anecdotas de miguel angel

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El escultor, pintor, arquitecto y poeta italiano Michelangelo Buonarroti (Caprese, cerca de Arezzo, 1475-Roma 1564), conocido simplemente como Michelangelo o Miguel Ángel en español nació el 6 de marzo de 1475 en el pueblo de Caprese, en el alto Tíber, cerca de Arezzo. Pese a no ser florentino de nacimiento, durante toda su vida mantuvo lazos con el arte y la cultura de dicha ciudad, y en esencia, fue y se consideró un florentino hasta la médula. El famoso artista Miguel Ángel Buonarroti pertenecía a una familia acomodada. Era hijo de Ludovico de Leonardo de Buonarrota Simoni (1444-1534) y de Francesca de Neri de Miniato del Sera (¿?–1481). El padre, Ludovico había sido nombrado poco antes del nacimiento de Miguel Ángel y por un año podestá en nombre de la república florentina, en los pueblos de Chiusi y de Caprese, entonces en el aretino. Por eso Miguel Ángel nació en el pueblo de Caprese y no en Florencia, de donde era originaria su familia. Ya cuando se produjo su nacimiento, el horóscopo de Miguel Ángel Buonarroti, encargado por su padre, auguró una vida de fama y fortuna para su primogénito. Como desvelaba su horóscopo, Miguel Ángel recibiría los aspectos benéficos de Mercurio y Venus en la casa de Júpiter. Lo que ocurrió es que al contrario de lo que pensaba su padre, Miguel Ángel no destacaría en el mundo de la política florentina, sino en el mundo del arte, donde su fuerte personalidad llegó a definir los cánones del “genio” artístico. A las pocas semanas del nacimiento de Miguel Ángel, su familia se traslada a Florencia. Parece ser que su madre, Francesca de Neri de Miniato del Sera, debido a su debilidad, confió el cuidado y alimentación de su pequeño hijo a una nodriza. Cuentan que esta mujer era hija y esposa de canteros, hecho que según el mismo Miguel Ángel fue premonitorio de lo que posteriormente fue su formación y su vocación como escultor.

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Page 1: Anecdotas de Miguel Angel

El escultor, pintor, arquitecto y poeta italiano Michelangelo Buonarroti (Caprese, cerca de Arezzo, 1475-Roma 1564), conocido simplemente como Michelangelo o Miguel Ángel en español nació el 6 de marzo de 1475 en el pueblo de Caprese, en el alto Tíber, cerca de Arezzo. Pese a no ser florentino de nacimiento, durante toda su vida mantuvo lazos con el arte y la cultura de dicha ciudad, y en esencia, fue y se consideró un florentino hasta la médula.

El famoso artista Miguel Ángel Buonarroti pertenecía a una familia acomodada. Era hijo de Ludovico de Leonardo de Buonarrota Simoni (1444-1534) y de Francesca de Neri de Miniato del Sera (¿?–1481). El padre, Ludovico había sido nombrado poco antes del nacimiento de Miguel Ángel y por un año podestá en nombre de la república florentina, en los pueblos de Chiusi y de Caprese, entonces en el aretino. Por eso Miguel Ángel nació en el pueblo de Caprese y no en Florencia, de donde era originaria su familia.

Ya cuando se produjo su nacimiento, el horóscopo de Miguel Ángel Buonarroti, encargado por su padre, auguró una vida de fama y fortuna para su primogénito. Como desvelaba su horóscopo, Miguel Ángel recibiría los aspectos benéficos de Mercurio y Venus en la casa de Júpiter. Lo que ocurrió es que al contrario de lo que pensaba su padre, Miguel Ángel no destacaría en el mundo de la política florentina, sino en el mundo del arte, donde su fuerte personalidad llegó a definir los cánones del “genio” artístico.

A las pocas semanas del nacimiento de Miguel Ángel, su familia se traslada a Florencia. Parece ser que su madre, Francesca de Neri de Miniato del Sera, debido a su debilidad, confió el cuidado y alimentación de su pequeño hijo a una nodriza. Cuentan que esta mujer era hija y esposa de canteros, hecho que según el mismo Miguel Ángel fue premonitorio de lo que posteriormente fue su formación y su vocación como escultor.

Parece ser que el primer recuerdo que tenía el artista Miguel Ángel Buonarroti de su infancia en Florencia era el cadáver de Jacobo Pazzi. Quien capturado el 28 de abril de 1478 en Casentino, fue ahorcado ese mismo día bajo la barandilla del palacio de la Señoría de Florencia, condenado por el intento de asesinato de Julián y Lorenzo de Médici, familia rival de los Pazzi. Según el mismo Miguel Ángel, que tenía tan solo tres años, se encontraba con su padre entre la multitud asistente al ajusticiamiento.

Según algunas investigaciones, en el año 1197 apareció en la historia de Florencia el primer Buonarrota. Aparece como uno de los protagonistas de una guerra civil que se produjo entre el clero y el pueblo, y que incluso provocó el levantamiento de barricadas alrededor de la iglesia de Santa Maria Novella, para impedir la llegada de un nuevo Rector, considerado indigno del cargo. Aunque la familia de los Buonarroti pertenecía a la pequeña nobleza florentina, la hipótesis aparecida después de Miguel Ángel, de que su familia descendía de los condes de Canossa se ha demostrado como errónea.

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La historia de la ciudad de Florencia recoge como en el año 1343 muere Fray Benedicto de Buonarrota, dominico de la iglesia de Santa Maria Novella. Según cuentan no fue nunca un hombre de letras pero aparece definido como homus mechanicus porque, según parece, disfrutaba con los trabajos mecánicos, algo inusual en un fraile.

El escultor, pintor, arquitecto y poeta italiano Miguel Ángel Buonarroti ha pasado a la historia como uno de los mayores creadores. Es junto con Leonardo da Vinci, la figura más destacada del renacimiento italiano. Curiosamente su influencia en el arte no es sólo posterior a su época, sino que hasta sus contemporáneos se vieron influidos por su arte, llegando en muchos casos a sentir envidia y odio por el artista. Según recogen crónicas de la época el mismísimo Leonardo sintió envidia del joven Miguel Ángel.

En 1481, cuando Miguel Ángel Buonarroti tenía tan solo seis años, fallece su madre, Francesca de Neri. Parece ser que este hecho marcó profundamente a Miguel Ángel e influyó de forma significativa en sus obras; sobre todo en aquellas en las que representaba a la Virgen con el Niño, incluso en la famosa Piedad. Muchos han querido ver que la falta del amor maternal durante su infancia influyó en el hecho de que las Vírgenes de sus obras no miren directamente al Niño, sino hacía la lejanía.

En 1482, con tan solo siete años, Miguel Ángel es enviado a la escuela de gramática de Francesco de Urbino, llamado el Griego porque era experto en esa lengua. Según parece Miguel Ángel no fue nunca un alumno muy aplicado lo que le hizo recibir muchos golpes tanto del maestro, como del padre cuando se enteraba. Al parecer Miguel Ángel prefería hacer novillos de sus clases de gramática para dibujar y estudiar diseño.

Fue haciendo novillos de sus clases de gramática como el joven Miguel Ángel Buonarroti conoció y trabó amistad con un joven de doce años, Francesco Granacci (1469-1543), que era alumno del famoso pintor florentino Domenico Ghirlandaio (Florencia 1449-Florencia 1494). Cuentan que tan interesado estaba Miguel Ángel en aprender dibujo que Granacci animándole a pintar, le llevaba a hurtadillas, los dibujos de su maestro para que Miguel Ángel los copiara.

Pese a la inicial oposición de su padre, Ludovico Buonarroti, quien deseaba que su hijo estudiara una carrera administrativa o comercial, consideradas más rentables que la pintura; y que no veía con buenos ojos que su hijo Miguel Ángel se escapara de clase para dibujar en lugar de estudiar, finalmente hubo de ceder, al descubrir el talento innato de su hijo. Así el 1 de abril de 1488 y vista la pasión de Miguel Ángel por el dibujo, el padre decide firmar un contrato de aprendizaje, y lo hizo nada menos que con el famoso pintor florentino Domenico Ghirlandaio.

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Según cuentan las distintas biografías de Miguel Ángel Buonarroti, el talento que debía tener, con tan solo trece años, debía ser muy grande y apreciable, ya que el pintor florentino Domenico Ghirlandaio, contrariamente a sus costumbres, lo aceptó sin pensarlo como aprendiz nada más ver algunos de sus bocetos. Además se estipula en su contrato que Miguel Ángel recibiría un suelo durante su periodo de aprendizaje. El hecho de estipular un sueldo para un simple aprendiz no era muy común, ya que lo normal era que el aprendiz pagara con su trabajo el privilegio de estudiar con un maestro.

El contrato de aprendizaje de Miguel Ángel, en el taller de Domenico Ghirlandaio, aparece referido en sus libros así: "1488. Este día, primero de abril, yo Ludovico de Leonardo de Buonarrota confío a Miguel Ángel, mi hijo, con Domenico y David de Bigordi por los siguientes tres años con este pacto y términos: qué el dicho Miguel Ángel tiene que estar el tiempo dicho con los antes nombrados aprendiendo a pintar y haciendo dicho ejercicio, y los nombrados le mandarán, y Domenico y David le tienen que dar en estos tres años veinticuatro florines, el primer año seis florines, el segundo año ocho florines, el tercero diez florines: todo sumado noventa y seis liras".

Según recogen las crónicas de la época, cuando Miguel Ángel (Caprese, cerca de Arezzo, 1475-Roma 1564) se convirtió en un artista famoso y muy solicitado, aquellos que sentían envidia de su talento hicieron correr el rumor, según el cual, Miguel Ángel había conseguido entrar como aprendiz en el taller de Ghirlandaio gracias a la influencia del mismísimo Lorenzo el Magnifico, para quien trabajaba el padre de Miguel Ángel, Ludovico Buonarroti. Lo cierto es que si Lorenzo el Magnifico recomendó al joven Miguel Ángel sería porque supo ver su talento, cosa que ya supo apreciar rápidamente el mismísimo Ghirlandaio.

Pese a que Miguel Ángel aprendió en el taller del pintor florentino Domenico Ghirlandaio, parece ser que fueron otros dos artistas del renacimiento, Masaccio y Donatello, los que le inspiraron y despertaron en él la afición por el estudio del arte clásico y en especial por la escultura. En el taller de Ghirlandaio aprendió eso sí, las técnicas del fresco y desarrolló además su extraordinaria e innata habilidad como dibujante.

Durante su aprendizaje en el taller de Domenico Ghirlandaio sucedió una anécdota curiosa. Ocurrió que otro alumno de Ghirlandaio, Francesco Granacci le enseñó a Miguel Ángel un dibujo de algunas mujeres vestidas, realizado por el maestro. Miguel Ángel tomó entonces una pluma más gruesa y repasó el dibujo de una de las mujeres para mostrarle a Granacci como habría debido ser; y es significativo observar como el jovencito Miguel Ángel tuvo no sólo la habilidad para hacerlo, sino también la valentía de corregir el dibujo de su maestro. Vasari recibió este dibujo de manos de Granacci y se la mostró en Roma en 1550 a Miguel Ángel, que se conmovió al volverlo a ver y, modestamente, dijo que sabía más de dibujo de joven, que de viejo.

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Miguel Ángel demostró muy pronto su habilidad en el dibujo, tanto que no defraudó la confianza de su maestro Domenico Ghirlandaio, al que pronto superó. Miguel Ángel pronto se hizo famoso en Florencia, sobre todo tras realizar una pintura en la que copiaba un grabado en cobre del famoso pintor y grabador alemán Martin Schongauer (Colmar, 1445-Brisach, 1491), muy apreciado en toda Europa.

De Miguel Ángel cuentan que, desde muy joven hacía cosas extrañas; extrañas para los profanos en arte, ya que todo lo que hacía iba encaminado a mejorar su formación como pintor. Por ejemplo dicen que compraba a los pescadores los peces más raros, no aptos para el consumo, solo para poder reproducir los colores de las escamas iridiscentes cuando pintaba diablos y otras figuras fantásticas.

Parece ser que una de las aficiones de juventud del artista florentino Miguel Ángel Buonarroti era copiar dibujos de otros artistas, sobre todo de aquellos más antiguos. Pero, además se dedicaba a envejecer dichas copias utilizando humo y otras técnicas, para hacerlos parecer auténticas antigüedades. Quizá el estudio de los maestros de la antigüedad le había dado la capacidad de imitarlos tan bien, que era imposible distinguir el original de la copia.

En 1490 Domenico Ghirlandaio, ayudado por su hermano David, por Sebastián Mainardi, por Francisco Granacci y por un jovencísimo Miguel Ángel, termina la decoración de la capilla central de la iglesia de Santa María Novella. La obra cuyos gastos ascendieron a unos mil florines, corrió a cargo de Giovanni Tornabuoni, que aparece retratado junto a su mujer. Parece ser que un día que Ghirlandaio tenía que ausentarse, un quinceañero Miguel Ángel aprovechó para pintar sin permiso un puente, algunos puestos, enseres y personas trabajando. Cuando regresó el maestro y vio la pintura, en lugar de regañar a su aprendiz exclamó: “Este joven sabe más que yo”.

Según algunos expertos en arte, el pintor Domenico Ghirlandaio, podría haber retratado a su joven aprendiz Miguel Ángel Buonarroti en una pilastra de la capilla central de la iglesia de Santa María Novella de Florencia. Así, Miguel Ángel estaría retratado en el personaje de San Juan que aparece con una caña en la mano y que deja la ciudad para retirarse al desierto. La cara es redonda, las orejas puntiagudas y la expresión seria; lo que no es muy normal en los dibujos de adolescentes de Ghirlandaio.

Ya al final de su periodo de aprendizaje, en el taller del pintor florentino Domenico Ghirlandaio, cuentan que, Miguel Ángel comenzó a sentirse atraído por la escultura. Parece ser que comenzó a acudir al jardín de los Médici, cerca de San Marcos para estudiar arte antiguo. Dicho jardín, había sido comprado en 1480 por Lorenzo el Magnífico para colocar su colección de mármoles antiguos, y las piezas que recibía de todo el mundo. Allí además fundo una

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escuela de escultura bajo la dirección de Bertoldo di Giovanni (Florencia, c. 1420-Poggio Cajano, 1491), antiguo alumno de Donatello.

Cuentan que en 1490 el mismísimo Lorenzo el Magnifico, gran amante del arte, y sobre todo de la escultura, se lamentaba por el hecho de que los jóvenes artistas tenían más pasión por la pintura que por la escultura, y no estaban dispuestos a dedicarse a esculpir. Por eso parece ser que pidió al maestro Ghirlandaio que le recomendase dos jóvenes aprendices, para que se trasladasen a la escuela de escultura instalada en el jardín de los Médici. Parece ser que Ghirlandaio recomendó a Miguel Ángel y Francisco Granacci porque veía que sus inclinaciones se orientaban hacia la escultura.

Así, en 1490, Miguel Ángel dejó el taller de pintura de Ghirlandaio para ingresar en la escuela de escultura de Bertoldo di Giovanni, bajo el mecenazgo de Lorenzo de Médici. Según cuentan la estancia en el taller de Ghirlandaio había sido más corta de lo estipulado en el contrato de aprendizaje, ya que el fuerte carácter que tenía Miguel Ángel, pese a su juventud, hizo surgir ciertas discrepancias con su maestro que además ya no tenía nada más que enseñarle.

Recogen sus biografías que, cuando Miguel Ángel y Francesco Granacci llegaron por primera vez al jardín de los Médici encontraron a Pietro Torrigiani (Florencia, 1472-Sevilla, 1528) también alumno, que bajo la guía de Bertoldo estaba haciendo algunas figuras de barro. Parece ser que Miguel Ángel, para imitarlo, se puso rápidamente a modelar otra figura, lo que atrajo la atención de Lorenzo el Magnifico, que casualmente paseaba por allí. Desde ese momento Miguel Ángel se convirtió en uno de los protegidos de Lorenzo.

El primer trabajo en mármol de Miguel Ángel fue el rostro de un viejo fauno, copiado de un modelo antiguo arruinado por el tiempo. Miguel Ángel modificó la boca, que hizo abierta, mostrando la lengua y los dientes. Cuentan que cuando Lorenzo el Magnifico la vio, para burlarse de él, lo reprendió haciéndole la observación de que lo viejos no pueden tener todos los dientes. Miguel Ángel algo contrariado, y mientras Lorenzo continuaba su visita por el jardín, rompió rápidamente un diente y perforó la encía, esperando tal vez que Lorenzo pasara de nuevo. Cosa que ocurrió, y Lorenzo quedó gratamente sorprendido por la rapidez y la simplicidad de animó del joven.

Tan sorprendido quedó Lorenzo el Magnifico con la destreza y forma de ser de Miguel Ángel que llegó incluso a pedirle a su padre poder afiliarlo, acogiéndolo en el palacio de la familia Médici de la Vía Larga, como uno más de sus hijos. Gracias a esto el joven Miguel Ángel tuvo la suerte de relacionarse con los miembros más jóvenes de la familia, entre ellos Juan y Julián de Médici, futuros Papas León X y Clemente VII, respectivamente.

Según recogen las crónicas a Ludovico Buonarrti, padre del famoso artista Miguel Ángel, quien en práctica había vendido a su hijo, le fue asignado un empleo en Dogana. Así, hasta la muerte de Lorenzo el Magnifico en 1492, Miguel Ángel vivió hospedado en el palacio Médici de la Vía Larga como un miembro más de la familia; incluso, se sentaba a la mesa con Lorenzo. Además,

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recibía, como otros protegidos cinco ducados al mes y una capa morada, color de la familia Médici.

Como miembro adoptivo de la familia Médici, Miguel Ángel era Invitado a las reuniones y tertulias que Lorenzo el Magnífico organizaba en la villa de Careggi con los miembros de la Academia Platónica. Allí, Miguel Ángel entro en contacto con el platonismo y con las mentes más brillantes de la época, como los humanistas Marsilio Ficino, Giovanni Pico della Mirandola y el poeta Angelo Poliziano, preceptor de los hijos de Lorenzo el Magnifico. Según sus biografías en el palacio Médici Miguel Ángel vivió los años más felices de su vida ya que tratado como un Médici, vivía rodeado de lujo, cultura, y dedicaba todo su tiempo a su pasión, la escultura.

Los primeros trabajos escultóricos de Miguel Ángel los realiza en los años en los que está bajo la protección de Lorenzo el Magnifico. Por entonces, Miguel Ángel que contaba con apenas dieciséis años de edad, realizó al menos dos obras en relieve: el Combate de lapitas y centauros, y la Virgen de la escalera. Demostró con ambas obras plásticas que a tan corta edad ya había alcanzado su personal estilo; estilo que le caracterizaría a él y a sus obras durante toda su vida.

Al parecer fue por indicación del poeta y humanista Poliziano (Montepulciano, 1454-Florencia, 1494) que Miguel Ángel eligió, como tema de una de sus primeras obras escultóricas el tema mitológico del Combate de lapitas y centauros. Esta obra está expuesta, en la Casa Buonarroti de Florencia, desde los tiempos de su sobrino Leonardo. Para otra de sus primeras obras, la Virgen de la escalera, imitó a Donatello, uno de los artistas que, según el mismo más le inspiraron. Esta obra, la Virgen de la escalera fue regalada tras su muerte, por su sobrino Leonardo al duque de Florencia Cosme I de Médici.

