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PIERRE AUBENQUE EL PROBLEMA DEL SER EN ARISTOTELES Versión castellana d, VID,\L taurus l[

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PIERRE AUBENQUE

EL PROBLEMA DEL SER EN ARISTOTELESVersin castellana

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(PICO DE LA MIMN!l'OLA.)

eL.. illjuztki4 'lile ro" mqt]' frff-~lId. nltk COIIIeUNt ton d muU/ienlo esJ>fdll!if1O cosuisle nr t_IIDi, ll"i/trJ; ez JiT, nr to_ sol4mnr/e nr

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Al principio de su Jecci6n de apcnura de: curso de 1862 acerca de lA signijiudn mJtipi~ dd S" tn Arislttlts l. sealaba Brentano lo presuntuosa que poda parecer. tltl5 vdntC' siglos de comentario ClM ininterTUlDpido y unos cuantos decenios de: exgesis filol6giCl, la presentacin de decir algo nuevo a propsito de Aristteles, y peda que, en gracia a su juventud. se le perdonase la temeridad del nlento. Lo que ya era cierto en 1862, tno lo $C'ri todavl"2 m unos cien aos despus? El uglo que 005 separa de Brenano no ha sido menos rico en estudios aristollicos que los precedentes. En Francia, si bien un latente cartesianismo apart por mucho tiempo a la filosofla del trato con el aristotelismo. el rebrote de los estudien de filosofla antigua inaugurado por Victor Cousin: haba producido ya el brillante Ensryo de Ravaisson sobr, I. Mda/is;u dt Arist6ulu J, e iba a confirmarse, por citar slo autores ya clsioos, con Jos impor. tMtes estudios de Hamelin', de Rodier s, de Robin', de Rivaud'.1 Vo" d" mdlll.j!/be" lkJelll""t det 56ft/tia! t/4b AriJ/ottltJ. Friburm de BrUgovi 1862, p. VII. - - Tal. Dt f. ml/.pbyziqlll tI'MsloU, ISJ':! (le tnl. &: IU p:mend. 1Obn: ~ lema UC'ado I OI m que UlI Ct.pus DIJ/Oftliallll, el cual, pele cuanto podamoa saber hoy aobre el ArisclxeIc:s ~doJ nuDl;:I. ha pcxIido ..". rcbcionado de: un modo deciliYO con la vida cid fll6lorc 1lamado ArimSlC!eJ.

tt, Lovaina, 19'1.

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punto abstrnldo de su filosafla. ~qu~l~q~ ~os ~~mos habituado 11 considerar bajo el nombre de-ArlSto~e1es no .r;.s el .llsofo ?s! lIama00, y ni siquiera su nnd:ldura filosfIca efectiva, sm? un bfosofemlJ, ~duo tardlo de una mosafla de la mal se olvid muy pronto que fue la de un hombre ~xjIttnU. eNos ,imaginamos siempre a Pla tn y Aristteles --deda Pascal:lll-:: vestidos oon grandes t~gas ma gistrales... Por lo que a Platn oonclem~, los PI?iVCsoS eruditos han dado buena cuenta hace tiempo de semejantes vt5lones. Pero cuando se tmta de Aristteles, 5egUimos sorprendindonos un tanto al ente. ramos de que forma pane de esa .buena gente que, como todo el mundo bromea con sus amigos. 11, y packda del estmago n, Est~ recuperacin del Aristteles vivo no tendrla m:.s inter6 que el and6rico, si el anonimato bajo c:I cual han sepultado su olla 10$ azares de su uansmisi6n no hubiera influido decisivamente en las incerpretaciones de su fil0s0fla. Imagine~05 por un ins~ante: que: se descubriese hoy, en un Itano de Koemgsbc:rg, el conjunto de las obras manuscritas de un l'iI6s0fo llamado Kant, que: hasla el momc:nto 1610 fue:ra conocido por sus poemas, sus discurso;; acad~cos, acaso un tratado o dos de geografa, y e:1 =e:rdo semilc:gendarlo de su enseanza; la rareu misma de Ja hiptesis, la cual supondr que DO ha habido posrkantismo ni neokanlismo, nos impide llevarla mi le:jos. Sin embargo, DOS basla ~ poner de: mani~iesto lo que ~ artificial Y hasta de: absurdo en CIerto modo, ha podido tcnc:r la leUvidad d; los comc:ntaristas que, a partir de la edicin de Andrnico de Rodas, se pusieron a examinar e interpretar los te:s:~~ ~ Arist6tdes sin conocer ni el otden efectivo de su composlcon m el que Arist6tc:les pre:te:ndl. darle:s, como lampoco los &talles y po~ res dd procc:so, los motivos y ocasiones de: la rc:daccin, la.s objcci~ ncs que habla podido susc:illlt y las rc:spuc;stas de Aristcc:les, etc. fmagincmos una vez ms que: de Kant hubieran. ~c:gado a noso~, en revoltijo, la Diu,tlld6" de: 1770, las dos ediCIOnes de: la C'tt/~1I d~ 14 '1I%6n puril y c:l Opus postumum; y sobre todo illUlgincmos que:, ignoranteS de su cronologfa, hubiramos decidido c:nf~r dichos escrit05 como si fuesen todos conlcmporneos c:ntre si e: tntc:ntsernos extrae:r de: dios una docnina comn: ni que: decir tie:ne: que: de: tal sue:rte: nuestra concepcin del kantismo se habra alterado de un modo singular y probablemente seria ms insulsa. Se: impone: una primera1lI JI PASCAL,

conclusi6n, opuesto a un etTOr de: ptica ampliamente difundido: los comentaristas, incluidos los mis antiguos, y aun en el caso de: que tuvieron en su poder textos -perdidos de entonces ao u,.[IQ cienen privilegio histrico alguno respecto a nosotros. Al comentar a Aristteles ms de: cuatro siglos despu6 de su muette, '1 estando separados de il no por una tradicin continuada, sino por un eclipse tot.1 de su influencia propiamente filosfica, no se hallaban mejor situados que nosotros p:lra comprenderlo. .fu-endo as, comprender a Aristteles de OtIO modo gue los comentaristas, incluidos los griegos, no significa nc:cesariamenle modc:mizarlo, sino quirl accrcarse: mlS al Aristteles histrico. Pues bien: resulta que el aristotelismo que nosotros conocemos -por ejemplo, el de las grandes oposiciones estereotipadas dd octO y la potenci., Ja mate:rit. '1 la forma, la substancia '1 el aecidc:nte- es quirl menos el de: Aristteles que el de los comc:ntaristas griegos. Interviene aqu una segunda cimmstancia hist6rica, agravante de l. primera: el estado im:ompl~to c:n que: fueron publicados por Andrnico de Rodas los C$CriC05 de: Arist6teles, redc:scubie:rtos en el siglo t l. e" e:stado incompleto que se hace perceptible: todo lector sin prevenciones en vinud del estilo a menudo alusivo de los tc::'l:tOS de: Aristtc:les, el caricter deshilvanado de: sus desarrollos, el hecho de: que: $Ca impo$ible encontrar c:n ningn lugar de su obra la rcali 1.11ci6n de: tal o cual proyecto expresame:nte anunciado, o la solucin de tal o cual problem. solamente: fonnulado. Ese de:fecto de: acnba do de: Jos escritos de Arist6teles conocidos, unido a su dispersin, diCt I los comentaristas Un:l tarea que: consideraron doble:: unifieat y: completar. Tal exiRCncia poda pattttr obvia. No por ello dejlbl de: encubrir una implfcita opcin filosfica. para librarse: de la cual harin falta siglos, Que:rer unificar y completar a Arist6tc:les significa admitir que: su pensamiento e:ra susceptible, en electo, de: ser unifica do y comple:tado; significaba quc:rc:r extraer el aristotelismo de: derecho del Aristteles de hecbo, como si el Aristteles histrico no hubiera lIe:gtldo a poseer su propia doctrina; valla tanto como suponer que: nicamc:nte razones exte:rnas, y fundamentalmente una muene prematura o un progresivo desinte:rs por las especulaciones filosficas, hablan impedido que: Aristteles dic:sc: a su sistema catlkter completo y unitario. Tal opcin DO era del todo gratuita: si indujo aD Lot cornentmstl5 poselan, ~ dceto, bi~ obras ~t~I''' d~ .utOJU antigual, bial colroducido en (ltnslt btll#"iqut dtl ori,intl i EpiO'rt, pp. 423 as.). 11 E. BO\J'notnf. art. ArislolCO> de: l. Grdndt EnC)d"p#dit, 1886, reproducido ~ EtudtJ d'bisloiu dt 111 philOfOphu, 1891, ot>. 132 11. B Q... rllti("'t Ari$loultl uim ntttllp1r,Jk.nt syUotiJntO intUt dtntO"1tr.. uerit, Pa.f1, 1897. B L'tl(~rit"ct bumllint ti 11I cllusll/iti p1r,siqut. p. U}. lIII Th. GOIlPI!.IlZ, s wnuurs dt Id G,~ct, t. III /trad. fena., 1910), ClIf1S. VI y VII. JI Or. A. TAYLOII, .Critical Notice on Jac:gtt'1 Arilforeln_, Mi"d. 1924, p. 191. n EslI l teJes, de los que se: .dmite hoy que no son, en general, ilOtas tom"das por sus oyentes. sino las notu mismas de que Arist6teles se vala para preparar sus d1Ue3. La primera consecuencia es que Arist6teles, pues tenfa que dar esas d:lSes varias veces, poda en cada ocasi6n alternadas, aadiendo o modificando, no ya caplrulos enteros, sino alp;unas frases. De hecho, el an:ilisis de JlIeger ha puesto a veces de relieve aadiduras tales que pueden ser a un tiempo cuantitativamente despreciables y filosficamente decisivas. Pero se conceder que la empres:a consistente en reconstruir una cronologa no de las obras, sino de las mltip:!es estl1ltificaciones de una misma obra, slo puede proponer orientadones generales, o bien, si desciende a detalles, rec~er en Jo arbitrario M. Ms an: la tesis de la evoluci6n, al hagmen.

w:aeger.

Ohstrvllti(mts crilicllt ilf AriJl()telis Uhros Metilpfrsicos, BerHn, 1842. :l< und Di,position dcr arislolcliochen Metaphysib, Phi/os. MI)lfillShc/lt, 1888, pp. 37-6'. "tO-'74. .l:5 Ver i7llrll, eopc:ci,lmenle pp. 196-198; 200, n. 361; 297, n. 7: 312, n. 62. ;1& El el reproche que poddl diriglrsele I F. NUYENS (L'l>OIulil)7l dr 1 .. psychoi()titr d'kislott, 1939, Ind. fr., 1948), cuando inlenta Iplicar Su =ons-

.Them.

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l. tercera. Poelria decirse, ciertamente, que para el mismo Aristteles el principio de contradiccin exduye la posibilidll.d de un ser contra dictorio, y que, supuestO eso, si el pensamiento acerca del ser es contradictorio, se revela l mismo ocmo un nOopensamiento, no hahiendo podido entonces Aristteles, en ningn caso, asumir sus propias contradicciones. Responderemos que sa es una interpretacin filosfica del principio aristotlico de contradiccin y de su aplicacin por Aristteles al caso de su propia filosoffa, pero no de un heroo que pudiera servir de base I un mtodo de determinacin eronol6gica. Por cualquier lado que se aborde el problema, ya se trate de la distincin entre contradicciones o de la definicin misma de contradiccin, vemos que el mtodo gentico presupone un anlisis y unas opciones que: $00 de esem;ia filosfica. Lejos de ayudar la eronologla a la interprt:taci6n de los textos, es mis bien la interpretaci6n de los textos, y slo ella, la que fundamenta en el CllSO de Arist6teles las hiptesis cronolgicas. Ser preciso entonces retomar a la intexpretaci6n uniana y sistemtica de la nico que no es dado: los textos? Pese a los esfuerzos que, despus de )aeger, hayan podido intentarse de nuevo en ese sentido, por ejemplo, los del P. Owens, no creemos que una interpretacin de los textos tenga por qu volver necesariamente a la lgica sistematizadora del comentario. Hay dos maneras de enfocar los textos: puede consideflirselos como situados lodos en el mismo plano, y remitiendo todos ellos a la. unidad de una doctrina de la cual serian parte!l, como si su diversidad no fuese Irs que la inevitable fragmentacin, en el lenguaje, de una supuesta unidad inicial; y, por el contrario, puede suponerse que la unidad no es en ellos originaria, sino slo pretendida, que tienden hacia el sistema en vez de partir de l, y que su coherencia, por ello, no es presupuesta, sino problem'Iica. Desde esta ~gunda perspectiva, la diversidad de la obra no representa ya las partes del sistema, sino los momentos de una blsqueda que no es seguro llegue a su trmino. En el caso de Aristteles, no es siempre posible ni filosficamente necesario convertir esos momentos en los de una historia psicolgica; basta -y es preciso--que aparezcan COIDO momentos de orden que, con independencia de toda hiptesis cronol6gica, puede ser leido en la e:structur:a misma de los texlOS, o sea en su organizaci6n inmanente, segn la cual no estn todos en el mismo plano ni su sentido se pone de manifiesto ms ql1e en trminos de cierta progresi6n, que puede no corresponderse ni con la sucesin cronolgica de los textos, ni con el orden parcialmente arbitrario Jf en el que han llegado hasta nosotros, ni si-

