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1 ANA Y LEO De Eugenio Griffero. ESCENOGRAFÍA: Cámara oscura, espacio similar al de una sala de ensayo. Por los laterales entran los personajes. Pared posterior un gran reloj redondo con números romanos que ilumina con luz pálida el lugar. Elementos escenográficos dispersos. PERSONAJES: Leo: Hombre. 22 años. Bufón-ayudante del “Gran Antolín”. Delgado, alto, fibroso, aspecto saludable. Ana: Mujer. 20 años. Ayudante de “Hermida el Rengo”. Vivaz, menuda, muy agradable, juguetona. Sensualidad exquisita.

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ANA Y LEO De Eugenio Griffero.

ESCENOGRAFÍA: Cámara oscura, espacio similar al de una sala de ensayo.

Por los laterales entran los personajes. Pared posterior un gran reloj

redondo con números romanos que ilumina con luz pálida el lugar.

Elementos escenográficos dispersos.

PERSONAJES:

Leo:

Hombre. 22 años. Bufón-ayudante del “Gran Antolín”. Delgado, alto,

fibroso, aspecto saludable.

Ana:

Mujer. 20 años. Ayudante de “Hermida el Rengo”. Vivaz, menuda, muy

agradable, juguetona. Sensualidad exquisita.

2

Por lateral izquierdo entra Leo empujando un baúl vestidor con pegatinas

de distintas ciudades, Paris, Londres, Viena… El Baúl vestidor cubre todo el

cuerpo y deja libre la cabeza.

Leo: (Vestido con una malla negra, un sombrero hongo negro. Lleva

zapatillas de basket.) Por suerte me ayudaron a poner estas rueditas para

poder manejarlo mejor… el peso es tremendo… (Mira el reloj) Son las

5.20… el otro ya tendría que estar aquí… Soy puntual y voy a imponer

puntualidad… Es el primer encuentro… ¡Caramba! tendría que haber

llegado a horario… esta impuntualidad… Le voy a dar una lección… me va a

encontrar vestido…

(Se coloca detrás del baúl-vestidor, abre las puertas y se disfraza

poniéndose su ropa trabajosamente. Mientras explica)

Leo: El Sindicato de Cómicos me envió a este edificio armado de salas de

ensayo… Creo que quieren hacer varios sketch o por lo menos eso me

enteré… porque pedían algunos conocimientos de circo y teatrales…

(Termina de vestirse, se coloca un pompón rojo en la nariz. Se desplaza al

lateral del baúl y el público lo ve. Cuello de plumas blancas, cuerpo ancho,

imitando el de una gallina, con los brazos colocados en las alas. Por la

parte anterior, las patas amarillas y las garras flotan sobre las piernas y las

zapatillas de basket. Camina en el escenario como una gallina, pica en el

suelo, levanta una pata, mira al público y distintos lugares con

movimientos espasmódicos, pero canta como un pato…)

Leo: Cuac, cuac, cuac, cuac…. Esto de estar acá… sin saber bien para que…

me fastidia. El “Gran Antolín”, anunciaba que el circo moría por lo costoso

de los seguros de las carpas, lo costoso de mantener a los animales… Tenía

razón… (Mirando el reloj) ya van 10 minutos más… ¡Esto es una falta de

respeto! ¡Yo me voy!

(Vuelve detrás del baúl vestidor, comienza a quitarse los ropajes de

gallina. Se detiene. Colocándoselos de nuevo)

Leo: No puedo irme… Con la dificultad que hay para conseguir trabajo…

que no haya llegado todavía… ¿Para que formaran equipos de gente con

conocimientos de circo y posibilidades teatrales? Sólo tenemos una

3

semana para preparar un micro espectáculo y mi compañero es

impuntual… ¿Será de circo? ¿Sera actor?...

(En ese instante entra Ana por el lado opuesto. Lleva una remera blanca

ceñida con margaritas, jeans y zapatillas y su cabello rubio dorado está

peinado en dos coletas detrás de sus orejas. Se detiene)

Leo: (Sorprendido) ¡Una chica!

Ana: De lejos pareces mayor… ¿Cuántos años tienes?

Leo: Tendrías que haber llegado a las 5 en punto…

Ana: …Llegué a las 5 menos diez y al no ver a nadie fui a tomar un café al

lado… Te vi pasar arrastrando tu baúl vestidor pero no te reconocí… creía

que eras personal de mudanza… El Sindicato de Cómicos me mandó a esta

que es la Sala 7 y que estuviera a las 5 en punto. Llegué antes... Podemos

quedarnos bastante tiempo…

Leo: A mí nadie me dijo que podíamos quedarnos más que dos horas y me

dijeron la hora de comienzo del ensayo… No me gusta que haya

impuntualidad…

Ana: ¿Tú eres Leo, no?

Leo: ¿Y tu nombre? ¿Trabajaste en algún teatro o sólo como bufón de

algún payaso? ¿Es tu primera experiencia?

Ana: Sólo como bufón… soy una de las pocas bufones que existen… mi

nombre es Ana… ayudaba a “Hermida el Rengo”

Leo: Por lo tanto no trabajaste en teatro… Nunca oí hablar de ustedes…

¿Cómo me conoces?

Ana: “El Gran Antolín” y vos eran los payasos más reconocidos…

trabajaban en grandes ciudades… en cambio nosotros trabajábamos en los

pueblos…

Leo: ¿Y nos viste alguna vez? ¿Dónde?

Ana: Una vez en Milán y otra en Berlín…

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Leo: Berlín… que gala…

Ana: Para llegar a Berlín tuve que viajar 7 horas en tren, al llegar, habiendo

un atasco tuve que correr para sacar la última entrada en la última fila

junto al techo de la carpa… pero no quería perderme el ver al Gran Antolín

y a su ayudante…

Leo: Te agradezco mucho, “El Gran Antolín” lo merecía… Yo recibía las

cachetadas, los empujones, quejándome del maltrato en forma risueña.

