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Julieta Salinas A.

Ito, un lobitono feroz

Texto: Julieta Salinas

Ilustraciones: Julieta Salinas

Correo: julietapuntes@hotmail.com

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por el Ministerio de Desarrollo Social y Familia, promueve el desarrollo integral y el

bienestar óptimo de todos los niños y niñas desde el comienzo de la vida.

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Ito era un lobito muy simpático que acababa de llegar a vivir a Villa Feliz con su familia. Su papá era don Ito; su mamá,

la señora Ita. Su hermano menor era Ito Junior; y su hermana, Bon Ita. La familia Oz venía desde muy lejos.

Ito asistió al primer día de clases al colegio de Villa Feliz. Cuando sus compañeros lo vieron entrar se asustaron mucho: nunca habían visto a un lobo de verdad, solo en los cuentos, donde el lobo feroz

siempre era un personaje temible.

Los quintillizos cerditos tiritaron de susto.-No queremos estar aquí- decían al unísono.

-Él nos va a comer, igual que en el cuento de los cerditos- dijo uno de ellos.

La oveja exclamó con voz más temblosora de lo habitual:-!huya-a-a-a-a-a-mos!

Todo el curso se revolucionó, pero nadie se atrevió a

pararse de su asiento cuando entró la profesora, doña

Chuza, porque ella era muy severa y sus enfados le

causaba a los niños tanto temor como la

presencia de Ito. Todos se quedaron quietitos

en su asiento, parecían estatuas de animales

oyendo cómo doña Chuza presentaba al nuevo compañero, quien

amistosamente saludó con un gesto de su mano, a todos

esos animales inmóviles.

A la hora del recreo Ito vio que sus compañeros

corrieron al patio, y como él también quería jugar y hacer amigos,

partió corriendo detrás de ellos... lo que

provocó que corrieran más y más lejos, tan

lejos que no pudo alcanzarlos.

Ito miró hacia todos lados y no vio a ninguno, porque estaban todos escondidos, algunos detrás de un árbol

o sobre un árbol, o detrás de los matorrales.

Decepcionado y sin entender qué pasaba, abrió su lonchera y comió el sandwich que le había enviado su mamá. Incluso

terminó su jugo y sus compañeros aún no aparecían.

Cuando sonó la campana, como si hubiese ocurrido magia, se

encontraban todos formaditos, listos para entrar a la clase. Ito se formó detrás y notó que otra vez parecían estatuas. Él adoptó la misma actitud, de lobito inmóvil,

pensando que eso era lo correcto.

Al día siguiente ocurrió lo mismo: todos los animales

patitiesos y en el recreo ni un alma. Al día subsiguiente lo

mismo, y al siguiente de éste, también. Y así pasó la semana completa sin que ninguno de

sus compañeros le dirigiera la palabra. Lobito extrañaba a los

amigos que dejara en su antiguo hogar. Aquí parecía que nadie quería ser su amigo y él

no entendía por qué.

Al llegar a su casa, su madre lo notó triste. Lobito lloró y le suplicó que se devolvieran a su antiguo pueblo, porque

aquí no tenía amigos. Su mamá también se sintió muy triste al ver que su hijo estaba sufriendo. Le preguntó:

-¿qué te hicieron tus compañeros? Cuéntame.-Nada mamá. Ese es el problema, que no me dicen nada, nadie me habla ni me invita a jugar en los recreos.-¿Y por qué no los

invitas tú, Ito?-Porque no están.

Ito le contó a su mamá, eso tan misterioso que ocurría en los recreos, en que el patio se veía desierto. Ni una bulla, ni un solo animalito corriendo por ahí.

El lunes siguiente, su madre fue a hablar con la profesora, para que ayudara a su hijo a integrarse al curso. Doña Chuza les habló golpeado: -Ito es un animalito igual que

ustedes, hoy lo invitarán a jugar en el recreo. Nadie pestañeó; nadie se atrevía a contradecir a la señora Chuza.

Como se produjo tanto silencio, ella insistió:-Tú -dijo apuntando a Urro, el burro-, l llevarás a jugar con tu grupo. Urro movió su cabeza afirmativamente apretando los dientes con temor. Al ver la rara actitud de Urro, doña Lechuza insistió: -Y tú - apuntando a Redondo, el cerdito vestido de rojo- . Ayudarás a Urro a que Ito se integre a sus juegos. El cerdito sintió como si un balde agua fría cayera sobre él, pero no le quedó más remedio que responder:-Sí, señora Chuza.

