amán rosales rodríguez.:ciencia y cientificismo según putnam

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de el ángulo que ofrecen las ideas de esa varian- te más reciente del realismo conocida como 'rea- lismo científico', con el propósito de dar cuenta satisfactoria de los objetivos y contenidos de la ciencia. En este ensayo sobre ciencia y cientifi- cismo en el pensamiento putnamiano, se intenta hacer justicia, directa o indirecta, a esos diversos ángulos, todos válidos, de visualizar el tema del realismo. Ahora bien, el ángulo teórico que recibirá la atención preferencial en este trabajo es, como ya lo anuncia su título, la crítica de Putnam a la ten- dencia o ideología cientificista. Será desde ahí que se proporcione entonces, en la cuarta sec- ción, una somera reconstrucción del tema del realismo en la filosofía putnamiana, y un examen del fenómeno cientificista a la luz de los supues- tos de la última variedad del realismo apadrinada por Putnam. Esta variante, llamada por él mismo "pragmática o natural", ofrece un enfoque rea- lista "con rostro humano" que busca incluir tan- to aquellos elementos que todavía se conservan de lo que Putnam defendió hace algunos años ba- jo el nombre de realismo interno, como los más recientes, que ahora han dado lugar a su propues- ta de uno natural. Es a partir de dicha modalidad pragmática, pragmatista o natural del realismo que han de estimarse algunas de las opiniones o juicios de Putnam, presentados en la tercera sec- ción, acerca de temas característicos en la obra de Willard v. O. Quine, un autor que habría su- cumbido especialmente, según Putnam, al em- brujo del cientifícismo.' Es oportuno aclarar, con relación al dicta- men general de Putnam sobre la obra de Quine, que en este trabajo se consideran justificados Amán Rosales Rodríguez Ciencia y cientificismo según Putnam Abstract. The aim ofthis paper is to present and discuss Hilary Putnam 's recent criticisms of scientism, Quinean naturalism and scientific rea- lism. The theoretical framework of the exposition is supported by Putnam 's defense of an internal, pragmatic or natural realismo Against Putnam it is argued that there is nothing in scientific realism per se that must lead necessarily to scientism. Resumen. El objetivo de este ensayo es pre- sentar y discutir las criticasrecientes de Putnam al cientificismo, al naturalismo quiniano y al realismo científico. El marco teórico de la expo- sición se apoya en la defensa de Putnam de un realismo interno, pragmático o natural. En con- tra de Putnam se arguye que no hay nada en el realismo científico per se que deba conducir ne- cesariamente al cientificismo. 1. Introducción Una de las controversias filosóficas más su- gestivas de las últimas décadas ha girado en tor- no a la cuestión del realismo en el pensamiento de Hilary Putnam, a su vez, uno de los autores es- tadounidenses más importantes de la actualidad. Lo instructivo de dicho debate puede verse desde distintos ángulos: desde el de la vetusta pero siempre interesante polémica 'realismo versus antirrealismo'. Desde el que ofrece el renaci- miento de tesis pragmatistas y su absorción par- cial en el conjunto de la tradición analítica. Des- de el ángulo también de la relación entre la posi- ción realista y los propios compromisos filosófi- cos de los científicos naturales. Finalmente, des- Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XL (101), 13-25, Julio-Diciembre 2002

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de el ángulo que ofrecen las ideas de esa varian-te más reciente del realismo conocida como 'rea-lismo científico', con el propósito de dar cuentasatisfactoria de los objetivos y contenidos de laciencia. En este ensayo sobre ciencia y cientifi-cismo en el pensamiento putnamiano, se intentahacer justicia, directa o indirecta, a esos diversosángulos, todos válidos, de visualizar el tema delrealismo.

Ahora bien, el ángulo teórico que recibirá laatención preferencial en este trabajo es, como yalo anuncia su título, la crítica de Putnam a la ten-dencia o ideología cientificista. Será desde ahíque se proporcione entonces, en la cuarta sec-ción, una somera reconstrucción del tema delrealismo en la filosofía putnamiana, y un examendel fenómeno cientificista a la luz de los supues-tos de la última variedad del realismo apadrinadapor Putnam. Esta variante, llamada por él mismo"pragmática o natural", ofrece un enfoque rea-lista "con rostro humano" que busca incluir tan-to aquellos elementos que todavía se conservande lo que Putnam defendió hace algunos años ba-jo el nombre de realismo interno, como los másrecientes, que ahora han dado lugar a su propues-ta de uno natural. Es a partir de dicha modalidadpragmática, pragmatista o natural del realismoque han de estimarse algunas de las opiniones ojuicios de Putnam, presentados en la tercera sec-ción, acerca de temas característicos en la obrade Willard v. O. Quine, un autor que habría su-cumbido especialmente, según Putnam, al em-brujo del cientifícismo.'

Es oportuno aclarar, con relación al dicta-men general de Putnam sobre la obra de Quine,que en este trabajo se consideran justificados

Amán Rosales Rodríguez

Ciencia y cientificismo según Putnam

Abstract. The aim ofthis paper is to presentand discuss Hilary Putnam 's recent criticisms ofscientism, Quinean naturalism and scientific rea-lism. The theoretical framework of the expositionis supported by Putnam 's defense of an internal,pragmatic or natural realismo Against Putnam itis argued that there is nothing in scientific realismper se that must lead necessarily to scientism.

Resumen. El objetivo de este ensayo es pre-sentar y discutir las criticasrecientes de Putnamal cientificismo, al naturalismo quiniano y alrealismo científico. El marco teórico de la expo-sición se apoya en la defensa de Putnam de unrealismo interno, pragmático o natural. En con-tra de Putnam se arguye que no hay nada en elrealismo científico per se que deba conducir ne-cesariamente al cientificismo.

1. Introducción

Una de las controversias filosóficas más su-gestivas de las últimas décadas ha girado en tor-no a la cuestión del realismo en el pensamientode Hilary Putnam, a su vez, uno de los autores es-tadounidenses más importantes de la actualidad.Lo instructivo de dicho debate puede verse desdedistintos ángulos: desde el de la vetusta perosiempre interesante polémica 'realismo versusantirrealismo'. Desde el que ofrece el renaci-miento de tesis pragmatistas y su absorción par-cial en el conjunto de la tradición analítica. Des-de el ángulo también de la relación entre la posi-ción realista y los propios compromisos filosófi-cos de los científicos naturales. Finalmente, des-

