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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS
CARRERA DE SOCIOLOGÍA
TÍTULO:
¿Cómo se construye el imaginario urbano del barrio Tola Alta a través de un
lugar significativo; La Gallera?
Proyecto de investigación previo a la obtención del Título de:
Sociólogo
Autor: Albarracín Guerra David Santiago Tutor: MSc. Amézquita Ochoa Alexander
Quito, abril 2017
ii
DERECHOS DE AUTOR
Yo, DAVID SANTIAGO ALBARRACIN GUERRA, en calidad de autor del trabajo de
investigación: “¿Cómo se construye el imaginario urbano del barrio Tola Alta a través de
un lugar significativo; La Gallera?”, autorizo a la Universidad Central del Ecuador a hacer
uso del contenido total o parcial que me pertenecen, con fines estrictamente académicos o
de investigación.
Los derechos como autor me corresponden, con excepción de la presente autorización,
seguirán vigentes a mi favor, de conformidad con lo establecido en los artículos 5, 6, 8; 19
y demás pertinentes de la Ley de Propiedad Intelectual y su Reglamento.
También, autorizo a la Universidad Central del Ecuador realizar la digitalización y
publicación de este trabajo de investigación en el repositorio virtual, de conformidad a lo
dispuesto en el Art. 144 de la Ley Orgánica de Educación Superior.
Firma:
David Santiago Albarracin Guerra
CC. N° 1720230943
Correo: davicho_sd@hotmail.com
iii
APROBACIÓN DEL TUTOR DEL TRABAJO DE TITULACIÓN
iv
DEDICATORIA
Todo este esfuerzo es dedicado para mi
familia.
Para mis padres y mi hermano que me
condujeron por el camino de la nobleza
y sinceridad.
Mi abuelita que jamás dejo de
alentarme a culminar este sueño y
motivarme día tras día con sus palabras
tan bellas.
Para Michelle mi compañera de lucha y
sueños, que jamás me abandono a pesar
de las adversidades en las que me
encontraba.
v
AGRADECIMIENTOS
A mi familia que son y serán un pilar fundamental en mi vida.
A las personas que siempre me apoyaron en este arduo trabajo, con sus palabras de aliento
y de buena energía para no decaer.
Al MSc. Alexander Amézquita por toda la paciencia y dedicación que tuvo para guiarme y
brindarme los diferentes conocimientos en este proyecto.
A la UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR por darme la oportunidad de estudiar y
ser un profesional.
vi
Índice de contenido
DERECHOS DE AUTOR .......................................................................................................................... II
APROBACIÓN DEL TUTOR DEL TRABAJO DE TITULACIÓN ....................................................... III
DEDICATORIA ........................................................................................................................................ IV
AGRADECIMIENTOS .............................................................................................................................. V
ÍNDICE DE CONTENIDO ....................................................................................................................... VI
RESUMEN ............................................................................................................................................... VII
ABSTRACT ............................................................................................................................................. VIII
INTRODUCCIÓN ...................................................................................................................................... 1
PROPÓSITO: ............................................................................................................................................. 4
OBJETIVOS: ............................................................................................................................................. 4
JUSTIFICACIÓN ...................................................................................................................................... 5
ANTECEDENTES ..................................................................................................................................... 7
MEMORIA HISTÓRICA DEL BARRIO LA TOLA ............................................................................... 9
CAPITULO I ............................................................................................................................................ 13
1.1 MARCO TEÓRICO ..................................................................................................................... 13 1.2 La construcción de un imaginario social: definición y características.................................... 15 1.3 Memoria, memoria colectiva e identidad ......................................................................................... 27 1.3.1 Memoria Colectiva ......................................................................................................................... 27 1.3.2 Memoria e identidad ...................................................................................................................... 30
CAPITULO 2 ........................................................................................................................................... 32
2.1 IMAGINARIOS URBANOS ........................................................................................................ 32 2.2 Lugares de memoria .................................................................................................................. 38
CAPITULO 3 ........................................................................................................................................... 40
3.1 DINÁMICAS DE SOCIABILIDAD .................................................................................................... 40 3.2 Marcos social de la memoria del barrio “La Tola” ......................................................................... 40 3.3 Lo Lúdico: Fiesta y entretenimiento ................................................................................................ 44 3.4 La población de la Tola .................................................................................................................... 46 3.5 Experiencias y relatos de los moradores entrevistados del barrio La Tola sobre Gallera .............. 49
CONCLUSIONES .................................................................................................................................... 53
RECOMENDACIONES........................................................................................................................... 56
BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................................................... 58
LINKOGRAFÍA ....................................................................................................................................... 61
vii
TEMA: “¿Cómo se construye el imaginario urbano del barrio Tola Alta a través de un
lugar significativo; La Gallera?”
Autor: David Santiago Albarracín Guerra
Tutor: MSc. Alexander Amézquita Ochoa
RESUMEN
“¿Cómo se construye el imaginario urbano del barrio Tola Alta a través de un lugar
significativo; La Gallera?”, es un estudio sobre la búsqueda de los imaginarios urbanos en
el barrio La Tola Alta, partiendo de un lugar que es La Gallera, que posee una carga social
y arquitectónica para el barrio en sí.
Con el fin de dar a conocer como las estructuras arquitectónicas en este caso La Gallera
producen un sentido económico, social, moral etc. Donde el hecho de que cada persona
tenga una particular percepción a las cosas o al espacio arquitectónico, nos da un sin
número de experiencias donde la relación de la persona y el espacio dejan una huella que
sirve para analizar el imaginario urbano de este espacio emblemático.
PALABRAS CLAVE: IMAGINARIO/ MEMORIA/ IMAGINARIOS URBANOS/
MEMORIA COLECTIVA/ IDENTIDAD/ MEMORIA DE BARRIO
viii
THEME: “¿How to construct the urban imaginary of the Tola Alta neighborhood through
a significant place; La Gallera?”
Author: David Santiago Albarracín Guerra
Tutor: MSc. Alexander Amézquita Ochoa
ABSTRACT
“How the urban imaginary of the Tola Alta neighborhood is built through a significant
place; La Gallera? ," is a study on the search for urban imaginaries in the La Tola Alta
neighborhood, starting from a place that is La Gallera, which has a social and architectural
burden for the neighborhood itself.
In order to known how the architectural structures, in this case La Gallera, produce an
economic, social, moral, etc. sentiment. Where the fact is that each person has a particular
perception of things or the architectural space, gives us a number of experiences where the
relationship of the person and the space leave a mark that serves to analyze the urban
imaginary of this emblematic space.
KEYWORDS: IMAGINARY / MEMORY / URBAN IMAGINARIES / COLLECTIVE
MEMORY / IDENTITY / MEMORY OF THE NEIGHBORHOOD
1
INTRODUCCIÓN
La ciudad ha sido un objeto de estudio que produce fascinación. Su diferenciación como
burgo o como espacio de la ciudadanía, la prolífica producción arquitectónica que encierra
y promueve, el intenso debate desarrollado en torno a su caos y planificación, y más
recientemente su proclividad a ser origen de una intensa producción imaginaria, convierten
a la ciudad en un campo de estudio fundamental para comprender la identidad y la práctica
ciudadana. Pero no así se ha desarrollado una preocupación sociológica por un componente
de la ciudad: el barrio.
El barrio es no sólo un área definida y circunscrita a la ciudad, es una primera experiencia
urbana, así como la primera frontera que se atraviesa, y por lo tanto dotada de una
profundidad imaginaria susceptible de modificar o condicionar la experiencia de la ciudad.
Y si bien los imaginarios urbanos han ocupado un lugar privilegiado en el campo de
investigación urbano, la forma en la que la experiencia ciudadana (habitar la ciudad) es
moldeada por los barrios y su semántica carece aún de una producción y reflexión
sistemática en sociología.
Por lo anterior, el propósito de este estudio es indagar por los imaginarios urbanos en el
barrio Tola Alta a través de lugares con una carga arquitectónica y social significativa, tal
es el caso de La Gallera.
Partamos por la memoria de este lugar, qué significa, y como esta da sentido a un escenario
imaginado dentro de un barrio de tradición y leyendas. La memoria no es un simple
ejercicio de recordar situaciones que pasaron en determinado tiempo si no que en ella
podemos encontrar fragmentos del pasado que dan significado al presente, los moradores
del barrio Tola rememoran situación determinadas y lugares donde ocurrieron esas
situaciones así ya no estén o ya no tengan el mismo fin para lo que fue construido tal es el
caso de la “Gallera” que dejo de funcionar como tal ya hace 5 años1.
1 Consulta popular del 7 de mayo 2011, que prohibió toco espectáculo que tiene fin matar a un animal.
2
Lo que todo esto demuestra, es que las estructuras arquitectónicas también producen una
arquitectura social, económica, moral y experiencia, sobre la que se sustentan percepciones,
representaciones, memorias e imaginarios, que solo tienen sentido en la relación entre las
edificaciones y sus usuarios, sus usos y apropiaciones, y las huellas que dejan en la forma
de narrar la experiencia del barrio.
Pero reflexionar sobre el barrio, ya sea desde sus habitantes o sus transeúntes, incluso
aquellos que lo plasman en imágenes fotográficas o narrativas, no es solo una descripción
de esta delimitación geográfica urbana. Así como los barrios tienen fronteras con otros
barrios, y esas fronteras construyen la ciudad a distintos niveles (el del mapa, el de los
trayectos, el de la segregación o la integración, etc.) la reflexión sobre los imaginarios
urbanos del barrio, trasciende la óptica hiperlocalizada y la lleva a la de la imaginación de
la ciudad y a la de cierta imaginería social. Comprender los mecanismos que activan las
arquitecturas imaginarias barriales podría ser fundamental para empezar a describir los
imaginarios urbanos por fuera y en los márgenes de la planificación urbana, identificar
fuentes de imaginarios sociales no solo en las representaciones sociales promovidas por
maquinarias estatales, municipales, comunicacionales y mercantiles, sino en dispositivos
con caracteres más refractarios, que descompongan la imagen urbana en componentes
barriales y recompongan una crítica de la ciudad desde la experiencia barrial.
Nuestra ciudad nunca estuvo asentada sobre un terreno firme, fue por más de un
siglo una ciudad en construcción permanente; ha sido también ciudad de riesgos
por las constantes lluvias y temblores; sus numerosas reconstrucciones
imposibilitaron la supervivencia de edificios representativos y marcaron el sello
distintivo de nuestra arquitectura colonial, pero más que una historia exótica de la
ciudad , nos interesó conocer cómo se percibe el tiempo, pero en determinados
lugares y las formas de vida que se encuentran implicadas en los juegos
imaginarios que reconstruyen los espacios y el vivir cotidiano de la ciudad.
(Espinosa, 2009, p. 15)
Además, es muy importante superar el acercamiento sociológico que ha centrado su
atención en los barrios marginales, en sus potencialidades de lucha, de clases y de otros
3
tipos, y empezar a comprender al barrio como un escenario de producción imaginaria que,
si bien refleja condiciones como la marginalidad, la inequidad urbana y la segregación, no
solo se compone de ello, sino que es también una composición más compleja y diversa.
4
Propósito:
Pregunta: ¿Cómo se construye el imaginario urbano del barrio Tola Alta a través un lugar
significativo La Gallera?
Objetivos:
Objetivo General:
Describir los procesos de producción imaginaria urbana que son activados por La Gallera
en el barrio la Tola Alta
Objetivo Específico:
- Identificar las formas de apropiación espacial simbólica en este espacio, analizados
en el barrio la Tola Alta por parte de sus habitantes y transeúntes.
- Establecer los nexos entre la apropiación simbólica de este lugar y las prácticas
ciudadanas cotidianas que se desarrollan en el barrio la Tola Alta.
5
JUSTIFICACIÓN
Para la recolección de información sobre las percepciones y representaciones que se
generan alrededor de la Gallera, y en tanto ésta ya no funciona como tal, sino que en sus
instalaciones ahora funciona otro tipo de establecimiento, utilizaremos un enfoque
heurístico para identificar posibles informantes. Dicho dato heurístico se indagará a través
de los habitantes cuyas viviendas se encuentras ubicadas en los alrededores más próximos
al edificio de la gallera. De esta forma, se entrevistará a estos habitantes, buscando
información sobre su memoria y conocimiento de la gallera en su objetivo original.
A partir de esta indagación, utilizaremos una metodología de bola de nieve, preguntado a
estas personas por otros posibles habitantes y personajes de barrio que pudieran tener
mayor información sobre la gallera. Así mismo, se ha identificado algunos habitantes del
barrio que han vivido en él por varias décadas, y quienes serán tanto informantes clave
como datos heurísticos para identificar nuevos informantes.
Lo mismo haremos con varios puntos del barrio, apoyándonos con personas que tengan
más de 15 a 20 años viviendo en el sector, recolectaremos las percepciones sobre este lugar
significativo, con observación de tipo participativa, como punto de partida recolectaremos
percepciones de las personas principalmente que trabajan ahí en la gallera y sus alrededores
ya hace muchos años para posteriormente recolectar relatos biográficos de otros habitantes.
Las unidades de análisis que pondremos en práctica son muy variadas ya que no podemos
solo centrarnos en una, ya que debemos saber quién posee la información que nos será de
gran ayuda para el estudio. La información para este tema principalmente la tiene la gente,
que pueden ser habitantes, transeúntes o negociantes. Pero también otros actores tal es el
caso de periódicos, sitios web, etc.
No solo basta con saber quién nos puede facilitar dicha información, sino que debemos
saber quién puede dar la información que vamos realmente a necesitar, es por eso que
extraeremos la información principalmente de los moradores en especial de los que han
tenido muchos años viviendo en el barrio, negocios o viviendas cerca o a los alrededores de
la gallera, claro está, sin dejar de lado a las personas que van de paso. Por otra parte, los
6
artículos en libros, periódicos, tesis, etc. También son de mucho interés y que nos dieron la
información que se necesita para el proyecto. Se usó el tipo de metodología cualitativo,
para a través de la observación del espacio escogido como símbolo de identidad barrial para
determinar cómo sus habitantes, transeúntes etc. Imaginan a su barrio desde que perspectiva
de memoria recuerdan el imaginario urbano del barrio.
Es así que se va a hablar de los moradores y sus memorias, experiencias, relatos sobre la
información del imaginario urbano que ellos nos del barrio a través de la gallera.
Para lograr todo lo expuesto, vamos a desarrollar técnicas como la de observación que nos
permita darnos a que personas debemos acudir para recolectar datos, ya sean fuentes de
imágenes, relatos etc. La representación visual es de importancia ya que teniendo una
fuente de imágenes se podrá hacer una entrevista mejor estructurada y de diferente
contenido de la Gallera y otros espacios que surgieron a lo largo de la investigación.
Toda la información que recopilada a lo largo de la investigación se lo analizara de la
siguiente manera:
Clasificar las memorias, experiencias y relatos y tratar de reducirlos para hacerlos más
abarcables y que tengan un mejor aporte al tema. Luego si fuera necesario la información
recolectada y revisada se procederá a graficar para tener un mejor entendimiento y poder
analizar de mejor manera y darnos cuenta cuales son las etapas o momentos de
investigación o del desarrollo del fenómeno de estudio, para posteriormente descubrir los
significados de un documento, éste puede ser textual, la transcripción de una entrevista, una
historia de vida, un libro o material audiovisual, etc.
