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THEOLOGICA XAVERIANA - VOL. 61 NO. 172 (331-368). JULIO-DICIEMBRE 2011. BOGOTÁ, COLOMBIA. ISSN 0120-3649 Reconstrucción de comunidades en contextos de conflicto armado: líneas teológico-pastorales en perspectiva noviolenta* OSCAR ALBEIRO ARANGO ALZATE** JULIO CÉSAR ARIZA COLLANTE*** BILLI JOEL MOYA PRIETO**** DIEGO FERNANDO PRIETO RUIZ***** RESUMEN P resenta los resultados del proceso investigativo “Reconstrucción de comunidades en contextos de conflicto armado: líneas de acción teológico-pastorales en perspectiva no violenta”. Su primera fase consiste en la recolección de testimonios de habitantes de la vereda Puerto Salgar, en Tierralta (Córdoba), para comprender el proceso de violencia que han vivido, así como las secuelas que ella ha dejado, y esbozar desde allí algunos horizontes de acción que posibiliten la reconstrucción de lo comunitario desde la experiencia de fe en Jesús resucitado. Palabras clave: Teología, testimonio, víctimas, cruz, resurrección. * Artículo producto de investigación financiada por la Pontificia Universidad Javeriana al equipo Synetairos de la Facultad de Teología, clasificado en Colciencias con la categoría D, código COL 0018662, de enero de 2001. Aprobado por la Vicerrectoría Académica, con el código 00002459. Fecha de recibo: 14 de enero de 2011. Fecha de evaluación: 31 de marzo de 2011. Fecha de aprobación: 2 de agosto de 2011. ** Comunicador Social y periodista, Universidad de la Sabana (Bogotá); Profesional en Teología, Especialista en Derecho Canónico, Magister en Teología y candidato al Doctorado en Teología, Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá); coordinador del equipo de investigación y proyección social Synetairos; profesor asistente de la Facultad de Teología de la Universidad Javeriana. Correo electrónico: [email protected] *** Licenciado en Teología, Universidad San Buenaventura (Bogotá); Magister en Derecho Canónico y candidato al Magister en Teología, Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá); coinvestigador del equipo de investigación y proyección social Synetairos; profesor asistente, Facultad de Teología, Universidad Javeriana. Correo electrónico: [email protected]

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  • THEOLOGICA XAVERIANA - VOL. 61 NO. 172 (331-368). JULIO-DICIEMBRE 2011. BOGOT, COLOMBIA. ISSN 0120-3649

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    Reconstruccin de comunidades encontextos de conflicto armado:lneas teolgico-pastorales enperspectiva noviolenta*

    OSCAR ALBEIRO ARANGO ALZATE**JULIO CSAR ARIZA COLLANTE***BILLI JOEL MOYA PRIETO****DIEGO FERNANDO PRIETO RUIZ*****RESUMEN

    Presenta los resultados del proceso investigativoReconstruccin de comunidades en contextos de conflictoarmado: lneas de accin teolgico-pastorales en perspectivano violenta. Su primera fase consiste en la recoleccin detestimonios de habitantes de la vereda Puerto Salgar, enTierralta (Crdoba), para comprender el proceso de violenciaque han vivido, as como las secuelas que ella ha dejado, yesbozar desde all algunos horizontes de accin queposibiliten la reconstruccin de lo comunitario desde laexperiencia de fe en Jess resucitado.

    Palabras clave: Teologa, testimonio, vctimas, cruz, resurreccin.

    * Artculo producto de investigacin financiada por la Pontificia Universidad Javeriana al equipoSynetairos de la Facultad de Teologa, clasificado en Colciencias con la categora D, cdigo COL0018662, de enero de 2001. Aprobado por la Vicerrectora Acadmica, con el cdigo 00002459.Fecha de recibo: 14 de enero de 2011. Fecha de evaluacin: 31 de marzo de 2011. Fecha deaprobacin: 2 de agosto de 2011.** Comunicador Social y periodista, Universidad de la Sabana (Bogot); Profesional en Teologa,Especialista en Derecho Cannico, Magister en Teologa y candidato al Doctorado en Teologa,Pontificia Universidad Javeriana (Bogot); coordinador del equipo de investigacin y proyeccinsocial Synetairos; profesor asistente de la Facultad de Teologa de la Universidad Javeriana.Correo electrnico: [email protected]*** Licenciado en Teologa, Universidad San Buenaventura (Bogot); Magister en Derecho Cannicoy candidato al Magister en Teologa, Pontificia Universidad Javeriana (Bogot); coinvestigadordel equipo de investigacin y proyeccin social Synetairos; profesor asistente, Facultad deTeologa, Universidad Javeriana. Correo electrnico: [email protected]

  • RECONSTRUCCIN DE COMUNIDADES EN CONTEXTOS DE CONFLICTO ARMADO OSCAR ARANGO ALZATE Y OTROS

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    **** Telogo, Pontificia Universidad Javeriana; coinvestigador equipo de investigacin y proyeccinsocial Synetairos. Correo electrnico: [email protected]***** Telogo, Pontificia Universidad Javeriana; coinvestigador equipo de investigacin y proyeccinsocial Synetairos. Correo electrnico: [email protected]

    RECONSTRUO DE COMUNIDADES NO CONTEXTO DOCONFLITO ARMADO: LINHAS TEOLOGICA-PASTORAIS EM

    PERSPECTIVA DE VIOLENCIA

    Resumo

    Apresenta os resultados do processo investigativoReconstruo de comunidades no contexto de conflitoarmado: linhas de ao teologicas-pastorais em perspectivano violenta. Sua primeira etapa consiste na coleo detestemunho dos moradores da colnia Porto Salgar, emTierralta (Crdoba), para compreender o processo deviolncia que viveram, as sequelas que deixaram, e mostrara partir da alguns horizontes da ao que permitam areconstruo do comunitrio a partir da experincia de fem Jesus ressucitado.

    Palavras chave: Teologia, testemunho, vtima, cruz,ressurreio.

    COMMUNITIES RECONSTRUCTION IN ARMED CONFLICTCONTEXTS: THEOLOGICAL-PASTORAL GUIDELINES FROM A

    NON-VIOLENT PERSPECTIVE

    Abstract

    The text presents the results of the research processCommunities Reconstruction in Armed Conflict Contexts:Theological-Pastoral Guidelines from a Non-ViolentPerspective. Its first stage deals with the gathering ofaccounts and testimonies from the inhabitants of the PuertoSalgar rural area of Tierralta, in the region of Cordoba,Colombia, to understand the violence process they haveendured as well as the consequences it has brought; fromthere, there are proposed some guidelines for action; thesemight allow the reconstruction of the community based onthe experience of faith in Jesus resurrected.

    Key words: Theology, testimony, victims, cross, resurrection.

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    ITINERARIO DE UN CAMINAR

    Synetairos surge como un equipo que, desde la cruel realidad de inhumanidadde violencia de este pas, realiza diferenciadamente dos acciones en interaccin:(1) Proyeccin social y (2) procesos de investigacin. Por ello, la intencininicial de esta investigacin, Reconstruccin de comunidades en contextosde conflicto armado: lneas de accin teolgico-pastorales en perspectiva noviolenta (Primera fase: Testimonios), fue muy clara desde el primer mo-mento: recoger los testimonios de los habitantes de la vereda Puerto Salgar,Tierralta (Crdoba), personas afectadas por la violencia del conflicto armadocolombiano, y desde dichos testimonios posibilitar una reflexin teolgica.

    Al iniciar el proyecto, pensbamos que mediante estos testimonios sepermitira conocer de primera mano el sentido que para estas personas tieneel proceso del conflicto y las consecuencias que de l se desprenden, en es-pecial, cmo afecta los procesos comunitarios; tambin evidenciar, desde talesvivencias y la experiencia de fe en Jess resucitado, pistas, lneas u horizontesde accin que pudieran proponer en un futuro no muy lejano la recons-truccin de lo comunitario en perspectiva noviolenta.

    PASOS DEL CAMINAR

    En la vereda de Puerto Salgar y sus alrededores fueron asesinadas decenas depersonas. Los paramilitares aprovecharon la soledad, la tranquilidad, la inde-fensin de esta comunidad y su ubicacin estratgica para convertirla en unespacio para el ajusticiamiento. Durante la dcada de los aos 90, las muertesviolentas fueron las escenas cotidianas. Sobre las aguas del ro y sus riberas seencontraban cuerpos mutilados, despellejados, torturados y descuartizados.

    En los primeros aos, los habitantes de la vereda no hablaban, no pro-nunciaban palabra alguna sobre estos temas, sobre lo que les estaba pasando.Pero algo llam la atencin: la actitud de esperanza, de resistencia noviolenta,de trabajo comunitario que se haca cada vez ms fuerte en medio del terror.Quizs sta fue la razn inicial por la que surgi el inters en iniciar un procesoinvestigativo que permitiera indagar ms all de lo que se poda ver a simplevista.

    Como equipo, nos comprometimos iniciar en esta primera fase uncamino de investigacin estructurando en tres pasos: el seguimiento del pro-

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    blema, el mapping (comprendiendo las secuelas que ha dejado el conflictoarmado) y los horizontes de posibilidad.

    Seguimiento del problema: hechos, escenarios,actores y estrategias en el alto Sin

    En primer lugar, se estructur a manera de observatorio una base de datosque permitiera realizar el seguimiento del problema. Es decir, se asumieronlas metodologas, los enfoques, los criterios y las herramientas que facilitaranuna documentacin apropiada en relacin con el problema de investigacin.

    Nacimos como un pueblo abandonado a nuestra suerte. Esta expresinindica que en Tierralta, desde su fundacin (hace 101 aos), por Santiago Ca-nabal, se evidencia la ausencia de Estado. ste ha sido un factor determinantepara que se impongan, en la zona, dinmicas sociales, polticas y econmicasde sobreexplotacin del suelo y de sus recursos, de explotacin y marginacinde la mano de obra campesina y de acumulacin de grandes extensiones detierra productiva en manos de unos pocos.

