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Alianzas intersectoriales para el desarrollo social. Una perspectiva desde la comunicación organizacional. Adriana Reynaga Morales 1 Resumen Las alianzas intersectoriales han sido reconocidas como uno de los principales referentes para el desarrollo de las sociedades modernas, sin embargo, partiendo de un referente de comunicación interorganizacional, las relaciones que establecen los participantes en las alianzas, plantean un problema de institucionalización. ¿Son capaces los actores de construir acuerdos basados en normas y en sistemas de significación comunes? A partir del estudio de las características generales de este fenómeno de colaboración, se propone recurrir al análisis de marcos referenciales para conocer los significados que los actores le asignan a su participación y a la de sus aliados, con el fin de determinar la posibilidad de que este tipo de relaciones de cooperación se institucionalicen. Palabras clave: comunicación organizacional, alianzas intersectoriales, institucionalización, colaboración y filantropía corporativa. Introducción Una alianza intersectorial, puede ser definida como una red social de colaboración entre organizaciones de distintos sectores (público, privado o no lucrativo) que busca el beneficio de un grupo social determinado. Catherine Fox, desde el estudio de los procesos sociales en las ciudades, se ha referido a ellas como “alianzas tripartitas” (Fox 2005) y las describe como iniciativas que “dirigen su esfuerzo colectivo hacia la revitalización de una zona espacialmente delimitada, buscando generar sinergias para mejorar sus condiciones físicas, económicas y sociales”. Así, reconoce alianzas formales (con reconocimiento jurídico) e informales en las que participan básicamente tres actores definidos como: 1 Doctorante en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Ciencias de la Comunicación por el Posgrado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Nacional Autónoma de México. Catedrática de Comunicación Organizacional. Email: [email protected]

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alianzas intersectoriales

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Page 1: Alianzas intersectoriales para el desarrollo social. co

Alianzas intersectoriales para el desarrollo social. Una perspectiva desde la

comunicación organizacional.

Adriana Reynaga Morales1

Resumen

Las alianzas intersectoriales han sido reconocidas como uno de los principales referentes para el

desarrollo de las sociedades modernas, sin embargo, partiendo de un referente de comunicación

interorganizacional, las relaciones que establecen los participantes en las alianzas, plantean un problema

de institucionalización. ¿Son capaces los actores de construir acuerdos basados en normas y en sistemas

de significación comunes?

A partir del estudio de las características generales de este fenómeno de colaboración, se propone recurrir

al análisis de marcos referenciales para conocer los significados que los actores le asignan a su

participación y a la de sus aliados, con el fin de determinar la posibilidad de que este tipo de relaciones de

cooperación se institucionalicen.

Palabras clave: comunicación organizacional, alianzas intersectoriales, institucionalización, colaboración

y filantropía corporativa.

Introducción

Una alianza intersectorial, puede ser definida como una red social de colaboración entre

organizaciones de distintos sectores (público, privado o no lucrativo) que busca el

beneficio de un grupo social determinado. Catherine Fox, desde el estudio de los

procesos sociales en las ciudades, se ha referido a ellas como “alianzas tripartitas”

(Fox 2005) y las describe como iniciativas que “dirigen su esfuerzo colectivo hacia la

revitalización de una zona espacialmente delimitada, buscando generar sinergias para

mejorar sus condiciones físicas, económicas y sociales”. Así, reconoce alianzas

formales (con reconocimiento jurídico) e informales en las que participan básicamente

tres actores definidos como:

1 Doctorante en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Ciencias de la Comunicación por el

Posgrado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Nacional Autónoma de

México. Catedrática de Comunicación Organizacional. Email: [email protected]

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Sector público: representado por cualquiera de los diferentes niveles de

gobierno.

Sector privado: que incluye a los empresarios e inversionistas.

Tercer sector (al cual en esta investigación se le ha denominado sector no

lucrativo2) que incorpora a grupos comunitarios y organizaciones sociales o

no gubernamentales.

