actualidad de los estudios sobre oratoria sagrada del siglo de oro

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CRITICÓN, 84-85,2002, pp. 9-42. Actualidad de los estudios sobre oratoria sagrada del Siglo de Oro (1985-2002). Balance y perspectivas Francis Cerdan LEMSO, Universidad de Toulouse-Le Mirail En esta misma revista Criticón se publicaba en 1985 un ensayo (n° 35 de la Bibliografía situada al final de este estudio preliminar) que intentaba, a modo de introducción crítica y bibliográfica, sacar el balance de los estudios sobre oratoria sagrada áurea, para servir de orientación de ahí en adelante. Más de quince años después, quisiera marcar aquí un nuevo hito, presentando, de alguna manera, la continuación de dicho ensayo y proporcionando, con una recopilación de los trabajos publicados desde entonces, a la vez un balance y una puesta en perspectiva. A lo largo de esos años pasados, se ha adelantado mucho en este dominio de los estudios sobre oratoria sagrada áurea y se ha publicado mucho. En el presente trabajo no puede tratarse de recopilar todos los datos bibliográficos por orden cronológico de publicación, como hice en 1985, porque salta a la vista que ya no se puede llegar a una lista exhaustiva. Lo que sí intentaré hacer, en cambio, es agrupar las publicaciones más significativas según determinados enfoques que obedecen a cierta orientación metodológica, pidiendo perdón por los inevitables olvidos que, espero, no lleguen a graves lagunas. De hecho, las siguientes páginas constituyen un llamamiento a una más amplia colaboración para ensanchar y completar los datos reunidos aquí. Me referiré a los diferentes trabajos remitiendo al número que llevan en la Bibliografía que sigue y concluye esta introducción.

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CRITICÓN, 84-85,2002, pp. 9-42.

Actualidad de los estudios sobreoratoria sagrada del Siglo de Oro (1985-2002).

Balance y perspectivas

Francis CerdanLEMSO, Universidad de Toulouse-Le Mirail

En esta misma revista Criticón se publicaba en 1985 un ensayo (n° 35 de laBibliografía situada al final de este estudio preliminar) que intentaba, a modo deintroducción crítica y bibliográfica, sacar el balance de los estudios sobre oratoriasagrada áurea, para servir de orientación de ahí en adelante. Más de quince añosdespués, quisiera marcar aquí un nuevo hito, presentando, de alguna manera, lacontinuación de dicho ensayo y proporcionando, con una recopilación de los trabajospublicados desde entonces, a la vez un balance y una puesta en perspectiva.

A lo largo de esos años pasados, se ha adelantado mucho en este dominio de losestudios sobre oratoria sagrada áurea y se ha publicado mucho. En el presente trabajono puede tratarse de recopilar todos los datos bibliográficos por orden cronológico depublicación, como hice en 1985, porque salta a la vista que ya no se puede llegar a unalista exhaustiva. Lo que sí intentaré hacer, en cambio, es agrupar las publicaciones mássignificativas según determinados enfoques que obedecen a cierta orientaciónmetodológica, pidiendo perdón por los inevitables olvidos que, espero, no lleguen agraves lagunas. De hecho, las siguientes páginas constituyen un llamamiento a una másamplia colaboración para ensanchar y completar los datos reunidos aquí. Me referiré alos diferentes trabajos remitiendo al número que llevan en la Bibliografía que sigue yconcluye esta introducción.

10 F R A N C I S C E R D A N Criticón, 8 4 - 8 5 , 2 0 0 2

I . L A S T E S I S D O C T O R A L E S

Buena prueba de la vitalidad que conocen las investigaciones de nuestrodeterminado campo de la oratoria sagrada, es el número de tesis leídas en diferentesUniversidades de España y de otros países, y también la diversidad de los enfoquesseguidos. Si, en el siglo xx, los dos precursores (en 1938, Emilio Alarcos García y, en1950, Andrés Soria) fueron catedráticos de Literatura Española, en los últimos veinteaños que cierran el siglo, se ofrecen, al lado del mismo acercamiento histórico-literario,aproximaciones más especializadas, ora inspiradas por la lingüística, ora por lametodología desempeñada por historiadores o, por fin, por una metodologíamarcadamente pluridisciplinar.

En 1987, Inmaculada Delgado Cobos defendió en la Universidad Complutense deMadrid, bajo la dirección de Jesús de Bustos Tovar, una tesis doctoral titulada: Elcultismo en la oratoria sagrada del Siglo de Oro (1580-1633) (n° 59). El períodoestudiado corresponde exactamente a los años en que vivió Fray Hortensio Paravicino.La tesis fue defendida en el Departamento de Lengua Española, Sección de FilologíaHispánica (lingüística) y es, fundamentalmente, un estudio de lexicografía, todavía pocoaprovechado, pero que podría servir de útil punto de partida para futurasinvestigaciones. En particular, el glosario proporciona a los filólogos importantes datosinformativos y numerosos ejemplos significativos. Pero, más que este valioso glosario,nos importa destacar aquí el interés de la primera parte de la tesis y, en particular, delcapítulo IV, que presenta un «estudio lingüístico del léxico culto de los predicadores de1580-1633». Los tres primeros capítulos que presentan las caracteríticas del cultismo,la aproximación histórica a una época de crisis y el panorama de la oratoria sagrada deesos mismos años de 1580-1633 nos parecen, hoy, algo rápidos en sus generalidades.Hay que subrayar que las fuentes consultadas, aunque no siempre aprovechadas, (o sealos sermonarios y sermones sueltos recopilados por orden cronológico en la segundaparte) son muy abundantes y ofrecen un cuerpo bibliográfico de mucha valía.Desgraciadamente, esta tesis mecanografiada quedó inédita y sólo puede consultarse enla biblioteca de la Universidad Complutense (signatura: R. 58.550 / 82-52«15/16» DEL i).

En 1990, Francisco Javier Sánchez Martínez defendió en la Universidad de Murciauna tesis de licenciatura titulada: Predicación y teatro en la España del Siglo de Oro.Ensayo de sociología literaria (director: Francisco Florit Duran). Por la calidad de lainvestigación llevada a cabo y expuesta en 230 páginas, esta tesis de licenciatura casiequivale a una tesis doctoral. El subtítulo no es mero artificio. El autor se apoya ennumerosos testimonios de la época y defiende su convicción de que la historia de lapredicación áurea sólo se puede reconstruir a partir de las fuentes documentales de surealidad vital. Concuerdo plenamente con Fancisco Javier Sánchez Martínez cuando veen la predicación de los siglos xvi y xvn una de las claves esenciales de la cultura de laépoca. La tesis se estructura en dos partes consecuentes. La primera estudia losfenómenos equivalentes en la predicación y el teatro. La segunda (bastante novedosa)versa sobre la evolución «de la equivalencia a la rivalidad».

En la primera parte, el autor se apoya en testimonios de múltiple índole: tradicióncrítica sobre oratoria sagrada, escritos de los contemporáneos, fuentes epistolares ymanifestaciones literarias o culturales muchas veces de sello costumbrista. Pero esta

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primera parte no es meramente documental o ilustrativa, sino que analiza el fenómenode «sermonización» de la vida cotidiana del hombre barroco, estudiándolo encorrelación con el de su «teatralización».

En la segunda parte, se destaca cómo los dos géneros, teatral y concionatorio, fueronconfluyendo en un cauce común, «llegando a constatarse casos extremos, no porinusitados menos sintomáticos, de conatos de suplantación del uno por el otro». Porfin, Sánchez Martínez ha sabido valerse hábilmente de la obra de Cotarelo y Mori sobrela secular contienda que opuso el hecho teatral y el hecho sermonístico, hechos socio-artísticos de rango equivalente que acabaron convertidos en fenómenos parejos.

En 1990, el joven licenciado Francisco Javier Sánchez Martínez había asimilado muybien lo que historiadores y especialistas de la «cultura del barroco» iban proponiendoen una línea que cobraría cada vez más importancia en el final del siglo. Esta tesis fueeditada en microfichas por la Universidad de Murcia, Secretariado de Publicaciones eIntercambio Científico, en 1993 (véase nuestra Bibliografía, n° 148).

Después de publicar numerosos estudios sobre Fray Hortensio Paravicino y laoratoria sagrada de su tiempo, reuní mis trabajos (Francis Cerdan) en 1994,añadiéndoles una monografía titulada «Fray Hortensio Paravicino, prédicateur poète,1580-1633», recolección hecha para la «Habilitation à diriger des recherches» ydefender, bajo la dirección del Profesor Robert Jammes, lo que llamábamos una «Thèsed'État» para la calificación de Catedrático de Universidad . El conjunto fue editado en1995 en microfichas por la Universidad de Lille (n° 46). No me parece oportuno entraraquí en más detalles y remito a lo que digo más adelante al presentar el estado de lacuestión de los estudios sobre oratoria sagrada según diferentes enfoques.

En 1997, en la Universidad de Sevilla, el historiador Miguel Ángel Núñez Beltrándefendió una espléndida tesis doctoral cuyo título es: La oratoria sagrada de la épocadel barroco. Doctrina, cultura y actitud ante la vida desde los sermones sevillanos delsiglo xvny que fue galardonada con el premio Focus de la mejor tesis doctoral sobre untema sevillano en 1997. Hay que subrayar que por primera vez en España la sección deHistoria de una Facultad de Geografía e Historia acogía una tesis doctoral centrada enel estudio de sermones del Siglo de Oro. Salta a la vista que así empezaba a colmarseuna laguna denunciada a veces por los mismos historiadores que se quejaban de la muyescasa utilización de la sermonísrica en su campo de investigación.

