de su familia en el norte de Italia. Aunque es muy apreciado en los círculos literarios parisinps, nunca se sentirá a gusto en la capital a donde no irá si no se ve obligado a hacerlo -le parecía que el monumento más hermoso de Paris era la estación de Lyon, donde tomaba el tren para regresar a su tierra querida.
A Giono no le gustaba el mundo de las ideas y prefería elaborar historias sin esa carga filosófica que fue durante mucho tiempo criterio de calidad; para un novelista francés de la época de Sartre, Camus o Malraux. era difícil imponerse si sus relatos no contenían una
PHILLlPE OLLÉ - LAPRUNE moraleja fácilmente descifrable. No será célebre y reconocido sino hasta la Segunda guerra mundial. Sus dos editores, Grasset y Gallimard, se disputarán sus novelas a brazo partido. Es simpatizante de la izquierda que denuncia al nazismo pero, pacifista intransigente, se malquistará con todo grupo organizado o partido establecido; en una época en la que es indispensable tomar partido, Giono se rehusa a comprometerse. Encarcelado al comienzo de la guerra a causa de sus convicciones, vivirá el conflicto mundial aislado en su casa y no obstante se verá amenazado por los militantes de la resistencia. La liberación permite a sus enemigos comunistas condenarlo y encarcelarlo de nuevo. Saldrá lastimado de tales ordalías, pero más apegado que nunca a los valores anarquizantes que ya su padre había defendido. Así, sus libros pasan de un lirismo que a veces se antoja desbocado, a un arte más controlado, y más sue~o también. Sin duda el mundo es menos una fuente de excitación que de interrogación; todas las grandes novelas que escribe a partir de ese punto, tienden más a la lucidez que al éxtasis lírico de sus libros iniciales. Hay en esos textos un soplo que puede recordar a Melville (Giono tradujo Moby Dick) o a Stevenson y que le fascina a otro escritor norteamericano: Henry Miller. Giono se oponía a las explicaciones que despojan al mundo de sus misterios; Echaba pestes contra aquellos que anhelaban suprimir los enigmas que hacen que la realidad se asemeje a una pagina de poesía. Si eligió su terruño para darle vida a sus personajes, fue porque sentía que las angustias y los placeres del mundo tenían lugar en ese espacio. Giono fue ante todo un fabuladar genial y un desengañado amante del absoluto: adoraba los cielos azules de Provenza y de Italia, la paz de la que hizo su sola bandera y rechazó la literatura impregnada de explicaciones reduccionistas tan queridas por los burros pedagogos que él detestaba. Autodidacta, Giono jamas fue un hombre de ideas. Su arte consistió en construir personajes y situaciones que entrañan una extraordinaria carga moral. casi simbólica aunque involuntaria.
Por tal razón es normal que haya tenido una relación muy estrecha con el cine. Pues de entrada sus novelas se prestan a la adaptación cinematográfica. Sus primeras experiencias en éste sentido son obra de su "hermano enemigo", Marcel Pagnol, quien no consigue transmitir la ma-
17
jestuosidad de la obra de Giono, pues no conserva más que el aspecto folklórico y, con frecuencia, soslaya los elementos más perturbadores de sus relatos. Pero la de Giono y el cine es una historia que cobrará relevancia sólo en 1955. Anteriormente había propuesto varios proyectos de adaptación que no se realizaron, por lo cual se convirtió en guionista (de documentales, y de su novela Un roi sans divertisse
ment) , productor (merced a la asociación Les Films Jean Giono ), director (con la película Crésus) e incluso, una vez, en teórico (con su libro Écriture etcinéma) . Aquello que podría llamarse su estilo cinematográfico se sitúa entre la vanguardia de Cahiers du cinéma y el "western" más que en la tradición de las cintas francesas de la época. Lo que le gusta, sobre todo, es el color de las imágenes y la depuración de una forme de expresión que prefiere sugerir.
Al final de la guerra, los periodistas norteamericanos de una prestigiosa revista comercial, lo visitan para solicitarle una historia original. Giono no se hace del rogar y cuenta la aventura de los oficiales alemanes que fueron petrificados en un bosque cerca de Manosque. Los periodistas exigen pruebas y testimonios. El narrador se toma su tiempo, gana algunos días, presionado por los periodistas ávidos de noticias sensacionales. Finalmente presenta a un personaje que había conocido a alguien que había visto alas autores de ese prodigio. Crispados, los reporteros comienzan a acusarlo de mentiroso. y Giono, que había cobrado ya una buena cantidad por su relato, exclama: « ¡cómo, señor periodista, usted no sólo me pide una historia sino que además quiere que sea verídica! ¡Sea usted civilizado!».
Hombre de lo fabuloso y lo imaginario, Jean Giono fue fiel toda su vida a un simple principio creador: «Cuando se mira, ya no es posible imaginan>.
PHILUPE OLL~-lAPRUNE reside en México desde hace poco más de un lustro, a lo largo del cual ha promovido y auspiciado la traducción y edición de más de un centenar de libros de autores franceses. Actualmente es director de la Casa Refugio Citlatépetl, afiliada al Parlamento Internacional de Escritores, así como de la revista de esa misma institución : Líneas de fuga
s Sylvie Giono dedica a su padre un hermoso libro de devoción filial, j
La Provence gourmande de Jean Giono, servido con espléndidas fotos de
André Martin. En una obertura y cuatro estaciones, entramos primero a los !
paisajes de Giono a través de una antología de textos en donde canta a la gloria de los sentidos. Luego, Sylvie Giono presenta algunas recetas de
platillos que se encontraban en la mesa del Paráis. Al final del volumen I
venen i a s «recetas literarias» del mismo Jean Giono.
Uno de los rasgos característicos del escritor fue la relación distante que a
veces mantenía con la realidad, por lo que no se gar^gtiza jpie sus recetas
aparezcan en los platos tal y como él las .(Ni J
Actualmente, la casa del Paráis en Manosque, provista de verdaderas
riquezas, ha permanecido tal y como estaba cuando Giono vivía. La asocia
ción que administra el patrimonio Giono, una especie de multinacional fami
liar dirigida por su hija, se ha instalado allí y la viuda del escritor, casi
centenaria, sigue viviendo en ella. Amplia, llena de libros V rodeada de
un jardín, domina la ciudad. Desde su estudio en el primer piso, Giono veía
los techos de Manosque que le hicieron imaginar la aventura de
Angelo en Le hussardsurle toit (El húsar en el tejado). En una de las recáma
ras de la planta baja, en donde a Giono le gustaba fumar su pipa después de
comer y antes de retomar el trabajo, yace una magnífica cabeza tallada en
piedra, manchada por la transpiración de la palma de su mano, que parece
un vestigio precolombino. De hecho, ésta adornaba la fachada de
una granja en la región de Die, y tanto había impresionado a Giono, que para
comprarla tuvo que adquirir la granja al campesino que se negaba a venderle
solamente la cabeza. La biblioteca , de una riqueza prodigiosa, revela el eclecticismo y la bulimia de lectura de Giono.
Con su hija Sylvie
eun (ENTREVISTA CON SYLVIE GIONO)
Hablemos primero de su libro. Giono goloso es un buen pretexto para entrar en la familiaridad del personaje ... Así es, se trata de un paseo por los gustos de mi padre. Son los platillos que él comía, que su madre le hacía, que mamá continuó haciéndole, y después, cuando venía a comer a casa, le hacía yo. Él se alimentó de todas esas recetas porvenzales.
¿Cuáles eran sus gustos culinarios? Era un hombre de olfato muy fino. No le gustaban los platillos complicados. Habría detestado la llamada «nueva cocina»; todas esas mezclas estéticas de salado-dulce, de kiwis, de pequeños jitomates no le importaban en lo más mínimo. Lo que le gustaba eran los abundantes platillos familiares; nada de entradas y nada de postres ni ensaladas. Estofados, encebollados y demás platillos copiosos y cocidos a fuego lento, o simplemente picar: gruesas rebanadas de pan de campo untadas con ajo y aceite, salchichón o queso de cabra. Cuando se iba a caminar por las colinas, ésa era su comida -pan de campo, salchichón y queso-, y después, a la hora de la comida, sus suculentos platos. Es lo que le hizo tanto daño. Adoraba las menudencias -higado, corazón, riñones, tripas- y el queso de puerco lo volvía loco. Pero todo eso, junto con los platos de carne de animales silvestres y los estofados, le producía gota, que desgraciadamente tuvo en el pulgar del pie derecho. Cuando tenía crisis de gota no podía escribir, y en esos momentos decía que sufría una crisis de injusticia aguda ...
¿Solía ir de caza? Para nada. Comía carne de animales silvestres cuando al-
19
guien le llevaba, pero si hubiese tenido que alimentarse de la caza, se habría vuelto vegetariano. Mi padre nunca tuvo una escopeta o cualquier otra cosa que pudiera matar.
Pacifista hasta el final .. Sí, pero también algo cobarde, pues teníamos un gallinero y de vez en cuando teníamos que sacrificar una gallina vieja para prepararla a la cacerola, y tenía que venir el vecino a matarla ¡porque mi padre jamás habría matado una gallina l
¿Esta casa no ha cambiado desde su muerte? La casa sigue como si mi padre estuviera en ella; trabaJamos, siempre es alegre, mi madre está aquí. ..
¿Qué edad tiene su madre? Va a cumplir 98 años el dos de febrero, el día de las crepas. Mi padre le llevaba dos años.
Giono salía poco de esta casa ... Era un viajero sentado. Viajaba a través de sus libros. Pero salía todos los días, iba al correo, se paseaba por el canal de riego que pasa justo detrás de la casa, y al borde de la colina, a ocho kilómetros, hay una vista espectacular del valle del Durance.
Sus viajes ... Los hizo muy tarde. Tenía ya más de cincuenta años cuando empezó a viajar. Mi hermana y yo hicimos un viaje a Italia cuando jóvenes. Regresamos llenas de entusiasmo y le con-
tamos' nuestra visión de Italia (por una vez nos tocaba hablar en lugar de él) y él quilO ir a ver por sí mismo. Preparó su viaje durante dos años, como un alpinista que va a escalar una montaña muy lejana, y se fue con unos amigos y mi madre en un automóvil pequeño. Fue en 1954 o 1955. Después volvió varias veces. Adoraba Italia; allí encontraba sus raíces. También fue a visitar a mi hermana que trabajaba como maestra en Chichester, en Inglaterra, y viajaron por Escocia, donde descubñó el país en que le habría gustado vivir, pues es un país de brumas, de montañas, un país poco habitado. A él no le gustaban los lugares en donde hay demasiada gente. Le gustaba Manosque cuando sólo tenía cinco mil habitantes; cuando comenzó a volverse una ciudad importante y fea por crecer anárquicamente, sin planeación arquitectónica y de mal gusto, le desagradó profundamente. En Escocia no había falta de gusto ... Regresó muy asoleado, mientras que aquí no le gustaba el sol, siempre se tapaba.
Él mismo decía que se sentía más hombre del norte que del sur Ciertamente, él tenía la piel blanca, los ojos azules, el cabello claro y su madre era de Picardie ... pero en ese sentido era un verdadero provenzal. Los provenzales desconfían del sol, pues quema; nunca verá usted a un campesino sin camisa. Aquí todos se cubren para salir al sol. Hay que ser parisino para tirarse desnudo al sol. Él detestaba esos cuerpos desnudos estirados sobre la playa, ipara él era como carne secándose l
Su padre tenía hábitos de trabajo muy regulares. En esta casa ustedes lo vieron durante años, ¿cómo era Giono en la vida cotidiana? iEra muy sencillo! Teníamos la posibilidad de tener a nuestro padre todo el tiempo aquí. iÉI no necesitaba salir para trabajar! Se levantaba por la mañana después de que nos íbamos, desayunaba y subía tranquilamente a su estudio. Trabajaba la mañana, atendía su correspondencia, luego otra vez en la tarde. De hecho, trabajaba todo el tiempo. Para él la palabra «trabajo» nunca existió, era su placer.
No era muy madrugador. .. No, pero eso no quiere decir que no trabajaba. En su cama, a medio dormir, ya empezaba a trabajar. A fin de cuentas, creo que lo que se llama la verdadera vida, la vida activa, la vida real, no le interesaba. Para él, el trabajo era un estado, un estado de gracia, era encontrar un equilibrio. Murió cuando ya no pudo escribir más. Ya no tenía razón de ser.
¿Alguna vez lo escuchó quejarse de la falta de ganas o de insipración, de la dificultad al escribir un libro? Claro, había momentos en que la inspiración se acababa, en los que se bloqueaba. Entonces no insistía, hacía otra cosa. Escribía, siempre escribía. Comenzaba otra novela o escribía una crónica, o hacía un prólogo ... Siempre tenía algo a la mitad. Eso no le angustiaba. Por ejemplo, le llevó años escribir Le hussord sur le toit, pero entre tanto escribió Noé, Ennemonde y Un roi son s divertissement, todo en paralelo.
iLlegó a suceder que su hermana y usted entraran a su estudio? ¿Verlo trabajar? iLas aceptaba? iLas sacaba de allí?
iJamás, jamás l Mi padre era la amabilidad en persona y
10
teníamos permiso de hacer cualquier cosa. No abusábamos, pues teníamos mucho respeto por lo que él hacía. Sabíamos que él trabajaba. Decíamos que él hacía su tarea. Pero no teníamos prohibición alguna, podíamos ir a molestarlo cuando quisiéramos, incluso cuando escribía ... Sentíamos que le molestaba, pero nunca tuvo para nosotros alguna palabra mala o agresiva. Cuando sentía que lo necesitábamos -tenía mucha psicología-, nos mantenía junto a él y nos daba libros, de los ilustrados, y continuaba escribiendo.
iLas ayudaba con sus tareas de la escuela? No, ilo detestaba! Sólo le encantaba ayudarnos en nuestras tareas de matemáticas. No era muy ducho en ellas, pero quería ayudarnos. Tal vez era un genio matemático, pues cuando nos ayudaba el desarrollo de las operaciones era completamente falso, pero siempre llegaba a resultados verdaderos, lo que ocasionaba que tuviéramos pésimas notas y que algunas veces nos castigara el profesor, pensando que habíamos copiado y pegado el resultado a un razonamiento completamente falso ...
¿Era un padre autoritario, un pater familias provenzal, o un padre liberal? iMuy liberal! En aquella época mi hermana y yo debimos haber sido las únicas en hacer exactamente lo que queríamos. iNo se inmiscuía más que en las matemáticas! A tal punto que el año en que pasé mi examen de bachillerato, regresé de Digne muy insatisfecha del examen y no sabía cómo decírselo a mis padres. Llegué, mi hermana me abrió la puerta y me dijo: «iVen pronto! Papá acaba de recibir un nuevo disco de Vivaldi». Nos sentamos a la mesa, hablamos de todo, de Vivaldi, de las pastas, y nadie me hizo una sola pregunta sobre el examen que acababa de hacer. Al fin, en la tarde, papá me dijo: «Por cierto, ¿cómo te fue?» Le dije que no estaba contenta, y el me dijo: «Querida, no importa. Si no lo pasas, lo volverás a presentar, y si lo pasas, iqué bueno!» Le valía por completo.
No tenía parámetros sociales ... Ninguno. Él era autodidacta y se las arreglaba muy bien, por lo que para él los exámenes no tenían ningún valor. Lo que contaba era el carácter.
(Tuvo la sensación o le hicieron sentir que usted era la hija de un padre célebre? En lo absoluto. En primer lugar, no sabíamos muy bien qué es lo que hacía nuestro padre, e incluso había cierto desprecio hacia él porque no era ca mpesino ni comerciante. La gente se preguntaba cómo hacía para vivir bien sin salir de su casa. Había una cierta curiosidad cuando, al iniciar cursos, el maestro nos preguntaba el oficio de nuestros padres, y yo decía: «Hombre de letras». Me ponía muy contenta porque era la única, pero después no se hablaba más del asunto.
Hacía algunos viajes obligatorios a París. Le agradaban, siempre y cuando no duraran mucho.
Decía que el monumento más hermoso de París es la estación del ferrocarril que va a Lyon ... Sí, el reloj de la gore de Lyon, pues lo veía en el momento en que iba a tomar el tren de regreso. Cuando mi hermana Aline v:vió en París le gustaba ir allá y pasear con ella, pero
era muy tímido. Le gustaba más bien que la gente lo visitara aquí, en pequeños grupos. Se sentía con energía. Los recibía, contaba historias, era el más feliz. Le agradaba seducir, pero no era de espíritu muy vivo, que brillara, como el espíritu parisino.
lríene recuerdos de momentos difíciles de su vida? La guerra, la cárcel ... La primera vez que lo llevaron a la cárcel, en 1939, yo tenía sólo cuatro años y no recuerdo nada, pero mi madre me decía que yo estaba muy orgullosa de mi padre. Yo iba a la escuela y al estar brincando la cuerda, cantaba: «Mi papá está en la cárceL» y qué, ¡él no había matado a nadie!, fue por delito de opinión. ¡No veo porque no podría estar orgullosa de mi padre! Después, la época de la guerra fue un momento muy difícil. No teníamos dinero en la casa, mi padre ya no se leía, ya no se editaba. Tengo toda la correspondencia con Grasset y Gallimard, en la que él mendigaba sin parar mil francos para terminar el
estaba moralmente obligado a hacerlo para poder conservar su influencia en el movimiento. Mi padre le dijo que ¡mejor habría sido que le previniera para hacemos salir de la casa! Después lo volvieron a meter a la cárcel, por cierto, gracias a los habitantes de Manosque. Estuvo diez meses en Saint-Vincent Nosotras lo íbamos a ver con mi madre. El autobús nos dejaba abajo y debíamos subir toda la cuesta a pie en la nieve. Pero todo esto pasaba sin angustia. Él se fue prometiéndonos que todo saldría bien. Trataba siempre de tranquilizamos, y cada vez que había problemas, incluso problemas de dinero, nos enterábamos después, nunca en el momento. Teníamos que vivir felices. Toda su vida qUilO protegemos.
En la cárcel, incluso si sentía amargura, no nos lo decía. Eso se vertía en sus novelas. Estaba lleno de historias, y esas cárceles eran una mina fabulosa para contamos historias. Sin duda estaba amargado, pero eso se encuentra en su estudio del carácter, después de la guerra. Esa fue su terapia.
Contaba historias todo el tiempo. Vivimos una vida de imagi-
Jean Giono escribiendo una novela, y con sus dos hijas: Alma y 5ylvie
mes, dos mil francos para pagar los impuestos ... Y durante todo ese tiempo eramos doce o catorce los que comíamos aquí, pues él recibía a todo mundo: primos comunistas que habían llegado sabiendo que él los protegería; un alemán, Charles Fiedler, que huía de la Gestapo y que vivió aquí cuatro años ... La mesa estaba siempre llena y mamá tenía enormes dificultades para dar de comer a tanta gente. Por suerte teníamos una granja. Papá se iba en bicicleta a buscar provisiones a la granja. Para mí, toda esta época está llena de buenos recuerdos. La casa estaba siempre repleta de gente ... En esta época había muchas dificultades para poder escribir. Una noche, la casa sufrió un atentado con explosivos. Debió haber sido en 1942. El muro casi mata a mi hermana. La casa fue invadida por la policía. Fue un miembro de la Resistencia que lo hizo, un amigo de papá. Poco después le escribió para disculparse, explicándole que
11
nación y no una vida real. Lo real no nos interesaba, lo que nos interesaba era la vida imaginaria que nos hacía vivir nuestro padre.
Al terminar la guerra él sufrió mucho por traiciones a la amistad, pues tenía un gran sentido de la amistad. En verdad, para él no contaban más que los sentimientos. Fue a partir de ese momento que dejó de creer en el hombre y se interesó en hacer estudios de caracteres duros. Hasta en el héroe de novela del ciclo de Le hussord hay una dureza terrible, una indiferencia, un desprecio ... El retrato de Angelo corresponde verdaderamente a los sentimientos que experimentaba mi padre en ese momento.
ita resintieron ustedes en la vida cotidiana? Para nada. Mi padre siguió siempre tan apasible, plácido, generoso, afectuoso, amante de las bromas, sonriente ... Uno se da
Giono en compañía de sus dos. hijas Aline y Sylvie (Manosque. 1938)
cuenta solamente en sus escritos, en donde se desahogaba, exactamente como un asesino que necesita matar para recuperar la calma. Cuando mataba en sus libros volvía a ser normal.
Le gustaba mucho la música ...
En casa había música todo el tiempo. Desde que pudimos tener un gramófono «La voz de su amo» no dejó de girar la manivela; él comenzó a tener discos de 78 revoluciones que le llevaba Lucien Jacques. Lucien se escapaba siempre a Niza, a París, al extranjero, y traía cosas extraordinarias, principalmente música. Fue gracias a él que la música entró en la familia . Empezamos con Bach. Recuerdo que
12
en esta terraza, allí atrás, poníamos el gramófono bajo el árbol y escuchábamos los Conciertos de Brondenburgo.
Yo tenía cinco o seis años y brincaba la cuerda a ritmo de los concierto brandenburgueses.
Cuando él era joven iba con mi madre a los conciertos en Marsella. Eran casi dos horas de tren, escuchaban el concierto, dormían en un hotel; toda una expedición. Más adelante, a partir de 1949, asistía siempre al festival de Aix. Para él era un gozo inmenso. Era su Mozart, Mozart solo. Ocho días antes ya hablábamos de ello. Regresábamos tarde, por la noche, en taxi, chiflando todas las arias de Don Juan o de Casi fon tutte.
Conocíamos todas las óperas de Mozart de memoria.
¿Cantaba bien? No, pero silbaba como un pájaro, con gorgoritos y trinos;
podía hacer lo que quisiera. Tocaba un poco la armónica.
Cuando se conocen bien sus obras y se leen sus cuadernos
de trabajo, en los que anota, por ejemplo: «Quisiera que
este pasaje fuese escrito como Bach escribió sus fugas», se
da uno cuenta que siempre hay una referencia a la música.
Mucha gente pasaba por esta casa, con frecuencia personajes célebres. iTiene recuerdos precisos de todas esas personas? No. Yo era pequeña cuando ellos venían. La única cosa es que
comían con nosotros, pues papá no podía recibir a alguien a las
once del día sin que fuera invitado después a comer. Nosotras
estábamos siempre en las comidas, no nos hacían a un lado. Y
al momento de regresar a clase, cuando la conversación estaba
muy interesante, nos decía a mi hermana y a mí: «Es la tarde;
no vale la pena ir a clase. Lo que aquí escucharán es mucho
más interesante que lo que van a aprender en la escuela». Y
luego, por supuesto, nos preparaba exquisitos escritos que jus
tificaban la falta. Lo que es curioso, es que cuando venían aquí
hombres de letras, ellos no hablaban mucho, más bien escu
chaban a mi padre, escuchaban al narrador.
¿Llegaba a hacer comentarios ácidos de algunos de ellos? Estaba lleno de contradicciones y de una mala leche terrible.
Podía decir las cosas más feas sin pensar una sola palabra.
Lo que es duro para un hombre de letras, cuando lleva un
diario, es que eso perdura, y luego es en eso que los demás
se fijan y lo vuelven definitivo, mientras que eso podría ser
sólo un impulso ocasionado por su humor ... Era un hombre
profundamente bueno, no era malo. Pero sus palabras po
dían serlo algunas veces.
Sin embargo, para las heridas profundas podía ser muy
rencoroso. Nunca perdonó a los del Contadour. Se dio cuenta
que había sido utilizado por gente que lo ponían por delante
para defender sus ideas. Y él se dejó porque era demasiado
ingenuo, y digo «ingenuo» para no ser dura; era idiota. Pero
la traición a la amistad era algo definitivo, como una barrera
que se levantó. Nunca lo perdonó.
¿Sufrió por el malentendido acerca de su regionalismo? Sí, porque él no se sentía nada regionalista. Ahora se habla
menos de ello, creo que la gente lo ha comprendido. Si leen
las obras de mi padre pensando que es un regionalista, ¡es
que no saben leer!
Quzá vale la pena repetirlo ... ¡No era más regionalista que Shakespeare! Describía la
Prevenza porque era el paisaje que tenía frente a los ojos.
De hecho, es una Provenza transfigurada . Les ames far
tes, que es un gran libro, no sucede en Provenza, es un
estudio acerca del carácter de los hombres y puede suce
der en cualquier parte.
Le irritaba que lo compararan con Pagnol... ¡Me esperaba eso! -risas-, ¡claro que le irritaba! Eran amigos,
se hablaban de tú, eran dos hombres de la región del Midi,
eran dos narradores. Se querían mucho, pero uno era inge
nuo y el otro era un comerciante un tanto timador. Mi padre
lo llevó a procesos legales. ¡Pobre desdichado! A cada vez
13
tenía que esperar años antes de iniciar un proceso. Pero cuando
el otro se pasaba, cuando hacía desaparecer su nombre del
cartel de Lo femme du baulonger, lo llamaba y le decía «Ca
ray Marcel, ¿por qué haces eso!», y Marcelle respondía : «No
lo puedo evita o>. Y papá se veía obligado a atacar, no sola
mente para recuperar sus derechos comerciales, sino, decía:
«Es mi obra, ¡es mía!» Era como si le hubieran arrancado un
hijo. Quería su nombre en lo que él había escrito.
Pero le hacía muy feliz que lo compararan con Faulkner,
pues era un hombre del sur, como él.
¿Hablaba con la familia de su trabajo? Hablaba a la hora de comer. Todos los días nos leía lo que
acababa de escribir, nos hablaba de sus dificultades, de lo
que quería hacer. Acerca de este punto trata Noé, que es la
novela del novelista; de cómo los personajes lo incitan, de
qué manera forman parte de su vida .. . A través de mí él veía
a Langlüis llegar a caballo ... Pero mi hermana y yo no le
servimos de modelo para sus personajes. Éramos demasia
do cercanas a él y carecíamos por completo de algo nove
lesco. Estábamos demasiado vivas yeso no le interesaba.
