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Una Teología Bíblica de la Maternidad
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UNA TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA MATERNIDAD
— James M. Hamilton Jr. —
James M. Hamilton, Jr. (Ph. D., The Southern Baptist Theological Seminary) es profesor Asociado de Teología Bíblica en el Southern Baptist Theological Seminary y es el Pastor principal en Kenwood Baptist Church en Louisville, Kentucky. Jim es el autor de God’s Glory in Salvation through Judgement (Crossway), God’s Indwelling Presence (B&H), Revelation: The Spirit Speaks to the Churches (Crossway), Su blog puede encontrarse en su sitio web: www.JimHamilton.info. El Dr. Hamilton es bendecido por estar casado con la mujer de sus sueños, y sus cinco hijos son como
plantas de olivo alrededor de su mesa.
Traducido por Saúl Sarabia L.
Mirando por la ventana, Bellatrix despreció lo que vio. Aquellos tontos sonrientes
con todos los niños. Y en el centro del tumulto estaba Prudencia. Sonrisa torpe,
un marido cariñoso en su brazo, y el enjambre de niños apiñando su casa con sus
propios hijos. Bellatrix miró con aire de suficiencia de la ventana al espejo. Había
sido la soltera más codiciada en el pueblo. Ahora que se acercaba a los 70, ella se
consideraba bien conservada. Esquivó el dolor del parto y todavía consideraba
muy bien su figura. Habiendo evitado el desorden de los niños, su domicilio fue
elegante y tranquilo. Ahora viuda, el día festivo la encontró sin problemas,
relajada de deberes y ruido. Nadie con quien ella deba jugar a la esclava, nadie
para limpiar después, nadie quien molestara su calma: estaba sola.
No es bueno que el hombre esté solo
¿Qué es una teología bíblica de la maternidad? Una teología bíblica de cualquier
cosa pretende describir tanto la historia como la red de suposiciones,
presuposiciones y creencias asumidas por los autores bíblicos cuando
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escribieron. El único acceso que tenemos a lo que los autores bíblicos pensaron o
asumieron, es lo que escribieron. Cuando perseguimos la teología bíblica, lo que
estamos tratando de entender es la cosmovisión reflejada en las suposiciones de
los autores bíblicos, la cosmovisión de la que sus declaraciones resultan y la
cosmovisión en la que sus declaraciones tienen sentido.1 Si estamos tratando de
establecer una teología bíblica de la maternidad, queremos ver cómo la
maternidad encaja en la trama de la gran historia de la Biblia, cómo interactúa
con otros aspectos de la historia, y cómo estas cosas arrojan luz sobre las
declaraciones directas acerca de la maternidad en las canciones de los salmistas,
los proverbios de los sabios, y en las instrucciones de los apóstoles. La Historia y
las declaraciones se informan una con la otra, cada una exponiendo, afirmando, y
explicando la otra. Este estudio iniciará con la maternidad en la historia de la
Biblia, antes de considerar las declaraciones de la Biblia acerca de la maternidad.
La maternidad en la historia de la Biblia
La historia de la Biblia comienza con una declaración de que la simiente de la
mujer aplastará la cabeza de la serpiente (Gn 3:15), y termina con una
descripción de un dragón intentando devorar a una mujer y a su hijo varón (Ap
12:1-17). Ese niño, la simiente de la mujer, es el personaje principal de la Biblia,2
y su vida depende de que su madre le dé a luz. Solo de esto se puede ver que la
maternidad es vital para la trama principal de la Biblia, pero no solamente es la
trama principal para lo que la maternidad es vital.
Les fue dicho al primer hombre y mujer que fueran fructíferos y se
multiplicaran (Gn. 1:28). La paternidad y la maternidad son, entonces,
responsabilidades humanas fundamentales. Es la primer cosa que Dios les dijo a
Adán y a Eva después de haberlos bendecido. Adán y Eva deben ser fructíferos y
multiplicarse para hacer lo siguiente que Dios les dijo que hicieran: "llenen la
tierra y sométanla" (1:28 NVI). Ellos dos solos no serían capaces de llenar la
1 Para más, ver James M. Hamilton, God’s Glory in Salvation Through Judgment: A Biblical Theology (Wheaton: Crossway, 2010).
