acontecimiento nº 98

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LA POLÍTICA Y EL BIEN COMÚN ACONTECIMIENTO 2011 SECCIONES El bien común en la encrucijada del pensamiento social católico Nosotros, los excluyentes del bien común Los intereses creados en torno al botín Vigilando las democracias; conjurando el populismo ¿Es posible educar hoy para el bien común? ANALISIS El acontecimiento será nuestro maestro interior (Emmanuel Mounier) REVISTA DE PENSAMIENTO PERSONALISTA Y COMUNITARIO Número 97 2010/4 Año XXVI www.mounier.org REVISTA DE PENSAMIENTO PERSONALISTA Y COMUNITARIO Número 98 2011/1 Año XXVIi www.mounier.org PVP 4,00 PVP 4,00 POLÍTICA Y ECONOMÍA La situación de las hipotecas en España EDUCACIÓN El elefante miedoso PENSAMIENTO El hombre, oportunidad de Dios en un mundo en que Dios es banal RELIGIÓN La fe como final trágico 98

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Número 98 de la revista Acontecimiento

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S • El bien común en la encrucijada delpensamiento social católico

• Nosotros, los excluyentes del biencomún

• Los intereses creados en tornoal botín

• Vigilando las democracias;conjurando el populismo

• ¿Es posible educar hoy para elbien común?

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El acontecimiento será nuestro maestro interior (Emmanuel Mounier)

REVISTA DE PENSAMIENTO PERSONALISTA Y COMUNITARIO ❚ Número 97 ❚ 2010/4 ❚ Año XXVI ❚ www.mounier.orgREVISTA DE PENSAMIENTO PERSONALISTA Y COMUNITARIO ❚ Número 98 ❚ 2011/1 ❚ Año XXVIi ❚ www.mounier.org PVP 4,00 €PVP 4,00 €

POLÍTICA Y ECONOMÍA■ La situación de las hipotecas

en España

EDUCACIÓN■ El elefante miedoso

PENSAMIENTO■ El hombre, oportunidad de Dios en

un mundo en que Dios es banal

RELIGIÓN■ La fe como final trágico

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«El acontecimiento será nuestro maestro interior». Emmanuel M ounier (-)Revista de pensamiento personalista y comunitario � Órgano de expresión del Instituto E. M ounier � � ⁄ � www.mounier.org

E n apenas tres meses, como un re-guero de pólvora, la insurrección seha extendido por el Magreb (Occi-

dente) y el Mashreq (Levante) de ese mun-do que ni siquiera acertamos a definir lla-mándolo árabe o islámico, haciendo caer go-biernos, zarandeando a otros y, por desgra-cia, transformándose en guerra civil en Libia.

En occidente nadie contaba con los mo-vimientos espontáneos que han sacudido aestas naciones. La perplejidad de los go-biernos europeos y norteamericano delatala imprevisión de los poderosos, una más,después de la imprevista crisis económicaque hacía temblar a las sociedades de lasnaciones satisfechas. Ambas crisis impug-

nan el orden mundial vigente desde la caí-da del muro de Berlín, acontecimientocon el cual guardan ciertas semejanzaslas rebeliones actuales.

La prepotencia norteamericana y, a suzaga, la europea se ha arrogado el dere-cho a pronunciar en cada momento la pa-labra que defina a estos pueblos. La últi-

EDITORIAL

Continúa en la página siguiente

PRÓXIM OS NÚM EROS 2011

• Los recursos naturales yel futuro de lahumanidad

• Los retos delpersonalismo

EDITA: Instituto Emmanuel M ounierc/ Melilla, 10 - 8º D ❚ 28005 MadridTel.: 91 473 16 97http:// www.mounier.esPeriodicidad: trimestralISSN: 1698-5486Depósito legal: M-3.949-1986DISEÑO Y PRODUCCIÓN: La Factoría de Ediciones,Tel.: 91 521 32 20 ❚ [email protected] PRESIÓN: Egraf, S. A. (Madrid)

CONSEJ O DE REDACCIÓNDirector: Luis FerreiroSecretario: Fernando [email protected] CapillaCarlos DíazJ osé Antonio FernándezTeófilo González Vila

Carmen HerrandoJ osé M. Linares PovedaJ ulia Pérez RamírezEsther Díaz PérezRicardo de Luis Carballada

La conquista de la palabra del M agreb al M ashreq

ANÁLISIS01 Editorial■ POLÍTICA Y ECONOM ÍA

03 Sahara Occidental: si no se impone a M arruecos elreferéndum, el peligro del retorno a la guerra esreal, por Carmelo Ramírez Marrero

05 La situación de las hipotecas en España,por Fernando Soler Toscano

07 El político y el profeta, por Nelson Pilosof09 La utopía de una empresa centrada en la persona:

SOLUTEC, por Miguel Ángel Moral y Luis Ferreiro■ EDUCACIÓN

12 El elefante miedoso, por Luis Enrique Hernández■ PENSAM IENTO

13 El hombre, oportunidad de Dios en un mundo enque Dios es banal, por J osé Luis Loriente Pardillo

15 ¿Entrar en estos asuntos, o ignorarlos? De cosasque salen en la sopa, producen sopor y, a algunos,soponcios, por Carmen Herrando

■ RELIGIÓN19 La fe como final trágico, por J oseba Bonaut■ OFICIO DE ESCRIBIR

20 M éxico Distrito Federal, por Esther Díaz Pérez21 Camino hacia La Luz, por J osé L. Rozalén Medina■ NOTICIAS DE LOS FOCOS DEL IEM

22 Presentación del «M anifest al servei delpersonalisme», por Albert LLorca

26 PRESENTACIÓN27 El bien común en la encrucijada del

pensamiento social católicoAntonio Osuna Fernández-Largo

33 Nosotros, los excluyentes del bien comúnCarlos Díaz

36 Los intereses creados en torno al botínAntonio Colomer Viadel

39 Instituciones abarrotadas, espacios vacíos,democracias deshabitadasAndrés García Inda y Chaime Marcuello Servós

45 Vigilando las democracias;conjurando el populismoEmilio Andreu

50 Administración Pública y bien comúnJ aime Rodríguez-Arana Muñoz

54 ¿Es posible educar hoy para el bien común?Fernando Vela López

59 Entrevista a Eugenio NasarreAcontecimiento

SECCIONES

La políticay el bien común

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cesario para aprender a decir, con sentido,«nosotros».

Ante todo esto, ¿qué deben hacer lospaíses de occidente? No es fácil, pero esnecesario que sean coherentes con su ca-rácter democrático, más allá de sus pro-pias fronteras. Hasta hoy, las democraciasoccidentales han contemporizado con losregímenes tiránicos que han gobernado enel Magreb y en el Mashreq, tapándose losojos ante sus abusos, con tal que salva-guardaran sus intereses en la zona: ¡de-mocracias patrocinando regímenes antide-mocráticos!, esa ha sido la política nortea-mericana y europea, y eso es lo que tieneque cambiar. En consecuencia, a nuestrosgobernantes debemos exigirles un compro-miso radical con quienes luchan por la de-mocracia en estos países.

Luis FerreiroDirector de Acontecimiento

nerle la palabra que lo identificaba y expre-saba sus deseos sin contar con él.

Ahora estos pueblos han dicho ¡basta!Ya no están dispuestos a que hablen porellos, reclaman la palabra para expresarcon ella su voluntad real. Las rebelionesactuales, con toda su vehemencia, son lasalida natural de la olla a alta presión detan prolongada represión. Su carácter con-tagioso denota un fuerte componente emo-tivo, un ansia irreprimible de gritar por lapropia dignidad humillada tan largamente.No podemos exigirles a estos hombres ymujeres que tengan una estrategia y unplan organizado para levantar otra clase desociedad. Para ellos vendrá un tiempo difí-cil de ensayos, errores y, posiblemente, re-trocesos. Tienen derecho a equivocarse y aque respetemos sus fallos.

Hay que comprender que la primera pa-labra que conquista un pueblo oprimido es:«¡No!». La conquista del «sí» es más difícil,requiere más tiempo, tanto como sea ne-

ma de ellas, «la civilización islámica», de-signa un hipotético peligro naciente y cons-tituye, así, un presunto bloque islámicoque vendría a suplir la función de oposiciónal occidente capitalista, dejada vacante porel bloque soviético, y que había sumido enuna gran incertidumbre a su lucrativa in-dustria de armamentos.

Al mismo tiempo, las minorías dominan-tes en estos países redujeron a sus pueblosal silencio, e instauraron regímenes autori-tarios o totalitarios. Primero, las monar-quías, petroleras o no, de las cuales aúnquedan varias en el poder (Arabia, Marrue-cos), después, la oleada nacionalista inspi-rada en Nasser, de las que surgieron tiranoscomo Sadam Hussein, Hafed el-Assad, Ga-dafi, etc., por último, como una epidemia,vendría la oleada islamista (Irán, Sudán… ).Pero en casi todas, además de la corrupcióny enriquecimiento de la minoría en el poder,el común denominador ha sido arrebatar lapalabra al pueblo, y, especialmente, impo-

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Carmelo Ramírez M arreroConsejero de Solidaridad Internacionaldel Cabildo de Gran CanariaPresidente de la Federación Estatalde Instituciones Solidarias con elSáhara (FEDISSAH)

La naturaleza del conflicto delSahara Occidental está en unproceso de descolonización in-

conclusa de la antigua colonia espa-ñola, ocupada por España desde fina-les del siglo , durante casi un siglo.A pesar de que el Pueblo Saharaui tie-ne derecho al Referéndum de desco-lonización, reconocido en la Resolu-ción de la Asamblea General dela O.N.U. desde principios de la déca-da de los años , el Gobierno de Es-paña, presidido por Arias Navarro,firma los ilegales Acuerdos Triparti-tos de M adrid en noviembre de

con los Gobiernos de M arruecos yM auritania, repartiéndose el territo-rio del Sáhara Occidental y siendoocupado violentamente por los ejér-citos de ambos países, produciendouna verdadera masacre sobre la po-blación civil saharaui, bombardeadaen su huida por el desierto hasta Tin-duff, donde malviven desde entoncesen Campamentos de Refugiados, endurísimas condiciones de vida y de-pendiendo de la ayuda internacional.La población saharaui que no logróhuir vive desde entonces en los Terri-torios Ocupados del Sahara Occiden-tal, sufriendo todo tipo de vejacionesy humillaciones por parte de los ejér-citos ocupantes.

Desde el año el Frente Polisa-rio mantiene una guerra con M auri-tania y M arruecos. En se firma elacuerdo de Paz con M auritania, reti-rándose este país del territorio, el cuales ocupado en su totalidad por elejército invasor marroquí. Con el Go-bierno de M arruecos se firma en

un Plan de Paz y se acepta por las dos

partes la celebración de un Referén-dum de Autodeterminación en ,acorde con los principios de laO.N.U. y los derechos del Pueblo Sa-haraui a decidir libremente su futuro.

A pesar de ello el Gobierno de M a-rruecos incumple estos acuerdos yobstaculiza la celebración del Refe-réndum, ocupando la totalidad delSahara Occidental desde hace añose incumpliendo con ello el más demedio centenar de Resoluciones de laO.N.U.

¿Cuál es la situación en estos mo-mentos?. M arruecos ocupa ilegalmente el

territorio del Sahara Occidentaldesde hace años e impide la ce-lebración de un Referéndum libre,democrático y con todas las garan-tías para que el Pueblo Saharauidecida su futuro: si se integra en el

Reino de M arruecos o crea un Es-tado independiente.

. El Gobierno de M arruecos inten-ta imponer un Estatuto de Auto-nomía, que presupone la acepta-ción de la soberanía marroquí delterritorio sin que le avale ningúnderecho, como puso de manifies-to el dictamen del tribunal Inter-nacional de Justicia, de octubre de.

. Esta ocupación ilegal es posiblepor el apoyo que el Gobierno deM arruecos recibe, sobretodo de losGobiernos de Francia, España yEE.UU., y la complicidad de laO.N.U. y la U.E. Estos organismosinternacionales y gobiernos no du-dan en primar la defensa de sus in-tereses económicos por encima delrespeto a las resoluciones a favordel Derecho de Autodetermina-

POLÍTICA & ECONOM ÍAACONTECIMIENTO98 3

Sahara Occidental:Si no se impone a Marruecos el referéndum,el peligro del retorno a la guerra es real

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ción del Pueblo Saharaui y el res-peto a los Derechos Humanos.

. El Gobierno de M arruecos ejercedesde hace años una represióndurísima sobre la población civilsaharaui de los Territorios Ocupa-dos, violando los Derechos Hu-manos, los derechos económicos ylos derechos políticos de la pobla-ción autóctona.Numerosas organizaciones defen-soras de Derechos Humanos handenunciado los abusos que el Go-bierno de M arruecos ejerce en elterritorio sobre la población saha-raui: asesinatos, desapariciones,encarcelamientos, torturas, alla-namiento de viviendas, violacio-nes y un largo etc. son parte delmartirio que este pueblo sufrecada día. A ello hay que añadir elexpolio de las riquezas del SaharaOccidental, como los fosfatos, lapesca, la arena o los minerales queproporcionan enormes beneficiosal régimen marroquí y que se hacecon la complicidad de la U.E. yotros gobiernos.

. España tiene una especial respon-sabilidad en el Genocidio de estepueblo. Fue la potencia colonial,no celebró el Referéndum, firmólos Acuerdos Tripartitos de M a-drid en que provocaron la ile-gal invasión del territorio, ha pro-piciado la venta de armas a M a-rruecos y el expolio de las riquezasnaturales y, lo peor, apoya la ocu-pación marroquí y la estrategia dela autonomía del territorio. Toda-vía no ha condenado al Gobiernode M arruecos por la violación delos Derechos Humanos.

. Toda esta realidad se ha eviden-ciado con el violento desmantela-miento de la protesta pacífica del

campamento de Gdaim Izik, don-de el Ejército y la policía marroquíactuaron con extrema dureza con-tra los . manifestantes pací-ficos, provocando asesinatos, tor-turas, detenciones, desaparecidos ydestrucción de muchas viviendassaharauis, impidiendo, además, elacceso al territorio a periodistas yobservadores internacionales paraseguir actuando con total impuni-dad. M ientras, la O.N.U., la U.E.,Francia, España, EE.UU.,… mi-rando para otro lado.

Conclusión:La situación actual corre el grave

peligro de estancarse definitivamen-te por la obstrucción marroquí a la

celebración del Referéndum de Au-todeterminación, con todas las op-ciones (integración o independen-cia) y desembocar nuevamente enuna guerra que provocaría gran in-estabilidad en la zona y mayor sufri-miento para un pueblo indefenso,que lleva años esperando por elefectivo reconocimiento de sus dere-chos.

En abril del el Consejo de Se-guridad de la O.N.U. tiene la últimaoportunidad para imponer la solu-ción legal y pacífica al Gobierno deM arruecos o asumir su responsabili-dad directa si se impone la confronta-ción bélica.

Enero,

ACONTECIMIENTO98POLÍTICA & ECONOM ÍA4

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Fernando Soler ToscanoProfesor. Universidad de Sevilla.

El año se ha cerrado con unrécord en procesos judicialesde ejecución hipotecaria, más

de ., según estimación de laAgencia Negociadora de ProductosBancarios. Esta cifra viene a conti-nuar una serie ascendente de .

ejecuciones en , más de . en y casi . en . Detrás deestos números hay otras tantas fami-lias a las que, después de haber perdi-do su hogar, aún espera un largo cal-vario.

No están muy lejos los tiempos enque se concedían hipotecas por hastael % del valor de compra de los in-muebles, hipotecas con las que nosólo se adquiría un nueva propiedad,sino que igualmente servían para pa-gar los muebles, coches, viajes, etc. Alcalor de unos bajos tipos de interés yconvencidos de que los precios de lavivienda nunca dejarían de subir,bancos y tasadores, junto a inmobi-liarias y constructoras (por supuestocon la complicidad de políticos deuno y otro color), se convirtieron engrandes aliados en la misión de abul-tamiento de los precios. Como hemoscomentado, infladas tasaciones ani-maban a la concesión de hipotecasincluso por encima del valor de com-praventa, según una fórmula benefi-ciosa para todos, pues en muchos ca-sos hasta el comprador aprovechabalos beneficios fiscales del préstamohipotecario (es decir, el dinero que lepagamos entre todos) para la adquisi-ción de bienes diferentes del inmue-ble.

Lo que ha pasado desde entonceses tristemente conocido. En la crisisactual, en buena parte debida a losexcesos debidos a un crecimiento deinestables cimientos, cada vez son

más las familiascon dificultadespara llegar a fin demes. El año

nos dejó , millo-nes de parados y un,% de hogaresespañoles viviendopor debajo del um-bral de la pobreza.De ahí las miles deejecuciones hipote-carias de los últi-mos años, y las queaún tendrán quellegar.

Si bien es duro para cualquier fa-milia el enfrentarse a un proceso deejecución hipotecaria, donde con lacasa que pierde se desvanecen sus es-fuerzos e ilusiones, la legislación hi-potecaria española lo hace aún máscruel. Aunque se venda el inmuebleen subasta pública, el ejecutado aúntendrá que pagar la diferencia entre elvalor de subasta y su deuda hipoteca-ria. M ás aún la Ley de Enjuiciamien-to Civil establece que si la subastaqueda desierta, el banco puede que-darse el inmueble por el % de suvalor de tasación, y por supuesto aúnpuede seguir reclamando al ejecutadola deuda pendiente.

Se entenderá con un ejemplo ima-ginado. Un ciudadano adquiere unavivienda en por . euros.En el momento de la escritura ya hapagado . euros a la inmobilia-ria, por lo que le bastaría con una hi-poteca de unos . euros. Peroresulta que una semana antes de la es-critura, le llega la tasación «indepen-diente», y asombrado descubre quesu vivienda ya «vale» nada menos que. euros. «¿No quieres que teprestemos los . euros?».«Hombre, pues… ¡claro que sí!, coneso puedo amueblar la casa y cambiarde coche sin tanto apuro». Así que

. euros de hipoteca, por su-puesto a o años. Cuando tresaños después este buen hombre sequeda en paro y se tiene que enfren-tar a una ejecución hipotecaria, sudeuda asciende a . euros. Jun-to al embargo y desahucio, la vivien-da sale a subasta pública en . Denuevo, llega aquel tasador «indepen-diente» que firmó los . euros,pero ahora resulta que tasa el inmue-ble en . euros. La subasta que-da desierta y el banco se adjudica lacasa por . euros (dinero que notiene que pagar), reclamando aún. euros al ejecutado. En resu-men, haciendo números muy grose-ros:

• Cuando el ejecutado liquide sudeuda habrá pagado (a la inmobi-liaria y al banco) más de .

euros con intereses y no tienecasa.

• El banco había prestado .

euros, pero ha recuperado más de.. ¿Entonces pierde .

euros? No, porque tiene una casaque intentará vender por todoslos medios al próximo cliente quellegue a pedir una hipoteca. Cual-quier euro que consiga por estacasa es pura ganancia.

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La situación de las hipotecas en España

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Así se las gastan nuestros bancos.En una situación de aumento de pre-cios (o al menos estabilidad) no ocu-rren estos problemas, pues el propie-tario puede vender la vivienda antesde enfrentarse a la ejecución hipote-caria, pero cuando los precios no de-jan de bajar cada vez son más los ciu-dadanos que no pueden saldar sudeuda con la venta del inmueble. Elsiguiente gráfico, de fotocasa.es,muestra la evolución del precio de lavivienda, por metro cuadrado, desdemáximos en septiembre de

(. €/m²), hastafinales de

(. €/m², lo quesupone un descen-so del % desdemáximos). No sonpocos los informesque prevén que lacaída se acelere en.

En un informede octubre de ,Standard & Poor’sestimaba que el %de las viviendas hi-potecadas en España valían menosactualmente que la deuda pendiente,y que si el precio de la vivienda con-tinúa cayendo este porcentaje puedellegar fácilmente al %. ¿Quién esculpable de esta situación? En mu-chos casos, los hipotecados fueronimprudentes, asumiendo riesgoscuya situación económica desacon-sejaba. Pero en esto fueron animadospor toda la industria inmobiliaria yespecialmente por los bancos, que alfin y al cabo son los profesionales delcrédito, y deberían también tenercierta responsabilidad sobre el dine-ro que prestan. Y también deberíandar explicaciones las agencias de ta-sación, teóricamente independientes,que parecen tasar siempre en benefi-cio de la banca, al alza cuando con-

viene dar crédito y a la baja cuandohay que limitarlo.

Tal como está hoy en día la ejecu-ción hipotecaria en España, todo elpeso cae sobre el ejecutado, el siste-ma está montado para que el banco,al final, siempre gane. Y si el bancotose, ya vendrá el Gobierno a prestar-le dinero, pero al ciudadano siemprese le exigirá que pague hasta el últi-mo euro. La situación no es así enotros países cercanos. En Francia, la«ley de la segunda oportunidad», de, regula la condonación judicial

de las deudas de las personas físicasmediante la liquidación del patrimo-nio. También en Inglaterra y EstadosUnidos está contemplada la daciónen pago, es decir, la anulación de ladeuda mediante la entrega del in-mueble. En Alemania y Portugal, porotra parte, existe la posibilidad decondonación parcial de la deuda encaso de deudores «de buena fe». EnEspaña, la dación en pago está con-templada por la Ley H ipotecaria,pero no es obligatoria para los ban-cos, que sólo la aceptan cuando venimposible recuperar el préstamo.Frente a . ejecuciones hipote-carias, en sólo se produjeron,según estimaciones, entre . y. daciones en pago en nuestropaís.

Con frecuencia aparecen iniciati-vas legislativas para regular la daciónen pago en España. El pasado mes dediciembre fue CiU quien presentó alCongreso de los Diputados una mo-ción que recogía varias medidas antesu «preocupación por el incrementode los procesos de ejecución de prés-tamos hipotecarios y de las conse-cuencias sociales y económicas quede ello se derivan». El Gobierno acep-tó estudiar algunas de las propuestas,pero rechazó la más importante, laque establecía la dación de la vivien-

da en pago de latotalidad de ladeuda hipoteca-ria. El M inistrode Fomento, JoséBlanco, con com-petencias en Vi-vienda, mostrabasu rechazo a ladación en pago«porque no sepuede poner enpeligro a las ins-tituciones finan-cieras españo-

las». Instituciones financieras a lasque se les soltaron . millonesde euros, pero no se les exigen medi-das de protección a los ciudadanos.

¿Dónde queda nuestro derecho a«disfrutar de una vivienda digna yadecuada»? Por supuesto que la pro-piedad no es el único modo de dis-frutar de una vivienda digna, pero sise nos concede tal derecho debemospoder ejercerlo con ciertas garantías.Al menos los poderes públicos podríantratar al ciudadano igual que a unaempresa en concurso de acreedores,que en la práctica puede hacer borróny cuenta nueva, liquidar sus deudas yempezar desde cero. ¿Por qué la varaes mucho más dura con las personasfísicas que se enfrentan a una ejecu-ción hipotecaria?

ACONTECIMIENTO98POLÍTICA & ECONOM ÍA6

Page 8: Acontecimiento nº 98

Nelson P ilosofFilósofo y empresario. Uruguay.

Desde la antigüedad se repiten enla historia dos perfiles de perso-nalidades que dirigen sus men-

sajes a sus pueblos. Por un lado, el po-lítico, y por otro, el profeta. Son dosactitudes diferentes. Dos posturasante la comunidad, de la cual recla-man atención. La comunidad es eldestinatario esencial de ambos men-sajes. Se generan dos interacciones di-ferentes entre sí.

El político aspira al poder, desde elcual desea gobernar. Poder y gobier-no del Estado se unen en la vocacióndel político. Si es parte de un régimendespótico busca imponer sus orienta-ciones y políticas, haciendo pesar laautoridad del Estado para asegurar suvigencia y vigilar su acatamiento o in-cumplimiento. Si integra un régimendemocrático, el político busca obte-ner el apoyo de la opinión públicapara consolidar electoralmente susaspiraciones de llegar al poder. Unavez en el ejercicio del mismo, sigue li-gado a la opinión pública, tanto parainformar sobre su actuación comopara estar presente en la misma conmiras preferenciales al futuro.

La relación entre político y socie-dad incluye otros componentes fun-damentales. El público requiere que elpolítico le diga la verdad. Este requeri-miento no deja de tener sus riesgospara el político. Está en juego su credi-bilidad. Si la pierde de antemano, sabeque no llegará al poder. Para mante-nerla tiene que desarrollar el arte espe-cial de decir la verdad, si no tiene laforma de ocultarla cuando no es ur-gente que la proclame. Pero su dilemasurge cuando, al decir la verdad, al pú-blico no le gusta su contenido.

El proceso electoral y el gobiernoson dos etapas del mismo desarrollo,

pero de características distintas. Enla etapa electoral predominan laspromesas. En el gobierno debe cum-plirse con lo prometido. Por tanto, elpolítico tiene que incrementar lacredibilidad y la esperanza para lle-gar al poder. Desde el gobierno de-bería también dar pruebas de cum-plimiento. Pero si a veces debe adop-tar decisiones que no se avienen a laspromesas electorales, sabe quearriesga su credibilidad… y su futu-ro. Por tanto, para el político el olvi-do o la pobreza de memoria de lasma-sas son recursos decisivos. Tam-bién tiene dificultades cuando debeadoptar posiciones imprevistas, parair acompañando la volubilidad y vo-latilidad de las opiniones públicas.En definitiva, está ligado a lo quepiensan y quieren los electores, seabueno, regular o malo. Corre peligrosu carrera si arriesga su «populari-dad».

El profeta es un personaje diferen-te. Por lo general, es parte de los es-

tratos más humildes de la sociedad, ycarente de toda influencia.

Puede no serlo. Lo que da fuerza asu posible mensaje no es la pertenen-cia a un determinado estrato social.Es el valor per se del mensaje.

Surge de pronto un «llamado inte-rior» que lo compromete a profetizar.Su primera reacción es la resistencia aese llamado. Intuye que si transmite ala sociedad el mensaje que le llegadesde su mundo íntimo, todos le ve-rán como peligroso e inconveniente.Tiene miedo de asumir lo que apare-ce en su conciencia, donde resuenaindependiente una voz que no es lasuya, y tiene resonancias de trascen-dencia.

Pero su resistencia se resquebrajaante el magnetismo de la energía es-piritual que lo convoca al cumpli-miento de una misión: decir a la so-ciedad la verdad, aquella que ni si-quiera se desea oír. Reconoce deantemano su impopularidad y lasconsecuencias adversas a las que se

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El político y el profeta

Page 9: Acontecimiento nº 98

expone por decir lo que debe, aunqueno quiera decirlo.

M ientras el político confía que elolvido colectivo correrá a su favor, elprofeta quiere, justamente, impedirel triunfo del olvido. Es el vocero dela memoria. Hace recordar a la co-munidad que se ha apartado de losvalores y de los principios, a las cua-les está comprometida básicamente.Reclama el recuerdo y exige el cum-plimiento de lo que se ha olvidado oviolado. Como es de esperar, la co-munidad reacciona contra el profetaque, por tal, está destinado a no ser«popular». La verdad que él procla-ma no depende del consenso públi-co ni de la opinión de la mayoría. Lasuma mayoritaria de lo contrario ala verdad no deroga la verdad. Laverdad subsiste aunque haya unosólo que la sustente y defienda. Lamayoría no tiene el poder de con-vertir lo erróneo en verdadero, ni lofalso en auténtico, ni lo malo enbueno.

El profeta no es un augur. No anti-cipa lo que va a suceder. Coloca antesu interlocutor las opciones que se leabren, según su decisión coincida conlo auténtico del mensaje o no. Lasconsecuencias del incumplimiento,buenas o malas, recaerán ahora en lacomunidad, según sea el comporta-

miento elegido. El profeta no hace nipuede hacer concesiones. No esperaque su poder provenga de la comuni-dad. Ha sido elegido para cumplir uncometido, sean cuales sean las conse-cuencias. Llama a responsabilidad, yno tiene la potestad de disiparla.

Cuando se alza la voz del profeta, susecos resuenan en las conciencias que noquieren oír. El profeta no promete re-galías y derechos, para obtener el favordel público. Les habla de deberes in-cumplidos que deben cumplirse. Sólocumpliendo dichos deberes, vendránluego los auténticos beneficios y dere-chos.Alivianar la conciencia compro-metida en la realización de los debereses desarticular las bases morales de lasociedad. Un equilibrio compaginadode derechos y deberes abre los portalesde la armonía social. Es el predominiodel espíritu. Su desequilibrio conduceal caos y la confrontación.

A lo largo de la historia de la con-ciencia humana, y más aún en lostiempos que vivimos, muchos prefie-ren eludir la responsabilidad y elcompromiso.

Es más cómodo que no se alcenvoces proféticas. Es más fácil exigir alos políticos que rindan cuentas.

Si el profeta no habla, no asume supapel. Pero no logra acallar su con-ciencia. Siente una silenciosa y firme

reclamación para que transmita elmensaje, del cual no es propietario.El verbo a proclamar está destinado ala comunidad de las personas con-cretas.

El silencio del profeta equivale arehuir el compromiso. Cuando elprofeta calla, queda en suspenso elmensaje profético. Si recibe el «lla-mado interior» no debe quedar confi-nado al silencio de su intimidad.Debe comunicarlo al prójimo. Si lohace, cumple con la misión para laque fue escogido.

Cuando habla el profeta, las con-ciencias se estremecen. No puedenimpedirlo, aunque rechacen lo queoyen, pero no quieren oír.

Simientes remecedoras comenza-rán a actuar. Tarde o temprano, cadaconciencia se enfrentará a sí misma.Podrá intentar silenciar la «voz exte-rior». No logrará enmudecer la «vozinterior», donde comienzan a germi-nar las «simientes proféticas».

En definitiva, la cosecha perteneceal creador del mensaje.

Hay muchos políticos. Faltan pro-fetas. No hacen fila quienes quieranserlo. Uno llega a reflexionar. Muchasmadres quisieran que sus hijos seanpolíticos. ¿Cuántas aspiran a que sushijos sean profetas?

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Page 10: Acontecimiento nº 98

M iguel Ángel M oraly Luis FerreiroAsociación por un Interés Solidario

1. Introducción

Se nos ha pedido transmitir la expe-riencia de una pequeña empresa queha querido combinar la eficienciaempresarial con la cultura de la soli-daridad, demostrando que no sólo noson antagónicas, sino que, además, serefuerzan entre sí.

Esta experiencia ha tenido lugar enSevilla, capital de Andalucía, en Espa-ña, y ha durado cinco años, hasta quela crisis actual ha obligado a suspen-derla provisionalmente, con ánimode reemprender el camino en el plazomás corto posible.

Una inspiración fundamental enesta experiencia ha sido el pensa-miento de Emmanuel M ounier, puesen ella hemos querido aplicar la teo-ría personalista a la práctica econó-mica, ideando un modelo empresa-rial mucho más humano que el habi-tual, con unas relaciones laborales yuna acción educativa muy satisfacto-rias.