Preparada con mucha seriedad y perfectamente documentada, esta tesis es unindiscutible éxito y, por mi parte, aplaudo sin reserva el galardón concedido por laFundación Focus-Abengoa. El autor, antes de doctorarse en Historia por la Universidadde Sevilla (1997), se había diplomado en Estudios Eclesiásticos por la Facultad deTeología del Norte de España (sede de Burgos) en 1996. La tesis se presentaestructurada en cinco partes con una introducción y una conclusión, ambas muyvaliosas. Una reseña detallada de esta tesis o, mejor dicho, de la versión impresapublicada en 2000 (n° 119) necesitaría muchas páginas. Voy aquí a lo principal.

La primera parte expone, de manera general, la predicación sevillana del barrocopartiendo de la realidad del género en el conjunto de la Península y estudiandodetalladamente las fuentes documentales para acabar con un análisis temático y latipología de los sermones. La segunda parte destaca y caracteriza las fuentes utilizadaspor los predicadores, lo que permite ofrecer un preciso perfil cultural de los oradores

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sacros. En la tercera parte se estudia, de manera acertadamente detallada, la doctrina delos predicadores del siglo xvn en Sevilla. El autor no deja nada que desear y se apoya enuna abundante reserva de fuentes. No sólo los ejemplos aducidos son numerosos y muysignificativos, sino que permiten sacar conclusiones adecuadas a cada análisispresentado. Estas tres primeras partes constituyen, a mi modo de ver, una primeravertiente de la obra que ya merece felicitaciones. En cierta medida, bien podría ser untrabajo, concienzudo y bien logrado, llevado a cabo por un «filólogo» o, digamos, porun especialista de literatura.

Las dos últimas partes constituyen otra vertiente, para mí aún más interesante y másnovedosa, esta vez trabajo, logrado también, de un historiador de las mentalidades. Lacuarta parte, titulada «transcendentalísmo existencial del barroco», enfoca primero la«presencia dirigista de Dios» con su consecuente «Providencialismo» y, luego, lo queNúñez Beltrán llama el «triángulo existencial del Barroco», o sea «vida-muerte-vida».Aquí también la exposición es argumentada y convincente. Los ejemplos aducidosprovienen de numerosos sermones y superan el mero catálogo para desembocar en elplanteamiento de una problemática. Precisamente, la problemática en torno a larealidad compleja de la sociedad barroca es la que ocupa la quinta parte dedicada al«Complejo paradigma del Barroco». Siempre a partir de citas de fragmentos desermones, Miguel Ángel Núñez Beltrán analiza los valores y contravalores perceptiblesen la vida y la religiosidad del diecisiete y, luego, se centra en la complejidad de lasociedad barroca. Página tras página el análisis progresa, avanzando detalladamente. Amenudo el autor se refiere a estudios recientes, y los ejemplos que él aduce siemprevienen a matizar, completar o prolongar lo dicho por anteriores investigadores. Granmérito suyo es no parecer defender una posición parcial o una tesis interesada, sinodejar que se impongan por sí mismas las conclusiones. Se estudian sucesivamente ladiferenciación hombre/mujer, la sociedad estamental en una sociedad cristiana (en sudoble modalidad, civil y religiosa) y, por fin, los modelos simbólicos de conducta.

Al final de su libro el autor nos proporciona dos aportaciones que serán de granutilidad para futuras investigaciones. Por una parte, la lista de las fuentes documentales(325 sermones, localizados todos) y una bien clasificada bibliografía (227 títulos). Porotra parte, la transcripción de tres sermones: A San Hermenegildo por Fray Franciscode León (1619), A la Encarnación de Cristo, por el Doctor Fernando de Ahumada yOrtiz (1663) y la Oración fúnebre de Fray Pedro de Santa María por Fray FranciscoGuerrero (1691).

En resumen, esta muy lograda tesis de Miguel Ángel Núñez Beltrán representa unnotable avance en los estudios sobre oratoria sagrada del Siglo de Oro. Quedacumplidamente comprobado que los contenidos ideológicos vehiculados por lossermones no difieren de los que se transmiten a través de otros cauces como los librosde espiritualidad o de devoción o que vertebran también la literatura del Siglo de Oro.Para decirlo con palabras del autor: «El estudio de la predicación se inserta, por tanto,en la comprensión de la ideología que marca la impronta a los sentimientos, actitudes yconductas de la colectividad. Se entronca, por consiguiente, dentro de la Historia de lasMentalidades».

Dos años después, en 1999, Francisco Henares Díaz defendía en la Universidad deMurcia, Departamento de Literatura Española y Teoría de la Literatura, una tesis

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preparada bajo la dirección del Profesor Francisco Florit Duran y titulada; Fray Diegode Arce. La Oratoria Sacra al final del siglo xvi. Esta tesis recibió la aprobaciónunánime del tribunal con la calificación de «Sobesaliente, cum laude». Fray Diego deArce fue un predicador ejemplar, famoso en su tiempo, pero que, caso extraño, haquedado poco conocido y casi no estudiado hasta ahora. El primer mérito de FranciscoHenares es haberse percatado del enorme interés que presentaban la personalidad y laactuación de aquel franciscano que se movió en tiempos de Felipe II y de Felipe III, osea cuando la predicación empezó a alcanzar en toda Europa, pero más esencialmenteen España, un portentoso auge. La relevante figura de Fray Diego de Arce merecía unpormenorizado estudio y Francisco Henares logró realizar magníficamente dichaempresa.

Se trata de un estudio sistemático y minucioso, tanto de la biografía y de la ricapersonalidad del predicador franciscano, como de la polifacética obra nacida de supluma. Francisco Henares no menospreció ninguno de los múltiples aspectos que lebrindaba su biografiado. Conforme avanza el estudio, se animan y cobran vida antenuestros ojos, sucesivamente, el sencillo franciscano atraído por la genuina perfeccióndel Padre Seráfico, luego el Guardián humanista y erudito, después el Provincial asícomo el Calificador del Santo Oficio, siempre el Predicador y el apóstol que se encaracon la vida diaria de la sociedad de su tiempo, por fin el confesor del Conde de Lemos,Virrey de Ñapóles, para terminar consagrado obispo de Casano antes de acabar su vidaen el mismo Ñapóles, cabeza del virreinato.

A lo largo de su estudio, Francisco Henares se apoya siempre en una muy abundantebibliografía a la par que en sus propias investigaciones llevadas a cabo con un rigorcientífico que nunca se extravía. La información así obtenida pasa a ser desarrolladacon la más certera pericia. Insistiré más especialmente sobre el núcleo dedicado a laobra concionatoria de Fray Diego de Arce, núcleo que cubre tres partes de la tesis: latercera, la cuarta y la quinta. Es, repito, un pormenorizado estudio que, primero,presenta uno por uno los sermones (siempre en referencia con el contexto del Siglo deOro), para, después, analizar detalladamente el arte retórico y la elocuciónconcionatoria del predicador.

Podríamos concluir diciendo que se trata de una excelente monografía que servirá deherramienta para futuras investigaciones. Pero, más allá de su carácter monográfico,esta tesis, por la constante atención dirigida al contexto histórico-cultural (local ynacional) y por sus enfoques consciente y declaradamente pluridisciplinares, lograubicar muy bien a Fray Diego de Arce en la oratoria sagrada de su tiempo, tildado, consobrada razón, de «Siglo de Oro». Merece especiales aplausos el empeño que poneFrancisco Henares en estudiar el sermonario como friso social y, por consiguiente,como fuente para la historia de las mentalidades. Como vimos con la tesis de MiguelÁngel Núñez Beltrán reseñada más arriba, y como veremos con la tesis de FernandoNegredo del Cerro que reseñaré a continuación, algunos jóvenes historiadores dirigencada vez más su interés hacia los predicadores del Siglo de Oro y los numerosossermonarios o sermones sueltos publicados en los siglos xvi y xvn. Con su tesis, asícomo con otro trabajo suyo dedicado al Antecristo y publicado en el presente númerode Criticón, Francisco Henares, doctor en Filología Hispánica, se sume a esta corrientey demuestra que también los filólogos, o sea los especialistas en estudios literarios,

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cuando no desprecian los enfoques pluridisciplinares, pueden colaborarprovechosamente a un mejor acercamiento a la vida socio-cultural de la época áurea.

Hace poco, esta excelente tesis ha salido imprensa (n° 78) en las Publicaciones delInstituto Teológico Franciscano de Murcia, y espero que pronto esté presente enmuchas bibliotecas universitarias.

La última tesis sobre oratoria sagrada del Siglo de Oro es la de un joven historiador.En 2001, ante la Universidad Complutense de Madrid, Departamento de HistoriaModerna de la Facultad de Geografía e Historia, Fernando Negredo del Cerro defendióuna tesis preparada bajo la dirección del Profesor Enrique Martínez Ruiz y que lleva eltítulo de Política e Iglesia: los Predicadores de Felipe IV. Esta excelente tesis (n° 111),con sus 717 páginas y sus abundantes apéndices, cumple de manera brillante loprometido por el título y las propias palabras del doctorando cuyo objetivo fue«constatar la importancia de la actuación eclesiástica en la España de Felipe IV desde elpunto de vista del adoctrinamiento y de su participación en las tareas de gobierno». Latesis, en efecto, se circunscribe al colectivo —a la vez específico y heterogéneo— queconstituyen los Predicadores Reales de Felipe IV, y Fernando Negredo del Cerroproporciona un muy valioso estudio que permite adelantar bastante en el conocimientode este sujeto colectivo, hasta ahora poco o muy parcialmente estudiado. A través deestos Predicadores Reales, vinculados a la Corte y al poder, se estudian las múltiplesimplicaciones posibles en la sociedad de entonces. Genuino trabajo de historiador, quemerece elogios. Además, Fernando Negredo logra presentar, animar y, en definitiva,hacer la historia de esos Predicadores que en general sólo se conocen como nombres o através de sus sermones. Es una agradable sorpresa ver que toman cuerpo y vida antenuestros ojos esos Predicadores como Manrique, Boíl, Salazar o Castro y un largoetcétera, individuos, sencillamente, inmersos en la realidad de su tiempo.

