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EL AMOR EN TIEMPOS DE CÓLERA… ECONÓMICA

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«Hemos examinado la economía actual y la hemos encontrado plagada de vicios gravísimos».

(Pío XI, ¡en 1931!: encíclica Quadragessimo Anno, 128)

A todos vosotros, verdaderos «paganos» a los que la crisis está costando más pobreza, inseguridad, lágrimas y hasta hambre. Pidiéndoos perdón desde mi impotencia, y deseando ayudar en algo.

A Cáritas, alivio insuficiente pero ejemplo decisivo para todos: creyentes y no creyentes, gobernantes y gobernados, ricos y pobres…


JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ FAUS

El amor en tiempos de cólera… económica


© 2013-Ediciones KhafGrupo Editorial Luis Vives

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ediciónCristina Plaza

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diseño de colecciónMariano Sarmiento

maquetaciónDepartamento de Producción gelv

impresiónTalleres Gráficos gelv (50012 Zaragoza) Certificado ISO 9001

depósito legal: Z 666-2013impreso en españa

isbn 978-84-939683-5-9

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51. La selección de escritos propios que ofrece el libro de Gon-zález Faus podría considerarse como un texto más sobre la crisis, en línea con los varios que se han publicado: indignados, explicativos, propositivos, etc. Es cierto que algo de eso tiene; sin embargo, suscita varias cuestiones poco tratadas en otras publicaciones y que vale la pena reseñar.

La primera consiste en una reflexión sobre el carácter y la utilización de la economía, de la ciencia económica convencio-nal, como justificante último de comportamientos relacionados con la producción y distribución de bienes y servicios en la sociedad. Me refiero a conductas, a decisiones de poderes pú-blicos o privados, que uno se atrevería a reprobar pero que parecen justificarse por parte de aquellos agentes que los im-ponen apelando a conceptos de mayor eficiencia, de cálculos coste-beneficio, etc. Los textos de González Faus conducen, im-plícita o explícitamente, a la pregunta esencial: el comporta-miento racional, o la racionalidad del comportamiento, ¿consis-ten en que la sociedad, sus agentes dotados de poder o someti-dos al poder, se ajusten a unas leyes económicas garantes de esa racionalidad? O, por el contrario, ¿existe «algo» más allá

PRÓLOGO


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de la economía (metaeconomía) como fundamento, criterio y juicio de los comportamientos sociales en los ámbitos citados?

La segunda cuestión importante y original es la proximidad (casi imbricación) que pone de relieve González Faus entre el Evangelio y la coexistencia de riqueza en unos y pobreza extre-ma en otros. Al estilo de los antiguos profetas, hay una recri-minación para los que reducen la lectura de los textos de la Escritura a un ámbito abstracto. González Faus había escrito anteriormente textos semejantes (Los pobres, vicarios de Cristo; Migajas cristianas…). Todos esos textos parecen constituir la protesta de un cristiano comprometido frente a acusaciones de dos tipos. La primera, proveniente de sectores que se dirían de iz-quierda, es la acusación a la Iglesia y a la religión como opio del pueblo. La segunda, desde la derecha, proviene de aquellos que van a misa y se dan golpes de pecho, pero promueven una es-piritualidad desencarnada, y acusan de «materialismo» a los que tratan de encarnarse y tomar partido… («la Iglesia, como la religión, ha de estar por encima de las cuestiones terrenales…»).

Es comprensible que se haya producido la primera acusa-ción genérica a la Iglesia y a la religión: es la consecuencia de sonadas manifestaciones de la parte más pública de la jerar-quía —o de los silencios de la misma— ante flagrantes injusti-cias. Esa especie de religión que enseña resignación y promete un más allá de premios y castigos, sin compromisos con el más acá, justificaría el calificativo de opio del pueblo. González Faus contrapone a esta supuesta función de adormidera en favor del mantenimiento del orden establecido, una lectura diame-tralmente opuesta del Evangelio y de escritos de los primeros cristianos. Los textos son poco tranquilizadores en situación de crisis y aumento de la pobreza.


