art - la prehistoria como ciencia social a través del renovador concepto de arqueologia
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8/18/2019 ART - La Prehistoria Como Ciencia Social a Través Del Renovador Concepto de Arqueologia
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Carme Olaria Puyoles
Universitat Jaume 1
L PREHISTORIA COMO CIENCIA SOCIAL A TRAVES DEL
RENOVADOR CONCEPTO DE ARQUEOLOGIA
Con
este
trabajo ofrecemos una visión general y divulgadora de
las trans-
formaciones conceptuales de la Prehistoria: desde ciencia histórica hasta cien-
cia
social.
a metodología científica iniciada a partir de los planteamientos de
la Nueva Arqueología reivindica el estatuto científico como propio de la disci-
plina prehistórica
With
this article
we
offer a general and divulging vision about
the
concep-
tuals transformations of
the
Prehistory: since historie science\ill social science.
The scientifical
methodology originated
from the
plannings of
the New
Archae-
logy onward revindicates the scientifical statutes as inherent the prehistoric
discipline
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LA PREHISTORIA
COMO
CIENCIA SOCIAL A
TRAVES DEL
RENOVADOR
CONCEPTO DE ARQUEOLOGIA
2
El concepto paradigmático
de
«Prehistoria» h sufrido a lo largo
de
los últi
mos años diversas definiciones y matizaciones acerca de sus fines, conteni
dos y métodos.
Si
bien en la mayoría
de
las corrientes de pensamiento h
sido considerado dentro
de
los esquemas de una ciencia histórica,
que
abar
caría la reconstrucción
de
las etapas culturas ágrafas de las sociedades hu
manas del Pasado. Su estudio comprendería pues un segmento temporal «ha-
cia atrás» de la Historia «retrohistoria»), sin que hubiese ninguna ruptura epis
temológica de los objetivos últimos entre la Historia y la Prehistoria. La finali
d d de
ésta última sería únicamente
el
establecer cognoscitivamente las eta
pas crono-culturales a través de las culturas materiales obtenidas mediante
la aplicación del registro arqueológico, y reconstruir con las «Leyes causales»
de la historia)
el
desarrollo cultural de los grupos humanos. Sin embargo, esta
concepción, afortunadamente falsa, se transforma lentamente. Muchos inves
tigadores,
si bien con sus particulares ideologías de pensamiento científico
funcionalistas, estructuralistas, materialistas culturales, marxistas, neopositivis
tas empiristas, etc.) cuestionan seriamente el antedicho paradigma desde una
perspectiva totalmente renovadora, aportada
por las distintas tendencias ini
ciadas por la «New Archaelogy» que
reivindican
el
estatuto científico de la dis
ciplina prehistórica puesto que cuenta con objetos formales y teoréticos) y
fines 1).
La Prehistoria como entidad académica historicista desaparece para dar
paso
al
renovador concepto de Arqueología como ciencia social, con una me
todología científica propia, basada en unas técnicas precisas de investigación,
que
permiten conocer los paleohábitats y reconstruir los grupos sociales y sus
modos
de
producción 2). El conjunto
de
este registro será interpretado me
diante una base epistemológica y conceptual
que
propicie la elaboración
de
leyes teóricas acerca del comportamiento humano y la relación con su entor
no natural, cuyos factores extrínsecos e intrínsecos tales como su situación
medio ambiental y su dinámica
de
comportamiento) determinan en gran ma
nera al grupo social 3).
La Arqueología debe ser entendida
bues
como un sistema científico diri
gido a conocer la realidad humana en un contexto diacrónico y sincrónico
determinado, y entender las relaciones sociales y económicas, que
se
esta
blecen con
su
propio medio biofísico, así como sus relaciones sociales y eco
nómicas con otros grupos culturales vecinos.
Su
propia investigación se enla
za pues con otros campos de investigación científica. De esta manera se ex-
plica la extrema complejidad a la hora
de
evaluar los resultados obtenidos en
la investigación arqueológica prehistórica, d do que le es imprescindible el
concurso y auxilio
de
las ciencias naturales y matemáticas.
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CARME
OLÁRIA PUYOLES
El ecosistema humano «prehistórico» constituye una adaptación al medio
en un proceso continuo 4), si bien cuanto más
v nz
éste,
el
grupo huma
no
desarrollará respuestas alternativas liberándose paulatinamente del condi
cionamiento medioambiental: ,Jeoría
de
la bidirección» 5). Por estas razones
creemos que
el
ecosistema prehistórico se ha de considerar bajo
el
prisma
de tres criterios fundamentales: el biofísico, el socio-económico y el temporo
espacial.