Pero la atención del historiador no se limitó al estamento y su funcionamiento ni alas reglas que regían este «grupo de presión». Negredo sabe valerse de la producciónliteraria de dichos Predicadores (sermones, tratados eclesiásticos, libros de claroraigambre político) para analizar un tipo de discurso de gran fuerza social. De maneramuy adecuada, o sea con el apoyo de numerosos testimonios textuales, se exponenclaramente las posibilidades que tenía la predicación para ser vehículo de unadeterminada ideología conformadora, al fin y al cabo, de las mentalidades y se explicamuy bien cómo la oratoria sagrada fue entonces un instrumento de adoctrinamientomoral, social y político. El gran mérito de Fernando Negredo, repito, es el de apoyarseen numerosas citas textuales sacadas de sermones de los principales Predicadores Realesde Felipe IV, con un dominio de toda la información textual y bibliogáfica que algunosde los filólogos que se han interesado por la oratoria sagrada podrían envidiarle. Sí, hayque repetirlo, la lectura y el análisis de los sermones áureos es un excelente camino paraaproximarse a las «mentalidades colectivas» de entonces y, en efecto, el sermón delsiglo XVII fue a menudo «configurador de un horizonte vital de creencias». En uno delos capítulos centrales que estudia la «imposición de un modelo en los valores sociales»,Negredo se refiere, con razón creo yo, a los trabajos de Maravall y explica que haquerido ilustrar con fragmentos de sermones las ideas expuestas por don José Antonio yapoyadas en textos literarios o de teoría política. Es precisamente lo que yo, en varias

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ocasiones, había deseado y quedo muy satisfecho viendo que, poco a poco, la cosa se varealizando. No tardaremos en volver a este tema.

En un loable deseo de «contextualizar» el objeto de su estudio, el autor de la tesispresenta un amplio panorama de la teoría y de la puesta en práctica de la predicaciónáurea. Esas páginas tienen el mérito de recapitular y exponer de manera clara lascaracterísticas generales de la oratoria sagrada en los siglos xvi y xvn, pero,forzosamente, se quedan en el terreno de las «generalidades» y pecan a veces por faltade precisión. Con todo, el cuadro presentado no deforma ni afea la realidad y muchoslectores podrán sacar provecho de esa lectura.

El verdadero mérito y la importancia de la tesis de Fernando Negredo del Cerroestán en que constituye la prueba de que es posible aproximarse al fenómeno de lapredicación y a la producción de los textos sermonísticos con auténtico rigor científico,desprovisto de toda implicación partidaria (en pro o en contra). Se podría afirmar, conla Profesora Magdalena de Pazzis Pi Corrales, secretaria del tribunal que juzgó la tesis,que Fernando Negredo del Cerro ha logrado la «desamortización» de los sermones delSiglo de Oro.

En resumen, todo elogio me parece corto para calificar esta tesis brillantementedefendida ante la Universidad Complutense, y espero que en breve se publique en letrade molde y en editorial de prestigio, para la mayor satisfacción de un ancho público.

II. OBRAS GENERALES DE S Í N T E S I S

En la interesante serie «El hombre europeo», se publicó en 1992, bajo la direcciónde Rosario Villari, el volumen El hombre barroco, cuyo capítulo IV está dedicado a «Elpredicador». En 38 páginas, Manuel Moran y José Andrés-Gallego presentan unainteresante síntesis (n°107) sobre el tema, seguida de una somera bibliografía que, y eslástima, no recoge todas las obras citadas en el cuerpo del ensayo. Como era de esperar,una síntesis de este tipo, por muy acertada que sea, no puede dejar de parecersuperficial. No obstante, los quince apartados del ensayo logran hacer una correctapresentación del fenómeno de la predicación áurea con todas sus implicacioneseuropeas, principalmente en España, Italia y Francia, sin olvidar algunas referencias aInglaterra o a los países germánicos. Los filólogos que se interesan por la parte literariade la oratoria sagrada encontrarán una buena exposición de lo que hay que saber sobrelas características de la técnica concionatoria, desde la preparación del sermón(inventio, dispositio, elocutio) hasta la realización de las diferentes partes de su discursoque llevaba a cabo el predicador en el pulpito, con los diferentes recursos de gesto ydicción.

Los autores, como buenos historiadores conocedores del tema, supieron ir a loesencial de la imbricación «predicación y Reforma» después de Trento, con todas susmodalidades, urbanas, cortesanas, pero también rurales. A partir del examen delapogeo de la retórica cristiana en los siglos xvi y xvn, se explica debidamente el nexo«Retórica y mentalidad». Con mucha razón los autores afirman (pp. 170-171):

El Barroco debe ser considerado una manera de entender el mundo, la expresión vital de unaépoca, tanto o más que algo perteneciente a la esfera de intelectuales y estetas, o unaemanación de la Reforma. Y en este concepto, los predicadores, pastores celosos en principio

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(y a las veces artistas), pero al fin y al cabo hombres de su tiempo, se limitaban a verter losviejos contenidos reafirmados por Trento en los moldes ambientales en que ellos mismos seencontraban inmersos.

Abriendo paso a la historia de las mentalidades, Moran y Andrés-Gallego examinanla «patética sermonaría» que no era, insisten (p. 171), «una predicación fatídicaajustada a una cultura de la muerte sino, hasta cierto punto, el antidoto de unacivilización lúdica y violenta».

Volveremos, en un apartado posterior, sobre la orientación de los estudios sobreoratoria sagrada hacia el empleo de las llamadas «ciencias humanas y sociales».Aunque sin referirse nunca a Maravall ni a otros historiadores, Moran y Andrés-Gallego anuncian el aprovechamiento de la oratoria sagrada, en una necesariapluridisciplinariedad, por los investigadores que se interesan por la historia de lasmentalidades.

Pero en lo tocante a obras generales de síntesis, lo que ha marcado el mayor avanceen estos últimos años es, indiscutiblemente, la publicación de una obra de granenvergadura que ha sacado la oratoria sagrada del Siglo de Oro del estado de necesidaden que se hallaba. Con su estudio La oratoria sagrada en los siglos xviy xvu (n° 82-84),Félix Herrero Salgado ha proporcionado, no sólo a los especialistas, sino al dilatadopúblico de los curiosos de la literatura española, una indispensable herramienta detrabjo que, de ahora en adelante y por muchos años, será una imprescindible obra dereferencia. Después de un primer tomo de alcance general (n° 82), Herrero centra suesfuerzo en sectores delimitados —primero los predicadores dominicos y franciscanos(n° 83), luego la predicación en la Compañía de Jesús (n° 84)— y anuncia el tomo 4,dedicado a los predicadores de las otras órdenes y a los del clero seglar.

Remito aquí a lo que escribí ya sobre esta obra cumbre (véanse mis reseñas enCriticón 69, 1997, pp. 144-147 y 83, 200, pp. 219-220, así como la reseña al tomo IIpor José del Canto Pallares en Criticón 80, 2000, pp. 187-189). Sólo insistiré aquí sobreel inmenso mérito de esta fundamental herramienta de trabajo que está ahora a nuestroalcance.

En el primer tomo titulado La oratoria sagrada en los siglos xvi y xvu (n° 82),Herrero presenta el «estado actual de los estudios sobre oratoria sagrada de los Siglosde Oro» e invita a los investigadores de esta disciplina «a caminar». Luego el libro sedivide en dos partes paralelas dedicadas respectivamente a los siglos xvi y xvu. En laprimera, dedicada al siglo xvi, destacaremos el capítulo II que presenta las «fuentespara la predicación», en particular las retóricas eclesiásticas o instrucciones depredicadores. El capítulo III es un acertado estudio de la figura del predicador y de supúblico. En el capítulo IV, Herrero estudia la materia misma del sermón y los doscapítulos siguientes, V y VI, versan sobre la estructura, los géneros y los modos, asícomo la lengua y el estilo de los sermones con gran acopio de interesantes ejemplos. Elúltimo capítulo recuerda muy rápidamente la importancia de la memoria y termina connotas sobre la actio y la manera de comportarse el predicador en el pulpito, aspecto ésteque siempre ha llamado la atención de los estudiosos.

La segunda parte, dedicada al siglo xvu, desarrolla el mismo esquema. El examen delas retóricas eclesiásticas es bastante completo (con 16 tratados), aunque no exhaustivo.

INTRODUCCIÓN 17

Falta, por ejemplo, el comentario a la obra de Fray Juan de Estrada Gijón, Arte depredicar la palabra de Dios para su mayor honra y provecho de las almas (Madrid,1667). En cuanto a los importantes capítulos IV, V y VI, cumplen muy bien con supropósito docente. En efecto, proporcionan una muy útil información para los quequieran acercarse a la polifacética oratoria sagrada de la centuria. Como era de esperar,el libro abre avenidas o perspectivas y es una invitación a que otros investigadorescaminen por las vías abiertas.

Con los capítulos VII a X, se entra en la parte más interesante del libro y se llega almeollo de la problemática de los sermones, sobre todo en cuanto «género literario».Con gran mérito Félix Herrero hace la exposición del estado de la cuestión sobre«lengua y estilo». El material proporcionado es copioso y servirá para ahondar en elexamen de cómo se puso en obra la retórica eclesiástica en la predicación, cultista oconceptista, con el ornatus y los diferentes recursos: exemplum, comparación, metáfora,reparo y otras exornaciones.