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quier:a. con el orden que Arist6teles mismo pudo darles. Conservaremos, pues, de la hiptesis unilaria, el postulado de la responsabilidad permanente del autor por respecto a la totalidad de su obra: gil... hay un Aristteles platonizante seguido de un Arist6teles &ntiplat6nico, como si el segundo no fuera- y-a responsable de las afirmaciones del---'primero, sino un Arist6teles acaso doble, acaso desgarrado, a quien podemos J'C4ir raz6n de las tensiones, e incluso de las contrlldicciones de R1 obr:a. Jk la interpretacin ~, conservaremos ~ &I:a glesis inevitable y una probable inestabilidad del ~iento de Arist6teles; pero esa evolucin no ser el tema ex plcito de nuestra investigaci6n porque, en ausencia de criterios externos, un mtodo crono16gico fundado en la incompatibilidad de los textos, y cuya fecundidad se apoya de esta suerte en los fracasos de la comprensin, corre en cada momentO el riesgo de preferir los pretextos para no comprender m bien que l.a.s razones para comprender. Las consecuencias de tales opciones metodol6gicas es que atenderemosms I los problemas que a 1305 doctrinas, m I la problemtica que a la sistemlica. Si la unid3d se halla al final y no al principio. si el punto de partida de la filosofla es el asombro dirolvente de pseudoevidencias, entonces debemos partir de ese asombro inicial, de esa dispersin que hay que domear. Puede afirmarse que, en este punto, la interpretaci6n tradicional no s610 ha invertido el orden psicolgico probable, sino, m,{s an, el orden estructural de la investigaci6n. Aristteles no ,I?arti6, como hada = r el orden adoptado yor Brenii:o,"de la dCOsi6n de distinguir los mltiples sentidos del ser~ si~ue .se vio ftog!eSiv,mente obligado a reconocer que el ser O er:a unIvoco.. Aristteles no pani6 de la oposici6n entre aeto y potencia, materia y forma, para servirse a rontinuaci60 de tales pares de conceptos en la IOluci6n de ciertos ptoblem~s. Al .re-.:s: fue l. reflexi6n acerca de talo cual problema la que dio naomlento, progresivamente, al principio que lo resolvra -o a una formulacin m's elaborada del problema-. aun cuando Arist6teles .sea de una notable discrecin acerca de 5US pasos efectivos. La dificultad procede aquf de que el orden en el cual se expresa Arist6teles no es, propiamente hablando, ni un orden de exposicin ni un orden de investigaci6n. PocWa decirse que es el orden de exposici6n de una investigacin. es decir, una reconstrucci6n, hecha despu6 y oon intencin didctica, de la investigaci6n efectiva. Esa reconstrucci6n tiene el inconveniente de no ser necesariamente Eiel: a veces, tenemos la impresi6n de que Arist6tcles eproblematizu efeV :mb ~ Olpnw U9!SJon!p .un :;'Ip OP!llQ$ 101 J&loo8! lO!(dW! 0n;) OJ;)d 'J"I'np;lp z.ad P-P!I!nfxro. o odug!1 OMU OU $;I~191S!JV ;mb U9PCU ~o '1 Otf!UUjH , l~n O~u;lUIOO pp o!do.ld JB ..rn: ~onqlOtl ~ 'l!"} ns ~ "IU~U!JUOO ~PfllO )..p sJW eqoJd ;lS;I SOWS;l1U8[d jlnb Joo J;X~~ iw:>qOJd un nA_ S;I ;lnb ;lp ?~U;l0U'fS 'Ol;llU:> Joo O!!dnS;J ,J;lS srwvT osll:lll ~o ;lp 0P!lU;lS ? U"-0T$lS-OU 'scwaqoJd sOl ;lp OJ!l,W;I[qOJtl SJlUl 1" fQ J~ pp IIW;I!qoJ~ '1111 muuTO U;I llptJJl';llUUd U opu5';lll lllj ..nb SOl oW9" ( 'U!lr.qo upUU u9Ps;ro USOl ~lUII[d ~19lS!lV mb Joo VOtUBlunB;lJd "IUJf;lJ;llUJ op~oo In{ SOU 0S;l JOd ,as 1s) lJt" SOU;lUI SOWIJ1D 01 ';ll00~ "lUOlWlll:lOl]T.ld E'OI;)lS!S un op!q;ouoo IIBq oJos "9lH un ..nb ;lp SOJnlf;)S 5OWIlIS;I 'IOunu 5 ~ou\!S 0CI!l91S!'{ opoW un Ul IlpStl:l;lpll 'IO!Ut' B ;l$IJOO sou ''IO!l9S0HJ U9!:>B:l!J!US!S ;)qlll!h;lU! ns :>p ;lluaW;l1U;I!PuOl --ol..[dwro BUIlI5!S ;lP 'J!:lOlP s:r- U9P!5 -odg B ;lp OlSOlndns UOIPJO ;I :>Jllr.l l;1l1oosa ;lp 81&11 ;15 'U9!S!WSUUJI U( ;lp $;l.l\!Zll SOl 100 Bp8h\!JSIl OISJA Bt ;loS U9PJ~U1 IlTO ( '95 ~~ ;lll 0W5!w jl :>nb O;l ouajl;lQU!! quo 1" u.. ~;l191S!lV B J;luod _g;p pIlP!l!qJSOdW! '1 ~ Z;l~ uun ':>lodJjlIU pp ..uro Joo U9~p ron ;llll;lWT!AOlJd ~ns BlunSOl.Jd 1J1S;l 1l BlgOOf;lJ '1 nJOlP8pJ;I.\ SlUOp ,nlos ~OpdpghU! "'P t9qum 0J0ld 'S;lUOpll[OS 0UI0C1 SBl'p:lJJO cuO?d!l$;lll.UJ "p 'S;lUOpd!:s:.....U'f OUJOCI SlJIlp:IJJO S;luopnos :>p tttUJ mi!qwu flD Il;l 10pnptIO) 0nq p s;,:u011l;l .fI:JSOCl :ipU9(l? 'q:m -[1U!J!P SIlS ~ U9pux1BWOlIS"!S ;IdWf$ \!Jnd ,un U9pr10'J OUlOO Q);o\

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can~": Por no haberse preguntado d porqu de esa distorsi6n 111, la tradICIn, en lineas generales, ha ignorado toda una serie de observaciones. las ms de las veces incidentales o implcitas, a travs de las cuales proyecta Aristteles algn rayo de luz sobre el orden real del proceso de su metafsica. Semejante proceso, rrx:onoce l mismo, se parrx:e al de la dialctica. Es anunciado como tal por la progresin, en absoluto deductiva, de la historia de la filosofa. Es vivido como perplejidad, o, segn su propia expresin, como apora, y la preguIl' t~ qu~ es el ser? es una de las que siguen siendo eternamente apor. Ucas. Siendo ello as, se concibe que el orden de la investigacin para nosotros sea inverso del orden del saber en s, y que la humana filosofa no llegue nunca a identificarse con el orden que pertenecer/a a un saber ms qUe humano. Todos los textos de este gnero, aun cuando muestren reticencia o confesin, habrn de ser metdicamen. te confrontados y lInalizados, pues exhiben el privilegiado carcter de inf?rmarnos, no de lo que el filsofo ha querido hacer, sino de sus reflexIOnes, aunque sean fugaces, sobre lo que de hecho ha realizado. La imagen as revelada ser la de un Aristteles aportico, justamente aquel que los tmbajos ms recientes han redescubiertO progresivamen. te "l. Pero an quedar por comprender, en el interior de la filosofia misma de Aristteles, y no a partir de hiptesis psicolgicas o hist6ri. ~s, por qu la estructura de la Metafisica no es ni poda ser deductiva. ISInO solamente aportica, es decir -en el sentido aristotlico dd trmino-- dialctica; y, en fin, por qu el discurso humano acerca del I ser se presenta no al modo de un saber completo, sino de una inves , tigacin, y por aadidura de conclusin imposible. Conviene sustituit las aporas de la interpretaci6n sistematizante por una interpretacin filosfica de la apora, y el fracaso de la sistematizaci6n por una eluci. dacin metdica del fmcaso. \ Basta, segn pensamos, con dejar hablar a los textOs _y a sus si39

lcncios-, para que ese Aristteles se nos descubra. Pero si hiciese falta una cauci6n histrica contra la autoridad ..histrica. de los comentaristas, la hallaramos cn la herencia inmediata de Aristteles. No hemos meditado lo bastante sobre el he::CCSIVlI que lC'I1l IUI condulones, han momado pnr lo >:n. Esta interpretacin ha sido recusada como neoplatnica. Pero acaso sea sencillamente platnica. En cualquier caso, no se ajusta menos x>r ello a una de las definiciones, ella misma platoni~antc, que Aristteles da del contenido de la filosofa primera. Si existe algo eterno, inmvil y separado., su estudio compc:te:tli a la filo~ Ha primera o, dicho de otro modo, a la teologa lJ. Pues el problana teol6gico por o:cdencia es ste: existe o DO, aparte (::tpd) de las esc:nciss sensibles, una escocia inmvil y eterna, y, si existe, q~ es? Jo. Sin duda, los comc:Dtaristas neoplatnicos transformarn en una rc:Iac:in de trascendencia (::ttpJ lo que en Aristteles aparece

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romo una simple relacin de separacin ('lCapd); pero la idea de primaca est ya cIaram.ente indicada en la expresin misma de filosofa p,im~'IJ; si la filosofa del ser separado e inmvil es primera, sin duda ello DO se debe: slo. su lugar en el orden del ronocimiento, lioo a la dignidad ontolgica de su objeto. PrimlJcilJ es tambin soo. niroo de ~minmcil1: La ciencia ms eminente (tl.uww.n) debe: referirse al gnero m~ eminente. JI, gnero que es el principio (dpl~) de 10.:10 lo dems: de esta suerte, 1.1 ciencia primera, ciencia del principio, conocenl 11 f()fliori aquello de lo ~IJC el principio es principio, y secl as univenal x>r ser primera. . Nada habla en estas tesis que un esp[riru de formacin p1.1t6nic:a DO pudiera uimi1.1r a su propia dcx:trina: por tanto, una interpretacin p1atoniunte era Wl poco arbitraria que hall.ba justificacin en ciertos textOS del mismo Aristte!cs; esa interpretacin, adems, suministraba un medio para ronciliar el mrla de m~/afsica con la primada atribuida x>r Aristteles a la ciencia del ser inmvil y separado. Sin embargo, no fue ~sa la interpretacin mb frecuente entre los primeros comemaristas, quienes, ateni~ndose al semido obvio de /l/ellJ, vieron en ~lla indicacin de una relaci6n cronol6gica: la metafsic-J se llama as porque viene dt:spus de la fisica en el orden del uher. La preposicin /l/t:(11 no significaria ya un orden jerrquico en el ubjeto, sino un orden de sucesin en d conocimiento. Son ~stos los j>:lsajes que han sido imerpretados generalmente como traidores al origen accidental del ttulo Metafsica, al tratar torpemente de justiricarloJ:l. Pero basta traer a colacin los textos de los comenlatistas pam daC'Se cuenta de que dicha justificacin y el orden mismo al que -:.ll:t se refiere estn lejos de ser arbitrarios. La primera mencin de esta interpretacin se encuentra en Alejandro de Afrodisia, segn el cual la sabidura. O teologa. habrfa sido denominado tras la fsica en virtud de que viene despus de d1a en el orden para nosotros (tf1 t6.~(t ... ::tpo, iv.d'l JI. Como obselVa M. H. Reiner, una tIi~l' :z:po; i.:ul' es algo distinto, pese: a todo, del orden puramente extrnseco de un callogo. JI. Igualmente, si Asdepio atribuye d t tulo MttlJfiska a con.siderKione:s de orden (ttll t1-o tli(1~1"" ofrece una justificacin filosfica de esc orden: Aristteles ha tratado primero &: las rosas fsicas, pues si stas son posteriores por IllllUraw (tf1 cf.oCil) no es menos cierto que son anteriores par:a nosotros (r.:a-''''). abo" tntado pr~ de 111 ('tUI f!licu, tnta luqo erl est.l

fill prim",ll (~ :upl 't1!; 'ltplilno-;: flJ...oClO:Plcu;;). En defectO de Ar.slteles, Teofrasto hubiera podido suministrar un tirulo: en 1115 pnmeras lineas del escrito que los editores llamarn Mdllfsicll por analoga con el de Aristleles, se menciona la especulacin acerca de los primeros principios.. {f upip 't...... XplltDl" t1m>flill.)". como si se tratara de una ~resi6n eonsagnda, que designaba, por oposicin al esrudio de la naturaleza, un gnero de actividad teoentka clanmenu: delimitado -. Las dificultades de los primeros edito~, entonces, parecen ha ber sido de orden distinto .1 qm: se les atribuye habitualmente; y si dieron muestru de esplriru de iniciativa, lo hicieron menos por in \ocnlJlr un titulo nuevo que por rechazar aquel o aquellos que les su ~a una tradicin que se remomaba hasta Arist6teles. Todo 110'5 hace creer, pues. que la rbrica De la filosolia primera no les pareci6 de adecuada aplicacin al conjunto de escritos, reunidos por una tradicin anterior, que tenlan a la vista. y en efecto, (qu es lo que designa, en los textos mismos de Arist6teles, la expresin filosofia primera? La calificacin de prime. t:!,"" sea cual sea su sentido, parece nacer de una preocupacin por distinlluir varios campos en el seno de la filosof/a en general. A la cuestin planteada en el libro B: ~hav una ciencia nica de todas las esencias, o hay varias..? '11, Aristteles responde muy claramente

