araujo beuchot

36

Upload: brad-fields

Post on 14-Dec-2015

41 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

araujo beuchot

TRANSCRIPT

EL ENTE EN COMÚN

7

I ..i metafísica trata del ente en cuanto ente; lo tiene como •up-to u objeto formal (quod); respecto de él pretende de- iimslrar sus propiedades, divisiones, principios y causas.

buscamos, pues, la determinación y la demostración de las pt opiedades del ente en cuanto tal, según la metodología que liemos descrito, y, en especial, la que compete a la metafí- mi ,i: por ascenso abstractivo formal de tercer grado tomando i n cuenta que se trata de un análogo, y por descenso o de­mostración propter quid. En todo ello salvaguardando la apertura dinámica de las nociones metafísicas.

Tratamos de propiedades que se le atribuyen o predican al rule. Pero, dado que hay diferentes niveles en las propie - tl.ides, hemos de distinguirlas. Unas propiedades son constitu­íalas: constituyen la esencia misma de la cosa en cuestión. 1.1 constitutivo formal metafísico es el primer predicado o Iimpiedad que encontramos de manera absoluta por vía inventiva, y con base en el cual, como primero, podemos de- ilucir por vía demostrativa todos los demás predicados o pro­piedades que le convienen. Con base en este constitutivo se i lectúan la definición o cuasi-definición (i. e. la noción) del ente y su división. Otras propiedades son esenciales según el IMedicable proprium, que nos da cuatro acepciones de “pro­piedad” : i) la que conviene sólo al universal, pero no a todos ■mis individuos; ii) la que conviene a todos los individuos pero no sólo a ese universal; iii) la que conviene sólo a ese u- mversal y a todos sus individuos, pero no siempre; y iv) la que i (inviene sólo a ese universal y a todos sus individuos, y siem-

130 LA ONTOLOGÍA DE FRANCISCO DE ARAÚJO

pre. Esta última es la propiedad máximamente tal. Otras propiedades son más bien accidentales y menores. Y después viene el tratamiento de sus principios y causas. Este es el or­den general a seguir.

Comencemos por el constitutivo formal metafísico del ente en cuanto ente. Lo que interesa es alcanzar exactamente la realidad del ente mismo en cuanto tal: a qué características reales de las cosas corresponde como algo universal fundado en la realidad. Lo que en las cosas hay de ente, la razón del ente realizada en las cosas. Mas para llegar a ello necesitamos cierto orden de progresión.

Un primer acercamiento es tratar al ente en su signo ex­terior, en el término que lo expresa: el vocablo “ ente” , de­sentrañando, dividiendo y ordenando sus significados; con lo cual obtendremos su conocimiento nominal.

Un segundo acercamiento es tratar al ente en su signo interior, más propio que el anterior, a saber: el concepto de ente. Sobre él conviene tratar, en cuanto es un universal, su in­tensión y su extensión (y su fundamentación en las cosas). Además, su origen gnoseológico y su predicabilidad lógica. Dada la amplitud de estos dos últimos temas, nos vemos obli­gados a dedicar un capítulo a la abstracción, que es el aspecto gnoseológico, y otro a la analogía, que es el aspecto lógico o predicativo del ente.

Basándonos en todo lo anterior, llegaremos a la realidad del ente en cuanto ente, como constitutivo formal de las cosas. Y , ya que es un universal análogo, hemos de ver su peculiar fundamento en la realidad: cómo es algo que corres­ponde a todos los entes que tienen algo de real (actual o po­tencial), es decir, cómo corresponde a lo real en cuanto real. Y así podremos establecer, después de su noción, su exacta división.

Realizado esto, podremos pasar a las exactas propiedades y causas del ente mismo en cuanto ente.

Buscaremos, pues, primero lo constitutivo del ente, su de­finición y su división. Analizaremos el término, el concepto, lo fundaremos en la realidad como constitutivo de las cosas y después lo dividiremos. Pero conviene dejar muy claro que el ente no tiene definición. La definición procede por algo común y algo distintivo: género y diferencia específica, y se

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 131

•plica a los unívocos. Pero nada hay más primero y común t|iu· el ente. Antes bien, es común a todas las cosas. Además, l.i del ente es una noción analógica, no unívoca; por lo mis­mo, no puede distinguirse por diferencias específicas, sino por modos de ser. Así, carece de género y diferencia; no puede0 nrr definición. Ni siquiera tiene declaración, porque la de-■ I.o ación se hace con base en nociones más conocidas y ante­notes. Pero nada hay más conocido y anterior que el ente. I’oi tanto, carece también de declaración. Si no tiene defini-■ ión ni declaración, sólo queda que tenga descripción. Sólo imede describirse, y esto se hace resolviéndolo en sus partes1 omponentes y sus respectivas funciones.

leñemos, entonces, la noción del ente sólo de manera ■ Icicriptiva, por resolución o análisis. Podemos obtener, en pnmer lugar, una noción nominal del ente analizando los minificados del mismo término “ ente” . Después podemos nlilcner, en segundo lugar, una noción real del ente anali­zando el concepto del ente en su intensión y extensión. I'mnero el término, después el concepto, procediendo del sig­i lo a lo significado, del efecto a la causa. Esto nos llevará, finalmente, a la realidad misma del ente, es decir, a lo que i orresponde al concepto y al término que lo expresan en la iralidad.

Análisis del término “ente”

Con el análisis del término “ ente” tendremos la noción nominal del ente mismo. Al tratarlo como término, entramos ni el terreno de los signos, buscando sus significados. Esta­mos aplicando un análisis semiótico; en especial, la semiótica lingüística o filosofía del lenguaje. Y podemos señalar tres dimensiones de análisis, que son las tres ramas de la semióti- i .i: dimensión sintática, en la que se considera el tipo de > li'mento gramatical que es el término en el enunciado; la di­mensión semántica, en la que se considera la relación del iigno con su significado o significados; y la dimensión prag­mática, en la que se considera la relación del signo con los iiiuarios que los establecieron; por ejemplo, en cuanto a su origen y en cuanto a la finalidad significativa que le dieron al

132 LA ONTOLOGÍA DE FRANCISCO DE ARAÚJO

establecerlo; o también si en esas cosas ha sufrido cambios debidos al uso posterior. Todo esto lo aplicaban, de un modo u otro, los escolásticos.1 Aunque de manera distinta a los ac­tuales, los escolásticos tenían unas vías de acceso al lenguaje proporcionalmente semejantes.1 2 Y se nota incluso la aplica­ción que hacían al mismo término “ ente” y otros conceptos metafísicos.3

Conviene primero reunir diversos términos relacionados con el ente, y después seleccionar el más pertinente para analizarlo. Desde Aristóteles se sabe que “ ‘ente’ se dice en va­rios sentidos” . 4 Esto indica que la palabra “ ente” tiene mu­chas significaciones, y que, de acuerdo a cada una de las mismas, la opoción metafísica es distinta, y nos dará un siste­ma metafísico distinto.5 Por eso conviene distinguir esos tér­minos y significaciones, jerarquizándolos bien e indicando el orden de atingencia (o no atingencia) que dicen con respecto a la metafísica.

Siguiendo a Aristóteles, Santo Tomás emplea un vocabula­rio muy rico del ente. En lugar de centramos en el griego, atenderemos, por estar más próximo a nuestros propósitos, los términos latinos empleados por Santo Tomás. 6 Entre ellos encontramos, como raíz, el verbo “ ert” . Es como el término primitivo y primigenio. De él se derivan con cierta naturalidad su infinitivo “ esse”, tomado de manera subs­tantivada. Y también se deriva su participio “ ens” , que puede tomarse simplemente como participio o también como nombre. Vinculado con su acepción participial se en­cuentra el término “exsistentia” o “ existentia” . Vinculado

1 Cfr. M. Beuchot, Elementos de semiótica, UNAM, México, 1979, pp. 271 ss.2 Cfr. M. Beuchot, “La filosofía del lenguaje de Pedro Hispano” , Revista de filosofía, vol. 12, México, 1979, pp. 215-230.2 Cfr. M. Beuchot, La filosofía del lenguaje en la Edad Media, UNAM, México, 1981, pp. 219 ss. M. Beuchot, “La doctrina tomista clásica sobre el signo: Domin­go de Soto, Francisco de Araújo y Juan de Santo Tomás”, Critica, vol. 12,núm. 36, México, 1980, pp. 39-60.^ Aristóteles,Met., VII, 1, 1028al0.5 Cfr. L. de Guzmán, “Análisis lingüístico del ser y metafísica” , A tti del Congresso Intemazionale Tommaso d ’Aquino nel suo settimo centenario, Edizioni Domenl· cañe Italiane, Napoli, 1977, pp. 618-623.® Cfr. E. Güson, “Notes sur le vocabulaire de l’étre”, Medieval Studies, vol. 8, To· ronto, 1946, pp. 150-158.

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 133

■ i >11 su acepción nominal se encuentra el término “ essentia.” . 1.11 la linea del campo semántico de “ essentia” se encuen- 11 .ni “ entitas” , “ res” , “ quidditas” , “ quod quid est” , “ quod quid erat esse” , “species” , “definitio” , “form a”, “natura” , "\ubsistentia” , “substantia” , “suppositum” (con su equi- v.ilente helenizante “hypostasis” ). Pero, de todos ellos, i ■ inviene seleccionar los más atingentes. Y éstos son los tér- minos “ esse” , “est” y “ ens” . A ello les aplicaremos las diversas dimensiones del análisis simiótico. Como instru­mentos analíticos emplearemos, adaptándolas al marco moderno, las ideas lógico-lingüísticas de Domingo de Soto.7

I Hmensión sintáctica

Kn ella buscamos la parte de la oración o elemento gra­matical que constituye la palabra en cuestión, es decir, la i alegoría sintáctica a la que pertenece. También era llamada 'Vonsignificación” sintáctica, por indicar las relaciones que la l>alnbra tiene con las demás partes de la oración.