Cuando alguien venía a verlo y le decía : «Señor Giono, mi
vida es una verdadera novela, debería escribirla», él respon
día : <dEs formidable, pero no hace falta que sea escrita l» El
personaje que más le interesó fue su abuelo, a quien no
conoció, pero que tuvo una vida un poco brumosa, un poco
misteriosa, novelesca. De ella se sirvió en Le hussord.
Usted es la depositaria de los derechos de autor de su padre. Sí, pero casi no tengo necesidad de moverme. Es la gente
que se abre cada vez más a la lectura de su obra. Se ha
traducido en todas partes, en el mundo entero. Si yo no
estuviera, la obra de mi padre seguiría viviendo, lo que es
muy tranquilizador, pues sé que con mi padre puedo come
ter todos los errores posibles y que, de cualquier manera,
siempre le irá bien. Si el libro que ahora publico es bueno se
debe a los textos de mi padre. Es una pedacito de la biogra
fía familiar a través de sus recetas. Yo recogí las recetas que
se encontraban en su plato. También hay recetas literarias, y
si la gente quiere prepararlas, ¡se podrían llevar una sorpre
sa! Cuando él se metía a preparar la comida, no podía evitar
ponernos a trabajar, así que mejor le pedíamos que se que
dara muy tranquilamente en su estudio, si no, terminába
mos completamente agotadas cuando llegaba la hora de
comer. .. ¡Pero siempre iba a probar los platillos l Le gustaban
los sabores fuertes. Para él, la ensalada, los frijoles, eran algo
desangeladas. Mi padre era una persona sensitiva; conocer
todo por medio de todos los sentidos ...
Bebíamos poco vino, pues le impedía trabajar. Pero era
un catador de agua; probaba agua de todos los manantiales
y le gustaba la de Bordeaux. Para él tenía un valor curativo.
Cuando nos recuperábamos de una enfermedad, él abría
una botella de agua de Bordeaux y nos hacía beber un vaso.
Se nos subía a la cabeza. ¡Nos encantaba l
Traducción : César Carrillo Trueba
B ERNARD FAU(ONNIER es colaborador habitual de la célebre Magazine Lftteraf
re, de uno de cuyos números hemos extraído esta entrevista
Sin CQJ1vite a tu tiesta de tantasmas
A la memoria de mi hermano Ignacio (1951 -1998)
VICENTE QUIRARTE
'Fragmentos del libro del mismo título
Vla NTE Q UIRARTE (1954), poeta, ensayista, dramaturgo, editor e investigador literario, es el actual director del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
14
Le malade se rend parfaitment compte du péril qui le
menace au dedans de lui méme; iI se sent devenir
d' heure en heure plus dangereux pour son prochain; et
cependant /'orgueil et la crainte d'avouer son mallui
imposent un crimine! mutisme. Son unique préocupa
tion sera désormais de fuir /'infernal Sosie installé dans
son ame ténebreuse.
Jugábamos al monstruo.
OV de L. Milosz,
~amoureuse initiation
En los antiguos baños del convento
habilitados como lavaderos
vimos llamas azules por el aire
y oímos las cadenas de los monjes.
Mamá nos invitaba
a recoger la ropa en la azotea
donde -dicen- espanta todavía
un hombre sin cabeza.
Por la escalera de caracol
una vieja señorita, profesora de piano,
invocaba en sus teclas a un demonio
que años después se llamaría
Johann Sebastian Bach.
Eran los fantasmas nuestros cómplices
y amábamos el miedo.
A la salida del programa triple
Lugosi, Karloff y Vincent Price
-barones de la noche- nos montaban
en la yegua de sombra.
No entrábamos al baño
sin que tú, con tu fuerza, nos guardaras.
Hoy que eres el muerto
y no estás para cuidarme,
no tengo ganas de jugar.
Otro es el monstruo. Ese animal tangible
crecido en nuestros miedos,
te colocó en su mira.
Hubo tiempos en que supimos evadirlo
y a veces hasta creímos
haberlo aniquilado.
Nunca lo sospechamos:
conservabas intactos los conjuros
del Necronomicon de nuestra adolescencia.
Tú, jefe de la manada,
hijo de tigre,
primer oficial del capitán perdido,
hermano mayor de nuestro miedo.
* Nuestra infancia. Ese país lejano
donde vuelvo a buscarte.
¿Recuerdas aquel episodio
del Deslizador de Plata
donde enciende una llama votiva
en homenaje al sacrificio de un hombre
que murió en beneficio de la especie?
Tú nada más moriste y nuestros nombres
aparecieron juntos
en una edición de Últimas Noticias, esa suma de duelos y quebrantos.
Leo el libro de Vladimir Marinovich Posso
Los últimos pasos del poeta Raúl Gómez Jattin. Cóleras, miserias, humillaciones inflingidas
por el ilustre muerto se perdonan
-incluso se celebran- porque fue poeta.
De ti no puedo hablar sino en voz baja
porque no hiciste ruido para irte,
como si no quisieras más decir presente
cuando pasaban lista
y soñabas con ser hombre invisible.
* Ayer domingo levantamos tu casa.
Pusimos en cajas cuanto sigues siendo,
aunque ya no estés.
Empacamos, atamos, rotulamos
todo cuanto formaba parte de la vida,
con la que ya nada querías,
con la que ya no podías.
Javier miró por la ventana y descubrió
la cola de una ardilla. Yo miraba el prodigio
del cacto que alzaba su soberbia
entre los roquedales, en ese mar de lava
que tardó tantos siglos en enfriarse.
Por qué, de la belleza, separarse.
Que el agua limpie la garganta
y al cumplir su tarea
resucite el milagro.
Que podamos vivir para tenerla.
No hay otra transparencia.
No hay oro que la compre.
Pero tú no sabías. Pero ya no sabías.
25
* Nuestra Señora de la Muerte tejió toda la noche.
La ciudad despertó en daguerrotipo.
El suicida encontró razones de sobra para ser.
El día fue la ofensa del taxista, el regalo de niños
que salieron con traje de astronauta
a inventar un planeta sin sonido.
La nieve cayó en silencio durante horas,
las últimas del siglo.
Sea feliz, sonría, vea el futuro.
El mundo en blanco y negro. Sus horrores.
La tersa nieve que cambiará su albura
por la mugre y la sal y la caída.
Por el East River, un carguero
con voz de bajo profundo,
rojo y elemental, como un juguete. El milagro de estar.
El diário inédito de Jean Ciono aparece este año encabezando un nuevo volumen de la colección La Pléiade, cuyo título será Diario, poemas, ensayos. Este tomo se sumará a los siete que han sido publicados desde 1971, completando así una gran obra, y enriquecerá la serie de diarios íntimos que contribuyen a dar vida a la imagen que tenemos de la literatura francesa del siglo XX: Cide, Du Bos, Claudel, Cocteau, Werth, Martin du Card, Copeau, Drieu de La Rochelle, Catherine Pozzi y tantos más.
Ciono mantuvo un diario únicamente durante dos épocas de su vida: de abril de 1935 a junio de 1936,
y a lo largo de un año, e~tre 1943 y 1944. Dos periodos cruciales en su eXistencia; el primero es
obras en curso, con el fin específico de insertarlos en su diario. Finalmente, Iv,rios. textos escritos por él-artículos pO emICOS, presentaciones de pintores-, copias de muchos de sus propias cartas y, sobre todo, cartas recibidas de muy diversas personas, algunos desconocidos y otros de renombre: Cide, Aragon, Paulhan, Cuéhenno, Ramuz, Max Jacob y Chamson, entre otros. Había decidido intercalar todo este material porque le parecía que poseía una importancia personal. La política ocupa un lugar relevante, aunque no preponderante, en particular lo ocurrido durante la crisis de Munich en septiembre de 1938 y, un poco después, el delirante proyecto de encuentro con Hitler en favor de la paz.
PI ERRE CITRON
el de su militancia pacifista, que termina poco antes del inicio de la guerra; el segundo termina con su arresto en septiembre de 1944. Ciono quizo, tal vez inconscientemente, encontrar sus puntos de referencia en un mundo en donde el peligro se cernía sobre él.
La naturaleza de estos dos diarios es bastante distinta. Los documentos que conforman el de 1935 a 1939 son de tres tipos. En primera instancia, un diario manuscrito llevado inicialmente con regularidad y después de manera más esporádica; en seguida, extractos de cartas dirigidas a Hélene Laguerre, quien se desempeñaba en París como su secretaría informal, reunía alrededor de ella a sus amigos del Contadour, y a quien pedía escribir a máquina los pasajes de sus cartas que tenían que ver con el avance de sus
26
En cuanto al Diario de lo ocupación -el nombre es del mismo Ciono-, es mucho más homogéneo. Del 10 de septiembre de 1943 al 8 de septiembre de 1944, casi cada día, en ocasiones varias veces al día, Ciono lleva el registro de su vida en Manosque; una vida sencilla, sin viajes -con excepción de algunas visitas a Marsella. Nada de documentos intercalados, ni de cartas recibidas. En sólo doce meses, 170 páginas de Ciono puro. Pocos diarios íntimos en este siglo que se extiendan tanto -sin la sensación de que sean largos- en un periodo relativamente corto.
A lo largo de las 470 páginas de la edición de La Pléiade, Ciono se refiere poco a los acontecimientos del momento, incluso a aquellos de importancia vital. ¿Qué sentido tiene publicar sus diarios? Se trata esencialmente de él. Ciono mantiene
antes que nada el diario del escritor. La génesis de sus libros de ,Ssa época emerge de~de el momento en que suena sin haber escrito una sola línea. Los personajes y los episodios surgen, se transforman, y a veces son abandonados. Por momentos entusiasta y por momentos crítico virulento, Giono juzga poco a poco a la obra en su devenir. De esta manera, el diario de 1935 a 1939 comenta Les v,aies ,ichesses (Las verdaderas riquezas), Batailles dans la montagne (Batallas en la montaña), Le Poids du ciel (El peso del cielo) y Deux cavalie,s de I'o,age (Dos caballeros de la tormenta). El Dia,io de la ocupación comprende Vi,gile (Virgilio), la obra Le voyage en caleche (El viaje en calesa) y F,agments d'un pa,adis (Fragmentos de un paraíso}. Pero también se evocan proyectos de novelas que no se realizarán, principalmente en la época anterior a la guerra de 1939, como Fetes de la mo,t (Fiestas de la muerte) y Les G,ands chemins (Los grandes caminos) -una obra totalmente distinta a la que será publicada con ese título en 1951. Al margen de la escritura están también las relaciones con los editores y en ocasiones los dramas con éstos, como el ocurrido con Grasset.
Giono anota también sus lecturas, y es raro que no reaccione vivamente ante un giro de lenguaje, una página o incluso el libro entero que lee, a veces ante una frase o una palabra que le maravilla o le horroriza. Se exaspera al leer Lo que el viento se llevó de Margaret Mitchell -que para él carece de vida-, Vo,ge cont,e Quinette de Jules Romains, o Les noye,s de 1'Altenbu,g (Los ahogados del Altenburg) de Malraux, del que Les Lett,es f,an~aises clandestines publicó algunos extractos. Se irrita con Bé,énice de Racine, o al menos contra el personaje de Titus: ((Que se case y se quede con Berenice a pesar de todo. Que diga a esos sujetos: así es, es lo que me place y si no les agrada les doy una patada en el culo. y si no, quiere decir que no ama a Berenice, 1. entonces ¿en donde está la tragedia?)) O se indigna ante una antología de poesía alemana que le enviaron, en la que excluyeron a los autores judíos y a los opositores al régimen nazi.
SUS entusiasmos se expresan también. Una sola palabra basta para los escritores que tanto admira: Stendhal y Cervantes; más extensamente en torno a otros que no logramos imaginar cómo lo pudieron conmover, ya que por otro lado los ataca con dureza: Balzac, de quien lee Les Chouans, Le Député d'A,cis (El diputado de Arcis), La muse du deparlament (La musa de departamento) La RabouiIIeuse y anota en ese momento: ((Hasta sus exageraciones son verdaderas)); con Cabinet des Antiques (Gabinete de antigüedades) constata que se deja uno llevar hasta por las descripciones. ((Pero cuidado, no imitarlo. Es Balzac. Reverenciarlo, admirarlo, pero no copiarlo; no somos más que hombres ordinarios)). Lo más asombroso es ver a Giono imaginar una película basada en La Náusea de Sartre, con los pasajes que hay que llevar a escena, los personajes, el tempo.
27
Sin embargo, aunque no deja de ser escritor y un apasionado de la lectura, Giono no se encierra en un universo literario. Su diario nos hace vivir ampliamente su vida cotidiana. En el periodo de 1943 a 1944 tiene problemas económicos. Los derechos de autor no llegan. A veces tiene apenas con que vivir quince días. ¿De qué manera alimentar a los suyos y a los que ha recoSido? ¿Cómo pasar al fisco?
Está la vida de familia. Sus dos hijas con problemas de salud, sus estudios, sus palabras espontáneas; su mujer Elise, cuya ayuda infalible provoca en él tiernas frases. Pero también las dificultades con su madre, autoritaria, que pretende regir la casa y es incapaz de entender lo que escribe su hijo; y el tío que vive allí, borracho, flojo, malvado y limitado, a quien Giono detesta, y que sin embargo llega a enternecerle en sus últimos días y termina casi queriéndolo.
Su preocupación por ayudar a los demás es constante, por aquellos a quienes ha dado cobijo o ayuda. Judíos como el compositor Meyerowitz, inquieto, agitado, en ocasiones insoportable, pero a quien Giono fue a buscar a un campo de concentración para salvarlo; comunistas como Charles Fiedler o el primo de Elise, André Maurin, y todos aquellos a quienes el aporta una ayuda financiera a pesar de sus propias dificultades de dinero. Lo vemos trastornado por los muertos que se multiplican alrededor de él: su amigo de Contadour, Jean Bouvet, asesinado por la milicia; el joven resistente RogerPaul Bernard, caído a manos de los alemanes.
Giono se interesa por el destino de la gente del pueblo en que vive. Ellos sienten su simpatía y acuden a él para pedirle consejo. Mira acuciosamente al pueblo de Manosque durante los días de la Liberación, sus entusiasmos, pero también los falsos rumores, el candor, el oportunismo, los aspavientos teatrales.
No siempre es el mismo, ni está pendiente de sus actos. Su humor cambia y también sus opiniones. Llega a despotricar contra algunos de sus seres más queridos: sus grandes amigos Lucien Jacques y Henri Fluchere, o incluso su hija Aline. Después se retracta de sus acciones impulsivas, pero nunca tacha de su texto los párrafos de irritación; el primer in!pulso subsiste invariablemente.
Nunca deja de maravillarse por la naturaleza que le rodea: el paisaje, el cielo, las tormentas. Su diario está salpicado de breves evocaciones: <mempo de ojos grises. Mayo polvoso de polvos celestes. El cielo como una senda de gis, caliente)). «Frescura, y esta laciedad del cielo y de los colores de la tierra que anuncia el otoño. El sonido de la campana que repica al mediodía ondula en el viento como un latigazo. Respirar el aire es suculento)).
Todo esto sin orden alguno, 1. apenas menciono una décima parte. Se trata de un diario rico, espontáneo, diverso, vivo, que deja ver a un gran escritor, al mismo tiempo que un hombre sensible, generoso, pleno de humor; un hombre tal y como es, que no está preocupado en levantar SU estatua.
Durante la redacción de Vrais Richesses (1935)
9 de octubre El trabajo ha recomenzado, y bien recomenzado. Hoy escribí por la mañana 3 páginas excelentes y seguro de escribir otro tarito esta noche. Todo va bien. Este libro será algo útil e importante. Trabajo 12 y a
. veces 15 horas por día.
10 de octubre El trabajo ha recomenzado. Magnífico yaún mejor de como estaba. André Gide va a venir a pasar algunos días aquí. Me preguntará, lejos de París, acerca de la posición que he tomado ante todos los partidos políticos -incluso los comunistas-, que es PAZ por todos los medios y contra todos los gobiernos. El está de acuerdo conmigo, pero no se atreve a decirlo. Yo lo haré atreverse. Pero si no se atreve, me da lo mismo estar solo, ya que tengo razón. Y al final tendré razón.
12 de octubre El trabajo se ha convertido en un paraíso desde hace cuatro días y todo anda bien, y lo árboles, los pájaros y los mundos admirables llegan a la pluma en el momento en que son necesarios. Todo va bien. Voy a terminar el capítulo 3 y el libro tendrá 5 en total, tal vez 6. Veo el último capítulo, e incluso la última palabra.
1 5 de octubre El trabajo marcha y adelanta, yes hermoso. Me retrasaré muy poco para entregar. Esta mañana trabajé de la 6 a las 12. Hace cinco días que no me rasuro, ni me lavo, ni me visto (training), pero desde entonces hay veinte páginas de más que son lo más puro que he escrito, lo más útil, lo más bello seguramente. Y la juventud lo escucha, y parece entenderlo cada vez más. En muchas partes los estudiantes se agrupan bajo mi nombre, en Aix, Lyon, Poitiers, Grenoble, París, Nancy. Lo que ahora escribo los va a dejar completamente fríos.
16 de octubre La redacción de Vrais Richesses avanza. Este libro será más valioso que los otros ( ... ) Firmé el manifiesto de los intelectuales antifacistas contra la guerra de Italia. De acuerdo con las sanciones contra el gobierno italiano, pero sólo por la apatía del gob. francés. Lava I es miserable. Ni un solo hombre capaz de tener valor. Cretinismo de la burguesía francesa. Cada vez desconfío más de los comunistas.
Durante la redacción de Batailles dan s la montagne (1937)
27 de enero En medio de una tormenta de granizo y de viento, y de lluvias de carbones que
<1 Giono en 1914
marchan a través del sol, con el trueno y el estremecimiento de todo el país, todo alrededor, en una tormenta de fin de mundo hice once páginas esta mañana, sin arrancar, y ahora dos, estremecido en todo momento por páginas que suben, corren, se doblan y se van volando como el viento. Acabo de poner el primero y el cuarto movimiento de la Séptima. Engreído de todo lo que debe salir de un golpe. Quien sabe cuanto esta noche: quizá 20 páginas, pero de cualquier manera una tempestad de hombres y mujeres alrededor de ese vino que bebieron al amanecer. Y después habrá que hacer brotar la declaraación de amor como el estallido de dos flautas y entonces iellibro habrá llegado a su cima! iHace cuánto que subo! iYa veo la cima! Después habrá que descender lentamente.
8 de marzo Carta a los poderosos ** -Su poder, que hay que decirlo, no es inmenso -ni eterno, y que los devora aún más de lo que nos devora. Que ustedes sean Mussolini con el torso desnudo o en la nieve, o Stalin escondido tras su bigote y su uniforme, o Hitler rodeado de antorchas. Porque ustedes han emprendido tareas inhumanas, la primera revuelta contra ustedes viene de ustedes mismos. Su cuerpo se rebela contra ustedes mismos. Ustedes desaparecen día con día en las fauces de su poder, y su deseo de crueldad no es más que la histeria de su debilidad. El cansancio de sus nervios, ese envejecimiento prematuro que sienten en ustedes. Es inhumano querer dirigir tantos hombres. Es inhumano e inútil. Ustedes no son nada, lo olvidan, y pagan duramente su olvido en su propio cuerpo. Envejecen, los vemos envejecer en tiempos que se multiplican por diez. En los minutos en que a nosostros nos sobra tiempo, ustedes no tienen más que temblequeas. Quebrantados por el cataclismo personal de su poder, cuando los volvemos a ver, decimos, como ha envejecido. En la magnífica justicia del mundo, la muerte los busca en medio de nosotros como a una espiga en particular. En medio de nosotros, que ella abandona a su suerte, ella se ocupa de ustedes y su cercanía los marchita minuto tras minuto.
9 de marzo No más reposo ni interrupciones mientras Batailles no esté terminada. Pues detrás de Batail/es está todo atorado y todo quisiera salir y brotar.
Diario de la ocupación (1943)
13 de octubre Esta tarde, a las 6, Aline llegó a anunciarme la visita de dos gendarmes. Le dije que los hiciera subir. Vienen a pedirme información acerca de Lucien Jacques. En un principio parece tratarse de abastecimien-
29
too LAbastecimiento? Que, ¿mercado negro! iEs un chiste! Les bastaría, señores, con ver a L.J . cinco minutos para que se den cuenta del chiste que es esto, pero ellos insisten y yo insisto; él es pobre, no le importa el dinero, está enfermo, vive solo. No tiene necesidad. Entonces, precisan, no habría, al parecer, una situación preponderante en el abastecimiento de los rebeldes. De nuevo río señores, y con ganas. Lucien no se mete nunca en política. Nunca ha participado en la política, se mantiene alejado de todo (mientras tanto he tenido a bien precisar que Lucien Jacques es un Señor. No se fíen de lo que he dicho, que él es poeta y pintor, ni si ven su casa, que es pobre. Es un hombre muy importante, muy conocido. Hay que precisa r siempre esto, pues poeta, pintor, pobre es mal visto por un gendarme. Parecen interesados cuando digo que él conoce muy de cerca a personajes importantes). Por último, uno de los gendarmes me dice: «y usted, ¿a qué se dedica exactamente! Pues, ve usted, yo escribo, obras de teatro, por ejemplo; en este momento, mire, una obra de teatro. -LTiene alguna relación con el francés! (sic)!1 -¿¿Cómo!? -Sí, dice, con el francés (creo entender que El Francés es tal vez un periódico en el que se imaginan que colaboro, y estoy a punto de decir que no, pero entonces me arriesgo:) -LUsted quiere decir la composición francesa! (alivio del gendarme). -Sí, eso es, la composición francesa. -Pues sí, digo yo, tiene que ver con lo que hago, es un poco de composición francesa. -Ah, dice el gendarme, porque justamente yo debo hacer una composición francesa» (idebo haber hecho una ca ra muy extraña!), y al cabo de un momento pregunto: «¿y de qué se trata esta composición francesa? -Seguido se miente a los superiores, algunas veces a los iguales, jamás a los subordinados (sic). (iMe quedo literalmente sin aliento! iiLe hago repetirlo tres veces!I) . Le digo: «En verdad, a mi me pondría en aprietos». A pesar de todo, trato de explicarle que, por ejemplo, se miente a los jefes para esquivar una responsabilidad ; a sus iguales para parecer superior (!) y jamás a los subordinados iporque bosta con mondarlos! Esto lo entiende muy bien el gendarme. Pero le diigo: «Digame, (son muy extrañas las preguntas que les hacen allí? Después de eso les van a decir: ¿entonces usted miente a sus superiores?» Se queda perplejo. Yo también. «Empiecen entonces, digo, diciéndoles que no se debe mentir en ningún caso. Porque, a en mi opinión, digo, esta historia es una trampa». Ríe silenciosamente y dice: «No me extrañaría».
Por un momento me pregunté si no serían falsos gendarmes. Me preguntaba si no irían a sacar sus revólveres y formar una balacera. Eso duró el espacio de diez segundos. Diez segundos muy fríos. Yo continuaba contando la historia de la composición francesa, pero la atmósfera se había vuelto glacial.
~ ()~k - IJ hItA' ~,~ ~' ~/IU • é.4 A. 12. Q~.?Dt1. ..f. ~": .,.! """'r.ka...,~~ lo ~~. ~rÚ ~¿ G... ~1/ tu 114IIQ.i46- "«Jo.. r q V'<4 ~ H.'..ct ~ ~ ¡J,-k.. - ~ t1Mt'~~ Ol "dA ~ e. "-o. ,~ ~ r G ';' f1,.. 'Q.c( I ~ 4.t'W, k.~~ r J I Jo.' . ¡¿¡A/Q ~ ~. (JI..,.' , t. J ~ , f(AA. kU.. , "'" ~ac.c . 1', fA ~ ,1(' './ ~ f4c I ~ 7 4 ~ '" ~ k,Q4.A. I tM. h A,.,.. ~. /4 'h1 ~ •• 1..... ~ M I!Atf'h. ~~ (~ e., """" JIL 1tf,c¿L. ~ '" fe- 4., ~l J a..., '-M. t\ QA.I\~ L. ~ r'" .. 1«0 h." ~ r- '1... ': .. ... ' ~ ea"'~ - ~ hl'h4 . IQ.~ . /< 4 'GlA. ~ I..,..~. oV ~. H. J¡ 1.. IC,"J ,o..~ ~ ~ fV:t!. k 7 ~ t.t~ J e.,cflAAtrt. ~ la ~ (I.c ""OM¡:',.;. .t... Ia.,'-' J', t; (.f... ~ ,... 'i"- r , •• ; 3 '. / u.4. ,l1?,,(".I\I, ~. ~ Ac a. 7~~'" i ~ ~ 'tt¿kÁp.. ¡;~ zi..L , , ht~ ot.t h'lt~ '1M ~'tt/kÁ. l/'Vl~,,:..to.. /-<,," ¡J.4 ~ ~.~ ;~1W ,""": lCD4ro.J.¡':'I-~~~' ¡¿eJ .. ~ Je (.aw.)lcpu. f.L.?~ ~'~/t.J.4
IJ (1v. .. ' ~ ~ .' \ ) '.' , ' , k ~ ~ rf.l. ~ ~I ~ ( ("e.-vl. j~' J?" o.~~ .) ÚAc, Uw¡' I't ft:a'~,. ¿.c.u t.1uf'J ~,~ . h OtV"4IIk1.. ~~ ~ ~ ..«. ~A!ut;.. ~ ~ Á~~ "'kl 0.', .. UM~~ eL/. ~7;'~ .