El segundo tomo (n° 83), con el mismo título, pero con subtítulo diferente, seinteresa por dos de las más fecundas familias de predicadores, los dominicos y losfranciscanos. Herrero amplía su primer tomo y entra en los detalles. Poniendo en obrael abundantísimo material atesorado durante muchos años y desarrollando la mismametodología, el autor nos presenta una serie de cuadros muy completos. Primero, paracada orden, se remonta hasta la fundación y al carisma de los fundadores paraestablecer un puente hasta el comienzo del siglo xvi. Con la misma minucia que en elprimer tomo, Herrero examina ocho libros de preceptiva de retóricos dominicos y cincode franciscanos. Después, dedica un escrupuloso estudio a seis preclaros predicadores,tres de cada familia (los dominicos Luis de Granada, Alonso de Cabrera y JerónimoBautista de Lanuza y los franciscanos Alonso Lobo, Antonio de Guevara y DiegoMurillo). En cada caso se examina el concepto de la predicación, la materia y laestructura de los sermones así como la elocutio y su estilo. De gran interés es laincorporación del texto íntegro de dos sermones, uno de Fray Luis de Granada y otrode Fray Diego Murillo, ediciones que van acompañadas de un análisis presentativo.Como siempre, la última parte del libro ofrece a los futuros investigadores un copiosomanantial de datos con la referencia de 874 sermonarios y sermones sueltos, localizadoscasi todos.

El tomo tecero (n° 84) es un amplio panorama de la predicación en la Compañía deJesús desde su fundación hasta el final del siglo xvn. Siempre fiel a su eficazmetodología, Félix Herrero aplica las mismas características en su exposición. Despuésde un examen histórico, el libro se centra en el concepto mismo de la predicación,siguiendo las cinco operaciones de la techne de la retórica. Apoyándose en un muyabundante caudal de sermonarios, sermones y obras de preceptiva, el autor expone yexplica proponiendo numerosos testimonios concretos, mina para futurosinvestigadores. Mentaremos rápidamente el estudio de las misiones predicadas por losjesuítas en la península, así como el caso particular de los Predicadores de Su Majestad,a partir de la obra concionatoria de cuatro jesuitas de suma importancia, los PadresFlorencia, Mendo, Nájera y Rodríguez Coronel. Aquí también Herrero abre avenidaspara futuras investigaciones, principalmente en lo que toca a la «materia política ysocial», dando un buen ejemplo con la presentación detallada de un sermón del padre

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Mendo. Antes de cerrar su libro, Herrero proporciona una abundantísima cosecha dedatos bio-bibliográficos que supera todo lo conocido hasta ahora.

Esos tres primeros tomos publicados son una inestimable aportación para losestudiosos de nuestra disciplina. Aun los que no estén de acuerdo con ciertasorientaciones críticas del autor y los que pudiesen echar de menos una puesta en tela dejuicio más precisa de la significación ideológica de la predicación áurea dentro de lallamada «cultura del Barroco» encontrarán en la obra de Herrero un rico manantialpara plantear numerosos debates, como veremos más adelante.

I I I . B I B L I O G R A F Í A D E S E R M O N A R I O S Y S E R M O N E S

En este dominio de la bibliografía activa o repertorio de sermonarios y sermones nose ha adelantado mucho. El único ejemplo «independiente» que se puede aducir, el deFederico Pérez Herrero en la revista Burgense de la Facultad de Teología del Norte deEspaña en Burgos (n° 122), dista bastante de ser satisfactorio. Presentado de manera nosiempre clara y plagado de errores, este catálogo es de mediana utilidad.

Desde luego, muchos de los trabajos publicados sobre oratoria sagrada se apoyan ensermones concretos indicados debidamente en la bibliografía. Así la lista de sermonesrepertoriados va aumentando de año en año. Además de las publicaciones de JoséSimón Díaz (me refiero, por ejemplo, a su conocido libro Impresos del siglo xvu), lostres tomos de Herrero Salgado presentan una muy abundante nómina agrupada, seapor materia, sea por órdenes religiosas. Con las referencias precisas que hace desermones, casi todos localizados, Félix Herrero ha superado muchísimo su Aportaciónbibliográfica de 1971. No dudamos de que el cuarto tomo en preparación nos brindeuna cosecha de idéntico calibre para los predicadores de las demás órdenes y del clerosecular.

A pesar de todo lo positivo que representan las aportaciones de muchos de losestudios sobre oratoria sagrada, nos falta aún algo que considero como primordial: unaordenación y una presentación sistemáticamente cronológica. Sin una visiónpormenorizadamente diacrónica, no será posible dar mayor nitidez a los cuadros quejalonan la evolución de la oratoria sagrada a lo largo del Siglo de Oro, en particulardurante el siglo xvn. Sin aferrarme a una rígida postura de rezagado historiador de laliteratura, creo que puede ser útil una descripción documentada, digamos, por lomenos, de decenio en decenio, del estado de la oratoria sagrada y de sustransformaciones. Más de medio siglo después, seguimos utilizando el ensayo históricoesbozado por Miguel Herrero García. Sin saber exactamente lo que se publicaba(sermonarios, sermones sueltos y reediciones) en un período preciso, no podremosconocer de manera satisfactoria el estado de la predicación en un momento dado. Porejemplo, no se ha estudiado con suficiente precisión la influencia concreta de Paravicinosobre los predicadores que subieron al pulpito entre 1633 y 1648, o sea entre la muertedel trinitario y los años que vieron una extraordinaria eclosión de obras de teoría o depreceptiva (la Agudeza de Gracián, la Retórica de Escardó, la polémica Ormaza/Céspedes, etc.). Y no hablo de lo que se considera como la progresiva «decadencia» dela oratoria barroca hasta el estado satirizado por el Fray Gerundio de Isla, fenómenoque no ha merecido el debido análisis, fuera de generalidades borrosas.

INTRODUCCIÓN 19

Tenemos que inspirarnos de la metodología de los historiadores, en particular de losque, con miras hacia la evolución de las mentalidades, se han interesado por la historiadel libro y de la imprenta en períodos determinados. El inventario sistemático, firmebase para estadísticas y conclusiones, constituye una imprescindible herramienta. Heformado con Félix Herrero Salgado el proyecto de establecer una bibliografía detalladacon la debida fragmentación cronológica. Es evidente que será labor de largo plazo,pero de antemano agradecemos la colaboración de todos los investigadores interesadosque proporcionen datos parciales como, por ejemplo, sobre destacados predicadores otemas particulares.

IV. E D I C I O N E S DE SERMONES Y DE OBRAS DE P R E C E P T I V A

En este dominio hay que mencionar, en primer lugar, la benemérita labor del PadreAlvaro Huerga, incansable especialista de nuestra disciplina, que nos estáproporcionado una espléndida edición de las Obras Completas de Fray Luis deGranada (n° 86), que cuenta ya 29 tomos de los 40 proyectados y en particular de sussermones, en edición bilingüe latín/castellano, (Trece sermones en el tomo XX y lossermones De tempore en los tomos XXIV a XXX).

En 1994, después de varios años de vacilación, la editorial Castalia, aliándose a laComunidad de Madrid, publicó en la colección «Clásicos Madrileños» mi edición deSermones cortesanos de Paravicino, con introducción y notas de Francis Cerdan (n° 50).Notable excepción, ya que ninguna de las grandes (ni tampoco de las pequeñas)editoriales se ha decidido a incorporar a su catálogo un libro de sermones del Siglo deOro, fuera de los clásicos consagrados como Fray Luis de Granada. De momento, sólopodemos mencionar algún que otro sermón publicado en los apéndices de una tesiscomo la de Miguel Ángel Núñez Beltrán (n° 119), en obras de presentación más generalcomo el tomo III de Félix Herrero Salgado (n° 84), o en un artículo como el deLaureano Robles (n° 129).

No obstante, no somos pocos en pensar que no sería un desastre económico, porqueel interés por la oratoria sagrada áurea ha despertado ya en una porción no ínfima delectores y no tardará en aumentar. Desde el punto científico, cultural y literario, losargumentos para justificar tales ediciones son numerosos y de mucho peso. Hay puesque perseverar y no vacilar en perseguir a los directores de editoriales, con tal que hayavoluntarios para preparar buenas ediciones. Entre los predicadores célebres en sutiempo no faltan los candidatos y de sobra hay donde escoger. ¿Vox clamantis indeserto} Espero que no.

En cuanto a ediciones de textos de teoría o de preceptiva ecritos en el Siglo de Oro,el panorama no es mucho más alentador. Después de la publicación, en 1985, de laCensura de la elocuencia del jesuíta José de Ormaza (alias Gonzalo Pérez de Ledesma) acargo de Giuseppina Ledda y Vittoria Stagno en la prestigiosa editorial El Crotalón, yoesperaba publicar, en la misma colección, la obra que hacia juego con la Censura, o seael Trece por docena del también jesuíta Valentín de Céspedes (alias Juan del Encina).Por muchas razones que no vienen al caso, la cosa no fue posible y sólo en 1998 lapubliqué (n° 51), en colaboración con José Enrique Laplana Gil, en la colección deAnejos de Criticón. Sólo ahora que los investigadores disponen de los textos en suintegralidad se puede ahondar en el significado del debate entablado entre ambos

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jesuítas. Desgraciadamente ninguna otra obra de teoría concionatoria, de preceptiva ode retórica eclesiástica ha sido publicada en este lapso de tiempo. Aquí tampoco faltamateria y varias obras merecerían una cuidadosa edición crítica moderna, como, porejemplo, la Retórica Cristiana de Juan Bautista Escardó (1647), el Arte de orarevangélicamente de Fray Agustín de Jesús María (1648), o el Arte de predicar la palabrade Dios para su mayor honra y provecho de las almas de Fray Juan de Estrada Gijón(1667). Se me podrá argüir que los que se interesan por esas obras son, en general,especialistas que, como tales, no tendrán dificultad en localizarlas en las grandesbibliotecas donde suelen investigar. Responderé que lo mismo se podía decir de obrascomo la Instrucción de predicadores del Doctor Francisco Terrones del Caño, publicadaen 1946 por el Padre Olmedo en los Clásicos Castellanos o el Modus concionandi y elModo de Predicar de Fray Diego de Estella publicados en el CSIC por Pío SagüésAzcona en 1951. ¿A quién se le ocurrirá negar la utilidad de semejantes ediciones?Lanzo pues la invitación a realizar otras muchas ediciones críticas de textos depreceptiva. Como el sembrador de la parábola siembro la semilla, con la esperanza depoder verla algún día dar el fruto deseado.