Las alianzas entre estos actores pueden ser consideradas como acciones colectivas y

como tales, tienen diferentes perspectivas de análisis así como distintas características

de los arreglos institucionales y de los problemas propios de la coordinación entre

actores. Pero antes de definir estas perspectivas, es importante clarificar el objeto de la

alianza (altruismo, desarrollo social o responsabilidad social), de manera que podamos

comenzar a dar respuesta a cuestiones tales como: ¿Cuáles son los marcos referenciales

que tienen los participantes en proyectos de colaboración en México? Estos marcos

referenciales ¿favorecen u obstaculizan la colaboración? ¿Cuáles son las reglas dentro

de la red de colaboración? ¿Son formales o informales y quién las define?

Esta ponencia incluye la primera parte de la investigación que responde a la revisión

teórica del fenómeno, así como al análisis preliminar del fenómeno de la colaboración

intersectorial en México a partir del diagnóstico de filantropía corporativa 2008

realizada por Alternativas y Capacidades A.C. (Carrillo Collard 2009) y de los aspectos

de interacción social que permiten la institucionalización de este referente en el

desarrollo social.

El objeto y los participantes de las alianzas intersectoriales

Contrario a lo que Milton Friedman expresó en la década de los 60´s (Friedman 1962),

actualmente la sociedad espera más de las organizaciones económicas que solamente la

generación de utilidades. Hoy, más que nunca, se observa un interés creciente por parte

2 Este actor (tercer sector, sector social o no lucrativo) tiene características muy diversas pero el

común denominador en todos los esfuerzos por definirlo es el no buscar una utilidad económica de las

acciones emprendidas.

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de todos los sectores de la sociedad por evaluar el impacto que las organizaciones del

sector privado tienen a partir de sus actividades de producción de bienes y servicios.

Asimismo, el Estado incapaz de hacer frente a todas las demandas sociales objeto de

las políticas asistencialistas que instrumentó durante las últimas décadas del siglo XX,

comienza a reformular su participación en las políticas de desarrollo social y abrirse a la

colaboración con otros sectores de la sociedad.

Las organizaciones civiles por su parte, encabezan acciones de desarrollo social siendo

coparticipes con los sectores económico y político del diagnóstico de necesidades para

la población, a través de la investigación y de su trabajo en campo, así como de la

ejecución y evaluación de programas sociales encaminados al bienestar de la población

(Butcher 2005).

La decisión de cómo se va a nombrar a los actores o grupos de actores que participan en

las alianzas intersectoriales, no es una cuestión menor. Derivado de la clasificación que

se haga y el nombre que se le dé, es posible integrar o no a una serie de personas,

grupos y organizaciones que de no encontrarse identificados en uno de los conjuntos de

participantes, podrían quedarse fuera y por lo menos en México, que ha tenido una

historia larga, singular y con muchos actores sociales, en cuanto a desarrollo social se

refiere (Verduzco Igartúa 2003).

Por ello, la conceptualización que North hace de los participantes en los procesos de

institucionalización como “organismos” es muy útil para esta investigación (North

1989). North propone una división de actores conformada por: cuerpos políticos

(partidos políticos o el Senado por ejemplo), cuerpos económicos (empresas,

cooperativas, etc.) y cuerpos sociales (iglesias, clubes, escuelas y hospitales, entre

otros) para hacer una distinción entre los grupos de individuos que se agrupan con

objetivos e identidades comunes. Para efectos de esta investigación, nos referiremos a

sectores:

Sector político. Este grupo incluye a personas, grupos y organizaciones

relacionadas de manera formal con el Estado, con el poder político y con el

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establecimiento de normas y reglas de gestión social. Así, podremos incluir

personajes políticos (candidatos, representantes de partidos, funcionarios

públicos, etcétera), partidos políticos, municipios, organismos públicos,

ciudades y estados, entre otros.

Sector económico. Este sector da cabida a personas, grupos y

organizaciones que tienen actividades con fines de lucro y cuyas actividades

profesionales tienen repercusión directa en el contexto político, económico,

social y ambiental, en el que se desarrollan.

