antologias departamentales

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ANTOLOGIAS DEPARTAMENTALES REGIÓN METROPOLITANA.

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ANTOLOGÍAS DEL BICENTENARIO

1810 - 2010

REGIÓN METROPOLITANA

Antologías departamentales

en el marco de la Ley Provincial N.° 7876

“Comité del Bicentenario en Mendoza”

1810 - 2010

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Diseño de tapa y diagramación: Pedro TorresISBN:Ediciones Culturales de MendozaSecretaría de Cultura - Gobierno de MendozaAvenida España y Gutiérrez - 2do. Piso - (5500) MendozaTel.: 0261 - 4495846 - 4495814 - 4495815

Impreso en ArgentinaPrinted in Argentina

Antologías departamentalesEdiciones Culturales de Mendoza - 1.ª ed.Mendoza - Argentina220 p.; 148 x 210 mm.ISBN:1. Literatura Argentina

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Ediciones Culturales de MendozaSecretaría de CulturaGobierno de Mendoza

REGIÓN METROPOLITANA

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Esta antología de las Letras del Bicentenario surge como

proyecto de la Secretaría de Cultura al cumplirse los doscientos años

de la Revolución de Mayo.

Es un trabajo editorial cuyo objetivo principal es el de reflejar

el trabajo, el esfuerzo y el fruto de los escritores de cada uno de

nuestros departamentos.

Tenemos el placer de presentar esta colección de Antologías

Departamentales “LETRAS DEL BICENTENARIO”, realizadas con el aporte

de la Dirección de Cultura de los distintos municipios, donde se refleja

el pensamiento y el sentir de nuestros escritores contemporáneos,

hacedores de cultura, que viven en nuestra provincia.

No pretende ser un Quién es Quién de las letras mendocinas.

Simplemente queremos cumplir el rol que tiene la Secretaría de

Cultura enunciado en su programa de gobierno: “rescatar y poner en

valor las diversas expresiones culturales”; y el de Ediciones Culturales

de Mendoza, de “editar” , dejar la obra impresa para las futuras

generaciones.

Los trabajos que presentamos han sido realizados por

escritores nacidos o aquerenciados en cada uno de los departamentos,

de muy noble origen y condición, que respondieron a la convocatoria

para la realización de este proyecto.

A todos ellos les damos nuestro agradecimiento escrito en

forma de libro; lo que todo escritor desea realizar y concretar.

PALABRAS PRELIMINARES

Esc. Liliana Bermúdez

Directora de Desarrollo CulturalSecretaría de Cultura

Prof. Ricardo Scollo

Secretario de CulturaGobierno de Mendoza

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GODOY CRUZ

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Agradecemos a la Secretaría de Cultura del Gobierno de

Mendoza y a su Dirección de Desarrollo Cultural este espacio de

participación y la voluntad de dejar testimonio de las letras mendocinas

a través de sus departamentos, para una ocasión sobresaliente en

nuestro calendario, como es el Bicentenario de la Revolución de Mayo.

Es una valiosa iniciativa animada por un concepto plural: el

deseo de escuchar las múltiples voces de hombresy mujeres de distintas

generaciones, edades, formación y procedencia, para que entre todas

compongan el paisaje anímico de este principio de siglo.

Desde la Biblioteca Pública “Manuel Belgrano” asumimos la

realización de esta convocatoria e invitamos a participar a todos los

escritores de Godoy Cruz. Algunos se sintieron honrados y respondieron

con rapidez. Otros, no muchos, declinaron cortésmente la invitación, o

no contestaron. Pero tuvimos especial cuidado en invitar a todos, a los

consagrados, a los autodidactas, a los catedráticos y a los cultores de

la poesía popular. También cuidamos que estuvieran presentes aquellos

escritores de Godoy Cruz ya fallecidos, que han sido nuestros

representantes literarios emblemáticos durante la segunda mitad del

siglo XX.

Asimismo, hemos respetado la voluntad de los participantes en

cuanto al criterio de selección del material enviado.

Esta antología es, entonces, un muestrario democrático y since-

ro, un gesto de respeto y un mensaje esmerado de nuestra “gente de

letras”. Es decir, una reproducción en pequeño de aquel germen liberta-

rio de Mayo, vivo, ejercido y acrecentado a lo largo de doscientos años.

PRÓLOGO

Lic. Sylvina Balmaceda

Biblioteca Pública Municipal

“MANUEL BELGRANO”

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AUTORES

Fabiana Mastrángelo

Eliana Edith Abdala

Julio César Alvarado

Rosa Antonietti Filippini

Olga Ballarini

Ada Castro de Barceló

Débora Ileana Benacot

Reinaldo Bianchi

Elda Boldrini

Carlos Bottaro

Alberto Fernández Tello

Ana Freidemberg de Villalba

María de las Mercedes Gobbi

María Rosa Gómez

J. B. Guillermo Ibarra

Guillermo Kaul Grünwald

Blanca Nieves Maluffi de Babillón

Américo Manzini

Noemí Martínez

Juan Jorge Molineli

María Gabriela Piazzoli

Ramón Teobaldo Secton Quiroga

Miriam Seggiario

Margarita Vadell

Graciela Elda Vespa

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FABIANA MASTRÁNGELO

Es historiadora y magíster en docencia universitaria, egresada de la UNCuyo.Docente, investigadora y periodista cultural. Escribió el primer libro de la histo-ria del departamento junto a Rolando Schmid, titulado Godoy Cruz, pasado ypresente. Investigó sobre la ética en la vida de José de San Martín. Publicó Elparadigma del siglo XXI: la sociedad educativa. Actualmente vive y trabaja enBuenos Aires como historiadora y escritora.

PENSAR EL BICENTENARIO DESDE GODOY CRUZ

El bicentenario de la Revolución de Mayo es un contexto propicio

para reflexionar sobre la impronta que dejaron ciertos hitos del ámbito

nacional en el interior del país, en este caso Godoy Cruz y, también,

para considerar las acciones que han enriquecido la construcción de

la conciencia histórica, a partir de la consolidación de la democracia.

Elegimos dos momentos, distanciados por un siglo, para

realizar esa reflexión y conmemorar el Bicentenario: acciones desarro-

lladas en nuestro departamento en las décadas de 1880 y de 1980.

El primer contexto tiene como eje central lo que se denomina

“Generación del ‘80”, que rige los destinos del país durante más de

tres décadas. Los principales exponentes son Julio A. Roca y Emilio

Civit, en los niveles nacional y provincial, respectivamente. Tienen ca-

racterísticas comunes como la coetaneidad, la influencia de la “Gene-

ración del ‘37” %Alberdi, Echeverría, Sarmiento% y una educación simi-

lar inspirada en el positivismo europeo. Sus ideales se sintetizan en

los términos Paz-Orden-Progreso.

Entre las obras de esa generación se pueden citar: la promoción

de la inmigración, la instalación de ferrocarriles, el desarrollo

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agropecuario, la organización de la salud pública, las obras sanitarias,

la separación de la función del Estado y la Iglesia, el dictado de leyes y

códigos.

Estas ideas y acciones también son compartidas por el grupo

dirigente mendocinos, cuya visión liberal se observa, entre otros

aspectos, en los cambios de denominación que recibe el departamento

de Godoy Cruz. El primer nombre es San Vicente, que tiene su origen

en la capilla levantada por el colonizador don Tomás de Coria en el

año 1753, en terrenos de su propiedad y en honor a ese santo.

A partir de un decreto provincial de 1887, algunos

departamentos cambian su nombre. Así lo hace San Vicente por Belgrano

y, luego, en 1909 cuando es declarado Ciudad, su nueva denominación

definitiva es Godoy Cruz. Los nombres, dados al departamento en

1887 y 1909, hacen referencia a héroes, personajes o acontecimientos

vinculados con la gesta emancipadora, inspirada en ideales liberales,

acorde al proyecto de país sustentado por el grupo dirigente.

La propuesta nacional de la generación del ´80 impacta,

también, en otros aspectos como la promoción de la inmigración y el

tendido de líneas férreas. Testimonios arquitectónicos de estas

políticas se pueden ver si transitamos hoy nuestro departamento en

las construcciones de antiguas bodegas, algunas recicladas, otras en

funcionamiento, instaladas por inmigrantes como Miguel Escorihuela

Gascón, Antonio Tomba, Balbino Arizu, Luis Filippini. Asimismo,

podemos disfrutar de las primitivas instalaciones del ferrocarril de

fines del siglo XIX como centros de recreación culturales y deportivos

frente a la plaza Godoy Cruz y en la estación Benegas.

El segundo hito para reflexionar es el resurgimiento de la

democracia en 1983 a partir de las elecciones que, a nivel nacional,

consagran a Raúl Alfonsín como Presidente y, a nivel provincial, a

Santiago Felipe Llaver como gobernador. La democracia no solo trae

un cambio institucional sino, y especialmente, una profundización de

la conciencia histórica.

Así, en 1984, se instauran en los programas escolares temas

regionales y, por otro lado, la comunidad comienza a comprometerse

y a interesarse por conocer su entorno. Esta fue la motivación para

investigar el pasado del departamento y escribir el primer libro de la

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historia departamental.

Trabajamos con fuentes escritas provenientes de archivos

privados y oficiales y, especialmente, con fuentes orales constituidas

con el aporte de los vecinos. Esta investigación dio como resultado la

publicación del libro Godoy Cruz, pasado y presente y la difusión de la

historia departamental a partir de conferencias y cursos dados a

docentes, estudiantes y vecinos.

En ese camino de preservación del patrimonio departamental,

iniciado a mediados de la década de 1980, ha estado siempre presente

la voluntad del municipio de Godoy Cruz, de su Dirección de Cultura y

el trabajo riguroso, detallado y perseverante, de la Biblioteca comunal

a través de su Sección de Historia local. De esa labor de afirmación de

la conciencia histórica citamos algunas acciones como: la restaura-

ción del edificio del Concejo Deliberante — data del año 1894— y la

puesta en valor de construcciones religiosas, públicas y privadas como

la iglesia San Vicente Ferrer, las estaciones de ferrocarril y la Bodega

Arizu; los concursos de historia departamental; la organización de un

Archivo en la Biblioteca Pública Municipal “Manuel Belgrano”, con reco-

pilación de fotos, testimonios orales y documentación escrita; el res-

guardo de las actas del Honorable Concejo Deliberante del siglo XIX en

dicha biblioteca desde 1996 y su transcripción y publicación en Godoy

Cruz en sus documentos (de Babillón- Balmaceda); el álbum homenaje

150.° aniversario del departamento de Godoy Cruz titulado Godoy Cruz

memoria de todos, consistente en un relato fotográfico organizado por

Balmaceda.

En síntesis, pensando el Bicentenario desde Godoy Cruz y a par-

tir de dos hitos: la “Generación del ´80” y la “restauración de la demo-

cracia”, comprendemos la importancia de la memoria colectiva como

constructora de identidad. Analizar el impacto que las políticas nacio-

nales producen en nuestro entorno profundiza el compromiso del ciu-

dadano con la comunidad porque “nadie transforma lo que no cono-

ce”. Así lo experimenté cuando explicaba, en cursos y conferencias, la

vinculación nación-provincia-municipio y observaba el respeto y la va-

lorización de los docentes, estudiantes y vecinos por los nombres de

sus calles, sus parques, sus templos, sus edificios.

Comprobé lo que algunos teóricos afirman sobre que las

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sociedades construyen su identidad jugando permanentemente con dos

registros: el deber o la necesidad de la memoria (el recuerdo, el lado

iluminado) y el deber o la necesidad del olvido (el lado oscuro). Sin

memoria el sujeto se sustrae, vive únicamente el instante, pierde sus

capacidades conceptuales y cognitivas. Su mundo se desplaza y su

identidad se desvanece. A su vez, el deber del olvido nos libera de los

matices dogmáticos del pasado y abre las puertas para que los que hoy

transitamos el devenir histórico imaginemos nuevos ideales y realicemos

las acciones consecuentes y necesarias para transformar la comunidad,

tal como lo hicieron otros hombres hace doscientos años, construyendo

los cimientos de un nuevo país.

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Nació en Rivadavia y allí cursó sus estudios. Egresada de Filosofía y Letrasde la UNCuyo, obtuvo los títulos de Profesora de Enseñanza Media y Superior enLetras, Licenciada en Letras y Magíster Artium en Literatura Hispanoamericana.Es autora de exitosos títulos como La fuerza de los Monterrey; Alumbramiento;Clamor y otros cuentos; Julio, aquellos días nuestros; La poesía de AtahualpaYupanqui, y Morir por Alejandría.

ELIANA EDITH ABDALA

MADRE ADOPTIVA

La vi por primera vez una noche de agosto. Como una cenicienta,

guardaba una princesa dentro de su humildad.

Allí estaba, nuestra casa.

Muy queda, simple, como la sombra de un sauce que protege

de la resolana.

Allí estaba, entre el zanjón y la cancha. Un cañaveral custodiaba

el barrio con una calle que terminaba justo en el sendero, rozando

Guaymallén.

Nos cobijamos en la casa del pasaje, pequeña y perfecta, cálida

como un vientre materno. Eran tiempos de baldíos y espacios sin

alambrados.

Fue Godoy Cruz la madre adoptiva. Nos recibió con llaneza, sin

ceremonias, como diciendo “acomódense nomás”.

El barrio tenía noches de verano con juegos de niños en la calle.

Pisadas con ruido a ripio. Tenía domingos de cancha y fútbol y desde el

pequeño patio se oía la tribuna victoriosa: ¡Goooolll! Después, una mul-

titud invadía para desaparecer en minutos.

Fuimos ampliando el horizonte de Godoy Cruz: unas cuadras hasta

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la plaza. Allí, la municipalidad, apta para trámites, y el Banco Mendoza y

el Nación y la juguetería, y la heladería, y las escuelas y la librería con

fotocopiadora y la mercería y... pionera en supermercados, Godoy Cruz,

lo teníamos cerca, unas cinco cuadras. Los hijos crecían y pedían

espacios. La escuela técnica, por ejemplo. Godoy Cruz se fue haciendo

imprescindible. Se metió en la familia con cierta naturalidad y un dejo de

orgullo:

— ¿Dónde vivís?

— En Godoy Cruz, en el centro.

Y como su tierra es fértil, permitió que nos crecieran raíces y nos

fuéramos transformando en plantas que dieran buenos frutos.

— ¿Dónde trabajás?

— En Godoy Cruz, cerca del Hospital del Carmen...,¿te ubicás?

Y cobró relevancia el Cine Plaza, como dijera el poeta, “para los

grandes recuerdos”.

Yo vi cómo crecía la ciudad. A modo de una joven quinceañera,

quiso arreglarse bien para verse importante: disimuló el zanjón y lo

transformó en una avenida iluminada, con canteros y plantas. Ya no hay

ripio anunciando los pasos. La plaza se revistió de mármoles y el teatro

se compuso como una dama que va a la fiesta de gala. Seguro debe ser

así, pues el teatro es pura gala. Allí el alma se recrea y el espíritu se

eleva a fuerza de belleza y emociones.

Arregladita está la ciudad. Prolija.

Pero bajo el arreglo no ha cambiado su manera de ir y venir. Su

ritmo. Un ritmo que fuimos absorbiendo y lo hicimos propio.

Se nota eso de pertenecer a Godoy Cruz. Se nota porque cuando

el locutor se desgañita gritando desde el anfiteatro ante cincuenta mil

personas una noche de comienzos de marzo y dice:

— Otro voto para... Godooy Cruuuz— los míos estallan en un

aplauso contundente y festejan a su reina. Su reina, así la sienten (y no

se me ocurra decirles que otra es más linda).

Hijos adoptivos del pueblo, siempre fue fácil y lindo transitarlo.

Y ya todos saben nuestro nombre y acumulamos frutos madurados con

dolores y alegrías. Y uno se hace a un ritmo para aprender de cada

cuadra, de cada rostro, de cada esquina.

Vivirlo todo: las más profundas y secretas emociones y el festejo

espontáneo, ruidoso y gritón del Tomba en primera.

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JULIO CÉSAR ALVARADO

Nació en Mendoza en 1934. Poeta galardonado a nivel provincial y nacio-nal. Ha editado libros de poesías infantiles como Evangelina y Claudio y es autorde Tiempo de pámpano y sol (Ediciones Culturales de Mendoza) y de Cantaresgodoycruceños, colección de poemas íntegramente dedicados al departamen-to de Godoy Cruz. Es también letrista de canciones vendimiales y folclorecuyano.

AQUEL GODOY CRUZ DE AYER

¡Ay Godoy Cruz, Godoy Cruz, qué canto tiene tu senda!

¡Qué desgranarse de silbos en las aristas del alba!

¡Cuánta fragancia a racimos moscateles y canelas

y el rumor de los lagares trizando las madrugadas!

Esos carros quejumbrosos arribando a las bodegas

por terrosos callejones gusto a jarillas y malvas.

El Trapiche, Tomba, El Globo, Filippini, Scaramella

y en la siesta pueblerina esas acequias que cantan.

¡Ay Godoy Cruz, Godoy Cruz, tus recuerdos me encadenan!

Esas brisas comarcanas aprisionándome el alma.

Pellegrina, Arizu, Calise y Bodega Escorihuela

qué canto de vida tienen que entre sueños me acorralan.

— ¿Dónde se fueron con su alegría aquellos cines?

— ¿Y aquellos corsos de carnavales allí en la plaza?

— ¿Y los mateos y aquellas máscaras y las kermeses?

— ¿Y aquellas tómbolas y esos disfraces y aquellas chayas?

— ¿Dónde se esconden las armazones de tantos tambos

y los carruajes y los lecheros de casa en casa?

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— ¿Y ese tedioso pregón serrano del jarillero

y el recorrido de los yuyeros con su sonata?

¡Mi querida escuela n.° 35¡ ¿Dónde te fuiste?

¿Y la Compañía de María, de calle Rivadavia?

¿Dónde te fuiste Estación de trenes? ¿Dónde el Arcanco?

¿Dónde el tranvía, Pan de San Antonio, tren “El Aconcagua”?

Ya te alejaste sin un reproche, “Fábrica de Hielo”

y el jornalero regando calles por las mañanas.

El Cristóforo Colombo con su señorial acervo

y el Club Sirio-Libanés, de poco a poco, su luz apagan.

Y el Matadero con su obreros, ¿y los viñedos?

Viejo “Viruta”, amigo “Plácido”, ¿adónde acampan?

Ya no pasa desfilando con su marcial gallardía,

el Batallón de Boys-Scout que el Padre Arce fundara.

Y ese interminable trajín ruidoso de tantos carreros.

Y aquellos gitanos y sus carromatos y sus grandes carpas.

El alegre Circo y los contratistas y serenateros

¿Y los San Pedro y los San Pablo y las fogatas?

Los afiladores con su biciclo también se fueron

soñando en vano que en cada esquina los esperaban.

Ya te apagaste con ese silbo, sal y harinero,

junto al Cacique, viejo Molino Río de la Plata.

Tantas nostalgias, dolor y amor, tantos recuerdos.

¡Ay Godoy Cruz, Godoy Cruz, me estás apretando el alma!

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ROSA ANTONIETTI FILIPPINI

Nació en Maipú (1919 -2008), pero vivió siempre en Godoy Cruz. Fue cera-mista, escultora y escritora. Su narrativa, poesía y teatro es de temática local yamericanista. Por su vasta labor artística recibió importantes galardones, fuevecina Honorable de Godoy Cruz y recibió la Distinción legislativa Gral. José deSan Martín. Es autora de La abuela sanvicentina, novela de base histórica querelata la historia del Departamento de Godoy Cruz. Obra: Soma Sema (relatos),Los Huaycos, La viña en celo, El hijo de cobre, Compulsión de canto y piedra yotros.

ESTOY, VOY, VUELVO, VUELO

(Fragmento de autobiografía inédita)

Yo soy un cruzamiento de razas antípodas: el italiano

de piel nívea y estampa románica, y la criolla de piel

morena, ojos negros y estampa orgullosa como sus

ancestros huarpes...

En aquel miércoles 15 de enero de 1919, en el patio el sol argenta

los olivos, con las aceitunas negras a punto aceitoso. En una de las

habitaciones, sobre la cama matrimonial de espaldera de bronce, Leonor

está en estado de ciencia natural, de sabiduría propagada por la especie

que se agiganta en el berrido augural de la hija que nace: Rosita. Como

gatito pegajoso y peludo, su quehacer es simplemente el de un gatito:

mama, fajada cintura abajo, como un embutido rematado en dos cintas

anudadas a la mitad del cuerpecito.

No le agujerearon las orejas porque según Ítalo, su padre, “eso

es ritual de cafres”, pero lleva atada a la muñeca una cintita colorada

que, en creencia criolla, evitará el mal de ojo.

Hay varias intentonas de abrir las orejas y también diarios oficios

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de retirar la cinta colorada. El matrimonio ceja, lucha, pero como cada

cual está firmemente asido a sus conceptos, no transigen y los aros

quedan ausentes, y la cintita roja amarrada. Rosita, mitad Norte y mitad

Sur ...

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OLGA BALLARINI

Nació en Godoy Cruz, Mendoza, en 1930. Profesora de Filosofía (UNCuyo).Psicóloga Social (Esc. Pichon Rivière). Docente primaria y terciaria. Escritora,poeta, periodista y militante de derechos humanos. Obra: Algunos rostros deDios, y cuentos y poemas infantiles como Aprendiz de mago, Asamblea deestrellas, Malambo a la nuez.

HISTORIA DE LOBITO DE LUNA LLENA

Bajo la luna, la luna llena

un niño indio toca su quena.

Desde la quena suena la pena

que el niño indio lleva en sus venas.

La antigua luna redonda y buena,

sabe que el llanto de adentro quema.

Por eso quiere que su indiecito

haga una ronda con la azucena.

Que las estrellas tejan al niño

la más brillante de las diademas.

Dice la luna

dulce y serena:

¡Ay, mi Lobito de Luna llena!

¡Ay , mi pequeña águila negra!

Ojos de lumbre, piel de canela,

deja que el río lave tu pena.

Quiero que cantes con los zorzales

y que te dores con los trigales;

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que los arroyos te cuenten cosas

y te acaricien las mariposas.

Yo sé mi niño de sol y greda,

yo sé de dónde viene tu pena:

¡ ay, esta tierra que fue tu tierra…!

¡ay, este suelo que fue tu suelo…!

¡ay puñadito de barro bueno,

ojos de puro cielo moreno,

boca de seibo que habla en silencio,

deja que el viento lleve tus sueños!

Del libro Aprendiz de mago. Febrero 2009, Mendoza.

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ADA CASTRO DE BARCELÓ

Nació en 1947, en Misiones. En 1966 se radica en Mendoza, donde desa-rrolla su vocación literaria. Ha participado en antologías en Mendoza y Rosario yobtuvo Mención de Honor en ambas provincias. Fue distinguida en Houston,Texas, EE.UU., donde presentó su obra poética Paisajes interiores. Obras: Cantoa la ternura I, II, III, Paisajes Interiores, Agridulce y Huellas. Obras inéditas:Tiempo de luz y Antología Poética. Sus cuentos se publican actualmente en larevista “Tintero”.

ESPLENDOROSO GODOY CRUZ

En medio de cierta quietud nochera

en que se apagaron todas las luces,

impetuosa te has venido de bruces

cual si el destino cruel trizas te hiciera.

Mas, hoy que esplendorosa me seduces

con nueva arquitectura por doquiera,

me regocijo al ver lo bien que luces

lo mismo que un vergel en primavera.

Sin piedad fuiste herida y sin embargo

no ha podido sucumbir en el letargo

la inefable entereza que se advierte.

Y es que nunca más hermosa te erigieron

las manos laboriosas que supieron

airosa de entre escombros renacerte.

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DÉBORA ILEANA BENACOT

Nació en 1976. Es escritora y egresada de Lengua y Literatura (UNCuyo).Participó en los ciclos: “Poesía compulsiva”, “Letras & Etc.”, “Más poetas queotra cosa”, “Indygentes” (Espacio de letras independientes, Feria del Libro,Mendoza, 2008. Publicó poemas en diario Los Andes y en la revista Serendipia.Actualmente, participa como columnista en el programa “Oso anda” (radioUniversidad).

EL PASADO CABE

El paisaje

de los sueños

es prodigio de retazos:

la esquina

del negocio del abuelo

el quiosco

la farmacia

la plaza

la escuela

el teatro

cierta vieja librería

y el local que era un palacio

del nylon

el pasado cabe

en unas pocas cuadras,

es y no es el mismo

algunas noches

calzamos nuestro traje

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hecho de todas

las telas del recuerdo

y salimos a buscar

—entre las piezas dispersas

de un tesoro desmontable—

memorias y aromas

de aquellos espacios

donde queda

en esencia

lo que fuimos

como ámbar sereno

esperando agitarse.

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REINALDO BIANCHINI

Nació en Godoy Cruz, en 1904. Comenzó a escribir desde muy joven. Alos dieciocho años era ya un asiduo colaborar en revistas y diarios mendocinoscomo La hora, Libertad y Los Andes. Contador de profesión, se destacó comohombre de la cultura mendocina y gravitó en los círculos intelectuales y artísti-cos. Falleció en 1986 y sus escritos fueron publicados póstumamente por suesposa Alicia Peano. Obras: Hojas sueltas, Para sentir el mundo, Yo, SalvatoreBarbano y Prosas.

PAISAJE NEVADO

¡Nieve! Tras los cristales arrebuja el paisaje

con insistente lluvia anhelando blancura.

Han muerto ya las voces que habitan el ramaje

y todo lo que fuera, en la mente perdura.

La ceguera del día va negando las cosas

y la lumbre vencida agoniza en las sombras.

Mis manos, en el libro, acariciando rosas

y el recuerdo presente con sigilo la nombra.

Se alargan los senderos soñando caminantes

que dejaron sus huellas de líricos errantes.

Con callado dolor todo se queda inerte.

Y serena solloza el alma entristecida

en el silencio de la alcoba adormecida

porque ve en el paisaje cómo pasa la muerte.

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ELDA BOLDRINI

Nació en Godoy Cruz, Mendoza. Egresó de la Escuela Superior de Músicade la Facultad de Artes UNCuyo. Publicó Pequeños poemas, Sonata testimonial;Después de…; Lo sublime y lo místico en la vida de Rainer María Rilque. Poeta,ensayista, crítica literaria, ha sido jurado de distintos certámenes literarios y deteatro.

A DOSCIENTOS AÑOS DE UNA PATRIA ENTERA

Doscientos años en un solo lenguaje y la palabra se levanta,

acontece en sí misma.

Aquí y allá en ciudades y pueblos la Palabra que confirma en la

Historia la grandeza de un pueblo.

La palabra desnuda, anterior a la espera historia de doscientos

años en la voz del poeta que se incendia en el fuego de una pasión

común.

Génesis del poema, unión de los opuestos, espacio en los

espacios.

Para tornar más claro lo concebible de un historia de héroes, de

inmigrantes y de hombres anónimos.

Comprobación final del tránsito del tiempo de dolor y alegría,

de la carne y la sangre.

Doscientos años en la memoria de los hombres, sentenciados

a recordar lo perdido y un anhelo increíble de retomar el tiempo, de

refirmar su existencia ante un línea de fuga.

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Espacio y sed de cielo, la Patria interroga al porvenir que espera

el grito de la pampa y del regio Buenos Aires por no llorar después.

Todo vibra en el suelo libres como el águila es incidencia la

historia más allá del rumbo que marcan las épocas fugaces.

América del Sur y desde allí Argentina y desde allí Mendoza, bau-

tizada por su nieve, sus vides y su sol, un suelo donde los dedos del

agua salvadora enriquecen los frutos y desde allí Godoy Cruz un pueblo

nuevo con su parroquia San Vicente Ferrer, con su plaza, sus escuelas,

bibliotecas y organismos gubernamentales. Con sus calles, sus acequias

y el asombro total de su belleza son su gente y su pueblo.

Doscientos años han pasado. Un hombre nuevo se bautizó bajo

el sol dividiendo su amor al mediodía.

Y este es el tiempo del futuro encendido de ardor.

Ciudadano de un siglo nuevo, el hombre siente en el dictamen

de cada día que le otorga a la historia un espacio junto al decir de su

palabra.

Reclama al pasado sobre un silencio mayor.

Y proclama los vientos, la senda…

Libre la memoria, renace la esperanza de un futuro de ese bicen-

tenario salvado del olvido que hoy celebramos, presintiendo la entraña

de la tierra desde la tierra antigua del naciente.

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CARLOS BOTTARO

Nació en Capital Federal, en 1931. En 1965 se radicó en Mendoza. Desdemuy joven estuvo vinculado al mundo de la cultura y, empujado por su esposaMaría Inés, ingresaron en 1993 a la actividad en forma intensa. Fueron conoci-dos en las danzas, teatro y especialmente en la narración. Es, además, VecinoHonorable de Godoy Cruz.

PEQUEÑAS COSAS

Desde mi niñez amé la literatura,

soy un lector sin orden ni medida,

busco encontrar aquello que me enseñe

la real belleza de la vida.

En esa búsqueda armé, día tras día,

mi pequeño cambalache personal,

y mezclé en mi humilde estantería

novelas, ensayos, cuentos y poesías.

Junté a Platón con Cervantes y Darío,

a Petronio con Camus y Almafuerte,

a Kafka con Borges y Espronceda,

a Faulkner, Vargas Llosa y a Mallea.

No quiero seguir enumerando

los autores que pueblan mi anaquel,

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son muchos sus nombres y sus obras

que me llenan de emoción y de placer.

Hace poco pensé que yo podría

en palabras volcar mi pensamiento,

empecé, poco a poco, con un cuento

y luego, más osado, intenté una poesía.

De este juego de escribir pequeñas cosas

poco a poco me fui enamorando,

y aunque no he conseguido casi nada,

ahora estoy seguro de que lo seguiré intentando.