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sistema newtoniano, lo cierto es que resulta másprovechoso volver la mirada a la densa atmósfe-ra finisecular del XIX, para detectar una corrien-te cientificista, positivista y anti-metafísica mu-cho más vigorosa y diferenciada, por ejemplo, deun simple estupor ante los logros científico-tec-nológicos. Un ejemplo eminente de esa época(caso extraño, divertido y absurdo a la vez) loofrece Wilhelm Ostwald, científico alemán gana-dor del premio Nobel, quien en 1905 abogó nadamenos que por una teoría energetista -pues paraél 'energía' era la palabra mágica- de la felicidadhumana. Según lo explica en su reseña Hakfoort:"El corazón de esta teoría era una fórmula expre-sada matemáticamente: G = (E + W) (E - W).Aquí G es el grado de felicidad, E la cantidad deenergía gastada voluntariamente, y W la energíaejercida involuntariamente." (Hakfoort 1995:375. De paso, la idea de Ostwald habría tenido unantecedente en el célebre cálculo de placeres ydolores de Maupertuis) No siempre cayendo enlos excesos extravagantes de Ostwald -pero tam-poco no siempre evitándolos-, el cientificismocontinuó barruntando durante el siglo XX una so-lución científica general a los más variados pro-blemas culturales y morales de la humanidad. Pe-ro, ¿qué se entiende a fin de cuentas por 'cienti-ficismo'? Compárese las siguientes respuestas,ordenadas cronológicamente:

Al inicio de su relato sobre los orígenes his-tóricos del cientificismo (que él retrotrae inclusi-ve hasta el período medieval), John Wellmuthafirma que por 'cientificismo' (scientism) ha deentenderse "la creencia de que la ciencia, en elsentido moderno del término, y el método cientí-fico descrito por los científicos modernos, ofre-cen los únicos medios naturales confiables paraadquirir el conocimiento que pueda estar disponi-ble acerca de lo que es real." (1944: 1-2) Aunquede dicha caracterización pueden derivarse otrosrasgos más específicos, Wellmuth piensa que hayuno en especial que se mantiene constante en ca-da manifestación histórica de la tendencia cienti-ficista. Dicho rasgo tiene que ver directamentecon el estatus cognitivo de la actividad filosófica.Así, desde el cientificismo se cree que "o la filo-sofía debe hacerse científica ajustándose a losmétodos e ideales de alguna ciencia particular, o

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varios de sus reparos al modo quiniano de enfocarciertos problemas. Se cree efectivamente que enlos territorios quinianos sopla una fuerte brisacientificista ~uya intensidad, según se ha observa-do, ha ido in crescendo desde los años sesenta delsiglo pasado-, lo cual da pie para tomar seriamen-te en cuenta el juicio putnamiano acerca de Quinecomo "el último y más grande de los positivistaslógicos, a pesar de sus críticas al movimiento,"?(Putnam 1990: 269) Sin embargo, lo cierto es quetambién hay otras afirmaciones quinianas que pue-den conectarse bastante bien con la propia cautelaexpresada por Putnam ante intentos por otorgarleun estatus injustificadamente privilegiado a la ra-cionalidad científica. Es por ello que respecto de lacrítica de Putnam al cientificismo de Quine debenestablecerse importantes distinciones. En la quintasección se esbozan algunos puntos de vista deotros autores que, o bien podrían ser consideradosmás claramente como cientificistas (incluso másque Quine), o bien como realistas científicos mo-deradamente escépticos (una especie filosófica enapariencia inexistente para Putnam). Por último,en la sexta sección se ofrece una síntesis de lasprincipales conclusiones alcanzadas.

De momento, y antes de introducir la posturaputnamiana frente a algunos temas quinianos queél considera ejemplos sobresalientes de inclinacio-nes cientificistas, resulta conveniente agregar algomás a lo sugerido en tomo al contenido propia-mente dicho del cientificismo. Así, se comenzarápresentando, en la segunda sección, cuatro carac-terizaciones particularmente claras de esa tenden-cia. La incursión conceptual será de utilidad con elobjeto de calibrar mejor qué rasgos de dicho mo-vimiento cabe descubrir con justicia, a criterio dePutnam, en la influyente obra de Quine.

2. Elementos del cientificismo

Aunque a veces se pretende localizar las raí-ces del cientificismo tanto en la Revolución cien-tífica de los siglos XVI-XVII -atribuyéndole enespecial a Francis Bacon un papel protagónico ensu generación y difusión-, así como en el proyec-to general de la Ilustración del siglo XVIII, consu afán enciclopédico amparado por el triunfo del

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que la función de la filosofía es correlacionar y deser posible unificar, después de haberse librado degastadas nociones metafísicas, los hallazgos delas otras ciencias por medio de una generalizaciónsobre la base de estos hallazgos." (Ibid: 4-5)

Más recientemente, Tom Sorell, en el marcode un valioso estudio sobre las características eimplicaciones culturales del cientificismo, ase-vera que éste equivale a "la creencia de que laciencia, en especial la ciencia natural, es, conmucho, la parte más valiosa del saber humano.'Con mucho la parte más valiosa', porque es lamás autorizada, o seria, o beneficiosa." (1993:11) Como explica este autor, por lo menos desdeel siglo XVII numerosos filósofos han conside-rado que transformar (en ciencias) disciplinascomo "la moral, la historia, la política, la estéti-ca o el estudio de la mente humana (...) suponeun triunfo." (lbid: 11) El cientificismo disfrutóde un resurgimiento a comienzos del siglo XXcon el programa neopositivista para la unidad dela ciencia, y más recientemente, en opinión deSorell, con la misma propuesta quiniana de una"epistemología naturalizada". Así, no es casualque el "nuevo [cientificismo] en filosofía [sea]una clase de naturalismo",

En un tono similar, Nicholas Rescher ha ad-vertido sobre el peligro de extender ilegítima-mente la supremacía que la ciencia disfruta -conjusticia- en su propia esfera, hacia otras áreas,por ejemplo de tipo afectivo, sentimental o emo-cional. Pese a su importancia, la ciencia, como loha observado L. Kolakowski eri el curso de sucrítica al "positivismo científico", no es una "ac-tividad autosuficiente, que agota todos los modosposibles de asimilar el mundo de forma intelec-tual." (Citado por Rescher 1999: 112) Justamen-te por eso es que Rescher invita a no exagerar"las pretensiones de la ciencia hasta el punto demantener que tiene 'todas las respuestas' sobre lacondición del hombre, el. sentido de la vida o losasuntos de política social". (Ibid: 111) Hacerlo essucumbir a una "visión hinchada" de la ciencia,perjudicial para ella y para la propia racionali-dad. En ese sentido, como él lo explica, el cienti-ficismo representa una desfiguración de los ver-daderos propósitos de la empresa científica: "Elteórico que mantiene que la ciencia lo es todo y

finaliza todo (...) es un ideólogo con una doctrinadistorsionada y peculiar de su cosecha. Para él, laciencia ya no es, por más tiempo, un sector delquehacer cognitivo, sino una imagen del mundoque lo incluye todo. Ésta no es la doctrina de laciencia, sino del cientificismo (scientism), adop-tar esta posición no es celebrar la ciencia, sinodeformarla arrojando el manto de su autoridadsobre cuestiones a las que nunca pretendió aten-der." (lbid: 112. Se volverá sobre otras ideas deeste autor en las Conclusiones del trabajo)