Sector social. Por último, este sector incluye a personas, grupos y

organizaciones, que establecidas de manera formal o informal, llevan a cabo

actividades sin fines de lucro y que tienen objetivos que impacten en la

mejor calidad de vida de ciertos grupos de población.

Así, esta definición de sectores un tanto apegada a la economía social, permite la

distinción de actores de acuerdo a sus objetivos de acción y no a particularidades

geográficas o morfológicas.

Los referentes del desarrollo social y las alianzas intersectoriales

Muy diversos son los escenarios que presentan la génesis de la participación de otros

sectores, además del político, en la protección de los derechos fundamentales de la

humanidad y en la preocupación por el desarrollo social global. Entre los más

destacados, a nivel mundial, están El Pacto Mundial y El Proyecto de los Objetivos del

Milenio, ambos programas de la Organización de las Naciones Unidas.

En México, existen marcos referenciales importantes extraídos desde diferentes

sectores. Así, en el económico, un marco referencial importante es el construido por el

Centro Mexicano para la Filantropía (CEMEFI) y por la Alianza por la Responsabilidad

Social (ALIARSE). En el sector político, la pauta la podemos encontrar en la Ley

General de Desarrollo Social de la Secretaría de Desarrollo Social, así como en los

programas del Instituto Nacional de Desarrollo Social (INDESOL). Por último en el

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sector social, es posible vislumbrar referentes importantes para las organizaciones de la

sociedad civil, para fundaciones y para proyectos filantrópicos dentro del esfuerzo

emprendido por Alternativas y Capacidades A.C.

Existen escasos estudios que demuestren el impacto que las acciones sociales de los tres

sectores en nuestro país. Sin embargo, es posible inferir algunos datos importantes que

nos ayudarán a analizar los incentivos de los participantes y las reglas de interacción

que se establecen entre ellos, a partir de algunas encuestas desarrollo social en México,

North, al igual que otros investigadores (Putnam 1993, Olson 1965), coloca como uno

de los principales focos de interés de la acción colectiva a los incentivos de

participación, los problemas y las reglas de cooperación entre individuos, como uno de

los principales recursos para comprender por qué las sociedades son conformadas de

determinada manera y cuáles son los elementos que las llevan a evolucionar de un

estado a otro.

Para abordar el problema de la cooperación, North hace referencia a tres teóricos:

Russell Hardin (1982) para hacer énfasis en la coacción y la vigilancia para resolver el

conflicto cuando la acción colectiva se presenta en grandes grupos; Michael Taylor

(1982, 1987) para explicar el orden social sin la presencia del Estado a través de

creencias o normas comunes compartidas, relaciones directas y complejas entre los

miembros y reciprocidad, así como para hacer hincapié en el altruismo como valor

esencial que puede ser minimizado o destruido por la acción coercitiva del Estado; y

finalmente, a Howard Margolis (1982) para reforzar esta idea del altruismo como

principal promotor de la conducta individual y también para insertar las dos funciones

de utilidad del comportamiento de los individuos, aquellos orientados hacia el grupo y

las preferencias egoístas, de tal forma que las personas se mueven entre uno y otro en

intercambios intermitentes.

En cualquiera de los casos, la información con la que cuentan los individuos sobre la

misma acción, sobre los participantes y sobre los costos y beneficios de la

participación, será determinante para el desarrollo de cualquier tipo de acción

colectiva. Así lo expresa Ostrom, al desarrollar su explicación sobre los experimentos

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de manejo de recursos comunes y permitir el uso de la comunicación para la

información y los acuerdos requeridos por los participantes. (Ostrom 2005).

Pero no solamente la información cuenta con un papel fundamental en la conformación

de la alianza, también las normas y reglas de cada participante, así como aquellas que se

desarrollan dentro de la misma alianza, representan un factor importantísimo para el

desarrollo de las mismas.

En primer lugar, el análisis de los orígenes y de los incentivos de colaboración en la

alianza ha dado pie a distintas explicaciones así como al hallazgo de diversos problemas

de referencia.

