antologias departamentales
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ANTOLOGIAS DEPARTAMENTALES REGIÓN METROPOLITANA.TRANSCRIPT
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ANTOLOGÍAS DEL BICENTENARIO
1810 - 2010
REGIÓN METROPOLITANA
Antologías departamentales
en el marco de la Ley Provincial N.° 7876
“Comité del Bicentenario en Mendoza”
1810 - 2010
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Diseño de tapa y diagramación: Pedro TorresISBN:Ediciones Culturales de MendozaSecretaría de Cultura - Gobierno de MendozaAvenida España y Gutiérrez - 2do. Piso - (5500) MendozaTel.: 0261 - 4495846 - 4495814 - 4495815
Impreso en ArgentinaPrinted in Argentina
Antologías departamentalesEdiciones Culturales de Mendoza - 1.ª ed.Mendoza - Argentina220 p.; 148 x 210 mm.ISBN:1. Literatura Argentina
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Ediciones Culturales de MendozaSecretaría de CulturaGobierno de Mendoza
REGIÓN METROPOLITANA
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Esta antología de las Letras del Bicentenario surge como
proyecto de la Secretaría de Cultura al cumplirse los doscientos años
de la Revolución de Mayo.
Es un trabajo editorial cuyo objetivo principal es el de reflejar
el trabajo, el esfuerzo y el fruto de los escritores de cada uno de
nuestros departamentos.
Tenemos el placer de presentar esta colección de Antologías
Departamentales “LETRAS DEL BICENTENARIO”, realizadas con el aporte
de la Dirección de Cultura de los distintos municipios, donde se refleja
el pensamiento y el sentir de nuestros escritores contemporáneos,
hacedores de cultura, que viven en nuestra provincia.
No pretende ser un Quién es Quién de las letras mendocinas.
Simplemente queremos cumplir el rol que tiene la Secretaría de
Cultura enunciado en su programa de gobierno: “rescatar y poner en
valor las diversas expresiones culturales”; y el de Ediciones Culturales
de Mendoza, de “editar” , dejar la obra impresa para las futuras
generaciones.
Los trabajos que presentamos han sido realizados por
escritores nacidos o aquerenciados en cada uno de los departamentos,
de muy noble origen y condición, que respondieron a la convocatoria
para la realización de este proyecto.
A todos ellos les damos nuestro agradecimiento escrito en
forma de libro; lo que todo escritor desea realizar y concretar.
PALABRAS PRELIMINARES
Esc. Liliana Bermúdez
Directora de Desarrollo CulturalSecretaría de Cultura
Prof. Ricardo Scollo
Secretario de CulturaGobierno de Mendoza
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GODOY CRUZ
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Agradecemos a la Secretaría de Cultura del Gobierno de
Mendoza y a su Dirección de Desarrollo Cultural este espacio de
participación y la voluntad de dejar testimonio de las letras mendocinas
a través de sus departamentos, para una ocasión sobresaliente en
nuestro calendario, como es el Bicentenario de la Revolución de Mayo.
Es una valiosa iniciativa animada por un concepto plural: el
deseo de escuchar las múltiples voces de hombresy mujeres de distintas
generaciones, edades, formación y procedencia, para que entre todas
compongan el paisaje anímico de este principio de siglo.
Desde la Biblioteca Pública “Manuel Belgrano” asumimos la
realización de esta convocatoria e invitamos a participar a todos los
escritores de Godoy Cruz. Algunos se sintieron honrados y respondieron
con rapidez. Otros, no muchos, declinaron cortésmente la invitación, o
no contestaron. Pero tuvimos especial cuidado en invitar a todos, a los
consagrados, a los autodidactas, a los catedráticos y a los cultores de
la poesía popular. También cuidamos que estuvieran presentes aquellos
escritores de Godoy Cruz ya fallecidos, que han sido nuestros
representantes literarios emblemáticos durante la segunda mitad del
siglo XX.
Asimismo, hemos respetado la voluntad de los participantes en
cuanto al criterio de selección del material enviado.
Esta antología es, entonces, un muestrario democrático y since-
ro, un gesto de respeto y un mensaje esmerado de nuestra “gente de
letras”. Es decir, una reproducción en pequeño de aquel germen liberta-
rio de Mayo, vivo, ejercido y acrecentado a lo largo de doscientos años.
PRÓLOGO
Lic. Sylvina Balmaceda
Biblioteca Pública Municipal
“MANUEL BELGRANO”
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AUTORES
Fabiana Mastrángelo
Eliana Edith Abdala
Julio César Alvarado
Rosa Antonietti Filippini
Olga Ballarini
Ada Castro de Barceló
Débora Ileana Benacot
Reinaldo Bianchi
Elda Boldrini
Carlos Bottaro
Alberto Fernández Tello
Ana Freidemberg de Villalba
María de las Mercedes Gobbi
María Rosa Gómez
J. B. Guillermo Ibarra
Guillermo Kaul Grünwald
Blanca Nieves Maluffi de Babillón
Américo Manzini
Noemí Martínez
Juan Jorge Molineli
María Gabriela Piazzoli
Ramón Teobaldo Secton Quiroga
Miriam Seggiario
Margarita Vadell
Graciela Elda Vespa
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FABIANA MASTRÁNGELO
Es historiadora y magíster en docencia universitaria, egresada de la UNCuyo.Docente, investigadora y periodista cultural. Escribió el primer libro de la histo-ria del departamento junto a Rolando Schmid, titulado Godoy Cruz, pasado ypresente. Investigó sobre la ética en la vida de José de San Martín. Publicó Elparadigma del siglo XXI: la sociedad educativa. Actualmente vive y trabaja enBuenos Aires como historiadora y escritora.
PENSAR EL BICENTENARIO DESDE GODOY CRUZ
El bicentenario de la Revolución de Mayo es un contexto propicio
para reflexionar sobre la impronta que dejaron ciertos hitos del ámbito
nacional en el interior del país, en este caso Godoy Cruz y, también,
para considerar las acciones que han enriquecido la construcción de
la conciencia histórica, a partir de la consolidación de la democracia.
Elegimos dos momentos, distanciados por un siglo, para
realizar esa reflexión y conmemorar el Bicentenario: acciones desarro-
lladas en nuestro departamento en las décadas de 1880 y de 1980.
El primer contexto tiene como eje central lo que se denomina
“Generación del ‘80”, que rige los destinos del país durante más de
tres décadas. Los principales exponentes son Julio A. Roca y Emilio
Civit, en los niveles nacional y provincial, respectivamente. Tienen ca-
racterísticas comunes como la coetaneidad, la influencia de la “Gene-
ración del ‘37” %Alberdi, Echeverría, Sarmiento% y una educación simi-
lar inspirada en el positivismo europeo. Sus ideales se sintetizan en
los términos Paz-Orden-Progreso.
Entre las obras de esa generación se pueden citar: la promoción
de la inmigración, la instalación de ferrocarriles, el desarrollo
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agropecuario, la organización de la salud pública, las obras sanitarias,
la separación de la función del Estado y la Iglesia, el dictado de leyes y
códigos.
Estas ideas y acciones también son compartidas por el grupo
dirigente mendocinos, cuya visión liberal se observa, entre otros
aspectos, en los cambios de denominación que recibe el departamento
de Godoy Cruz. El primer nombre es San Vicente, que tiene su origen
en la capilla levantada por el colonizador don Tomás de Coria en el
año 1753, en terrenos de su propiedad y en honor a ese santo.
A partir de un decreto provincial de 1887, algunos
departamentos cambian su nombre. Así lo hace San Vicente por Belgrano
y, luego, en 1909 cuando es declarado Ciudad, su nueva denominación
definitiva es Godoy Cruz. Los nombres, dados al departamento en
1887 y 1909, hacen referencia a héroes, personajes o acontecimientos
vinculados con la gesta emancipadora, inspirada en ideales liberales,
acorde al proyecto de país sustentado por el grupo dirigente.
La propuesta nacional de la generación del ´80 impacta,
también, en otros aspectos como la promoción de la inmigración y el
tendido de líneas férreas. Testimonios arquitectónicos de estas
políticas se pueden ver si transitamos hoy nuestro departamento en
las construcciones de antiguas bodegas, algunas recicladas, otras en
funcionamiento, instaladas por inmigrantes como Miguel Escorihuela
Gascón, Antonio Tomba, Balbino Arizu, Luis Filippini. Asimismo,
podemos disfrutar de las primitivas instalaciones del ferrocarril de
fines del siglo XIX como centros de recreación culturales y deportivos
frente a la plaza Godoy Cruz y en la estación Benegas.
El segundo hito para reflexionar es el resurgimiento de la
democracia en 1983 a partir de las elecciones que, a nivel nacional,
consagran a Raúl Alfonsín como Presidente y, a nivel provincial, a
Santiago Felipe Llaver como gobernador. La democracia no solo trae
un cambio institucional sino, y especialmente, una profundización de
la conciencia histórica.
Así, en 1984, se instauran en los programas escolares temas
regionales y, por otro lado, la comunidad comienza a comprometerse
y a interesarse por conocer su entorno. Esta fue la motivación para
investigar el pasado del departamento y escribir el primer libro de la
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historia departamental.
Trabajamos con fuentes escritas provenientes de archivos
privados y oficiales y, especialmente, con fuentes orales constituidas
con el aporte de los vecinos. Esta investigación dio como resultado la
publicación del libro Godoy Cruz, pasado y presente y la difusión de la
historia departamental a partir de conferencias y cursos dados a
docentes, estudiantes y vecinos.
En ese camino de preservación del patrimonio departamental,
iniciado a mediados de la década de 1980, ha estado siempre presente
la voluntad del municipio de Godoy Cruz, de su Dirección de Cultura y
el trabajo riguroso, detallado y perseverante, de la Biblioteca comunal
a través de su Sección de Historia local. De esa labor de afirmación de
la conciencia histórica citamos algunas acciones como: la restaura-
ción del edificio del Concejo Deliberante — data del año 1894— y la
puesta en valor de construcciones religiosas, públicas y privadas como
la iglesia San Vicente Ferrer, las estaciones de ferrocarril y la Bodega
Arizu; los concursos de historia departamental; la organización de un
Archivo en la Biblioteca Pública Municipal “Manuel Belgrano”, con reco-
pilación de fotos, testimonios orales y documentación escrita; el res-
guardo de las actas del Honorable Concejo Deliberante del siglo XIX en
dicha biblioteca desde 1996 y su transcripción y publicación en Godoy
Cruz en sus documentos (de Babillón- Balmaceda); el álbum homenaje
150.° aniversario del departamento de Godoy Cruz titulado Godoy Cruz
memoria de todos, consistente en un relato fotográfico organizado por
Balmaceda.
En síntesis, pensando el Bicentenario desde Godoy Cruz y a par-
tir de dos hitos: la “Generación del ´80” y la “restauración de la demo-
cracia”, comprendemos la importancia de la memoria colectiva como
constructora de identidad. Analizar el impacto que las políticas nacio-
nales producen en nuestro entorno profundiza el compromiso del ciu-
dadano con la comunidad porque “nadie transforma lo que no cono-
ce”. Así lo experimenté cuando explicaba, en cursos y conferencias, la
vinculación nación-provincia-municipio y observaba el respeto y la va-
lorización de los docentes, estudiantes y vecinos por los nombres de
sus calles, sus parques, sus templos, sus edificios.
Comprobé lo que algunos teóricos afirman sobre que las
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sociedades construyen su identidad jugando permanentemente con dos
registros: el deber o la necesidad de la memoria (el recuerdo, el lado
iluminado) y el deber o la necesidad del olvido (el lado oscuro). Sin
memoria el sujeto se sustrae, vive únicamente el instante, pierde sus
capacidades conceptuales y cognitivas. Su mundo se desplaza y su
identidad se desvanece. A su vez, el deber del olvido nos libera de los
matices dogmáticos del pasado y abre las puertas para que los que hoy
transitamos el devenir histórico imaginemos nuevos ideales y realicemos
las acciones consecuentes y necesarias para transformar la comunidad,
tal como lo hicieron otros hombres hace doscientos años, construyendo
los cimientos de un nuevo país.
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Nació en Rivadavia y allí cursó sus estudios. Egresada de Filosofía y Letrasde la UNCuyo, obtuvo los títulos de Profesora de Enseñanza Media y Superior enLetras, Licenciada en Letras y Magíster Artium en Literatura Hispanoamericana.Es autora de exitosos títulos como La fuerza de los Monterrey; Alumbramiento;Clamor y otros cuentos; Julio, aquellos días nuestros; La poesía de AtahualpaYupanqui, y Morir por Alejandría.
ELIANA EDITH ABDALA
MADRE ADOPTIVA
La vi por primera vez una noche de agosto. Como una cenicienta,
guardaba una princesa dentro de su humildad.
Allí estaba, nuestra casa.
Muy queda, simple, como la sombra de un sauce que protege
de la resolana.
Allí estaba, entre el zanjón y la cancha. Un cañaveral custodiaba
el barrio con una calle que terminaba justo en el sendero, rozando
Guaymallén.
Nos cobijamos en la casa del pasaje, pequeña y perfecta, cálida
como un vientre materno. Eran tiempos de baldíos y espacios sin
alambrados.
Fue Godoy Cruz la madre adoptiva. Nos recibió con llaneza, sin
ceremonias, como diciendo “acomódense nomás”.
El barrio tenía noches de verano con juegos de niños en la calle.
Pisadas con ruido a ripio. Tenía domingos de cancha y fútbol y desde el
pequeño patio se oía la tribuna victoriosa: ¡Goooolll! Después, una mul-
titud invadía para desaparecer en minutos.
Fuimos ampliando el horizonte de Godoy Cruz: unas cuadras hasta
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la plaza. Allí, la municipalidad, apta para trámites, y el Banco Mendoza y
el Nación y la juguetería, y la heladería, y las escuelas y la librería con
fotocopiadora y la mercería y... pionera en supermercados, Godoy Cruz,
lo teníamos cerca, unas cinco cuadras. Los hijos crecían y pedían
espacios. La escuela técnica, por ejemplo. Godoy Cruz se fue haciendo
imprescindible. Se metió en la familia con cierta naturalidad y un dejo de
orgullo:
— ¿Dónde vivís?
— En Godoy Cruz, en el centro.
Y como su tierra es fértil, permitió que nos crecieran raíces y nos
fuéramos transformando en plantas que dieran buenos frutos.
— ¿Dónde trabajás?
— En Godoy Cruz, cerca del Hospital del Carmen...,¿te ubicás?
Y cobró relevancia el Cine Plaza, como dijera el poeta, “para los
grandes recuerdos”.
Yo vi cómo crecía la ciudad. A modo de una joven quinceañera,
quiso arreglarse bien para verse importante: disimuló el zanjón y lo
transformó en una avenida iluminada, con canteros y plantas. Ya no hay
ripio anunciando los pasos. La plaza se revistió de mármoles y el teatro
se compuso como una dama que va a la fiesta de gala. Seguro debe ser
así, pues el teatro es pura gala. Allí el alma se recrea y el espíritu se
eleva a fuerza de belleza y emociones.
Arregladita está la ciudad. Prolija.
Pero bajo el arreglo no ha cambiado su manera de ir y venir. Su
ritmo. Un ritmo que fuimos absorbiendo y lo hicimos propio.
Se nota eso de pertenecer a Godoy Cruz. Se nota porque cuando
el locutor se desgañita gritando desde el anfiteatro ante cincuenta mil
personas una noche de comienzos de marzo y dice:
— Otro voto para... Godooy Cruuuz— los míos estallan en un
aplauso contundente y festejan a su reina. Su reina, así la sienten (y no
se me ocurra decirles que otra es más linda).
Hijos adoptivos del pueblo, siempre fue fácil y lindo transitarlo.
Y ya todos saben nuestro nombre y acumulamos frutos madurados con
dolores y alegrías. Y uno se hace a un ritmo para aprender de cada
cuadra, de cada rostro, de cada esquina.
Vivirlo todo: las más profundas y secretas emociones y el festejo
espontáneo, ruidoso y gritón del Tomba en primera.
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JULIO CÉSAR ALVARADO
Nació en Mendoza en 1934. Poeta galardonado a nivel provincial y nacio-nal. Ha editado libros de poesías infantiles como Evangelina y Claudio y es autorde Tiempo de pámpano y sol (Ediciones Culturales de Mendoza) y de Cantaresgodoycruceños, colección de poemas íntegramente dedicados al departamen-to de Godoy Cruz. Es también letrista de canciones vendimiales y folclorecuyano.
AQUEL GODOY CRUZ DE AYER
¡Ay Godoy Cruz, Godoy Cruz, qué canto tiene tu senda!
¡Qué desgranarse de silbos en las aristas del alba!
¡Cuánta fragancia a racimos moscateles y canelas
y el rumor de los lagares trizando las madrugadas!
Esos carros quejumbrosos arribando a las bodegas
por terrosos callejones gusto a jarillas y malvas.
El Trapiche, Tomba, El Globo, Filippini, Scaramella
y en la siesta pueblerina esas acequias que cantan.
¡Ay Godoy Cruz, Godoy Cruz, tus recuerdos me encadenan!
Esas brisas comarcanas aprisionándome el alma.
Pellegrina, Arizu, Calise y Bodega Escorihuela
qué canto de vida tienen que entre sueños me acorralan.
— ¿Dónde se fueron con su alegría aquellos cines?
— ¿Y aquellos corsos de carnavales allí en la plaza?
— ¿Y los mateos y aquellas máscaras y las kermeses?
— ¿Y aquellas tómbolas y esos disfraces y aquellas chayas?
— ¿Dónde se esconden las armazones de tantos tambos
y los carruajes y los lecheros de casa en casa?
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— ¿Y ese tedioso pregón serrano del jarillero
y el recorrido de los yuyeros con su sonata?
¡Mi querida escuela n.° 35¡ ¿Dónde te fuiste?
¿Y la Compañía de María, de calle Rivadavia?
¿Dónde te fuiste Estación de trenes? ¿Dónde el Arcanco?
¿Dónde el tranvía, Pan de San Antonio, tren “El Aconcagua”?
Ya te alejaste sin un reproche, “Fábrica de Hielo”
y el jornalero regando calles por las mañanas.
El Cristóforo Colombo con su señorial acervo
y el Club Sirio-Libanés, de poco a poco, su luz apagan.
Y el Matadero con su obreros, ¿y los viñedos?
Viejo “Viruta”, amigo “Plácido”, ¿adónde acampan?
Ya no pasa desfilando con su marcial gallardía,
el Batallón de Boys-Scout que el Padre Arce fundara.
Y ese interminable trajín ruidoso de tantos carreros.
Y aquellos gitanos y sus carromatos y sus grandes carpas.
El alegre Circo y los contratistas y serenateros
¿Y los San Pedro y los San Pablo y las fogatas?
Los afiladores con su biciclo también se fueron
soñando en vano que en cada esquina los esperaban.
Ya te apagaste con ese silbo, sal y harinero,
junto al Cacique, viejo Molino Río de la Plata.
Tantas nostalgias, dolor y amor, tantos recuerdos.
¡Ay Godoy Cruz, Godoy Cruz, me estás apretando el alma!
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ROSA ANTONIETTI FILIPPINI
Nació en Maipú (1919 -2008), pero vivió siempre en Godoy Cruz. Fue cera-mista, escultora y escritora. Su narrativa, poesía y teatro es de temática local yamericanista. Por su vasta labor artística recibió importantes galardones, fuevecina Honorable de Godoy Cruz y recibió la Distinción legislativa Gral. José deSan Martín. Es autora de La abuela sanvicentina, novela de base histórica querelata la historia del Departamento de Godoy Cruz. Obra: Soma Sema (relatos),Los Huaycos, La viña en celo, El hijo de cobre, Compulsión de canto y piedra yotros.
ESTOY, VOY, VUELVO, VUELO
(Fragmento de autobiografía inédita)
Yo soy un cruzamiento de razas antípodas: el italiano
de piel nívea y estampa románica, y la criolla de piel
morena, ojos negros y estampa orgullosa como sus
ancestros huarpes...
En aquel miércoles 15 de enero de 1919, en el patio el sol argenta
los olivos, con las aceitunas negras a punto aceitoso. En una de las
habitaciones, sobre la cama matrimonial de espaldera de bronce, Leonor
está en estado de ciencia natural, de sabiduría propagada por la especie
que se agiganta en el berrido augural de la hija que nace: Rosita. Como
gatito pegajoso y peludo, su quehacer es simplemente el de un gatito:
mama, fajada cintura abajo, como un embutido rematado en dos cintas
anudadas a la mitad del cuerpecito.
No le agujerearon las orejas porque según Ítalo, su padre, “eso
es ritual de cafres”, pero lleva atada a la muñeca una cintita colorada
que, en creencia criolla, evitará el mal de ojo.
Hay varias intentonas de abrir las orejas y también diarios oficios
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de retirar la cinta colorada. El matrimonio ceja, lucha, pero como cada
cual está firmemente asido a sus conceptos, no transigen y los aros
quedan ausentes, y la cintita roja amarrada. Rosita, mitad Norte y mitad
Sur ...
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OLGA BALLARINI
Nació en Godoy Cruz, Mendoza, en 1930. Profesora de Filosofía (UNCuyo).Psicóloga Social (Esc. Pichon Rivière). Docente primaria y terciaria. Escritora,poeta, periodista y militante de derechos humanos. Obra: Algunos rostros deDios, y cuentos y poemas infantiles como Aprendiz de mago, Asamblea deestrellas, Malambo a la nuez.
HISTORIA DE LOBITO DE LUNA LLENA
Bajo la luna, la luna llena
un niño indio toca su quena.
Desde la quena suena la pena
que el niño indio lleva en sus venas.
La antigua luna redonda y buena,
sabe que el llanto de adentro quema.
Por eso quiere que su indiecito
haga una ronda con la azucena.
Que las estrellas tejan al niño
la más brillante de las diademas.
Dice la luna
dulce y serena:
¡Ay, mi Lobito de Luna llena!
¡Ay , mi pequeña águila negra!
Ojos de lumbre, piel de canela,
deja que el río lave tu pena.
Quiero que cantes con los zorzales
y que te dores con los trigales;
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que los arroyos te cuenten cosas
y te acaricien las mariposas.
Yo sé mi niño de sol y greda,
yo sé de dónde viene tu pena:
¡ ay, esta tierra que fue tu tierra…!
¡ay, este suelo que fue tu suelo…!
¡ay puñadito de barro bueno,
ojos de puro cielo moreno,
boca de seibo que habla en silencio,
deja que el viento lleve tus sueños!
Del libro Aprendiz de mago. Febrero 2009, Mendoza.
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ADA CASTRO DE BARCELÓ
Nació en 1947, en Misiones. En 1966 se radica en Mendoza, donde desa-rrolla su vocación literaria. Ha participado en antologías en Mendoza y Rosario yobtuvo Mención de Honor en ambas provincias. Fue distinguida en Houston,Texas, EE.UU., donde presentó su obra poética Paisajes interiores. Obras: Cantoa la ternura I, II, III, Paisajes Interiores, Agridulce y Huellas. Obras inéditas:Tiempo de luz y Antología Poética. Sus cuentos se publican actualmente en larevista “Tintero”.
ESPLENDOROSO GODOY CRUZ
En medio de cierta quietud nochera
en que se apagaron todas las luces,
impetuosa te has venido de bruces
cual si el destino cruel trizas te hiciera.
Mas, hoy que esplendorosa me seduces
con nueva arquitectura por doquiera,
me regocijo al ver lo bien que luces
lo mismo que un vergel en primavera.
Sin piedad fuiste herida y sin embargo
no ha podido sucumbir en el letargo
la inefable entereza que se advierte.
Y es que nunca más hermosa te erigieron
las manos laboriosas que supieron
airosa de entre escombros renacerte.
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DÉBORA ILEANA BENACOT
Nació en 1976. Es escritora y egresada de Lengua y Literatura (UNCuyo).Participó en los ciclos: “Poesía compulsiva”, “Letras & Etc.”, “Más poetas queotra cosa”, “Indygentes” (Espacio de letras independientes, Feria del Libro,Mendoza, 2008. Publicó poemas en diario Los Andes y en la revista Serendipia.Actualmente, participa como columnista en el programa “Oso anda” (radioUniversidad).
EL PASADO CABE
El paisaje
de los sueños
es prodigio de retazos:
la esquina
del negocio del abuelo
el quiosco
la farmacia
la plaza
la escuela
el teatro
cierta vieja librería
y el local que era un palacio
del nylon
el pasado cabe
en unas pocas cuadras,
es y no es el mismo
algunas noches
calzamos nuestro traje
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hecho de todas
las telas del recuerdo
y salimos a buscar
—entre las piezas dispersas
de un tesoro desmontable—
memorias y aromas
de aquellos espacios
donde queda
en esencia
lo que fuimos
como ámbar sereno
esperando agitarse.
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REINALDO BIANCHINI
Nació en Godoy Cruz, en 1904. Comenzó a escribir desde muy joven. Alos dieciocho años era ya un asiduo colaborar en revistas y diarios mendocinoscomo La hora, Libertad y Los Andes. Contador de profesión, se destacó comohombre de la cultura mendocina y gravitó en los círculos intelectuales y artísti-cos. Falleció en 1986 y sus escritos fueron publicados póstumamente por suesposa Alicia Peano. Obras: Hojas sueltas, Para sentir el mundo, Yo, SalvatoreBarbano y Prosas.
PAISAJE NEVADO
¡Nieve! Tras los cristales arrebuja el paisaje
con insistente lluvia anhelando blancura.
Han muerto ya las voces que habitan el ramaje
y todo lo que fuera, en la mente perdura.
La ceguera del día va negando las cosas
y la lumbre vencida agoniza en las sombras.
Mis manos, en el libro, acariciando rosas
y el recuerdo presente con sigilo la nombra.
Se alargan los senderos soñando caminantes
que dejaron sus huellas de líricos errantes.
Con callado dolor todo se queda inerte.
Y serena solloza el alma entristecida
en el silencio de la alcoba adormecida
porque ve en el paisaje cómo pasa la muerte.
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ELDA BOLDRINI
Nació en Godoy Cruz, Mendoza. Egresó de la Escuela Superior de Músicade la Facultad de Artes UNCuyo. Publicó Pequeños poemas, Sonata testimonial;Después de…; Lo sublime y lo místico en la vida de Rainer María Rilque. Poeta,ensayista, crítica literaria, ha sido jurado de distintos certámenes literarios y deteatro.
A DOSCIENTOS AÑOS DE UNA PATRIA ENTERA
Doscientos años en un solo lenguaje y la palabra se levanta,
acontece en sí misma.
Aquí y allá en ciudades y pueblos la Palabra que confirma en la
Historia la grandeza de un pueblo.
La palabra desnuda, anterior a la espera historia de doscientos
años en la voz del poeta que se incendia en el fuego de una pasión
común.
Génesis del poema, unión de los opuestos, espacio en los
espacios.
Para tornar más claro lo concebible de un historia de héroes, de
inmigrantes y de hombres anónimos.
Comprobación final del tránsito del tiempo de dolor y alegría,
de la carne y la sangre.
Doscientos años en la memoria de los hombres, sentenciados
a recordar lo perdido y un anhelo increíble de retomar el tiempo, de
refirmar su existencia ante un línea de fuga.
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Espacio y sed de cielo, la Patria interroga al porvenir que espera
el grito de la pampa y del regio Buenos Aires por no llorar después.
Todo vibra en el suelo libres como el águila es incidencia la
historia más allá del rumbo que marcan las épocas fugaces.
América del Sur y desde allí Argentina y desde allí Mendoza, bau-
tizada por su nieve, sus vides y su sol, un suelo donde los dedos del
agua salvadora enriquecen los frutos y desde allí Godoy Cruz un pueblo
nuevo con su parroquia San Vicente Ferrer, con su plaza, sus escuelas,
bibliotecas y organismos gubernamentales. Con sus calles, sus acequias
y el asombro total de su belleza son su gente y su pueblo.
Doscientos años han pasado. Un hombre nuevo se bautizó bajo
el sol dividiendo su amor al mediodía.
Y este es el tiempo del futuro encendido de ardor.
Ciudadano de un siglo nuevo, el hombre siente en el dictamen
de cada día que le otorga a la historia un espacio junto al decir de su
palabra.
Reclama al pasado sobre un silencio mayor.
Y proclama los vientos, la senda…
Libre la memoria, renace la esperanza de un futuro de ese bicen-
tenario salvado del olvido que hoy celebramos, presintiendo la entraña
de la tierra desde la tierra antigua del naciente.
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CARLOS BOTTARO
Nació en Capital Federal, en 1931. En 1965 se radicó en Mendoza. Desdemuy joven estuvo vinculado al mundo de la cultura y, empujado por su esposaMaría Inés, ingresaron en 1993 a la actividad en forma intensa. Fueron conoci-dos en las danzas, teatro y especialmente en la narración. Es, además, VecinoHonorable de Godoy Cruz.
PEQUEÑAS COSAS
Desde mi niñez amé la literatura,
soy un lector sin orden ni medida,
busco encontrar aquello que me enseñe
la real belleza de la vida.
En esa búsqueda armé, día tras día,
mi pequeño cambalache personal,
y mezclé en mi humilde estantería
novelas, ensayos, cuentos y poesías.
Junté a Platón con Cervantes y Darío,
a Petronio con Camus y Almafuerte,
a Kafka con Borges y Espronceda,
a Faulkner, Vargas Llosa y a Mallea.
No quiero seguir enumerando
los autores que pueblan mi anaquel,
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son muchos sus nombres y sus obras
que me llenan de emoción y de placer.
Hace poco pensé que yo podría
en palabras volcar mi pensamiento,
empecé, poco a poco, con un cuento
y luego, más osado, intenté una poesía.
De este juego de escribir pequeñas cosas
poco a poco me fui enamorando,
y aunque no he conseguido casi nada,
ahora estoy seguro de que lo seguiré intentando.