2. Andalucía, una región deldesempleo crónico

Es necesario comenzar por situar estaexperiencia en su contexto social ehistórico. Nos situamos en Andalu-cía, en el sur de España, una región de. Km2, con más de siete millo-nes de habitantes. Uno de los últimosterritorios integrados en el reino es-pañol, a finales del siglo , median-te una rápida conquista que dio a lu-gar a repartos de tierras en grandesextensiones que configuraron exten-sos latifundios. A esto se añadió un

fuerte desarrollo comercial en lospuertos de Sevilla y Cádiz, por dondeentraron las inmensas riquezas quelas flotas de Indias traían de América,una riqueza que no se quedaba enAndalucía.

Con el tiempo el contraste entre lariqueza y la pobreza fue aumentando.El latifundio dejaba grandes masas depoblación rural sin tierras ni empleo.Era el gran drama de los jornalerosandaluces, siempre a la espera de sercontratados como braceros por losseñores de la tierra, viviendo siempreen condiciones miserables y, con fre-cuencia, víctimas del hambre. Unilustrado del siglo , Pablo deOlavide, en su Informe al Consejo so-bre la Ley Agraria, de , dice que«estos hombres no tienen nada másque sus brazos, y con ellos han de ga-nar su sustento… hombres los másinfelices que yo conozco en Europa…Estos hombres la mitad del año sonjornaleros, y la otra mitad mendigos.

Esta situación se mantuvo hasta elsiglo pasado. A causa de la pobreza yla falta de empleo, en los años que vande a , .. andalucesemigraron para trabajar en el extran-jero y en otras regiones españolas, loque significa el % del total de laemigración española1. Por otro lado,ha habido una fuerte migración in-terna hacia los principales núcleosurbanos. Sevilla es uno de ellos, con. habitantes en la ciudad y.. contando la conurbación.Aquí nos encontramos con algunos

de los barrios marginales más gran-des de Europa, donde se concentranbolsas de desempleo endémico.

En , el % de todos los des-empleados españoles son andaluces,esto significa que, de los cuatro millo-nes de parados que hay en España,Andalucía tiene más de , millones.Otra característica del desempleo enEspaña es que los jóvenes menores de años son los más afectados, con un,% de ellos en paro.

3. El compromiso de AISa favor del empleo

Ante esta situación, en el año , ungrupo de personas constituimos laAsociación por un Interés solidario,con el fin de conceder préstamos parala creación y consolidación de em-pleo de autónomos, cooperativas, pe-queños empresarios o grupos de eco-nomía solidaria.

La Asociación, aconfesional y sinánimo de lucro, está formada ahorapor personas, procedentes en sumayoría de grupos cristianos, asícomo del Instituto Emmanuel M ou-nier. Cada socio contribuyó con unacantidad libre, recuperable despuésde un año, salvo un % que se dedi-ca a la formación. Con ellas se ha crea-do un fondo de . €, con los cua-les se han llegado a realizar préstamospor . € en un año.

Después de tres años, tras un pro-ceso de reflexión, decidimos dar unpaso más allá de los préstamos e in-

POLÍTICA & ECONOM ÍAACONTECIMIENTO98 9

La utopía de una empresacentrada en la persona: SOLUTEC

1. J osé López Rubio (ed). Introducción a la economía andaluza. Madrid, 1997.

Asociación por un Interés SolidarioCaminamos hacia una sociedad más justa, solidaria y humana

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vertir en la creación directa de em-pleo, mediante una empresa gestio-nada por nosotros mismos en coope-ración con Solidaridad Tecnológica,una Asociación que se dedica a inves-tigar la aplicación de las nuevas tec-nologías a los sectores sociales empo-brecidos.

4. Un experimento empresarial

4.1. Otro concepto de empresaNuestra idea de la empresa alterabaradicalmente el concepto convencio-nal de empresa. El espíritu de empre-sa iba más allá de su forma jurídica— sociedad limitada— , puesto que suobjetivo fundamental era crear em-pleo digno, entendido como una acti-vidad en la cual los trabajadores en-contraran un ámbito de desarrollopersonal en el seno de una comuni-dad laboral, haciendo todo lo posiblepara que algunos jóvenes en riesgo deexclusión social tuvieran su primerempleo.

Para ello, todos los elementosesenciales de la empresa se enfocaronbajo la primacía de los valores delpersonalismo comunitario de inspi-ración mounieriana.Así, la propiedadse divide al % entre dos asociacio-nes sin ánimo de lucro, AIS y SOLI-TEC, de modo que los beneficios nopodían ser repartidos individualmen-te, sino que se hacían tres partes, unapara cada asociación y otra para lostrabajadores. Las dos primeras eran

destinadas a reinversión en la empre-sa o a un fondo para la creación denuevas empresas.

La estrategia empresarial partíade varias premisas: lograr la indepen-dencia financiera, asegurada por AIS,la independencia tecnológica, facili-tada por SOLITEC, hacer del talleruna escuela en la que los trabajadoresse formaran en su puesto de trabajo,lo que dio lugar de hecho a una prác-tica educativa gracias a la direcciónde un socio de AIS.

4.2. Los resultados empresarialesLa empresa inicia su actividad a me-diados de , fabricando productoscomo señales de tráfico luminosascon tecnología LED (Light-EmittingDiode). La empresa cierra en agostode . Son cinco años de intensavida empresarial, con una facturaciónde .. euros. Esta cantidad erael % del valor del producto, el %restante correspondía a la FundaciónSolitec.

Nuestros clientes eran empresas deprimer nivel en la actividad tecnoló-gica, algunas de las cuales cotiza en elíndice NASDAQ de la bolsa de NuevaYork.

La causa del cierre de la empresafue debida a los efectos de la crisis so-bre nuestros clientes y sobre el sociocopropietario. Aquí, hemos de haceruna autocrítica: la gran dificultad queno superamos fue la dependencia, enla venta comercial del producto, a tra-

vés de esos pocos y poderosos clien-tes.

4.3. Los trabajadores: mucho másque el mejor activoLa búsqueda de trabajadores comen-zó con un convenio de colaboracióncon el Ayuntamiento de Sevilla paraformar a jóvenes considerados enriesgo de exclusión, a causa de su es-casa formación y su residencia en ba-rrios marginales.

En este proceso seleccionamos ados que recibieron la formación, yen septiembre de contratamosal primer trabajador, que estuvo connosotros hasta el final de la aventura.Su evolución en la empresa fue ex-traordinaria, sin él no hubiera sobre-vivido. Después contratamos a otrosteniendo en cuenta la situación per-sonal de los futuros trabajadores ylas necesidades técnicas de la empre-sa. De este modo llegamos a contra-tar hasta personas. La plantilla má-xima fue de trabajadores. El geren-te era un socio de AIS que dejó sutrabajo para encargarse de la empre-sa.

El perfil social de los trabajadorescomprendía desde inmigrantes, a losque ayudamos a regularizar su situa-ción, a jóvenes infractores con medi-das judiciales suspendidas mientrastrabajaban, desde jóvenes con escasaformación hasta ingenieros. El pro-medio de edad era inferior a años.Todos los contratos eran indefinidos.

El salario de los trabajadores deformación más baja era superior a losestablecidos en el convenio del sectormetalúrgico, y el de los titulados uni-versitarios un poco inferior al delmercado de trabajo. La retribución secompletaba al final del año con laparticipación en los resultados. Entotal, en salarios se pagaron .,es decir, un tercio de la facturación.

ACONTECIMIENTO98POLÍTICA & ECONOM ÍA10

Año 2004 2005 2006 2007 2008 2009

Facturación 14.690 56.518 198.801 390.727 313.637 88.414

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La idea fundamental que se incul-có desde el primer día a todos los tra-bajadores fue la responsabilidad y laparticipación en el proyecto. La res-ponsabilidad fue tal que en ningúnmomento tuvo que ponerse horario alos trabajadores, ellos los decidían ylos podían cambiar según sus necesi-dades personales. Las vacaciones sefijaban entre todos de común acuer-do.

Cada mes se les informaba de la si-tuación económica de la empresa, co-nocían los márgenes comerciales, lossalarios de todos los trabajadores,toda la contabilidad. Cuando la crisisafectó a la empresa todos conocían lasituación. Cuando la empresa tuvoque cerrar todos los trabajadores fue-ron indemnizados con la cuantía má-xima que establecía la legislación.

5. Conclusiones: ¿Qué hemosdemostrado con la experiencia de laempresa?

1. Que la primacía de la solidaridaden la economía puede lograr tanbuenos o mejores resultados quela primacía de la idea del lucroante todo. La empresa pudo exis-tir gracias a la generosidad de losque creímos que merecía la penaun sacrificio personal a favor de

un beneficio social. Por ejemplo,al comienzo, el local de trabajofue cedido gratuitamente por unsocio de AIS. Igualmente, cuandocomienza la crisis el gerente, queno era el que más cobraba, fue elprimero que dejo de cobrar.

2. Que la mejor empresa es aquellaque es la más humana y, por tan-to, los trabajadores no son unobjeto de la empresa, un simplematerial más a usar en el procesode producción, por el contrario,los trabajadores son mucho másque un activo, son la empresamisma, sin ellos puede haber ex-plotación pero no empresa. Elgran resultado, del que nos senti-mos más orgullosos, es el creci-miento humano de un grupo dejóvenes que han vivido el trabajocomo desarrollo de su propiasubjetividad, como protagonistasde la vida empresarial y comoservicio económico a la sociedad.Todos los trabajadores han reco-nocido que ha sido su mejor ex-periencia profesional. El día delcierre de la empresa los propiostrabajadores nos daban ánimos ygracias por todo el esfuerzo reali-zado.

3. El ciclo no se ha cerrado. El grupohumano formado por los trabaja-

dores ha sobrevivido a la empresay no se ha dispersado. Los trabaja-dores se mantienen en contactocon nosotros, demandan algo másque trabajo, desean emprenderotra experiencia empresarial si-milar en la que puedan desarro-llar su creatividad, ser protagonis-tas de la vida económica, practi-car la democracia del trabajo yrealizar la práctica empresarialcomo servicio a la sociedad. Porparte de la Asociación el compro-miso con la dura situación socialde Andalucía continúa y, ahora,sabemos que contamos con mu-cho más que cuando comenza-mos y podemos partir de una ex-periencia y, sobre todo, de la exis-tencia de un grupo humano quesabe que la utopía es un caminopor el que avanzar, y lo saben por-que ya han recorrido una parte deél.

Por tanto, esperamos una señalpara reemprender el camino.

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Año 2004 2005 2006 2007 2008 2009

Salarios 4.068 18.343 85.056 81.338 116.609 37.400

v v v

Este texto corresponde a lacomunicación realizada por elInstituto E. Mounier en la J orna-da «Penser notre crise actuelleavec Mounier», que tuvo lugarel 15 de octubre de 2010, enRennes (Francia). Los autoresagradecen la invitación a laAssociation des Amis d’Emma-nuel Mounier.

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Luis Enrique HernándezInstituto E. Mounier La Rioja

En un viaje a la India un turistase quedó asombrado de cómo unpequeño hombrecillo, podía mane-jar a una manada de enormes ele-fantes sin que estos le desobede-cieran, ni se revelaran contra él.

En concreto, le llamó la aten-ción, que para que no se escapa-ran los elefantes, en un terreno enel que no había jaulas, ni vallasprotectoras, a campo abierto, elpequeño hombrecillo, simplemen-te les ponía una cuerda al cuelloatada a una sencilla ramita y lamanada de enormes animales nose movía. ¡Cómo es posible, queanimales con tanta fuerza y pode-río, que son capaces de cargarcon la trompa, enormes árbolesde cientos de kilos, se sientan in-timidados por estar atados a unahumilde rama!

El sabio hombrecillo respondióa la duda del turista: «Muy sencillo.Estos enormes animales, desdeque eran muy pequeños y dóciles,han sido atados a una estaca du-rante muchos años, todos los díasde su vida, de tal forma, que yahan interiorizado que cuando seles pone una cuerda a la cabeza yse les ata a una rama, es inútil es-caparse, porque no podrán mover-se. No es verdad, pero han sidoeducados para creérselo.

La aventura de nuestro amigo tu-rista me hizo pensar si no nos es-tará pasando como a los elefan-

tes. Nos hemos acostumbrado desdepequeños a creer que el dinero es loque da la felicidad, quien tiene dineroes más importante e influyente. El di-nero es la moneda de cambio entrelas personas y por tanto, «tanto tie-nes, tanto vales»… y tantas veces noslo han repetido, que lo hemos intro-ducido ya en el fondo de nuestro co-razón y de nuestra memoria. «Ya nohay otra sociedad posible fuera delcapitalismo», decía no hace muchoFrancis Fukuyama, economista degran prestigio americano… Por sinos quedaba alguna duda, los gran-des «sacerdotes» del capitalismo nossiguen adoctrinando en la «religión»del dinero a través de sus «templossagrados», los bancos, y con todos losmedios de comunicación a su servi-cio… ¡Faltaría más! Ellos son los pri-meros interesados en que nadie creaque pueda haber otra forma de orga-nización social. De lo contrario se lesacababa el chollo.

Por tanto, como les pasaba a loselefantes, ya nadie se plantea escaparde esta cárcel que es el sistema capita-

lista. Como mucho haremos peque-ñas reformas o adaptaciones… sere-mos capaces de algunos actos de soli-daridad, o alternativos… pero tododentro del sistema que lo acepta, lotolera o incluso, acaba asumiendonuestras reivindicaciones institucio-nalizándolas (como a los sindicatos).

Nos hemos creído el «cuento» deque no hay otra forma de vida posi-ble… y sin embargo es mentira.

«Si tú la empujas por aquí y yo laempujo por allá, si todos empujamosen la misma dirección ya veremoscomo la estaca caerá». Decía una vie-ja canción de Lluis Llach, en los tiem-pos de la transición española… ¿ypor qué no? Cada uno en su vida, ensu trabajo, en su ocio, en su familia,en sus compras, en su relación con losdemás… ¡¡ No le demos más juego aldinero!! Demostremos que otra so-ciedad diferente se puede crear dán-doles una oportunidad a las personas,a los valores humanos y porque nodecirlo, dando una oportunidad alamor. La principal moneda de cam-bio imprescindible para construiruna sociedad diferente. Ahí estamos.¡Ojalá nos encontremos en este cami-no!

ACONTECIMIENTO98EDUCACIÓN12

El elefante miedoso

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J osé Luis Loriente PardilloLicenciado en Filosofía

Vivimos un momento singular enla cultura occidental. La cues-tión de Dios se eclipsa como por

una suerte de extinción natural. Elhorizonte parece menos poblado delos nubarrones del ateísmo militanteque de un inquietante cielo despeja-do, demasiado despejado, que a quien«está acostumbrado a considerar alhombre como naturalmente religiosoy a ver en la creencia en Dios el fun-damento último de la realización delhombre tanto en ámbito personal-in-dividual como interpersonal-social»1

resulta conturbador. Bajo este cielodescubierto vive cada vez más genteque se reconoce abiertamente atea olisa y llanamente indiferente a lacuestión religiosa2. Y las más de lasveces sin sensación trágica. M ás alláde las estadísticas se percibe que Diosse ha convertido en algo banal, aun-que no ciertas formas de religiosidad.

José M anzana (-) se en-frentó a la vertiente teórica de esteproblema, aunque su contexto era di-ferente al actual. A la hora de presen-tar su teísmo filosófico muestra queel reto más importante era salir alpaso del humanismo radical de tipoexistencialista y marxista para el queDios dejaría de tener sentido, porqueen un estadio de verdadera realiza-ción humana Dios desaparece y no seplantea ni siquiera el ateísmo (anti-teísmo).

En la Teología natural de M anzanajuega un papel muy importante elanálisis de las razones de eso tan in-definido que llamamos ateísmo. Paraél es poco relevante desde el punto de

vista filosófico lo que se llama «el ateís-mo de la vida», pues no suele aportarrazones a su posición. Mucho másenjundioso es «el ateísmo reflexivo-consciente», que, para nuestro autor,en el pensamiento contemporáneono es otra cosa que un humanismoradical.

Generalmente los filósofos teístasprestan atención a todo el aparato derazones teóricas («momento teóricodel ateísmo reflexivo») que van direc-tamente encaminadas a la negaciónde la existencia de Dios. TambiénM anzana analiza estos planteamien-tos ya vengan desde un punto de vis-ta lógico-analítico, científico-técnico,filosófico o psicológico. Todas estasrazones son el ateísmo en su versión«negativa». Sin embargo, se da cuentaque, más allá de las razones que sepuedan esgrimir para justificar la noexistencia de Dios, el ateísmo con-temporáneo (existencialista y marxis-ta para él), es un «ateísmo positivo» o«práctico». Es decir, para M anzana losingular de este ateísmo no es su anti-teísmo, sino su humanismo radical.No es lo que niega (a Dios), sino loque afirma (el hombre, qué hombre).Estas corrientes construyen una an-tropología en la que el hombre ni estáabierto ni necesita la transcendencia.Dios se convierte así en algo banal,sin razón de ser.

Para M anzana el ateísmo de cuñoprometeico no es la razón última ymás inquietante del ateísmo contem-poráneo, aun cuando sabe que la re-vancha del hombre contra Dios apa-rece en las obras de los pensadorescontemporáneos. Pero no ve en ella lacaracterística más radical de su ateís-mo. Incluso en Nietzsche, que se en-

cuentra en la divisoria de los tiempos,y en su afirmación «Dios ha muerto»,M anzana ve predominar lo que él lla-ma «el momento positivo del ateís-mo», la afirmación del hombre talcual.

Si esto es así — si el secreto últimodel ateísmo está en el humanismo ra-dical que propone, un humanismoque excluye ya la necesidad y la pre-sencia de lo trascendente en el hom-bre— , hay que cambiar el enfoque ala hora de enfrentarse con la resultan-te de este proceso, que no es ya la ne-gación de Dios, sino su banalizacióno disolución. En este sentido este hu-manismo guarda su similitud con ellógico-analítico, que no argumentadirectamente contra la existencia deDios, sino contra el sinsentido de taltérmino, y con el último M arx, parael que la cuestión de Dios desaparece-ría culminado el proceso socialista.Las repercusiones actuales de esta in-terpretación son evidentes.

PENSAM IENTOACONTECIMIENTO98 13

El hombre, oportunidad de Diosen un mundo en que Dios es banal

1. Manzana, J osé: «Ateísmo contemporáneo y teísmo filosófico» in Obras Completas, vol. II, Diputación foral de Álava, Vitoria, 1999, pp. 479.2. Según el barómetro del CIS de diciembre de 2010 el 22’5% de los españoles se declara ateo o no creyente. Del porcentaje de creyentes, 76’1%, el

54’1 declara que la religión es poco importante en su vida.

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Por una parte, M anzana renunciaa toda prueba racionalista de la exis-tencia de Dios y concede a la críticakantiana la razón. Por ello renuncia auna demostración sensu stricto de laexistencia de Dios. Él habla más biende «mostración». Y, además, vuelcasu mirada hacia el hombre, no haciael cosmos, como el lugar donde sepuede encontrar una manifestaciónde la trascendencia. Precisamente allídonde, según él, está la raíz de la ne-gación de Dios en el pensamientocontemporáneo, es donde debe serbuscada una refutación del ateísmo.Su propuesta implica volver al hom-bre para salvar a Dios.Y tiene una ra-zón fundamental: el hombre no pue-de acceder a la trascendencia desdesu inmanencia-mundaneidad, si noestá atravesado ya por la trascenden-cia misma. Por ello M anzana iniciauna reflexión sobre el conocimientodel hombre y de la ética en la quedescubre la presencia del Absoluto. Sien la primera camina parejo a la líneade M aréchal y el tomismo trascen-dental, en la segunda, que a nuestrojuicio es su preferida, se hace presen-te la corriente dialógica.

Alcanzada la «presencia» de Diosen el hombre por este análisis, se dauna vuelta al hombre, porque semuestra la verdadera dignidad de lapersona desde ese ámbito de trascen-dencia que aparece en ella. Es Dios elque «nos hace ser lo que somos». Tal

afirmación conduce a la crítica delhumanismo ateo, que se presentacomo «afirmación definitiva y purade la inmanencia» y desemboca para-dójicamente en el anti-humanismo.

José M anzana llevó a cabo su refle-xión en los años y . Su búsquedade razones para sostener un teísmo fi-losófico era entonces innovadora,porque introducía en el pensamientoespañol un planteamiento trascen-dental, que luego sería completadopor otros como Gómez Caffarena.Sin embargo, sus análisis no han per-dido actualidad. El «ateísmo de lavida» del que hablaba M anzana, estáentre nosotros con mucha más profu-sión que en su época y tal cosa es unsíntoma de que ese otro «ateísmo re-flexivo», especialmente en su mo-mento práctico, ha calado en la socie-dad — ¡aunque sea inconscientemen-te!— y tiene mucha más fuerza queentonces. Hoy no son el existencialis-mo francés o el marxismo («el ateís-mo contemporáneo», de que hablaM anzana frente al ateísmo del siglo) las corrientes que están constru-yendo un hombre auto-clausuradoen sí mismo y que ya no necesita aDios, volcado en tener cosas y en con-sumir y cada vez más individualista.Es otro el pensamiento que domina(llámese posmodernidad o lo que sellame a estas alturas). Tampoco es larealización histórica del marxismo laque está luchando oficialmente con-

tra Dios, pero detrás de bastidores si-guen existiendo intereses prosaicos(políticos, económicos… ) que hacenque esta corriente tenga éxito en elámbito de la cultura y de la educacióny logre imponerse por encima deotras líneas culturales, que por des-gracia, se están volviendo irrelevantes(véase, p. ej., el humanismo cristiano,incluido el personalismo).

Si el destino de Dios para el hom-bre del humanismo radical contem-poráneo de M anzana era desaparecer,mucho más lo es para el hombre delactual y el ya declarado anti-huma-nismo contemporáneo nuestro. Unanti-humanismo que ha hecho per-der al hombre la belleza y la tensiónauto-trascendente con que el huma-nismo prometeico le había dotado yque ha sacado las últimas consecuen-cias de ese humanismo radical pero«sin grandes ilusiones» del que trata-ba M anzana.

Esta crisis de Dios es la crisis delhombre, porque no se plantea tanto anivel de las razones de la inexistenciade Dios como de un ser humano,cuya constitución y vida positiva-mente excluyen a Dios. Por ello, laclave de un resurgimiento de Dios si-gue estando en el hombre. En mos-trar desde dentro del hombre queDios es necesario. Paradójicamenteparece que el hombre es la oportuni-dad que Dios tiene de mostrarse alhombre mismo y de devolverle sudignidad.

ACONTECIMIENTO98PENSAM IENTO14

3. Cf. Manzana, J osé: Teología natural in Obras completas, vol. I, Diputación foral de Álava, Vitoria, 1999, pp. 367-476.

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Carmen HerrandoDel Instituto E. Mounier, Zaragoza

No, claro que no podemos ignorarestas cuestiones, por mucho quenos parezcan «externidades»,

por mucho que, en el fondo, estosaños atrás comenzasen por dar la im-presión de que se trataba de plantea-mientos de segunda, algo idiotas in-cluso. Porque la cosa es que están ahíy nos acorralan, que nos invaden y aalgunos hasta nos asolan. ¿Acaso nolas vemos alzarse por todas partes?¿No constatamos que las traen lostiempos, igual que traen las modas,ciertos miedos y muchas corrientesde aire? En un número de Aconteci-miento dedicado al bien común nopodemos dejar de preguntarnos so-bre ello, rogando a los lectores que, silo consideran oportuno, se sumen aesta reflexión, pero pidiéndoles, sobretodo, que aporten algo de luz a quie-nes así de desconcertados andamos,porque no podemos más con esta pe-sadumbre de seguir comprobando,cada vez que abrimos los ojos y los oí-dos, que esto de la invasión de lo po-lítico y de la corrección política den-tro de ello, va a más, y que empieza aoler ya a huevos podridos de maneradifícilmente soportable… ¿No nosestaremos acostumbrando a tal hedory por eso seguimos dejando hacer,impasibles, como si nada sucediera?Quizás sería mejor dejar estar esetufo, sin hacerle mucho caso, y tomarel aire en otros jardines, más edifican-tes y necesarios, desde luego.

Nueva como es en el mundo de laUniversidad — nueva e inexperta— ,quien esto escribe, la extrañeza anteeste estado de cosas es casi despro-porcionada, al menos frente a la que

puedan tener quienes se asoman acierta distancia o a la de los que sehan venido acostumbrando. Porqueel discurso feminista, inserto en lanada banal dictadura de lo política-mente correcto, lo está invadiendotodo por todas partes, o, mejor dicho,ya lo ha conquistado casi todo. Estáhasta en la sopa; y suma y sigue. Has-ta M afalda, que no prueba la sopa, selo encuentra en los lugares más insos-pechados. Y, claro, dice que está can-sada. Cómo no va a estarlo, si no hayartículo, especialmente de entre losescritos por mujeres, que no lleve porun lado o por otro, o en su centromismo, el sello de esto que llamanahora «género», como si de artículosde las viejas tiendas de ultramarinoso de los mercadillos callejeros se tra-tara. No hay propuesta investigadora(sí, «investigadoras» las llaman tam-bién) que no lleve en su tronco o ensus ramas algo del feminismo pim-pante; pimpante, eso sí, a base de di-nero subvencionado y de ciertas co-rrientes de poder que imponen estaideología, que no deja así de ser no yaalgo que traen los vientos o los tiem-pos que corren, sino mera imposición

política, y que como cualquier impo-sición, y más si lleva el sello de lo po-lítico, acaba envenenándolo todo conun veneno que es, además, feo, muyfeo. Y me refiero con esta fealdad a laestética rígida y retorcida de estos dis-cursos en torno a eso del género: to-dos con los mismos armazones, forja-dos con la misma herrumbre, y, cuan-do se trata de acero, que es materialmás noble, éste acaba oxidado contanto manejo. ¿No dicta el sentido co-mún algo tan sencillo como lo queexpresa Julián M arías con estas pala-bras que todo el mundo comprende ycon las que todos nos identificamosespontáneamente?

La vida humana se realiza en dosformas bien distintas: varón y mu-jer. Ambas tienen carácter personal,y, por eso, la igualdad les perteneceen lo que tienen de personas — de-rechos y deberes, condición econó-mica, jurídica, posibilidades socia-les, etc.— , aunque su realidad seaenormemente distinta, y el igualita-rismo respecto de ella es una vio-lencia y, por tanto, una injusticia? 1

PENSAM IENTOACONTECIMIENTO98 15

¿Entrar en estos asuntos, o ignorarlos?De cosas que salen en la sopa, producen sopor y, a algunos, soponcios(unas reflexiones sobre el feminismo y la corrección política)

1. J ulián Marías, Mapa del universo personal, Alianza, Madrid, 1993, p. 27.

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Contrariamente a lo que predicanhoy las ideologías de género, las per-sonas estamos constituidas por unsexo — masculino o femenino— delque no podemos desprendernos por-que nos configura tal como somos yforma parte constituyente y esencialde nuestra naturaleza humana y denuestro ser, esto es, de nuestro pro-pio yo. No olvidemos esta afirmaciónde Emmanuel M ounier, que viene ailuminar la reflexión: «El sexo es másprofundo que la civilización, pero lapersona es más profunda que elsexo»2. Es urgente la defensa de lapersona.

En el presente estado de cosas noson tontería estas cuestiones de la co-rrección política, donde se insertatambién la llamada ideología de gé-nero. Seguramente responden enbuena medida a determinadas estra-tegias del poder vigilante, muy estu-diadas algunas, y casuales o simplesefectos de la inercia de la imposición,otras; de ese poder que nos hace creerque no tiene rostro, instándonos así acaer en la primera de sus mentiras. Elviejo Tucídides ya advirtió en tiem-pos muy lejanos, allá por el siglo

antes de Cristo, sobre la importanciade la manipulación del lenguaje en elejercicio de domeñar las concienciasde los políticamente sometidos: el in-vasor era sabedor de que tenía quepreparar primero un cambio en lasestructuras del lenguaje, para queluego las cosas fuesen más fáciles ypudiera hacerse, desde el dominiomás burdo, con ese terreno de seispies en torno al ánima de cada perso-na, donde ya decía en el siglo elabbé de Saint-Cyran que no debíameter la nariz ni le era permitidohurgar a nadie: ni chancelier ni per-

sonne, decía, es decir, ni los cancille-res, representantes de los poderes deeste mundo, ni nadie a quien no se lediese permiso para mirar ahí dentro.Precisamente en esa porción «blinda-da» de nuestros adentros reside todala fuerza del yo, tal como lo descubri-ría Søren Kierkegaard, uno de loscristianos más grandes de todos lostiempos, aportando así un peso ma-yor a las consideraciones personalis-tas sobre el carácter sagrado de la per-sona, algo tan difícil de presentar a losjóvenes — y a los menos jóvenes— dehoy.

Es un horror esto de la correcciónpolítica, tan puesta de manifiesto através de las componendas del len-guaje ejercidas por el poder. Semejan-te manipulación hace pensar — aquienes conservamos aún la memoriade aquellos grandes relatos, tan her-mosos frente al discurso presente dela dichosa corrección política— en elepisodio bíblico de la torre de Babel.Y una lectura muy para hoy de estahistoria de la Biblia es la que hace JoséJiménez Lozano, que es, por cierto,un avisador muy lúcido en estostiempos que corren. La desgracia eraque «la humanidad entera tenía unosmismos labios y decía las mismas pa-labras», puede leerse en el libro delGénesis (Génesis , ). Y esto quieredecir que en aquella civilización ba-bélica las palabras habían acabadopor no designar nada. «Bien lejos deser un acontecimiento, una aberturaque instauraba un intercambio y fun-daba una comunidad, la palabra seencerraba en sí misma y se convertíaen concepto — escribe Jiménez Loza-no— . Ibn Ezra lo dijo de manera iró-nica: «En esa época las palabras de unsabio y las de un imbécil eran idénti-

cas», o, dicho de otra manera: «todosempleaban las mismas palabras sinconocer su verdadera significación…No reinaba en esa sociedad sino lapobreza intelectual y espiritual, una-nimidad, plagio… M ientras en textosprecedentes se llamaba a las ciudadescon nombres de personas, en este tex-to se emplean términos genéricos yformales, como ‘los de la ciudad’ (ir),‘los de la torre’ (migdal), ‘los de Dios’(chem)»3. Y aclara Jiménez Lozanoque las palabras no eran en aquella ci-vilización babélica «energías libres»,sino que estaban selladas, catalogadasy sometidas al imperio de la ortodo-xia. Y que fue precisamente Yahvéquien, al destruir la torre, liberaría ellenguaje de su uniformidad y deaquel corsé de ortodoxia — ortodoxiapolítica, corrección política, ensuma— que lo que hacía era asimilara todos los hombres y equipararlos enuna misma masa, de manera que lesdejaba sin rostro, sin identidad perso-nal, sin ese yo individual y honda-mente significativo que ha sido crea-do y es profundamente amado porDios.

¿No es éste un pensamiento pro-fundo y real donde los haya, que di-buja con verdadera alarma el presen-te estado de cosas? Porque ciertamen-te la torre de Babel, más que la uniónde todos los hombres para alcanzar laM orada del Altísimo, es muestra yejemplo de un pensamiento único delque Dios mismo vendría a liberar a lahumanidad, recordando a los hom-bres que cada uno tiene un yo perso-nal, único e irrepetible, creado a ima-gen y semejanza de su Hacedor.