Consideremos primeramente el término “ esse” ·, es el infl­uí livo, que aquí se toma como substantivado, esto es, con tuerza de nombre. El “ est” es el presente indicativo de voz ai t iva del mismo verbo, puede tomarse como cópula y tam­bién como predicado. El “ ens” se deriva del “ esse” , de dos maneras; primero como participio suyo, también substanti­vado; después tomado como nombre. Esta última modalidad• n la decisiva. Tomado como nombre, el “ ens” puede estable-• ersc (de acuerdo a las clasificaciones de Domingo de Soto) mino un término equívoco deliberado o sistemático (i. e. análogo), categoremático, nombre, común, concreto, trascen­dente y connotativo.

IHmensión semántica

Los términos pueden considerarse aisladamente o en el se­no de la proposición. Tomados aisladamente tienen, además 1

1 Cfr. D. de Soto, Summulae, editado por D. a Portonariis, Salamanca, 1575.

134 LA ONTOLOGÌA DE FRANCISCO DE ARAÙJO

de la consignificación sintáctica o categoría sintáctica, una significación y una consignificación semánticas. La significa­ción es el contenido conceptual objetivo que directamente representa al intelecto. La consignificación, en sentido se­mántico, es la significación indirecta implicada de manera tan­gencial. Además, tomados en la estructura de la proposición, adquieren otras propiedades: suposición, apelación, amplia­ción, restricción, etcétera. Pero, dado que tomamos ahora los términos aisladamente, y no en el seno de la proposición, sólo aludiremos a su significación y consignificación semánticas.8

El “ esse” significa el acto de ser, la función que ejerce el ente; ya que es un verbo substantivado, tiene fuerza de nom­bre, y de nombre abstracto, prescindiendo, por tanto, de su posesión actual por parte de un algo, cosa o sujeto.

El “ est” , en cuanto verbo (y verbo en estado puro, ya que toda otra forma verbal se puede reducir a él), significa pro-

8 La significación propia del término “ente”, tal como aquí la tomamos, tiene que ver con la otra propiedad importante de los términos en la proposición que es la suposición. La suposición es “la acepción del término en lugar de una cosa de la cual se verifica según la exigencia de la cópula”. J. de Sto. Tomás, Lógica, parí /, quaest. disp. 6, a. 1; Ed. Reiser, p. 166a. La primera división de la suposición es en formal y material. La suposición formal es aquella en la que se toma el término en lugar de una cosa de acuerdo a su significación propia, es decir, denotando la realidad que propiamente le corresponde por su significación. La suposición mate­rial es la acepción del término en lugar del término mismo, como el nombre de los términos que tienen su misma forma (i. e. la misma corporeidad, fonética o grá­fica). Nosotros tomamos el término “ente” en suposición formal; de esta manera lo tratamos en metafísica. Y no lo tomamos en suposición material, pues de esta manera no puede ser objeto de la metafísica, al contrario de lo que pretendió, por ejemplo, Buridan. Para él, el objeto de la metafísica es el término “ente”; con lo cual se ve una tendencia nominalista: el ente es un término, y, más concretamen­te, un término mental (un concepto) que se toma en suposición material. Buridan, cuando se le pregunta si el objeto de la metafísica es el ente en cuanto ente, es de­cir, como una locución reduplicativa, “responde que esta locución no es propia ni verdadera, porque tomar el ente reduplicative equivaldría a decir que todos y cada uno de los entes serían el objeto propio de la metafísica. Pero añade que se puede admitir tal locución, con tal de que el ens suponga materialiter: 'tamen illa lo· quutio sustineretur ad talem sensum quod ens, id est, iste terminus ens, ita quod esset suppositio materialis secundum quod ens, id est secundum illam rationem a qua sumitur hoc nomen ens'. En la exposición mitiga no poco el carácter nomin- lista, pues la suposición no es material en sentido estricto, o lo que es lo mismo, por el solo término, sino por la razón ‘a qua sumitur hoc nomen ens'. De todos modos, la tendencia nominalista, al menos en la terminología, queda bien marcada en los textos citados.” J. Riesco Terrero, “Juan Buridano, iniciador de la física moderna, y su discutido concepto de la metafísica”, La ciudad de Dios, vol. 183, Madrid, 1970, p. 375.

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 135

i·límente el acto de ser (in actu esse). Significa, además,• onúnmente, la actualidad de la forma, substancial o acci-■ l> nial, por eso puede ser predicado; y significa, también, la inherencia, por eso puede ser cópula. En cuanto cópula, era . 'Mi'iiderado a veces como un término sincategoremático I" n la función, aunque no por la significación (lo cual le ha-■ i.i icr sincategoremático sólo de manera muy impropia). Por• •hi t parte, también debido a su carácter de cópula, consigni- lii n la composición; y, en cuanto verbo, consignifica el tiem- )·.■ , porque significa acción o pasión en acto (aunque también ·· le podía tomar como verbo “ absuelto de tiempo” o “ de «· ■ *I.k1 eterna” , como enunciando algo válido en todos los iii iiipos, lo cual no es propiamente dejar de consignificar el (M-inpo) . 9

I .I “ ens” , tomado como participio y como nombre, sig- niliea una esencia con relación a la existencia. Pero, tomado■ ■ uno participio significa una esencia que posee en ese mo­mento y en acto la existencia; mientras que, tomado como mimbre, sólo significa la esencia a la que le conviene poten- 1 1,límente la existencia. Es un nombre connotativo, propia­mente como nombre, menos propiamente como participio mli.stantivado. Y el término connotativo tiene dos significa-• mnes, una formal, primera, directa o denotativa, y otra m.iicrial, segunda, indirecta o propiamente connotativa, que• * la que llamamos “ consignificativa” o “ consignificación armántica” .

El “ ens” , tomado como participio, tiene como significa- i lím formal el ejercicio del ser (esse). Y tiene como signifi- i .n ión material el sujeto, cosa o esencia que ejerce el ser. Sería aquella cosa a la que le pertenece el ser en acto; se apli-• .i propiamente a la cosa que de hecho existe, y de la manera más propia a Dios, único que por esencia existe.

El “ ens” , tomado como nombre, tiene como significación liirmal el sujeto, cosa o esencia que ejerce el ser (o que dice or- ih'ii al ser). Y tiene como significación material (connotación, i misignificación) el ejercicio o acto de ser. Primeramente sig­nifica un objeto, un algo, y después el acto de ser que le com­

• (’ir. J. de Sto. Tomás, Lógica, pars I, quaest. disp. 3, a. 1; edición de Reiser, i'|>. 121 b-125b.

136 LA ONTOLOGÌA DE FRANCISCO DE ARAUJO

pete o conviene sólo como connotando posibilidad o poten­cialidad para ejercerlo. De esta manera, el significado propio del ente como nombre es una esencia que dice orden a la exis­tencia. Se aplica propiamente al ente creado, y, más propia­mente, al ente real creado, por lo cual designa el objeto pro­pio de la metafísica.

Así, “ ente” , tomado nominalmente y significando formal­mente la esencia, es el vocablo que designa el objeto propio de la metafísica, aun cuando sean más ricos los significados del “ ente” tomado participialmente, del "esse” y del "est” , según lo hace notar M. D. Philippe:

Est significa propiamente el acto de ser considerado en su ejercicio, y puede ‘consignificar’ la composición cuando lo tomamos al nivel de las realidades sensibles. Esse implica la reduplicación sobre este acto de ser como acto de ser, sin que se considere su modo propio de realización (sea com­puesto, sea simple); en este sentido se puede decir que es la actualitas omnis formae. El esse se puede distinguir de la esencia como el acto de la potencia, mientras que est im­plica siempre la esencia. Con ello comprendemos cómo el esse formaliza al est. Ens, en tanto que significa lo que es (quod est), implica el acto de ser, pero según un modo concreto. El ens in communi, el ens in quantum ens, signi­fica lo que es, pero reduplicando sobre lo que es, o sea, ex- plicitando en la realidad existente lo que es más allá de su individualidad y de sus determinaciones particulares (más allá de su'talidad’) y, por eso mismo, lo que es común a todas las realidades existentes en tanto que reales. Si el ens puede distinguirse de la esencia, no se distingue de ella como el acto de la potencia. Porque el ens se divide en los diez predicamentos y cada predicamento tiene su quididad, su esencia; y el ens se divide también en acto y potencia. Por tanto, no se puede reducir el ens a la esencia (contra Avicena) . 1 0 10

10 M. D. Philippe, “ Analyse de l’être chez Saint Thomas”, A tti del Congresso In­temazionale Tommaso <3'Aquino, vol. 1, p. 19, nota 66; “Significations de l’être”, Une philosophie de l ’être est-elle encore possible? Téqui, Paris, 1975, fase. 2, pp. 9-14 y 58-64.