Según la biografía que de Miguel Ángel hizo Vasari fue un día, al salir del jardín mediceo, cuando Pietro Torrigiani, muerto de envidia por la protección de Lorenzo el Magnifico, o más probablemente exasperado por las criticas de Miguel Ángel, le fracturó la nariz de un puñetazo, haciéndole caer como muerto y desfigurándolo para siempre. Este ataque supuso ni más ni menos que el destierro de Torrigiani de Florencia. Según la biografía de Bellini el episodio sucedió en la Capilla Brancacci, en la iglesia del Carmen, donde los jóvenes artistas acudían a copiar los frescos de Masaccio.

En el año 1491 el dominico Girolamo Savonarola (Ferrara, 1452-Florencia, 1498) es elegido prior del convento de San Marcos de Florencia. Quizás debido a la gran popularidad que como predicador estaba adquiriendo en Florencia, Miguel Ángel, atraído por sus revolucionarias ideas comenzó a asistir a sus predicaciones. Ya que, Miguel Ángel, aunque mantenía una estrecha relación con la familia Médici era un ferviente partidario de la república.

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El ocho de abril de 1492 muere Lorenzo el Magnifico, algo más que un mecenas para Miguel Ángel. La paz en Florencia, y según muchos también en el mundo termina. Deja tres hijos varones: Piero, Giovanni, futuro Papa con el nombre de León X, y Giuliano. Y tres hijas: Lucrecia, Magdalena y Contessina. Piero hereda del padre una ciudad instigada por el predicador Girolamo Savonarola. Tan solo dos años después Miguel Ángel se ve obligado a abandonar Florencia por cuestiones políticas.

Tras la muerte de Lorenzo el Magnifico, en julio de 1492, Miguel Ángel compra, con su propio dinero y sin mediar encargo, un bloque de mármol para esculpir un Hércules, quizás en honor de su mecenas Lorenzo el Magnifico, al que tanto apreciaba. Por desgracia esta obra parece ser que se perdió en Francia en el siglo XVIII.

Tras la muerte de su protector, Lorenzo de Médici, a Miguel Ángel no le queda más remedio que abandonar el palacio Médici de Vía Larga. Gracias a sus amistades es hospedado por el prior del convento de Santo Spirito. Lo curioso es que este prior permitió a Miguel Ángel diseccionar los cadáveres para estudiar anatomía. Años después, por agradecimiento, esculpe para dicho prior un crucifijo en madera policromada sin paño de pureza. El mismo que ahora se encuentra en Casa Bunarroti.

Según cuentan las crónicas de Florencia, el único encargo que recibió Miguel Ángel de Piero de Médici, hijo de su mecenas Lorenzo el Magnifico se produjo en enero de 1493. Se trató ni más ni menos que de esculpir una estatua de nieve en el patio del palacio Médici de Vía Larga. No nos extraña que Piero no gastara mucho en arte, ya que en 1494, tan solo dos años después de la muerte de su padre, se encuentra completamente arruinado, debido a la quiebra de las compañías de los Médici que habían sido banqueros de éxito desde el siglo XIII.

En 1494, Miguel Ángel, al cual Piero di Médici no había encargado ninguna obra, y al que tan solo le había pedido su valoración sobre algunas obras antiguas, no le queda más remedio para subsistir que vender la estatua de Hércules, la misma que había tallado en honor de Lorenzo el Magnifico. El comprador es ni más ni menos que Alfonso de Filippo Strozzi, perteneciente a otra de las familias de banqueros y comerciantes florentinos, tradicionalmente enfrentados con los Médici.

En octubre de 1494 Miguel Ángel, que tiene tan solo diecinueve años, se ve obligado por cuestiones políticas a abandonar Florencia. Seguramente acompañado por su amigo Granacci y por Cardiere, músico de laúd de Lorenzo el Magnifico. En primer lugar huyen a Venecia donde un frío recibimiento les decide a ir a Bolonia en busca de refugio. En Bolonia, nada más llegar fue detenido por la guardia y multado con cincuenta bolognini, por no haber solicitado el permiso de entrada. Pero Miguel Ángel y sus amigos no tienen dinero. Por suerte es rescatado por Giovan Francesco Aldovrandi, que casualmente pasaba por allí; y que además lo hospeda en su casa durante el año que pasa en Bolonia.

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Cuentan que durante la estancia de Miguel Ángel en Bolonia, se alojó en la casa de Giovan Francesco Aldovrandi. Éste, lo hospedaba de buen grado, no solo por amistad y admiración; y por los bellos diseños que Miguel Ángel el hacía. Sino también por el acento toscano con el que Miguel Ángel le leía a Dante, Petrarca, Boccaccio y otros poetas toscanos por los que Aldovrandi sentía verdadera pasión.

Durante el año que Miguel Ángel estuvo en la ciudad de Bolonia tuvo la oportunidad de estudiar los relieves realizados por Jacopo della Quercia en la iglesia de San Petronio, que ampliaron su visión del cuerpo humano y del desnudo. También durante su estancia en Bolonia su protector en la ciudad, Aldovrandi, le pide a Miguel Ángel si es capaz de esculpir las estatuas que faltaban para completar el Arca de Santo Domingo, esculpida hacia tiempo por Giovanni Pisano y en la que también trabajaba Niccolo dell'Arca. Miguel Ángel esculpe tres estatuas: el Ángel candelabro, de rodillas, San Petronio obispo, con las Torres inclinadas de Bolonia en sus brazos, y el San Próculo. Gana con ello treinta ducados.

En octubre de 1495, Miguel Ángel, después de un año, se da cuenta que en Bolonia con Aldovrandi estaba perdiendo el tiempo y decide volver a Florencia. Allí, como simpatizante del gobierno popular dirigido por Girolamo Savonarola nadie le prohíbe acudir casi todas las noches al depósito de cadáveres de Florencia para practicando disecciones, estudiar el cuerpo humano. Así, en obras como la Centauromaquia, logra dominar el movimiento y la anatomía humana como no lo había logrado ni Donatello. También se sabe que esculpió en mármol un San Juan adolescente para Pierfrancesco de Médici.

En 1496 Miguel Ángel esculpe en mármol un Cupido dormido, del cual se cuenta una historia muy interesante. Parece ser que el Cupido dormido fue mostrado por el comerciante Baldassari del Milanese a Pierfrancesco de Médici que, juzgándolo le dice: “si tu lo entierras por un tiempo, estoy seguro que pasaría por antiguo. Y enviándolo a Roma arreglado de manera que pareciese viejo, seguro que sacarías más que vendiéndolo aquí”. Se cuenta que, Miguel Ángel aconsejado por Baldassari lo envejeció, y no hay de que maravillarse, porque en el pasado había demostrado saber hacerlo. Se dice también que Baldassari lo llevó a Roma y lo enterró en una viña de su propiedad, para después vendérselo como una antigüedad al cardenal Riario por doscientos ducados.

Otra versión de la historia del Cupido dormido cuenta que fue vendido por un encargado de Baldassari del Milanese, quien escribió a Pierfrancesco de Médici para que le diera a Miguel Ángel tan solo treinta escudos, ya que no había conseguido más. De esta forma engañó tanto a Pierfranceso como a Miguel Ángel. Se cuenta además que el cardenal Riario, conociendo la verdad, devolvió el cupido que, puesto finalmente en manos del duque Valentino, fue por el donado a la marquesa de Mantova, ciudad donde en la actualidad se encuentra.

Parece ser que la historia del Cupido dormido benefició la reputación de Miguel Ángel como escultor, por lo que fue llamado a Roma en 1496. En Roma estuvo cerca de un año bajo la

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protección del cardenal Riario, el cual, no apreciando el arte, no le dio casi ningún encargo. Eso si, cuentan que para su barbero, gran amante de la pintura, pero que no poseía ninguna habilidad en el diseño Miguel Ángel pintó un cartón de san Francisco que recibió grandes elogios. El barbero posteriormente lo pasó a una tablilla, que se encuentra ahora en la primera capilla de la izquierda de la iglesia de san Pedro in Montorio.

En su primera estancia en Roma Miguel Ángel recibe de Jacopo Galli, banquero y coleccionista romano, un encargo. Miguel Ángel esculpe así su hermoso Baco con un sátiro, inspirado en el Apolo del Belvedere. Se trata de su primera escultura a gran escala, además de una de las pocas obras de tema pagano, en vez de cristiano, realizada por el artista. Con diez palmos de altura en este desnudo se aprecia ya la gran habilidad de Miguel Ángel en el modelado de los miembros. Esta obra, adquirida posteriormente por Francisco de Médici, se encuentra actualmente en el Museo del Bargello.

Durante su primera estancia en Roma Miguel Ángel tuvo la posibilidad de estudiar de primera mano las ruinas y estatuas de la antigüedad clásica que por entonces se estaban descubriendo en Roma. Además se ejercitó y mejoró mucho en el estudio del arte, superando dicen, en belleza y perfección todo lo antiguo que había en la ciudad. Curiosamente, el diez de agosto de 1497, Miguel Ángel responde a los insistentes requerimientos de su padre, enviándole dinero y diciéndole que continuará ayudándolo, aunque se tuviera que convertir en esclavo para ello. Vemos así como Miguel Ángel siempre se sintió responsable de su familia.

El 26 de agosto de 1498 se realiza un contrato, con la garantía del banquero Jacopo Galli, entre Miguel Ángel y el cardenal francés Jean Bilhéres de Lagraulas, seudo-embajador de Francia. Dicho contrato estipula que Miguel Ángel debe esculpir una Piedad en mármol. Dicha Piedad había de ser colocada, como ofrenda en la basílica de San Pedro. A cambio, Miguel Ángel recibió la cantidad de 450 ducados.

La Piedad de Miguel Ángel, fue tallada entre 1498 y 1499, cuando el artista tenía tan solo veintitrés años. Fue una obra muy admirada ya en su época, y se convirtió en un ejemplo de la iconografía del arte renacentista religioso. Ha sido calificada como uno de los mayores logros del artista, que supo resumir en esta obra las innovaciones escultóricas logradas por Donatello, introduciendo a la vez un nuevo criterio, la monumentalidad, característica de su estilo.

Pese a que la escultura de la Piedad de Miguel Ángel fue muy admirada ya en su época por la perfección y la armonía del conjunto, algunos críticos del artista observaron que la Virgen era demasiado joven con respecto a la edad que aparentaba Jesús. Miguel Ángel respondió que había echado mano del recurso neoplatónico de representar a la Virgen María con la belleza juvenil en lugar de en su madurez, sin diferencia con la edad del Cristo.

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Desgraciadamente, el 6 de agosto de 1499, murió el cardenal francés Jean Bilhéres de Lagraulas, quien había comisionado a Miguel Ángel para tallar la Piedad. No pudo ver así como la obra terminada fue instalada en la capilla de santa Petronila, su primera ubicación. La Piedad fue trasladada en 1749 a su ubicación actual en la basílica de San Pedro, la primera capilla a la derecha.

Cuentan que un día Miguel Ángel entró en San Pedro, y se quedó observando feliz como un grupo de visitantes lombardos admiraba la escultura de la Piedad. Pero entonces, escucho como uno de ellos decía que había sido tallada por el Jorobado de Milán. Así, un Miguel Ángel bastante molesto, entró una noche en San Pedro y talló su nombre con letras capitales sobre la banda que cruza el pecho de la Virgen: Angelus Bonarotus Florentinus Faciebat. Es una de sus pocas obras que llevan su firma.

Según distintas biografías, en 1500, durante su estancia en Roma, Miguel Ángel Buonarroti asistió a las lecciones del astrónomo polaco Nicolás Copérnico (Torun, 1473-Frauenburg, 1543). En dichas lecciones participaba también Alejandro Farnese, futuro Papa con el nombre de Pablo III, para quien Miguel Ángel pintaría el Juicio Final de la capilla Sixtina. Curiosamente ese año el hermano de Miguel Ángel, Buonarroto, va a Roma a buscarlo para pedirle dinero, hecho que curiosamente será una constante en la vida de Miguel Ángel.

En 1501, Miguel Ángel recibió a través de dos mercaderes flamencos el encargo de tallar en mármol una Virgen con el Niño. Esta obra, iba a ser legada a la iglesia de Santa María de Brujas por la familia de mercaderes flamencos Mouscron. Enviada a Brujas en 1504 en esta obra Miguel Ángel talló a la Virgen con el Niño sobre las rodillas, pero no le mira a él, sino que meditabunda, mira hacia el infinito. Esta escultura fue requisada a principios del siglo XIX por Napoleón Bonaparte, quien la envió a Francia; sin embargo, tras su caída fue restituida a la iglesia de Santa María en Brujas.

En mayo de 1501 Miguel Ángel regresó a Florencia. Desgraciadamente se vio envuelto en una pelea sangrienta con Filippino Lippi, y obligado a refugiarse en la iglesia del Santo Espíritu, donde comienza de nuevo a seccionar cadáveres. Por desgracia, y por error, disecciona el cadáver de Neri Corsini. La poderosa familia Corsini gravemente ofendida reclama que Miguel Ángel sea llevado ante la justicia. Solo gracias a la intervención de Pier Soderini, obtiene Miguel Ángel el perdón de la familia Corsini, y su total absolución.

Poco después de su regreso a Florencia en mayo de 1501, Miguel Ángel recibe un nuevo encargo. El comitente es Francesco Todeschini Piccolomini (Siena, 1439-Roma, 1503) cardenal de Siena y sobrino del Papa Pío II. Miguel Ángel ha de tallar quince estatuas destinadas al altar Piccolomini de la catedral de Siena. Miguel Ángel debía de tener mucho trabajo en estos años, porque sólo tres años después de recibir el encargo, en 1504 envió las estatuas; eso si, sólo cuatro de las quince encargadas: San Pedro, San Pablo, San Gregorio y San Pío.

En agosto del año 1464 la Comisión de la Catedral de Florencia había encargado una estatua gigantesca a Agostino de Duccio, el cual comenzó a trabajar un enorme bloque de mármol de

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nueve brazos. Agostino comenzó a esculpir el mármol haciendo un agujero entre lo que iban a ser las piernas de su gigante, pero lo hizo tan mal que el mármol quedó estropeado y los trabajadores de Santa Maria de Fiori, considerando que era irrecuperable, lo abandonaron en la obra. Treinta y seis años después los florentinos pensaron en aprovecharlo, y en un primer momento en entregárselo a Leonardo da Vinci; que quizá con su genio consiguiera esculpir algo en un bloque tan grande. Pero Leonardo se negó, dedicado como estaba a la pintura.

Según contaron las malas lenguas en Florencia, cuando la Comisión de la Catedral de Santa Maria de Fiore, encargó en 1464 al escultor y arquitecto florentino Agostino di Duccio (Florencia, 1418-Perugia, 1481) una estatua gigantesca, éste en lugar de ponerse a trabajar, lo que hizo fue ordenar a su ayudante Bartolomeo de Piero, llamado Baccellino, comenzar a trabajar. Y fue este quien en realidad, perforando mal el mármol, lo estropeó.

En 1501 la Señoría de Florencia encarga a Miguel Ángel una escultura, y Pier Soderini entrega a Miguel Ángel el mármol ajado, que se encontraba tirado en la obra del Duomo desde hacia treinta y seis años tras ser abandonado por el arquitecto florentino Agostino di Duccio. Miguel Ángel hizo un modelo de cera de un símbolo de la Señoría de Florencia: un David joven con las honda en la mano, para demostrar que, con ello había defendido a su pueblo y lo iba a gobernar con justicia; así, como debían hacer los que realmente gobernaban Florencia en esos tiempos difíciles. El 28 de febrero de 1502 se acordó que Miguel Ángel recibiría por la estatua de David 400 florines de oro.

Recogen las crónicas de la ciudad de Florencia como, durante los dos años que Miguel Ángel tardó en esculpir el David, impidió que nadie lo viera. Para ello hizo construir una valla que impedía la su visión. Además, cuando comenzó a trabajar, dejó visibles, en los lados del mármol algunas de las primeras cinceladas de Agostino di Duccio. Cuando terminó la escultura fue considerado un milagro que Miguel Ángel hubiera logrado esculpir aquel pedazo de mármol que era considerado inservible.

Aunque en principio la Señoría de Florencia encargó la estatua del David para uno de los contrafuertes de la fachada del Duomo, tras el entusiasmo demostrado por el pueblo florentino ante el coloso de cuatro metros de altura, se decidió darle otro destino. Para decidir su ubicación, se estableció una comisión de la que formaron parte artistas de la talla de Leonardo, Sansovino y Botticelli. Finalmente, se decidió que el lugar idóneo para esta estatua, que empezó a ser considerada como símbolo de la ciudad, era la plaza de la Señoría, delante del Palacio Viejo, donde fue colocada el 8 de septiembre de 1504.

Recogen las crónicas de Florencia que cuando el 8 de septiembre de 1504 el David es colocado definitivamente el la plaza del Palacio Viejo, algunos fanáticos, adeptos de la familia Médici, entre ellos Baccio Bandinelli, la emprendieron a pedradas con la estatua. Parece ser que el David se había convertido en sinónimo del triunfo de la república sobre los Médici, considerados unos tiranos.

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El David, una de las escultura más famosa de Miguel Ángel, llegó a convertirse en el símbolo de Florencia, ya que los florentinos se vieron reflejados en ella. Colocada en un principio delante del palacio de la Señoría, sede del gobierno de la ciudad, estuvo allí hasta 1873, cuando la escultura, muy dañada por tantos siglos a la intemperie, fue trasladada al edificio de la Academia de Florencia, donde sigue en la actualidad. En 1910, por petición popular, se colocó en ese lugar una copia del original.

El 2 de agosto de 1502 Miguel Ángel recibe de la Señoría de Florencia el encargo de hacer otro David. En éste caso de bronce, para regalárselo al favorito del rey de Francia. Miguel Ángel recibió ayuda para la fusión del metal del escultor Benedetto da Rovezzano. La estatua enviada a Francia en 1508 terminó en el castillo de Bury; y después en el de Villeroy; donde finalmente se perdió su rastro. Sólo queda el diseño, que se encuentra en el museo del Louvre, en los márgenes del cual Miguel Ángel escribió: “Davicte cholla frombra et io choll´arco”, David tenía la honda, yo tengo el arco.

En 1503 Agnolo Doni encarga a Miguel Ángel con ocasión de su boda, un tondo con el tema de la Sagrada Familia. Cuentan que, Agnolo Doni, nacido en 1476 en el seno de una familia popular que se había enriquecido con la tejeduría en el barrio de los tintoreros, era muy tacaño. Tanto que, cuando Miguel Ángel le envió el tondo, con una factura por los 70 ducados pactados, Doni respondió al mensajero que 40 eran suficientes. Miguel Ángel que no soportaba a los que incumplían su palabra, envió un mensajero a recoger la pintura. Así Agnolo Doni hubo de pagar el doble de lo pactado por quedársela, es decir 140 ducados.