Ana: Nunca vi a un ayudante tan importante como vos…

Leo: Gracias, gracias… pero sólo “El Gran Antolín” Brillaba en el

espectáculo…

Ana: Para el gran público quizás si… pero para otro ayudante como yo, tu

trabajo era impecable… Desde lejos parecías mayor… A veces te sentía

como viejo y cansado…

Leo: Eres muy gentil, serás mi ayudante…

Ana: (Con picardía) Tenemos que decidir quién es el personaje principal y

quien el ayudante… y que haremos… Me parece confuso que hayan

solicitado antecedentes de circo y actorales… Querrán un espectáculo que

no sea para chicos…

Leo: Es evidente… y no se me ocurre que presentar… Dieron una semana

para la elección de la pareja que formará el proyecto… Ojala nos elijan,

pero aun no sé exactamente que piden…. De circo podríamos, pero lo

actoral…

Ana: Mientras hablaba con el iluminador escuché una gallina… y te veo a ti

ahora vestido…

Leo: Si… esto es una de las ayudas que ofrecía a “El Gran Antolín” ¿Qué te

parece?

Ana: Que bien te queda… Lo interesante es que gritás como pato… cuac,

cuac, cuac, cuac… quizá si remarcaras con más blanco tus ojos… ¿Cómo

podría agregarme en este momento?

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Leo: Corriendo acompañada por música y girando a la vez… ese podría ser

el comienzo de algún sketch… (Se oculta y se quita el disfraz, en tanto lo

hace pregunta) ¿Qué pasó con “Hermida el Rengo”?

Ana: Envejeció… Nunca se quitaba el maquillaje y en los últimos meses

agregaba cremas y colores a su cara ya maquillada y se mostraba ante el

público como extrañado de verlos… nuestro negocio iba muy mal,

estábamos en pueblos con huelgas y problemas en fábricas y si no hay

dinero en las casas… los padres no traen a sus hijos al circo… Durante una

semana no se quitó el maquillaje y era un monstruo… Una mañana el

dueño me lo explicó y llevamos a Hermida a un Hospicio. No lo aceptaron

no había lugar.Volvimos por la noche, le arropamos mucho y lo dejamos

sentado en una silla con la mirada perdida en la puerta. Yo lloraba

mientras nos alejábamos del lugar donde quedó mi maestro… En el

siguiente pueblo el jefe vendió el elefante, que con los 3 renos eran los

únicos animales que teníamos en el circo… los equilibristas trabajaban en

esos cuernos haciendo mil piruetas y el dueño del circo nos dijo esa

noche: “El circo cierra, las deudas son grandes y mandé matar a los 3

renos para comerlos” Sólo él pudo comerlos, ninguno del equipo del circo

lo hizo, Compramos sanguches y el dueño tiró el resto de carne y hueso a

los perros. Yo tenía que buscar otro circo… Mientras comía mi sanguche

lloraba, rota de dolor, pensando en mi maestro sentado en la silla…

Leo: ¿Trabajabas con perros?

Ana: No, los perros flacos siguen al circo, al igual que las gaviotas a los

barcos, pretendiendo comer de nuestros restos…

Leo: (Mirando al público asombrado) Perros siguiendo al circo como

gaviotas…

Leo: Tenemos una semana para armar un espectáculo… ¿Qué sabes hacer

vos? Pedían conocimientos de circo y posibilidades actorales…

Ana: Lloro sin parar… (Comienza a llorar. Llorando salen de dos margaritas

que tiene en sus pechos dos chorros de agua que mojan a Leo)

Leo: Me gusta, me gusta…

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Ana: Además bailo… Y soy maga…

Leo: ¿Maga?

Ana: ¿Tienes un mazo de cartas?

Leo: (Busca en su baúl, toma un mazo nuevo de cartas, retira el envoltorio

y se las entrega. Ella con mucha gracia extiende las cartas como abanico y

baila un tipo de jota española alrededor de él de forma muy graciosa. Se

detiene)

Ana: Ya embrujé las cartas… (Se las entrega) expándelas en abanico y

escoge una carta sin sacarla y recuérdala. (Vuelve a girar alrededor de él)

Leo: Ya la tengo…

Ana: Mírame Leo. Mírame fijo. Cierra el abanico y corta sobre mis manos 2

veces el mazo. (Él lo hace y Ana le devuelve el mazo a Leo) Vuelve a armar

el abanico. Busca tu carta…

Leo: (Buscando…) No la encuentro…

Ana: ¿En qué zona del abanico la viste?

Leo: En la izquierda…

Ana: Busca con mucho cuidado ahí…

Leo: No está… ni en el centro ni en la parte derecha…

Ana: (En forma muy graciosa, algo sensual, encantadoramente infantil)

Que pena, que pena… se escapó tu carta…

Leo: (Asombrado) Sí… no está…

Ana: (Lo mira con gran encanto.) Magia… (El sonido de esta palabra tiene

un acento peculiar. Entre sensual e infantil) Busca en tu bolsillo derecho…

Leo: (Introduce la mano en una raja de la malla. Asombrado saca la carta)

¿Cómo lo hiciste?

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Ana: (Misma forma que anteriormente) Magia… (Le entrega una bolita

roja) Apriétala fuerte entre las dos manos con mucha fuerza… Cierra los

dos puños, en uno de ellos estará la bolita… ¿Es así?

Leo: Seguro… ¿En cuál?

Ana: (Señala una mano) En esta…

Leo: (Lo abre, sonriendo) No está… (Abre la otra. Se asombra) Tampoco

está…

Ana: (Ella acerca su mano y saca la bolita roja de la oreja de Leo. Mismo

tono) Magia…

Leo: No, Ana, no… ¿Cómo lo hiciste?

Ana: Magia Leo…

Leo: Debes contarme como lo hiciste… (Ana le estrecha la mano, la retira y

él queda con un ramo de flores de papel. Leo se asombra)

Ana: (Baila alrededor de él con gran sensualidad) Es magia, magia, magia…

(Se detiene. Mira seriamente a Leo) ¿Por qué el “Gran Antolín” lo hizo

frente al público?

Leo: Vivía muy angustiado… había oído un anuncio de cierre de nuestro

circo y él casi nació en ese circo… Los costos eran muy elevados para

mantenerlo y se acababa el trabajo a fin de mes…

Ana: Su espectáculo de las mariposas era maravilloso…

Leo: Tenemos que buscar formas de sobresaltar al público… hacerlo reír…

¿Qué te parece lo de mi disfraz de gallina de gallina-pato?

