b muerte dios blanchot, nihilism and the “death of … · blanchot, el nihilismo y la “muerte...

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Recibido 10-02-2012 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 11 (2012), ISSN: 1666-2849, ISSN (en línea): 1853-2144, pp. 267-290 – Aceptado: 01-03-2012 267 BLANCHOT, EL NIHILISMO Y LA MUERTE DE DIOS* Blanchot, Nihilism and the “Death of God” Michael Holland 8QLYHUVLW\ RI 2[IRUG 5HLQR 8QLGR [email protected] Resumen: Blanchot sostuvo que es imposible escaparnos o superar el nihilismo debido a que, hasta el momento, no hemos entrado por completo HQ pO (VWH HQVD\R H[SORUD OD UHODFLyQ HQWUH HO QLKLOLVPR \ VX HVFULWXUD TXH resulta determinada por esta aserción desde dos perspectivas: en primer lugar, aquella de sus detractores, para quienes su escritura está por FRPSOHWR JREHUQDGD SRU HO QLKLOLVPR OXHJR GHVGH HO SXQWR GH YLVWD GH OD relación original que se establece en su pensamiento (de forma temprana, ya en los años 40) entre el lenguaje de la literatura y la experiencia de la muerte de Dios –de donde emerge el nihilismo. Habiendo atravesado su SURSLD H[SHULHQFLD SHUVRQDO GH OD PXHUWH GH 'LRV SRU IXHUD GH OD タORVRItD D WUDYpV GH OD HVFULWXUD QDUUDWLYD GH タFFLyQ HQWUH \ %ODQFKRW halla en los Holzwege de Heidegger una original tentativa de abrir el OHQJXDMH タORVyタFR DO GHVDItR TXH HO QLKLOLVPR OH SODQWHD D OD タORVRItD Esta es la clave de la crítica sistemática de la posición de Heidegger, enfocada en la noción de obra de arte, y por medio de la cual utiliza la lectura heideggeriana de Nietzsche y del Superhombre contra el propio +HLGHJJHU DO LGHQWLタFDU HQ HO SURFHVR GHO HWHUQR UHWRUQR XQ PRYLPLHQWR dual que, durante los años 60, conducirá al abandono de la noción de nihilismo en favor de la categoría de escritura fragmentaria, la cual requiere un desplazamiento y dislocación radicales del sujeto racional, y DEUH HO SHQVDPLHQWR D XQD UHODFLyQ カHQWUHキ HO Vt PLVPR \ HO RWUR Palabras clave: muerte de Dios / nihilismo / Heidegger / Nietzsche Abstract: Blanchot maintained that it is impossible for us to escape from or overcome nihilism, because we have so far never fully entered it. This essay explores the relation between nihilism and his writing which WKLV DVVHUWLRQ GHWHUPLQHV IURP WZR DQJOHV タUVW WKDW RI KLV GHWUDFWRUV * Publicado originalmente en: Modernités, nº 33, 2012, Les Presses Universitaires de Bordeaux, pp. 293-312.

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Recibido 10-02-2012 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 11 (2012), ISSN: 1666-2849,

ISSN (en línea): 1853-2144, pp. 267-290 – Aceptado: 01-03-2012

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BLANCHOT, EL NIHILISMO Y LA “MUERTE DE DIOS”*

Blanchot, Nihilism and the “Death of God”

Michael Holland

[email protected]

Resumen: Blanchot sostuvo que es imposible escaparnos o superar el

nihilismo debido a que, hasta el momento, no hemos entrado por completo

resulta determinada por esta aserción desde dos perspectivas: en primer

lugar, aquella de sus detractores, para quienes su escritura está por

relación original que se establece en su pensamiento (de forma temprana,

ya en los años 40) entre el lenguaje de la literatura y la experiencia de la

muerte de Dios –de donde emerge el nihilismo. Habiendo atravesado su

halla en los Holzwege de Heidegger una original tentativa de abrir el

Esta es la clave de la crítica sistemática de la posición de Heidegger,

enfocada en la noción de obra de arte, y por medio de la cual utiliza la

lectura heideggeriana de Nietzsche y del Superhombre contra el propio

dual que, durante los años 60, conducirá al abandono de la noción de

nihilismo en favor de la categoría de escritura fragmentaria, la cual

requiere un desplazamiento y dislocación radicales del sujeto racional, y

Palabras clave: muerte de Dios / nihilismo / Heidegger / Nietzsche

Abstract: Blanchot maintained that it is impossible for us to escape

from or overcome nihilism, because we have so far never fully entered it.

This essay explores the relation between nihilism and his writing which

* Publicado originalmente en: Modernités, nº 33, 2012, Les Presses Universitaires de

Bordeaux, pp. 293-312.

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standpoint of the original relation which is set up in his thinking as

early as the 1940s between the language of literature and the experience

of the death of God out of which nihilism arises. Having pursued this

own personal experience of the death of God outside of philosophy,

Holzwege an original attempt to open

philosophical language up to the challenge which nihilism poses to

reading of Nietzsche and the Superman against him by identifying in

the process of eternal return a dual movement which, during the 1960s,

will lead to a dismissal of the notion of nihilism in favour of a category

of fragmentary writing which requires a radical displacement and

dislocation of the rational subject, and opens thought up to a relation

lying in between self and other.