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ALBERTO FERNÁNDEZ TELLO

Nacido en Godoy Cruz, incursiona en la poesía libre y asimétrica, de tonointimista, melancólico, realista. Obtuvo premios y menciones en certámenes:Primer Premio Diario Los Andes, 1982. Tiene dos libros publicados: Palabramayor y A dos voces, y una plaqueta literaria en lunfardo. Socio de SADE, apareceen sus anuarios y antologías.

VIEJA PUERTA

(Salta 981 –antigua numeración, hoy

471, aproximadamente, Godoy Cruz, Mendoza.)

Es una puerta de calle.

Cerrada desde hace años.

Es madera ya vencida

por la soledad y el tiempo

que guarda muchos secretos.

Viven detrás fantasías,

que mi imaginación inventa

de antiguos y luminosos días,

tras esa vetusta puerta

que ya nadie abre.

Recuerdos guarda de aquellos

que fueron de la casa dueños.

Muertos e ignotos vecinos,

que al atardecer sacaban

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las sillas a la vereda

para “tomar el fresco”

y charlar un largo rato

en los veranos mendocinos.

Hoy nadie toca a la puerta

pues allí no vive nadie.

Las ventanas a la calle

de piezas deshabitadas

duermen un profundo sueño

en la oscuridad que brindan

celosías oxidadas.

Han transcurrido los días,

los meses y largos años

y la soledad es mucha.

Ninguna voz se escucha

en la casa deshabitada.

Las rejas de los balcones

con herrumbre están pintadas;

nadie abre los postigos

para asomar la cabeza

y charlar con los vecinos.

Nadie barre la vereda,

ya nadie pasa el lampazo.

Solo yo, melancólico sin vuelta,

hoy rescato del pasado

a una vetusta puerta

de una casa abandonada,

que el tiempo ha envejecido

con el correr de los años

y el herrumbre del olvido.

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ANA FREIDENBERG DE VILLALBA

Nació en Capital Federal. En 1950 se radicó en Mendoza para ejercer comodocente de Letras en la UNCuyo. De destacada y premiada trayectoria, es auto-ra de Almacén de ambigüedades, La obra de Antonio Di Benedetto, La narrativabreve en Argentina y otros. Distinguida como Vecina Honorable de Godoy Cruz.

ES HORA DE VOLVER

Es hora de volver

a poner las cosas en su lugar.

Es tiempo de parar

la gran máquina del día

y pegar el oído a la rueda nocturna

cuando ni pájaros, ni acequias

ni atardecido caminante

frotando suelas de azufre en las veredas

te sobresalte con chispas

rompiendo las persianas opacas

de la madrugada.

Ya puedes y debes exigir silencio.

Es hora de volver a poner

las cosas en su lugar

ahora que se han ido todos.

Cada pájaro en su nido

es su modo de existir.

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Olvidaste protocolos de paz,

señales camineras, letreros luminosos

indicios y signos del corazón.

Olvidaste las brújulas

enterradas en el fondo del jardín...

Miraste aterrada tu rostro curtido

en el espejo del pozo;

los cabellos parecían flotar.

¿Desde cuándo estabas sumergida allí?

¡Oh!, tu vieja manía de los calendarios!

También debes perder esa costumbre

si quieres encontrar la paz.

Así como otros coleccionaban palomas,

pájaros tristes, campanarios y libélulas,

espejos ustorios o fúnebres flores

yo atraje palabras, voces antiguas,

nuevos vocablos, imprecaciones secretas

formas de adorar lo momentáneo,

de desafiar lo eterno, lo trivial, lo gastado.

Intento volver a poner las cosas

en su lugar

antes de desescribir el Poema.

Debo estar en camino de lograrlo

porque las cosas simples me llaman.

Todo va buscando su primitivo orden

como al nacer, como al morir.

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MARÍA DE LAS MERCEDES GOBBI

Licenciada y profesora de Letras (UNCuyo) y magíster en Comunicación yEducación (Universidad Autónoma de Barcelona). Ha publicado los libros depoemas: Ya no míos, En mitad de una vigilia y Flor mutante y colaborado endiarios y revistas. Se ha desempeñado como jurado de concursos literarios. Harecibido premios y menciones en Bienales de Literatura de la Ciudad de Mendozay en el Certamen Literario Vendimia de Mendoza, entre otros.

OLOR A PRALINÉ

Uno nace en el pequeño país

de Godoy Cruz

y se lleva su plaza hacia el futuro.

Olor a praliné,

tarde de otoño,

una gris techumbre para el día

y los árboles quemándose de a poco

con su destino de efímeras hogueras,

la escuela que perdí en los años

de blanco delantal y libros bajo el brazo,

la lágrima llorada en estallido

cuando falló el amor que encendía

pañuelos en los ojos,

la misma plaza y mi sonrisa de novia

en marzo con rosas en la mano,

la misma vida,

y es una tarde idéntica,

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olor a praliné

crocante y tibia,

para morder despacio

hasta que el viento del apuro

arremoline su aroma y se lo lleve

hasta otra tarde igual,

olor a praliné

en la mañana.

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MARÍA ROSA GÓMEZ

Nació en Godoy Cruz, Mendoza. Profesora secundaria, normal y especialde Literatura, egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo. Haobtenido, en la provincia, en el país y en el exterior, numerosos premios ydistinciones. Obras: Mendoza en el paisaje, Desde la nostalgia, Después de lascinco, Los mensajes del silencio.

MISA DOMINICAL

Vamos, Javier, el sol de la mañana nos arrullará la piel con su

suave tibieza. ¡Vamos! Ya la iglesia de San Vicente ha llamado a la misa

del domingo.

¿Sabes?, la iglesia está blanca. Toda pintada de blanco. Como

si la fe entera se hubiera renovado de luz.

Aprende a contemplar, Javier. Así agradecerás a la vida por todo

lo que tienes.

Algunos nidos han buscado la comarca de la campana.

Mira, Javier, qué quietud. Parece que el silencio ha acudido para

celebrar tu oración.

La plaza de Godoy Cruz es un escenario con lánguidos árboles

ajenos de follaje.

Camina despacio porque los árboles duermen su apacible

nostalgia.

La mañana se ha vuelto un crepusculario de matices grisáceos.

Los juegos, en su recuadro de destinos infantiles, tienen una tímida

somnolencia.

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Allí viene lenta una mujer… Guarda el secreto, siempre lejano, de

los que caminan en soledad.

Desde el límite del cielo se percibe la agonía de los trinos.

Ahora iremos a tu gruta, Javier. Saltarás por las piedras alisadas

de su camino.

¡Mira la sonrisa de la Virgen!

Yo te contemplo, Javier, ¡qué pequeño eres, niño mío! Y, sin

embargo, qué sensación de plenitud me trae tu presencia.

Por eso quiero caminar contigo, por la mañana, en los domingos,

cuando la hora no tiene apuro… y llevarte a la plaza y enseñarte la misa.

Mira, Javier, un conjunto de aves solitarias y peregrinas se han

citado en un débil rayo de sol para festejar tu encuentro.

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J. B. GUILLERMO IBARRA

Nació en Godoy Cruz, en 1922. Vecino Honorable de Godoy Cruz. Presi-dente de la Asociación Godoy Cruz Escribe. Autor y director de guiones teatra-les. Obtuvo menciones de honor a nivel local en poesía y narrativa y participó dela Antología argentina y sus escritores. Colaboró con fotografías antiguas en elÁlbum del 150.º Aniversario: Godoy Cruz, memoria de todos.

RUMOR DE REBELIÓN...

Las olas están agitadas

en el río de la Plata,

un rumor de rebelión

va surgiendo de sus aguas…

Es del pueblo esclavizado

que está perdiendo la calma…

Los invasores dejaron

semillas de rebelión

y el Veinticinco de Mayo…

brotó la Revolución.

En este mayo divino

la Patria empezó a nacer

por la voluntad de un pueblo

que se unió ¡para vencer!

y germinó la semilla

que se llama ¡libertad!,

¡que lleva doscientos años…!

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¡Todos debemos honrar

la memoria de esos grandes

que la supieron dejar

para que el pueblo argentino

¡por siempre pueda gozar…!

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Hijo de alemanes, nació en 1915, en Entre Ríos. En Buenos Aires estudióFilosofía y Letras y ejerció como docente de Latín y Griego en la UNCuyo, LaPlata y del Litoral. Se radicó en Godoy Cruz. Su obra tiene un fuerte contenidoamericanista y fue un gran conocedor del idioma guaraní. Entre sus títulos estánQuena; Viña sin tregua; Canto a América Latina; Historia de la literatura deMisiones; Y ahora digo América.

OLAYA PESCARA

¿De qué color era el agua

en las manos, doña Olaya,

al rezarle en racimo

a la mañana?

¿El fuego, alguna vez, apagara

sus calcinantes parábolas

de surco y fe cristiana?

¿El pan tenía gusto a Italia

o sabor blanco a Cerro del Plata

al dar la nieve

vuelta la página?

Cuando el zonda, barbarie unitaria,

contra San Vicente blasfemaba,

¿qué salmo penitencial

era la zapa?

Y si el granizo, horda tártara,

Guillermo Kaul Grünwald

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a Cruz de Piedra, al Chachingo descuartizaba,

¿cuál era tu cántaro

doña Olaya?

El poeta, que en don Antonio habitaba,

al rimarle el sol inca a esta comarca,

¿de qué amores

te hablaba?

¿Acaso solo números y no palabras

a las noches cuyanas

improvisándoles acequias

les improvisaba?

Los pinos “Tomba Hnos.”

no por falta de agua se han secado.

Se han secado de lástima

al ver ruinas y que los rieles

ya no andaban.

La torre palaciega que a la plaza sonreía

ni migajas..., pero el pan que repartías

era harina del alma.

¿Será por eso que cuando las campanas

de San Vicente repican

al aire le nacen ventanas

con oraciones de palomas blancas?

Los ataúdes, en cambio, Tomba Hnos.

desparraman olvido,

mas de esto que ocurre en casa

a don Antonio no le cuentes nada.

Y si tal fuera poco, doña Olaya,

te digo que la acequia Pescara

está de muerte

contaminada.

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BLANCA NIEVES MAUFF DE BABILLÓN

Nació en 1935, en Mendoza. Publicó: Rozando el ala, Las cartas de Blanca,A solas con mi nieto. Ha colaborado en programas radiales y fue corresponsal deldiario A folha de Sao Paulo (S.P., Brasil). Premios: Certamen Latinoamericano deEscritores de Fundación Givré (Buenos Aires); Primer Concurso Nacional deCuentos y Relatos Argentinos, Municipalidad de Godoy Cruz. Declarada VecinaHonorable de Godoy Cruz en 2007.

CAMINO AL BICENTENARIOFESTEJOS DEL BICENTENARIO

Escuchamos una y otra vez y el corazón se llena de orgullo

recordando aquellos seres que dijeron ¡basta! al dominio español, que

no era más que una esclavitud impuesta porque, ¿es libre quien en “su”

lugar es controlado por algo o alguien que llega del exterior?

Eso hace doscientos años. ¿Y ahora? ¿Tenemos conciencia de

la esclavitud en que vivimos y que viene de nuestro interior y de la que

solo podemos liberarnos liberando ese gigante interior que llevamos

dentro y mantenemos adormecido?

¡Es-cla-vos!, del miedo, de la codicia, de la envidia, de la mentira,

del poder, de todo esto que creemos que nos hace crecer y superar y

solo nos lleva a olvidar nuestra condición de hermanos.

Pasamos junto al otro, que es solo eso: “el otro”; no nos miramos,

nos interesa solo en la medida de lo que puede darnos y no darle. Ya no

sabemos dónde estamos parados, en realidad.

Por eso, en nombre de aquellos que nos permitieron llenarnos

el corazón y decir con todo derecho al resto del mundo: Oíd mortales el

grito sagrado: libertad, libertad, libertad, salgamos a la calle llevando un

presente de amor.

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Para el triste o el alegre, para el enfermo que se recupera o para

el que grita o llora en silencio, para el que reza o blasfema, para el

absuelto o el condenado, para el que siembra o cosecha, para el que

cura o lastima. Mirémonos en ellos y renovemos el Amor que nos formó

y nos mantiene.

¡Esclavo! ¡Esclavo yo! ¡Esclavo vos! Seamos ¡LIBRES! Somos un

único cuerpo, una única voz que necesita expresarse ya despertando

nuestro gigante, respirando Libertad por nuestros poros, vertiendo

libertad en las planicies y altiplanos interiores.

¡Despertemos argentinos! Yo te amo de más y no quiero verte

más esclavo de tu autodestrucción o del egoísmo de las superpotencias.

¡Despertemos! Miremos el sol inca o maya naciendo en rayos

indestructibles de libertad. ¡LIBRES! Liberémonos y el camino al

bicentenario será una luminosa realidad, no una expresión, y

especialmente no será solo un sonido la palabra ¡LIBERTAD!

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AMÉRICO MANZINI

Nació en 1972. Ha publicado cuatro libros de poesía: Desalmadero; Fugaen otro intento; Textos sagrados y Cuaderno de bitácora. Primer Premio Poesía“Letras Jóvenes Godoy Cruz”, 1993 y 1994. Ha participado en diversas revistasliterarias del interior del país.

PARA CAMINAR DESCALZO

Para acorralar el jardín que tropieza en la calzada

ha conspirado con la tarde olvidar los zapatos.

Frecuenta la esquina más cercana.

Acecha cómo se revuelca el otoño sobre el césped.

Bendice los días en que la lluvia desploma la ciudad.

Y se despierta dos horas y cuarto entre la siesta

a escuchar cómo la costumbre se desordena en la tierra.

Un hombre entraña la escena y se levanta.

O es el mundo el que se levanta en el sitio preciso

para que un hombre aplauda de pie.

Para acorralar el jardín que ahora incomoda el tránsito

olvida los zapatos en la tarde

y conspira y tropieza y se recorre descalzo por las calles.

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NOEMÍ MARTÍNEZ

Docente de Letras, ha cultivado especialmente la poesía, el ensayo y lacrítica literaria. Ha dirigido numerosos talleres literarios. Es también letrista decanciones vendimiales. Ha editado El mago de la llama y La magia del caldero.Los talismanes de cristal y Corre Sofía, corre se encuentran en vías de edición.Primer Premio de Poesía sobre Tomás Godoy Cruz, otorgado por la Municipali-dad de Godoy Cruz (1993).

DIÁLOGO

Sentada en esta plaza miro pasar el tiempo,

pero... mágicamente el tiempo vuelve atrás;

renacen silenciosos los acallados sueños

de seres que pasaron, personas que no están.

¿Cómo eran los huarpes que habitaron mi tierra?

¿Cómo eran las damas de antigua sociedad?

¿Cómo era el inmigrante que vino a las cosechas?

¿Cómo eran estos lares? ¿Lo recuerdas Tomás?

Tal vez, grandes casonas construidas de adobe,

con macetas y patio, un amplio ventanal;

con grandes comedores donde patriotas hombres

acunaban anhelos de paz y libertad.

¿No recuerdas, Tomás, los viejos carros

sobre la huella larga y polvorienta?

¡Ven! Recordemos juntos esos años

las tertulias, las viñas, las haciendas.

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Con murmullo de faldas suaves y almidonadas

recorren la vereda mujeres de otro tiempo,

y me parece oír, flotando en la distancia,

de tu voz olvidada los musicales ecos.

Cuéntame cómo nace la Villa San Vicente;

los primeros viñedos, la primera bodega.

La plaza está callada, no hay palomas ni gente,

estamos yo y tú solos en esta tarde bella.

Háblame de las glorias de ese pasado nuestro

unidas al presente que nos toca vivir.

La historia de los hombres es un círculo eterno

el ayer va guiando los días por venir.

Después voy a contarte cómo cambió esta tierra,

la transformó el progreso de la mano del hombre

y en memoria a tus sueños de amor e independencia

hoy la pequeña villa, Tomás, lleva tu nombre.

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JUAN JORGE MOLINELLI

Nació en Buenos Aires, en 1902. Desde 1923 se radicó en Godoy Cruz.Farmcéutico de profesión, desarrolló también el oficio de escritor. Escribiótrece libros y el último, Mi antología poética, lo editó a los ochenta años.

ALEGRÍA

Estaba solo,

en esa soledad establecido,

en esa soledad de hierro y piedra.

Llegaste generosa,

valiente y con firmeza,

y el ángel de tus manos

curó mi soledad de todo yugo.

Y entonces, en mis ojos

se abrieron las ventanas del campo más sonoro,

los pájaros cantores, las mieles y el rocío,

la primavera acaso,

el lago, el río, el valle, la montaña desierta.

Al unísono todos

cantaron aleluyas,

gritaron las campanas,

y dijeron de vientos

ardorosos y tibios.

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Y fue tu amor seguro

mi fuerte compañía...

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MARÍA GABRIELA PIAZZOLI

Mendocina, radicada en Godoy Cruz desde el año 1999. Poeta y narradoraautodidacta inédita. Su obra tiene un marcado tinte regional, aunque abarca lointimista, social, romántico y actual. Incursiona en la narración y el ensayobreve, y desarrolla un proyecto de cuentos para niños mendocinos.

LAPRIDA EN EL PILAR

Si el destino alegremente me cantara

un futuro de odas de alegría

y brotaran de mis ágiles pupilas

muy sentidas lágrimas de amor,

aun así no podría yo creerle

aun así retendría yo anclado

el presente que tiene por rodado

un lecho seco de ríos de dolor.

Aunque un día me prometan las campanas

con tañidos de lúcido metal

que al alba estaría liberada

de aquel cuento con tórrido final,

todavía mantendría yo las dudas

muy adentro en mi tibia sinrazón

evitando llenar de golondrinas

mi frustrada y atónita ilusión.

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Es que está mi congoja tan latente

que no admite venturas por llegar

y no cree en auroras de colores

porque pisa descalza la verdad.

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RAMÓN TEOBALDO SECTON QUIROGA

Nació en San Luis, donde realizó sus estudios primarios. Completó lossecundarios en Mendoza, donde se radicó. Entusiasta escritor, incursionó tam-bién en la música y el canto participando en conciertos y giras corales dentro yfuera del país. Ha publicado: Historias y Sueños.

REGALO DEL CIELO

Tiene el frente blanco y rejas marrones,

mi casa es pequeña, pero confortable;

si quieres venir, la puerta está abierta,

siempre tratamos de ser amigables.

Cabo Bartolomé se llama mi calle,

su número es veinte cincuenta y dos;

Paulo Sexto, el nombre del barrio,

Godoy Cruz, Mendoza, ahí vivo yo.

Quisiera que con tu visita me honres,

que te sientas feliz de llegar a ella;

tengo un cielo azul, un sol amarillo

y en la noche tengo luna y estrellas.

Tú, tan solo tienes que venir dispuesto,

compartiré la suerte que yo he tenido;

brindaremos juntos, con sana alegría;

siéntete contento, tú eres bienvenido.

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Y cuando culmines aquí tu presencia,

te lleves mi silencio y mi algarabía;

el deseo dentro de tu alma

de volver otra vez a esta casa mía.

Regalo del cielo, debería llamarse

esta morada donde hoy vivo yo.

¿Qué otro nombre podría yo darle

a este regalo que me ha dado Dios?

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MIRIAM SEGGIARIO

Nació en Godoy Cruz, donde reside. Técnica en Criminología y diplomadaen Humanidades UNCuyo y Universidad de Mendoza. Ha recibido numerosasdistinciones por su obra. Cónsul en Mendoza de «Poetas del mundo» (Movi-miento por la Paz Universal). Miembro de Unión Hispanoamericana de Escrito-res, Perú . Ha publicado: Ceniza y Fuego y Claridades subversivas.

DOLOR

Duele

ser conscientes, a veces

de acuchillar el aire con reproches

enterrar la memoria de horas vivas

profanar el sentido del ayer

alzar puños al cielo

y maldecir el día que nacimos.

Duele

porque el dolor, a veces

suele irse, o diluirse

y dejar paso a un aire nuevo de ternura

a cielos limpios

a manos que se tienden a otras manos.

Duele

porque siempre es posible

arribar al fin del túnel. Y hallar luz.

Y otra vez, bendecir agradecidos

nuestros días.

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MARGARITA VADELL

Nació en Mendoza, se graduó de Maestra Normal Nacional especialista enCiegos y se ha desempeñado como profesora de Braille. Ha recibido numero-sas distinciones: 3er. Premio Concurso Tiflos-España (1989), 2.º Premio Con-curso Tiflos (1995); 1.er Premio Biblioteca Argentina para Ciegos (1997); PremioLos Andes de Poesía. En 1992, obtiene el 2.º Premio Internacional de Experien-cia Escolar sobre Aula Taller para chicos con discapacidad visual.

NO PODRÉ

No podré ir a escucharte este verano

pero quiero que sepas estas cosas.

Carne de carne mía,

hermano río

y de mi tiempo,

tiempo.

No podré ir a escucharte en el verano

pero quiero que sepas estas cosas.

Déjalas que se enreden en tu musgo

y que en tus piedras choquen.

Apriétalas contra tu corazón huidizo.

No las dejes que exploten nunca,

nunca.

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Son como niño hambriento entre cuadernos rotos o golondrina enferma

en el tejado.

No las dejes que exploten.

El noviembre-jazmín de mis amores

gime aromas de muerte por las tardes

y se esconde conmigo en el ocaso

por vergüenza de un sol sin atenuantes

que nos puso en desnudo ante el escarnio

de los que no cuidaron la tersura.

Junio-nieve borró con su tristeza

la huella de mi antorcha por mi estepa.

Y llegará diciembre-copa-en alto

al oscuro posible clausurado.

Y llegará diciembre

en su bochorno de invitados ciertos

al útero de mi alma calcinada.

No mojaré los dedos afiebrados

hasta la dulce sombra de tu orilla.

Mas vendrá el marzo-mosto y su vendimia

a la lengua fatal de áspero canto

y a mis agrios deseos.

No podré ir a escucharte, hermano río.

Quería que supieras estas cosas.

Lo demás ya lo sabes y es muy bello.

Lo demás ya lo sabes

fue mi historia.

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GRACIELA ELDA VESPA

Nació en 1946, en Mendoza. Comenzó a escribir desde muy corta edad.Fue también soprano solista en el Coro Universitario dirigido por José FelipeVallesi y estudió Bellas Artes. Ha ganando numerosos premios locales y nacio-nales. Escribió Tiempo de Libertad, De aquí y de allá... cuentos sin sobresaltos(2004). Sus cuentos infantiles fueron impresos en el suplemento Tintero, dediario Los Andes de Mendoza y Alfabeto de diario Uno.

LA FLORISTA

La Fidela Quispe tiene un puesto de flores junto al monumento

de Fray Luis Beltrán. El Tajamar está siempre lleno de agua color café

con leche y ella se agacha para rociar las flores con el agua musical. Con

su pollera multicolor desparrama alegría. Junto a su puesto de flores,

hay uno, de un tal Mismicho Cosque. El hombre es silencioso y de muy

mal carácter. Siempre pelea por todo y en especial desprecia a las

mujeres. La Fidela ni le habla y eso lo saca de quicio al hombre. Además,

su quiosco está siempre lleno de clientas que compran en el mercado

La Pirámide y luego pasan a su pequeño rincón a charlar. Vende mucho y

lleva buen dinero a su casa. Una tarde de zonda, la Fidela, por sacarle

las espinas a unas rosas, se provoca un tremendo corte con el filo de

una herramienta casera, en la mano derecha. Cuando va a meter la herida

en la acequia, para lavarse la sangre, el hombre se arrodilla y con fiereza

lo impide. La mujer asombrada no sabe qué decirle. Calla. Él corre a su

chata y la empuja para que suba. La lleva al hospital, donde le ponen

varios puntos. Ahora el puesto de flores es el doble de tamaño y luce

en su espalda, la Fidela, un niño igualito al Mismicho Cosque.

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GUAYMALLÉN

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AUTORES

Lila Levinson

Isabel Gili

Evangelina Mayol

María del Carmen Mladinic Maimone

Rosa Pereyra

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LILA LEVINSON

Locutora Nacional. Matr. N.º 2221. Diplomada Gestión Social y Cultural.Conducción del programa: “El Programa de Lila” LV8 Libertador Conductora delPrograma “De a Dos, Mejor”, para solos y solas en FM 97.5 Radio Signo. PrimerPremio Literario Aniversario Club Mendoza de Regatas / 91. Mujer Destacadaen Comunicación, Municipalidad de Gllén / 95. Mención especial Cuento Con-curso literario Vendimia/98 Instituto Provincial de la Cultura. Distinción en elDía de la Mujer, otorgado por Asociación Vecinal Comandante Torres, marzo1999. Tercer premio, concurso literario nacional organizado por la Casa de laCultura de San Genaro, Pcia. de Santa Fe, noviembre 2000. Distinción de laHonorable Legislatura de Mendoza, por trayectoria en Medios de Comunicación– abril 2001. Mención de Honor Certamen Literario Internacional 46 AniversarioClub de Leones de Buenos Aires. Junio 2001. Primera mención Concurso Lite-rario Casa de la Cultura de San Genaro Pcia de Santa Fe – Dbre 2001. Primeramención Concurso Literario Universidad Juan A Maza – Dbre 2001. Declaradapersonalidad de Mendoza por el Fondo Vitivinícola febrero/03. Declarada ciu-dadana ilustre de Guaymallén por el Centro Cultural El Portal de Villanueva,setiembre 2003. Distinción Sanmartiniana de la Legislatura Provincial, agostode 2004. Agosto 2007: distinción del Rotary Club Godoy Cruz. Setiembre 23 al30/ 2007: participa como única escritora mendocina seleccionada para el IIIENCUENTRO INTERNACIONAL DE ESCRITORES, en San Juan. Octubre 2007: men-ción de honor en el Concurso de Cuentos: JUNIN PAIS. Buenos Aires. Octubre2008: participa del Encuentro de Escritores, SADE, GOYA, CORRIENTES. 2008:“El Programa de Lila“ (LV8 Radio Libertador) nominado Faro de Oro.

MARÍA DE LA LUZ

(Basado en la historia real de la esposa del Gobernador de Mendoza del

año 1816, don Tomás Godoy Cruz).

El espejo le devolvió su mirada inescrutable. Observó sus ojos

castaños. La luz de los candelabros los irisaba. Cepilló las cejas

perfectas. Pasó polvo de arroz por la punta de la nariz. Lorenza, como

siempre, esperó a que su ama terminara de mirarse. Después, tomó el

abundante cabello castaño, lo separó en dos, dio volumen a las ondas

que había formado con las tenacillas calientes. Las horquillas que lo

sujetaban terminaban en flores diminutas. Lo recogió atrás con el

peinetón español enriquecido de piedras. Un regalo de su amigo José

traído de su último viaje a España.

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Luz sumergió las puntas de los dedos en el agua de azahar de

la jofaina de porcelana que estaba en el tocador y se humedeció detrás

de las orejas. Se miró. La sirvienta colocó el collar de perlas y brillantes

alrededor del corto cuello. La piel blanca y sin arrugas, cuidada con

leche de cabra traída de los puestos y emplastos de yuyos secretos

que solo conocían doña Luz y Lorenza, difícil de ver en otras mujeres

de su misma edad. Cuando aparecía en los salones, siempre había

exclamaciones de admiración ante su belleza y esa extraña mirada.

Tomó la capa de terciopelo y piel y se la colocó en los hombros.

Eustaquio, el cochero, la ayudó a subir al carruaje donde esperaban los

lacayos para conducirla a la casa de los Martínez. Se festejaba un nuevo

aniversario de la Declaración de la Independencia. A ella le agradaba

esa fecha. No solo la homenajeaban por su poder y alcurnia, sino también

por los conocimientos que tenía para hablar de política, de los últimos

libros que llegaban de Europa o contar los mejores chismes que corrían

por la ciudad. Además, su marido, representante en Tucumán treinta y

seis años atrás, había sido uno de los más respetados personajes

políticos. Ahora hacía menos de dos meses que era su viuda. Se corrieron

entonces feos rumores sobre su muerte y aún continuaban susurrando.

Los comentarios se hacían en voz baja y en las sombras por temor a

doña Luz. Eran bien conocidas sus venganzas y confabulaciones.

Enfrentar a la señora era un desafío con resultados desconocidos.

Luz imaginaba la fiesta que daría después para devolver atencio-

nes. Su salón era el más famoso de Mendoza. Porcelana de la China,

vajilla de plata, cristales, esclavos, la mejor comida, los conciertos y

hasta las guitarreadas con los mejores cantores de la zona. Concurrían

las familias más poderosas y de gran linaje. Los Villanueva, Molina, Zuloaga,

Zapata, de Rosas, Correas, Calle y otras familias. El que no asistía a sus

saraos y fiestas era porque no pertenecía a la alta sociedad mendocina.

Precisamente, Tomás había muerto en medio de una de esas fiestas;

menos mal que fue casi al final de la reunión. Detestaba perder un solo

minuto en algo irremediable. Tapó a Tomás con un manta y tapó la

noticia con una sonrisa, continuando el baile con la misma pasión de

siempre. Mañana será otro día, le dijo a Lorenza. Él nunca le importó

demasiado. La sumisión de las mujeres y hombres a los matrimonios

arreglados era una costumbre sin pensar en discutirlo. De todos modos,

Luz no era sumisa en otros aspectos. Audaz, divertida y contradictoria.

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Ejercía su poder en todas partes. Los saludos de la gente los domingos

en la iglesia demostraban que todos querían ser sus amigos.

Por fin había un buen motivo para salir. Una ocasión propicia, el

aniversario de la Declaración de la Independencia.

El trotar suave de los caballos le produjo una sensación de

excitación. El carruaje transitaba las calles de los barrios San José, El

Infiernillo y San Antonio. La fiesta era en una casa que quedaba pasando

el brazo del río. Aún quedaba tiempo para pensar en Federico. Sabía

que ellos también irían. Sacó el pañuelo impregnado en lavanda y se lo

pasó por el cuello y el nacimiento de los pechos que mostraba el escote.

