arqueología biográfica ii

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ARQUEOLOGÍA BIOGRÁFICA EL JUEGO Y LA FIESTA TATIANA RODRÍGUEZ BELLO CONCEPTOS QUE LLENAN ESPACIOS LA FIESTA Existe un elemento común que denota la cotidianidad y la espera, un tiempo vacío que quiere llenarse, y que realmente lo hace, a la incertidumbre de un acontecimiento, de algo importante y repetitivo. Que además caracteriza espacios, algunos que son ignorados, otros que al igual que el tiempo, se llenan de vida al momento del festejo. Pero que se considera como fiesta? Es realmente un elemento generador de espacios? O simplemente los espacios se acoplan por su presencia? En primer lugar se puede considerar como fiesta, los días en los que los “seres más queridos” (e hipócritas también) se reúnen para festejar simultáneamente la vida y la muerte. O tal vez, esas semanas donde los días se llenan de nuevas experiencias generadas por lugares, personas y culturas. Muy seguramente, lo primero que consideramos como fiestas son aquellos días que marcan una pauta en el año y que han sido catalogadas culturalmente como espacios de reunión, tal cual como los cumpleaños (celebraciones paganas), la navidad, el año nuevo, los festejos religiosos (un poco más esporádicos) o los viajes que ocupan cierto intervalo de tiempo al año. Aquellas simbologías materiales que abarca el festejo como objetos, comidas, palabras, vestidos, decoraciones y fotografías, llenan aquellos espacios que en su naturaleza no han sido dispuestos para tal

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Entrega 2 Teoria

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ARQUEOLOGÍA  BIOGRÁFICA  EL  JUEGO  Y  LA  FIESTA  TATIANA  RODRÍGUEZ  BELLO  

CONCEPTOS  QUE  LLENAN  ESPACIOS  

LA  FIESTA  

Existe un elemento común que denota la cotidianidad y la espera, un

tiempo vacío que quiere llenarse, y que realmente lo hace, a la

incertidumbre de un acontecimiento, de algo importante y repetitivo.

Que además caracteriza espacios, algunos que son ignorados, otros

que al igual que el tiempo, se llenan de vida al momento del festejo.

Pero que se considera como fiesta? Es realmente un elemento generador de espacios? O simplemente los espacios se acoplan por su

presencia?

En primer lugar se puede considerar como fiesta, los días en los que los

“seres más queridos” (e hipócritas también) se reúnen para festejar

simultáneamente la vida y la muerte. O tal vez, esas semanas donde los

días se llenan de nuevas experiencias generadas por lugares, personas

y culturas. Muy seguramente, lo primero que consideramos como

fiestas son aquellos días que marcan una pauta en el año y que han

sido catalogadas culturalmente como espacios de reunión, tal cual

como los cumpleaños (celebraciones paganas), la navidad, el año

nuevo, los festejos religiosos (un poco más esporádicos) o los viajes

que ocupan cierto intervalo de tiempo al año.

Aquellas simbologías materiales que abarca el festejo como objetos,

comidas, palabras, vestidos, decoraciones y fotografías, llenan

aquellos espacios que en su naturaleza no han sido dispuestos para tal

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fin, pero aún así, se transforman por elementos repetitivos que le

aportan aquellas características al festejo.

O bien, pueden ser espacios vacíos como salones comunales, patios o

jardines que toman vida a partir de esas simbologías repetitivas que

decoran y conmemoran el festejo, así como bombas, serpentinas,

manteles, festones, banderolas o confeti.

 

O también, espacios en los que se convive diariamente, protagonistas

de muchas rutinas que cambian radicalmente al “decorarlos” como ha sido llamado el hecho de alterarlos y/o acomodarlos al festejo que se

requiera. Dentro de esta acción también se encuentran costumbres

milenarias como la tenencia de un ponqué con velas y su ubicación.

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La ubicación de éstos no es gratuita, suelen ubicarse en aquel mueble

que da un significado de reunión, que acoge a la familia en los

momentos más importantes del día, las comidas; aquellas que resumen

las rutinas de integrantes, que forman discusiones, que son testigos de

peleas, intimidades, sonrisas o lagrimas. La mesa del comedor, parte

de un mobiliario esencial, que sirve como unión y separación de ciertos

espacios. Protagónico en la puesta en escena para el festejo y esencial, por su cambio, al momento de poner un pastel sobre el,

transformándose de un elemento netamente hogareño a tener sobre el

un significado pagano que celebra la muerte o trascendencia del

espíritu al más allá. Aún así, con el paso del tiempo y la mezcla de

creencias y culturas se ha convertido en un símbolo para celebrar la

vida; y tal festejo requiere de reunión y comunidad, donde la mesa del

comedor se convierte en el articulador de la celebración, la

conmemoración y la integración.

 

Así mismo, festejos religiosos como los bautizos, las primeras comuniones, los matrimonios y sobre todo la navidad (que se encuentra

en el mismo rango del año nuevo) son modificadores de los espacios

genéricos –y un tanto estandarizados- que vivimos a diario, en este

caso, no sólo interiores, pues se adueñan de edificaciones enteras así

sea solamente con un hilo de luz que pende de sus fachadas. Entre

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tanto, al interior de los hogares se aprecia una similitud de espacios y a

consecuencia de estos, fotografías del mismo tipo.