: death of God / nihilism / Heidegger / Nietzsche

Andrea Potesta

-

Camus en Actuelles III, aparecido en 1953, “Comenzamos a salir del

nihilismo”, Blanchot enuncia de inmediato una duda:

Es cierto, hemos salido del nihilismo, pero –tal vez– porque nun-

del nosotros y no de la experiencia de un yo [moi] de excepción.2

Encontramos allí los elementos de un programa que va a determi-

-

Contre-Attaques, nº 1, janvier-juin 2009, p. 73. [Si

bien se conservan las referencias a los originales citados por el autor, la traducción de

las citas textuales me corresponde a mí. N de la T.]

, Paris, Gallimard,

1969, p. 261. En lo sucesivo, EI.

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doles una originalidad, o al menos un margen de distinción respecto de

los grandes abordajes de esta cuestión (los de Nietzsche, Heidegger),

que me gustaría intentar aclarar un poco aquí.

En lo que concierne a Blanchot, la salida del nihilismo no tendrá

sentido hasta tanto no hayamos hecho aquello que no hicimos jamás

riesgo, dado que en su última fase, dice en 1958 siguiendo a Nietzsche3,

EIla posibilidad de toda superación, es el horizonte sobre el cual se abre

toda ciencia particular y toda exigencia de saber” (EI, p. 219). De este

modo, continúa (yendo esta vez más allá de la posición de Nietzsche):

“el nihilismo, haciendo posible la ciencia, deviene la posibilidad de la

(EI–la bomba atómica– es, entonces, “una de las puntas del nihilismo”,

dado que por ella “el poder tiene el poder de suprimirse como poder”

(EI, p. 310). Idea cuyo alcance Blanchot precisa en un diálogo que data

del mismo año:

límite a la destrucción del hombre.

al formularlo. Pero dudo que el nihilismo se deje capturar tan

fácilmente. (EI, p. 200).

En resumen, con Blanchot, la salida del nihilismo no se halla sino

allí donde el nihilismo es empujado a fondo4

hasta el fondo equivale, al parecer, a perder la forma de salir de allí

alguna vez.

3. Según Jean Grenier, “Nietzsche (...) desea probar la colusión de la ciencia con

las creencias metafísicas que impulsan implacablemente a la humanidad hacia el

Nihilismo” (Le Problème de la vérité dans la philosophie de Nietzsche, Paris, Gallimard,

1966, p. 73).

punto extremo del nihilismo de nuestro siglo”, subrayando con mucha justicia que

se trata en principio y exclusivamente “[del] nihilismo como cuestionamiento, como

nihilismo” (en “Blanchot et la question du nihilisme”, Furor, nº 29, septembre 1999,

pp. 36, 41, 48).

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Pueden distinguirse dos niveles o dimensiones en la relación que

existe entre la escritura de Maurice Blanchot y la noción o cuestión

del nihilismo: en primer lugar, el de su propio compromiso con esta

noción, que ocupa un período bien delimitado de su carrera, es decir

los años que separan –su primer libro de crítica (1943)– y el

donde escribe:

esa palabra seca y latina por añadidura, creo que ha cesado de

EI, p. 592)

hace una treintena de años y según el cual su escritura –sean cuales

un nihilismo radical que la mina desde el interior y la priva de todo

valor. Puede decirse que es en este último nivel donde se sitúa hoy

en día el prácticamente único modo de acceso a la obra de Blanchot,

excepto para algunos –entre los que me cuento– que, ante semejante

consenso y su va-de-suyo, corren el riesgo de caer en una incondicio-

nalidad defensiva y de parecer los adeptos, los iluminados incluso: los

bien, es claro que, acerca de la cuestión de las relaciones entre Blan-

chot y el nihilismo –como por otra parte acerca de todos los aspectos

ejercida esa especie de

tiempo, y justamente porque el nihilismo sirve de pantalla de su obra

clave, ofrece en tanto categoría la posibilidad de un giro que permiti-

ría deslindar el sentido de su empleo en Blanchot y, en consecuencia,

En esta perspectiva, comencemos por una constatación: la opinión

según la cual la escritura de Blanchot sería nihilista por esencia, deri-

y que es un poco el fundamento de esta. De acuerdo a ella, en lo que

respecta a la cultura en Francia (con todo aquello que la determina,

política y moralmente), la guerra del 39-45 marca una ruptura abso-

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dos pasados

de la cultura francesa: uno que se remonta hasta el día siguiente a la

el otro es como el pasado de este pasado, y es comprendido no como un

tiempo que se remonta, sino como un tiempo que culmina y va a parar

al desastre de los años 39-45.

ciertamente crítico de la historia moderna, pero que se supera y se

relativiza al tener lugar en el tiempo en que la historia lo inscribe,

el período de la guerra y de la Ocupación funciona como una ruptura

del tiempo, una suspensión de la historia, un hiato en la evolución

cultural de Francia, el cual, por no haber sido jamás teorizado –y en

gran medida porque esta teorización no se hace– no determina menos

límite en el tiempo más allá del cual los autores y las prácticas tienden

a perder su valor. De tal modo, y de una manera si no única al menos

poco frecuente en la historia occidental, un momento del tiempo no

sólo separa dos períodos históricos, sino que permite desacoplar estos

dos períodos, privando a uno de ellos –el anterior a la guerra– de valor

en relación a aquel que siguió a la guerra.