Cuando lo saludara con un beso, él sentiría el conocido aroma dulzón y

sensual que la perfumaba. Pensó en sus ojos azules, la barba rubia y

tupida que no lograba ocultar los labios que ella deseaba apretar hasta

hacerlos sangrar. Estaba segura de que esa noche Federico aceptaría

una entrevista. Imaginó que sería apasionada. Pondría las sábanas de

hilo y seda que bordaran las mujeres del paraje Alto de Godoy. Las

mismas que lo hacían para los templos de San Agustín, Santo Domingo

y La Merced.

Pondría los velones que fabricaba especialmente para ella el

negro Pascual. Las hierbas de la montaña y hojas de eucalipto quemadas

en el brasero destilarían perfumes especiales. Tendrían que ser muy

discretos. Ella era una experta. No sería la primera vez que citaba a

alguien en su casa sin que nadie se enterase. Los sirvientes amordazaban

las bocas. Doña Luz podía ser muy sanguinaria en sus odiosidades.

Tenía ganas de tocar el cabello de Federico. Siempre se lo veía

brillante y sedoso. Aurelia se encargaba de buscar flores de manzanilla

y hojas para lavárselo.

Aurelia no había heredado la belleza de las Corvalán. Tímida,

sencilla y discreta. De todas formas, muy apreciada. Cantaba con una

voz exquisita y jamás se negaba a hacerlo cuando se lo pedían. Se

acompañaba ella misma en el piano. Pero, como siempre, era Luz la que

centraba las conversaciones. Aurelia terminaba mirando con tristeza a

esa madre siempre misteriosa que se opuso con total desagrado al

matrimonio con Federico. Alegaba que no eran de la misma prosapia,

que ella merecía algo mejor. Pero pudo más Aurelia, que en porfía se

parecía a Luz. Cuando conoció a Federico supo que sería su hombre. La

ayuda del padre fue la que logró el casamiento y para no continuar las

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agresiones y peleas inexplicables con su madre, se trasladaron a Chile.

Aún se lamentaba Aurelia por el llamado de Tomás para que regresaran

por la caída de Rosas. A los pocos días su padre murió. Se sentía muy

sola a pesar del amor de su esposo. La familia Mayer, con su modo

autoritario, la inhibía. Precisamente ellos insistieron para que fueran esa

noche a la fiesta aniversario. No tenía ganas de ver a su madre y sentir

el dominio con que la subyugaba. Tampoco le gustaba lo que veía en

esos ojos indefinibles cuando miraba a Federico.

Ella recordaba hechos de su niñez. Apretada a su hermano en

un abrazo asustado en las noches calurosas de enero, oían rumores de

voces que no eran las del padre. Él siempre estaba de viaje porque así

lo exigía la patria. Fueron testigos horrorizados de las espaldas

sangrantes de hombres o mujeres azotados sin piedad. Gritos, insultos,

humillaciones siniestras y el recuerdo de gente que jamás volvió a ver.

Sí, su madre era peligrosa.

Aquel 9 de Julio de 1852 había amanecido con una nevisca. Los

copos helados endurecieron la tierra del camino. Los álamos que había

traído San Martín por el 20 eran esqueletos fantasmales en la oscuridad.

Los caballos trotaban, largando humo de sus ollares. Luz pensaba,

planificaba. No entendía qué vio Federico en la insulsa de Aurelia. Pero

no era problema. Nada era problema para María de la Luz

La corriente de su conciencia la llevó a la imagen de ese hijo

suyo, tan incapaz. Los veintiocho años de Juan Bautista golpearon sus

propios años. Pero qué importaba, si se veía tan joven como Aurelia.

Eso era lo que prevalecía.

Toda la vida había manejado las fincas, los bienes, el ganado, la

gente. Ahora, a la muerte de Tomás, ese hijo insolente quería arrancarle

la administración que siempre ejecutó sin que nadie se interpusiera. Ella

no quiso hijos, pero igual vinieron para complicar proyectos. Lo arreglaría

después. Era una reina en el manejo de intrigas para lograr lo propuesto.

Ya vería Juan Bautista quién era su madre. Maldito sea.

Federico estaba parado debajo de la lámpara junto a Aurelia.

Su mano acariciaba la espalda de su mujer. Desde el umbral, Luz observó

el placer que le producía ese contacto. Sus risas compartidas la

molestaron. La timidez de Aurelia se había perdido entre las sábanas

de un matrimonio feliz.

Cuando la vieron entrar con su fiereza de siempre, el vestido

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atrevido y la sonrisa sensual, sus rostros se convirtieron en piedras.

Se estremeció cuando Federico le besó la punta de los dedos

enguantados. Hielo eran sus palabras al saludarla. Aurelia no se levantó.

Solo, después, abandonó la silla para confundirse con los Corvalán, los

Gómez, los Maza y otros que ya estaban llegando. En el medio de la

fiesta le pidieron a Aurelia que cantara. Con voz magnífica cantó una

tonadilla que decía de una déspota mujer que no sabía amar y que la

tierra trémula taparía sin compasión.

Era una provocación irrespetuosa. Solo un dominio perfecto

permitió que Luz no insultara o gritara. Pronto sabrían quién era ella.

Luz.

Casi un mes después, precisamente el seis de agosto, Aurelia,

se abrazaba al cuerpo inerte del hermano. Hacía tiempo que el hermano

mayor también había partido. Sus gritos barrían la casa. Las flores de

una primaverilla tempranera se movían sin sentido en los árboles frutales.

Los dos perros de Juan Bautista aullaban apuntando sus hocicos al aire.

Los peones y sirvientes iban y venían. La quinta “El Tapón” en la calle Los

Ciruelos, rodeada de cipreses y pinos, se sumió en un lamento oscuro.

Juan Bautista había muerto.

Siete meses han pasado desde la muerte de Juan Bautista. Aurelia

y Federico son invitados a la casa de don Melitón. Decidieron responder

a las insistentes invitaciones. Lola, de origen mestizo, es una cocinera

que sabe hacer los mejores pastelitos y sopaipillas con arrope. La

tarde se desliza entre el licor de mandarina y los últimos chimentos de

lo que sucede en Buenos Aires y en Mendoza.

Los Mayer comentan que le reclamarán a Luz la herencia de

Tomás y Juan Bautista. También se habla de las fiestas cada vez más

fastuosas y concurridas que organiza Luz.

Entre charlas y tortas fritas languidece la tarde. Es hora del

regreso.

Los primeros días de marzo aún son calurosos y esa noche,

especialmente, es una invitación para caminar.

De pronto, dos sombras pesadas los envuelven. Aurelia no

entiende qué sucede. Solo recuerda que Federico lleva una pistola y

dispara. Gritos, insultos. La mente es un caos, una negritud la invade

hasta hacerla caer. Abre los ojos, aquella pesadilla continúa. A pesar

del terror y tal vez por aquella fiereza de sangre que lleva de su madre,

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toma un puñal que aquellas ratas hermanadas habían soltado, pero es

inútil. Otro ataque y vuelve a caer. Los asesinos son tragados por la

noche.

Se oyen gritos:

— Avisen al decurión.

— Que los arresten.

— No hay caballos para perseguirlos.

— Es un horror.

— Qué atrocidad.

Ya la sangre seca en el bello cuerpo desnudo de Federico

despide un olor rancio. El cadáver es llevado de un sitio a otro en el

cementerio. La llave de la bóveda no está. Es que todo está oscuro y no

se encuentra.

Alguien dice:

— A este cuerpo hay que tirarlo.

Los asesinos son capturados.

Confiesan que no son culpables. Dicen: Nos dio la orden la señora.

Pero ella es una dama. No puede ser encerrada. Qué sería de

nuestra sociedad, la señora es tan distinguida. Hay un juez ofuscado. La

condena a pena de muerte. Apelación. Soy inocente, clama Luz. Hay un

convenio, el de la corrupción. Solo pagará dos mil pesos para construir

una cárcel, donde ella nunca estará. Piedra sobre piedra se levanta. Dos

mil pesos es el costo, no hay prisión para Luz, la cárcel es para otros.

Solo dos mil pesos y se construirá la primera cárcel. Ese es el

castigo. Piedra sobre piedra se construye para que tape los llantos. Dos

mil pesos es el costo, no hay prisión para Luz, la cárcel es para otros.

Marzo. Ocho años después. Es el tiempo del año en que se

preparan los dulces y conservas, del arrope, los dulces y la miel. Todo

se ha evaporado. Luz se mira en el espejo. Lorenza ya no está. Otra

chinita está arreglando el salón. Una vez más los preparativos de una

gran fiesta. No hay nada ni nadie ya que moleste. Hasta ha prometido

venir el coronel Laureano. También ha invitado a ese joven, lo convencerá

para que se quede esa noche. La luna de marzo siempre fue su amiga.

La noche de marzo ocultará sus años. Aún domina la ciudad. El calor de

ese día, le permitirá ponerse el vestido de verano, el que más le gusta.

Luz grita: —Qué les pasa a esos chocos, que se callen.

No todo está en silencio a pesar de las órdenes de Luz. La tierra

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inflamada de odio ruge. La tierra se hace oír con graves gruñidos. Se

abren grietas sangrantes. Truenos que no son del cielo estremecen las

calles, la plaza, las acequias y los zanjones desbordados. Salen lenguas

de fuego del vientre infernal. Una vez más los códigos se rompieron. El

día se ha detenido en una nada. Las aves desaparecieron de los árboles,

los árboles fueron tragados por la tierra avarienta. Las esquinas y los

patios con sus aljibes se fueron. Los caballos no relinchan. Las guitarras

se quebraron en las manos de los tonadilleros. Solo ceniza y tierra reseca.

Todo se ha desvanecido. Hay un látigo inexorable que azota, destruye y

quiebra. Pronto los chacales comerán los despojos.

Doña María de la Luz está aferrada en lo que queda del sillón de

terciopelo verde del salón. Una mano está tapada por adobes y paja

desmoronados de la pared, que no logró sostenerla. Su rostro se ve

extraño. Los ojos salidos de las órbitas. El cuello exageradamente

doblado, pero con distinción. La viga en su cabeza le da un aire de

gracia. Como a ella le hubiese agradado. Su pecho que ardió, se vengó,

asesinó y suspiró en noches con perfume de madreselvas y pasiones

sin pudor está aplastado. El relicario de oro con el retrato de un hombre

de ojos muy azules se ve grotesco sobre el cuello.

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ISABEL GILI

Ejerció la docencia por más de veinticinco años en diversas escuelas de laProvincia. Escribe prosa y poesía líricas con estilo muy peculiar, caracterizadopor la síntesis y la profundidad del pensamiento expresado en forma concisa ycon ribetes filosóficos. Su temática está orientada hacia temas sociales desa-rrollados con visión un tanto oscura y de un realismo que demuestra amplioconocimiento de las situaciones. También encontramos en ella una corrienteintimista que la lleva a manifestar sentimientos de hondura muy humana ypersonal. Ha publicado en diversas antologías y participado en grupos de talle-res. Enriqueció su caudal lírico en un viaje a México y América Central.

MAGRA HERENCIA

Amaneció templado.

Dobla como homenaje menesteroso cada cartón.

— Si lo consigo, me servirán para otra ocasión.

Inicia el deambular con las manos curtidas y dispuestas.

— Puedo hacerlo; me enseñó de chico. El viejo Miguel me

compartió sus chapas, el yerbeado y la sabiduría. Me había abandonado

apenas nací. Me hundieron en el Hogar 37. Me escapé a los nueve.

— Frío, lluvias, heladas, veranos, sol que calcinaba...

Lo hallé bajo la arboleda de la avenida Sur. Crecí a su lado.

Hacíamos lo que nos dejaban. Jamás faltó pan ni algo de abrigo. En las

noches de luna llena me contaba historias con consejos y buscábamos

estrellas.

Aquel atardecer pasó un auto grande, veloz asesino. No divisó

al del carro ni el blanco de las canas.

Arremetió. Ni se detuvo.

No alcanzó la ayuda de mis lágrimas.

Me lo arrebataron de la manera más injusta y despiadada.

Quedaron las chapas, dos cajones, un catre, el abrigo...

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Le llevé una flor. A mi regreso me habían llevado hasta mi

estampita.

Solo busco otro viejo Miguel portador de sueños con mariposa

de colores. No le bastaron para protegerlo.

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EVANGELINA MAYOL

LA BRUJA ERNESTINA ESPINOZA

La bruja Ernestina Espinoza vivía en un rancho rodeada de un

monótono desierto. En los alrededores solo crecían arbustos pinchudos.

Sus vecinos le tenían una mezcla de temor y respeto. Solo acudían a

ella para que les curara la ojeadura, les tirara el cuerito, les leyera la

borra de café y alguno que otro hechizo para que multiplicara la cría de

las cabras. En los ratos libres leía un libro de brujería que había heredado

de su tatarabuela. Después mezclaba las fórmulas para ver qué podía

inventar nuevo.

Entre algunos de sus descubrimientos más importantes

figuraban la cura de las verrugas con los sapos, la aparición de pelos

con las gallinas y de plumas en los señores pelados, las herraduras

que hacían bailar rap a los caballos y plantas de “diente de león” que

rugían y todo. Entre los elementos de su casa, se podía encontrar un

ventilador que servía para aspirar el polvo de los rincones; una batidora

que hacía olas en el fuentón donde se bañaba la bruja y una cafetera

que solo hacía sopa mientras sonaba un himno brujeril.

— ¡Pero será posible, che, que lo que invento sale siempre

pifiado! ¿Y vos qué me mirás, loro mercachifle? Dale, intentá vos a ver

si te sale algo. Lo único que hacés es reírte de mí y cotorrear todo el día.

— No te enojés, brujita linda, que con ese carácter nunca vas a

encontrar novio —agregó con un tono burlón desde lo alto del ropero el

loro.

— Lo único que me falta es un novio. Tengo mucho trabajo

como para perder tiempo en romanticismos que ya han pasado de

moda.

— El amor nunca pasa de moda—susurró el plumífero.

— ¡Callate la boca, loro parlanchín! Qué sabrás vos de amor si

la única que te dio bolilla fue esa urraca despistada que cuando se dio

cuenta de que eras un loro salió volando como un rayo.

— Lo que pasa es que estaba muerta de amor por mí, pero la

familia no me quería.

— Y qué va a querer a un loro vago que lo único que hace es

comer todo el día y mirar novelas por televisión.

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— Bueno, no me importa. Un día de estos preparo mis cositas

y me mando a cambiar al pago de Las Catitas, seguro ahí me consigo

una novia.

— Que yo sepa aquí nadie te tiene atado. Lo tranquila que estaría

sin que nadie me parlotee en la oreja todo el santo día.

Ante el loro Patrocinio Funes, la bruja Espinoza no dio el brazo

a torcer. Luego la invadió un silencio recapacitador en cuyos

pensamientos admitía que ningún hombre podría enamorarse de ella,

ya que la mayoría temía convertirse en un sapo mofletudo después de

un hechizo En el fondo reconocía que hubiese sido lindo que alguien le

cebara unos amarguitos y que compartiera con ella las tortitas al

rescoldo que tan bien le salían. Además, a diferencia de todas las brujas

declaradas oficialmente, no era fea ni tenía la nariz ganchuda.

Reconociendo una vez más que el loro tenía razón, se dio vuelta enojada

y lo sacó del rancho a escobazos.

— Andá a hacer publicidad callejera y a conseguirme más clientes

que si no, no vamos a parar la olla.

— Un día de estos me voy a cansar de tantos malos tratos y

me voy a ir donde sepan valorar quién soy.

— Tomatelás de una vez. No sé quién te va a tratar mejor que

yo. Dale, dale, rapidito, moviendo las alitas.

Ni bien se quedó sola, Ernestina se puso a inspeccionar su libro

de cabecera. Leyó y releyó la fórmula para el amor .Volvió a cerrar el

libro y dio un suspiro, pensativa. No había caso; cada vez que ponía en

práctica esta receta, seguro le salía al revés .Se resignó a no poder

prestar este servicio a su estimada clientela.

La nochecita llegó lentamente y amplificó la ausencia. Patrocinio

nada, ni había asomado las plumas por el rancho. Ernestina ya había

salido varias veces al patio creyendo escuchar que llegaba. Ya tarde y

cansada, decidió irse a dormir.

— Ya va a venir cuando le de hambre a ese loro atorrante—

pensó sin estar muy convencida—. Seguro que se quedó en la casa de

algún amigote.

El día sorprendió al rancho en el más absoluto silencio. El loro

no había regresado.

— ¡Pero será posible! Cuántas veces le he dicho que me avise

por dónde anda. En cualquier momentito aterriza y ahí me va a escuchar.

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¡En lechuza lo voy a convertir!

Pasaron los días y Patrocinio ni mú, nada por aquí, nada por allá.

La bruja, al borde de un ataque de nervios, pensó lo peor y decidió ir a

buscarlo. Le echó combustible a su escoba y recorrió todos los campos

de los alrededores. Cada vez que veía a alguien caminando bajaba y

preguntaba por el loro, mostrando una foto que tenía de su último

cumpleaños. Con la escoba y el ánimo a la rastra, volvió. De tanto

sobrevolar la zona se quedó sin nafta súper, con la certeza de que

había perdido para siempre a su fiel compañero.

Debajo de la galería de cañas lloró y lloró y como era la primera

vez que lo experimentaba, inundó el fuentón con lágrimas. Ahí se dio

cuenta y reconoció cuánto quería a ese loro fanfarrón con el que

compartía su vida.

A pesar de la tristeza siguió con sus rutinas brujeriles y hasta

pensó en adoptar una mascota para hablar con alguien. Pero sabía que

como Patrocinio no habría otro.

Un día, sentada en el patio mientras le hacía chapería y pintura a

la escoba, sintió un ruiderío en el fondo del rancho. Casi se cae de

espaldas cuando descubrió a Patrocinio rodeado de otros loros a su

alrededor.

— Hola, brujita, ¿me extrañaste?

— ¡Pero, loro sinvergüenza, vení, que si te agarro te saco todas

las plumas para un plumero!

Tuvo que correr rapidito el loro para que la bruja no lo alcanzara

por los alrededores del rancho, hasta que se cansó y se paró en seco.

— Bueno, pare de correrme que si no, me va a dar un infarto.

— Pero como te atrevés a aparecerte así como si nada y encima

con toda esa manga de amigotes.

— Espere que le explique. Esos no son amigotes—respiró

profundo Patrocinio—. Ella es Clodomira y es mi esposa; el resto son

nuestros periquitos. El día que me corrió con la escoba la conocí y me

enamoré al instante y me dio cosa volver. ¿Cómo le iba a contar que

encima tenía novia? No la podía traer aquí; nos iba a sacar volando a los

dos.

— Sí, tenés razón— confesó con la cabeza gacha la bruja— He

sido una bruja sin corazón. ¡No sabés lo que te he echado de menos! —

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Hizo un silencio corto y afirmó—: Si querés volver, sabés que las puertas

del rancho están abiertas para vos.

—¿Para mí solito?

—Bueno, para vos y toda tu familia. Total, donde comen dos

comen muchos más.

A partir de ese día el rancho nunca más estuvo en silencio. Las

lágrimas de la bruja, que estaban guardadas en damajuanas, le sirvieron

para por fin hacer el hechizo del amor con resultados espectaculares.

De todos los alrededores venían para que Ernestina les curara el mal de

amor. Menos mal que a cada tanto siguió llorando para que no se

agotaran sus provisiones de lágrimas. Muy buenos resultados dieron

sus pociones para la clientela y parece que para ella misma también,

porque un día en que Patrocinio y su familia venían volando del pueblo,

vieron en el patio a la bruja sentadita en una silla de totora juntito a un

señor que entre risas y risitas le cebaba unos amarguitos. Ahí nomás

Patrocinio le hizo un chiflido a los suyos y enfilaron de nuevo para el

pueblo.

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MARÍA DEL CARMEN MLADINIC MAIMONE

Desde 1982 vive en Villa Nueva. Durante veinticinco años desarrolló sulabor docente en el Colegio Padre Claret. “Las letras me buscaron, no pudeeludir sus embrujos. Escribir es una pasión, un vicio, una necesidad irresistible,es parte de mi esencia, resplandor inextinguible”, dice. Ha recibido premios ymenciones en distintos certámenes por los cuales sus narraciones han sidopublicadas en diferentes antologías.

JINETES Y ESPECTROS

En el oeste, una espesa capa terrosa faldea las montañas y

oculta el piedemonte.

Cientos de jinetes cabalgan en la furia de una espantosa

polvareda.

El gigante se aproxima, le abre paso la opresión del aire seco

en los pechos y en los corazones.

Temor en los ojos, dolor en las osamentas y por los recuerdos.

Se aproxima el zonda, sucio y desalmado; ni siquiera el Cacique

con su torrente veloz puede amainar tanta furia.

Mi padre arrastra resignación y renguera, asegura los palos del

corral para que Carbonilla no se escape; el caballo, fiel y flaco, muestra

las costillas igual que su amo. A la bestia le gusta el viento porque lo

espera cabeza levantada; deleitoso ventea el horizonte, entrecierra los

ojos como si galopara brioso y libre en un mundo elegante; por algunas

horas no tirará del carro, después, ¡sí!, el trabajo será intenso.

Mi madre castiga carbones y cenizas, frenética sofoca las

brasas del fogón. Ella llora. Lágrimas hondas surcan la vejez prematura,

vejez anticipada por miserias y penas, dolores con huellas incurables

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en la mano izquierda donde la tragedia dejó sus estigmas, castigo por

una culpa que no le pertenece. Siento deseos de acercarme, abrazarla,

decirle, sin palabras, cuánto la quiero, que yo también sufro, pero no lo

hago, “Los hombres deben ser fuertes, los hombres no lloran”, me han

dicho. Quizás, más adelante, la vida me enseñe de qué manera los

machos superan las penas.

Hace tiempo, cuando vivíamos en una casilla junto al basural,

detrás del cementerio, llegó el zonda; maligno, trajo fuego y entró en la

casa donde dormíamos mi hermana y yo. Rosalita tenía un año, volvió

del hospital en una caja, parecía una muñeca con los ojos cerrados. “Se

quemó por dentro”, dijeron los vecinos. El incendio robó lo poco que

teníamos y deformó las manos de mi mamá porque se atrevió a

enfrentarlo desesperada, en vano intento de rescate.

Después los tres, con el caballo, el carro, mi perro y la pobreza,

vinimos aquí; es un lugar mejor, cerca de las vías del tren; tenemos luz

y no necesitamos acarrear agua. Los mayores están construyendo casas

de verdad, es un “Barrio por Ayuda Mutua”. La que va a ser nuestra

crece cerca del carril Godoy Cruz; cuando vivamos en ella iré en ómnibus

a la escuela.

Ahora, sin que me lo pidan, cierro las ventanas y la puerta.

Encerrados en la cocina, mi mamá descifra noticias de una vieja revista

que le prestó la vecina, mi papá escucha la radio y yo repaso las tablas

de multiplicar mientras acaricio las orejas de mi mascota, compañero

de travesuras. Escucho los aullidos del polvo, imagino zarpazos en el

techo de zinc, una bestia que se enrosca en los troncos de los árboles;

espectros asfixiantes remontan papeles, basuras y hojas, siluetas

espantosas que todo rompen.

Cuando vuelva la calma saldremos con el carro, tendremos

jardines de casas de ricos para limpiar y veredas para barrer. Pero en

ciertos lugares, lujosos y encerrados por grandes murallones, no nos

dejan entrar. ¿O será que los habitantes no quieren salir? No sé. No

entiendo. “Aquí había una bodega, viñedos, olivares. En este lugar estaba

la fábrica de…”, recuerdos que transmite mi viejo con nostalgia. Y siempre

agrega: “Los abuelos trabajaron de sol a sol, los hijos disfrutaron y los

nietos malgastaron los bienes”.

Lo cierto es que acarrearemos ramas para caldear el horno.

Carbonilla disfrutará de brotes tiernos y, si hay suerte y tiempo,

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elegiremos en la feria verduras y frutas que, por el castigo del viento, no

podrán vender.

No me gusta el zonda; lo digo en mi corazón para que no escuche

y me castigue. Es ladrón, pesado, arrebata lo más querido; cuando él

llega no puedo ir a la escuela y me quedo sin leche y sin pan con dulce.

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ROSA PEREYRA

Nacida en la Rioja, reside en Guaymallén, desde su infancia, sin renegar desus raíces. En esta localidad ejerció la docencia por casi treinta años se jubilóen 1985. Escribe cuento corto y poesía. Su obra poética tiene dos vertientes:lírica y costumbrista. En narrativa produce cuentos actuales y costumbristas.Ha obtenido veintiún primeros premios en poesía y diez primeros premios ennarrativa dentro del país y de la provincia, como asi también segundos premiosy menciones. Ha editado Rosa y Laurel (poesía escolar, tres ediciones), Agua delcántaro y La espina doliente (poesía) y Viento del valle (cuentos). Ha participadoen veinte antologías (tres de ellas en Guaymallén) y tiene como obra inéditanueve libros de cuentos y diez de poesía.

KILÓMETRO ONCE

¡Buena farra la de los Vilpes¡ Dos días y dos noches de coma,

chupe y baile. Estos del Gomensoro sabían hacer las cosas, todo en

cantidad, pero él debía volver al trabajo.

Capaz que el patrón estuviera enojado ya. ¿Y si hubiera puesto

al Estaurino Meneces a cosechar la lechuga? No, no sería justo. Él había

doblado el lomo sobre la tierra desde un principio; lavar el salitre con el

agua hasta las rodillas, arar con una mula vieja; abonar, surcar, sembrar,

regar… Dos años y medio en esto. Nadie, sino él, cosecharía. ¿Qué se

pensaba Meneces?

Frío. La madrugada aún estaba lejos. El vino lo zangoloteaba

desde la cabeza turbia hasta las piernas flojas como bolsas de trapo,

pero había que llegar hasta Kilómetro Once. Se le entibió la sonrisa al

pensar en el barrio moreno que coyas como él, tan pobres, tan guapos,

habían transformado en progresista colonia agrícola.

—Andate por las vías abandonadas—. (Esas por donde los

trenes trajeron a miles de sus paisanos, a muchos de los que vivían

prósperos en el Gomensoro y que iban por la tercera o cuarta generación

de descendientes).

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Frío. A nada ayudaba la copa de aguardiente que le dieron al

despedirlo. El aire nocturno laceraba sus pulmones resollantes. Nadie

en la noche; los últimos vehículos del domingo ya habían pasado y todavía

no comenzaba el tránsito del lunes. Feo, muy feo andar solo en la

oscuridad.

La curva y, ahora, hacia el sur. El viento sureño salió a recibirlo

con los brazos abiertos y lo congeló al estrecharlo. Con manos

insensibles se envolvió la cabeza en el ahuallo que le habían prestado.

Los rieles discurrían ahora por un terraplén alto y desolado. A su derecha,

las luces de Villa Nueva y a su izquierda, las de Patrón Santiago guiñaban

solidarias, pero demasiado apartadas para acompañarlo.

El dolor de la cara petrificada se le hacía intolerable. Lágrimas

sin llanto le surcaban los altos pómulos oscuros. El viento, como un

gran perro juguetón, daba saltos a su alrededor, empujándolo con sus

manazas heladas.

Trató de avanzar. Una piedra suelta escapó bajo su pie y se

sintió devorado por la hondura del terraplén.

Unas matas de chilca habían menguado el impacto de su caída.

Aturdido, sacudió la cabeza al comprobar que no estaba solo. ¿Su

padre? ¿Su tatay...? ¿Era el tatay?

—¿Nanankichu, huá? —le decía mientras lo ayudaba a

enderezarse.

Comprendió. Él no era un hombre ahora; era solo un niño como

cuando se había despeñado en Huilpas por alcanzar un manacay. Así lo

había apoyado el tatay entonces.

Quiso hablarle de su vida, su trabajo, la chacra, la mujer, los

hijos, pero el torbellino de su cabeza lo desplomó de nuevo sobre el

pecho paterno. ¿Dormitó? Al despertar, se encontraba solo otra vez.

¿Su padre, el tatay? ¡Pero si hacía más de quince años que yacía bajo las

arenas de Huilpas!

Aún mareado, se levantó. Entre las plantas, el viento no era tan

agresivo. Un kilómetro, un kilómetro le quedaba todavía hasta el puente

y, desde allí, seis más hasta Kilómetro Once.

Comenzó a caminar entre la basura: botellas y bolsas de plástico;

pañales descartados; ropas desechadas, mugre. Se le enredaban en los

pies. Apenas avanzaba.

Unos perros carroñeros le gruñeron, furiosos, y se apartó del

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terraplén. Un kilómetro, mil y pico de pasos, una eternidad por andar.

Frío. Húmeda se insinuaba la brisa de la madrugada. Entre nubes

asfixiantes, brotaban semillas de luz desde el oriente. Lo pialaba el

cansancio. Cayó de nuevo.

Ahora su madre, la mama buena, le cantaba:

“Dormite guagüita que la noche es larga.

Caliente en mi espalda, te lleva mi manta.

¡Ay, duérmase, mi pichoncito!

Araranga, pasanga, sanga, pasán,

Carapicuy coskay. Carapicuy coskay”.

Pero él no debía dormir, debía llegar al puente, al Carril, a

Kilómetro Once para cosechar sus lechugas antes que el Estaurino, a

cobrarle al patrón el sudor con que había regado los surcos.

Caminar. Obsesión dominante. Ahora sus hijitos corrían delante

de él, se detenían, lo llamaban. Recordó los chupetines que llevaba para

ellos y quiso alcanzarlos para dárselos. Apuró el paso, pero los niños,

veloces, se distanciaron.

Frío. La luz perdía terreno, presa de las nubes. La amenaza de

lluvia se convirtió en realidad: agua menuda, caladora, finísima. La mente

abandonó su cuerpo fatigado, aterido, que siguió caminando hacia

Kilómetro Once.

