antologia literaria

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INSTITUTO ESTATAL DE EDUCACIÓN PÚBLICA DE OAXACA ESCUELA SECUNDARIA GENERAL Ricardo Flores Magón i.e.e.p.o. 20DES0175T ES 372-161 Antología literaria 2006-2007 Tíacolula de Matamoros, Tlac. Oax.

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Escuela Secundaria General Ricardo Flores Magón.

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INSTITUTO ESTATAL DE EDUCACIÓN PÚBLICA DE OAXACA

ESCUELA SECUNDARIA GENERAL

Ricardo Flores Magón

i.e.e.p.o. 20DES0175T ES 372-161

Antología literaria

2006-2007

Tíacolula de Matamoros, Tlac. Oax.

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Antología literaria 2006—2007

PRESENTACIÓN

La literatura es una forma de conocimiento, una manera de comprender el mundo. No necesa­riamente u n ejercicio de fantasía, sino de acerca­miento a la realidad: u n intento de transformarla, de corregirla, de hacerla tal vez mejor. Niños y adultos soñamos día con día, dormidos o despier­tos, para corregir el mundo, para imaginarlo y de­searlo mejor, con una vida más plena, nueva cada vez, o más divertida e indeleble. Por ello, la litera­tura es una forma de conocer la vida, de tener con­ciencia de la vida. La identidad de los países y el vigor de los ríos, las selvas, los desiertos o las ciu­dades, se enriquecen con la grandeza y la memoria literaria. En esta grandeza participamos todos, co­mo autores y actores. Esta antología de jóvenes es­critores de la Escuela Secundaria General "Ricardo Flores Magón", de Tíacolula de Matamoros, Oaxa­ca, es una peculiar demostración de la riqueza so-

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cial de la literatura. La fantasía, la imaginación, el deseo de transformar el mundo, de hacerlo mejor, va demostrando en los cuentos, en los poemas y en las obras de teatro, primero, que la literatura no tiene edad; segundo, que puede nacer en niños, en adultos o ancianos; tercero, que no hay tema veda­do n i imposible; cuarto, que el mundo es de todos y que los niños lo conocen, lo admiran o lo transfor­man como todo artista. Pero particularmente este libro revela el talento de los estudiantes de Tíacolu­la, que son u n reflejo de la juventud de Oaxaca, de México y del mundo. Bienvenida esta nueva gene­ración. Buena suerte con la nueva fiesta del canto y las letras.

Carlos Montemayor

México, 2007.

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U N A N O T A NECESARIA

Desde que el Consejo Técnico Escolar deci­dió recorrer una nueva ruta en el trabajo Pedagógi­co dentro de nuestra institución, toda la comunidad escolar se ha mantenido en constante movimiento, lo que ha posibilitado que, inevitablemente todos, sin excepción, vayan reflejando los diversos rasgos de su carácter y de personalidad, sus diferentes motivaciones y sus distintas cualidades.

No ha sido sencillo orientar, corregir y forta­lecer, según sea el caso, cada uno de esos rasgos de personalidad y cualidades, o propiciar condiciones para el desarrollo y fortalecimiento de las habilida­des de nuestros jóvenes principalmente.

El esfuerzo que realizamos, es una nueva búsqueda; es la ruptura de los viejos esquemas; es luchar contra corriente; es vencernos a sí mismos para parir nuevas formas de trabajo pedagógico,

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sostenido por u n eje rector: la formación de perso­nalidades útiles a la sociedad.

El propiciar que nuestros muchachos y m u ­chachas plasmen sus sentimientos, emociones, in ­quietudes, inconformidades y frustraciones en u n texto, implica, por u n lado, la búsqueda de metodo­logías y, por otro, abrirle a los educando la ruta pa­ra el descubrimiento de sí mismos.

Aquí se exponen, en forma de antología, los trabajos logrados por nuestros jóvenes en la asigna­tura de Español, u n segundo esfuerzo en el marco de nuestra SEGUNDA CONVIVENCIA LITERA­RIA, CIENTÍFICA, CULTURAL Y DEPORTIVA.

Una felicitación sincera a la profesora Tere­sa López Lagunas, por haberse atrevido a romper las fronteras de sus propias limitaciones.

De igual modo, u n reconocimiento sincero al joven Juan Ornar Rodríguez Martínez, alumno del Tercer Grado Grupo " A " , por el hecho de que en el concurso interno de logotipo para la Segunda Semana de Convivencia Literaria, Científica, Cultu­ral y Deportiva, convocada por la Academia de Educación y Expresión Artística, ocupara el primer lugar con su diseño, que es el que figura en la por­tada de la presente antología.

EL DIRECTOR DE L A ESCUELA

PROF. M A R I O CRUZ LÓPEZ

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COMENTARIOS A L MARGEN

El presente trabajo, es el resultado del es­fuerzo conjunto de la comunidad escolar, del perso­nal de la escuela y, particularmente de la Academia de Español, en donde los estudiantes participaron redactando textos literarios en los que expresan sus sentimientos y emociones.

Para las comunidades alejadas del corazón de nuestro estado, no es fácil adentrarse en este t i ­po de actividades. Por tal motivo, en la elaboración de esta antología, fue necesario realizar esfuerzos extraordinarios a f i n de que nuestros jóvenes se atrevieran a superar y remontar su propias fronte­ras en esta área importante de las relaciones huma­nas: la comunicación oral o escrita.

Dar lectura a los diferentes textos de autores reconocidos, fue el inicio para motivar al alumno e

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inducirlo a la redacción de textos cortos, a partir de sus propias motivaciones.

Esta es la segunda antología literaria que con gusto y satisfacción damos a conocer. En los textos que en ella se presentan, se procuró respetar al máximo la sintaxis original; incluso las mismas faltas ortográficas y estructuras gramaticales. Úni­camente se corrigieron los signos de puntuación y ortografía. Por tal motivo, el lenguaje utilizado, es propio del alumno.

La única razón del respeto que arriba se alu­de, es que en el siguiente ciclo escolar los jóvenes, apoyados en estos textos, lo sometan a revisión ellos mismos para corregirlos.

En la Antología aparecen, del mismo modo, los textos y los lugares que ocuparon en el Segundo Concurso Interno de Composición Literaria.

La presente antología, pretende valorar el esfuerzo de los estudiantes en la asignatura de Es­pañol y para las generaciones venideras, u n ejem­plo a seguir.

Con amor, dedicación y esmero, se seguirán construyendo textos que servirán para la vida.

L A RESPONSABLE DE L A ASIGNATURA DE ESPAÑOL

PROFRA. TERESA LÓPEZ LAGUNAS

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SECCIÓN

CUENTOS

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EL RATÓN VAQUERO

Había una vez, u n ratón muy pobre, no te­nía donde vivir , siempre caminaba solitario por las calles, hasta que, u n día, vio u n letrero que decía: "el que monte el toro más feroz del mundo se gana­rá u n millón de pesos".

El ratón fue al concurso, llegó al lugar y vio al toro que era muy grande y feo. Le dio u n poco de miedo pero lo quiso intentar. El, era el número treinta y dos de la fila. Ya habían pasado treinta participantes pero ninguno pudo montarlo.

El siguiente concursante ya no lo montó, porque el toro lo mató de una patada.

Le tocó el turno al ratón, pero con tanto mo­vimiento, el toro lo tiró, el ratón se enojó mucho y lo montó nuevamente, sujetándose para no caer.

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Él fue el ganador del millón de pesos.

Con este dinero, se compró una casa y se consiguió a una novia, se casaron y vivieron muy felices para siempre.

Autor: IvánMorelos Martínez. V. C

EL NIÑO Y SANTA CLAUS

Había una vez, u n niño muy bueno, él siem­pre adornaba su casa y su arbolito cuando llegaba la Navidad porque quería a ver a Santa Claus y pedirle muchos juguetes.

Todas las navidades su papá se vestía de Santa Claus. Como eran muy ricos, ponían muchos regalos en el arbolito adornado.

Esa noche, el niño fue a tomar agua porque tenía mucha sed, de pronto, vio a su papá que esta­ba colocando los regalos. Él se fue llorando a su cuarto porque pensó que existía Santa Claus.

Su papá salió a la calle y a todos los niños pobres les regaló juguetes.

Cuando acabó de repartirlos se fue a su casa a dormir.

El niño oyó u n ruido y fue a donde estaba el pino de Navidad, vio a Santa Claus cerca del pino, él se puso contento.

Santa corrió a abrazarlo y el niño le dijo:

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Santa, gracias por compartir tus regalos

con los niños pobres.

No es nada, toma, aquí esta tu regalo.

Gracias Santa.

Me voy porque ya va amanecer, hasta pronto niño.

Hasta luego Santa. Cuídate.

Desde entonces creyó en Santa Claus y vivió muy feliz al lado de sus padres.

Autor: Cristian Martínez Aquino. Io. C

LAS PANTUFLAS

Esta historia sucedió en África. U n perro gigante con sus orejas y una trompa enorme mor­dió a u n señor en la pierna, su pierna era gigante.

Había unos pitufos que estaban jugando en el jardín, vestían de manera chistosa, con u n gorro y unas pantuflas muy grandes.

El señor tenía u n animal, este era u n oso hormiguero que se llamaba Pipo. A este señor le gustaba mucho pintar con sus crayones. Él pintaba u n ave que iba hacia u n globo que volaba. De re­pente llega el perro por detrás y lo muerde.

De inmediato lo llevaron al hospital, ahí le llevaron regalos y unas pantuflas que no le queda-

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ron. Así que, decidieron comprarle unas pantuflas de pitufo; él se las probó muy entusiasmado y se quedó con ellas.

Lo dieron de alta y se fue a su casa.

Todas las tardes se sienta en su sillón a re­cordar su historia. Esto lo hace todos los días y así, el señor es muy feliz.

Autora: Yazmtn Elizabeth Núñez Marcial. 1°. A

JUANA Y SUS ANIMALES

Había una vez, una muchacha vivía en u n campo muy bonito, ella cuidaba a muchos anima­les, todas las tardes los animales se reunían en la casa de Juana.

U n día, los animales no llegaron a su casa, la muchacha los buscó pero solo encontró a su perro Pinto.

Mas tarde, y con la ayuda de su perro, en­contró a sus lindas mascotas que estaban encerra­das en unas jaulas, listas para ser llevadas al circo.

Ella, con su gran inteligencia, hizo mucho ruido con una grabadora, cuando las personas es­cucharon, salieron de su tienda con grandes esco­petas, ellos estaban confundidos.

Aprovechando esta confusión, con gran ve­locidad, Juana rescató a sus animales, envió al can-

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guro a traer a su elefante y a su pato, pero los caza­dores mataron al canguro, al gusano y al ratoncito bebé. Ella prometió vengar la muerte de sus ami­gos.

A l día siguiente, los cazadores la fueron a buscar. Cuando la hallaron, la siguieron ocho hom­bres. Llegaron cerca de u n pantano, la muchacha se trepó a los árboles mientras tres cazadores, por intentar atraparla, se hundían en u n pantano, otros dos, intentaron salvarlos pero ya era demasiado tarde. Ellos, al verse derrotados, decidieron huir de ese lugar, pero prometieron regresar algún día para vengarse.

Juana y sus amigos volvieron a ser felices.

Autor: Eucario López Reyes. Io. A

EL REGRESO DEL COCODRILO

U n avión iba volando rumbo a China, en él, viajaban muchas personas, éstas, no se dieron cuen­ta que se acercaba una tormenta y los pilotos qui­sieron regresar, pero, dos señores se enojaron y con armas, obligaron a los pilotos a pasar en la tormen­ta. La tormenta derrumbó al avión y cayó en una Isla, 'Ta Isla encantada de los cocodrilos".

Después de la tormenta sobrevivieron siete personas; ellos no sabían en donde habían caído. Para salir de ahí, caminaron varios kilómetros hasta llegar a una casa vieja, por cierto, muy hermosa.

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Cuando entraron a u n cuarto vacío, se les apareció el alma de u n niño que había sido devora­do por u n cocodrilo. El niño les advirtió que anda­ba u n cocodrilo suelto.

A l anochecer, los muchachos sintieron ham­bre, comenzaron a buscar comida, cuando la encon­traron, empezaron a cenar. A media cena, uno de ellos salió al baño; sin darse cuenta, pisó unos hue­vos de cocodrilo. Cuando llegó con sus compañeros les iba a contar lo sucedido, pero de pronto, salió u n cocodrilo traspasando la pared. Entre sus filosos colmillos sujetó a Lucía, y de unas cuantas mordi­das la devoró.

Ellos escaparon muy espantados. Una de las chicas, accidentalmente empujó a Ramón arroján­dolo a u n pantano. Intentaron salvarlo pero no p u ­dieron porque el cocodrilo les salió por detrás, de­vorando a Patricia y a Ramón.

Regresaron a la casa en la que habían esta­do, comenzaron a buscar algo útil para cazar al cocodrilo; de pronto, uno de ellos encontró acciden­talmente una bodega repleta de armas, gasolina, machetes, granadas, pólvora, pistolas, etc., llamó a sus compañeros y les mostró lo que había encontra­do. Cada uno cogió u n arma. Todos ellos llenaron los barriles de pólvora. Cuando colocaban los barri­les entre los árboles, llegó el cocodrilo y mordió a Nicasio en una pierna, todos corrieron por temor a que los fuera a devorar. Nicasio, para salvar a sus compañeros, disparó a los barriles y explotó junto al cocodrilo.

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A la orilla de la isla encontraron u n helicóp­tero, en él, intentaban escaparse, pero, al despegar, el helicóptero se tambaleó y cayó Pablo entre unas varillas, traspasando su cuerpo. Heladio y Julián, fueron los únicos que sobrevivieron.

A l regresar a su país, los dos se casaron con sus novias, tuvieron muchos hijos y, en honor a ellos, le pusieron el nombre de sus amigos, recor­dando a los que fallecieron en aquella Isla.

Autor: Óscar López López. 1°.A

L A NIÑA Y EL H A D A

En u n lugar lejano del lago de Texcoco, una niña feliz cuidaba a sus animales, llevó su trompo para jugar y su barquillo para comer; de pronto, vio a una Hada que apareció sentada sobre una piedra. Ella se asustó mucho, pensó que era u n ele­fante.

Esta Hada era m u y mala porque se llevó a la niña y la encerró en u n castillo embrujado. Ahí, hacía todas sus maldades, todos los días fastidiaba y molestaba a la niña, luego, para asustarla más, le llevó la cabeza de u n burro muerto, u n perro con u n hueso y unas lágrimas con las orejas de u n ra­tón.

Para pasar el tiempo, la niña empezó a p in­tar cuadros. Pintó u n ojo, una foca con su pelota y su cola.

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A l siguiente día, siguió pintando más y más cuadros bonitos. Desde entonces le gustó pintar. El Hada se enteró y se enojó mucho con ella. La hechi­zó y la convirtió en u n dragón volador.

Gracias al Hada mala, el dragón, o sea la niña, pudo escapar porque tenía alas. Por las altu­ras vio a u n caracol, u n camello y otros animales.

De pronto, apareció otra Hada que parecía buena. Se acercó a ella y le quitó el hechizo. Le dio las gracias y se fue a su casa.

El Hada mala se convirtió en buena porque aprendió la lección.

Autora: Rosalía Cruz Gutiérrez Io. A

EL CAZADOR

U n señor salió con su perro, llevó su rifle y sus cosas para pasar el día en el bosque. De pronto, vio salir una culebra de una piedra, el perro empe­zó a ladrar y la siguió, pero la perdió. A su regreso, el perro se encontró a u n venado, lo siguió y llegó hasta donde estaba el cazador, en ese momento el señor vio al venado y le disparó, pero no le tocó la bala, por lo tanto, se escapó. Más adelante, el vena­do se encontró a u n conejo y le dijo:

¡Ayúdame, tengo problemas!, u n cazador me está siguiendo y me quiere matar.

El conejo le pregunta:

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¿En qué te puedo ayudar?

Préstame t u corona, voy a dar u n paseo por ahí para distraer al cazador.

Se puso la corona del conejo y se fue. Nunca regresó.

El conejo se enojó mucho, reunió a sus ami­gos y fueron en busca del venado pero no lo encon­traron; el conejo, muy triste, se regresó a su casa.

Sus amigos no se dieron por vencidos y fue­ron en busca del venado. De pronto, apareció junto a ellos, lo amarraron y se lo llevaron al conejo, éste le pidió disculpas y el conejo lo perdonó.

El venado, aprovechándose de la bondad del conejo, le pidió sus zapatos para ir a dar una vuelta por el bosque, el conejo no entendió la lec­ción y se los prestó.

El venado desapareció definitivamente, nunca se supo nada de él. El conejo fue engañado nuevamente.

Días después, el cazador vio al conejo, le disparo y se lo llevó a su casa.

Autora: Rosalía Cruz Gutiérrez.!0. A

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U N PINO DE N A V I D A D

U n día, y para se exactos, fue u n veinticua­tro de diciembre. Unos leñadores fueron al campo a cortar leña para su fogón, ellos comenzaron a cortar u n árbol pensando que era común a los demás, en ese preciso momento, por ahí pasaban unos señores y les dijeron que no lo cortaran porque también era u n pino.

Los leñadores no le hicieron caso y lo corta­ron, pero no para quemarlo, sino que, se lo llevaron a su casa y lo volvieron a sembrar en su terreno. Lo adornaron con luces de colores, esferas y otros adornos muy bonitos y brillantes.

Desde entonces, las personas ya no querían comprar u n pino artificial, sino que, iban al campo cada año a cortar u n pino para utilizarlo como adorno en todas las Navidades.

Las personas se alegraron mucho porque el árbol que cortaron tenía mucha fantasía. Ellos le pidieron muchos deseos y todo lo que le pedían se los concedía.

La vida de las personas cambió totalmente con este pino. Lo querían mucho, a diario lo rega­ban y fueron muy felices al lado del pino.

Ellos se decían: una planta o u n árbol no es cualquier cosa, porque algunos podemos cum­plir nuestros deseos.

Autora: Rosalía Cruz Gutiérrez. Io. A

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L A INVASIÓN DE LOS ANIMALES

En una gran selva había unos animales que vivían en paz, hasta que u n día, llegaron unos caza­dores y empezaron a matar a todos. Ya quedaban muy pocos.

El león, uno de los sobrevivientes, empezó a llamar a los pocos animales que quedaban y les d i ­jo:

No vamos a tolerar esto, tenemos que de­fender nuestra selva.

Los animales empezaron a poner trampas. Cuando terminaron, se fueron a descansar.

Enseguida llegaron los cazadores. Burlaron sus trampas y empezaron a disparar; después de haber matado a unos cuantos animales, se fueron a su campamento.

El león llamó nuevamente a sus compañeros y les dijo:

Estoy harto que no nos respeten. Ahora nosotros los cazaremos.

Los animales fueron en busca de los cazado­res. Llegaron a la ciudad y empezaron a matar a las personas que encontraban a su paso, otros, empe­zaron a buscar a los cazadores. Cuando los encon­traron, cumplieron su amenaza. Regresaron a su selva y volvieron a vivir en paz.

Autor: Iván Morelos Martínez. Io. C

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EL MONSTRUO DE LAS NIEVES

En u n país lejano vivía una familia muy bo­nita.

Cierto día, decidieron ir a Alaska para pasar ahí sus vacaciones. A l llegar, se encontraron con la noticia de que en las noches atacaba el monstruo de las nieves. Ellos decidieron acabar con él, así que, se pusieron de acuerdo para ir en su busca y atacar­lo.

El hijo mayor del señor Daniel agarró una antorcha para alumbrarse, la hija menor, también agarró antorchas para ponerlas en el camino como guía para su regreso.

Cuando encontraron al monstruo, pelearon con él. El señor Daniel y sus hijos lo derrotaron. Cuando regresaron a la ciudad, todos hicieron una gran fiesta para festejar el triunfo del señor y sus hijos.

Desde ese día, todos los habitantes de Alas-ka vivieron muy felices.

Autora: Evangelina López López. Io. C

L A N A V I D A D MÁGICA DE L A F A M I L I A MARTÍNEZ

Había una familia muy pobre que se apelli­daba Martínez. Vivían en una casa muy pequeña. Ellos no creían en Santa Claus y decían que él no se

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acordaba de los pobres. Ellos no sabían que él los andaba observando desde su ojo mágico, u n apara­to inventado por el mago Merlín.

Cuando Santa Claus vio eso quiso ayudar. Santa le dijo a Merlín:

Apúrate que vamos de viaje hacia todo el mundo para regalar amor y felicidad.

