castidad y contemplación: parte 2
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EL CELIBATO Sentido teológico del celibato: El celibato religioso sólo se puede entender desde la perspectiva teologal, es decir, desde la fe, y en la medida en que entendemos el Reino de Dios. El celibato por la causa del Reino es un carisma. En este sentido la vida religiosa debe preocuparse más de vivirlo como una experiencia de fe que de justificarlo racionalmente. Un celibato que no está fundado en la experiencia teologal es temerario y puede desembocar en el fracaso existencial del célibe.
4.
El celibato no anula la condición sexuada de la persona; ser célibe no implica dejar de ser hombre o mujer. El celibato implica continencia sexual y, por consiguiente, renuncia a la procreación, pero no renuncia a la condición sexuada del célibe. el celibato llega a ser verdaderamente cristiano cuando se lo considera como un vocación, como un llamado especial de Dios. El celibato no es renuncia a la afectividad y al amor; pero sí es renuncia una forma de afectividad que conduce al amor conyugal. Para el célibe el amor tiene unas cualidades específicas: no se trata de un amor excluyente y posesivo, sino abierto a la universalidad y oblativo, por eso es distinto de la fijación afectiva que supone el enamoramiento y el amor conyugal. Un celibato libre, integrado y alegre, es una denuncia de la erotización de la vida y de la utilización de las personas. El celibato no es renuncia a todo tipo de placer, pero es una afirmación de que el placer sexual no es el único que puede dar sentido a la vida de las personas. Es un testimonio de que es posible llenar la vida de sentido cuando se ofrece una amistad incondicional, cuando se sirve a los demás, especialmente a los más desposeídos y necesitados de amor y comprensión, cuando las relaciones están impregnadas por un respeto a la dignidad de las personas, cuando se las quiere y sirve desinteresadamente.
Lo primero que se nos pide como religiosas es creer que el voto de castidad es un camino para amar; que aun cuando pasemos por momentos de tentación, de desolación, alcanzaremos la plenitud de nuestro ser como personas y como mujeres. Para alcanzar esta libertad sin posesividad en el amor, se requiere tiempo; el paso a la verdadera libertad e integración del corazón, nos exigirá algunas veces pasar por el valle del dolor y de la frustración; pero contamos con la fuerza, la bondad y la misericordia de Dios y con la fraternidad de la comunidad que nos acompaña y apoya. Cfr. MARTINEZ, Felicísimo ,O.P., “Refundar la vida religiosa”, pp. 185 ss)
El corazón puro da la promesa de ver a Dios y lleva a la contemplación. La contemplación cristiana es la dimensión de una fe experimentada, que clarifica la visión que se tiene de las cosas y la orientación de la actividad. Esto permite ver y juzgar con la visión de Cristo. Sólo un corazón puro y libre puede ser contemplativo, no sólo en la oración, sino sobre todo en la vida. Sólo un corazón puro puede tener la sabiduría de juzgar los acontecimientos, de tomar las decisiones y de actuar según el Evangelio, porque es libre y no tiene motivaciones secretas.
CASTIDAD Y CONTEMPLACIÓN“Dichosos los de corazón casto, porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8)
5.
Un corazón puro y una castidad pura que sirva a las personas y no se sirva de las personas: que no sea posesivo y que no permita ser poseído con exclusividad. Un corazón casto no se deja absorber por los ídolos.
CASTIDAD Y CONTEMPLACIÓN“Dichosos los de corazón casto, porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8)
Los tres votos son otros tantos modos de considerar la misma dimensión: el crecimiento en libertad evangélica.
CASTIDAD Y LIBERTAD 6.
El voto de castidad afecta de modo directo nuestra capacidad afectiva, nuestra capacidad de ternura y nuestras relaciones de alteridad, cuya expresión más honda y sacramental es el matrimonio. En este contexto, la vida religiosa está llamada principalmente a ser memoria evangélica en medio de la Iglesia, una memoria que la llevará a estar en el centro o al margen, arriba o abajo, según los contextos eclesiales y culturales en donde se viva, pero siempre en función de la mayor libertad.
CASTIDAD Y LIBERTAD 6.
El voto de castidad es una configuración personal, con avances y retrocesos, luces y sombras y momentos de plenitud, al experimentar que JESUCRISTO es el tesoro escondido y la piedra preciosa. Si esto no se experimenta, la vida carece de sentido y acaba por ser poco sana.
CASTIDAD Y LIBERTAD 6.
El voto de castidad puede ser un camino lleno de dificultades, pero apasionante, en el seguimiento del Señor Jesús. Es preciso, no olvidar que quienes hemos sido llamados a la vida religiosa, somos seres del mismo barro del común de los mortales, pero que, a pesar de eso, estamos llamados por pura gracia y fortaleza del Espíritu, a hacer visible la misericordia y la ternura de Dios, especialmente con los más pequeños y abatidos, para que encuentren en nuestra compañía y bondad, el rostro amoroso del Dios de la vida.
CASTIDAD Y LIBERTAD 6.
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