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 137

A pesar de esta mayor riqueza del “ ente” participial, del i vvr” y del “ est” , el “ ente” nominal es el objeto formal,

(ii opio y directo de la metafísica. En efecto, según nos dice Ai.uijo, “ el ‘ente’ puede tomarse de dos maneras, participial- mrntc y nominalmente, esto es, por el acto de ser y por la i «rucia a la que compete el acto de ser; pero, de acuerdo al mudo común de pensar, es considerado en la segunda acep- i ion por los metafísicos” .1 1 Y es que, tomado nominalmente u «orno nombre, significa de manera más amplia una esencia a l.i que de alguna manera le conviene el ser, no necesariamente ilr hecho (lo cual sucedería si se tomara participialmente), tino con alguna posibilidad. Y en esta consideración le per­tenece la razón de ente trascendental, dividido en los diez pirdicamentos, lo cual es el objeto de la metafísica; y, en i unsecuencia, pertenece al metafísico tomado nominalmente. I'urs en este caso el ente real no se distingue del no-ente (o no-existente), sino del ente de razón. Y el ente real del que unta la metafísica es el que se distingue del ente de razón; y míe ente real es significado por el “ ente” tomado de la se­gunda manera, a saber, nominalmente. En esto se basa Araújo para argumentar: “ A veces el ente real se toma en cuanto se distingue de lo no existente y a veces se toma en cuanto «< distingue del ente de razón fabricado por el intelecto; pero i l ente tomado del primer modo es lo mismo que lo existen­te, y tomado del segundo modo es lo mismo que lo que tiene esencia; luego. . . ” 12

/ Hmensión pragmática

En ella buscamos las relaciones de uso entre las palabras y los usuarios; es decir, la intención originaria y las intenciones secundarias o adventicias (si las hay) que han surgido median­te el uso del vocablo. Los escolásticos llamaban a esto “ impo­sitio prima” e “ impositio secunda” . La imposición primera de los vocablos metafísicos, independientemente de su etimolo­gía (impositio a quo), requiere ser determinada en cuanto al

11 F. de Araújo,Met., lib.IV , q. 3, a. 6, conci. 1.11 Ibid., prob.

T

1 3 8 LA ONTOLOGÍA DE FRANCISCO DE ARAÚJO

uso efectivo que les daban los escolásticos. Nos centraremos en los usos que les daba Santo Tomás. Entre esos diversos usos que hace de “ ens” , “ esse” y “ est” , sobresalen los siguientes.

Utiliza el término “ ente” con una primera restricción, a saber el “ ens ut primum cognitum” , el ente como lo primero que se conoce, como contraponiéndolo al ente que se conoce después de una larga elaboración. Este aspecto no elaborado del ente se capta primeramente en su aspecto concreto, lo existente, y después se capta en su aspecto abstracto, el ente. Por eso la pregunta fundamental acerca de alguna cosa es si ésta es (an sit), y todas las demás preguntas (quid sit, an talis sit, propter quid sit) se fundan en ella. Pero ciertamente este uso primigenio y no elaborado del “ ente” no pertenece pro­piamente a la metafísica, sino que la inicia. De la pareja “ ente como primer conocido” y “ ente con conocimiento elabora­do” , queda la segunda, a saber, el “ ente en cuanto ente” (“ ens in communi” o “ ens qua tale” ). En esta consideración, pueden señalarse otros dos usos con sus respectivas cualifica- ciones restrictivas: “ ens rationis” y “ ens reale” o “ ens natu- rae” . Lo significado por el “ ente de razón” entra en el ámbito del conocimiento, es el ente intramental; es la inteligibili­dad del ente natural, no se identifica con él, sino que es una propiedad suya. Y , al ser propiedad suya, es coextensiva con él, pero como objeto de la lógica. Por eso el objeto de la ló­gica (el ens rationis) es coextensivo al de la metafísica (que es el ens reale), pero visto en su aspecto de conocido o pensado. En cambio, el ente natural, real o extramental, es el objeto de la metafísica, y se capta en un juicio en el que es afirmado: “ esto es” . De acuerdo con ello, debemos excluir de nuestra consideración directa el ente de razón y centramos en el ente natural, que pertenece a la metafísica.

Según lo anterior, Santo Tomás usa el término “ ente” di­rigiéndolo a diversas cosas, y, así, tenemos:

i) El ente captado al nivel del juicio de existencia: el acto de ser, que se expresa en las palabras ‘esto es’, ‘es’ ; es el ente que se presupone a todos los otros, y que se puede considerar como fundamental [ens ut primum cognitum]; ti) el ente captado al nivel de la substancia y de los otros nueve predicamentos: es la primera división del ente; iii) el

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 139

ente captado al nivel del acto y la potencia: es la segunda división del ente; iv) el Ente Primero descubierto por las cinco vías, que es el Ipsum esse subsistens; v) el ente par­ticipado dependiente de este Primero; vi) el ente con el que se convierten los cinco trascendentales: la ratio entis; vii) el ente per accidens; y viii) el ente de razón, sea el de la privación, sea el de la lógica [la relación de razón, entre cuyas formas está la cópula] , 13

El término “ ente” expresa una noción que no se puede propiamente definir, porque es una noción primerísima (la primera de todas) y no puede tener algo anterior. Sólo pue­den definirse, con definición propia, las nociones específicas, que son unívocas, mientras que la noción de ente es análoga. Ni siquiera puede declararse, como otras nociones también aná­logas, por ejemplo las nociones trascendentales, que se pueden declarar por otras nociones preexistentes y más conocidas, como la del mismo ente. El ente sólo puede descri­birse, resolviéndolo en sus partes componentes o estructurales y en sus respectivas funciones, lo cual es como describir un término señalando sus diversos significados. Así, sólo puede decirse que el ente es “ aquello a lo que de alguna manera le conviene el ser” . En lo cual encontramos un sujeto al que le conviene el ser (esse). Este sujeto tiene una estructura: la es- sentia y una función: el esse o existentia. Hablamos del ente como algo distinto de la esencia y la existencia, porque dice relación a ambas, esto es, no consiste únicamente en la re­lación sujeto-esencia, o sujeto-existencia, ni tampoco en la sola relación esencia-existencia. Aprovechando la distinción tradicional entre aquello que es (id quod est ) y aquello por lo que se es (id quo est), podemos decir que el ente es un sujeto (id quod) que tiene un aspecto estructurante o especificante: la esencia (id quo estructural) y un aspecto funcionalizante o actualizante: el ser (esse) o existencia (id quo funcional). De este modo, puede describirse el ente como “ aquello (id quod) que por la esencia, de ella y en ella (id quo estructural) tiene el ser (id quo actuante) ” . 14 Y el ente es un quod que al mismo tiempo fundamenta a y resulta de sus dos quo. El ter-

M. D. Philippe, “Analyse de l’être chez Saint Thomas”, ed. cit., p. 25.14 A. Boccanegra, “L’uomo in quanto persona centro délia metafísica tomistica”,

140 LA ONTOLOGÍA DE FRANCISCO DE ARAÚJO

mino “ ente” es análogo, pero también es denominativo: tiene como denominante al “ esse”, pues dice relación al ser; de acuerdo con ella, la existencia, (según el tipo de la misma) recibe sus diversas acepciones.

La consideración que pertenece al metafísico es la del ente tomado nominalmente, pues en este caso significa la esencia o la naturaleza, que dice relación trascendental de conveniencia con el ser, pero no implica de hecho el ser mis­mo o existencia. Y lo que interesa al metafísico (por ser su objeto) es el ente en cuanto naturaleza o esencia, puesto que así puede subyacer a la división en predicamentos, y el ente trascendental que se divide en predicamentos es el objeto de la metafísica. Por eso le interesa el ente tomado nominal­mente. Araújo lo establece así: “ El ente dividido en los diez predicamentos es el ente tomado nominalmente” . 15 Esto es acorde con las características del ente que es objeto de la metafísica, pues la metafísica trata sólo indirectamente de la existencia o del ser {esse), aunque sea más perfecto que la esencia. Pues la condición de la metafísica es tratar de lo que se le proporcione como objeto, y mirar todo lo demás que rodea ese objeto de un modo indirecto, aunque sea más per­fecto que su objeto (así el esse y Dios). Y el ente como esen­cia o como naturaleza es lo que puede fundar la división prc- dicamental, no el esse ni Dios. Lo cual demuestra así Araújo:

Lo dividido debe seguirse de la posición de sus inferiores o dividentes, como de la posición del hombre se sigue la posición del animal, y de la posición de lo blanco se sigue necesariamente la posición de lo coloreado; pero de la po­sición de la naturaleza predicamental no se sigue la posi­ción del ente participial, sino más bien se sigue la posición del ente nominal; luego el ente nominal, y no el partici­pial, está dividido en diez predicamentos.1 6

Esto se ve, además, porque “ ente” es predicado esencial de los predicamentos, pero “ existente” no lo es:

Sapienza, vol. 22, Bologna, 1969, p. 417; cfr. su apéndice / a ese trabajo: “Le va­rié accezioni del termino ‘ente’”, pp. 485-491.15 F. de Araújo, M e t lib. /F , q. 3, a. 6, concl. 2.' 6 /bid., prob. 2.

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 141

l.o dividido en diez predicamentos es un predicado esen- i ¡almente superior a ellos y embebido en los conceptos de ellos, porque es abstraible de sus esencias con abstracción imperfecta, o cierta razón análoga, en parte la misma y en parte diversa, en la cual convienen esencialemente, y esto m plenamente la razón de ente; pero el ente existente no es un predicado esencial a los diez predicamentos, ni rslá embebido en los conceptos de éstos, a saber, el acto ti«· ser; luego. . .1 7

I·'.» muy de tomar en cuenta esta distinción; pues, dado el i|Mtificado, la acepción que damos al término “ ente” es la no- iiinal, esto es, tomado como nombre. Ya que lo significado H >i él de esta manera es el objeto de la metafísica.

