bauman, z - Ética posmoderna

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BAUTraduccin deBERTHA RUIZ DE LAC O N C ~~ UNIVERSIDAD COMPLUTENSE\ ~ ~ 1lIlIIl IllIIIIIIIIIIIl lIIll Il:llllllillllllllllilll llll ll1:5321078358TICA POSMODERNAporZygmunt BaumanSiglo veintiuno editores Argentina s. a.TUClJMN1621,'" N IC105Q.VrG), BUENOS AIRES, REPUeuCA.ARGENTINA.Siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.CERRODELAGUA 248, DELEGACIN CC1'fOJI;N4. 04310, MltxlCO.O. FBaurnan , Zygmu nttiat posmoderna. -I a ed . - Buenos SigloXXI Edi tores2004.296 p. ; 2Jxl4cm. - (Sociologa y poltica)Traducidopo r Bertha Ruiz dela Con chaISBN 987 1105-95-9l . tica I. Ruiz de la Concha. Bertha, trad.11. TwloCDD177b L t. .gi.\ I a 1(0Ttulo original: Poumodern ahia.Q1993, BlackwellQ2004, Siglo XXI Editores, S.A. de C.V.Por tad a: Peter TjebbesImagen de portada: Nicols PousthomisQ2004, Zygmunt BaumanQ2004, Siglo XXI Editores Argentina S. A.ISBN 987-110.'>-9.'>-9Impreso en 4sobre4 S.R.L.J os Mrmol 1660, Buenos Aires,en el mes de noviembre de 2004Hecho el depsito que marcala ley 11.723Impreso en Argentina - Made in ArgentinaINTRODUCCI N: LA MORALIDAD ENl AS PERSPECTIVASMODERNA YPOSMODERNANadarepresenta mejora los seresdestrozadosqueunmontn de aicos.RAI NER MARIARU.KETal como seindicaenelttulo, el presentelibro esunes tudiosobretica posmoderna, no sobremoralid adposmoderna.Lo seg undo. si 10intentara, co nsistira enrealizar uninventa ri opos iblemente amplio de los problemas mora les que hombres y mu-jeres del mundo posmoderno intentan resolver: problemas que era ndesconocidos o pasaban inadvertidos para ge neraciones anter iores,as como antiguos probl emas - ampliamenteinvestigados enel pa-sado- con nuevas facetas. Yno son pocos ambos tipos de problemas.yaque la "age nda moral " de nuestros das abunda entemas que los es-tudiosos de temas ticos del pasado apenas tocaron, ycon razn, yaqueentonces nose articulaban como parte de la experiencia humana. Bas--ta men cionar, en el plan o de la vida cotidiana. los diversos problemasmorales que surgen dela situacin ac tual encuantoarel aciones depar ej a. sexualidad y rel aciones familiares, notorias por su indetermi-nacininstituci onal, flexibilidad, mutabilidad y fragilidad; obi en lagran cantidad de"tradiciones", algunas quesobrevivenco ntra todo10 esperado, y otras quehanresucitado osehaninventado, quesedi sputan la lealtad de los individuos y reclaman autoridadpara guiarla conducta individual, aun sin espe ranza de establecer un ajerarquacomnmente acordada de normas y valores que salvara a sus destina-tarios de la molesta tarea de hacer sus propias elecciones. O, en el otroextremo, el contexto gl obal de la vida contempornea. donde podra-mos menci onar riesgosdeuna magnitudin sospechada, enverdadcatac1smica. que surgen del entrecruzami ento de propsitos par cia-les y unilat eral es, y cuya profundidadno puedepreverseni pasarsepor alto en unmomento en que las acciones se planean debido alamanera como estn estructuradas.Aun cuando estos problemas aparecen reiteradamente en este es-tudi o, slo sirven de fondo parasealarel pensami entoticodela[7Jpoca posmoderna contempornea. Se abord an como el co n texto deexperienci aenelcual seformalapersp ectiva espec fica men tepos-modern arelativaalamoralidad. Yes lamane ra como estos probl e-mas se veny adqui e renimportanci a desdelape rspectivadela ticaposmoderna lo que constituye el objeto de la presen te investigacin.El verd ade rotemadeestees tudio eslape rspecti va posmode rnae n s. El pl anteamientopri ncipal dellibro es que. como resultado d equelae ra modernahayallegadoasue lapaau tocr t ica, autodc ni-grante y. e nmuch os se ntidos, autodcsman teladora(p roce soqueelco nce p to de"posmodcr nid ad" pretendeabordar y tr ansmiti r ). lo sdiversoscaminosquean tes seguanlas teorias ticas (au nquenolaspreocuparones moral es delostiempos modernos)acabaron por vol-verse cada vezms u naesp ecie de callej nsinsalida, aunquetam-bi n abranlaposibilidad deuna co mp re nsi nrad ical me n tenove-dosa de losfenmenosmorales.Cualquierlector que es t fam iliarizado con"textos posmodernos"y anlisis vigentes sob re la posmodernidad obse rvar de inmediat o queesta interpretacin dela"revol ucin" posmoderna de la ticaes con-tenciosa y, por ende, deninguna manera la nicaposible. Lo quehallegado a asociarsecon elenfoqueposmodernode la morali dad es lacelebracinde la "debacle de lo tico", la sustitucin de la estti ca porla tica y la consigu iente"e manci paci n ltima". La tica se denigra ose considera unadelasrestriccionestpicas dela modernidad, cuyascadenas finalmente han sido rotas y echadas al basurerode la hi storia;los gri lletes antes considerados necesarios son ahora claramente supe r-fluos:unailusin sinla cual puedenvivir perfectamente el hombre yla mujer actuales. Si necesitramos un ej emplo de semejante in terpre-taci ndela"revoluc i n ticaposmodcrna", pocas cosas peore s hayque eles tudio recientemente publicadodeGillesLipove tsky, Le CT-pusculedu devoir [El crenisculo del deber, Barcel ona, An agrama, 1998].Lipovetsky, renombradobardode la"liberacinposmoderna", autorde"Lae radelvac o" y "El imperio d eloefmero" sugiere quefinal-mente hemos en trado en la poca de l'aprn deoor; una poca posde n-rica, enla cual nuestra conducta se ha liberado d e los ltimos vestigiosdelos op res ivos "deberes infinitos ","mandamien tos" y "obligacionesabsolutas". Ennuestros tiempos, se ha deslegitimadolaidea deauto-sacrifici o; 1agente ya nose siente perseguida ni est dispuesta a hacerun esfuerzo por alcanzar ideales morales ni defender valores moral es:los polticos han acabado conlas utopas y los idealistas de ayer se han98