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2. Pero todas estas consideraciones, de carácter un tanto teó-rico y abstracto, tienen el riesgo de desfigurar y ocultar el río de espontaneidad vital que corre por las páginas de esta selección de textos. El fondo, el contenido de los artículos, revela un co-nocimiento profundo de textos y exégesis bíblicas. La relación y la interpretación de los temas económicos y sociales es más que correcta. Pero lo más atractivo es que estos fundamentos sólidos se expresan con descaro, lanzando verdades a la cara y a la mente de los posibles lectores: juegos de palabras, anécdo-tas, paradojas, contradicciones de las políticas, ocurrencias rea-les como la vida misma. El autor parece haber ido recogiendo, en una especie de diario de inquietudes, las preguntas, las ame-nazas, la indignación social en torno a temas fundamentales como Europa, el euro, el FMI, los recortes, los mercados… Posi-blemente no es una selección de textos para ser leída de un ti-rón (aunque no es fácil despegarse de la lectura), sino para es-coger apartados y reflexionar por separado. Se puede advertir que los títulos de los diversos fragmentos han sido tra-tados con cuidado especial. Me atrevo a recomendar el capítulo que agrupa varias supuestas cartas a gobernantes de orientaciones diversas (Zapatero, Rajoy…), que es una magnífica muestra de fondo y forma.

3. En algún artículo de la selección el autor presenta excusas por el hecho de no ser economista y atreverse con temas eco-nómicos. Puede parecer una gansada lo que voy a escribir: me-jor que no lo sea. Lo pienso así porque en estos tiempos de crisis no hay más remedio que constatar que también la su-puesta ciencia económica está en crisis (o mejor dicho: sigue en crisis y sigue sin darse cuenta de ello). La ciencia económica convencional, la corriente principal de la misma (la main


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stream, como dicen los economistas anglosajones que la han patrimonializado) sigue creyendo, como escribe extrañado González Faus, en la infalibilidad del FMI y de sus compañeros de troika (UE y BCE), sigue enseñando los mismos preceptos en la academia y en la universidad, sigue propugnado las mis-mas recetas destructoras del bienestar y de los pueblos mismos. Existen respetables excepciones pero son eso: excepciones. Conviene que, desde fuera de la academia, alguien dé cuenta de estos hechos y muestre una cierta sorpresa y desencanto de la supuesta «ciencia».

La selección se completa y concluye con dos textos ajenos que González Faus propone como colofón y material para pen-sar (como si no hubiera obligado a pensar en los textos pro-pios…). El primero, de Walter Benjamin, Capitalismo como religión con el propio comentario de González Faus, tremendo comen-tario en el que el «sistema» es des-piezado y analizado teológi-camente. El segundo, el texto de los diálogos de la película Inside job, reportaje de la crisis actual. Un índice propuesto por González Faus ayuda a reflexionar sobre dicho texto.

En resumen, una selección de textos, algunos ya conocidos, pero que tienen un valor añadido al presentarse juntos, que van a permitir o a incitar a una lectura de contenidos a veces desenfadados, otras profundamente reflexivos, pero que siem-pre interpelan, sin posible escapatoria, al lector.

Benjamín Bastida

Catedrático emérito de Política Económica en la U.B.Miembro del GATE: Grupo de Análisis

de la Transición Económica


9El título de este libro no pretende ser una mera parodia de otro de García Márquez. Que vivimos en tiempos donde hay razones para la cólera es innegable aunque creamos no saber hacia dónde hay que dirigir esa cólera, porque esa es una de las características de nuestro sistema, hecho más de anonimidades que de persona-lidades. Que desde una óptica cristiana el amor es «el resumen de la ley» y que toda la moral se resume en aquello de amar al otro como a uno mismo son también datos innegables.