Y sobre la palabra y la palabracomo expresión del pensamiento, re-cuerda Jiménez Lozano este párrafo

ACONTECIMIENTO98PENSAM IENTO16

2. E. Mounier, Tratado del carácter, en Obras Completas, Tomo 2, Sígueme, Salamanca, 1993, pp. 166-167.3. J osé J iménez Lozano, Los tres cuadernos rojos, Ámbito, Valladolid, 1986, p. 162.

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de sir Isaiah Berlin, que dice así:«Dado que el pensamiento es lengua-je, y atesora los recuerdos históricosmás antiguos de un pueblo o de unaIglesia, reformar los usos lingüísticoses intentar destruir la fuerza y la in-fluencia de todo lo que es más sagra-do»4. Y es que una cosa es la propiaevolución del lenguaje en el curso dela vida y de las circunstancias que sedan en ésta, y otra muy diferente esavoluntad política de cambiar los usoslingüísticos por decreto, que no essino un proceder autoritario y mani-pulador que sólo busca el someti-miento. Y más si se pretende con ellodestruir la influencia de lo antiguo yde todo lo que, como dice Berlin, des-de siempre se ha venido considerandocomo lo más sagrado. Porque, a fuer-za de modernidad o en nombre deésta, ¿no estamos asistiendo a la des-trucción de lo antiguo, a la ruina delas historias que a lo largo de los sigloshan venido sirviendo de consuelo oproporcionando alegría verdadera alos corazones de los hombres? ¿No ha-bitamos ya un mundo sin relatos fun-dantes, sin tragedia — porque hastaésta resulta hoy banalizada— , sin re-cuerdos que no sean dictados por lapolítica de turno, y, en definitiva, sinsingularidad y sin entrañas? Es comosi la tan encumbrada modernidad nodejara de imponer sus cánones conuna fuerza cegadora, y como si aque-llos estuvieran empapados de formainexorable en el veneno descafeinado— pero veneno, ponzoña, al fin y alcabo— de la política. Y como si elhombre de hoy, solicitado por milfrentes, a cual más reluciente y super-ficial, no supiera ya de honduras ydesconociese dónde tiene su centro,porque habría perdido sus referenciasmás entrañables y habría dejado se-

carse en él lo enjundioso y vital de supropia savia. Es el triunfo del pensa-miento único, que tan de manifiestoestá por todas partes, y del que tantodicen hoy muchos medios de comu-nicación, al tiempo que se expresa enla estética destartalada o en las modasimpuestas por el mercado y lo políti-co, que no tienen más rey ni más diosque el dinero. Es la falta absoluta deresponsabilidad y compromiso quevemos por doquier, y que nos tieneacostumbrados al aguante y no nosdeja pelear, animándonos al sopor, alsopor bien calentito de después de to-mar la sopa insulsa que nos sirven losguardianes de turno.

Quien estas cuestiones planteasólo quiere compartir su desconciertoy preguntar por este panorama que leresulta tan sospechoso. Pero sin dejarde recordar que no nos vienen denuevo estos asuntos, porque ahí estándesde hace siglos el rey Nimrod — elconstructor de la torre bíblica— o elmismo Tucídides, avisándonos deellas, tratando de despertarnos o sim-plemente dándonos ciertos toques dealerta. M as son antiguos, claro, y,¿quién va a querer saber hoy de avisostan viejos, tan desfasados?

Pero vayamos a otro señor, éstecontemporáneo nuestro; vayamos aver qué dice al respecto René Girard,de la mano, nuevamente, de José Ji-ménez Lozano:

René Girard, compensando la su-puesta justicia y compensación quese haría a las víctimas sociales delpasado, con esa «neo-lingua» y susbuenísimos sentimientos — de ma-nera que esa misericordia parece-ría, ciertamente, una propuestacristiana— entiende esta «correc-ción política» como una siniestra

contraimitación e irrisión del cristia-nismo y alude a los desastrososefectos que ya ha producido en lasuniversidades americanas, aunqueno sólo en ellas sino por doquier,como entre nosotros. Y dice, con-testando a una pregunta de MichelTreguer: «Por una especie de su-percompensación se da en adelan-te una tendencia a hacer de la sim-ple pertenencia a un grupo minori-tario una especie de privilegio, underecho, por ejemplo, a la titulaciónen la universidad. Cada vez que cri-terios de selección puramente étni-cos y sociales sustituyen al talentoen el estudio, a la calidad de laspublicaciones, la universidad ameri-cana pierde lo que constituía su va-lor: es decir, la concurrencia regla-da de los méritos. Se transformaen una burocracia autocrática, enun sistema jerarquizado según cri-terios extraños a los logros de la in-vestigación, e incluso a la eficaciade la transmisión de los saberes. Elhecho de que esta jerarquía invier-ta a la antigua no constituye un pro-greso (… ) Y en el punto extremo, laomnipotencia de la víctima es talen nuestro mundo que quizás seestá deslizando hacia un nuevo to-talitarismo (… ) ¿Qué quiere decir el‘Anticristo’? Quiere decir que se vaa imitar a Cristo de una manera pa-ródica. Es una descripción exactade un mundo como el nuestro en elque los actos más perseguidoresse hacen en nombre de la luchacontra la persecución. El sovietis-mo no era más que eso».

Pero también, y primeramente,es el desprecio más absoluto de larazón, que se torna razón instru-mental, y significa la acomodaciónde los cerebros a unos tics sociali-

PENSAM IENTOACONTECIMIENTO98 17

4. J osé J iménez Lozano, Los cuadernos de Rembrandt, Pre-textos, Valencia 2010, p. 83.

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zados, sustitutivos del pensar: latiranía pura y simple5.

Son palabras para pensarlas en nuestrointerior y también entre nosotros, que en-cierran todo un cuestionamiento en tor-no al tema del bien común. Profundizaren ellas aportará algo más de claridad.Porque no es cuestión baladí ésta de la co-rrección política. ¿Habrá, entonces, quehacerle frente, o la estrategia mejor sería,sencillamente, ignorarla, no considerán-dola siquiera, para no añadir más leña alfuego, que es escombro de cenizas volcá-nicas que queman y se propagan ante uncamino despejado, para acabar devastán-dolo todo? Mas, por otra parte, no deja detratarse de un «juego del lenguaje» queestá ahí, frente a nosotros, como realidadpresente y al acecho, sea cual sea su proce-dencia.Y ha ganado tanto terreno, que nolo podemos evitar aunque a algunos nosgustaría no colaborar ni un ápice en supropagación, y más cuando se ha com-prendido la gravedad de lo que con ellonos jugamos, porque forma parte, sinduda, de la estrategia política y de poderen la que estamos inmersos. O de la bana-

lización más inquietante de dicho poder.O de un irresponsable dejar hacer y, mien-tras tanto, mirar en la dirección opuesta.La lucha contra el poder puede que seauna lucha vana, pero nunca será una luchasin sentido. Empezando, naturalmente,por nuestras particulares y mezquinas tira-nías personales.

Es atroz que en un mundo tan in-justo como el nuestro, con tanto tra-bajo por hacer para dar de comer amillones de hambrientos y colaboraren la extensión de la justicia en la Tie-rra entera, muchos de los considera-dos intelectuales malgasten sus ener-gías en los tibios y burocráticos hace-res de la corrección política y loslenguajes no sexistas. Parecen clarosejemplos del «señorito satisfecho» alque se refiere Ortega en La rebelión delas masas, de cuya publicación se aca-ban de cumplir ochenta años; mues-tras del sopor burgués, que deberíaconvertirse en soponcio para quienestodavía viven el mundo y la historiacon cierta urgencia.

Recurre también Jiménez Lozano,en su último diario publicado, al pen-

samiento veraz y conmovedor de Em-manuel Lévinas, subrayando que laspalabras no son meros significantes ovocablos, sino que en su esencia ori-ginal, la palabra es ante todo, comodice el pensador judío, «un compro-miso ante un tercero en nombre denuestro prójimo (… ) La función ori-ginal de la palabra no consiste en de-signar un objeto para comunicar conotro, ni en un juego sin consecuen-cias, sino en que alguien asume unaresponsabilidad ante alguien. Hablares comprometer los intereses de loshombres»6.

¿Cómo, en esta llamada a ser res-ponsables que nos lanzan sin cesar losotros, vamos a dejar de cuestionar todaesta banalización del lenguaje, su em-pobrecimiento, las imposiciones, losderroches de energía y la degradaciónlamentable del pensamiento, que giranen torno a la corrección política, a una«igualdad» que pervierte y desgarra lacomunicación interpersonal, secándo-la desde la raíz; cómo, desde el perso-nalismo comunitario, no vamos a pro-testar ante toda esta idiotez reinante?

ACONTECIMIENTO98PENSAM IENTO18

5. J osé J iménez Lozano, Los cuadernos de Rembrandt, op. cit., p. 218. 6. Ibíd., p. 83.

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J oseba BonautDoctor en Comunicación.Universidad San J orge. Zaragoza.

Vivimos en un mundo convulsiona-do. La crisis económica ha revela-do unas carencias que como socie-

dad arrastrábamos desde bastantes dé-cadas atrás: el individualismo llevórápidamente al culto a la imagen y ésta,inevitablemente, a la superficialidad es-tética. ¿Y cómo puede evolucionar unasociedad que persigue falsamente elideal de la «Belleza»?

Aparentemente un asunto menor, lasuperficialidad estética ha modificadonuestras relaciones con los demás y, lomás importante, ha transformadonuestra escala de valores y necesidades.La «visión del Mundo» es esencial paraentender nuestra misión para y con los«otros», así como para reflexionar so-bre la razón que nos empuja a vivir.

Es curioso cómo, en esta espiral dedesconcierto, el ser humano se balan-cea entre la negación de la búsqueda dela verdad y el intento desesperado delograr una mínima esperanza. La false-dad estética nos ha empujado a negar elpoder curativo de la tragedia, negandoe incluso borrando todo elemento queprovoque dolor (verdadero, se entien-de). La tragedia, y por extensión lo trá-gico, nace con el objeto de considerar elenigma del destino humano, ¿cómo sepuede negar la fuerza liberadora deldesenlace funesto?

En este contexto, el cine («ventana ala realidad», en definición del teóricoAndré Bazin) ha tenido un papel clave.Vendedor de ilusiones, falso creador demitos y cronista de nuestro desconcier-to, el séptimo arte es un refugio para elser humano. Creador de experienciascolectivas, tiene la capacidad de «puri-ficar» al espectador, hacerle sufrir, mos-trarle la verdad y, especialmente, darlefe. El cine, en esta misión, es muy fali-ble, tanto como lo es el hombre, peroigual de apasionante que él.

En los últimos años, el medio cine-matográfico ha quedado obnubiladopor la falsa atracción de la imagen (noes la primera vez) y se ha olvidado de sufunción más digna: cuestionar al serhumano. La superficial experiencia delfinal indoloro, la realidad maquillada yla evasión protectora han reforzado eldesconcierto general. Sin embargo, lailusión de la verdad queda desvelada devez en cuando, esos instantes mágicosen los que surgen obras que recuerdanel noble fin del cine. Y en ese momen-to, el espectador acude fielmente.

Este es el caso de la película «De dio-ses y hombres», del director francés Xa-vier Beauvois. El film narra el secuestroy asesinato de siete monjes franceses deTibhirine (Argelia) en , fruto delgrave enfrentamiento registrado en elpaís africano entre grupos extremistas yel gobierno. Beauvois toma un ejemplode la realidad y reinterpreta la historiadesde el punto ideal de la ficción cine-matográfica: el misterio. Pero un miste-rio que no busca una resolución defini-tiva, es imposible tener tantas ambicio-nes. Se exploran las motivaciones. ¿Quélleva a un grupo de monjes a vivir enesa zona? ¿Cuál es su relación con loshabitantes? ¿Qué legitimidad tienenpara entrometerse en los asuntos y pro-blemas de los locales? En definitiva,¿cuál es su función en «ese mundo»?

Beauvois enfrenta al espectador conestos dilemas y nos presenta el día a díade los monjes, sus costumbres, conver-saciones, aspiraciones y, muy especial-mente, sus temores. Los monjes de Tib-hirine tienen claro que su «misión» esservir a los demás, al margen de loscondicionantes políticos, sociales y cul-turales. ¿Quiénes son ellos para antepo-ner sus necesidades personales ante sumisión vital?

El espectador empatiza con unosprotagonistas que se revelan humanos,tremendamente humanos. Saben que sino se marchan del lugar, acabarán sien-do asesinados. Querer llorar, frustrarse

y marcharse es lo lógico pero, ¿quiénesson ellos para juzgar sobre asuntos quefinalmente hacen referencia a la vida ya la muerte?

Este planteamiento es la clave de lapelícula. La representación visual de losmonjes, sentados en una mesa deba-tiendo sobre su futuro destino, repre-senta el aspecto más humano de lospersonajes. Son los únicos que com-prenden que no pueden jugar a ser dio-ses, al contrario que el gobierno y losgrupos extremistas. Son personas fali-bles que tienen, sin embargo, un instru-mento muy poderoso: la libertad.

Y es ese espíritu de libertad, de acep-tar un destino fatal, de reconocerse auno mismo, de entender su fin vital, elque emociona al espectador. Asombra-do, temeroso y avergonzado por sus li-mitaciones, el público se identifica conun grupo de hombres sinceros que selimita a vivir al margen de la aparien-cia, de la superficialidad estética.

Nunca sabremos qué les ocurriórealmente y creo que, en el fondo, nonos hace falta. La poderosa imagen delos monjes prisioneros, caminando enfila bajo la nieve y desapareciendo final-mente bajo una espesa niebla, nos im-buye en un necesario misterio. M isterioque purifica las pasiones, que nos da es-peranza y que, en definitiva, nos hacereencontrarnos con nosotros mismos.Volvemos a tener fe en el hombre.

RELIGIÓNACONTECIMIENTO98 19

La fe como final trágico Ficha:

TÍTULO:De dioses y hombres (Des hommes et des dieux).

AÑO: 2010.

DURACIÓN: 120 minutos.

DIRECTOR: Xavier Beauvois.

GUIÓN: Xavier Beauvois y Etienne Comar.

MÚSICA: Varios.

FOTOGRAFÍA: Caroline Champetier.

REPARTO: Lamber Wilson, Michael Lonsdale, Olivier

Rabourdin, Philippe Laudenbach, J acques Herlin, Loïc

Pichon, Xavier Maly, J ean-Marie Frin, Abdelhafid

Metalsi, Sabrina Ouazani, Goran Kostic.

PRODUCTORA: Why not productions / France 3 Cinéma.

PREMIOS: Gran Premio del J urado Festival de Cannes

2010, Cesar Mejor película, actor secundario y

fotografía (11 nominaciones).

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Oficio de escribir

Ciudad de contrastes donde la gente de dinero no mirael color del billete que saca de su inflada billetera y elpobre carece de ella.

Donde el calor se condensa en los vagones de metro, re-pletos de pieles oscuras y vendedores que anuncian sumercancía en una letanía cansada y monótona.

Donde hasta las gominolas pueden picar y el simple olorde un chile puede hacer llorar.

Donde la navidad se celebra desde casi un mes antes quenazca el niño Jesús y no termina hasta el de febrero, cuan-do los tamales despiden el ritual de unas posadas o de uneterno «San quiero», que para algo son latinos y el festejarlo llevan dentro.

Donde para abrazar no hace falta querer sino solo co-nocer, y donde por la intensidad del gesto se pueden des-cubrir más cosas que con un casi imperceptible roce demejilla, como estilan algunos europeos.

Donde los chilangos (habitantes originarios de la ciu-dad) utilizan el albur (una jerga propia) a su antojo conuna astucia y rapidez del que vive en una jungla de mi-llones de personas.

Donde las verjas recuerdan que lo lujoso se mide en es-pacios cerrados para unos pocos privilegiados.

Donde el que hizo la ley hizo la trampa y el que no co-rre vuela, pero donde no todo aquel que avisa deja de sertraidor.

Donde la contaminación cuartea la piel, ensucia la ropay ennegrece los pulmones y los atascos ponen a prueba lapaciencia y el humor.

Donde el valor de las cosas se ajusta en función de laapariencia y el precio del mexicano pocas veces es igual aldel extranjero.

Donde una fiesta no acaba si no llegan los mariachis yun cumpleaños no es tal si no se cantan las mañanitas.

Donde los semáforos son mercadillos improvisadosdonde el «es robado pero no usado» se convierte en una de-claración de honestidad y fiabilidad.

Donde los recorridos en taxi pueden convertirse en mo-mentos que guardar en el recuerdo y una dosis de humil-dad y de respeto hacia el taxista educado y formado al queno le quedó más remedio.

Donde los tacos de canasta, las enchiladas, enfrijoladas,guaraches, tortas, quesadillas, flautas, burritos, romeritos,moles, cochinitas y otras muchas delicias conforman un la-beríntico mapa geográfico-gastronómico que no tiene des-perdicio.

Donde las formas importan, el machismo impera y laclase cuenta.

M ÉXICO DISTRITO FEDERAL

Esther Díaz PérezLicenciada en Periodismo

ACONTECIMIENTO9820

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ACONTECIMIENTO98 21

Oficio de escribir

La nochebuena

Eterna cantata de amor y siglosva bajando del monte a la vereday un ROCÍO de LUZ se va posandoen las pajas humildes de una cueva.

Se ha quedado muda la FRÍA NOCHE

al contemplar, sin hablar, la BELLEZA

de un DIOS hecho NIÑO en un PESEBRE,sol enfajado entre la niebla.

Se han dormido los mares y los ríospara no despertar al NIÑO, que sueña;han pintado su cara de plata,allá arriba, las blancas estrellas.

Bajan al valle los rudos pastores,balan, perdidas, las torpes ovejas,y un melodioso rumor de ángelesva encendiendo de fuego las sendas.Y hay como un resplandor de LO INEFABLE,una explosión de PAZ sobre la TIERRA,y un armónico concierto de campanasinunda de ESPERANZA la Espera.Seguirán los Hombres olvidandoal NIÑO que sonríe… y que sueña,y BELÉN será siempre, en lontananza,Principio y Fin, ALFA Y OMEGA.Canta en la NOCHE un arroyo lejano,mueve la luna sus hilos de seda,la PALABRA ha anidado en la CARNE

y la LUZ de DIOS prende la ESFERA.

Viernes santo… sobre el mar

De norte a sur, en la mar,como queriendo abrazarla,abre sus brazos la CRUZ,estela de espuma y agua.

Suenan lejos los clarines,saetas de oración y marcha,hay un llorar en las olaspor la SANGRE DERRAMADA.Y un clamor de LO INFINITO

junto a la escollera blanca,inunda de dolor la tardesobre la arena dorada.VIERNES SANTO, violeta,enmudecer de campanas:se estremecen los cimientosde la HUMANIDAD SALVADA…Hay un presagio de AURORA

para cuando despierte el ALBA…abre sus brazos la CRUZ,anuncio de ESPERANZA SANTA.La mar parece dormidaen su lecho de ensenaday hay PRELUDIO de VICTORIA

en sus azules entrañas.CRISTO volverá a andaren la tersura del agua,y un CANTAR DE PRIMAVERA

volverá a enredarme el alma.De norte a sur, en la mar,como queriendo abrazarla,abre sus brazos la CRUZ:estela de espuma y agua.

R e s u r r e c c i ó n

Trompetas de media tardequiebran el alma, y quedaen la esquina del recuerdo,mudo, un farol que esperalos volteos de campana,al viento loca melena,la RESURRECCIÓN AL ALBA,el rasgarse de las vendasque, injustas, aprisionaron(¡sudarios como cadenas!)al que es Verdad, al que es Vida,al que es Camino y Vereda.Y estallarán los sepulcros,y temblaran centinelas,y refulgirán heridasal brotar la PRIMAVERA.La Muerte quedará vencida,fulgor en las alamedas,la Virgen vestirá de Luzsu hermosa cara trigueña.

CAM INO HACIA LA LUZ(de Belén a Emaús)

J osé L. Rozalén M edinaCatedrático y doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación

J ESÚS, Creador del Orbe,Señor de la Tierra entera,con su Radical Victoriaha vencido las tinieblas.Al alba, mirto y tomillo,al alba, cantar de acequias, al alba, rumores de plataen la cercana arboleda.Al alba, en los tejadosla fría escarcha espejea…¡Que CRISTO ya no yace inerte,Que camina a Galilea!

E M A Ú S

Quédate, Señor, con nosotros,que cae la tarde,que el camino es largoy el cansancio grande.Quédate, Señor, que anochecey el ocaso arde,y el cielo escarlataparece de sangre.Quédate, Señor, que oscurece,que la luna sale,que el sol se escondióentre los palmerales.Quédate, Señor, que hay tinieblasen los arenales, que junto a la fuentese estremece el aire.Quédate, Señor, que hace fríoy tenemos hambrede tu Blanco Pan Vivo,que, por fin, nos sacie.Quédate, Señor, que hay sombrasen el ancho valle,para que Tu Luzel alma embalsame.Quédate, Señor, que hay sequíay el Hombre no sabequé hacer: Se secaronsus manantiales.Quédate, Señor, que son muchosdel mundo los males,que se echó la Nochesobre los trigales.Quédate, Señor, con nosotros,que murió la tarde,que el camino es duroy el cansancio grande.

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E l Instituto Emmanuel M ounier de Cataluña y el Grupo Persona yComunidad de Girona presentaron, el pasado 13 de octubre de2010, en el Ateneo Barcelonés, la edición catalana del libro de

Emmanuel M ounier Manifest al servei del personalisme1, en traducciónrealizada por Joaquim Pla Gallart y editado por la Fundación EmmanuelM ounier. Intervinieron en la presentación:

• Josep LLuis Vázquez Borau, presidente del Institut Emmanuel M ounierde Catalunya,

• Joan Paredes Hernández, presidente del grupo «Persona i Comunitat»y promotor de la traducción, y

• Albert LLorca Arimany, vicepresidente del Liceu M aragall de Filosofía(Ateneo Barcelonés) y miembro de la Junta del Institut Emmanuel M ou-nier de Catalunya, a quien correspondió la presentación que sigue.

Noticias de los focos del Instituto E. M ounier

Albert LLorcaVicepresidente del Liceu Maragallde Filosofía

El M anifest au service du persona-lisme de Emmanuel M ounier es unade las obras centrales del pensamien-to de este autor y del movimientopersonalista, en general, y que tuvonotable influencia en los años — laobra es de — , juntamente con laRevolución Personalista y Comunita-ria () y El personalismo ().De hecho, la obra recoge y desarrollalos principios del personalismomounieriano tal como fueron for-mulados en el M anifiesto de Font Ro-meu, que fue la síntesis resultante delcongreso que en agosto de se ce-lebró en esta localidad pirenaica, yque fue el texto fundacional de la re-vista Esprit. y del movimiento que laapoyó durante décadas.

Iniciamos un acercamiento a laobra traducida excelentemente porJoaquim Pla Gallart y prologada porJoan Paredes.

Para comenzar, los dos términosfundamentales del título aportan al-gunas notas comprensivas sobre el al-cance de la obra y de la intención deM ounier: «M anifiesto» y «Personalis-mo».

La primera, hace referencia a unmodo de «proclamación» para tiem-pos difíciles u «oscuros» — en térmi-nos de H . Arendt— , si tenemos pre-sente que la obra se sitúa en un mo-mento crítico para la Europa reciente,dominada por el capitalismo feroz ysus consecuencias nefastas del «crac»de y sus supuestas «soluciones»fascistas y comunistas propuestas y yasufridas en aquel momento.

La segunda nos aproxima a la per-cepción mounieriana de la vida hu-

mana como una vida personal, unaexperiencia progresiva única e in-transferible que supera todo supuestoo estructura — él los llamará «meca-nismos»— , sin quedar reducida aninguno de ellos. El «personalismo»,entonces, hace referencia a la vez auna «praxis» y a una reflexión huma-na, lo cual conlleva la exigencia deconducción libre de la persona hu-mana hacia el compromiso con laVerdad y con la comunidad en la quevive y está; o lo que acaso se podríaresumir como una especie de «sínte-sis práctica» entre la singularidad decada ser humano personal y de la To-talidad como presencia de verdad in-tuida no relativa por descubrir y vivir.

En un primer acercamiento a loscontenidos de la obra, uno se puedepreguntar qué sentido tiene hoy leeresta obra — o releerla al leer la tra-ducción excelente que nos sirve Joa-

ACONTECIMIENTO98

1. Traducción catalana de J oaquim Pla Gallard. Salamanca, 2008. Obra patrocinada y financiada por diversas entidades (Fundación Emmanuel Mounier,SAFOR, CCU, ISO, Institut Emmanuel Mounier de Catalunya — IEMC— y Persona i Comunitat. Prólogo de J oan Paredes. 272 páginas).

22

Presentación delM anifest al servei del personalisme

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quim Pla— que tiene ya más de se-tenta años.

Para comenzar, la obra está escritaen el mismo momento que EdmundHusserl escribe la Crisis de las cienciaseuropeas y la fenomenología transcen-dental, en la que el pensador alemánse queja del dominio deshumanizadode las ciencias — el positivismo que élcombatía desde hacía ya más de

años— en un mundo enfermo en elque se desprecia la persona humana.La crisis civilizatoria se hace visibleen distintas vertientes, desde lo eco-nómico hasta lo político; pero el pro-blema de fondo es la desorientacióndel ser humano en el mundo, lo cuales el anuncio de un futuro ciertamen-te negro, como así fue. El mundo seha hecho inestable, peligroso, en elcual se amalgaman todo tipo de pro-blemas, a saber: la fe ciega en la cien-cia, la explotación laboral, los prejui-cios racistas, el delirio totalitario, eldominio idolátrico del dinero…M ounier hace suyas las preocupacio-

nes que todo ello comporta y decidelanzar una propuesta de cambio mo-ral y civilizatorio, que es lo que hacefalta en aquellos momentos.

En el mundo actual, no sufrimos lamisma situación, pero hay aspectosparecidos a los citados. En conse-cuencia, los problemas que afrontaM ounier y el grupo de Esprit y el en-foque que adoptan tienen para noso-tros valor orientador, y la obra de lacual hablamos hoy tiene aquí un pa-pel fundamental, tanto por las ideasque ofrece como por la oportunidaddel momento en que las propone.

La actualidad de tal enfoque hasido puesta de relieve en los últimosaños en muchos y buenos estudios so-bre el personalismo en general, y so-bre el de Mounier en particular.Y hoy,en plena crisis de la gestión financieraoriginada en los abusivos beneficiossin escrúpulos dentro de las prácticasdel capitalismo más feroz de los últi-mos años, la aplicación de la ópti-ca y del análisis mounieriano a la rea-

lidad social y humana en la que nosencontramos resulta más que justifi-cada y necesaria. Dicho sintéticamen-te, se puede decir que hoy nos vemosabocados a una civilización desajusta-da en la que la «enfermedad» del di-nero ha creado un cáncer en la con-ciencia del hombre contemporáneo.La corrupción económica citada se hahecho, a menudo, protagonista delmundo actual, y en este sentido, losduros análisis de Mounier en el «M a-nifiesto» parecen premonitorias de loque sucede hoy. Hay que recordar,además, que el % del libro Mounierlo dedica precisamente a la esfera de laeconomía en el mundo con el que seencuentra. La utilidad de la lectura dela obra por nuestra parte resulta,pues, indiscutible.

En el mundo actual, el sentido co-mún aconsejaría, a fin de intentar sa-lir de la situación de crisis que sufri-mos, poner en marcha propuestascomo: mejorar la responsabilidad so-cial de las personas en el mundo de la

ACONTECIMIENTO98 23

De derecha a izquierda: J osé Luis López Borau, Presidente del IEM Cataluña, J oan Paredes Hernández, Presidente del grupo Persona i Comunitat, AlbertLlorca, Vicepresidente del Liceu Maragall de Filosofía y Ramón Alcoberro de la sección de Flosofía del Ateneu de Barcelona.

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Noticias de los focos del Instituto E. M ounier

economía, vigilar las operaciones fi-nancieras indignas y la explotaciónlaboral — a menudo consideradacomo un «mal menor» en muchassociedades— , reclamar transparen-cia en las empresas públicas y priva-das, evitar la polarización entre elmercado y el Estado… En fin, todoeso encuentra una base en los análi-sis del libro de M ounier.

¿A quién va dirigido el libro?Pues a los jóvenes, que son — en suépoca y en la nuestra— quienes de-berán esforzarse en activar y mante-ner vivo el giro que M ounier recla-ma. De sus inquietudes se sienteM ounier en ese momento partícipe— tiene treinta y un años cuandoaparece el libro— . Este aspecto fuepuesto de relieve por el profesorJoan Lluís Pérez Francesc en sucharla de las anteriores Aulas M ou-nier de nuestro IEM C (ver el textode su ponencia en el número denuestra Revista Calidoscopi). En lacitada ponencia, J. L. Pérez puso derelieve el carácter de invitación yguía de la obra para los jóvenes, aquienes M ounier invoca ya al iniciodel libro: «Si dedicamos en primerlugar a los jóvenes este manifiestoque ha nacido de sus incertidum-bres, de su situación histórica y, de-bemos decirlo honestamente, de sucolaboración cotidiana desde haceya cuatro años es porque, como jó-venes, leemos en ellos una llamada ala invención… ».

Por lo que se refiere a los conteni-dos, sintetizaremos un breve resu-men orientador de algunas de lascuestiones que aborda.

Debemos decir, en primer lugar,que la obra es diversa y compleja; yaque su objetivo básico es profundizaren lo que M ounier piensa que deberíaser un cambio civilizatorio, es decir, deenvergadura. Y es un libro que «sabelo que quiere», que hace propuestas yse compromete con ellas.

Se estructura en cuatro bloques opartes, siendo la tercera parte la másvoluminosa (el % de todo el libro,dedicado a la economía, a la política,a la educación y a la sociedad interna-cional); la primera y la segunda dedi-cadas a las reflexiones sobre la civili-zación, a las ideologías dominantes acomienzos del siglo y a los princi-pios del personalismo que en obrasposteriores desarrollará más extensa-mente (constituyendo el % del li-bro); y la cuarta, la más corta, se ocu-pa de establecer líneas de actuaciónpara abordar los temas anteriores.

A grandes rasgos, se puede afirmarque Mounier hace un esfuerzo paraaclararse — y ayudar a aclararse— enuna época convulsa; y lo hace con unallamada al compromiso histórico-ci-vilizatorio para transformar el mundoque no le gusta. El personalismo, en-tonces, actúa como pensamiento acti-vo, como revulsivo que afronta las si-tuaciones materiales del hombre; perono se reduce a ello. No sabemos qué esla verdad, pero sí sabemos lo que re-clama la persona como ente singular,lugar original de sentido y de comu-nión, fuente de cualquier acuerdo ysignificado de los sentimientos másexcelsos que la hacen feliz en la vidaindividual y sobre todo — en la medi-da que es comunitaria— con los

otros. Todo ello tiene repercusionesen las actitudes concretas de su vidainmediata, en el sentido de que:• El trabajo no debe reducirse a ser

mera productividad de bienes,sino también fuente de perfeccio-namiento en los saberes y en las re-laciones con los otros seres huma-nos.

• La política no ha de convertirse enpura «ingeniería» profesional paraadquirir cargos ventajosos.