Dicho esto, la señora Chuza comenzó la clase. Ito comenzó a sentir que le miraban de reojo. Podía oír algunos susurros que no alcanzaba a comprender. Todos los animales estaban muy asustados. Sus rostros se veían tan tiesos como siempre, pero ahora hacían pequeños movimientos para comunicarse entre ellos, sin que los sorprendiera doña Chuza.

De pronto, en medio delcuchicheo imperceptiblepara la sorda profesora,se sintió un sonido muyfuerte: ¡paf! Rabita,la coneja se habíadesmayado. Ito, queestaba a su lado, selevantó de un brincopara ir a ayudarla. A lolejos se escuchó un gritode espanto. Todos losanimales estabanhorrorizados por laproximidad de Ito conRabita.-¡Ahora se la come!-exclamó Rollito, uno delos hermanos cerditos,en voz muy alta. Itoparó las orejas, ¿estabahablando de él?

Ito era muy fuerte, por eso pudo ayudar a la profesora a cargar a Rabita hasta la enfermería. Cuando salieron de la

sala, sus compañeros hablaban tan fuerte, a gritos, escandalizados, que desde el pasillo contiguo se les podía oír.

- ¡Quizás le dio un veneno como lo hacía la bruja de Blancanieves para que desmayara y así comérsela!-exclamó uno.-No. Los lobos son malos, pero no tontos. No se le ocurriría hacer eso.-Si se le ocurriría. ¿No te acuerdas que el lobo que se comió a las siete cabritas, fue hasta donde el panadero para llenarse las manos de harina y engañarlas?Dora, La cabra baló con mucho miedo:-Beeeeeee. Y el lobo de la caperucita era astuto, él le indicó el camino más largo y luego también engañó a la abuela para que lo dejara entrar… -Sí y después se vistió con la ropa de la abuelita para engañar a Caperucita y… A esas alturas, con todo lo que Ito ya había oído, comprendía porque sus compañeros no querían ser sus amigos; le temían. Sintió mucha pena. El lugar desde donde él venía estaba lleno de lobos, leones, elefantes y otros animales, pero nunca nadie había sentido miedo de él.

Sonó la campana y todos los animales salieron corriendo como era habitual. Solo los encargados de invitar a jugar a Ito quedaron dentro de la sala, mirándolo y mirándose entre ellos sin saber qué hacer. Como Ito ya había entendido el motivo de los desaires de sus compañeros, decidió tomar él la iniciativa. -Vamos a jugar- le dijo animado a Rollito y a Urro. Ambos se miraron; no les quedaba otra opción. -Vamos- respondieron desanimados. Los tres se dirigieron al patio, que estaba desierto. Todos los animales permanecían en sus escondites. ¿Qué pasa? Preguntó Ito, ¿dónde se meten todos? A rollito le castañeaban los dientes. Urro, más controlado le respondió agachando la mirada: –Están escondidos.

Ito sintió que su corazón daba un vuelco. Tragó saliva y les dijo: -Cuando venía de la enfermería escuché que ustedes me tienen miedo. Sé que soy distinto a ustedes, porque vengo de un lugar lejano, pero no les haré daño.

-¿Lo prometes?- preguntó Urró. Y Rollito más escéptico le advirtió: –No le creas, el lobo feroz siempre engaña a sus víctimas-. Y dicho esto, se escondió detrás de un árbol.

¡Aaaaah!-¿Feroz? ¡Yo no soy feroz! -exclamó Ito angustiado-. Escuché que hablaban de unas historias, sobre lobos que se comen a unas cabras y otras cosas, como La Caperucita, ese cuento lo conozco.En ese instante Rollito imaginó que diría: -Para comerte mejor- y gritó despavorido, generando tal pánico entre los demás animales que estaban todos calladitos y ocultos escuchando, que se escuchó otro grito proveniente de los demás.

