saywite, un centro mÁgico religioso en la cordillera de los andes, apurÍmac
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SAYWITE, UN CENTRO MÁGICO RELIGIOSO EN LA CORDILLERA DE LOS ANDES,
APURÍMAC.
Mg. José Antonio Castañeda Peláez
A 45 kilómetros de la ciudad de Abancay, en la carretera Abancay – Cuzco, se encuentra el
sitio arqueológico de Saywite, palabra que quiere decir “mojón de piedra”. El lugar fue descrito
a lo largo del tiempo por americanistas, viajeros e investigadores, llegando a la conclusión de
que Saywite fue un centro religioso de gran importancia. Es un sitio privilegiado de
manantiales, al contorno de los cuales se erigieron numerosos templos y se crearon tan
ingeniosas obras del arte indígena. En tal sentido se trataría de un centro ceremonial de culto
al agua con características mágico religiosas que tuvo gran importancia regional.
Panorámica de la portada del sitio
El conjunto se encuentra ocupando un espacio de dos hectáreas, estando ubicado su templo
mayor y la tan conocida litomaqueta en la cumbre de una pequeña colina, desde donde se
observa todo el espacio de culto. A este complejo algunos investigadores lo dividen en seis
sectores, en base a los cuales escribimos a continuación:
Sector I.- Monolito y recintos
El monolito. Se encuentra ubicado en las Coordenadas: N 0737767 / E 8501272,
es una roca de granito de 2,30 m. de altura, 11 m. de circunferencia y un diámetro
menor de 3,10 m. contiene más de doscientas figuras y éstas podemos clasificarlas
entre: antropomorfas, fitomorfas, zoomorfas, ambientes geográficos, escenas,
terrazas de cultivo, canales de riego, y construcciones humanas, talladas
aprovechando los relieves y depresiones naturales de la piedra. Muchos proponen
– sin mayor sustento - que la piedra de Saywite fue una especie de plano o croquis
pétreo hecho por arquitectos incas para llevar el control de las obras hidráulicas
que realizaban. Otros para rendir culto a los que moraban en el mundo o panteón
andino, dividido en los tres planos de la cosmovisión incaica: hanan pacha (mundo
celeste), kay pacha (mundo terrenal) y uku pacha (mundo de los muertos),
estableciendo un compromiso de bienestar con las deidades.
El monolito de Saywite, un símbolo de la cosmovisión andina y orgullo de los
apurimeños.
Antropomorfos. Son ídolos o imágenes que representan a las deidades sagradas
de la cosmovisión andina. Los pueblos prehispánicos, elaboraron las
representaciones de sus huacas o ídolos en madera y en piedra, atribuyéndoles
cualidades sobre naturales, los cuales fueron venerados y ofrendados. Los
pobladores andinos conocían a sus dioses con dos nombres: Vilca y Huaca, que
significa no sólo cualquier dios e ídolo, sino también todo lugar de adoración, como
templos, sepulturas u otros, a los que veneraban y ofrecían sacrificios. Los ídolos
eran representaciones de los seres divinos y los incas les otorgaron servidores,
tierras, bienes y los transportaban al Cuzco si se trataba de controlar rebeliones,
como una estrategia que les dio resultados, ya que algunas de las regiones que
conformaron el Tahuantinsuyo se alzaron constantemente, como es el caso de los
Collas, Huancas, Paltos y Cañaris, sin tener temor a las represalias que podían
ejercer sobre sus huacas, que eran el símbolo de su nación.
Ídolos o posibles guardianes del lugar representados en esta hermosa
representación de la cosmovisión prehispánica.