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ALBERTO FERNÁNDEZ TELLO
Nacido en Godoy Cruz, incursiona en la poesía libre y asimétrica, de tonointimista, melancólico, realista. Obtuvo premios y menciones en certámenes:Primer Premio Diario Los Andes, 1982. Tiene dos libros publicados: Palabramayor y A dos voces, y una plaqueta literaria en lunfardo. Socio de SADE, apareceen sus anuarios y antologías.
VIEJA PUERTA
(Salta 981 –antigua numeración, hoy
471, aproximadamente, Godoy Cruz, Mendoza.)
Es una puerta de calle.
Cerrada desde hace años.
Es madera ya vencida
por la soledad y el tiempo
que guarda muchos secretos.
Viven detrás fantasías,
que mi imaginación inventa
de antiguos y luminosos días,
tras esa vetusta puerta
que ya nadie abre.
Recuerdos guarda de aquellos
que fueron de la casa dueños.
Muertos e ignotos vecinos,
que al atardecer sacaban
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las sillas a la vereda
para “tomar el fresco”
y charlar un largo rato
en los veranos mendocinos.
Hoy nadie toca a la puerta
pues allí no vive nadie.
Las ventanas a la calle
de piezas deshabitadas
duermen un profundo sueño
en la oscuridad que brindan
celosías oxidadas.
Han transcurrido los días,
los meses y largos años
y la soledad es mucha.
Ninguna voz se escucha
en la casa deshabitada.
Las rejas de los balcones
con herrumbre están pintadas;
nadie abre los postigos
para asomar la cabeza
y charlar con los vecinos.
Nadie barre la vereda,
ya nadie pasa el lampazo.
Solo yo, melancólico sin vuelta,
hoy rescato del pasado
a una vetusta puerta
de una casa abandonada,
que el tiempo ha envejecido
con el correr de los años
y el herrumbre del olvido.
39
ANA FREIDENBERG DE VILLALBA
Nació en Capital Federal. En 1950 se radicó en Mendoza para ejercer comodocente de Letras en la UNCuyo. De destacada y premiada trayectoria, es auto-ra de Almacén de ambigüedades, La obra de Antonio Di Benedetto, La narrativabreve en Argentina y otros. Distinguida como Vecina Honorable de Godoy Cruz.
ES HORA DE VOLVER
Es hora de volver
a poner las cosas en su lugar.
Es tiempo de parar
la gran máquina del día
y pegar el oído a la rueda nocturna
cuando ni pájaros, ni acequias
ni atardecido caminante
frotando suelas de azufre en las veredas
te sobresalte con chispas
rompiendo las persianas opacas
de la madrugada.
Ya puedes y debes exigir silencio.
Es hora de volver a poner
las cosas en su lugar
ahora que se han ido todos.
Cada pájaro en su nido
es su modo de existir.
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Olvidaste protocolos de paz,
señales camineras, letreros luminosos
indicios y signos del corazón.
Olvidaste las brújulas
enterradas en el fondo del jardín...
Miraste aterrada tu rostro curtido
en el espejo del pozo;
los cabellos parecían flotar.
¿Desde cuándo estabas sumergida allí?
¡Oh!, tu vieja manía de los calendarios!
También debes perder esa costumbre
si quieres encontrar la paz.
Así como otros coleccionaban palomas,
pájaros tristes, campanarios y libélulas,
espejos ustorios o fúnebres flores
yo atraje palabras, voces antiguas,
nuevos vocablos, imprecaciones secretas
formas de adorar lo momentáneo,
de desafiar lo eterno, lo trivial, lo gastado.
Intento volver a poner las cosas
en su lugar
antes de desescribir el Poema.
Debo estar en camino de lograrlo
porque las cosas simples me llaman.
Todo va buscando su primitivo orden
como al nacer, como al morir.
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MARÍA DE LAS MERCEDES GOBBI
Licenciada y profesora de Letras (UNCuyo) y magíster en Comunicación yEducación (Universidad Autónoma de Barcelona). Ha publicado los libros depoemas: Ya no míos, En mitad de una vigilia y Flor mutante y colaborado endiarios y revistas. Se ha desempeñado como jurado de concursos literarios. Harecibido premios y menciones en Bienales de Literatura de la Ciudad de Mendozay en el Certamen Literario Vendimia de Mendoza, entre otros.
OLOR A PRALINÉ
Uno nace en el pequeño país
de Godoy Cruz
y se lleva su plaza hacia el futuro.
Olor a praliné,
tarde de otoño,
una gris techumbre para el día
y los árboles quemándose de a poco
con su destino de efímeras hogueras,
la escuela que perdí en los años
de blanco delantal y libros bajo el brazo,
la lágrima llorada en estallido
cuando falló el amor que encendía
pañuelos en los ojos,
la misma plaza y mi sonrisa de novia
en marzo con rosas en la mano,
la misma vida,
y es una tarde idéntica,
42
olor a praliné
crocante y tibia,
para morder despacio
hasta que el viento del apuro
arremoline su aroma y se lo lleve
hasta otra tarde igual,
olor a praliné
en la mañana.
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MARÍA ROSA GÓMEZ
Nació en Godoy Cruz, Mendoza. Profesora secundaria, normal y especialde Literatura, egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo. Haobtenido, en la provincia, en el país y en el exterior, numerosos premios ydistinciones. Obras: Mendoza en el paisaje, Desde la nostalgia, Después de lascinco, Los mensajes del silencio.
MISA DOMINICAL
Vamos, Javier, el sol de la mañana nos arrullará la piel con su
suave tibieza. ¡Vamos! Ya la iglesia de San Vicente ha llamado a la misa
del domingo.
¿Sabes?, la iglesia está blanca. Toda pintada de blanco. Como
si la fe entera se hubiera renovado de luz.
Aprende a contemplar, Javier. Así agradecerás a la vida por todo
lo que tienes.
Algunos nidos han buscado la comarca de la campana.
Mira, Javier, qué quietud. Parece que el silencio ha acudido para
celebrar tu oración.
La plaza de Godoy Cruz es un escenario con lánguidos árboles
ajenos de follaje.
Camina despacio porque los árboles duermen su apacible
nostalgia.
La mañana se ha vuelto un crepusculario de matices grisáceos.
Los juegos, en su recuadro de destinos infantiles, tienen una tímida
somnolencia.
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Allí viene lenta una mujer… Guarda el secreto, siempre lejano, de
los que caminan en soledad.
Desde el límite del cielo se percibe la agonía de los trinos.
Ahora iremos a tu gruta, Javier. Saltarás por las piedras alisadas
de su camino.
¡Mira la sonrisa de la Virgen!
Yo te contemplo, Javier, ¡qué pequeño eres, niño mío! Y, sin
embargo, qué sensación de plenitud me trae tu presencia.
Por eso quiero caminar contigo, por la mañana, en los domingos,
cuando la hora no tiene apuro… y llevarte a la plaza y enseñarte la misa.
Mira, Javier, un conjunto de aves solitarias y peregrinas se han
citado en un débil rayo de sol para festejar tu encuentro.
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J. B. GUILLERMO IBARRA
Nació en Godoy Cruz, en 1922. Vecino Honorable de Godoy Cruz. Presi-dente de la Asociación Godoy Cruz Escribe. Autor y director de guiones teatra-les. Obtuvo menciones de honor a nivel local en poesía y narrativa y participó dela Antología argentina y sus escritores. Colaboró con fotografías antiguas en elÁlbum del 150.º Aniversario: Godoy Cruz, memoria de todos.
RUMOR DE REBELIÓN...
Las olas están agitadas
en el río de la Plata,
un rumor de rebelión
va surgiendo de sus aguas…
Es del pueblo esclavizado
que está perdiendo la calma…
Los invasores dejaron
semillas de rebelión
y el Veinticinco de Mayo…
brotó la Revolución.
En este mayo divino
la Patria empezó a nacer
por la voluntad de un pueblo
que se unió ¡para vencer!
y germinó la semilla
que se llama ¡libertad!,
¡que lleva doscientos años…!
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¡Todos debemos honrar
la memoria de esos grandes
que la supieron dejar
para que el pueblo argentino
¡por siempre pueda gozar…!
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Hijo de alemanes, nació en 1915, en Entre Ríos. En Buenos Aires estudióFilosofía y Letras y ejerció como docente de Latín y Griego en la UNCuyo, LaPlata y del Litoral. Se radicó en Godoy Cruz. Su obra tiene un fuerte contenidoamericanista y fue un gran conocedor del idioma guaraní. Entre sus títulos estánQuena; Viña sin tregua; Canto a América Latina; Historia de la literatura deMisiones; Y ahora digo América.
OLAYA PESCARA
¿De qué color era el agua
en las manos, doña Olaya,
al rezarle en racimo
a la mañana?
¿El fuego, alguna vez, apagara
sus calcinantes parábolas
de surco y fe cristiana?
¿El pan tenía gusto a Italia
o sabor blanco a Cerro del Plata
al dar la nieve
vuelta la página?
Cuando el zonda, barbarie unitaria,
contra San Vicente blasfemaba,
¿qué salmo penitencial
era la zapa?
Y si el granizo, horda tártara,
Guillermo Kaul Grünwald
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a Cruz de Piedra, al Chachingo descuartizaba,
¿cuál era tu cántaro
doña Olaya?
El poeta, que en don Antonio habitaba,
al rimarle el sol inca a esta comarca,
¿de qué amores
te hablaba?
¿Acaso solo números y no palabras
a las noches cuyanas
improvisándoles acequias
les improvisaba?
Los pinos “Tomba Hnos.”
no por falta de agua se han secado.
Se han secado de lástima
al ver ruinas y que los rieles
ya no andaban.
La torre palaciega que a la plaza sonreía
ni migajas..., pero el pan que repartías
era harina del alma.
¿Será por eso que cuando las campanas
de San Vicente repican
al aire le nacen ventanas
con oraciones de palomas blancas?
Los ataúdes, en cambio, Tomba Hnos.
desparraman olvido,
mas de esto que ocurre en casa
a don Antonio no le cuentes nada.
Y si tal fuera poco, doña Olaya,
te digo que la acequia Pescara
está de muerte
contaminada.
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BLANCA NIEVES MAUFF DE BABILLÓN
Nació en 1935, en Mendoza. Publicó: Rozando el ala, Las cartas de Blanca,A solas con mi nieto. Ha colaborado en programas radiales y fue corresponsal deldiario A folha de Sao Paulo (S.P., Brasil). Premios: Certamen Latinoamericano deEscritores de Fundación Givré (Buenos Aires); Primer Concurso Nacional deCuentos y Relatos Argentinos, Municipalidad de Godoy Cruz. Declarada VecinaHonorable de Godoy Cruz en 2007.
CAMINO AL BICENTENARIOFESTEJOS DEL BICENTENARIO
Escuchamos una y otra vez y el corazón se llena de orgullo
recordando aquellos seres que dijeron ¡basta! al dominio español, que
no era más que una esclavitud impuesta porque, ¿es libre quien en “su”
lugar es controlado por algo o alguien que llega del exterior?
Eso hace doscientos años. ¿Y ahora? ¿Tenemos conciencia de
la esclavitud en que vivimos y que viene de nuestro interior y de la que
solo podemos liberarnos liberando ese gigante interior que llevamos
dentro y mantenemos adormecido?
¡Es-cla-vos!, del miedo, de la codicia, de la envidia, de la mentira,
del poder, de todo esto que creemos que nos hace crecer y superar y
solo nos lleva a olvidar nuestra condición de hermanos.
Pasamos junto al otro, que es solo eso: “el otro”; no nos miramos,
nos interesa solo en la medida de lo que puede darnos y no darle. Ya no
sabemos dónde estamos parados, en realidad.
Por eso, en nombre de aquellos que nos permitieron llenarnos
el corazón y decir con todo derecho al resto del mundo: Oíd mortales el
grito sagrado: libertad, libertad, libertad, salgamos a la calle llevando un
presente de amor.
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Para el triste o el alegre, para el enfermo que se recupera o para
el que grita o llora en silencio, para el que reza o blasfema, para el
absuelto o el condenado, para el que siembra o cosecha, para el que
cura o lastima. Mirémonos en ellos y renovemos el Amor que nos formó
y nos mantiene.
¡Esclavo! ¡Esclavo yo! ¡Esclavo vos! Seamos ¡LIBRES! Somos un
único cuerpo, una única voz que necesita expresarse ya despertando
nuestro gigante, respirando Libertad por nuestros poros, vertiendo
libertad en las planicies y altiplanos interiores.
¡Despertemos argentinos! Yo te amo de más y no quiero verte
más esclavo de tu autodestrucción o del egoísmo de las superpotencias.
¡Despertemos! Miremos el sol inca o maya naciendo en rayos
indestructibles de libertad. ¡LIBRES! Liberémonos y el camino al
bicentenario será una luminosa realidad, no una expresión, y
especialmente no será solo un sonido la palabra ¡LIBERTAD!
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AMÉRICO MANZINI
Nació en 1972. Ha publicado cuatro libros de poesía: Desalmadero; Fugaen otro intento; Textos sagrados y Cuaderno de bitácora. Primer Premio Poesía“Letras Jóvenes Godoy Cruz”, 1993 y 1994. Ha participado en diversas revistasliterarias del interior del país.
PARA CAMINAR DESCALZO
Para acorralar el jardín que tropieza en la calzada
ha conspirado con la tarde olvidar los zapatos.
Frecuenta la esquina más cercana.
Acecha cómo se revuelca el otoño sobre el césped.
Bendice los días en que la lluvia desploma la ciudad.
Y se despierta dos horas y cuarto entre la siesta
a escuchar cómo la costumbre se desordena en la tierra.
Un hombre entraña la escena y se levanta.
O es el mundo el que se levanta en el sitio preciso
para que un hombre aplauda de pie.
Para acorralar el jardín que ahora incomoda el tránsito
olvida los zapatos en la tarde
y conspira y tropieza y se recorre descalzo por las calles.
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NOEMÍ MARTÍNEZ
Docente de Letras, ha cultivado especialmente la poesía, el ensayo y lacrítica literaria. Ha dirigido numerosos talleres literarios. Es también letrista decanciones vendimiales. Ha editado El mago de la llama y La magia del caldero.Los talismanes de cristal y Corre Sofía, corre se encuentran en vías de edición.Primer Premio de Poesía sobre Tomás Godoy Cruz, otorgado por la Municipali-dad de Godoy Cruz (1993).
DIÁLOGO
Sentada en esta plaza miro pasar el tiempo,
pero... mágicamente el tiempo vuelve atrás;
renacen silenciosos los acallados sueños
de seres que pasaron, personas que no están.
¿Cómo eran los huarpes que habitaron mi tierra?
¿Cómo eran las damas de antigua sociedad?
¿Cómo era el inmigrante que vino a las cosechas?
¿Cómo eran estos lares? ¿Lo recuerdas Tomás?
Tal vez, grandes casonas construidas de adobe,
con macetas y patio, un amplio ventanal;
con grandes comedores donde patriotas hombres
acunaban anhelos de paz y libertad.
¿No recuerdas, Tomás, los viejos carros
sobre la huella larga y polvorienta?
¡Ven! Recordemos juntos esos años
las tertulias, las viñas, las haciendas.
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Con murmullo de faldas suaves y almidonadas
recorren la vereda mujeres de otro tiempo,
y me parece oír, flotando en la distancia,
de tu voz olvidada los musicales ecos.
Cuéntame cómo nace la Villa San Vicente;
los primeros viñedos, la primera bodega.
La plaza está callada, no hay palomas ni gente,
estamos yo y tú solos en esta tarde bella.
Háblame de las glorias de ese pasado nuestro
unidas al presente que nos toca vivir.
La historia de los hombres es un círculo eterno
el ayer va guiando los días por venir.
Después voy a contarte cómo cambió esta tierra,
la transformó el progreso de la mano del hombre
y en memoria a tus sueños de amor e independencia
hoy la pequeña villa, Tomás, lleva tu nombre.
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JUAN JORGE MOLINELLI
Nació en Buenos Aires, en 1902. Desde 1923 se radicó en Godoy Cruz.Farmcéutico de profesión, desarrolló también el oficio de escritor. Escribiótrece libros y el último, Mi antología poética, lo editó a los ochenta años.
ALEGRÍA
Estaba solo,
en esa soledad establecido,
en esa soledad de hierro y piedra.
Llegaste generosa,
valiente y con firmeza,
y el ángel de tus manos
curó mi soledad de todo yugo.
Y entonces, en mis ojos
se abrieron las ventanas del campo más sonoro,
los pájaros cantores, las mieles y el rocío,
la primavera acaso,
el lago, el río, el valle, la montaña desierta.
Al unísono todos
cantaron aleluyas,
gritaron las campanas,
y dijeron de vientos
ardorosos y tibios.
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Y fue tu amor seguro
mi fuerte compañía...
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MARÍA GABRIELA PIAZZOLI
Mendocina, radicada en Godoy Cruz desde el año 1999. Poeta y narradoraautodidacta inédita. Su obra tiene un marcado tinte regional, aunque abarca lointimista, social, romántico y actual. Incursiona en la narración y el ensayobreve, y desarrolla un proyecto de cuentos para niños mendocinos.
LAPRIDA EN EL PILAR
Si el destino alegremente me cantara
un futuro de odas de alegría
y brotaran de mis ágiles pupilas
muy sentidas lágrimas de amor,
aun así no podría yo creerle
aun así retendría yo anclado
el presente que tiene por rodado
un lecho seco de ríos de dolor.
Aunque un día me prometan las campanas
con tañidos de lúcido metal
que al alba estaría liberada
de aquel cuento con tórrido final,
todavía mantendría yo las dudas
muy adentro en mi tibia sinrazón
evitando llenar de golondrinas
mi frustrada y atónita ilusión.
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Es que está mi congoja tan latente
que no admite venturas por llegar
y no cree en auroras de colores
porque pisa descalza la verdad.
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RAMÓN TEOBALDO SECTON QUIROGA
Nació en San Luis, donde realizó sus estudios primarios. Completó lossecundarios en Mendoza, donde se radicó. Entusiasta escritor, incursionó tam-bién en la música y el canto participando en conciertos y giras corales dentro yfuera del país. Ha publicado: Historias y Sueños.
REGALO DEL CIELO
Tiene el frente blanco y rejas marrones,
mi casa es pequeña, pero confortable;
si quieres venir, la puerta está abierta,
siempre tratamos de ser amigables.
Cabo Bartolomé se llama mi calle,
su número es veinte cincuenta y dos;
Paulo Sexto, el nombre del barrio,
Godoy Cruz, Mendoza, ahí vivo yo.
Quisiera que con tu visita me honres,
que te sientas feliz de llegar a ella;
tengo un cielo azul, un sol amarillo
y en la noche tengo luna y estrellas.
Tú, tan solo tienes que venir dispuesto,
compartiré la suerte que yo he tenido;
brindaremos juntos, con sana alegría;
siéntete contento, tú eres bienvenido.
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Y cuando culmines aquí tu presencia,
te lleves mi silencio y mi algarabía;
el deseo dentro de tu alma
de volver otra vez a esta casa mía.
Regalo del cielo, debería llamarse
esta morada donde hoy vivo yo.
¿Qué otro nombre podría yo darle
a este regalo que me ha dado Dios?
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MIRIAM SEGGIARIO
Nació en Godoy Cruz, donde reside. Técnica en Criminología y diplomadaen Humanidades UNCuyo y Universidad de Mendoza. Ha recibido numerosasdistinciones por su obra. Cónsul en Mendoza de «Poetas del mundo» (Movi-miento por la Paz Universal). Miembro de Unión Hispanoamericana de Escrito-res, Perú . Ha publicado: Ceniza y Fuego y Claridades subversivas.
DOLOR
Duele
ser conscientes, a veces
de acuchillar el aire con reproches
enterrar la memoria de horas vivas
profanar el sentido del ayer
alzar puños al cielo
y maldecir el día que nacimos.
Duele
porque el dolor, a veces
suele irse, o diluirse
y dejar paso a un aire nuevo de ternura
a cielos limpios
a manos que se tienden a otras manos.
Duele
porque siempre es posible
arribar al fin del túnel. Y hallar luz.
Y otra vez, bendecir agradecidos
nuestros días.
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MARGARITA VADELL
Nació en Mendoza, se graduó de Maestra Normal Nacional especialista enCiegos y se ha desempeñado como profesora de Braille. Ha recibido numero-sas distinciones: 3er. Premio Concurso Tiflos-España (1989), 2.º Premio Con-curso Tiflos (1995); 1.er Premio Biblioteca Argentina para Ciegos (1997); PremioLos Andes de Poesía. En 1992, obtiene el 2.º Premio Internacional de Experien-cia Escolar sobre Aula Taller para chicos con discapacidad visual.
NO PODRÉ
No podré ir a escucharte este verano
pero quiero que sepas estas cosas.
Carne de carne mía,
hermano río
y de mi tiempo,
tiempo.
No podré ir a escucharte en el verano
pero quiero que sepas estas cosas.
Déjalas que se enreden en tu musgo
y que en tus piedras choquen.
Apriétalas contra tu corazón huidizo.
No las dejes que exploten nunca,
nunca.
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Son como niño hambriento entre cuadernos rotos o golondrina enferma
en el tejado.
No las dejes que exploten.
El noviembre-jazmín de mis amores
gime aromas de muerte por las tardes
y se esconde conmigo en el ocaso
por vergüenza de un sol sin atenuantes
que nos puso en desnudo ante el escarnio
de los que no cuidaron la tersura.
Junio-nieve borró con su tristeza
la huella de mi antorcha por mi estepa.
Y llegará diciembre-copa-en alto
al oscuro posible clausurado.
Y llegará diciembre
en su bochorno de invitados ciertos
al útero de mi alma calcinada.
No mojaré los dedos afiebrados
hasta la dulce sombra de tu orilla.
Mas vendrá el marzo-mosto y su vendimia
a la lengua fatal de áspero canto
y a mis agrios deseos.
No podré ir a escucharte, hermano río.
Quería que supieras estas cosas.
Lo demás ya lo sabes y es muy bello.
Lo demás ya lo sabes
fue mi historia.
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GRACIELA ELDA VESPA
Nació en 1946, en Mendoza. Comenzó a escribir desde muy corta edad.Fue también soprano solista en el Coro Universitario dirigido por José FelipeVallesi y estudió Bellas Artes. Ha ganando numerosos premios locales y nacio-nales. Escribió Tiempo de Libertad, De aquí y de allá... cuentos sin sobresaltos(2004). Sus cuentos infantiles fueron impresos en el suplemento Tintero, dediario Los Andes de Mendoza y Alfabeto de diario Uno.
LA FLORISTA
La Fidela Quispe tiene un puesto de flores junto al monumento
de Fray Luis Beltrán. El Tajamar está siempre lleno de agua color café
con leche y ella se agacha para rociar las flores con el agua musical. Con
su pollera multicolor desparrama alegría. Junto a su puesto de flores,
hay uno, de un tal Mismicho Cosque. El hombre es silencioso y de muy
mal carácter. Siempre pelea por todo y en especial desprecia a las
mujeres. La Fidela ni le habla y eso lo saca de quicio al hombre. Además,
su quiosco está siempre lleno de clientas que compran en el mercado
La Pirámide y luego pasan a su pequeño rincón a charlar. Vende mucho y
lleva buen dinero a su casa. Una tarde de zonda, la Fidela, por sacarle
las espinas a unas rosas, se provoca un tremendo corte con el filo de
una herramienta casera, en la mano derecha. Cuando va a meter la herida
en la acequia, para lavarse la sangre, el hombre se arrodilla y con fiereza
lo impide. La mujer asombrada no sabe qué decirle. Calla. Él corre a su
chata y la empuja para que suba. La lleva al hospital, donde le ponen
varios puntos. Ahora el puesto de flores es el doble de tamaño y luce
en su espalda, la Fidela, un niño igualito al Mismicho Cosque.
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GUAYMALLÉN
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AUTORES
Lila Levinson
Isabel Gili
Evangelina Mayol
María del Carmen Mladinic Maimone
Rosa Pereyra
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LILA LEVINSON
Locutora Nacional. Matr. N.º 2221. Diplomada Gestión Social y Cultural.Conducción del programa: “El Programa de Lila” LV8 Libertador Conductora delPrograma “De a Dos, Mejor”, para solos y solas en FM 97.5 Radio Signo. PrimerPremio Literario Aniversario Club Mendoza de Regatas / 91. Mujer Destacadaen Comunicación, Municipalidad de Gllén / 95. Mención especial Cuento Con-curso literario Vendimia/98 Instituto Provincial de la Cultura. Distinción en elDía de la Mujer, otorgado por Asociación Vecinal Comandante Torres, marzo1999. Tercer premio, concurso literario nacional organizado por la Casa de laCultura de San Genaro, Pcia. de Santa Fe, noviembre 2000. Distinción de laHonorable Legislatura de Mendoza, por trayectoria en Medios de Comunicación– abril 2001. Mención de Honor Certamen Literario Internacional 46 AniversarioClub de Leones de Buenos Aires. Junio 2001. Primera mención Concurso Lite-rario Casa de la Cultura de San Genaro Pcia de Santa Fe – Dbre 2001. Primeramención Concurso Literario Universidad Juan A Maza – Dbre 2001. Declaradapersonalidad de Mendoza por el Fondo Vitivinícola febrero/03. Declarada ciu-dadana ilustre de Guaymallén por el Centro Cultural El Portal de Villanueva,setiembre 2003. Distinción Sanmartiniana de la Legislatura Provincial, agostode 2004. Agosto 2007: distinción del Rotary Club Godoy Cruz. Setiembre 23 al30/ 2007: participa como única escritora mendocina seleccionada para el IIIENCUENTRO INTERNACIONAL DE ESCRITORES, en San Juan. Octubre 2007: men-ción de honor en el Concurso de Cuentos: JUNIN PAIS. Buenos Aires. Octubre2008: participa del Encuentro de Escritores, SADE, GOYA, CORRIENTES. 2008:“El Programa de Lila“ (LV8 Radio Libertador) nominado Faro de Oro.
MARÍA DE LA LUZ
(Basado en la historia real de la esposa del Gobernador de Mendoza del
año 1816, don Tomás Godoy Cruz).
El espejo le devolvió su mirada inescrutable. Observó sus ojos
castaños. La luz de los candelabros los irisaba. Cepilló las cejas
perfectas. Pasó polvo de arroz por la punta de la nariz. Lorenza, como
siempre, esperó a que su ama terminara de mirarse. Después, tomó el
abundante cabello castaño, lo separó en dos, dio volumen a las ondas
que había formado con las tenacillas calientes. Las horquillas que lo
sujetaban terminaban en flores diminutas. Lo recogió atrás con el
peinetón español enriquecido de piedras. Un regalo de su amigo José
traído de su último viaje a España.
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Luz sumergió las puntas de los dedos en el agua de azahar de
la jofaina de porcelana que estaba en el tocador y se humedeció detrás
de las orejas. Se miró. La sirvienta colocó el collar de perlas y brillantes
alrededor del corto cuello. La piel blanca y sin arrugas, cuidada con
leche de cabra traída de los puestos y emplastos de yuyos secretos
que solo conocían doña Luz y Lorenza, difícil de ver en otras mujeres
de su misma edad. Cuando aparecía en los salones, siempre había
exclamaciones de admiración ante su belleza y esa extraña mirada.
Tomó la capa de terciopelo y piel y se la colocó en los hombros.
Eustaquio, el cochero, la ayudó a subir al carruaje donde esperaban los
lacayos para conducirla a la casa de los Martínez. Se festejaba un nuevo
aniversario de la Declaración de la Independencia. A ella le agradaba
esa fecha. No solo la homenajeaban por su poder y alcurnia, sino también
por los conocimientos que tenía para hablar de política, de los últimos
libros que llegaban de Europa o contar los mejores chismes que corrían
por la ciudad. Además, su marido, representante en Tucumán treinta y
seis años atrás, había sido uno de los más respetados personajes
políticos. Ahora hacía menos de dos meses que era su viuda. Se corrieron
entonces feos rumores sobre su muerte y aún continuaban susurrando.
Los comentarios se hacían en voz baja y en las sombras por temor a
doña Luz. Eran bien conocidas sus venganzas y confabulaciones.
Enfrentar a la señora era un desafío con resultados desconocidos.
Luz imaginaba la fiesta que daría después para devolver atencio-
nes. Su salón era el más famoso de Mendoza. Porcelana de la China,
vajilla de plata, cristales, esclavos, la mejor comida, los conciertos y
hasta las guitarreadas con los mejores cantores de la zona. Concurrían
las familias más poderosas y de gran linaje. Los Villanueva, Molina, Zuloaga,
Zapata, de Rosas, Correas, Calle y otras familias. El que no asistía a sus
saraos y fiestas era porque no pertenecía a la alta sociedad mendocina.
Precisamente, Tomás había muerto en medio de una de esas fiestas;
menos mal que fue casi al final de la reunión. Detestaba perder un solo
minuto en algo irremediable. Tapó a Tomás con un manta y tapó la
noticia con una sonrisa, continuando el baile con la misma pasión de
siempre. Mañana será otro día, le dijo a Lorenza. Él nunca le importó
demasiado. La sumisión de las mujeres y hombres a los matrimonios
arreglados era una costumbre sin pensar en discutirlo. De todos modos,
Luz no era sumisa en otros aspectos. Audaz, divertida y contradictoria.
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Ejercía su poder en todas partes. Los saludos de la gente los domingos
en la iglesia demostraban que todos querían ser sus amigos.
Por fin había un buen motivo para salir. Una ocasión propicia, el
aniversario de la Declaración de la Independencia.
El trotar suave de los caballos le produjo una sensación de
excitación. El carruaje transitaba las calles de los barrios San José, El
Infiernillo y San Antonio. La fiesta era en una casa que quedaba pasando
el brazo del río. Aún quedaba tiempo para pensar en Federico. Sabía
que ellos también irían. Sacó el pañuelo impregnado en lavanda y se lo
pasó por el cuello y el nacimiento de los pechos que mostraba el escote.