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&IIl II lhe ArilIO/ei;"II Meuph,IKI, Tororllo, 19'1, pp. ) ...) quien ailx pox k! denW dic:IuI uimilati6n.\ dre- u~ rrlcr=t:I. dO! Arisf. Ida OS!" ~O. 10lJUlsislente por sl ., no liene: ne::aidad de 0U1I lXIU par:a ~f!r: cfr. Md., d, 18, 1022 }5: a.. ..;, ~q ..-.i.m.l; ~ ole sentido, l. KPl'nci6n. a la propiedad funda""""i.1 de \ ..x.tancu. Esros dos senIldol coincidfan en Pluoo, pant quien la Ide.. ""1'Inclo de 10 sensible, era .1 propio liempo la nica IUlidad lUbl.is!en!e. No roi~ ya en Aristtela: ni 1. lublllanci. flska es ""1'Irads en d scgundo KIllldo, pero no 10 es en el p!imel'O el ...r UI.Iltc:m',iro es oeptntdo en el primer senlido, pero no en ~1 legundo' (pues se !!.to de un abstracto, que !lO "",iSle wr sl). De lIhi IR inttrlidumbre de loa edilorea en l. 1!Unt de l. 1. 1026 a 14. donde le define el obieto de l. !lsic.: unos, siguiendo .1 Ps~Aleilndro y loa mamlS.. crilOf leen "X':'p!O'!o (Bekka, lJonilZ, Apelt, D. R. Cousin, P. Go~e, J. ~); en cambio, Schwealer, aeguido por Olrill, Jaqer, Rou. C!lemlSS, Mellan eoltie ~Y con ntzn. CIftIIlOS- lt'l''I''12U leyendo l~' para ~ la opxicin t'OIl Int objeral 1DI!C1lD(m que, en la lIna siguienle, lO!! 1Ia........ 00 l..part:l (Je U'Ul, pues, aquI de la ~ntcin m el sentido de rul;.:isttncil). En t"rj.~ lf'LAO"0'f'r;I~ \"fo.lV)'T; como observa Simplicio, encontramos decllvamente una demostracin de ese g6lero en c1libro A de la MrtIJflsiea ", donde la unicidad del Primer Motor es deducida de la eternidad del movimiento. En el Ulltado Vd ",ovi",i~nto de los ilIIi",ales, Iras recordar Aristteles que ctados los cuerpos inorg,"icos son roovidas por tlgn otro cuerpo., aade: El modo en que es movido el ser primera y eternamente mvil, y c6tno el Primer Motor lo mueve ha sido detenninado aoteriormenle en nuestros escriros accrca de'la filosoffa primera.. (ly "[Wy "p! ~ 'ltpWn~ 'f'tl.o"Oi'r;I~) "; rcenvfo manifiesto al mismo libro A (cap. 8), donde Arist6teles muestra que la relacin entre el Primer Motor y el Primer Mv es como entre lo deseable y el que desea. No cabe, pues, duda de que Aristtc:Ies quiso designar con la expresio fi/osoflJs. primera c:I estudio de los seres primeros, y ms exactamente del Primer Malar: en otrU palabras, la

co:n-

IrolotJ4.

Tal es, al menos, el oso ordinario en los escritos del ~orpus 4rlS' Jotdieum. Hay que hacer uoa sola excepcin, tocante al hbro K de la MelafhieD. En tres ocasiones, la expresin i'LAO"O'f'ia lt:~U u otras equivaler.tes (i 'l(poY.lltl.i~lllf',l.oa0'f'ir;l, i lt:PWlll htan'1111, soo emplen-

.

.. r,Q

2, 1004 b 6. lH efo, I, 8, m b 10. .. Ad foc. A, 8, 107) " 2) p .

IH /1101" .,w,lJiruro, 6, 700 , 7.

40

41

das para designar la ciencia del ser en cuanto ser.' Tambin aqui se trata de oponer la ciencia primordial a esas otras ciencias segundas que son las matemticas y la fsica; pero 10 que las distingue no es ya la delimitacin de sus dominios respenivos dentro del campo universal del ser: fsica y matemticas son consideradas, desde luego, como pa,nes de la filo~fa (p.P"l 't~~ Q~'f'a~) 71, pero la filosofia pri. ~era~ !eJos de ser ta~bl~ eUa una parte, aunque primordial, parece Id~nt1flcars.e con la ftlosofla en su conjunto. Y as, mientras que la flsl~ consIdera los accidentes y principios de los seres, en cuanto m~ves y no en cuanto seres, la ciencia primera estudia esos mismos objetos ..en cuanto que son seres, y no bajo ningn otro aspecto (Y~O'~,,~v ona.'td "~7.!i~!v t(lt~V, 'aH' oux 1J iupv 'tl)n. Compete aStmlsmo a dIcha CIenCIa estudIar los principios de las matemticas en cuanto.que son comunes 7J , Pot ltimo, a la filosofa primera le toca exammar las aporfas acerca de la existencia de los seres mate. mticos: pues tal examen no es competencia ni de la matemtica --que, como todas las ciencias particulares, debe presuponer la existencia de su objeto----, ni de la f1sica --que no conoce otros seres que aquellos que tienen en s mismos e! principio de! movimiento o e! reposo-- ni de la ciencia que trata de la demostracim>, puesto que sta no contempla la materia misma de la demostracin 7~, El do. ?le 'p.apel de establecer principios comunes a todas las ciencias y de ustlflClH cada una de ellas mediante la elucidacin del estatuto de existencia propio de su objeto lo reservar Arist6teles, como vere. ~os, ~ la c,iencia del ser en cuanto ser. Que aquf se lo asigne a la fflosofla pflmera revela una concepcin de sta poco concorde con el sentido habitual de la expresin, El inslito carcter de la terminologa del libro K conduce al re planteamiento de! problema de su autenticidad. Dicha autenticidad fue impugnada en el siglo XIX, C'specialmente por Spenge! y Christ, a causa de cirmas particularidades estilsticas 75. La anormal identifi. cacin de la filosofa en gen~ral con la filosofa primera, y de esta lt~ma con la ~encia del ser en cuanto ser, aunque apenas haya me. recldo la at~nCl6n de los comentaristas, plant~a un problema que desde la hiptesis de la autenticidad, quedada sin resolver. Se ~ene observando hace mucho qUe los captulos 28 del libro K reinciden bajo. una forma, menos ela~rada, en los problemas abordados po; los hbros B, r y E, Ahora blen: ya hemos visto que, si bien la expre71 n7! 7~

si6n filosofa primera no se encuentra en el primero de esos libros, es 3plicada de un modo constante, en los otros dos, a la teologa, Cmo explicar que, en este punto capital, el libro K se halle en nbsolmo desacuerdo con escritos de los que l no seda ms que un resumen o un esbozo? 'M. No ser mejor atribuir la denominaci6n de la ciencia del ser en cuanto ser como filosofa primaa a un dis cpulo inhbil, que hubiera interpretado apresuradamente ciertos tex tos sin duda sutiles del libro E, donde las dos ciencias, sin perjuicio de su distinci6n, son presentadas como coincidentes? 71. Obsrvese por otra parte que el captulo 7 de! libro K, al volver sobre la clasi ficacin de las ciencias teorticas de! libro E, no usa ya la expresi6n fi[owfa primera para designar a la teologa: tras haber definido, unas lneas ms arriba, la filosofa primera como ciencia del ser en cuanto ser le resultaba diflcil al hipottico autor identificarla con la ciencia de 'un gnero determinado del ser, aunque dicho ser fuese el divino. y con todo parece que e! autOr en cuestin se reserva en cierto modo una posible salida al asimilar subrepticiamente el ser en Cllanto srr al ser separado, es decir divino: Pues existe una ciencia del ser en cuanto ser y en cuanto separado \~(lii 6v~(I~ 11 av Ka! XOlp''''l:OV), debemos examinar si hay que admitir que esa ciencia es la fsica misma, o bien es diferente 'ill. Dicha asimilacin del ser en cuanto~ El Ps.A!ej. ve en el libro K un Tesum~n d~ los libros B, r y E. BONtl'Z y W, }A~GeR (AriJ/{ulu, pp. 216-22) lo \=, al contrarin, como .un es~ anterior a dkhot librm. La razn qu~ da }aeger es la resonancIa relatlvamente platnica, segn ~l, del libro K; nos p~tece, ftl contratio, que la id~~ lifiC3Cin de la fil"",,ffa ptimera con la dencla d~l ser en CUantO ser mano fiesta una CVQlucin radical por respectO al platonismo, e induso por re!lpeclo a la definicin eleolgica de la filo:wHa prim~ra: evolucin un radiCtlI que nos l'6i.. DO el

.6., ti, 1018 , 9

la.

anu no o:scria de P1aln, Cfr. rttierllemcnl~ H. J. KAAIIlEa, Ikr Ursprr..,c J" Gristm~Upb,sa, Amstadam, 19.5-4, pp. 24, 106. , lbUl., 1019.12

C~t.J~~~:~~~:FES:~~EErFC"'~~.

=

~ ~;,.~=.: ~~-tv;':~~~t:=~

::~nioo~:-ser~~allII:~~=~:-~:.es~, , E. 1, 1026" 21. M, 8, 1084 b 219.

= ".u

esd cmplcoda =

ralldJd de si&nifiadones (o uttg;orW), 00 rnulu "vti precisar que la ot.oI.. es la primtr" de dichassiJlif~dd ser (dr, Z, 1, 1028.29 D.).

12, 14 , 7.

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49

_ntes de dc:fi.nit el agudo, mientras que se conmuye el 1gU10 agudo -.nJes que el reao? La anterioridad l6gica es tambi6t ~a anterioridad temporal: 1610 que e! tiempo de la definicin lgica no ~ el

.Ir la ~6n: principio que se enuncia y se aplica, sobre todo, ,.lIf ,klndc la considuacin de la causa final es predominanre, es de-

de la construccin geomuica. Si 5lo a este ltimo llama Xrwo~ Arist6teles, es que el tiempo se define por relacin a Ja gnesIs de las cosas y, ms en general, al movimiento del universo, pues es su medida l0. Por mucho que el tiempo del razonar humano se esfuerce por recorrer al revs el tiempo de la gnesis, sigue en pie ~ue slo por respecto a este ltimo puede aparecer el primero como m~erso, y, tIJ an, tal inversin se produce ella misma d~nJr,! J~ un tiempo que no es sino el de las cosas. Asimismo, cuando Arist6teles afirma que ...10 que es postnro en el orden del anlisis es primero en el ~ den de la gnesis.. u, quiere decir que la investigaci6n te6rica. y prctica del hombre u reproduce, pero en sentido inverso, el desarrollo espontneo del ~osmos: ello no impide que esa marcha atris se reo>nozca y se mida en un tiempo que es el nmero del. movimiento natural. Mediante el conocimiento no nos libramos del tiempo; mejor dicho, slo, en cierto modo, nos libramos de l delltro del tie~po. En cuanto a la anterioridad _segn Ja naturaleza y la esenCia-., no es otra cosa que el orden de La causalidad, el cual supone, por !o mel'lO$ a titulo de esquema, La sucesi6n en el ri~po. Geno. que wnbin aqui depende todo del modo como lo consideJ::amos: SI nos fijamos en La causalidad .eficiente o en la IllI:terial, el ~empo cial,. coincidari con el tiempo de la geneNCl6n; lo mwno ocumni, en cieno sentido, si tomamos en consideraci6n la cau~dad f~nn.al: la anterioridad lgica del sujeto ~spectO de sus atrtbut~ COlIlClde con la prioridad causal de la eseneta respecto de sus propIedades, y del sustrato respecto a sus determirulciones JI. Mas para quien contemple la causalidad final el tiemp? de la esencia. y la n~turaleza seni la inversa del tiempo de la gt:neSls: _Lo posterior segun la generaci6n es anterior segn la naturaleza,. 1< o bien csegn la esencia,. 15,10 que quiere decir que lo perfecto es anterior a 10 ifi.1perfecto en el orden de la esencia y la naturaleza, pero le es postttlor en el orden

