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LA CONSTRUCCIÓN Y LA FUNCION DEL SINTHOME EN LA
ESTABILIZACIÓN DE LUDWIG WITTGENSTEIN
Andrés Felipe Palacio Pérez
DEPARTAMENTO DE PSICOANALISIS FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA 2008
LA CONSTRUCCIÓN Y LA FUNCION DEL SINTHOME EN LA
ESTABILIZACIÓN DE LUDWIG WITTGENSTEIN
Andrés Felipe Palacio Pérez
Trabajo de investigación presentado como requisito para obtener el titulo de Magíster en Investigación en Psicoanálisis
Director: Jorge Iván Zapata Hernández
DEPARTAMENTO DE PSICOANALISIS
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
2008
AGRADECIMIENTOS
Al Maestro Jorge Iván Zapata Hernández, por su dedicación, paciencia y
sabiduría, al guiarme, como Virgilio, por el inefable mundo de la locura.
Al Dr. José Fernando Velásquez, por sus indicaciones y sugerencias tan
pertinentes, atinadas y enriquecedoras.
A la psicoanalista Clara Cecilia Mesa, por ser una interlocutora crítica y
dialéctica.
A lo cual se añade, según la costumbre, una mención de mis docentes en
psicoanálisis, por mantener vigente, a pesar de las contingencias, al discurso
psicoanalítico; y sobre todo al Sr. Jorge Enrique Correa Uribe, por haber
rechazado estas ideas, muy acorde a la doxa psicoanalítica.
A la memoria de mi Abuelo…
“Un pensamiento que no conduce a nada;
una matemática que no prueba nada;
un arte sin obras;
una arquitectura sin materia”.
(Sobre el Ajedrez. Stefan Zweig)
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCION. …………………………………………………………………….1
1. LA FUNCIÓN Y EL USO DE LA PSICO-BIOGRAFIA EN EL
PSICOANÁLISIS
1.1. El paradigma de la psico-biografía freudiana. ……………………………..…7
1.2. La posición de Jacques Lacan con respecto a la psico-biografía de
Leonardo de Vinci……………………………………………………………………14
1.3. Los post-freudianos y su visión de la psico-biografía. ……………………..21
1.4. El abordaje y la comprensión Lacaniana de la obra. …………………….…28
1.5. ¿Por qué abordar y construir el caso de Ludwig Wittgenstein? …………. 35
2. LAS PSICOSIS EN EL PSICOANALISIS
2.1. Las psicosis en Freud. ………………………………………………………...38
2.1.1. El concepto de síntesis y las implicaciones en la concepción freudiana
del yo. ……………………………………………………………………………..… 38
2.1.2. La primera comprensión de las psicosis en Freud. …………………...….47
2.1.2.1. Las neuropsicosis de defensa: el rechazo como mecanismo defensivo
del yo. …………………………………………………………………………….…. 48
2.1.2.2. El caso Schreber, aplicación de la teoría de la defensa como
rechazo………………………………………………………………………………. 52
2.1.3. La segunda comprensión de las psicosis en Freud. ……………………..57
2.1.3.1. Las neurosis narcisistas. ……………………………………………...…..57
2.1.3.2. La esquizofrenia o el uso del lenguaje ante la falla de la función de
síntesis del yo. …………………………………………………………………….....63
2.2. Las psicosis en Jacques Lacan: de la forclusión del significante del
Nombre-del-Padre a la construcción del Sinthome. ……………………………..79
2.2.1. De la falla en la función de síntesis del yo a la forclusión del significante
de Nombre-del-Padre. ………………………………………………………………79
2.2.2. La construcción de un Sinthome frente a la forclusión del significante
Nombre-del-Padre. ………………..………………………...………...…………….94
3. LA CONSTRUCCION DEL SINTHOME Y LA ESTABILIZACION DE
LUDWING WITTGENSTEIN
3.1. El despliegue delirante. ………………………………………………………103
3.1.1. La escala de los delirios. ………………………………………………….103
3.1.1.1. P0: deslocalización del goce y desencadenamiento del significante105
3.1.1.2. P1: la significación del goce deslocalizado. …………………………...107
3.1.1.3. P2: identificación del goce en el Otro. ………………………………….109
3.1.1.4. P3: localización del goce y anudamiento significante. ………….…….112
3.2. La construcción del Sinthome y la estabilización de Ludwig Wittgenstein.
………………………………………………………………………………….…….113
3.2.1. La ausencia de P0 en Ludwig Wittgenstein. ……………………………113
3.2.2. P1 en Wittgenstein: los antecedentes de la construcción del cuerpo del
lenguaje, las Notas Sobre Lógica. ……………………………………………….116
3.2.3. P2 en Wittgenstein: el primer momento del despliegue del cuerpo del
lenguaje, El Tractatus Logico-Philosophicus. …………………………………..123
3.2.4. P3 en Wittgenstein: el final de la construcción del Sinthome cuerpo de
lenguaje, de los Cuadernos Azul y Marrón a las Investigaciones Filosóficas. 147
3.2.5. Análisis final del caso de Ludwig Wittgenstein. …………………..……..166
4. CONCLUSIONES. ………………………………………………………………173
5. RESUMEN. ………………………………………………………………………176
6. BIBLIOGRAFIA. ………………………………………………………………...178
RESUMEN
La siguiente tesis de grado, hace un abordaje de una parte significativa de la obra del filosofo
Ludwig Wittgenstein con el objetivo de construir analíticamente su caso en torno al concepto de
sinthome. Construcción subjetiva de una realidad que, por un lado, no permitió su
desencadenamiento, y por el otro, apaciguo y le sirvió para hacer frente a la forclusión del
significante del Nombre-del-Padre que caracteriza a las psicosis. Por lo anterior es que el concepto
de Sinthome se convirtió en el punto central de esta indagación, y en el elemento fundamental para
entender la estabilización que el filosofo construyo a lo largo de su vida, por medio de la aplicación
del método lógico-filosófico que él desarrollo a lo largo de sus elaboraciones de pensamiento.
Lo primero que abordamos para la elaboración de la presente tesis fue la labor analítica e
interpretativa que hace uso de escritos y textos de un autor, la psico-biografía, y de la cual se
puede extraer material enriquecedor para la construcción de un caso.
Lo segundo que abordamos fue un repaso de la concepción freudiana de las psicosis. El principal
hallazgo de este momento fue el termino que se refiere a la función dialéctica de síntesis del yo;
función que es inexistente para la estructura psicótica, y frente a lo cual el sujeto recurre a la
elaboración delirante para tratar de suplir la falla que ello implica, explicación que en último término
no es suficiente a la hora de dar cuenta de todos los fenómenos que caracterizan a las psicosis.
Lo tercer que se hizo fue abordar la concepción que Jacques Lacan tiene sobre las psicosis en su
primera clínica. Lo que se encontró en ello, fue esencialmente que parece existir un estrecho
vínculo entre la inoperancia de función dialéctica de síntesis del yo y la forclusión del significante
del Nombre-del-Padre como su consecuencia directa y más radical. Descubrimiento que permitió
entender, de manera más clara, muchos de los fenómenos característicos de las psicosis, sobre
todo la relación que el psicótico guarda con los fenómenos de lenguaje.
Luego de establecer esta relación, llegamos a la segunda clínica de Lacan y las últimas
elaboraciones teóricas en torno al concepto de Sínthome, el cual es comprendido aquí, como la
construcción más particular que un sujeto psicótico logra hacer frente la forclusión del significante
del Nombre-del-Padre.
Por último, y con todos estos elementos, analizamos el caso de Ludwig Wittgenstein, abordando
para ello algunas de sus obras de pensamiento más importantes, en torno al tema central que
ocupó su vida como filósofo: la lógica y los fundamentos del lenguaje. Pensamiento lógico-filosófico
que apaciguó su psicosis y le permitió hacerse a la vez a un cuerpo, a un discurso y construir una
realidad vía su sínthome: un ego hecho de lógica del lenguaje.
1
INTRODUCCIÓN
Se sabe que uno de los grandes campos de investigación y de indagación propio
de las disciplinas que se ocupan del ser humano es el que concierne a lo llamado
desde antaño la locura. De manera más específica, es éste el campo que la
medicina, y en especial la psiquiatría desde el siglo XVIII, ha nombrado como las
psicosis. Es un espacio de indagación que en la contemporaneidad, a pesar de los
adelantos de la farmacología y de las neurociencias, muestra aun interrogantes
coyunturales, sobre todo, desde que el psicoanálisis ha hecho su aparición en la
escena de la medicina mental.
Ahora bien, es al lugar que el psicoanálisis ocupa con respecto a las
comprensiones de las psicosis al que se dirige la siguiente investigación, y por
tanto, aquello que justifica y da razón a la pregunta central que nos atañe aquí; ya
que permite pensar al caso por caso, como la única manera de mostrar las
excepciones a las reglas estadísticas que, en su pretendida universalidad,
terminan por olvidar los casos excepcionales, allí donde se encuentra una verdad
no hecha aun presente, -para no decir aun consciente-, como es el caso de
personajes como Joyce, de Leonardo de Vinci, de Antonin Artaud, entre otros.
La literatura pues, es decir, la letra en cualquiera de sus dimensiones, los actos de
escritura en sí, una vía posible de entendimiento de los fenómenos psíquicos, que
demostró Freud al atreverse a leer de manera distinta a personajes como
Dostoievski o Goethe, sin olvidar la importancia que tiene el caso del Presidente
Schreber; y a lo mismo que apunta Jacques Lacan en seminarios como el de
2
1975-76, al abordar y pensando la obra escrita por James Joyce como un
sinthome para su psicosis.
Se pretende con todo esto exponer otro caso, el caso Ludwig Wittgenstein, en el
cual se trata de analizar, como pregunta fundamental de este trabajo de
investigación: cómo su impetuosa preocupación filosófica hecha discurso, dirigida
al entendimiento profundo de la lógica del lenguaje, operó para él a la manera de
una construcción de un sinthome, estabilizando su psicosis al punto de no permitir,
ni su desencadenamiento psicótico, ni su suicidio.
Debe advertirse algo para no prestarse a malos entendidos. Si se trae para ello
como ejemplo el análisis y la interpretación que Lacan hiciera con Joyce, no puede
entenderse que se juzgue el caso Wittgenstein de la misma manera, como se hizo
con Joyce. Si hay algo claro para el psicoanálisis, es que el caso por caso no es
más que la corroboración de lo ya sabido por las vías de lo no conocido, es decir,
mostrar como un caso distinto puede generar, por vías diferentes y diversas,
resultados similares para el sujeto y su estructura, privilegiando en dicho proceso
lo particular del caso, el detalle, como aquello que termina por enriquecer el
conocimiento psicoanalítico mismo. Es esto lo que se pone en práctica, no es la
aplicación de una metodología ya explicitada, es más bien, la aplicación de un
método de abordaje de obras diversas, que tanto Freud como Lacan utilizaron
para trasmitir sus ideas; teniendo siempre presente que lo que al final se
encontrará debe ser lo suficientemente lógico como para enriquecer un poco a la
teoría psicoanalítica.
Deben decirse aun algunas palabras sobre L. Wittgenstein, ¿Por qué su caso? Por
un lado, es un personaje representativo, no solo por la preocupación clínica que
nos interesa, sino también, porque el abordaje de sus aportes al entendimiento de
las psicosis, es pobre aun en el movimiento psicoanalítico. Si Joyce mostró cosas
importante para el psicoanálisis podrá ocurrir algo similar con la figura de
3
Wittgenstein. Al abordar su construcción discursiva, como una otra forma de hacer
algo con la forclusión del significante del Nombre del Padre y sus consecuencias,
se muestra otra vía posible para la construcción de un sinthome; la utilización que
él le dio a su preocupación filosófica y al método filosófico por él creado para
replantear la lógica del lenguaje, como formas de estabilizar psíquicamente las
consecuencias psíquicas y estructurales que dicha forclusión tiene.
Ahora bien, el Estado de la Cuestión de la presente investigación que se
encuentra contenido en el capitulo uno, arrojó una serie de indicios que
demuestran la importancia que tiene para el psicoanálisis el abordaje de diversas
obras. Ya que será en el campo de la creación, cualquiera ella sea, y en la forma
en que Freud y Lacan lo hicieran en su momento, que se encontrará el material
más pertinente para desarrollar el análisis y la interpretación que el caso de L.
Wittgenstein implica. Será la incursión en su lógica-filosofía, en su método para
abordar el lenguaje, y en la relación que esto guarda con su vida, los temas que
nos servirán de terreno para interpretar y analizar la construcción del sinthome,
que este filósofo operó como forma particular de hacer frente al desanudamiento
estructural propia de las psicosis.
Por su parte, lo que puede acarrear todo este trabajo que se lleva a cabo con
Wittgenstein, implica la incursión y la dilucidación de algunos de los problemas
que aun nos prodigan las psicosis, y que siguen siendo enigmas para la clínica
psicoanalítica. Si bien este trabajo no pretende despejar tales dudas, si tiene como
objetivo aclarar algunos puntos aun oscuros sobre la misma, sobre todo con
respecto a lo que se ha llamado la segunda clínica lacaniana, la que comienza en
los anos 70s con el seminario Aun. En este sentido es que puede articularse la
importancia que en el presente trabajo tiene el concepto de función del sinthome;
la cual mostró una potencia aun no suficientemente explorada en el psicoanálisis,
en la vía que pretendemos desarrollar en la comprensión de las psicosis.
4
Ahora bien, lo que se pretende demostrar es la relación que tienen dichas idea
antes expuestas, con ese último abordaje que Jacques Lacan hará de la clínica, y
que transforma la forma de pensar y de abordar a las psicosis mismas; con lo cual
nos referimos a la clínica borromea y lo que ella implica, cuando se tienen en
cuenta las tesis que la segunda clínica explicita sobre la estabilización psicótica y
la lógica psíquica del sinthome. Es pues esto lo que delimita el problema y los ejes
temáticos que se abordarán en la presente investigación.
Por todo lo anterior es que la estructura de la presentación de toda esta
indagación psicoanalítica hace un recorrido inicial por los aportes freudianos y de
lo que de allí se pudo extraer como lo más importante y pertinente. En el primer
capítulo se encontrará el valor que tiene para Freud, y para el psicoanálisis mismo,
el abordaje de la psico-biografía; esto acompañado por el importante estatuto que
tiene la creación como producción del sujeto y como posición del mismo frente a lo
inconsciente.
Por su parte, en el capítulo dos se hallara la referencia al concepto de función
dialéctica de síntesis del yo, como aquello que le permitió a los Postfreudianos
articular su clínica y su teoría sobre las psicosis, pero aquello que Freud mismo
demuestra como invalido por la vía de lo simbólico y los usos del lenguaje en
estas estructuras clínicas; ya que si bien, es aquello que permite al sujeto
estructurar la realidad psíquica, es a su vez, lo que paradójicamente termina por
fallar en las psicosis, como consecuencia del rechazo o la expulsión de un
significante primordial; que no es otra cosa que aquello que Lacan nombrará
posterioridad como consecuencias de la forclusión del significante del Nombre del
Padre. Por lo anterior, en la segunda parte del capitulo dos se encontrarán los
aportes de Jacques Lacan entorno al problemas de las psicosis, apartado que
pretende exponer los pasos que él mismo diera desde el concepto de forclusión
del Nombre-del-Padre hasta su llegada a los nudos borromeos y la articulación del
concepto de sinthome.
5
Por último, en el capítulo tres y con la ayuda de todo lo ya expuesto, se abordará
el caso de Ludwig Wittgenstein, en tanto, se pretende con él dilucidar otra forma
de articulación y de construcción del sinthome como un nuevo ejemplo de
estabilización de las psicosis.
Se finaliza así en el capítulo cuarto, donde se tratarán de manera breve y concisa
las conclusiones que arrojó el caso del filosofo y las consecuencias que ello tiene
para la clínica de las psicosis; buscando dar un pequeño aporte a la ilustración de
la segunda clínica, la de los nudos borromeos, además y sobre todo, sobre los
llamados aquí casos de estabilización de las psicosis.
Ahora bien, una de las bases para el abordaje analítico del caso Wittgenstein
incluye uno de los aportes más prolijos desarrollados en esta investigación, son
las ideas expuestas en un libro que lleva por título: Lógica del delirio, el cual
contiene una propuesta para pensar los delirios en términos de un
“escalonamiento” de los mismos; que el autor del texto, Jean-Claude Maleval,
propone para analizar e interpretar las formas en las que puede desplegarse,
organizarse y construirse el mundo delirante de algunas locuras excepcionales. El
autor no solo demuestra sus ideas en casos fallidos de metaforización delirante,
como es el caso de Antonin Artaud; sino también, en procesos de suplencia
transitoria y de estabilización lograda, como el caso del presidente Schreber; y de
construcción de un sinthome como en James Joyce, entre otros ejemplos
importantes.
Esta propuesta de Escala de los delirios nos permite entonces pensar el caso de
L. Wittgenstein a la luz de estos aportes, teniendo siempre presente que el lugar al
que queremos llegar es a la puesta en tensión del concepto lacaniano de
sinthome. Pues bien, la propuesta de Maleval no se aleja de dicho concepto, antes
bien, lo corrobora y lo enriquece de contenido dándole aun más potencia par la
6
clínica de las psicosis.
Todo esto nos permite pensar una nueva mirada sobre los fenómenos psicóticos:
la alucinación, el delirio, el momento fecundo, los fenómenos elementales, etc., y
la asunción por parte del sujeto de un sinthome que le permitiera suplir el
desanudamiento que inscribe en la estructura la forclusión del significante del
Nombre del Padre. Y cómo, con la articulación de una metáfora en un delirio
lógico, hacerse a un discurso y construirse con ello un sinthome; es el modo como
algunos psicóticos pueden hacer frente a las consecuencias que la forclusión
tiene; por un lado, a la falla de la función dialéctica de síntesis del yo como
consecuencia, y por el otro, al desencadenamiento del significante y a la
deslocalización del goce, aquellos elementos estructurales que determinan el
desencadenamiento del sujeto.
Por último, habrá que advertir que cuando se habla de articulación y construcción
de un sinthome, no nos referimos a un uso generalizable del mismo para todos
los casos. Dicha articulación del sinthome es una construcción particular de cada
caso y sujeto, es decir, la forma y la manera singular como un sujeto psicótico
afronta las consecuencias que tiene la forclusión del significante del Nombre del
Padre que son: la falla en la función dialéctica de síntesis del yo, la deslocalización
del goce y el desanudamiento de los tres registros Real, Simbólico e Imaginario
del nudo.
Es pues todo esto lo que se pretende exponer en la siguiente especulación
psicoanalítica; abordando las partes que se consideraron significativas en la vida
del filosofo Ludwig Wittgenstein, y sobre todo en algunas de las ideas expuestas
en su vasta e incalculable obra filosófica.
7
1. LA FUNCIÓN Y EL USO DE LA PSICO-BIOGRAFIA EN EL PSICOANÁLISIS
En el siguiente capítulo se expone la lógica de los métodos de abordaje de la
creación por parte del psicoanálisis en términos de lo que se nombra como psico-
biografía; desde la propuesta hecha por Sigmund Freud al analizar distintas
creaciones como formas de hacer este ejercicio analítico, para luego mostrar
algunas de las diferencias existentes entre él y los llamados post-freudianos. Esta
primera parte continua con la propuesta y los aportes hechos por Jacques Lacan,
en tanto renovador de dicha metodología psico-biográfica; para luego finalizar con
una breve exposición y la justificación de la presente propuesta de investigación
que aborda el caso de Ludwig Wittgenstein.
1.1. EL PARADIGMA DE LA PSICO-BIOGRAFÍA FREUDIANA.
A continuación se encuentra un comentario del texto de Sigmund Freud sobre
Leonardo de Vinci. Este escrito es elegido por dos razones, la primera, porque el
autor lo consideraba como uno de sus análisis mejor logrados, y la segunda,
porque muestra la forma como Freud se servía de la creación y de la obra. Con
esto se trata de mostrar de manera precisa el método utilizado por él para tratar a
la obra misma, y cómo ello le permitió construir la realidad psíquica de los autores
por él analizados. Esto tiene como objetivo exponer la estructura de la llamada
psico-biografía como uno de los paradigmas de comprensión de casos no clínicos
llevados a la clínica psicoanalítica.
8
Podría advertirse la pertinencia de abordar la exposición hecha por Freud del caso
del presidente Schreber y la utilización de las Memorias de un neurópata para
mostrar dicha lógica, implicando con ello además la comprensión de las psicosis
que en Freud se encuentra; sin embargo, en esta primera parte confiamos al pie
de la letra en el mismo Freud, y como ya se dijo, en el texto sobre Leonardo de
Vinci considerado por él mismo como su mejor análisis logrado; análisis que en
último término muestra la relación del sujeto con su creación y su obra.
Para empezar, Freud basa sus hipótesis en dos puntos fundamentales: las
anotaciones personales que Leonardo hacia en sus cuadernos y un recuerdo
infantil que él mismo relata en uno de estos manuscritos; es esto último lo que
más interesa a Freud, y lo que se reproduce a continuación:
“Parece como si me hallara predestinado a ocuparme tan ampliamente del buitre, pues
uno de los primeros recuerdos de mi infancia es el de que, hallándome en la cuna, se me
acercó uno de estos animales, me abrió la boca con su cola y me golpeó con ella,
repetidamente entre los labios”1.
Este recuerdo le muestra a Freud un camino muy preciso, que no puede reducirse
a la conocida obsesión que tenia Leonardo por determinar los secretos del vuelo
como una prescripción de su destino. Más allá de esto, Freud descubre una
tendencia: la articulación de este recuerdo como un mito que revela encubiertas
verdades legendarias de la historia del artista.
La interpretación que Freud desarrolla, demuestra el carácter erótico que este mito
individual implica. La cola del buitre, “coda” en italiano, es un símbolo conocido y
muy general de una sustitución del miembro viril; y a ello une el abrirle la boca con
la cola como una fantasía de felación. Fantasía de carácter pasivo; por tanto, de la
1 FREUD, Sigmund. Psicoanálisis del Arte. Un recuerdo infantil de Leonardo de Vinci. Ed. Alianza
Editorial. España. 1971. Pág. 24
9
pasividad femenina o de la homosexualidad latente del artista. Sobre la base de
estos dos datos es Freud analiza todo el carácter singular del genio de Leonardo.
Detrás de dicha fantasía, lo que se encuentra es una reminiscencia del acto de
mamar del seno o de ser amamantado por la madre, lo que puede incluso, señala
Freud, encontrarse en su obra en los cuadros dedicados a la virgen con el niño o
en los cuadros donde se encuentran mujeres que cuidan a niños. Ahora bien, la
homosexualidad que la fantasía de felación demuestra no puede ser reducida a la
actividad sexual, sino a una predisposición sentimental del carácter de Leonardo,
disposición de su emoción que se desarrollará y explicara más adelante. Por
ahora sólo se subrayamos la importancia de la fantasía oral.
Freud comienza en este momento del texto a determinar el carácter simbólico que
tiene la figura del buitre, lo cual puede definirse de la siguiente manera: el buitre
ha sido una representación mítica de la madre, representación que se acompaña
por la creencia en su único sexo femenino para toda la especie. A lo cual se une la
idea de que su descendencia era adquirida por la preñez que alcanzaban en el
vuelo, y por la influencia del aire en ello; es decir, los buitres, todos hembras, eran
fecundados en pleno vuelo por el aire que entraba por sus vaginas. Estas
creencias las conocía Leonardo, según Freud, por su avidez por la lectura y el
conocimiento, creencias populares que le sirvieron entonces para articular su mito
fundador y entender, por tanto, su origen y su destino. Freud lo muestra así:
Así, podemos representarnos ya la génesis de la fantasía de Leonardo en la forma
siguiente: Había leído una vez en un Padre de la Iglesia o en un libro de Historia Natural
que todos los buitres eran hembras y se reproducían sin necesidad de la cooperación del
macho, surgió en él un recuerdo que quedó trasformado en la fantasía citada; pero cuyo
significado era el de que también él había sido una tal cría de buitre, que había tenido
10
madre, pero no padre como un eco del placer hallado en la succión del seno materno2.
Y más adelante:
“La sustitución de la madre por el buitre nos indica que el niño echó de menos al padre y
se sintió solitario al lado de su madre abandonada. Su ilegítimo nacimiento constituye el
punto de partida de su fantasía, pues solo tal circunstancia podía llevarle a compararse
con la cría de los buitres”3.
Así, Freud se permite la licencia de determinar el papel que cumple la
investigación asidua sobre el vuelo, a la que Leonardo se entregó durante gran
parte de su vida, uniéndolo, para justificar su interpretación, a la idea de la
teorización sexual de los niños. Para Leonardo, esto implicaba que su actividad
investigativa girara en torno al papel del padre y al origen de los niños que sin
referente en la realidad no le permitían otra salida que simbolizar la condición de
su madre como la de un buitre que, preñado por el aire, determinaba con ello su
destino: dedicarse a dilucidar el vuelo de las aves. A esto se une su denodada
dedicación a las investigaciones sobre la base de su naturalismo. Par de
vertientes de su pensamiento que, en el fondo, tratan a la vez de simbolizar el
origen de la preñez de su madre y el origen bastardo del artista.
Ahora bien, a la figura del buitre en la mitología, y a esta forma femenina en
particular, se le ha atribuido un carácter andrógino que debe ser entendido en el
mito leonardesco. El Mutt egipcio o el buitre-madre-andrógino, representa una
cierta virilidad que debe ser inscrita en la fantasía del artista. Cito a Freud en este
punto, en donde explica esto, en tanto con ello sostiene la tesis sobre la
constitución homosexual de Leonardo:
”En todos los homosexuales sometidos al análisis se descubre un intensísimo enlace
2 Ibíd. Pág. 31
3 Ibíd. Pág. 32
11
infantil, de carácter erótico y olvidado después por el individuo, a un sujeto femenino,
generalmente a la madre; enlace provocado o favorecido por la excesiva ternura de la
madre y apoyado después por un alejamiento del padre de la vida infantil del hijo”4,
y continua más adelante:
“El amor a la madre no puede seguir ya el desarrollo consciente ulterior y sucumbe a la
represión. El niño reprime el amor a su madre, sustituyéndose a ella, esto es,
identificándose con ella y tomando como modelo su propia persona, a cuyo semejanza
escoge sus nuevos objetos eróticos”5.
He aquí pues el análisis del carácter homosexual que Freud determinó para
Leonardo, carácter fijado por una elección narcisista de objeto. Esta lógica explica
el hecho de que una parte de la libido, parte a su vez sublimada, se dirigiera a la
animosa y bondadosa relación que Leonardo mantenía con sus discípulos,
atención benevolente en demasía, tierna e incondicional hacia todos estos jóvenes
y niños elegidos por él, por su belleza y delicadeza, y no por su talento para las
artes. Leonardo se mostraba con ellos, entonces, como una madre tierna,
conclusión que Freud extrae de las anotaciones minuciosas que el artista hacía de
los gastos que estos niños le implicaban para su educación artística, anotaciones
exhaustivas que para Freud demuestran una forma obsesiva de descarga de los
sentimientos más intensos que sobre estos jóvenes recaían.
A esto debemos unir lo que la sublimación implica para la persona de Leonardo, y
que Freud hace depender de aquella idea de la investigación sexual infantil y de
las teorías que el niño determina a tan temprana edad, para dar explicación a esto
que es inexplicable: el problema del origen. La sublimación es entendida por Freud
en este texto como:
4 Ibíd. Pág. 40
5 Ibíd. Pág. 40
12
“El instinto sexual es particularmente apropiado para suministrar estas aportaciones, pues
resulta susceptible de sublimación, esto es, puede sustituir un fin próximo por otros
desprovistos de todo carácter sexual y eventualmente más valiosos”6.
Estas ideas llevan a determinar, para Leonardo, algo que Freud llama una
homosexualidad ideal, en tanto es la que se muestra como la sublimación perfecta
y total de las mociones pulsionales, las cuales son puestas al servicio de tareas o
actividades sobrevaloradas por la humanidad.
Es pues el caso de Leonardo, su entrega a la labor artística e investigativa, a la
vez que la incondicional relación con sus discípulos de aprendizaje artístico,
relación intersubjetiva que Freud demuestra como inhibida en cualquier posible
modalidad de afecto erótico, es decir, como determinada aparentemente por la
inexistencia de pasiones hacia otras cosas que no fueran el saber y el arte en sí
mismos.
Por otro lado, se debe subrayar de paso algo que Freud dice al final del texto: el
carácter del padre de Leonardo y la relación tardía que tuvo con él, que considera
Freud influyen en su posterior posición frente a su actividad de artista e
investigador. Rasgo que parece importante nombrar, ya que Freud se detiene en
un error de redacción de los manuscritos del artista, error de repetición de la hora
de su deceso, errata que para el ojo atento de Freud no puede ser desdeñada,
acto fallido que muestra la expresión del inconsciente del artista. Este fallido en la
escritura es interpretado por Freud como la perseveración que demuestra la
expresión afectiva encubierta, lo que da cuenta de su importancia para la
constitución del carácter del artista. Freud lo define de la siguiente manera:
“El artista se considera como el padre de sus creaciones estéticas. Para la actividad
pictórica de Leonardo tuvo una fatal consecuencia su identificación con su padre. Creaba
6 Ibíd. Pág. 20
13
la obra y cesaba en el acto de ocuparse de ella, como su padre había hecho con él”7.
Así las cosas, Leonardo era una madre para sus discípulos, y un padre para su
obra creativa, una doble implicación de su posición subjetiva.
Para finalizar esta parte anoto los principales ejes del análisis de Freud, puntos
nodales de los cuales se extrae su importante aporte. Leonardo de Vinci, genio
inconfundible y único, tenia una singular relación con el mundo y con su trabajo de
artista e investigador, trabajo que se determina por el destino que traza para él la
relación con su madre, relación que, por medio de la sublimación, logra articular, y
aquello que nos permite entender el carácter enigmático del artista. La realidad
psíquica de Leonardo muestra dos vertientes, que no son más que los campos en
los que el artista hace devenir su existencia: las relaciones imaginarias con sus
aprendices y la relación simbólica con su obra. La primera forma no es más que la
inhibición de sus deseos eróticos hacia sus juveniles alumnos. La segunda, es la
sublimación que se presenta inscrita en la obra creativa, lo que evoca la relación
hacia su arte y su investigación. Estos rasgos llevan a Freud a determinar una
patografía en Leonardo: es un homosexual y un obsesivo.
Como conclusión puede entonces establecerse el trabajo analítico llevado a cabo
por Sigmund Freud, en tanto aplicación de la psico-biografía. Freud se sirve de los
textos de Leonardo de Vinci para interpretar y configurar su modalidad
fantasmática, es decir la explicación de su particular comportamiento, análisis que
en este caso va de la historia del sujeto, plasmada en sus cuadernos y
manuscritos, a la elaboración de un diagnóstico. Por lo que puede determinarse
que la creación y la obra de un autor son utilizadas como fuentes importantes, y
por tanto, interpretarse por esa vía la fantasía de la cual partió este análisis, como
una construcción del sujeto que le permite a Freud elaborar sobre el artista un
panorama de las determinaciones de su realidad psíquica.
7 Ibíd. Pág. 58
14
1.2. LA POSICIÓN DE JACQUES LACAN CON RESPECTO A LA PSICO-
BIOGRAFÍA DE LEONARDO DE VINCI.
El texto que viene a continuación es una elaboración hecha con base en la última
sesión del seminario 4 de Jacques Lacan, que lleva por nombre: De Juan el
fetiche al Leonardo del espejo. Se aborda aquí, ya que se trata de dilucidar el valor
paradigmático que Lacan extrae del método de análisis que Freud hace del
recuerdo infantil de Leonardo. Y por otra parte, exponer lo que el Dr. Lacan
privilegia como inédito en ello, es decir, la importancia de la obra y la relación que
ésta guarda con el sujeto.
El problema general que Lacan plantea es el de poder explicar cuál es la relación
que guardan en el artista los registros de lo imaginario y de lo simbólico, y de
cómo esto se conecta con los modos en que se presentan las relaciones que el
sujeto establece de manera especular. Para explicarlo, Lacan desarrolla un
análisis que lo lleva a determinar las formas en las que se desenvuelve en el
artista la inversión de las posiciones del otro, es decir las relaciones imaginarias a
– a’; y en las formas en las que en su obra se invierten las relaciones con el Otro,
que serían de orden simbólico; relaciones estas últimas, que se reducen a
relaciones eminentemente especulares. He aquí el campo en el que se desarrolla
la siguiente exposición.
Lacan se pregunta por las razones que llevaron a Freud a interesarse por
Leonardo de Vinci. Pues bien, el interés está determinado por lo que puede
captarse en la pintura de Santa Ana, la Virgen y el niño con el cordero. Y en ella,
porque muestran la relación que guarda la superposición del pecho materno y la
15
fantasía de felación que Freud subraya en las notas del artista.
(Leonardo de Vinci, Santa Ana)
A propósito de esta fantasía, Lacan señala una inconsistencia en el análisis de
Freud: ¿cómo podría Leonardo tener una fantasía infantil de este tipo si sólo tuvo
contacto con un ser masculino a partir de los cinco años? Para explicar esto,
Lacan hace intervenir la lógica de dicha fantasía, que en Leonardo se inscribe en
la particular forma de identificación que en el recuerdo se suscribe entre la madre
y el buitre. Conjunto de personajes imaginarios que son para Lacan el punto de
origen de la intrusión imaginaria.
Hay un problema que se subraya en esta sesión del seminario en torno a la
traducción del buitre que, en realidad, no es de esta especie, sino de la especie
16
del Milano*. Esta errata es significativa, ya que Freud conocía los manuscritos de
Leonardo, manuscritos que indican que hay algo importante en este error. El
Milano, que no es la figura representante del Mutt de los egipcios, presenta
entonces un problema que es: o es un animal que carece de sexo, o es un animal
sólo de sexo femenino; he ahí lo realmente cardinal del problema y en lo que
Lacan se detendrá. Para Lacan, la contribución a tener en cuenta de este texto de
Freud se enmarca en la siguiente serie de aportes, que se hacen teniendo en
cuenta las tesis de los Tres ensayos para una teoría sexual y la idea de la
bisexualidad infantil; que en los aportes escritos hasta aquí son: la función del
complejo de castración y la importancia del falo imaginario como objeto de la
envidia del pene por la mujer. Lo que aporta a esta serie el texto aquí analizado,
es la importancia que adquiere la función de la madre fálica; Lacan lo escribe de
esta manera:
“Que el niño está vinculado con una madre que, a su vez, esta vinculada en el plano
imaginario con el fálo como falta, ésta es la relación que Freud introduce, completamente
distinta de todo lo que había dicho de la relación de la mujer con el falo”8.
Se resaltar en este punto dos cosas con respecto a la posición de Freud: por un
lado, es la primera vez que él nombra al narcisismo, y por otro, la jerarquía que
tiene en este análisis el papel de la sublimación, referencias sobre las que gira la
comprensión freudiana del carácter de Leonardo.
Lo importante de la introducción del narcisismo es la estructuración que permite
del registro imaginario en Freud. La sublimación, por su parte, es una
contradicción para Lacan, ya que Freud quiere demostrar con ello el carácter
neurótico de la personalidad de Leonardo. Sin embargo, para el mismo Lacan,
* Milano es el nombre que recibe una especie de pájaros que presentan la peculiar característica de que su cola es un miembro muy importante para la realización del vuelo. 8 LACAN, Jacques. El seminario 4. La relación de objeto. Ed. Paidós. Buenos Aires. 1994. Pág.
430.
17
esta relación entre narcisismo y sublimación no basta para su explicación; e
incluso lo llevan a decir que este argumento de Freud no es suficiente para decir
que Leonardo sea un homosexual y un neurótico obsesivo.
Para continuar con la argumentación lacaniana es necesario hacer ingresar una
definición de sublimación, importante para tener en cuenta:
“La sublimación se dirige a objetos distintos de los primitivos, a los objetos más elevados
de todo lo que se ofrece a la consideración humana e interhumana”9.
Lacan aquí se refiere a una categoría de objeto muy específica e importante en
Leonardo: el objeto como sublime, aquel objeto que quiere ser elevado a la
categoría de Otro absoluto por parte del artista. Ahora bien, el aporte que hace el
artista y que puede captarse en sus dibujos, y no en su obra estética más
importante, explica esto de la categoría del objeto como sublime. Hay todo un uso
de la intuición en el trabajo investigativo de Leonardo, que el Dr. Lacan subraya, y
que es toda una utilización de intuiciones parciales de la experiencia que el artista
utiliza en su trabajo científico y no en el artístico; es decir, aquel que se encuentra
en sus anotaciones y manuscritos, y que habla de su idea de la naturaleza y de su
particular naturalismo. En este punto, el material que ello arroja puede
considerarse como una creación que se muestra en todo lugar como creación
imaginaria. Búsqueda investigativa del artista, que trata de dar cuenta de
problemas reales más elevados que la naturaleza, y que como pregunta se le
imponían, y que sólo podrían ser abordados y entendidos por él, valiéndose de lo
que es propio del orden simbólico; nociones que, por ejemplo, la geometría, la
matemática y la física le prestarían, y que lo convertirían en un gran ingeniero.
Hay otro rasgo característico que se vislumbra aquí y que el mismo Freud no
desarrolla, pero al cual Lacan le da toda su importancia: la religión de Leonardo es
9 Ibíd. Pág. 431
18
la naturaleza. Cosa singular: la religión, lugar del padre por excelencia, tiene aquí
el matiz de ser el lugar de la madre. A la religión de Leonardo, la naturaleza, como
elemento absolutamente primordial, Lacan la presenta de la siguiente manera:
“Es otro al que hay que oponerse, cuyos signos se trata de descifrar, haciendo su doble y
su cocreador. Confusión de lo imaginario con una especie de otro que no es Otro como
lugar del inconsciente”10.
Hay que aclarar de qué otro se trata entonces. Leonardo interroga a la naturaleza
como a un otro imaginario que no responde, este otro que no es un Otro absoluto,
es más bien algo a modo de un trueque del doble, es decir, como ya se ha dicho,
una interrogación eminentemente especular dirigida hacia la naturaleza.
Algo más puede extraerse de los rasgos estéticos leonardescos, y que está en
directa relación con lo que se desarrolla sobre sus relaciones especulares: aquel
dedo levantado que encontramos en gran parte de su obra, y que se enmarca en
ésta misma línea que se desarrolla de las series imaginarias. Ese dedo levantado,
más allá de la vulgar simbolización del falo, da cuenta de la estructura de lo
imaginario que el artista presenta, y que tiene relación con la ambigüedad de la
madre real y la madre imaginaria, en relación con el origen del niño real; y que no
es otra cosa que el deseo indeterminado de la madre en su relación con el falo y la
castración. Citemos a Lacan para entender mejor las cosas:
“Ese dedo representa, por todas partes en Leonardo, la indicación de esa falta de ser”11.
A todo esto se hace necesario añadir un detalle, extraído de la obra estética más
reconocida del artista: las trinidades, que en realidad son juegos de a cuatro.
Factor que Jacques Lacan demostrará como el correlato de la relación que este
10
Ibíd. Pág. 434 11
Ibíd. Pág. 435
19
cuaternario guarda con la intrusión de la muerte en ese cuarto lugar, como aquello
que remite a una de las partes de la dimensión real de la estructura.
Leonardo toma una posición particular frente a esta relación imaginaria con su
madre hecha doble; posición frente a la problemática del Otro, que puede ser, u
Otro absoluto, el inconsciente, la mujer, o lo que está detrás de ella, la muerte
como último Otro absoluto. Lacan explicará esto de la siguiente manera:
“Cómo [Leonardo] reintroduce en su interior toda la vida de los intercambios imaginarios,
cómo desplaza la relación radical y última con una alteridad esencial para hacerla habitar
por una relación de espejismo”12.
He aquí pues el Leonardo en el espejo: el genio y su creación no son más que el
juego del doble que pone sobre la mesa la falta que se representa en relación al
falo. Elementos que guardan una relación también directa con el estatuto de la
sublimación en el caso del artista, y que explican este juego de espejismos entre
las mujeres de sus cuadros, cosa que se refleja a su vez en la manera en que se
nombraba y se dirigía a sí mismo en sus manuscritos, una manera impersonal y
en tercera persona, como si se dirigiera a yo-otro ausente.
La muerte, representada en el cordero, es el criptograma que deja ver la
representación de la muerte de la sexualidad del genio; es éste el problema
fundamental, la progresiva falta de interés y de pasión que se veía perder en la
elaboración de sus múltiples obras abandonadas sin terminar; cosa que se refleja
además en las relaciones que mantenía con sus discípulos. Por todo ello es que
Lacan desmentirá la homosexualidad de Leonardo, y lo que tal vez nos permita
hablara de una a-sexualidad del artista. Es esto también lo que se representa en el
cordero que el niño Jesús quiere montar, acción a la cual la virgen se interpone,
pero frente a lo cual Santa Ana no opone ninguna resistencia. Figuración del
12
Ibíd. Pág. 435
20
destino final del Cristo, convertirse por su destino en el representante del sacrificio,
en el cordero, muerte que representa la muerte de la sexualidad de Leonardo. Es
Santa Ana, la Otra, la que da el equilibrio a esta obra.