A la mañana siguiente, vieron los regalos en el corredor. La familia Martínez se sintió muy feliz y, desde entonces, creyeron en Santa Claus.

Autora: Evangelina López López.l0. C

EL METATITO DE ORO

2o. LUGAR CONCURSO COMPOSICIÓN LITERA­RIA

En u n pueblito lejano que se estaba convir­tiendo casi en una ciudad, llegó a vivir una familia. En esta casa había muchas antigüedades.

La familia limpiaba con mucho cuidado to­das las reliquias que había ahí, de pronto, vieron u n metate, pero no era u n metate común y corriente, sino que, de oro. Ellos no lo sabían, así que, se des­hicieron de todo y lo tiraron a u n barranco, cerca de donde vivía una familia de bajos recursos econó­micos.

Una tarde, unos niñitos estaban buscando algunas cosas en el barranco, de pronto, una luz

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iluminó un objeto. Uno de los niños fue a ver qué sucedía, él encontró el metatito que habían tirado. Por lo brillante que lucía, le gustó mucho y se lo llevó a su casa. Se lo enseñó a su mamá, pero ella le dijo que lo tirara porque no servía. El niñito le dijo que sí, pero lo fue a esconder.

Transcurrió el tiempo, hasta que u n día co­rrió la voz: "quien tuviera en su poder u n metate, al parecer de juguete, lo entregara a la policía, ya que era una reliquia de la comunidad, a cambio, le darí­an una recompensa".

El niño se acordó del metate que había en­contrado y lo fue a sacar de su escondite, lo metió en u n costal y lo entregó a la policía; ellos le dieron una recompensa de cien m i l pesos.

Cuando llegó a su casa, le contó a su mamá lo sucedido y le dio el dinero de la recompensa. Su mamá, estaba feliz.

Con ese dinero construyeron una buena ca­sa, ayudaron a otras personas y vivieron muy feli­ces.

A l paso del tiempo, las personas se entera­ron que el metatito no solo era una reliquia del pueblo, sino que, era de "oro" .

Autora: Rocío Noemí López López. 2°. B

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EL E N A N O DEFORME

En una vieja aldea, vivían muchos hombres chiquitos, ellos eran normales, solo uno era defor­me.

Todos se burlaban de él porque no era como los demás, eso lo ponía muy triste; pero había al­guien que sí lo quería, ella era una enanita muy simpática.

U n día, a la enanita se la robaron unos hom­bres u n poco mas altos que ella. Para rescatarla, tenían que elegir al más valiente.

Fue una gran sorpresa cuando apareció el enano deforme para ir a rescatarla. Todos se burla­ron de él porque no le creyeron, pero, al final, muy decidido se fue en busca de la enanita.

En algunos lugares que pasaba corría peli­gro, pero aun así, llegó hasta donde la enanita esta­ba y la rescató.

El papá de la enanita estaba muy preocupa­do por ella.

U n día inesperado llegaron los enanitos, aunque u n poco cansados y con mucha hambre por el largo viaje.

Como el enano deforme estaba enamorado de la enanita, poco tiempo después le pidió que se casara con él, y así lo hicieron Se casaron, tuvieron muchos hijitos y vivieron felices para siempre.

Autora: Rocío Noemí López López. 2o. B

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EL HOMBRE Y L A MUJER

U n señor, vivía en u n cerro grande, dentro de ese cerro vivía una familia.

Cierto día, la mujer le dijo a su esposo:

Vamos a hacer una casa donde podamos ser felices, porque aquí, siempre nos asustan los animales del campo, y siempre nos alimentamos con puras yerbas.

Pues sí, dijo el marido.

A l siguiente día, el marido empezó a hacer su casa, pero, el solo, no encontraba la forma en cómo acomodarla; por lo tanto, le dijo a su esposa:

Me ayudarás a construir la casa porque yo solo no puedo.

Bueno, le dijo la mujer, y salieron los dos.

Llegaron al lugar donde el hombre empeza­ba a construirla, pero a la mujer no le gustó, así que, buscaron otro lugar.

Cuando terminaron, se llevaron todas las cosas del cerro para su casa nueva.

El hombre salió a trabajar y dejó a la mujer sola.

Cuando el hombre regresó, se llevó una gran sorpresa al ver la casa destruida que cayó so­bre la mujer.

Ella murió calcinada, sólo quedaron puras cenizas. No hubo necesidad de enterrarla, pues ya

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no había nada, solamente polvo.

El hombre, muy triste, se fue en busca de otro hogar.

Autor: Benito Aquino Sánchez. 2o. A

LOS ANIMALES Y EL VOLCÁN

U n hombre, vivía en u n bosque. En ese l u ­gar había u n volcán. Ese hombre tenía amigos ani­males, tales como: u n caracol, u n pájaro carpintero y u n ave. El señor no dejaba que sus amigos se acercaran al volcán porque corrían peligro.

U n día, el señor se fue al pueblo a buscar comida, sus amigos aprovecharon su ausencia y se fueron al volcán.

En el volcán, los animales comenzaron a jugar y así se la pasaron todo el día.

A l llegar el señor a su casa, llamó a los ani­males para darles de comer, como vio que ninguno estaba, salió a buscarlos, pero no los encontró. El se dio cuenta que sus amigos se habían ido al volcán. Estaba preocupado porque el volcán estaba a punto de hacer erupción y decidió ir por ellos.

Los animales sintieron que todo temblaba. Fue hasta entonces, cuando se dieron cuenta que el volcán iba hacer erupción.

Como el caracol no podía correr, n i volar, el pájaro carpintero y el ave decidieron llevárselo car­gando. Mientras que el señor los buscaba, vio que ya venían y, decidió ayudarlos con el caracol.

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Cuando llegaron a su casa, el señor les dijo a sus amigos, que nunca más lo volvieran a desobe­decer, porque por su travesura, podían haber muerto. Los animales se disculparon y le prometie­ron que nunca se saldrían en su ausencia. El señor estaba muy contento de haberlos recuperado y to­das las tardes jugaban muy contentos.

Autora: Reyna Isabel Aguilar del Río. Io. B

L A HORMIGA D A V I N C I

En u n lugar m u y hermoso, había una hor­miga muy talentosa que le gustaba pintar, por eso le decían: " la hormiga Da Vinci" .

Una de sus amigas le propuso que hiciera una pintura en donde mezclara varias formas, si­luetas, figuras de objetos, letras, animales, etc.

Ella aceptó y empezó a dibujar en u n cua­dro.

Primero, dibujó una tortuga, de ahí, agarró forma y dibujó a u n gavilán con alas; de la cabeza de una tortuga salió parte de u n dragón; después, pintó una hormiga, luego hizo la silueta de la pier­na de una mujer; en f in , siguió dibujando, hizo la forma de u n pingüino, una zapatilla de diferente figura y distintas formas.

Cuando terminó de pintar el cuadro, reunió a sus amigos e hizo una presentación y se los mos­tró. A l ver su cuadro, quedaron fascinados con la

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pintura que utilizó y las formas del dibujo. Muchas personas se lo quisieron comprar, pero la hormiga no quiso venderla porque era su obra maestra.

U n día, la hormiga y sus amigos salieron al campo pero se tardaron mucho tiempo. Cuando llegaron, encontraron todos los cuadros tirados y rotos, su cuadro favorito se lo habían robado. Fue tanta su tristeza por el cuadro perdido, que se ence­rró en su casa y no quiso saber quién lo tenía, ya que desconfiaba de todos.

Sus amigos buscaron intensamente el cua­dro. Después de varios días lo encontraron y lo co­locaron en u n museo. Ellos decían: ninguna hormi­ga puede ser como: "La Hormiga Da Vinci" .

Autora: Martha Pérez Lujan. Io. B

EL ÁRBOL MÁGICO DE N A V I D A D

Erase una vez, en u n bosque muy grande y hermoso, había u n pino que estaba muy triste por­que nadie le hacía caso. Este árbol estaba muy solo en el bosque, no tenía muchas hojas en sus ramas y por eso nadie se lo quería llevar a su casa.

U n leñador que pasó por ese lugar se com­padeció del pobre árbol, lo cortó y se lo llevó. Cuando llegó a su casa, le dijo a su mujer que se lo habían regalado porque nadie lo quería.

Ella se alegró al verlo y lo colocaron en una

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esquina. Uno de sus hijos quería una cena muy rica para la Noche Buena, pero como no tenían dinero, no podían darse ese lujo.

Ellos no sabían que el árbol era mágico, se acercaron a él muy tristes, el hijo le dijo al árbol:

Ojalá y tú nos cumplieras ese deseo de cenar u n buen platillo.

El árbol movió las pocas ramas que tenía y por arte de magia, la cena estaba lista. Hasta enton­ces se dieron cuenta que el árbol era mágico y que cumplía sus deseos. Esa noche la pasaron muy bien.

Cuando llegó la noche de año nuevo, el niño pidió que el árbol tuviera muchas hojas y que fuera el más bonito, y así fue.

Como el árbol les cumplía todos sus deseos, decidieron conservarlo para que no les faltara nada y siempre pudieran tener dinero y cosas buenas. Se volvieron ricos en el transcurso del año.

U n día, uno de los niños rompió el árbol en dos pedazos y no lo pudieron componer, entonces, pidieron su último deseo, consistente en que nunca les faltara los sagrados alimentos. En ese instante, el árbol desapareció, y, desde esa vez, fueron muy felices y estuvieron m u y agradecidos con el árbol mágico de Navidad.

Autora: Martha Pérez Lujan. 1°. B

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L A AVENTURA DE SANTA CLAUS

U n día, Santa Claus estaba en el Polo Norte y se le ocurrió dar una vuelta en su trineo.

Envió a su mascota, una paloma, para averi­guar si el día estaba en condiciones para salir.

Se subió al trineo, pero, en esos momentos, supo que los renos estaban enfermos, así que, se montó en su caballo.

Cuando iba conduciendo, se dio cuenta que llevaba en u n pie, u n calcetín, y en el otro, una bota de payaso. De repente, el caballo se tropieza con u n armadillo, en esos momentos, sale u n hombre bai­lando en una esquina, lo saluda amablemente y lo invita a su casa a tomar u n café. El aceptó y platica­ron largo rato.

Así terminó su aventura, estaba contento porque había encontrado a u n amigo.

Autor: Abimael Reyes López. 1°. C

EL GUSANO GIGANTE

Erase una vez, en u n bosque, por los años 1200 d.C, vivían diferentes especies de animales, tales como: ardillas, lobos, venados, abejas e insec­tos y gusanitos de diferentes formas y tamaños.

Cierto día, algo sucedió, u n niño tenía una enfermedad muy rara. Solo lo podía sanar u n gusa-

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no especial.

El padre, al ver a su hijo triste, fue al bos­que. U n gusanito estaba comiendo granitos. El pa­dre, al verlo, se lo llevó.

Dios se había dado cuenta por qué lo había agarrado. A l ver al gusanito, se le vino en la mente que iba a salvar una vida. Ese gusanito salvó la v i ­da de u n niño.

Desde entonces, Dios dijo:

A esos gusanos los voy a hacer gigantes para que salven a las personas. Los gusanos del mundo crecieron y crecieron para salvar más vidas. Desde entonces, se les conoce como: "el gusano gi­gante".

Autor: Héctor Eddiel Morales Méndez. 2o. A

L A MUJER QUE PODÍA HABLAR C O N LOS MUERTOS

Hubo una mujer muy sencilla que su familia no la quería.

Llegó el día de muertos y le fue a dejar flo­res a su abuelo, pero, no llegó hasta la tumba por­que ahí estaban algunos integrantes de su familia. Se fue tristemente al interior del cementerio, de pronto, vio una tumba muy sola y ahí dejó las flo­res.

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Luego, en la noche, se le apareció su abuelo y el difunto a quien le había dejado las flores.

El difunto era u n guapo muchacho, la mujer se sorprendió cuando llagaron más difuntos a su casa a darle las gracias porque animó al muchacho.

A l día siguiente, también le dieron las gra­cias a la mujer y se fueron por donde vinieron, ya no se sentía sola, se ponía muy contenta cuando llegaba el día de muertos. Su familia se enojaba más y más con ella.

U n día, los muertos decidieron estar dentro de la casa de la muchacha para esperar el día de los fieles difuntos.

Para averiguar qué estaba pasando, su fami­lia no durmió toda la noche.

Las luces estaban encendidas, de pronto, empezaron a parpadear, se abrió la puerta y la ven­tana, había muchos truenos y aire. Se asustaron mucho y se quedaron paralizados al ver llegar a muchos muertos.

Llegó el abuelo, el guapo muchacho y otros difuntos más; entonces, la mujer se despertó y vio a su familia por la ventana.

Los muertos se acercaron a ella y le dijeron:

¿Ellos te molestan mucho verdad?

Sí, pero no le hagan daño, yo se que ellos no me quieren pero tampoco quiero lastimarlos.

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Nosotros vinimos a obedecerte, pero esta vez les vamos a dar u n escarmiento.

Sus familiares se convirtieron en estatuas de piedra y la mujer se puso triste. Lloró mucho y du­rante largo tiempo, después de unos días, sus lágri­mas los volvieron a convertir en seres humanos.

Ellos le pidieron perdón por su desamor hacia ella y le dijeron que ya no la volverían a mo­lestar.

Desde ese día, los difuntos convivían con ella y sus familiares.

Autor: Felipe de Jesús Cruz López. Io. B

EL MOSAICO DE COLORES

En u n mosaico de colores se formaron m u ­chas figuras. Las figuras querían ser de verdad. Una noche, se les apareció una Hada y les dijo que les concedería u n deseo. Todos, muy contentos, le dijeron que querían tener vida. El Hada cumplió su promesa y les dio vida.

La bota y el zapato se quedaron en su casa, ambos se hicieron buena compañía.

El papalote y el globo volaban juntos mien­tras platicaban. El pájaro y el perico también vola­ban juntos y a veces se encontraban con el papalote y el globo.

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El ganso y el pato se quedaron a nadar en el estanque. De vez en cuando se visitaban para con­vivir .

Ellos estaban felices por tener vida y la dis­frutaban al máximo.

Autor: Felipe de Jesús Cruz López. Io. B

EL HOMBRE M A S FUERTE DEL M U N D O

Había una vez, u n hombre muy fuerte, era el mas fuerte del mundo. Todas las personas lo odiaban por ser así.

U n día, en el pueblo de Israel sucedió una tragedia. Llegó u n dragón que atacó a muchas per­sonas. Ellas estaban heridas y pedían auxilio.

Llegó el hombre más fuerte del mundo. El hombre y el dragón empezaron a pelear. Las perso­nas estaban muy asustadas. El hombre mató al dra­gón, pero él quedó herido. Días después se recupe­ró.

Todas las personas lo felicitaron y lo empe­zaron a querer mucho. El estaba contento porque era su primer lucha y la ganó, y también, porque todas las personas lo apreciaban.

Años después, el hombre se casó y vivió muy feliz al lado de su esposa y sus tres hijitos.

Autora: Eunice Antonio Luis. Io. C

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LOS REYES MAGOS

Hace mucho tiempo, los reyes magos iban a entregar juguetes, pero no pudieron porque u n la­drón les robó todo.

Ellos tuvieron que buscar al ladrón. Des­pués de tanto buscar, lo encontraron y lo atraparon unas horas antes del día de reyes.

Los reyes recuperaron los regalos y los en­tregaron a todos los niños. Ya no había caritas tris­tes, los niños estaban felices con sus juguetes.

Autora: Silvia Sosa Díaz 1°. A

EL GATO Y EL RATÓN

U n ratón odiaba a los gatos. U n día, llegó u n gato llamado Pepe.

A l gato le gustaba tener amigos, así que, platicó u n buen rato con el ratón, el cual le dijo que no le iba a hacer daño. El ratón creyó en él. Así fue como el gato y el ratón se hicieron amigos, y tam­bién les enseñaron a los demás, que siempre que exista la confianza y la sinceridad tendremos la amistad de todos.

Autora: Silvia Sosa Díaz. Io. A

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EL LEON Y EL ELEFANTE

U n león que era el más feroz de toda la sel­va, siempre se la pasaba asustando a los animales que le tenían miedo.

U n día llegó u n elefante muy grande y qui­so asustar al león, pero no fue así.

Cuando el elefante se fue a su cueva, se le apareció el león y se lo quería comer, entonces, el león desafió al elefante; en ese momento, el león le dio u n golpe en la cabeza. El elefante se desmayó y el león pensó que había muerto, pero no fue así, él se pudo levantar, y con u n fuerte golpe que le dio el elefante al león, cayó al suelo.

Fue así como el león perdió su orgullo, to­dos los animales felicitaron al elefante. El puma, la chita y el tigre, les dieron las gracias por todo.

Por eso es que los leones siempre intentan matar a los elefantes pero nunca pueden hacerlo, porque el elefante es más fuerte y más grande que el león.

Desde ese día, todos creyeron que el elefan­te era el más valiente, por eso, decidieron llamarlo: "el rey de los animales".

Autora: Evelin Rosales Martínez. Io. A

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EL MOSCÓN Y SUS AMIGOS

Hace muchos años, había u n moscón muy verde, él tenía muchos amigos pero solo eran dibu­jos. El moscón era muy feliz al lado de sus amigos que durante muchos años habían estado juntos en una sola hoja. Ellos nunca se sentían solos porque todos los días salían a jugar y conocían a más dibu­jos.

Así como ellos fueron haciendo nuevas amistades, conocieron a dragones, trompetas, bo­rradores, lápices, arco iris y pelotas. Ellos se sentían contentos con sus nuevos amigos.

Autora: Evelin Rosales Martínez. Io. A

LOS REYES MAGOS

Había una vez tres reyes magos. Su misión era ver al niño Dios y llevarle juguetes. La Virgen María y San José les agradecieron a los reyes ma­gos por este gesto de atención al niño.

Los reyes les dijeron que esa era su misión y que estaban contentos por haber entregado los j u ­guetes. Todos celebraron el nacimiento del niño Dios.

Desde entonces, los reyes magos le llevan juguetes el día seis de enero al niño Dios; por lo tanto, algunos niños de todo el mundo también re­ciben regalos este día.

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Autora: Evelin Rosales Martínez. 1°. A

EL DUENDE M A L V A D O

En u n bosque encantado vivía u n duende malvado llamado Hooke, era tan malvado que to­dos le temían y por eso no tenía amigos.

U n día, llegó al bosque u n duende que se llamaba Tommy, este duende no era como Hooke.

A Tommy le gustaba hacer amigos porque era muy amistoso. Cierto día, se encontró con Hoo­ke, lo saludó pero Hooke no le contestó. Los ami­gos de Tommy lo vieron y le preguntaron que si se llevaba con él, Tommy les dijo que no, pero sí le gustaría ser su amigo. Los duendes le dijeron que no se llevara con Hooke porque era muy malo, pe­ro él, no les hizo caso.

A l otro día, Tommy se volvió a encontrar con Hooke, esta vez se saludaron los dos y se pu­sieron a platicar.

Hooke empezó a contarle a Tommy su his­toria. Le dijo que cuando era niño, sus padres, sus hermanos, sus amigos y toda su familia lo castiga­ban mucho por ser el más chico de la familia, por eso, cuando él creció, se fue haciendo cada vez más y más malo. Tommy le dijo que volviera a ser el mismo de antes para tener amigos y llevarse bien con todos. Hooke le dijo que no era tan fácil, por­que le guardaba mucho rencor a su familia y por eso se desquitaba con los demás. Tommy le dijo que lo pensara. Hooke se despidió de Tommy y se

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fue a su casa, empezó a caminar por la oscuridad en el bosque y se puso a pensar en lo que le había dicho Hooke.

A l otro día vio a Tommy y le dijo que iba a intentar ser bueno. Tommy se puso contento y le dijo a los demás que ya no lo ignoraran tanto y que fueran buenos y amistosos con él.

Desde esa vez, Hooke — el duende malva­do — se volvió bueno y ya no molestaba a los de­más.

Autora: Martha Pérez Lujan. Io. B

LA M O N T A N A DE L A MALDICIÓN

En u n pueblo muy lejano a la ciudad, según las personas que habitan en ese lugar, hay una montaña donde suceden cosas extrañas.

U n grupo de investigadores subieron a la montaña para ver qué pasaba. Después de media hora, como no sucedía nada, decidieron marcharse.

Empezaron a caminar de regreso, pero no llegaban a su pueblo.

Transcurrieron varias horas, ellos se dieron cuenta que estaban perdidos, al poco tiempo, vie­ron que se asomaba una cabeza sobre u n árbol. Atormentados por el miedo empezaron a correr hasta llegar a una cascada, más tarde, escucharon u n ruido como si alguien caminara por el lugar.