:::/:~a:s0= f;oJ~&:C:: r:~~~~::, lia a:e~o~=

-es:eo-

.1 :f" u~'~:lSta ron hablar de una relaci6n transitiva entre la palabra y el ser, pues no hay paso de una a otro. sino mis bien adhertnnll natural ,. indisoluble. que no deja lugar alguno a la contradiccin. l. menlira o el error. AsJ se justifican tambin las otras tesis de AnStenes, :kjuellas que acaso impresionaron mis a Aristteles, a saber: la imp"sibilidad de la predicacin y de la definicin. Slo se puede decir .1f-I.~o)..oY): Los sonidos emitidos por la voz (l:d!~ 'ti;l ~W~~) son los sirobolos de los estados del alma ('li:allf}Ul'ta~' o/UXf,\, y las palabras escritas, los slmbolos de las palabras emitidas por la voz..... De lo que :lqul se trata !lO es de la n:lacln enttc ellenguaie y el ser, sino tan slo de la relaci6n entre la materialidad de la palabra pronunciada o escrita y el estado de alm~ al cual corresponde; y debe notarse que la rdacifl entre la palabra hablada y el estado del alma no difiere de la que existe entre palabra escrita y palabra hablada: la escritura remite a la palabt:l, que remite de i,ltUal modo a un estado de alma. As! pues, la relacin del lenguaje hablado -y con mllyor razn el escrito- con el ser no es inmediata: pasa necesariamente por los %dip,tll 't"fl; 901t~ y son stos los que expresan inmediante el ser, pero no de:1 mismo modo que el lenguaje significa el pensamiento: .AsI como la escritura no es la misma para todos los hombres, las palabru habladas no son tampoco las mismas, mientrtl5 que los estados de .Im. de los que tales expresiones son inmediatamente si&"oS (O'T!1lta %peil't~) resultan idnticos en lodos, asf como tambin son idnticas las cosas de las que dichos estados son im4g~n~n os. La diversidad de lenguas obliga a admitir que la palabra y la escritura ro son significtlntu por misma'5, en tanto que los estados de:! .lma son sc:me:iantes, por si mismos, a las cosas que les COtTe!pornl.en. Se impone, pues, una primera distincin entre las relaciones de: st!m~;anZ4 ---romo las que existen entre el pensamiento y las rosa$--, y las relaciones de: significtlCi6n (aqu exoresadas por los trminos, ciertamente oscuros, de smbolo, Gfl~)..Q~, y, accesoriamente, O'TLIllw-.). tal como se instituyen entre el lenguaje y el pensamiento. En otros tCllt05, es cierto, Aristteles Uam:1 sfmbolo a la rdaei6n de:! lenguaje a las cosas: .No es posible, en la discusin, alegar las cosas mismu, sino q~, en lugar de las cosas, tenemos que servimos de sus nombres como smbolos-.~. ~qu, d inte~ediario constituido por el estado de alma es suprimi&;, o al menos olvidado, pero tal ~upresi6n es legtima, puesto que, al componarse los estados de alma

sr

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como cosas, pueden ser inmediatamente sustituidos por ellas. En desquite, no puede sustimirse sin ms la cosa por el nombre, suprimiendo asf toda relaci6n; pues entre nombres y cosas no hay semejanza completa: tanto los nombres como la pluralidad de las definiciones son limitados en nmero, mientras que las cosas son infinitas. Es, pues, inevitable que cosas varias sean significadas por una sola definici6n y un nico nombre 41. Por consiguiente, no debe creerse que lo que ocurre en los nombres ocurre tambin en las cosas"'. Estos textos arrojan, segn parece, alguna luz sobre lo que Arist6teles entiende por smbolo. El smbolo no ocupa, pura y simple.mente, el lugar de la cosa, no tiene semejanza alguna con ella, y sin embargo, a ella nos remite, y la significa. Decir que las palabras son slmbolos de los estados del alma o de las cosas mismas, significa a un tiempo afirmar la realidad de un vInculo y de una distancia (por lo cual se distingue el smbolo de la relaci6n de semejanza, ~.t.OIt7;Ira la rapacidad signifiCtlnte del lenguaje: pues, como dice enrgil~lmente el texto del libro r, si la signifiC'llci6n de una palabra no es 1I1l11, entonces no hay significacin en absoluto "'. Hay, pues, dos equivocidadcs; una naturnl e inevitable, que ronsine en la pluralidad de los significados, y otrn accidental, que es la pluralidad de las significaciones. Es el alllflisis de este segundo tipo .Ie equivocidad el que va a dar ocasi6n a Arist6teles de aportar una decisiva contribucin a la teona de la significaci6n. Sobre la plura. lidad de las significaciones de una palabra se apoyan la mayora de Ins argumentos sofisticas, o al menos los mtb temibles". El psraJo. r,ismo, en el estricto sentido del tl!nnino, oonsiste dectivamente en lOmar la misma palabtll en diferentes acepciones a lo largo de un mismo raronarniento; se produce asf la ilusin de que se significa 'ligo, cuando nada se significa, pues se le dan varias significaciones a una misma palabra: la homonimia es tan slo la apariencia de la signifiCtlci6n'I, y por dIo es el fundamento de esa sabidura aparente, 1:1 sofistica. Distinguir las mltiples significaciones de una misma palabra: ("Sa scl1, en cambio, la tarea principal -poeMa incluso decirse que 1:1 niea- de quien quiera denunciar las ilusiones sofisticas. En efecto: tan slo la distincin de signifiCtlciones nos permitir "discernir, l!elrs de la palabra pronunciada por cI interlocutor, la intencin que

explcita en l, pero se despr=de de la comparaci6n entre dos series de observaciones suyas: DO es igual decir que la misma palabtll csig niflCa varias cosas.. d aTt.lIY!'~). n, y que ctiene varias signi. ficaciones.. \1:OU.llzm, HTl~6ll1 o ''''lLll~'t~)u. En el primer caso,

~~tlillti~~~ne:li~s~J~r;iK~~ ~~ord~!:d~~5)~p~elsalOsii~iji~~M:~u:~~ fu~~t~~~}'~e:a~,seco?bta~~~t/1Tt~~~ ~::: :~

..!,.

.. IbUl., 1, 161.12." N.~I., r, 4, 1006 b ,. Ch. K, " 1062 " 14. v Nt- 10/ist., t, 161 12. " Mrl., Z, ~, 1028 10; E, 4, 1028 " , f}.'~ D>Uaz.~1; T6p., J, 18, 108 18 (=0I>IrJ.. )J1'::IIlIII) Md., 4, 7, 1017 " 24 (l:"""X.... cn""""'l, C'[c.

116

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lo anima en el momento de pronunciarla, y, por tanto, la cO$a que pretende significar en ese preciso momento. Tal es la importancia que Aristteles, en un notable pasaje de los T6picos, asigna a este m60d0: cEs til haber examinado el nmero" de las iiiiiltiples significaciones de un tl!:rmino ('ro 'to~a1.';" Urnal), tanto en orden a la claridad de Is discusin (pues se puede oollOttr mejor qu es lo que: se: mantiene, una vez que se ha puesto en claro la diversidad de sus significaciones) como para ase:guI"llmos de que nuestros razonamientos se aplican a la cosa misma, y no slo a su nombre. En efecto: sin ver oon claridad en qul!: sentido se toma un trmino, puede suceder que quien responde, lo mismo que quien interroga, no dirijan su (:$_ pfritu hacia la misma ('(Wl (p.~ ci 'ta.:itW -;:';v rl d::07.pn>lip.'Xiv Mi -(140'b 19),/iI

unapftuJodel8R.t-l6ril:ilalllS8&ndoabseualidadesdel~:.LabeUera

w T&p., 1, 18, 108 iI 18. .. Toeb lo mis, pocta tmer valor ""tMico. Eso lIdvierre Arisr6rdo

al

gidoahaciacl1a,

eonttlllpt.::i60~ (tU

rneuerdo, ((lt'nO sipo que remite a aqudJo de lo que es imagen; pea" WlIO, 18 imqen es, roceIivamerue, ifna&m por s o im.agt:n ,k .. ~ el .ruodo de %tifl... '"F &",ia;. 4Xl b JI) conforme al cual lOlllOI diri

~,.::=n~ =~t~!:"~ ~:=., ~~aid

~~:an1W:ssemeiaDlcapropSa.irodel8"'lU1'md

$01&'., 10, 170b

12,

J~ibl~J de

=~ eno ra conserva una nica significacin? Dicho con ms precisi6n: puesto que, por s misma, no es ms que un sonido, y su significaci6n le viene de la intencin humana que la anima, cmo es que intenciO" nes mltiples (empezando por la ma y la de mi interlocutor) van a ponel'$C de acuerdo en cuanto a la imposici6n de un mismo sentido? Se dir que la unidad de significacin se basa en la universalidad de una convenci6n? Hemos visto, sin duda, que Alist6teles, (on su no cin de Cl6!,-~0"ov, insiste en el carcter oonven(ional,. de la significaci6n de las palabras. Pero ron ello quel'a decir que stas no eran significantes por naturaleza, y que su sentido slo poda proceder de una intend6n significante: no por ello negaba que dicha intencin pudiera ser universal. El recurso a la oonvenci6n no exduye, pues, la universalidad de la oonvencin, pero no por ello la expli(a: lo convencional nunca es universal ms que por accidente, no por esencia. Ello supuesto, dentro de ] hiptesis convencionalista.. ---...que explicara por la mera convencin la fuena significante de las palabras- sera un milagro permanente que el lenguaje tenga un sentido, es dedr, un nico sentido. Por lo tanto, Aristteles no puede qualarse ah: si las intenciones humanas, como atestigua la cxperienda, se corresponden en el dilogo, es preciso que ello ocurra en un terreno que fundamente objetivamente la permanencia de ese encuentro. D(cha unidad objetiva, en la cual se basa la unidad de la si~nifi cadn de las palabras, es 10 que Aristteles llama la tsencia ,(06CllU), algn ser es el hombre, tal cosa ser la esencia del hombre (,& d"Opw1tto El"UI)' l:n. Dkho de otro modo: aquello que garantiza que la palabra hombre tiene una significacin nica es, al mismo tiempo, 10 que hace que todo hombre es hombre, a saber, su quididad de animal ra ciona! o de animal bpedo,. 114. Decir que la palabra hombre significa alguna cosa --o sea, una sola OO5a- es der que, en todo hombre, aquello que ha(e que sea hombre y que lo llamemos as! es siempre una sola y misma esencia. La permanencia de la esencia se presupone as romo fundamento de la unidad del sentido: las palabras tienen un sentido porque las rosas tienen una esencia.III

As se adara al fin la refutaci6n que ha(e Aristteles de los ad versarios del principio de romrndiccin. Hasta ahora, pareca que "('I~lIamos movindonos en el plano del lenguaje, cuando lo que su,.",Ie es que el principio en cuestin es un principio ontol6gko (:, Metl~ Sl"i~s, VII, 1946, pp. l~. 1dcnqueJda~-Jafonn.a.,c:oof~de

r, 4. 1007 b J. IbUi. l007blQ. '" E, 2, l026b U. ISI Pucslafiloaofla.OXlIOtodacicDcia~va,lntasobrearributol (dr. ANsI. POlt., ""I"'C. 1,7, n 40), y, en cuanlO filoJofla, DO tieDe dominio propio,tratando entoDCleS de la roulidaddc Ioapot.iblo smootos de loa ecra.1ft

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r,2,lOO4hS.L.alllSi6naloasofuwoatestiguadaaquCpot1Je. r,2, 1004 b J.