    Por ello, durante la colonizacin (iniciada en 1759 y consolidada en 1930),esos extranjeros decidieron que no slo explotaran el suelo y sus recursos,sino tambin se quedaran y aduearan de la tierra: pasaron a ser los seores,los grandes terratenientes y los grandes comerciantes.1 As, los frtiles vallesse convirtieron en territorio ganadero. Ms de 50% del territorio de los vallesdel Alto Sin se destinan para la explotacin ganadera, una forma muy atrasadade la economa rural en la que las vacas son ms importantes que la gente,segn dicen los campesinos pobres de la regin,2 y donde se va imponiendopoco a poco la ley del ms fuerte, para acaparar ms tierras.3 Se trata de algoque perciben, desde la cotidianidad, los habitantes de la regin:

    1 Los extranjeros que se quedaron y se asimilaron al Sin como los franceses (Lacharme yotros) y los sirio-libaneses adoptaron prcticas de produccin y formas corrientes de trabajo yse convirtieron en comerciantes y terratenientes de estampa tradicional. (Restrepo (ed.), Guerray violencias en Colombia. herramientas e interpretaciones, 116B.2 En Crdoba hay 1,3 cabezas de ganado por hectrea de tierra, lo que significa que el 60% delas tierras, que podran producir alimentos, estn dedicadas a la ganadera. (Cepeda y Rojas, Alas puertas de El Ubrrimo, 23).3 Porque la violencia fue un arma de la reaccin empleada por grupos y personas de las clasescapitalistas y terratenientes regionales que queran aprovechar el caos y el terror para apropiarsede las tierras del alto Sin y San Jorge (Fals Borda, Historia doble de la costa, Vol. 4., 164).

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    Vino la violencia poltica esa de liberales y conservadores, eso surti degente. Porque Uno aqu oye hablar No! Que para all que para laregin del Manso s est bueno, vale. All esa gente que todo lo queproducen [] es de todo. Usted sabe esos cuentos baratos que echanentre la gente. Entonces, eso empez a llenarse pa`all! S a irse,a irse, a irse Y se pobl! 4

    La posesin y el control de la tierra es ahora la dinmica que motiva lacolonizacin de este territorio. Se trata de una colonizacin que recoge todoslos elementos de la vida poltica nacional, en especial, la violencia que se viveen las periferias del pas y que lleg al clmax aqu. La situacin poltica ayuda que en este lugar confluyeran grupos humanos venidos de las regionescircundantes. Uno de sus habitantes lo narra de manera detallada como unproceso en el que se unen elementos constitutivos de grupos migratorios yde quienes han sido obligados por la fuerza de la violencia a desplazarse desus propias tierras de origen:

    Ese proceso se inici por all en esa poca de poblacin, pues por la partecostea. De aqu emigraron los Hernndez, los Prez y los Padillas, quevenan de Bar, del sur de Bolvar y del centro de Bolvar, y de todas esastierras, emigraron aqu. Pero tambin hubo una migracin, porque ustedsabe que en Antioquia la violencia conservadora fue mucho ms fuerte,muchsima ms fuerte Esa gente migr hacia estas montaas.5

    Aparicin de las guerrillas

    Los habitantes del Alto Sin tienen en la piel la vivencia del despojo permanente.Uno de ellos recuerda:

    En la regin todos por igual, conservadores y liberales, terratenientes almismo tiempo, sacaban provecho de su poder y desposean de lo poco quetenan a los colonos.6

    El secular despojo es una de las causas por las que el Alto Sin se convierteel tierra frtil para la penetracin de las guerrillas, y en este caso particular,

    4 Archivo Equipo Synetairos: Testimonio 1, 45 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio1, 2636 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 10, 7.

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    del EPL7, con la pretensin de poner fin al empobrecimiento de los grupossociales de estas regiones. Sin embargo, para estos territorios, con anhelos deliberacin, la lucha armada desarrollada por el grupo guerrillero se convierteen factor de violencia; sus mtodos terminan llevando, a la regin, ms su-frimiento e injusticia de la ya padecida. As narra uno de sus habitantes elproceso:

    De pronto usted oy hablar de Fabio Vsquez Castao; fue un guerrillero delos primeritos que trajeron las ideas del ELN, de los elenistas, y se cre ungran movimiento alrededor de esos. Pero luego aun despus de unosaos, Fabio Vsquez Castao tuvo diferencias ideolgicas con el pap deBernardo Gutirrez. Esto fue del EPL.8

    Para este testigo, las acciones violentas se van generalizando; los anhelosde las grandes transformaciones se ven frustrados ahora por la violenciaguerrillera:

    Lleg la influencia del EPL. El primer influenciador de esa regin se llamaJulio Guerra Serna, un paisa. Porque, cuando esa poca, el primer pueblono exista: ni Monte Lbano ni Tierralta. Exista Juan Jos. Es un pueblecitoque est encallado en el Alto San Jorge, el ltimo casero subiendo por el roSan Jorge... Es el ltimo pueblo que hay; se llama Juan Jos y fue creadoInspeccin de Polica Nacional. Y nombraron a Julio Guerra como inspector,un paisa; lo mandaron desde Ituango. No perteneca ni siquiera a Crdoba.Eso perteneca todava a Antioquia, y lo mandaron de Ituango a ser elinspector. Y ese fue el que estall el florero de Llorente.

    Ese se declar comunista y organiz los grupos como tales, y crearon elcuartel general en La Moruna, que era la finca de Julio Guerra, que as sellama: La Moruna. Moruna es una vaca sin cachos, una vaca moruna.Entonces, all crearon el campamento mayor. Y ah empezaron a llevargente de ac, del Sin, del Manso; del Manso Bajo, Medio y Alto Mansotraan gente a entrenar ah. Y eso cogi un pudor enorme. Ya entoncesellos tomaron partido dentro de la sociedad.

    7 El Ejrcito Popular de Liberacin, EPL [] se concentr en la dcada del 80 principalmente enlas zonas de desarrollo agroindustrial, con nfasis en Urab; en zonas con capas de campesinosy colonos y de expansin de nuevos grupos de terratenientes (Urab y Crdoba), y en la regindel viejo Caldas. (Arocha, Las violencias: inclusin creciente, 40).8 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 1, 204.

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    No recuerdo muy bien, pero eso era una organizacin de compaeros o nos qu cosa. Esa organizacin, influenciada por los comunistas por las ideasesas del EPL, fueron las que dominaron. Entonces, ya se presentaron comoautoridad, y por all en cada vereda haba tres o cuatro representantes delEPL como la polica. Eran lo que controlaban las fiestas, quienes arreglabanlos problemas, y tenan su cuartel general all al mando de Julio Guerra allen Madre de Dios.9

    Las guerrillas, en un principio, utilizan estas zonas para proclamar susideales comunistas, que eran una forma de pensar polticamente a Colombia.Sin embargo, poco a poco, el ideario poltico queda relegado, y estas orga-nizaciones degeneran en fuerzas que intimidan a la poblacin civil; lo que lesimporta es dominar territorio para ganar credibilidad, y esto, por encima delas vidas de los campesinos que no desean vincularse a la causa armada comoforma violenta de reivindicacin de sus derechos.10 Afirman los habitantes:Todas las guerrillas han hecho lo mismo.

    A partir de 1996 se presentan cambios significativos en la dinmica delconflicto, debido al fortalecimiento de los grupos paramilitares patrocinadospor dirigentes polticos y sociales, terratenientes y empresarios de la regin,apoyados por las fuerzas del Estado. Como resultado, se intensifica el conflictoy aumentan los combates, en los cuales se involucra a la poblacin civilcampesina.

    Este es un periodo de recrudecimiento del conflicto armado, que se ex-tiende hasta 2002, cuando alcanza su mayor intensidad. La dinmica de esca-lamiento de la guerra en esta zona se explica por diversos factores: primero,las ofensivas de los grupos guerrilleros; segundo, la articulacin de los gruposparamilitares en una sola organizacin, las Autodefensas Unidas de Colombia,AUC, que les permite un mayor despliegue en la zona; tercero, su estrategiade violencia contra la poblacin civil; cuarto y ltimo, la transformacin y mo-

    9 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 1, 204.10 Las guerrillas colombianas han dejado de ser organizaciones con influencia exclusiva enzonas de colonizacin y en clara defensa del campesinado y las luchas agrarias, para convertirseen una fuerza armada que en la actualidad se encuentra empeada en la consolidacin deamplios territorios. []. No cabra la menor duda sobre la manera deliberada en que las guerrillashan puesto en marcha una estrategia donde se conjugan al menos tres propsitos: (1) Lograruna alta dispersin de los frentes; (2) diversificar las finanzas; y (3) aumentar la influencia anivel local. (Arocha, Las violencias, 35-36).

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    dernizacin de las fuerzas estatales.11 De esto, bien saben los campesinos dela zona:

    Los paramilitares y la guerrilla s se chocaban por ah. Y haba pelao ahmismo. Por culpa de esa gente, nos echaron a nosotros, se tropezaron ahcerquita a la casa. Pues directamente a nosotros no nos dijo nadie, sino queun da cualquiera nos mandaron, despus de que se chocaron ah cerquita,un da cualquiera cuando menos pensamos, llegaron los paramilitares.Necesitamos que se salgan, que se vayan, que vamos a quemar todo esto.Saquen todo lo que tengan en la casa. Imagnese: yo tena dos trozas llenasde maz y de arroz. Trozas son unos cajones grandes que uno hace encampo para empacar maz y arroz. Y eso estaba lleno. Entonces a m,cuando me dijeron as, me dio fue como rabia. Y les dije yo: Hombe, y esopor qu? Qu pasa? Aj, y s les mandaron quemar eso Prndale candelaa eso! 12

    Es importante puntualizar que la primera gran ofensiva de este periodoes emprendida por las FARC, a mediados de 1996, y que se hace visible me-diante el incremento de sus combates y acciones insurgentes. En tal ofensiva,los insurgentes ponen en prctica su nueva forma de operar (NFO), espe-cialmente, con el ataque a la base antinarcticos de Las Delicias (Putumayo),en agosto de 1996.