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Sin darse cuenta, los investigadores fueron desapareciendo poco a poco, hasta que solo quedó uno. Este tropezó con el cuerpo de sus compañeros y descubrió que habían muerto por rasguños de garras.

A l día siguiente, nadie se enteró de lo suce­dido. Así pasaron los días y años, y, nunca regresa­ron.

Desde entonces, nadie sube a la montaña, porque se conoce como: "la montaña de la maldi­ción.

Autor: Jaciel Hernández García. Io. A

SANTA CLAUS Y SUS REGALOS

Había una vez en el Polo Norte, u n señor llamado "Santa Claus". Él llevaba regalos a todos los niños. Santa Claus viajaba mucho buscando a los niños, por lo que, los renos se empezaron a can­sar, hasta que, u n día, los renos no pudieron avan­zar más y se estrellaron contra el suelo. Santa claus se lastimó u n brazo, sus renos estaban heridos de sus patas; por esta razón, Santa Claus no iba a po­der entregar los regalos a tiempo, y, como conse­cuencia, ya no habría Navidad feliz.

Cuando los duendes se enteraron de lo que había sucedido, lo buscaron, al encontrarlo, los duendes curaron mágicamente a Santa y a sus re­nos. De este modo, Santa Claus entregó los regalos a todos los niños.

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La Navidad no se arruinó y todos disfruta­ron de sus regalos.

Autor: Jaciel Hernández García. Io. A

L A MANSIÓN EMBRUJADA

En u n pueblo lejano a la ciudad había una mansión embrujada. La llamaban así, porque, se­gún versiones de algunas personas, esa mansión estaba embrujada. Los dueños de ese lugar deci­dieron ponerla en venta.

U n día, llegó una familia de la ciudad a ese pueblo. Ellos decidieron comprar esa mansión. Co­mo no sabían lo que había ocurrido, la habitaron desde el primer día.

A l principio, no había sucedido algo extra­ño, pero, después de unos cinco meses, empezó a suceder cosas raras. Esta familia se asustó mucho, así que, decidieron venderla y se regresaron a la ciudad de donde habían venido.

Autor: Jaciel Hernández García Ia "A".

EL PERRITO PERDIDO

Una niña llamada Sandra tenía u n perrito que era muy juguetón. Ella lo quería mucho. Juga­ban a diario.

U n día, la niña salió y el perrito se quedó

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muy triste, se encontró a u n grillo dentro de su casa y empezó a jugarlo. El grillo empezó a saltar para escaparse del perrito. Logró salir de la casa pero el perrito lo siguió y se perdió.

Cuando la niña llegó a su casa, buscó a su perrito pero no lo encontró; al ver que no regresa­ba, lloró mucho porque era el único amigo que te­nía.

A l día siguiente, fue a buscar a su perrito pero tampoco lo encontró, por esta razón, se puso muy triste. Sus padres, al verla así, le compraron u n conejo blanco muy bonito. Ella se puso feliz con su nueva mascota.

El perrito buscó y buscó su hogar. Después de tanto caminar, encontró a su dueña en el parque con u n conejo. A l verla, el perrito se puso contento. Sandra vio a su perrito y se puso muy alegre. Se lo llevó a su casa, lo bañó y le dio de comer.

Ella se quedó con las dos mascotas. La son­risa volvió a su rostro y fue feliz con sus animales.

Autora: María Reyna Cruz González. Io. C

L A GATITA PELUSA

Una gatita llamada Pelusa no quería mau­llar. Pelusa tenía una dueña muy mala que se lla­maba Carmen, también tenía una casa con tres ga­tos muy astutos. Carmen era muy mala con Pelusa porque no podía maullar n i cazar ratones. Pelusa

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trataba de atrapar ratones pero cada vez le era más difícil.

Los ratones, constantemente iban a la coci­na. Pelusa trataba de cazarlos pero todos los inten­tos eran en vano porque los ratones se escapaban con comida.

Sandra, al ver eso, echó de su casa a Pelusa, dejándola en la calle.

Pelusa estaba muy triste al ver que nadie la quería por ser muda.

Vagó por mucho tiempo, hasta que, encon­tró a una niña llamada Sofía. Ella era muy buena, al ver a la gatita le agradó mucho y se la llevó a su casa. La gatita estaba muy agradecida con ella, ju ­gaban a diario y fueron felices.

Autora: María Reyna Cruz González. Io C

L A GRANJA

En u n pueblo vivía una señora gorda llama­da Gloria, ella heredó una granja que tenía u n t u ­cán muy bello.

Cuando llegó a la granja, no sabía qué hacer, así que se compró seis gallinas. Una de ellas tuvo u n pollito muy chistoso, también se compró u n burro y u n cerdito. El burro era grande y joven.

Después de la compra de sus animales, se le acabó el dinero, por suerte, ya había comprado to-

. do lo necesario.

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Gloria fue al río a bañarse, en su caminar encontró u n lápiz muy grande, una roca en forma de corazón que era del tamaño de una gota gigante; después, llegó a su casa muy cansada de sus pies, por tanto caminar.

Gloria vendió la roca en forma de corazón y ganó u n gran dineral. Con eso, sostuvo la granja y vivió muy feliz, sin preocupaciones.

Autora: María Reyna Cruz González. Io. C

EL ÁRBOL DE N A V I D A D Y SANTA CLAUS

U n arbolito de Navidad estaba con una fa­milia en su casa. Ellos, en todas las Navidades siempre estaban contentos, pero, u n día, no adorna­ron su arbolito porque tenían que salir de emergen­cia. Cuando se fueron, el arbolito se dio vida.

Llegó la Navidad, el árbol se sintió m u y so­lo, de pronto, se escuchó u n ruido en la cocina y fue a ver qué pasaba, al llegar, vio a Santa Claus que estaba adentro de la casa. El arbolito le preguntó:

¿Qué haces aquí?

Tengo hambre y quiero comer u n poco, además, vengo a dejar regalos para la familia de esta casa, y tú, ¿arbolito de Navidad?

El árbol le respondió:

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Me dejaron solo y estoy triste, pero ... ¿Qué me trajiste?

Una estrella para que te adorne todas las Navidades.

Santa le dio la estrella brillante y desapare­ció dejando los regalos de la familia.

Después de unos días llegó la familia. El árbol se colocó en su lugar, junto a los regalos.

La familia se sorprendió al ver los regalos y empezaron a celebrar la Navidad, todos, alrededor, vieron la hermosa estrella que estaba en el árbol.

Así, pasaron una feliz Navidad.

Autora: María Reyna Cruz González. Io. C

EL PINO SIN REGALOS

Una familia de bajos recursos decidió com­prar u n árbol, esferas y adornos muy baratos, por­que estaba por llegar la Navidad.

Cuando ya tenían todos los materiales para poder armar el pino, la familia no se había dado cuenta que ya se le estaba acabando su dinero y que les faltaba lo necesario para la cena.

Ellos, compraron mariscos, u n pavo, verdu­ra y vinos de los más corrientes. Cuando decidieron comprar los regalos, se dieron cuenta que ya se habían gastado todo el dinero. Regresaron a su casa con lo poco que habían comprado, vieron si todavía

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tenían u n poco de dinero en sus ahorros, pero ya no tenían nada, así que decidieron preparar la ce­na, aunque muy tristes, porque era la primera vez que se iban a quedar sin regalos.

Cuando ya era hora de cenar, toda la familia se sentó en el comedor. Brindaron y cenaron muy rico como nunca habían cenado en su vida. Cuando terminaron, los niños empezaron a romper las p i ­ñatas, después, entraron todos a la casa. Uno de ellos dijo:

Aunque no tengamos regalos, podemos ser felices conviviendo con la familia. Todos dijeron que era verdad, que sin regalos se puede ser feliz.

La familia se dio el abrazo y se fueron a dor­mir, cada uno en sus respectivas casas.

Autora: Keila Maldonado Hernández. Io. A

U N A M I G O I M A G I N A R I O

1ER. LUGAR EN EL CONCURSO DE COMPOSI­CIÓN DE TEXTOS LITERARIOS

Este niño vive en u n planeta imaginario, donde a veces lucha por su planeta y tiene que hacer viajes por todo el mundo.

Fue como por los años setenta, u n joven va­gaba por las calles de una ciudad, tirado en u n ca­llejón, aturdido por su gran borrachera. De pronto, vio que u n niño venía directo a él. El niño se acercó y le preguntó sonriente ¿Dónde queda la felici­dad buen hombre? la felicidad contestó sor-

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prendido aquí no existe. Entonces, ¿qué es lo que existe aquí? preguntó el niño aquí existe pura violencia, envidia, males y mucho odio.

El niño pensó y le dijo: ¿ustedes no conocen la felicidad? no contestó el hombre y bien, ahora dime: ¿Qué haces ahí tirado? Deberías de es­tar con t u familia platicando o haciendo algo alegre para divertirlos.

Pasaron las horas y el niño seguía discutien­do con él, intentando que razonara y entendiera el significado del amor al prójimo y a su familia; de pronto, el hombre se quedó dormido. El niño, deci­dió marcharse buscando la felicidad.

A l amanecer, el joven se fue para su casa, recordando todo lo pasado y le contó a su familia lo que le había sucedido.

Después de unos años, todos los habitantes de esa ciudad eran buenos y felices y ya no había maldad.

El niño volvió a encontrarse con el hombre que u n día estaba borracho y en u n callejón tirado. El hombre, al verlo, corrió a abrazarlo y a darle las gracias por haberle enseñado lo que es la felicidad, el amor y la armonía.

El niño, sin decir una sola palabra, desapa­reció para siempre y nunca más lo volvió a ver.

Ahora, aquel niño, se encuentra en su plane­ta viviendo m u y feliz, sin tener que pelear mucho por su planeta. A l niño, le faltan todavía muchas

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ciudades por recorrer y enseñarle a las personas lo que significa el amor, la paz y el respeto. Porque en el mundo todavía existen muchas familias que v i ­ven con violencia y con hijos que van por mal cami­no. Eso sucede por falta de comunicación que no hay en la familia o por que lo padres no le dedican u n poco de tiempo a sus hijos para charlar con ellos y enseñarles el buen vivir .

Autor: Teófilo García Gómez. Io C

EL CUADRO

Érase una vez, u n hombre muy rico y egoís­ta, era tan egoísta, que vivía solo en una gran casa, él no platicaba con nadie, no quería que se acerca­ran a su casa.

U n día, se le ocurrió pintarse en u n cuadro grande.

Pasaron muchos años, él se dio cuenta de que el retrato empezó a envejecer.

Él, se preocupó por lo que estaba sucedien­do. Grande fue su sorpresa, cuando se dio cuenta que el retrato poco apoco se iba desvaneciendo.

El hombre se sintió deprimido por todo lo malo que había hecho, y se arrepintió.

Desde entonces, ayuda a mucha gente y convive con ellos.

Autor: Ramiro Ruiz Zarate. V. A

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L A NIÑA DE LOS FÓSFOROS

En u n pueblo lejano a la ciudad, una niña vendía fósforos en el cruel invierno. Faltaban dos días para la llegada de la Navidad, ella siempre se pasaba las Navidades sola y triste, la gente se bur­laba de ella porque era huérfana.

La Navidad llegó, ella veía a las familias que celebraban felizmente la Noche Buena. Esa no­che, la niña pasó la Navidad en u n callejón; de pronto, se tropezó con u n objeto, y como estaba muy oscuro, buscó algunos fósforos que le sobra­ron de la venta del día. Lo encendió, y al agacharse, vio una cajita en el suelo, lo levantó y lo abrió. En la cajita había muchas monedas de oro, ella no sabía qué hacer con ellas, así que, las guardó y volvió a sonreír.

Desde entonces, buscó cobijo en u n hogar, y nunca más estuvo sola.

Autor: Ramiro Ruiz Zarate. Io. A

EL BUHO QUE N O PODIA CANTAR

Erase una vez, u n bebé b u h o no podía can­tar. Sus padres estaban muy decepcionados de él, porque no era como los demás, todos los otros be­bés buhos sí podían cantar.

El jefe de ellos decidió que el bebé b u h o te­nía que abandonarlos por no tener esta cualidad.

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El bebé buho emprendió su largo viaje, en su camino se encontró u n pato y se hicieron buenos amigos. Ambos, emprendieron de nuevo el viaje. En las noches se ponían a platicar de todas las aventuras que les había pasado.

Cierto día, el buho descubrió que era hábil para el baile, el cual le dio mucha alegría, y desde entonces, ya nunca se sintió humillado y su familia lo aceptó nuevamente con ellos.

Autor. Ramiro Ruiz Zarate Io. A

L A H O R M I G A DE CAMPO

Una hormiga vivía en el campo y era muy feliz ahí, hasta que u n día, se acabó la comida, y tuvo que irse en busca de u n nuevo hogar. La hor­miga llegó a u n gran lago y vio a u n ave, se hicie­ron muy buenos amigos, ella la cargó y la cobijó con sus plumas, y, juntos, volaron.

Después de u n largo viaje, llegaron a una gran montaña y se encontraron a u n canario, él, les contó que viajaba solo, la hormiga y el ave lo i n v i ­taron a viajar con ellos y él aceptó.

Durante el viaje, vieron a una nube en for­ma de papalote, los tres se pusieron muy contentos; después, llegaron a u n gran bosque y decidieron quedarse ahí en compañía de otros animales.

Autor: Ramiro Ruiz Zarate Io. A

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L A M A Q U I N A DEL TIEMPO

Había una vez, unos niños eran muy curio­sos, les gustaba descubrir muchas cosas nuevas y antiguas.

U n día, descubrieron a un león de dos cabe­zas, al otro día, encontraron u n instructivo que no sabían n i qué era, siguieron buscando y, cuando terminaron, descubrieron una gran alberca.

Días después, descubrieron una maquina enorme, era la maquina del tiempo, en ella podían meterse y escoger u n lugar al que quisieran ir, y así lo hicieron. Pero u n día, una niña se metió a la ma­quina, ésta, se descompuso y ella se quedó atrapa­da.

Ella gritaba y lloraba, los demás niños trata­ron de rescatarla pero fue imposible.

Sus papas no se daban cuenta que ella no estaba en su casa. Cuando la buscaron para cenar, no la encontraron en su habitación, así que, llama­ron a la casa de su prima, pero no estaba; entonces, llamaron a la casa de una de sus amigas, ahí esta­ban los demás niños comiendo, la mamá de la niña atrapada le preguntó que dónde estaba su hija, ella, no supo qué contestar, pero los demás niños le dijeron la verdad, luego, la fueron a ver, y con la ayuda de la señora, lograron salvarla.

Autora: Gema Lizeth Pérez Morales. VA

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L A N A V I D A D

Hace mucho tiempo, dos niños llamados Alan e Ismael eran muy amigos. Se acercaba la Na­vidad, la cual era desagradable para Ismael; en cambio, para Alan, era u n día muy especial y le quería trasmitir a Ismael lo bello que tenía la Navi ­dad. Para eso, había organizando una cena para su familia y la de Ismael.

A l día siguiente, invita a los padres de Is­mael, ellos encantados de la vida aceptan la invita­ción.

Alan empieza como rayo a preparar la cena, pues era para las ocho de la noche y ya eran las seis de la tarde.

Prepara su exquisito pavo, también seleccio­na los regalos para su amigo.

Dando las ocho de la noche, llegan los pa­dres de Ismael. Alan los saluda y los felicita, pr in­cipalmente a Ismael, diciéndole: mira, ve la Navi ­dad, es bella, hace compartir, estar en paz y sin pro­blemas. Ismael dándose cuenta de lo que no había disfrutado, y, con lágrimas en los ojos, abraza a Alan y le pide que lo ayude a disfrutar la Navidad. La mamá de Alan, la señora Laura, les dice que es hora de cenar. Esa noche, disfrutan plenamente de u n delicioso platillo.

Después de la cena, Alan reparte los rega­los; Ismael abre el suyo y encuentra el significado de la Navidad. Desde entonces, con alegría, disfru­ta todas las Navidades.

Autora: Brenda Estefani Antonio Herrera. Io. A

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L A V I D A DE SOLEDAD

En u n callejón que lleva por nombre Luce­ro, vivía una joven llamada Soledad, la cual era muy feliz con su perro Palomo. Ella y su Palomo, cada vez que veían u n paisaje imaginaban que vo­laban; por las tardes, miraban las nubes, veían ba­llenas, gallinas y otras cosas más.

A ella le gustaban los vestidos; sus colores preferidos era el rosa, naranja y negro.

U n día, el perro se enfermó, pues una ser­piente le había mordido la pata. La joven, triste l lo­raba al recordar los momentos bellos que había pa­sado con Palomo.

De sorpresa, u n doctor había llegado para curar la pata de Palomo. Ambos, volvieron a son­reír, a mirar los bellos paisajes, las nubes, saltar en los charcos con agua y lodo.

Desde entonces vivieron felices para siem­pre.

Autora: Brenda Estefani Antonio Herrera. VA

EL GUSANO MIEDOSO Y YO

Creo que fue hace mas de u n año, una hojita estaba tirada en el piso, v i que se movía, me acer­qué lentamente con temor y curiosidad, y v i que era solamente u n gusanito que lloraba.

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A l verme, saltó de miedo y yo le pregunté:

¿Que te pasa?

Nada, vete porque me das miedo.

Yo, al ver que era miedoso, le dije:

No temas, nosotros los humanos no te haremos daño, pues mereces vivir . Mejor dime t u nombre.

El gusanito, con u n poco de miedo, solo dijo:

Este ... m i nombre es Marcos, y no les ten­go miedo a los humanos, nada mas a las gallinas.

¿Ha sí? le contesté Las gallinas creen que eres su comida, pero no temas, enfréntalas, no te pasará nada.

Dándome las gracias, y convirtiéndose en una bella mariposa, vuela sin temor, por la vida.

Autora: Brenda Estefani Antonio Herrera. Io. A

EL ODIO DE L A SEÑORA CONTRA LOS POLLITOS

Había una señora que odiaba a los pollitos, por eso los mataba.

U n día, los pollitos dijeron:

No es justo que siga matando a nuestros

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compañeros, ahora nosotros nos defenderemos.

A l otro día, cuando la señora fue por u n pollito para matarlo, los pollitos la comenzaron a picar en los pies, la señora comenzó a gritar pidien­do auxilio, pero nadie la escuchaba.

Los pollitos, muy molestos, le dijeron:

¿Prometes ya no matarnos? la señora contestó lo prometo.

Y así fue como la señora, nunca más volvió a matar a los pollitos, sino que, los cuidaba, les da­ba de comer y se encariñó con ellos. Los pollitos estaban contentos y felices.

Autor: María del Pilar García Aguilar. V. C

TRISTE N A V I D A D

En u n pueblo, una familia muy pobre tenía una hija de cinco años. Esa niña quería que Santa Claus le trajera una muñeca. Pero como la señora no tenía dinero, le dijo a la niña que no iba a venir Santa.

La niña se puso triste. Pasaron los días, los meses y los años, hasta que llegó la otra Navidad. Para poder cumplir el deseo de la niña, su mamá trabajó intensamente para ahorrar y poderle com­prar la muñeca que tanto deseaba. La niña, al f i n recibió su muñeca y fue muy feliz por este regalo.

Autora: María del Pilar García Aguilar. Io C

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U N A NOCHE MÁGICA

3er. LUGAR EN EL CONCURSO DE COMPOSICIÓN DE TEXTOS LITERARIOS

U n pino vivía en una montaña mágica don­de se plantaban muchos pinos para esperar la llega­da de la Navidad; las familias subían al cerro para cortar el pino que más les gustaba, y así, adornar sus humildes hogares.

Pero ... algo sucedió con u n pino que se en­contraba al fondo de la montaña, no había crecido tan bonito como los otros.

Todas las familias se llevaban otros pinos, menos al que no había crecido.

Ése pino está muy feo, decían, no creció tan bonito como los demás. No tiene forma y está muy pequeño.

Nadie lo quería.

Pasaron los días, todos los pinos fueron cor­tados y se los llevaron. Solo el pino que no había crecido, lo dejaron ahí, no lo cortaron.

U n día antes de la llegada de la Navidad, en una noche mágica, creció mucho y muy bonito. Era el pino más feliz porque no lo habían cortado, pero la felicidad no era completa, ya que estaba solo.

Cuando menos lo esperaba, llegó u n niño a ese lugar.

¡Un niño! _ exclamó el pino.