En relación a estos problemas de referencia podemos citar como ejemplo, el diagnóstico

sobre filantropía corporativa que da cuenta de los incentivos, las formas y las normas de

colaboración que tienen las diferentes organizaciones mexicanas.

Diagnóstico de filantropía corporativa en México (Alternativas y Capacidades)

Este estudio, que comienza definiendo a la filantropía corporativa “como la donación de

recursos en efectivo o en especie por parte de las empresas. Concebimos esta

filantropía como un elemento importante de la Responsabilidad Social Empresarial que

ayuda a sostener a la Sociedad Civil, aportando recursos privados para causas

públicas y sociales” (Carrillo Collard 2009), consta de una encuesta aplicada a 92

empresas mexicanas con ventas desde diez millones de pesos a más de 5 mil millones,

la mayoría (46%) con un número de empleados entre 251 a 5 mil, cuyo fin era

determinar las variaciones en las tendencias filantrópicas de las empresas en México,

con respecto al año anterior. Asimismo, los autores del reporte distinguen entre

filantropía tradicional y filantropía corporativa al citar a Felipe Agüero (Agüero 2005)

y mencionar que en la primera, “los dueños de las empresas y sus convicciones

personales predominan en la elección de causas apoyadas, concibiendo la filantropía

sobre todo como un acto de caridad o de responsabilidad personal. En la segunda

(filantropía corporativa), tiene un sentido de profesionalización y planeación, con

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presupuestos y beneficios esperados para la compañía, así como decisiones

estratégicas sobre el destino de los recursos, los procedimientos, la evaluación y la

comunicación de resultados”. (Carrillo Collard 2009)

Algunos de los hallazgos de este diagnóstico sobre filantropía corporativa, enfatizan lo

siguiente3:

- El 97% de las empresas encuestadas menciona que su incursión al mundo de la

colaboración para el desarrollo social, se debe a que el Gobierno no es capaz de

resolver todos los problemas sociales por sí solo.

- El 89% tiene la percepción de que las necesidades sociales actualmente son

mayores que hace algunos años.

- Solamente el 5% considera que el papel de la empresa en el desarrollo social es

suficiente con el pago de impuestos y la creación de empleos.

- Un 39% considera que la principal motivación para realizar acciones de

filantropía corporativa es el compromiso y obligación con la sociedad; un 26%

considera que es la contribución a una relación armoniosa entre empresa y

comunidad y un 15% a que mejora la reputación y la imagen de la empresa.

- 21% de las empresas encuestadas afirmó que la mejor manera en que los

empresarios pueden contribuir con la comunidad es destinando parte de sus

ganancias a programas sociales, mientras que un 29% piensa que es realizando

acciones voluntarias junto con organizaciones sociales y un 20% ofreciendo

beneficios a sus empleados.

- En la pregunta sobre el destino de los recursos, en la cual era posible contestar

más de una opción, el 73% de las empresas contestó que prefiere destinar sus

recursos a temas que tengan que ver con la educación, 58% con el desarrollo

comunitario, 58% con el medio ambiente y otro 58% con temas relacionados con

la infancia, mientras que solamente 16% mencionó a los derechos humanos, 13%

a proyectos productivos o microcréditos y 9% al tema del VIH/Sida como temas

prioritarios en su agenda.

- 76% de las empresas dijo tener un presupuesto definido para las actividades de

filantropía, mientras que la mayor parte de las empresas (20%) destinó en 2008

3 Considero importante la mención sobre la posibilidad de que las empresas eligieran más de una

opción al momento de responder la encuesta y por ello los porcentajes no suman cien por ciento.

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entre $200,001 y $700,000 pesos como presupuesto para actividades filantrópicas.

Esto es menos del .5% de la media de ventas de las empresas encuestadas.

- Tan solo un 24% señaló tener una convocatoria (que no necesariamente se publica

cada año en el mismo período) para la asignación de recursos filantrópicos. En el

28% de los casos, es la presidencia o la dirección general quien directamente se

encarga de lo relativo a montos y a temas específicos dentro de las convocatorias.