Él arreaba sus ovejas, en Milpas. La senda áspera le era conocida

pero sus pies pesaban tanto. Frío. La lluvia dispersó las ovejas. Otra

vez solo. ¿A dónde iba?

Por un momento recordó: Kilómetro Once, su casa, su chacra,

las lechugas, la codicia de Estaurino. Quiso apresurarse. Imposible. Un

alambre artero le trabó los pasos y cayó por enésima vez, ahora en un

charco.

Frío. Por suerte, el tatay y la mama estaban allí, lo amparaban.

—¿Nanankichu, huá?

Pero ya no le dolía nada. Las manos queridas lo despojaban del

cansancio como de una manta sucia. Entre ambos lo levantaron y se

fue, con ellos, lejos, lejos.

En kilómetro Once, Estaurino Meneces comenzaba a cosechar

las lechugas bajo el tímido sol de la mañana.

• Nota. (¿Nanankichu, huá?: ¿Te duele, hijo?)

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LAS HERAS

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“... Son muchos los hombres y mujeres que se avergüenzan de las

costumbres de su tierra. Trágicamente, el mundo está perdiendo la ori-

ginalidad de sus pueblos, la riqueza de sus diferencias, en su deseo

infernal de ‘clonar’ al ser humano para mejor dominarlo. Quien no ama

su provincia, su paisaje, la aldea, el pequeño lugar, su propia cosa por

pobre que sea, mal puede respetar a los demás”.

ERNESTO SÁBATO

La Resistencia

Agradecemos a la Secretaría de Cultura por la convocatoria y la

oportunidad de plasmar en estas páginas el sentir de nuestros

escritores.

Que las mismas sirvan para escuchar las voces de nuestra gente.

Municipalidad de Las HerasDirección de Cultura

Áreas de Letras, Administración y Biblioteca Pública“Dr. Manuel A. Sáez”

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AUTORES

Alicia Marta Andon

Juan Carlos Benavides

Nora Bruccoleri

Silvia Carosella

Judith Carunchio

Yayi Ceverino

Mariam Romero Day

María Gloria Beatriz Duarte

Patricia Encina

Rosario María Gianni

Roberto Rodolfo García

Aldo Chersick

Sergio Herrera

Wilda Alcaraz de Lodi

Celia Delicia Flores Molina

Hilda Olivera de Musso

Juan Carlos Prestifilippo

Graciela Reveco Manzano

Alicia Rivera

Martín Pablo Rodríguez

Luis Santarone

Susana de Vanella

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NORA BRUCCOLERI

Nació en Mendoza, en 1956. Es maestra por vocación. Publicó en Edicio-nes Culturales de Mendoza su primer libro: Memorias del pedernal en 1995, quehabía ganado una mención de honor en el concurso del Fondo Nacional de lasArtes en 1993. Oído de pájaros es su segundo libro, editado por Canto Rodadoen 1998 y subsidiado por el Fondo Provincial de la Cultura de Mendoza. Cuentacon varias obras inéditas. Ha participado en los libros: Poesía-Prosa SADE en1990, El insulto, ¿pena de Muerte?, Compadres de Armando Tejada Gómez, Aquinientos años, Poesía-Prosa SADE 93, 94, en las revistas Octacordio y Cántarode Mendoza; así como en otras publicaciones provinciales y nacionales, comoLa Quinta Pata y La Vena. La revista chilena La Hoja Verde la premió en dosoportunidades y ha publicado sus poesías. Fue galardonada por la Subsecretaríade Cultura de Mendoza, por la SADE de San Luis y otros organismos. Comodocente, coordinó el programa educativo-cultural Herencia Viva en Mendozaen 1990-91, que rescató contenidos de nuestra identidad, en cuatro libros contestimonios de niños y adultos. Hasta la fecha continúa esta labor, que preservanuestro patrimonio como pueblo, en la escuela lasherina “Dr. Leopoldo Suárez”,donde ejerce su oficio. En el 2005 se publicó el libro La Herencia Viva de Laleopoldo.

RELATO

Yo que nací en diciembre y deseo oler a jazmín, fui culpable

desde la niñez de hacer crecer la palabra en aquel patio con macetas,

las que conversaban conmigo y se volvían bosques, selvas. De hacer

crecer la palabra sí, en la mala noche que dibujaba en las celosías miedos,

los que el velador de los cuentos borraba.

La palabra desde entonces y antes para luego, ahora, siempre,

dar de beber a mi obstinado vicio de pensar el mundo sin sed y con

tantos aljibes humanos.

La palabra endereza mis amaneceres para que nunca deje de

verlos tal cual son. Será por ello que saludo cada día el árbol de mi

vereda, creyendo que se repite por sobre toda la tierra una bandera

ante la que se ponen de pie los que están de pie ante la vida, para

acurrucarse cuando es preciso junto al pájaro.

Por ello y por tanto más que queda tendido y se evapora, para

volver siempre a nutrir de verde, es que hago mi declaración de amor a

la poesía.

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CENTURIAS ANTES DE 1810

Centurias antes de 1810

en Huentata

la gente retrataba sus razones

entre lo esquivo de la precordillera,

los reflejos laguneros

y la tenacidad del piedemonte.

Comarcas con polvosos vientos

demandaban a la piedra

a su altivez del oeste

perpetuar sus pasos

por el camino del Inca

en el valle de Uspallata,

epílogo de límpido peregrinar

por atávicos ritos

grávidos de certezas.

Lo andino enraizaba su rigor

entre las manos huarpes,

cobrizo nido de junquillos y gredas

que rezumaban en vasijas y cestos

confidencias remotas.

Pacífica estirpe

la de estos escribas

del agua encauzada,

del fuego y sus alegorías,

y de legados semilleros

que sostenían tenaces leyendas

con estíos ardientes

y descoloridas heladas.

Leyendas con temblores

encorvando la gloria del vivir

y estampas atardecidas

en el espinazo de la montaña.

Este pueblo de invictas calabazas

que congregaban rastros de lluvia

con la cortesía que desafiaba

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al secano

se empecinó en arduas labores

con el ánimo de irrigar,

aquí las acequias, los zanjones

fueron emisarios de ancestrales ingenios.

Los huarpes clarearon

en las corolas del milcayac

libando entre sus propósitos

y el dominio del Tahuantinsuyu

hasta que el ultraje, el desalojo

del invasor español

desdichó las crónicas

espinó el evocar.

En Huentata las andanzas

entre el mapa de las jarillas

y el totoral labrado en balsas

fue tronchado

como las recompensas del quehacer,

el madrinazgo con la pesca y el tejido.

Tantas centurias sin insurrección

ante la ruindad de la encomienda,

de la reducción y de la mita.

Tal la rúbrica del conquistador

domeñando en minas, campos,

labores serviles

y éxodos de exterminio

a quienes tuvieron el idioma

cantarino del río

que migra hasta el celaje

redimiendo sueños

y es querencia

desde el pedregal donde deshiela

la originaria historia

de nuestra tierra.

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MARTÍN PABLO RODRÍGUEZ

Especialistas en la enseñanza de las Ciencias Sociales. Hace treinta y dosaños que ejerce la docencia en Las Heras.

DILAPIDANDO CENTURIAS

Asimetrías existenciales y esperanzas vanas

Introducción

Es sabido que hacer Historia surge de sumar acciones que arman

procesos y que contribuyen a los desarrollos tanto personales como

de conjunto. De igual forma, se reconoce que esos hechos históricos

nos llegan a través del relato de especialistas. Consecuentemente, el

historiador es quien se documenta y se interioriza de esos

acontecimientos para contarnos, bajo la observación crítica del análisis,

los modos y las razones del encadenamiento de los mismos, tratando

de mostrarnos la impronta de las épocas narradas y llegando, inclusive,

a proyectarse intentando vislumbrar el sentir de los tiempos que se

avecinarán.

Frente a la complejidad del historiar, conviene advertir que el

presente trabajo, pese a su trasfondo, no es específicamente histórico,

sino que, en actitud jactanciosa, pretende ser un parangón de

sensaciones entre dos realidades existenciales diferentes: la de un

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personaje ilustre, el Dr. Carlos IBARGUREN, frente a otro personaje ilus-

tre, ilustre desconocido que soy yo, quien escribe estas planas. No se

piense tampoco, ni remotamente, que es algo similar a una reedición de

la célebre obra histórica Vidas Paralelas (cuyo autor fue Plutarco, nacido

en Queronea, ciudad de la región de Beocia, en la Grecia Clásica).

Convengamos, también, que mi vanidad tiene un límite.

A raíz de esta tendencia actual de que todo tiene o debe hacerse

en función del Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810, me

dispongo a tratar de relacionar o establecer comparaciones entre

impresiones diferentes desplegadas en circunstancias también

diferentes. Entonces, a lo sumo, se trata de una búsqueda de similitudes

o no sobre instancias personales relacionadas con los respectivos

entornos sociopolíticos, económicos, culturales, etc., y los sueños que,

naturalmente, nos forjamos los seres humanos en función de las

situaciones y realidades vivenciadas.

1 - Diversidades biográficas y anhelos compartidos.

Digo Carlos IBARGUREN, y me estoy refiriendo a un gran jurista

que nació y vivió en nuestro país entre 1877 y 1956. De una familia

tradicional y egregia de Salta, donde había nacido. Con un árbol

genealógico de alcurnia pues, tanto por vía paterna como materna, estaba

emparentado con los Uriburu, los Güemes y hasta con descendencia de

conquistadores y primeros pobladores del norte argentino. Por si fuera

poco, casado con una digna representante de la aristocracia porteña,

María Eugenia Aguirre, ligada a familias virreinales como los Aguirre

Micheo, Ituarte, Pueyrredón, Anchorena y otros apellidos de estirpe dentro

de nuestra sociedad que, sin ser de origen nobiliario, supo marcar

diferencias entre prosapia y prosaico.

Ibarguren fue un destacado hombre público con buenos

desempeños al servicio de la República. Como que fue un eminente

docente de la Universidad de Buenos Aires por más de un cuarto de

siglo (profesor de Derecho Romano en la Facultad de Derecho y de

Historia Argentina en la Facultad de Filosofía y Letras), también

subsecretario del Ministerio de Hacienda, secretario de la Suprema Corte

de Justicia, ministro de Justicia e Instrucción Pública, Interventor Federal

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en la Provincia de Córdoba y Presidente de la Academia Argentina de

Letras, sumado a que desplegó una interesante labor literaria con gran

impacto en nuestro universo cultural, al igual que en nuestra vida política

e institucional.

Rememorar la existencia del doctor Carlos Ibarguren nos permite

rescatar uno de sus legados más preciados, un documento latente sobre

la realidad política de nuestro país, y que fue su obra La Historia que he

Vivido. Un vasto memorial que, como lo indica su título, nos transfiere

historia viva y vivida de épocas azarosas. También de las otras de

nuestra sufriente y querida, aunque a veces lo simulemos bien, República

Argentina.

A modo de presentación y síntesis del libro mencionado,

podemos decir que el texto desanda, luego del primer capítulo que

refiere sus orígenes en su tierra natal, un prolífico y abundante relato

sobre un período de alternativas autóctonas y extremas entre 1880 y

1943. Por las extrañas paradojas de nuestra, a veces, incomprensible

historia, esos años fueron de coincidencia en instancias revolucionarias

aunque de contraste en las búsquedas: la primera (Revolución de 1880)

para poner término a la persistente e inexplicable lucha entre el interior

y Buenos Aires convertida, por fin y por ley nacional, en metrópoli

federalizada; y la segunda (Revolución de 1943) se trató de una rebelión

militar para frenar la entrega y los avasallamientos sobre nuestra

maltratada idiosincrasia.

En el ciclo histórico referido resulta incluido el Primer Centenario

(1910) de la Revolución de Mayo, tiempo útil a nuestra comparación y

del cual el doctor Ibarguren fue contemporáneo. Contaba, por ese

entonces, con treinta y tres años, seguramente pletóricos de proyectos

y con toda la carga emocional que significaba asistir a hechos festivos

que se mostraban como hitos anticipadores de rumbos futuros.

A mi vez, y esto no lo digo con sentido lastimero, carezco de

todo abolengo, ya que soy hijo de un inmigrante español con quien conté,

lamentablemente, pocas posibilidades de hurgar en su historia personal,

ya que tuvo la mala ocurrencia de fallecer cuando yo transitaba mi

adolescencia –etapa en la que los jóvenes transitamos un proceso de

incomunicación con nuestros mayores–. Por lo que deduzco que mi padre

llegó a estas tierras a fines del ‘30 o principios del ‘40 y tal vez haya

sido alguien, sin desmerecerlo porque lo sigo admirando, que escapaba

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de los horrores y miserias de la Guerra Civil Española o de la bestialidad

de la Segunda Guerra Mundial. Mientras que mi madre fue hija natural

con todo lo que ello influye sobre los silencios personales y, en este

caso, por pudor o por respeto jamás se me ocurrió ahondar sobre su

procedencia.

A favor de mis padres debo reconocer la nobleza de sus

actitudes que, sobreponiéndose a sus raíces y destinos inciertos,

supieron compatibilizar sus respectivas ausencias y conformar una

pareja consolidada en el afecto, que nos llegó (hablo de mis otros tres

hermanos: dos mujeres y un varón) a través de sus gestos y de sus

actos generosos.

Además, y para evitar instalarme en la nostalgia quejumbrosa,

admito que las urgencias del contexto socioeconómico empujaron mi

desinterés por la averiguación sobre mis antepasados. Razón por la

cual considero que, para mi gusto, por la brevedad de lo comentado y

por la sencillez de mis progenitores, a mi abolengo familiar le sobra

árbol y, entonces, lo mío encaja perfectamente en un arbusto genealógico.

Ironías al margen, aunque no haya tenido abuelitos me considero de

buena madera.

De mi actividad pública no tengo mucho para decir pues, sin ser

secreta, podría afirmar que es casi privada por lo escasamente conocida,

salvo para mi entorno personal que comprende a familiares y

compañeros de labor. Y esto es así por mi apego al anonimato, porque

nunca comulgué con el poder, con sus influencias ni con sus espacios

y tampoco tuve mayores aspiraciones en desempeñar cargos de

relevancia –no creo que nadie se hubiese aventurado a ofrecerme algo–

. Sin embargo, he transitado y transito por la vida haciendo cosas. No

podría ser de otra forma. Lo más expuesto que he realizado es mi tarea

de profesor de Historia en el nivel medio por más de treinta años.

Habiendo referido sobre mi origen familiar y mis desempeños,

corresponde completar esta analogía asimétrica haciendo mención, al

igual que Ibarguren, de mis elaboraciones literarias. En este apartado

debo afirmar que resulta muy presuntuoso de mi parte aludir, bajo esa

categorización, a algunos de mis escritos sueltos que andan por ahí

dispersos en los estantes de mi reducida biblioteca. Por lo tanto, me

eximo de mayores comentarios acerca del legado literario, aunque escribir

para mí sea parte de una afición tardía, sin ninguna difusión y desplegada

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a modo de catarsis personal. Se trata de trabajos inéditos y

desconocidos. O sea que, literariamente, no tengo patrimonio para dejar

y, entonces, libero a mis herederos de la pesada carga sobre los posibles

reclamos por derechos de autor y sus complicaciones posteriores.

Mi limitado caudal histórico reduce las comparaciones. No

obstante, entre las escasas semejanzas, es dable observar una sencilla

y fácilmente identificable: estoy hablando de dos individuos –conjunción

de materia y espíritu– con existencia cierta, apasionados por el

magisterio y a quienes la vida les ofreció y ofrece la posibilidad de

transitar por fechas de celebraciones centenarias de la Patria (vocablo

raro y, tal vez, incomprensible por estos días). El doctor Ibarguren en el

primer siglo y, en mi caso, esta cercanía con el bicentenario. Es en función

de esta ligazón que me animo a desgranar pareceres, preocupaciones y

anhelos relacionados con esas festividades y las expectativas

personales que cada uno a su turno y a su manera concibió y proyectó

para su vida personal, inserta en el conjunto social de esta entelequia

denominada Nación Argentina.

La inquietud por asociar impresiones se instala desde el mismo

momento en que releyendo el Proemio del libro referido, el de mi

imaginario interlocutor, nos encontramos con estas expresiones: “Las

memorias, cuando trazan cuadros históricos y no se reducen a anécdotas

triviales o a nimias reminiscencias, son elementos preciosos para conocer

el pasado en la intimidad no documentada y en los detalles palpitantes

que se borraron. El color y el calor que encendió lo que fue, no se ve ni

se siente en la fría reconstrucción de lo acontecido hecha científicamente

por los investigadores. La vida que se apagó, su clima, su ritmo peculiar,

la trama sutil de pequeñas y grandes cosas que corrieron con las horas

y los días para hundirse en el tiempo sucedido, se disipa con el instante

que pasa, y muchos hilos no aparecen en la documentación yerta que

queda. El recuerdo fiel de esa existencia fenecida, evocada con emoción

por los que la vivieron, comunica animadamente a los historiadores

todo lo que éstos no pueden percibir en los archivos…. Ha finalizado

una era histórica en sus aspectos políticos, económicos y sociales. Ideas,

creaciones e instituciones que se consideraban definitivas han sido

aniquiladas o derruidas; nos hemos cerciorado de que fue quimera el

optimismo y la creencia en el progreso indefinido. Alcancé el último

resplandor de un mundo esplendoroso y satisfecho, he visto y sentido

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el panorama magnífico y el espíritu pujante del siglo XIX en su postrime-

ría, la seguridad del perfeccionamiento y del progreso, de la paz, de las

riquezas y de la venturosa realidad del goce de la vida. Todo concurría

entonces a infundir en el alma y en la mente de la juventud la convicción

de que, con el adelanto de las ciencias, los pueblos llegarían a lograr la

felicidad social. El siglo XX se inició, así, promisorio. Me tocó en suerte

disfrutar ese momento preñado de dicha y de ilusiones, respirar esa

atmósfera saturada de confianza en el porvenir. He visto a mi patria

desarrollarse y engrandecerse; he cooperado a su servicio,

modestamente, en la función pública, en la cultura, en la enseñanza y en

el gobierno; he conocido y tratado a muchos de los próceres argentinos

que organizaron y dieron lustre a nuestro país, y hasta he alcanzado a

los últimos sobrevivientes de la gloriosa epopeya de la Independencia

Argentina y Americana. En este prolongado viaje, cerca ya de su término,

presencio hoy la conmoción universal de esta hora crítica; contemplo a

las naciones que se debaten inquietas sin percibir luces nuevas que

reemplacen a las que se extinguieron en su marcha hacia un destino

incierto. Dedico este libro, de historia y de recuerdos, a las nuevas

generaciones que ignoran lo que fue la Argentina y el mundo hace más

de medio siglo”. (1)

La cita es lo suficientemente expresiva para que, reconociendo

las distancias con el referente, me decida a plantear dentro del contexto

sociopolítico, desde mi perspectiva y desde mi experiencia, las

sensaciones propias que tuve y me tocaron presenciar o las que tendré

que transitar en esta correspondencia con la proximidad de la segunda

centuria de nuestra vida independiente.

Es claro que ciertas apreciaciones o miradas resulten disímiles

por un sinnúmero de circunstancias. A modo de ejemplo resultan

suficientes acotar las siguientes: a) el marco geográfico en que

desenvolvemos nuestras respectivas vivencias termina por imponer

condiciones y limitaciones que sugieren esa disparidad, ya que Ibarguren

se situó en el centro del escenario político donde se cocina todo y,

según la expresión popular, “Donde atiende Dios”, por mi parte figuro

posicionado en esta distante Mendoza, alejada en su momento del

ajetreo capitalino y hoy interactuando con el mundo obligada por las

exigencias de la globalización dominante; b) el ámbito socioeconómico

que nos cobijó a ambos desde la niñez –aristocrática abundancia, aunque

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sin lujos al decir de Ibarguren, versus mis humildes y efectivas carencias–

y que, lógicamente y sin quejas, nos marcó de modo dispar y para

siempre; y c) el aspecto ideológico que, según mi criterio, no debiera

ser algo que nos distancie, pero que, tristemente, suele jugar un rol

decisivo en el momento de los parangones. En este sentido, Ibarguren

está claramente identificado en el llamado “nacionalismo Cultural” y esto

lo convierte en un personaje conservador muy aferrado a sus líneas de

pensamiento, mientras que, por mi parte, me autodefino un “justicialista

renegado”, porque no me gustan los condicionamientos y, en ocasiones,

me posesiono de un verdadero agnosticismo porque descreo de las

pretensiones ideológicas absolutas, mucho más en política en la que he

presenciado cambios excesivamente notorios, que someten a los

individuos a la pérdida de universalidad.

Empero, como el sondeo no pretende ser crónica histórica,

investigación sociológica, análisis ideológico ni elaboración resentida,

sino que apunta, desde las utopías que todo ser humano construye en

ciertos momentos de su existencia, a conectar emociones, corazonadas

y fantasías proyectadas. Por eso la alusión puede resultar adecuada en

la medida en que nos anticipa y sugiere, según las deducciones,

contrastes en las respectivas vivencias aunque acercamientos en los

posibles y esperanzadores horizontes. Entonces, la comparación vale

para el propósito.

2 - Cuando los sueños valen porque cuestan

En concordancia con su relato, resulta claro imaginar expectante

a Ibarguren frente al variado espectáculo que, por sus años jóvenes,

nuestro país le permitía observar: un progreso creciente e inagotable,

una organización que caminaba con trancos firmes y rápidos en la

consolidación institucional, más una dirigencia que parecía mostrar

solidez de valores y coherencia en sus actos. Favorecido, también, por

los desaguisados de un mundo embretado en una carrera alocada que

lo terminaría sumiendo en destrucción y lágrimas.

Por ese entonces (1910) la República Argentina, bastante

avanzada y sólida su estructura orgánica, sumaba legalidad y se afianzaba

materialmente. Sin alardes, comenzaba a dar muestras de sus

potencialidades al mismo tiempo que se descubría como una fuente

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inagotable de posibilidades. Los desarrollos y aportes previos (por nom-

brar algunos: alfabetización, inmigración, colonización y creación

institucional) la habían convertido en la “Reina del Plata”. Luego, la receta

válida para mantener ese rumbo, pasaba por saber amalgamar todas

esas fortalezas con políticas públicas congruentes que estimularan el

despliegue de tales energías y permitieran sostener los diferentes logros.

Dependía, pues, de las decisiones y de la capacidad de los

responsables de nuestro derrotero de continuar por la vía de la

legitimidad institucional y de ampliar el contexto participativo republicano

a ciertos sectores sociales, para que el concepto pueblo comenzara a

cargarse de significación. Tarea difícil por aquella época en virtud del

tironeo propio de los intereses del grupo preponderante contra las

presiones de los sectores medios, aglutinados en las fuerzas de la Unión

Cívica Radical, que pugnaban por transparentar las determinaciones

soberanas haciéndolo partícipe al pueblo.

Pero no quiero caer en un relato histórico que Ibarguren, con

mejor conocimiento de causa, nos comenta pormenorizadamente.

Importan sus vivencias transferidas a sus pensamientos, sus imágenes

mentales, sus ilusiones, sus aspiraciones, etc. Y esto lo refleja bien en

un artículo que escribió, en 1897, en la revista literaria JUVENTUD:

“…Concluye mi artículo confiando en la nueva ciencia que nace: la

Sociología, que alcanzará en el venidero siglo XX un grado de adelanto

análogo al conseguido en la Química, Física y Mecánica en el presente.

Con ello se logrará el bienestar social a favor de la clase obrera, miserable

hoy, y se lo obtendrá sin revoluciones violentas. Y con el ingenuo

optimismo que dominaba a los espíritus en aquella época magnífica de

esperanzas para la humanidad, termino con esta frase que caracteriza

la visión que teníamos del porvenir: La moderna civilización se habrá

completado entonces, el mundo en su perpetua marcha habrá avanzado

enormemente en nuevas manifestaciones de progreso, y la humanidad

en el siglo XX conquistará una gran victoria en su eterna lucha por el

perfeccionamiento. Este ensayo expresa, con entusiasmo y

grandilocuencia juveniles, el miraje ideológico que nos persuadía a fines

de la pasada centuria.” (2)

Vana quimera la de los hombres: eso de confiar, de esperar, de

depositar en postreros ajenos la igualdad de oportunidades para

permitirnos la obtención de logros. ¿Por qué tantas demandas de sueños

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nos reclama el porvenir?, ¿los tiempos venideros resultarán

proporcionales con nuestras utopías? ¿o será que el futuro es una

perspectiva vacua, de montaje pícaro por parte de los poderosos para

que los ingenuos y crédulos la colmemos de candideces y hasta de

ciertas buenudeces? Demasiadas dudas y muchas pretensiones para

un tiempo irresoluto y colmado de incertidumbres.

Las épocas de inocencias desbordantes y bien intencionadas

nos conducen a elaborar arquetipos abstractos que parecen orientarnos,

dentro del marasmo de ocurrencias, hacia nuestros horizontes preclaros.

¡Pecados de juventud! Parecer no es ser. Sin embargo, recelos al margen,

debemos reconocernos portadores del derecho a la confianza. Atributo

que nos confiere el señorío sobre nuestras ilusiones.

Trama urdida que suma a nuestro favor y se corresponde, en

nuestro pensamiento, con réditos concretos, instalando la sutileza

matemática de que a mayores fantasías mayores recompensas futuras.

Sin darnos cuenta de que, para aquellos que integramos el grueso de

los esforzados, nada es gratis. Salvo el imaginar esas menudencias. Y,

entonces, para alcanzar las gratificaciones debemos poner en juego a

cada instante la correspondiente contraprestación de ingenio y sudor.

Elementos necesarios que fundamentan el accionar presente y que

proporcionan solidez al mañana.

Por lo tanto, no es cuestión de dejar transcurrir la lógica de los

tiempos ignorando que dentro de esos instantes que engrosan los

decursos, se mueven seres humanos de naturaleza animal y racional, en

los que suelen prevalecer la bestialidad más los raptos de incoherencia

o el predominio egoísta, con lo cual ese orden se dispara en forma

incomprensible y los procesos de crecimiento se vuelven tiempos

muertos de estancamiento y de decepciones, transformando la

esperanza en un confín oscuro y difuso.

Aún reconociendo en nuestro análisis, pretendidamente objetivo,

un cierto aroma de derrota anticipada, es claro el esfuerzo por evitar

que el pesimismo predetermine los desarrollos. Pero como no se pueden

modificar con voluntarismos los pretéritos –sobre lo anterior pasado

no accionan los correctivos sibilinos–, conviene tener en cuenta que los

progresos materiales resultan, por lo general, conformes a los

crecimientos de las desigualdades sociales. Esos avances estiran las

asimetrías porque si bien los mismos morigeran situaciones, la tendencia

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es a fomentar las concentraciones, haciendo que los poderosos tengan

más y los desheredados aumenten su indigencia y se sumerjan en las

profundidades de la pauperización.

En consecuencia aquella ilusión de Ibarguren de que “el bienestar

de la clase obrera superaría su estado miserable de fines de siglo XIX”,

terminaría siendo una imprecisión con el transcurso del nuevo siglo y él

se encargaría de presenciarlo, llegando a comprobar la crudeza de cómo

los intereses de los grupúsculos y sus egoísmos pragmatistas pesaban

a la hora de los repartos y aumentaban el desinterés por el prójimo.

Esto es que, a pesar de esa euforia que le despertaba la

Sociología, pudo observar cómo se perdía o rompía el tejido social y

los sectores de poder acrecentaban su autismo y relegaban el peso de

las realidades que, lamentablemente, se hacían dramas interminables

para quienes debían soportarlas. De esta manera, la mirada esperanzada

de fines del XIX y aún los perfumes festivos de la primera centuria,

pasarían a ser una nostálgica anécdota en la interioridad de nuestro

referente.

Al margen de estas digresiones, lo cierto es que Ibarguren, desde

su posición holgada aunque comprometida, estaba imbuido del espíritu

de la época. Luego creía, como la mayoría, en la concreción de un futuro

pleno para nuestro bendito país, sobre todo con la comprobación directa

de ciertos cumplimientos que eran el resultado de la cohesión y del

puntilloso respeto a la Constitución Nacional, aceptada y comprendida

como el código descriptor de nuestro registro genético republicano y

como norma fundacional de nuestra esencia democrática, respaldada

por los valores de la igualdad y de la libertad.

Situaciones que invitaban, al margen de los intereses que ciertas

dirigencias sostenían como privilegios irrenunciables, al aliciente

esperanzador de los sacrificios duros y honestos. Convencidos de que

a través de ellos el desarrollo personal constituía una realidad plausible.

Las dificultades, antes que empañar los deseos optimistas, se convertían

en acicates y desafíos a superar.

El panorama era convocante aun para aquellos sectores

postergados que ansiaban respirar en ambientes más benignos y dignos.

Todo era cuestión de animarse en los emprendimientos. La educación y

el estudio eran los enganches y las señales que indicaban la salida –en

las primeras décadas del siglo XX se hizo popular aquella frase que

Page 113: ANTOLOGIAS DEPARTAMENTALES

113

estimulaba a esas búsquedas: “M’ijo el Dotor” –. De esta manera, el

espectro social se dinamizaba y se ampliaba y el nuevo clima alentaba

a los despliegues atrevidos y vigorosos.

Este espíritu ansioso lo expresa muy bien Ibarguren cuando refiere su

paso por la Universidad de Buenos Aires. Todo un paso generacional, ya

que estuvo por más de veinticinco años desempeñando el magisterio

entre las Facultades de Derecho y de Filosofía y Letras. De ahí nos narra

sus experiencias docentes pero, también, la hermosa posibilidad que le

brindó la vida académica de conectarse con personajes de renombre

que enriquecieron su propio bagaje cultural e impulsaron el ahínco al

servicio de sus proyectos. Las menciones, entre otros, de Juan Agustín

García, Joaquín V. González, Estanislao Zeballos y Carlos Octavio Bunge,

con quienes trató y trabó amistad; más una larga lista de personalidades

igual de brillantes no hacen más que mostrar que las ilusiones forjadas

tenían un respaldo cierto y concreto.