Zoomorfos. Constituido por figuras de pumas, monos, culebras, sapos, lagartos,
cangrejos y camarones de río. Sin duda alguna las especies halladas sobre la
superficie de la piedra de Saywite pertenecen a las regiones naturales del Perú; y que
formaron parte de las actividades religiosas de estos pueblos. Los tótems son
emblemas sagrados que simbolizan una identidad común. En las culturas
prehispánicas a estas especies no se las sacrificaba por que se le había dado atributos
sagrados y algunas de ellas formaron parte del panteón de las divinidades adoradas
por la población. Así adoraban los peruanos antiguos a los osos, felinos, falcónidas,
culebras y otros y liderados por los sacerdotes se encomendaban a las cconopas de
cada una de estas especies.
Fitomorfos. Los cronistas mencionan que el maíz era un alimento codiciado y festivo.
Durante la coseche el maíz se llevaba a la casa con grandes festejos. Los hombres y
mujeres le cantaban y oraban para que durara mucho tiempo. Si por una parte era
cultivado para la elaboración de chicha con fines rituales y de vitalidad, al mismo
tiempo era un alimento básico de la canasta familiar.
El Puma, una deidad representada como una continuidad cultural desde el origen
del estado hasta la época incaica.
Lagarto, representado en la estela de Raimondi en el periodo Formativo.
Cangrejo, especie marina que ha sido representado en las vasijas de otras culturas.
Camarón de Río
Arquitectura hidráulica. Es sobresaliente la malla de riego, que diseñaron partiendo
desde las cumbres. Representarían estas talladuras a los Apus dándoles el agua.
Posiblemente se trataba del Ampay, desde cuyas cumbres nevadas salían las
escorrentías formando canales que atraviesan túneles y se reparten como venas por
toda la piedra, e inclusive se prolongan a la espalda y lados laterales de la gran
maqueta. Todo el diseño de una gran ingeniería agrícola esta descrita. Es el nexo entre
todas las figuras que en este caso acompañan a la idea central del rito vivencial, del
proceso de riego.
Fuentes. para contener líquidos, talladas con pulcritud y que son las pruebas de los
alcances de su ingeniería agrícola. Obsérvese en la fotografía la claridad de las
represas y sus ductos de control acompañando a canales en distintas vertientes y
meandros.
Fuentes escalonadas, las que formaron parte de los cultos en este caso al agua.
Palacetes. Son fachadas perfectamente definidas de edificios y fortalezas, con sus
escalinatas de acceso. Los cronistas describen que los edificios que los incas hicieron,
sean fortalezas, templos, casas de campo y otras, demandaron excesivo trabajo como
lo manifiestan las ruinas que han quedado, lo que implica que cada una de estas obras
se realizaron con un sistema de organización administrativo laboral recayendo en la
mita.
Representación de un Palacete con una escalinata de acceso.
Ciudades. Hay dos grupos esculpidos en cada lado del monolito, que se presta a tal
interpretación. Lo que más se admira de estos edificios es el considerar con qué
herramientas e ingenios pudieron traer estas piedras de las canteras, labrarlas y
ponerlas a donde están, no contando con instrumentos de hierro, ni maquinas con
ruedas.
Una ciudad
Escenas. Es admirable la escena que grafica la lucha de la culebra (amaru) con el
sapo (hamppatu) el que se halla acorralado por el cuerpo de la culebra, pero en actitud
defensiva. Dicen que en esta lucha vence el sapo, el que al verse acorralado por la
culebra hace un círculo de baba encerrándose dentro de ella, la culebra no puede tocar
la baba por que es mortal y el sapo queda con vida ante la renuncia de su predador.
Esta figura es universal y los mitos al respecto se registran no sólo en los Andes, sino
también en el Asia, donde es profusa esta representación. Lo importante es que esta
escena, al formar parte del conjunto, expresa mitos y trasciende la representación
geográfica.
Representación de una Serpiente y un batracio.
Los recintos.
Frente al gran monolito se encuentra el conjunto de residencias de los sacerdotes del culto
que comprenden 17 recintos en el primer sector, asociados a vanos de acceso, pasadizos y
tres escalinatas que la más larga tiene nueve peldaños, los cuales se encuentra dentro de
muro perimetral de 22 m. de ancho por 20 m. de largo.
