apuntes santiago lopez petit breve tratado para atacar la realidad

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Santiago López Petit BREVE TRATADO PARA ATACAR LA REALIDAD http://Rebeliones.4shared.com

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Apuntes Santiago Lopez Petit. Al lado nuestro, estaba un coche expuestoque, supongo, se sorteaba entre los clientes. Si hubiéramos rotolos cristales del coche, si lo hubiésemos destruido… la policía habríaentrado en vez de quedarse fuera. Seguramente nos hubiese detenido.Con ello, ¿habríamos conseguido ir más allá de esta sensación deimpotencia? No lo creo. Porque en el fondo sabemos que destruir elcoche allí expuesto tampoco sirve de mucho. Pero entonces…

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  • Santiago Lpez Petit

    Breve tratado para atacar la realidad

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  • Santiago Lpez Petit

    Breve tratado para atacar la realidad

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  • Correccin: Rodrigo vila

    Diseo de tapa: Cucho Fernndez

    Derechos reservados

    2009 Tinta Limn Ediciones

    Casilla de correo 1, sucursal 41 CP 1441

    Ciudad de Buenos Aires, Argentina

    www.tintalimonediciones.com.ar

    www.situaciones.org

    Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723

    Santiago Lpez Petit

    Breve tratado para atacar la realidad - 1a ed. - Buenos Aires : Tinta

    Limn, 2009.

    144 p. ; 20x14 cm.

    ISBN 978-987-25185-1-6

    1. Ciencias polticas. 2. Capitalismo. I. Ttulo

    CDD 320.5

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  • ndice

    palabras previas 7

    Nota para el lector 11

    i. Nuestra verdad 13

    ii. la poca global como identidad entre capitalismo y realidad 21

    iii. la copertenencia entre capital y poder 37

    iv. las dos caras de la realidad: el espacio-tiempo global y la multirrealidad 45

    v. la movilizacin global como fundamento 59

    vi. la necesidad de un cambio de paradigma 73

    vii. la democracia: una articulacin de estado-guerra y de fascismo postmoderno 79

    viii. el poder teraputico 95

    iX. la nueva cuestin social: el malestar 101

    X. la fuerza del anonimato 119

    Xi. por una poltica nocturna 135

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  • 7palabras previas

    Este libro, tal como se afirma en la Nota para el lector, no tiene prlogo. Ante la insistencia de los amigos del Colectivo Situaciones, intento si-tuar brevemente la reflexin que aqu se propone. Durante las recien-tes protestas contra la mercantilizacin de la universidad, un grupo de estudiantes ocup la sede central del banco de Santander. En el hall del banco yo como profesor improvis una clase sobre la preca-riedad, el funcionamiento del dinero como cdigo que organiza nues-tras vidas, etc. La ocupacin interrumpi la normalidad del banco que decidi cerrar durante todo el da. Mientras desarrollbamos esta ac-cin senta una profunda impotencia. De hecho estbamos haciendo lo que se nos permita ni ms ni menos. El lmite que la accin tena pareca inherente a la propia accin. En verdad, el lmite nos lo po-namos nosotros mismos. Al lado nuestro, estaba un coche expues-to que, supongo, se sorteaba entre los clientes. Si hubiramos roto los cristales del coche, si lo hubisemos destruido la polica habra entrado en vez de quedarse fuera. Seguramente nos hubiese deteni-do. Con ello, habramos conseguido ir ms all de esta sensacin de impotencia? No lo creo. Porque en el fondo sabemos que destruir el coche all expuesto tampoco sirve de mucho. Pero entonces

    En este punto se nos acumulan las preguntas y se nos hace un nudo en el estmago. En este punto sentimos que estamos frente a la

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  • 8realidad, que estamos intentando atacar la realidad. S, la impotencia se puede atravesar. Desarmarla requiere que nos olvidemos de los dis-cursos emancipatorios tradicionales con sus horizontes y sus sujetos histricos. Porque esta realidad plenamente capitalista est siendo ata-cada por doquier. Bloqueos de las cumbres gubernamentales interna-cionales (1999-2009), manifestaciones masivas contra la guerra (2004), barrios y coches en llamas en Pars (2005) y en Grecia (2008) sin con-tar, evidentemente, las formas de resistencia que se dan especialmente en Amrica Latina. No existe ciertamente un discurso comn ni un lugar de llegada. Slo la rabia, ese gran rechazo que mueve a la gente, ese No generalizado que vaca instituciones.

    Chocar con la realidad seala el momento en el que la crisis de las categoras de la poltica moderna aparece en su mxima expre-sin. Por eso necesitamos otras categoras polticas. En este libro se adelantan algunas: movilizacin global, Estado-guerra, fascismo postmoderno, fuerza del anonimato, espacios del anonimato Esas categoras que aqu se ensayan surgen ligadas a experiencias concre-tas. Un pensamiento que se quiere a la altura de su tiempo debe ser necesariamente un pensamiento situado. Eso lo saben bien los com-paeros del Colectivo Situaciones. En nuestro caso podemos dar algu-nas referencias concretas. El concepto de Estado-guerra surge despus del 11-S del 2001 y estrechamente ligado a los movimientos contra la guerra; el concepto de fascismo postmoderno es la respuesta poltica a una forma de control cuyo laboratorio ms acabado es la ciudad de Barcelona y que ha sido exportado con xito; y, finalmente, el poder teraputico surge a partir de la generalizacin de un nuevo modelo de crcel basado en la cogestin y que sustituye la dualidad vigilar/castigar por la de curar/reinsertar. Esas son algunas claves internas que por su cercana deseamos destacar. Seguramente hay muchas otras. Queremos finalmente decir que la reflexin sobre la fuerza del anonimato ha tenido muy en cuenta la innovacin que supuso el mo-vimiento argentino organizado en torno al Que se vayan todos.

    Barcelona, 7-6-009

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    azcares donososHighlightel poder teraputico como nuevo dispositivo de subjetivacin a partir de la dualidad: curar/reinsertar.

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  • Para car y Amanda

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  • 11

    Nota para el lector

    Esta nota no es un prlogo. El texto que aqu se presenta, en la me-dida en que despliega un concepto de realidad absoluta la realidad hecha una con el capitalismo ya no tiene afuera y adems se quiere intemporal no puede tener un texto previo. O si lo tuviera sera un simple comentario exterior. La nota es ms bien un aviso. La escri-tura aqu adoptada permite ensamblar los fenmenos ms diversos dentro de un discurso unitario y total. Ese discurso es una ficcin, pero toda ficcin tiene efectos de realidad, y si an tuviese sentido hablar en trminos de cientificidad, la operacin filosfica y poltica aqu efectuada reclamara para s la cientificidad que confiere la ne-cesidad interna. En virtud de esa necesidad interna, y previamente conquistada una verdad desde la cual hablar, se despliega la realidad en su procesualidad. Deseamos creer que lo que se gana es suficiente para que la apuesta valga la pena. Este texto tiene la voluntad de expli-carlo todo. Ciertamente sabemos que en lo ms esencial hay siempre una pobreza y un esquematismo inherente. Por esa razn decir que este texto es un croquis para orientarse en la realidad y contra ella, tiene mucho de verdad. Se trata de un croquis que otros pueden am-pliar o concretar, o sencillamente borrar para inventar otro.Deseamos vvamente que eso ocurra.

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  • 13

    i. Nuestra verdad

    1. Slo el rechazo total de la realidad nos la muestra en su verdad. Slo el rechazo total del mundo nos dice la verdad del mundo. Pero este gesto radical de rechazo ya no es el gesto moderno que, despus de la destruccin, anunciaba y preparaba un nuevo comienzo. No hay comienzo absoluto porque la tabula rasa no nos deja ante ninguna verdad absoluta. El rechazo total de la realidad nos ofrece nicamente una verdad de la realidad. sta es nuestra verdad.

    El gesto de rechazo total de la realidad inaugura un pensamiento crtico que nada tiene que ver con el posibilismo. El pensamiento crtico no se pierde en los detalles, capta las tendencias principa-les, y sobre todo, no se pliega ante lo que hay. Por el contrario, el pensamiento posibilista lleva tan lejos su acercamiento com-prensivo a la realidad, que se doblega ante ella. El pensamiento posibilista no desafa, se adapta; no contradice, asiente. Incapaz de agujerar la realidad, el pensamiento posibilista es simplemen-te el espejo que nos devuelve la ilusin de lo aparente. Por esa razn, es tranquilizador. Y, sin embargo, hay un posibilismo que sabindose tal es vlido.

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  • 14

    El rechazo total de la realidad abre la va que nos permite pensarla. Sin embargo, pensar la realidad no es conocerla. Conocer significa reducir la complejidad, y se simplifica para poder dominar mejor. Nosotros no necesitamos para nada conocer la realidad. La verdad en la que habitamos nuestra verdad no se desprende de ningn conocimiento sino de un sentimiento de rabia.

    El rechazo total de la realidad no debe confundirse con el gesto destructor y, a la vez, inaugural propio de la modernidad. La mo-dernidad reconvierte la creatio ex nihilo basada en la potencia omni-potente de Dios en la creacin como obra del hombre en tanto que sujeto. Pero antes de esta reconstruccin del mundo tiene que darse su aniquilacin, ya que todo origen absoluto requiere previamente una tabula rasa. Slo entonces es posible la nueva fundamenta-cin, la deduccin absoluta del mundo. En el fondo, incluso en el mismo Descartes lo que ocurre es lo siguiente: siempre se trata de un observador aislado y nico que produce a partir de s mismo su objeto de conocimiento.

    El rechazo total de la realidad nos da la verdad del mundo, y a la vez nos pone en la verdad. De nosotros depende si queremos habitar o no en ella. Lo que es seguro es que no existe un camino nico para alcanzarla. Existen tantos caminos como modos de empezar a pensar. Nuestra verdad no posee un origen puro e inmaculado sino la oscu-ridad de la pasin.

    Los filsofos no han hecho ms que interpretar el mundo de dife-rentes maneras, ahora se trata de inventar nuevas pasiones.

    2. El rechazo total de la realidad no supone por tanto promover una tabula rasa con la que llegar a un comienzo absoluto sino una epoj. La epoj consiste en poner entre parntesis la actitud natural de acepta-cin del mundo. Esta epoj, este poner entre parntesis nuestra relacin

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    azcares donososHighlightpensar la realidad frente a la intencin moderna de conocer la realidad.

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    de adaptacin a la realidad, la lleva a cabo el odio. El odio (libre) dirigido contra nuestra propia vida. El rechazo total del mundo coincide con el odio a la vida. Ms concretamente: con el odio a mi propia vida.

