acerca del titanic: el pago a la soberbia

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1 LA HISTORIA DEL TITANIC, UN JUICIO DIVINO A LA SOBERBIA Profesor Oscar Romero Maira “DIOS RESISTE A LOS SOBERBIOS PERO DA GRACIA A LOS HUMILDES” (Nuevo Testamento – Libro de Santiago 4,6) La verdad divina siempre es verdad y así lo ha demostrado el Señor en todas sus acciones. No hay nada oculto en El que merezca de parte nuestra, resquemores o dudas con respecto a su trato con la humanidad. Es una verdad imperecedera que la “humildad a Dios” conllevará siempre sus bendiciones sobre el ser que la practica y por el contrario “la soberbia a Dios” sólo atrae sus no-bendiciones. En la historia que a continuación se narra y que corresponde a la del Titanic, podemos encontrar en forma palpable esta verdad imperecedera. Un barco que fue construido con la concepción de la no sumersión, es decir, que “¡jamás se hundiría!” y por ello llevaba pocos botes salvavidas, a lo que se agrega que en su propio lanzamiento cuando la botella se rompe en el casco del barco la emisión de la frase que lo caracterizaría, aparentemente omnipotente: “¡Ni Dios te hunde!”. Y el propio nombre de “Titanic”, que correspondía a los demonios que se encuentran en la puerta o en el interior del infierno (según la mitología griega), podemos concluir que todo este esfuerzo naval era absolutamente de un carácter altamente soberbio más que el ingenio, esfuerzo y avance de la tecnología de aquella época. Por otro lado, Dios utiliza una de sus creaciones: “¡Un iceberg!” quien se encargaría de acabar de una vez para siempre con las ilusiones “omnipotentes” de sus constructores. Y en el viaje inaugural todo acabaría de una manera catastrófica al hundirse el “inhundible” en el frío océano que intentaba cruzar y sin poder recibir socorro inmediato alguno. Sin embargo Dios en su misericordia, puso a algunos de sus siervos para que esas personas creyeran en el evangelio en los momentos en que ya nada se podía hacer y la eternidad se acercaba a grandes pasos. Tenemos a un predicador

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LA HISTORIA DEL TITANIC, UN JUICIO DIVINO A LA SOBERBIA

Profesor Oscar Romero Maira

“DIOS RESISTE A LOS SOBERBIOS PERO

DA GRACIA A LOS HUMILDES” (Nuevo Testamento – Libro de Santiago 4,6)

La verdad divina siempre es verdad y así lo ha demostrado el Señor en todas sus acciones. No hay nada oculto en El que merezca de parte nuestra, resquemores o dudas con respecto a su trato con la humanidad. Es una verdad imperecedera que la “humildad a Dios” conllevará siempre sus bendiciones sobre el ser que la practica y por el contrario “la soberbia a Dios” sólo atrae sus no-bendiciones. En la historia que a continuación se narra y que corresponde a la del Titanic, podemos encontrar en forma palpable esta verdad imperecedera. Un barco que fue construido con la concepción de la no sumersión, es decir, que “¡jamás se hundiría!” y por ello llevaba pocos botes salvavidas, a lo que se agrega que en su propio lanzamiento cuando la botella se rompe en el casco del barco la emisión de la frase que lo caracterizaría, aparentemente omnipotente: “¡Ni Dios te hunde!”. Y el propio nombre de “Titanic”, que correspondía a los demonios que se encuentran en la puerta o en el interior del infierno (según la mitología griega), podemos concluir que todo este esfuerzo naval era absolutamente de un carácter altamente soberbio más que el ingenio, esfuerzo y avance de la tecnología de aquella época. Por otro lado, Dios utiliza una de sus creaciones: “¡Un iceberg!” quien se encargaría de acabar de una vez para siempre con las ilusiones “omnipotentes” de sus constructores. Y en el viaje inaugural todo acabaría de una manera catastrófica al hundirse el “inhundible” en el frío océano que intentaba cruzar y sin poder recibir socorro inmediato alguno. Sin embargo Dios en su misericordia, puso a algunos de sus siervos para que esas personas creyeran en el evangelio en los momentos en que ya nada se podía hacer y la eternidad se acercaba a grandes pasos. Tenemos a un predicador