    La aplicacin de la nueva forma de operar es estratgicamente relevante,porque se pasa de la guerra de guerrillas a la guerra de movimientos. En estaprecaria guerra de movimientos, las FARC logran tomar la base de Patascoy(Nario), en diciembre de 1997, y la base antinarcticos en Miraflores (Gua-viare), en agosto de 1998; derrotar un batalln de antiguerrilla en El Billar(Caquet), en marzo de 1998; y en el Alto Sin posicionarse en el corredordel Urab cordobs-antioqueo-chocoano.

    Con el fortalecimiento militar de la guerrilla durante el gobierno deAndrs Pastrana, y la incidencia poltica de sus acciones, las FARC logran abrirun espacio de negociacin, mediante el cual pactan el retiro de las fuerzasestatales de cinco municipios al sur del pas, en enero de 1999, y el inicio delos dilogos de paz. Aun con la apertura de tales dilogos y la instalacin de

    11 Restrepo (ed.), Guerra y violencias en Colombia, 36.12 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 6, 3.

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    las mesas de negociacin, no cesan los combates; antes bien, aumentan deforma acelerada desde 2001. Esto implica que las negociaciones se realizanen medio del recrudecimiento de la guerra.

    No se trata de un reacomodamiento militar de la guerrilla, que aprovechalas negociaciones y la zona de distensin, sino que el proceso est ligado, enprimer lugar, a la reestructuracin organizacional de las FARC, a su reorientacinestratgica, a sus cambios de doctrina; y en segundo lugar, al uso de nuevastecnologas por parte de las fuerzas estatales.13 Estos cambios, iniciados en1996, tienen sus resultados a finales de 1999.

    Contra-ataque de las fuerzas militares del Estado

    Recuerda uno de los habitantes de la regin:

    Ellos hicieron venir Ellos no eran escondidos como que No, allestbamos ramos nosotros. Todo el mundo conoca ese ambiente, porquehaban ido los polticos, los grandes polticos de aqu todos fueron all. Ellos,que despus quisieron decir que no, que esa gente all todos songuerrilleros, como nos trataban a nosotros, esos all son guerrilleros y todo.No, es que nosotros s vivamos all, pero nosotros no ramos guerrilleros;quizs ellos eran peores que nosotros y esa situacin se estaba viviendo ah,que ac nos vean y guerrilleros. Ac nos vean as, pero ellos comocuando los llamaban se tenan que poner el esparadrapo, calladito la boca.14

    La presencia del Estado es reconocida ms como una mano generosahacia los terratenientes y adinerados, que como una mano que protege y secompromete con los ms desprotegidos. Y el brazo del Estado, que se extendia los habitantes de Tierralta a finales de los aos 80 e inicios de los 90, llegapara reprimir a las guerrillas y a sus colaboradores. La presencia gubernamental,representada en miembros del ejrcito y de la polica, muestra mucha msviolencia; estas fuerzas llegan a ser percibidas por los moradores como unfrente de guerra abierto. El mejoramiento de las condiciones de vida no estentre las prioridades del Gobierno y mucho menos de sus fuerzas militares.

    De esta forma, los esfuerzos estatales son orientados a combatir a lasfuerzas insurgentes. Sobre los nativos se cierne la grave e injusta presuncin

    13 Restrepo (ed.), Guerra y violencias en Colombia, 40.14 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 3, 7.

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    de ser colaboradores y auxiliadores de la guerrilla. Esto lleva a que se produzcaun recrudecimiento de la guerra y la consecuente degradacin de la confron-tacin armada, que desemboca en abusos, el desbordamiento de la legalidady las omisiones intencionales de los organismos del Estado, siempre afectandogravemente a la poblacin civil.15

    En Tierralta recuerdan con espanto las masacres perpetradas por losorganismos del Estado en El Diamante, y en los barrios El Paraso y El Escolar,en los que son asesinados hombres, mujeres y nios, por el simple hecho devivir en un lugar de fuerte presencia guerrillera.

    Para los habitantes de la regin, la mano extendida del Gobierno significarepresin. La fuerza militar es el nico brazo que extiende con generosidad elEstado colombiano, para hacer justicia en el Alto Sin. Se imponen polticasde mano dura, no de justicia o dilogo. Es lo que se puede llamar una actuacinpoltica centrada en las consecuencias de los problemas sociales, sin atendersus causas [], en lugar de intervenir el fondo de los mismos.16 Son polticasdesentendidas de la realidad de la nacin y sus necesidades primarias, queslo buscan tranquilidad y estabilidad para los grupos dominantes que ostentanel control poltico y econmico en la regin.17

    En los aos 80 y 90, la presencia militar agrava la situacin en la zona.Los militares se convierten en un grupo generador de violencia. La accin delEstado se limita a la decisin militar de recuperar el monopolio legtimo de lafuerza. Orientar las acciones del Estado a la proteccin de los potentados, sinconcebir planes de desarrollo integral que impliquen promocin social,educacin, vivienda, proyectos productivos, acceso a bienes culturales, no re-suelve los problemas de las comunidades, sino los agrava, aumentando el su-frimiento, el aislamiento y la desproteccin social de los pobladores. Es ladinmica que marca la geografa humana de Crdoba.

    15 Ello constituy una grave violacin de los Convenios de Ginebra, sobre todo, el artculo 3comn a los cuatro convenios.16 Al respecto, Rico dice: La seguridad democrtica promete soluciones mediante un protectorautoritario, que implementa aquella premisa maquiavlica en la que el fin justifica los medios,como una alfombra mgica que transporta el imaginario colectivo de un gobernante salvadorcon mano dura. (Rico, La configuracin de identidad nacional en un territorio que se advierteextrao, 88, 86).17 Tales reclamos, en estas tierras cordobesas, venan sobre todo de los grandes hacendados quecada vez acaparaban ms tierras para sus grandes haciendas. Un ejemplo es la hacienda de ElUbrrimo (Cepeda y Rojas, A las puertas de El Ubrrimo, 33).

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    De 2002 a 2008, la dinmica de la contrainsurgencia se empieza aentender a partir de la poltica de seguridad democrtica, bandera del primergobierno de lvaro Uribe. Hay un crecimiento de la presencia de la fuerzamilitar en vastas extensiones del territorio nacional afectadas por grupos cri-minales, con el fin de garantizar la estabilidad institucional y restablecer elorden constitucional, la integridad del territorio nacional y la proteccin dela poblacin civil. La poltica de seguridad democrtica tiene dos momentos:

    El primero, entre 2003 y 2004, cuando las fuerzas estatales desarrollanuna ofensiva que busca asegurar las redes que conectan el centro con la pe-riferia del pas, proteger los puntos medulares e interrumpir el despliegueestratgico de las FARC.18 Los combates contrainsurgentes se intensifican apartir de la declaracin de las zonas de rehabilitacin y consolidacin (Decreto2002 del 9 de septiembre de 2002), al inicio del primer periodo de lvaroUribe, a travs de la declaratoria del estado de conmocin interior. ste otorgaprerrogativas extraordinarias al Ejecutivo y le permite tomar medidas para quelas Fuerzas Armadas y otros organismos de seguridad emprendan, de maneraextraordinaria, sin previa autorizacin judicial escrita, capturas, allanamientos,interceptacin de comunicaciones y medidas singulares, como las restriccionesde derechos fundamentales y el aumento del pie de fuerza, orientado todo aconjurar la difcil situacin de orden pblico y a recuperar el monopoliolegtimo de la fuerza.

    El segundo momento en el que se desarrolla la poltica de seguridaddemocrtica ocurre entre 2007 y 2008. Se evidencia de manera significativa ytangible el debilitamiento de las FARC, con golpes contundentes a sus cabecillas,mediante capturas o dadas de baja, entre otras acciones. En consecuencia,para finales de 2007, el panorama del conflicto es sustancialmente diferenteal del inicio del periodo de reordenamiento. El escenario estratgico cambia.El Estado aprovecha esta situacin para reorientar su poltica de seguridaddemocrtica. Su ofensiva enfatiza en la desestructuracin de las FARC, y logradebilitar en gran parte a los frentes Caribe y Jos Mara Crdoba, as como alBloque Ivn Ros. Lo importante no es slo atacar el liderazgo de la guerrillasino debilitar sus bases logsticas, sus fuentes.19

    18 Restrepo, Guerra y violencias en Colombia, 53.19 Ibid., 55.

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    La implantacin de la seguridad democrtica tiene un impacto en lavida de los pobladores. Aumenta la inquietud, la afliccin y la inseguridad, porel riesgo que se vive en las zonas rurales y urbanas; la vida es gravementeamenazada, tanto por la frecuencia de las ejecuciones extrajudiciales comopor las masacres; extremas medidas restringen la circulacin, se intensificanlas acciones de guerra y crece la incertidumbre respecto de las garantassobre los derechos en general, ya que el miedo los invade a la hora dedenunciar violaciones de los derechos humanos e infracciones al derechointernacional humanitario, ante las posibles retaliaciones de los mltiples actoresarmados.

    Irrupcin de los grupos paramilitares

    Un nuevo tiempo se abre. As lo describe uno de los campesinos de la regin:

    Despus llegaron los aos 90 y empezaron aqu los ganaderos, empezarona tener vigilancia privada. Estaba Mancuso. Mancuso era casado con una hijade un seor de ac, de un finquero. Estuvo Carlos Castao []. A partir deah fueron pues masacres, desplazamientos muy grandes, en el 2000. Enel 99 y 2000 lleg a haber diez mil personas desplazadas aqu en el pueblo[]. En este tiempo la parroquia [], el trabajo que se hizo con las vctimasera ayuda humanitaria cuando llegaban, que llegaban caminando por elbosque. Recuerdo la del Diamante, que fue una navidad tambin, un 28 dediciembre, venan caminando [], todos los das caminando para llegar alpueblo, llegaron como seiscientas personas, de una llegaban a TresEsquinas.20

    En medio de la creciente fuerza econmica de la regin, se imponen porun lado los macroproyectos agrcolas y ganaderos, forma como el Gobiernoidealiza el desarrollo del sector, y por otro lado el narcotrfico, que contaminala vida social en todo el departamento de Crdoba, y genera la necesidad deasegurar la defensa de este territorio. Para ello, se anan esfuerzos y se amal-gaman los entes sociales ms importantes, que crean grupos de autodefensasen apoyo de su proyecto. Ms adelante, a tales grupos se les reconocer co-mo Autodefensas Unidas de Colombia, AUC. Restrepo y Aponte indican:

    20 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 2, 11.