7
Antecedentes
Existe una amplia literatura sobre el tema de imaginarios urbanos, así como sobre su
imbricación con la memoria, dando a entender que esto es un tema de interés muy elevado.
La historia no solo se debe circunscribirse a lo que ya está dicho, a lo prestablecido, sino
que debe tratarse de manera inclusiva, refiriéndonos a la inclusión de la imaginación que
modifica la memoria, la transforma y la reinterpreta.
Por otro lado, es imprescindible reconocer que uno de los campos más interesantes de los
estudios urbanos lo constituye el interés por los modos es los que la ciudad se inscribe y se
escribe en las memorias de sus habitantes, así como los modos en los que éstos cubren a la
ciudad con un manto imaginario en el que involucran sensaciones, emociones, recuerdos y
expectativas sobre la vida urbana. Santillán (2009) habla sobre el sentido de desarrollar lo
urbano, que es un debate que sitúa en el centro de la discusión al componente social,
permitiendo una mirada panorámica que da a conocer el interior de una organización de una
ciudad, aspecto en el que Paula Soto (2011) aporta argumentando que las formas de
pertenencia que se presentan en la ciudad y lo urbano son inseparables del espacio que
representa lo imaginado, es decir que la experiencia de la persona en el barrio, como unidad
básica de relacionamiento urbano, no solo se reduce a la materialidad, sino que también
considera las emociones, recuerdos, sentimientos, miedos y deseos de diferentes espacios
como ejes articuladores de esa misma experiencia a nivel individual y colectivo.
Así mismo Vizcarra (2011) expresa en su tesis que lo imaginario alude a lo simbólico y su
expresión en un punto de vista urbano, que a su vez es entendido como el modo de
percepción de lo que la persona ve a su alrededor.
Por otra parte, Aguilar Bedoya (2011) se refiere que a la ciudad como una creación
histórica social que deja ver la posibilidad de entenderla desde la construcción de espacios
temporales de símbolos y significaciones, podemos añadir que al referirnos a esta creación
histórica social no se puede pensar las significaciones imaginarias sociales a partir de una
relación que se tendría con el sujeto. “La Ciudad como institución de la sociedad, es
atravesada por una red de significaciones que sostienen y dirigen la vida de una sociedad,
es decir, le otorgan sentido y sostén, esto es lo que Cornelius Castoriadis (2000, p. 22) –
8
autor principal que orienta la postura teórica de esta investigación-, llamó Magma de
significaciones imaginarias sociales. Son denominadas imaginarias puesto que son creación
que no están relacionadas con lo racional o la lógica racional y son sociales a su vez pues
son compartidas colectivamente gracias a la institución de la sociedad a través de sus
normas, valores, lenguaje, instrumentos, procedimientos y métodos para tratar con las cosas
y hacer las cosas”. (Aguilar Bedoya, 2011, pág. 70)
Es así como las significaciones imaginarias sociales proveen a las instituciones de la
sociedad, de una red de sentido que las configura y las sustenta, donde tienen sus propios
lenguajes y símbolos. Cosa que Pablo Guanotuña Tierras (2013) en su tesis reitera y
concuerda añadiendo que el lenguaje y los símbolos que se manifiestan en los imaginarios
urbanos, tienen un profundo contenido simbólico lleno de significados y significantes para
sus habitantes, que han hecho posible deshilar una trama de sentidos para orientar las
diversas dimensiones de la cotidianidad de la vida urbana de quienes son sus actores
protagónicos. Es decir que cada persona esta netamente destinada a crear contenido
simbólico así no se dé cuenta, puesto que toda persona se comunica con otra por el
lenguaje.
Hablar de imaginarios urbanos es hablar de imágenes visuales/mentales, “los imaginarios
no son sólo representaciones en abstracto de naturaleza mental, sino que se encarnan o se
incorporan en objetos ciudadanos que encontramos a la luz pública.
Y de los cuales podemos deducir sentimientos sociales como puede ser el miedo, el amor,
la ilusión o la rabia. Dichos sentimientos son archivables a manera de escritos, imágenes,
sonidos, producciones de arte o textos de cualquier otra materia donde lo imaginario
impone su valor dominante sobre el objeto mismo. De ahí que todo objeto urbano no sólo
tenga su función de utilidad, sino que pueda recibir una valoración imaginaria que lo dota
de otra sustancia representacional”. (Silva, 2006)
Es así que estas memorias tratan de ser una llave de salida para salir del apremiante
esfuerzo que resulta estar en constante interacción con otros. “Las exigencias de los
diversos grupos no son las mismas: en la familia, en general, el tiempo permite cierta
holgura... parece como si en determinados medios descansásemos nos desquitásemos de la
exactitud a la que estamos obligados en otros... la correspondencia entre el tiempo del
9
trabajo, el tiempo de la casa, el tiempo de la calle... suele fijarse entre límites muy amplios”
(Halbwachs 2004, págs. 109-110).
Este pensamiento no lo discute ningún autor y es muy importante ya que se ve como
Halbwachs tiene muy claro las fases de la memoria colectiva y como acopla a los diferentes
escenarios ya sea sobre una ciudad o barrio.
Finalmente, vemos que, para reconocer los imaginarios urbanos según los autores
mencionados, es importante analizar e interpretar las diferentes percepciones y
representaciones de los lugares, habitantes, que están inmersos en el imaginario social.
Memoria Histórica del Barrio La Tola
El barrio La Tola, ubicado en el centro de la ciudad, está localizada al sur de la loma del
parque Itchimbia que antiguamente se encontraba la hacienda Piedrahita. Su creación parte
de lo que hoy conocemos como la Tola Colonial y San Blas, los vecinos de este barrio lo
consideran como uno de los barrios más tradicionales y antiguos de la ciudad de Quito.
La consolidación urbana de este barrio se dio mediante servicios básicos, especialmente
cuando José Ricardo Chiriboga Villagómez (1949-1952) era alcalde. Las ciudades en esos
tiempos se expandían incesantemente alrededor de varios perímetros, pero había la
particularidad que al no estar tan comercializado las zonas de Quito la gente optaba por
acudir a lo céntrico a barrios como La Tola, San Juan o San Roque. La expansión no es
perceptible ya que fue paulatinamente y se vio con los años esos terrenos que eran rellenos
de quebradas se iban densificando y los asentamientos que estaban en las zonas no céntricas
se van iban acoplando de a poco a la marcha urbana del centro de la ciudad, y es así que
esta consolidación urbana que se fue formando poco a poco en el barrio La Tola dio pie
para que se puedan construir edificaciones importantes por la necesidad de muchas
personas que llegaban a construir en el barrio.
10
Edificaciones como la del emblemático Colegio Don Bosco que fue constituyendo un hito
histórico muy representativo para el barrio, ya que este colegio en su inicio daba servicios
no solo de colegio sino también como internado.
La zona de este barrio histórico está atravesada por una calle grande y estrecha, llamada
Valparaíso, bautizada en honor a una ciudad chilena. “El libro Memoria Histórica de La
Tola señala que desde 1629 se conocía al sector con el nombre que lo caracteriza. No
obstante, según el texto, la zona que comprendía en gran parte a la hacienda de la familia
Muñoz, recién empezó a poblarse en el siglo XIX. A pesar de ese desarrollo urbano
relativamente tardío, algunas de sus casas forman parte del inventario patrimonial
capitalino pues su arquitectura se inspiró mucho en el estilo andaluz tradicional del casco
colonial. Por ejemplo, en la intersección de las calles Don Bosco y Valparaíso se levanta
una escalinata rodeada de casas de techo de teja, paredes de adobe y ventanas con pequeños
balcones de madera “. (Carina Acosta 2015)
Este barrio cuenta con numerosas edificaciones que tienen alrededor de 200 años, La Tola
está repartido en cuatro sectores: La Tola histórica, Alta, Baja y Nueva Tola, donde la
primera existe mayor concurrencia de personas ya que colinda con el sector de La Marín,
que es uno de los lugares de mayor afluencia de transporte público y privado.
“Antes de la década de 1950 era un terreno plano que bordeaba a la quebrada Manosalvas,
en donde niños y jóvenes solían improvisar canchas de fútbol. Luis Morales (62), quien
vive entre las calles Oviedo y Palacio, comentó que uno de los recuerdos inolvidables que
conserva son las “broncas entre guambras”. Luis deja un momento de lado la máquina de
coser en su taller de tapicería, para narrar que, en su juventud, las peleas entre guambras se
daban por cuestiones de territorio o de amor. “No eran peleas malas. Los principales rivales
de La Tola eran los vecinos de San Roque.” (Carina Acosta 2015)
La Tola es uno de los barrios más emblemáticos de la ciudad de Quito, las personas visitan
este barrio para poder disfrutar de una serie de actividades como los encuentros de box, las
corridas de toros y la pelea de gallos cuando aún existían.
“Para algunos pobladores este barrio dividido en cuatro sectores nació de la hacienda
Piedrahita y se desarrolló por influencia de los salesianos que llevaron la educación hasta el
11
sitio. La Tola Colonial, la Tola Alta, la Tola Baja y la Nueva Tola alberga a una población
que en su mayoría se consideran herederos. Uno de los barrios tradicionales de Quito y que
intenta mantener sus raíces es La Tola. Las construcciones conservan su autenticidad en un
80 por ciento. Son de adobe con tejado, balcones, amplios ventanales y patios internos que
guardan las huellas de los antepasados” (Carina Acosta 2015)
Hay muchas familias que aún viven en el sector desde muchos años y que se quedaron para
contar la historia del barrio. En algunos casos son las quintas y sextas generaciones, que
nacieron y que culminan sus días en este sector. La cordialidad, la amabilidad y la unión de
su gente se mantienen a pesar de los años. Los vecinos son bien atentos y respetuosos
cuando hay que saludar en las calles, incluso, conservan el buen humor y recuerdan los
buenos tiempos donde las ‘jorgas de panas predominaban.
“Carlos Ríos es parte de una de las primeras familias que habitó La Tola. Él habla con
orgullo de la tierra que lo vio nacer y crecer, y por tanto conoce las costumbres y
tradiciones. La Tola es conocida por la capital de Quito, porque dispone de todos los
servicios y está cerca de todo. En este barrio se pueden encontrar una variedad de negocios
como: peluquerías, zapaterías, tiendas, restaurantes, cerrajerías, por citar algunos. Los
habitantes resolvieron plasmar sus memorias en un libro, para que las futuras generaciones
no se olviden de sus raíces. Es así, que durante un año y medio trabajaron en la recopilación
de datos. Hicieron reuniones de vecinos para recabar información histórica. El proceso no
resultó sencillo, pero tampoco fue imposible. Obtuvieron el apoyo de la Administración de
la Zona Centro del Municipio y lograron cumplir su sueño. (Carina Acosta 2015)
Los principales atractivos turísticos es la iglesia de María Auxiliadora, que constituye la
primera obra de los salesianos en el país. Los restauradores intentan rescatar las pinturas
originales que se encuentran en las paredes. Esta iglesia es representativa del sector de la
Tola Baja que queda a la par del sector de la Marín.
“Douglas Almeida, técnico, indicó que las pinturas son de los siglos XVII y XVIII y de
estilo barroco. "No podemos recuperarlas en su totalidad por el deterioro y por las capas de
pintura que se colocaron a lo largo de los años". El templo además guarda los restos de
algunos habitantes en sus criptas. Blanca Narváez, oriunda del barrio, describió el trabajo
de los salesianos orientado a los más necesitados. Recuerda el ‘oratorio festivo’, lugar
12
donde los jóvenes se reunían para recibir clases de catecismo y luego tomaban chocolate
con pan caliente. En la actualidad el espacio se convirtió en un sitio de recreación para los
chicos de la calle”. (Carina A. 2015)
Por otra parte, la vecina Martita Herrera comenta que en el barrio de La Tola los
Carnavales eran famosos algo que en la memoria de todos no se va a olvidar jamás ya que
según la moradora “los carnavales eran muy alegres y participativos entre las familias del
barrio. Los carnavaleros no respetaban las casas, se trepaban por las paredes, ventanas y
balcones con el fin de mojar a sus vecinas. En las casas donde se lograba entrar les
brindaban agua de canela con puntas y melcochas” (Entrevista a Herrera M. 2000).
Y para amenizar la fiesta y el baile que el carnaval causaba se jugaba con cascarones de
cera que hacían en casa y también se los compraba en la calle. Como la Sra. Martita nos
comenta “inclusive para las personas especiales se inyectaba agua con aromas. Esto lo
hacían hombres y mujeres a sus enamorados. Todo esto desembocaba en el Baño de los
Solteros que era una vertiente ubicada en las orillas del Machángara, y se terminaba con el
gran baile de disfraces y comilona en la Plaza Belmonte.” (Entrevista a Herrera M. 2000).
Por otra parte, no podemos dejar de mencionar algo que los toleños siempre hemos tomado
como parte importante es el Coliseo Julio Cesar Hidalgo, ya que es un lugar de vital
importancia de remembranza de la memoria histórica del barrio. Como se nos indica en el
sitio web denominado “La Tola Gestores Culturales”, Victoria Molina, administradora del
Coliseo cuenta que fue fundado en el año de 1953. “Este coliseo es una joya arquitectónica
ubicado en la calle Olmedo (entre las calles Pedro Fermín Cevallos, Pichincha y
Manabí). Es un referente no solo del barrio La Tola, sino de Quito y del país entero. Fue el
primer escenario deportivo del país. Se han presentado artistas como: Ernesto Albán y sus
estampas quiteñas y varios intérpretes de la música nacional. También se han realizado
grandes festivales musicales que fueron y son hasta hoy parte del coliseo. Los moradores de
la Tola manifiestan: “no olvidaremos nunca la música nacional con Benítez y Valencia,
Miño Naranjo, las hermanas Mendoza Soasti, Los Brillantes; todos llenaban el Coliseo
Julio Cesar Hidalgo”. También se realizaban reuniones políticas con la presencia de
algunos presidentes de la república y otras personalidades”. (Cevallos, B. 2000)
13
CAPITULO I
1.1 MARCO TEÓRICO
En esta investigación existen tres conceptos claves con los que se trabajara a lo largo del
proyecto que son: imaginario urbano, memorias, lugares de memoria.
Estos tres conceptos son necesarios para responder la pregunta principal de investigación, y
establecer las similitudes y diferencias que nos podrán aportar cada uno de estos conceptos
claves al tema de la construcción de imaginarios urbanos sobre el barrio tola.
Vamos a partir por los imaginarios urbanos, que son procesos perceptivos motivados por el
deseo que nos hacen ver más allá de lo real o lo tangible, que nos invitan a pensar de
diferente manera y ver donde puede haber conflictos culturales y sistemas de valores, que
básicamente tienden a conectarse con la memoria y el tipo de nostalgia del ayer que asocia
a los imaginarios urbanos, el modo de vivir de cada persona en este caso personas de este
barrio que tienen la facultad de hacernos pasar del tiempo actual hacia un tiempo
discontinuo sin que se pierda el toque de verdad, tal como el autor Edelman (2004) se
posiciona en el mismo campo entre lo imaginario urbano y la memoria y nos dice que la
memoria articula la historia de los pueblos, es gestora de identidad es una memoria social
selectiva.