La Sagrada Familia de los Uffizi, o Tondo Doni es uno de los primeros cuadros pintados por Miguel Ángel, quien se dedicó a la pintura de forma esporádica, y muchas veces de forma impuesta por sus comitentes. Es una de las pocas Vírgenes pintadas, o esculpidas por Miguel Ángel que mira al Niño, aunque no directamente a la cara, ya que lo mira desde abajo. Además su mirada deja translucir una cierta resignación. Muchos han querido ver el recuerdo de su infancia falta de amor maternal.

En 1504 el gonfaloniere Pier Soderini encarga a Miguel Ángel pintar un mural sobre una de las paredes del Salón de los Quinientos de palacio de la Señoría, ya que en la otro se le había pedido un mural a Leonardo da Vinci sobre la batalla de Anghiari. Para preparar los cartones a escala natural se le concede un salario mensual y además una de las estancias en el hospital de los Tintoreros de San Onofre. Miguel Ángel toma como tema la Batalla de Cascina de 1364, cuando los solados florentinos sufren el ataque de los pisanos, mientras se bañan en el río.

El tema ofrece a Miguel Ángel la posibilidad de pintar una composición de cuerpos desnudos en posturas muy variadas, demostrando su perfecto conocimiento de la anatomía humana y su perfecto diseño. Curiosamente, ni Miguel Ángel ni Leonardo, llegaron nunca a plasmar sus diseños en el muro del Salón de los Quinientos.

En 1505 Miguel Ángel se instala en unas habitaciones del Hospital de los Tintoreros de San Onofre, donde finalmente comienza a pintar los cartones para la Sala de los Quinientos del Palacio de la Signoria de Florencia. Como en otras ocasiones impide que nadie los vea mientras

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trabaja. Cuando finalmente los cartones fueron terminados, fueron expuestos en el Salón de los Quinientos, donde suscitaron la maravilla de todos los que pudieron admirarlos, y fueron admirados por famosos artistas como SanGallo, Ridolfo Ghirlandaio, Rafael Sanzio, Francisco Granacci, Baccio Bandinelli, Alfonso Berruguete, Andrea del Santo, Sansovino, il Rosso... Todos los artistas quedaron influenciados por los cartones de Miguel Ángel, pese a tratarse de simples bocetos realizados con diversas técnicas.

Después de ser expuestos en el Salón de los Quinientos, en el muro que debía ocupar el fresco, los cartones de la Batalla de Cascina, realizado por Miguel Ángel fueron expuestos en la sala del Papa en el convento de Santa Maria Novella. Sorprendentemente su ubicación final fue una estancia en el palacio de los Médici, en Vía Larga. Parece ser que por petición expresa de Julián de Médici, duque de Nemours, que era un gran admirador de Miguel Ángel. Allí de nuevo fueron estudiados por todos los artistas.

Sucedió que, mientras los cartones de la Batalla de Cascina pintados por Miguel Ángel para la Señoría de Florencia estuvieron expuestos en el palacio Médici un artista no tuvo suficiente con estudiarlos cuando estaba permitido. Por eso, quizás más hábil que el resto, Baccio Bandinelli (Florencia, 1488- Florencia, 1560) se hizo con una copia de la llave de la estancia donde se encontraban los cartones, para poder así, disponer de más tiempo para estudiarlos y copiarlos. Eso que durante toda su vida rivalizó con Miguel Ángel, al que nunca igualó.

Cuentan que el pintor Pietro Vannucci, llamado el Perugino (Cittá della Pieve, c. 1448-Fontignano, 1523) fue, como otros muchos artistas florentinos a ver los cartones de la Batalla de Cascina pintados por Miguel Ángel. Tras ver los cartones parece ser que escandalizado por los desnudos que allí vio no pudo reprimir su crítica. Miguel Ángel ofendido por ello parece ser que le insulto, por lo que ambos terminaron delante del Consejo de los Ocho que, finalmente dio la razón a Miguel Ángel.

Parece ser que, durante los tumultos ocurridos en Florencia en 1512, con ocasión de la deposición de gonfaloniero Pier Soderini, el artista Baccio Bandinelli dividió en más partes los cartones de la Batalla de Cascina pintados por Miguel Ángel, y los hizo desaparecer. Las hipótesis sobre las causas de robo fueron múltiples. Unos dicen que para quedárselos él, evitando así que otros artistas los estudiaran; otros que para hacerle un favor a Leonardo da Vinci, a quien los cartones de Miguel Ángel habían restado fama. Pero la hipótesis más creíble es que probablemente lo hizo por envidia.

Al parecer, después de que Baccio Bandinelli hiciera desaparecer los cartones de la Batalla de Cascina pintados por Miguel Ángel, algunos de los fragmentos de los cartones reaparecieron, y fueron conservados en la casa de Uberto Strozzi, en Mantua. Años después, el 18 de noviembre de 1575 Guillermo Sangalletti, embajador de Francisco I de Médici, escribía en relación a un eventual intento de adquirirlos para que volvieran a Florencia. Todo fue inútil.

Miguel Ángel no llegó nunca a pintar la Batalla de Cascina en el palacio de la Señoría de Florencia porque, en marzo de 1505 recibiendo 100 ducados para el viaje es llamado a Roma

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por el Papa Julio II, quizá aconsejado por Sangallo. Julio II le encarga su tumba, que debía ser grandiosa, una pirámide exenta de cuatro caras, con más de cuarenta figuras, para ser colocada en el centro de la nueva basílica de San Pedro, bajo la cúpula proyectada por Bramante. Miguel Ángel escribirá a Sangallo: “Si debo hacerla, debe ser la más bella del mundo”. En Abril de 1505, tras realizar los primeros bosquejos, Miguel Ángel retorna a Florencia.

En Florencia Miguel Ángel recibió del florentino Alamanno Salviati el anticipo de 1000 escudos enviados por el Papa para que comience a trabajar. Así, Miguel Ángel, con dos aprendices va a Carrara, donde está durante ocho meses eligiendo los mármoles. Cuentan que, mientras elegía los mármoles esculpió algunas esculturas, tentado al verse rodeado de tanto mármol. Terminada la elección, los bloques fueron embarcados para su transporte a Roma, donde ocuparon la mitad de la plaza de San Pedro. Alrededor de Santa Catalina y entre la iglesia y el corredor que va al Castillo de Sant´Angelo, fue donde Miguel Ángel había arreglado un local para realizar las esculturas de la tumba de Julio II.

En 1506 Miguel Ángel se encuentra de nuevo en Roma para trabajar en la tumba de Julio II. El Papa se había hecho construir un puente levadizo para poder seguir regularmente el avance del trabajo y, haciendo esto, trabó cierta amistad con Miguel Ángel, por lo que el artista se ganó nuevos enemigos, envidiosos de su proximidad al Papa. Para escapar del aire malsano de Roma, Miguel Ángel ordenó que algunos de los bloques de mármol fuera llevado a Florencia, donde se desplazaría para trabajar mejor. Además de alejarse de las envidias de Roma.

El 14 de enero de 1506 es encontrado en una viña de Roma el Laoconte. La viña, perteneciente a Felice di Freddis se encontraba cerca de las ruinas de las termas de Tito. Entre los primeros en acudir estuvieron Miguel Ángel y Giuliano Sangallo. El Laoconte fue llevado al Vaticano y alojado en un nicho hecho por Bramante. El Laocoonte, descrito por Plinio, había sido esculpido por el escultor rodio Agesandro y sus hijos Polidoro y Atenodoro. Curiosamente el informe del grupo escultórico fue hecho por Miguel Ángel y por Juan Cristoforo Romano, un protegido de Bramante. Resultó que, contrariamente a lo que afirmaba Plinio, el grupo estaba compuesto por más de una pieza, y Miguel Ángel encontró los cuatro ensamblajes muy bien disimulados. La restauración también fue realizada por Miguel Ángel pese a la oposición de Bramante.

Cuentan las crónicas que el 17 de abril de 1506 Miguel Ángel se enfada con el Papa Julio II por que en aquellos días no había querido o podido recibirle. Además Miguel Ángel, estaba ya enfadado porque había tenido que pagar de su bolsillo el transporte de los mármoles desde Carrara a Roma. Así, Miguel Ángel, irritado por el enésimo rechazo de los palafreneros que no le permiten entrar a ver al Papa para exigirle la suma debida monta a caballo y parte para Florencia, dejando el encargo a sus aprendices de vender todos sus enseres y muebles y de encontrarse con él en Florencia.

Tras huir de Roma, y en su viaje hacia Florencia, Miguel ángel se detiene en Poggibonsi, territorio florentino, donde es alcanzado por los cinco mensajeros enviados por el Papa Julio II para intentar convencerlo de que regrese. Parece ser que estos mensajeros utilizaron todos los medios para convencerlo de regresar a Roma; pero Miguel Ángel solo consintió en escribir dos líneas anunciándole al Papa que no regresaría a Roma, ya que consideraba que no se merecía

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el trato recibido. Posteriormente, Miguel Ángel en su biografía llegará a decir que corrió incluso el riesgo de ser asesinado, aunque no se sabe por quien o por que.

El 8 de julio de 1506, el Papa Julio II envió un mensaje a Pier Soderini para conseguir el regreso de Miguel Ángel a Roma, pero este todavía tiene miedo. Soderini escribe al Papa que tiene que tener paciencia, ya que ante tanta presión se corría el riesgo de que Miguel Ángel se fuera también de Florencia. En efecto, parece ser que Miguel Ángel estaba meditando el marcharse a Constantinopla para construir el puente sobre el Bósforo, como le requería insistentemente Bayaceto II, hijo de Mehmet II el Conquistador. Finalmente Miguel Ángel se decide a trasladarse a Orvieto para encontrarse con el Papa, pero se lo piensa mejor y regresa a Florencia.

Cuentan las crónicas que el 26 de noviembre de 1506 Miguel Ángel se encontró finalmente en Bolonia con Julio II. No tuvo ni siquiera tiempo de cambiarse las botas, fue conducido a presencia de Julio II, ante quien se arrodilló. El Papa lo reprendió: “En lugar de venir tu a mi encuentro, has esperado a que sea yo quien te encuentre a ti”. Miguel Ángel pidió perdón con voz firme, por no haber podido soportar ser expulsado. Un cardenal del séquito papal intervino, pidiendo al Papa que le perdonara, porque la gente como el era ignorante en cualquier cosa que no fuera su arte. El Papa se enfadó, golpeando al cardenal con una maza, le dijo: “Ignorante eres tú que le tratas de villano, cuando no lo trato ni yo”, y acto seguido lo hizo expulsar a empujones por los palafreneros. Habiendo así desfogado su cólera sobre el cardenal, perdonó a Miguel Ángel, y le hizo regalos, encargándole una estatua con su imagen en bronce, de cinco brazos de altura.

El proyecto de la tumba de Julio II sufrió cinco modificaciones a lo largo del tiempo. Tanto que la idea de Miguel Ángel de considerar la tumba de Julio II como la gran obra de su vida se vio tantas veces truncada que se convirtió en una tortura, hasta el punto de calificarla como “la tragedia de la tumba”. Cuando finalmente fue instalada la tumba en 1542, se colocó no en la basílica de San Pedro, sino en la de San Pietro in Vincoli. Y donde además tan sólo se instalaron siete estatuas, cuando habían sido proyectadas más de cuarenta.

Dos de las grandiosas estatuas que Miguel Ángel talló para la tumba del Papa Julio I, las dos denominadas el esclavo Moribundo y el esclavo Rebelde, no se encuentra en su ubicación original, sino que han terminado en el famoso museo del Louvre de París. Como en otras esculturas suyas Miguel Ángel, dejó en estas dos, las formas inacabadas. Las teorías por la razón de este inacabado son abundantes. Algunos opinan que era así como estaban proyectadas; otros en cambio opinan que era hasta donde Miguel Ángel había llegado antes de abandonar el proyecto.

Cuentan que el 22 de enero de 1507, el Papa Julio II fue personalmente hasta la casa de Miguel Ángel para ver como se moldeaba en arcilla el modelo para la estatua que había de colocarse en la fachada de San Petronio. Acabado el modelo en arcilla, Miguel Ángel le preguntó al Papa

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si había de poner un libro en la mano izquierda. Julio II le contestó: "Pon una espada, que yo no sé letras"; y le dejó 1.000 escudos en depósito en el banco de Antonmaria de Lignano.

Cuando en abril de 1507 el modelo final en arcilla de la estatua del Papa Julio II está terminada, Miguel Ángel gran artista, pero no experto en el vaciado en bronce decide llamar a expertos fundidores. Dichos expertos demostraron no serlo, ya que el bronce se enfrió antes de completar el proceso, por lo que un enfadadísimo Miguel Ángel hubo de repetir el proceso, demostrando que podía ser el mejor hasta en los oficios que no eran su especialidad.

El 21 de febrero de 1508 es descubierta sobre la fachada de San Petronio la estatua en bronce de Julio II hecha por Miguel Ángel. El descubrimiento de la estatua fue realizado a las tres de la tarde, como habían prescrito los astrólogos. Hubo mucha música y fuegos en plaza, pero los boloñeses lo único que supieron apreciar era que la figura de Julio II aparece sentado como un juez, con el manto y la tiara; en una mano tenía las llaves, pero lo otra se erguía, quizás bendiciendo, pero más probablemente amenazando.

Cuenta una anécdota que cuando se descubrió la estatua del Papa Julio II en la iglesia de San Petronio en Bolonia junto a Miguel Ángel se encontraba el también pintor Francesco Raibolini (Bolonia, 1460-Bolonia, 1517), llamado el Francia. Al parecer el Francia, admirando la estatua, se expreso mal, pareciendo que apreciaba más el bronce que la obra. Miguel Ángel, bastante susceptible se dirigió al hijo del Francia y le dijo: "Tu padre es más bueno haciendo figuras vivas qué pintadas".

Los boloñeses no apreciaron nunca la estatua del Papa Julio II colocada en la fachada de la iglesia de San Petronio de su ciudad. Consideraban que la actitud de la estatua del Papa era demasiado amenazadora; más en actitud de maldecir que de bendecir. Cuentan que Miguel Ángel oyendo esos comentarios contestó riendo: “Y por la maldición está hecha”. Pese a la escasa acogida de la estatua Miguel Ángel recibe de una satisfecho Julio II otros trescientos escudos.

En febrero de 1508 muere el tío paterno de Miguel Ángel que, no deja nada más que deudas, lo que obliga al padre de Miguel Ángel a renunciar a la herencia. Esto hace que su familia desee el regreso de Miguel Ángel a Florencia, y sobre todo de sus ingresos. Pero Miguel Ángel debe regresar a Roma, pese a que Pier Soderini le ha hecho el encargo de esculpir a Hércules y Caco, para colocarlos junto al David. Miguel Ángel si llegó a realizar el modelo, que con una altura de 41 cm. está en la Casa Buonarroti.

Tras ser requerido con urgencia en 1505 por el Papa Julio II, que quería que Miguel Ángel le construyera su tumba, Miguel Ángel tuvo que soportar la vacilante actitud del mismo, que pospuso ese proyecto. En cambio en 1508 le hizo un encargo pictórico, la decoración de la bóveda de la Capilla Sixtina. Pese a la inicial resistencia de Miguel Ángel, que aducía que él no era pintor, hubo de aceptar. Miguel Ángel comenzó a pintar la bóveda de la Capilla Sixtina el 10 de mayo de 1508 y la terminó el 31 de octubre de 1512, cuatro años después. Ésta obra le valió el sobrenombre de “el Divino”.

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Según cuentan las crónicas de la época, hacía unos años que el Papa Julio II tenía en mente ordenar la decoración de la Capilla Sixtina. Pero fue Bramante, superintendente general de todas las construcciones papales, quien convenció al Papa para que se lo encargara a Migue Ángel. Según parece, Bramante tenía interés en distraer a Miguel Ángel de las esculturas de la tumba de Julio II y aventurarlo en el fresco, especialidad en la que no tenía experiencia, para posiblemente hacerlo fracasar.

La capilla Sixtina media en planta treinta y seis metros de longitud por trece de anchura; más de quinientos metros cuadrados. Giuliano da Sangallo estimó el coste de la obra en unos 15.000 ducados. Miguel Ángel comenzó a pintar la bóveda haciendo caso omiso al proyecto del Papa Julio II, quien quería que pintara a los doce apóstoles. Miguel Ángel prefirió las historias del Génesis: Separación de la luz y las tinieblas, la creación de Adán y Eva, el Pecado original y la Expulsión del Paraíso... es decir, todos los acontecimientos que hicieron posible y necesaria la llegada de Cristo. Pocos artistas han sido capaces de concentrar, sin repetirse, tal cantidad de figuras, ya que son más de trescientas; además de realizar todo el trabajo en solitario, sin ayuda.

Parece ser que Bramante fue el encargado de preparar en la capilla Sixtina los andamiajes para que Miguel Ángel pintara su bóveda. Dichos andamiajes fueron suspendidos, por medio de cuerdas, al techo, que debió ser perforado repetidamente. Miguel Ángel preguntó como serían, posteriormente, tapados los agujeros de la bóveda. La respuesta de Bramante fue ni más ni menos que un escueto: "Lo pensaremos luego". Esto puede hacer pensar que o Bramante valía poco, o tal vez tuviera mala fe. Miguel Ángel logró obtener del Papa, en presencia de Bramante el permiso para construir los andamiajes a su gusto. Diseñó como tenían que ser construidos, desde el suelo, y sin tocar el muro ni la bóveda, de tal manera que este modelo ha sido copiado desde entonces por otros constructores y pintores, incluido Bramante.

Cuenta la crónica no oficial de la época que, al leñador al que Miguel Ángel había hecho el encargo de construir los andamiajes proyectados por él para pintar al fresco la bóveda de la capilla Sixtina le hizo Miguel Ángel un gran regalo, además de pagarle sus honorarios. Le dejó, ni más ni menos, todas las cuerdas usadas. No debieron ser pocas, ya que según parece le bastaron para pagar la dote de su hija que se desposaba por esas fechas.

Parece ser que Miguel ángel, que no pintaba con la técnica del fresco desde su juventud, cuando estaba en el taller de Ghirlandaio, decidió llamar de Florencia a Granacci, Giuliano Bugiardini, Jacopo de Sandro, Indaco el Viejo, Agnolo de Domenico y Aristotile y los puso a trabajar en la decoración de la capilla Sixtina. A los pocos días. aprendidos de ellos los secretos de la pintura al fresco, pero no satisfecho de la calidad de las pinturas hechas, Miguel Ángel decidió deshacer todo lo que los colaboradores habían hecho, y se encerró en la capilla dejando fuera a sus amigos. Pero Miguel Ángel no sólo dejó a sus amigos fuera de la capilla, sino también de su casa, tanto que ellos, dolidos, volvieron a Florencia.

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Cuentan las biografías de Miguel Ángel como un día el artista se percató de que en las partes pintadas de la bóveda de la capilla Sixtina estaban apareciendo mohos. Muy enfadado, debido a su fuerte carácter, llegó incluso a pensar en abandonar la obra ya que no le encontraba al suceso ni explicación ni solución. Cuando le comunicaba al Papa Julio II el problema y su idea de abandonar el proyecto este mandó inmediatamente llamar a Giuliano da Sangallo, que le enseñó el método para eliminar los mohos. Al parecer los mohos se debían a la cal, que en Roma era hecha con el travertino, que no seca rápidamente, y con la puzolana, que es una roca de color ocre, muy oscura y líquida, y con tendencia a florecer durante el secado.