I concepto de ente

I I término, que es signo exterior, nos remite al concepto, iiii es signo interior; y, a través de él, nos remite a la reali- I ni. Por eso, para llegar a la realidad del ente hemos de estu-11.11 el concepto de ente, para tener su adecuada referencia a i ie¡ilidad. Pero en el concepto de ente —como muchos otros mii-cptos— encontramos diversos grados y aspectos. Podemos •i.ihlecer dos niveles: como concepto incoado y como con-• pío elaborado. Y en cada uno de ellos dos aspectos: como micepto formal y como concepto objetivo. El concepto for-1.11 y el concepto objetivo son dos aspectos de la misma• •■..i: el concepto en cuanto tal. El concepto formal es el .■ in epto en cuanto forma o cualidad de la mente que resulta li su actividad cognoscitiva, es el receptáculo subjetivo de lo |in conoce. El concepto objetivo es la cosa en cuanto cono- nl.i por el intelecto; es el contenido objetivo de ese recipien- i subjetivo que es el concepto formal.

oncepto incoado o común

Kl concepto incoado del ente es el primer grado que tene- iiiis (le su conocimiento. En cuanto concepto formal, es la

142 LA ONTOLOGÌA DE FRANCISCO DE ARAUJO

forma o cualidad intelectual que encierra nuestro prime i conocimiento del ente. En cuanto concepto objetivo es el contenido de este primer conocimiento. Tal contenido c sumamente amplio e indistinto. Puede establecerse como l.i esencia o quididad sensible que dice cualquier relación al sei (qualiscumque habitudo ad esse). Y esta amplitud tan indo terminada lo hace ser todavía un concepto rudimentario.

Es rudimentario, porque se da como confuso, pero es ol más rico, porque su confusión pertenece a su universalidad! es el más universal de todos los conceptos. Y su universalidiiil confusa es implicación virtual de todas las cosas, de cualquin manera que sean: es el más preñado de virtualidades. Est;n virtualidades se dan entrañadas, esto es, en la entraña del cu te, y deben ser desentrañadas. De otra manera: involucM muchos modos de ser, todos los cuales deben ser desinvolu· erados. Y precisamente este desentrañamiento y esta desinvo· lucración es la que hace el metafísico, en su intento conti· nuado de llegar a un concepto quiditativo y cada vez m;'u perfecto del ente. Lo que se da de manera incoada y poten cial (virtual) busca actuarse como algo perfecto.

Este concepto incoado o común1 8 del ente es lo primem que conocemos. Pues todas las cosas que conocemos l:n conocemos ya bajo el aspecto de entes, es decir, como siendo de alguna manera.

En aceptar el hecho de este concepto como primer co­nocido o primer conocimiento no hay dificultad; puc», según atestigua Araújo, es un dato incontestable: “ Lo pri mero que concibe el intelecto humano es el ente concreto con quididad sensible; pues, ordenando el universo en tro- órdenes, a saber, el de la quididad material, el de la inmato rial y el del acto puro libre de toda potencialidad... lo pri mero conocido por nuestro intelecto, por vía de generación, es la quididad material o ente concreto en la quididad de l.i cosa sensible. ” 19 Es decir, las cosas sensibles se nos pro sentan como entes, como siendo de alguna manera. Y csl.i

O “natural”, como prefiere llamarlo Juan David Garcia Bacca, “ Dos cuestion# de preontologia. Sobre el concepto ‘natural’ de ser y sobre la forma del ‘primer concepto de ser”, Filosofia y l.etras, vol. 5. mim. 19, 1945, p. 1 1.19 F. de Araujo, Met., lib. /, q. 1, a. 3, sententiae.

J

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 143

I unción que detectamos cognoscitivamente en todas ellas es• I i oncepto común de ente.

Tero conviene precisar el tipo de conocimiento con el cual.... es dado este primer concepto del ente. Para ello hay queiliHlinguir los modos de cognoscibilidad de un objeto. En pri­ma lugar, una cosa puede ser más cognoscible en sí o respec­tu de nosostros. En sí es más cognoscible lo que tiene mayor i nguoscibilidad, lo cual equivale a tener mayor grado de ac- tn.ilidad y perfección, i. e. mayor grado de ser. Respecto de immitros es más cognoscible aquello que está más adaptado y (pinporcionado a nuestra naturaleza y potencia cognoscitivas.I n segundo lugar, de las dos maneras de conocer una es con­fio,i —percibe el todo sin conocer las partes— y otra distinta

percibe el todo conociendo después las partes—. La primera m llama imperfecta y no-quiditativa; la segunda, perfecta y i |i i ulitativa.

I ornando esto en consideración, la respuesta de Araújo es mino sigue: “ El ente en su concepto común es lo que prime- i uniente conoce en esta vida la mente humana de manera miilusa. ” 20 Pues lo más pertinente a nuestra naturaleza es •«il<|iiirir su perfección procediendo desde la potencia al acto; |nii eso conoce primero las cosas en universal o en acto im- |n i Iccto, y después en lo propio y específico (quiditativo), en m lo perfecto. Y si Dios, siendo el máximo cognoscente, co­noce de modo primario las cosas en su propia esencia perfec- iisitna, y también su conocimiento en ella se termina, el iniclccto humano debe acercársele en lo posible, conociendo |n uñero bajo la razón comunísima de ente. Lo mismo hace el mi electo humano en el orden representativo de la especie in­teligible, que va desde los grados más universales hasta el más rqiccífico. Y lo mismo en el orden sensible.2 1 111

111 /Mc/., conclusio unica.*1 Al contrario lo que dice García Bacca (Art. cit., p. 13), el concepto común del vnle no es el del ser como cópula verbal, ya que en este sentido se trata del ente hi cuanto “no está en la naturaleza de las cosas, sino sólo en el acto de la mente i|iir compone y divide, y así el ser se atribuye a todo aquello de lo que puede for- I II ,irse la proposición.” Sto. Tomás, QuodL 9, q. 2, a. 3, c. Pero así se refiere a la 1 ,’idad formal del intelecto, radicada en la proposición, que se inserta en la segun- iln operación de la mente, y no en la primera, como compete al concepto. Con esa• Urinación García Bacca cree excluir el que el ente como primer conocido o , niiccpto común (natural) tenga el sentido de sujeto o predicado. Pero más bien es-

144 LA ONTOLOGÌA DE FRANCISCO DE ARAÚJO

Concepto elaborado o quiditativo

En ese concepto común el ente se nos da de manera confu­sa, es decir, su universalidad no se distribuye con precisión: lo abarca todo; sus implicaciones no se ven claras: lo contiene todo. Por eso su riqueza es grandísima, pero sólo virtual­mente, y la labor del metafisico es desentrañar esos conte­nidos, precisar sus modos de aplicación, sus divisiones, propiedades, etcétera, que no se captan en ese concepto co­mún y natural al que todos tienen acceso. Debo hacerlo un concepto elaborado, quiditativo, perfecto.22

Abstracción y analogía del concepto elaborado del ente

Más adelante demostraremos la propiedad de predicabili- dad analógica que compete al concepto de ente. Démosla ahora por supuesta, remitiendo a su demostración. Tanto el ente común como el ente quiditativo son análogos, pero comienzan ya a diferenciarse por el tipo de abstracción con el que son alcanzados. El ente común es abstracto con abs­tracción total o potencial; en cambio, el ente en cuanto tal es abstracto con abstracción formal o actual. Por eso se pasa de ese concepto imperfecto id perfecto, porque nuestro inte­lecto procede de la potencia al acto. Ahora bien, la abstrac­ción con la que obtenemos el concepto quiditativo del ente es la abstracción formal de un análogo, la cual es llamada “ abstracción imperfecta” ; 23 así, aunque es una abstracción más perfecta que la total, es imperfecta con relación a la abstracción formal de los conceptos unívocos. Pero esta misma “ imperfección” relativa es perfección y riqueza según

te concepto común de ente es el del ente como nombre, en cuanto dice la mera posibilidad de que a las cosas les convenga el ser. En efecto, conocemos cualquier cosa bajo el aspecto de ente, es decir, como algo a lo que de alguna manera le con­viene el ser, aunque de hecho no le convenga, o aunque de hecho nunca pueda convenirle. Incluso las negaciones, privaciones y contradicciones las conocemos como siendo de alguna manera pensada, aunque de hecho no sean.22 cfr. Cayetano, De conceptu entis, edición de Zammit-Hering, Institutum Ange­licum, Roma, 1952, núm. 8, p. 101.23 véase el parágrafo correspondiente en el apartado sobre la abstracción.

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 145

otro respecto: toma siempre en cuenta a sus inferiores, para indicar la analogía que se da entre ellos.

De esta manera, el concepto elaborado, quiditativo o per­fecto del ente ciertamente avanza a lo largo de la historia, según se incremente el hábito de la metafísica al conocer más cosas individuales y, sobre todo, al conocer mejor los .ispectos del ente. Centrándonos en este concepto elaborado del ente, hemos de decir que es doble, tiene dos aspectos: lormal y objetivo.

Los aspectos del concepto del ente

Tomados en general,

el concepto formal y el concepto objetivo son dos aspec­tos, o si se quiere, dos facetas de la misma cosa; es decir: aquel quid que se llama ‘concepto’ (similitudo rei in men­te existens), en cuanto mira, afecta y modifica al sujeto como cualidad suya, se dice y es concepto formal o sub­jetivo; en cuanto representa y mira al objeto como imagen y expresión suya, se dice y es concepto objetivo o mate­rial, por contraposición al otro, que se ha llamado formal. El concepto es entonces en cierto modo bifronte, en cuanto está vuelto hacia adentro (i. e. hacia la mente) y ha­cia afuera, i. e. hacia la cosa que directamente representa y expresa idealmente.24

El concepto formal, en cuanto afección es, pues, la cuali­dad (forma) subjetiva del intelecto que nos sirve de vehículo para conocer algo; el concepto objetivo es también una cualidad del intelecto que es el contenido del concepto for­mal, o, dicho de otra manera, es ese algo en cuanto conoci­do. Es la inserción del objeto en el sujeto, pero, aunque está más por la parte del objeto, no debe confundirse con él: es el objeto en cuanto conocido, es la esencia misma de la cosa exterior, pero no con un ser real o físico, sino con un ser mental, intencional o psíquico. 25

24 U. Degl’mnocenti, “Concetto fórmale e concctto oggetivo” , Aquinas, vol. 15, liorna, 1970, p. 443.

i. D. García Bacca, “Sobre el concepto formal y objetivo del ser”, Filosofia y I etras, vol. 5, núm. 20, México, 1945, p. 190.

