baltasar de los reyes marrero

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MODERNIZACION Y REFORMA EN LA UNIVERSIDAD VENEZOLANA: BALTASAR DE LOS REYES MARRERO Y LA CATEDRA DE FILOSOFIA MODERNA EN LA UNIVERSIDAD DE CARACAS. Reinaldo Rojas 1 SVHE / UPEL Venezuela RESUMEN En la historia de la Universidad colonial venezolana, representada por la Real y Pontificia Universidad de Caracas, erigida por Real Cédula del 22 de diciembre de 1721, el proceso de modernización y reforma institucional puede mirarse desde la perspectiva de los educadores que asumieron desde la cátedra la modernización de sus estudios y la reforma de sus estructuras académicas. Tal es el caso de la labor desempeñada por el clérigo Dr. Baltasar de los Reyes Marrero (1752-1809) a quien se le reconoce como el fundador de la cátedra de Filosofía Moderna en la Real y Pontificia Universidad de Caracas. El propósito de este ensayo es presentar los rasgos biográficos generales, la formación intelectual y la labor pedagógica desempeñada en el seno de la universidad venezolana por este destacado educador. Palabras clave: Historia de la Universidad, reforma universitaria, educadores latinoamericanos. ABSTRACT In the history of colonial Venezuelan University, represented by the Real y Pontificia Universidad de Caracas, built by Royal Decree of 22 December 1721, the modernization and institutional reform may be viewed from the perspective of educators who took from the chair modernizing their education and reform of its academic structures. Such is the case of work performed by the cleric Dr. Baltasar de los Reyes Marrero (1752-1809) who was recognized as the founder of the Chair of Modern Philosophy at the Royal and Pontifical University of Caracas. The purpose of this paper is to present the general biographical features, the intellectual and pedagogical work carried out within the Venezuelan university by this prominent educator. Keywords: History of the University, university reform, Latin American educators. 1 Profesor Titular jubilado de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Doctor en Historia. Premio Nacional de Historia (1992), Premio Continental de Historia Colonial de América “Silvio Zavala”, México, IPGH (1995) y Premio a la Labor Investigativa UPEL 2004. Presidente de la Sociedad Venezolana de Historia de la Educación. Director del Centro de Investigaciones Históricas y Sociales Federico Brito Figueroa de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Miembro del Programa de Promoción del Investigador (PPI) del Ministerio de Ciencia y Tecnología desde 1997, Nivel IV desde 2004.

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Ensayo sobre Baltazar de los Reyes Marrero, catedrático de la Universidad de Caracas (1798)

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MODERNIZACION Y REFORMA EN LA UNIVERSIDAD VENEZOLANA:

BALTASAR DE LOS REYES MARRERO

Y LA CATEDRA DE FILOSOFIA MODERNA EN LA UNIVERSIDAD DE

CARACAS.

Reinaldo Rojas1

SVHE / UPEL

Venezuela

RESUMEN

En la historia de la Universidad colonial venezolana, representada por la Real y Pontificia Universidad de Caracas, erigida por Real Cédula del 22 de diciembre de 1721, el proceso de modernización y reforma institucional puede mirarse desde la perspectiva de los educadores que asumieron desde la cátedra la modernización de sus estudios y la reforma de sus estructuras académicas. Tal es el caso de la labor desempeñada por el clérigo Dr. Baltasar de los Reyes Marrero (1752-1809) a quien se le reconoce como el fundador de la cátedra de Filosofía Moderna en la Real y Pontificia Universidad de Caracas. El propósito de este ensayo es presentar los rasgos biográficos generales, la formación intelectual y la labor pedagógica desempeñada en el seno de la universidad venezolana por este destacado educador. Palabras clave: Historia de la Universidad, reforma universitaria, educadores latinoamericanos.

ABSTRACT

In the history of colonial Venezuelan University, represented by the Real y Pontificia Universidad de Caracas, built by Royal Decree of 22 December 1721, the modernization and institutional reform may be viewed from the perspective of educators who took from the chair modernizing their education and reform of its academic structures. Such is the case of work performed by the cleric Dr. Baltasar de los Reyes Marrero (1752-1809) who was recognized as the founder of the Chair of Modern Philosophy at the Royal and Pontifical University of Caracas. The purpose of this paper is to present the general biographical features, the intellectual and pedagogical work carried out within the Venezuelan university by this prominent educator.

Keywords: History of the University, university reform, Latin American educators.

1 Profesor Titular jubilado de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Doctor en Historia. Premio Nacional de Historia (1992), Premio Continental de Historia Colonial de América “Silvio Zavala”, México, IPGH (1995) y Premio a la Labor Investigativa UPEL 2004. Presidente de la Sociedad Venezolana de Historia de la Educación. Director del Centro de Investigaciones Históricas y Sociales Federico Brito Figueroa de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Miembro del Programa de Promoción del Investigador (PPI) del Ministerio de Ciencia y Tecnología desde 1997, Nivel IV desde 2004.

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1.- Aproximación a una historia de las cátedras universitarias en Venezuela.

En la historia de la labor docente en nuestras instituciones universitarias, la

fundación y desarrollo de cátedras es un capitulo poco estudiado, toda vez que la

cátedra vino a ser en la universidad colonial y en la universidad republicana de los

siglos XIX y XX, hasta las reformas de los años 60 que introducen el concepto

anglosajón de Departamento en la estructura universitaria venezolana, el núcleo de los

procesos de enseñanza - aprendizaje. La cátedra y el catedrático, ejes de un modelo

universitario centrado en el profesor y en la conferencia magistral, tienen, pues, un lugar

muy significativo en la evolución histórica de la universidad, tal como se forjó en la

Europa medieval y se trasladó al mundo hispanoamericano de los siglos XVI, XVII y

XVIII.

En el caso venezolano, viene a ser la Real y Pontificia Universidad de Santiago

de León de Caracas, erigida en 1721 a partir del Magnífico, Real, Y Seminario Colegio

de Señora Santa Rosa de Santa María de Lima de Santiago de León de Caracas,

fundado en 1696, la primera Casa de Estudios Superiores que en Venezuela va a contar

con la organización de cátedras como parte de su organización académica.

Reconociendo los estudios pioneros de los historiadores venezolanos Caracciolo Parra

León e Ildefonso Leal, para la antigua Universidad de Caracas, hoy Universidad Central

de Venezuela, así como de la historiadora española Remedios Ferrero Micó;2 y de Eloi

Chalbaud Cardona, para la Universidad de Mérida, actual Universidad de los Andes,3

son tal vez pocos los estudios sistemáticos que se han desarrollado en Venezuela

alrededor del desempeño docente y su labor de cátedra, en especial, en la época, en que

esta unidad académica tuvo su mayor rango e importancia en la educación universitaria.