V . M O N O G R A F Í A S O E S T U D I O S

S O B R E D E T E R M I N A D O S P R E D I C A D O R E S

Podrá parecer un poco extraño que este tipo de trabajo universitario no haya tenidomayor éxito. Como padres fundadores se lucieron Emilio Alarcos García con su tesissobre Fray Hortensio Paravicino (1937) y Andrés Soria Ortega con la suya sobre FrayManuel de Guerra y Ribera (1950). Pero hasta casi el final del siglo el género no volvióa cultivarse. A decir verdad, en 1991, el Servicio de Publicaciones de la Universidad deGranada tuvo a bien realizar una reedición {facsímil) de la tesis de Andrés Soria Ortega(n° 152) y me honró pidiéndome un estudio preliminar.

Sigo pensando que estos estudios monográficos tienen gran utilidad y cada vez quepuedo animo a los que se interesan por la oratoria sagrada del Siglo de Oro a caminarpor esa vía. Puede señalarse el modélico artículo de Andrés Soria sobre la predicacióndel inmenso orador que fue Fray Pedro de Valderrama (n° 151). Muchos son losegregios predicadores áureos que merecerían un detallado estudio. Muy extraño meparece, por ejemplo, que nadie se haya detenido en figuras como las de Fray ÁngelManrique, del Padre Florencia o del Padre Nájera, y podría alargarse mucho la lista.Desde luego, Félix Herrero en sus libros (n° 83 y n° 84) así como Fernando Negredo delCerro en su tesis (n° 111) abren el camino, dedicando varias páginas a señaladosoradores cuyos sermones dejaron importantes huellas.

El panorama no es del todo desolador y contamos con algunas buenas sorpresas,como veremos a continuación.

Primero hay que regocijarse del nuevo interés que ha merecido la gran figura de FrayLuis de Granada. En 1988, el Padre Alvaro Huerga publicaba un muy documentado yapasionado libro sobre la vida del gran dominico (n° 85). Más recientemente sepublicaron dos libros colectivos, uno, por la editorial Anthropos (Barcelona, 1992),titulado Fray Luis de Granada. Una visión espiritual y estética de la armonía delUniverso, y otro, con el título de Fray Luis de Granada. Su obra, su tiempo, por elServicio de Publicaciones de la Universidad de Granada, (Granada, 1993). No podemos

INTRODUCCIÓN 21

mentar todos los artículos escritos sobre Fray Luis de Granada y nos limitaremos a citarel de José María Balcells (n° 21) y el reciente libro de Manuel López Muñoz (n° 98).Con la monumental edición de las Obras Completas dirigida por el Padre AlvaroHuerga en la Fundación Universitaria Española, la egregia figura de de Fray Luis deGranada seguirá llamando la atención.

También se ha vuelto a hablar de otra gran figura de la predicación y de la literaturadel siglo xvi. En 1998, Jorge Aladro Font publicó en Pamplona un nutrido estudiosobre el agustino Fray Pedro Malón de Echaide (n° 3). Esta excelente monografía(elegantemente arropada en una artística cubierta) se ofrece estructurada en tres partesprincipales, con la debida introducción y un final que recapitula las ediciones, lastraducciones así como la bibliografía utilizada. La primera parte presenta al hombre,con un nuevo esbozo biográfico (que permite restituirle la auténtica forma de suapellido: Echaide), en su entorno y formación cultural. Aladro Font explica y subrayacon nitidez la relación de Fray Pedro con el humanismo florentino. La segunda parte esun pormenorizado estudio, llevado con tino, de La conversión de la Magdalena. Críticaexterna (fecha y lugar de composición), pero también análisis interno con un estudio deltema, de la estructura temática, y de la ideología de la obra. El autor no adelantaninguna proposición revolucionaria, pero su estudio es un trabajo serio y bien hecho.Aplaudiremos más especialmente la tercera parte titulada «Pedro Malón de Echaide:Predicador del Siglo de Oro». Jorge Aladro, haciendo la crítica de la crítica, logra unabuena valoración de Malón de Echaide, presentado como cabal ejemplo de lo que fue lapredicación española en el siglo xvi. Para rematar esta parte, se analiza un sermón deLa conversión de la Magdalena (Segunda parte, Capítulo XIII): In civitate peccatrix.Jorge Aladro se apoya en una buena y completa bibliografía que sabe utilizarhábilmente. Podemos citar esta monografía como ejemplo. Ojalá tuviéramos semejantesobras sobre los principales predicadores del Siglo de Oro.

Del final del siglo xvn y de principios del xvn, el franciscano Fray Diego de Arce,bastante poco estudiado hasta ahora, está mereciendo una fervorosa atención. Yahemos reseñado la magnífica tesis de Francisco Henares (n° 78). Del mismo tenemosque mencionar un complemento poco anterior a la publicación de la tesis, un artículocentrado en las actividades de Arce como calificador del Santo Oficio (n° 76). Por otraparte, el Padre Víctor Sánchez, Director del Archivum Franciscanum Historicum deRoma se interesa también mucho por Fray Diego de Arce. Después de un primerestudio (n° 145), perfectamente documentado e ilustrado sobre las obras publicadas envida de Arce, anuncia otros trabajos semejantes.

El jesuíta mallorquino Padre Juan Bautista Escardó (1581-1652) ha merecido de sucompatricio Jaume Garau, de la Universidad de las Islas Baleares, dos estudios (n° 69 y70), pero sigue esperando un estudio más profundizado de su Rhetorica Christiana.

Terminaremos este apartado comentando un caso un poco particular, el del granpredicador hispano-americano Juan de Espinosa Medrano (el Lunarejo), figuraemblemática de la oratoria sagrada colonial.

No me detendré aquí en lamentar que la crítica actual en España no conceda másimportancia al reflejo que tuvo la oratoria sagrada peninsular en los pulpitos deAmérica, dejando aparte, claro está, el caso del Padre Vieira. Pero me parece oportunosubrayar que el asunto merecería amplia atención. Como primer objetivo, después de

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Espinosa Medrano, señalo el caso de Juan Rodríguez de León, canónigo de la catedralde Tlaxcala, de la Puebla de los Ángeles, en Méjico, pero que vivió durante varios enMadrid, predicando y escribiendo mucho (en particular un tratado de predicación Elpredicador de las gentes: San Pablo, poco citado por la crítica). Dicho sea de paso, erael hermano del conocido cronista León Pinelo.

Pero volvamos a Juan de Espinosa Medrano. Sobre él han escrito principalmente tresespecialistas del barroco colonial en relación con la literatura del Siglo de Oropeninsular: Luis Jaime Cisneros (en especial sobre la influencia de Góngora enEspinosa, pero también espléndidos estudios sobre El Apologético y los treintasermones que componen La novena maravilla, n° 54), Javier Isauro Núnez y JoséAntonio Rodríguez Garrido. Cisneros y Núnez publicaron sus trabajos en los decenios1970 y 1980. Rodríguez Garrido, más recientemente, entrando pues más directamenteen el período que examino en la presente introducción. Después de un lucido artículo(n° 135) sobre Fray Hortensio Paravicino —modelo muchas veces seguido porEspinosa—, Rodríguez Garrido publicó varios artículos (n° 136 a 140) centrados en laoratoria del Lunarejo, todos de una gran penetración crítica para definir la significaciónliteraria y cultural del cuzqueño.

Pero podemos decir que la Fortuna le sonríe al Lunarejo pues, recientemente, en2000, el Fondo Editorial de la Universidad Católica del Perú publicó un muyinteresante libro escrito por un joven profesor estadounidense, Charles B. Moore (n°106), que estudia el arte de predicar de Juan Espinosa Medrano en los treinta sermonesde La novena maravilla. Supongo que se trata de una versión revisada de su tesisdoctoral. El libro está muy bien documentado y se apoya en una bibliografía muyactualizada y bastante completa, no sólo en lo que toca a la literatura colonial sinotambién a la oratoria sagrada áurea de la patria peninsular. Después de una primeraaproximación general, Moore logra muy bien contextualizar a Espinosa Medrano enuna confrontación con las características de la predicación peninsular a partir de laspreceptivas vigentes publicadas a lo largo de los siglos xvi y xvn y de lo que se puedellamar «la controversia sagrado vs humano». Luego se entra más concretamente en elcontenido de los sermones. Moore expone en dos partes simétricas (aunque con mayorextensión la primera que la segunda) el quehacer sermonístico del Lunarejo:«Sacralizando lo humano» y «Humanizando lo sagrado» y ofrece una detallada (ycorrecta) lectura de los sermones que componen La novena maravilla. Sobresalen así los«motivos» (quiero decir esas pequeñas porciones del mundo natural y de la realidadcotidiana) donde se alimenta la «inspiración» del predicador. Se podría hablar de lasoperaciones de la techne retórica: inventio, dispositio, elocutio. Pero, más allá de unatecnicidad a veces un poco insuficiente, lo que se le podría achacar a Moore es el nosuperar el modo descriptivo o meramente presentativo. Muchas veces el autor secontenta con resumir, apoyándose en ejemplos sacados del texto de los sermones de Lanovena maravilla, de los que proporciona numerosas citas textuales, pero sin llegarrealmente a una puesta en perspectiva más precisa y un análisis más crítico. Con todo,el libro de Charles B. Moore es una interesante monografía y, sería cosa buena que semultiplicaran estudios de este tipo sobre muchos de los predicadores que hoy todavíasiguen en la sombra o en una semi-penumbra.