• La ciencia no ha de ser mero ins-trumento útil al servicio de los po-deres.

• La cultura y el arte no han de re-ducirse a simples distracciones.

• La vida familiar — y el papel de lamujer dentro de ella— no ha deconvertirse en mero lugar de repo-so y ornamentación del «hombre-propietario» de la mujer.

• La educación no ha de ser simple«instrumento» funcional al servi-cio de los intereses sociales, políti-cos o familiares… ; sino que debeestar comprometida con el «des-pertar» de la persona que ha decrecer y desarrollarse en cada cria-tura humana.

Para terminar, hay que decir quelos contenidos de la obra sintetizanles preocupaciones que la sensibili-dad de M ounier pone de relieve y envoz alta, y que fueron recogidas porsus colaboradores del movimiento deEsprit y de todos aquellos que vieronen sus propuestas una promesa firmede trabajo intelectual y de compromi-so vital con la persona y su preferen-cia metafísica y civilizatoria.

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L a época de elecciones, cada cuatro años,parece ser el único momento que nos quedapara hablar de política en esta democracia

nuestra que debería hacerse cada día, y no sólo porpolíticos profesionales, sino por todos los que habita-mos esta España, que ya no sabemos si es nación uotra cosa, pues para serlo debería ser, como queríaRenan, «un plebiscito de todos los días», es decir, unproceso de decisión continuo basado en una reflexiónhecha hábito cotidiano.

Cuando todo va bien parece que la política es unaactividad superflua, incluso molesta, que interfiere lamarcha sobre ruedas de la economía. Sin embargo,cuando hace estragos una crisis económica, como laque nos afecta desde hace tres años, se echa de menosque el Estado tenga la capacidad de remediar los malescomunes que afectan al conjunto de la sociedad.

La crisis se ha manifestado como un mal común,cuyas facetas se muestran de muchas maneras, talescomo el desempleo en masa, la caída del consumo, laevaporación del crédito, la desconfianza empresarial,etc., y cuyos pretendidos remedios han sido muy parcia-les, como, por poner un solo ejemplo, puede verse conlas medidas aplicadas sobre las entidades financieras, alas que se ha pretendido salvar, aun en detrimento demillones de personas que han pagado los excesos desus imprevisiones. Ese mal común, debería venir arevelar el olvido del bien común, su invisibilidad pornuestra propia ceguera, causada por la incansablemirada exclusiva al interés individual. Ya que no hemossido capaces de ver la necesidad de velar por lo común,ahora, los males derivados deberían ayudarnos acomprender nuestra perversión al haberlo ignorado. Elindividualismo nos ha vuelto ciegos para ver que el bien

PRESENTACIÓNLa política y el bien común

propio sólo puede darse legítimamente sobre el sustratodel bien común de toda la colectividad, y que la soluciónde los males personales requiere una acción común queremedie previamente los males comunes.

La política es esa acción común, es decir, el conjun-to de actos coordinados que compromete las volunta-des y las acciones de todos en vista del bien de todos.Sin embargo, en esta España de nuestras culpas, lainstitucionalización de la política ha tendido a lafragmentación de lo común, hasta el punto de debilitarla capacidad de reacción de toda la sociedad frente alas amenazas que la acechan. Ésta es la más gravecorrupción que nos envuelve, la que nos paraliza a laespera del político que tenga una varita mágica paraser el salvador de todos. Es la corrupción de todo elcuerpo político, de la polis entera, como resultado de lacorrupción de cada ciudadano, consistente en quecada cual se niega a los demás y les niega lo que, encambio, espera que surja mágicamente de la poliscomo un todo para provecho propio.

La política es una forma de la acción humana y,como toda acción humana, es imposible separarla dela ética. De hecho, se puede definir la política como laética de la acción pública. Hay un círculo virtuoso de laacción política: la persona se ennoblece cuando realizauna acción política por el bien de todos, es decir,cuando trabaja por el ennoblecimiento de la sociedad.En cambio, hay un círculo vicioso que lleva a ladegeneración progresiva: la corrupción política escausa y efecto de la política de envilecimiento quedesprecia y destruye lo común para ganancia privada.

Lo urgente y lo importante, en los momentos actua-les, es tomar conciencia de los deberes ciudadanos, deque existe la obligación de rendir un servicio a la socie-dad de la que formamos parte por medio de nuestrotrabajo, de contribuir con nuestro comportamiento ynuestro esfuerzo personal a una sociedad, cuyo buenfuncionamiento beneficia a todos.

Frente a la indiferencia por lo público, no podemosaprobar la evasión de quienes, teniendo un sentidoespiritual de la vida, hurtan su ser al combate públicopor la dignificación de la vida común. Asimismo, comodefendió Mounier en su tiempo, nada hay más necesa-rio hoy que entender la política como una tarea espiri-tual. ❏

❏ Luis FerreiroDirector de Acontecimiento

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P ocos conceptos de la filosofía moral social ypolítica han sido objeto de tanto uso y abusocomo el del bien común. Siendo una expresión

diáfana, pues no significa más que la posesión por doso más personas de un mismo bien, ha terminado porconstituirse en el núcleo de cualquier divagación socialy de toda teoría política.

Ya en el pensamiento aristotélico se constata que lasociedad humana se configura como la común procura-ción de un bien propio y específico y que es distinto delbien que procura para sí cada persona. El concepto deciudadano surge tan pronto como una persona sesiente solidaria de otros en la procuración de un bien útila ambos. «Llamamos ciudadano, dice Aristóteles, aquien tiene derecho a participar en la deliberación por elbien de la ciudad y en la función judicial sobre loscomportamientos de los ciudadanos»1. La ciudad existecuando hay un fin común a los individuos que la forman,el cual no es otro que la «utilidad común» que les repor-ta la convergencia de todos2. Todo gobierno de laciudad y cualquiera de las formas de gobierno queexisten se justifica sólo por la «utilidad común» y losgobiernos que lo procuran son gobiernos rectos,mientras que los gobiernos por el interés particular son«gobiernos corruptos»3.

La filosofía cristiana medieval tomó esta idea defilosofía política y la elevó a la categoría de fin primarioy determinante de toda sociedad política. La unidadpolítica de individuos humanos sólo se origina cuando

EL BIEN COMÚN ENLA ENCRUCIJ ADADEL PENSAMIENTOSOCIAL CATÓLICO❏ ANTONIO OSUNA FERNÁNDEZ-LARGO

Doctor en Filosofía y en Teoogía tienen un fin común, el cual tiene razón de bien paratodos ellos y justifica tanto su asociación como ladesignación de una autoridad suprema de la sociedad,que conoce y dirige las voluntades individuales a laobtención de ese bien específico que ningún individuopodría obtener por sí mismo sin la colaboración y ayudade los demás. A este objetivo político que confiereunidad a la sociedad y que justifica la designación deuna autoridad pública es a lo que se designó como biencomún.

Bajo el concepto de bien común se designa unagama amplísima de bienes que tienen de común subve-nir una necesidad humana y que sólo mediante unaasociación humana se pueden obtener. Los pensadoresantiguos hicieron una larga enumeración de talesbienes, que comprendían los bienes económicos, técni-cos, humanísticos, morales y estéticos. Pero estableceruna jerarquía entre ellos sólo será factible desde unapostura ética o filosófica y, a su vez, será efecto decada política concreta asumida. La filosofía cristiana,por ejemplo, puso en la base de esta jerarquía losbienes religiosos, después los culturales, después loshumanísticos y, finalmente, los bienes económicos y losde utilidad perecedera. Pero una concepción materialis-ta de la existencia resaltará, al contrario, que los bienesprimarios son los bienes económicos y de absolutanecesidad por todos los hombres y, al servicio de ellos,estarán los bienes culturales y estéticos. La Ilustracióneuropea, al contrario, puso como bienes supremos laeducación de los pueblos y el gobierno despóticocentrado en la difusión de la cultura, así como la seguri-dad en la convivencia social. Ideologías románticas e

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1. Política, l. III, cap. 2: Bk 1275b17.2. Ibíd., cap. 6: Bk 1278b22.3. Ibíd., c.7: Bk 1279a26.

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dad. El bien común como bien digno de promoverse yreclamo de no ser lesionado es lo que define la justiciapública y el acto humano moralmente correcto es aquelque promueve y se ajusta al bien común. Y la justicia queSanto Tomás, siguiendo a Aristóteles, llama justicia legalpor ser la que contemplan todas las leyes, es aquellaactitud que nos impulsa a contribuir a las exigencias delbien común de la sociedad de la que somos miembros.De ahí la generalidad de este impulso de justicia general,pues de alguna manera todos nuestros actos en la vidasocial concurren directa o indirectamente al bien comúnde la sociedad en la que y para la que vivimos. «La justi-cia legal, dice, puede llamarse una actitud virtuosagenérica en cuanto ordenación de todos nuestros actosvirtuosos al bien común. Es, en efecto, una virtud generalpor su esencia, en razón de que contempla el bien comúncomo objeto propio. Por eso, esta virtud la tiene el prínci-pe de modo principal y como arquitectónicamente, perotambién la tienen todos los súbditos derivadamente ycomo servidores de la ley»6. La justicia del bien común esla justicia del derecho público mientras que la justiciaparticular es la del derecho privado: «La justicia ordena-da al bien común es una virtud distinta de la justiciaordenada al bien particular de un determinado individuo,por eso el derecho común se distingue del derecho priva-do», añade en otro lugar Santo Tomás7.

Esta justicia general es la que dirige todo el ordenpúblico de la vida social. Y sus comportamientos indivi-duales pueden reducirse a dos géneros o tipos de actosde justicia, que son las aportaciones o contribuciones detodos los individuos para la realización del bien común ola distribución equitativa de los bienes que configuran elbien común entre todos los individuos de la mismasociedad. Ambos tipos de actitudes justas tienen unamedida formalmente distinta de la justicia particular, lacual según Aristóteles tiene una medida de igualdadabsoluta o aritmética entre dos o más ciudadanos (detanto uno es acreedor como el otro deudor), mientrasque la medida de esta justicia legal es una medida deproporcionalidad comparativa (es justo aquel tributo queno es igual en todos los ciudadanos, sino el que esproporcional al de los bienes de que dispone cada

idealistas de nuestro tiempo han resaltado unilateral-mente los bienes de la convivencia pacífica de laspersonas y de la producción y posesión comunitaria debienes. Y cabría también recordar las ideologías utópi-cas cristianas que han tratado de encarnar una teocra-cia cristiana centrada en dar forma a las condiciones delreino de Dios y sus valores.

Todos estos programas o propuestas de política tienende común tratar de definir e imponer una jerarquía propiade los bienes que integran el bien común y aceptar que sujerarquía de bienes es el justificante último de su ideariopolítico. Para todos ellos el bien común, objetivado demodo distinto en cada ideología, es el fin que da razón deser a la idea de Estado que ellos proponen y el que condi-ciona su teoría política acerca del Estado. Y todas estaspropuestas de teorías políticas aceptarán el principio deSanto Tomás que una sociedad será tanto más perfectacuanto con más eficacia haya realizado ese bien común:«Necesitando el hombre vivir en sociedad para subvenirsus necesidades, es claro que una sociedad será tantomás perfecta cuanto más sea capaz de cubrir esas necesi-dades»4. Y Santo Tomás nos dejó también su personalcriterio sobre cuáles eran esos bienes fundamentales de lasociedad política: el orden social, la vida en paz de losciudadanos, la convivencia amistosa de las personas, elbienestar y disfrute de los bienes económicos necesariospara la vida digna y la conciencia moral en la sociedad5.

PENSAMIENTO DE SANTO TOMÁS SOBRE EL BIEN COMÚN

Pero la idea de bien común determina además la idea dejusticia social. Santo Tomás dejó demostrado que hayuna forma de justicia en la sociedad, que él denominajusticia general, que se constituye en tal por su referenciaal bien común. Todo fallo en la búsqueda del bien comúno en su participación por cada ciudadano o el conjuntode ellos es un delito contra la justicia general. Tambiénaquí hay una notable contribución de Santo Tomás a laética. La medida que diferencia el acto de justicia y el deinjusticia es su contribución positiva al bien común o, encaso contrario, su lesión del bien común de una socie-

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4. Santo Tomás, De regno, l. I, c. 2, n. 7.5. Cf. Ibíd., l. I, c. 15.6. Suma de Teología, 2-2, q. 58, a.6.7. Ibíd., 1-2, q. 60, a. 3 ad 2.

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porque ello redundará en una sociedad más perfecta13.La teología de Santo Tomás llegó a entender a Dios

como el bien común supremo de todo el universo, yaque todo lo que tiene razón de bien, tanto natural comosobrenatural, depende de Dios como creador14. De estemodo, está justificado en teología entender a Dios comoel bien común trascendente a todo ser.

UN CONCEPTO OMNIPRESENTE EN LA DOCTRINA SOCIAL

DE LA IGLESIA

Esta doctrina de la moral católica de Santo Tomás y demuchos teólogos posteriores, entre los cuales no debeolvidarse la escuela de teólogos moralistas salmantinosde los siglos XVI y XVII, ha encontrado un eco indiscutibleen la doctrina social católica del último siglo.

Definición del bien comúnLa Iglesia ha propuesto una definición del bien común quecomprende el conjunto de bienes humanos necesarios,que sólo la sociedad humana puede obtener y sin loscuales la persona humana no puede vivir dignamente nialcanzar la perfección que le es genuina. Dice Pío XI: «Elbien común de la sociedad política consiste en la paz yseguridad de que las familias y los individuos puedengozar plenamente del ejercicio de sus derechos y, a la vez,el mayor bienestar posible, material y espiritual, de la vidapresente mediante la unión y cooperación decidida detodos»15. Y P ío XII dijo años después: «Toda actividad delEstado, política y económica, está sometida a la realiza-ción permanente del bien común, es decir, de aquellascondiciones externas que son necesarias al conjunto delos ciudadanos para el desarrollo de sus cualidades y desus oficios, de su vida material, intelectual y religiosa, encuanto, por una parte, las fuerzas y las energías de lafamilia y de otros organismos a los cuales corresponde

ciudadano o los beneficios que le reporta la vida social).Por lo demás, es conocido que la filosofía social poste-rior ha designado aquella justicia legal o general con elnombre más expresivo de justicia social, que es el térmi-no hoy usual para designar las exigencias del biencomún en todos los ciudadanos, prescindiendo ahora sila equivalencia es total o sólo parcial con la clásica justi-cia legal. Así es como, por ejemplo la encíclica de P ío XI,Divini Redemptoris, define la moderna justicia social: «Espropio de la justicia social exigir a los individuos cuantoes necesario para el bien común»8.

El bien común es un bien universal y no particular;social y no personal; público y no privado. Y no hay queidentificarlo con un bien meramente colectivo o de lacolectividad, pues es formalmente distinto de los bienesparticulares, aunque se piense en la totalidad de ellos9.

La justicia social domina todo el ámbito de la vidapública de los ciudadanos, de los que prácticamentetodos sus comportamientos tienen alguna consecuenciapara el bien público, pues «los ciudadanos son una partedel todo social y cualquier bien de la parte es subsumi-ble bajo el bien del todo»10, que es el bien común en estecaso. Santo Tomás había usado este mismo argumentopara sostener que todas las acciones rectas de losciudadanos son fruto de la prudencia política y no sólolos comportamientos del príncipe que gobierna. Y laciencia política o lo que hoy llamaríamos la razón políti-ca, se caracteriza por hacer «cálculos o conjeturas sobrelo que exige el bien común», el cual, por demás, es «elbien más grande y divino» de cuantos están al alcancede los hombres11. Y de ahí deriva la grandeza de laciencia política, que versa sobre los objetivos finales detoda la vida humana terrena y que guarda un ciertoparecido con la teología que versa sobre los fines sobre-naturales de la vida humana12. Todo ciudadano tiene, enconsecuencia, el compromiso de acrecentar los bieneshumanos, económicos y espirituales, físicos o morales,intelectuales o técnicos con la mayor energía posible

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8. Enc. Divini Redemptoris: AAS 29 (1937) 92; cf. Doctrina Pontificia, II: Documentos políticos, BAC, Madrid 1958, n. 52, p. 703. La traducción aquí yen las demás citas es del autor.

9. Cf. Suma de Teología, 1-2, q. 90, a. 2 ad 2.10. Suma de Teología, 2-2, q. 58, a. 5.11. In Aristotelis Politicam, l. I, lect. 1, n. 11.12. Cf. In Aristotelis Ethicam, l. I, lect. 2, n. 31.13. Cf. Contra impugnantes Dei cultum et religionem, c. 2, n. 3; Opúsculos y cuestiones selectas, ed. bilingüe, t. IV (BAC, Madrid 2007) 408.14. Cf. Summa contra Gentes, l. III, c. 17.15. Encíclica Divini illius Magistri: AAS 22 (1930) 62; Doctrina Pontificia, III. Documentos sociales, BAC, Madrid, 1959, p. 545, n. 36.

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la naturaleza del ser humano. Y por otra parte los finespolíticos cuando son contrarios a la naturaleza delhombre pierden su condición de ser promotores delbien común y, en consecuencia, de ser obligatorios parala persona y su conciencia.

Función de justificar el poder político La justificación y calidad de todo poder político legítimoderiva del bien común. Dice León XIII: «De la necesidad deprocurar el bien común deriva, como de fuente propia einmediata, la necesidad de un poder civil que, orientándo-se hacia el fin supremo, dirija hacia éste sabia y constan-temente las voluntades múltiples, agrupadas en su manocomo en un haz»22. El Estado como vértice supremo detoda la autoridad política de un pueblo debe comportarse«libre de todo interés de las partes y atento exclusiva-mente al bien común y a la justicia»23. En razón del biencomún, el Estado «tiene una noble misión: reconocer,regular y promover en la vida nacional las actividades y lasiniciativas privadas de los individuos, dirigir conveniente-mente estas actividades al bien común, el cual no puedequedar determinado por el capricho de nadie ni por laexclusiva prosperidad temporal de la sociedad civil, sinoque debe ser definido de acuerdo con la perfecciónnatural del hombre, a la cual está destinado el Estado porel Creador como medio y como garantía»24. Así, pues,toda la vida política puede ser definida como «la multifor-me y variada acción económica, social, legislativa,administrativa y cultural destinada a promover orgánica einstitucionalmente el bien común»25.

El poder político, en consecuencia, se puede extendera todas las materias que se refieren al bien público tempo-ral, tanto en el orden de los fines políticos concretos comoen el de los medios conducentes a esos objetivos políti-cos. Todo ello es una función que deriva del conceptomismo de bien común. E incluso el poder político usa de

una natural precedencia, no basten, y, por otra, la volun-tad salvadora de Dios no haya determinado en la Iglesiaotra sociedad universal al servicio de la personahumana»16. Y, de modo similar, el Concilio definió el biencomún como «el conjunto de aquellas condiciones socia-les que hacen posible a las asociaciones y a cada uno desus miembros, el logro más pleno y más fácil de la propiaperfección»17. El bien común es algo de obligado cumpli-miento en la realización plena de la perfección a que estállamada la persona humana: «La plena perfección humanadel hombre exige que le sea facilitado todo lo que necesi-ta para vivir una vida verdaderamente humana»18.

El bien común es, en consecuencia, «el conjunto decondiciones sociales que permiten a los ciudadanos eldesarrollo expedito y pleno de su propia perfección»19.

En la raíz de todos los deberes sociales y políticosdel individuo

Tal necesidad perentoria del bien común para la plenarealización del hombre es la razón de los deberes impues-tos a toda persona de procurar el bien común. De lasingular calidad del bien común «se sigue que todo verda-dero ciudadano debe querer el bien común y procurarlo atoda costa»20. J uan XXIII se refiere a la exigencia moral«por la que todos los individuos y grupos intermediostienen el deber de prestar su colaboración personal al biencomún» y, además, que «los gobernantes deben dictaraquellas disposiciones que, además de su perfecciónformal jurídica, se ordenen por entero al bien común de lacomunidad o puedan conducir a él», ya que «la razón deser de cuantos gobiernan radica por completo en el biencomún»21.

Para hablar de deberes morales impuestos por elbien común se precisa dejar clarificada la naturaleza deesos bienes. Y la doctrina social de la Iglesia hapropuesto que son bienes que responden todos ellos a

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16. Radiomensaje Navidad 1942 Con sempre: AAS 35 (1943) 13; Doctrina Pontificia, V: Documentos jurídicos, BAC, Madrid 1960, p. 179, n. 13.17. Constitución pastoral Gaudium et spes, n. 26.18. Ibíd., n. 26b y 86.19. Ibíd., n. 65.20. León XIII, Carta apostólica Notre consolation de 3 mayo de 1892: ASS 24 (1891-92) 650; Doctrina Pontificia, II: Documentos políticos, p. 315, n. 11.21. Encíclica Pacem in terris, n. 53s: AAS 55 (1963) 272; El magisterio pontificio contemporáneo, t. II, BAC, Madrid 1992, p. 753ss.22. Carta apostólica Notre consolation, l.c. p.650; Doctrina Pontificia, II: Documentos políticos, p. 315, n. 11.23. P ío XI, Encíclica Quadragesimo anno: AAS 23 (1931) 211; Doctrina Pontificia, III: Documentos sociales, p. 745, n. 109.24. P ío XII, Encíclica Summi pontificatus: AAS 31 (1939) 432; Doctrina Pontificia, II: Documentos políticos, p. 432, n. 45. J uan XXIII dirá sin más que «el

fin del estado es promover el bien común en el orden temporal». Encíclica Mater et Magistra, n. 20: AAS 53 (1961) 405.25. J uan Pablo II, Exhort. Apost. Christifideles laici de 30 diciembre 1988, n. 42: AAS 81 (1989) 472.

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política o Estado es la sociedad perfecta, mientras que lasdemás son subordinadas e incompletas respecto a latotalidad del bien humano. La doctrina política de la Iglesiada importancia a este concepto de sociedad perfecta,pues es el que reivindica para la sociedad sobrenaturalque es la Iglesia. El bien común es así no sólo el fin últimode la sociedad, sino también la razón fundamental de lasoberanía del poder político y de la nación, en lo cual sediferencia de otras corrientes de teoría política que hanfundado la soberanía en la sola voluntad unificada delpueblo pero sin considerar el objeto determinante y condi-cionante de la misma soberanía. Por eso, es una propues-ta valiosa doctrinalmente defender que hay un bien comúnde toda la humanidad, pues equivale a defender que hayuna sociedad natural de toda la humanidad y con objeti-vos específicos que están por encima de cualquier biencomún nacional o estatal, pues responde a la igual condi-ción y dignidad de todo ser humano a cualquier nación,raza o condición a que pertenezca. La doctrina social dela Iglesia no ha olvidado apuntar a este significado de biencomún de toda la humanidad por encima del bien comúnde las sociedades políticas y de los Estados. La encíclicaPacem in terris lo fijó bien cuando dijo: «En las circunstan-cias actuales de la sociedad, tanto la constitución de losEstados como la fuerza de que está dotada la autoridadpública de todas las naciones, son abiertamente insufi-cientes para el fomento del bien común de los pueblos»27.Hay, en efecto, temas como la paz y la seguridad contracrímenes de la comunidad que sólo pueden abordarsebajo el ideario del bien común de toda la humanidad: «Elbien común internacional propone cuestiones de sumagravedad, arduas y de inmediata solución, sobre todo enlo referente a la seguridad y paz del mundo entero»28.

Al mismo tiempo, se rechaza concebir el bien comúncomo una mera agregación material de los bienes socia-les o suma de intereses particulares, pues, al contrario, «elbien común implica la valorización y armonización de losbienes particulares, hecha según una equilibrada jerarquíade valores y, en última instancia, según una exactacomprensión de la dignidad y derechos de la persona»29.

Por eso, en resumen, se podrá identificar hoy en díael bien común con la defensa y promoción de los

los instrumentos necesarios para obtener esos fines políti-cos, como son la fuerza militar, la policía y la administra-ción pública (servicios de comunicación, trabajo higiene,salud pública, enseñanza y previsión social). Todos losgastos necesarios de esta administración son proporcio-nados por la renta nacional. Así, pues, el Estado deberealizar, bajo la dirección de los gobernantes y la partici-pación de los ciudadanos en cualquier forma democráti-ca, el bien público en todos los terrenos que pertenece alámbito temporal de la vida humana, como son el mante-nimiento de la seguridad de las personas, gozar de unajusticia pública creada para arbitrar las diferencias deorden privado y las que deben disfrutar los ciudadanos ensituaciones concretas de su existencia, como son laeducación, la salud, el trabajo, la vivienda o las situacio-nes circunstanciales de desastres o infortunios. La doctri-na social de la Iglesia ha urgido siempre que el bien de lasfamilias es parte ineludible del bien común, de lo cual sesigue que toda legislación estatal debe atender a estasupremacía de la familia y que éstas, a su vez, debencontribuir a la política para acrecentar el bien común.

De modo contundente y abreviado, dirá P ío XI: «ElEstado tiene la autoridad para promover el bien comúntemporal, que es precisamente su fin específico»26.

El bien común de toda la humanidadPero sobre todo los documentos pontificios de los últimostiempos han puesto el acento en la idea de bien común detoda la humanidad. El bien común no es un conceptonacionalista o populista, sino que es una realidad análogaa toda sociedad humana, pues existe el bien común deuna asociación privada, de la familia, de una sociedadjurídicamente establecida, del Estado y de la sociedadhumana universal. En todos estos casos hay una serie debienes necesarios para la realización de ese grupo y quesólo en la sociedad correspondiente se pueden alcanzar.Pero sí es cierto que la doctrina ética sostiene que deestas sociedades hay algunas naturales y que no puedendesaparecer en la vida humana, como son la familia o lassociedades religiosas, y otras que son de libre constitu-ción por los hombres y que, finalmente, sólo la sociedad

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26. Enc. Divini illius Magistri: AAS 22 (1930) 62; Doctrina Pontificia, III: Documentos sociales, p. 545, n. 36.27. J uan XXIII, Encíclica Pacem in terris, n. 135: AAS 55 (1963) 293; El magisterio pontificio contemporáneo, t. II, p. 765, n. 135.28. Ibíd.: n. 134: AAS 55 (1963) 292; El magisterio pontificio contemporáneo, t. II, p. 765, n. 134.29. J uan Pablo II, Encíclica Centessimus annus, n. 47: AAS 83 (1981) 851; El Magisterio pontificio contemporáneo, t. II, p. 922, n. 47.

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niegan al individuo, para atribuirlos a la colectividad,todos los derechos naturales propios de la personalidadhumana»33. Pero, por otra parte, el capitalismo liberal secentra en el valor absoluto del individuo insolidario yrenuente a todo lo que es un bien común superior de lasociedad y a la debida contribución de los individuospara obtenerlo. «¿Es el capitalismo el modelo necesariopara los países que buscan la vía del verdadero progre-so económico y civil? … Si por ‘capitalismo’ se entien-de un sistema en el cual la libertad en el ámbito econó-mico no está encuadrada en un sólido contexto jurídicoque la ponga al servicio de la libertad humana integral yla considere como una particular dimensión de lamisma, cuyo centro es ético y religioso, entonces larespuesta es absolutamente negativa»34. Aun admitien-do y promoviendo el mercado y la libertad de empresa,«la doctrina social apunta que éstos han de estar orien-tados al bien común»35.

La doctrina social católica entiende siempre al ciuda-dano particular como un colaborador insustituible para laobtención del bien público: «Es imposible una conviven-cia fecunda y bien orientada sin la colaboración en elcampo económico de los particulares y de los poderespúblicos, colaboración que debe prestarse con unesfuerzo común y concorde, y en la cual ambas parteshan de ajustar ese esfuerzo a las exigencias del biencomún»36.

Este es el valor filosófico actual de un antiguo concep-to de la filosofía social cuyas virtualidades se han hechopresentes en el desarrollo de la ciencia social y políticamoderna. A pesar de la opacidad y casi vulgaridad deltérmino ‘bien común’, la filosofía social que ha suscitadoincluye conceptos hoy tan universalmente aceptados ydensos como el de progreso, desarrollo de los pueblos,bienestar social, calidad humana social y, en general,todo lo que el socialismo moderno ha caracterizadocomo superioridad del orden público sobre el privado. ❏

derechos de la persona humana. «Este fin, el biencomún de orden temporal, consiste en la paz y seguri-dad de que las familias y cada uno de los individuospuedan gozar en el ejercicio de sus derechos y, a la vez,en el mayor bienestar espiritual y material que seaposible en la vida presente, mediante la unión y lacoordinación de la actividad de todos»30. Por eso, conmuy acertada razón hoy se identifica el bien común conla promoción y defensa de los derechos humanos: «Enla época actual se considera que el bien común consis-te principalmente en la defensa de los derechos ydeberes de la persona humana. De ahí que la misiónprincipal de los poderes públicos ha de consistir en doscosas: de un lado, reconocer, respetar, armonizar,tutelar y promover tales derechos; de otro, facilitar acada ciudadano el cumplimiento de sus respectivosdeberes»31. La promoción de los derechos humanos esparte integrante del bien común, por lo cual la principalobligación de toda autoridad política es promover losderechos humanos32.

Posicionamiento de esta doctrina entre los sistemassocioeconómicos de nuestro tiempoFinalmente, la doctrina social ha considerado la proyec-ción de la idea de bien común para enjuiciar los grandessistemas de política económica que prevalecen ennuestro mundo. Y este es el origen de lo que se hadenominado, no sin cierto menosprecio, la tercerapostura política de la doctrina social católica. En losdocumentos de la doctrina social de la Iglesia, enefecto, se han desautorizado repetidamente las doctri-nas comunistas en razón de que anulan la dimensióndel bien común como bien de todas y cada una de laspersonas en la sociedad y se sustituye por el bien deuna clase social o del proletariado. La encíclica DiviniRedemptoris dice: «Al ser la persona humana, en elcomunismo, una simple ruedecilla del engranaje total,

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30. P ío XI, Encíclica Divini illius Magistri: AAS 22 (1930) 62; Doctrina Pontificia, II: Documentos políticos, p. 545, n. 36.31. J uan XXIII, Encíclica Pacem in terris: AAS 55 (1963) 274, n. 60; El magisterio pontificio contemporáneo, t. II, p. 754, n. 60. Cf. Concilio Vaticano II,

Constitución pastoral Gaudium et spes, n. 64.32. Cf. Encíclica Pacem in terris, n. 63, l.c. en nota anterior.33. P ío XI, Encíclica Divini Redemptoris: AAS 29 (1937) 70; Doctrina Pontificia, II: Documentos políticos, p. 675, n. 10.34. J uan Pablo II, Centessimus annus, n. 42: AAS 83 (1991) 845; El magisterio pontificio contemporáneo, t. II, p. 988, n. 42. 35. Ibíd., n. 43.36. J uan XXIII, Encíclica Mater et magistra del 15 mayo 1961: AAS 53 (1961) 415, n. 56; El magisterio pontificio contemporáneo, t. II, p. 704, n. 56.