La parte frontal de esta área se halla orientada de Este a Oeste. La técnica constructiva en este
sector se caracteriza por aprovechar las piedras medianas de 0,60 m. de largo por 0,40 m.
ancho dispuestos los lados planos hacia el exterior, unidos con argamasa de barro y con
pachillas, su interior ha sido llenado con piedras pequeñas para dar una mayor consistencia a
los muros, los mismos que presentan un ancho de 0,70 m. Estos recintos se construyeron
sobre una superficie nivelada.
Se sabe que en estos lugares sacros habitaron personas que estuvieron consagradas a formar
parte del servicio a los dioses, para dirigir los ritos, para custodiar los oráculos, para administrar
sus rentas o para mantener la limpieza. Lo que nos demostraría que los cultos una vez
institucionalizados, se transformaron en un aparato bien organizado para someter
ideológicamente a las clases sociales, quienes tributaron de generación en generación a los
sacerdotes y gobernantes,
Recintos en el sector I en este centro ceremonial
Sector II.- Escalinatas y fuentes.
Escalinata
La escalinata se encuentra ubicada en paralelo a las terrazas, permitiendo el acceso a
cada una de ellas, dentro de las cuales se ha construido un sistema de fuentes. Esta
escalinata está conformada por noventa y cuatro peldaños, tiene una ancho en su interior
de 0,75 m. presenta una fina mampostería escalonada hecha de lajas de 0,60 m. por 0,40
m. Está orientada de suroeste a noreste. El muro que delimita su contención a su lado
derecho es de 0,40 m. de alto.
Impresionante escalinata de 94 peldaños que da acceso a cada una de las
fuentes sagradas.
Fuentes
Contiguo al edificio, o viviendas de los responsables del culto, se registra una sucesión de
terrazas de 8,60 m. de largo y de 1,10 m. de alto, con una fuente cuadrangular al centro
cada una de ellas y que están unidas por un canal cuya agua discurre desde la parte
superior y es conducida a través de los muros. Los pisos con sus respectivas fuentes,
están orientados en la misma dirección de las escalinatas que es de suroeste a noreste.
Las fuentes son alimentadas por canales de 1,00 m. de largo por 0,18 m. de ancho en su
interior, de ahí por medio de un pequeño acueducto pasa el agua a un canal que discurre
para alimentar a la siguiente fuente escalonada y así sucesivamente descienden por las
veintidós terrazas que conforman este sector.
Las fuentes son similares y se encuentran en un ambiente que mide 1,95 m. por 1,70 m.
con un vano de acceso que colinda hacia las escalinatas de 0,60 m. La fuente por lo
general mide 1,00 m. de ancho por 1,15 m. de largo y 0,20 m. de profundidad. Al lado de
cada fuente casi siempre hay un ambiente contiguo de 1,40 m. de ancho por 1,70 m. de
largo, comunicado por un pequeño vano de acceso de 0,80 m. El muro que encierra a la
fuente y ambiente contiguo mide 4,60 m. La técnica constructiva es la misma que en el
caso anterior, se caracteriza por aprovechar las piedras medianas dispuestos los lados
planos hacia el exterior, unidos con argamasa de barro y con pachillas, su interior ha sido
llenado con piedras pequeñas para darle una mayor consistencia a estos muros, los
mismos que presentan un ancho de 0,40 m.
Canal que se presenta dejando cada terraza y que alimenta a cada una de las
fuentes.
Fuente cuadrangular de dos niveles.
Fuente y poza.
Sector III.- Área de monolitos menores y fuentes.
Monolitos menores
Se encuentran ubicados al este del conjunto, comprende un área de 1,200 m2. a una
distancia de 300 m. del Sector II. Los restos se encuentran diseminados en relación a un
muro fino de piedras siendo os más importantes:.