Así, podemos concluir con Lacan, que la atípica sexualidad del artista y la sublime
realización artística y creadora, no pueden entenderse si no se ve la reproducción
de esa singular relación del yo con el otro, y la necesidad de hacer operar al Otro
absoluto en tanto la muerte. Es la aplicación del esquema de lo imaginario lo que
Lacan presenta sobre la base de cierta relación imaginaria de Leonardo con su
obra, su creación y su avidez de saber.
En Leonardo, el tema erótico es absolutamente inexistente, su presunta inversión
sexual se muestra como una inhibición en todas sus letras. Sus manuscritos, por
tanto, una parte importan te de su obra, no son otra cosa que el reflejo de esto
mismo, un espejo, una relación especular que se desenvuelve consigo misma.13
Las identificaciones se hacen así a partir del yo en el sujeto Leonardo,
correlativamente a toda sublimación, es decir, al proceso por el cual se desubjetiva
al otro y a la naturaleza; el Otro solo se despliega, por tanto, en el plano de la
relación dual imaginaria.
Ahora bien, exponemos este análisis que Lacan hace del genio de Leonardo para
subrayar dos cosas: por una parte, los aportes que le hace al análisis realizado por
Freud, que terminan por mostrar que la psico-biografía no es completamente
desdeñable como metodología en psicoanálisis. Y por otra, mostrar que Lacan
rescata de esta metodología usada por Freud el aporte fundamental de este texto:
haber extraído la lógica de la madre fálica como determinante de las distintas
relaciones y elecciones imaginarias de Leonardo de Vinci.
13
Recordemos que Leonardo escribe muchos de sus manuscritos al revés, de izquierda a derecha y las letras de forma invertida, de tal manera que debe utilizarse un espejo para pode leerlos.
21
1.3. LOS POST-FREUDIANOS Y SU VISIÓN DE LA PSICO-BIOGRAFÍA.
El siguiente apartado trata de mostrar cuál es la posición que los post-freudianos
han mantenido con respecto al estatuto de la escritura en su modalidad de
psicoanálisis. Esta posición está marcada, por un lado, por la lectura e
interpretación que hacen de la perspectiva freudiana misma, es decir, su abordaje
sigue los lineamientos que ellos aislaron de la metodología de la psico-biografía de
Freud. Por otro lado, este abordaje se determina por la posición teórica que el
post-freudiano de turno tenga, es decir, la lectura de la psico-biografía será un
tanto distinta si el que lo hace es un Psicólogo del yo o un teórico de las
Relaciones objetales. Así, el análisis y la interpretación de la escritura estarán
determinados por una de estas posiciones, y por lo que cada una de estas
escuelas defiende desde su perspectiva. Es esta perspectiva paradigmática de la
psico-biografía lo que se expondrá a continuación.
Como ya se ha visto lo que Freud hizo con la obra, continuemos con los post-
freudianos, quienes supuestamente siguieron al pie de la letra la idea de Freud:
psicoanalizar la creación escrita y al escritor por esta vía, es decir que utilizaron la
obra literaria como un material que el inconsciente arrojaba, y por tanto, sobre el
cual se podía ejercer un análisis y una interpretación. Con ello buscaban probar y
corroborar las hipótesis principales que ellos mismos habían articulado para sus
teorías psicoanalíticas.
Ahora bien, a diferencia de Freud, los post-freudianos, como por ejemplo Ernst
Kris, desarrollaron extensos análisis de psicóticos que en algún momento de su
enfermedad abogaron por escribir o desarrollar algún tipo de actividad artística; sin
embargo, en sus análisis no es posible determinar hasta que punto esta actividad
creativa puede ser considerada como arte o literatura, y que tanto es o no una
22
formación del inconsciente. Así pues, si lo que Sigmund Freud logra con su trabajo
es extraer cuestiones inéditas para el psicoanálisis, los post-freudianos buscaban,
con la aplicación de su modalidad de psico-biografía, demostrar sus propias
teorías o corroborar descubrimientos ya determinados por el mismo Freud.
Un ejemplo de ello es la búsqueda incesante de los símbolos en el arte psicótico, y
cómo estas creaciones han sido exploradas en relación con el sistema delirante
del paciente; es decir, utilizar de manera directa la interpretación de símbolos,
como si ellos fueran creaciones oniroides, como lo hace Freud en La
Interpretación de los sueños. Esta es una de las modalidades de investigación
más difundida entre los primeros post-freudianos que se ocuparon de intervenir
sobre las psicosis.
Así, su búsqueda se encaminaba a esclarecer la significación que la creación
puede adquirir durante un proceso delirante. La conclusión a la que llegan, en su
mayoría, es que la creación hace parte de los síntomas, y por tanto, se convierte,
como el delirio, en una forma de restitución o recuperación de las partes afectadas
de la personalidad o del yo; es decir que la creación, sea cual sea, tiene el
estatuto de una forma de curación como lo es para Freud el delirio. La diferencia
con Freud estriba, específicamente, en que para la mayoría de los post-
freudianos, la creación artística es considerada una forma de defensa que el
individuo utiliza contra la escisión del yo, proceso que se vislumbra en el proceso
psicótico y, con ello, se le considera una forma de restituir las funciones del yo que
en este proceso se han malogrado.14 Es esta la posición más general adoptada
por los llamados Psicólogos del Yo.
Otro de los elementos que deben tenerse en cuenta, en este tipo de aplicación de
la psico-biografía, es el excesivo simbolismo que utilizan para interpretar la
creación. Dígase de paso que, a pesar de que existe una abigarrada crítica a la
14
KRIS, Ernst. El arte del insano. Ed. Paidós. Buenos Aires. 1955. Pág. 18 y 19.
23
posición de Jung con respecto a su simbolismo, aquel que se dirige a la búsqueda
de las formas arquetípicas universales, dicha crítica no parece ser tenida en
cuenta, ya que el simbolismo utilizado por los post-freudianos sólo se aleja de este
gesto en relación con el delirio mismo, es decir, buscan el símbolo en el delirio
particular y no en una forma universal y universalizable del simbolismo
inconsciente como ocurre con Jung. La diferencia es pues la levedad entre lo
universal y lo particular.
Por tanto, los post-freudianos consideran a la escritura, en los casos de psicosis,
como llevada a cabo por el proceso primario de pensamiento y, por ello, la
conclusión necesaria es que todo esto se debe a la pérdida de las funciones del yo
que la controlan, y que permiten con su primacía la utilización por parte del
individuo de los procesos secundarios de pensamiento y de la prueba de realidad,
en síntesis, como un mero proceso defensivo del yo. Leámoslo:
“Pero en el caso de las verbigeraciones esquizofrénicas (...) nos encontramos con
condiciones distintas: el yo se aparta de los procesos de elaboración secundaria y de
juicio de realidad y se dedica a juegos con palabras y formas.”15
Uno de los puntos que prueba que se apartan de Freud, es la idea de mantener a
la proyección como el mecanismo psíquico por excelencia en la psicosis, y lo
utilizan para reducir la producción literaria a una mera proyección de la realidad
psíquica que se ve regida por el proceso primario y no por el secundario. En caso
contrario, esta hipótesis termina por probar, en estos teóricos, que la escritura en
la neurosis es el resultado de la inversión de las influencias de los procesos
psíquicos, es decir, la escritura estará regida por el proceso secundario y no por el
primario. Leámoslo:
“Las experiencias analíticas, la sugestión de Sharpe y Fenichel, muestran que en la
15
Ibid. Pág. 33
24
creación artística el mecanismo de proyección sirve también para la recuperación de los
objetos introyectados y en consecuencia perdidos”16
Por otro lado, debe subrayarse que la mayoría de los trabajos de este grupo de
psicoanalistas, pretendieron con todo esto hacer una “psicología general del
artista”. Otro punto a tener en cuenta, es que consideraron a la escritura como una
forma de comunicación, por tanto, ella quedaba bajo la sombra de las teorías
comunicacionales anteriores al estructuralismo, donde todo podía ser interpretado
y todo era comunicable y tenía, por tanto, algún sentido.
Así, se buscaba analizar la personalidad del artista en su “reflejo proyectado”, es
decir, en lo que escribía. Estos objetivos antes expuestos trazaron la forma como
se abordaría cualquier creación, ideas que aun hoy se encuentra en la mayoría de
las psico-biografías hechas por estas escuelas teóricas del psicoanálisis.
En este punto se resumen los tres elementos esenciales con los cuales se mira a
la escritura:
1) La universalidad de ciertos temas conocidos que se leen en la fantasía del
individuo y que tienen relación con la tradición mitológica.
2) La estrecha relación existente entre la historia de la vida del artista, en el
sentido psicoanalítico antes mencionado, y su obra.
3) La relación entre el funcionamiento de la imaginación creadora, la capacidad
productiva del hombre y los procesos de pensamiento observados en el estudio
clínico.
Así, el objetivo de estos estudios y del abordaje de la escritura se determina por la
16
Ibíd. Pág. 55
25
búsqueda de los “problemas estructurales de la personalidad del artista”.
Veamos otro ejemplo, teniendo presente uno de los aportes de esta psicología, la
noción de neutralización de la energía de las pulsiones por parte del yo. La
neutralización es comprendida como uno de los mecanismos utilizados por el yo
para ejercer influencia sobre la energía de las pulsiones que le vienen del ello. El
yo se sirve de los llamados Aparatos de autonomía primaria, que no son más que
las funciones superiores que comprende la psicología de laboratorio. Por medio de
ellos, el yo obtiene su propia energía, y sirviéndose en este proceso de un
mecanismo más, llamado síntesis, puede por tanto afrontar las demandas que el
ello le impone, permitiendo que el proceso secundario de pensamiento, o principio
de realidad, se sobreponga al proceso primario o principio del placer. Con estas
nociones, la creación se muestra como una de estas forma y modalidades de
trabajo yóico, es decir, la obra creativa, cualquiera ella fuese, no es más que una
forma más de neutralización y de síntesis.
Con estas ideas, los Psicólogos del yo parecen borrar el importante aporte y la
propuesta freudiana que apunta al trabajo de la sublimación. En ésta, Freud
expone la idea de una cierta flexibilidad de la represión en los artistas, flexibilidad
que permite la emergencia de la sublimación, quedando con ello la posibilidad de
que las pulsiones puedan hacerle un quite a la represión por este medio. Así, la
escritura, será el fruto del proceso que esta flexibilidad permite.
En estos términos, la creación supone una comunicación más directa entre
inconsciente y consciente, entre las presentaciones-cosas y las representaciones-
palabra; así, se pueden establecer vínculos entre las ideas y sus
representaciones. En esta línea, el mecanismo de la sublimación permite, por
tanto, la tramitación de las pulsiones admitiendo con esto su desplazamiento hacia
el objetivo de la creación artística.17
17
BRENOT, Philippe. El genio y la locura. Ediciones Grupo Zeta. Barcelona. 1998. Pág. 205.
26
Sin embargo, y a pesar de estos aportes freudianos, estos psicólogos explican
esta flexibilidad utilizando el concepto de neutralización antes expuesto, y con ello
entienden y argumentan el por qué de la creación literaria, extendiendo dicha
explicación a la personalidad del artista y, por tanto, a lo que ocurre con las
psicosis y su relación con cualquier forma de arte.18
Estos psicoanalistas, en conclusión, terminan por hacer su estilo psico-biográfico,
psicoanalizando a la escritura como una formación más de lo inconsciente, y a la
vida del artista, con los conceptos que su teoría de predilección les dictamina. Los
Psicólogos del yo, por ejemplo, terminan por aplicar sus tesis sobre el yo y sus
funciones, y los Relacionales objetales, realizan la búsqueda de los conflictos
inconscientes con las figuras primarias de amor, los objetos buenos y malos que
se configuran en el inconsciente siguiendo los lineamientos dejados por la Dra.
Melanie Klein.
Para terminar mostremos, para sostener esta idea, otro ejemplo. Tomemos el caso
del aporte de W.D Winnicott y su objeto y espacio transicional. Winnicott no
abordó a la obra escrita como tal; sin embargo, tenía una apreciación sobre la
creatividad que algunos de sus seguidores tomaron prestada junto con estas dos
nociones de la transicionalidad, para terminar pensando a la literatura como un
objeto transicional y un espacio transicional para el escritor. La idea fundamental
de este psicoanalista aplicada a las artes, expresa que en la relación precoz
madre-hijo, en donde se juegan el objeto y el espacio transicional, la creatividad se
origina y se despliega en tanto elemento femenino trasmitido al niño en dicha
relación. Lo trasmitido es en esencia una mirada metaforizante en cuanto permite
proyecciones imaginarias de lo que pasa en la realidad psíquica del niño.19
18
KRIS, Ernst. Psicoanálisis y arte. Ed. Paidós. Buenos Aires. 1955. Pág. 35 19
BRENOT, Philippe. El genio y la locura. Ediciones Grupo Zeta. Barcelona. 1998. Pág. 106.
27
En general, el espacio transicional es considerado como lo propio del ámbito del
juego, la creatividad y la cultura. En dicho espacio, los objetos o fenómenos de la
realidad exterior se agrupan y se sintetizan, y con ello son puestos al servicio de la
realidad interna y personal, es decir, al servicio de la construcción de la realidad
psíquica. Con esto, el individuo puede manipular fenómenos exteriores con el
objetivo de darles significación y sentido, es decir, ponerlos al servicio de los
procesos secundarios de pensamiento o principio de realidad, con lo cual queda
cancelada toda forma de proceso primario de pensamiento o principio del placer.20
Por tanto, el espacio transicional por excelencia es un área de experiencia ilusoria
y de simulacro, en el sentido de que lo que ocurre allí es comunicable
intersubjetivamente. Es, en último término, un lugar imaginario, un lugar donde el
sentido se afinca, un sitio donde el objeto transicional no es más que el utensilio
del principio de realidad.21 Así pues, la obra escrita es un objeto transicional en sí
mismo, y la escenificación literaria nada más que un espacio transitorio y de
tramitación de conflictos inconscientes.
Con todos estos lineamientos teóricos, estos psicoanalistas abordan la literatura,
convirtiéndola con estas premisas en una simple proyección en un espacio
imaginario de los elementos transicionales inconscientes. Así, ésta queda reducida
a puros elementos imaginarios y simbólicos, y por tanto, sometida a una operación
psíquica que el individuo hace para organizar el mundo y comprenderlo, a la
manera en que el niño utiliza los objetos transicionales con el objetivo de
deshacerse de conflictos inconscientes y hacerse a la realidad.
En conclusión, el abordaje de la escritura por los post-freudianos termina por
reducirla a una simple manifestación disfrazada de cuestiones personales y
20
ARTE, INDIVIDUO Y SOCIEDAD. Vol. 16, España, 2004. Pág. 20 21
Ibíd. Pág. 20
28
sucesos de la historia del escritor, cualesquiera estos sean. Y la obra escrita, o
cualquier obra de arte, son, por tanto, consideradas de esta manera como un
espejo en el cual la personalidad del autor se refleja, una especie de autorretrato
donde el escritor o el artista se traicionan, a su yo, a pesar suyo.
1.4. EL ABORDAJE Y LA COMPRENSIÓN LACANIANA DE LA OBRA. El siguiente apartado de este capítulo expone y tiene como objetivo mostrar cómo
puede abordarse la obra de un autor con el psicoanálisis desde la propuesta del
doctor Jacques Lacan, metodología original que permite pensar a la obra como
una creación en todas sus letras, como invención original del autor, en donde, más
que servirnos del psicoanálisis para su interpretación y análisis, el psicoanálisis se
aboca a la obra misma para aprender algo de ella. Este es el paradigma de
abordaje de la literatura que Lacan propone y que sirve además para demostrar
que dicho material, en tanto creación original, se muestra pertinente para llevar a
la clínica casos que no son propiamente clínicos. Las ideas que soportan esto es
lo que se expondrá a continuación.
Tomemos como ejemplo de la utilización de la obra escrita en el psicoanálisis el
seminario que Jacques Lacan dedicó a James Joyce en los años de 1975-1976,
llamado incluso, por el cuerpo teórico que articula y lo que con ello quiere exponer,
Joyce el sínthome, nombre que justifica y habla de la segunda clínica lacaniana y
de la aplicación propia de la clínica borromea. El nombre que recibe el seminario
es significativo para comprender el desarrollo que Lacan hará durante este año de
su enseñanza, y que consiste en un uso particular del concepto de síntoma.
Introduciendo el término sínthome, Lacan juega, por un lado, con la ortografía
antigua del francés, y por el otro, se vale de la onomatopeya que dicha fonación
permite.
29
El concepto de síntoma así articulado, muestra dos sentidos involucrados en la
palabra: en inglés sin (pecado) y home (casa u hogar); en francés, por su parte,
seint (santo) y homme (hombre).22 Así planteado, James Joyce se muestra como
determinado por la paradoja de habitar en el pecado o ser un hombre santo. Con
esta idea se reúne y se explica la particular posición que el escritor tiene con
respecto a lo que su obra escrita implica. La escritura para Joyce es la solución
planteada a esta paradoja, que le impone hacer algo con su goce y, por tanto,
tomar una posición frente a él.
Por esto su obra se concibe como inédita, ya que entendemos en este caso a su
escritura como un sinthome en tanto en cuanto crea con ella una versión del
Nombre-del-Padre que ha sido forcluido. Por todo ello Lacan considero a Joyce
como desabonado del inconsciente. La escritura entonces, en este caso, es una
versión del sujeto del sinthome que se instaura como estabilización del agujero
que ha quedado en lo simbólico por la forclusión; pero también, como posibilidad
de hacer frente a lo real del goce desarticulado y como forma de hacer frente al
desanudamiento de lo imaginario, logrando con ello el anudamiento del nudo y la
estabilización de su psicosis.
En adelante se desarrollarán estas ideas aquí enunciadas, y cómo ellas nutren al
saber psicoanalítico más allá del ejercicio de la crítica de arte, de la psico-biografía
de los autores y de la primera clínica planteada por el mismo Lacan.
Ahora bien, el problema que implica el concepto de sínthome y el uso que el
psicoanálisis hace de la obra literatura, tienen que ver directamente con la
apreciación que se tiene de la letra. No entendida en el sentido literario, sino en el
sentido que Jacques Lacan le da en su relación con lo Inconsciente.
Lo que autoriza al psicoanálisis para hablar de una obra escrita, tiene como
22
SOLER, Colette. La aventura literaria o la psicosis inspirada. Ed. No Todo. Medellín. 2003.
30
argumento los aportes que su abordaje arroja. Por una parte, Goethe, Jensen y
Dostoievski, como estructuras del fantasma, en cuanto es lo que Freud interpreta y
analiza en algunas de sus obras. Por otra parte, Joyce el sínthome, como fruto del
desciframiento de la letra que Lacan extracta de la obra joyceana.23
Esta posición del psicoanálisis con respecto a la escritura no desdeña la
importancia de la obra. El mismo Freud, en múltiples ocasiones, reconoció en los
artistas a los precursores del psicoanálisis, y en los textos literarios una
oportunidad para poner en juego sus descubrimientos y su método de
interpretación. Así, para Freud, la ficción literaria es considerada como una
anticipación del inconsciente, y por tal motivo, llamó a la historización neurótica la
novela familiar, fabulación que no es otra cosa que el fantasma estructurado a la
manera de una novela.
Lacan, por su parte, continuará a Freud al mostrar que, tanto la creación como el
síntoma, comportan un elemento más que los convierte en algo que no puede
subordinarse solamente a las series articuladas por las formaciones del
inconsciente. Esta posición de Lacan termina por enriquecer la concepción del
síntoma y la de la obra como creación, más allá de lo que encierran de simbólico y
de imaginario. Formulación que sólo se logra contando con la dimensión de lo real,
es decir, poniendo a operar al goce implicado en ello. Así, se hace un corte en el
síntoma freudiano. El síntoma lacaniano, articulando lo real del goce como fuera
del inconsciente, separa al síntoma del cifrado significante convirtiéndolo así en
sinthome; es, en última instancia, una objeción a su cifrado simbólico, o en otras
palabras, a que el sujeto sea gozado por el inconsciente.24
Esto tiene como consecuencia, con respecto a la obra cualquiera ella sea, lo que
termina por convertirla en una de las posibles formas del sínthome, ya que la
23
Ibíd. Pág. 14. 24
MAZZUCA, Roberto y otros. Las dos clínicas de Lacan. Ed. Tres Haches. Buenos Aires. 2000. Pág. 88 - 89.
31
creación misma puede mostrarse como una objeción a dicho cifrado. La obra
escrita entonces puede por su estructura introducir una objeción plena al goce del
inconsciente. Es esto lo que Lacan interpreta y analiza en la obra de Joyce.
Lacan hará también otra cosa: invertir la perspectiva freudiana del abordaje de la
literatura. Para Lacan, no es el texto escrito el que debe ser psicoanalizado, sino
más bien los psicoanalistas los que deberían leer mejor.25 Esto no quiere decir que
un texto no pueda ser interpretado o que no devele algún sentido; la cuestión es
que la existencia de la obra escrita, en sí misma, está del lado del sin-sentido
mismo del enigma que ocupa, como creación, en el espacio del discurso. Por ello
es que va más allá de la idea de la psico-biografía.
Ahora bien, en qué medida podemos considerar el uso de la escritura como un
síntoma. La creación literaria puede ser un signo del sínthome en sí mismo, si se
le concibe como creación, en tanto en cuanto, producción e invención de algo
inédito y original ahí donde existe un vacío, o al lugar que viene a ocupar en el
orden del discurso. Lugar que está marcado, lugar que no existiría sin que el orden
simbólico lo permitiera, ya que cada marca simbólica engendra el vacío del lugar
que ella misma crea. Es allí donde adviene la escritura, en ese lugar marcado por
la forclusión del significante del Nombre-del-Padre, y que es el lugar que deja la
imposibilidad de hacer frente a lo real del goce que la forclusión implica.
La obra de un autor entonces es concebida aquí como aquello que emerge ahí
donde existe dicho vacío dejado por la forclusión. Producción de algo inédito que
se encarna como sínthome, ya que lo entendemos como lo más original que el
sujeto crea para vérselas con el vacío, con el goce fuera del inconsciente, y por
tanto, con el estigma de lo real.
25
LACAN, Jacques. Escritos 2, La letra y el deseo o la juventud de André Guíde. Ed. Siglo XXI. México. Pág. 473 - 573
32
En Freud, el cifrado que debe ser descifrado en el síntoma, revela la fórmula del
fantasma y la satisfacción que ello encarna, es lo que él nombra como formación
de compromiso. El síntoma allí no es más que el retorno del representante
representativo de la pulsión que ha sido sometido a la represión, y por tal motivo,
desfiguración de lo que una vez fue reprimido. El sínthome por su parte implica un
más allá en la memoria pulsional, es el goce fuera de sentido hecho actual, y
sobre el cual el sujeto ejerce una cierta operación original que le permite, en un
momento determinado, hacer algo con ello y tomar distancia del mismo.
Pero antes de estos planteamientos de 1975-76, Jacques Lacan planteaba que la
naturaleza del síntoma es la del lenguaje y por ello su otra fórmula: el inconsciente
estructurado como un lenguaje. Aparece una aparente contradicción en todo esto:
cómo pensar la inercia propia del síntoma en relación con lo que es propio del
lenguaje, es decir, con la siempre posible sustitución de los significantes; tesis
fundamental que sostienen las ideas de Lacan cuando se encontraba abocado
sobre la lingüística, antes del desarrollo de los Matemas, periodo que va hasta los
años 70’s.26 El concepto de síntoma en Freud, en la interpretación de Lacan, tiene
un acompañante, un algo otro que lo trasforma y que se pronuncia en el
sufrimiento que engendra, como aquello que se aloja en su correlato, el fantasma,
y que no es otra cosa que lo que cae como resto de toda operación significante, el
goce y su relación con el objeto a.
Así, el goce, al fijarse en un significante termina por sustituir al cifrado del
inconsciente transformándolo con ello en letra. La letra, en este caso el S1, esta
fuera del sentido, elemento mínimo del lenguaje que es por tanto real. Fijación del
ser de goce del sujeto; por esto, en el sínthome el significante vuelve en forma de
letra. No es ya aquello que representa al sujeto como significante con respecto a
otro significante en el inconsciente. Es más bien, el retorno de aquello que del
inconsciente es sustraído como letra. Función que se determina por la articulación
26
MILNER, Jean-Claude. La obra clara. Ed. Manantial. Argentina. 1995. Pág. 123-180
33
de lo que Lacan llama la letra pura, los S1, como uno indescifrable y sin-sentido.
Con esta lógica es que se logra deslizar el síntoma freudiano hacia el sínthome
lacaniano.
La obra es entonces considerada como un sínthome ya que sirve como vehículo
para localizar el goce. Sin embargo cualquier tipo de escritura no puede ser
considerada como un sínthome. Hay un goce de sentido que se puede ver como
ejemplo en las novelas de ficción que abogando por lo imaginario crean dicho
sentido. Aquí la cuestión con Joyce va por otro camino, por la vertiente de la
invención o creación literaria y no por la fantasía imaginaria, invención aquí en el
sentido de lo inédito en ella implicado.
Lo inédito remite a otro juego de palabras que Lacan utiliza: père-versión, una
versión del padre, un condicionamiento que viene del discurso, lo que implica que
cualquier obra no es creación siempre. El sínthome crea algo para el sujeto, por
tanto, la obra es algo radicalmente nuevo que convierte al escritor en un sin-padre
que debe creárselo, y con ello termina por arrastrar su ser. El escritor, entonces,
no es más que el hijo de su obra y es allí donde la obra, desentendida del
discurso, se muestra como la alternativa para hacer algo con ese vacío, con ese
sin-sentido fundante y fundamental, con lo real que el goce engendra, y que en el
caso de Joyce es la solución que su escritura encara frente a la forclusión del
significante del Nombre-del-Padre.
En este punto James Joyce es la referencia, el poeta provoca el equívoco en su
escritura fijando con ello su sentido elevándolo al poder de lo ininteligible. Es pues
esto la dimensión de lo inédito que se esconde detrás del sentido, aquí el goce no
se muestra como universal y es esta falta de universalidad lo que es atestiguado
en su escritura. Es la utilización de los S1, lugar del inconsciente pero desabonado
de él, como lo dice Lacan de Joyce y de su trabajo literario, liberado del yugo del
sentido que muestra la marca de la forclusión. En esta línea dice la Dra. Collet
34
Soler, en su texto La aventura literaria, refiriéndose al sinthome qué es la escritura
para Joyce:
“Fascina, porque testimonia un goce opaco que tiene más afinidad con el goce del
matemático cuando saca sentido de los signos (…)”27.
Ahora bien, y para finalizar, se preguntará por qué el psicoanálisis se interesa por
el sínthome de un escritor como Joyce, o por el pensamiento y la obra de un
filosofo como Ludwig Wittgenstein, en tanto saber-hacer con la letra. Porque ello
es lo que marca uno de los límites del psicoanálisis. El sinthome de Joyce es
inanalizable, goce opaco que se cierra en los efectos del sentido. Y hay algo más,
que es lo realmente importante y que Lacan demuestra: el fuera de sentido que
libera al sujeto del goce-sentido (joui-sens) gozado por el inconsciente en la
creación verdadera.
Vemos en este desarrollo sobre la escritura, el sínthome y su relación con James
Joyce, una manera como Lacan aborda y se sirve de una obra escrita. Su objetivo
principal, en este caso, es el que se determina por la pretensión de dejarse
enseñar por ella.28 Así, la creación escrita alcanza el estatuto de un verdadero
sínthome al que debemos escuchar, y a la obra, por lo que trasmite más allá de su
autor y de las condiciones históricas que la determinan. Su finalidad, por tanto, no
pretende psicoanalizar a las artes y mucho menos psicoanalizar al artista. Lo
realmente importante es aislar el rasgo del autor, o del filósofo en nuestro caso,
que articulado al sínthome le permitió, de una u otra manera, vérselas con la
forclusión del significante del Nombre-del-Padre, y abrir con ello la posibilidad de
una estabilización de su psicosis.
27
SOLER, Colette. La aventura literaria o la psicosis inspirada. Ed. No Todo. Medellín. 2003. Pág. 16 28
Ibíd., Pág. 16.
35
1.5. ¿POR QUÉ ABORDAR Y CONSTRUIR EL CASO DE LUDWIG
WITTGENSTEIN?
La pesquisa desarrollada durante la elaboración del estado de la cuestión, mostró
el hecho de que los psicoanalistas de orientación lacaniana han abordado la obra
literaria de varios escritores psicóticos, buscando, en su gran mayoría, las
condiciones que determinan la relación que guarda el autor, en tanto psicótico, con
su obra, vía el entendimiento de la forclusión del Nombre-del-Padre. Sin embargo,
no se encuentran de manera formalmente elaborada, consideraciones que
permitan pensar a la obra escrita como una forma de estabilización y de
construcción de un sinthome, es decir, como la articulación que le permitiera al
escritor o al autor hacer un verdadero anudamiento de los tres registros.
¿Cuál es la pretensión fundamental de esta investigación? Con el abordaje de un
caso que, presumiblemente, está en la misma línea de lo que Lacan determinó
para James Joyce, se procura aportar algo al nivel de los conocimientos sobre las
psicosis, sus mecanismos y formas de desarrollo, en términos de una clínica
guiada por las últimas ideas teóricas elaborados por Jacques Lacan en torno a los
nudos borromeos. De manera específica, determinar la relación que existe entre la
psicosis y la obra filosófica en el caso de Ludwig Wittgenstein. En tanto se advierte
el hecho de que las hipótesis de trabajo con las cuales se pretende abordar esta
investigación no han sido aun lo suficientemente desarrolladas, por lo menos en
nuestro contexto.
El punto fundamental de este trabajo de construcción analítica, pretende mostrar
la función que cumplen las elaboraciones de pensamiento filosófico de L.
Wittgenstein, su obra filosófica, con respecto a su psicosis no desencadenada;
36
específicamente, cómo el método por él creado para abordar los problemas del
lenguaje, puede erigirse como un sínthome, como un verdadero anudamiento que
logra la estabilización del sujeto. Por tanto, la pretensión de esta investigación es
esa, encontrar las condiciones de posibilidad que tiene la filosofía de Wittgenstein
para constituirse como un sínthome, a la manera como Lacan lo determinó para
Joyce, y con esto mostrar de paso cómo ello opera en otros psicóticos
excepcionales.
Para todo esto serán tomados en consideración algunos de los textos escritos por
el filósofo y las lecciones que han sido transcritas de su enseñanza en Cambridge.
Por tanto, los textos de este autor serán abordados como el material significante
sobre el cual se ejercerá el análisis y la interpretación que su desciframiento
implica, para buscar, con ello, la influencia y la función que ocuparon sus
elaboraciones filosóficas en la estabilización de su psicosis.
Con estos pasos, que son a la vez los tiempos lógicos de la investigación, se
pretende entender cómo y por qué para Wittgenstein, su filosofía sobre el lenguaje
operó como un sínthome a la manera en que funcionó para el autor irlandés; es
decir, poner a prueba el concepto lacaniano de sínthome y buscar con ello otras
condiciones de posibilidad para su funcionamiento y operación.
Así pues, la novedad de la presente investigación se enmarca en la posibilidad
que abre determinar el rasgo particular de la obra de Wittgenstein, distinto por
tanto al abordaje de Joyce hecho por Lacan, y distinto a las cortas incursiones a
las que se han abocado algunos psicoanalistas, como es el ejemplo del artículo
Ludwig Wittgenstein y los dos tiempos del sínthome, escrito por Ernesto Sinatra29.
Así, el aporte de la presente construcción analítica se dirige a la argumentación de
29
SINATRA, Ernesto. Ludwig Wittgenstein y los dos tiempos del sinthome. http://www.eol.org.ar/virtualia/. 2002.
37
otro caso que muestra la relación que guarda la obra de un autor con la forma y la
manera en que con ella hizo frente a su psicosis; y las condiciones que posibilitan
que funcione en la estabilización de las mismas con miras al enriquecimiento que
con ello se puede hace a la segunda y tal vez última clínica de lacaniana de las
psicosis.
38
2. LAS PSICOSIS EN EL PSICOANÁLISIS
2.1 LAS PSICOSIS EN FREUD
2.1.1. EL CONCEPTO DE SÍNTESIS Y LAS IMPLICACIONES EN LA
CONCEPCIÓN FREUDIANA DEL YO.
Empecemos por referirnos a la etimología de la palabra síntesis. Deriva de la
palabra griega , que significa composición o posición de, unión de
objetos; equivale en su acepción más general a una unión, unificación o
integración de partes en un todo, en tanto en cuanto, dicha síntesis demuestra la
existencia de algo más complejo que cualquiera de los elementos que se unen en
ella como ese todo. Es la operación contraria al análisis, mediante la cual se
unifica lo diverso. La síntesis es pues una acción y un efecto, incluso ambas a la
vez, del paso de los elementos separados a su unión, en cuanto su unificación
implica la aparición de un elemento otro, que termina por ser algo más que la sola
suma de las partes. Esto muestra la posibilidad que encierra en sí misma de
generar, en su accionar, la posibilidad de dar como resultar un producto nuevo o
una nueva representación.
Pasemos ahora a algunas de las definiciones dadas por los filósofos, para luego
aventurar algunas conclusiones de lo que esto implica para el psicoanálisis.
Teniendo presente, que lo que queremos poner en tensión en este apartado, son
los puntos donde la concepción de la función dialéctica de síntesis del yo se agota
39
para dar cuenta de algunos de los fenómenos psíquicos, sobre todo en la
comprensión de los fenómenos psicóticos.
En la filosofía de Kant este concepto se muestra central ya que, para él, dicha
noción recoge en sí misma el objetivo esencial de toda filosofía, si se piensa que
la filosofía es la búsqueda de las verdades esenciales del ser. El conocimiento es
un proceso de síntesis, como unidad mínima de la experiencia en tanto tiene
sentido como conjunto, como unidad a priori del pensamiento, como unidad
sintética de la apercepción, o como unidad trascendental de la autoconsciencia.
Por tanto, las ideas del pensamiento deben ser entendidas y transmitidas de
manera clara y sintética, de tal modo que sus axiomas no se presten a la
ambigüedad y al malentendido, ya que su claridad y síntesis permitirá su
entendimiento a priori, de manera directa, por las ideas en el pensamiento. Por
esto la noción de síntesis es entendida por éste filósofo como:
“Entiendo [a la síntesis como] el acto de reunir las diferentes representaciones unas con
otras, y de aprehender lo diverso de ellas en un solo acto de conocimiento”30
Así, lo que se implica en este enunciado es el elemento mínimo del pensamiento,
las representaciones, en cuanto, ellas son en sí mismas una síntesis. La síntesis
es entonces la acción por la cual las distintas formas de la representación se unen
para generar el conocimiento puro de los fenómenos, pero también la
autoconsciencia. Se llega por este medio a unificar, en la síntesis, un concepto
que abarque mejor a las cosas y a los objetos, es decir, que la síntesis
efectivamente lleve a cabo su trabajo en el pensamiento, y por tanto, impone el
requisito de que existan elementos sobre los cuales pueda operar real y
claramente.31 La representación, entonces, es una construcción mental mediada
por el proceso sintético a que se debe someter por el pensamiento.
30
ABAGNANO, Nicola. Diccionario de Filosofía. Ed. Fondo de Cultura Económica. México. 1963.
31 Ibíd.
40
Kant es también importante por la palabra alemana que utiliza para referirse a la
representación, Vorstellung, representación mental del individuo, partícula mínima
de donde se derivan las distintas representaciones por medio del proceso de
síntesis al que deben ser sometidas32. Esta palabra alemana es también utilizada
por Freud para referirse a las distintas modalidades de representación que se
encuentran en el aparato psíquico, y por tanto, no parece gratuito que utilice el
término kantiano, ya que en alemán existen otras palabras para referirse a la
representación. Lo que es de subrayar es que, en dicho idioma, se han distinguido
modalidades de representación, dependiendo de las cualidades a que se refiere
dicho fenómeno mental, por lo tanto, parece que Freud se refiere, al utilizar este
término, a una de dichas modalidades específicas de significación.
Pasemos ahora a otro filósofo que sobre el tema muestran una apreciación
importante con respecto al problema de la síntesis. Para Fichte la síntesis se
refiere a la unión e integración de elementos contradictorios. Para estos dos
filósofos cualquier tipo de análisis descubre en cada proposición la existencia de
contrarios, por ello, en la síntesis se unen antítesis y tesis; así, la síntesis termina
por producir lo unido, lo conjunto, el todo. Por tal motivo, la síntesis misma es un
producto y una creación, si entendemos que las proposiciones téticas son aquellas
en las cuales la autoafirmación del yo es absoluta.
Esta dimensión autoafirmadora de la síntesis es lo que le prodiga su aspecto
creador, fundamental en la idea que tiene Hegel de su proceso, e importante
también para el pensamiento en la autoconsciencia. Por tanto en Hegel,
específicamente, esta conexión de nociones opuestas no es simplemente una
integración de elementos diversos: la síntesis es en sí una dialéctica que, en vez
de integrar la diversidad, aspira a su superación, por el carácter dialéctico que su
32
ECHEVERRI, Martínez. Diccionario de filosofía. Ed. Panamericana. Santa fe de Bogota. 1998.
41
accionar opera sobre los contrarios.33 Un segundo campo de utilización de la
noción de síntesis, que Hegel tiene en cuenta, y que es relativamente
generalizable en la filosofía desde el siglo XIX, es su aplicación en el ámbito de la
filología y de la lingüística. La mayoría de los análisis que su empleo tiene en los
abordajes lingüísticos, implica concebir a la síntesis como la unión que tienen en la
sintaxis de una oración sujeto y predicado, es decir, la síntesis como lo que
permite la producción de sentido en el lenguaje; es este el campo donde hoy tiene
su mayor empleo como concepto, el campo de los análisis lingüísticos, análisis
que son contemporáneos a la creación del psicoanálisis, y que tienen relación con
los postulados fundamentales de Ferdinand de Saussure y de L. Wittgenstein, y la
visión estructuralista del lenguaje.
Ahora bien, como se ve en estos diferentes filósofos la acepción que encierra el
concepto de síntesis es más o menos la misma, e incluso, si se unen sus
explicaciones obtendremos con ello un panorama más general de lo que la noción
implica en el pensamiento desde la modernidad.
Con todo esto preparamos el terreno para abordar la concepción que tiene Freud
del aparato psíquico y lo que encierra la síntesis como función en la
conceptualización del yo. En Inhibición, síntoma y angustia de 1926, Freud se
refiere al yo de la siguiente manera:
“El yo es una organización, se basa en el libre comercio y en la posibilidad de influjo
recíproco entre todos sus componentes; su energía desexualizada revela todavía su
origen en su aspiración a la ligazón y la unificación, y esta compulsión a la síntesis
aumenta a medida que el yo se desarrolla más vigoroso”34.
33
Ibíd. 34
FREUD, Sigmund. Obras Completas: Inhibición, síntoma y angustia. Tomo XX. Ed. Amorrortu.
Buenos Aires. 1976. Pág. 7-35.
42
La síntesis entonces se muestra como la función psíquica que liga y da
coherencia; como la función que debe asumir el yo frente a las exigencias del
comercio entre las instancias que conforman el aparato psíquico. He ahí el sesgo
con el cual Freud juzga la noción de síntesis, y con el cual le da el viraje con
respecto a la filosofía, teniendo en cuenta los conceptos de pulsión, de procesos
inconscientes y de instancia psíquica. El yo es el encargado de ordenar las cosas
del mundo, el encargado de construir la realidad con aquel material que tiene a su
disposición, las representaciones que le vienen de la sensorio-percepción. Es, a la
vez, el encargado de servirse del pensamiento racional y del lenguaje para tal
efecto. Es el que, en última instancia, organiza las cosas para que el sujeto pueda,
de una u otra manera, enfrentar las sensorio-percepciones, ligándolas y por tal
efecto ordenándolas y dándoles coherencia por medio de la síntesis. La función
dialéctica de síntesis del yo es, a fin de cuentas, la que no permite que el sujeto
pierda la realidad por las distintas demandas a que se ve sometido por las
exigencias, tanto pulsionales como de las instancias psíquicas y las
representaciones que las habitan. Para ello, el yo, debe dejarse guiar en últimas
por el efecto mismo que acarrea la síntesis, y por tanto, por el principio de realidad
que toma sobre si el encargo de controlar idealmente al principio de placer y al
principio de constancia.
En este punto se vislumbra el hecho de que Freud le da un lugar a la síntesis, no
siendo el más privilegiado por pertenecer al yo, como la función de la consciencia
y del pensamiento que en último término están representados en las funciones
principales del yo, aquello que fue llamado por los Postfreudianos Aparatos de
Autonomía Primaria, y lo que para la psicología general serán las funciones
superiores.