Finalmente, León Olivé ha escrito acerca dela necesidad de denunciar lo que él llama el cien-tificismo como ideología. Este autor entiende porcientificismo "la doctrina que supone que todaslas respuestas correctas a preguntas que nos im-portan vendrán dadas por la ciencia, y que dog-máticamente recurre a la ciencia como autoridad."(2000: 61) Nótese que la caracterización de Olivées, por lo menos en el acento, mucho más fuerteque las anteriormente citadas. El cientificismodesfigura los propósitos y logros reales de la cien-cia a favor de una imagen irreal pero conveniente,muchas veces, para intereses extra-científicos. Esque para Olivé, el cientificismo "extrapola indebi-damente del hecho de que la ciencia ha elaboradolas formas más confiables que conoce la humani-dad para poner a prueba los conocimientos, y di-señado prácticas muy exitosas para intervenir enla realidad y transformar el mundo, a la idea deque la ciencia es todopoderosa y constituye unaautoridad indiscutible." (Ibid: 61)

Los cuatro enfoques presentados permitenformarse una idea bastante clara respecto de loque está implicado en la ideología, mentalidad odoctrina cientificista. Dado que la segunda mitaddel siglo XX ha presenciado, bajo el amparo deun inusitado desarrollo tecnológico, un renacerde tendencias cientificistas y tecnocráticas -tantodentro de la ciencia como en la propia filosofía-,habrá que ver cuánto de su contenido puede en-contrarse también, según la perspectiva realistareciente de Putnam, en el espíritu general de unautor que él estima ejemplo llamativo de aquellaideología: Quine. Sobre la base de este ejemploconcreto, se procederá luego a examinar el sitialocupado por el cientificismo en el contexto deevolución del realismo putnamiano.

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acopio de datos observacionales como eviden-cia de las teorías colapsa bajo el peso de la in-determinación de aquellas por los datos. Porello es que se requiere configurar una visión queprescinda de intermediarios en la subjetividad-la visión epistemológica 'representacional'que el propio Putnam critica por asentarse enuna imagen interfaz de la percepción- y que lo-calice el fundamento de la predicción científicade fenómenos simplemente en el estudio de es-tímulos sensoriales recibidos por los sujetos.Esto último daría testimonio fiel, según Putnam,del deseo cientificista quiniano (un resabio em-pirista dogmático) por alcanzar algún tipo de ni-vel fundacional mínimo, un estrato básico de in-teligibilidad que pueda garantizar, por ejemplo,que al usar dos sujetos dos oraciones diferentescondicionadas por el mismo tipo de estímulosensorial, puedan ser capaces de reaccionar deforma idéntica ante éste, y de dotar a ambas enlo sucesivo de un mismo significado (indepen-diente del contexto original de surgimiento delestímulo en mención).

b. "El punto de vista de Quine acerca de laverdad y la comprensión ", Aquí sale a relucir se-gún Putnam otro importante lastre positivista deQuine. El intento de éste por sentar las bases deun sistema de expresión y pensamiento cognitiva-mente legítimo, que a su vez tenga como objetivocasi único la generación de estados disposiciona-les adecuados para realizar predicciones acercadel futuro, representa un claro ejemplo de la he-rencia empirista de su autor. Con esta idea Quinese aleja un paso más de lo que Putnam llama laperspectiva del sentido común, en la medida que,por ejemplo para Putnam, "cuando digo 'Césarcruzó el Rubicón' estoy haciendo una afirmaciónverdadera, y llamar verdadera a Ja oración es ads-cribir una propiedad genuina a la oración, no me-ramente hacer un ruido que es equivalente al rui-do original de acuerdo a las reglas de algún siste-ma." (lbid: 276) Por el contrario, en el caso deQuine, la noción de verdad ha de entenderse den-tro de los límites circunscritos por ingredientesobservacionalmente neutros representados porestímulos sensoriales más o menos universales.Así, tal y como lo explica Putnam: "Comprender[la verdad) de una oración observacional -para

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3. Putnam y Quine

Son tan numerosas y significativas las refe-rencias a Quine en la obra general de Hilary Put-nam, que sería imposible repasar aquí todos losargumentos y problemas involucrados en cadauna de ellas. No en vano Putnam considera aQuine no sólo como una de sus mayores influen-cias intelectuales, sino del todo uno de los filóso-fos más importantes del siglo XX. Afortunada-mente no es necesario intentar aquí semejante ex-posición exhaustiva. Bastará seleccionar algunostemas quinianos de particular relevancia para lospropósitos más restringidos del presente trabajo.Así, para la presentación de los argumentos deesta sección se adoptará como guía principal elartículo de Putnam titulado "El más grande posi-tivista lógico", del año 1988 ("The Greatest Lo-gical Positivist", incluido en Putnam 1990, 268-77). En este trabajo, originalmente una reseña dela obra de Quine Quiddities (1987), Putnam haceexplícitos tres puntos en especial que marcan sudesacuerdo con el primer autor (cfr., para lo quesigue, sobre todo: 275-77):

a. "El estatus privilegiado de oraciones deobservación". Putnam considera que el énfasisquiniano sobre el significado de oraciones obser-vacionales, implica la concesión a éstas de unesta tus que no armoniza muy bien con su propiacélebre crítica a la distinción entre lo analítico ylo sintético (uno de los "dos dogmas del empiris-mo"). Según dicha crítica, no cabe establecer unadistinción fundamental entre enunciados analíti-cos, verdaderos sólo en razón del significado desus componentes, y enunciados sintéticos, verda-deros por consideraciones estrictamente fácticas.Pareciera que lo que Quine intenta decimos ensus trabajos más recientes, afirma Putnam, es quedichas oraciones observacionales sí dan cuenta,después de todo y en virtud de su contenido, delos hechos verdaderamente reales, los "realfacts" del mundo.

Hay que reconocer que esta llamada de aten-ción de Putnam no es antojadiza. Como se sabe,Quine piensa que la noción misma de 'observa-ción', otrora base privilegiada de los neopositi-vistas con el propósito de garantizar la solidez dela evidencia científica, debe ser abandonada. El

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Quine- es estar condicionado de tal manera quelas estimulaciones sensoriales apropiadas impul-sarán el asentimiento de la oración. Y compren-der una oración no-observacional es dominar supapel en el sistema." (Ibid: 271) De ese modo,añade Putnarn, juzgar como verdadera una ora-ción desde el punto de vista quiniano, no implicaotra cosa que aceptar como válida la funcióncumplida por ella "en el sistema que uso parapredecir." (Ibid: 271)