El proceso comienza muy temprano, antes de 1945, cuando Sartre se

da como tarea relegar a un pasado en lo sucesivo superado a escritores

-

cha toma de posición inaugura una desvalorización del período anterior

a 1940 verdaderamente extraordinaria por parte de los actores cultura-

acompañado de otro que es su raíz y a la vez lo disimula: no solamente

la producción cultural de la pre-guerra aparece como sin valor, sino

que aquella carece de valor precisamente en la medida en que lo que la

marca es un rechazo de los valores humanos más fundamentales, una

-

ta. Lo hayan querido o no, todos los actores culturales del período que

culmina en 1940 eran partícipes de una cultura que ponía en duda los

valores humanos más fundamentales, suscribiendo poco o mucho a una

obsesión por la nada que tenía sus raíces en el siglo diecinueve y que se

cuya reputación no franqueó el intervalo creado por la guerra es simple:

todo aquellos que tuvieron la pretensión de pertenecer a la vanguardia

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cultural (y no como Mauriac o Montherlant, de abrir paso a la restau-

ración de una tradición francesa depurada), serán rodeados permanen-

temente por una sospecha que aspira a concretarse en una condena en

cuanto se provean las pruebas, por más escuetas que sean. Ha sucedido

-

nes sobre las relaciones con el fascismo de Emile Cioran, Mircea Eliade y

Eugene Ionesco. Este último, representante en los años 50 de la van-

guardia teatral y conocido por sus compromisos anti-totalitarios, estará

para siempre marcado a los ojos de la historia como un colaborador del

como agregado cultural5.

Como decía, Sartre intentó desde 1943 impedir el acceso a los

como al pasar la observación “M. Blanchot ha sido, creo, discípulo de

Charles Maurras”6 -

mente su lugar en el mundo cultural que nace de la pos-guerra, es en

Tel Quel en los años 60. Nada de eso

Tel Quel, y si las dudas referidas al Bataille de la pre-guerra pudieron

resurgir en algunos momentos (puede pensarse, por ejemplo, en Boris

Souvarine7), es de manera casi ininterrumpida que la carrera de es-

critor de Maurice Blanchot es cargada de una sospecha de nihilismo

pareció legitimar8. Desde entonces, y particularmente –pero no sólo–

entre los miembros de la ex-Tel Quel devenida , el nombre de

Blanchot devino sinónimo de una empresa cultural que apuntaría a

los valores humanos que desembocó en la guerra, la fuente misma de

esta traición, presentada como una doctrina de nihilismo total9.

, Paris, Seuil,

2002.

6. J.-P. Sartre, “AminadabSituations I, Paris, Gallimard, 1947, p. 114.

7. La Critique sociale Les Intellectuels en question (1983),

Tours, Farrago, 2000, p. 41, n. 7.

8. Cfr. M. Holland, “Bibliographie I et II”, Gramma, nº 3-4 y 5, 1976, pp. 223-245 y

123-132.

9. Sería engorroso y llevaría demasiado tiempo hacer un balance de esta actitud. Sin

embargo, quiero señalar, por una parte, la actitud de los redactores de la revista Ligne

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funda, hay un rechazo a atribuir valor alguno a los escritores conside-

rados responsables del rechazo de los valores que la guerra restauró

humanos poco a poco se perfeccionan con el tiempo (lo que hace de

ello un rechazo relativo), es porque, entre los valores en nombre de los

cuales se rechaza y los valores rechazados, una extraña duplicación

-

rra no son los valores sino el rechazo de estos valores. Lo que quiere

fundada no sobre los valores, sino en primer lugar sobre un rechazo o

un olvido –dicho con sencillez: el rechazo a dar valor a un rechazo de

los valores, el olvido de un olvido de los valores. Su rechazo es el recha-

zo de un rechazo, su olvido, el olvido de un olvido. Es una actitud de

rechazo que entonces deviene categórica, no-pensada, y de este modo,

-

manecer separada de sí, involucrada en una relación con el nihilismo

que ella pretende superar dejándola atrás pero que, a decir verdad,

ella perpetúa.

Para resumir esta situación: la pos-guerra considera que el ni-

hilismo de la pre-guerra alcanza su cumplimiento –y entonces se

agota– en la guerra que ha desembocado en la derrota del nazismo

-

de risque de culpabilidad nihilista cuyo “comendador”, Maurice Blanchot, es denunciado como

“Editorial”, Ligne de risque, nº 16, septembre 2001, “La mort, cette imposture”, p. 3.

Introduction à la mort française, Paris, Gallimard,

revista: “Con lo «neutro», Blanchot arranca la noche a la literatura e intenta decirla

si se quiere” (“Le rien, le neutre, la mort” [2001], , Paris,

Sollers reitera evocando “el bello frenesí” de los textos de Blanchot que datan de mayo

Nouvel Observateur, 10 de julio de 2008). La dimensión

del Blanchot de la oposición a de Gaulle en 1962: era “un gran líder de la Negatividad,

Œuvres complètes,

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ral de la pre-guerra lleva en sí la tara de este nihilismo que, visto

pretende restaurar y reforzar los valores que la pre-guerra traicionó,

todo escritor que pase de la pre- a la pos-guerra es sospechoso, a

menos que se cambie de vida como Sartre, o que se hallen ‘contra-

humano como a un nuevo absoluto. Sin embargo (es mi hipótesis),

pretende suceder, en la medida en que rechazando u olvidando la

con los valores humanos que caracteriza a la pre-guerra, la

pos-guerra deniega absolutamente atribuir valor alguno a esta rela-

ción. De tal manera, la pos-guerra rechaza tener en cuenta el estado

de estos valores antes de la guerra, y negando estos valores en su

estado pre-contemporáneo, liquida tranquilamente todo un mundo.