INTRODUCCIÓN 23

VI. D E LA A N T E C Á M A R A AL T A L L E R D E L S E R M Ó N .

LA T É C N I C A C O N C I O N A T O R Í A

Hasta fecha reciente, el estudio de la oratoria sagrada se ha realizado principalmentedesde un punto de vista filológico. Y, de hecho, la sermonística puede y debeconsiderarse como una rama más de la literatura. El acercamiento a la predicación y altexto mismo de los sermones se justifica porque la oratoria sagrada es inseparable de lacultura literaria del Siglo de Oro en su conjunto. Pero, a su vez, la cultura es inseparablede la sociedad.

Con el rótulo de «antecámara del sermón», quiero referirme a todo lo queacondicionaba la «producción» del sermón del Siglo de Oro, en una perspectiva post-tridentina y en un período en que España estaba inmersa en un ambiente deContrarreforma. El sermón, visto como medio de transmisión y de explicación de lapalabra divina, presupone un cuerpo de doctrina, una meta que alcanzar y unaestrategia en conformidad con la ideología religiosa (en el sentido más amplio) entoncesvigente. Lo que esto podía suponer en el cuerpo social del Siglo de Oro, loexaminaremos más lejos. Anticipemos aquí que visitar esta «antecámara» equivale aexaminar detenidamente las características del sentimiento religioso y las formasdiversas de la religiosidad en los siglos áureos. Los conocidos trabajos de DomínguezOrtiz (La sociedad española en el siglo xvu, de 1970), de Maravall (La cultura delBarroco, de 1975) y de Caro Baroja (Las formas complejas de la vida religiosa.Religión, sociedad y carácter en la España de los siglos xvi y xvu, de 1985) colocaronlos cimientos de una historiografía, no sólo de debida altura científica, sino ya«secularizada» y alejada de los enfoques teológico-clericales. Estos tres libros,verdaderamente fundadores, hicieron posible una eclosión de trabajos de gran valía yque proyectan mucha luz sobre este fundamental aspecto de la vida áurea. Esos trabajosson demasiado numerosos para que pueda tratarse de reseñarlos aquí, ni siquiera dehacer mención de los principales títulos. Me limitaré a remitir a dos obras que, ademásde interesantes análisis, proporcionan una orientación bibliográfica: la de RamónSánchez González (n° 146) y la de Francisco José Aranda Pérez (n° 20). Cabemencionar además, aunque se centre en una época posterior a la que nos interesa aquí,el artículo de Fernández Cordero (n° 64) por la validez de su metodología.

¿Cómo se hacía un sermón en el Siglo de Oro? La respuesta la dieron, de maneradiversa, a lo largo de los siglos xvi y xvu, numerosas obras de preceptiva, comoretóricas sagradas o artes de predicar, que se publicaron en latín y en romance, obrasque hoy conocemos bastante bien. Remito aquí a mi ensayo de 1985, ya citado (n° 35).En estos últimos años, se ha avanzado también por esta senda (véase el apartado II de lapresente introducción).

Todas estas preceptivas siguen el desarrollo de la techne de la retórica. Podemos,pues, articular también nuestra exposición siguiendo la repartición de las cincooperaciones retóricas, aunque, al final, hay muchos casos complejos que mezclan oconfunden esta clasificación o repartición, como se podrá ver en la controversia entrelos dos jesuítas Valentín de Céspedes y José de Ormaza a mediados del siglo xvn,debate de primordial importancia que ediciones recientes (véase supra el apartado IV)permiten hoy estudiar con mayor precisión y exactitud, como se verá en la sustanciosaaportación de Mercedes Blanco publicada en el presente volumen.

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La inventioPrimero, pues, la inventio, aunque, a la verdad, los predicadores áureos «inven-

taban» muy poco. Entiendo la inventio como búsqueda de los temas, motivos y argu-mentos para componer el sermón, muchas veces a partir de libros y obras existentes enla biblioteca del predicador. El perfecto trabajo de Manuel Ambrosio Sánchez sobre«La Biblioteca de los predicadores del siglo xvi» (n° 144) merecería ser prolongado conrespecto al siglo xvn. Todos los autores de retórica sagrada en el Siglo de Oro hablande las fuentes de la invención. Incluso un lego como Suárez de Figueroa insistía sobre lanecesidad de tener al alcance esas fuentes (véase mi artículo n° 37). Para elaborar lainvención de su sermón, los predicadores se valían de los «lugares», «citas» y «autori-dades» y no vacilaban en citar abundantemente. Porque además de las citas escritu-rarias, también citaban a menudo las autoridades (patrísticas, escolásticas y tambiénclásicas). Herrero Salgado lo puntualiza en sus recientes libros y se ha interesadoparticularmente por el caso de Plutarco (n° 81). En su colaboración al presente volumenestudia la frecuencia y el mecanismo de las citas en los sermones del Siglo de Oro. Elcómo se utilizaban esas citas explica en gran parte la evolución de la oratoria sagradahasta la decadencia final (recordemos el grito de «¡Viva el florilegio!» de FrayGerundio). Todavía no se ha realizado un pormenorizado estudio diacrónico sobre estepunto. Como se sabe (y lo recordó Bataillon), la cultura de los hombres del Renaci-miento y del Siglo de Oro fue una cultura de excerpta propocionados por colecciones ocomplilaciones impresas. Disponemos ahora de una excelente aproximación biblio-gráfica sobre las polianteas, los florilegios, los repertorios de sentencias y demás«diccionarios secretos» del Siglo de Oro con los trabajos de Víctor Infantes (n° 87) y deSagrario López Poza (n° 99 y 100). Además de esos repertorios, en general impresos, lospredicadores hacían uso del «cartapacio» que ellos mismos se habían constituido conlas anotaciones puestas a los libros que consideraban como más oportunos. Esta técnicadel «cartapacio» preconizada ya por Fray Luis de Granada y después por casi todos losautores de artes de predicar (Terrones del Caño o Salucio) se prolongó más allá delsiglo xvn. Aurora Egido en la introducción a su edición de El Discreto de Gracián (n°61) comenta el asunto y proporciona una bibliografía detallada.

Otro aspecto importantísimo de la inventio a la hora de componer un sermón era elempleo del exemplum. El fenómeno ha sido abundantement estudiado en la predicaciónde la Edad Media, y en 1950 el Profesor Robert Ricard amplió su interés por elexemplum a la oratoria sagrada del Siglo de Oro. También escribió sobre el temaCristóbal Cuevas (n° 53) y más recientemente, los eruditos y sagaces trabajos de otroinvestigador que también colabora en el presente volumen, José Aragüés Aldaz (n° 17,18, 19) han ahondado mucho en la problemática en torno al empleo del exemplum. Enparticular su denso libro Deus Concionator (n° 19) es una aportación de gran valía.

La dispositio y la elocutioSi de la inventio queremos pasar a la dispositio, las cosas se complican o, mejor

dicho, se hacen más complejas y aún más si queremos examinar la elocutio. Enrealidad, las tres operaciones se vuelven muy interdependientes y no es nada fácil verclaro en una situación que evolucionó a lo largo del siglo xvn.

INTRODUCCIÓN 25

Si, partiendo de la inventio, pasamos a su puesta en obra en la dispositio, prontodamos con problemas planteados por el uso del «reparo», del «porqué» y del «enigma»o con la dificultad en deslindar los fenómenos del «concepto» y del «estiloconceptuoso» en la oratoria sagrada. Es evidente que Baltasar Gracián no está lejos,pero asimismo otros ingenios de primera magnitud, como Quevedo o Calderón, lo quesignifica que el fenómeno se manifiesta de manera latente en todo el siglo xvn. Labibliografía al respecto es desbordante y lo que se está publicando a raíz del pasado«año Gracián» no poco va a acrecentarla. Me limitaré, pues, a mencionar únicamentelos estudios directamente relacionados con la oratoria sagrada y no con el conceptismoen general.

Quevedo tenía un especial apego a la predicación y al uso de la retórica sagrada.Llegó hasta escribir un auténtico sermón o «Homilía de la Santísima Trinidad» (n°45).La dimensión sermonística es perceptible en muchas obras de Quevedo como lodemostraron lucidamente Santiago Fernández Mosquera (n° 65) y Carmen Peraita (n°121) y lo demuestra, en el presente volumen Antonio Azaustre Galiana.

La utilización del conceptismo en los autos sacramentales por Calderón ha sidoestudiada agudamente por Mercedes Blanco en un artículo (n° 25) que demuestra elestrecho parentesco formal entre este género calderoniano y el sermón conceptista.

Con Baltasar Gracián entramos en un terreno aún más fértil. Las relaciones entreGracián y la predicación son estrechas y numerosas, en particular en la Agudeza, perotambién en el Comulgatorio. En 1986, Gaudioso Giménez Resano habló en el PrimerEncuentro de Filólogos Aragoneses sobre «El Comulgatorio y la oratoria sagrada» (n°74). Después de Hilary Smith que había señalado las fuentes sermonísticas utilizadaspor Gracián en la Agudeza, y también después de Dámaso Chicharro, perodesconociendo la existencia de su artículo (n° 53), identifiqué, en unos apuntesbibliográficos (n° 39), los sermones, sermonarios y predicadores citados en la Agudeza.En fecha reciente, José Enrique Laplana Gil estudió minuciosamente las relaciones entrela Agudeza y la predicación en la comunicación que presentó en el Simposio Gracián deZaragoza en 2000 (n° 91). En el presente volumen, otro famoso especialista de Gracián,Benito Pelegrín, rastrea la presencia de la oratoria sagrada en todas las obras del célebrejesuíta.