Como en otras ocasiones, también durante la ejecución de las pinturas de la capilla Sixtina, Miguel Ángel tuvo disputas con el Papa Julio II, que quería ir constantemente a ver el fresco, todo pese a la oposición de Miguel Ángel, que como en otras obras lo realizaba todo en el más absoluto secreto. Miguel Ángel llegó incluso a fingir un viaje fuera de Roma, pero en realidad se escondió dentro de la capilla, y cuando el Papa entró en ella, dejó caer algunas tablas de lo alto, con el riesgo de golpearlo. Enterado el Papa de la treta Miguel Ángel tuvo que huir de Roma, y sólo gracias a los buenos oficios de Bramante tuvo el coraje de volver a Roma y al trabajo.

Como en otras ocasiones a los largo de su larga vida el ingenio de Miguel Ángel fue clave para llevar a buen termino un encargo. Como es obvio pintar un techo es complicado, pero pintar la bóveda de la capilla Sixtina debió serlo aún más debido a la altura de la estancia. Quizá por eso Miguel Ángel decidió además de levantar unos andamios muy altos, pintar en una extraña posición, acostado de espaldas al suelo. Pese a la extraña postura, Miguel Ángel consiguió quizás las más bellas imágenes de la historia del arte. No nos extraña así que Goethe llegara a decir: "Quien no haya visto los frescos de la capilla Sixtina, no tiene ni idea de lo que el ser humano puede llegar a realizar”.

En 1508 Miguel Ángel le escribe a su padre para que le encuentre en Florencia un niño y según sus propias palabras: "hijo de buenas personas y pobre, hecho a las privaciones, que estuviera dispuesto a ir y permanecer en Roma para hacer todas las cosas de casa, ir a comprar y donde fuera necesario y con el tiempo aprender el oficio”. Después de un año Miguel Ángel se queja del muchacho, que quiere aprender el arte y no hacer otra cosa. No nos extraña así que Miguel Ángel tuviera a lo largo de su vida muchos ayudantes, y que ellos quisieran ser más sus alumnos que sus sirvientes. Entre otros ayudantes tuvo a: Pedro, un paisano, Antonio Mini, Ascanio Condividi, Daniele de Volterra y Tiberio Calcagni, Niccolo de Pescia, Jacopo, Antonio de Castel Durante, Antonio, Riccardo Franzese, Silvio Falconi de Magliano, Gabriello, Pier Luigi Gaeta y otros. El único que le sirvió fielmente durante veinticinco años y pese a su carácter fue Francesco Amadori de Castel Durante, desde 1530 hasta su muerte en 1555.

Cuenta la historia que en diciembre de 1508, el gonfaloniero de Florencia, Pier Soderini, llegó al extremo de rogar al Papa Julio II que permitiera a Miguel Ángel trabajar en una estatua de Hércules para el palacio Viejo de Florencia. Según parece, esta estatua de Hércules fue vendida, poco después, en 1509 por Filippo II Strozzi (1489-1538) a Giovan Battista della Palla, agente del rey de Francia Francisco I. Al parecer fue colocada en el Jardín de Estaing, pero se perdió con el tiempo, quizá robada por algún coleccionista.

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Según parece, en enero del año 1509, Miguel Ángel escribió a su padre quejándose de que en Roma estaba haciendo un trabajo que no era el suyo. Se refería al encargo del Papa Julio II de pintar la bóveda de la capilla Sixtina. Miguel Ángel le comentaba además a su padre, que hacía un año que no recibía dinero del Papa, pero que tampoco se lo pedía porque consideraba que su trabajo no avanzaba como debía, principalmente porque Miguel Ángel consideraba que él era mejor escultor que pintor.

Según cuentan algunas biografías de Miguel Ángel Buonarroti, a éste no le quedó más remedio en el año 1511 que ir a Bolonia, cerca de Mirándola, donde se encontraba acampado el Papa Julio II para requerirle dinero. El pobre Miguel Ángel se encontraba en las últimas, ya que no recibía dinero del Papa desde que en el año 1508 le había encargado pintar la bóveda de la capilla Sixtina, habiendo tenido él que pagar todos los materiales gastados hasta ese momento de su bolsillo.

Según todos sus coetáneos el Papa Julio II fue una persona muy impaciente. Quizá por eso no hacia más que apremiar a Miguel Ángel para que le permitiera ver como avanzaban los trabajos de la decoración de la bóveda de la capilla Sixtina, eso a pesar de que no le había proporcionado a Miguel Ángel ningún tipo de ayuda monetaria desde que le hizo el encargo. Así, ni las negativas de Miguel Ángel impidieron que en agosto de 1511, un impaciente Julio II hiciera descubrir la primera mitad de la bóveda de la Capilla Sixtina. Los detractores de Miguel Ángel, deseosos de ver el trabajo, no dudaron en criticar las pinturas y en proponer a Rafael Sanzio para terminarla; aunque según otros fue el mismo Rafael el que se ofreció a hacerlo.

El 30 de diciembre de 1511 Giovanni Bentivoglio, soberano de Bolonia, regresó a la ciudad. La estatua de bronce de Julio II, hecha por Miguel Ángel y colocada en la fachada de la iglesia de San Petronio fue hecha trozos. Según cuenta la tradición, con el bronce, el duque Alfonso de Este mandó hacer una culebrina, cañón largo de poco calibre, a la que dieron el nombre de Julia, por desprecio hacía el Papa. Lo único que se salvó de la estatua de Julio II fue la cabeza, posteriormente perdida.

Todo el mundo conoce la faceta de gran artista del Renacimiento de Miguel Ángel. Lo que muchos desconocen es que además Miguel Ángel, con el paso de los años, se convirtió en un pequeño terrateniente. Hay así constancia de que, a partir del año 1512 Miguel Ángel compró varios terreno: uno en La Loggia y otro en El Stradello, en el pueblo de San Stefano in Pane, a Rifredi; varias parcelas en Santa Maria a Settignano. En 1518 Miguel Ángel compró al Cabildo de Santa Maria del Fiore, en Florencia, un terreno en la calle Mozza, adyacente a otro que ya poseía, para construirse una casa. Y en 1519 compro un terreno en el pueblo de San Miguel Ángel a Rovezzano, en un lugar llamado el Fattoio...

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En el año 1512 el escultor Baccio Bandinelli (Florencia, 1488- Florencia, 1560), rival de Miguel Ángel, por la envidia que le tenía, rasgó los cartones de la Batalla de Cascina pintados por Miguel Ángel. No satisfecho con lo innoble de su acto, le pidió a los Médicis el mármol que Pier Soderini le había dado a Miguel Ángel para hacer una estatua que debía ser colocada junto al David en la plaza de la Señoría. Consiguiendo el encargo, comienza a esbozar el grupo de Hércules y Caco, intentado imitar la grandeza de David. El resultado ahí está, junto al David de Miguel Ángel, en la misma plaza de la Señoría.

Durante toda su vida el gran artista del Renacimiento Miguel Ángel hubo de soportar los requerimientos de sus familiares, tanto de su padre como de su hermano y sobrinos. Así en el año 1512 un enojado Miguel Ángel escribe a su casa comunicando que no tiene ni una lira, y que no le agobien más, porque él, desde los doce años está trabajando aquí y allá para mantenerlos sin ninguna ayuda.

Según recogen sus biografías, en octubre de 1512, el Papa Julio II, amenazó a Miguel Ángel con tirarlo de los andamios si no terminaba de pintar la bóveda de la capilla Sixtina. Al parecer, Miguel Ángel, agobiado por el Papa y ante uno de sus requerimientos le había contestado que la obra estaría acabada “cuando fuera satisfactoria para él y para el arte”. A lo que el Papa contestó: “nosotros queremos que nos satisfagas en el deseo que tenemos de hacerlo rápido”, amenazándole en ese momento con tirarlo de los andamiso.

En 1512 el pintor veneciano Sebastiano Luciani (Venecia, 1485-Roma, 1547), llamado Sebastiano del Piombo se traslada a Roma, al servicio de Agostino Chigi para trabajar en la decoración de la villa Farnesina junto a Rafael. Según parece, del Piombo, no consiguió trabar amistad con Rafael, por lo que con esa común antipatía, trabará amistad con Miguel Ángel. Según cuentan las malas lenguas Miguel Ángel le pasaba los dibujos a Sebastiano, quien aunque era bueno en el color no lo era en el diseño; además era, según parece, amante de la buena vida y trabajaba poco. Todo esto lo hizo Miguel Ángel en un intento de fastidiar a Rafael, contraponiéndolo con Sebastiano. Quizá por esto se dice de Sebastiano del Piombo se acercó al estilo de Miguel Ángel, con obras de carácter monumental y una gran fuerza dramática.

Durante los años que Miguel Ángel tardó en pintar la bóveda de la capilla Sixtina, aprendió también, como los arrebatos del Papa Julio II, al final, siempre se solucionaban en su favor. Según cuentan, en cierta ocasión, Miguel Ángel pidió al Papa un poco de dinero y permiso para ir a Florencia. El Papa en cambio le preguntó que cuando estaría terminada la capilla. “Cuando pueda, Padre Santo”, contestó Miguel Ángel. El Papa, que al parecer tenía una maza en la mano, le golpeó exclamando: "Cuando pueda, cuando pueda, yo te la haré terminar". Pero después, Julio II, temeroso de que Miguel ángel no volviera de Florencia, le mandó enseguida a casa a uno de sus siervos con 500 escudos.

Finalmente, la mañana de Todos los Santos del año 1512 la capilla Sixtina fue abierta al público, todo ello con el pesar de Miguel Ángel, que no tuvo tiempo de dar los retoques en

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seco que hubiera querido; especialmente en los pliegues y ropajes, y en el cielo ultramarino. Miguel Ángel terminó la bóveda, que necesitó veinte meses de trabajo en solitario, trabajo que incluyó también la molienda de los colores. Lo peor fue que era continuamente apremiado por las insistencias del Papa Julio II, no sólo para ver como avanzaba el trabajo, sino también para que la terminara.

Según cuentan las crónicas, después de terminar la capilla Sixtina, el Papa Julio II le decía a menudo a Miguel Ángel que la capilla debía enriquecerse con colores y oro, que era pobre para ser la capilla del Sumo Pontífice. A lo que Miguel Ángel le contestaba: “Padre Santo, en aquel tiempo los hombres no llevaban encima oro, y aquellos que son representados no fueron nunca muy ricos, sino hombres santos porque ellos despreciaron las riquezas”.

Cuando la bóveda de la capilla Sixtina fue definitivamente descubierta, tan grande fue la maravilla, que el Papa Julio II demostró con generosidad y favores que apreciaba el arte de Miguel Ángel. Así, Miguel Ángel, recibió con posterioridad a la terminación de la bóveda de la capilla Sixtina tres mil escudos. Quizá no fue suficiente, porque al parecer Miguel Ángel sufrió mucho al haber tenido que pintar en una posición incómoda. Por eso, y como cuentan sus biografías, durante muchos meses solamente conseguía leer si tenía el libro por encima de la cabeza.

Tras el fallecimiento del Papa Julio II el 20 de febrero de 1513, sus herederos reducen el proyecto de sepulcro que el Papa había encargado a Miguel Ángel. Esa no fue la única vez que el proyecto original se vio reducido, hasta en dos ocasiones más, hubo de reunirse con los herederos de Julio II para reducirlo aun más. Esto supuso un importante varapalo para el maestro quien, hace continuos viajes a Carrara, único lugar donde se sentía tranquilo y sosegado, rodeado de mármoles y junto a la familia de la mujer que le crió.

Según cuenta algunas de sus biografías, en agosto del año 1513, Miguel Ángel, sentado en el huerto de su casa de Roma, divisó en el oscuro cielo una extraña estrella de tres colas. Intrigado e interesado por el fenómeno, Miguel Ángel no dudo en dibujar lo que el consideró una estrella; y lo que posiblemente fuera un cometa.

En el año 1513 sube al solio Papal, con el nombre de Leo X, Juan de Médicis (Florencia, 1475-Roma, 1521), hijo de Lorenzo el Magnifico. Aunque Miguel Ángel se había relacionado con él durante su estancia en el palacio Medici de Vía Larga, León X tardó mucho en decidirse a encargar alguna obra a Miguel Ángel, a quien al parecer consideraba demasiado terrible y mundano. Además siempre prefirió a Rafael, al que adoraba y por quien lloró mucho tras su muerte.

Según parece, en el año 1515, Miguel Ángel conoce a Domenico de Terranova Bracciolini, apodado Menighella. Considerado un pintor mediocre, Miguel Ángel apiadado de él lo empleará durante muchos años como cobrador, ya que él, y como la experiencia le había demostrado, no era capaz de cobrarle a sus clientes, que se demoraban incluso años. Parece ser además que en agradecimiento por sus servicios le regaló muchos de sus dibujos.

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Como en el caso de otros muchos artistas, no todas las obras de Miguel Ángel han llegado hasta la actualidad. También, como en otros casos, algunas de las obras de Miguel Ángel son desconocidas. Según algunos documentos, en junio de 1515 Miguel Ángel compró nada menos que 1400 ducados de cobre, según parece para fundir unas estatuas encargadas por el Papa León X. Lo que ocurre es que nunca se ha sabido ni cual pudo ser el tema de las estatuas ni su destino; ni siquiera si llegó a realizarlas.

Aunque para el proyecto de la tumba de Julio II Miguel Ángel había realizado una planificación arquitectónica, el trabajo de Miguel Ángel como arquitecto no comenzó hasta 1519, cuando diseñó la fachada de la iglesia de San Lorenzo en Florencia, encargo del Papa León X, pero que jamás se realizó. Lo curioso es que antes de llamar a Miguel Ángel, León X había encargado proyectos a artistas como: Rafael, Jacopo y Andrea Sansovino, Giuliano da Sangallo y Baccio de Agnolo. Sólo un año después de que el Papa expresara el deseo de hacer la fachada para San Lorenzo, en 1516, llamo a Miguel Ángel, que se encontraba en Carrara adquiriendo mármoles para la inconclusa tumba de Julio II.

Pese a que mientras trabajaba para Julio II, Miguel Ángel se había comprometido en no aceptar otros trabajos, en 1513 Miguel Ángel aceptó tallar para Metello Vari, un Cristo al natural con una cruz en la mano, para hacerlo en cuatro años y por 200 ducados. Unos años después, Metello Vari escribió a Miguel Ángel recordándole que tenía que entregar el Cristo para Santa Maria de la Minerva en 4 año, pero que han pasado 4 años y 7 meses. Miguel Ángel ni siquiera contesta. En realidad Miguel Ángel ya había hecho el Cristo, pero a mitad de trabajo tuvo que abandonarlo por un defecto en el interior del mármol. Rehará el trabajo después de mucho tiempo y al parecer de mala gana. Finalmente, en 1521, Miguel Ángel manda a Roma, a través de Piero Urbano, la estatua del Cristo para la iglesia de Santa Maria de la Minerva.

Según parece Piero Urbano tenía el encargo de pulir y colocar la estatua del Cristo, tallada por Miguel Ángel, en la iglesia de Santa María de la Minerva, en Roma. Pero pocos meses después de enviarla a Roma, Miguel Ángel recibió una carta de Sebastiano del Piombo, comentándole que Piero Urbano no estaba cumpliendo con el encargo; hecho que otras personas le confirman. Finalmente Miguel Ángel despide a Piero Urbano acusándole de gastar el dinero en ropa, tabernas y mujeres. Además le acusa de estropear la escultura del Cristo, ya que al pulirla le ha reducido el pie derecho, acortándole los dedos; y los dedos de la mano derecha, la que tiene la cruz. Además rompió un orificio de la nariz y estropeó la barba.

Finalmente, en octubre de 1521, el Cristo hecho por Miguel Ángel es colocado en la iglesia de Santa Maria de la Minerva. Ha pasado casi siete años desde que se hizo el encargo. El trabajo de pulir la estatua fue confiado por Miguel Ángel a Federico Frizzi, quien además tenía que remediar los daños hechos por Piero Urbano. De Frizzi no se sabe casi nada, pero de las cartas de Miguel Ángel se desprende que gozó de su estima y que no quiso cobrar nada por los

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arreglos del Cristo. Pese a ello, Miguel Ángel le mandó 4 escudos; además le encargó hacer el tabernáculo donde tenía que ser colocado el Cristo.

Finalmente el 19 de enero de 1518, el Papa León X, tras elegir su modelo, le encargó a Miguel Ángel la realización de la fachada de la iglesia de San Lorenzo de Florencia. Según cuentan algunas crónicas de la época, esto provocó el enfado de otro artista florentino, Leonardo da Vinci (Vinci, 1452-castillo de Cloux, 1519), a quien ni siquiera el Papa había pedido que realizara un proyecto. Esto provocó además su partida hacia Francia, aceptando así la invitación del rey Francisco I.

Cuentan que tras recibir del Papa León X el encargo de realizar la fachada de la iglesia de San Lorenzo de Florencia, Miguel Ángel se dedicó por completo a su planificación. Incluso cuentan que estaba tan entusiasmado con el proyecto que rechazó la invitación del mercader florentino, Tommaso de Nolfo, de ir a Turquía; todo pese a la promesa de recibir mucho dinero por sus obras.

Según cuentan las crónicas, tras recibir el encargo de realizar la fachada de la iglesia de San Lorenzo de Florencia, Miguel Ángel estaba empeñado en acabarla en tan solo 8 años y por 40.000 ducados de oro. Miguel Ángel gastó muchísimo tiempo en Carrara extrayendo los mármoles, para luego ser obligado por León X a extraer los bloques de Pietrasanta, sobre el monte Altissimo, cantera propiedad de Florencia. Esto hizo que de nuevo perdiera mucho tiempo, sobre todo por la falta de caminos y por el boicot de los señores de Carrara. No es de extrañar que tan sólo lograra llevar a Florencia cuatro mármoles.

Miguel Ángel ha pasado a la historia por ser un genio, un artista. Pero muchos desconocen que también escribía poesía. Así, en 1518, el compositor italiano de gran éxito, Bartolomeo Tromboncino (Verona, 1470-Venecia, 1535) le puso música a un madrigal que Miguel Ángel había escrito, y que fue impreso en Nápoles. Comenzaba así:Com'aro' dunque ardireSanza vo' ma', mio ben, tenermi in vita,S' io non posso al patir chiedervi aita?...

Recoge la historia de la ciudad de Florencia que el 20 de octubre de 1518, veinte florentinos, entre ellos: Miguel Ángel, Jacopo Nardi y Luigi Alamanni suplicaron al Papa León X que permitiera el regreso a Florencia de los restos de poeta florentino Dante Alighieri (Florencia, 1265- Ravena, 1321) muerto tras ser desterrado de Florencia. Miguel Ángel escribe personalmente: “Yo Miguel Ángel, Escultor, a Su Santidad suplico oferente, que al Divino Poeta le sea concedida la sepultura en un lugar honorable de esta Ciudad”.