De golpe, la pos-guerra se erige con toda inocencia como heredera del

nihilismo con el cual abruma a la pre-guerra. La pos-guerra es así no

sólo cómplice del nihilismo de la pre-guerra: podría decirse que lo lle-

nihilista, dado que su humanismo funda el valor último –constituido

por el hombre– sobre una negación de la negatividad que afectó todos

los valores asociados al hombre hasta la guerra. Mientras la pos-

guerra rechace reconocer el fundamento nihilista de su humanismo

(el nihilismo de su rechazo del nihilismo), desconocerá lo que hay de

pre-guerra intente revelarle el nihilismo que la funda, la pos-guerra

lo tratará, justamente, de nihilista. Baste pensar en Heidegger,

denunciando en 1950 a aquellos que, ya no creyendo en Dios, han

abolido el pensamiento y puesto en su lugar al parloteo: “un parloteo

que presiente el nihilismo en todos aquellos lugares donde siente que

su parloteo está en peligro”10.

En el texto de presentación de

langage” [“Sobre la angustia en el lenguaje”], Blanchot evoca lo que

10. M. Heidegger, “Le mot de Nietzsche «Dieu est mort»” en: Chemins qui ne mènent nulle part, trad. fr. W. Brockmeier, Gallimard, 1962, p. 322. En lo sucesivo Ch. [se

conserva la referencia a la traducción francesa, pero en todos los casos la traducción

al español pertenece a la versión: “La frase de Nietzsche «Dios ha muerto»” en: M.

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11. De

la imposibilidad de aprehenderla, en tanto que negativa, por fuera de

una posición positiva que mantenga todas las categorías que, formal-

mente, la nada abole (mundo, tiempo, etc.). De modo que, desde

pas, Blanchot traza una distinción neta entre el nihilista y el escritor

lo dice. Habrá que esperar a La Part du feu en 1949, más precisamente

mort” [“La literatura y el derecho a la muerte”], para ver a Blanchot

responder a esta pregunta.

escritor que busca confrontar la nada. Estas son: el estoicismo, el es-

cepticismo, la conciencia desdichada. Sin indicarlo, toma así prestada 12,

para incluirla entre lo que llama “las actitudes de pensamiento que el

-13. Como se ve, la distancia en relación al nihilismo

es la misma que en

que permite al escritor guardar esta distancia: el nihilismo en tanto

que

este es el caso, continúa Blanchot, es porque la literatura mantiene

con lo negativo una relación que le es propia: el escritor es “[n]ihilista,

dado que no niega solamente esto o aquello por el trabajo metódico que

transforma lentamente cada cosa, sino que niega todo, a la vez, y no

puede sino negar todo, pues no se relaciona más que con el todo” (PF,

p. 308). Desde los años 40, Blanchot establece así una distancia entre

la literatura y el nihilismo, que en 1943 caracteriza como “un camino

diferente” pero que, cinco años más tarde, ha devenido, en tanto que

-

lismo una actitud pensada, es decir, el equivalente de un pensamiento.

11. M. Blanchot, , París, Gallimard, 1943, p. 14. En lo sucesivo FP.

Introduction à la lecture de Hegel, Paris, Gallimard, 1947, p. 62: “El

«Nihilista»” [la traducción es mía, NB].

13. Maurice Blanchot, La Part du feu, Paris, Gallimard, 1949, p. 308. En lo sucesivo

PF.

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No se sale del camino sin salida del “cálculo ingenuo” sino tomando

prestado este “camino diferente” que es el de la literatura, camino que

al mismo tiempo no es uno –si este se abre sobre una negación abso-

luta e instantánea de todo– pero que, en tanto tal, permite un retorno

ninguna parte, da lugar a un retorno.

camino que conduce directa e ins-

tantáneamente a ninguna parte, pero que al mismo tiempo se da por

-

zón previsible: es hacia Heidegger, el Heidegger de Holzwege (que en

Caminos que no conducen a ninguna parte), que me gustaría orientar mi enfoque. Pero antes, he aquí otra

referencia al nihilismo en La Part du feu, esta vez una que data de la

publica en L’ArcheNietzsche” [“Del lado de Nietzsche”], que es de hecho una reseña del

libro del padre Henri de Lubac, Le Drame de l’humanisme athée [El drama del humanismo ateo]. Si este libro prueba algo, dice Blanchot,

Dios”, de la cual Blanchot dice en 1945 (pero no en 1949, poniendo así

por superarlo” (PF, p. 280). “La muerte de Dios”, prosigue, “parece

-

que si su sentido es que “Dios, fundamento del mundo y legislador,

desgarra la historia” (PF, p. 281). No obstante, por más que pone cons-

el caso de Nietzsche “no gana nada”, dice Blanchot, “con la confusión

de las evocaciones literarias. Exige, por el contrario, la seriedad y la

PF

años más tarde.

No obstante, cuando la segunda parte de “Du côte de Nietzsche”

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“De ninguna manera el tema de la muerte de Dios puede constituir

-

table” (PF-

los cuales viene (el de Jean Paul, de Hölderlin, por ejemplo)”. Como se

ve, este texto es mucho más una aproximación a la muerte de Dios que

PF, p.

287). La Muerte de Dios abre así a un nihilismo que equivale a una

PF, p. 285). De este modo, Blanchot radicaliza la noción

en relación con Lubac (con la ayuda de Bataille), dejando abierta la

Desde 1945, todo está en su lugar para un encuentro con el pensa-

miento de Martin Heidegger sobre Nietzsche.