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que anunció el evangelio hasta los últimos momentos de su vida. También un grupo de músicos que tratando de amainar la sicosis del momento, a través de los himnos cristianos que entonaban, el bello mensaje del amor de Dios se predicaba. Otros agregan que el famoso Johann Strauss hijo, quien también era creyente, pudo testificar a algunos, no obstante no hay seguridad de que el haya ido en el barco pues no concuerdan su data de muerte con la catástrofe del Titanic y solamente en la lista de pasajeros aparece un tal Isador Strauss. Y ¡cuántos más otros siervos de Dios desconocidos por la historia, nuestro amado Señor Jesús puso en el camino de esas seres que pasarían a la eternidad! El Titanic fue la muestra a nuestra civilización de que la soberbia no produce buenos resultados en aquellos que la practican. He aquí algo de su historia………

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Desde un principio, el viaje inaugural del Titanic es marcado por la tragedia. Se

cuenta que al moverse majestuosamente el inmenso barco de 46,329 toneladas de

su amarradero en Southampton, queda junto al trasatlántico New York, que estaba

anclado. D pronto se escucharon voces de alarma al enredarse como cordón las

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gruesas cuerdas de amarre de ambo barcos, y luego empezaron a ser arrastrados

junto por alguna fuerza desconocida. El Titanic fue detenido justo a tiempo luego

que la extraña "succión cesó, y en seguida los remolcadores abrieron camino

lentamente al New York para llevarlo de vuelta al amarradero. Una situación

idéntica se presentó sólo unos minutos después, cuando el Teutonic también se

enredó en las cuerdas del Titanic y lo siguió de cerca varios grados hasta que el

Titanic logró deslizarse.

(Ciertos lugares del barco):

Posteriormente, el trasatlántico fue remolcado hacia el mar abierto y la tranquilidad

volvió a la tripulación a su capitán, Edward-Smith. La cubierta temblaba casi

imperceptiblemente ante el empuje de sus imponentes turbinas: era el barco más

grande, el mejor y el más seguro que se hubiera construido. Para garantizar esa

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seguridad, 15 mamparas transversales lo subdividían de proa a popa y un doble

fondo significaba una garantía más contra accidentes. Era, en la mente de todos

los que estaban tanto en tierra como a bordo, lo máximo: el barco insumergible.

Después de una breve visita a Cherburgo, el Titanic salió de Queenstown (ahora

Cobh), Irlanda, durante la noche del jueves 11 de abril de 1912 y entró al Atlántico,

en aguas que el veterano capitán Smith conocía muy bien. Navegó constantemente

hacia el oeste sin ningún incidente; el mar estaba calmado y el clima despejado

aunque muy frío, al grado de que la temperatura bajó dramáticamente durante la

mañana del domingo 14 de abril, y varios mensajes recibidos por el operador de

radio del Titanic advirtieron sobre el peligro de encontrar icebergs.

El barco proseguía su marcha a toda velocidad y sus luces titilaban sobre el agua

oscura y tranquila: sus máquinas lo impulsaban a una velocidad constante de

nudos. De pronto, justo antes de la medianoche, un vigía gritó: "¡Iceberg al

frente!"

(Icebergs cerca del barco y aquel que fue “el brazo de Dios”):

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Se dieron órdenes desesperadas para hacer girar el barco hacia el puerto, pero era

demasiado tarde. Cuando empezaba a girar, un inmenso iceberg raspó su estribor

a todo lo largo y luego se deslizó a la popa y se perdió en la noche. El capitán

Smith estaba en el puente antes de que su primer oficial Murdoch pudiera

comunicar la orden de: "¡Paren máquinas!" Ordenó cerrar herméticamente todos

los compartimentos estancos y luego pidió al cuarto oficial Boxhall que hiciera

sondeos. El joven oficial estaba a punto de retirarse cuando el carpintero del barco

llegó al puente para informar: "¡Está haciendo agua rápidamente!"

Los pasajeros que aún estaban despiertos no se dieron cuenta de lo que ocurría,

porque el impacto había sido suave. Lawrence Beesley, uno de los sobrevivientes,

declaró que "no hubo ruido de choque o de otra cosa; no se sintió el choque,

ninguna sacudida de un cuerpo pesado chocando con otro..."