- Dentro del establecimiento de requisitos para las Organizaciones Civiles que

desean obtener los recursos donados por las empresas, se establece en primer

lugar con 77%, que las organizaciones civiles estén legalmente constituidas, es

decir, que cuenten con una personalidad jurídica que las acredite como

organizaciones sin fines de lucro. 52% de las empresas mencionó que deben

cumplir con las temáticas establecidas y un 48% dijo que las acreedoras a los

recursos deben ser organizaciones consideradas como donatarias autorizadas ante

la Secretaría de Hacienda.

- Dentro de los criterios más mencionados para la selección de proyectos apoyados,

se encuentran: el conocimiento previo de las organizaciones civiles (30%); la

viabilidad del proyecto (23%); la solidez y profesionalismo de la organización

(18%) y, la detección de pobreza o carencia en un grupo de una región en

particular con un 10%.

- La mayor parte de las empresas 42% reportó haber otorgado entre uno y cinco

donativos a organizaciones de la sociedad civil en el último año, y que la manera

en la que dan seguimiento a estos donativos es a través de reportes escritos por la

organización apoyada (66%); evaluación de objetivos logrados (64%); visitas a

proyectos (63%); y comprobación de gastos (51%) principalmente.

- Por último, en una sección destinada a la conformación de alianzas con otros

sectores (organizaciones civiles y gobierno) dentro de las acciones filantrópicas de

las empresas, se encontró que la mayoría (82%) de las organizaciones económicas

encuestadas reportaron haber realizado alianzas con organizaciones de la sociedad

civil para el desarrollo de proyectos sociales, mientras que 59% reportó haberlo

hecho con otras empresas y 54% con el gobierno. Sin embargo, el 27% de las

empresas dijo que el logro más significativo de las alianzas con organizaciones de

la sociedad civil es la donación a proyectos sociales, mientras que otro 27%

reportó que el alcance más importante de las alianzas con el gobierno, es la

realización de campañas en medios de comunicación masiva sobre temas sociales.

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Dentro de las conclusiones del estudio, los autores mencionan entre otras, que se

percibe un mayor interés por la colaboración entre sectores por parte de las empresas

para participar en proyectos de desarrollo social y aunque en mínima medida, que esta

colaboración ya no sea solamente del tipo filantrópico tradicional, sino que las empresas

están buscando otras formas de participación como grupos de discusión y de análisis

sobre temas sociales importantes y la incidencia en políticas públicas.

Los marcos de referencia como un problema de acción colectiva

Una condición indispensable para que cualquier proceso de comunicación pueda

llevarse a cabo, es la existencia de un sistema compartido de símbolos referentes o

comunes. Este sistema de referencias, ha sido denominado como “Campos de

experiencia” (Schramm 1971) para explicar el bagaje simbólico y cultural de cada uno

de los participantes en el proceso de comunicación y el cual permite, solamente si

encuentra áreas de similitud con el interlocutor o una “intersección en los campos de

experiencia”, que se realice dicho proceso comunicativo (Fig. 2).

Ilustración 1. Modelo de comunicación en donde intervienen los campos de

experiencia propuesto por W. Schramm (1954)

Intersección de campos de experiencia: SISTEMA COMPARTIDO

DE SÍMBOLOS REFERENTES

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Este mismo concepto de “Campos de experiencia” ha sido estudiado por diversos

autores como el origen del proceso comunicativo que permite la construcción de

significados socialmente compartidos. Erving Goffman, estudió ampliamente el proceso

de interacción interpersonal como un tipo de orden social (Goffman, 1974). Para él, la

experiencia cotidiana de los individuos, se organiza con base en encuadres o marcos

(frames) que no son más que las construcciones de la realidad que cada persona hace a

partir de su relación con el mundo (campos de experiencia) y que al articularse entre sí

y relacionarse con los encuadres de los otros, dan sentido a las experiencias recíprocas y

forman el orden social. Así pues, el mismo modelo propuesto por W. Schramm, en el

caso de Goffman se traduciría como lo muestra la fig. 2, sin embargo, Goffman va más

allá del estudio de la sola interacción para evaluar como ésta relación de encuadres,

permite la construcción de significados comunes o de experiencias compartidas que dan

sentido a la realidad social.