-

mo, Blanchot primero estableció, entre 1943 y 1949, que el escritor

sigue un camino diferente al del nihilista, luego que ese camino que

acerca del nihilismo, o aún mejor: permite al propio nihilismo pen-

toda evidencia, la muerte de Dios que está en el origen del nihilismo

europeo tal como se concreta en Nietzsche, forma parte de la expe-

riencia del escritor tal como es descrita y reivindicada por Blanchot.

Blanchot va a concentrar su atención sobre esta muerte de Dios que,

acontecimiento e idea, da su realidad al nihilismo y lo hace inabor-

-

misma es incapaz–, en un gesto paralelo Blanchot distancia igualmen-

en La Part du feu

nihilismo y al esfuerzo por superarlo”. En 1949, ya lo hemos señalado,

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esta frase es excluida. Como si, a medida que se hace más precisa su

concepción de las relaciones entre la escritura literaria y el nihilis-

-

PF,

–literatura y muerte de Dios– permanecen a distancia del “saber de-

idemnihilismo debe inevitablemente producir.

En resumen, en los años 1945-49, en Blanchot literatura y pensa-

miento de la muerte de Dios entran en relación de manera tal que la

período es claro que ningún privilegio es otorgado al nihilismo: para

Blanchot, ya lo hemos visto, es una actitud entre otras, extrema cierta-

mente, pero extrema entre los extremos, uno de los múltiples impasses

o aporías en que el pensamiento se extravía en la medida en que se

aparta del camino del escritor, de la literatura.

Holzwege

en 1949 –y en particular del capítulo intitulado “La frase de Nietzsche

-

lismo cuyas relaciones con la muerte de Dios va a preocuparlo durante

muchos años. (Puede decirse, entonces, que la lectura de Heidegger en

1949 hace volver a Blanchot a un pensamiento del nihilismo del cual

una parte, es el itinerario de una experiencia personal de la muerte de

Dios que aconteció a Blanchot independientemente de toda doctrina o

a esta experiencia en y por la literatura, que deviene así este camino

diferentediferente y que exige un sujeto muy diferente.

No deseo dedicar demasiado tiempo a esta cuestión, pero es im-

portante reconocer, en principio en el contexto de mis observaciones

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Blanchot, el nihilismo y la “muerte de Dios”

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preliminares, que el derrumbe de todo un sistema de valores –que la

pos-guerra hizo coincidir con la guerra–, esta catástrofe, este desastre,

durante los años 30 para

de la experiencia de la muerte de Dios. Es seguro que Blanchot leía a

-

recha católica y nacionalista– la categoría de nihilismo se relacionaba

antes que nada con el fenómeno de disolución y fragmentación de la

persona –cristiana y humana– que para esta derecha era el resulta-

do del individualismo desenfrenado que reinaba en Francia –por lo

Spengler, Nordau y un cierto Nietzsche, el pensamiento católico de

derecha de entre-guerras denunciaba como nihilista la decadencia de

-

rizadas como , a veces budistas Défense de l’Occident

-

ral– un nihilismo extranjero había colonizado los valores de Occidente, 14).

En resumen, lo hemos visto, en el medio cultural e intelectual al

cual pertenecía Blanchot antes de la guerra, el nihilismo era más o

menos el equivalente del mal, y si se lo atribuía a Nietzsche, entre

-

tringida de aquello que había dicho del nihilismo, limitándose a no te-

ner en cuenta más que lo que Nietzsche llamaba nihilismo pesimista o

pasivo15

valores católicos y nacionales que Maurice Blanchot devino este que se

lee (o no se lee) hoy en día. Lo hizo agitando la disolución del yo [moi]

que su medio denegaba en nombre de la persona, en una experiencia

Thomas l’obscur –escrita a partir de 1932 y publicada en 1941– es la novela

misma de la muerte de Dios, la puesta en escena y, hasta cierto punto,

14. Familiarizado con Massis, y habiendo hecho suyos los rasgos principales de este

a publicarse consagrado a Blanchot y a Gandhi, busco sacar a la luz esta actitud en

15. “Nihilismo como : el nihilismo pasivo”, F.

Nietzsche, , 9[35] (27).

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el acontecimiento mismo del derrumbe del yo-sujeto ante la ausencia

de toda trascendencia, es decir, ante la trascendencia devenida ausen-

cia, vacío, nada. En esta novela, lo suprasensible se desmorona en lo

directa, la experiencia de la muerte de Dios que Blanchot atravesó

durante los años de la pre-guerra es contemporánea de un recurso a la

separación –en los años 40– entre el nihilismo y la literatura por una

parte, y la muerte de Dios por la otra, se debe a que entre esas dos

-

rios años atrás) un lazo, una relación, relación junto a la cual el mero

pensamiento

habla de lo que conoce, y ese conocimiento es en primer lugar literario.

Desde 1941 y la publicación de Thomas l’obscur –libro escrito durante

los años 30–, habiendo publicado una segunda novela –Aminadab, en

que se publicarán simultáneamente en 1948: una novela, Le Très-Haut, y un relato, L’Arrêt de mortun giro para su escritura en la medida en que, en su común “Se ruega

luego, abandonando la novela, es por el relato en primera persona que

continuará esta experiencia.