El
análisis espacial, tano locacional, como topográfico, ecológico y
climatológico, cuyas interacciones, entre estos parámetros y sus influencias,
deben ser investigados a todos los niveles posibles, permitirá conocer las su
cesivas respuestas alternativas de las sociedades prehistóricas, así como las
soluciones de adaptación y explotación
de
los recursos naturales
que
éstos
efectuaron. El medio y los grupos sociales constituyen
por
lo general una aso
ciación dialéctica no homogénea, puesto que la distribución
de
las fuerzas
de aprovisionamiento y explotación económicas se presentan a menudo co
mo
un «feedback» negativo consecuente
de
un proceso interno-externo de
«inputs», lo que necesariamente obliga a un reajuste continuo de los esque
mas
de
explotación económica, que observamos en los cambios cuantitati
v s
y cualitativos
de
los «items» procedentes de la aplicación científica
de
la
Arqueología.
La Arqueolog1a posee en
sí
misma una profunda problemática, centrada
especialmente en unas etapas temporales. La información conseguida, par
cial, únicamente se transmite a través de unos canales de conocimientos con
teorizaciones previas, cuya validación deberá ser contrastada con el aparato
conceptual que se base en una interpretación del análisis dialéctico mediante
el ejercicio
de
unos esquemas teóricos crítico reflexivos e hipótesis suscepti
bles de ser contrastadas, como verdaderas o falsas. Unicamente la práctica
de la excavación sistemática y el análisis arqueológico, a través de las analo
gías empíricamente verificables, nos permiten contrastar las hipótesis surgi
d s de las teorizaciones previas. La Arqueología por tanto, debe acudir a las
ciencias físico-químicas, matemático-estadísticas, geológicas, geomorfológi
cas, paleoclimáticas, paleobotánicas, paleocológicas, etc., y por supuesto las
propias arqueológicas derivadas del registro estratigráfico diacrónico-sincrónico
y análisis taxonómico
de cualquier elemento o muestra determinable.
Autores tan dispares, y en casos diametralmente opuestos, como Schnapp
6), Binford 7), Clarke Bl, Renfrew 9), Courbin 10J, Hodder 11), Moberg 12), Ha
le 13), Heizer 14), Laming-Emperaire 15) y un largo etcétera, coinciden en con
siderar a la Arqueología como una disciplina con personalidad y metodología
científica propia, frente
al
caduco paradigma de la Prehistoria. Así, lentamen
te el concepto basado en un idealismo metafísico de corte academicista deci
monónico, aplicado a la Prehistoria como apéndice inicial de la ciencia histo
riográfica, según los conceptos de Spengler 16) y Toynbee 17) qued
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superado.
LA
PREHISTORIA
COMO CIENCIA
SOCIAL
A
TRAVES
DEL
RENOVADOR
CONCEPTO
DE ARQUEOLOGIA
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La Arqueología por supuesto ha
de
considerarse como disciplina aparte
de la Antropología Cultural y sus variantes, así como también
de
la Paleoetno
logía prehistórica. Puesto que la Arqueolog1a abarca diversos segmentos tem
porales: el
«prehistórico» origen del hombre hasta la etapa inicial de la Edad
del Hierro);
el
«protohistórico» pueblos ibéricos, galos, celtas, etc., y la intro
ducción de las culturas escritas); el «clásico» mundo greco-helenístico, roma
no, etc.); el «medieval» pueblos del Norte, de la estepas euro-asiáticas, mun
do
islámico y cristiano europeo) y el «moderno-contemporáneo» instalacio
nes artesanales, agrícolas e industriales de los siglos XVI al
XIX .
El
arqueólogo debe disponer y establecer en función de la disciplina que
investiga, los principios generales teóricos básicos que le permitan establecer
en cada caso los objetivos últimos de su trabajo de investigación científica,
naturalmente los resultados dependerán de los criterios derivados de la base
epistemológica aplicada, adecuada a los fines últimos de la investigación em
prendida.
El
cuerpo teórico de leyes generales
se
estructurará según un or
denamiento jerárquico de los presupuestos hipotéticos; presupuestos éstos,
adaptados a los cambios culturales sufridos o experimentados
por
las diver
sas formaciones socio-económicas, sean prehistóricas o no. Todo ello debe
encaminarse a «combinar la objetividad con la claridad de la postura ideoló
gica» ¡1a¡.