2 Para la importancia de Gen 3:15, ver James M. Hamilton, “The Skull Crushing Seed of the Woman: Inner-Biblical Interpretation of Genesis 3:15,” The Southern Baptist Journal of Theology 10, no. 2 (2006): 30–54; y para la conexión entre Gen 3:14–19 y 12:1–3, ver James M. Hamilton, “La Simiente de la Mujer y la Bendición de Abraham,” Tyndale Bulletin 58 (2007): 253–73.
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tierra, someterla y ejercer dominio sobre ella. La maternidad es vital para el
mandato que Dios dio a la humanidad de llenar, someter y dominar la tierra.
Dios puso al hombre en el jardín para trabajarlo y mantenerlo (2:15), y
puso a la mujer ahí para ayudar al hombre (2:18, 20). Ambos llevan la imagen y
semejanza de Dios (Gn 1:27), y no pueden cumplir su tarea distanciados uno del
otro.
Específicamente: la humanidad no puede hacer lo que Dios ordenó aparte de la
maternidad.
La mujer no estaba en la escena en la que se dio la prohibición de no
comer del árbol del conocimiento del bien y del mal (Gn. 2:17), pero la amenaza
de muerte a la transgresión de la prohibición detendría a Adán y a Eva de
multiplicarse, de llenar y gobernar sobre la tierra. La muerte también detendría
al hombre de trabajar y mantener el jardín, y a la mujer de ayudarlo. La
humanidad debe obedecer el mandato de Dios para poder cumplir el propósito de
Dios, si van a llenar y someter la tierra. La desobediencia los incapacitará: no
podrán hacer lo que Dios ha mandado aparte de la obediencia al único mandato
de Dios de no comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal.
Ellos no obedecieron. De no ser por la misericordia de Dios, la muerte
habría detenido la maternidad antes de que esta siquiera comenzara.
Cuando la serpiente tentó a la mujer, le contradijo la idea de que la
transgresión resultaría en la muerte (Gn. 3:4; Cp. 2:17). Dios estableció los
límites, y Dios estableció lo que pasaría si los límites fuesen transgredidos. Al
negar la consecuencia de la transgresión, la serpiente trató de escribir su propia
historia dentro de la que Dios estaba contando. Por razones obvias, el proyecto de
la serpiente fallará. Dios es el único que ha traído la historia a la existencia por
sus palabras, y las meras palabras de la serpiente no prevalecerán en contra de
aquellas que Dios ha hablado.
Dios llamó al hombre y a la mujer a sí mismo después de que
transgredieron. Maldijo a la serpiente (Gn. 3:14-15), e hizo más difíciles los roles
dados al hombre y a la mujer (3:16-19). La parte de la mujer en ser fructíferos y
multiplicados, se vio dificultada por el dolor añadido en el parto, y su papel de
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ayudar a su esposo se complicó por un nuevo deseo de controlarlo (Gn. 3:16).3 La
maldición golpeó a la mujer precisamente en el punto de la maternidad: La
maldición de Dios está en contra de la maternidad física y relacionalmente.
Físicamente ella experimentará dolor en el parto, relacionalmente ella ya no
querrá someterse sino controlar. Un aspecto de la historia de la redención es la
maternidad, en donde la misericordia y la bendición de Dios se elevan sobre su
maldición contra el pecado para que en lugar de muerte Él de vida.
Dios lanzó la promesa de la vida frente a la muerte, incluso mientras
hablaba la maldición sobre la serpiente. Sólo la serpiente escuchó las palabras
"maldita serás" (Gn. 3:14). También escuchó que Dios pondría enemistad entre
ella y la mujer, entre su simiente y la de ella. Ella, la serpiente heriría el calcañar
de la simiente de la mujer, pero esa simiente de la mujer heriría la cabeza de la
serpiente (3:15).
Dios pasó a abordar a la mujer y al hombre (3:16-19), pero las palabras de
vida se habían lanzado contra la muerte: Dios dijo en Génesis 2:17, "porque el día
que de él comieres, ciertamente morirás." Ahora el hombre y la mujer han
comido de ese árbol, y en las palabras dirigidas a la serpiente, el hombre y la
mujer escuchan que no van a morir físicamente ese mismo día. En cambio, en la
maldición sobre la serpiente escuchan que tendrán descendencia. No solamente
sus vidas van a continuar, también van a tener hijos. Ellos se multiplicarán, y la
simiente de la mujer4 herirá la cabeza de la serpiente, donde los golpes mortales
son aterrizados, sufriendo una herida en el talón, lo que típicamente no conduce
a la muerte.