Ilustración 2. Construcción del orden social a partir de la interacción

interpersonal y la “alineación” de marcos o “frames” (Goffman, 1974)

De esta manera, Goffman afirma que la organización de experiencias desde la

alineación de múltiples marcos entre las personas involucradas en la interacción, da

lugar a la acción social.

Proceso de interacción interpersonal. Construcción de experiencias que constituyen el

orden social.

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Antes de entrar a detallar aspectos de la acción social y sus diferentes niveles de

influencia, es necesario hacer aquí una aclaración importante. Aunque Goffman declara

en su obra que sus estudios no pretenden referirse a la organización de la sociedad en su

totalidad, ha sentado algunos pilares fundamentales para comprender cómo, a partir del

discurso de los individuos participantes en las interacciones, se construyen relaciones

mucho más amplias, que permiten incluso hacer un análisis de los patrones existentes en

las redes sociales que construyen el mundo social.

Asimismo, es necesario hacer énfasis en la imposibilidad de comprender los símbolos

intercambiados durante la situación de interacción, sin antes reconocer los marcos

referenciales de cada uno de los participantes. Por ello, esta investigación contiene dos

momentos de análisis: el primero en el que se analizarán esos marcos de referencia de

cada participante, así como la disposición y motivaciones para la interacción y el

establecimiento de reglas y normas previas al encuentro. El segundo momento será

aquel en el que, con ayuda del análisis de marcos, se interpretarán los símbolos

lingüísticos intercambiados que reflejan reciprocidad, confianza, igualdad y

compromiso.

La interacción y las redes de acción social

El “enmarcamiento interpretativo”, o framing como Goffman lo denomina, de una

situación de interacción4, quiere decir que el investigador pueda percibir, interpretar y

comprender los marcos referenciales de las personas implicadas en la situación, de

manera que sea capaz de definir las acciones que realizan a partir de las interpretaciones

4 Es importante distinguir entre el “frame” o enmarcado y la situación de acción, debido a que la

diferencia de conceptos ha producido una importante discusión en relación a si se puede considerar a

Goffman como “interaccionista simbólico” o es mejor situarlo como “estructuralista contemporáneo”

Gonos, G. 1977. '"Situation" versus "Frame": The "Interactionist" and the "Structuralist" Analyses of

everyday life.' American Sociological Review, 42, 854 - 57. En este caso, para los fines de esta

investigación, situaremos a Goffman dentro de la corriente Interaccionista y se diferenciará la situación

(razones y contexto del encuentro) del enmarcado (experiencias y procesos cognitivos previos del

individuo) como un asunto individual o colectivo.

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que estos individuos realizan de la realidad, de sus procesos cognitivos y de la

perspectiva que tienen sobre las normas y las reglas de actuación5.

A pesar de que Goffman constantemente hace alusión a la existencia de varios marcos

interpretativos que se superponen unos con otros, presenta una estructuración más o

menos clara sobre la jerarquización que existe de los mismos en la realidad, es decir,

por qué algunos individuos priorizan la interpretación de la realidad con base en unos

esquemas o en otros. Esta estructuración Goffman la divide en dos principalmente y

denomina a la primera: marcos o esquemas primarios que consisten en “el mundo

natural de los objetos físicos en el que las personas viven (incluidos sus propios

cuerpos) y en el mundo social de las personas y de las relaciones sociales” (Caballero

1998). Con respecto al segundo nivel de estructuración de los marcos, denominado

transformaciones, se presenta la forma en la que los marcos primarios pueden

modificarse a partir de una secuencia clara de actividades, es decir, las transformaciones

se refieren al origen del cambio del marco referencial, o campo de experiencia para

Schramm, a partir de la interacción.