El Rumi Huasi, Consiste en un bloque de 5 m. de largo por 4 m. de ancho y con un
alto de 2,35 m. Tiene una escalinata labrada de cuatro escalones de 0,45 m. de ancho.
En la parte central presenta un profundo corte que divide la piedra en dos partes.
Algunos investigadores refieren que esta piedra era una especie de adoratorio, cortado
de arriba abajo por un rayo, a cuya parte superior se llega por una angosta gradería
tallada o por cuatro escalones más grandes, aunque el cuarto escalón no tiene la
misma altura de los tres primeros.
Gran monolito, supuestamente cortado por un rayo.
En la parte superior del Rumi Huasi, se han hallado varias oquedades finamente
elaboradas. La circular más grande mide 0,22 m. de diámetro por 0.10 m. de
profundidad. Hay una oquedad alargada con un lado semicircular y otro lado recto con
0,40 m. de largo, 0,20 m. de ancho y 0,06 m. de profundidad. Finalmente hay una
oquedad en forma escalonada de 0,05 m. tanto en la parte superior y baja y de 0,08 m.
en ambos extremos. El Dr. Jaime Deza Rivasplata ha reportado muchas de estas
oquedades en distintos lugares costeños como alto andinos; tales como el valle de
Jequetepeque, Zaña, y postula: “Vale decir que las figuras fueron hechas en diferentes
ocasiones y fueron talladas al cambiar de linaje o según tradición de los sacerdotes”.
Es un planteamiento muy importante que nos haría inferir que estos tres tipos de
oquedades, posiblemente tuvieron relación con los linajes sacerdotales que estuvieron
a cargo de este centro ceremonial mágico religioso.
Sería en estas oquedades que los sacerdotes prehispánicos realizaron sus
vaticinios.
Oquedad en detalle.
El Sofá, piedra denominada así por su forma. Tiene las siguientes dimensiones: 2,00
m. de largo por 0,60 m. de espaldar.
Sofá.
Sector IV.- Área de posibles edificaciones piramidales.
Al realizarse la prospección de este sitio, no se halló evidencias de posibles
estructuras, tal como lo han planteado algunos investigadores; sin embargo a esto se
podría responder realizando excavaciones en el área, exactamente en los alrededores
del área monumental.
Vista panorámica del lugar.
Sector V.- Área de edificaciones tronco piramidales.
OJO REVISAR BIEN LAS CANTIDADES
En línea recta del III sector se halla el Ushno Pampa, en la coordenadas N 0738280 / E
8501184. Su frontis principal mira de sur a norte y tiene 31,70 m. de largo por 16,00 m. de
ancho y una altura de 3,10 m. En su parte central tiene una escalera que sobresale 6,80 m.
encajonada por dos muros de 0,70 m. de ancho a cada lado, los peldaños son diecisiete y
miden 0,40 m. de ancho por 0,20 m. de alto. y 5,60 m. de largo. Al lado derecho de la
escalera que da acceso a la parte superior del ushnu, a unos 0,90 m. se encuentra una
puerta que se halla tapada, la misma presenta un dintel 1,00 m. Esta puerta tiene en su
parte central un ancho de 0,70 m. una profundidad de 0,70 m. y una altura de 1,75 m. Por
el relieve que presenta el terreno en el extremo sur oeste de esta plataforma piramidal o
ushnu, los antiguos arquitectos prehispánicos construyeron un pequeño aterrazamiento de
4,90 m. de largo por 0,40 m. de ancho en el muro oeste y de 7,00 m. de largo por 0,85 m.
de ancho en el muro sur, con la finalidad de poder darle el nivel correspondiente y
acondicionar la plataforma en las dimensiones preestablecidas por los arquitectos
prehispánicos.
Panorámica del Ushnu.
Sector VI.- Área de monolitos denominada Intihuatana.
Habiendo realizado la evaluación correspondiente en este sitio arqueológico, no se ha
hallado monolito alguno con las características de un intihuatana.