Cuando lo saludara con un beso, él sentiría el conocido aroma dulzón y
sensual que la perfumaba. Pensó en sus ojos azules, la barba rubia y
tupida que no lograba ocultar los labios que ella deseaba apretar hasta
hacerlos sangrar. Estaba segura de que esa noche Federico aceptaría
una entrevista. Imaginó que sería apasionada. Pondría las sábanas de
hilo y seda que bordaran las mujeres del paraje Alto de Godoy. Las
mismas que lo hacían para los templos de San Agustín, Santo Domingo
y La Merced.
Pondría los velones que fabricaba especialmente para ella el
negro Pascual. Las hierbas de la montaña y hojas de eucalipto quemadas
en el brasero destilarían perfumes especiales. Tendrían que ser muy
discretos. Ella era una experta. No sería la primera vez que citaba a
alguien en su casa sin que nadie se enterase. Los sirvientes amordazaban
las bocas. Doña Luz podía ser muy sanguinaria en sus odiosidades.
Tenía ganas de tocar el cabello de Federico. Siempre se lo veía
brillante y sedoso. Aurelia se encargaba de buscar flores de manzanilla
y hojas para lavárselo.
Aurelia no había heredado la belleza de las Corvalán. Tímida,
sencilla y discreta. De todas formas, muy apreciada. Cantaba con una
voz exquisita y jamás se negaba a hacerlo cuando se lo pedían. Se
acompañaba ella misma en el piano. Pero, como siempre, era Luz la que
centraba las conversaciones. Aurelia terminaba mirando con tristeza a
esa madre siempre misteriosa que se opuso con total desagrado al
matrimonio con Federico. Alegaba que no eran de la misma prosapia,
que ella merecía algo mejor. Pero pudo más Aurelia, que en porfía se
parecía a Luz. Cuando conoció a Federico supo que sería su hombre. La
ayuda del padre fue la que logró el casamiento y para no continuar las
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agresiones y peleas inexplicables con su madre, se trasladaron a Chile.
Aún se lamentaba Aurelia por el llamado de Tomás para que regresaran
por la caída de Rosas. A los pocos días su padre murió. Se sentía muy
sola a pesar del amor de su esposo. La familia Mayer, con su modo
autoritario, la inhibía. Precisamente ellos insistieron para que fueran esa
noche a la fiesta aniversario. No tenía ganas de ver a su madre y sentir
el dominio con que la subyugaba. Tampoco le gustaba lo que veía en
esos ojos indefinibles cuando miraba a Federico.
Ella recordaba hechos de su niñez. Apretada a su hermano en
un abrazo asustado en las noches calurosas de enero, oían rumores de
voces que no eran las del padre. Él siempre estaba de viaje porque así
lo exigía la patria. Fueron testigos horrorizados de las espaldas
sangrantes de hombres o mujeres azotados sin piedad. Gritos, insultos,
humillaciones siniestras y el recuerdo de gente que jamás volvió a ver.
Sí, su madre era peligrosa.
Aquel 9 de Julio de 1852 había amanecido con una nevisca. Los
copos helados endurecieron la tierra del camino. Los álamos que había
traído San Martín por el 20 eran esqueletos fantasmales en la oscuridad.
Los caballos trotaban, largando humo de sus ollares. Luz pensaba,
planificaba. No entendía qué vio Federico en la insulsa de Aurelia. Pero
no era problema. Nada era problema para María de la Luz
La corriente de su conciencia la llevó a la imagen de ese hijo
suyo, tan incapaz. Los veintiocho años de Juan Bautista golpearon sus
propios años. Pero qué importaba, si se veía tan joven como Aurelia.
Eso era lo que prevalecía.
Toda la vida había manejado las fincas, los bienes, el ganado, la
gente. Ahora, a la muerte de Tomás, ese hijo insolente quería arrancarle
la administración que siempre ejecutó sin que nadie se interpusiera. Ella
no quiso hijos, pero igual vinieron para complicar proyectos. Lo arreglaría
después. Era una reina en el manejo de intrigas para lograr lo propuesto.
Ya vería Juan Bautista quién era su madre. Maldito sea.
Federico estaba parado debajo de la lámpara junto a Aurelia.
Su mano acariciaba la espalda de su mujer. Desde el umbral, Luz observó
el placer que le producía ese contacto. Sus risas compartidas la
molestaron. La timidez de Aurelia se había perdido entre las sábanas
de un matrimonio feliz.
Cuando la vieron entrar con su fiereza de siempre, el vestido
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atrevido y la sonrisa sensual, sus rostros se convirtieron en piedras.
Se estremeció cuando Federico le besó la punta de los dedos
enguantados. Hielo eran sus palabras al saludarla. Aurelia no se levantó.
Solo, después, abandonó la silla para confundirse con los Corvalán, los
Gómez, los Maza y otros que ya estaban llegando. En el medio de la
fiesta le pidieron a Aurelia que cantara. Con voz magnífica cantó una
tonadilla que decía de una déspota mujer que no sabía amar y que la
tierra trémula taparía sin compasión.
Era una provocación irrespetuosa. Solo un dominio perfecto
permitió que Luz no insultara o gritara. Pronto sabrían quién era ella.
Luz.
Casi un mes después, precisamente el seis de agosto, Aurelia,
se abrazaba al cuerpo inerte del hermano. Hacía tiempo que el hermano
mayor también había partido. Sus gritos barrían la casa. Las flores de
una primaverilla tempranera se movían sin sentido en los árboles frutales.
Los dos perros de Juan Bautista aullaban apuntando sus hocicos al aire.
Los peones y sirvientes iban y venían. La quinta “El Tapón” en la calle Los
Ciruelos, rodeada de cipreses y pinos, se sumió en un lamento oscuro.
Juan Bautista había muerto.
Siete meses han pasado desde la muerte de Juan Bautista. Aurelia
y Federico son invitados a la casa de don Melitón. Decidieron responder
a las insistentes invitaciones. Lola, de origen mestizo, es una cocinera
que sabe hacer los mejores pastelitos y sopaipillas con arrope. La
tarde se desliza entre el licor de mandarina y los últimos chimentos de
lo que sucede en Buenos Aires y en Mendoza.
Los Mayer comentan que le reclamarán a Luz la herencia de
Tomás y Juan Bautista. También se habla de las fiestas cada vez más
fastuosas y concurridas que organiza Luz.
Entre charlas y tortas fritas languidece la tarde. Es hora del
regreso.
Los primeros días de marzo aún son calurosos y esa noche,
especialmente, es una invitación para caminar.
De pronto, dos sombras pesadas los envuelven. Aurelia no
entiende qué sucede. Solo recuerda que Federico lleva una pistola y
dispara. Gritos, insultos. La mente es un caos, una negritud la invade
hasta hacerla caer. Abre los ojos, aquella pesadilla continúa. A pesar
del terror y tal vez por aquella fiereza de sangre que lleva de su madre,
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toma un puñal que aquellas ratas hermanadas habían soltado, pero es
inútil. Otro ataque y vuelve a caer. Los asesinos son tragados por la
noche.
Se oyen gritos:
— Avisen al decurión.
— Que los arresten.
— No hay caballos para perseguirlos.
— Es un horror.
— Qué atrocidad.
Ya la sangre seca en el bello cuerpo desnudo de Federico
despide un olor rancio. El cadáver es llevado de un sitio a otro en el
cementerio. La llave de la bóveda no está. Es que todo está oscuro y no
se encuentra.
Alguien dice:
— A este cuerpo hay que tirarlo.
Los asesinos son capturados.
Confiesan que no son culpables. Dicen: Nos dio la orden la señora.
Pero ella es una dama. No puede ser encerrada. Qué sería de
nuestra sociedad, la señora es tan distinguida. Hay un juez ofuscado. La
condena a pena de muerte. Apelación. Soy inocente, clama Luz. Hay un
convenio, el de la corrupción. Solo pagará dos mil pesos para construir
una cárcel, donde ella nunca estará. Piedra sobre piedra se levanta. Dos
mil pesos es el costo, no hay prisión para Luz, la cárcel es para otros.
Solo dos mil pesos y se construirá la primera cárcel. Ese es el
castigo. Piedra sobre piedra se construye para que tape los llantos. Dos
mil pesos es el costo, no hay prisión para Luz, la cárcel es para otros.
Marzo. Ocho años después. Es el tiempo del año en que se
preparan los dulces y conservas, del arrope, los dulces y la miel. Todo
se ha evaporado. Luz se mira en el espejo. Lorenza ya no está. Otra
chinita está arreglando el salón. Una vez más los preparativos de una
gran fiesta. No hay nada ni nadie ya que moleste. Hasta ha prometido
venir el coronel Laureano. También ha invitado a ese joven, lo convencerá
para que se quede esa noche. La luna de marzo siempre fue su amiga.
La noche de marzo ocultará sus años. Aún domina la ciudad. El calor de
ese día, le permitirá ponerse el vestido de verano, el que más le gusta.
Luz grita: —Qué les pasa a esos chocos, que se callen.
No todo está en silencio a pesar de las órdenes de Luz. La tierra
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inflamada de odio ruge. La tierra se hace oír con graves gruñidos. Se
abren grietas sangrantes. Truenos que no son del cielo estremecen las
calles, la plaza, las acequias y los zanjones desbordados. Salen lenguas
de fuego del vientre infernal. Una vez más los códigos se rompieron. El
día se ha detenido en una nada. Las aves desaparecieron de los árboles,
los árboles fueron tragados por la tierra avarienta. Las esquinas y los
patios con sus aljibes se fueron. Los caballos no relinchan. Las guitarras
se quebraron en las manos de los tonadilleros. Solo ceniza y tierra reseca.
Todo se ha desvanecido. Hay un látigo inexorable que azota, destruye y
quiebra. Pronto los chacales comerán los despojos.
Doña María de la Luz está aferrada en lo que queda del sillón de
terciopelo verde del salón. Una mano está tapada por adobes y paja
desmoronados de la pared, que no logró sostenerla. Su rostro se ve
extraño. Los ojos salidos de las órbitas. El cuello exageradamente
doblado, pero con distinción. La viga en su cabeza le da un aire de
gracia. Como a ella le hubiese agradado. Su pecho que ardió, se vengó,
asesinó y suspiró en noches con perfume de madreselvas y pasiones
sin pudor está aplastado. El relicario de oro con el retrato de un hombre
de ojos muy azules se ve grotesco sobre el cuello.
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ISABEL GILI
Ejerció la docencia por más de veinticinco años en diversas escuelas de laProvincia. Escribe prosa y poesía líricas con estilo muy peculiar, caracterizadopor la síntesis y la profundidad del pensamiento expresado en forma concisa ycon ribetes filosóficos. Su temática está orientada hacia temas sociales desa-rrollados con visión un tanto oscura y de un realismo que demuestra amplioconocimiento de las situaciones. También encontramos en ella una corrienteintimista que la lleva a manifestar sentimientos de hondura muy humana ypersonal. Ha publicado en diversas antologías y participado en grupos de talle-res. Enriqueció su caudal lírico en un viaje a México y América Central.
MAGRA HERENCIA
Amaneció templado.
Dobla como homenaje menesteroso cada cartón.
— Si lo consigo, me servirán para otra ocasión.
Inicia el deambular con las manos curtidas y dispuestas.
— Puedo hacerlo; me enseñó de chico. El viejo Miguel me
compartió sus chapas, el yerbeado y la sabiduría. Me había abandonado
apenas nací. Me hundieron en el Hogar 37. Me escapé a los nueve.
— Frío, lluvias, heladas, veranos, sol que calcinaba...
Lo hallé bajo la arboleda de la avenida Sur. Crecí a su lado.
Hacíamos lo que nos dejaban. Jamás faltó pan ni algo de abrigo. En las
noches de luna llena me contaba historias con consejos y buscábamos
estrellas.
Aquel atardecer pasó un auto grande, veloz asesino. No divisó
al del carro ni el blanco de las canas.
Arremetió. Ni se detuvo.
No alcanzó la ayuda de mis lágrimas.
Me lo arrebataron de la manera más injusta y despiadada.
Quedaron las chapas, dos cajones, un catre, el abrigo...
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Le llevé una flor. A mi regreso me habían llevado hasta mi
estampita.
Solo busco otro viejo Miguel portador de sueños con mariposa
de colores. No le bastaron para protegerlo.
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EVANGELINA MAYOL
LA BRUJA ERNESTINA ESPINOZA
La bruja Ernestina Espinoza vivía en un rancho rodeada de un
monótono desierto. En los alrededores solo crecían arbustos pinchudos.
Sus vecinos le tenían una mezcla de temor y respeto. Solo acudían a
ella para que les curara la ojeadura, les tirara el cuerito, les leyera la
borra de café y alguno que otro hechizo para que multiplicara la cría de
las cabras. En los ratos libres leía un libro de brujería que había heredado
de su tatarabuela. Después mezclaba las fórmulas para ver qué podía
inventar nuevo.
Entre algunos de sus descubrimientos más importantes
figuraban la cura de las verrugas con los sapos, la aparición de pelos
con las gallinas y de plumas en los señores pelados, las herraduras
que hacían bailar rap a los caballos y plantas de “diente de león” que
rugían y todo. Entre los elementos de su casa, se podía encontrar un
ventilador que servía para aspirar el polvo de los rincones; una batidora
que hacía olas en el fuentón donde se bañaba la bruja y una cafetera
que solo hacía sopa mientras sonaba un himno brujeril.
— ¡Pero será posible, che, que lo que invento sale siempre
pifiado! ¿Y vos qué me mirás, loro mercachifle? Dale, intentá vos a ver
si te sale algo. Lo único que hacés es reírte de mí y cotorrear todo el día.
— No te enojés, brujita linda, que con ese carácter nunca vas a
encontrar novio —agregó con un tono burlón desde lo alto del ropero el
loro.
— Lo único que me falta es un novio. Tengo mucho trabajo
como para perder tiempo en romanticismos que ya han pasado de
moda.
— El amor nunca pasa de moda—susurró el plumífero.
— ¡Callate la boca, loro parlanchín! Qué sabrás vos de amor si
la única que te dio bolilla fue esa urraca despistada que cuando se dio
cuenta de que eras un loro salió volando como un rayo.
— Lo que pasa es que estaba muerta de amor por mí, pero la
familia no me quería.
— Y qué va a querer a un loro vago que lo único que hace es
comer todo el día y mirar novelas por televisión.
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— Bueno, no me importa. Un día de estos preparo mis cositas
y me mando a cambiar al pago de Las Catitas, seguro ahí me consigo
una novia.
— Que yo sepa aquí nadie te tiene atado. Lo tranquila que estaría
sin que nadie me parlotee en la oreja todo el santo día.
Ante el loro Patrocinio Funes, la bruja Espinoza no dio el brazo
a torcer. Luego la invadió un silencio recapacitador en cuyos
pensamientos admitía que ningún hombre podría enamorarse de ella,
ya que la mayoría temía convertirse en un sapo mofletudo después de
un hechizo En el fondo reconocía que hubiese sido lindo que alguien le
cebara unos amarguitos y que compartiera con ella las tortitas al
rescoldo que tan bien le salían. Además, a diferencia de todas las brujas
declaradas oficialmente, no era fea ni tenía la nariz ganchuda.
Reconociendo una vez más que el loro tenía razón, se dio vuelta enojada
y lo sacó del rancho a escobazos.
— Andá a hacer publicidad callejera y a conseguirme más clientes
que si no, no vamos a parar la olla.
— Un día de estos me voy a cansar de tantos malos tratos y
me voy a ir donde sepan valorar quién soy.
— Tomatelás de una vez. No sé quién te va a tratar mejor que
yo. Dale, dale, rapidito, moviendo las alitas.
Ni bien se quedó sola, Ernestina se puso a inspeccionar su libro
de cabecera. Leyó y releyó la fórmula para el amor .Volvió a cerrar el
libro y dio un suspiro, pensativa. No había caso; cada vez que ponía en
práctica esta receta, seguro le salía al revés .Se resignó a no poder
prestar este servicio a su estimada clientela.
La nochecita llegó lentamente y amplificó la ausencia. Patrocinio
nada, ni había asomado las plumas por el rancho. Ernestina ya había
salido varias veces al patio creyendo escuchar que llegaba. Ya tarde y
cansada, decidió irse a dormir.
— Ya va a venir cuando le de hambre a ese loro atorrante—
pensó sin estar muy convencida—. Seguro que se quedó en la casa de
algún amigote.
El día sorprendió al rancho en el más absoluto silencio. El loro
no había regresado.
— ¡Pero será posible! Cuántas veces le he dicho que me avise
por dónde anda. En cualquier momentito aterriza y ahí me va a escuchar.
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¡En lechuza lo voy a convertir!
Pasaron los días y Patrocinio ni mú, nada por aquí, nada por allá.
La bruja, al borde de un ataque de nervios, pensó lo peor y decidió ir a
buscarlo. Le echó combustible a su escoba y recorrió todos los campos
de los alrededores. Cada vez que veía a alguien caminando bajaba y
preguntaba por el loro, mostrando una foto que tenía de su último
cumpleaños. Con la escoba y el ánimo a la rastra, volvió. De tanto
sobrevolar la zona se quedó sin nafta súper, con la certeza de que
había perdido para siempre a su fiel compañero.
Debajo de la galería de cañas lloró y lloró y como era la primera
vez que lo experimentaba, inundó el fuentón con lágrimas. Ahí se dio
cuenta y reconoció cuánto quería a ese loro fanfarrón con el que
compartía su vida.
A pesar de la tristeza siguió con sus rutinas brujeriles y hasta
pensó en adoptar una mascota para hablar con alguien. Pero sabía que
como Patrocinio no habría otro.
Un día, sentada en el patio mientras le hacía chapería y pintura a
la escoba, sintió un ruiderío en el fondo del rancho. Casi se cae de
espaldas cuando descubrió a Patrocinio rodeado de otros loros a su
alrededor.
— Hola, brujita, ¿me extrañaste?
— ¡Pero, loro sinvergüenza, vení, que si te agarro te saco todas
las plumas para un plumero!
Tuvo que correr rapidito el loro para que la bruja no lo alcanzara
por los alrededores del rancho, hasta que se cansó y se paró en seco.
— Bueno, pare de correrme que si no, me va a dar un infarto.
— Pero como te atrevés a aparecerte así como si nada y encima
con toda esa manga de amigotes.
— Espere que le explique. Esos no son amigotes—respiró
profundo Patrocinio—. Ella es Clodomira y es mi esposa; el resto son
nuestros periquitos. El día que me corrió con la escoba la conocí y me
enamoré al instante y me dio cosa volver. ¿Cómo le iba a contar que
encima tenía novia? No la podía traer aquí; nos iba a sacar volando a los
dos.
— Sí, tenés razón— confesó con la cabeza gacha la bruja— He
sido una bruja sin corazón. ¡No sabés lo que te he echado de menos! —
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Hizo un silencio corto y afirmó—: Si querés volver, sabés que las puertas
del rancho están abiertas para vos.
—¿Para mí solito?
—Bueno, para vos y toda tu familia. Total, donde comen dos
comen muchos más.
A partir de ese día el rancho nunca más estuvo en silencio. Las
lágrimas de la bruja, que estaban guardadas en damajuanas, le sirvieron
para por fin hacer el hechizo del amor con resultados espectaculares.
De todos los alrededores venían para que Ernestina les curara el mal de
amor. Menos mal que a cada tanto siguió llorando para que no se
agotaran sus provisiones de lágrimas. Muy buenos resultados dieron
sus pociones para la clientela y parece que para ella misma también,
porque un día en que Patrocinio y su familia venían volando del pueblo,
vieron en el patio a la bruja sentadita en una silla de totora juntito a un
señor que entre risas y risitas le cebaba unos amarguitos. Ahí nomás
Patrocinio le hizo un chiflido a los suyos y enfilaron de nuevo para el
pueblo.
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MARÍA DEL CARMEN MLADINIC MAIMONE
Desde 1982 vive en Villa Nueva. Durante veinticinco años desarrolló sulabor docente en el Colegio Padre Claret. “Las letras me buscaron, no pudeeludir sus embrujos. Escribir es una pasión, un vicio, una necesidad irresistible,es parte de mi esencia, resplandor inextinguible”, dice. Ha recibido premios ymenciones en distintos certámenes por los cuales sus narraciones han sidopublicadas en diferentes antologías.
JINETES Y ESPECTROS
En el oeste, una espesa capa terrosa faldea las montañas y
oculta el piedemonte.
Cientos de jinetes cabalgan en la furia de una espantosa
polvareda.
El gigante se aproxima, le abre paso la opresión del aire seco
en los pechos y en los corazones.
Temor en los ojos, dolor en las osamentas y por los recuerdos.
Se aproxima el zonda, sucio y desalmado; ni siquiera el Cacique
con su torrente veloz puede amainar tanta furia.
Mi padre arrastra resignación y renguera, asegura los palos del
corral para que Carbonilla no se escape; el caballo, fiel y flaco, muestra
las costillas igual que su amo. A la bestia le gusta el viento porque lo
espera cabeza levantada; deleitoso ventea el horizonte, entrecierra los
ojos como si galopara brioso y libre en un mundo elegante; por algunas
horas no tirará del carro, después, ¡sí!, el trabajo será intenso.
Mi madre castiga carbones y cenizas, frenética sofoca las
brasas del fogón. Ella llora. Lágrimas hondas surcan la vejez prematura,
vejez anticipada por miserias y penas, dolores con huellas incurables
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en la mano izquierda donde la tragedia dejó sus estigmas, castigo por
una culpa que no le pertenece. Siento deseos de acercarme, abrazarla,
decirle, sin palabras, cuánto la quiero, que yo también sufro, pero no lo
hago, “Los hombres deben ser fuertes, los hombres no lloran”, me han
dicho. Quizás, más adelante, la vida me enseñe de qué manera los
machos superan las penas.
Hace tiempo, cuando vivíamos en una casilla junto al basural,
detrás del cementerio, llegó el zonda; maligno, trajo fuego y entró en la
casa donde dormíamos mi hermana y yo. Rosalita tenía un año, volvió
del hospital en una caja, parecía una muñeca con los ojos cerrados. “Se
quemó por dentro”, dijeron los vecinos. El incendio robó lo poco que
teníamos y deformó las manos de mi mamá porque se atrevió a
enfrentarlo desesperada, en vano intento de rescate.
Después los tres, con el caballo, el carro, mi perro y la pobreza,
vinimos aquí; es un lugar mejor, cerca de las vías del tren; tenemos luz
y no necesitamos acarrear agua. Los mayores están construyendo casas
de verdad, es un “Barrio por Ayuda Mutua”. La que va a ser nuestra
crece cerca del carril Godoy Cruz; cuando vivamos en ella iré en ómnibus
a la escuela.
Ahora, sin que me lo pidan, cierro las ventanas y la puerta.
Encerrados en la cocina, mi mamá descifra noticias de una vieja revista
que le prestó la vecina, mi papá escucha la radio y yo repaso las tablas
de multiplicar mientras acaricio las orejas de mi mascota, compañero
de travesuras. Escucho los aullidos del polvo, imagino zarpazos en el
techo de zinc, una bestia que se enrosca en los troncos de los árboles;
espectros asfixiantes remontan papeles, basuras y hojas, siluetas
espantosas que todo rompen.
Cuando vuelva la calma saldremos con el carro, tendremos
jardines de casas de ricos para limpiar y veredas para barrer. Pero en
ciertos lugares, lujosos y encerrados por grandes murallones, no nos
dejan entrar. ¿O será que los habitantes no quieren salir? No sé. No
entiendo. “Aquí había una bodega, viñedos, olivares. En este lugar estaba
la fábrica de…”, recuerdos que transmite mi viejo con nostalgia. Y siempre
agrega: “Los abuelos trabajaron de sol a sol, los hijos disfrutaron y los
nietos malgastaron los bienes”.
Lo cierto es que acarrearemos ramas para caldear el horno.
Carbonilla disfrutará de brotes tiernos y, si hay suerte y tiempo,
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elegiremos en la feria verduras y frutas que, por el castigo del viento, no
podrán vender.
No me gusta el zonda; lo digo en mi corazón para que no escuche
y me castigue. Es ladrón, pesado, arrebata lo más querido; cuando él
llega no puedo ir a la escuela y me quedo sin leche y sin pan con dulce.
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ROSA PEREYRA
Nacida en la Rioja, reside en Guaymallén, desde su infancia, sin renegar desus raíces. En esta localidad ejerció la docencia por casi treinta años se jubilóen 1985. Escribe cuento corto y poesía. Su obra poética tiene dos vertientes:lírica y costumbrista. En narrativa produce cuentos actuales y costumbristas.Ha obtenido veintiún primeros premios en poesía y diez primeros premios ennarrativa dentro del país y de la provincia, como asi también segundos premiosy menciones. Ha editado Rosa y Laurel (poesía escolar, tres ediciones), Agua delcántaro y La espina doliente (poesía) y Viento del valle (cuentos). Ha participadoen veinte antologías (tres de ellas en Guaymallén) y tiene como obra inéditanueve libros de cuentos y diez de poesía.
KILÓMETRO ONCE
¡Buena farra la de los Vilpes¡ Dos días y dos noches de coma,
chupe y baile. Estos del Gomensoro sabían hacer las cosas, todo en
cantidad, pero él debía volver al trabajo.
Capaz que el patrón estuviera enojado ya. ¿Y si hubiera puesto
al Estaurino Meneces a cosechar la lechuga? No, no sería justo. Él había
doblado el lomo sobre la tierra desde un principio; lavar el salitre con el
agua hasta las rodillas, arar con una mula vieja; abonar, surcar, sembrar,
regar… Dos años y medio en esto. Nadie, sino él, cosecharía. ¿Qué se
pensaba Meneces?
Frío. La madrugada aún estaba lejos. El vino lo zangoloteaba
desde la cabeza turbia hasta las piernas flojas como bolsas de trapo,
pero había que llegar hasta Kilómetro Once. Se le entibió la sonrisa al
pensar en el barrio moreno que coyas como él, tan pobres, tan guapos,
habían transformado en progresista colonia agrícola.
—Andate por las vías abandonadas—. (Esas por donde los
trenes trajeron a miles de sus paisanos, a muchos de los que vivían
prósperos en el Gomensoro y que iban por la tercera o cuarta generación
de descendientes).
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Frío. A nada ayudaba la copa de aguardiente que le dieron al
despedirlo. El aire nocturno laceraba sus pulmones resollantes. Nadie
en la noche; los últimos vehículos del domingo ya habían pasado y todavía
no comenzaba el tránsito del lunes. Feo, muy feo andar solo en la
oscuridad.
La curva y, ahora, hacia el sur. El viento sureño salió a recibirlo
con los brazos abiertos y lo congeló al estrecharlo. Con manos
insensibles se envolvió la cabeza en el ahuallo que le habían prestado.
Los rieles discurrían ahora por un terraplén alto y desolado. A su derecha,
las luces de Villa Nueva y a su izquierda, las de Patrón Santiago guiñaban
solidarias, pero demasiado apartadas para acompañarlo.
El dolor de la cara petrificada se le hacía intolerable. Lágrimas
sin llanto le surcaban los altos pómulos oscuros. El viento, como un
gran perro juguetón, daba saltos a su alrededor, empujándolo con sus
manazas heladas.
Trató de avanzar. Una piedra suelta escapó bajo su pie y se
sintió devorado por la hondura del terraplén.
Unas matas de chilca habían menguado el impacto de su caída.
Aturdido, sacudió la cabeza al comprobar que no estaba solo. ¿Su
padre? ¿Su tatay...? ¿Era el tatay?
—¿Nanankichu, huá? —le decía mientras lo ayudaba a
enderezarse.
Comprendió. Él no era un hombre ahora; era solo un niño como
cuando se había despeñado en Huilpas por alcanzar un manacay. Así lo
había apoyado el tatay entonces.
Quiso hablarle de su vida, su trabajo, la chacra, la mujer, los
hijos, pero el torbellino de su cabeza lo desplomó de nuevo sobre el
pecho paterno. ¿Dormitó? Al despertar, se encontraba solo otra vez.
¿Su padre, el tatay? ¡Pero si hacía más de quince años que yacía bajo las
arenas de Huilpas!
Aún mareado, se levantó. Entre las plantas, el viento no era tan
agresivo. Un kilómetro, un kilómetro le quedaba todavía hasta el puente
y, desde allí, seis más hasta Kilómetro Once.
Comenzó a caminar entre la basura: botellas y bolsas de plástico;
pañales descartados; ropas desechadas, mugre. Se le enredaban en los
pies. Apenas avanzaba.
Unos perros carroñeros le gruñeron, furiosos, y se apartó del
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terraplén. Un kilómetro, mil y pico de pasos, una eternidad por andar.
Frío. Húmeda se insinuaba la brisa de la madrugada. Entre nubes
asfixiantes, brotaban semillas de luz desde el oriente. Lo pialaba el
cansancio. Cayó de nuevo.
Ahora su madre, la mama buena, le cantaba:
“Dormite guagüita que la noche es larga.
Caliente en mi espalda, te lleva mi manta.
¡Ay, duérmase, mi pichoncito!
Araranga, pasanga, sanga, pasán,
Carapicuy coskay. Carapicuy coskay”.
Pero él no debía dormir, debía llegar al puente, al Carril, a
Kilómetro Once para cosechar sus lechugas antes que el Estaurino, a
cobrarle al patrón el sudor con que había regado los surcos.
Caminar. Obsesión dominante. Ahora sus hijitos corrían delante
de él, se detenían, lo llamaban. Recordó los chupetines que llevaba para
ellos y quiso alcanzarlos para dárselos. Apuró el paso, pero los niños,
veloces, se distanciaron.
Frío. La luz perdía terreno, presa de las nubes. La amenaza de
lluvia se convirtió en realidad: agua menuda, caladora, finísima. La mente
abandonó su cuerpo fatigado, aterido, que siguió caminando hacia
Kilómetro Once.