I:"; "TRODUCCI ;":convertido enpragmti cos. El ms universal de n ues tros eslganes es"sinexceso". Vivimosenlaeradel individuali smoms puroy d elabsqueda de la buena vida, limitada solamen te por la exige ncia de to-lerancia(siemp rey cua ndo \arel.acompaadad eunindividual ismoautocel ebratorioy sinesc rpulos, latoleranci asl opuedeexpresar-se comoindiferenci a) . poca"poster ioral deber " admiteape nasun vestigi o d e moralidad, una moralidad "minimalista "; situacinto-talmente novedosa, de ac uerd ocon Lipovetsky, quiennos in sta aaplaudir sullegada y regocijarnospor la libertad que hatr ado.Lipovetsky. al igual quemuchoso tros teri cosposmodernos , co-met e el doble er ror de representar ellema deinvesti gacin como unreeursode investigaci n; lo que debera explicarsecomo aquello que ex-plica. Descr ibi r conductas prevalecientes nosignifi ca hace r u n j uiciomoral; los dos p rocedimientos sontan diferentes e nlos tiempospos-moder nos como lo eran en la poca an terior a1posmode rnismo. Si ladescri pcin de Lipovetsky es cor rec ta y hoy nos enfren tamos a una \i-da social absuelta de preocupacionesmorales, si el "es" puro ya no segua por un"deber a ser ", si la in terrelaci n socia l est desvinculadadeobligaciones y deberes, e n tonces latarea del soci logo es buscarcmo seha"destit uido" lanormamoral del arse na l d e armas antesdesplegadas por la sociedad en su lucha por la autor reproduccin. Sisucede que los socilogos pertenecen a la co rrien te cr tica del pensa-mien to social , su tarea ta mpoco terminar e n ese punto, pues sin du-da se rehusar ana aceptar que algoest bien solamenteporque e xis-te; tampoco daran por un hecho que lo que hacen los seres humanoses slolo que piensan quehacen oc mo narranlo quehanhech o.El presente estudio supone quela importancia dela posmoderni-dad reside, precisamente, e nla oportunidad queofreceal soc ilogocr tico de llevar a cabo la investigacin antes mencionada a un pun toms avanzado que nunca . La modernidadtiene la extra a capacid adde mini mizar el autoanlisis; envuelve los mecanismos d e au torrepro-ducd n en un velo deilusi n sin e l cual di chosmecanismos, siendoloque son, no podran funci onar adec uadamen te . Lamodernidaddebi, entonces, ponerse me tas no alcanzables con el propsito de a l-canzar )0 quele fuera posible. La"perspectiva posmoderna" a la queeste estudioserefieresignificaan tetodo quesearranca lamscaradela ilusi n y se reconocen co mo falsas cie rtas pretensiones y objeti -vos que no pueden alcanzarse y que, dehecho, no es deseable alca n-zar. Una esperanza gua estees tud io: queenestas cond ici ones pue-10 HAUMA.'\'INTRODCCCI ;-' 11danhacerse visibl es las fuentes defuerzamoral quesee ncon trabanocultas enlafilosofa ticamoderna y en la prctica poltica. y que secomp re ndanlas razones de supasada invi sibilidad. Co mores ultado.las posibilidades de"mo ralizacin " delavidasocial podran, q uiz,mej orarse. Falta ra ver si el tiempo d elaposmod cr nidadpasaralahi storia como el ocasoo el renacimientode la moralidad.Sugiero quela novedad del enfoque posmoderno de la tica con-siste. antetodo, noenhacer aunladolas preocupacionesmoral esmodernas caractersticas, sino enrechazarlas formas modernas tpi-casd e abordar los p roblemas mo ral es; es toes , resp onderalos retosmoral es con normas coercitivas en la prctica pol tica. as como la bs-queda filosfica de absolu tos, universal es )' sustentos de la teora. Losgrandes pro bl e mas ticos -der echos h umanos. j ustici a social, equi -librioentrelacooperaci npac ficay laa utoafirmaci n- nohanperdidovigencia; nicamentees necesariove rl os y abordarlos demaneranove dosa.Si lo "mo ral" pudo diferenciarse como e l aspecto del pensami ento,el sentimi entoy la accinhumanos que atae a la d istincin en tre lo"cor recto" y lo "incorrecto", ste fueen granmedida el logro de la po--camoderna. Du rantelamayor partedela historia dela humanidad,se apreci poca di ferencia en tr e normas ahora estrictamente indepen-di entes deconduc tahu mana, tales como"u tilidad ", "verdad", "belle-za", "pro piedad".Confor me al modo de vida "tradicional", pocas vecesobservado a la distancia y, por ende, pocas veces objeto de reflexi n, to-do pareca notar en el mi smo nivel de importancia; se pesaba en la mis-ma balanza de lo"correcto" frente a lo"incor rec to ". Todaslas formasy maneras, entodossus aspec tos, se consideraba nvalidadas por po-.deres que ni la mente ni e l capric ho h umanos podra n cuestionar: lavida era el producto dela creacind ivina y estaba vigilada por la d i-vina provide ncia; el libre albed ro , si es que exista, slopoda signi-ficar --como insist a San Agust n y la Igl esia repeta una yo tra vez-la libertad de e legir el mal sobre el bi en, esto es, inf ringir los manda-mi entos impuestos por Dios, apartarse del recto modo de vivir, tal co-moDios lo haba ordenado, y cualquier cosa que visibl emente se ale-jara dela costu mbre se considerabaunainfraccin . Por otraparte,estar e nlo correcto no era una eleccin sino, por el contrario, evitarla eleccin y seguir la for ma de vida habitual. Todo ello ca mbi conDelrel aj amie n to grad ua l de la tradi cin(e ntr minos soci ol gicos, d ela supervisin y e l manej o estrechos y ubicuos, aunque d ifusos, de laconducta ind ivid ual por parte d e la comu nidad) , y la crecien teplura-lidaddecon textos mutuamenteautnomos enlos quesemanej abala vida de unnmero cada vezmayor de ho mbres y mujeres. En otraspalabras, cuando se otorg a es toshombres y muj eres el rango dein-dividuos --dotados deidentidad annodada, oapenas esbozada- yse enfrent, por ende, la necesidad de"co nstruirl os" y, en el proceso, dehacerelecciones.Son las acciones las que se debenelegir, las acciones que sehanele-gido entre var ias q ue podran elegirsepero que no fueron elegidas lasque es necesario ponderar, medir y evaluar. La evaluacin es una par-teindispensablede la eleccin, deladeci sin; eslanecesidad quesientenlos seres h u manos entantotomadores dedecisiones, y enlaque rara vez refl exionan aq uellos que nicamen te actan por hbi to.No obstan te, una vezquesetratade evaluar, resulta evidente quelo"til" nonecesari am ente es "bueno", ni lo"bello", "verdadero". Unavez que secuestio nael criterio de eva luacin, las"d imensio nes" parala medici n comienzanaramificarsey a crecer endir ecci ones cadavez ms dista ntes e n tres. El "cami no correcto ", an tes n icoeind i-visible, comienza ad ividi rsee n"razonabledesd ee lpuntodevist aeconmico", "es t t ica men teagradable", "moralmen te adecuado".Las