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    Entre 1980 y 1993, en Crdoba se cometieron por lo menos cuarenta masacres ycerca de 200 crmenes polticos. Los autores eran grupos armados que se hacanllamar autodefensas, y que luego se conocieron como paramilitares. [] suconformacin en Crdoba y Antioquia se origin en las reuniones que ganaderosy miembros del Ejrcito Nacional tuvieron en 1982.21

    En el mismo sentido apunta el pacto secreto que se est fraguando enRalito, el cual se concreta en julio de 2001, y tiene que ver con el rechazo dealgunos polticos hacia las negociaciones con la guerrilla que tienen lugar enel sur del pas.22 Quienes sellan tan pacto quieren acabar con la guerrilla, y loharn masacrando indiscriminadamente a la poblacin civil, traspasando to-dos los lmites posibles e imaginables de la legalidad. Miles de campesinosinocentes son asesinados cada da, simplemente por habitar un territorio enel que conviven con la guerrilla, del cual se tiene sospecha. El paramilitarismosurge como la nueva fuerza que ayuda afianzar polticamente a unos y adesbancar a los otros.23

    A finales de los aos 90 e inicios del siglo XXI, en toda la regin se pro-duce un proceso de consolidacin de los grupos paramilitares. Asesinatos ymasacres, desapariciones forzadas, tortura y desplazamiento forzoso son al-gunas de las acciones perpetradas por estos grupos contra la poblacin civil.Las vctimas, en su mayora, son campesinos que no han participado de losgrupos guerrilleros.

    El periodo 2000-2002 registra los ms altos niveles de desplazamiento(43,9%), como reflejo de la agudizacin del conflicto armado, dada la expan-sin y consolidacin del proyecto paramilitar y la terminacin de los dilogosde paz entre el gobierno y la guerrilla de las FARC.24

    21 Restrepo, Guerra y violencias en Colombia, 40.22 Torres Bustamante indica: As, mientras en el sur del pas el gobierno de Andrs Pastrana y laguerrilla de las FARC hablaban de construir una nueva Colombia, en el norte, lo ms selecto dela dirigencia poltica costea haca pactos secretos con los paramilitares para refundar la patriay establecer un nuevo contrato social (Torres Bustamante, El contrato social de Ralito).23 Despus de que lvaro Uribe hiciera campaa poltica en Tierralta, en 2002, el aspiranteconservador Juan Camilo Restrepo denunci que, en Crdoba, y de forma particular en los mu-nicipios de Tierralta y Valencia, existan candidatos al Congreso de origen y respaldo paramilitar,que a los dems aspirantes se les impeda el acceso a la zona y la distribucin de su propaganda(Cepeda y Rojas, A las puertas de El Ubrrimo, 88).24 Garay, El reto ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado. aplicar polticas pblicasidneas y eficientes, 60.

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    El 1 de diciembre de 2002 se define un cese al fuego con las AUC y enjulio de 2003 se firma el acuerdo de Ralito I, que plantea la desmovilizacinde dicha fuerza para el ao 2005. En mayo de 2004 se firma el acuerdo de Ra-lito II y se establece un rea de reclusin de los jefes paramilitares que participanen el proceso de dilogo. A finales de 2005 se sanciona y ejecuta la Ley 975 de2005, denominada Ley de Justicia y Paz.

    La de las AUC responde a un tipo de desmovilizacin colectiva a cargode la Oficina del Alto Comisionado de Paz. Los bloques interesados en desmo-vilizarse producen listas de sus integrantes e inventarios de su armamento.Los comandantes de algunos bloques son recluidos en Santaf de Ralito, Tierralta(Crdoba), en agosto de 2006, y por instruccin presidencial posteriormenteson internados en crceles de mxima seguridad. Los otros combatientesreciben certificados del Comit Operativo para la Dejacin de Armas, CODA,en los que consta que participan del proceso de reintegracin.25

    En el periodo 2002-2004, las actividades de los paramilitares muestranun descenso sostenido, que coincide con los procesos de dilogo con el go-bierno y desmovilizacin, as como con el cambio de estrategia de algunosbloques, que disminuyen la victimizacin de civiles despus de consolidar sufuerza en las regiones. Las actividades aumentan a partir de 2004, y se iniciaun ciclo que termina a mediados del 2006, cuando culmina el proceso de des-movilizacin, desarme, desarticulacin y desestructuracin del comando centralque confederaba a los paramilitares bajo la coordinacin de las AUC.

    A partir de all las acciones de combate aumentan hasta finales de 2008y superan las acciones de los grupos insurgentes. A partir de 2007, la dinmicaes de ascenso continuado, en virtud de la transformacin de estos grupos enneoparamilitares, tras el proceso de desmovilizacin y desarme.

    Reorganizacin de los grupos neoparamilitares

    El proceso de desmovilizacin, desarme y reinsercin (DDR) de las AUC traetransformaciones en la forma de entender el conflicto y la violencia en Co-lombia; es en s una intervencin por parte del Estado que busca disminuir elnmero de combatientes, la entrega de armas y la desvertebracin de la prin-

    25 Porch y Rasmussen, Demobilization of Paramilitaries in Colombia. Transformation orTransition?

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    cipal organizacin paramilitar, con el fin de frenar el impacto de uno de losprincipales actores del conflicto armado colombiano.

    La negociacin con las AUC pretende, como principal objetivo, desactivarel aparato de guerra y reducir la violencia, implantando un sistema de justiciatransicional. Los informes estatales y de las organizaciones no gubernamentalesindican que el proceso logra la desmovilizacin y el desarme de ms de 31.671paramilitares, as como la entrega de ms de 18.025 armas26, pero no el objetivoprimordial: el desmonte del aparato de guerra.

    El proceso de desmovilizacin, desarme y reinsercin genera, en susinicios, resultados positivos en trminos de la violencia homicida en las zonasdonde las desmovilizaciones colectivas tienen lugar.27

    Sin embargo, dicho proceso se ha revertido en algunas regiones, dondeel escalonamiento de la violencia se debe de manera determinante al surgi-miento de grupos neoparamilitares.28 Estos no slo operan en las zonas hist-ricas de las AUC sino han aparecido, en algunos casos, en territorios no so-metidos a este tipo de violencia. En el posconflicto paramilitar, interactangrupos sobrevivientes que nunca dejaron las armas con otros en proceso derearme, que vuelven a hacer parte del conflicto, aplicando sus tcticas delterror e intentando retomar el control territorial. Es una dinmica que bienconocen los campesinos que la han sufrido:

    Resulta que en el proceso de desmovilizacin de las autodefensas tambinse quedaron unos cabos sueltos, unos cabos muy peligrosos; y es quealgunos jefes paramilitares no se desmovilizaron. Ellos, entre ellos hablaron:Bueno, desmovilcese usted. Usted es el que aparece como jefe,defindase. Yo me quedo con mi negocio de narcotrfico. Porque es que elconflicto en este pas no era solamente de las autodefensas contraguerrillas, ni de guerrillas contra las autodefensas. Haba un tercer actorarmado, un tercer actor de violencia, que es el narcotrfico, que ese no setuvo en cuenta.29

    26 Restrepo, Guerra y violencias en Colombia, 467-468.27 Gonzalez y Restrepo, Desmovilizacin de las AUC: mayor seguridad humana?28 Sobre dicho trmino, ver Restrepo, Guerra y violencias en Colombia, 467-499.29 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 1, 60.

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    Las Fuerzas Armadas denominan a estos grupos como bandas criminales(BACRIM) o bandas inherentes al problema del narcotrfico. Por otro lado, lasorganizaciones no gubernamentales debaten si tales grupos estn asociadosal crimen organizado o a una tercera generacin de paramilitares. De cualquierforma, son grupos neoparamilitares, es decir, grupos armados surgidos,reconfigurados o evidenciados a partir del proceso de desmovilizacin ydesarme30; buscan un orden particular en sus zonas de influencia, a travs dela criminalidad organizada, el control poblacional, la captura del Estado y lasacciones contrainsurgentes.

    La criminalidad organizada consiste en el ejercicio de la violencia paralograr el control de la estructura econmica de la ilegalidad; los grupos ofrecen,a cambio, seguridad privada ilegal, la resolucin de conflictos y la apropiacinde renta de mercados legales e ilegales. Esto se apoya en un fuerte controlpoblacional, logrado a travs de una adhesin de la gente a los interesescolectivos y a las identidades que se construyen en zonas de fuerte influenciapoltica paramilitar.31

    De igual forma, el control se ejerce por razones de conveniencia opragmatismo, ligadas a estrategias individuales que apuntan a fines puramenteeconmicos, que se pueden beneficiar de las acciones de los grupos armadosen la zona. Finalmente, el control de la poblacin, por generacin del terror,implica que los habitantes comienzan a aceptar de facto la autoridad de esosgrupos armados, gracias a la intimidacin que producen sus armas, y con ellopasan por encima los poderes locales de iure.32

    30 Al respecto, vase el quinto captulo del Informe 2007 de la Comisin Nacional de Reparaciny Reconciliacin, CNRR. sta realiza una tipologa de estos grupos en tres niveles: disidentes,rearmados y emergentes. Los disidentes son grupos que pertenecan a las AUC y no se des-movilizaron, porque no hicieron parte de la negociacin o se desmovilizaron parcialmente, oporque durante el proceso volvieron a la actividad armada; los rearmados corresponden apersonas y grupos de personas desmovilizadas que han reincidido en la violencia armada conotras actividades ilegales a travs de grupos existentes o conformando nuevas estructuras; losemergentes, por ltimo, se caracterizan por ser grupos especialmente dedicados a la delincuenciaorganizada o al control local del narcotrfico, ubicados principalmente en centros urbanos;estos existan antes del proceso de desmovilizacin y desarme, pero su visibilidad era mnimapor la presencia de las AUC; estos grupos aprovechan los vacos de poder dejados por lainjerencia de las AUC.31 Ortiz, Actores armados, territorios y poblaciones, 69.32 Ibid., 71.