En este sentido, existe un tipo de transformación dentro de la clasificación que Goffman

realiza y que es especialmente interesante. Se refiere a las transformaciones

denominadas fabricaciones, aquellas que se refieren a los casos en los que los

individuos que interactúan intentan esconder la verdadera experiencia, simulando una

interpretación falsa o que puede considerarse más adecuada ante los ojos de aquellos

con los que interactúan. Tal es el caso del manejo de las impresiones, el cual “se puede

conseguir mediante un adecuado enmarcamiento de las propias acciones y de la propia

identidad. La capacidad para definir y para enmarcar una situación de modo favorable

a los propios objetivos y a la identidad personal es clave del éxito en la interacción

estratégica” (Caballero, 1998).

Goffman afirma que las personas suelen manejar con mucha facilidad las

transformaciones debido a que es una actividad constante en la vida social. Es innegable

que la existencia misma de una sociedad esté condicionada por la interacción de

5 Las reglas y normas de actuación en el momento de la interacción deben distinguirse de las reglas

de acción colectiva, concepto sumamente importante en el Análisis Institucional y que se desarrollará de

forma más profunda dentro del primer momento de análisis, es decir, el previo al encuentro.

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individuos, ¿no es así? Pero no es precisamente este punto el que nos ocupa, sino la

posibilidad de responder a la pregunta sobre: ¿qué es exactamente lo que permite que

estos individuos transformen sus marcos referenciales, en vías de transformar la

interacción en acción social?

En este caso, Goffman indica que los individuos con más poder serán los que cuenten

con la capacidad de imponer su propia definición de la situación, mientras que los

menos poderosos tenderán a la utilización de esquemas de interpretación más débiles

que permitan la satisfacción de sus necesidades elementales y posteriormente “huirán”

de las confrontaciones directas.

Collins por su parte, se refiere a las situaciones de igualdad al mencionar que “cuando

el poder está más repartido, la interpretación de las situaciones se convertirá en una

contienda entre actores y grupos que utilizarán plenamente las diversas técnicas para

interpretar situaciones del modo más favorable posible para sus objetivos”(Collins

2004).

Este modo de actuar de las personas indiciadas en una interacción social, nos remite de

forma casi intuitiva a las diferentes posiciones que los individuos ocupan en una red de

acción colectiva, sin embargo, debido a que Goffman rechazó referirse a la interacción

entre individuos como la base de la acción social, y con ello impone un límite al análisis

de la construcción de orden social, es necesario ahora hacer referencia al trabajo de

George H. Mead para explicar el siguiente nivel en la conformación de acuerdos entre

individuos con el fin de organizarse y conseguir un objetivo común.

La acción de la persona sobre el grupo social

George H. Mead, definió a la psicología social como “el estudio de la experiencia y

conducta del organismo individual o persona como dependiente del grupo social al que

pertenece” (Morris 1934). Así, consideraba necesario dar explicación sobre la presencia

del individuo en la interacción, así como del impacto de la persona sobre el grupo de

pertenencia, como un requisito para comprender el orden social.

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Para Mead, la definición de los actores, de sus formas de acción y sobre todo, de la

manera en la que estos actores perciben sus acciones y las de los otros, constituye el

campo de estudio a partir del cual es posible entender el mundo social.

La organización de este mundo social, está determinada por las interacciones que se

producen a partir de la experiencia de cada individuo, a esta experiencia, Mead la

denomina self.

Visto de esta manera, self equivaldría a los marcos de referencia de Goffman o a los

campos de experiencia de Schramm. Sin embargo, Mead proporciona una explicación

un poco más profunda de la génesis del self, el cual es resultado de la interacción o

convivencia social, es decir, al vivir en sociedad el individuo construye una visión

particular de lo que le rodea y de sus experiencias a partir de los símbolos que le son

dotados por su grupo social. Mientras más individuos y grupos sociales compartan estos

símbolos, se construyen “universos simbólicos” que se refieren a realidades que no

necesariamente provienen de la experiencia directa del individuo. Así, el universo

simbólico “aporta el orden para la aprehensión subjetiva de la experiencia

biográfica”(Berger 2003). El conocimiento y la percepción que los individuos tienen

del mundo entonces tiene dos fuentes de origen, por una parte la experiencia particular o

su relación directa con las cosas, los hechos y las personas; y por otra, a partir de la

transmisión de objetivaciones sociales impuestas por su grupo.