Ana: No se… te diría que no… Eso de andar corriendo y largando huevos

gritando como un pato… cuac, cuac, cuac… me parece que no va… sería

risueño para circo pero creo que…. No va… Me gustaban mucho los

monólogos del ”Gran Antolín”… ¿Recuerdas alguno?

Leo: Los escribía yo…

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Ana: (Enorme asombro) ¿Vos? Estamos salvados entonces… Las

mariposas y los monólogos eran lo más interesante del “Gran Antolín”

Tengo una memoria tan enloquecida que recuerdo los monólogos de

“Mujer cabal” y “La enana” como si los estuviera viendo ahora… Mi

memoria es enfermizamente fijadora… y recuerdo cada letra de esos

monólogos…

Leo: De ser cierto… los incluiríamos… al menos el de “Mujer Cabal” y yo

haría el de “La Bañera”…

Ana: No conozco el de “La Bañera”… si fallo en algo en “Mujer Cabal” ¿Me

ayudarías vos…?

Leo: Si, si, si… te ayudaría y te corregiré todo lo que pueda… y entre los

monólogos podemos meter algún juego de tu magia… Además podemos

bailar… algo tipo Charleston…

Ana: Sí, Yo tengo unos aros que al girar, cuando suben hacia mi cuello y

bajan hacia mis pies van cambiando de color… Los monólogos los vi en

esas dos ciudades nada más… En síntesis, tenemos, monólogos, magia

mía, baile juguetón… yo creo que son bastantes cosas… Tenía que tener

una hora de duración…

Leo: Buena idea agregar los monólogos… La magia la meteríamos entre los

monólogos… ya estamos armando poco a poco el espectáculo…

Ana: ¿Y las mariposas de Antolín? ¿Podríamos agregarlas?

Leo: “El Gran Antolín” fabricaba las mariposas todas las noches. Trozos de

papel de muchos colores que brillaban ante los receptores de luz, los

envolvía en una madera muy liviana y una goma que los ataba. Les

agregaba rayas con pinturas fluorescentes… eran bellísimas. Yo siempre le

pedía desde mi camastro que dejara de hacer las mariposas y descansara y

él me decía: “El descanso es para los jóvenes. Duérmete.”

Ana: ¿Sabes hacerlas?

Leo: No… me quedaba dormido… y él se quedaba hasta la madrugada

haciendo cientos de mariposas… Cuando él abría su chaqueta se liberaban

las gomas que ataban a los papeles y volaban las mariposas… cientos de

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mariposas… yo era el que más se asombraba de ese juego de colores…

Después yo tiraba caramelos a los niños y él me disparaba un pistoletazo

en la nuca.

Ana: (Asombrada) ¿Cómo lo hizo frente a niños?

Leo: Esa noche, la función fue soberbia, al caer yo al suelo por el sonido

del balazo, me extrañó porque escuché el “PUM” de diferente forma.

Incorporé un poco la cabeza y vi que los espectadores escapaban del circo,

giré y vi la pistola en la boca del “Gran Antolín” que estaba en el suelo con

la cara roja por la sangre . Quedé aturdido… sentado en la arena… todos

corrieron hacia él… a los pocos minutos abrieron las cortinas posteriores

del circo y entró una ambulancia que se detuvo frente a mis ojos. Yo

quedé deslumbrado… lo cargaron en la ambulancia y salieron por la parte

de atrás del circo. Todos comentaban. Apagaron las luces y yo seguí en el

suelo, sobre la arena.

Ana: Que horrible…

Leo: A la mañana siguiente, los equilibristas entraron temprano para hacer

un nuevo salto y me vieron sentado con la mirada atontada… Me llevaron

a nuestro carromato y habían robado todos los cuadros y las mandolinas

de Antolín… me dejaron solo… pase horas ahí… Cuando comenzó la

música de ese día anunciando el comienzo de la función me incorporé

asustado porque no me había maquillado. El dueño del circo entrando en

el carromato me dijo: “Leo, tienes que buscarte otro lugar” y dejé el

circo… y los vi marcharse a la mañana siguiente… nadie me saludó… y

comencé a buscar lugares para trabajar… hasta que el Sindicato de

Cómicos que me mandó a este lugar… Es cierto lo que Antolín anunciaba…

Ana: ¿Que anunciaba?

Leo: “El circo muere, Leo, hay que prepararse…”

Ana: Será porque soy joven… pero... no me imagino a “El Gran Antolín”

anunciándote el fin del circo… demostrándote también su temor…

Leo: Era muy inseguro… Su genio sólo aparecía cuando la cara era blanca y

salía al ruedo…

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Ana: Antolín tímido… jamás podría pensarlo… ¿Consideras que se suicidó

porque veía ya la muerte del circo?

Leo: Su vida estaba limitada… el circo lo sostenía… al creer que el circo

caería… probablemente si…

Ana: Antolín suicida… por miedo… ¿Y nosotros que recién comenzamos…?

Leo: ¿De dónde eres Ana?

Ana: Siempre viví en el campo… lejos del pueblo… Al vivir aislados, mi

madre era mi maestra, se dedicaban al cultivo de trigo y la crianza de

caballos… Tuve una infancia solitaria. Dos veces al año pasaba por la zona,

pero alejados de la casa, un circo. Mis padres veían la función del viernes y

volvían a verla el sábado si yo podía, ya que, para atraer a gente, muchas

veces ese mismo teatro traía espectáculos que mis padres consideraban

que no eran para mí. El campo de mi padre comenzaba exactamente

donde terminaba una montaña… si vieras… los 60 metros anteriores a la

entrada del campo, la montaña se replegaba sobre si y formando un techo

que nos cubría como una galería natural. Por un lado la montaña y al otro

lado el arroyo. El techo estaba lleno de murciélagos y la pared lateral de

musgo y helechos. Era bellísimo pasear debajo de ese techo natural…

Leo: A mí me asustaría ver a los murciélagos…

Ana: Hace casi cuatro años, un viernes muy tormentoso mis padres

decidieron ir al circo y yo esperaba que me permitieran ir con ellos el

sábado. La hija del cuidador de caballos, Vera, vino a acompañarme

porque me asustaban las tormentas. Mis padres partieron hacia el circo y

juntas entramos unos leños para echarlos al fuego ya que la tormenta

estaba creciendo. Al cerrar la puerta el trueno fue enorme y me abracé a

ella. Hicimos dibujos, nos disfrazamos… Vera era dos años mayor que yo.