Después de haber narrado la justicia de Dios contra los trasgresores, junto
con la misericordia prometida en la palabra de que el hombre y la mujer no
morirán sino que tendrán una simiente que le hará más daño a la serpiente de lo
que la serpiente le hará a él, Moisés narra inmediatamente la respuesta del
hombre, una respuesta que muestra la importancia de la maternidad: "Y llamó
Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los
vivientes." (Gn. 3:20). Adán respondió con fe a la palabra de juicio que Dios
3 Esta comprensión de las palabras "tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti." (Gn 3:16) se basa en el uso de los mismos términos en Gn 4:7.
4 Para la validez de ver una simiente singular en Gen 3:15, ver Jack Collins, “A Syntactical Note (Genesis 3:15): Is the Woman’s Seed Singular or Plural?” Tyndale Bulletin 48 (1997): 139–48.
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habló sobre la serpiente. 5 Adán creyó que Dios había hablado justicia a la
serpiente, y en esa palabra justa oyó una promesa de vida para sí mismo, para la
pronto a ser llamada Eva, y para su simiente.
Si la mujer no se convierte en madre, la cabeza de la serpiente no será
aplastada. La justicia de Dios contra la mujer, dolor en el parto (Gn. 3:16), hace
que el triunfo sea difícil pero no imposible. La maternidad hace posible la
salvación del mundo. De hecho, la salvación del mundo vendrá sólo a través de la
maternidad.
En este lado de las maldiciones narradas en Génesis 3:14-19, la
maternidad es un acto de misericordia. No es prometido a nadie, nadie lo
merecía; nadie lo ha ganado. Nadie puede esperarlo justamente o exigir
experimentarlo. La muerte era merecida, y Dios defendió la justicia pero también
extendió el acto de misericordia de la maternidad. 6 La maternidad es un
privilegio sagrado otorgado por el beneplácito de Dios.
El recuento de la reacción de Eva a los nacimientos de Caín y Set, muestra
que ella comprendió plenamente el significado de la maternidad, la importancia
de la simiente que le fue dada. Cuando nació Caín, ella dijo, "Por voluntad de
Jehová he adquirido varón" (Gn. 4:1). Al asesinar a Abel, Caín mostró no ser
simiente de la mujer, sino simiente de la serpiente (4:8). Como resultado, él
escucha las mismas palabras, "Maldito serás tú" (4:11), que su padre el diablo
había escuchado (3:14; Cp. Juan 8:44, 1 Juan 3:9-12). Las palabras de Eva en el
nacimiento de Set muestran que ella entiende esto: "y llamó su nombre Set:
Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató
Caín." (4:25). Eva parece estar en busca de la simiente de la mujer que
conquistará a la serpiente.
La promesa de la simiente provoca la preocupación de preservar la línea
genealógica de descendencia: las genealogías dan testimonio de la esperanza de la
simiente de la mujer prometida, y Génesis 5 traza la línea de descendencia de
Adán a Noé a través de diez generaciones (Gn. 5:1-32). La maternidad hace
posible una genealogía.
5 Stephen G. Dempster, Dominion and Dynasty: A Biblical Theology of the Hebrew Bible, New Studies in Biblical Theology (Downers Grove: InterVarsity, 2003), 68.
6 Para mas, ver Hamilton, God’s Glory in Salvation Through Judgment, 75–89.
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En medio de la genealogía Génesis 5, las palabras de Lamec en el
nacimiento de Noé, indican que estas personas están en busca de la simiente de la
mujer que golpeará en el cráneo de la serpiente: "Este nos aliviará de nuestras
obras y del trabajo de nuestras manos, a causa de la tierra que Jehová maldijo."
(Gn 5:29; cp. 3:17-19). Las palabras de Eva en los nacimientos de Caín y Set
testifican de la esperanza de la simiente aplasta cráneos prometida. Las palabras
de Lamec indican que aquellos que creen en la promesa de Dios acerca de la
simiente de la mujer, también piensan que su conquista hará retroceder la
maldición sobre la tierra, reabrirá el camino al Edén, a la presencia de Dios y a la
vida bienaventurada.7
Otra genealogía hecha posible por la maternidad en Génesis 11 registra las
diez generaciones que se extienden desde el hijo de Noé, Sem, hasta Abram (Gn.