El 20 de marzo de 1520 y con un breve pontificio, el Papa León X desobliga a Miguel Ángel de la ejecución de la fachada de la iglesia de San Lorenzo de Florencia. Según cuentan algunas crónicas fue, el también artista florentino Baccio Bandinelli (Florencia, 1488- Florencia, 1560), envidioso de la fama y el talento de Miguel Ángel a malmeter para hacer que el Papa León X le retirara el encargo hecho a Miguel Ángel dos años antes. La fachada de la iglesia nunca fue terminada.

Según sus biografías, Miguel Ángel se consideraba un noble descendiente de los duques de Canossa. Quizá esta creencia se basaba en la carta recibida en octubre de 1520, en la que el

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conde Alessandro de Canossa le contaba a Miguel Ángel a propósito de un presunto parentesco. Le contaba como había localizado a un tal Simón de Canossa que en el año 1250 fue Podestá de Florencia, fundador del linaje de los Simoni, después Buonarroti. Evidentemente se ha demostrado que los datos no son ciertos, pero probablemente Miguel Ángel si lo creyó.

Al igual que otros famosos e importantes personajes de la Historia, el artista del Renacimiento Miguel Ángel Buonarroti se contagió en el año 1521 de lo que en aquellos momentos se denominaba en Italia, el mal francés; más de Nápoles para los franceses. Ni más ni menos que la sífilis. Sólo hay algunos documentos que hacen referencia a su enfermedad, pero sin indicar la causa o cuanto duró la convalecencia de Miguel Ángel.

La capilla funeraria de los Médicis en la iglesia de San Lorenzo, y la Biblioteca anexa a la iglesia fueron los últimos encargos que Miguel Ángel realizó en Florencia. Hechos por el Papa Clemente VII, perteneciente a la familia Médicis, Miguel Ángel estructuró la sacristía sin modificar el planteamiento de la base que Brunelleschi había ideado para la sacristía vieja, pero fue muy innovador en las cornisas, en los capiteles y en todos los demás ornamentos. Aunque los trabajos en las tumbas de los Médicis continuaron tras el regreso de Miguel Ángel a Roma en 1534, el artista nunca más volvió a ver su amada Florencia.

En 1521 murió el Papa León X, no es elegido, como todo el mundo esperaba Julián de Médicis, sino el flamenco, Adrián Floriszoon (Utrecht, 1459-Roma, 1523) antiguo preceptor de Carlos V quien apoyó su candidatura. Es elevado al solio pontificio con el nombre de Adriano VI. Cuentan que su carácter austero y sus intentos de moralizar la vida de la Curia le granjearon la enemistad de una jerarquía eclesiástica acostumbrada al lujo renacentista. Además, nada más llegar a Roma quiso destruir los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina, según él un amontonamiento de desnudos. Pero su repentina muerte, por la malaria, impidió que de la orden de destruir los frescos pintados por Miguel Ángel.

Tras la nueva expulsión de la familia Médicis en 1527, Miguel Ángel es nombrado magistrado de la Milicia de los Nueve. Además estos años trabajará para el gobierno de la República de Florencia como ingeniero militar. Así, en 1529, es nombrado Gobernador General de las fortificaciones, lo que le llevará a visitar ciudades como Pisa, Livorno y Ferrara para comprobar el estado de sus murallas. Y a ciudades como San Miniato para proyectar nuevas fortificaciones.

En el año 1527, el David, la famosa escultura de Miguel Ángel (Caprese, cerca de Arezzo, 1475-Roma 1564) situada en la plaza de la Señoría de Florencia sufrió un accidente. Sucedió que algunos jóvenes republicanos florentinos, aprovechando el paso de los lansquenetes que se dirigían a Roma, intentaron una revuelta atrincherándose en el Palacio Viejo. Fue en estas circunstancias cuando el David perdió el brazo, al ser golpeado por un banco lanzado desde la galería del palacio. Según parecen el brazo roto del David estuvo durante tres días tirado en la plaza, hasta que el joven pintor de diecisiete años Francesco Salviati y Giorgio Vasari,

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desafiando a los soldados, recogieron los trozos y los escondieron en la casa del primero. Poco tiempo después, el duque Cosme I de Médicis, mandó hacer la restauración de la escultura.

Cuando el 6 de mayo de 1527 comenzó el denominado “saco de Roma” por parte de las tropas del emperador Carlos V, al Papa Clemente VII no le quedó más remedio que, temiendo por su vida, refugiarse en Castel Sant'Ángelo. Mientras, en Florencia, su regente, el cardenal de Cortona asustado por las noticias que recibía de Roma decidió huir con los jóvenes Hipólito y Alejandro de Médicis, sobrinos del Papa Clemente VII. Los florentinos decidieron entonces formar un gobierno popular nombrando como gonfaloniero a Niccolo Capponi. Cuentan que Miguel Ángel, que en esos momentos trabajaba en las tumbas de los Médicis en la Sacristía Nueva de la Iglesia de San Lorenzo, entregó la llave de dicha sacristía al banquero Pietro de Filippo Gondi para que escondiera en ella sus cosas y las de su hermana.

Según la historia, tras el “saco de Roma” los miembros de la familia Médicis son expulsados de la ciudad de Florencia donde se había establecido un gobierno popular. Cuentan además las crónicas de la ciudad que el famoso Miguel Ángel llegó, incautamente, a afirma que el palacio Médicis de la vía Larga tendría que ser derribado para hacer sitio a una “plaza de mulas”. Parece ser que con esta alusión se refería a los bastardos de la familia Médicis, Hipólito y Alejandro. No es de extrañar que el Papa Clemente VII, tío de ambos, tras llegar a sus oídos los comentarios de Miguel Ángel no le hiciera muchos encargos durante su pontificado.

Cuentan las crónicas de Florencia que en 1528 los representantes del pueblo florentino eligieron a Jesús Cristo Rey de la ciudad; hacían esto mientras esperaban la intervención del rey de Francia Francisco I contra el ejército de Carlos V, que asediaba la ciudad desde hacia ya cinco meses. Para la defensa de la ciudad durante este asedio Miguel Ángel construyó los bastiones de la zona de San Miniato. Parece ser que los florentinos hicieron tierra quemada y destruyeron todo, salvándose sólo la Cena pintada por Andrea del Sarto en el Monasterio de San Salvador.

Durante el asedio de la ciudad de Florencia en 1528 algunos ciudadanos llegaron a opinar que estarían mejor bajo las “pelotas”, haciendo referencia al emblema de los Médicis, que bajo la soberanía del pueblo... Para burlarse, los florentinos jugaron al balón en la Plaza de Santa Croce mientras tocaban los pífanos sobre los techos de la iglesia. Finalmente, y tras la aparición de la peste fue acordada la rendición en Gavinana. La garantía de que no se produciría ningún saqueo le costó a la ciudad de Florencia 80.000 florines de oro.

Según recogen sus biografías el 2 de julio de 1528 murió el hermano de Miguel Ángel, llamado Buonarroto. Al parecer se vio afectado por la epidemia de peste que asoló la ciudad de Florencia durante su asedio por las tropas del emperador Carlos V ese mismo año. Parece ser que Buonarroto murió entre los brazos del Miguel Ángel, que en ningún momento temió contagiarse de la terrible enfermedad.

Parece ser que en agosto de 1528 Miguel Ángel Buonarroti (Caprese, cerca de Arezzo, 1475-Roma 1564) recobró el famoso mármol que le entregó Pier Soderini y que luego fue bosquejado por el escultor Baccio Bandinelli, quien se lo había apropiado. Miguel Ángel comenzó a esculpir un Sansón con dos filisteos, pero tuvo que abandonar la obra cuando los Médicis regresaron a la ciudad de Florencia gracias al apoyo del emperador Carlos V.

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Según parece fue el joyero Piloto quien llevó por primera vez a Miguel Ángel al taller del escultor y orfebre Benvenuto Cellini (Florencia, 1500-Florencia 1571). En esa primera visita Miguel Ángel pudo ver como Cellini cincelaba una gran medalla de oro para el sienés Girolamo Marretti. Al parecer Miguel Ángel alabó tanto la obra, que Cellini se convirtió para siempre en admirador de Miguel Ángel Buonarroti, e incluso en sus memorias se reconoce como discípulo del genial artista.

Durante el año 1529, el artista Miguel Ángel recibió de la República de Florencia dos nombramientos. El primero en enero, como magistrado de los Nueve de la Milicia; y el segundo en abril, como Gobernador General de las fortificaciones ciudadanas. Finalmente no pudo realizar las fortificaciones proyectadas para San Miniato, debido a las numerosas misiones fuera de Florencia que le fueron encomendadas y que le distrajeron, según parece debido a un influyente personaje llamado Capón que quería mantenerlo alejado de la ciudad. Por ejemplo se sabe que fue enviado a Pisa y a Livorno para estudiar las fortificaciones del río Arno. También viajó a Ferrara, donde solicitó al duque Alfonso que le enseñara su sistema de defensa basado en fosos, con la idea de utilizarlos en Florencia.

Según parece, la situación de la ciudad de Florencia durante el año 1529 no fue muy boyante, sobre todo si hacemos caso de lo que cuenta Miguel Ángel en su biografía. Al parecer después de su viaje a Ferrara en 1529 Miguel Ángel tuvo que prestarle a la República de Florencia la cantidad de 1000 escudos. Además, su dedicación a la República como Gobernador General de las fortificaciones hizo que desatendiera sus encargos como artista, sobre todo la capilla funeraria de los Médicis y la estatua del Hércules.

A finales de 1529, y mientras ocupaba el cargo de Gobernador General de las fortificaciones de Florencia Miguel Ángel se percató de que Malatesta Baglioni había colocado la artillería fuera de los bastiones de la ciudad y sin defensa. Miguel Ángel decidió así informar al gonfaloniero Carducci quien además de no hacerle caso le expulsa de la ciudad. Miguel Ángel decidió así huir de la ciudad de Florencia, instigado por Rinaldo Corsini que le advierte de un inmediato regreso de los Médicis. Miguel Ángel escapa inmediatamente a Venecia a caballo, acompañado por Corsini, Antonio Mini y por el joyero Piloto. Tiene la intención de continuar hasta Francia. Miguel Ángel cuenta en su biografía, que cada uno de ellos llevaba un abrigo lleno de escudos de oro.

Durante el viaje de huída de Florencia, Miguel Ángel (Caprese, cerca de Arezzo, 1475-Roma 1564) y sus compañeros se detuvieron en una posada de Ferrara, desconociendo que el duque Alfonso de Este, temeroso de los acontecimientos relacionados con el asedio de Florencia, había dado la orden de anotar los nombres de todos los extranjeros. Teniendo noticias de su llegada, el duque hizo conducir a la corte de Ferrara a Miguel Ángel, que estaba muy irritado por haber sido reconocido, por no tener regalos que ofrecer al duque y por los 12.000 escudos que había dejado en la posada. Al parecer, el duque, viéndolo tan desamparado, lo llenó de regalos y de amabilidades, rogándole que pidiera todo cuanto desease e invitándolo a quedarse en su corte, al menos durante la guerra.

Cuenta Miguel Ángel que, vencido por la abrumadora cortesía del duque de Ferrara, no se le ocurrió otra cosa que, ofrecerle a éste los 12.000 escudos que escondía en su abrigo y que

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había dejado en la posada, a cambio de partir cuanto antes hacia Venecia. El duque rechazó la oferta e intentó una vez más retenerlo haciéndole visitar su palacio y admirar su retrato hecho por Tiziano. Al final, Miguel Ángel logró volver a la posada, dónde el tabernero había recibido la orden de servirle del mejor modo y, posteriormente partir hacia Venecia, donde sería hospedado por el florentino Bartolomé Panciatichi.

Según las crónicas de la ciudad de Florencia, el 30 de septiembre de 1529 Miguel Ángel, huido de Florencia, es declarado rebelde. Al pintor Andrea del Sarto se le encarga pintar a los rebeldes como ahorcados sobre las paredes del Palacio Viejo. Cuentan que Andrea, no queriendo tener el fin de Andrea del Castagno, que fue llamado “Andrea de los ahorcados”, simuló que las pinturas habían sido realizadas por su alumno Bernardo del Buda, aunque en realidad las había hecho él mismo. Cuentan además que retrasó la realización del retrato de Miguel Ángel, por la gran admiración que sentía por él, hasta que el bando fue quitado.

Durante su estancia en Venecia, tras su huida de Florencia, Miguel Ángel se encuentra con Tommaso Soderini y Niccolò Capponi, enviados por la República florentina en misión diplomática ante en emperador Carlos V para acabar con el asedio de la ciudad. Cuentan que Miguel Ángel reprochó duramente a Niccoló Capponi por el fracaso en las negociaciones con el emperador, considerándolo único responsable. Al parecer a causa de esto, Capponi fue presa de una violenta fiebre que le causó la muerte siete días después.

A finales de octubre de 1529 los soldados del conde de Orange han completado el cerco a la ciudad de Florencia. Parece ser que Ludovico Buonarroti, padre de Miguel Ángel, fue nombrado, como oficial al servicio de la República florentina, alcalde de la cercana ciudad de Castelfranco. Cuentan las crónicas que por miedo al asedio Ludovico desertó de su cargo y se refugió en la ciudad de Pisa.

Durante el mes de octubre de 1529 la República de Florencia realiza diversos intentos para lograr el regreso de Miguel Ángel a Florencia. Así, le fue encargado al orador florentino Galeotto Giugni el invitar a Miguel Ángel a Ferrara para rogarle que regresara a Florencia. Posteriormente la Señoría florentina le confió a Bastiano, cantero amigo de Miguel Ángel, un salvoconducto para hacerlo regresar de Venecia con toda seguridad. También el duque Alfonso de Ferrara le proporcionó a Miguel Ángel un salvoconducto para que pudiera atravesar su ducado en su camino de regreso a Florencia. Finalmente convencido, el 11 de noviembre de 1529 Miguel Ángel parte de Venecia para regresar a Florencia.

Al parecer Miguel Ángel decidió regresar a Florencia antes de que fuera revocada su rebeldía a la República florentina. Finalmente el 23 de noviembre de 1529 la República florentina revoca el bando de rebelde contra Miguel Ángel y cambia su condena por la pena civil de interdicción en el Consejo Mayor por 3 años. Pese a esta prohibición se le otorga la facultad de solicitar la admisión a dicho consejo cada año.

En el año 1530 el emperador Carlos V, en guerra contra el Papa Clemente VII y sus aliados, pone a Florencia en estado de asedio, bombardeándola desde las colinas cercanas a San Miniato. La población florentina además de estar asediada se vio afectada por una epidemia de peste, que la redujo a la mitad. Según cuentan las crónicas de la ciudad 44.000 muertos yacían insepultos fuera de las murallas. Para animar a los ciudadanos, algunos jóvenes

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florentinos decidieron leer y comentar una oración a la milicia en las principales iglesias de Florencia: Luigi Alamanni en Santa Croce. Pier Filippo Pandolfini en San Lorenzo, Pier Vettori en Santa Maria Novella, Bartolomeo Cavalcanti en Santo Espíritu.

Fue durante este asedio a la ciudad de Florencia cuando, en señal de mofa y escarnio a los sitiadores se organizó, el 17 de febrero de 1530, el primer partido de calcio in costume o calcio histórico (fútbol antiguo), como se denomina en la actualidad. Parece ser que además para que los sitiadores oyeran perfectamente como se divertían durante el juego de pelota, pusieron trompeteros sobre los techos de las casas.

Tras un largo asedio, el 13 de agosto de 1530 los franceses entran finalmente en Florencia. Saquearon toda la ciudad, incluidas las iglesias, también el famoso tesoro de la iglesia de la Santa Croce. Según la biografía de Belli, Miguel Ángel (Caprese, cerca de Arezzo, 1475-Roma 1564) temiendo por su vida, se escondió, primero en la casa de Bugiardini, luego en el campanario de San Niccolo, y finalmente en los subterráneos de San Lorenzo. Su casa fue saqueada por los emisarios de Baccio Valori y Miguel Ángel, como consecuencia, se vio reducido a la miseria.

Cuentan la biografían de Miguel Ángel que aprovechando la confusión producida por la entrada de los franceses en Florencia, Bartolommeo Ammannati y Nanni de Baccio Bigio entraron en la casa de Antonio Mini y robaron muchos dibujos de Miguel Ángel que allí había. Tras ser descubiertos, son condenados por el Consejo de los Ocho y sólo la intercesión de Miguel Ángel, les salvó de una pena severa. Miguel Ángel tuvo que esculpir un Apolo para Baccio Valori, para salvarse y para obtener la gracia del Papa Clemente VII. Según parece, Valori, no satisfecho con la estatua, le exigió también a Miguel Ángel el diseño de un palacio.

En el año 1531 Miguel Ángel compra en Roma una casa en Macel de Corvi. La casa tiene una galería exterior y un huerto. En la planta baja tiene además una habitación utilizada por Miguel Ángel como taller, y que según cuentan estaba siempre llena de esquirlas de mármol; además había un comedor y un sótano. En la primera planta había dos habitaciones, una de ellas con una cama de hierro y un jergón, un aparador para los paños y un arca con llave para el dinero y los dibujos. Cuando Miguel Ángel entró en ella por primera vez la encontró llena de telarañas, al limpiarla descubrió que en la escalera había dibujado un esqueleto, con la siguiente inscripción:Os digo a vosotros, que al mundo habéis dadojunto al alma y el cuerpo, el espíritu:en esta caja oscura está vuestro lado.

Parece ser que Miguel Ángel, durante sus numerosas estancias en Roma para atender los encargos de los distintos Papas residió siempre en la casa comprada en 1531 en la zona de Macel de Corvi, todo pese a que era una casa de lo más pobre. Cuentan de Miguel Ángel que, aunque llegó a hacerse rico gracias a su arte, vivió siempre como si fuera pobre. Todo lo contrario a otros artistas contemporáneos de él, que gracias a sus ingresos vivían en lujoso palacios rodeados de comodidades.

Según las crónicas de la ciudad de Roma, los restos de la casa de Miguel Ángel (Caprese, cerca de Arezzo, 1475-Roma 1564) en Roma estuvieron, hasta el año 1885 en el número 212 del callejón de Fornari. En ese año, fueron demolidos cuando se iniciaron los trabajos para la construcción del monumento a Víctor Manuel II, primer rey de Italia. Dicho monumento fue

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inaugurado finalmente en el año 1911. Se perdieron así los restos de la casa de Miguel Ángel en Roma, y no ocurrió como con las casas de otros artistas, que fueron finalmente convertidas en museos.

Muy pocos saben que al genial artista Miguel Ángel no le gustaba pintar animales, plantas o bodegones. Quizá fue esta la razón por la que no soportó la intromisión del pintor y estuquista Giovanni da Udine (Udine, 1487-Roma, 1564) cuando retomó las negociaciones con el Papa Clemente VII para el estucado de la Sacristía Nueva de San Lorenzo. Al parecer a Giovanni de Udine le apasionaba pintar todo tipo de naturalezas muertas. Quizá la razón principal por la que a Miguel Ángel no le gustaba Giovanni de Udine era porque éste era amigo y colaborador de Rafael, con quien nuca se llevó bien. Por eso cuentan que todo lo que tenía que tratar con Giovanni lo hacía por medio del pintor Sebastiano del Piombo.

