bastenier miguel angel - el blanco movil curso de periodismo

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Miguel ngel Bastenier

de El Pas

El blanco mvil Curso de periodismo Con la experiencia de la escuela

Ediciones Santillana 1 edicin: abril de 2001

(c) Miguel ngel Bastenier (c) De esta edicin: 2001, Grupo Santillana de Ediciones, S.A. Torrelaguna, 60. 28043 Madrid

Telfono: 917449060 Telefax 917449093

Impreso en Espaa por: Unigraf, S.L., Mstoles (Madrid) I.S.B.N.: 84-03-09242-3 Depsito legal: M. 11.166-2001

Miguel ngel Bastenier ha escrito un libro apasionado y apasionante, en ocasiones airado y siempre cultamente escptico. Nos presenta aqu una reflexin prctica o una teora en movimiento para el trabajo periodstico: un sistema, como l lo llama, para ponerle nombre a la realidad, destriparla y observarla. ste es un manual que responde a todas las preguntas que se pueda formular el estudiante de periodismo mediante la descripcin de una constelacin de gneros que abarca la totalidad de la gama posible de su trabajo. De suma utilidad para el futuro profesional, es tambin un libro de reflexin, a veces sarcstica pero siempre amena e inteligente, que interesar asimismo al pblico culto en general. Despus de la lectura de la obra de Bastenier, ya no se leen los peridicos de la misma manera. I Miguel ngel Bastenier graduado en periodismo por la extinta Escuela Oficial y licenciado en Derecho, Historia y Lengua y Literatura Inglesa, es subdirector de }El Pas} encargado de las relaciones internacionales y profesor de Historia Poltica Contempornea de Oriente Prximo en la Fundacin Ortega y Gasset. Entre 1968 y 1982, fecha en la que particip en la fundacin de la edicin catalana de }El Pas}, trabaj en la prensa de Barcelona, donde fue director de }TeleExprs} y subdirector de }El Peridico de Catalunya}. Ha publicado }La guerra de siempre}, sobre el conflicto de Oriente Prximo, y ha colaborado en numerosos libros colectivos sobre asuntos de poltica internacional.

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A Josep Pernau, que me ha enseado mucho ms de lo que s.

Prlogo Lo que no acabamos de ser es lo que somos Al cumplir la Escuela de Periodismo Universidad Autnoma de Madrid/El Pas sus quince aos de existencia se publica su primer manual de Periodismo. Su autor, Miguel ngel Bastenier, es uno de sus mejores profesores. Quiz otros docentes pongan pronto por escrito los contenidos de sus clases, por lo dems fundamentalmente prcticas, lo que servir para ahondar en un tipo de enseanza que hemos procurado impartir. En la Escuela siempre se ha considerado que, en general, el periodismo no dispone de teora por ms que en ocasiones sta se haya querido inventar de forma artificiosa; el periodismo es, en esencia, una prctica sobre la que, a veces, se puede teorizar. Pero no al revs. Por ello, durante estos tres lustros los casi seiscientos alumnos que han pasado por las aulas de la Escuela -las aulas no son tales; son redacciones como las de cualquier medio de comunicacin- se han conformado, o se han sobrado, con los apuntes y las explicaciones verbales de los profesores, en casi todos los casos periodistas en ejercicio, no acadmicos de Ciencias de la Informacin. Este curso de periodismo aparece, adems, en un momento-frontera para la profesin. En la interseccin de dos siglos se discute con apasionamiento y confusin sobre los contenidos del ser periodista. La multiplicacin de medios visuales, digitales, compite con la esencia de los medios analgicos, escritos; y todos, alumnos y profesores, debemos atender a los nuevos contenidos y herramientas del periodismo, llmese oficio o profesin. Algo tendr que ver con el hecho de que en 12 9 la ltima dcada del anterior milenio fue cuando ms ejemplares de diarios se vendieron, y que desde entonces las ventas de la prensa escrita han empezado a disminuir por goteo, pero ininterrumpidamente (la tendencia, para ser indiscutible, necesita ms tiempo de experimentacin). Nietzsche dijo: "Somos profundos, volvamos a ser claros". sta es la principal virtud de este curso de periodismo que huye en sus pginas de un falso academicismo que ha desprestigiado tantas veces a las ciencias sociales y a las denominadas ciencias de la informacin. En muchas ocasiones, algunas de ellas muy cercanas, el descrdito de la enseanza del periodismo

ha venido asociada a una solemnidad falsa, sobrevenida, artificial. Y ello lo tiene presente Bastenier, al que gusta poner las cosas en su sitio; cuando estn a ras de tierra, y cuando sobrevuelan por el espacio, tambin observando irnico los forzados sobrentendidos que se fabrican circunstancialmente para crear, repito, solemnidades vacas. No vale la metainformacin, dice; cualquier marciano que aterrizase un da en la Tierra debera entender el peridico sin haberlo ledo el da anterior, ni algn otro da. O combatiendo los tpicos que nos afligen y de los que somos culpables (espaolito de a pie, lder carismtico, dar luz verde, crnicas de una muerte anunciada...) los periodistas que buscamos ingenio en voces colectivas, populares, que fabrican sin cesar latiguillos que prenden en el pblico hasta el aburrimiento. Este libro es un dilogo con el lector curioso. Para leerlo, para discutir con su contenido no es necesario ser estudiante de periodismo ni periodista. Tan slo lector: consumidor de informacin. El cliente de los medios de comunicacin encontrar en l explicaciones a lo que tantas veces se pregunta. Por ejemplo, el texto responder con suficiencia a la crtica tan frecuente de que los medios slo publican el lado malo de las cosas y que obvian lo positivo, lo fantstico de lo que sucede: el periodismo no publica buenas ni malas noticias, sino 12 11 sorpresas, lo que se interrumpe, se rompe, estalla, no el encefalograma plano de la continuidad. Naturalmente esto es discutible. Como lo es la versin del periodismo que se aporta, alejada de sinnimo de servicio pblico. El periodismo como puro cumplimiento de un contenido informativo, "en las antpodas del periodismo salvacionista de presuntos pedagogos y agentes del bienestar ciudadano". No hay ley de acero que comunique indefectiblemente al periodismo con el bienestar del gnero humano. De acuerdo con la definicin general, ?no hay excepciones para ese no compromiso?, ?no han de tenerse nunca en cuenta las consecuencias inducidas de una noticia publicada (o de una noticia no publicada)? "No hay periodismo neutral, contrapuesto a otro periodismo de toma de posicin; slo hay un periodismo profesional que, partiendo de posiciones de neutralidad, toma posiciones con el respaldo de la informacin de que dispone", escribe el autor. Pero ?sirve la limpieza de su bistur meditico, por ejemplo, en coyunturas como la del Pas Vasco en la que lo que est en juego es la libertad de expresin o, ms genricamente, la libertad de los ciudadanos? ?Vale la descripcin de la desigualdad, por ejemplo, en el conflicto rabe israel? Estas preguntas son en parte retricas. Conozco los matices de Bastenier porque reconozco su labor profesional en tantos lugares. Pero hay que explicitarlos. Lo que hace es teorizar la objetividad para actuar como Moiss, que sabe que nunca llegar a la tierra prometida, pero que

no renuncia a caminar hacia ella. La utopa (la objetividad) nos recuerda que, aunque no haya recetas milagrosas, el periodismo no slo debe ser administrado, sino cambiado y mejorado. Y ello no debe darnos miedo. La objetividad. Concepto del que abomina el autor de este texto, pero que utiliza como un cuchillo para dar sus opiniones subjetivas. Si hay un periodista subjetivo (valga la redundancia) se es Bastenier, que cree que, en el extremo, la objetividad 13 13 significa que todos los medios seran iguales, sin seas de identidad. La objetividad es slo una palabra, una invocacin terica, un santo y sea; pero que la objetividad no exista no significa que no haya que trabajar con }fair play}, con la honradez del punto de partida, con la ausencia de }parti pris} por parte del periodista. Con estos puntos de vista ?se puede ensear el periodismo? Es discutible, tanto como las tesis que se defienden en este manual. Pero lo que es seguro es que se puede aprender. A ello quiere contribuir este libro tan prctico y a la vez tan reflexivo, que polemiza incluso con el propio concepto de periodista. Para poder hablar con propiedad de la existencia de una profesin tienen que darse al menos dos condiciones: el establecimiento de un conjunto de intereses comunes entre los que la practican, y el desarrollo de un programa especfico educacional y preparatorio para su ejercicio. Muchas veces se puede dudar, en lo cotidiano, de que en Espaa existan las dos condiciones, o incluso una sola de ellas. El autor opina que periodista puede serlo cualquiera, lo que no es equivalente a que cualquiera pueda ser un buen periodista. El periodista se define en negativo. No es sino la suma de lo que no es. No es novelista, socilogo, historiador, escritor, poltico, economista, etctera. Lo que no acabamos de ser es lo que somos. ?Existen garantas suficientes para los ciudadanos, ms all del ordenamiento legal general, de que los periodistas, tal y como han sido descritos, no van a abusar impunemente de sus poderes? En algn sitio he ledo, y lo he utilizado en ms de una ocasin, la historia de Noam Chomsky, el lingista norteamericano, que fue al dentista; el mdico, al examinarlo, observ que le rechinaban los dientes. Consultada su mujer revel que ese rechinar no tena lugar en horas de sueo. ? Cundo entonces? Tras un exhaustivo interrogatorio se demostr que al intelectual le castaeteaban los dientes por las maanas, cuando lea la prensa. Preguntado acerca de 14 15 cmo era posible tal acto reflejo, Chomsky suspir, como si viera por adelantado todas las estpidas perversiones de la verdad que estaba condicionado a seguir leyendo durante el resto de su vida, sacudido cada maana por furiosos actos de reprobacin. Descritos y analizados los rudimentos de la profesin y su prctica, echo de menos la siguiente reflexin que tenemos pendiente hacer: pasar del periodista individuo al periodista profe-