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132

cin entre ~ncia y accidente permite explicar la permanencia de Scrates como sujeto de atribucin a travs de la sucesin de sus atributos. Tambi~n aqul el error de los sofistas ha consistido en reducir la significacin a la atribucin, o al menos en no reconocer otta f()~a .de signifiCllcin que la signi/icilci6n artibutiva (a'lflllivttv ltllt) ~Ya~): modo de significaci6n que est justifiClldo en su orden PropiO, pero que no debe hacerse pasar subrepticiamente por 10 que no es, a saber, una significllCi6n tS/!ncial (.ea, a aqutl segn el cual sirve como cpula en una proposici6nfttorlu esaria Stf.ll"u.. Pero la e:zisteocia misma de esencias stlt'JD'ias a proa pnriwncnle d hhn de que la eseDCI., a despecbn dt su ddin;om primen (lo que ea siempr'e sujero , l\UIlCll es prediClldo-), puede ea algn

en ese lDUIldo rnetI(Ir que ea el mundo sublupg. oua parte, sealamos una t:O$Cibci6n del mismo tipo a propsito del IlllitNrul Y la opmill. qut, davIllorizlldos ea el P- de la OOtolotitia, ha1larin DO obstante una relativa justif~ en lo ealruct\llll del mundo sublunas. ~"';~~~~. 114, D. 83. Sobre la opi1li611, dI. II pane, ClIp. 111:136

dlo~idoalooontingoeDcll.&eM:tmecorqueeaellltridenledtberi

: g..:~3~~:le

~amctI~.

de lo que Arisll:eIta I\amll en las

Jctllidoalribuit2.l1ll

AMI. Post., 1, 22, 83 " 24. lhi4., 1, 22. 83 a 24 A.

analClica: Aristteles quiere decir que el hombre no es lo blanco, que no hay identidad entre hombre y blanco, y que en este sentido 10 blanco no ser nunca ms que un lI.ccidente del hombre. Pero si bien el hombre no es lo blll.nco. no por ello deja de ser cierto que nosotros decimos de ese hombre que tI blanco, y que, por tanto, rtturrimos una vez ms al vc:rbo str para expresar la relacin accidental. 1.0 que Aristteles rerollOCe mcdim!e este anlisis es que el accidente no se deja rechazar tan ~cilmcnte al terreno del no-ser, puesto que se ex presa en el vocabulario del ser. El accidenle es oo-ser slo para un pensamiento que no recooozca al ser otra significacin que la de la esencia: semejante tcntacin -la cual, como veremos. segn Arist6teles, ha sido fatal pal'fl algunos de sus predecesores y contempor. neos- no se halla ausente, como hemos visto, de la polmica aristotlica contra los sofistas. Pero si recurrimos al verbo ser para sigo nificar, no slo la relacin de identidad entre el ser y su esencia, sino tambin la relacin sinttica entre el scr y sus accidentes, habni que renunciar a la tentacin de la univocidad y reconocer que el ser pue de tener varios senlidos, al menos dos: en este caso, el ser esencial o, como dini AristtelC5, el ser por si (..!.t6'QlIl:O), y el ser por acci dente (1Ul""..1 a~''l ..o;)m. No es fcil, a decir \'erdad, captar el ser de este ser por accidente 111:. Es inestable m, no tiene cause 01: maneras de rcconoccr que

~tOI7. 7; dr. 1',8, 1061" 2, ~ 00 oonfundirota dilo tinci6n axI la que olableoe fnxumt=>mtJ. lJU'll fupO')' uS. El ser por acci, ,k:me es, pues, el 5Ctosible el di~logo entre los hombres, no es preciso acaso que: las l':tlabflls -y antes que nin~na, la m~s uni~l'Sal de tooas, la palabya .fl'l'- ten:an sentido, tS Juir, Utl solo SttltlJo? Pero asl como Anlr lteles haba sido comoelido a obtener dicho resultado por a pre~6n misma de los problemas, igualmente bajo la prc;in de ot~ I.roble:mas va a ser compelido a reoonoctt una pluralid!ld .de. scnU.Ios a la palabra Str. Si es cierto que: una ontolOflfl del lCCl~te, l'OmO la que est imp1fcita en la actividad de los sofistas. marufies~ por si mism..a su cankter absurdo, acaso unll. onto~a de la CSCl:1oa no conducirla a nuevas dificultades, oomo la CllClusl6n de: toda una parte: del diSOlrso UCItII

~,~t~~erl4j'b 2JT.P:'.telP1a~~ es":~ ~

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~:nac::6':lcl ~~ ; du~~:t~~cl~d~~aClfunt:=~

I

panicipaci6n de las Ideas entre s, y no dirKtamc:nte b predicacin. No es la refle:xi60 sobre: el juicio atributi\'O la que conduce a P1l'.tn

:e,,;r;;,rit:,s.,S:':S1l kl::.t7e~~~.t:::~:e~~:t:. tividtd, una raislencia de la ktta; induso 5i d tofU!I, convencido lqn d

~: :~..: :'ub~lO,rctl~ ~.:.o~~114 SO/iJtll, 252 c,:VI d.

o:istir

COIIlO

lIS :VJ b. t.. De hed>o, muchl atJfOreS; conceden a PuTH d m&i1O de htbet fundado, en el So/iJIO;'icin an flexible del Sofista, haciendo del Uno y la Diada dos contrarios, mJentras que el Sofista an rehusaba. con. sidCTl!! el Ot~ ? .e1 No-seI" COmO lo .contrario del Ser o el Uno. Ello explicarla una cI~rla ffiJUSllc"'. PO' palIe de.AnsIteles, quien tms una explkila referencia al Sofma, va a crmca., como SI looavia m: tralara del Sofista una poskiII que en n:a1idad seria la del ltimo plalonismo. ' lO; N, 2, 1088 b J, s,. 2111. Ibid., 1089 a 17. Se l"OllOCCn aqui bs CItle&QrJas de esencia, cualidad yeanudad,

~,fo~~I~~edr~~r al~sf.:il:t~I~II~"~~i~i6d~1 ~i1~~~'f. Ymr;:;~i;.td'lT=~

!",puesta: no es cualquier no-ser el principio de la multiplicidad, sino """: no-ser cualificado que Platn llama 10 Otro, y que Aristteles 11",duce por relacin (':{p~ ~l) D, Pero precisamente Aristteles va '1 negar con vigor que dicho no-ser sea, mresclo como se lo mire, IIll no-ser, ni siquiera bajo cierto respecto o de algn modo: la 1'("lnci6n tiene tan poro que ver con Jo contrario o la negaci6n del ','1" que es en realidad un gnero del ser, con el mismo derecho que la esencia O la cualidad:l."ll. Dicho de otro modo: la relaci6n (1a ahe rdad de! Sofista) no se opone al ser, sino que es cl1a misma. Lo otro '1"e el ser no es necesariamente no-ser, como queda Platn, dema,.i~do dcil en este caso a las conminaciones de Parmnides, sino simplemente otro ser, o sea, un ser que puede ser cantidad, cualidad, IIIr,ar, tiempo o relacin. Lo que no es por sr puede ser por accidente. f.o que no es en acto puede ser en potenql!, El fundamento de la 1llllltiplicidad no debe buscarse fuera del ser, en un no-ser reintrodu["ido luego contradictoriamente dentro de! ser a fjn de convertirlo en 11n principio actuante, y por ello existente. ~be ser buscado en el ",~no mismo del ser, en la pluralidad de sus significaciones. Podramos cuestionar la legitimidad de la crtica que Aristteles dirige contra Pbt6n. Pues ste negaba ya en el Sofista que e! no-ser, cnya existencia reconocla, fuese lo contrario del ser: Cuando enundumos e! noser, no parece que enunciemos algo contrario al ser, ',ino slo algo que es otro, .. As pues, si se pretende que negacin IM:i",cn~) significa contrariedad (lvaniov), no lo admitiremos, ateoindonos a esto: algo que es otro, eso es lo que significa el no que ponemos como prefijo a los nombres que siguen a la negaci6n, o ms r,ien a las cosas designadas por esos nombres 21(1. Y ms adelante el r':xtranjcro insistir sobre esta distinci6n entre negacin y contrariedad: ..Que no se nos venga diciendo, pues, que en el momento en 'loe advertimos, en el no-ser, lo contrario del ser, tenemos la osadfa de afinnar que es. Nosotros hace tiempo que nos hemos despedido

;:~,e~~ ~~ ~c~~:t:,n~~~;J~:;~:~~: i~:~~~o~~:~~~~~:rsialo~platnicos el haber hecho de la relaci6n lo contrario de! ser es, por 1" tanto, ignorar la letra misma de los textos piat6rticos, Otro ejem plo de la aparente mala fe de Arist6teles se halla en un pasaje de laD Or.ibid., 1089b6. Se uata tan wlo de la traduccin de 1:o"leridlld plalnic:o al vocabulario de Arist6teles, o de un:o expresi6n que Platn habda

Ibid.,I089b7;cfr.l089bI9. 21(1 Sofista, 2'7 b- es; Otros adaptaban la expresin didendo, 00 que el hombre 'cs bllln 00', sino que 'ha blanqueado', no que 'es mdante', sino que anda, para evitar transformar lo uno en mltiple al introducir el verbo es m. Como se \'C, el problema de lo uno y lo mltiple se reconduce al problema del sentido dd. verbo ser, pues se trata de saber cmo una cosa puede ser otra que ella misma sin dejar de ser una, o, en trminos generales, cmo 10 uno puede ser mltiple. Arist6teles va a sugerir inmediatamente el principio de su propia solucin: la argu menlacin precedente, adviene, supone que lo uno o el ser se entienden de una sola manera m, lo cual parece indicar que la apona va a resolvenc mediante una distindD entre las mltiples significa. ciones del ser y lo \100. A decir verdad, pareda que la dificultad se refera al ser y slo a ~l, pues si digo que una cosa es una en un sentido y mltiple en otro, o bien que lo uno es mltiple en un sentido distinto de como es uno, parece entonces -y se pareda en efecto ser d resultado del anlisis anterior- que es el verbo ser, y no el predi cado uno, quien soporta la dualidad de significaciones. Por eso es simple apariencia, pues lo uno no es un predicado ms entre Otros: como en otros lugares muestra Aristteles, lo uno es con~rtble con el ser, lo cual quiere decir que, cada vez que signifiaunos el ser, signifiamos lambin la unidad. Cuando digo que Scrates es hombre, significo la unidad de Scrales y la humanidad, o ms bien la unidad de Scrates dentro de la humanidad. Y en todos cuantos sentidos sel:l:I1I1-ipUou;*b:~.~mr.(Et.

diga el ser, en otros tantos significa la unidad: cuando digo S6crates es hombre, no significo la misma unidad entre el sujeto y el predicado que cuando digo Scr:ates es en(enno, El problema de las significaciones del ser puc:dc recon6:Jcirsc, pues, sin inconvcnic;ntes al problema de las significaciones de lo uno, pues se trata del m.1~mo problema. . . De hecho, Aristteles resudve d problema de la predicacin mediante una distincin entre las significaciones de lo uno; si los t..Iti.:. mos de entre los antiguos se vean en un apuro (TI:~po'J") al \'enir obligados a reconocer que loUno es mltiple, es porqu,> es ~ste el lugar de examinar el contenido de esas dos nociones, sino slo de estudiar el principio de la solucin de Aristteles. Seria vano negar que una misma cosa sea a la vez una y no una, pues el lenguaje da lestimonio de ello. No hay eotonces contradiccin? No -responde Aristteles--, si)a cosa no es en el mismo sentido una y no una. El principio dl cotr:adicciD no nos

d: :a~~:teie~~n-ful~~=/::-~~:cro,mh~;fe u~~ :~u;:~= ;l:~., m. No

:,; :u~~a :rn~6::,~::e ~~~~ ~:=d~itil

Nr., VII,"", 1146 h 7).

mOr. mQ arrib., pp. 141142. DI Fr., 1,2,18' h 2.5. n5 18,hJl.

predicaciD es posible; ningn raron:unic:nto mosua:ri jams la imposibilidad de la predicacin, pues el discurso existe, y, sin ella, no existirfa. Eso supueslo, si el discurso prediOluvO es aparentemente contradictorio, no puc:dc serlo. en cambio realmente, puesto que es, y lo que es contradictorio no es. La solucin de la aporla nlla:, pues, bajo la presin de la aporla misma: no puede haber contradiccin; lo que ocurre es que no afirmamos y negamos algo simultneamente de una misma cosa en el mismo sentido. Podrla decinc que la contradiccin nos empuja hada adelante, pero no en el sentido en que entcndcrn eso ms larde las filosofas cdialtic:as~; la contradicdn no reclama su ..superadn, sino su supresin, y sta no consiste aqu en suprimir uno de los conlradictorios (pues ambos son igualmente verdaderos), sino en entenderlos de tal modo que ya no sean conlradictorios m . La solucin de la aporla sobre la predicacin consiste, pues, en distinguir los sentidos mltiples de lo uno (o del ser, podrla decirse igualmente). Decir que lo uno puede ser, a la vez, uno (en aclO) y no uno (en potencia), vale tanto como decir que el (en acto) uno y que es (en potencia) no uno: en ddinitiva, las modalidades ~e la sisni? acin se refieren la cpula. Lo qu~e~trarDOS dc.MaS de la ~ tinci6n entre lo uno en lIctO y lo uno en potencia, es la distincin entre ser x>r sI y SCf_por accidcn~ o bien entre predicacin escncii1la

lhU/., 186. 1.

154

vando la coherencia del discurso y la posibilidad misma de dilUogo entre los hombres?

