Juegos en el interior

Manuel tenía 10 meses de edad. En la fotografía juega con unos pájaros inflables de plástico. El interior de la casa posee piso de madera.

Un baño fuera de la villa

A los 11 meses, Manuel jugaba en una tina de plástico. La villa del cerro Santa Ana poseía un patio trasero.

¡Qué viva la quinceañera!

Manuel ya caminaba cuando su hermana, la ahora Lcda. Sil-via Vélez de Martínez, cumplió 15 años. Las señoritas usaban pomposos peinados altos durante la celebración.

El premio luego de la Comunión

A los nueve años realizó la Primera Comunión en la Iglesia de Santo Domingo. Luego de la ceremonia era una tradición tomar chocolate y comer pastel dentro del convento.

La segunda recompensa

A los 11 años se repite la imagen anterior, solo que esta vez re-aliza la Confirmación en la misma Iglesia.

La Iglesia de los colonos

El santuario de Santo Domingo es uno de los puntos referen-ciales de los moradores católicos del Cerro Santa Ana.

Una noche lluviosa en el Cerro

“Cuando aquí llovía era como una resbaladera”, contó Manuel señalando la fotografía. La imagen es de la década de los 80.

El Cerro desde un helicóptero

En el póster se observa la cara pasada (80s) del Cerro Santa Ana. Antes de la regeneración urbana la vegetación crecía entre las casas y no había servicios básicos.

Los padres de Manuel

Cuando los papás de Manuel Vélez Linares llegaron al Cerro Santa Ana (década de los 40), el sitio donde actualmente está el faro era una pampa.

Los hermanos Vélez Linares

Con la llegada de la regeneración urbana al Cerro Santa Ana, el cemento llegó también a la cima. El faro y una capilla católi-ca son las construcciones más representativas.

Los hermanos en los 80

Se tomaron una foto familiar en uno de los dormitorios de la villa. Las ventanas no se parecen a las fachadas regeneradas por el Municipio, eran cuadradas y no poseían rejas.

Luego de la regeneración

El padre de Manuel celebra su cumpleaños en el bar La Taberna, ubicado en el escalón 037 del Cerro Santa Ana.