En poco más de un siglo, la Arqueología prehistórica ha dado pasos de
gigante, que se han traducido en cambios cualitativos sucesivos que han des
plazado a los viejos paradigmas. Si repasamos someramente los conceptos
teóricos y prácticos que se utilizaron a partir de
1885
y los
que
actualmente
se aplican, podremos comprender el profundo cambio que se ha operado.
En nuestra opinión estas rupturas conceptuales se han realizado en cuatro
períodos temporales, no superiores a una generación de veinticinco años ca
d
una.
Ni
mucho menos pretendemos aquí desarrollar la historia de la Ar
queología
en
sus diferentes etapas y campos de especialización. Unicamen
te
señalaremos a grandes rasgos los principales hitos, con el fin de presentar
una panorámica general de la evolución epistemológica, conceptual y meto
dológica de la arqueología prehistórica.
A fines del siglo pasado y durante el primer cuarto de nuestro siglo, se
planteó la necesidad teórica de definir el concepto de cultura/s arqueológi
ca/s y sus interrelaciones mutuas a través de explicaciones de tipo difusionis
ta y migracionista.
Sin
embargo
el
momento de mayor ideologización se cen
tró en los conceptos de las etnias o «pueblos puros», al estilo del pangerma
nismo de Kosinna 19). La reacción frente a estos conceptos vinieron de la ma
no del funcionalismo cultural marxista, cuyo más relevante portavoz sería Gor
don Childe
20¡
al enfocar sus investigaciones arqueológico-prehistóricas co-
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mo estudio e las organizaciones sociales y su desarrollo tecnológico.
A fines e los años 30 y a lo largo e los años 40 y 50 se incia una progre
siva concienciación entre los arqueólogos ante la necesidad
e
una metodo
logía teórico-práctica más objetivable. Ya en 1940 Kluckhohn introduce
el
con
cepto científico en la investigación arqueológica, entendido como un trabajo
sistemático, continuado y riguroso. A partir de la segunda mitad e los años
40, la técnica de excavación extratigráfica aplicada a grandes extensiones
es-
paciales se perfecciona, gracias
al
método e la cuadriculación tridimensio
nal e Wheeler
¡21)
sistema que con ciertas modificaciones todavía es aplica
do. Pero ya en los años 30, el investigador francés Méroc aplicaba por vez
primera en una excavación prehistórica
el
método basado en la aplicación e
las coordenadas cartesianas; perfeccionado a fines de la década
e
los 40
por
Laplace 22). En los años 60 estos métodos e excavación arqueológica
son superados por la teoría del orden estratigráfico, ley e sucesión estrati
gráfica
e
Pyddoke y Tabaczynski 23) desarrollándose hasta el sistema matri
cial de Harris-Winchester 24) cuyo carácter integrador facilita
el
análisis des
criptivo pluriestratificado.
La clasificación tipológica o taxonomía
e
los restos documentales arqueo
lógicos, también alcanzará paulatinamente las cotas requeridas en la sistemá
tica analítica de la cultura material. Ejemplos ilustres e ello los tenemos a partir
e los años 50, especialmente en arqueología prehistórica, con la creación
e las cuidadas listas tipológicas e la industria lítica realizadas por F Bordes
25) para
el
Paleolítico Inferior y Medio, al igual que los e Sonneville Bordes
y Perrot 26) para
el
Paleolítico Superior, y
el
innovador método analítico
dialéctico de Laplace 27). A partir de este momento se instaura una etapa e
cuantificación matemático-estadísitca, cuyo introductor principal fue Spaulding
28). Se inicia así en la década de los 60 una importante perspectiva teórica
metodológica denominada por Caldwell 29) la «nueva arqueología». Las teo
rizaciones de Rouse
30),
Taylor
31¡,
Gordon Childe
32),
Kluckhohn
33),
Spaul
ing 34), Heizer 35), Clarke 36), Chang 37), Sacket 38), Meggers 39), Moberg
40), Renfrew
41), el
mismo Caldwell, Braidwood, y entre otros muchos Binford
42) consolidarán los principios básicos e la «New Archaeology», como más
adelante exponemos.