146 LA ONTOLOGÌA DE FRANCISCO DE ARAÙJO

Concepto objetivo del ente

Según Araújo, el concepto objetivo del ente es la misma razón del ente y tiene muchos contenidos, pero de manera incompleja; esto es, sus contenidos se reúnen en un contenido simple, aunque su unidad o simplicidad se da según algún respecto (secundum quid), a saber, analógicamente. Y es que el ente es análogo, y no puede prescindir de sus analoga- dos, como es condición de la abstracción de los análogos. Por eso asevera: “ El ente, dicho de Dios y de las creaturas, incluye once conceptos: uno es el del ente increado y los otros diez son los de los diez predicamentos generalísimos; pero, dicho sólo de las creaturas, sólo incluye los conceptos de los diez predicamentos. ” 26 Damos todavía por supuesto algo que será demostrado un poco más adelante, a saber, que el ente es análogo, con dos tipos de analogía: de atri­bución y de proporcionalidad, predominando esta última, como después se verá. Esto supuesto, la argumentación con la que Araújo prueba su aserto es como sigue:

Ningún análogo de proporcionalidad prescinde en su ra­zón objetiva de los conceptos de los analogados, como cosas que tienen proporción: pero el ente es un análogo de proporcionalidad cuyos analogados son el ente increa­do y los diez géneros supremos o predicamentos del ente creado; luego no prescinde de ellos, en cuanto son cosas que tienen proporción, y, consiguientemente, los incluye en acto.27

Pero, ya que el concepto objetivo de ente no es absoluta­mente complejo, hay que precisar bien el sentido en que reúne sus elementos. Primeramente, no es una disyunción o disyunto; en palabras de Araújo: “ La razón objetiva del ente no es este disyunto: Dios o las creaturas, ni éste: la subs­tancia creada o los accidentes” , 28 ya que los incluye sin disyunción. Esta simplicidad del concepto del ente es ates-

26 F. de Araujo, Met., lib. IV, q. 3, a. 4, concl. 1.22 Ibid., probat.28 Ibid., concl. 3.

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 147

liguada ya desde el término con el que se lo significa; aten­diendo a él, se formula esta prueba: “ El nombre ‘ente’ <-s algo incomplejo; luego su significado formal e inmediato no es un complejo disyunto, sino algo incomplejo; de otra manera, ‘ente’ sería un nombre complejo como este dis­yunto: ‘substancia o accidentes’, lo cual sin embargo es fal­so.'” 29

El contenido (comprehensión, intensión) del concepto del ente, esto es, la razón objetiva o concepto objetivo que lia de corresponder al concepto formal, es algo (aliquid, res) ,i lo que le conviene el ser (esse); o, dicho de otro modo, es tina esencia a la que le conviene una existencia.30 Es muy de notar que el ente así tomado, i. e. nominalmente, sólo dice una relación de conveniencia al esse, no una relación actual: aquello a lo que compete el ser, no aquello que tiene de hecho el ser; mas no por ello se debe confundir con el ente posible, como lo haría una metafísica esencialista en extremo, cual la de Christian Wolff, para quien la metafísica trata sólo del ente meramente posible. En el sentido en que lo tomamos no­sotros, el ente siempre dirá relación al esse, al ser o a la exis- lencia, una relación trascendental. Pero no significa directa y formalmente el existir, sino la relación inseparable a él. En fórmula más feliz, podríamos decir que el “ ens” significa la cssentia y consignifica la existentia o esse. 31 Así, pues, el en­te que consideramos es la esencia en cuanto dice relación al ser o la existencia-, por eso, aunque el significado directo es la esencia, y nos referiremos siempre al ente tomado como esen­cia, no podrá ser desligado de esta relación al ser o existir. És­te es para nosotros el contenido del concepto de ente: una esencia a la que le compete un determinado modo de ser. Y se opone, como ente real dividido en predicamentos, al ente de razón. Tal es el significado que buscábamos para nuestro término “ ente” , el cual es el contenido objetivo, la compre­hensión o intensión del concepto de ente. Ésta es la noción

Ibid., probat.30 “De un modo se dice ‘ente’ aquello que se divide en los diez géneros [predica- mentales], y así ‘ente’ significa algo que existe en la naturaleza, ya sea una subs­tancia, como el hombre, ya sea un accidente, como el color.” Sto. Tomás,/« I Sent., d. 34, q. 1, a. 1, c.31 Sto. Tomás, In I Sent., d. 8, q. 1, a. 1, c.: “Ens dicitur ab esse”. In I Sent., d. 11), q. 5, a. 1, ad. 1: “ [‘Ens’] significat essentiam rei extra animam existentis.”

148 LA ONTOLOGIA DE FRANCISCO DE ARAUJO

más primera y simple de la metafísica, a la cual se reducen o en la cual se resuelven todas las demás.

La unidad del concepto objetivo de ente

Araújo nos ha dicho que el concepto de ente es incomple­jo o unitario. La unidad de un concepto, o comunidad con­ceptual, se refiere al concepto objetivo, no tanto al formal. Y consiste en la agrupación que de los inferiores realiza la intención segunda de la razón objetiva o concepto objetivo. Es la manera que tiene de agrupar en comunidad los sujetos que abarca (extensión), fundándose en la conveniencia que mantienen éstos entre sí. Tal conveniencia puede ser abso­luta o secundum quid. Es absoluta en el caso de las nociones unívocas, pues en ellas la agrupación se realiza en un solo y mismo sentido. Es secundum quid en el caso de las nociones análogas, pues no se da en ellas en un solo sentido.

En el concepto de ente se da comunidad analógica, esto es, conveniencia secundum quid, y, por tanto, unidad analógica o imperfecta. Y , ya que la analogía que conviene de manera más peculiar al concepto de ente es la analogía de proporcio­nalidad propia, la unidad que le pertenece es la que resulta de este tipo de analogía. Esta consiste en cierta conveniencia real e intrínseca de los analogados en la misma razón análoga, que se halla en todos y cada uno de los analogados de manera intrínseca y formal. El concepto de ente “ expresa una razón formal intrínseca en la que comunican formalmente todos los entes, esto es, se asemejan formal e intrínsecamente” . 32 Se trata, por tanto, de una unidad proporcional (de acuerdo a los sujetos analogados) que tiene el concepto de ente.

Concepto formal del ente

El concepto formal guarda relación con el concepto obje­tivo. Por eso el concepto formal del ente debe tomar en

32 M. Deandrea,PraelectionesMetaphysicae, Institutum Angelicum, Roma, 1951, p. 180.

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 149

i lienta las características del concepto objetivo del mismo. I )r acuerdo con ello, “ así como la razón del ente o su concep­to objetivo... no prescinde de sus modos, así tampoco su i oncepto formal prescinde de esos modos en su representa- i ión, sino que proporcionalmente se debe hablar de uno y otro en cuanto a la unidad que tienen” .33 A pesar de que la i,i/.ón objetiva o concepto objetivo del ente incluye muchos modos, hemos visto que tiene unidad analógica. Pues bien, • I concepto formal debe realizar con mayor cuidado esta uni- <l.ul, que ya está dada en el concepto objetivo. “ La unidad del i oncepto formal en el ser de imagen representativa se toma ilc la unidad de su objeto o concepto objetivo que reluce en i l mismo; luego implica que el objeto tiene diversidad en sí, y que el concepto formal en su representación de él es por com­pleto uno.” 34

Esta diversidad de modos pone dificultad para aceptar que el concepto del ente sea incomplejo y unitario. Araújo nos conduce a su unidad a través de dos pasos: el de la represen- I,ición del concepto formal y el de la predicación del concep- in objetivo. En primer lugar, la unidad de representación que nene el concepto formal del ente es la mayor que le es posi­ble alcanzar: “ El concepto formal del ente es más unitario en mi representación que el término oral equívoco.” 3S Con esto nene la unidad que le es propia, la de lo análogo, sin llegar a l.i multiplicidad de lo equívoco ni a la perfecta unidad de lo unívoco. Por lo que hace a su unidad, la tiene mayor que el termino oral equívoco. Y esto por virtud de la representación que del ente hace el concepto formal: “ La unidad que se en- i ucntra realmente en el objeto debe también encontrarse en el (oncepto según el ser representativo; pero la razón del ente, que es el objeto de ese concepto formal con el que alguien con- i ibe el ente en cuanto tal, es más unitario que el objeto del término oral equívoco; luego también la unidad de aquél es mayor que la unidad de éste.” 36 Asimismo, la unidad del i oncepto del ente es condición para que pueda predicarse

" F. de Araújo, Aíeí., lib. IV, q. 3, a. 4, concl. 2.14 Ibid., probat.

Ibid., concl. 5.Ibid .,probat.