Sobre la cubierta, y no obstante el intenso frío, algunos pasajeros entusiasmados

sostenían una "batalla" con bolas de nieve, usando el hielo que el mortífero

témpano había depositado durante el breve encuentro con el barco, mientras que

otro pasajero, que no quería dejar la comodidad del salón de estar, alargó un vaso

y pidió a un amigo que "viera si había llegado un poco de hielo a bordo".

Algunos pasajeros preguntaron a los camareros por qué se habían parado las

máquinas, y éstos les aseguraron que no había motivo de alarma. Los camareros

actuaban de buena fe, pues hasta el momento creían realmente que todo estaba

bajo control. Allá abajo, sin embargo, la historia era diferente. Los hombres del

primer cuarto de calderas se encontraban nadando en fuertes torrentes de agua

que se precipitaban a través de una enorme grieta en el costado del barco.

Lograron llegar al siguiente cuarto de calderas, y luego al siguiente, hasta entrar al

número 4, que estaba casi a la mitad del buque y donde aún no llegaba el agua.

Al darse cuenta de que el daño era grave, el capitán Smith fue al cuarto de radio,

donde los dos operadores de radio, Jack Phillips y Harold Bride, estaban listos para

recibir o transmitir señales, y les dijo que el barco había chocado con un iceberg y

quería que estuvieran listos para enviar una llamada de auxilio.

Cuando regresó al puente era obvio que el Titanic se hundía lentamente. El

témpano había abierto un corte en la proa de estribor del largo de la tercera parte

de la longitud del barco, y el agua helada del Atlántico entraba incontrolable y

copiosamente. A las 00:25, unos minutos después de la colisión, el capitán Smith

ordenó que se descubrieran los botes. Diez minutos después regresó al cuarto de

radio para ordenar a los operadores que empezaran a transmitir, agregando

perturbado: "Podría ser la última oportunidad". Inmediatamente, el llamado

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urgente crepitó en la noche transmitiendo lo que había ocurrido, dando la señal de

llamada MGY del barco y su posición, y pidiendo ayuda urgente.

La señal fue captada por dos transatlánticos, el Frankfort y el Carpathia, y el

capitán de este último preguntó dos veces a su operador si había leído

correctamente el mensaje, pues no creía que el "insumergible" Titanic pudiera

hallarse en problemas. Cuando se confirmó el llamado de auxilio, ordenó a su

operador responder que iría al rescate a toda velocidad, y pidió a sus ingenieros

que le dieran "toda la información que tenían".

Mientras tanto, los camareros del Titanic iban de camarote en camarote, tocando a

las puertas y pidiendo a los ocupantes que se pusieran ropa adecuada para el frío y

se dirigieran a las estaciones de botes con sus chalecos salvavidas. Todavía

ignorantes de la gravedad de la situación, la mayoría de los pasajeros hicieron lo

que se les pidió, aunque algunos se negaron a salir del calor de sus camarotes por

lo que consideraban simplemente un inesperado y desconsiderado ejercicio de

adiestramiento para evacuación.

Los botes fueron colgados y se dio la orden: "¡Mujeres y niños solamente!". Al

principio hubo renuencia a abandonar el barco porque éste parecía tan seguro, tan

cómodo comparado con los frágiles botes. Beesley declararía después: "El mar

estaba tranquilo como un lago interior, excepto por el suave oleaje que no podía

provocar movimiento alguno a un barco del tamaño del Titanic. Permanecer en

cubierta, a muchos metros por encima del agua que golpeaba indolentemente

contra el costado brindaba una sensación de maravillosa seguridad..."

Todos se comportaban de manera calmada, casi indiferente. Hasta ese momento

no había aparecido el pánico que reina en otros barcos en circunstancias parecidas

ante el peligro de perder la vida ahogados; sólo se presentó una desagradable

escena entre los pasajeros de tercera clase, misma que fue controlada rápidamente

por los oficiales.

Finalmente, los botes empezaron a ser cargados de pasajeros y bajados

lentamente, aunque en realidad no los depositaron en el mar, porque el capitán

Smith recibió las respuestas a su señal de socorro, especialmente por parte del

Carpathia que informó estar a sólo 60 millas de distancia y aseguró que llegaría en

cuatro horas. Sin embargo, el capitán pronto se dio cuenta de que su barco se

hundía más cada minuto que pasaba, y sabía que, al hundirse la proa y levantarse

el estribor sería más difícil bajar los botes, algunos de los cuales sólo estaban

ocupados a la mitad de su capacidad, pues muchas mujeres se rehusaban a dejar a

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sus esposos. La esposa de Isador Strauss fue una de ellas y expresó firmemente:

"Donde tú vayas, yo voy". Así, permanecieron juntos... y murieron juntos.