2 Entres sus estudios sobre la Universidad de Caracas, cabe destacar: FERRERO MICÓ, Remedios. (1995): “La universidad en Venezuela durante el período colonial. Bibliografía crítica, metodología y estado de la cuestión”. Estudios de Historia Social y Económica de América. Núm. 11, Alcalá de Henares, pp. 109-122. 3 CHALBAUD CARDONA, Eloi. (1966.) Historia de la Universidad de los Andes. Mérida (Venezuela): Ediciones del Rectorado de la Universidad de los Andes.

3

A partir de esta perspectiva de análisis, nos hemos propuesto abordar el proceso

de modernización4 de los estudios universitarios coloniales, con extensión a la

universidad republicana de la primera mitad del siglo XIX, aun anclada en los viejos

conceptos y tradiciones coloniales, a partir del papel jugado por tres destacados

educadores en el impulso, desde la cátedra, de la reforma universitaria en la antigua

Universidad de Caracas: Baltasar de los Reyes Marrero, José María Vargas y Adolf

Ernest, labor ubicada en el tránsito de la universidad colonial, escolástica y conventual5

del siglo XVIII a la universidad liberal, positivista y profesionista del siglo XIX.

En el caso de España, se trata del proceso de recepción y cultivo, al interior de la

institución universitaria, de los cambios que desde finales del siglo XVII y primera

mitad del siglo XVIII se vienen observando en países como Inglaterra y Francia, con el

ascenso de la observación y el experimentalismo frente al sistema escolástico dominante

en la enseñanza universitaria, que separa la razón del experimento por su subordinación

a la fe y a la verdad divina solo revelada a través de los textos sagrados. En España, esta

minoría selecta de innovadores se le conoce como los “novatores”, los cuales luchan

“…por la adopción de actitudes nuevas, abiertas, prácticas, sin tanta sujeción a la

autoridad y atentas a toda una visión del universo y del hombre.”6 En nuestro caso, el

escenario es la universidad y los protagonistas, aquellos catedráticos que impulsan esos

cambios en los contenidos de las asignaturas y en los métodos de enseñanza.

Esta pugna es la que nos refiere, sucintamente, Jean Sarrailh en su obra sobre la

España Ilustrada en la segunda mitad del siglo XVIII al comentar las reformas que se

impulsan en los Planes de Estudio de las Universidades de Salamanca y Alcalá de

Henares, donde se aprecia el alineamiento de los profesores, entre “aristotélicos” y 4 Aquí nos referimos a modernización como el proceso histórico orientado hacia el establecimiento de una sociedad moderna, entendida como aquella fundada en las leyes de la razón frente a la revelación divina, y en la difusión de los productos de la actividad racional, científica, tecnológica y administrativa. Este proceso de modernización implica la secularización de la actividad humana y el desencanto del hombre frente al universo religioso dando paso a la adoración de progreso gracias a la expansión de la técnica y de los avances científicos. El hombre moderno se cree dueño de sí y del mundo que le rodea por el predominio de la razón. Todo proceso cultural y educativo que vaya en esa dirección, la podemos calificar de modernización. 5 Sobre el “modelo colegio – universidad” procedente de Sigüenza y Alcalá de Henares y su derivación en el “modelo seminario –universidad” que es el que se ajusta a los origines de la universidad de Caracas, puede consultarse: ALONSO MARAÑON, Pedro y otros. (2004) El Concilio de Trento y los Colegios de las <Naciones> de la Universidad de Alcalá de Henares: El Colegio Menor <de León> (1586-1843). Madrid: Editorial Dykinson. 6 PÉREZ ESTÉVEZ, Rosa María. La España de la Ilustración. (2002) Madrid: Editorial Actas, Cuadernos de Cultura y Civilización Hispánicas. P. 88.

4

tomistas, por un lado, frente a los “artistas”, escotistas y novadores, por el otro, que son

además, confrontaciones en las que se ven involucradas interpretaciones y posiciones

teológicas de franciscanos, dominicos y jesuitas como creadores de la institución

universitaria medieval, ya que esa universitas magistorum et scholarium formada desde

el siglo XIII por maestros y estudiantes, fue junto al sacerdocio y el imperio, “una de

las tres fuerzas de la Iglesia universal.”7

En Salamanca los médicos “novadores” centran su batalla en los estudios de

Anatomía. “La física experimental y el ‘cuchillo anatómico’ van a levantarse contra la

Física de Aristóteles y contra la medicina rutinaria”8, nos comenta Sarrailh, para lo

cual se hace necesario que se realicen las disecciones “…ya sea de cadáver, ya de

animal vivo, para demostrar el movimiento del corazón y otras particularidades,

usando el microscopio, inyecciones y otras maniobras de que usan los modernos

anatómicos.”, tal como se expone en el “Plan general de estudios dirigido a la

Universidad de Salamanca por el Real y Supremo Consejo de Castilla” de 1772.9

En Alcalá de Henares, la reforma la liderizan los “artistas” quienes fomentan el

estudio de la lengua materna, la restauración de los estudios de griego, hebrero y árabe

que hicieron famoso el “Colegio Trilingüe” así como de las matemáticas, que debe ser

una “ciencia de utilidad práctica que debe enseñar el arte de llevar cuentas, de

construir templos y palacios, embellecer ciudades, levantar fortificaciones, abrir

canales, en una palabra, aumentar la prosperidad de la nación.”10

Ahora bien, es en este contexto que debemos abordar el tema de la Reforma

Universitaria que ha sido fundamentalmente estudiada en nuestro medio como un

fenómeno tardío, post-colonial, resultado de los grandes cambios legislativos liberales

que nacen con la República, y ya en el siglo XX, por el impulso de movimientos

estudiantiles, como el de la Universidad argentina de Córdova, en 1918, o de la

Universidad de Paris en 1968, o por la incorporación de reformas curriculares que

7 VIGNAUX, Paul. El pensamiento en la Edad Media. (1977) México: FCE. Breviarios. p. 63. 8 SARRAILH, Jean. La España Ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII. (1992 ) México: FCE. P. 150. 9 En: Ibid. P. 143. 10 Ibid. P. 145.