Sin embargo, pensar a la función de síntesis llevada a cabo por el yo como el
elemento coherente del carácter del sujeto tiene, en sí, cierta concepción que
debe verse con cuidado, sobre todo si a los tipos de elaboración psíquica nos
43
referimos; ya que, a la luz de todo lo antes mencionado, está función sólo
operaría, y de manera precaria, en las neurosis. Citemos en extenso a Jacques
Lacan en el seminario El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica,
con el fin de aclarar mejor la ambigüedad que pueden presentar las ideas antes
expuestas, y la relación que todo ello guarda con la función de síntesis que Freud
atribuye al yo.
El retorno de una necesidad trae aparejada la alucinación de su
satisfacción: toda la construcción del primer esquema se basan en esto.
Pero ¿Cómo es posible que el ser vivo logre sin embargo no caer en
trampas biológicas graves? Necesariamente tenemos que suponer un
mecanismo de ajuste, de adaptación de lo real, que permita al organismo
referir la alucinación, que surge espontáneamente del funcionamiento
primario del sistema ψ, a lo que sucede en el nivel de los aparatos
perceptuales. Por lo tanto, con arreglo a la experiencia debe constituirse
algo que disminuya la carga cuantitativa hasta el punto sensible de la
incidencia de la necesidad. Freud sitúa ese algo en el aparato , y lo llama
ego [yo].35
Se observa entonces en qué se ve implicado el yo y cuál es su trabajo al
enfrentarse, no solo con la coherencia que tiene que darle a las representaciones,
sino con lo que le impone su estado de mediador entre instancias. Su principal
cometido, y de aquello que se encarga la síntesis: convertir lo que una vez fue
cuantitativo, o lo venido de la sensorio-percepción, en una cualidad o en el signo
que representa a la otrora percepción. Es esto pues la función económica que el
yo debe idealmente cumplir, paso del proceso primario de pensamiento al proceso
secundario, primado de la prueba de realidad sobre el principio de placer.
Lo que tanto Freud como Lacan quiere demostrar, es que el yo no es más que el
35
LACAN, Jacques. El yo en la teoría de Freud y el la técnica psicoanalítica. Ed. Paidós. Buenos Aires. 1978 Pág. 219.
44
fruto de las adquisiciones que se hacen en la medida en que se pueden reunir las
distintas percepciones del mundo en representaciones coherentes del mismo;
hacerse una imagen del mundo, calco, lo más fiel posible, de lo que nos rodea.
Transformación de la cantidad, energía o empuje, en cualidad o signo de la
percepción. Es lo que se explica en la fisiología de los estímulos y en el modelo
del arco reflejo, cómo el ser humano puede elaborar lo que le viene de los
estímulos externos vía la síntesis de las sensaciones en la percepción.
A continuación se cita al mismo Freud para tener un panorama más general de lo
que piensa sobre el yo y su función de síntesis; citas que muestran su relación con
la concepción más general de la filosofía, y que sin embargo, demuestran las
diferencias en los puntos esenciales que distinguen al psicoanálisis de cualquier
forma de metafísica.
En la Conferencia 31: La descomposición de la personalidad psíquica, texto de
1933, Freud habla así del yo y de su función de síntesis:
Ahora bien, lo que singulariza muy particularmente al yo, a diferencia
del ello, es una tendencia a la síntesis de sus contenidos, a la reunión y
unificación de sus procesos anímicos, que al ello le falta por completo
(…) [La síntesis] Por sí sola produce aquel alto grado de organización
que necesita el yo para sus mejores operaciones. El yo se desarrolla
desde la percepción de las pulsiones hasta su gobierno, pero este
último sólo se alcanza por el hecho de que la agencia representante de
pulsión es subordinada a una unión mayor, acogida dentro de un
nexo36.
36
FREUD, Sigmund. Obras Completas: conferencia 31: la descomposición de la personalidad
psíquica. Tomo XXII. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1976. Pág. 71
45
Existiría una tendencia del yo, una compulsión, como el mismo Freud lo dice, que
se encarna en la síntesis misma; si en el ello existe una compulsión a la repetición,
en el yo existe un empuje que busca el ordenamiento, la organización de las
exigencias pulsionales, es decir, de las exigencias que provienen del ello, pero
también, de las percepciones del mundo exterior. De una u otra manera, es la
búsqueda de la armonización del principio de placer y del principio de realidad, o
sea, la posibilidad que puede encontrar el yo de generar una cierta satisfacción,
sin que en ello se pierda lo acorde a la realidad, un punto de síntesis entre el
placer y las exigencias de la realidad.
Sin embargo, y es cosa sabida por Freud, él se pregunta cómo logra el ser
humano satisfacer a los estímulos interiores, cómo logra la satisfacción de las
pulsiones. El ser humano “normal” no tiene otra salida que hacerse una prótesis
para tramitar esos estímulos que le vienen del ello, y esa prótesis es el yo y los
objetos. Si en alguna parte dicho artificio logra cierto resultado es en las neurosis,
pero, como el mismo Freud lo advierte, dicha salida se hace siempre a costa de la
represión y la aparición de los síntomas. Por tanto, se comprueba a fin de cuentas
la eficacia relativa que ejerce la síntesis del yo en las neurosis, y por lo que se
justifica su inoperancia y su ineficiencia a la hora de abordar los enigmas que
prodigan los fenómenos psicóticos.
Con esto, puede decirse entonces que se arriba en Freud una pregunta por la
voluntad humana, es decir, por la regulación que puede ejercer el aparato psíquico
entre las exigencias pulsionales y las exigencias de la realidad, al pensar la
respuesta como una instancia, el yo, como aquel encargado de armonizar dicha
dialéctica.
Ahora bien, y en relación con el interés que tiene esta investigación,
preguntémonos cómo esto es visto en las psicosis. En el texto Análisis terminable
46
e interminable Freud dice:
“Como es sabido, la situación analítica consiste en aliarnos nosotros con
el yo de la persona objeto a fin de someter sectores no gobernados de su
ello, o sea, de integrarlos en la síntesis del yo. El hecho de que una
cooperación así fracase comúnmente con el psicótico ofrece un punto
firme para nuestro juicio. El yo, para que podamos concertar con él un
pacto así, tiene que ser un yo normal. Pero ese yo normal, como la
normalidad en general, es una ficción ideal. El yo anormal, inutilizable
para nuestros propósitos, no es por desdicha una ficción. Cada persona
normal lo es sólo en promedio, su yo se aproxima al del psicótico en esta
o aquella pieza, en grado mayor o menor, y el monto del distanciamiento
respecto de un extremo de la serie y de la aproximación al otro nos
servirá provisionalmente como una medida de aquello que se ha
designado, de manera tan imprecisa, «alteración del yo».37”
Pues bien, esta operación de la función de síntesis del yo es lo que no se
desarrolla en las psicosis, y por lo que se hace evidente su radical ineficacia en las
estructuras psicóticas. Allí donde el sujeto, para tramitar las exigencias pulsionales
termina por renunciar a la realidad, donde la realidad queda relegada, o más bien
se pierde, es allí donde el sujeto tiene que dedicarse a tratar de tramitar aquello
que lo invade desde el ello, y a tratar de modular las exigencias pulsionales que
terminan por desbordar el funcionamiento mismo del yo. La falla, entonces, se
encuentra en la imposibilidad de dialectizar y de armonizar los elementos
heterogéneos que habitan el aparato psíquico, en tratar de armonizar el mundo
pulsional con la realidad, en sintetizar en procesos coherentes las distintas
representaciones, y por lo tanto, servir de mediador en las exigencias propias de
cada instancia psíquica. En las psicosis, la compulsión a la síntesis está abolida,
quedando para el sujeto la compulsión a la repetición de las pulsiones, en su libre
37
FREUD, Sigmund. Obras Completas: Análisis terminable e interminable. Tomo XXIII. Ed Amorrortu. Buenos Aires. 1976. Pág. 250.
47
movilidad, o el inconsciente a cielo abierto, como Freud lo describe.
Puede concluirse entonces que la función de síntesis del yo no es algo simple, ya
que su falla mostrará todas sus implicaciones y consecuencias en la enfermedad,
sobre todo si nos referimos al campo de las psicosis. Por esto se subraya su
importancia: el factor de ligazón y de unificación que encarna y da su real
entendimiento, si se piensa que la falla del yo debe ser asumida por otra función.
En esta vía es que entendemos que la función dialéctica de síntesis del yo no nos
aporta nada sustancial, ya que su falla se debe a lo que Lacan llama la forclusión
del significante del Nombre-del-Padre. Pero, esta otra función, aquella que suple
su inoperancia, es la que Lacan le atribuirá al sínthome, tema que se tratará en la
tercera parte de esta investigación.
Por ahora, las consecuencias que su falla implica son las que se expondrán a
continuación en los comentarios que se harán a la obra freudiana. Con estos
elementos abordaremos la concepción que tiene Freud de las psicosis, para
mostrar cómo esta falla de la función dialéctica de síntesis del yo es el punto
central que demuestra las consecuencias que tiene esa expulsión o rechazo
fundamental en estas estructuras clínicas; e incluso por qué de paso, dicha falla
de la función explica y justifica la teoría de la defensa que en la concepción de las
psicosis en Freud se encuentra, y no la teoría de la defensa que gran parte de los
de los Postfreudianos defiende.
2.1.2. LA PRIMERA COMPRENSIÓN DE LAS PSICOSIS EN FREUD.
El entendimiento que Freud legó sobre las psicosis ha sido dividido en el siguiente
apartado en dos grandes momentos. Un primer momento, que comienza en 1894,
cuando aborda el problema de las Neuropsicosis de defensa, que va hasta los
48
planteamientos que se ven determinados por la Introducción del Narcisismo en
1914. Y un segundo momento, que se establece con el problema que implica esta
concepción del Narcisismo, y específicamente, por la división de la libido en libido
yóica y libido objetal.
Así puede, en este transcurso teórico, inscribirse el problema de las psicosis en
Freud como una falla radical de la función de síntesis del yo, falla que él va
encontrando progresivamente en la medida en que avanza en el discernimiento de
la explicación de la enfermedad. Es este desarrollo teórico lo que se expone a
continuación, sostenido en las hipótesis que se han determinado sobre dicho
problema.
2.1.2.1. Las neuropsicosis de defensa: el rechazo como mecanismo
defensivo del yo.
Desde 1894, Freud incluirá a las psicosis en la categoría de lo que en este
momento se nombra como neuropsicosis de defensa, clasificación que comprende
en su haber, también, a la histeria, la fobia, la neurosis obsesiva y las neurosis de
angustia. Él les atribuye a todas un mecanismo etiológico común: el proceso
defensivo que considera él, está en la base de todo su proceso patológico. Lo
particular de este planteamiento, es que dicho proceso no se presenta en sí
mismo como núcleo de lo patológico.
Veamos esta aparente contradicción en el texto sobre Las neuropsicosis de
defensa, que introduce por primera vez esta concepción de la defensa. En el
escrito, hace referencia a algunos de sus pacientes en quienes, justo antes de
enfermar:
49
“(…) sobrevino un caso de inconciliabilidad en su vida de representaciones (…)”38.
Esto quiere decir que se presentó para ellos una vivencia, una representación o
una sensación ligada a un afecto penoso, y por tanto, el sujeto mismo quiso
someter ello al olvido. Acción que se ve impedida al no poder solucionarse con un
trabajo del propio pensamiento, por lo que no se logra su tan anhelado objetivo, el
olvido de la representación penosa. Este proceso termina por provocar las
consiguientes reacciones patológicas que dan lugar, luego, a la aparición, ya sea
de una neurosis o de una psicosis, punto fundamental que empieza a mostrar la
implicación de la función de síntesis del yo de manera muy temprana en la teoría,
y como aquello que termina por no ser lo suficientemente efectivo.
Así pues, inicialmente, en la obra freudiana las psicosis tienen su origen en el
mismo proceso defensivo que caracterizan a las neurosis. Proceso defensivo que
tiene como consecuencia la división psíquica entre consciente e inconsciente, por
lo que él las reúne bajo el nombre de neuropsicosis de defensa. Sin embargo,
para el mismo Freud era necesario establecer alguna diferencia, pues si bien
poseen una etiología común, es el tipo de defensa el que determina las formas de
la enfermedad según la disposición patológica del sujeto.
¿Cuál es entonces la diferencia entre neurosis y psicosis en esta época de la
teoría? En las neurosis, la defensa que se establece en contra de la
representación irreconciliable a través de la separación que se busca entre ella y
su afecto. En las psicosis, en cambio:
” (…) existe una modalidad defensiva mucho más enérgica y exitosa que consiste en que
el yo desestima la representación insoportable junto con su afecto y se comporta como si
la representación nunca hubiera comparecido”39.
38
FREUD, Sigmund. Las neuropsicosis de defensa. Tomo III. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. Pág. 49. 39
Ibíd., Pág. 59
50
Esta desestimación o rechazo, hacen referencia en Freud a un refugio del yo en la
psicosis, desestimación que, a pesar de todo, también genera una reacción
patológica en la cual la representación que quiere ser desalojada, termina por ser
realzada en el fenómeno alucinatorio, es decir, proviniendo ahora del exterior
como una amenaza, y esto sucede porque:
“ (…) el yo se arranca de la representación insoportable, pero ésta se entrama de manera
inseparable con un fragmento de la realidad objetiva, y en tanto el yo lleva a cabo esa
operación, se desase también, total o parcialmente de la realidad objetiva”40.
La diferencia entre neurosis y psicosis puede entonces determinarse, en esta
época de la teoría, por la ruptura radical que se establece, en las psicosis, del
vínculo entre el yo y la realidad, ruptura que le da a la representación rechazada
su cualidad de ser una realidad alucinatoria. He ahí la imposibilidad de la función
dialéctica de síntesis: la experiencia irreconciliable obliga al sujeto a poner afuera,
en el exterior, lo que no tiene coherencia en el interior.
Dos años más tarde, en 1896 en el texto Nuevas puntualizaciones sobre las
neuropsicosis de defensa, Freud profundiza esta diferencia en la defensa
patológica. Se hace necesario en este momento hacer una pequeña aclaración.
En esta época, aun no existe en la obra freudiana ninguna distinción entre los
conceptos de defensa y de represión; los dos sirven indiferentemente para
nombrar el mecanismo psíquico inconsciente por el cual una representación es
rechazada por estar en oposición con los requerimientos del yo y de la realidad.
Por esto, lo que él llama psicosis de defensa, que son la paranoia y la confusión
alucinatoria, reciben dicho nombre por derivar, tal como las neurosis, de la
comprensión que Freud tiene de la defensa; a pesar de que se hace evidente que
existe una falla de la represión como defensa, e incluso, que dicha falla no es más
40
Ibíd. Pág. 60
51
que la falla de la síntesis que, en mayor o menor medida, está presente en la
neurosis y en la psicosis.
A pesar de estos puntos que neurosis y psicosis tienen en común, existe un
mecanismo propio de defensa que separa a las psicosis del resto de las
neuropsicosis, y que se hace evidente en el fenómeno de las alucinaciones
auditivas, fenómeno que da cuenta de aquello que es rechazado, es decir, contra
aquello que el sujeto se defiende. Es este el punto que sirve a Freud para
establecer tal distinción. En la paranoia, lo rechazado tiene el matiz de hacerse
presente como una proyección; así las cosas, esta forma de la defensa es la que
determina la manera como los síntomas se presentan: ideas delirantes de
grandeza, delirio de persecución y desconfianza en los otros.
En este sentido, en la paranoia, el devenir de la enfermedad tiene el siguiente
curso: el paranoico no le presta importancia a lo rechazado, a lo no sintetizado,
pero ello le retorna como procedente del mundo exterior en las formas
alucinatorias y en las ideas delirantes de ser perseguido.
Por su parte, los síntomas son el fruto de la exigencia de un trabajo de
pensamiento puesto en acción por el yo, con el fin de eliminar en ellas toda forma
de contradicción; por tanto, como una forma de operar sin la mediación de la
síntesis interna, por lo cual se hace necesario que eso que retorna de lo interno
mismo, sea vuelto externo, sea adecuado a la representación rechazada y, con
ello, se modifique su contenido, creando así una formación delirante combinatoria
o delirio de interpretación, como Freud lo nombra. El yo, entonces, muestra así su
intento para tratar de solucionar la falla de los procesos de pensamiento, es decir,
el yo trata, vía el delirio, de solventar el problema que le acarrea la falla en la
función de síntesis del yo sobre los procesos psíquicos.
52
2.1.2.2. El caso Schreber, aplicación de la teoría de la defensa como rechazo.
En Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia descrito
autobiográficamente, publicado por Freud en 1911, da cuenta de esta
comprensión de la psicosis paranoica antes expuesta. Explicación que gira en
torno a la concepción de rechazo como forma de la defensa en las psicosis,
rechazo que se establece contra representaciones irreconciliables, y que tiene,
como consecuencia, su consiguiente proyección desde el exterior como un delirio
de persecución. Forma en la que el yo trata de solucionar, por medio del delirio, la
imposibilidad que tiene para sintetizar aquello que se le aparece como una idea
irreconciliable. Es esta la forma como se presentan sus mecanismos
fundamentales, y lo que Freud pone en juego en el análisis que hace a las
Memorias de un Neurópata, escrito hecho a modo de testimonio de su enfermedad
por el Sr. Daniel Paul Schreber.
Para esta época de la teorización, se incluirá un elemento más en su
comprensión, elemento que es de ahora en adelante uno de los rasgos
característicos del entendimiento de las psicosis en Freud: la presencia de una
tendencia homosexual irreconciliable para el sujeto y la defensa contra ella.
Leámoslo en Freud:
”Sostenemos que la intencionalidad del sentimiento es proyectada como un poder
exterior, el tono del sentimiento es trastornado hacia lo contrario, y que la persona ahora
odiada y temida a causa de su persecución es alguien que alguna vez fue amado y
venerado.”41
Desarrollemos lo expuesto en este párrafo para entender los elementos de su
análisis. Schreber, el paranoico del cual Freud se ocupa a través de sus memorias
41
FREUD, Sigmund. Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente.Tomo XII. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. Pág. 39.
53
escritas autobiográficamente, tiene una particular relación con un doctor, Flechsig,
psiquiatra con el cual había mantenido una relación terapéutica algunos años
antes de ser internado por el desencadenamiento completo de su psicosis. Época
temprana donde se establece una primera relación que, en ese tiempo, se entabla
por su asistencia al sanatorio por una nerviosidad menor. Sucesivos tratamientos
convierten a esta relación en una verdadera relación de transferencia, relación que
termina por desencadenar con posterioridad, dirá Freud, un avance de libido
homosexual hacia el médico, circunstancia que, según su análisis, lo hace
contraer la enfermedad.
¿Cómo esclarece Freud este mecanismo de la enfermedad en Schreber?, es
decir, ¿cómo esta relación que se establece entre médico y paciente desata en
este último la producción de la paranoia? Freud dirá que la simpatía hacia el
médico no es más que el resultado de un proceso de transferencia, en el cual la
investidura libidinal recae sobre Flechsig. Figura que se erige en calidad de
sustituto de una persona que antes fue importante para Schreber mismo, y que en
este caso representa a su padre o su hermano, muertos ambos ya hace tiempo.
Es pues por estas razones que emerge en el enfermo la añoranza por su médico,
quien le recuerda amadas figuras masculinas.
Freud continúa en su explicación diciéndonos que dicha añoranza deviene en una
fantasía de deseo pasiva, es decir, con un carácter eminentemente homosexual
que toma como objeto a la persona del médico. Fantasía a la cual Schreber opone
una fuerte resistencia y frente a la cual la síntesis de las representaciones y
afectos se muestra imposible. Sin embargo, la persecución a la que Schreber se
enfrenta en este momento de su delirio, comienza luego a devenir en una
estructura delirante más compleja. Los movimientos transferenciales que otrora
eran atribuidos sólo al médico, pasan ahora a tomar partido por una figura de Dios,
dividida, a la cual se le otorga el estatuto mismo de su padre muerto, y en esta
serie, a Flechsig el estatuto de su hermano. La añoranza que se esconde tras esta
54
construcción delirante, recibe un refuerzo erótico: ser una mujer en el momento del
coito, dando lugar a la fantasía de deseo femenina frente a la cual Schreber se
resiste radicalmente; elementos estos que, unidos, terminan por producir el
estallido de la enfermedad.
Ahora bien, la proyección en este caso se presenta en íntima relación con la
moción homosexual que quiere ser sofocada; todo ello advine a la consciencia en
la forma de una percepción externa desfigurada y alucinatoria, que es lo que se
presenta a fin de cuentas en el delirio de ser trasformado en mujer. Esto es lo que
termina por explicar la desfiguración ideativa delirante llevada a cabo por el yo
empobrecido de Schreber: ser convertido en mujer para procrear una nueva raza
de hombres schreberianos. Veamos esto cómo se despliega en la explicación que
Freud da, elucidación que se realiza sobre el material simbólico implicado en este
delirio.42
En el caso del delirio de persecución las cosas son de esta manera: ante la
moción homosexual “yo lo amo”, que quiere ser rechazada y frente a la cual se
erige la defensa “yo lo odio”, aparece una secuencia de desfiguraciones
significantes que se dirigen y transforman al sujeto y al verbo de la oración aquí
implicados “él me odia”, y que muestran, por tanto, un intento desesperado del yo
para tratar de sintetizar, vía la palabra, aquello que se le impone y que a la vez se
rechaza, la idea homosexual que parece emerger de la nada.
Veámoslo: la serie de esta desfiguración significante es la que se ve reflejada en
el delirio de grandeza, que en este caso se presenta de la siguiente manera: “yo lo
amo” deviene: “yo no amo a nadie – yo me amo sólo a mí”, desfiguración que
implica una sobrestimación sexual del yo propio.43 Todas estas desfiguraciones
terminan por explicar la forma última del delirio schreberiano: ser el elegido de
42
Ibíd. Pág. 59-60. 43
Ibíd., Pág. 67.
55
Dios, delirio megalómano y mesiánico que toma la forma de ser convertido al final
en la prostituta de Dios.
Hay que agregar un dato importante a toda esta exposición, ya que determina de
manera temprana algunas de las consideraciones que se desarrollarán más
adelante en la teorización freudiana.
En esta época, como ya se dijo, Freud identifica a la proyección como una de las
consecuencias que tiene la aplicación, por parte del yo, de la defensa como
rechazo en la paranoia y como forma en que se suple la falla en la función
dialéctica de síntesis; pero, cosa que tendrá muy en cuenta en los desarrollos de
1914 en adelante, no desconoce que en todo este proceso se presenta de manera
evidente la sustracción de libido al objeto. De hecho, la característica principal del
rechazo en el caso de Schreber es el desasimiento libidinal con regresión al yo, es
decir, que la construcción delirante en general, y especialmente la megalomanía,
no son más que formas con las que el yo trata de solventar, como una manera de
curación fallida, la falla de síntesis del yo que debía ejercerse sobre la emergencia
de las ideas irreconciliables.
En la paranoia, entonces, siempre se presentan ideas delirantes de grandeza;
incluso estas pueden subordinar un delirio propio y autónomo, razones suficientes
para afirmar que la libido liberada no tiene más camino que dirigirse al yo,
alcanzando, por medio de esta regresión, el estado del narcisismo primario en el
cual el yo mismo es el único objeto al cual la libido puede ligarse. Esta cuestión de
la libido es simplemente mencionada por Freud como una característica propia de
la paranoia, sin ser inscrita por ello como función etiológicas, para esto habrá que
esperar tres años más en su teorización.44 En este momento, entonces, el
principal factor implicado será la expulsión al exterior de la idea homosexual
irreconciliable para el yo y la consciencia.
44
Ibíd. Pág. 70.
56
Para terminar esta parte, mostremos los últimos elementos de la explicación del
caso Schreber, que son poco privilegiados por él en esta época, pero que con el
tiempo obtendrán su verdadero alcance. Citemos a Freud:
“El enfermo ha sustraído de las personas de su entorno, y del mundo
exterior en general, la investidura libidinal que hasta entonces les había
dirigido; con ello, todo se le ha vuelto indiferente y sin envolvimiento para
él, y tiene que explicarlo, mediante una racionalización secundaria, cosa
«de milagro, improvisada de apuro». El sepultamiento del mundo es la
proyección de esta catástrofe interior; su mundo subjetivo se ha
sepultado desde que él le ha sustraído su amor45.”
Y más adelante dirá:
“Y el paranoico lo reconstruye, claro que no más espléndido, pero al menos de tal suerte
que pueda volver a vivir dentro de él. Lo edifica de nuevo mediante el trabajo de su delirio.
Lo que nosotros consideramos la producción patológica, la formación delirante, es, en
realidad, el intento de restablecimiento, la reconstrucción”.46
La exposición del caso Schreber, en estas dos citas, se muestra además
importante por un motivo que apenas es subrayado por el mismo Freud: la idea de
que el delirio tiene un carácter de intento de curación del conflicto psíquico, ya que
se presenta, a todas luces, como una tentativa de restitución para la catástrofe
que ha sufrido la realidad, forma en la que se presume que el sujeto trata de suplir
la falla de síntesis del yo. Parece que este intento de curación termina por hacer
evidente la falla misma, es decir, es el resultado que tiene la imposibilidad de
pasar del proceso primario de pensamiento a la función que cumplirá el proceso
secundario y la elaboración de la realidad psíquica, por medio de la traducción que
45
Ibíd. Pág. 65. 46
Ibíd. Pág. 65.
57
sufren las representaciones en las que se trascribe el material psíquico.
2.1.3. LA SEGUNDA COMPRENSIÓN DE LAS PSICOSIS EN FREUD.
2.1.3.1. Las neurosis narcisistas.
Este segundo momento en la teorización freudiana de las psicosis, comienza en
1914 con la publicación de su texto Introducción del Narcisismo y con el
tratamiento teórico que hace Freud del yo en Pulsiones y Destinos de Pulsión en
1915. Momento que marca un destino esencial en su teoría y que tiene como
consecuencia, en la conceptualización clínica, la distinción entre dos formas en las
que se presenta la libido: libido yoica y libido de objeto, distinción que permite
aclarar mejor su comprensión de lo que pasa en las psicosis.
Empecemos por definir el concepto de narcisismo, el cual le permite esclarecer
esta cuestión de los caminos que toma la libido. Freud plantea la existencia de:
“(…) una originaria investidura libidinal del yo, cedida después a los objetos; empero,
considerada en su fondo, ella persiste, y es a las investiduras de objeto como el cuerpo de
una ameba a los seudópodos que emite”47 .
Esta cita se refiere, con su analogía, al hecho de que en el ser humano la libido
está en un principio afincada y dirigida hacia el yo: el narcisismo primario. Ahora
bien, habrá que esperar, teniendo en cuenta el devenir de las pulsiones y su
dirección, un segundo momento para el sujeto, en el cual dicha libido será dirigida
a los objetos en busca de la satisfacción que ellos ofrecen. La libido, sin embargo,
47
FREUD, Sigmund. Introducción del narcisismo. Tomo XIV. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. Pág. 73.
58
puede bascular de un destino a otro, pero su origen estará siempre inscrito en este
momento a la estructura y función que le es propia al yo, el narcisismo.
En el texto de Introducción del narcisismo, el estudio allí implicado de la vida
amorosa del ser humano facilita esta exploración, ya que la vida amorosa se
muestra como el principal escenario de despliegue de las investiduras libidinales
de objeto. Siguiendo a Freud, se plantean dos formas de elección de objeto: el tipo
del apuntalamiento o anaclítico y el tipo narcisista. El primero es el que resulta de
dirigir la libido hacia aquellos objetos o a partes del mismo, que inicialmente
brindaron al sujeto la satisfacción de sus necesidades, la madre. Por otro lado, la
elección narcisista es aquella que toma como modelo para amar a la persona
propia; así, los que eligen de manera narcisista se buscan a sí mismos como
objetos de amor.48
Todo esto implica que cada sujeto cuenta con ambas posibilidades para hacer su
elección de objeto, ya sea que se privilegie una u otra de estas formas. Por ello en
el origen se tienen dos objetos de amor: el yo y el otro que suple las necesidades.
En consecuencia, y es esto lo que interesa sobre las psicosis, el tipo narcisista de
elección de objeto se puede presentar de las siguientes maneras: 1) amor a lo que
se es, 2) amor a lo que se fue, 3) amor a lo que se querría ser, y 4) a una parte de
sí mismo.49
Todo esto, ¿cómo lo hacemos operar en las psicosis? Tengamos en cuenta que
Freud reúne bajo el nombre de parafrenias, nominación que abandonará en este
momento de su teorización, a la paranoia y a la dementia praecox (esquizofrenia);
para las cuales determina, entre sus rasgos característicos, la presencia de ideas
delirantes de grandeza y la ruptura radical de la relación con la realidad y con el
lenguaje. Lo cual, en términos de la libido, se traduce por el retiro de ella de las
48
Ibíd. Pág. 85. 49
Ibíd. Pág. 87
59
personas y de las cosas del mundo exterior, sin ser por tanto restituida en la
fantasía, como sucede en algunas ocasiones en las neurosis.
Una vez que la libido ha sido sustraída de los objetos, el delirio toma el camino de
la megalomanía, es decir, se reconduce hacia el yo para tomarlo como objeto de
su amor. Como ya se había observado en los apuntes de Freud, el delirio es una
tentativa de curación, es decir, él se despliega para tratar de alcanzar nuevamente
el dominio psíquico sobre la libido que, por esta vuelta, se convierte en patógena
por su desasimiento de los objetos, y por tanto, por la flagrante falla de la síntesis
libidinal que debe ejercer el yo. Por todo esto, para el psicótico, el delirio mismo se
constituye en un intento de restitución de la realidad y del objeto, es decir, aquello
que se constituye como la función del fantasma en las neurosis. Por lo que los
síntomas más visibles se presentan de manera tan llamativa en la forma de la
megalomanía, la persecución y la desestructuración del lenguaje.
Así, el delirio de grandeza no es más que el efecto esperado de la restitución del
mundo destruido, movimiento psíquico que tiene sus antecedentes en la historia
misma del sujeto, antecedentes que se vislumbran en la vida sexual, como ya lo
subrayaba Freud desde muy temprano en su teoría, y que encuentran sus
argumentos en el caso de Schreber. La restitución entonces consiste en la
recreación y extensión de este narcisismo primario, en el cual se edifica el
repliegue que fue retirado de los objetos, retornando al yo. Así, se constituye el
llamado narcisismo secundario en forma de un ego grandioso.50
Siguiendo con esta línea de análisis y explicación de las formas del delirio, Freud,
al detenerse en el delirio de ser notado u observado, determina para el mismo una
particular sustitución que lo obliga a integrar en él a la instancia psíquica del yo
ideal, como el mecanismo formador de la paranoia. El yo ideal es comprendido
como una formación al interior del yo, hacia la cual se despliega la libido narcisista
50
Ibid.pág. 72.
60
que se satisface en la llamada consciencia moral; aquello que termina por
mostrarnos la falla misma en el yo, ya que se convierte en un yo grandioso al que
se idealiza excluyéndose con ello la operación necesaria que implica el paso por el
Edipo, la articulación psíquica del Ideal del yo, como aquello que apacigua los
estragos del superyó, observables de manera evidente en la melancolía .
La institución de la consciencia moral es la consecuencia directa de la
interiorización de la crítica de los padres, y en general, se extiende a las críticas
externas, que en el caso de la paranoia, son vividas, de una manera regresiva,
como una intromisión hostil de fuera. Por tanto, el delirio de ser observado se
explica en Freud por la autocrítica que hace la consciencia moral al yo. Debe
subrayarse que, en el delirio de ser observado, el yo ideal presenta una
satisfacción regresiva, es decir, para este caso, una satisfacción narcisista, o en
otras palabras, el narcisismo secundario se presenta como el retorno de la libido al
yo ideal primitivo.51 Explicaciones estas que terminan por justificar las hipótesis
que se desarrollarán más adelante, al final, en el abordaje del caso de Ludwig
Wittgenstein.
Ahora bien, se entiende entonces por qué Freud cambia el nombre de parafrenias
por el de Neurosis narcisistas, en la 26ª conferencia, La teoría de la libido y el
narcisismo de 1917. Freud retoma las ideas desarrolladas en Introducción del
narcisismo y termina por llamar a las psicosis: Neurosis narcisistas, basándose en
estos desarrollos de la teoría de la transmutación de la libido de objeto en libido
yoica.
En este punto es necesario subrayar que lo que hacía algunos años había sido
pasado por alto por Freud, sobre la importancia que tiene el tratamiento que hace
el yo de la libido en el proceso patógeno en las psicosis, se convierte en una de
sus características determinantes. El proceso patógeno está justificado por ese
51
Ibid.pág. 93.
61
retorno de la libido de objeto al interior del yo, que es definitivo en cuanto ocurre
por un proceso violento y radical de desasimiento de la libido que, ahora
narcisista, no encuentra el camino de regreso a los objetos. En consecuencia, y
como conclusión, es esta movilización libre de la libido, sin asideros objetivos, lo
que convierte a este proceso en patógeno; en tanto la falla del yo se hace evidente
en los procesos de síntesis que tiene que sufrir la libido para no causar los
estragos que causa en las psicosis.
Así, las psicosis no pueden ser definidas por los síntomas que demuestran este
retraimiento de la libido al yo, sino más bien por los fenómenos que como forma
de curación, de restitución de los objetos y de reconstrucción del mundo, el delirio
construye en sí mismo con el material que tiene a su disposición. Es lo que Freud
muestra en la siguiente cita:
” [El delirio] remite al afán de la libido por alcanzar de nuevo los objetos, y que por
consiguiente responden a un intento de restitución o de curación”52.
Tenemos entonces hasta ahora los dos supuestos básicos sobre los que Freud
construye su compresión de las psicosis. Supuestos que no se contradicen entre
sí; más bien, los dos se complementan para generar un entendimiento más
general.
Por un lado, la paranoia se muestra como el resultado de un proceso defensivo
frente a una moción homosexual, contra la cual el sujeto se resiste y quiere, por
tanto, que sea rechazada. Por el otro, la introducción de la lógica del narcisismo,
según la cual las psicosis tienen como consecuencia fundamental el retorno de la
libido de objeto a la libido yoica, proceso regresivo llamado narcisismo secundario.
Estos dos puntos no son más que la consecuencia que explica la falla en la
52
FREUD, Sigmund. 26ª conferencia: La teoría de la libido y el narcisismo. Tomo XVI. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. Pág. 382.384.
62
función de síntesis que el yo debe ejercer sobre los procesos psíquicos, y que
implican una defensa efectiva o el rechazo de la idea irreconciliable y el
direccionamiento objetivo de la libido.
Freud mismo demuestra cómo estos dos puntos de vista se complementan. En el
análisis desarrollada en el texto Un caso de paranoia que contradice la teoría
psicoanalítica, publicado en 1915, Freud confirma el punto de vista expuesto en el
caso Schreber: la relación que existe entre paranoia y homosexualidad, y entre
megalomanía y rechazo de una idea irreconciliable.
Ahora bien, el trabajo del narcisismo se establece por esta misma vía: si la
investidura de objeto es del tipo homosexual, la consecuencia esperada es que
dicha elección de objeto se someta al narcisismo, elección por tanto que facilita el
encauzamiento de la libido, dirigida por el narcisismo secundario, hacia el yo ideal
como objeto de amor, que es, en últimas, lo que se hace más evidente en el delirio
megalómano.
En la paranoia, por su parte, es la elección narcisista la que predispone a la
enfermedad, ya que, una vez que fue rechazada, es fácil que la investidura
libremente móvil no tenga otro camino que retornar sobre el propio yo. Así, la
defensa contra la moción homosexual hiperintensa deviene, por medio de la
regresión, y vía la libido, hacia el yo ideal, y esto, en tanto refuerzo libidinal del
ideal mismo que termina por producir. El cual, por medio de la proyección en el
objeto amado, toma la formación delirante de la persecución de la cual el sujeto no
se puede deshacer. 53
Los siguientes apartados tratan de dilucidar la estructura teórica que se ha venido
desarrollando hasta ahora en y por los descubrimientos freudianos. Es esta última
53
FREUD, Sigmund. Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica. Tomo XIV. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. Pág. 269.
63
parte la que mejor explica, y da cuenta, de sus descubrimientos fundamentales
sobre las psicosis, descubrimientos que pueden definirse en dos grandes rasgos.
El primero, el rechazo como forma de la defensa; el segundo, la imposibilidad que
existe en las psicosis para hacer frente a dicho rechazo, es decir, para poner en
funcionamiento la función dialéctica de síntesis del yo. Unidos, confirman y
explican el cómo y el por qué se presentan los diversos fenómenos que hacen de
las psicosis lo que son.
2.1.3.2. La esquizofrenia o el uso del lenguaje ante la falla de la función de
síntesis del yo
Hasta este momento en la teoría freudiana de las psicosis, las elucidaciones se
habían movido en torno a las psiconeurosis y a las neurosis llamadas narcisistas.
En un momento posterior, que implica la teoría sobre el narcisismo, Freud se
ocupará de la lógica que rige a la esquizofrenia, en y por la cual logra establecer
ciertos elementos que se muestran fundamentales en la vía de determinación de
los mecanismos implicados en las psicosis. Estas elaboraciones se encuentran en
un apartado del texto Lo inconsciente, llamado El discernimiento de lo
inconsciente. Es esto lo que se expondrá a continuación, con el objetivo de
demostrar la lógica que Freud, progresivamente, va encontrando en sus abordajes
clínicos de las psicosis.
Delimitemos lo que trata Freud de plantear en este texto. Existe una inconsistencia
teórica en la comprensión del sistema inconsciente; esta inconsistencia explicativa
la encuentra en el campo de fenómenos de las psicosis, que trata él de subsanar,
ya que la teoría general de la represión no es aplicable a cabalidad a estas
estructuras clínicas. Lo que él encuentra es un campo de fenómenos distinto de lo
que ocurre en las neurosis llamadas de transferencia. En está disertación
encuentra algo esencial:
64
“En la esquizofrenia se exterioriza como consciente mucho de lo que en las neurosis de
transferencia sólo puede pesquisarse en el Icc por medio del psicoanálisis”54.
Esto quiere decir que lo inconsciente en las neurosis narcisistas se encuentra a
cielo abierto, como él mismo sugiere en el texto; es decir, que el material que en
ellas se presenta en la consciencia es el material puro que habita, normalmente
por acción de la represión, en lo inconsciente. Las neurosis narcisistas, entonces,
demuestran otra forma de tratamiento de los contenidos del aparato psíquico, y
con ello arrastran la reformulación de la función de la represión que se había
pensado como el mecanismo general para explicar la incidencia de lo patológico.
Lo que se quiere resaltar, y que la fenomenología de las psicosis demuestra, es
una forma dispar de funcionamiento del aparato anímico y la inoperancia de la
represión misma, o sea, que las psicosis demuestran una hiancia estructural en el
funcionamiento del aparato psíquico mucho más pronunciada que en las neurosis.
Es de anotar que Freud no se ocupa de las distintas formas en las que se
presentan las neurosis narcisistas, se detendrá en una de sus formas, la llamada
esquizofrenia o dementia praecox, por dos motivos: los fenómenos de lenguaje y
los fenómenos hipocondríacos que en ella se exteriorizan, signos clínicos que se
muestran capitales en este punto, ya que el tratamiento que el esquizofrénico le da
a las palabras y a los órganos se muestra como la forma y el modo como se
exterioriza el funcionamiento del sistema Icc.
Estos fenómenos clínicos, además, exponen la ineficacia o la falla en el proceso
de síntesis del yo, que tiene como uno de sus cometidos la regulación de las
diversas formas como se presenta el material representacional que contienen las
54
FREUD, Sigmund. Obras completas. Lo Inconsciente. Tomo XIV, Ed. Amorrortu, Argentina, 1976. Pág. 194
65
instancias psíquicas, pero también, el ordenamiento del organismo en una
representación corpórea. Todo esto advierte de la importancia que tiene el
lenguaje en la comprensión de lo inconsciente y de los fenómenos patológicos. Lo
realmente importante a esta altura, en la reformulación de la represión como el
mecanismo general de la enfermedad, se centra en cómo la represión no opera
radicalmente en las psicosis, puesto que la represión es aquello que acompañará
siempre a la función de síntesis.
A continuación se expone el examen que Freud desarrolla del uso del lenguaje
que hace el esquizofrénico, subrayando la manera como el enfermo explica la
utilización que hace del mismo. Para luego derivar en lo que de esto se puede
inteligir, y que termina por modificar considerablemente la comprensión de lo
inconsciente al subrayarse la inoperancia de la represión en las psicosis, y por
tanto, de la función dialéctica de síntesis del yo.
Empecemos por exponer el fenómeno esquizofrénico abordando lo que implica la
utilización del lenguaje en sus dichos. Escribe Freud:
“En la esquizofrenia se observa, sobre todo en sus estadios iniciales,
tan instructivos, una serie de alteraciones del lenguaje, algunas de las
cuales merecen ser consideradas desde un punto de vista
determinado. El modo de expresarse es a menudo objeto de cuidado
particular, es “rebuscado”, “amanerado”. Las frases sufren una peculiar
desorganización sintáctica que las vuelve incomprensibles para
nosotros. (…) En el contenido de estas preferencias muchas veces
pasa al primer plano una referencia a órganos o inervaciones en el
cuerpo55.”