Esta última idea representa una concesiónconductista del enfoque de Quine que Putnam re-chaza, pues aunque él puede compartir el repudioquiniano a los intermediarios de la subjetividad-llámense sense data, por ejemplo-, no puede sinembargo seguir a Quine en su reducción del ámbi-to de la comprensión lingüística a un patrón más omenos mecánico de estímulos y respuestas sobrela base de oraciones ligadas, como dice este últi-mo, a una determinada "gama de estímulos". Perotal consecuencia es la que ciertamente apoya Qui-ne, como lo ponen de manifiesto sus palabras:"Además, cada vez que se diera un estímulo perte-neciente a la gama adecuada, la oración deberíaprovocar el asentimiento o el disenso inmediatodel sujeto, sin necesidad de indagación posterior ycon independencia de lo que el individuo estuvie-ra haciendo en ese momento." (1992: 19)

c. "El énfasis de Quine en la predicción".Putnam afirma que la "devoción de Quine haciael empirismo se revela con gran fuerza en su én-fasis sobre la predicción como la sola 'evidencia'última para todo. Según Quine, los enunciadosmatemáticos, por ejemplo, sólo se justifican en lamedida que ayuden a realizar predicciones exito-sas en física, ingeniería, etc." (Putnam 1990:276) Putnam considera que dicha concepción li-mitada de la práctica matemática es insostenible,pues los seres humanos, explica, "tenemos otrosmuchos intereses cognitivos además de la predic-ción, y, en consecuencia, muchas más clases dejustificación que las incluidas en esta estrechanoción de 'evidencia'." (Ibid: 276)

La crítica anterior de Putnam es correcta y elpropio Quine ha moderado más recientementesus opiniones al respecto asegurando que existen,además de la predicción exitosa de estímulos,otros objetivos igualmente legítimos y valiosos

de la ciencia, como la comprensión no manipula-dora de la realidad. Los cimientos sobre los quese monta toda empresa cognitiva desde un puntode vista científico-natural son, sin embargo, losmismos: oraciones observacionales, éstas siguenconstituyendo los medios de los que "nos vale-mos para expresar verbalmente la predicción quenos permite comprobar la validez de la teoría."(Quine 1992: 22)

Como ya fue anticipado, y como queda cla-ro a partir de los puntos precedentes, la críticade Putnam a Quine se enfoca principalmentecontra algunos peligrosos brotes cientificistas yreduccionistas extremos que él percibe en laobra quiniana. Desde ésta, la teoría del conoci-miento como epistemología y la ciencia son dis-ciplinas con fronteras movedizas, y la naturali-zación -en apariencia inevitable- de la primerasupone un intento de fundir ciertos conceptosfundamentales del vocabulario filosófico con eltipo de "postulados" ("posits") característicos,en opinión de Quine, de la segunda. En efecto,desde el punto de vista quiniano la opinión quetiene primacía es que "las ciencias tienen unmonopolio sobre la explicación teórica legíti-ma", de modo que la epistemología tradicionalse convierte en una disciplina dispensable, que ala larga ha de ser sustituida, no meramente com-plementada o enriquecida por la psicología em-pírica (el texto clásico es, por supuesto, Quine1969). Esto último ha dado pie para que algunosse refieran crítica mente al naturalismo quinianocomo un ..cientificismo de sustitución", uno cu-ya obligación es demostrar que la epistemologíanaturalizada es ella misma una respetable hipó-tesis científica. Sin embargo, se ha observado,en este intento no solamente falla, sino que seauto-anula, por cuanto ella misma desea presen-tarse también como una hipótesis filosófica pre-via a la indagación científica.'

Al enlazar varios de los puntos anteriores po-dría conformarse una imagen de Quine bastantecoherente con la compuesta por Putnam; se tratade la imagen cientificista usual de búsqueda de in-clusión definitiva de la epistemología en la psico-logía empírica y científica. No es casual que Put-nam perciba en todo ello el vigoroso compromisoempirista que no ha hecho más que intensificarse

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-en esto tiene razón Putnam- en los últimos tra-bajos de Quine. Como éste escribe, por ejemplo,en La búsqueda de la verdad: "La objetividad denuestro conocimiento del mundo externo siguedescansando sobre nuestro contacto con el mun-do externo y, por tanto, sobre aquello que penetrapor nuestras redes nerviosas y, sobre las oracionesobservacionales con que reaccionamos ante esaentrada." (1992: 63)

Sin embargo, las cosas, por suerte o por des-gracia, no suelen ser tan simples. Desde otra in-terpretación alternativa, tal vez menos crítica, ca-bría decir del enfoque quiniano que su tendenciaes hacia una modalidad un poco más restringidade cientificismo. Esto es, el propio Quine se cui-da de generalizar tal cientificismo para todo ám-bito del conocimiento. Parece que Putnam noconsidera esta ambivalencia, si se quiere llamarasí, de Quine respecto de la validez de lo que élllamaría, siguiendo a Wittgenstein, un "juego delenguaje" (el de la ciencia) entre otros "juegosdel lenguaje" posibles. Así, en un texto clave pa-ra apoyar lo anterior, Quine arguye que él no con-sidera normativa su "afirmación de que las pre-dicciones son las aduanas que regulan la admi-sión al país de la ciencia. La veo más bien comola definición de un cierto juego de lenguaje (...):el juego de la ciencia, distinto de otros juegos delenguaje respetables como la novela de ficción ola poesía." (1992: 43. Cursivas añadidas, A.R.R.)Con todo, y dado que afirmaciones como esasson más bien parcas en la obra de Quine, Putnamno está del todo desubicado al argüir que el enfo-que naturalista quiniano no sería, en un análisisfinal, más que un ejemplo, con todo y lo brillan-te que se quiera, del modo en que las sociedadesmás desarrolladas de Occidente han optado porconcederle un valor desmedido a la racionalidadcientífica, y al conocimiento fruto de su ejerciciosistemático. Él mismo propone considerar los an-tecedentes intelectuales de dicha actitud, una queha adquirido preeminencia en gran parte de la fi-losofía contemporánea:

"Lo que estoy sugiriendo es que, dado el ele-vado prestigio que la ciencia tiene en nuestra cul-tura, y dado el ocaso de la religión, de la ética ab-soluta y de la metafísica transcendental [sic], erade esperar la aparición en nuestra cultura de una

tendencia filosófica hipnotizada por el éxito de laciencia hasta tal punto que no podía concebir laposibilidad del conocimiento y de la razón fuerade lo que nos complace llamar 'ciencias'." (Put-nam 1988: 184) Precisamente, el pensamiento deQuine estaría, pese a ciertos reparos y puntos am-biguos, bajo el poder hipnótico del cientificismo.Sin embargo, aparte de la epistemología naturali-zada de tipo quiniano, Putnam también visualizala nefasta influencia cientificista en otros ámbitos-de ascendencia realista científica y metafísica-de mayor boga intelectual, como la 'neurofiloso-fía' y la ciencia cognitiva.