acciones puedenser correctas , enunsen ti do, y equivocadas e notro. Qu accindebera medirseconfo r me a un criterio determi-nado? Ysi se aplican d iversos criterios , cul deber tener pri oridad?Encontramos en Max Weber --quienms que ningn o tro pensa-dor defini la agenda para nuestra d iscusin sobre la experiencia mo-derna- dos narrativas irreconciliablesdesd e un punto de vista lgi-cosob reelnacimientodelamod er ni dad. Porunaparte ,nos d icequ e la moder ni dad co menz conla separacin entr e elhoga r y la e m-presa, un di vorci o que enprinci pio podra evitar el peligro d e adop-tar criterios contrad ictoriosres pecto d e la eficiencia y el lucro - muyadecuados paraunnegoci o-- y las no r mas moral es decompartir yquerer - adecuadas para la vida familiar, tan cargada de aspectos erno-cional es-- q uecon tin uamente se e ncon trabane n el mi smoterreno;esto dejaba al tomador de decisiones en una posicin e ternamente am-bivalen te. Por o tra parte, \ Veber nosd ice que los reformado res se convirtieron, d e buen omal grado, e nlos pi o ne ros de laVIda modernapre cisame nteporqueinsi stan e n que la"honestidadeslamej orpoltica", quela vidaen sutotalidad es t cargada designi -ficados mo rales y que, cualquier cosa que hagamos. en cualquier cam-po de la vida, lime una importancia moral; afirma que, dehecho, crea-ron una tica que abarcaba todo y rechazaba tajantemente dejar fueracualquier aspecto de la vida . Sin d uda, observamos una contradiccinlgicae ntre a mbasversiones; no obstante, contrarioalalgica, nonecesariamente significa que una de ellas sea falsa. El puntoespre-cisamente que la vida moder na no se apega al "uno1I o tro" dela l-gica.Lacontradiccinrefleja fielmenteelchoq uegen uino entretendenci as igual mentepoderosas e nla so ciedadmoderna;unaso-ci edad"moderna" que intenta, constantemen te a unquee nvano."abarcarloinabarcable", sustituir la diversidad por launifo rmidad yla ambivalencia por un orden coherente y transparente, y que al inten-tar hacerlo genera sin cesar un nmero mayor de divisiones, diversidady ambivalenc ia que aquel del que ha logrado deshacerse.Confrecuencia, omos que laspersonas se volvi eronindividualis-tas, preocupadas por s mi smas y egostas conel advenimiento delamodernidad,ya quesehi cieronateos y perdieronlafeenlos "dog-mas reli gi osos". El egosmo del individuo moderno es, conforme a es-ta historia, un producto de la secularizacin, y nicamente puede re-parars e resuci tando el credo reli gioso ouna idea que, aunque seglar,logre abarcar tanto comolas gra ndes religiones, que disfr utabandeun dominio casi absoluto antes de ser agredidas y erosionadas por elescepticismo moderno. Enrealidad, deberamos ver la relacin en elordeninve rso: debidoa quelos aco nteci mientos modernos arroja-ron a hombres y muj eres a la condicin de individuos -fr agmentan-do suvida, di vidi da e n varias metas y funciones apenas relacionadas,que deban llevar a cabo e nun contexto diferente y confor me a unapragmtica dis tin ta-e-, la idea "abarcadora" de una visin unitaria delmundo resultpoco til y difcilmentelogr captar suimagi nacin.Por ello, legisladores y pensado res modernos consideraron que lamoralidad , ms que ser un "rasgo natural " de la vida humana, es algoquenecesita disearseeinyectarse a la conducta humana. Ypor ellointentaron componer eimponer una ticaunitaria y abarcadora; es-to es, un cdigo de reglasmoral es cohesivo que pudi e ra ensearse ala gente y que sela obligara a obedecer. Tambineslarazn de quesus esfuerzos por lograrlo hayanresul tado vanos (a un cuando, men-tras menos x itotenan, con ms e mpe o lo intentab an ) . Crean queelvacocreadopor laahora ex tinta oineficie ntesupe rvisi nmoral1312 BAUMA.'\'

delaIgl esia deba y poda llenarse conuna serie deregl as racionalesmeti cul osamente armonizadas: que larazn lograra lo que ya no con-segua la fe, que con los ojos abiert os y la pas.in encalma, los man os regulara n sus relaciones incluso mejor --de manera mas CIVI-lizada", pacfica y racional- que en los tiempos cuando, "cegados" porla fe, permitan que sus emociones salvajes se desbocaran. De acuerdocon esta convicci n, continuame ntese intentaba construir un cdigomoral que, sin esconderse yatras los mandamien tos de Dios, procl ama-ra a voz encuell ohaber sido"hecha por el hombre" y. pese a ello (oqui z. gracias a ello) . fuera abrazada y o,bedecida por todos los hu-manos racionales. Por otra parte, la busqueda nunca concl uyotras el"arreglo raci onal de convivencia humana", una serie de leyes y una so-ciedad concebidos demaneratal que los individuos, si bien dejados asu libre albedrio y a hacer sus elecciones. preferentemente elegiran locorrect o y bueno e n vez de lo incorrecto y malo.Podramos deci r que auncuando laci rcunstancia exis te ncial dehombres y muj eres en las condiciones de la vida moder na era notoria-mente distinta de lo que hab a sido antes, la vieja suposicin --que ellibre albe dro slo se manifiesta enlas el ecciones equivocadas, que lalibertad, si nosemantienea raya. siemprecae enel libertinaj ey, porende, es, o podra convertirse, e n e nemigo del bien- sigui predomi-nando en lamente de los filsofos y enla prctica de los legislad ores.La suposicintcita - y virtualmentesinexcepciones-e- del pensa-miento tico moderno y de laprctica querecomendaba era que, aldejar alindi viduo enlibertad -y. forjado e nlas co ndiciones rnoder-nas , no poda sino ser libre- debera impedrsel eutilizarl a para ha-cer el mal. Lo anterior no resulta sorprendente: si las cosas se ven "des-de arriba", como10hacenaquellosresponsabl es de "manejar lasociedad ", los guardianes del"biencomn ", la libertad individual essin duda unmotivodepreocupacin. Resul tasos pechosa desdeelprincipio. debido a la absoluta impredecibilidad de sus consecuenciasy por ser una fuente constante deinestabilidad; de hecho, es un ele-mento decaos que debe fre narse si sequieretenery asegurar elor-den. Yla visindefilsofos y gobernantesnopodra ser otra quela"perspectiva desde arriba", la visinde quienes tienenlatarea dele-gislar el orden y fre nar el caos. Confor me a esa visin - asegurar