Como explica el autor James Fentress, Chris Wickham (2003) que dice que la memoria
social suele ser selectiva, distorsionada e imprecisa, no obstante, hay que tomar en cuenta
que no puede ser muy exacta por las variaciones que cada persona le da si es o no
importante desde la perspectiva social para recordar y narrar desde ese día hasta el presente.
Esto es un punto de conexión con el imaginario urbanos ya que, si la memoria elige
pensamientos sociales, se puede analizar las diferentes construcciones sociales dentro de la
ciudad o barrio como en este para ver la interacción de las personas sobre los espacios que
ya sea el gimnasio o la gallera.
14
Como podemos ver el concepto de imaginario se estructura a partir de lo real, de las
prácticas sociales, tal cual nos explica el autor Eduardo Torres (2010) y refuerza este
análisis expresando que lo imaginario es la construcción de la representación social y
cultural tanto individual como colectiva de una práctica socio-cultural en un determinado
espacio. Es así que el autor expresa que las prácticas sociales y culturales que se llevan o
llevaran a cabo sobre gallera o el gimnasio de box son determinantes en cuanto hay una
producción de memoria y memoria histórica, donde el pasado juega un papel importante
para para ver lo que expresa netamente por la experiencia, a partir de la tradición y la
costumbre cotidiana.
Por otra parte, la memoria social hoy requiere de la imagen, que es lo que convoca con
mayor fuerza los recuerdos de las sociedades actuales respecto a adquirir conocimientos de
la realidad histórica, esto consolida nuevas formas de comunicación fundamentadas en la
imagen. Así se configura una memoria visual y es ahí donde la fotografía desarrolla su
función de memoria. (Pantoja 2007)
Por lo tanto, el argumento fuerte que vamos a ver en los autores que discuten este tema es
como las formas de comprender la cultura están relacionadas con la memoria, una memoria
que, al igual que la cultura está en permanente transformación, que a su vez tiene una
íntima relación con los imaginarios sociales, que son una plataforma para poder
comprender la cultura colectiva que se verá reflejada en la cotidianeidad de las diferentes
comunicaciones e interacciones sobre el barrio y sus lugares significativos.
“Se cimienta en el presente evocando un pasado cuya memoria también está en permanente
reconfiguración. Sin embargo, cuando la memoria social está relacionada con
representaciones que tienen una carga simbólica, base de la identidad, el mito, y
simbolismos, respecto de épocas, lugares, edificaciones patrimoniales, personajes y
acontecimientos, las fotografías se constituyen en vestigios, evidencias y testimonios de
esas transformaciones” Ramírez Soasti (2013).
15
1.2 La construcción de un imaginario social: definición y características.
El imaginario social tiende a llevar una parte de muchos conceptos teóricos tales como
imaginario, imaginario urbano y memoria, para posteriormente incorporar cada uno de los
pensamientos de los autores y enlazar con el tema de construcción de imaginarios urbanos.
Empezaremos hablando del pensamiento de Paul Ricoeur, por primera parte el autor nos
habla del paso de lo privado a lo público, esa oscilación entre lo personal y lo social que
Ricoeur remarca en su obra. Con este pensamiento el autor hace un verdadero museo de la
memoria contemporánea donde recapitula toda la edad intelectual y que a su vez habla
sobre una rememoranza que es testamento de una época donde los tiempos modernos
complicados por el abuso de la memoria y el olvido a lo largo de la historia se confunden
con la identidad de un tiempo que tenían ejercicios diversos de exterminio.
El autor hace un análisis en su libro sobre la memoria individual condensando en tres partes
el carácter privado de la memoria, la primera parte aparece como radicalmente singular, es
así que los recuerdos son propios de posesión privada, el segundo aspecto es que la
memoria tienen un vínculo singular de la conciencia de lo pasado, es así que el autor
manifiesta que en la memoria es lo pasado y a su vez este pasado es de uno mismo de las
impresiones que tenga, la temporalidad de la persona se justifica en la memoria. Con ello,
nos permite ir al pasado sin dejar el presente para recordar hasta los sucesos más antiguos
de la niñez.
Los recuerdos se distribuyen y organizan en niveles de sentido, en archipiélagos,
eventualmente separados por precipicios, por otro, la memoria sigue siendo la capacidad de
recorrer, de remontar el tiempo, sin que nada prohíba, en principio, proseguir, sin solución
de continuidad, este movimiento. (Ricoeur, 2003, p. 129)
Es por esto que cuando recordamos el pasado y el presente nos damos cuenta que tienen
una temporalidad que está íntimamente ligada a través de la memoria. Por último, el tercer
aspecto nos dice Ricoeur que la memoria se supedita al sentido en que se oriente las cosas
en el paso del tiempo.
16
Orientación de doble sentido, del pasado hacia el futuro, por impulso hacia atrás en cierto
modo, según la flecha del tiempo del cambio, y también del futuro hacia el pasado, según el
movimiento inverso de tránsito de la espera hacia el recuerdo, a través del presente vivo.
(Ricoeur, 2003, p. 130).
Es así que el autor quiere sobresalir la posesión pasiva del recuerdo para ir más contento a
la búsqueda de todos estos elementos, es por eso que en el texto nos haba sobre una
memoria feliz. La memoria forma parte de la historia este carácter histórico se ve
problematizado de entrada por el concepto de memoria colectiva que el autor reconoce que
el principal problema de esto es autenticidad, y que desde ese punto de vista nos dice
Ricoeur arrastraría un sello de inauténtico de inferior valor en relación con la memoria
individual o personal. Es decir que mientras la memoria se vuelve colectiva y a su vez deja
de ser memoria visual se va subyugándose a la investigación de tipo histórico.
Otro punto crucial del que nos habla Paul Ricoeur es lo que tiene que ver con el lazo que
une a la historia con el concepto de lugares de memoria, ya que el autor nos dice que no se
trata principalmente de lugares topográficos de estructuras o simples edificaciones sino de
marcas exteriores pero que necesariamente se tiene que hablar de estructuras cuando se
topa el tema de lugares que estén asociados a la memoria como nos pone el ejemplo de los
mercados mayoristas a las afueras o el extrarradio Este de la capital (de principios de los
sesenta), que servirán de escenario privilegiado en sus novelas "negras". El autor toma con
mucha atención a un tipo exacto de lugares de memoria, que son los objetos o asimiladores
de valor que tenga una especial incidencia en cierto tipo de era por ejemplo estatuas,
condecoraciones, monumentos etc.
Por otra parte, Ricoeur reconoce la relación reciproca que tiene la memoria y la
imaginación, es así que la memoria se subordino a la imaginación y la fue aplastando en un
tipo de conocimiento degradado. Para comprender esto Ricoeur no habla que hay que
retroceder a la época griega clásica donde podemos ver que la memoria se asoció a una
problemática compartida con la imaginación, "el problema de la memoria desapareció en
cuanto a su especificidad, aplastado por la problemática dominante, a saber, el problema de
saber en qué compartimento se puede colocar al sofista" (Ricoeur 2004, p. 28).
17
En La memoria, la historia, el olvido se introduce una cesura epistémica entre lo histórico y
el hecho histórico, impidiendo la aplicación directa de cualquier esquema. El
acontecimiento histórico es el concerniente al discurso histórico, en cambio el hecho
histórico es una herramienta para lograr la reconstrucción proporcional.
"el hecho en cuanto 'la cosa dicha', el qué del discurso histórico, del acontecimiento en
cuanto 'la cosa de la que se habla', el 'a propósito de qué' es el discurso histórico" (Ricoeur
2004, p. 234).
Ricoeur analiza los usos y abusos de la memoria que distingue de la siguiente manera.
• Un Nivel patológico-terapéutico: la memoria impedida, según la perspectiva del
psicoanálisis.
• Un Nivel práctico: la memoria manipulada, según la perspectiva de la crítica de las
ideologías.
• Un Nivel ético-político: la memoria obligada, según un punto de vista normativo
acerca del problema del deber de memoria.
Volviendo nuevamente a la memoria colectiva e individual en el texto del autor se remite a
San Agustín y a Halbwachs que el primero ve a la memoria como una deposito, almacén,
donde están almacenados los recuerdos, donde recordar no es un simple procedimiento que
se hace alado de otras. Por otra parte, Halbwachs nos habla que para acordarse de cualquier
cosa se necesita de otros, el individuo debe localizarse en el punto de vista de varios grupos
y ponerse en una o muchísimas corrientes de pensamientos.
Viéndolo de esta manera se podría considerar que una persona tiene memoria en el
momento que recordamos situaciones en especial que hayamos vivido, en ningún caso la
memoria es un simple archivero del que podemos recuperar lo que sucedió, sino que es
mucho más, es un proceso de elaboración narrativa que da mucha coherencia de lo que
sucedió.
Lo particular de la memoria en esta capa de dimensión colectiva, social etc. Es entender lo
que recordamos como lo hacemos en qué circunstancias están esos recuerdos con que se
18
enlazan nuestros recuerdos, por eso depende mucho de lo colectivo y como nos vinculamos
con los demás.
“Es en el acto personal de la rememoración donde inicialmente se buscó y encontró la
marca de lo social. Por tanto, este acto es siempre nuestro. Creerlo, atestiguarlos, no puede
ser denunciado como ilusión radical.” Ricoeur (2003)
Es así que el mismo Halbwachs, nos dice “que cada memoria individual es un punto de
vista sobre la memoria colectiva, que este punto de vista cambia según el lugar que yo
ocupo, y que este lugar mismo cambia según las relaciones que mantengo con otros medios.
Porque son individuos que se acuerdan en cuanto son miembros de grupos.” Halbwachs
(1968)
“Ricoeur (1999), hace frente a este problema cuando introduce en su reflexión la categoría
de conciencia histórica y hace uso de las nociones de espacio de la experiencia y el
horizonte de espera. Donde la herencia del pasado es una huella de cierto modo que se
constituyen a todas las aproximaciones de los futuros posibles. Al respecto, señala Ricoeur
“sólo puede existir espacios de la experiencia si este está proyectando en el horizonte de
espera; ambos irreductibles el uno en el otro, constituyen la conciencia histórica” (Méndez
2008)
El autor no hace analizar que el presente que está viva debe incluir el pasado reciente, ya
que siendo de esta manera la conciencia histórica se orientara a lo largo del tiempo
afectando el espacio de experiencia ya sea para hacerlo ascender o descender, donde lo
individual y lo social se entrelazan. El pasado no es ajeno al futuro y hacer memoria
implica tener un dialogo con el pasado donde este pueda configurar el futuro o al revés.
Por otra parte, el autor Maurice Halbwachs en su obra La Memoria colectiva, plantea que la
memoria está íntimamente relacionada a la sociedad.
Para este autor lo que denomina memoria tiene siempre un tinte de carácter social, en
efecto, lo que denominamos memoria tiene siempre un carácter social, “cualquier recuerdo,
aunque sea muy personal, existe en relación con un conjunto de nociones que nos dominan
más que otras, con personas, grupos lugares, fechas, palabras y formas de lenguaje incluso
19
con razonamientos e ideas, es decir con la vida material y moral de las sociedades que
hemos formado parte”. (Halbwachs p. 38)
Por lo tanto, nos es inaceptable que haya una clase de memoria que solo sea netamente
individual, por otra parte, los recuerdos que el individuo va encontrando a lo largo de su
vida son los recuerdos compartidos, los recuerdos más banales y comunes, esto es porque
jamás vamos a estar solos y por eso nuestros recuerdos siempre van a tener una articulación
social. Para el autor los espacios colectivos más importantes que están comprometidos en la
construcción de la memoria son: “son la familia, la religión y la clase social” (Halbwachs p.
163).
“Así. Según el autor los individuos articulan su memoria en función de su partencia a una
familia, una religión o una clase social determinada. Una buena referencia, para estas ideas
son los recuerdos de niñez. Ya que transcurre en lugares marcados socialmente: la casa, la
habitación, el patio, etc. La imagen se desplaza en el marco de la familia; desde el
principio, siempre estuvo en ella y nunca salió de ella.” (Johan Méndez-Reyes 2008)
El autor defiende la idea que uno no recuerda solo, “para acordarse, uno debe colocarse en
el punto de vista de uno o varios grupos y situarse en una o varias corrientes de
pensamientos” (Halbwachs 1968 p. 166).
Todo esto se da en el momento que decimos que la escritura se constituye como n tipo de
memoria que nos permite en razonar de modo social desde una perspectiva en particular. El
autor da a entender que hace una memoria reflexiva sobre la sociedad de una manera
sugestiva como nos podemos dar cuenta en esta cita: “Sociedades religiosas, económicas,
familias, grupos de amigos, de conocidos, e incluso reuniones efímeras en un salón, en una
sala de espectáculos, en la calle... todas inmovilizan el tiempo a su manera, o imponen a sus
miembros la ilusión de que durante al menos un tiempo, en un mundo que cambia sin cesar,
algunas zonas han adquirido una estabilidad y un equilibrio relativos, y en ellas no se ha
transformado nada básico durante un periodo de tiempo”. (Halbwachs 2004. pp. 128-129)
Entonces vemos que la argumentación de Halbwachs acerca de la relación entre tiempo y
memoria es por un lado el debate del argumento de Bergson que es sobre la duración que
tiene el tiempo cuando se desarrolla en el campo de lo individual y por otro lado que señala
20
que el tiempo no avanza, sino más bien que se mantiene, persiste en lo colectivo. Pero lo
más significativo es ver cómo se va tejiendo la argumentación cuando Halbwachs toma en
serio la conciencia individual por la razón que evoca los conceptos de duración de Bergson,
“lo trágico del dolor, que hace que, cuando llega a un punto, crea en nosotros un
sentimientos desesperado de angustia e impotencia, es que cuando un mal tiene su causa en
aquellas regiones de nosotros mismos a las que los demás no pueden llegar, nadie puede
hacer nada, ya que nos confundimos con el dolor y el dolor no puede destruirse por sí
mismo” (Halbwachs 2004 p. 98).
Es así que Maurice Halbwachs se encamina a esta relación entre el tiempo y la conciencia,
lo que Bergson llama el tiempo vivido, para revelar como la memoria está compuesta, si es
que el tiempo es algo indefinido como nos dice Bergson entonces como se manejaría un
espacio abstracto donde no se encuentran los recuerdos, efectivamente no cabe duda que el
tiempo es real ya sea en lo social o individual, algo que está supeditado a fechas,
momentos, pero son cosas visibles, y que esto no quiere decir que se ligue con el tiempo
abstracto de la física, en realidad como nos dice Bergson el tiempo real solo se puede
pensar desde el punto de vista de las conciencias colectivas y que eventualmente tiene que
ver con su duración, con su permanencia, lo que da por resultado que un pensamiento
pueda trasladarse y mantener un sentido identitario o sentido unitario.