Esta cita muestra las siguientes características para el fenómeno esquizofrénico:
el orden sintáctico o del sentido al que se alude implica, en este caso, una 55
Ibíd. Pág. 194
66
utilización muy particular de lo que se dice del sujeto en el predicado. Utilización
del lenguaje que demuestra que su confusión puede determinar el por qué, en el
dicho, se puede hacer uso del predicado en el lugar del sujeto y viceversa. Esto
demuestra que los esquizofrénicos utilizan a las palabras como si fueran cosas, e
incluso por qué animan a las cosas como si estuvieran vivas y tratan a las cosas
concretas como si fueran abstractas. En este campo, los fenómenos de palabra
pueden entenderse como:
“…el sustituto fue prescrito por la semejanza de la expresión lingüística, no por el parecido
de la cosa designada”56.
Este fenómeno de lenguaje muestra una contraposición con lo que ocurre en las
neurosis de transferencia, en donde por el contrario un objeto sustituye a otro por
una cierta relación de semejanza, una palabra refiere a un objeto por su
significado más general, o una palabra sustituye a otra por su relación
paradigmática. Es lo que Freud ejemplifica constantemente en su obra, con los
mecanismos de la condensación y el desplazamiento, formaciones sustitutivas que
se encuentran en la base de los síntomas de las neurosis, y que sólo pueden
permitirse, si los procesos del yo son lo suficientemente sólido para utilizar a la
síntesis lingüística en donde la función de la represión ha logrado su cometido.
En el dicho esquizofrénico, también, lo que puede observarse es un
desplazamiento significante hacia el órgano como cosa, una falla fundamental en
la posibilidad de representarse el organismo como representación corpórea, es
decir, como cuerpo. Lo demuestran los dichos del caso presentado por Freud en
este texto que se comenta.
Pongamos un ejemplo, dice la enferma: los ojos están torcidos {verdrehen}, y ello
lo relaciona por homofonía a torcedor de ojos {augenverdrehen}, como un
56
Ibíd. Pág. 197
67
reproche dirigido a su novio, reproche que contiene la denuncia de que él le quiere
hacer daño {augenverdrehen}; significando en todo ello, además, que él es un
simulador, un mentiroso. Es un desplazamiento del nombramiento de la parte, del
órgano en este caso, por el todo en el que se expresa la hipocondría; pero
también, un desplazamiento fragmentado de los órganos del cuerpo que
demuestran la falla en la asunción, por parte del yo, de un organismo
representado coherentemente.
En otro lugar dice la enferma: colocarse {sich stellen} y fingir {verstellen}, como si
fueran sinónimos de aquello a lo cual la enferma se refiere. Estos desplazamientos
significantes, evidentes en la utilización homofónica de las palabras en el decir,
que refieren un sentido enigmático, pueden presentarse por igual, ya sea que una
palabra sustituya a otra, o también, en el caso en que una palabra subroga en ella
una cadena completa de pensamientos. Son estos juegos de lenguaje, los
neologismos y los fenómenos de desplazamiento fónico en las palabras, lo que
demuestra también la falla en la función dialéctica de síntesis del yo; en el
ordenamiento de las representaciones psíquicas, sobre todo con respecto al uso
de las Representaciones-palabra (wortvorstellung) y lo que ellas implican
psíquicamente en dicho ordenamiento.
Así las cosas, el mecanismo implicado en este fenómeno de utilización de las
palabras por desplazamiento, demuestra la subordinación de la utilización del
lenguaje al campo de los órganos, independiente y desligado de su significación
convencional, la cual es en último término trasformada por el dicho esquizofrénico.
La segunda elucidación, que los usos del lenguaje esquizofrénico arroja, indica
que en el dicho mismo se refieren e introducen fenómenos hipocondríacos, que se
muestran a todas luces como distintos y contrarios a la conversión histérica. La
referencia a los órganos y al cuerpo, que demuestran la gran investidura puesta
sobre ellos, la insoportable inervación somática que los cubre, los hace pasar al
68
primer plano de la preocupación esquizofrénica. Esto demuestra que se los trata
de forma dispar a como lo harían las neurosis de transferencia. Freud lo describe
de este modo:
“La relación con el órgano se ha constituido en la subrogación de todo el contenido [de
sus pensamientos]. El dicho esquizofrénico tiene un sesgo hipocondríaco, ha devenido
lenguaje de órgano”57.
En la histeria, la conversión refiere una represión original que se ha trasformado
en una represión propiamente dicha, a la cual se le ha impedido la posibilidad de
ser tramitada por la palabra. Sin embargo, existe una facilitación fruto de la
fantasía somática, no teniendo otro camino para expresarse que afectar la función
o el movimiento del órgano, como representante sustitutivo de lo reprimido, como
la forma de condensación significante a la que ha sido sometido por la represión.
En cambio, en la hipocondría que caracteriza a la esquizofrenia, el órgano deviene
lugar de la inervación somática, sin mediación de la represión, presentando su
fijación como una sensación pura de órgano, sensación por tanto no tramitada, no
filtrada, ni trasformada por la lógica que debería regir a las representaciones en el
aparato psíquico en sus posibles trascripciones. Sensación insoportable,
enigmática y en ocasiones petrificante para el sujeto, imposibilidad de darle
coherencia perceptiva a las sensaciones endógenas; impedimento en último
término del yo para unificar y sintetizar en una percepción coherente la sensación
de órgano, para darle una representación acorde a la realidad de lo corporal.
Recuérdese de paso que, en Freud, el origen del yo son las percepciones del
cuerpo, la proyección de la periferia del cuerpo en el interior del yo; si la síntesis
del yo falla, estos estímulos serán intraducibles e imposibles de organizar en una
síntesis corporal, o en un yo-cuerpo.
57
Ibíd. Pág. 195
69
Es lo que muestra Freud en el ejemplo del texto que venimos comentando sobre el
Discernimiento de lo inconsciente, a saber, que en el contenido de las oraciones
proferidas por la enferma esquizofrénica, pasan al primer plano referencias a
órganos o a inervaciones en el cuerpo. Para la enferma, los ojos no están
derechos, están torcidos {verdrehen}; su novio es un torcedor de ojos
{Augenverdrehen}, él le ha torcido los ojos, ahora esos ya no son sus ojos, ella ve
el mundo con otros ojos.58
Se ve entonces la relación particular que tiene el esquizofrénico con el órgano en
la hipocondría; el órgano mismo se constituye en la subrogación de todo el
contenido de pensamientos. En él no sólo se desplaza el uso y la relación con el
lenguaje en torno a la homofonía de las palabras en la frase, sino también, a lo
que Freud se refiere como lenguaje de órgano, el órgano deviene una cosa y se le
trata como una cosa.
Se hace por tanto evidente la operación radical del proceso primario de
pensamiento, y por ello, evidente la falta del proceso secundario, del principio de
realidad o de la función dialéctica de sintética del yo. Los dichos esquizofrénicos
en su presentación, en su mostración, demuestran la emergencia pura del
contenido de lo inconsciente, aclarándonos en esta línea la diferencia entre
presentaciones inconscientes y representaciones conscientes. Leámoslo en
Freud:
“La investidura de las representaciones-palabra de los objetos se
mantiene. Lo que pudimos llamar la representación-objeto
{Objektvorstellung} consciente se nos descompone ahora en la
representación-palabra {Wortvorstellung} y en la representación-cosa
58
Ibíd.
70
{Sachvorstellung} que consiste en la investidura, si no de la imagen
mnémica directa de la cosa, al menos de huellas mnémicas más
distanciadas, derivadas de ella”.59
Estos postulados transforman, en la teoría, el tratamiento y la comprensión que se
tiene de las representaciones que gravitan en el aparato anímico, y la lógica que
explica sus trascripciones en los distintos tipos en que se acuñan en él en las
distintas instancias psíquicas.
Existen entonces modalidades de la representación: tenemos las presentaciones-
cosa, las representaciones-objeto y las representaciones-palabra; las cuales,
respectivamente, pertenecen a los sistemas en que el aparato psíquico ha sido
estratificado por Freud. En lo inconsciente y en el ello están las presentaciones-
cosa. En el preconsciente están las representaciones-objeto, las cuales son el
fruto de la represión primaria, pertenecientes, por tanto, a un lugar límite entre el
ello y el yo inconsciente. En el preconsciente-consciente, es decir, en el yo con
pleno derecho, están las representaciones-palabra susceptibles de consciencia.
Así, las representaciones en la esquizofrenia sufren el tratamiento que es propio
del proceso primario, e incluso, dicho proceso estará regido por la ley del más allá
del principio, es decir, por la repetición. Con ello se abole, en el pensar psíquico, el
proceso secundario o proceso de pensamiento propio de la consciencia, aquel que
se sostiene en el principio de realidad y en la función de síntesis. Freud lo dirá
más adelante en el mismo texto:
“La representación consciente abarca la representación-cosa más la
correspondiente representación-palabra, y la inconsciente es la
representación-cosa sola. El sistema Icc contiene las investiduras de
cosa de los objetos, que son las investiduras de objeto primeras y
59
Ibíd. Pág. 197-198
71
genuinas; el sistema Prcc nace cuando esa representación-cosa es
sobreinvestida por el enlace con las representaciones-palabra que le
corresponden60.”
Vemos, pues, que el contenido de los sistemas es distinto, y la ley que los rige
también. Lo que determina que, visto a la luz del dicho esquizofrénico y de sus
fenómenos más característicos, las cosas allí marchan de otra manera distinta a
como ocurre en las neurosis. Este tratamiento de las representaciones y de la
relación entre sistemas, tiene como consecuencia una importante influencia en la
concepción de las psicosis: la falla en la función dialéctica preconsciente de
síntesis del yo. En las neurosis de transferencia los síntomas y las formaciones
sustitutivas, demuestran la lógica de las relaciones entre sistemas y sus
consiguientes formas de tratamiento, pero también, la manera en que falla la
función de síntesis del yo, de modo menos radical que en las psicosis.
En las neurosis, las consecuencias de la operación de la represión son las
siguientes: al rehusarse el acceso a la consciencia de la representación
rechazada, que tiene como origen la presentación-cosa, trasmutada en
representación-objeto, en cuanto, con antelación, dicha representación-objeto se
ha mostrado idónea para que el yo la admita. Encuentran en la represión el
proceso por el cual se desenlaza dicho enlace entre representaciones, cosa que
se acompaña por un nuevo anudamiento significante, que permite la condensación
o el desplazamiento entre representaciones, como el fruto de la puesta en juego
de la función de síntesis del yo. El acto psíquico, en este caso, no permite que la
representación original devenga consciente, por lo que queda relegada a seguir
esforzándose por salir del inconsciente, y por tanto en estado reprimido, pero
pronunciándose en la inhibición funcional del órgano, en la dolencia conversiva, en
las ideas obsesivas o en los temores fóbicos; falla entonces menos radical de la
función sintética.
60
Ibíd. Pág. 198
72
En el caso de la esquizofrenia las cosas son de otro modo. El inconsciente a cielo
abierto da cuenta de que la represión no funciona, y por tanto, la presentación-
cosa deviene consciente directamente. La presentación-cosa no aparece en su
componente objetivo, es decir, sustituida por una representación-objeto idónea
que permitiera su descarga, es decir, en tanto formación de compromiso entre el
ello y el yo. La represión entonces no funciona en el sentido estricto de como
opera en las neurosis de transferencia, incluso algo no opera radicalmente. Algo
no es alcanzado, algo no logra ser enganchado en esta operación, algo falta, y lo
que falta no es otra cosa que la conjunción entre cosa y palabra, es decir, la
síntesis entre la presentación-cosa y la representación-palabra que se unifica en la
representación-objeto. Como lo dirá Freud más adelante:
“La investidura de la representación-palabra no es parte del acto de
represión, sino que constituye el primero de los intentos de
restablecimiento o de curación que tan llamativamente presiden el
cuadro clínico de la esquizofrenia. Estos empeños pretenden
reconquistar el objeto perdido, y muy bien puede suceder que con este
propósito emprendan el camino hacia el objeto pasando por su
componente de palabra, debiendo no obstante conformarse después
con las palabras en lugar de las cosas”.61
Esto quiere decir que las presentaciones-cosa y las representaciones-palabra, en
su relación supuesta, lo que comprende las representaciones-objeto, están en el
origen completamente separadas y disyuntas; lo que demuestra que la operación
de la represión es inocua, ya que no tiene sentido desasir relaciones que no
existen, pues la síntesis representacional nunca tuvo efectos. Por lo cual debe
establecerse otro mecanismo distinto para las neurosis narcisistas. Las
representaciones-palabra, aquellas que colaboran en la emergencia de lo
61
Ibíd.
73
inconsciente, aquí no tienen nada que aprehender, en el sentido del objeto que
representa a la cosa. Por ello es que pasan al primer plano, a ocupar el lugar de
las representaciones-objeto que deberían advenir en su lugar.
Este intento del aparato psíquico para ligar las presentaciones-cosas con las
representaciones-palabras de los esquizofrénicos, se muestra entonces como el
mecanismo por el cual, allí donde en la neurosis adviene la cosa en su sustitución
lingüística o conversiva, es decir, como representación-objeto; en la esquizofrenia
adviene la palabra sin este referente, por lo cual, allí donde existe lo inexistente, el
enlace significante, o en otras palabras, el vacío significante, adviene entonces la
palabra como cosa. Intento operado por el sujeto y su delirio para dar algo de
consistencia y de síntesis a aquello imposible de ser sintetizado. Relación directa
entre la cosa y la palabra, sin mediación del objeto.
En otras palabras, en el dicho esquizofrénico la representación-palabra adviene en
el lugar de la presentación-cosa, como un intento fallido por paliar la operación de
la represión que es inexistente, es decir, como la comprobación de la falla
condensadora de la función dialéctica de síntesis del yo. Así se explica que, para
las psicosis sólo existan las presentaciones-cosa y las representaciones-palabra, y
explica por qué puede decirse que no existen las representación-objeto. Es por
esto que en la esquizofrenia se presenta el predominio de la referencia a la
palabra sobre la referencia a la cosa, o en otros casos, las cosas son animadas
como si estuvieran vivas o se trata a las cosas concretas como si fuesen
abstractas.
Hay aquí una discusión implicada en el uso de la palabra Cosa en este contexto,
en el psicoanálisis y lo que tiene de esencial en la comprensión de las estructuras
clínicas. Freud utiliza en su obra, para nombrar a la representación-cosa, dos
términos distintos, la palabra Das-Ding y la palabra Sache. En el texto que se
comenta en la presente disertación la palabra Das-ding no aparece. Lo que se
74
nombra como cosa, está en este texto, en la misma línea de lo que representa en
el aparato psíquico el termino Sache, en cuanto condensación de la presentación-
cosa y la representación-palabra en una representación-objeto.62
Expliquemos esto: las experiencias sensorio-perceptuales se inscriben en los tres
tipos de representaciones ya mencionadas, como lo describe Freud en algunos de
sus escritos: la carta 52 a Fliess, el Proyecto de psicología y en la Interpretación
de los sueños. Ahora bien, y de manera más específica, una forma de inscripción
de las representaciones se hace como signo de percepción, es la forma de
presentación primera y más primitiva, y por tanto, se inscribirá en la forma de Das-
Ding. Ella estará regida por asociaciones por simultaneidad, es en sí, la
presentación-cosa o Dingvorstellung en palabras de Freud.63
Una segunda inscripción, que realmente es una trascripción del material anterior,
se hace en el sentido de Sache. Formas de la representación regidas por la ley de
la causalidad, que son en sí representaciones de conceptos o de objetos
representantes-representativos, son además sobre las que se puede ejercer la
represión, son las Sachevorstellung o representaciones-objeto.64
Tenemos entonces dos formas de inscripción del contenido de lo inconsciente.
Una vertiente de Das-ding, como aquello más puro, original y primitivo, y una
vertiente transformada de este material, el Sache, contenido hecho de conceptos y
objetos que representan o hacen las veces de ese primer representante, al ser
investimentos o sustitutos de ese Das-ding original.
Existe una tercera forma de inscripción del contenido del aparato psíquico. Son las
62
ASSOUN, Paul-Laurente. Introducción a la metapsicología freudiana. Ed. Paidós. Buenos Aires. 2002. 63
FREUD, Sigmund. Obras Completas: Carta 52 (6 de diciembre de 1896), Tomo I. Ed. Amorrortu.
Buenos Aires. 1976. Pág. 274-280
64 Ibíd.
75
representaciones-palabra, otra de las formas de trascripción de este material que
venimos descomponiendo, traducción más avanzada y posterior a todo este
proceso, forma de representación privilegiadamente preconsciente, material
significante que se utiliza en la desfiguración final del material que pugna por ser
realizado de lo inconsciente y que es fruto de la represión.65
Con estas formas de la representación y sus funciones, y teniendo presente la
lógica que rige lo inconsciente, puede decirse, a modo de conclusión, que lo que
no se alcanza en las psicosis es la presentación-cosa en su trascripción a
representación-objeto, en el sentido del paso de dingvorstellung a
sachevorstellung. Esto quiere decir, además, que no existe en el aparato psíquico
del psicótico un enlace entre la cosa como signo, con aquello que podría
representarlo de manera representativa, es decir, un objeto que haría las veces de
la cosa. Lo que a su vez indica la imposibilidad de una sustitución significante, es
decir, que no existe una forma objetiva que adopte las veces de la presentación-
cosa. Por tanto, la función de síntesis del yo falla en dicha trascripción a
representación-objeto. Es lo que dice Freud en este extracto:
“En la representación-cosa {Sachvorstellung} que consiste en la investidura, si no de la
imagen mnémica directa de la cosa, al menos de huellas mnémicas más distanciadas,
derivadas de ella”66.
Si lo que no se encuentra es el Sache, enlace entre cosa y palabra, se encuentra
a Das-ding, como un signo de percepción puro y sin ataduras, liberado a su propio
devenir. El Sache implica la inscripción de la cosa en un segundo registro, el
registro de los objetos de la libido, o sea, el registro del yo. Si este registro falta, el
sujeto se verá enfrentado a la inscripción más pura de la cosa, es decir, a la
alucinación que esto engendra por la imposibilidad de la trascripción, y la síntesis,
65
Ibíd. 66
FREUD, Sigmund. Obras completas. Lo Inconsciente. Tomo XIV. Ed. Amorrortu, Argentina, 1976. Pág. 197-198
76
por tanto, que el yo debe ejercer sobre el material de representaciones. Es todo
esto lo que termina por explicar los fenómenos de lenguaje y la hipocondría o
lenguaje de órgano de la esquizofrenia.
En este punto de la disertación debe diferenciarse entre alucinación y delirio si se
quiere entender mejor las cosas antes expuestas. La alucinación que la
emergencia de la cosa acarrea para el psicótico, trata de ser tramitada por la
palabra, y es esto lo que Freud muestra cuando se refiere al uso particular de las
palabras en la esquizofrenia y al lenguaje de órgano, y cómo todo ello se muestra
como una tentativa de dar coherencia a lo incoherente de la realidad psíquica. Es
esto lo que también el delirio demuestra, una forma subjetiva por la que se trata de
darle consistencia y de restituir algo frente a la emergencia incomprensible e
intempestiva de Das-ding. Son las formas en las que el psicótico, al fin y al cabo,
trata de suplir a la radical inoperancia de la función dialéctica de síntesis del yo.
Ahora bien, en 1924 Freud, tomando en cuenta los desarrollos sobre el ello, el yo,
y el superyó, clasifica de nuevo a las psicosis. Esta nueva división del aparato
psíquico es lo que le permite reordenar las psicosis en confusión alucinatoria
aguda, esquizofrenia y paranoia. Y, cosa curiosa, separar a la melancolía del resto
de estas, por considerar que ella es el paradigma de las neurosis narcisistas.
En su texto Neurosis y psicosis de 1924, muestra la diferencia que existe entre las
distintas formas en que se presentan, desde un punto de vista genético,
introduciendo una disparidad esencial entre ellas:
”La neurosis es el resultado de un conflicto entre el yo y su ello, en tanto que la psicosis
es el desenlace análogo de una similar perturbación de los vínculos entre el yo y el mundo
exterior.”67
67
FREUD, Sigmund. Neurosis y psicosis. Tomo XIX. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. Pág. 155.
77
En la enmarañada interacción entre las instancias psíquicas, el yo tiene como
función la mediación entre ellas y sus distintas y contrapuestas exigencias
pulsionales; pero, a su vez, debe vérselas con los límites del mundo exterior. En
las llamadas neurosis de transferencia, el conflicto nuclear se establece entre el yo
y el ello; en este caso, el yo se defiende por medio de la represión de las
mociones del ello que luchan por satisfacerse. La represión, por su parte, está en
gran medida determinada por el servicio que le presta al superyó, a la realidad y
sobre todo al yo, para afrontar aquello que quiere ser evadido desde el interior
mismo, y que sólo puede tramitarse vía la síntesis de lo que es exigido.
Por otra parte, este proceso se presenta en las psicosis de otra manera. En ellas,
el conflicto se plantea entre el yo y el mundo exterior, ya que el yo resigna su
relación con la realidad, dando acceso libre a la satisfacción de las mociones que
provienen del ello. Esto termina por demostrar su falla y su imposibilidad para
operar, falla que se ve reflejada en el abandono de la realidad exterior. La
confusión alucinatoria, por ejemplo, se caracteriza por la ausencia de percepción
de la realidad, debido al rechazo de las nuevas percepciones que provienen de
ésta. En la esquizofrenia sobresale la apatía afectiva, es decir, la pérdida del
interés por el mundo exterior. Y en la paranoia, por su parte, el delirio se presenta
como un intento de solución de la desligazón que se instala entre el yo y la
realidad. Lo expone Freud de la siguiente manera:
”El delirio se presenta como un parche colocado en el lugar donde originariamente se
produjo una desgarradura en el vínculo del yo con el mundo exterior”68.
Así, en las psicosis, el delirio se presenta como un intento de curación o de
reconstrucción que oculta la separación del yo de la realidad. Separación radical
que demuestra la imposibilidad que tiene el yo para operar con la función de
síntesis, en tanto el abandono de la realidad demuestra el repliegue desesperado
68
Ibíd. Pág. 157.
78
del sujeto para hacer algo con aquello que lo invade desde el ello, proyectado en
la realidad exterior, y que lo obliga a abandonar todo miramiento objetivo por la
realidad misma.
La diferencia genética y patógena entre las neurosis y las psicosis, está dada por
la respuesta procurada por el sujeto frente a la frustración y al conflicto entre
instancias que esto implica. ¿Por qué hablar de frustración? Freud señala, como
causa psíquica de las neurosis y las psicosis, la existencia de una frustración de
una moción de deseo de origen infantil, frustración que proviene ya sea del mundo
exterior o del superyó; elementos patognomónicos comunes para ambos grupos
de afecciones.69 A esta altura de la teoría, la enfermedad es el resultado de un
enfrentamiento del yo con las diferentes instancias que le exigen satisfacción. La
forma de enfermar está determinada por la solución del conflicto, es decir, que lo
que las diferencia depende de la instancia con la cual el yo pugna y a la cual
favorece frente a la frustración existente, frustración que es a su vez una herida
narcisística profunda del yo ideal.
Debe añadirse que en las psicosis no se trata solamente de un problema tópico,
debe hacerse intervenir el problema económico. Es difícil saber con certeza de
qué lado el yo permitirá la ruptura y el conflicto, es decir, de que lado se hará
evidente la herida narcisista.
En la comprensión de las psicosis, es innegable que permanentemente el yo tiene
que terciar entre las distintas instancias, las que miden sus fuerzas frente a él, y
sólo la que haya atraído sobre sí el mayor monto de energía pulsional puede
imponerse y definir el desenlace del conflicto en cada caso. Por lo tanto, será la
función dialéctica de síntesis, la que definitivamente termina por fallar de manera
radical, ya que será solamente ella la que permitiría que el vasallaje del yo sea
asumido por el sujeto de la mejor manera posible, y si se quiere, por una “cabal”
69
Ibíd., p. 156.
79
formación de compromiso, como sucede con las neurosis. Y esto,
independientemente de los síntomas que esta operación de la represión mediada
por la síntesis acarrea para el sujeto.
2.2. LAS PSICOSIS EN JACQUES LACAN: DE LA FORCLUSIÓN DEL
SIGNIFICANTE DEL NOMBRE-DEL-PADRE A LA CONSTRUCCIÓN DEL
SÍNTHOME.
2.2.1 DE LA FALLA EN LA FUNCIÓN DE SÍNTESIS DEL YO A LA
FORCLUSIÓN DEL SIGNIFICANTE DEL NOMBRE-DEL-PADRE.
Los desarrollos teóricos que hiciera Jacques Lacan en torno al problema de las
psicosis están determinados por dos conceptos esenciales que extrajo de su
retorno a la lectura de la obra de Freud. Estos dos conceptos son: la Forclusión
(Verwerfung) y el Nombre-del-Padre. A continuación se comenta la utilización que
Lacan les diera para determinar una primera comprensión de las psicosis en su
concepción de la clínica; antes de pensar las consecuencias teóricas que tiene la
idea de la pluralización de los Nombres del Padre y la concepción del
desanudamiento del nudo borromeo, en los desarrollos propuestos por la ya
nombrada segunda clínica lacaniana.
La primera clínica propuesta por Lacan, que se aborda en este apartado, tiene en
cuenta la relación que existe la falla de la función dialéctica de síntesis del yo y el
concepto de forclusión del significante del Nombre-del-Padre. Se hace necesario
aclarar algunas ideas importantes antes de entrar en los desarrollos planteados
para este apartado.
80
Comencemos por decir que el concepto de Verwerfung ha sido traducido al
castellano como forclusión o preclusión70. El concepto aplicado nos indica, a muy
grandes rasgos, que el proceso por el cual se produce en el sujeto una falla de la
función simbólica, no es otra cosa que la consecuencia estructural directa de la
forclusión del significante del Nombre-del-Padre, comprendida como falta de la
significación fálica, o de una parte de la articulación estructural yoica que permite
para el sujeto la función dialéctica de síntesis, cooperación del yo-placer y el yo-
realidad.
Por otra parte, tenemos el concepto de Verneinung, traducido como negación.
Concepto que es entendido como el mecanismo por medio del cual se establece,
en la estructura, la posibilidad dialéctica que da cabida a la función de síntesis del
yo; en tanto en cuanto, dicha negación es el fruto de una afirmación psíquica que
se hace, paradojalmente, a condición de ser negada. Es por medio de la negación
que ingresa la realidad para el viviente, y por la cual se establece para el sujeto la
posibilidad del juicio; paso del proceso primario al secundario de pensamiento,
paso del yo-placer al yo-realidad. Por tanto, es aquello que permite el despliegue
de la represión primaria, y que se ejerza sobre eso originalmente negado, es decir,
una primera defensa.
Es esta la lógica que debe regir, según Freud, el devenir de la vivencia de
satisfacción, ya que será, vía la negación, como se logra instaurar en la estructura
la prohibición que más adelante dará cabida a la castración y al goce fálico, es
decir, lo que permite el paso de la alucinación de la satisfacción a la apercepción
del mundo exterior donde se encuentran los objetos. Esto quiere decir que, con la
negación, se admite para el sujeto el despliegue de la función dialéctica de
síntesis del yo, a la vez que el despliegue del juicio de atribución y de existencia,
lo que en último término le da paso al principio de realidad.
70
Aquí utilizaremos el concepto de forclusión por su utilización más difundida en castellano.
81
Ahora bien, y en relación directa con lo anterior, encontramos en esta parte de la
teoría de la negación en Freud la noción de Bejahung, que significa en castellano,
algo así como una inscripción, una marca, que es aquello que en la negación
misma se firma, y por tanto, una afirmación en lo real que posibilita la articulación
con lo simbólico, por la mediación del proceso que la negación introduce en la
estructura. -Primer anudamiento de los tres registros, si se quiere-. Ahora,
podemos establecer la relación y la importancia de la Negación (Verwerfung) y la
Bejahung que plantea Freud en el texto: “Die Verneinung” de 1925, y que nos
permitirá aclarar cómo se comprende el mecanismo que cede a la Forclusión
(Verwerfung) del significante del Nombre-del-Padre.
Pues bien, en términos de la lógica de la Negación, es ella la que permite al sujeto
tomar una cierta distancia de la bejahung original, es decir, que puede afirmarse el
juicio sobre su existencia sólo a condición de que, la bejahung halla sido afirmada
por medio de su negación. Es lo que Freud comprueba al decir que la negación
contiene dentro de sí una afirmación que existe solo a condición de haber sido
negada.
Esto nos permite sin embargo decir que la bejahung misma puede establecerse
sin la condición de la negación, ya que ella es el fruto de la vivencia de
satisfacción, -lo contrario sería imposible-, y es esto lo que se comprueba en la
satisfacción alucinatoria que ella acarrea para el sujeto; pero sería en este último
caso una bejhaung o una huella (S1) sin una inscripción real, débil, y sin el sentido
significante que le acarrearía su negación, es decir, la articulación con un otro
significante (S2), cadena significante por tanto, que permite la asunción del sujeto
y la aparición del objeto a.
Todo esto implica introducir una diferencia entre las estructuras clínicas. Para las
neurosis, existirá una bejahung que fue afirmada por una negación primordial, en
tanto aparición del juicio de algo que, paradójica e inicialmente, es negado por el
82
sujeto, y que se acuña a nivel del inconsciente a la manera de la represión
primordial. Esto no es más que la marca que deja la castración para la estructura,
como aquello que inaugura la represión y que posteriormente dará paso a la
represión propiamente dicha, es decir, a la cadena significante.
Por su parte, para las psicosis, existirá una bejahung que nunca fue negada (S1
sin S2), falla de la negación que tiene como consecuencia la imposibilidad de
operar, para el aparato psíquico, con la función de la prohibición de la castración.
El resultado de esto, de la forclusión del significante del Nombre-del-Padre, como
imposibilidad para operar psíquicamente con la función dialéctica de síntesis del
yo, es lo que se ve reflejado en los fenómenos sintomáticos propios de las
psicosis; y es lo que Freud subraya como el conflicto entre el yo y el mundo real, y
frente a la que el sujeto se defiende en el despliega delirante, al desanudamiento
significante.
La forclusión entonces, a la luz de esta lógica, se entiende como la falla de la
dialéctica del juicio, que se inaugura por la falla en la negación de la bejahung. La
bejahung queda intacta al interior del sujeto, no es negada, y su afirmación queda
supeditada a las formas de la alucinación, es decir, a retornar desde lo real. Es la
castración, como interdicción al desenfreno de la bejahung, lo que le permite al
sujeto no entregarse a la alucinación, y dirigir su atención a la realidad, pasar del
principio de placer al principio de realidad del yo-placer al yo-realidad. He aquí
pues el espacio donde pueden pensarse las consecuencias de la operación fallida
de la negación, y con ello, la operación propia de la forclusión; es decir, entender
las consecuencias que tiene la falla en la función dialéctica de síntesis del yo que
la forclusión del Nombre-del-Padre tiene como consecuencia.
Ahora bien, aclaremos el concepto de Nombre-del-Padre para luego ponerlo en
relación con la forclusión. El Nombre-del-Padre es el significante que inaugura y
ordena la cadena de sentido, es este el significante que permite la puesta en juego
83
de la condensación y el desplazamiento, de la metáfora y la metonimia, y por tanto
de las operaciones simbólicas. Este significante es, a su vez, el que da paso a la
renuncia necesaria a esa bejahung, y que en otras palabras puede relacionarse al
concepto de Das-ding, aquel que Lacan identificará en el seminario sobre la ética
como la madre en tanto cosa.71 Es este significante, por tanto, el que permite al
sujeto el paso del Deseo de la Madre al significante del Nombre-del-Padre,
fórmula del sujeto que Lacan desarrolla en el texto: De una cuestión preliminar a
todo tratamiento posible de las psicosis (1955-56) en la página 534.
Veamos ahora la fórmula que Lacan plantea para la Metáfora Paterna, y porque
nos referimos al padre y a la madre:
Nombre-del-Padre . Deseo de la Madre Nombre-del-Padre A
Deseo de la Madre Significado al sujeto Falo
Lo que la anterior fórmula nos muestra, puesto en relación con la psicosis, es que
la forclusión será el rechazo del significante del Nombre-del-Padre, en tanto la falla
de dicho significante es lo que marca el agujero en las psicosis, que, siguiendo la
lógica misma que lo determina, no es más que la hiancia que queda en la
estructura por la falla de la operación de la negación que se ejerce sobre la
bejahung primordial. Esto quiere decir, que el agujero se inscribe allí donde se le
da “sentido” al Deseo de la madre, o en otras palabras, a la cosa (Das-ding), o lo
que se encuentra detrás de este deseo materno: la relación del significado al
sujeto y el falo; que se expone en la operación lógica propuesta por Lacan,
también llamada en otros lugares de su obra Metáfora del sujeto.
71
LACAN, Jacques. Seminario 7: La ética del psicoanálisis. Ed. Paidós. Buenos Aires. 1988. Pág. 57-88.
84
La forclusión es en esta perspectiva la marca que deja la falla en la tachadura de
un suceso que no podrá ser recordado más que de manera alucinatoria, es decir,
que será puesto por el sujeto, por la imposibilidad de su tramitación, en lo real,
retornándole de ese lugar en forma de alucinaciones, en los fenómenos
elementales, en los fenómenos hipocondríacos y en los fenómenos de lenguaje.
Esta falla, que a la vez es un rechazo, y que el mismo Lacan inscribe como
determinante en las psicosis, no es una forclusión cualquiera, es como tal, el
rechazo del significante que articula real, simbólico e imaginario, el significante
que permite la entrada al mundo simbólico y a la modulación de la realidad
psíquica; en cuanto ordenador de la ley simbólica y la ley fálica. Lo que antes nos
permitió ver la influencia reciproca que tiene, en el concepto de forclusión, la idea
de la falla en la función dialéctica de síntesis del yo como consecuencia estructural
de la forclusión misma.
Citemos a Lacan para demostrar lo que se quiere desarrollar aquí. En el texto
Introducción al comentario de Jean Hyppolite sobre la verneinung de Freud, Lacan
se ocupa del problema de la relación que existe entre la negación y la forclusión
en Freud. El Dr. Lacan nos dice:
“El proceso de que se trata aquí bajo el nombre de Verwerfung se sitúa muy precisamente
en uno de los tiempos que el Sr. Hyppolite acaba de desbrozar para ustedes en la
dialéctica de la Verneinung: es exactamente lo que se opone a la Bejahung primaria y
constituye como tal lo que es expulsado.”72
Y continua en la misma página del texto:
“La Verwerfung pues ha salido al paso de toda manifestación del orden simbólico, es decir
a la Bejahung que Freud establece como el proceso primario en que el juicio atributivo
72
LACAN, Jacques. Escritos 1. Respuesta al comentario de Jean Hyppolite sobre la Verneinung de Freud. Ed. Siglo XXI. México. 1984. Pág. 372
85
toma su raíz (...)”73.
Y más delante nos dice:
“Pero ¿qué sucede pues con lo que no es dejado ser en esa Bejahung? Freud nos lo ha
dicho previamente, lo que el sujeto ha cercenado (verworfen). Así, decimos, de la abertura
al ser no volverá a encontrarse en su historia si se designa con ese nombre el lugar donde
lo reprimido viene a reaparecer.”74
La negación de la bejahung está en la base del juicio, función dialéctica sobre la
cual se establece el juicio de atribución y de existencia, mecanismo que a la vez
recorta el goce dejando el agujero central para que se instalen los objetos a; mas
también, lo que permite a su vez que en el sujeto se articulen los significantes y se
anuden los tres registros. Es aquello que por medio de su operación, por un lado,
da la medida de la aceptación de la cualidad de la cosa (Das-ding) y de la imagen
de la misma (identidad de percepción), y por el otro, la posibilidad de ligar dicho
signo con un objeto en el exterior que lo represente, como sustituto objetivo de la
satisfacción alucinatoria, a la cual se entregaría mortalmente la criatura si este
proceso de negación fallara, paso fundamental de lo cuantitativo a lo cualitativo,
del cuantum a la cualidad de cosa.
Es esto lo que Lacan formula en la relación que se establece entre el S1 y el S2, en
tanto elementos mínimos para la articulación de una cadena significante. Pero
aquello que se muestra en la imposibilidad para el psicótico de dialectizar los
significantes; lo que el mecanismo de la forclusión demuestra: la dificultad para el
sujeto de articular presentación-cosa y representación-palabra en una
representación-objeto idónea y acorde al principio de realidad, desarticulación del
S1 y el S2, y al fin, del sujeto y el objeto a. Es lo que explicaría, como ejemplo, los
fenómenos hipocondriacos. 73
Ibíd. 372 74
Ibíd. Pág. 373
86
La forclusión del significante Nombre-del-Padre deja sin tramitar a la bejahung, lo
que termina por impedir la instauración, en el yo del sujeto, de la estructura
significante sobre la que se asientan los procesos de sustitución metafórica que se
articulan en lo simbólico. Esto no es otra cosa que las posibilidades dialécticas y
de conjunción significante que permite desplegar en el aparato psíquico este
significante del Nombre-del-Padre; en cuanto con ello puede elaborarse, y con
esto elevarse la cosa (Das-ding) a la categoría de un objeto (Sache), y remitir la
palabra al sentido (Wort).
Es esto lo que también puede aplicarse, en la lógica plateada por Freud sobre los
objetos de la libido, en la relación del psicótico con la realidad objetiva. Y aquello
que arroja comprensión sobre los fenómenos especulares o narcisistas que
caracterizan a las psicosis, si tenemos en cuenta que el yo también es un objeto
de la libido; lo que nos permite comprender la estructura particular que tiene el yo
en las psicosis, lo que se refleja en la erotomanía y en la megalomanía, y de
manera negativa, en la melancolía.
Se hace necesario hablar ahora de la manera como se concibe el juicio para el
psicoanálisis freudiano, y sobre la lógica psíquica que se encuentra en el texto
sobre la negación. Para Freud, el juicio humano se establece por la interrelación
que el aparato anímico puede establecer, por un lado, entre las sensaciones y las
percepciones, y por el otro, entre las presentaciones y las representaciones, en
cuanto operación dialéctica y sintética; lo que es asumido de ahora en adelante
por el yo del sujeto, gracias a la relativa organización y al proceso que la negación
misma establece para el aparato psíquico.
Expliquémoslo detalladamente: Por un lado, el juicio de atribución, como un primer
momento lógico del juicio, muestra al viviente las posibilidades para darle a los
objetos que provienen de la vivencia de satisfacción, y que se acogerán en el
87
aparato psíquico, las cualidades y los atributos; en tanto en cuanto, estas
cualidades no serán otra cosa que el resto o la marca de la experiencia misma de
displacer-placer que dicha vivencia prodiga al viviente, y de lo que se desprende
pues una primera forma de presentación del objeto. Es esta operación lógica lo
que posibilita de entrada la existencia y la acuñación psíquica de la bejahung
primordial, y lo que facilita a nivel psíquico, el paso de lo que una vez fue cantidad
a cualidad, el yo-placer (Lustich)75.
En un segundo momento lógico, se da paso al juicio de existencia, modalidad del
juicio al que es sometido el signo del objeto de la satisfacción antes inscrito, mas
como aquello que le permite al viviente, como su nombre lo indica, darle la
posibilidad a las cualidades del objeto para que existan en el exterior, de manera
acorde a la realidad o acorde ahora al nuevo yo-realidad emergente.
Si todo este proceso que va del juicio de atribución al juicio de existencia se da a
cabalidad, y se termina por articula de manera relativamente coherente el yo-real
(Realich), no es más que el resultado de la negación que se establece entre la
primera modalidad del juicio y la segunda, es decir, al bucle completo al que ha
sido sometida la vivencia de satisfacción, y su resto, la bejahung. La lógica de la
vivencia de satisfacción, como se ve, está en el núcleo y en la génesis de todo
este movimiento psíquico; movimiento que termina por organizar el funcionamiento
del aparato sensorio-perceptual (Realich), y por tanto, darle paso a la función
dialéctica de síntesis del yo. Funciones necesaria para que el sujeto pueda
discriminar y usar, de manera más o menos coherente, a las presentaciones, las
representaciones y las percepciones, y dirigir ahora su atención a la elección de
un objeto exterior que sea aceptado ahora por el yo del sujeto (Gesamthich).76
75
FREUD, Sigmund. Introducción del narcisismo. Tomo XIV. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. Pág. 71-98. 76
Ibíd.
88
El resultado de toda esta operación funcional deja como resto el objeto (sache) del
deseo y de la libido, objeto que de ahora en adelante se buscará en la realidad
exterior desde su correlato interior, fundamentos entonces del objeto a. La
negación y el juicio permiten que el objeto exógeno exista y se acomode a los
atributos endógenos del mismo. Es esto lo que Lacan plantea en la relación que
se establece entre sujeto y objeto en la banda de Moëbius: el sujeto se encuentra
en exclusión interna de su objeto; y que se expresa también en la interioridad-
exterioridad que la banda demuestra en su especialidad física.77 También es lo
que Freud comenta, de una u otra manera, en su texto sobre lo ominoso,
refiriéndose a aquello que para el sujeto es, a la vez, lo más íntimo y lo más
extraño y extranjero (lo éx-timo).