11:10-26). Poco después de que la genealogía nos ha llevado hasta Abram, no
obstante, leemos que él tiene una esposa estéril (11:30). Así como la palabra de
Dios prevaleció sobre la muerte cuando Dios habló del juicio sobre la serpiente en
Génesis 3:15, así también la palabra de Dios prevaleció sobre la esterilidad de
Sarai cuando Dios habló de la bendición de Abraham en Génesis 12:1-3.
El libro del Génesis detalla cómo la bendición de Abraham fue pasada a su
hijo Isaac (Gn. 26:3-4), y luego de Isaac a Jacob (28:3-4), pero para que esto
sucediera, Dios tuvo que conceder la misericordia de la maternidad a las estériles
Sara y Rebeca (21:1; 25:21). La esterilidad de estas mujeres no fue el único
obstáculo. A través de la mentira egoísta de la “hermana”, tanto Abraham como
Isaac trataron de entregar a sus esposas (12:10-20; 20:1-18; 26:6-11). Si hubieran
tenido éxito, el canal de bendición se habría perdido. La promesa de Dios de
bendición, vida y simiente, se opone a la incapacidad física de las mujeres y a la
locura moral de sus maridos. Dios los bendijo, a Abraham y Sara, a Isaac y
Rebeca, con la misericordia de la maternidad a pesar de su incapacidad y pecado.
Los nacimientos notables, nacimientos que requieren la intervención
divina, pueblan el paisaje del Antiguo Testamento: Raquel tenían dificultades
para ser madre (Gn. 30:1-2), y fue sólo cuando Dios escuchó su oración y abrió su
7 De manera similar T. Desmond Alexander, From Eden to the New Jerusalem: Exploring God’s Plan for Life on Earth (Nottingham England: InterVarsity, 2008), 27.
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matriz, que José nació (30:22-24). 8 El nacimiento de Fares y Zara vino de
circunstancias que eran cualquier cosa menos favorables (Gn 38). La madre de
Sansón era estéril hasta que el ángel del Señor se le apareció, anunciándole que
daría a luz a un nazareo desde su nacimiento (Jue 13:2-5). El texto de Rut no dice
explícitamente que ella era estéril, pero ella estuvo casada con Mahlón durante
diez años y no tuvo hijos (Rut 1:4; 4:10). Cuando se casó con Booz, Yahvé le dio
que concibiese y ella dio a luz al abuelo de David (4:13, 17). Yahvé había cerrado
el vientre de Ana (1 Sam 1:5-6), pero escuchó su oración, se acordó de ella, y ella
dio a luz a Samuel (1:11, 19-20).
Este patrón de nacimientos notables, nacimientos que no ocurrirían aparte
del Señor, encuentra su cumplimiento cuando Jesús, el Mesías, es nacido de la
virgen María (Mt. 1:18-23, Lc. 1:34-38). Ningún hombre - ¡y no me refiero a
Odiseo!- engendró al Mesías. Ningún hombre trajo el Mesías al mundo. Ningún
hombre se aseguró de que la línea de descendencia sería ininterrumpida desde
Adán hasta Noé, de Sem a Abram, de Abram a Fares, de Fares a David a través de
Obed, y desde David hasta el hijo de David, Jesús de Nazaret. Dios supervisó la
preservación de la simiente de la mujer y las madres dieron a luz a los hijos,
manteniendo viva la esperanza, haciendo posible la promesa.
Sin la maternidad, la trama de la Biblia no va a ninguna parte, porque su
protagonista, la simiente de la mujer, nunca habría nacido para triunfar sobre el
antagonista, el gran dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás (Ap.
12:9; cp. 12:1-5).9
Hemos visto que la maternidad es un acto de misericordia, y del hecho de
que el Mesías nació de una mujer (Gal 4:4), vemos que la maternidad es un
honor. Sólo María dio a luz al Mesías mismo, pero cada madre que tiene un hijo,
experimenta lo que ella hizo. Cada madre que da a luz un hijo trae vida al mundo
a través de una experiencia cercana a la muerte. Toda madre que da a luz un hijo
participa de los dolores del parto, y las tribulaciones escatológicas que resultarán
en los cielos nuevos y tierra nueva son asemejadas a los dolores de parto por los
profetas (ej. Isa 26:17-19), Jesús (Jn 16: 21 -22), y por Pablo (Rom. 8:18-25). Así
8 T. D. Alexander, The Servant King: The Bible’s Portrait of the Messiah (Leicester: InterVarsity, 1998), 23.
9 Ver mi exposición de Apocalipsis 12 en James M. Hamilton, Revelation: The Spirit Speaks to the Churches, Preaching the Word (Wheaton: Crossway, 2012), 245–56.