Él arreaba sus ovejas, en Milpas. La senda áspera le era conocida
pero sus pies pesaban tanto. Frío. La lluvia dispersó las ovejas. Otra
vez solo. ¿A dónde iba?
Por un momento recordó: Kilómetro Once, su casa, su chacra,
las lechugas, la codicia de Estaurino. Quiso apresurarse. Imposible. Un
alambre artero le trabó los pasos y cayó por enésima vez, ahora en un
charco.
Frío. Por suerte, el tatay y la mama estaban allí, lo amparaban.
—¿Nanankichu, huá?
Pero ya no le dolía nada. Las manos queridas lo despojaban del
cansancio como de una manta sucia. Entre ambos lo levantaron y se
fue, con ellos, lejos, lejos.
En kilómetro Once, Estaurino Meneces comenzaba a cosechar
las lechugas bajo el tímido sol de la mañana.
• Nota. (¿Nanankichu, huá?: ¿Te duele, hijo?)
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LAS HERAS
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“... Son muchos los hombres y mujeres que se avergüenzan de las
costumbres de su tierra. Trágicamente, el mundo está perdiendo la ori-
ginalidad de sus pueblos, la riqueza de sus diferencias, en su deseo
infernal de ‘clonar’ al ser humano para mejor dominarlo. Quien no ama
su provincia, su paisaje, la aldea, el pequeño lugar, su propia cosa por
pobre que sea, mal puede respetar a los demás”.
ERNESTO SÁBATO
La Resistencia
Agradecemos a la Secretaría de Cultura por la convocatoria y la
oportunidad de plasmar en estas páginas el sentir de nuestros
escritores.
Que las mismas sirvan para escuchar las voces de nuestra gente.
Municipalidad de Las HerasDirección de Cultura
Áreas de Letras, Administración y Biblioteca Pública“Dr. Manuel A. Sáez”
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AUTORES
Alicia Marta Andon
Juan Carlos Benavides
Nora Bruccoleri
Silvia Carosella
Judith Carunchio
Yayi Ceverino
Mariam Romero Day
María Gloria Beatriz Duarte
Patricia Encina
Rosario María Gianni
Roberto Rodolfo García
Aldo Chersick
Sergio Herrera
Wilda Alcaraz de Lodi
Celia Delicia Flores Molina
Hilda Olivera de Musso
Juan Carlos Prestifilippo
Graciela Reveco Manzano
Alicia Rivera
Martín Pablo Rodríguez
Luis Santarone
Susana de Vanella
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NORA BRUCCOLERI
Nació en Mendoza, en 1956. Es maestra por vocación. Publicó en Edicio-nes Culturales de Mendoza su primer libro: Memorias del pedernal en 1995, quehabía ganado una mención de honor en el concurso del Fondo Nacional de lasArtes en 1993. Oído de pájaros es su segundo libro, editado por Canto Rodadoen 1998 y subsidiado por el Fondo Provincial de la Cultura de Mendoza. Cuentacon varias obras inéditas. Ha participado en los libros: Poesía-Prosa SADE en1990, El insulto, ¿pena de Muerte?, Compadres de Armando Tejada Gómez, Aquinientos años, Poesía-Prosa SADE 93, 94, en las revistas Octacordio y Cántarode Mendoza; así como en otras publicaciones provinciales y nacionales, comoLa Quinta Pata y La Vena. La revista chilena La Hoja Verde la premió en dosoportunidades y ha publicado sus poesías. Fue galardonada por la Subsecretaríade Cultura de Mendoza, por la SADE de San Luis y otros organismos. Comodocente, coordinó el programa educativo-cultural Herencia Viva en Mendozaen 1990-91, que rescató contenidos de nuestra identidad, en cuatro libros contestimonios de niños y adultos. Hasta la fecha continúa esta labor, que preservanuestro patrimonio como pueblo, en la escuela lasherina “Dr. Leopoldo Suárez”,donde ejerce su oficio. En el 2005 se publicó el libro La Herencia Viva de Laleopoldo.
RELATO
Yo que nací en diciembre y deseo oler a jazmín, fui culpable
desde la niñez de hacer crecer la palabra en aquel patio con macetas,
las que conversaban conmigo y se volvían bosques, selvas. De hacer
crecer la palabra sí, en la mala noche que dibujaba en las celosías miedos,
los que el velador de los cuentos borraba.
La palabra desde entonces y antes para luego, ahora, siempre,
dar de beber a mi obstinado vicio de pensar el mundo sin sed y con
tantos aljibes humanos.
La palabra endereza mis amaneceres para que nunca deje de
verlos tal cual son. Será por ello que saludo cada día el árbol de mi
vereda, creyendo que se repite por sobre toda la tierra una bandera
ante la que se ponen de pie los que están de pie ante la vida, para
acurrucarse cuando es preciso junto al pájaro.
Por ello y por tanto más que queda tendido y se evapora, para
volver siempre a nutrir de verde, es que hago mi declaración de amor a
la poesía.
100
CENTURIAS ANTES DE 1810
Centurias antes de 1810
en Huentata
la gente retrataba sus razones
entre lo esquivo de la precordillera,
los reflejos laguneros
y la tenacidad del piedemonte.
Comarcas con polvosos vientos
demandaban a la piedra
a su altivez del oeste
perpetuar sus pasos
por el camino del Inca
en el valle de Uspallata,
epílogo de límpido peregrinar
por atávicos ritos
grávidos de certezas.
Lo andino enraizaba su rigor
entre las manos huarpes,
cobrizo nido de junquillos y gredas
que rezumaban en vasijas y cestos
confidencias remotas.
Pacífica estirpe
la de estos escribas
del agua encauzada,
del fuego y sus alegorías,
y de legados semilleros
que sostenían tenaces leyendas
con estíos ardientes
y descoloridas heladas.
Leyendas con temblores
encorvando la gloria del vivir
y estampas atardecidas
en el espinazo de la montaña.
Este pueblo de invictas calabazas
que congregaban rastros de lluvia
con la cortesía que desafiaba
101
al secano
se empecinó en arduas labores
con el ánimo de irrigar,
aquí las acequias, los zanjones
fueron emisarios de ancestrales ingenios.
Los huarpes clarearon
en las corolas del milcayac
libando entre sus propósitos
y el dominio del Tahuantinsuyu
hasta que el ultraje, el desalojo
del invasor español
desdichó las crónicas
espinó el evocar.
En Huentata las andanzas
entre el mapa de las jarillas
y el totoral labrado en balsas
fue tronchado
como las recompensas del quehacer,
el madrinazgo con la pesca y el tejido.
Tantas centurias sin insurrección
ante la ruindad de la encomienda,
de la reducción y de la mita.
Tal la rúbrica del conquistador
domeñando en minas, campos,
labores serviles
y éxodos de exterminio
a quienes tuvieron el idioma
cantarino del río
que migra hasta el celaje
redimiendo sueños
y es querencia
desde el pedregal donde deshiela
la originaria historia
de nuestra tierra.
102
103
MARTÍN PABLO RODRÍGUEZ
Especialistas en la enseñanza de las Ciencias Sociales. Hace treinta y dosaños que ejerce la docencia en Las Heras.
DILAPIDANDO CENTURIAS
Asimetrías existenciales y esperanzas vanas
Introducción
Es sabido que hacer Historia surge de sumar acciones que arman
procesos y que contribuyen a los desarrollos tanto personales como
de conjunto. De igual forma, se reconoce que esos hechos históricos
nos llegan a través del relato de especialistas. Consecuentemente, el
historiador es quien se documenta y se interioriza de esos
acontecimientos para contarnos, bajo la observación crítica del análisis,
los modos y las razones del encadenamiento de los mismos, tratando
de mostrarnos la impronta de las épocas narradas y llegando, inclusive,
a proyectarse intentando vislumbrar el sentir de los tiempos que se
avecinarán.
Frente a la complejidad del historiar, conviene advertir que el
presente trabajo, pese a su trasfondo, no es específicamente histórico,
sino que, en actitud jactanciosa, pretende ser un parangón de
sensaciones entre dos realidades existenciales diferentes: la de un
104
personaje ilustre, el Dr. Carlos IBARGUREN, frente a otro personaje ilus-
tre, ilustre desconocido que soy yo, quien escribe estas planas. No se
piense tampoco, ni remotamente, que es algo similar a una reedición de
la célebre obra histórica Vidas Paralelas (cuyo autor fue Plutarco, nacido
en Queronea, ciudad de la región de Beocia, en la Grecia Clásica).
Convengamos, también, que mi vanidad tiene un límite.
A raíz de esta tendencia actual de que todo tiene o debe hacerse
en función del Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810, me
dispongo a tratar de relacionar o establecer comparaciones entre
impresiones diferentes desplegadas en circunstancias también
diferentes. Entonces, a lo sumo, se trata de una búsqueda de similitudes
o no sobre instancias personales relacionadas con los respectivos
entornos sociopolíticos, económicos, culturales, etc., y los sueños que,
naturalmente, nos forjamos los seres humanos en función de las
situaciones y realidades vivenciadas.
1 - Diversidades biográficas y anhelos compartidos.
Digo Carlos IBARGUREN, y me estoy refiriendo a un gran jurista
que nació y vivió en nuestro país entre 1877 y 1956. De una familia
tradicional y egregia de Salta, donde había nacido. Con un árbol
genealógico de alcurnia pues, tanto por vía paterna como materna, estaba
emparentado con los Uriburu, los Güemes y hasta con descendencia de
conquistadores y primeros pobladores del norte argentino. Por si fuera
poco, casado con una digna representante de la aristocracia porteña,
María Eugenia Aguirre, ligada a familias virreinales como los Aguirre
Micheo, Ituarte, Pueyrredón, Anchorena y otros apellidos de estirpe dentro
de nuestra sociedad que, sin ser de origen nobiliario, supo marcar
diferencias entre prosapia y prosaico.
Ibarguren fue un destacado hombre público con buenos
desempeños al servicio de la República. Como que fue un eminente
docente de la Universidad de Buenos Aires por más de un cuarto de
siglo (profesor de Derecho Romano en la Facultad de Derecho y de
Historia Argentina en la Facultad de Filosofía y Letras), también
subsecretario del Ministerio de Hacienda, secretario de la Suprema Corte
de Justicia, ministro de Justicia e Instrucción Pública, Interventor Federal
105
en la Provincia de Córdoba y Presidente de la Academia Argentina de
Letras, sumado a que desplegó una interesante labor literaria con gran
impacto en nuestro universo cultural, al igual que en nuestra vida política
e institucional.
Rememorar la existencia del doctor Carlos Ibarguren nos permite
rescatar uno de sus legados más preciados, un documento latente sobre
la realidad política de nuestro país, y que fue su obra La Historia que he
Vivido. Un vasto memorial que, como lo indica su título, nos transfiere
historia viva y vivida de épocas azarosas. También de las otras de
nuestra sufriente y querida, aunque a veces lo simulemos bien, República
Argentina.
A modo de presentación y síntesis del libro mencionado,
podemos decir que el texto desanda, luego del primer capítulo que
refiere sus orígenes en su tierra natal, un prolífico y abundante relato
sobre un período de alternativas autóctonas y extremas entre 1880 y
1943. Por las extrañas paradojas de nuestra, a veces, incomprensible
historia, esos años fueron de coincidencia en instancias revolucionarias
aunque de contraste en las búsquedas: la primera (Revolución de 1880)
para poner término a la persistente e inexplicable lucha entre el interior
y Buenos Aires convertida, por fin y por ley nacional, en metrópoli
federalizada; y la segunda (Revolución de 1943) se trató de una rebelión
militar para frenar la entrega y los avasallamientos sobre nuestra
maltratada idiosincrasia.
En el ciclo histórico referido resulta incluido el Primer Centenario
(1910) de la Revolución de Mayo, tiempo útil a nuestra comparación y
del cual el doctor Ibarguren fue contemporáneo. Contaba, por ese
entonces, con treinta y tres años, seguramente pletóricos de proyectos
y con toda la carga emocional que significaba asistir a hechos festivos
que se mostraban como hitos anticipadores de rumbos futuros.
A mi vez, y esto no lo digo con sentido lastimero, carezco de
todo abolengo, ya que soy hijo de un inmigrante español con quien conté,
lamentablemente, pocas posibilidades de hurgar en su historia personal,
ya que tuvo la mala ocurrencia de fallecer cuando yo transitaba mi
adolescencia –etapa en la que los jóvenes transitamos un proceso de
incomunicación con nuestros mayores–. Por lo que deduzco que mi padre
llegó a estas tierras a fines del ‘30 o principios del ‘40 y tal vez haya
sido alguien, sin desmerecerlo porque lo sigo admirando, que escapaba
106
de los horrores y miserias de la Guerra Civil Española o de la bestialidad
de la Segunda Guerra Mundial. Mientras que mi madre fue hija natural
con todo lo que ello influye sobre los silencios personales y, en este
caso, por pudor o por respeto jamás se me ocurrió ahondar sobre su
procedencia.
A favor de mis padres debo reconocer la nobleza de sus
actitudes que, sobreponiéndose a sus raíces y destinos inciertos,
supieron compatibilizar sus respectivas ausencias y conformar una
pareja consolidada en el afecto, que nos llegó (hablo de mis otros tres
hermanos: dos mujeres y un varón) a través de sus gestos y de sus
actos generosos.
Además, y para evitar instalarme en la nostalgia quejumbrosa,
admito que las urgencias del contexto socioeconómico empujaron mi
desinterés por la averiguación sobre mis antepasados. Razón por la
cual considero que, para mi gusto, por la brevedad de lo comentado y
por la sencillez de mis progenitores, a mi abolengo familiar le sobra
árbol y, entonces, lo mío encaja perfectamente en un arbusto genealógico.
Ironías al margen, aunque no haya tenido abuelitos me considero de
buena madera.
De mi actividad pública no tengo mucho para decir pues, sin ser
secreta, podría afirmar que es casi privada por lo escasamente conocida,
salvo para mi entorno personal que comprende a familiares y
compañeros de labor. Y esto es así por mi apego al anonimato, porque
nunca comulgué con el poder, con sus influencias ni con sus espacios
y tampoco tuve mayores aspiraciones en desempeñar cargos de
relevancia –no creo que nadie se hubiese aventurado a ofrecerme algo–
. Sin embargo, he transitado y transito por la vida haciendo cosas. No
podría ser de otra forma. Lo más expuesto que he realizado es mi tarea
de profesor de Historia en el nivel medio por más de treinta años.
Habiendo referido sobre mi origen familiar y mis desempeños,
corresponde completar esta analogía asimétrica haciendo mención, al
igual que Ibarguren, de mis elaboraciones literarias. En este apartado
debo afirmar que resulta muy presuntuoso de mi parte aludir, bajo esa
categorización, a algunos de mis escritos sueltos que andan por ahí
dispersos en los estantes de mi reducida biblioteca. Por lo tanto, me
eximo de mayores comentarios acerca del legado literario, aunque escribir
para mí sea parte de una afición tardía, sin ninguna difusión y desplegada
107
a modo de catarsis personal. Se trata de trabajos inéditos y
desconocidos. O sea que, literariamente, no tengo patrimonio para dejar
y, entonces, libero a mis herederos de la pesada carga sobre los posibles
reclamos por derechos de autor y sus complicaciones posteriores.
Mi limitado caudal histórico reduce las comparaciones. No
obstante, entre las escasas semejanzas, es dable observar una sencilla
y fácilmente identificable: estoy hablando de dos individuos –conjunción
de materia y espíritu– con existencia cierta, apasionados por el
magisterio y a quienes la vida les ofreció y ofrece la posibilidad de
transitar por fechas de celebraciones centenarias de la Patria (vocablo
raro y, tal vez, incomprensible por estos días). El doctor Ibarguren en el
primer siglo y, en mi caso, esta cercanía con el bicentenario. Es en función
de esta ligazón que me animo a desgranar pareceres, preocupaciones y
anhelos relacionados con esas festividades y las expectativas
personales que cada uno a su turno y a su manera concibió y proyectó
para su vida personal, inserta en el conjunto social de esta entelequia
denominada Nación Argentina.
La inquietud por asociar impresiones se instala desde el mismo
momento en que releyendo el Proemio del libro referido, el de mi
imaginario interlocutor, nos encontramos con estas expresiones: “Las
memorias, cuando trazan cuadros históricos y no se reducen a anécdotas
triviales o a nimias reminiscencias, son elementos preciosos para conocer
el pasado en la intimidad no documentada y en los detalles palpitantes
que se borraron. El color y el calor que encendió lo que fue, no se ve ni
se siente en la fría reconstrucción de lo acontecido hecha científicamente
por los investigadores. La vida que se apagó, su clima, su ritmo peculiar,
la trama sutil de pequeñas y grandes cosas que corrieron con las horas
y los días para hundirse en el tiempo sucedido, se disipa con el instante
que pasa, y muchos hilos no aparecen en la documentación yerta que
queda. El recuerdo fiel de esa existencia fenecida, evocada con emoción
por los que la vivieron, comunica animadamente a los historiadores
todo lo que éstos no pueden percibir en los archivos…. Ha finalizado
una era histórica en sus aspectos políticos, económicos y sociales. Ideas,
creaciones e instituciones que se consideraban definitivas han sido
aniquiladas o derruidas; nos hemos cerciorado de que fue quimera el
optimismo y la creencia en el progreso indefinido. Alcancé el último
resplandor de un mundo esplendoroso y satisfecho, he visto y sentido
108
el panorama magnífico y el espíritu pujante del siglo XIX en su postrime-
ría, la seguridad del perfeccionamiento y del progreso, de la paz, de las
riquezas y de la venturosa realidad del goce de la vida. Todo concurría
entonces a infundir en el alma y en la mente de la juventud la convicción
de que, con el adelanto de las ciencias, los pueblos llegarían a lograr la
felicidad social. El siglo XX se inició, así, promisorio. Me tocó en suerte
disfrutar ese momento preñado de dicha y de ilusiones, respirar esa
atmósfera saturada de confianza en el porvenir. He visto a mi patria
desarrollarse y engrandecerse; he cooperado a su servicio,
modestamente, en la función pública, en la cultura, en la enseñanza y en
el gobierno; he conocido y tratado a muchos de los próceres argentinos
que organizaron y dieron lustre a nuestro país, y hasta he alcanzado a
los últimos sobrevivientes de la gloriosa epopeya de la Independencia
Argentina y Americana. En este prolongado viaje, cerca ya de su término,
presencio hoy la conmoción universal de esta hora crítica; contemplo a
las naciones que se debaten inquietas sin percibir luces nuevas que
reemplacen a las que se extinguieron en su marcha hacia un destino
incierto. Dedico este libro, de historia y de recuerdos, a las nuevas
generaciones que ignoran lo que fue la Argentina y el mundo hace más
de medio siglo”. (1)
La cita es lo suficientemente expresiva para que, reconociendo
las distancias con el referente, me decida a plantear dentro del contexto
sociopolítico, desde mi perspectiva y desde mi experiencia, las
sensaciones propias que tuve y me tocaron presenciar o las que tendré
que transitar en esta correspondencia con la proximidad de la segunda
centuria de nuestra vida independiente.
Es claro que ciertas apreciaciones o miradas resulten disímiles
por un sinnúmero de circunstancias. A modo de ejemplo resultan
suficientes acotar las siguientes: a) el marco geográfico en que
desenvolvemos nuestras respectivas vivencias termina por imponer
condiciones y limitaciones que sugieren esa disparidad, ya que Ibarguren
se situó en el centro del escenario político donde se cocina todo y,
según la expresión popular, “Donde atiende Dios”, por mi parte figuro
posicionado en esta distante Mendoza, alejada en su momento del
ajetreo capitalino y hoy interactuando con el mundo obligada por las
exigencias de la globalización dominante; b) el ámbito socioeconómico
que nos cobijó a ambos desde la niñez –aristocrática abundancia, aunque
109
sin lujos al decir de Ibarguren, versus mis humildes y efectivas carencias–
y que, lógicamente y sin quejas, nos marcó de modo dispar y para
siempre; y c) el aspecto ideológico que, según mi criterio, no debiera
ser algo que nos distancie, pero que, tristemente, suele jugar un rol
decisivo en el momento de los parangones. En este sentido, Ibarguren
está claramente identificado en el llamado “nacionalismo Cultural” y esto
lo convierte en un personaje conservador muy aferrado a sus líneas de
pensamiento, mientras que, por mi parte, me autodefino un “justicialista
renegado”, porque no me gustan los condicionamientos y, en ocasiones,
me posesiono de un verdadero agnosticismo porque descreo de las
pretensiones ideológicas absolutas, mucho más en política en la que he
presenciado cambios excesivamente notorios, que someten a los
individuos a la pérdida de universalidad.
Empero, como el sondeo no pretende ser crónica histórica,
investigación sociológica, análisis ideológico ni elaboración resentida,
sino que apunta, desde las utopías que todo ser humano construye en
ciertos momentos de su existencia, a conectar emociones, corazonadas
y fantasías proyectadas. Por eso la alusión puede resultar adecuada en
la medida en que nos anticipa y sugiere, según las deducciones,
contrastes en las respectivas vivencias aunque acercamientos en los
posibles y esperanzadores horizontes. Entonces, la comparación vale
para el propósito.
2 - Cuando los sueños valen porque cuestan
En concordancia con su relato, resulta claro imaginar expectante
a Ibarguren frente al variado espectáculo que, por sus años jóvenes,
nuestro país le permitía observar: un progreso creciente e inagotable,
una organización que caminaba con trancos firmes y rápidos en la
consolidación institucional, más una dirigencia que parecía mostrar
solidez de valores y coherencia en sus actos. Favorecido, también, por
los desaguisados de un mundo embretado en una carrera alocada que
lo terminaría sumiendo en destrucción y lágrimas.
Por ese entonces (1910) la República Argentina, bastante
avanzada y sólida su estructura orgánica, sumaba legalidad y se afianzaba
materialmente. Sin alardes, comenzaba a dar muestras de sus
potencialidades al mismo tiempo que se descubría como una fuente
110
inagotable de posibilidades. Los desarrollos y aportes previos (por nom-
brar algunos: alfabetización, inmigración, colonización y creación
institucional) la habían convertido en la “Reina del Plata”. Luego, la receta
válida para mantener ese rumbo, pasaba por saber amalgamar todas
esas fortalezas con políticas públicas congruentes que estimularan el
despliegue de tales energías y permitieran sostener los diferentes logros.
Dependía, pues, de las decisiones y de la capacidad de los
responsables de nuestro derrotero de continuar por la vía de la
legitimidad institucional y de ampliar el contexto participativo republicano
a ciertos sectores sociales, para que el concepto pueblo comenzara a
cargarse de significación. Tarea difícil por aquella época en virtud del
tironeo propio de los intereses del grupo preponderante contra las
presiones de los sectores medios, aglutinados en las fuerzas de la Unión
Cívica Radical, que pugnaban por transparentar las determinaciones
soberanas haciéndolo partícipe al pueblo.
Pero no quiero caer en un relato histórico que Ibarguren, con
mejor conocimiento de causa, nos comenta pormenorizadamente.
Importan sus vivencias transferidas a sus pensamientos, sus imágenes
mentales, sus ilusiones, sus aspiraciones, etc. Y esto lo refleja bien en
un artículo que escribió, en 1897, en la revista literaria JUVENTUD:
“…Concluye mi artículo confiando en la nueva ciencia que nace: la
Sociología, que alcanzará en el venidero siglo XX un grado de adelanto
análogo al conseguido en la Química, Física y Mecánica en el presente.
Con ello se logrará el bienestar social a favor de la clase obrera, miserable
hoy, y se lo obtendrá sin revoluciones violentas. Y con el ingenuo
optimismo que dominaba a los espíritus en aquella época magnífica de
esperanzas para la humanidad, termino con esta frase que caracteriza
la visión que teníamos del porvenir: La moderna civilización se habrá
completado entonces, el mundo en su perpetua marcha habrá avanzado
enormemente en nuevas manifestaciones de progreso, y la humanidad
en el siglo XX conquistará una gran victoria en su eterna lucha por el
perfeccionamiento. Este ensayo expresa, con entusiasmo y
grandilocuencia juveniles, el miraje ideológico que nos persuadía a fines
de la pasada centuria.” (2)
Vana quimera la de los hombres: eso de confiar, de esperar, de
depositar en postreros ajenos la igualdad de oportunidades para
permitirnos la obtención de logros. ¿Por qué tantas demandas de sueños
111
nos reclama el porvenir?, ¿los tiempos venideros resultarán
proporcionales con nuestras utopías? ¿o será que el futuro es una
perspectiva vacua, de montaje pícaro por parte de los poderosos para
que los ingenuos y crédulos la colmemos de candideces y hasta de
ciertas buenudeces? Demasiadas dudas y muchas pretensiones para
un tiempo irresoluto y colmado de incertidumbres.
Las épocas de inocencias desbordantes y bien intencionadas
nos conducen a elaborar arquetipos abstractos que parecen orientarnos,
dentro del marasmo de ocurrencias, hacia nuestros horizontes preclaros.
¡Pecados de juventud! Parecer no es ser. Sin embargo, recelos al margen,
debemos reconocernos portadores del derecho a la confianza. Atributo
que nos confiere el señorío sobre nuestras ilusiones.
Trama urdida que suma a nuestro favor y se corresponde, en
nuestro pensamiento, con réditos concretos, instalando la sutileza
matemática de que a mayores fantasías mayores recompensas futuras.
Sin darnos cuenta de que, para aquellos que integramos el grueso de
los esforzados, nada es gratis. Salvo el imaginar esas menudencias. Y,
entonces, para alcanzar las gratificaciones debemos poner en juego a
cada instante la correspondiente contraprestación de ingenio y sudor.
Elementos necesarios que fundamentan el accionar presente y que
proporcionan solidez al mañana.
Por lo tanto, no es cuestión de dejar transcurrir la lógica de los
tiempos ignorando que dentro de esos instantes que engrosan los
decursos, se mueven seres humanos de naturaleza animal y racional, en
los que suelen prevalecer la bestialidad más los raptos de incoherencia
o el predominio egoísta, con lo cual ese orden se dispara en forma
incomprensible y los procesos de crecimiento se vuelven tiempos
muertos de estancamiento y de decepciones, transformando la
esperanza en un confín oscuro y difuso.
Aún reconociendo en nuestro análisis, pretendidamente objetivo,
un cierto aroma de derrota anticipada, es claro el esfuerzo por evitar
que el pesimismo predetermine los desarrollos. Pero como no se pueden
modificar con voluntarismos los pretéritos –sobre lo anterior pasado
no accionan los correctivos sibilinos–, conviene tener en cuenta que los
progresos materiales resultan, por lo general, conformes a los
crecimientos de las desigualdades sociales. Esos avances estiran las
asimetrías porque si bien los mismos morigeran situaciones, la tendencia
112
es a fomentar las concentraciones, haciendo que los poderosos tengan
más y los desheredados aumenten su indigencia y se sumerjan en las
profundidades de la pauperización.
En consecuencia aquella ilusión de Ibarguren de que “el bienestar
de la clase obrera superaría su estado miserable de fines de siglo XIX”,
terminaría siendo una imprecisión con el transcurso del nuevo siglo y él
se encargaría de presenciarlo, llegando a comprobar la crudeza de cómo
los intereses de los grupúsculos y sus egoísmos pragmatistas pesaban
a la hora de los repartos y aumentaban el desinterés por el prójimo.
Esto es que, a pesar de esa euforia que le despertaba la
Sociología, pudo observar cómo se perdía o rompía el tejido social y
los sectores de poder acrecentaban su autismo y relegaban el peso de
las realidades que, lamentablemente, se hacían dramas interminables
para quienes debían soportarlas. De esta manera, la mirada esperanzada
de fines del XIX y aún los perfumes festivos de la primera centuria,
pasarían a ser una nostálgica anécdota en la interioridad de nuestro
referente.
Al margen de estas digresiones, lo cierto es que Ibarguren, desde
su posición holgada aunque comprometida, estaba imbuido del espíritu
de la época. Luego creía, como la mayoría, en la concreción de un futuro
pleno para nuestro bendito país, sobre todo con la comprobación directa
de ciertos cumplimientos que eran el resultado de la cohesión y del
puntilloso respeto a la Constitución Nacional, aceptada y comprendida
como el código descriptor de nuestro registro genético republicano y
como norma fundacional de nuestra esencia democrática, respaldada
por los valores de la igualdad y de la libertad.
Situaciones que invitaban, al margen de los intereses que ciertas
dirigencias sostenían como privilegios irrenunciables, al aliciente
esperanzador de los sacrificios duros y honestos. Convencidos de que
a través de ellos el desarrollo personal constituía una realidad plausible.
Las dificultades, antes que empañar los deseos optimistas, se convertían
en acicates y desafíos a superar.
El panorama era convocante aun para aquellos sectores
postergados que ansiaban respirar en ambientes más benignos y dignos.
Todo era cuestión de animarse en los emprendimientos. La educación y
el estudio eran los enganches y las señales que indicaban la salida –en
las primeras décadas del siglo XX se hizo popular aquella frase que
113
estimulaba a esas búsquedas: “M’ijo el Dotor” –. De esta manera, el
espectro social se dinamizaba y se ampliaba y el nuevo clima alentaba
a los despliegues atrevidos y vigorosos.
Este espíritu ansioso lo expresa muy bien Ibarguren cuando refiere su
paso por la Universidad de Buenos Aires. Todo un paso generacional, ya
que estuvo por más de veinticinco años desempeñando el magisterio
entre las Facultades de Derecho y de Filosofía y Letras. De ahí nos narra
sus experiencias docentes pero, también, la hermosa posibilidad que le
brindó la vida académica de conectarse con personajes de renombre
que enriquecieron su propio bagaje cultural e impulsaron el ahínco al
servicio de sus proyectos. Las menciones, entre otros, de Juan Agustín
García, Joaquín V. González, Estanislao Zeballos y Carlos Octavio Bunge,
con quienes trató y trabó amistad; más una larga lista de personalidades
igual de brillantes no hacen más que mostrar que las ilusiones forjadas
tenían un respaldo cierto y concreto.