sin. A sus problemas y deficiencias. Hace poco tiempo, el periodista polaco Ryszard Kapucinski -uno de los mejores reporteros vivos de nuestro tiempo- hizo unas cuantas reflexiones sobre la adulteracin de nuestra profesin, que merecen ser compartidas mientras les damos respuesta: --El imperativo del beneficio econmico ha reemplazado en los medios a las exigencias cvicas prioritarias. --En los debates sobre los medios se concede una atencin excesiva a los problemas tcnicos, a las leyes del mercado, a la competencia, a las innovaciones y a las audiencias, y una atencin insuficiente a los contenidos. Cuando los medios hablan de ellos mismos enmascaran los problemas de fondo con la forma; sustituyen la filosofa con la tcnica. Se preguntan cmo editar, cmo montar o cmo imprimir y en cambio no cuestionan lo que quieren editar, montar o imprimir. El problema del mensaje es reemplazado por el del mensajero. Desgraciadamente, como lamentaba Marshall McLuhan, el mensajero tiene tendencia a convertirse en el contenido del mensaje. --Las tecnologas punta han provocado una multiplicacin de medios. ?Cules son las consecuencias? La principal es el descubrimiento de que la informacin es una mercanca cuya venta y difusin puede proporcionar importantes beneficios. Antao, el valor de la informacin iba asociado a diversos parmetros, en particular al de la verdad. Hoy todo ha cambiado. El precio de la informacin depende de la demanda, del inters que suscita. Lo que prima es la venta. Una informacin ser juzgada sin valor si 15 17 no consigue interesar a un amplio pblico. --Los periodistas puros que antes dirigan los peridicos han sido reemplazados a menudo a la cabeza de las empresas por hombres de negocios. --Desde que est considerada como una mercanca, la informacin ha dejado de verse sometida a los criterios tradicionales de la verificacin, la autenticidad y el error. Ahora se rige por las leyes del mercado. Esta evolucin es la ms significativa entre todas las que han afectado al mundo de la cultura. El mercado se ha salido de su espacio natural econmico y hace imperialismo con la informacin. --La guerra interna entre los grupos mediticos es una realidad ms intensa que la del mundo que les rodea. --?Cmo entender el mundo? Hasta ahora se aprenda la historia gracias al saber que nos legaban nuestros ancestros, a lo que contenan los archivos y a lo que descubran los historiadores. Hoy, la pequea pantalla es la nueva (y prcticamente la nica) fuente de la historia, destilando la versin concebida y desarrollada por la televisin. --Vivimos un mundo paradjico. Por una parte se nos dice que el desarrollo de los medios de comunicacin ha conseguido unir a todas las partes del planeta (la globalizacin); por la otra, la temtica internacional ocupa

cada vez menos espacio en los medios, ocultada por la informacin local, por los titulares sensacionalistas, los cotilleos, los personajillos y toda la informacin mercanca. Completar las reflexiones y los interrogantes de Kapucinski, que muchos nos hacemos, sobre la prdida frecuente del carcter tradicional de contrapoder del periodismo, es un desafo para la Escuela de Periodismo UAM/El Pas -que naci para dudar, adems de para ensear- y para futuros manuales sobre nuestra profesin y sus mutaciones. Joaqun Estefana, director de la Escuela de Periodismo UAM/El Pas 16 19

Introduccin Este libro es un manual, pero no exactamente un manual escolar; este libro es un manual del curso de la Escuela de Periodismo UAM/El Pas, una materia, esta del periodismo, sobre la que es complejo imaginar que se pueda impartir una enseanza acadmica; la pretensin, por ello, de este texto es la de ser a la vez que un dilogo con el alumno, o con el lector interesado, tambin una exposicin, inevitablemente subjetiva, de cmo se practica el periodismo en nuestro entorno cultural; una interrogacin aneja sobre qu es o qu puede ser eso del periodismo; y, como itinerario de fondo, un recorrido pormenorizado del trabajo que durante un ao, de enero a diciembre, se realiza en la Escuela de este peridico. Sin el concurso, por tanto, de las catorce promociones que han llenado en otros tantos aos las instalaciones de Miguel Yuste, 40, este esfuerzo no habra sido posible. Pero, si la materia prima que hemos de manejar es el periodismo, parecera apropiado que antes tratramos de establecer unas mnimas coordenadas para apuntar en qu consiste. El periodismo, ya se ha apuntado, difcilmente se ensea, pero s se aprende. Y no necesariamente en una escuela o facultad. Es til, pero en absoluto imprescindible que as sea. Existe una diferencia esencial entre los estudios de Periodismo y los de cualquiera de las profesiones liberales de todos conocidas. Derecho, Ingeniera, Arquitectura, Medicina, son todas carreras que poseen un contenido positivo, evolutivo por supuesto, pero indiscutible. La sociedad se protege contra los que deseen un da ejercer como abogados, ingenieros, arquitectos, mdicos, etctera exigiendo que los interesados cursen determinados estudios durante un cierto nmero de aos para que obtengan un papelito enmarcable, en el que se da fe de que 18 21 esa persona ha adquirido, tericamente al menos, los conocimientos imprescindibles para ganar algn pleito, para que no se le caigan irremediablemente las casas, o para que no sufran indebidamente los enfermos. La sociedad

carece, en cambio, de las debidas garantas contra el abuso o mal uso del oficio o profesin -ambos trminos me parecen correctos- de periodista, ms all de lo que la protejan las disposiciones del ordenamiento jurdico vigente. Y siempre a posteriori. ?Por qu? Porque el periodismo carece de corpus, currculo -}pensum}, como lo llaman en Colombia- del conjunto de doctrinas o normas recibidas, que puedan estructurarse a manera de compendiogua, ms all de unas generalizaciones que parecen ya un poco desgastadas por el uso. Por eso, este libro no puede ser un autntico manual escolar, porque es limitado el acervo con el que proceder a una escolarizacin del aspirante. No ignoramos que en el caso de las profesiones anteriores, la prctica, el enmaraamiento con la realidad -si es que, como veremos, el trmino realidad tiene algn significado- va a ser siempre decisiva para que el licenciado pueda considerarse abogado, mdico, arquitecto o ingeniero. Pero, aun as, el canon es algo tangible. ?Qu ocurre, entonces, con el periodismo? El periodista no es un novelista, aunque, inevitablemente, sus materiales contienen un poderoso aliento de ficcin, de creatividad activa sobre lo que percibe; el periodista no es un socilogo, pero qu duda cabe de que en su trabajo habita una sociologa prctica y cotidiana; el periodista no es un historiador, aunque de las hemerotecas los historiadores extraern parte de la materia prima con la que trabajen; el periodista no es un poltico, ni tiene por qu ser un hombre pblico, pero su cercana a los corredores del poder puede hacerle creer que es un agente de la gobernacin del pas, lo que cabe, por supuesto, que sea, pero slo de manera indirecta, como en todos los casos anteriores. 19 23 El periodista puede entenderse, por tanto, como una suma de todo lo que no es: no es un novelista, no es un socilogo, no es un historiador, no es un poltico; luego, la adicin de todas esas imposibilidades o insuficiencias, conforma, de manera muy apropiada aunque especialmente enigmtica, lo que s es. Lo que no acabamos de ser, de una manera mltiple, es lo que somos. Y ese lote es indefinible porque, efectivamente, no existe el corpus doctrinal que exprese semejante suma de negaciones. Por eso, periodista puede serlo cualquiera, lo que no significa que cualquiera pueda ser un buen periodista; y por esa razn hay que admitir que el nico control de acceso a la profesin sea el inters del mercado conjuntamente con el de la sociedad: la aprobacin del lector y la decisin del empresario, que otorgar la condicin de periodista a quien se d la oportunidad de serlo. Todo lo cual por supuesto, no significa que sea intil tratar de adquirir un bagaje a manera de canon para abrir boca, a travs de las instituciones de que se trate. Pero, siempre, resignndose a la evidencia de que en vez

de disponer de una teora que gua nuestra prctica, el trabajo del periodista es una prctica sobre la que, en ocasiones, nos da por teorizar. Eso es lo que trata de hacer esta Escuela. Veamos cmo.

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Captulo I El estado de la cuestin No es imposible que estemos viviendo los ltimos aos de la profesin periodstica tal como se ha conocido, al menos, en el ltimo siglo. Los alumnos de la promocin del 2001 de la Escuela UAM/El Pas, que habrn completado su preparacin en diciembre de este ao, vivirn todava una parte de su carrera, pero no necesariamente la mayor, en un contexto bsicamente similar al finisecular, pero van a asistir durante la misma a enormes transformaciones en el ejercicio de la profesin, que es muy probable que desemboquen, a no tantos aos vista, en una realidad muy distinta de la que hoy an conocemos. Quiz, los libros de historia del periodismo de dentro de unas dcadas researn, a manera de piadosa elega, este tiempo nuestro como el del comienzo de la gran mutacin. La tecnologa de la fabricacin de diarios ha conocido durante el siglo Xx grandes progresos, pero, bsicamente, de tipo ms cuantitativo que cualitativo. Hemos pasado de la mquina de escribir y del hot type o plomo a las pginas directamente pergeadas en el ordenador, as como nos valemos tambin de la transmisin va satlite para volatilizar y materializar pginas de peridico para su impresin a miles de kilmetros de distancia, y, ltimamente, al diario electrnico, que, aunque dentro de pocos aos pueda parecer prehistrico en su tosquedad actual, existe slo desde que, por razones militares, el Pentgono norteamericano creara en 1993 la }World Wide Web}. El nmero de }host computers} conectados a Internet ha crecido de 130.000 en 1989 a cerca de 35 millones a fin del siglo pasado, con lo que, si calculamos unos cinco usuarios por aparato, eran ya cerca de 200 millones los pinchados a la red en el ao 2000, con un crecimiento exponencial en perspectiva. 22 27

Todava hoy, sin embargo, el gran vehculo de la prensa diaria es el mismo que hace cien aos. Por muy notables que hayan sido los avances producidos, por mucho que haya cambiado, al mismo tiempo que la tecnologa de prensa, la tcnica profesional de rellenar diarios, un hecho troncal se ha mantenido: el soporte papel. Las pginas de los diarios de hace cien o ms aos son enormemente diferentes de lo que entendemos hoy por prensa profesional, pero su esencia no ha variado en la relacin del lector con el producto: se despliega el peridico a tenor de su formato (universal o }broadsheet}, tabloide y todos los hbridos de ambos); se lee de una manera muy fsica, muy material, casi con el movimiento de cabeza de quien ve un partido de tenis; se abarca de una ojeada la totalidad de la pgina, que tiene una arquitectura informativa determinada, cuya percepcin ya es en s misma una primera interpretacin del mundo; el ordenamiento consecutivo en secciones del peridico, su impecable orden interno, con todo lo cual estamos ya tan familiarizados, nos permite, si lo deseamos, comenzar a leer un texto por el final, arrancar en cualquiera de sus prrafos intermedios, o combinar la lectura casi simultnea de varias informaciones a dosis determinadas por el usuario. Todas ellas son posibilidades de aproximacin al peridico que contribuyen a darle a la lectura una tangibilidad fsica hasta construir una relacin ntima y sensorial con el diario. Todo eso no lo podemos encontrar en la lectura de una publicacin virtual. La palabra, escrita pero titilando de manera apenas perceptible sobre una pantalla, es el nico nexo de unin de un futuro que ya es presente con un presente que corre el peligro de ser cada da ms pasado. Las estadsticas slo sirven para explicarse a s mismas, pero, probablemente, no es ocioso creer que el estancamiento de cifras de ejemplares de prensa vendidos y el nmero de publicaciones hoy existentes en el mundo occidental tiene que ver con el desarrollo de esa otra forma de leer pe22 29 ridicos. Redondeando cifras, de algo ms de 1.500 publicaciones diarias en los pases de la Unin Europea que existan en 1995, hemos pasado a una prdida neta de unos 50 ttulos, mientras que en Estados Unidos, de unas 5.500 publicaciones en idntica fecha, ha bajado el total en algo menos de un centenar. Paralelamente, la venta total de diarios en Europa y Estados Unidos es sustancialmente la misma, a comienzos de 2001, que en 1995. En el desglose por pases y zonas culturales, las cifras no tienen, sin embargo, por qu ser uniformes; pases menos dados a la lectura, como Portugal y Grecia -por debajo del consumo de 100 ejemplares por 1.000 habitantes- y en menor medida Espaa, con algo ms de 100, gozan de un margen de crecimiento potencial mayor que los mejor dotados como Noruega y, en general, el mundo escandinavo, donde el ndice oscila en torno a los 500 ejemplares.

