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Entre los siglos V y X en Europa Occidental y Central, período denominado Alta Edad Media, se desarrolla un sistema social y político conocido como feudalismo. Tras la caída del Imperio romano de Occidente motivada por la combinación de la crisis interna y las invasiones bárbaras, la inseguridad ha aferrado a los hombres al campo y ha motivado la descentralización del poder en monarquías hereditarias y patrimoniales cuyos soberanos dividen la tierra entre los señores feudales. Cada señor debe ayudar al rey con sus vasallos en la guerra, recaudar impuestos, administrar justicia y acuñar moneda en el feudo. Este comprende el castillo del señor, que lo protege de otros señores y de las invasiones bárbaras, cuya segunda oleada será entre el S IX y el S X, con la llegada de los vikingos por el norte, los húngaros por el este y los piratas sarracenos (musulmanes) por el sur. El feudo consta también de una porción de tierra del señor denominada reserva, una villa, tierras de labranza de los campesinos, campos de pastoreo y bosques. Según una difundida teoría medieval, la sociedad está dividida en tres órdenes: los señores que luchan para defenderla, los sacerdotes que rezan para salvarla, y los campesinos que trabajan para mantenerla. Los sacerdotes pueden pertenecer al clero secular, cuya organización reproduce la sociedad feudal (los obispos son señores feudales, los curas de aldea son villanos), o al clero regular, que practica en los monasterios, centros religiosos y culturales económicamente autosuficientes (a veces tienen siervos a su disposición) el retiro, la oración, la meditación, el estudio y el trabajo manual. Los campesinos si son villanos, deben entregar parte de la cosecha al señor, pagar por utilizar su molino, su horno y sus instalaciones para hacer vino y aceite, vigilar el feudo y construir caminos y puentes. Si son siervos, además de tener que cumplir las obligaciones mencionadas no pueden abandonar el feudo, ni legar nada a sus hijos, ni casarse sin autorización del señor. ROMANICO

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Entre los siglos V y X en Europa Occidental y Central, período denominado Alta Edad Media, se desarrolla un sistema social y político conocido como feudalismo. Tras la caída del Imperio romano de Occidente motivada por la combinación de la crisis interna y las invasiones bárbaras, la inseguridad ha aferrado a los hombres al campo y ha motivado la descentralización del poder en monarquías hereditarias y patrimoniales cuyos soberanos dividen la tierra entre los señores feudales. Cada señor debe ayudar al rey con sus vasallos en la guerra, recaudar impuestos, administrar justicia y acuñar moneda en el feudo. Este comprende el castillo del señor, que lo protege de otros señores y de las invasiones bárbaras, cuya segunda oleada será entre el S IX y el S X, con la llegada de los vikingos por el norte, los húngaros por el este y los piratas sarracenos (musulmanes) por el sur. El feudo consta también de una porción de tierra del señor denominada reserva, una villa, tierras de labranza de los campesinos, campos de pastoreo y bosques. Según una difundida teoría medieval, la sociedad está dividida en tres órdenes: los señores que luchan para defenderla, los sacerdotes que rezan para salvarla, y los campesinos que trabajan para mantenerla. Los sacerdotes pueden pertenecer al clero secular, cuya organización reproduce la sociedad feudal (los obispos son señores feudales, los curas de aldea son villanos), o al clero regular, que practica en los monasterios, centros religiosos y culturales económicamente autosuficientes (a veces tienen siervos a su disposición) el retiro, la oración, la meditación, el estudio y el trabajo manual. Los campesinos si son villanos, deben entregar parte de la cosecha al señor, pagar por utilizar su molino, su horno y sus instalaciones para hacer vino y aceite, vigilar el feudo y construir caminos y puentes. Si son siervos, además de tener que cumplir las obligaciones mencionadas no pueden abandonar el feudo, ni legar nada a sus hijos, ni casarse sin autorización del señor.