Con lo explicado anteriormente podemos hacer de nuevo, en este lugar, una breve
diferenciación clínica entre neurosis y psicosis. En las neurosis, la negación de la
bejahung, que está en el núcleo del surgimiento del proceso secundario, es lo que
permite la asunción por parte del sujeto del principio de realidad, que da, en todo
este proceder, la posibilidad de la utilización de los procesos de desplazamiento y
condensación, como formas de ligar la energía que se muestra libremente móvil y
que es atribuible a la bejahung misma. Se previene así con la represión primaria, y
con la negación, la satisfacción alucinatoria y el despliegue no atemperado ni
tramitado de las pulsiones, es decir, su libre movilidad y las consecuencias que
ello acarrea para el sujeto. Funciones que la negación instaura para el sujeto,
como aquello que permite sintetizar en una representación-objeto
(Objektvorstellung), al objeto de la satisfacción una vez alucinado (Das-ding) más
el objeto al que se le cedieron atributos y existencia en la realidad (Sache).
Ahora bien, con respecto a las psicosis, lo que es rechazado, expulsado, forcluido,
en tanto es lo que le retorna al sujeto de lo real, es ese S1 (bejahung); elemento
significante imposible de tramitar por la inexistencia, o mejor, por la falla en la
77
LACAN, Jacques. La ciencia y la verdad. Escritos 2. Ed. Siglo XXI. México. 1998. Pág. 873-857.
89
inscripción del significante del Nombre-del-Padre, como un S2. Si la negación no
se establece no puede darse paso al juicio, es decir, que si este proceso no se da,
se explica la imposibilidad para el sujeto de poner en juego la función dialéctica del
juicio, como aquello que permite dialectizar o tramitar de manera significante el
interior y el exterior.
Todo esto es, en último término, el fruto de la falla en este proceso dialéctico y
sintético, lo que se refleja en la llamada pérdida de realidad de las psicosis, y en la
imposibilidad de articulación de una representación-objeto que filie a la cosa con la
palabra, hipocondría, lenguaje de órgano o desestructuración del sentido en
lenguaje. E incluso, puede comprenderse con esta misma lógica lo que implica la
imagen especular para las psicosis, en tanto es bien sabido, como ella se
comporta para el sujeto, también, como un objeto, lo que permite entender por qué
no puede hablarse en la psicosis de un yo-real articulado; voluptuosidades de la
imagen especular como las de Schreber y erotomanía, son el ejemplo. Por tanto,
podemos afirmar con Lacan la idea del desanudamiento o desencadenamiento de
lo imaginario que caracteriza a las psicosis, como lo subraya en los años 1955-56.
La bejahung, que queda liberada de toda ley y por tanto del deseo, termina por
mostrarse en la falla de la cadena significante. Como el mismo Freud lo señala en
el texto sobre La Negación, ya que es ella, la negación, la que concede la
posibilidad de la aparición de los procesos secundarios de pensamiento y de la
represión primordial que los acompaña. Se entiende entonces la relación estrecha
que se establece entre la bejahung y el juicio de atribución y de existencia.
Relación que aclara aquello que le confiere ciertas cualidades al aparato anímico,
por el accionar de esa negación fundamental. Negación primera, que da origen a
la dialéctica entre significantes; afirmación, vía su negación, que se establece en
el seno mismo de lo simbólico y que da como resultado la aparición de la neurosis.
Esto puede ser aclarado y explicado con un par de citas extraídas del texto La
90
forclusión del Nombre-del-Padre, escrito por Jean-Claude Maleval. Leámoslas:
“El fundador del psicoanálisis advierte con firmeza que por sí solo el planteamiento de una
denegación implica necesariamente una representación de la cosa negada, y por tanto, la
existencia de una afirmación [Bejahung] simbólica anterior. Todo juicio de existencia
articulado negativamente en una Verneinung es secundaria a una afirmación previa
surgida de un juicio de atribución primitivo”78.
Y continúa páginas más adelante:
“El fundador del psicoanálisis distingue en el origen de la palabra una
afirmación que solo se sostiene en un no: toda Bejahung se apoya en
una negatividad propia. Ha de destacarse que el texto sobre la
Verneinung implica la distinción entre dos clases de negación: la
denegación es una forma tardía, al servicio de la represión y de los
desconocimientos del yo, mientras que la negación inherente a la
Bejahung primaria instaura la represión primaria y participa en la
estructuración del sujeto79. “
La negación de la bejahung es, entonces, la marca que introduce en al aparato
anímico ese rechazo primero, es en ultimo termino el agujero que establece lo
simbólico en lo real. Es la marca fundamental que se establece para poder dar
cabida al juicio atributivo sobre los objetos. Por su parte, el juicio de existencia es
el que le permite al sujeto buscar en el afuera aquello que hace las veces del
signo de percepción, como aquello que le recuerda de manera desfigurada la
satisfacción primitiva. Identidad de percepción del objeto eternamente perdido, que
por un juego de sustitución, condensación o desplazamiento, termina por
engendrar formas intercambiables de representación-objeto (Sache), es decir, que
posibilita la sustitución significante que se esperaría de la presentación-cosa (Das-
78
Maleval, Jean-Claude. La forclusión del nombre del Padre. Ed. Paidós. Buenos Aires. 2002. Pág. 44 79
Ibíd. Pág. 45-46
91
ding) por una representación-objeto (Sache) que le sea idónea, en fin, seguir los
caminos de los objetos de la libido o del deseo si se quiere.
Es este proceso de sustitución significante el que falla para las psicosis, proceso
que está ya enunciado en Freud: la imposibilidad para el psicótico de dialectizar y
de sintetizar en representaciones-objeto a una presentación-cosa con una
representación-palabra. Es el juego significante que plantea Lacan en la relación
que se establece entre S1 y S2, relación en la que el sujeto encontrará algo de
sentido como apertura para el sujeto del mundo de los objetos del deseo, y que
falta en las psicosis.
Las cosas entonces quedan de esta manera: la instauración de la bejahung
primordial, como inaugural y fundante de la estructura significante, se hace por
medio de una acuñación de la presentación-cosa, en dialéctica con la
representación-palabra, vía su anudamiento en una representación-objeto.
Proceso que es nombrado como represión primaria en Freud, negación de la
presentación-cosa, que, gracias al juicio de atribución y de existencia que genera,
da cabida a la emergencia del objeto como sustituto de la cosa. Esta afirmación,
entonces, implica una pérdida, pérdida que hace que el sujeto vire, por su
establecimiento, hacia la realidad, ordenamiento que le permite al infante prestar
atención a los objetos exteriores, y ya no más a las formas alucinadas de la
satisfacción. Pero también, y con posterioridad, darle paso a la fase especular y lo
que ella instaura en la estructura, en el nivel de lo que se establecerá en la
relación al Otro.
Hay que hacer una aclaración de paso: la forclusión tiene relación con la
castración en la medida en que el significante del Nombre-del-Padre funda la
castración. El Nombre-del-Padre es aquello que representa y nombra a la
castración, es decir, aquello que hace operar a la castración misma y, por tanto,
permite el ordenamiento que es propia del proceso secundario de pensamiento,
92
del principio y la prueba de realidad, y por lo cual, el yo, puede ejercer sus
funciones en el campo de lo simbólico.
Ahora bien, citemos a Lacan en el Seminario cinco: Las formaciones del
inconsciente, en el momento en el que se refiere a estas ideas y su relación con
las psicosis:
“La falta de algo que funda la significación y que es el significante de algo que se plantea
como dando autoridad a la ley (... )“80
Y más adelante dirá:
“Nosotros aquí llamamos ley a lo que se articula propiamente a nivel del significante, a
saber, el texto de la ley. No es lo mismo decir que ha de haber ahí una persona para
sostener la autenticidad de la palabra, que decir que algo autoriza el texto de la ley, le
basta con estar, por su parte, en el mismo nivel del significante. Es lo que yo llamo el
Nombre del Padre, es decir, el padre simbólico (...)”81
Vemos pues, que es la misma ley que está en la interdicción que plantea Freud en
el Complejo de Edipo con la castración, prohibición a la satisfacción alucinada de
la pulsión, que no es otra cosa que la interdicción hecha al viviente de la entrega
del sujeto al Deseo de la Madre; y que en Lacan se comprende como interdicción
de Das-Ding, como una toma de distancia del goce Otro de la mujer en la madre.
Vemos entonces que lo queda forcluido no es un significante cualquiera, es el
significante de la interdicción de Das-ding o de la presentación-cosas (bejahung).
Es el mecanismo que Freud aísla como lo que permite para la estructura poner en
función la dialéctica de síntesis del yo, y no al contario. En tanto debe ejercerse
como operación del juicio sobre: las percepciones, las presentaciones y las
representaciones, como una mediación en la relación del sujeto con lo interior y lo
80
LACAN, Jacques. El seminario: seminario 5. Ed. Paidós. Buenos Aires. 1999. Pág. 150 81
Ibíd. Pág. 150
93
exterior.
Ahora bien, la relación que guarda todo esto con las psicosis es que, por medio de
la forclusión del significante del Nombre-del-Padre, se deja incólume la interdicción
sobre la bejahung, y sobre lo que representa a la madre (Das-ding), y por tanto,
libremente móvil a la energía pulsional. Es lo que se ve reflejado en el retorno de
lo forcluido, en las imposiciones extrañas de las alucinaciones, que la síntesis del
yo no puede dialectizar, y que dan cabida a la negativización, al rechazo
sistemático de la realidad y a la deslocalización del goce.
Tenemos entonces la forma como se da la forclusión del significante del Nombre-
del-Padre para las psicosis y las consecuencias que ello acarrea: deja al sujeto a
merced de lo real sin mediación significante, sin discurso, sin simbólico, sin la
posibilidad de operar con la función dialéctica de síntesis del yo que el significante
del Nombre-del-Padre articula para la estructura; y sin la posibilidad para el sujeto
de operar con aquello que le permitiría tramitar eso que, viniendo de lo interior, se
impone desde lo exterior como alucinación y como rechazo de lo simbólico, que
retorna en lo real desabonado del inconsciente.
Tenemos hasta aquí algunos de los elementos que comprende la primera clínica
lacaniana de las psicosis, clínicas que se inscribe en torno a las reflexiones que
Lacan mismo hiciera sobre la lingüística de la mano de Jacobson, y de las teorías
proyectivas en geometría en la fase del espejo; aquellas ideas que se desarrollan
hasta el seminario XX. Habrá que esperar el avance del algebra en los grafos y en
los Matemas, y la introducción de las teorías de los nudos borromeos, para que se
exponga la segunda clínica de las psicosis, aquella que se vincula directamente
con el concepto de sinthome, y que se tratará en el próximo apartado.82
82
MILNER, Jean-Claude. La obra clara. Ed. Manantial. Argentina. 1995. Pág. 123-166.
94
2.2.2. LA CONSTRUCCIÓN DE UN SÍNTHOME FRENTE A LA FORCLUSIÓN
DEL SIGNIFICANTE DEL NOMBRE-DEL-PADRE.
Lo que se desarrollará en el siguiente apartado se refiere a las últimas
elaboraciones que Jacques Lacan hiciera sobre las psicosis a partir de 1970, en
torno a los conceptos de Cadena borromea o Nudo borromeo y Sínthome,
inscritos en la propuesta teórica de su segunda clínica. Comencemos este
recorrido resumiendo de manera breve lo que concebimos en el capítulo anterior,
en relación a lo que la función del significante del Nombre-del-Padre estructura, y
lo que implica para el sujeto psicótico que dicho significante quede forcluido.
Concebimos a la forclusión del significante del Nombre-del-Padre, como la falla de
la metáfora paterna, como la falta de aquel significante que sustituye al significante
del Deseo de la madre, en tanto en cuanto sustitución que se encuentra en la
cadena y que se recoge en la relación S1 – S2. Su rechazo o forclusión, dará como
resultado la imposibilidad de instaurar, para el sujeto, todo aquello que dicha
metáfora paterna termina por construir, que no es otra cosa que los destinos que
el paso por el Complejo de Edipo tiene para un sujeto, es decir, abrir la vía del
deseo, localizar el goce para regularlo y encadenar los significantes para crear la
realidad.
Ahora bien, y teniendo en cuenta todo lo antes expuesto, podemos decir que si
existe una función del significante del Nombre-del-Padre, esto tiene como
consecuencia, por un lado, la deslocalización del goce (lo real), y por el otro, el
desencadenamiento del significante (lo imaginario y lo simbólico). Se concluye
que, en última instancia, dicho significante tiene el cometido de dar un sentido a
las cosas, y por tanto, atribuir un nombre a las mismas, es decir, crear la realidad.
95
Incluso, y más importante aun, n´hombrar* al sujeto. Es lo que expone Lacan en el
seminario R,S,I; como la propiedad que tiene este significante para establecer el
mundo simbólico, es decir, para producir efectos de sentido, para anudar los S1
con S2, y con ello, localizar y regular el goce del viviente en dicha articulación
significante.83
Por tanto, la relación que tiene la función del Nombre-del-Padre con la articulación
simbólica es evidente, y por ello justificamos la relación que guarda con la
concepción de síntoma que se encuentra en Freud; si entendemos que para éste,
el síntoma, es el fruto de una condensación o un desplazamiento significante, y
por tanto, aquello que debe ser des-cifrado y construido por medio de la
interpretación a la que debe ser sometido el material de análisis de sus casos.
El síntoma, para Freud, tiene la forma de una cadena significante, que como todas
las formaciones del inconsciente, representa la relación que guardan un S1 con un
S2, sentido encubierto, relación que es desconocida para el sujeto; puesto que
dicha articulación significante en el síntoma no es más que el trámite que logra
hacer el sujeto con respecto a su satisfacción pulsional, es decir, una articulación
significante con respecto al deseo y al goce.
Pasemos ahora al concepto de Sínthome. Lacan construirá en los años 70’s una
nueva denominación, un nuevo concepto: el Sínthome, que unido a los desarrollos
sobre los Nudos Borromeos configura, tal vez, lo más importante de su última
enseñanza. Esta nueva concepción del síntoma es importante, ya que aporta
contenido al sentido que le da Freud a los síntomas mismos. Lacan, al establecer
una nueva concepción que articula una salida analítica para las psicosis, extiende
sus contribuciones a nuevos terrenos de la clínica, contando ahora con la relación
* Este juego de palabras hace referencia a una doble utilización del término: n´hombrar da cuenta, por una parte del nombrar algo, un objeto, por el otro nomina un hombre. Juego utilizado por el mismo Lacan en el seminario R,S,I. 83
LACAN, Jacques. Seminario XXII: R.S.I. Traducción argentina no autorizada por el autor.
96
estructural con la dimensión de lo real y lo que ello implica.
Así pues, el concepto de sínthome no se aleja completamente de la definición
freudiana de síntoma, ya que se mantiene la idea de la relación que guarda con la
función del lenguaje o articulación significante, y sobre todo, con el significante del
Nombre-del-Padre en la regulación del goce. Mucho más incluso, al concebirse
que sea este el significante que termina por encadenar, para el sujeto, el registro
de lo imaginario, de lo simbólico y de lo real en la realidad psíquica. Así mismo, el
concepto de sínthome aclara una parte de elementos sustanciales de la clínica
con las psicosis, ya que será este cuarto elemento, o anillo que se anexa a los
otros tres del nudo de la cadena borromea, el que anudará al fin y al cabo, el
desencadenamiento que caracteriza a las psicosis, enfrentar sin medios
significantes es goce Otro, y por tal motivo, funcionar como una suturar o como
una suplencia estabilizadora, frente a la forclusión del significante del Nombre-del-
Padre.
En este mismo sentido lo importante de este concepto para nuestra investigación,
es el hecho de que dicho término nace del análisis y la interpretación que Lacan
hiciera de una parte de la obra del escritor irlandés James Joyce. Es sobre dicho
análisis que se establecerá la hipótesis de su locura, la cual, según lo
argumentado por Lacan, se reflejará en su escritura. E incluso, demostrará cómo
dicha obra hecha letra se constituye para el autor en un sinthome frente a la
forclusión de la función del significante del Nombre-del-Padre. Es esto lo que se
expondrá y se argumentará a continuación, para poder establecer la relación que
existe entre el Sínthome y la Cadena o Nudo borromeo.
Empecemos por articular a esta nueva concepción de Lacan la función que
cumple ahora el significante del Nombre-del-Padre en la estructura.
Comprendemos su importancia en tanto dicho significante, y la metáfora que
convoca, es lo que en último término le da consistencia al Nudo borromeo. Es
97
pues este el significante que permite el anudamiento de los tres registros. Si lo
permite, es por la sencilla razón de que, regulando el goce, logra con ello que el
sujeto lo localice, articulándolo y tramitándolo por las vías que la cadena
significante permite; es decir, articular en la cadena las tres formas del goce: el
goce Otro, el goce sentido y el goce fálico. Estado ideal del sujeto que plantea
Freud como salida del Edipo por la identificación al Padre. Pero también es esto lo
que nos permite entender la función que tiene el síntoma neurótico en Freud y en
Lacan, mostrar la Spaltung del sujeto, su división allí donde algo de la sexualidad
no ha sido tramitado completamente, reprimido. Y lo que a la luz de la lógica del
significante del Nombre-del-Padre, da como resultado la explicación de las
formaciones del inconsciente, por medio de la utilización de la condensación y el
desplazamiento, la metáfora y la metonimia.
Ahora bien, es relacionando la forclusión del significante del Nombre-del-Padre
con los fenómenos del lenguaje y la utilización de la holofrase que se presentan en
las psicosis, como Lacan va construyendo progresivamente una nueva concepción
de la clínica de las psicosis, de los casos excepcionales de la locura.84
Por su parte, el segundo elemento necesario aquí, se refiere al lugar que ocupa y
a la función que tiene el Sínthome. Lacan, al tener en cuenta el registro de lo real
va más allá de la propuesta freudiana misma, propuesta que sólo tiene en cuenta
las implicaciones que el síntoma presenta en el nivel del vínculo entre lo
imaginario y lo simbólico. La innovación del Dr. Lacan estriba en el establecimiento
de una relación correlativa entre la función que tiene el Nombre-del-Padre para la
estructura y la función que tiene el sínthome. Si el significante del Nombre-del-
Padre es el que posibilita el anudamiento de los tres registros en un primer
momento de la teoría, sobre todo para las neurosis; será a partir de 1975, el
Sínthome el que tendrá ese cometido en la clínica de las psicosis. Lo anterior, no
84
ELDESTEIN, Alfredo. Las estructuras clínicas a partir de Lacan, Vol. I. Ed. Letra Viva. Buenos Aires. 2008. Pág.113-184.
98
implica que el significante del Nombre-del-Padre pase a un segundo plano, ahora
las cosas incluirán la posición del sujeto frente al goce que le prodigan los
significantes en el inconsciente, es decir, al goce que proviene de la letra misma,
del enjambre de S1, del tesoro de los significantes; en otras palabras, de la
relación del sujeto a la estructura de su inconsciente.
Por otra parte, el S1 es definido por Lacan como el cúmulo de esas formas
primeras en las que se presenta el significante mismo, Rasgo Unario, que no es
más que la presentación, la letra en su estado más puro; que, por vías de la
operación significante que implica el Nombre-del-Padre, son puestas en relación
con los S2 que introducen sentido, y con ello se permite para el sujeto la
metaforización, y por tanto, las formaciones del inconsciente y la mas o menos
articulación en el síntoma del goce fálico, el goce sentido y el goce Otro.85
Con respecto a las psicosis, puede decirse que el psicótico es aquel que está a
merced de ese enjambre de S1, desabonado del inconsciente, ya que si la
operación metafórica del significante del Nombre-del-Padre falla, se impedirá con
ello la conexión dialéctica de esos S1 con esos S2 que forman la cadena, el
sentido, y por tanto, lo simbólico y la realidad. Esta dialéctica entre significantes
tiene la propiedad de localizar el goce del viviente, es decir, localizar la
satisfacción pulsional en los artificios mismos de la presentación-representación.
En las psicosis en cambio, la consecuencia de la forclusión en la falla de la función
dialéctica de síntesis del yo, es lo que el mismo Freud describirá como el
inconsciente a cielo abierto. Leamos la apreciación freudiana sobre este hecho:
”La investidura de las representaciones-palabra no es parte del acto de la represión, sino
que constituye el primero de los intentos de restablecimiento o de curación que tan
85
LACAN, Jacques. Seminario V: Las Formaciones del Inconsciente. Ed Paidós. Buenos Aires. 1999. Pág. 150.
99
llamativamente presiden el cuadro clínico de la esquizofrenia”86.
En esta lógica la función significante del Nombre-del-Padre y el sínthome tienen la
misma propiedad. Sin embargo, la función del sínthome expuesta por Lacan en
1975 tiene un segundo sentido que se suma al que tiene el síntoma en Freud. El
sínthome tiene la propiedad de modular el goce desanudado y particular del
sujeto. Ya que demuestra además, en su singularidad, la posición que el sujeto ha
asumido frente al desligue del anillo de lo imaginario con sus consecuencias
psíquicas; pero también, la manera en que ha articulado una sutura a ese
desencadenamiento del significante.
Veamos entonces el nudo que propone y presenta Lacan en el seminario XXIII, en
las págs. 141 a 153, y que nos permite entender mejor lo que se ha venido
exponiendo:
Entonces, podemos decir que el sínthome coordina el significante con el goce y
articula S1 con S2, además, describe y muestra la manera como el sujeto, vía el
uso del significante en cualquiera de sus modalidades, es que se enfrenta a los S1
que representan su goce. Por ello, se considera que frente a la forclusión del
86
FREUD, Sigmund. Obras Completas. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1975. Pág. 200
100
significante del Nombre-del-Padre, el sínthome, termina por encadenar lo
imaginario, articular lo simbólico y pacificar lo real; anudamiento de la cadena
borromea que tiene como consecuencia la formación de una realidad, incluso, de
un nuevo discurso o un nuevo simbólico; una pére-versión del Padre.
Ahora bien, lo que Lacan analiza e interpreta en la obra de James Joyce tiene otra
propiedad, que es la particular forma como se construye un sinthome para hacer
frente a la falla que implica la forclusión del significante del Nombre-del-Padre. De
allí en adelante, será importante entender la forclusión de este significante en las
psicosis, pero mas, analizar la manera en que cada sujeto logra, sea por la vía del
delirio, la escritura como en Joyce, el arte, la filosofía, la ciencia, etc., hacerse una
suplencia frente a la falla que la forclusión de este significante acarrea para el
sujeto.
La propuesta de Lacan para las psicosis en esta época, es, dicho a grosso modo,
la siguiente: el desanudamiento del registro de lo imaginario tiene como
consecuencia para el sujeto que se pierda toda referencia simbólica, es decir, toda
coyuntura que dé cuenta del sentido de las cosas, y por tanto, se justifique que lo
forcluido retorne en lo real; he ahí lo que explica los fenómenos alucinatorios, los
fenómenos de cuerpo fragmentado, el lenguaje de órgano y la desconstrucción del
lenguaje que son propios de las psicosis.
Se ve entonces dónde debe establecerse la sutura del sinthome en las psicosis:
debe articularse algo que permita el encadenamiento de lo imaginario con los
otros dos registros, que es aquello que Lacan le atribuirá, en el caso de Joyce a su
escritura. De manera más específica, a la articulación que el artista logra de un
Mega-ego en su obra.87 Mega-ego que no es más que el resultado de la suplencia
operada por vías de la escritura en su obra; cosa que, a su vez, es lo que le da el
matiz de ser una forma de gozar de la letra en sí misma, de los S1, y que el autor
87
LACAN, Jacques. Seminario XXIII: El Sinthome. Ed. Paidós. Buenos Aires. 2008. Págs. 113-153.
101
fija en su obra como goce puro de la escritura. Por todo esto es que se justifica la
dificultad que comporta la lectura de dicho escritor, ya que lo que se presenta en la
obra joyceana es un goce de la letra de la manera más directa, es decir, de un
goce que se localiza, en este caso, en la utilización de los S1, de tal manera que
hacen de su obra algo ilegible en términos de sentido.
Todo esto explica, además, la dificultad de su abordaje, ya que deja en suspenso
todo sentido posible, si tenemos en cuenta la falla o la falta del anudamiento de los
S1 con los S2.88 Por todo esto es que se entiende la obra joyceana como fuera-de-
sentido, y lo que justifica que Lacan diga de Joyce que este desabonado del
inconsciente, característica que debemos subrayar, ya que esto permite afirmar
que Joyce está en el lenguaje pero por fuera del discurso.
El sínthome es, entonces, aquello que permite en las psicosis hacer de los tres
registros una cadena; es incluso lo que Lacan determina, en el caso de Joyce,
como lo que hace la obra escrita del autor frente a la falla de la función dialéctica
de síntesis del yo como fruto de la forclusión del significante del Nombre-del-
Padre. El autor, Padre de su Obra. Este cuarto anillo de la cadena borromea en
Joyce, puesto en el lugar en el que se encuentra en el nudo, da cuenta de la
sutura que en este caso cumple para el artista su obra escrita, y lo que ella implicó
para él, en tanto construcción de un Mega-ego, construcción de un cuerpo de
significantes, construcción de un cuerpo a fin de cuentas que articula una realidad.
Articulación misma en las obras, que da cuenta de lo que se separó de la cadena
borromea, que, al mostrar la falla del yo, nos muestra los resultados del
desanudamiento del registro de lo imaginario.89
Por todo esto es que se dice que la escritura joyceana está determinada por la
forma singular en la que el escritor se nutrió de la letra, de los S1; por el modo
88
SOLER, Colette. La aventura literaria o la psicosis inspirada. Ed. No-Todo. Medellín. 2003. Pág. 7-14. 89
Ibíd.
102
particular en que se sirvió de ese enjambre para hacerle frente a aquello que esta
por fuera de la cadena y que presenta el goce más particular del sujeto mismo, S1
desencadenados que dejan al sujeto a merced del sin-sentido del lenguaje. El
caso de Joyce es paradigmático, ya que logra con su escritura hacer frente a ese
inconsciente a cielo abierto, y con su sínthome, ir más allá de la posición
esquizofrénica de tratar a las palabras como cosas y de dejarse gozar por el
inconsciente en el delirio. Llegando con todo ese trabajo de elaboración escrita, a
no permitir que se desencadenara su psicosis, a una estabilización de su locura,
logrando hacer algo con el goce Otro y con el goce sentido que se han
desprendido, evitando con todo ello sus estragos psíquicos.
103
3. LA CONSTRUCCIÓN DEL SINTHOME Y LA ESTABILIZACIÓN DE LUDWIG
WITTGENSTEIN
3.1. EL DESPLIEGUE DELIRANTE.
Lo primero por lo que habrá que comenzar el análisis del caso de Ludwig
Wittgenstein, es señalando algunos de los puntos más importantes contenidos en
una propuesta teórica de comprensión de las psicosis, hecha por el psicoanalista
Jean-Claude Maleval; propuesta que gira en torno a su consideración sobre la
Escala de los Delirios, supuestos teóricos y clínicos que se encuentra contenidos
en su libro: La lógica de los delirios. Texto donde el autor demuestra una manera
para abordar y entender la construcción progresiva que toman algunas formas
delirantes que se muestran excepcionales, no solo porque han sido desplegadas
por personajes reconocidos, sino también, por formas delirantes menos elaborada,
más comunes y ordinarias. Aportando con todo ello una visión distinta para la
clínica de las psicosis, y en la misma vía abierta por Jacques Lacan en los años
70’s. Formas delirantes que por su estructura, terminan por parafrenizar al sujeto
y, con ello, estabilizar su psicosis.
Esta manera de pensar el delirio, en términos de escalonamiento delirante, es una
de las idea rectoras que servirá para abordar los supuestos que son extraídos,
según el autor, de los estudios por él realizados en torno a la clasificación clínica
de las psicosis en la psiquiatría. Y más importante aun, dicha idea se encuentra
influenciada por la comprensión de las psicosis elaborada por Lacan desde 1952
en: De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis, hasta el
Seminario XXIII: El Sínthome, de 1975. Todo esto lleva a Maleval a plantear una
forma para pensar y abordar los despliegues delirantes, que por sus
104
características se muestra particularmente atractivo para estudiar ciertas formas
de estabilización de las psicosis, que por no darse en la mayoría de los casos,
demuestra por ello su pertinencia para la presente investigación.
Cuando hablamos de estabilización y de sinthome nos referimos de manera
directa a las últimas elaboraciones teóricas llevada a cabo por Lacan en relación
con los nudos borromeos y el concepto de sínthome. Por lo tanto, el hecho de que
los siguientes presupuestos teóricos se inicien en los lineamientos planteados en
texto De una cuestión preliminar…, demuestra la irreducible relación que existe
entre los conceptos en toda la obra de Lacan, y de lo valioso que de ella se puede
extraer en cualquiera de sus momentos. Es pues, de estas propuestas, de donde
se desprenden una parte de las apreciaciones de esta investigación. Todo ello en
relación con la pregunta por: cómo se construye un sínthome en las psicosis;
construcción singular que se pretende demostrar con posterioridad en el caso de
Ludwig Wittgenstein.
Ahora bien, a grandes rasgos ésta propuesta es la siguiente: existirían
despliegues delirantes que llegan a articularse como un sínthome, construcción en
todas sus letras de una estabilización para el psicótico, o construcción de una
metáfora delirante; y que Maleval aísla y demuestra en otros casos distintos al de
Joyce; despliegue escalonado del delirio que termina por construir
progresivamente el sínthome para la estructura psicótica, y con ello, estabilizar al
sujeto. Esta propuesta es presentada por el autor de una manera esquemática y
lógica, ya que describe y divide estos despliegues delirantes en momentos lógicos
nombrados como: P0, P1, P2 y P3; y porque además toma como referencia, para
estos análisis, las indicaciones del esquema I que Lacan utiliza en el texto De una
cuestión preliminar…. Es pues esta propuesta de entendimiento del delirio como
escalonado lo que se expone a continuación.
105
3.1.1 La escala de los delirios.
3.1.1.1. P0: Deslocalización del goce y desencadenamiento del significante.
El psicótico, en esta primera etapa del despliegue delirante, comprueba que el
orden del mundo está perturbado, como aquello que se le presenta en la forma de
las primeras alucinaciones, los llamados por Lacan momentos fecundos o
fenómenos elementales; las epifanías, como Joyce mismo las nombrará. Lo que
esto acarrea para el sujeto puede comprobarse sobre todo en las consecuencias
que tiene en el campo de lo simbólico, ya que, como se ha señalado antes, en
dicho campo es que se establece la falla central que determina a las psicosis.
Enfrentamiento directo con el vacio de significante, contradictoriamente, por un
exceso de S1; que termina por generar en el sujeto la emergencia de la angustia o
la perplejidad enigmática que cubren esta primera etapa del delirio, emergencia
incipiente de la psicosis en despliegue. Es esto lo que Freud intenta comprender
como la ruptura fundamental entre el yo y la realidad; y es lo que Lacan llama en
1955: la entrada en juego del enigma del Otro absoluto. Maleval plantea
refiriéndose a este primer estado delirante lo siguiente:
“Entre las funciones principales, el Nombre del Padre posee la de asegurar la consistencia
del discurso del sujeto; y de pacificar las interrogaciones y las causas. Las cuales no
pueden encontrar respuestas adecuadas en el campo del lenguaje”90
Ahora bien, lo que sucede en este primer momento, puede entenderse en tanto
aparece la emergencia de la carencia del significante paterno, es decir, se hace
evidente, para el sujeto, la forclusión del significante del Nombre-del-Padre, lo que
acarrea, la imposibilidad para recurrir a la función dialéctica de síntesis del yo.
Todo esto es lo que se revela en sus mayores consecuencias, y como aquello que
90
MALEVAL, Jean-Claude. La lógica del delirio. Ediciones del Serbal. España. 1998. Pág. 173.
106
caracteriza a este primer periodo: el desencadenamiento del significante y la
deslocalización del goce. Leámoslo:
“Cuando la forclusión del Nombre del Padre se actualiza, se revela la falta de un límite
estructural, de manera que el significante se desencadena, lo imaginario se disloca y el
goce se deslocaliza”91.
La imposibilidad para maniobrar y modular lo real por medio de lo simbólico, y el
desencadenamiento de lo imaginario, no son más que el fruto de la forclusión del
significante del Nombre-del-Padre. Po ó P sub-cero, da cuenta de dicha forclusión,
aquella que Lacan inscribirá en el principio de la psicosis en el Esquema de la
Realidad propuesta en: De una cuestión preliminar…. P, es el significante del
Nombre-del-Padre en tanto su función nominativa. Por su parte, el cero da cuenta
de su inexistencia, de su falla, del vacío original y fundamental que deja la falta de
su nombre. Vacío que termina, una vez desencadenado, por deslocalizar el goce
en el cuerpo, desligando el goce Otro y el goce sentido, el goce fálico se pierde en
las penumbras; desencadenamiento del anillo de lo imaginario, que muestra
definitivamente al significante en su estado puro, S1 desligado de un S2: falta de
sentido e inconsistencia de la realidad, que se concretaran luego en los
fenómenos alucinatorios. Leamos esto en el texto de Maleval cómo se presenta:
”He aquí algunos de los problemas cruciales que acapara fácilmente el
pensamiento de los psicóticos:
- ¿Cuál es el fundamento de la lengua materna? ¿O el del propio
lenguaje? ¿Cuál es la lengua original?
- ¿Cuál es la verdadera organización del universo? ¿Cuál es la
naturaleza de los seres? ¿[…] la solución al problema de la creación?
- ¿Cuáles son los principios que deben permitir reformar la sociedad?
92“
91
Ibíd. Pág. 155 92
Ibíd. Pág. 142
107
Como se ve, al interrogar el estatuto mismo de un Otro absoluto, se convierten en
preguntas que dan cuenta y abren las puertas, a la desarticulación borromea que
acarrea para el psicótico la forclusión del significante del Nombre-del-Padre. Lo
que no quiere decir que todo aquel que se dedique a dilucidar o despejar dichos
problemas debe ser tenido como un psicótico; baste mencionar la relación que
encuentra Freud entre el pensar esquizofrénico y los alcances a los que puede
llegar la disertación científica y filosófica, en su texto sobre Lo inconsciente.
Estas preguntas y problemas parecen hacer fracasar a la razón misma, cosa que
demuestra la falla de la función dialéctica de síntesis del yo; pero determinan, en
casos excepcionales, una salida muchas veces novedosa, la construcción de un
sinthome, como una otra forma de la razón y del juicio, de utilizar la razón y el
juicio. Falla a la cual la suplencia delirante hará frente tratando de resolver estos
enigmas que poseen el atributo de dificultad mayor. Y por lo tanto, terminan por
demostrar que son los psicóticos los que se muestran como el paradigma que
confirma la falta en el Otro (A).
3.1.1.2. P1: Significantización del goce deslocalizado.
En este segundo momento el sujeto pasa a una posición paranoide, en donde se
moviliza un enorme aparato significante, que tiene como objetivo remediar la falla
que la forclusión introduce en la estructura, como un primer intento por parte del
sujeto de suplir la falla que se presenta por la imposibilidad dialéctica o falla
simbólica inicial. Es lo que descubre Freud al determinar que el delirio es un
primer intento de forma de curación puesta en juego por el sujeto. Leámoslo en
Maleval:
“El enigma que se encuentra en el origen del delirio (…) se caracteriza por una enorme
108
movilización del significante ya que se esfuerza en resolverlo”93.
Este primer despliegue del delirio, que designa el proceso de sustitución que se
opera en el campo del lenguaje, por vía de la utilización del significante, conlleva
que los significantes mismos del delirio tomen lugar allí donde antes no había más
que un agujero en lo simbólico. Es lo que se refleja en todos los fenómenos
imaginarios y en sus diversas formas, en los neologismos, en las holofrases, en
las alucinaciones auditivas, en el lenguaje de órgano, etc. Leámoslo:
“Aunque el sujeto ya dispone de un material significante suficiente como para elaborar
una construcción delirante, todavía no es apto para identificar su goce en el campo del
Otro, de manera que sus interpretaciones no encuentran la manera de organizarse a partir
de un centro”94.
Es en este periodo cuando emerge una especie de llamado, por parte del sujeto, a
un principio paterno cuyas encarnaciones se revelan muy variables. Periodo
donde las figuras del poder, de la Ley y de la divinidad, como absolutas, son
eminentemente privilegiadas en el despliegue delirante, todo ello con el fin de
localizar ese goce que aun se muestra desenfrenado. Búsqueda de un centro
sobre el cual hacer gravitar la incipiente suplencia delirante que se encuentra en
pleno despliegue. Ese llamado a un padre simbólico regulador del goce, no es otra
cosa que el sondeo de un centro que apacigüe la emergencia del goce en sus
múltiples resonancias, es decir, aquel goce que puede verse aun reflejado en las
distintas formas de satisfacción pulsional punitiva a la que se entrega el psicótico:
persecución del paranoico, dolores de órgano infligidos por un otro aun
evanescente, masoquismo moral aplastante del melancólico.
Frente a todo esto nuevo incomprensible o frente al dolor inexplicable que emerge,
el psicótico, en este preciso momento sabe recurrir a invenciones revolucionarias, 93
Ibíd. Pág. 171. 94
Ibíd. Pág. 175.
109
a una fórmula matemática que todo lo comprende, a recursos estilísticos
revolucionarios, etc.; e incluso, a hallazgos intuitivos a la manera de llamados
espirituales de renovación de la realidad que se desmorona. Maleval dirá con
respecto a esto:
“El engranaje de la dinámica del delirio parece implicar la aceptación de enfrentar a la
fuente de la angustia: la ausencia de referente al campo del Otro, ese «absurdo»
estructural en relación al cual el sujeto no tiene otra posibilidad que recubrirlo con su
delirio”95.
Es un momento que se caracteriza, sobre todo, por el hecho de que el sujeto
dispone ya de un material significante suficientemente sólido, pero que sin
embargo, no es suficiente para la elaboración delirante definitiva o la construcción
de un verdadero sinthome. Lo que aun no lo hace apto para identificar su goce en
el campo del Otro, paso esencial para poder articular el siguiente escalón en el
despliegue delirante: identificar el goce en el Otro para poder darle una cierta
localización y consistencia. Por lo que las distintas interpretaciones a las que se
aboca el sujeto durante este momento, no encuentran una manera
suficientemente lógica de articular un delirio terminado, apaciguador y
estabilizador; que cumpla las veces del sinthome estabilizador esperado, a partir
de un centro coherente que identifique el goce, y permita el encadenamiento
significante que convierta al delirio en consistente, y por tanto, en un sínthome
como tal.
3.1.1.3. P2: Identificación del goce en el Otro
En este periodo delirante, el delirio se organiza en un armazón rígido al tiempo
que el sujeto adquiere certezas inquebrantables, en cuyo nombre se empeña en
denunciar los falsos principios, pagando a veces hasta con su persona para hacer
95
Ibíd. Pág. 207
110
que se apliquen, localizando con ello ya el goce en algún punto o lugar donde el
otro o el Otro se encuentre. Es lo que Lacan ya empezaba a señalar en su tesis de
grado en psiquiatría sobre el caso Aimée96, y lo que Maleval señala con respecto a
la paranoia en las siguientes citas:
“Dicho goce no podría ser identificado sin ser significantizado. Identificarlo en el otro
[paranoico], implica estar en condiciones de situar en el campo del Otro un significante
que permita nombrar el goce. A partir de entonces se instaura una certeza que determina
sin reservas la existencia del sujeto”97
Y continua más adelante:
“El goce deslocalizado se adhiere al significante, de manera que el psicótico se vuelve
capaz de identificar con certeza el goce ilegal que perturba el mundo”98.
Como se ve, este tercer paso en el despliegue delirante implica para el sujeto la
asunción de un lugar mesiánico megalómano. El sujeto ha sido llamado para
trasformar las cosas del mundo que se encuentran desorganizadas, y que se ven
reflejas, en el delirio, en la localización y la identificación que el goce ha logrado en
el campo del Otro. El objetivo del psicótico en este periodo está marcado por la
reparación a la que ha sido convocado y a la que hará frente, de ahora en
adelante, de manera sistemática e incansablemente. Para esto, el psicótico
recurrirá a armaduras significantes que buscan darle consistencia a aquello que es
inconsistente; momento del despliegue del sinthome que muestra toda su
sistematicidad y el recurso al significante mismo para lograrlo. Es pues, el
momento preciso del mayor despliegue significante que el sujeto pueda desarrollar
en esa búsqueda de consistencia y de reparación que se ejercerá sobre el mundo;
y a la que ha sido conminado o llamado por fuerzas ahora ya identificadas. Por lo 96
LACAN, Jacques. De la psicosis paranoica y su relación con la personalidad. Ed. Siglo XXI. México. 1976. 97
MALEVAL, Jean-Claude. La lógica del delirio. Ediciones del Serbal. España. 1998. Pág. 209 98
Ibíd. Pág. 210.
111
tanto, demuestran ser las primeras formas como se presentará la megalomanía,
pero también explica, las persecuciones por seres extraños, los complots urdidos
contra el sujeto, las ideas de envenenamiento, etc.