Es probable, en consecuencia, que hayamos llegado en este trnsito entre los siglos Xx y Xxi al volumen mximo de venta de diarios, en soporte papel, que el mundo ha conocido o va a conocer. Los que entran, por tanto, este ao 2001 en esta antesala de la profesin que es la Escuela de El Pas o en las Facultades de Ciencias de la Informacin -en general, llamadas de Comunicacin en Amrica Latina- que sepan que el empleo en la prensa de papel, y en particular en los diarios de informacin general, es una piel de onagro que se encoge, aunque, como compensacin se est creando un importante volumen de empleo en los portales de Internet, que, tras el necesario desbroce del trigo y de la paja, habr de constituir la fuente de trabajo ms pujante en los aos venideros. El currculo de la escuela El esquema de trabajo en la Escuela es el siguiente: el curso es de un ao natural, a comenzar en enero, poco despus de Reyes, con la conclusin 23 31 en diciembre, apenas unas fechas antes de Navidad. La actividad lectiva se divide en tres grandes tramos. Dos cuatrimestres, tan largos que son de casi cinco meses, y un perodo intermedio de prcticas, de dos, que los alumnos realizan como profesionales formados en alguno de los medios de comunicacin del Grupo Prisa incluido El Pas. El primer cuatrimestre se consume inicialmente con un corto perodo de familiarizacin con el aparataje tecnolgico, que es exactamente el mismo que el del diario, y una preparacin terico-prctica, con mucho ms acento en lo segundo, distribuida en dos grandes reas: el conocimiento especfico de las diferentes secciones del peridico en materias individualizadas, que se limita a ese primer cuatrimestre, y un planteamiento troncal que llamamos }reporterismo y redaccin}, cuya duracin abarca todo el ao, y que, como denominacin, es slo uno ms de los nombres de la rosa para designar cmo se hace un diario. Tambin tratamos de las publicaciones no diarias, como es el caso de los semanarios, pero nuestro material de base es lo que llamamos, errneamente, peridicos, cuando son diarios. Las pginas que siguen se ocuparn exclusivamente de este ltimo transcurso, con el acento en el }qu} y el }porqu}. El segundo cuatrimestre es exclusivamente prctico, como en su momento veremos. Pero, an hay que dar cuatro pasos por las nubes antes de meternos en las vas de hecho. Sobre la objetividad y otros ensueos Todava se repite como un mantra la famosa declaracin de que }los hechos son sagrados y las opiniones libres}, entre otras cosas porque los hechos cuestan el dinero de ir a buscarlos y opinar puede hacerlo cualquiera senta-

do en su despacho. Eso est bien, si no se nos sube a la cabeza. Efectivamente, lo que es la opinin del peridico, en forma de editoriales no firmados, o artculos 24 33 firmados que expresan una valoracin para subrayar que }esto es mejor que eso, yo recomiendo tal cosa, me gustara que pasara aquello o lo de ms all}, etctera, son un tipo de textos que deben estar claramente diferenciados en su presentacin grfica de lo que comnmente llamamos }informacin}, para que el lector sepa a qu atenerse, dnde hay narracin de hechos presuntamente ocurridos, y dnde se hallar lo que ha de ser un comentario valorativo de los mismos. Pero suponer, realmente, que es posible separar los hechos de la opinin es pura fantasa. No ha habido jams un solo texto, por desnudo que pueda parecer a nuestros ojos, que no contenga alguna carga de opinin en primer grado, siquiera que sea por la colocacin que ha merecido en las pginas del peridico. La objetividad es slo una palabra, una invocacin, un santo y sea al que encomendarnos, porque eso que llamamos la }realidad}, o bien no existe o no tenemos ninguna posibilidad de aprehenderla por la va del conocimiento. Contaba un da Fernando Savater que el escritor Jos Bergamn sola ironizar diciendo que si l hubiera nacido }objeto} sera }objetivo}, pero como naci sujeto era }subjetivo}. La objetividad no existe y no hace ninguna falta que exista, porque si fuera as todos los diarios, al menos los que cumplieran con sus objetivos profesionales, daran siempre prcticamente la misma versin de los hechos, todo habra ocurrido de forma inapelable, al margen de que luego se editorializara de la forma que fuese. Tomemos un hecho aparentemente diminuto. Un ciudadano del norte de frica, por tanto emigrante, ha dado muerte a pualadas a un madrileo en una de las calles adyacentes a la Puerta del Sol. Exactamente los mismos elementos narrativos (filiacin de vctima y victimario, lugar, hora, informe forense, declaraciones de testigos presenciales) dispuestos en el peridico de formas distintas (pgina, posicin, nmero de columnas) contarn tambin historias esencialmente diferentes y, en principio, igual de vli25 35 das y comparativamente tan } objetivas} unas como otras. Pero, ms an, incluso manteniendo inalterables las condiciones anteriores, si comenzamos la historia escribiendo en el primer prrafo "un emigrante" -no digamos ya un "norteafricano"- estaremos haciendo esa cosa tan horrible que es guiarle un ojo al lector, dicindole como quien no quiere la cosa -que es la peor forma de querer algo- }alerta los pueblos, que los asesinos de fuera estn entre nosotros}; si damos, en cambio, ese dato como cierre de la informacin, como una coletilla casi de cariz administrativo en el ltimo prrafo, pero siempre con el mismo fraseo a lo largo de la informacin, estaremos haciendo mucho menos o ningn hincapi en la

peligrosidad del }sujeto}. Obviamente, si en aras de una versin de lo que hoy muchos consideran polticamente correcto, llegamos a la conclusin de que no hay que }fichar} al homicida, basndonos en que cuando un espaol mata a otro espaol no hacemos mencin de nacionalidad alguna, es que estamos ya entonces en mundos diametralmente opuestos. Y, en cualquier caso, uno u otro tipo de diario, segn su visin del mundo, preferira tambin diferentes versiones de lo sucedido. Es cierto que, jugando con las palabras, podemos establecer diferentes cnones terminolgicos, a condicin de que nos atengamos a ellos. Si en vez de opinin, queremos decir -y querremos- que las diversas visiones antes reseadas contienen diferentes }interpretaciones}, porque el trmino opinin lo reservamos para ms altas misiones -y lo reservaremos- no hay tampoco inconveniente. Algn grado de valoracin o interpretacin -u opinin- es siempre inseparable de eso que con gran fantasa por nuestra parte llamamos }los hechos}. El polica veterano de aquella famosa serie de televisin }Cancin triste de Hill Street} (Hill Street Blues), que daba cada maana sus rdenes a los agentes patrulleros antes de que stos salieran a la calle, conclua invariablemente su breve parlamento diciendo: "And take care, out there" ("Y tengan cuidado, ah afuera"). Haran bien los periodistas en seguir esa indicacin porque ese }ah afuera} es la realidad, algo radicalmente ajeno a toda capacidad humana de reproduccin por medio de lo escrito. Cabe decir del periodismo, o de su vana tentativa reproductora, algo parecido a lo que tericos contemporneos dicen de la narracin histrica. El pensador norteamericano Hayden White (1), como los franceses Paul Ricoeur y Roland Barthes, entre otros, niega radicalmente la posibilidad de reproducir los hechos; es decir, que los hechos no tienen ms existencia que la puramente lingstica, porque nadie sabe lo que son, dnde empiezan y dnde acaban. Son tan }reales} como la famosa }nariz de Cleopatra}, sobre la que ironizaba (1) }The Content of the Form}, Johns Hopkins University Press, 1987. E. H. Carr (2), y que, supuestamente, haba cambiado el curso de la historia. De una forma muy explcita el socilogo francs Duverger nos pone en guardia: "Antes que buscar una objetividad o una neutralidad, inaccesibles, el }socilogo} debe ser consciente de la imposibilidad de prescindir de las ideologas en las que vive, a fin de limitar la definicin que resulte de todo ello. Y esto implica de salida que sea consciente de su propia ideologa y que lo confiese. Y acto seguido, tener en cuenta no slo su }ideologa}, sino la de }los otros} para construir sus hiptesis y sus teoras (3)". Slo hace falta sustituir }socilo-

go} por periodista, que ya hemos visto que lo es en alguna forma sin necesidad de tener conciencia de ello, }ideologa} por puntos de vista o preferencias personales, y }los otros} (2) ?}Qu es la historia}?, Seix Barral, 1972. (3) Maurice Duverger, }Sociologie de la politique}, PUF, 1973 (traduccin del autor). 27 39 por el mundo alrededor, para que la cita sea tan impecable como implacable. La realidad puede que exista o no, puede que seamos o no capaces de definir en qu consiste, pero lo que s es seguro es que ese conjunto magmtico que se ofrece al periodista integrado por ruidos, colores, rfagas de luz, partculas de polvo, radiaciones en suspensin y hasta sentimientos que se cortan con un cuchillo de los de matar es irreproducible, irreconstruible, no extrapolable; y no slo, a causa de las obvias dificultades que presenta su comprensin, por la existencia de variados y muchas veces contradictorios puntos de vista hasta para mirar un cuadro, como subrayaba un gran decano de la prensa italiana, Eugenio Scalfari, en una leccin inaugural del curso de la Escuela, sino porque lo que ocurre }ah afuera} y lo que ocurre }aqu adentro} no tienen ninguna relacin entre s que permita la transcripcin de un medio a otro. La palabra escrita, o hablada, es una realidad en s misma, un medio que no tiene nada en comn, ningn rea de superposicin, con los hechos que se supone que est describiendo. Es slo una convencin la que hace que creamos que determinados signos en el papel reproducen }fielmente} lo que ha pasado; contrariamente a ello, no reproducen nada, pero s son una representacin de eso que decimos que ha ocurrido, dentro de su propia materialidad intelectual, distinta pero }equivalente} a lo que decimos que ha sucedido. Estamos, por lo tanto, creando una nueva realidad que es una narrativa, entre muchas posibles e igualmente vlidas, del }out there}. Pero, ?significa eso que si Dios no existe, como dijo Karamazov, todo est permitido? Por supuesto que no (4). Si la objetividad no existe, ni es deseable en s misma, lo que s existe, en cambio, es lo que los anglosajones llaman el }fair play}; la honra (4) Fiodor Dostoievsky, }Los hermanos Karamazov}, mltiples ediciones en todas las lenguas del planeta. 28 41 dez del punto de partida, la ausencia de } parti pris} por parte del periodista. Cuando nos aproximamos a lo que hay por ah, cuando lo omos, vemos, tocamos, nos dirige la palabra, e interaccionamos con ese mundo exterior, hemos de obrar con la ms estricta neutralidad, o combatir con nosotros mismos para que as sea, puesto que hay que partir de la radical imposibilidad de la objetividad en nuestro trabajo. En un seminario organizado por la Fundacin para un Nuevo Periodismo