    El odio contra mi vida es la efectuacin del rechazo total del mundo. El odio dirigido contra mi vida traza una lnea de demarcacin entre lo que yo-quiero-vivir y lo que yo-no-quiero-vivir. Porque odiar la propia vida es la nica manera de poder llegar a cambiarla. Este odio que libe-ra al querer vivir de nuestra vida que lo encierra, es el odio libre.

    El odio libre no tiene nada que ver con odiar al otro ni a s mismo. Estas formas de odio no liberan ya que se hunden en el resentimiento y el miedo. Ahora bien, tampoco hay que engaarse. El odio libre no apunta a la superficie de mi vida, es decir, no se dirige meramente contra la forma de vida concreta que llevo. En este caso se tratara tan slo de una expresin de insatisfaccin. El odio libre no se queda en la superficie ya que excava en la insatisfaccin. Por eso se dirige contra mi vida misma, contra la vida que llevo que es la ma.

    El odio libre a mi vida hace concreto el rechazo total del mundo. Como es conocido, el proceso de medicin en la fsica subatmica tiene como consecuencia que la onda de probabilidad que describe la partcula (segn la ecuacin de Schrdinger), se reduzca a una po-sibilidad de entre todas las que poda tener. En fsica se denomina a esta contraccin, que se corresponde con la deteccin de la partcula, reduccin del paquete de ondas. Pues bien, el odio libre acta de un modo parecido sobre el mundo. Al introducir la lnea de demarcacin entre lo que yo-no-quiero-vivir y lo que s quiero, es como si efectuara un proceso de reduccin. La vida pasa a ser mi vida, el mundo pasa a ser mi mundo. Rechazando mi vida, rechazo el mundo.

    La lgica de funcionamiento del odio libre es la unilateralizacin. La unilateralizacin como propuesta tico-poltica consiste en reiterar el odio libre sobre mi vida. En concreto, la distincin mi vida/lo que

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    azcares donososHighlightel odio-libre como lnea de demarcacin entre lo que yo-quiero-vivir y lo que yo-no-quiero-vivir. Como potencia de transformacin de la vida.

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    no es mi vida, o ms exactamente, lo que quiero vivir/lo que no quiero vivir se aplica de nuevo e indefinidamente sobre un lado de la dicotoma (mi vida). El resultado es un proceso de re-entrada de la distincin sobre s misma que tiene que acabar produciendo una vida vaciada de miedo. La unilateralizacin expulsa el miedo.

    La unilateralizacin es el operador esencial del pensamiento crti-co. La mirada unilateralizadora abre la realidad. En tanto que procedi-miento que sirve para pensar el mundo, se fundamenta en una apuesta por el querer vivir, y en el empleo de la distincin amigo/enemigo. La apuesta por el querer vivir saca toda ambigedad al querer vivir porque se basa en dos presupuestos que lo determinan: 1) el Nosotros es ms que el Yo; 2) la vctima no se confunde con el torturador.

    La mirada unilateralizadora que no unilateral construye en cada caso la realidad a la que se enfrenta. Es decir, no presupone una rea-lidad objetiva exterior. En este sentido, puede decirse que se sita en el interior de una corriente de pensamiento constructivista. Sin embargo, existe una diferencia esencial: la unilateralizacin ha sus-tituido a la observacin. Para el constructivismo, efectivamente, toda realidad es construida por el observador que la observa, ya que no existe independientemente. Por otro lado, toda observacin es una operacin que tiene dos componentes: a) la distincin o diferencia, b) la indicacin o designacin. Observar supone emplear una distincin, y despus, indicar uno de los dos lados o miembros de esta diferencia como base para el anlisis posterior. La observacin tiene as en la diferencia su punto de partida, y a la vez su punto ciego. La diferencia dentro/fuera que da lugar a la teora general de sistemas ser la ms empleada. El resultado es, sin embargo, conocido. La teora general de sistemas constituye un acercamiento conservador a la realidad puesto que prima en todo momento la estabilidad del sistema. Luhmann, que con su modelo de sistema autopoitico aplicado a la sociedad desarrolla con absoluta coherencia esta mirada observadora, es el mejor ejemplo de lo que decimos. La unilateralizacin es ciertamente

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    azcares donososHighlightpresupuestos conque se moviliza una mirada crtica y unilateralizada de la realidad a partir del odio libre a la vida. Los presupuestos de pluralidad del nosotros sobre el yo, y la distincin entre vctima y torturador supone la dilucidacin de lo real frente a las indistinciones y simulacros que articula ambiguedad y realidad.

    azcares donososHighlightconstructivismo y potencia de unilateralizacin.

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    constructivista, pero no se confunde en absoluto con la observacin. La observacin trata la diferencia inicial que proyecta sobre la realidad como una unidad, como un retorno a s mismo del orden, no es de extraar por tanto que acabe en una apologa del Todo.

    La mirada unilateralizadora deshace el Todo, hunde toda unidad en un juego de fuerzas. Pero no por ello cae en la tentacin de defen-der una diferencia libre, es decir, una distincin pura unilateral.

    El odio libre, la mirada unilateralizadora sobre el mundo, em-pieza separando de mi vida lo que yo-no-quiero-vivir, prosigue rompiendo las relaciones que me encadenan, y tiene que terminar produciendo las categoras polticas que estn a la altura de nues-tro tiempo. La mirada unilateralizadora agujerea la realidad y nos permite respirar.

    Al principio de todo est el odio (libre) pero detrs de l, existe el querer vivir. El querer vivir que el odio libre nos devuelve. El rechazo total del mundo no es fruto de una decisin levantada sobre la nada sino de una apuesta por el querer vivir que, sin embargo, no tiene fundamento alguno.

    3. La verdad de la realidad que el odio libre nos ofrece es muy simple: La realidad es la realidad. La verdad de la realidad es su tautologa. Detrs de esta tautologa existe el proceso histrico de identificacin entre el ca-pitalismo y la realidad que ha tenido lugar durante estos ltimos treinta aos. La tautologa de la realidad dice nuestra propia derrota.

    El odio libre dirigido contra mi propia vida me inscribe en el mun-do tal como ste es. El querer vivir puesto en el mundo pero frente al mundo. El rechazo total de la realidad nos dice la verdad de la reali-dad: para el querer vivir la realidad es siempre tautolgica.

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    azcares donososHighlightla realidad como tautologa da cuenta de un proceso histrico de identificacin entre capitalismo y realidad.Un proceso de encubrimiento e indistincin entre vida y poltica.

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    Porque llego a odiar radicalmente mi vida expulso todos los posi-bles autoengaos. Entonces, en este parntesis, descubro la verdad de la realidad. De otra manera: el odio reduce el mundo a su unicidad, la realidad a su tautologa.

    Para el pensamiento formalista una tautologa es vaca y carece de sentido ya que la repeticin del trmino no aade nada nuevo. Para el pensamiento crtico, en cambio, una tautologa puede llegar a ser la expresin de una verdad, ya que en ella se encierra un proceso con-sumado. ste es nuestro caso. El proceso histrico que la tautologa de la realidad dice es el proceso de identificacin entre capitalismo y realidad. Porque la realidad ha llegado a coincidir con el capital, la realidad es la realidad. El mundo est cerrado porque es enteramen-te capitalista, y es capitalista porque est completamente cerrado.

    La tautologa de la realidad, que la realidad es la realidad, dice lo que durante aos se ha ocultado, lo que nos negbamos a or: La cla-se trabajadora ha sido derrotada. El movimiento obrero que llevaba consigo un mundo nuevo ha sido destruido. La tautologa de la reali-dad es la constatacin terrible de nuestra derrota. Es su declaracin. Declarar la derrota era necesario ya que supona la nica manera de abrir un camino liberador. Pero ha llegado el momento de dejarla detrs nuestro porque la derrota se ha convertido en una obviedad. La brutal extensin de la jornada de trabajo, la precarizacin de la vida todo nos la recuerda. Nuestro objetivo no debe ser ya decir la derrota, sino decir que se puede luchar. Contra la impotencia de una derrota que no se acaba de asumir hay que levantar la voz para gritar que s, que s es posible seguir luchando.

    La tautologa de la realidad, que es el modo en que el querer vivir se confronta al desarrollo capitalista en su consumacin, implica la existencia de una circularidad nica de la que participan tanto la vida como la produccin. Hoy da la vida se (re)produce en la medida en que la ambivalencia del querer vivir ha sido destruida, y ste funciona

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    azcares donososHighlightla tautologa abre un campo de visibilizacin de la composicin unitaria de la realidad como cerradura. Cierre que advierte la consumacin de un proceso en s mismo, el cual estara dado por la imbricacin y superpposicin entre capitalismo y realidad.

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    dentro de lo Mismo. A su vez, la produccin capitalista es completa-mente autorreferencial, es decir, produccin por la produccin. La circularidad de la vida y de la produccin capitalista se han trabado. Eso, en definitiva, significa tautologa de la realidad.

    La identificacin entre capitalismo y realidad tiene como efecto convertir la vida en la autntica forma de dominio. Pero si la vida funciona como una verdadera forma de dominio, a la vez, la vida misma se transforma en un campo de batalla. Hoy, la vida es el campo de batalla.

    Que la realidad es tautolgica porque el capitalismo y la realidad se han identificado, es la verdad que nos cuesta aceptar. Esta ver-dad constituye, sin embargo, nuestro punto de partida. Por eso no tiene que extraarnos que la mirada que el querer vivir dirige so-bre el mundo sea desesperada. Profundamente desesperada. Pero la desesperacin debe mutarse en clera, de lo contrario, existe el peligro de que la desesperacin se convierta en cinismo o en la inge-nuidad temerosa del alma bella.

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    azcares donososHighlightla vida como forma autntica del dominio en la cual capitalismo y realidad se (re)produce, seala a sta como el campo de batalla en el cual se juega la potencia de transformacin.

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  • 21

    ii. la poca global como identidad entre capitalismo y realidad

    4. La identificacin entre capitalismo y realidad seala el comienzo de la poca global en la que estamos. Esta identificacin es la consecuencia de una Gran Transformacin iniciada a finales de los aos sesenta y dirigida a consumar la derrota poltica, econmica y social de la clase trabajadora, para as poder iniciar un nuevo ciclo de acumulacin capitalista. La poca global convierte en obsoleto el debate entre modernidad y postmodernidad.