Muchos sabrán que la tumba del Papa Julio II fue un proyecto además de largo, costoso. Su duración se alargó en el tiempo debido al fallecimiento del propio Julio II, y a las dudas de sus herederos de financiar el ambicioso proyecto realizado por Miguel Ángel por encargo de Julio II. Así en 1532 Miguel Ángel realizó un nuevo contrato para realizar la tumba de Julio II; pero lo realmente curioso es que Miguel Ángel para hacer frente al nuevo contrato tuvo, en lugar de recibir dinero, que vender algunas de sus propiedades.

Según cuentan las crónicas de la época, fue en el año 1532 cuando a través del escultor Pierantonio, quien había ayudado a Miguel Ángel en la realización de las tumbas de los Médicis en la Sacristía Nueva de San Lorenzo, que Miguel Ángel conoció al joven escultor Tommaso Cavalieri o del Cavaliere. Según parece se trataba de un muchacho muy guapo, y según cuenta las malas lenguas Miguel Ángel enamorado de él, lo tomó inmediatamente como ayudante. Según parece fue el modelo utilizado por Miguel Ángel para el rostro del Cristo Juez del Juicio Universal de la capilla Sixtina.

Sabemos por una carta del pintor Sebastiano del Piombo a Miguel Ángel que, el Papa Clemente VII no estaba satisfecho con la decoración de la bóveda de la Sacristía Nueva llevada a cabo por Giovanni de Udine durante la ausencia de Miguel Ángel de Florencia. Al parecer la decoración de la bóveda, realizada en poco tiempo, consistía en hojas y adornos varios de estuco y oro. Clemente VII la encontraba demasiado pobre, y sobre todo demasiado blanca, ya que sus preferencias se inclinaban más por los colores vivos, por considerarlos más bellos. Pero Miguel Ángel se negó a obedecer la solicitud del Papa de hacer enriquecer la decoración, tal y como podemos apreciar todavía hoy.

Parece se que el retrato más conocido de Miguel Ángel no se debe a la factura del famoso artista. Al parecer en el año 1532 un miembro de la importante familia florentina de los Médicis, Octaviano, encargó al pintor Bugiardini un retrato de Miguel Ángel. Perdido con el transcurso del tiempo, actualmente se conoce gracias a las numerosas copias que de él se hicieron ya en su época.

Fue en el año 1532 cuando el escultor y pintor italiano Baccio Bandinelli (Florencia, 1488- Florencia, 1560) convenció al Papa Clemente VII para que le devolviera el mármol que había empezado y que posteriormente fue entregado a Miguel Ángel. Esculpió en dicho mármol el grupo de Hércules y Caco colocado en la plaza de la Señoría de Florencia junto al David de

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Miguel Ángel. Parece ser que al contemplar este grupo escultórico, el también escultor y orfebre Benvenuto Cellini, amigo personal de Miguel Ángel hizo el siguiente comentario: “si Hércules se apartara el cabello comprobaríamos que su cabeza no es más grande que un cebollino, en cambio su cuerpo parece un saco de melones apoyado en un muro."

Según cuentan las crónicas de la ciudad de Florencia, cuando en 1534 el grupo escultórico de envidioso artista Baccio Bandinelli, Hércules y Caco, fue colocado por el arquitecto Baccio d'Agnolo en la plaza de la Señoría en Florencia, junto al David de Miguel Ángel, no fue muy bien visto. Entre los que estaban descontentos estaba el mismísimo Miguel Ángel, muy contrariado por ver su hermosa escultura de David tan cerca del Hércules de Bandinelli. Finalmente se pudo comprobar que esta cercanía resaltaba aun más la perfección y belleza del David de Miguel Ángel, símbolo de Florencia.

Casi todos conocemos a Miguel Ángel por se un artista genial, pero además de sus conocidas facetas artísticas como pintor, arquitecto y escultor, Miguel Ángel cultivo además otras artes, como fue la poesía. Según parece fueron los cantores y compositores de la capilla Sixtina: el italiano Costanzo Festa (Villafranca Piemonte, 1480-Roma, 1545) y el parisiense Jean de Conseil quienes, en 1533, pusieron música a algunos madrigales de Miguel Ángel. Años después sería el flamenco Jacob Arcadelt quien, además de poner música a otros madrigales de Miguel Ángel, publicó varios de ellos en la ciudad de Venecia.

Según parece en el año 1533 ocurrió un hecho curioso, Miguel Ángel (Caprese, cerca de Arezzo, 1475-Roma 1564) fue requerido por Alejandro de Médicis, duque de Florencia, para que le acompañara a Vitelli para decidir la mejor ubicación para construir una fortaleza. Parecer ser que Miguel Ángel se negó, pretextando que estaba esperando las disposiciones del Papa Clemente VII. Contrariado por la negativa de Miguel Ángel, Alejandro de Médicis requirió los servicios de un astrólogo para decidir entre los proyectos de Giuliano Buonamici, para construir una fortaleza en Prato, y el proyecto de Pier Francesco para construirla en Viterbo. Finalmente elegido el proyecto de Pier Francesco, la fortaleza fue llamada, inicialmente, Alexandra.

Parece ser que el duque de Florencia, Alejandro de Médicis (Florencia, 1510- Florencia, 1537) fue un gobernante amante de los impuestos. Al parecer ni siquiera Miguel Ángel se libró de los abusivos impuestos del nuevo duque, por lo que decidió pedir ayuda al Papa Clemente VII, tío del joven duque. Así a través del pintor Sebastiano del Piombo, Miguel Ángel envió una súplica al Papa para recobrar 1100 ducados requisados por el duque Alejandro injustamente. Al parecer, la intervención del Papa sería providencial, recobrando Miguel Ángel su dinero.

Según sus biografías en el año 1533 Miguel Ángel regaló a su amigo Bartolomeo Bettini el cartón con el bosquejo de una sensual Venus besada por cupido. Bettini, entusiasmado con el dibujo le hizo el encargo del cuadro al pintor Iacopo Carucci, llamado il Pontormo (Pontormo, 1494-Florencia, 1556), quien tras ser alumno de Andrea del Sarto en Florencia, se vio muy influido por Miguel Ángel. Al parecer el duque de Florencia Alejandro de Médicis tras el ver el cuadro de la Venus lo quiso para sí, hecho que disgustó mucho a Miguel Ángel. Parece ser que finalmente Alejandro de Médicis se hizo con el cuadro, ya que actualmente se encuentra en Florencia, en la Galería de los Uffizi.

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En el año 1533 ocurrió un hecho desgraciado, el joven Antonio Mini, amigo de Miguel Ángel murió en Francia. La causa de semejante desgracia parece ser que fue la angustia por haber sido estafado por Juliano Bonaccorsi, tesorero del rey de Francia Francesco I, durante el trato por la adquisición de un cuadro de Miguel Ángel cuyo tema era el mito griego de Leda. Al parecer a Mini le fue robado el cuadro en el castillo de Fontainebleau, durante su estancia en él. Finalmente recuperado el cuado fue devuelto a Miguel Ángel por el pintor Rosso Florentino, quien se encargó de su transporte en 1536.

El 20 de septiembre de 1534 Miguel Ángel (Caprese, cerca de Arezzo, 1475-Roma 1564), tras ser llamado por el Papa Clemente VII, abandona definitivamente su adorada Florencia. Las causas de este abandono, dos principalmente, son narradas en su biografía. La primera de ellas el miedo al duque Alejandro, y en segundo lugar la muerte de su padre. Además parece ser que Miguel Ángel conocía el estado de salud del Papa, y tenía miedo a que su muerte le haría perder la protección contra la venganza de Alejandro de Médicis. Así, tras abandonar Florencia Miguel Ángel llega a Roma el 23 de septiembre, dos días después, el 25 moriría el Papa Clemente VII.

Tras la muerte de Clemente VII en 1534 fue elegido Papa, con el nombre de Paulo III, Alessandro Farnese (Canino, 1468-Roma, 1549). Es considerado un típico papa renacentista, tanto por su vida privada como por su protección de las ciencias y las artes.Fue Paulo III quien confió a Miguel Ángel la dirección de las obras de San Pedro y la realización del fresco del Juicio Universal de la Capilla Sixtina. Lo curioso es que el encargo inicial para la capilla Sixtina fue el de pintar una Resurrección, encargo que se convirtió luego en el celebérrimo Juicio Universal.

Según cuentan las crónicas de la época, nada más convertirse en Papa, Alejandro Farnese convocó inmediatamente a Miguel Ángel, el cual le respondió que no podía asumir nuevos encargos hasta que no hubiera terminado la tumba de Julio II. Al parecer Paulo III enfurecido le hizo saber que hacía treinta años que esperaba ser servido por él y que no dispondría de mucho más tiempo. Miguel Ángel asustado medita si huir a Genova, a la Abadía de su amigo el obispo de Aleria, antiguo protegido de Julio II. También parece ser que pensó irse a Urbino desde donde el duque, que insistía en ver terminada la tumba de Julio II, lo amenazaba; pero que como enemigo de Paulo III lo habría protegido.

Según cuenta en su biografía Miguel Ángel se instaló en Roma para tallar las estatuas de la tumba del Papa Julio II. Fue, mientras realizaba este trabajo en su taller romano, cuando un día recibió la repentina visita del Papa Paulo III con su sequito. Hasta el momento Miguel Ángel había terminado tres de las estatuas acordadas con los herederos de Julio II, pero vistas las estatuas acabadas, el cardenal Gonzaga comentó que una sola de ellas era suficiente para la tumba de Julio II. Empeñado Paulo III consiguió que el duque de Urbino aceptara las tres estatuas, además de otras que serían confiadas a otros escultores. Liberado así Miguel Ángel de su trabajo lo tiene a su disposición, y le encarga pintar el Juicio Universal para la capilla Sixtina.

En septiembre de 1535, poco antes de comenzar a decorar el cabecero de la capilla Sixtina Miguel Ángel es nombrado por el Papa Paulo III supremo arquitecto, escultor y pintor del palacio apostólico, agregándolo entre sus parientes, con todos los honores y prebendas.

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Además le asigna 1200 escudos de oro anuales y vitalicios, que debían ser recaudados la mitad por la Cámara Apostólica y la otra mitad de los impuestos del puerto del Po, cerca de Piacenza. Todo un logro para un artista de la época.

Finalmente en el año 1535 se montaron los andamiajes para que Miguel Ángel pudiera decorar la pared situada tras el altar de la capilla Sixtina con el fresco del Juicio Universal, trabajó para el que empleo unos cinco años, de 1536 a 1541. Según las crónicas de la época, para proteger el fresco del polvo, Miguel Ángel hizo construir una cornisa de ladrillos selectos y bien cocido, que tenían una largura de medio brazo.

En el año 1537 Piero Aretino le escribe a Miguel Ángel una descripción de cómo imaginaba él que sería el Juicio Universal. Pero los cartones con el diseño del fresco estaban ya terminados, hecho que Miguel Ángel le comunica por carta. Mientras ese mismo año los exiliados florentinos son derrotados en Montemurlo. Miguel Ángel, conseguida la gracia del Papa Clemente VII, finalmente no se había unido a ellos, por lo que se salvó del triste final sufrido por los florentinos republicanos exiliados tras el regreso de los Médicis a Florencia.

En el año 1537 se rompe la amistad de Miguel Ángel con el también artista Sebastiano del Piombo. Al parecer la causa de la ruptura fue la pelea que se produjo entre Miguel Ángel y Sebastiano del Piombo, cuando Miguel Ángel comprobó que Sebastiano le había preparado la pared del Juicio Universal para pintura al óleo en lugar de al fresco. Enfadado Miguel Ángel mandó echar abajo el enlucido diciendo: “qué no quería hacerlo si no era al fresco, y que pintar al óleo era arte de mujeres y de personas acomodadas y holgazanas, como Fra Bastiano”.

Cuentan que cuando Miguel Ángel llevaba pintadas más de tres cuartas partes del fresco del Juicio Universal recibió la visita del Papa Paulo III, deseoso de comprobar como avanzaba el trabajo. Parece ser que el Papa fue acompañado del maestro de ceremonias Biagio de Cesena, del que cuentan que se escandalizó por las numerosas figuras desnudas del fresco, al que consideró más adecuado para una taberna que para una capilla papal. Cuentan que por venganza Miguel Ángel lo retrató, de memoria, en la figura de Minos, rodeado de diablos. Es más, se negó a cambiarlo, a pesar de las protestas del maestro de ceremonias y de las suplicas del Papa, ya que todavía hoy podemos verlo nada más entrar en la capilla Sixtina, justo encima de la puerta.

En el Juicio Universal, Miguel Ángel exhibirá su admiración hacia la anatomía del cuerpo humano, que le llevará incluso a desnudar al propio Cristo, que en actitud de Juez, se convierte en el centro de la composición. A su izquierda, la salvación de las almas que van ascendiendo al cielo; a su derecha, los condenados que van cayendo a un infierno dantesco.

En el fresco del Juicio Universal se ven no sólo las múltiples maneras de representar el cuerpo humano, sino también las pasiones y las sensaciones. Miguel Ángel consigue así directamente el objetivo del arte, descuidando incluso los embellecimientos coloristas y la minuciosidad de los detalles. Miguel Ángel fue criticado no sólo porque las figuras aparecían desnudas, sino también por algunos elementos iconográficos, como el hecho de que algunos muertos aparecían como esqueletos y otros aparecía ya con su forma carnal, ya que según la Biblia todos lo muertos resucitarían a la vez. Además Miguel Ángel se permitió mezclar lo religioso

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con lo pagano, ya que los muertos son trasladados ante el juez infernal Minos en la barca de Caronte.

Curiosamente, y como podemos comprobar si visitamos la capilla Sixtina, o en alguna buena reproducción, el mismo Miguel Ángel (Caprese, cerca de Arezzo, 1475-Roma 1564) se autorretrató en el fresco del Juicio Universal situado en el testero de la capilla. Si nos fijamos atentamente, veremos el rostro de Miguel Ángel en la piel desollada de san Bartolomé, santo que se encuentra a los pies de Cristo Juez.

Según parece, poco antes de terminar el fresco del Juicio Universal de la capilla Sixtina, Miguel Ángel sufrió un aparatoso accidente al caer del andamio que utilizaba para pintar. El resultado fue una gran herida en la pierna. Parece ser que Miguel Ángel rehusó todo el cuidado médico que le ofreció el Papa Paulo III y se encerró en su casa de Macel de Corvi, donde no dejó entrar a nadie. Sólo su amigo el médico florentino Baccio Rontini consiguió entrar en su casa, no abandonando a Miguel Ángel hasta la completa curación de la herida de su pierna.

El 1 de noviembre de 1541 y después de cinco largos años de trabajo es descubierto el fresco del Juicio Universal en el testero de la capilla Sixtina. Miguel Ángel había pintado al fresco una pared con más de 167 metros cuadrados con casi cuatrocientas figuras. El Juicio Universal despertó ya entonces la admiración de quienes lo contemplaban, aunque también la desaprobación de los más moralistas por la desnudez de las figuras, incluida la de Cristo que aparece representado como Juez.

Curiosamente en 1542 Nanni de Baccio Bigio, el mismo que junto a Bartolommeo Ammannati había robado algunos de los dibujos de Miguel Ángel en casa de Antonio Mini durante la entrada de los franceses en Florencia, ejecuta dos copias de la Piedad de Miguel Ángel, una de las cuales está actualmente en la iglesia de Santo Spirito. El verdadero nombre de este florentino era Giovanni de Bartolommeo Lippi. Gran admirador de Miguel Ángel estudió escultura con Rafael de Montelupo y desde 1540 se encontraba en Roma siguiendo la estela de su idolatrado Miguel Ángel.

En junio del año 1544 Miguel Ángel enfermó gravemente. Para poderlo curar tuvieron que sacarlo de su casa de Macel de Corvi donde como en otras ocasiones se había encerrado. Fue hospedado en el palacio Strozzi de Roma, donde estuvo cerca de dos meses hasta su completa recuperación. Vemos en situaciones como esta que el genio del artista no sólo se reflejaba en sus obras, sino también en su carácter y en su forma de ser y actuar.

En enero del año 1545 por fin Miguel Ángel puede levantar en la iglesia de San Pietro in Vincoli la tumba del Papa Julio II. Han pasado casi cuarenta años desde que el Papa le hiciera el encargo de su tumba y treinta y dos desde su muerte. Las 40 estatuas iniciales se han reducido a tres, y sólo el Moisés es digno de Miguel Ángel, mientras que la Vida Terrenal y aquella Contemplativa son obras cansadas de la vejez. Miguel Ángel consideró durante toda su vida este encargo como una pesadilla que le costó numerosos pleitos con los herederos de Julio II, solventados en su mayoría gracias a la ayuda de Paulo III.

El escultor flamenco Jean de Boulogne, llamado Giambologna (Douai, 1529-Florencia, 1608) quien durante su estancia en Roma recibió directrices y consejos de Miguel Ángel, contó en su

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vejez una anécdota ocurrida con el maestro. Parece ser que en 1545 un jovencísimo Giambologna le enseñó a un septuagenario Miguel Ángel una estatuilla suya, modelo de su invención, la cual había terminado, como solían decir, con el aliento. Cuando fue a mostrársela al gran Miguel Ángel, este la cogió con las manos, estropeándola, según le pareció a él, modelándola de nuevo, todo al contrario de lo que Giambologna había hecho y le dijo: “Ahora ve primero a aprender a bosquejar y después a terminar”.

En noviembre de 1542 Miguel Ángel comenzó, por encargo de Paulo III, a pintar la capilla Paulina con la Crucifixión de San Pedro y la Visión de san Pablo sobre las calles de Damasco. Pero en julio de 1545 se produce un gran incendio que destruye el techo de la capilla Paulina. Un septuagenario Miguel Ángel comienza a repararlo inmediatamente, para evitar que la lluvia pudiera estropear los frescos, ya a medio terminar. En todo caso, un melancólico y envejecido Miguel Ángel medita abandonar Roma debido a su descontento con el Papa, quien le había quitado la asignación anual vitalicia concedida diez años antes.

En noviembre de 1545 el escritor Pietro Aretino (Arezzo, 1492-Venecia, 1556), famoso por sus escándalos y por su pluma calumniadora; y aquel que le había propuesto a Miguel Ángel una descripción del Juicio Universal, se enemista con éste porque no le ha regalado un dibujo. Enfadado con él le escribe condenando los desnudos del Juicio Universal. Además le aconseja tomar ejemplo del recato florentino, que le ha colocado al David una hoja de higo dorada para tapar las partes pudendas de la escultura, por su ubicación pública en la plaza de la Señoría.

Miguel Ángel se consideró durante toda su vida ciudadano florentino, pero tras abandonar su querida ciudad y establecerse en Roma, fue nombrado el 19 de marzo de 1546, junto al pintor Tiziano, ciudadano romano. En esos años Miguel Ángel había comenzado a proyectar la disposición de la plaza del Capitolio, cuyos trabajos no comenzaron hasta finales de la década de 1550. Es más, la plaza no se remató hasta bien entrado el siglo XVII.