Iberoamericano de Gabriel Garca Mrquez, que se celebr en noviembre de 2000 en Cartagena de Indias (Colombia), uno de los asistentes, acadmico de Oxford, sin duda con la mejor buena fe, reaccion ante un alegato de uno de los periodistas presentes, que defenda ese periodismo de la }neutralidad}, con una sentida loa a un periodismo que calificaba enigmticamente "de los valores", en contraposicin a la ausencia del }parti pris} que mencionamos y que le pareca poco menos que un atentado a las buenas costumbres, la Escolstica y santo Toms de Aquino; y, sin embargo, es una posicin fundamental de este libro que slo en la neutralidad residen los autnticos valores profesionales; el no preferir ni a Hitler ni a la Virgen Mara, sino aspirar a dar la mayor y mejor informacin posible a la sociedad, siempre actuando con honradez y siguiendo las reglas del }fair play} con el objeto de la informacin. Esa imposible objetividad y esa necesidad de neutralidad se oponen frontalmente a otra concepcin muy extendida del periodismo como algo ms que el puro cumplimiento de un cometido informativo para facilitar a la sociedad un mejor conocimiento de s misma. En las antpodas de la visin de un periodismo salvacionista propio de presuntos pedagogos y agentes del bienestar ciudadano, este libro sostiene que nuestra profesin no puede ser una extensin del ministerio de Obras Sociales, ni el brazo ms o menos armado de la obra del Padre Po. La misin de procurar que la sociedad se conozca a s misma, y, quiz, por ese 29 43 camino, como cuestin de hecho pero no como objetivo superior, contribuir al bienestar de todos es ya un esfuerzo suficientemente gigantesco como para que no haya necesidad de aadirle el pastoreo de las almas, la alfabetizacin del que no sabe, el socorro al que no tiene y dems tareas propiamente apostlicas, pero en absoluto periodsticas. No hay ley de acero alguna que comunique indefectiblemente el periodismo con el bienestar del gnero humano; ms an, es perfectamente concebible la situacin en la que la publicacin de una noticia relevante y de inters general cause algn dao, al menos a corto plazo, a la apariencia de ese bien comn, como ocurrira cuando, por ejemplo, la revelacin de algn secreto de la cosa pblica favoreciera a los partidarios de uno u otro terrorismo. En esas circunstancias, no hay que dar por sentado tampoco que el periodista est obligado, por encima de todo, a servir a una diosa abstracta e implacable de la informacin publicando lo que sea, puesto que habr que reconocerle siempre el ejercicio de su libre albedro, en virtud del cual podr abstenerse de publicar aquel material tan grvido por simple temor o respeto humano; pero, lo que s estoy diciendo es que tiene derecho a tirar adelante con esa publicacin, cualquiera que sean las consecuencias que se deriven de ello, si cree que debe hacerlo. No hay un periodismo neutral, con-

trapuesto a otro periodismo de toma de posicin; slo hay un periodismo profesional que, partiendo de una posicin de neutralidad, toma posiciones con el respaldo de la informacin de que dispone.

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Captulo Ii Primera aproximacin a los gneros: la informacin seca No hay nada establecido de manera irrefutable en cuanto a gneros; ni cules deben ser, ni cuntos, ni para qu, aunque la variedad de aproximaciones al problema es infinita; de ah que se derive una gran confusin, o, simplemente, un uso tan libre como legtimo de una u otra terminologa. Aqu no seremos diferentes, pero s se tratar de huir de las vaguedades literaturizantes en la utilizacin de unos epgrafes inevitablemente genricos, siempre de la manera ms precisa y coherente posible. La primera pregunta que hay que hacerse es la del porqu de los gneros. ?Es inevitable que existan?, y, por tanto, ?qu nos perdemos si no procedemos a su previa codificacin? La respuesta es que seguramente no nos perdemos nada irreparable, y que el periodismo es perfectamente capaz de existir sin necesidad de que nadie se pare a determinar en qu est escribiendo, como aquel que deca de alguien que hablaba en prosa y no lo saba. Eso no significa, sin embargo, que no sea interesante establecer un mapa previo de lo que llamamos la realidad, de todo aquello que es posible enfocar a priori como asunto periodstico, con unos determinados objetivos e instrumentos de trabajo, de forma que todos los quehaceres informativos se puedan enfocar desde un ngulo terico previo. Circulan por ah definiciones de }gnero} que nos remiten a la vaguedad celestial ms completa. Se dicen y se escriben cosas como que la }crnica} es un texto con un mayor contenido literario que la informacin o la noticia -cuando noticia slo es la materia prima, no la forma de trabajar con ella-, en la que el presunto cronista dispone de unos recursos expresivos que van ms all de lo que sera necesario para una informacin (}nota}, en 32 47 el espaol de Amrica Latina). Todo eso no quiere decir nada, porque nadie sabe dnde empieza o dnde acaba la literatura en el quehacer periodstico, ni qu son eso de mayores o menores recursos expresivos. En esta Escuela se han ido destilando unos puntos de vista acerca de

los gneros, partiendo de la base de que la terminologa es aleatoria, y lo que aqu puede llamarse }crnica} en el chiringuito de al lado puede recibir un bautismo totalmente diferente, y no por ello pasa nada si estamos hablando del mismo o similar tipo de cosa. Lo que se ha intentado, por tanto, es sentar lo ms claramente posible unos criterios de los que se deduzca que estamos escribiendo, al menos predominantemente, en uno u otro gnero. Y el punto de vista que yo he adoptado para establecer una parcelacin en gneros del trabajo periodstico es el de la perspectiva del autor, de forma que su relacin, llammosle de propiedad, con el texto, sea el principal criterio para determinar qu es lo que tenemos entre manos. Estableceremos, as, tres gneros troncales, que denominamos por orden de aparicin en escena: a) Seco o informativo puro; b) crnica; c) reportaje; de manera que a medida que vamos avanzando en la }generificacin} del material informativo, ir aumentando tambin la personalizacin del mismo, la atribucin creciente, por las razones que en su momento veremos, de la propiedad intelectual, del dominio sobre el texto que posea el autor. Paralelamente, como un derivado o subgnero de la crnica, se halla el anlisis (news analysis en la prensa anglosajona), y del reportaje, la entrevista, con todas sus eventuales variantes. El siguiente sera el diagrama que expresa el recorrido desde el punto de mnima personalizacin, el gnero seco, pasando por el gnero intermedio de la crnica, para llegar al grado mximo de intervencin personal, all donde el autor es ms propietario de lo que escribe, que se da en el reportaje. 33 49 +* l %. 1. o %. 2. o 3. % l % l Seco Crnica Reportaje % l Anlisis Entrevista % hj

O, mejor an, dibujemos la grfica de la relacin que sostienen entre s los gneros en forma de crculos concntricos sucesivos. }:? l Reportaje % l }:? % l l Crnica e:i % % l e:i % e:i % % l l }:? % % l l l Seco % % % l l

A partir de un ncleo central, que sera la informacin seca, dibujaramos sta dentro de otro crculo, que representara la crnica, y, finalmente, este crculo intermedio estara contenido dentro del crculo ms exterior, el correspondiente al reportaje. Esta representacin es, posiblemente, la ms precisa porque, como veremos en la explicacin de cada uno de los g-

neros, la crnica incorpora todo lo que contiene el gnero seco, y el reportaje, a su vez, est integrado por todos los recursos expresivos que encontramos en los dos anteriores, crnica y gnero seco. La posicin relativa del anlisis y la entrevista, como derivados o integrantes, respectivamente, del planetacrnica y del planeta-reportaje, no exigen aqu representacin individualizada. Alcance y utilizacin del gnero seco No existe el grado cero de la escritura ms que en el sentido en que lo deca Roland Barthes cuando hablaba de crear precisamente "una escritura blanca, una escritura inocente, una escritura de periodista" (5). (5) Roland Barthes, }Le dgr 34 51 Pero, entendiendo lo periodstico de una manera obviamente distinta a como lo haca el distinguido sabio francs, sabemos que es imposible hallar textos en los que no se d algn grado de opinin, de interpretacin, de visin del mundo. Pero lo que s cabe es tratar de enunciar solamente eso que llamamos }hechos}, sin deslizar opiniones o interpretaciones explcitas, en cuyo caso aspiraremos al grado ya mencionado de despersonalizacin mxima de lo narrativo, de menor apropiacin intelectual por parte del autor. Y para cerrar el crculo de esta primera aproximacin, definiremos como }hechos} cualquier tipo de acontecimientos que pueden verse, escucharse, y tocarse, y, por ello, parcelarse; y trataremos de establecer un modo representativo de los mismos en forma de elementos o unidades narrativas de la manera que el autor crea ms conveniente para la mejor comprensin zero de l'criture}, Du Seuil, 1953. del texto. Todo ello significa que para redactar un texto en gnero seco no podremos escribir "la multitud corre despavorida", porque no es posible ver la condicin de "pavor". Diferentemente, para cumplir las exigencias de este gnero, habr que escribir, por ejemplo, que "la multitud corri en todas direcciones"; es posible que aadamos "gritando", o, en todo caso, de forma que la descripcin del comportamiento de la multitud se lleve a cabo sin una valoracin que vaya ms all de lo fsico, de lo que se est viendo y oyendo. Como vemos, todo ello es algo ms complejo que aquello de "escribir sin adjetivos", como si fuera posible describir nada sin recurrir al adjetivo. Este gnero seco es el habitualmente utilizado por las agencias en los cables que no aparecen firmados. ?Por qu gran parte del material que distribuyen las agencias est redactado en ese estilo deliberadamente tono? Porque no es un material exclusivo, porque se suministra a un gran nmero de publicaciones abonadas, que, por ello, puede darse el caso de que pu35 53 bliquen la misma o virtualmente la misma informacin sobre un hecho o