3.

olAS SIGNIFICACIONES MLTIPLES DEL SER: LA TEORfA

Ser por 51 y ser por accidente, ser en acto y ser en potencia: tales son las distinciones que Aristteles se ha visto ..forzado a hacer, a travs de la resolucin de la apariencia sofstica por una parte, y de las apodas megrieas por otra. Mientras que Platn, a fin de resolver estas ltimas dificultades, habIa opuesto la alteridad al ser, haciendo as de eJla un no-ser, Aristte!es, consciente de las contradicciones de la solucin platnica, y de su capacidad para dar cuenta de! discurso atributivo, restituye la alteridad al ser mismo como uno de sus sentidos (la relacin), al tiempo que reconoce semejante alteridad en e! lenguaje acerca del ser, bajo la forma de una pluralidad de significociones. El anlisis aristotlico, por lo dems, no va a quedarse en eso, pues no basta con saber que e! ser por si es, en potencia y sin dejar de ser l mismo, una pluralidad de accidente; No es menos importan. te saber cul es exactamente la naturaleza de esa potencia, o ms bien de esas potencias, de ser. Que e! ser como sujetO pueda ser otro sin dejar de ser l mismo, es una primera observacin extra(la de la prctica de! lenguaje. Pero esa observacin seguirla siendo formal si no se supiera tambin qu gnero de lo otro conviene a un sujeto dadon. Dicho de otra manera: si la posibiUdad de la atribucin conlleva la distincin general entre por si y accidente, entre ser en acto y ser en potencia, la realidad de la atribucin va a determinar una nueva distincin entre Jos sentidos de la c6pula en la proposicin. Efectivamente, no decimos en el mismo sentido que una cosa es buena o que es grande de tres codos, que un hombre es caminante o sedente. y en todos estos ejemplos la signifcacin de la cpula es diferente de la que hallamos en la frase ..Scrates es hombre:l.lJ.

va a completar y cubrir las distinciones ateriores: la distincin entre las categorias.. De este modo se cotl5tituye la lista -a la que Aristteles se refiere con frecuenda como si se tratara de una teora bien I conocida, en la que no hace falra insistir- de las significaciones mltiples del ser. I La enumeracin ms completa es la que encontramos en el li bro E de la Metalsica. El ser propiamente dicho (,6 ov ,0\ :Jd.. fu~ J..elolf1tvov) ll' se dice en varios sentidos (HllHtl JtOnaXID~): hemos visto que habla ser por accidente, y luego el ser como verdadero y el no-ser como falso; adems, estn las figuras de la predicacin ("td O"Xf,I-'.a:ro. "ti~ xanrrop1a~)2lS, por ejemplo, el qu ("ti), el cul, el cunto, el d6nd~, el cundo y otros trminos que significan en este sentido. Y, adems de todos esos sentidos del ser, estn e! ~er en potencia y el ser en acto 1)6. Esta clasificacin es la ms lmpleta que nos ofrece Aristteles, salvo en lo que concierne a las catehasta ahora no nos habiamos encontrado: la del ser como verdadero y, correlativamente, e! no-ser como falso u. La importancia de esta ltima significacin merece que nos interroguemos, en primer lugar, sobre su inslita presencia. De hecho, parece mencionada aqu tan slo para anunciar un desarrollo del tema de la verdad con el cual concluir: ese mismo E de la Me/alisica: desarrollo que tendr predsamente por objeto mostrar que sa es una significacin no propiamente dicha de! ser, pues .. 10 falso y lo verdadero no estn en las COS:lS sino en el pensamiento,," lJ!I; el ser entendido as no es como los seres entendidos en sentido propio;'jO Esta expresi6n (que, en otros lugares, designa al ser por si romo opuesto al ,er por llCCidcnte, o bien el sentido exi,tencial,. del yerro S~ como opuesto asu sentido atributivo} desiana aqulal s~e" C/iQnlo S~, que acaba de ser nombrado, al filllll del caplrulo anterior. como el objeto (ir>di reelO) de la filosoffa primen. m Esta expresin es una de las ms corriente. para de.igllar 1115 categorlas. aro 1:>, 6, 1016 b34; 7, 1017 Q23; 28, 1024 b 13; 8, 10, 10.51 Q3.5. 236 E, 2, 1026 a 33. m S6loen esos dos pasajes (Cal., 4, 1 h 2.5; Tp., 1, 9,103 h 21) halla

g:~:;;o~~~ D~~~erli~~n~~re~deco:J~~~ad~n~~ig~~;i~ci~ ::~

1~~~s7;~~d:el:{:~f~~I~~~~:r~~~1~P~;:a~~~~i~Sn~a~~g~~~~'l~l~:I

atribuir- otras tantas maneras de atribuir el predicado (sea esencial

como condicin de su posibilidad, la distincin entre ser por 'S y ser por accidente, entre ser en acto y ser en polencia, la pluralidad de los tipos de atribucin nos lleva a una nueva distincin que, a la vez,:U!

bl:sccJ~~t~~~~e:.u~~'::en~~~i; l~t~~~i1~I~~ ~~n~~C:;~l~:lb~:Antisthenicu,158

Cfr. A..]. FEsrUGIEIlE, ..

Revue des scences phi/vsophi-

queseJlhlologiques.1932,p_363.

ro Estos ejemplos estn mmados de Met., Z, 1.

de las ClItegorlas se ha detenido arbitrariamente en diez (cuestin que opuso en el siglo XIX a Brandi. Zeller y Bmttano, partidarios de la primera resis, frente a Prand, panidario de la segunda), slo podr ser abordada ms acleIante (pp. 182-183, nota 316), truun ms atento estudio de la tl':Ql'a. 211 De un modo genentl, el no-ser se di~ en tantos sentidos como el ser mismo (10 que no impliea en absoluto la aistenci. del no-ser, por 10 dems, ~ ~~~8~J,"rel~~w~i~.siempl'e 10 que no es; cfr. 107109). aro A, 2, 2lJ E.4, ton b 2.5.

~.trli~:a~ilfSl~a",u':m~le~.~~cl:'~~~faded~i.~~%~a~.s~l c;::~

lo69

159

(d a'llho~ h I~Epn av Tiil~ Il~pf,l)~)., o, mejor dicho, se redlK"e a dios, pues clo que el pensamiento une o separa [en la proposici60] es o bien la esencia, o la cualidad, o la cantidad, o cualquier otra C05a de ese gnero. liOI_ El ser en cuanto verdadero 00 hace sino reiterar en el pensamienro lo que ya es contenido en el otro gnero del seu Jol, o sell, lo que se expresa en las categoras_ Se comprende asl que Aristteles DOS invite a .dejar de 1ado.:Hl, en. el estudio de kM sentidos dd ser, al ser en cuanto verdadero. Debemos seguir, .sin embargo, ese consejo? Podramos hacerlo, si la teora de la verdad esbozaaci6ndelu .cspecics,dd ~ C'I:lD las a~: uf ccmo una cieac:ia nic::a ea I#lero [tllati de la dif~la e$pft.it:S del 1Iet, uf tambin \UlI. ciencia Dica en ~ tratadi d~ la apies de \o uno, como lo idbtlko y lo stmt;'ntt (lOO} 1> "); ~ bien, (qu~ a \o idntico sino lo segn la tStnciil, y q~ es lo .no ull? KltJl la tU,,' lilld? Las "apeei"",. dt: uno son evidentemente, pues, stnllos de lo uno, de: lo queAlinteks tlQC dict: en Olrolupr que ae corresponden con loa aentidos dt:l aer (lJT',... I',""l-'; ti> "' ... ,, fv. Mtl., I. 2, 1053 b V); 2) Que inIr:rptttando 1u .apeciel dd sen COlDO la dislinlo .mb:stancias., lCl[n h80e SAnto Tom, no ae mta la difkuliad puesta de rcJi,cve po!" AJqandm. 249,

nuenra opinin muy fuerte, romlilui par Arisf6teks ni t:IIe palJe ''1

uno

10

i(jllelantc

10

:)~ ~.;s~s~:.: ~~{d.~~~~~ OIn

174

ob~ekt)~. Es.ta es la concepcin que parece prevalecer cada vez que Aflstlelcs uuliza el vocabulario platnico de la ~'C.(P!~ll, por rque el cristianismo haba aportado una perspectiva metaffsica completamente distinta, que sustitufa el problema de lo uno y Jo mltiple por el de las relaciones entre un Dios creador y un mundo creado, los comentaristas medievales introdujeron en este punto un giro que, si bien ha sido decisivo en el destino de la metafsica occi dental, no por ello deja de ser infiel a lo que hay de esencialmente problem:itico y ambiguo en el proceso de pensamiento aristotlico. r... doctrina del ::p';:; l... lqlu... n. al no ser tantO una solucin al problema de h ambigUeclad del ser como una respuesta I su vez "ClJestioD3dora. DI, habfa ya suscitado intentos de reduccin p:>r par. te de los comentaristas griegos. Asl, Alejandro de Afrodisia, un un largo y minucioso anlisis del pasaje del libro r de la M~tjlfisicjl, conclua que los tinninos que se dicen por referencia a un trmino nico no diferan tanto de los sin6nimos, pues en ambos casos la uni cidad del hombre autoriza una ciencia nica (lo que, evidentemente, no sucede con los homnimos: no es una misma ciencia la que estu dia el cananimal y el Can-cuoste!acin) MIl. Y explicaba Alejandro: ccn cierto modo, tambin se dice de estas cosas nos :r.p~ h ).cTfu ...a,], pues guardan relaci6n con cierta naturaleza nica, quelloI

tienen un caclcter comn (llI.lO'I,,), en cuanto que se percibe de al gn modo en todu ellas esa misma naturaleu kgn la cual y por Clya ClIU$l son nombrad.u como lo son, aunque no todas participen de ella de manera semejante y en el mismo grado. A panir de al, se comprende que pertenecer:' a una sola cieocia el estudio del ser en cuanto que es ser (m&o ~"')., lo cual significa, qn pn::cisa ms adelante Alejandro, ..en cuanto que 105 seres (~vtI;l) ptuticiptm de la natunde:u del ser. J4I Vemos cmo se hace m precisa en el penu. miento de Alejandro, pero modificndose a la vez, Ja doctrina de AriStteles: aquella relaci6n a un principio, mantenida en la ambi nedad por Aristteles al designarla mediante Ja preposicin 7:p', se convierte en una relacin ().Too:)12 lgicamente -y acaso mate. mticamcnte- determinable. 10 que para Aristteles segura siendo oscuro (el fundamento de la denominacin comn) se expresa a par tir de ahora en el lenguaje platnico de la comunidad y la partici pacin. Pues bien: precisamente en trminos similares habla definido Alejandro los sinnimos, unas lneas ms arriba: .. Las cosas Wl!limas comprendidas bajo un gnero comn estn en relacin de romunidad y de participacin (XO.... OI... H xa.l I"ttiX.i), de manera equivalente y semejante (ioottl"OIo; xai 01"01er Alejandro a lo XIlO' ... klTp..no ... : el ser en CIlaDto ser no es ya aquel ms all inaprensible, aquella imposible unidad dc sus propias significaciones,

d....~IJ,sqJ;-:~ de K. AIELos, que ... emplea I propsito de Herif::li. 10 (od...e .Iogos fondale\tr de la diakctique., en RtchnclNJ d~ pbi/osopbk, n,

~II= ~lae~~.:,~::~;u:;t=~i(V~1J por q~ hay cantidad, cualidad y tcmpo, y no solamente ser? La pluralidad de las ,ignificaciones del bien (o de lo uno) es en lti..rno caso ju,tiHcable; la del ser 00 lo es, al menos en el pIano' de la ontologfa: Si el bi~n ~ 005 aparece bajo aspectos diferentes, que no competen a. una aeDCla comn, es porque se dice segn las difen::ntes significa.

=:rk:ll~e~f=v:r:;bili~~asdJ

ms fundamental puede ponrselas en paralelo? Acaso haya que re-

:=:t t:nl~~eu:

d:d

5C dicen en tantOS sentidos como el ser, pero el hecho de que la frmula no sea revenible basta para arrombar toda ccoDvertibi!i .lad.. en sentido estricto: la pluralidad de las significaciones del ser IKl puede tener el mismo estatuto que la plurnlidad de las signilkadones del bien O de: 10 uno; siendo ms fundamental, es tambin

ms oscura. Hemos visto con anterioridad romo la homonimia del ser servl., por respecto a la homonimia del bien y 10 uno, de centro ,le rdereocill, principio de explicaci6n ~ual, O tambin de u/uf.ium Jiflictdtlltum. En los T6piros lSO, habamos visto que Aristte les estableca como regla general que un trmino es homnimo cllan.lo se emplea dentro de las diversas c:uegoriu del ser, y que aplicaba Jicha regla al caso particular del bien. En la Crltiu el EuJemo m, se u: el libro r de la Met4jbica :D, tras incluir a lo uno entre los xp~ h hTIU~ Ji!'I. En trminos ms abstractos, el paso de 10 plIrtirular a lo universal se: presenta como una progresin de lo infinito. lo finito; y tal progresin es constitutiva de: la ciencia, pues nieame:nte lo finito es cognoscible. ya que: es lo nico que puede SlltisfllCer la exigencia cientfica de estabilidad y certeza m. Ast es como, en los Stgundo! Analticos, mostr:ari Arist6teles la superioridad de la demostrllcin universal (es decir, refl:rida al univcrsal) sobre la demostrad6n particular: ..Cuanto ms panicular es la demostracin, ms recae en lo infinito, mientras que la de mostracin universal tiende hacia lo simple y el limite. Ahora bien,

confQl"flle 11 cual Arill6te1es habr!. ido l1ej4ndose progresivamente de un pi tonl$mo inici.lmenre ell.eerbado. En realidad, el descubrimiento t.n radical mente lUltipiat6nico de lo OO",(",;m;4 J~ sn parIXC' ancterlstico del primer periodo de Aristlelcs, y pueI., 11, 172 a 12), aun cuan,1" pueda llegar por accidellle iI conclusiones verdadC1~s. Esta tcor/a de Arin6Id.s da un oolllenidQ pro::iso ~ la oposicin la cienci~ del hombre oom ",lente, que se refierc ~ la rosa misma, y el pretcndido s:tbcr universal de In,. sofista" que es vado (y non=ariamente fa1&(l) por detnasiadQ meral. l,:" lo qu alae ~ [as m~tcm'ticas, esa t~..is de Aristtcics Ilcvarf~ a condcn~t ,'"alquier intenlO de sustelllar las propo,iciones matcmticas en principios 16nkos: la tentativa de Leibniz plll'il deducir el clculo infinitCSmal del principio d~ contradiccin p=tarb, a los oios de Arisrteles, el mismo vicio lgico '1"e la ~rgumcntacin de Brysn. m Esta regla prohibe, no slo tooaabsorcin de una ciencia pallicular l'Il otra ms gener~l, sino tambin todo paso de una ciencia a Otra. En este ""mido, no cabc duda de queja persistCllte influencia de Ari"ldes had que "" retrase la opa:rki6n de uno flsiea matemtica, que sedo el prototipo mismo 'e la ~confusi6n de los gncros~ (cfr. A. KOYRll, Eludes 1'.~liln"es: 1, A I'aube d~ la lci~"u cli1ss;q"~, p. 17, n. 3): Augu,te Co... rn re~sumir una critica dc ""piritu ariStOllioo al condenar los abusosdcl esplrirn de Il"f/isis (cn cI sen lido earlcsiano de rcducci6n de la figura a la magnilud) en nombre de la .dispersin necesaria- del saber humano, fundada o su vUen la inevitable diversidad de los "fenmenos fundamentaJcs. (cfr. Di~cours SUr l'espril I,usili!, ed. GOUHIER, p. 198, y Cours de pbl/01opble pOli/IV/!, leccin ))).