4. Los realismos de Putnam

Las objeciones planteadas por Putnam aciertas tesis quinianas surgen de su propio viejointerés por restarle la mayor influencia posible ala corriente cientificista, una que recorre a su cri-terio, a veces claramente en la superficie, otras enforma subterránea la cultura occidental. Dichointerés se concreta en la propia posición 'realis-ta' elaborada por Putnam en el transcurso de va-rias décadas. Así, el actual realismo putnamiano,pluralista y anticientificista, representaría la res-puesta más clara posible de su proponente a losexcesos a que ha conducido el llamado realismometafísico o científico. La alianza de tesis empi-ristas o neopositivistas con otras realistas cientí-ficas -alianza que Putnam sugiere es especial-mente llamativa en Quine.- se constituye en el ar-chí-enernigo filosófico del realismo putnamianoen sus últimas versiones. Previo a una valoracióncrítica de semejantes ideas, se procederá de se-guido a ofrecer una síntesis comentada de la evo-lución de Putnam en torno al tema del realismo.Se tomarán en cuenta las tres principales varian-tes de realismo (metafísico, interno y natural) de-fendidas sucesivamente por Putnam desde la dé-cada de los setentas del siglo pasado al presente.f

a. Realismo metafísico: durante buena partede su carrera filosófica, Putnam defendió una sóli-da perspectiva realista metafísica o científica, lamisma que luego él mismo se encargaría de criti-car duramente. De esta manera, al inicio de unaantología de artículos, en el que su autor reconoce

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la visión realista imperante en todos ellos, se en-cuentra una clara presentación de los ingredien-tes de tal perspectiva: "los enunciados de la cien-cia son (...) verdaderos o falsos (aunque a menu-do se da el caso que no sepamos si una cosa o laotra) y su verdad o falsedad no depende de quesean modos muy derivados de describir regulari-dades en la experiencia humana. La realidad noes parte de la mente humana; más bien la mentehumana es una parte -y una muy pequeña- de larealidad." (1975/79: vii) La caracterización put-namiana del realismo metafísico o científico escompatible con la ofrecida más recientementepor Howard Sankey. Según este autor, el realismocientífico consta de las siguientes tesis (cfr., paralo que sigue, Sankey 1998: 33):

i. "La meta de la ciencia es descubrir la ver-dad acerca del mundo, y el progreso en cienciareside en el progreso hacia "la verdad". ii. "Lasentidades inobservables postuladas por las teo-rías científicas han de interpretarse de forma rea-lista como entidades genuinamente existentes,antes que como ficciones convenientes o instru-mentos de predicción." iii. En tercer lugar, deacuerdo a Sankey, los realistas científicos no só-lo son realistas en lo tocante al estatus particularde las entidades teóricas, sino en forma generalrespecto de la existencia de "una realidad objeti-va que existe independientemente de la actividadcognitiva humana." iv. Otra tesis central del rea-lismo es la objetividad. Con ella se asume que "laverdad o falsedad de una afirmación empírica oteoría depende de la forma en que se dan las co-sas en el mundo, antes que de las creencias quelos científicos tienen acerca del modo en que seda el mundo." v, "Verdad por correspondencia.La verdad ha de entenderse como una correspon-dencia entre enunciado y realidad, de forma talque un enunciado es verdadero si y solo si lo queel enunciado. dice corresponde con los hechos."El resumen de tesis realistas propuesto por San-key merece ser complementado con un pasaje delensayo putnamiano de inspiración realista,"What is Mathematical Truth?". En éste, su autorasevera inequívocamente que "los términos enlas teorías científicas maduras típicamerite refie-ren (...), que las teorías aceptadas en una cienciamadura son de forma típica aproximadamente

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verdaderas, que el mismo término puede referir ala misma cosa, incluso cuando aparezca en teo-rías diferentes." (Incluido en 1975/79: 73)

Es sugerente comparar las ideas anterioresde Putnam con las que aparecen en la versión pu-blicada de sus Conferencias John Dewey de1994. En dicha versión, elaborada ya desde la ac-tual perspectiva realista interna-natural, Putnamensaya una nueva caracterización del realismometafísico que para nada disimula su carácterdestructivo de cara a una posición, la realista, quesu antiguo defensor califica ahora de extravagan-te "fantasía metafísica." Según esta "fantasía" in-coherente y desmesurada respecto de la condi-ción cognitiva humana, "existe una totalidad de'formas', 'universales' o 'propiedades' fijas deuna vez y para siempre", y en ella "todo posiblesignificado de una palabra se corresponde conuna de estas 'formas', 'universales' o 'propieda-des'. La estructura de todos los pensamientos po-sibles está fijada de antemano; fijada por las 'for-mas'." (Putnam 2000: 51) ¿Qué elementos inci-dieron para un cambio tan radical de opiniónacerca del realismo metafísico o científico porparte de Putnam?

b. Realismo interno: la creciente insatisfac-ción de Putnam con el realismo metafísico o cien-tífico, está asociada con lo que él percibió comouna creciente tendencia hacia el absolutismo cog-nitivo por parte de algunos de sus representantes.Parece ser, en efecto, que Putnam creyó detectaren varios de sus contemporáneos realistas unapretensión cientificista para nada compatible consu propia conversión a una postura eminentemen-te amplia, pluralista y tolerante de otras aproxi-maciones cognitivas a lo real, es decir, distintas dela estrictamente científica (en su caso específico,por ejemplo, el judaísmo). Si al comienzo de sucarrera como realista científico, Putnam se unió ala tarea conjunta por combatir el fenomenismo einstrumentalismo de extracción neopositivista,luego él mismo va a promover la tarea de comba-tir los excesos de su bando realista original. Decómo el propio realismo científico sucumbió tam-bién, al igual que el empirismo lógico, a la tenta-ción cientificista, lo explica Putnam haciendomención de dos enfoques realista-cientificistasnacidos de la capitulación ante dicha tentación:

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En primer lugar, Putnam se refiere al "pan-cientificisrno" como aquella posición que sostie-ne "que los problemas filosóficos están destina-dos, al final, a ser resueltos por el progreso de lasciencias naturales, y que lo mejor que el filósofopuede hacer es anticipar ese progreso y sugerircómo las ciencias pueden resolverlos," (Putnam1997: 183) Es muy posible que aquí Putnam es-tuviera pensando específicamente en Quine y suepistemología naturalizada, aunque es interesanteque no lo nombre a él (jquizá justamente porqueQuine no es un realista científico!) ni a ningúnautor en particular. En segundo lugar, la siguien-te corrupción del realismo científico la calificaPutnam -tomando la expresión prestada de unode sus proponentes, Simon Blackburn-, de "casirealismo" ("quasi-realism"). "Esta posición -ex-plica Putnam- no afirma que todos los problemasfilosóficos serán resuelto-s por la ciencia natural,pero mantiene que la descripción completa de larealidad como es 'en sí misma' es dada por laciencia natural y, en la mayoría de las versionesde la posición, por lafísica." (Ibid: 183)

Exactamente contra tales excesos cientificis-tas del realismo científico es que Putnam va a di-rigir toda su artillería filosófica internalista. Setrata de combatir la idea de que el realismo cien-tífico o metafísico (también llamada por él pers-pectiva externalista), es capaz de representar elmundo como "una totalidad fija de objetos inde-pendientes de la mente". (1981: 49) Esta creenciailusa pero peligrosa, arguye Putnam, hace del serhumano un Sujeto privilegiado, capaz de contem-plar el mundo y sus procesos desde ninguna par-te, como si poseyera el "ojo de Dios". Es decir,de una forma del todo independiente tanto de suspoderes cognitivos, como de sus intereses idio-sincrásicos o culturales. Pero lo cierto es que enninguna parte existe un Sujeto con tales cualida-des. Por eso es que hay que reconocer que la pre-gunta acerca de la constitución de la realidad "so-lamente tiene sentido formularla dentro de unateoría o descripción" específica o con textual.(Ibid: 49) La obsesión realista por encontrar lateoría que calce o corresponda con el mundo 'taly como es', no sólo es, para Putnarn, una ilusiónincoherente, sino riesgosa, en cuanto comportacasi automáticamente el error capital realista-

cientificista. Éste radica en pensar que la ciencianatural (en especial la física) está capacitada pa-ra ofrecer en verdad una auténtica "concepciónabsoluta del mundo".