La diversidad de excelencias –no por monárquicas sino por

insignes y elevadas– se trasladaban a materializaciones palpables y

estimulantes. Un exquisito relato de su parte nos exime de mayores

comentarios: “Recordaré a otra personalidad, olvidada hoy, de la

generación joven de entonces que empezó a actuar en el año 1900, de

la que formó parte y que murió antes de la madurez dejando irreparable

vacío en la cultura superior y en la enseñanza: Carlos Octavio Bunge (el

resaltado es nuestro). Brusco y delicado, audaz y tímido, sensual e

idealista, espíritu complejo y a la vez simple e ingenuo, contradictorio

siempre en las trivialidades cotidianas, Carlos Octavio anduvo por la

vida cual un niño grande y soñador que pensaba como un monje de la

Edad Media, como un hombre del Renacimiento y como un erudito

contemporáneo. A través de todos los antagonismos que luchaban en

él, manaba de su alma un profundo amor por lo bello y por lo bueno, y

una impetuosa e impertinente sinceridad que no se detenía ante las

conveniencias ni ante las convenciones sociales…. Hubiera querido ser

un razonador frío e inexorable en el análisis crítico y fue un sentimental,

siempre apasionado e inquieto, cuya filosofía optimista bregaba por un

perfeccionamiento infinito en procura del bien, de la felicidad colectiva

y el progreso. He aquí sintetizado el ideal y el rumbo de su vida espiritual.

Carlos Octavio Bunge no fue torturado por la duda, ni amargado por el

pesimismo; no sintió, tampoco, el desconsuelo que infunde la decepción

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114

de los hombres, lo efímero de la vida y la fragilidad de las cosas; estuvo

siempre henchido de fe y esperanza en el porvenir. No fue hombre de

acción, sino de pensamiento, a pesar de tener cualidades de luchador….

Lo vi partir de este mundo, en su lecho de agonía, llevando como única

queja de la vida, de cuyos goces él no gustó, el sentimiento de no haberla

podido llenar con todos los frutos que anhelara su ansia intelectual.”

(3)

Todo este recuerdo laudatorio en beneficio de quien fuera su

amigo, son comentarios sobre sentimientos propios, producto de su

gran empatía que lo lleva a asumir un sentido trashumante por el otro

muy profundo. Esto es que Ibarguren nos está transmitiendo sus propias

aspiraciones personales, porque lo que admira en los demás lo hace

suyo y lo expresa como algo necesariamente generalizado. Esto

representa hacerse carne de su época. Es decir, que nos sugiere que

este es el sendero que debe desandarse y el que, por ese entonces,

estaba trazado para nuestro devenir.

Luego, ¡cómo no fantasear con realidades posibles!, ¡cómo no

forjarse utopías en un ámbito que mostraba clima favorable!, ¡cómo no

permitirse asumir el sano delirio de soñar despierto! Todas estas

admiraciones cohabitaban en su interior; por lo tanto, sus experiencias

en el primer centenario sin ser muy grandilocuentes (la referencia en el

texto es apenas de media carilla), están colmadas de dicha porque

reflejaban el ambiente exultante de las celebraciones pero,

fundamentalmente, por el orgullo que representaba ser parte integrante

de una Patria (palabra que otrora y para quienes paladeamos su

significado, es símbolo de emoción) que se consolidaba al conjuro de

su gente, de sus estructuras y de sus realizaciones.

A modo ilustrativo vaya su relato sobre el magno acontecimiento:

“Resuelto así, con la futura Presidencia de Roque Sáenz Peña, el gran

problema de la sucesión gubernativa, la República celebró jubilosamente,

con festejos memorables, la fecha del Centenario de la Revolución de

Mayo. Los que sentimos la vibración patriótica que conmovió nuestras

almas en estos días inolvidables y presenciamos los homenajes

magníficos que todas las naciones del mundo tributaron a la Argentina,

enviando a Buenos Aires ilustres estadistas y embajadores, príncipes—

como la infanta Isabel de España— y jefes de Estado —como el presi-

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115

dente Montt de Chile—, pudimos comprobar, ante ese grandioso fasto

en el que la humanidad civilizada celebraba el primer siglo de nuestra

vida política independiente, cómo se hacía verdadero el augurio feliz

proclamado en el verso de nuestro Himno Nacional: ‘Se levanta a la faz

de la tierra, una nueva y gloriosa Nación.. Y los libres del mundo respon-

den: ¡Al Gran Pueblo Argentino Salud!’” (4)

Dice el refrán que: “Lo bueno si breve, dos veces bueno”. Este

pequeño recordatorio está cargado de significación y nos muestra que

hablamos de un joven (apenas treinta y tres año) henchido de emoción

pero lleno de inquietudes, al que le bullen en la mente los proyectos,

porque esto es lo que le sugería en aquella primera centuria su bienamada

Argentina. Lamentablemente, en su decurso, le tocó presenciar la otra

cara de la moneda, aquella que nos sumergió en la depresión y el

desencanto. Cuando empezaron a engañarnos, cuando los políticos se

olvidaron de su procedencia (llámese pueblo, sociedad, comunidad, etc.)

y del conjunto para privilegiar sus conveniencias personales y sectoriales.

Cuando la República se vio afectada por el “Síndrome de los reductos”

que enfermaba a los valores fundamentales de la solidaridad y de la

cooperación y, a cambio, se empezó a priorizar el envilecido sentimiento

del “Sálvese quien pueda”.

En ese nuevo devenir de la Nación y de la existencia de Ibarguren,

se instaló la modalidad del “Golpe de Estado”, apareciendo en el

horizonte la llamada “Década infame”, que implicó un deterioro en

nuestros crecimientos materiales y morales, pues se caracterizó por un

período de concesiones de nuestros propios recursos a cambio del

lucro personal de quienes gestionaban. En consecuencia, pasó a ser un

tiempo de descomposición generalizada en el que se vieron enlodados

representantes de los más conspicuos de nuestra “amada nacionalidad”.

Basta con mencionar, a modo de ejemplo, el acuerdo (aunque

transa sería el modo más apropiado de llamarlo) sobre negociación de

carnes identificado como el “Tratado Roca-Runciman”, que significó un

claro acto de entrega de nuestra producción local y, al mismo tiempo y

de manera solapada, representó un fraguado gesto de sometimiento a

la “Nueva Madre Patria” tal y como lo expresó Julito A. Roca (hijo de un

“prohombre” —¿?— de la patria) en el banquete de agasajo en Londres:

“…al final la Argentina es como un gran dominio británico” (frase extraída

del libro Historia de la Argentina de Ernesto Palacio).

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116

Penoso panorama, pues esa desgraciada e inoportuna expresión

era el fiel reflejo de la mentalidad vigente entre la nueva dirigencia.

Tanto es así que nuestro referente, quizá cansado y transido por el

desencanto, con motivo de la asunción de la fórmula Ortiz-Castillo,

comentaba en un tono tenuemente crítico: “Los nuevos mandatarios

asumieron sus cargos el 20 de febrero de 1938. Fue éste el último fruto

dado por los restos de un régimen político impopular, en vísperas de su

desaparición.” (5)

Los procesos de trampa se mostraban demasiado groseros y,

por lógica, el país y los individuos comunes y los no tanto, como Ibarguren,

comenzaban a sentir en sus entrañas el dolor por la Patria y la

nacionalidad, estafadas. Nociones que se alejaban por culpa de esos

actores, de sus valores primigenios y empezaban a deambular con

tropiezos por el camino de la corrupción y de la rebaja institucional, no

dejando mayores resquicios para que penetraran aires renovadores que

apuntalaran las fantasías.

El declinar de la euforia representaba una actitud natural, sobre

todo si se considera que, en aquella primera centuria, nuestra República

llegó a estar figurando entre las primeras diez naciones del mundo.

Posición que no nos había caído del cielo, sino que era el producto del

deslome y del desgaste neuronal puestos a merced de un irrenunciable

deseo de progreso. Objetivo conseguido, también, por un conjunto de

circunstancias favorables y decisiones inteligentes, como la seguridad

jurídica y el respeto institucional que nos convertía en una nación de

garantías confiables.

Luego, la frustración impulsaba la náusea y hacía crecer el

desaliento en los corazones, mucho más en aquellos que, como nuestro

referente, habían luchado y aportado por aquel engrandecimiento y que

en el ocaso de su vida debía asistir al triste espectáculo de un país

inútilmente dividido y entregado a las ocurrencias de una dirigencia

carente de autonomía, entrampada por sus negligencias y sumida en la

disputa pequeña de los intereses sectoriales.

No hay relato de su puño y letra, de los últimos años de su

existencia —él muere en plena Revolución Libertadora, nombre execra-

ble para una “Reacción Conservadora” y más despreciable aún que la

Historiografía lo admita con ese rótulo—. Es probable, entonces, imagi-

nar al Dr. Ibarguren, al margen de su concepción política –era Demócra-

Page 117: ANTOLOGIAS DEPARTAMENTALES

117

ta Progresista– y con la que no coincidimos, un republicano cabal gana-

do por la tristeza y la desesperanza, viendo como las instituciones se

carcomían en su interior producto de la venalidad dominante.

Observando cómo la Ley Fundamental, la que él había defendido desde

sus cátedras, era cajoneada y despreciada y presenciando cómo las

fuerzas militares, estructura básica de nuestra defensa y guarda,

resolvían desconocer su rol de custodia y protección, decidiendo mutar

su cometido y abandonando los cuarteles para convertirse en

condóminos de la Casa Rosada.

En esta suerte de audacia literaria y metido en la piel de

Ibarguren, trato de reflexionar y reviviendo parte de su vida recorrida y

puesta al servicios de ciertos ideales, enumero: las ilusiones forjadas

con el derrame de las mejores energías, los diseños elaborados a la luz

de las buenas intenciones, más los sueños imaginados en el despliegue

del compartir con los afectos en las instancias del reposo, ¿qué fue de

todo ese jugarse y de esas búsquedas? Y sigo: la amalgama de

elucubraciones mentales desarrolladas desde el señorío de las propias

potencias y capacidades, mágicamente, por un discurrir descontrolado

de los tiempos, más el accionar desenfadado de los pícaros, se

evaporaron sin explicaciones ni identificación de responsables.

La integridad del empeño cotidiano, la docencia y la prédica,

más la predisposición proyectada, todo, por efecto de la bofetada de

la indiferencia y de la astucia mal entendida, quedó echado al olvido,

como si se tratasen de cosas sin sentido. ¡Qué desperdicio y cuánta

tristeza! Llegar al final y que los maliciosos pretendan hacer creer que

se ha vivido a contramano de los acontecimientos por no haber resultado

funcionales los principios a las adaptaciones espúreas que demandaban

las nuevas formalidades de la gestión política. Pero como Ibarguren no

tenía nada que reprocharse, mantuvo la solidez de sus anhelos e

intentonas.

Por eso persistió en su actitud y no mostró la debilidad del

fracaso. No se sometió al juicio de los arrepentimientos, porque

convalidó su principismo y la dignidad de no renunciar a las esperas

para ratificar, según creo y concluyendo, que: “Nada ni nadie debe

abrogarse la potestad de neutralizar las utopías”.

El derecho a soñar es un estímulo cotidiano que nos permitimos

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118

los mortales para mitigar los reveses permanentes de las impotencias,

de las desdichas y de las fuerzas antagónicas de las envidias.

3 - Tesón frente a la arritmia de los cambalaches

Sin pretender condicionar mi experiencia personal, debo expresar

que lo relatado anticipa mis sensaciones. Aunque los senderos recorridos

y, por ende, las concepciones fueron diametralmente opuestas.

Ibarguren, cuyos últimos pasos en vida fueron coincidentes con

la vigencia del Peronismo y luego con la mentada Revolución Libertadora,

seguramente no debe haber comulgado con ninguna de esas

circunstancias políticas; la primera por demasiado populista para su

gusto y la otra por ser antirrepublicana, pues de algo se enorgullecía y

así se lo hacían saber sus admiradores, y era la de ser un “repúblico”.

A diferencia mis primeros pasos fueron coincidentes con esos

tiempos históricos y debo reconocer que, por ese entonces y sin

importarme nada de política, el Peronismo y los “gorilas” marcaron mi

existencia. Baste reparar en mi entorno familiar para deducir cuál de las

dos tendencias tuvo mayor peso. Pero, además, porque de mi infancia,

cuando se es un inconsciente político, guardo el recuerdo más grato

que puede tener un niño: el de un juguete; una chatita “justicialista” de

caucho y de color azul (¡preciosa!, aunque cuando se es chico y escaso

de pretensiones, todo se observa bajo el signo del deslumbre), que

resultaba un convite lúdico para consumir largas horas de

entretenimiento. Un regalo, según el estilo impuesto, que obtuve en la

estafeta de correos de la zona donde vivía.

Esto, comentado sin ninguna pretensión sensiblera, sirvió para

definir mi identificación ideológica. Cualquiera podría deducir que el

Peronismo me compró con muy poco. Pero, en realidad, esta convicción

política se fue consolidando en mí a partir de una serie de circunstancias

favorables relacionadas con el transcurso de los años, el entorno

sociocultural, la proscripción y la rebeldía lógica de la época que

despertaba esa prohibición. De todos modos, lo mío fue y es muy

silencioso, reflexivo y hasta doctrinal; varias horas y jornadas de mis

años mozos los pasé en contacto con dos libros bases del Peronismo:

La Fuerza es el derecho de las bestias y La hora de los Pueblos.

Como estas son consideraciones sobre mi pensamiento político

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119

realizadas a los efectos del parangón sin ser ninguna declaración de

principios; no corresponde ufanarme jactancioso de militancia y mucho

menos presumir de participación política comprometida. Por otra parte,

debo reconocer que de joven me interesó bastante poco y ahora, ya

maduro largo, tampoco es algo que me desvele.

Mi libre albedrío en el pensar, lo que me alistó en una concepción

política determinada, es la misma fuerza que me predispone a no

someterme a disciplinas partidarias concretas. Sobre todo cuando, en

su mayoría, esos ordenamientos son decididos por audaces usurpadores

de espacios sin ideas cercanas de lo que se trata y, consecuentemente,

me limitarían la posibilidad de ejercer mi derecho al disenso.

Lo mío, aunque definido, no me ciega frente a la universalidad

de los razonamientos. En síntesis, mi concepción política es el resultado

del autoconvencimiento, de la lectura y del espíritu crítico frente al poder,

sus manejos y el uso diletante de criterios no sentidos. Este

reconocimiento de mi pensamiento, aunque me distancia de mi referente,

no está mencionado para estirar las desigualdades, sino para demostrar

cómo, aun desde las diferencias, es posible imaginar fraguas similares.

Tuve la oportunidad de niño, esto también lo guardo en mi

memoria, de asistir en la escuela primaria al Sequicentenario (ciento

cincuenta años) de la Revolución de Mayo. No tengo idea de haber

presenciado una celebración más sentida. Era tal la simbiosis en todos

los integrantes de aquella comunidad escolar que no podría precisar si

la ornamentación alegraba o la alegría ornamentaba a la escuela “Manuel

Videla”. Aquello fue vivenciar concretamente el “Día de la Patria” en toda

su dimensión y ahí no había diferencias —la magia del guardapolvo blan-

co igualaba las distancias y todos festejábamos sin notar las lejanías

sociales. Era la patria la que nos convocaba al goce y a la posibilidad de

un futuro creciente y lo que nos permitía presumir altivos de ser parte

de la argentinidad.

En mi inmadurez gestaba una película de conquistas personales

que me transmitían orgullo, seguridad y tranquilidad. Los desarrollos

mentales nos colmaban de confianza, sabiendo que esta era una tierra

de paz y de expectativas. Las comparaciones con las pinturas de los

países vecinos nos empujaban a iniciar o seguir los caminos que nos

permitieran alcanzarlas. Las perspectivas más los climas nos

mentalizaban sobre la materialización de aquella predicción que refe-

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120

ría el logro de una “Patria Libre, Justa y Soberana”. Nos entusiasmaba la

alegría de paladear estas corazonadas, de observarlas casi al alcance

de la mano. Evidentemente, desde lo personal y desde el conjunto so-

cial, se trató de otras épocas.

Los años ‘60, independientemente de las frecuentes disputas cí-

vico-militares y hasta, aproximadamente, mediados de los ‘70, fueron

los tiempos de consolidar esos sueños. A muchos, a pesar de estar

muy anciano, nos dio el convencimiento que el retorno de Perón

apuntalaría todas esas esperanzas. Nos emocionaba y alentaba su

lucidez. Aun sus rivales políticos reconocían esto y veían en su vuelta

una posibilidad histórica, porque entendían que su presencia sería prenda

de unión entre los argentinos. Lamentablemente nos equivocamos, no

por lo que él representaba, sino porque se murió ahí nomás. Después,

el caos: la locura del terrorismo y, otra vez, la división fratricida.

De inmediato la respuesta bestial del “Proceso de

Reorganización Nacional”, encabezado por una serie de Juntas Militares

que se prestaban el poder con altanería y prepotencia, resultando una

intromisión nefasta para el país. El título grandilocuente ocultó la verdad

de esa conjura entre FF.AA. y sectores civiles –como de costumbre, en

estos casos, las fracciones rancias y conservadoras retomaron su rol

colaboracionista–, pues actuando en yunta se potenciaron y resultaron

ser una sarta indigna de patoteros que despreciaron la vida humana y

nos sumieron en el desasosiego.

Quienes fuimos jóvenes por los años ‘60 y ‘70, tiempos de mucha

agitación política como de vida universitaria apasionada, nos impusi-

mos el triple esfuerzo de informarnos, de formarnos y de permitimos la

ilusión de abrazar causas. Y esto último, producto de esa juventud, fue

muy anárquico, pues algunos lo hicieron a través de exteriorizaciones y

manifestaciones, exponiéndose a las réplicas mientras que otros se

volcaron a la componenda de la negociación y entregaron banderas;

otros optamos por el anonimato y la firme decisión de no transar o no

ser funcionales a cualquier autoridad. En consecuencia, pasamos a la

categoría de inadvertidos y, por supuesto, fuimos relegados.

Todo pintaba para que el bodrio se impusiera sobre la

racionalidad. Sin embargo, luego de años muy tristes y dramáticos, con

muertes y desapariciones de compatriotas, con quijotadas bélicas como

la recuperación temporal de las Islas Malvinas y con sufrientes

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121

experiencias, una vez más, acerca de las taras políticas de las FF.AA., el

país, nuevamente, se encaminó hacia una salida democrática la que,

después de esa larga noche de torpezas, aparecía como firme y definitiva.

Allí, todo el ímpetu de Alfonsín movilizando a los sectores juveniles y

populares, reflotó aquel universo de fantasías.

Pero al poco tiempo volvimos a las andadas y la burbuja de la

esperanza se pinchó. Esta vez fueron los supuestos salvadores del

desastre los que se encargaron de acentuarlo sin asumir culpas,

pretendiendo hacernos creer que las razones estaban en el mundo y no

en sus flacas capacidades. Transmitiéndonos la idea de que las causas,

en esta ocasión, eran múltiples y de etiología diversa. Así saltábamos

desde las crisis eternas, pasando por la globalización dominante, por el

posmodernismo y sus deconstrucciones, por la aceleración de los

contactos, por el agrandamiento del agujero de ozono, por el

calentamiento global y por otras yerbas.

Todas esas calamidades importadas nos fueron enrostradas, y

nosotros, el pueblo –conjunto de individuos indiferenciados que todos

los días salimos a ponerle el lomo a las exigencias–, debíamos asumir

las dificultades de la hora, no desesperarnos y contemplar pacientemente

las pujas miserables de los enfiteutas del poder. Para quienes lo único

que interesaba era la inmediatez y la oportunidad de ocupar un espacio.

El recordado clamor popular: “Que se vayan todos”, resultó muy

elocuente en este sentido y mostró el talante de nuestra clase política

contemporánea.

Hoy, el cambalache irrespetuoso (¡Perdónalos, Discepolín!) donde

han sumergido a nuestra patria contribuye para que los aventureros

nos insuflen la idea de que la repentización se impone sobre la previsión.

Como el mañana es un tiempo lejano e indescifrable, debe resolverse

por el aquí y el ahora. El orden es momentáneo y cambiante. Todo urge.

La velocidad nos impide la reflexión; por la misma razón, no hay tiempo

para proyectar leyes durables y estables y como nada está garantizado,

no se justifica respetarlas.

La Constitución Nacional y toda la estructura jurídica que

respalda la organización han pasado a ser libelos incómodos pero que,

según convengan, pueden ser empleados con fines utilitaristas. Es decir,

que se los reflota cuando resultan ventajosos a las pretensiones de los

que quieren imponer el criterio de imaginar sueños (hasta esta soberbia

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se permiten). Sobre todo en un país como el nuestro en donde, a pesar

de todos los desaguisados, las posibilidades siguen con vida y la

sociedad está ávida, alguna vez, de hacerlas realidades.

La escuálida y, tal vez, desprolija crónica mencionada no

pretende secuenciar con rigurosidad histórica las difíciles alternativas

por las que atravesó y atraviesa nuestro país, sino hacer comprensible,

aun para nosotros mismos, cuáles y cuántas fueron las razones y/o

sinrazones de nuestras decepciones como argentinos. A quienes nos

sigue doliendo, todavía, la tierra madre porque está enraizada en lo

más profundo de nuestras entrañas.

Los sentimientos intensos nos ponen en alerta frente a los

inescrupulosos que arrasan con todo dejando la secuela del desaliento.

Por eso hoy, a escasos meses de alcanzar la segunda centuria, la

negatividad y el pesimismo nos desbordan, porque asistimos al pobre

espectáculo de la división estéril y egoísta que genera una vulnerabilidad

alarmante, pero, al mismo tiempo aflige, pues no se puede concebir

que, tras doscientos años de vida independiente, nuestros gobernantes

sigan priorizando la estupidez por sobre la sensatez.

Los dirigentes (de alguna forma hay que llamarlos a estos

rapiditos con poder) cortos de visión, de muy limitados brillos, pero

también tristemente voraces, han despreciado y desprecian sabios

apotegmas que nos llaman a la meditación seria.

Dichos o escritos, anticipadamente, con la visión de los

pensadores criteriosos tanto de nuestra literatura más elemental —por

folclórica— como de la concepción política más básica —por lo simple

y preclara—. El primero, bellamente, expresado en forma de verso en

nuestro conmovedor y profundo Martín Fierro que decía: “Los herma-

nos sean unidos…., porque si entre ellos pelean los devoran los de

ajuera”, y el otro mencionado en forma discursiva pero no menos per-

turbador, porque prevenía sobre males futuros si persistíamos por el

sendero de la confrontación estéril que nos debilitaba innecesariamen-

te; me refiero a la frase de Juan Perón: “El año 2000 nos encontrará

unidos o dominados”. ¿Habrán leído alguna vez estos personajes que

infectan nuestros ámbitos de gobierno, algo parecido? Y si lo han he-

cho, ¿qué habrán interpretado?

Desconozco qué tan largo será, todavía, el camino que me toca

por recorrer. No obstante, lo mismo que Ibarguren, me posiciono en una

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época madura y analizo ambas trayectorias. Reconozco el valor de las

ficciones amasadas a la luz de todas las potencialidades, pero también

entiendo y acepto la mutación de las ilusiones por desencantos, cuando

esos sueños eran imaginados para todos y la mayoría quedaron truncos,

porque antes los alcanzó la muerte o porque quedaron inconclusos

cuando triunfó el cansancio. Hago caso omiso de las concreciones

propias porque a cada quien le corresponderá valorizarlas o juzgarlas

en los balances personales; el tema es que como país y como pueblo

nos doblega el hartazgo.

La pena se nos hace carne frente al despilfarro inútil del tiempo

transcurrido y no aprovechado. Este es un sentir generalizado y, lamen-

tablemente, transmisible a las generaciones futuras. No cabe el engaño

de la ilusión tramposa ni del optimismo superficial. Aunque cueste re-

conocerlo, no corresponde profetizar a base de vulgares voluntarismos.

Las cosas no resultarán convenientes solo porque se nos cruce la idea

de la mejoría. Para esto hay que trabajar y trabajar. Conceptos claros

para el pueblo, no así para quienes nos dirigen, pues están sumergidos

en la tontera de la mezquindad. Con argumentos falaces y demagógicos

pretenden convencernos del restablecimiento sin renunciar a sus pre-

rrogativas.

Ahora bien, todos los escritos –y este lo es– son portadores de

mensajes y a pesar de estas adversidades que son ciertas y palpables,

no debo apesadumbrarme y transferir solo la queja. Soy consciente de

que tanto el individuo como los conjuntos sociales han dado muestras,

a lo largo de la historia, de adaptaciones y fortalezas impredecibles.

Esto lo reconocía Ibarguren y parafraseando su cita, rescato nuestra

canción patria y su consistencia premonitoria: “Al gran pueblo argentino,

salud”. Grito vibrante, encendido y movilizador. Entonces, que los

ocasionales gobernantes no crean que es apatía la mansedumbre. A los

mansos hay que respetarlos; no es conveniente azuzarlos con la

provocación de la impunidad.

No debemos permitirnos la tribulación del abandono depresivo y

sumirnos en la mediocridad. En cambio y en función de nuestras poten-

cialidades, debemos presentar lucha al abatimiento y persistir en la es-

peranza, pues la vida nos convoca a idealizar el porvenir. Hay una fuer-

te corriente de gravedad que nos atrapa y nos empuja a sostener la fe

en nuestras fuerzas y en la variedad de opciones que nos brinda este

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suelo generoso que, a pesar de los maltratos, nos sigue cobijando y

motivando para superar las ineptitudes de esos pocos que entorpecen

el camino de los logros y niegan la estimulación hacia el futuro. Tiempo

que, al margen de los cantos agoreros y de las trivialidades que lo

ocultan, existe y es una realidad concreta.

Como no todo son disparidades y desencuentros en esta

comparación de dos subsistencias circunstancialmente atravesadas por

dos siglos diferentes, para el final quiero rescatar que, entre los escasos

parecidos entre la vida del doctor Carlos Ibarguren, de quien destaco

su honestidad intelectual, y la mía, tengo que decir que yo también en mi

niñez disfruté de ”un patio rodeado de glicinas” como él lo menciona en

su libro La historia que he vivido (Cap. IV pag. 56). La diferencia notoria,

en este caso, pasa por la superficie de ambos espacios, pues Ibarguren

habla de un piso en damero de mármol blanco y negro, mientras que el

de mi casa era un ámbito abierto mezcla de hormigón pelado y tierra

bien apisonada, sin que ello fuese obstáculo para que mi familia y yo

gozáramos, en el despertar de la primavera, de la sombra y del fresco,

al igual que del aroma dulzón de esa enramada.

Y como última coincidencia debo referir que mi padre, por su

origen español, también nos hizo apreciar la zarzuela (“Recuerdos que

no puedo callar” dice el gran “Fito”). Un estilo teatral tipo opereta

interpretado con recursos líricos ligeros y que solían transmitir en su

desarrollo enredos y situaciones picarescas, desplegados por ciertos

sectores sociales.

El Dr. Ibarguren comenta, en ese Cap. IV citado (pág 57), su

“deleite por la asistencia al Teatro Nacional de la calle Florida a escuchar

el gracejo de las interpretaciones y argumentaciones de este género”.

También aquí las disparidades son evidentes, pues en mi caso y el de

mi familia no representaban ninguna salida, sino la posibilidad de reunirnos

en torno de un viejo receptor a válvulas a fin de proceder a escuchar

esas representaciones que servían para pasar la sobremesa y, al mismo

tiempo nos entretenían, porque se agregaba el folleto explicativo oral

que mi padre se encargaba de transmitirnos a medida que avanzaba el

desarrollo y desenlace de la obra.

A modo de conclusión, debe reconocerse que,

independientemente de las distancias materiales como de las

diversidades sociales, de los roles desenvueltos, de los rastros dejados,

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de los criterios políticos y de las épocas andadas, es posible

compatibilizar angustias y sueños de dos existencias diferentes a las

que el decurso temporal las posicionó, histórica y culturalmente, en

veredas distintas o, quizás, enfrentadas, pero que la buena simiente

más la correcta germinación dio frutos en dos mentalidades a las que

envalentonó el desencanto, comprendiendo que, como decían los

abuelos —aunque yo no conocí a los míos deben haber pensado igual—

“La esperanza es lo último que se pierde”.

Texto de Referencia y Notas:

IBARGUREN, Carlos: La historia que he vivido, Ediciones DICTIO, Buenos

Aires, II Edición, 1969.