quelos individuos libres acten demanera cor recta- e ranecesari opo-ner en prcti ca algntip o de coaccin. Sus impulsos inconvenientesy poten cialmente perversos debanfrenarse desde el interior o desdeel exterior; yafuera por los propios actore s, mediant e el ejercicio de su"mejorj uicio" (suprimi e ndo sus instintos con ayuda de sus facultadesracionales ), obi en exponindolos apresiones exte r nasracionalmentediseadas, que se encargara de asegurarles que"el mal no paga", conlo cual, por 10 general. se los desalentara de hacerlo.Ambas vas estaban, en realidad, ntimamente vincul adas. Si los in-dividuos carecie ran de facultarles racionales , no reaccionaran de ma-nera adecuada a es tmulos y alicie ntes exter nos, y los intentos por ma-nipular recompensas y cas tigos, por mshbileseingeniosos. seranen van o. Desarroll ar la capacidad de juicioindividual (e ntrenar a losindividuos a ver qu los benefi cia y perseguir d icho beneficio una vezque Jo vie ro n) y ad mini strar losri esgos d e tal mane raquela bsque-dadel in ters individualinstara a obedecer el orden queloslegisla-dores deseabaninstaurar deban cons iderarsecomo cond icionan tesy complemen tos: nicamen te tenan se ntido j untos. No obstan te, po-tencialmente estaban en pugna. "Desd e a r riba", el juicioindividualnuncapareceradel todoconfiable, sencill amentepor el hechod eserindividualy por suste n ta rseenuna autoridadajenaaladelosguardianes y portavoces del orde n. Ylos individuos con una verdade-ra autonoma dej uicio posiblementerese ntiran y resistiran la inter-ferencia, tan slopor seruna in terferencia. La autonoma delos in-dividuos racional es y la he teronoma de la administraci nracional nopodan se pararse, aunque tampoco podan cohabitar e n paz. Estabanvinculadas para bien o pard mal , destinadas a choca r y pe lear incesan-temente, sinla posi bilidad de alcanza r una paz d u radera. El co nflic-toquesucerca nanunca d ej d egenerarsiguisedimentando, e nun extremo, la tendenci a anrquica de rebel arse co ntra las reglas porconsiderarlasuna op re si ny. e n el otro, la visin totali tari a que res ul-taba una te n tacinpara los guard ianes del "biencomn".Estasituacinaportica ("apora": breve men te, con trad icci nquenopuedesuperarse, queresul ta en un conflictosinsolucin) debasegui r sie ndoeldestino de la sociedadmoderna, un artifici o recono-cido como"hec hoporel hombre ", cuyamarcaindeleble d emoder-nidad erano ad mitir q ue ese destino era irreparable. Una caracte r s-ticadelamoderni d ad, quizla definitori a, era quela apor a debared ucirsea un conflictoan no resuelto peroque, enprincipi o, po-d a resolverse; u namolestia temporal, una imperfecci nresidual enel camino delaperfecci n, una reliqui adelasinrazne nla vadelgobierno dela razn, un lapso momentneo delarazn que pronto15 14 b se rectificara, un signo de ignorancia an no superadade los "ms ap-LOS" conrespecto alos intereses individua les y comunes. Unesfuerzoms, unlogr oms de larazn, y se alcanzar ala ar monapara nuncams pe rderla. Lamodernidad saba que estabaherida demuerte, pe-ro pensaba que la heri da era curable. Por ende, n unca dej de buscarpaliativos. Podramosdeci r quesiguisiendo"modernida d"entantose re hus a abandonar es ta creenci a y a hacer el esfuerzo. La moderni-dad se refiere a lasolucin de un conflicto ya na ad miti r contrad iccio-nes, salvo enel caso de conflictosque estn a punto deresolverse.El pensamien to ticomoderno, e n colaboracin con la legi slaci nmoderna, se abripaso a una soluc i ntan radical baj ola dobleban-dera de launiversalidad y los fundamentos.Enlaprcti ca, los legi sladoresco nsiderabanquelauniversalidadera la regla sin excepcin de un gr upo de leyes que prevalec an e n undeterminadoterritori osobreel cual seextendasusoberana.Lo sfilsofos definanlauniversalidad comou nacaracterstica depres-cripcio nes ticas q ueobligabana cad aser h umano - ta ns loporser humano-- a reco noce rla como vlida y aceptarla como obligatoria.Ambas universali dades se guiaban el ojo sinllegar a una verdadera fu-sin. No obstante, cooperaban, de manera cerca na yfructfera, aun sinexistir un con tratofirmado y guardado enlos archivos o e nlas bi blio-tecas universitari as. Las prcti cas(ointenciones) coercitivas d elos le--gisladoresparalograrlaunifor midad proporci onaronel "sus te n toepistemol gico" sob ree l quelos filsofosco ns tr uiransusmodelosuniversal esdenatural eza humana, y el quelo s fil sofoslograran"naturalizar" e l artifici o cult u ral (o ms bi en admi nistra tivo)d e loslegislado res ayud arepresentar el modelo legalmente constr uid odel suj eto-e stadocomolapersonificaci n y el ep tomed el d es t inohumano.Confor me ala prctica delos legislad ores, los f undamentos consis-tan enlos pode res coerci tivos del estado, que hac anpo sibl ela obe-dienci a alasreglas . La regla estaba"bienfundamentada" yaq ueseapoyaba endi chospoderes, y la fundamentacinsereforzaba conlaeficacia del apoyo. ParaJos filsofos, unaregl abi enfund amentadaera aque lla quecrea n, oestabanconve ncid as d eseguir, por unauOtra raznlaspersonas queseesperabaquela siguieran. "Bienfu n-damentadas " se cons iderabanlasreglas queofrecanunarespuesta1716convince nte a la pregunta, "por qu debo obedecerlas?" Ydicha fun-damentaci nresultabaimpe riosa. ya q ueindividuos aut nomos q uee n fren ta ba n dive r sas exigencias de carcte rlegalyticogene ralmen-te hacan esa pregunta , sobretodo, "y por qudebo sermoral ?" Decua lquiermane ra, tantofilsofos como legi sladores seesperabanes-ta pregu nta. ya quea mbos pensabanoac tuabanconforme al mismosupues to de que las reglas buenas sonlas di seadas de mane ra artifi-cial. confo rme alami sma premisadequelos individuos, cuando selos d ej a enliberta d, nonecesariamente se apegarn alas reglasbue-nas sin unpoco de gua. y confor me al mi smo principiode queparaactuar conmoralidad, los individuos deben pri mero ace ptar las reglasd eco nductamoral .loquenosuce derasi noselos persuadieradeque actuar moralmente es ms agradable que actuar sinmoral, y quelas reglas que se les pi de acep tar dehecho mencionan explcitamen-teloque significa