Ritos realizados en los centros ceremoniales
En los pueblos prehispánicos existía la presencia del medio geográfico sagrado, considerando
de esta manera a los lugares de origen, tal es así que desde tiempos remotos, el aborigen del
Perú rinde culto a las cumbres nevadas de la cordillera de los Andes, a las lagunas y
manantiales, considerándolos como “pacarinas” o lugares sagrados. Sitios de origen de ciertos
linajes, donde residían los dioses o seres míticos protectores de la vida. El origen de los cultos
a los elementos naturales tiene su base en el animismo, el hombre al no poder dar una
explicación objetiva de los fenómenos que estaban sucediendo a su alrededor, le atribuye un
alma, cualidades humanas y sobre naturales, elevándolos a la categoría de dios.
Adicionalmente, habría que mencionar que en la actualidad las comunidades andinas aún
consideran a los grandes cerros que circundan sus poblados no como su lugar de origen; pero
sí como sus Apus tutelares o grandes guardianes de su localidad.
El gran Cañón de Apurímac, inspiración de José María Arguedas para su obra “Los Ríos
Profundos”.
Cada pueblo manejaba sus propias manifestaciones culturales para rendirle culto a sus
deidades, pues cada provincia del imperio de los incas tenía su manera de bailar, las cuales no
se imitaban ni trocaban. Es importante opinar sobre la diversidad de danzas que utilizaba cada
pueblo en esta región; sin embargo no hemos hallado alguna danza con algunas
reminiscencias prehispánicas que aún perduren en Apurímac.
Los rituales comprendían una serie de actividades sacras para lograr en cierta forma pedir a
los dioses los beneficios. Realizando danzas y ritos especiales lograban alejar o atraer las
fuerzas de la naturaleza, como por ejemplo pedir a las lluvias o interrumpirlas, evitar las
heladas o el granizo, etc. Sin duda alguna los grupos culturales prehispánicos vivieron en una
relación hombre – naturaleza intensa, con el fin de lograr una muy buena producción de los
recursos. Probablemente, es por ello que la clase sacerdotal con el poder que ejercían con los
gobernantes en estos reinos prehispánicos y al sabérseles descendientes de los dioses, se
permitieron aprovechar el trabajo colectivo en estos lugares sagrados, asegurando la mano de
obra tributaria de los pueblos sin objeción.
Glaciar del Salcantaya, en la cordillera de Vilcabamba.
Es posible que los rituales que se efectuaron para rendir culto al elemento natural, como es el
agua, tenían un proceso, ya que los rituales eran formales – estilizados, repetitivos y
estereotipados. Las personas los realizan en lugares especiales (sagrados) y en momentos
establecidos. Estos lugares podían ser altas cumbres o lugares edificados con fines sagrados
para realizar rituales como es el caso de Saywite, donde se realizaban actividades sacras de
culto al agua, tal como se puede inferir por la presencia de una sucesión de fuentes, asociadas
a una escalinata de noventa y cuatro peldaños.
Foto 25.- Gran escalinata de 94 peldaños que da acceso a cada una de las fuentes.
Polo de Ondegardo en 1 585 nos describe uno de los rituales que observó se realizaba con el
fin de obtener las lluvias en el antiguo Perú:
En el undécimo mes se llama homa raimi puchayquis (puquiaiquis), durante el
cual se sacrificaban cien carneros. Si faltaba agua, para que llueva ponían un
carnero negro atado en un llano derramando mucha chicha al derredor y no le
daban de comer hasta que lloviese (esto es por octubre).
La chicha está ligada no solo a actividades económicas y políticas, sino también a los rituales
religiosos en una relación tripartita: fuego – agua - tierra, para lograr los favores divinos sacros,
renovando la alianza litúrgica del poder perpetuo de los dioses con la región que le rendía
culto.
Gran plaza frente al Ushnu pampa de Saywite.