    La poca global no debe confundirse con la existencia de una eco-noma mundializada. Ciertamente, es verdad que hoy por primera vez en la historia del hombre, cualquier cosa puede ser producida en cualquier parte y vendida en todas partes.1 Pero eso no es lo esencial. Lo verdaderamente importante es que en la poca global el capitalis-mo y la realidad coinciden. La poca global es, pues, antes que nada, un punto de llegada. El resultado de una Gran Transformacin que ha puesto fin a la alianza histrica entre estado del bienestar, capita-lismo y democracia, que ha desarticulado a la clase trabajadora en tan-to que sujeto poltico. En esta dinmica de disolucin, la intervencin de las nuevas tecnologas es fundamental. La Gran Transformacin nos aboca a un mundo cerrado y sin afuera.

    1. L. C. Thurow, El futuro del capitalismo, Barcelona, 2006, p. 119.

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    La poca global rompe con la modernidad, y no es mera moderni-dad radicalizada, como sostienen algunos autores.2 La prdida del con-trol sobre nuestras vidas, la nueva individualizacin, etctera, pueden entenderse como consecuencias de la radicalizacin de la modernidad, pero estas consecuencias no son lo que caracteriza esencialmente a la poca global. La referencia del discurso postmoderno al estallido o a la dispersin, incluso en su formulacin materialista como pos-fordismo, es tambin incompleta. El posfordismo con su flexibilidad es tan slo un anuncio y preparacin de la poca global que viene.

    La concepcin clsica de la modernidad sostiene que la moder-nizacin consiste en un proceso endgeno, obra de la razn misma. Asimismo, construye una imagen racionalista del mundo, lo que im-plica la dualidad sujeto/objeto, y por tanto una distancia (D) del hom-bre respecto al mundo. El discurso postmoderno, en cambio, suprime esta distancia (D) al situar al hombre completamente dentro de un mundo cultural hecho de signos y lenguajes ahistricos. En la poca global, la distancia D oscilara entre cero e infinito. Hay ausencia de mundo y, a la vez, sobreabundancia de l. Todo es dispersin y, si-multneamente, existe una unidad perfecta ya que todo proceso es, ahora s, verdaderamente endgeno. La compleja (y nueva) interrela-cin entre lo local y lo global deriva de ello.

    La poca global viene construyndose en el transcurso de estos treinta aos posteriores a la crisis de legitimacin de los setenta. La globalidad como propiedad del mundo se muestra, evidentemente, ya desde un principio en una fenomenologa conocida: libre circulacin de capitales, crisis financieras mundiales, deslocalizacin de las em-presas, estado de guerra permanente Hay, sin embargo, un aconte-cimiento que es el verdadero revelador de la globalidad: el atentado del 11 de septiembre del 2001.3 Este acontecimiento nos anuncia la

    2. Vase especialmente la contribucin de A. Giddens en U. Beck, A. Giddens y S. Lash, Modernizacin reflexiva, Madrid, 1995.3. Para un anlisis pormenorizado vase mi libro El Estado-guerra, Hondarribia, 2003.

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  • 23

    entrada en la poca global. El acontecimiento 11-S pone fin tambin al debate entre modernidad y postmodernidad. Por un lado, la poltica moderna entra en crisis, por otro lado, el mundo de los simulacros se viene abajo por un exceso de realidad.

    El discurso postmoderno, con su crtica de la realidad en s mis-ma, abra una puerta al pensamiento crtico, si bien esta puerta fue cerrada inmediatamente. Evidentemente, a una realidad estallada ya no se le puede aplicar simplemente la rejilla moderna luz/oscuridad que ha guiado desde siempre todo proceso de desvelamiento. El lmi-te del discurso postmoderno reside, sin embargo, en que contempla la realidad como neutra y desde una voluntaria neutralidad poltica. En otras palabras: el discurso postmoderno tena la posibilidad de pasar de un paradigma de la emancipacin social en crisis a un para-digma de la subversin social. Pero no lo har. Y no lo har porque prefiri acomodarse, convertirse en moda y reflejar la realidad en vez de atacarla. Y, en cambio, le faltaba muy poco. El pensamiento de la realidad que trataba de impulsar tena que bajar del cielo y ser situado en la poca global.

    El discurso postmoderno era insuficiente por falta de radicalidad. Slo saba acercarse a la realidad en tanto que realidad estallada, por-tadora de pretendidas promesas. As nos poda hablar tanto de las chances que la disolucin de la realidad produce como de la libertad que internet nos ofrece.4 Su mirada, entre cnica y melanclica, no poda anunciar jams nada nuevo. El objetivo en relacin al discurso postmoderno es, pues, claro: hay que pensar la realidad en la poca global. Hacerlo, implica un desplazamiento: pensar la realidad en la poca global no puede ser ms que pensar la realidad global misma.

    4. Estas chances, esta libertad de juego son expresiones que encontramos en muchos de los autores postmodernos, pero que no les pertenecen sino como reflejo de lo que la postmodernidad en tanto que nueva poca, y nueva sensibilidad, supone. La postmodernidad no se reduce al debate modernidad/postmodernidad sino que es algo bastante ms importante. Por eso sostenemos que existen aportaciones del discurso postmoderno que siguen siendo vlidas.

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    D. Lyon tiene una frase magnfica que resume perfectamente lo que ya no podemos aceptar: La modernidad no conduce a ningu-na parte. Y la consecuencia es nuestra condicin postmoderna.5 La postmodernidad es efectivamente nuestra condicin, pero en la actualidad esta condicin se ha hecho moralmente inadmisible. Di- esta condicin se ha hecho moralmente inadmisible. Di-cho directamente, cuando el capitalismo (neoliberal) amenaza la exis-tencia misma de la humanidad, regocijarse en el jardn postmoderno es deleznable. Ahora bien, proclamar la ciudadana universal o hablar de democracia radical, querer continuar el proyecto de la modernidad como si nada hubiera pasado, es sencillamente iluso e indecente.

    Pues bien, lo que afirmamos es que hemos entrado en una nueva poca global en la que el debate modernidad/postmodernidad queda relegado. De manera ms precisa, el debate queda arrinconado por-que tanto el proyecto moderno como el discurso postmoderno son inservibles. Pensar la realidad en la poca global es acercarse a la globa-. Pensar la realidad en la poca global es acercarse a la globa-lizacin, y eso requiere una nueva caja de herramientas conceptuales. Y, sin embargo, hay aportes del discurso postmoderno (la ausencia de fundamentos, la dispersin) que son ya irrenunciables.

    La poca global, al ponernos frente al hecho de que slo hay un mundo solo, acenta ms, si cabe, nuestra impotencia. La imposibi-lidad de hacer intervenir otro mundo hace muy difcil la crtica de este mundo. Con ello no queremos decir en absoluto que el pensamiento crtico tenga que ofrecer obligatoriamente alternativas. Lo que deci-mos es que la poca global hace imposible la poltica moderna.

    5. Cuando la realidad es nica porque se confunde con el capitalismo, en el mismo momento, la realidad se dice de muchas maneras. La homonimia de la realidad significa que todas las formas histricas del capitalismo exis-ten simultneamente en una misma y nica realidad. Este estallido de la

    5. D. Lyon, Postmodernidad, Madrid, 1996, p. 127

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    realidad la configura como una realidad mltiple y compleja que es vivida como un retorno del estado de naturaleza. Hay dos lecturas de ese estado de guerra, una reaccionaria, otra izquierdista. El error de la lectura izquier-dista reside en permanecer prisionera de un modelo causalista simple.

    Si hay una sensacin extendida en la actualidad es la de una profunda incertidumbre. La incertidumbre est presente en todos los niveles. El planeta azul sigue su camino solitario por el universo, aunque quizs se convierta algn da en un fretro gigante. La sociedad es cada vez ms un simple nombre que cobija una multiplicidad de comportamientos sociales, de itinerarios y destinos individuales. El hombre, por su parte, abandonado a s mismo, est abocado a luchar solo para no hundirse en la exclusin. Incertidumbre, pues, vivida como permanente inseguridad: miedo a perder el trabajo, miedo a envejecer, miedo porque no sabemos que ser de nuestros hijos Esta inseguridad que sobrevuela nuestra exis-tencia como una nube negra, no slo nos muestra la vulnerabilidad a la que estamos sometidos, sino que nos recuerda que somos perfectamente superfluos. Estamos solos frente al mundo. O lo que es igual, hemos in-teriorizado lo que nuestros gobernantes nos repiten machaconamente: su situacin depende nicamente de ustedes mismos. Y creemos que es cierto. Nosotros mismos tenemos que sacarnos del agujero, o dicho en palabras propias de la cultura empresarial, tenemos que autoevaluarnos continuamente. Contra nosotros, contra los compaeros de mi seccin, contra los trabajadores de otros pases que pujan por hacer la misma pro-duccin aunque cobrando menos. Incertidumbre que genera inseguri-dad, inseguridad que produce miedo. Miedo al otro que es como yo, por-que es como yo. Miedo al otro que es extranjero, porque no es como yo. Surgen formas de socialidad perversa (bandas juveniles, hooligangs, etc.), proliferan los comportamientos racistas y xenfobos. Identidades polti-cas ansan tener un Estado. El enemigo se esconde detrs de la niera que mece la cuna. El enemigo que habla rabe espera durante aos agazapa-do. Al agotamiento de lo posible ha sucedido una autntica irrupcin de posibles. En la guerra todo es posible. El estado de naturaleza se extiende como un mar embravecido hasta envolvernos por completo.

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    Cmo leer esta realidad compleja e incierta? Cmo leer el mundo y su estado de guerra? Existen dos discursos principales que respon-den a intereses totalmente contrapuestos. Por un lado, el discurso que ve detrs del estado de naturaleza un choque de culturas. Por otro, el discurso que ve una guerra global. No hace falta decir que el primero est asociado al nombre de Samuel P. Huntington. El segundo sera defendido por un amplio abanico de pensadores ligados al llamado movimiento antiglobalizacin. Para el pensador americano, durante la Guerra Fra, los conflictos tenan races de orden econmico e ideolgi-co. Con la cada de la URSS, con la desaparicin del bloque comunista, en vez de imponerse Occidente, ha surgido un mundo plural hecho de civilizaciones. Se habra producido as una indigenizacin cuya mani-festacin ms clara sera el resurgir de la religin. En las fronteras entre civilizaciones se plasmara este choque cultural. De la balcanizacin de la ex-Yugoslavia a la divisin de Estados Unidos entre dos pueblos, dos culturas y dos idiomas como consecuencia de la inmigracin lati-na. Esta lectura reaccionaria del estado de naturaleza se apoyara en la existencia de mltiples desafos a Occidente: desafo demogrfico (en 2025 ms del 25% de la poblacin mundial ser musulmana), desafo econmico (en 2025 Asia incluir siete de las economas ms fuertes del planeta) Es el final de una era de progreso porque ahora entramos en una era en la que las civilizaciones competirn entre s, puesto que con esta indigenizacin se ponen en crisis los principios ticos y los valores universales. No es necesario repetir hasta qu punto esta inter-pretacin, que borra toda explicacin econmica y poltica, es simple. Se trata de una verdadera mixtificacin construida para servir a los inte-reses de Estados Unidos. El choque de civilizaciones justifica cualquier tipo de intervencionismo, ya que lo que est en juego es la llamada civilizacin occidental. Y, sin embargo, situar en el plano de la cultura el conflicto tiene como veremos ms adelante una parte de verdad.