Pero esta duración colectiva del tiempo es heterogénea, porque hay diversidad de grupos y
también hay variaciones dentro de la continuidad que tiene la memoria de un grupo, en
tanto contiene sucesivas generaciones. Esto no es otra cosa que tomar en cuenta una
determinada constitución de la sociedad en términos de sus ritmos: “las exigencias de los
diversos grupos no son las mismas: en la familia, en general, el tiempo permite cierta
holgura… parece como si en determinados medios descansásemos nos desquitásemos de la
exactitud a la que estamos obligados en otros... la correspondencia entre el tiempo del
trabajo, el tiempo de la casa, el tiempo de la calle... suele fijarse entre límites muy amplios”
(Halbwachs pp. 109–110)
Por consiguiente, los días, las fechas de cumpleaños, fechas especiales, etc. Tienen la huella
de lo tradicional, que como el autor nos da a entender, esto es un tipo de memoria más
distante, más larga, que tiene como fin mostrar lo inherente social del tiempo ya vivido. Es
21
así que expresa una gran pluralidad de significados, porque las mismas configuraciones del
tiempo ya sean años, meses, tiene un montón de significados, de modo que tenemos el
tiempo de manera diferente según la pluralidad de orígenes y usos que se le dé.
Halbwachs nos pone un ejemplo muy claro que es sobre el tiempo ya sea el año agrícola, el
año escolar, el año litúrgico o el año fiscal, nos hace reflexionar que sólo vive el tiempo
social en cuanto viven los grupos. “¿Acaso el sueño físico no es el único que detiene
temporalmente el ritmo de esas corrientes que son las sociedades? Si le atribuimos esa
virtud es porque olvidamos que no hay una sola sociedad, sino grupos, y porque la vida de
muchos de ellos se interrumpe mucho antes de que caiga la noche...” (Halbwachs 2004 pp.
111)
También vemos que Halbwachs expresa que solo existe un tiempo determinado en cada
sociedad, en el cual se reafirman y restauran los recuerdos, esta es una manera por así
decirlo de establecer una íntima relación entre memoria colectiva y tiempo, ya que el
argumento que da el autor deja en claro que el tiempo es una topología es un espacio en el
sentido de que se caracteriza por ser largo y estático, se podría decir que viéndolo desde la
memoria el tiempo se petrifica lo que hace pausado y se llega a estar inerte.
“Podemos recordar solamente con la condición de encontrar, en los marcos de memoria
colectiva, el lugar de los acontecimientos pasados que nos interese. Un recuerdo es tanto
más fecundo cuando reaparece en el punto de encuentro de un gran número de esos marcos
que se entrecruzan y se disimulan entre ellos. El olvido se explica por la desaparición de
esos marcos o de una parte de ellos, siempre y cuando nuestra atención no sea capaz de
fijarse sobre ellos, o sea fijada en otra parte (la distracción es a menudo la consecuencia de
un esfuerzo de atención, y el olvido es casi siempre el resultado de una distracción). Si bien
el olvido o la deformación de algunos de nuestros recuerdos se explica también por el
hecho de que esos marcos cambian de un periodo a otro. La sociedad, adaptándose a las
circunstancias, y adaptándose a los tiempos, se representa el pasado de diversas maneras: la
sociedad modifica sus convenciones”. (Halbwachs 2004)
Esto lo argumenta el autor, mostrándonos como las épocas de la vida de la familia se
superponen y se van constituyendo una especie de memoria imaginativa que es como la
sucesión de generaciones. “Para los niños, es toda la vida de la familia, al menos aquella de
22
la que guardan algún recuerdo. La memoria de los padres se remonta más lejos en el
tiempo, sin duda, porque el grupo que formaban antes no se reabsorbió totalmente en la
familia ampliada... nos damos cuenta cuando los hijos se van. Entonces, experimentamos
una sensación de irrealidad como cuando dos amigos que se encuentran después de mucho
tiempo pueden evocar el pasado en común, pero no tienen nada que decirse” (Halbwachs
2004 p. 125).
Es así como vemos que esta conciencia individual que no muestra el autor se explica como
la confluencia de pensamientos de memorias colectivas que a su vez tienden a dar un punto
reunión de los tiempos colectivos, es por esto que Halbwachs nos dice que hay que
especializar el tiempo para poder comprender esas imágenes comunes del tiempo vivido,
este tiempo que es de la memoria que se impregna en algún lugar de la sociedad según sus
costumbres.
Cuando Halbwachs habla sobre la memoria colectiva y el espacio no deja de lado lo que
tiene que ver con el tiempo, no solo por la idea del tiempo social como una algo que se
frena para subsistir sino es porque el espacio donde convergen todas estas estructuras no
son instancias vacías, el espacio tiende a tener una duración también en los objetos, calles,
estacionamientos etc.
Es que se construye un espacio no tan discontinuo pobre el cual se configura el sentimiento
y la identidad de un conglomerado. El autor nos da la pauta para entender que hay que ver
esto con ojos muy bien abiertos para poder entender la estadía de los objetos como el sostén
de la vida social, hay que darse cuenta que los grupos sociales tienen una cierta capacidad
de permanencia gracias a que pueden ser un espejo e imitar a las cosas o lugares, es como
una adhesión a las tradiciones por historia de lugares o edificaciones.
“Por lo demás, si la memoria colectiva obtiene su fuerza y duración al apoyarse en un
conjunto de hombres, son los individuos los que la recuerdan, como miembros del grupo.
De este amasijo de recuerdos comunes, que se basan unos en otros, no todos tendrán la
misma intensidad en cada uno de ellos. Cabe decir que cada memoria individual es un
punto de vista sobre la memoria colectiva, que este punto de vista cambia según el lugar
que ocupo en ella y que este mismo lugar cambia según las relaciones que mantengo con
23
otros entornos. Por lo tanto, no resulta sorprendente que no todos saquen el mismo partido
del instrumento común” (Halbwachs 2004 p. 127).
Por un lado, entonces podremos decir que la memoria colectiva es "una corriente de
pensamiento continuo, de una continuidad que no tienen nada de artificial, ya que no
retiene del pasado sino lo que todavía está vivo o es capaz de permanecer vivo en la
conciencia del grupo que la mantiene “mientras que la Historia " se ubica fuera de los
grupos, por debajo o por encima de ellos" (Halbwachs, M. La mémoire p.73). Obedeciendo
a una necesidad didáctica de esquematización. Es así que "en el desarrollo continuo de la
memoria colectiva, no hay líneas de separación netamente trazadas como en la historia,
sino más bien límites irregulares e inciertos, de tal manera que el presente no se opone al
pasado como se distinguen dos periodos históricos próximos" (Halbwachs, M. La mémoire
p.75).
También podemos condensar a la memoria colectiva como una especia de pensamiento
ininterrumpido que una de sus características es el no ser convencional, puesto que no
absorbe el pasado sino todo lo contrario todo lo que está vivo o es capaz de estar vivo
dentro de la conciencia del grupo que lo mantienen hace que se quede ahí. Es tratar de
estudiar cómo es la participación ciudadana en la construcción simbólica de la ciudad,
pueblo, con la finalidad de entender sus usos y definir otras formas posibles de habitar
desde una magnitud estética.
Pensamientos que se articulan con las ideas del autor Armando Silva que nos habla sobre la
teoría de los imaginarios urbanos que trata de investigar las condiciones perceptivas y
cognitivas que determinan a la vida urbana dentro de las sociedades modernas.
Armando Silva nos aclara que urbanizar va más allá del simple hecho de colonizar el
mundo de ciudades, “la urbanización, genera paradigmas cognitivos y normas sociales que
determinan nuestro comportamiento y nuestras relaciones con los demás” (Silva 2006, p.
91).
El autor nos explica que la teoría de los imaginarios urbanos no va por el camino de enfocar
la ciudad real, sino más bien la ciudad imaginada que no se puede definir en términos
geográficos, estructurales o palpables, sino en términos simbólicos. Silva se sitúa en que lo
24
imaginario cumple un papel importantísimo en la percepción y vivencias de un lugar o
ciudad. A su entender Silva nos dice que, en las sociedades modernas, la construcción de
aquellas ciudades imaginadas está determinada por una serie de combinaciones que
interactúan entre sí, para poder determinar la transición de una sociedad de hábitos hacia
otra que es pensada psicológicamente. Algo muy importante que plantea Silva es que las
ciudades imaginadas se confrontan a la ciudad real, eso que nosotros entendemos por
“realidad” dice el autor que se produce más en las ciudades imaginadas que en los mismos
reales.
Por todo esto Silva describe la teoría de los imaginarios urbanos como una “nueva
antropología del deseo ciudadano” que no se busca afirmaciones verificadas, sino
construcciones sociales. “Que parte de la convicción de que en una ciudad hay muchas
ciudades hechas por puntos de vistas ciudadanos (la ciudad de los hombres y de las
mujeres, de los homosexuales y de los heterosexuales, de los niños y de los mayores, de los
ricos y de los pobres...), pues la experiencia urbana contemporánea no es genérica, sino que
está fraccionada. Los imaginarios urbanos no pertenecen ni a individuos concretos, ni a la
sociedad en su totalidad. Son colectivos y reflejan los deseos, miedos, creencias y
sentimientos en general de grupos específicos de ciudadanos (las mujeres, los niños, los
emigrantes...).” (Silva 2006, p. 97-98).
A todo esto, Armando Silva nos dice que la ciudad cambia, se traslada, habla y se
configura, no mucho por sus estructuras físicas, como por sus moradores. Es por esto que
Silva nos invita a reconocer que la ciudad es medio de imágenes, cultura, lenguaje y
muchas escrituras, donde esta ciudad es la imagen del mundo y viceversa que, a paso lento,
pero siempre colectivamente se construye y reconstruye inacabablemente.
Silva también nos habla en su libro Imaginarios Urbanos, sobre el grafiti que pasa por un
orden lingüístico, social, cultural o moral, y que lo que representa el grafiti es lo prohibido
en manera que la sociedad no ve con buenos ojos esta práctica. A su vez hace una
comparación entre la publicidad y el grafiti que es tan grande, puesto que la publicidad solo
busca acrecentar el consumismo de lo que anuncia o vende su intención comunicativa es
unidireccional, en cambio el grafiti evidencia un efecto social de carga transgresora e
ideológica. Pero eso no es lo más importante dice Silva si no el reconocer el punto de vista
25
del ciudadano y para eso hay dos maneras: primero, cuando en la construcción de esa
imagen ya está preestablecido a que persona va a ir ese mensaje, que posee una cierta
característica comunicativa más visual que verbal, y segunda parte nos habla el autor Silva
que la relación con un patrimonio cultural implícito, que siempre actuara con especial
sugerencia identificadora en esta relación dialógica de participación ciudadana.
“Pero la ciudad y población no eran lo mismo en las antiguas ciudades. La ciudad consistía
en la asociación religiosa y política de las familias y de las tribus; la población, o los
futuros ciudadanos, correspondía al sitio de reunión, de domicilio y, sobre todo el santuario
de esta asociación. La tribu, así como la familia y la fratría sostiene de nuevo Fustel de
Coulanges, estaban constituidas para ser un cuerpo independiente puesto que tenían un
culto especial en que se excluía a los extraños. Pero, así como se habían unido muchas
fratrías en una tribu, pudieron asociarse entre sí muchas tribus siempre y cuando se
respetase el culto de cada una, el día en que se hizo está alianza nació la ciudad” (Silva
2006, p. 101).
Como nos dice el autor el territorio es y seguirá siendo un lugar donde habitamos con los
nuestros, donde el ejercicio de recordar al antepasado y evocar al futuro nos ayudan a
referenciarlo como un lugar que aquél nombró con limites simbólicos y geográficos.
Referirnos al territorio es asumir de manera lingüística e imaginaria que al momento de
cruzar por este territorio es darle identidad física con el acto significativo “El territorio es
algo físico, pero también extensión mental”. Ya que en estos territorios como en cualquiera
existen límites y filos que marcan el fin de un espacio físico y también el comienzo de otro,
este límite se convierte en un indicativo cultural de un espacio para las personas.
El borde urbano, el borde oficial, el borde visual o el limite imaginario son componentes
que coadyuvan a reconocer la presencia de dos tipos de espacios dentro de la ciudad, el uno
que es el espacio oficial, el que se diseñó por los alcaldes, prefectos, gobernantes,
urbanizadores y el segundo el espacio no- oficial, el que está conformado por los senderos
que los moradores de un barrio hacen para transitar por diferentes partes y burlar los
obstáculos que impiden circular por la calle. Este espacio no oficial del que habla Silva es
el que imaginan sus habitantes, de manera que se ve solo culturalmente, que es invisible,
imaginada, construida por la necesidad del morador que es hecho por ellos mismos.
26
"Los bordes visuales de un territorio" (Silva, 1987b) es el título del ensayo en el que puse
especial interés en descubrir cómo los usuarios de un territorio. La Ciudad Universitaria en
Bogotá, van construyendo, de manera colectiva y día por día, los senderos por donde se
movilizan, en franca oposición con los caminos oficiales que construye la administración
de la Ciudad Universitaria. El territorio se puede concebir de muchas formas: desde el
espacio físico reconstruido, hasta las mil maneras de nombrarlo; desde el bautizo oficial de
sus lugares y espacios, hasta la negación del pomposo nombre originario y su reemplazo
por uno modesto pero afín a la comunidad (como cambiar el nombre de su plaza central
Francisco de Paula Santander, por el de Plaza Che, como efectivamente todo el mundo la
conoce). El territorio alude más bien a una complicada elaboración simbólica que no se
cansa de apropiar y volver a nombrar las cosas en característico ejercicio existencial-
lingüístico: aquello que vivo lo nombro; sutiles y fecundas estrategias del lenguaje” (Silva
2006, p. 31-32).
Por otra parte, Silva nos habla sobre lo imaginario, y que este se hace real en tanto genere
un efecto social en lo público, por lo tanto no está nada alejado de la realidad no se
diferencia de lo real, el mundo vivido que se ve a través de los imaginarios sociales es real
en la medida de que la persona lo perciba a este y a sus objetos; “lo imaginario no es ni
mentira ni secreto, pues al contrario, se vive como verdad profunda de los seres humanos
así no corresponda a hechos comprobables empíricamente” (Silva, 2012).
Esta percepción imaginaria corresponde a la elaboración social que no siempre coincide
con el dato empírico, lo que si corresponde es a una verdad fáctica que está construida a
través de muchas fantasías que se van adhiriéndose a sujetos reales y sus distintos modos de
actuar.
“Esto significa que el ver está reglamentado socialmente, que no vemos con los ojos
propiamente, que los imaginarios nutren las visiones. (…) [Así] un estudio de los
imaginarios debe recorrer tres registros como objeto a revelar: el imaginario como
construcción o marca psíquica; el imaginario como construcción social de la realidad y el
imaginario en cuanto al modo que permite la expresión material por alguna técnica” (Silva,
2012).
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Silva nos habla que la ciudad es una vitrina por ser convergencia de miradas, esta vitrina es
el lugar en donde las personas se reconocen, tanto la vitrina como la ciudad son una
intersección de miradas. “La vitrina es una ventana. En ella construimos un espacio para
que los demás nos miren, pero también miramos a través de ella. Y, aún más, de la manera
como nos miran podemos comprender cómo nos proyectamos, y de la forma como la
vitrina se proyecta podemos entender cómo dispone ser vista”. (Silva. A. 2006)
En la vitrina están los que ven sin ser observados, los que simplemente ven o los que se
imaginan que se ven. Silva habla de los fantasmas urbanos que se constituyen a partir de
experiencias fácticas que dan lugar a que aparezcan los fantasmas urbanos, que se entiende
que son construcciones imaginarias que crean sus moradores, habitantes sobre su propia
ciudad.