La diversidad de excelencias –no por monárquicas sino por
insignes y elevadas– se trasladaban a materializaciones palpables y
estimulantes. Un exquisito relato de su parte nos exime de mayores
comentarios: “Recordaré a otra personalidad, olvidada hoy, de la
generación joven de entonces que empezó a actuar en el año 1900, de
la que formó parte y que murió antes de la madurez dejando irreparable
vacío en la cultura superior y en la enseñanza: Carlos Octavio Bunge (el
resaltado es nuestro). Brusco y delicado, audaz y tímido, sensual e
idealista, espíritu complejo y a la vez simple e ingenuo, contradictorio
siempre en las trivialidades cotidianas, Carlos Octavio anduvo por la
vida cual un niño grande y soñador que pensaba como un monje de la
Edad Media, como un hombre del Renacimiento y como un erudito
contemporáneo. A través de todos los antagonismos que luchaban en
él, manaba de su alma un profundo amor por lo bello y por lo bueno, y
una impetuosa e impertinente sinceridad que no se detenía ante las
conveniencias ni ante las convenciones sociales…. Hubiera querido ser
un razonador frío e inexorable en el análisis crítico y fue un sentimental,
siempre apasionado e inquieto, cuya filosofía optimista bregaba por un
perfeccionamiento infinito en procura del bien, de la felicidad colectiva
y el progreso. He aquí sintetizado el ideal y el rumbo de su vida espiritual.
Carlos Octavio Bunge no fue torturado por la duda, ni amargado por el
pesimismo; no sintió, tampoco, el desconsuelo que infunde la decepción
114
de los hombres, lo efímero de la vida y la fragilidad de las cosas; estuvo
siempre henchido de fe y esperanza en el porvenir. No fue hombre de
acción, sino de pensamiento, a pesar de tener cualidades de luchador….
Lo vi partir de este mundo, en su lecho de agonía, llevando como única
queja de la vida, de cuyos goces él no gustó, el sentimiento de no haberla
podido llenar con todos los frutos que anhelara su ansia intelectual.”
(3)
Todo este recuerdo laudatorio en beneficio de quien fuera su
amigo, son comentarios sobre sentimientos propios, producto de su
gran empatía que lo lleva a asumir un sentido trashumante por el otro
muy profundo. Esto es que Ibarguren nos está transmitiendo sus propias
aspiraciones personales, porque lo que admira en los demás lo hace
suyo y lo expresa como algo necesariamente generalizado. Esto
representa hacerse carne de su época. Es decir, que nos sugiere que
este es el sendero que debe desandarse y el que, por ese entonces,
estaba trazado para nuestro devenir.
Luego, ¡cómo no fantasear con realidades posibles!, ¡cómo no
forjarse utopías en un ámbito que mostraba clima favorable!, ¡cómo no
permitirse asumir el sano delirio de soñar despierto! Todas estas
admiraciones cohabitaban en su interior; por lo tanto, sus experiencias
en el primer centenario sin ser muy grandilocuentes (la referencia en el
texto es apenas de media carilla), están colmadas de dicha porque
reflejaban el ambiente exultante de las celebraciones pero,
fundamentalmente, por el orgullo que representaba ser parte integrante
de una Patria (palabra que otrora y para quienes paladeamos su
significado, es símbolo de emoción) que se consolidaba al conjuro de
su gente, de sus estructuras y de sus realizaciones.
A modo ilustrativo vaya su relato sobre el magno acontecimiento:
“Resuelto así, con la futura Presidencia de Roque Sáenz Peña, el gran
problema de la sucesión gubernativa, la República celebró jubilosamente,
con festejos memorables, la fecha del Centenario de la Revolución de
Mayo. Los que sentimos la vibración patriótica que conmovió nuestras
almas en estos días inolvidables y presenciamos los homenajes
magníficos que todas las naciones del mundo tributaron a la Argentina,
enviando a Buenos Aires ilustres estadistas y embajadores, príncipes—
como la infanta Isabel de España— y jefes de Estado —como el presi-
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dente Montt de Chile—, pudimos comprobar, ante ese grandioso fasto
en el que la humanidad civilizada celebraba el primer siglo de nuestra
vida política independiente, cómo se hacía verdadero el augurio feliz
proclamado en el verso de nuestro Himno Nacional: ‘Se levanta a la faz
de la tierra, una nueva y gloriosa Nación.. Y los libres del mundo respon-
den: ¡Al Gran Pueblo Argentino Salud!’” (4)
Dice el refrán que: “Lo bueno si breve, dos veces bueno”. Este
pequeño recordatorio está cargado de significación y nos muestra que
hablamos de un joven (apenas treinta y tres año) henchido de emoción
pero lleno de inquietudes, al que le bullen en la mente los proyectos,
porque esto es lo que le sugería en aquella primera centuria su bienamada
Argentina. Lamentablemente, en su decurso, le tocó presenciar la otra
cara de la moneda, aquella que nos sumergió en la depresión y el
desencanto. Cuando empezaron a engañarnos, cuando los políticos se
olvidaron de su procedencia (llámese pueblo, sociedad, comunidad, etc.)
y del conjunto para privilegiar sus conveniencias personales y sectoriales.
Cuando la República se vio afectada por el “Síndrome de los reductos”
que enfermaba a los valores fundamentales de la solidaridad y de la
cooperación y, a cambio, se empezó a priorizar el envilecido sentimiento
del “Sálvese quien pueda”.
En ese nuevo devenir de la Nación y de la existencia de Ibarguren,
se instaló la modalidad del “Golpe de Estado”, apareciendo en el
horizonte la llamada “Década infame”, que implicó un deterioro en
nuestros crecimientos materiales y morales, pues se caracterizó por un
período de concesiones de nuestros propios recursos a cambio del
lucro personal de quienes gestionaban. En consecuencia, pasó a ser un
tiempo de descomposición generalizada en el que se vieron enlodados
representantes de los más conspicuos de nuestra “amada nacionalidad”.
Basta con mencionar, a modo de ejemplo, el acuerdo (aunque
transa sería el modo más apropiado de llamarlo) sobre negociación de
carnes identificado como el “Tratado Roca-Runciman”, que significó un
claro acto de entrega de nuestra producción local y, al mismo tiempo y
de manera solapada, representó un fraguado gesto de sometimiento a
la “Nueva Madre Patria” tal y como lo expresó Julito A. Roca (hijo de un
“prohombre” —¿?— de la patria) en el banquete de agasajo en Londres:
“…al final la Argentina es como un gran dominio británico” (frase extraída
del libro Historia de la Argentina de Ernesto Palacio).
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Penoso panorama, pues esa desgraciada e inoportuna expresión
era el fiel reflejo de la mentalidad vigente entre la nueva dirigencia.
Tanto es así que nuestro referente, quizá cansado y transido por el
desencanto, con motivo de la asunción de la fórmula Ortiz-Castillo,
comentaba en un tono tenuemente crítico: “Los nuevos mandatarios
asumieron sus cargos el 20 de febrero de 1938. Fue éste el último fruto
dado por los restos de un régimen político impopular, en vísperas de su
desaparición.” (5)
Los procesos de trampa se mostraban demasiado groseros y,
por lógica, el país y los individuos comunes y los no tanto, como Ibarguren,
comenzaban a sentir en sus entrañas el dolor por la Patria y la
nacionalidad, estafadas. Nociones que se alejaban por culpa de esos
actores, de sus valores primigenios y empezaban a deambular con
tropiezos por el camino de la corrupción y de la rebaja institucional, no
dejando mayores resquicios para que penetraran aires renovadores que
apuntalaran las fantasías.
El declinar de la euforia representaba una actitud natural, sobre
todo si se considera que, en aquella primera centuria, nuestra República
llegó a estar figurando entre las primeras diez naciones del mundo.
Posición que no nos había caído del cielo, sino que era el producto del
deslome y del desgaste neuronal puestos a merced de un irrenunciable
deseo de progreso. Objetivo conseguido, también, por un conjunto de
circunstancias favorables y decisiones inteligentes, como la seguridad
jurídica y el respeto institucional que nos convertía en una nación de
garantías confiables.
Luego, la frustración impulsaba la náusea y hacía crecer el
desaliento en los corazones, mucho más en aquellos que, como nuestro
referente, habían luchado y aportado por aquel engrandecimiento y que
en el ocaso de su vida debía asistir al triste espectáculo de un país
inútilmente dividido y entregado a las ocurrencias de una dirigencia
carente de autonomía, entrampada por sus negligencias y sumida en la
disputa pequeña de los intereses sectoriales.
No hay relato de su puño y letra, de los últimos años de su
existencia —él muere en plena Revolución Libertadora, nombre execra-
ble para una “Reacción Conservadora” y más despreciable aún que la
Historiografía lo admita con ese rótulo—. Es probable, entonces, imagi-
nar al Dr. Ibarguren, al margen de su concepción política –era Demócra-
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ta Progresista– y con la que no coincidimos, un republicano cabal gana-
do por la tristeza y la desesperanza, viendo como las instituciones se
carcomían en su interior producto de la venalidad dominante.
Observando cómo la Ley Fundamental, la que él había defendido desde
sus cátedras, era cajoneada y despreciada y presenciando cómo las
fuerzas militares, estructura básica de nuestra defensa y guarda,
resolvían desconocer su rol de custodia y protección, decidiendo mutar
su cometido y abandonando los cuarteles para convertirse en
condóminos de la Casa Rosada.
En esta suerte de audacia literaria y metido en la piel de
Ibarguren, trato de reflexionar y reviviendo parte de su vida recorrida y
puesta al servicios de ciertos ideales, enumero: las ilusiones forjadas
con el derrame de las mejores energías, los diseños elaborados a la luz
de las buenas intenciones, más los sueños imaginados en el despliegue
del compartir con los afectos en las instancias del reposo, ¿qué fue de
todo ese jugarse y de esas búsquedas? Y sigo: la amalgama de
elucubraciones mentales desarrolladas desde el señorío de las propias
potencias y capacidades, mágicamente, por un discurrir descontrolado
de los tiempos, más el accionar desenfadado de los pícaros, se
evaporaron sin explicaciones ni identificación de responsables.
La integridad del empeño cotidiano, la docencia y la prédica,
más la predisposición proyectada, todo, por efecto de la bofetada de
la indiferencia y de la astucia mal entendida, quedó echado al olvido,
como si se tratasen de cosas sin sentido. ¡Qué desperdicio y cuánta
tristeza! Llegar al final y que los maliciosos pretendan hacer creer que
se ha vivido a contramano de los acontecimientos por no haber resultado
funcionales los principios a las adaptaciones espúreas que demandaban
las nuevas formalidades de la gestión política. Pero como Ibarguren no
tenía nada que reprocharse, mantuvo la solidez de sus anhelos e
intentonas.
Por eso persistió en su actitud y no mostró la debilidad del
fracaso. No se sometió al juicio de los arrepentimientos, porque
convalidó su principismo y la dignidad de no renunciar a las esperas
para ratificar, según creo y concluyendo, que: “Nada ni nadie debe
abrogarse la potestad de neutralizar las utopías”.
El derecho a soñar es un estímulo cotidiano que nos permitimos
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los mortales para mitigar los reveses permanentes de las impotencias,
de las desdichas y de las fuerzas antagónicas de las envidias.
3 - Tesón frente a la arritmia de los cambalaches
Sin pretender condicionar mi experiencia personal, debo expresar
que lo relatado anticipa mis sensaciones. Aunque los senderos recorridos
y, por ende, las concepciones fueron diametralmente opuestas.
Ibarguren, cuyos últimos pasos en vida fueron coincidentes con
la vigencia del Peronismo y luego con la mentada Revolución Libertadora,
seguramente no debe haber comulgado con ninguna de esas
circunstancias políticas; la primera por demasiado populista para su
gusto y la otra por ser antirrepublicana, pues de algo se enorgullecía y
así se lo hacían saber sus admiradores, y era la de ser un “repúblico”.
A diferencia mis primeros pasos fueron coincidentes con esos
tiempos históricos y debo reconocer que, por ese entonces y sin
importarme nada de política, el Peronismo y los “gorilas” marcaron mi
existencia. Baste reparar en mi entorno familiar para deducir cuál de las
dos tendencias tuvo mayor peso. Pero, además, porque de mi infancia,
cuando se es un inconsciente político, guardo el recuerdo más grato
que puede tener un niño: el de un juguete; una chatita “justicialista” de
caucho y de color azul (¡preciosa!, aunque cuando se es chico y escaso
de pretensiones, todo se observa bajo el signo del deslumbre), que
resultaba un convite lúdico para consumir largas horas de
entretenimiento. Un regalo, según el estilo impuesto, que obtuve en la
estafeta de correos de la zona donde vivía.
Esto, comentado sin ninguna pretensión sensiblera, sirvió para
definir mi identificación ideológica. Cualquiera podría deducir que el
Peronismo me compró con muy poco. Pero, en realidad, esta convicción
política se fue consolidando en mí a partir de una serie de circunstancias
favorables relacionadas con el transcurso de los años, el entorno
sociocultural, la proscripción y la rebeldía lógica de la época que
despertaba esa prohibición. De todos modos, lo mío fue y es muy
silencioso, reflexivo y hasta doctrinal; varias horas y jornadas de mis
años mozos los pasé en contacto con dos libros bases del Peronismo:
La Fuerza es el derecho de las bestias y La hora de los Pueblos.
Como estas son consideraciones sobre mi pensamiento político
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realizadas a los efectos del parangón sin ser ninguna declaración de
principios; no corresponde ufanarme jactancioso de militancia y mucho
menos presumir de participación política comprometida. Por otra parte,
debo reconocer que de joven me interesó bastante poco y ahora, ya
maduro largo, tampoco es algo que me desvele.
Mi libre albedrío en el pensar, lo que me alistó en una concepción
política determinada, es la misma fuerza que me predispone a no
someterme a disciplinas partidarias concretas. Sobre todo cuando, en
su mayoría, esos ordenamientos son decididos por audaces usurpadores
de espacios sin ideas cercanas de lo que se trata y, consecuentemente,
me limitarían la posibilidad de ejercer mi derecho al disenso.
Lo mío, aunque definido, no me ciega frente a la universalidad
de los razonamientos. En síntesis, mi concepción política es el resultado
del autoconvencimiento, de la lectura y del espíritu crítico frente al poder,
sus manejos y el uso diletante de criterios no sentidos. Este
reconocimiento de mi pensamiento, aunque me distancia de mi referente,
no está mencionado para estirar las desigualdades, sino para demostrar
cómo, aun desde las diferencias, es posible imaginar fraguas similares.
Tuve la oportunidad de niño, esto también lo guardo en mi
memoria, de asistir en la escuela primaria al Sequicentenario (ciento
cincuenta años) de la Revolución de Mayo. No tengo idea de haber
presenciado una celebración más sentida. Era tal la simbiosis en todos
los integrantes de aquella comunidad escolar que no podría precisar si
la ornamentación alegraba o la alegría ornamentaba a la escuela “Manuel
Videla”. Aquello fue vivenciar concretamente el “Día de la Patria” en toda
su dimensión y ahí no había diferencias —la magia del guardapolvo blan-
co igualaba las distancias y todos festejábamos sin notar las lejanías
sociales. Era la patria la que nos convocaba al goce y a la posibilidad de
un futuro creciente y lo que nos permitía presumir altivos de ser parte
de la argentinidad.
En mi inmadurez gestaba una película de conquistas personales
que me transmitían orgullo, seguridad y tranquilidad. Los desarrollos
mentales nos colmaban de confianza, sabiendo que esta era una tierra
de paz y de expectativas. Las comparaciones con las pinturas de los
países vecinos nos empujaban a iniciar o seguir los caminos que nos
permitieran alcanzarlas. Las perspectivas más los climas nos
mentalizaban sobre la materialización de aquella predicción que refe-
120
ría el logro de una “Patria Libre, Justa y Soberana”. Nos entusiasmaba la
alegría de paladear estas corazonadas, de observarlas casi al alcance
de la mano. Evidentemente, desde lo personal y desde el conjunto so-
cial, se trató de otras épocas.
Los años ‘60, independientemente de las frecuentes disputas cí-
vico-militares y hasta, aproximadamente, mediados de los ‘70, fueron
los tiempos de consolidar esos sueños. A muchos, a pesar de estar
muy anciano, nos dio el convencimiento que el retorno de Perón
apuntalaría todas esas esperanzas. Nos emocionaba y alentaba su
lucidez. Aun sus rivales políticos reconocían esto y veían en su vuelta
una posibilidad histórica, porque entendían que su presencia sería prenda
de unión entre los argentinos. Lamentablemente nos equivocamos, no
por lo que él representaba, sino porque se murió ahí nomás. Después,
el caos: la locura del terrorismo y, otra vez, la división fratricida.
De inmediato la respuesta bestial del “Proceso de
Reorganización Nacional”, encabezado por una serie de Juntas Militares
que se prestaban el poder con altanería y prepotencia, resultando una
intromisión nefasta para el país. El título grandilocuente ocultó la verdad
de esa conjura entre FF.AA. y sectores civiles –como de costumbre, en
estos casos, las fracciones rancias y conservadoras retomaron su rol
colaboracionista–, pues actuando en yunta se potenciaron y resultaron
ser una sarta indigna de patoteros que despreciaron la vida humana y
nos sumieron en el desasosiego.
Quienes fuimos jóvenes por los años ‘60 y ‘70, tiempos de mucha
agitación política como de vida universitaria apasionada, nos impusi-
mos el triple esfuerzo de informarnos, de formarnos y de permitimos la
ilusión de abrazar causas. Y esto último, producto de esa juventud, fue
muy anárquico, pues algunos lo hicieron a través de exteriorizaciones y
manifestaciones, exponiéndose a las réplicas mientras que otros se
volcaron a la componenda de la negociación y entregaron banderas;
otros optamos por el anonimato y la firme decisión de no transar o no
ser funcionales a cualquier autoridad. En consecuencia, pasamos a la
categoría de inadvertidos y, por supuesto, fuimos relegados.
Todo pintaba para que el bodrio se impusiera sobre la
racionalidad. Sin embargo, luego de años muy tristes y dramáticos, con
muertes y desapariciones de compatriotas, con quijotadas bélicas como
la recuperación temporal de las Islas Malvinas y con sufrientes
—
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experiencias, una vez más, acerca de las taras políticas de las FF.AA., el
país, nuevamente, se encaminó hacia una salida democrática la que,
después de esa larga noche de torpezas, aparecía como firme y definitiva.
Allí, todo el ímpetu de Alfonsín movilizando a los sectores juveniles y
populares, reflotó aquel universo de fantasías.
Pero al poco tiempo volvimos a las andadas y la burbuja de la
esperanza se pinchó. Esta vez fueron los supuestos salvadores del
desastre los que se encargaron de acentuarlo sin asumir culpas,
pretendiendo hacernos creer que las razones estaban en el mundo y no
en sus flacas capacidades. Transmitiéndonos la idea de que las causas,
en esta ocasión, eran múltiples y de etiología diversa. Así saltábamos
desde las crisis eternas, pasando por la globalización dominante, por el
posmodernismo y sus deconstrucciones, por la aceleración de los
contactos, por el agrandamiento del agujero de ozono, por el
calentamiento global y por otras yerbas.
Todas esas calamidades importadas nos fueron enrostradas, y
nosotros, el pueblo –conjunto de individuos indiferenciados que todos
los días salimos a ponerle el lomo a las exigencias–, debíamos asumir
las dificultades de la hora, no desesperarnos y contemplar pacientemente
las pujas miserables de los enfiteutas del poder. Para quienes lo único
que interesaba era la inmediatez y la oportunidad de ocupar un espacio.
El recordado clamor popular: “Que se vayan todos”, resultó muy
elocuente en este sentido y mostró el talante de nuestra clase política
contemporánea.
Hoy, el cambalache irrespetuoso (¡Perdónalos, Discepolín!) donde
han sumergido a nuestra patria contribuye para que los aventureros
nos insuflen la idea de que la repentización se impone sobre la previsión.
Como el mañana es un tiempo lejano e indescifrable, debe resolverse
por el aquí y el ahora. El orden es momentáneo y cambiante. Todo urge.
La velocidad nos impide la reflexión; por la misma razón, no hay tiempo
para proyectar leyes durables y estables y como nada está garantizado,
no se justifica respetarlas.
La Constitución Nacional y toda la estructura jurídica que
respalda la organización han pasado a ser libelos incómodos pero que,
según convengan, pueden ser empleados con fines utilitaristas. Es decir,
que se los reflota cuando resultan ventajosos a las pretensiones de los
que quieren imponer el criterio de imaginar sueños (hasta esta soberbia
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se permiten). Sobre todo en un país como el nuestro en donde, a pesar
de todos los desaguisados, las posibilidades siguen con vida y la
sociedad está ávida, alguna vez, de hacerlas realidades.
La escuálida y, tal vez, desprolija crónica mencionada no
pretende secuenciar con rigurosidad histórica las difíciles alternativas
por las que atravesó y atraviesa nuestro país, sino hacer comprensible,
aun para nosotros mismos, cuáles y cuántas fueron las razones y/o
sinrazones de nuestras decepciones como argentinos. A quienes nos
sigue doliendo, todavía, la tierra madre porque está enraizada en lo
más profundo de nuestras entrañas.
Los sentimientos intensos nos ponen en alerta frente a los
inescrupulosos que arrasan con todo dejando la secuela del desaliento.
Por eso hoy, a escasos meses de alcanzar la segunda centuria, la
negatividad y el pesimismo nos desbordan, porque asistimos al pobre
espectáculo de la división estéril y egoísta que genera una vulnerabilidad
alarmante, pero, al mismo tiempo aflige, pues no se puede concebir
que, tras doscientos años de vida independiente, nuestros gobernantes
sigan priorizando la estupidez por sobre la sensatez.
Los dirigentes (de alguna forma hay que llamarlos a estos
rapiditos con poder) cortos de visión, de muy limitados brillos, pero
también tristemente voraces, han despreciado y desprecian sabios
apotegmas que nos llaman a la meditación seria.
Dichos o escritos, anticipadamente, con la visión de los
pensadores criteriosos tanto de nuestra literatura más elemental —por
folclórica— como de la concepción política más básica —por lo simple
y preclara—. El primero, bellamente, expresado en forma de verso en
nuestro conmovedor y profundo Martín Fierro que decía: “Los herma-
nos sean unidos…., porque si entre ellos pelean los devoran los de
ajuera”, y el otro mencionado en forma discursiva pero no menos per-
turbador, porque prevenía sobre males futuros si persistíamos por el
sendero de la confrontación estéril que nos debilitaba innecesariamen-
te; me refiero a la frase de Juan Perón: “El año 2000 nos encontrará
unidos o dominados”. ¿Habrán leído alguna vez estos personajes que
infectan nuestros ámbitos de gobierno, algo parecido? Y si lo han he-
cho, ¿qué habrán interpretado?
Desconozco qué tan largo será, todavía, el camino que me toca
por recorrer. No obstante, lo mismo que Ibarguren, me posiciono en una
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época madura y analizo ambas trayectorias. Reconozco el valor de las
ficciones amasadas a la luz de todas las potencialidades, pero también
entiendo y acepto la mutación de las ilusiones por desencantos, cuando
esos sueños eran imaginados para todos y la mayoría quedaron truncos,
porque antes los alcanzó la muerte o porque quedaron inconclusos
cuando triunfó el cansancio. Hago caso omiso de las concreciones
propias porque a cada quien le corresponderá valorizarlas o juzgarlas
en los balances personales; el tema es que como país y como pueblo
nos doblega el hartazgo.
La pena se nos hace carne frente al despilfarro inútil del tiempo
transcurrido y no aprovechado. Este es un sentir generalizado y, lamen-
tablemente, transmisible a las generaciones futuras. No cabe el engaño
de la ilusión tramposa ni del optimismo superficial. Aunque cueste re-
conocerlo, no corresponde profetizar a base de vulgares voluntarismos.
Las cosas no resultarán convenientes solo porque se nos cruce la idea
de la mejoría. Para esto hay que trabajar y trabajar. Conceptos claros
para el pueblo, no así para quienes nos dirigen, pues están sumergidos
en la tontera de la mezquindad. Con argumentos falaces y demagógicos
pretenden convencernos del restablecimiento sin renunciar a sus pre-
rrogativas.
Ahora bien, todos los escritos –y este lo es– son portadores de
mensajes y a pesar de estas adversidades que son ciertas y palpables,
no debo apesadumbrarme y transferir solo la queja. Soy consciente de
que tanto el individuo como los conjuntos sociales han dado muestras,
a lo largo de la historia, de adaptaciones y fortalezas impredecibles.
Esto lo reconocía Ibarguren y parafraseando su cita, rescato nuestra
canción patria y su consistencia premonitoria: “Al gran pueblo argentino,
salud”. Grito vibrante, encendido y movilizador. Entonces, que los
ocasionales gobernantes no crean que es apatía la mansedumbre. A los
mansos hay que respetarlos; no es conveniente azuzarlos con la
provocación de la impunidad.
No debemos permitirnos la tribulación del abandono depresivo y
sumirnos en la mediocridad. En cambio y en función de nuestras poten-
cialidades, debemos presentar lucha al abatimiento y persistir en la es-
peranza, pues la vida nos convoca a idealizar el porvenir. Hay una fuer-
te corriente de gravedad que nos atrapa y nos empuja a sostener la fe
en nuestras fuerzas y en la variedad de opciones que nos brinda este
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suelo generoso que, a pesar de los maltratos, nos sigue cobijando y
motivando para superar las ineptitudes de esos pocos que entorpecen
el camino de los logros y niegan la estimulación hacia el futuro. Tiempo
que, al margen de los cantos agoreros y de las trivialidades que lo
ocultan, existe y es una realidad concreta.
Como no todo son disparidades y desencuentros en esta
comparación de dos subsistencias circunstancialmente atravesadas por
dos siglos diferentes, para el final quiero rescatar que, entre los escasos
parecidos entre la vida del doctor Carlos Ibarguren, de quien destaco
su honestidad intelectual, y la mía, tengo que decir que yo también en mi
niñez disfruté de ”un patio rodeado de glicinas” como él lo menciona en
su libro La historia que he vivido (Cap. IV pag. 56). La diferencia notoria,
en este caso, pasa por la superficie de ambos espacios, pues Ibarguren
habla de un piso en damero de mármol blanco y negro, mientras que el
de mi casa era un ámbito abierto mezcla de hormigón pelado y tierra
bien apisonada, sin que ello fuese obstáculo para que mi familia y yo
gozáramos, en el despertar de la primavera, de la sombra y del fresco,
al igual que del aroma dulzón de esa enramada.
Y como última coincidencia debo referir que mi padre, por su
origen español, también nos hizo apreciar la zarzuela (“Recuerdos que
no puedo callar” dice el gran “Fito”). Un estilo teatral tipo opereta
interpretado con recursos líricos ligeros y que solían transmitir en su
desarrollo enredos y situaciones picarescas, desplegados por ciertos
sectores sociales.
El Dr. Ibarguren comenta, en ese Cap. IV citado (pág 57), su
“deleite por la asistencia al Teatro Nacional de la calle Florida a escuchar
el gracejo de las interpretaciones y argumentaciones de este género”.
También aquí las disparidades son evidentes, pues en mi caso y el de
mi familia no representaban ninguna salida, sino la posibilidad de reunirnos
en torno de un viejo receptor a válvulas a fin de proceder a escuchar
esas representaciones que servían para pasar la sobremesa y, al mismo
tiempo nos entretenían, porque se agregaba el folleto explicativo oral
que mi padre se encargaba de transmitirnos a medida que avanzaba el
desarrollo y desenlace de la obra.
A modo de conclusión, debe reconocerse que,
independientemente de las distancias materiales como de las
diversidades sociales, de los roles desenvueltos, de los rastros dejados,
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de los criterios políticos y de las épocas andadas, es posible
compatibilizar angustias y sueños de dos existencias diferentes a las
que el decurso temporal las posicionó, histórica y culturalmente, en
veredas distintas o, quizás, enfrentadas, pero que la buena simiente
más la correcta germinación dio frutos en dos mentalidades a las que
envalentonó el desencanto, comprendiendo que, como decían los
abuelos —aunque yo no conocí a los míos deben haber pensado igual—
“La esperanza es lo último que se pierde”.
Texto de Referencia y Notas:
IBARGUREN, Carlos: La historia que he vivido, Ediciones DICTIO, Buenos
Aires, II Edición, 1969.