    La lectura izquierdista del estado de naturaleza sostiene que es-tamos en plena guerra global. Dicha guerra abarcara un continuum: desde las mltiples guerras antiterroristas existentes en la actualidad

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    (Afganistn, Irak) hasta la guerra cotidiana contra los inmigrantes y, por extensin, contra todos los que buscan vivienda y no pueden pa-garla, contra los trabajadores que deben bajarse los sueldos si no quie-ren ver como se deslocaliza su empresa Como es sabido, detrs de esa guerra global existira la globalizacin neoliberal. sta construira un mundo esencialmente injusto, en el cual unos ganan y otros pier-den. Existen dos modos principalmente de abordar esta cuestin. Se puede hacer una aproximacin economicista como hace por ejemplo S. Amin, para quien los objetivos del capital han sido siempre los mismos: expansin de los mercados, pillaje de materias primas de tal manera que el capitalismo en tanto que sistema mundial se pola-riza necesariamente en centro/periferia. Esta lgica de polarizacin sera la que explicara tanto las luchas sociales localizadas como los conflictos interestatales centrales, la diferenciacin en el seno de las periferias, etc. La globalizacin neoliberal dirigida por un imperialis-mo colectivo la trada EEUU/Europa/Japn correspondera a una tercera ola de devastacin del mundo.6 Cabe una aproximacin ms poltica que destaca especialmente en la globalizacin neoliberal el surgimiento de una nueva forma de soberana. Esta soberana impe-rial mantendra y regulara la utopa capitalista del mercado mundial. El nombre adecuado para este poder soberano que hoy gobierna el mundo, sera el de Imperio.7 El Imperio consistira en una mquina postmoderna, un aparato descentralizado y desterritorializado, cuya lgica de funcionamiento se basara en la diferencia y la hibridacin. El resultado, y es lo que nos interesa subrayar, sera la gnesis de un espacio liso, efecto conjugado de la movilidad de la fuerza de trabajo y del capital. Sin iniciar una discusin, podemos afirmar que la pri-mera aproximacin sita la polarizacin bajo fondo de un espacio es-triado, mientras que en la otra, la polarizacin se pone bajo fondo de un espacio liso.8 Este planteamiento dispar tiene ciertamente conse-cuencias polticas diferentes, ya que es muy distinto seguir pensando

    6. S. Amin, LEmpire du chaos, Pars, 19917. A. Negri y M. Hardt, Empire, Harvard, 20008. G. Deleuze y F. Guattari, Mille Plateaux, Pars, 1980 [ed. cast.: Mil Mesetas, Valencia, 2000].

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    en trminos de Estado-nacin o no hacerlo. Y, sin embargo, lo que es comn a ambas posiciones es concebir la globalizacin como un proceso central que, de alguna manera, organiza el mundo.

    La lectura izquierdista del estado de naturaleza acaba por convertir la globalizacin capitalista en una causa. La causa que estara detrs de esta fenomenologa que slo puede designarse con la palabra estado de guerra. Pero este modelo de inteligibilidad del mundo (globaliza-cin neoliberal/guerra global) que es ampliamente compartido, es su-mamente problemtico. Por un lado, porque descansa en un modelo causal demasiado simple. Multiplicar las caras de la globalizacin y hablar entonces de globalizacin espacial, cultural, econmica, etc. no resuelve la cuestin. Por otro lado, porque la guerra aplicada a todo, no dice nada. Su misma generalizacin la vaca de contenido. La glo-balizacin neoliberal no es un proceso irreversible sino discontinuo, conflictual y reversible. Ms exactamente: la globalizacin capitalista no es un proceso sino un acontecimiento que se repite.

    6. El capitalismo y la realidad coinciden porque un nico acontecimiento unifica el mundo al conectar todo lo que en l pasa. Es decir, en principio, hoy todos los acontecimientos son reconducidos a un solo acontecimiento. Este acontecimiento nico es el desbocamiento del capital. La globalizacin neoliberal, sinnimo de poca global, no es ms que la repeticin la re-peticin compleja por ser fundadora y desfundadora simultneamente de un solo y nico acontecimiento: el desbocamiento del capital.

    Tradicionalmente, el marxismo ha ligado la crtica del capitalismo con la defensa de una cierta idea del lmite para el propio desarrollo capitalista. Alcanzar el lmite sera precipitarse hacia su hundimiento. Las hiptesis que teorizan dicho hundimiento parten de dos concep-ciones de la crisis: la crisis de proporciones o la crisis de subconsumo.9

    9. N. Moszkowska, Per la critica delle teorie moderne delle crisi, Introduccin de S. Bologna, Turn, 1974, p. VII.

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    En realidad, esta distincin no deja de ser exterior a los mecanismos de la crisis. Ms all de la amplia y discutida fenomenologa de la crisis existe una afirmacin de Marx que constituye un punto de partida inex-cusable: El verdadero lmite de la produccin capitalista, es el capital mismo.10 La sobreproduccin de medios de produccin y de mercan-cas que impide la realizacin de la plusvala, no es ms que un exceso de medios de produccin que no son aptos para funcionar como capital. El capital no consigue valorizarse para una tasa de ganancia suficiente, de aqu que exista sobreacumulacin de capital. En definitiva, la pro-duccin capitalista es antinmica porque la produccin es nicamente produccin para el capital y no para la vida social. Esta antinomia que hace del capital una contradiccin viva no le ha conducido ciertamente a su crisis final. Parece como si este lmite interno no actuase propia-mente. Deleuze y Guattari hablan de que esa es la ley ms profunda del capitalismo: [El capitalismo] no cesa de poner y empujar sus propios lmites, pero lo hace a condicin de suscitar a la vez, otros tanto flujos en todos los sentidos que escapan a su axiomtica.11

    El operasmo italiano es el que mejor ha sabido explicar este des-plazamiento del lmite al analizar el estatuto poltico de la lucha obrera. La fuerza de trabajo es introducida en la relacin capital/tra-bajo no slo como mercanca sino tambin, y sobre todo, como fuerza poltica. Es decir, como clase antagonista y opuesta. La clase trabaja-dora en tanto que clase produce capital, y a la vez, en tanto que clase autoorganizada, puede dejar de producirlo. El capital tiene que ser empujado por la propia clase trabajadora (por sus luchas, por sus for-mas de resistencia al trabajo), porque el capital mismo de por s no es ni progresista ni innovador. Se comprende ahora la vulnerabilidad inherente al desarrollo capitalista: el capital tiene que resistir la pre-sin obrera que, por otro lado, necesita absolutamente. Se podra afir-mar que este doble carcter del proletariado ser simultneamente la negacin y el motor del capital es lo que explica el desplazamiento

    10. K. Marx, Capital, vol. III, E. S. 1, p. 263.11. G. Deleuze y F. Guattari, op. cit., p. 590.

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    del lmite, y lo que define al capital como crisis. Como tal el despla-zamiento puede formularse a partir de la trada: lucha obrera-crisis-reestructuracin (o salto tecnolgico).

    Con la desarticulacin poltica, econmica y social de la clase traba-jadora protagonista del ciclo de lucha de finales de los setenta, parece que desaparece este antagonismo que convenientemente recondu-cido, serva de motor al capital. Y, entonces, ocurre lo inexplicable: el capital emprende una marcha imparable a nivel mundial. La globalizacin no puede ya explicarse en trminos de superacin o desplazamiento de un lmite. La globalizacin neoliberal si es un fe- de un lmite. La globalizacin neoliberal si es un fe-nmeno irresistible12 es porque est ms all del lmite, y lo est en la medida en que es un desbocamiento que se repite. Se trata de pensar el acontecimiento desbocamiento del capital como modo de desplegarse la acumulacin de capital.

    Partimos de la afirmacin que hacen S. Mezzadra y A. Petrillo, que es tambin a la que hemos llegado: El capital parece haberse liberado de la relacin antagnica que histricamente lo constituye, lo limita y lo condiciona.13 Se trata de un buen resumen de lo que hemos llamado desbocamiento del capital. En trminos de facto-res es sencillo elucidar aquellos que intervienen: libre circulacin de los capitales, cada de los pases llamados comunistas, nuevas tecnologas. El inconveniente de esta aproximacin es la obligada exterioridad, aunque los efectos sean totalmente relevantes: des-composicin de las sociedades, desvalorizacin (no total) del Estado-nacin, explosin de las desigualdades, ingobernabilidad asociada a un desorden portador de una esencial incertidumbre. El desboca-miento del capital sera el acontecimiento que repetido da lugar a toda esta fenomenologa. Pero cmo pensarlo? De entrada descar-

    12. A. Giddens, Globalisation: an irresitibile Force citado por E. Parise, Gli incerti sentieri della globalizzazione. Note di letteratura economica, Filosofia Poltica, XIV, nm. 3, diciembre 2000.13. S. Mezzadra y A. Petrillo, Introduzione. I confini della globalizzazione en I confini della Globalizzazione, Roma, 2000, p. 7.

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    temos, aunque por razones distintas, dos explicaciones bastante ex-aunque por razones distintas, dos explicaciones bastante ex- por razones distintas, dos explicaciones bastante ex-tendidas. La primera es aquella que afirma que con la globalizacin neoliberal la economa habra triunfado. Es decir, que el capital se habra sustrado al poder poltico. Esta tesis es equivocada porque el Estado sigue piloteando la dinmica capitalista, conectando y mar-ginando. La segunda explicacin plantea que el desbocamiento del capital reside en las medidas concretas que toman los organismos mundiales (FMI, BM). F. Chesnais, por ejemplo, asegura que el neoliberalismo se inicia con el aumento de las tasas de inters por la Reserva Federal de Estados Unidos en 1979, lo que l califica de verdadero golpe de Estado14 por la violencia poltica que comporta. Tener en cuenta estas decisiones es necesario, pero lo que se trata de pensar es la dinmica capitalista misma en su desbocamiento.