Entonces llegamos a la conclusión que los autores con todos los aspectos mencionados
(territorio, memoria, memoria colectiva, memoria individual, grafiti, etc.) son elementos
para poder entender el imaginario social a través de la memoria ya que con estas
herramientas podemos trazar ejes semánticos para proporcionar más elementos que den
sentido a lo urbano y en especialmente al imaginario urbano, ya que se debe analizar de
forma objetiva se esté fuera o dentro de la ciudad moderna, que autores como los ya
mencionados podrían efectivamente pensar que este espacio donde convergen todas estas
ideas del imaginario y memoria puede llamarlo posmoderno.
Para Armando Silva todo este estudio, el cual lo aplica principalmente a las ciudades de
Bogotá y Sao Paulo, pero en realidad es a toda América Latina, no es otra cosa que
encontrar la manera en que los ciudadanos conciben las propias ciudades y construyen un
imaginario colectivo de éstas.
1.3 Memoria, memoria colectiva e identidad
1.3.1 Memoria Colectiva
Empezaremos hablando de memoria colectiva y para eso debemos remontarnos a un
continuo recorrido sobre el pasado, si es posible una reconstrucción a través de los marcos
28
históricos sociales, que están vigentes en las identidades de las personas y dentro de las
relaciones de comunidad. Todo esto nos permite analizar de la realidad social que nos lleva
a mirar el pasado como elemento primordial en la construcción del presente, por
consecuente es de mucha importancia tomar en cuenta los hechos sociales y fenómenos
como acontecimientos históricos pero que no están en orden cíclico más bien están en
espacio temporal, lo que nos otorga situarnos desde varias representaciones sociales.
Dialogar de construcción de memoria colectiva es apropiarse un cuestionamiento crítico a
las memorias que ya están instituidas por prácticas totalizantes, que tienen por objetivo
acallar los relatos y su huella.
Es por esto que para referirse a la memoria colectiva hay que tener en cuenta aspectos como
la espacialidad y la temporalidad, los significados que aportan las personas, las infinitas
relaciones y objetos que brotan entre las personas, es decir entender a todo esto como un
proceso de construcción social. Se trata de un desarrollo que abarca a los mecanismos
ignatos de la memoria como por ejemplo los recuerdos, los pensamientos y hasta el olvido.
La elección de sucesos y la cimentación de esas versionas acerca de uno u otro
acontecimiento que son objeto de la memorización, esta memorización es compartida pero
no necesariamente emerge desde un mismo punto de espacio o tiempo. Estas
particularidades lo hacen interesante y dinámico.
En el barrio como en otro contexto de igual similitud, establece un escenario y grupo de
relaciones para tener y hacer memoria, no hace falta estar plenamente identificado con
cierta Ciudad y Barrio para darse cuenta de esa evidente necesidad de rememorar recuerdos
pasados. La vida diaria está llena de ocasiones para que entre a operar la memoria y con
base a esta es que se define la realidad de muchas relaciones de personas del hoy y del
mañana.
En efecto, para él en los procesos de construcción de la conciencia representa un papel muy
significativo la noción de experiencia, en sus dos momentos fundamentales: la experiencia
vivida y la experiencia percibida. La primera involucra aquellos conocimientos históricos
sociales y culturales que los individuos, los grupos sociales o las clases ganan, aprehenden
al vivir su vida, elementos que se constituyen en los nutrientes de sus reacciones mentales y
29
emociones frente al acontecimiento. De otra parte, la experiencia percibida comprende los
elementos históricos, sociales y culturales que los hombres, los grupos, las clases, toman
del discurso religioso, político, filosófico de los medios, de los textos, de los distintos
mensajes culturales, en una palabra, del conocimiento formalizado e históricamente
producido y acumulado. (Betancourt 2004, pág. 124)
Los lugares de memoria pueden ser cualquiera que la persona haya vivido antes o después
de cualquier acto que dio paso a ese recuerdo, sea bueno o malo, ya que esos lugares se
convierten en un marco social de semejanza entre el presente y el pasado que por ende
produce una mezcla de emociones. Es así que la memoria tiene ese gran poder de
afectación a las personas, y los recuerdos son reconocidos en la medida que son
escuchados, es así que cada persona que cuenta lo que ha vivido es relevante cada detalle.
“…la memoria colectiva tiene su contraparte, el olvido; olvido que para estudiosos
de la psicología ha sido una facultad también individual, pero que para la
psicología social es un proceso psicosocial. La otra punta, o extremo, del proceso
en el que se inscribe la memoria colectiva, es el olvido social, que también se
despliega por grupos y tiene sus elementos constitutivos. Un punto de partida es
que para diversos pensadores se hace necesario olvidar; tiene sus procesos,
principalmente el silencio, en los cuales se sustenta; despliega sus prácticas, como
la imposición y la censura; tiene sus productos, como el vacío y la novedad; y se
ejerce principalmente desde el poder”. (Mendoza 2005, pág. 2)
Es así que observamos que por medio de los objetos un sin número de generaciones de
personas celebran uno u otro acontecimiento de la misma manera y la misma forma que lo
hicieron sus antepasados, que ayudan a reafirmar una identidad social. Es así que la
memoria constituye un eje articulador a la mirada de los pueblos, barrios, ciudades etc. Es
una manera de formar un legada que da las posibilidades de rememorar el pasado de recrear
aspectos del ayer, con el fin de hacer una transformación del presente y seguir en la
búsqueda de intereses colectivos. Todo esto y más nos dice Vázquez:
“la memoria son construcciones eminentemente sociales llenas de significados
que no se pueden juzgar ni mirar como una paradoja ni como una reflexión mental
interior, en este sentido, se concibe el estudio de la memoria como un proceso de
30
construcción social donde la memoria no se encuentra en la persona si no en la
superficie relacional situada entre las personas (…) Cuando las personas hacemos
memoria, mediante nuestro discurso sostenemos, reproducimos, extendemos,
engendramos, alteramos y transformamos nuestras relaciones. Es decir, la
memoria de cada persona cambia en la relación y cambia [también] las relaciones”
(Vázquez 2001, pág. 115)
Cuando se revive un recuerdo, se necesita por lo menos pensarlo para tantear que se intenta
recordar, puesto que, si no pasa esto, lo que se lograría es intentar traer a la mente una
sensación banal de algo que sucedió, es por eso que se suele decir que esos recuerdos
anteriores que se tiene en el “filo de la boca”, ya que no hay el terreno ideal para ese
pensamiento.
1.3.2 Memoria e identidad
Existen muchos trabajos realizados por sociólogos y pensadores que han estudiado el tema
de la memoria e identidad, pero para esta investigación la definición de Elizabeth Jelin es la
más acertada ya que nos dice que:
“la memoria es una operación para dar sentido al pasado. Primero menciona que la
memoria a pesar de ser algo muy individual, pues el ejercicio de recordar y olvidar lo
realiza una persona, no puede ser separada de lo social porque el individuo está inserto en
diferentes contextos: sociales, culturales y coyunturales. Las memorias son individuales,
pero siempre están enmarcadas socialmente” (López 2013, pág. 32)
Es así que la autora afirma que la memoria es a su vez social e individual, las experiencias
individuales se trasforman en experiencias culturales colectivamente hablando.
Entonces podremos decir que las memorias de las personas dan cuenta de muchas versiones
de sus recuerdos pasados, es por esta razón que la autora dice que son prácticas
socioculturales. Haciendo una comparación con el olvido, este no logra propagar la
indiferencia, en cambio el cumulo de elementos o situaciones que “recuerdan” son factores
relevantes ya que forman una pila de saberes que instituyen un conjunto colectivo. Como
Silva nos expresa: “¿Qué es el olvido? Nada quizá. Nada, ya que pareciese vivir en el límite
de lo inexistente. Pero es algo, también, y tal vez mucho. Pues el olvido vive paralelo a la
31
memoria. Constituyen ambos fuerza y poder. Poder del recuerdo, fuerza del olvido. ¿De
qué nos olvidamos o por qué recordamos esto o lo otro? Son preguntas justas, humanas, y
diría futuristas en el sentido de que la memoria vive al futuro. Nadie recuerda el olvido, esa
es su condición ontológica. Pero el olvido puede vivir sin el recuerdo, sin palabras en el
cuerpo, en la vida social; afectándonos y hasta conduciéndonos”. (Silva 2008 pág. 73)
Las investigaciones sobre la identidad que construyen imaginariamente los moradores del
barrio tradicional La Tola nos hace caer en cuenta que su estructura alrededor un circulo de
paradigma sobre lo barrial.
A partir de lo que se recuerda se puede reconstruir una parte de la historia de la Gallera, una
mirada del espacio, del momento que se dieron los acontecimientos y en el espacio que
transitaron ese sin número de memoria que se lo llama barrio.
32
CAPITULO 2
2.1 IMAGINARIOS URBANOS
Como bien lo establece Gorelik (2002), existe una tensión entre lo que podemos llamar la
creciente producción académica sobre los imaginarios urbanos y la imaginación urbana,
que trasciende el gracioso juego de palabras. Los imaginarios urbanos se han convertido,
primero en vanguardia y más adelante en refugio de una serie de preocupaciones alrededor
de la comunicación de la ciudad, de la experiencia comunicativa de la ciudad, en el que
encuentran morada reflexiones sobre los modos en las que es habitada, la forma en la que
ella misma habita los conglomerados de deseos y oportunidades que se hacen lugar en la
mente de habitantes, e incluso los modos en que transeúntes se relacionan entre sí y con los
objetos del mobiliario y el inmobiliario urbano.
Por otro lado, el espacio para la imaginación urbana, explica Gorelik, “nunca estuvo tan
clausurado en su capacidad proyectiva”, pues al definirse como una dimensión político
técnica, pocas veces ha habido tan poco espacio para pensar acerca de “cómo la ciudad
debe ser” (Gorelik, 2002). De esta tensión, a la que pertenecen las discusiones cartográficas
tanto como las que reflexionan sobre el papel de la ciudad como proyección y deseo,
sobrevive un concepto clave que tiene que con que comprender a la ciudad como un
espacio socialmente producido, y por lo tanto anclado a las prácticas y agencias sociales
que tienen lugar en su territorio.
Esta última comprobación, nos conecta con una definición del imaginario social en la que
éste se concibe como una manera colectiva de representar el espacio y el tiempo (Baeza
Rodríguez, 2000). Si seguimos el razonamiento que hemos planteado con Halbwachs en
este estudio, las memorias colectivas y las individuales se entrelazan de formas complejas,
pues cada una supone como existente a la otra en una semejanza a la famosa cinta de
Moebío. Lo que nos puede ayudar a aclarar el panorama de la observación es entonces
reconocer que memoria individual y colectiva “son dos manifestaciones de lo mismo”
(Levi, 2012, p. 8). Esa tautología, es sin lugar a dudas una conjunción de experiencia y
deseo, que se plasma en el recuerdo narrado, en el relato de un suceso, que es a la vez
33
individual y colectivo, y que no se puede tomar como un recuento supuestamente objetivo
de hecho, sino como una narración que es real en tanto refleja los deseos y las experiencias
de quién las narra, y no tanto la evidencia verificable de lo sucedido.
Comprendiendo de esta forma la relación que tiene el imaginario social con el tiempo y el
espacio, podremos dar cuenta de que las narraciones de determinados sujetos sobre un
lugar, sus memorias, están ancladas indefectiblemente a una necesidad o vacío que debe ser
llenado por la narración, vacío que es el negativo de una relación verificable con los
objetos, los lugares, las construcciones, el mobiliario y las relaciones sociales que se dieron
en un lugar determinado, pero que hoy solo residen en la memoria de los sujetos.
Es por eso, que los imaginarios sociales, los urbanos en particular, nos permiten acceder
sobre todo a los sujetos y no tanto a los lugares. Recordar, en este caso, la gallera, es narrar
la gallera vivida y la deseada, es reconstruir cada vez que una pregunta obliga a reorganizar
los recuerdos.
También tomaremos lo que dice Castoriadis desde 1964 en “Marxismo y teoría
revolucionaria”, sobre el imaginario. En donde explica que el imaginario se forma en el
camino de la historia de una sociedad colectiva, siendo una auto creación de la misma
comunidad, siendo esto la principal aproximación a la teoría del imaginario social.
Para discutir una idea de lo imaginario primero debemos entender que esta concepción de
lo imaginario usa lo simbólico para existir, o sea que pasa de lo intrínseco a lo real a lo
palpable físicamente, es así que en principio a las imágenes que se construye este
imaginario se debe al sentido que se le da por parte de los individuos de la sociedad. Las
imágenes son interiorizadas por las personas como representaciones que han adquirido una
conciencia específica, es esta conciencia resultado de la construcción colectiva que generan
las personas de una misma colectividad.
Lo imaginario es “algo inventado, sea absoluto o un simple desplazamiento de sentido, en
el cual los símbolos preexistentes son investidos con otros significantes que los suyos,
dicho desplazamiento de sentido supone una separación de lo real. (Castoriadis, 2010: 203)
Nos dice Castoriadis, que lo imaginario, se sitúa a través de significaciones imaginarias,
estima e instituciones y todos estos ayudan como elementos de viabilidad que posibilitan el
34
descentramiento de las significaciones que forman parte de la estructura dentro de las
funciones específicas. Cada sociedad, grupo, ciudad, barrio etc. Fabrica y define su propia
imagen del mundo, tratando de hacer de ella un cumulo significante que dota de sentido,
como por ejemplo la gallera que vemos que dota de sentido al barrio mediante el
imaginario de sus moradores.
Las imágenes del recuerdo utilizan componentes de lo que existe, pero a su vez lo
modifican de cierta manera que pueda acoplarse a la necesidad y realidad de todos y cada
uno de los moradores del barrio, las representaciones imaginarias que desarrollan las
personas dan cuenta de cómo se forman los elementos y como se desarrollan entre quienes
conforman en este caso el barrio. Lo que nos hace entender que las personas imaginan y se
hacen del espacio son las diversas experiencias que muestra la colectividad ante espacios o
hechos que se aparecen en su cotidianidad.
…lo imaginario como un estructurante originario que le otorga sentido al mundo
social debido a su presencia permanente en quienes conforman una colectividad,
ya que los seres humanos son fragmentos ambulantes de la estructura que se
replica en las diferentes instituciones existentes en la sociedad (familia, escuela,
colegio, iglesia, relaciones afectivas, etc.). El imaginario es visto como una
creación incesante, que sólo se desarrolla gracias al acto de poner imágenes, esto
explica que sea una creación nueva condicionada por los elementos que lo rodean,
rompiendo con la idea de la ontología tradicional en la que se lo mira como algo
que de por si se desprende de conjuntos ya establecidos o identificaciones
específicas, todas estas preexistentes de antemano lo cual lo convierte en una
secuencia repetitiva en el tiempo”. (Obando, 2016)
Una primera cuestión es qué logramos entender por imaginario, según la línea teórica que
nos manejemos, pero en conjunto general podemos ver el contraste de lo simbólico con lo
real, en algunos aspectos tal vez lo sea, y en otra se lo podría optar por llamar una
concepción socio cultural, que sitúa a lo imaginario en una línea más parsimoniosa de
pensamiento.