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como el sufrimiento de una mujer trae nueva vida al mundo, así también las
aflicciones mesiánicas darán a luz una nueva creación.10
También podemos observar que la maternidad es una de las formas en que
Dios ha escogido lo débil del mundo para avergonzar a lo fuerte (1 Cor. 1:27).
Dios ha fundado la fortaleza de la boca de los niños y de los que maman, a causa
de sus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo. (Sal 8:2). Una
madre puede no parecer como un recurso militar, pero los bebés débiles e
indefensos que ella engendra, es lo que Dios usa para fundar su fortaleza y
silenciar sus adversarios -no cuando ellos crecen para ser guerreros poderosos,
sino cuando lloran sus gritos sin palabras, cuando su propias vidas dan
testimonio de que Dios hace que la vida prevalezca sobre la muerte, que la
bendición triunfe sobre la maldición, y el infante de la mujer presagia la muerte
para el antiguo dragón.
Dios responde al desafío y desobediencia de Satanás con la obediente
sumisión de una mujer que hace lo que Dios le hizo hacer; ayudar a su marido a
multiplicar, llenar y sojuzgar la tierra, y ella hace eso al tener hijos. Por medio de
la maternidad, Dios responde a la jactancia de Satanás con el llanto del bebé.
Dios responde al orgullo de Satanás con el niño humilde.
La importancia de la maternidad en la historia de la Biblia debe influir en
nuestra lectura de un pasaje como 1 Timoteo 2:15.11 Eva tuvo hijos, las matriarcas
de Israel tuvieron hijos, y María la virgen dio a luz a Jesús el Mesías. Lo que
Pablo dice acerca de las mujeres y el parto en 1 Timoteo 2:15, de las viudas
jóvenes en el 5:14, y de las mujeres mayores y jóvenes en Tito 2:3-5, significa que
el hecho de que la simiente singular de la mujer, Jesús el Mesías, ha llegado, no
exime a las mujeres de la responsabilidad de seguir teniendo hijos. Más bien, al
igual que la abuela de Timoteo, Loida y su madre Eunice (2 Tim 1:5), las madres
deben pasar la fe a los hijos que dan a luz (cp. 3:14-15).
La historia de la Biblia no se centra en la maternidad, pero la maternidad
hace que la historia de la Biblia sea posible: ese niño varón que escapó del dragón
10 Para las aflicciones mesiánicas en el Antiguo y Nuevo Testamento, ver Hamilton, God’s Glory in Salvation Through Judgment, 492–94.
11 Sobre este pasaje, ver esp. Thomas R. Schreiner, “An Interpretation of 1 Timothy 2:9–15: A Dialogue with Scholarship,” en Women in the Church: An Analysis and Application of 1 Timothy 2:9–15, ed. Andreas J. Köstenberger and Thomas R. Schreiner, 2nd ed. (Grand Rapids: Baker, 2005), 85–120.
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a medida que su madre le estaba dando a luz en Apocalipsis 12, regresa a
reclamar su novia en Apocalipsis 19.
Hay un tipo de anticipación de la cena de las bodas del Cordero en la
escena de la boda en el Cantar de los Cantares, donde leemos:
¡Salgan, doncellas de Sión! ¡Vean al rey Salomón portando su corona! ¡Es la misma que le ciñó su madre el día de su casamiento, el día en que su corazón se alegró! (Cantares 3:11).
Las declaraciones de la Biblia acerca de la Maternidad
Las declaraciones de la Biblia acerca de la maternidad son hechas en el contexto
de la historia más amplia que los autores bíblicos dan por sentado. Esta es una
historia que comienza con un hombre y una mujer desnudos y sin vergüenza en
un jardín, a poco de verse expulsados de la presencia de Dios, de la intimidad
desinhibida entre uno y el otro, y de la tierra fecunda. Sin ya más inocencia y sin
más desnudez,12 Adán y Eva fueron expulsados del huerto a las espinas y cardos,
lejos de la bendición de Dios al dolor del parto. Pero como hemos visto, salieron
con una promesa de vida.