ROMANICO

A partir del S XI tiene lugar en Europa Occidental y Central una serie de cambios que signarán el comienzo de la Baja Edad Media, período que durará hasta el S XV. En lo económico, se amplían las tierras de cultivo por la quema de bosques, la desecación de pantanos y la sustitución de la rotación bienal por la rotación trienal, aumenta la productividad por la introducción de nuevas técnicas como la sustitución del buey por el caballo con collarón flojo, enganche en fila y mejores herraduras, y el empleo del molino de agua. Como el campo requiere menos mano de obra, el señor tratará de cobrar en dinero lo que antes exigía en trabajo o especies. En las ciudades, los gremios monopolizan cada oficio reglamentando el número de talleres, el acceso de aprendices, oficiales y maestros, la calidad y el precio de los productos artesanales. La paz, el aumento demográfico y las mejoras en los transportes marítimos (brújula, timón, mapas) ocasionan un renacimiento comercial que tiene sus centros en el Mar del Norte, en el Báltico y en norte de Italia. El auge de los puertos y las ferias va acompañado de un desarrollo financiero que implica el surgimiento de la letra de cambio (documento por el que un mercader ordena a un banquero que pague una suma a otra persona en determinada fecha), el cheque y las sociedades comerciales como la commenda, donde intervienen un socio capitalista y un socio que hace el trabajo. En lo político, la novedad son las cartas o fueros, por los que un señor feudal concede a una ciudad que queda en su territorio el derecho a gobernarse. Una milicia urbana asegura esas libertades. En lo social se registra el surgimiento de la burguesía, sector compuesto por hombres de negocios de las ciudades, que llevan una vida confortable y lujosa gracias al comercio, las finanzas o las manufacturas, donde el sistema doméstico de producción irá escapando al control de los gremios. En lo cultural, se desarrollan las universidades, gobernadas por profesores y estudiantes. En el aspecto religioso, en el S XII se crea la Inquisición, para combatir las herejías, brujerías, etc. A partir de la prédica de San Francisco de Asís nacen las órdenes mendicantes, que viven de limosnas y en contacto con la sociedad. Las cruzadas, organizadas por la Iglesia para rescatar la tumba de Cristo del poder musulmán, fomentan el intercambio comercial con Oriente.

El arte románico, cuyo nombre deriva del empleo del arco de medio punto y la bóveda de medio cañón que caracterizó a los edificios romanos, se desarrolló entre los siglos IX y XII y es fundamentalmente rural. A diferencia de los castillos, cuya construcción dependía más del relieve local que de modelos previos (el Castillo de Loarre, por ejemplo, integra el recinto amurallado a las protecciones rocosas naturales), los monasterios, también separados entre sí, constituían una red de lugares con estilos artísticos y soluciones arquitectónicas similares, vinculados entre sí por las comunicaciones regulares de las órdenes monásticas, las cruzadas, o las peregrinaciones que las tenían como meta o etapa. Las peregrinaciones podían emprenderse para lograr la salvación, curar una enfermedad a través del contacto con las reliquias de los santos que albergaban las iglesias, escapar de la justicia o simplemente viajar. Podían participar las mujeres. Los principales destinos de los peregrinos eran Jerusalén, donde murió Cristo, Roma, donde murió San Pedro, y Santiago de Compostela, donde se suponía enterrado el apóstol. El primer foco de irradiación del románico es la orden de Cluny, que organiza peregrinaciones, implanta la “Paz de Dios” (tregua entre señores feudales) e impulsa las cruzadas. El segundo foco es la orden del Císter, opuesta al carácter mundano de Cluny y a su intervención en la política europea, e impulsora de un arte más austero.

Castillo de Loarre

Las peregrinaciones determinan la necesidad de espacios mayores en las iglesias para albergar a la gente sin que se modifique la tradicional planta en cruz latina. Adaptándose a ello surgirán los deambulatorios, galerías que rodean los ábsides y permiten circular en un sentido para ver las reliquias y, sin interrumpir el culto, volver a la puerta. El peligro de incendio de los techos de madera impone el abovedado de piedra. La bóveda de medio cañón requiere paredes muy fuertes para sostener el empuje oblicuo (el techo adintelado ejerce un empuje vertical) y por esto se la refuerza en el interior por arcos fajones que prolongan los pilares y en el exterior por contrafuertes. En algunos casos, las naves laterales, cubiertas por media bóveda de cañón cuya cima se apoya en los muros de la nave central, actúan como arbotantes. Los arcos que unen los pilares entre sí, situados entre la nave central y las laterales, reciben el nombre de arcos formeros. Los arcos y las bóvedas se construían sobre una estructura de madera que se retiraba una vez colocada la piedra clave. Por interpenetración de dos bóvedas de cañón, las iglesias románicas pueden presentar bóvedas de arista. Para pasar de la planta cuadrada a la cúpula semiesférica se recurre a pechinas, y si la cúpula es octogonal pueden emplearse las trompas, como en el crucero de la Iglesia de San Martín Fromista. Las ventanas son pequeñas y se colocan entre los contrafuertes externos, lo que determina en el interior una penumbra que genera un ambiente de temor a dios y en el exterior un aspecto macizo que les ha valido el apelativo de “fortalezas de dios”. En general, predomina en ellas la horizontalidad, contrarrestada por la dirección vertical de las torres, elemento que también refuerza su parecido con las fortificaciones medievales.