150 LA ONTOLOGÍA DE FRANCISCO DE ARAÚJO

de sus inferiores, ya que la mayor unidad es condición de mayor predicabilidad. Asi, “ la razón de ente, aunque in­cluye los modos predichos, los incluye de tal manera que es superior y común a ellos por predicación” . 37 Y tiene que ser común por superioridad y universalidad, no por in­clusión como un todo que incluye parte integrales, con lo cual no se posibilitaría la predicación. Araújo lo prueba ar­gumentando por los inconvenientes que se seguirían si no se aceptara esto:

De otra manera, el ente no se predicaría de sus inferiores, pues lo común por inclusión no se predica de sus par­tes, por lo cual el universo falsamente se afirmaría de sus partes individuales, porque es un todo común a ellas por inclusión; pero esto es falso y contra la verdad manifiesta que se encuentra en estas predicaciones: ‘Dios es ente’, ‘la substancia es ente’, etcétera; luego. . . 38

La universalidad del ente: el ente no es un género categorial, sino un trascendental

Hemos tratado del concepto de ente de manera absoluta, esto es, en cuanto a su intención; sigue considerarlo en cuan­to a su extensión, es decir, de manera relativa a sus infe­riores, que son todas las cosas. Sean entes completos (como la substancia) o incompletos (en el orden substancial: la materia y la forma; en el orden accidental: todos los acci­dentes, absolutos o relativos, activos o pasivos): “ El ente según su propia razón dice per se y formalmente de todo aquello que contiene una relación real id ser, sea como com­pleto y adecuado del ser, sea como coprincipio actual o poten­cial del mismo, y esto, ya en el orden substancial, ya en el accidental.” 39 Así, la razón del ente es la más universal.

Ya que el ente es lo más universal que hay, y puesto que tiene inferiores próximos y remotos, por adición de modos,

3 ̂Ibid., concl. 6.38 Ibid., proba!.39 M. Deandrea, op. cit., p. 123.

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 151

i onviene saber cómo es superior inmediato a sus inferiores. Y, primeramente, en el orden de los incomplejos, esto es, de l.i primera operación, de los conceptos; en este orden se ha < le- buscar si el ente real en cuanto tal es un género para sus inferiores, pues de inmediato la relación de lo universal a lo particular presenta esta comparación (ya que la comparación 4le la especie es más difícil que la comparación de género, y posterior a la de él). Para que el ente fuera un género con res­pecto a sus inferiores hay una condición que postula Araújo: “Si el ente, tomado nominalmente, esto es, en cuanto formal­mente importa la esencia, fuera unívoco, consiguientemente «•ría un género. ” 40 La razón es sencilla, porque, si fuera unívoco, tendría todas las características exigidas para que lucra un género. Pero Araújo rechaza esta consideración, di­ciendo: “ El ente en cuanto tal de ninguna manera es un género para sus inferiores. ” 41

Aduce cuatro pruebas que son argumentos fundamentales:

i) El ente no es unívoco. Es así que el género sin la univo- cación de su substrato no puede ser tal. Luego.. . ti) Todo género está fuera del concepto de las diferencias por las que es contraído; pero el ente no está afuera del concepto de alguna diferencia; luego no es género, ni) Todo género se predica quiditativamente y pertenece a la especie del inferior con definición quiditativa. Pero el ente, en cuanto dice formalmente la esencia, no se predica quiditativamen­te ni se debe poner en las definiciones quiditativas de los inferiores. Luego... íy) Los predicamentos son primaria­mente diversos. Pero a los que son primariamente diversos les repugna convenir en algún género. Luego los géneros supremos predicamentales no convienen en el ente como en un género.42

La predicabihdad del ente: no es equivoca ni unívoca, sino análoga

Se pasa entonces a la relación del concepto de ente con sus inferiores según la segunda operación del intelecto,

40 F. de Araújo,Met., Ub./V, q. 3, a. 1, concl. 1.41 Ibid., concl. 2.4 ̂Ibid., probat.

152 LA ONTOLOGÌA DE FRANCISCO DE ARAUJO

esto es, de acuerdo a la predicación, o como predicado. En primer lugar, conviene esclarecer si el ente, en cuanto es superior a Dios y a la creatura, a la substancia y al accidente, es equívoco, y, en consecuencia, se predica equívocamente de ellos. Araújo responde negativamente: “ EÍ ente no se relaciona como puramente equívoco a sus inferiores. ” 43 Lo demuestra por sus características: “ El ente en cuanto tal es capaz de distribución, de contradicción, de ejercer el oficio de medio en la dem ostración, y en él se puede hacer comparación; pero estas condiciones repugnan a los equí­vocos y sólo pueden convenir a los unívocos y análgos...; luego. . .” 44 Nos quedamos, pues, ante una alternativa, a saber, si el ente es unívoco o análogo. Por eso, en segundo lugar, hemos de preguntarnos si el ente es unívoco. Araújo responde también negativamente: “ El ente no es unívoco ni a Dios y las creaturas, ni a todos los entes creados. ” 45 La prueba de esto es la diferente adecuación que presentan los inferiores respecto al ente:

Todo efecto que no adecúa la virtud de su causa recibe su semejanza deficientemente y no según la misma razón completamente. Pero toda creatura es un efecto de Dios que no adecúa la virtud y la perfección de la entidad divi­na. Luego participa deficientemente su semejanza y no completamente según la misma razón; y por consiguiente la razón de ente no es común a Dios y las creaturas com­pletamente con la misma identidad, a saber, la que se desea para la razón unívoca. 46

Sólo queda, en tercer lugar, preguntar si el ente es análgo. Araújo contesta afirmativamente esta pregunta: “ El ente, en cuanto es superior a Dios y a las creaturas, y en cuanto es su­perior a las solas creaturas, a saber, a la substancia y el acci­dente creado, es análogo. ” 47 La prueba se da primeramente

43 Ibid., a. 2, conci. 1.44 Ibid., probat.45 Ibid., concl. 2.46 Ibid., probat.47 Ibid,, concl. 3.

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 153

|inr eliminación: si el ente no es equívoco ni unívoco, enton- 11·* es análogo. Pero la prueba principal se basa en sus caracte- H»ticas, a saber: “ La razón de ente es unitaria sólo en propor-■ ion y no prescinde perfectamente de sus inferiores, luego es .iiiáloga. ” 48

El modo de predicación que pertenece al ente con respecto i sus inferiores a los que conviene es la analogía. El ente se

ilu c de muchas maneras;49 esa diversidad no es absoluta,■ niño en los equívocos propiamente tales, sino intermedia en- 111* éstos y los unívocos; así, pues, “ el ente es análogo según .ilguno de los modos de analogía” . 50 Tampoco es comple- i ii mente denominativo, porque no es predicado accidental. Y i utonces sólo queda que sea análogo, según alguno de los mo- ilos de la analogía que se han enumerado. Araújo dice, en i mitra de Suárez: “ El modo de la analogía por el que se dice .diálogo no es el de la sola atribución por denominación in- In'nseca ni por denominación extrínseca. ” 51 Primeramente demuestra que no tiene analogía de atribución intrínseca: "Lo que no es, no puede denominarse; pero el modo de la iinalogía de atribución intrínseca es totalmente fingido, y no luí sido encontrado por nadie que utilice la voz propia de '.ilribución’. . .; luego no puede denominarse por él el ente ■ diálogo. ” 52 En seguida demuestra que no tiene sólo analogía •Ir atribución extrínseca:

Lo que subyace a la analogía de proporcionalidad propia y se salva en sus analogados formalmente según predica­ción formal e intrínseca no puede subyacer a la sola analogía de atribución que se hace por denominación ex­trínseca; de otra manera, dos proposiciones contradictorias se verificarían, a saber, que al mismo tiempo el mismo pre­dicado se salvaría formal e intrínsecamente en todos sus analogados, y que no se salvaría en todos intrínseca y for­malmente, lo cual no se debe admitir; pero el ente real

Ibid., probat.Aristóteles,Met., VII, 1, 1028al0.

,l* F. de Araújo,Met., lib.IV , q. 3, a. 3, concl. 1.' 1 Ibid., concl. 2.1,3 Ibid., prob. lae partía.

154 LA ONTOLOGÌA DE FRANCISCO DE ARAUJO

subyace a la analogía de proporcionalidad propia, (...) y sr salva en todos sus analogados intrínseca y formalmente, y se predica de ellos con predicación formal e intrínseca! luego no subyace sólo a la analogía de atribución que sr hace por predicación extrínseca de los otros analogadoi por virtud de uno principal, y sólo del analogado primario con predicación intrínseca. 5 3

Pero, aun cuando la analogía de atribución intrínseca se excluye, no se hace lo mismo con la de atribución extrínseca, que puede convenir al ente junto con la otra atribución, la de proporcionalidad propia (excluida, claro está, la impropia o metafórica, que de ninguna manera puede convenirle).