JI 13 ,,~' ~CJ«4 ~L J~ ~ , Ó' a./~ I -G t Iv. ~ ~ /u,.,~ . J.,. 1~t~iI.~ ¡,..~~z. e(¿ ~< v,'~~ 'A tM"y/'l' ~c./"ec ~ c~ ~(.. Jk~ , -1'60,. le, t... ~ ~ IW '/~1.. ~ . ('q..., t.4 ~
t~1... t.c.u.t. ~ -kú. tA.fJ4t:-&U4~. h. 'l . J..r ?t./ .e. t t J...,,...1 ~ ;-14 f..i
i--l. .J' /},.~ o./kA ~ «.J<! ,~ ~ ~ oI.~ 4 ~ ~ ~ t?~.r ~ «kt-J 1ft'" ~ " h!.t~ . '-< ela.~ ~ IJ.J,,¡¿ ,tM.' ~~4,~ ..I'4J..fI\.t~L~ .. ~ ~ rl. ~ t; Iv-~~ c: cc..J '&u' A.t.' •
fX~ (Mn~ ,~'~ ~ ~ ~ ~ J1i¿f1tJ 'I,~I I.(j,
b~ ~~ ~ S-tt~4\c.t. ~ ~ 4c.. hn..~ ~~4wL. t ~ A h-. ..... Dc.~ ~ ~ f1~r J..",.,hvt ~ ¿~~ ~ R~Ll. ~ ~ h~tv.l ~ ~~a~ .~ IH~ l ~~ , ~t~ ~~ t./~, 4,.,. fl¿ I l'kJ ~ t.A.,. 'J I>.t I I~ ~ , ~ ~ ht ~~ ~ t.. .J ~ Lft {¡ ~ f¡etAftJ)h~. ?a..-;,,,,~ ..t.'~ ,/~ "u~~ LMc ~~. ,J'~·/~I..t~ ~ _~~ ... CJ,~41< -... f4lt~ . 4 ~t.q¡'~~/~~~L~ ~ ..t.~ ,...~ tM~~',.,,~ !?te¿¿" ~ h'/~~r'lt~ I~ 'J~ ~ t.<.1r ~AA'I\ hy 'l¿~rI'4.t,- .o.~ 4~ .Ik,..'~ u G(( ~ /4,4kA .í;L. ~ ,f4':'¡~1. ... ~./t~t.t../,.;, ~ ~,.,I.
30
2 de noviembre
Aline tuvo una fuerte angina que resistió
tres días de aplicaciones de azul de meti
leno. Ya no tenemos algodón, ya no tene
mos preparación; al fin hoy parece que ya
paró. Elisa estuvo tres días en cama y no
quedó del todo recuperada de una espe
cie de problema digestivo indefinido. Syl
vie está mejor y hace sus tareas. Comencé
a releer la Eneldo para cotejar la mejores
200 páginas de Correa. No encuentro en la
traducción publicada por Les Belles Lettres
la colorida emoción de la traducción Hins
tin publicada por Lemerre, que yo leía en el
jardín, el domingo, en la primavera y la ju
ventud (a verificar, de cualquier manera) .
Llueve una lluvia china. Unas mujeres
negras suben lentamente la pequeña coli
na bajo mi ventana, protegidas con gran
des paraguas. Todo el paisaje rayado con
líneas blancas. Los pinos encorvan la espal
da en sus gruesos abrigos. Comienza a ha
cer frío en casa. Desholliné mi estufa con
Charles e hicimos nueva instalación de ca
lefacción en la chimenea grande que no
funciona bien. La estufa con sus mangue
ras funciona bien, hasta demasiado, y re
suella, lo cual detesto. Miedo incotrolable al
fuego. ¿Por qué? LAtavismo? Ese incendio
narrado con frecuencia por mi padre, en el
que su padre perdió todo su patrimonio y
la paga de los obreros del Taller Zola, cerca
de Aix. Fue la primera vez que vi la luna, me
dijo mi padre. Él tenía nueve años pero,
educado muy severamente, se acostaba
todos los días a las 6 de la tarde. Aquella
noche lo sacaron en pijama de la casa en
llamas y sobre las rodillas de su madre, en
el campo, vio la luna. Lo impresionó más
que el incendio en el que hubo dos hom
bres carbonizados. De todas formas debe
haber tenido miedo y éste debió haber pa
sado a mí, pues yo nunca he presenciado
un incendio. Por miedo estoy asegurado y
recontra-asegurado. Tengo terror casi que
de una estufa que resuella. Mi estufa reins
talada en la campana de la chimenea gran
de resuella terriblemente. Usé el incendio
en CoI/liJe (Colina). Lo describía con delei
te, recuerdo, por la mañana, en invierno, en
mi cuarto tan frío que mis dedos se conge
laban. Elise me insistía que prendiera el fue
go. No lo habría hecho por todo el oro del
mundo. Hubiera preferido dejar de escribir.
Fue en la gran casa negra de la Grand-rue.
En el antiguo taller de mi padre en donde
habíamos instalado nuestra cocina después
de su muerte, en donde vivíamos Elise, mi
madre, mi tío y yo. Acababa de nacer Al ine.
Diario de la ocupación (1944)
Jueves 6 de septiembre *** ( .. .) El fastidio de quedar abandonado a
las humillaciones de toda esta población
desequilibrada y furibunda como la mala
leche. Ciertamente no se trata de una fies
ta. En verdad no temo al Comité de sa lva-
Jean Giono (Manosque, 1938)
mento público. Al contrario, esto me per
mitirá hacer publicidad acerca de la verda
dera actividad que tuve durante la ocupa
ción. Me imagino que es muy fácil hacer
un resumen de hechos perfecta ~I fácilmen
te comprobables que hará a esos Señores
caer de nalgas. Pero, ¡es tan sorprendente
compararlos con la leyendal Lo que es tran
quili za nte es que todo es perfectamente
comprobable con testimonios y que esos
testimonios provienen de testigos de quie
nes es imposible sospechar. Pensado esto,
bajaré a comer y no diré nada a nadie. Pero
mañana enterramos a la tía Noémi, que
finalmente murió de du «eclosión intesti
nal», y para explica r que no puedo ir al
entierro es necesario que le comunique la
noticia a Elise. Ella la recibe con mucho
valor. Espero toda la mañana, luego todo
el día, y nada llega. En ese tiempo decido
adelantarme. Inútil ir a enmoh ecerm e
quien sabe cuánto ti empo en esa prisión
de Digne, sobre todo con gente del otro
bando; dicen que hay diez o doce en cada
celda con una simple sopa de agua una
vez al día. Aun así acepto la situación sin
gran temor. Sé que incluso allí tengo enor
mes alegrías. Pero lo insoportab le es es
perar. Cada vez que suena el timbre digo
«aquí están». Cada vez es no y otra vez
empezar a esperar. Hago entonces un re
sumen de los hechos comprobables, y
después de haber llamado por te léfono a
Curet, quien acepta defenderme, le envío
el resumen para que pueda consolidar lo
:51
esencial de m i defensa.
Ah, llueve, el cielo está negro, baJO,
afelpado, la lluvia ahoga la lejanía en le
che, está tan fresco que me pongo un
sueter. Se ve gozar al fo llaje de los árbo
les negros. ¡Qué descanso l Al paso de la
mañana la lluvia se vuelve cada vez más
admirable. Apenas hay luz en mi casa. Los
brotes de los casta ños cantan con toda
su fu erza. Resplandecientes hileras de llu
via de plata avanza n desde el fondo del
va lle. Y sobre todo este delicioso aire hú
medo, fresco y graso, que aceita todo el
cuerpo. Pero desafortunadamen te el vien
to está al norte. Qué admirable amonto
namiento de ca rbón en el Sur.
Esta vez me fascino con Retz, un poco
de Astr-ée, un poco de Don QuijOte, la Correspondencia de Stendhal (182 5, tan rica,
Divan VI), algunas veces Saint Simon, que
sigue reseco (a veces diamante, pero a ve
ces árido) (sobre todo después de haber
leído Retz, tan graso, tan parecido al cl ima
de hoy). Y qué más: lo mezclo con viejos
volúmenes de Tour du monde de 1868, un
estudio muy vasto sobre la novela utópica
en la li teratura inglesa; éstas son mis lectu
ras de ahora. He abandonado a Proust.
Traducción: César Carrillo Trueba
Poeta y editor, PII.RRE GIRaN es sin duda el mayor especialista en la vida y obra de Jean Giono. Editions de Seuil imprimiÓ en 1990 la esmerada y volUminosa biografía que escribió sobre este autor.
Contemporáneos puntuales, Jean Giono y el cine
trabaron estrechas relaciones. Adaptando novelas
para la panta l la , escribiendo guiones ori
ginales, produciendo, dirigiendo e incluso
teorizando, Giono desplegó una vasta y desper
digada obra cinematográfica que complementa y
enriquece su universo novelesco. Pero Giono es ante todo hombre de palabras.
A su pluma debe el Midi francés - la
Francia mediterránea- un alto porcentaje del
encanto que se le atribuye.
Las Tres historias para la televisión, plagadas
de referencias ailtoblOgráf ICaS, fueron
escritas en 1959 y terminaron en el fondo del ca
jón. Nos revelan lina faceta poco conocida
-el relato fantástico- de la obra de un gran fabula
dor injustamente soslayado en nuestras latitudes.
I Tres amigos deciden partir de viaje, con Roma como destino último, valiéndose del automóvil como antaño se usaba la diligencia, es decir, viajando lentamente de etapa en etapa, tomando pequeñas rutas apenas transitadas, huyendo de las gastronomías turísticas, intentando ver lo esencial de las regiones atravesadas en sosegada y amorosa búsqueda de la anécdota y del rasgo de cáracter (viajar como Brosses, Montaigne, Stendhal).
Una noche, sufren una avería en los grandes bosques montañeses de la región de Die. El punto habitado más próximo en el mapa es La Vachette, a nueve kilómetros, al parecer un pequeño caserío. Mientras están entretenidos en calcular sus provisiones, escuchan ruidos en el negro bosquecillo y ven salir de él a quien, en nuestro siglo, se consideraría un cazador, es decir, a un hombre con morral en bandolera y fusil al hombro. La noche, el paraje solitario, dan al hombre un aspecto feroz y les resulta grato poder imaginarlo como cazador. Les dice que no hay ni mecánico ni garajista en La Vachette, mera aldehuela de cuatro casas. Hay, sin embargo, una cabina telefónica. Se ofre-
defenderse más contra misterios que contra peligros catalogados. Nada, en los alrededores, podría atacarla, salvo la soledad y la melancolía. Al contrario de este bosque profundo que aquí nos rodea, Taravellier Marcel tenía ante los oJos una suerte de rubia Judea apenas marcada por almendros de negros troncos y por pequeños valles llenos de hayas. La granja más próxima estaba a tres kilómetros y era necesario todo un día de marcha para llegar por los senderos a una pequeña aldehuela de treinta granjas. Taravellier explotaba las lavandas sa lvajes de sus tierras sin cultivar y vivía con quinientos quintales de trigo, una pequeña hortaliza, seis puercos y veinte ovejas. Iba tres veces por año, para las ferias, a la cabecera del cantón, y cazaba los domingos de invierno.
Perdió a su mujer, quien lo dejó sin hijos. Volvió a casarse con una italiana de su edad quien tenía un hijo de diecisiete años. Vivían con la familia, a la manera patriarcal, un ayudante de granja y un pastor. Taravellier se entendía muy bien con la italiana, y el hijo de ésta era gentil.
Cierta noche de fines de otoño, estando ellos a la mesa,
Jean Giono: tres historias para la televisión ce a llamar por teléfono a un garajista que vendrá a repararles el auto. Lo importante es que llegue a tiempo a La Vachette, pues una vez pasadas las nueve de la noche no hay ya contacto telefónico. Antes de partir, los pone en guardia: las aves de corral de la región y los pequeños rebaños están, desde hace algún tiempo, siendo diezmados por un animal desconocido, harto más grande que un zorro a juzgar por los estropicios que hace y por la calidad de las heridas que inflige a sus víctimas. El animal llegó incluso a degollar la mula de un campamento de carboneros. Él-el cazador- y cuatro o cinco habitantes de la región batieron el bosque todo el día en busca de esa fiera que acaso sea un lobo, uno de los últimos lobos. Lo oyeron gruñir en el monte baJO, pero sin poder verlo.
Los tres amigos se instalan en el auto y aguardan. Conversación. Ese hombre, ¿irá a telefonear? ¿Verdaderamente se dirige a La Vachette? Al partir no siguió por la ruta, sino que de inmediato salió oblicuamente del camino. ¿Será un atajo? El hombre, ¿es verdaderamente un cazador? El fusil que llevaba al hombro no esa un fusil de caza de dos tiros, sino un mosquetón de caballería de la guerra. Debe ser porque esperaba cazar un lobo, o quizás algo peor. No hay ya lobos desde hace mucho tiempo, todo el mundo lo sabe. Y «algo pea!) jamás lo hubo: no estamos en un país de fieras.
No estamos en un país de fieras, pero algo peor que un lobo bien podría existir. Ya que vamos rumbo a Roma, quizá no sería tan malo que esta noche nos topáramos con el demonio. Hacia 1920, en una región casi tan salvaje como ésta, tenía un amigo llamado Taravellier Marcel que explotaba una granja en esos parajes desiertos. Aunque la tierra que poseía era poco fértil, las construcciones de la granja eran considerables y de importan!ia. Habían sido edificadas en una época en que todas las granjas del país eran otras tantas fortalezas. Uno sentía que ésta había sido construída para defenderse, y
33
tocan a la puerta. Y, como se estila en esas regiones, alguien entró sin esperar a que le abrieran. Era uno de los granjeros vecinos. Llevaba el fusil a la mano y era también un mosquetón de cavallería como aquél que hace un rato portaba el cazador que nos intriga. Se trataba, sin embargo, de un mosquetón de la guerra del 14 mientras que el de hace un rato era un mosquetón del 39.
El visitante dijo que había venido a prevenirlos. Él y otras cuatro o cinco personas estaban patrullando los alrededores. Hacía un rato, al comenzar la noche, una fiera (aquella vez se dijo todavía «un lobo») había entrado a su establo y había degollado a todas las gallinas, a las diez o doce ovejas e incluso al caballo. Éste último, al que aún intentaban sa lvar, tenía en el cuello una pavorosa herida. El veterinario que estaba allá había dicho que jamás había visto una herida más profunda, más lacerada, más grande. Si no estuviera en Francia, él (el veterinario) diría que los dientes y las mandíbulas que habían desgarrado el cuello del caballo eran los dientes y las mandíbulas de un león o hasta de un tigre. Ningún animal había sido devorado. Se los había matado, así, sin más.
Taravellier se ofrece para participar en la batida. El visitante, sin embargo, le dice que para esa noche ya no vale la pena: todos van a regresar a sus casas, la noche está negra como
un horno y, además, la fiera debe haberse alejado a las alturas donde es imposible, a esta hora, intentar rastrearla. Vino, más que nada, a prevenirlo para que Taravellier montara guardia.
Eso hace; son cuatro hombres: el ayudante, el pastor, el hijo de la italiana, y él mismo. Toman sus fusiles (y entre el lote hay aún un mosquetón de caballería. Después de tantas guerras, hay siempre mosquetones de caballería en todos los rincones de la campiña) y montan guardia alrededor de la granja. La italiana prepara café. Noche apacible. Y no obstante parece que se escucha rugir o aullar o gruñir en las alturas de
la montaña. Al alba, nada ha pasado, y, como la catástrofe ha ocurrido en casa del vecino, se la olvida pronto.
Pasan algunos días y, de nuevo, un establo es saqueado. Patos, gallinas, conejos son no sólo degollados sino despedazados; esta vez fue un chivo, con reputación de malvado, el que fue desangrado como un vulgar conejo.
La repetición de la carnicería despierta los egoísmos. Aún se patrulla, se escuchan (o aún creen escuchatse) aulli
dos y gruñidos, se disciernen rastros en el barro de los abrevaderos en la montaña. Nada lo prueba, pero se imagina fácilmente en esos desiertos el deambular solitario de un monstruo.
Se piensa en la bestia de Gévaudan. Hacia el fin de la siguiente semana, es la granja misma
de mi amigo Taravellier la que es visitada de noche por la fiera. Como en los otros lados, ésta masacra el gallinero, pero se ensaña sobre todo con un potrilla que era propiedad del hijo de la italiana: Tino. Ese portillo está literalmente destazado y parece que la fiera tuvo un particular placer por desgarrar las entrañas. Allí, como en los otros lados, ninguna víctima es raptada, ninguna víctima es, a decir verdad, comida. No hay sino ruina y masacre.
Se organizan batidas que incursionan más y más profundamente en la montaña. Tino, desesperado por la muerte de
su potro (al que cuidaba tiernamente y que era su orgullo. Era la primera vez que poseía algo propio.), patrulla encarnizadamente, a veces con los vecinos, de seguido solo, buscando los rastros de la fiera, con la nariz sobre las pistas como un perro de caza.
Tal estado de cosas dura hasta el domingo 23 de noviem
bre. Es un día triste y nublado. Las nubes cubren la montaña. Hacia las seis de la mañana, un hombre enloquecido llega al poblado. Encontró, en el lugar llamado «Champ Bernard», el cadáver de un pastor atrozmente desfigurado. Se da aviso a la brigada de gendarmería de v. .. Mientras que se espera a los gendarmes, cuatro habitantes del poblado, armados hasta los
dientes, suben hasta Champ Bernard. En el camino, pasan por una pequeña fábrica de carbón vegetal que explotaba una familia piamontesa. Son, para ese momento, las ocho de la mañana; aún no ha terminado de amanecer. En la semi
obscuridad, ven que la carbonera está en llamas. Ahora bien, nadie se empeña alrededor para extinguir el fuego que devora el carbón vegetal. Llaman; nadie responde. Finalmente, encuentran alrededor de la carbonera seis cadávers: el Piamontés, su mujer, sus dos ayudantes, su hijo mayor, su pe
queña hija. Todos, los seis, han sido atrozmente desgarrados por la pavorosa mandíbula. Al anochecer, cuando se hayan bajado las siete víctimas al poblado (contando al primer pastor) y mientras se esté realizando la primera autopsia sumaria, se descubrirá aún otro cadaver, de un pastor. Con ese suman ocho muertos en total. El mayor terror reina en la región.
Están inquietos también por Tíno. Partió desde la mañana a
buscar a la fiera como ha hecho cada día después de la muerte de su potro. Se teme, pues, que haya una nueva víctima. Taravellier parte en busca de Tíno, pero pronto se ve rodeado de niebla y, juzgando inútil su búsqueda, regresa a la granja. Se monta guardia toda la noche en la granja de Taravellier.
Habiendo terminado su turno de guardia, el pastor va a acostarse. Duerme en el granero, sobre el heno. Está en su cama desde hace a penas diez minutos cuando escucha la gran puerta que se abre suavemente. Algo se mueve en silencio entre las sombras. El pastor está desarmado. No tiene más que su
34
cuchillo. Cuchillo en mano, trata de distinguir. Alguien trepa por el heno. Armándose de valor, el pastor prende su encendedor. Es Tíno. Pero un Tíno de mirada extraviada. «LOe dónde vienes? -No lo sé.» Y bruscamente el pastor comprende. «(Qué has hecho? -No lo sé. -¿Eres tú el que mató a todas esas gentes? -No lo sé. -¿Eres tú la fiera? -No lo sé.» Tíno se deja deslizar del montón de heno y sale del granero. Lleva su fusil en la mano.
El pastor corre a la granja. Nadie, de entrada, quiere creérle. Después se sabe que todas las víctimas fueron antes abatidas a tiros (un mosquetón de caballería, balas que son identificadas como salidas del fusil de Tíno). Las pavorosas heridas eran infligidas a las víctimas con ayuda de una trampa para zorros que tomaba el lugar de unas mandíbulas. Se encuentra la trampa para zorros bajo la cama de Tino. Pero, ¿por qué mató a su propio potrill07 Nadie puede explicárselo. «Los que sabemos que se mata siempre aquello que se ama podemos explicárnoslo», dice un comisario erudito.
Se rastrea a Tino. Se ha refugiado en un pequeñ granero solitario. Se le sitia. Se le conmina a salir. No responde. Se
disparan al granero más de doscientos tiros de fusil y de carabina. Él no dispara. Por agotamiento, se prende fuego al granero donde él arde sin un grito. Extinto el fuego, se le encuentra muerto y parcialmente carbonizado contra un muro sobre el cual dejó su imagen: vino a esconderse ahí y se puso de rodillas contra el muro. De allí no se movió.
La historia ha terminado, los tres amigos continúan averiados en medio del bosque. Escuchan y ven los faros de un auto que se acerca. Uno de ellos sale del coche y se para a mitad del camino para obligar al auto a detenerse. Éste no parece tener intención de detenerse y se precipita sobre el hombre que está enmedio del camino ...
(Continuará en el próximo episodio.)
Encadenamiento entre la primera y la segunda historia
El auto, que parecía precipitarse sobre el personaje que le
hacía la señal de detenerse, se detiene. Era, simplemente, conducido por un campesino poco diestro. Puesto al corriente de la descompostura, éste les propone remolcarlos hasta La Vachette. Lo hace. En La Vachette, contra lo que espera
ban, hallan un albergue aceptable, una buena cena, un buen fuego. Mientras nuestros amigos se calientan tras la cena fumando pipa y bebiendo ponche, se asombran por la belleza y el noble porte de una mesera. Claro es que nada tiene de campesina. Resulta tan insólita allí como una locomotora en el retrato de la Gioconda. Entre más la examinan y la observa n, más se convencen de que en el menor de sus gestos
hay una insólita nobleza, una grandeza estupefaciente. Estoy seguro, dice el orador, de que estamos ante la pre
sencia de uno de los misterios más cautivantes del mundo moderno. Me fue concedido, hace algunos años, acercarme a ese misterio casi hasta su esencia misma.
11 Tengo un amigo que posee una propiedad en uno de los paisa jes franceses más admirables del mundo. El parque
de tal propiedad se extiende por las colinas sa lvajes; pero
no son salvajes a la manera gala, como las que aquí nos rodean, sino en un estilo griego: desiertos de cistáceas y pinos negros quemados por el sol, peñascos blancos, un
río de tiza y juncos semejante al Eurotas, montes Olimpo de un azul puro. En el fondo mismo de ese parque -o mejor dicho, de ese desierto-, en los repliegues enmarañados de un pequeño valle, quedan incluso las ruinas de un templo. No se sabe a quién estuvo antaño dedicado. Unos sabios vinieron a examinarlo y a estudiarlo (puesto que las ruinas son muy bellas), y no lograron ponerse de acuerdo. En los alrrededores del pequeño valle se desen
tierran a veces medallas y lámparas votivas de arcilla . Se habría podido, gracias a las medallas, identificar al dios o los dioses que tuvieron aquí su templo, pero todas las medallas están muy gastadas o, cuando se las halla intactas, su acuñación se borra velozmente al entrar en contacto con el aire. Mi amigo tiene toda una colección de ellas que no sólo han perdido todo su relieve sino que día con día lo pierden, casi ante la vista de uno, hasta volverse tan anónimas como fichas de un juego de damas. Tal particularidad no interesó a los sabios.
Cierto día, en la propiedad, viene en falta una nueva ayuda doméstica, más exactamente, alguien que lave los platos. La mujer que había tenido hasta entonces aquel puesto se había clavado una espina en el dedo yendo a recoger varas para escoba en las landas y la espina le había provocado un panadizo. Antes incluso de se comenzara a buscar una lavandera de loza entre las campesinas de los alrededores, una joven se presenta. No se lo piensa más, al momento se le contrata, y
no es sino hasta días después que surge la duda de de dónde viene: no es la hija de nadie, ni viene de esta granja o aquella otra, no es de aquí y cuando se le pregunta de dónde es responde vaga aunque muy genti lmente. Es tan naturalmente encantadora que se aceptan sus explicaciones (que no
satisfacerían a nadie si se tratase se alguien menos encantador). No solamente lleva a cabo su humilde tarea a satisfacción de todos, sino que debido a que es ella quien la desempeña la tarea ya no parece humilde. Todo, además, parece conspirar para que todo el mundo se entregue a la indulgen
cia, e, incluso, a la despreocupación gozosa. El negro fin de otoño que transcurría -días grises, lluvias, borrascas- se transforma casi súbitamente en una estación rosada y vermeja. Hay un resurgir de flores en el jardín, los rosales dan rosas exquisitas; hay incluso en el aire como un perfume azucarado semejante al de las acacias en mayo. Incluso ciertas preocupacianes que nada tienen que ver con la estación se disipan, los embrollos se disuelven, no se reciben sino buenas noticias, etc. Pasa
el invierno, que resulta exquisito. Y curiosamente exquisito, porque a pocos kilómetros de allí, al otro lado del río por ejemplo, o detrás de las colinas, hace frío, llueve o neva, y las cosas transcurren como de costumbre. Pero aquí hace buen tiempo. Pasa pues el invierno y se ven obligados a echar al chofer. Ha
cometido diferentes hurtos en la granja: huevos, aves de corral que ha ido a vender al mercado para provecho personal; ha alterado las notas de gasolina y sobre todo, después de una pesquisa de la comisaría, se ha sabido que el hombre, ampa
rado con papeles falsos, era en realidad un prófugo de la justicia, chulo notorio de Marsella que había huído a la campiña después de un pequeño asalto frustrado. Parte, no sin escándalo, y le dice a mi amigo que en lugar de tomarla contra él haría mejor en vigilar a Julie (que así se llamaba la lavandera
35
de loza). Se le piden explicaciones y las proporciona. Afirma que desde que Julie fue contratada, y seducido como
todo el mundo por su belleza pero teniendo ideas precisas sobre la utilidad de la belleza de las mujeres, trató de ir a buscarla a su alcoba. Desde la primera noche, la alcoba estaba vacía. Julie se había levantado de la cama todas las noches. Nunca supo él como hacía ella para irse, ni a dónde iba. La había vigilado de muy cerca, y había sido burlado cada vez. Es un misterio, pero a su parecer, ese misterio debe esconder bajezas más grandes que las suyas.