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NOSOTROS,LOS EXCLUYENTESDEL BIEN COMÚN

❏ CARLOS DÍAZProf. Filosofía de la Universidad ComplutenseMadrid

todas vuestras enfermedades. Nunca formulará deseoque yo no le ayude a realizar; reinará sobre todos susvulgares semejantes; tendrá buena provisión dehalagos y aun de adoraciones; la plata, el oro, losdiamantes, los palacios de magia saldrán a buscarle, yle rogarán que los acepte, sin que haya necesidad deesfuerzo para guardarlos; se emborrachará de placeres,sin cansancio, en países encantadores donde siemprehace calor y donde las mujeres huelen tan bien comolas flores, etcétera, etc…’—añadió levantándose ydespidiéndome con amable sonrisa— Pero, poco apoco, luego que le hube dejado, fue volviendo a miseno la desconfianza incurable; no me atreví ya a creeren felicidad tan prodigiosa, y mientras me acostaba,rezando una vez más, por un resto de costumbreimbécil, repetíame medio dormido: ‘¡Dios mío! ¡SeñorDios mío! ¡Haced que el diablo me cumpla su palabra!’».Cada vez veo más claro que existen excluidos porque,como El jugador generoso de Baudelaire, rogamos aDios para que se haga la voluntad del diablo.III. «Cuando era joven, este Dios del Oriente era duro yvengativo, y construyó un infierno para diversión de susfavoritos. Pero al final se volvió viejo y débil y blando ycompasivo, más parecido a un abuelo que a un padre,y parecido sobre todo a una vieja abuela vacilante. Sesentaba allí mustio, en el rincón de la estufa, cansadodel mundo, cansado de querer, y un día se asfixió consu excesiva compasión. La piedad acabó por decir¡fuera tal Dios! ¡Mejor ningún Dios, mejor construirsecada uno su destino a su manera, mejor ser un necio,mejor ser Dios mismo!»1. En el trayecto de un Dios duroa un Dios reblandecido, los excluidos de la Tierra se han

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I. Aquellos organizadores del congreso de psicologíareunido en Göttingen hicieron un experimento con loscongresistas mismos, profesores de indiscutible mérito.A corta distancia del lugar donde se hallaba reunido elcongreso se celebraba una fiesta popular. De repente seabrió la puerta del salón de sesiones y entró en él unpayaso perseguido por un negro que le amenazaba conun revólver. El negro le disparó un tiro y el payaso cayóal suelo. Inmediatamente perseguidor y perseguidohuyeron. Cuando la docta asamblea se repuso delasombro, el presidente de los congresistas rogó que sinpérdida de tiempo cada uno redactase un relato de loacaecido por si la justicia lo requiriese. De los cuarentarelatos entregados, diez eran falsos en su totalidad;veinticuatro contenían detalles inventados, y sólo seisse ajustaban a la realidad. Si esto ocurrió en aquelcongreso, ¿qué no estará ocurriendo en nosotroscuando hablamos de excluidos del bien común?II. «No olvidéis nunca, cuando oigáis elogiar el progresode las luces, que la más bonita astucia del diablo estáen persuadiros de que no existe… Por fin, cuando latrémula aurora blanqueaba los cristales, aquel famosopersonaje, cantado por tantos poetas y servido portantos filósofos, que, sin saberlo, trabajan por su gloria,me dijo: ‘Quiero que tenga buen recuerdo de mí, y voya demostrarle que yo, de quien tan mal se habla, soyalgunas veces un buen diablo, para servirme de unalocución vulgar. En compensación por la pérdidairremediable de su alma, le doy la apuesta que hubieseganado si la suerte se hubiera declarado en favor suyo,es decir, la posibilidad de aliviar y de vencer, durantetoda la vida, esa rara afección del hastío, fuente de

1. Nietzsche: Así habló Zaratustra. «J ubilado», 1.

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miento era mía. Mis colegas, al escuchar mis confiden-cias, se reían de mí. Pero yo no me podía reír. Y como losfallecimientos continuaban a pesar de todo e inclusoaumentaban, decidí abandonar la profesión y cambiar deciudad. Me fue fácil, habiendo estudiado medicina,obtener una patente de farmacéutico y abrí una buenafarmacia en Oklahoma. De este modo, pensaba, coope-raré también yo a la batalla contra el mal de la muerte,pero sin una responsabilidad directa. No había pasado unaño cuando ya me había dado cuenta de haber caído enuna nueva trampa. Un muchacho tragó por descuido unapastilla vendida por mí, una señora se suicidó con elproducto que había comprado en mi botica, una mujerenvenenó a su marido. Tuve que persuadirme de quetambién los farmacéuticos se hallan expuestos al peligrode ser cómplices con la muerte a domicilio. Medité larga-mente sobre la decisión de una nueva profesión y mepersuadí de que la más inocente era la de soldado.Parecerá una paradoja, pero fue el fruto de una largameditación. En aquel tiempo ningún país se hallaba enguerra ni había ninguna probabilidad de que nuestra pazfuese perturbada. Pero apenas acababa de alistarmecuando estalló la guerra europea. La guerra de trincherasme entristeció mucho, pero me consolaba con el pensa-miento de que el homicidio era colectivo, y de que losmuertos eran enemigos de la humanidad. Un día sinembargo en 1918 fui llamado para formar parte de unpelotón de ejecución. Se debía fusilar a un desertor. Perono podía zafarme de aquel deber ni tampoco disparar alaire, pues un oficial vigilaba nuestros fusiles. Y una vezmás fui cómplice de homicidio. Apenas terminada laguerra me licencié. Vendí inmediatamente el negocio dela armería, pero lo que obtuve no me bastaba para vivirsin trabajar. Con la esperanza de aumentar mi peculio yde hacerme independiente especulé en Bolsa y en seismeses, por no ser práctico en negocios, perdí hasta elúltimo dólar. Me puse en busca de una nueva ocupacióny tuve que aceptar, obligado por el hambre, un puesto dechofer. Cuando era médico había poseído un automóvil ysabía conducir bastante bien. Por algún tiempo vivítranquilo, pero finalmente no puede escapar a mi terribledestino. Una noche en una carretera mal alumbradaatropellé y maté a una pobre anciana. Fui encarcelado yapenas puesto en libertad —aunque el amo quería volver

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convertido en objetos de impiedad, no en sujetos depiedad.IV. «Incapaces de unirse en el impulso histórico, ante losactos que se proponen, los actos simples, evidentes, ellossegregan palabras, las palabras segregan escisiones,cada uno distingue, se distingue, propone condicionesprevias, siempre previas, desafía, espía, maniobra, juega acuatro bandas, diserta, hace piruetas, resbala; poco apoco las líneas de fuerza se estancan, las evidencias seoscurecen, los grupos se disgregan, una especie deatomización invade al país así como a las organizacionesque se descomponen… Se ha creído demasiado despuésde cien o doscientos años en la virtud automática de larazón. Aislada, abandonada a su automatismo, la razónno funciona ya más que con el absurdo de mecanismossin dirección alguna. Ahora su mecanismo es el análisis.Pero si no recibe la savia de una fuerte vitalidad y la fuerzaluminosa de una fe potente, la inteligencia ya no es másque un virus de descomposición. Demasiadas manosgráciles, demasiadas frentes hipertrofiadas, demasiadasalmas vacilantes. Las mismas manos que copiabanincunables y que construyeron la cultura occidental abríancaminos entre los bosques y combatían a los bandidos;tampoco el lenguaje de aquellos hombres estaba parali-zado ante los poderes»2. Mientras esto subsista, seráimposible que los excluidos de la Tierra tengan prioridad.V. «Mi padre poseía un negocio de armería y, de mucha-cho, me tenía con él. Pronto pude comprender quemuchos de los que venían a comprar se mataban omataban a la mujer o al enemigo. Se despertó en mi almatal horror hacia el comercio de mi padre, que decidíestudiar medicina. De este modo podría ser un contrape-so al mal. Mi padre vende la muerte, pensaba para mímismo; yo venderé la vida y combatiré la muerte. Apenaslicenciado, comencé a ejercer mi arte. Al principio misclientes eran pocos, pero estaban satisfechos de mí.Ninguno de mis enfermos moría; es verdad que se trata-ba siempre de enfermedades ligeras. Poco a poco misensatez médica me proporcionó una vasta y escogidaclientela. Y entonces comenzaron los desastres. Unmuerto, dos, tres, cuatro muertos en un año. Examinan-do escrupulosamente después del fallecimiento misdiagnósticos y las curas ordenadas, me convencí de que,al menos en la mitad de los casos, la culpa del falleci-

2. Mounier, E.: L’intelligence qui rassemble. 1945. En Bulletin des Amis d’Emmanuel Mounier, número 100, 2010, pp. 93-95.

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indefinidamente ese talento hasta que se encuentre másbrillante. Hay que asumir el compromiso necesario inclusoen las posiciones impuras: el deber de las personas quetienen intenciones puras será el de entrar en lo impurotratando de purificarlo desde el interior, pero no evadién-dose de lo impuro pretextando que es impuro. Uno de losdeberes de lo espiritual es ser eficaz. Tenemos quecomprometernos, aunque muy frecuentemente con uncorazón desgarrado, pues sólo cabe tener un corazóndesgarrado cuando hay que dejar fuera de sí una parte dela verdad. Pero hay que hacerlo si la situación histórica loexige»4. «Con los filósofos, con los psicólogos, connuestro corazón y nuestras necesidades, descubrimosque la persona se disuelve cuando se encierra en sí mismaen la soledad, y que por el contrario no existe más que eny para la otra persona (par autrui). El hecho originario deuna filosofía personalista no es la oposición, la separación,la originalidad, sino la comunicación. Por eso la granrevolución del siglo xx será indudablemente personalista ycomunitaria»5. Los noctilucas son unos organismos unice-lulares que viven en el mar y cuya única defensa ante losdepredadores es su luz. Quien se los come brilla tambiény se convierte en fácil presa de otro depredador. Noctilu-cas y onironautas no desean evitar a toda costa el dolor,ese intruso, antes al contrario se apoderan del propiodolor por un privilegio de gracia, y ello para que otros nosufran. Solamente ellos salen de la memoria sin dejarhuella, ni cicatriz, ni herida. Aguantar la luz apagada sinbuscar otra vela sólo es posible si alguien de este mundoo del otro (de este mundo y del otro) me ha dicho: te quieromás que a mis hijos. «Insuflar el espíritu republicano, deacuerdo, pero insuflarlo primero entre los fariseos de laRepública. Si en 1932 buscábamos convertir a los espiri-tuales en revolucionarios, ahora buscamos hacer a losrevolucionarios en intelectuales»6. Sin olvidar, claro, que«persona, comunidad, valor: cada uno de ellos es solida-rio con los otros dos»7.

Este hombre no es de ayer ni es de mañana, sino denunca, de la cepa humana. ❏

a ocuparme— me despedí. Me hallaba otra vez sin pan nitrabajo. Acosado por la desesperación me ofrecí comoaviador a una fábrica de aeroplanos. En el cielo, pensa-ba, los atropellos son casi imposibles y el peligro esmayor para mí que para los demás. En poco tiempollegué a ser un hábil y atrevido piloto. Pero hace veintemeses, durante un vuelo de prueba con dos pasajeros abordo, una falsa maniobra debida a una distracción míahizo precipitar el aparato desde seiscientos metros dealtura, pero los dos infelices que se hallaban conmigomurieron, y por culpa mía. He cumplido mi pena y mehallo otra vez hambriento. Pero he decidido firmementeno elegir ningún otro oficio, ningún arte, ninguna profe-sión. No quiero ser homicida ni cómplice de homicidios.La única esperanza es huir de toda responsabilidad, esdecir, el ocio». Este Homicida Inocente de Papini en suGog, por miedo a la acción que no le resulta favorabledurante su vida, termina por reducirse a un personajeinactivo hipocondríaco, pusilánime, y escrupuloso. Alrelatar su historia queremos a la vez decir que si la acciónes mala debe corregirse en la acción, pero no en elabandono de toda acción. Sólo entonces, haciendo, y nosólo magreando Internet, los excluidos serán incluyentes.VI «Hay una forma de comprometerse que es una formade dormirse en un sueño colectivo, una buena concienciaen común, y que es al compromiso lo que el fariseísmo ala moral y el fanatismo a la fe. El compromiso comportauna fe y un don, pero una fe perpetuamente vigilante y undon perpetuamente revisado. Es un acto adulto, y no unentretenimiento infantil. Tiene el corazón caliente, pero lacabeza fría. De lo contrario, no hay que hablar de compro-miso, sino de delirio»3. «Todo compromiso es impuro. Loseventos históricos están siempre mezclados. J amásencontraremos en parte alguna la posición ideal que nosgustaría para actuar como lo quisiéramos. Tenemos queactuar con acontecimientos que no parten de nosotros,que vienen del exterior, y lo esencial es la decisión con lacual nos comprometemos en ellos a favor de la eficaciahistórica. Nosotros hemos sido hechos para devolver dostalentos a Dios que nos ha dado un talento, y no para pulir

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3. Mounier, E: Engagement et embrigadement. (1948). In Bulletin des Amis d’Emmanuel Mounier, número 100, 2010, p. 34.4. Mounier, E: Les cinq étapes d’Esprit. Mounier, E: Engagement et embrigadement. 1948. In Bulletin des Amis d’Emmanuel Mounier, número 100, 2010,

pp. 80 ss.5. Mounier, E: Ibi, pp. 80 ss.6. Ibi p.87.7. Mounier, E: Por une démocratie personnaliste. In Bulletin des Amis d’Emmanuel Mounier, número 100, 2010, p.50.

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C iertamente es una generalización injusta peromuy arraigada en la opinión pública que la políti-ca se transforma en una estrategia para alcanzar

el botín que beneficia a sus protagonistas. Hace yatiempo escribí que «la política se convierte, para muchos,en una escala de promoción social y económica, en unprocedimiento rápido de entrelazarse con los otrosgrandes polos de intereses de la sociedad, y en alcanzarestatutos privilegiados que cada vez van separando mása los representantes de los representados; reduce esevínculo a la adhesión irracional, mítica, hacia un protago-nismo personal o colectivo de ciertos dirigentes»1.

En esa relación entre política y economía la iniciativaviciosa no está únicamente por aquellos personajes queentienden el acceso a los cargos políticos como laocasión de enriquecerse, sino que se encuentratambién y a menudo en los grupos de presión económi-ca con su seducción venal para obtener decisionesadministrativas y/o políticas beneficiosas para susintereses, a costa de lo que sea.

Incluso en el plano internacional asistimos en losúltimos tiempos a una especulación criminal sobre losalimentos que en pueblos subdesarrollados han provoca-do reacciones desesperadas con consecuencias políticasde profunda inestabilidad y crisis. La historia de esa inter-nacional norteamericana, Cargill, una de las multinaciona-les que controla una de las parcelas fundamentales delcomercio mundial de materias primas de alimentación, yprovoca con sus compras especulativas alzas irracionalesen estos productos básicos, ha llevado a esa imagen delas clases populares en los países del Magreb enarbolan-do en la calle como armas un pan tremendamente encare-

LOS INTERESESCREADOSEN TORNO ALBOTÍN❏ ANTONIO COLOMER VIADEL

Director del Área de Derecho Constitucionalde la Universidad Politécnica de Valencia

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cido en su precio, que afectaba a lo fundamental de lavida de aquellas familias y que ha arrastrado, y hechocaer, a poderes políticos despóticos e indiferentes a esasnecesidades fundamentales de los sectores populares.

La raíz de estos malentendidos y contradicciones eshonda y antigua. En su «Historia de las cosas de lanueva España», Fray Bernardino de Sahagún contabaen el siglo XVI las narraciones de viejos aztecas sobre lasprácticas y valores de su sociedad, fundadas en lareciprocidad de dones y en el mayor prestigio social delque era más generoso en la entrega en beneficio de losotros o de la misma comunidad.

De ahí la incomprensión de que no se les reconocie-ra tal valor cuando otorgaban dones numerosos eimportantes aquellos europeos recién llegados.

Desgraciadamente muchos de esos españolesdesembarcados en México ya estaban imbuidos de unsistema económico basado en el intercambio desigual yen la acumulación como fundamento del poder y servicioa la avaricia y la codicia como motivos de acción social2.

No se trata del enfrentamiento de dos culturas ycivilizaciones de valores contrapuestos ya que Aristóte-les en su «Ética a Nicómaco» también considera lareciprocidad como el origen de valores sociales talescomo la justicia, la responsabilidad y la amistad. Unaperversión posterior de tales fundamentos de la socie-dad va a subordinar la dignidad de la persona al usoinstrumental de los seres humanos como cosas, utiliza-dos en beneficio de los dominadores de turno.

En la Universidad de Salamanca, en aquellas prime-ras décadas de la conquista americana, va a brillar todauna doctrina ética en torno a las relaciones internacio-

1. Antonio Colomer Viadel. El retorno de Ulises, una filosofía de política alternativa. Colección Amadís. Editorial Nomos. Valencia 2002, pág. 45.2. Antonio Colomer Viadel. (Coord.). Sociedad Solidaria y Desarrollo alternativo. Fondo de Cultura Económica. Madrid 1993. En especial el Capítulo in-

troductorio titulado «¿podemos vivir de otro modo?». Págs. 11-30.

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del Emperador Carlos V a su hijo Felipe II, «Tres puntosrequiere la buena gobernación: ciencia, experiencia yconciencia», que supone conocimiento, práctica y ética.

Esta relación patológica de economía y política endonde la segunda se subordina a la primera, es vista conprofunda desconfianza por los ciudadanos y genera lamala imagen que estos tienen de los políticos, la cuestiónde sus ingresos y sobre todo de la falta de transparenciaen torno a estos. Hace tiempo escribí en «El Retorno deUlises» que «hay que impedir que se abra una brecha porel acceso a privilegios sociales y económicos —debido alas expectativas de vinculación a nuevos intereses—,entre el período en que seamos representantes y lo quesea nuestra vida como un ciudadano más. Para ello debehomologarse —con un límite general— la retribución denuestro trabajo profesional corriente con la retribución dela función representativa, y establecer un control estrictode los gastos en esa función, y garantizar la austeridad yla transparencia en las decisiones de gasto, fundadas eningresos aportados por todos nuestros conciudadanos»5.

Una prueba de la sensibilidad de la ciudadanía, y dela desconfianza de la misma sobre estas retribucionesde los políticos y sus ganancias de todo tipo, seencuentra en una reciente iniciativa legislativa popular,emprendida por un grupo de estudiantes de la Universi-dad Politécnica de Valencia, para que se aprobara unaley reguladora de las retribuciones de los políticos y conun control más riguroso e incompatibilidades másexigentes. El presidente del Congreso se apresuró acontestarles que no procedía admitirla a trámite por unaserie de razones formales y legalistas, pero en poco másde un mes que esta iniciativa estuvo en internet acomienzos de 2011, recibió alrededor de 240.000 firmasde ciudadanos que respaldaban tal iniciativa6.

Del mismo modo son criticables los sistemas desubvenciones sin trabajar y la actitud mendicante dequienes lo esperan todo del Estado sin contribuir conalgún tipo de actividad de servicio social o comunitario.Libertad y justicia distributiva no coinciden y debe reali-zarse un esfuerzo porque se complementen equilibrada-mente. Aquellos clásicos principios generales del

nales y al respeto al prójimo, por una parte, y tambiénun pensamiento sobre el poder y la soberanía de lospríncipes subordinado al bien común, tal como expresóFrancisco Suárez en su obra «De Legibus», en dondeconsidera que el príncipe que antepone intereses parti-culares, en vez de servir al bien común, queda deslegi-timado y puede ser desobedecido.

El bien vivir que dimana de algunas culturas indíge-nas americanas genera valores éticos que implican unaactitud de equilibrio y respeto al entorno natural a partirde las estructuras de reciprocidad en donde valorescomo la justicia, la solidaridad, la equidad, la confianza,la lealtad, la responsabilidad, etc., no son impuestos poralguna norma externa ni por la coacción, sino procedende prácticas sociales y económicas de reciprocidad. Elantropólogo Dominique Temple ha insistido en estadimensión de la convivencia tanto en las culturas ameri-canas como en el antiguo pensamiento griego3.

Es interesante observar que en los sistemas socialeshay un conjunto de valores que atienden a todas lasnecesidades básicas y que a su vez están interrelacio-nados. El profesor Parra Luna habla de un patrónreferencial de valores en donde cita hasta nueve relacio-nados con la salud, la riqueza material, la seguridad y elorden, el conocimiento, la libertad, la justicia, el presti-gio, la conservación de la naturaleza y la calidad deactividades que afectan a la autorrealización. Todosellos motivan a los seres humanos a la hora de actuar, yevidentemente es difícil que se solucionen los proble-mas sociales y económicos que no los tienen en cuenta.Por ello abordó el problema del paro y la crisis econó-mica en nuestro país teniendo en cuenta las necesida-des que implican estos valores y que nos llevan a unacrisis especialmente profunda en relación con losproblemas de los países de nuestro entorno.

De ahí su especial sorpresa cuando sometió su obraa algún destacado político y economista de nuestro paísy recibió como respuesta la siguiente: «siento no poderdar mi opinión sobre el texto recibido ya que no entien-do el lenguaje sistémico-axiológico utilizado»4.

El Profesor Parra Luna utiliza en este libro un consejo

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3. Dominique Temple et Mireille Chabal. La Réciprocité et la Naissance des valeurs Humaines. Editorial L’Harmattan. París 1995.4. Francisco Parra Luna. El Paro permitido. Editorial Corona Borealis. Málaga 2010.5. El Retorno de Ulises. Op. C it. Pág 47.6. Véase el texto de esta iniciativa titulada «Por una reforma salarial diferente» en el periódico digital La Hora de Mañana en www.lahorade.es.

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conseguido esa difusión del poder que impida suconcentración patológica no sólo política sino económi-ca y que encuentra su fin justificativo en ese servicio albien común. Debemos recordar lo que escribió el poetaVerlaine al definir la política como el arte de impedir a laspersonas ocuparse de aquello que les importa. Estadefinición ha justificado todas las acusaciones dedemagogia ante las exigencias de democracia participa-tiva y de intervención del pueblo, titular de la soberanía,en la toma de decisiones de transcendencia. Hay queconcluir que difícilmente puede existir democracia políti-ca sin democracia económica, sin que ello implique notener en cuenta el mérito y el esfuerzo y su reconoci-miento, pero no hasta el extremo de generar aparatos dedominación y exclusión de los demás7.

Sólo desde la independencia política, y ésta basadaen la legitimidad democrática, se pueden tomar decisio-nes rigurosas de control para frenar abusos económicos.La lógica del mercado es un mito y tras ella están laspresiones, las solicitudes encubiertas de apoyos guber-namentales a determinadas organizaciones, la exigenciade beneficios solapados y toda esa red entrelazada deintereses enmascarados bajo pretendidos fines de unalógica determinista de mejora de la competencia y laproductividad al servicio del conjunto de la comunidad.

Resulta muy difícil aplicar estas medidas en comuni-dades aisladas y de ahí también la necesidad de conse-guir decisiones compartidas en la comunidad interna-cional que supongan control de los comportamientosespeculativos y reglas que frenen esa usurocraciadespiadada al servicio únicamente de intereses parcia-les y excluyentes. Una radical modificación de losorganismos internacionales que sistemáticamenteestán ayudando a las políticas de los poderosos —tantopolíticos como económicos— es imprescindible en estecambio. Hay que rescatar el espíritu del servicio a la pazque estuvo en el origen de organizaciones como Nacio-nes Unidas, a partir del respeto a los derechos humanosque supone no sólo el respeto a la libertad sino tambiéna la justicia y al desarrollo equilibrado y el rechazo deaquellos comportamientos económicos que lo impiden.Este es el gran desafío que nos queda para el resto delsiglo XXI. ❏

derecho que exigían dar a cada uno lo suyo, vivir hones-tamente y no hacer daño a nadie siguen siendo exigen-cias éticas fundamentales de la cultura política quedebiera obligar a actuar a los dirigentes y también a losciudadanos en un círculo virtuoso para el buen gobier-no y el buen sentido en el poder y en el deber de gober-nantes y gobernados de la comunidad política.

Una cuestión capital y polémica, por no estar en elpensamiento políticamente correcto, es que el ahorropopular debe fundamentalmente estar al servicio delpueblo y no ser instrumento de beneficio de empresasprivadas como los bancos que retribuyen mal eseahorro popular y se benefician exigiendo altos interesesa quienes lo prestan. Es cierto que el control de eseahorro popular exige que sean ciudadanos con laasistencia de técnicos los que hagan un control trans-parente de tales recursos y para ello debiera prohibirseel acceso de los políticos no sólo durante sus mandatossino también después, al menos durante un largo plazo,a los órganos de control de tales entidades financierasy bancarias. El tremendo desastre de la burbuja finan-ciera y su impacto en la crisis económica justificaríamás que sobradamente estas medidas profilácticas enla relación entre economía y política.

Este problema sobre el pretendido gigantismo ycomplejidad de las decisiones de las organizacionespolíticas y el riesgo de que las mayorías intervengan envez de ser espacios reservados a técnicos, expertos yprofesionales, puede dar pie a otro secuestro, el de losgerentes y tecnócratas que pueden ser fácilmentesobornados por los grupos de presión económica. Losproblemas de organización son comprensibles por senti-do común, por la mayor parte de nosotros. El asesora-miento técnico necesario puede recabarse de los emple-ados de la función pública cuya estabilidad puedepermitirles una cierta vacunación frente a las presionesexternas. Una circulación ciudadana para asumir nivelesde responsabilidad como un servicio comunal obligato-rio de dirigir, para el que hubiera una preparación educa-tiva en la escuela desde la niñez y un sentido ético de lavirtud cívica de asumir responsabilidades en la comuni-dad, permitiría esa desconcentración del poder ante lapatología de la relación entre economía y política. Lasociedad democrática avanzada es aquella que ha

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7. Antonio Colomer Viadel. (Coord.). Regenerar la política. C iudadanos ¡sed protagonistas! Colección Amadís. Editorial Ugarit. Valencia 2008.

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DEMOCRACIA Y DESAFECCIÓN POLÍTICA

Uno de los mayores problemas de la democracia de estetiempo —y para algunos analistas el más importante oprincipal de todos ellos— es el de la desafección política,entendiendo por tal, como dice Claus Offe, «un conjuntode fenómenos que tienen que ver con actitudes negativasy modelos de comportamiento de la gente hacia losdemás ciudadanos, hacia la vida política en general, hacialas instituciones políticas y hacia la práctica de la ciuda-danía»1. Esa desafección supone una merma de laconfianza social en las instituciones y en las prácticas degobierno, lo que se traduce en apatía, escepticismo,rechazo… Si la democracia fuera una señora, estaría tristey abandonada, dejada a un lado. Como si a sus vástagosno les importase su destino, ni vieran en ella una madreque les ha dado todo y necesita de su cuidado parasobrevivir a la incuria que produce la sobreabundancia yel hartazgo de quienes dan el mundo por supuesto y susbienes por garantizados. Pero quizá sea más adecuadodecir que no se puede reificar «la democracia», como siésta fuese una y única, grande y libre… patria y territorio.Quizá convenga introducir una distinción que tiene quever con la toma de decisiones y con el ejercicio del poder.La desafección en tanto que mal de afectos —con uncierto formato patológico— se produce por una quiebraen el sentido y en el significado de las emociones que lademocracia, como realidad y palabra, suscita.

Y dicho esto, conviene recordar que en este tiempohistórico que nos toca vivir la ciudadanía, en general, y

INSTITUCIONESABARROTADAS,ESPACIOS VACÍOS,DEMOCRACIASDESHABITADAS

❏ ANDRÉS GARCÍA INDAY CHAIME MARCUELLO SERVÓSUniversidad de Zaragoza

los más jóvenes, en particular, no se fían de la políticani de los políticos y rehúsan de la participación y elcompromiso cívico. Las manifestaciones de esadesafección son muy diversas y mucho más profundasque el simple abstencionismo electoral y afectan anuestra forma de ser ciudadanos. A modo de ejemplo,según los resultados del último barómetro de opinióndel C IS —diciembre de 2010—, la clase política y lospartidos políticos constituyen el tercer problema másimportante actualmente existente en España, única-mente por detrás del paro y los problemas de índoleeconómica y muy por delante —según la opinión públi-ca reflejada a través de esa encuesta— de asuntoscomo el terrorismo o la inseguridad ciudadana. ¿Qué hasucedido para que la política y los políticos se hayanconvertido en opinión de los ciudadanos en el problemaa resolver, en lugar de ser el mecanismo para solucio-nar los problemas?

Evidentemente, la cuestión exige muchos matices.No es lo mismo hablar de desafección política que dedesafección democrática, ni va necesariamente unidoel hecho de que la institución menos valorada sean lospartidos políticos —tal como muestra el barómetro delCIS anteriormente citado— con que se cuestione elsistema democrático en sí. Pero lo cierto es que existeuna relación entre ambas (que las propias encuestasmuestran), y la desafección ciudadana no implicasimplemente un peligro para la clase política, sino para

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1. C. Offe, «¿La desafección política como consecuencia de las prácticas institucionales?», en R. Maíz (ed.), Construcción de Europa, democracia yglobalización, Santiago de Compostela, Universidad de Santiago de Compostela, 2001, p. 1213.

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apatía y la desmovilización provocan inicialmente unasensación inicial de tranquilidad y estabilidad política,pero a medio y largo plazo constituye una peligrosapendiente resbaladiza hacia el autoritarismo2.

Por no llamarlo de otra manera, es decir, si lademocracia ya no la vemos como una señora —ni comopatria ni como matria, al modo unamuniano— y lapensamos, en sentido estricto, como un mecanismo detoma de decisiones y de ejercicio—control del poder,entonces la falta de interés tiene efectos directamenteproporcionales en las maneras de gestionar las cosascomunes. Cuando todo parece dar igual porquenuestros afectos (e intereses) no están en juego, enton-ces nos jugamos el futuro en una apuesta desigual conel destino. Se deja a un lado la voluntad de poder —paradójicamente, personal e intransferible—y se nosapoderan de nuestra voluntad quienes se han adueña-do previamente del orden establecido. Lo socialmenteinstituido se erige en baluarte de sí mismo haciendo queno haya otro horizonte… posible. El destino está enmanos ajenas. Y así hasta nuestras emociones y senti-mientos se quedan expuestos al azar que se ha trans-mutado en un cálculo meticuloso del orden del sistema.Pero con una aritmética en la que no termina de estarclaro si «la democracia» —con la fuerza que le da elartículo determinado femenino singular— es única ensus procedimientos o lo es en sus resultados… o ningu-na de ambas.

Es cierto también que la desafección es un fenóme-no complejo —como todo fenómeno social— y que sondiversos y variados los factores que inciden en estacuestión, tanto políticos (la estructura y organización delpropio sistema, la corrupción, la deficiente gestiónpública…) como económicos (la crisis económica),sociales y culturales. Pero en muchos casos tiende aponerse el énfasis simplemente en la respuesta que losciudadanos deberían dar, como si se tratara de unasunto de voluntad personal que pudiera resolversesimplemente a través de la persuasión, y que vendría aser una variante más de la paradoja del «sé espontá-neo», a la que se refería el psicólogo de Palo Alto PaulWatzlawick3, y que no conduciría sino a la frustración —

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la democracia en general. Si se nos permite continuarcon la metáfora, estamos ante una amenaza a esamadre que nos lo ha dado todo y ahora no somoscapaces de mimar… porque no protesta, ni se enoja.Simplemente se queda sola, ahí, a la espera de quedespertemos. El letargo cívico es el mejor caldo decultivo para la dominación política… incluida la actualde guante de terciopelo, que marida extraordinariamen-te con la promesa de consumo creciente y televisión lasveinticuatro horas.