Nos quedamos dormidas junto a la estufa.

Leo: Uno de mis sueños es tener algún día una casa con una estufa y

dormir junto a ella una noche de lluvia…

Ana: Nos despertamos con un sol radiante, desayunamos y vimos gente

pasear alrededor de la casa mirando hacia dentro. Nuevamente con gran

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terror me abracé a ella y Vera abrió la puerta. Preguntaban por los dueños

de la casa. Vera respondió que habían ido al circo y que no habían vuelto.

En ese instante ambas nos aterramos, el techo formado por la montaña se

había desprendido… no era un ruido del trueno el que nos asustó la noche

anterior sino que fue el derrumbe del techo al caer… Las personas eran

policías, nos indicaron que si mis padres no volvían en el día tendrían que

buscarlos debajo del techo caído…

Leo: ¿Imaginaste que…?

Ana: Sí… El sábado fue terrible para mi… hasta la gente del circo se acercó

a ver el derrumbe… y comieron en mi casa atendidos por la madre de

Vera… Ese mismo sábado, con palas y con máquinas excavadoras

buscaron y los hallaron. Colocaron a los dos cuerpos en el mismo cajón y

yo quedé al cuidado de los padres de Vera. No tenía más familiares… Tres

meses más tarde volvió el circo y pasaron a saludarme. Hermida preguntó

si me gustaría trabajar para él… Los padres de Vera eran muy sencillos y

pidieron consejo al alcalde del pueblo. Arreglaron papeles para que yo

siguiera siendo la dueña y ellos arrendatarios y me fui con Hermida,

aprendiendo los rudimentos de ayudante de circo. Leía siempre las

fantásticas críticas de “El Gran Antolín” y me prometí conocerlo…

Leo: Que vida fuerte fue la tuya…

Ana: De no ser por el circo…. No se…. No se… ¿Cómo entraste vos al circo?

¡Y con Antolín…!

Leo: También mis padres vivían en el campo, pero mi papá es dentista del

hospital y en el pueblo tiene su consulta. Mi madre es profesora de

cerámica y directora de un colegio para niños en el pueblo… Son muy

bohemios. Papá trabaja hasta los jueves al igual que Mamá y pasamos de

jueves a lunes en nuestra casa del lago en donde nadamos, pescamos y

continuamente escuchamos música… Mamá tiene ahí su atelier. Antolín

era paciente de mi padre, cuando él venía a casa yo hacía todo tipo de

piruetas y me dijo que servía para el circo. Les comenté a mis padres que

no seguiría ninguna carrera pero que trabajaría con Antolín en el circo.

Papá, más liberal que Mamá, me ayudó en la decisión y con 16 años partí

con Antolín…

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Ana: ¿Qué edad tenes?

Leo: 22… ¿Y Vos?

Ana: 20 años…

Leo: Tendríamos que ensayar los monólogos… y reconocer si tu memoria

es tan buena… No sé si me impresionará tu monólogo, lo que me

impresiona es tu magia…

Ana: (Juguetonamente) ¿Ah, sí? Mírame a los ojos Leo… Fijo, más fijo…

Cierra un segundo los parpados… ábrelos…

Leo: (Asombrado) ¿Ana, donde estás…?

Ana: (Desde un costado) Estoy Leo, estoy…

Leo: Te escucho dentro de mi cabeza pero no te veo…

Ana: (Gira por el escenario. Se rozan apenas una o dos veces) Tendrás que

girar y buscarme…

Leo: Pero tu voz no me guía…

Ana: Magia, Leo…

Leo: ¿Dónde estás?

(Ana Se planta delante de él y chasquea los dedos. Leo la ve)

Leo: (Con cara de asombro) ¿Desapareces?

Ana: Algo así…

Leo: Repetilo nuevamente…

Ana: Mírame, cerra los ojos… No los abras… (Se aleja) ¡Ya!

Leo: (Asombrado) ¡Es fantástico, Ana! ¿Desaparecerás frente al público?

Ana: Frente a todos no, pero para la mayoría sí… No es para volver a

repetirse como en tu caso, porque más de uno no va a cerrar los ojos y no

producirá el efecto… y se dará cuenta…

Leo: ¿Cuenta de qué?

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Ana: (Se sonríe, con mucha gracia pasa la mano por la mejilla de Leo) ¡Que

desaparecí!

Leo: ¿Desapareces siempre que queres?

Ana: Si… Leo… ¿Sos virgen?

Leo: ¿Y esa pregunta?

Ana: Me interesa saber si sos virgen…

Leo: Si… ¿Y vos?

Ana: La pregunta por la virginidad fue mía… y movió el interés de tu mente

el enterarte si yo lo soy… No tengo necesidad de responderte…

Leo: Sos complicada ¿eh?... Bueno… ¿Que recordas del monólogo de

“Mujer Cabal”?

Ana: Necesitamos una silla, que yo me coloque un trapo en la cabeza

como las limpiadoras de las casas, que me coloque un batón, que me

levante los jeans hasta la altura de la rodilla para dar más sensación de

tener falda y usar chancletas…

Leo: Todo eso lo tenes… Remangate los jeans (Va a su baúl, saca las

chancletas, una peluca roja con un pañuelo blanco de genero blanco con

redondeles rojos incorporado. Un batón. Un par de anteojos de carey

grueso blanco y vidrios verdes. Vuelve) La silla la tenemos acá… Sentate

que te ayudo a ponerte todo (La ayuda a caracterizarse. Leo se aleja.)

¿Cómo era el monólogo?

Ana: Era una madre loca por la limpieza que odiaba a su marido, que era

grosera y tenía conflictos con su hija…

Leo: Como síntesis perfecta… tenes 20 años… como haces con tu voz para

dar la voz de una persona mayor, desbordada, desaforada… limpiando la

silla… Falta la franela… (Va al baúl a buscarla)

Ana: ¿Te lo digo antes sin actuarlo o lo tengo que actuar?