5

buscan transformar, en conjunto y “desde arriba”, los procesos formativos que se

llevan a cabo en el aula.11

En nuestro caso, nos interesa estudiar este problema desde la perspectiva del

aula, desde la labor de cátedra y el desempeño docente, que es la dimensión sobre la

cual podemos reconocer la institucionalización de corrientes científicas, de aplicación

de nuevos modelos de enseñanza y la formación de escuelas de pensamiento, con

discípulos y producción intelectual reconocida. Con ello buscamos cubrir ese vacío

dejado por la sociología educativa, que por su abordaje metodológico tiende más al

estudio de los grandes fenómenos educativos y a establecer modelos de funcionamiento

que muchas veces empobrecen nuestra visión de la realidad educativa, mucho más

compleja y diversa de lo que a veces pensamos.

Los tres casos a los que hacemos referencia, y que forman parte de una línea de

investigación que hemos denominado, inicialmente, Historia social de educadores,

cátedras y reforma universitaria en Venezuela, siglos XVIII y XIX,12 son los siguientes:

La reforma de la Cátedra de Filosofía de Seglares y fundación de los estudios de

Filosofía Moderna, por el Pbro. Dr. Baltasar de los Reyes Marrero, en la Real y

Pontificia Universidad de Santiago de León de Caracas, en 1788. Seguidamente, la

creación de la Cátedra de Anatomía en 1826, por el médico Dr. José María Vargas, en la

Universidad de Caracas y finalmente, la fundación de la Cátedra de Historia Natural,

por parte del naturalista alemán, Dr. Adolfo Ernst, en la Universidad Central de Caracas

en 1874. En esta oportunidad, queremos exponer el primero de los casos estudiados, el

del fraile Baltasar de los Reyes Marrero y la reforma de la Cátedra de Arte en la Real y

Pontificia Universidad de Caracas.

11 A este respecto pueden consultarse, como referencias fundamentales de investigaciones actuales sobre la reforma universitaria: SOTO ARANGO, Diana y otros. (Directores) Estudios sobre la universidad latinoamericana. De la colonia al siglo XXI. (s/f) Tunja (Colombia). Edición conjunta Rudecolombia – Colciencias – UPTC – Universidad de Alcalá de Henares – Universidad Libre de Berlín.; LANZ, Rigoberto. (Comp.) La Universidad se reforma. (2003) Caracas: Edición conjunta UCV – ORUS – UNESCO IESALC – OPSU MES. 12 Esta Línea de Investigación está adscrita al Centro de Investigaciones Históricas y Sociales Federico Brito Figueroa, de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, con sede en Barquisimeto y se desarrolla en el Programa de Doctorado en Educación de la misma universidad en el Área de Historia de la Educación y la Pedagogía.

6

2.- Universidad colonial y universidad republicana: Algunas precisiones

conceptuales

Al referirnos a la universidad en dos tiempos históricos de diferente naturaleza y

oposición, conviene plantear, en primer término, algunos problemas de vocabulario y de

su significación en cada momento histórico. Hablar de universidad colonial genera la

idean de que puede tratarse, en una primera acepción, de la universidad que existió en

ese tiempo histórico y que, en consecuencia, desaparece como institución dominante al

eliminarse los lazos de dominación colonial. Cronológicamente, nuestra universidad

republicana puede que haya nacido, entonces en 1810, o en todo caso, después del 5 de

julio de 1811.

Una segunda acepción nos obligar a caracterizar esa universidad colonial desde

el punto de vista de su organización académica, curricular y formativa, para ver hasta

donde persiste como modelo, más allá de alcanzada la independencia política de

España en la segunda década del siglo XIX. En ese sentido, podríamos decir que la

universidad colonial no se hace republicana sino hasta que logra transformar, desde

adentro, el viejo modelo escolástico y conventual de la universidad colonial. En nuestro,

caso este proceso se inicia con las reformas estatutarias de 1826, pero antes de esa fecha

y después, hay un movimiento de transformación de la enseñanza y de los contenidos

que sólo puede apreciarse al estudiar documentalmente la cátedra y los catedráticos.

En el tema que nos ocupa, como es el de la conformación curricular organizada a

través de las cátedras, esta precisión es fundamental, porque lo que se aprecia es que el

núcleo duro de la enseñanza escolástica que domina en la universidad real y pontifica

que surge en la colonia hispana, universidad conventual, del trivium y el cuadrivium,

elitesca y de castas, se mantiene en algunos casos hasta el siglo XX, lo que explica la

importancia de ese gran movimiento por la reforma que se desencadenó en la

Universidad Córdova de 1918. ¿Contra cual tipo de universidad se levanta el

estudiantado de Córdova?. Contra una universidad que aun se mueve entre los

paradigmas coloniales del señorío de castas, el título como prestigio social, el

escolasticismo tardío frente al experimentalismo y el predominio de la fe (autoridad del

profesor) sobre la razón. Recordemos el espíritu de aquella reforma impulsada por el

estudiantado universitario:

7

“ La juventud universitaria de Córdova afirma que jamás hizo cuestión de

nombres ni de empleo. Se levantó contra un régimen administrativo, contra

un método docente, contra un concepto de autoridad. Las funciones públicas

se ejercitaban en beneficio de determinada camarilla. No se reformaban ni

planes ni reglamentos por temor de que alguien en los cambios perdiera el

empleo. (…) Los métodos docentes estaban viciados de un estrecho

dogmatismo, contribuyendo a mantener a la Universidad apartada de la

ciencia y de las disciplinas modernas. Las lecciones, encerradas en la

repetición interminable de viejos textos, amparaban el espíritu de rutina y de

sumisión.”13

Esta circunstancia no niega, sino que más bien, destaca la labor que algunos

maestros de aquella universidad llevaron adelante en pro de la reforma universitaria

desde el escenario del aula y de la cátedra. Hemos llamado modernización al sentido

que toma ese reclamo, ya que la llegada de las “nuevas ciencias” o disciplinas de la

modernidad, como es el caso de la física, la química, la astronomía y las matemáticas, a

fines del siglo XVIII, la medicina experimental, la historia y la sociología positivista, en

la primera mitad del siglo XIX, no se logra sino como resultado de un proceso de

luchas, al interior de la universidad, que no se dan solamente en el campo de la

legislación o en el discurso político, sino en el aula, en la cátedra, en la relación

personal entre maestros y alumnos. Entremos en materia.

3.- La Cátedra de Filosofía en la Universidad de Caracas.

