alexander tharaud, piano para la tristeza de europa

3
MIÉRCOLES 1 DE MAYO DEL 2013 567 Escrituras La actualidad de Thoreau Se publica el diario del escritor norteamericano, que reivindicaba la comunión con la naturaleza y el valor de la desobediencia civil Página 6 En directo Un sibarita ecléctico El pianista francés Alexandre Tharaud reivindica con sus conciertos la Europa del humanismo Página 24 Teach for All Un proyecto pedagógico dirigido a los alumnos menos favorecidos, contra el fracaso escolar Páginas 2 a 5 Expuesto Dalí transmedia Tras su éxito en el Centre Pompidou, llega a Madrid la exposición del artista ampurdanés, una obra extendida a múltiples formatos visuales Páginas 18 a 21 ágina 6

Upload: rebon-mateo

Post on 30-Mar-2016

221 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Cada concierto del pianista francés es un acontecimiento para quien le escucha. Tharaud es una mezcla de personaje byroniano, de alumno aplicado y ecléctico sibarita

TRANSCRIPT

Page 1: Alexander Tharaud, piano para la tristeza de Europa

MIÉRCOLES1DEMAYODEL2013

567 EscriturasLa actualidad de ThoreauSe publica el diario delescritor norteamericano,que reivindicabala comunión con lanaturaleza y el valorde la desobediencia civilPágina 6

En directoUn sibarita eclécticoEl pianista francésAlexandre Tharaudreivindica con susconciertos la Europadel humanismoPágina 24

Teach for AllUn proyectopedagógicodirigido alos alumnosmenosfavorecidos,contrael fracasoescolarPáginas 2 a 5

ExpuestoDalí transmediaTras su éxito en el CentrePompidou, llega a Madridla exposición del artistaampurdanés, una obraextendida a múltiplesformatos visualesPáginas 18 a 21 ágina 6

Page 2: Alexander Tharaud, piano para la tristeza de Europa

24

Cultura|sLa

Vanguardia

Miércoles,1

mayo2013

ENDIRECTO AlexandreTharaudCada conciertodel pianista francés esunacontecimiento

paraquien le escucha. ElAuditori ofrece tres posibilidadesdeoírlo endirecto

Pianopara la tristezadeEuropa

Endirecto

FERRAN MATEOTenemos la ilusión de que hay unamúsica para cadamomento. Inclu-so la que resume toda una época,porque la ordenación de sonidostiene lamágica capacidad de sinte-tizar algo tan inasible comounges-to, un arco histórico, un estado deánimode la sociedad. Lamúsica escapaz de superar la palabra por-que activa respuestas inesperadas.Incluso podemos sermás ambicio-sos y aislar, para tal fin, no solo unapartitura concreta sino una de susinterpretaciones. Ahora hablare-mos por medio de notas, dijo Bee-thoven a su querida Dorothea Ert-mann, que había perdido un hijo ynada conseguía aliviar su dolor sal-vo una hora del compositor tocan-do el piano. Pensaba en esto y enunensayodeCamilledeToledo, in-cluido enEl haya y el abedul, mien-tras escuchaba en Perpiñán latranscripción del Adagietto de laQuinta Sinfonía de Mahler parapiano, escrita e interpretada porAlexandre Tharaud (París, 1968).Como aconseja el gran VladímirHorowitz, me desplacé hasta elThéâtre de l'Archipel para captarsimplemente la música, no las no-tas o si el intérprete las ejecutamás lentas o más rápidas, porque“eso es para que los críticos pue-dan demostrar que saben algo”.Resulta que Camille de Toledo,

en su disertación sobre la tristezadeEuropa, recuerda cuandoMstis-lav Rostropóvich plantó una sillitacercadel checkpointCharliedeBer-lín –el destino quiso que un grafitide MickeyMouse aportara la nota