Leo: ¿Podrías decirlo sin actuar?

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Ana: No, creo que me saldría más actuando… Tengo que concentrarme

Leo…

Leo: Lo que más te va a costar va a ser la voz… (Ana vuelca la silla, se

monta sobre ella y comienza a lustrar con fuerza los barrotes)

Ana: “Hoy me quejé a mi marido. Y él me dijo: “

Leo: (Interrumpiendo) Voz más gruesa Ana, más rabia. Lustrando y

mirando al público… Te quejás comentando hacia el público… pero la voz

más gruesa… Repetí…

Ana: “Hoy me quejé a mi marido. Y él me dijo:

- Si no querés limpiar, no limpies. A mí me da lo mismo.

A él sí, pero a mí no. Si fuera por él viviríamos en la roña. No le importa

vivir en un chiquero.”

Leo: (Asombrado) Te acordas del texto… perfectamente…

Ana: Leí pocas cosas, pero el monólogo me gustó y lo repetía todos los

días…no se porque lo hacía… quedó grabado en mi… y nos encontramos…

Leo: No me dirás que sos bruja…

Ana: No se Leo… pero no se porque repetía siempre ese monólogo… le

llamaba la atención a Hermida. Decía que quería ir a trabajar con Antolín,

pero no se porque lo repetía…

Leo: Que mujer rara sos Ana… desapareces, tenes la memoria para un

texto mío… esto parece un cuento de hadas…

Ana: Pero me acuerdo del texto… seguro fallaré en algo, pero me

acuerdo… Creo que en la vida hay situaciones, como esta, que unen a dos

personas…

Leo: Vamos… vas a decirme que teníamos que encontrarnos…

Ana: A vos si te diría que teníamos que encontrarnos, a otros no…

Leo: ¿Por qué a mí sí?

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Ana: Hay muchas cosas que la mente no puede entender…

Leo: Filosofa también… Bueno… al texto…

Ana: Bien, empiezo, Cortáme cuando pierda la voz solamente…

“Hoy me quejé a mi marido. Y él me dijo:

- Si no querés limpiar, no limpies. A mí me da lo mismo.

A él sí, pero a mí no.

Si fuera por él viviríamos en la roña. No le importa vivir en un chiquero.

Total, la que se pasa todo el día en casa soy yo.

Leo: Muy bien… poné el cuerpo más tenso y fregá con la franela con más

fuerza y gritá con más fuerza…

Ana: “Hoy me quejé a mi marido. Y él me dijo:

- Si no querés limpiar, no limpies. A mí me da lo mismo.

A él sí, pero a mí no.

Si fuera por él viviríamos en la roña. No le importa vivir en un chiquero.

Total, la que se pasa todo el día en casa soy yo.

Pues bien, yo establezco: limpio y se acabó.

Limpio porque a mí me gusta , no porque él me lo pida.

No tiene ningún derecho sobre mí.

Soy libre. Una ciudadana libre.

…Mi marido… yo decido todo en casa. Yo gobierno. No puedo confiar en

él. No sirve.

Leo: El “No sirve” decilo con más fuerza…

Ana: “No sirve.

Yo impuse que el nene estudiara y que la nena no entrara en el

secundario. Para una mujer la escuela primaria es suficiente. Le enseñan

demasiado.

Leo: Gira la silla y frota otra parte

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Ana: (Lo hace)

Mi hija se casará bien, con un muchacho de buena familia y tendrá todo

solucionado.

Leo: Repetí dos veces “Todo solucionado”

Ana: Mi hija se casará bien, con un muchacho de buena familia y tendrá

todo solucionado. Todo solucionado. (Queda un segundo titubeando)

Leo: El nene tiene que estudiar…

Ana: El nene tiene que estudiar: él será cabeza de hogar y es distinto.

Para una mujer el primario basta. Yo no terminé el segundo grado en la

primaria de las monjitas y muevo una casa.

Ella va a ser diferente a mí. Va a ser mejor. Sobre todo mejor que yo…

Leo: Esa frase no es mía pero queda muy bien, continua… Yo estoy

aburrida de…

Ana: Si, si, ya se…

Yo estoy aburrida de ser una bestia de carga. Todo el día fregando y

lavando. Lavando y fregando…y después durmiendo. Para que a la noche

llegue el rey del hogar y se tire en la cama y haya que servirlo como un

pachá. ¡Me harta!

Leo: Más fuerte…

Ana:(Enfatizando) ¡Me harta!

Si yo en esa cama pudiera tener otros placeres, aparte del de la comida…

tal vez lo aguantaría.

Pensándolo bien, Placeres con otro. No con eso…

Las monjitas me fundieron el cerebro.

Por suerte escapé en segundo grado.

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Nuestra cama sólo sirve para sus picnics… Al rey de la casa le gusta comer

acostado y la reina de las sirvientas tiene que atenderlo a él y a sus dos

hijos… si no fuera por los nenes…

Leo: La nena ayuda…

Ana: Por suerte la nena me ayuda. No voy a molestar al varón en la cocina.

Se corren riesgos… mejor que el nene practique pesas o que hable de

política con sus amigos…

La nena, muda.

Leo: “Muda” Con mucha fuerza…

Ana: ¡Muda! Preferentemente muda y amiga de los amigos de mi hijo que

serán universitarios…

(Burlona) El rey de la casa me quiere someter. Viejo tonto y mediocre,

incapaz de pensar en nada.

Su único pensamiento lúcido, lo largó cuando cumplimos dieci… diez…

bueno trece años de casados.

Ese día me invitó a comer afuera. ¡La única vez en la vida que comimos

afuera! Y me dijo delante del camarero… para lucirse… Pedí un plato

diferente de los que haces en casa, para aprovechar el restorán.

El camarero lo miró con lástima

Leo: “Lastima” con fuerza

Ana: El camarero lo miró con lástima y él, mi esposo, se sintió feliz.

Había expresado su más brillante pensamiento. ¡El prócer!

Yo pedí chuleta a la plancha con ensalada mixta que como todos los días

¡Y la comí con placer!

Al prócer, se le atragantó la idea. Y le reventé el aniversario.

Leo: Reventé con fuerza…

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Ana: Y le reventé el aniversario. En toda su vida de casado tuvo esa sola

ideíta brillante.