Los estudios de filosofía en la Universidad de Caracas tienen como antecedente

las enseñanzas que desde el Convento de San Francisco y el Seminario Mayor de Santa

Rosa de Lima llevaron a cabo los frailes franciscanos. Para el caso de Caracas, tal como

lo ha señalado el historiador Caracciolo Parra León en su obra La Instrucción en

Caracas 1567-1725, este proceso educativo cuenta como un hito fundamental, la firma

del Edicto de erección del Colegio Seminario de Santa Rosa, el 9 de octubre de 1673,

13 “La juventud argentina de Córdova a los hombres libres de Sud América”. En: CUNEO, Dardo (Comp.) La Reforma universitaria de Córdova (1918-1930). (s/f.) Caracas. Biblioteca Ayacucho. No. 39. p. 6.

8

por parte del Obispo Antonio González de Acuña, institución que se inicia con la

apertura de las Cátedras mayores de Gramática, Artes y Teología de Prima,14 que

reciben su aprobación Real el 23 de enero de 1675.15 Sin embargo, es el Obispo Diego

de Baños y Sotomayor quien logra la definitiva organización de la institución, al dotarla

de sus Constituciones en 1696 y fundar la Cátedra de Artes en 1683, siendo el Dr.

Lozano del Valle, su primer lector de filosofía y el Maestro Juan Fernández Ortiz, su

primer catedrático hasta 1687 que queda vacante.16

Hasta el momento de la reorganización del Seminario, efectuada en 1696, la

cátedra de filosofía fue regentada, después de Fernández Ortiz, por el padre fray Manuel

de Santa María, en 1688, de la Orden de Predicadores, y los doctores Félix de Acuña,

1689-1690, Domingo López, 1691-1693, y Jerónimo Fernández de Escorcha, “nacido

en el valle de Quibor, jurisdicción de la ciudad del Tocuyo”, entre 1694 y 1699, quien

además de ser diácono y presbítero de la ciudad de Caracas desde 1692,17 llegó a ocupar

el cargo de vicerrector del Seminario. El 29 de agosto de 1696, con sus nuevas

Constituciones, el Obispo Baños procedió a inaugurar el Colegio Seminario bajo la

advocación de la virgen de Santa Rosa y con el nombre de “Magnífico Real Y Seminario

Colegio de Señora de Santa Rosa de Santa María de Lima de Santiago de León de

Caracas”. El acto y las Constituciones fueron confirmadas y aprobadas por Real

Cédula de 30 de diciembre de 169718 y luego publicadas mediante Real Cédula de 17 de

junio de 169819, por lo que podemos afirmar que el Colegio Seminario de Santa Rosa

debe ser conceptuado como la primera institución de educación superior fundada en la

antigua Provincia de Venezuela, ya que es a partir de sus Cátedras mayores que se va a

erigir la Universidad de Caracas en 1721.20

14 PARRA LEON, Caracciolo. La instrucción en Caracas 1567-1725. En: Obras. (1954) Madrid: Editorial J. B. P. 147. 15 Ibid. P. 153. 16 Ibid. P. 159 17 Ibid. P. 166 18 Ibid. P. 176. 19 Ibid. P. 242. 20 Las Constituciones del Colegio Seminario fueron aprobadas por el Rey según Real Cédula de 17 de junio de 1698. Allí están expresamente reguladas las cátedras mayores que se deben dictar en la institución, lo cual le da el rango de estudios superiores que vendrá a completar el edicto de erección de 1721. Por eso, nos referimos a la funcionalidad del modelo conventual en la fundación de la universidad caraqueña a partir de la existencia del colegio seminario de Santa Rosa, instituido como tal en 1696.

9

Gracias a los avances académicos obtenidos, en especial de los cursos de

Filosofía y Teología que habían alcanzado su regularidad, en 1715 las autoridades del

Seminario iniciaron gestiones para alcanzar grados académicos y convertir el antiguo

seminario en universidad, diligencias que al parecer no llegaron a España. A este

respecto, la llegada del Obispo Juan José Escalona y Calatayud a Caracas va a tener una

gran significación, al lograr, por un lado la reforma de los antiguos Estatutos del

Seminario, y conseguir que el Rey, por Real Cédula fechada en Lerma el 22 de

diciembre de 1721, le concediera ·…facultad para que pueda dar grados, y erigirse este

Collegio en Vniversidad, en la misma conformidad, y con yguales Zircunstanzias, y

prerrogativas, que la de Santo Domingo, y con el titulo de Real, como tiene dha

Vniversidad.”21 Lograda la institucionalización Real, el 18 de diciembre de 1722, el

Papa Inocencio XIII le concede la condición pontifica a la nueva universidad por lo que

pasará a denominarse Real y Pontifica Universidad de Santiago de León de Caracas.

Con la erección de la nueva universidad, los estudios de filosofía toman nuevo

impulso. Sin embargo, conviene señalar que hay continuidad con las cátedras que

venían funcionando en el Colegio Seminario de Santa Rosa. En las Constituciones de la

Universidad, aprobadas por el Rey el 8 de mayo de 1727, se puede leer a este respecto

que “…son nueve las Cátedras que se hayan establecidas, y fundadas en este Real

Colegio, que esta erigido en Universidad…”22 En todo, caso se faculta al “Ilustrísimo

señor Obispo, para que pueda fijar Edictos en las puertas de dicha Universidad

siempre que vacare cualquiera Cátedra.” Lo importante, en términos que hoy

podríamos denominar curriculares, es que en las Constituciones se establece claramente

“…que el Catedrático de Filosofia en el primer año lea Súmulas y Lógica, en el

segundo los ochos libros de Física, de Coello, Mundo, y de Generationes, y en el tercer

año leerá Anima y Metafísica”23 ya que este será el centro del conflicto que vivirá el

Padre Marrero al modificar este plan de estudios en 1788.

Según se puede apreciar en el cuadro de Catedráticos que nos presenta Ildefonso

Leal en su obra ya citada sobre la universidad, el primer catedrático en Filosofía de

21 Ibid. P. 195 22 “Constituciones de la Real y Pontificia Universidad den Caracas, de 1727”. En: LEAL, Ildefonso. Historia de la Universidad de Caracas (1721 – 1827). (1963) Caracas: Ediciones de la Biblioteca de la UCV. P. 356. 23 Ibid. P. 362.

10

Seglares es el Dr. Pedro Nicolás Monasterios, para 1728, que es, además, el primer año

de funcionamiento de la universidad bajo los nuevos estatutos o constituciones.

Mientras que para Filosofía de Religiosos el primer Catedrático registrado es Fray

Pedro de Sierra en 1741.24 El Padre Marrero sería el décimo séptimo catedrático al

ocupar la Cátedra de Filosofía de Seglares en 1788, hasta el año de 1791 que lo suple el

Pbro. Dr. Francisco Antonio Pimentel.