(1) páginas 11, 12 y 13
(2) página 159
(3) página 242 y 243
(4) página 301
(5) página 631
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GRACIELA REVECO MANZANO
Escritora en ejercicio de la docencia y crítica literaria, nacida en Maipú,Mendoza. Estudió Comunicación Social y se capacita en Lengua y Literatura.Cuenta con alrededor de cien certificaciones de premios literarios y reconoci-mientos por actividad cultural. Fue convocada por la Fundación Max Aub, deSegorbe, Castellón, España, junto con otros escritores internacionales, parahacer crítica literaria sobre los cuentos ganadores en el certamen InternacionalMax Aub, con el propósito de integrar su página web, lo que le permitió a laFundación obtener el premio Tabarca Web Pages 2002. Fue secretaria de Comi-sión Directiva de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE Mendoza) desde el2004 hasta marzo de 2007. Dirige el Taller Literario “Letras en Libertad” (adul-tos), que fundó en marzo de 2004, y “Letritas” (niños), los que imparte en laBiblioteca Pública Julio Fernández Peláez, de la Municipalidad de Maipú, y en laBiblioteca Popular “Escritores Mendocinos”, de Las Heras, con la edición de doslibros de taller Huellas y Proesía, respectivamente. En el periodo 2008 ofrece eltaller literario en forma gratuita para todos sus integrantes gracias al subsidiootorgado por el Fondo de la Cultura de Mendoza. Ha editado dos libros de cuen-tos: Cuentos para pensar y Grullas de Papel, y la novela Donde las piedras tocanel cielo, que participó en el Premio Internacional Rómulo Gallegos 2009. Integranumerosas coediciones y tiene abundante material inédito. Entre los numero-sos Premios Literarios de nivel provincial, nacional e internacional, ha obtenidoPrimer Premio de Narrativa en Certamen Nacional y Latinoamericano 2000, y dePoesía 2007 del “Centro Provincial de las Letras” Luján de Cuyo, Mendoza;Premio de la Federación de Entidades de Bien Público en Certamen LiterarioNacional del Inmigrante 2000, Berisso, Buenos Aires; Primer Premio en Certa-men Internacional Dr. Santiago Antonio Vera 2001, de Córdoba; Reconocimien-to de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, de la Embajada dela República de Corea y de la Asociación Coreana en la Argentina por su partici-pación en el Concurso “Corea… coreano en la Argentina”, Buenos Aires 2002;el Gran Premio por Trayectoria Literaria Nilda Díaz Pessina 2003, otorgado por laDirección de Cultura de la Municipalidad de Mendoza, Reconocimiento de laAsesoría General de la Gobernación de San Luis por participación en Museo dela Poesía Manuscrita y acto de repatriación de los restos de Juan CrisóstomoLafinur en La Carolina de la provincia 2007, Premio Provincial Páginas Mendocinas2008 otorgado por la Dirección de Cultura de Las Heras en conjunto con SADEMendoza. Finalista del Certamen Internacional de Poesía y Cuento EdicionesMis Escritos 2008, Buenos Aires, Premio Concurso Literario InternacionalBonaventuriano de Poesía y Cuento Corto 2009 (Colombia), y muchos más.
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DESPUÉS DE CUATRO AÑOS…(Poema al Taller Literario 2007)
Buscando luz en la sombría tarde
con el juego simple y divertido al calor de las manos
un bosque de palabras en armonía sonora
juega misterioso sobre el tibio dulzor del poema.
El silente misterio de la noche negra
que avanza en incansable corcel imaginario
liba los íntimos secretos del relato
para despertar en la mañana soleada
su callada espera de memorias.
Luz infinita, arrullo de trinos narradores
en el desierto enemigo de la ausencia
que busca en el tiempo más tiempo
para desmitificar su esencia.
Después de cuatro años…
el tren continúa su marcha
sobre entintado riel de remembranzas.
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MARÍA GLORIA BEATRIZ DUARTE
Nació en el Chaco en 1965, estudió en Buenos Aires. Una vez radicada enMendoza hizo realidad su sueño: escribir. Así fue que se inició en el tallerliterario “Letras en Libertad” de la Biblioteca Popular “Escritores Mendocinos”.Al taller literario: Hoy les doy gracias por permitirme entrar en su mundo pordejarnos conocer personas maravillosas porque nos hacen soñar e imaginar quemañana será un nuevo día donde el poema del corazón fijará la esperanza de misactos.
LAS HERAS
Si tuviera que elegir un lugar
sería Las Heras.
Recuerdo de infancia, camino
tus cerros con pasos lentos.
Voces que encienden el alba,
abrazan con sus ojos el vuelo
del cóndor.
Si tuviera que elegir un lugar
sería Las Heras.
Tierra de hombres y mujeres
que forjaron libertad.
Manos que trabajan la tierra
seca, árida que se transforma
en fértil.
Si tuviera que elegir un lugar
sería Las Heras.
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Campo histórico El Plumerillo
abrigo de hombres valientes,
aún se escucha el trote de los
caballos tocando la tierra al
grito del
General: “Libertad”.
Si tuviera que elegir un lugar
sería Las Heras.
Su paso obligado camino
Uspallata, unión de hombres
de hermanos chilenos.
Si tuviera que elegir un lugar
sería Las Heras.
Las Cuevas, Puente del Inca
Los Penitentes, belleza a los
ojos de quien te mirara.
Te miro a lo alto y siento que
quiero volver a mi origen
a abrazar la esperanza de
sentirte mía, mi tierra querida.
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ALICIA MARTA ANDÓN
Nació el 02/08/1944 en Buenos Aires. Actualmente reside en Las Heras,Mendoza. En 1959 aparecen sus primeros poemas publicados en la Antologíade Alejandro Ángel Glave, Enfoques al atardecer. En 1997 el Diario “Los Andes”selecciona y publica un pequeño relato con el título “La Penitencia”. En el año2000 participa en el certamen nacional de poesía y narrativa “Línea Abierta2000” de la Ciudad de Córdoba. Seleccionada entre más de setecientos partici-pantes de todo el país, queda entre los ciento treinta autores finalistas, por loque integra la antología de “Línea Abierta 2000”. Del mismo modo, en el año2001. En septiembre de 2001 participa por tercera vez del concurso a nivelnacional de poesía y narrativa “El Ojo del Escritor” Fue seleccionada y quedaentre los ciento veinte autores finalistas que integraron la antología El ojo delescritor, de Línea Abierta Editores, de la Ciudad de Córdoba. En febrero de 2004,la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Las Heras le otorga la 2ª mencióndel Concurso Literario “Vendimia en Las Heras”.
EL REGADOR
Voy a cruzar el umbral y su portal entreabrir, al tiempo que hoy
es pasado.
Cuentan que una centuria atrás, a lo largo de la calle Luján,
(Panquehua) lucían álamos enfilados y carolinos coposos.
Desde la senda se podía contemplar, en todo su esplendor, la
belleza desplegada en la naturaleza.
Acequias rumorosas con sus voces milenarias y un camino de
tierra con sus cantos de sonajas.
Alambrados divisores entre viñedos y calle, montañas y cerros,
con huellas recién nacidas.
La gente del lugar por primera vez vio pasar un mozo montando
un alazán. Cuentan que le decían “El regador de la calle”. Tenía algo de
poeta y un poco de cantor, que pulsaba la guitarra para decir su verdad.
Siempre con un silbido o su voz iba dejando al pasar su palabra,
como agua fresca del Ande.
Para el sediento, la verdad clara como la de los canales, así
despertado el ser de su ignorancia o razón.
Afirmaba con pesar que le dolía la Patria de todo el mal que le
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hicieron. Recordaba con tristeza a los originarios Huarpes, la usurpación
a su herencia, cadena que arrastraban desde el principio su estirpe.
Gota por gota fue su sangre, el pago de la identidad arrebatada,
identidad que no supimos defender, ni conseguir liberar.
“Terratenientes, advenedizos y parias nacidos en este suelo”.
No merecen haber contemplado el cielo, ni caminar un sendero.
No era digno y con razón que les dijesen cuyanos y menos que
por error nombraran como argentinos.
Le exigieron al pueblo nuestro (¡esos!) cosas que jamás le dieron.
Dicen que el “Regador de la calle” fue perseguido durante largo
tiempo por gente de la milicia de ese entonces. Pero no encontraron ni
rastros de él. Los mismos que lo conocieron y moraban en el lugar,
sabiendo su paradero, guardaban celosamente el secreto.
Nunca se supo de donde había venido y como apareció, se fue.
Todo país tiene memoria, recuerdos y añoranzas que con el paso de
los años, serán historias.
Los rincones y lugares forman parte del paisaje de cada región.
Ellos vivirán a través de cada uno de nosotros, con sus duendes
y fantasmas, mitos y leyendas.
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PATRICIA ENCINA
Nació el 07 de Enero de 1957 en San Miguel de Tucumán. Ganó su primerconcurso literario a la edad de ocho años en la Escuela Primaria. Desde enton-ces continuó escribiendo. De profesión arquitecta, se desempeño en la actua-lidad como Jefa de Patrimonio de la Municipalidad de Las Heras, donde seocupa de restaurar y poner en valor el Patrimonio intangible que está vinculadocon lo cultural.
ESTO TAMBIÉN PASÓ EN LAS HERAS
Las calles eran de tierra, de tierra de pedemonte. Era verano,
sofocante y seco como solía ser el verano mendocino. La gente iba y
venía por las calles, salían y entraban del obrador, aula, escuela y todo
lo que guste usar. Había niños, jóvenes y viejos.
Mis quince años consideraban viejos a los que hoy son adultos, pero
también habían viejos.
Las palabras y el trajín estaban en todos los rincones. Unos
traían y otros llevaban. El mundo se estaba construyendo y todos parecían
participar de esa construcción. Mujeres, hombres, jóvenes, niños, perros,
cabras…
Mi madre trabajaba en esa “arca de Noé», que era el Barrio
Obrador. La habían contratado desde el gobierno de la provincia para
apoyo escolar a los chicos de la zona durante el verano; pero terminó
enseñando costura, tejido, intercambiando recetas de cocina, remedios
para las anginas, curando el empacho y lo que hiciera falta. Cada día
venía más tarde, más cansada y más contenta con lo que estaba
haciendo.
Esas vacaciones, en nuestro barrio que quedaba del otro lado
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del parque San Martín, con los chicos habíamos organizado clases de
teatro. Nuestro director era uno de los más grandes de la barra, que
había tenido tres clases en el colegio. Pero era una actividad en la que
todos nos enganchamos, oportunidad más que apropiada para estar
con el pibe que te gustaba del barrio de más abajo. Nuestra primera
obra fue un pesebre viviente. Yo extrañaba esas cosas de mi Tucumán
querido. Me tocó hacer de Virgen María, porque me llamaba María y
porque tenía el pelo largo y mi hermanita recién nacida sería Jesús. Todo
el vecindario aportó para el vestuario, la escenografía. Nos pareció que
éramos tan buenos actores que podíamos cobrar. Y la entrada era un
alimento o un juguete. Un éxito, tres funciones. Navidad, Año Nuevo y
Reyes. Vinieron hasta de los barrios de abajo, empleados públicos,
maestros y profesores y de arriba, empleados de YPF, que eran más
“chetos”.
A mi vieja se le ocurrió que lo recaudado se podría llevar al
barrio donde ella trabajaba. Y a todo el mundo le pareció bien. Pero
también se le ocurrió que con el Gordo podíamos ir a enseñar teatro
también. Y así fue. Un día, mi mamá, el Dani y yo partimos con el
cargamento de cosas reunidas y de ilusiones artísticas. Una carrera
meteórica, de Godoy Cruz a Ciudad en un solo paso.
Llegamos al corazón subversivo de Mendoza. Los barrios del
Oeste. Nosotros también vivíamos en el Oeste, pero éramos distintos,
teníamos casa de material, agua –aunque a veces se cortaba–, cloaca,
luz y gas. Otra Mendoza a tan solo un paso de la que todos admiran por
sus árboles, veredas relucientes y plazas como recién estrenadas. Los
barrios del oeste. No, no el Dalvian donde Godoy Cruz, Las Heras y
Ciudad no se sabe dónde empieza y dónde terminan. Donde todos
buscaban trabajar y luchar por lo mismo. Una casa digna, por el propio
esfuerzo, trabajando después del trabajo. Ocupando tierras que no le
importaban a nadie, que no valían nada, donde hoy todos quieren vivir.
El día que llegamos, nos recibieron como si fuéramos parte,
nos agradecieron los paquetes y nos dijeron que ya vendría el padrecito,
el cura Llorens. El dispondría qué hacer con lo que habíamos traído y
con nosotros.
Mi madre se puso en la tarea; la estaban esperando para cortar
unos pantalones, así que nos dejó en la puerta con los chicos, con los
otros chicos más chicos. Nos dijo que los hiciéramos jugar mientras
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que las madres tomaban las clases.
Como una hora más tarde, cuando ya jugábamos con y como
los chicos, el ruidaje estruendoso de una moto con carrito atrás, llena
de herramientas, bolsas de ignoto contenido, llegó conducida por un
señor de pelo castaño, barba descuidada y ropa gris polvo, gritón y
sonriente. Todos en bandada siguieron el cascajo, dejándonos olvidados,
el que se detuvo frente al depósito. La bandada de quienes habían sido
nuestros espectadores unos minutos antes, lo rodearon, lo besaron, lo
abrazaron, le hacían bromas y le contaron sobre nosotros, mientras le
ayudaron a bajar las cosas. Entre la algarabía y la descarga, preguntaba
por fulano o mengano, por los materiales que debían haber llegado.
Echó algunas bendiciones, nonc santas a algún funcionario de turno,
seguramente responsable del retraso y todo sin perder la alegría y el
desparpajo del quien se sabe amado y responsable de su mundo.
—Así que son los nuevos ayudantes— nos dijo abrazándonos
como si siempre hubiésemos estado allí—. ¿Vos sos la hija de la
tucumana? ¡Muy guapa tu vieja! Bueno, y qué quieren hacer.
Daniel y yo, más Daniel que yo, le contamos lo que habíamos
hecho en nuestro barrio y que nos gustaría hacerlo allí.
Que habíamos traído lo que habíamos recaudado, le contamos.
—Bueno, alguien tiene que dar catecismo, yo con la misa tengo
bastante, aquí hay mucho que hacer. Está bueno que se ocupen de los
chicos, porque si no se meten en la obra y hacen líos, ya les dije que se
van a machucar un dedo. Pero además ellos tiene que jugar y estudiar
mientras los grandes trabajamos—dijo, acariciando cabezas y
enfatizando lo de estudiar.
Después de meter la cabeza debajo de un grifo de agua, se
sacudió como lo hacen los perros y nos mojó a todos entre risas y
corridas. Nos puso las manos sobre los hombros y nos llevó caminando
por la calle hasta la iglesia, entre saludos, recomendaciones, apuradas
a los vagos que se habían borrado ese día.
Era un quincho rectangular, de palos retorcidos, cañizo y paja,
pisos de tierra apisonada, sillas de las más diversa facturas y estados.
Una gran cruz con un Cristo resucitado y una mesa de cinco patas en
uno de los extremos, indicaba el altar. Nunca tuve tanta certeza de que
Dios existía como en ese lugar.
Una mujer le trajo las cosas para el mate y, mientras cebaba,
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nos contó qué hacían en ese mundo donde todos querían ser iguales,
donde la vida y el futuro se construían con bloques, adobes, cemento y
lo que hubiese.
Nos asignó la tarea de dar catecismo a los niños, tarea que
nunca cumplimos, ya que siempre había cosas más interesantes que
hacer, como caminar, escucharlos, jugar con ellos, llevar agua fresca a
los que trabajaban en la obra, ayudarlos con la lectura o la escritura o
las cuentas a los más retrasados en la escuela. Estábamos aprendiendo
a ser buena gente.
Nos sumamos con la naturalidad que dan los pocos años y la
vida por vivir, nos llamaban por nuestros nombres o sobrenombres.
Nunca volví a sentirme de aquel modo, nunca volví a sentir que era
parte del futuro.
Nuestras vidas nunca volvieron a ser las mismas.
Luego, vinieron los milicos, las persecuciones, los muertos, los
desaparecidos, los exilios, las prohibiciones, la tristeza y la mezquindad.
El Dani se hizo cura, viajó a estudiar a Roma. Creo que allí no
aprendió nada o se olvidó de la mejor lección de nuestras vidas, porque
hoy es solo un cura gordo.
Yo soy arquitecta y me ocupo que mi pueblo no pierda la
memoria.
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SERGIO HERRERA
Poeta lasherino que trata de plasmar en versos la simplicidad de la vida,con un lenguaje claro y elocuente. Con treinta y siete años, escribe desde muypequeño influenciado por sus hermanos y por el lugar más bello de Las Heras:el distrito “El Challao”. Dice que “No hay mayor inspiración que ver dormir al soldetrás de las montañas”. Dedico este poema a Carina y Gabriel a quienes Diospuso en mi camino para forma una familia. Ojala que se sigan generando estosespacios en donde los escritores encuentren un lugar para dar a conocer susobras. Gracias por la oportunidad
EL CHALLAO
Vertiente cristalina de los dioses.
Bañaste la ciudad en tiempos remotos.
Pureza y claridad, sueño del hombre
inquieto por beber de tu regazo.
Retumba eterno entre los cerros
el grito del Cacique agazapado.
Envuelto entre varilla y coirón
abrazas el paisaje con tus manos.
Challao, agua de la hondonada.
Lugar de vida, sueño del alba.
Desde las altas cumbres nevadas
hombres que vuelan, cerro Las lajas.
Rugir del puma que en la quebrada
dueño se siente de la montaña.
Cuevas, senderos, casa de piedra
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donde el silencio abraza el alma.
Corre el guanaco, busca la cima.
Vuelan gorriones sobre los cactus.
En solitario viven puesteros
arriando el tiempo con sus miradas.
Desde lo alto, ciudad de estrellas
titilan bellas sobre el oasis.
Rocas que guardan como un tesoro
miles de historia, miles de amores.
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YAYI CEVERINO
Nace en Las Heras, Mendoza. Tempranamente elige el camino del arteestudiando en la Escuela Provincial de Bellas Artes de Mendoza. En el año 2000escribe la obra El bar de la tormenta y Solo el amor, que permanecen en carteldos años. Inicia su carrera musical como cantante y autora. Esta la lleva a repre-sentar en 2005 y 2009 a Mendoza en el Festival pre Cosquín en la provincia deCórdoba como cantautora. En 2005 edita su primer CD llamado Región interior.En 2007 escribe editoriales para el programa “Nuestras raíces” de LV10. En elaño 2008 obtiene una mención en el certamen “Las Heras, letras emergentes”.Ese mismo año realiza la ponencia “Talleres expresivos, una herramienta deinclusión social” en Diario Los Andes, en el marco del Encuentro provincialcultural educativo. Actualmente trabaja en el CD en defensa de los Derechosdel niño “Creciendo derechitos”, en la obra musical “Mujeres latinoamerica-nas” y escribe editoriales para “Radio invisible” emisora on line de BuenosAires.
DE CARTÓN(obra teatral)
Escena en un galpón, bolsas de consorcio negras a un costado atrás,
varias cajas grandes desarmadas. Dos hombres sentados sobre cajas,
usan ropa de trabajo. César se seca el sudor de la frente.
CÉSAR: Listo, ya se fue el último paquete, solamente quedan dos viajes.
Si vuelven rápido, vamos a terminar al amanecer.
MARIO: Sí, y después de hoy paramos un par de semanas y nos vuelven
a llamar. Abrámonos loco, esta cagada no da para más.
CÉSAR: Ya estás igual que mi hermano, al bonito la mina le regaló un
anillito de mierda y con eso le alcanza para querer borrarse. No empecés
con esas boludeces vos también, Mario. Dejate de joder y ayudame a
preparar más cajas.
(César se levanta y comienza a armar las cajas)
MARIO: César, te lo digo en serio, después de esta yo me abro. No
aguanto más, no duermo. ¿Vos sabés lo que es eso? Cada crujido de
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las chapas me suena a pisadas en el techo, estoy esperando que me
vengan a buscar, no puedo mirar a los ojos de la gente, cada vez que
veo a un tipo me pregunto si él será el próximo, esto es grosso y si se
destapa vamos a cagar nosotros, a los de arriba nunca los agarran.
CESAR: Oíme, boludo, algo habrán hecho, si no por qué no buscan a tu
viejo o a mi hermano con anillito nuevo ¿ah? Estos tipos están
reorganizando el país, hace falta, loco, hay mucho cabrón suelto. Vení y
ayudá.
(Mario se levanta y va con César)
MARIO: Y si mañana se les ocurre que los pibes de las escuelas son
peligrosos para su proyecto, ¿también los vas a empaquetar? Esto está
mal, César, se está poniendo muy jodido.
(Camina por el escenario tapándose la cara) No nos podemos hacer los
boludos. Escucho gritos en mi cabeza, ¿entendés? No puedo dormir.
CÉSAR: (va hacia Mario, habla con tono tranquilizador) Sentate y calmate
un poco, vos siempre fuiste medio boludo ¿no? Te estás haciendo una
película que no es. Nosotros no
sabemos nada. A ver, decime ¿vos sabés quiénes son, de dónde vienen,
qué mierda hicieron, adónde los llevan? No. Entonces de qué te van a
acusar. Nosotros cargamos cajas. Punto.
MARIO: Vos sabés que no es así.
CÉSAR: A qué carajo le tenés miedo. Si los canas no estuvieran en esto
ya habrían caído por acá.
MARIO: A mí me tengo miedo, y a vos, César, que pasó, por qué
terminamos acá.
CÉSAR: Vos habrás terminado, yo recién estoy empezando. Para lo que
me necesiten voy a estar dispuesto, no te olvidés que me dieron una
casa cuando nadie se calentó por mí.
MARIO: Te dieron un lugar en la villa y te perdonaron un par de cagadas,
nada más.
CÉSAR: (se levanta exaltado) ¡No! ¡No es así! Hay que sacar a los
comunistas de mierda que
quieren cagar al país. Eso es lo que están haciendo y lo hacen por vos,
por mí y por los pibes de las escuelas también ¿ Vos querés terminar
como los cubanos, con un cartoncito en la mano haciendo una fila para
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que te den un kilo de arroz? A mí me mandaron esa y yo les creo
¿entendés? (vuelve hacia las cajas) Pasáme la cinta.
MARIO: ¿Y si te vendieron cualquiera para que no deschavés? César, es
ahora o nunca. Todavía tenés guardada la guita de la última, borrémonos.
Borrémonos un tiempo; podemos empezar en otro lado. A tu hermano
le decís que te vas al interior atrás de alguna minita y no te va a joder,
dale.
CÉSAR: Vos no entendés nada, no lo hago solamente por la guita. Yo
creo en los tipos, ellos van a arreglar todo, vas a ver. Decime quién sino.
Tienen los huevos que hacen falta, tienen armas, son dueños de la cana.
A la mala yerba hay que sacarla, no queda otra. Nos están pudriendo la
juventud, mirá los pibes jodiendo por los boletos escolares, van a
empezar ahí y después se van hacer todos comunistas. Los pendejos
están mirando para afuera, los universitarios se sienten superiores y
quieren copiarle a los de Europa o no sé de dónde. Hay que defender la
nación, la patria. Los argentinos somos derechos y humanos. ¿No has
visto esos carteles por todos lados? ¿Y el mundial? ¡Ah! ahí sí que te vi
contento, si no fuera por ellos no hubiéramos tenido esa fiesta .
MARIO: César, las cosas no son así. Yo estoy viendo mucha mierda acá.
CÉSAR: Mirá, terminemos con esta y después hablamos, si alguien te
escucha se te puede armar una cagada.
MARIO: No, yo me voy ahora. Si todavía no sos una mierda igual que
ellos, buscame.
CÉSAR: Sos un pelotudo sin ideales.
(Mario se acerca a abrazarlo, César lo empuja y después lo abraza)
CÉSAR: Ándate ya.
MARIO: Gracias.
(César se pasa la mano por la frente un rato y después va hacia las
bolsas que le faltan, levanta una muy pesada y de adentro cae un anillo,
lo levanta temblando, lo mira y grita)
CÉSAR: cae al piso)¡ No, hijos de puta, él no!
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JUDITH CARUNCHIO
Poeta mendocina. Vive en el Departamento de Las Heras desde 1976.Integra SADE., Filial Mendoza., el Grupo Literario Aconcagua, la biblioteca Escri-tores Mendocinos y el Taller Literario Letras en Libertad. Docente, escritora,dirigente ONGs., gestora cultural, casada con dos hijos. Es una personalidad delambiente cultural mendocino, que ha incursionado en el medio teatral, radial,televisivo, literario y gremial desde su juventud, siendo numerosas las obrasteatrales. Que la contaron como protagonista en diferentes elencos de la histo-ria del teatro independiente en Mendoza. La mayor parte de su obra literaria hadesaparecido, junto a sus textos pedagógicos, políticos y gremiales en el año1976, cuando se produce el golpe de Estado en el país, y es intervenido elsindicato que nuclear a los trabajadores de la educación. Desde 1996 presideuna Biblioteca Popular, que irradia su acción cultural desde un barrio del GranMendoza, en Las Heras, y que reúne en amables tertulias literarias a numerososartistas y vecinos, escritores y lectores del medio, que comparten allí sus tex-tos,, sus lecturas, sus actividades culturales, sus tareas de perfeccionamientoy también sus sueños. Los que ella siempre llama sus “sueños de papel”. Mu-chos son los premios, menciones de honor, publicaciones, distinciones y car-gos en diferentes organizaciones de la sociedad civil y en gestiones de produc-ción socio-educativo-cultural que jalonan su trayectoria. Es creadora de losProyectos Culturales: Paseo de las Artes Ricardo Marino; Patrimonio HistóricoMurales de Guantata; Espacio Cultural el café los poetas; distinción El Autor enPersona; el salón de usos múltiples manos mendocinas; coral del valle; BalletBlanco; y camino al Bicentenario, Proyecto de creación del Museo del Libro, enLas Heras, Mendoza. En la actualidad se encuentra gestionando la publicaciónde dos libros que tiene terminados: La tela de los sueños y Batalla de los días, enlos cuales se encuentra condensada su actual obra. En preparación, nuevostextos que integrarán el libro Versos del tiempo.
200
A doscientos años del nacimiento de la Patria.
Qué somos hoy los hijos de este suelo
Surcado por los vientos de los llanos.
Qué somos hoy pasando raudo el tiempo
Por sierras y ciudades, ríos y campos
Vástagos firmes del ayer nacidos
Somos las voces que aquel himno entonaron
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Somos tropel altivo en el recuerdo
La paz, el canto, y el abrazo hermano
Un corazón celeste y blanco ardiendo
Tenemos por emblema enarbolado
Llevamos sangre
De los que murieron
Somos el alma
De los que lucharon
Somos los pobres dueños del olvido
Los que a la guerra sin temor marchamos
Los que empuñamos con valor las armas
Como las herramientas del trabajo
Con fiereza el cañón de los fusiles
Como la empuñadura del arado
Somos mestizos, blancos y morenos
Somos la montonera y el obraje
Hijos de gringos, indios, y extranjeros
Albañiles, maestros, navegantes
Somos soldados tan desconocidos
Que borran nuestras tumbas los paisajes
Trabajadores rudos de la historia
Que movemos las ruedas colosales
De la máquina astral de la memoria
Sobrevivientes de oscura pesadilla
De reclutas helados en las islas
Blancas madres en rondas fantasmales
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Somos obreros del hierro y la madera,
Hacheros de la selva, pescadores
Hijos de los labriegos, descendientes
Del fuego de la antorcha de los próceres
Por sobre el tiempo y su transcurso cierto
Por sobre le la mudanza y el arcano
Las raíces del árbol de la patria
Nutrimos, extendemos y cuidamos
Llevamos sangre
De los que murieron
Somos el alma
De los que lucharon.
Qué somos hoy, en el umbral del tiempo
Qué somos hoy, los hijos de este suelo
Los que encendimos por la calle estrellas
Los que sufrimos el tenaz destierro
Somos el eco de las mismas frases
Que proclamaron libertad al viento
Los labios que dijeron las palabras
Fundacionales del país que amamos
Son nuestros padres mismos que nos llaman
A defender el cielo que soñaron
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CELIA MOLINA
Es maestra de Enseñanza Básica y cuenta con veintiuna materias aproba-das de la carrera de Letras en la Facultad de Filosofía y Letras, UniversidadNacional de Cuyo.
PATRIA NACIENTE
Páginas magistrales
montaron la historia.
Doscientos años
giran la memoria.
Hallazgo americano,
Plata de esplendores.
Reducción nativa,
colonia española.
Codicia en los ojos,
tormento absurdo.
Sueño de alas,
derecho a gritos.
Himno sagrado,
Paño bendito.
Corona vencida,
Junta creada.
Patria naciente,
Cabildo heroico.
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Evocación de altares,
gestas de gloria.
Diana en el alba,
campanas jubilosas.
Veinticinco presente,
tedéum solemne.
Obra humana,
canto de victoria.
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LUIS SANTARONE
Del 1977 al 1983, vivió como exiliado político en Suecia. Fue corresponsalperiodístico del Diario La Voz del 83 al 87. Obtuvo el primer premio en el con-curso “Los Amigos del Café» por el cuento “El Llorador”, con una recompensade una tinta y dibujo a lápiz del artista mendocino Ricardo Embrioni.
CAPILLA HISTÓRICA DEL SAGRADO CORAZÓN
El distrito “El Algarrobal”, en el Departamento de Las Heras,
conforma, junto con el de Bermejo, Guaymallén, el primero sobre la
margen izquierda y el segundo sobre la margen derecha del zanjón
Cacique Guaymallén, una zona de acopio sedimentario, con un importante
contenido de arcilla.
Sus límites son: al este y al norte con “El Pastal”, Lavalle, al sur
con el ya citado Bermejo y al oeste con “El Plumerillo”, también Las Heras.
Sus excelentes condiciones climáticas, debidas a su ubicación privilegiada,
lo conforman en un oasis local, dentro del gran oasis mendocino. Esto
hace que los veranos resulten más benignos en los habituales tórridos
estíos mendocinos y justifica que, al encontrarse relativamente cercano
a la ciudad de Mendoza, sobre todo en los primeros años y hasta la
mitad del siglo XX, se conformara en la zona de recreo preferida por
sus habitantes. Proliferan numerosos natatorios y, más recientemente,
sucursales de clubes con sedes en la ciudad. En algunas publicaciones
se lo hace aparecer como perteneciente al Distrito “El Plumerillo”, lo que
es un error.
Sus tierras son fértiles y sus cultivos exitosos. Unos pocos
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miles de habitantes se suman en la villa, mientras que el resto de la
población se distribuye en las fincas aledañas.
Su fertilidad y proximidad a los centros de consumo podrían
constituirlo en la gran granja mendocina. Sin embargo, sus propias
virtudes lo están transformando en una zona de paulatina desertificación.