Cuando todos se volvieron a quedar callados, Ito les contó, ahora sabiendo que todos lo escuchaban: -En mi antiguo colegio nos contaban el cuento de la Caperucita, que era una lobita que se vestía con una capucha de color rojo y que fue engañada por un humano feroz que quería cazarla. -¿Humano feroz?- preguntó intrigado Redondo, quien era tan curioso, que salió de su escondite. -Sí, el humano feroz engañó a la lobita y luego a su abuela loba para cazarlas. -¿Y las cazó?, ¿se las comió?- asomó su cabeza la cabra, para saber cómo terminaba aquella historia. -No -dijo Ito-. Ellas fueron rescatadas por un león guardabosques. -¿Qué historia es esa?- preguntó el caballo-. Es el lobo quien engaña a caperucita y a su abuela y quien las rescata es un cazador de lobos -añadió. -No fue así- respondió Ito manteniendo sus brazos cruzados y moviendo su cabeza negativamente.

La cabra, que miraba todo muy bien por entre medio de las hojas del árbol donde estaba, se bajó y dijo: -Ya entendí. Los cuentos son historias ficticias, como todos sabemos y depende del lugar donde los animales vivan, se cuentan de diferente forma. Ella ya no sentía miedo de Ito, se acercó a él y se echó a su lado. Poco a poco los demás animales fueron saliendo de sus escondites, algunos aún temerosos, y se unieron a la conversación.

Ito les contó que el lugar de donde él venía era muy húmedo y caluroso, que allí vivían muchos animales diferentes, como leones, panteras, zorros, elefantes y que ninguno atacaba al resto, que eran muy sociables. Les contó que su papá trabajaba en un banco y que lo habían trasladado a Villa Feliz.

- Por el nombre de este lugar pensé que sería tan feliz como era antes, en mi antiguo hogar, pero me siento muy triste porque ustedes me rechazan sin conocerme -concluyó Ito.

Los cerditos, la vaca, el caballo, todos fueron entendiendo que sus temores estaban basados en el hecho de que no conocían a ningún otro lobo, más que los de ficción. Ya todos sin temor, habiendo conocido a Lobito, decidieron

integrarlo a sus juegos y así encontraron a un nuevo amigo que tenía historias muy interesantes qué contar, de un

lugar remoto, que en nada se parecía a lo que ellos habían leído en los cuentos.

Guía de mediación lectora para padres, madres y cuidadoresConsideraciones generales:

Busca un momento y lugar de calma para disfrutar del cuento junto a tu hijo(a).

Si el niño(a) aún no lee, léele el cuento usando diferentes entonaciones y tipos de voz, de acuerdo a los personajes o a cómo se desarrolla la historia.

Si él o ella interrumpe la lectura para preguntarte o comentarte algo que le llamó la atención, escúchalo y respóndele. De este modo estarás incentivando su curiosidad por la narración que oye.

Si se aburre y no quiere continuar escuchando ese cuento, respétalo; más adelante querrá. La lectura debe fomentarse, no obligarse.

Si tu hijo(a) ya lee solo(a), puedes pedirle que te narre el cuento tras leerlo, de esta forma podrás guiar su comprensión de lectura.

Al leer este cuento puedes conversar con tu hijo o hija sobre el bullying, y el respeto que merecen aquellos a quienes evaluamos como diferentes.

Ambos temas están estrechamente relacionados, pues en la medida que aceptamos que el otro, aún con sus diferencias, es igualmente valioso, y merece respeto, se está libre de caer en descalificaciones y conductas que van en desmedro de los demás.

En el cuento, los compañeros de Ito no buscaban reírse de él, ni provocarle malestar, pero con su rechazo estaban de igual manera ejerciendo bullying en su contra. Sus compañeros le temían, pero ese temor estaba basado solamente en prejuicios; lo que a veces ocurre en la vida real.

Puedes detenerte con tu hijo o hija a pensar, cómo se habrá sentido el lobito al darse cuenta que nadie quería ser su amigo Un aspecto del cuento a enfatizar con tu hijo o hija es, que Ito recurre a su madre para contarle lo que estaba sintiendo y de esta forma, los hechos se fueron desarrollando para que la situación lograra revertirse. Entrégale a tu hijo o hija la seguridad que si en algún momento se sintiera rechazado u ofendido por sus pares, tú podrás ayudarle, en tanto te lo cuente.

Observaciones sobre el cuento

Este cuento fue impreso por el Sistema de Protección Integral a la Infancia

Chile Crece Contigo, Derechos reservados. Prohibida su venta.

Julieta Salinas A.

Ito, un lobitono feroz

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