    Una de las maneras consistira en introducir el concepto de mega-mquina tecno-socio-econmica tal y como hace S. Latouche. Esta m-quina annima e impersonal ya no sera dominable. Desenfrenada, persiguiendo la produccin por la produccin, la acumulacin inde-finida de capital, su fuga hacia delante uniformiza, desenraza, y fi-nalmente destruye lo poltico.15 Esta ciberntica social aniquiladora puede expresarse ms exactamente en los trminos de reacoplamiento del dinero sobre s mismo, como produccin de ms trabajo abstracto a partir de trabajo abstracto. El capital es entonces tal y como dicen los miembros de la revista Krisis una mquina que tiene el fin en ella misma (Selbstzweckmaschine), la relacin tautolgica y fetichista del trabajo abstracto consigo mismo. Detrs de la globalizacin capi-talista existira el capital en tanto que sujeto autmata, y dado que esta afirmacin se hace desde la aceptacin de la teora del valor, el horizonte del capital globalizado es necesariamente la crisis. En defi-nitiva, la crisis se produce por la insoportable contradiccin entre el contenido de la produccin y la forma impuesta por el valor. La mega-mquina da cuenta de transformaciones del mundo, pero lo hace de

    14. F. Chesnais, (ed.), La finance mondialise, Pars, 2004.15. S. Latouche, La mgamachine et la destruction du lien social, nm. 64.

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    un modo naturalizado. En el caso del sujeto autmata la restriccin que supone la vigencia de la teora del valor impide constatar los cam-bios verdaderamente producidos. El problema es, pues, que la mega-mquina o el sujeto autmata en tanto que mecanismo no sirven para explicar cmo se ha generado esa realidad mltiple y compleja en la que habitamos. Una realidad mltiple en la que se derriten las estruc-turas que emplazaban y fijaban, a la vez que surgen nuevas estructu-ras que localizan. Una realidad cuya espacialidad combina lo virtual y lo actual, la estructura y el flujo, la proximidad y la distancia. Esa es la mutacin que C. Galli describe as: Antes el espacio moderno era un espacio constituido por una pluralidad de intereses y de ideologas. Hoy es inextricable complejidad.16

    De las aproximaciones anteriores permanece por encima de todo una idea cierta: la circularidad que se expresa en la frase produccin por la produccin. Esta autorreferencialidad de la produccin capi-talista puede explicitarse a partir de la relacin causa/efecto. El efecto es, a su vez, causa en la medida que existe una retroaccin. Lo que ocurre es que todos estos modelos cibernticos se quedan en la super-ficie puesto que no llegan a aprehender la esencialidad del desboca-miento. En el desbocamiento del capital coinciden el acontecimiento con la repeticin misma. Dicho de otra manera: el acontecimiento es la repeticin, y la repeticin es el propio acontecimiento. Tenemos que aadir un primer aviso. El desbocamiento del capital no es el nico acontecimiento con el que todos los acontecimientos comuni-can. No lo es sencillamente porque existen islas que adoptan la forma de desconexiones, de fugas y de desocupaciones del orden. Por eso hay que decir, en seguida, que la repeticin se desdobla. El desboca-miento del capital crea una espacialidad paradjica que requiere dos repeticiones. Por un lado, una repeticin fundadora que establece di-visiones jerrquicas, que construye un centro y una periferia proyec-tados sobre el mundo. Por el otro, una repeticin desfundamentadora

    16. C. Galli, Espacios polticos. La edad moderna y la edad global, Buenos Aires, 2002.

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    que erosiona jerarquas produciendo dispersin y multiplicidad. El desbocamiento del capital implica una y otra repeticin.17 Se trata, por tanto, de una repeticin compleja. Hay que aclarar tambin que esta repeticin compleja no funciona como la iteracin de un algo que preexiste sino que con ella y cada vez se efecta la copertenencia entre capital y poder.

    El desbocamiento del capital es el acontecimiento nico que repitindose en cada momento y en cada lugar unifica el mundo al conectar todo lo que en l pasa. Pero dicho acontecimiento no realiza la univocidad del ser ya que la repeticin no es solamente diferenciadora o desfundamentadora. La repeticin es tambin fundadora en la me-dida que el capital mismo es ya una repeticin de la indiferenciacin por equivalencia, es decir, de la aplicacin de la ley del valor. El desbo-camiento del capital, en tanto que repeticin compleja, da lugar a un proceso irreversible y totalmente desigual en su desarrollo.

    La globalizacin neoliberal es la repeticin de un nico aconteci-miento: el desbocamiento del capital. Y, sin embargo, la percepcin que tenemos del mundo se define por la imprevisibilidad. Hoy, en la poca global tenemos la sensacin de que todo puede ocurrir en cualquier momento y en cualquier lugar. Desde el inicio de una gue-rra, a un atentado, pasando por supuesto por la prdida de nuestro puesto de trabajo si es que lo tenemos.

    Las caras del desbocamiento del capital son mltiples. En tan-to que modo de funcionamiento del capitalismo puede llamarse acumulacin por desposesin. Este es el trmino que introdu-ce D. Harvey18 para explicar el comportamiento depredatorio de las lites poltico-econmicas que, mediante medidas econmicas

    17. Introducir la idea de una repeticin compleja es necesario si se quiere evitar caer en una simplifi-cacin de la espacialidad postmoderna. Hablar slo de mercado mundial y por ello de espacio liso, es totalmente insuficiente.18. D. Harvey, El nuevo imperialismo, Madrid, 2004.

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    especialmente privatizadoras, devaluaciones de activos, abolicin de programas sociales consiguen aumentar sus beneficios a expen- sociales consiguen aumentar sus beneficios a expen-sas de los pobres y las clases medias. Cindose ms al poder de las finanzas, F. Chesnais19 hablar de un rgimen de acumulacin financiera que no necesita nuevas inversiones reales ya que se basa en inversiones desmaterializadas que se aprovechan de una centra-lizacin por captacin y depredacin. Desbocamiento del capital sig-nifica, en este sentido, una acumulacin sin verdadera inversin ni creacin de nuevas capacidades productivas.

    Detrs del desbocamiento del capital est la ausencia de lmite del capital. Lo que se puede expresar diciendo que capital significa inmediatamente ms capital. Ahora bien, ese ir ms all del lmite no puede explicar el desbocamiento. El desbocamiento requiere que el capi-tal sea tambin ms que capital. Ms que capital significa poder.

    La globalizacin neoliberal, entendida de esta manera, no est liga-da a la ideologa del mismo nombre, o al movimiento neoconservador. El fracaso de los neoliberales y neocons no ser el fin de la globaliza-cin neoliberal, sino su continuacin sin esa ideologa Porque la globalizacin neoliberal es una forma histrica del capitalismo que est por encima de su gestin concreta socialdemcrata o liberal. No hace falta decir que ambas posiciones comparten, en ltima instancia, tanto la defensa del mercado como la del propio capitalismo. La globa-lizacin neoliberal es la culminacin de la Gran Transformacin.

    La repeticin del desbocamiento, como repeticin que es, no cambia nada en lo que se repite el acontecimiento del desboca-miento del capital sino en el yo que la contempla. Hume ya se dio cuenta que la repeticin, en cierta manera, inventa el yo capaz de contemplarla. En nuestro caso, el yo que el desbocamiento del ca-pital produce interioriza la estructura de la espera hasta su mxima

    19. F. Chesnais, La mondialisation du capital, Pars, 1997.

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    exasperacin bajo la forma de total impotencia. Pero no slo. La repeticin de un nico acontecimiento genera paradjicamente, y como ya decamos, un flujo de acontecimientos que en su inde-terminacin causan tanto un profundo sentimiento de disolucin como un malestar asociado a la imposibilidad de poder interpretar el mundo que se tiene delante. La repeticin que organiza la poca global intranquiliza y exaspera.

    El desbocamiento del capital como acontecimiento que se repite crea una nueva temporalidad en la que coexisten la sensacin de un presente eterno y la incertidumbre producida por acontecimientos excepcionales portadores de una inseguridad generalizada. Esta re-peticin genera un vaivn permanente entre la sensacin de que no pasa nada y la sensacin de que puede pasar cualquier cosa. La impotencia que se siente en la poca global tiene que ver con el hecho de que tanto la ausencia de acontecimientos como el acontecimiento excepcional escapan a nuestra voluntad. La oscilacin entre ambos polos acaba por desarmarnos an ms.

    La impotencia desborda el mbito de la crisis de lo polticamente factible para remitir, en ltimo trmino, a una prdida de control so-bre la propia vida como consecuencia de la misma globalizacin. De aqu que, por lo general, se hable ms de miedo que de impotencia, de un miedo amplio y difuso ante una incertidumbre que parece estar al acecho en todas partes. No hay que confundir, sin embargo, el miedo con la sensacin de impotencia. El miedo tiene muchas caras, la im-potencia slo una. La impotencia es previa, y constituye el verdadero problema poltico hoy.

    El desbocamiento del capital es el acontecimiento en el que su mismo hacerse presente comporta su ocultamiento. Su irrupcin incontenible significa su radical desaparicin. La crisis econmica se abate sobre nosotros tan ineluctablemente como la lluvia. El cam-bio climtico es un problema nicamente tcnico que tiene que ver

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    con el tipo de energas empleadas, o a lo sumo con un modo de vida determinado. El desbocamiento del capital queda escondido por una naturalizacin generalizada. Decir el acontecimiento es radical-mente imposible porque es empezar a detener la marcha del propio acontecer. Y, sin embargo, hay que decirlo. Hay que ir ms all de la impotencia aunque sea atravesndola.

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    iii. la copertenencia entre capital y poder

    7. El desbocamiento del capital es el acontecimiento repetido en el que se plasma la relacin que une capital y poder. A esa relacin, que es la fuente del dinamismo de la realidad porque consiste en el mutuo empujarse de ca-pital y poder, la llamamos copertenencia. En la relacin de copertenencia entre capital y poder se recoge tanto su identidad como su diferencia.

    La relacin entre el capital y el poder es considerada hoy, a me-nudo, como una relacin de igualdad. Lo que se suele afirmar es lo siguiente: cuando toda la sociedad queda subsumida dentro del capi-tal y el poder es biopoder, entonces capital y poder coinciden. En esta igualdad se pierde toda diferencia ya que la igualdad es justamente la identidad de lo siempre igual. Si decimos, en cambio, que capital y poder son lo Mismo, en la mismidad subsiste la diferencia. Capital y poder son lo Mismo porque son diferentes. Esta es la diferencia que queremos analizar porque ella es la que est en la raz del desboca-miento. Dicho de otro modo: partir de la igualdad entre capital y po-der nos impide pensar su copertenencia, como antes partir de la idea de proceso nos impeda pensar la globalizacin en tanto que aconteci-miento repetido. De un modo u otro nos cerrbamos el camino hacia la comprensin del desbocamiento del capital.