muerte de Dios son enteramente asumidos, en Blanchot, por una prác-

Le Très-Haut y L’Arrêt de mort ya han sido

publicadas– que se edita un libro que creo constituyó un verdadero

choque para Blanchot: Holzwege, de Martin Heidegger16. El choque,

16. Blanchot habla perfectamente el alemán, de modo que puede pensarse que leyó las

Holzwege –camino donde uno se extravía, toma el camino equivocado (auf dem Holzwege sein = extraviarse)– debió resonar curiosamente con el título de su primer

libro,

del nihilismo en su Carta sobre el humanismo (1946): “El último que experimentó

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281

seguidas por Blanchot en los años siguientes: un retorno a la cuestión

El choque producido por la lectura de Holzwege en 1949 dará lugar

de lo que Blanchot llama “el espacio literario”, que desembocará en la

publicación del libro de título homónimo en 1955. De esta manera se

inaugura una relación con la obra de Heidegger que durará toda su

vida de escritor, relación compleja de asentimiento total y de desvío

fundamental que es como el tour d’esprit blanchotiano por excelencia.

es hacien-

-

nera oblicua en una lectura de L’Homme revolté [El hombre rebelde]

En 1954, como mencionaba al comienzo, Blanchot publica tres ar-

tículos sobre Camus, ofreciendo una crítica de su pensamiento que,

sin jamás reconocerlo, se inspira en varios puntos de los análisis de

Heidegger en “La frase de Nietzsche «Dios ha muerto»”. En un pri-

mer momento, Blanchot parece abrazar fuertemente el pensamiento

-

mar en serio a Nietzsche como pensador” (Chtomar en serio el nihilismo). De este modo, dejando que el absurdo y

el nihilismo se intercambien en una equivalencia precaria, Blanchot

de desvío: “el absurdo desaparece bajo el pensamiento que lo aprehen-

EI, p.

incapaz de pensar el nihil” (p. 183).

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que aquello que llamamos nihilismo estuviera operando en esta

que lo disimula, ese por el cual creemos ya

siempre haberlo alejado.

Como consecuencia, “el absurdo está encerrado en la intimidad

de nuestro lenguaje y bajo la cubierta de nuestra dichosa razón”. “El

imposibilidad del absurdo»” (EI, p. 268). En L’Homme revolté, conclu-

borramiento de sí mismo, esta autodesaparición que sólo es su rostro y

la seducción de ese rostro” (EI, p. 269).

-

tica de Heidegger en “La frase de Nietzsche «Dios ha muerto»”, donde

se lee por ejemplo:

Nietzsche entiende por nihilismo la desvalorización de los va-

nihilismo en el sentido de “transvaloración de todos los valores

-

biguo, desde el momento en que designa por un lado a la mera

desvalorización de los valores hasta ahora supremos, pero al

-

ción contra la desvalorización. (Ch, p. 270)

Con anterioridad, en diciembre de 1953, Blanchot termina una

breve reseña del libro de Dionys Mascolo acerca de Le Communisme

subrayando: “Nietzsche quería transmutar todos los valores, pero

completamente diferente”17

literatura– me parece asociada a una de las tareas más difíciles pero a

de liberar al pensamiento de la noción de valor, en consecuencia tam-

17. Maurice Blanchot, “Sur une approche du communisme (besoins, valeurs)” en:

L’Amitié, Paris, Gallimard, 1971, pp. 113-14.

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283

de valores y se prepara para un tipo completamente diferente –aún 18

suprasensible en tanto que región, y en consecuencia poner los valores

de otro modo, es decir, transvalorarlos” (Ch, p. 272).

Sin embargo, una distancia se ahonda ya entre Blanchot y

Heidegger con respecto a lo que sería diferente a la noción de valor. En

el análisis de este último, la de Nietzsche continúa siendo la tentativa

de “poner los valores de otro modo”, y en la medida en que esta manera

diferente de ponerlos pasa por un retorno ( ) de los valores

antiguos, no puede sino fracasar: “Nietzsche tomó esta inversión como

una superación de la Metafísica. Sólo que, cegándose a sí misma, toda

inversión de este tipo sigue estando siempre implicada en lo Mismo,

que se ha vuelto irreconocible.” (Ch, p. 280). Blanchot, por el contrario,

encuentra en este movimiento de inversión un recurso original. Para

-

ce vacío: “jamás el hombre puede ponerse en el lugar de Dios” (Ch,

puede abrirse”, uno que no sería ni el lugar de Dios ni el del hombre,

sino aquel con el cual “el hombre alcanza una relación destacada”.

superhombre

-

Ch, p. 305)),

-

rio, a lo que parece ser, de hecho, más bien una especie de subhombre:

-

cia, la desolación de las sombras, región a la cual se aproximan

todos aquellos que, en la vida, habiendo perdido el mundo, se

mueven entre -

liferación sin realidad, escoria del nihilismo: nosotros mismos.

(EI, p. 268)

El lugar es ciertamente el “mismo” para cada pensador: el lugar

-

gger, lugar situado entre ser y nada para Blanchot. Pero habiendo

Arguments, nº 12-13, janvier-mars

Lautréamont et Sade, Paris, Minuit, 1963, p. 14.

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presentido en el advenimiento del superhombre “algo mucho menos

tranquilizador” que una simple sustitución de Dios por el hombre (Ch,

p. 308), Heidegger se limita, en lo que resta de su análisis, a exponer

su estudio proponiendo indicar “el lugar a partir del cual la cuestión

concerniente a la esencia del nihilismo podrá algún día ser planteada”

(Ch, p. 253), enfrenta lo “menos tranquilizador” que se revela allí, en

aquello que lo vuelve radicalmente insuperable.