Putnam ha insistido de las formas más varia-das en que el giro hacia el realismo interno, consu ataque frontal al realismo científico y metafí-sico, no significaba una claudicación ante el rela-tivismo y escepticismo totales. La defensa de unoriginal enfoque realista cum reIativismo mode-rado es el tema central de sus Conferencias PaulCarus de 1985, para Putnam es claro que se "pue-de ser al mismo tiempo un realista y un relativis-ta conceptual." (1994: 61). En dichas Conferen-cias, Putnam prosigue su pugna contra el factorcientificista, siempre al acecho detrás de la facha-da aparentemente inocua y aséptica del realismocientífico, tanto en su versión pancientificista co-mo en la de corte fisicalista. Se trata de lograrque el ser humano despierte del desorientadorsueño realista metafísico, "el sueño de la imagentan completa de un universo que verdaderamenteincluye al teorizador-observador en el acto dedescribir el universo". (1990: 5)

Putnam también ha insistido en que su críti-ca actual al realismo científico no supone unadesvaloración de la ciencia en cuanto tal, sino suinclusión dentro de una visión eminentementepluralista respecto de los modos diversos en queel ser humano 'crea' su acceso cognitivo al mun-do. No se trata entonces, según él, de restar im-portancia al tipo de ontología realista reconocidacomo supuesto implícito de las ciencias, pero síde evitar la creencia de que la expresión 'imagencientífica' de la realidad entraña un rango de au-toridad epistémica mayor que la que cabría espe-rar, por ejemplo, de una 'imagen moral' del mun-do. Ambas imágenes son de factura humana, yjusto por eso se ofrecen en una diversidad de pre-sentaciones culturales que han de valorarse porsus propios méritos o carencias, así como deacuerdo a los fines humanos que buscan realizar,y no por comparación con una supuesta VerdadCientífica (o Moral) Última del Universo.

c. Realismo natural: lo característico de estaposición es que con ella Putnam desea recuperaruna actitud hacia la realidad lo menos cargada po-sible de sofisticación metafísica y barroquismo

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epistemológico. Sin embargo, explica Putnam,en ella se conservan todavía varios elementos in-ternalistas, "el negar que la realidad dicte unaúnica descripción y la concepción del hecho y elvalor como interrelacionados antes que separa-dos son tan centrales para mi pensamiento ahoracomo lo fueron entonces [es decir, durante la eta-pa más internalista]" (1997: 199). Empero, talesideas se complementan ahora, debido a la in-fluencia de William James, con una visión máscrítica del problema de la percepción y, en espe-cial, de la teoría representacional de la mente.Esa es, por cierto, la concepción de lo mental queDonald Davidson ha descrito críticamente comola idea de la mente como un teatro, uno en cuyoescenario 'aparecen' no "los objetos ordinariosdel mundo que el ojo exterior registra y el cora-zón ama, sino sus pretendidos representantes[apariencias, datos sensoriales, qualia, etc.,A.R.R.]."(Davidson 1992: 147)5

Es que en efecto, en el centro del realismonatural está la propuesta de sustituir una concep-ción recibida acerca de la percepción por otra quehaga justicia a la experiencia elemental o natural-del "hombre de la calle", como gusta decirloPutnam- de 'conectar' directamente con las co-sas. Así lo expone Putnam: "La imagen de la per-cepción que critico podría ser llamada la 'imagende la imagen' o la 'imagen interfaz', porquemuestra la percepción no como una concienciade las cosas en un medio y sus propiedades, sino,en última instancia, como una conciencia de imá-genes dentro de nuestras cabezas. La percepciónse transforma así, de acuerdo con esta imagen, noen un medio de acceso al mundo sino en una in-terfaz entre nosotros y el mundo (una interfaz apartir de la cual debemos hacer 'inferencias' conrespecto a lo que hay 'ahí afuera' altamente pro-blemáticas)." (Putnam 2000: 15)

Otro de los defectos más graves del realismointerno fue su excesiva concentración en el as-pecto moderadamente 'idealista' del conocimien-to. Ahora se trata más bien de reconocer o revali-dar la importancia de la creencia 'natural' en unarealidad independiente. En contra del relativistao constructivista extremo reafirma Putnam que elmundo no es un producto del lenguaje o de lacultura. Aunque eso sí, nociones filosóficas o

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científicas acerca de los hechos de la realidad síque son producto o resultado del modo en quedesde el lenguaje y la cultura se 'negocia' conciertas regularidades extra-mentales. (Ibid: 55-56) La importancia de lo anterior para la evolu-ción putnamiana del realismo interno al natural,estriba en que, desde las enseñanzas de James,Putnam sometió a una severa autocrítica viejasideas internalistas en torno, por ejemplo, a las"situaciones epistémicas suficientemente bue-nas" requeridas para asegurar la conexión (dentrode un determinado esquema conceptual), entre lamente y la realidad "de fuera". Según Putnam, elinternalismo dejó sin explorar las posibilidadesque el realismo natural, de inspiración pragmatis-ta, ofrecía para la consolidación de un auténtico"realismo con rostro humano". La percepción di-recta de las cosas entraña ahora la idea, para Put-nam, de que las cosas pueden ser plenamente ex-perimentadas en distintas circunstancias, sin ne-cesidad de asumir que son meras "afecciones denuestra subjetividad."

5. Ciencia, realismo y falibilismo

En esta sección y la siguiente se trata de rea-lizar un sucinto balance de los argumentos pre-sentados, con el propósito de indagar cuánto hancontribuido a esclarecer el tema bajo estudio y aapoyar dos supuestos centrales de este trabajo.Estos rezan así: (i) no hay duda de que la críticade Putnam al cientificismo debe estimarse comoun esfuerzo noble y necesario dentro de la activi-dad filosófica contemporánea. Pero, (ii) no seconsidera pertinente ni justificada la agresiva crí-tica generalizada de su parte al realismo científi-co en tanto que supuesto vehículo por excelenciade la ideología cientificista. Al contrario de loque Putnam insinúa más o menos explícitamenteen numerosos trabajos, aquí se piensa que elcientificismo no es un ingrediente consustancial,aunque sípuede estar presente en algunas de susvariedades, de la imagen realista científica acer-ca del mundo.