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    El poder se diferencia respecto de s mismo y, en este autodiferenciar-se, vara de forma. El capital por su parte, como demuestra Braudel,1 se mantiene esencialmente inalterable en su naturaleza propia. El modelo tripartito capitalismo/economa de mercado/vida material sigue siendo vlido en todo momento. El capitalismo es el dinamismo ciego realizado en la cumbre de dicho modelo: explotacin de la fuerza de trabajo y de los recursos, generalizacin a nivel mundial, existencia de monopolios desde sus inicios No existe ningn cambio substancial. El poder tiene su genealoga, el capital no. El poder, como nos muestran Foucault y De-leuze, es suplicio, disciplina y, finalmente, control. El poder es ejercicio del poder y las formas que adopta este ejercicio varan con el tiempo. No se trata ahora de realizar una genealoga, es suficiente con establecer su variabilidad. El capital es invariable porque en su misma invariabilidad reside su triunfo. El poder, sin embargo, se construye al hacer frente a un desafo que nunca es el mismo. Por esa razn, el poder necesaria-mente debe cambiar. Afirmar que tanto el poder como el capital son un cdigo resulta cmodo, pero es engaoso. El capital, en tanto que cdigo de la mercanca o axiomtica, estara desterritorializado y su modo de inscripcin sera abstracto. Operara sobre el plano de inmanencia se-gn una descodificacin de los flujos. El cdigo del poder, por su parte, estara territorializado, y actuara clasificando, por ejemplo, entre nor-mal y anormal. Se apoyara en la trascendencia.2 Esta distincin tiene el problema de que fija cada uno de sus miembros e impide pensar su interaccin. Lo que nos interesa es pensar la y que une capital y poder. Esta y que los vincula en su pertenecerse mutuo en lo Mismo. Pero no cualquier y sino aquella que realiza la copertenencia, es decir, aquella que est detrs del desbocamiento del capital.

    Para entender la aparicin y el funcionamiento de la copertenen-cia entre capital y poder es necesario realizar una genealoga de la y

    1. F. Braudel, La dinmica del capitalismo, Madrid, 1985, p. 125.2. Consideraciones parecidas pueden encontrarse en M. Guillaume, Le capital et son double, Pars, 1975. La referencia a Deleuze y Guattari es tambin obligada. Negri, por su lado, retoma el mismo anlisis en op. cit., p, 396.

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    que vincula poder y capital. Este breve genealoga se expone ms f-cilmente si nos referimos a la figura del Estado correspondiente. As, podemos sintetizar la Gran Transformacin que ha ocurrido desde los setenta hasta la actualidad como el paso del Estado-plan al Estado-guerra (pasando por el Estado-crisis). Apoyndonos en esta termino-loga que ya iremos aclarando diremos que la transicin del Estado-plan al Estado-guerra corresponde al paso de la unidad capital/poder a la copertenencia capital/poder.

    La unidad capital/poder es la que rigi al Estado-plan. Dicha uni-dad consistente en la alianza histrica entre Estado, capital y clase trabajadora estuvo en funcionamiento desde finales de la II Guerra Mundial. Bajo el nombre de poltica de rentas, pacto social, etctera, el antagonismo obrero era mediado continuamente. En otras palabras, el conflicto obrero funcionaba dentro del plan del capital, y de ah el nombre de Estado-plan. As, la lucha de clases mediada sindical-mente empujaba la acumulacin capitalista. No hace falta repetir que la autonoma de clase escapar a esta crcel. Mayo del 68, el Otoo Caliente italiano de 1969, las luchas autnomas espaolas de 1970 a 1977 y tantos otros ejemplos constituyen momentos de ruptura de esta alianza interclasista. La respuesta del capital al desafo obrero ser una verdadera ingeniera social en la que la inflacin, la crisis abierta constituirn verdaderas armas de ataque que culminarn en la desregulacin generalizada propia de las polticas neoliberales. A estas mutaciones que reconstruyen la hegemona del capital es a lo que hemos denominado la Gran Transformacin. Se puede afirmar rotundamente que la unidad capital/poder desaparece cuando la au-tonoma obrera ya no constituye un peligro, cuando el proletariado en tanto que sujeto poltico ha sido hundido.

    El capital es ya de entrada poder. Un poder de coaccin (al trabajo) que se asienta en una diferencia esencial respecto al tiempo. El capita-lista puede esperar, el trabajador no puede esperar, est obligado a tra-bajar para subsistir porque no tiene otra cosa que su fuerza de trabajo.

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    El capital tiene que abrir un espacio en su interior para acoger la fuerza de trabajo en tanto que Otro. Tiene que multiplicar las dimensiones de la realidad. En esta medida el capital, por un momento, no puede ser poder. Aunque, en seguida, intente que el proceso de trabajo y el de valorizacin coincidan. El capital es poder para reconducir el Otro al Mismo, para integrar el antagonismo. Dos consecuencias de lo di-cho. 1) El capital, porque es de entrada poder, retorna rpidamente a la esclavitud. Es lo que Y. Moulier Boutang demuestra cuando habla de dos vas de desarrollo: la va normal que desemboca en el contrato de trabajo, y la va desviada que conduce al Apartheid y a segmenta-ciones racistas.3 2) La neutralizacin del Otro o de la diferencia, o del antagonismo, dentro de las relaciones de produccin es una operacin dialctica. La dialctica es, en verdad, una lgica del capital. Pero esta neutralizacin tiene el efecto de politizar la economa. Las luchas por mejoras econmicas, contra la intensificacin del trabajo se convier-ten en luchas directamente polticas. Estas secuencias que describen la relacin entre capital y poder corresponden especialmente a esta etapa histrica posterior a 1945. No podemos hablar an de copertenencia capital/poder, ni por tanto de desbocamiento del capital.

    La unidad capital/poder sigue plenamente el esquema dialctico que pone en relacin al Mismo y al Otro. La continua neutralizacin activa del Otro, la reconduccin del antagonismo, genera una realidad que podramos calificar como plana, y en la que las dualidades paz/guerra, ley/excepcin, dentro/fuera son absolutamente claras y definidas.

    Detrs de la copertenencia capital/poder ya no est ninguna alian-za entre el capital y el proletariado. Al capital ya no le es necesaria. Tampoco existe el conflicto obrero que empujaba desde dentro. El conflicto social realmente existente se desdobla ahora en orden y entropa, en una funcin productora de orden y una funcin produc-tora de desorden, y tanto el orden como el desorden actan como

    3. Y. Moulier Boutang, De la esclavitud al trabajo asalariado, Madrid, 2006.

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    fuerzas cohesionadoras de la sociedad. El antagonismo deja de ser la diferencia que empujaba desde fuera puesta dentro la dinmica capitalista de acumulacin. La diferencia cambia completamente y se hace interna a la copertenencia capital/poder. Pero esa nueva dife-rencia que ser la autntica impulsora del desbocamiento no hay que verla bajo la forma de una contradiccin usual.

    Qu tiene que ocurrir para que la copertenencia capital/poder se plasme, inaugurando as la globalizacin capitalista de estos ltimos aos? Ya lo sabemos. Tiene que producirse un verdadero cambio en el estatuto de la diferencia. En primer lugar, la dialctica tiene que dejar de funcionar por innecesaria. La dialctica identidad/diferen-cia, Mismo/Otro, serva nicamente para la etapa en la que la lucha de clases empuja al capital. En cambio, en la poca global la clase tra-bajadora ya no es el motor del desarrollo. En esta etapa la diferencia que antes se vea como antagonismo obrero se desdobla en orden y desorden. En un plano de la realidad, la diferencia acta como fun-cin de orden, como informacin que organiza. En el plano n+1 la misma diferencia acta como funcin de desorden, como entropa. De esta manera se mantienen unidos los planos de una realidad que se ha hecho mltiple. En segundo lugar, la diferencia tiene que ha-cerse interna a la propia copertenencia capital/poder. Sabemos que el capital es ms capital. Es decir, su misma positividad implica ya un comparativo con el que damos cuenta del proceso de acumulacin que le es inherente. Adems, el capital es ms que capital, porque es poder. El capital no puede existir sino cuando es, simultneamen-te, ms capital y otra cosa que no es capital, poder. Su relacin rec-proca permite pensarlos en lo que son. Pensar el capital a partir del poder, y a la inversa. En este vaivn se prefigura ya la copertenencia. Cuando el capital empuja al poder ms all de l, e inversamente, cuando el poder empuja el capital, entonces efectivamente estamos ante la copertenencia de ambos y empezamos a explicar el desboca-miento. Esta diferencia interna a la copertenencia capital/poder es la que verdaderamente impulsa el desbocamiento del capital.

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    La copertenencia capital/poder vincula el capital al poder del siguiente modo: 1) el capital es ms capital; 2) el capital es ms que capital, es poder. La copertenencia realiza la mismidad de capital y po-der de esta manera: en la copertenencia existe la diferencia entre capi-tal y poder, y adems cada trmino es, a su vez, diferencia respecto al otro. Que en la copertenencia capital y poder son lo Mismo significa, pues, que la intercambiabilidad se da pero mantenindose la iden-tidad, y que la equivalencia se da pero mantenindose la diferencia. Ciertamente hemos dejado atrs la dialctica. Ahora, en la poca glo-bal, esa diferencia con dos caras es el nuevo motor del capitalismo.

    El esquema de funcionamiento que la lucha de clases involucraba era I=I+D siendo I la identidad y D la diferencia. En cambio, en la poca del desbocamiento del capital el esquema de funcionamiento ha pasa-do a ser D=D+I. Hay, por tanto, una primaca de la diferencia que es puesta ya en el inicio. Esta diferencia puesta en el inicio, y responsable del autodinamismo, tendr la forma de una permanente inestabilidad.

    La copertenencia capital/poder significa un mutuo empujarse del capital y del poder. El capital va ms all de su propio lmite interno gracias al poder, y a su vez, el poder se expande gracias a la contribu-cin del capital. Este mutuo empujarse tiene que tener tambin limita-ciones, ya que de lo contrario la inestabilidad se perdera en el aire, y el autodinamismo dejara de ser entonces un proceso de autocatlisis.