de color al gris del cemento– paratocar las Suites de Bach. Era fina-les de 1989, la caída del Muro. Almomento no le faltaba gravedadhistórica, las notas “sonaban másmelancólicas que alegres, más trá-gicas que lo que cabía esperar delos otros ruidos, los clamores de li-bertad”. Y entonces, algunos de loscongregados que pensaban queaquello era simplemente la ocu-rrencia, emotiva sin duda, de unmelómano jubilado le lanzaronunas monedas. “Fue el instante de

una conmiseración –escribe Tole-do–, cuando Europa lanzó calderi-lla para que el saltimbanqui pudie-ra sobrevivir en el nuevo orden deltriunfo”. Cada concierto es un via-je mental tanto para el intérpretecomo para el espectador, y no tie-neporqué coincidir el puntode lle-gada.No sé enquépensabaAlexan-dre Tharaud cada vez que salvabala distancia entre las bambalinas yel banco de madera –cuatro vecesdurante el concierto, más cuatrode los bises–, con el porte de loshombres andantes de Giacomettique parecen no sentir el suelo bajosus pies. Dice Tharaud que en esossegundos ya adivina cuál es la pre-disposicióndel público. Igual de se-cretas son sus cavilaciones duran-

te la parte del programa dedicadaaMahler.No es de extrañar, el pia-no es el instrumento que no se tocade cara a la platea. La mirada delpianista, siempre de perfil, se pier-de en un punto de fuga ajeno al es-pectador. Opina André Watts quealgunos de sus colegas parecen to-car solo para sí mismos, les gustainvestigar la música pero no mos-trar el resultado de sus investiga-ciones. Tharaud nopertenece a es-te grupo. Ha investigado el Barro-co (Couperin, Rameau, Scarlatti),la constelación francesa (Satie,Poulenc, Milhaud o Debussy), lospesos pesados (Bach, Schubert oChopin) y, en directo, uno sienteque comparte con él algo más quenoventaminutos. Acaba de alzarsecon el premio Victoire que otorgaFrance TV a la mejor grabaciónporLe boeuf sur le toit, unhomena-je a esos metaespacios –salas, ca-fés, restaurantes– donde se forjabala cultura con la misma energíaque una improvisación, a la Euro-pa ajena a tratados que celebrabala vida mezclándose indiscrimina-damente. En los bises rompió lacuarta pared y presentó las obrasseleccionadas, bromeó sobre eltiempo desapacible en Perpiñán ylo combatió conGershwin, Scarlat-ti y canciones populares.Tharaudesunamezcladeperso-

naje byroniano, de alumno aplica-doydeecléctico sibarita. La sonori-dad de Tharaud se reconoce por laaparente dosificación de la energíaen sus interpretaciones, un flirteocon el teclado que va gestando unoleaje de magnitud creciente. Em-

Alexandre Tharaud

AUDITORIBARCELONA

3 DE MAYO:Concierto deAlexandre Tharaudcon la OBC dirigidapor Hernández Silva.Obras de Bach,Revueltas,Villa-Lobos yGinastera

14 DE MAYO:Tharaud con elQuartet Casals.Obras de Couperin,Scarlatti y Frank

15 DE MAYO:Concierto de pianosolo de Tharaud conobras de Grieg,Schumann, Mahler yBeethoven

www.auditori.cat

Tharaud es unamezcla de personajebyroniano, de alumnoaplicado y eclécticosibarita

Page 3: Alexander Tharaud, piano para la tristeza de Europa

25

Cultura|sLa

Vanguardia

Miércoles,1

mayo2013

ENDIRECTO

ORIOL RODRÍGUEZAquel día se topó con un conocidoal que hacía tiempo que no veía.Fue una charla aparentemente in-trascendente, pero que acabó pormarcar uno de los momentos másrelevantes en la historia del rocken España. “¿Qué tal? ¿Cómo es-tás?”, preguntó por cortesía Jota,cantante de Los Planetas, a su vie-jo colega. “Fatal –respondió este–,parecequemehayapasadouna se-mana en el motor de un autobús”.Meses atrás habían publicado