En las ceremonias religiosas, los sacerdotes estuvieron estimulados con algunas bebidas, ya
que antes de hablar con la huaca el ministro bebía chicha y caía en un desmayo.
Probablemente los sacerdotes estaban estimulados por esta bebida tan tradicional como es la
chicha cuyo consumo en este lugar fue estrictamente ceremonial, pero asociado a otras
bebidas alucinógenas como el San Pedro, utilizado como una continuidad cultural desde
muchos siglos de antelación a la presencia inca. Los sacerdotes entrado en trance, pudieron
interpretar los presagios que le anunciaban sus dioses.
Fray Martín de Murúa (1 590) nos ilustra respecto a los sacrificios que se realizaban a los rayos
y truenos, al referirse a las principales fiestas que tenían los indios
… Señaladas para los sacrificios, en las cuales se regocijaban y eran dadas del Inca en todos
los pueblos, y se hacían generales sacrificios, se llamaban capac raymi, vitucuy, vtquilla,
mayocati, atoarco, hitoayo y en ellas se sacrificaban a los truenos y relámpagos por su estado
y por aquel que hacia el mundo y asi mismo cuando había esterilidad en las sementeras …
sacrificaban y ofrecían unos carneros, que tenían dedicados para aquel efecto (sic), blancos,
sin mancha ni defecto alguno. Estos carneros iban vestidos de pies a cabeza de unas ropas
ajustadas, de colores finísimas, pintados por ellas diferentes animales, y solamente llevaban
descubiertos los ojos y el hocico.… En algunas partes, especiales en los Andes, usaban
sacrificar a las huacas, truenos o cerros y rayos, algún hombre o criatura, matándolo y
derramando la sangre, para aplacar con este sacrificio. Todas estas cosas han cesado ya por
la misericordia de Dios, y el demonio, a quien se hacía, no goza estas crueldades.
Llama representada con piedras blancas, en las terrazas de Choquequirao.
Sobre las personas que habitaron en estos oráculos - continuando con Fray Martín de Morua -
nos dice que posiblemente allí estuvieron los sacerdotes que realizaban las actividades de
culto, sin embargo habría que mencionar que en ciertos adoratorios, sobre todo en los templos
donde existían oráculos, había jóvenes que desde su niñez habitaban los santuarios.
Es posible que dentro de la gente que estuvo consagrada a formar parte del servicio de los
dioses en Saywite estuvieron: sacerdotes, administradores de las ofrendas para el templo,
personal de seguridad, personal de limpieza, danzantes, músicos, cantantes, cocineros, los
distintos tipos de artesanos, grupos de tributarios que cultivaron las tierras del culto, ya que era
un aparato bien organizado para someter ideológicamente a las clases sociales que fueron
designadas para servir a la clase gobernante de generación en generación.
En el politeísmo incaico, las divinidades mayores gozaron de una gran importancia en el mundo
andino, tal es así que los Incas, señores del Perú, después del Viracocha y del Sol, la tercera
guaca o adoratorio y de más veneración ponían al trueno al cual llamaban Chuquilla Catuilla e
Intiillapa, fingiendo que es un hombre que está en el cielo con una honda y una porra, y que
está en su mano el llover, granizar, tronar y todo lo demás que pertenecen a la región del aire
donde se hacen los nublados. Algunos dioses regionales fueron admitidos en el panteón
incaico por la gran importancia que tuvieron en las provincias anexadas al incario y porque el
respetar estos nuevos dioses de los pueblos sometidos, era una de sus estrategias para
dominar a los reinos conquistados por los Cuzqueños, imponiendo sus propios dioses.
Algunos patrones arquitectónicos nos hacen inferir que Saywite, en su fase final fue reocupado
por los incas y que tuvo una posible relación ritual con esta divinidad.