Desde hace muchos años, su suelo que, como ya hemos dicho, posee
una importante proporción de arcilla, está siendo explotado para la
fabricación de ladrillos. Por supuesto que esto no sería negativo, los
ladrillos conforman el mayor porcentaje en el volumen de una vivienda,
sobre todo en el modelo constructivo de nuestra tradición edilicia, en la
que, prácticamente, la madera se utiliza exclusivamente para techos y
encofrados.
Mendoza posee producción de maderas que podrían ser
utilizadas en la construcción. Nuestro álamo, bien disecado, podría ser
una de ellas. Pero nuestra condición de zona sísmica ha provocado el
grave prejuicio, no siempre bien justificado, de que las construcciones
“pesadas”, son sísmicamente superiores a las “livianas”. No es este el
lugar para discutir de técnicas constructivas. Solo pretendo explicar él
porqué de la depredación de las tierras de cultivo en “El Algarrobal”. Es
decir, sus propias ventajas han terminado por convertirse en un enemigo.
En esta jurisdicción se encuentra un monumento histórico: la
capilla del Sagrado Corazón, sobre la calle Pedro Pascual Segura. Se
asegura que San Martín y sus comandantes solían asistir a misa allí. Es
muy probable que así haya sido, debido a la proximidad de la capilla
con el Campo Histórico El Plumerillo donde, como es sabido, nuestro
héroe mayor preparó a las huestes para liberar medio continente de la
dominación española.
La capilla originariamente fue un oratorio que ya existía desde
1790, perteneciente a la familia de Don Clemente Segura. Posteriormente,
fue convertido en capilla. En ella ofició misa, en 1824, el presbítero
Giovanni María Mastai Ferretti quien ascendió a Papa (Pio IX), luego
canonizado por Juan Pablo II.
La propiedad es heredada por Pedro Pascual Segura (hijo de
don Clemente). El luctuoso terremoto de 1861 terminó con la aldea y
también con la capilla del Sagrado Corazón de Jesús. Elisa Segura de
Zapata, la manda reconstruir en 1870, nueve años después del
terremoto. Esta señora era esposa de don Martín Zapata, dos veces
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gobernador de nuestra provincia. Es decir que la capilla que encontramos
hoy no es exactamente la misma a la que asistía San Martín en 1816.
Es importante el dato: en ella se encuentran enterrados los restos
del general Pedro Pascual Segura, cuatro veces gobernador de Mendoza.
Fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1941, por decreto N.º
107512/41.
La capilla-monumento ha sido mantenida y conservada por un
grupo de damas honoríficas de la zona, lo que demuestra el aprecio
que siente la comunidad lasherina por su patrimonio cultural. Estas damas
solidarias están conducidas por la señora Elvira y cumplen sus funciones
en el mayor anonimato.
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JUAN CARLOS BENAVÍDEZ
Nació en General Roca, Río Negro. Su familia se trasladó luego a La Platadonde permaneció la mayor parte de su vida. Hace siete años que reside enMendoza. Es Asistente Social Criminológico y alcanzó el cuarto año de Psico-logía en la Universidad de La Plata. Como complemento de su actividad laboral,tuvo a cargo la confección de diarios y boletines de comunicación al personal.Actualmente es miembro de la Biblioteca Popular Escritores Mendocinos delBarrio Ujemvi (Las Heras). Desde el taller literario. “Letras en Libertad” de laBiblioteca, ha participado en dos antologías.
SEGUIR CREYENDO...
Amada…
Durante mucho tiempo insistí en imaginarte,
esplendorosa y feraz, soberana y digna.
Y a pesar de los tropiezos,
volví una y mil veces a recrear tu identidad,
y a gritar tu nombre en calles esperanzadas.
Hoy, sin embargo, no me quedan voces.
Y como una bruma densa que avanza y nos cubre,
los grises imperan…
(Y el día está tan lejos…!)
De nada sirve entonces, inventar colores…
ráfagas fugaces, vestigios de sol,
que de tanto desear, parimos en cuentagotas.
De nada sirve,
desprenderse al fin de sortilegios,
y propugnar en vano señales de hogueras,
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en el más negro vacío que asfixia las cosas.
Por ello,
Y aunque muchos proclamen
“Doscientos años no es nada”
Yo me pregunto,
(con el hastío reptando en las entrañas),
si no ha llegado el momento de romper la inercia,
la hora justa de recobrar la dignidad
y dejar de conformarnos con migajas…
Si no es éste el exclusivo instante
de volver a la real escaramuza,
y sin aliento desgarrar el mito…
(Aquel que inventamos para creernos semidioses
en el combate diario de pisotear nostalgias ).
Un año más… (¡Y van doscientos…!)
Mas, aunque hoy me encuentres…
abrazado al caos, gestor de la vida,
intentando negar el inútil orden catedrático
y los convencionales mustios que pretenden definir el todo,
no dudes, mi soñada, ni un instante,
que esta dulce quimera se mantiene viva.
Viva, para seguir pensándote
esplendorosa y feraz, soberana y digna
por siempre la mejor…MI PATRIA DE HOMBRES LIBRES!
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SILVIA SUSANA CAROSELLA
Vive en Las Heras. Es docente y escritora. Actualmente se desempeña enel Área de Letras de la Municipalidad de Las Heras, desde donde coordinaproyectos relacionados con escritores y es profesora de Lengua en el colegioMario Casale.
UN RETAZO DE IDENTIDAD
Para todos esos seres como vos, invisibles a las teorías
económicas, pero que dieron sentido de partencia a través de “esa
invisibilidad”, a una calle, a un barrio, construyendo así, poco a poco, la
identidad de un departamento.
Creo que me acuerdo de vos cuando tenía cuatro o cinco años,
edad en que uno empieza a registrar a las personas y a conocer todo
aquello que nos rodea. En una primera imagen, te veo en aquella calle
Burgos de mis Las Heras natal, entre San Miguel y Dr. Moreno, allá por
los años 70. Calle sumamente particular, llena de vida, de comercios,
una o dos casas de familia, y todo lo demás se perdía en movimientos,
bullicios, mezclas de olores y paletas multicolores.
Vos eras parte de esa calle.
¿Te acordás, Clarito del “Bar Loncophué”, de Julio Olmedo? Aquel
que nos dejó a muy temprana edad, entregando su vida en aquellas
veredas que sabían de su ir y venir de todo el día, de su cansancio y
sudor por atender a todos los parroquianos del lugar.
El querido Loncophué…. Donde tanto te gustaba ir a comer todos
los días, y a disfrutar de ese traguito, allá por el medio día, acompañado
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de tus amigos y de las consabidas papitas fritas y aceitunas, aunque
pocas porque decías, te subían la presión.
Calle Burgos. Tu calle y la mía. La mía porque nací en ella, la calle
amada por mi padre, la de la infancia, la del amor, la que me gustaría
volver a ver, cuando me llore el alma.
Y la tuya porque era la única que te veía llegar después de tu
trabajo, la calle donde reías, donde almozabas, donde descansabas,
donde armabas día a día tu mundo, donde dejaste tu identidad.
CLARITO CAVERO… No sé por que pero siempre desde que te
conocí, tuve eso que ahora llaman empatía, “onda” o yo mejor, lo definiría
simplemente como ese ángel que tiene algunos adultos y que muy pocos
pueden transmitirlos a los niños.
Porque eso eras para nosotros, aquel inmigrante de piel morena,
de apenas un metro con cuarenta centímetros, como hecho a nuestra
medida, aquel ser angelical que nos hacía mucho bien, aquel que nos
convidaba Coca-Cola las veces que queríamos y que no nos retaba
porque nos íbamos a hacer pis en la cama. Aquel de cuyas manos recibí
las primeras tutucas y el sorprendente chupetín de Limon, el que me
llamaba “lengua de trapo” y que, a pesar de ello, tenía largas charlas
conmigo. Yo, sin querer, acompañaba tu amarga soledad de soltería y
vos sin querer, también, me ayudabas a crecer. Con vos crucé por primera
vez la calle, y aprendí a andar en bici, “a esperar”, que se hicieran las
doce del medio día para verte llegar y empezar a conocer desde temprana
edad a tus grandes y únicos amores: las plantas, los jardines, la flores y
hasta los yuyitos, las espinas, todos eran tus amigos.
Y era allí, en ese mundo, donde a tus manos le crecían alas. Y
entonces te transformabas en un ir y venir de dedos ágiles y frente
sudorosa separando las malezas y los cascotes duros de tierra para
dejar crecer la hierba tierna y descubrir la flor hermosa y segura de su
condición de ser la más bella.
Cómo olvidarme de esos diálogos que tenías con aquellas rosa
color té, tu favorita, la del jardín de la señora María, allá enfrente de la
terminal y del dolor que provocaban las espinas largas y delgadas de la
corona de Cristo. dolor con el que identificabas.
CLARITO CAVERO…el jardinero de tantos barrios de Las Heras,
el placero de tantas plazas de nuestro departamento, el gran conocedor
de la tierra y sus olores, de sus texturas y de cómo llevarse bien con
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ella, el compinche de las caprichosas rosas, el que conocía el secreto
de las madreselvas al amanecer.
CLARITO CLAVERO…Fuiste y serás el mejor representante de
aquellos seres que se destacan únicamente por tener como carnet de
identidad la simpleza, el amor por los niños. Por la naturaleza, por tener
los poros abierto a la vida, la sensibilidad a flor de piel, por ser el mejor
receptor de los perfumes de la tierra, por generar tanto sentimiento,
por querer tanto el terruño lasherino…la pucha, mirá que tenía cosas
para recordarte.
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159
HILDA OLIVERA DE MUSSO
Nació en Mendoza, el 4 de enero de 1923. Socia de SADE. Editó poemas enlos anuarios de la entidad. Sus versos nacen de la experiencia, del esfuerzo, delamor, con una amplitud lírica innata. En Radio Libertador hizo comentarios delibros en el programa “nosotras dos” y en Radio Nacional expuso sobre hom-bres y mujeres de la historia en el programa del Sr. Ángel Rodríguez. En CETALocupó distintos cargos en la comisión directiva. Publicó plaquetas en el GranMendoza. Hizo presentaciones y reseñas de libros con el asesoramiento de suprofesor y amigo el doctor Américo Calí. Actualmente es integrante del tallerliterario “Letras en Libertad” siendo una miembro activa y puntual y su trabajoes el fiel reflejo de una dinámica literario consecuente.
LA LIBERTAD
Cuantas páginas escritas en la historia
en estos dos siglos que se cumplen,
en que un grupo soñador dijera ansioso
la palabra esperada por el pueblo.
Dos siglos que llevamos proclamando
la libertad para aquellos oprimidos.
Nos hablan de un Belgrano generoso,
aguas abonadas con las ansias de Moreno,
de un titán cruzando las montañas
y de un grupo de congresales que juraron
Independencia en la ciudad florida.
Las luchas continuaron,
intrigas desgarrando a los hermanos.
Unos al creer que eso era patria
y otros luchando a su manera.
Cuantos gauchos quedaron en la tierra,
siguiendo a Güemes, allá, en la altura de Salta.
Cuantos más desterrados por sus ideas
160
o dejando la sangre por sus campos.
Pero, a pesar de todo, continuaba el progreso llegando hasta estas
tierras.
Ya no es la Colonia del comienzo,
Ahora hay caminos que la cruzan de uno a otro confín,
llevando por ellos productos que ahora van desde un extremo
hacia al otro, lejano de la patria.
Hay enormes edificios y hay pobreza.
Ahora me pregunto, si en dos siglos
de cambios de gobiernos, de ideas
de anhelo y frustraciones con que llaman
los juveniles sueños que no apagan
la ilusión de todos los que creen que libertad, la mágica
no ha muerto sepultada por odio y que siempre
vibrará dentro del alma.
No en vano ha pasado este tiempo.
Aún podemos aprender que ella es la esencia de todo el porvenir,
tanto del nuestro,
como en lejanas tierras que hoy nos unen el mundo de los
más grandes progresos.
Libertad respetando los derechos de todo ser humano en este suelo.
Libertad de abrazamos como amigos.
Saber que no fue vana nuestra historia
y estos siglos nos imponen que demos luchar por ella
sin maldad ni muerte.
Sino con la pluma, las manos y el arado.
Y podremos decir: lo conseguimos, ahora nuestro sueño no es en vano.
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CELIA MOLINA
Terciario completo en Escuela Normal Tomás Godoy Cruz. Nº 9002. Título:Maestra de Enseñanza Básica. Estudia Letras en la Facultad de Filosofía y Letras(Universidad Nacional de Cuyo).
PATRIA NACIENTE
Páginas magistrales
montaron la historia.
Doscientos años
giran la memoria.
Hallazgo americano,
Plata de esplendores.
Reducción nativa,
colonia española.
Codicia en los ojos,
tormento absurdo.
Sueño de alas,
derecho a gritos.
Himno sagrado,
Paño bendito.
Corona vencida,
Junta creada.
Patria naciente,
Cabildo heroico.
162
Evocación de altares,
gestas de gloria.
Diana en el alba,
campanas jubilosas.
Veinticinco presente,
tedéum solemne.
Obra humana,
canto de victoria.
163
JUAN CARLOS PRESTIFILIPPO
Nació en Maipú, Mendoza. Desde hace más de treinta años vive en LasHeras departamento donde terminó estudios primarios y secundarios. Escribepoesías desde la adolescencia, y está pronto a editar un libro de poemas. “Es-cribir es mi íntimo deleite y es lo que tengo pensado para el resto de mi vida”.
ACTO DE FUNDACIÓN
Acto de fundación bicentenario, 25 de Mayo de 1810
donde quedaron ancladas la bases de la Nación.
Grito ardiente de la patria, que el pueblo te proclamó.
Grito tuyo, PATRIA MIA
Grito con basta y pasión
Presente aún….
Ese grito retumba a cada uno
Ese grito sos vos,
“PATRIA MIA”
Ese grito me destempla el alma.
Todas las almas sacude.
No va a callar tu grito,
porque yo sé que vos… querés gritar de nuevo.
Porqué yo sé que sos,
el resplandor de cada rostro. Y más que un Sol…
Nos entibias a cada uno en tu regazo, sin preguntas.
Ese grito sos vos.
PATRIA MIA
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No va a callar tu grito
Presente Aún…..
Ese grito sos vos. PATRIA MIA,
proclamando con voces y alegrías
La liberación del último cautivo.
No va a callar tu grito
Ese grito saldrá de las gargantas
De todas las gargantas de tus hijos.
Y ya no habrá voz cautiva
todas las voces, tu voz,
PATRIA MIA.
Todas la voces tu voz, como aquel día.
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MARIAN ROMERO DAY
Vive en el Challao, en una casa construida en terrenos que fueran de subisabuelo Edmond Welby Day, quien llegó a la Argentina a mediados del sigloXIX con solo su título de médico (tal como lo relata la higuera de la historia).Estudió Ciencias Políticas y Sociales en la UNCuyo. “Trabajé en el Gobierno deMendoza hasta que “el proceso” me consideró indeseable”, dice la autora.Algunos músicos mendocinos han puesto bellas melodías a varios de mis poe-mas. Actualmente integra el Taller del Cerro, que funciona desde hace cuatroaños en El Challao.
MEMORIAS DE LA HIGUERA
Como todas las plantas, tuve un padre vegetal que sembró su
semilla en mi madre, la tierra. Madre dura y difícil, en la que solo crecemos
quienes somos capaces de nutrirnos con sus escasas y salobres
humedades.
Tuve también un padre de otra especie: un loco aventurero, un
soñador, un sabio... un hombre. Un tenaz extranjero que quiso anclarse
entre piedras y jarillas y cielos rutilantes, tan diferentes de sus campos
verdes y sus tercas nubes. Era inglés.
Llegó en tiempos de Rosas a estas Provincias (no muy) Unidas
del Río de la Plata, con su título de médico y sus inquietudes jóvenes.
Habían pasado más de treinta años desde aquel 25 de Mayo en que
algunos idealistas cortaran los lazos que mantenían a estos pueblos
amarrados a España; “libertad” e “independencia” fueron conceptos
invocados en años de luchas y desacuerdos, de utopías traicionadas y
de resistencias heroicas. A mediados del siglo XVIII, el país incipiente se
humillaba o se rebelaba bajo un puño de hierro, según los dictados de
sus ideales, su miedo o su conveniencia.
En el título de médico, revalidado ante la mirada suspicaz de
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las autoridades locales, se leía en grandes mayúsculas que parecían
sangrar: “Viva la Santa Federación. Mueran los Salvajes Unitarios”. Aún
hoy puedo ver desde mis ramas más altas el cuadro que enmarca ese
diploma, colgado en la pared del escritorio de los tataranietos de mi
padre inglés.
Crecí en el Challao, al pie del cerro de la primera cruz; fui regada
por los manantiales que desde el tiempo de la colonia abastecían de
agua a la ciudad de barro. Vi cada verano reír y jugar a los hijos de mi
padre, nacidos de madre criolla, tan arraigados a este suelo como yo
misma. Percibí los movimientos de la tierra, a veces como suaves
ronroneos, otras como feroces convulsiones. Albergué bajo mis ramas
el llanto desolado del inglés, abrazado a su hijo más pequeño, el único
que no quedara sepultado, como su madre y hermanos, bajo los
escombros de la casa de adobe, en 1861.
Y lo vi recuperarse, volver a amar, tener de nuevo hijos que
rieron y jugaron cada verano cerca de mi sombra.
Larga es la vida de los seres humanos; mucho más, la de los
árboles. Así es como pasaron las generaciones y con ellas los gobiernos,
los cambios, las interminables divergencias. Se estiraron más y más mis
ramas, se multiplicaron mis frutos y se agrandaron mis recuerdos.
Aquel niño que sobreviviera al terremoto se hizo militar. Pude
enterarme –aunque eso no ocurrió bajo mi vista– que intervino en algo
llamado la Revolución del Parque, hacia fines del siglo XIX, en Buenos
Aires. Se hablaba de régimen y unicato, de principios que se rompen
pero no se doblan. Entonces no entendí de qué se trataba; con los
años, creo comprender que era una más de las tantas vueltas de esa
espiral que en estas tierras concentra el poder y la riqueza en unos
pocos, provocando el despertar y el accionar de los excluidos. Como
higuera, aunque soy solitaria y poco capaz de formar un bosque, me
lamento cada vez que el péndulo se inclina hacia el auge de esos
privilegios injustos.
Los nietos del inglés vivieron también tiempos revueltos. El
lenguaje había cambiado, tanto como las circunstancias: se hablaba de
oligarcas y descamisados y en cada familia se tomaba partido y se
discutía con violencia y amargura. En algún momento vi rostros tensos,
reuniones apresuradas, y luego pareció (sí, digo bien, solo fue una
apariencia) que los ánimos se habían calmado. Lo que no se nombra, no
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existe, suponían en su insensatez los nuevos viejos amos. Era, como
dijo otro inglés a quien los estudiosos citaban, la paz de los
cementerios. Hasta que los fermentos subterráneos hicieron eclosión.
Después... ¡ay! Después el país se volvió en verdad un cementerio.
Cementerio de ideas, de ilusiones, de derechos y beneficios. Sepulcro
de leyes igualitarias, de justicia, de dignidad. Osario negado y oculto de
personas de todas las edades. Tumba del derecho y la memoria.
Murmullos, silencios, miradas, sollozos. Preguntas, gritos,
mentiras, prisiones. Ausencias, llantos, exilios, muertes. Torturas,
despojos, engaños, farsas. Sequía.
Luego amaneció. Lenta y morosamente. Con dolor e ineficiencia.
Con errores y cautela. Con vida. Mis ramas aceptaron la escasa lluvia
con tanta gratitud como los biznietos a sus tibias esperanzas. Y otra
vez, las discusiones. Otra vez, los desacuerdos. Otra vez, la espiral
que gira y amenaza volver al reinado de unos pocos.
En mi especie, doscientos años no son muchos. En la vida de un
país, menos aun. Ambos podemos crecer y fructificar, como yo lo hago
cuando ofrezco mis ramas para que los tataranietos corten los higos
jugosos y los lleven a su abuela, que los convertirá en dulce. Y ese dulce
es para todos: la familia, los amigos, los empleados, los patrones, los
obreros, los empresarios. Se reparte a izquierda y derecha, arriba y
abajo. Se disfruta, se agradece, se reconoce. Brota de mi fertilidad y del
trabajo de una mujer que no acepta exclusiones.
¿Cómo se llama la descendencia que viene después de los
tataranietos? Ah, ya recuerdo: los choznos. Son pequeños, ríen y juegan
cerca de mi sombra como lo hicieron antes cuatro generaciones. Usan
palabras nuevas, que aquel inglés hubiera reconocido sin entender su
actual significado: soft, hard, mouse, drive... Son alegres y rápidos y
parecen estar en paz con el mundo. ¿Tendrá el mundo la sabiduría de
conservar, para ellos, la paz?
¿Encontrará este joven país en que vivimos —¡cumple recién dos-
cientos años!— el lenguaje que iguala y unifica, mostrando un camino
que puedan recorrer, con justicia, todos sus hijos? Desde la tierra
nuestra, mi alma vegetal así lo espera.
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ROSARIO MARÍA GIANNI
Nació en1952, en San Juan. Profesora en Enseñanza Primara. Ganadora de“Mención de Honor” de la Municipalidad de Las Heras y Mención de Honor“Editorial Baobab”.
CANTO VENDIMIAL LASHERINO
Aconcagua, cima de Los Andes
vigilante del Valle de Uspallata
alza su nívea voz
al son de la guitarra y el tambor antaño
cantando a la luna y el sol
ora himno victorioso
a las vides lasherinas.
Orgulloso departamento norteño
alberga en su pecho
paisajes y parrales de ensueño.
Las Heras rinde tributo
al trabajo del labriego
empanadas y patero brindan
con el pueblo.
Los Incas su puente dejaron
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El Plumerillo su gesta libertadora
El General Las Heras su paso a la emancipación.
Villavicencio paisaje encantador
hecho con manos de hadas
hilo multicolor.
Penitente; en acrobacias
Sin igual, los esquíes
la pendiente bajar.
La flora se perpetua en el
Parque Aconcagua
algarrobos, chañares,
flores agrestes le ganan al desierto
con su arrogancia,
las espinas la sed deben calmar.
Trescientos sesenta y cinco vericuetos
nos llevan rumbo al preciado lugar.
Vamos lasherinos,
brújula al norte
nuestro departamento
llena los canastos de
cientos de colores
ámbares, cristalinos, rosados
y otros más osados
opacan el sol.
Arriba Las Heras, tu pueblo
Te rinde hoy y siempre
Homenaje merecedor.
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Aldo Chersick
Nació en San Juan. Quince años atrás incursionó en las letras. Su temaspasan por su niñez, el comportamiento del hombre en el planeta, sus abuelos,su madre.
Enamorado de las plantas, como se define, vive en Las Heras hace setentay dos años. "El eterno enamorado", tal como lo llamó una publicación de Diariodel Norte en un artículo, está presente en esta Antología como homenaje de losescritores departamentales al Bicentenario y al terruño de cada uno.
DEPARTAMENTO LAS HERAS
El último al norte de nuestra provincia de Mendoza, el último al
oeste y que limita con nuestra hermana República de Chile.
El que eligió nuestro general San Martín para preparar su Ejército
Libertador, el que le cedió el paso para cruzar la cordillera y al que le
llamamos histórico y que realmente es histórico.
Las Heras, bello departamento, tú también tienes tu cumpleaños,
claro que tienes tu 31 de enero y nosotros no lo olvidamos; siempre te
tenemos presente.
¿Cómo no podríamos decir, "bello departamento", si tienes todo
para nosotros, que somos tus habitantes?
¡Cuántas cosas, cuánto nos brindas, nos regalas!
Viñedos, quintas de frutales, bodegas, Aeropuerto Internacional,
¡que bonito! Un aeropuerto de lo más moderno, con todo el confort, ¿es
poco, acaso? No todos los departamentos se dan ese lujo, las más
modernas naves llamadas jet transcontinentales traen y llevan pasajeros,
y está en Las Heras. Industrias conserveras, metalúrgicas, fábricas de
cemento. ¿Sabíamos que acá, en Las Heras, tenemos una fábrica de
cemento con la tecnología más avanzada? Sí, es un modelo y nos
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enorgullece, es de lo más bonita, coquetona ella, con hermosos accesos
y capacidad para dos mil toneladas diarias de cemento. La manejan
técnicos e ingenieros desde el teclado de sus computadoras. Toda
computarizada. Qué tal, ¿no? No somos tan quedados en Las Heras.
Autopistas, ese Acceso Norte, el eje norte como le llaman, es un
ejemplo del potencial, bordeado de industrias, nuestra zona industrial,
también adornada con viñedos y frutales.
¡Las Heras! Tiene bonitas calles arboladas y una plaza
departamental que ahora quedó de lo más pintoresca, con una arboleda
que no es fácil de encontrar; araucarias, palmeras, magnolias y una fuente
que todo el año está bordeada de bellísimas flores. Y qué decir de su
mástil, su arquitectura; bordeado de bellísimas flores, ahí arriba flamea
nuestra enseña patria, ¡qué placita que tenemos!
Nuestra casa municipal acompañada de la parroquia San Miguel
Arcángel, nuestro patrono.
¿Lugares turísticos?, no pararía de nombrar todo lo que tú tienes,
Las Heras, en nuestra hermosa cordillera.
Termas Villavicencio, ¡qué paisaje más encantador!, con una belleza
cautivante, con su hotel encajonado entre los cerros y una vegetación
que nos emociona cuando respiramos la fragancia de sus flores. El agua
de la vertiente, tan cristalina, tan pura, que viene desde lo alto, ¡rica y
saludable es el agua mineral "Villavicencio"! Y si miramos hacia arriba,
descubrimos su camino de caracol que va subiendo hacia lo alto, tanto
que se pierde y ya no lo vemos más.
¿Seguimos con lo que tú tienes Las Heras? Sí.
El Valle de Uspallata, ¡cuánto esconde entre sus paisajes!
Las llamadas "Bóvedas de Uspallata", qué espectáculo es
contemplar desde allí la cadena del Plata siempre nevada.
Puente del Inca con sus historias, es la atracción del turista y
todo el que pasa por allí; ese puente natural, obra de la creación, obra
de la naturaleza y el agua cristalina que brota por todos lados.
Los Penitentes también son de Las Heras, turismo nacional e
internacional, cuántas personas, turistas y no turistas, vienen a practicar
su deporte en la nieve. Qué bonito ver a los esquiadores deslizarse
desde lo alto haciendo eso que le llaman slalon. Si seguimos, llegamos al
Parque Aconcagua con su cerro, el más alto de América; vienen andinistas
173
de todo el mundo para tratar de cumplir su sueño de llegar a la cima. ¿Y
dónde estamos? Estamos en Las Heras.
Llegamos a Las Cuevas, vemos los techos de tejas de sus
construcciones, muchas veces cubiertas de nieve y ya estamos en el
Cristo Redentor que con su cruz en sus manos nos dice, "No, no sigan,
aquí se terminó Las Heras", ¿para qué más?
Pero, ¿nos estamos olvidando de algo? No, es que yo lo quería
dejar para lo último: también tenemos nuestra Virgen de Lourdes en el
Challao con esa inmensa cúpula y sus escalinatas en forma de anfiteatro
con capacidad para miles de fieles. No creo que haya otro templo en
Mendoza de esa magnitud y es de Las Heras. ¿Qué tal, no?
¿Sabíamos los lasherinos que tenemos una bodega que ostenta
el título de ser la más antigua de Mendoza? La pionera, sí, es la bodega
González, conocida como González Videla, nació en 1840. Tiene una
capilla muy bonita, ¿y qué hay debajo de esa capilla? Es como un
cementerio donde descansan en sus nichos todos los antepasados de
la familia, los fundadores. Quizá muchas personas no sabían de esto.
No quiero ofender a nadie, pero ¿no es importante que alguien lo diga?
¡LAS HERAS! Por ahí se te nombra poco, como que te miran por lo
bajo, pero no te ofendas, no, porque no eres menos, no te quedes,
sigue adelante, ¿acaso eres menos?. No, no eres menos, sigue
progresando, ahora tienes una escuela secundaria, bellísima, moderna,
es el lujo de los lujos, ¿ven? Y está en Las Heras.
¿Ves, Las Heras, cómo cada vez eres más grande?
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MAIPÚ
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ACERCÁNDONOS
Lo esencial es saber y asumir: si no hay lenguaje no hay mundo.
Todo lo que sucede, ha sucedido y puede suceder, lleva una marca: la
impronta de la Palabra, que es el fundamento, la razón última, en la
medida que «HACE SER» a todo, incluido los seres humanos. Aun con los
avances de la cibernética y lo que ella implica, o en las épocas más
remotas de la humanidad, solo ha permanecido la Palabra. Es posible
hacer mención de libertad, independencia, doscientos años de nuestra
propia historia, o analizar los ideales que determinaron historias de los
pueblos de este planeta Tierra, y sin duda, la culminación de todo
esfuerzo o destrucción, no ha escapado al rigor de la Palabra.
Acercándonos, hoy nos ha reunido más allá del tiempo y sobre
este tiempo, para enaltecer a la Palabra desde nuestra serena HUMILDAD.
Así decimos de la Palabra:
Ha nacido desnuda en el centro del Alma/ ofreciendo al silencio/
su temeraria certidumbre. Ha nacido muda en el centro del Tiempo/
absorta de pájaros galácticos/ enamorada de un cuerpo sin memoria.
Te llamaste Palabra para siempre/ para esta eternidad/ o para otra
posible evolución/ de nuestra especie:/ Palabra identidad para
nombrarnos/ Palabra corazón para crecernos/ en los ojos sedientos/
Palabra para amarse/ entre las manos vivas. Palabra que atesora/ la
verdad descubierta./ Palabra sin razón en la violencia/ Palabra libertad
en la reflexión sedienta./ Te nombraste Palabra que se siente/ en la
aurora feliz de la paciencia./ Palabra que se espera en esta noche extensa
de la duda./ Voz intacta de nuestra Tierra Nueva,/ fuego y ceniza al
mismo tiempo./ Amor del más allá que le devuelve al Hombre/ la única
soledad llena de asombro. Has nacido muda, creada de la luz para la
vida,/ invencible y desnuda. Enviada/ para ser agua inédita en un pueblo
conalma.