Además de permitirnos conocer el origen del self, Mead brinda una explicación bien

fundamentada del impacto que la interacción del self de diferentes individuos, tiene

sobre la generación de nuevas objetivaciones sociales o sistemas socialmente

compartidos de significación de la realidad.

A este tipo de objetivaciones sociales Berger & Luckmann las han insertado dentro del

último nivel de legitimación social o, dicho de otro modo, como el último momento del

proceso a través del cual se crean nuevos significados compartidos que se integran a los

que los individuos poseen, para dar sentido a sus acciones y explicarse el mundo.

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Se crea así, a partir de un proceso de interacción individual, un sistema de

significaciones que lo mismo influye a la persona como elemento de un grupo social

que a la misma sociedad con las modificaciones en sus procesos de legitimación de la

realidad.

Conclusiones

Lo que sigue ahora, es el análisis de ambos caminos de ida y vuelta, el de la

construcción del self como producto de la experiencia social y el de la construcción del

orden social a partir de las interacciones interpersonales, para distinguir los elementos

significantes o símbolos presentes en ambos procesos y que permiten la construcción de

acuerdos, en donde a pesar de estar fuertemente reflejadas las identidades individuales y

colectivas de cada participante, se logran objetivos comunes a partir de las interacciones

y de la interpretación que los participantes hacen de la realidad.

Los resultados del Diágnostico sobre Filantropía Corporativa en México (2008) nos

permiten observar que a pesar de que la mayoría de las empresas muestra la disposición

de colaborar a través de las alianzas intersectoriales, en un menor número existe la

institucionalización de normas y procedimientos que permitan la generación de estos

sistemas de colaboración de forma persistente y sostenida.

Además de conocer las principales temáticas por las que se inclinan las empresas para

otorgar su apoyo, este análisis preliminar ha permitido conocer algunas de las

características de las empresas en las que es necesario profundizar a través del estudio

con métodos cualitativos.

De esta forma, los marcos referenciales que existen en el momento previo a la

construcción de las sociedades de colaboración quedarán de manifiesto al igual que el

proceso de alineación de marcos que se produce para que la alianza cobre sentido para

los participantes.

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Los resultados sobre el análisis cualitativo de los marcos referenciales permitirá

profundizar también en el estudio del continuo de colaboración propuesto por James

Austin, el cual distingue múltiples formas de colaboración entre organizaciones sin

fines de lucro y empresas para la ejecución de proyectos conjuntos de desarrollo (Austin

2000). Así, propone un modelo progresivo para observar cómo evolucionan las alianzas

entre estos dos actores sociales.

El continuo de colaboración de Austin establece tres etapas por las que transitan las

alianzas intersectoriales: etapa filantrópica, etapa transaccional y etapa de integración.

Cada uno de estas fases distingue diversas características que van desde la mínima

colaboración en la definición de actividades por parte de uno de los actores, hasta la

integración del deber ser (misión) de cada una de las organizaciones involucradas.

Aunque James Austin identifica algunas razones que motivan estas formas de

colaboración, entre las cuales distingue la sinergia y la buena reputación, entre otras; el

autor no explica cuáles son los marcos referenciales desde los cuales parten los actores

involucrados para el desarrollo de las alianzas.

Así, el análisis de los marcos de referencia resulta de especial interés porque para

lograr la institucionalización de las alianzas entre sectores, tal como la establece Austin,

es necesario que los actores partan de un terreno de motivaciones común y definan

formas de participación conjunta que expresen la confianza, el compromiso y el

reconocimiento que los actores tienen entre sí para participar en este tipo de redes de

colaboración.

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Referencias

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