Esto es algo que nuestros representantes públicossaben muy bien, pero que no parecen querer solucionar,a pesar de llenarse la boca invocando la importancia deuna ciudadanía activa, ya que no se muestran decididosa atajar algunas de las causas que pueden generar esaapatía, desencanto y, en ocasiones, reacción. Como si,por decirlo de algún modo, la propia convivencia(pseudo)democrática se hubiera convertido en elescudo y parapeto con el que la clase política hubieradecidido tapar sus vergüenzas —aun a costa deldeterioro que esa misma convivencia pueda sufrir—,cuando debería ser al revés. Tal vez porque, como decíaTony J udt, a corto plazo las democracias pueden sobre-vivir a la indiferencia de sus ciudadanos, e incluso la

2. T. J udt, Algo va mal, Madrid, Taurus, 2010, pp. 130-131.3. P. Watzlawick, El arte de amargarse la vida, Barcelona, Herder, 1984.

«El letargo cívico es el mejorcaldo de cultivo para la domi-nación política… incluida la ac-tual de guante de terciopelo,que marida extraordinariamen-te con la promesa de consumocreciente y televisión las veinti-cuatro horas.»

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casi humano, HAL 9000, y cinco cosmonautas a bordo,dos de ellos matando el aburrimiento como pueden ylos otros tres en estado de hibernación. En un momen-to dado, y a raíz de una serie de errores cometidos porel computador y precisamente para ocultarlos, éste, lamáquina, se enfrenta a sus tripulantes y toma el controlde la nave. Es una de las referencias cinematográficascontemporáneas más citadas, a la hora de pensar laderiva de la criatura —tecnológica— que se vuelvecontra su creador, pero no es la única. En 1980, porejemplo, Stanley Donen dirigió una película menosrecordada hoy, Saturno 3, protagonizada por KirkDouglas, en la que un monstruoso robot, Héctor, acabatambién tiranizando —y eliminando físicamente— aquienes debería servir. Con todos los matices y guiñosque se quiera, ambas bien podrían ser pensadas comometáforas de ese estado de la política en el que latecnología —los partidos, en este caso— se adueña dela organización, en el que la política misma (que deberí-amos escribir con mayúsculas) es fagocitada por elaparato, en el que la institución y el poder se conviertenen el fin, y no en el medio. La contabilidad de servicios,préstamos y obediencias está permanentemente vigila-da. La Política —de la polis como ideal de convivencia—se hace política como praxis maquiavélica, carente devergüenza y sin más ética que la rezuma del ansia desujetar las riendas.

En efecto, es casi un lugar común, sobre el que existeuna amplia literatura, afirmar que nuestro sistema políti-co, más que una democracia, es una partitocracia6, enla que los partidos políticos, concebidos inicialmentecomo cauces de participación, acaban eliminando éstapara imponer su hegemonía sobre las instituciones y lasociedad. La política se ha convertido en un juegoexclusivo y monopolístico de las instituciones y lospartidos que las gobiernan. Es la nueva versión, secula-rizada, del dogma extra ecclesiam nulla salus. Ahora es

ciudadana, en este caso. A este respecto, sería útilcombinar ese punto de vista individualista o ciudadanocon lo que Claus Offe denomina una perspectiva «insti-tucionalista» sobre este fenómeno, según la cual no sonlos ciudadanos los que crean las instituciones, sino,sobre todo, al revés: son los marcos institucionales losque dan forma a la ciudadanía, los que definen las cuali-dades morales y políticas de los ciudadanos. La ciuda-danía —desafecta o apática, por lo que se ve en lasencuestas y en las prácticas cívicas— es el resultadodel «currículum oculto» inculcado por las instituciones4.Con otras palabras, el adocenamiento de la ciudadaníano es el resultado de los conjuros de magos y hierofan-tes ajenos a las propias instituciones políticas, que seencargan de amortajar la deliberación, la conversacióny el diálogo, sin darle el espacio necesario y las oportu-nidades adecuadas, como suelen acusar —despejandobalones fuera— algunos políticos profesionales o cuasi-profesionales. Para ese tipo de personajes, a sueldo delerario público, cualquier crítica a su perspectiva es unaamenaza, al tiempo que se fantasea con enaltecer laparticipación ciudadana como si se tratase de unamística cuasireligiosa y un acto de fe y de voluntad porparte de los ciudadanos. En su caso, se está peleandocontra los malos espíritus de quienes cuestionan lossimulacros de democracia al someterlo a una crítica enfunción de la contabilidad de su ejercicio partidista delpoder. A pesar de ello, viajamos en la misma naveespacial —retomando la idea de K. Boulding5— yconviene caer en la cuenta de ello.

INSTITUCIONES ABARROTADAS

En 2001: Una odisea del espacio, la conocida películade Stanley Kubrick estrenada en 1968, la nave especialDiscovery viaja hacia J úpiter, pilotada por un ordenador

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4. C. Offe, op. cit., p. 1216. Offe subraya tres fenómenos institucionales que configuran de modo especial ese «currículum oculto»: a) el acercamientoestratégico a las normas y a las reglas (el cinismo normativo por parte de la clase política y las instituciones, que en ocasiones se traduce en casosabiertos de arbitrariedad y corrupción y, en otras, en un ambiguo juego con la regla); b) el posmodernismo político neoliberal (cortoplacismo, priva-tización, vaciamiento del Estado, etc.); y c) los contornos difusos del demos (a algo de eso nos referiremos nosotros también al hablar de «espaciosvacíos»).

5. K. E. Boulding, «La economía futura de la Tierra como un navío espacial», y «Una nueva visita a la nave espacial Tierra», ambos trabajos en H. Daly(ed.), Economía, ecología, ética. Ensayos hacia una economía en estado estacionario , México, FCE, 1989, pp. 262-272 y 273-275, respectivamente.

6. Por ejemplo: R. Soriano y L. de la Rasilla, Democracia vergonzante y ciudadanos de perfil, Granada, Comares, 2002; F. Rubiales, Políticos, los nue-vos amos, Córdoba, Almuzara, 2007.

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fuera de las instituciones —y sobre todo de los partidosque las monopolizan y se mimetizan en ellas— dondeno existe realmente posibilidad de hacer política7. En suherencia leninista, fuera del partido no hay salvación8.Como si se cumpliese a rajatabla ese enfoque autopoié-tico de los sistemas sociales, que en sí tienen todos loselementos para sustentarse: Si no los tuvieran, dejaríande ser lo que son.

Este monopolio del discurso político institucional setraduce en la ausencia —o la irrelevancia— de cuales-quiera otros espacios de expresión política, delibera-ción, influencia y participación que no sean los propioscauces institucionales acaparados por los partidos,cuya transparencia y naturaleza democrática, por otraparte, en ocasiones deja mucho que desear. A esto se

le podrá acompañar de departamentos orwellianos departicipación o de igualdad para hacer más surrealistala cartografía de nuestro sistema político. Evidentemen-te, si el mapa no es nunca el territorio —parafraseandoa Korzybsky— , nuestra democracia no es «la»democracia. Ni esta partitocracia su sucedáneo edulco-rado.

Los partidos políticos contemporáneos, más que unmovimiento social organizado, han evolucionado hastaconvertirse en auténticas empresas de colocación einversión cuyo capital riesgo viene garantizado por elpoder administrativo que ellas mismas controlan9. Deahí que la política se transforme en la actividad propiade una casta especializada y profesionalizada —la clasepolítica— y que el prototipo del animal político seaaquel que es capaz de manejar con eficacia y perfectasoltura los resortes de las luchas externas e internas —sobre todo estas últimas— para mantenerse en elpoder. Por fin totalmente separada la ética de la políti-ca, como diagnosticó y hábilmente gestionó Maquiave-lo, ésta ya no tiene que ver con la construcción del biencomún, sino con la gestión del poder. Frente a lo que sedenuncia como una versión ingenua —o angelical— dela política, para la que ésta es sólo participación en laconstrucción del bien común, ahora se impone comohegemónica la versión más cínica —para algunos lamás «realista»— según la cual lo único que importa,como decía uno de los personajes de Alicia a través delEspejo, de Lewis Carroll, es saber quién es el quemanda: eso es todo.

O quizá no sólo eso. Quizá sea también efecto de esapromesa narcótica del consumir hasta morir, del placen-tero y onanístico gusto de compradores compulsivosque pasean por calles rebosantes de objetos, las másde las veces innecesarios, programados para perecerantes de ser utilizados, con las cuentas de su futurotasadas desde el origen. Obsolescencia programadapuesta al servicio de una manera de entender el ordende las cosas. Una cosmología donde los divinos no

7. Lo que sería un ejemplo más de que «la teoría política supuestamente ‘secular’ es en realidad una teología disfrazada» y que «la mejor manera deentender el estado moderno es entenderlo como una soteriología alternativa a la de la Iglesia». W. Cavanaugh, Imaginación teo-política, Granada,Editorial Nuevo Inicio, 2007, pp. 16 y 23.

8. C. Díaz, Vocabulario de formación social, Valencia, EDIM, 1995, p. 370.9. Y ello no sólo en sentido metafórico. Basta recordar el endeudamiento generalizado y los casos de condonación de deuda a favor de partidos polí-

ticos de todo el espectro ideológico por parte de bancos y cajas de ahorro, éstas últimas participadas en su gestión por los mismos partidos. Vid.Por ejemplo, G. Ariño, «La financiación de los partidos políticos», Madrid, Foro de la Sociedad Civil, 2009, pp. 50-54.

«La política se ha convertido enun juego exclusivo y monopo-lístico de las instituciones y lospartidos que las gobiernan. Esla nueva versión, secularizada,del dogma extra ecclesiam nu-lla salus. Ahora es fuera de lasinstituciones — y sobre todo delos partidos que las monopoli-zan y se mimetizan en ellas—donde no existe realmente po-sibilidad de hacer política»

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tienen nada que ofrecer a unos mortales herederos deEpulón. Gobernados por unos profesionales del poder,que han convertido las palabras en oquedades, en flatu-lencias hilvanadas por hacedores de discursos contra-tados para llenar de contenidos las voces de las líderes,de esos que parecen mandar… Pero que también sontíteres de sus lealtades y deudas en su partido. Y aquíconviene recordar que antes de saber la respuesta esoportuna la pregunta sobre cómo es posible conseguirque las palabras signifiquen cosas muy diferentes. Y larespuesta de Humpty Dumpty es saber «quién mandaaquí… ¡si ellas o yo!». Y entonces se abre la inmensi-dad.

ESPACIOS VACÍOS

Como aquellos pequeños viejos autobuses que hacetreinta o cuarenta años comunicaban los pueblos conlas ciudades por carreteras que hoy llamaríamos secun-darias, las instituciones (y los partidos que las monopo-lizan), única vía de expresión y deliberación, se encuen-tran abarrotadas. Fuera está el resto, meros consumi-dores de política y de derechos al igual que lo son debienes y servicios. «Ya no tenemos movimientos políti-cos — dice T. J udt— . Aunque miles de nosotrospodamos acudir a una manifestación o a un mitin, enesas ocasiones nos une un solo interés común.Cualquier esfuerzo para convertir tales intereses enmetas colectivas suele chocar con el individualismofragmentado de nuestras preocupaciones. Objetivosmuy loables —la lucha contra el cambio climático, laoposición a la guerra, la defensa de la sanidad públicao de penalizar a los banqueros— sólo están ligados porla expresión de esa emoción. Nos hemos convertido enconsumidores no sólo en nuestra vida económica, sinotambién en la política: al escoger entre una amplia gamade objetivos rivales nos resulta difícil imaginar formas orazones para combinarlos en un conjunto coherente»10.

Y es que la acción política precisa de espacios de

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encuentro, diálogo, debate…, lugares no institucionalesen los que aprender a ejercer y ejercitarse políticamen-te, en los que constituirse y actuar como ciudadano.Espacios públicos —no necesariamente administrati-vos— o de participación. Espacios peligrosos por defini-ción. Espacios que quieren neutralizar y librar decualquier sepsis crítica con sus jefes y sus tramoyas.Los mistificadores de la participación ciudadana inten-tan enmascarar con disimulo que están desnudos y eltraje que han pagado es de tela invisible por inexisten-te. Mientras tanto, supervivientes de tanto antibiótico(pseudo)democrático, aparecen nuevas amenazas desepticemia como la de la «nanopolitics».

Sin embargo, la realidad es que esos espacios cadavez van siendo menos, en beneficio de los espaciospropiamente institucionales o los espacios comerciales,que todo lo inundan y colonizan. El sociólogo ZygmuntBauman sugería irónicamente que el espacio públicohoy día ha quedado reducido al espacio para cruzar quemedia entre un centro comercial y otro11. El resultado:

«Los mistificadores de la parti-cipación ciudadana intentanenmascarar con disimulo queestán desnudos y el traje quehan pagado es de tela invisiblepor inexistente. Mientras tanto,supervivientes de tanto antibió-tico (pseudo)democrático, apa-recen nuevas amenazas desepticemia como la de la «na-nopolitics».

10. T. J udt, op. cit., p. 133. Y sobre el consumidor de derechos: A. García Inda, «Ciudadanía y cultura de los derechos: el ‘ciudadano consumidor’», enMª J . Bernuz y R. Susín (coords.), C iudadanía: dinámicas de pertenencia y exclusión, Logroño, Universidad de La Rioja, 2003, pp. 59-74; y M.ª J .González Ordovás, «El nuevo consumidor de derechos», en M.ª J . Bernuz y R. Susín, Seguridad, excepción y nuevas realidades jurídicas, Grana-da, Comares, 2010, pp. 231-247.

11. Vid. Sobre todo Z. Bauman, En busca de la política, Buenos Aires, FCE; 1999.

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significa lo que queremos que signifique o estamosdiciendo otra cosa. Más allá de las palabras y de lasmetáforas, si es que es posible dar ese salto, nuestrotiempo político y social nos obliga a pensar en losproblemas que afloran, sin ser aguafiestas, pero recor-dando que la opulencia de nuestra sociedad satisfecha14

y adaptada a la desigualdad y a la insatisfacción apáticacon lo político, tiene el riesgo de convocar fantasmastotalitarios del pasado.

Las reencarnaciones de las formas perversas de lahumanidad están siempre ahí, fáciles y dispuestas. Esmás cómodo obedecer que asumir el riesgo de equivo-carse y el reto de hacerlo desde la voluntad personal.Se trata entonces de mostrar que la democracia es unaforma de tomar decisiones que, además, se quiereconvertir en una tierra fértil, no al modo de una isla, sinode península rodeada por todas partes de ira, menospor una, donde la pasión de la búsqueda del bien y dela belleza priman por encima del lado oscuro de lafuerza. ❏

plazas vacías, conceptualmente hablando o espaciosborrosos, opacos, mientras que lo propio del espaciopúblico, apuntaba H. Arendt, es la apertura y la trans-parencia. Para evitar el encontronazo —decía reciente-mente Imanol Zubero— hemos hecho imposibles losencuentros.

DEMOCRACIAS DESHABITADAS

El resultado: democracias deshabitadas12, en las que elprincipal desafío proviene de la propia democracia. Y enlas que reivindicar la política exige, en primer lugar,«librarnos del círculo de conformidad» en el que tantogobernantes como gobernados estamos atrapados13.Para, en segundo lugar, atender a esa madre abandona-da, femenino singular, a la que nos referíamos antes… ycaer en la cuenta de que en estas democracias elpueblo, el demos, que parecía fecundar la cracia carac-terizada por el poder y el dominio, ha sido otra ficcióndonde tendríamos que preguntar si lo que decimos

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12. Tomamos la metáfora de Mª J . González Ordovás, «Democracias deshabitadas», Heraldo de Aragón 4-XII-2010, p. 24.13. T. J udt, op. cit., p. 156.14. J . K. Galbraith, La sociedad opulenta, Barcelona, Ariel, 1992; Id, La cultura de la satisfacción, Barcelona, Ariel, 1993.

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Fue Giscard d’Estaing el que confesó en 1991 quehabía descubierto que los medios de comunica-ción eran el poder. «No el cuarto poder, no»

—enfatizó entonces aquel altivo ex presidente de laRepública francesa— sino el poder y todo el podermismo. Para sostener su afirmación, él, que habíaostentado las más altas magistraturas de la Grandeur,adujo que la primera guerra del Golfo (1990-91) se habíalibrado en los media, y, en concreto —me permitoapostillar— en la CNN, que no sólo fue tramoya de la«tormenta del desierto», sino también origen de su répli-ca árabe, la qatarí Al Yazira. Dos astros con luz propiasin los que resulta imposible entender, hoy, las opinio-nes públicas de Oriente Próximo y Occidente.

Pero regresando a las reflexiones del antiguo manda-tario, Giscard d’Estaing aseguraba que el 85% de loque sabía y pensaba la opinión pública procedía de losmedios de comunicación de masas. Por eso, a suscorreligionarios —propios y foráneos— legó un consejo:Si el político quería que su mensaje llegase a la gente,debía estar en buenos términos y sintonía con ellos.¡Vamos, que no había más alternativa que la de seducira la prensa!

No es objetivo declarado de los medios de comuni-cación asaltar los palacios de invierno del Poder,aunque alguno parezca emular a Bertrand du Gesclin,aquel felón del siglo XIV que ni quitaba ni ponía rey,porque —se justificó ante la Historia— sólo ayudaba asu señor. No es el poder, ciertamente, lo que buscan losmedia sino tener influencia —la mayor posible— sobreel mismo.

Marcar la agenda de un país, convertirse en elreferente intelectual del imaginario colectivo, es por loque se baten el cobre los medios. De ahí que su razón

VIGILANDO LASDEMOCRACIAS;CONJ URANDOEL POPULISMO❏ EMILIO ANDREU

Periodista. Radio Nacional de España

de ser no sea exclusivamente la de actuar de contrape-so de los tres poderes que Montesquieu separó comogarantía de una sana democracia. Cuando CharlesLouis de Secondat concluyó Del espíritu de las leyes, en1750, aún en el Antiguo Régimen, nadie podía imaginaro intuir la influencia determinante que llegarían a teneren las sociedades democráticas venideras los periódi-cos y revistas —lo único que se publicaba por aquelentonces—, transmutados en medios de comunicaciónde masas 261 años después.

POLÍTICA INFORMACIONAL

El profesor Manuel Castells, en su ya clásica summasociológica La era de la información, de 1997, populari-zó el término de política informacional, que se habíaalumbrado en los Estados Unidos para explicar lasrelaciones entre los medios de comunicación de masasy la política. Cuatro son sus puntos de anclaje: la televi-sión, la mercadotecnia política, el sondeo inmediatocomo instrumento de navegación y el escándalo comoestrategia. P ráctica esta última que ha laminado parti-dos como la Democracia Cristina en Italia, el PartidoLiberal en J apón o el Partido del Congreso en la India.También ha provocado suicidios. El ex primer ministrofrancés, el socialista P ierre Bérégovoy acabó con suvida en 1993 cuando su gestión económica bajo lapresidencia de Mitterrand, dos años antes del deceso,fue denunciada públicamente por posteriores gabinetesdel Palacio del Elíseo.

Transcurridos más de catorce años, creo que eseparadigma sigue aplicándose en casi todas partes delmundo. Los medios continúan siendo entendidos nosólo como la ilazón con la opinión pública —estrato

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pensadas para ser repre-sentadas ante los mediosde comunicación. Lassalas de prensa de losgobiernos, de los partidosy de las grandes organiza-ciones que se precienson, en esencia, platóstelevisivos.

La retroalimentación, elllamado feed back, impelea los estrategas decomunicación a reunirsedesde primera hora —ysin solución de continui-dad a lo largo de la jorna-da— para calibrar larespuesta adecuada a

cada vuelta de tuerca que da el asunto del día,cambiando mensajes para contrarrestar al antagonista,o modificando, si es preciso, las agendas de activida-des. Los media se transforman en la arena de coliseodonde se dilucida la política: quien no la pisa es conde-nado a la marginalidad más absoluta, cuando no a unostracismo de difícil retorno. Quien no aparece en losmedios no existe, ergo, no cuenta.

RED DE SINCRONÍAS

Pero resultaría estúpido encastillarnos en la idea de quelas sociedades se encuentran bajo la égida absoluta delos medios. Ello supondría tanto como admitir la muertedel libre albedrío y el nacimiento de una raza deautómatas que responderían a la información quepreviamente se les hubiera suministrado conveniente-mente tamizada por los media. Pero los pueblossiempre deflagran cuando dictaduras, o, en ocasionestambién algunos gobiernos democráticos, rebasan elumbral de saturación en el ejercicio del poder. Lasrebeliones cívicas en Egipto, Túnez, Argelia, Yemen,J ordania o Sudán a finales de enero de 2011 fueron unmagnífico ejemplo de hasta dónde los medios, por muycontrolados que estén con mano de hierro, a la postre,resultan superfluos ante los tsunamis sociales. O sesuman a esos torrentes o son barridos como polvo dela historia.

culto, educado, de la socie-dad y, por ende, con capaci-dad para comprender la reali-dad e intervenir en ella—, sinotambién, y principalmente,como vehículos fundamenta-les de comunicación, influen-cia y persuasión mediantemensajes simples y ambiva-lentes, que son, bien lo sabela publicidad, los más efecti-vos. No obstante, paraconvencer a las audiencias seprecisa de una constante sinla cual las informacionescarecen de valor: la credibili-dad.

Para Castells, que en 2009publicó su voluminoso Comunicación y Poder, la políti-ca es el proceso de asignación de poder en las institu-ciones del Estado. Y las relaciones de poder —sostieneen ese libro— se basan en la capacidad para modelarlas mentes, construyendo significados a través de lacreación de imágenes. Este científico social, que hasido profesor en Estados Unidos y Francia, cree que elcontexto político mediático en España también haadquirido los atributos de la política informacional:

• La simplificación de los mensajes. • El uso compulsivo, constante, de sondeos y encues-

tas. • La publicidad que crea imágenes, comentarios y

frases aisladas. • La personalización de los ataques para debilitar al

adversario, y que conduce a la difamación comoarma arrojadiza.

Quien busque influir en la toma de decisiones de lasociedad, ineluctablemente, debe aflorar en los mediosde comunicación. No podrá aspirar a entrar un «quiénes quién» si no protagoniza en positivo la parrilla desalida en los telediarios de las nueve de la noche, lastertulias radiofónicas y la TDT, y acapara las primerasplanas de los rotativos del día siguiente. Todos los actospolíticos, sean mítines, declaraciones más o menosgrandilocuentes, discursos en el hemiciclo o el socorri-do «canutazo» no son más que puestas en escena

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«No podrá aspirar a entrar un‘quién es quién’ si no protago-niza en positivo la parrilla desalida en los telediarios de lasnueve de la noche, las tertuliasradiofónicas y la TDT, y acapa-ra las primeras planas de losrotativos del día siguiente.»

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En la encuesta del C IS (Centro de InvestigacionesSociológicas) de diciembre de 2010, al preguntar sobrequién ostentaba, en ese momento el poder en España,resultó que para casi el 47% de los ciudadanos residíaen los bancos y las grandes empresas (31,6 y 15,1respectivamente), frente al 36,6% que alcanzabanjuntos el Gobierno (26,4), los partidos (7,6) y el parla-mento (2,6). Quienes no precisan de las elecciones paramandar, sacan 10 puntos a quienes se someten alcontrol de las urnas.

Sólo el 8,7% de los encuestados cree que los mediosde comunicación son los que ejercen el mayor poder. Ycomo signo de normalidad, 30 años después del golpede estado del 23-F, a menos del 1% le parece que sonlos militares los que tienen el mando en plaza.

Pero cuando se les pregunta sobre las institucionesen las que confían los encuestados, las mayores notassobre 10, las obtienen las Fuerzas Armadas (5,7) y lamonarquía (5,36) frente a los suspensos que cosechan elGobierno de la Nación, farolillo rojo con 3,52, y el Parla-mento Nacional (4,01). Los ciudadanos también catean alos medios de comunicación (4,58) y a la Iglesia (3,68).

No obstante, casi el 77 % de los españoles cree quelos partidos son necesarios para el funcionamiento de lademocracia, aunque un porcentaje similar opina que lospolíticos no se preocupan de lo que piensan los ciuda-danos, y 6 de cada 10 les reprochan que el Congreso yel Senado presten mucha atención a problemas, a sujuicio, de poca entidad.

AUDITORÍA CIUDADANA

Con conclusiones empíricas muy similares, que ponende manifiesto una tendencia, el C IS avaló la publicación,a finales también del año pasado, del informe Calidadde la Democracia en España. Una auditoría ciudadana.Según esos datos, el 80% piensa que la democracia espreferible a cualquier forma de gobierno, sólo 1 de cada3 se muestra muy o bastante satisfecho con el sistema,mientras que 1 de cada 4 poco o nada. Aunque insigni-ficante, no podemos pasar por alto que un 6% conside-ra que, en algún momento, podría ser preferible unsistema autoritario, porcentaje que se eleva hasta el30% entre personas sin estudios.

El Gobierno saca un 5,8 sobre 10 en su capacidadefectiva, pero suspende con menos de un 3 en algunos

Y máxime en esta recién iniciada segunda décadadel siglo XXI con la eclosión de internet como la madrede todas las redes. Facebook o Twitter, más allá de serun gran patio de colegio para adolescentes de todas lasedades, han demostrado, sobre todo, una gran capaci-dad para coordinar movimientos sociales magmáticos,como ocurrió en el pandemónium desatado en lasdictaduras del Magreb árabe, o en las revueltas juveni-les en Francia, el Reino Unido o Italia a finales de 2010.

Sin duda, fue el temor a esa fuerza de las nuevasformas de comunicación, con una capacidad descono-cida hasta ahora para generar de inmediato sincroníasde fenómenos miméticos o de contagio, lo que impulsóa China a censurar la palabra «Egipto» en internetdurante el amotinamiento ciudadano en el país de losfaraones. Por su parte, las autoridades egipcias desar-bolaron la señal de Al Yazira para impedir que la cadenade televisión árabe informara en directo de la zozobrade esa autocracia norteafricana o de las manifestacio-nes y de los saqueos en El Cairo. Ante el cariz queadquirió la asonada, el régimen también bloqueó a ladesesperada las principales redes sociales en internet yla telefonía móvil. La tecnología se ha convertido enclave de bóveda de las nuevas estrategias de moviliza-ción y cambio social.

DESENCANTO DEMOCRÁTICO

Las democracias, por su parte, ganan su legitimidad, enúltima instancia, según el emérito profesor de Yale J uanJ osé Linz, cuando prende la creencia de que para undeterminado país, y en un momento dado, ningún otrotipo de régimen podría asegurar un mayor éxito a losobjetivos colectivos. Sólo el discurrir del tiempo conso-lida esa legitimidad democrática. Porque la maduraciónencapsula el respaldo al sistema frente a las cornadascoyunturales, sean de naturaleza económica o política,como los escándalos por corrupción. Al final, la ciuda-danía tiene interiorizado que no hay mal que una legis-latura dure, pues, por definición, los gobiernos sonsiempre pro tempore, interinos.

Aunque legitimidad y eficacia no forman un binomiointrínsecamente indisociable, la insatisfacción políticasurge de la evaluación que hacen los ciudadanos delrendimiento del régimen, o de las autoridades, enrelación con los resultados políticos que generan.

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una mayoría social que se inhibiría ante la cosa pública,que la observaría como algo lejano y ajeno, sin impor-tancia, carente de todo sentido.

La desafección no es aún un inquietante fantasma querecorra Europa, pero sería insensato soslayar que existeuna creciente desconfianza hacia las instituciones jurídi-co-políticas contemporáneas. Esto entraña, sin duda, unriesgo para las propias democracias electo-representati-vas. Pero, sin duda, al mismo tiempo se nos abren oportu-nidades para vigorizar este sistema, el peor de todos—como ironizaba Churchill—, si exceptuamos los demás.

LA CONTRADEMOCRACIA

El filósofo francés P ierre Rosanvallon en su libro Lacontrademocracia: La política en la era de la descon-fianza, publicado en 2007, observa cómo los sistemasdemocráticos formales ya no sólo dependen de unasurnas que se abren cada cuatro años, sino también, engran medida, de la vigilancia y la presión que sobre ellosmantiene una ciudadanía ahíta, que, cada vez más,organiza sus recelo hacia quienes, en muchos casos,había votado con anterioridad.

No se trata de un cuestionamiento inmisericorde delas instituciones. No. La contrademocracia no la defineel autor, en principio, por oposición a la democracia,sino como un ejercicio reactivo, no institucionalizado,de la misma. Somete a los poderes a un permanenteestrés test. Obliga a los gobiernos no sólo a tener queargumentar sus decisiones sino también a adoptarlascon el mayor consenso posible. Se abre así caminocomo parte del sistema de poderes y contrapoderesque hace posible la cohabitación democrática.

Rosanvallon ha dado carta de naturaleza a ese neolo-gismo, contrademocracia, al proclamar en su libro que«el buen ciudadano no es sólo quien vota de vez encuando sino también quien vigila permanentemente,quien interpela a los poderes, los critica y los juzga». Loque desvela la contrademocracia es otra mirada de lademocracia, a través de poderes indirectos diseminadosen la sociedad. Los sondeos demoscópicos, la presiónde los medios de comunicación, las manifestaciones, laspeticiones públicas, las ONGs o los recursos ante lajusticia sobre decisiones adoptadas por el poder sonmecanismos singulares de la contrademocracia. Wikile-aks sería hoy su expresión más potente en el mundo.

indicadores específicos como la justicia o la igualdadante la ley.

También obtienen malos resultados los medios decomunicación y la valoración de los partidos. Sobreeste último apartado, ya son 3 las encuestas del C ISque apuntan a la clase política como el tercer problemade los españoles. Al respecto, el catedrático EmilioLamo de Espinosa, en una reseña periodística sobre ellibro en cuestión, sugiere a los partidos que tomenbuena nota de que sus «clientes» están poco o nadasatisfechos con lo que hacen. En cualquier caso, ajuicio de este catedrático de sociología de la Complu-tense, la democracia no está en entredicho ni siquieraen tiempos turbulentos como los actuales.

En general, las encuestas en España y en otrospaíses de nuestro entorno, evidencian que los regíme-nes democráticos pueden mantener su estabilidadincluso cuando se enfrentan a niveles elevados deinsatisfacción con el sistema. Porque su pervivenciadescansa más en las actitudes hacia la legitimidad queen la satisfacción o en la percepción que se tenga de sueficacia para sustanciar los problemas de fondo. Lasalud de la economía determina en gran medida elgrado de insatisfacción política.

Desde luego, los casi 4 millones 700 mil parados(20,3% ) del mes de enero de 2011 no ayudaron a frenarel deterioro de la imagen del Gobierno. Los recelos antela situación económica siempre aumentan en los peoresmomentos de la crisis. Por ejemplo, con una poblaciónactiva menor a la actual, el desempleo alcanzó el 20%durante el periodo 1981-82. Diez años después, acomienzos de los 90, los parados representaban el23% . Linz cree al respecto que un nivel relativamentealto de legitimidad puede aislar a un régimen democrá-tico dado del impacto negativo que sobre su apoyosocial, necesario para mantener la estabilidad, tendríade suyo una crisis económica cualquiera.