Esta reparación proviene de la asunción y el enfrentamiento, por parte del sujeto,
de la angustia anteriormente sentida, y frente a la cual no se mostrará ahora
impedido; antes bien, en su enfrentamiento con el goce deslocalizado, el sujeto
mostrará el recurso al significante que le permitirá terminar de identificar dicho
goce. Leámoslo nuevamente lo que nos dice el texto de Maleval:
“Con el objeto de identificar el goce en el Otro, muchos psicóticos creen encontrar en el
trabajo del lenguaje matemático una vía real conducente a una completa comprensión de
lo esencial”99.
Cuando se habla de lenguaje matemático, no se quiere subrayar su especificidad
ni su exclusividad, para lograr por su camino la creación de un sinthome. Por lo
tanto, en este mismo orden podemos enmarcar desde los delirios místicos más
incipientes hasta las invenciones estilísticas más extravagantes; en fin, las
articulaciones más originales que un sujeto pueda crearse para hacerle frente, ya
no a la angustia, que ya ha sido medianamente apaciguada por este mismo
trabajo; sino también, al trabajo incansable de elaboración y a la búsqueda
incesante a las que se entregan estos sujetos, -en este momento del despliegue
delirante-; para encontrar la suficiente coherencia significante, lo que se
desarrollará sobre un sistema que cada vez más, se muestra como una estructura
de certezas, pero también, hermético y absoluto.
99
Ibíd. Pág. 215.
112
3.1.1.4. P3: Localización del goce y anudamiento significante.
Es esta la última escala en la construcción de un sínthome o de una metáfora
delirante hasta llegar a su forma acabada. Repliegue que se sutura sobre sí, anillo
que anuda los otros tres registros, en el lugar donde el desanudamiento se ha
presentado. En general, para el sujeto, se impone un sentimiento de comunión con
el goce Otro ahora modulado, de manera que la megalomanía conoce allí sus
mayores éxitos. Lo que el parafrénico y el psicótico no desencadenado ganan en
sosiego y estabilización en este periodo, lo pierden en credibilidad ante sus
interlocutores. Las fantasmagorías del parafrénico han perdido el poder de
convicción ante los otros, cosa que en ocasiones, sino en la gran mayoría, es
completamente indiferente para el psicótico durante este último periodo, y lo que le
confirma su verdad, la inconsistencia del Otro.
El final de la construcción del sínthome, mostrará todas las características de una
estabilización para el sujeto, fruto del logro del anudamiento de los tres registros
gracias a este cuarto elemento, en tanto en cuento, se permiten articular una
realidad que se muestra, ahora, coherente y sin ambages. El goce en sus tres
dimensiones, ahora modulado, permite que el sujeto llene su mundo de certezas,
sobre las cuales continuará su rumiación de pensamiento de manera más
sosegada, tal vez, menos maniaca, especie de relación mística con el Otro en una
plena comunión. Articulación completa por fin de un Ego, que le permitirá al
psicótico vivir el resto de sus días disfrutando de la realidad que ha construido, a
partir de las certezas significantes encontradas en sus elaboraciones de
pensamiento.
Una construcción del sínthome, que se asemeje en forma al devenir de una
parafrenia, o viceversa, son las vías posibles que Maleval plantea para las
psicosis, en los casos por el analizados en el libro La lógica de los delirios, que
venimos discutiendo. Serán distintas formas de estabilización lograda que no se
113
alejan de la teoría del sínthome de los años 70’s en Lacan. Vale subrayar de paso,
que la parafrenización, como es el caso del Presidente Schreber, en esta
concepción que proponemos, no es más que una de las formas que puede
adoptar el sinthome. Lugar común que Maleval encuentra en la propuesta de
Freud y de Lacan, y por las formas posibles en que se puede articular y construir
un sinthome en el caso por caso, y por lo tanto, como podemos empezar a
entender una cura posible para las psicosis.
Es esta pues la propuesta de escalonamiento de los delirios que se utilizará para
determinar el desarrollo de la construcción del sinthome que operó Ludwig
Wittgenstein, por medio de las elaboraciones que su pensamiento filosófico
alcanza. Este análisis e interpretación se hacen con el objetivo de establecer los
criterios bajo los cuales se cumple, y hasta qué punto se logra dicha tarea por la
vía de su Filosofía Analítica del lenguaje; buscando con y en todo ello, cual fue la
forma o la manera particular como Wittgenstein logró la estabilización de su
psicosis, no permitiendo con ese trabajo elaborativo de su filosofía, el
desencadenamiento psicótico y previniendo de paso su suicidio, como lo veremos
más adelante, por la vía que toma su saber-hacer de lógico del lenguaje,
pensamiento filosófico incalculable que se edifico como un sinthome para hacerle
frente a su desanudamiento del discurso.
3.2. LA CONSTRUCCIÓN DEL SINTHOME Y LA ESTABILIZACIÓN DE LUDWIG
WITTGENSTEIN.
3.2.1. La ausencia de P0 en Ludwig Wittgenstein.
Sabemos que en la mayoría de casos de psicosis el momento preciso cuando se
114
originan y se dan los fenómenos elementales o momentos fecundos, es decir, las
primeras alucinaciones, es el instante preciso en que empieza a desencadenarse
la psicosis como tal. Dichos fenómenos son difíciles de rastrear en los casos en
que la psicosis no parece desencadenarse nunca. Lo que sí puede determinarse
con mayor prolijidad, y lo que parece enriquecer a la clínica de las psicosis, es
pensar en formas singulares de despliegue delirante; la articulación y la
construcción de un sinthome al que se dedican algunos de estos sujetos psicóticos
nunca desencadenados; ya que tal despliegue se convierte, como el mismo Freud
lo descubre, en una primera tentativa de curación, con lo que se logra en casos
excepcionales como el de Schreber, Joyce y Wittgenstein, una estabilización de la
psicosis y sus síntomas más graves. Esto es lo que en palabras de Lacan puede
denominarse como construcción de un sínthome, como aquello que logra
encadenar a los tres registros, además de localizar el goce y encadenar el
significante.
Por otro lado, es el fenómeno de intrusión delirante, el momento fecundo, como lo
llamará Lacan, el que será puesto en el inicio mismo del despliegue delirante que
se desarrolla frente a la asunción por parte del sujeto de las distintas formas como
se presenta la alucinación, cualquiera ella sea. Según esta propuesta, dicho
momento de perplejidad o estupefacción inicial del sujeto, o P0, que se encuentra
en el núcleo del desencadenamiento delirante como tal, no deja otra alternativa al
sujeto que hacer frente a aquello que lo conmina en su ser mas intimo, de manera
directa pero enigmática; y es esto mismo, la construcción incipiente de un sentido,
lo que hace el sujeto por medio de una construcción que dé sentido al momento
mismo de su aparición. Explicación o despliegue inicial de la metáfora delirante
que trata de darle lógica a eso que implica al sujeto de manera más directa en su
existencia; allí donde se deslocaliza el goce y se desencadena el significante.100
Es el ejemplo que nos da la implicación que contiene para Schreber la sentencia
100
MALEVAL, Jean-Claude. La lógica de los delirios. Ediciones del Serbal. España. 1998.
115
que se le impone a manera de pregunta sobre el goce Otro femenino: “que bueno
sería ser una mujer en el momento del coito”; pregunta y afirmación a la vez, que,
a posteriori, encuentra su explicación en todo un trabajo de elaboración delirante o
despliegue del delirio, que le permitirá dar consistencia y sentido a aquello
inicialmente incomprensible, convertirse inexorablemente en una La mujer de
Dios. Esto es en último término lo que condenaba a Schreber a ceder
completamente su cuerpo, transformado progresiva y dolorosamente en mujer,
para entregarlo al goce del Otro; momento de aceptación de su condición, que se
estabiliza en y por el delirio, y en donde se logra, por el despliegue delirante
sistemático que lo explica, localizar también el goce del sujeto, allí en el campo de
un otro; y con ello, encadenar el significante y pacificar su relación al Otro
absoluto; el dios schreberiano en este caso.
El delirio se articula, entonces, para dar sentido y razón a aquello con que se
enfrenta el sujeto, y que los fenómenos elementales conllevan: la deslocalización
del goce y el desencadenamiento del significante. Ya que, todo ello, puede ser
inscrito por el mismo sujeto en la elaboración delirante, pues dicha elaboración es
lo que le permite modular este momento inicial enigmático y de estupefacción, por
vía de la metaforarización de la vida y de la realidad. A fin de cuentas, volver
lógico y darle algo de sentido a este primer periodo de los fenómenos elementales.
Esta construcción metafórica es por tanto la que es llevada hasta sus últimos
límites y consecuencias, y lo que permitirá al final la estabilización de la falla
fundamental de las psicosis. Los dos puntos esenciales para determinar esta
primera fase delirante van a ser establecidos por el desencadenamiento del
significante y la deslocalización del goce. Si bien serán estos puntos los que logra
Schreber anudar en la evolución de su metáfora delirante, por medio de la
escritura de sus Memorias, proceso relata como un testimonio en las Memorias de
un neurópata, como uno de los ejemplos más valiosos que se tienen de un
despliegue progresivo, paso a paso, de un encadenamiento, que va de un
116
momento P0 a un final en un momento P3, en tanto construcción de la función de
un sínthome para su psicosis.
El caso Schreber es pues paradigmático del despliegue delirante y de la
metaforización delirante; una parafrenización de sujeto como lo señala el Dr.
Maleval; en tanto evolución de su psicosis desde un desencadenamiento inicial a
un punto de estabilización parafrénica, como lo planteará en el antes mencionado
texto: La lógica del delirio. Ahora bien, son todos estos elementos antes
mencionados que caracteriza a este primer periodo de las psicosis los que
definitivamente falta; junto con la emergencia de momentos fecundos
determinables en el caso de L. Wittgenstein, y por tal motivo, lo que permite
argumentar que un periodo de P0 en el filósofo no existió nunca; y por lo que
consideramos que se hace muy similar al caso de Joyce, tal como lo planteará
Lacan en el seminario XXIII de 1975.
3.2.2. P1 en Wittgenstein: Los antecedentes de la construcción del cuerpo del
lenguaje, las notas sobre lógica.
Si tenemos en cuenta que en el caso que se quiere abordar, no encontramos ni se
muestra evidencia alguna de ningún momento fecundo, ni fenómenos elementales
o alucinaciones, es decir, ningún signo de inicio de la psicosis; y por lo tanto,
ningún lugar claro que nos permita hablar de desencadenamiento como tal,
tampoco tenemos como mostrar el inicio mismo de su despliegue delirante;
aquello que comience el apaciguamiento del sujeto, a la manera del caso del
presidente Schreber. Aquí entonces se vislumbra una diferencia clínica importante,
el caso del Presidente Schreber es una parafrenización en pleno; el caso de
Wittgenstein debe ser más parecido al de Joyce; si bien lo que los une es el hecho
de que los tres casos, cada uno a su manera, construyo de propio sinthome. Por
ello es que lo que nos interesa es la forma, el modo, en que ese esos despliegues
se realizaron.
117
Ahora bien, sí encontramos en cambio, en el caso del filósofo algo similar a un
despliegue de un sinthome que se construye a través de su preocupación
filosófica y la articulación de un método para abordar la lógica del lenguaje. Por
medio de sus elaboraciones de pensamiento logra articular, suplir y dar
consistencia a la forclusión del significante del Nombre-del-Padre. Esto nos
permite decir que durante este primer periodo de su elaboración filosófica, es por
medio de sus elaboraciones incipientes sobre lógica y filosofía, que nunca logro
desencadenarse su psicosis; hipótesis clínica que se probará en este último
apartado de la investigación.
En el caso de L. Wittgenstein, entonces, no puede pensarse un momento P0 de
emergencia de fenómenos elementales, pero sí puede pensarse un primer
momento P1, como el periodo de las primeras elaboraciones lógicas desarrolladas
por él en Inglaterra en la Universidad de Cambridge. Este periodo, del cual nos
encargaremos en adelante, se enmarca y se caracteriza por una desesperación
suicida que lo colocaba frente a la vida en una posición de tener que hacerse al
ser decidiendo entre el genio o la muerte.101 Incluso porque el lugar del genio
estará determinado por su trabajo sobre lógica y filosofía para el resto de su vida.
Leámoslo en las propias palabras del filósofo:
“La claridad completa o la muerte: no hay término medio. Si no pudiera solventar: “la
cuestión [que] resulta fundamental a la totalidad de la lógica” no tendría derecho a –o en
cualquier caso deseo de- vivir. En eso no se podría transigir”102.
Van a ser estas sentencias las que lo acompañarán en las primeras disertaciones
sobre la lógica del lenguaje, hasta la escritura lograda del Tractatus logicus-
Philosophicus, proposiciones que trataban de encontrar soluciones, no solo a los
101
MONK, Ray. Ludwig Wittgenstein. Ed. Anagrama. Barcelona. 2002. 102
Ibíd. Pág. 104
118
impases teóricos y lógicos de los “Principia Matemáticas” de Bertrand Russell;
quien sería posteriormente su tutor y maestro. Sino también, encontrarle por esta
vía una salida a esa insistencia mortificante y mortífera del goce Otro, que lo
invadía en las ideas suicidas que lo asediaban en este primer periodo de su vida
filosófica. Lacan dirá del suicidio103 que es el acto realmente Bien-sucedido104, el
acto fundante como autoafirmación radical del sujeto frente al Otro; pero en este
caso, también la escritura entonces es en acto que adviene en el lugar de la
muerte como un bien-escrito.
Este goce deslocalizado le venía a Wittgenstein desde el campo de las exigencias
del superyó, demandas inexorables que lo enfrentaban a un debate entre ser Un
Genio o Morir, consciencia moral que se refleja además en las diversas formas en
las que se mortificaba moralmente. Todo ello da cuenta de la insistencia misma de
ese Goce Otro que se pronuncia en un masoquismo moral insoportable para
Wittgenstein. Leámoslo directamente en algunas de sus afirmaciones:
“(…) De hecho, el propio Wittgenstein comenzó a sentirse avergonzado por no haber
osado matarse, por haber ignorado el indicio de que estaba de trop en este mundo. Esta
sensación duró nueve años, y sólo fue superada tras haber convencido a Bertrand Russell
de que poseía genio filosófico”105
“A continuación dijo que son muy pocos los que no pierden el alma. Dijo que todo
dependida de tener una gran meta en la vida a la que ser fiel. Dijo que creía que dependía
del sufrimiento y de la capacidad de soportarlo.”106
“Según Russell, [Wittgenstein] “caminaba arriba y abajo de mi habitación como una bestia
salvaje durante tres horas, en agitado silencio”. Una vez Russell le preguntó: “¿Estás
103
ALBERTI, Sonia. Esse suijeto adolescente. Editora Ríos Ambiciosos. Brasil. 1999. Págs. 17-92. 104
Homofonía que permite el francés entre Buen-suceso y Buen-suicidio. 105
MONK, Ray. Ludwig Wittgenstein. Ed. Anagrama. Barcelona. 2002. Pág. 35. 106
Ibíd. Pág. 63.
119
pensando en lógica o en tus pecados?” “En ambas cosas”, replicó Wittgenstein.”107
Y Russell afirmara de Wittgenstein lo siguiente:
“(…) consideraba que Wittgenstein estaba al borde de un colapso nervioso –“no lejos del
suicidio, sintiéndose una criatura desgraciada, llena de pecados”- (…)”.108
Por otro lado, y como se ve, la persona de Russell será en estos primeros años
una de las figuras más importantes e influyentes en la vida de Wittgenstein, ya que
será él quien, por vía del reconocimiento de su genio, le permitirá ponerse a
distancia de las ideas suicidas que rondaban sus pensamientos por esta época.
Tenemos aquí uno de los primeros indicios de una llamada, por parte del sujeto, a
una figura que hiciera las veces de un Padre apaciguador del estigma de lo real,
aquel estigma que se le presenta a Wittgenstein en la forma de ese superyó
mortífero que lo amedrenta, y que se encuentra allí donde se localiza
primitivamente el goce, en este caso, en desencadenamiento. Russell ocupa pues
un lugar similar al del Dr. Flechsig en el caso de Schreber, relación imaginaria
teñida de la confusión en la que se presenta el campo del Otro, transmutado en la
psicosis como un otro. Russell entonces, le mostrará a Wittgenstein el genio
filosófico que es, incluso desde los primeros momentos de dicha relación, el
mismo Russell sospechaba quien sería su principal seguidor, e incluso, su
superador como maestro. Leámoslo:
“(…) Wittgenstein le contó a David Pinset que el estímulo de Russell había sido su
salvación, y había acabado con ocho años de soledad y sufrimiento, durante los cuales
había pensado continuamente en el suicidio”109
Es la sentencia que Wittgenstein proferirá frente a lo que para él representó su
107
Ibíd. Pág. 75. 108
Ibíd. 109
Ibíd. Pág. 54
120
relación con Russell. Es de anotar que dicho incidente logra apaciguar de manera
parcial sus ideas de muerte, ya que ellas continuarían asediándolo continuamente
durante otro largo periodo de su vida. Esto demuestra que en dicha relación, y
animado por las propuestas de Russell para que se dedicara a los problemas
filosóficos y de lógica del lenguaje; es donde logra que se despliegue una primera
forma de evolución de la certidumbre inexorable de un saber en sus disertaciones
teóricas y en sus escritos. Estas proposiciones terminarán por exponerse en un
texto llamado Notas sobre lógica, que reúne un diálogo llevado a cabo por
Wittgenstein y Russell en Noruega, y que tiene como antecedente un momento de
desesperación mortífera del mismo Wittgenstein. Leámoslo:
“La sensación que embargaba a Wittgenstein de que podía morirse antes de ser capaz de
publicar su trabajo se intensificó durante su última semana en Noruega, y le llevó a
escribirle a Russell preguntándole si estaría dispuesto a reunirse con él «lo antes posible
y concederle el tiempo suficiente para ofrecerle una visión de conjunto de lo que he hecho
hasta ahora»… A esto debemos la existencia de Notas sobre Lógica”110
“Todo se basa en esa convicción absolutamente mórbida y enloquecida de que va a morir:
no hay ninguna razón obvia por la que no deba vivir bastante tiempo. Pero no sirve de
nada intentar disipar esa convicción ni su preocupación mediante razonamientos: no
puede evitar esa convicción ni esa preocupación pues está loco”111
Dicho apaciguamiento es no sólo importante por todo lo anterior, ya que, aunque
no logra evacuar completamente de la mente del filosofo la idea de morir, por lo
menos logra que el trabajo filosófico de Wittgenstein sea reconocido por él mismo,
teniendo en cuenta la intermediación de Russell. Lo que conlleva que decida de
ahora en adelante dedicarse a despejar los problemas que eran para él cruciales
en filosofía, y que, a partir de entonces, se desplegarán entre la lógica del lenguaje
y cierta relación que el filósofo ve en ello directa con la ética y con la moral.
110
Ibíd. Pág. 96. 111
Ibíd.
121
Ahora bien, es como si, de una u otra manera, Russell legara a Wittgenstein los
problemas lógico-filosóficos que para el primero ya no eran ni importantes ni le
prodigaban ningún interés al final de su vida, pero que de ahora en adelante
quedarían en las manos de su más preciado discípulo. El trabajo filosófico de
Wittgenstein será, de ahora en adelante, una tentativa de solución a la localización
del goce mortífero del superyó, y una forma de encadenar el significante por vías
de la búsqueda de una lógica del lenguaje que termine por generar un nuevo
cuerpo de lenguaje. Aparece entonces desde esta primera época el
apasionamiento desenfrenado que tendría Wittgenstein por despejar estos
problemas fundamentales de la lógica del lenguaje, y que terminaría por
entrecruzarse con sus preocupaciones más íntimas: la moral, la construcción del
mundo o la realidad y el problema lógico-filosófico de los fundamentos del
lenguaje. Es lo que se recoge en la sentencia con la cual puede definirse su
objetivo filosófico: la lógica de la gramática es la lógica misma de la realidad del
mundo. Leámoslo:
“Las proposiciones así llamadas lógicas muestran las propiedades lógicas del lenguaje y
por tanto del universo, pero no dicen nada”112
Estos elementos configuran además una preocupación que será constante y
supremamente importante para Wittgenstein: no sólo pretendía reivindicar a la
lógica, cambiarla y darle fundamentos sólidos, además, luchaba ahora
constantemente contra toda filosofía que fuera metafísicos; con ello pretendía,
despejar problemas morales y éticos que eran fundamentales para él, y que lo
atormentaban constantemente, tormento que animaba sus ideas suicidas. Todo
esto estaba dirigido a fundar una nueva filosofía, una filosofía que él consideraba
incluso la única y verdadera, aquella que se encargará de resolver los problemas
del lenguaje y del malentendido que le es propio. Por ello, para Wittgenstein, una
112
Ibíd. Pág. 108.
122
verdadera filosofía sólo podía dedicarse a aclarar los problemas de la lógica del
lenguaje y con ello del mundo mismo, y con esto darle coherencia a los
imperativos morales y éticos que se mostraban tan vagos e imprecisos por la
ambigüedad misma que acarrea el lenguaje. Leámoslo en una referencia de
Russell a Wittgenstein:
“Russell consideraba que Wittgenstein estaba al borde de un colapso nervioso –«no lejos
del suicidio, sintiéndose una criatura desgraciada, llena de pecados»- y se inclinaba a
atribuir su fatiga nerviosa al hecho de que «constantemente esfuerza su mente al máximo,
ante cosas desalentadoras por su dificultad»”113.
Para Wittgenstein todo confluía en el hecho de que el abordaje del lenguaje
implicaba a la ley moral. Si se encontraban los fundamentos del lenguaje, podía
pensarse en una articulación perfecta del mismo, que no se prestara a
ambigüedades ni malentendidos. Encontrar las leyes fundamentales del lenguaje
implicaba, por igual, encontrar las leyes y proposiciones divinas que habían sido
malinterpretadas; es pues este, uno de los objetivos centrales y fundamentales de
su ontología. Coherencia del lenguaje implica coherencia legislativa de la moral,
por tanto, legislación del goce y localización del mismo. Encadenando el
significante por medio de las elaboraciones lógico-filosóficos del lenguaje, podía
por tanto, deslizarse hasta localizar el goce desenfrenado que lo hacía sentir
moralmente como una basura; y con ello, y por medio del método filosófico por él
creado, encadenar el significante en su asiduo trabajo y en las elaboraciones de
pensamiento que esto le acarreaba. Leámoslo:
“(…) el pensamiento filosófico comenzó para él como «dolorosas contradicciones» (no por
el conocimiento per se), su deseo fue siempre resolver estas contradicciones y remplazar
la confusión por claridad”114
113
Ibíd. Pág. 75. 114
Ibíd. Pág.41
123
Las consecuencias que estas disertaciones sobre lógica traerán para Wittgenstein,
serán fundamentales, ya que detrás de todo el sistema que él comenzaba a
articular en este primer periodo existía una preocupación personal que marcará su
obra. Como se ha visto, su ontología, en tanto configura las categorías y
proposiciones de lo que puede decirse sobre las cosas, tenía como base la idea
de que la estructura del mundo es la estructura de la gramática. De aquí en
adelante, las preocupaciones del filósofo se dirigirán a despejar los problemas del
decir y del mostrar, problemas centrales de un segundo periodo de pensamiento
que desemboca en la larga escritura (7 años) del Tractatus lógico-filosófico, aquel
tratado que fue escrito por él durante la primera guerra mundial, en lugares
supremamente peligrosas para su vida en el frente mismo de batalla.
Este primer momento no es suficiente para que Wittgenstein pueda desplegar
completamente su sínthome. Él dispone de material significante suficiente para
afrontar tal cosa, pero solo sobre el desarrollo de su método filosófico y la lógica
que él encuentra en el lenguaje, lo que se lo permitiría más adelante. Por esto es
que este momento de su despliegue de pensamiento, sin embargo, no es
suficiente para identificar completamente el goce en el campo del Otro, puesto que
el método que desarrollará para afrontar los problemas de la lógica del lenguaje,
no aparecerán hasta el último periodo de sus elaboraciones de pensamiento. Falta
aun la posibilidad de que las interpretaciones y los análisis que se desarrollarán en
el trabajo filosófico posterior, encuentren lo que aun falta; que no es otra cosa que
un centro sobre el cual organizar su filosofía analítica, y con ello lograr construirse
un cuerpo de lenguaje que articule la realidad, y por tanto, una elaboración que
termine por encadene al significante, modular el goce y anudar los tres registros.
3.2.3. P2 en Wittgenstein: El primer momento del despliegue del cuerpo del
lenguaje, el Tractatus Logicus-Philosophicus.
Se ha hablado hasta aquí del cuerpo del lenguaje. Lo que se quiere nombrar con
124
esto es lo que se articula a nivel de las elaboraciones lógico-filosóficas que logra
Wittgenstein con su filosofía y con su método. Es además la asunción, por parte
del filósofo, de una tentativa de construcción de un cuerpo. Hablamos de cuerpo
ya que tenemos en cuenta aquí una de las tesis fundamentales que Lacan expone
en el seminario XXIII sobre el sínthome, en la cual propone la separación de la
cadena borromea, para las psicosis, del registro de lo imaginario, es decir, el
registro donde se estructura el propio el cuerpo como imagen especular115. Si en
Joyce se logra articular un Mega-ego por medio de la escritura, es decir, hacerse
con ello a un cuerpo; en Wittgenstein podrá pensarse un sinthome relativamente
similar por vía de su trabajo filosófico y el método por él creado para intervenir los
problemas del lenguaje. Hacerse a un Ego hecho de método y lógica, sobre el cual
se cimentarán las construcciones de un cuerpo de lenguaje, cuerpo que hará las
primeras tentativas de suplencia y de encadenamiento de lo imaginario.
Mostremos la Cadena borromea propuesta por Lacan y expuesta en el Seminario
XXIII Pág. 149, para mayor claridad en la exposición:
Esta cuestión sobre el registro del cuerpo en el aparato psíquico ya se encontraba
en el mismo Freud; lo que Lacan hará es explicar esto mismo con la introducción
115
LACAN, Jacques. El seminario 23: El sinthome. Ed. Paidós. Buenos Aires. 2007. Pág. 147-152.
125
del registro de lo imaginario, extendiendo con ello su aplicación clínica a diversos
fenómenos psíquicos que se encuentran en las psicosis. Lacan expondrá esto
desde el planteamiento del Estadio del espejo, pasando luego por De una cuestión
preliminar…, hasta llegar a los planteamientos mencionados en el Seminario XXIII.
Ahora bien, queremos traer un par de citas de Freud, ya que se inscriben de
manera muy precisa en lo que venimos disertando sobre la relación del cuerpo en
el registro de lo imaginario, en relación con lo llamado aquí el cuerpo del lenguaje.
Leámoslo:
“El yo es sobre todo una esencia-cuerpo; no es sólo una esencia-superficie, sino, él
mismo, la proyección de una superficie”116
“El yo consciente, a saber, es sobre todo un yo-cuerpo”117
Lo que se quiere demostrar, y que puede argumentarse con otras ideas de Lacan,
es el hecho de que existe una relación directa entre dos elementos que hacen
parte del registro de lo imaginario: 1) el sentido del lenguaje en tanto se relaciona
con el significado, y 2) la asunción por parte del sujeto de un cuerpo como fruto del
narcisismo. Esto quiere decir que en dicho registro cohabitan la dimensión del
significado en el lenguaje y la imagen del cuerpo como objeto y totalidad alienante.
Esto demuestra que de una u otra manera las dimensiones de lo imaginario y lo
simbólico se entrecruzan, se influyen y se codeterminan, y esto no es otra cosa
que lo que termina por inscribirse y sintetizarse en las funciones dialécticas del yo,
en el yo-Real (realich). Además que se incluye, lo que a muy grandes rasgos
nombrara Lacan como el Otro (A), lo que filia a lo simbólico con lo imaginario. Esto
explica la idea de que la entrada de lo simbólico en lo imaginario crea el sentido.
116
FREUD, Sigmund. Obras completas. El yo y el ello. Tomo XVIII. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1989. Pág.27 117
Ibíd. Pág. 29
126
Ahora, mírese esto en el planteamiento algebraico que plantea J-A. Miller118 como
Funcionamiento de la Realidad:
S1 → S2
(La realidad del lenguaje)
S I
R S I (La realidad)
Lo que se logra construir con los tres registros anudados es la realidad, en tanto
es el fruto de la articulación significante en la intermediación de la síntesis
dialéctica del yo: dar sentido a las cosas del mundo, a los objetos y permitirle a un
sujeto tener un cuerpo, es decir, encadenar en último término a los tres registros.
Si hemos seguido todo este trabajo de análisis, es aquí donde podemos ingresar
la lógica de La Negación (Die Verneinung), y cómo en dicho proceso y por dicho
mecanismo se construye el mundo y los objetos y, sobre todo, entender las
distintas dimensiones en las que se da la relación que el sujeto establece con
ellos. Citemos a Lacan para comprenderlo mejor:
“Freud se refiere a este nivel en Die Verneinung cuando habla de los juicios de existencia:
o bien es o bien no es. Aquí es donde la imagen del cuerpo ofrece al sujeto la primera
forma que le permite ubicar lo que es y lo que no es el yo”119
”En la relación entre lo imaginario y lo real, y en la construcción del mundo que de ella
resulta, todo depende de la situación del sujeto. La situación del sujeto está caracterizada
esencialmente por su lugar en el mundo simbólico; dicho de otro modo, en el mundo de la
palabra”120
118
MILLER, Jacques-Salain. Orientación lacaniana III, 9, cuarta y quinta sesión del curso 2006-2007. Traducción no autorizada por el autor. Traducción hecha en Argentina. 119
LACAN, Jacques. Seminario 1: los textos técnicos de Freud. Ed. Paidós. Buenos Aires. 1998. Pág. 128. 120
Ibíd. Pág. 130
127
Y finalmente:
“[Verwerfung] rechazo, expulsión de un significante primordial a las tinieblas exteriores,
significante que a partir de entonces faltará en ese nivel (…) se trata de un proceso
primordial de exclusión de un interior primitivo, que no es el interior del cuerpo, sino el
interior de un primer cuerpo significante”121
Se ve entonces qué es lo que se quiere demostrar. Dos cosas suceden en el
aparato psíquico gracias a la articulación estructural que inscribe la negación en
ese punto fundamental del sujeto. Por un lado, la asunción del juicio de atribución
y de existencia por parte del sujeto del juicio; cosa que permite hacerse a un
cuerpo que estará de ahora en adelante marcado por el significante; cuerpo
imaginario que no sólo está representado, sino que también está intervenido por lo
simbólico. Y Por otro lado, la emergencia para el sujeto de algo de sentido, en
tanto dicho sentido sólo se articula por la comparación que puede establecerse
entre el interior y el exterior, entre el juicio de atribución y el juicio de existencia.
Ahora bien, lo real del sinthome es aquello que permite establecer, para la
estructura, la última cadeneta para que se anuden finalmente los registro, es decir,
el encadenamiento borromeo, ya que, como se ve en la operación antes
mencionada R esta encadeno a S y a I en la construcción de la realidad; no es
pues gratuito que R este al comienzo de dicha operación: R S I.
Con respecto a Wittgenstein, podemos decir entonces que lo Real del goce se
inscribe en el empuje, en el ímpetu hacia un trabajo filosófico minucioso y
exhaustivo, que termina por mostrarnos la Konstante Kraft que se impone en su
búsqueda incesante, como aquello que lo moviliza, como aquella energía
estacionaria que nunca cesa de verterse en su trabajo de pensamiento. Su
121
LACAN, Jacques. Seminario 3: Las Psicosis. Ed. Paidós. Buenos Aires. 2000. Pág. 217.
128
indagación filosófica es, en último término, aquello que dirige todos sus esfuerzos
abocados a la explicación misma de lo real del lenguaje, es decir, a la búsqueda
de la lógica que rige a las S1, dimensión real inanalizable e imposible, que el
filósofo mismo encontrará progresivamente en la medida en que su trabajo va
avanzando hacia sus Investigaciones Filosóficas. Es esto lo que se refleja en la
dirección que toman sus esfuerzos de pensamiento hacia la dilucidación lógico-
filosófica de las leyes que rigen a la identidad de la cosa. Es lo que el filósofo trata
de encontrar y de entender cuando intenta hacer idénticos a la cosa (Das-ding) y
al significante que la representa. Esto conlleva volver al significante una
mostración de la cosa misma, un S1 sin necesidad de referencia en un S2,
reducción metonímica radical del lenguaje {S (-) s} que se refleja en la búsqueda
de la nominación perfecta de las cosas y de los hechos, no es su descripción y
clasificación lo que interesa, es su esencia cosa hecha lenguaje, o hecha lógica.122
Vemos pues que el trabajo de Wittgenstein, y el método que va desarrollando para
tal empresa, se fraguan en un impetuoso intento de explicar y mostrar la
dimensión del significante en lo real, en la vía de la construcción del lenguaje
como realidad. Es pues este trabajo, a fin de cuentas, el que le permite articularse
un sínthome, articulación de la realidad que subsana la falla en la función
dialéctica de síntesis del yo que deja como consecuencia la forclusión del
significante del Nombre-del-Padre.
Grafiquemos todo esto en el nudo borromeo para mayor ilustración del caso
Wittgenstein:
122
LACAN, Jacques. Seminario 5: Las Formaciones del Inconsciente. Ed. Paidós. Buenos Aires. 2002. Pág. 15-16.
129
Expliquemos ahora detalladamente el anudamiento borromeo que hemos
planteado para analizar e interpretar el caso de L. Wittgenstein. Tenemos
configurados en la cadena borromea los campos de intersección propuestos por
Lacan, y los lugares que proponemos ocupan cada una de las preocupaciones de
las cuales Wittgenstein se ocupó durante toda su vida en su trabajo lógico-
filosófico.
En la intersección entre S e I ponemos la denuncia, que el mismo filósofo hará,
frente a la filosofía y la metafísica, ya que es allí donde pondrá el mayor acento de
su crítica a la filosofía tradicional, -lugar del goce sentido según Lacan-.
Wittgenstein, denunciando el Goce que procura la búsqueda del sentido de las
cosas, a la cual la filosofía y la metafísica han dirigido sus mayores esfuerzos,
intenta con sus elaboraciones de pensamiento borrar el interés por esta búsqueda
que considera él infinita, infructuosa, y por tanto, fallida en sí misma. Por este
motivo, es que consideramos que la indagación wittgensteiniana se hará siempre
por fuera del sentido, e incluso, buscando el sin-sentido mismo que se encubre en
la filosofía y en el lenguaje que ella utiliza para abordar los problemas metafísicos,
en la inconsistencia misma de su lenguaje. El lenguaje filosófico, para
Wittgenstein, no está hecho para crear ningún sentido, ni para develar ninguna
130
esencia metafísica de las cosas, sino para hacer o construir la realidad. Leámoslo
en algunas de estas citas:
“Para mí (…) una teoría no tiene valor. Una teoría no me da nada. Las teorías no servían
para comprender la ética, la estética, la religión, las matemáticas y la filosofía”.123
“Una y otra vez, en sus clases, Wittgenstein intentaba explicar que él no ofrecía una
teoría; él ofrecía la manera de escapar a cualquier necesidad de tal teoría… «El análisis
filosófico», dijo, «no nos dice nada nuevo del pensamiento (y si lo hiciera no nos
interesaría)»”.124
“Los filósofos tienen constantemente presente el método de la ciencia y se sienten
irresistiblemente tentados a plantear y responder preguntas del mismo modo que lo hace
la ciencia. Esta tendencia es el verdadero origen de la metafísica, y lleva al filósofo a la
oscuridad más completa”.125
Por otro parte, en la intersección entre R y S encontraremos a la Función del
Lenguaje, punto de inscripción de los S2, como aquello innecesario, e incluso,
como aquello que debe borrarse en tanto su filosofía rompe toda posibilidad de
sentido. Recordemos de paso que en este lugar Lacan pondrá al goce fálico, aquel
goce se inscribe en la estructura gracias al significante del Nombre-del-Padre.
Ahora bien, este sin-sentido, que demuestra en último término la forclusión, es lo
que Wittgenstein denuncia en la inadecuación que existe entre lenguaje y realidad,
que, en esta época de sus elaboraciones, se refiere sobre todo al lenguaje
utilizado por los filósofos. Falla flagrante del significante en la nominación de las
cosas, denunciara Wittgenstein; por ello, para el filósofo, el lenguaje de la filosofía
tradicional no cumple su función de nombrar bien o de bien decir sobre la realidad.
123
MONK, Ray. Ludwig Wittgenstein. Ed. Anagrama. Barcelona. 2002. Pág. 285 124
Ibíd. Pág. 283. 125
Ibíd. Pág. 315
131
Wittgenstein, entonces, se encamina progresivamente hacia una deconstrucción
radical del lenguaje, factor que termina por borrar el goce fálico, y que termina por
desconocerlo y por separarlo radicalmente del goce Sentido. Posición del sujeto
que demuestra nuevamente la forclusión, frente a lo cual tendrá que construirse él
mismo una versión por medio de sus elaboraciones filosóficas; una versión del
padre o pere-versión*. Leámoslo en algunas citas:
“En el curso de nuestra investigación jamás llegamos a ninguna proposición fundamental;
llegamos a los limites del lenguaje, que nos impiden hacer más preguntas. No llegamos al
fondo de las cosas, sino que alcanzamos un punto a partir del cual ya no podemos llegar
más lejos, ya no podemos hacer más preguntas”.126
“(…) Todo lo que puede hacer la filosofía es destruir ídolos, y, eso no significa erigir otros
nuevos (…) a partir de la «ausencia de ídolos». Pone énfasis en que no es en la vida
práctica donde encontramos los problemas filosóficos, sino cuando somos llevados a
conclusiones erróneas por ciertas analogías del lenguaje al preguntar cosas como: «¿Qué
es el tiempo?» «¿Qué es un número?», etc. Estas preguntas son insolubles, no a causa
de su profundidad, sino porque son absurdas: un mal uso del lenguaje”127.
Por su parte, en la intersección entre R e I encontramos el lugar donde se
encuentra el goce Otro deslocalizado; y que se observa en la forma obscena de
las ideas que lo invadían como consciencia moral, superyó absoluto, y contra las
cuales Wittgenstein luchó constantemente; lucha que lo atormentó hasta su
apaciguamiento en el momento lógico en que se consolida en P3, como veremos
más adelante. El goce así deslocalizado, implicó para el filósofo la construcción de
una ética que se deja ver directamente en sus trabajos de filosofía analítica;
construcción de una respuesta frente a la consciencia moral punitiva del superyó
* Pere-versión: es una versión del padre que el sujeto psicótico hace a expensas de la función simbólica del significante del Nombre del Padre que se forcluye. Es un hecho que se relaciona con el goce desenfrenado que esta falla en la función fálica introduce en la estructura, y frente a lo cual el sujeto debe hacerle frente por vías del sinthome y la suplencia que su nueva versión introduce. 126
Ibíd. Pág. 283. 127
Ibíd. Pág. 304.
132
más arcaico que lo atormentaba; argumentos o versión lógica que va
construyendo progresivamente en los axiomas morales que rigen su vida. Un buen
método y una buena utilización del mismo sobre el lenguaje, implican para
Wittgenstein una ética del bien decir que subsana los impases mismos del
malentendido del lenguaje. Leámoslo en las siguientes citas:
“[Distinción entre decir y mostrar] es al mismo tiempo la clave para comprender lo
superfluo de la teoría de los tipos en lógica (Russell) y para darse cuenta de la
imposibilidad de expresar las verdades éticas (…) pero lo que uno quiere mostrar de la
ética solo puede ser mostrado contemplando el mundo”.128
“Mi único propósito, y creo que el de todos los hombres que han intentado hablar de ética
o de religión, ha sido arremeter contra los límites del lenguaje. Este arremeter contra las
paredes de nuestra jaula es algo perfecta y absolutamente desesperado”.129
“(…) la ética es un intento de decir algo que no se puede decir, un arremeter contra los
límites del lenguaje”.130
Tenemos entonces hasta aquí los espacios donde se va fraguando lógicamente el
sínthome, esfuerzo del pensamiento del filosofo que termina construyendo a la
realidad por vía del abordaje del cuerpo del lenguaje.
Es este el lugar donde encontramos por último el anillo pequeño que termina por
encadenar a los tres registros. Anudamiento que solventa el deslinde del anillo
imaginario, y que hemos identificado en el trabajo lógico-filosófico-ético que va
construyendo progresivamente Wittgenstein; desde la escritura del Tractatus
Lógico-filosoficus, pasando por el dictado de los Cuadernos Azul y Marrón a sus
alumnos de Cambridge, para finamente llegar a las Investigaciones filosóficas, las
128
Ibíd. Pág. 156. 129
Ibíd. Pág. 262. 130
Ibíd. Pág. 267
133
que escribiera en un casi total aislamiento del mundo.