En ese contexto, hablar del amor equivale a hablar de ética en tiempos de la crisis económica. Soy un convencido de la tesis malsonante de Amartya Sen de que la ética forma parte de la economía en lugar de ser un factor ajeno a ella. Creo que esta podría ser la primera y gran lección de toda la actual crisis de la que hoy, más allá de las palabras fatuas e interesadas de los políticos, aún no sabemos ni si vamos a salir ni cómo ni cuándo: la ética. Una ética que deberá ser radical en el fondo (como es el Evangelio) pero intentará ser suave en las formas, a pesar de la cólera justa e inevitable. Para eso irá bien recurrir al humor de vez en cuando y no olvidar la maldad estructural, que suele hacernos peores de lo que somos.

INTRODUCCIÓN EN CLAVE DE HUMOR


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Algo de eso intentaban las páginas siguientes en sus apari-ciones anteriores. Ante la petición de recopilarlas para este vo-lumen, he revisado algunos capítulos por aquello de que los tiempos cambian, he puesto por escrito otros, procedentes de charlas orales que no habían sido publicadas, y he procurado dar una cierta unidad al volumen, que oscila entre la sistema-tización temática y la cronología.

No sé si tendría que pedir perdón al lector porque, dado el origen de estos capítulos, puede que haya más de una repeti-ción. Pero quizás tendría que perdonarme solo «como lector», no como persona. Porque temo que algunas de las cosas que siguen no nos entran en la cabeza por más que nos las repitan y nos las repitamos nosotros mismos. Y así nos va…

Con unas gotas de ese humor, tan necesario en los momen-tos malos, la sencilla apelación a la ética podría quedar sinteti-zada, mimetizada y hasta versificada en una parodia de la co-nocida fábula de Samaniego sobre las moscas y la miel. Como los tiempos cambian y las moralejas de las fábulas ya no son las mismas, he aquí cómo escribiría hoy la fábula nuestro ilustrado autor:

A un panal de rica mieldiez mil bancos acudieronque por golosos se vieronpresos de patas en él.Pero un gobernante infiellos libró de la paliza.Así, si bien se analiza,los bancarios corazonesreviven con transfusionesde los pueblos que esclavizan…


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Empezaremos con un par de reflexiones más largas y de más calado teórico. A ellas seguirá una segunda parte hecha de flashes o greguerías puntuales, que nos pueden indicar cómo se ven las cosas si aceptamos lo dicho en la primera parte. La tercera parte es un apéndice de carácter documental, con un primer texto que está trabajado o comentado por mí, y un se-gundo que es transcripción casi completa de una película sobre la crisis cuya banda sonora requiere mucho más ser leída y meditada que ser meramente escuchada. Pienso que es un ser-vicio al lector ofrecerla aquí.


I

puntos de partida más teóricos (si no está de acuerdo con ellos no hace falta que siga leyendo; pero si le parecen aceptables, ¡cuidado!)


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1. JESÚS Y EL DINERO 1

Introducción

Vamos a comenzar estas reflexiones con una larga cita en portugués de un autor a quien admiro mucho, Eça de Queiroz:

Todos nós que vivemos neste globo formamos uma imensa caravana que marcha confusamente para o Nada. Cerca-nos uma Naturaleza inconsciente, impasivel, mortal como nós, que nâo nos entende, nem sequer nos vé, e donde nâo podemos es-perar nem socorro nem consolaçao. Só nos resta para nos diri-gir, na rajada que nos leva, ese secular preceito, suma divina de toda a experiência humana: «ajudai-vos uns aos outros». Que, na tumultuosa caminhada, por tanto, onde passos sem conta se misturam, cada um ceda metade do suo pâo àquele que tem fome, acuda com o braço àquele que vai tropeçar; poupe o corpo daquel que ja tombou; e se algum mais ben próvido e seguro para o camino necesitar apenas simpatía de almas, que as almas se abram para ele transbordando dessa simpatía…

1 Ponencia presentada en un congreso de Teología en Oporto (octu-bre 2011) y que fue publicada en Razón y Fe 1362 (2012), 325-337.


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Só assim conseguiremos dar alguma belesa e alguma dignida-

de a esta oscura desbandada para a Morte 2.