35
Es así como Alicia Lindón en su entrevista a Canclini (2007) nos dice que “podemos decir
que imaginamos lo que no conocemos, o lo que no es, o lo que aún no es. En otras palabras,
lo imaginario remite a un campo de imágenes diferenciadas de lo empíricamente
observable. Los imaginarios corresponden a elaboraciones simbólicas de lo que
observamos o de lo que nos atemoriza o desearíamos que existiera. Una de las tensiones en
que se juega el estudio de lo imaginario en el pensamiento actual es en la relación con lo
que llamaría totalizaciones y destotalizaciones, considerando que no podemos conocer la
totalidad de lo real y que las principales epistemologías contemporáneas desconfían de las
visiones totalizadoras. Lo imaginario viene a complementar, a dar un suplemento, a ocupar
las fracturas o los huecos de lo que sí podemos conocer. No se ha dejado de hablar de los
modos de producción, de totalidades sociales en un sentido amplio, pero actualmente lo
hacemos con prudencia y con “temor”, sabiendo que no estamos hablando de todo lo que
existe. Luego, los estudios transdisciplinarios o interdisciplinarios nos aportan más
consciencia sobre lo que cada disciplina recorta y, por lo tanto, sobre la parcialidad de los
enunciados y también sobre la dificultad de hablar en nombre de lo humano en general.”
Analizando desde esta perspectiva vemos que lo imaginario aparece siempre como un
componente vital para la ciudad o barrio, ya que este es heterogéneo, ya que existen
muchísimos imaginarios que lo habitan, por ejemplo, la manera de transitar cierto espacio a
cierta hora, o el dar una dirección siempre referenciando con un lugar emblemático. Estos
imaginarios no corresponden a comportamientos mecánicos ni a condiciones de clase,
aparecen de manera subjetiva.
Es así que imaginario comanda el proceso que permite a la persona construir su
personalidad e identidad en relación con el mundo, dentro del imaginario se sitúan los
procesos de conformación del yo y del otro, como nos dice Guarné Blai (2004) “que las
relaciones entre individuos y su concepción sobre la sociedad se construye en función a las
características que acertada o equívocamente se les atribuye a los mismos”.
Varias veces las características o designaciones pueden dar un pensamiento negativo o
positiva de un lugar a una persona, de la misma manera sucede con los nombres de las
ciudades o barrio y de las diferentes cosas que suceden alrededor de estos, las personas
crean un imaginario acertado o a su vez erróneo de las cosas que suceden en el barrio. Por
36
eso es imperativo tener en cuenta que los imaginarios juegan un papel indispensable en la
construcción de la cultura urbana y de la identidad propiamente dicha.
Como vemos en la reflexión que hace Armando Silva sobre que lo imaginario dentro de la
imagen de una ciudad, marca un principio fundamental de percepción: la fantasía ciudadana
hace efecto en un simbolismo concreto, como el rumor, el chiste, el nombre de un almacén.
entre vecindad de esas diferencias que sin duda marcan la personalidad de cada ser
humano. (Silva, 1992, pág. 400).
Definitivamente en nuestra ciudad de Quito, es imposible no hablar de imaginarios urbanos
al recorrer varios puntos de ella y rememorar un mundo de cuentos y leyendas que tiene
cada barrio que a su vez cuando estamos analizando los imaginarios también debemos
contar la parte de las contradicciones y conflictos que existen en los barrios y esas
diferencias que cada uno de los moradores expresa con sus memorias
“Un imaginario urbano es comunicación de imágenes y desplazamientos de
sentidos sobre el hábitat. Es comunicación, porque sirve para dialogar, a lo
sociológico o natural, de donde puede surgir un debate; los imaginarios urbanos
aluden a la oralidad de cada individuo; oralidad que se da al reconocer, conocer,
sentir que las ciudades tienen un presente que viene de una larga historia política,
económica, social. Surgen muchas ideas, pensamientos que se forman de la
oralidad, diálogos al momento de ir a misa, al mercado, a las canchas, a las tiendas
del barrio, a la cantina, etc.; donde se intercambian, varias experiencias recorridas
a través del tiempo. Los imaginarios se construyen desde la oralidad, es decir
desde el vivir cotidiano de cada individuo. Los imaginarios no son otra cosa que la
realidad de conocer lo vivido, sentido y experimentado, los imaginarios son
construidos por el individuo en comunidad. Por ello, los imaginarios tienen gran
importancia para revivir leyendas, tradiciones, historias, mitos, imágenes, pinturas
en si el arte popular; por lo tanto, vale recordar que todo esto es parte del
patrimonio intangible de un pueblo y de una ciudad. Mas, un concepto moderno de
patrimonio cultural incluye no sólo los monumentos y manifestaciones del pasado
( sitios y objetos arqueológicos, arquitectura colonial e histórica, documentos y
obras de arte), sino también lo que se llama patrimonio vivo: las diversas
37
manifestaciones de la cultura popular (indígena, regional, popular), las fiestas de
las comunidades tradicionales, las lenguas indígenas, las artesanías y las artes
populares, las comidas típicas, la indumentaria, los conocimientos, valores,
costumbres y tradiciones características de un grupo o cultura urbana” (Peralta,
1999, págs. 91- 92).
Pero es también memoria colectiva y producción social, si comparamos estas narraciones
con la promoción turística, en un afán por hacer un caso extremo. Lo histórico, aquello que
merece la pena ser preservado, contemplado y susceptible de una narrativa oficial, se
produce en una trama de poderes que se superponen a las memorias colectivas. Los
intereses suelen estar organizados alrededor del beneficio económico lo mismo que de una
economía moral de producción de la identidad nacional o local. Mientras tanto, los
imaginarios urbanos nos remiten a memorias del lugar contenidas en narraciones
individuales y colectivas atravesadas por el gozo, la tragedia, la cotidianidad, y mucho
menos influidas por las identidades nacionales o locales, por intereses más turbios (hoy en
día las peleas de gallos son ilegales, y es posible que siempre hayan sido vistas como una
suerte de entretenimiento popular, pero con visos de ilegalidad o al menos con un carácter
inapropiado).
A continuación, presentaremos las distintas narrativas sobre estos lugares de la memoria,
con el afán de discernir unos imaginarios más conectados con la vida barrial que con la
historia de la ciudad, cercanos a una pertenencia y a una resistencia, que sin oponerse al
menos se distingue del relato “histórico” o “turístico” de la ciudad, que no busca invitar (en
el sentido de producir visitas, como el turismo), sino que reivindica una necesidad de
habitar en una perspectiva diversa a la ciudad.
38
2.2 Lugares de memoria
Nos cuentan los vecinos de la Tola que la primera gallera de Quito tenia funcionamiento
donde ahora es el Coliseo Julio Cesar Hidalgo2. Es de una construcción rústica de madera
con techo de tejas, aunque hoy por hoy se ha remodelado, en el interior un graderío de
tablas y una pista redonda de arena para las peleas y también había jaulas que se arrendaban
para los gallos.
Luego la gallera de La Tola fue trasladada y se encuentra en las calles Calixto y Chile. Su
dueño es el Sr. Víctor Manuel Sacoto. Dicen que a veces los jóvenes de la jorga la
transformaban en ring para peleas de box. Después de haber pasado por varios dueños el
señor José Ayala la reconstruyó convirtiéndose en el actual dueño; y comparte con sus
amigos y socios Edwin Proaño y Gustavo Carrión, aficionados a este deporte. Formaron
“El Club Gallístico La Tola”.
En la actualidad, la pista está alfombrada y los graderíos han sido restaurados con madera
de chanul3. En el centro de la pista se han colocado focos que sirven para iluminar a las
aves ya que las peleas son generalmente por la noche. También se instaló un reloj que
cronometra el tiempo de las peleas, y una balanza para pesar la mejor coteja. La gallera
tiene capacidad para 600 personas y 200 casilleros para los gallos.
“En los últimos tiempos se ha incrementado la afición a este deporte; actualmente se
organizan peleas de gallos nacionales e internacionales. La gallera atiende la tercera
semana de cada mes. Las peleas ordinarias se hacen los jueves y por lo general, empiezan a
las 7 de la noche, los concursos empiezan a las 4 de la tarde y terminan entre la una o dos
de la mañana con un promedio de 30 peleas y asisten galleros auténticos: de La Tola, de
otros lugares de Quito y también de provincias. Cuando hay fiestas especiales como en las
de Quito, llegan aficionados de otros países. Las apuestas son comunes. Van desde un
dólar, ocho, diez y el doble de acuerdo a la raza y trayectoria del gallo. Es un deporte
emocionante, donde hay derroche de dinero y adrenalina, por lo que Don Galo Ayala,
2 Coliseo situado en Quito, Ecuador. Tiene capacidad para 8.000 personas. Fue construido en 1953 y actualmente es
administrado por la Concentración Deportiva del Pichincha. 3 Es un árbol dominante, que alcanza alturas de 40 m, con un diámetro sobre las bambas de entre 60 a 80 cm, también se reportan diámetros de 120 cm. El fuste es recto, cilíndrico con raíces tablares hasta 2 m de altura.
39
manifiesta que este no es un deporte rentable sino de orgullo. Es un hobby costoso”. (La
Tola, gestores culturales 2000)
La gallera es un lugar para divertirse, no hay violencia, sino pasión y entretenimiento. Por
la emoción y orgullo de los propietarios de los gallos ganadores, el pago de las apuestas es
de honor, de ahí el dicho “Palabra de gallero es palabra de caballero”
40
CAPITULO 3
3.1 DINÁMICAS DE SOCIABILIDAD
3.2 Marcos social de la memoria del barrio “La Tola”
“La ciudad es un espacio en permanente construcción, y en ella juegan papel
importante las percepciones y los imaginarios que elaboran los ciudadanos
respecto al espacio que ocupan, las que tienen que ver con variables a partir del
posicionamiento desde donde se viva la ciudad, es decir, la ciudad es una realidad
que no es vivida ni sentida de la misma manera por todos sus habitantes” (Soledad
Niño Murcia 1997 pág. 174)
Partiendo de este pensamiento y antes de empezar la investigación sobre la construcción del
imaginario urbano a través de este lugar representativo del barrio, debemos señalar que, por
imaginarios sociales se entienden que es la manera compartida de intensidad variable en
nuestra individualidad moderna- de representar el espacio y el tiempo (Baeza, 2000).
Los imaginarios como matrices llenas de sentido, se establecen en un lugar entre lo real y lo
imaginario, lo perdido y lo deseado, lo que se posee y no se posee, pero justamente al
hablar de lo que se posee y no, estos imaginarios que no son otra cosa que expresiones
simbólicas, suponen una exclamación de “visualizar lo invisible” (Castoriadis, 1998).
Es así que en este ejercicio por volver a recordar cuál fue la incidencia que tuvo La Gallera
de La Tola en sus moradores, podemos ver que la mayoría de las personas entrevistadas,
guían en su discurso una intención a un objeto ausente, que por más que este
estructuralmente siguen narrando sus experiencias en torno a lo que fue. Como nos plantea
Jean-Paul Sartre (1986), se trata de traer al presente un objeto que sabemos que no está.
Entonces si el objeto no es tangible en términos estructurales, las personas, en este caso los
moradores del barrio tienden a hacerse sobre la base de recuerdos, de imágenes que
claramente lo otorgan un nuevo sentid, en otras palabras, la construcción del imaginario
sobre cómo era o como estaba el barrio con la gallera etc. Parte de la idea de que no hay
41
nada en lo social que pueda ser encajado de manera objetiva, de modo que siempre hay que
introducir a la subjetividad para crear sentido a las cosas que no son materiales.
“En el barrio de la Tola, al igual que en muchos barrios de Quito, las galleras abrían sus
puertas al anochecer los días viernes, sábado y domingo, aunque los días de mayor
concurrencia eran los viernes según recuerda un morador del barrio” Gustavo Guerrero
(Morador del barrio Tola Alta por 40 años), todas estas aseveraciones no se deben tomar
como equivalente a algo ficticio, utópico o propio de lo irreal, si no a algo que
corresponden a procesos perceptivos motivados por el deseo que nos hacen ver más allá de
lo real o lo tangible, que nos invitan a pensar de diferente manera y ver donde puede haber
conflictos culturales y sistemas de valores, que básicamente tienden a conectarse con la
memoria y el tipo de nostalgia del ayer que asocia a los imaginarios urbanos.
Cuando observamos que las sensaciones que manejan las personas que nos relatan estas
vivencias, estos recuerdos, podemos decir que "Es un encantamiento destinado a hacer
aparecer el objeto sobre el cual se piensa y se desea, de manera tal que se pueda tomar
posesión de él. Hay siempre en este acto algo de imperioso y de infantil, un rechazo a
considerar la distancia, las dificultades. Pero el objeto en imagen es, y permanecerá
siempre, un irreal..." (Sartre, 1986: p. 5-30).
Es por eso cuando las personas nos cuentan que este “sentimiento” es de unión, calidez, por
una cierta actividad en este caso el ir a la Gallera, podemos entender que este carácter
imaginario es netamente indispensable para entender la producción simbólica que se realiza
en el barrio en torno a este espacio significativo. “Yo me acuerdo que los que venían aquí
se sabían reunir en las afueras del recinto” Katya Castellanos (moradora del barrio Tola),
podemos analizar este tipo de pensamientos remitiéndonos a comprender la especificad de
lo urbano y su relación en este caso con el habitante, morador o vecino con el barrio donde
habita, así como los imaginarios colectivos, que se van dando alrededor de estas figuras,
donde se toma los aportes de Armando Silva donde nos dice que “reconocer que la ciudad
también es un escenario de lenguaje, de evocaciones y sueños, de imágenes, de variadas
escrituras […] la ciudad ha sido definida como la imagen de un mundo, pero esta idea se
complementaría diciendo que la ciudad es del mismo modo lo contrario: el mundo de una
42
imagen, que lenta y colectivamente se va construyendo y volviendo a construir,
incesantemente”. (Silva Armando 2000 pág.19)
Es así que estos imaginarios sociales que no son otra cosa que formaciones colectivas que
desde lo subjetivo hacen nexos con elementos histórico-cultural, que a su vez permiten que
organicemos cada una de nuestra percepciones con respecto a la realidad y que por
supuesto se vean reflejados en muchos accionares dentro de la cotidianidad, es así que
cuando la gente habla de que veían a la gente llegar con sus gallos , con sus jaulas y con
autos es una muestra de la injerencia de lo imaginario sobre lo cotidiano, puede que no sea
así como los moradores lo narran pero esta construcción de lo imaginario de la realidad
social encarnan en cada uno de ellos/ellas este pensamiento que describe su entorno físico
del barrio en cuanto a la Gallera y así expresan una imaginario colectivo.
Cuando hablamos de lo urbano significa que debemos ver como es el dialogo que mantiene
el morador y el barrio en este caso y que en la construcción y reconstrucción de estos qué
resultados se obtiene, el sujeto en el barrio tiene un dialogo con este siempre, en este caso
como las personas tenían la idea de que el que era gallero en su tiempo tenía plata y por eso
las personas creían que para practicar este deporte se debía tener muchos recursos
económicos, cosa que no se ha comprobado. Este y muchos indicios más nos dan cuenta
que las personas siempre hablan con la ciudad.