En 1991, Valentina Nider publicó en nuestra revista Criticón un penetrante artículo(n° 113) sobre «reparar» y «reparo» en la Agudeza, en el que demuestra que si el«reparo», es un tecnicismo —ligado a la tradición epigramática— muy utilizado por lospredicadores, Gracián lo convierte en categoría válida para la crítica y la validación detodos los tipos de obras literarias.

Al año siguiente (1992), en su magnífico libro sobre Gracián y el conceptismoeuropeo (o, digamos las retóricas de la agudeza) —libro cumbre hoy lo bastante famosocomo para que yo no tenga necesidad de subrayar sus méritos— (n° 26), MercedesBlanco dedicó nutridas páginas a la Censura de la elocuencia de José de Ormaza, a lapolémica con Céspedes y también estudió minuciosamente la estructura del sermónconceptista y el mecanismo del «reparo», apoyándose en particular en el sermón de laAnunciación de Fray Hortensio Paravicino. En el presente volumen —y después de lapublicación del Trece por docena de Céspedes—, Mercedes Blanco estudia más a fondola polémica de los dos jesuítas y saca interesantes conclusiones sobre el estado de la

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oratoria sagrada a la hora en que Gracián publicaba su Agudeza. El nexo oratoriasagrada/literatura profana es evidente y significativo. Pero, más allá de la predicación,puede percibirse quizás en esta controversia «el síntoma de una crisis que afecta a laconciencia católica en general» y el «desgaste silencioso e imparable de la experienciareligiosa en la España de mediados del xvn».

En cuanto a la importancia de la elocutio, y del «estilo» en el sentido más amplio,hay que decir que todavía queda mucho que estudiar, analizar y clasificar. En 1993publiqué un artículo sobre «La emergencia del estilo culto en la oratoria sagrada delsiglo xvn» (n° 41) en cuya conclusión afirmaba que quedaba por hacer un análisis másdetallado de las características de la predicación culta. Invitaba para ello a lecturaspormenorizadas de piezas oratorias significativas, a otros trabajos más detallados ymejor documentados para ahondar tanto en el dominio de la inventio como en el de laelocutio. He de reconocer que ni por parte mía ni por parte ajena se ha cumplido talprograma y vuelvo a lanzar la invitación. De manera más general, se nos ofrece unvasto campo de investigaciones sobre el «estilo» y la escritura concionatoria. Porejemplo, a lo largo de todo el Siglo de Oro y hasta el final de la época llamada«barroca», tuvieron suma importancia en los sermones la narración y la descripción. Laretórica ofrece a este respecto dos mecanismos principales: la hipotiposis y laprosopopeya. Todavía no hemos llegado a una clara visión bien documentada del usode esos dos mecanismos desde los primeros predicadores clásicos del siglo xvi hasta losúltimos barrocos caricaturizados en el Fray Gerundio de Isla.

En la octava sesión de Edad de Oro de la Universidad Autónoma de Madrid (1989),Giuseppina Ledda presentó una muy incitante comunicación, acertadamente titulada«Predicar a los ojos» (n° 95), en la que estudiaba un conjunto de procedimientos,modos y medios diversos de que se valen los oradores sacros para tal tipo de prédica,tanto en el dominio verbal como en otros no verbales. La autora se interesa, desdeluego, por la descripción oral, con hipotiposis y prosopopeya, pero subraya laimportancia y la eficacia de una comunicación apoyada en la cultura visual del barroco.Refiriéndose al manuscrito (entonces inédito) del Trece por docena de Valentín deCéspedes (ella fue la primera lectora de la obra después de López Santos), GiuseppinaLedda, subraya la eficacia y el éxito de la imagen activada por la palabra y unaadecuada actio. Esto entronca con el arte de la presentatio que examinaremos acontinuación, pero también con otros aspectos del «espectáculo religioso barroco» consu habitual acompañamiento de sermones, como veremos más lejos. Si la palabra puedesuscitar una imagen, al inverso, la imagen, así como otros elementos visuales (imágenespintadas o esculpidas, jeroglíficos y emblemas), pueden constituir un «hablar visible» yentrar en la finalidad persuasiva de la «prédica a los ojos». Como lo recuerda la autora,«Pintura y escultura pueden componer textos patéticos y sublimes, que susciten laangustia de la muerte, infundan temor, despierten la piedad». Conocido es el caso delHospital de la Caridad de Sevilla. Precisamente, en el presente volumen el lectorencontrará el estudio de María Victoria Pineda dedicado a dicho Hospital de laCaridad. En el final de su ponencia Giuseppina Ledda insiste en la «relación directaentre imagen y palabra» y aduce para ejemplificarla pasajes de sermones que «indican,invocan, con función deíctica, conativa y fática, elementos o el conjunto de larepresentación». En sus consideraciones finales, Giuseppina Ledda se muestra

INTRODUCCIÓN 27

demasiado pesimista cuando afirma que «La oratoria sagrada [áurea] en ámbitoespañol, sigue siendo hasta hoy uno de los capítulos de la historia socio-cultural sinescribir [...] lo que se ha llevado a la superficie constituye tan sólo una mínima parte delo que queda sumergido (p. 141)». A la verdad, los libros y trabajos publicados despuésde 1989 permiten corregir tal pesimismo. Pero estamos de acuerdo con la autoracuando subraya que «la tarea de reconstituir tan preciosa reserva de materialesinexplorados, sin duda de primera importancia, requiere largo plazo y trabajos deequipo... Mucho en esta dirección queda por hacer».

La actioLa importancia de la actio en el barroco es conocida desde hace mucho tiempo y

bien estudiada desde los trabajos de Orozco Díaz, de Lara Garrido y de GiuseppinaLedda (n° 93). Recientemente, Francisco Javier Sánchez Martínez, como lo hemos vistoen el primer apartado sobre las tesis, hizo una aportación de gran valía interesándosepor un corolario de la actio en la oratoria sagrada, o sea las relaciones entre lapredicación y teatro (n° 148). Volvió a tratar del tema de «el predicador comorepresentante a lo divino» en el Congreso de la AISO de Alcalá de Henares (1996) y sucomunicación puede leerse en las actas (n° 149).

En este dominio de la actio o, mejor dicho de la pronuntiatio, cabe señalar lainteresantísima aportación de Luis Robledo (musicólogo del Conservatorio Nacional deMadrid) sobre el empleo de los tonos en la predicación a partir de la RetóricaCkristiana de Escardó (n° 127). En el presente volumen, Luis Robledo se interesatambién por otro aspecto de la actio, estudiando «El cuerpo como discurso: retórica,predicación y comunicación no verbal en Caramuel».

Otra aportación de gran importancia realizada en este dominio es la de FernandoRodríguez de la Flor, siempre atento a los fenómenos periféricos de la oratoria sagrada.En 1995 publicó un muy penetrante y documentado estudio sobre «La oratoria sagraday el dominio corporal» (n° 133). En 1999, con algunos cambios y complementos,Fernando de la Flor volvió a publicar su artículo, en un libro de sumo interés tituladoLa península metafísica. Arte, literatura y pensamiento en la España de laContrarreforma (n° 134). Más allá del caso de la oratoria sagrada este libro «irrumpecon decisión y bagaje multidisciplinar en el espacio de una polémica abierta», volviendosobre el problema de la diferencia y peculiaridad hispana.

La memoriaLa última «operación» de la retórica que nos queda por examinar es la memoria.

Aquí también sobresalen los trabajos de Fernando Rodríguez de la Flor, con un libro de1988 (n° 131) titulado Teatro de la memoria. Ensayos sobre mnemotécnica de los siglosxvi y xvn y un artículo de 1990 (n° 132), que versa sobre «La imagen leída: retórica,arte de memoria y sistema de representación». Ambos trabajos analizan los principalesproblemas que plantea esta actividad de memoria con perspectivas, a veces insospe-chadas, sobre el sistema de representación y el poder de la imagen leída y mentalizada.

Deste balance de los estudios realizados sobre oratoria sagrada del Siglo de Oro apartir del punto de vista de la filología o de la historia de la literatura, se puede sacar la

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conclusión de un avance en esos últimos veinte años. En el presente volumen, laaportación de Jean Croizat-Viallet es un buen ejemplo de estudio sintético.Evidentemente, siempre se podrá ahondar en los surcos abiertos en este campo,inseparable, repitámoslo, de la literatura coetánea (prosa, teatro y poesía).Profundizando en los problemas que plantea la evolución de la oratoria sagrada y en elquehacer de los predicadores en su «modo de predicar» (tanto en la materia predicadacomo en el tratamiento y en el estilo), podremos comprender mejor algunasmanifestaciones más estrictamente literarias. Quedan pues abiertas prometedorasperspectivas, entre las que dos merecen mención aparte: la, ya indicada, de lasmonografías centradas en predicadores singulares, y la de estudios, más bienmonográficos también, dedicados a un aspecto delimitado, un género (llaman laatención, por ejemplo, la oración fúnebre o el sermón de santos) o de un punto precisode la técnica literaria (por ejemplo la descripción o la metáfora).