una co nductamora1. Una vezms, como e nelca-sodelauniversa lidad, las dos ve rsio nes de"funda me n tos", au nsinmezclarse, se complementaban. La creencia popular de que las reglases tn bi enj ustificadas facilitara la tarea de las agenc ias coerci tivas, entan to que la presin incesante de las sanciones legales inyectara vidae nlas venas secas delargumen tofilosfico.En general. la bsqueda perseverante e incesante de reglas qu e "fun-cionen" y fundamentos q ue"no se tambaleen"se inspi renla fe enlafactibilidady eltriunfo del proyecto humanista. Una sociedadlibre decontrad icciones inamovibles, una sociedad que sealaun caminomo lo hace la lgica- nicamen te para corregi r soluciones, podra cons-tr uirse con el tiempo y la buena voluntad. Puede, y debe, encontrarse laidea correcta y el argumento final . An te una fe semej ante, los dedos que-mados no doleran demasiado, no habra situaciones extremas yel fraca-so de las esperanzas de ayer al entara a los exploradores a realizar un es-fuerzo mayor. Se demostrara que cualquier supuesta receta"a pruebade tontos" es equivocada , y por ende se rechazara, aunque no la bsque-da misma de una receta verdaderamente a prueba de tontos que, enl-tima instanci a, pondra fin a una bsq ueda posterior. Enotras palabras,el pensamiento y la prcticamoral de la modernidadestaban animadaspor la creencia en la posibilidad de un adigotico no amhvaknJey noalrtico. Quizs an no se haya encontrado ese cdigo, aunque seguramen-te est por aparece r, si no de inmediato, en el fu turo cercano.Laincredulidad e nesaposibilidades j ustamenteloposmode rno,"pos" no en sentid o "cronol gi co " (de despl aza r y sustituirla moder-

. d d nacer almomentoen que la mode r nidadter mi na y se des-rrida e . . .d .de hace r irrrposibl ela vrsto nmod erna u navez queque am-vaoece, . e ) sino en el sen tido de que a manera de co nclusi n , de meradefensa ,remonicin, los esfuerzos quelamodernidadharealizado tiempo estaban desviados, erigidos sobre bases falsas y d estina-dos, tarde otemprano, a agotarse.Enotras palabras, quesinlugar aduda, la propia moderni dad demostrar (si annolohahecho )suimposibilidad, lovanodesusesperan zas y el d esperdici ode El cdigo ticoa p rueba de tontos -con fundamen tos u ruve rsa-zos.les e inamovibles- n uncase e ncon trar y, despus de haber nos que-mado los dedos condemasiada frecuenci a, ahora sabemosloquenosabamos en tonces, cuando nos e mbarcamos en ese viaj e d e ex plora-cin: queuna moralnoaportica, no ambiva le nte, una ticauniver-sal y con"fundamentos objetivos" es una imposibilidadprctica, qui-zs incluso un oximoron, una contrad iccin ,Expl orar las consecuenci as d e esta crticaposmode rna a las ambi-ciones modernas cons tituye el tema medul ar del presentees tud io.Sugiero que las siguientes son las marcas de la condic in moral , tal co-mo aparecen una vez contempladas desde la pe rspectiva posmoderna.l . Las afirmaciones, contrad ictorias, aunque por lo general hechascon igual conviccin: "El ser humano es esencialmen te bueno, y ni-came ntedebeser guiadopara ac tuar deacue rdo con sunatu ral eza"y "El ser humano es esenci alme ntemal o, y debe impedrsel eac tuarconforme a sus impulsos" son equivocad as. Enrealidad , el ser huma-no es ambivalente en trminos morales y la ambivale ncia reside en elcorazn d e la"esce na primaria" delainteracci n humana. Lo s arre-glos social es posteriores - insti tuciones apoyadas por e l poder as co-mo reglas y deberes ra cionalmen te articulados y ponderados- esgri-men esa ambi valencia como el elemento medular a la vez queintentan limpiarla de su pecado o rigi nal de ser una ambivalenc ia. Losesfuerzospost eri oresfueronineficaces oexacerbaronel mal quequeran desar mar. Debido a la es tr uctu ra primaria de la convivenciahumana. unamoralid adnoambivale nteesunaimposibilidad exis-ten cial . Ningn cdigo ticolgicamente cohe re nte puede "adaptar-se" a la condicin esencialmen teambivalen te de la moralidad, comotampocostap uedese r"desbancad a" po rlaracionalidad; cuandomucho, puedesile nci arla y parali zarla, pro pici andotal vez quelas1M19 de"hacer el bi en" no se fortalezcan, sino que se de b-mas que e n otras circuns tancias. Po r consiguiente , no puede ga-un a conducta moral , al menosno con contextos mejor di -senadosparalaacci nhuma nani co nmotivos deaccinhumana formados. Necesitamos aprenderavivir sin estasgarantas.conscientesde q uestas jams podrndarse; queuna sociedadper-fecta, al igual que unser humano perfecto. no es una posibilidad via-ble, y que los intentos por demostrar lo contrariono sl ores ulta n enms cr ueldad sino, ciertamente, en menos moralidad.2. Los fenmenos morales son esencialmente"noracionales", ni -camente son morales en tanto precedenla consideracin de propsitoy elde y gananc ias, por lo cual no se ajustan al esque-de. , los justificanel fin ". Asimi smo. escapan a cualquier ex-plicaci n en termmos de utilidad o ser vicio que puedan proporcionaro se pretenda que proporcion en al suj et omoral, al grupo o a la causa.No son regulares. repetitivos, montonos y predecibles y, por ende,norepresentarse como un a gua de reglas. Yes sobre todo por es tarazon que nopued en ser abarcadas por ningn"cdigotico". La ti-ca se amolda al patrn de la ley. Tal como ha ce la ley. intenta defi nir las "propias" e"impropias" en situaciones que cal ifica. Se fija pa-ra SI (rara vez: si acaso, alcanzado e nla prctica) de maquinar ex haus.lIvas y claras quederivene nregl asnti das parae ntre. lo y loimpropio, sindej arninguna zona gris deambivalenciaemterpre taciones mltipl es. Eno traspalabras, supo-ne que, para cada situacin, un a eleccin puede y debedecre tar se co-en oposici n a numerosas malas. As, al ac tuar encualquiersrtuacion, puede ser racional entanto que los ac tores son --como de-beran ser- tambi nracionales. No o bsta nte , estasuposicindejade: lado lo que es propiamente moral e n la moralidad. Desplazalos fe-nomen os morales del mbito de la autonoma personal al de la het ero-noma apoyada en el poder. Sus tituye el conocimiento de reglas apren-didas por el yo moral formad o en la res