su segundo álbum, Pop, y Los Pla-netas ya eran la banda iconográficade la eclosión indie. Referentes ge-neracionales, los granadinos se ex-hibían como cabezas de cartel dela edición del Festival de Benicàs-sim de aquel 1996 junto a nombrescomo The Jesus & Mary Chain,Stone Roses o Chemical Brothers.Pero Florent, que atravesaba unmomento delicado en lo personal,se había excedido más de lo re-comendable la noche anterior, ycuando la mañana del 2 de agostoJota, May (bajista) y Raúl Santos(batería) pasaron a buscarle con lafurgoneta para dirigirse hacia lacosta castellonense, el guitarristapresentaba un estado lamentable.Se estiró en la parte trasera del ve-hículo y se tomóvarias pastillas pa-ra dormir. “Puede morir o no”, lesadvirtió el médico cuando Florentfue ingresado en el hospital. “Elconcierto de Los Planetas se sus-pende por indigestión de Florent”,anunció la megafonía de Benicàs-sim. Semanas después Los Plane-tas se presentaron en el BAM.Siempre imprevisibles en directo,la de aquella noche, bajo un treme-bundo chaparrón estival, fue unaactuación fría. De vuelta al hotel,May decidió abandonar el grupo.

Y, aunque no había ningúnmotivoconcreto para ello, pocos días des-pués Jota le anunció a Raúl Santosque tal vez lomejor sería que aban-donase unos Planetas que estabanal borde de la colisión. Éric Jimé-nez, batería de Lagartija Nick, queya había colaborado en Pop, tomólas baquetas. La vacante dejadapor May la ocuparía Kieran Ste-phen, un escocés que por aquel en-tonces vivía en Granada. Una nue-

va alineación que se completaríacon la adhesión de Banin, teclistatambién propenso a las experien-cias fanerotímicas que orbitaba al-rededor de la banda.Los Planetas se habían reformu-

lado pero los problemas seguíansin desaparecer. Florent continua-ba inmerso en una espiral autodes-tructiva, y para intentar salir deella se exilió durante una tempora-da enMadrid.Mientras tanto, Jotasuplicaba a los directivos de RCAobtener la carta de libertad. Pero ladiscográfica, con la que habían fir-mado por tres discos, se negaba aconcedérsela. Contrariamente, lamultinacional les apresuraba paraque volvieran ameterse en el estu-dio, al mismo tiempo que mostra-ba cierto escepticismo respecto alas primeras maquetas que estos

les habíanpresentado.Además, re-celaba de que, en el estado en elque se encontraban, Los Planetasse marcharan a grabar a NuevaYork, tal como quería Jota. Menosaún a las órdenes de Kurt Ralske,el lunático productor que ya habíamodelado el sonido de Pop.Tras posponer el viaje en diver-

sas ocasiones, Los Planetas, conFlorent reincorporado, llegaron aNueva York en enero de 1998. Ig-norando que habían dado forma auna obra capital, la sensación quetuvieron al finalizar las sesiones degrabación fue que se habían quita-do una enorme losa de encima. Nosabían qué les depararía el futuro,pero comomínimohabían cumpli-do con su parte del contrato. Másrock, menos pop, publicado el 13de abril de 1998, su nueva colec-ción de canciones se evidenciabaopresiva y retorcida, pero muchomás atractiva que todo lo que ha-bían firmadohasta entonces. Inten-so, enfermizo y doloroso, todos losgrandes discos son el relato de unahistoria hiriente, y Una semana enelmotor de un autobúsno es ningu-na excepción: cuanto más intentasacceder a él más desgarradora setorna la experiencia. Como el pro-pio Jota descifraría, su tercer discoes la crónica de una ruptura senti-mental desde el punto de vista deese chico que en la inicial Segundopremio está sentado esperando aque ella llame, rezando por que déuna señal. Un sangrante catálogode sentimientos inherentes al des-aliento adolescente que va desde elquerer difuminarse de Desapare-cer a los celospatológicosdeLapla-ya, la retractación (Parte de lo quemedebes), el desasosiegoporun fu-turo incierto (Un mundo de genteincompleta), la búsqueda de nue-vas sensaciones (Cumpleaños totaly Laboratorio mágico), el intentopor hallar la redención (Montañasde basura, Línea 1 y Toxicosmos) y,finalmente, el descubrir que talvez sí, que quizás hay una salida al-zando La Copa de Europa, más denueve minutos de luz blanca al fi-nal del túnel. “Cuando Koemanchutó la falta de Wembley”, expli-caría Jota en una entrevista a la re-vistaRockdelux, “mientras el balóniba por el aire, me pasaron todasesas ideas por la cabeza. Eso es lomás feliz que se puede ser, alzar laCopa de Europa. El disco empiezacon Segundo premio: si no te tengo,pero al menos puedo hacerte da-ño, ya sirve para algo. Ese es el se-gundopremio. Pero después de to-do lo que le pasa a lo largo del dis-co, el supuesto personaje gana laCopadeEuropa, que es algo así co-mo descubrir la verdad”. Conside-rado unánimemente por la críticacomo el mejor disco de 1998 y unade las máximas cumbres creativasa nivel estatal de la década de los90, así como uno de los trabajos atener en cuenta en futuras antolo-gías sobre la música del siglo XXenEspaña, LosPlanetas habíanob-tenido el primer premio. |