La historia de la Biblia provee el fondo de las imágenes utilizadas en los
Salmos para describir la buena vida. El Salmo 128, por ejemplo, habla de la forma
en que los que temen a Jehová y andan en sus caminos experimentarán la
bendición de Dios que les permitirá prosperar a pesar de la maldición.
Esta canción de ascenso abre con una bendición sobre todos los que temen
a Jehová y andan en sus caminos (Salmo 128:1). Es como si el salmista reflexiona
sobre la forma en que temer a Yahvé y seguir sus caminos produce bendición al
hombre a pesar de la maldición sobre la tierra y el trabajo doloroso de Génesis
3:17-19. El salmista también habla en términos que recuerdan a las bendiciones
del pacto mosaico cuando afirma que aquellos que temen a Jehová comerán el
fruto de su trabajo, serán bendecidos, y les irá bien (cp. Dt. 28:1-14).
12 Para reflexiones sobre la desnudez y la vestimenta, ver John Piper, This Momentary Marriage: A Parable of Permanence (Wheaton: Crossway, 2009), 36–38.
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A partir de ahí, el salmista parece reflexionar sobre la forma en que las
personas que conocen a Dios tienen matrimonios que son bendecidos a pesar de
la dificultad relacional y física prometida en Génesis 3:16. El hombre
bienaventurado que se deleita en la Torá de Yahvé, será como un árbol en el
Salmo 1, mientras que su esposa será una vid que lleva fruto y sus hijos plantas de
olivo alrededor de su mesa en el Salmo 128:3. Esa referencia a los hijos como
plantas de olivo puede retomar la promesa de la vida que vence la muerte de
Génesis 3:15 -no necesariamente una referencia a la simiente singular de la
mujer, sino a la simiente colectiva (cp. Gn 22:17-18).13
Esta experiencia -de vida, fecundidad, y las bendiciones de Dios que
trascienden las maldiciones de Dios- es prometida a los que temen a Jehová en
Salmos 128:4, y luego se ora por ella en el 128:5-6. Este breve Salmo funciona
como una radiografía de la buena vida: una labor saludable con el mundo
funcionando para lo que se hizo, cosechando fruto en su tiempo, fruto disfrutado
por los que trabajaron y mantuvieron la tierra, y un matrimonio armonioso con
una esposa floreciente, que está produciendo el fruto del pacto conyugal, dando a
luz hijos que son ellos mismos las promesas de una fecundidad futura. Estas son
las bendiciones conocidas por aquellos que temen a Yahvé lo suficiente como
para evitar transgredir sus mandamientos. Estas bendiciones están disponibles
incluso en la tierra maldita al este del Edén. La maternidad es una bendición
disfrutada por aquellos que conocen y temen a Yahvé, aquellos que experimentan
su bondad. La tierra dando su fruto es un tipo de restauración a su propósito
creado, y lo mismo aplica para una esposa funcionando con su marido para ser
fructíferos y multiplicados.
La historia de la Biblia y las suposiciones de los autores bíblicos también
informan las declaraciones sobre la maternidad en el libro de Proverbios. El leer
los Proverbios en forma aislada unos de los otros es pasar por alto la forma en
que una declaración integral de los dos caminos, el camino a la vida y el camino a
la muerte, se construye a medida que se avanza a través de la totalidad de los
Proverbios de Salomón. El libro debe ser leído en su conjunto en su forma final y
canónica.14 Hacer esto, nos permite entender estas declaraciones a la luz de la
otras, y las imágenes individuales y los proverbios se complementan entre sí, se
13 Ver T. Desmond Alexander, “Further Observations on the Term ‘Seed’ in Genesis,” Tyndale Bulletin 48 (1997): 363–67.
14 Para más información sobre la lectura de Proverbios en el contexto del canon, ver Hamilton, God’s Glory in Salvation Through Judgment, 290–301.
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interpretan el uno al otro, y resultan en un amplio panorama de cómo evitar la
miseria y disfrutar de la buena vida.
Casi podríamos decir que el libro de Proverbios está mostrando el camino
de la vida que lleva a uno de nuevo al jardín del Edén, y este libro nos enseña que
no hay atajos a esa tierra donde la gente disfruta de la bendición de Dios. Hay
una manera de alcanzar todos los placeres que la gente busca cuando hace cosas
malvadas, pero los que hacen cosas malvadas no disfrutarán de los placeres que
buscan en la transgresión.