Esta última etapa
se
caracteriza por un verdadero giro copernicano, cuya
necesidad se intuía ya cuando Clark 43) preconizaba la urgencia
e
trabajar
en Arqueología con un moqelo teórico válido,
al
nivel general; aspecto éste
negado por Piggot 44) sosteniendo que la teoría general es del todo imposi
ble establecerla y debe ser compensada con un modelo hipotético. Dicho autor
junto a Daniel 45), representan la corriente escéptica basada en los presu
puestos de la escuela tradicional-contextual, la cual establece no-existencia
e coincidencias entre cultura material y cultura, concluyendo en la imposibi-
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LA
PREHISTORIA
COMO CIENCIA SOCIAL A TRAVES DEL
RENOVADOR
CONCEPTO
DE ARQUEOLOGIA
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lidad de realización e modelos objetivos aplicables a la Arqueología, siendo
sólo posibles las teorizaciones subjetivas
e
cada investigador: Por otra parte
Malmer
46)
se propuso establecer las bases teóricas para desarrollar esta dis
ciplina como una arqueología humanística y también tipologista taxonómica),
y aunque aceptaba
que
el método arqueológico es independiente, a la vez,
reconocía el proceso cultural como reflejo del regular «continuum»
e
la cultu
ra material por medio
e
las transformaciones internas
e
ésta a través
e
su verificación por métodos lógico-matemáticos) pero rechaza la posibilidad
e reconocer los cambios culturales y las migraciones de los grupos sociales
si no es a partir del estudio
e
las transformaciones internas e sus propias
culturas materiales arqueológicas). Clark enfatizó sus teorizaciones en un cierto
determinismo medioambiental, pero su visión conservadora
e
la Arqueolo
gía lo alinea en la corriente tradicionalista ya mencionada.
La fuerte personalidad e Binford ha permitido consolidar la variante más
ortodoxa e inflexible
e
los principios básicos
e
la «New Archaeology», cen
trada en sus particulares teorizaciones y sistematizaciones y opuesta a otras
tendencias como la representada por Clarke 47), creador e la llamada «ar-
queología analítica», e imbuido por la filosofía analítica-reduccíonista y neo
positivista. La base teórica e dicho investigador descansa fundamentalmen
te en tres sistemas e proposiciones o modelos:
el
primero e ellos establece
la normativa del procedimiento hipotético-deductivo; el segundo modelo trata
e establecer el «continuum» del material arqueológico cultura material) me
diante la clasificación y la taxonomía numérica; finalmente el tercer modelo
es aquél que permite reconstruir los procesos
e
transformación
e
las cultu
ras humanas, en las esferas e interacciones - subculturas/culturas- con
el
me
dio natural, en una aproximación sistémica.
Otros autores, tales como Chang
48),
Trigger
49)
o Deetz
50),
representan
dentro
e
la «New Archaeology» una tendencia dirigida a la práctica
e
una
arqueología contextual y clasificatoria, con un fuerte componente teórico
inductista. Su finalidad principal se orienta a considerar prioritariamente la pro
blemática
que
presenta el estudio tipológico, rechazando las comparaciones
e interpretaciones etnológicas. En resumen pues estos autores investigan fun
damentalmente las relaciones sociales
e
los grupos humanos a partir
e
la
firme base de los datos arqueológicos estrictos. Deetz,
al
igual que Kluckhohn,
aplica conceptos estructurales
al
estudio arqueológico.
En
los últimos años se ha desarrollado también la llamada «arqueología
de los asentamientos», apoyada en los cambios demo¡;:¡ráficos influenciados
por los factores socio-económicos. Esta corriente próxima
al
objeto teorético
e la «Nueva Geografía», advierte e la importancia y
el
papel sustancial
que
poseen los estudios territoriales, espaciales, medioambientales y los análisis
económicos
que se
derivan en relación con los asentamientos humanos pri-
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mitivos o prehistóricos en este caso. Esta escuela iniciada por Higgs
51)
ha
sido desarrollada con nuevas aportaciones por Renfrew 52) y odder 53).
Otra corriente, alejada teórica y metodológicamente
de
la «New Archaeo
logy», está representada por la llamada «Etnología prehistórica», cuyo princi
pal exponente fue Leroi-Gourhan 54), discípulo
de
Mauss, posee una base
conceptual estructuralista, Estudia los restos arqueológicos como documen
tos materiales de los actos humanos susceptibles de ser ordenados concep
tualmente. Su metodología de trabajo atendió, por tanto, a la precisión de la
excavación y extracción meticulosa
de
todos los documentos posibles, sus
ceptibles
de
integrarse en este lenguaje científico.