ponsabilidad. Co loca la enlos leg isladores y guardianes del cdigo, mientrasq.uehab a responsabilidad con el Otro y con la au tocon-crencia moral, el contexto en el que se adopta un a postura moral., 3. La esincurabJementeaportica. Pocaselecciones(y aquellas rel auvame ntetriviales y demenor importancia existen-cial) son claramente buenas. La mayora de las elecciones morales sehacen entre impulsos contradictorios. Lo ms importante, sin e mbar-1l\'TRODUCCJNes que virtualmente cua lquier impulso moral. si se dej a ac tuar pi e-go, .. I (d . .name nte tieneconsecue nciasmmora es emaneracaracterrsuca,el impulso de preocuparsepo r el Otro, llevado al e xtre mo, cond ucea la aniquilacin de la au tonoma del Otro, a la domi nacin y la o pre-sin) . No obs tante, ni ngnimpulsomoralpuedeinstrumentarse amenos que el actor moral se proponga seriamente hacer un esfuerzoal lmite. El yo moral se mueve, sie nte y acta e n el contexto de la am-bivalencia y es acosado por la ince rtidumbre. De ah que la sit uac inmo ral libre de ambigedades nicamentete nga la existencia utpicadel horizonte quizs indispensabl e y el estmulo de un yo moral, perono unobjetivo realista de prctica tica. Pocas veces los actos moralesprovocanuna satisfaccin completa; laresponsabilidad que gua alapersona moral siempreseadela ntaaloquesehahechoopuedehacerse. Noobstantelos esfue rzos encontraro, lain certidumbreforz osamente debe acompa arla co ndicin del yo moral. De hecho.podramos reconocer al yo moralpor la incertidumbre e ntorno a sihahechotodolo que debera hacerse.4. Lamoralidadnoes universal: Estaafir macinnonecesariame n-te avala el relativismo moral, ex presado enlaproposicin frecuente-mente mani festada y e n apariencia similar: que cualquier moralidades una cos tumbre local - y temporal-; que lo que es moralenun lu-gary momentodados seguramenteser despreciadoenotro, y quepor ende todotipo de conductas morales pract icadas hasta ahora sue-len ser relati vas a un det erminad o momento y lugar, afectadas por loscaprichos dehistoriaslocales otribales y por invenciones culturales .Por lo ge neral. esa proposicin suele relacionars e con una amonesta-cin enco ntr a de comparar moralidades y, sobretodo, encontra decualquier a nlisis de otras queno sean las fuentesmeramente acci-dental es y continge ntes delamoralidad. Ar gumentar en contra deesta visin demoralidad claramenterelativista y. a finde cue ntas, ni-hilista. La aseveracin de quela"moralidadnoesun iversal ", tal co-mo apa rece eneste libro, tie ne un significad o di stinto:se opone alaversin conc reta de universali smomoral que, enla poca moderna,se co nvir tien una declaracin apenas disfrazada del intento de pro-mover laGleichschauung; esto es, una arduaca mpaa para aplastar lasdiferencias y, sobre todo, eliminar las fu entes "salvaj es" - autnomas,estridentes e incontrol ad as- de j uicio moral. Aun cuando se recono-ce la presente diversidad de creencias morales y acc iones promovidasdesdelas instituci ones, ascomo lapasada y persistente variedadde21posturas moral es individuales, el pensami ento y la prct ica modernosla co ns idera banun a abomi nacin y unreto, eintentaron superada.Perono lohicieron demaneraabi erta, no enel nombre de ampliarel cdigo tico preferido a pu eblos qu e viven conforme a cdigos di -fere ntes y estrechando el co ntrol sobrepu eblos ya dominados, sinosubrepticiamente. en el nombrede una nica ti ca humana quesu-plantara cualquier distorsin local. Estos esfuerzos. tal como lo vemosahora, nopodrantomar otra forma quela sustitucin dereglas ti-casheternomas, impuestas desde afuera, por la responsabili dad au-tnoma del yo moral (Jo cua l significanada menos que la incapacita-cin, incluso la destruccin del yo moral). Por cons iguiente, su efectonoestantola"universa lizacindelamoralidad" comoel sile ncia-mient o del impulso moral y la canalizacin de la ca pacidad moral ha-ciametas soci almente designadas que podran incluir y, dehecho in-cluyen, propsitos inmorales.5. Desde la perspectiva del "ordenracional ", la moralidad es y se-rirracional. Para cualquier totalidad social que insis teen la unifor-mi dad y en la accindisciplinada y coord inada, late rca y resistenteautonoma del yo moral resultaun escndalo. Desde la mesa de con-trol de la sociedad. se co nsi dera el germen del caos y la anarq ua den-tro del orden; el limite exterior permi tido a la razn(o a sus autode-signados por tavoces y agentes), para disear e instrumentar lo que sehaya procl amado co mo el arreglo "pe r fecto" de la co nvivenc ia huma-na. Los impulsos morales son, no obstante, unrecurso indispensabl eparala administracin decualquieradees tosarreglos"existentes";suministran la materia pri ma de la sociabilidad y del compromiso co nlos dems, en los cuales se for mantodos los rdenes soci ales. Tienenque ser, por ende, domesticados, restringidos y explotados, ms quesuprimidos y proscritos. De ah la ambivaJ encia endmica co n la qu elas administraciones soci alestratanal yomoral : elyo moral necesitacultivarse sin que se le d rienda suel ta; debe podarse co nstantemen-te para que mantenga la forma deseada, sin sofocar su crecimiento nisecar su vitalidad. La admi nistracinsocial delamoralidad esunaoperacin co mpleja y deli cada que no puede sino precipitar ms am-bivalencia de la quelograelimi nar.6. Dado el efecto ambiguo de los esfuerzos sociales en la legislacintica, ca bria suponer quela respo nsabilidad moral- ser para el Otroantes queestarconel Otro-- es la primera realidad del ser, unpuntodepartida ms que un producto dela sociedad. Antecede cualquier>lNTRODUCCIl'. o conel Otro. ya sea por medio del conoc imiento, la eva -comprom1s . # . .. # l sufri mientoola acere n. Por ellononen eun fundamen-luaclon, e . #" ofactor determinante. Ypor la mi sma raz n por la q ue suLO ,causa . . .. . nopuedeser mani pulada, lanecesidaddesupresenciaeXistenCiaresulta convincente. A falta de un fundamento, la preguntatampOCO- t O es posible?" ca rece de sentido cuando setrata delamoral i-"cuan .d ~ d , yaque le pide a sta que se justifique cua ndo~ o tiene una excu-ue precede el surgi miento del co