De hecho, como ya se mostró, la insistentepolémica de Putnam con el pensamiento de unautor, Quine -que no cabría calificar sin más de

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'realista'>, como ejemplo destacado del contagiocientificista, indica que él mismo se inclina a vi-sualizar la amenaza cientificista más en el camponeopositivista o empirista que en el propiamenterealista científico. Además, ya se mostró tambiéncómo la crítica de Putnam a Quine pasa por altoelementos en la teoría de éste último que sugierenuna visión cientificista no tan global como la queél le endilga. Mientras que el susodicho punto (i)no parece necesitar una argumentación más proli-ja y contundente de la que ya ha sido objeto porparte de diversos autores, el (ii) sí requiere un co-mentario y discusión más pausados. A esta tarease abocarán los argumentos finales del trabajo.

Si bien hasta dónde se ha podido determinar,Mario Bunge no es un autor tomado en cuentapor Putnam en sus escritos, vale la pena rnencio-narlo pues este filósofo expone un tipo de pensa-miento que sí rima perfectamente con lo que es laimagen putnamiana del realista científico = cien-tificista. Después de caracterizar formas que po-drían calificarse de más primitivas de realismo,como el ingenuo e incluso el crítico, Bunge arri-ba a su favorito, el científico. En efecto, el realis-mo científico representa, para la versión bungea-na, "la variedad del realismo crítico según la cualla ciencia proporciona el mejor conocimiento dela realidad, aun cuando sea imperfecto." A conti-nuación, Bunge introduce una tesis con el propó-sito de distinguir al realismo científico de otrostipos de gnoseología, lo interesante es que dichatesis puede ser llamada, según él, "cientificismo":"es la tesis de la supremacía de la ciencia por so-bre todos los demás tipos de conocimiento: ordi-nario, artístico, místico, etc." Luego, Bunge da aentender que dicha supremacía se asienta en laenvidiable combinación de razón y experienciaalentada por el realismo científico. Es más, losmagníficos productos de esta variedad gnoseoló-gica son nada menos que "la teoría científica do-tada de formalismo matemático" (por parte de larazón) y (por parte de la experiencia) "el experi-mento diseñado, controlado e interpretado conayuda de teorías científicas." (Bunge 1985: 44)

Lo que importa aclarar es que una posturanaturalista y reduccionista tan extrema como lade Bunge es más bien rara en la filosofía contem-poránea de la ciencia. Es que es inusual hallar un

autor para quien el epíteto de 'cientificista' resue-na con ecos tan positivos que se contrastan favo-rablemente con los provenientes de perspectivasetiquetadas de oscurantistas, ya sea por anti- o nolo suficientemente científicas o materialistas. Asíque, por un lado, si hay algún autor hacia el cualPutnam podría dirigir con más acierto y provechosus baterías internalistas, ese sería Bunge y notanto Quine. De otro lado, siendo el realismocientífico-cientificista bungeano un caso másbien sui generis en el panorama actual de la filo-sofía, habría que volver la mirada a formas me-nos radicales de naturalismo filosófico con el ob-jetivo de fortalecer el susodicho supuesto (ii) deeste trabajo.

Partiendo de lo recién señalado, resulta ex-traño que Putnam no se haya percatado de la pre-sencia de otras versiones tan moderadas de rea-lismo científico (muy similares a la propugnadahace muchos años por él mismo) que bien po-drían traslaparse con su propia perspectiva inter-nalista. Nicholas Rescher es un filósofo (que porcierto tampoco aparece en el catálogo más o me-nos restringido de favoritos putnamianos) repre-sentativo de una de esas versiones más modestaso autocríticas de realismo científico, una, comoademás se mostrará, para nada afín a la, para Put-nam, odiosa ideología cientificista. Repárese bre-vemente en algunas de las propuestas que Res-cher ha venido lanzando, desde hace muchosaños, desde una personal óptica realista, mitiga-damente relativista y falibilista."

El enfoque de Rescher aspira constituir unpunto medio entre el antirrealismo del instru-mentalismo y una versión 'dura' de realismocientífico. Ambos extremos fallan, según él, a lahora de dar cuenta de lo que realmente sucede

. con la actividad investigadora de la ciencia. Elprimero fracasa porque es falso que la cienciabusque proponer únicamente ficciones sobresimples fenómenos o apariencias, el segundo, porcuanto también es falso que las teorías científicaslogren acoplarse a la perfección con los distintoscomponentes de la naturaleza. Rescher propugnauna versión de realismo "que ve la ciencia no co-mo descrihiendo realmente la realidad, sino co-mo estimando meramente su carácter." (Rescher1987: xiii) Para darse plena cuenta de lo anterior,

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CIENCIA Y CIENTIFICISMO

basta con mirar el precario equilibrio cognitivoalcanzado por la ciencia en su desarrollo históri-co. En tanto que producto humano, la ciencia noestá en capacidad de ofrecer una imagen definiti-va de la realidad física, a salvo de correccionesfuturas: "Parece ser el destino inevitable de la fí-sica que sus practicantes en cada generación esti-marán las teorías de una época anterior comoequivocadas, tan llenas de errores de omisión co-mo de comisión." (Ibid: 8)

Tomando en cuenta lo antedicho es que Res-cher impulsa asumir una versión más cauta derealismo, ejemplificada en lo que él llama un rea-lismo de "libro de texto". Esta versión procuracolocarse a mitad de camino entre los extremosde un "ingenuo realismo científico" y un "escép-tico falibilismo científico". Al parecer lo logra,por cuanto declara que si bien es cierto la cienciaactual, en sus diversas áreas, siempre requerirácorrección, revisión y complemento, ello no obs-ta para considerar que ofrece, aquí y ahora, uncuadro bastante correcto de la realidad en suscontornos aproximados. Pese a reconocer que lasteorías no podrán agotar jamás la riqueza de losprocesos naturales, se puede confiar -por lo quetambién ha mostrado la historia de la ciencia- enque sí proporciona, al menos, "la idea correctageneral". Así, el cauto realismo de libro de textopermite reconciliar dos hechos que marcan la ac-titud ambivalente ante el conocimiento científico.Con palabras de Rescher: "de un lado, no pode-mos afirmar que la ciencia natural como está des-cribe la realidad correctamente, pero de otro la-do, no podemos simplemente despacharla comono informativa del todo acerca 'del modo en quees el mundo'." (Ibid: 64)

Rescher califica también al tipo de realismopor él impulsado como "realismo relativizado".El término se refiere al carácter autocrítico que elproponente de dicha posición asume respecto delconocimiento científico, es decir, respecto de latensión entre elementos realistas y relativistasque inevitablemente lo informa. Lo más intere-sante de todo esto desde el punto de vista del pre-sente trabajo, es que con el realismo científico re-lativizado, falibilista o atenuadamente escépticoalentado por Rescher, se llega a conclusiones sor-prendentemente afines a las alcanzadas por el