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El niño lo miraba con asombro y entusias­mo, con mucha alegría dijo:

Este es el pino más hermoso que he visto y será el que adorne m i hogar.

Su padre y él lo cortaron, lo llevaron a su hogar para adornarlo con esferas de muchos colo­res que lo hicieron lucir impresionantemente bello.

El pino estaba feliz porque ya no estaba soli­tario, solo con u n dolor en su tronco por la herida que sufrió al cortarlo.

Autora: Reyna Isabel Aguilar del Río Io. B

EL NIÑO SIN INSPIRACIÓN

Cierta vez, a u n niño le dejaron una tarea, para él, era muy difícil hacer u n cuento.

Como él creía que no tenía inspiración en su casa, se fue al campo e intentó escribir u n cuento de u n chapulín que vio pasar, pero no pudo.

M u y triste se fue a u n lago y quiso hacer lo mismo, pero, tampoco pudo, entonces, pensó que no tenía inspiración. A l decir eso, se le ocurrió una idea.

Haré u n cuento sobre los problemas que pasé, intentando redactar u n cuento.

Autor: Oscar Hipólito Martínez. 1°. B

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EL ELEFANTE Y SU SOMBRA

U n pequeño elefante que daba su caminata matutina, sintió que algo lo seguía.

Volteó y vio una sombra, él no sabía que era su propia sombra, se asustó, corrió y corrió hasta cansarse. Pensó que ya no lo seguía la sombra, y al voltear hacia atrás, nuevamente vio a la sombra, siguió corriendo incansablemente.

A l oscurecer, se paró, y vio que su sombra ya no estaba. Se calmó y quiso regresar a su casa, pero no la veía, estaba tan lejos que empezó a pre­ocuparse.

En la noche hizo u n campamento. A l ama­necer, vio si la sombra ya había llegado junto a él, volteó y vio que estaba ahí.

Quiso enfrentarla, pero al hacer eso, notó que todo lo que hacía él, la sombra lo imitaba. En ese momento se volvieron amigos, pero ahora tení­an que regresar a casa.

Trató de buscar sus huellas. Cuando las en­contró, se guiaron de ellas, pero al poco rato, les huellas desaparecieron.

En ese preciso momento, vieron que una ancianita estaba sentada, le preguntaron si sabía donde se encontraba la casa del elefante. Ella les contestó que sí.

La abuela los llevó. A l llegar, la mamá y el papá del elefante lo estaban esperando. A l verlo, se pusieron muy contentos. El elefante les contó todo lo que había pasado.

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Sus papas le recomendaron que en lo sucesi­vo, no se alejara tanto de su casa. Ellos fueron muy felices por el regreso de su elefantito.

Autor: Oscar Hipólito Martínez. Io. B

EL ÁRBOL DE N A V I D A D

Hace mucho tiempo, u n árbol era diferente a los demás porque tenía esferas y luces; por lo tan­to, los otros árboles lo despreciaban.

U n día, u n señor fue al bosque a cortar leña. Ahí se encontró al árbol que nadie quería, él, lo vio tan bonito, que lo cortó y se lo llevó. Lo sembró en el patio de su casa y le dijo:

Te llamaré: "árbol de Navidad."

El árbol se alegró mucho y debajo de sus ramas, aparecieron misteriosamente, juguetes. Esto sucedía una vez al año, el veinticuatro de diciem­bre.

El leñador cuidaba cariñosamente a su ár­bol, que fue, su único compañero.

Autor: Oscar Hipólito Martínez. Io. B

L A N A V I D A D TRISTE Y SOLITARIA

Una familia m u y contenta puso su naci­miento para esperar la llegada de la Navidad.

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Días después, cambiaron de idea y decidie­ron irse de vacaciones; así que, el nacimiento se quedó muy triste en su casa.

Esa noche, en el cuarto que se hospedaban, vieron una estrella en el cielo, se dieron cuenta que las familias que ahí vivían no salieron de vacacio­nes, que preferían estar con sus seres más queridos en esa fecha.

Hasta entonces, entendieron el significado de la Navidad. Decidieron regresar a casa y disfru­tar en familia la Navidad y Año Nuevo.

Autor: Teófilo García Gómez. Io. C

JUAN EL CAZADOR

En u n rancho y en una casa de palma, vivía con su abuelo u n joven llamado Juan. Le gustaba cazar animales. Cada que cazaba, traía animales vivos o muertos.

Ellos eran muy pobres y no tenían dinero para comprar carne y hacer u n buen banquete. Cierto día, a Juan se le ocurrió vender las pieles y la carne. Le platicó a su abuelo la idea, y él aceptó.

A l otro día, bajó al pueblo y vendió casi to­do. Llegó la tarde y recogió su puesto; al llegar a su casa contó el dinero de sus ventas y vio que era una buena cantidad para empezar a construir una casa.

Así lo hizo, trabajó con dedicación y esme­ro. Después de unos meses, terminó su casa.

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Pasaron unos años, Juan se fue a la ciudad en busca de otro trabajo. Ahí, conoció a una joven y se la llevó a su rancho. Se casaron y vivieron muy felices.

Autor: Teófilo García Gómez Io. C

EL PAÍS DE LOS ANIMALES

En u n pueblo cercano al mar, había mucha arena.

Por la mañana, al levantarse las personas de ese lugar, vieron una huella enorme, como si se tra­tara de algún gigante o de algunas aves muertas.

A l siguiente día, escucharon que retumba­ban los suelos, salieron todos a ver qué pasaba y vieron que era u n dinosaurio marino que estaba acostado junto a los camellos.

Cierto día, vieron que el dinosaurio pasó al otro lado del mar donde estaban unos osos. Ellos quedaron sorprendidos, muy tristes y con la i l u ­sión de que algún día regresaría, o por lo menos, ver sus huellas, pues se habían acostumbrado a convivir con el animal.

Pasaron muchos años y el dinosaurio, nunca más regresó.

Autor: Teófilo García Gómez Io. C

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EL CENTAURO MÍO

En u n baile que se festeja en u n pueblo cer­cano a la ciudad de Oaxaca, asistieron muchas pa­rejas. Una joven no tenía con quien bailar y estaba al final de la pista. Ella quería bailar, pero todos la ignoraban y la despreciaban; se sintió muy triste y se subió llorando a la planta alta.

Ahí se quedó mirando la luna, mientras de­cía: ojalá viniera u n joven para poder bailar y de­mostrarle a los demás que puedo encontrar pareja y que m i físico no afecta en nada.

Bajó, se fue caminando por unas calles cer­canas a ese lugar, de pronto ... vio una silueta de u n joven que venía hacia ella, se le acercó y le pre­guntó: ¿Por qué lloras?

Ella le comentó lo sucedido.

Él le respondió: Yo seré t u pareja de baile.

Emocionada, aceptó. Bailaron toda la noche.

A l otro día, el joven le preguntó si tenía no­vio. Ella contesto que no. El joven le declaró a ella todo su amor. Quedó sorprendida con las palabras bonitas que le había dicho, inmediatamente aceptó. Se casaron y vivieron muy felices para toda la vida.

Autor: Teófilo García Gómez Io. C

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S E C C I O N

L E Y E N D A S

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L A M A L D A D QUE CAYÓ EN S A N D I O N I ­SIO

3er. LUGAR EN EL CONCURSO DE COM­POSICIÓN DE TEXTOS LITERARIOS

En u n lugar muy lejano, vivía una señora muy solitaria. A su esposo lo mataron a puñaladas.

Una noche, todas las personas estaban en una fiesta, en eso, oyeron que los perros ladraban mucho, ellos se asustaron y fueron a ver qué pasa­ba, entonces, vieron a una señora que iba matando con u n puñal a todos los perros que encontraba a su paso; los señores en ese momento se metieron, pero al otro día, amanecieron muertos.

En ese pueblo, muchas personas se estaban muriendo, quedaba muy poca gente; las únicas per­sonas sobrevivientes hicieron u n plan, todos dije­ron:

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Con agua bendita bañaremos a la señora.

La esperaron. Cuando llegó, todos la baña­ron y cubrieron con una cobija.

A l otro día, la señora dijo:

¿Qué me paso? ¿Por qué estoy aquí?

Los señores le explicaron lo que había suce­dido.

De todas las personas que habitamos aquí, nosotros somos los únicos sobrevivientes.

¿Cómo es posible que haya hecho seme­jante cosa?

Sí, pero ya pasó, no te preocupes. Desde ahora serás una buena mujer.

Espero que ustedes y toda la gente que murió, me perdone.

La señora se curó y prometió no volver hacer maldades. Ellos ya estaban seguros y conten­tos, porque la mujer se había curado.

Autora: Marta del Pilar García Aguilar. Io. C

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EL SOL Y L A L U N A

1ER. LUGAR E N CONCURSO DE COM­POSICIÓN DE TEXTOS LITERARIOS

En cierta ocasión, había u n abuelo y una abuela, ellos tenían dos nietos, u n niño y una niña.

U n día, los niños decidieron salir con su abuelo a cortar leña, pero no sabían lo que iba a suceder, ya que los niños habían acordado matar a sus abuelos.

Los niños le dijeron a su abuelo que brinca­ra el río para atravesarlo en lugar de caminar sobre él, el abuelo aceptó y brincó, pero no se dio cuenta de que el niño le amarró su pie a u n árbol, cuando el abuelo saltó, se cayó a medio río y se lo llevó la corriente.

Los niños amarraron u n bote a u n árbol, y con ello, simulaba que el abuelo estaba cortando leña con el sonido que emitía.

Llegaron a la casa de su abuela y le inventa­ron que su abuelito había matado u n venado y por eso traían carne; pero en realidad, era la carne de su abuelo.

La abuelita coció la carne, y cuando se dis­ponían a comer, los niños fingieron no tener ham­bre y que les dolía su estomago por eso no querían comer. La abuelita empezó a saborear el delicioso platillo, pero, se dio cuenta de que la carne era la de su esposo por el mal sabor que tenía. Después quiso confirmar su sospecha y fue a investigar, pe-

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ro antes, les dijo a los niños que calentaran el hor­no y que le pusieran mucha leña.

Los niños, al saber que los iban a descubrir, decidieron hacer u n hoyo en el horno con salida hacia la calle para escapar y salvarse.

Cuando llegó la abuelita para castigarlos, fingió que se le había olvidado su guarache, pero los niños ya sabían qué iba a pasar.

Los niños entraron rápidamente al horno, la abuelita cerró la puerta para que murieran que­mados, pero ellos salieron de ese lugar poniéndose a salvo; en lugar de ellos pusieron piedras, para que la abuelita pensara que ellos explotaban.

Cuando la abuelita se dio cuenta los fue a buscar, pero ella se cayó, tropezó con una piedra y se murió. Los niños felices se fueron al cerro, el niño fue el sol y la niña fue la luna.

Autor. Gaudencio Vásquez Jiménez. 2o. A

L A CULEBRA ARRIBA DEL CERRO DE SAN PEDRO

Dicen que hace muchos años, en u n pueblo llamado San Pedro Quiatoni, las autoridades man­daban a u n muchacho a dejar u n recado al rey que vivía arriba del cerro. El joven mensajero, tenía que cumplir dieciséis años de edad.

En ese cerro pasaban cosas raras, pues los

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muchachos que iban a ver al rey, ya no regresaban.

U n niño decía:

' . "Cuando yo tenga dieciséis años, me van a mandar a ver al rey".

Pasaron muchos años. Llegó el momento en que el niño cumplió la edad que se requería. El m u ­chacho fue a dejar u n arma de fuego u n día antes de que lo mandaran a ese lugar, ya que no estaba permitido utiliza armas.

Llegó el momento, llamaron al muchacho. Él fue y le dijo a las autoridades que iría al amane­cer.

A l día siguiente, el muchacho salió tempra­no, llegó a donde escondió su arma, la sacó y se fue.

Llego la noche, él quería descansar u n poco y pensó:

Arriba de este árbol voy a descansar.

Subió al árbol y se quedó dormido.

A media noche escuchó ruidos, se despertó y vio que una culebra grande estaba al pie del ár­bol, él le disparó.

A l amanecer, se bajó del árbol y fue a dejar el recado al rey. Llegó a la punta del cerro, pregun­tó por el rey. Una de las sirvientas le dijo al mucha­cho, que estaba dormido. El muchacho pidió a la

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sirvienta que lo despertara porque le tenía que en­tregar u n recado. La sirvienta fue al cuarto del rey, pero ... al entrar, lo vio muerto.

El muchacho regresó a su comunidad y le dijo a las autoridades que el rey había muerto.

Autor: Arnulfo Ángeles Martínez.2°.A

L A PRESENCIA DE U N A MUJER EN L A ESCUELA

2o. LUGAR E N EL CONCURSO DE COMPOSICIÓN LITERARIA

En una escuela que se encuentra en la po­blación de Tíacolula, los maestros y alumnos orga­nizaron u n campamento.

Por la noche, todos cenaron y se fueron a dormir. A media noche, unos niños fueron al baño; al regresar a su campamento, vieron una luz blanca que venía hacia ellos. Era una mujer vestida de blanco. Los niños se asustaron mucho y gritaron con gran fuerza despertando a todos.

Maestros y alumnos fueron a ver qué suce­día. A l llegar al lugar donde habían escuchado los gritos, ya no había nadie.

A l amanecer, los empezaron a buscar pero ya no aparecieron.

Cuentan que esa mujer falleció en u n acci­dente en esta escuela y que ella se había llevado a

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los niños para nunca más regresarlos con sus pa­dres.

Desde entonces y hasta nuestros días, no se sabe nada de ellos.

Autora: Anabel López López.2°.A

EL SEÑOR Y L A SERPIENTE E M P L U M A D A

2o. LUGAR E N COMPOSICIÓN LITERARIA

Había u n matrimonio que era muy pobre, no tenía nada que comer. Su mujer lo invitó a pa­sear por los cerros de u n pueblito llamado San M i ­guel. A l ver lo maravilloso que es la naturaleza, buscaron algunas plantas comestibles para alimen­tarse. Encontraron unos nopales tiernos y empeza­ron a recolectarlos; al mismo tiempo, vieron u n po­zo, los dos corrieron en busca de agua, por cierto, casi no se podía observar hasta lo más profundo de este orificio. Cuando el señor se iba asomar al pozo, su señora se interpuso y le dijo que primero ella se asomaría para que ver qué había dentro de él, pero su señor esposo no le hizo caso y volvió a observar. Se agachó, en ese momento, lo empujó su esposa.

Pensando que había muerto y muy confiada de que esto sucedió, se fue con su amante, ella f in ­gió ante las autoridades que nada tenía que ver con la muerte de su esposo.

Mientras su esposo se fue en lo más hondo de ese agujero, los años trascurrieron como si fue-

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ran pocos días, pero habían sido muchos.

Su esposa, confiada y contenta se casó con su amante.

El señor, que supuestamente estaba muerto, se encontró una serpiente emplumada en lo más profundo del pozo. La serpiente le dio órdenes al señor. Él, humildemente, obedeció todas las indica­ciones del animalejo. Le dijo que le arrancara las tres plumas que traía en la parte de la nuca de la serpiente. Una vez realizada la indicación, la ser­piente lo ayudó a salir de ahí, desde luego, obede­ciendo las recomendaciones de este reptil . Le dijo que en cuanto llegara a su humilde casa, inmediata­mente depositara las plumas en tres ollas de barro nuevo y que las tapara con telas nuevas.

Después de veinticuatro horas, destapó las ollas. La sorpresa del señor fue enorme porque las encontró llenas de monedas de oro.

Tan pronto se enteró la gente de este hecho, y, por supuesto, de inmediato se le informó a su ex esposa. Ella quiso regresar con él, pero ya no la aceptó. El señor se había convertido en el más rico de ese pueblo.

Mucho tiempo vivió solo, sin esposa y sin hijos, desde luego, mucha gente se ofreció para hacerle sus quehaceres cotidianos.

Él, durante el resto de su vida, fue muy fe­liz.

Autora: Roxana Cruz López. 2o. A - 6 9 -

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LAS CUATRO FAMILIAS EN L A BODA

Erase una vez, cuatro familias se pusieron de acuerdo para casar a sus hijos. Cuando llegó el día de la boda, los señores y sus compadres cele­braron, después, los papas de los novios le dijeron a sus compadres:

Vamos a llevar a los recién casados a ver una laguna.

A l llegar a la laguna, los recién casados se sentaron al frente, los compadres y los papas se sentaron detrás de ellos.

Los novios estaban felices y contentos, sin darse cuenta, sus madrinas los empujaron a los cuatro, ellos pedían auxilio.

Sus padres no le ayudaron y se murieron ahogados en la laguna.

Después de u n tiempo, la laguna se secó, hasta que se convirtió en pura tierra y ahí constru­yeron una iglesia.

Si no hubieran empujado a los novios en la laguna, ahora seguiría siendo una laguna muy grande y con mucha agua.

Autora: Ofelia Zarate García. 2° A

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L A CARRETA DE L A MUERTE

El primero de noviembre y a media noche, se escucha el sonar de una carreta, a la que llaman: " la carreta de la muerte", porque quien conduce ésta, es u n esqueleto que lleva a muertos envueltos en petates.

Si alguna persona encuentra la carreta, se muere, y después, el esqueleto lo sube a su carreta y ronda por todo el pueblo llevando a los muertos.

Autor: Félix Bautista Hernández. 2o. B

L A PRESENCIA DE U N A MUJER EN L A ESCUELA

En u n pueblo no muy lejano de la ciudad de Oaxaca y en una escuela pequeña, enterraron a una mujer viva debajo de las escaleras; esto lo hicie­ron porque había asesinado a toda su familia; des­de ese día, su alma vaga por los pasillos de la Insti­tución.

Los alumnos que asisten a esa escuela co­mentan que al atardecer, sienten la presencia de una mujer y u n frío intenso, también se escuchan ruidos extraños en los sanitarios; por lo que, todos los años y en cualquier momento se siente la pre­sencia de la mujer en esa escuela.

Algunas personas comentan que posible­mente quiere descansar en paz, pero, por la forma

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en que murió, no pudo pedir perdón ante esta mala actitud.

Autor: Félix Bautista Hernández. 2o. B

LOS OJOS VERDES

Una vez, en u n pueblecillo muy lejano, u n señor llamado Efraín tenia una casa muy antigua, u n día, el señor amaneció muerto.

Pasaron los días, y nadie, absolutamente nadie, quería vivir ahí porque decían que espanta­ban.

Pasó el tiempo, y, u n día, llegó u n forastero a v iv i r ahí. Poco después, se enteraron que ese m u ­chacho se había caído de una escalera y cuando despertó, era diferente, ya no se comportaba igual, actuaba de una forma muy extraña, mas bien, como el señor Efraín. Nadie sabía que el señor Efraín es­taba metido en ese cuerpo para vengarse de quien lo había matado.

En una noche friolenta, los coyotes maulla­ban demasiado desde lo alto de u n cerro. Unas per­sonas llamaban a u n brujo.

Él caminaba como u n sonámbulo y subió; en el camino, vio unos ojos verdes y una cuerda, él gritó; pero cuando todos se dieron cuenta, estaba con una soga en el cuello y muerto.

En cuanto al muchacho, éste estaba desma-

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Hado, más tarde se recuperó.

Don Efraín cumplió su objetivo de venganza y desde entonces ya no espantan en la antigua casa.

Autora: Saraí Natividad Flores López. 2o. B

EL NIÑO EMBRUJADO

U n niño huérfano vivía con su única tía. Él llevaba a sus borreguitos a pastorear por el cerro, pero no sabia que ese cerro estaba encantado por­que ahí se murió u n señor muy malo.

Después de u n rato, el niño empezó a escu­char la voz de u n señor que lo llamaba, el niño se dio la vuelta y vio a u n señor feo, con el cuerpo desfigurado, el niño se asustó mucho y el señor le dijo:

No te asustes, no te voy a hacer nada, solamente quiero que seamos amigos, a cambio, te daré unas monedas de oro (pero esas monedas es­taban malditas y si el niño las conservaba se em­brujaría)

El niño aceptó las monedas.

Después de una semana, el niño se enfer­mó, estaba tan enfermo que murió, pero antes de morir le dijo a su tía todo lo que le había pasado. Ella lloró mucho por su sobrino y fue a ver al padre para que bendijera el cerro y el alma de ese señor descanse en paz.

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Desde ese día, el alma del señor desapare­ció.

Autor: Benito Aquino Sánchez. 2o. A 4

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SECCION FABULAS

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EL GUSANO GIGANTE

En u n campo muy hermoso, una familia de gusanos esperaba el nacimiento de u n gusanito.