en=

208

209

elementos de esos elementos. Pero entonces stos no seran ya los elementos ms comunes, pues habra elementos an ms universales, que seran los elementos esos elemenlOS. Podra acaso objetarse que cualquier ciencia se h.alla en la misma silUllci6n, dado que SIl! apoy:a en principios que, siendo neces:ariamente anteriores, no pueden depender de es:a misma ciencia: cAsI, quien comienza a aprender

de

la:s materias que se propone aprender. -. Pero el gemetra, precisamente, puede poseer conocimienros anteriores; incluso debe poseerlos, pues la geometra depende de una ciencia ms general, que es J. ser en cuanto ser. Decir que toda ciencia supone un saber anterior significa roconO, que SIlos principios de cada cosa dependieran todos de una solo y misma CIencia, 6;ta no podda ser otra que la ciencia de loda, las cosas. 11 Ana/. pOII., l, 9, 76 (J 16. Ntese, en este pasaje, el deslizamienlo del futuro hacia el optativo ~ Ana/. post., !tad. J. TRICOT, p. :52, n. 4. F.sta i~tetptelncin ha sido soslenida :>OC PACIUS, 1" Ar;Iloulis Or1.anum commmlar",m, p. 29?, y parece admitida por el P. -J BLO~'D ~ su COfllCtltario al De {htrl,bm atUmaUu!ll, r,cinlacienciau..IiVCTUlddintiyametlte~

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la

nocet si, en un momento dado, hemos encontrado o no lo que busclbamos.'I', En nuc:stra bsqueda de un discurso nico acetea dc:l !;er, nos hemos t~ado con las dificultadc:s inherentes al proyecto de una c:iencia del ser en cuamo ser, TaJes dificultades se: resumen en una apora fundamental, cuyo desarrollo radical nos pondr acaso en c:1 camino de una nueva partida. Dicha apora podra fonnularse segn ~tas tres proposiciones que Arist6tc:les sostiene una tras otra, y que, sm embargo, son de: tal naturaleza que no pueden aceptarse: dos de: ellas sin rechazar la tc:rcera: 1) Hay una ciencia del ser en cuamo ser. 2) Toda ciencia se reiuc: a un g':nero dc:tr.rminado. 3) El ser DO es un g6'lero.

La primera proposicin ea, como hemos visto, la que: abre el hbro r de la M~ttlfsia c: inspira, si no el contenido de: dicho libro (que:, como hemos mostrado por otra parte'"', nada ti=c: de: ccientffiro. en c:I sentido arisrot8ico del tl!:rmino), sI al menos la seguridad. con que Aristteles aborda en l!l una de las tareas asignadas a la ~=es~ ser en cuanto ser: d establecimiento de: los principios

rcnc:iasl' 421, Pero, de otro lado, la pertenencia a un gnero implica h exclusin de los dems gneros: No es posible pasar de un gne. In a otro. I.imdelost"'~

m

Or.marribo.,pp.I7Q-J71.

butos en la demo&trRCin. "lO TI! es el Kntido de la crtica que Aristteles hace a a.[}'Jn. Ver ms .niba, p. 209, n. J98. ~l AttmI de 1.. ategoras como "l"uos, cfr. .0., 6, 1016 b JJ; 1, J. 10H b J,; 8, 10'8 " IJ. Sobre las eatcgorfas oomo sit";/iNciOlfts, cfr. .0., 7, 1017 " 2J: E,2, 1026 b 1, Y los numt:r'O$Ol5 puajcs en que la enumeracin de1, 1028 " lO.

s.iooes de .la sensacin. (I:r&>pt~): r, 2, 100) b 19. Or. AJ&;fp ~,,: esta expresin no designa exactamente al ser en cuanto set en el sentido aristotlico, sino que conlleva una intenci6n polmica; se apunta aqu al ser de los Elatas, un ser que, segn Ari,tteles, slo CQnlleva una significacin: la de ~encia, Barruntamos entonces en qu sentido buscar Arist6te1es la solucin: si unaconcepci6n unIvoca del ser en cuanto ser (aqudJa a la que se apunta ron la expresin) ~, ~:tlp ~y ronduce a absurdos, cllo ocurrir porque el ser no tiene una sola significacin, sino varias (186 b 2). 46l Ibid., 186 b 1-2. 44 In PaTml!n., 1108, 19 Cousin ~ Cfr. E. BRHIER, L'ide du nant et le probleme de l'origine l'1ldicale dans le no-platonisme grec, reproducido en Elt/des de phiIosophil! antiqul!, pp. 257,265. 06 Lo mejor para con~en=e de cllo es comparar los textOS de Arist:iste (dr. Amu. {XJSI., JI, 1, 89 h 3.4: slo tras haber respond.ido a la pregunta {exisu la cosa? se puede nvesotra cosa, se sabe tambIn quc es, pues nadie sabe lo que es aquello que no

~a:~de qdki::'~o P~ ~:.~~sC=d~ ~;at ~ ~~edZ:i~~dho~bare~~~~~lqn~i~~

en la (:scncla! ~rist6teles ').uiere mostrar que el ser no constituye, ni contri.buye a COnmtulI, la esenCIa de nada ~l Fis., 1, 3,186 b 32 ss.

directa del principio ms arnba recordado: el sero I ~pecle o de CSpllCle

Sin embargo, Arist6tdes, segn hemos visto, afirm:l expn:samente lo contrario al comienzo del libro r de la Mtt4/isica. y es indiscutible que tal conviccin inspira el proyecto que ha dado lugar a! nacimiento de los escritos llamados metafsicos. Aristteles no se COIltenta con afirmar esa existencia: la justifica mediante argumentos que contrndittn evidentemente aquellos otros que 8 mismo ha acumulado y que nosotros acabamos de exponer. Debc:mos ahofll dar cuena de esa justifiCllC.i6n y medir dicha coouadiccin, antes de tratar de c:zplicarla. La contradiccin se manifiesta, en primer lugar, en un texto del libro r, donde: Aristteles invoca el principio segn d cual, para cada gnero, asi romo no hay mlis que una sola .smsacin. no hay m que una sola ciencia., con el objeto de afirmar la existencia de una cietxia nica del ser en cuanto ser. Del mismo modo que una ciencia nia, la gwn'tica, estudia todas las palabras, as1 tambin cuna ciencia genrieamente una tntar de todas las especies del ser en cuantO ser, y sus divisiones especficas tratann de las diferentes especies del su c. Un px:o ms adelante, tras haber hecho constar que ..hay tantas especies de lo uno como dd sen.. declarnr a 10 uno objeto de una ciencia nica.: El estudio de b esencia de estas diferentes especies sen{ el objeto de una ciencia genricamente unn 011. Desde hace mucho tiempo se viene observando la ext..rafieza de estos textos: cmo se puede hablar de especies del ser y de lo uno, si el ser y lo uno no son gneros?". Equivocacin tanto ms asombrosa por cuanto Aristteles, unas lincas ms all, recuerda su doctrinll constante: Result.a que el ser y lo uno conllevan inmediatamem~ (~i>lJli~) gneros. , de tal modo que volvemos? encontrar la irreductible pluralidad de las categoras, en un plano aun ms fundamental, dentro de la ambigedad del pa_ pel fundamental que la esencia tiene. Por consjguiente, aqu no puede hablarse de generacin o de produccin, es decir, de una relacin tal que la unidad generadora pueda ser reconocida en la diversidad generada; por lo tanto, si es que la deduccin consiste en captar mediante el discurso dicho movimiento generador!J(f/, entonces tampoco podr intentarse una deduccin de las categodas a partir de la esencia~. En cierto sentido, hay algo ms en la conclusin que en las premisas, pues es aqulla la que pone de manifiesto la fecundidad de stas; y, al contrario, hay algo menos en las categoras segundas que en la esencia, pues aqullas no ponen tanto de manifiesto una sobreabundancia por respecto a su principio como una especie de degradacin o, mejor an, de escisin: paddamos aplicar al conjunto de las allegaras segundas lo que Aristteles dice de una de ellas, la relaci6n, que es como un rebrote (J::'lr,>(.(''u~t) y un accidente (OUP.~E~Tpt"t"') de la esencia!(lll: re-brote, o sea producto -sin duda-, pero que brota aparte (J:'lpoi) como una especie de rplica debilitada del generador "0; accidente, del que Aristteles nos dice en otro lugar que no puede haber ciencia, pues no mantiene relaci6n alguna inteligible con su sujeto. Vemos, entonces, la debilidad del argumento de Aristteles segn el cual la ciencia de la esencia sera universal por ser primera: pues no basta con conocer el primer trmino de la serie para conocer la serie cntera 1II; acleS\l6 Gr. llLs arriba, p. 190, n. 336 (a propsito de r, 2, 1047 il 27 ~~.) !'ni A=a de la~ rclaciones entre deduccin por una parte, y Rn'lu.ri6n y j>Toducen porot:rn, dr. ms arriba, pp. 51.}4 y 6566 SOII Acervaci6n: decir que no exista nada en absoluto,. sobre diaI&tica DO q.uiere decir que la dialctica no existiera, sino que no habia obra tec> nca acerca de ella, pues los sofistas la practicaban ya; slo que censeaban no el tute, sino los resultados del me. t. Su prictica se reduda, pues, aH~tas:emplricas, y no proponfan un m60d0. Este pasaje ?frece un doble interb histrico. En primer lugar, muestra que Arist6tdes no coloca Platn entre sus predecesores en este tema, y que DO toma en cuentl en absoluto su especulacin

1m, tinto

~

Is; ?nica reserva de que su

ra del razonamiento. Pero no discute que se haya podido razonar y ediakctizan. antes de que l elaborase la teora, y, por 10 que toaI Itt dialcti.ca en particular, existe una experiencia sobre la cual puede rdIe:s::iOflIr el terico: l. de los sofistas. En d roomcn.to mismo de presentarse como una novedad radical, la teorfa aristotlia de l. dialctica se refiere la prctica tolIstk::a de dicho llU'-.

:=m:q~~t~ttsenck:P=~/:~~lle: ~~ :e :a~~~~~~cat:

bi6J que Arist6tdes COMidera a los sofistas romo dial6:tiros, con prictica de dicho arte es espontnel, em. PlnCl, y en modo alguno reflexiva. Asf pues, es cierto que Arin6-

~ ~~~~t;S=U:a~::mt~.