acontecimiento determinado. La agencia parte en esas piezas no firmadas del supuesto de que el que tiene que pensar, el que tiene derecho a darle un enfoque interpretativo u opinativo a la informacin es el peridico, que se sirve de los cables de agencia -que hoy llegan directamente a los ordenadores de la redaccin- de una gran variedad de formas, pero que si es un verdadero peridico profesional, y no tiene nada que aadir a la historia narrada en los cables, se limitar a publicarlos a lo sumo dndoles una mayor coherencia por medio de su reescritura, pero tan carente sta de enfoque interpretativo especfico como el de la propia agencia. Los grandes diarios, aquellos que aspiren con arrogancia luciferina a explicar el mundo al mundo, estn actuando por debajo de sus pretensiones tericas si se ven obligados a contar historias bsica o exclusivamente construidas con material de agencia, por mucha reescritura que se le d al asunto, y, aunque todo esto es, naturalmente, slo un canon convencional que no pretende decir la ltima palabra sobre nada, parece razonable decir que los diarios no deberan manipular ese material ms all de lo necesario para hacerlo inteligible, lo que puede ser obligado porque, normalmente, se habr tenido que trabajar con una multitud de cables, de los que cada uno cuenta slo una parte de la historia, y entre todos habr que componer una narracin unitaria. Ningn gran diario, por otra parte, deber conformarse con contar historias slo a travs del teletipo, por la sencilla razn de que esa informacin no es suya, se deber publicar con el debido crdito a la agencia, y la propiedad o personalizacin que sus redactores hayan podido darle al asunto ser prxima a cero. El peridico no est sirviendo en el caso anterior un producto exclusivo al lector. Una de las claves, en cambio, en el caso anterior de lo que en la prensa francesa llaman "la fidelizacin" de los lectores es el senti35 55 miento de que el usuario slo encontrar un cierto tipo de material en su peridico, aunque los grandes asuntos de los que la publicacin informe inevitablemente coincidan con los que trate la competencia. La prensa britnica no emplea directamente el material de agencia, salvo en informaciones brevsimas y muy complementarias. Eso no significa, por supuesto, que los peridicos, grandes, pequeos o medianos puedan prescindir de este material. Claro que lo necesitan. Los cables funcionan como una red de seguridad, una estructura que permite a la redaccin disponer de una narracin de acontecimientos casi en bruto, para poner en marcha sus estrategias informativas, distribuir las fuerzas de la redaccin, hacer el mapa diario de lo que se quiere destacar, y, tambin, completar el texto de los periodistas que van a redactar una informacin, puesto que no es descrdito que uno no haya visto, odo o asistido a la totalidad de la representacin teatral que sue

len ser los }hechos}. Los peridicos son, evidentemente, muy libres de adoptar estrategias diversas de cara al lector, en consonancia con los medios de que dispongan o que asignen a determinados cometidos. En la prensa de Barcelona de los aos setenta -tiempos de recuperacin paulatina de un periodismo en libertad en publicaciones desaparecidas la mayora con la transicin-, el autor de este libro desplegaba con algunos esforzados compaeros el mayor ingenio de que era capaz para }romancear}, es decir, reescribir enriqueciendo -pero sin firmar los textos, puesto que estamos hablando de Internacional y de lugares distantes que no haba visitado el annimo redactor de la informacin, por lo que su firma habra sido tan chocante como inapropiada- para hacerlos ms explicativos, ms digeribles, completando con mucho contexto -}background}, en la parla local- la aridez del material de agencia. Esa tcnica o esa trapacera bienintencionada poda ser tolerable en aquella poca y en aquellas circunstancias, pero o tenemos autoridad 36 57 -palabra que, no por casualidad, viene de autor- sobre el material informativo y entonces debemos responsabilizarnos del mismo con nuestra firma, o la alternativa slo puede ser ceirnos a una reescritura seca de los cables. Y, todo ello, sin olvidar que el objetivo del peridico no puede ser nunca el de reescribir, sino el de escribir directamente sobre nuestro conocimiento personal de los hechos informativos. Algunos ejemplos del paradigma seco Veamos en la prensa espaola del 2000 y del 2001 cmo son de secas las informaciones que, segn nuestro canon, deberan indiscutiblemente serlo. Tomado de un diario espaol, y firmado slo por agencia: El hijo mayor del ex presidente socialista francs, Franois Mitterrand, Jean-Christophe, que fue detenido el pasado jueves por su }presunta} vinculacin en un asunto de venta de armas a Angola, reconoci ayer (viernes) a travs de su abogado, que recibi 1,8 millones de dlares (350 millones de pesetas, y 2,1 millones de euros) de la compaa de venta de material militar Brenco International, pero que esa cantidad la obtuvo por medio de operaciones legales. De acuerdo con la declaracin del abogado, Jean-Pierre Versini Campinchi, su cliente recibi "esa suma de dinero porque haba intervenido en distintas operaciones de financiacin bancaria que nada tienen que ver con el trfico de armas". Mitterrand fue arrestado con el objetivo de someterlo a un interrogatorio como parte de la investigacin judicial que se lleva a cabo por una supuesta venta ilegal de armas a la ex colonia portuguesa en frica durante los aos 90. El } espectacular giro} que han dado las investi-

gaciones }ha consternado bastante a los franceses, muy sensibles en los ltimos tiempos por la supuesta co37 59 rrupcin del actual presidente, Jacques Chirac. Dejando aparte algunos peculiares }giros}, no ya de la opinin francesa sino de la redaccin de la noticia, observemos que casi toda ella est escrita en gnero seco, que todo en los dos primeros prrafos es algo que puede haberse visto u odo, e incluso el uso de }presunto} se supone que es el formalismo con el que la fiscala francesa ha facilitado la informacin sobre la situacin legal de Mitterrand junior. Pero, en el tercer prrafo vamos ms all de lo que corresponde al gnero. Los }giros} no hay forma seca de saber si son } espectaculares} o no, pero, sobre todo, lo que es absolutamente }hmedo} es que haya "consternado bastante" -ni poco ni mucho- "a los franceses, muy sensibles en los ltimos tiempos, etctera". Medir una consternacin ya es difcil, pero determinar que lo es "bastante" sobre todo es una tontera. Veamos otro ejemplo, tomado de los peridicos y firmado slo por agencia, del extremo al que se puede llegar en una informacin exclusivamente hecha de cables, en la que la manipulacin del material por la redaccin, o un trabajo menos que profesional de la agencia, hace decir cosas no se sabe muy bien a quin, y que no tienen padre ni madre. Ttulo: Crisis de liderazgo en el separatismo de Quebec La informacin relata cmo Lucien Bouchard, lder del partido separatista de Quebec, que perdi en 1995 por escassimo margen un referndum sobre la independencia de la provincia de lengua francesa en el Canad anglfono, presenta su dimisin. En el segundo prrafo se describe la crisis de liderazgo que ello plantea a la formacin poltica, con la enumeracin de una serie de aspirantes a la sucesin de Bouchard. Y se dice en el tercero: 38 61

Ms preocupante, a largo plazo, es que los sondeos de opinin muestran que la mayora de los jvenes quebequeses no estn tan interesados en el separatismo como las viejas generaciones, ni comparten la opinin de que un solo Quebec independiente puede garantizar la supervivencia de su cultura en un mundo predominantemente anglfono. ?Por qu -lo que le plazca a la juventud quebequesa- ha de ser preocupante? ?A quin le preocupa? ?A la agencia? Si eso es as, est claro que el peridico ha hecho un mal trabajo, porque las preocupaciones las ha de poner la propia publicacin, no un servicio colectivo, que ni se preocupa ni se despreocupa de lo que pueda pasar en Quebec. ?Es, entonces, el pe-

ridico el preocupado? Si fuera as, debera haber una firma, o algn tipo de acreditacin para que supiramos quin es ese sujeto que se preocupa tanto. I Geologa del }breve} Hay quien dice, con el grado justo de hiprbole, que el }breve} es el }gnero} esencial del periodismo; no es un gnero segn nuestro canon, pero s puede verse como el comienzo de todas las cosas; tambin hay quien dice que el que sabe hacer un }breve}, sabe hacerlo casi todo. Puede que hasta sea verdad. Y, en cualquier caso, el gnero seco, que se ha sucintamente descrito, va a expresarse de manera esencial y directa en forma, precisamente, de }breve}. Pero, antes de que miremos al microscopio a ese humilde soldado de infantera con que amueblamos los peridicos, son necesarias algunas reflexiones generales. Todas las informaciones, cualquiera que sea su extensin, han de entenderse como unitarias, como una totalidad, lo que en esta Escuela yo llamo la } completud}. El hecho de que una informacin sea minscula en extensin, no significa que pueda permitirse el lujo de ser parcial; al contrario, ha 39 63 de ser siempre completa; lo que ha de ocurrir para que una informacin sea igual de completa tanto si es larga como cortsima, es que, segn los casos, vare la perspectiva y con ello la distancia del que narra la historia con respecto al objeto de la informacin. Tomemos un ejemplo. Un astronauta curioso deambula por el espacio, y desde no sabemos cuntas rbitas tiene que describir el globo de la tierra, que no ha visitado nunca anteriormente. A esa fenomenal distancia distinguir nicamente una forma ms o menos esfrica, algunos colores en la superficie del objeto, quiz partes slidas, otras menos densas, protuberancias diversas en la piel de la cosa. De lo que ve a esa lejana elegir tres o cuatro caractersticas, tan de bulto como esenciales, y redactar para el diario de a bordo una informacin, presumiblemente de gnero seco, porque no conviene pasarse con tan parca observacin como materia prima. Anticipemos que eso ser un }breve}. Si el navegante del espacio se aproxima a una distancia ya slo estratosfrica del objeto y gira en torno al mismo, distinguir muchas ms cosas, como el achatamiento del globo por los polos; el color azul o verde de una superficie que parece rodear una serie de grandes o pequeas parcelas de color castao, que sern islas; tambin ver cmo las protuberancias pueden ser muy extensas y picudas, con puntas que se destacan aisladamente; y con esos nuevos materiales podr hacer una descripcin de mayor extensin, que incluir todo lo ya conocido en la primera aproximacin, y que podr ser, quiz, un texto de una columna. Si seguir o no componiendo su informacin en gnero seco o en alguno de los subsiguientes, que apenas hemos puesto

en el mapa, no es ahora cuestin relevante, puesto que ya volveremos sobre el particular. En una tercera toma de temperatura, el piloto se encuentra ya colgado a la altura de vuelo de avin sobre aquella realidad slida, de la que percibir o atravesar barreras diversas de agua condensada, que sabr o no que se lla40 65 man nubes, apreciar concentraciones de habitculos, que son las ciudades, detallar formas serpenteantes de la misma materia que rodea los continentes, curiosamente prximas a los abarrotamientos urbanos, que, segn su experiencia previa, quiz ya sabe que son los ros. Todo parece indicar que el astronauta podr ya componer un texto de alguna extensin, quiz ya en formato de crnica de media o ms de media pgina. Y si tanto baja como para poner pie en aquel apasionante mundo, comprobar la existencia de seres humanos como l mismo, con los que es posible que entable conversacin. Aquel mundo habla, y con esos materiales el astronauta podr llenar peridicos enteros de lo que debern ser ya crnicas y reportajes, amn de anlisis y entrevistas. Pero, volvamos a la astral perspectiva de los } breves}. El narrador describir en primer lugar el planeta tierra atenindose al nmero de caractersticas que le parezcan esenciales, que en cada momento perciba. En esa instancia, la tierra ser rotunda, escasa, indiscutible, siempre tajante, y esa informacin, ese }breve}, ser tan completo y unitario como cualquiera de las visiones correspondientes a las instancias siguientes, aunque sean stas mucho ms detalladas. Por eso, no hay }breves} cortos ni largos, ms o menos completos, sino de la extensin adecuada, 10 o 12 lneas de composicin, segn el consenso ms extendido entre los profesionales, que debern servir para contar la totalidad, la }completud} de una historia, y no slo, como se oye decir en las redacciones, lo que "nos ha cabido de ella". El porqu de esa } completud} podemos examinarlo desde otro ngulo, que aqu se denomina la Teora del Marciano. Imaginemos un marciano que desembarca en la tierra con un perfecto conocimiento de los idiomas del planeta, ms los conocimientos medio-altos sobre historia, poltica, economa, etctera que correspondieran a una persona razonablemente informada de nuestro mundo, pero que no hubiera ledo jams un peridico terrcola. Ese 41 67 lector novsimo tendra derecho, con su nivel de estudios e informacin, a entender absolutamente todo lo que leyera en un diario terrcola; es decir, sobrentendidos, abstenerse; solamente los que estn implcitos en el texto, y, como veremos, ni uno ms. Nuestro lector es tambin el marciano del cuento, puesto que no tiene ninguna obligacin de habernos ledo el da anterior, ni ningn otro da, y, sin embargo, s tiene el derecho, por el precio que sea (en Espaa, 150 pesetas, los laborables, a comienzos de 2001), de que se nos entienda todo lo que publicamos. Ello