De cada año, en el momento adecuado, en el instante decisivo -tal cual

como lo manifiesta Cartier Bresson- un instante que volvió inmortal el

tiempo y el espacio, en sí, el festejo. Fotografías en las que re aparecen

los recuerdos de momentos, detalles, palabras y emociones que le

dieron carácter a ese árbol decorado, por lo general puesto en alguna

esquina de la sala; cerca de una ventana para ser observadas tales

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épocas de ornamento; a poca distancia de un pesebre des escalado en

el que las casas son más pequeñas que los mismos personajes pero

que al ser rodeados de luces distraen y no le otorgan más importancia

que al tan anhelado festejo anual.

Entonces, todo se convierte en una acumulación de espacios a lo largo

de nuestra vida, que se transforman a partir de momentos que suelen

marcar una parte de nuestra memoria. Que a su vez son parte de la festividad pero que también reflejan la parte humana, sensible y

característica de los protagonistas de ese tiempo en específico lleno de

emociones, simbologías, personas, acontecimientos y fechas, que

muchas veces trascienden su tiempo propio para dejar huella.

EL  JUEGO  

Es un concepto que acompaña a las personas, no sólo en momentos

determinados de su vida, sino a lo largo de esta, pero que se manifiesta de distintas maneras dependiendo del tiempo que se este viviendo.

Todo comienza por un juguete: “un elemento que sirve para pasar un

tiempo de ocio [o tal vez, solo el tiempo]”, el primero, el que todos

guardan como su tesoro más valioso después de aquella cobija con la

que fueron arropados por primera vez. Después, se ve encerrado en un

ciclo en el que tiene que ser tanto un objeto, como una actividad ó la

combinación de éstas. Claro está, cambiando sus características físicas

y funcionales a medida del tiempo, pero nunca, dejando a un lado

aquellas reglas (implícitas en unos casos) que permiten su uso o su

desarrollo.

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A medida del tiempo e involucrando los cambios en contextos

culturales y sociales, el juego ha transformado los espacios en los

cuales se desarrolla, pasando desde un protagónico principal a un

papel terciario sin relevancia hacia el espacio, dado que el individuo los

adapta con relación a su necesidad. De esta manera, se pueden

establecer tres ámbitos en los que el juego es mediador en diferentes

espacios: La no necesidad de un espacio en concreto; la (ir)relevancia del espacio para el juego; y la personalización de un espacio a través

del juego.

En primer lugar, desde la niñez hasta buena parte de la adultez se viven

juegos que acorde a sus reglas o características no necesitan de un

espacio en concreto, llámese espacio al hecho de ser un tipo de

habitación, sino que muchos de ellos se han dado en lugares abiertos,

donde se tiene la amplitud necesaria para hacer participes a muchos

protagonistas, donde se tiene el derecho de ser expandible, o un tanto

nómada, para recorrer distintos lugares al momento del juego o bien

dejándole a la imaginación lo que resta para hacer del lugar hasta un

escenario de un cuento de hadas.

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Así mismo, se presenta en segundo lugar una dualidad entre la

relevancia y la irrelevancia de los espacios para el juego. Por un lado,

hay espacios netamente diseñados y/o acoplados a tal fin, bien sean,

parques o atracciones. También existen juegos que requieren como tal

un espacio con ciertas características para su desarrollo. Este punto es

llevado hacia ciertos juegos relacionados a los deportes, en donde el

espacio toma gran relevancia, pues es causa del juego. Por otro lado, a través del tiempo se han venido presenciando cambios, no sólo en la

manera de jugar, sino en los medios por los cuales se práctica el juego.

Hoy en día, el contexto social y cultural al que hemos llegado permite

que el hombre se enajene de los espacios que lo rodean, al encerrar su

mente en una pantalla de 12”, entonces desaparece totalmente la

relación que hace unas décadas se generaba entre el espacio y el juego.

Produciendo un extraño sentimiento de nostalgia y melancolía al ver a

un niño embelesado por una pantalla con juegos mientras nosotros

podíamos durar horas jugando a las escondidas, a la lleva, a los

ponchados; donde la única regla que marcaba el final era la puesta del

sol. Hemos transformado el funcionamiento de los juegos, pero hicimos

que muchos perdieran la esencia, la magia de emocionarse por salir a jugar, por compartir en familia un tablero de mesa.

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En tercer lugar, se encuentra el hecho de personalizar un espacio a

través del juego; y aquí se generan dos variables: El hecho de

apropiarse de un lugar en general que no tiene que ver con nuestra vida

diaria por medio de un juguete (o juego); y la personalización que se

genera al ser creado un espacio de juego, generalmente cuando se es

niño, en el que se ponen cajas que pretenden organizar los juguetes,

tapetes para hacerlo más ameno y paredes pintadas de colores según el sexo. Aquí, la imaginación juega un papel fundamental después de la

adaptación física que sufre el espacio, pues ésta es capaz de

transformar una cama en zonas campales o ciudades enteras.

Al final, las relaciones generadas a partir de estos dos conceptos se ven

afectadas por diferentes factores como el tipo de juego, los

participantes, la edad, el contexto social, la época de la cual se habla

(casi siempre un pasado) y obviamente la afectación que genera en

cada quien. Pues de unos juegos somos participes, en otros como

muchos deportes, solo los admiramos y despiertan en nosotros cierto

fulgor que nos lleva a hacerlos parte de la rutina, a coleccionar lo que

nos recuerde a este y a conocer distintos espacios mediadores de su

presencia.