ntextoSOCIal dentro del cuala pq .los trminos para las justificaciones y excusas aparece n y u.enensen-tido. La pregunta exi geque lamoralidadmuestresu certificadod ~origen, pero no exi ste un ser antes que .el yo moral , ya quela morali -dadeslapresencialtima, nodetermin ada; dehecho, unact odecreacin ex nihilo, si es que puede haberlo. Esta pregunta, por ltimo,supone tcitamente que la responsabilidad moral es un misterio con-trario a la razn. que los yos nopodran ser "normalmente" moralessalvo por alguna causaespecial y poderosa; que para ser morales, losyos deben primero sacrificar o ce rce nar algu na parte de ellos; la mscomn, la premisa de que dado que la accinmoral es extraamentegenerosa. el elementosacrificado es el in terspropi o. Esto suponeque ser parael Otro ms que parauno mismo es "contrario a lanatu-raleza"; y quelas dos modali dades deser estn enoposicin. No obs-tante, la responsabilidad moral es preci samente el ac to de autoconsti-tucin. El sacrificio, si es que lo hay. ocurre en el camino que va del yomoral al yo soci al ; del"serpara " a"estar con ". Transcurrieron siglosde discurso legal sustentado en el poder y la indoctrinacin filosficapara quelo opuesto resultara evidente.7. A partir delo anteri or, podemos afirmar qu e, contrar iotantoala opininpopular como al triunfalismo de"todo se vale" de ciertosautores posmodernistas, laperspectiva posmoderna sobrelos fen-menos morales no reuela el relativismode la moralidad. Tampoco debeabogarpor el"no puede hacerse nada" frente a una variedad en apa-rienci a irreductible de cdigos ticos, ni recomen darlo. Ms bien se-a lo contrario. Las sociedades modernas practican unparroquialis-010 moral bajo la mscarade promover la tica un iversal. Al exponerla incongr uencia fundamental entre cualquier cdigo tico apoyadoen el poder. por una parte, y la condicin infini tamente co mpleja delyo moral , po r la Otra, y al dejar clara la falsedad de la pretensin socialde ser el autorlti mo y el n ico guardinconfiabledelamoralidad,la perspect iva posmodernademuest ralarelatividaddeloscdigos22 Z\l.:MUNTR A U ~ l " - N ticos y de las prcti cas morales q ue recomie nda n o a poyan, como eldese nlacedel parroquialismopoltico delos cdigos ticos quepre ten-de n ser universales, mas no as de la co ndici n mordo) "no cod ificada"y delaconductamoral q uede n unci aro ncomoparroquial. Sonloscd igos ticos los que estnpl agados de relativismo, y esa plaga no essino lareflexinoel sed imen todel parroquiali smotr ibal delos po-d eres instituci onales queusurparon Ia autoridad tica. Superar la va-ri edad ex te ndiendo el alcance de undet erminadopoder insti tucio-nal . poltico o cult ural (comoex igan al unso no losluchad oresmodernos encontra del rel ativismomoral)slopuede llevara susti-lui r anms la tica por lamoralidad, el cd igo por el yomoral, lahe teronoma por la autonoma. Lo que ha logrado la perspecti va pos-moderna al rechazar las profec as delainminentellegada de la u ni -versa lidadapoyada e n el pode r es ro mper el grueso velo del mito pa-ra llegar a la condicin moral com n que a ntecede los efectosdiversificadores de la administracin social de la capacidad moral, sinmencionar la necesidad sen tida de una "universalizacin" ad ministra-da de manera similar. Cabr apensar enuna unidadmora l queabar-que a toda lahumanidad, quiz no como e l product ofin al de la glo-balizaci nd el do miniode lospod erespolticosconpretensio nes ticas, sino como el horizon teutpi codela deconstrucci n deafi r-maciones ta les como"despus d em el diluvio" quehace nlos esta-d os-naci n. las naci ones enbusca deles tado. las comunidades tradi -cionales y aqu llasen busca de unatra dici n,tri bus y neotri bus, ascomo sus portavoces y profetas designados y au todesignados; co mo laperspectiva re mota(y, por ende, utpica ) d e la e manci paci ndel yomoral autnomo y la re ivindica cin de suresponsabilidad moral; co-mo un prospect o de yo moral que ve hacia adelan te, sin caer enla ten-tacin de escapa r de la inherente e incu rabl e ambivalencia en que esaresponsabilidadloar roja y que seha co nvertido ensu sino. y quesi-gue espe rando co nvert irse ensu destino.A lola rgod e l libro, sea nalizarnestostemas, e nca dacap tulod esd eu n ngulodifere nte . Cabeadve rtira l le cto rquecomore-su lt ado de este a nlisisnosur giru ncdigo t ico, comotampo-co podra con te mpla rsenin gn cd igo tico alaluz d elo quesed es arrollar en elcami no. El tipo de comprens inpara la co ndicindel yo mora l que concede el punto de vistaposmodernod ifici lmen-te facilitar la vidamoral. A loms quepuedeaspirar es a hacerl a unpocoms moral.l . RESPONSABILI DAD MORAL, REGLAS TICASSi el mundo nat ural est regido par el desti no y la casualidad, y el mundotcnico ptlT la racionalidad )' 1 entropa, el mundo social no puede sinoexisti r en el temar y el estremecimiento.D ANIEL BEU .Es ci erto que cuanto ms necesitamos ciertas cosas. ms d ificiles con-seguirlas. E indudabl e menteesto seaplica a las reglas ticas comn-men teacordadas, las cuales cabra csperar quetambin seancomn-men teobservadas; reglas que podranguiar nuestra conductaconlosotros - la nuestra hacia los otros y, simultneamente,la d e los otros ha-cia noso tros-- parasentirnos seguros enlapresencia d elos de ms,ayudarnos mutuamente, cooperar de manera pacfi ca y obtener dc lapresencia delos dems unpl acer libre d etemor y de sos pecha.Todos los das nos percatamos d e la urge nte necesid ad de tal es re-glas. En nuestras actividades cotidianas, pocas veces encontramos (porlo menos, la mayora de nosotros) una nat uraleza no domesticada e nsu estado pr sti no, no mal eado ni moldeado por la fuerza; rara vez e n-con tramos artefac tos tcnic os que no sean cajas negras es trechamcn-te selladas con se nc illasinstr ucciones de operaci n. Noobstante, vi-vimosyac tuamos en compaa d e una multitudapa re ntemen teinterminabl e de seres humanos, vistos oad ivinados, conocidos y des-conocidos, cuya vida y acci onesdependen deloquehacemos y. a suvez, influyen e n lo que hace mos, e nlo que pode mos hacer y debera-mos hacer; todo ello d e maneras que no