Lo importante de este texto de Eça de Queiroz es que señala un punto en que todos los seres humanos podemos estar uni-dos si queremos dar alguna dignidad a nuestro paso por este globo. Un punto que no parece en sí mismo religioso, aunque el mismo autor lo califica de «divino».

Ese punto es aquel camino que, siendo antiquísimo y secu-lar, lo califica el Nuevo Testamento como mandamiento «nue-vo» (el viejo «amaos unos a otros»). Ese es el único punto co-mún de referencia que tenemos en medio de la inmensa pluralidad de nuestro mundo. Y suelo referirme a él califican-do su propuesta como un «ecumenismo de lo humano». Ese ecumenismo de lo humano es el punto donde podemos (¡don-de debemos!) encontrarnos todos: cristianos de todas las igle-sias, religiones de toda la tierra, ateos y creyentes…

Y a partir de aquí podemos ir acercándonos a Jesús. Comen-zaremos por dos textos de sus seguidores más inmediatos que transmiten algo de lo experimentado y aprendido en Él.

a) Precisamente el documento en que más se ensalza el amor entre los seres humanos, identificándolo como el reverso del amor al Dios revelado por Jesús, concreta ese amor en la frase siguiente: «Si alguno tiene bienes de la tierra y ve a su hermano pasar necesidad y cierra sus entrañas apartándose de

2 Correspondencia de Fadrique Mendes. Memorias e Notas, 1.º, 4. Debo la referencia al amigo Mario Oliveira.


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él, no está con ese el amor de Dios» (1 Jn 3,17). El ecumenismo de lo humano pasa, por tanto, para un seguidor de Jesús, por la ayuda material, económica.

b) Y aún más radicalmente, otro texto neotestamentario sen-tencia: «La raíz de todos los males es la pasión por el dinero» (1 Tim 6,10): tanto que aparta de la fe y crea grandes sufrimientos 3.

Desde estas conclusiones sacadas y transmitidas por los dis-cípulos inmediatos de Jesús es como debemos remontarnos hasta la fuente. Ahora estamos, pues, en disposición de acercar-nos a Jesús.

Dios y el dinero

1. Las enseñanzas de Jesús

De todas enseñanzas del Maestro, quizá la más radical (no en el sentido de extremista sino de raíz) la ofrece una de las frases más primitivas del Evangelio, que se nos ha conservado ya en la fuente Q: «No se puede servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24; Lc 16,13). Esta frase pide un análisis más minucioso.

a) Jesús sitúa esa enseñanza en un contexto de incompatibi-lidad total: nadie puede servir a dos señores. Hoy, por desgra-

3 Es además muy importante el contexto de la frase, que habla de contentarse con lo que basta, que nada hemos traído al mundo ni nos llevaremos de él, que con tener cubiertas las necesidades básicas (alimen-to y abrigo) ya nos basta y que los que pretenden ser ricos se enredan en codicias que hunden a los hombres en el abismo (versículos 6-9).


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cia, la corrupción política nos da mil ejemplos de gentes que sirven a varios señores. Pero en el contexto de Jesús la palabra servir tiene un significado de totalidad: un esclavo no podía pertenecer a dos amos. Por eso, el Evangelio de Tomás (n. 47) resalta esa incompatibilidad con el ejemplo de que nadie puede subir a dos caballos o tensar dos arcos a la vez. Entre Dios y el dinero hay, pues, una incompatibilidad absoluta: porque el di-nero exige del ser humano una rendición y una entrega total, semejante a la que puede exigir el amo de su esclavo o Dios para una persona religiosa.

b) Además, los evangelios han conservado aquí la palabra aramea mamôn para designar al dinero. Esta es una palabra que no aparece en el Antiguo Testamento, y que en el Nuevo solo aparece en labios de Jesús. Estos detalles, poco frecuentes en el texto evangélico, siempre suelen tener algún significado. Y eso sucede aquí también: la palabra mamôn tiene las mismas con-sonantes del verbo hemin (del que procede), que significa creer, aceptar confiadamente, y de donde deriva también nuestra clá-sica palabra amén, expresión de esa aceptación confiada.