Se vigila a Julie. Lo que el chofer dijo resulta verdad: desaparece todas las noches. Desaparece es la palabra justa, pues no se sabe cómo hace: a las nueve (por ejemplo) está allí; a las nueve y uno ha desaparecido. Las puertas están cerradas, las rejas están cerradas, los perros se quedan atrás en un minuto, en menos de un minuto. Por la noche, desaparece en cosa de segundos. En la mañana allí está, no como una
aparición, sino como una mujer carnal que duerme en su cama, se asea, se peina, se refresca el rostro con agua de colonia, baja las escaleras, desayuna, ríe, se involucra en la vida, trabaja. Pero en la noche, su alcoba está vacía. Y se siente que está vacía incluso si se va a visitar la alcoba durante el día como lo hace una vez -para cerciorarse- el dueño de la propiedad. Se percatan -tras una pesquisa- de que no tiene amoríos en los alrededores, que nadie la conoce, que los animales le guardan un afecto peculiar que raya en la adoración: perros, caballos, vacas, puercos, gallinas, avecil las silvestres e incluso animales sa lvajes. El hija de un granjero, cazador por excelencia, certifica que un día en que cazaba zorros vio a la bestezuela correr hacia ella -que regresaba de los
lavaderos- y refugiarse en sus faldas. Y ella tomó a la zorra en sus brazos como si de un gato se tratara. Se le advierte que hay en la propiedad un enorme gato rojo de angora que asemeja, de lejOS, un zorro. Sin duda era al gato al que cazaba. Él se defiende. Asegura que era un zorro.
Ella, sin embargo, recibe cierto día una visita. Es un hom
bre joven, grande y rubio, muy bello también él, muy noble, muy luminoso. A no ser porque iba vestido de overol se le tomaría por un aristócrata. Es cortés, habla bien, dice ser
empleado de la planta nuclear que está adelante del Rhóne.
Su conversación, por lo demás, lo demuestra : emana de él
cierta irradiación verbol como la que emana de ciertos inge
nieros superiores.
Al reflexionarlo, se preguntan qué medio de locomoción
lo habrá traído: no vino en moto, no vino en automóvil; no
vino en transporte público y la planta está demasiado dis
tante para imaginar que hubiera venido a pie. Él y ella (que
pidió dos horas de permiso) se pasean por el prado'. Son tan
bellos y parecen tan bien pareados que se les pregunta, en
broma, «¿para cuándo la boda7». Ambos rompen a reír. Se
percibe en sus risas una ironía sumamente curiosa. Lo que
también resulta curioso es que el visitante parece dotado
del mismo don de desaparición que Julie. Estaba, hace un
instante, con ella en el prado, y ahora ella está ahí, sola, y
regresa a la casa. Tan lejos como se alcanza a ver, 105 prados
están desiertos.
En la quinta se la ve tan amable, tan bella, tan noble, tan
graciosa, que se le confía un trabajo distinto al de lavar la loza.
Se convierte en ayuda de cama. Primero un tanto recelosa, la
señora de la casa termina por aficionarse genuinamente a
aquella muchacha que le prodiga cuidados tan exquisitos, tan
extraños, y que parece conjurar, con sus dedos y sus gestos, a
la belleza misma. Después de que Julie arregla a la Señora, la
Señora se pone muy bella.
Pero cada noche Julie desaparece.
Una noche de invierno, el guardamonte pide ser recibido
por el patrón. Algo extraño ocurre en el páramo. Estaba (él, el
guardamonte) en ronda la noche anterior y pasó por el pára
mo. Eran las siete de la noche. Vía luz en el vallejo de las ruinas.
Fue a averiguar. Al acercarse, se percató primero de que la luz
era de un curioso color; que no provenía de una fogata, ni de
una linterna, ni de varias lámparas eléctricas de mano; esa sim
plemente una luz muy viva, que de cuando en cuando mostra
ba colores como los del arcoiris. -y sin embargo no llovía y era
de noche. No, no llovía y era, en efecto, de noche, pero hay
algo más curioso aún : había, allá entre las ruinas, justo en don
de están las columnas tiradas, una asamblea de unas quince
personas. Entre esas personas él (el guardamonte) reconoció
en primer lugar a Julie (que se mantenía un poco apartada), y
al joven rubio y grande que trabaja en la planta atómica, quien
estaba mezclado con el grupo. Allí estaba, por otra parte, el
herrero de Vente rol (un pueblo que queda a seis kilómetros) .
Ese tipo rechoncho, mal vestido y cojo, que tiene una mujer en
verdad bella (quien estaba alIQ, esa mujer, usted sabe, ligera,
que da mucho de qué hablar, que tiene enredos con un co
mandante de aviación del campo de Salan, piloto de avión
supersónico. Sabe usted, él también estaba allí, el comandante.
y también estaba, sobre todo, ese viejo barbón, de grandes
barbas blancas que es zapatero en Saint-Chritol (un pueblo a
tres kilómetros). Ese tipo, derecho como vara, hombre muy
apuesto y fornido, un tipo que tiene, no sé, quizá setenta años,
quizá setenta y cinco, quizá más, quizá menos, habría que verlo
sin barba, pues tiene un rostro joven. Usted lo ha visto. Usted lo
conoce, allí estuvo para las elecciones, llevando la contraria a
todo el mundo. Es él quien tenía el aire de jefe. Y toda la banda
hablaba en una lengua que no comprendo. Puede que sea
ruso, quién sabe. También había otras gentes que no reconocí
pero que, cosa rara, no parecían extranjeros. Me parecía cono
cerlos. LOe cuánd07 No lo sé decir.
Intenté acercarme para ver mejor, y entonces vi a ese
zapatero de la barba blanca hace r hacia mi dirección un
36
pequeño gesto con los dedos. No sé si dijo alguna cosa
porque justo en ese momento, cayó un rayo (sí, dice el
partón, escuché el trueno ayer por la noche. Incluso me
extrañó, pues el cielo estaba despejado y soplaba un
poco de mistral) y quedé plantado en la tierra sin poder
mover un dedo. Después se hizo la noche y al cabo de
no sé cuánto tiempo pude moverme de nuevo. Primero
creí haberlo soñado, después pensé que más valía venir
a contárselo.
Intrigado, mi amigo (el patrón) manda llamar a Julie a
su despacho. Ella acude, sonriente; es la gracia misma. Él
le refiere la visión del guardamonte. Allí está ella, la gracia
misma, pero muda. Mi amigo insiste, perturbado por la
belleza, la gracia, la nobleza y por un inmenso sentimiento
de respeto inexplicable. Ella sólo sonríe, no responde. Pa
rece que dice: «¿Comprende usted7 ¿Necesita de alguna
explicación?» En el momento en que mi amigo va a res
ponder esa pregunta muda cae un relámpago fulgurante
que sacude violentamente la casa. Mi amigo cierra instinti
vamente los ojos. Cuando los abre, Julie aún está allí, pero
es una muchacha común y corriente que responde torpe
mente : «No sé, Señor.» Al día siguiente ha desaparecido.
Se pregunta en Ventero!: el herrero y su mujer se han ido.
La fragua está cerrada. En Saint-Christol, el gran zapatero
se ha marchado. En la planta atómica, el obrero se ha ido.
En el campo de aviación, el comandante ha sido transferi
do a no se sabe dónde. El oficio en que se ordenaba su
transferencia ha desaparecido.
(Continuará en el próximo episodio.)
Encadenamiento entre la segunda y la tercera historia
Uno de los tres amigos dice: «Los antiguos dioses, los dioses
griegos. Reconocí a Zeus, Vulcano, Afrodita, Apolo, Marte, y
Julie sin duda era una ninfa.» En ese momento, la joven me
sera atraviesa el salón, es la gracia misma, la gracia que son
ríe. Una gracia inquietante. La puerta se abre. Entra un hom
bre grande y apuesto, de barbas blancas, lleno de majestad.
Los amigos interrogan al patrón del albergue: «¿que quién es
ese7 -Es el zapatero. Formidable, ¿no?» Se escucha rodar un
trueno por las montañas.
«Si desean que les muestre sus cuartos ... », dice el patrón.
Son cuartos cómodos. Comodidad campesina sin agua
corriente pero con pequeños lavamanos de palanganas de
coradas. Camas blancas y antiguas. Nuestros amigos, intri
gados por la llegada del zapatero parecido a Zeus y des
pués del trueno intempestivo, se reúnen en una de las
habitaciones para conversar antes de acostarse. Unos gra
bados cuelgan en las paredes: Ruinas de Roma, copias de
las Prisiones de Piranesi ; asombro al encontrar allí esos
valiosos grabados en lugar del habitual Angelus de Millet.
El que habla se levanta a abrir la puerta hacia el corredor y
regresa. «Fui a ver, dice, si el pasillo aún estaba en su lugar.
-¿y dónde quieres que esté7- En estos remotos recodos
de provincia, dice, llega a suceder que los pasillos estén
dotados de una vida particular, una vida de pasillo, eviden
temente, pero cuando esa vida de pasillo se entrecruza
con una vida de hombre o simplemente, como me suce
dió, con un hombre en la noche, ocurren aventuras abra
cadabrantes.»
111 Allá por 1920 -volvía de la guerra, estaba joven- era mi oficio recorrer los campos para provecho de un gran banco para el que repartía certificados de valores. Mis clientes estaban dis
persos por un territorio muy extenso. No sabiendo conducir automóviles, me valía, para desplazarme, de los pequeños carros campesinos de horarios inverosímiles. Uno de ellos, notablemente, partía de mi residencia hacia las cuatro de la tarde para arribar a eso de las seis -en plena noche de invierno- al pequeño pueblo de v. .. en el corazón de una comarca aislada, extraña y montañosa. Allá dormía, una pequeña taberna me reservaba un cuarto. Otro, por lo demás, no había. En ocasiones, para ocupar el tiempo antes de la cena, hacía ciertos negocios en el pueblo. Era una hora conveniente, la gente, habiendo vuelto de los campos, se aburría al lado de la estufa y me escuchaba de buena gana. Otras veces, cuando sabía que me
había hecho, por el momento, de todos los ahorros de mis clientes, me quedaba en la sala de la taberna hasta la cena, después me iba a acostar, reservando para el día siguiente, en la mañana, la visita de las granjas y el castillo que estaban, el uno y las otras, algunos kilómetros más retirados en el campo. Kilómetros que remontaba a pie; campos que en nada incitaban a los paseos nocturnos por tratarse de un país de sombras y de ecos cargado de reminisencias novelescas.
Las veladas pasadas en el café no me eran muy gratas. Era yo el único cliente, o si no, el único consumidor; verdad es que los demás, dos o tres viejos de más de ochenta años, en asamblea en torno de la estufa, no consumían más que calor.
Yo me bebía un vaso de agua de Vittel (que salía directamente del grifo -agua excelente, por cierto). Para la pequeña asamblea, no se encendía más que una lámpara, eléctrica evidentemente, pero que no emitía más que una débil luz rojiza. La
sala del café (que se llamaba El círculo republicano) era inmensa; servía de sa la de baile en las grandes ocasiones. La atmósfera no predisponía a la alegría loca. Encima de eso, la historia de la región hormigueaba con aventuras trágicas, que habían tenido lugar hacia fines del siglo XIX. El pueblo había sido, en 1880, lugar de reunión de una banda, llamada la
banda de la Taille, que detenía a los viajeros, a los carros públicos, y había quemado algunos pies. Más atrás en el tiempo, en la época revolucionaria, allí mismo se habían cortado vilmente algunos cuellos, incluso cuellos de mujeres y niños. Ese salón del Círculo republicano había tenido, casi en todos los casos, que desempeñar un papel.
Una noche aún más particularmente siniestra -había cerca de la estufa un vejete asmático que se ahogaba en esterto
res- me armé de coraje y decidí irme, en ese mismo momento, al castillo donde tenía asuntos pendientes. El camino
atravesaba un llano, una colina, otro llano, y el castillo queda
ba en el flanco de la siguiente colina. Había que atravesar saucedales, bosques de robles y un trecho de matorrales, en total, unos dos kilómetros a lo más. Llovía. Soplaba un poco de brisa, las sombras cobraban vida. Yo me aferraba a mi valor y mataba a mi imaginación pensando en esas noches de
guerra en las que no había fantasmas, sino peligros concretos de los que estaba felízmente a sa lvo. El casti llo es de un siglo XVII, retocado de XVIII, retocado de XIX, retocado de XX, siempre con retraso con respecto a las comodidades de la época
(así, para el siglo XX, se había de hecho quedado en 1907).
37
De sus orígenes conservaba sus dimensiones colosales, las espaldas ásperas, el pecho abrupto, la tez oIivácea y una propensión a la voz fúnebre. Debía al siglo XVIII los enyesados con polvo de arroz perfumado, los estucos galantes, los afeites dispuestos aquí y allá sobre los muros de galerías, alcobas y corredores; el XIX le dió algunas estufas de cañerías fantásticas y el XX una sala de baño, la única para cuarenta y ocho habitaciones, pero vasta como estación de trenes, orientada hacia el norte y tan fresca que allí se conservaban, en verano, la carne y el pescado.
Es la morada de Anselmo de B ... , último descendiente del linaje, soltero, sesenta y tres años (murió en 1945 -de muerte natural). Vivía solo en ese inmenso castillo con un ama de llaves conveniente, barbuda, irreprochable salvo sobre el asunto de las cuentas, como se vió a su muerte (1953), para gran regocijo de tres de sus sobrinos (que después cambiaron el
tono: procesos, demandas, e incluso insultos y golpes, sucesos consignados en L'lndépendace du Var del 16 de enero de 1954). El ama de llaves, la Srta. Barbe (la bien llamada), de gran osamenta, gran cuerpo de mujer, construída -como el castillo- a la usanza del siglo XVII, con carnes del XIX cuando la abundancia no le metía miedo a nadie. Anselmo, fin de raza, incluso extremo fin, un poco de anglomanía en las polainas. Ésta le viene de su padre, quien se enlistó en la guerra de los Boers, del lado de los Boers, evidentemente. Anselmo, como segundo nombre, se llama Kruger. Además de su anglomanía, cantidad de otras manías más internacionales: gran lector de periódicos, pero únicamente periódicos y Jamás libros, gran amante de la siesta, manía de adormecerse junto al fuego, manía de la ociosidad total, manía de canturrear a labios cerrados, manía de llevar el compás con el pie sobre los morillos de la chimenea, compás por compás, viene al caso decirlo, ya que la música le es completamente ajena. De hecho, para la música no está más dotado que un mojón, sabe sin embargo que la cosa existe, pero apenas, yeso es todo; manía del porte real, en la que tenía éxito: siendo un hombre apuesto, tuvo sus aventuras,
creo que una vez con alguien bien que ya no regresó, y numerosas veces con campesinas, con granjeras que, aunque sin imaginación, todavía están atónitas del vacío total con el que se entregaron al placer. Algunas de ellas se volvieron novelescas y, favorecidas por el mercado negro, se compraron sus pianos.
Reflexiones de hoy. En aquella época, estaba lejos de encontrar simpático a Anselmo de B ... y a la Srita. Barbe, sobre todo de noche, sobre todo en invierno, sobre todo con un trabajo que dependía de ellos.
Tuve que servirme de mi lámpara sorda para hallar la entrada del castillo; era sin embargo majestuosa, aunque estuviera escondida tras la hiedra. Las primeras gotas empinadas de un chaparrón crepitaban en esa hiedra. La Srita. Barbe no se asombró de mi llegada tan tardía : puesto que yo «trabaja
ba» para el castillo, cualquier hora era buena. Me anunció no obstante que el Señor barón estaba ausente, que se había visto obligado a transladarse precipitadamente a Toulon, pero
que me había dejado instrucciones en manos de su prima. No le conocía yo ninguna prima.
Tal prima, me informó la Srta. Barbe, estaba en el castillo
desde hacía ocho días, y ella misma me condujo a la salita de música donde la Sra. baronesa Agnes se ca lentaba los pies.
La Sra. baronesa Agnes, a quien veía por vez primera, era un gran caballo, pero un gran caballo de batalla. En los cincuenta o sesenta años, bien conservada, aunque agrietada en
ciertas pártes. Rosada, de voz fuerte, una especie de Napo
león, no solamente femenino, sino del norte, y gigante.
Supo darme, en efecto, todas las instrucciones que se pre
cisaban y arreglamos el asunto en curso con bastante rapidez.
Para esas horas, se había desatado en el exterior una de esas
violentas borrascas que son el principal encanto de la región.
A pesar de su anchura de espaldas siglo XVII, el castillo gemía
en todos sus entablados y crujía en todos sus goznes. Las chi
meneas rugían y el granizo crepitaba en los vidrios. «No puede
usted partir con este tiempo», me dijo la baronesa Agnes.
Charlamos cerca del fuego esperando de la tormenta una
ca lma que no llegó, al contrario. Hacia las nueve de la no
che, el tiempo, decididamente horroroso, estaba de no po
ner un pie a la puerta. «Va usted a compartir mi huevo pasa
do por agua», me dijo la baronesa Agnes.
Era, felizmente, sólo una expresión, tuve un huevo pasa
do por agua, entero, para mí. De nuevo charla, de nuevo
borrascas que empeoraban. Mientras, largos relámpagos di
fusos estremecían las ventanas y el trueno cavaba en la no
che ecos profundos.
«Va usted a dormir aquí, me diJO la baronesa Agnes, Bar
be le hallará una recá mara .»
Barbe la halló. Era una recámara de pesados cortinajes en
rojo y oro; tenía tres puertas que castañeteaban los dientes.
Llevaba acostado diez minutos y apenas entraba en ca lor,
pues encontré las sábanas heladas y ligeramente húmedas,
cuando me aterrorizó la idea de tener que leva ntarme al
baño. Ma l que bien me aguanté cerca de una hora, des
pués, me decidí a pararme. El cuarto era glacial. Abrí una de
las puertas que seguían castañeteando del pestillo. Daba a
un corredor, la otra también. La tercera abría al corredor por
donde había venido. Era alrededor de medianoche. Todo el
castillo estaba silencioso. Afuera, truenos y relámpagos de
azufre, aunque no se trataba del diablo. Me puse el panta
lón y tomé mi ca ndelero. Primer corredor. Por él se iba hacia
el Este; hacia el Este y finalmente, hacia una escalera. Bajo la
esca lera : un nuevo corredor. Lo recorro: cinco puertas. In
tento abrir la primera: cerrada. Tengo la mano sobre el pica
porte de la segunda cuando me digo: ¿y si fuera la puerta de
la Sra. baronesa Agnes7 En fin, trato de abirla. Cerrada. Inten
to en la tercera: abierta. La empujo, gemidos lúgubres que
desperta rían a un muerto. Me hielo, me paralizo, aguardo.
Nada. Levanto mi vela. Estoy en un sa lón de gala, con tapi
ces en los muros, El león de Nemea, si no me equivoco. Mi
mirada recorre la pieza. Se me encoge el cora zón: una cama
con un baldaquín, pero feli zmente, vacía. Si tiene baldaquín,
esta recámara debe tener un baño. En los muros del cuarto
hay cinco puertas (un muro cuenta con dos). Abro una de
ellas: armario. Abro otra: pasillo. Abro una tercera: baño, ru
dimentari o, pero ¡ufl
De regreso a la recá mara, la examino. Cama con balda
quín, además si llones Luis XIII y bibelots que las sacudidas
de la borrasca hacen sonar. Los tapices, efectivamente son
de El león de Nemea. Ahora se trata de regresar a mi alcoba.
Corredor, esca leras que remonto. Hace un rato no me per
caté de que a lo largo de la escalera había una ga lería de
retratos ariscos: hombres de ley, obispos, arzobispos, viejas
desagradables. He ah í el corredor superior, una puerta, he
ah í la mía. Abro: estupor: no es, de ninguna manera, mi
cuarto roJo y oro. Es un gabinete de trabajo: bib lioteca, escri
torio atestado de papeles. Sin embargo, seguí bien, en sen-
38
tido inverso, el camino que llevaba a la recámara del balda
quín. Veamos, rememoro, corredor, escalera, corredor, ter
cera puerta, no hay duda y sin embargo, aquí tampoco cabe
duda. Es un gabinete de trabajo.
Bien, no se trata más que de regresar a la habitación de la
cama con baldaquín, es allá donde me debo haber equivo
cado de puerta (allí eran cinco), debo haber tomado un
corredor en vez del otro. No se trata más que de estar aten
to. Entonces, corredor, bajar las escaleras, tercera puerta a la
izquierda. Abro : estupor, no es la habitación de la cama con
baldaquín, es un sa loncito. Comienzo a sentirme seriamen
te fastidiado. Me digo que hace falta reflexionar. Reflexiono,
y entre más reflexiono más perdido me veo entre el rojo y el
oro, el baldaquín, El león de Nemea. Me digo: ya perdido,
no queda más que ir hasta el final del corredor, que bien
debe terminar en algún lado. Es más: a grandes males, gran
des remedios. Camino, vuelvo a bajar una escalera, subo
por otra, doy vuelta a la izquierda, doy vuelta a la derecha. El corredor no tiene fin, debe dar vuelta a todo el edificio. Lo fastidioso es que no me habían dado más que un cabo de vela que se consume con mucha rapidez. No nos aloquemos. Creo reconocer una puerta. La empujo. iAh!, magnífico, es el cuarto de la cama con baldaquín. Pero, ¿miré bien
hace rato? LOe donde saqué se me ocurrió eso del león de Nemea? Los tapices representan a Don Quijote y a Altisidor, sin duda. Debo haberme equivocado hace un rato. Las cinco puertas, helas aquí. No, cuatro: un, dos, tres, cuatro. Esto me parece ya prodigiosamente fastidioso. Tengo frío además. Deben ser bien entradas las dos de la mañana.
Bueno, prosigamos. No veo. Por un momento pienso que lo más sencillo sería que me acostara en la cama del baldaquín que está allí, pero la cama no está tendida, no hay sábanas, no hay más que una colcha. Busquemos una cama. Corredor, escalera, he aquí de nuevo la galería de retratos. No,
39
me parece que en ésta hay más obispos que en la otra, o más viejas, en fin, no lo sé. Una, dos, tres, tercera puerta, abro: un pequeño gabinete de lectura (sin mesa, sin papeles), una, dos, tres puertas, abro: nada, un guardarropa vacío.
Puetra, puerta, puerta; armario de blancos, de trastos, cocina fuera de uso, corredor, escalera, puerta: una alcoba azul, verde, blanca, en ninguna está tendida la cama. ¿Será que cambié de piso? Esas alcobas parecen menos lujosas, menos cuidadas. Debo estar en un área de cuartos comunes. Empujo puertas con desenvoltura y alguien lanza un grito. Fatal. Estoy en la alcoba de la baronesa Agnes.
Me excuso, me explico, ella tiene tanto miedo que a su vez se excusa y se explica: escuchó a alguien rondar afuera de su alcoba y hace un cuarto de hora que esconde la cabeza bajo las sábanas. Finalmente, una vez tranquila, me dice:
«Sa lga un par de minutos, me pongo una bata y lo acompaño a su cuatro. Es cosa de niños. Conozco este castillo como la palma de mi mano.»
Me alcanza afuera, vela en mano también, y partimos. Corredor, escalera, galería de antepasados (me parece que hay más guerreros que la vez anterior), corredor y henos aquí. «Muchas gracias, Señora», abro la puerta. No hay ninguna duda, ese no es mi cuarto. ¿Cómo que no es su cuarto? No, imirel
En efecto. Ah, sí, cómo soy tonta, - sí, sí, es sencillo. Esta es la recámara del condestable, había que torcer a la derecha, pero claro, cómo soy tonta, discúlpeme, venga. Corredor, escalera, galería de antepasados (no los miro más), corredor, puerta, henos aquí. No lo creo, Señora, mi puerta era cuadrada, ésta es redonda. No, de ninguna manera, abra usted y verá. Abro.
No es lo, sino uno recámara con cama de baldaquín, hay también un tapiz: El elefante del rey de Siam.
Estupefacta, la baronesa me dice: «iNo conozco esta alcoba l» Nos quedamos fríos. Fríos es poco decir: estoy helado.
«Volvamos a mi cuarto», dice la baronesa. Bien lo quisiera,
pero es fácil decirlo y difícil hacerlo: corredores, escaleras, corredor, baldaquines, tapices (todo sucede en ellos: el Orlando furioso, el Coloso de Rodas, la jirafa, Pablo y Virginia, etc.), galería de antepasados (todo Saint-Simon). Vamos a parar a una especie de locutorio de muros desnudos, con
asientos de madera y un gran crucifiJO. «Es la primera vez en mi vida que vengo aquí», dice la baronesa. También yo. Abrimos una puerta. Da a una terraza, un soplo de viento nos
apaga las velas. Terminamos la noche, la baronesa y yo, lado a lado sobre
una poltrona, no del sino de un salón de música, miserablemente envueltos en un tapete para Jugar a las cartas. «Estréchese contra mí, no tenga miedo, vamos, vamos», me decía la baronesa Agnes en una voz desprovista de toda ternura.
Encadenamiento con una próxima historia.
Pero los pasillos del albergue están en sus respectivos luga
res. Nuestros amigos han pasado un buena noche. Desde la mañana, un tiempo radiante. Han coseguido gasolina y la avería ha sido reparada (no era nada, ha bastado con el muchacho
de la tienda quien apretó quién sabe qué.) Ruta magnífica, un gran sol. Paisaje a la Poussin, cada vez
más novelesco. «Qué admirable país», dicen. Vemos, sobre el
camino, crecer un castillo.
Traducción de Alain-paul Mallard
M~estra. de etiqRAu.,ta y de estilo epistolar «Ha tenido usted la amabilidad de en
viarme unos soberbios lirios que no
dejo de contemplar con un placer ex
tremo.» Es así como escriben en la
capital las maestras de estilo epistolar.
Después de haber servido en casa de
algún noble donde aprendieron la
mayor parte de las reglas de la etique
ta que deben observarse en el trans
curso de un año, muchas mujeres se
establecen finalmente en esta profe
sión, y un buen promedio de padres
que cuentan con buenos recursos en
vían con ellas a sus hijas para que se
formen mediante el ejemplo de las
buenas maneras.