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    Dicho control es vivido de manera cotidiana, en el medio campesino,mediante la intimidacin a los lderes, la imposicin de toques de queda, eincluso legislacin sobre formas de vestir y de comportarse. As se pronunciauno de los habitantes de la regin:

    En estos das han aparecido unos grupos que se hacen llamar AutodefensasGaitanistas, quienes han paralizado el pueblo. Usted no se imagina: pormedio panfletos, asesinatos selectivos de desmovilizados y dizque accionesde limpieza social, matando pelaos que se encuentran en las esquinas, enlas noches. Con esto nos hacen acostar ms temprano. Mire usted: despusde las nueve ya no hay nadie en la calle.33

    Respecto de la captura del Estado34, estos grupos han logrado limitar suaccin o reconfigurarla mediante el soborno, la presin violenta a funcionariospblicos que se encuentran en altos cargos y tienen una alta capacidad dedecisin, o la toma instrumental de los partidos polticos y los aparatos insti-tucionales. Las acciones de las guilas Negras, en sus zonas de influencia, porejemplo, amenazan a funcionarios de la Defensora del Pueblo para que noejerzan sus funciones. De igual forma, en la regin del Alto Sin, las bandasemergentes de Don Mario lograron permear las acciones de la Fiscala en lazona.

    Los grupos neoparamilitares se han alejado de las acciones contrain-surgentes (las que realizan para minar el poder de un grupo insurgente), delos levantamientos contra la autoridad, de la pugna por el control de la poblaciny el territorio, y paradjicamente, empiezan a realizar acciones de cooperacincon la guerrilla. Ello no indica que su origen no haya sido contrainsurgente,sino que en la guerra son posibles las alianzas momentneas con el enemigopor motivaciones especficas.

    Mapping: comprendiendo las secuelasque ha dejado el conflicto armado

    Un segundo paso en la primera fase de la investigacin consisti en el mapping,que permiti situarnos mental y existencialmente en el escenario en el cual serealizaba la misma: la vereda de Puerto Salgar, en el municipio de Tierralta

    33 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 10, 2.34 Restrepo, Guerra y violencias en Colombia, 477.

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    (Crdoba). El mapping facilit un acercamiento a la realidad social, cultural,poltica, religiosa, econmica de la comunidad de Puerto Salgar, y entregcomo resultado un marco referencial muy importante para el presente y el fu-turo desarrollo de la investigacin; en otras palabras, permiti la explicitacinde la cartografa social de la vereda.

    En el presente apartado resaltamos las huellas y secuelas que la violenciaha producido en las personas, las familias y el tejido social en el Alto Sin. Paraello, retomaremos el archivo de testimonios que el Equipo Synetairos ha logradorecuperar durante diez aos de trabajo comunitario en Tierralta, Crdoba.

    Cuando hablamos de huellas o secuelas, nos referimos a los efectosfsicos, emocionales y sociales producidos por las experiencias del conflictoarmado en Colombia, que no han podido ser procesados y que tienen uncarcter desestabilizador y perjudicial en las personas, las familias o los grupossociales. Estas huellas permanecen en los individuos y en las comunidades deforma permanente a travs de ideas, imgenes y charlas que ellos tienen hoyde s mismos, de la sociedad, del juego poltico y econmico y de las posi-bilidades de convivir; es decir, tales huellas estn presentes como referentesindividuales, desde los cuales las personas se piensan y proyectan. Son efectoso reacciones previsibles o normales frente a los hechos que han generadointenso dolor, y las que deben considerarse anormales son las acciones violentasgeneradoras de dicho sufrimiento.

    Miedo y desconfianza

    La experiencia personal y colectiva ms inmediata frente a la violencia delconflicto armado ha sido el miedo y el terror productos de la amenaza real ycontundente a la vida, a la integridad y a la seguridad. El miedo es la reaccinms comn al afrontar la violencia. En Tierralta, a los asesinatos selectivos sesumaron las desapariciones, los secuestros, los desplazamientos, el despojo,las masacres, las torturas, las violaciones, las incursiones repentinas, el hallazgocotidiano de cadveres en la proximidad de los caminos y la permanentepresencia y vigilancia de personal fuertemente armado.

    Estas acciones generaron constantemente un clima de miedo, de terror,que se transform en sentimiento generalizado. El miedo, que aparece comomecanismo de defensa, en el conflicto armado es utilizado como estrategiade guerra, pues produce simultneamente en miles de personas cierta

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    conducta social y poltica.35 En el Alto Sin, el miedo desencadena la sensacinde vulnerabilidad, el estado exacerbado de alerta, sentimientos de impotenciay de alteracin del sentido de la realidad. El miedo invade a las personas ycomunidades, y ya no les permite tener una vida sosegada; su reaccin hasido de silencio, el aislamiento, la parlisis, la dependencia, la desconfianza,estados de alta vigilancia, la sensacin de estar perseguidos o patrullados. Elmiedo se trasuda en las palabras:

    Eso nicamente lo escuchbamos Se hablaba en voz baja, en las noches,cuando nos bamos a dormir, en las casas; en alguna casa, en concreto,empezaban a hablar, al tiempo de acudir y acudir y estar all, empezaron ahablar de esas cosas. Y era curioso que cuando le empezaban a contar auno, bajaban la voz de una forma que uno ni les entenda; quera entenderlo que ellos hablaban pero era Y ni los nombraban; no se nombraban:eran ellos, esa gente, los mochas. Ellos les decan los mochas.36

    El miedo como estrategia de guerra es direccionado por los actores ar-mados para debilitar los lazos de confianza en la comunidad, y este sentimientose generaliza, incluso al interior de los miembros de una misma familia. As,miedo y desconfianza se relacionan directamente: a ms miedo, ms des-confianza; a mayor desconfianza, mayor silencio debido al miedo.

    El silencio surge como evidencia de los altos grados de temor y des-confianza que una comunidad abriga, por causa de la violencia que genera elconflicto armado. Al mandato externo de callar de los grupos armados, sesuma la inhibicin personal y comunitaria de hablar, de hacer denuncias, porfalta de garantas mnimas que salvaguarden la integridad del denunciante,de hablar de lo que pas o lo que est pasando

    En las comunidades del Alto Sin, los vecinos, los compadres, los familiaresse han hecho sospechosos, al ser vistos como amenaza potencial. De igualforma, se ha incrementado la desconfianza respecto de los forneos. Las co-munidades han forjado la conviccin de que cualquier persona puede ejercercontrol y vigilancia sobre ellas, y han vivido la poltica de los mil ojos que ven,los mil odos que escuchan y las mil bocas que cuentan.

    35 Lira, Weinstein y Salamovich, El miedo: un enfoque psicosocial, 51.36 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 2, 2.

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    Desolacin, desamparo, desesperanza

    Estas experiencias que han hecho parte de la cotidianidad son las ms dolorosasy las que generan mayor violencia en las personas; ocasionan frustracin,perdida de la fe, desilusin en los proyectos y en el futuro, desinters hacialas cosas que se hacen, perdida de compromiso con la vida misma; en suma,una sensacin de fatalidad, como si la historia estuviera cerrada, sin horizonteposible. La desolacin, el desamparo y la desesperanza marcan muchas veceslas expresiones de los campesinos de la regin:

    Entonces esto es como que [] es tan impresionante que no se puede nidecir, no se puede ni expresar lo que hay [] no slo por miedo sinoporque es que no hay palabras para decir, ni la forma tan brbara como hanocurrido esas muertes; son personas que con motosierras las han matado,las han tirado al ro, han hecho jugar ftbol con las cabezas, para que elloslo vieran. Bueno, es que es impresionante; entonces no hay palabras, esalgo que es tan abrumador, que lo mismo que aplasta a la persona cuandose empieza a comunicar, uno se siente como muy Hermano: yo pensabaque el mo era el peor de todos, pero la escucho a ella, y, bendito sea Dios!O a la otra, o a la otra vecina, que yo pensaba que ella tena la vida tan fcil;yo no saba lo que ella tena yo nunca lo haba visto.37

    Incapacidad para explicar lo sucedido

    Tras los acontecimientos, las personas intentan preguntarse por lo que hasucedido. El lamento da paso a la pregunta, pero la respuesta no llega. Y al nohallarla, se genera mayor incertidumbre. Son esos interrogantes los quecarcomen a la persona, como bien lo manifiestan los campesinos, en sustestimonios:

    Yo volteaba en esa casa y deca: Dios mo, dame claridad. Yo no vea comotransparencia, yo no vea O sea, a m como que yo deca yo no vea elpanorama para m, vea muy oscuro. O sea, yo saba y me venan comomuchos interrogantes. Ser que para mi esposo hay otra persona diferente,o cmo puede ser que una comunidad pueda ms que nosotros y que miesposo quiera estar all. O sea, yo me haca como esos interrogantes. Y, perotambin llegaba como al mismo punto, porque l deca que aqu no habanada qu hacer, que de qu iba a vivir ac, que no, que l no era capaz de

    37 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 2, 5.

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    estar ac. Y yo deca: Ay, no! Ser que O sea, yo llegaba a pensar es quemi esposo como que tiene ms prioridad por la comunidad de Saiza que pornosotros. Y eso era como a lo que yo llegaba.38

    Las personas no encuentran explicacin sobre lo que les acontece. Lamuerte se vuelve rutinaria; lo poco que han tenido por ejemplo, sus pequeasparcelas les es arrebatado; el desplazamiento se vuelve pan cotidiano. Laprdida de los seres queridos y las propiedades las hunde en el desconcierto;y el sufrimiento que causan esas prdidas se hace mayor por la crueldad delas mismas acciones. Las experiencias vividas son tan desbordantes que hanimposibilitado a la gente para construir argumentos y contrarrestar de algunaforma la falta de respuestas a su sufrimiento.