Vemos pues en el centro del encadenamiento borromeo, el lugar que ocupa el
objeto a, que en el caso de Wittgenstein, tiene el matiz de ser ocupado por la
preocupación central de su filosofía: despejar completa y radicalmente el problema
que acarrea para el lenguaje, y para Wittgenstein mismo, los S1, como el lugar en
definitiva al que se dirigen todas sus elaboraciones de pensamiento. Es el espacio
primordial de preocupación del filósofo: la lógica que legisla al lenguaje en tanto
mostración, en tanto S1 puros, presentaciones-cosa; y lo que se convierte para el
filosofo, por tanto, en una indagación impetuosa dirigida a enunciar la lógica
filosófica que rige a la palabra en su pureza mas radical.
Es todo esto lo que demuestra la manera por la cual el filósofo logró,
progresivamente, localizar el goce, y en ello, encadenar al nudo algo se supliera al
significante forcluido del Nombre-del-Padre, y a lo imaginario del cuerpo que se ha
deshilvanado. Todo ello, dirigiendo sus esfuerzos de pensamiento lógico-filosófico
a despejar el problema fundamental que para él acarreaban los S1 puestos en el
centro mismo del objeto de goce. Factores que terminan por justificar, y por
explicar, el tratamiento que hizo del lenguaje y de los problemas filosóficos, más
allá de un proceso esquizo ordinario. He aquí la manera excepcional con la que
Wittgenstein enfrentó el inconsciente a cielo abierto, y cómo por dicha vía logró
construirse un discurso sobre los S1; lazo social que establece con los
intelectuales de su época, por medio de hacerse a un nuevo Nombre-del-Padre: la
lógica de la gramática del lenguaje. Es esto en último término lo que se ve
reflejado en su filosofía. Expliquemos esto con palabras de Freud:
”La investidura de la representación palabra no es parte del acto de represión, sino que
constituye el primero de los intentos de restablecimiento o de curación que tan
134
llamativamente presiden el cuadro clínico de la esquizofrenia”.131
Son estos, pues, los elementos que demuestran que el filósofo va construyéndose
escalonadamente puntos de capitón en y por su filosofía. Ya que mientras más
avanza en el vaciamiento de sentido del significante, es decir, mientras anticipa la
lógica de los significantes puros, vacíos en absoluto, se va articulando puntos de
enlace que permiten la emergencia de ciertas significaciones y certezas.132 Son
puntos de certidumbre en su pensamiento a los cuales va arribando
progresivamente, y los que permiten que se forjen formas de suplencia progresiva
hacia un sinthome.
Con estos elementos, analicemos algunas de las ideas de Wittgenstein sobre
lógica y filosofía durante estos años intermedios, citas que dan cuenta de la
relación que guarda el filósofo con los problemas del lenguaje, y lo que ello
acarrea en relación con lo que venimos tratando de explicar.
Según el biógrafo Ray Monk, existe una cita de Wittgenstein que da cuenta de la
apreciación más general que esté tenía de la filosofía, idea que, según el cronista,
no cambiará sustancialmente durante todo el resto de la vida del filósofo.
Leámosla:
“En la filosofía no hay deducciones; es puramente descriptiva.
La filosofía no da imágenes de la realidad.
La filosofía ni confirma ni confuta la investigación científica.
La filosofía consiste en lógica y metafísica: la lógica es su base.
La epistemología es la filosofía de la psicología.
La desconfianza respecto de la gramática es el primer requisito para
131
FREUD, Sigmund. Obras completas. Lo Inconsciente. Tomo XIV. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1979. Pág. 200 132
LACAN, Jacques. Seminario 5: Las Formaciones del Inconsciente. Ed. Paidós. Buenos Aires. 2002. Pág. 15.
135
filosofar133.”
Se ve entonces cómo entiende Wittgenstein a la filosofía, ella no es más que la
presentación de los hechos; pero téngase en cuenta que estos hechos no son los
hechos de la realidad fáctica. Expliquemos esto: en esta época de su filosofía el
tema central será despejar el problema de la identidad, la igualdad, la diferencia y
la relación que existe entre el decir y el mostrar. Dicha relación estará marcada
predominantemente por la estructura que tiene el lenguaje, ya que una proposición
pude ser verdadera o falsa, no en relación con la facticidad de los hechos en la
realidad, sino por la verosimilitud que expresa el lenguaje en su decir. Esta idea lo
llevará, posteriormente, a plantear a la gramática del lenguaje como el problema
central de la filosofía. Problema que sólo puede despejarse, según el filósofo, por
vías de la lógica, en tanto se preguntará por las bases de las proposiciones
tautológicas, como aquellas proposiciones que sólo pueden ser comprobadas por
la axiomática del lenguaje mismo y no por los hechos fácticos.
Por tales motivos es que para Wittgenstein la filosofía no entra en el campo de la
investigación científica, es decir, en el campo propio de la facticidad y las pruebas
de validez empírica; así que, decididamente la filosofía no tiene por qué dar
imágenes de la realidad, y por tanto, su naturaleza real será eminentemente
descriptiva. Esto además justifica que el filósofo ponga las bases de la metafísica
en la lógica, y así se entiende por qué la desconfianza sobre la gramática
tradicional se convierte en el primer principio y en el prerrequisito absoluto para
poder hacer algo con la filosofía. La realidad, el mundo, los objetos, en fin, la
pregunta fundamental por la identidad metafísica, no es otra cosa que el campo
que se ocupa de la gramática: la gramática es la gramática del mundo, la realidad
es el lenguaje, dirá.
Ahora bien, continuando con sus apreciaciones sobre filosofía, Wittgenstein decía:
133
MONK, Ray. Ludwig Wittgenstein. Ed. Anagrama. Barcelona. 2002. Pág.100.
136
“¡¡Que la totalidad de la lógica se deduce de una única Proposición Primitiva!!”134
Esta sentencia recoge de manera fiel y radical la idea principal con la cual él
aborda el problema de la lógica del lenguaje: encontrar las proposiciones atómicas
fundamentales, las proposiciones que en sí mismas contuvieran la verdad de
manera tauto-lógica, sin prestarse a por ello a equívocos; la lógica entonces
primitiva de la realidad. Lo que implicaría la solución del problema fundamental de
la filosofía, ¿Cómo abordar y resolver el problema del principio de identidad de las
cosas? Es esto lo que Wittgenstein pretendía resolver, en último término, durante
esta segunda época de sus elaboraciones de pensamiento, haciendo de la lógica
del lenguaje el objeto, y el lenguaje adecuado de cualquier filosofía a la lógica, es
que plantea la única salida que tenía para sus equívocos metafísicos la filosofía
tradicional. En tanto aun falta construir por él un método infalible para asumir tal
empresa. Método que Wittgenstein terminará de desarrollar en el último periodo de
sus elaboraciones lógico-filosóficas en sus Investigaciones.
Ahora bien, La pregunta por la gramática no es más que la forma adecuada,
según el filosofo, de resolver esto, encontrar en el lenguaje las leyes
fundamentales que estructuran el mundo, y en ello se incluye a su ser mismo, a
ese Wittgenstein que progresivamente se va haciendo a un cuerpo de lenguaje. Es
esto, pues, lo que se deja entrever en el conflicto interior entre el genio o la
muerte. Anudamiento paulatino entre el cuerpo de goce y el cuerpo de lenguaje
que, como ya lo subrayamos con anterioridad, para Wittgenstein era lo mismo
pensar en lógica que pensar en sus pecados.135
Según el filósofo, encontrando estas proposiciones primitivas en la gramática de
las cosas, el mundo no se prestaría ya más a malentendidos ni a contradicciones,
134
Ibíd. Pág. 102 135
Ibíd. Pág. 75
137
ya que entendiendo la lógica de los principios atómicos fundamentales y su
combinatoria se entendería claramente a la realidad. El método por él propuesto,
para demostrar en estas fórmulas la nominación adecuada de las cosas del
mundo, no es más que esto. En este punto, su filosofía muestra un rasgo
mesiánico y redentor en todas sus letras, él asume de ahora en adelante una
posición de renovador fundamental de las axiomáticas filosóficas y de la
metafísica; a la par que empieza a asumirse como un hombre enteramente
incomprendido por sus contemporáneos.
Miremos ahora estas dos enunciados que Wittgenstein hace al abordar a la
gramática, ideas que terminan por acentuar su originalidad sobre los principios de
la filosofía y la lógica del lenguaje. Wittgenstein escribe:
“Pero en este momento estoy TAN preocupado con la Identidad que realmente soy
incapaz de escribir ninguna parrafada larga. Todo tipo de cosas relacionadas con la nueva
lógica parecen estar creciendo dentro de mí, pero todavía no puedo escribirlo”.136
“Todas las proposiciones de lógica son generalizaciones de tautologías, y todas las
generalizaciones de tautologías son proposiciones de lógica. No hay otras proposiciones
lógicas. (Veo esto como algo definitivo)”.137
He aquí pues el punto de certidumbre atomista sobre el que el filósofo sostendrá el
abordaje del lenguaje: que éste tenga las características de proposiciones lógicas,
y por tanto, que este determinado por la tautológica. Si nos atenemos a la
concepción tradicional del problema fundamental de la filosofía, las preguntas de
Wittgenstein se dirigirán entonces al problema que plantea el principio de identidad
de las cosas. Su pretensión no es otra que despejar, aclarar y dar respuesta a
aquello que se considera la ley suprema del pensar: cada uno es lo mismo para sí
mismo o, en otras palabras, la esencia en sí misma sintética de la identidad, lo que
136
Ibíd. Pág. 102 137
Ibíd. Pág. 103
138
la hace transparente. Encontrar a fin de cuentas los axiomas lógicos primitivos de
la fórmula que den cuenta de esta identidad de la cosa: A es A, allí donde sólo se
necesitaría un elemento para nominar lo que se quiere identificar; reducción
fundamental del mundo a un punto absoluto de inflexión radical que se encontraría
en el lenguaje. Punto de inflexión que resolvería el enigmático problema de la
identidad y la diferencia, es decir, el problema que existe entre la identidad y la
igualdad: allí donde A = A, debe advenir A es A.138
Entonces, despejada esta duda del principio de identidad, las cosas del mundo no
se prestarían más a malentendidos y a los impases de sentido y comprensión, y
con ello se aclararía toda moral y la relativización de la ética. Pero todo esto sólo
puede lograrse por medio de la utilización y el entendimiento de lo que implica la
tautológica en lógica. Mas con ello, el sentido cae de su lugar y las cosas se
reducen a una posición de S1 fundamentales irreductibles, puros, sin ataduras
significantes sobre las cuales establecer sentidos siempre equívocos. Es esta,
pues, una búsqueda incesante de la supresión de los S2, como aquello que
termina por establecer la cadena significante, y por tanto, del sentido que es
innecesario y equívoco. Pero no se entienda como una destrucción total del
sentido, lo que Wittgenstein busca es dar un nuevo sentido, un sentido verdadero
y sin equívocos.
Ahora bien, las cosas entonces no tienen que ver más con la realidad fáctica del
mundo. El lenguaje es la puesta en funcionamiento de los S1 fundamentales,
significantes en lo real, con los cuales dar consistencia al mundo a expensas del
discurso. Así, podemos decir que el método filosófico y la concepción que
Wittgenstein tenía, terminan por localizar progresivamente en la gramática el lugar
del goce Otro, y con ello, comenzar a inscribir, por vía del abordaje del lenguaje,
un lugar para el goce deslocalizado y desenfrenado que le atormentaba
constantemente como masoquismo moral en sus ideas de muerte.
138
HEIDEGGER, Martín. Identidad y diferencia. Ed. Antrhopos. España. 1990. Pág. 61-97
139
Por otra parte, al ponerse en un lugar de excepción o excepcional, como un
Mesías de la filosofía, como el encargado de corregir los errores de la historia,
logra ir articulándose progresivamente un Ego que hará suplencia a lo imaginario
desprendido de la cadena, y con ello, lograra identificar el lugar del goce en el
campo del Otro. Todo esto lo hace de manera ejemplar al servirse del significante
para tal empresa, ya que los lleva y los pone en tensión hasta sus últimos límites y
consecuencias deconstructivas. Así, se justifica porque su filosofía es el punto
límite de la lógica misma del lenguaje en la gramática.
Estos son algunos elementos que permiten pensar al discurso wittgensteiniano
como el discurso de “un loco” como lo dirá Lacan. No por ello, se le resta
importancia al aporte que hace a nivel de la filosofía y de la lógica, y al
psicoanálisis mismo; por el contrario, es su filosofía aun una veta incalculable para
tantas disciplinas. Tal vez por ello Lacan se ocupará de él en un par de sesiones
del Seminario XVII: El reverso del psicoanálisis, al abordar la lógica filosófica que
pretende realizar Wittgenstein, que termina por mostrar la lógica absurda y
aleatoria del lenguaje, pero a la vez, demuestra porque su empresa de solucionar
este impase del lenguaje es imposible. Leamos lo que Lacan dice sobre esta
filosofía y sobre el filosofo:
“Para este autor, la estructura gramatical constituye lo que él identifica con el mundo. La
estructura gramatical es el mundo. Y, en suma, lo único verdadero es una proposición
compuesta de modo que comprenda la totalidad de los hechos que constituyen el
mundo”.139
Y continua más adelante:
139
LACAN, Jacques. Seminario 17: El reverso del psicoanálisis. Ed. Paidós. Buenos Aires. 1998. Pág. 62.
140
“Nada puede decirse, nada es verdadero, más que a condición de partir
de la idea, en la vía de Wittgenstein, de que el hecho es un atributo de
la proposición bruta. ¿Cómo salir entonces de las conclusiones de
Wittgenstein sino siguiéndole a donde se ve arrastrado, a saber, hacia
la proposición elemental, cuya notación como verdadera o falsa debe
de todos modos, ser verdadera o falsa, asegurar la verdad de la
proposición compuesta? Llegar a la proposición elemental que asume
la verdad de la proposición compuesta más allá de su verdad o
falsedad.140”
Si la cadena significante encuentra su posibilidad y su forma por la instauración de
la diferencia que se establece entre significantes, es decir, por la contradictoria
igualdad que pretende borrar la trasformación metafórica del lenguaje; lo que
resulta sólo puede sostenerse por la discontinuidad y la discreción que se
establecen entre significantes, y por ello mismo, dicha cadena es pues el resultado
de la relación que se establece entre un S1 y un S2: la condensación y el
desplazamiento, la metonimia y la metáfora.
Ahora bien, y con respecto a lo anterior, lo que Wittgenstein pretende es la caída
absoluta y radical de la metáfora, la deconstrucción de la cadena significante. Con
esto retomamos una discusión que se encuentra en los primeros capítulos de la
presente investigación, relación y diferencia entre presentar y representar. Esta
relación de igualdad y diferencia, que se ve implicada en la cadena significante
con respecto a la construcción de la realidad, es en último término, lo que
Wittgenstein quiere romper y deshacer, es decir, darle al lenguaje un tal viraje que
no se necesiten sino proposiciones tautológicas; como aquellas proposiciones que
muestran la identidad misma de la cosa; pero con ello se borra toda relación
generalizable y universalizable posible entre significantes. Por ello es que su
trabajo filosófico sobre la gramática se proyectó desde los fundamentos de la
140
Ibíd. Pág. 63
141
lógica hasta la esencia del mundo. Leámoslo en un extracto del Tractatus:
“El mundo es mi mundo, yo soy mi mundo (el microcosmos), y aun así no estoy en mi
mundo: el sujeto no pertenece al mundo, sino que es el límite del mundo… el yo del
solipsismo se contrae hasta convertirse en un punto inextenso y queda la realidad con él
coordinada”.141
Para Wittgenstein es esta relación entre significantes lo que genera la ambigüedad
propia del lenguaje, ambigüedad y mal entendido que está implicado en sus leyes
descritas y conceptualizadas por Ferdinand de Saussure en su curso general de
lingüística. Y que de una u otra manera Freud demuestra como las leyes que rigen
el funcionamiento del aparato psíquico, sobre todo en el límite del Icc. y el Pcc.,
allí donde se instala una parte significativa el yo. Leyes del lenguaje que están
descritas en la sustitución, la transformación o la tramitación de los significantes
entre sí, y que se resume en la ya mencionada relación entre S1 y S2, entre
presentación-cosa y representación-objeto condensadas o desplazadas en una
representación-palabra; posibilidad de relacionarse que sólo puede establecerse
por la estructura del lenguaje mismo. Lo que el filósofo pretende, entonces, es
borrar la cadena de sentido enfrentando la lógica del inconsciente a cielo abierto,
el enjambre de los S1 desencadenados.
En último término, la pretensión del filósofo puede enmarcarse en la idea de que la
filosofía misma no es más que una lógica de la proposición tautológica gramatical
del mundo, en tanto apunta a la afirmación absoluta de la identidad de la cosa
consigo misma, en una nominación perfecta de los hechos142. Esto implica el paso
y la transformación de A = A en A es A, es decir, condensar, mostrar la salida
radical a los problemas metafísicos más importantes de la filosofía occidental
desde los griegos: encontrar la forma de formular, correctamente, la manera en
141
MONK, Ray. Ludwig Wittgenstein. Ed. Anagrama. Barcelona. 2002. Pág. 187. 142
Ibíd. Pág. 63
142
que se presenta lo idéntico a sí mismo. En otras palabras, explicar, entender y
condensar la realidad del mundo en una pura formulación tautológica fundamental
y original en los términos del το άύτο griego.143
Todo esto implica que los hechos del mundo, lo que constituye al mundo como tal,
es la tautológica gramatical de la totalidad que se encuentra en el discurso, es
decir, que las cosas dependen únicamente de una enunciación clara y por tanto
verdadera de los hechos, por esto, lo verdadero que puede decirse de los hechos
es interno y depende de la proposición; en ellas se anuncia, se presenta y se
anuda el hecho mismo, lo fáctico, pero del lenguaje.144 El mundo queda entonces
reducido a lo gramatical que contiene el lenguaje, y aquello gramatical del
lenguaje va a ser la preocupación fundamental a la que se abocará el método
filosófico de Wittgenstein, en el último periodo de su disertación filosófica. Pero he
aquí pues el campo de trabajo en el que se moverá durante este periodo
intermedio, la relación y la diferencia entre decir y mostrar que antes
mencionábamos. Es lo que se recoge en la sentencia con la que terminará el
Tractatus: de lo que no se puede hablar es mejor callar.145
Tal pretensión, entonces, lo pone del lado de tener que servirse de solos S1 puros
sin mediación significante para articular y desarrollar su sistema lógico-filosófico;
es más, su filosofía lógica es a fin de cuentas una lógica filosófica de los S1. Si
esto es así, la consistencia misma del lenguaje para Wittgenstein se encontrara
únicamente en esos S1; por tal motivo, el método del filosofo busca en el fondo
convertir al lenguaje en un sistema puro de presentaciones-cosas, en tanto dichas
presentaciones no son más que la actualización pura y absoluta de la cosa-en-sí;
es decir, de la identidad de la cosas consigo misma: hacer del significante y la
143
HEIDEGGER, Martín. Identidad y diferencia. Ed. Antrhopos. España. 1997. Pág. 61-97. 144
LACAN, Jacques. Seminario 23: El reverso del psicoanálisis. Ed. Paidós. Buenos Aires. 1998. Pág. 64. 145
WITTGENSTEIN, Ludwig. Tractatus Logicus-filosoficus. Alianza Editorial. Buenos Aires. 2000. Pág.203
143
cosa que quiere representar una misma cosa.
La lógica que el filósofo plantea es, en último término, la manera como se
pronuncia el inconsciente a cielo abierto, como lo subraya Freud en uno de los
apartados del texto sobre Lo Inconsciente: el esquizofrénico trata a las palabras
como si fueran cosas y a las cosas concretas como si fueran abstractas. Por tanto,
consideramos que su objetivo al abordar el lenguaje hace que la lógica de los S1
se haga evidente, como ya lo había demostrado el psicoanálisis.
Lo que sostenemos ahora es que por la vía de la construcción de una función de
sinthome en y con su filosofía, es la forma y el modo como el filosofo trata de darle
consistencia a su relación con el inconsciente: como hecho de proposiciones
tautológicas primitivas, como enjambre de S1 de los cuales Wittgenstein se servirá,
paradójica pero excepcionalmente, para argumentar algunas de sus ideas más
preciadas sobre el lenguaje y la filosofía.
Ahora bien, y volviendo al caso, debemos en este punto discutir algunos factores
que permitirán entender mejor este transcurso en la vida de Wittgenstein, en tanto
momento intermedio que lo llevará a estabilizar su psicosis, y con ello, a hacerse a
un sínthome. Expongamos para ello algunas circunstancias de su vida que
rodearon este transcurso de elaboración del Tractatus, ya que en este periodo se
establecen una serie de hechos importantes para pensar el caso.
El Tractatus fue escrito por Wittgenstein durante la Primera Guerra Mundial en el
frente de batalla austriaco. Este dato es importante, ya que, como se verá, el
empuje ha sido tomado a cargo por la pulsión de muerte. Si en el periodo anterior
el filósofo no se había dedicado aun a la escritura, y lo que podía comunicar al
mundo es el fruto de las notas que se tomaran en la conversación que
Wittgenstein mantuviera con Russell en Noruega, bajo las circunstancias de su
presunta e inminente muerte; este segundo periodo estará marcado por las
144
elaboraciones que se encuentran en el Tractatus, elaboraciones que duraran siete
años y que se harán en las circunstancias más peligrosas para la vida del filosofo.
Es de subrayar que L. Wittgenstein buscó asiduamente la muerte en el campo de
batalla, otra de las circunstancias que demuestra que las ideas suicidas aun no
habían desaparecido; lo que cambia es el hecho de que el propio Wittgenstein no
pudiera darse muerte él mismo, sino que fuera la voluntad de Dios la que lo
decidiera. Leámoslo en partes de algunas de las cartas escritas en este periodo:
“(…) Solo entonces comenzó la guerra para mi (…) y quizá incluso la vida. Quizá la
proximidad de la muerte traiga luz a mi vida. Que Dios me ilumine. Soy un gusano, pero a
través de Dios me convierto en hombre”146.
“(…) De vez en cuando tenía miedo. Eso se debe a que veo la vida desde una perspectiva
falsa… [casi todas las noches desde su puesto esperaba morir]… sólo la muerte da
sentido a la vida”147.
“(…) El miedo a la muerte es el mejor signo de, por ejemplo, una vida deshonesta”148
Encontramos entonces, durante este momento en la guerra y de la escritura del
Tractatus, una serie de ideas de este tipo, incluso, en múltiples ocasiones solicitó
que se le asignaran los destinos más peligrosos, aquellos donde era inminente
que sería “carne de cañón”. Disposición desdeñosa de la vida y exaltación de la
muerte que le valió una serie de condecoraciones que le dieron renombre y lo
convirtieron en un héroe de guerra. Esto permite señalar algo importante, para
Wittgenstein el trabajo filosófico después del Tractatus se convertirá en una
cuestión de vida o muerte, será ahora su guerra interior. El filósofo lo dice de esta
manera:
146
MONK, Ray. Ludwig Wittgenstein. Ed. Anagrama. Barcelona. 2002. Pág. 141. 147
Ibíd. Pág. 141. 148
Ibíd. Pág. 143
145
“(…) Un sacrificio de la vida es una posición ética y moralmente a probable (…) este es el
fin del trabajo filosófico. Lo contrario es entregarse a una vida mundana, animal (…)”.149
Y en otro Lugar Wittgenstein lo planteará de esta manera:
“(…) Cuando estoy enfrascado en alguna labor siempre tengo miedo a morir antes de
acabar. De modo que hago una copia en limpio de lo que he hecho durante el día y se la
entrego a Frank Ramsey para que esté a salvo”.150
Aquí encontramos cuál será de ahora en adelante el fin de su trabajo filosófico: un
debate entre el genio filosófico o la muerte. Y si la muerte no puede advenir, lo
contrario implicaría para su ser entregarse a una vida mundana, animal, igual a
cualquiera otra de los mortales. Si en la guerra él es empujado a morir como un
anónimo, como uno más de la serie de los muertos y desaparecidos, el trabajo
filosófico lo excluiría del destino del resto, lo pondría en una relación de exclusión
con respecto al destino de los otros mortales. Es con la lógica filosófica que
Wittgenstein comienza, no sólo a forjarse un nombre, como se verá más adelante,
sino también hacerse a un Ego y hacerse a un cuerpo de lenguaje. Leamos esto
en una cita extraída de su correspondencia durante la guerra:
“Ayer me dispararon. ¡Estoy asustado! Temía a la muerte. Ahora tengo
tal deseo de vivir… y es difícil abandonar la vida cuando uno la disfruta.
Eso es precisamente lo que es el «pecado», una visión irracional, una
falsa visión de la vida. De vez en cuando me convierto en un animal.
Entonces no puedo pensar en nada que no sea comer, beber y dormir.
¡Terrible! Y entonces también sufro como un animal sin la posibilidad de
una salvación interior. Y estoy entonces a merced de la posibilidad de
mis apetitos y aversiones. En esos momentos me resulta impensable
149
Ibíd. Pág. 147. 150
Ibíd. Pág. 258.
146
una vida auténtica151”.
Tenemos entonces la posición que ocupara el Tractatus en la construccion de este
sinthome, como una última voluntad antes de su muerte; es por esto que en la
introducción a su edición Wittgenstein escribirá: la verdad de los pensamientos
aquí comunicados me parece intocable y definitiva. Sentencia que demuestra la ya
analizada relación que el filósofo mantenía con la filosofía y de lo que ella quería
hacer: encontrar la lógica misma de los hechos a la luz de las verdades que sólo
pueden trasmitirse una vez se encuentre lo verdadero sobre lo verdadero de la
gramática del lenguaje.
Ahora bien, no puede aun pensarse en un sínthome plenamente realizado, lo que
existirá son formas de suplencia, ya que este segundo periodo estará marcado
aun por una serie de sucesos que resumimos para pasar luego a identificar ciertos
puntos de viraje que se encuentran en su trabajo filosófico, puntos que muestran
cierta transformación de Wittgenstein con respecto a su filosofía, su pensamiento y
su vida.
Existen una serie de circunstancias importantes que se dan durante su retorno a la
Universidad de Cambridge: haber encontrado un gran reconocimiento de sus
ideas sobre la lógica del lenguaje que se contenía en el Tractatus, reconocimiento
que resaltamos, ya que su nombre dará pie para la creación del famoso Círculo de
Viena y a los discursos de los neopositivistas lógicos. A la para que su trabajo será
también reconocido por las jóvenes promesas de filosofía y lógica de la
Universidad de Cambridge: el Club de Ciencia Moral. Dos de los factores que lo
harán regresar a la vida universitaria y a las elaboraciones sobre filosofía, cosas
que había abandonado durante el periodo en el que se licenció como maestro de
escuela elemental y se dedicó a ser profesor en una escuela rural, tiempo
inmediatamente anterior a la elaboración de los Cuadernos Azul y Marrón.
151
Ibíd. Pág. 147
147
Resumamos los puntos fundamentales que se encuentran contenidos en el
Tractatus para mantener un derrotero de comparación entre los periodos en los
que hemos dividido el análisis que aquí se hace del caso de L. Wittgenstein.
El Tractatus contiene en general una teoría figurativa que aborda al significado
como una metafísica del atomismo lógico, estos temas son tomados por vías del
análisis lógico, con las nociones generales de la tautológica y el principio de
contradicción, lo que termina por mostrar la distinción radical que existe entre decir
y mostrar. Todo esto Wittgenstein lo fundamenta en el análisis del método de las
tablas de verdad propuesto por Russell en su Principia Mathematica, lo que tiene
como consecuencia, conjugando todo esto, que la conclusión fundamental de este
tratado lógico-filosófico sea que una proposición lógica en tanto tautología o
contradicción con respecto a la lógica del lenguaje, este siempre y radicalmente en
relación con la realidad del mundo que dichas proposiciones quieren expresar.152
Esta última sentencia se convierte para este periodo de su filosofía en la
articulación de uno de los puntos de capitón más importantes, pues no sólo será
una certeza, será además, una de las ideas fundamentales que se mantendrán a
lo largo de su filosofía como punto de condensación de su trabajo de pensamiento,
vía el encadenamiento de la realidad y la construcción de su sínthome.
3.2.4. P3 en Wittgenstein: El final de la construcción del sínthome cuerpo de
lenguaje, de los Cuadernos Azul y Marrón a las Investigaciones filosóficas.
Antes de comenzar de lleno este último apartado, se hace necesario mostrar los
cambios que son más significativos en este tercer periodo del pensamiento de
Wittgenstein; puntos de transición entre lo elaborado por el filósofo en el Tractatus
y las disertaciones posteriores que contienen Los Cuadernos Azul y Marrón hasta
152
Ibíd. Pág. 137.
148
llegar a Las Investigaciones Filosóficas. Para lo cual, citaremos algunas
apreciaciones de Wittgenstein mismo sobre estos elementos de su pensamiento
que cambian progresivamente en su filosofía. La parte que, tal vez, sea lo más
importante en este cambio, se refiere a la articulación de un método para abordar
las cuestiones que plantea la lógica del lenguaje. Con respecto a su método ahora
formalizado dirá:
“El nimbo de la filosofía ha desaparecido pues ahora tenemos un método para hacer
filosofía, y podemos hablar de filósofos experimentados. Comparadlo con la diferencia
entre la alquimia y la química: la química posee un método, y podemos hablar de
químicos experimentados.”153
Lo que contiene esta cita del filósofo puede definirse en los siguientes
lineamientos. En primer lugar, muestra un punto de certidumbre inamovible en su
propuesta filosófica y en su pensamiento, punto que demuestra la progresiva
consistencia que su Ego va alcanzando; esto debe unirse a la ya tratada posición
mesiánica que adoptas con respecto a la filosofía, pues él logra, por fin, ir
resolviendo los impases fundamentales a los que ha conducido la reflexión
metafísica a la filosofía en general. Asume el filósofo una posición categórica, pero
a la vez esclarecedora de su posición; son estos puntos oscuros lo que él va a
esclarecer, ya que tiene la certeza de haber logrado resolver esa trama infinita y
oscurantista en la que había caído la disertación árida de los filósofos que él
mismo considera como no expertos.
Wittgenstein, entonces, toma una posición de renovador absoluto al encontrar y
construir el objeto de su filosofía: la lógica de la gramática del lenguaje en los
Juegos de Lenguaje; y al haber planteado el método y enseñarlo constantemente
en sus propias clases y discusiones. Cree ahora con certeza que ha destruido
todos los sofismas, al esclarecer progresivamente en su pensamiento filosófico el
153
Ibíd. Pág. 280.
149
nombramiento oscuro e inadecuado de las cosas, es decir, en la ya mencionada
inadecuación en la utilización del lenguaje por parte de sus contemporáneos; no
sólo en el equivocado nombramiento de la identidad de las cosas, sino también en
el método utilizado para abordarlas que comúnmente utilizan los filósofos
inexpertos.
Por otro lado, a lo que Wittgenstein parece referirse con esta metáfora del “nimbo”,
da la medida de los alcances de su nuevo pensamiento: había logrado penetrar
más allá de la nebulosa y la mística de la filosofía tradicional; y el nimbo hace
referencia a ello. Todo esto acarrea una consecuencia fundamental para su
pensamiento: había descubierto que detrás de cualquier filosofía no había nada.
Leámoslo ahora directamente en sus palabras:
“(…) La filosofía no puede transformarse en una ciencia, porque no tiene nada que
descubrir. Sus problemas son consecuencia de un mal uso, de una mala comprensión de
la gramática, y requieren no una solución, sino una disolución. Y el método para disolver
estos problemas no consiste en elaborar nuevas teorías, sino en reunir recordatorios de
cosas que ya conocemos”154
De ahora en adelante la preocupación fundamental del filósofo se dirigirá a lo que
él consideraba como Gramática, que, como veremos, se aleja de manera no
desdeñable de la concepción de la gramática que tenían sus contemporáneos,
sobre todo entre los filósofos. El abordaje de la gramática para Wittgenstein no es
otra cosa que una disolución del lenguaje mismo, deconstrucción
contradictoriamente salvadora del lenguaje, frente al enrarecimiento al cual ha sido
sometido por los filósofos mismos. Al recordar cosas ya conocidas, a lo que el
filósofo apunta y se refiere es al hecho de desempolvar a las palabras y
devolverles su función de nominación coherente, y no presta a los malentendidos
del sentido. Encontrando la nominación perfecta de las cosas, lo que se logra,
154
Ibíd. Pág. 280
150
según el filósofo, es devolverle y resituar el lugar y el trabajo mismo del filósofo. El
filósofo no puede ser más un creador de teorías y su labor no podrá ser más la
teorética. Su trabajo es devolverle el sentido último y único al lenguaje: una buena
nominación que nombre la identidad de la cosa, y por tanto un buen decir sobre
ella.
Vemos entonces por qué no se considera su tratamiento del lenguaje como el que
podría llevar a cabo un esquizofrénico común, e ir incluso más allá, si se le
compara al despliegue delirante de un parafrénico; ya que el trabajo filosófico de
Wittgenstein se va desarrollando hasta una estabilización lograda en un sinthome
lógico. Lo que se demuestra es que el filósofo va más allá de la palabrería
psicótica, de la negatividad y de la megalomanía que los caracteriza. Wittgenstein,
va quedando progresivamente enganchado a una serie de certidumbres
inexorables e inquebrantables, que le dan consistencia no sólo a su Ego, sino
también a su propia teoría lógico-filosófica. Su posición con respecto a lo que va
encontrando en sus elaboraciones de pensamiento puede resumirse en la
siguiente idea: La gramática es un espejo de la realidad.155
Wittgenstein no hace una ruptura radical con la función del lenguaje, como en la
esquizofrenia, no se queda atrapado en juegos palabreros o en verbigeraciones.
Gracias al método que va desarrollando para abordar la gramática, se va
articulando una realidad hecha de lenguaje, es decir, que progresivamente se va
construyendo un discurso, y consideramos su abordaje de la gramática y del
lenguaje como un nuevo Nombre-del-Padre que hace sinthome frente a la falla
que genera su forclusión. Lo que termina por ponerle límites a su goce y generar
el lazo social que se construye progresivamente alrededor de sus disertaciones,
elementos que demuestran además que su sínthome es coherente con respecto a
las propuestas hechas por el Dr. Lacan con respecto al estatuto que tiene este
concepto clínico.
155
Ibíd. Pág. 274.
151
Ahora bien, durante algún tiempo de este segundo momento insistió en la
corrección de algunas de las ideas que contenía el Tractatus sobre la lógica del
lenguaje, y con las cuales ya no estaba de acuerdo. La idea principal que marcará
este viraje en su pensamiento, es el hecho de abandonar la reflexión de que tenía
que existir una estructura común entre la realidad y el lenguaje utilizado por los
filósofos en sus disquisiciones. De ahora en adelante, el trabajo filosófico de
Wittgenstein dirigirá sus esfuerzos de pensamiento a dilucidar el lenguaje común.
Parece adoptar con respecto al lenguaje, un Rasgo Arqueológico para abordarlo.
Regresar las palabras al lugar del cual fueron removidas por la búsqueda
infructuosa e infinita de sentido a la cual se abocaron y sometieron a las palabras
los filósofos no expertos. El trabajo de Wittgenstein en adelante, se desenvolverá
en el terreno de querer devolverle el sentido original a las palabras, ya que por
esta vía es que él considera que se construye la realidad. Devolviéndoles a las
palabras su valor de uso, que en este caso es su valor metonímico, crea un
método para abordar el lenguaje en el cual el filósofo no se perderá en
nominaciones ni en señalamientos innecesarios y equivocados sobre los hechos
de la realidad: la realidad no es más que hecha de gramática, podría entonces
concluirse.
Es en este momento entonces donde el filósofo dirigirá completamente su trabajo
a lo que él consideraba como La Gramática. Por un lado, forja lo que considerará
de ahora en adelante la formalización de su método, y por el otro, entrará en estas
renovaciones de su pensamiento por una transformación de sus ideas rectoras.
Cuando referimos aquí a la gramática, empezamos a abordar el nuevo frente de
trabajo al que se dirigirá el pensamiento de Wittgenstein, los llamados por él:
Juegos de Lenguaje; a los cuales nos referiremos más adelante.
Ahora bien, el viraje fundamental se hará en la forma en que se tratará al lenguaje
152
de ahora en adelante. No se buscarán más las proposiciones atómicas
fundamentales, ya que su búsqueda es el problema básico que se encuentra en
el Tractatus, y el problema también en el que él mismo había caído al principio de
su filosofía, repitiendo con ello, sin quererlo, a los filósofos que tanto criticaba.
Ahora el filósofo se abocará a la lógica de Los Juegos de Lenguaje, en donde
indagará las leyes del lenguaje que se necesitan y que le faltaban para salvar a la
filosofía de su marasmo metafísico. Y todo esto lo desarrollará llevando hasta sus
últimos límites el método de mostrar, es decir, la búsqueda definitiva de la
mostración de la identidad de la cosa en las proposiciones gramaticales del
lenguaje. Leámoslo:
“En el curso de nuestras investigaciones jamás llegamos a ninguna proposición
fundamental; llegamos a los límites del lenguaje, que nos impiden hacer más preguntas.
No llegamos al fondo de las cosas, sino que alcanzamos un punto a partir del cual ya no
podemos llegar más lejos, ya no podemos hacer más preguntas.”156
Estas son algunas de las ideas que se implicaban ya en la sentencia con la cual
acabará el filósofo el texto del Tractatus: de lo que no se puede hablar es mejor
callar. Sentencia que, como se ha visto, cruza todas las elaboraciones de
Wittgenstein; incluso en sus incursiones sobre la ética y la estética. Si la idea
mencionada en este párrafo es considerada aquí como un punto de capitón, se
justifica por qué cruza todo su trabajo de elaboración de pensamiento; son las
ideas subsidiarias que la sostienen y argumentan las que variarán en el tiempo,
con el objetivo de darle una mayor solvencia y consistencia a dicha idea.
Esto trae de suyo, para la vida de Wittgenstein, una progresivo estabilizacion en
torno a sus elaboraciones de pensamiento. La pregunta por los límites del
lenguaje ya no le causa más penas, ya estos problemas no lo desesperan; ahora,
se decide a hacer algo con esto que se encuentra en el campo de lo real, ya que
156
Ibíd. Pág. 283.
153
se desliga del eterno preguntar, de la eterna búsqueda de sentidos a los que la
metafísica se había dedicado. Su método es, en esta línea, una forma de tratar lo
real del significante, los S1 desencadenados que no logran hacen cadena, que
representan su Rasgo Unario y muestran la fijación de su goce. Aquí es cuando, el
lenguaje común se convierte en el objetivo de gran parte de sus disertaciones,
porque en él encuentra, o mejor, localiza la generación del lenguaje en lo real.
He aquí uno de los puntos más importantes en esta nueva concepción del filósofo
sobre su abordaje del lenguaje. Cuando se trata de filosofía, un filósofo experto se
moverá en los limites mismos del lenguaje, en el espacio y en el lugar donde se
encontrarán las verdaderas disertaciones filosóficos; y en donde debe, construirse
ese nuevo cuerpo de lenguaje que le devolverá a los S1, o les encontrara, su
importancia capital para construir el mundo, por vías de la gramática; tal y como
Wittgenstein la comprendía. Todo esto implica que el filósofo no se encontrará con
más problemas infinitos en su eterno preguntar; más bien, el filósofo se moverá
en un espacio de disertación serio y claro, en un terreno donde las preguntas ya
no tienen cabida, es decir, un espacio donde solo los hechos del lenguaje
hablaran por sí mismos. El filósofo lo referirá de esta manera:
“Lo que descubrimos en la filosofía es trivial, no nos enseña nuevos hechos, sólo la
ciencia lo hace. Pero la sinopsis adecuada de estas trivialidades es enormemente difícil,
y tiene una inmensa importancia. La filosofía es, de hecho, una sinopsis de
trivialidades.”157
Topamos en esta cita con el campo de aplicación en que devendrán las
disertaciones de Wittgenstein de ahora en adelante: la sinopsis de trivialidades,
que si se quiere, son las trivialidades de la vida cotidiana; allí donde se expone
abiertamente la forman que las palabras se expresan en una verdadera gramática.
Esta idea contiene condensada el objetivo puesto por el filósofo en su método y en
157
Ibíd. Pág. 280
154
su filosofía: construir un cuerpo de lenguaje que no se prestara a malentendidos,
construcción de certezas que consolidan progresivamente a su Ego. Morfología de
la realidad que se expresa en las palabras correctas que nombren bien a los
hechos, y por tanto, a las cosas en sí mismas. Como lo dirá el propio filósofo:
“(…) «Lo que doy» dijo una vez en clase, «es la morfología del uso de la expresión»”158.
Aquí Wittgenstein se refiere al límite radical del eterno preguntar, la morfología es
lo concreto del lenguaje, y la realidad es la construcción que el lenguaje y la
gramática logran. Es, en sí, el uso de las palabras el que se funda en lo real, en
los S1, que a fin de cuentas son la forma primitiva de lo real, concluimos. Por todo
esto es que, progresivamente, la preocupación del filósofo se irá dirigiendo a las
formas que en el lenguaje se pretenden representan, y por tanto se hacen hechos,
hablamos de los sentimientos y las imágenes, la preocupación estética de
Wittgenstein.