comprendemos ni podemosanticipar.' Co n semejan te vida, el conoci mi en to y la capacidad moral1 En palabras de Daniel Bell, en nuestro mundo -que l prefiere describir como "pos-ind ustrial "-r--, "la gente vi ve cada vez ms fuera dela na turaleza y menos con maqu inari ay artefactos: slo viven con otros}' se encuentran entre ellos,.. Durante la mayor parte dela historia humana, la real idad era la naturaleza... En los lti mos150 aos. la realidad seha vuelto la tcnica. las herramientas y las cosas hechas por el hombre. aun cuando se lesha dado una existencia independiente fuera del mundo cosificado del hombre... Ahora,la realidad se est volviendo ni camente el mundo social " ("'Culture and rehgion in a pos-tindustrial age", ElJUain an Agr 01 Peroasioe Trdmology. Melv nKranzberg, Boulder, West-[23]--W.. _24'SABIl J DADMORAL. REGLASTICASRISpO:"son necesarios con m s frecuencia y urge ncia que el conoci mie nto delas"leyes de la natu ral eza" olas habilidades tcnicas. Empero. nosa-bemos dnde obtenerlas, y e n caso de que est n disponibles e n algnlad o, esdificil queconfie mos e ne llas ciega men te. Como d ijoHansJ onas. unodelos obse r vadores msprofundos denuestr opre dica-mentomoral actual, "n unca hubo tantopoder aunado a tanpoca guaparausarlo... Te nemos lamayo rnecesidad desabid ura cuando me-nos creemos en ella".2Esta discrepancia entre oferta y demand aCS, e n esencia. lo q ue seha descri torecientemen te como la "crisis tica de la posmodernidad ".Muchos diran q uela crisis data detie mpo atrs, y que ms bien de-bera Ilamr sele la "crisis tica de la poca modernaot o Pe ro al margendel nombre, la crisis tiene dimensiones prcticas y tericas .ISCERTl DUMBRE MORALUnadelas dimensiones p r cticas dela crisisderivad elamagnituddelpoder quetenemos. Lo quehagam osnosotros u otros puede te-ner co nsec uenc ias de largo alcance y duracin, que posiblemente noveamos directamente nipodamos predeci r con cl aridad. En tre los he-chos y su desenlace hay una gran distancia-tanto te mporal como es-pacial- que es imposibl e imagi nar con nuestra capacidad de percep-cincomn; pore llo, difici lmen te pod emosmedir la ca lidad den uestras acciones conforme auninventariode susefectos. ! Lo queviewPress. 1980. pp. 3f)-37). Las arrasadoras generalizaciones deBell resultaranmen osexageradas de lo qu e parecen a pri mera vi sta si aceptramos qu e le confieren a la idea de"rea lidad" el aspec toms opaco. resistente einmanej able dela expe riencia vital . Yeselenfoque de esta opacidad lo que ha cambiadocon el tiempo.I Hansj onas, Philowphiral Fmm AmimlCrffll l o Tt'dmologiral Man, Eng lewoodcnrs,Pr entce Hall . 1974. pp. 176. 178.s Anthony Giddens llega incluso a definir la modernidad como una "cultura de res-g(): "El co nce pto de rie sgo es fundamental pardo la manera en q ue tanto actores legoscomo especi alistas tcni cos orga nizan elmu ndo mor al.. . El mundomoral recient e... esapocalpticono porque se di rija inevitab lemen tehacia el desastre. sino porqueintro-d uce riesgos qu e las gener aciones anteriores noenfrentaron". ( Modn-nj ty and &lfl dm-lity: snand SiKUtyin1Ml.auModn-nAg'l' . Cambridge. PoliryPress. 1991, pp. 3-4 . ) Noobstante. ensu estudio pioner o sobre los riesgos qu e genera la "acci n ciega " (y en50-ciedades co nt empo r neas ultracomplejas 1a. 'I. accione s son, por as decirl o. cegadas ins-ti'unonaJ11Inll.t') . U1richBeck obse rv que "no podemos advertir lo que afecta a la saludsUo troshagamos tendr "efectos sec u ndarios", "consecuc n-nosotr O. b ' ' .. . dvcr tidas", quepod ransofocar cualquier uenam tencronyC1as ma# divi # #desastr es j ' sufrimiento que nadi e desean a ma rvmarra: masProvocar# odra afectara personas a las quenunca conoceremos, por le-aun. p . iud i 1 ("' aliemos omuchoque vivamos. Podramos pe rJu icaras ojoS que \ :J #I1e rJudicarnos)inadve rtidament e, por Ignoranciamas quepo re as p . la f, .. n sin que nadie e n particu lar d esee un mal , actue de roaa lemlenCIO, . .da ser acusado de conducirse encontra de la moral. Es lmposl-o pue , dr d 'ble que abarquemos la esca laque po rran e rrvar-se de nuestras acciones con la ImagmaclOn moral que tenemos. Tam-bin resul tanimpotenteslas pocas pero probadas y confiablesreglasticas quehemos hered adod el pasadoy nos ensearo naDespus detodo, nosdicen cmo acercar nos a las y comodecidir quacciones son buenas(y por e nde, debenamos hace r )ycules son mal as (y deberamos evi tar) . dependiendo desus efec tosvisibles y predecibles en ellas. Pero ni siquiera si cu mpliramos las re-las con el mayor escrpuloy LOdos losque nos rodean lasobserva- podramos estar seguros deSen-cillamente, n uest ras herramientastecmcas --el c digo d econd uctamoral, el conj u ntod ereglasqueseguimos- nofueronhechasalamedida de nuestr opoder ac tual.La rigurosadivisin del trabaj o, la experiencia y las funciones re-queridas e nnuestra poca(y de las cuales se sien te tande-sembocan en otra dimensinprctica: bsicamente cualq uiercosaque hagamos involucra a muchas personas, cada una de las cual essempea una pequeapartedelatarea general. Dedad depersonas involucradas estanenorme que nadi epodnaadj u-dicarse, co nrazny conviccin (ni pod r aasignrsel eanadie) la"autora"(olaresponsabilidad) del resu lt ado fin al : unpecadosino destruye lanaturaleza con nuestrosojos osentimientos". Losefectos"escapan petament e a la ca pacidadhuman a de la percepcin d irecta. Cada vez se enfocan maslos riesgos que no sonvisiblesni perceptibles para las vcti mas:que. en. algunoscasos. tal vez ni siquiera sucedan du ra nt e la vida de los afectados. silla enla epoca desus hij os" (Risk Socil'ty: Tqwards a NnJ.J Modn-niry. MarkRiuer, trad. Lond res. Sage. 1992 ,p. 27). Tale s riesgos no son. ni pueden ser, parte del clcu lo qu e ameced.e al act o; es-tnausentes de los moti vos y las intenciones de la accin. Los efectos nocivos de la ac-cinhuman ano son inlnlri07ltuu y. por consiguiente. no es pos ible saber con certidum-bre cmo podra evitarlos una penonamoral. Tampococ mo pu.cde nserobjetoi.ncluso de una evaluacinmoral IX posl Jado. que se les atribuye a accio nes mo-hvod