De la evolución de la Cátedra hasta la llegada de Marrero podríamos señalar que

en el Libro de Egresados de la Universidad, ya aparecen contabilizados los primeros

“Bachilleres en Artes: Filosofía” para el año de 1725, en número de once graduados.25

El primer licenciado en Artes es de 1730, así como los primeros dos primeros Maestros

en Artes que egresan de la Universidad. Es en 1757 que aparecen los dos primeros

doctores en Artes egresados de la Universidad de Caracas, a saber: Fernando de

Monasterios y Francisco José Urbina. Un dato curioso es que a pesar de que siguen

egresando con regularidad bachilleres, licenciados y maestros en Artes, es en 1803 que

egresa un nuevo Doctor en Artes, Rafael Avalos, lo que significa que el grado doctoral

estaba dominado por las Ciencias Eclesiásticas, en sus menciones de Cánones y

Teología, a la que se agregan en menor cantidad las Ciencias Médicas en 1763 y Leyes

en 1778.

Si comparamos este proceso de institucionalización de los estudios de filosofía

que se dictan, primero en el Colegio Seminario y más tarde la Universidad, siempre

bajo la egida de la escolástica, con los representantes de la “filosofía colonial

venezolana”, como la denomina el Maestro J. D. Garcia Bacca, y que ubica entre 1638 y

1800, podemos observar algunos encuentros y desencuentros entre el quehacer

filosófico y los ámbitos escolares de la universidad. Para García Bacca, más que de

grandes obras y autores, es preferible hablar de dos constelaciones con sus figuras

representativas: la constelación escotista, que representan Alfonso Briceño – Agustín de

Quevedo y Villegas – Tomás Valero y Antonio Navarrete, siglos XVII y XVIII. Y la

constelación tomista que se expresa en las obras de Antonio José Suárez y Francisco

José de Urbina. Mientras que el “…nombre de Valverde, el proceso de Marrero, las

24 Ibid. P. 495 y 406. 25 UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA. Egresados de la Universidad Central de Venezuela 1725-1995. (1996) Caracas: Ediciones de la Secretaría. T. I. P. 215.

11

lecciones de Escalona, maestro de Bello, personifican el viraje que hacia la

modernidad da la filosofía en Venezuela.”26

Pues bien, en la Cátedra de Artes o Filosofía de Seglares, aparecen los nombres

de Francisco José de Urbina de la tendencia que García Bacca denomina tomista,

mientras Baltasar de los Reyes Marrero y Rafael Escalona representan la filosofía

moderna, por lo que es posible suponer que fue entre esas dos tendencias que se

desenvolvió la filosofía universitaria colonial, mientras el escotismo se cultivó y

desarrolló fuera de la universidad, ya que la obra de Briceño se realiza entre Caracas y

Trujillo en 1638, Quevedo y Villegas en Coro, en 1752, Tomás Valero en El Tocuyo y

Naverrete en Caracas, hacia 1783. Sin embargo, es clave en este proceso el papel jugado

por el Padre Marrero al introducir en la Cátedra temas y autores de la nueva filosofía, lo

que lleva a Caracciolo Parra León a iniciar su estudio sobre la Filosofía Universitaria

Venezolana, a partir de la reforma introducida por Marrero en la Universidad de

Caracas. Pero, ¿quién fue Baltasar de los Reyes Marrero?

4.- Baltasar de los Reyes Marrero y la Cátedra de Filosofía Moderna en la

Universidad de Caracas, 1788.

Sobre Baltasar de los Reyes Marrero, importantes historiadores de la educación

y de la ciencia, han realizado estudios relacionados con su labor docente, además de las

conocidas referencias que podemos encontrar en las obras, ya clásicas, de Caracciolo

Parra León e Ildefonso Leal, sobre la Universidad de Caracas. Entre estos últimos

estudios cabe destacar el ensayo de Yajaira Freites “Un esbozo histórico de las

Matemáticas en Venezuela”, cuya primera parte esta dedicada al periodo colonial. Allí,

la autora señala cómo la “nueva filosofía” o la ciencia moderna llegó a la Universidad

de Caracas a través de la Cátedra de Filosofía regentada a partir de 1788 por el Padre

Marrero introdujo como parte de los estudios de filosofía, “…las nociones de

aritmética, álgebra y geometría por considerarlas indispensables para que los

26 GARCIA BACCA, J. D. Autobiografía intelectual y otros ensayos. (1983) Caracas: Fondo Editorial de Humanidades y Educación. P. 360.

12

estudiantes pudieran enfrentar con inteligencia los estudios de física y los de la misma

teología.”27

En reciente estudios, el historiador y filósofo José Pascual Mora – García

actualiza la importancia del Padre Marrero como “el principal antecedente de la

fundación de la mecánica clásica en Venezuela, y al mismo tiempo precursor del

positivismo utilitarista” en su denso ensayo sobre la emergencia de la Ilustración en la

Universidad de Caracas.28

Baltasar de los Reyes Marrero nació en Caracas el 6 de enero de 1752,

realizando sus primeros estudios religiosos en el Seminario de Santa Rosa de Lima, de

Caracas. En 1779, es ordenado sacerdote por el Obispo Mariano Martí, cuando ya había

obtenido – según Parra León - los grados de bachiller, licenciado y maestro en Filosofía,

entre 1769 y l773, bachiller, licenciado y doctor en Teología entre 1772 y 1774, y

bachiller en Cánones en 1776.29

Además de esta completa formación universitaria, llevada a cabo en la Real y

Pontifica Universidad de Caracas, el padre Marrero había estudiado más de un año de

Medicina con el Dr. Lorenzo Campins, catedrático en propiedad30 y protomédico

27 FREITES, Yajaira. . (2000) “Un esbozo histórico de las Matemáticas en Venezuela. I Parte: Desde la Colonia hasta finales del siglo XIX” Boletín de la Asociación Matemática de Venezuela. Caracas. Vol. VIII, 1 y 2. P. 9. 28 MORA GARCÍA, José Pascual. (2009): “Baltasar de los Reyes Marrero (1752-1809): primer educador de la enseñanza de la física moderna en la Universidad de Caracas (últimas décadas del siglo XVIII) (para una historia conectada de la historia de la educación en Colombia y Venezuela)”. Revista Historia de la Educación Latinoamericana, Vol. 13, Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, RUDECOLOMBIA, 29 PARRA LEÓN, Caracciolo. Filosofía Universitaria venezolana (1788-1821). (1933) Caracas: Parra León hermanos, Editores. p. 55. En el libro de Egresados de la Universidad Central de Venezuela. (1725-1995). Tomo I. pp. 234, 237 y 244, el Padre Marrero aparece citado en los Grados de Bachiller en Artes, Bachiller en Ciencias Eclesiásticas y Licenciado en Ciencias Eclesiásticas. Sin embargo, hay que señalar que en el libro de Egresados solo hay datos de Grado de Bachiller en Arte para el año1772, y de los grados de Bachiller en Leyes y Ciencias Eclesiásticas para el año 1773. En relación al cuadro de Doctores en Teología, año de 1774, sólo aparece Miguel Antonio Castro. El historiador Parra León señala en su obra las fechas de cada uno de los grados por lo que suponemos que este vacío de información que aparecen en el libro de Egresados puede estar vinculado al estado de la documentación consultada por los compiladores en 1996, ya que la obra de Parra León es de 1933. 30 Según Ildefonso Leal, Campins y Ballester fundó y dirigió la Cátedra de Prima de Medicina entre 1763 y 1783. (Op. Cit. 1963. P. 408)