plantea la exigencia, no ya slo en los }breves}, sino en cualquier pieza periodstica, de hacer de cada elemento informativo del texto una unidad en s misma. As escribiremos: "Jos Mara Aznar, presidente del Gobierno", etctera, aunque Aznar sea, en el cambio de siglo, el ms conocido de los personajes de la poltica espaola. Pero eso se har solamente la primera vez que se lo mencione, con lo que ya quedar suficientemente protegido de la incomprensin del lector. Nada debe darse gratuitamente por sobrentendido, ni recurrir a ese alegato an tan frecuente en las redacciones del estilo de: "Pero, si esto ya lo contamos cada da". Veamos, a la luz de todo lo anterior, un }breve} aparecido en un peridico espaol, con sus instrucciones de uso. Chile Lagos confirma que, a su pesar, convocar al Cosena Santiago (Agencia). El presidente chileno, Ricardo Lagos, confirm ayer, en el transcurso de una entrevista televisiva, que en los prximos das convocar al Consejo de Seguridad Nacional (Cosena), pero reiter que esta instancia no es "para debatir" fallos judiciales. Impecable pero insuficiente estilo seco, firma de agencia, data de pas, y concisin absoluta. Demasiado absoluta. La }completud} de este texto 42 69 sera la correcta si con la convocatoria del organismo chileno mencionado, fuera razonable suponer que se estaba dando una informacin que fuera autosuficiente, que se explicara a s misma. Pero no parece que sea as. Aunque la expresin "para debatir" fallos judiciales nos pone en la pista de que estamos tratando del general golpista Augusto Pinochet, de su eventual procesamiento por el juez Juan Guzmn, y lo del Cosena insina que en el ejrcito chileno no reina la paz de los espritus, no basta con esa metainformacin por alusiones para alcanzar la }completud}. Desde un punto de vista tcnico argumentaramos, por aadidura, que el ttulo, aun siendo de dos lneas -y muchos peridicos exigen para el }breve} la concisin del ttulo a una sola lnea-, no es suficientemente explicativo, puesto que el Cosena raramente le ha sido presentado a los lectores espaoles. En el ttulo, adems, se contiene una afirmacin, "a su pesar", de la que no se da noticia en el texto, lo que es inaceptable, puesto que no hay nada peor que crear una expectativa de lectura no realizada. As es, ms o menos, cmo Alexis de Tocqueville -por no dar al pueblo lo que el pueblo esperaba- explica la Revolucin Francesa (6). Mencionemos, tambin, como discutible, la costumbre de anteceder el ttulo con la palabra, por ejemplo, }Chile}, puesto que es mejor, como se ha hecho en este caso, que en el propio ttulo se hallen los elementos de reconocimiento de lugar y situacin. El presidente chileno Ri-

cardo Lagos s que parece, en cambio, que le ha sido ya presentado al lector espaol razonablemente interesado. Por todo ello, quiz, }Lagos convocar a los militares} podra optar, al menos en la versin de una sola lnea, a sustituir al ttulo publicado. El ttulo, en cualquier caso, ha de ser tan seco como el propio texto que encabeza, junto a lo que tambin hay que tener en cuenta que no es nada reco (6) Alexis de Tocqueville, }El Antiguo Rgimen y la revolucin}, Guadarrama, 1969. 43 71 mendable titular en negativo, como en: Lagos reitera que el Cosena no debatir fallos judiciales porque los peridicos, escritos en el gnero que sea, estn pensados para contar lo que sucede, no lo que no sucede, quin o qu se ha impuesto, no quin o qu no se ha impuesto, lo que no significa que no pueda haber excepciones, cuando, realmente, la sorpresa, la noticia, consista en lo que no ha ocurrido, como en: Ayer no sali el sol Por lo que respecta al contenido, podramos decir que Lagos convoca al Cosena, organismo militar, para tratar del caso Pinochet, describiendo brevsimamente a continuacin cul era la situacin procesal del general golpista. As, el } breve} podra quedar de la forma siguiente: I Lagos convocar a los militares Santiago (Agencia). El presidente chileno, el socialista Ricardo Lagos, confirm ayer que convocara al Consejo Nacional de Seguridad, Cosena, integrado por la cpula militar, para tratar el caso del general Pinochet, procesado por crmenes cometidos durante la dictadura. Lagos reiter que el organismo no es competente para debatir fallos judiciales. En la nueva versin hemos pasado de siete a nueve lneas, pero de un ttulo de dos a una lnea, con lo que, grficamente, ocupamos virtualmente el mismo espacio, y de 49 a 56 palabras, que es un crecimiento perfectamente vlido dentro de las dimensiones que corresponden a los }breves}. Al mismo tiempo, la versin primitiva contiene los siguientes elementos o unidades informativas diferenciables: 1) Lagos, presidente chileno, convocar el Cosena. 44 73 2) La convocatoria ser inminente. 3) Lo hizo en una comparecencia televisiva. 4) Y que esa instancia carece de competencias judiciales. En la versin corregida, los elementos son stos: 1) Lagos, presidente chileno, es socialista, (dato que contrasta con el carcter poltico del organismo que va

a convocar). 2) El Cosena es de composicin militar, dndose por sentado que la convocatoria, puesto que se anuncia, debe ser inminente. 3) Se va a tratar [lo que es sabido, aunque no lo diga el cable] el caso Pinochet, encausado por los crmenes de una dictadura anterior. 4) Y que el organismo convocado carece de competencias judiciales. Por lo tanto, slo se deja fuera el hecho de que hizo el anuncio en televisin para privilegiar otros aspectos de la informacin, en esta exigente concisin del }breve}. Es cierto que el lugar o las circunstancias en las que se produce la noticia no suelen ser irrelevantes. Hay una diferencia profunda en el inters que sta pueda tener para el pblico a tenor del tipo de apropiacin de la noticia que pueda hacer el periodista. El hecho noticioso, por ejemplo, puede llegar a conocimiento de los medios a travs de una declaracin pblica por escrito, es decir, para todos por igual; por medio de una alocucin pblica personal, que sigue siendo de todos, pero cuya frmula de presentacin le da un relieve mayor; por medio de una rueda de prensa, que no deja de ser algo colectivo, pero con el valor aadido de la comparecencia personal del que hace el anuncio; por medio de una declaracin hecha slo a uno o varios periodistas, lo que hace resaltar cada vez ms el hecho; y, finalmente, por medio de un anuncio facilitado nicamente a un peridico, o a ttulo personal en una entrevista, que es cuando alcanza el mximo inters. Se ha podido obviar, en este caso, que la declaracin se produjera por televisin precisamente porque el carcter masivo de la misma reduca la 45 75 necesidad de sealar el medio en que se desarrollaba. Y, por ltimo, se ha completado el texto aadiendo: a) que Lagos es socialista; b) que el Cosena es un organismo militar, de cuya contraposicin en los trminos vive en lo esencial la noticia; c) que se va a tratar del caso Pinochet; y que ste se halla acusado de crmenes cometidos durante una dictadura anterior. El }breve} ha de ser un organismo totalmente autosuficiente, completo, unitario, que imaginamos como una esfera, liso y bruido, de manera que no haya resquicio alguno en l, que no se le pueda meter el dedo por ninguna fisura; con todo lo que le hace falta y nada que le sobre. Su utilidad principal ser la de completar el diagrama informativo diario, lo que sera el clsico servicio del rcord, tan tradicionalmente propio de los diarios de referencia que se precian de no olvidar jams ningn tema del da que pueda ser, en ese momento o en el futuro, significativo; de otro lado, tambin puede utilizarse para cometidos de continuidad, para que una cuestin no desaparezca totalmente y durante un tiempo prolongado de la actualidad, de forma que cuando recuperemos esa historia de nuevo con alguna extensin,

no haya que remontarse a la noche de los tiempos para recordarla, sino que pueda estar relativamente fresca en la mente del lector. Todo eso no significa, sin embargo, que el }breve} sea un mandato inapelable; puede haber peridicos que renuncien a ese complemento, y, en cualquier caso, la existencia de la Red, con su volumen y su celeridad imbatibles para acumular y renovar las noticias, est haciendo crecientemente discutible el obligado cumplimiento del }breve} informativo. Pero partidarios o no del mismo, ste ser, dentro del gnero seco y de una perspectiva de alejamiento del objeto que slo nos permitir verlo de forma elemental, con trazo grueso y concluyente, la lnea ms corta entre dos puntos. La lnea recta de la informa45 77 cin. El gnero seco podr emplearse, sin embargo, tambin en piezas de mayor extensin, por ejemplo, la media columna o la columna, donde continuaremos movindonos en el terreno de la informacin inducida, la que habitualmente nos facilitan los cables. Y, si en el }breve}, aquellas pocas palabras con las que tendremos que persuadir al lector a seguir adelante, casi tienden a confundirse con la totalidad del texto, en esas piezas de mayor extensin, de entre 50 y 100 lneas, podremos distinguir sucesivamente en el recorrido narrativo: }lead} y/o entradilla, conceptos que pueden o no coincidir, como inmediatamente veremos; nudo o desarrollo; y, finalmente, remate o cierre de la informacin. Trabajemos con el siguiente ejemplo tomado de El Pas en los ltimos das del ao 2000. El ejemplo que utilizamos es una columna de cuatro quintos de pgina, 25 centmetros de altura, ttulo de cuatro lneas, texto de ocho prrafos, 66 lneas y 323 palabras. El ttulo: Los atentados del Ramadn se cobran ms de 250 vidas en Argelia Mircoles 27 de diciembre de 2000 Los atentados del Ramadn se cobran ms de 250 vidas en Argelia Argel El mes sagrado musulmn del Ramadn, que comenz en Argelia con relativa tranquilidad el pasado 27 de noviembre, termin ayer con un trgico resultado de 250 muertos a causa de la violencia integrista. Este nmero de vctimas, establecido por informaciones publicadas en la prensa local, incluye integrantes de los servicios de seguridad, civiles y miembros de los grupos armados integristas. El final del mes de ayuno y oracin estuvo marcado por ataques a localidades aisladas, atentados con bomba, emboscadas y falsos controles de carretera en las regiones de Cabilia y Ain Defla, Chlef y Medea. 46 79 Los miembros del Grupo Islmico Armado (GIA) y los de la organizacin rival Grupo Salafista para la Predicacin y el Combate (GSPC)