    Culpa y negacin de lo ocurrido

    Una de las situaciones que ms llama la atencin, al escuchar a quienes hansido afectados por la violencia del conflicto armado en el Alto Sin, es elintento de echar la culpa de lo sucedido a alguien, o en muchos casos, atribuirlaa s mismos:

    Sinceramente, cuando uno no espera las cosas, y le suceden, uno dice:Dios mo por qu me abandonaste. De pronto, yo qu he hecho, yo no memerezco lo que t me hiciste. Uno, de una vez, s como que uno lelleva las cosas sinceramente a Dios, uno no tiene la culpa. Porque de prontolos seres humanos somos muy tercos, estamos viendo el mal y estamos ah.Entonces, ya ah l no puede ceder. Porque si usted est viendo que all leva a suceder algo, y usted no hace caso, y ni le escucha a los familiares, nile escucha a nadie, sino que all va, sabe que de pronto se va a morir, peroall va.39

    Este hecho convierte a las vctimas de la violencia en culpables. Y deesta manera, la culpa en el Alto Sin ha sido utilizada tambin como estrategiade guerra, sobre todo, debido a la intencin de los actores armados de evadirsu responsabilidad frente a lo ocurrido; los victimarios han logrado transferirsu responsabilidad a las vctimas. Las personas se sienten culpables por no ha-ber hecho lo suficiente para evitar la muerte, la desaparicin, la tortura o el

    38 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 5, 4.39 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 11, 6.

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    desplazamiento de su vecino o familiar. La negacin les permite no enfrentarla realidad, para defenderse del dolor, evadir el sentimiento generado por losrecuerdos de muerte y el terror; y si bien, en un primer momento, es unareaccin normal, si se mantiene como dinmica, incapacita a las personaspara enfrentar el conflicto y transformar el sufrimiento causado por l.

    Sentimientos de odio y resentimiento

    La violencia deja tras s profundos sentimientos de odio, que en ocasiones setraducen en conductas agresivas. En los habitantes del Alto Sin, el odio alimentala agresividad en sus relaciones sociales y cierta incapacidad para manejarlas.Los testimonios recogidos indican que el odio se intensifica cuando tienenque seguir conviviendo, da a da, con los responsables de tanta violencia:

    Llegamos a salir, en tres das, 1.049 familias, 4.960 personas. Usted, en tresdas, en esos caminos de Saiza, haga de cuenta que est viendo una pelculade esas del desierto, del xodo, del Antiguo Testamento Filas interminablesde gente. Mujeres con dos nios, uno en cada brazo, y con una mochilaaqu cargada con unas cositas que podan llevar; los nios, con sed, conhambre La gente, con rabia, con una mezcla de tristeza, rabia, odio, detodo Pero eran filas interminables de gente! Usted sabe lo que soncuatro mil personas, tener que salir en tres das, dejando todo atrs,echndole mano a lo que pueda? 40

    Ruptura del proyecto de vida

    Uno de los campesinos entrevistados, recuerda el dolor de la partida denosotros. Se trata de una partida que desestructura por completo laexistencia:

    Y ya yo v que la cosa era muy maluca porque ah Ah, en ese tiempo,llegaban las autodefensas tambin. Porque a veces ya cuando se fue elejrcito, ya llegaba la guerrilla a la misma parte, y entonces ah iban losgrupos de autodefensas ms atrs. Y esos s lo asesinaban a uno. Y yo mellen de miedo en ese tiempo que que un da no s me dio tantomiedo que yo le dije a la mujer: Bueno, recojamos y vmonos. De ah fuela partida de nosotros. Nosotros nos vinimos y no le dijimos a nadie; el da

    40 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 4, 2.

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    que nos vinimos, nos vinimos as; recogimos las gallinitas y todo eso, y pafuera.41

    La violencia del conflicto armado en el Alto Sin, adems de haberdevastado instituciones, sembrados, comunidades, viviendas, caminos, haarrasado con los sueos, los proyectos, las esperanzas; ha alterado y hadestruido las identidades y expectativas de miles de personas. La infancia demuchos ha sido interrumpida; nios y jvenes se han visto obligados a ocuparel lugar de sus padres. Las mujeres han tenido que asumir nuevos roles. Fa-milias enteras han escapado para proteger sus vidas, dejando atrs sus sueos.La anulacin de sus proyectos de vida hace sentir, en Tierralta, que el futuroes imposible de imaginar y proyectar. La vida de estos miles de colombianosen el Alto Sin ya no ser la misma. La violencia los ha encerrado en la trampade la resignacin, la desesperanza, el odio y el miedo.

    Debilitamiento de la organizacin campesina

    La violencia desarrollada por ms de cuarenta aos ha golpeado fuertementea la organizacin campesina del Alto Sin. Muchos de sus lderes, gestoresante las organizaciones del Estado por unas mejores condiciones de vida, hansido vctimas de los actores armados. La organizacin de las bases comunitariasha quedado fuertemente golpeada y debilitada. Es como si cada vez quesurge una voz de resistencia campesina, el campesino ve apagar su llama degolpe:

    Ahorita muri un seor, mataron a un seor, porque qu hicieron, porqueya no podemos decir siempre algo tena, no podemos buscar un motivo,solamente porque a uno no le caa bien y como ah estn, ah estn ellosarmados; ellos deciden quin muere y quien vive. Yo no le encuentroexplicacin a eso; y que, qu le digo yo que discuten, qu pelean ellos,para mi tiempo no es ya si ellos encuentran la solucin en Urr, la tierra.42

    Definitivamente, las acciones de los diferentes actores, que buscan elejercicio de su control y poder, han sido totalmente contrarias a las organi-zaciones que propenden por la proteccin y defensa de la vida, as como porel acceso a las condiciones fundamentales de la existencia. De ah que muchashayan sido declaradas objetivo militar por parte de los violentos. Miembros y

    41 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 8, 2.42 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 9, 16.

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    organizaciones comunitarias ajenas a su control, han sido elevadas a la categorade enemigos, sus lderes han sido desplazados, desaparecidos, torturados,asesinados, y sus espacios sociales y polticos, cerrados.

    El resultado ha sido la desaparicin de numerosas organizaciones, eldesplazamiento de grandes grupos de campesinos, y su marginacin de la es-cena social, poltica y econmica de la regin y del pas.

    Deterioro y empobrecimiento

    El conflicto armado en el Alto Sin ha llevado a cierto descrdito de las insti-tuciones del Estado presentes all, en especial, de las fuerzas policiales ymilitares. Sus miembros y comandantes han cometido violaciones sistemticasy generalizadas de los derechos humanos, y en muchos casos, han participadopor accin u omisin de las intervenciones del paramilitarismo en la zona.

    De igual forma, hay evidencia de la cohabitacin ilcita del poder judicialcon las fuerzas paramilitares, y esto torna la justicia ineficaz, con alta inclinacina la impunidad. Los resultados, a la hora de imponer justicia en la zona, sonpreocupantes. Los lderes polticos locales y regionales, en su mayora, se en-cuentran investigados, detenidos o sentenciados por los procesos de la para-poltica.

    El papel del Estado se ve igualmente debilitado en la zona. Los programasbandera, como Familias en accin, la Red Juntos, o Guardabosques, enlugar de atender efectivamente y disminuir las necesidades bsicas de lapoblacin campesina y desplazada, se han convertido en programas de asis-tencialismo que han acentuado las condiciones de pobreza y marginacin enTierralta.

    Autoritarismo y debilidad de la democracia

    Cul ha sido la vivencia de la autoridad y de la democracia en Tierralta? As lorelata una voz campesina:

    Entonces, cuando tuvimos esta oportunidad, del 90 hasta el 2003, quefueron los pactos de Ralito del grupo paramilitar, el control total y losmuertos eran continuamente, pero era la poblacin civil y los campesinosfundamentalmente los que ponan los muertos en ese tiempo, muchospresionados para que vendieran tierras, otros acosados por los mismosvecinos ante los paramilitares []. Oamos pasar las motos a la noche; en

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    ese tiempo, no haba motos aqu casi; slo tenan motos ellos. Nosotrostenamos slo celulares, muchos pasaban en las noches, cuando pasaban,casi por el ruido, se saba: mira, este es el paisa, otro no s qu, otros losmatones, tantos matones Sabamos que pasaban por all; no, no losnombraban, eran ellos, esa gente, pero nadie se atreva a nombrar ydecir que era un paramilitar y menos Carlos Castao, menos, Mancuso.Sabamos cuando llegaba un helicptero, cundo era el de Fabio, y que elblanco era de Castao []. Cuando alguien deca algo, era, shh, cllese laboca.43

    La fuerte presencia de los grupos paramilitares y neoparamilitares en lazona ha producido corrupcin, descomposicin social e institucional, en eljuego poltico democrtico, y ello se traduce en una profunda desconfianza ydesesperanza de la poblacin. La ausencia del Estado, por tantos aos, se vereflejada en la desproteccin de los derechos polticos, econmicos y sociales.Esta ausencia, en su momento, aceler el ascenso de los grupos armadosilegales como presuntos garantes de la cohesin, la seguridad, la autoridad yla justicia. El debilitamiento del juego democrtico ha significado, en Tierralta,la desproteccin de los derechos ciudadanos, la identificacin de las mayorascon los modelos autoritarios, por temor o imposicin, como camino para ga-rantizar la libertad y el orden.

    En sntesis, el conflicto armado en el Alto Sin y en todo el pas se hacaracterizado por polarizar la sociedad, institucionalizar la mentira y militarizarla vida cotidiana.

    Horizontes de posibilidad: respuesta de lascomunidades campesinas del alto Sin

    En este apartado abordaremos el tercer paso del proceso investigativo, queconsiste en determinar cmo, en medio del horror de la muerte violenta, lascomunidades del Alto Sin dan sentido a la realidad que enfrentan.

    Histricamente, en Tierralta, se han desarrollado numerosos conflictos,que han afectado sobre todo a las comunidades campesinas. Tales conflictosse han visto mediados por diversos intereses y actores, pero la constante es laapropiacin de grandes extensiones de tierras por parte de los hatos ganaderosy de latifundios para los monocultivos. La posesin de la tierra en manos de

    43 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 3, 3.

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    unos pocos se evidencia en la presencia de gran nmero de campesinos des-plazados y despojados de sus bienes.