(1) páginas 11, 12 y 13

(2) página 159

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GRACIELA REVECO MANZANO

Escritora en ejercicio de la docencia y crítica literaria, nacida en Maipú,Mendoza. Estudió Comunicación Social y se capacita en Lengua y Literatura.Cuenta con alrededor de cien certificaciones de premios literarios y reconoci-mientos por actividad cultural. Fue convocada por la Fundación Max Aub, deSegorbe, Castellón, España, junto con otros escritores internacionales, parahacer crítica literaria sobre los cuentos ganadores en el certamen InternacionalMax Aub, con el propósito de integrar su página web, lo que le permitió a laFundación obtener el premio Tabarca Web Pages 2002. Fue secretaria de Comi-sión Directiva de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE Mendoza) desde el2004 hasta marzo de 2007. Dirige el Taller Literario “Letras en Libertad” (adul-tos), que fundó en marzo de 2004, y “Letritas” (niños), los que imparte en laBiblioteca Pública Julio Fernández Peláez, de la Municipalidad de Maipú, y en laBiblioteca Popular “Escritores Mendocinos”, de Las Heras, con la edición de doslibros de taller Huellas y Proesía, respectivamente. En el periodo 2008 ofrece eltaller literario en forma gratuita para todos sus integrantes gracias al subsidiootorgado por el Fondo de la Cultura de Mendoza. Ha editado dos libros de cuen-tos: Cuentos para pensar y Grullas de Papel, y la novela Donde las piedras tocanel cielo, que participó en el Premio Internacional Rómulo Gallegos 2009. Integranumerosas coediciones y tiene abundante material inédito. Entre los numero-sos Premios Literarios de nivel provincial, nacional e internacional, ha obtenidoPrimer Premio de Narrativa en Certamen Nacional y Latinoamericano 2000, y dePoesía 2007 del “Centro Provincial de las Letras” Luján de Cuyo, Mendoza;Premio de la Federación de Entidades de Bien Público en Certamen LiterarioNacional del Inmigrante 2000, Berisso, Buenos Aires; Primer Premio en Certa-men Internacional Dr. Santiago Antonio Vera 2001, de Córdoba; Reconocimien-to de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, de la Embajada dela República de Corea y de la Asociación Coreana en la Argentina por su partici-pación en el Concurso “Corea… coreano en la Argentina”, Buenos Aires 2002;el Gran Premio por Trayectoria Literaria Nilda Díaz Pessina 2003, otorgado por laDirección de Cultura de la Municipalidad de Mendoza, Reconocimiento de laAsesoría General de la Gobernación de San Luis por participación en Museo dela Poesía Manuscrita y acto de repatriación de los restos de Juan CrisóstomoLafinur en La Carolina de la provincia 2007, Premio Provincial Páginas Mendocinas2008 otorgado por la Dirección de Cultura de Las Heras en conjunto con SADEMendoza. Finalista del Certamen Internacional de Poesía y Cuento EdicionesMis Escritos 2008, Buenos Aires, Premio Concurso Literario InternacionalBonaventuriano de Poesía y Cuento Corto 2009 (Colombia), y muchos más.

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DESPUÉS DE CUATRO AÑOS…(Poema al Taller Literario 2007)

Buscando luz en la sombría tarde

con el juego simple y divertido al calor de las manos

un bosque de palabras en armonía sonora

juega misterioso sobre el tibio dulzor del poema.

El silente misterio de la noche negra

que avanza en incansable corcel imaginario

liba los íntimos secretos del relato

para despertar en la mañana soleada

su callada espera de memorias.

Luz infinita, arrullo de trinos narradores

en el desierto enemigo de la ausencia

que busca en el tiempo más tiempo

para desmitificar su esencia.

Después de cuatro años…

el tren continúa su marcha

sobre entintado riel de remembranzas.

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MARÍA GLORIA BEATRIZ DUARTE

Nació en el Chaco en 1965, estudió en Buenos Aires. Una vez radicada enMendoza hizo realidad su sueño: escribir. Así fue que se inició en el tallerliterario “Letras en Libertad” de la Biblioteca Popular “Escritores Mendocinos”.Al taller literario: Hoy les doy gracias por permitirme entrar en su mundo pordejarnos conocer personas maravillosas porque nos hacen soñar e imaginar quemañana será un nuevo día donde el poema del corazón fijará la esperanza de misactos.

LAS HERAS

Si tuviera que elegir un lugar

sería Las Heras.

Recuerdo de infancia, camino

tus cerros con pasos lentos.

Voces que encienden el alba,

abrazan con sus ojos el vuelo

del cóndor.

Si tuviera que elegir un lugar

sería Las Heras.

Tierra de hombres y mujeres

que forjaron libertad.

Manos que trabajan la tierra

seca, árida que se transforma

en fértil.

Si tuviera que elegir un lugar

sería Las Heras.

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Campo histórico El Plumerillo

abrigo de hombres valientes,

aún se escucha el trote de los

caballos tocando la tierra al

grito del

General: “Libertad”.

Si tuviera que elegir un lugar

sería Las Heras.

Su paso obligado camino

Uspallata, unión de hombres

de hermanos chilenos.

Si tuviera que elegir un lugar

sería Las Heras.

Las Cuevas, Puente del Inca

Los Penitentes, belleza a los

ojos de quien te mirara.

Te miro a lo alto y siento que

quiero volver a mi origen

a abrazar la esperanza de

sentirte mía, mi tierra querida.

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ALICIA MARTA ANDÓN

Nació el 02/08/1944 en Buenos Aires. Actualmente reside en Las Heras,Mendoza. En 1959 aparecen sus primeros poemas publicados en la Antologíade Alejandro Ángel Glave, Enfoques al atardecer. En 1997 el Diario “Los Andes”selecciona y publica un pequeño relato con el título “La Penitencia”. En el año2000 participa en el certamen nacional de poesía y narrativa “Línea Abierta2000” de la Ciudad de Córdoba. Seleccionada entre más de setecientos partici-pantes de todo el país, queda entre los ciento treinta autores finalistas, por loque integra la antología de “Línea Abierta 2000”. Del mismo modo, en el año2001. En septiembre de 2001 participa por tercera vez del concurso a nivelnacional de poesía y narrativa “El Ojo del Escritor” Fue seleccionada y quedaentre los ciento veinte autores finalistas que integraron la antología El ojo delescritor, de Línea Abierta Editores, de la Ciudad de Córdoba. En febrero de 2004,la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Las Heras le otorga la 2ª mencióndel Concurso Literario “Vendimia en Las Heras”.

EL REGADOR

Voy a cruzar el umbral y su portal entreabrir, al tiempo que hoy

es pasado.

Cuentan que una centuria atrás, a lo largo de la calle Luján,

(Panquehua) lucían álamos enfilados y carolinos coposos.

Desde la senda se podía contemplar, en todo su esplendor, la

belleza desplegada en la naturaleza.

Acequias rumorosas con sus voces milenarias y un camino de

tierra con sus cantos de sonajas.

Alambrados divisores entre viñedos y calle, montañas y cerros,

con huellas recién nacidas.

La gente del lugar por primera vez vio pasar un mozo montando

un alazán. Cuentan que le decían “El regador de la calle”. Tenía algo de

poeta y un poco de cantor, que pulsaba la guitarra para decir su verdad.

Siempre con un silbido o su voz iba dejando al pasar su palabra,

como agua fresca del Ande.

Para el sediento, la verdad clara como la de los canales, así

despertado el ser de su ignorancia o razón.

Afirmaba con pesar que le dolía la Patria de todo el mal que le

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hicieron. Recordaba con tristeza a los originarios Huarpes, la usurpación

a su herencia, cadena que arrastraban desde el principio su estirpe.

Gota por gota fue su sangre, el pago de la identidad arrebatada,

identidad que no supimos defender, ni conseguir liberar.

“Terratenientes, advenedizos y parias nacidos en este suelo”.

No merecen haber contemplado el cielo, ni caminar un sendero.

No era digno y con razón que les dijesen cuyanos y menos que

por error nombraran como argentinos.

Le exigieron al pueblo nuestro (¡esos!) cosas que jamás le dieron.

Dicen que el “Regador de la calle” fue perseguido durante largo

tiempo por gente de la milicia de ese entonces. Pero no encontraron ni

rastros de él. Los mismos que lo conocieron y moraban en el lugar,

sabiendo su paradero, guardaban celosamente el secreto.

Nunca se supo de donde había venido y como apareció, se fue.

Todo país tiene memoria, recuerdos y añoranzas que con el paso de

los años, serán historias.

Los rincones y lugares forman parte del paisaje de cada región.

Ellos vivirán a través de cada uno de nosotros, con sus duendes

y fantasmas, mitos y leyendas.

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PATRICIA ENCINA

Nació el 07 de Enero de 1957 en San Miguel de Tucumán. Ganó su primerconcurso literario a la edad de ocho años en la Escuela Primaria. Desde enton-ces continuó escribiendo. De profesión arquitecta, se desempeño en la actua-lidad como Jefa de Patrimonio de la Municipalidad de Las Heras, donde seocupa de restaurar y poner en valor el Patrimonio intangible que está vinculadocon lo cultural.

ESTO TAMBIÉN PASÓ EN LAS HERAS

Las calles eran de tierra, de tierra de pedemonte. Era verano,

sofocante y seco como solía ser el verano mendocino. La gente iba y

venía por las calles, salían y entraban del obrador, aula, escuela y todo

lo que guste usar. Había niños, jóvenes y viejos.

Mis quince años consideraban viejos a los que hoy son adultos, pero

también habían viejos.

Las palabras y el trajín estaban en todos los rincones. Unos

traían y otros llevaban. El mundo se estaba construyendo y todos parecían

participar de esa construcción. Mujeres, hombres, jóvenes, niños, perros,

cabras…

Mi madre trabajaba en esa “arca de Noé», que era el Barrio

Obrador. La habían contratado desde el gobierno de la provincia para

apoyo escolar a los chicos de la zona durante el verano; pero terminó

enseñando costura, tejido, intercambiando recetas de cocina, remedios

para las anginas, curando el empacho y lo que hiciera falta. Cada día

venía más tarde, más cansada y más contenta con lo que estaba

haciendo.

Esas vacaciones, en nuestro barrio que quedaba del otro lado

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del parque San Martín, con los chicos habíamos organizado clases de

teatro. Nuestro director era uno de los más grandes de la barra, que

había tenido tres clases en el colegio. Pero era una actividad en la que

todos nos enganchamos, oportunidad más que apropiada para estar

con el pibe que te gustaba del barrio de más abajo. Nuestra primera

obra fue un pesebre viviente. Yo extrañaba esas cosas de mi Tucumán

querido. Me tocó hacer de Virgen María, porque me llamaba María y

porque tenía el pelo largo y mi hermanita recién nacida sería Jesús. Todo

el vecindario aportó para el vestuario, la escenografía. Nos pareció que

éramos tan buenos actores que podíamos cobrar. Y la entrada era un

alimento o un juguete. Un éxito, tres funciones. Navidad, Año Nuevo y

Reyes. Vinieron hasta de los barrios de abajo, empleados públicos,

maestros y profesores y de arriba, empleados de YPF, que eran más

“chetos”.

A mi vieja se le ocurrió que lo recaudado se podría llevar al

barrio donde ella trabajaba. Y a todo el mundo le pareció bien. Pero

también se le ocurrió que con el Gordo podíamos ir a enseñar teatro

también. Y así fue. Un día, mi mamá, el Dani y yo partimos con el

cargamento de cosas reunidas y de ilusiones artísticas. Una carrera

meteórica, de Godoy Cruz a Ciudad en un solo paso.

Llegamos al corazón subversivo de Mendoza. Los barrios del

Oeste. Nosotros también vivíamos en el Oeste, pero éramos distintos,

teníamos casa de material, agua –aunque a veces se cortaba–, cloaca,

luz y gas. Otra Mendoza a tan solo un paso de la que todos admiran por

sus árboles, veredas relucientes y plazas como recién estrenadas. Los

barrios del oeste. No, no el Dalvian donde Godoy Cruz, Las Heras y

Ciudad no se sabe dónde empieza y dónde terminan. Donde todos

buscaban trabajar y luchar por lo mismo. Una casa digna, por el propio

esfuerzo, trabajando después del trabajo. Ocupando tierras que no le

importaban a nadie, que no valían nada, donde hoy todos quieren vivir.

El día que llegamos, nos recibieron como si fuéramos parte,

nos agradecieron los paquetes y nos dijeron que ya vendría el padrecito,

el cura Llorens. El dispondría qué hacer con lo que habíamos traído y

con nosotros.

Mi madre se puso en la tarea; la estaban esperando para cortar

unos pantalones, así que nos dejó en la puerta con los chicos, con los

otros chicos más chicos. Nos dijo que los hiciéramos jugar mientras

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que las madres tomaban las clases.

Como una hora más tarde, cuando ya jugábamos con y como

los chicos, el ruidaje estruendoso de una moto con carrito atrás, llena

de herramientas, bolsas de ignoto contenido, llegó conducida por un

señor de pelo castaño, barba descuidada y ropa gris polvo, gritón y

sonriente. Todos en bandada siguieron el cascajo, dejándonos olvidados,

el que se detuvo frente al depósito. La bandada de quienes habían sido

nuestros espectadores unos minutos antes, lo rodearon, lo besaron, lo

abrazaron, le hacían bromas y le contaron sobre nosotros, mientras le

ayudaron a bajar las cosas. Entre la algarabía y la descarga, preguntaba

por fulano o mengano, por los materiales que debían haber llegado.

Echó algunas bendiciones, nonc santas a algún funcionario de turno,

seguramente responsable del retraso y todo sin perder la alegría y el

desparpajo del quien se sabe amado y responsable de su mundo.

—Así que son los nuevos ayudantes— nos dijo abrazándonos

como si siempre hubiésemos estado allí—. ¿Vos sos la hija de la

tucumana? ¡Muy guapa tu vieja! Bueno, y qué quieren hacer.

Daniel y yo, más Daniel que yo, le contamos lo que habíamos

hecho en nuestro barrio y que nos gustaría hacerlo allí.

Que habíamos traído lo que habíamos recaudado, le contamos.

—Bueno, alguien tiene que dar catecismo, yo con la misa tengo

bastante, aquí hay mucho que hacer. Está bueno que se ocupen de los

chicos, porque si no se meten en la obra y hacen líos, ya les dije que se

van a machucar un dedo. Pero además ellos tiene que jugar y estudiar

mientras los grandes trabajamos—dijo, acariciando cabezas y

enfatizando lo de estudiar.

Después de meter la cabeza debajo de un grifo de agua, se

sacudió como lo hacen los perros y nos mojó a todos entre risas y

corridas. Nos puso las manos sobre los hombros y nos llevó caminando

por la calle hasta la iglesia, entre saludos, recomendaciones, apuradas

a los vagos que se habían borrado ese día.

Era un quincho rectangular, de palos retorcidos, cañizo y paja,

pisos de tierra apisonada, sillas de las más diversa facturas y estados.

Una gran cruz con un Cristo resucitado y una mesa de cinco patas en

uno de los extremos, indicaba el altar. Nunca tuve tanta certeza de que

Dios existía como en ese lugar.

Una mujer le trajo las cosas para el mate y, mientras cebaba,

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nos contó qué hacían en ese mundo donde todos querían ser iguales,

donde la vida y el futuro se construían con bloques, adobes, cemento y

lo que hubiese.

Nos asignó la tarea de dar catecismo a los niños, tarea que

nunca cumplimos, ya que siempre había cosas más interesantes que

hacer, como caminar, escucharlos, jugar con ellos, llevar agua fresca a

los que trabajaban en la obra, ayudarlos con la lectura o la escritura o

las cuentas a los más retrasados en la escuela. Estábamos aprendiendo

a ser buena gente.

Nos sumamos con la naturalidad que dan los pocos años y la

vida por vivir, nos llamaban por nuestros nombres o sobrenombres.

Nunca volví a sentirme de aquel modo, nunca volví a sentir que era

parte del futuro.

Nuestras vidas nunca volvieron a ser las mismas.

Luego, vinieron los milicos, las persecuciones, los muertos, los

desaparecidos, los exilios, las prohibiciones, la tristeza y la mezquindad.

El Dani se hizo cura, viajó a estudiar a Roma. Creo que allí no

aprendió nada o se olvidó de la mejor lección de nuestras vidas, porque

hoy es solo un cura gordo.

Yo soy arquitecta y me ocupo que mi pueblo no pierda la

memoria.

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SERGIO HERRERA

Poeta lasherino que trata de plasmar en versos la simplicidad de la vida,con un lenguaje claro y elocuente. Con treinta y siete años, escribe desde muypequeño influenciado por sus hermanos y por el lugar más bello de Las Heras:el distrito “El Challao”. Dice que “No hay mayor inspiración que ver dormir al soldetrás de las montañas”. Dedico este poema a Carina y Gabriel a quienes Diospuso en mi camino para forma una familia. Ojala que se sigan generando estosespacios en donde los escritores encuentren un lugar para dar a conocer susobras. Gracias por la oportunidad

EL CHALLAO

Vertiente cristalina de los dioses.

Bañaste la ciudad en tiempos remotos.

Pureza y claridad, sueño del hombre

inquieto por beber de tu regazo.

Retumba eterno entre los cerros

el grito del Cacique agazapado.

Envuelto entre varilla y coirón

abrazas el paisaje con tus manos.

Challao, agua de la hondonada.

Lugar de vida, sueño del alba.

Desde las altas cumbres nevadas

hombres que vuelan, cerro Las lajas.

Rugir del puma que en la quebrada

dueño se siente de la montaña.

Cuevas, senderos, casa de piedra

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donde el silencio abraza el alma.

Corre el guanaco, busca la cima.

Vuelan gorriones sobre los cactus.

En solitario viven puesteros

arriando el tiempo con sus miradas.

Desde lo alto, ciudad de estrellas

titilan bellas sobre el oasis.

Rocas que guardan como un tesoro

miles de historia, miles de amores.

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YAYI CEVERINO

Nace en Las Heras, Mendoza. Tempranamente elige el camino del arteestudiando en la Escuela Provincial de Bellas Artes de Mendoza. En el año 2000escribe la obra El bar de la tormenta y Solo el amor, que permanecen en carteldos años. Inicia su carrera musical como cantante y autora. Esta la lleva a repre-sentar en 2005 y 2009 a Mendoza en el Festival pre Cosquín en la provincia deCórdoba como cantautora. En 2005 edita su primer CD llamado Región interior.En 2007 escribe editoriales para el programa “Nuestras raíces” de LV10. En elaño 2008 obtiene una mención en el certamen “Las Heras, letras emergentes”.Ese mismo año realiza la ponencia “Talleres expresivos, una herramienta deinclusión social” en Diario Los Andes, en el marco del Encuentro provincialcultural educativo. Actualmente trabaja en el CD en defensa de los Derechosdel niño “Creciendo derechitos”, en la obra musical “Mujeres latinoamerica-nas” y escribe editoriales para “Radio invisible” emisora on line de BuenosAires.

DE CARTÓN(obra teatral)

Escena en un galpón, bolsas de consorcio negras a un costado atrás,

varias cajas grandes desarmadas. Dos hombres sentados sobre cajas,

usan ropa de trabajo. César se seca el sudor de la frente.

CÉSAR: Listo, ya se fue el último paquete, solamente quedan dos viajes.

Si vuelven rápido, vamos a terminar al amanecer.

MARIO: Sí, y después de hoy paramos un par de semanas y nos vuelven

a llamar. Abrámonos loco, esta cagada no da para más.

CÉSAR: Ya estás igual que mi hermano, al bonito la mina le regaló un

anillito de mierda y con eso le alcanza para querer borrarse. No empecés

con esas boludeces vos también, Mario. Dejate de joder y ayudame a

preparar más cajas.

(César se levanta y comienza a armar las cajas)

MARIO: César, te lo digo en serio, después de esta yo me abro. No

aguanto más, no duermo. ¿Vos sabés lo que es eso? Cada crujido de

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las chapas me suena a pisadas en el techo, estoy esperando que me

vengan a buscar, no puedo mirar a los ojos de la gente, cada vez que

veo a un tipo me pregunto si él será el próximo, esto es grosso y si se

destapa vamos a cagar nosotros, a los de arriba nunca los agarran.

CESAR: Oíme, boludo, algo habrán hecho, si no por qué no buscan a tu

viejo o a mi hermano con anillito nuevo ¿ah? Estos tipos están

reorganizando el país, hace falta, loco, hay mucho cabrón suelto. Vení y

ayudá.

(Mario se levanta y va con César)

MARIO: Y si mañana se les ocurre que los pibes de las escuelas son

peligrosos para su proyecto, ¿también los vas a empaquetar? Esto está

mal, César, se está poniendo muy jodido.

(Camina por el escenario tapándose la cara) No nos podemos hacer los

boludos. Escucho gritos en mi cabeza, ¿entendés? No puedo dormir.

CÉSAR: (va hacia Mario, habla con tono tranquilizador) Sentate y calmate

un poco, vos siempre fuiste medio boludo ¿no? Te estás haciendo una

película que no es. Nosotros no

sabemos nada. A ver, decime ¿vos sabés quiénes son, de dónde vienen,

qué mierda hicieron, adónde los llevan? No. Entonces de qué te van a

acusar. Nosotros cargamos cajas. Punto.

MARIO: Vos sabés que no es así.

CÉSAR: A qué carajo le tenés miedo. Si los canas no estuvieran en esto

ya habrían caído por acá.

MARIO: A mí me tengo miedo, y a vos, César, que pasó, por qué

terminamos acá.

CÉSAR: Vos habrás terminado, yo recién estoy empezando. Para lo que

me necesiten voy a estar dispuesto, no te olvidés que me dieron una

casa cuando nadie se calentó por mí.

MARIO: Te dieron un lugar en la villa y te perdonaron un par de cagadas,

nada más.

CÉSAR: (se levanta exaltado) ¡No! ¡No es así! Hay que sacar a los

comunistas de mierda que

quieren cagar al país. Eso es lo que están haciendo y lo hacen por vos,

por mí y por los pibes de las escuelas también ¿ Vos querés terminar

como los cubanos, con un cartoncito en la mano haciendo una fila para

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que te den un kilo de arroz? A mí me mandaron esa y yo les creo

¿entendés? (vuelve hacia las cajas) Pasáme la cinta.

MARIO: ¿Y si te vendieron cualquiera para que no deschavés? César, es

ahora o nunca. Todavía tenés guardada la guita de la última, borrémonos.

Borrémonos un tiempo; podemos empezar en otro lado. A tu hermano

le decís que te vas al interior atrás de alguna minita y no te va a joder,

dale.

CÉSAR: Vos no entendés nada, no lo hago solamente por la guita. Yo

creo en los tipos, ellos van a arreglar todo, vas a ver. Decime quién sino.

Tienen los huevos que hacen falta, tienen armas, son dueños de la cana.

A la mala yerba hay que sacarla, no queda otra. Nos están pudriendo la

juventud, mirá los pibes jodiendo por los boletos escolares, van a

empezar ahí y después se van hacer todos comunistas. Los pendejos

están mirando para afuera, los universitarios se sienten superiores y

quieren copiarle a los de Europa o no sé de dónde. Hay que defender la

nación, la patria. Los argentinos somos derechos y humanos. ¿No has

visto esos carteles por todos lados? ¿Y el mundial? ¡Ah! ahí sí que te vi

contento, si no fuera por ellos no hubiéramos tenido esa fiesta .

MARIO: César, las cosas no son así. Yo estoy viendo mucha mierda acá.

CÉSAR: Mirá, terminemos con esta y después hablamos, si alguien te

escucha se te puede armar una cagada.

MARIO: No, yo me voy ahora. Si todavía no sos una mierda igual que

ellos, buscame.

CÉSAR: Sos un pelotudo sin ideales.

(Mario se acerca a abrazarlo, César lo empuja y después lo abraza)

CÉSAR: Ándate ya.

MARIO: Gracias.

(César se pasa la mano por la frente un rato y después va hacia las

bolsas que le faltan, levanta una muy pesada y de adentro cae un anillo,

lo levanta temblando, lo mira y grita)

CÉSAR: cae al piso)¡ No, hijos de puta, él no!

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JUDITH CARUNCHIO

Poeta mendocina. Vive en el Departamento de Las Heras desde 1976.Integra SADE., Filial Mendoza., el Grupo Literario Aconcagua, la biblioteca Escri-tores Mendocinos y el Taller Literario Letras en Libertad. Docente, escritora,dirigente ONGs., gestora cultural, casada con dos hijos. Es una personalidad delambiente cultural mendocino, que ha incursionado en el medio teatral, radial,televisivo, literario y gremial desde su juventud, siendo numerosas las obrasteatrales. Que la contaron como protagonista en diferentes elencos de la histo-ria del teatro independiente en Mendoza. La mayor parte de su obra literaria hadesaparecido, junto a sus textos pedagógicos, políticos y gremiales en el año1976, cuando se produce el golpe de Estado en el país, y es intervenido elsindicato que nuclear a los trabajadores de la educación. Desde 1996 presideuna Biblioteca Popular, que irradia su acción cultural desde un barrio del GranMendoza, en Las Heras, y que reúne en amables tertulias literarias a numerososartistas y vecinos, escritores y lectores del medio, que comparten allí sus tex-tos,, sus lecturas, sus actividades culturales, sus tareas de perfeccionamientoy también sus sueños. Los que ella siempre llama sus “sueños de papel”. Mu-chos son los premios, menciones de honor, publicaciones, distinciones y car-gos en diferentes organizaciones de la sociedad civil y en gestiones de produc-ción socio-educativo-cultural que jalonan su trayectoria. Es creadora de losProyectos Culturales: Paseo de las Artes Ricardo Marino; Patrimonio HistóricoMurales de Guantata; Espacio Cultural el café los poetas; distinción El Autor enPersona; el salón de usos múltiples manos mendocinas; coral del valle; BalletBlanco; y camino al Bicentenario, Proyecto de creación del Museo del Libro, enLas Heras, Mendoza. En la actualidad se encuentra gestionando la publicaciónde dos libros que tiene terminados: La tela de los sueños y Batalla de los días, enlos cuales se encuentra condensada su actual obra. En preparación, nuevostextos que integrarán el libro Versos del tiempo.

200

A doscientos años del nacimiento de la Patria.

Qué somos hoy los hijos de este suelo

Surcado por los vientos de los llanos.

Qué somos hoy pasando raudo el tiempo

Por sierras y ciudades, ríos y campos

Vástagos firmes del ayer nacidos

Somos las voces que aquel himno entonaron

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Somos tropel altivo en el recuerdo

La paz, el canto, y el abrazo hermano

Un corazón celeste y blanco ardiendo

Tenemos por emblema enarbolado

Llevamos sangre

De los que murieron

Somos el alma

De los que lucharon

Somos los pobres dueños del olvido

Los que a la guerra sin temor marchamos

Los que empuñamos con valor las armas

Como las herramientas del trabajo

Con fiereza el cañón de los fusiles

Como la empuñadura del arado

Somos mestizos, blancos y morenos

Somos la montonera y el obraje

Hijos de gringos, indios, y extranjeros

Albañiles, maestros, navegantes

Somos soldados tan desconocidos

Que borran nuestras tumbas los paisajes

Trabajadores rudos de la historia

Que movemos las ruedas colosales

De la máquina astral de la memoria

Sobrevivientes de oscura pesadilla

De reclutas helados en las islas

Blancas madres en rondas fantasmales

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Somos obreros del hierro y la madera,

Hacheros de la selva, pescadores

Hijos de los labriegos, descendientes

Del fuego de la antorcha de los próceres

Por sobre el tiempo y su transcurso cierto

Por sobre le la mudanza y el arcano

Las raíces del árbol de la patria

Nutrimos, extendemos y cuidamos

Llevamos sangre

De los que murieron

Somos el alma

De los que lucharon.

Qué somos hoy, en el umbral del tiempo

Qué somos hoy, los hijos de este suelo

Los que encendimos por la calle estrellas

Los que sufrimos el tenaz destierro

Somos el eco de las mismas frases

Que proclamaron libertad al viento

Los labios que dijeron las palabras

Fundacionales del país que amamos

Son nuestros padres mismos que nos llaman

A defender el cielo que soñaron

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CELIA MOLINA

Es maestra de Enseñanza Básica y cuenta con veintiuna materias aproba-das de la carrera de Letras en la Facultad de Filosofía y Letras, UniversidadNacional de Cuyo.

PATRIA NACIENTE

Páginas magistrales

montaron la historia.

Doscientos años

giran la memoria.

Hallazgo americano,

Plata de esplendores.

Reducción nativa,

colonia española.

Codicia en los ojos,

tormento absurdo.

Sueño de alas,

derecho a gritos.

Himno sagrado,

Paño bendito.

Corona vencida,

Junta creada.

Patria naciente,

Cabildo heroico.

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Evocación de altares,

gestas de gloria.

Diana en el alba,

campanas jubilosas.

Veinticinco presente,

tedéum solemne.

Obra humana,

canto de victoria.

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LUIS SANTARONE

Del 1977 al 1983, vivió como exiliado político en Suecia. Fue corresponsalperiodístico del Diario La Voz del 83 al 87. Obtuvo el primer premio en el con-curso “Los Amigos del Café» por el cuento “El Llorador”, con una recompensade una tinta y dibujo a lápiz del artista mendocino Ricardo Embrioni.

CAPILLA HISTÓRICA DEL SAGRADO CORAZÓN

El distrito “El Algarrobal”, en el Departamento de Las Heras,

conforma, junto con el de Bermejo, Guaymallén, el primero sobre la

margen izquierda y el segundo sobre la margen derecha del zanjón

Cacique Guaymallén, una zona de acopio sedimentario, con un importante

contenido de arcilla.

Sus límites son: al este y al norte con “El Pastal”, Lavalle, al sur

con el ya citado Bermejo y al oeste con “El Plumerillo”, también Las Heras.

Sus excelentes condiciones climáticas, debidas a su ubicación privilegiada,

lo conforman en un oasis local, dentro del gran oasis mendocino. Esto

hace que los veranos resulten más benignos en los habituales tórridos

estíos mendocinos y justifica que, al encontrarse relativamente cercano

a la ciudad de Mendoza, sobre todo en los primeros años y hasta la

mitad del siglo XX, se conformara en la zona de recreo preferida por

sus habitantes. Proliferan numerosos natatorios y, más recientemente,

sucursales de clubes con sedes en la ciudad. En algunas publicaciones

se lo hace aparecer como perteneciente al Distrito “El Plumerillo”, lo que

es un error.

Sus tierras son fértiles y sus cultivos exitosos. Unos pocos

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miles de habitantes se suman en la villa, mientras que el resto de la

población se distribuye en las fincas aledañas.

Su fertilidad y proximidad a los centros de consumo podrían

constituirlo en la gran granja mendocina. Sin embargo, sus propias

virtudes lo están transformando en una zona de paulatina desertificación.