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interino de la provincia de Venezuela y de la ciudad de Caracas por Real Cédula

expedida el 14 de mayo de 1777, firmada por el rey Carlos III.31

Fue, pues, este docente, formado en la más clásica tradición escolástica, quien

impulsó la reforma de los estudios filosóficos en la universidad caraqueña, cuando

desde su Cátedra de Arte o Filosofía, ganada en 1788, empezó a enseñar a sus alumnos

la filosofía moderna, es decir, la obra de Newton, Kepler, Lavosier, en el campo de las

ciencias experimentales, y de pensadores como Descartes, Locke, Condillac, que son

quienes echan las bases de la Ilustración en Europa. Pero ubiquemos, aunque sea

brevemente, la labor del Padre Marrero en el contexto peninsular.

En el caso español, la llegada de la Ilustración “…ha sido establecida en 1687 al

coincidir este año con la publicación de la Carta filosófico-médico-química de Juan

Cabriada, el viaje a París de Crisóstomo Martínez, y la aceptación por la Universidad

de Zaragoza de la circulación de la sangre.” 32

En los reinados de Felipe V y de Fernando VI, el movimiento siguió su curso

hasta llegar al momento culminante de Carlos III, que es la época que se reconoce como

la de mayor expansión de las ideas y de las reformas ilustradas, tanto en la península

como en las colonias americanas. Entre las figuras más representativas de aquel

movimiento hay que señalar al Padre Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764) y a Gregorio

Mayans y Siscar (1699-1781), a quienes se ubica como pre-ilustrados o proto-

ilustrados, cuya obra de divulgación se dirigió a las mayorías, en el caso del primero33,

y a la reforma de los estudios humanísticos, en el segundo.34 En el reinado de Fernando

VI destaca la labor de gobierno de Ensenada-Carvajal y la obra satírica contra la

predicación barroca de su tiempo, Historia del famoso predicador Fray Gerundio de

Campezas, alias Zote, cuyo autor fue el Padre jesuita José Francisco de Isla.

31Documentos publicados en: GONZÁLEZ GUERRA, Miguel. Lorenzo Campins y Ballester. Moisés, Quijote, Apóstol y Héroe de la Medicina venezolana. (1996) Caracas: Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico. Universidad Central de Venezuela. P. 179 y ss. También en: http://www.ivic.ve/memoria/bios/campins_y_ballester_lorenzo.htm 32 PÉREZ ESTÉVEZ, Rosa Ma. Op. Cit. 2002. P. 86. 33 Del Padre Feijoo hay que señalar su obra Teatro Critico Universal (1742-1760) como la más conocida y divulgada por la variedad de temas tratados. 34 Mayans, fue autor de libros como Los orígenes de la lengua española (1737), Retórica (1757) y de una Gramática latina (1768), escrita en castellano.

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Finalmente, la etapa culminante de Carlos III, donde la labor reformista de

figuras como Pedro Rodríguez de Campomanes o Gaspar Melchor de Jovellanos, se

completa con la reforma universitaria, los grandes debates sobre política económica,

intentos de reforma social y de la enseñanza, las encuestas de población que lideran

Aranda y Floridablanca y la constitución de academias y sociedades promotoras de la

ciencia y la educación popular.

Esta es la época de las grandes expediciones científicas, como la encabezada por

José Celestino Mutis al Nuevo Reino de Granada entre 1782 y 1808, o la Expedición de

la Vacuna, dirigida por Francisco Javier Balmis entre 1803 y 1806 para divulgar el uso

de la vacuna antivariólica en América y en las Islas Filipinas, de la creación de las

Sociedades Económicas de Amigos del País, de difusión de la imprenta, del libro, de las

tertulias, al estilo inglés y francés y, en el caso que nos ocupa, de lucha contra el

dominio conservador de la Iglesia en el mundo universitario.

Esta reforma que inicia en Sevilla el Intendente Pablo de Olavide en 1767, año

de expulsión de los jesuitas de los dominios de España, por decreto del propio Rey

Carlos III, donde se destaca la necesidad de desterrar las enseñanzas “inútiles y

frívolas” en beneficio de “las artes útiles, la agricultura, las ciencias prácticas”35

según se señala en el Informe que el Intendente remite a Campomanes como Presidente

del Consejo de Castilla. A las tradicionales cátedras de Arte y Filosofía, Olavide

incorporaba la de Matemáticas. Sin embargo, a pesar del apoyo real, la reforma se

encuentra obstaculizada por múltiples y fuertes enemigos.

Más adelante fracasan las reformas impulsadas por Godoy en 1797, mientras que

el Plan de Estudios uniforme que intenta aplicar el Ministro José Antonio Caballero en

1807 es paralizado por la invasión napoleónica, por lo que la universidad española

arriba al siglo XIX sin cambios sustanciales en su modelo tradicional. Sin embargo,

estuvo sometida a esa atmosfera de cambios que también se extienden a la América,

contexto en el que va a darse la iniciativa reformadora del Padre Marrero.

35 Ibid. P. 109.

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Ahora bien, regresando a nuestro catedrático, hay que destacar su formación

clásica en la lengua latina, filosofía, teología, cánones y ciencias naturales, sobre lo cual

nos dice lo siguiente Caracciolo Parra-León: “Formó todo su saber y desarrolló todas

sus inclinaciones dentro de la ciudad de Caracas, de donde jamás salió sino

accidentalmente y para el interior de la provincia, según muestran los libros

universitarios de aquel tiempo, con que puede reconstruirse seguidamente todo aquel

largo periodo de su educación.”36

Fue, pues, nuestro educador, un producto de la educación universitaria

caraqueña, que demuestra con ello sus avances y actualidad a pesar de la naturaleza

conservadora de la institución universitaria conventual de entonces. Antes de ganar la

Cátedra de Arte, Marrero se desempeñaba como profesor de Mayores o Retórica y

Elocuencia. Dictó, pues, la Cátedra de Arte entre 1788 y 1790 por renuncia originada

de la demanda que contra él y su labor docente interpuso por ante las autoridades

universitarias el Dr. Cayetano Montenegro, debido a la expulsión de su hijo José

Cayetano Montenegro de la clase de Filosofía regentaba por el Padre Marrero.