Brillante para su cerebro. Después estupideces nada más. Boberías. Es una

máquina de decir estupideces.

Y siempre con expresión de cansado… de asustado por todo.

Vive asustado.

Temiendo al gobierno que sube, recortes dice, temiendo al gobierno que

baja, temiendo al gobierno estable… ¡Temiendo siempre! ¡Qué manera de

temer!

Es un temor pegajoso, casi vivo… como chicle.

¡Mi marido es un reverendo cagón!

Tiene miedo a salir de casa. Preferentemente esto le ataca con fuerzas los

días lunes. Comienza la semana con un temor que espanta.

Hay que vestirlo, peinarlo, calzarlo… y elegirle la corbata… ¡Porque tiene

un gusto!

Leo: Coloca expresión de asco como si el gusto fuera horrible…

Ana: ¡Porque tiene un gusto!

Y después echarlo con fuerza a la calle. Se agarra a los muebles y grita que

tiene miedo. ¡Qué lunes! Que no quiere salir… que no lo empujemos.

Me marca todos los muebles con sus manazas…

Leo: Separa cada palabra…

Ana: Me marca todos los muebles con sus manazas… ensucia las paredes,

raya los pisos…Hay que arrastrarlo como a una bolsa de basura y abrir la

puerta y tirarlo con brutalidad a la calle.

¡Afueraaa… afueraaa! ¡A ganar el pan, miserable!

Leo: Gritando:

Ana: ¡Afueraaa… afueraaa! ¡A ganar el pan, miserable!

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A tu trabajito ridículo en la oficina…

¡Marmota!

Pobre hombre. Pobre tipo… ¡Pavote!

Si yo hubiera sido hombre… habría salido a la calle como un triunfador. Y

no como esta lagartija asustada, padre de mis hijos, rey de mi hogar.

¡Ratón!

Su trabajo en una oficina de mala muerte con poca luz y nada de futuro y…

dos deditos para escribir a máquina.

Sólo dos deditos.

Leo: Marcá los deditos…

Ana: Sólo dos deditos.

Jamás pudo escribir con los diez dedos.

¡Si será inútil!

Nunca pudo escribir con los diez dedos.

Pero en casa sí. Todos los deditos en los muebles. Todos los lunes y otros

días marcando los muebles en nuestra pelea para echar al rey a la calle.

“Tengo miedo a la calle” dice él. “Tengo miedo a empezar la semana” dice

él.

Y nosotros meta empujarlo. El nene y la nena me ayudan… hasta el perro

le ladra. Al perro lo adiestramos, para ese momento.

¡¡¡A la calle!!! ¡¡¡GUAU, GUAU!!!

¡Nooo!

Y así casi todos los días. Si será cretino.

Las palabras no pueden describir ese momento. Un papelón.

El nene hace fuerzas y él… (Deja de limpiar y piensa)… con los años me

pregunto si mi marido es humano.

A veces creo que es vegetal, como lechuga. Lechuga con seborrea.

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El Boby… ¡le ladra de una manera…!

Nos costó una fortuna amaestrarlo en una academia. Vendí el anillo de

mamá para eso.

El perro lo odia. Lo ve y gruñe.

(Mira la silla)… ¿No es una lindura?

Con el tiempo me doy cuenta que el amor, el verdadero amor, es el

respeto por el mueble.

Por el mueble limpio. (Besa la silla)

Mi marido no sirve para nada.

Y yo todo el día fregando y limpiando la grasa de sus manos. Y a la noche,

rendido de poner tres sellos, el rey vuelve de la oficina y se tumba en la

cama y bufa como un buey cansado…

¡¿Cansado de qué?!... ¡¡¡Verdura!!!

(Se separa de la silla) Estoy cansada de atender a todos. De vivir esta vida

de loca encerrada que organiza todo para que los demás vivan fuera de

estas paredes.

¡Maldita vida! ¡Maldita casa! ¡Estoy harta ¡ ¡Estoy podrida!... de TOOODO!

(Ella misma se corrige) ¡TODOOOOOOO!

Mi chica no pasará lo mío. Ella encontrará un candidato que la mantenga.

No como yo que me casé con este inservible… solamente por… estar

enamorada. ¡Estúpida! No me lo perdonaré nunca.

Mi hija se salvará. Voy a ayudarla a buscar alguien de bien. No un, un, un,

…uno como su padre.

Por suerte mi hijo es distinto a él. El nene será doctor y elegirá a la mejor

chica del mundo.

(Leo se sienta en el piso asombrado)

Una mujer llena de plata. Alguien que le solucione todo en su vida.

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¡¡¡Así será!!!

A la que tengo que cuidar es a mi hija. El otro día me vino con eso de

libertad sexual para la mujer. Igualdad para los sexos.

¡Está loca! Le reventé la cara a tortazos hasta hacerla sangrar, salpicó

todo.

Ese día tuve doble trabajo con las paredes y los muebles. Limpiar la grasa

del padre y la sangre de la hija.

¡Me equivoqué, tendría que haberla mandado con las monjitas!...

¡¡¡VIRGEN!!! ¡Qué libertad sexual! ¡¡¡Virgen estúpida!!! Virgen para pescar

un hombre digno.

¡Arrastrada!... Digno…

Es el nene y sus amigos que la llenan de ideas… tontas.

(Sube a la silla y extiende su brazo con el trapo hacia adelante.)

Ya va a aprender mi nena, ya va a aprender a ser una mujer hecha y

derecha.

Tiene que aprender a ser una mujer cabal… ¡Como su madre!

Leo: (Asombrado) Cómo es posible que recuerdes todo el monólogo…

Ana: Lo recuerdo como cuando se recuerda una canción… Y es tu texto… Y

en este momento, Leo, temo decir mi palabrita… Magia… ¿Cómo es

posible que me haya acordado de este monólogo durante años…?

¿Tendríamos que encontrarnos, Leo?

Leo: Te falta fuerza, sos muy joven, pero lo haces muy bien….

Ana: ¿Y el tuyo cuál es?