Ahora bien, si se logra encontrar esta lógica contenida en la gramática, se
explicarán y abordarán bien los hechos, es decir, se podrá decir las cosas tal y
como ellas son, se presentan y se muestran. Los hechos aquí son las trivialidades,
las palabras son las que construyen los hechos y por tanto la realidad misma, por
lo cual, la filosofía no podría ser otra cosa que la presentación de las líneas
esenciales en las que se despliega el lenguaje. En él nuevo método del filósofo las
palabras recuperan su valor nominativo real, su valor de uso sustancial, y por tales
motivos, es que encuentra las bases en las que el lenguaje construye la realidad.
Para el caso de L. Wittgenstein, todo ello implica terminar de construirse un ego-
cuerpo hecho de lenguaje.
De ahora en adelante, el lenguaje se convierte en un juego de significantes, y para
entenderlo, lo que se pretende al abordarlo es encontrar las leyes que rigen a
158
Ibíd. Pág. 284.
155
cada uno de estos juegos. Como se ve, no es un sólo juego, los juegos en plural
hablan de los posibles usos del significante, que serán tantos, como hechos
proferibles puedan existir, y en este lineamiento cada juego de lenguaje tendrá sus
propias leyes y reglas. Con este trabajo de disertación filosófica Wittgenstein
pretende retornar a un buen uso de las palabras, devolverles el candor que
tuvieron en sus orígenes, recordar por tanto las cosas ya conocidas. Su trabajo se
convierte en una especie de arqueología del significante, que lo llevará
progresivamente de la oscuridad de las disertaciones filosóficas a la luz renovada
que permite su método y su abordaje de la gramática. A fin de cuentas, es esto un
retorno por parte del filósofo a los orígenes de la nominación de las cosas, a los
orígenes del ordenamiento del mundo, un encontrarse de nuevo con esa relación
esencial entre las palabras y las cosas, entre las presentaciones y lo que
muestran, es decir, con un buen uso de las palabras, con un bien decir. Todo esto
es lo que encontraremos en las disquisiciones que lleva a cabo desde Los
Cuadernos Azul y Marrón hasta Las Investigaciones Filosóficas.
Con esta interpretación entonces, podemos entender qué es lo que cambia en los
argumentos del filósofo, leámoslo:
“(…) El análisis de la proposición del Tractatus debía reemplazarse por una
«representación transparente» de la gramática que arrojara por la borda «todas esas
cosas dogmáticas que dije acerca de los “objetos”, las “proposiciones elementales”,
etc.»”.159
Y en otro lugar lo refiere de esta manera:
“(…) La relación entre una palabra y su significado puede encontrarse no en una teoría,
sino en la práctica, en el uso de la palabra. Y la relación directa entre una regla y su
aplicación, entre la palabra y el hecho, no puede dilucidarse con otra regla; debe verse:
159
Ibíd. Pág. 299-300
156
«Ver las cosas resulta aquí esencial: hasta que no ves el nuevo sistema no lo
comprendes» (…) «esa comprensión que consiste en ver relaciones entre las cosas»”.160
Este par de citas de Wittgenstein reflejan la progresión de los cambios en su
pensamiento, aunque mantiene la idea de su búsqueda incesante por las formas
puras de la nominación de las cosas, y de la posibilidad de argumentar que el sin-
sentido del lenguaje, no es más que salvable por en una defensa recalcitrante de
lo que el psicoanálisis llama S1, campo del significante idóneo, plantea el filosofo,
para un buen abordaje de la realidad y un bien decir sobre la misma.
Es esta, pues, la vías que él consideraba esencial para lograr hacer realmente
lógico al lenguaje y por tal a la realidad: demoliendo las metáforas equívocas a las
que se presta el lenguaje entregado a la infinitud del sentido en la relación de los
S1 con los S2; y por la vía de la asunción de un lenguaje metonímico puro que
implique a su vez a la lógica y a sus formulaciones; Wittgenstein demuestra
entonces estar, como Joyce, desabonado del lenguaje. Pero, creando ahora un
nuevo discurso filosófico, y generando una nueva comprensión del discurso
mismo, es lo como logra hace de su sínthome una excepción; ya que en él se
vislumbra la construcción y la articulación continua de un cuerpo de lenguaje y un
Ego hecho método-lógico. El método para abordar el lenguaje, y su trabajo de
pensamiento en torno a ello, son los factores que justifican que este más allá de
un tratamiento esquizo de las palabras.
Hablemos ahora brevemente de un dato más de su historia, de la angustia que lo
acompañaba constantemente en sus razonamientos, aquella que se debía
fundamentalmente a una imposibilidad de poder formalizar sus pensamientos en la
letra; lo que explica y justifica a la vez, que gran parte de su obra sea el fruto de
notas de clase de sus alumnos y de textos mecanografiados que él mismo dictara.
Para el filósofo las cosas son como si tuviera adentro de su mente todo el sistema
160
Ibíd. Pág. 289
157
de pensamiento, pero no pudiera formalizarlo en un conocimiento coherente y
comprensible; de allí que argumentamos también la dificultad que acarrea su
lectura y su hermetismo filosófico; y lo que termina por justificar que hablemos de
desencadenamiento significante y deslocalización del goce; pues en P3, en el
momento del despliegue filosófico en el que nos encontramos, es esto lo que
termina por modularse en este último periodo de sus elaboraciones lógico-
filosóficas. Leámoslo:
“La convicción de Wittgenstein de que su ensayo acerca del infinito les sonaría a «chino»
a los filósofos en Nottingham es una típica expresión de la recurrente sensación de que se
le malinterpretaba. Creía estar rodeado de gente incapaz de comprenderle”161.
Y en otro lugar lo referirá su biógrafo Ray Monk:
“(…) en su obra es también notoria la manera en que su perspectiva filosófica difiere
radicalmente de la de los filósofos profesionales del siglo XX. Es aquí donde podemos ver
con más claridad la certeza de su convicción de estar trabajando contra la corriente
principal que guía a la civilización moderna.”162
Lo que tenemos en estas citas refiere, no sólo, el sentimiento de incomprensión
que sentía por parte de sus contemporáneos, sino también aquello que podía
justificar el sentimiento mesiánico que acompañó durante toda su vida la
redención de la filosofía, y a él, como el redentor elegido para tal empresa. Esto se
refleja en la preocupación que esto le generaba, una incomprensión total por
parte de sus contemporáneos e interlocutores, frente a los cuales se mostraba
desdeñoso e intolerante.
Pasemos ahora a la disertación sobre el contenido y sobre algunos de los eventos
más importantes que rodearon este último periodo de la elaboración del filósofo,
161
Ibíd. Pág. 260 162
Ibíd. Pág. 304
158
que va desde Los Cuadernos hasta Las Investigaciones Filosóficas.
Los Cuadernos Azul y Marrón son un par de cuadernos dictados por Wittgenstein
a sus alumnos de filosofía en Cambridge. Aquí debe entonces mencionarse un
dato importante. En este periodo de regreso a las clases, Wittgenstein no sólo
había logrado publicar el Tractatus, sino también darse cuenta de la progresiva
acogida que tenian las ideas expuestas allí, sobre todo entre los alumnos más
jóvenes del instituto. Es importante resaltar esto, ya que, además de que
Wittgenstein se va gradualmente construyendo un cuerpo de lenguaje en el
abordaje lógico-filosófico que va articulando en su pensamiento; también con ello
logra un cierto reconocimiento de su genio y de su obra. Lo que pone a su
pensamiento en una relación de lazo social con la cultura y la sociedad
universitaria e intelectual de aquella época, y aun la de nuestros días.
También debe resaltarse de paso que estos cuadernos tienen la misma
característica de la mayoría de los textos que hoy tenemos de Wittgenstein: son
escritos hechos con base en dictados que el filósofo hacía a distintos escribanos.
El Cuaderno Azul son notas de clase que Wittgenstein dictaba a sus alumnos. Por
su parte, el Cuaderno Marrón es, también, una serie de notas que el filósofo dictó
para uso privado en sus discusiones, sólo a algunos de sus alumnos, a quienes
consideraba los más destacados. Sin embargo, debemos subrayar que estos
cuadernos pasan a la posteridad, no sólo porque Wittgenstein se los envió a
Russell para que los leyera y diera su opinión sobre las ideas expuestas allí; sino
también porque gradualmente se fueron editando copias entre sus mismos
alumnos y discípulos. Este es, pues, otro de los factores que dan cuenta del
progreso que va alcanzando su lazo social, lazo que se construye en la medida en
que Wittgenstein le da cada vez más consistencia a su articulación discursiva.
Ahora bien, hay una serie de características que deben ser mencionadas del
contenido de los cuadernos. Por un lado, marcan el punto de transición hacia el
159
último periodo de elaboración filosófica de Wittgenstein, que se encuentra
contenido en las Investigaciones filosóficas. Ahora, se fundamenta con más fuerza
la idea de que la filosofía no es más que el método de investigación de la
gramática del lenguaje. Por tanto, se encuentra aquí la disertación rectora que
marcará el viraje final en la filosofía de Wittgenstein, los llamados por él Juegos de
Lenguaje; campo de análisis en el que se reflejará, hasta el final de su obra, el
sinthome que se ha construido progresivamente, por medio de la aplicación de su
método en sus elaboraciones lógico-filosóficas.
Por su parte, los Juegos de Lenguaje pueden entenderse como la nueva relación
que Wittgenstein encuentra en la gramática. Si bien antes de estas nuevas
disertaciones, sus ideas se debatieron en el problema del decir y el mostrar; este
segundo momento, se abocará por las relaciones entre las palabras y lo que
representan en el lenguaje común. De manera general, una de las ideas
fundamentales de los cuadernos es que en la gramática del mundo sólo existirían
juegos de lenguaje, en tanto existe una imposibilidad radical de universalización
de los posibles acuerdos entre proposiciones y hechos. Así, el acuerdo entre
proposiciones y hechos sólo puede dilucidarse en un juego particular del lenguaje,
y no en una posible universalización de sus leyes.
Este último periodo de su pensamiento termina por demostrar la inexistencia de
una conexión unívoca y radical entre lenguaje y realidad, entre presentación y
representación. Conexión que, sin embargo, se ve mejor reflejada en los juegos de
lenguaje a los que se presta el lenguaje cotidiano; conexión entre hechos y
proposiciones que la filosofía tradicional no logra reconocer, en su eterna e
incansable búsqueda metafísica de las verdades primeras, problemas que siempre
generan preguntas infinitas.
Es esto, tal vez, el punto fundamental que marcará este último periodo en su
pensamiento. Los mejores acuerdos posibles entre las cosas y las palabras se
160
encuentran en el lenguaje común, en las formas gramaticales que se utilizan para
describir los hechos de la realidad. Por ello, en este momento, Wittgenstein dirigirá
sus análisis de la gramática del lenguaje al lenguaje común, y ya no más a las
maneras de utilización del mismo por parte de los filósofos. Fiel a esta posición
crítica, comenzará por abordar la estructura en la que se presentan los hechos en
el lenguaje cotidiano, uno de los puntos nucleares expuestos en los cuadernos.
Veamos un ejemplo de esta nueva aplicación del método por él desarrollado:
“Preguntemos ahora: «¿Puede tener dolor un cuerpo humano?» Se
inclina uno a decir: «¿Cómo puede tener dolor el cuerpo? El cuerpo
en sí mismo es algo muerto; un cuerpo no es consciente». Y
nuevamente parece aquí como si examinásemos la naturaleza del
dolor y viésemos que está en su naturaleza que un objeto material no
pueda tenerlo. Y es como si viésemos que lo que tenga dolor tiene
que ser una entidad de una naturaleza diferente de la de un objeto
material; que, de hecho, tiene que ser de naturaleza mental. Pero
decir que el ego es mental es como decir que el número 3 es de
naturaleza mental o inmaterial cuando nos damos cuenta de que el
numeral «3» no se usa como significado de un objeto físico.163”
Este viraje central en su método y en su objeto de indagación se da porque, si falló
la búsqueda de la esencia atómica ideal de las proposiciones y su relación con la
realidad; si ya no se interesa por las reglas gramaticales universales del lenguaje,
en tanto, ha destituido el sentido y a su valor; se deja, por consecuencia, a las
proposiciones restringidas a su empleo ordinario, a su uso, que en este caso
llamaremos con el filósofo: Juegos de lenguaje.
Ahora, la preocupación su preocupación tratara de encontrar las leyes materiales y
formales que rigen a cada uno de estos juegos, es decir, a la manera en que en el
lenguaje cotidiano se presentan las proposiciones gramaticales sobre los hechos, 163
WITTGENSTEIN, Ludwig. Los cuadernos Azul y Marrón. Ed. Técnos. Madrid. 1984. Pág. 108
161
ya que habrá tantos juegos de lenguaje como formas proposicionales para
nombrar y describir los hechos. Es a esto a lo que, de ahora en adelante,
Wittgenstein dirigirá sus nuevos análisis; lo que expondrá incansablemente como
su método filosófico infalible, contenido de los cursos universitarios que dictó en
Cambridge. Mostremos como ejemplo una de sus apreciaciones al respecto que
se encuentran en los cuadernos antes mencionados:
“Es erróneo decir que en filosofía consideramos un lenguaje ideal,
como opuesto a nuestro lenguaje ordinario. Pues esto hace que
parezca como si pensásemos que podríamos perfeccionar el lenguaje
ordinario. Pero el lenguaje ordinario está perfectamente. Cuando
elaboramos “lenguajes ideales”, no es para que reemplacen a nuestro
lenguaje ordinario, sino precisamente para eliminar alguna dificultad
causada en la mente de alguien al pensar que ha comprendido el uso
exacto de una palabra en común. Esta es también la razón por la que
nuestro método no consiste simplemente en enumerar los usos
actuales de las palabras, sino más bien inventar nuevos usos de modo
deliberado, algunos de ellos a causa de su apariencia absurda.164”
Hay que advertir algo para entender mejor este análisis, los cuadernos tienen
explicitado otro problema que deriva de este tipo de análisis y de la aplicación de
su método. Wittgenstein terminará por preguntarse, y por tratar de despejar, el
problema de las posibles relaciones que guardan la palabra y lo que pretende
representar; pregunta que termina por llevarlo a un problema fundamental: ¿qué
hace de un lenguaje un lenguaje? Todo esto contiene la preocupación por las
leyes que rigen a un juego de lenguaje. Y decimos juego en singular, puesto que,
sólo al abordar proposiciones gramaticales concretas y particulares, es que se
logra, por y en ellas mismas, encontrar las leyes que las rigen, en tanto en cuanto,
sólo en un análisis sobre sí mismas es que se consigue capturar su fin último; que
no es otra cosa que su uso o utilidad gramatical para señalar los hechos de la
164
Ibíd. Pág. 57
162
realidad. Mostrémoslo en palabras de Wittgenstein:
“Ahora bien, podríamos usar la expresión “la relación entre nombre y
objeto no consiste meramente en este tipo de conexión trivial,
“puramente externa”, queriendo decir que lo que llamamos la relación
entre nombre y objeto está caracterizada por la totalidad del uso del
nombre; pero entonces resulta claro que no hay una relación de
nombre y objeto, sino tantas como usos haya de los sonidos o
garabatos que llamamos nombres165.”
Como se ve, Wittgenstein mantiene la idea de reducir, buscando y construyendo
en el proceso, lo que él considera los límites últimos del lenguaje que, en su caso,
se contemplarán en los usos lingüísticos de una palabra. El significante, entonces,
es llevado hasta sus últimas fronteras, quedando reducido a S1, convirtiendo con
ello a la gramática del mundo en un lenguaje concreto y sin equívocos, es decir,
reducción metonímica de la gramática que deja por fuera a las formas metafóricas.
Todo esto sólo depende del valor de uso de una palabra, de su contexto, de los
juegos de lenguaje en que los significantes se ven implicados en el presente en
que son utilizados, sin más remisiones ni relaciones paradigmáticas entre sí. Es en
el uso del significante, como una metonimia pura, donde se encuentra su valor;
por ello se sostiene que, para Wittgenstein, los S2 no tienen sentido; sólo el
contexto en el que se encuentran sus usos será lo que los justifique, la palabra
convertida en un hecho concreto y factico, como lo pretende el filosofo.
Así, la gramática del lenguaje y del mundo sólo se encuentra en la relación, o en
las relaciones posibles, entre las proposiciones y los hechos que un juego de
lenguaje en sí mismo quiere nombrar y describir. Sólo en el análisis del enunciado
es que puede encontrarse, para Wittgenstein, la trama de las leyes que lo rigen.
165
WITTGENSTEIN, Ludwig. Lecciones de filosofía de la psicología. Alianza Editorial. Buenos Aires. Pág. 216.
163
Esto le da primacía a la idea de que cada enunciado en sí mismo será un sistema
cerrado sobre sí. Sistema que no tiene la necesidad de remitirse a otros
enunciados, ya que, dicha remisión, lo único que haría es hacer perder al análisis
y la interpretación de las proposiciones. Vemos pues como se mantiene en
Wittgenstein la idea de reducir el lenguaje a S1 puros, ahora puestos en una lógica
de mediación significante con ellos mismos; enunciados unívocos que sólo
encontrarían sentido en sí mismos, en tanto logran mostrar a los hechos y a las
cosas por medio de la utilidad misma de los enunciados que los nominan.
La aplicación de este método creado por Wittgenstein para abordar los enunciados
de la gramática del lenguaje, lo llevará progresivamente a preguntarse por los
problemas que comportan en los juegos de lenguaje: el pensamiento, las
imágenes y las sensaciones, y al como es que pueden funcionan en el nivel de la
representación. Es decir, a preguntarse por la forma como pasan de de ser
presentaciones a ser representaciones en el lenguaje. Aquí el filósofo planteará
que el mundo se basa únicamente en los hechos, en las presentaciones puras que
nos dan las nominaciones. Y esto lo mostrara de manera aun más radical de lo
que lo había hecho en sus anteriores postulaciones. Los hechos sólo se
constituirían en la medida en que sean articulados en enunciados, es decir, que
hechos y enunciados se encontrarían en una relación de continuidad. Leámoslo en
uno de los ejemplos que muestran esta preocupación:
“Supongamos que alguien entiende la palabra «pensar» y supiera justificar su uso. Es
como si se entendiera un principio subyacente. La pipa no nos sorprende porque
sabemos cómo funciona. Así, uno se inclina a decir que el significado de la palabra
«pensar» justifica su uso; mientras parece que yo digo que el significado de la palabra es
su uso peculiar”.166
Los juegos de lenguaje son la forma como Wittgenstein abordará las diferentes
166
Ibíd. Pág. 217
164
nominaciones que se establecen en la gramática del lenguaje, lo que implica al
pensamiento mismo, en términos de lo que involucra para un sujeto hablar y
comprender. Por tales motivos es que este filósofo termina, por un lado,
abordando formas primitivas de lenguaje, o las posibles maneras como un niño
aprende un lenguaje; y por el otro, inventando nuevas formas de nominación de
las cosas. Y todo ello con el objetivo de buscar en el lenguaje común la
nominación exacta de las cosas, es decir, su buena formulación proposicional, y
por tanto, su valor de uso. Esto es lo que se deriva de la crítica que Wittgenstein
hará a los abordajes filosóficos tradicionales. El método por el creado ya no busca
las proposiciones atómicas fundamentales; búsqueda que, según él, termina por
perderse en sentidos siempre infinitos y oscuros. Leamos esto en otra de las
apreciaciones de Wittgenstein:
“Digo: el significado de una palabra es la técnica de su uso. ¿Cómo es posible, entonces,
que una palabra signifique algo momentáneamente cuando la oigo o la digo? Parece que
el significado es algo que acompaña a menudo, pero no siempre, a la palabra. Parece que
hay grados de significación. Cuando digo «abre la ventana» tiene significado; cuando se
repite «ventana…» el significado desaparece”.167
Lo que leemos en esta cita, es uno de los tantos ejemplos que Wittgenstein da de
la buena utilización del lenguaje, en tanto son sus juegos los que logran transmitir
los hechos de la realidad, únicamente refiriéndose a su uso mismo. Es en el dicho,
concreto y práctico, donde se fija su sentido (S1), y no en las remisiones infinitas a
otros significantes (S2); ya que es allí, en los significantes metonímicos de los S1,
donde los hechos mismos se muestran y se presentan. Es decir, que mientras
menos significantes ambiguos y abstractos usemos para describir a los hechos y a
las cosas, la realidad gramatical del mundo se hará más clara y exacta. Esto
remite al objetivo central del filósofo: encontrar la buena y exacta utilización de las
nominaciones, ya que ello será lo único que no presentará al lenguaje, nunca más,
167
Ibíd. Pág. 81
165
como ambiguo y equívoco; pues su cometido último no es otro que el de presentar
y mostrar la realidad de los hechos, en tanto ellos se hacen de la gramática del
lenguaje.
Para entender mejor la actitud de Wittgenstein hacia los significantes S1, e ir
finalizando esta parte del análisis de su sinthome, traemos una cita de Freud lo
suficientemente ilustrativa de lo que creemos pasa con las elaboraciones de
pensamiento de Wittgenstein:
“Cuando pensamos en abstracto nos exponemos al peligro de
descuidar los vínculos de las palabras con las representaciones
inconscientes, y es innegable que entonces nuestro filosofar cobra una
indeseable semejanza, en su expresión y en su contenido, con la
modalidad de trabajo de los esquizofrénicos. Por otro lado, puede
ensayarse esta caracterización del modo de pensamiento de los
esquizofrénicos: ellos tratan a las cosas concretas como si fueran
abstractas.168”
Ahora bien, lo importante de este periodo en su pensamiento, es que, para
Wittgenstein, todo se reduciría a lo que él consideraba como los nombres reales
de las cosas, que son: esto y aquello; ya que el resto de nominaciones no logran
condensar de manera tan exacta y tan clara a los hechos y a las cosas como tal;
es decir, que son estas dos únicas proposiciones las que logran trasmitir en el
lenguaje la sustancia fundamental de los hechos del mundo. Se ve entonces por
qué se señala que el problema de la identidad y de la tautología se conserva en
las disquisiciones lógico-filosóficas de Wittgenstein. Lo que cambia radicalmente
en su pensamiento es la concepción que argumenta el método de abordaje de lo
que es y debería ser la gramática real del lenguaje, su objeto de preocupación
fundamental, y por tanto, cómo es que se puede estructurar una presentación
168
FREUD, Sigmund. Obras Completas. Lo Inconsciente. Tomo XIV. Ed, Amorrortu. Buenos Aires. 1975. Pág. 200.
166
concreta y correcta del mundo. Sin embargo, será por esta vía pedregosa, de
tratar de comprender la gramática del mundo, reduciendo el lenguaje a S1
metonímicos, que Wittgenstein logra, paradójicamente, hacerse a un sínthome; y
con ello encadenar el desencadenamiento de los registros en el nudo borromeo
que la forclusión del significante del Nombre-del-Padre ha generado.
Por todo lo anterior es que podemos concluir que en el proceso de elaboración de
pensamientos en Ludwig Wittgenstein, éste va progresivamente sirviéndose de los
S1 de manera excepcional, para ir más allá del tratamiento que hacen de las
palabras los esquizofrénicos y muchos de los parafrénicos. Cuando hablamos de
sinthome en Wittgenstein nos referimos a esto. El filósofo logra nutrirse de manera
original de los S1, los aborda y los trabaja con su propio método, aquel método
que le sirvió para desarrollar su estabilización, como forma de enfrentarse y hacer
algo con los mismos S1. Trabajo de elaboración y construcción de un discurso con
el cual logra hacer un lazo social con los intelectuales y pensadores de su época,
lazo que se mantiene hasta nuestros días por medio de la complejidad del
discurso filosófico que legó a la humanidad.
3.2.5. Análisis final del caso de Ludwig Wittgenstein.
Para finalizar este análisis y antes de presentar las conclusiones generales del
mismo, se hace necesario hacer una síntesis analítica del caso Wittgenstein, con
el fin de recoger, en este último apartado, los elementos principales que se han
expuesto a lo largo de este capítulo.
Ahora bien, la interpretación antes presentada se ha regido por dos puntos
fundamentales que se exponen a continuación.
El primer punto se refiere a una serie de ideas expuestas por Freud en el texto
sobre Lo Inconsciente, que demuestran toda su pertinencia para la presente
167
indagación con el psicoanálisis, en el amplio campo de las psicosis. Leámoslas:
“En la esquizofrenia las palabras son sometidas al mismo proceso que
desde los pensamientos oníricos latentes crea las imágenes del sueño,
y que hemos llamado el proceso psíquico primario. Son condensadas, y
por desplazamiento se trasfieren unas a otras sus investiduras
completamente; el proceso puede avanzar hasta el punto en que una
sola palabra, idónea para ello por múltiples referencias, tome sobre sí la
subrogación de una cadena íntegra de pensamiento.169”
Más adelante escribirá:
“Por otro lado, puede ensayarse esta caracterización del modo de pensamiento de los
esquizofrénicos: ellos tratan a las cosas concretas como si fueran abstractas”.170
Y en la misma página, al final de dicho texto, Freud dirá:
”La investidura de la representación palabra no es parte del acto de represión, sino que
constituye el primero de los intentos de restablecimiento o de curación que tan
llamativamente presiden el cuadro clínico de la esquizofrenia”.171
Lo que muestra Freud es la manera y la forma como los esquizofrénicos enfrentan
el desligamiento que se presenta, a nivel psíquico, de las presentaciones-cosa con
las representaciones-palabra, en tanto dicha separación se debe,
fundamentalmente, a la imposibilidad de articulación de una representación-objeto
que condense a una y otra. Ahora bien, este tratamiento de las palabras como
cosas, y de lo concreto como si fuera abstracto, es lo que caracteriza el trabajo
lógico-filosófico que Wittgenstein realizó. Sin embargo, lo importante en el caso de
169
FREUD, Sigmund. Obras Completas. Lo Inconsciente. Tomo XIV. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1975. Pág. 196. 170
Ibíd. Pág. 200. 171
Ibíd. Pág. 200
168
este filósofo es que con dicho tratamiento de las presentaciones y las
representaciones, logra hacerse a un discurso; cosa que lo separa de las
esquizofrenias ordinarias pues, vía este tratamiento de los significantes, es como
Wittgenstein logra ir más allá de lo que un esquizofrénico logra hacer, y por ello,
es que planteamos la hipótesis de su estabilización. Entendemos la estabilización,
como la pacificación progresiva que en algunos casos excepcionales de psicosis
se logran hacer estos sujetos, construyéndose un cuerpo y un discurso, y por tal
motivo, hacerse al final a un sínthome, una versión del padre con la cual hacele
frente a la forclusión de su significante.
Como segundo punto de partida, sostenemos estas últimas ideas sobre el caso de
L. Wittgenstein, tomando los lineamientos que Jacques Lacan expone en su
segunda clínica, específicamente en el seminario dedica al sínthome. De allí se
toman los recursos para construir una serie de hipótesis sobre el nudo, sobre la
articulación de una cadena borronea que explica gran parte de la estabilización de
Wittgenstein; como lo hizo Lacan con el caso de James Joyce en dicho seminario.
A continuación presentamos el nudo y su explicación, con el fin de mostrar la
progresión de la estabilización y de la construcción del sinthome en Wittgenstein.
169
Entendemos que el sinthome es aquello que permite el encadenamiento
borromeo, como lo subraya Lacan en sus últimos seminarios con respecto a las
psicosis; dicho trabajo de anudamiento es lo que permite el cuarto anillo del
sinthome, lo que sutura en el sujeto el significante forcluido del Nombre-del-
Padre, para poder con ese nuevo discurso encadenar los tres registros, y con ello,
ordenar el goce, construirse un cuerpo y una realidad.
Con respecto a Wittgenstein, podemos deducir que lo Real se presenta en el
ímpetu dirigido hacia un trabajo filosófico minucioso y exhaustivo, que termina por
mostrarnos la tendencia de la Konstante Kraft, como aquella energía que nunca
ceso de dirigirse y de dirigir sus elaboraciones de pensamiento. Su indagación
filosófica es aquello que en último término coordina todos sus esfuerzos abocados
a la explicación misma de lo real del lenguaje, el malentendido fundamental. Esto
tiene como consecuencia volver al significante una presentación una mostración
de la cosa misma, un S1 sin referencia en un S2, un sin-sentido absoluto y radical,
que debe ser resuelto a toda costa, reduciendo metonímica el lenguaje; lo que se
ve reflejado en la búsqueda a la que se entrego enteramente Wittgenstein de las
nominaciones perfectas de los hechos y las cosas del mundo. Búsqueda que deja,
como resultado, una construcción discursiva de la realidad. Vemos pues, cómo el
trabajo de Wittgenstein se forja progresivamente sobre el intento de hacer entrar y
explicar la dimensión del significante en lo real, en la vía de la construcción de un
lenguaje como realidad.
Expliquemos ahora el nudo borromeo que planteamos para el caso Wittgenstein
para mostrar la progresión de su estabilización. Tenemos configurados en la
cadena borromea los campos de intersección, los lugares y los elementos que
ocupan cada uno de los frentes en los cuales el filósofo inscribió la construcción
de su sínthome, gracias a las elaboraciones de su trabajo lógico-filosófico.
En la intersección entre S e I ponemos la crítica que el filósofo hará frente a la
170
filosofía y la metafísica más tradicionales. Encontrando y denunciando el goce que
procura a los filósofos la búsqueda del sentido del sentido de las cosas, el goce
sentido en este caso, Wittgenstein intenta con sus elaboraciones de pensamiento
borrar el interés por esta búsqueda que considera él infinita, infructuosa, y por
tanto, fallida en sí misma. Por este motivo es que pensamos que la indagación
wittgensteiniana se hará siempre buscando el sin-sentido mismo que se encubre
en la filosofía y en el lenguaje que ella utiliza para abordar los problemas
metafísicos. Este punto muestra toda la lógica inicial de su trabajo filosófico, es lo
que se encuentra contenido en el texto Notas sobre Lógica y en gran parte del
Tractatus.
En la intersección entre R y S tenemos la Función del Lenguaje, como aquello
innecesario, e incluso, como aquello que debe borrarse, en tanto, una parte del
Tractatus y los Cuadernos Azul y Marrón se dedican a romper toda posibilidad de
sentido en el lenguaje. Este sin-sentido es lo que Wittgenstein denuncia en la
inadecuación que existe entre lenguaje y realidad, que en esta época intermedia
de sus elaboraciones se refiere específicamente a los Juegos de Lenguaje. Por
ello, para él, el lenguaje de la filosofía tradicional no cumple su función de bien
decir sobre la realidad, y por tal motivo, Wittgenstein se encaminará
progresivamente hacia una deconstrucción radical del lenguaje; factor que borra el
acceso al goce fálico y lo que termina por desconocerlo separándolo radicalmente
del goce sentido. Posición del filósofo que contradictoriamente hace frente a los
S1; lo que demuestra la forclusión del significante del Nombre-del-Padre; y ante lo
cual tendrá que construirse él mismo una versión por medio de sus elaboraciones
filosóficas.
En tercer lugar tenemos, en la intersección entre R e I el lugar donde se encuentra
el goce Otro deslocalizado, en la forma de las ideas suicidas y de muerte que lo
invadían a la manera de una consciencia moral insoportable, como un superyó
radicalmente sádico. Ideas contra las cuales Wittgenstein lucho hasta su
171
pacificación, aquella que se logró al construir y al crear un método para abordar al
lenguaje. Dicho método se expone inicialmente en los Cuadernos, y lo sostendrá y
practicará incansablemente en el resto de sus elaboraciones de pensamiento,
hasta la escritura final de las Investigaciones Filosóficas.
Por otra parte, tenemos el espacio donde se forja progresivamente el sínthome y
la articulación de la estabilización del filósofo que no le permitió desencadenarse.
Es el lugar donde está el anillo pequeño que encadena a los otros tres registros,
anudamiento que sustenta el deslinde de lo imaginario, y que identificamos con el
método que él creó para desarrollar su trabajo lógico-filosófico. Todo este esfuerzo
de pensamiento del filósofo, termina por articular la realidad que se construye y se
encadena por vía del abordaje del cuerpo de lenguaje, construcción de un ego
hecho a punta de lógica.
Por último, ponemos en el centro del encadenamiento borromeo el lugar que
ocupa el objeto a, que en el caso de Wittgenstein es tomado por su preocupación
central: despejar completa y radicalmente el problema que acarrea para el
lenguaje, y para Wittgenstein mismo, los S1, lugar en definitiva al que se dirigen
todas sus elaboraciones de pensamiento.
Todo lo anterior muestra la manera progresiva por medio de la cual el filósofo
logró estabilizarse, anudarse y crearse un sinthome por medio del método
filosófico por él creado para. Y con ello, localizar el goce en los S1, hacerse a un
discurso con estos elementos y encadenar con todo esto al significante, y
finalmente, construirse un cuerpo de lenguaje articulando la realidad. Es esto todo
lo que justifica y explica el tratamiento que hizo del lenguaje y de los problemas
filosóficos, más allá de un tratamiento esquizofrénico o parafrénico de los mismos.
He aquí la manera excepcional con la que enfrentó el inconsciente a cielo abierto y
haber estado desabonado del inconsciente. Y cómo también, por dicha vía, logró
construirse un lazo y un discurso con base en los S1. Es esto, en último término, lo
172
que se ve reflejado en su trabajo lógico-filosófico sobre el lenguaje, más allá del
tratamiento de las palabras como si fueran cosas y de las cosas concretas como si
fueran abstractas.
173
4. CONCLUSIONES
Hagamos un breve recuento de los principales hallazgos que se encuentran
contenidos en la presente investigación.
Lo primero que abordamos para la elaboración del estado de la cuestión, fue el
análisis del posible lugar de donde se podría extraer el material que iba a ser
sometido a la interpretación. Allí topamos con los distintos análisis que Freud
hiciera de material, que no proviene directamente de la clínica del caso por caso,
sino de las distintas incursiones analíticas que Freud hizo en el arte, y
específicamente, en la literatura y en el material escrito, para determinar cómo
podríamos servirnos de estas fuentes.
Encontramos allí una veta inagotable en la llamada por el mismo Freud La Psico-
biografía, actividad analítica e interpretativa que hace uso de escritos, y del cual se
puede extraer material enriquecedor para la construcción de un caso. Es, por
ejemplo, el análisis que Freud aventura sobre Leonardo de Vinci, construcción que
privilegiamos, junto a los aportes que Jacques Lacan hiciera a dicha elaboración
freudiana.
Lo que encontramos allí fue la posibilidad que dicho abordaje de Leonardo abre
para el psicoanálisis, en cuanto dicho material permite, con sus limitaciones, hacer
una construcción explicativa del carácter del sujeto, y de una u otra manera,
acceder a ciertos elementos de la elaboración fantasmática y sintomática del caso
abordado, que, a modo de ejemplo, mostró la forma y la manera como Freud lo
hizo.
174
En un segundo momento se hizo un repaso de la concepción freudiana de las
psicosis. El principal hallazgo en esta incursión se determina por el agotamiento
conceptual que tiene el término de función dialéctica de síntesis del yo. Concepto
que puede definirse, de manera muy somera, como la función de regulación y
modulación propia del sujeto, regulación que se dirige a mediar la relación entre el
principio de placer y principio de realidad, contando para ello con la posibilidad que
dicha función abre para el sujeto, la modulación pulsional.
En cuanto a la psicosis, tema central de esta investigación, encontramos que
dicha función es inexistente para esta estructura, y cómo, frente a ello, el sujeto
psicótico recurre a la elaboración delirante para tratar de suplir la falla que ello
implica. Es lo que Freud subraya sobre el delirio, en tanto en cuanto él se
presenta, a todas luces, como una primera tentativa de curación por parte del
sujeto; como la forma que tiene para hacer frente a la inexistente función dialéctica
de síntesis del yo como consecuencia de la forclusión del significante del Nombre-
del-Padre.
En un tercer momento, se abordó la concepción que Jacques Lacan tiene sobre
las psicosis y ello lo relacionamos con el concepto de función de síntesis del yo.
Primera clínica que Lacan planteara y en la que encontramos la existencia de un
estrecho vínculo entre dicho término y la forclusión del significante del Nombre-
del-Padre. Esta relación se da, fundamentalmente, porque comprobamos que
dicha forclusión es lo que termina por explicar el defecto, para las psicosis, de la
función dialéctica de síntesis del yo, puesto que es la consecuencia directa de la
forclusión a la que es sometido el significante del Nombre-del-Padre, puesto que
es él el que funda, por medio de la negación, y para el yo del sujeto, la posibilidad
de operar en el mundo con lo simbólico, ya que es este significante el que permite
dialectizar la vivencia de satisfacción con la realidad. Descubrimiento que permitió
entender más claramente muchos de los fenómenos característicos de las
175
psicosis, sobre todo la relación que el psicótico guarda con los fenómenos de
lenguaje.
Luego de este trasegar por Lacan, llegamos a sus últimas elaboraciones teóricas,
a su segunda clínica, aquella gira en torno al concepto de Sínthome, concepto
que pusimos en tensión, puesto que se convirtió en el punto central con el cual
abordamos el caso del filósofo Ludwig Wittgenstein. El Sínthome es comprendido
aquí como la construcción que un sujeto logra hacer, frente a la forclusión del
significante del Nombre-del-Padre, en cuanto el sínthome es lo que en algunos
psicóticos logra articularse y elaborar para suplir las consecuencias psíquicas que
esto acarrea. Esencialmente, lo que la construcción del sínthome permite para el
sujeto es hacerle frente a lo real del goce Otro desenfrenado que se refleja en el
goce deslocalizado, en los fenómenos imaginarios, en la relación con el cuerpo y
en los fenómenos de lenguaje. Estabilización psicótica que permite construir una
realidad, y con ello, apaciguar al sujeto, impedir el desencadenamiento y sus
síntomas.
Por último, y con estos elementos, analizamos el caso de Wittgenstein, abordando
para ello algunas de sus elaboraciones de pensamiento en torno al tema central
que ocupó su vida como filósofo: la lógica y los fundamentos del lenguaje.
Pensamiento filosófico que apaciguó su psicosis y le permitió hacerse, a la vez, a
un cuerpo, a un discurso y articular una realidad, vía la construcción de su
sínthome: un ego hecho de lógica del lenguaje. Por tales motivos, consideramos
que la creación de un método para abordar la lógica del lenguaje le permitió al
filósofo estabilizarse y crear un discurso, en tanto le abrió las posibilidades para
acceder a una forma particular de la función del Sínthome, por dicha vía.
176
5. RESUMEN
La siguiente tesis de grado, presentada como requisito para acceder al titulo de
Magíster en Investigación en Psicoanálisis, hace el abordaje de una parte
significativa de la obra del filosofo Ludwig Wittgenstein con el objetivo de construir
analíticamente su caso en torno al concepto de sinthome. Construcción subjetiva
de una realidad que por un lado, no permitió su desencadenamiento, y por el otro,
apaciguo y le sirvió para hacer frente a la forclusión del significante del Nombre-
del-Padre que caracteriza a las psicosis. Por lo anterior es que el concepto de
Sinthome se convirtió en el punto central de esta indagación, y en el elemento
fundamental para entender la estabilización que el filosofo construyo a lo largo de
su vida, por medio de la aplicación del método lógico-filosófico que él desarrollo a
lo largo de sus elaboraciones de pensamiento.
Lo primero que abordamos para la elaboración de la presente tesis fue la labor
analítica e interpretativa que hace uso de escritos y textos de un autor, la psico-
biografía, y de la cual se puede extraer material enriquecedor para la construcción
de un caso.
Lo segundo que abordamos fue un repaso de la concepción freudiana de las
psicosis. El principal hallazgo de este momento fue el termino que se refiere a la
función dialéctica de síntesis del yo; función que es inexistente para la estructura
psicótica, y frente a lo cual el sujeto recurre a la elaboración delirante para tratar
de suplir la falla que ello implica, explicación que en último término no es suficiente
a la hora de dar cuenta de todos los fenómenos que caracterizan a las psicosis.
177
Lo tercer que se hizo fue abordar la concepción que Jacques Lacan tiene sobre
las psicosis en su primera clínica. Lo que se encontró en ello, fue esencialmente
que parece existir un estrecho vínculo entre la inoperancia de función dialéctica de
síntesis del yo y la forclusión del significante del Nombre-del-Padre como su
consecuencia directa y más radical. Descubrimiento que permitió entender, de
manera más clara, muchos de los fenómenos característicos de las psicosis, sobre
todo la relación que el psicótico guarda con los fenómenos de lenguaje.
Luego de establecer esta relación, llegamos a la segunda clínica de Lacan y las
últimas elaboraciones teóricas en torno al concepto de Sínthome, el cual es
comprendido aquí, como la construcción más particular que un sujeto psicótico
logra hacer frente la forclusión del significante del Nombre-del-Padre.
Por último, y con todos estos elementos, analizamos el caso de Ludwig
Wittgenstein, abordando para ello algunas de sus obras de pensamiento más
importantes, en torno al tema central que ocupó su vida como filósofo: la lógica y
los fundamentos del lenguaje. Pensamiento lógico-filosófico que apaciguó su
psicosis y le permitió hacerse a la vez a un cuerpo, a un discurso y construir una
realidad vía su sínthome: un ego hecho de lógica del lenguaje.
178
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