    La copertenencia capital/poder requiere para su efectuacin un me-dio. Slo la existencia de un medio concreto permite tanto la realiza-cin del proceso de valorizacin como la del ejercicio del poder en su mutuo empujarse. Hay tres medios fundamentales en los que capital y poder se encuentran y coimplican: la innovacin, la esfera pblica y la guerra. Se podra afirmar que en la innovacin el capital inventa lo que el poder aplica. La innovacin no va ligada ya al empresario capitalista individual, tal y como le hubiera gustado a Schumpeter, sino que surge de la accin combinada de sujetos capitalistas sin nombre, verdaderos

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    dispositivos complejos de poder. En la esfera pblica, el poder visibili-za, mientras que el capital sostiene. El espacio pblico de los medios de comunicacin se privatiza al pertenecer a grupos econmicos directa-mente ligados a diferentes partes del sistema de partidos. En la guerra que el poder produce, el capital lucra mediante la privatizacin de la misma. Las nuevas guerras que se despliegan en la poca global son guerras que no se dan entre pases, es decir, entre diferentes Estados-nacin. Son guerras entre un ejrcito regular cada vez ms privatizado y ejrcitos irregulares. Con la privatizacin de la guerra, con la exter-nalizacin de la violencia a empresas privadas o estructuras parami-litares, la guerra se convierte directamente en un verdadero negocio. Evidentemente, la copertenencia capital/poder supone la existencia de las nuevas tecnologas de la informacin y de la comunicacin, los or-ganismos econmicos y polticos internacionales pero esos factores no constituyen verdaderos medios en el sentido apuntado.

    La copertenencia capital/poder ha sido contemplada desde la mayor abstraccin posible. En ella hemos descubierto una extraa diferencia que es la que est detrs del desbocamiento del capital. Vale la pena des-cender ms a lo concreto para observar cmo se plasma este funciona-miento. Consideremos, por ejemplo, la relacin entre el Estado-nacin y el capital. El mutuo empujarse del capital y del poder se traduce en el hecho de que la globalizacin mantiene una relacin compleja con el Estado-nacin. Lo que es seguro es que ste no es una vctima de la globalizacin capitalista sino que se adapta a ella, y se recompone para poder impulsarla mejor. Hablar de desregulacin impide justamente analizar cmo el Estado-nacin ayuda activamente creando un mbito seguro para el capital a implantar una economa global corporativa.4

    En la poca de la unidad capital/poder la crisis era sencillamente un eslabn dbil de la cadena, que poda ser aprovechado por el pro-letariado. De no ser as, la crisis significaba un momento positivo en

    4. S. Sassen, Una sociologa de la globalizacin, Buenos Aires, 2007, p. 70.

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    la recomposicin del capital. En la poca global y con la copertenencia capital/poder, el concepto de crisis entra directamente en crisis. La palabra crisis significa en griego: corte, lucha, incluso decisin. De origen mdico, su aplicacin se extender a los campos ms diver-sos. A pesar de todos los cambios, el significado mdico de paso hacia (se entiende: una mejora o un empeoramiento) se mantendr. Esta idea de crisis como paso hacia hoy no nos sirve. Es una idea demasiado deudora de la modernidad. No en vano la modernidad misma se ha visto a s misma como crisis conflictividad, contingen-cia, excepcin a causa de la catstrofe del orden tradicional. En la poca global en la que estamos ya no es adecuado hablar de crisis. En la actualidad no existe propiamente una crisis sino una constante fuga hacia adelante que adopta la forma de una crisis permanente o guerra. Fuga hacia adelante significa, en primer lugar, que las alternativas han sido dejadas atrs, especialmente la idea moderna de revolucin. Fuga hacia adelante significa, en segundo lugar, que no hay futuro. La bsqueda ansiosa de futuro, inherente al desboca-miento del capital, comporta paradjicamente una radical ausencia de futuro. En este sentido, la fuga hacia adelante contiene toda la fenomenologa del desbocamiento del capital.

    El capital es un sentido de posicin, es decir, define posiciones en una estructura. El poder, a su vez, es el sentido del sentido. El poder sobredetermina la relacin asimtrica. Por esa razn, poder y capital pueden articularse tan perfectamente como lo hacen en la co-pertenencia. Pero la copertenencia capital/poder no es el motor ma-ravilloso que el capitalismo andaba buscando. Y no lo es, no porque sucumba a la crisis que desconoce, sino porque produce una realidad que lleva en s misma su superacin.

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    iv. las dos caras de la realidad: el espacio-tiempo global y la multirrealidad

    8. La realidad es nica porque es sencillamente la organizacin capitalista del querer vivir, el funcionamiento del querer vivir en tanto que autocon-servacin. Es nica pero de ella se puede hablar de dos maneras. De un modo reducido, y estamos frente al espacio-tiempo global. De un modo proliferante, y estamos ante la multirrealidad. Espacio-tiempo global y multirrealidad son la plasmacin de la utopa del capital y, en definitiva, el resultado de su victoria. El espacio-tiempo global tiene una cierta seme-janza con el espacio-tiempo relativista.

    El estatuto ontolgico tanto del espacio-tiempo global como de la multirrealidad es el de la ficcin. Ambos modos de hablar de la rea-lidad no son ms que ficciones. Y, sin embargo, la ficcin posee una realidad ya que produce unos efectos de realidad.

    Hablar de espacio-tiempo global es necesario a consecuencia del desbocamiento del capital. Este acontecimiento, en su repeticin, confi-gura y exige para poder ser pensado una nueva concepcin del tiem-po y del espacio que ya no es la habitual. Sabemos que las distancias se anulan, que el tiempo se hace instantneo. Los procesos que estn detrs de esta fenomenologa son tambin conocidos. En primer lugar,

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    gracias a las nuevas tecnologas, el capital funciona como una unidad en tiempo real a escala mundial. En segundo lugar, se ha producido una internacionalizacin del proceso productivo lo que proyecta la ca-dena de produccin sobre todo el planeta. Y finalmente, la financia-rizacin de la economa implica la puesta en marcha de procesos de desregularizacin, deslimitacin de los mercados y de desintermedia-cin. El espacio-tiempo global surgira como la superficie en la que el acontecimiento desbocamiento del capital se produce y existira un cierto paralelismo con el espacio-tiempo relativista.

    Esta nueva realidad a la que llamamos espacio-tiempo global con-vierte en insuficiente el anlisis econmico. El problema que aborda-mos ha dejado de ser econmico para ser directamente ontolgico. El problema es la realidad misma. Y ahora podemos introducir la tesis esencial que caracteriza este nuevo espacio-tiempo: el capital y el po-der de los agentes histricos se han transformado en propiedades de la geometra de esta nueva realidad. Este desplazamiento es crucial para poder captar el autntico cambio producido.

    Hay un solo y nico acontecimiento repetido que es el desbo-camiento del capital. Este acontecimiento es la plasmacin de la copertenencia del poder y el capital. Cmo se traduce esto en este modelo? Se traduce en que el modelo da cuenta fundamentalmente de la produccin y acumulacin de capital ficticio. En otras palabras, el espacio-tiempo global es la superficie en la que se (re)produce el capital ficticio. El capital real es el que es invertido directamente en la produccin. El capital ficticio, en cambio, no es ms que la represen-tacin de un capital existente o no. Sera un capital que se autovaloriza sin salir de la esfera financiera. Lo que ocurre es que en este modelo la esfera financiera est fundida totalmente con la realidad misma.

    El paralelismo con la teora de la relatividad se basa en la siguiente equivalencia: capital y poder juegan el papel de energa y materia en tanto que distribuciones que configuran un mapa. Y la ecuacin fundamental

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    e=mc2 que vincula la energa y la materia tendra su correspondencia en la copertenencia entre capital y poder. Recordemos qu dice dicha copertenencia: el capital es ms (que) capital, es poder. La copertenencia vinculara, a su vez, el capital y el poder. Estas son las piezas del modelo.

    El funcionamiento del espacio-tiempo global se podra sintetizar en las siguientes tesis:

    - Toda posicin en la superficie establece una relacin de poder.- Toda trayectoria en esta superficie comporta un proceso de valorizacin, de produccin de capital.- Toda captura de la trayectoria significa un proceso de acumu-lacin capitalista- La copertenencia capital/poder hace posible los tres momen-tos. 1) la trayectoria, 2) la captura y 3) la acumulacin.- Toda resistencia es irrepresentable en esta superficie.

    Una trayectoria en el espacio-tiempo global que es el modo de dar cuenta del movilismo del capital significa valorizacin del capital. El objetivo de las instituciones capitalistas es simplemente concentrar en s mismas el mximo de trayectorias. Para ello toda distribucin de poder/capital curva el espacio-tiempo con la finalidad de capturarlas. As en el espacio-tiempo global toda trayectoria corresponde a una valorizacin del capital independiente de la produccin real, por lo que el capital realiza su objetivo ms deseado: D-D. Autoreproducirse tautolgicamente como capital, hacer dinero a partir de dinero sin la necesidad de tener que pasar por el rodeo de la produccin, lo que significara chocar con la realidad. El proceso es el siguiente: creacin de capital ficticio a partir de capital real, despus capital ficticio a par-tir de capital ficticio En este sentido, el espacio-tiempo global es la realizacin prctica de la utopa del capital.

    El modelo del espacio-tiempo global no es ms que la radicaliza-cin de una realidad ya existente. Hoy sabemos perfectamente que

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    mediante la especulacin generalizada no es necesario que la valori-zacin correspondiente a la trayectoria tenga por qu corresponder a una produccin real de riqueza. Es ms, en 2008 el 95 % de la activi-dad econmica fue financiera. Mientras, slo el 5 % tuvo que ver con la produccin, transporte y venta de mercancas.

    En el espacio-tiempo global la economa (financiera) se confunde con la realidad, por eso afirmar que el capital ficticio tiene que mante-ner una conexin con la economa real no es totalmente cierto. Eviden-temente, este movimiento de valorizacin descrito como trayectorias crea burbujas puesto que se produce una inmensa acumulacin de capital ficticio. Pero la burbuja financiera ha dejado de ser una aberra-cin para convertirse en un carcter permanente del rgimen de acu-mulacin financiarizada.1 No hay crecimiento sin burbuja. Se habla ya de una burbuja financiera estructural. Usualmente se afirma que la subsistencia de esta economa financiarizada se basa en parasitar la economa productiva real mediante procedimientos de apropiacin, puncin y centralizacin. Pero en el interior del modelo que expone-mos esta explicacin se muestra insuficiente ya que se basa en que el capital ficticio no crea nuevo valor, y evidentemente no lo hace, pero es como si lo creara. El lmite no est ya en el capital mismo sino que depende del buen funcionamiento de la copertenencia poder/capital. Marx sostena que el capital era su propio lmite. Nosotros diramos que la copertenencia capital/poder ha llevado dicho lmite ms all.

    No es slo que la esfera financiera en tanto que capital ficticio (sus criterios, sus instituciones) estn directamente presentes en el uni-verso del consumo y de la produccin. Es que ya no hay una economa real y una economa financiera sino una sola economa. La financia-rizacin de la economa comporta, en ltima instancia, la creacin de una nica realidad: el espacio-tiempo global.