Gracias al hecho de que en otro tiem
po serví en casas de gente de condición
noble, me fue posible impartir un curso
de caligrafía para muchachas. Muy con
tenta de poder alojar en mi casa, colo
qué sobre uno de los pilares de la puer
ta de entrada un cartel en el que decía:
«Cursos de caligrafía femenina.» Ocupa
ba para ello un pequeño salón que arre
glé a fin de darle un aspecto agradable;
tenía a mi servicio a una sirvienta no ins
truida que acababa de llegar de la mon
taña. Consciente de la importancia de
mis obligaciones con las Jóvenes que se
me habían confiado, cada día, sin des
canso, corregía sus tareas de escritura
copiadas en limpio y les enseñaba las
regla s de la urbanidad y
de la compostura que las mujeres de
ben conocer. Puse final completamente
a cualquier ligereza de conducta, sin pen
sar siquiera en ello. Pero un día un jo
ven, de una edad en la que la pasión
amorosa se encuentra en su punto más
ardiente, me pidió que le llevara su co
rrespondencia de enamorado. Por ha
ber ejercido en otra época el oficio de
cortesana, entendía a fondo los princi
pios que unen a los hombres y a las
mujeres, de la misma manera que los
pájaros hiy'oku están unidos por el cuer
po y vuelan de común acuerdo, o como
los dos árboles reunidos por una rama
común renri. Mis cartas, de una seduc
ción que tocaba exactamente el punto
sensible, no dejaban de conmover el co-
razón de aquellas que las recibían. Los
procedimientos, no obstante, diferían se
gún si se trataba de una joven ingenua
cuyo sentimiento era rápidamente ca
lado de parte a parte, o bien si se trata
ba de una de esas mujeres al día, curti
da en las intrigas galantes: pero no hubo
una sola que no se rindiera.
Con excepción de una carta, no
existe prácticamente manera alguna
que sirva para conocer a las mujeres
de los demás. Sea cual fuere la dis
tancia del país, el pincel expresará los
pensamientos. No importa si una car
ta incluye una larga sucesión de fra
ses: si son engañosas, acabará uno
cansándose lógicamente de su lectu
ra y no se lamentará el arrojarla a la
basura. La evolución de un pincel sin
cero llegará naturalmente hasta el co
razón: se tendrá la impresión de un
encuentro real con el escritor.
Cuando servía en el barrio de las
cortesanas, entre mis muchos clien
tes había uno por el que me encon
traba lejos de sentir aversión. A cada
encuentro, me confiaba a él, olvidan
do que era una cortesana. Le habla
ba francamente y con el corazón en
la mano acerca de todo. Él no me ha
bría abandonado; pero por haberme
ido a ver con frecuencia, le resultó fi
nalmente imposible volver a hacerlo,
debido a un exceso de gastos. Me sen
tía tan triste que todos los días, en
secreto, le hacía llegar noticias mías.
Entonces le parecía que me veía. Des
pués de releer va rias veces mi carta,
recostado en su solitario lecho, la apre
taba contra su pecho. Una vez, en sue
ños, la carta tomó mi aspecto y, con
versando con ella toda la noche,
sorprendió los oídos de todos los que
estaban acostados cerca de él. Más
adelante pudo disponer nuevamente
de recursos, y yo pude verlo como
antes. Entonces me contó, resumien
do, lo que le había sucedido, y en ese
momento entendí que los inquietos
pensamientos que yo había alimen
tado cada día respecto a él, encontra
ron un eco fiel en su persona. iY así
40
debió haber sido, pues cada vez que
le escribía olvidaba todo, menos el úni
co pensamiento que me absorbía y
que seguramente no habría podido
desviarse de su destino!
Cuando las personas me pedían
que les escribiera alguna carta, yo les
garantizaba que su amor sería corres
pondido según su deseo, cualquiera
que fuese la indiferencia del destina
tario. Como yo ponía todo mi corazón
redactando las cartas para el citado mu
chacho, éste por su parte se turbó y
yo empecé a sentir afecto por él. Una
vez, con el pincel en la mano, hice
como si reflexionara durante un mo
mento, y enseguida lo dije, dejando
de lado toda vergüenza: «iAtormentán
dolo a usted de esa manera y portán
dose cruel hasta el grado de no co
rresponder a sus sentimientos,
seguramente no existe en el mundo
una mujer tan despiadada! En lugar de
continuar un cortejo que no tiene éxi
to, ¿por qué no mejor vuelve su amor
hacia mí? Todo está en
comprenderse. No
se trata de
comparar las
cualidades
y los de
fectos de
esta mu
jer con los
míos. Bue
nos senti
mientos por
parte y, paraus
ted, una inmediata
satisfacción en amor,
¿no resultan por el
momento una ven- ..
taja para usted?» ~;...:; . ,~
Sorprendido, el hom- ~
bre no pudo articular .~--,,-palabra por unos instantes. . ~
¿Pensó acaso que el corazón de la mu-
jer a la que amaba no estaba seguro y
que más valía tomar por el camino más
cort07 También, particularmente, no-
taría que yo tenía los cabellos ligera-
mente crespos, los dedos gordos de
los pies levantados y la boca pequeña ,
al r e s p o n d e r m e : «Para n o ocu l ta r le
nada, no estoy d ispuesto a gastar d i
nero, incluso en la mu je r a la que lo
hago la corte. En cuanto a usted, no
podría ni siquiera ofrecerle un c in tu-
rón. Incluso después de hacernos to
ta lmente ín t imos, a la pre
gunta de : "¿Tiene usted a
a lgún v e n d e d o r d e te las
entre sus conocidos?" real
men te no podría responder
le hac iéndole la p r o m e
sa d e u n
d o b
r e t a z o
de seda
ni la de
m e d i o retal de un doble forro momi
rojo. Tengo q u e advert í rselo desde
ahora, al no poder cumpl i r con lo que
habría p r o m e t i d o en un principio.»
Siendo que yo le otorgaba tanta pre
ferencia, la impert inencia de sus pa
labras hizo que lo encontrara od ioso
e innoble. En los barrios de esta gran
capital seguramente no había "se
qu ía" de hombres y m e ima
ginaba que m u y b ien po
d r í a e n c o n t r a r a o t r o
cuando precisamente en
ese m o m e n t o , en la pe
n e t r a n t e t r a n q u i l i d a d
provocada por la lluvia
de verano que había e m
pezado a caer, un gorrión,
proveniente de una maleza
de bambúes, entró volando
por la ventana y extinguió
la luz. Ayudado por la
oscuridad, el hombre
m e atrapó vigoro
samente. Empe
zaba a res-
p i r a r
con fuerza; extendió cerca de la almo
hada algunos pañuelos de papel de
nombre «Kosugiwara»; y m e dijo, gol
peándome ligeramente la cintura: «¡Tuyo
por cien años! i Estúpido temerario, ig
norante de los peligros de la existencia!
¿Acaso crees que te dejaré vivir noven
ta y nueve? iLo que m e dij iste hace
un m o m e n t o fue m u y vejator io! En
m e n o s de un año te obl igaré a cami
nar con un bastón, te demacraré la
barbil la y haré que te desp idas de
este m u n d o efímero.» Así pensaba yo.
Y a partir de en tonces , de día y de
noche, lo provocaba a la forn icac ión.
Cuando se sentía débi l , lo hacía que
t omara un caldo de locha, huevos y
ñ a m e s de m o n t a ñ a . C o m o lo había
previsto, el h o m b r e se agotó poco a
poco . Sucedió algo lamentab le : en el
cuar to m e s del año siguiente, hacia
la época en la que se efectúa el c a m
bio de ropa forrada de a lgodón por
la de en t re t i empo , a él lo resul tó im
pos ib le . Permanec ió vest ido con un
traje d o b l e m e n t e forrado. Desahucia
d o por la mayor parte d e los m é d i
cos, con la barba larga y e n m a r a ñ a -
las uñas crec idas, ob l i gado a
colocarse la m a n o en la oreja
para poder oír, sacudía la
IHARA SAIKAKU ( 1 6 4 2 7 - 1 6 9 3 ) , es una de las figuras más brillantes de la literatura
japonesa del siglo XVII. Célebre por su asombrosa facilidad para c o m p o n e r haikús, es considerado también c o m o el renovador de las artes narrativas de su t iempo.
aspecto rencoroso, inc luso
cuando se contaban de lan-
k te de él agradables his-
tonas sobre mujeres.
Traducción de Glenn
\Gallardo y Mar¬
k ta I V H I Í C
c a b e z a
c o n u n
.o, inc luso
Febril revolucionario desde la adolescencia, José Revueltas ya militaba a los 14 años en las filas del socorro Rojo Internacional y en 1932, a los 18 años de edad, se afiliaba al Partido Comunista Mexicano para capitanear de inmediato la organización de las juventudes comunistas en el país. Comprometido desde entonces con los movimientos sindicales, y durante un conflicto huelguístico en la fábrica de El Buen Tono, fue aprehendido y condenado a su primera prisión en el penal de las Islas Marias, cuyo director era el general Francisco J. Múgica . Los muros de agua, su primera novela es fruto de esa reclusión de cinco meses, de la que seria liberado (era menor de edad) gracias a las gestiones del propio general Múgica .
Desde esos tempranos años, de escritor y de militante revolucionario, aceptó su destino penoso de implacable crítico y osado opositor tanto de las fuerzas políticas de la derecha, el fascismo y el capitalismo nacionales e internacionales, como de los complacientes simuladores de la izquierda marxista y las organizaciones obreras, que a juicio de los militantes no ortodoxos del mundo entero no cumplían con el papel histórico y moral que estaban obligados a cumplir. De una segunda reclusión en las Islas Marías, adonde fue enviado (aunque continuaba siend!J menor de edad), lo libraría una orden del Presidente Lázaro Cárdenas. Pero retornó de inmediato a la lucha revolucionara de militante y de periodista para afrontar el resto de su vida -como se sabe- innumerables encarcelamientos y condenas por supuestos delitos políticos (la última de ellas la purga en Lecumberri tras los sucesos violentos de 1968 en Tlatelolco).
En el campo de sus propios correligionarios -los partidos y grupos de la izquierda radical a los que perteneció-, las expulsiones y las condenas ideológicas fueron tan numerosas para Revueltas como las que sufriera a manos de las autoridades judiciales y políticas del país. Desde su primera expulsión del PCM en 1943, junto a otros disidentes marxistas, recorrió un largo ca
mino de ingresos, reingresos y nuevos repudios tanto
1914
, EDUARDO LIZALDE
s en el Partido Popular, como en el propio PCM, el POCM y la Liga Leninista Espartaco, que fundó en 1960 y de la que fue expulsado con un pequeño grupo de militantes en 1963. La historia consta en múltiples libros de José Revueltas y otros autores.
En estas cartas inéditas del final de los años 30, que aquí se publican -una de ellas a un no identificado camarada y poeta, la de mayo de 1938 a su compañero del PCM, Carlos Sánchez Cárdenas (también valeroso militante desde los años mozos, con quien tuvimos en los años 60 Revueltas y otros camaradas del desaparecido POCM graves diferencias políticas), lo mismo que la carta al escritor Octavio G. Barreda, dejan ver de qué manera se entregó siempre Revueltas, en cuerpo yalma, a las tareas de la organización revolucionaria y en qué medida el fuego de la pasión política lo consumió desde el principio para conmover, atormentar a veces, a lo largo y a lo ancho, su vida y su obra entera de escritor.
Una iluminada furia y devoción de mártir ateo, de incrédulo cristiano (como dijo en otras palabras -1977- su coetáneo Octavio Paz, que firmaba con él aquella carta a Barreda), lo alentaron siempre a vivir con una implacable fidelidad a unos principios y unas convicciones ideológicas que, como en el alma de todos los revolucionarios del mundo, empezaron a flaquear desde los cismas de las revueltas antiestalinistas de los años 50 y los 60 en Europa.
Al final de su vida, algo desencantado y escéptico, pero decidido a morir por la causa del socialismo "con rostro humano", me recordaba a aquel trágico personaje de una obra de Don Miguel de Unamuno: San Manuel Bueno Mártir, un santo sacerdote, líder espiritual de su comunidad provinciana que no tenía el valor de confesar a sus admiradores y devotos feligreses el secreto ateísmo que lo devoraba.
Entre 105 libros más recientes de EDUARDO LIZALDE, nuestro director, se en· cuentran la antología de poesía amorosa, Recuerdo que el amor ero uno
blondo furia y una compilación, en dos tomos, de parte de sus ensayos y artículos literarios bajo el título de Tablero de divagaciones.
- 1976 42 Revueltas en 1975. Foto: Christa Cowrie. Archivo JR (inédita) •
Tres cartas inéditas de José Reweltas La primera (a Lidio, cuyo apellido no se ha podido deter
minar) sólo es un borrador, por desgracia inconcluso e in
completo (falta la segunda hoja), que ha de datar de 1937
o 1938; su gran interés es que demuestra a las claras las
preocupaciones estéticas y antidogmáticas del joven Re
vueltas, que se ven confirmadas y ampliadas en la magní
fica carta que escribió a su hermano Silvestre en abril de
1938 y publicada en Los evocaciones requeridos.
La segunda estaba destinada a su camarada de las Ju
ventudes comunistas, Carlos Sánchez Cárdenas, al princi
pio de la estancia de Revueltas en Mérida (de mayo a agosto
de 1938) para dar clases en una secundaria federal y rea
lizar tareas del Partido. En plena efervescencia del periodo
cardenista, Yucatán, por sus experiencias socializantes, ejer
cía un enorme atractivo para los jóvenes intelectuales. Re
vueltas se encaminó a esa región un año después de Octa
vio Paz (febrero-mayo de 1937). Militante activo del partido,
Revueltas tenía problemas con éste, e irse a Yucatán repre
sentaba una salida temporal a estos conflictos. Desde su
llegada a Yucatán se sintió renovado y con gran entusias-
mo para trabajar con los jóvenes de la JSUM; llevaba un
nombramiento para desempeñarse como maestro, pero
encuentró ciertas reticencias de la parte del SUTEY, a quien
no le gustaba que les mandaran órdenes del centro sin
consultarlos. Finalmemente, Revueltas se quedó en Méri
da y no en Uayalceh, el pueblo al que se iba a dirigir, im
partió clases en secundaria y, como Paz, escribió artículos
para el Diario del Sureste.
La tercera es un manifiesto firmado por la crema y nata
de las promesas literarias de los años cuarenta. La tragedia
de España, la debilidad de Francia e Inglaterra frente a Hitler
(anschluss, Checoslovaquia, Munich ... ) y el pacto germano
soviético cegaron a más de uno, y muchos son los que de
fendieron la neutralidad en lugar de combatir decididamen
te la barbarie nazi. Sólo fue hasta 1941, con la entrada en
guerra de la URSS, atacada por las fuerzas del Eje, cuando
revisaron su posición para apoyar al «bando de los valores
humanos».
Andrea Revueltas
Años 40. Foto: Hermanos Mayo
44
CARTA A LIDIO
Estimado Lidio: Cumpliendo una promesa -a punto de envejecer casi- he
cha a nuestro común amigo Jesús Madueño [O], he querido escribirte una larga carta que me ha sugerido la lectura de tus poemas. Realmente no se trata sólo de opinar sobre tu poesía. Ella es el pretexto para poder formular una serie de ideas sobre las cuales todos nosotros, los jóvenes, debemos pronunciarnos. Ha sido una preocupación mía -sobre todo en los últimos tiempos-la de que contribuyamos, cada quien
en la medida de sus posibilidades, a elaborar los puntos programáticos, de principio, que deben regir nuestra actividad intelectual. Naturalmente que no se trata de que repitamos simplemente los consabidos principios marxistas, sino que, basándonos en ello, meditemos sobre los anchos campos que nos ofrece el materialismo dialéctico para la creación artística. Esto exige ante todo, y hay que repetirlo cien mil veces, una actitud desposeída en absoluto de todo prejuicio, de toda inclinación dogmática y de toda falsa ortodoxia. Lo primero que nos ofrece el [ ... ]
al mismo tiempo, no superior ni inferior, sino que vive simplemente en las condiciones siempre cambiantes e im
previstas de la vida. Para elaborar nuestra posición ante [ ... ]
CARTA A CARLOS SÁNCHEZ CÁRDENAS
Mérida, Yuc., 14 de mayo [de 1938]
Estimado Sánchez Cárdenas: Hace dos días llegué a ésta e inmediatamente me puse en
contacto tanto con los compañeros del P[artido] como con los de Juventudes. Todavía no he podido realizar ningún trabajO excepto informarme de la situación que se tiene en la organización. Los muchachos de JSUM [Juventudes So
cialistas Unificadas de México] acaban de expropiar al ex Club Mérida, un magnífico local que tiene tanque de natación, cancha para basquet, teatro, etc. Piensan poner mesas de billar y otras cosas más. Como podrás comprender,
esto será un gran centro de atracción para la Juventud. Hernán Morales me informó de los propósitos que tienen para la realización de un Congreso de la Juventud del Sureste (Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Tabasco y Chiapas) y que al efecto, se han puesto ya en contacto con
algunos gobernadores. Yo pienso que después de afianzar organizativamente a las JSUM en Yucatán, se puede plantear inmediatamente la realización del congreso mencionado que tendrá una gran importancia nacional. Necesita
mos que ustedes por su parte procuren lograr todo el apoyo
del CEN [Comité Ejecutivo Nacional]; ya hemos hablado en ésta con Alvaro Pérez Alpuche quien no muestra ningu
na objeción, pero como te digo, el problema no lo planteamos con carácter inmediato, sino sólo hasta después de que consolidemos efectivamente a las Juventudes aquí. Como tú conoces muy bien la situación de ésta no tengo por qué informarte del estado que guardan las Juventudes. A mí me parece un gran movimiento Juvenil, como no había podido ver todavía en ninguna otra parte del país. Hernán Morales me parece un líder Juvenil extraordinario, Ile-
45
no de dinamismo y de iniciativa un auténtiCO dirigente de jóvenes
Presenté al Partido la credencial que se me extendiÓ como representante de la Comisión JuveniL Alvaro Pérez me presentó ante las Juventudes como delegado autonzado del CEN aquí. lo que ha hecho que los muchachos se muestren muy dispuestos para conmigo. El asunto de mi trabajO personal en Uayalceh me parece que no les agradó del todo a los compañeros del SUTEY [Sindicato Unificado de Trabajadores de la EducaCión de Yucatán]. Creo que no les gusta que deCidan las cosas desde MéXICO sin consultarlos previamente. Yo les expresé claramente que SI mi nombramiento da lugar a Incidentes con el Sindicato estoy pefectamente dispuesto a renunciar al Instante. Por su parte los compañeros del PC no qUieren que yo salga a Uayalcell argumentando que encerrado allá en la finca no podré entenderme del trabajO de las Juventudes. (Considerando las facilidades que tengo para el trabajo entre los Jóvenes por la buena acogida que me han dado, creo que tienen razón.) El compañero Gottdiener se mostró también un poco disgustado porque no le avisarorl previamente que yo venía a Mérida Yo te ruego que le escribas una cartiJ diciéndole que por uniJ pura cuestión de trámite esto no fue posible, y en esta forma sallsfacemos la demanda de los compañeros acá que siempre <-luleren que se les tome en cuen
ta, cosa en la cual tienen perfecta razón. Para arreglar y norm<1lizar mi situación tendremos hoy una reunión con la frac[ciónl del SUTEY y con J. de D. Rodríguez que es director de Fduc<1C1ón
Quisiera <-lue me eSClibieras diciéndome cómo está Id situación por allá. El trabajO de Icls Juventude,> y sobre todo la conf[erencla] del Plartidol ¿Es cierto <-lue se aplazó? Estoy tratando de documentarme sobre la cuestión agraria en el
estado. La situación parece muy difícil. Los ca ll1pe'> lnos han sufrido en sus salariOS y esto crea muchas ddlcultades. Voy el
estudiar el problema detenidamente para ver en qué forma pueden las Juventudes participar en la solución de los pro
blemas. Pronto estaré en condiciones de enviarles el Plan
A mediados de los 60. Foto : Julio Pliego
de Trabajo de las JSUM, los muchachos tienen elaborado tlll
bosquejo que vamos a completar En cuanto sa lí de México me sentí renovado. La sol<1 Vl std
de las JSUM aquí me ha llenado de entusiasmo y de volun tad para trabajar Confíen en que podré rea liza r un trabdJo Intenso y constructivo, como comunista.
Sa ludos a todos, y a tu compañera, Rev.
CARTA ·A OCTAVIO G. BARREDA (1940)
José Revueltas
Monte de Piedad 3. Desp. 406
México D.F.
Sr. Octavio G. Barreda
LETRAS DE MEXICO
Estimado Octavio:
Me permito adjuntarle el manifiesto de los escritores jóve
nes con motivo del primer aniversari o de la guerra:
«Los escritores Jóvenes abajo firmantes, en ocasión del
primer aniversario de esta segunda guerra europea, elevan
su voz de protesta para hacer patente su indignación contra
aquellas fuerzas políti cas y económicas que han permitido
el desencadenamiento de la infame lucha . En la guerra que
actualmente contempla el mundo sólo hay un bando que
defender: el de los va lores humanos, el de la cu ltura, el del
porvenir del hombre; y este bando no está representado, ni
con mucho, por las potencias llamadas democráticas, que
traicionaron a España y propiciaron su derrota, y menos aun
46
por las potencias totalitarias de Alemania e Italia, enemigas
de todo progreso y todo anhelo profundamente humanos.
Al condenar la actual contienda, los escritores jóvenes de
México o que radican en él, manifiestan su fe en la fraterni
dad última y definitiva de todos los pueblos de la tierra.»
Firman : Alberto Quintero Alvarez, Antonio Sánchez Bar
budo, Arturo Echeverría Loría, Andrés Henestrosa, Antonio
Magaña Esquivel, Adolfo Sánchez Vázquez, AIf Chumacero,
César Garizurueta, César Ortiz, Clemente López Trujillo, Efraín
Huerta, Efrén Hernández, Enrique Ramírez y Ramírez, Gena
ro Carnero Checa, Ignacio León, José Alvarado, José Revuel
tas, José Herrera Petere, Juan de la Cabada, Juan Rejano,
Jorge González Durán, Lorenzo Varela, Marco Antonio Mi
lIán, Manuel Lerín, Miguel Bustos Cerededo, Miguel García
Cruz, Manuel Germán Parra, Neftalí Beltrán, Octavio Paz, Oc
tavio Nova ro, Pedro María Anaya, Rafael Solana, Ricardo Cor
tés Tamayo, Rodolfo Dorantes, Raúl González García, Raúl Ortiz
Avila. (Rúbricas)
Esperando inserte Ud. en su magnífica publicación el re
ferido manifiesto, me es grato sa ludarlo,
José Revueltas.
PHILlPPE CHERON
La vida y la obra de José Revueltas dan a veces la impresión
de no ser sino una sola, porque algunos aspectos de su
biografía se asemejan extrañamente a ciertos temas de sus
novelas. Si bien es necesario separar análisis textual y
biografía, literatura y política, y evitar la contaminación de
unos por otros, el problema ideológico-literario que se planteó
a raíz de la publicación en 1949 de Los días terreno/es I es
un ejemplo de la mezcla casi inextricable de estos aspectos.
Lo literario se vio entonces dominado a tal grado por la
ideología, que desapareció durante algún tiempo.
Con ésta, su tercera novela, Revueltas llegó a una cumbre
de su obra literaria. Pueden contarse con los dedos de la
mano los lectores lúcidos, como los poetas Salvador Novo o
AIí Chumacero, que supieron apreciar la calidad literaria de
aquella novela apenas salida de las prensas, sin inmutarse
por su carga político-ideológica, lo cual es sintomático, ya
que fue la crítica ideologizada la que rechazó aquel libro.
Años después, olvidada la polémica que su aparición
desencadenó en 1950, y transformado el contexto global,
se ha vuelto mucho más fácil celebrar una gran novela.
Con esta perspectiva que da el tiempo, ¿puede afirmarse
que su crítica está superada y lista para desaparecer
definitivamente en el "basurero de la historia", junto con el
dogma en que se basaba? ¿No sería una lección digna de
meditarl Resulta ahora claro para todos que el valor literario
de este texto domina majestuosamente las ruinas de la
ideología stalinista que combatía, y rebasa ampliamente su
aspecto anecdótico y contingente (la historia de los militantes
comunistas mexicanos durante la clandestinidad) en
I Ediciones Era, 1979. Véase también la edición crítica, Madrid, Unesco,
Col. Archivos, 1996 (2' ed).
47
provecho de la lucha eterna por la justicia y la libertad en
contra de cualquier poder y cualquier dogma. Si es cierto
que "Ia ideología es siempre una tentativa por legitimar al
poder, mientras que la utopía se esfuerza siempre en
remplazarlo por otra cosa",2 ésta es indispensable y debe
alimentar en permanencia a la primera. Hay y siempre habrá
que impugnar la ideología, considerada aquí en su relación
con la política, como cristalización de cierto número de ideas
aplicadas en una sociedad humana dada y erigidas en un
sistema incuestionable.
Llama la atención, en Los días terreno/es, la excelente
integració n entre literatura e ideología a la que Revueltas
llegó relativamente joven (tenía treinta y cinco años en
1949). Esta obra de madurez muestra que había logrado
ya, en aquel entonces, elevarse hasta un nivel respetable
de desenajenación con respecto al stalinismo. Esa lucha le
permitió sacar la cabeza, como los presos del Apando, de /0 "celda" ideológica en la que estaba encerrado. Pero en su
intento de "evasión" de la cárcel dogmática, cometió una
imprudencia al no darse cuenta de hasta qué punto estaba
aislado y de que no poseía los elementos teóricos necesarios
para hacer frente a la tempestad que iba a provocar. Para
seguir con nuestra metáfora, le "cortaron la cabeza" y sedó
con ésta en la charola como el Bautista al que describe en
su última novela.
Cuando la ideología se erige en dogma, se convierte en
una verdadera cárcel, y el siglo XX conoció una variedad
extrema de "prisión" con el stalinismo (el nazismo fue más
brutalmente militar, menos insidiosamente ideológico y de
ninguna manera universal) . Mientras más hipócrita y
2 Paul Ricoeur, L'ldéologie et /'Utopie, París, Seuil, 1997.
totalizante es este dogma, más falaz y asfixiante es esta cárcel. El marxismo-Ieninismo fue la ideología que estructuró la cárcel stalinista, y la Internacional, una vez sometida a las órdenes de Moscú, permitió su extensión tentacular por el mundo, mientras que respondía a la voluntad de millones de hombres y mujeres de luchar con toda buena fe por una sociedad mejor. Revueltas conoció su celda en México: doblemente prisionero, de la marginación y del dogma, hizo todo para salir de ella, combatiendo el sistema opresivo e injusto de su país y rechazando la ideología esquemática de sus propios compañ eros.