Los padres y las madres deben obedecer Deuteronomio 6 e instruir a sus
hijos (Prov. 1:8).15 Una buena madre es casi igual que la señora Sabiduría, cuya
invitación se escucha en la calle (1:20; 8:1), ella es la mujer sabia que edifica su
casa (14:1). La señora insensata, por el contrario, es una seductora (7:10; 9:13),
que derriba su casa con sus propias manos (14:1).
Los hijos sabios son una alegría para sus padres; los necios son la tristeza
de sus madres (Prov. 10:1; 17:25). Los necios menosprecian a sus madres (15:20),
los que ahuyentan a sus madres causan vergüenza y oprobio (19:26): son
destructivos (28:24), y la oscuridad les espera (20:20). El camino de la maldad
está abierto ante los hijos indisciplinados, el peligro de no tener ninguna razón
para honrar al padre y la madre (30:11). Los cuervos les sacarán los ojos (30:17),
a medida que perecen bajo la maldición de Dios.
Los padres que desean liberar a sus hijos de la necedad, deben amarlos lo
suficiente como para disciplinarlos con la vara (13:24; 19:18; 22:15; 23:13-14). El
hijo indisciplinado avergonzará a su madre (29:15). Los hijos disciplinados
deleitarán a sus padres (29:17; Cp. 22:23-25). Los buenos reyes tienen buenas
madres (31:1). El que recibe el don de la mujer prudente alcanza la benevolencia
de Jehová (Prov. 18:22; 19:14), pero una mujer rencillosa es una gotera continua
a su marido (19:13), mejor es vivir en un rincón del terrado o en tierra desierta
que con ella. (21:9, 19; 25:24). El viento es más fácil de refrenar que su lengua
(27:15-16).
Una buena esposa no tiene precio (Prov. 31:10). El corazón de su marido
está en ella confiado, y no carecerá de ganancias. (31:11). Ella le da bien y no mal
(31:12). Ella es muy trabajadora (31:13), emprendedora (31:14), diligente (31:15),
15 Ver James M. Hamilton, “That the Coming Generation Might Praise the Lord,” Journal of Family Ministry 1 (2010): 10–17.
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sabia (31:16), capaz (31:17), especializada (31:18-19), generosa (31: 20), y por
todas estas razones ella puede ser confiable (31:21). Ella misma hace sus colchas,
y se viste con las telas más finas. (31:22 DHH). Su marido no sufre ninguna
vergüenza de ella (31:23). Ella bendice a otros también (31:24). Ella tiene
dignidad, fuerza y alegría a pesar de la adversidad que pueda venir (31:25). Ella
es sabia y enseña (31:26), sin desperdiciar el tiempo (31:27). Excelente y loable es
ella, bendecida por sus hijos, alabada por su marido, teme a Yahvé y cosecha su
recompensa (31:10, 28-31).
La enseñanza del Antiguo Testamento informa lo que los autores del
Nuevo Testamento dicen acerca de las esposas y madres. Pedro exhorta a las
esposas creyentes que tienen maridos incrédulos a no serles un gotera continua (1
Pe. 3:1), sino a vivir una conducta casta y respetuosa (3:2-4), siguiendo el ejemplo
de las esposas piadosas del Antiguo Testamento, principalmente el de Sara (3:5-
6).
La enseñanza de Pablo sobre el matrimonio en 1 Corintios 7 implica hijos:
Los esposos y las esposas que no se privan el uno al otro (7:1-5) se convertirán en
padres y madres. El hombre y la mujer son iguales ante Dios, uno en Cristo por
medio de la fe en él (Gál. 3:28), pero esto no anula los roles que Dios creó para
que el hombre y la mujer ejercieran (Ef 5:21-33; Col 3:18-19).16 La discusión de
Pablo sobre el matrimonio es seguida naturalmente por una discusión de los
hijos, y las madres deben unirse a los padres en la crianza de los hijos en el temor
y amonestación del Señor para que sus hijos honren a sus padres y vivan la buena
vida que se describe en los Salmos y Proverbios (Ef. 6:1-4; Col 3:20-21).
Los autores bíblicos asumen en todas partes que el matrimonio, una unión
interpersonal integral entre un hombre y una mujer, que debe ser exclusivo,
monógamo, permanente y producir hijos, es el contexto adecuado para la
maternidad.17 Los autores bíblicos también son conscientes de que no todos se
16 Para una discusión de los roles de género, ver James M. Hamilton, “What Women Can Do in Ministry: Full Participation Within Biblical Boundaries,” in Women, Ministry and the Gospel: Exploring New Paradigms (Downers Grove: InterVarsity, 2007), 32–52.