Quienes en España manifiestan su decepción por elfuncionamiento de la democracia lo suelen hacer,principalmente, por un desacuerdo partidista o ideológi-co con las medidas del Gobierno de turno. Siguiendo aWeber, no es tanto la legitimidad de origen, como la deejercicio la que se ve socavada.

Las alarmas rojas se encenderían si brotara unfenómeno de desafección generalizado en la sociedad.Normalmente sin punto de retorno, daría como resulta-do un proceso de alejamiento respecto al sistema de

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hombre que mató a Liberty Valance. Y la cobardía —nolo olvidemos— es una las tres desventuras mayores,junto a la estupidez y la desidia, que pueden suceder alser humano, como ya nos advirtió Tucídides al referirnosla Guerra del Peloponeso.

Es preciso, por tanto, precaverse frente a quienesbuscan socavar la ley. Se asemejan a aquellos que enplena crisis de la Atenas clásica comenzaron a propagarla idea de que la ley no era sino las trabas que lacomunidad —es decir, los débiles— oponía al fuerte.Por eso se acabó por pervertir el concepto de lo justo,que no sería otra cosa que lo que convenía al másfuerte, como espetó un provocador Trasímaco a Sócra-tes, según nos cuenta P latón en el primer libro de LaRepública.

Se equivocan, y mucho, los que creen que un inter-net sin límites es una conquista de la libertad frente a laley. Ignoran a D’Alembert cuando afirma que la libertadno es la licencia absurda de hacer cada uno lo quequiere, sino que consiste en hacer aquello que permitenlas leyes, en el bien entendido que sean justas ydemocráticas. ¿Por qué? Porque la libertad políticaentraña la seguridad de que el ciudadano está al abrigode las leyes, nos contesta el propio enciclopedista.

Si alguien se arroga su derecho espurio a violar lasleyes, todos los demás podrían seguir sus insensatospasos y hacer lo mismo. La libertad se haría entoncesimposible y —da miedo pensarlo— se evanescería. ❏

Pero ¡ojo! no todo es orégano en el monte de lacontrademocracia. En ésta podría anidar la tentacióndel populismo, como un efecto indeseable. Algunasorganizaciones civiles, en el vértigo de su activismo,podrían acabar derivando en grupos censurantes, quetratarían de imponer su voluntad, ejerciendo un poderde veto efectivo, despreciando su paso previo por lasurnas.

S i sólo deslegitima o estigmatiza, la sospechapermanente puede resultar estéril, y, embriagada de símisma, acabar abrazada a la farola del nihilismo.Advierte Rosanvallon que el populismo puede radicali-zar la democracia de vigilancia y de obstaculizaciónhasta degenerarla en impolítica.

SORPASSO DE INTERNET

Todo apunta a que no tardaremos en ver el sorpasso,adelantamiento, de internet a los mass media conven-cionales, y, quién sabe si también el sorpasso mismo alas instituciones políticas tal como las hemos conocidoen los últimos 200 años. Concebidas éstas para alber-gar la convivencia humana bajo el imperio de la ley, hoyson cada vez más los ciudadanos de las sociedadesdemocráticas que cuestionan sus instituciones repre-sentativas, bien porque para salir del crash de 2008 hanrenunciado a su autonomía y se han plegado ante elpoder sin control social de los así llamados mercados,bien porque en aras de una libertad irrestricta contem-plan internet como la nueva frontera, como una tierra depromisión y de oportunidades frente al poder estableci-do.

Quienes así discursean soslayan que esa arcadiavirtual se parece ¡y no poco! a ese far west de la atrabi-liaria fiebre del oro en la que, sin ley ni orden, sólosobrevivía el pez con las agallas más grandes, es decir,el que desenfundaba su colt con mayor rapidez,siempre al servicio de terratenientes o grandes ganade-ros, que convirtieron aquellos pagos en sangrientassatrapías con tejanos.

La ley del más fuerte se enseñorea cuando la «duralex, sed lex» declina en una sociedad con ciudadanosdimisionarios como tales, acobardados por la coaccióngeneralizada, como los que retrató J ohn Ford en El

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«… la libertad no es la licenciaabsurda de hacer cada uno loque quiere, sino que consisteen hacer aquello que permitenlas leyes, en el bien entendidoque sean justas y democráti-cas.»

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INTRODUCCIÓN

La Administración Pública, dirigida por el Gobierno, esuna organización profesional encargada de la gestiónde los asuntos públicos de acuerdo con el bien comúny, fundamentalmente, de la ejecución de la ley. Enefecto, los Gobiernos en los sistemas democráticosguían y orientan las políticas públicas que los ciudada-nos han considerado de su preferencia en las eleccio-nes. Pues bien, para llevar a la práctica esas políticas,cuentan con organizaciones especializadas compues-tas por profesionales del servicio objetivo al interésgeneral.

ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y SERVICIO AL BIEN COMÚN

Las distintas Constituciones de los denominadosEstados sociales y democráticos de Derecho confirmanesta naturaleza vicarial de la Administración al servicioobjetivo del interés general. Al servicio del bien común,al servicio de todos y cada uno de los ciudadanos. Porlo que se refiere a España, la Constitución de 1978confirma esta forma de entender la AdministraciónPública.

Entre sus preceptos, ocupa un lugar destacado elartículo 103 que, en mi opinión, debe interpretarse enrelación con todos los artículos de nuestra Carta Magnaque establecen determinadas funciones propias de lospoderes públicos en un Estado social y democrático deDerecho dinámico. Dicho artículo, como bien sabemos,dispone en su párrafo primero que «La Administración

ADMINISTRACIÓNPÚBLICAY BIEN COMÚN

❏ J AIME RODRÍGUEZ-ARANA MUÑOZCatedrático de Derecho Administrativode la Universidad de La CoruñaPresidente de la Sección Española del InstitutoInternacional de Ciencias Administrativas

Pública sirve con objetividad los intereses generales yactúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerar-quía, descentralización, desconcentración y coordina-ción, con sometimiento pleno a la Ley y al Derecho».

La Administración Pública, estatal, autonómica olocal, porque se usa deliberadamente el singular parareferirse a todas en el precepto citado, sirve con objeti-vidad el interés general. El término interés general es laexpresión jurídico-administrativa que se correspondemejor al concepto filosófico de bien común. El términointerés público es más reducido porque se refiere alinterés de las organizaciones públicas, mientras que elconcepto interés general es más abierto: se refiere alinterés social, al bienestar general e integral de todos ycada uno de los ciudadanos.

P ienso que es difícil haber elegido mejor la caracte-rización de la función administrativa en el Estado socialy democrático de Derecho. P rimero, porque la expre-sión servicio indica certeramente el sentido y alcancedel papel de la Administración en relación con la ciuda-danía. En sentido contrario, bien se puede afirmar quela Administración en una democracia no es, ni muchomenos, ni la dueña del interés general, ni la dueña delos procedimientos, ni la dueña de las institucionespúblicas. Está a disposición de la mejor gestión de locomún, de lo de todos.

En segundo lugar, porque la instauración del sistemaconstitucional en las democracias supone un pasorelevante en orden al necesario proceso de objetivar elpoder que trae consigo la victoria del Estado liberalsobre el Antiguo Régimen.

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La referencia, pues, a la objetividad es capital. Tienedos dimensiones según la apliquemos a la organizaciónadministrativa en general, o a los empleados públicos ofuncionarios en particular. En todo caso, se pretendeeliminar del ejercicio del poder público toda reminiscen-cia de arbitrariedad, de abuso; en definitiva, de ejercicioilimitado y absoluto del poder. Por eso, el poder debeser una función pública de servicio a la comunidad, enla que hay evidentes límites. C laro que al ser hombres ymujeres quienes ordinariamente ejercen el poder, lasgrandezas y servidumbres de la condición humanasegún la categoría moral de quién lo realice traeránconsigo progreso y desarrollo o, por el contrario,corrupción y miseria. Ahora bien, la objetividad entraña,como hábito fundamental, la motivación de la actuaciónadministrativa, impidiendo la existencia de espacios deoscuridad o de impunidad, áreas en las que normal-mente florece la arbitrariedad, sorprendentemente «increscendo» en la actualidad a juzgar por las estadísticasde actuaciones administrativas merecedoras de talcalificación por los Tribunales de J usticia.

Y, en tercer lugar, la referencia central al interésgeneral me parece que ofrece una pista muy pero que

muy clara acerca de cuál pueda ser el elemento clavepara caracterizar la Administración Pública hoy, en elEstado social y democrático de Derecho. Entiendo quela tarea de servicio objetivo a los intereses generales esprecisamente la justificación esgrimida para compren-der los cambios que se están produciendo, pues noparece compatible la función constitucional porexcelencia de la Administración Pública actual con losprivilegios y prerrogativas de una Administración autori-taria que vivía en un contexto de unilateralidad y de,escrito en castellano castizo, «ordeno y mando». Poreso, el entendimiento abierto, plural, dinámico y compa-tible del interés general está ayudando sobremanera aconstruir nuevos espacios de equilibrio sobre los quehacer descansar este nuevo Derecho Administrativo,todavía más teórico que real a juzgar por la legislaciónen la materia alumbrada en este tiempo.

Por otra parte, no podemos dejar sin considerar,tratándose del artículo 103 de nuestra Constitución, quela Administración está sometida a la Ley y al Derecho.La llegada del Estado liberal de Derecho, comosabemos, supuso la victoria del principio de legalidad yla muerte del capricho y la ilimitación como fundamen-tos de un puro poder de dominio. El poder no es absolu-to, está limitado y, sea cual sea la versión del principiode legalidad que sigamos, lo cierto es que la Adminis-tración debe actuar en el marco de la Ley y del Derecho.Además, con buen criterio se consagra el principio desometimiento total de la actividad administrativa y,también, de proyección de todo el Ordenamiento ensentido amplio, sobre dicha actuación administrativa.Esto quiere decir, en mi opinión, que junto a las Leyes,también los jueces, al analizar la adecuación a Derechoo no de la actividad administrativa, pueden, deben,echar mano de otras fuentes del Derecho que, como losprincipios generales, han ocupado, como sabemos, unlugar destacado por derecho propio en la propia histo-ria del Derecho Administrativo.

La idea de servicio, fundamental para comprender elsentido de la actividad de la Administración, y de losagentes que la componen, tiene mucho que ver, meparece, con la crisis fenomenológica de este conceptoen un mundo en el que prima ordinariamente el éxito, laexhibición del poder, sea de la naturaleza que sea, y elprimado del dinero, que trae consigo esta especie deconsumismo insolidario que convierte en marionetas dela tecnoestructura a los ciudadanos. Hoy, trabajar al

«… el poder debe ser una fun-ción pública de servicio a la co-munidad, en la que hay eviden-tes límites. Claro que al serhombres y mujeres quienes or-dinariamente ejercen el poder,las grandezas y servidumbresde la condición humana segúnla categoría moral de quién lorealice traerán consigo progre-so y desarrollo o, por el contra-rio, corrupción y miseria.»

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activa de los poderes públicos a facilitar la libertad. Esdecir, se trata de que la Administración establezca lascondiciones necesarias para que esta libertad de lospadres se pueda realizar con la mayor amplitud posible,lo que contrasta, y no poco, con la actividad de ciertatecnoestructura que todavía piensa que el interésgeneral es suyo, encomendando el ejercicio de dichalibertad a órganos administrativos. P romover, proteger,facilitar, garantizar o asegurar las libertades constituye,pues, la esencia de la tarea de los poderes públicos enun Estado social y democrático de Derecho. Por ello, laactuación administrativa de los poderes públicos debeestar presidida por estos criterios.

Más intensa, todavía, es la tarea de garantía y asegu-ramiento de los principios rectores de la política econó-mica y social, función en la que obviamente estápresente la idea de bien común. En este sentido, elartículo 39 de la Constitución señala en su párrafoprimero que los poderes públicos aseguran la protec-ción social, económica y jurídica de la familia. Es decir,el conjunto de los valores y principios rectores de lapolítica social y económica, entre los que se encuentrala familia, deben ser garantizados por los poderes públi-cos, ordinariamente a través de la actividad legislativa y,sobre todo, desde la función administrativa pues la leyestá para lo que está, y no se puede pedir al legisladorque contemple todos los supuestos habidos y porhaber. P rotección de la familia, promoción de las condi-

servicio objetivo de los asuntos colectivos de los ciuda-danos parece tantas veces algo insustancial, irrelevan-te, que no reporta utilidad y que, por ello, hay quesoportar estoicamente lo mejor que se pueda, a laespera de un trabajo profesional brillante, que esté muybien retribuido. P romover el valor del servicio públicocomo algo positivo, incardinado en el progreso de unpaís, como algo que merece la pena, como algo quedignifica a quien lo practica, es una tarea imprescindiblepara que la Administración Pública pueda cumplircabalmente la tarea que le es propia en un sistemademocrático.

FINALIDAD DE LA ADMINISTRACIÓN: PROMOCIÓN Y

GARANTÍA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE LA

PERSONA

Estos datos de la Constitución nos permiten pensarque, en efecto, el Derecho Administrativo en cuantoOrdenamiento regulador del régimen de los poderespúblicos tiene como espina dorsal la contemplaciónjurídica del poder público para las libertades ciudada-nas. Es decir, la Administración Pública ha de hacerefectivo el bien común, que en un sistema democráticose concreta en la promoción solidaria de los derechos ylibertades de cada persona.

Es decir, la garantía de los derechos, lejos de patro-cinar versiones reduccionistas del interés general, tienela virtualidad de situar en el mismo plano el poder y lalibertad, o si se quiere, la libertad y solidaridad comodos caras de la misma moneda. No es que, obviamen-te, sean conceptos idénticos. No. Son conceptos diver-sos, sí, pero complementarios. Es más, en el Estadosocial y democrático de Derecho son conceptos quedeben plasmarse en la planta y esencia de todas y cadauna de las instituciones, conceptos y categorías delDerecho Administrativo.

En materia de derechos fundamentales, por ejemplo,el artículo 27.3 de la Constitución dispone que «lospoderes públicos garantizarán el derecho que asiste alos padres para que sus hijos reciban la formaciónreligiosa y moral que esté de acuerdo con sus propiasconvicciones». P recepto que expresa la dimensión de lalibertad educativa aplicada sobre los padres. Garantizarel ejercicio de un derecho fundamental, siguiendo elartículo 9.2 de la Carta Magna, implica una disposición

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«… el conjunto de los valores yprincipios rectores de la políti-ca social y económica, entrelos que se encuentra la familia,deben ser garantizados por lospoderes públicos, ordinaria-mente a través de la actividadlegislativa y, sobre todo, desdela función administrativa… »

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ñas comunidades (familia, Ayuntamiento, Corporaciónprofesional) y que el primer deber del Estado es crearlos presupuestos para cumplir las tareas que a esascomunidades impone la naturaleza. En este sentido, elEstado sería una vinculación de comunidades de formaque en las relaciones bilaterales del Estado con respec-to a la pequeña y gran comunidad debe respetar ypromover los derechos originarios comunitarios.

CONCLUSIÓN

En fin, la Administración Pública está al servicio del biencomún. El bien común, que es un concepto filosófico,tiene su correlato en la noción de interés general, que serefiere al bienestar general e integral de todos y cadauno de los ciudadanos. Ese servicio al interés generalque ha de caracterizar a la Administración se realizafacilitando y asegurando el ejercicio de los derechos,especialmente los fundamentales, a las personas. Deahí que la función promocional de la AdministraciónPública signifique que los poderes públicos, entre ellosla Administración, hayan de facilitar el ejercicio de losderechos y evitando interferir negativamente en la vida yen la realización personal de los ciudadanos.

Hoy, en 2011, los ciudadanos europeos, por mor delartículo 41 de la Carta Europea de los Derechos Funda-mentales, somos titulares de un nuevo derecho denaturaleza fundamental: el derecho a la buena adminis-tración pública. Derecho que comprende todos losaspectos que caracterizan la vinculación al bien comúnpor parte de la Administración. A saber: la gestión de losasuntos generales con equidad, objetividad y en tiemporazonable. ❏

ciones favorables para el progreso social y económico ypara una distribución de la renta regional y personalmás equitativa (artículo 40). Garantía de un sistemapúblico de Seguridad Social (artículo 41), protección dela salud (artículo 43), derecho al medio ambiente (artícu-lo 45), derecho a la vivienda (artículo 47)… En todosestos supuestos se vislumbra una considerable tarea delos poderes públicos por asegurar, garantizar, protegery promover estos principios, lo que, pensando en elDerecho Administrativo, supone un protagonismo denuestra disciplina desde la perspectiva del Derecho delpoder para la libertad, insospechado años atrás.

La promoción y garantía de los derechos fundamen-tales de la persona constituye, en un Estado deDerecho, una de las principales tareas de la Administra-ción Pública en la medida en que debe hacer efectivo elbien común, el bien de todos y cada uno de los ciuda-danos.

En este contexto, se entiende perfectamente que elya citado artículo 9.2 de la Constitución implique, nosólo el reconocimiento de la libertad e igualdad de laspersonas o de los grupos en que se integran sino que,y esto es lo relevante en este momento, demanda de lospoderes públicos la tarea de facilitar el ejercicio de laslibertades, lo que poco tiene que ver con una Adminis-tración que se permite, nada más y nada menos, queinterferir en el ejercicio de determinadas libertadespúblicas y derechos fundamentales.

El poder estatal tiene un evidente sentido de servicioal bien común y es el poder supremo entre los poderessociales naturales porque, como dice Messner, elcumplimiento de las tareas particulares de todas laspequeñas comunidades depende de que el Estadocumpla sus tareas sociales más básicas. Sabemos quelos hombres pertenecemos inmediatamente a peque-

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No es fácil encontrar, fuera de unos pocosámbitos, y casi siempre cristianos, escritosrecientes acerca de la educación para el bien

común.Creo que ello se debe fundamentalmente a tres facto-

res: la situación actual de la educación, desvinculadaprácticamente de las grandes finalidades; la crisis de laética pública, carente de una referencia antropológica; y elnuevo estatuto del sujeto en la cultura de la modernidado, de manera más precisa, en la postmodernidad. Ofrez-co un breve análisis de cada uno de ellos, como carenciasde nuestros sistemas educativos, y como marco dealgunas propuestas superadoras de las mismas.

1. LAS RAÍCES DE UNA CRISIS

a) ¿Qué nos está pasando a los sujetosen la cultura y la educación?

Hay indicios suficientes desde la psicología, la sociologíay la filosofía, para afirmar que vivimos una deriva de lacultura moderna hacia el individualismo, y que en lapostmodernidad ha hecho su aparición un individualismonarcisista1. Esto ocasiona una reducción afectiva y efecti-va de la sensibilidad de los individuos ante el bien común.

Ello se refleja en la situación actual del sistemaeducativo. No puede decirse que el tema de la educa-

¿ES POSIBLEEDUCAR HOYPARA EL BIENCOMÚN?❏ FERNANDO VELA LÓPEZ

Doctor en Filosofía

ción, y más en concreto de la enseñanza, no estépresente en la obra de los grandes teóricos y divulga-dores de la postmodernidad2, pero hay que decirtambién que ésta no está produciendo pedagogíasrelevantes. Se ha indicado cómo los grandes tópicos dela postmodernidad en el ámbito educativo son «laafectividad, la emoción, etc. frente al racionalismoexcluyente; el carpe diem frente a una educación quesólo mira o al pasado o al futuro; el valor de las diferen-cias (culturales, de género…) ante la homogeneización,el gregarismo, la colonización occidental y la imposiciónde los valores masculinos; el hedonismo y el placerfrente al esfuerzo heterónomo; la puesta en su lugar delcuerpo frente a la centralidad exclusiva de la mente;poner en el sitio que se merece la educación estéticaante la primacía pedagógica de la ética; el relativismofrente al absolutismo axiológico; las culturas mediáti-cas, populares, juveniles… frente a la Gran Cultura y laCiencia»3.

Por otra parte, en la educación se reflejan lasambivalencias y carencias de la misma modernidad, lasconsecuencias de los sistemas económicos y políticosa causa de la supremacía de una racionalidad orientadaal éxito y la eficacia.

Por unas u otras razones, habría que dar crédito a laafirmación del historiador E. H. Carr cuando dice que elgran problema con el que nos enfrentamos es la «retira-

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1. Ver, J uan Manuel Almarza Meñica, La incertidumbre del sujeto. Los soportes de la subjetividad , en www.dominicos.org (formación online: El Pupitre).2. Es el caso de J . F. Lyotard, La condición postmoderna, Foucault, Vigilar y Castigar, J . A. Colom, Hacia nuevos paradigmas educativos: la pedagogía

de la postmodernidad.3. Ana Ayuste y J aume Trilla, «Pedagogías de la modernidad y discursos postmodernos sobre la educación», en Revista de Educación 336 (2005) 240.

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da a una postura escéptica de indiferencia a partir de lacual es imposible adoptar cualquier perspectiva de laeducación que se funde en alguna clase de principios»4.P rincipios entre los que se encuentran los fundamentosantropológicos y éticos y los fines educativos.

b) ¿Qué está pasando con el conceptode bien común?

El bien común fue un concepto fuertemente arraigadoen la tradición filosófica grecolatina y medieval: la socie-dad sería un todo organizado en torno al bien común delque participan todos sus miembros.

Tomemos el caso de Tomás de Aquino, como egregiorepresentante de esta tradición. Para él, el bien comúnarmoniza los fines naturales y los espirituales de unasociedad, un bien que no excluye el bien particular: es«el bien más importante del individuo que forma partede un todo donde él mismo vive y del que depende supropia existencia»5. Es esta una perspectiva en la que ladignidad de la persona humana, como ha advertidoMillán Puelles, no sólo no se deprime, sino que encuen-tra su mejor expresión ética en el deber de subordinar-se —mejor sería decir sobreelevarse— al logro del biencomún6.

La Modernidad supuso un giro en estos plantea-mientos. En efecto, «Antigüedad y Edad Media habíantendido a identificar los intereses del individuo con losde su comunidad, entendiendo que a los individuosconviene que su comunidad subsista y prospere, ya quede la suerte de una comunidad depende la de los indivi-duos que la componen. En la Modernidad, por elcontrario, los intereses del individuo parecen desligarsede los de su comunidad, poniendo más bien la segun-da al servicio de los primeros: que una sociedad existase justifica porque su existencia beneficia a los indivi-duos concretos. El individuo es la clave del mundosocial y, por lo tanto, el individualismo es la ideologíaética por excelencia»7.

Hoy asistimos a un cierto declive de la categoría debien común y nos inclinamos más a pensar y hablarsobre los «bienes comunes», los que debieran defen-derse de cualquier intento de privatización.

2. EL INDIVIDUALISMO ENTRE LAS CAUSAS

DE NUESTRA CRISIS

La crisis económica que vivimos ha provocado análisismuy dispares. Son sobradamente conocidos y no escuestión de repetirlos aquí. Sí vale la pena retener lallamada de atención sobre una crisis más básica, la delos valores morales, evidenciada en el afán desmesura-do de acaparar los bienes disponibles, con una enormeinsensibilidad hacia el bienestar de la mayoría y de lasgeneraciones por venir. Y, en el fondo, la pervivencia delindividualismo celoso de los propios intereses e insen-sible ante los de los demás.

Esta larga sombra del individualismo moderno fuemuy bien descrita por Mounier al decir que «el indivi-dualismo es un sistema de costumbres, de sentimien-tos, de ideas y de instituciones que organiza el individuosobre esas actitudes de aislamiento y defensa. Fue laideología y la estructura dominante de la sociedadburguesa occidental entre los siglos XVIII y XIX. Unhombre abstracto, sin ataduras ni comunidades natura-les, dios soberano en el corazón de una libertad sindirección ni medida, que desde el primer momentovuelve hacia los otros la desconfianza, el cálculo y lareivindicación; instituciones reducidas a asegurar la nousurpación de estos egoísmos, o su mejor rendimientopor la asociación reducida al provecho: tal es el régimenque agoniza ante nuestros ojos, uno de los más pobresque haya conocido la historia»8.

En efecto, el individualismo es la ideología queenvuelve nuestras sociedades y sus estructuras y queimpregna la mayor parte de la realidad cultural. Magní-fico análisis el de Mounier, aunque no es un diagnóstico

4. Tomado de Id, pág.43.5. Emilio G. Estébanez, «Le bien commun dans une perspective thomiste» , en Le bien commun. Approches philosophiques et politiques. Bruxelles,

Spaces, 1997, pág.,22.6. Eudaldo Forment, «La filosofía del bien común», en Anuario Filosófico 27 (1994) 805.7. Adela Cortina, «Individualismo moderno y solidaridad», en Éxodo 34 (1996) 16.8. E. Mounier, El Personalismo, en Oeuvres. Paris, Du Seuil, vol. III, pág 452.

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y que, aún hoy, sigue haciendo notables aportaciones10.

b) Deshacer el equívoco entre individuo y personaUna segunda respuesta a nuestra crisis cultural y

educativa es contribuir a deshacer el equívoco entreindividuo y persona, entre individualización y personali-zación, entre cultivo de los intereses individuales y culti-vo de los intereses personales. Porque cuando habla-mos del individuo no estamos hablando necesariamen-te de la persona. A veces hablamos de cosas biendispares.

La distinción entre individuo y persona pudieraparecer a algunos simplemente un juego de maticescultivado por los círculos personalistas de los añostreinta del siglo pasado. Pero es algo más, y más serio:cada uno de nosotros opta en momentos cruciales de lavida por individualizarse, cerrarse sobre uno mismo ysus intereses, o ser persona, abriéndose a la presenciay los intereses de los demás. Es propio del individuoflotar, distraerse, escaparse, dispersarse, avariciar.Individualizarse es: «(el) disfrute avaro de la dispersión,amor incestuoso a mis singularidades, a toda esaabundancia preciosa que sólo me interesa a mí (…), lafortaleza de seguridad y de egoísmo que yo erijo a mialrededor para asegurar la seguridad de mi egoísmo ydefenderlo contra las sorpresas del amor»11.

La persona, en cambio, nace por la purificación delindividuo, de todo aquello que me encierra en mi propioyo o estima a los demás como medio para mí. Frente alo que el individuo supone de ruptura y dispersión, lapersona es este poder de espera y acogida, de creacióny dominio; rebasamiento del grupo y del propio yo,reserva y comunión.

Esta productiva distinción entre individuo y persona,entre individualización y personalización, no tendrálugar sin el cuidado de la interioridad. Un impresionantevacío de nuestro tiempo y nuestros sistemas educati-vos. Seguimos siendo víctimas de los esquemas queanteponen el hacer al ser. Todavía hoy «el trabajo, lapreocupación política y la vida pública constituyen unfeliz correctivo para las amenazas de proliferación

del todo acertado: tal régimen no agoniza, sino que seha reforzado y ha tomado tintes más sombríos.

3. ALGUNAS RESPUESTAS A LA CRISIS CULTURAL

a) Educación y pensamientoLa educación tiene unas tareas específicas que lograr,entre las que se encuentran la difusión de conocimien-tos y el desarrollo de habilidades. Ambos son impres-cindibles para desarrollar las capacidades de las perso-nas y elevar la calidad de su actividad profesional ennuestras sociedades del conocimiento y del desarrollotecnológico.

Sin embargo, la acumulación de conocimientos nonos convierte en sabios: necesitamos cultivar recursosy cualidades que les otorguen un fin. Aristóteles y Kantinvocaban la prudencia para orientar todo ello hacia unavida feliz. Adela Cortina reclama junto al bienestar ocalidad de vida, algo más: la justicia, responsable debuena parte de lo mejor de nuestra historia, y la gratui-dad, que lleva a compartir no por deber sino porabundancia del corazón9.

Es decir, en el diseño del sistema educativo, y de supraxis cotidiana, tenemos el desafío de superar lasintenciones instrumentales dotándolas de una baseantropológica.

Necesitamos preocuparnos y ocuparnos no sólo dequé hacemos y del cómo lo hacemos, sino del para quélo hacemos. Y ésta es una reflexión mucho más ampliaque la de las finalidades concretas. Ni el hecho de serbuenos ciudadanos y buenos profesionales, garantizaque nuestros alumnos sean personas justas, libres ysolidarias.

Esto es, evidentemente, un problema antropológico,un problema de pensamiento que está en la base de lasopciones educativas. Sin duda, una de nuestras caren-cias, de las cuales el menosprecio de las humanidadeses sólo un aspecto. El momento nos exige una mayorsensibilidad a la reflexión proveniente de las diversastradiciones. Una de ellas el cristianismo, que tanto hatenido que ver con el pensamiento sobre el bien común

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9. Adela Cortina, «Educación y sociedad», en Sal Terrae 89/8 (2001) 637-647.10. Ver una buena síntesis de ello en Vittorio Possenti, «Antropologia cristiana e bene comune», en La Società 4/5 (2007) 605-617. 11. E. Mounier, Revolución personalista y comunitaria, en Oeuvres…, vol. I, págs. 176-7.

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d) Recuperar una ética pública, como ámbito dereflexión en torno al bien común

Es quizá en la comprensión y alcance de la éticadonde mejor se advierten las carencias de nuestromomento cultural y educativo. No es que la ética hayadesaparecido de nuestro universo mental ni en los siste-mas educativos.

Pero, ¿de qué ética hablamos? Por desgracia, haprevalecido una ética restringida y vinculada a laspequeñas responsabilidades individuales ante la propiasociedad y al mundo de las profesiones. No hay apenaslugar para los valores universales, y la conclusión quesacan los jóvenes —que es también el punto de llegadao de partida de no pocos adultos— es que «ética sí hay,pero cada uno tiene la suya».

Es verdad que, junto a la difusión de una culturacientifista, empirista y materialista, que no deja fácil-mente remontar el vuelo, hacia otras perspectivas, seconstata hoy «la fragilidad de la cultura cristiana nosiempre capaz de encontrar un lenguaje idóneo paratrasmitir el valor de la racionalidad, la fuerza del P rinci-pio-persona, y los grandes asideros de una ética perso-nalista, comunitaria, humanista, basada sobre el criteriouniversal dignitas humana servanda est como primerprincipio de un orden antropológico, moral y políticonuevo»14.

C ito con Vittorio Possenti la cultura cristiana no asimple modo de ejemplo. En nuestro contexto cultural elcristianismo cuenta con un peso histórico que seconvierte en impulso para la responsabilidad actual. Noes la única voz, ciertamente, para identificar los desafí-os éticos del momento, pero tampoco es justo reducirlaal silencio. Algo valioso se pierde entre nosotros cuandose pierde esa voz. Pongamos el caso concreto delcompromiso con la familia, o de hacer crecer las formasde vida asociada y de relaciones sociales, la capacidadde acoger y acompañar el sufrimiento, la marginalidad,la exclusión —aunque también la alegría y la felicidad ylas pequeñas y grandes satisfacciones—, prestar unarenovada atención hacia el trabajo bien hecho, sucreación y distribución, así como el cuidado del conoci-miento y las habilidades junto a la educación en un

subjetiva y de aislamiento egocéntrico, pero se convier-ten en instrumentos de deshumanización cuandopretenden rechazar y desconsiderar el recogimiento, elsilencio, el reposo y, al lado de éstos, el drama interior,la inquietud metafísica, la elaboración espiritual, laprotesta de la conciencia y la perpetua interiorizacióndel orden recibido»12.