Esa situación de lucha en dos frentes fue la suerte reservada a muchos comunistas críticos en el mundo/3 pero en 1950 se conocía muy mal la verdadera situación que imperaba en la URSS y sus aspectos dictatoriales se imputaban a la propaganda reaccionaria. Es preciso tener presente que era la época de la Guerra fría (y/ una década antes, del pacto germano-soviético), lo que colocaba al militante crítico ante un dilema desgarrador que lo llevaba casi fatalmente -fue el caso de Revueltas durante algún tiempo- a preferir el campo de las "fuerzas del progreso" para no caer "en manos de la reacción".
La crítica contra Revueltas no fue la primera ni la última enderezada contra un militante comunista. Puede citarse, entre muchas más, la crítica que Roger Garaudy, siendo miembro del buró político del PCF, le hizo en 1960 a JeanPaul Sartre.4 Éste acababa de publicar su Crítica de lo rozón
dioléctico, en lo que intentaba un acercamiento entre marxismo y existencialismo, clarificando sus relaciones: el pensamiento crítico debía dialectizar y "existencializar" el marxismo considerado como el saber de aquella época. La comparación con el ataque de Enrique Ramírez y Ramírez contra Revueltas a propósito de Los días terrenoles, diez
años antes, es ilustrativa. Toda proporción guardada, ambas críticas se parecen mucho y uno se topa con la misma máquina dogmática implacable, lo cual en última instancia no es sorprendente ya que el modelo stalinista debía aplicarse en todas partes de modo idéntico. En este paralelismo entre Revueltas y Sartre, se ve al primero en su tentativa de evasión de la cárcel dogmá tica y al segundo en su esfuerzo por escapar a la viscosidad del en sí para fundar una filosofía del compromiso.
En las dos críticas, independientes una de otra pero similares por el mismo dogma que pretendía ser verdad universal y definitivo, se encuentra el mismo catecismo stalinista : se cita abundantemente a Marx y Engels; se defiende a la patria del socialismo contra todo ataque o simple duda; se acusa al autor de idealismo en cuanto menciona al "yo"/ al sujeto; se rechaza categóricamente cualquier cuestionamiento de la fe según la cual la revolución socialista pondrá un término a toda forma de explotación del hombre por el hombre.
Es cierto que un marxista ortodoxo no podía sino enfurecerse frente a lo que Revueltas se había atrevido a escribir: no era para hacer felices a los hombres que había
3 De Ciliga (la mentira desconcertante) a Soljenitsin (los círculos infernales del Gulag) pasando por Koestler (el yogi y el comisario) , entre otros muchos. 4 Véase Garaudy, Preguntas o Jean-Paul Sartre, Buenos Aires, Ediciones Procyon, 1964.
... EsbIncl. en Vm.hermon. '.b .• en un de su hijo Fermín. h.d. 1973
49
que luchar por una sociedad sin clases, "sino para hacerlos libremente desdichados, para arrebatarles toda esperanza, para hacerlos hombres". La lectura ortodoxa de los textos sagrados lleva a una comprensión limitadísima de la realidad. En Los dí os terrenoles, Revueltas se había permitido burlarse de aquel optimismo al criticar el rousseauismo lacrimoso de los adeptos de la ideología del progreso y rebajar al mismo nivel a soviéticos y estadounidenses, stajanovismo y taylorismo. En este punto se acercaba -sin conocerla- a la crítica radical de los años 40, la de Bruno Rizzi . Ex trotskista, éste defendía la tesis según la cual la URSS, lejos de ser un Estado proletario degenerado -como quería Trotsky- estaba dominada por una nueva clase, la burocracia, fenómeno que era mundial : en los años 30, los planes quinquenales, el fascismo italiano y el New Deal de Roosevelt iban efectivamente en este sentido.5
Revueltas se creía solo, y lo estaba efectivamente en su país, pero no en el mundo. Lo acompañaban otros apestados: los encarcelados de entonces que eran en realidad los lúcidos: los heterodoxos que permanecieron fieles a su ideal, frente a los ortodoxos que acabaron en la contradicción y la incoherencia. ¿No se volvió Ramírez y Ramírez ideólogo del partido en el poder hasta hace muy poco, el PRI, después de serlo del PCM y del PP de Lombardo Toledano? Y Garaudy, después de hacer su autocrítica y abjurar del marxismoleninismo ortodoxo a principios de los 70/ ¿no se convertió al cristianismo y luego al islam antes de defender tesis negacionistas?
Resulta difícil saber si Revueltas aceptó realmente el punto de vista de sus críticos, como los testimonios de la época tienden a indicarlo. ¿ Hubo fingimiento de su parte cuando se dio cuenta de que estaba completamente aislado y no podía defenderse, como lo dio a entender má s tarde? No importa. Al igual que Herman Melville, aunque por otras razones, sería leído sólo después de enfrentar un serio revés. "Aquel que nunca ha conocido el fracaso [ .. . ] no puede ser grande. El fracaso es la verdadera prueba de la gloria", escribió el autor de Moby Dick después de publicar Pierre,
or the Ambiguities, su libro fallido. Revueltas no tuvo una estrella tan negra como la de Melville -quien no llegó a conocer reedición alguna de Pierre- : tuvo la suerte de ver que Los días terrenales se reimprimiera y tuviera lectores, aunque con 17 años de retraso -plazo relativamente corto pero suficiente, dicho sea de paso, para desactivar en buena medida su explosiva crítica contrael stalinismo.
En todo caso, para Revueltas este revés tuvo por efecto, no tanto liberar su escritura novelística (ya lo había hecho antes, y Los días terrenales es prueba de ello), como forzarlo a sustentar su posición, filosófica, ideológica y políticamente: los datos que le faltaban en 1950 iban a aparecer a cuentagotas a partir de 1956 con el "Informe secreto" de Jruschov. Por otra parte, si es cierto que todo gran libro molesta en su momento y encierra la verdad profunda de su autor, el propio Revueltas fue quien, de alguna manera, provocó ese fracaso.
En ef~do, Los días terrenales es una novela singularmente "autobiográfica", en la medida en que, más allá de los simples
5 B. Rizzi, Lo bureaucratisation du monde, París, Champ Libre, 1976 ( 1 a. ed. 1939).
hechos, es la radiografía de la conciencia revueltiana, de su
conflicto ideoló gico. Es la huella de una crisis en su apego a
la ideología comunista y su realización en la URSS, crisis que
no se había expresado en su discurso teórico; así, la literatura
le permitió enriquecer considerablemente este último. Si El
luto humano contenía la expresión inconsciente del callejón
sin salida en que se encontraba la vanguardia de la clase
obrera a la que el PCM supuestamente repr~sentaba , 6 añadamos que su autor tenía cierta conciencia de su derrota
en el debate que sostenía entonces, junto con su célula,
contra la dirección del partido (del que fue expulsado 1943).
En el mismo sentido, Los días terrenales puede ser
considerada como la comprobación de ese fracaso, de esa
expulsión, como la voluntad de objetivar el problema, de
volver público ese debate ampliándolo a toda la izquierda
mexicana mediante una representación literaria. Así, la obra
novelística de Revueltas describe fielmente sus sinsabores
de mi litante e ideólogo. La problemática de la militancia
entusiasta confrontada a la dura experiencia del penal se
plantea en 1941 con Los muros de agua; el aplastamiento
de la lucha interna en el seno del partido y la derrota del
movimiento obrero mexicano se esbozan en 1943 con El
luto humano; el encierro del debate en la conciencia
individual a causa del dogmatismo reinante es abiertamente
descrito en 1949 en Los días terrenales. En 1964, su sexta
novelo, Los erro res, ampliará esta discusión a escala
internacional, en particular a la ex URSS, de donde provenía
el mal, al denunciar el dogmatismo del PCM, que reflejaba
fielmente el del PCUS, y la tragicomedia de los equívocos
inscrita en la praxis humana. Y este dogmatismo simbolizado
par la cárcel se volverá universal y casi ontológico con El
apando en 1969.
Ahora bien, Los días terrenales es mucho más que una
novela ideoló gica. Es también una novela de la iniciación,
y si examinamos la problemática del cuerpo y la enfermedad
podemos señalar una notable coincidencia temática con la
última gran novela de Thomas Mann : Doktor Faustus. Éste
la escribió en Estados Unidos entre 1943 y 1947, casi
exactamente al mismo tiempo que Revueltas la suya, y
ambas se publican en 1949. Sin la menor influencia posible,
es revelador el hecho de que ambos escritores, en contextos
distintos, utilizan la misma relación de contagio consciente,
voluntario, de su héroe con una prostituta. Adrian Leverkühn,
el músico superdotado cuya inteligencia inquieta, y Gregorio,
el artista convertido en militante comunista, firman cada
quien su "pacto". Uno encadena, el otro libera : el primero
en la gran tradición fá ustica, con las fuerzas diabó licas,
después de poseer a Esmeralda : "este abrazo en que uno
[Adrián] sacrificó su salvación y en que la otra [Esmeralda]
encontró la suya. La pobre doncella debió de sentirse
purificada, justificada :' Durante el pacto, Adrián trueca el
amor por el genio : frigidez por "trance clarividente", "llamas
de la producción creadora". El segundo acepta el "sacrificio
de su sexo" en una ofrenda de sí m ismo -momento
esencial de su ini ciación- que desembocará en una
ó Segun la lectura sOClocritl ca que hiZO Antaine Rabadan en "El luto huma
no" de José Revueltos o lo tragedia de un comUnista, MéxICO, Domés,
1985. Natividad está m uerto, la huelga es un fracaso total y los ultimas
habitantes del sistema de riego dan vueltas: lo que queda del partido está
condenado a la derrota histÓrica.
50
revelación durante su encierro final. Adrián paga el genio
con la soledad antes de hundirse en la locura, y simboliza
a Alemania en lo que tiene de mejor y de peor. Siguiendo
esta homología sugerida por el propio texto y adaptándola
a la novela de Revueltas, podría decirse que Gregario, al ir
al fondo de su desesperanza, hasta el fondo de su verdad,
representa la fracción consciente de un partido enfermo
que no vacila en inmolarse para tratar de salvar lo que es
posible salvar, de superar (infructuosamente) las
contradicciones del movimiento revolucionario y del México
de los años 30-40.
El tema de la iniciación mediante la enfermedad atraviesa
la obra de Mann, para quien "dos vías conducen a la vida.
La primera es la vía directa, habitual y honesta . La otra es
una vía mala que pasa par la muerte : es la vía del genio "
(Lo montaña mágica) . Esa biografía imaginaria de un
compositor genial que es Ooktor Faustus lleva este tema a
su culminación.
Esta segunda vía es la que interesa también a Revueltas y
sin constituir un tema dominante, interviene aquí y allá en
su obra, sólo que como tentativa para contrarrestar el mal : el
contagio voluntario de Soledad para salvar a Rosario en Los
muros de agua, es ejemplo de ello. En Los días terrenales
implica una clara toma de conciencia, una superación por
olvido de sí mismo. Gregario se sacrifica lú cidamente :
después de renunciar al arte en provecho del compromiso
social, observa con atención a su pueblo y la realidad
mexicana, ve y acepta las contradicciones de la praxis, rechaza
el dogma a sabiendas del precio que va a pagar. Epifanía le
había salvado la vida haciendo desaparecer al pistolero
Mendoza y atrajo así sobre él, involuntariamente, la condena
de los dirigentes del partido, que se añadió a la reprobación
de sus posiciones políticas. Ella está enferma, Gregario lo
sabe, pero se une a ella en un acto de amar y de muerte
que es un verdadero pacto con él mismo, con su conciencia
y con su pueblo, al mismo tiempo que es una ruptura con el
partido. Gregorio elige consciente, voluntariamente, ser
infectado por Epifanía. Su unió n con ella lo mancilla y lo
purifica, lo rebaja y lo eleva, lo "mata" (enfermedad) y lo
salva (toma de conciencia) .
Esta etapa en su camino iniciático es un elemento que lo
ayuda a llegar a la iluminación final. Esta elección es paralela
a su opción ideológica, la acompaña y la refuerza, la exalta :
prefiere la praxis, con todas sus contradicciones, al dogma;
defiende la vida, sin excluir la enfermedad, en contra de los
esquema s ab stra cto s. Sabe que va a sufrir aún y
probablemente morir, lo acepta y accede al conocimiento.
Gregario es iluminado y muere; Revueltas también, metafó
ricamente : logra expresar lo que tenía que decir, antes de
retractarse. Pero es algo provisional, renacerá de sus cenizas,
li sto para impulsar otra vez el debate y lanzarse a la lucha : el
partido es históricamente inexistente, la ideología en la que
Revueltas aún sigue creyendo está enferma, y hay que
regenerarlos. Él también rechaza los esquemas abstractos y
defiende el ejercicio auténtico de la dialé ctica contra la
seudodialéctica stalin ista, orientada, unívoca; aboga por la
ética y par el libre movimiento permanente de la conciencia
contra el inmovilismo de la geometría enajenada; por la
juventud y el renacimiento contra la caducidad.
Hay en Los días terrenales una voluntad de superar las
contradicciones, de alcanzar aquel punto desde el cual las
oposiciones dejan de serlo,7 si fuera posible arraigarlo fuertemente en la realidad material y no sólo en el espíritu. Toda la novela está como marcada por un ritmo de juegos de oposición : antiguo/moderno, intuición/razón, arte/ reflexión, femenino/masculino, verdadero/falso (o verdadero/ no verdadero), así como por el gran dualismo de la vida y la muerte, presente, claro está, desde el principio hasta el final. Revueltas llega a conclusiones que se sitúan en la frontera entre praxis y mística : aceptar su verdad así como su no verdad. Más que renunciamiento, que olvido de sí, típicamente cristianos, diríase entonces que hay disolución del yo en el vacío. No obstante, este esfuerzo desesperado por hacer estallar la cárcel en que está encerrado el pensamiento occidental, del que el marxismo no fue sino un avatar, llega a una toma de conciencia limitada al individuo (Gregorio) y, por ende, insuficiente para una filosofía apuntando a la salvación colectiva en esta tierra.
Los días terrenales es una novela que va mucho más allá de una simple crítica del stalinismo: se entiende que su autor haya sentido cierto temor frente a su audacia y que haya preferido esperar mejores días para volver a dirigir sus baterías contra el dogma. La elección de su personaje principal, especie de alter ego que unifica en él la visión artística y el discurso racional, coloca a Revueltas, de una manera inesperada, en la corriente del pensamiento contemporá neo que se oponía a la razón cartesiana y aspiraba a una síntesis entre esos dos polos del espíritu humano, del que el surrealismo -aliviado de sus oropeles provocadores y de su gusto por lo estrafalario, pronto recuperados, asimilados, por la sociedad mercantil- es un digno representante. El tema "fundacional" de la obra de José Revueltas, aunado al de su militancia, es el de la cárcel, el del encierro a todos los niveles, tanto por sus enemigos como por sus amigos, lo cual no se puede desligar de sus esfuerzos por escaparse. Lo logró en buena medida en el plano ideológico, en particular desde el punto de vista ético, y plenamente en el campo de la estética. Ésta es la parte más importante de su obra y de su vida, difícilmente separables salvo para las necesidades del análisis. Lo esencial es la presencia manifiesta, voluntaria, decisiva, en esta vida y en esta obra, de una lucha permanente por la verdad como fundamento estético, filosó fico y moral. La organización carcelaria de su obra -podríamos decir resumiendo así el célebre ensayo de Sartre a propósito de Faulkner y de la organización temporal de sus novelas-B es el punto central de su puesta en escena de una desesperanza fundadora y de la lucha por la libertad. La cárcel (el encierro) y el esfuerzo por evadirse de ella constituyen, pues, su piedra angular.
Esta dimensión carcelaria puede proporcionar una explicación a la veta religiosa que atraviesa muchos de sus textos: encarcelado, aislado, quiere re-ligar a cualquier precio. Revueltas toma la palabra religió n en su sentido etimológico de religare: vincular Alienado y encerrado en sí mismo, el hombre busca salir de esta situación, co municar, vincularse a los demás. Se trata, pues, de una religión humana, social, y si Revueltas se remite al catolicismo, es sencillamente porque lo encuentra en su camino, muy vivo, arraigado en lo más hondo del pueblo
7 Un poco a la manera del punto definido por André Breton en el Segundo manifiesto del surrealismo 8 "A propos de Le bruit et la fureur: la temporalité chez Faulkner", Situotions /, París, Gallimard, 1947.
51
mexicano. Revueltas asumió su vida como una especie de vía crucis materialista : si hay deseo de evasión, es en ultima instancia horizontal y no vertical, concierne al autor y a sus semejantes, a su pueblo y por extensión a toda la humanidad. Para él la "religión" es inmanente, no trascendente. Hay evasión para reencontrarse a sí mismo en los demás. ¿Nostalgia de una comunidad primitiva, ideal, proyectada en el futurol Tal vez. Pero al mismo tiempo y sobre todo lucidez frente a la vanidad de este tipo de utopí a, porque la suya - y quizá fuese la más utópica de todas en nuestras sociedades cada vez más artificiales, obsesionadas por el fantasma de un mundo sin mal y por la felicidad hueca- exige la resolución de los problemas socioeconómicos para toda la humanidad sólo con vistas a acceder al alegre sufrimiento de la conciencia de sí.
En efecto, Revueltas parece habitado por la idea mesiánica de que su deber consiste en traer la libertad a los hombres, en esta vida, en esta tierra, pero predicando que esta libertad permitirá al hombre acceder a su condición de ser humano consciente y, de ahí, llegar a ser "libremente desdichado". Revueltas logró evadirse de la cá rcel de la ideología y del dogma, pero fue para encontrar la cárcel más amplia de una sociedad enajenada, escandalosamente "encerrada" en la miseria y la injusticia o plácidamente "aprisionada" en el confort y el hedonismo vacíos.
Retomando la célebre réplica de Mefistófeles en el Fausto de Goethe: "gris es toda teoría, y verde el árbol de oro de la vida", y haciendo de ella su divisa, Revueltas no opone la sensualidad a la austeridad y a la aridez del trabajo intelectual, sino que considera el renacimiento y la Juventud como antídotos de la teoría alienada, es decir, ideologizada. Así, para volver a uno de nuestros hilos conductores, transformemos esta sentencia en una defensa e ilustració n de la literatura y en particular de la novela. En efecto, fuera de su contexto, esa frase de Goethe puede interpretarse de esta manera: la teoría es limitada, se cristaliza baJO la forma de la ideología y luego se fija definitivamente en un dogma que hay que romper y superar, mientras que la gran literatura permanece para siempre y que las hojas siempre renacientes de su árbol maravilloso terminan por sumergir este dogma. La literatura ha desempeñado y debe seguir desempeñando su papel en la lucha de la utopía contra la ideología. Mina inagotable de conocimiento, las obras maestras permanecen eternamente jóvenes.
Más allá del contenido ideológico, que se puede juzgar marchito y gris, más allá del hecho de que es la huella del combate librado contra el dogma, la novela clave de Revueltas, Los días terrenales, es un relato legible y disfrutable medio siglo después -como es el caso de Los errores, El apando y muchos de sus cuentos, en detrimento de sus escritos ideológicos. Esta parte de la obra revueltiana sigue viva gracias a aquel árbol frondoso de la literatura, aquel hermoso "árbol de las letras" como lo llama Juan Goytisolo. Es un buen ejemplo
de la capacidad de ésta por penetrar más hondo -a su modo, que no es el de la ciencia- en la esfera del conocimiento, por adelantarse al raciocinio. ¿No se valió Rilke, en otro contexto, de la misma imagen vegetal cuando aseveró que la poesía "es el pasado que reverdece y brota en nuestro corazón"l
Con Andrea Revueltas, PHILLlPE CHERON ha dedicado más de veinte años a la edición de la obra completa de José Revueltas, y ha escrito aSimismo una amplísima tesis dOdoral sobre su obra narrativa. El ensayo que presenta· mas es un fragmento de ella.
José Revueltas en 1962. fotografía dedicada a Christa Cowrie
En el principio era el caos, lo real animado por una pulsión de muerte, lo social regido por la alienación y, para clamarlo y despertar fuerzas que le fuesen contrarias, la escritura. Tal podría ser la última declaración de José Revueltas para cuya formulación el novelista habría recordado la obertura de Los días terrenales. Al soñar con semejante frase póstuma para resumir la posición de un escritor, he de explicarme. Dicha posición de Revueltas desconcertó a muchos críticos que lo tildaron, según sus propias tendencias y según el momento, de marxista ora dogmático ora desviacionista, de existencia lista, de último de los realistas, de humanista cuyo marxismo cobraba tintes de cristianismo. Sorteando estos discursos, Evodio Escalante interpretó con originalidad, partiendo de los conceptos de flujos esquizoides y paranoides del deseo tomados de Deleuze y Guattari, «el lado moridof», o sea aquel que lleva a cabo el trabajo de lo negativo en la realidad, de una literatura que redefinió como « máquina literaria» y que su autor reivindicaba como materialista y dialéctica.
o posición anormal de las partes)>> ; y «aquello que choca en extremo a la razón y la moraL»
En efecto, la obra de Revueltas ostenta una constancia en la elección, aunque sin duda no en el manejo, de las llamadas «situaciones límites» para los argumentos de sus novelas y cuentos. Situaciones que, al pintar lo terrible y el horror, recurren a lo grotesco y lo monstruoso. Sin embargo, la articulación entre unas y otras categorías dista de ser tan obvia como parecería a primera vista.
Desde luego, el horror y lo terrible mantienen estrechos vínculos con el realismo revueltiano. Según Revueltas, ser realista consistiría en mirar de frente, sin pestañear, la realidad en su vertiente más insufrible para aprehenderla y expresarla ciñéndose a la compleja dirección de lo insufrible y/ o a la tensión de la máxima alienación. En este mismo movimiento de entrega a la expresión del horror como rasgo paroxístico de la alienación, yacería la posibilidad de revertir ésta, o sea, de poner al revés el fascinante velo que
DE LO GROT CO y LO MONSTRUOSO EN LA OBRA DE JOSÉ REVUELTAS
FLORENCE OUVIER
Si me refiero aquí a la posición del novelista es porque, al menos en un primer tiempo, apostaré a creer a Revueltas cuando afirma que sus deberes de escritor y miltante no son sino uno solo, apartándole así de la dicotomía entre escritor y militante o de la simple definición del «escritor comprometido». Revueltas estaba comprometido en el sentido en que se hallaba metido en un puerta estrecha. Esa posición suya que no lo ubica frente a la escritura sino dentro de ésta, posición compleja, movediza, dinámica -él hubiese
dicho dialéctica- es la que intentaré definir aquí en torno de las nociones de lo grotesco y lo monstruoso en las cuales se alían lo estético y lo ético.
Lo grotesco revueltiano no deja de asemejarse a la definición que dio Víctor Hugo de esta noción : «Lo grotesco crea lo deforme y lo horrible. lo cómico y lo bufo. Lo grotesco es, según nosotros, la fuente más rica que la naturaleza pueda brindar al arte.» En cuanto al monstruo y a lo monstruoso, propondré aquí dos acepciones que nos interesan : «Ser vivo u organismo de configuración anormal (por exceso, defecto
53
oculta la única verdad de la condición humana : que el hombre no tiene más horizonte del bien que este mismo ejercicio del revertir, el ejercicio de su conciencia «libremente desdichada». Por supuesto, para ese marxista indómito, la salida colectiva de la alienación hacia tan humilde ideal no había de separarse de la utopía de la sociedad comunista final.
Con esta definición del realismo revueltiano, intento conciliar mi lectura de la obra de Revueltas, la manera como éste entiende su realismo literario y la manera como lo practica,
es decir su encarnizada búsqueda de una estética propia a la vez que justa. Y es que las sucesivas formulaciones teóricas del realismo que Revueltas intenta en sus ensayos dialogan con su práctica del realismo en sus obras de ficción. 0, por decirlo mejor, aquellos funcionan respecto de éstas a modo de gramática que codifica o posteriori el uso de la lengua. Así, la perspectiva consciente de un realismo propio, instrumento y a la vez práctica de una filosofía activa, se inicia con Los días terrenales, de 1949, y se refina en los años sesenta con el prólogo a la segunda edición (1962) de Los muros de
agua, con las novelas Los errores (1964) y El apando (1969), los cuentos o fragmentos póstumos reunidos en Las cenizas (1981), algunos ensayos de esos mismos años reunidos en las ediciones, igualmente póstumas, de Cuestionamientos e intenciones (1978) y Dialéctica de la conciencia (1982).
¿Cúales son el valor y la función de lo grotesco y lo monstruoso en esta estética llamada materialista y dialéctica? ¿Con qué rasgos aparecen? Como ya lo hemos visto, los más visibles están asociados con el carácter terrible de las situaciones límites propias de los argumentos: represión, encarcelamiento a veces asociado con tortura, vana huida para escapar de la muerte causada por una inundación, una epidemia, un naufragio, unas liquidaciones políticas y otros asesinatos criminales, la locura, el delirio etílico, la drogadicción, el suicidio. En cuanto a los personajes, cuando no se trata de las distintas figuras de militantes comunistas dogmáticos o lúcidos (intelectual del partido, militante de base, dirigente, simpatizante), a menudo cayeron de su inicial condición de proletarios obreros o campesinos a otra más baja en ellumpenproletariado, o pertenecen al hampa o al mundo de la prostitución. Por supuesto, los tópicos del envilecimiento, las figuras de lo grotesco y lo monstruoso se ven vinculados con lo espacios carcelarios, presidios o prisiones, donde se desarrollan las historias tanto de la primera como de la última novela de Revueltas, respectivamente Los muros de agua y El apando. La representación de estos universos favorece la concentración de dichos tópicos y figuras aunque también se ven diseminados por otros espacios y ámbitos, aquellos de la pauperización material y moral, sean urbanos o rurales, en las otras novelas: El luto humano, Los días terrenales y Los errores.
