claudio crusoe polina y las siete alondras
Post on 13-Feb-2016
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POLINA Y LAS SIETE ALONDRAS
¡Así! ¡Así! Le decía Nicanor a Polina mientras comía uvas , y ella tiraba de la soga al hombro
llevaba dos campanas a Nicanor. Llevaba el signo de la cruz en la frente. Todo olía a gasolina.
Voló una alondra que salió del mar. Luego los ojos de Nicanor comenzaron a llorar. Fue
regando el sendero de lágrimas. Hacía calor, como en un desierto a pleno sol. Polina seguía
tirando. Al rato se cansó, dejó su sombrero de paja y colocó la campana en la iglesia. Luego
fue el trueno el que hizo salir las cuatro alondras de otra piedra tatuada con una rosa. A veces
el amor es como una rosa. Tiene perfume, color, y forma la rosa. ¡Nunca la rosa viene sin
espinas!
Pero es preciso ver a la distancia. Especular con los ojos y el oído. Escuchó un sonido
eléctrico. Como un silbido. Era Nicanor que estaba hecho un cubo de hielo. ¡Siempre tan frío!
¡Tan silbante! ¡Cretino! Y escuchó un último silbido. Luego Nicanor murió. Dio el responso
cerca de la iglesia y enterró el cubo en el que estaba muerto Nicanor. Hacía un calor del
diablo.
Polina recogió las lágrimas que había vertido su marido y las colocó en el tarro de un
mendigo. De éste salieron dos alondras que fueron a colgarse del poste telefónico. El sol se
erizó y largó su vapor. Las alondras lloraron y el bloque de hielo se quebró, se deshizo en el
aire y desapareció. Luego desde el fondo del mar se escuchaba un estridente sonido.
Sonaban las campanas con fuerza. Polina les preguntó a las siete alondras qué era lo que
arreciaba con tanta fuerza desde lejos. Ellas revolotearon y picaron el cielo, escribiendo, el
nombre del viento.
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