    1. F. Chesnais en La globalizacin y sus crisis, Madrid, 2002.

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    La titulizacin, que consiste en transformar todo los activos en t-tulos negociables, es el modo como se despliega la financiarizacin. Ya no existe relacin con la gestin, con los activos reales todo se convierte en capital ficticio porque cualquier dinero es bueno para la especulacin, ya sea dinero positivo o negativo (deudas).

    La lgica financiera, que la copertenencia capital/poder facilita, es autoreferencial y crea un mundo cerrado. Los economistas crticos sostienen que dicha lgica autoreferencial es su punto dbil. Lo es si se percibe el mundo como cerrado. Pero si se concibe como un mun-do autocontenido, sin afuera aunque abierto, entonces la dinmica acumulativa bajo la forma de fuga hacia adelante pasa ciertamente por crisis, pero estas crisis o estallidos de burbuja son simplemente los procesos necesarios en los que se quema el exceso de capital fic-ticio. En la misma dinmica de la copertenencia capital/poder est vigilar que el incendio no se extienda demasiado y no acabe por re-ducir a cenizas el espacio-tiempo global, ya que el capital jams se autorregula por s mismo. Cuando este peligro existe entonces se socializan las prdidas y se habla de la necesidad de regular los mer-cados financieros. Lo que ocurre es que el capital es esencialmente tramposo, es decir, especulador.

    El espacio-tiempo es, en definitiva, una gran trama o malla flexi-ble dinmica y relativa que cambia con las distribuciones de poder/capital. En dicha superficie slo hay distribuciones de poder/capital en relacin a agujeros negros o vacos, es decir, formas de la am-bivalencia del querer vivir. La tarea urgente hoy es cartografiar el espacio-tiempo global. Un esbozo de esta cartografa nos indica que el mundo ha girado de nuevo hacia una apolaridad. El mundo ya no est dominado por una sola potencia, pero tampoco por dos, o unos pocos Estados, sino ms bien por mltiples actores (Estados-nacin diversos, multinacionales, ciudades globales) que ejerceran nuevos modos de poder. Ante nosotros tenemos un mundo que se ha que-dado sin polos y en el que el poder, al no alcanzar a polarizarse, se ha

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    vuelto difuso. Pensar bajo la forma del Uno es decir, de Imperio estas distribuciones de poder/capital es tentador, ya que al implicar una total simplificacin permite soar una poltica posible.

    9. La multirrealidad es la otra manera de hablar de esta realidad entera-mente capitalista que tenemos ante nosotros. Su funcionamiento se basa en la coparticipacin de dos procesos: la indeterminacin o gelificacin y el cierre mediante la obviedad. La multirrealidad es nica si bien se abre puesto que prolifera en mltiples planos que la indeterminan a la vez que la estabilizan. Y, sin embargo, la multirrealidad tambin se cierra. Lo que sucede es que este cierre que la obviedad efecta, es en falso.

    Si la copertenencia capital/poder en el espacio-tiempo es la condi-cin de posibilidad de la acumulacin de capital ficticio, en la multi-rrealidad es la condicin de posibilidad de la sobredeterminacin del orden y del desorden. Esta sobredeterminacin pasa por la absorcin, y por tanto por la contencin del conflicto mediante su desdoblamien-to en una funcin de orden (en el plano n) y en una funcin de des-orden o entropa (en el plano n+1). Gracias a este desdoblamiento se (re)produce eficazmente el orden. La copertenencia capital/poder gestiona, en definitiva, el conflicto al aumentar los planos de la reali-dad. La proliferacin de la realidad implica una pluralizacin estabili-zadora que se puede explicar como diversidad irreductible de mundos vitales y privatizacin de la experiencia.

    La unidad capital/poder generaba una realidad plana dualizada que la dialctica explicaba. La copertenencia capital/poder genera una realidad mltiple y compleja, la multirrealidad. En la multirrealidad, la espacialidad moderna entra en crisis porque las dualidades (gue-rra/paz, ley/excepcin, dentro/fuera) se hacen borrosas. En la poca global existen simultneamente la paz y la guerra, la ley y su excep-cin, el dentro y el afuera.

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    La multirrealidad pone en crisis las descripciones usuales basadas en los dualismos. El modelo dialctico (esencia/apariencia), el mo-delo psicoanaltico (latencia/manifestacin), el modelo existencialista (autenticidad/inautenticidad) se muestran inservibles porque estas distinciones no son aplicables. Todos esos modelos crticos presupo-nen la existencia de una distancia entre cada polo de las dualidades. Pero esa distancia ya no existe. El concepto de separacin que es otro modo de decir la distancia entra en crisis en la poca global porque en ella la realidad no se niega sino que se autosupera a s misma. O dicho de una manera ms concreta: el concepto de separacin nece-sario para la crtica entra en crisis, y estalla porque se superan todos los lmites. Los lmites que estaban en las cosas, los que encerraban a los cuerpos, los que fijaban las ideas Por eso hablaremos de supera-cin aunque se actualicen de las fronteras, de las identidades Los ejemplos son infinitos: el sujeto mandado no lo es del todo ya que tie-ne un margen de libertad (puede escaparse navegando por internet), el sujeto que manda, a su vez, no tiene todo el poder, etc. La paradoja parece ser el modo ms apropiado para describir esta realidad: ma-yor seguridad produce ms inseguridad, mayor informacin produce ms desinformacin... La misma paradoja funciona como indistin-cin generalizada: paz y guerra, interior y exterior, dentro y fuera todo tiende a confundirse en un continuum. Para dar cuenta de este nuevo estatuto de la realidad hablaremos de gelificacin.2 La gelifica-cin de la realidad es su devenir opaca por transparente, por transl-cida, por oscura; como ocurre normalmente cuando se forma un gel en un lquido. No estamos, pues, ya ante una lgica de la separacin que permite distinguir un sujeto/objeto y analizar su interaccin sino ante una lgica de la gelificacin que borra los antagonismos porque emborrona la realidad.

    2. El trmino gelificacin est sacado de la fsico-qumica. Un gel (del latn gelu fro, helado o gela-tus congelado, inmvil) es un sistema coloidal donde la fase continua es slida y la discontinua es lquida. Los geles presentan una densidad similar a los lquidos, sin embargo su estructura se asemeja ms a la de un slido.

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    En la multirrealidad ya no hay separacin alguna. El pensamien-to crtico, histricamente, se ha construido siempre sobre el concepto de separacin. Y, como es conocido, el concepto de separacin remi-te al de alienacin. La alienacin, el trmino que preferimos para no entrar en una discusin filolgica, sera la separacin, la abstraccin o autonomizacin y finalmente la inversin de la forma respecto del contenido. En este caso, la relacin forma/contenido especialmente implicada, sera la dualidad trabajador/producto del trabajo. La denun-cia de la alienacin, y de la separacin que comporta, ha sido el objetivo principal de la crtica anticapitalista. Es ms, con Debord en particular, esa crtica se ampla y se convierte en crtica de la representacin. Su concepto de espectculo no es ms que la generalizacin del concepto de alienacin a todos los mbitos de la sociedad. La doble inversin sujeto/objeto ahora se aplica al par sociedad/espectculo. Y, porque el mecanismo de la alienacin est absolutamente presente en su anli-sis, Debord no dudar en afirmar en su tesis nm. 25: La separacin es el alfa y omega del espectculo.3 La nocin de espectculo es deu-dora todava de la dualidad vivo/muerto, de un planteamiento dialc-tico. La multirrealidad invalida la nocin situacionista de espectculo. Hegel no sirve para dar cuenta de la multirrealidad. Ya no es aplicable la cmoda rejilla crtica luz/oscuridad, vida/muerte.

    La multirrealidad tampoco se confunde con la nocin de simula-cro. Baudrillard sustituir el trmino espectculo por el de simulacro. Simular es fingir tener lo que no se tiene, es decir, el simulacro re-mite a una ausencia. La era del simulacro es, por tanto, aquella poca en la que habindose liquidado todos los referentes, la realidad es suplantada por sus signos. Pero los signos ya han dejado de funcio-nar como tales, ahora simplemente disimulan que no hay nada. Es el crimen perfecto. A partir de ahora todo se metamorfosea en su

    3. G. Debord, La socit du spectacle, Pars, 1992 [ed. cast.: La sociedad del espectculo, Madrid, 2002]. Re-cordemos la tesis inicial alrededor de la cual gira todo el libro, y sin la cual nuestra cita no se comprende: Toda la vida de las sociedades en las que reinan las condiciones modernas de produccin se anuncia como una inmensa acumulacin de espectculos. Todo lo que era directamente vivido se ha alejado en una representacin.

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    contrario para sobrevivirse. El poder y la resistencia se intercambian en un proceso sin fin. En la multirrealidad, en cambio, no se produ-ce una indiferenciacin generalizada. La gelificacin no lo confunde todo. Baudrillard absolutiza la nocin de simulacro y ya vemos las consecuencia acrticas que comporta. Para nosotros el simulacro y la evanescencia son nicamente expresiones parciales de la multirreali-dad. Si la multirrealidad puede aparecer en ciertos momentos como evanescente es por su carcter esencialmente capitalista.

    La gelificacin corresponde a la poca global como la reificacin corresponda a la modernidad. La reificacin se apoyaba en la dis-tincin entre lo vivo y lo muerto. La gelificacin, en cambio, requie-re una trada: vivo-muerto-inerte. Kantor sostena que el concepto de vida no puede reintroducirse en el arte ms que por la ausencia de vida4 y utilizaba maniques para justamente expresar lo que de otro modo no poda decirse. La gelificacin permite dar cuenta de una realidad compleja que se muestra ocultndose, abstrayndose, transparentndose Una realidad simultneamente viva y muerta, una realidad que es, en ltima instancia, multirrealidad. La gelifica-cin del mundo significa, pues, que con la postmodernidad no hay propiamente paso de lo slido a lo lquido,5 sino que el lquido es encerrado en el interior del slido o que el slido est rodeado de lquido. Esta lgica borrosa emborrona el mundo. Nada ni nadie es lo que dice ser. Pero no hay tampoco apariencia. La distancia de la gelificacin es la gelificacin de la distancia.

    Este trnsito que hemos descrito como paso de un mundo en el que la separacin (y por consiguiente la distancia) est vigente a uno en el que lo que funciona es una gelificacin que indetermina, ha sido abordado de varias maneras. Por ejemplo, Jameson lo ha descrito como el paso de la alienacin a la fragmentacin. Pero la descripcin

    4. T. Kantor, El teatro de la muerte, Buenos Aires, 2003, p. 267.5. Me refiero especialmente, a