Blanchot comienza su artículo de 1953 acerca del comunismo re-

conociendo: “el nihilismo es irrefutable, pero el irrefutable nihilismo

no suspende el juego de necesidades para el conjunto de los hombres.

viviendo”19

Ch, p. 278)20.

como aquel que se abre por el nihilismo realmente, es accesible,

-

-

-

mes más tarde, a propósito de Orfeo tocando momentáneamente en

dice Blanchot, “de acuerdo al vocabulario de la sabiduría diurna no

temeremos llamar la escoria” (EI, p. 274)? Se podría especular sobre

el tema de una resonancia del pensamiento de Max Nordau, el autor

de Dégénérescence (Entartung), que hubo de tratar a los autores como

Zola de “escoria nihilista”. O bien de un gesto en la dirección de su

escoria. De todas maneras, lo que impresiona, lo que incluso inquieta

en este recurso a la experiencia no de un superhombre nietzscheano

sino de una subhumanidad que cae fuera del mundo a causa del su-

frimiento y la desgracia, es el hecho de que Blanchot se asocia a ello

lo que se designa con el nombre nosotros, dicho estado no es ni físico ni

19. L’Amitié, p. 109.

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Blanchot, el nihilismo y la “muerte de Dios”

285

metafísico, es “sin realidad” siendo a la vez, en tanto que tal, .

de este escrito: no se puede salir del nihilismo, dado que aún no hemos

-

lectiva del nosotros, y no de la experiencia de un yo [moi] excepcional”.

Pues bien, esta diferencia entre Blanchot y Camus deviene ahora una

diferencia entre Blanchot y Heidegger: la “relación eminente” del hom-

bre respecto de ese lugar no tiene nada que ver con un superhombre

aún por venir. El hombre ya habita esa relación, ahora, estando a la

vez radicalmente excluido de ella en la medida en que sigue siendo un

“yo [moi] excepcional”. Entrar allí sería, entonces, cesar totalmente de

ser un “yo” [moi], abandonar la “subjetividad” que depende del super-

hombre según Heidegger (Ch, p. 308), acceder a un pensamiento cuyo

sujeto sería “nosotros”.

Una segunda diferencia entre Blanchot y Heidegger sale a la luz

por el

año 1954:

que lo disimula, ese por el cual creemos ya

siempre haberlo alejado. (EI, p. 265)

Desviarse es, entonces, la manera en que el nihilismo nos retiene

eso de lo cual nos desvia-

mos, y que no es otra cosa que ese desvío, dice Blanchot (el nihilismo

como aquello que desvía siempre del nihilismo), es ciertamente una

-

mos privado por tanto tiempo que el nihilismo permanece impensado.

Dicho de otro modo, habría un sujeto para esta experiencia que no

estaría enteramente desviado de esta experiencia, sino que sería el

-

y donde los valores cesan de servirle de máscara, lograríamos

ante esta potencia, lograríamos recuperar la oportunidad de

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alcanzar una dimensión de nosotros mismos que no mediría

más la potencia. (EI, p. 266)

proponer no ya una salida del mundo de los valores y del nihilismo por arriba por abajo, una salida del mundo del nihilismo, por un sujeto

–“nosotros”– que, en tanto que sujeto pensante, aún no existe. Pero

retengamos dos rasgos que hacen de esta especulación un momento

en primer lugar, se separa de manera decisiva de los

atribuye al pensamiento actual. Para Heidegger, en el estado actual

del desarrollo del pensamiento, ese hacia lo cual al que deberíamos

volvernos para pensar (es decir, el ser) “se des21. Dicho

de otra manera, para Heidegger, es el ser

del ser, proveería el único modo de acceso al ser para el pensamiento

nihilismo, se ve cómo Blanchot de-

signa efectivamente el ser heideggeriano como esencialmente nihilista

en segundo lugar, en Blanchot

“atraer el nihilismo allí donde el mundo no lo aloja” no permanece en

-

biendo perdido el mundo, se agitan entre el ser y la nada”, dejando en-

tender así que la región que ellos ocupan claramente forma parte de la

al nihilismo, es claro que Blanchot designa esta dimensión que para

L’Arrêt de mort en

1948, Au moment voulu en 1951 y Celui qui ne m’accompagnait pas en

literatura es el lugar sin protección de

que datan de 1958 y que están consagrados a Nietzsche y al nihilismo,

Heidegger. En esos años, el nihilismo está en trace de devenir, para

Blanchot, algo del pasado, a la espera de ser pura y sencillamente

21. M. Heidegger,

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287

el pensamiento del nihilismo, si bien histórica, política y litera-

riamente conserva todo su vigor, parece –mismo a causa de las

EI, p. 201)

-

nido el lugar común del pensamiento y la literatura” (EI, p. 215). Este

texto, como indica su título, es escrito en respuesta al diálogo entre

Über die Linie, o más precisamente a la contribución de Heidegger, publi-

cada en 1956 con el título “Contribución a la cuestión del ser” (Zur Seinsfragemuerto»” de 1949, y para el opúsculo de 1954,

este tercer texto de Heidegger solicita una respuesta muy detallada de

parte de Blanchot.

un poco diferente: la del viraje [tournant]. “El nihilismo”, escribe Blan-

chot, “es un acontecimiento que se cumple en la historia, que es como

un viraje [tournant] de la historia, el momento en que esta vira” (EI,

respuesta es: no. Si el nihilismo deviene insuperable en Nietzsche, el

viraje [tournant] al cual, históricamente, da lugar no es la experiencia

de un superhombre, sino la de aquello que Nietzsche llama “el último

hombre”, der letzte Mensch22. Gracias al nihilismo, el último hombre

tiene “un poder que lo supera, sin que busque superarse a sí mismo en

ese poder” (EI, p. 221).