Pese a esta aparente iteración temática y teniendo en cuenta las variaciones cuantitativas de su aparición en los argumentos, cambia -casi se invierte- la función ética o estética de estas figuras entre Los muros de agua y El apando. y es que la voluntad dialéctica central de la obra de Revueltas va desplazándose, novela tras novela, de una simple oposición temática y simbólica entre el bien y el mal (lucha de los comunistas contra una sociedad capitalista y represora) al despliegue semánticamente matizado de lo negativo de la alienación cuya negación termina siendo la propia escritura, en tanto trabajo de la conciencia y acto de liberación del autor. Aquella puerta estrecha o pasaje angosto por donde transita metafóricamente el escritor vendría a ser este pasar de un realismo socialista ingenuo a una liberación de la escritura. Liberación que el escritor, por su parte, inscribe en lo que denonima «realismo materialista y dialéctico». Se trataría, por así decirlo, de una radicalización estética, si apostamos a una coherencia de la obra novelística. Radicalización del escritor dialécticamente relacionada con el descubrimiento, por parte del militante, del dogmatismo del PCM y, más tarde, de los vicios del estalinismo, respectivos temas de Los días terrenales y Los errores. El carácter monstruoso del dogmatismo y del estalinismo aparece con la figura de la mutilación, uno de los motivos predilectos en la obra de Revueltas, hasta en el título de su ensayo sobre el PCM: Ensayo sobre un proletariado sin cabeza .
Las fuerzas estéticas que recorren una obra y subyacen a ella de modo, por así decirlo, reprimido -en este caso, valdría decir: sojuzgado-pueden hallar su plena expresión al verse conscientemente manejadas en favor de una toma de conciencia ideológica y estética. De alguna manera, la estética de
54
la alienación fundada en el expresionismo que descuella en El apando ya estaba presente en Los muros de agua. Sólo que en esta novela estaba sometida a la intención didáctica de la tesis militante, y, por ende, desvirtuada por ésta. En efecto, en la novela de 1941, el valor moral de los comunistas encarcelados funciona como contrapunto casi absoluto de la monstruosidad moral y física de la mayor parte de los personajes, sean éstos presos comunes o guardias, torturadores o víctimas. El desenlace positivo no considera la alteración previa de la moral comunista por la lógica sadomasoquista que impera en el presidio. Sin embargo, los recursos mayores de lo grotesco y lo monstruoso labran el texto de esta novela con singular eficacia. Se multiplican en ella, tanto en el argumento principal como en los interpolados a modo de cuentos, los motivos de los cuerpos baldados, la animalización, el goce escatológico que pormenorizó Evodio Escalante, con excepción de la idea de goce, como los «trayectos de la degradación». Aunque el grupo de los comunistas es ante todo el horrorizado testigo de esta degradación generalizada, uno de ellos intenta suicidarse y, al fracasar, sobrevive con un cuerpo desarticulado y un cráneo deforme que encierra la locura. Si bien los comunistas aparecen como personaje colectivo cuando se trata de que triunfen los valores morales que encarnan, como individuos, pueden verse afectados por el horror humano y alienarse en cuanto se apartan de su colectividad.
Al aludir a las fuerzas estéticas de la obra de Revueltas, por supuesto no me refiero sólo a una temática sino a la expresión de la misma. La eficacia expresiva de lo horrible no se debe exclusivamente al obsesivo reaparecer de temas aledaños al horror en los argumentos de Los muros de agua sino, desde esta primera novela y más aún en las siguientes, a la escritura misma. A lo largo de la obra de Revueltas, el estilo del escritor echa mano de cuanto material encuentra para acosar lo indecible del horror. El peculiar fraseo acumulativo de Revueltas, sus aficiones retóricas, sus referencias mitológicas y bíblicas son una constante en su obra de ficción. A menudo las oraciones delatan la búsqueda de una expresión coercitiva y exhaustiva al recurrir a la acumulación de adjetivos, la anáfora de los substantivos, la explotación de los campos semánticos con abundantes sinónimos, la corrección hasta perder el aliento por medio de aposiciones. Estos rasgos crean un efecto de hipérbole que va invadiendo la escritura. Se entretejen, y a veces se enmarañan, figuras de comparaciones, metáforas y oximorones con tal abundancia que parecen conjurar el miedo a que el sentido se escape o permanezca en lo real sin acceder jamás a lo simbólico.
En un artículo sobre El apando, Evodio Escalante considera que la preposteración, o inversión del orden de las cosas, es la figura central del relato. Tan sólo recordaré que este simbolismo del mundo al revés desempeña, en la obra de Revueltas, un papel similar al que tenía en el mundo medieval para pintar el horror del mal, aquel del infierno donde impera el maligno desorden de la naturaleza, con las formas de lo monstruoso y lo grotesco. Asimismo, el papel central del oxímoron en las novelas y cuentos de Revueltas no sólo debe considerarse como la expresión privilegiada del enfrentamiento dialéctico entre el bien y el mal. Sin lugar a dudas, así es manejado conscientemente el oxímoron al principio de la obra, pero puede leérselo también como el signo de la monstruosa alianza entre los contrarios. Alianza contra natura que representa una condición humana aliena-
En su departamento de Insurgentes Sur hada 1975 ~ Foto: María García
da, la cual oscila entre la santidad del mártir y la animaliza
ción. A un nivel literal, el oxímoron habría de leerse como un
síntoma del conflicto entre una expresión literaria desenfre
nada y la ley coercitiva del sentido ideológico del texto. Por
fin, el simbolismo de las referencias bíblicas o míticas pre
hispánicas convoca en los textos las imágenes fantásmaticas
de lo monstruoso como indiferenciación entre el mal y el
bien cuando se encuentran a punto de convertirse el uno
en el otro. De este modo, en estas primeras novelas de
dirección ética aparentemente unívoca, lo que aparece a
modo de conjuro es la virtual pérdida de sentido de lo mons
truoso puesto que resulta doblemente equívoco.
¿Cómo se cumple más adelante en la obra la conversión
de lo monstruos07 ¿Cómo este signo de lo moralmente con
denable, este recurso tan temible que había de sojuzgarse
en el plano estético, pasa a ser un recurso asumido por la
escritura donde se confunden las funciones estéticas y éti
cas? Esta conversión sólo se produce plenamente en El apando y en los textos posteriores, aun cuando su impulso
asomaba en la novela anterior, Los errores. Puede contestarse esta pregunta observando que ésta
última, novelesca entre las novelescas, aún apunta a una
denuncia explícita del estalinismo inscrito en la lógica gene
ral de la alienación. Puede decirse que este proceso de la
dinámica de los procesos de Moscú se funda en los actos y
discursos de unos personajes que son comunistas lúcidos y
desgarrados, objetivamente alienados, o comunistas cuya
mala fe y afición al poder los mantienen en una alienación
subjetiva. Puede notarse que, por primera vez en las novelas
de Revueltas, en El apando desaparece cualquier personaje
de comunista susceptible de representar un trabajo de lo
positivo en contra de la alienación y la abyección. Pero lo
que cambia con esto es la naturaleza de lo novelesco.
Los errores se asemeja en algunos aspectos a las novelas
de folletín decimonónicas. Si damos crédito a las declaracio-
nes de Revueltas acerca de sus predilecciones literarias, esta
novela de corte expresionista debería apuntar, mediante el
recurso de lo terrible y del horror, a un trágico dostoyevskia
no. Sin embargo, fri sa en un patetismo de tenor romántico.
y el manejo de lo grotesco y del horror no es ajeno a este
resultado. En Los errores, se despliega toda clase de varia
ciones en torno al tema de la alienación gracias a la urdim
bre de dos argumentos entretejidos. El primero es político y
ligado a personajes de comunistas y fascistas, el segundo es
criminal y lo viven personajes de ladrones, proxenetas, ena
nos de circo y prostitutas. Esta novela voluminosa, típica
mente urbana, se rige por el exceso expresivo a través de
una acumulación de personajes y anécdotas que provoca
una ca ricaturización del horror, demasiado contiguo a lo gro
tesco. En cambio, el argumento de El apando es mínimo.
Esta novela brevísima se rige por la hipérbole a través de la
condensación de lo horrible. De lo urbano y de sus mitos de
inmoralidad sólo subsiste un lugar a la vez altamente simbóli
co y tratado de manera realista gracias al uso de lo monstruo
so en su afirmada anfibología la cárcel y, en su seno, su
quintaesencia, el apando. El texto se aprieta en un solo y largo
párrafo en torno de la alienación generalizada. En este continuum narrativo se suceden imperceptibles cambios de pun
tos de vista de uno a otro personaje a través de la contigüidad
de las imágenes, fantasías y actos de violencia que los persi
guen y seducen a todos por igual. Así nace una suerte de
larga plegaria e imprecación, un magnífico oxímoron textual,
un objeto literario por fin propia y bellamente monstruoso. Así
es como se cumple la libre conversión de lo monstruoso.
FloRENcE OUVIER volvIÓ hace algunos años a Francia, después de viVIr una larguisima temporada entre nosotros. Adualmente hace Investigaciones y da clases en la Universidad de Poitiers, donde continúa estudiando y tradu
ciendo a escri tores mexicanos
Con Los motivos de Ca/n, novela publicada en 1957, 1 José Revueltas se convierte en uno de los primeros autores mexicanos (si no es que en el primero) que incorpora chicanos como personajes viables. Según Evodio Escalante, el interés de Revueltas en lo chicano surge, tal vez, debido a que para el autor mexicano, los chica nos, con su identidad amenazada y una doble dosis de paciencia para experimentar los efectos de la discriminación racial, amén de la explotación económica, se convierten en tema obligado que debía tratar en sus obras.2 Pero Escalante también sugiere que la visión revueltiana de los chicanos, o al menos su representación literaria, tiende a verlos como una población en fuga -desterritorializada podríamos decir-, una población que siempre está a punto de escapar de algo y que encuentra en la incertidumbre de tal fuga, la única
"Los hombres en el pantano" de Dormir en tierra (1960), Y aunque no abarca otros textos de Revueltas, como sus crónicas de Visión del Paricutín,4 sigue siendo uno de los pocos estudios relevantes sobre el tema. Lo que me interesa del anterior comentario es, primero, la insinuación de que Revueltas incorpora la noción de desprotagonización (que, a mi modo de ver, es una forma de des-territorialización) en su novela como un punto de articulación fundamental de lo fronterizo, y, segundo, lo incipientemente chicano con lo mexicano en un periodo en el que todavía retumbaban los ecos reprobatorios que sobre el pachuco emitiera Octavio Paz en El laberinto de la soledad (1950).
Jack Mendoza, protagonista de la obra, actúa como elemento clave para representar la tensión que surge de la des-temtorialización fronteriza. Desertor de la guerra de
R L
entiende lo que es ser chicano a través de "situaciones límite", es decir, situaciones que llevan al ser humano a mostrar sus formas más absolutas de despojamiento, podemos decir que -jugando un poco con los términos- Jack es un "ilegal alien", un indocumentado, un personaje que carece de "papeles de identidad" en México. Y esta "ilegalidad" de Jack lo convierte (en otro nivel) en un ser des-historizado, sin documentos ni pasado, algo que en el sentido de la ortodoxia marxista revueltiana equivaldría a un ser sin historia, un subalterno incapaz de hablar, como diría Gayatri Spivak, y al cual Revueltas ofrece su discurso marxista redentor con el fin de salvarlo del infierno capitalista dentro del cual, como chicano, será sólo parte integral del margen social. Tal vez por eso, al deambular perdido en el
DEAFUERA LA CHICANIDAD EN LOS MOTIVOS DE CAíN, DE JOSÉ REVUELTAS
manera de asumir su existencia. Obviamente, este juicio de Escalante responde a la perspectiva de una época particular.3 Su artículo analiza la representación de los chicanos en tres obras de Revueltas: el drama Israel (1947), Los motivos de Caín, y el cuento
1 J. Revueltas, Los motivos de Caín, México, Era, 1979.
2 Evodio Escalante, "José Revueltas y la chicanidad", Chicanos. El orgullo de ser. Memoria del
encuentro chicana 1990 (ed. Axel Ramírez), México, UNAM, 1992, p. 125.
3 Hay una marcada escasez de estudios dedicados a analizar la presencia de los chlcanos en la literatura mexicana. De esa producción, los de Juan Bruce-Novoa, "Chicanos in Mexican Literature", Retrospace: Collected Essays on Chicana
Literature (Houston: Arte Público Press, 1990),
y de Luis Leal Leal, Aztlón y México: perfiles lite
rarios e históricos (Binghamton, NY, Bilingual Press/Editorial Bilingue, 1985), se interesan en escritores burgueses canónicos, excluyendo textos como el de Revueltas.
.. En Lecumberri. 1970. Foto: Julio Pliego
Corea, Jack escapa a Tijuana donde se convierte en un personaje enajenado, alien(ado). La guerra es, pues, el mecanismo regulador del accionar del texto revueltiano, y como nos informa la voz narrativa cuando Jack atisba la presencia de un policía militar norteamericano en la calle y trata de ocultarse a la entrada de un cabaret: "Desertor de una guerra que aún no terminaba y en la que el gran país norteamericano, ese 'hogar de los libres y los bravos', ofrecía la sangre de sus hijos para salvar al mundo democrático:'s Si, como lo ha sugerido Escalante, Revueltas
4 Se trata de 'Viaje al noroeste de México", reportaje de 1943 recogido en Visión del Paricu
tín (y otras crónicas y reseñas), México, Era, 1983. Véase al respecto mi artículo "José Revueltas y el 'México de afuera'" (primera parte de este ensayo) aparecido en La Jornada Se
manal, 10 de abril de 2001 .
s J.Revueltas, Los motivos de Caín , op. cit., p. 35. Todas las citas vienen de esta edición.
57
espacio fronterizo de Tijuana, Jack experimenta una sensación de soledad demoIpriora aun a pesar del lenguaje común. Je siente enajenado e incapaz de pertenecer a ese mundo donde "yo estoy fuera, extraño, tal vez sin rostro, tal vez sin labios, sin voz y nada tiene que ver el hecho de que yo hable el mismo idioma y que también sea mexicano -bien, mexicano por ascendencia, ya que había tenido la maldita suerte de nacer en Carolina del Sur-, pero de cualquier modo un ser ajeno que ha roto su relación con los seres y las cosas y ahora ya no sabe nada, nada, respecto a los demás ni respecto a sí mismo". Se observa un sentido de desolación, semejante a lo expuesto por Paz en El laberinto y por el mismo Revueltas en sus primeras observaciones (en su reportaJe dé 1943) del "México de afuera". Es decir, al igual que Paz, y a pesar de (o tal vez debido a) sus fuertes convicciones marxistas, Revueltas es incapaz de
sepatar la identidad chicana de México. El chicano, lejos de haber desarrollado una alteridad autónoma producida por un registro histórico diferente y peculiar, es sometido a la tutela de sus "big brothers" mexicanos, quienes se encargan de representarlo social y literariamente. Pero es necesario matizar: a pesar de lo anterior y a diferencia de Paz, queda claro que Revueltas intenta denunciar las condiciones sociales de marginación que experimenta esta población.
Si Jack es un personaje en fuga, tanto literal carpo metafóricamente, no sólo por desertar de Corea, sino también por enfrentar una cerra zÓn del mundo que ~omprime y oprime aun más al marginado, éste se convierte entonces en un sujeto transfronterizo que, en lugar de re-territo rializarse, se desterrito rializa al regresa r a la ti erra de sus ancestros, encontrándose ante un mundo enajenado y parecido a la muerte. Esa desterri toriali zac ión de Jack se textualiza a través de un proceso de desprotagonización invocado por la voz narrativa :
Cierto, la muerte era todo esto que Jack ahora comprobaba: un creer que se vive, y Junto a esa quimera, otra : un tratar de vivir que jamás se logra ; una desprotogonizoción absoluta, sin que pueda uno aceptar, un solo instante, que ha dejado de ser el protagonista. Porque ... ¿quién osará jamás sobre la tie rra, a quién le será dada esa conciencia cósmica, la conciencia de las conciencias, que le permita decir estoy
muerto? Huir, huir, ése es el sino de los que muelen.
Para Jack, este cruce de fronteras le traslada de una zona de confl icto a otra . Esta segunda zona de confl icto representa en la novela la segunda de las dos guerras li bradas por la población de ori gen mexicano. Por una pa rte, la guerra real, la de Co r~a , en la cua l Jack partici pa di rectamente; por la otra, una segunda guerra, en caSé]: la guerra contra los mexicanos que llevan a cabo las autoridades del sur de Ca li forn ia durante los años cua rent~ . El texto incorpora así un anacronismo: los disturbios de los "zoot
suiters" y pachucos de esa época en el área de Los Angeles estudiados por Revue ltas en Su reporta je de 1943 mencionado más arr iba." No obstante, este mecanismo narrativo ilustra la situación del chicana y sirve de pretexto para in iciar el tratamien to de la temáti ca chica -
fi 'Viale al noroeste de MéXICO", op. cit. Sobre este tema véase JavIer Durán, "Border CrosSlngs' Images 01 the Pachuco in MexlCan Li terature", Studies In Twentieth Century Llteroture, 25. 1, 200 1, p. 138- 170; MauriCIO Mazón, The ZootSuit RlotS, Austin, Unlv. 01 Texas Press, 1984; Y Carey Mc Willlarns, North (rom Mexlco, Nueva York, Greenwood Press. 1968, entre otros.
na dentro de la narración. Al reflexionar sob re su propio estado y condi ción como desertor y como mexicano, Jack afirma: "Es que tengo el espíri tu dañado por la guerra , pero también es mi culpable sangre mexicana que se sintió perseguida como la de todos mi hermanos, mi culpable sa ngre inferi or" (46) . Es entonces cuando Bob Mascorro, otro personaje chica na, comunista y representante del proletariado irldustrial en la nove la/ le cuenta a Jack el episodio de la Laguna del Sueño, expl icándole có mo el incidente ha sido converti do por las autoridades en una campaña ant imexicana que desembocó en una virtual guerra domésti ca: "El cónsul de México se limita a dec ir que [los pachucos] no son mexica nos ; que ninguno de nosotros somos mexicanos porque no tenemos papeles, y 105 gringos
I Revueltas relata su encuentro con Mascorro y Su relaCión con éste en el Iragmento "Yo labllqué armas para la victoria", de la misma serie de crónicas "Vlale al noroeste .. :', en VIsión del Porrcutín
58
se enva lentonq[l entonces y nos golpean por las ca lles .. . ¿No te has dado cuenta7
Casi es una verdadera guerra civi1." Esta guerra civil está pro tagonizada por esos pachucos, la Jllventud chicana y los sobrevivientes d~ la guerra exterio r. Frente a eso, Jack reacciona y expresa de manera filosó fica sus pensamientos en cuanto a lo que él denomina la "sensación Judía", aquella sensación de senti rse eternamente perseguido:
es Ulla manera de llamarla a causa de que los ludios han Sido siempre 105 perseguidos del mundo, los perseguidos absolu tos [ ... ] En ese sentido tú, yo, Marjorie, somos judios. Los negros son Judios. El ser ludio no es pertenecer a una raza o a una re ligión, SinO el haber sullldo en la propia persona la aCCión, el OdiO, la tortu ra [ ... ] Eso no se olVida. Eso queda para siempre y te da una condición que antes no tenias
Por lo tanto, la condición humana de Jack, y la del chicana, están intrínsecamente ligad¿3 a la suerte de los perseguidos que viven la tragedia de los desheredados producto de esa "sen-
sadón judía".B Reweltas consolida, pues, el tema
de la guerra por medio del anacronismo para
convertirlo en el pre-texto narrativo que le per
mita elaborar una crítica al doble estándar social que prevalece en Estados Unidos, antici
pándose, en mi opinión, a muchos escritores
méxico- americanos que a raíz del movimien
to chicano le darían a este tema el lugar reque
rido por el momento histórico9
B Revueltas comentó ampliamente este asunto en otro de sus ensayos titulado "La situación de los judíos en la Unión Soviétjca". En este caso podríamos considerar los comentarios de la novela Los lTlotivos ... como un intertexto novelado que antec~de el ensayístico, al menos en su publicación qonólogica. Véase CLlf!stionomientos e intencione~, México, Era, 1978, pp. 207-12. 9 El perso'laje o figura del desertor chicana de la guerra aparece también en unij opra de Rolando Hinojosa, j:oreon Love Songs (Berkeley, Justa PubliCilti0'lS, 1978). Este poemqrio tiene como referente cjireáo Iq guerra de Corea y es una expresión de la experiencia perspnal de Hinojosq, quien participó en dicha guerra como soldado del ejército estadounidense. La deserción del soldado chicano David "Sonny" Ruiz se convierte en el asunto de algunos poemas de este texto.
Por último, llaman la atención dos as
pectos que parecen dominar la represen
tación de Revueltas del 'México de afue
ra' en estos textos. Primero, el hecho de
que nuestro autor no pueda alejarse de
las nociones imperantes del "carácter de
lo mexicano" a fines de los cincuenta ; y segundo, que se deje llevar por la tenta
ción, en el clímax de la guerra fría, de crear
a través de la ficción, una red solidaria y revolucionaria que extienda la lucha de clases, no sólo a los países que serían
conocidos después como del "tercer
mundo", sino también al centro mismo
del capitalismo mundial, Estados Unidos,
a través del chicano como representante
ideal del proletariado.
Desde luego, habría que investigar
el impacto de las crónicas de Revueltas en el público mexicano de la época,
pero lo que interesa de estos escritos
es la proyección que nuestro autor ela
bora no sólo del problema "pachuco",
sino también de lo que, con el tiempo,
se iba a consolidar como "movimiento
chicano por los derechos civiles". Asi
mismo, la influencia de Revueltas en la
59
De ................ s.ne.dos:
AIIfudro c.tIo, ce-~ Adela.
~OIvIII"""'José"""" ......... ..,.. ............. ....... ..... c.-,.-. ....... caa..s.. Luk
CénIabII. EInin ........ De "" ......... : X. cae. ......... x. ..... ...,. .. ..,... L E..,....., X. __ ......... X. LuIs Elutque
.,....., X. X. José Atnr.do; ............ : X.
José~.""" Ubord.,José ......... X. AnpI Oho, ...... ...-. x. x. x. (En 0CIISIón
del ...... por E/lulo '--no. 1941)
intelectualidad chicana es significativa. Un buen ejemplo sería la obra del escri
tor californiano Alejandro Morales, quien utiliza referencias directas a nuestro au
tor en epígrafes, personajes; incluso el título de una sus novelas, Lo verdad sin voz, alude directamente a un texto de
Revueltas. El regreso de Revueltas a Ca
lifornia en los años setenta, para dictar cursos universitarios, se da pues en con
diciones muy distintas a las de su viaje reporteril de los cuarenta ; pero aun así,
el sentido de "ilegalidad" surgido de su
constante disidencia política perseguía a la figura del escritor duranguense y no
lo abandonaría jamás. Y digo ilegalidad
en el contexto de la labor ideológica y política de Revueltas en el segundo clímax de la guerra fría durante los setenta . En efecto, cuando el autor es invita
do nuevamente a Berkeley en 1975, un
año antes de su fallecimiento, se en
cuentra con que su solicitud de visa le
es negada. El imperio yanqui lo declara
poco digno de cruzar su frontera, pero para entonces Revueltas y su obra se
habían compenetrado más profunda
mente en el corazón del "México de
afuera". Revueltas reitera en sus textos
la incómoda presencia del pachuco, in
sinlJando su posición neocolonial y sub
alterna . Los ejes de identidad del pachu
co y el chicano en la escritura revueltiana
parecen ser su ambivalencia lingüística
y social, elementos que sintonizan con
los fqctores de construcción de identi
dad que el crítico poscolonialista Homi
Bh¡¡pha identifica como en constante
cruzamiento: sustitución, desplazamiento y proyección. 10 Este modelo anti-esen
cialista de subjetividad contradice las ob
servéjciones y juicios de Paz en El laberinto. y esta fue precisamente la
aportación capital de Revueltas a nues
tro entendimiento histórico y literario del
"México de afuera", como lo han demos
trado las luchas culturales y sociales de
los chica nos en los años siguientes.
10 Homi Bhabha, ed., Notion ond NorrotJon, London and New York, Routleqge, 1990, p. 3 13.
JAVIER DuRAN es profesor e investigador de literatura I¡¡tinoamericana y estudios culturales en Michigan State University en East Lansing, Michigan.
JOHN HUDGINS
F A M
El poeta norteamericano JOHN H UDGINS ( 1948)
es autor entre otros libros, de Curious World y Waking ta the Cometo
Quién se burla realmente de la fama
cuando todo mundo la desea
en sueños me he visto mirándola de reojo
coquetear con ella acariciar sus rizos
pensando "soy un hombre casado"
pero la muchachita enloqueció con mi lectura
para mí esa es la fama
para otro será no tener deudas
manejar un porsche
disfrutar del aplauso
o encontrar en la compañía de otros
la seguridad que no tiene a solas
la fama:
mirar tu nombre en la tapa de un libro
al pie de una fotografía
tres invitaciones para participar en programas
fiestas exclusivas y cartas a raudales
alguien que te detiene en la calle y te dice
"te adoro" o Iteres un idiota"
la fama confunde tanto
como la carencia de fama
sólo que el ruido no es ya intermitente sino incesante
tú mismo contribuyes a él con tus declaraciones
por la noche zumba como un mosquito
gotea como una llave de lavabo descompuesta
compras tapones de cera
pero las sirenas ya están a tu lado
60
A
Cualquier estudio de la obra de José Revueltas permanecería incompleto si no considerara su larga historia de militancia polftica. Desde su primer arresto en 1929 hasta su último que durara de 1968 a 1971, su vida se caracterizó por la rebeldía y la resistencia al poder del Estado mexicano y, en muchas ocasiones, a los órganos oficiales de la oposición comunista. Desde la publicación de su primera novela, Los muros de agua (1941), su obra literaria mostró un marcado interés en conflictos políticos, y si la militancia polftica de Revueltas se refleja claramente en los personajes y en las tramas de sus obras, ésta también juega un papel crucial en la forma de las mismas. El aparato teórico marxista-leninista que guió al autor a través de su vida polftica también marca su método literario que es materialista y dialéctico. Es con esto en mente que me acerco a El apando -última novela de Revueltas, escrita entre febrero y marzo de 1969 en el ·Palacio Negro" de Lecumberri, donde estuvo encarcelado por su participación en el movimiento estudiantil de 1968.