Bóveda de cañón

contrafuertes

Bóvedas de arista

Iglesia de San Martín Fromista

Planta

Cúpula con trompas

IGLESIA SAN MARTIN FROMISTA

La Iglesia de San Esteban de Nevers, perteneciente a la orden de Cluny, presenta una planta en cruz latina cuyas naves laterales se prolongan en el deambulatorio, del que salen tres capillas radiales. A estas se agregan dos capillas de planta semicircular ubicadas en al pared este de cada lado del transepto. La nave central presenta en el interior tres pisos: la arcada central, que la comunica con las naves laterales (cubiertas por bóvedas de arista), la galería (cubierta por una bóveda de cuarto de cañón), con dos aberturas coronadas por un arco ciego de medio punto en cada tramo, y la fila de ventanas en derrame (alféizar inclinado para aligerar el grosor del muro). Columnillas adosadas arrancan de los pilares del primer piso y se prolongan hasta la bóveda central de medio cañón, donde se convierten en arcos fajones. En el exterior, la fachada principal es más sobria que las laterales y que el ábside, con su alternancia de arcos y contrafuertes, y su decoración de arcos lombardos.

El carácter didáctico de la escultura románica encuentra su máxima expresión en los capiteles y tímpanos de monasterios e iglesias, verdaderos “sermones de piedra” que contienen un doble lenguaje: simbólico para el clero ilustrado, narrativo para el pueblo iletrado. La subordinación de la escultura románica a la arquitectura obliga al artista a deformar las figuras o alterar su escala para insertarlas en un espacio predeterminado, siguiendo la llamada “ley del marco”. Además, aunque los personajes evocan la naturaleza no se organizan según sus leyes sino que siguen las normas de la decoración abstracta: repetición, alternancia, ritmo, simetría

Iglesia de San Esteban de Nevers

El Monasterio de Saint Pierre de Moissac, perteneciente a la orden cluniacense, comprendía la iglesia, dormitorios, comedores, lavatorios, cocina, recintos para la elaboración de bebidas, instalaciones para animales, huertos, etc. Su claustro, galería cubierta que rodea a un patio cuadrado donde los monjes podían pasear, meditar y conversar, es famoso por su la decoración de sus capiteles, con motivos vegetales, animales y bíblicos, que fue severamente criticada por un monje cisterciense:“[...] las variedades de formas diferentes que hay en todos lados son tantas y tan maravillosas, que nos sentimos más tentados a leer en el mármol que en nuestros libros, y a pasarnos el día entero asombrados por estas cosas raras que a meditar sobre la ley de Dios. ¡Por el amor de Dios! Si los hombres no se avergüenzan de esas locuras ¿por qué al menos no condenan el gasto que significa?”(2)En el Tímpano de la fachada sur está esculpida la figura de un Cristo en Majestad como aparece descripta en el Apocalipsis. La imagen del buen pastor del arte paleocristiano ha sido sustituida por la del Pantocrator, el Cristo juez que decide quién irá al cielo en el juicio final. Cristo aparece en la parte central y superior del semicírculo, destacado no sólo por su posición sino también por su escala. Coronado por un nimbo crucífero, entronizado, lleva en su mano izquierda un libro (la palabra de Dios) y alza la derecha en gesto de bendición. Su expresión facial inspira temor y respeto. Lo rodean un ángel, un león, un buey y un águila, símbolos de los cuatro evangelistas, enmarcados por las siluetas estilizadas de dos serafines. Probablemente el escultor nunca había visto un águila ni un león y representó con mayor naturalismo aquello que conocía por experiencia directa. El resto del tímpano está ocupado por los veinticuatro ancianos en sus tronos que describe el texto bíblico, dispuestos simétrica y rítmicamente a ambos lados y abajo de Cristo en registros horizontales.

Monasterio de Saint Pierre de Moissac (claustro)

Monasterio de Saint Pierre de Moissac (Tímpano)

Según el principio de gradación jerárquica, son las figuras de menor tamaño. Portan instrumentos musicales y, con la cabeza incómodamente inclinada hacia atrás, dirigen sus miradas a Cristo. Al igual que sucede con las figuras sagradas su tratamiento es esquemático, su expresión solemne y su postura rígida. Los contornos del tímpano están decorados con motivos vegetales estilizados que forman guardas. En el parteluz, elemento vertical que ayuda a sostener el dintel de la puerta dividiéndola en dos, la escultura del profeta jeremías y los animales se adaptan a las mordeduras del soporte constituyendo un perfecto ejemplo de la ley del marco.