Leo: Si sólo nos viste en Milán y Berlín no lo conoces… Se llama “La

Bañera”. Estamos en el primer día del ensayo, Ana… (Enfatizando) primer

día… y lo tuyo salió tirando hacia lo perfecto en relación a mi sentir… Es

asombroso… Desapareces… Decis el monólogo como lo sentía yo mientras

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lo escribía… Tenes que arreglar algunas pequeñas partes, pero es el primer

día. Fue escrito para vos…

Ana: Cuando gritaba y hablaba e insultaba, en mi mente por primera vez,

resonaban tus palabras escritas con tu voz… Me guiabas desde dentro… y

esto es extraño, Leo… No repetí el texto como lo repetía habitualmente,

como un canto, lo repetía desde tu voz… Me alegra mucho…

Leo: Me alegro mucho…

Ana: Formamos una linda pareja de trabajo… una linda pareja… Quiero

conocer tu monólogo…

Leo: Se lo mostré a Antolín, le encantó, pero decidió no hacerlo… le

provocaba demasiado dolor y había leído otro monólogo mío sobre un

Dios atontado y fue el último monólogo que representó…

Ana: ¿Qué necesitas? Porque aquí bañeras…

Leo: Necesito plumas de diferentes colores, una tela… (Va a su baúl y las

busca junto un frasquito con un pincel y un líquido dentro. Un paño blanco

muy fino largo sobre el que se sentara) y… una caja de cartón… como ésa,

como ésa… (Señala una caja rectangular de unos 50 cm de alto y 1.50 m.

de largo) Y ya está todo… Ahh, falta un periódico… (Va a por él y lo mete

en la caja)

Ana: Que suerte de haber encontrado esa caja… Sabes que siendo suerte...

hay algo más… Cuando te dije que había cosas en la vida que no tenían

explicación… todo lo que sucede entre nosotros tiene mucho de eso…

Leo: ¿Magia para la caja?

Ana: Magia para muchas cosas Leo… Hace mucho tiempo que no soy tan

feliz…

Leo: Y yo creo que nunca una mujer me hizo sentir lo que estoy sintiendo

por vos…

Ana: ¿Qué sentís Leo?

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Leo: El monólogo primero… (Coloca la tela sobre la caja cayendo un

extremo a cada lado tapizando el fondo de la caja donde él se sentará. Se

quita la remera, Se agrega plumas en el pelo y se pinta los hombros con el

pincel mojado en el líquido y se coloca plumas que quedan pegadas. Se

descalza y se desnuda totalmente. Se sienta en el centro de la caja. Apoya

un hombro sobre su borde. Explicándole a Ana) Tengo que hacer en algunos

momentos una voz tipo loro y de un hombre viejo…

Crr… Crr… Crr… Seguro que mis vecinos se quejarán. Lo sé, se quejarán. No

me entienden. Seguro… Crr… Crr… (Gira la cabeza con rapidez)

(Voz suave) Qué diría Vilma si me viera… Vilma…Vilma… (Con pena.) Crr…

Crr…

Los vecinos nuevos me molestan. Llamé al administrador de esta casa de

departamentos y le exigí, le exigí… gí… que reemplazara las cañerías de

plomo por otras de bronce. ¡Es cierto que es más caro!

Pero yo me aseguro agua caliente continua. Crr

Los vecinos se quejan diciendo que no es necesario.

(Con orgullo) Vilma estaría de mi lado, de mi, mi lado.

Les diría: Si el señor Antonio quiere cañerías de bronce, no hay discusión,

deben ser de bronce. ¡Jajaja!... Vilma siempre de mi lado. (Triste.) Siempre.

Crr… Crr…

El administrador envió un empleado para que yo cambiara de idea. Esa

mañana conocí al señor Víctor. (Acentuando la sílaba VIC) Abrió la puerta del

baño y lo vi. Víctor es bajo, gordito, algo calvo y muy tímido. Se viste

sobriamente, con chaleco y reloj con cadena.

Él sabía que vivo en la bañera y que no salgo de aquí desde hace treinta años.

Treinta años bañándome es algo de mérito. No estoy lo suficientemente limpio

como para entrar en el mundo… (Nostálgicamente) Hace tanto… creo, creo

que fue por eso que decidí vivir en la bañera… creo. Cuando lo decidí era

joven… tan joven… tan ingenuo… Creo que fue así… tal vez…

Víctor lo entendió de golpe. Me miró a los ojos y se DESPLOMÓ. Quedó de

rodillas en la entrada del baño. Crrr Crrr… Yo le hice una seña para que se

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acercase y vino de rodillas hasta aquí. Víctor tiene ojos celestes. Lo miré al

fondo de su alma y comenzó nuestra historia… Crr… logré mis caños de

bronce.

Víctor volvió todos los días al salir del trabajo y se ponía de rodillas aquí…no…

no… allí.. (Señalando con el dedo y cambiando de lugar) allí… Yo lo dejaba.

El buscaba dioses, causas nobles. Crrr… Estos buscadores de lo infinito…

¡CHATARRA!... ¡CHATARRA PURA!... Hoy lo entiendo… Creo que lo

entiendo… Prrrrr

Pobre Víctor… ¡Cuánto me respetaba!

Me rogaba de rodillas todos los días: “Deje de bañarse, Señor Antonio. Salga

de la bañera.”

Una mañana trajo un tablero y fichas: era un ajedrez.

“¡Aprenda Señor Antonio! Aprenda a jugar conmigo…”

Y me enseñó: El caballo dos cuadraditos en una dirección y luego uno en otra.

Los peones para allá. La reina… El rey… me aburrí. PRRRR

Le pregunté:

“¡Víctor! ¿Las fichas pueden moverse de otra manera?”

“¡NOOOOO! - se alarmó. Sólo de esa forma. Si no, no sería ajedrez.”

Pensé un instante y respondí:

“¡Víctor! Este juego es triste. Estos muñequitos

repiten siempre los mismos movimientos. Es demasiado parecido a la vida. No

gusta este juego triste. No me gusta.”

Víctor no trajo más el ajedrez… Crr...

Volvía tarde tras tarde y arrodillado se aferraba al borde de la bañera y me

pedía cosas.