'A=::::

=~

246

247

esencial de la hetmcia del Liceo ts. Por Otrl pa!'tt'. un tato de los Tpitas muestra claramente cmo este uso de la dialctica se vincula an directamente al arte del diilogo: eCon respecto a cualquier tesis, deben ~. a la .vez ~tos en pro y en contra. Y. una vez hallados, mvestlgar mmediatameDte cmo puede rcfutselos: pues. de este modo, resuhati que nos ejercitaremos a un tiempo tanto en preguntar como en responden 11. . P~ estas referencias e le.signifiaci6n primitiva y obvia de la dIalctica acaban por quedar aJ.s1adas en la abra de Arist6teles, sin duda porque caen por su propio peso. Aristteles, en cambio, insistetensKlneS. Dicho carcter eparece ya desde la primera frase de los Tpicor: eEl objeto de este tratado es ba1Iu un Oll!todo gncias al (aull.aTi~I~t) sobre cualquier problem:a partiendo de tesis probables (lE lvaoew,).. !'J. y ms adelante designa romo erazonamiento (lJ!,lUoy.lJl.u~) dialctico.. al razonamiento que acaba de dtefinir y que ese'" d objeto de investigaci6n del presente trltado.. JI. En los dos puntos que Arist6teles subraye ---universa-

lidad de la apacidad dial6:tia y probabilidad del punto de panida- la diaI~a se opooe la ciencia. cuya teoria elabora Arist6teles en los StgJlnJar Amditicor. En tanto que la ci~ se.refiere a un pro determinado del ser. y a uno tOlo It, e.la diaUctica no. ~ refiere ni cosas determinadas de este modo 1lI a un gbluo untMientraS que cad. ciencia se apoye en principios que le: son propios, la dia.lctia intenta demostrar principios comunes (k~t~) a todas las ciencias, como el principio de conttlldicci6n: si tales principios comunes son aquellos por cuya virtud las ciencias se romunican (hllVJtvwvou:lt), no ser extrao que la dialctica mantenga con todas las ciencias esa misma relacin de comuni6n D. De hecho, Aristteles insiste a menudo en esa vocacin dd dialctico para moverse en el seno de las consideraciones COIDune5 D. .En aJanto al segundo carictef. se desprende del primero' la probabilidad de la tesis dialktia ~que se opone la ~~ ~ las premisas del silogismo demosU1ltlVO) es la contrapartida mevnableCO .. 11.

~~~doan=:~e1e~~~~ !:e:u=7rsJ~g::

cual podremos razonar

::=da~~m;~=s(;~~~~e;:~roteles da una justificaci6n filos6fia de esta rdaci60 entre la ge~ ralidad dd diSCl.lnO y el carcter simplemente probable: de sus abrmaciones: no puede:n demostrarse los prime:ros principios de cada ciencia ya que toda demostraci6n parte de principios propios del ~nero' considerado y no pueden concebirse. en el interior de la ciencia en cuestin, principios propios anteriores a los primeros principios. Los nicos que pueden ser antttiores a los primeros prioci1?ios propios de: cada ciencia son los principios (DIIlunes a todas las CleD-

~.Ios T6~ Cl"lDlXm la 1eOda formd pero DO .....,:no ~uYO. J se ooloc:arfan entorla:l mm .los Primaos J loI Stplldos AMlticos),! mM.~lc:IDmte, por E. Wm., ..1.. ~ de la loPrue d.ns

r So:,e1~J"",ac:':'::::~::;;D: ~1tt~~\= del lilocismo. la del lilo248

~Ilc=~ ~ ~ ~ ~6~= ~T6p~laJ ~ ~=& r:,;;;ltI~~O:;ts~li.~ :.;s~. J~':U:: ~ :1~6J:

~~~ Pr:~~, ~12e1 ..M~a~:r:~.Ildis~::o~e~ o la RrJ6Titll, I:II.IU~{C.e!Il", es empicado a menudo por AL en 5eIltido no J&.. nico; dr. H, 1,' 1042 11 3, donde '"IIU~{CootI'" lisnlfica: recapilular, resumir).

~ T6p., 1, 1,100 .. 22. T~~..,.do;por'iUolWJJlinltoyDO pot si1evs-o. En dtrl:lO, crttml que elUl paIabn DO time an al lo. T6piaJs el amado Iicnico y propWneDle arUlOIaico -n:diUldo Iuqo en la leOrla de 101 ulilitl (es ubido que \q pa1abns G!IUo1\~ ouU.o~. _ empleadas

i"fr~ tt6P~~'~'IOO

Cfr. 101 teltimoniol de PWT.u:CO y &r~IlN, 1,,1r., eap. J, PI). 2728. 1(\ T6p., VIII, 14, 163 " 36-b 3. Arist6tele., reeordlIndo el diiloRO del. ~ COll&igo mi$lllu? Il que PlIIrt asimila el penI&IIIiento (ftrtrto: 189 t; SOI'IIII, 263 t; dr. F,kho, J8 N), alIade: y tC1ltll>05 a nadie con quien diKutir, lo haremos COl! DO!OtrOIl mislnou. Cfr. Dt tfJtlo, 11, 13, 284 b 8. Pm lmo, Aristtdel reprocha alalOtigua di&l6;tica el oohaber.ido Ul:I poder lo buwtlc: fuerte aIllIO para e:r:atDinar 101 conlral"iO$ indeI)mdientemente de la esmcia.. (M, 4, 1078 b 23. Ac.:n:a del Klltido de f$Ul ltitna rescrn, por la que Ar. Pxifio=a a la diaIktic:a tal Q)lD() a la a:xx:ibe verI!I

li 110

" 18.

'

1\

el siloJ&ismo tliJkrito: Nbda, pues, roccistttfCU de ambas ~ , DO ~ nx:i6n O:\1llI poroas). NoftmOll enUlr aqW en d deulle de ata po1DicI

~ierto d ~

".,ost,lIt;fIO,

Arist6teJa de;.

UD

lua:u ~

(en,~:U~~~:~~,~):~:;~DO silcis1DO

1-,t!:;

=~r=~'1.T'pr:.'I,"4.lOv~ el~ ~:rr::..en~': siJoPmo pero todo una denlostraei60n no ello dela dej,pot

=b~'rli~=m:t~~;=Um~~:C:vo~d=~e~~ el m: pone un ..bu poseedor de su oomienzo DllurtU, es decir, p.ifltipios. Por h':sa~~ ~~~~~:r~':'Prl~~i:X~lolllmO$

moocido

a lo lIl

conoddo. raooaww:lo as.! el orden Mnnl del

~.

~~em:::= ZI ~M:t~I~' :~9~~lminsi=

mis utibI, cap. U. 4. :. E& ckds. Il modo de un ~. 11 AMl. post., 1, 11. 77 ~ 31. D K.oO ~ 1W.aud ~ (n.--..l'] (77 " 29; cfr. ~ 26). 13 Cfr. Ar,. Jof/st. 9, 170 ~ 38: cE! eumea de las rdt>~ QUe. procodeo de loa principios COlDWI/:I' que no sem.i1eP a DiD6D ane puticuIn oompde a 101 diaI&:ticm...

249

deba recurrir a tesis simplemen~ probables. Se ha puesto en tela de juicio, ciertamente, d que deba tomarse en sentido restrictivo la expresin (td~) que nosotros traduci mos .por tesis pro~ahIet at. Pero la. nocin de probabilidad no es por si misma peyoratlva; 5610 lo es SI la comparamos con la necesidad de las premisas del s.ilOPSlllO demostrativo, exactamente romo la generalidad, ltC8SO inevitable, del discurso dia.l6:tico slo es condenable si le la rompan con la perfecta demostnlci6n dd campo de cada ciencia particular. En sr misma, la probabilidad significa un progreso por respecto a la tesis meramente postulada: probabilidad no es arbitrariedad, y la tesis probable es infinitamente ms que la ~pl.e hiptesis. Las tesis probables ---dice Arist6teb--- son las que corresponden a la opinin de todos los hombres (1v30~ 'td 80ltDl'ftlf d:al~), o de la mayor prte de ellos, o de los sabios, y, entre 6tos, ya de todos, ya de la mayorla, ya -por ltimo- de los mis notables y prestigiosos (ni, ll.d11orur: T"-p1ut, xerl b8Eot,)>>ZJ. E.!ta definicin de lo probable confirma con un nuevo rago la univenalidad de ta tesis dialctica: univenal, lo es doblemente primero por su materia, y luego por su modo de establecerse. La' tesis dialctica es la reconocida por todos, y las restricciones que Aristteles parece hacer en seguida a esa primen. afirmaci.6n no hacen sino confirmar indirectametJte d eankter universal del COfUleIItimiento dialctico: pues los sabios son invocados aqu tan 5610 como aqueo llos ante cuya autoridad, de com'n acuerdo, se indinan los hombres; y entre los sabios, resulWIl privilegiados DO aqudlos que conoceD37-:;'1 ~ima- Aqtlf. comentiDdolo, el pasaje de bT6paJs, J, 2, 101

ci~. Pero esos principios comunes no pueden ser demostrados: en pnmer lugar, por d m~ro hecho de que, siendo roIDUnes y desbor dando por ello cua.1qwer gmero, no pueden ser objeto de ciencia alguna; adem& porque, siendo fundamentos de toda demostracin n~ p~eden ser demostrados ellos mismos. CulO ser.' entonces el enteno de su verdad? Slo puede serlo la probabilidad de la.s tesis ~ead~ respecto a ellos:ll. La imposibilidad de demostar, o ms bten. de Justi.fi~.JS, los principios ~ cada.~encia de otro modo que mediante pnnapl05 comunes, y la lmpos!bilidad conelativa de demostrar esos mismos principios comunes, hacen que d dialctico

mis cosas, sino aquellos mJ conocidos ('f'Iwp'p.ol'l; ~r ltimo, ju. gando con d doble sentido de la palabra MO~lK, Aristteles defwe la tesi5 probable romo la aprobada por aqu~ sabi teles vaya a sustituir las Ideas plat6cicas por otra ooncepcin de lo

11 KJea que

Aunquemotros{&tninolIycooQU'lll:metifottIs,dPbloodr:bdillogol;

ori&inalid.tdcu.~inu,p:Ddd_(p.234),YtllfDpclCl)dc apftU: la de ti .domin.a6rl uniYenal cid ospiw.. (p. 236).

=elelA~;:~ me;~t:a ~r:~~e:~~como condicin de posibilidad de la ciencia, y as! la teoria misma se destruye. Si lo intdi;rible aristot~ico (que no debe confundirse ron d universal) era aquello por lo que es conocido lo sensible, el Dios de Aristteles conocerla el mundo al conocer lo inteligible. Pero ya hemos visto que no hay nada de eso. Es preferible, pues, dejarle a Espeusipo su teorla de la deriva-

asignabl el mismo papel 1 su Idea del Bi.m.

~, Jl!Ir otra parte.e1~erplltoni%antedel.u~teol6;tCUdellibroA

y. Jaqer

(p.

Espeusipo y Jm6crItell. Merlut insisle COSI rmSo en d verbo hnnl_" eo 1028 b 24); N, 3, 1090 b 19 (doo&: Ar. reptVct. &paq:ipo DO poder PlOJUUaXDo lo loeIlSible depende de ti esfera pm::edeore del serl; N, 3, 1090. 323' (Wloco repcocbe dirip:Io CIIXlln lo. pitl&6ria-); ~ CMo, I1I, 1,)00"

~., ~J' Doctrine 01 Being..., pp. 289298. : go~:';.,t~o~;~tb"i~,;; r2,1~~68.

21.27 (ncuiYlmente,

11.

J68

.16.

ci6n que: conducirla al absunio de que: el principio, fuente de todo ser, debe ser l mismo [ser BO, viniendo uf el ser del no.ser. Pan Arist6tdes, en efecto, no se puede engendrar el ser en su totalidad, pues a partir de ~ se le engendrarla, salvo del Iser? Slo haygeneracin intramundana, romo lo prueban los diferentes usos, analizados por Arinte\es en d libro .6., de la prcposici6n b~. La [ ci60 misma de prindpio (dpri), que se refiere a analogas csmicas (el comienzo) o humanas (el gobierno), parece no tener mis uso que d inmanente m . En cuanto a la noci60 de tllll!Il, se refiere de un modo an mis claro al fenmeno fundamental del movimiento, no siendo nunca 10 que Aristteles llama causa del movimiento ms que la causa de tal y cual movimiento, y no la causa del movimiento en general. En un texto del libro A que ya hemos examinado m, se interroga Aristteles, ciertamente, sobre la causa de la diversidad en

de las estaciooes, de: la sucesin de la gcneracill y de: la muerte. y lo que Aristteles DO explica al hablar de la causalidad de la pri. men. causa sobre la segunda es la necesidad de aquel rodeo. Esta obsefv.o.I1, que voIvttem06 a hacer, DOS permite comprender una situacin que: slo es paradjica en apariencia: Aristteles aplica la uniformidad, no explica la diversidad; e:xpli0l la eternidad, y DO el movimitnto; explica la repeticin infinita de lo ttemO1lO explica por qu lo eterno necesita repetirse en el tiempo para S lo que es fuen del tiempo; expliOl lo que hay de: divino en el mundo con siderado en su totalidad, pero no explica por qu hay un mundo. El error de: Espeusipo estaba en querer sacar lo m.h de lo menos, lo perfecto de 10 imperfecto, el Bien de lo Uno indetenninado, el acto de la potencia. Pero convertir a Dios en un mundo en gestacin sigo nificaba volver a la Noche primitiva de los telogos, e invertir los trminos del problema: entre Dios y el mundo, la relacin no es de lo menos a lo ms, sino de 10 ms a lo menos, no de la potencia al

el mundo 2M, es decir, de la generacin y la corrnpci6n. Esta CAusa

--dice- no puede ser la misma que la de la constancia 2115 o la uni formidad:l5ll. Habri que admitir, entonces, dos causas, una del orden y Otrll del desorden? Pero Aristteles se cierra esta solucin al criticar el dualismo de los principios (pues los contrarios tienen una materi.l comn, que sera anterior a cada uno de dIos). As! pues, es preciso que las dos Olusas, la del orden y la del desorden, no se.ncausa de la causa dd desorden . Los comentaristas