    Tal es la realidad que da fundamento al conflicto y que afecta la vida delas comunidades campesinas. Aqu es importante recordar que los acon-tecimientos histricos son la base para entender las acciones poltico-simblicas.44 stas son acciones en la medida en que reflejan las formas decomportamiento de comunidades, como respuesta a determinada situacinde crisis en un contexto particular; son polticas, en la medida en que seplantea el ejercicio de poder; y son simblicas porque dicho ejercicio de poderse manifiesta mediante imgenes que tienen un carcter vocativo, convoca-tivo y provocativo.

    Con este enfoque, en el presente apartado abordamos los testimoniosde los habitantes de Tierralta, resaltamos tres momentos implcitos en susnarraciones, y las estructuramos de la siguiente manera: un antes referencial,que da paso a un ahora conflictivo, y que, sin detenerse all, se sostienevitalmente en un despus lleno de esperanza. Tal estructura nos permite con-ceptualizar las acciones poltico-simblicas de las comunidades del Alto Sin.45

    Un antes referencial: Era vivir en el paraso

    Encontramos una constante en la manera como las personas del Alto Sinestructuran sus testimonios. Suelen comenzar con un preludio de esperanza,una realidad manifestada con expresiones como las siguientes: Vivamos enun paraso, era sabroso, se viva unido, se viva tranquilo, y todo estaballeno de abundancia.

    44 Sobre lo que sigue a continuacin, recurdese nuestra exposicin del primer captulo.45 Como ya hemos mencionado en la Introduccin, los testimonios han sido previamenteelaborados y trabajados a raz de la investigacin y accin pastoral del grupo Yfantais. Para elenfoque y estructura mencionados, as como para el anlisis mismo de los testimonios, seprocedi metodolgicamente desde el anlisis crtico del discurso, partiendo de los siguientestextos: Angarita, Cuando se haca la fiesta, todos vivamos en comunidad; Wodak y Meyer, Mtodosde anlisis crtico del discurso; Romn, Vergara y Rozo, Comunidades de fe en adversidad. Elpapel de la fe en grupos en situacin de desplazamiento forzoso. Resultados parciales de estainvestigacin-accin en Tierralta, han sido presentados en: Arango y Ariza, Una contemplacinante el Crucificado: el clamor de las vctimas inocentes; Idem, Y dnde estn los profetas?Revestidos de poetas en el Alto Sin. Advirtamos tambin que lo que sigue es un anlisis pre-viamente realizado, por lo que tomamos los testimonios en su conjunto y evitando las particu-laridades: ejemplos de estos testimonios aparecen en los prrafos precedentes.

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    Un posible sentido de tales prembulos narrativos consiste en presentarunos acontecimientos pasados que ubican a las personas en un antes refe-rencial, en el cual se omiten alusiones negativas a la vida que se llevaba antesde que llegara el ahora conflictivo. Estos prembulos tienen la funcin desealar que se gener un algo abrupto que rompi con violencia el ordenpreexistente, uno que es el antes referencial que acta como memoria: unantes aceptado, vivido y querido por todos, que ahora los anima y moviliza.

    Lo primero que dicen las personas de las comunidades campesinas delAlto Sin, cuando narran y hacen memoria, es hablar del paraso46 en el quevivan: una tierra tranquila, en la que se viva sabroso47, en la que se vivabueno; donde abundaba la comida, y si bien no haba dinero, sobraba elalimento; y no slo los productos agrcolas, sino tambin las carnes, pues enlas fincas se criaban cerdos, pollos y reses, unos para el engorde y otros parael propio consumo.48

    Para los habitantes, ese pasado ideal se asume con la expresin de queera una tierra tranquila, esto es, sin guerra ni dominacin. La gente se res-petaba entre s e incluso llegaba a intercambiar productos, como el arroz, porla yuca; as, todos consuman de todo. Por eso, no haca falta el dinero.

    Este es un elemento simblico que nos ubica en una mentalidad es-catolgica. Los habitantes del Alto Sin se sitan en sus intensas experienciascomunitarias previas al ahora conflictivo, como referentes de tradicin en loscuales anclarse y tener un fundamento desde donde hacer un discernimientode lo que les est pasando y de por qu les est pasando. Sin embargo, esteantes referencial no slo les permite comprender su ahora conflictivo, sino lesentrega una serie de elementos y estrategias para reaccionar y generar re-sistencia noviolenta, es decir, un despus utpico.

    46 Paraso es una categora que ac adquiere un matiz distinto al religioso, porque no se tratade un lugar exento de violencia ni de desigualdades como tal: es sabido del machismo, laspeleas a machete entre vecinos por contiendas familiares o por envidias y luchas de tierras,entre otras formas de violencia minscula, que en el orden religioso no pertenecen al paraso.Por el contrario, paraso en este contexto, tiene un sentido social en cuanto a la posesin dela tierra y al abastecimiento alimenticio que cada familia poda lograr por s misma.47 Parecen exageradas las descripciones del antes del conflicto de olvido y vulneracin quetuvieron que resistir las comunidades campesinas del Alto Sin, pero el fin de ellas es dar aconocer que ese pasado comparado con el presente era lo mejor. Tan crtico era su ahora!48 Baquero, Algunos comentarios socioeconmicos sobre los habitantes de los humedales delos ros San Jorge y Sin, 7.

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    Los elementos simblicos encontrados en el antes referencial hablan,en especial, de abundancia de alimento, alegra y unin, en general, de todocarecen en el presente. Actan como detonantes de las narraciones. Dicenexplcitamente que sus hogares estaban conformados por el padre, la madre,los hermanos, o si era el caso, por el propio esposo o la propia esposa, juntocon los hijos, como modelo de unidad. Cuentan que todos eran unidos en lasveredas; indican que todos trabajaban, los hombres en las fincas y las mujerescocinando y cuidando de la prole; expresan que en ese antes ideal los abuelosy los hermanos casados solan vivir cerca, en otras fincas, unos pendientes delos otros.

    Un ahora conflictivo: Y nos lleg la violencia.

    Ese antes referencial es ledo desde un ahora conflictivo que enfrentan lascomunidades. Este momento, en los testimonios, muestra lo que signific elviolento cambio de orden, y como tal, permite toda la descarga de sen-timientos y la expresin de las secuelas que han dejado las violencias delconflicto.

    Ahora los testimonios pasan a narrar el olvido y la vulneracin vividos.Los relatos expresan el conflicto, la historia de muerte y violencia que padecen,y cmo sta se va consolidando progresivamente. De igual forma, indican lapresencia de mltiples actores armados que se hacen presentes en el escenariodel Alto Sin, todos animados por sus propios objetivos, todos responsablesde asesinar y generar desolacin. En los testimonios, no se presenta un grupoms poderoso que otro; todos tienen dominio, y de una u otra forma, influyencon fuerza en las comunidades campesinas.

    Los testimonios coinciden en afirmar que la violencia y la muerte encontra de las comunidades se fue generalizando progresivamente, y la variedadde versiones sobre los agentes del conflicto, lejos de expresar contradiccioneso suposiciones, denotan la variedad de actores de muerte que se fueronestableciendo en la zona y la forma como cada uno fue marcando la memoriacolectiva.

    As, el ahora conflictivo que enfrentan las comunidades del Alto Sin esuna situacin que parece no tener ms salidas que la huida, el silencio y ladesesperanza. La magnitud del olvido y la vulneracin parecen no dar oportu-nidades a cualquier salida de resistencia noviolenta; y cualquier acto deresistencia noviolenta se ve pequeo, y quizs termine socavado por el poder

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    y las acciones polticas dominantes. Los testimonios muestran un panoramasombro, oscuro, triste y desolador. Parece que nada se puede hacer pararemediarlo o transformarlo.

    Un despus lleno de esperanza

    Como dice el dicho: no hay enfermedad que dure cien aos ni cuerpo que loresista. Los mismos testimonios introducen gradualmente un despus llenode esperanza. La esperanza con la que las personas inician sus narraciones yel anuncio posterior de la gravedad y lo extremo de los acontecimientos queenfrentan dan paso a la expresin de formas y acciones poltico-simblicasde una nueva posibilidad de futuro que esperan y con la cual estncomprometidos.

    En medio de la crisis de su ahora conflictivo, las comunidades de Tierraltamantienen la esperanza en un futuro distinto, en el que no hay cabida para lahistoria de olvido y vulneracin que enfrentan. Los testimonios dejan ver queestas comunidades caminan en la esperanza de que todo va a cambiar. Es unaesperanza plasmada de forma sencilla en acciones poltico-simblicas deresistencia noviolenta. En su simpleza, tales acciones parecen ineficaces decara a la ampulosidad con que acta el poder que domina; y por pequeasque parezcan, tienen la fuerza de traducir el pequeo poder que resiste en lacomunidad, frente a un poder que es superior.

    Un anlisis de los testimonios, as como el contacto directo con estascomunidades, nos ha permitido ubicar algunos horizontes de posibilidad quese traducen y se tradujeron en la cotidianidad como acciones poltico-simblicasnoviolentas:

    1. En medio de la muerte violenta que los rodeaba y los rodea, la uninfamiliar es el centro de acopio de la resistencia noviolenta. Dada la imposibilidadde ejercer una vida social normal con los vecinos de las veredas y con lasfamilias de las fincas aledaas, cada familia se vuelca sobre s misma, comofuente de fortaleza y como foco de resistencia.

    2. El silencio prudente desarrollado en la comunidad es la forma de resistirfrente al conflicto.

    3. Existen cdigos para protegerse de las embestidas de los gruposarmados; porque all todos estn pendientes de todos, y cada cosa que hacentiene como fin garantizar el bienestar.

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    4. El trabajo es otro signo de esperanza presente en las comunidadescampesinas del Alto Sin. En medio de su encierro, las mujeres han permanecidoen casa, a cargo de los quehaceres domsticos, mientras los hombres trabajanen los cultivos, procurando el pan de cada da. Continuar con el trabajo cotidianoindica las ganas de seguir viviendo, de seguir luchando, y manifiesta el anhelode que todo, de una u otra forma, vuelva a la normalidad.