De acuerdo con ello, establece Araújo: “ El ente subyace al mismo tiempo a la analogía de atribución extrínseca y a la a nalogía de proporcionalidad propia, según diversas razones de analogía. ” 53 54 En esta tesis de Araújo hay dos partes. En pri mer lugar se ha de probar que el ente subyace a la analogía dr atribución extrínseca. Para ello aduce dos pruebas. Una pro­cede por la atribución primaria y esencial de ciertos predica­dos a Dios y la atribución secundaria y por participación dr esos predicados a las creaturas: “ Los predicados comunes a- nálogamente dichos de Dios y de las creaturas son análogo» con esta analogía de atribución, en cuanto que por Dios, co­mo por un analogado supremo, los demás se denominan extrínsecamente, debido a la relación que todos los demás entes dicen a Dios...; pero uno de estos predicados es el ente; luego. . .” 5S Más decisiva es la otra prueba que procede poi la ausencia de denominación o atribución intrínseca que pue­da darse en la comparación del ente creado con el increado y de la substancia con el accidente: “ Las creaturas a veces com­paran a Dios como si no tuviera ninguna entidad intrínseca por la cual se denominaran intrínsecamente los entes; y lo mismo el accidente respecto de la substancia; y aun a veces se comparan a Dios como si no existiese; luego. . . ” 56 El que

53 Ibkl·, prob. 2ae partís.54 Ibid., concl. 3.55 Ibid., prob. lae partís.5 6 Ibidem.

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 155

iumbién el ente subyace a la analogía de proporcionalidad limpia se ve porque los mismos predicados que pueden reci- Imi los analogados (Dios y las creaturas, la substancia y el .111 idente) tienen las características propias de la analogía de pmporcionalidad, consideradas desde otro punto de vista, .·· Ir más de las características de la analogía de atribución:

Los predicados que se salvan intrínseca y formalmente en Dios y en las creaturas, aunque según una razón tengan .malogía de atribución, sin embargo, absolutamente y bajo ti iversa razón son análogos de proporcionalidad propia, y lo mismo se ha de decir de cualquier análogo cuya razón lormal se salve formal e intrínsecamente en sus analogados. I’cro el ente, ya dicho de Dios y de las creaturas, ya dicho de la substancia creada y de los accidentes, se salva intrín­seca y formalmente en sus analogados; luego siempre que bajo alguna consideración haya analogía de atribución, ba­lo otra consideración, más aún, absolutamente, hay analo- «ía de proporcionalidad propia. 57

la predicación del ente: el ente es un predicado esencial n i/uiditativo

Conviene esclarecer la predicación en ejercicio del ente, esto es, el tipo de predicado que es el ente (tomado nominal- mrnte) para sus inferiores, después de haber visto su carácter de universal y su carácter de predicable análogo. Y congruen­temente, pues su carácter de predicado viene después del i.uácter de concepto en sí mismo (universal). Por eso, en sí mismo tiene como algo primario la universalidad formal o per modum formae, ya que así se compara o relaciona a sus Inlcriores como concepto en sí, antes del ser predicado, debido ii su analogía; y tiene como algo secundario la universalidad iiicdicativa o per praedicationem, pues la comparación o re­lación de predicación es posterior a la de concepto superior (predicable) con respecto a sus inferiores. Es decir, “ lo prima- im en el ente o es se así obtenido es la universalidad tn causan-

\ I Ihícl., prob. 2ae partís.

! 7

do, tanto en el género de la causalidad formal, como en ri de la causalidad final. (...) La universalidad por predicación ci secundaria a los conceptos metafísicos: el ser es análogo antr de predicado a los inferiores; es ya en sí mismo análogo y no puede prescindir de los seres dados a nuestra experiencia” .5*De acuerdo con estos modos de su predicación resulta la pro­piedad con la que se predica de sus inferiores, esto es, el tipo de predicado que es para ellos. Y, así, vemos que no sólo m para ellos un predicado esencial, sino, aún más, un predicado i quiditativo: “ El ente dividido en los diez predicamentos es un predicado quiditativo a ellos” .59 Y nótese que se habla del ente en cuanto se dice de los diez predicamentos, y no en cuanto se dice del ente increado y del ente creado, pues según la primera modalidad es propiamente objeto de la metafísica (y el ente, en cuanto comparado con los predicamentos no sr aplica a Dios, ya que él no es sujeto de predicamentos). L¡i razón es la siguiente: “ Todo predicado directamente superior y esencial es quiditativo a sus inferiores directos; pero el ente es de este modo respecto de los predicamentos; luego. . . ” 60 Y, para que esto se vea más claro, Araújo añade las caracterís­ticas del predicado quiditativo, y cómo se cumplen en el ente:

El predicado quiditativo sólo añade al predicado esencial el que por él se satisface la cuestión del quid-, y por esta razón la diferencia específica es predicado esencial, pero no qui- : ditativo, ya que, aun cuando es de la esencia de la especie y del individuo, sin embargo, se predica de ellos in quale quid, y no in quid. Pero el ente es un predicado esencial, como expresamente lo enseña Santo Tomás..., y además por él se responde a la cuestión sobre el quid de los predi­camentos...; y la razón persuade acerca de ello, pues, al que pregunta por el quid de la substancia se le responde inme­diatamente que es ente. Luego. . . 61

156 LA ONTOLOGÌA DE FRANCISCO DE ARAÚJO

s8 I. Guzman, “Unidad y aumento inlerno del habito de la metafisica”, Estudim fiiosoficos, vol. 8, Caldas de Besaya. Kspafia, 1959, p. 189.59 F. de Araujo, Met., lib. IV, q. 3, a. 6, concl. 3.60 Ibid., probat. I .61 Ibidem.

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 157

En la predicación de la razón de ente, que es análoga, hay i l siguiente orden. La razón de ente, tomada en cuanto tal, se predica así: i) Primo, per se et perfeote de la substancia com­pleta; se trata entonces de la razón perfecta de ente; y se picdica de manera más plena de la substancia increada y des­pués de la creada, ii) Secundario et imperfecte de los coprin- i ipios del ente, tanto substanciales como accidentales; y se- H Í m esta jerarquía: primero de los substanciales y después de los accidentales. “ Y si se comparan la potencia y el acto, en < iialquicr género de substancia o de accidente, la razón [de i lite] se salva mejor en el acto que en la potencia, ya que el iieto per se tiene relación al ser, mientras que la potencia tie­ne relación al ser dependientemente del acto, pues es la posi­bilidad pura del acto por el cual se denomina.” 62

I'.l ente en el juicio mediato o argumento: el ente puede intervenir en la argumentación como término medio

Hemos visto el puesto del ente como predicado en el juicio inmediato. Sabemos que también puede fungir como sujeto ni él. Pero, además, Araújo nos dice que el ente puede inter­venir en el juicio mediato o demostración, y no sólo como termino extremo (mayor y menor), que se unen en la conclu- nión como sujeto y predicado, sino como el término más importante de la demostración, a saber, como término medio, ipic es el que lleva la fuerza de la inferencia y la realiza co­mo elemento más importante.63 Esta posibilidad de ser tér­mino inferencial que conviene al ente merece reflexión. No tolo es posible que funja como término medio demostrativo, niño que es el más propio: es el que demuestra lo que se in­tenta demostrar de la manera más esencial y quiditativa, precisamente por su carácter de predicado quiditativo. Par­tiendo de premisas que son primeros principios y primeras musas, la demostración metafísica puede usar del ente como termino medio, pues el término medio es el que asigna la cau­til por la que algo se demuestra, y, en este caso, los mismos

M. Dcandrca, np. cit„ p. 124.63 Cfr. I', (ir Araújo, Mi·!., tib. IV, c|. 3, a. 2, probal. coridusionis lar.

158 LA ONTOLOGÍA DE FRANCISCO DE ARAÚJO

primeros principios y primeras causas se reducen al ente. La demostración que corre por este cauce tendrá que ser la de­mostración más fuerte, a saber, propter quid, ya que el ente es lo más quiditativo y, por lo mismo, el medio demostrativo radical y último.

La realidad del ente

El ente es el objeto de la metafísica. Sobre él tiene que versar nuestra consideración. Pero, ¿a qué nos estamos refi­riendo con el término “ ente” ?, ¿a un concepto sólo o a algo de la realidad? Ciertamente nos referimos a algo real, a una entidad real; en las cosas hay algo que las caracteriza como entes. Con base en ello realizamos la abstracción del ente como concepto universal y en ello tiene su fundamento in re, y es a lo que se refiere el término “ ente” . A eso que caracte­riza a todas las cosas como entes. Pero las entidades son diver­sas y son consideradas de diversa manera. Hay entes reales y entes de razón, de diferentes tipos unos y otros. Al decir que “ ente” se refiere a algo real, a una entidad real, no significa­mos que se refiera a un individuo o substancia individual autosubsistente y separada de los individuos a los que caracte­riza; con ello caeríamos en el platonismo, hipostasiando al ente como algo autosubsistente, como una cosa más entre las cosas del mundo (aunque se la considere como “ superior” a las sensibles).

Lo que referimos al decir “ ente” es una característica real de todos los entes, la más real, esto es, una propiedad intrín­seca a ellos: su constitutivo formal metafísico. Pero tomamos tal característica o propiedad en abstracto, y, como tal, dice tan sólo la posibilidad de conveniencia que puede tener con respecto a los entes. Como propiedad, es un universal, es algo universal que se da fundamentalmente en todas las cosas, y se hace propiamente universal en el intelecto; en él es propia­mente universal —como concepto— y el más elevado entre los universales. Y, puesto que lo universal dice una relación entre el intelecto y las cosas, y es más formalmente algo del intelec­to que de las cosas, se le podrá estudiar mejor en la parte del intelecto, como concepto suyo, pero sin perder nunca de vis-

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 159

1.1 su relación con las cosas. Eso que lo hace estar fundado en1.1 realidad, por ser el constitutivo formal de la misma.

En las cosas reales finitas, esta razón del ente, esta presen- t ni real del ente en las cosas, o, por asi decir, el constitutivo luí mal de la realidad (z. e. del ente real finito) es la composi- i mui de esencia y existencia; se relacionan como potencia y II lo, se distinguen realmente entre sí, y lo hacen ser contin­gente y causado. Esta razón del ente es constitutiva de la imlidad creada (objeto propio y directo de la metafísica). Y *r ve que es el constitutivo de la realidad porque entraña to- il.is las propiedades que competen a los entes tomados como individuos, tal como se dan en la realidad. En efecto, aunque1.1 relación esencia y existencia es el predicado primero que ,ili ¡huimos al ente, de él se derivan —inmediata o mediata­mente— todas sus demás propiedades esenciales, a saber, i omposición, contingencia, dependencia, imperfección, limi- i.ición, mutabilidad, temporalidad y multiplicidad, que es i orno encontramos a los entes individuales en la realidad.