Distinción, pues, importante: la persona es lo que ennosotros nos abre a los otros. El bien del otro, el bien delos otros, lo que llamamos el bien común puede estarenfrentado, muchas veces lo está, con el bien indivi-dual, pero no con el bien personal, que es otra cosa.

c) Comprender y valorar la relación entre persona ysociedad

Para adentrarse en la valoración del bien común, esimportante también redescubrir la sociedad comoperspectiva natural de la persona. No es sencillo. A laexperiencia del subjetivismo narcisista se une la deses-peranza de muchos jóvenes de que esta sociedad seacapaz de desmantelar la red de intereses y corruptelasque han desencadenado la crisis actual.

Como en la Grecia helenística, el ideal de la polis essustituido por el de la comunidad de próximos, lacomunidad de amigos. Un posible bien común serestringe con facilidad al bienestar de aquellos conquienes me unen afectos, afinidades e intereses. Lodemás queda muy lejos. El fenómeno se puede identifi-car con lo que Mounier llamaba las «sociedadesvitales», «cuyo vínculo está constituido solamente por elhecho de vivir en común un cierto flujo vital a la vezbiológico y humano, y de organizarse para vivir lo mejorposible»13.

Sin embargo, a pesar de las decepciones de la vidasocial y de las tentaciones de retraimiento de la misma,hay que recordar que decir «personal» y «comunitario»es utilizar un pleonasmo.

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12. E. Mounier, Qué es el personalismo, en Oeuvres…, vol. III, pág. 213.13. E. Mounier, Revolución personalista y comunitaria…, pág. 199.14. Vittorio Possenti, «Antropologia cristiana e bene comune»…, pág. 616.

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para los otros, vivir unos con otros, y hacer unos porotros, la contracultura de la solidaridad se abre pasocomo imaginación creadora, entrega personal y proxi-midad a las víctimas, y se alimenta de la piedad ante elotro, en el reconocimiento del otro y en la universalidadpara el otro, que son la musculatura íntima y personalde la solidaridad»17.

La educación para la solidaridad ejercita para perci-bir, más allá de mi bien particular, y de mis próximos yafines, un bien más universal conectado con el hechode ser hombre y con el derecho a desarrollarse comotal.

e) Reconstruir una escuela éticaLas anteriores reflexiones apuntan a la necesidad de

reconstruir una escuela ética18. No sólo una escueladonde se aprendan contenidos éticos, más inspirados,hay que decirlo en lo que Kant consideraba «éticasmateriales», sino una escuela que aborde la educacióncon una clara propuesta de fines y una visión universa-lizadora de los valores que transmite.

Se trata de apostar por la educación para un desarro-llo integral de las personas y su bien vivir y no sólopreparar a los alumnos para concurrir en buenas condi-ciones al mercado de trabajo. Esto es conveniente ynecesario, claro está, pero no es suficiente. La educa-ción ha de prepararnos para ser y para vivir responsa-blemente como personas en la sociedad, deseosos dealcanzar nuestro bien junto al bien de los demás. Si seconforma con metas más reducidas, se queda a mitadde camino. ❏

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proyecto de vida que ayude a promover la maduraciónde la personalidad15.

Es verdad que el desarrollo propositivo de talesvalores no puede hacerse desde un ingenuo volunta-rismo. La escuela no es un mundo cerrado, imperme-able a otras instancias. Rousseau se equivocaba alpensar como lugar para la educación a una naturale-za sin sociedad — ¡como si la sociedad, para bien ypara mal no estuviese en él mismo y en su Emilio! Esbien cierto que «las cosas que suceden en la escuelano pueden dejar de ser un reflejo de las que ocurrenfuera de ella, y los niños de hoy aprenden pronto elvalor del dinero, de la lucha por la vida, aprenden aejercitarse en las varias dinámicas del poder y, paracolmo, una parte importante de la moderna pedago-gía consiste en estimular la competitividad precoz,simulando en el aula el darwinismo social del merca-do»16.

Necesitamos evitar el fatalismo y retomar la confian-za en la capacidad de la educación —y no sólo de laescuela— para sembrar inquietudes y hacer surgirsujetos nuevos. La sociedad es plural. En ella no haysolamente estructuras y experiencias que animen adesesperar. Hay también experiencias y formas organi-zativas, no necesariamente estatales, que crean caucespara que los individuos salgan del reducido círculo depreferencias e intereses y nos abramos al servicio delbien de los otros.

Una de esas experiencias, con sus formas organiza-tivas, es la solidaridad, un valor al que, con sus muchasambigüedades, son bien sensibles las nuevas genera-ciones —y parte de sus mayores—. En efecto: «Sientendemos por solidaridad un modo de ser los unos

15. Vid. Savino Pezzota, «Un futuro per el bene comune?», en La Societá 6 (2007) 904-905.16. Alberto Moncada, La cultura de la solidaridad, Estella, Verbo Divino, 1989, pág. 82.17. J oaquín García Roca, «Educación, Cultura y Solidaridad», en Escobar, C. y Sánchez, G. (Eds), El trabajo social en tiempos de incertidumbre. Sala-

manca, Universidad de Salamanca, 2000, pág. 81.18. Pese a los años pasados, conserva e incrementa su vigencia el artículo de C. Díaz, «Por una escuela ética», en Educadores 31 (1989) 651-669.

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Acontecimiento ha querido entrevistar a un político en activo que expusiera el punto de vista y las dificultadesque se presentan, en la acción política institucional, a la realización del bien común. Varios miembros del consejode redacción propusieron a Eugenio Nasarre como la persona idónea para este tema. Eugenio, inmediatamente,accede a nuestros deseos y nos recibe cordialmente en una pequeña sala del Congreso, en la que conversa conLuis Capilla, Teófilo González Vila y Luis Ferreiro, durante tres horas, de las que se ofrece aquí un resumen.

ENTREVISTA AEUGENIONASARREMiembro del Congresode los Diputados

principios basados en la ley natural. Era un momento deauge del iusnaturalismo. En su visión la unificacióneuropea era esencial para esa construcción. Con esebagaje, unos cuantos españoles de matriz católica contri-buimos de manera muy importante a la transición y a suobra política. Yo era entonces, probablemente, el másjoven de esa generación. Después, tras el colapso deUCD, me retiré de la política, durante unos años y, acomienzos de los años 90, la refundación del PP por J oséM.ª Aznar me resultó un proyecto sugestivo, porquepretendía la unificación en una opción política del centroderecha español, como la única alternativa posible conopción de gobierno frente al partido hegemónico que sehabía instalado en España, el socialismo de los 80 deFelipe González, y ahí viene mi segunda etapa de acciónpolítica en estos últimos 15 años.

AC. Entre esos personajes de la democracia cristiana,¿se identifica con algunos especialmente?

Los tres fundamentales son Alcide de Gasperi, RobertSchuman y Adenauer, que consideramos los grandespadres fundadores de la Europa democrática.

AC. Por los personajes que ha nombrado vemos un nivelmuy alto, que no tiene nada que ver con los actualesprotagonistas de la política. Desde su primera participa-ción, en estos años ¿cómo cambiado la vida política?

¡Claro, claro! P lantearía varios problemas por estratos,para que la comparación con ese momento glorioso nonos lleve a una melancolía paralizante. Uno, hay unadiferencia de clima en toda Europa, que es una profunda

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AC. Eugenio Nasarre es un trabajador de la política consólidas convicciones, en las que se asienta su compromi-so y una clara vocación de servicio. Lleva muchos años,en diferentes épocas, en la política, habiendo ocupadocargos importantes como Director General de AsuntosReligiosos, Subsecretario de Cultura, Director General deRTVE y Secretario General de Educación. Actualmente esdiputado del PP en el Congreso. Después de más de 30años de vida y vocación política, ¿qué perspectiva leofrecen al mirar hacia atrás, hacia sus orígenes?

Me encuentro en una condición divertida, soy unaespecie de superviviente de un filón de políticos dematriz católica que, al final del franquismo, hicimos unaapuesta generacional por la democracia, por unrégimen de libertades en España. Mi vocación políticase despierta en la universidad, allí me influyó el famosolibro de Max Weber, El político y el científico, y concebíla política como una vocación, que nunca debe ser unaprofesión. Aunque la mitad de mi vida profesional hesido político, no siempre he estado en la política, sinosólo cuando he considerado que podía contribuir a losideales que me formé en mi etapa juvenil.

Pertenezco a la estirpe democristiana, que hoy es unaestirpe a extinguir. Los democristianos que todavía ejerce-mos, estamos in partibus infidelium. Nos identificamoscon esa fórmula política porque fue una fuerza políticadeterminante para la reconstrucción de las democraciaseuropeas, y buena parte de los elementos más positivosde la Europa democrática, construida después de la terri-ble guerra mundial y de los totalitarismos, provienen de laaportación de unos preclaros políticos católicos que tuvie-ron la visión de las democracias modernas fundadas en

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agostado. Por ejemplo, hubiera sido impensable, enton-ces, no tener como referente el concepto de ley natural,una concepción iusnaturalista del derecho, tener encuenta la naturaleza de las cosas, lo del viejo aforismodel Parlamento británico que, para significar que era elmáximo poder, decía que lo puede todo menos conver-tir a un hombre en una mujer. El límite de la política eraatender a lo que es la auténtica realidad, a las realidadesnaturales, sobre eso no cabía discutir. Eso está en crisisy afecta a la democracia, que se convierte en un sistemapuramente procedimental, reduciéndose a la aplicacióndel principio de las mayorías, y eso no es la democracia,que es un sistema de reglas de juego en donde el«demos», el pueblo, es el sujeto político, pero previa-mente están las libertades fundamentales, que arrancande la dignidad de la persona y las limitaciones de esaspropias mayorías. Hay políticos de raíz cristianaconscientes de que ese problema afecta a nuestrasdemocracias. Afecta al Partido Popular Europeo, cuyasraíces se han debilitado. Desde otra perspectiva, afectaa la izquierda, que está desnortada, desorientada, con lacrisis de la socialdemocracia, que en esta crisis econó-mica profunda produce horizontes de incertidumbre.

AC. Se ha dicho que en los regímenes comunistas lasociedad se convirtió en objeto de la acción del únicosujeto político real que era el partido único, la sociedadfue anulada como sujeto agente y sometida a una inten-sa propaganda ideológica, sólo el partido tenía algo quedecir. ¿No ocurre algo parecido en nuestra democracia,donde los partidos llevan la voz cantante?

El modelo de partido leninista es una tentación perma-nente para todo partido, porque tiene muchas ventajasen su funcionamiento y, cuando la sociedad civil es débil,ese partido con una organización fuerte, por motivacio-nes distintas a la del partido leninista clásico —puedetener una disciplina por motivos egoístas—-, tiende aconquistar ámbitos que pertenecen a la sociedad…

AC. Y, al mismo tiempo, tampoco se pone límites…

Y sin ponerse límites, en la izquierda es clarísimo, inclu-so en el periodo de Felipe González, en los trece añosde socialismo se instala en España «un partidohegemónico de larga duración», cuyo ejemplo máximoera Suecia. Estrechos colaboradores de Felipe Gonzá-lez me decían, a fines de los 80: «hemos conseguido ya

secularización. Masivamente, la sociedad europea en losúltimos veinte años ha abandonado la dimensión religio-sa. Europa se ha alejado de Dios. Y eso tiene conse-cuencias enormes. La caída del muro de Berlín, la muertedel régimen soviético, del modelo del socialismo real, losviví en Italia con alegría porque creía que era un triunfo dela libertad, el fracaso de una tiranía y de un modeloeconómico absolutamente inviable, que cercenaba todaslas libertades, y además porque uno de los elementosque incoó esa caída fue un espíritu de rebeldía, basadoen la libertad, y en la libertad religiosa con los polacos enla vanguardia. Yo creía que iba a traer más frutos de losque ha tenido, pero nos ha demostrado algo positivo: quemodelos antihumanistas que fascinaron a intelectuales ya dos generaciones de europeos, que parecían pétreos yno podían caer, cayeron, eran más débiles de lo queparecían. Y esto da fe, de cara al futuro, de que proyec-tos de ingeniería social de otro tipo, en los que estamosahora, también caerán, aunque yo no lo vea.

Después, el empobrecimiento de la política. No esun problema general europeo, pero sí un problemaespecial de España, que tenemos que afrontar comouno de los grandes problemas de la regeneracióndemocrática española. La causa fundamental es unadegradación de los partidos, que afecta a todos, acausa de una aplicación equivocada del modelo consti-tucional de partido político. La Constitución apuestaclaramente por que el sujeto de la democracia tiene queser el partido político, frente al modelo del franquismose constitucionalizan. Esto que no está en otras consti-tuciones, los convierte en sujetos privilegiados de laacción política. Las leyes electorales están hechas enfunción de este principio de que el sujeto es el partido,lo que ha creado un nuevo espécimen de político que esel político profesional, el empleado del partido, que esuna degeneración del político. Acaba apareciendo elreino de la mediocridad, que es uno de los temas quemás me preocupan de la vida política española.

AC. Aclarado ese diagnóstico, ¿cuál sería el tratamiento?

Volviendo a Europa, estoy compartiendo una experienciacon una serie de políticos de la misma matriz cultural yespiritual que la mía, de diversos países europeos, quevemos que la crisis de la democracia que afecta aEuropa obedece, en buena parte, a que el humus cultu-ral y los principios inspiradores de la reconstrucción delas democracias de los años 40-50 también se han

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por tanto contingente, vale la pena que se fortalezca, quesea un factor fundamental para construir el bien comúndeseado. Mi visión es que la nación, la comunidad denaciones, una conciencia nacional de cohesión y desolidaridad, considerándonos todos parte de un proyectocomún, forma parte del bien común. Una de las debilida-des del proceso de la transición es que ha debilitado laconciencia nacional. Yo formé parte de un intento fallidodel PP, a finales de los 90, para modernizar el concepto deconciencia nacional, de patriotismo, incorporando la ideade Habermas del patriotismo constitucional, con laConstitución como expresión de una reconciliación nacio-nal y de un proyecto histórico que abarca las libertades,etc., formando parte del concepto de nación como unelemento sustantivo para fortalecer la conciencia nacional.Eso se aprobó en un Congreso del PP, queriendo acercar-nos a la idea de la izquierda, que, por considerarla unaimpostura de la derecha, la rechazó plenamente.

Una de las consecuencias del proyecto Zapatero hasido debilitar fuertemente ese concepto con otro falso, elde la España plural. Sin embargo, actualmente la crisiscuestiona elementos importantes del estado de lasautonomías. Hay un cambio en la opinión pública, que sedetecta en las encuestas que el CIS hace cada cincoaños. En la penúltima, la mayoría del electorado dePSOE y PP tenía una valoración positiva del estado delas autonomías. Pero, en la del año pasado, el cambio deopinión es clarísimo. Más en el electorado del PP, que ensu mayoría cree que deben prevalecer los elementos decohesión nacional frente a las autonomías, y no por sólocuestiones de gasto y despilfarro, sino también porquecreen que no ha resuelto los conflictos territoriales.Respecto a Europa, soy un decidido partidario de darpasos progresivos hacia un cierto patriotismo europeo,de civilización, aunque aún no haya acuerdo sobrecuáles son las bases de la civilización europea.

AC. Cuando la sociedad tiene la impresión de que haybastante corrupción, de que hay intereses particularesque dejan a un lado los intereses comunes, ¿ustedesnotan esta desconfianza respecto a lo que se ha llama-do la casta política?

Hay que ser muy tonto para no darse cuenta, estando enla política, de que el desprestigio de la clase política alcan-za ya niveles patológicos, y creo que, en buena parte, noslo merecemos. Corrupción y corruptelas, sobre todo en elámbito local, las hay y ha habido una incapacidad de los

ese modelo de partido y tenemos un gobierno por 20 ó30 años en la sociedad española». ¿Por qué? Porquehabían conseguido implantarse en el ámbito educativo,en el sanitario y en otros ámbitos sociales.

AC. Lo han conseguido en Andalucía, donde llevan másde 30 años en el poder...

En Andalucía están en ese modelo. La ventaja del centroderecha es que aunque tenga esas tentaciones lo sabehacer muy mal, no sabe hacer sindicatos propios,porque fracasan, y su base social es más independien-te, menos manipulable. Pero una de las debilidades delcentroderecha español es no haber impulsado bastantelos espacios de libertad necesarios para que la sociedadsea sujeto protagonista de la política, lo que en términosacuñados por la DSI es la subsidiariedad tomada enserio. Si de nuevo gobierna el centroderecha español ytoma en serio el principio de subsidiariedad, estable-ciendo espacios de libertad, habrá cumplido una misiónfantástica y muy positiva para la sociedad española.

El proyecto de Zapatero con planteamientos distintosa los socialdemócratas de Felipe González, ha pretendi-do lo mismo con un objetivo más perverso, la transfor-mación mediante una ingeniería social de los fundamen-tos antropológicos, a través de la implantación de laideología de género, que es el elemento clave para expli-car en qué consisten estos seis años de legislación.

AC. El bien común, decía Nietzsche, que es una contra-dicción en los términos, si es común no puede ser bien,¿no es éste el problema de la política actual, que no sereconoce valor a lo común y por tanto lo común tiende aextinguirse?

Ahí está el problema. El concepto de bien común exigela conciencia de que el ser humano es un ser social,comunitario, un animal político... y por tanto necesitauna comunidad, cuyo bien es esencial para el bienpropio, la felicidad, lo que hoy llamaríamos el ejerciciode las libertades del hombre y el derecho a construir supropio proyecto vital. Nos enfrentamos a una crisis decomunidad.

Empecemos por el tema nacional. Las naciones sonrealidades históricas asentadas, consolidadas, que hanproducido vínculos muy fuertes, que han determinado lapercepción de que el proyecto y el destino tiene que sercomún. Esa realidad, aunque sepamos que es histórica,

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partidos políticos es dar prebendas a sus mejoresconcejales, meterlos en las Asambleas y en los consejosde administración. A mí, ese modelo de cajas-botín-de-los-partidos-políticos no me gusta. Se han convertidoen manos muertas sin dueño —el ente fundacional yahabía desaparecido—-, gestionadas por los partidospolíticos. Lo que se está produciendo es una nuevadesamortización de bienes en manos muertas, unadesamortización de instituciones financieras.

Yo no encuentro para estas cajas otra solución quedevolverlas a la sociedad como instrumento de la econo-mía de mercado, porque lo otro ya no tiene remedio,habría que refundar cajas nuevas o salvar las pocas quequedan de carácter corporativo, que no serán afectadas.Pero las cajas se han metido en operaciones que nodebían haber hecho, compra de activos, ¡compra deempresas!, no captar ahorro para hacer viviendas, etc.,se han convertido en el socio capitalista mayor de Iberia,de Iberdrola, etc. Desgraciadamente, la operación quirúr-gica, porque no queda otra, es convertirlas en institucio-nes financieras con un capital social. Hace dos años, conla crisis, el gobernador del Banco de España dijo en elCongreso que el modelo era insostenible y había que ir auna especie de privatización. Todos los partidos lo recha-zaron frontalmente, porque les interesaba mantener elmodelo. En dos años de crisis no se ha resuelto la situa-ción y Europa ha dicho que no podemos tener un enfer-mo financiero como es el actual modelo de cajas.

En conclusión, un nefasto modelo de cajas como unbotín de los políticos ha conducido a una única soluciónpara este tipo de cajas. Eso crea un vacío y, a futuro, laposibilidad de recrear de cero un modelo de entidadessociales de crédito, cooperativas, pero como elementofundacional de la propia sociedad.

AC. El pueblo va a maldecir a los políticos que hanhecho eso, porque, de más de mil políticos que estánmetidos en las cajas, algunos sabrían de economía.

La perversión es que el político, que tiene otras funcio-nes, puede ser un experto economista, pero nombrar aun político como experto económico no tiene sentido,para eso hubiera preferido que se convirtieran enbancos públicos regionales, pero tampoco me gustaesa fórmula. Al final, la obra social de las cajas estabaabsolutamente condicionada por la política, hacía loque el consejero de bienestar social o de hacienda

partidos para atajarlas. Hablamos de 8.000 ayuntamien-tos, de decenas de miles de concejales, de comunidadesautónomas que han creado sus clases políticas regiona-les nuevas, poco preparadas, con un afán de asentarse enel poder, que se les ha dado demasiado pronto excesivopoder… y cuando la política se convierte en una forma devida la pregunta «¿por qué, si mi amigo empresario ganatanto, yo me quedo en la cuneta?, yo también tengo queprosperar». Lo cual no quiere decir que sea generalizado,hay muchas personas que están en la política de buenafe, para servir a los intereses de su localidad, de supueblo, pero una vez más la política se ha contagiado dela crisis de valores de la sociedad española y del mundooccidental, que afecta también a la economía de merca-do, como ha demostrado esta crisis en muchos aspectosde la vida empresarial, en la colusión empresa-política, enel principio alegremente aceptado de influencias y benefi-cios mutuos. Por tanto, en el programa que me gustaríaque se pusiera en marcha, el problema de la regeneracióndemocrática estaría en primer lugar.

AC. Al principio de la crisis se empezó a hablar de larefundación del capitalismo, ahora el socialismo sededica a reformar el capitalismo. En la práctica ha sidoasí, según se ha tratado a los bancos. ¿Cómo llegarontan rápidamente el PP y el PSOE a un acuerdo sobre lasCajas de Ahorro? Si el pueblo tuviese conciencia noperdonaría ni al PP ni al PSOE. ¿El PP está en esa línea?

Sí, yo también. Parto de una reflexión muy meditada.Las cajas de ahorro han padecido un proceso dedegeneración y ya no responden a sus planteamientosfundacionales. Ese es el hecho desgraciado, a partir dela nefasta ley de 1985, de F. González, de democratiza-ción de las cajas, que consistió en que los entes funda-cionales, que eran fundaciones benéficas para captarahorros y después tener una obra social, fueron despla-zados y se permitió a los políticos invadir y dominar lascajas de ahorro por ley, no por métodos indirectos: lasJ untas de Accionistas las nombran los ayuntamientos,diputaciones y comunidades autónomas, se ponen enmanos de los políticos. Ese modelo se impone en el90% de las cajas, muy pocas quedan al margen. Enton-ces no se vio que eso era la muerte de las cajas.

25 años después se han configurado como el primerbotín de naturaleza económica que las nuevas clasespolíticas emergentes regionales tienen para cumplir susfines. Es el primer regalo de puestos. Lo que hacen los

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nuevo tipo de piratería, el mar es libre y los piratascamparon por sus respetos. Después de siglo y mediolos Estados montaron una policía marítima… el mundofinanciero…

AC. Son un poco más fuertes que los piratas…

Sí, pero los Estados si se ponen en serio son fuertes,tienen elementos de coacción, si el capitalismo se veacosado, los paraísos fiscales dejarán de interesarles... esuno de los problemas, pero en esta crisis cada mes pasancosas impensables: sabemos que Zapatero y su ministrade economía están ejerciendo al dictado las órdenes quele mandan unos señores con legitimidad democrática, y síno, tienes que irte del club al que perteneces. Entonces,este tema también tiene posibilidades de resolverse.

AC. Si los Estados se ponen, pero para ponerse hay quequerer, entonces la cuestión es la voluntad política y nose ve en los políticos actuales, ni en España, ni en elmundo, esa voluntad de regular…

En estos momentos no hay ninguno suficientementefuerte como para imponerse a todos, entonces lasminorías de pequeños beneficiarios la bloquean y aúnno hay elementos de coacción suficientes. Estamos enun momento histórico en que una cierta autoridadmundial, no sólo para preservar la paz, sino tambiénpara establecer algunos elementos regulatorios, esnecesaria. También lo plantea Benedicto XVI, en suúltima encíclica, respetando el principio subsidiariedad.

AC. Sí, porque, al final, esto parece una plutocracia,donde los que mandan las cosas esenciales son unosque no responden ante nadie, ¿no es esa la impresión?

Sí, sí. A mí quien más me influyó es la llamada escuela deFriburgo de la postguerra alemana que creó el conceptode economía social de mercado. La idea es que el merca-do es el sistema más eficiente para crear riqueza. Esoimplica sujetos económicos emprendedores que compi-ten entre ellos y buscan el beneficio, que yo creo que eslícito, otra cosa es lo que hagas con él. El Estado tiene quehacer dos cosas, primero mantener las reglas de lacompetencia, y segundo, poner unos condicionantessociales humanistas que limiten la actividad del empresa-rio, que son unos derechos básicos de los trabajadorespara que no sean explotados... En el ámbito nacional es

decía lo que tenía que hacer. El modelo ha hecho aguasy me alegro de que la consecuencia, desde el punto devista político, sea que va a disminuir el poder de lospolíticos regionales. Todos ellos están muy fastidiadospor esta solución, no la quiere ninguno.

La última encíclica de Benedicto XVI hace una reflexiónmuy interesante, alienta la economía social, la economíade la gratuidad. Pero ¡ojo! eso no le toca a la política, esla sociedad la que tiene que inventar fórmulas asociati-vas, institucionales, de servicio económico a la sociedad.Yo, dentro de mi partido, propugno un Estado limitado,dedicado a las funciones que le son propias, pero queimpulse y dé aliento a las iniciativas de la sociedad entodos los terrenos. La sanidad puede ser un públicoservicio social, pero no tiene por qué ser un monopolio deentes públicos. Y mucho más claro es educación: eldogma de la escuela pública única para mí es inacepta-ble. Es esencial crear un marco favorable para que lasociedad se anime a crear instituciones docentes queenriquezcan el pluralismo. ¿Por qué no construir un siste-ma de bienestar social donde los sujetos sean entessociales y no sólo públicos? Es un reto que está ahí.

AC. Al principio de la crisis se empezó a hablar de losparaísos fiscales, pero no se han tocado: 4.000 entida-des de crédito, 2.000 fondos especulativos, 2.000.000de entidades impenetrables y, sobre todo, 11 billones dedólares, la mitad del flujo financiero mundial que pasapor ellos incapacitan radicalmente a los Estados parapoder hacer la labor que tendrían que hacer. Los políti-cos tendrían que decir que frente a esa gente no puedennada. Si la mitad del flujo financiero mundial sigueexistiendo en los paraísos fiscales, ¿cuál es el motivo deque los Estados no se atrevan con ellos?

No lo sé. Estamos en una fase en la que los políticostienen una sensación de impotencia, que es real, porqueel mundo de la globalización que ha roto fronteras,barreras, regímenes autárquicos, aún no tiene mecanis-mos suficientes de regulación. En una de las reunionesdel G20 parecía que se iba a dar un paso adelante, perolas dificultades deben ser enormes y, desde luego, no lopuede hacer un solo Estado. El problema es serio, real,pero el problema de la globalización es tan reciente, queestamos en una fase intermedia antes de que se lleguea un nuevo tipo de regulación. La historia nos demues-tra que con el descubrimiento de América se creó un

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Hay que restablecer unas bases sociales del bienestarante la experiencia de fracaso del anterior modelo.Algunas personas en el PP estamos trabajamos en estasideas. Ni la ley de dependencia podrá a ser como es, nilos servicios sanitarios, ni... pero tenemos una nuevaoportunidad, incluso para combatir la pobreza. Tododependerá de si el PP es capaz de transmitir un mensajeen esa dirección, de despertar optimismo y abrir vías, yeso está por ver.

AC. La Europa actual ¿tiene viabilidad?, ¿no hay unagran crisis de la Europa de los últimos años?

Hay una gran crisis, pero un espacio europeo cada vezmás integrado es un elemento de supervivencia. ¿Porqué hay que salvar al euro? ¿Alguien se imagina que loslíderes europeos digan que es inviable y que volvamosa la peseta, al marco, a la lira…? Hay suficienteselementos positivos de solidaridad, de integración…faltan otros, porque hay una crisis de valores en lasociedad europea y mientras dure las cosas no iránbien. Hay elementos de degradación de la política, elcaso Berlusconi es paradigmático…

AC. Sostenido por los católicos…

Sostenido en una situación que se les hace insosteni-ble, yo sé que están sufriendo, porque este veranoestuve en el mitin de Rímini, y ahí estaba el pueblocatólico italiano representado. Allí noté desgarrosmorales evidentes, porque ha sido una parte de suapoyo electoral.

AC. Para terminar ¿podría resumir con una breveconclusión para el momento actual?

Desde el punto de vista de la política y el bien común,yo creo que la coincidencia de la crisis profunda y elfracaso del zapaterismo abre una ventana de oportuni-dad para España, en la que cuantos más estemos en labuena dirección y podamos influir será mejor. Habríaque abrir ya, en 2011, el debate sobre cómo construir elpostzapaterismo. El zapaterismo, sobre todo en laprimera legislatura, ha sido un proyecto nefasto, conunas consecuencias perversas para la sociedadespañola, para la democracia, que hay que superar,pero con la crisis ese proyecto ha hecho aguas. ❏

mucho más fácil, pero nos faltan elementos para trasplan-tar ese modelo a nivel mundial. Para mí, que los grandescreadores de riqueza se hagan ricos ellos mismos, no meplantea ningún problema, otra cosa es que paguen losimpuestos... pero sí reconozco que hay algo en esta crisisque a los políticos inspirados en el humanismo cristianonos interroga muy seriamente, y es que las desigualda-des en las sociedades que habían alcanzado el bienestarhan aumentado excesivamente, empezando por España.La sociedad que deja Zapatero es más desigual que la dehace unos años. Eso es así porque hay mucha gente quese ha enriquecido, hay escandalosas retribuciones en lasgrandes empresas, frente a bolsas de pobreza de enormedimensión, 1.200.000 hogares no reciben ningún tipo deingresos. Por tanto, es una crisis de la socialdemocracia,pero también es una crisis de las bases sociales delsistema capitalista, desde un punto de vista humanista.Volviendo a Zapatero, es un final infausto para él dejar unaEspaña con más desigualdades que la que recibió, sinatreverse a impedir que los ricos sean más ricos.

AC. ¿Ve alguna forma de que el PP le dé la vuelta a esto,a recuperar el empleo…?

El PP puede contribuir, si hace las cosas mínimamentebien, a superar una parte importante del deterioro políti-co que impide la recuperación económica. La crisis haafectado más a España porque estábamos en un proce-so de degradación institucional y política, se veía quecuando pasara algo no íbamos a ser capaces de salir conun Estado inerme, con unas autonomías desbocadas,una fuerte crisis de valores, una pérdida del proyectoconjunto… Eso puede mejorar las cosas y puede ser unelemento muy decisivo para la recuperación económica,que tiene que venir de la propia sociedad. Se trata deestablecer confianza de nuevo. Creo que va a haber unproceso doloroso de reajuste en la sociedad española.Nada es indoloro, por ejemplo, la recuperación y moder-nización económica a final de los años 50 nos costó que1.200.000 españoles se fueran al extranjero y años dechabolismo… Tal vez haya una nueva oleada de emigra-ción para recomponer la productividad. Tendrán quecambiar muchas cosas. El modelo educativo es insoste-nible, empezando por arriba, estas universidades a lacarta… Eso es lo que va a pasar en los próximos años enla sociedad española, con desorden, o con un ciertoorden, con clima que encauce todos estos elementos.

ANÁLISIS ACONTECIMIENTO98◆201164