17 Esta definición del matrimonio es de Sherif Girgis, Robert George, y Ryan T. Anderson, “What Is Marriage?” Harvard Journal of Law and Public Policy 34 (2010): 245–87; Y para una respuesta a algunas objeciones, ver Robert P. George, Sherif Girgis, and Ryan T. Anderson, “The Argument Against Gay Marriage: And Why It Doesn’t Fail « Public Discourse,” The Witherspoon Institute, December 17, 2010, http://www.thepublicdiscourse.com/2010/12/2217. Los autores bíblicos son conscientes de la poligamia, y no ocultan el hecho de que algunos de los principales personajes de la Biblia tuvieron varias esposas (por ej. Abraham y David). La Biblia también muestra los problemas que acompañan siempre a la poligamia. Esos matrimonios nunca se
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casan, y que no todos son capaces de tener hijos. La Biblia encomienda a aquellos
que cuiden a los huérfanos y viudas, y con Dios nuestro Padre quien nos ha
adoptado (por ej. Rom 8:15), la adopción es siempre una posibilidad para los
niños muy amados que le imitan (Efesios 5:1). 18 Las representaciones e
instrucciones de la Biblia para las viudas (por ej., 1 Tim 5:3-16) y para las mujeres
de más edad (Tito 2:3-6) son relevantes aquí también, al igual que las
instrucciones más amplias para todos los que forman parte de la familia de Dios.
Las mujeres solteras pueden no ser las madres de sus propias familias, pero
tampoco necesitan estar solas. La familia de Dios les proporciona un conjunto de
relaciones en las que ellas pueden perseguir el rol matriarcal, y la urgencia del
Evangelio les da algo grande para lo cual vivir (1 Corintios 7:8, 26).
Conclusión
Al otro lado de la calle de la casa que habitaba Bellatrix, los pequeños ciclones
habían ido a la cama, los adultos se habían arrojado a sí mismos en las sillas, un
silencio aun cayendo en la creciente oscuridad al final del día.19 Los adultos se
sentaron en frente del fuego, sonrisas suaves, agotamiento tranquilo. "Sabes,
querida, podríamos haber evitado todo esto."
Prudencia sonrió con una alegría burlona detrás de las palabras de su marido.
Tampoco quería evitar cualquier parte del amor.
"Cuando nos dimos cuenta de que éramos infértiles ", continuó, " Me pregunté
por un momento si nada de esto sería nuestro."
"Si hubieras evitado todo esto", dijo su hijo mayor, a quien habían adoptado en
primer lugar, "nada de esto hubiera sido mío, tampoco."
"Ni mío."
"Tampoco mío."
representan como felices, y después Jesús afirma que los dos deben convertirse en una sola carne, lo cual excluye la poligamia (Mt. 19:5-6).
18 Ver Russell D. Moore, Adopted for Life: The Priority of Adoption for Christian Families and Churches (Wheaton: Crossway, 2009).
19 Este lenguaje refleja una descripción en una carta escrita por C. S. Lewis, a la que llamó la atención Tony Reinke en un post en su blog: “C. S. Lewis on ‘Little Cyclones’ (Young Boys),” Miscellanies., January 30, 2012, https://spurgeon.wordpress.com/2012/01/30/c-s-lewis-on-little-cyclones-young-boys/.
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"Y me alegro de que no paraste a los tres", añadió el más joven, lanzando una
amplia sonrisa.
Prudencia miró a su marido y citó a la primera línea de Proverbios 17:6,
"Corona de los viejos son los nietos."
Como ella se detuvo, su hija miró a su madre y a su padre, añadiendo el resto de
la línea, "y la honra de los hijos, sus padres."
El marido de Prudencia, calentado más por las palabras que por el fuego, miró a
los ojos de su esposa y citó fragmentos de Proverbios 11:16 y 12:4, "La mujer
agraciada tendrá honra…La mujer virtuosa es corona de su marido".
Como si fuera una señal, los hijos no de su vientre pero sí de su corazón y su vida,
se unieron a su padre en la alabanza de su madre: "Se levantan sus hijos y la
llaman bienaventurada." (Prov. 31:28).
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