El dinero genera, pues, un tipo de fe de índole religiosa: de ahí deriva su incompatibilidad con la fe en Dios. Por eso Jesús usa la palabra sin artículo, como si fuera no un nombre común sino un nombre propio. Y por eso algunos manuscritos la es-criben con mayúscula: «No podéis servir a Dios y a Dinero».

c) Confirma esa totalidad el hecho de que Mateo introduce la frase con otra palabra de Jesús muy conocida: «Donde está tu tesoro allí está tu corazón», por lo que si tu corazón («la luz que hay en ti») está oscurecido, tu oscuridad será total (cfr. 6,21-23).


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Siempre que comento esta frase me vienen a la memoria las encantadoras palabras de Teresa de Ávila, doctora de la Iglesia, a los ricos: «sus hechos los tienen ciegos» 4. Por eso tantas veces discutir de economía con un rico muy rico es como discutir sobre los colores con un ciego, pues la luz que hay en los hom-bres se ha oscurecido para él.

d) De todo lo anterior se deduce que mamôn alude a la riqueza particular: al tesoro. Lo cual es importante: en la Biblia la abun-dancia es un don de Dios, pero eso se refiere a la abundancia so-cial, comunitaria 5. La apropiación privada es contraria a Dios porque es la que hace imposible esa abundancia comunitaria.

e) Lucas, por su parte, contextúa la frase de Jesús en una reflexión sobre la fe y la fidelidad: «Quien no es fiel en lo pe-queño, menos lo será en lo grande». Ahora bien, la riqueza para Jesús pertenece al ámbito de lo pequeño: es por sí misma «in-justa», porque es «ajena». Y si en esas pequeñeces no sabemos ser fieles, nadie nos confiará los verdaderos bienes (cfr. 13,10-12). Esta alusión a la fidelidad y a la salvación vuelve a poner la riqueza privada en competencia radical con la fe en Dios.

Idolatría, ceguera, injusticia son, pues, para Jesús tres carac-terísticas de la riqueza privada. Se comprende entonces el co-mentario que a finales del siglo I hacía de esta frase san Clemen-te, que pasa por ser el tercero en la serie de los papas: «Jesús dijo que nadie puede servir a dos señores. Por tanto: si nosotros

4 Libro de la vida, 38,3, Madrid, 1962, 160.5 Cfr. Gen 12,16; 24,35; 26,12-14.


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queremos servir a Dios y a Mamôn (conservando el arameo) desafinamos como cristianos» 6 (cfr. 2 Co 6,1). Se comprende también que Lutero, en su Gran Catecismo, trate el tema del dinero no al hablar del séptimo mandamiento, sino al hablar del primero.

¿Quién negará que en el cristianismo de hoy existen dema-siadas disonancias en este punto, con la connivencia y a veces la complicidad de las autoridades eclesiásticas?

f) Si Jesús enseña esto respecto de la vida humana, hay que añadir que lo aplica también a su misión; en todas las escenas evangélicas de envío de los discípulos a predicar hay unas ins-trucciones que pueden resumirse así: pobreza de medios y abundancia de signos (cfr. Mt 10,7-13 y Lc 9,1ss). Hoy, que se habla tanto de nueva evangelización, se olvidan sistemática-mente estas enseñanzas de Jesús: creemos que para evangelizar necesita la Iglesia gran abundancia de medios (que solo pueden proporcionarlos los ricos de este mundo, cuya salvación es tan difícil), pero nos preocupamos muy poco de los signos que deberíamos poner hoy para hacer de la comunidad creyente una verdadera señal de que este mundo puede tener arreglo («sacramento de salvación = de comunión», dijo el Vaticano II). Así, consciente o inconscientemente, pretendemos enmendar la plana al Maestro como quiso hacerlo Pedro tras su laudable confesión del mesianismo de Jesús.