Es así que podemos ver como esta relación entre los moradores el barrio y la Gallera tiene
un constante cambio en tiempo, ya que los imaginarios forman algo colectivo que tienen la
capacidad de reestructurarse, en otras palabras, si el morador del barrio habita este barrio tal
cual está construido, el mismo barrio o ciudad está siendo construida y reconstruida en
aspectos simbólicos y físicos por los mismos moradores.
Esto nos invita a reflexionar sobre algo que menciona Silva y es entender cómo construir
desde nuestros deseos, pensamientos y recuerdos, modos de habitar y deshabitar nuestros
barrios, “Silva sostiene, que la construcción de la imagen de una ciudad, en su nivel
superior aquel en el cual se hace por segmentación y cortes imaginarios de sus moradores o
sea la ciudad subjetiva, conduce a un encuentro de especial afecto con la ciudad: ciudad
vivida, interiorizada y proyectada por grupos sociales que la habitan y que en sus relaciones
43
de uso con la urbe no sólo la recorren, sino la interfieren dialógicamente, reconstruyéndola
como imagen urbana.” (Ana Vizcarra 2011 pág. 13)
Se trata de comprender el imaginario que tienen los moradores como cuando nos dicen que
“el único ingreso que tenía la gallera según nos cuenta el morador que vivió toda su vida en
el barrio era las boletas que se vendían para cada espectáculo, “era negociable el precio de
estas entradas, si se era amigo del dueño hasta gratis se entraba”, si se era mujer no se
pagaba, lo cual era una muestra de cortesía del dueño hacía con las mujeres que iban, más
aun si eran personas de alrededor de establecimiento” Rafael Castellanos (Morador del
barrio Tola por 40 años). Donde no necesariamente pude ser de esa manera o si, pero el
sentido de reconocer las formas que habitan en la mente del morador es el punto clave
donde se ve el croquis imaginario donde son puntos de vista urbanos, donde las conductas
individuales de las personas que les ha ocurrido una u otra cosa condicionan a que piensen
y recuerden de una u otra manera.
Por otra parte, estos procesos donde las personas tienen un imaginario en común de un
espacio, lugar o memoria se pueden hablar que existe una memoria colectiva, donde se
reconocen estas lógicas cotidianas de los moradores de La Tola, que están enraizadas en su
territorio y en las prácticas sociales cotidianas, que ejecutan las personas comunes y
corrientes en tiempo y espacio concreto.
Es por eso que las historias personales de cada uno de los moradores del barrio ilustran la
forma en la que se crea esta relación del imaginario urbano con la memoria dentro del
espacio del barrio con la Gallera, y es así que en estas prácticas de la memoria surge la
incógnita sobre la identidad barrial, que son reconstruidas a partir de estas experiencias de
los moradores del barrio, tanto de los que están como las personas que ya no están pero que
aún se sienten parte del barrio, y a través de esto poder encontrar los sentidos construidos
acerca de estos vínculos del barrio con la gallera, el morador con el barrio y el morador con
la gallera, y ver como se produce las prácticas sociales que se pueden ver los procesos de
memoria en este espacio urbano que están desarrollados en la explicación de un pasado con
sentido, en una actividad de recuerdos y olvido.
Cuando una persona nos narra que “Cuando uno se apostaba, no se sentía mucha emoción”
Katya Castellanos (Moradora del barrio Tola Alta por 29 años), vemos que indagamos
44
sobre la memoria que no es localizable, aparece por partes, y se comprende aquí el proceso
de transformación social y cultural en tanto que este proceso de formación de la memoria se
entienda como aquella instancia que comprometa la permanencia del tiempo y la
uniformidad de la vida como para recalcar que el pasado aún existe, así como esta identidad
barrial.
3.3 Lo Lúdico: Fiesta y entretenimiento
La calle Calixto y Ríos han sido escenarios de fiestas y entretenimientos del barrio, en la
esquina llamada “las 4 radios” que cuentan los moradores que le decían la "esquina de los
cuatro radios" porque en cada una de las cuatro esquinas que formaban las calles León y
Chile había una cantina: la “Temeraria”, la de "don Ola", (así tal cual suena), la "Más
famosa' y la tienda del "Flaco" Alberto, cada una con una radio colgada en la puerta de
entrada sonando a todo volumen. Se reunía la gente del lugar no solo para degustar los
platos típicos de la zona, si no con el fin de mantener una conversación con las personas
que acudían ahí, también para jugar a los cocos o a la plancha (juego de la época que
consistía en sacar las demás monedas que estaban en un círculo utilizando solo un “sucre”),
y también para que sus hijo o hijas fueran a practicar los juegos de temporada.
Las fiestas tradicionales a su vez que las actividades tradicionales en consonancia con
marcos temporales de la memoria de un barrio tuvieron un carácter social, económico y en
parte religioso, ya que todo esto era una mezcla en cuanto a lo importante que eran estas
actividades lúdicas para los moradores del barrio.
Por otra parte, para la gran mayoría de moradores de La Tola son muy recordadas las
celebraciones de los Años Viejos, que en aquellas épocas eran del interés de todas las
personas Toleñas. En las inmediaciones de la Gallera, nos cuenta Rafael Castellanos
(morador del barrio) se exponían los mejores monigotes que eran alusivos a muchas
cuestiones no solo del país si no del barrio en general, expresiones jocosas, burlonas que
tenían como mensaje hacer reír a las personas, pero también reflexionar sobre la realidad de
las cosas, claro de una manera muy cómica y sobre todo original.
45
En la década de los 60-70 cuando la Gallera estaba en su apogeo significo un sintió muy
importante en la socialización del barrio, ya que prácticamente era de los pocos espacios
donde cualquier persona podía ir a tomarse una cerveza o ir a apostar, según cual fuera su
gusto, ya que era de vital importancia tener un espacio de convergencia de la gente para
relacionarse socialmente, ya sea por un chiste o por compartir un plato de comida típica, lo
importante es esa interacción de personas que no necesariamente como lo dijimos eran del
mismo barrio ni del mismo entorno social.
Podemos observar que la memoria se vincula generalmente a fiestas, reuniones grupales,
comidas, apuestas, risas, bromas etc. Dándonos a entender la importancia que tuvo estos
aspectos en su momento para tener ese eje articulador del barrio con el espacio de La
Gallera.
La relación entre el juego, entretenimiento y el mundo es importantísimo ya que no
podemos perder de vista que el ser humano que juega está inmerso en cultura, en esa parte
de la sociedad y por lo tanto parte del mundo.
“Dentro del campo de juego existe un orden propio y absoluto. He aquí otro rasgo
positivo del juego: crea orden, es orden. Lleva al mundo imperfecto y a la vida
confusa una perfección provisional y limitada. El juego exige un orden absoluto.
La desviación más pequeña estropea todo el juego, le hace perder su carácter y lo
anula. Esta conexión íntima con el aspecto de orden es, acaso, el motivo de por
qué el juego, como ya hicimos notar, parece radicar en gran parte dentro del
campo estético. El juego, decíamos, propende, en cierta medida, a ser bello. El
factor estético es, acaso, idéntico al impulso de crear una forma ordenada que
anima al juego en todas sus figuras. Las palabras con que solemos designar los
elementos del juego corresponden, en su mayor parte, al dominio estético. Son
palabras con las que también tratamos de designar los efectos de la belleza:
tensión, equilibrio, oscilación, contraste, variación, traba y liberación, desenlace.
El juego oprime y libera, el juego arrebata, electriza, hechiza. Está lleno de las dos
cualidades más nobles que el hombre puede encontrar en las cosas y expresarlas:
ritmo y armonía” (J. Huizinga 1938)
46
A todo esto, que nos plantea Huizinga, podernos darnos cuenta cómo lo lúdico se encuentra
en la cultura, se ve en la vida cotidiana como por ejemplo cuando las personas iban a la
gallera a desestresarse, con actividades que les agradaban a ellos/ellas, pero sin que se
reglamente ya que si esto pasara se perdería su contenido.
Los moradores entrevistados nos comentan que había mucho movimiento en el barrio,
como nos dice la Sra. Margoth Guerrero (moradora del barrio por más de 30 años), las
principales actividades que realizábamos aquí en el barrio especialmente en la calle Calixto,
Don Bosco, los alrededores de la Gallera, eran varias Mingas de agua ya que no tenían agua
por grifo, campamentos Vacacionales para niños y jóvenes que eran varios días del año,
Aniversario del Barrio, donde a más de celebrar la creación del barrio se le celebraba a la
Virgen que es del barrio.
Nos cuenta el Sr. Rafael Castellanos que cuando había las peleas de Gallos se aprovechaba
para organizar con todos los vecinos las actividades sociales y culturales para el barrio en
general, pero que siempre hacía falta un poco más de organización e interés en el barrio.
3.4 La población de la Tola
Dentro del barrio se podían ver varios sectores compartiendo un mismo espacio, hacia la
parte del puente del Don Bosco, pasando por la calle Chile, Vivian muchísima gente
apasionada por la actividad gallística, que se caracterizaba según los entrevistados como
gente “viciosa”, proveniente de barrios aledaños pero que encontraron un mejor porvenir en
La Tola. Los vecinos recuerdan que muchas personas acudían al barrio no solo por la
Gallera si no para dejar a sus hijos en el Colegio Don Bosco.
Al cruzar las intersecciones aledañas a la institución educativa, nunca faltaban la gente
según el entrevistado “que preguntaba si alguna casa tiene cuartos de arriendo”, y era muy
buen negocio para los propietarios, que en ese sentido constituían una especie de elite
dentro del barrio.
Explicando un poco mejor sobre la elite del barrio, eran algunos sectores de la calle
Valparaíso cerca de las lavanderías donde la infraestructura amplia y bien diseñada, es ahí
47
donde había mucha gente de otra “elite”, según nos comenta el morador Gustavo Guerrero
Acosta.
Por otra parte, nos comenta una entrevistada, que ella vivía en casas de arriendo cerca de la
parte más bulliciosa de la Tola, (haciendo referencia a la Gallera y la esquina de los 4
radios), y recordaba que los servicios escasos que había solo tenían acceso los dueños de
casa, ya sean estos, baño, lavandería, agua etc. “Teníamos que ir lejos por la bajada del
Censo, para traer un poco de agua e ir a lavar la ropa en alguna quebrada, que eran comunes
en el Centro de Quito” (Entrevista a Margoth Guerrero, moradora del barrio).
Por último, nos comentan los entrevistados que siempre hubo ese grupo de personas que
eran “apáticas” a las actividades que se hacía en el barrio, no compartían muchos espacios
con el resto de los vecinos, ellos se quedaban en sus casas viendo de lejos las actividades
que realizaban la demás gente, “de los que me acuerdo, siempre hay gente desinteresada
que vive por vivir, por más que se les invitaban a las fiestas, reuniones, peleas de gallos
jamás se incluían, eran bien amargados” (Rita Toscano, moradora del barrio La Tola)
Había un sin número de eventos en los que la población de La Tola se unía, como por
ejemplo el futbol, donde los campeonatos de la Liga Barrial eran una de las principales
atracciones que tenía la gente, que daba inicio en la mañana con la inauguración,
posteriormente la elección de la reina y se clausuraba todo este evento con un gran baile a
las afueras del estadio, “El futbol era lo mejor que se tenían, aunque uno medio patojo era,
pero con todo y eso le dábamos” (Entrevista al Sr. Rafael Castellanos).
Por otra parte, un evento igual de importante y que todo el barrio estaba a la expectativa son
las comparsas que se hacían por la Virgen María Auxiliadora, “todo el barrio estaba muy
animoso y muy pendiente para celebrar a nuestra patrona del barrio, salíamos bien
temprano para coger puesto en las calles aledañas al colegio Don Bosco para ir gritando
alabanzas durante toda la procesión que iba de cabo a rabo de La Tola y siempre íbamos
cantando este poema que sabíamos de memoria de nuestro barrio y nuestra patrona:
“Desde el alto Itchimbía se deslizan furtivas callejuelas de La Tola al Censo y La
Marín, llegan sin prisa hoy la esquina del barrio está muy sola. Guambritos
valentones y plazuelas de la José Martí mi noble Escuela, nos forjaron con temple
48
las abuelas en los juegos del box y la rayuela. Un Edén de románticos poetas, es
La Tola con rubias y morenas; con balcones floridos y macetas adornando a las
reinas, muy serenas. Los poemas de amor, las serenatas con el Pepe Salgado y su
escuadrón; con piano, guitarras y maracas, al pie de los balcones, en camión. Para
siempre ha quedado en mi retina la bulliciosa esquina de los radios de Mama
Corazón sus cosas finas de Don Víctor Sacoto, con sus gallos. Del Sahumerio, sus
pasos retorcidos ofreciendo sahumerios bendecidos. Del diablo Ocioso, las tardes
su rutina gritando sus tamales de gallina. El Púchicas, un noble caballero, los
sábados brindaba por su equipo. Un “chicabún” fue su grito sincero alentando a su
club, era un buen tipo. Con la nieve del tiempo en mi cabeza me entregas
nuevamente tu fragancia. Hoy recojo mis pasos con tristeza en tus calles los ecos
de mi infancia. La Tola es el crisol de gente amada que funde con honor el
quiteñismo. Brindemos esta copa entusiasmada por Quito, por La Tola y mi
Barriada.” (Entrevista a Margoth Guerrero, moradora del barrio.).
Otra fecha que compartían todas las personas en el barrio era el muy esperado Carnaval,
donde las personas del barrio se tomaban las principales calles como nos comentan los
entrevistados y se entraban a los patios de las casas para alentar a los demás vecinos que
salgan a compartir esta fiesta, “para mojar, había que tener técnica, ya que siempre tocaba
esconderse atrás de las paredes para que la gente no nos vea que estamos con baldes de
agua, ya que no a toda la gente le gustaba que les mojen o que les mojen a sus hijos o hijas”
(Entrevista a Rafael Castellanos).
Posiblemente al rememorar el Carnaval para este morador era síntoma de una alegría por
como tiene esa predisposición para relatar esos juegos que practicaban, al escuchar las
vivencias de esa época, podemos ver que la descripción que nos dan del barrio no habla de
abundancia ni de suntuosidad, pero si de una alegría de un gozo común que hacía más
llevadera la vida en sí.
Por otra parte, en la descripción del barrio no nos hablan de restorán en el sector aledaños a
donde había gran afluencia de vecinos, sino de picanterías y lugares de comida donde eran
claves, como nos dice la Sra. Rita
49
“las guatitas de al frente de la Gallera era lo mejor del mundo porque uno salía
con mucha hambre viendo las peleas, y no había mejor manjar que un buen plato
de guata con arroz. A mi esposo vuelta le encantaba comer el caldo de 31 que por
las noches era lo que la gente más pedía, por la razón que era hirviendo y calmaba
el frio que sabía hacer en las noches, y no era muy caro valían alrededor de 5
sucres el plato y acompañaban con una buena música de lagarteros y una chichita,
bien fría”
Asimismo, de todos estos lugares, estaba la gran variedad de comidas a las inmediaciones
de la Gallera, que tenía separado dos espacios, uno que era donde había cantinas y acudían
a tomar las personas que salían de este lugar, y otras donde podían servirse algo de comer
ya sea solo o acompañado de sus familias.