Encontramos allí otra vez la posición de 1954: si para Blanchot el

nihilismo abre al hombre una posibilidad a su medida, dicha posibili-

dad no coincide para nada con el pensamiento del superhombre, sino

con un estado que corresponde en realidad al de una sub-humanidad.

la categoría del eterno retorno. Blanchot señala en 1958 que, mientras

Zaratustra anuncia con júbilo el advenimiento del superhombre, es

”.

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“con angustia, duda, pavor que anuncia el pensamiento del eterno re-

torno”, haciendo de este “un pensamiento sin cesar aplazado, desviado

y como si fuera el desvío de todo pensamiento” (EI, p. 222). Esta angus-

tia y duda no fueron comprendidas por los comentadores de Nietzsche,

dice Blanchot, ya que ellas implican “el fracaso del superhombre en

tanto que voluntad de poder”. “El superhombre no podrá nunca lo ex-

tremo”, porque lo extremo es lo opuesto al poder, es la impotencia. En

el hombre, el eterno retorno reemplaza “la omnipotencia personal y

subjetiva” con “la existencia que retorna inexorablemente sin hallar

EI, p. 224).

Sin tomar las mismas expresiones inquietantes (escoria, etc.),

Blanchot mantiene aquí su perspectiva acerca de la experiencia del

nihilismo, a la cual incorpora en 1958 un movimiento de retorno que

es necesario acoger en su relación con el que puso en el seno

de esta experiencia en 1954 –lo que retorna en el nihilismo no es otra

cosa que el

hombre que hace la experiencia de ello. No es posible proseguir este

análisis, pero diría que esta relación que está en el seno

del pensamiento blanchotiano en cuanto a sus relaciones con el nihi-

resorte de un rechazo categórico dirigido al pensamiento de Heidegger

sobre el mismo tema. Para decirlo brevemente: si apela al reconoci-

miento del (Abwendung) que el ser impone al pensamiento

en su estado actual, Heidegger parece reconocer allí un contrapeso y

un contra-movimiento en eso que, en la traducción francesa de Zur Seinsfrage, se nombra como el Volverse hacia (Zuwendung)*

propio pensamiento: “El ser del hombre consiste más bien en aque-

-23.

Détour y Atour (que traducen

respectivamente las voces alemanas Abwendung y Zuwendung

mismos, se opta por conservar las traducciones de los mismos vertidas en las ediciones

DétourAtour. [N. de la T.]

23. Martin Heidegger, “Hacia la pregunta del ser” (Zur Seinsfrage), trad. J. L.

Molinuelo en: M. Heidegger y E. Jünger, Acerca del nihilismo, Barcelona/Buenos

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Blanchot, el nihilismo y la “muerte de Dios”

289

-

gún Blanchot, atraviesa y rebasa ese movimiento.

Sin embargo, es respecto a la cuestión de la literatura que Blanchot

indica más claramente su distancia con Heidegger en los textos de

1958. En

poco versados estamos en el decir del pensar” (HPS

tendría entonces que derivar necesariamente el cruce de la línea en

una transformación del decir y exigir una relación cambiada para con

la esencia del lenguaje?” (HPS -

zón por la cual plantea el problema bajo la forma de la pregunta es que

Verwandlung).

Todo lo más propone escribir el Ser barrado con una cruz. “La tachadu-

ra en forma de cruz”, dice “sólo proviene de modo inmediato, a saber,

del hábito casi inextirpable de representar el Ser como un «enfrente»”

(HPS, p. 411), cuando el Ser no puede ser sino y Volverse hacia.

En la conclusión de su estudio del texto de Heidegger, Blanchot se

principal contribución [de Heidegger] para la puesta en cuestión de

este extraño adversario [el nihilismo]” (EI, p. 226). ¡Su principal con-

ser presentado como tal, constituye su propia (y bien distinta) contri-

bución en la búsqueda de un lenguaje que pudiera decir el nihilismo:

de “Passage de la ligne”:

Pero me pregunto si aquello que nos es propuesto allí por una

iniciativa inesperada [se trata de la tachadura en forma de cruz]

no está desde siempre en vías de realización en el más antiguo

en efecto, un lenguaje cuya vocación es la de no hacer aparecer

las palabras sino barradas, en el movimiento que las borra, y

siempre debajo de sí mismas y de su sentido, como antes de que

que el nihilismo reside como en su casa, a tal punto que se puede

decir que, allí, está entregado, ha revelado sus sortilegios en un

G. Granel en:

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24

Excepto por algunas palabras, esta conclusión ya alusiva es entera-

mente reemplazada en por otra que, nombrando “la

escritura de efracción” (EI, p. 226), indica elocuentemente aquello a lo

cual la “literatura” cedió su lugar en Blanchot desde los años 50, y que

(1966-67) sitúa como desalojando al nihilismo:

Ella [la palabra de fragmento] se cuida mucho de desmentir

desconveniencia, la forma que conviene. Cuántas veces, sin

embargo, ella deja atrás esta potencia de negación. No es que

EI, p. 239)

-

-

gunos años más tarde, en Le pas au-delà, Blanchot reconocerá que

es al precio del lenguaje mismo que dicha efracción por la escritura

se derrumbó en Nietzsche”25. Un umbral ha sido atravesado, un paso

arriesgado y, como dijo Jacques Derrida, “ese paso va más allá del

impasse nihilista”26.

24. M. Blanchot, “Passage de la ligne”, NNRF, nº 69, septembre 1958, p. 479.

25. M. Blanchot, Le pas au-delà, París, Gallimard, 1973, p. 36.

26. J. Derrida, Parages