protagonizaron emboscadas contra los diferentes cuerpos de los servicios de seguridad en los que murieron al menos 40 guardias comunales y militares. El principal objetivo de estas acciones era al parecer el de apoderarse de las armas de las vctimas, que en casi todos los atentados eran despojados de sus equipos e incluso de sus uniformes. En Medea, a unos 120 kilmetros al sur de Argel, el ataque lanzado contra el internado de un instituto en la plena noche del pasado da 16 se cobr la vida de 16 estudiantes, que fueron sorprendidos mientras dorman. El 17 de diciembre un autobs fue ametrallado en el centro de la localidad y 17 pasajeros fueron asesinados. Otras 22 personas pertenecientes a tres familias murieron poco despus. Ante la degradacin de la seguridad en el pas y el extrao mutismo mantenido por el presidente, Abdelaziz Buteflika, se han elevado voces entre las asociaciones, los partidos de oposicin e incluso ciertas formaciones de la coalicin de Gobierno en demanda de proteccin a la poblacin ms expuesta a la violencia. Algunos partidos han exigido incluso la dimisin del jefe del Estado, a quien hacen responsable del fracaso de su poltica de perdn y concordia hacia los islamistas integristas. El ttulo de una columna, para un peridico formato tabloide o similar, de cinco columnas de ancho, debe tener entre dos y cuatro lneas. Ello es as porque buscaremos siempre un equilibrio espacial entre la mancha grfica del ttulo y el texto que encabeza; de esa forma, un ttulo de una sola lnea manchara poco, y uno de ms de cuatro posiblemente sera excesivo, como una cabeza demasiado grande para un cuerpo mediano; de igual manera, los ttulos han de tener un mnimo y un mximo de tamao (cuerpo) de letra, a fin de que no slo haya una proporcionalidad de espacios, sino de que el 46 81 bulto de los mismos domine, }pese} lo suficiente para }disciplinar} el texto al que precede. Veamos el contenido de ese ttulo. Si decimos "del Ramadn" parece que estamos diciendo que esos atentados pertenecen al mes de ayuno y oracin de los musulmanes, durante el cual debe observarse una especial pasividad en las horas de luz, cuando, en realidad, esos atentados se han producido durante "el" Ramadn. Pero tambin cabra argumentar que esa lasitud de origen religioso hace que los terroristas elijan muy propiamente ese perodo de tiempo porque su accin, aunque las fuerzas de seguridad tampoco se sienten embarazadas por preceptos cornicos, puede desarrollarse con menores dificultades. Seguimos prefiriendo "en", pero aceptaremos "del". Ms problemas nos presenta "se cobran". Uno de los enemigos mortales del periodista es esa voz annima, colectiva, popular, que repite y fabrica latiguillos sin cesar, porque prende en el pblico una expresin que inicialmente hasta habra podido parecer ingeniosa. Puede tratarse de una sola

palabra, como }carismtico}, autntica plaga del ingenio de los repetidores, y que le cae a los personajes ms insospechados, como la temporada en que le toc al general ruso Alexander Lebed; o construcciones como }dar luz verde}, cuando lo que se quiere decir es }dar permiso} para algo; }villa y corte}, referido a Madrid, que, aunque lo sea la capital de Espaa, no pasa de ser un casticismo trasnochado y maloliente. En estos casos, se aconseja aplicar la ms drstica actitud de perogrullo, que a la mano cerrada llamaba puo, en vez de dejar que ese coro externo nos dicte con imgenes de baratillo cmo tenemos que escribir. Un intelectual francs dijo en una ocasin que el primer hombre que compar a la mujer con una flor era un poeta (aunque un tanto machista), y los 400.000 siguientes, unos majaderos. El periodista ha de hablar, incluso en el gnero seco, con una voz no prestada por el coro universal de los lugares comunes, pero tampoco que se distinga con 48 83 los giros personales que slo corresponderan a un texto firmado. Es una voz precisa y ordenada, pero mucho ms del peridico que suya propia. Y en este caso parece que hay una cierta impostacin de voz cuando decimos "se cobra", donde, en realidad, nadie cobra nada. Finalmente, est bien que hablemos de "ms de 250 vidas", porque sabemos que la cifra rebasa esa mortandad, pero evitemos expresiones como }al menos}, que parece que nos hacen desear que hayan sido ms los muertos. }Last}, pero no }least}, tengamos en cuenta lo que cabra llamar las afinidades naturales entre las palabras; aquellos trminos que, mentalmente, leemos de una sola vez, como si estuvieran unidos. Hablamos de los artculos con sus sustantivos, en parte de los adjetivos tambin con los sustantivos, las conjunciones, adverbios, preposiciones con los trminos a los que modifiquen o completen el sentido, etctera. Pues bien, de nuevo, segn estudios de legibilidad, es conveniente, para facilitar la lectura y aun darle su pleno sentido, que aparezcan esos trminos afines en la misma lnea grfica. As, ser lo adecuado leer, como en la versin publicada, "Los atentados" en la misma lnea, pero mucho menos "se cobran" con cada palabra en lneas diferentes, y, por ltimo, "250 vidas", todava peor, con "250" en la tercera y "vidas" en la cuarta lnea. En consecuencia, propondramos la siguiente redaccin del }breve}, ttulo y texto: Ms de 250 muertos en enfrentamientos en Argelia durante el Ramadn Para comenzar, preferiremos "enfrentamientos" a "atentados", porque si leemos el primer prrafo, veremos que entre los muertos se hallan integrantes de los servicios de seguridad, civiles, y miembros de grupos armados integristas; es decir, que contrariamente a lo que afirma el primer ttulo no slo los atentados han sido la cau-

sa de tanta muerte. Pero vayamos a la 49 85 estructura de la informacin. El primer prrafo est dividido en dos partes, que son dos frases distintas. La primera es claramente el }lead}. El mes sagrado musulmn del Ramadn, que comenz en Argelia con relativa tranquilidad el pasado 27 de noviembre, termin ayer con un trgico resultado de 250 muertos a causa de la violencia integrista. Arranque demasiado lento, largo, apacible; estamos hablando de muertes, lo esencial son los 250 muertos, como ya hemos subrayado en nuestro ttulo, que ha colocado la tragedia de la masacre por delante, en la primera lnea. Por ello, preferiramos: Ms de 250 muertos en atentados y enfrentamientos en Argelia de la guerrilla islmica y el Ejrcito, es el balance del Ramadn, que concluy ayer, segn fuentes de la prensa local. I La referencia a la prensa argelina, de la que una parte es altavoz del poder militar, slo aparece en la segunda frase: Este nmero de vctimas, establecido por informaciones de la prensa local [...]. y es importante que aparezca ya en el }lead}, porque sabemos de sobra que en las situaciones de enfrentamiento civil entre dos fuerzas, incluso en pases democrticos, el periodista tiene que tentarse la ropa y dar las informaciones que slo posee casi exclusivamente a travs de las fuentes de un solo bando, subrayando su carcter de agente transmisor, pero sin asumir ms autora que la de un }rl}. Y en el ttulo del texto publicado es el propio peridico el que corrobora que los muertos en su totalidad son debidos al terrorismo. Idnticamente, las informaciones deben estar adscritas a una fuente, que puede ser la genrica de Agencias, si el texto aparece bajo esa ad50 87 vocacin, o del propio autor, si en una informacin firmada no se especifica perfectamente quin dice qu. Y, tanto si es verdad como si no que los muertos sean atribuibles al terrorismo, eso es algo que no tiene que decir el peridico, porque no tiene ninguna garanta de ello, sino la fuente correspondiente, en este caso, la prensa argelina. Construida esa nueva versin de la primera frase, parecera ms acertado pasar en la segunda, siempre dentro del primer prrafo, a la identificacin de vctimas y asesinos. Aparte de la famosa historia de las }w}, si sabemos leer con la curiosidad del buen lector, gozaremos de excelentes oportunidades tambin de saber escribir. ?Qu es lo que nos interesa ms, tras enterarnos de que ha habido 250 muertos? Quin los mat, evidentemente. En el texto publicado la referencia -incompleta- a estos ltimos se

hace slo, en cambio, en el tercer prrafo: I Los miembros del Grupo Islmico Armado (GIA) y los de la organizacin rival Grupo Salafista para la Predicacin y el Combate (GSPC) [...]. (cuyas siglas coinciden con las originales, porque la titulacin de esas bandas se difunde en francs, y el Imperio romano dispuso que los idiomas espaol y francs se parecieran tantsimo). Diferentemente, completaremos el primer prrafo escribiendo: Estas fuentes acusan al Grupo Islmico Armado (GIA) y a la organizacin rival Grupo Salafista para la Predicacin y el Combate (GSPC) de numerosos atentados y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, en los que murieron miembros de las mismas, civiles y terroristas.

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Tomando fragmentos del segundo y cuarto prrafo del texto publicado, reharamos un segundo prrafo de la siguiente forma: El mes de ayuno y oracin islmico, que comenz el 27 de noviembre y concluy ayer, estuvo marcado por ataques a localidades aisladas, atentados con bomba, emboscadas y falsos controles de carreteras en diversas regiones del pas. El principal objetivo de estas acciones era, segn la prensa local, apoderarse de las armas de las vctimas, a las que se despojaba de sus equipos, e incluso de sus uniformes. Abarcando, por fin, todo el texto publicado, veremos que en mayor o menor medida los prrafos segundo, tercero, quinto y sexto hacen un desmenuzamiento de acciones terroristas, y que los prrafos sptimo y octavo (y ltimo), constituyen una especie de comentario poltico-moral sobre todo lo anterior. Creo, sin embargo, que todos esos prrafos podran amalgamarse en uno solo, el del relato de los hechos violentos, comenzando con el ms horrible de ellos. Diecisis estudiantes murieron en el asalto en plena noche al internado de un instituto de Medea, a 120 kilmetros de Argel, el pasado 16 de noviembre, y al da siguiente un autobs fue ametrallado en el centro de la misma localidad muriendo 17 de los ocupantes. Hasta completar la sarta de salvajadas. El penltimo y ltimo prrafos, que tratan esencialmente de lo mismo, podran tambin convertirse en uno solo, y, correctamente, concluir con una no-

ta fuerte como es la peticin de ciertos peridicos de la:

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[...] dimisin del jefe de Estado, a quien hacen responsable del fracaso de su poltica de perdn y concordia hacia los islamistas integristas. Se trata, por tanto, de no terminar una informacin cuando se nos acaba el espacio, cuando hemos agotado todos los datos o porque tengamos prisa, sino de hacerlo con una cierta intencin, con un clmax (la peticin de dimisin), con lo que se espera que pueda ocurrir, con una proyeccin a apuntar de cualquier historia. El texto, por otra parte, es de un gran rigor cannico en lo que podramos llamar la perspectiva o la distancia con que se va contando la historia. Veamos. El }lead}, tanto en la versin publicada como en la corregida, nos propone el balance de la mortandad como elemento informativo principal, una sntesis que no puede entrar todava en el detalle. A continuacin, ya en la versin retocada, identificamos a los culpables y sus propsitos, le ponemos un rostro al crimen, que es como si diramos un paso adelante para distinguir mejor las cosas; en los prrafos siguientes, que constituyen el nudo de la historia, seguimos con la pormenorizacin de la matanza, al tiempo que se resaltan los casos ms truculentos; nos acercamos, por tanto, un poco ms para ver de la historia todo aquello que queremos destacar. Y, finalmente, lo envolvemos todo en el paquete de lo que le parece al narrador que est pasando, y cerramos el texto situndonos a una distancia bastante olmpica. Es una estrategia narrativa estndar, muy correcta, que podramos ver en trminos de recorrido lineal de la siguiente forma: a) Media distancia para la propuesta inicial tipo sntesis; b) Aproximacin a los protagonistas; c) Distancia an ms corta respecto de los hechos individualizados; d) Alejamiento para la valoracin final. Punto de partidadelante-adelante-atrs. Como un paso de baile. 52 93 Sobre la }sequedad} del texto, finalmente, antese que en el primer prrafo no hace falta hablar de "relativa tranquilidad", sino, en su lugar, facilitar los datos comparativos de muertos de este ao con el anterior para conseguir el mismo efecto informativo, as como, por ejemplo, sustituir la "degradacin de la seguridad y el extrao mutismo", por los datos que encarnan esa degradacin, y eliminar toda extraeza del mutismo de Buteflika, que con su silencio ya lo dice todo. Finalmente, ?es que falta algo que sea imprescindible? Diramos que por lo menos una cosa. Unas lneas de contexto sobre qu es eso de la mor-

tandad argelina y de dnde viene. Habra que contar cmo el FIS (Frente Islmico de Salvacin), del que se han escindido o proceden los terroristas actuales, aunque la organizacin islamista se haya apartado de la lucha, fue privado de su victoria en las elecciones de 1991 por una junta militar, cuyo poder pervive en la presidencia de Buteflika, un civil para todas las ocasiones.

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Captulo Iii Aproximacin al largo recorrido (gnero seco y consideraciones generales) En ocasiones, como se ha sealado, el peridico, aun de calidad, se ve o cree verse obligado a cubrir espacios informativos importantes con material exclusiva o bsicamente de agencias. Entonces es cuando ms cuesta renunciar al }romanceado}, como yo llamo a una narracin periodstica en la que el redactor se comporta como si todo o parte de aquel material lo hubiera obtenido directamente, como si no le hubiera sido facilitado sin mayor participacin que la de estar abonado a un servicio que es igual para todos los usuarios. Veamos un ejemplo parecido a ese tipo de planteamiento en El Pas del 27 de diciembre de 2000, que, adems de ser un caso bastante extremo de }romanceado}, nos servir para que desarrollemos una teora general de las partes y tratamiento de la noticia, tcnicamente vlido para cualquiera de los gneros informativos que aqu estudiamos. Cuatro columnas; pgina impar, la tres; con entradilla diferenciada sobre tres columnas a medida falsa, lo que significa que su ancho es diferente de la columna en la que est maquetado el peridico; y texto nicamente de agencias como se hace constar en la fecha. En la ilustracin adjunta aparecen

subrayados los giros de la narracin en los que el periodista de mesa -aquel que trabaja desde la redaccinse ha dejado llevar, quiz, por su conocimiento de los hechos, pero con toda seguridad tambin de su querencia literaria. )Nota del Transcriptor: En la pgina 56 del original tinta, aparece una pgina de peridico con un texto, en donde hay partes subrayadas, las cuales se pondrn entre bastardillas:( 56 97 La coalicin ganadora en las elecciones en Serbia se apresura a desmantelar el rgimen anterior Kostunica destituye a los jefes militares de Montenegro nombrados por Milosevic Agencias, Belgrado/Pogdorica Con las dos bases de poder aseguradas -la yugoslava en las elecciones de septiembre y la de Serbia el pasado fin de semana-, la coalicin de 18 partidos Oposicin Democrtica de Serbia (DOS), del presidente Vojislav Kostunica, }ha comenzado a actuar con rapidez. Ayer} se conoci la destitucin }fulminante} del general Milan Obradovic, jefe militar en Montenegro, y la del almirante Milan Zec, responsable de la Marina. Se da por segura la destitucin (o dimisin) del director de la }siniestra} polica poltica del rgimen anterior, Rade Markovic, quien ha perdido la proteccin parlamentaria. La }fulminante} destitucin del general Obradovic y del almirante Zec (cuya flota est en la costa de Montenegro), decidida en el denominado Consejo Supremo de Defensa, }es un gesto poltico destinado al presidente montegrino}, Milan Djukanovic, }con el objetivo de calmar sus mpetus sucesionistas}. El propio Kostunica, en unas declaraciones a los medios de comunicacin, aconsej al Gobierno de Pogdorica que no tome }decisiones unilaterales; una referencia clara a la convocatoria de un referndum}. La noticia de la destitucin de Obradovic, firmada por la prensa montenegrina, an no es oficial. El propio general Obradovic asegur ayer, en un cctel para militares, que careca de "notificacin", }y despus fue ms lejos} al asegurar que "todas las acusaciones sobre actuaciones inconstitucionales del Ejrcito (en Montenegro) son inaceptables". El cuerpo de Ejrcito que manda Obradovic es el segundo en importancia de las 56 99 Fuerzas Armadas yugoslavas. El diario Podjeda, de Montenegro, asegura que el jefe del Estado Mayor yugoslavo, general Nebojsa Pavkovic, ha decidido tambin desmantelar el sptimo batalln, una unidad de polica especial que se hallaba bajo el control directo de Milosevic. Algunos miembros de la DOS han pedido a Kostumica la destitucin del propio Pavkovic, nombrado en su da por Milosevic. }Pero este militar fue una

de las claves en impedir la utilizacin de los carros de combate en octubre para aplastar las manifestaciones callejeras que derribaron el rgimen anterior}. Otro diario montenegrino, Vijesti, inform ayer, citando a Djukanovic, de que el presidente se encuentra "satisfecho" con las medidas adoptadas y por el contenido de su reunin con Kostunica, celebrada en lugares en Belgrado. }Las tensas relaciones} entre Serbia y Montenegro, lo que queda de la antigua Yugoslavia, han sido una constante en los ltimos meses de Milosevic. Ahora, con los cambios democrticos que se avecinan, Kostunica trata de forzar un entendimiento negociado con el Gobierno de Djukanovic. Adems de las relaciones con la otra repblica yugoslava, Kostunica debe resolver el creciente problema kosovar, y sobre todo su extensin al valle de Presevo, en el sur de Serbia. }Una prueba de la fragilidad de la situacin} es que este fin de semana desaparecieron tres jvenes serbios, presuntamente capturados por guerrilleros albanokosovares que actan en la zona. Parlamento en Kosovo Los ultranacionalistas del Partido de Unidad de Serbia (SSJ), del antiguo paramilitar Zeljo Raznatonic, Arkam, que lograron un sorprendente cuarto lugar (14 diputados) en las elecciones legislativas del sbado, han propuesto que el nuevo Parlamento celebre su primera sesin dentro de Kosovo, como expresin de la soberana serbia sobre ese territorio. 56 101 "Esperamos que los otros partidos apoyen la idea y que dispongamos del permiso de la comunidad internacional para celebrar all esa sesin inaugural", dijo ayer el lder del SSL, Borislav Pelevic. }Montenegro y Kosovo son dos problemas nacionales}, como tambin lo es la gravsima situacin econmica. Segn los analistas, el nuevo Parlamento, gobernado por mayora absoluta por la DOS, debe actuar con rapidez. }Al menos, en paliar los efectos de esa quiebra econmica}. Hoy, en pleno invierno balcnico, la mayor parte del pas no dispone de calefaccin ni de luz elctrica, donde los cortes por falta de energa se han ampliado a ocho horas diarias. }Un cuarto problema sera el desmantelamiento de la red polticomafiosa organizada por Milosevic y sus aliados} durante los diez aos que ocuparon el poder. Las }destituciones militares del lunes son un smbolo}, como la cada del jefe de la temible polica poltica, Rade Markovic. El futuro primer ministro de Serbia, Zoran Djindjic, lder de uno de los principales partidos de la DOS, }fue claro el lunes}: "Creo que l (Markovic) ya ha hecho las maletas". Los observadores locales }consideran que la consolidacin de la DOS, y el xito de las reformas democrticas, pasan por dos cuestiones fundamentales; desmantelamiento de la mafia po-

ltica y mantenimiento de la unidad de accin dentro de la variopinta coalicin de la DOS}. }Djindjic aspira a tener su Gobierno en pleno rendimiento a mediados de enero, pasadas las fiestas de la Navidad ortodoxa. Ya ha asegurado que entre sus prioridades destaca la de remover de sus puestos a aquellos seguidores de Milosevic }que puedan representar un freno para la democracia}.

56 El ttulo:

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Kostunica destituye a los jefes militares de Montenegro nombrados por Milosevic Perfectamente lineal, informativo, sin interpretaciones ms all de un mero enunciado, acorde con el gnero seco. El texto lleva tambin un antettulo, lo que suele ser bastante comn en informaciones de alguna extensin y presencia grfica -a partir de dos o tres columnas, segn los casos-. Pero aprovechemos ahora para llamar la atencin sobre una norma de obligado cumplimiento en toda la prensa occidental, por lo menos para el gnero seco, y tambin para la crnica, aunque mucho menos para el reportaje. Los ttulos se han de expresar habitualmente en presente de indicativo. ?Por qu? I El tiempo de la accin En primer lugar, la inmensa mayora de los textos informativos, llammosles } noticias} por uniformizar, se redactan sobre hechos ocurridos las 24 horas anteriores a la fecha de publicacin. Por ese motivo, rechacemos ya de entrada la utilizacin a gusto del consumidor de tiempos diferentes. Estos suelen ser los diversos pasados, de los que es verdad que el indefinido nos parece el menos malo, porque es el ms corto, el ms contundente, el que no necesita echar mano de la conjugacin con el verbo haber: "hizo" en lugar de "ha hecho" o "haba hecho". As es como suele titularse, mezclando tiempos de verbo entre presente y pasado, o entre diferentes tiempos del pasado, en la mayor parte de los pases de Amrica Latina. Pero, de la misma forma que rechazamos esa confusin, tampoco queremos el pretrito indefinido como forma de titulacin estndar, precisamente por lo que se apuntaba antes: el tiempo ms prximo 57 105 a esas 24 horas de vigencia de nuestros papelitos de publicacin diaria es el presente de indicativo, el que mejor expresa lo que ha acabado de ocurrir. Si decimos:

Clinton conmina a Arafat a presentarse en Washington estamos expresando algo mucho ms cercano al tiempo inmediato del lector que si escribimos: Clinton conmin a Arafat a presentarse en Washington porque el indefinido se refiere a un pasado lejano e indeterminado, y, sobre