Este último incidente y la documentación levantada en el expediente a propósito

de la querella establecida, arroja luz acerca de la reforma curricular y pedagógica

introducida por Marrero en su Cátedra de Filosofía. Para una mayor comprensión de

aquel debate y su valoración científica y pedagógica es necesario saber que la

incorporación de los autores “modernos”, arriba señalados, a la Cátedra se hace posible

al tomar el Dr. Marrero la iniciativa de modificar la tradicional enseñanza aristotélica de

la Lógica Mayor, introduciendo el estudio de la Aritmética y del Algebra “…en

contravención de las Leyes y Estatutos de la Real y Pontifica Universidad..” 37

¿Qué significa esto, en términos científicos y pedagógicos?. Como puede leerse

en el Titulo IX, “De las lecturas de las Cátedras y tiempo de vacaciones”, de las

Constituciones de la Real y Pontificia Universidad de Caracas, de 1727, el

36 PARRA LEÓN, Caracciolo. Op. Cit. 1933. p, 56. 37 “Expediente del juicio entre don Baltasar Marrero y don Cayetano Montenegro sobre la expulsión de su hijo José Cayetano Montenegro de la clase de Filosofía que regentaba el primero, en la Real y Pontifica Universidad de Caracas, año 1790”. Archivo Histórico Nacional de España. Sección Consejos. Legajo 205515. El expediente esta publicado en el Boletín del Archivo Histórico. Universidad Central de Venezuela. 1984. Una selección del documento puede consultarse en: www.ideaspedagogicas.pbworks.com/f/1_Expediente_Marrero.doc

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Catedrático de Filosofía “…en el primer año lea Súmulas y Lógica, en el segundo los

ocho libros de Física, de Coello, Mundo y de Generatione, y en el tercer año leerá de

Anima y Metafísica.” 38 Estas orientación curricular es modificada por Marrero al

introducir “…la enseñanza de los tratados preliminares o prolegómenos de Física, que

comprenden la Aritmética, Álgebra y Geometría…”39 que como innovación se siguen

en la Universidad de Salamanca, con Real aprobación. Al fundamentar su reforma, dice

el catedrático:

“Si es cierto que siempre estoy pronto a fomentar el aprovechamiento de los estudiantes con mis amonestaciones y el agrado con que recibo a los aplicados y explico sus dudas hasta convidarles a que ocurran a casa o a estudiar en mis libros o a proponerme sus dificultades, procurando siempre inspirarles el buen gusto y que huyan de las eternas disputas de nombres y ridiculeces con que se ha hecho despreciable el Peripato, purificando en parte a Aristóteles de los errores que sus sectarios apadrinan con su autoridad; en una palabra, procurando preservar sus entendimientos de toda preocupación y a no admitir sino lo que se muestra con evidencia por verdad cierta en las cosas naturales y que Dios no ha revelado. Pido ut supra.”

Hay, además de la defensa de su labor pedagógica, una interesante crítica a la

enseñanza filosófica dominante en nuestra universidad colonial, anclada en el estudio de

“las eternas disputas de nombres y ridiculeces con que se ha hecho despreciable el

Peripato”, proponiendo, más bien, “no admitir sino lo que se muestra con evidencia

por verdad cierta en las cosas naturales y que Dios no ha revelado”, con lo que nuestro

catedrático empieza a dar un paso fundamental frente a la enseñanza escolástica, la cual

se hace, principalmente, sobre textos que se leen y se comentan, mientras la filosofía

moderna, fundada en la física newtoniana y en el método de Galileo, empieza a

privilegiar la experiencia y la evidencia empírica como forma de acceder al

conocimiento y como método de enseñanza. Como bien nos recuerda Julián Marías en

su Historia de la Filosofía:

“Los problemas de la Escolástica, como antes de la Patrística, son ante todo

problemas teológicos, y aun simplemente dogmáticos, de formulación e

interpretación del dogma, a veces de explicación racional o incluso

38 En: LEAL, Ildefonso. Op. Cit. 1963. p. 362. 39 “Expediente…” Apelación al Sr. Maestreescuela. Caracas, 09 de junio de 1789.

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demostración. Y estos problemas teológicos suscitan nuevas cuestiones, que

son ellas, filosóficas”.40

En ese sentido, la filosofía no era más que una disciplina auxiliar, subordinada

incluso, a la teología, que es la que orienta el quehacer filosófico en la Edad Media,

alrededor de temas capitales como los universales, la creación y la razón. Y es por la vía

de la razón que va a entrar la nueva filosofía a la universidad, de la mano de las

filosofías medievales de Juan Escoto Erígena (810-877) y Guillermo de Ockham

(1280/1288 – 1349), ambos de origen inglés. En Escoto, la teología no es especulativa,

sino práctica y moralizadora y el hombre, que es razón, hará una filosofía racional a

través del logos. En Ockham, ese logos, no es esencia de Dios, sino del hombre, lo que

viene a ser una especie de puerta al racionalismo de la modernidad, puesto que al dejar

de ser la divinidad el gran tema teórico y racional del hombre de la Edad Media, la

razón se vuelca sobre aquellos objetos a los que es adecuada su intelección. “Ante todo -

nos dice Marías – el hombre mismo; en segundo lugar, el mundo, cuya maravillosa

estructura se esta descubriendo entonces: estructura no solo racional, sino

matemática.”41

Sabemos, que después de San Anselmo (1033-1109), la Escolástica como

doctrina y como sistema de enseñanza queda constituida; y la universidad aparece

como parte de ese proceso intelectual alrededor de los núcleos escolásticos de la escuela

de Chartres en Paris, hasta que aparece la figura de Santo Tomás de Aquino (1225-

1274), con cuya obra la escolática toma su máximo esplendor al transformarse el

tomismo, que es como se conoce su pensamiento filosófico, en una síntesis aristotélico-

escolástica. La acogida del tomismo por la Universidad de Paris es el paso previo a su

legitimación y posterior extensión a la mayoría de escuelas y universidades europeas.