Desde hace muchos años, su suelo que, como ya hemos dicho, posee

una importante proporción de arcilla, está siendo explotado para la

fabricación de ladrillos. Por supuesto que esto no sería negativo, los

ladrillos conforman el mayor porcentaje en el volumen de una vivienda,

sobre todo en el modelo constructivo de nuestra tradición edilicia, en la

que, prácticamente, la madera se utiliza exclusivamente para techos y

encofrados.

Mendoza posee producción de maderas que podrían ser

utilizadas en la construcción. Nuestro álamo, bien disecado, podría ser

una de ellas. Pero nuestra condición de zona sísmica ha provocado el

grave prejuicio, no siempre bien justificado, de que las construcciones

“pesadas”, son sísmicamente superiores a las “livianas”. No es este el

lugar para discutir de técnicas constructivas. Solo pretendo explicar él

porqué de la depredación de las tierras de cultivo en “El Algarrobal”. Es

decir, sus propias ventajas han terminado por convertirse en un enemigo.

En esta jurisdicción se encuentra un monumento histórico: la

capilla del Sagrado Corazón, sobre la calle Pedro Pascual Segura. Se

asegura que San Martín y sus comandantes solían asistir a misa allí. Es

muy probable que así haya sido, debido a la proximidad de la capilla

con el Campo Histórico El Plumerillo donde, como es sabido, nuestro

héroe mayor preparó a las huestes para liberar medio continente de la

dominación española.

La capilla originariamente fue un oratorio que ya existía desde

1790, perteneciente a la familia de Don Clemente Segura. Posteriormente,

fue convertido en capilla. En ella ofició misa, en 1824, el presbítero

Giovanni María Mastai Ferretti quien ascendió a Papa (Pio IX), luego

canonizado por Juan Pablo II.

La propiedad es heredada por Pedro Pascual Segura (hijo de

don Clemente). El luctuoso terremoto de 1861 terminó con la aldea y

también con la capilla del Sagrado Corazón de Jesús. Elisa Segura de

Zapata, la manda reconstruir en 1870, nueve años después del

terremoto. Esta señora era esposa de don Martín Zapata, dos veces

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gobernador de nuestra provincia. Es decir que la capilla que encontramos

hoy no es exactamente la misma a la que asistía San Martín en 1816.

Es importante el dato: en ella se encuentran enterrados los restos

del general Pedro Pascual Segura, cuatro veces gobernador de Mendoza.

Fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1941, por decreto N.º

107512/41.

La capilla-monumento ha sido mantenida y conservada por un

grupo de damas honoríficas de la zona, lo que demuestra el aprecio

que siente la comunidad lasherina por su patrimonio cultural. Estas damas

solidarias están conducidas por la señora Elvira y cumplen sus funciones

en el mayor anonimato.

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JUAN CARLOS BENAVÍDEZ

Nació en General Roca, Río Negro. Su familia se trasladó luego a La Platadonde permaneció la mayor parte de su vida. Hace siete años que reside enMendoza. Es Asistente Social Criminológico y alcanzó el cuarto año de Psico-logía en la Universidad de La Plata. Como complemento de su actividad laboral,tuvo a cargo la confección de diarios y boletines de comunicación al personal.Actualmente es miembro de la Biblioteca Popular Escritores Mendocinos delBarrio Ujemvi (Las Heras). Desde el taller literario. “Letras en Libertad” de laBiblioteca, ha participado en dos antologías.

SEGUIR CREYENDO...

Amada…

Durante mucho tiempo insistí en imaginarte,

esplendorosa y feraz, soberana y digna.

Y a pesar de los tropiezos,

volví una y mil veces a recrear tu identidad,

y a gritar tu nombre en calles esperanzadas.

Hoy, sin embargo, no me quedan voces.

Y como una bruma densa que avanza y nos cubre,

los grises imperan…

(Y el día está tan lejos…!)

De nada sirve entonces, inventar colores…

ráfagas fugaces, vestigios de sol,

que de tanto desear, parimos en cuentagotas.

De nada sirve,

desprenderse al fin de sortilegios,

y propugnar en vano señales de hogueras,

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en el más negro vacío que asfixia las cosas.

Por ello,

Y aunque muchos proclamen

“Doscientos años no es nada”

Yo me pregunto,

(con el hastío reptando en las entrañas),

si no ha llegado el momento de romper la inercia,

la hora justa de recobrar la dignidad

y dejar de conformarnos con migajas…

Si no es éste el exclusivo instante

de volver a la real escaramuza,

y sin aliento desgarrar el mito…

(Aquel que inventamos para creernos semidioses

en el combate diario de pisotear nostalgias ).

Un año más… (¡Y van doscientos…!)

Mas, aunque hoy me encuentres…

abrazado al caos, gestor de la vida,

intentando negar el inútil orden catedrático

y los convencionales mustios que pretenden definir el todo,

no dudes, mi soñada, ni un instante,

que esta dulce quimera se mantiene viva.

Viva, para seguir pensándote

esplendorosa y feraz, soberana y digna

por siempre la mejor…MI PATRIA DE HOMBRES LIBRES!

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SILVIA SUSANA CAROSELLA

Vive en Las Heras. Es docente y escritora. Actualmente se desempeña enel Área de Letras de la Municipalidad de Las Heras, desde donde coordinaproyectos relacionados con escritores y es profesora de Lengua en el colegioMario Casale.

UN RETAZO DE IDENTIDAD

Para todos esos seres como vos, invisibles a las teorías

económicas, pero que dieron sentido de partencia a través de “esa

invisibilidad”, a una calle, a un barrio, construyendo así, poco a poco, la

identidad de un departamento.

Creo que me acuerdo de vos cuando tenía cuatro o cinco años,

edad en que uno empieza a registrar a las personas y a conocer todo

aquello que nos rodea. En una primera imagen, te veo en aquella calle

Burgos de mis Las Heras natal, entre San Miguel y Dr. Moreno, allá por

los años 70. Calle sumamente particular, llena de vida, de comercios,

una o dos casas de familia, y todo lo demás se perdía en movimientos,

bullicios, mezclas de olores y paletas multicolores.

Vos eras parte de esa calle.

¿Te acordás, Clarito del “Bar Loncophué”, de Julio Olmedo? Aquel

que nos dejó a muy temprana edad, entregando su vida en aquellas

veredas que sabían de su ir y venir de todo el día, de su cansancio y

sudor por atender a todos los parroquianos del lugar.

El querido Loncophué…. Donde tanto te gustaba ir a comer todos

los días, y a disfrutar de ese traguito, allá por el medio día, acompañado

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de tus amigos y de las consabidas papitas fritas y aceitunas, aunque

pocas porque decías, te subían la presión.

Calle Burgos. Tu calle y la mía. La mía porque nací en ella, la calle

amada por mi padre, la de la infancia, la del amor, la que me gustaría

volver a ver, cuando me llore el alma.

Y la tuya porque era la única que te veía llegar después de tu

trabajo, la calle donde reías, donde almozabas, donde descansabas,

donde armabas día a día tu mundo, donde dejaste tu identidad.

CLARITO CAVERO… No sé por que pero siempre desde que te

conocí, tuve eso que ahora llaman empatía, “onda” o yo mejor, lo definiría

simplemente como ese ángel que tiene algunos adultos y que muy pocos

pueden transmitirlos a los niños.

Porque eso eras para nosotros, aquel inmigrante de piel morena,

de apenas un metro con cuarenta centímetros, como hecho a nuestra

medida, aquel ser angelical que nos hacía mucho bien, aquel que nos

convidaba Coca-Cola las veces que queríamos y que no nos retaba

porque nos íbamos a hacer pis en la cama. Aquel de cuyas manos recibí

las primeras tutucas y el sorprendente chupetín de Limon, el que me

llamaba “lengua de trapo” y que, a pesar de ello, tenía largas charlas

conmigo. Yo, sin querer, acompañaba tu amarga soledad de soltería y

vos sin querer, también, me ayudabas a crecer. Con vos crucé por primera

vez la calle, y aprendí a andar en bici, “a esperar”, que se hicieran las

doce del medio día para verte llegar y empezar a conocer desde temprana

edad a tus grandes y únicos amores: las plantas, los jardines, la flores y

hasta los yuyitos, las espinas, todos eran tus amigos.

Y era allí, en ese mundo, donde a tus manos le crecían alas. Y

entonces te transformabas en un ir y venir de dedos ágiles y frente

sudorosa separando las malezas y los cascotes duros de tierra para

dejar crecer la hierba tierna y descubrir la flor hermosa y segura de su

condición de ser la más bella.

Cómo olvidarme de esos diálogos que tenías con aquellas rosa

color té, tu favorita, la del jardín de la señora María, allá enfrente de la

terminal y del dolor que provocaban las espinas largas y delgadas de la

corona de Cristo. dolor con el que identificabas.

CLARITO CAVERO…el jardinero de tantos barrios de Las Heras,

el placero de tantas plazas de nuestro departamento, el gran conocedor

de la tierra y sus olores, de sus texturas y de cómo llevarse bien con

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ella, el compinche de las caprichosas rosas, el que conocía el secreto

de las madreselvas al amanecer.

CLARITO CLAVERO…Fuiste y serás el mejor representante de

aquellos seres que se destacan únicamente por tener como carnet de

identidad la simpleza, el amor por los niños. Por la naturaleza, por tener

los poros abierto a la vida, la sensibilidad a flor de piel, por ser el mejor

receptor de los perfumes de la tierra, por generar tanto sentimiento,

por querer tanto el terruño lasherino…la pucha, mirá que tenía cosas

para recordarte.

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HILDA OLIVERA DE MUSSO

Nació en Mendoza, el 4 de enero de 1923. Socia de SADE. Editó poemas enlos anuarios de la entidad. Sus versos nacen de la experiencia, del esfuerzo, delamor, con una amplitud lírica innata. En Radio Libertador hizo comentarios delibros en el programa “nosotras dos” y en Radio Nacional expuso sobre hom-bres y mujeres de la historia en el programa del Sr. Ángel Rodríguez. En CETALocupó distintos cargos en la comisión directiva. Publicó plaquetas en el GranMendoza. Hizo presentaciones y reseñas de libros con el asesoramiento de suprofesor y amigo el doctor Américo Calí. Actualmente es integrante del tallerliterario “Letras en Libertad” siendo una miembro activa y puntual y su trabajoes el fiel reflejo de una dinámica literario consecuente.

LA LIBERTAD

Cuantas páginas escritas en la historia

en estos dos siglos que se cumplen,

en que un grupo soñador dijera ansioso

la palabra esperada por el pueblo.

Dos siglos que llevamos proclamando

la libertad para aquellos oprimidos.

Nos hablan de un Belgrano generoso,

aguas abonadas con las ansias de Moreno,

de un titán cruzando las montañas

y de un grupo de congresales que juraron

Independencia en la ciudad florida.

Las luchas continuaron,

intrigas desgarrando a los hermanos.

Unos al creer que eso era patria

y otros luchando a su manera.

Cuantos gauchos quedaron en la tierra,

siguiendo a Güemes, allá, en la altura de Salta.

Cuantos más desterrados por sus ideas

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o dejando la sangre por sus campos.

Pero, a pesar de todo, continuaba el progreso llegando hasta estas

tierras.

Ya no es la Colonia del comienzo,

Ahora hay caminos que la cruzan de uno a otro confín,

llevando por ellos productos que ahora van desde un extremo

hacia al otro, lejano de la patria.

Hay enormes edificios y hay pobreza.

Ahora me pregunto, si en dos siglos

de cambios de gobiernos, de ideas

de anhelo y frustraciones con que llaman

los juveniles sueños que no apagan

la ilusión de todos los que creen que libertad, la mágica

no ha muerto sepultada por odio y que siempre

vibrará dentro del alma.

No en vano ha pasado este tiempo.

Aún podemos aprender que ella es la esencia de todo el porvenir,

tanto del nuestro,

como en lejanas tierras que hoy nos unen el mundo de los

más grandes progresos.

Libertad respetando los derechos de todo ser humano en este suelo.

Libertad de abrazamos como amigos.

Saber que no fue vana nuestra historia

y estos siglos nos imponen que demos luchar por ella

sin maldad ni muerte.

Sino con la pluma, las manos y el arado.

Y podremos decir: lo conseguimos, ahora nuestro sueño no es en vano.

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CELIA MOLINA

Terciario completo en Escuela Normal Tomás Godoy Cruz. Nº 9002. Título:Maestra de Enseñanza Básica. Estudia Letras en la Facultad de Filosofía y Letras(Universidad Nacional de Cuyo).

PATRIA NACIENTE

Páginas magistrales

montaron la historia.

Doscientos años

giran la memoria.

Hallazgo americano,

Plata de esplendores.

Reducción nativa,

colonia española.

Codicia en los ojos,

tormento absurdo.

Sueño de alas,

derecho a gritos.

Himno sagrado,

Paño bendito.

Corona vencida,

Junta creada.

Patria naciente,

Cabildo heroico.

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Evocación de altares,

gestas de gloria.

Diana en el alba,

campanas jubilosas.

Veinticinco presente,

tedéum solemne.

Obra humana,

canto de victoria.

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JUAN CARLOS PRESTIFILIPPO

Nació en Maipú, Mendoza. Desde hace más de treinta años vive en LasHeras departamento donde terminó estudios primarios y secundarios. Escribepoesías desde la adolescencia, y está pronto a editar un libro de poemas. “Es-cribir es mi íntimo deleite y es lo que tengo pensado para el resto de mi vida”.

ACTO DE FUNDACIÓN

Acto de fundación bicentenario, 25 de Mayo de 1810

donde quedaron ancladas la bases de la Nación.

Grito ardiente de la patria, que el pueblo te proclamó.

Grito tuyo, PATRIA MIA

Grito con basta y pasión

Presente aún….

Ese grito retumba a cada uno

Ese grito sos vos,

“PATRIA MIA”

Ese grito me destempla el alma.

Todas las almas sacude.

No va a callar tu grito,

porque yo sé que vos… querés gritar de nuevo.

Porqué yo sé que sos,

el resplandor de cada rostro. Y más que un Sol…

Nos entibias a cada uno en tu regazo, sin preguntas.

Ese grito sos vos.

PATRIA MIA

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No va a callar tu grito

Presente Aún…..

Ese grito sos vos. PATRIA MIA,

proclamando con voces y alegrías

La liberación del último cautivo.

No va a callar tu grito

Ese grito saldrá de las gargantas

De todas las gargantas de tus hijos.

Y ya no habrá voz cautiva

todas las voces, tu voz,

PATRIA MIA.

Todas la voces tu voz, como aquel día.

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MARIAN ROMERO DAY

Vive en el Challao, en una casa construida en terrenos que fueran de subisabuelo Edmond Welby Day, quien llegó a la Argentina a mediados del sigloXIX con solo su título de médico (tal como lo relata la higuera de la historia).Estudió Ciencias Políticas y Sociales en la UNCuyo. “Trabajé en el Gobierno deMendoza hasta que “el proceso” me consideró indeseable”, dice la autora.Algunos músicos mendocinos han puesto bellas melodías a varios de mis poe-mas. Actualmente integra el Taller del Cerro, que funciona desde hace cuatroaños en El Challao.

MEMORIAS DE LA HIGUERA

Como todas las plantas, tuve un padre vegetal que sembró su

semilla en mi madre, la tierra. Madre dura y difícil, en la que solo crecemos

quienes somos capaces de nutrirnos con sus escasas y salobres

humedades.

Tuve también un padre de otra especie: un loco aventurero, un

soñador, un sabio... un hombre. Un tenaz extranjero que quiso anclarse

entre piedras y jarillas y cielos rutilantes, tan diferentes de sus campos

verdes y sus tercas nubes. Era inglés.

Llegó en tiempos de Rosas a estas Provincias (no muy) Unidas

del Río de la Plata, con su título de médico y sus inquietudes jóvenes.

Habían pasado más de treinta años desde aquel 25 de Mayo en que

algunos idealistas cortaran los lazos que mantenían a estos pueblos

amarrados a España; “libertad” e “independencia” fueron conceptos

invocados en años de luchas y desacuerdos, de utopías traicionadas y

de resistencias heroicas. A mediados del siglo XVIII, el país incipiente se

humillaba o se rebelaba bajo un puño de hierro, según los dictados de

sus ideales, su miedo o su conveniencia.

En el título de médico, revalidado ante la mirada suspicaz de

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las autoridades locales, se leía en grandes mayúsculas que parecían

sangrar: “Viva la Santa Federación. Mueran los Salvajes Unitarios”. Aún

hoy puedo ver desde mis ramas más altas el cuadro que enmarca ese

diploma, colgado en la pared del escritorio de los tataranietos de mi

padre inglés.

Crecí en el Challao, al pie del cerro de la primera cruz; fui regada

por los manantiales que desde el tiempo de la colonia abastecían de

agua a la ciudad de barro. Vi cada verano reír y jugar a los hijos de mi

padre, nacidos de madre criolla, tan arraigados a este suelo como yo

misma. Percibí los movimientos de la tierra, a veces como suaves

ronroneos, otras como feroces convulsiones. Albergué bajo mis ramas

el llanto desolado del inglés, abrazado a su hijo más pequeño, el único

que no quedara sepultado, como su madre y hermanos, bajo los

escombros de la casa de adobe, en 1861.

Y lo vi recuperarse, volver a amar, tener de nuevo hijos que

rieron y jugaron cada verano cerca de mi sombra.

Larga es la vida de los seres humanos; mucho más, la de los

árboles. Así es como pasaron las generaciones y con ellas los gobiernos,

los cambios, las interminables divergencias. Se estiraron más y más mis

ramas, se multiplicaron mis frutos y se agrandaron mis recuerdos.

Aquel niño que sobreviviera al terremoto se hizo militar. Pude

enterarme –aunque eso no ocurrió bajo mi vista– que intervino en algo

llamado la Revolución del Parque, hacia fines del siglo XIX, en Buenos

Aires. Se hablaba de régimen y unicato, de principios que se rompen

pero no se doblan. Entonces no entendí de qué se trataba; con los

años, creo comprender que era una más de las tantas vueltas de esa

espiral que en estas tierras concentra el poder y la riqueza en unos

pocos, provocando el despertar y el accionar de los excluidos. Como

higuera, aunque soy solitaria y poco capaz de formar un bosque, me

lamento cada vez que el péndulo se inclina hacia el auge de esos

privilegios injustos.

Los nietos del inglés vivieron también tiempos revueltos. El

lenguaje había cambiado, tanto como las circunstancias: se hablaba de

oligarcas y descamisados y en cada familia se tomaba partido y se

discutía con violencia y amargura. En algún momento vi rostros tensos,

reuniones apresuradas, y luego pareció (sí, digo bien, solo fue una

apariencia) que los ánimos se habían calmado. Lo que no se nombra, no

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existe, suponían en su insensatez los nuevos viejos amos. Era, como

dijo otro inglés a quien los estudiosos citaban, la paz de los

cementerios. Hasta que los fermentos subterráneos hicieron eclosión.

Después... ¡ay! Después el país se volvió en verdad un cementerio.

Cementerio de ideas, de ilusiones, de derechos y beneficios. Sepulcro

de leyes igualitarias, de justicia, de dignidad. Osario negado y oculto de

personas de todas las edades. Tumba del derecho y la memoria.

Murmullos, silencios, miradas, sollozos. Preguntas, gritos,

mentiras, prisiones. Ausencias, llantos, exilios, muertes. Torturas,

despojos, engaños, farsas. Sequía.

Luego amaneció. Lenta y morosamente. Con dolor e ineficiencia.

Con errores y cautela. Con vida. Mis ramas aceptaron la escasa lluvia

con tanta gratitud como los biznietos a sus tibias esperanzas. Y otra

vez, las discusiones. Otra vez, los desacuerdos. Otra vez, la espiral

que gira y amenaza volver al reinado de unos pocos.

En mi especie, doscientos años no son muchos. En la vida de un

país, menos aun. Ambos podemos crecer y fructificar, como yo lo hago

cuando ofrezco mis ramas para que los tataranietos corten los higos

jugosos y los lleven a su abuela, que los convertirá en dulce. Y ese dulce

es para todos: la familia, los amigos, los empleados, los patrones, los

obreros, los empresarios. Se reparte a izquierda y derecha, arriba y

abajo. Se disfruta, se agradece, se reconoce. Brota de mi fertilidad y del

trabajo de una mujer que no acepta exclusiones.

¿Cómo se llama la descendencia que viene después de los

tataranietos? Ah, ya recuerdo: los choznos. Son pequeños, ríen y juegan

cerca de mi sombra como lo hicieron antes cuatro generaciones. Usan

palabras nuevas, que aquel inglés hubiera reconocido sin entender su

actual significado: soft, hard, mouse, drive... Son alegres y rápidos y

parecen estar en paz con el mundo. ¿Tendrá el mundo la sabiduría de

conservar, para ellos, la paz?

¿Encontrará este joven país en que vivimos —¡cumple recién dos-

cientos años!— el lenguaje que iguala y unifica, mostrando un camino

que puedan recorrer, con justicia, todos sus hijos? Desde la tierra

nuestra, mi alma vegetal así lo espera.

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ROSARIO MARÍA GIANNI

Nació en1952, en San Juan. Profesora en Enseñanza Primara. Ganadora de“Mención de Honor” de la Municipalidad de Las Heras y Mención de Honor“Editorial Baobab”.

CANTO VENDIMIAL LASHERINO

Aconcagua, cima de Los Andes

vigilante del Valle de Uspallata

alza su nívea voz

al son de la guitarra y el tambor antaño

cantando a la luna y el sol

ora himno victorioso

a las vides lasherinas.

Orgulloso departamento norteño

alberga en su pecho

paisajes y parrales de ensueño.

Las Heras rinde tributo

al trabajo del labriego

empanadas y patero brindan

con el pueblo.

Los Incas su puente dejaron

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El Plumerillo su gesta libertadora

El General Las Heras su paso a la emancipación.

Villavicencio paisaje encantador

hecho con manos de hadas

hilo multicolor.

Penitente; en acrobacias

Sin igual, los esquíes

la pendiente bajar.

La flora se perpetua en el

Parque Aconcagua

algarrobos, chañares,

flores agrestes le ganan al desierto

con su arrogancia,

las espinas la sed deben calmar.

Trescientos sesenta y cinco vericuetos

nos llevan rumbo al preciado lugar.

Vamos lasherinos,

brújula al norte

nuestro departamento

llena los canastos de

cientos de colores

ámbares, cristalinos, rosados

y otros más osados

opacan el sol.

Arriba Las Heras, tu pueblo

Te rinde hoy y siempre

Homenaje merecedor.

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Aldo Chersick

Nació en San Juan. Quince años atrás incursionó en las letras. Su temaspasan por su niñez, el comportamiento del hombre en el planeta, sus abuelos,su madre.

Enamorado de las plantas, como se define, vive en Las Heras hace setentay dos años. "El eterno enamorado", tal como lo llamó una publicación de Diariodel Norte en un artículo, está presente en esta Antología como homenaje de losescritores departamentales al Bicentenario y al terruño de cada uno.

DEPARTAMENTO LAS HERAS

El último al norte de nuestra provincia de Mendoza, el último al

oeste y que limita con nuestra hermana República de Chile.

El que eligió nuestro general San Martín para preparar su Ejército

Libertador, el que le cedió el paso para cruzar la cordillera y al que le

llamamos histórico y que realmente es histórico.

Las Heras, bello departamento, tú también tienes tu cumpleaños,

claro que tienes tu 31 de enero y nosotros no lo olvidamos; siempre te

tenemos presente.

¿Cómo no podríamos decir, "bello departamento", si tienes todo

para nosotros, que somos tus habitantes?

¡Cuántas cosas, cuánto nos brindas, nos regalas!

Viñedos, quintas de frutales, bodegas, Aeropuerto Internacional,

¡que bonito! Un aeropuerto de lo más moderno, con todo el confort, ¿es

poco, acaso? No todos los departamentos se dan ese lujo, las más

modernas naves llamadas jet transcontinentales traen y llevan pasajeros,

y está en Las Heras. Industrias conserveras, metalúrgicas, fábricas de

cemento. ¿Sabíamos que acá, en Las Heras, tenemos una fábrica de

cemento con la tecnología más avanzada? Sí, es un modelo y nos

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enorgullece, es de lo más bonita, coquetona ella, con hermosos accesos

y capacidad para dos mil toneladas diarias de cemento. La manejan

técnicos e ingenieros desde el teclado de sus computadoras. Toda

computarizada. Qué tal, ¿no? No somos tan quedados en Las Heras.

Autopistas, ese Acceso Norte, el eje norte como le llaman, es un

ejemplo del potencial, bordeado de industrias, nuestra zona industrial,

también adornada con viñedos y frutales.

¡Las Heras! Tiene bonitas calles arboladas y una plaza

departamental que ahora quedó de lo más pintoresca, con una arboleda

que no es fácil de encontrar; araucarias, palmeras, magnolias y una fuente

que todo el año está bordeada de bellísimas flores. Y qué decir de su

mástil, su arquitectura; bordeado de bellísimas flores, ahí arriba flamea

nuestra enseña patria, ¡qué placita que tenemos!

Nuestra casa municipal acompañada de la parroquia San Miguel

Arcángel, nuestro patrono.

¿Lugares turísticos?, no pararía de nombrar todo lo que tú tienes,

Las Heras, en nuestra hermosa cordillera.

Termas Villavicencio, ¡qué paisaje más encantador!, con una belleza

cautivante, con su hotel encajonado entre los cerros y una vegetación

que nos emociona cuando respiramos la fragancia de sus flores. El agua

de la vertiente, tan cristalina, tan pura, que viene desde lo alto, ¡rica y

saludable es el agua mineral "Villavicencio"! Y si miramos hacia arriba,

descubrimos su camino de caracol que va subiendo hacia lo alto, tanto

que se pierde y ya no lo vemos más.

¿Seguimos con lo que tú tienes Las Heras? Sí.

El Valle de Uspallata, ¡cuánto esconde entre sus paisajes!

Las llamadas "Bóvedas de Uspallata", qué espectáculo es

contemplar desde allí la cadena del Plata siempre nevada.

Puente del Inca con sus historias, es la atracción del turista y

todo el que pasa por allí; ese puente natural, obra de la creación, obra

de la naturaleza y el agua cristalina que brota por todos lados.

Los Penitentes también son de Las Heras, turismo nacional e

internacional, cuántas personas, turistas y no turistas, vienen a practicar

su deporte en la nieve. Qué bonito ver a los esquiadores deslizarse

desde lo alto haciendo eso que le llaman slalon. Si seguimos, llegamos al

Parque Aconcagua con su cerro, el más alto de América; vienen andinistas

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de todo el mundo para tratar de cumplir su sueño de llegar a la cima. ¿Y

dónde estamos? Estamos en Las Heras.

Llegamos a Las Cuevas, vemos los techos de tejas de sus

construcciones, muchas veces cubiertas de nieve y ya estamos en el

Cristo Redentor que con su cruz en sus manos nos dice, "No, no sigan,

aquí se terminó Las Heras", ¿para qué más?

Pero, ¿nos estamos olvidando de algo? No, es que yo lo quería

dejar para lo último: también tenemos nuestra Virgen de Lourdes en el

Challao con esa inmensa cúpula y sus escalinatas en forma de anfiteatro

con capacidad para miles de fieles. No creo que haya otro templo en

Mendoza de esa magnitud y es de Las Heras. ¿Qué tal, no?

¿Sabíamos los lasherinos que tenemos una bodega que ostenta

el título de ser la más antigua de Mendoza? La pionera, sí, es la bodega

González, conocida como González Videla, nació en 1840. Tiene una

capilla muy bonita, ¿y qué hay debajo de esa capilla? Es como un

cementerio donde descansan en sus nichos todos los antepasados de

la familia, los fundadores. Quizá muchas personas no sabían de esto.

No quiero ofender a nadie, pero ¿no es importante que alguien lo diga?

¡LAS HERAS! Por ahí se te nombra poco, como que te miran por lo

bajo, pero no te ofendas, no, porque no eres menos, no te quedes,

sigue adelante, ¿acaso eres menos?. No, no eres menos, sigue

progresando, ahora tienes una escuela secundaria, bellísima, moderna,

es el lujo de los lujos, ¿ven? Y está en Las Heras.

¿Ves, Las Heras, cómo cada vez eres más grande?

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MAIPÚ

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ACERCÁNDONOS

Lo esencial es saber y asumir: si no hay lenguaje no hay mundo.

Todo lo que sucede, ha sucedido y puede suceder, lleva una marca: la

impronta de la Palabra, que es el fundamento, la razón última, en la

medida que «HACE SER» a todo, incluido los seres humanos. Aun con los

avances de la cibernética y lo que ella implica, o en las épocas más

remotas de la humanidad, solo ha permanecido la Palabra. Es posible

hacer mención de libertad, independencia, doscientos años de nuestra

propia historia, o analizar los ideales que determinaron historias de los

pueblos de este planeta Tierra, y sin duda, la culminación de todo

esfuerzo o destrucción, no ha escapado al rigor de la Palabra.

Acercándonos, hoy nos ha reunido más allá del tiempo y sobre

este tiempo, para enaltecer a la Palabra desde nuestra serena HUMILDAD.

Así decimos de la Palabra:

Ha nacido desnuda en el centro del Alma/ ofreciendo al silencio/

su temeraria certidumbre. Ha nacido muda en el centro del Tiempo/

absorta de pájaros galácticos/ enamorada de un cuerpo sin memoria.

Te llamaste Palabra para siempre/ para esta eternidad/ o para otra

posible evolución/ de nuestra especie:/ Palabra identidad para

nombrarnos/ Palabra corazón para crecernos/ en los ojos sedientos/

Palabra para amarse/ entre las manos vivas. Palabra que atesora/ la

verdad descubierta./ Palabra sin razón en la violencia/ Palabra libertad

en la reflexión sedienta./ Te nombraste Palabra que se siente/ en la

aurora feliz de la paciencia./ Palabra que se espera en esta noche extensa

de la duda./ Voz intacta de nuestra Tierra Nueva,/ fuego y ceniza al

mismo tiempo./ Amor del más allá que le devuelve al Hombre/ la única

soledad llena de asombro. Has nacido muda, creada de la luz para la

vida,/ invencible y desnuda. Enviada/ para ser agua inédita en un pueblo

conalma.