Después de una semana, el gusanito nació. Su familia lo rechazaba porque era muy grande y nadie lo quería. Cuando el gusanito creció, se dio cuenta que su familia no lo aceptaba.

U n día, el pobre gusanito decidió irse y apartarse de su familia porque todos lo rechazaban; fue en busca de otro hogar donde lo pudieran acep­tar así.

Cuando llegó con otra familia, les preguntó si le podían dar u n poco de afecto, pero la respues­ta fue negativa, argumentando que estaba muy grande; a varias familias le preguntó lo mismo, pe­ro todos le negaban cariño.

U n día inesperado, una familia se lo encon­tró y le preguntó al pobre gusanito que por qué es-

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taba llorando. El gusanito les contó lo sucedido. Esa familia se conmovió de la tristeza del gusanito y le dijo que se fuera a v ivir con ellos a su casa, ya que, no les importaba qué defectos tenía, ya que todos son iguales y valen lo mismo.

Desde entonces, formó parte de la nueva familia. Los gusanos que lo adoptaron estaban con­tentos porque tenían a u n integrante más, él, muy contento y feliz se quedó para siempre, en su nuevo hogar.

Moraleja: Tú vales lo mismo que todos, siempre habrá alguna persona que te ayude y te acepte con cualquier defecto que tengas.

Autora: Anabel López López. 2o. A

EL PERRO Y EL GATO

U n perro se encontró con u n gato. El gato estuvo a punto de correr, pero el perro le dijo:

Espera, no corras, no te voy a comer, al contrario, quiero que seamos amigos ¿aceptas?

_ S i _ d i j o el gato.

Pasaron los días y el gato ya le tenía mucha confianza al perro que hasta dormían juntos, pero una noche, cuando el gato dormía profundamente, el perro lo atacó y se lo comió.

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Moraleja: nunca debemos confiar en nadie sin haberlo conocido perfectamente.

Autor: Benito Aquino Sánchez. 2o. A

EL LOBO Y SU A M I G O

U n lobo, en compañía de su amigo, salió en busca de comida por el cerro. A l llegar ahí, vieron a unos cazadores, se asustaron y se echaron a correr. Los cazadores se dieron cuenta y los siguieron.

Después de tanto correr, el lobo y su amigo ya estaban cansados, se dieron por vencidos y se esperaron. Los cazadores aprovecharon el momen­to, los mataron, y, satisfechos, se regresaron a sus casas.

Moraleja: nunca debemos de darnos por vencidos y, menos, tratándose de nuestras propias vidas.

Autor: Benito Aquino Sánchez. 2o. A

HISTORIA DEL NIÑO Y EL M A R

U n niño llamado Juan de la Barrera, estaba en la orilla del mar, de repente, algo atrajo la aten­ción de Juan, era una tortuga con caparazón verde, rayas cafés y en forma de círculos.

La tortuga le dijo:

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Juan, no te metas a nadar porque la co­rriente es muy fuerte y te puede arrastrar.

Juan no le hizo caso y se acercó más al mar.

De repente salió u n cangrejo, el cual no pa­recía de buen carácter. Este repetía lo mismo que la tortuga, nada más que con u n poco de énfasis.

Juan, de nuevo, no hizo caso a la adverten­cia y se acercó más al mar.

Después, salió u n pescado entre las olas que chocaban contra la arena, el pescado dijo lo mismo que la tortuga y el cangrejo, nada más que ésta vez, lo dijo con u n poco de seseo.

Juan, de nuevo no hizo caso a la advertencia y se acercó más al mar.

Cuando Juan estuvo dentro del mar, la ma­rea se lo llevó más profundo. El, al intentar escapar de aquellas olas, no pudo, ya que las olas estaban muy fuertes, como lo había dicho la tortuga, el can­grejo y el pescado.

Juan intentó pedir ayuda, ya estaba muy lejos de la costa. El intentó llamar a sus amigos del mar, pero éstos no le hicieron caso porque no lo escuchaban.

Juan quiere llorar, pero la sal entra en sus ojos y los cierra.

Después de navegar con los ojos hinchados, el mar se apiadó del niño. El mar le preguntó

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¿Por qué no atendías el consejo de vuestros ami­gos?

Juan respondió: no lo hice porque no ten­go la capacidad de escucharlos.

El mar, al escuchar esto, comprendió que el niño no sabía escuchar; así que, le dijo:

Estarás en el mar cinco días y cinco no­ches, y después de eso yo te llevaré a la orilla.

Juan permaneció todo ese tiempo en el mar, cumpliendo su castigo. El mar se dio cuenta que Juan había aprendido la lección, así que, lo llevó a la orilla. De inmediato se disculpó con sus amigos por no haberles hecho caso.

Moraleja: escucha antes de actuar porque tus amigos te han de ayudar.

Autor: Rommel Said Morales Zamora. 2°. B

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SECCION HISTORIAS

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M I MADRE MANDÓ U N ÁNGEL

ler . LUGAR E N EL CONCURSO DE COMPOSI­CIÓN DE TEXTOS LITERARIOS

Una madre vale mucho, no la puedes com­prar n i con todo el oro del mundo. U n hijo, no pue­de ser feliz porque le faltaría el cariño de una ma­dre.

Tú, si tienes la oportunidad de tenerla, cuí­dala, yo me muero por tan solo u n abrazo de m i madre, pero no lo tengo.

Soy una niña de la calle que solo vive de las limosnas y que necesita una madre que le dé segu­ridad, cariño, amor, y mucho más.

M i madre tenía una enfermedad que para ese entonces no tenía cura, era ¡el maldito cáncer!

Yo estaba muy chiquita, tenía dos años cuando ella murió y me dejó con su hermano. El, al

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verme grandecita me botó a la callé; él decía que yo era u n estorbo para su familia, si yo apenas tenía cinco años, todavía no conocía el mundo, pero des­de ese momento empecé a conocerlo; cuánto hubie­ra deseado que m i madre estuviera ahí, consolán­dome. Lloraba mucho por no tener u n plato de co­mida.

Cuando yo cumplí seis años de edad, se­guía viviendo en la calle. Recuerdo esas noches de invierno cuando yo me encontraba delirando por el frío, sin tener algo para taparme. Después, empecé a pedir limosna, apenas me alcanzaba para una o dos tortillas. Siempre iba de casa en casa para que me regalaran u n poco de comida. Algunas perso­nas me daban comida del día, otras, simplemente me regalaban desperdicio, pero bueno, yo me con­formaba con eso.

Días después, conocí a unos niños que eran igual que yo,"niños de la calle". Nos fuimos hacien­do amigos y empezaron a ofrecerme drogas, según, para olvidarme de mis problemas y para v iv i r la vida, yo acepté, en ese momento no pensaba en el daño que hacían las drogas. De ellos, también aprendí a tomar bebidas embriagantes. Me acuer­do que a veces consumíamos algunas drogas y nos alocábamos e íbamos a robar algunas cosas para comer. A veces, los policías estaban a punto de aga­rrarnos, pero nunca lo lograban.

Una vez, f u i sola a una tienda, robé algún dinero, pero antes me había drogado, creo que con­sumí más de lo que debía, pero me daba igual. Des­pués, el encargado de la tienda llamó a la policía.

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Recuerdo que corrí desesperadamente. A l voltear, v i que el policía venía detrás de mí. No me di cuenta que venía u n coche y me atropello, caí lentamente al suelo, tenía sangre en todas partes, estaba muy grave, a punto de morir por las drogas y por el atropello.

Estuve en coma dos meses. Cuando volví en sí, me enteré que había quedado paralítica. En ese momento me quería morir. Para mí, la vida no tenía sentido, ya no valía la pena vivir , yo solo le pedía a Dios que me llevara con m i madre, pero, Dios no me dejó sola. En el hospital conocí a una señora muy buena que me apoyó mucho. Todo el tiempo me consolaba y me decía que era u n regalo maravilloso vivir . Me fu i recuperando poco a poco. Estuve en una silla de ruedas, al principio no me gustaba, pero me tuve que acostumbrar. El doctor decía que había pocas esperanzas, que quizás algún día iba a caminar, pero con una operación que cos­taba mucho dinero, el cual, yo no tenía.

Salí del hospital, la señora me llevó a su casa y me cuidó. Pasaron algunas semanas y yo pensaba en las drogas, m i cuerpo lo necesitaba una vez más. Salí a la calle, sin avisarle a la señora que era como m i madre, me encontré a los amigos de la calle y me dieron a tomar licor y también algunas drogas.

No sé por que caí en eso nuevamente. Era lo mismo todos los días, m i cuerpo cada vez necesita­ba más y más de esa sustancia que perjudica tanto la salud. La señora se dio cuenta de m i gravedad, me internó en u n centro de rehabilitación, fue muy difícil para mí, pero me tenía que recuperar. Estuve

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en ese centro tres años, después salí, y la señora me adoptó.

Soy muy feliz de tener a esta señora maravi­llosa como m i madre, ahora me doy cuenta de que m i madre no me dejó sola, siempre estuvo ahí. Ella me mandó u n "ángel".

Tú, que tienes a t u madre todavía, cuídala y quiérela mucho, porque son pocas las personas que Dios les da la oportunidad de convivir con su madre y tener su compañía. Si no la tienes, nunca pienses que ella no está contigo, porque estando en el más allá, enviará u n angelito para que te cuide, no cometas el mismo error que yo cometí, porque sufrirás mucho.

Yo le doy gracias a Dios que estoy viva, y que me haya dado otra oportunidad.

Autora: Norma Miguel López López. 2o. A

M I FELICIDAD

2 o. LUGAR E N EL CONCURSO DE COMPOSICIÓN DE TEXTOS LITERARIOS

¡Hola!, m i nombre es Lorenzo Jiménez, apo­dado el "granoso", o sea, el "granoso Lorenzo". Pe­ro m i historia no es esa, sino la que les voy a contar.

Todo empezó el f i n de semana, y creí que sería el mejor de m i vida, pero no fue así.

El sábado por la mañana me desperté tem-

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prano, lo único que hice fue mirar una ventana, pues no tenía nada que hacer, m i tarea la había hecho u n día antes. Este día era m i examen de cate­cismo de la Primera Comunión.

A l llegar a la iglesia, sentado en m i lugar, v i a la persona que siempre me gustó, esta vez todo fue diferente porque le tocó sentarse junto a mí, yo no podía creer lo que pasaba. Todo el tiempo la m i ­ré y no me d i cuenta que terminó y se fue; yo n i si­quiera había empezado a contestar el mío; después, lo contesté algo feliz, para m i mala suerte, empeza­ron a recogerlos y no pude contestar las últimas preguntas a causa de no haberme apurado. Todo ese día después del examen, estuve ayudando a m i padre con su trabajo.

A l otro día, era hora de ir a la iglesia, pero se me fue el tiempo viendo la tele, la apagué y corrí todo lo que pude, llegué cuando se estaban forman­do, tenía ganas de ir al baño, pero me aguanté. Co­menzó la misa y yo seguía con las ganas de ir al baño.

La misa se prolongó a causa de que una pareja se iba a casar, tardaron u n libro y una pelícu­la juntos.

Yo tenía muchas ganas de ir al baño, no pu­de aguantarme, así que grité y despegué derechito al baño.

Regresé cuando se estaban formando para tomar la hostia, me tocó al último de una fila del tamaño de m i casa, (que no es tan grande sino u n

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compartimiento pequeño) tocó m i turno, comí la hostia, pero la condenada se me atoró en la gargan­ta, sentí muchas ganas de vomitar; cuando me vie­ron azul, de inmediato fueron a ayudarme, justa­mente cuando el padre se acercó, yo vomité en la túnica de él, hasta lo que no comí en días, él se tuvo que quedar toda la misa así por que no se podía cambiar de ropa.

La misa acabó, me entregaron m i examen, había pasado de panzazo, pero en realidad confun­dieron m i examen con el de otro niño que se llama­ba igual que yo. La niña de mis sueños se acercó, yo estaba tan feliz, que le expresé lo que sentía por ella de una forma no muy agradable; lo único que recuerdo es que m i voz se escuchó hasta el pan­teón. Ella dijo que sí; así que salté muy alto, más que cualquier niño de m i edad.

M i vida había cambiado para siempre, todo m i mundo y todo lo que quería estaba a m i alcance, pero de repente ... m i familia tuvo u n pleito muy grande en donde todos tuvieron una noche muy triste y exactamente en donde yo participé con lo que me había ocurrido en el día, cómo explicar que la felicidad no viene a t i , tú tienes que buscarla siempre.

Autor: Rommel Said Morales Zamora 2o. B

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EL SECUESTRO DE DULCE Y A R M A N D O

3er. LUGAR E N EL CONCURSO DE COMPOSI­CIÓN TEXTOS LITERARIOS

Hace varios años sucedió esto, en la casa número dieciséis de la colonia Jacaranda.

Decían que esa era la casa más bonita que había en aquella colonia. Ahí vivía una pareja de recién casados, se habían casado hacía ya una se­mana, su boda fue u n gran festejo.

U n año antes de la boda, Alicia había termi­nado su noviazgo con u n joven llamado Eduardo, la causa de eso fue que Eduardo había intentado abusar sexualmente de Alicia. Después de eso, A l i ­cia lo denunció ante la policía, pero Eduardo no se había quedado tranquilo; después de verse encarce­lado. Dos meses después, Alicia olvidó lo que le había ocurrido y aceptó como novio a u n chavo lla­mado Cristian, ambos se amaban mucho.

Ese día, Alicia se enteró de que Eduardo había escapado de la cárcel, éste la fue a amenazar a su casa, le dijo que se vengaría de alguna manera por haberlo metido a la cárcel. Esa noche, Cristian fue a visitar a los padres de Alicia para pedirles permiso de tener una relación de pareja. Alicia no les comentó nada de lo que le había sucedido du­rante el día, para no angustiar a sus papas.

Ocho meses después, Alicia y Cristian deci­dieron fijar la fecha de la boda, ya que su relación iba muy bien y se querían mucho.

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A l día siguiente, citaron a sus papas para fijar la fecha, acordaron la boda en tres meses. Cumplidos los meses se casaron, se reunió toda la familia de Alicia y Cristian. De lejos los observaba Eduardo, el antiguo novio de Alicia, quien los m i ­raba con mucho odio y envidia.

Después de una semana, Alicia y Cristian se mudaron a su nueva casa. Todo aquello era nuevo para ellos, pero se fueron acostumbrando poco a poco.

Después de u n mes, Alicia había quedado embarazada, su matrimonio iba muy bien, estaban muy contentos por la llegada de su hijo. Cuando Alicia ya no podía hacer cosas pesadas, contrataron a una persona que se ocupara de la limpieza de la casa, ya que era muy grande. La muchacha se lla­maba Mariana, era de aspecto humilde y buena persona. Unos meses después, Alicia y Cristian sa­lieron a ver al doctor para hacerle u n ultrasonido a ella y saber el sexo de su hijo; cuál fue su sorpresa, cuando el doctor les dijo que no era uno, sino dos hijos los que esperaba, se sorprendieron aún más cuando les dijo que eran u n niño y una niña.

Una semana después, Alicia se empezó a sentir mal. De inmediato Cristian la llevó al hospi­tal, por que iban a nacer sus pequeños.

A l día siguiente, el doctor la dio de alta y se fueron a casa, donde los esperaba su familia, quie­nes tenían deseos de ver a los pequeños.

Dos meses después registraron a los niños,

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la niña se llamó Dulce y el niño Armando.

Mariana se convirtió en su nana, ella los cui­daba cuando Alicia y Cristian salían de viaje. Des­pués de unos años Dulce y Armando ya asistían al Jardín de Niños.

U n día Cristian salió de viaje y se quedaron solamente Alicia, Mariana y los dos niños. En la noche, después de cenar, escucharon ruidos detrás de la casa y se asustaron, salieron a ver qué pasaba, y vieron que alguien corría, pero no lograron ver su rostro. Por temor a que ese hombre regresara, en­traron a la casa y se encerraron.

A l día siguiente, llegó Cristian y le contaron lo que había pasado esa noche, él les dijo que tal vez solo fue u n susto.

Una mañana, estaba Mariana y los niños en el jardín, llegó el cartero y les dejó u n sobre. Maria­na se lo dio a Alicia pero no tenía remitente, ella lo leyó y la carta decía:

"Sé que has sido muy feliz estos cuatro años, pero no te durará por mucho tiempo queridita, espera mi sorpresa". Anónimo

Alicia se asustó, pero no le dijo nada a Cris­t i a n , por temor a que hiciera una locura.

Una semana después, a Cristian lo manda­ron a u n viaje de trabajo por cinco días, Eduardo aprovechó la ausencia de Cristian y junto con sus amigos entraron a la casa de Alicia cuando ella no estaba, se llevaron a los niños y a Mariana la gol-

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pearon, se desmayó y la dejaron ahí.

Cuando llegó Alicia, encontró a Mariana en el piso, pensó que estaba muerta, pero cuando tocó su cuello, se dio cuenta que no. Le puso alcohol cer­ca de la nariz y reaccionó. Mariana le dijo que se habían llevado a los niños. Alicia se asustó mucho que casi le da u n infarto, pero en ese momento Ma­riana llamó al doctor. Cuando Alicia reaccionó lla­mó enseguida a Cristian para decirle lo que había sucedido; al enterarse, Cristian regresó de inmedia­to a México, llamaron a la policía y denunciaron el robo de los niños.

El comandante les dijo que esperaran algu­na llamada para darse una idea de qué hacer. A l otro día les llegó u n anónimo diciendo:

"Si quieren volver a ver a sus hijos, tendrán que darme una buena cantidad de dinero. Solo así les devol­veré a los niños. Esperen otra carta anónima para decir­les cuanto será lo que tendrán que darme". Anónimo.

Después de leer la carta, el comandante le preguntó a Alicia si sospechaba de alguien, ella le respondió que sí, que tal vez podría ser Eduardo. El comandante le preguntó que quién era el tal Eduar­do, ella le dijo que fue su novio hace mucho tiem­po, que habían tenido u n problema y que él juró vengarse de alguna manera de ella, y que ya había mandado otra carta anónima y se la mostró.

En la noche recibieron una llamada y con­testó Mariana, Eduardo pensó que era Alicia y le dijo: "La cantidad será de un millón de pesos, espero tu

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dinero, ja ja ja. Cuando colgó, le preguntaron que quién era, ella les dijo que era el hombre anónimo, por la forma en que le habló.

A l otro día, les volvió a hablar y le dijeron que ya tenían el dinero, pero Eduardo no sabía que solo era u n engaño. Entonces, él les indicó el lugar, el día y la hora en que harían el intercambio.

Ese día, Eduardo vio que los acompañaba la policía, se dio cuenta de que todo era una farsa y que ellos tenían u n plan.

Entonces, cambió la estrategia y organizó a sus hombres para matar a Cristian, Alicia y a los niños. Mariana se dio cuenta que estaban ahí y que los habían descubierto, y se lo dijo al comandante. Se descuidaron y Eduardo les empezó a disparar; en ese momento, Mariana y Alicia corrieron hacia el carro donde los niños estaban, pero, Alicia fue alcanzada por las balas y se quedó tirada en el ca­mino, solo alcanzó a decirle a Mariana que se lleva­ra a los niños y que los cuidara, que no le importa­ba lo que pasara con ellos.

A l llegar al carro, sacó a los niños y se los llevó, tomó u n taxi y se fue lejos de ese lugar. Ahí quedó el cuerpo de Eduardo y junto con él, murie­ron los padres de Armando y Dulce.

Con el paso del tiempo, Armando y Dulce fueron creciendo y preguntaban por sus padres. Mariana no pudo callar más tiempo y les dijo todo lo que había pasado, que sus padres los querían mucho y que los cuidaban desde el lugar donde

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estaban.

Cuando tenían ya veintiún años, se gradua­ron. Mariana se sentía muy orgullosa de ellos por­que los quería como a los hijos que nunca tuvo.

Autora: Martha Pérez Lujan 1°. B

YO N O QUERIA

¡Hola!, me llamo Carlos Reyes y quisiera narrarles m i vida. Hace como dos años yo era u n adicto al cigarro, al alcohol, la marihuana, la cocaí­na; en f in . M i vida comenzó así.

Una mañana, por una simple discusión con m i mamá me enojé mucho, y como siempre, m i ma­má me mandaba a las seis de la mañana a la escue­la, pero n i así llegaba temprano, la verdad, no es que m i casa esté muy lejos, sino que, yo no quería llegar temprano.

Yo era u n flojo, m i vida era u n desastre. En la escuela todos me ignoraban, me decían: vago, flojo y las chavas se me quedaban viendo muy feo.