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realismo pragmático, con rostro humano, inter-no o natural putnamiano. Como dice Rescher:"Hay, ciertamente, una realidad independientede la mente, pero el acceso cognitivo hacia ellaestá siempre condicionado por la mente. Todo loque podamos conocer de la realidad está media-do por concepciones que reflejan cómo nosafecta esta realidad (...) Así, la posición resul-tante es una de relativismo que sostiene que'nuestro conocimiento' del mundo refleja siem-pre en alguna medida las circunstancias de sernuestro conocimiento del mundo. No es que laciencia natural no pueda cumplir pretensionesválidas de realismo, sino que la realidad denuestra ciencia es una realidad característica-mente humana." (lbid: 95-6)

En el texto que acaba de citarse se desvelauna importante afinidad de Rescher con el "rea-lismo con rostro humano" putnamiano, porqueallí donde aquél escribe sobre las circunstanciasque determinan el conocimiento de la realidad,Putnam lo hace en forma muy semejante (inclu-so en el tono pragmatista) sobre las necesidadeshumanas concretas que también mueven a laelección de ciertas imágenes del mundo. Porqueno hay, a priori, una imagen o versión privilegia-da que decrete todo lo que hubiese que saberacerca de un campo cognitivo particular: "no setiene por qué creer en una única mejor versiónmoral, o en una única mejor versión causal, o enuna única mejor versión matemática; lo que tene-mos son mejores y peores versiones, y en estoconsiste la objetividad." (Putnam 1994: 147-8)

6. Conclusiones

Todos los argumentos reunidos en seccionesanteriores, pueden ser articulados alrededor detres puntos finales que pretenden apuntalar el su-puesto (ii), indicado al comienzo de la quintasección. Los tres han sido desarrollados de formamás o menos explícita en el transcurso del traba-jo, por lo que ahora sólo se expondrá de modomuy escueto su contenido esencial. Primeramen-te hay que recordar que la perspectiva general deeste ensayo simpatiza con el deseo putnamiano-pero presente también, como ya se vio, en otros

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ble en su propia esfera de acción. Al interior delenfoque realista científico moderado de Rescher,es posible hacer converger tanto el respeto haciala ciencia natural, "soberana" en su ámbito parti-cular de competencia, como hacia "otros sectoresde la esfera cognitiva". Parafraseando para con-cluir a dicho autor, hay que decir que aunque "ensu propia provincia la ciencia conserva la supre-macía", "el terreno" por ella cubierto "está lejosde incluirlo todo." (1999: 114)7

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autores recientes como Rescher y Olivé- dealertar sobre los peligros (teóricos y prácticos)de rendirse a la mentalidad cientificista o reduc-cionista sin más. El núcleo del actual reduccio-nismo cientificista se concentra en el intento,según Putnam, "de reducir las nociones episté-micas a las no epistérnicas"; así, en el caso delpositivismo lógico, el reduccionismo se expresaen la primacía conferida a nociones sintácticas,mientras que en tendencias relativistas o histori-cistas, defensoras del punto de vista de la "cul-tura local", en la otorgada a ideas antropológi-cas y estructuralistas (cfr. Putnam 1983: 290).Sobre la importancia de dicha intención no de-berían asaltar dudas, como tampoco en torno alo adecuado de la exhortación pluralista putna-miana por la tolerancia y 'convivencia pacífica'entre esquemas conceptuales diversos.

En segundo lugar, la-crítica de Putnam aQuine, de la que en buen grado se deriva la ima-gen de este último como el gran responsable porreavivar el cientificismo en tiempos de post-posi-tivismo, no es del todo justa o justificada. Una delas consecuencias de lo esbozado en la tercerasección, fue que al menos habría que examinarcon mayor cuidado si no es que el presunto cien-tificismo quiniano tendría consecuencias sólo pa-ra la filosofía, en tanto que podría dejar intacta lavalidez o legitimidad cognitiva de otras formasculturales, como el arte y la religión. Por eso esque ya se señaló cómo la crítica putnamiana alcientificismo tendría mayor justificación y fecun-didad si se enfocara a un autor como Bunge,quien sí parece caber sin problemas en el molderealista científico-cientificista,

En tercer lugar, es fundamental insistir enque las invectivas que Putnam lanza contra laperspectiva realista científica plus cientificismo,pierden fuerza al ser confrontadas con ideas defilósofos realistas 'concretos', como ya se mostróen relación con las de Rescher. Así, por ejemplo,si se examina el realismo científico al tenor de lossupuestos defendidos por ese último autor, se tie-ne que tal enfoque filosófico no tiene por qué serincompatible con la existencia de una multiplici-dad de esquemas conceptuales o imágenes diver-sas de la realidad (como lo promueve el mismorealismo putnamiano), cada uno válido y respeta-

Notas

l. El tema del cientificismo en conexión con la filo-sofía de la,ciencia putnarniana. ya aparece comotrasfondo de los argumentos en Rosales Rodríguez2002a y 2002b, pero no pudo ser desarrollado enesos ensayos con la extensión y detenimiento quemerecía, de ahí la necesidad de ahondar su estudioen este trabajo dedicado específicamente a él.

2. Ahora bien, del propio realismo interno putna-miano Craig Dilworth ha dicho (como Putnam deQuine) que es, en el fondo, un heredero de la mis-ma tradición empirista lógica que su autor critica.Cfr. "Empiricism vs. Realism: High Points in theDebate During the Past 150 Years", Studies inHistory and Philosophy o/ science, Y. 21, N. 3(1990),460.

3. Véase una detallada crítica a Quine siguiendoesos lineamientos en P. K. Moser, D. H. Muldery J. D. Trout. The Theory o/ Knowledge. A The-matic lntroduction. New York & Oxford: OUP,1998, 32-4. Por lo demás, en ese mismo trabajotambién se aquilatan los méritos de otras moda-lidades, no cíentiñcistas, de epistemologías na-turalizadas, especialmente la propuesta por P.Kitcher, cfr. 34-6.

4. El resto de esta cuarta sección ofrece una versiónmodificada y resumida de lo desarrollado con an-terioridad, y más ampliamente en los ensayos ci-tados en la nota 1.

5. Esta cita no pretende sugerir una afinidad sustan-cial entre Putnam y Davidson acerca del tema es-pecífico del realismo. De hecho, Davidson mani-fiesta su insatisfacción tanto respecto del realis-mo interno putnamiano (que aún trabaja con baseen "esquemas conceptuales", noción para él inco-herente), como del realismo metafísico, algunavez también defendido, como ya se mostró, por elmismo Putnam. Cfr. Davidson 1992: 77.

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6. Véase también la breve pero sustanciosa (y favo-rable) discusión putnamiana del falibilismo en unapartado de "Analyticity and Apriority: beyond.Wittgenstein and Quine", incluido en Putnam1983: 135-6.

7. El autor desea expresar su agradecimiento al co-lega Alexander Jiménez, por sus valiosos comen-tarios y recomendaciones a propósito de una ver-sión preliminar de este trabajo.

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Amán Rosales RodríguezEscuela de Filosofía

Universidad de Costa Rica