6 Otra traducción posible: «Somos dañinos como cristianos». La atribución de esta carta a Clemente es incierta.


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2. Para entenderlas hoy

Para contextuar este primer capítulo, creo que uno de los grandes economistas del siglo pasado, y desde un análisis pu-ramente económico, nos da la razón de ese carácter idólatra del amor al dinero. Me refiero a John Maynard Keynes, quien en su libro sobre el empleo, el interés y el dinero sostiene que la función de “lo religioso” ha sido siempre asegurar el futuro, tan inseguro para el ser humano. Y esa seguridad que daba antes la religión la proporciona ahora el Dinero 7.

¡La seguridad! Keynes sigue con reflexiones económicas acerca de cómo ese afán de seguridad lleva a los hombres a la preferencia por la liquidez lo cual, según él, no es bueno para la economía. Pero eso ya no nos interesa a nosotros, que debemos fijarnos más bien en la referencia a la seguridad.

¿Quién negará que los seres humanos estamos siempre hambrientos de seguridad, por las mil amenazas que conlleva nuestra existencia en este planeta? Nuestro afán de seguridad se vuelve cada vez mayor y, por eso, tratamos de asegurar cada vez más nuestro futuro aun a costa del presente de nuestros hermanos. Y el dinero es sin duda una fuente de seguridad

7 Ver los capítulos 16-17 de la Teoría general sobre el empleo, el inte-rés y el dinero. («Observaciones sobre la naturaleza del Capital» y «Pro-piedades esenciales del interés y el dinero»). Esta obra de Keynes sirve, al menos, para mostrar que la economía tiene mucho más de psicología y mucho menos de matemáticas de lo que pretenden los neoliberales. Sus ecuaciones son sencillas e inteligibles hasta para un profano. En cambio, sus análisis psicológicos sobre las motivaciones de inversores y demás duran páginas y páginas. Ver también lo que se dice sobre Keynes en el apéndice 1 de esta obra.


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porque siempre es eficaz y abre todas las puertas (un comentarista de Keynes diría que los hombres somos unos «neuróticos potenciales» del dinero). Por eso propuse en cierta ocasión que la conocida leyenda del dólar (In God we trust) sig-nifica en realidad in this God we trust: en el Dinero confiamos.

En realidad no necesitamos los análisis de Keynes para lle-gar a esta conclusión. El evangelio de Lucas conserva otra pa-rábola cuyos tonos no son proféticos, como es típico en Lucas, sino sapienciales: la llamada parábola «del rico insensato» (Lc 12,13ss). En ella Jesús avisa contra esa obsesión por la seguri-dad que produce codicia: «Aunque uno ande sobrado no de-pende su vida de los bienes que atesora». Y por eso al rico que se dice a sí mismo «tienes muchos bienes protegiéndote para muchos años; vive tranquilo y disfruta» se le responde: «Estú-pido, ¿de qué te sirve eso si vas a morir esta noche?». Esa con-fianza insensata describe lo que el Evangelio llama atesorar para sí.

Confiamos así porque el dinero, como fuente de seguridad, es fuente de poder. Y el poder, o la lucha por el poder, constitu-ye la mayor tentación y la fuente de todos los desastres huma-nos. El dinero no es solo un medio de cambio, inocente y útil 8. Es eso, sin duda, pero es mucho más que eso: es una fuente de prestigio y de reconocimiento de los demás: de eso que tanto anhelamos y tanto necesitamos todos los seres humanos. Y es

8 Como pretendía el norteamericano Michael Novak, a quien volvere-mos a encontrar y que declaraba no entender la hostilidad de los teólogos de la liberación contra ese medio tan práctico. No percibía este autor que el dinero ha dejado de ser un medio para convertirse en un fin. Sobre todo en su país.


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además un medio omnipotente (como decimos de Dios) porque con él se tiene acceso a todos los demás medios. Así se visibili-za mucho más el carácter divino que los hombres asignamos al dinero, y se comprende mejor la enseñanza de Jesús.