A la hora de la salida, yo me iba a vagar con m i banda, mis amigos ya se drogaban, yo todavía no me quería drogar, decía que no, me dijeron que si no lo hacía era u n p..., así que para que no me dijeran eso, yo lo hice, me gustó y poco a poco em­pecé con el alcohol, la cocaína y la marihuana. Des­pués de u n tiempo, yo la vendía y la consumía. M i mamá se dio cuenta, se enojo, me amenazo y me dijo:

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Si te vuelvo a ver con esa banda en la ca­lle, esta vez sí te mando a u n internado.

Yo me enojé mucho, me metí a m i cuarto, me encerré y empecé a beber mucho alcohol.

Después de u n largo tiempo, cuando yo te­nia diecinueve años, me seguía drogando, cada vez me sentía más solo, sin apoyo de mis padres, de mis amigos, me sentía tan solo que no quería hacer nada, ya me quería morir, veía alucinaciones y hablaba solo. Todas las noches me reprochaba este mal comportamiento. Una noche, llorando y con angustia grité:

¡Alguien que me ayude por favor!, ¡tengan piedad de mí! ¡Exijo que me crean y me en­tiendan! ¡No me censuren n i condenen!, Antes, vean, soy la consecuencia de su error.

Después, yo me acerqué a una casa, me sen­té, y ahí contemplé la noche, cuando amaneció, una joven abrió la puerta y se detuvo, me miró fijamen­te, y me dijo:

¿Cómo te llamas? — 6 Yo también la miré fijamente y le contesté:

Carlos Reyes.

Mucho gusto, Carlos. Yo me llamo Laura Castellanos, y tú, ¿qué haces aquí?

Nada, estoy triste, nadie me entiende,

nadie me escucha, estoy solo.

¿De dónde vienes? - 9 4 -

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De la nada.

¿Necesitas ayuda?

No, no quiero ver a nadie, no quiero hablar con nadie. ¡Quiero estar solo!

Está bien, toma, es u n folleto, si algún día necesitas ayuda, aquí te la vamos a dar, hasta luego.

Después, yo tenía hambre y no tenía dine­ro, se me hizo fácil y es que nada en la vida es fácil , entré a la tienda, tomé unas galletas y u n refresco; el señor se distrajo y corrí, corrí lo más rá­pido que pude, pero ya era tarde la policía estaba enfrenta de mí, me detuvieron, me subieron al ca­rro y me llevaron a la delegación. Cuando me esta­ban tomando los datos, me escape, corrí, corrí d i ­recto hacia m i casa, me metí a m i cuarto, yo estaba muy asustado, temblando de miedo, y todo para que las galletas y el refresco hubieran quedado en medio de la calle. Yo ya no podía hacer nada, se me quitó el hambre, empecé a drogarme y a beber al­cohol. Bebí demasiado, de pronto, me desmayé y ahí me quedé tirado. M i mamá me llamó para co­mer, como vio que no iba, abrió m i cuarto y vio el alcohol por u n lado, las drogas por otro, y yo, en el suelo, tirado. Ella gritó.

¡Nooo!, hijo.

Se hincó y me dijo:

Carlos, ¿qué tienes?, despierta.

M i mamá llamó a una ambulancia. Me lle-

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varón al hospital, yo estuve inconsciente largo rato, después, el doctor me despertó y nos dijo:

El desmayo fue debido a u n enervante que ya esta muy avanzado, ya no se puede hacer nada.

Mis ojos se empezaron a llenar de lágrimas al ver como m i madre sufría. Me internaron, ahora solo vivía con medicamentos, m i vida era cada vez más triste, yo me volví más rebelde.

Una mañana, llegó una doctora y me dijo:

¡Hola! buenos días Carlos.

Yo me quedé callado, y en ese momento me dije: ¿Me conoce? Entonces, ella me dijo:

¿Te acuerdas de mí? Soy Laura, la del folleto.

Después me acordé y ella continuó.

¿Por qué Carlos? Dime, ¿qué fue lo que paso? ¿A dónde querías llegar con todo esto? ¡Qué! ¿A caso a la muerte? ¿Por qué tuviste que probar las drogas?

No sé, no sé qué me pasó, te lo juro, yo no quería, tengo miedo, no me quiero morir. Dios mío, dame otra oportunidad para iniciar una nueva v i ­da, una nada más, sólo tengo diecinueve años.

¡No quiero morir todavía, soy m u y joven; además, se supone que hoy me iba a ir muy lejos para comenzar una nueva vida, pero ya es muy tar­de. Dios me dio una oportunidad y no la supe valo­rar. Gracias Laura, gracias.

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No te preocupes, yo cuidaré de tu madre.

Dios mío, perdóname, te lo juro, ¡yo no quería!

Autora: Yaztnín Núñez Marcial: Ia A

ANGEL

Lamento decirte que soy u n niño de la calle, espero que tú no me discrimines.

¿Sabes?, te quiero contar u n poco de lo que ha sido m i vida.

Cuando nací, mis padres me dejaron en la calle. Fui creciendo con mis hermanos, que, tam­bién fueron abandonados. Poco a poco f u i apren­diendo a vivir en este mundo y, sobre todo, de lo difícil que es estar solo.

Una tarde, me puse a pensar y me pregunté:

¿Qué fue de mis padres? ¿Están vivos o muertos?

U n hermano me ofreció la cocaína para olvi ­dar el pasado. Así comencé con las drogas y el alco­hol

M u c h a gente me discr iminaba . Cuando ya no tenía d inero para comprar más drogas, empecé a robar, siempre hacía lo mismo para saciar m i ansiedad por las d r o ­gas, hasta que una noche, se apagó m i peque­ña l u z de v i d a . Fueron doce balas las que atravesaron m i estómago.

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Desde niño, hasta los quince años de edad, crecí solitario, fue la misma que me mató. Única­mente quería sentir el amor de unos padres. Me estoy muriendo sin saberlo. Ahora tendré a u n án­gel, que sin darme cuenta, siempre estuvo conmi­go. Ese Ángel es ... m i madre.

Autor: Rigoberto Martínez López. 2o. A

ABORTO

Mis padres se conocieron en una tarde de primavera. A l año, se casaron, después, m i madre me tenía en su vientre.

Cuando m i padre, o no se como se le puede llamar, abandonó a m i madre, ella no sabía qué hacer, se sentía sola y triste; por ello, me tuvo que abortar. Sentí miedo, quería decirle que no lo hiciera, pero no pude hacer nada.

V i entrar una máquina que me arrancaba mis piecitos, después, m i estomaguito y mis mani-tas; y al f in , se tragó m i cabecita, y en u n abrir y ce­rrar de ojos, estaba en el cielo con unas alitas br i ­llantes.

De todos modos, te amo mamita.

Futuras mamas, no le hagan a sus hijos lo que a m i me hicieron.

Autor: Rigoberto Martínez López 2o. A

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SECCION

ANÉCDOTAS

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U n día, estaba intentando entrar a m i cuar­to que parecía cerrado. Tuve que quitar el vidrio de la ventana para poder entrar, lo quité, y cuando estaba a punto de abrir la puerta, me d i cuenta que el cuarto estaba abierto.

Autor. Abimael Reyes López 1°. C

EL TORO

Hace muchos años, cuando m i mamá era una niña, su abuelita la mandó a dejar la comida a su abuelo, era medio día cuando se fue.

El camino en donde ella iba pasando, era muy pedregoso. Cuando pasó en una casa abando­nada, estaban varios toros echados, uno de ellos se paró y siguió a m i mamá; cuando ella se dio cuenta empezó a caminar más y más rápido hacia donde estaba su abuelo, pero no le dio tiempo llegar, así que, se metió a la casa en donde los chalanes de su abuelito iban a comer. Allí, en esa casa, tenían algo

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así como unas tablas pegadas cerca del techo de la casa, en ese tiempo se llamaban tapancos, m i ma­má se subió ahí con las cosas que traía y tiró la es­calera para que el toro no se pudiera subir, cuando el toro llegó, empezó a tirar todo lo que había adentro y también a olfatear el olor de m i mamá, después de u n rato llegó su abuelito y correteo al toro. M i abuelito le gritó a m i mamá que ya se po­día bajar.

Autora: Martha Pérez Lujan. Io. B

M I H E R M A N A ROSALINDA

Cuando m i hermanito era pequeño, quería mucho a m i hermana Rosalinda la hermana ma­yor porque pensaba que era su mamá.

U n día, cuando ella no estaba, él la fue bus­car, pero se fue rumbo al cerro. Por ese camino ve­nía bajando la consuegra de m i mamá y vio a m i hermano. Ella se lo quería traer, pero la señora, como no podía hablar bien el español, m i hermano no le entendía, así que, mejor vino y le avisó a m i mamá para que ella lo fuera a traer.

A l llegar a donde él estaba, m i hermano solo pronunciaba el nombre de m i hermana Rosa.

Después de u n tiempo, volvió m i hermana y le contaron lo que había pasado con m i hermano Benjamín.

Autora: Martha Pérez Lujan. Io. B

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En una playa de Huatulco, u n señor nos dijo que si queríamos dar una vuelta en una moto acuática. Yo me subí primero, pero la moto no arrancaba, cuando arrancó me f u i hacia atrás y me caí al mar.

Autor Abimael Reyes López V. C

En una ocasión, cuando llegué de la escuela a m i casa, me quité mis zapatos y v i que tenía dos calcetines de diferente color.

A la hora de recreo, compre una torta y la pagué con una moneda de diez pesos, al darme el cambio, me regresaron once pesos.

Cierto día, f u i a la ciudad de Oaxaca, me subí en u n camión pasajero, pero como iba muy lleno, no me cobraron.

U n lunes por la mañana, me f u i muy rápi­do a la escuela porque ya se me hacía tarde, al lle­gar, el prefecto me revisó el uniforme, ahí me d i cuenta que me puse la camisa al revés.

Caminando por las calles, me d i cuenta que llevaba mis agujetas sin amarrar, al agacharme para sujetarlas, v i que estaba tirada una moneda, la le­vanté y la guardé en m i bolsillo, eran diez pesos.

Autor: Oscar Hipólito Martínez. Io. B

Cuando iba a la primaria, m i mamá me fue a traer. En su bolsa había u n bote con agua verde,

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lo agarré y lo tomé, al momento de probarlo me supo horrible, cuando v i , el letrero del bote decía, Pinol.

Autor: Abimael Reyes López. Io. C

Hace unos años, m i hermana tenía cuatro años de edad, juntas vimos una película, la cual empezó muy triste y así terminó. M i hermana em­pezó a llorar de sentimiento. Cuando me d i cuenta, yo también estaba llorando, pues nos conmovió la historia.

Autora: Brenda Estefani Antonio Herrera. Io. A

Estando en la clase de español, se atoró m i pie en la butaca. La maestra me decía que bajara el pie, pero no podía porque no lograba sacarlo de ahí; al final, me tuve que sacar el zapato y solo así salió m i pie. Todos nos reímos por esto.

Autora: Silvia Sosa Díaz Io. A

M i mamá me llevo a trabajar en el campo a limpiar milpa, de regreso y en medio del camino, yo iba adelante y ella venía atrás de mí; de repente v i una serpiente negra y me asusté mucho, me f u i corriendo a abrazar a m i mamá

Autora: Evangelina López López Io C

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En m i casa estaban haciendo la limpieza y empezaron a barrer, yo me escondí en una esquina, cuando me vieron se asustaron mucho, por esta razón me regañaron.

Autora: Evangelina López López Io C

Cierto día, fuimos m i papá y yo a comer mangos, de repente sentí que algo se metió dentro de m i camisa, me sacudí y salió una araña.

Autora: Evangelina López López V C

U n día f u i a la boda de m i tío y conocí a dos chavos de m i edad. Estuve platicando con ellos, al mismo tiempo la hice de niñera, pues me dejaron cuidando a mis sobrinos.

Autora: Evangelina López López Io. C

Cierto día, f u i a los viveros y me empujaron a la alberca, el agua estaba muy verde y me asusté. Salí lo más rápido que pude y me desquité empu­jándolos, todos empezamos a jugar.

Mas tarde llegó el señor que cuida ese lugar y regañó muy feo.

Autora: Evangelina López López. Io. C

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Después que salí de la escuela, me fu i a m i casa, al llegar, me acosté y me quedé dormido.

Dormí mucho y desperté como a las seis y media de la tarde. Yo pensé que era otro día, me levanté muy rápido, me vestí y acomodé m i mo­chila, salí de m i cuarto. M i mamá me preguntó que a dónde iba. Le conté todo y se empezó a reír, d i -ciéndome que eran las seis y media, pero de la tar­de.

Autor: Teófilo García Gómez.l0. C

U N JUEVES POR L A NOCHE

U n jueves por la noche para amanecer vier­nes, preparé m i uniforme y me dormí.

Me desperté como a las cinco de la mañana y no me levanté, porque pensé que era sábado. Se­guí durmiendo sin importancia. M i mamá preocu­pada, me despertó y me dijo:

¿Vas a ir a la escuela?

Hoy es sábado y no tengo clases, le con­testé.

Hoy es viernes, me dijo.

Entonces, me levanté lo más pronto que pu­de, me vestí y me f u i a la escuela.

Cuando llegué, todavía n i tocaban el timbre para la entrada a clases.

Autor: Teófilo García Gómez. Io. C

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ME CAÍ DE L A C A M A

Yo tenía como ocho meses de edad, una mañana, m i mamá me dejó durmiendo en m i cama, ella fue a lavar ropa en el patio de la casa; en eso, escuchó que estaba llorando. Fue a verme de inme­diato y vio que estaba tirado en el piso. Me levantó, me abrazó y me llevó a donde estaba lavando.

Autor: Teófilo García Gómez. Io. C i

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SECCIÓN

GUIONES TEATRALES

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LAS DROGAS

ler . LUGAR E N EL CONCURSO DE COMPOSI­CIÓN DE TEXTOS LITERARIOS

Personajes: Cristian, Marcos, Un grupo de amigos, Rosa, Laura, Carlos, Doctor, Enfermera.

(Es el primer día de clases, todos se reen­cuentran con sus amigos. Cristian viene caminando con u n libro en las manos, se acerca a u n grupo de amigos que se encuentra en la escuela, al verlo, to­dos sonríen y lo saludan)

Cristian ¡Hola!, ¿cómo les va?, no sabía que iban a entrar en esta misma escuela, qué gusto me da verlos, ustedes siempre han sido mis mejo­res amigos.

Marcos (Amigo de Cristian) ¡Hola Cris­tian! , ¿cómo has estado?

Cristian No muy bien que digamos, tengo

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algunos problema en m i casa, mis papas se quieren divorciar y no se qué hacer.

Marcos Sigues con lo mismo. Mira, yo igual tenía problemas, pero ahora encontré algo que me hace olvidar todo eso y se siente muy padre al consumirlo.

Los amigos (Sorprendidos, preguntan) ¿Qué es?

Marcos Son drogas, si quieren les vendo u n poco para que vean como se siente, pero eso si, cuidadito si uno de ustedes dice algo.

Los amigos Tráelo, para probarlo.

(Cristian no podía creer que su amigo se drogaba, se quedó mudo en ese momento)

Marcos Ahora, ¿qué tienes? (preguntando) ¿Te impresiona que yo consuma drogas?, mira, to­do el mundo lo hace, además, se siente bien chido, hasta te olvidas de este mundo.

Cristian ¡No!, yo no le entro a eso (Se va de prisa)

Marcos (Bajando la voz le dice a sus ami­gos) ¿A este menso no le gustó la idea?, no vaya a ser que diga algo, para prevenirnos, le vamos a dar una calentadita.

Cristian (Asustado entra al salón y todos empiezan a presentarse, una chica muy guapa lla­mó mucho la atención de Cristian, se llamaba Ro-

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sa. A ella también le había llamado la atención, Cristian. A la hora de la salida, Cristian se fue a su casa. Llegó y sus papas no estaban, se sentía solo y quiso ver la televisión; después de u n rato, se abu­rrió y fue a dar una vuelta. Salió de su casa, en la esquina se encontró con sus amigos).

Cristian ¡Hola! ¿Qué hacen aquí?

Marcos Vinimos a darte una lección que no vas a olvidar.

Cristian (Asustado) ¿De qué hablas Mar­cos?

(Marcos y sus amigos empiezan a golpear a Cristian, lo dejan tirado y con sangre en la frente, luego, Marcos saca una bolsita que contenía droga y la inhala; después, de su pantalón, sacó una nava­ja y se lo puso en el cuello de Cristian).

Cristian (Grita) ¡No lo hagas Marcos!

Marcos (Furioso y gritando) ¡Cállate!, si no te drogas te mueres, y no le vayas a decir de esto a nadie (Marcos empieza a drogar a Cristian y lo deja ahí, tirado. Marcos se va con sus amigos, bur­lándose.

(Cristian se desmaya. Después de u n rato se levanta y se va a su casa, entra a su cuarto y se cura las heridas que le produjeron, en eso, llegan sus padres y se dirigen hacia su cuarto).

Laura ¡Hola hijo!, ¿cómo estas?

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Cristian Bien mamá, ¿y tu?

Laura (Mira detenidamente a Cristian, asustada) Hijo, ¿qué te pasó en la cara?

Cristian No te asustes mamá, no me pasó

nada, solo fue u n golpe.

Laura ¿Pero, cómo fue?

Cristian Es que en la escuela estábamos jugando y me caí.

Laura Pero, ¿ya estas bien?

Cristian Sí mamá, ahora discúlpame, quie­ro estar solo.

Laura Sí hijo, descansa.

Cristian Gracias mamá.

(Laura sale.) (Al otro día, Cristian se va a la escuela asustado por lo que le pueda pasar. A l lle­gar, se encuentra con Rosa).

Cristian (Titubeando) ¡Hola!, Rosa, ¿cómo

estás?

Rosa Bien, ¿y tú?

Cristian Bien. (Entran al salón y su clase empieza, en el

receso, Cristian no buscó a Marcos n i a sus otros amigos, pero Marcos le seguía hablando como si nada hubiera pasado. Él le seguía ofreciendo las

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drogas. Así pasaron los días, hasta que Cristian le confesó a Rosa lo que sentía por ella. Rosa también le dijo que le gustaba y se hicieron novios. Los dos se querían mucho y eran felices, hasta que u n día, Cristian regresó de su casa y encontró a sus padres peleándose, estaban discutiendo. Cristian vio lo que estaba pasando y se fue corriendo a su cuarto, triste)

Cristian ¿Por qué mis papas se están pe­leando?, no lo entiendo, me siento tan triste, no se qué hacer, (dudando) llamaré a Marcos para que me consiga u n poco de droga. Así, olvidaré todo esto. (Cristian toma el teléfono y llama a Marcos).

Marcos ¿Bueno? ¿Quién habla?

Cristian Soy yo, Cristian. Te hablo para preguntarte si todavía tienes alguna droga.

Marcos Si, pero no creas que te lo voy a regalar, te costará cien pesos el sobrecito.

Cristian Si, ya lo sé, qué te parece si nos vemos en la esquina de m i casa

Marcos Está bien.

(Cristian, después de una hora, sale de su casa sin que sus papas lo noten y llega a la esquina, después de u n rato, llega Marcos)

Marcos Aquí tienes.

Cristian Gracias, lo necesito en este mo­mento.

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Marcos (Le quita la bolsita y le dice) Si quieres seguirte drogando quiero que me des el dinero.

Cristian ¿Y, cuánto es?

Marcos Son quinientos pesos.

Cristian Bueno, te los voy a dar, lo sacaré de la cartera de m i papá, pero bueno, eso no impor­ta.

(Marcos se va y Cristian también, sus papas no se dan cuenta cuando llega. Cristian entra a su cuarto, toma u n teléfono y llama a la casa de Rosa)

Cristian ¡Hola! (disimula estar drogado) ¿Eres tú, Rosa?

Rosa Sí, soy yo. Cristian, ¿qué tienes?, te noto triste.

Cristian No, no estoy triste, solo quería escuchar tu voz.

Rosa (Feliz) ¿De verdad? Eres tan lindo.

Cristian ¿Podemos vernos y dar una vuel­ta en el coche de m i papá?

Rosa Está bien, pero en este momento no puedo, estoy ocupada, que te parece a las siete de la noche.

Cristian Bueno, está bien, vos vemos a esa hora, si quieres yo paso por t i .

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Rosa Está bien (cuelga.)