Tras la muerte en 1546 de Antonio da Sangallo, llamado el Joven, se le pide a Miguel Ángel terminar la cornisa del palacio Farnese, cuidar las defensas del Borgo y dirigir las obras del Vaticano. Para la basílica de San Pedro, y siguiendo el esquema original de Bramante, Miguel Ángel diseñó un templo de planta de cruz griega coronado por una espaciosa y monumental cúpula sobre pechinas de 42 metros de diámetro, a imitación de la cúpula de Brunelleschi para Santa Maria dei Fiore, cúpula que nunca terminó debido a su muerte.

En 1546 el pintor florentino Agnolo Tori, llamado il Bronzino (Florencia, 1503-Florencia, 1573) llega a Roma con una beca de dos años, concedida por Cosme I de Médicis. Durante toda su vida se vanaglorió de haber gozado de la amistad de Miguel Ángel, que efectivamente, le mandaba sus saludos por medio de su sobrino Leonardo. Según parece el Bronzino era de naturaleza dócil y tranquila y era imposible pelear con él. Pero una vez, escribió a Benedetto Varchi un ensayo, en el que sostenía la primacía de la pintura sobre la escultura. Miguel Ángel enterado del escrito, comentó que semejante argumento lo habría escrito mejor su sirvienta.

En 1546 y por encargo de Cosme I de Médicis (Florencia, 1519-Florencia, 1574), duque de Florencia y gran duque de la Toscana, el obispo Tornabuoni le escribe a Lottini de referirle a Miguel Ángel que, si acepta regresar a Florencia, será nombrado miembro del Senado de los 48. Sorprende que Cosme I deseara el regreso de Miguel Ángel a Florencia, sobre todo si

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tenemos en cuenta que gobernó por medio del terror e impidió por todos los medios el retorno a Florencia de los exiliados republicanos, entre ellos la familia Strozzi.

En 1546 el pintor, arquitecto y escritor italiano Giorgio Vasari (Arezzo, 1511-Florencia, 1574) es llamado a Roma, donde comisionado por Alejandro Farnese y por petición del literato Paolo Giovio, pinta el salón grande del palacio de la Cancillería con el ciclo de las Empresas del Papa Pablo III. La realización de la obra duró poquísimo y por ello fue denominada “la sala de los 100 días". Cuentan que cuándo Miguel Ángel fue llevado a ver la obra y le comentaron lo poco que se había tardado en realizarla, su único comentario fue: "Se nota".

En 1546 el escritor Donato Giannotti publica la obra titulada Los diálogos de los días que Dante consumió buscando el Paraíso y el infierno (I dialoghi dei giorni che Dante consumò nel cercare il Paradiso e l'Inferno), en los que además sorprendentemente recoge las reflexiones y argumentos que sobre el tema tenía el famoso Miguel Ángel, argumentos que conocía muy bien debido al continuo trato con el genial artista.

En febrero de 1547 el anciano Miguel Ángel contrata a Caterina para que le atienda. Pero sucedió que ésta enfermó y estuvo convaleciente durante dos meses. Como el mismo Miguel Ángel cuenta, este contratiempo le costó nada menos que nueve escudos de oro, por los gastos médicos y por la asistencia que requirió Caterina y el mismo. Al parecer tras recuperarse Miguel Ángel la despidió, no queriendo pagarle el suelo de los dos meses, ya que su enfermedad le había costando ya mucho dinero.

Durante toda su vida Miguel Ángel ayudó en lo que pudo a los jóvenes artistas que así se lo pedían. Por ejemplo, en 1547 tras la muerte de Sebastiano del Piombo Miguel Ángel intercedió para que le fuera confiado el cargo de Sebastiano del Piombo a Guglielmo della Porta, escultor e hijo de un amigo de Sebastiano. Parece ser que Miguel Ángel ya había ayudado a Guglielmo cuando Paulo III quiso rehacer las piernas del Hércules Farnese. Cuando las piernas originales fueron halladas, Miguel Ángel aconsejó al Papa dejar aquellas rehechas por della Porta, ya que eran más perfectas que las originales.

En el año 1547 Miguel Ángel es nombrado arquitecto de la Fábrica de San Pedro. Deseoso de mantener la planta cuadrada proyectada por Bramante, encarga un modelo, hoy perdido, a Dionisio Piccardo y a Rambao entre otros. Comienza a proyectar la cúpula cuando el Papa Paulo III le encarga levantar un obelisco en medio de la plaza de San Pedro, cosa que Miguel Ángel rechaza. Dicho obelisco había sido llevado a Roma por Caligula, alrededor del año 40 y había adornado durante siglos el Circo de Nerón.De todos los obeliscos llevados a Roma por Caligula, era el único que no se había roto. Miguel Ángel, aunque experto inventor de árganas, temía la existencia de grietas internas del bloque, que tenía 25 metros de largo y pesaba más de quinientas toneladas. Además era consciente del tiempo que habría tenido que perder preparando el transporte, y él tenía ya más de setenta años.

Sabemos gracias a la biografía de Ascanio Condivi que en mayo de 1548 Miguel Ángel padece cálculos renales. Sólo diez meses después, en marzo de 1549, expulsará Miguel Ángel los cálculos, y solo gracias a las curas del anatomista italiano Realdo Colombo (Cremona, 1516-Roma, 1559). Sorprendentemente, y pese a la importancia de la medicina para su curación, Miguel Ángel siguió creyendo más en el efecto de las oraciones que de las medicinas.

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En 1549 Nanni de Baccio Bigio fue encargado, gracias al apoyo del cardenal Farnese, de reparar el puente de Santa Maria, llamado el “puente roto”. Parece ser que Miguel Ángel había proyectado también las reparaciones, pero Nanni, que formaba parte del grupo sangallesco, hostil a Miguel Ángel, realiza finalmente la obra, aunque al parecer de forma insuficiente. Cuentan que un día que Miguel Ángel paseaba a caballo sobre el puente reparado, junto a Giorgio Vasari, le sugirió que se apresurara, porque sentía demasiadas vibraciones y no se fiaba. Premonitorias fueron las palabras de Miguel Ángel, ya que el puente se derrumbó unos años después, en 1557.

El 10 de noviembre de 1549 muere el Papa Paulo III. Miguel Ángel sólo comenta: “Sólo hace falta tener paciencia”. El sobrino de Paulo III, el cardenal Farnese, le ordena a Miguel Ángel realizar su sepultura. Miguel Ángel que tiene, como director de la fábrica de San Pedro, mucho trabajo, aconseja confiarle el trabajo a Guglielmo della Porta, quien proyectó colocar la tumba en medio de San Pedro. Tras negar Miguel Ángel el permiso a Guillermo Della Porta para colocar la tumba de Paulo III en el centro de la basílica de San Pedro, Della Porta se convierte en su más acérrimo enemigo.

Tras la muerte de Paulo III es elegido Papa en 1550 y con el nombre de Julio III, Giovan Maria del Monte (Roma, 1487-Roma, 1555). Parece ser que Julio III pensó más en sus propios placeres que en los de la cristiandad, y para no tener molestias, concedía todas las solicitudes, vaciando así las cajas del Vaticano. Aunque hizo trabajar muy poco a Miguel Ángel, si que le pidió muchos dibujos y proyectos, pero sin hacerle realizar nada, parece ser que por la envidia de los partidarios de Sangallo. Pese a eso Miguel Ángel reconoce de él que lo trato siempre con amabilidad y que una vez incluso le hizo sentarse junto a el, pero Buonarroti se medio ocultó, ya que sabía que el Papa se alimentaba de picantísimos ajos y cebollas, por lo que sus digestiones eran algo apestosas.

Se conserva una carta de Miguel Ángel a su sobrino Leonardo fechada el 10 de febrero de 1552, en la que Miguel Ángel le comunica a éste que quiere hacer testamento. En dicho testamente Miguel Ángel se lo deja todo a él y a su hermano Gismondo, con la cláusula de que, si no tuvieran herederos, todos los bienes se destinarían a la obra de de los pobres vergonzosos del convento de San Martino.

En el año 1552 se produce un nuevo intento del duque de Florencia y gran duque de la Toscana, Cosme I de Médicis (Florencia, 1519-Florencia, 1574) para conseguir el regreso de Miguel Ángel a Florencia. Esta vez utiliza la ayuda de un buen amigo y discípulo suyo, el también escultor Benvenuto Cellini (Florencia, 1500-Florencia 1571) que, en un primer intento le escribirá varias cartas. Posteriormente Cellini irá personalmente a Roma para convencer a Miguel Ángel de regresar, pero sin lograr su empeño.

En 1550 se publica la obra del pintor, arquitecto y escritor italiano Giorgio Vasari (Arezzo, 1511-Florencia, 1574) titulada: Vidas de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos (1542-1550). Pese a tener muy buena crítica, Miguel Ángel consideró que la obra de Vasari estaba llena de inexactitudes, por lo que en 1552 le propone a Ascanio Condivi escribir su biografía, publicada en 1553 y que comienza hablando de los orígenes de Canossa. Pese a la opinión de Miguel Ángel el libro de Vasari es una fuente básica para la historia del arte italiano,

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y ha constituido en Europa un modelo historiográfico para el desarrollo de la literatura de arte posterior.

En 1553 el Papa Julio III solicita a Miguel Ángel y a Vasari que realicen las tumbas para dos de sus antepasados, las cuales serían colocadas en la iglesia de San Pietro in Montorio. Vasari, muy ocupado propone que sean realizadas por Bartolommeo Ammannati. Pero Miguel Ángel no quiere, recordando cuando el joven Ammannati le robó unos dibujos. Vasari intenta convencerlo haciéndole notar que si hubieran buscado dinero hubiera sido condenado, pero que había robado sus dibujos por admiración y para estudiarlos, por lo que tendría que estar orgulloso. Miguel Ángel, quizás recordando los dibujos del Ghirlandaio que Granacci le llevaba a hurtadillas finalmente consiente.

Miguel Ángel debía ser una persona difícil de tratar. Por ejemplo se sabe que en 1554 Miguel Ángel contrata a Isabel de Castel Durante y Vincenza, hija de un punteador de Macel de Corvi y estipula un contrato en el que se compromete a pagarle una dote de 50 escudos de oro si trabaja bien para él durante 4 años. Pero, casi dos años después, no se sabe por qué, el hermano de Isabel viene a recogerla, y tras ser amenazado Miguel Ángel, que no pensaba pagarle por incumplimiento de contrato, consiente finalmente en pagarle una dote de 25 escudos.

En octubre de 1554 se colocó la primera piedra de la famosa Iglesia del Gesú de Roma, en presencia de Ignacio de Loyola y Miguel Ángel, que había hecho gratis el proyecto y que quería bajar personalmente a la fosa para colocar bien la piedra. Miguel Ángel ofreció gratis su proyecto a San Ignacio por pura devoción, pero no fue realizado nunca, principalmente por la oposición de los propietarios de los edificios cercanos, las familias Altieri y Muti. Finalmente fue construida la iglesia según el proyecto de Vignola y del inicial proyecto de Miguel Ángel, perdido, no quedó ni huella.

En el año 1555 muere el pintor Iacopo Carucci, llamado il Pontormo, cuentan las crónicas que de angustia tras darse cuenta de haber fracasado al intentar imitar a Miguel Ángel en los frescos del coro de San Lorenzo, iniciados en 1545. El día del descubrimiento de la obra la crítica se dividió: los favorables admiraron los colores y la profundidad, los críticos, contrarreformistas, no aprobaron las figuras. Los frescos fueron completados por Bronzino y finalmente destruidos mediante su raspado en 1738.

En diciembre de 1555 muere el mejor amigo de Miguel Ángel, Urbino, hecho que le causa un gran dolor. Miguel Ángel por miedo a morir antes que él y dejarlo sin bienes le había regalado en un solo día 2000 ducados de oro. Miguel Ángel le escribe a su sobrino Leonardo y a Giorgio Vasari que el dolor es tan grande, que habría preferido morir él. Cuentan que incluso le escribió un soneto que envió a su amigo Antonio Beccadelli.

El 31 de julio de 1556 murió san Ignacio de Loyola (casa solariega de Loyola, Azpeitia, 1491?-Roma, 1556). Recogen las crónicas de la época que para retratarlo es llamado Jacopo del Conde. Según parece la única efigie auténtica de San Ignacio es del mismo autor del retrato de Miguel Ángel, Jacopo del Conte.

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En septiembre de 1556 el ejército del Duque de Alba saquea los Estados Pontificios, por la oposición del Papa Paulo IV a Felipe II. El Papa creía tener un ejército suficiente para oponerse a los españoles, pero se asusta pensando en un nuevo “saco de Roma”. Ante esta situación Miguel Ángel decide escapar de Roma acompañado de Sebastián Malenotti, primer ayudante en la obra de San Pedro y dos sirvientes. Se dirigen hacia Loreto, pero se paran en Espoleto. A finales de octubre Miguel Ángel, viendo que se estaban realizando negociaciones de paz, regresa a Roma. Miguel Ángel, avergonzado por que una vez más había escapado, le escribirá a su sobrino Leonardo que, habiéndose ralentizado los trabajos en San Pedro, había decidido realizar una excursión que deseaba desde hacía tiempo.

Muchos conocerán el cuadro de la Piedad de la pintora italiana Sofonisba Anguissola (Cremona, 1527-Palermo, 1623), que se encuentra en la Pinacoteca Brera, en Milán. Pues bien, el origen de esta pintura en un dibujo de Miguel Ángel que éste le regalo a la joven y prometedora pintora cuando la conoció en Roma en 1556.

Tras utilizar numerosos intermediarios, tales como Cellini, Vasari... en 1557 el duque Cosme I escribe directamente a Miguel Ángel rogándole que regrese a Florencia, donde será honrado como merece. Miguel Ángel contesta que no puede dejar Roma alegando que está más ocupado que nunca con los trabajos en la basílica de San Pedro, en los que si él no estuviera todo iría mal. Parece ser que de la carta se trasluce más la molestia y el aburrimiento por la insistencia del duque, que el honor por la invitación. Pese al tono molesto de su respuesta le hace presente que espera liberarse de trabajo para el año siguiente.

En 1557 Miguel Ángel, insatisfecho de la Piedad que está tallando para su propia tumba la hace pedazos. Su criado Antonio le ruega que no tire los trozos y Miguel Ángel se los regala. Tiberio Calcagni cuenta el hecho a Bandini, quien le compra a Antonio los fragmentos por 200 escudos de oro y los hace llevar a su viña de Monte Cavallo, encargando a Calcagni su arreglo. Dicho arreglo fue realizado con los consejos de Miguel Ángel, que se trasladaba a menudo por los alrededores para encontrarse con su amigo Danielle da Volterra. La Piedad se encuentra ahora en el museo catedralicio del Duomo de Florencia, y estudios recientes demuestran que el alumno no estaba muy capacitado ya que la reconstrucción del grupo fue errónea y el ángel de izquierda, obra de Tiberio Calcagni, contrasta con el resto del grupo.

Parece ser que en la Piedad de Miguel Ángel, aquella que pensó para su tumba y para ser colocada en la iglesia de Santa María la Mayor, pero que fue trasladada por orden de Cosme III al Duomo florentino, y que Miguel Ángel finalmente hizo pedazos hay esbozado un autorretrato suyo. Según algunos expertos se reconoce un autorretrato del propio Miguel Ángel en el rostro esfumado de José de Arimatea, personaje que en esta Piedad sostiene a Cristo muerto.

Al año 1558 se remonta probablemente la Piedad denominada de Palestrina, porque hasta 1938 estuvo en la capilla de santa Rosalía en el palacio Barberini de Palestrina; después trasladada a la Galería de la Academia. No existe ningún documento sobre esta obra. Se ha llegado incluso a especular que Miguel Ángel la habría tallado directamente en una cantera de Carrara. En realidad Miguel Ángel la esculpió en un bloque de mármol de la época imperial romana; si la observamos bien comprobaremos que en una esquina, todavía visible la mella de

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una hoja de acanto. En el momento del traslado a la Galería de la Academia, esta Piedad fue por suerte liberada de unos desgraciados arreglos realizados en el siglo XVII.

En el año 1558, y por insistencia de Donato Giannotti, Tommaso del Cavalliere y de Francesco Bandini, Miguel Ángel realiza un modelo en barro de su proyecto de la basílica de San Pedro; mandando posteriormente que se tallara en madera, encargo que realizan Giminiani de Baptista de Carrara y de Giacono dei Conti. Gracias a este modelo que se encuentra en el museo de San Pedro conocemos al detalle como hubiera construido Miguel Ángel la basílica de San Pedro, con una esbelta cúpula.

Por su biografía, escrita por Ascanio Condivi, sabemos que el 10 de septiembre de 1560 Miguel Ángel ofreció al nuevo Papa Pío IV (Milán, 1499-Roma, 1565), elegido el año anterior, su dimisión como superintendente de la fábrica de San Pedro, conocedor de que lenguas malévolas le llevan comentarios negativos sobre su trabajo. Miguel Ángel tiene 85 años y quiere terminar con todas sus tribulaciones; pero el Papa no acepta y le confirma en el cargo con toda su benevolencia.

En 1560 se celebró en Florencia el concurso para la realización de la fuente de Neptuno para la plaza de la Señoría. Finalmente se escogió el proyecto de Bartolommeo Ammannati en lugar del de Cellini, quien escribió a Miguel Ángel, a Roma, rogándole que intentara reparar lo que el consideraba una injusticia. En realidad Miguel Ángel ya había visto el diseño de Ammannati, quien se lo había enviado a través de Vasari, y que además le había gustado mucho. De todas formas Miguel Ángel envió a Leone Leoni a ver los modelos y Leoni le advirtió que el mármol para la obra estaba ya en el taller de Ammannati.

En la Pascua del año 1561 Miguel Ángel recibe la visita de su sobrino Leonardo. Un envejecido Miguel Ángel, quizá viendo su fin cercano le encomienda a su sobrino hacer muchas limosnas en su nombre en su adorada Florencia. Miguel Ángel, quizás en su juventud un hombre poco piadoso trata de, mediante las limosnas, redimirse a los ojos de Dios.

El 29 de agosto del año 1561 Miguel Ángel sufrió un desmayo mientras estaba trabajando en su taller de Macel de Corvi. Según parece cayó como muerto, y eso debía parecer, dado que rápidamente se extendió por toda Roma la noticia de su muerte. Recuperado el conocimiento Miguel Ángel se restableció de su crisis de agotamiento en poco tiempo.

Según las crónicas de la época el 6 de septiembre de 1561 el teólogo Escipión Saurolo, le escribió a San Carlos Borromeo, secretario de estado y sobrino del Papa Pío IV, para que intercediera ante el y ordenara eliminar los desnudos del Juicio Universal pintados por Miguel Ángel en la capilla Sixtina. Ni siquiera la petición hecha a través de Carlos Borromeo será atendida por el Papa, y una vez más se salvaron los frescos del Juicio Universal.

Según diversas fuentes en 19 de abril del año 1562 el duque de Florencia Cosme I de Médicis responde negativamente a la solicitud de Nanni de Baccio Bigio, que pretende reemplazar a Miguel Ángel en la dirección de la fábrica de San Pedro. Cosme I le asegura que no sustituirá nunca como superintendente de las obras de San Pedro a Miguel Ángel mientras éste viva; e incluso, si seguía insistiendo, tampoco después de su muerte.