Se comprende entonces, el peso que la fidelidad al tomismo, al Angélico Doctor,

tiene en el debate planteado alrededor de la reforma de Marrero en la Real y Pontificia

Universidad de Caracas. En ese escenario, es muy significativa la opinión del Rector,

40 MARÍAS, Julián. Historia de la Filosofía. (1960) Madrid: Manuales de la Revista de Occidente. p. 126. 41 Ibid. p. 136.

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Juan Agustín de la Torre,42 quien interviene a favor de Marrero, puesto que además de

estar “…muy conforme y aún muy debido que esta Universidad siga en todos los pasos

de la de Salamanca” para él es de mucha importancia que se dicte Aritmética, Algebra

y Geometría, “…para la verdadera inteligencia de la Física, que es el fin principal de

la Lógica inferior y superior”. Clemente XIV, señala el Rector “… estima la Filosofía

sin Geometría lo mismo que la Medicina sin la Química…”, ratificando que sin el

estudio de la Matemática no es posible entender “…los libros de los mejores filósofos

modernos y sus discursos”, los cuales se basan en la Geometría y el Algebra, mientras

que estas dos ciencias son, además, fundamentales para el estudio de la Física.

Asistimos, pues, a un temprano debate, hoy de carácter curricular, que surge de

la reforma de una Cátedra. Sin embargo, por el “…horrendo delito de conspirar contra

el Soberano usurpándole la regalía suprema de formar el Plan de Estudios”, que son

los términos con los que Montenegro basa su acusación, Marrero abandona la cátedra

para asumir el humilde cargo de Cura de Almas de la Parroquia de San Pedro, en el

Puerto de La Guaira. Finalmente, en los autos del Cancelario de la Universidad, se

decide restituir las clases de Súmula y Lógica al estudiante Montenegro, mientras las

clases de algebra, aritmética y demás materias introducidas por el Padre Marrero solo

pondrán darse por voluntad de los estudiantes.

¿Hasta allí quedo este intento de reforma?. Tanto Parra-León, quien no conoció del

Expediente del litigio con Montenegro, ya que éste fue publicado por la Secretaría de la

Universidad Central de Venezuela en 1984, como Ildefonso Leal, están de acuerdo en

afirmar que la dirección dada por Marrero al curso de Filosofía no fue efímera y

circunscrita a su personal labor. Los sucesores de Marrero en la Cátedra de Arte,

Francisco Antonio Pimentel, Rafael Escalona – maestro de Bello – y Alejandro

Echezuría “continuaron la progresiva corriente de las ideas y autores modernos hasta

el nacimiento de la República.”43 Este cambio se puede apreciar mejor en las tesis

presentadas para el bachillerato en Artes, la recepción positiva que le dieron los

dominicos y franciscanos en sus respectivas cátedras de filosofía a la introducción de las

4242 Sobre el pensamiento ilustrado de José Agustín de la Torre, pueden consultarse su famoso “Discurso Económico, Amor a las letras en relación con la Agricultura y Comercio” de 1790 en: LEAL, Ildefonso. El primer periódico de Venezuela y el panorama de la cultura en el siglo XVIII. (2002) Caracas: Academia Nacional de la Historia. El Libro Menor 229. P. 259 y ss. 43 PARRA-LEÓN, Caracciolo. Op. Cit. 1933. p. 64.

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nuevas ideas y los premios universitarios otorgados, muchos de los cuales fueron

destinados al fomento y cultivo de la ciencia nueva.

Por su parte Ildefonso Leal, corrobora lo señalado por Parra León y agrega a un

grupo de destacados egresados de aquella cátedra: Francisco Javier Ustáriz, Juan

Germán Roscio, José Vicente Unda, Felipe Fermín Paul, José Cecilio del Valle, Juan

Antonio Rodríguez Domínguez, Andrés Narvarte, Miguel José Sanz, Tomás Hernández

Sanavria y Baltasar Padrón44, entre otros, que llegaron a tener gran figuración en

nuestro proceso independentista y en la construcción de las bases filosóficas y jurídicas

de la nueva República.

En cuanto al testimonio de aquellos alumnos, podemos destacar las palabras de

José María Vargas, quien en 1827, lo llamó “inmortal maestro, ilustre fundador de la

clase de filosofía moderna en Venezuela”, recogido por él del Libro de Claustros, 1799-

1843.45 Cabe destacar, en relación a la vinculación académica y espiritual que se pudo

establecer en el tiempo entre estos dos grandes catedráticos de nuestra Universidad de

Caracas, el hecho de que Vargas obtuvo sus grados de Bachiller (1803), Maestro y

Licenciado (1806) en Filosofía antes de obtener su grado de Doctor en Ciencias

Médicas en 1808.46 Por ello, tal vez, cuando leemos su ensayo titulado “Algunas ideas

acerca del método de educación más adecuado para formar un medico”, escrito en

1850, encontramos muchas ideas próximas a lo planteado años atrás por el Padre

Marrero en su reforma de 1788, en relación a la importancia del estudio de la Filosofía

racional, la Física, la Matemática y la Química en la formación del médico.47

También conocemos del testimonio de Felipe Fermín Paúl, quien afirma en

1828: “….Marrero, de quien la filosofía moderna ha hecho su apoteosis en este mismo

altar…”48 al pronunciar un discurso de homenaje de la Universidad al Arzobispo

Ramón Ignacio Méndez. O de Domingo Briceño Briceño, quien desataca en 1833, que

44 LEAL, Ildefonso. Op. cit. 1963. P. 158. 45 PARRA-LEÓN, Caracciolo. Op. Cit. 1933. p. 61. 46 UCV. Op. Cit. 1996. Tomo I. p. 256 y ss. 47 VARGAS, Doctor José. Obras Completas. (1958) Caracas: Talleres Tipográficos “El Globo”. Vol. I. p. 354 y ss. 48 Idem.

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sus discípulos “…fueron el plantel de la mayoría de los hombres que han hecho y

sostenido la emancipación de España”49

Tuvo, pues, nuestra Real y Pontificia Universidad de Caracas, la vitalidad de

generar de su seno un primera reforma pedagógica a partir de la Cátedra de Artes

regentada por el Pbro. Dr. Baltasar de los Reyes Marrero, quien logró frente a la

tradición escolástica dominante y el peso de la costumbre, modernizar los estudios de

filosofía en nuestro medio universitario, acercando a aquella ya vieja estructura

académica, dominada aun por la contra reforma religiosa frente al mundo en ascenso de

la modernidad, piso sobre el cual se va a levantar el futuro edificio republicano nacido

en el Congreso Constituyente de 1811.

49 Idem.

21

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