Como lo indica el título de un artículo del Centro de Investigaciones LingüísticoLiterarias (ClLL) dedicado a esta novela, El apando puede fácilmente parecerle al lector una "metáfora de la opresión". Comenzando con la forma misma, la novela es un texto opresivo y sofocante. Consiste de un solo párrafo de cuarenta y cinco páginas donde tiempo, espacio y movimiento se condensan violentamente. La trama es simple -un fallido intento de introducir droga a la cárcel-, pero la forma narrativa de Revueltas transforma esta simple trama a una pesadilla desesperante en la cual el sistema represivo carcelario domina a toda la sociedad. Prisioneros y carceleros son víctimas de un mismo sistema. Esto es evidente desde la primera oración:
Estaban presos ahí los monos, nada menos que ellos, mona y mono; bien, mono y mono, los dos, en su jaula, toda-
LUIS A. MARENTES
n O DE JOSÉ REVUELTAS: ETÁFORA DE LA OPRESióN
y LA RESISTENCIA vía sin desesperación, sin desesperarse del todo, con sus pasos de extremo a extremo, detenidos pero en movimiento, atrapados por la escala zoológica como si alguien, los demás, la humanidad, impiadosamente ya no quisiera ocuparse de su asunto, de ese asunto de ser monos, del que por otra parte ellos tampoco querían enterarse, monos al fin, o no sabían ni querían, presos en cualquier sentido que se los mirara, enjaulados dentro del cajón de altas rejas de dos pisos, dentro del traje azul de paño y la escarapela brillante encima de la cabeza, dentro de su ir y venir sin amaestramiento, natural, sin embargo fijo, que no acertaba a dar el paso que pudiera hacerlos salir de la interespecie donde se movían, caminaban, copulaban, crueles y sin memoria, mona y mono dentro del Paraíso, idénticos, de la misma pelambre y del mismo sexo, pero mono y mona, encarcelados, jodidos. (11 )
El tono de la obra se establece desde esta primera oración. Nos encontramos con prisioneros enajenados de su condición humana, seres jodidos sin memoria y sin aparente escapatoria. Poco después, sin embargo, descubrimos que estos monos no son los prisioneros sino sus guardianes. Paradójicamente "los presos eran ellos y no nadie más, con todo y sus madres y sus hijos y los padres de sus padres" (13). De esta manera la opresión del sistema carcelario se desborda de los muros de piedra penitenciarios para incluir en ella a la sociedad en general. A esto hace referencia el propio Revueltas en una entrevista con el ClLL: "La cárcel misma no es sino un símbolo porque es la ciudad cárcel, la sociedad cárcel" (ClLL 60).
61
Visto desde esta perspectiva, El apando nos presenta un mundo totalmente opresivo sin escapatoria aparente. Es por esto que abundan interpretaciones del texto como la del ClLL que opina que "en el sistema narrativo empleado por Revueltas comienzan a operar diversos procedimientos tendientes a un último efecto ... mostrar la realidad y el hombre en su proceso y estadio definitivo de degradación" (43). Encontramos una interpretación similar en Jorge Ruffinelli quien escribe que "El apando es de algún modo una suerte de testamento literario, la clausura de un ciclo productivo que después de casi cuarenta años de escritura depositaba al autor en la soledad y el fracaso" (133). Por su parte Sam L. Slick, biógrafo del autor, considera que de Los muros de agua a El apando Revueltas transforma su perspectiva de un idealismo marxista a un existencialismo realista (92).
Como las citas anteriores indican, la opresión y degeneración llevadas al límite en la última novela de Revueltas pueden ser interpretadas como producto de la total desesperación y crisis existencial del autor. El apando ha sido leído como el testamento de un hombre quebrado quien ve en la condición humana una prisión sin posibilidad de escape o trascendencia. Tal apreciación de la obra de Revueltas es inadecuada y peligrosa. El problema con este tipo de interpretación ha sido claramente identificado por Evodio Escalante, quien abre su polémico libro sobre el autor advirtiendo a sus lectores sobre las connotaciones ideológicas de ciertos acercamientos críticos a la obra revueltiana:
Colocada a mitad de camino entre los textos literarios y el lector, la crítica ... no fun-
ciona nada m~s como un puente y una vía de acceso, es también ... una operación ideológica que acota el campo de lo lerble y determina los usos (y los sentidos) posibles de una obra. La de Revueltas, m~s que ninguna en nuestro medio, ha tenido el privilegio de conocer casi exclusivamente los aspectos policiacos de esta función ... Bajo el manto - todavía m~s peligroso, por invisible - ~ un su~uesto, "recon9(imiento", la crítica no ha hecho sino alimentar los prejuicios corrientes que neutralizan (y vuelven cómoda) la fuerza de sus textos. (11)
Esta critica de Escalante parece referi~se a interpretaciones de la obra de Revueltas como aquella de Ruffinelli, quien conclLlye su evaluación de la trayectoria del autor afirmando que:
Del pesimismo esperanzado de sus comienzos (pesimismo por su presen·te, esperanza por el futuro), Revueltas llegó al escepticismo radical que pone en entredicho, si no niega, el propio futuro, la propia esencia del hombre, las conquistas m~s altas del pensamiento, y ve en el hombre un error . No hay m~s all~ en el pensamiento de Revueltas, por lo menos en su obra publicada ... (138)
Este tipo de interpretación enajena ei espíritu combativo de Revueltas. Tal acercamiento caracterizaría la vida entera de Revueltas como un fracaso. Tales interp~e
taciones roban a la obra su contenido ideológico, aunque le reconocen el "valor literario", y se alejan mucho del espíritu de la vida y obra de Revueltas. El mundo de El apando no puede verse como una simple representación de una realidad opresiva sin posible escapatoria. Esto iría en contra de las principales premisas literarias del autor que se enfocan en el movimiento dialéctico de esta realidad. En la introducciór1 a Los_muros de agua Revueltas escribe Sobre su acercamiento literario al reillismo de su obra. Este no es "un realismo espor1t~
neo, sin dirección (el simple ser un espejo de la realidad) ... La realidad necesariamente debe ser ordenada, discriminada, armonizada dentro de una composición sometida a determinados requisitos". Este ordenamiento responde a una interpretación dialéctica del mundo:
Tenemos entonces que saber cu~1 es la dirección fundamental, a qué punto se dirige, y tal dirección ser~, así, el verdadero movimiento de la realidad, aquél con que debe coincidir la obra literaria. Dicho movimiento interno de la realidad tiene su modo , tiene su método ... (Su "lado maridar", como dice el pueblo.) Este lado maridar de la realidad, en el que se la aprehende, en el que se la somete, no es otro que su lado dialéctico : donde la realidad obedece a un devenir sujeto a leyes, en que los elementos contrarios se interpenetran y la acumulación cuantitativa se transforma cualitativamente. (18-9)
En el marco teórico de Revueltas, todo movimiento histórico responde a un deve-
nir dialéctico en el que las contradicciones existentes aumentan cuantitativamente hasta que la tensión llega a su Irmite, creando un cambio cualitativo que destruye la contradicción y crea una síntesis superior (Dialéctica de la conciencia). El "lado maridar" es el momento en que la contradicción es superada. Con esto en mente, Evodio Escalante nos advierte que en la obra de Revueltas, "la enajenación. la degrAdación, la animalización crecientes no pueden entenderse desde una perspectiva humanista, o piadosa ... lo que el narrador se propone es captar el movimiento oculto de lo real, sus contradicciones y la forma en que estas contradicciones se exacerban y tienden a agudizarse hasta llegar a lo insoportable, a lo insufrible" (24). Así, Escalante cuestiona las interpretaciones pesimistas o existencia listas de la obra revueltiana, proponiendo en vez una interpretación dialéctica en la que, "cada descenso, cada grado que se suma en la tabla de la degradación, es al mismo tiempo una manifestación de fuerza, y no puede entenderse sólo como decadencia o empozamlento en el infierno: es también ... un paso adelante hacia el rebasamiento de este infierno" (25).
Aunque muchas de las interpretaciones pesimistas de la obra de Revueltas apuntan a elementos importantes de ésta, ellas eliminan su potencial de liberación al enfatizar la supuesta resignación del autor. Contra esta corriente, prefiero buscar ciertas salidas que aparecen dentro de un texto aparentemente hermético. Como Revueltas señala y Escalante enfatiza, su estética se basa en una dialéctica que crea puntos de escape conflictivos donde una aparente opresión totalizante es retada y subvertida. En su estudio de la institución carcelaria, Michel Foucault señala que los mecanismos de poder no son monolíticos. Estos son m~s bien puntos de inestabilidad y confrontación; puntos de conflicto y lucha donde las relaciones de poder pueden ser subvertidas, por lo menos de manera temporal (Discipline and Punish 27). Son precisamente estos puntos de conflicto y confrontación los que proporcionan una apertura en el texto sofocante de El apando.
Foucault insiste en la íntima relación entre el poder y el conocimiento. Esta es una relación particularmente marcada por los mecanismos de vigilancia del sistema carcelario. En este sentido, se puede observar que una de las principales fuentes del poder en El apando es la observación. Así, la labor principal de los carceleros es precisamente la observación : "Se sabían hechos para vigilar, espiar y mirar en su derredor, con el fin de que nadie pudiera salir de sus manos ... cubiertos de ojos de la cabeza a los pies, una malla de ojos por todo el cuerpo, un río de pupilas recorriéndoles cada parte, la nuca, el cuello, los brazos, el tórax, los güevos" (13-4). La arqui-
62
tectura carcelaria esM también pensada con la observación como una de sus principales metas. Así, la prisión tenía una "torre de vigilancia - un elevado polígono de hierro, construido para dominar desde la altura cada uno de los ~ngulos de la prisión entera" (31). Sin embargo, la dominación por parte de las autoridades carcelarias no es total. Existen fisuras usadas por los prisioneros para invertir las relaciones de perder, de tal manera que en las primeras p~ginas los monos aparecen transformados. A pesar de sus múltiples ojos, no son ellos los observadores sino los observados. Los primeros "prisioneros" de la novela son precisamente estos monos, observados por Polonio, uno de los apandados quien, "los mandaba a chingar a su madre cada vez que uno y otro incidía dentro del plano visual" (12). Aunque sólo temporalmente, la dominación no pertenece a las autoridades sino al recluso. Definitivamente, la fuerza de sus insultos no equivale al poder de la institución carcelaria, pero éstos muestran fisuras en ei sistema. La debilidad de Polonia aparece representada por su incómoda posición que le permite ver sólo con un ojo, pero cuando observa "aquel espacio virgen, adimensional, se convertía en el territorio soberano, inalienable, del ojo derecho, terco, que vigilaba milímetro a milrmetro todo cuanto pudiera acontecer en esta parte de la Crujía" (13). Esta posibilidad de obseNar jugar~ un papel crucial en el plan para Introducir la dtoga. La narración del difídl proceso de posicionar la cabeza para observar a los monos revela las brutales contradicciones del mundo revueltiano:
Introducir - o sacar -la cabeza en este rect~ngulo de hierro, en esta guillotina, trasladarse, trasladar el cr~neo con todas sus partes, la nuca, le frente, la nariz, las orejas, al mundo exterior de la celda, colocarlo ahí del mismo modb que la cabeza de un ajusticiado, irreal e fuerza de ser viva, requería un empeño tuldadoso, minucioso, de la misma manere que se extrae el feto de las entrañas materhas, un tenaz y deliberado autoparirse con forceps que arrancaban mechones de tabello y que arañaban la piel. (34-5)
Nacimiento y muerte - arnpos extremos de la experiencia humana - se fusionan en este momento. En esta narrativa, ambos extremos son grotescos y mutiladores. Procesos violentos que crean y destruyen la vida !e emparejan. Es mediante esta violencia que el prisionero apandado logra un breve momento de libertad.
Otros ejemplos de resistencia y liberación aparecen en las expresiones de la sexualidad de los protagonistas. El ya mencionado artículo del ClLL identifica las fantasIas eróticas de estos personajes como ejemplos de su enajenación : "No es casuaL .. que todas las alusiones eróticas estén dadas por escenas o pensamientos o im~genes de elementos sustitutivos" (57).
Sin embargo, propongo que en momentos como éstos es importante regresar a Foucault, quien nos recuerda que toda expresión de poder implica expresiones de resistencia. Por lo tanto, a pesar de la naturaleza enajenada de las faNtasías eróticas, podemos encontrar momehtos en los que los personajes subvierterl el poder. Un ejemplo de esta resistenciél es evidente en la "danza del vientre". Alblho, uno de los apandados:
tenía tatuada en el bajd vientre una figura hindú ... que representaba la graciosa pareja de un joven y una joven en los momentos de hacer el amor. .. dispuestos de tal modo y con tal sabiduría quinética, que bastaba darle impulso con las adecuadas contracciones y espasmo de los músculos .. . para que aquellos miembros dispersos .. . adquiriesen una unidad m~gica donde se repetía el milagro de la Creélción y el copular humano se daba por entero en toda su magnífica y portentosa esplendidez. (25-6)
Este espectáculo gozabcl "de gran prestigio en el penal" (24). Sin hecesariamente estar en desacuerdo coh la afirmación del ClLL que este espectáculo es una fantasía sustitutiva, Albino, víctima de una de las peores humillaciones pOr su condición de prisionero, goza de prestigio en el penal. El degradado recluso se convierte en un respetable artista quien "siempre ponía enorme celo respecto a la composición de su público, como buen juglar que se respeta, y desechaba a los espectadores inconvenientes desde su punto de vista, frívolos, poco serios, incapaces de apreciar las difíciles cualidades de un auténtico virtuoso" (25) . Esta habilidad le brinda dignidad y le permite controlar su propia vida.
Otra fantasía erótica discútida por el ClLL se refiere a las revisidnes vaginales hechas a Meche (amante de Albino) Célda vez que ésta entraba a la prisión. En un principio los prisioneros y sus amigas muestran su indignación, considerando las revisiones como una gran humillación. Sin embatgo, al progresar la novela, éstas torri~H uh nUevo matiz:
Desvestida ya de su ropa interior Meche presentra los pró~iii105 movimientos de la mano de la celadora, y la agitaban entonces, cosa que antes no ocurriera, extrañas e indiscernibles disposiciones de ánimo y una imprecisa prevención, pero en la cual se trarisparehtaba la presencia misma de Albino ... (27)
Por su parte, para Albino, las revisiones de su amante se convierten en un elemento "de aproximación". Pensar en ellas "lo excitaba con un deseo renovado ... y un relato minucioso y ver/dico de Meche lo harta esperar, en lo sucesivo, una nueva forma de enlace entre ellos dos, más intensa y completa, a la que no faltar/a, sin duda, un cierto toque de alegre y desenvuelta depravación" (39). La humillación lleva a la memoria, el deseo y la esperanza que una vez más transforman a los personajes de degradados animales oprimidos a seres hu-
manos con deseos y pasiones: "y ahora Meche imaginaba ser ella misma la que en estos momentos hacía bailar su vientre ... como instrumento de seducción dirigido a la mono y a sus ojos cercanos" (29). Una vez más, las relaciones de poder se invierten. Ahora la mona es un objeto para la pasión de Meche y no es Meche el simple objeto de la revisión de aquella.
Otra instancia de rebelión y resist~ncia que temporalmente altera las relaciones de poder sucede cuando las mujeres se en-
lidaridad y de contento, del que a nadie podr/an culpar los monos" (48). Conforme los eventos progresari, los visitantes se involucran más activamente, "cada vez se oía con más frecuencia, distinta y aislada, alguna voz que coreaba el grito de las mujeres. Sáquen-Iós, sáquen-Iós", mientras que los guardias comieniah a preocuparse, "atentos más que nada a no aislarse del grupo, de la tribu, y nb qLiedar an medio de la multitud procelosa, impersonal, impune" (49-50). Las relaciones de poder se
Dibujo de José Revueltas hecho en una servlll .... 5/'.
cuentran ante la celda de sus compañeros. De acuerdo con el plan, la madre del Caraja introduciría la droga dentro de su vagina. Los prisioneros asumen que ella no será revisada debido a su edad y aprovechan así los prejuicios del sistema. Una vez dentro de la penitenciaría, las mujeres planean crear un escándalo y, en medio de la confusión, entregar la droga a sus compañeros. El plan fracasa pero su desenlace abre un espacio carnavalesco que, una vez más, muestra fisuras dentro del sistema de opresión. Antes de este incidente, al entrar a la prisión, todos los visitantes aparecen resignados y deprimidos: "la mirada baja ... Nadie ponía en tela de juicio la culpabilidad o la inocencia del hijo, del marido, del hermano: estaban ah!, eso era todo" (42). Al desarrollarse la "huelga" de las compañeras, el ambiente en el penal cambia. Los presentes comienzan a congregarse cerca de las mujeres. "Nadie osaba lanzar un grito o una voz, pero de toda aquella masa salía un avispeo sordo, entre dientes, un zumbar unánime de so-
63
invierten al ser los ~uardias los que ahora temen por su segurldad. Los carceleros se lanzan en contra de las mujetes mientras que "de la ronca val, allá abajo, de la multitud, brotaba toda clase de las más diversas exclamaciones, gritos, denuestos, carcajadas, ya de protesta o compasión, o de salvaje gozo que exi~ía mayor descaro, brutalidad y desvergüenza al espectáculo fabuloso y único de los senos, las nalgas, los vientres al aire" (50) . Aunque en la novela los carceleros acaban capturando a los prisioneros y sus compañeras, es dificil leer estas escenas y no pensar en las nociones bajtinianas del carnaval donde se suspenden las estructuras jerárquicas y las formas de terror, reverencia, etiqueta y devoción relacionadas a ellas.
Los ejemplos discutidos hasta ahora muestran momentos en los cuales el ambiente opresivo de El apando es roto, aunque sea brevemente. Sin embargo, antes de terminar nuestra discusión es indispensable mencionar las instancias de liberación en El Caraja, protagonista de la obra que
aparece como un ser humano llevado al límite de la degradación. Lleva este nombre "ya que valía un verdadero caraja para todo, no servía para un caraja, con su ojo tuerto, la pierna tullida y los temblores con que se arrastraba de aquí para allá, sin dignidad, famoso en toda la Preventiva por la costumbre que tenIa de cortarse las venas cada vez que estaba en el apando" (15). Sin nombre o dignidad, mutilado, insultado por sus compañeros, El Caraja parece carecer de cualquier posibilidad de emancipación.
des carcelarias y se convierte en suyo una vez más. Los supuestos intentos de suicidio corresponden a un plan perfecto:
A propósito se arrimaba a la puerta de la celda ... para que el arroyo de la sangre que le brotaba de la vena saliera cuanto antes· del estrecho andén, en el piso superior · de la Crujía, y de ahí resbalara al patio, con lo que se formaba entonces un charco sobre la superficie de cemento, y calculado el tiempo en que esto habría ocurrido, El Caraja ya se sentía con la en-
Descansando durante un viaje a Belice. marzo de 1948. Archivo JR (inédita)
Sin embargo, en el mundo revueltiano de contradicciones dialécticas, éste es el personaje con mayor autoconciencia y, por lo tanto, con más posibilidades de escape. En el mundo de Revueltas, como apunta Evodio Escalante, "paradójicamente, la mutilación ... proporciona al cuerpo una conciencia potenciada de sí" (74-5). Por su parte, el propio Revueltas escribe que "la lucha por la desenajenación seguirá siendo ella misma una lucha enajenada importante considerar la relación de El Caraja con su propio cuerpo. Una lectura superficial nos puede llevar a pensar que los momentos en que éste se corta las venas son momentos de absoluta desesperación. Sin embargo, éste no es el caso. El narrador insiste en el control que El Caraja ejerce sobre su propio cuerpo. Este nunca se suicida: "abandonado hasta lo último, hundido, siempre en el límite, sin importarle nada de su persona, de ese cuerpo que parecía no pertenecerle, pero del que disfrutaba, se resguardaba, se escondía, apropiándoselo encarnizada mente, con el más apremiante y ansioso de los fervores, cuando lograba poseerlo, meterse en él" (15-6). El cortarse las venas no es un acto para perder la vida, sino para ganar control sobre ella. A través de estos actos el mutilado cuerpo del prisionero deja de pertenecer a las autorida-
contra mas una mente plenamente consciente de su lugar en el mundo.
Con la misma frialdad, El Caraja recluta a su madre en el complot para introducir la droga. Una vez que fracasa el plan, El Caraja traiciona a su madre al anunciar a las autoridades que ella tiene la droga escondida. Esto parece convertirlo en un personaje aun más ruin. El final de El apando con el virtual descuartizamiento de los protagonistas y la traición de El Caraja parecen confirmar una lectura pesimista de la obra. Con los protagonistas derrotados y envilecidos, ¿dónde se puede encontrar la esperanza en la obra? Propongo que precisamente esta traición de la madre apunta hacia cierta salida de las contradicciones. Al acusar a su madre y, por ende, a sí mismo como conspirador, El Caraja condena y niega sus circunstancias. Su madre, silenciosa y resignada, lo acompaña regularmente durante las horas de visita. Ella le da dinero para la droga, pero rara vez le habla. Cuando lo hace es para decirle "La culpa no es de nadien, más que mía, por haberte tenido". Esta aseveración es ambigua. No está claro si es una culpa hacia el hijo por traerlo a un horripilante mundo o hacia la sociedad por haber creado un drogadicto criminal. La saña que expresa El Caraja hacia madre, sus múltiples actos de
64
autodestrucción pueden integrarse a una visión ortodoxa del marxismo como el último paso de la conciencia de sí. Es la contradicción a la que apunta Georg Lukacs en su Historio y conciencio de clase al escribir sobre la manera en que el proletariado adquiere conciencia de clase al darse plena cuenta de sus paupérrimas condiciones, y una vez adquirida esta conciencia la meta es destruirse a sí mismo como clase para destruir las condiciones que lo han formado como tal.
Es en casos como éstos - personajes como El Caraja; el carnaval creado por la protesta de las mujeres; la reapropiación del deseo sexual; el puesto de observación - que el aparente hermetismo de El apando se abre y nos presenta con opciones emancipadoras, difíciles de encontrar, pero de todas maneras presentes. Con esto en mente, parece adecuado compartir la conclusión del libro de Escalante para decir que: por encima de las lecturas existencialistas, pesimistas, freudianas o de cualquier otra ortodoxia - [la obra de Revueltas tiene) un sentido, pero sobre todo un efecto eminentemente revolucionario, capaz de resistir y sobrepujar cualquier intento de interpretación, cualquier intento de recuperación, lo mismo burocrática que mercantilista. (112-3)
Desde esta perspectiva, El apando deja de ser una mera metáfora de la opresión para convertirse en una metáfora de la opresión y la resistencia.
Obras citadas
Bakhtin, Mikhail. Problems of Dostoevsky's Poe
tics. Minneapolis: U of Minnesota P, 1984.
Centro de Investigaciones Lingüístico-Literarias
(C1LL). "El apando: Metáfora de la opresión:' Tex
to Crítico, Xalapa, Universidad Veracruzana, año 1,
n° 2 (1975) : 40-66.
Escalante, Evodio. José Revueltos: Uno literatu
ra del "Iodo moridor': México: Era, 1979.
Foucault, Michel. Discipline and Punish: The Birth
of the Prison. Nueva York: Vintage, 1979 (en
español: Vigilar y castigar, México, Siglo XXI).
Revueltas, José. El apando. México: Era, 1985.
-. Dialéctico de lo conciencio. México: Era,
1982.
- . "Literatura Y liberación en América Lati
na:' Cuestionamientos e intenciones. México:
Era, 1978. 287-3 18.
- . Los muros de aguo. México: Era, 1986.
Ruffinelli, Jorge. José Revueltos: Ficción, polftico y
verdad. Xalapa: Universidad Veracruzana, 1977.
Slick, Sam Uosé Revueltos. Boston : Taylor, 1983.
LUIS A. MARENTEs es profesor en el departamento de español y portugués de la Universidad de Massachusetts Amherst Este artículo es una adaptación del ensayo «José Revuelta s El apando: Metaphor of Oppression and Resistance» publicado en Monographic Review/Revista Monográfico, vol. XI, 1995.
Exposición de primeras ediciones, papeles, fotografías, dibujos y memorabilia .
• 9 de mayo. 8 de julio de 2001 • • Sala de exposiciones 3 de la Biblioteca de México.
11 n IIIB~ tACONACULTA-N5A == tul ~~~ .. _~~---_.
-1,-- 01 ___ , (' ro ,....~ 1',1' ... 1 f I J( (..;~ 11
DE VENTA EN
"'p 1,..,\ OOI"JIO L ti sl!)ro
~AN , R o POLO GíA¡
60
J. ArTufOMoCIas.tnchez yMaEhsalotWaSQueZ El letablo de Ayotla , Teotitlan de Flores MagOn. OaxaC8
FflII'IOOSaY81VlO
Apunlesparaun,rO'llslOnetlticadeJ -modelo "l8SIstenciallsta" en V......., -P.a0Gatt:laSoul" Olfendaelnt9o'cambIo en latr.dlClÓl'lrehgiosa.".... .... "c., ..
~·_ ·_·_·_·_·_·_-_·_·_·_·_·_·_·I
EN EL 1060 DE AM CONTAMOS CON UN EQUIPO
PROFESIONAL DE LA NOTICIA
INFORMACiÓN NACIONAL E INTERNACIONAL
LUNES A VIERNES FIN DE SEMANA
Mañana 08:00 Tarde 14:30 Noche 20:30
www.cnca·90b.mx xeenoti@conaculta·90b.mx
Sabatino 14:30 Dominical 14:30
UCONACULTA RADIO EDUCACiÓN