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El 8 de agosto de 1563 Miguel Ángel es llevado ante el juez. Un campesino, que hacía trabajos de roturación en un cortijo de Orazio Muti, cerca de San Vitale, encontró un pequeño tesoro compuesto de monedas y medallas de oro antiguas. En lugar de advertir a Muti, se quedó con las monedas y huyó a Venecia. Con las prisas olvidó algunas de ellas en el agujero, y Muti comprendiendo lo sucedido, advirtió a todos los cambistas y joyeros de Roma. Unos días después Miguel Ángel mandó a Pier Luigi Gaeta a cambiar algunas monedas de oro fuera de curso. El cambista advertido por Muti denunció a Miguel Ángel, que con ochenta y ocho años fue arrastrado delante del juez. Tomando la cosa a broma, se mofó de los acusadores y del juez, hasta que un cardenal, advertido por Gaeta, fue a liberarlo del embrollo.

En agosto de 1563 es asesinado Cesare de Castel Durante, primer ayudante de Miguel Ángel en la obra de San Pedro. Miguel Ángel manda para sustituirlo a Pier Luigi Gaeta, jovencísimo, pero de su confianza. Sucedió entonces que la comisión de la obra expulsó a Gaeta e hizo correr la voz de que Miguel Ángel, a causa de la edad, no tenía intención de ocuparse de la obra. Miguel Ángel envía a Danielle da Volterra a desmentir dicho bulo ante el cardenal Ferratino, quien promete nombrar al mismo Danielle, como sucesor. Pero se olvida de su palabra y nombra a Nanni de Baccio Bigio, quien rápidamente entra como si fuera el dueño de la obra y comienza inmediatamente a modificar peligrosamente el proyecto. Miguel Ángel que aunque no iba ya a la obra, estaba constantemente informado, y un día aprovechando un encuentro con el Papa Pío IV en la plaza del Campidoglio, le expuso sus temores. Tras ser informado el Papa convoca a Miguel Ángel para el día siguiente en Aracoeli, dónde reúne además a la comisión, los cuales repro

charon a Miguel Ángel muchos errores del proyecto. Ante tal embrollo el Papa ordena una inspección dirigida por Gabrio Serbelloni, que se concluye a favor de Miguel Ángel y decreta la expulsión de Nanni de Baccio Bigio de la obra de San Pedro.

En 1563 sucedió un suceso en Venecia que de manera casual involucró a Miguel Ángel. Ocurrió que el pintor Paolo Caliari (Verona, 1528-Venecia 1588), llamado il Veronese fue llevado ante el tribunal de la Inquisición de Venecia por el escándalo causado por los desnudos de su obra la Cena en casa de Leví. A Paolo Veronese no se le ocurrió otra cosa que defenderse recordando los desnudos del Juicio Universal pintados por Miguel Ángel en la capilla Sixtina, capilla personal del Papa.

La fama de Miguel Ángel alcanzó las cotas más elevadas en los últimos años de su vida. Entre otros honores recibió el de ser nombrado Presidente honorario de la Academia de las artes y el dibujo de Florencia. La Academia florentina había sido fundada en el año 1563 teniendo entre sus más activos promotores a Giorgio Vasari. Miguel Ángel se convirtió así en el primer presidente de dicha Academia, todo pese a que nunca más regresaría a Florencia antes de su muerte.

Las últimas obras del genial escultor, pintor y arquitecto Miguel Ángel Buonarroti (Caprese, cerca de Arezzo, 1475-Roma 1564) fueron tres esculturas. Concretamente fueron tres Pietà que cerraron la obra escultórica del artista. Según recogen sus biografías Miguel Ángel no sólo expresaba su fe y su dolor en sus obras, sino que en sus últimos años expresaba también sus sentimientos en sus escritos. Conocida su faceta como poeta a los largo de su vida sus últimos

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escritos ponen de manifiesto sus pensamientos, pero sobre todo sus ansiedades y frustraciones, más relacionadas con la filosofía que con el arte.

El 21 de enero del año 1564 la Congregación del Concilio de Trento consiguió que el Papa Pío IV (Milán, 1499-Roma, 1565) aprobara, tras años de insistencia, la cobertura de los desnudos del Juicio Universal pintado por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Pío IV pertenecía a la familia Médici, hombre benévolo y propicio al diálogo, fue elegido como contraposición al rigorismo de su antecesor, Paulo IV, pero al final de su papado, y finalizando el Concilio de Trento no pudo oponerse por más tiempo a que los desnudos pintados por Miguel Ángel fueran cubiertos.

Según diversas crónicas de la época Miguel Ángel Buonarroti comenzó a sentirse mal el 5 de febrero de 1564. Como en otros períodos de enfermedad no consintió en hacer reposo, todo pese al consejo de sus médicos y amigos. Finalmente Miguel Ángel murió el 18 de febrero de 1564. Al parecer en su cabecera se encontraban sus mejores amigos: Tommaso del Cavaliere, Diomede Leoni, su criado Antonio y Daniele da Volterra, al que Miguel Ángel, consciente de su situación terminal, pidió que escribiera a su sobrino Lionardo para que viniese a Roma. Por desgracia su sobrino no llegó a tiempo.

Según cierta descripción de la época, mientras Miguel Ángel expiraba, sus mejores amigos Tommaso del Cavaliere, Diomede Leoni, su criado Antonio y Daniele da Volterra se arrodillaron, murmurando entre las lágrimas, las grandes palabras latinas de la liturgia. Sobre el camastro Miguel Ángel, el escultor de los gigantes y los colosos no fue más que un inmóvil cadáver delgado, parece ser que tan pequeño que se habría podido confundir con el de un niño, si no hubiera sobresalido, fuera de las mantas, una barba blanca, una boca triste, una frente arrugada, “y sobre todo dos manos huesudas, venosas e hinchadas, dos manos grandes, enormes, potentes manos de viejo artista y fabuloso demiurgo. Y ahora, extendidas, inertes, pesadas, podían por fin descansar para siempre".

Cuando Miguel Ángel murió el 18 de febrero de 1564 dejó incompleta una escultura, la denominada Piedad Rondanini, actualmente en Milán, en el Castillo Sforzesco. Ésta vez el inacabado no fue voluntad del artista, sino que su repentina muerte impidió que la terminara. Según parece fue en esta escultura en la que el artista trabajó sus últimas noches de insomnio, en lugar de reposar como le aconsejaban sus allegados, Miguel Ángel trabaja de noche, a la luz de una vela de sebo de cabra.

La Pietá Rondanini fue esculpida por Miguel Ángel en una gran columna romana, y como en la Piedad del Vaticano hay, además de la figura del Cristo muerto, la de la Virgen. Pese a lo inacabado de la escultura podemos apreciar que la Virgen, debido a su dolor, apenas puede sostener el cuerpo de su hijo, extremadamente delgado. La cabeza de la Virgen, vuelta y encerrada en un casco de piedra, muestra en su semblante, apenas esculpido, un inmóvil y casi humilde dolor. El Salvador parece que haya sido de repente desgastado y comprimido por la agonía del suplicio, el costado parece que se alarga y encoge en la lenta caída; el rostro no tiene boca pero los ojos entornados miran hacia el suelo, como si buscaran la oscuridad y el descanso del sepulcro.

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Tras la muerte de Miguel Ángel todos los arquitectos que se alternaron en la obra de la basílica de San Pedro la redujeron a un coloso en las medidas, pero carente de aquella grandiosidad que no nace del gigantismo de los elementos, sino de la unidad luminosa de un proyecto. Un ejemplo es la fachada, que Miguel Ángel concibió como un ciclópico peristilo, formado por cuatro únicas columnas, altísimas, que habrían sido una majestuosa invitación al mayor templo de la cristiandad y no habría turbado la visión de la mole trasera y la cúpula. Maderno, incluso jurando fidelidad al proyecto de Miguel Ángel, realizó una fachada torpe y pesada. Ni siquiera la cúpula corresponde al proyecto original.

Miguel Ángel Buonarroti (Caprese, cerca de Arezzo, 1475-Roma 1564), el denominado artista de la terribilità, definidor del último Cinquecento italiano, falleció el 18 de febrero de 1564 en Roma, y no en Florencia como hubiera sido su deseo. Miguel Ángel murió cuando casi tenía 89 años de edad, y decimos casi ya que su fallecimiento se produjo unos quince días antes de cumplir los 89 años, ya que los hubiera cumplido el 6 de marzo. A pesar de ellos es considerado uno de los artistas más longevos de la Historia.

El 20 de febrero de 1564, dos días después de su muerte el cuerpo de Miguel Ángel Buonarroti es depositado en la iglesia de los Santos Apóstoles en Roma. Pese a ser llamado su sobrino Leonardo no consigue llegar a Roma para despedirse de su tío. Según parece Leonardo llevaba consigo una carta de recomendación del duque Cosme I para el embajador florentino. Tras recoger su gran herencia Leonardo organiza el transporte del cuerpo de Miguel Ángel a Florencia. Temiendo, no se sabe por qué, ser obstaculizado, esconde el cuerpo de Miguel Ángel en un rollo de paños y lo carga sobre un carro con otras mercancías y emprende viaje a Florencia.

El 10 de marzo de 1564, después de tres semanas de viaje llegó a Florencia el cuerpo de Miguel Ángel Buonarroti envuelto en una bala de mercancía, según parece, después de ser substraído de Roma por su sobrino Leonardo. Es depositado en la compañía dell'Assunta, detrás de la iglesia de San Pedro Mayor. Después de dos días de velatorio es transportado, de noche, por los artistas de la Academia, en medio de una muchedumbre inmensa y a la luz de las antorchas a la iglesia de Santa Croce para ser enterrado.

Según la correspondencia del pintor y escultor italiano Daniele Ricciarelli, llamado Daniele da Volterra (Volterra, 1509-Roma, 1566) al también artista Giorgio Vasari, Volterra sintió mucho más que ningún otro la muerte de su maestro y amigo Miguel Ángel Buonarroti. En una carta fechada el 17 de marzo de 1564 le escribe a Vasari: “En este tiempo me encuentro afligido por estar privado tanto del consejo como de la dulzura del maestro; ciertamente pensaba que me dolería mucho su muerte pero nunca tanto, ya que me duele como una llaga abierta”.

El 14 de julio del año 1564, cuatro meses después de ser enterrado en la iglesia de Santa Croce de Florencia, y después de numerosos aplazamientos, se celebrará en la iglesia de San Lorenzo un fastuoso funeral por Miguel Ángel. Según las crónicas de la época la iglesia estaba irreconocible, ya que el tratadista de arte Rafael Borghini, había encargado a todos los artistas florentinos cuadros sobre la vida de Miguel Ángel, para colgarlos delante de las capillas laterales de la iglesia. Al parecer el catafalco era no sólo alto, sino también complicado y extravagante. Al parecer el duque Cosme I no asistió personalmente al funeral, pero fue informado inmediatamente después de la ceremonia por Vasari.

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Según cuentan las crónicas de la época, tras celebrase el funeral por Miguel Ángel Buonarroti en la iglesia de San Lorenzo la caja con el cuerpo del artista fue reconducida a la iglesia de Santa Croce, donde estaba enterrado. Según parece, el mismo Rafael Borghini, organizador de la ceremonia, hizo abrir la caja para comprobar que los restos de Miguel Ángel no habían sufrido daño en los traslados. Rafael Borghini descubrió que el cuerpo de Miguel Ángel estaba incorrupto, cinco meses después de su muerte.

Según cierta documentación histórica, en el año 1700, ciento treinta y seis años después de la muerte de Miguel Ángel Buonarroti, un descendiente suyo, el senador Filippo Buonarroti ordenó un reconocimiento del cadáver. Según parece, también esta vez el cuerpo del artista fue encontrado intacto, vestido con el traje de terciopelo verde a la antigua, y mostrando además un rostro sereno y reconocible.

El libro de pintor, arquitecto y escritor italiano Giorgio Vasari, Vidas de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos (1542-1550) y la biografía de Ascanio Condivi (1552) consagraron la obra y la figura del genial artista Miguel Ángel Buonarroti (Caprese, cerca de Arezzo, 1475-Roma 1564). Pese a sus diversas facetas como escultor, pintor, arquitecto y poeta Miguel Ángel fue, por encima de todo, escultor. Curiosamente los florentinos debían, en su época, pensar lo mismo, y siempre le llamaron “Maestro de la piedra viva”.

Miguel Ángel, pese a no haber nacido en Florencia se consideró durante toda su vida florentino. Quizá por eso, y aunque pasó gran parte de su vida en Roma trabajando en distintos encargos de los sucesivos Papas, se preocupó de dejar a sus familiares y amigos las oportunas instrucciones para ser enterrado en Florencia. Quizá por su voluntad, y porque su sobrino Leonardo sacó su cuerpo a escondidas de Roma, su cuerpo descansa en la iglesia de Santa Croce de Florencia.

En febrero de 1564, apenas muerto Miguel Ángel, Nanni de Baccio Bigio, su envidioso enemigo, no tardó en dirigirse al duque Cosme I para obtener la dirección de la obra de San Pedro. Por desgracia, la dirección le será finalmente concedida, y su intervención traicionará el proyecto inicial de Bramante, que había sido continuado por Miguel Ángel. El artista quería volver a la concepción bramantesca de la cruz griega, coronada, en el medio, por unaa cúpula, pero no lo logró. Por culpa de los predecesores y los continuadores de Buonarroti, la basílica no tiene la perfecta armonía del cuadrado que se levanta en el círculo de una esfera, como Bramante y Miguel Ángel habían soñado.

La grandeza de Miguel Ángel como arquitecto y la importancia de la obra arquitectónica más famosa y grandiosa de su tiempo, la basílica de San Pedro, configuraron los golpes bajos que le dieron, no los usuales líos entre artistas envidiosos, si no un real atentado a su prestigio y amargaron los últimos años de la vida del genial artista. No nos extraña que en la correspondencia de Miguel Ángel a sus familiares y amigos calificara su relación con la obra como la “tragedia de San Pedro", que finalizó con una verdadera derrota, ya que no pudo lograr realizar el proyecto de Bramante, que había hecho suyo.

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Miguel Ángel, fascinado desde siempre por la cúpula de Brunelleschi, había entendido que sólo una construcción aérea parecida habría podido coronar la basílica de San Pedro. Cuando murió, sólo una parte del gigantesco tambor había sido construida. La parte alta no corresponde al proyecto. De las cuatro cúpulas menores sólo fueron construidas dos, mientras que las otras dos fueron reemplazadas por los incongruentes campanarios de Bernini. San Pedro, concebida al alba del siglo XVI como un desnudo gigante juvenil del Renacimiento, se volvió, poco a poco, un mediocre coloso guarnecido y a veces estropeado por las ambiciones del Barroco. Según sus contemporáneos, la muerte liberó a Miguel Ángel del asistir a los últimos actos de su última tragedia, la terminación de la basílica de San Pedro con un proyecto diferente al suyo, que era el original de Bramante.

Dos años después de la muerte de Miguel Ángel, en abril de 1566 murió Daniele Ricciarelli, llamado Daniele da Volterra (Volterra, 1509-Roma, 1566), alumno e intimo amigo de Miguel Ángel. Según las crónicas de la época, en esos dos años que sobrevivió al maestro tanto le echó de menos que modeló, de memoria, dos bustos de Miguel Ángel.

El cubrimiento de los desnudos del Juicio Universal pintados por Miguel Ángel en la capilla Sixtina y ordenado por la Congregación del Concilio de Trento, es completado por el pintor Girolamo da Fano. Otros cubrimientos se realizaron posteriormente, bajo los pontificados de Sixto V, a finales del siglo XVI; y Clemente XIII, en la segunda mitad del siglo XVIII. Pero sorprendentemente lo peor es que pocos años después de la muerte de Miguel Ángel, en el último cuarto del siglo XVI los Papas Gregorio XIII y Clemente VIII pensaron incluso en blanquear con cal toda la pared donde estaba pintado el Juicio Final.

En el año 1574, diez años después de la muerte de Miguel Ángel, es instalada su tumba en la iglesia florentina de Santa Croce. El diseño arquitectónico es obra del mismísimo Giorgio Vasari, gran artista y uno de sus biógrafos. La estatua de la Pintura y el busto de Miguel Ángel son de Baptista Lorenzi; la estatua de la Escultura es de Valerio Cioli; y la estatua de la Arquitectura es de Giovanni Bandini. La Piedad fue en cambio pintada por Baptista Naldini, en lugar de ser esculpida.

La ajetreada e interesante vida del genial Miguel Ángel no pasó desapercibida para la literatura, y fue transformada en una novela por el escritor Irving Stone. La biografía de Miguel Ángel apareció así novelada bajo el título de El tormento y el éxtasis. Ésta novela sirvió además de base para que la vida de Miguel Ángel fuera llevada al cine con una película titulada igual que la novela de Irving Stone, e interpretada por Charlton Heston.

Uno de los autores esenciales del Renacimiento italiano, Ludovico Ariosto (Reggio Emilia, 1474-Ferrara, 1533) escribió refiriéndose a Miguel Ángel que era “más que mortal, divino”. Ya durante su vida el epíteto divino le fue extensamente aplicado a Miguel Ángel, debido sobre todo a su extraordinario talento. Dos generaciones de pintores y escultores italianos, tanto contemporáneos como posteriores, desde Rafael a Tiziano, admiraron su manera de tratar el cuerpo humano.

Referencias a Miguel Ángel han aparecido a lo largo de la Historia, por ejemplo, una crónica del siglo XVIII recoge como en el año 1740, entre los puertos de Livorno y Civitavecchia se hundió un barco, en cuyo naufragio se perdió además el ejemplar de La Divina Comedia ilustrado a

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mano por el mismísimo Miguel Ángel. Según parece este ejemplar de la obra era propiedad del escultor y arquitecto florentino Antonio Montauti.

Otra referencia al genial artista Miguel Ángel Buonarroti, ésta curiosa de verdad, apareció en el último cuarto del siglo XIX. Parece ser que en el año 1879, al ser removida la antigua cornisa del fresco de la Piedad de la iglesia de Santa Maria a Marcialla en Florencia, pintado por Miguel Ángel en el año 1495, salió a la luz las siglas de éste genial artista: BMF, Michelangelo Buonarroti Florentino, Miguel Ángel Buonarroti florentino.

Todos aquellos que tuvieron la suerte de conocer a Miguel Ángel Buonarroti destacaron de él que estaba obsesionado por su trabajo, lo que incluso le llevaba a ser una persona huraña e intratable, e incluso desaseado. Al parecer no le importaban las comodidades y los lujos que, su genio como artista, le podían proporcionar. Lleno de vigor, y de un especial carácter sus contemporáneos le apodaron Il Terribile, “El Terrible”.

A lo largo de su dilatada vida, Miguel Ángel Buonarroti fue amigo de príncipes y Papas, poetas, pintores, escultores y artistas en general. Desde Lorenzo de Médicis, su primer mecenas al duque Cosme I de Médicis. Los Papas: Julio II, León X, Clemente VII, Paulo III, Pío III. A pintores, como su primer maestro Ghirlandaio, Rafael, Leonardo, Daniel da Volterra,… Arquitectos como Bramante o Sangallo. Poetas, filósofos y científicos, desde Savonarola a Copernico.