Tal deducción de estas propiedades puede esquematizarse i mno sigue:

í) La composición fundamental del ente finito, la que funda toda otra composición, es la de esencia y existencia, y ésta no podría darse sin que la esencia fuera realmente distinta de la existencia. Por lo demás, la contingencia (que es la falta de razón suficiente en sí misma) se deriva de la composición de esencia y existencia. . ., y la dependencia se deriva de la contingencia, ii) La imperfección inherente al ente finito estriba en que ni este ente posee todas las per­fecciones, ni todas las perfecciones que posee son ilimita­das. Pero la perfección fundamental de cada ente es la existencia. Luego lo que explique la participación imper­fecta y limitada de la existencia explicará la imperfección del ente finito. Ahora bien, la esencia realmente distinta de la existencia es la explicación de que los entes finitos ten­gan la existencia limitada y deficientemente participada. Luego... tzz)La limitación más radical a que está sujeto el en­te finito es la limitación de su existencia. Pero la limita­ción de la existencia únicamente se explica por la esencia realmente distinta de ella. Luego...zú) La mutabilidad, pro-

160 LA ONTOLOGIA DE FRANCISCO DE ARAUJO

pia de todo ente finito, exige para poder ser explicada un¡i composición de potencia y acto en la esencia del ente mu­dable. Pero ninguna esencia no distinta realmente de su existencia podría estar compuesta de potencia y acto. Lue­go la raíz más profunda de la mutabilidad se encuentra en la esencia realmente distinta de la existencia. Por lo demás, la temporalidad es una consecuencia del movimiento, que entraña sucesión, y así sigue a la mutabilidad, v) La multi­plicidad fundamental del ente finito es la que se da en l;i misma línea del ente. Pero esta multiplicidad sería imposi­ble si la esencia no se distinguiera realmente de la existen­cia. Luego la esencia realmente distinta de la existencia c» la raíz más profunda de toda multiplicidad. 64

De este constitutivo formal del ente finito obtenemos —co­mo del primer predicado que es— todas las propiedades del mismo, de manera esencial, y nos explica sus divisiones; y, en consecuencia, los tratados que deben ordenarse en vistas a su estudio metafísico.

La división del ente

La división es “ la oración que distribuye alguna cosa en sus miembros o un término en sus significaciones” . 65 66 La divi­sión, pues, distribuye un todo en sus partes; por lo mis­mo, según las clases de todos, serán las clases de divisiones. Hay divisiones per se y per accidens. Nos interesan las per se, y entre ellas se colocan la división del nombre y la di­visión de la cosa. Ya hemos tratado de la división del nombre “ ente” al hablar de sus significaciones. Ahora nos interesa tratar del ente como realidad, dividiéndolo en las distintas clases de entes.

En la división de la cosa, podemos dividir un todo en sus partes integrales o integrantes; o un todo en sus partes esen­ciales o constitutivas; o un todo en sus partes sujetas o subje­tivas, y esto último de dos maneras: según la potestad o

64 J. García López, “El constitutivo formal del ente finito”, El valor de la verdady otros estudios, Ed. Gredos, Madrid, 196S, pp. 304-305.66 j. de Sto. Tomás, Lógica, pars I, lib. 2, a. 4; edición de Reiser, p. 20b.

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 161

argún la predicación. Tendríamos un todo potestativo si lo dividiéramos en partes que son sus oficios o potencias; y tendríamos un todo predicativo si lo dividiéramos como un gé­nero, mediante sus diferencias específicas, en sus especies. 66 Nos interesa este último tipo de división, de un universal en »tus inferiores, sólo que tenemos que hacer la importan­tísima salvedad de que el ente no es un género, sino un uni­versal trascendental análogo, y por ello tiene una manera peculiar de dividirse. Se divide por adición, pero no de dife- i encías, porque nada es distinto del ente (el no-ente no puede terlo, ya que no tiene ninguna onticidad), sino de modos, tomo sucede a un análogo. Tratamos, en efecto, del ente lomado nominalmente, que es lo mismo que la esencia, y la esencia siempre dice orden a la existencia o ser (esse), por eso los modos que dividen al ente son modos de ser (o modos de existencia que le convienen potencialmente tomado como esencia). Y hay dos tipos de modos del ente: generales, los que acompañan a todo ente, y especiales, los que diversifican o distinguen a todo ente. 66 67 Estos modos se añaden al ente para dividirlo, ya que es un todo analógico, tomado como esencia que dice orden a la existencia.

Los modos generales añaden al ente sólo su explicitación o expresión, o la manifestación de sus contenidos, *. e. son pro­piedades del ente o partes internas suyas más que diversidades del mismo; lo dividen más en aspectos que en clases diferen­tes. Tales modos son las cinco propiedades trascendentales. Son aspectos del mismo ente tomado nominalmente como e- sencia, pues ésta se dice i) cosa, en cuanto que todo ente tie­ne cierta quididad o esencia; «) algo, en cuanto está dividido tic lo demás; iii) uno, en cuanto es algo indiviso en sí mismo; ii») verdadero, en cuanto dice conveniencia al intelecto; y v) hueno, en cuanto dice conveniencia a la voluntad.

Los modos especiales añaden al ente diversidad de grados cntitativos. Es el ente tomado nominalmente o en cuanto esencia, pues éste puede tener modos de ser distintos por

66 Ibid., pp. 21-b-22a.Cfr. N. del Prado, De ventate fundamentali philosophiae Christianae, Typ. S.

Pauli, Friburgo, Suiza, 1911.

162 LA ONTOLOGÌA DE FRANCISCO DE ARAÙJO

los que se diversifica. Estos modos resultan del orden que di­ce la esencia al ser o existencia.

La esencia puede tener un modo de ser actual o mezclado con potencia. Se divide en potencia y acto. El aspecto po­tencial del ente es la esencia misma, el aspecto actual del ente es la existencia. Se divide, entresacando la primera potencia y el primer acto, en esencia y existencia, puesto que se divide en potencia y acto. La actualización de esta esencia por la existencia puede tener un modo de ente de razón o de ente real. Se divide, pues, en ente de razón y ente real. El ente de razón se subdivide en negación o privación y relación de ra­zón. El ente real puede tener un modo perfectísimo y actualí­simo, sin mezcla de potencia, como acto puro, y como ente en el que esencia y existencia se identifican; es el ente por sí {a se), que es sólo Dios. O puede tener un modo de actualidad imperfecta, es decir, de acto mezclado con potencia, como ente en el que esencia y existencia son distintas; y entonces se trata del ente por otro (ab alio), que es la creatura o ente compuesto. El ente creado se divide en espiritual y corpóreo (espiritual-corporal o sólo corporal). En el ente corpóreo, la esencia tiene dos aspectos, uno potencial, que es la materia; otro actual, que es la forma. Se divide el ente, así, en ma­teria y forma. En el orden natural, la esencia compuesta de materia y forma es la substancia, que tiene un sentido poten­cial respecto a sus accidentes, que son con respecto de ella, y proporcionalmente, sus actos. Y tenemos la división del ente en los diez predicamentos.

La substancia y los accidentes forman el subsistente, su­puesto, o hipóstasis, que en el orden racional es la persona. Al supuesto le conviene, como acto a una potencia, la existen­cia; a la substancia, los accidentes; y, entre ellos, a los activos les corresponden facultades, hábitos, actos y objetos; y a los pasivos les corresponden también facultades, hábitos, pasiones y sujetos. Pues las acciones y las pasiones son de los supues­tos, y conforme a ellos surgen los agentes y los fines.

La esencia substancial contiene en sí misma y despliega desde sí misma el orden causal. En sí misma contiene las cau­sas material y formal; desde sí misma despliega las causas efi­ciente y final. La esencia, en cuanto ordenada a la existencia (como su acto o perfección), i) puede ordenarse a modo de

EL ORDEN TRASCENDENTAL DEL ENTE 163

iccipiente, i. e. como causa material, ii) O puede ordenarse ,i modo de principio quo específicamente, i. e. como causa for­mal, sea intrínseca (propia) o extrínseca (ejemplar), iii) O puede ordenarse como esencia ya completa con existencia (un ente en acto y suposital) que ejerce la operación o acción, i. e. como causa eficiente, iv) O puede ordenarse como esencia o perfección que se actúa en cuanto término de un proceso de operación o acción, i. e. como causa final.

Esta división del ente en sus causas ya estaba contenida en la anterior. Hemos visto que el binomio de acto y potencia se aplica en todas las divisiones. También funda la de las causas del ente. Pues la división del ente en causa y causado se sigue de la división en acto y potencia: todo ente actúa en cuanto está en acto, y en el acto se fundan las causas eficien- ie, final y formal; y padece en cuanto está en potencia, y en la potencia se funda la causa material. En el orden na­tural, el ente es una mezcla de acto y potencia, es decir de causa y efecto. El acto comporta, en sí mismo, el principio de actuar: la causa eficiente; en orden a la potencia, un fin: la causa final; además, un acto recibido, que es la causa formal; y una potencia receptiva, que es la causa material. Tenemos, así, la división de las causas del ente en cuatro géneros: dos extrínsecos, la eficiente y la final; y dos intrínsecos, la formal y la material.

Ordenar y desarrollar las divisiones del ente es el trabajo de la metafísica.