Acerquémonos al fuego creativo de la Palabra y contemplemos

ese Amanecer de la indisoluble búsqueda, AHORA, en nuestro

BICENTENARIO, que es CAMINO Y GUÍA.

En Mendoza (Argentina), octubre del 2009

José Humberto Diguardo Bravo

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AUTORES

Víctor Hugo Artero

Iris Benignaza

Federico Coniglione

Carme Defelippe

José Humberto Diguardo Bravo

Gabriela Entz

Nancy Giannoni

Antonio Alejandro Gómez

Jorge Omar Lovos

Omar Abraham Ochi

Vanina Noelia Perdicaro

Ana María Pesle

Bibiana Poveda

José Hipólito Quiroga

Willy Rodríguez

Magalí Soto

Hugo Omar Torres

Graciela Vaia

Francisco Vargas

Manuel Humberto Villegas

Miguel Antonio Savattini

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VÍCTOR HUGO ARTERO

FESTEJANDO LA PATRIA

Las fiestas patrias eran las

De antes, no como ahora

Lo de antaño se atesora,

Se festejaba con felicidad

Sin ninguna hostilidad

Lo que tanto se añora.

Desfilaban todos contentos

Y montados a caballo

Ojalá tuvieran callos.

Luego venían los bailes

Sin que nadie vacile

Así sufrieran desmayos.

A mediodía, locro y mate.

Nadie se hacía rogar.

Sólo había que tragar.

Festejando la Patria

Con toda la euforia

Quién se iba a amargar.

A la tarde se jugaba

Toda clase de juegos

Como el pavo ciego

O subir el palo ensebao.

Ahí quién no ha probao

Destruyendo su ego.

Se anhelaban esas fiestas

El pago se embellecía

Con algo de impaciencia

La gente estaba contenta.

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Así hubiera tormenta

Festejaban la Independencia.

Todo el día se celebraba

El cumpleaños de la Patria

Porque fue época de gloria

Pa´ que todos acompañen

Y el tiempo no se empañe

Al festejar esa victoria.

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IRIS BENINGAZA

TARDES PRIMAVERALES

Me encanta apreciar las flores

frecias, narcisos, pensamientos,

amapolas, tulipanes,

en estas tardecitas primaverales.

Septiembre de brotes verdes,

la plaza con los “corales”,

de florcitas primaverales

La fuente de agua que da vida,

a la “estación venida”.

Tardes primaverales, tráeme flores.

Pensamientos, alegría con las alelíes,

junto a los colibríes multicolores.

Renuévame los “suspiros”,

que ven con los ojos del alma.

Tardecitas maipucinas

¡Cuánto compartes con tu gente y colegiales!

¡Risas cantos e ideales!

Con los abuelos conversando

sus historias y experiencias.

¡Lindas tardes primaverales!

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FEDERICO CONIGLIONE

MI CERCANA TIERRA PROMETIDA

Camino entre los hombres

Existencialistas de lo divino

Y su periférico surco de metal

Que hace de mi sudor el vino.

Y callo, sonrío, pienso, existo.

Soy la voz de su sónico sonido

El agua de su sed en invierno

La comida de las aves en su nido.

Retórico lugar electrizante

Cuna de mis musas exquisitas

Báñame desnudo en tus acequias

Porque con solo pensarte me excitas.

Cruz de Piedra de mi religiosidad

Te hago indispensable en mi vida

Abrazo tu existencia con mis brazos

Mi cercana tierra prometida.

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CARMEN DEFELIPPE

LA RUTA DEL VINO

Dedicado a José Battaglia

Llegó a Mendoza desde su Córdoba natal, estrenando sus veinte

años: el deber lo llamaba, venía para hacer el servicio militar.

Entre los muchachos de la compañía conoció a un maipucino.

Nunca supo si por lástima o por amistad, un día de franco lo invitó a su

casa en Lunlunta y así recorrió Maipú, su plaza, sus calles, muchas de

tierra, cruzó olivares y viñedos. Sus ojos azules se llenaron de verde, y

asombrado, sin saberlo, transitó la ruta del vino.

uando terminó de cumplir con la Patria, volvió a su Santa Eufemia,

un pueblo chiquito en la provincia de Córdoba. Este joven no olvidaba

Mendoza, no olvidaba Maipú.

Se casó y con su mujer, su pequeño hijo y una bolsa de ilusiones

volvió a Mendoza. Su compañero y amigo le consiguió un empleo y un

pequeño lugar, cuatro paredes, para él, su esposa y su hijo. Cruz de

Piedra, se llamaba la zona. Contento el joven enterró la pala en la tierra

generosa, trabajó las viñas y entre sus manos sostuvo los racimos de

uva que iban a los lagares para dormir luego largas siestas en bodegas

maipucinas.

Trabajó duro, mañana, tarde y noche y, de a poco, se ganó el

respeto y la admiración de sus patrones. Abrió surcos, regó vides, le

enseñaron a podar, aprendió a hacer vino. Supo del dolor que trae una

helada y el daño que hace el granizo.

Con la zapa al hombro recorrió desde Lunlunta, Cruz de Piedra,

Coquimbito, Barranca, Rodeo del Medio y llegó a la ciudad de Maipú, con

la cara curtida por muchos soles, por mucho frío, pero siempre con la

esperanza grabada en sus ojos.

Fue peón, contratista y encargado de bodega. Hasta que un día

se convirtió en bodeguero…

Con los años compró una casa cerca de la plaza. Él seguía la

ruta del vino, a pie, en bicicleta, en moto. Ni un solo día de su vida dejó

de recorrer las viñas.

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Pasaron los años. Ya no quedaba nada del joven cordobés.

Hoy el hombre tiene sus manos callosas de tanto trabajar. Con mu-

cho sacrificio compró una pequeña finca que estaba igual que el nom-

bre del lugar donde se encontraba, “Villa Seca”. La trabajó con sus hijos

adolescentes y les enseñó el valor de la tierra, valor que no se mide con

dinero.

Tierra que da y que quita, uva que se hace vino, vino que vale

mucho o que no vale nada.

El hombre siguió en los viñedos maipucinos, volvió a Cruz de

Piedra y caminando la calle Videla Aranda descubrió Chachingo, zona

que pertenece a Russel, a Rodeo del Medio, pegado a Cruz de Piedra.

En Chachingo se vendía una finca. Su tierra estaba empobrecida:

durazneros secos, olivos sedientos y vides añosas que ya no parían; un

casco de bodega arruinado, pero con una hermosa casa que guardaba

los secretos de una aristocrática familia de Mendoza. Se necesitaba

mucho dinero para comprarla. Juntó sus veinticinco años de trabajo

hasta la última moneda ¡La compró!

Con mucho sacrificio vio revivir la tierra y pudo apretar los raci-

mos que mojaron esa tierra tan querida.

Hoy el muchacho, el hombre que hacia la ruta del vino no está…

Son sus cuatro hijos los que orgullosos de ese joven caminan los

surcos, recorren las fincas y las bodegas de Maipú.

Recorren las fértiles tierras maipucinas; de ese Maipú mezcla de

árabes, italianos, españoles, bolivianos y argentinos que cada uno en su

trabajo hacen un pueblo pujante y una gran ciudad.

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JOSÉ HUMBERTO DIGUARDO BRAVO

ESTOS SON LOS MISMOS OJOS

Conmemoremos con sentimiento

(sin mentir)

de no morir sin gloria y no morir.

Por allí un benteveo me saluda

por aquí un puñado de juventud

con un desnudo de cuerpo de libertad y amor

se transfigura.

¿Qué es el Amor?

¿Qué es la Libertad?

Busco el código genético de la Vida

si llego a encontrarle

¿será eso la Libertad?

(un buen asado/empanadas calientes/chorreándome

en los codos/y una sola mirada en los ojos

de una Mujer/plena de veranos).

Será eso la Libertad y el Amor: ¡Juntos!

Doscientos años como si nada pasado hubiera

pisado moldeado amasado desfigurado.

Vamos por la canción del dos mil diez

¡Libertad Libertad Libertad !

Y Amor.

¿Qué buscamos y buscaremos?

¿Qué buscamos?

Libertad y Amor ecos

de aguas diáfanas desde algún Origen hacia mi frente

sin trapacerías

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La Libertad dos alas en perenne crecimiento

o ventanas entornadas para el sol del mañana

o un bosque de vientos y diademas

será una mano ancestral

desgarrándome cadenas inmoladas

en un grito que hierve

bajo esta larga noche serena.

¡Doscientos años!

Miradme

estos son los mismos ojos que gritaron

bajo aquel mayo de lluvias

Libertad

Libertad

¿o Amor?

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GABRIELA ENTZ

MI TIERRA

Maipú…

Bajo tu cielo laten como un gajo

las almas de los seres que te habitan.

Son felices con lo cotidiano y necesitan

solo el sol de la mañana y su trabajo.

Maipú…

En el paisaje de tus calles encantadas

se mezclan de los pájaros su canto

y te cubren suavemente como un manto

las uvas y las viñas cosechadas.

Maipú…

Bajo tu cielo brillante y transparente

laten las esperanzas de tus generaciones,

viven la simpleza, la fe y tus tradiciones.

Bajo tu cielo viven los sueños de tu gente.

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NANCY GIANNONI

CASITA DE LA INFANCIA

Humilde casita de mi infancia,

blancos crisantemos en flor.

El patio húmedo, perfumado.

Sarmientos de hojas verdes

tapando rayitos de sol

donde orgullosas viven

las uvas dulces como azúcar

que mis manos robaban.

El tiempo ha pasado.

Tantas cosas cambiaron

y yo en Maipú,

conservo ese viejo tesoro,

la humilde casita

de mi infancia feliz.

En tu patio perfumado

los durazneros

salpican flores rosadas.

En la piel del surco,

eternas enamoradas

besando al sol.

Interminables glicinas,

arco iris de mi patio,

donde las abejas libaban

su pequeña danza dorada

junto a los malvones.

En tu paisaje,

vuelvo a ser niña.

Casona de la infancia,

pequeño retazo de mi tierra maipucina.

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ANTONIO ALEJANDRO GÓMEZ

EXTRAÑOS PARAÍSOS

Como ustedes saben, vivo en la manzana más grande del mundo,

siempre que se consideren manzanas urbanas, Padre Vázquez, Barcala,

Pablo Pescara y Mitre.

Debo suponer que se calcula en aproximadamente 400 metros

el perímetro de una manzana. He medido prolijamente el de la mía y es

de 862 metros con 42 centímetros.

Entiendo lo desmesurado de sus dimensiones, quizá porque ha-

yan pretendido que los habitantes de Maipú tuvieran una chacra o una

quinta en cada casa, pero eso fue una pretensión solamente, ya que se

ocuparon los terrenos junto a las calles con viviendas, dejando los

inmensos fondos que solían tener distintos fines: crianza de ganado,

tambos, establos, cultivo de la vid u otros frutales. Pero el más frecuente

de los destinos ha sido el acopio indeterminado de inutilidades. Fue así

configurándose un paisaje, solo apreciable desde el aire, de parvas de

alambres oxidados, tablas y tirantes con diversos antecedentes,

esqueletos de artículos electrodomésticos de modelos variadísimos,

sanitarios parcelados, chapas de zinc, escritos de distinto tema y

sentido, vehículos de la más amplia gama de estilos, épocas y tipos de

tracción, crianza de aves y mamíferos proliferando entre construcciones

en grado de intento, etc. En este caso el etcétera llega a imprevisibles

dimensiones.

Con el tiempo y en algunos casos, se encontraron cómodas y

bellas alternativas de uso. Es así como algunos maipucinos gozan de

jardines y piletas de natación admirables en esos espacios.

En 1984 debido a dudas de codificación de las áreas según la

población, se formó una comisión ad-hoc. Geógrafos, agrimensores,

urbanistas, sociólogos, políticos y un representante de la Junta de

Estudios Históricos discutieron el encuadre de la ciudad en las

clasificaciones existentes. El ingeniero Loyola entregó a cada miembro

copia de la documentación preparada e hizo la presentación del

problema, que ya había sido anticipado en la convocatoria. El área centro

de nuestra ciudad no se puede definir con claridad. Hay informes que la

clasifican como urbana, pero otros lo hacen como semi-rural.

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Para los geógrafos era indudable la clasificación de urbana ya

que todos los elementos del paisaje estaban vinculados por redes de

este carácter. Por otra parte, la condición de “antrópico” de todos los

rasgos, le negaba la posibilidad de ser encuadrado en el paisaje natural.

Los urbanistas, si bien aceptaban esos argumentos, consideraban que

la proporción de espacio edificado era muy escaso para llegar a urbana.

Los agrimensores opinaron que las dimensiones de las parcelas

correspondían a las zonas de casas quinta. Los sociólogos propusieron

realizar una encuesta a fin de incorporar otras variables para llegar a

una definición. Esta postura fue apoyada por los representantes de

todos los partidos de la oposición. El profesor Beirut afirmó

categóricamente que Maipú fue fundado como ciudad y eso lo hacía

indefectiblemente urbano. Ante tantas opiniones, con fundamentos

diversos, las discusiones se prolongaron por semanas.

El 14 de abril se presentó ante el Honorable Concejo Deliberante

el documento con las conclusiones de la comisión: “Se designará a ese

tipo de disposición “Modelo Circe-urbano”, dada la distribución de las

viviendas y otros edificios circundando la manzana, dejando el centro

sin destino prefijado, librado su uso a la astucia y creatividad de los

vecinos”.

Entre los años ‘30 y ‘60 fueron muchos los casos sin resolución

de niños desaparecidos en Maipú. Excedía las cifras medias de la pro-

vincia. Este dato llamó la atención de la licenciada Mercado en un estu-

dio comparativo. A raíz de esto se inició una investigación, la que develó

que el no encuentro de los menores generó hipótesis que fueron siem-

pre de destinos trágicos y nunca ligados al ámbito hogareño. De todos

modos, nunca se supo el verdadero destino de aquellos pequeños.

Recuerdo durante mi infancia haber aprovechado la característica de

estos lugares con mis compañeros para juegos como cowboy, policía y

ladrón, Tarzán, etc. Eran ambientes apropiados a la próspera imaginación

infantil. Aún debe estar allí aquel jeep rojo donde se ubicaban los pilotos

para efectuar las complejas tareas de decolaje, aterrizaje y

emocionantes maniobras de vuelo. Había que llevar a destino a todos

esos pasajeros cómodamente ubicados en la vieja escalera de madera

que conducía al altillo.

La licenciada Mercado continuando con sus investigaciones

estudió sociológicamente a los linyeras de Maipú, sus orígenes, ambiente

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previo y situación psicológica actual. Concluyó que era difícil definir en

la mayoría de los casos recuerdos infantiles parentales y que el rasgo

común es la presencia de recuerdos casi salvajes.

Esta mañana la licenciada me ha traído su informe, junto con

uno sobre nutrición elaborado por el Servicio de Pediatría del Hospital

de Maipú.

“El maíz como choclo o guizado con gallina es muy buen alimento

y complementado con frutas y tomates proporcionan una nutrición

suficiente a un humano”.

Me comenta que recuerde la desaparición del maestro Urquijo y

la señorita Carella, de quienes se sospechaban relaciones especiales.

Se habían hecho chanzas sobre la capacidad de Urquijo para saltar

tapias, y viviendo en la misma manzana..., las conjeturas no dejaban

muchas dudas. El asunto es que no se supo nunca más de ellos.

Recordaba una docente de esa época, que la señorita Carella solía decir

con frecuencia: “un día de estos me voy para el fondo y listo”.

Vislumbró la posibilidad de que aquellos niños se hubiesen

extraviado en el fondo de su casa y dada la maraña existente

habitualmente, no hubiesen podido salir ni ser encontrados nunca.

Los docentes desaparecidos podrían haber cumplido una

actividad educativa informal. Las eventuales construcciones y/o

demoliciones habrían abierto caminos esporádicos entre los fondos y

la vía pública

Realmente es probable que nuestros actuales linyeras,

chacariteros, autoparlantistas, caminantes que evitan las veredas y van

por el medio de la calle, podrían ser seres criados en condiciones

diferentes.

Toda esta idea me pareció realmente una locura, pero esta tarde

he visto salir del interior de la manzana de la escuela Urquiza un

motociclista volando con un toldo extendido.

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JORGE OMAR LOVOS

EL DUENDE DE LA VENDIMIA

Con perfume de vendimia

la reina de los viñedos

va recorriendo las viñas

que siempre fueron sus sueños.

Vas coronando el trabajo

de todo un año de esfuerzo,

vas como el duende del vino

alegrando al viñatero.

Siempre serás recordada

¡Oh, dulce niña de un sueño!

Tú fuiste la reina niña,

la reina de un pueblo entero.

Con apenas quince años

lograste el cetro mayor

con la dulzura de tu alma

nos ganaste el corazón.

¡Oh, dulce niña de un sueño!

Nos dejaste una ilusión.

Las vendimias serán tuyas.

Te la ofrecemos a vos.

Suenen campanas al aire

toquen cuecas y tonadas:

ha llegado un duende nuevo,

“de la vendimia” lo llaman.

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OMAR ABRAHAM OCHI

LABRADOR DE INSTANTES

Mientras las horas

embarazan

el vientre fecundo

de la tierra

y el tiempo,

el Hombre

sigue labrando

sus nuevos instantes.

Entonces

se abren los surcos

en la casi

perpetua virginidad

de un desierto

y luego

nacen vergeles

en las pampas imposibles.

Y hay quienes

dejan sus campos

y salen a buscar

algunos frutos prohibidos...

...ellos mismos

son lobos

que jamás regresan

al tiempo que les pertenece.

Luego

pasan los días

y los hijos de los hijos

aprenden...

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...que la soledad

y la desnudez de un desierto

nunca son

un minuto imposible...

y los vergeles de ensueños

pasan...

y la vida pasa...

pero el buen hombre

que sabe

labrar sus instantes...

...nunca muere

antes de ver su cosecha,

y cosecha lo que siembra;

siembra su propia cara.

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VANINA NOELIA PERDICARO

LA VOZ DEL MUNDO

El mundo

quiere hablar…

Quiere contar

de las vanidades y

heridas abiertas

que riegan su tierra,

envenenan su alma.

El mundo

quiere gritar

contra la apariencia

del mundo perfecto,

esbozo ideal

de una realidad imperfecta.

El mundo

NECESITAdecir…

Se desmorona con cada guerra,

batallas diarias de impunidad.

El mundo se desangra

en viejos andenes,

oyendo el sonido del metal.

El mundo

NECESITA de tus manos,

de mi silencio,

de nuestro andar.

El mundo

lucha

en medio de la violencia.

Espera…

Te espera…

Pequeñas sonrisas,

poco a poco lo curarán.

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ANA MARÍA PESLE

VENDIMIA DE MIS TIEMPOS

La tarde se criba en luces y sombras

entre las vides vendimieras.

Hay voces de labriegos esperando la cosecha,

arrebatando a la tierra sus dulzuras extremas.

Sueños cautivos en los espalderos.

Esperanzas renovadas de miel y fuego.

Por las acequias corre el agua de los cerros,

cinta de plata en los surcos del tiempo.

Frutos maduros andando el camino

que volverán en mieles el néctar, en las bodegas.

Chupallas y pañuelos

apasionados de soles bailan en las hileras.

Es tiempo nuevo,

las ilusiones escapan al cielo.

La buena cosecha se hará

sangre en la sangre

y vino en el vino.

Dulzura en las copas y labios en beso etéreo

Silencio en los viñedos

de mosto que se hace vino nuevo.

Brotan al unísono cuecas y tonadas

en voces y cuerdas,

en acordes de guitarras.

Es tiempo de vendimia,

tiempo de gracia y bienaventuranza.

Es tiempo de reunión

Es tiempo de misterios,

de soles maduros,

de ansias coronando el trabajo,

de ilusiones y sueños,

de renovar en cada rostro

el recuerdo de tiempos lejanos.

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Comienza la cosecha

Vendimia de tiempos nuevos

que se va coronando de luz y misterio.

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BIBIANA POVEDA

CUYUM

Vuelve a enarenarme

la luna de dos puntas.

Abreva el incordio de mi cuerpo

persiguiendo al venado

y se traga el magma

de tus miembros en vahos

de jarilla quemada.

Incorruptible basalto, corazón.

Parsimonia de eterna paradoja

desde el precámbrico membrillo

de mi entrepierna.

La flor de la Payunia

arranca vicios en medio

de la piedra labial de tu suspiro.

Cae del aguaribay la rosa

pimienta de tus ojos.

La tomo y la restriego en mi contorno.

Y aún consumiendo el veneno:

viva

más que cualquier atemporal

sentimiento.

El infortunio de no verte

se ha vuelto anciano cerro

y ya no amanece en

el sauce despeinado del olvido.

Viva,

entre huesos secos del Cuyum

que hago potrear

con la sola grieta de esta noche

que es tuya, aunque no quieras

someterte a los embrujos del Ande.

Súbitas retamas de lavada

memoria de mis uñas en tu pelo

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se encogen en mi vientre

y raspo la carne en sacrificio.

Brota algarroba en místico deshecho

y

viva, sí

te suplico, dios de repente,

mi Hunuc Huar;

llevá mi resto hasta el nidal.

Donde el cóndor descansa

de su historia: déjame caer

hasta morder el cacto designado.

Despeñarme por la rara sustancia

verdefuego de tus desfiladeros.

La víctima invencible:

la que no cesa

en el dulzor cavernoso

de tu piel merodeada

por la parra de mi deseo.

*Algunos estudiosos suponen que en idioma allentiac esta palabra significa«arenal”. También se halla que la etimología de la palabra «Cuyo», significa en elidioma araucano Cuyum puulli, es decir tierra arenisca. Otros señalan que en elidioma quechua la palabra «Cuyo» significa: «Vasallos de los monarcas del Perú».Asimismo, el nombre podría deberse a la primera persona plural del pronombrepersonal en huarpe: «CUCHA», que al significar nosotros (o de nosotros:CUCHAYCH GUIAM) puede haber sido la manera en que los nativos nombraronsu tierra ante los primeros colonizadores españoles.

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JOSÉ HIPÓLITO QUIROGA

MAIPÚ

Yo no nací en estos pagos

En otro yo vi la luz

Cuando niño me trajeron

A estas tierras de Maipú.

Acá he gozado la VIDA

Y pasado mi juventud,

Acá le canté a la vida.

Acá le canté al amor.

Acá le canté a las flores.

A la muerte y al dolor.

Departamento de Maipú

En la ciudad cabecera

Tu plaza es un monumento

A la hermosa primavera.

Si por Ortega me vieron,

Por Rodeo, o por Beltrán,

Por Lunlunta o Luzuriaga,

Para mi todo es igual.

Porque gozo de esta tierra

Que me supo cobijar.

Por San Roque crucé el río

Y a Barrancas fui a parar,

Por Coquimbito, por Russell,

Por Cruz de Piedra, además,

He visto inmensos viñedos

Cuando iba a cosechar.

Porque Dios así lo quiso

En Gutiérrez está mi hogar.

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WILLY RODRÍGUEZ

QUE SEA EN MENDOZA

Quiero contarte hermano de esta tierra

Que no hace falta irse para empezar a extrañarla

Que la pureza aguarda en las cenizas

Y de lo que queda aún por descubrir

Tiene una voz de inmensa cordillera

Que cantan los labios del Río de la Plata

Que no olvidas el verde de las sierras

Los ríos, los lagos, quebradas y mesetas

Quiero contarte hermano y haz memoria

Muchos somos del pueblo, pocos hacen historia

Y aquel amigo que se va y no vuelve

Será que no le ofrecimos su bien ganada oportunidad

Pero es tiempo de olvidar tristezas

De estar mano a mano repartiendo alegría

Y recuperar lo que siempre fue nuestro

La cultura de hombre, la libertad de los pueblos

Quiero mirar los hijos del futuro

Cuando en arrugas del tiempo ya mi camino se acabe

Cuando la paz ya no sea quimera

Y los latinos cantemos la libertad de los pueblos

Quiero verte hermano trabajando

Y regando las siembras que dejaron secando

Y cuando la muerte me vuelva a la tierra

Que sea en Mendoza, que sea en Maipú.

Abriendo el surco escucharán mi canto.

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MAGALÍ SOTO

INSTANTE

Disfruta de la risa y el llanto

como cuchillos de poesía.

Espera el beso y el abrazo.

Deja llegar el día.

Aboga por cada instante,

en que duerme el corazón

y aguarda asaltar en carcajadas.

Solo bendecir los momentos que Dios

ha bendecido, no hace

humanos redimidos.

No corras, ni esperes, no vengas

ni vayas,

porque

la pasión de todos los tiempos,

se resume en un instante.

Un instante bien vivido puede girar

el tiempo predestinado,

puede detener la muerte del alma que

ya estaba desahuciada.

Puede volverse

contra una onda sísmica de la venganza,

detenerse y perdonar.

Puede recordar, dónde perdió la vida

y el calor de los huesos inertes, no

importa la edad.

Un instante vivido puede ser,

bendito y fatal.

El pasado no tiene poder en el presente,

ni el futuro que intimida, solo

Heredar la vida Libera.

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HUGO OMAR TORRES

A MI TIERRA

Ha bajado a los versos

a las venas profundas

de todas las palabras

la sabia universal

de la existencia.

Ha socavado los silencios

y el misterio de sus entrañas.

Dominio salvaje de arenas

esperando ser fecundados.

Pequeña patria,

memorial de la búsqueda,

vientre universal

pariendo la vida,

alimentando verdes y silencios.

Antigua hembra silvestre

injertada en la tierra,

en tu rostro huarpe

se tatuaron

todos los sudores

del hombre.

Multitud de días sin madurar

los siglos que emprenden

intensamente el camino.

Los sueños

levantaron

su eterno vuelo.

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Las manos hambrientas

empuñaron el trabajo

y un extraño caudal de verdes

alimentó con su sabia nueva

la nobleza de este suelo.

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GRACIELA VAIA

FUEGOS EN TUS ENTRAÑAS

Caminos abiertos suaves y sedientos

De aventuras nuevas con vista al futuro.

Pureza en el aire celeste y candente

Que alimenta el alma de toda la gente.

Susurro del alba anunciando el día

Despierta al labriego con plena alegría.

Trabajo perpetuo, tranquilo, seguro

Envuelto de sueños y lleno de orgullo.

El día te cuida. La noche te ampara.

Perfume de viñas. Cantos de alabanzas.

Voces peregrinas te van conociendo

Y por los senderos lo van transmitiendo.

Tu nombre se expande. La brisa lo arrastra.

Nuevos horizontes hoy te agigantan.

La obra es de todos. Tu gente, tu pueblo,

Aves pasajeras que tocan tu suelo.

Maipú y su pujanza luchando en lo adverso.

Sin bajar los brazos ni en sus desvelos.

Armadura firme forjada de hierro

Defiende a su paso, el paso del tiempo.

Fuego en tus entrañas, tenaz y contento

Eres visionario y sigues creciendo.

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FRANCISCO VARGAS

SOLEDAD

Arriba el aro silente de la luna

Llena de blancor la senda que camino.

Cuando era mi vida, glauca primavera,

Es la misma senda, la que hallé contigo.

Como antigua ronda yo veo tu imagen

Caminar el atrio de aquel monasterio

Vestida de nácares con alas de encajes

Y en tus blancas manos el negro rosario.

Y termino siempre perdido en tabernas

Entre burdos naipes y moreno vino.

Y cuando regreso por calles de piedras

Blanca una figura cruza mi camino.

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MANUEL HUMBERTO VILLEGAS

Homenaje a Armando Tejada Gómez

TU RANCHITO, ARMANDO

Como el pájaro poco a poco lo tejiste,

Ladrillos sobre ladrillos lo pensaste.

Con orgullo lo veías cada día crecer

Y en tu pecho nacías este querer.

Palos, cañas, barros y esfuerzo.

Un pequeño jardín con ruda y mastuerzo,

Muchas flores y algunos sarmientos

Para sombra mate y alivio de esfuerzos.

La china que enamoraste y amaste,

Compañera buena, madre de tus hijos,

Cuida de la casa mientras vos…

Pulsas la guitarra, estrenando nuevos versos.

Poeta grande de la vieja calle larga,

Hoy Pedro Molina, que cambiaste

Por Maipú, recibiendo amigos

Para compartir un tacho de cosecha lleno

De sentimientos, lleno de dulces cantares.

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MIGUEL ANTONIO SAVATTINI

RUSSELL, TIERRA HUARPE

Cómo quisiera cantarte

Russell tierra noble del huarpe,

eres todo en la vida

te llevo como un estandarte.

Son tus viñas altivas

durmiendo junto a los cerros,

esperando están tus hijos

recibir tus frutos eternos.

Suelo fecundo y glorioso

orgullo de los hermanos,

que aman desde siempre

a este pueblo soberano.

Con esta geografía de versos

te entrego todo el calor,

ser hijo de esta tierra

es entregarte todo mi clamor.

Aunque pasen los años

y lejos me encuentre,

he de volver a cantarte

por tan sólo verte.

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ÍNDICE

Región Metropolitana

Palabras preliminares ................................................................ 7

Godoy Cruz ............................................................................... 9

Prólogo. Sylvina Balmaceda .................................................... 11

Autores .................................................................................... 13

Guaymallén .............................................................................. 67

Autores .................................................................................... 69

Las Heras ................................................................................ 93

Agradecimiento ........................................................................ 95

Autores .................................................................................... 97

Maipú ..................................................................................... 175

Prólogo J. H. Diguardo Bravo ................................................. 177

Autores .................................................................................. 179

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