3. Volviendo a la Biblia

Estas observaciones empalman perfectamente con lo antes dicho sobre el parentesco entre la palabra mamôn y el verbo arameo creer, pues toda la enseñanza bíblica exhorta al hombre a poner su seguridad en Dios, preocupándose solo por una se-guridad mínima y razonable para su existencia, pero sin querer acumular cada vez más seguridad, sino atreviéndose a confiar en Dios. Por eso Jesús, inmediatamente después de la afirma-ción sobre la imposibilidad de servir a Dios y a Dinero, añade con una partícula conclusiva: «por tanto»… Y ahí sigue la cono-cida exhortación, que tanto nos sorprende, a no atesorar, a no preocuparse en exceso por el mañana, a mirar las aves del cie-lo y los lirios del campo, etc. Esas frases hoy nos resultan inge-nuas. Pero olvidamos que lo que las ha vuelto inaplicables es precisamente el mundo creado por la obsesión de unos cuantos de asegurarse totalmente la existencia a costa de los demás.

He de terminar este primer punto de la enseñanza de Jesús con una conclusión lógica. Según Jesús, con nuestra actitud ante el dinero nos jugamos nada menos que la verdad o la fal-sedad de Dios. Ahora bien, para toda la tradición bíblica en la que Jesús se inserta, es mucho peor servir a un dios falso que no ser creyente en Dios. Nada menos que esa es la primera interpe-lación de Jesús a todos nosotros hoy. Y la exactitud de esta in-terpretación queda puesta de manifiesto por las consecuencias que de ella saca Jesús. Con eso pasamos al siguiente capítulo.


La audacia de la pasión CARLO MARIA MARTINI

El diseño chapucero LEANDRO SEQUEIROS

Meditaciones desde la calle JAIRO DEL AGUA

El camino de la paz XABIER PICAZA

¿Cómo hablar hoy de la resurrección? J. SERAFÍN BÉJAR

Jóvenes, religión e Iglesia JOSÉ LUIS MORAL

San Juan de Ávila. Doctrina cristiana que se canta LUIS RESINES

La Iglesia en el umbral del siglo XXI JUAN PABLO GARCÍA MAESTRO

El amor en tiempos de cólera… económica JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ FAUS

José Ignacio González Faus

JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ FAUS

José Ignacio González Faus nació en Valencia.

Sacerdote, jesuita y teólogo, es profesor emérito de

la Facultad de Teología de Barcelona. Ha impartido

clases en varios países de Latinoamérica donde su

obra tiene gran difusión. También ha sido responsable

académico del Centro de Estudios Cristianismo y

Justicia de Barcelona al que sigue ligado.

Escritor incansable, ha publicado, entre otros títulos,

La humanidad nueva. Ensayo de Cristología; Acceso

a Jesús; Vicarios de Cristo: los pobres en la teología y

espiritualidad cristianas; Fe en Dios y construcción de la

historia; Proyecto de hermano: visión creyente del hombre;

Otro mundo es posible… desde Jesús; El rostro humano de

Dios: de la revolución de Jesús a la divinidad de Jesús; La

libertad de palabra en la Iglesia y en la teología. Antología

comentada y La autoridad de la verdad. Momentos

oscuros del magisterio eclesiástico

Sigue escribiendo numerosos artículos para distintas

publicaciones y también mantiene un blog muy activo

llamado Miradas cristianas en Religión Digital.

En esta situación de crisis que vivimos,

¿tiene cabida hablar de amor,

de prójimo, de Dios…?

José

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José Ignacio González Faus

> colección Expresar teológico

EL AmOR EN TIEmPOS DE CÓLERA ...

ECONÓmICA

El profesor González Faus recoge en esta obra sus reflexiones, algunas ya conocidas y otras no, sobre la situación de crisis económica y de valores. La postura bíblica de Jesús ante las desigualdades económicas, la gestación de la crisis, la situación actual y las consecuencias que padecemos se desgranan capítulo a capítulo para terminar con unas palabras de esperanza dirigidas a un cristiano de a pie. Pese al panorama desastroso que vivimos, hay esperanza, hay cabida para el amor en estos tiempos de cólera.

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