3.5 Experiencias y relatos de los moradores entrevistados del barrio La Tola sobre
Gallera
Cuando se entrevistó al Sr. Rafael Castellanos morador del barrio por más de 30, la
experiencia que rememora a la gallera, es muy positivo ya que la sensación que da al
momento de exponer sus memorias nos dice que este sitio era un lugar de esparcimiento, de
unión con las distintas personas que iban a este lugar, sean de cualquier clase social. Las
peleas de gallos eran tomadas con bastante seriedad, ya que por no era poco frecuente que
las discusiones sobre ellas terminaran incluso en riñas entre los participantes.
Vemos que la sensación que expresa el Sr. Rafael es de aprecio hacia este lugar, no solo por
los beneficios económicos que esto pudiera reportar, sino por la participación que
incentivaba la Gallera entre los habitantes del barrio La Tola. Las bromas, los chistes,
servían para hacerse amigos no solo de personas de este barrio sino también de otros
lugares de Quito, la participación que tenían dentro y fuera de este lugar era muy marcada
por el compañerismo, la amistad y las ganas de entretenerse, de manera sana y casi gratuita,
y además era un lugar frecuentado principalmente por personas “de edad”.
Para el morador se perdió un elemento central de la identidad barrial, eso que era la Tola,
aquello por lo que el barrio se caracterizaba, “la gallera era parte de la Tola y la Tola era
50
parte de la gallera” indica el entrevistado; la ausencia de este espacio implicó una pérdida
en muchos niveles, no solamente en el del entretenimiento, ya que ningún otro lugar que
esté vigente en el barrio puede satisfacer las necesidades, ya sean culturales, sociales, de
entretenimiento y hasta económicas de las personas que no solo eran del barrio, como si lo
lograba la gallera.
Se evidencia nostalgia al recordar que en ese lugar tuvieron lugar experiencias que
marcaron la vida de todas y cada una de las personas que acudían a este tipo de sitios. Su
ausencia provoca aún hoy en día la imagen de aquello que “ya no se ve en esta ciudad”.
Evoca sentimientos y memorias agradables, claro que había momentos difíciles, pero eso se
distraía y compartir una broma un chiste o un trago y todo eso se extraña porque ya no hay
todo eso era parte de esa “quiteñidad esa identidad de ser quiteño” Referente a lo que dice
el entrevistado podemos darnos cuenta que la gallera para muchas personas tenía un
aspecto simbólico, algo que trascendía al barrio, algo que era clásico y de tradición, tienen
varios elementos como la alegría, esparcimiento, entretenimiento, claro que esos elementos
no han de ser los únicos, pero esa es la sensación que tiene en su narración la persona.
Por otra parte, las experiencias que nos comparte la Sra. Rita Toscano que tuvo en este
espacio fueron de esparcimiento de diversión, de júbilo. En sus recuerdos más frescos están
lo que veía las peleas de gallos que se daban en la Gallera, pero para la señora más de ser
bonito era penoso, ya que según nos cuenta las aves se lastimaban en especial las alas y
recuerda ella que le daba mucha pena al ver que los gallos terminaban heridos y en varias
ocasiones muertos.
El motivo de su visita a este espacio “era para ir a ver mas no para apostar” en sus
memorias doña Rita recuerda a partir de su llegada al barrio a sus 19 años, gratos
momentos en la Gallera, donde la única consigna era divertirse y pasar lo mejor posible,
con la compañía de su esposo, quien la introdujo por primera vez a este tipo de
espectáculos. Recuerda con mucho asombro que antes si iba bastante gente, era viernes,
sábado y domingo. Había gente de todos lados, no solo del barrio, se tomaba en referencia
para todo aún persiste la referencia de la Gallera.
Las sensaciones que muestra la entrevistada, es más de perdida, ya que para la señora se
perdió bastante con el cierre de la Gallera ya que como nos cuenta “era un deporte que
51
ayudaba a desestresar a toda la gente”, ya que era muy bueno tener un lugar donde ir
tranquilamente y estar seguro. La gente recuerda la Gallera con una estima, algo bonito, era
algo muy esperado ya que llegue el día de ir, era lindo más para gente de nuestra edad.
Asimismo, en la entrevista que nos brindó el Sr. Gustavo Guerrero muestra como sus
recuerdos están estrechamente ligados a los buenos momentos que tuvo en su juventud y
muestra en sus diferentes sensaciones una especie de reflexión de sus años vividos y como
este lugar fue parte de todo esto, parte de su experiencia como morador del barrio y fiel
testigo del cambio que se ha venido dando al ver que este espacio poco a poco va
desapareciendo. Al igual que los demás entrevistados coincide que este lugar es de
esparcimiento, de distracción de curiosidad como jóvenes, era distracción para la gente que
tenía los gallos principalmente, la gallera sigue y parece que se hace las peleas
esporádicamente. Entre los recuerdos más lúcidos que nos comparte, es que antes era más
el gusto por este deporte y ahora se ha venido decayendo y más con la prohibición de los
espectáculos que involucren animales, y también porque existe otros lugares que a la gente
le atrae más que ir a la Gallera.
Para el morador el barrio perdió un sitio de distracción sana, se perdió un sitio de herencia
ya que esta costumbre viene de los españoles, y que ahora solo son puros recuerdos de la
gente que habla ya rara vez de esto, más para tomarle como punto de referencia en territorio
geográfico, los recuerdos que aún posee el morador son más de la bulla que había del buen
ambiente que creaban las mismas personas del barrio al interactuar con este espacio, algo
vistoso, más por ver las aves y su plumaje.
Las costumbres que se tenía según el relato del morador, es que antes de entrar a la gallera
había que comer las tortillas de maíz, “para entrar con la barriga llena y poder gritar por el
gallo preferido”, en si este espacio nos dice que era “un icono un deporte de sociedad”, de
referencia para el barrio de la Tola, todo mundo conocía donde está la gallera como varios
puntos que había en el barrio.
Estas memorias a las que hemos podido tener un acercamiento, son muy valiosas en
recuerdos y también tienen mucha nostalgia de lo que alguna vez paso y significo mucho
para estas personas, sin ser algo tangible o que se lo pueda observar de los que un día fue.
52
Sin embargo, no hay que dejar de lado este pensamiento sobre que las memorias
individuales están determinadas socialmente.
Estas determinaciones son conductoras de la exhibición general de la sociedad, de la
percepción del mundo y de valores que la sociedad imparte de una u otra manera ya sea
individual o colectivamente.
En este acápite se trató de rescatar no solo la Gallera con sus diferentes características
específicas, si no más allá, trato de buscar la heterogeneidad de componentes que hay en el
barrio, como, por ejemplo, espacios, personajes, festividades, objetos etc. Conjunto que le
da otro color al barrio y hacen que se vean diferentes y cobre vida de modo que sin estos
recuerdos dejaría de ser este espacio un espacio de confluencia y alegría.
53
CONCLUSIONES
La producción imaginaria urbana que pudimos analizar a partir de la memoria y las
imágenes que el habitante de La Tola mantiene sobre la Gallera, no son una reconstrucción
exacta del pasado – como ninguna memoria lo es –, sino son maneras de ver el pasado
desde el ahora. La actualidad desde la que se posicionan los sujetos indagados nos permite
ver que, en el transcurso de los relatos, las narraciones de las personas van cambiando por
las experiencias sociales y personales a las que se han visto expuestas.
Los testimonios que los y las moradoras del barrio nos brindaron, si bien es cierto que
constituyen experiencias individuales, despliegan un carácter colectivo, pues configuran
una textura cambiante de contenidos sociales y culturales, tanto de la Gallera como del
barrio en su totalidad. Los términos, los propósitos y guiones que nos fue posible observar,
casi desde un acercamiento cognitivo, nos permiten visualizar no solamente una serie de
imágenes estáticas de la Gallera, sino una serie de recorridos por el barrio La Tola,
itinerarios y cartografías que muestran mapas de los sentimientos, que ubican no tanto sitios
como las acciones que tenían lugar en ellos, memorias y olvidos que constituyen la
reconstrucción de sensaciones más que de relatos fidedignos del pasado.
Como en varios casos, la memoria con la que se trabajó es atravesada por el olvido, la
relación de estas dos prácticas es complementaria, pues los silencios y las pausas en las
narraciones posiblemente dejan los espacios necesarios para que emerjan necesidades, se
recuerda tanto lo que ocurrió, como lo que quisiéramos que ocurra, la añoranza de la vida
de barrio, del entretenimiento, del disfrute y de una ciudad que acogía las prácticas diversas
de sus habitantes, no siempre van a constituir recuerdos como los de una afirmación como
“el pasado fue mejor”, sino que asume también la forma de un deseo sobre el presente. Es
posible que mucho de lo que se relata cómo perdido, hoy en día no remita tanto a una
pérdida o desaparición objetiva, como a un deseo que llena los silencios de la memoria, que
la embellece y la completa, que la hace parecer más armónica. En concreto esta
investigación, se ha puesto como meta analizar la construcción del imaginario urbano, a
partir de los más ínfimos recuerdos hasta eso que ya no se recuerda, una mirada a todo el
54
espacio de vida que para muchas personas es la Gallera, y hacerlo de manera tal que entren
en discusión los distintos pensamientos.
Gracias a estos recuerdos y a estas memorias, se ha podido recopilar ciertos elementos
histórico-sociales tanto del barrio como de la Gallera, que son para la mayoría de personas
entrevistadas, eran y aun son, muy útiles para la vida cotidiana del barrio, dándonos así
cuenta de que todos los elementos que se tomaron, se expresan en sentimiento de
pertenencia, sea por la Gallera u otros espacios representativos del barrio La Tola, por tal
motivo constituyen elementos muy importantes que reivindican de una u otra manera la
identidad barrial, el cómo ven al barrio primero desde una mirada individual de sus propios
recuerdos y después conjuntamente con las memorias de los demás moradores.
En cuanto a los Imaginarios Urbanos a modo general vamos a decir que es comprender la
subjetividad de la ciudad, en este caso del barrio y del espacio emblemático que es la
Gallera. Es referirnos a las producciones simbólicas en cuanto a lo urbano, donde la
persona da su punto de vista desde croquis, agrupaciones imaginarias de los moradores que
se van constituyendo en partes territoriales donde los moradores escogen limites urbanos
que dan una idea elocuente que existe entre la persona y la ciudad, barrio o lugar
emblemático.
Estas maneras de ver, entendiéndolos como la manera de percepción donde se concentra la
mirada colectiva de las personas en una ceñida relación con varios aspectos culturales y
también por otro lado los aspectos inconscientes, que son estampas no tan claras que
conducen la manera de ver y construir el barrio, todo esto es a causa de razones culturales,
hechos o simplemente la memoria de cada uno de las personas. Es así que podemos decir
que cada persona tiene diferentes formas de ver, pensar e imaginar la ciudad o en este caso
el barrio4, la manera de ver y determinar una zona del barrio es la más sensible, es la que
4 Según García Canclini, la ciudad “se concibe tanto como un lugar para vivir, como un espacio imaginado”. Y las representaciones simbólicas o imaginarios urbanos permiten entender como el ciudadano percibe y usa la ciudad y como elaboran de manera colectiva ciertas maneras de entender la ciudad subjetiva, la ciudad imaginada, que termina guiando con más fuerza los usos y los afectos que la ciudad “real”. La creación de las megaciudades en el caso de México, Brasil, Argentina y Perú, entre otras al igual que la formación de grandes aglomeraciones urbanas latinoamericanas, han modificado significativamente los usos, formas de vivir, pensar e imaginar a la ciudad. Gustavo Remedi argumenta, que, como parte del proceso de transformación urbano de las últimas décadas, en las ciudades latinoamericanas se ha dado una transformación del modelo cultural
55
incide si el morador de uno u otro barrio transita por los alrededores de la Gallera, habitar
cerca de ese espacio o a su vez invertir en ese espacio. No siempre se basan en daos duros
sino varias veces es vista por la percepción que tenemos de ese espacio o zona del barrio y
de este mapa mental que todos y cada uno de nosotras hemos formado del espacio
mencionado.
Es necesario recalcar que algunos espacios son considerados por ciertos grupos sociales
como famosos, peligrosos o representativos según la perspectiva e imaginario que le dan a
este espacio, pero concentrándonos más en la temática del espacio conocido como La
Gallera este espacio tradicional, simbolizados por el gozo, lo lúdico y el entretenimiento
familiar han sido tomados como algo cotidiano en la vida y que se convirtió en un lugar
tanto de trabajo como de diversión y esparcimiento.
56
RECOMENDACIONES
El barrio La Tola ha sido ocupada de manera estable en la ciudad de Quito desde 1629, esto
nos da muestra de sus complicados imaginarios, se recurrió a varios autores y hacer
entrevistas a muchos moradores del barrio, que nos contaron que La Tola siendo un barrio
emblemático de Quito hay que tomarlo como tal, es fundamentar este tipo de análisis que
valoran los imaginarios para poder potencializar la riqueza cultural, social que posee este.
A más de analizar un lugar emblemático para el barrio como es la Gallera que es tan
importante, otro elemento igual de importante es esa pertenencia de identidad que tiene
todas y cada una de las personas a las que se entrevistaron.
Además, hay que destacar la presencia de muchos ejemplares académicos con un elevado
nivel investigativo sobre esta misma temática, y la recomendación principal es que no
deben quedarse en la elaboración y nada más, se debe reproducir y publicar as quien
necesite recabar información sobre esta temática en específico.
Ya que como vimos los imaginarios tienen la capacidad de transformar las formas de cómo
nos relacionamos con nuestro entorno y esto es tal que llega hasta el punto de construir
elementos que fortalezcan o limiten nuestra apropiación simbólica de un espacio en este
caso sería La Gallera.
Los imaginarios que vimos en esta investigación nos hacen caer en cuenta que los
habitantes del barrio La Tola (los entrevistados) de una u otra manera valoran y conocen a
la zona de la Gallera, la percibieron y la utilizan como un escenario importante dentro de
sus memorias y dentro de la actualidad, incluso las partes que se encuentran cerca de la
Gallera son reconocidos y apropiados por los moradores.
Ya que a los imaginarios se los debe valorar desde una perspectiva más importante dentro
de las dinámicas que tiene la vida urbana, son elementos constitutivos que ayudan a
fortalecer el saber del espacio en su día a día. A más de ser una construcción formativa, es
didáctica, ya que nos ayudan a hacer el saber más consiente, más lógico;
Este trabajo de investigación se hizo en un contexto diferente a los de la mayoría de
investigaciones, ya que logramos aterrizar no solo a nivel barrial en cuanto a lo imaginario
57
si no que fuimos más allá, al poder un lugar representativo del barrio. Por un lado, es
importante que el estudiante incursione en terrenos poco explorados y que tal vez no
domina, ya que es altamente complejo trabajar con comunidad, pero esto permite fortalecer
y enriquecer todo lo que aprendió en la carrera, salir de esa zona de confort para proponerse
nuevos retos académicos
Es interesante que se hagan estos tipos de investigaciones que abarquen más barrios y sus
respectivos lugares representativos, ya que los imaginarios no han sido tan explorados en
cuanto a barrios.
58
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