Acerquémonos al fuego creativo de la Palabra y contemplemos
ese Amanecer de la indisoluble búsqueda, AHORA, en nuestro
BICENTENARIO, que es CAMINO Y GUÍA.
En Mendoza (Argentina), octubre del 2009
José Humberto Diguardo Bravo
178
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AUTORES
Víctor Hugo Artero
Iris Benignaza
Federico Coniglione
Carme Defelippe
José Humberto Diguardo Bravo
Gabriela Entz
Nancy Giannoni
Antonio Alejandro Gómez
Jorge Omar Lovos
Omar Abraham Ochi
Vanina Noelia Perdicaro
Ana María Pesle
Bibiana Poveda
José Hipólito Quiroga
Willy Rodríguez
Magalí Soto
Hugo Omar Torres
Graciela Vaia
Francisco Vargas
Manuel Humberto Villegas
Miguel Antonio Savattini
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VÍCTOR HUGO ARTERO
FESTEJANDO LA PATRIA
Las fiestas patrias eran las
De antes, no como ahora
Lo de antaño se atesora,
Se festejaba con felicidad
Sin ninguna hostilidad
Lo que tanto se añora.
Desfilaban todos contentos
Y montados a caballo
Ojalá tuvieran callos.
Luego venían los bailes
Sin que nadie vacile
Así sufrieran desmayos.
A mediodía, locro y mate.
Nadie se hacía rogar.
Sólo había que tragar.
Festejando la Patria
Con toda la euforia
Quién se iba a amargar.
A la tarde se jugaba
Toda clase de juegos
Como el pavo ciego
O subir el palo ensebao.
Ahí quién no ha probao
Destruyendo su ego.
Se anhelaban esas fiestas
El pago se embellecía
Con algo de impaciencia
La gente estaba contenta.
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Así hubiera tormenta
Festejaban la Independencia.
Todo el día se celebraba
El cumpleaños de la Patria
Porque fue época de gloria
Pa´ que todos acompañen
Y el tiempo no se empañe
Al festejar esa victoria.
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IRIS BENINGAZA
TARDES PRIMAVERALES
Me encanta apreciar las flores
frecias, narcisos, pensamientos,
amapolas, tulipanes,
en estas tardecitas primaverales.
Septiembre de brotes verdes,
la plaza con los “corales”,
de florcitas primaverales
La fuente de agua que da vida,
a la “estación venida”.
Tardes primaverales, tráeme flores.
Pensamientos, alegría con las alelíes,
junto a los colibríes multicolores.
Renuévame los “suspiros”,
que ven con los ojos del alma.
Tardecitas maipucinas
¡Cuánto compartes con tu gente y colegiales!
¡Risas cantos e ideales!
Con los abuelos conversando
sus historias y experiencias.
¡Lindas tardes primaverales!
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FEDERICO CONIGLIONE
MI CERCANA TIERRA PROMETIDA
Camino entre los hombres
Existencialistas de lo divino
Y su periférico surco de metal
Que hace de mi sudor el vino.
Y callo, sonrío, pienso, existo.
Soy la voz de su sónico sonido
El agua de su sed en invierno
La comida de las aves en su nido.
Retórico lugar electrizante
Cuna de mis musas exquisitas
Báñame desnudo en tus acequias
Porque con solo pensarte me excitas.
Cruz de Piedra de mi religiosidad
Te hago indispensable en mi vida
Abrazo tu existencia con mis brazos
Mi cercana tierra prometida.
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CARMEN DEFELIPPE
LA RUTA DEL VINO
Dedicado a José Battaglia
Llegó a Mendoza desde su Córdoba natal, estrenando sus veinte
años: el deber lo llamaba, venía para hacer el servicio militar.
Entre los muchachos de la compañía conoció a un maipucino.
Nunca supo si por lástima o por amistad, un día de franco lo invitó a su
casa en Lunlunta y así recorrió Maipú, su plaza, sus calles, muchas de
tierra, cruzó olivares y viñedos. Sus ojos azules se llenaron de verde, y
asombrado, sin saberlo, transitó la ruta del vino.
uando terminó de cumplir con la Patria, volvió a su Santa Eufemia,
un pueblo chiquito en la provincia de Córdoba. Este joven no olvidaba
Mendoza, no olvidaba Maipú.
Se casó y con su mujer, su pequeño hijo y una bolsa de ilusiones
volvió a Mendoza. Su compañero y amigo le consiguió un empleo y un
pequeño lugar, cuatro paredes, para él, su esposa y su hijo. Cruz de
Piedra, se llamaba la zona. Contento el joven enterró la pala en la tierra
generosa, trabajó las viñas y entre sus manos sostuvo los racimos de
uva que iban a los lagares para dormir luego largas siestas en bodegas
maipucinas.
Trabajó duro, mañana, tarde y noche y, de a poco, se ganó el
respeto y la admiración de sus patrones. Abrió surcos, regó vides, le
enseñaron a podar, aprendió a hacer vino. Supo del dolor que trae una
helada y el daño que hace el granizo.
Con la zapa al hombro recorrió desde Lunlunta, Cruz de Piedra,
Coquimbito, Barranca, Rodeo del Medio y llegó a la ciudad de Maipú, con
la cara curtida por muchos soles, por mucho frío, pero siempre con la
esperanza grabada en sus ojos.
Fue peón, contratista y encargado de bodega. Hasta que un día
se convirtió en bodeguero…
Con los años compró una casa cerca de la plaza. Él seguía la
ruta del vino, a pie, en bicicleta, en moto. Ni un solo día de su vida dejó
de recorrer las viñas.
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Pasaron los años. Ya no quedaba nada del joven cordobés.
Hoy el hombre tiene sus manos callosas de tanto trabajar. Con mu-
cho sacrificio compró una pequeña finca que estaba igual que el nom-
bre del lugar donde se encontraba, “Villa Seca”. La trabajó con sus hijos
adolescentes y les enseñó el valor de la tierra, valor que no se mide con
dinero.
Tierra que da y que quita, uva que se hace vino, vino que vale
mucho o que no vale nada.
El hombre siguió en los viñedos maipucinos, volvió a Cruz de
Piedra y caminando la calle Videla Aranda descubrió Chachingo, zona
que pertenece a Russel, a Rodeo del Medio, pegado a Cruz de Piedra.
En Chachingo se vendía una finca. Su tierra estaba empobrecida:
durazneros secos, olivos sedientos y vides añosas que ya no parían; un
casco de bodega arruinado, pero con una hermosa casa que guardaba
los secretos de una aristocrática familia de Mendoza. Se necesitaba
mucho dinero para comprarla. Juntó sus veinticinco años de trabajo
hasta la última moneda ¡La compró!
Con mucho sacrificio vio revivir la tierra y pudo apretar los raci-
mos que mojaron esa tierra tan querida.
Hoy el muchacho, el hombre que hacia la ruta del vino no está…
Son sus cuatro hijos los que orgullosos de ese joven caminan los
surcos, recorren las fincas y las bodegas de Maipú.
Recorren las fértiles tierras maipucinas; de ese Maipú mezcla de
árabes, italianos, españoles, bolivianos y argentinos que cada uno en su
trabajo hacen un pueblo pujante y una gran ciudad.
189
JOSÉ HUMBERTO DIGUARDO BRAVO
ESTOS SON LOS MISMOS OJOS
Conmemoremos con sentimiento
(sin mentir)
de no morir sin gloria y no morir.
Por allí un benteveo me saluda
por aquí un puñado de juventud
con un desnudo de cuerpo de libertad y amor
se transfigura.
¿Qué es el Amor?
¿Qué es la Libertad?
Busco el código genético de la Vida
si llego a encontrarle
¿será eso la Libertad?
(un buen asado/empanadas calientes/chorreándome
en los codos/y una sola mirada en los ojos
de una Mujer/plena de veranos).
Será eso la Libertad y el Amor: ¡Juntos!
Doscientos años como si nada pasado hubiera
pisado moldeado amasado desfigurado.
Vamos por la canción del dos mil diez
¡Libertad Libertad Libertad !
Y Amor.
¿Qué buscamos y buscaremos?
¿Qué buscamos?
Libertad y Amor ecos
de aguas diáfanas desde algún Origen hacia mi frente
sin trapacerías
190
La Libertad dos alas en perenne crecimiento
o ventanas entornadas para el sol del mañana
o un bosque de vientos y diademas
será una mano ancestral
desgarrándome cadenas inmoladas
en un grito que hierve
bajo esta larga noche serena.
¡Doscientos años!
Miradme
estos son los mismos ojos que gritaron
bajo aquel mayo de lluvias
Libertad
Libertad
¿o Amor?
191
GABRIELA ENTZ
MI TIERRA
Maipú…
Bajo tu cielo laten como un gajo
las almas de los seres que te habitan.
Son felices con lo cotidiano y necesitan
solo el sol de la mañana y su trabajo.
Maipú…
En el paisaje de tus calles encantadas
se mezclan de los pájaros su canto
y te cubren suavemente como un manto
las uvas y las viñas cosechadas.
Maipú…
Bajo tu cielo brillante y transparente
laten las esperanzas de tus generaciones,
viven la simpleza, la fe y tus tradiciones.
Bajo tu cielo viven los sueños de tu gente.
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193
NANCY GIANNONI
CASITA DE LA INFANCIA
Humilde casita de mi infancia,
blancos crisantemos en flor.
El patio húmedo, perfumado.
Sarmientos de hojas verdes
tapando rayitos de sol
donde orgullosas viven
las uvas dulces como azúcar
que mis manos robaban.
El tiempo ha pasado.
Tantas cosas cambiaron
y yo en Maipú,
conservo ese viejo tesoro,
la humilde casita
de mi infancia feliz.
En tu patio perfumado
los durazneros
salpican flores rosadas.
En la piel del surco,
eternas enamoradas
besando al sol.
Interminables glicinas,
arco iris de mi patio,
donde las abejas libaban
su pequeña danza dorada
junto a los malvones.
En tu paisaje,
vuelvo a ser niña.
Casona de la infancia,
pequeño retazo de mi tierra maipucina.
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195
ANTONIO ALEJANDRO GÓMEZ
EXTRAÑOS PARAÍSOS
Como ustedes saben, vivo en la manzana más grande del mundo,
siempre que se consideren manzanas urbanas, Padre Vázquez, Barcala,
Pablo Pescara y Mitre.
Debo suponer que se calcula en aproximadamente 400 metros
el perímetro de una manzana. He medido prolijamente el de la mía y es
de 862 metros con 42 centímetros.
Entiendo lo desmesurado de sus dimensiones, quizá porque ha-
yan pretendido que los habitantes de Maipú tuvieran una chacra o una
quinta en cada casa, pero eso fue una pretensión solamente, ya que se
ocuparon los terrenos junto a las calles con viviendas, dejando los
inmensos fondos que solían tener distintos fines: crianza de ganado,
tambos, establos, cultivo de la vid u otros frutales. Pero el más frecuente
de los destinos ha sido el acopio indeterminado de inutilidades. Fue así
configurándose un paisaje, solo apreciable desde el aire, de parvas de
alambres oxidados, tablas y tirantes con diversos antecedentes,
esqueletos de artículos electrodomésticos de modelos variadísimos,
sanitarios parcelados, chapas de zinc, escritos de distinto tema y
sentido, vehículos de la más amplia gama de estilos, épocas y tipos de
tracción, crianza de aves y mamíferos proliferando entre construcciones
en grado de intento, etc. En este caso el etcétera llega a imprevisibles
dimensiones.
Con el tiempo y en algunos casos, se encontraron cómodas y
bellas alternativas de uso. Es así como algunos maipucinos gozan de
jardines y piletas de natación admirables en esos espacios.
En 1984 debido a dudas de codificación de las áreas según la
población, se formó una comisión ad-hoc. Geógrafos, agrimensores,
urbanistas, sociólogos, políticos y un representante de la Junta de
Estudios Históricos discutieron el encuadre de la ciudad en las
clasificaciones existentes. El ingeniero Loyola entregó a cada miembro
copia de la documentación preparada e hizo la presentación del
problema, que ya había sido anticipado en la convocatoria. El área centro
de nuestra ciudad no se puede definir con claridad. Hay informes que la
clasifican como urbana, pero otros lo hacen como semi-rural.
196
Para los geógrafos era indudable la clasificación de urbana ya
que todos los elementos del paisaje estaban vinculados por redes de
este carácter. Por otra parte, la condición de “antrópico” de todos los
rasgos, le negaba la posibilidad de ser encuadrado en el paisaje natural.
Los urbanistas, si bien aceptaban esos argumentos, consideraban que
la proporción de espacio edificado era muy escaso para llegar a urbana.
Los agrimensores opinaron que las dimensiones de las parcelas
correspondían a las zonas de casas quinta. Los sociólogos propusieron
realizar una encuesta a fin de incorporar otras variables para llegar a
una definición. Esta postura fue apoyada por los representantes de
todos los partidos de la oposición. El profesor Beirut afirmó
categóricamente que Maipú fue fundado como ciudad y eso lo hacía
indefectiblemente urbano. Ante tantas opiniones, con fundamentos
diversos, las discusiones se prolongaron por semanas.
El 14 de abril se presentó ante el Honorable Concejo Deliberante
el documento con las conclusiones de la comisión: “Se designará a ese
tipo de disposición “Modelo Circe-urbano”, dada la distribución de las
viviendas y otros edificios circundando la manzana, dejando el centro
sin destino prefijado, librado su uso a la astucia y creatividad de los
vecinos”.
Entre los años ‘30 y ‘60 fueron muchos los casos sin resolución
de niños desaparecidos en Maipú. Excedía las cifras medias de la pro-
vincia. Este dato llamó la atención de la licenciada Mercado en un estu-
dio comparativo. A raíz de esto se inició una investigación, la que develó
que el no encuentro de los menores generó hipótesis que fueron siem-
pre de destinos trágicos y nunca ligados al ámbito hogareño. De todos
modos, nunca se supo el verdadero destino de aquellos pequeños.
Recuerdo durante mi infancia haber aprovechado la característica de
estos lugares con mis compañeros para juegos como cowboy, policía y
ladrón, Tarzán, etc. Eran ambientes apropiados a la próspera imaginación
infantil. Aún debe estar allí aquel jeep rojo donde se ubicaban los pilotos
para efectuar las complejas tareas de decolaje, aterrizaje y
emocionantes maniobras de vuelo. Había que llevar a destino a todos
esos pasajeros cómodamente ubicados en la vieja escalera de madera
que conducía al altillo.
La licenciada Mercado continuando con sus investigaciones
estudió sociológicamente a los linyeras de Maipú, sus orígenes, ambiente
197
previo y situación psicológica actual. Concluyó que era difícil definir en
la mayoría de los casos recuerdos infantiles parentales y que el rasgo
común es la presencia de recuerdos casi salvajes.
Esta mañana la licenciada me ha traído su informe, junto con
uno sobre nutrición elaborado por el Servicio de Pediatría del Hospital
de Maipú.
“El maíz como choclo o guizado con gallina es muy buen alimento
y complementado con frutas y tomates proporcionan una nutrición
suficiente a un humano”.
Me comenta que recuerde la desaparición del maestro Urquijo y
la señorita Carella, de quienes se sospechaban relaciones especiales.
Se habían hecho chanzas sobre la capacidad de Urquijo para saltar
tapias, y viviendo en la misma manzana..., las conjeturas no dejaban
muchas dudas. El asunto es que no se supo nunca más de ellos.
Recordaba una docente de esa época, que la señorita Carella solía decir
con frecuencia: “un día de estos me voy para el fondo y listo”.
Vislumbró la posibilidad de que aquellos niños se hubiesen
extraviado en el fondo de su casa y dada la maraña existente
habitualmente, no hubiesen podido salir ni ser encontrados nunca.
Los docentes desaparecidos podrían haber cumplido una
actividad educativa informal. Las eventuales construcciones y/o
demoliciones habrían abierto caminos esporádicos entre los fondos y
la vía pública
Realmente es probable que nuestros actuales linyeras,
chacariteros, autoparlantistas, caminantes que evitan las veredas y van
por el medio de la calle, podrían ser seres criados en condiciones
diferentes.
Toda esta idea me pareció realmente una locura, pero esta tarde
he visto salir del interior de la manzana de la escuela Urquiza un
motociclista volando con un toldo extendido.
198
199
JORGE OMAR LOVOS
EL DUENDE DE LA VENDIMIA
Con perfume de vendimia
la reina de los viñedos
va recorriendo las viñas
que siempre fueron sus sueños.
Vas coronando el trabajo
de todo un año de esfuerzo,
vas como el duende del vino
alegrando al viñatero.
Siempre serás recordada
¡Oh, dulce niña de un sueño!
Tú fuiste la reina niña,
la reina de un pueblo entero.
Con apenas quince años
lograste el cetro mayor
con la dulzura de tu alma
nos ganaste el corazón.
¡Oh, dulce niña de un sueño!
Nos dejaste una ilusión.
Las vendimias serán tuyas.
Te la ofrecemos a vos.
Suenen campanas al aire
toquen cuecas y tonadas:
ha llegado un duende nuevo,
“de la vendimia” lo llaman.
200
201
OMAR ABRAHAM OCHI
LABRADOR DE INSTANTES
Mientras las horas
embarazan
el vientre fecundo
de la tierra
y el tiempo,
el Hombre
sigue labrando
sus nuevos instantes.
Entonces
se abren los surcos
en la casi
perpetua virginidad
de un desierto
y luego
nacen vergeles
en las pampas imposibles.
Y hay quienes
dejan sus campos
y salen a buscar
algunos frutos prohibidos...
...ellos mismos
son lobos
que jamás regresan
al tiempo que les pertenece.
Luego
pasan los días
y los hijos de los hijos
aprenden...
202
...que la soledad
y la desnudez de un desierto
nunca son
un minuto imposible...
y los vergeles de ensueños
pasan...
y la vida pasa...
pero el buen hombre
que sabe
labrar sus instantes...
...nunca muere
antes de ver su cosecha,
y cosecha lo que siembra;
siembra su propia cara.
203
VANINA NOELIA PERDICARO
LA VOZ DEL MUNDO
El mundo
quiere hablar…
Quiere contar
de las vanidades y
heridas abiertas
que riegan su tierra,
envenenan su alma.
El mundo
quiere gritar
contra la apariencia
del mundo perfecto,
esbozo ideal
de una realidad imperfecta.
El mundo
NECESITAdecir…
Se desmorona con cada guerra,
batallas diarias de impunidad.
El mundo se desangra
en viejos andenes,
oyendo el sonido del metal.
El mundo
NECESITA de tus manos,
de mi silencio,
de nuestro andar.
El mundo
lucha
en medio de la violencia.
Espera…
Te espera…
Pequeñas sonrisas,
poco a poco lo curarán.
204
205
ANA MARÍA PESLE
VENDIMIA DE MIS TIEMPOS
La tarde se criba en luces y sombras
entre las vides vendimieras.
Hay voces de labriegos esperando la cosecha,
arrebatando a la tierra sus dulzuras extremas.
Sueños cautivos en los espalderos.
Esperanzas renovadas de miel y fuego.
Por las acequias corre el agua de los cerros,
cinta de plata en los surcos del tiempo.
Frutos maduros andando el camino
que volverán en mieles el néctar, en las bodegas.
Chupallas y pañuelos
apasionados de soles bailan en las hileras.
Es tiempo nuevo,
las ilusiones escapan al cielo.
La buena cosecha se hará
sangre en la sangre
y vino en el vino.
Dulzura en las copas y labios en beso etéreo
Silencio en los viñedos
de mosto que se hace vino nuevo.
Brotan al unísono cuecas y tonadas
en voces y cuerdas,
en acordes de guitarras.
Es tiempo de vendimia,
tiempo de gracia y bienaventuranza.
Es tiempo de reunión
Es tiempo de misterios,
de soles maduros,
de ansias coronando el trabajo,
de ilusiones y sueños,
de renovar en cada rostro
el recuerdo de tiempos lejanos.
206
Comienza la cosecha
Vendimia de tiempos nuevos
que se va coronando de luz y misterio.
207
BIBIANA POVEDA
CUYUM
Vuelve a enarenarme
la luna de dos puntas.
Abreva el incordio de mi cuerpo
persiguiendo al venado
y se traga el magma
de tus miembros en vahos
de jarilla quemada.
Incorruptible basalto, corazón.
Parsimonia de eterna paradoja
desde el precámbrico membrillo
de mi entrepierna.
La flor de la Payunia
arranca vicios en medio
de la piedra labial de tu suspiro.
Cae del aguaribay la rosa
pimienta de tus ojos.
La tomo y la restriego en mi contorno.
Y aún consumiendo el veneno:
viva
más que cualquier atemporal
sentimiento.
El infortunio de no verte
se ha vuelto anciano cerro
y ya no amanece en
el sauce despeinado del olvido.
Viva,
entre huesos secos del Cuyum
que hago potrear
con la sola grieta de esta noche
que es tuya, aunque no quieras
someterte a los embrujos del Ande.
Súbitas retamas de lavada
memoria de mis uñas en tu pelo
208
se encogen en mi vientre
y raspo la carne en sacrificio.
Brota algarroba en místico deshecho
y
viva, sí
te suplico, dios de repente,
mi Hunuc Huar;
llevá mi resto hasta el nidal.
Donde el cóndor descansa
de su historia: déjame caer
hasta morder el cacto designado.
Despeñarme por la rara sustancia
verdefuego de tus desfiladeros.
La víctima invencible:
la que no cesa
en el dulzor cavernoso
de tu piel merodeada
por la parra de mi deseo.
*Algunos estudiosos suponen que en idioma allentiac esta palabra significa«arenal”. También se halla que la etimología de la palabra «Cuyo», significa en elidioma araucano Cuyum puulli, es decir tierra arenisca. Otros señalan que en elidioma quechua la palabra «Cuyo» significa: «Vasallos de los monarcas del Perú».Asimismo, el nombre podría deberse a la primera persona plural del pronombrepersonal en huarpe: «CUCHA», que al significar nosotros (o de nosotros:CUCHAYCH GUIAM) puede haber sido la manera en que los nativos nombraronsu tierra ante los primeros colonizadores españoles.
209
JOSÉ HIPÓLITO QUIROGA
MAIPÚ
Yo no nací en estos pagos
En otro yo vi la luz
Cuando niño me trajeron
A estas tierras de Maipú.
Acá he gozado la VIDA
Y pasado mi juventud,
Acá le canté a la vida.
Acá le canté al amor.
Acá le canté a las flores.
A la muerte y al dolor.
Departamento de Maipú
En la ciudad cabecera
Tu plaza es un monumento
A la hermosa primavera.
Si por Ortega me vieron,
Por Rodeo, o por Beltrán,
Por Lunlunta o Luzuriaga,
Para mi todo es igual.
Porque gozo de esta tierra
Que me supo cobijar.
Por San Roque crucé el río
Y a Barrancas fui a parar,
Por Coquimbito, por Russell,
Por Cruz de Piedra, además,
He visto inmensos viñedos
Cuando iba a cosechar.
Porque Dios así lo quiso
En Gutiérrez está mi hogar.
210
211
WILLY RODRÍGUEZ
QUE SEA EN MENDOZA
Quiero contarte hermano de esta tierra
Que no hace falta irse para empezar a extrañarla
Que la pureza aguarda en las cenizas
Y de lo que queda aún por descubrir
Tiene una voz de inmensa cordillera
Que cantan los labios del Río de la Plata
Que no olvidas el verde de las sierras
Los ríos, los lagos, quebradas y mesetas
Quiero contarte hermano y haz memoria
Muchos somos del pueblo, pocos hacen historia
Y aquel amigo que se va y no vuelve
Será que no le ofrecimos su bien ganada oportunidad
Pero es tiempo de olvidar tristezas
De estar mano a mano repartiendo alegría
Y recuperar lo que siempre fue nuestro
La cultura de hombre, la libertad de los pueblos
Quiero mirar los hijos del futuro
Cuando en arrugas del tiempo ya mi camino se acabe
Cuando la paz ya no sea quimera
Y los latinos cantemos la libertad de los pueblos
Quiero verte hermano trabajando
Y regando las siembras que dejaron secando
Y cuando la muerte me vuelva a la tierra
Que sea en Mendoza, que sea en Maipú.
Abriendo el surco escucharán mi canto.
212
213
MAGALÍ SOTO
INSTANTE
Disfruta de la risa y el llanto
como cuchillos de poesía.
Espera el beso y el abrazo.
Deja llegar el día.
Aboga por cada instante,
en que duerme el corazón
y aguarda asaltar en carcajadas.
Solo bendecir los momentos que Dios
ha bendecido, no hace
humanos redimidos.
No corras, ni esperes, no vengas
ni vayas,
porque
la pasión de todos los tiempos,
se resume en un instante.
Un instante bien vivido puede girar
el tiempo predestinado,
puede detener la muerte del alma que
ya estaba desahuciada.
Puede volverse
contra una onda sísmica de la venganza,
detenerse y perdonar.
Puede recordar, dónde perdió la vida
y el calor de los huesos inertes, no
importa la edad.
Un instante vivido puede ser,
bendito y fatal.
El pasado no tiene poder en el presente,
ni el futuro que intimida, solo
Heredar la vida Libera.
214
215
HUGO OMAR TORRES
A MI TIERRA
Ha bajado a los versos
a las venas profundas
de todas las palabras
la sabia universal
de la existencia.
Ha socavado los silencios
y el misterio de sus entrañas.
Dominio salvaje de arenas
esperando ser fecundados.
Pequeña patria,
memorial de la búsqueda,
vientre universal
pariendo la vida,
alimentando verdes y silencios.
Antigua hembra silvestre
injertada en la tierra,
en tu rostro huarpe
se tatuaron
todos los sudores
del hombre.
Multitud de días sin madurar
los siglos que emprenden
intensamente el camino.
Los sueños
levantaron
su eterno vuelo.
216
Las manos hambrientas
empuñaron el trabajo
y un extraño caudal de verdes
alimentó con su sabia nueva
la nobleza de este suelo.
217
GRACIELA VAIA
FUEGOS EN TUS ENTRAÑAS
Caminos abiertos suaves y sedientos
De aventuras nuevas con vista al futuro.
Pureza en el aire celeste y candente
Que alimenta el alma de toda la gente.
Susurro del alba anunciando el día
Despierta al labriego con plena alegría.
Trabajo perpetuo, tranquilo, seguro
Envuelto de sueños y lleno de orgullo.
El día te cuida. La noche te ampara.
Perfume de viñas. Cantos de alabanzas.
Voces peregrinas te van conociendo
Y por los senderos lo van transmitiendo.
Tu nombre se expande. La brisa lo arrastra.
Nuevos horizontes hoy te agigantan.
La obra es de todos. Tu gente, tu pueblo,
Aves pasajeras que tocan tu suelo.
Maipú y su pujanza luchando en lo adverso.
Sin bajar los brazos ni en sus desvelos.
Armadura firme forjada de hierro
Defiende a su paso, el paso del tiempo.
Fuego en tus entrañas, tenaz y contento
Eres visionario y sigues creciendo.
218
219
FRANCISCO VARGAS
SOLEDAD
Arriba el aro silente de la luna
Llena de blancor la senda que camino.
Cuando era mi vida, glauca primavera,
Es la misma senda, la que hallé contigo.
Como antigua ronda yo veo tu imagen
Caminar el atrio de aquel monasterio
Vestida de nácares con alas de encajes
Y en tus blancas manos el negro rosario.
Y termino siempre perdido en tabernas
Entre burdos naipes y moreno vino.
Y cuando regreso por calles de piedras
Blanca una figura cruza mi camino.
220
221
MANUEL HUMBERTO VILLEGAS
Homenaje a Armando Tejada Gómez
TU RANCHITO, ARMANDO
Como el pájaro poco a poco lo tejiste,
Ladrillos sobre ladrillos lo pensaste.
Con orgullo lo veías cada día crecer
Y en tu pecho nacías este querer.
Palos, cañas, barros y esfuerzo.
Un pequeño jardín con ruda y mastuerzo,
Muchas flores y algunos sarmientos
Para sombra mate y alivio de esfuerzos.
La china que enamoraste y amaste,
Compañera buena, madre de tus hijos,
Cuida de la casa mientras vos…
Pulsas la guitarra, estrenando nuevos versos.
Poeta grande de la vieja calle larga,
Hoy Pedro Molina, que cambiaste
Por Maipú, recibiendo amigos
Para compartir un tacho de cosecha lleno
De sentimientos, lleno de dulces cantares.
222
MIGUEL ANTONIO SAVATTINI
RUSSELL, TIERRA HUARPE
Cómo quisiera cantarte
Russell tierra noble del huarpe,
eres todo en la vida
te llevo como un estandarte.
Son tus viñas altivas
durmiendo junto a los cerros,
esperando están tus hijos
recibir tus frutos eternos.
Suelo fecundo y glorioso
orgullo de los hermanos,
que aman desde siempre
a este pueblo soberano.
Con esta geografía de versos
te entrego todo el calor,
ser hijo de esta tierra
es entregarte todo mi clamor.
Aunque pasen los años
y lejos me encuentre,
he de volver a cantarte
por tan sólo verte.
223
ÍNDICE
Región Metropolitana
Palabras preliminares ................................................................ 7
Godoy Cruz ............................................................................... 9
Prólogo. Sylvina Balmaceda .................................................... 11
Autores .................................................................................... 13
Guaymallén .............................................................................. 67
Autores .................................................................................... 69
Las Heras ................................................................................ 93
Agradecimiento ........................................................................ 95
Autores .................................................................................... 97
Maipú ..................................................................................... 175
Prólogo J. H. Diguardo Bravo ................................................. 177
Autores .................................................................................. 179
224