Si
bien rechaza la utiliza
ción indiscriminada de la «etnografía comparada» y piensa en los riesgos
de
las comparaciones etnológicas; considera sin embargo que en casos son ine
vitables. Gran parte
de
su obra se centra en el establecimiento
de
una semio
logía prehistórica
de
los símbolos gráficos, y a través
de
la interpretación del
mitograma, usando
de
un tratamiento matemático-estadístico para la informa
ción «arqueológica pura»; el resultado, sin embargo, no escapa a pesar de
todo,
de
un cuerpo téórico especulativo y a la postre
de
lo que se encuadraría
dentro de una arqueología descriptiva.
Para el soviético Masson
55)
como materialista histórico la finalidad
de
la
Arqueología es alcanzar la comprensión de las regularidades, mediante el es-
tudio evolutivo de la cultura material y las estructuras y superestructuras que
componen las sociedades humanas, susceptibles de ser interpretadas en los
objetos-restos-documentos- símbolos, etc. Este autor basa su investigación en
los presupuestos del materialismo histórico: analiza las fuentes de información
y reconstruye los modos
de
vida de los grupos sociales; la segunda fase
de
estudio vendrá dada por la interpretación etnocultural, cuya finalidad será aso
ciar los nexos étnicos y las formas
de
comportamiento humano; la tercera y
última fase tratará del análisis sociológico. Así pues,
su
método se orientaría
a la reconstrucción
de
las estructuras económico-sociales y a las supraestruc
turas ideológicas. Los instrumentos para realizar este proceso parten del aná
lisis de la cultura material Arqueología), análisis geográfico y análisis social
Prehistoria, o Historia).
Binford en sus numerosos trabajos teóricos afirma
que
la Arqueología tra
dicional no verifica ni sus proposiciones,
ni
tampoco establece sus propias
explicaciones o criterios en base a la metodología empírica-deductiva, que
en ocasiones aplica. La acumulación de hechos por sí misma no es explicati
va, y por supuesto nunca alcanzará a establecer las razones cognoscitivas
de los procesos de funcionamiento y cambio que se han producido en el
se-
no de las comunidades humanas; así como tampoco llegará a la compren
sión de los denominados «modelos»
de
funcionamiento y las causas que los
motivaron
al
producir cambios que pueden ser, según Binford, considerados
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CIENCIA SOCIAL A
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como «leyes de comportamiento social». a Arqueología tradicional, como su
cede también con otras áreas del conocimiento histórico, ofrece unos presu
puestos teóricos interesados por la descriptiva, la cronología y la compara
ción empírica de las culturas materiales, que mediante procesos taxonómicos
sitúan a los conjuntos culturales dentro de una cronología secuencial. Esta
aplicación de la técnic se h traducido en que a menudo se considere a la
Arqueología como tal técnica, y no como ciencia; el objetivo último de esta
blecer tipologías líticas, óseas, etc.) fijadas sólo en los «objetos encontrados»
h contribuido notablemente a presentar la Arqueología, como instrumento
de ordenación cronológica que puede «narrar» los procesos sociales a través
de la comprensión de los «fósiles directores», los cuales,
al
igual que el mítico
dios romano Jano, son bifrones y su doble cara mira adelante pero también
atrás; no hay dud de
que
el uso de fósiles directores constituye aún un logro
en la comprensión de la evolución instrumental del hombre, desde
que
Thom
sen lo aplicó para sistematizar períodos prehistóricos ya en la primera mitad
del siglo XIX pero una idea
«fijista»
en éstos no proporciona ni mucho menos
el
conocimiento de la Cultura que han desarrollado a través del tiempo los
grupos sociales humanos.