VII. LA ORATORIA SAGRADA Y LA SOCIEDAD DEL S I G L O DE ORO

A lo largo del período reseñado aquí (desde 1985 hasta nuestros días) se haproducido una progresiva eclosión de trabajos orientados hacia el acercamiento a lasociedad del Siglo de Oro con especial atención a la sermoníostica. En varias ocasiones(n° 35, p. 100) repetí que la oratoria sagrada ofrecía un manantial tan rico como pocoaprovechado para el estudio de la sociedad áurea. Preconizaba yo que, sin salir deldominio de los estudios literarios se concediera más importancia a la dimensiónsociológica, estudiando, en particular, los sermones «ocasionales» nacidos de algunosacontecimientos extraordinarios (fiestas, sucesos notables, etc.) y más especialmente lossermones fúnebres. En concordancia con ilustres historiadores como Elliott invité a losinvestigadores (del campo de la literatura o de la historia) a que se hicieran cargo deestudios de la oratoria sagrada en esta nueva dirección «sociológica». Más reciente-mente, en el Congreso de la AISO de Alcalá de Henares (1996), insistí en lo que yoconsideraba como una verdadera carencia (n° 46, pp. 24-25) y saludaba la recienteaportación de jóvenes historiadores. Pero he de confesar que no habían llegado enton-ces a mi conocimiento unos cuantos trabajos muy significativos que me es grato citaraquí, como los de Rosa María González Peiro sobre «Los predicadores y la revueltacatalana de 1640» (n° 75), de Fernando Bouza Álvarez sobre «Oratoria sagrada ypublicística en la Restauraçâo Portuguesa» (n° 28), de F. M. Burgos Esteban sobre lapredicación en la época del Conde Duque de Olivares (n°31), y de Miguel Ángel NúnezBeltrán en varios trabajos sobre la predicación en Andalucía (n° 114 a 118). Entre elCongreso de la AISO y la publicación de las actas en 1998, otros artículos confirmaronla tendencia, como el libro de Bouza Álvarez (n° 29) o los artículos de Bernardo GarcíaGarcía (n° 71 y 72) que estudian el papel de la predicación en la retirada de la Corte delCardenal Duque de Lerma o en las sátiras contra el valido.

Como decía más arriba al iniciar el apartado VI, la oratoria sagrada o, digamosaquí, la predicación, fue en el Siglo de Oro un medio (tal vez el más eficaz) de trans-misión y explicación de de la palabra divina para, difundiendo la doctrina cristiana,poner en obra la ideología religiosa y plasmarla en una cierta realidad social. Desde lospulpitos la Iglesia ejercía una misión educadora y esta actuación no podía dejar dedesempeñar una función política, legitimadora las más veces (pero a veces no), de una

INTRODUCCIÓN 29

práctica social. Leer los sermones de entonces es llegar a conocer un aspecto importantede la influencia que ejercía la Iglesia y, por ahí, entender la sociedad peninsular.

Esta problemática que, partiendo de la producción sermonística, va más allá delcampo literario para desembocar en el dominio de la historia social ha merecido, desdehace ya algún tiempo, la atención de numerosos hispanistas atraídos por el estudio delcomportamiento del cuerpo social y sensibilizados a la trilogía «sociedad-poder-cultura». El «fenómeno» de la predicación como significante y el mismo contenidosignificado en los sermones justificaron otra forma de interpretación que, sindesconocer el estudio literario, exigió otras aportaciones brindadas por un amplioconjunto de ciencias sociales en torno a la historia y a la sociología, en una cada vezmás frecuente pluridisciplinariedad.

A decir verdad, los medievalistas (de literatura o de historia) y los especialistas delsiglo xviii habían abierto el camino, indicando la vía que seguir. Para la Edad Media, labibliografía es abundante y sólo bastará recordar, para limitarnos a eminentes filólogosde España, el estudio pionero de Francisco Rico (n° 126) Predicación y literatura en laEspaña medieval o el magistral libro de Pedro Cátedra (n° 34) Sermón, sociedad yliteratura en la Edad Media a propósito de San Vicente Ferrer en Castilla. En cuanto alsiglo XVIII, la bibliografía es también abundante. Sólo mencionaremos, por la incitaciónmetodológica o las sugerencias de contenido que conllevan, el artículo de CarmenFernández Rodríguez, Delia Rosado Martínez y Fermín Marín Barriguete sobre «Lasociedad del siglo xvm a través del sermonario. Aproximación a su estudio» (n° 66) ylos trabajos de Aguilar Piñal (n° 2) sobre «Predicación y mentalidad popular en laAndalucía del siglo XVIII», de García Martínez (n° 73) sobre «La predicación en Sevilladurante el siglo xvm» y de Vázquez Lesmes (n° 153) sobre «La predicación en lacampiña cordobesa a finales del siglo xvm. Sermones: clasificación y comentarios».

Después de las fundamentales aportaciones de Michel Vovelle, de quien se hallatraducido al castellano sólo un libro (n° 154), el dominio de la historia de lasmentalidades ha conocido un fecundo desarrollo. Véase al respecto el artículo deDarreiro Mallón (n° 24). Difícil es delimitar lo que pertenece al área de la historiastricto sensu, y lo que corresponde a la historia de las mentalidades en la que confluyenvarias ciencias sociales.

En la herencia, más o menos aceptada o discutida, de Maravall y de Elliott,eminentes historiadores vienen ejerciendo por sus publicaciones o las investigacionesque dirijen, un fecundo magisterio. Cabe señalar, en primer lugar, a León CarlosAlvarez Santaló, catedrático de la Universidad de Sevilla, autor de fundamentalestrabajos sobre la época barroca (n° 7 a 12). Aunque nunca se refiere a la mismapredicación, muchas de sus aportaciones, particularmente lo tocante al libro dedevoción, al espectáculo religioso barroco y, de manera general, a la religiosidadbarroca, son extensivas al dominio de la oratoria sagrada y aprovechables para suestudio. También Fernando Bouza Alvarez, de la Universidad Complutense de Madrid,ha publicado estudios fundamentales (n° 29 y 30) que pueden servir a la lectura de lossermones. Enrique Martínez Ruiz, también de la Universidad Complutense, dirige unimportante equipo de investigadores que se centra en el tema «Iglesia y sociedad en elAntiguo Régimen», del que la sermonística no queda ausente. Asimismo José SánchezHerrero, catedrático de la Universidad de Sevilla dirije el CEIRA (Centro de Estudios e

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Investigaciones de la Religiosidad Andaluza) que da amplia cabida a la oratoria sagradadel XVII.

Finalmente cabe señalar la tesis que en 1988 Gwendolyn Barnes Karol defendió enla Universidad de Minneapolis sobre «Sermons and the discourses of power. Therhetoric of religious oratory in Spain (1550-1900)» que se publicó en Minnesota (n°22). La parte principal del estudio, dedicada al Siglo de Oro, es interesantísima paranuestro propósito. En sus muy nutridas y bien documentadas páginas, hay numerososanálisis argumentados con rigor y en general muy convincentes. Gwendolyn Barnes nose refiere a la bibliografía reciente (y europea) sobre oratoria sagrada del Siglo de Oro,pero su conocimiento de la sermonística barroca es impresionante. En 1992, esaspáginas de la tesis fueron resumidas en un artículo publicado en una obra colectiva (n°23).

Así esta orientación «sociológica» cobra cada vez más importancia, tanto entre loshistoriadores como entre los especialistas de literatura. Mentaré aquí los trabajos dePedro Gan Giménez sobre «El sermón y el confesionario, formadores de la concienciapopular» (n° 68), de Pablo Fernández Albadalejo (n° 63), de Bernardo García García(n° 71 y 72) ya referidos, de Miguel Ángel Núñez Beltrán (n° 118) y de FernandoNegredo del Cerro (n° 109, 110, 112) y mi comunicación en el seminario sobre laCapilla Real (n° 48). En el presente volumen, la colaboración de Francisco Henares esbuen ejemplo de la pluridisciplinariedad que puede establecerse entre la literatura y lasciencias sociales.

Insistamos, sin embargo, en un punto, y es que en los estudios así enfocados no setrata de hacer un catálogo de escenas de la vida cotidiana ni una explotación«costumbrista» de los sermones, aunque, hay que recordarlo, dicha actividad es no sólolícita sino también muy provechosa. Lo que aplaudo —con otros muchosinvestigadores— es que la oratoria sagrada del Siglo de Oro sirva ya de material paraun análisis en profundidad que permita llegar a conclusiones explicativas delfuncionamiento de la sociedad áurea.

Para concluir, muy rápidamente, estas páginas que no pretenden sino servir deintroducción al número temático de nuestra revista Criticón sobre oratoria sagrada delSiglo de Oro, diré que el balance de los casi veinte años pasados es, globalmente, muypositivo y alentador, por la importancia numérica y la calidad general de lo publicado.

Tanto en el campo estrictamente literario como en el dominio de las cienciassociales, especialmente de la historia de las mentalidades, la oratoria sagrada del Siglode Oro y, de manera más concreta, los mismos sermones áureos (llamados a veces«barrocos») han conocido valiosos estudios.

Las perspectivas que se ofrecen son prometedoras. El conjunto de las colaboracionesreunidas en el presente volumen es, creo yo, buena prueba de ello. Pero, como losautores y los editores áureos, al publicar un libro, ponían su contenido Sub correctioneSanctce Matris Ecclesice, yo dejo esta mi opinión a la rigurosa apreciación del atento yjuicioso lector.

INTRODUCCIÓN 31

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Resumen. En esta introducción ai doble número temático dedicado a la oratoria sagrada española del Siglode Oro, se intenta hacer el balance de los estudios llevados a cabo en este campo de investigación desde 1985hasta hoy según diferentes enfoques. A partir del estado actual se proponen varias perspectivas para unporvenir próximo. Una bibliografía de lo publicado en el mismo período 1985-2002 termina estaintroducción.

Résumé. Cette introduction au numéro double consacré à la prédication espagnole au Siècle d'or tente dedresser le bilan des études réalisées dans ce domaine de 1985 à nos jours suivant différents angles. À partir del'état actuel sont proposées plusieurs perspectives pour un proche avenir. Une bibliographie de ce qui a étépublié au cours de la même période 1985-2002 termine cette introduction.

Summary. This introduction to the double thematic issue devoted to Spanish Golden-Age Sacred oratoryendeavours to give an account of the studies concerning this field of research undertaken, from différentpoints of view, since 1985 to the présent day. From the current state of affairs, various possible perspectivesare put forward for the future. A bibliography of the studies published in the period 1985-2002 concludes theintroduction.

Palabras clave. Bibliografía. Oratoria sagrada. Predicación. Sermón.

Primera parte:

El taller del sermón