AniversarioUnode losdiscosmás emblemáticosdeLosPlanetas, ydel indie español, cumple 15 años

Desmontandoelmotor

pezó con una selección de nuevepiezas líricas deGrieg, luego lasEs-cenas infantiles de Schumann y elcantode cisnemalherianoque con-siguió hacer olvidar la orquesta, yacabó con la sonata que traía de ca-beza a Lenin, la Appassionnata deBeethoven. Un rico espectro querecuerda la posición de centrali-dadde este instrumento en los últi-mos tres siglos y que desgrana enUna historia natural del pianoStuart Isacoff: “Es un símbolo tanvariable como la condición huma-na. Puede representar el eleganterefinamiento en una casa victoria-na y la miseria y la promiscuidaden un burdel de Nueva Orleans”.Es el tipo de pianista que quiere

ser Thauraud, refinado pero pro-miscuo, que recoge el guante de lamúsicapopular y graba las integra-les de Poulenc o Ravel, que inter-preta al discípulo aventajado quese asusta ante el paso del tiempoenAmor deHaneke y toca para loscaballos de Bartabas. Pero mien-tras interpreta el Adaggieto deMahler, el compositor que enten-día la sinfonía como una novela,pienso en Beethoven tocando paraDorothea Ertmann, en Rostropó-vich recogiendo las monedas enBerlín, en laVenecia que desapare-ce bajo el agua o entre la niebla, enDick Bogardemoribundo en la pe-lícula de Visconti, en Bach y susSuites rescatadas en Barcelona.Esta Europa, la república (ase-

diada) de las letras y la música, seapareciómomentáneamente cuan-do Thauraud, con la delicadezafrancesa frutode unamadre profe-sora de danza en la Ópera de Parísy padre jefe de mantenimiento dela Citroën y director de operetas,tocó a Mahler en la caja roja delThéâtre de l'Archipel, otro memo-rial de los arquitectos estrella al op-timismo espectacular. Llegará mihora, decía Mahler rompiendo lajerarquía tradicional de la orques-ta con sus descomunales construc-ciones musicales. Antes toca re-construir esa gran catedral laica lla-mada humanismo europeo en ple-no huracán a partir de lasminiatu-ras que han quedado en pie antesde que se desvanezcan. |

Los PlanetasUna semanaen el motorde un autobús

PARC DEL FÒRUMBARCELONA

25 de mayo. Elconcierto formaparte del laprogramación delfestival PrimaveraSound. www.pri-maverasound.esEl disco fue edita-do en 1998 porRCA/BMG

En la imagen,Jota durante unconcierto deLos Planetas enBarcelonaen el 2007CRISTINA GALLEGO

El pianista francésAlexandre Tharaud enuna imagen promocionalFOTO MARCO BORGGREVE /

HARMONIA MUNDI