    5. A pesar de que las comunidades, en diferentes momentos, han sentidolas ganas de enfrentar a los grupos armados, nunca lo han hecho por mediode la violencia o la muerte. Sus corazones han albergado deseos de venganza,o sentimientos de rabia y desconsuelo, pero se han abstenido de actuar por elmismo camino de la violencia:

    Y que hay gente que en la medida que vaya teniendo como esa conciencia,esa sensibilizacin, de que no hay ms violencia, o que por lo menos leapueste a eso, que le camine a eso, yo pienso que O sea, yo no pierdocomo la esperanza de que uno trabajndole a esto de la noviolencia, unono se consiga nada.49

    6. En medio del aislamiento generado por los grupos armados, lascomunidades se han visto forzadas a buscar formas de proteccin, y pese almiedo, han desarrollado la solidaridad. En los testimonios, se muestran casosde una casa que se convierte en albergue nocturno para otras familias, decara al incremento de la violencia en algn lugar concreto:

    La gente de Palmira iba a dormir a mi casa y a otra casa que haba ah y lade mi mam que era una finquita cerquita tambin.50

    La solidaridad tambin se hace presente en la ayuda mutua que se brindaacogiendo a los familiares de personas asesinadas:

    y cuando les mataron el pap no las dejaban pasar con la caja para all yel seor amaneci muerto en Palmira, ah tirado, porque ellas no lo podanrecoger, no las dejaban pasar, el gobierno no las dejaba pasar. Entoncesde quin ellas recibieron el apoyo? De su propia comunidad, de dondeestaba su pap, su mam, su todo ah mismo nos fuimos como reuniendo,

    49 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 3, 32.50 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 1, 25.

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    como todo eso y ah estuvimos. Qu hicieron ellas al da siguiente? Sefueron por ac, fueron a dormir a la finca, donde m.51

    7. Las familias han enfrentado el olvido y la vulneracin de los gruposarmados, enviando a los hijos al casco urbano, para salvarlos de la muerte odel reclutamiento. La amenaza constante a la vida y la falta de dinero no hasido obstculo para tomar medidas como sta, que a la larga denotan elempeo y la bsqueda constante de las comunidades campesinas del AltoSin para seguir adelante.

    Yo saqu mis hijos para ac, me los llev para Montera, los tuve aqu enTierralta. Estbamos los dos solitos, mi esposo, y yo.52

    8. Las comunidades se han aferrado a la vida de una forma extraordinaria,cuando lo ms fcil es sucumbir y caer en la completa desesperanza o tomardecisiones equivocadas, como aliarse con un grupo armado especfico paraconservar la vida, o convertirse en otros victimarios, para defenderse:

    Y entra uno en un proceso Tiene que conducirlo, ese proceso, al perdn,no al olvido; no al olvido, porque uno nunca olvida eso, pero s perdonar,que tambin es mediante un proceso; no es palabra mgica. No es palabramgica: es que yo perdon, s, ya, ya No, es un proceso.53

    9. Es necesario resaltar la conciencia de las comunidades que se resisten aconvertirse en generadores de violencia, para vencer a quien est imperandode momento. Y resisten en medio de la paz, eso s, una paz que llora, quepadece, que busca y que a veces no encuentra, pero que se aferra a la msmnima oportunidad para seguir adelante.

    As, las comunidades del Alto Sin resisten a los grupos armados sinacudir al uso de la violencia o de la fuerza, sino con base en la unin, la so-lidaridad, los cdigos de lenguaje establecidos para aludir su realidad, sinmencionarla explcitamente, que les han permitido seguir trabajando, seguirluchando, seguir en pie, defendiendo la vida aun en medio del temor y de laintranquilidad constantes con que deban despertar cada maana, vivir cadada y descansar en la noche.

    51 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 1, 39.52 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 1, 15.53 Archivo Equipo Synetairos, Testimonio 4, 28.

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    Es verdad que muchos han muerto, pero tambin es cierto que lossobrevivientes de ese olvido y vulneracin estn ms vivos que nunca, creciendocomo personas, recuperando su subjetividad y buscando la forma de ayudar aotras personas que padecen lo mismo. De esta forma, se salvan las comu-nidades y emprenden su realizacin. stas son manifestaciones de ese despuslleno de esperanza que anhelan. De ah que la esperanza no se comprendacomo fruto de un discurso o de una reflexin, sino es esperanza visible enuna praxis histrica de resistencia.

    Este anlisis permite agrupar las acciones poltico-simblicas noviolentasen cinco categoras: desocultamiento de la realidad; identidad; discernimiento;solidaridad y reconstruccin del tejido social.

    1. Desocultamiento de la realidad de olvido y vulneracin, y desenmas-caramiento de la mentira institucionalizada por el poder que oprime por elejercicio de la violencia. Las comunidades del Alto Sin comprenden que narrarel olvido y la vulneracin padecidos por los sistemas de poder no slo escontar o revivir la violencia, la injusticia o la muerte padecidas, sino es antetodo un reconocimiento de las mentiras que rigen esos sistemas; es caer encuenta de que la violencia es su recurso estratgico. Tal es el desocultamientoque se descubre como accin poltico-simblica, que permite a las comunidadesreconocer la fuerza que tienen para luchar, para seguir en pie. As, el deso-cultamiento surge en la medida en que ellos y ellas pueden narrar y com-prender su situacin de olvido y vulneracin.

    2. Recuperacin de la conciencia colectiva. La verdad lleva a que lascomunidades se reconstruyan e inicien un proceso de recuperacin de lassubjetividades y de su conciencia colectiva. La verdad les ha permitido recobrarsu identidad moral y cultural como sujetos y como miembros de una colectividadque posee unas tradiciones, costumbres, y valores propios. Como sujetos, lesposibilita sentirse otra vez dueos de s mismos con capacidad para saliradelante; y como comunidad, abre las puertas a la reconstruccin de la con-ciencia colectiva como medio para recuperar sus saberes y conocimientos, ypensar en caminos alternativos que permitan enfrentar su situacin de des-plazados. Si no se da una recuperacin de la identidad, las comunidades nosabrn qu hacer ni cmo enfrentar la nueva situacin a la que han vistoabocadas por la vulneracin padecida.

    3. Afrontamiento de la realidad. La identidad recobrada permite hacer undiscernimiento de las acciones comunitarias, y mediante el mismo, se esta-

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    blecen las formas como las comunidades han afrontado la realidad de olvidoy vulneracin.

    4. Intercomunicacin solidaria. Las comunidades se solidarizan medianteel mensaje de esperanza. La solidaridad traspasa las palabras y es un hechovital que hermana a las comunidades sometidas al olvido y vulneracin. Lasolidaridad se da en el testimonio y en la resistencia noviolenta. Por ello, no lallamamos simplemente solidaridad; ah se teje una red de comunidades y porello la llamamos intercomunicacin. La solidaridad ac adquiere el rostro de lacomunidad; es decir, ha de existir el apoyo mutuo entre las comunidades,para salir nuevamente adelante, porque el individualismo no habla de solida-ridad. Por consiguiente, la intercomunicacin solidaria se manifiesta explci-tamente en la bsqueda de alternativas para salir adelante.

    5. Construcciones sociales nuevas. Finalmente, todo desemboca en el idealde la reparacin del tejido social que ser evidente en la instauracin de unaconstruccin social nueva, en la cual ninguna expresin de la violencia vividahabitar, y donde no puede habitar nada que venga de la historia de asesinatode lo humano. El ahora conflictivo ha enseado, a las comunidades del AltoSin, que la transformacin de esa realidad de olvido y vulneracin en un fu-turo de justicia no es una tarea de corto plazo. Quizs sea una labor que lesimplique toda la vida y que no se complete durante la vida de esta generacin.Pero las comunidades tienen claro que si bien con muchas limitaciones talreconstruccin del tejido social es el norte de sus acciones poltico-simblicas.

    ESCUCHANDO TESTIMONIOS RECUPERANDO MEMORIA

    La investigacin teolgica de los testimonios no se limit simplemente a ladivulgacin de una narracin de lo que se ha visto, es decir, a expresar las pa-labras u obras y acciones de un grupo de personas, en nuestro caso, de unacomunidad perdida en el Alto Sin. Una investigacin de este tipo permiteque, a partir del testimonio, se haga evidente la manera como ste manifiestauna intencionalidad histrica que sobrepasa la experiencia misma del testigoy se hace memoria de una comunidad.54

    Por ello, al abordar el testimonio como metodologa y como herramienta,para hacer teologa, implica asumir con radicalidad el problema histrico en

    54 Ricoeur, Texto, testimonio y narracin, 10.

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    dicho proceso: leer en los actos y experiencias el texto de la vida misma.Abordar teolgicamente los testimonios, o dicho de otra manera, abordar unateologa de testimonio, como pretendemos, nos sita en medio de procesosque verifican la novedad del acontecer del Dios de la vida en la vida misma delas personas. Es una revelacin evidenciada y validada a partir de los testimoniosmismos.55

    Por qu la hermenutica del testimonio? No basta el testimonio comotal; se quiere su interpretacin. Significa que, desde la teologa, la hermenuticaadquiere un carcter distinto y pasa a situarse en el plano de lo testimonial.Una teologa del testimonio adquiere un nuevo significado, que permite com-prender de otro modo el sentido de la accin de Dios en la historia humana,en la forma como ellos y ellas hacen consciente el paso salvador de Dios ensus historias.

    Para Ricoeur, el inters que tiene la hermenutica consiste en indagar,desde la comprensin filosfica, si es posible encontrar, en los actos contin-gentes, el atestiguamiento de que lo injustificable est presente aqu y ahora.En otras palabras, si en un momento de la historia se puede captar el carcterde lo que l llama absoluto. A juzgar por el sentido mismo de la hermenutica,el testimonio tiene un efecto de doble sentido; es decir, el testimonio es unacto de la conciencia de s mismo sobre ella misma y un acto de la compre-hensin histrica sobre los signos que el absoluto entrega de s mismo.56

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    55 Ricoeur, Introduccin a la simblica del mal, 69.56 Ibid., 38.

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  • RECONSTRUCCIN DE COMUNIDADES EN CONTEXTOS DE CONFLICTO ARMADO OSCAR ARANGO ALZATE Y OTROS

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