El investigador Jiménez de la Espada en (1 865), publica la compilación que realizó del archivo
General de Indias en Barcelona y nos describe parte de la entrevista que realizó el Corregidor
Niculoso de Forneé en 1,586, en los pueblos de Abancay, Saywite y Curahuasi
Son de muy pocos indios, aunque en tiempos pasados de los incas eran muchos y son de buen
entendimiento y de mediana talla que estos eran del Inca y los gobernantes caciques, que
antes eran señores, y que tributaban yendo a la guerra, haciendo edificios, cultivando
sementeras y tributaban maíz para sus comidas y hacían ropas y guardaban ganados;
adoraban ídolos de piedra, al sol, la luna, los ríos y fuentes, a los árboles y cerros altos; eran
grandes bebedores de chicha, que en cada pueblo enunciado hay una iglesia que se hizo
cuando se redujeron los pueblos … y que en el pueblo de Hamancay hay un sacerdote y en los
de Curahuasi y Saywite otro que doctrina a los indios.
Como podemos observar estos datos confirmarían nuestros planteamientos, Saywite era un
lugar muy importante con una gran población, en el que se efectuó un organizado culto mágico
religioso, donde se realizaron rituales propios de la cosmovisión andina al elemento masculino
fecundador de la pachamama como es el agua, con la finalidad que asegurar una muy buena
producción agrícola ejecutada por esta población, ubicada en los alrededores de esta huaca y
que dichos rituales, además de la presencia de los sacerdotes cristianos en estos lugares,
implica una constante evangelización del poblador autóctono, resistente a aceptar a un nuevo
dios sin la características propiciatorias de nuestros dioses prehispánicos.
Una de las tantas iglesias coloniales abandonadas y al borde del colapso utilizadas para
evangelizar a los indios a cambio de una explotación laboral inhumana.
Los religiosos Agustinos en su “Relación de idolatrías de Huamachuco” mencionan que unos
hechiceros escalaron unas montañas que se encuentran a unas leguas de Guamachuco con
unos cantarillos para recoger agua de las lluvias, refieren que en ese año que fue de cincuenta
y siete (1 557) los hechiceros fueron por mandato de ciertos principales, y hiciéronlo más no
llovió y los hechiceros pasaron harto hambre y frío. Es muy posible que el agua que pensaban
recoger, iba hacer destinado para algún oráculo, ya que en la región de Huamachuco existió
una tradición mágica religiosa en el oráculo de Porcón, destruido por Atahualpa al ganar la
guerra fratricida. Adicionalmente había que señalar que en las proximidades del sitio
arqueológico de Saywite se encuentra el glaciar del Salcantay en la cadena montañosa de
Vilcabamba y el glaciar del Ampay, que por sus características físicas, es posible que se hallan
utilizado como lugares de peregrinación, sacrificios sagrados, enterramientos y de obtención de
agua de lluvia para los oráculos como lo fue Saywite.
Glaciar del Ampay, posible lugar donde se realizaron algunos actos rituales.
Años después de la conquista del Perú en épocas del virreinato, en el año de 1614, en el
proceso de extirpación de idolatrías, en la visita del señor Luis Mora al pueblo de Concepción
de Chupas, registra esta declaración de unos acusados de hechicería:
Que adoraban al Trueno y rayo llamado Curi llibiac porque no les haga mal y les dé agua por
tener el dicho Trueno por dios de las lluvias. El trueno, fue pues, uno de los dioses andinos
muy importantes con relación a las lluvias, en especial con el culto al agua.
Estas prácticas ideológicas del culto a las deidades prehispánicas, se mantuvieron a pesar de
la fuerte y forzada evangelización ejercida por la iglesia, ya que hubo un movimiento de
resistencia cultural autóctono denominado Taqui Onqoy que se inició en la región de Ayacucho
y que posteriormente expandió su área de influencia, probablemente con repercusiones en
Apurímac.
Esta blog está dedicada a la Memoria de Juan Fernando Enríquez Rivas en la Eternidad.
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