(Cristian se sigue drogando y consume más de lo que debería, el reloj marca las siete de la no­che. Sale, no le pide permiso a su papá para llevar­se el coche. Llega a la casa de Rosa, disimula estar sobrio)

Rosa (Le da u n beso a Cristian) ¡Hola! m i vida, ¿nos vamos?

Cristian Está bien, súbete. (Se van.) (Cristian empieza a manejar más rápido)

Rosa (Asustada) Cristian, conduce despa­cio por favor, me da miedo.

Cristian (Tranquilo) No te asustes, ¿con quién crees que vas?, además, yo sí puedo manejar bien.

Rosa (Asustada) Por favor Cristian, con­duce despacio. (Hay u n silencio y Rosa se enoja) Espérate para que me baje, porque esto ya me esta dando miedo (ambos empiezan a discutir y Cris­tian no se fija que u n coche se atraviesa. Rosa le d i ­ce) ¡Cristian, detente, vamos a chocar!

(Chocaron, los dos estaban muy mal, llegó una ambulancia que los llevó a u n hospital. Estaban muy graves, el doctor empieza a buscar alguna identificación y encuentra el de Cristian. Llama a su casa, su mamá contesta)

Laura ; Quién habla?

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Doctor Soy el doctor del hospital, le hablo porque su hijo acaba de sufrir u n terrible accidente, tiene que venir por favor, su hijo esta muy grave, estos pueden ser los últimos momentos de vida de su hijo.

Laura (Llorando desesperadamente) ¡Nooo!, ¡nooo!, ¡mi hijo, nooo!, dígame que no es cierto por favor, que es u n sueño, una terrible pesa­dilla, a m i hijo no le pudo pasar esto.

Doctor Lo siento señora, por favor, ven-

Laura Está bien, voy enseguida. (Laura, llorando, llama a Carlos, el papá de Cristian)

Carlos ¿Eres tú Laura?, ¿qué tienes? ¿Por qué lloras?

Laura Algo terrible ha pasado, nuestro hijo Cristian está muy grave en el hospital.

Carlos (Sorprendido por la noticia) Pe­ro... ¿Cómo paso?

Laura No lo sé, solamente me avisó el doctor.

Carlos Voy al hospital, espérame por fa­vor.

Laura Está bien (después de u n rato, am­bos llegan al hospital desesperados. Le preguntan a una enfermera)

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Laura Enfermera, ¿cómo está m i hijo?

Enfermera Esperen al doctor, él les va a decir cómo se encuentra su hijo.

(Después de u n rato, llega el doctor y les pregunta)

Doctor ¿Ustedes son los familiares de

Cristian?

Laura Sí, doctor.

Carlos Doctor, por favor, díganos, ¿cómo esta m i hijo?

Doctor Acompáñenme por favor (Entran al consultorio del doctor)

Laura (Presintiendo algo) M i hijo, ¿está bien, verdad?

Doctor Tienen que ser fuertes hicimos to­do lo posible para salvarle la vida a su hijo, pero no lo logramos.

Carlos (Con lágrimas en los ojos y t i tu ­beando) ¿Qué quiere decir doctor?

Laura (Llorando) ¿Mi hijo está muerto?

Doctor Lo siento mucho.

(Laura y Carlos se abrazan y lloran desespe­radamente).

Doctor Pero eso no es todo, estamos casi

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seguros que su hijo consumía drogas, por esa cau­sa, él se puso como loco y chocó. Iba con una jo-vencita que también murió)

Laura (Sigue llorando) No puedo creer

que m i hijo consumía eso.

Carlos ¡Es nuestra culpa!

Doctor ¡Cálmese señor!, entiendo lo que le está pasando.

Carlos (Alterado) cómo quiere que me calme, si por nuestra culpa murió, porque nosotros le dijimos que nos íbamos a divorciar.

Doctor (Tratando de explicarles) mire se­ñor, los jóvenes cuando se sienten solos, piensan que al consumir drogas se olvidan de sus proble­mas, pero lo que no piensan es que les puede hacer daño.

(Los padres de Cristian están más tranqui­los.)

(Pasaron algunos años, Laura nunca va a olvidar que perdió al ser que más ama por la culpa de las drogas, solo pide que se castiguen a esas personas que la venden y que hacen que los jóve­nes la consuman).

Autora: Norma Miguel López. 2°.A

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E L S A C R I F I C I O D E U N A HIJA

2 o. LUGAR E N EL CONCURSO DE COMPOSICIÓN DE TEXTOS LITERARIOS

Personajes: Hija: (Maria), Mama (Gema), Papa (Sergio), Doctora, Cobradores (dos), Novio (Rodrigo), Cura, Camilleros (dos).

(Entra a escena la hija, contenta)

María: ¡Mamá, mamá!, ¡ya llegué!

Gema: Qué bueno hija, tengo que decirte algo.

María: Sí mamá, dime.

Gema: Ayer me contó t u papá que esta­mos en la ruina y no tenemos nada. Quiero que te cases con t u pretendiente Rodrigo y que dejes de estudiar.

María: (Enojada) Nunca haría eso mamá, a mí, me encanta estudiar, no dejaré mis estudios nada más para casarme. Cómo se te ocurre. (Sale.)

Sergio: (Abre la puerta y entra) Ya llegué Gema, ¿ya llegó m i hija?

Gema: Sí, está en su cuarto, ¿Cómo te fue?

Sergio: ¿Cómo quieres que me vaya?, si todo está mal, ya casi no tenemos dinero y pronto nos van a quitar la casa, ya no se qué hacer.

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Gema: Si tan solo me hicieras caso, dile a tu hija que se case con Rodrigo, así, no tendría­mos tantos problemas.

Sergio: ¡Ya te dije que no! No quiero que m i hija sea infeliz, ¿cuántas veces quieres que te lo diga?

Gema: (Molesta) voy a servir la comida (sale).

Sergio: (Pensando) no podría decirle a m i hija que se case con Rodrigo, (golpea una silla) eso nunca.

María: (Entra) ¿Papá, acabas de llegar?

Sergio: Sí. Te quiero preguntar algo, ¿te casarías con Rodrigo?

María: ¿Tú, también me vas a pedir eso? ya le dije a m i mamá que no quiero casarme con él, (alzándole la voz) entiéndanlo.

María: Papá, por favor, perdóname, no quise gritarte, pero, por favor, entiéndalo, yo no lo quiero y no podría dejar de estudiar por u n capri­cho tuyo y de m i mamá.

Sergio: (Con voz dulce) Te entiendo hija, t u también perdóname, no sé por qué te dije eso.

(Salen de escena. Segundos después vuel­ven a entrar y se sientan en la mesa. Sirve la mamá los alimentos y comen en silencio mirándose unos a otros. De repente, el papá se cae en la mesa.)

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María: (Preocupada) Papá, ¿qué te pasa? Reacciona por favor.

Gema: ¡Hija!, ¡llama a una ambulancia, rápido!

(Segundos después, entran dos personas con una camilla y acuestan al señor. Salen).

(En el hospital)

Doctora Los familiares del señor Sergio.

Gema: Soy su esposa, ¿qué tiene?

Doctora: Está enfermo del corazón, cual­quier disgusto le causaría la muerte.

(Hablan en silencio haciendo ademanes. Salen todos de escena)

(En u n sillón platican silenciosamente Ser­gio y Gema, en eso, tocan el timbre.

María: ¿Quién es?

Cobradores: Vinimos por el dinero que nos deben por la renta de esta casa.

María: Ahora no tenemos dinero, y ade­más, m i papá está enfermo del corazón.

Cobradores: Lo siento mucho, le daremos otros dos meses para que nos paguen, pero si no lo hacen, ya saben lo que puede suceder ¡buenas tar­des! (Salen).

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(La hija camina hacia su mamá y le dice lo sucedido).

Gema: Ya ves hija, ahora sí te tienes que casar con Rodrigo, será la solución de todos nues­tros problemas.

María: (Triste y a la vez enojada) ¡Ya ma­má!, ¡déjame pensarlo!

Gema: Está bien, pero pronto.

(Salen)

(En la sala están los padres de María, ella entra)

María: Papá, mamá, he tomado una deci­sión, me voy a casar con Rodrigo.

Gema: (Feliz) ¿De verdad hija?

María: Sí mamá, (con tristeza) decidan la fecha de la boda.

Gema: Ahora mismo hablo con Rodrigo. Se va ha poner feliz. (Camina hacia el teléfono y le comunica todo a Rodrigo)

Sergio: Yo sé que no lo quieres hija, ¿por qué lo haces?

María: Porque entendí que sí lo quiero, y no puedo v iv i r sin él.

Gema: (Algre) Ya hablé con él, dentro de u n mes se casan.

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(Un mes después)

(El novio está en el altar, la novia entra del brazo del padrino, triste y con ganas de llorar, el padrino se la entrega al novio)

Cura: Estamos reunidos para realizar el matrimonio de Rodrigo y María. Rodrigo, ¿aceptas por esposa a María, amarla y respetarla todos los días de tu vida?

Rodrigo: (Alegre) Sí, acepto.

Cura: María, ¿aceptas por esposo a Rodri­go, amarlo y respetarlo todos los días de t u vida?

Maria: (Triste y dudosa) Sí, acepto.

Cura: Si alguien no quiere que se realice esta boda, que hable ahora o que calle para siem­pre.

Sergio: ¡Yooo!

(Todos voltean)

Cura: ¿Por qué hijo?

Sergio: M i hija no lo quiere, lo está hacien­do porque quiere ayudarme y porque piensa que estoy enfermo del corazón.

(Todos están sorprendidos).

María: ¿Y no lo estás?

Sergio: ¡Nooo hija! Acabó de llamarme la

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doctora y me dijo que los resultados eran de otro paciente que se llama igual que yo; es decir, no es­toy enfermo.

María: (Feliz) ¿De verdad?

Sergio: Sí hija, (feliz, le da u n abrazo a su papá, le pide perdón a Rodrigo y sale de la igle­sia ) (Rodrigo y sus papas hablan en silencio.)

Autora: Gabriela Santiago Morales. 2o. B

E L A M O R T O C A MI P U E R T A

3er. L U G A R E N EL CONCURSO DE COMPOSICIÓN DE TEXTOS LITERARIOS

(Esta historia se desarrolla en la escuela)

Juana ¡Hola!

Mónica (Sentada y triste) ¡Hola!, ¿que

tal?

Estefanía ¡Hola!, Juana.

Juana ¡Hola!, ¿Qué le pasa a Mónica?

Estefanía Se acabó de enterar que Alex tiene novia.

Mónica (Enojada) lo que me da coraje, es no saber quién es esa bruja.

Estefanía Alex no es el único guapo de la escuela.

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Juana Estefanía tiene razón.

Mónica Ustedes dicen eso porque tienen novio.

Juana Sí, pero no hay por que preocu­parse.

Estefanía Juana tiene razón.

Mónica (Triste) Yo creo que para mí no existe amor.

Estefanía Vamos Mónica, no te depri­mas.

Juana Date cuenta que la vida es be­lla, vívela intensamente.

(Al otro lado del salón)

Jesús ¿Que onda Alex, que te traes?

Alex No he visto a Mónica.

Ornar Mónica está ahí.

Alex (Emocionado) ¿Dónde?, quiero

verla.

Ornar Tranquilo, no te aceleres.

Alex Ustedes saben que estoy loco por

ella.

Ornar Sí, lo sabemos.

Jesús ¿Y si te le declaras? - 124-

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Alex Estas loco, se burlaría de mí.

Ornar Qué tonto eres.

Jesús Se ve que la traes muerta.

Alex ¿Ustedes creen?

Ornar Sí. Anda, búscala.

Alex Ustedes me tienen que ayudar.

Jesús ¡Claro!, para eso están los cuates.

(Toca el timbre y la plática se interrum­pe.)

Profesora Buenos días, jóvenes.

Alumnos Buenos días, profesora.

Profesora Hoy tenemos examen.

Alex ¿Qué está diciendo?

Ornar (Se para enojado) no nos dijo nada.

Profesora Es examen sorpresa.

Jesús Qué absurdo.

(La profesora reparte los exámenes y todo se queda en silencio. Después toca el t i m ­bre para el receso)

Mónica Seguro reprobé el examen, pues todo el tiempo estuve pensando en Alex.

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Juana ¡Ya!, olvídate de ese.

Estefanía Sí, olvídate de él.

Mónica (Llorando) no puedo, es el amor

de m i vida.

(Llega Alex y sus amigos)

Alex ¿Qué te pasa Mónica?

Mónica No tengo nada. Déjenme sola.

Alex Vayanse, quiero hablar con ella.

Estefanía Vamonos chavos.

(Se retiran y se queda Mónica y Alex)

Alex Mónica, no se cómo empezar.

Mónica (Sorprendida) ¿Qué?

Alex Quiero decirte una cosa, pero no te vayas a burlar.

Mónica ¡Claro que no!

Alex Solo quiero decirte que me gustas desde hace tiempo, pero no me atrevía a decír­telo.

Mónica Es una broma ¿verdad?

Alex ¡Claro que no!, con los sentimien­tos no se juega.

Mónica Tú también me gustas mucho.

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Alex ¿No me estás engañando?

Mónica ¡Claro que no!, pero por ahí escuché que tienes novia.

Alex- ¡No!, no podría tener otra novia

más que tú.

Mónica Te creo.

Alex Entonces, ¿quieres se m i novia?

Mónica ¡Sí!, sí quiero ser tu novia.

Alex Sabía que dirías que sí.

Mónica No sabes cómo he esperado

este momento.

(Llegan sus amigos)

Juana Como que aquí hay mucho amor. Mónica Es que... Alex y yo somos no­

vios.

Ornar ;Es cierto?

A l e x _ Sí.

(Llega Carla)

Carla (Enojada) Vamonos Alex.

Alex ¿Qué?, ¿estas loca?, yo no voy

contigo.

Carla , Estás mal, ¡tú eres m i novio! - 127-

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Alex Te equivocas, yo ando con Móni­ca

Carla Te vas a arrepentir, lo juro.

Mónica No le hagas caso.

Ornar No le hagas caso.

Juana Ahora todos seremos felices.

Estefanía Nadie nos separará.

Autora: Nelly Cristina Sánchez Rodríguez. 2o. A

L A BRUJA C O C I N E R A

Personajes: La bruja cocinera, Marcos.

(En una gran cabana de madera, vivía una mujer que decían que era una bruja y que era m u y mala. Marcos se acerca a aquella cabana)

Marcos (Recogía hojas para su trabajo de escuela, la curiosidad le ganó y fue a asomarse a una de las ventanas de la cabana, pero no vio nada y se dijo:) Creo que no hay nadie, voy a ver. (Se acercó y vio a una viejita sentada junto al fuego) Buenas tardes, señora.

La bruja cocinera ¡Hola muchacho! (preguntando) ¿Me tienes miedo? (la pobre ancia­na estaba muy arrugada y no tenía dientes)

Marcos No

La bruja (Se puso muy contenta) mira, si - 128-

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quieres, te invito a comer y así te contaré algunas cosas de mí.

Marcos (Ilusionado) Si

La bruja (Preparaba la comida) mira, cuando era joven, yo era una Hada buena, pero, cuando me f u i haciendo adulta, todo el mundo pensaba que era muy mala, y, mírame, ya me acos­tumbré a v ivir sola, siempre tenía la ilusión de que algún día llegara alguien a visitarme, pídeme u n deseo, yo te lo concederé

Marcos Quisiera que su jardín fuera u n parque infantil para niños.

La bruja Así será.

(Y así fue, todos los niños jugaban allí y la anciana les daba de comer. Fueron muy feliz al sa­ber que la gente ya no le tenía miedo, desde enton­ces, la llaman cariñosamente: la "bruja cocinera.")

Autora: Norma Miguel López. 2o. A

E L E N C U E N T R O D E N A V I D A D

Personajes: Papá- Raymundo, Mamá- María del Carmen, Hijo-Moisés, Hija- Jenny

Raymundo (Entra en la sala) ¿Qué estás haciendo?

María del Carmen Poniendo el árbol de Navidad.

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Raymundo (Con una voz de aburrimien­to) ¿Otra vez la Navidad?

María del Carmen Sí.

Raymundo (Grita) ¡Mujeres!, ayuden a su mamá por favor.

Moisés (Muy contento) Si, ya voy.

Jenny Yo también quiero ayudar a m i ma­má.

Moisés Vamos todos.

Raymundo Me parece perfecto.

Jenny Mamá, yo pongo la estrella.

María del Carmen: Está bien.

Moisés Mamá, yo pongo la campanita.

Raymundo Tu mamá y yo ponemos lo

que falta.

Jenny: Papá, y ¿quién trae los regalos?

Raymundo Santa, hija.

Moisés ¿A que hora viene?

Raymundo A media noche, cuando todos estén dormidos.

Moisés Es muy tarde, mejor me voy. (Se despide de su familia).

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Jenny Entonces yo no me duermo, me voy a quedar aquí en la sala, voy esperar a Santa.

María del Carmen Si lo vas a esperar, no nos va a dejar regalos.

Raymundo Es mejor que te vayas a dor­mir para que nos deje regalos.

Jenny (Con una voz muy desanimada) bueno, me voy, ¡feliz Navidad!

Raymundo y María del Carmen ¡feliz Na­vidad! hija.

Autor: Arnulfo Angeles Martínez. 2° A

L A P R E S E N T A C I O N D E MIS A M I G O S

Personajes: Glaisius, Gleisius, León pe­leador sin ley , Orquídea, Belldandy, Sakura, Sa-suke, Eureka, Naruto, narrador, profesora Tere y Nina.

(En la escuela, Naruto y león peleador sin ley, vienen platicando)

Naruto:-- (Presumiendo) Saqué seis en matemáticas.

León, peleador sin ley: Yo saqué siete, y no digo nada.

Naruto: ¿Sacaste siete en mate?... ¡cómo es posible!

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León, peleador sin ley: Fácil, solo estudié.

Naruto: (Sorprendido) ¡Estudiar! ¡Cómo es posible!

León, peleador sin ley: Es cuando te deci­des a hacer algo y te esfuerzas por lograrlo.

Naruto: ¿Cómo sabes qué estudiar?

León, peleador sin ley: ¡Claro!, lo que no sabes.

Naruto: (Tono serio) Voy a mejorar, lo juro.

León, peleador sin ley: (Cambiando de

tema) Ahí viene la niña que te gusta.

Naruto (Avergonzado) Eso no es cierto.

León, peleador sin ley: Hay te ves.

Naruto: ¿A dónde vas?

León, peleador sin ley A l baño.

Naruto: Yo me quedo aquí. (Entra a escena Sakura que va detrás de Sa-

suke, éste, tropieza con Naruto).

Sasuke: Quítate del camino.

Naruto: No, tú quítate.

Sakura: Quietos los dos.

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Naruto: (Enojado) Él empezó.

(Sasuke se le queda viendo, mientras el tiempo trascurre, a Naruto le da miedo)

Naruto: Vale tío, yo lo siento.

Sasuke: (Enojada) No hay problema.

(Naruto tropieza y tira a Sasuke, éste a su vez, alza el puño)

Sasuke: Defiéndete Naruto.

(Va a golpearlo pero Sakura lo abraza. Sasu­ke se calma y Naruto sale corriendo)

Naruto: ¡Ay!, no pegues.

(Va corriendo y tropieza con Eureka.)

Eureka: (Perdida) ¡Hola!

Naruto: ¡Hola!

Eureka: ¿Por qué tan apurado?

Naruto: (Con tono de terror) ¡Porque Sa­suke me quiere golpear!

Eureka: (Mintiendo) Pues corre, que ahí viene.

(Naruto corre sin mirar atrás, Belldandy y Orquídea vienen caminando y platicando sobre el balcón)

Belldandy: ¿Qué son los celos?

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Orquídea: Es cuando...estás... cómo ex­plicarte.

Naruto: (Interrumpiendo) Es cuando

no te gusta lo que hacen las demás personas.

Belldandy: (Dudosa) ¿Estás seguro?

Orquídea: Me parece que no es cierto.

Naruto: Sí lo es, puedo jurarlo.

Orquídea: Pregúntale a la profesora de español.

Belldandy: (Perdida en la discusión)

Vamos.

Naruto: No, mejor no.

Orquídea: No te vayas. (Naruto corre, pero lo detiene Orquídea,

los tres entran al salón)

Los tres juntos: ¿Qué son los celos?

Profesora Tere: Celos, es.. .cuando tienes coraje por algo, cuando quieres que esa cosa sea solo tuya, que nadie la toque. Para mejor respues­ta, busquen en el diccionario.

Orquídea: Lo ves, no tiene nada que ver con tu respuesta.

Naruto: Claro que sí, yo dije que.. .que.