La epistemología de la Arqueolog1a tradicional, basada en la tipología, se
fundamenta en Hume, Saint Mili, Bacon y Kant; vinculada
al
Positivismo clási
co, parte de unos postulados empíricos cuyos criterios taxonómicos o tipoló
gicos adquieren erróneamente la categoría universal crono-cultural que esta
blece los períodos de la Prehistoria. Buen ejemplo y resultado de la aplica
ción arqueológica tradicional son las periodizaciones que para la Prehistoria
europea ya establecieron Mortillet, Breuil, Peyrony y Bordes, entre las más re-
levantes, y que sin dud significaron un gran avance en su tiempo e incluso
más tarde, pero hoy ante las nuevas perspectivas debemos cuestionarlas. La
Nueva Arqueología parte de las teorías de kuhn, Popper, Oppenheim y Hem
pel, y
que
éste último desarrolló como un modelo cuyas leyes se formulan a
partir de la aplicación del método hipotético-deductivo
56);
la estrategia de la
investigación se inicia con el planteamiento de la hipótesis, y finaliza con su
contrastación como verdadera o falsa. Para la Arqueología tradicional o
si
se
prefiere la Prehistoria, las interpretaciones constituyen el resultado u objetivo
final, sin que sean sometidas habitualmente a contrastación. Otra diferencia
significativa entre esta última y la Nueva Arqueología es su propia concep
ción, mientras aquélla, la tradicional, basa sus conjeturas en propuestas
histórico-culturales, ésta, la nueva, se apoya en una metodología experimen
tal dentro del sistema lógico-deductivo antedicho) para examinar los aconte
cimientos, y de esta manera adquirir un control sobre las hipótesis de los pro
cesos culturales. Para Binford y su escuela, la finalidad última de la arqueolo
gía es la de comprender los hechos y las gentes a la vez que reconocer los
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procesos responsables de los cambios culturales. La «New Archaeology» bin
fordniana propone verificar leyes con la finalidad de establecer una arqueolo
gía nomotética.
Esta Nueva Arqueología, basada en la lógica neo-positivista e inmersa en
el materialismo cultural, no dialéctico pero sí evolucionista, entendiendo la evo
lución de la cultura como una sucesión de fuentes de energía que han provo
cado las paulatinas transformaciones sociales, ha dado lugar a toda una ten
dencía científica interesada por explicar y entender el comportamiento huma
no o etología humana, que se ha diversificado en otras, como la ecología cul
tural,
el
análisis locacional «Nueva Geografía»), funcionalismo, interesándose
en bases estructurales, las teorías de los sistemas, de los juegos y conjuntos,
o bien la topología, la informática, la estadística analítica, así como también
las ya conocidas teorías económicas e incluso Is etnográficas. Cuando menos
pues, la Nueva Arqueologia, pese a las críticas, fundamentales o
no
que se
le puedan hacer, ha despertado
el
interés hacia planteamientos científicos para
superar los ya caducos presupuestos teóricos aplicados en el estudio de las
sociedades humanas. Este renovador concepto de la Arqueología se propo
ne verificar las proposiciones mediante la comprensión de otros hechos inde
pendientes a aquéllas, y que han permitido formular dichas proposiciones.
a
verificación
de
la hipótesis,
su
validez o falsedad, es
el
fruto crucial del mé
todo de trabajo propuesto. Binford, como máximo representante
de
la New
Archaeology se apoya en leyes y sistemas, teniendo en cuenta la interacción
mutua
de
las subculturas como subsistemas,
de
esta manera pretende esta
blecer modelos generales y universales, y participa
de
la interdependencia
funcional
de
todos los elementos constituyentes del sistema cultural, y la apli
cación de los métodos matemático-estadísticos, con los análisis de correla
ción múltiple multivariantes) o factorial. Así pues la cultura arqueológica es
según Bintord, una visión normativa de la cultura que subraya aquéllas carac
terísticas de la conducta humana compartidas por todos los miembros de un
grupo social concreto.
En
esta rápida exposición hemos pretendido tan sólo dar a conocer, si bien
muy
someramente, los nuevos planteamientos conceptuales aplicados a la
Pre-
historia y la Arqueología. Somos conscientes que todavía restan muchas co
sas por decir, entre ellas quizá la más relevante sería profundizar sobre
el
es
tatuto científico de ambas disciplinas y sus consecuencias plasmadas en el
compromiso socio-político necesario para la puesta en práctica de esta área
del conocimiento, problemas
que
ya se vienen plasmando en los trabajos
re-
cientes 57), incluso por aquéllos
que
consideran a la ciencia
como
un sub
conjunto de conocimientos dentro del conjunto global del saber humano, ba
jo una óptica «postmoderna». Sin embargo, cuando menos, queremos subra
yar
el
profundo esfuerzo tanto conceptual como metodológico en que esta
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ciencia se encuentra inmersa. Las teorías irreconciliables y antitéticas los pa-
radigmas contrarios o las posturas incontrovertibles imprimen un gran dina-
mismo en los estudios
e
la evolución histórica como ciencia del Hombre
dentro e una diversidad e procesos dialécticos que bien pudiéramos refle-
jar en las palabras e H Melvin:
« lus
de lumiere et / ombre
e
cette limiere.
Plus d ombre et
la
lumiere
e
cette ombre».
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CARME OLARIA PUYOLES
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