A veces le pegaba suavemente con el cepillo en sus nudillos (golpea en el

borde con sus nudillos) cuando me cansaban sus pedidos. Retiraba las manos

y me miraba con sus ojos mansos… y yo volvía a dejarlo agarrarse del borde y

volvía al ataque:

- “Deje de bañarse, señor Antonio. Viaje señor Antonio. Yo lo

acompaño.”

Me miraba con sus ojazos y yo abría el diario (Levanta una hoja del periódico y

la deja caer dentro de la caja) y le preguntaba

- “¿Viajar? ¿A dónde?”

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Como andan las cosas afuera, mejor no salgo de aquí. Crr… Crr… El mundo

está podrido. Todos mienten. Todos mienten. Todos… Crr… Crrr…

Víctor no pudo entender mi miedo… ni mi DESPRECIO. ¡Nos engañaron!

¡Todos nos engañaron!

Arman mal la vida. La hacen difícil y dura. La arman mal… Crrr… Crrrr…

La voracidad del poder me asusta. LA BOLSA DE ROBO DEL PODER NO

TIENE FONDO.

Nadie nos cuida… Crr… Crr… Crr…

Víctor creía, necesitaba creer. Para él las cosas eran más fáciles.

Le decían esto es blanco y él veía blanco… aunque fuese cualquier otro color.

Necesita creer Crr… Crr… Tiene pureza para creer y pereza para pensar.

LA MEZCLA PERFECTA.

Además es obediente. Crr… Crr.

Y Víctor comenzó a venir menos.

Un día dejó de venir. No se despidió. (Levanta la hoja del periódico, la mira)

Por los diarios me enteré que entró en un grupo político y ese grupo llegó al

poder ¡Víctor en el poder!... Pobrecito… eso de no pensar y obedecer debe ser

la receta… Crr… debe ser…

Es evidente no estoy preparado para vivir en el mundo todavía…

Vilma llegó a mi vida a los días de entrar en la bañera y prometerme vivir

bañándome… Crr…

Algo de Víctor me inspiraba desconfianza… aunque no me daba motivos para

desconfiar. Nunca le hablé de Vilma… ni de mi proyecto secreto…

¡Vilma…! Crr… Vilma. Crr… Hace tanto tiempo…

Vilma llegó a mi vida a los diez días de entrar en la bañera y prometer vivir

limpiándome…

Hace treinta años que me baño. Treinta años… Pero ahora… Si me vieses

ahora, Vilma. ¿Te enojarías, Vilma?... con mi trai… traición.

Crr… no quiero pensar en eso.

Los antiguos vecinos me denunciaron a la antigua administración y al igual que

la nueva administración envió a Víctor, la otra envió a Vilma para limpiar el

baño y evitar posibles desbordes y humedades en el piso de abajo. Crr…

Crrr…

Ella no me vio así. No me vio así. Viejo como estoy…

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Vilma era bella y tímida.

Yo también era joven y tímido. No podía mirarla a los ojos. Ella limpiaba el

baño en silencio. Se sentaba en un banquito al lado de la bañera y me daba de

comer en la boca… como a un bebé. No era su tarea, pero lo hacía. Vilma era

triste…

Creo que era triste. Nunca me atreví a preguntárselo.

Una mañana después de limpiar el baño, se sentó en el banquito para

descansar. Por la ventana entraba una luz blanca, pálida. Era una de esas

mañanas con sol pálido. Vilma me miró a los ojos y yo, por primera vez, pude

sostener su mirada. Extendí mi brazo hacia ella y Vilma besó mi mano… y yo le

acaricié la mejilla.

Se desnudó y entró en la bañera. Y la bañera, suavemente, comenzó a girar.

A desprenderse del suelo y a girar lentamente en el aire…

La luz pálida también comenzó a girar formando un círculo de estrellas

alrededor de la bañera, que flotaba en el aire… que flotaba en el aire.

Nos casamos.

Vilma arregló todo. Trajo a este baño al jefe del Registro Civil, vino con los

libros, los testigos y con el señor cura.

Yo acepté todo. Ella lo merecía…

En nuestra noche de bodas, Vilma llenó la bañera con margaritas he hicimos el

amor entre flores.

¡Tantas veces! ¡Como nunca!... Éramos tan jóvenes…

Y vivimos así.

Yo en la bañera y ella adentro y afuera.

Vilma era anfibia y yo acuático total. En cuerpo y alma.

Fuimos felices… fuimos felices… muy felices.

Nueve meses más tarde nació ¡En la bañera! Dardo, nuestro hijito lindo.

Dardo era anfibio como Vilma. Vivía adentro y afuera de la bañera.

Hermoso muchachito. Creció rápido. Un día nos anunció que quería recorrer el

mundo en bicicleta y partió.

A veces manda postales.

Conozco el mundo a través de las postales de mi hijo.

No volvió más.

Estoy orgulloso de él. Ese lindo muchachito.

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Hace cuatro años, una noche de mayo, Vilma trajo margaritas y las volcó en el

agua… nos besamos tan dulcemente…

Esa noche la bañera volvió a girar en el aire.

A la mañana siguiente, Vilma dormía entre mis brazos, con los párpados

pálidos y azules como nunca.

Vilma murió… me la llevaron y quedé solo.

Solo para siempre.

En estos años, con Víctor y la vida y la soledad, comencé a entender que ser

diferente es difícil…

Ser un hombre limpio es difícil…

Hay que ser loro. Repetir lo que hay que repetir.

Y comencé a transformarme en loro. Este es mi proyecto secreto. Mi traición.

Si Vilma me viera ahora… ¿Qué diría Vilma?

Seguro que se enojaría.

Hay que ser loro. Al diferente lo crucifican…

Es triste. Pero hay que ser loro… Crrr.

Vilma, perdón. Crr… Crr…

(Leo queda con la cabeza gacha entre los hombros. Durante el monólogo Ana

lloró, se sonrió y escuchaba atentamente. Ana entra en la caja y abraza a Leo.

Se besan.)

Leo: Te Quiero, Ana…

Ana: Yo quise primero a tus palabras y ahora te quiero a vos…

Leo: Queda una pregunta…

Ana: No tiene respuesta. Se confirma…

(Se besan. Oscuridad)

Eugenio Griffero.

Agradezco la compañía y los consejos de Luis.

[email protected]

688 659 510

Las Arenas – Vizcaya.