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Orquídea: ¿Lo ves?

Belldandy: Pero aún no sé, cómo se sienten los celos.

(Orquídea y Naruto piensan la respuesta. Belldandy sale sin que los otros dos se den cuen­ta).

Naruto: ¿Dónde está t u amiga?

Orquídea:. No lo sé, estaba aquí hace u n instante.

(Orquídea sale de escena y Naruto se va al lado contrario. Naruto llega donde Gleisius y Glaisius juegan fútbol).

Naruto: — _ ¿Puedo jugar?

Glaisius: ¿Por qué quieres jugar?

Naruto: Para divertirme, ¡claro!

Gleisius: Vete con Glaisius.

Glaisius: (Molesto) ¿Por qué conmigo?

Gleisius: Porque eres mas débil y te voy ganando.

Glaisius: (Retando) El que pierde se

queda con Naruto.

Gleisius: Seguro.

(Interrumpiendo a los dos)

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Antología literaria 2006—2007

Naruto: (Gritando) ¡Decídanse ya, que

el tiempo se va!

Glaisius: Ahora por gritar, no juegas.

Naruto: N i quería jugar.

Gleisius: (Tono calmado) ¿Ves?

Glaisius: ¿Ver qué?

Gleisius: Este.. .no.. .nada.

Glaisius: Cállate de una buena vez y juguemos.

(Naruto sale de escena, los dos se quedan peleando, Nina viene caminando y tropieza con Naruto)

Naruto: ¡Hola!

Nina: ¡Hola!

Nina: (Se queda mirando) ¿A dónde

vas?

Naruto: A ningún lado.

Nina: (Dudosa) Bueno este qué puedo

decir.

Naruto: No digas nada.

Nina: Nada.

Naruto: Sí, nada. - 136-

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Antología literaria 2006—2007

Nina: ¿Qué quieres decir?

(Naruto sigue caminando, Nina se queda con esa duda. Naruto camina y de frente está Sa­suke, quien se le acerca)

Naruto: Cálmate tío, vale o no vale.

Sasuke: Es tiempo de...

Naruto: ¿Para qué me quieres?

Sasuke: (Le da u n golpe en la cara)

¡toma!

(Naruto sale de escena, tocándose el golpe)

Autor: Rommel Said Morales Zamora. 2o. B

- 137-

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Antología literaria 2006—2007

SECCIÓN

POEMAS

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Antología literaria 2006—2007

ACUERDATE 1ER. LUGAR E N EL CONCURSO DE COMPOSICIÓN DE

TEXTOS LITERARIOS

Siempre que oigas

el canto de las aves

y mires al cielo azul,

acuérdate de las estrellas

que nos miraban como

dos mariposas volando

entre los árboles.

Acuérdate del viento

que a nuestros corazones

palpitaba, y aquella

tristeza, el llanto la

borraba.

A tu lado, ver

el amanecer, era como

una l luvia mojando la

tierra, y sus aguas a las

flores alimentaba.

Aquellas, parecían como

piedras preciosas,

imposible de volver a

encontrarlas jamás. ¡Era

vida!, ¡era amor!, ¡era

algo insaciable de

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Antología literaria 2006—2007

borrar!. Aún, después de la muerte.

Autora: Dulce I. Nolasco Garda. 3o. A

POEMA 2 o. LUGAR E N EL CONCURSO DE COMPOSICIÓN DE

TEXTOS LITERARIOS

En el momento en que estoy a tu lado, me lleno de felicidad,

no sé cómo explicar lo que siento cuando te veo, contigo conocí el significado de la palabra amor,

y sé que eres tú.

En el momento en que estoy contigo, no sé si es de día o de noche

la magia de tus ojos es la que hipnotiza m i cora­zón,

nuestras almas se cruzaron por capricho del desti­no.

La belleza de una rosa, no tiene comparación con la hermosura de tu ros­

tro, dulzura de t u corazón.

U n día, me pregunté, ¿qué es el amor?, y hoy sé, que eres tú.

Autor: Clemente Santiago Peña. 2o. A

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Antología literaria 2006—2007

EL CANTO DE LAS AVES

3ER. LUGAR EN EL CONCURSO DE COMPOSICIÓN DE TEXTOS LITERARIOS

Amanece, el sol entre las montañas empieza a salir,

se oye el canto de las aves, los corazones se ale­gran.

La luna y las estrellas se han ido, el sol, ha salido. Los príncipes en sus castillos colmados de oro las comparten con las personas. A l oír el canto, salen

todos, porque es u n canto hermoso,

es el quetzal que ha comenzado a cantar.

Las flores más hermosas nunca el aire las mueve, sino que, de u n lado a otro

las mece, dándoles vida. El día parece alegre, pero la realidad es otra, la naturaleza es bella, ¡la vida es bella!, y al

escuchar el canto de las aves, el dolor se vuelve bello.

Y yo ahí, sentada a la orilla del mar, las olas golpean m i cuerpo, todo lo veo hermoso.

Pero ... al abrir los ojos otra vez, vuelvo a ver la triste realidad del pueblo mexicano.

Autora: Yareli EUzabeth Díaz López. 3o. B

141

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Antología literaria 2006—2007

A M O R M I O

Amor mío.

No puedo esperar más tiempo para decirte que te

Amo, por eso quiero darte u n

Beso, no quisiera que el

Espacio de soledad me invada, deseo que

La luz más maravillosa esté en tí y en mí.

Rosa roja, siempre tan hermosa, nunca podré

Olvidar las brisas de la l luvia que te mojaban. El

Sol iluminaba tus pétalos y los llenaba de m i

Amor.

Rojos son los pétalos de la rosa, las

Olas del mar tranquilo, bajo la luz de la luna,

Juraste amor eterno, y no se hizo esperar,

A l siguiente día, renació nuestro amor.

Ángel, es sentir paz y amor,

No quiero esperar más tiempo

para decirte que siempre te

Guardaré en m i corazón.

En este momento quisiera estar contigo,

La tristeza no me atormenta si estás a m i lado.

Amor eres tú,

Me lleno de felicidad al verte,

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Antología literaria 2006—2007

Olvidarte no podría. Recuerdo aquellas

Rosas que me regalaste en esa hermosa tarde.

Autora: Anabel López López 2o. A

VERSOS

Dos seres que se aman,

no se pueden olvidar,

pues cuando el destino los une

ya nunca se podrán separar.

M i jardín se llenó de flores

cuando me dijiste que me querías,

y ahora que me dices lo contrario,

todo m i jardín se marchitó.

Quisiera bajarte una estrella

para que me quieras más,

y si te bajara el cielo

¿Qué tanto me querrás?

U n amor no se puede acabar

cuando hay qué cosechar,

y la mejor semilla será:

La felicidad eterna.

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Antología literaria 2006—2007

Del cielo cayó u n pañuelo,

bordado de m i l colores,

si me dices que me quieres

te mandaré mis amores.

Ya con esta me despido,

me voy para m i pueblo,

a ver que me dice el amo,

si acaso me lo encuentro.

El amor es maravilloso,

siempre llegará con

paciencia y entusiasmo, por

eso se debe cuidar,

y nunca se debe olvidar .

Autora: Anabel López López. 2o A

QUEDARTE E N SILENCIO

Si no te hubieras ido,

m i amor seguiría en silencio.

M i alma va muriendo,

pues m i amor será secreto eterno.

Seguiré sin t i , como tú sin mí,

si te pudiera mentir, no te

diría que se muere m i alma,

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Antología literaria 2006—2007

pues inventarte no puedo, y,

quedarme sin t i , sería el peor

de mis fracasos

Autora: Nelly Cristina Sánchez Rodríguez. 2o. A

VERSOS

Esta carta que te escribo no la tires en u n rincón,

porque la tinta es m i sangre,

y el papel m i corazón.

Cuando mires las estrellas, piensa en mí,

porque en cada una de ellas,

hay u n beso para tí.

Para existir, se necesita

aire, agua, tierra y fuego.

Pero yo tan solo necesito,

muchos ojos para verte.

Si cada vez que pensara en t i ,

una estrella se apagara,

ya no habría en el cielo,

estrella alguna que brillara.

Nuestras almas se cruzaron

por capricho del destino.

Ahora eres la chica más especial,

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Antología literaria 2006—2007

que en la vida yo he tenido.

Dicen que lo oscuro es triste,

y yo dijo que no es verdad,

porque oscuros son tus ojos

y son m i felicidad.

-

Desde que te v i , te ame,

desde que te amé, me muero,

y si por t i , me muero,

dichoso me considero.

Si yo fuera jardinero,

te regalaría una flor,

pero como no lo soy,

te regalo m i corazón.

Es la magia de tus besos

la que despierta m i pasión,

la que embruja mis sentidos,

y la que hipnotiza m i corazón.

Unos quisieran la luna,

otros, quisieran el sol,

y yo solo quiero, tu corazón.

- 146-

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Antología literaria 2006—2007

Yo no te llamo m i vida,

yo solo te llamo m i alma,

porque el alma es inmortal

y la vida ya se acaba.

La belleza de las rosas,

no tienen comparación

con la hermosura de t u rostro

y la dulzura de tu corazón.

Autor: Clemente Santiago Peña. 2o. A

U N M U N D O DIFERENTE

M i corazón palpita como las flores

en primavera, como las aves vuelan

de puerto en puerto y como las mariposas

van, de flor en flor.

Yo, tristemente sentada bajo u n árbol,

soñando en poder alcanzar las estrellas

y poder llegar a la luna y estar a tu lado.

Poder oír el canto del quetzal, junto

a u n río, y que el sol sea de puro oro.

Y que en la tierra solo vivieran gentes

buenas y que no existiera el mal.

Autora: Elizabeth Gutiérrez Martínez. 3°. B

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Antología literaria 2006—2007

EL A M O R La luna y las estrellas

vieron crecer nuestro amor, las flores fueron nuestra felicidad,

y el canto de las aves nuestra fidelidad.

En los oscuros pinos se desenreda el viento y fosforece la luna sobre las aguas errantes,

y así, como tú y yo, dos gaviotas vuelan de felicidad, porque se aman

intensamente.

Nosotros escuchamos correr el agua, vemos volar las mariposas,

pero de lo que no te das cuenta es que cada día te ves más hermosa.

Autor: Wilbert Rodríguez Martínez. 3o B

EL ORO

El oro se encuentra en la tierra

como yo encontré t u amor, desde

ese día que te encontré,

m i corazón late como nunca.

Las flores se marchitan,

como m i corazón se

marchitó cuando te

fuiste de mí.

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Antología literaria 2006—2007

Las aves vuelan, las estrellas

y el sol brillan. Qué bonito

sería si m i corazón brillara

como el sol y las estrellas.

Desde que te fuiste, m i corazón

ya no brilla como cuando te conocí.

Autor: Marcelino Sánchez Sánchez 3 o . B

LLEGÓ L A NOCHE

Llegó la noche, solo miro las estrellas.

M i corazón cada vez late más despacio,

las flores de la primavera ya no son

como antes, como cuando estabas tú.

¡Quisiera oír el canto de las aves!,

¡ver volar las mariposas!, ¡escuchar

el sonido del agua!, que se desplaza,

gota a gota.

Autor: Freddy de Jesús Moreno Luis. 3o. B

EL CANTO DEL QUETZAL

El canto del quetzal y de las aves,

llega a los corazones de las gentes

y de Dios, tan hermosos como los jades,

el oro, las flores y los plumajes.

Los cascabeles y las sonajas

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Antología literaria 2006—2007

son como mariposas que van

de flor en flor, dejando amor.

La tierra y el sol son como

Príncipes, esperando a sus doncellas,

ellas son: ¡la luna y las estrellas!

Autor. Enot Guiedani Santiago Martínez. 3o. B

C U A N D O YA N O ESTÉ

Cuando ya no esté,

me encontrarás en

u n lucero, en ese

momento, tú serás

uno de ellos,

y juntos estaremos

en u n lindo cielo.

Cuando ya no esté

junto a t i y cuando

quieras abrazarme

ya no podras, entonces,

vas a extrañarme, y

llorarás y te acordaras

de aquellos momentos

que pasamos juntos,

donde tú y yo, eramos

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Antología literaria 2006—2007

uno solo, en este mundo.

Autora: Dulce I. Nolasco García. 3o. A

FLORECIÓ EL AMOR

Eres como una flor, yo, como una mariposa

que día a día, llega a chupar el néctar de t u cora­zón;

tus ojos bril lan como diamantes en la luz del día.

Eres más hermosa que una rosa;

eres como canto que me llega al corazón;

eres como la brisa que roza m i cuerpo;

eres como la lluvia, que me cayó del cielo.

M i vida ... sin tu presencia será la muerte,

porque tú eres m i estrella, m i lucero.

Eres el sol que ilumina m i camino;

eres m i amanecer, eres m i luna,

sin t i , todo m i mundo es triste y sin vida.

Tú eres m i corazón, eres m i todo.

Sin t i , yo muero.. . porque te amo.

Autor: Juan Carlos García Aguilar. 3o. A

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Antología literaria 2006—2007

U N A M I G O

U n amigo, es alguien que te escucha,

quien te ayuda en tus problemas.

¿Tú sabes qué es u n amigo?

tal vez tú no lo sepas, puesto que

no lo has encontrado.

Es difícil encontrarlo, pero no es imposible.

U n amigo leal, que te pueda ayudar, en quien

confiar plenamente con los ojos cerrados.

U n amigo, es como una alma gemela.

No tener a u n amigo, es imposible, porque

todos lo tienen, por grande o pequeño que

sea, pues es una amistad muy bonita.

Autora: Nelly Cristina Sánchez Rodríguez. 2o A

OTRA VEZ ME HE QUEDADO SIN TI

Otra vez sufriendo, pues he

perdido la dignidad, he vuelto

a creer en tus palabras, y

te juro que me haces daño;

sin embargo, no te guardo rencor,

aunque siento u n gran dolor

en m i pecho, pues

te he visto con otra persona,

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Page 154: Antologia Literaria

Antología literaria 2006—2007

y eso duele mucho.

Los hechos no me engañan,

puedes irte tranquilo y seguro,

algún día te olvidaré, y si

acaso el llanto me traiciona,

te juro que voy a t u encuentro.

Autora: Nelly Cristina Sánchez Rodríguez. 2°. A

GRITAR

Otra vez me dejas en la nada, y digo:

¿Porqué?, ¿si ya lo había vivido?, será que

está escrito en m i vida,

tenerte y perderte. Estoy confundida

porque sigo pensando en el pasado.

¿A tus recuerdos estoy atada?

Si t u quieres, te puedo querer nuevamente,

pero llevaré en el corazón

u n gran dolor, y con el paso del tiempo,

tal vez ya no te querré a m i lado.

Entonces gritaré: "te amo y te extraño".

Autora. Nelly Cristina Sánchez Rodríguez. 2o. A

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Page 155: Antologia Literaria

Antología literaria 2006—2007

EL AMOR

El amor, es algo que nace en nuestro interior,

tal vez no

lo podemos expresar a simple vista,

pero cada uno lo sentirá. Algún día, cuando te encuentres solo en tu

habitación, en la calle

o en la escuela, te pondrás a pensar que será de tu futuro,

de tu familia. ¿Qué harás cuando tus padres te dejen solo

en este mundo?

El amor por los padres es un don que nos ha da­do Dios,

nadie nos lo puede quitar; tal vez ellos tengan tiempo para darte

un beso, un abrazo o... un te quiero. Ámalos,

sin ellos, tú no vivirías en este mundo.

El amor de hijo a padre, es maravilloso, disfrúta­los y cuídalos

ahora que los tienes cerca de t i .

Autor: Rigoberto Martínez López 2°. A

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Antología literaria 2006—2007

DISCRIMINACIÓN

Ser pobre, no es motivo para que no te quieran,

o te discriminen.

Todos los seres vivos nacemos iguales,

Simplemente algunos tienen más fortuna,

pero todos somos seres humanos

y no nos damos cuenta.

Discriminamos sin saber, que fuimos pobres tam­bién.

Autor: Rigoberto Martínez López. 2o. A

L A DROGA

Yo soy u n drogadicto,

desde m i infancia me he drogado.

Las drogas me llevan hasta otro mundo

donde no hay guerras, simplemente... paz.

Autor: Rigoberto Martínez López. 2o. A

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Page 157: Antologia Literaria

Antología literaria 2006—2007

L A TIERRA

El canto de las aves

llena de alegría el corazón.

Las mariposas van de flor en flor,

el viento sopla lentamente

y la l luvia comienza a caer sobre la tierra,

mientras su alma se llena de alegría.

Autor: Samuel Vásquez Gaspar. 3o. A

L A NATURALEZA

La naturaleza es bella como los jades.

Las flores florecen todo el día,

mientras el agua corre por los cerros.

Las aves vuelan sobre la tierra

con gran entusiasmo.

Y la tierra se alegra con los cantos de las go­londrinas.

Autor: Samuel Vásquez Gaspar. 3o. A

CORAZÓN

Todo el día pienso en t i .

M i corazón es tuyo,

y el tuyo es mío.

Si quieres que te lo diga,

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Page 158: Antologia Literaria

Antología literaria 2006—2007

todo ese tiempo estuve

pensando en t i .

Autora: Jessica Itzirindi Quero Tepozteco. Io. A

N E N A

Cada vez que te acercas a mí,

me enamoro más de t i .

Tus ojos son de tuna,

tus labios son de rosas,

yo quisiera que te enamores

de alguien como yo.

Si yo no te merezco

me enamoraré de una flor.

Autora: Jessica Itzirindi Quero Tepozteco. Io. A

EL SEÑOR

Yo quisiera enamorarme,

pero ya no tengo n i u n pétalo,

yo quiero regalarte una rosa,

para ver si me aceptas, pero...

si tú no quieres casarte conmigo,

m i corazón se aplastará,

y tú, serás el causante,

de que me case con u n maricón.

Autora: Keila Maldonado Hernández. Io. A

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Antología literaria 2006—2007

Keila:

En el momento en que estoy contigo soy feliz.

Inigualable es tu aroma.

La belleza de una flor no se compara contigo

Amor mió.

Keila:

Eres

nteligente

Linda y

Amable.

Autora: Keila Maldonado Hernández Io. A

José

Es unos de mis primos, me invito a

Salir, me llevó a una zapatería de

Santiago pero no me compró nada.

Inventé un poema que tiene

Coro, y me encontré a mi

Amiga con un gran gorro. Autora: Jessica Itzirindi Quero Tepozteco!0. A

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Antología literaria 2006—2007

INDICE

P A G I N A

PRESENTACIÓN 1

U N A N O T A NECESARIA 3

COMENTARIOS A L M A R G E N 5

SECCIÓN CUENTOS 7

SECCIÓN LEYENDAS 61

SECCIÓN FÁBULAS 75

SECCIÓN HISTORIAS 81

SECCIÓN ANÉCDOTAS 99

SECCIÓN GUIONES TEATRALES 107

SECCIÓN POEMAS 138

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Page 161: Antologia Literaria

La literatura es una forma de conocimiento, una manera de

comprender el mundo. No necesariamente un ejercicio de fantasía, sino

de acercamiento a la realidad: un intento de transformarla, de

corregirla, de hacerla tal vez mejor. Niños y adultos soñamos día con

día, dormidos o despiertos, para corregir el mundo, para imaginarlo y

desearlo mejor, con una vida más plena, nueva cada vez, o más

divertida e indeleble. Por ello, la literatura es una forma de conocer la

vida, de tener conciencia de la vida. La identidad de los países y el vigor

de los ríos, las selvas, los desiertos o las ciudades, se enriquecen con la

grandeza y la memoria literaria. En esta grandeza participamos todos,

como autores y actores. Esta antología de jóvenes escritores de la

Escuela Secundaria General "Ricardo Plores Magón", i: Vacolula

de Matamoros, Oaxaca, es una peculiar demostración de la riqueza

social de la literatura. La fantasía, la imaginación, el deseo de

transformar el mundo, de hacerlo mejor, va demostrando en los

cuentos, en los poemas y en las obras de teatro, primero, que la

literatura no tiene edad; segundo, que puede nacer en niños, en adultos

o ancianos; tercero, que no hay tema vedado ni imposible; cuarto, que el

mundo es de todos y que los niños lo conocen, lo admiran o lo

transforman como todo artista. Pero particularmente este libro revela el

talento de los estudiantes de Tíacolula, que son un reflejo de la juventud

de Oaxaca, de México y del mundo. Bienvenida esta nueva generación.

Buena suerte con la nueva fiesta del canto y las letras.

Carlos Montemayor

México, 2007.