Mientras los botes chapoteaban abajo, las notas de Nearer My God to Thee flotaron

en la noche, emitidas por un grupo de músicos del barco que se había reunido en la

cubierta con sus instrumentos. Algunos pasajeros se unieron al canto, otros

miraban fijamente sobre el costado del barco para echar una última mirada y

prolongada vista hacia los rostros de sus seres amados antes de que se volvieran

indistinguibles en la oscuridad. Las tripulaciones de los botes salvavidas estaban

integradas casi todas por camareros y fogoneros, pues los oficiales y casi todos los

marineros permanecieron a bordo para ayudar a los que se quedaban.

Dos horas después de que chocara el trasatlántico, el capitán Smith ordenó:

"¡Abandonen el barco! ¡Cada hombre por sí mismo!" El permaneció en el puente y

no se le volvió a ver. A pesar de la orden, Phillips y Bride aún estaban

transmitiendo, urgiendo a los barcos que venían en su rescate para que se

apresuraran, hasta que la energía falló y salieron a cubierta.

Los de los botes miraban hacia atrás al imponente barco que se hundía. El barco,

de casi 300 metros de largo con cuatro enormes chimeneas y que todavía brillaba

con la luz resplandeciente de claraboyas y salones, ahora estaba bajo por las

amuras y hundiéndose despacio pero perceptiblemente. El ángulo se hizo más

abierto al levantarse el estribor, luego se inclinó hasta alcanzar una posición casi

vertical y permaneció unos momentos así, casi inmóvil. Al balancearse, todas sus

luces se apagaron de repente y se produjo un profundo estruendo cuando toneladas

de maquinaria se cayeron y rompieron hacia la proa. En seguida el enorme

trasatlántico se deslizó hacia adelante y hacia abajo, cerrándose las aguas sobre él

como una mortaja.

Poco después de las 04:00 horas, el Carpathia que realizó una peligrosa carrera en

las aguas a una velocidad hasta entonces desconocida (para él) de 17 nudos, llegó

al escenario de la tragedia a las 08:00 horas había rescatado a los ocupantes de

todos los botes. Con él estaba el California, un trasatlántico que se había detenido

durante la noche a menos de 10 millas del Titanic y cuyo capitán sería severamente

criticado por no observar los cohetes de auxilio del navío accidentado.

El mundo entero quedó conmocionado cuando se proporcionó el saldo final del

desastre. De las 2,206 personas a bordo, 1,513 murieron o desaparecieron; la

mayoría eran miembros de la tripulación y pasajeros varones del mayor desastre

marítimo de todos los tiempos. La investigación dio como resultado la creación de

la International Ice Patrol (Patrulla Internacional del Hielo) así como una

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reglamentación más estricta en cuanto a la provisión de suficientes botes

salvavidas para acoger a todas las personas que están a bordo de los barcos.

Datos concretos Titán (Futility) Titanic Pasajeros 2.177 2.227 Botes salvamento 24 20 Tonelaje 70.000 66.000 Longitud 240 mts. 268 mts. Velocidad Impacto 24 nudos 23 nudos Número de hélices 3 3 Lugar de partida Southampton Southampton Lugar de naufragio 400 millas Terranova 400 millas Terranova Supervivientes 705 605 Eslora 275 mts. 300 mts. Velocidad máxima 25 nudos 25 nudos Botes salvavidas 24 20

Así cuenta el accidente Víctor Suero en su libro: "Historias Asombrosas Pero Reales:

“La gran publicidad del Titanic, apoyada en la soberbia inglesa de la época,

anunciaba que "Ni Dios podía hundirlo", pues jamás se había construido un buque

de esas características de lujo, capacidad, y seguridad. Sus 14 compartimentos

estancos, y su doble fondo, garantizaban (lo cual es sólo una manera de decir, tal

como lo mostró la historia) que aquella nave pudiera llevar el mote de insumergible

que le habían puesto sus dueños, la compañía inglesa White Star.

El capitán, Ernesl Smith, era un hombre de la mayor experiencia y la tripulación

toda fue elegida entre los mejores. Tenían todo a favor. Pero comenzaron a darse

una cantidad de hechos que llevaron al desastre. Es posible que allí hayan

trabajado juntos la chica del pelo suelto, la casualidad, y el duro trabajador de

jeans gastados, el destino. Lo que parece seguro es que, si uno analiza ciertos

detalles de lo ocurrido, casi no quedan dudas de que los del Titanic pagaron

carísima su soberbia.

A las 21.40 del 14 de abril de 1912 el Messaba, un buque que navegaba por la

zona, envió al Titanic un aviso de hielos flotantes. Este mensaje no llegó nunca al

puente de mando porque se consideró que "esas cosas" no afectarían a semejante

nave. Por lo tanto, siguieron navegando a 22 nudos, casi a toda máquina. Un nuevo

navío, el Baltic, también advirtió sobre los hielos con un mensaje de alerta. George

Ismay, director ejecutivo de la White Star, se ufanaba mostrando el telegrama aun

a los pasajeros, diciendo que lo bueno de estar a bordo de algo como aquello hacía

que no den importancia a esos detalles. Todos reían felices y seguían brindando. A

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las 23.40 se produce el choque, que abre todo un costado del buque a lo largo de

cien metros. Pero el capitán Smith ni siquiera se inquieta.

Nada de avisos al pasaje, ni estado general de alerta máxima, ni cambios en la

alegre rutina. Aquel barco era "insumergible", según todos aseguraban. La orquesta

seguía tocando y la fiesta a bordo continuaba mientras los pasajeros jugaban con

los trocitos de hielo que habían caído sobre la cubierta.

Era insumergible, era insumergible. No había nada que temer. Pero comenzó a

hundirse, clavándose en el mar como un cuchillo filoso en la manteca caliente. Sólo

había dieciséis botes salvavidas cuando debieron ser 48. ¿Para qué tantos si era

insumergible, era insumergible? De todas maneras había que cumplir con las reglas

y avisar de la colisión a «Iros buques. La radio emitió el pedido de auxilio pero el

Californian, a solamente ocho millas del lugar, no lo recibió porque su

radiotelegrafista había desconectado el aparato hacía apenas diez minutos, enojado

por el trato altanero que había recibido hasta entonces de sus colegas del Titanic,

que alardeaban de su buque y se comportaban como si dieran de una casta

superior. La soberbia, el peor de los pecados, se pagaría muy cara. Pero el destino

tenía preparadas otras jugadas increíbles”

(Diarios de la época):

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Murieron 1.513 de las 2.224 personas que iban a bordo. Los sobrevivientes,

rescatados hacia las cuatro de la mañana por el transatlántico Carpathia,

describieron escenas de valor y confusión. Como el Titanic solo contaba con botes

salvavidas para la mitad de sus ocupantes, los oficiales del barco ordenaron que las

mujeres y los niños fueran evacuados en primer lugar. Muchos pasajeros y

miembros de la tripulación sacrificaron sus puestos. Pero la evacuación fue tan

desorganizada que muchos botes fueron soltados antes de estar llenos.

Los pasajeros pobres, inmigrantes amontonados en los entrepuentes de la parte

inferior, no pudieron hablar nunca del accidente: la mayoría lo averiguó demasiado

tarde, cuando el barco se deslizaba bajo el agua. Murieron junto a aristócratas y

magnates, con la orquesta del salón de primera clase tocando hasta el final.

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El desastre, uno de los peores de toda la historia naval, provocó reformas

importantes. Se estableció la Patrulla Internacional del Hielo para prevenir a los

barcos del peligro de los icebergs del Atlántico Norte, y en 1913 se estipuló que los

barcos debían llevar botes suficientes para todos los pasajeros.

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Estimado(a) lector(a) reflexiona en torno al versículo que se registra en la

página 1. Dios quiere que en tu vida haya humildad y no soberbia; que haya

dependencia de El y no independencia de El; que haya comunión con El y no

descomunión con El; que haya filiación con El y no desafiliación con El; que

recibas a su amado Hijo Jesús en tu corazón, en tu vida, como tu único

Salvador y Señor.