Es también famoso el Tímpano de la fachada occidental de la Iglesia de Santa Fe de Conques, en cuyo Juicio Final, Cristo está coronado por un nimbo crucífero, entronizado y destacado por una mandorla ovalada y estrellada. Su mano derecha indica el cielo y la izquierda al infierno. La relación derecha izquierda – bien mal ha quedado incorporada en el lenguaje: del latín sinister derivó siniestro y de dexter diestro, que significa hábil. Como se suponía que en el cielo las almas estarían libres de la carga del trabajo constante, la parte derecha se caracteriza por la inestabilidad de las figuras. En el infierno abunda la violencia física: una gigantesca boca engulle a los condenados desnudos que son pinchados, asados, apuñalados, golpeados, atados y estrangulados por los demonios.

Iglesia Santa Fe de Conques

Tímpano de la fachada occidental de la Iglesia de Santa Fe de Conques

La pintura románica debe cumplir con tres funciones: didáctica, para que los fieles comprendan el dogma, moralizante, para que sigan los buenos ejemplos, decorativa porque está subordinada a la arquitectura. El esquematismo, la estilización y el planismo se prestan excelentemente a estos fines porque permiten la claridad y el ritmo ornamental. Las Pinturas de la Iglesia de San Clemente del Tahul, actualmente en el Museo de arte de Cataluña, se encontraban en el ábside de la nave central de una iglesia de planta basilical ligeramente trapezoidal sin transepto, construida en bloques de piedra sin pulir, con escasas y pequeñas aberturas y techo de madera a dos aguas. Sólo el espacio anterior al ábside central, de cuarto de esfera igual que los laterales, está precedido por una bóveda de medio cañón. En su austero exterior, decorado con arquillos ciegos, bandas lombardas (semicolumnillas) y frisos en dientes de engranaje, el alto campanario de planta cuadrada rompe la horizontalidad. El fresco del ábside presenta una composición simétrica y geométrica en la que el cuerpo de Cristo configura un rombo que se inscribe en la elipse de la mandorla. El tema evoca la escala, la disposición y los símbolos que caracterizan a la escultura románica. Un gran Cristo central, entronizado como símbolo de autoridad, con una cruz en el nimbo, rodeado por una mandorla para diferenciarse de los otros personajes sagrados, y flanqueado por la primera y la última letra del alfabeto griego porque es el principio y el fin de todas las cosas. Su mano derecha se levanta en bendición o amenaza. En la izquierda sostiene un libro que lo define en latín como la luz del mundo. La tarima en la que se apoyan sus miembros inferiores representa a la Tierra: el mundo está a sus pies. Se denomina tetramorfos a los cuatro ángeles que simbolizan a los evangelistas. De pie con el cuerpo girado hacia afuera y la cabeza vuelta hacia Cristo a su derecha el que representa a San Mateo y a su izquierda el que porta el águila de San Juan. En los círculos, uno se vincula al león de San Marcos, otro al toro de San Lucas.

Iglesia de San Clemente del Tahul

Pantocrátor

IGLESIA SAN CLEMENTE DE TAHUL

Además de la relación bíblica entre los evangelistas y los animales, su presencia refuerza la imagen de majestad porque cada uno de ellos es rey en su mundo: el águila entre los pájaros, el león entre los animales salvajes, el toro entre los domésticos y el hombre entre las criaturas. En los extremos del ábside encontramos dos serafines, ángeles de seis alas primeros en la jerarquía de los que rodean a dios. Bajo el espacio abovedado, un friso de figuras humanas representa al Colegio Apostólico. De nuestra izquierda a nuestra derecha reconocemos por sus inscripciones a Santo Tomás, San Bartolomé, Santa María, Santiago, San Felipe y San Juan Evangelista. Sus funciones son testimoniar la divinidad de Cristo (ya que fueron testigos oculares) y representar ante la divinidad a los fieles reunidos en el templo, de ahí su posición intermedia entre la bóveda del ábside, lo celestial, y el altar, lo terrenal. La luminosidad de los colores no se percibía en su ubicación original por la penumbra característica del edificio. En el fondo, el color fue aplicado en gruesas bandas horizontales. La perspectiva aparece, torpemente, en el libro de Cristo y en los anillos a los ángeles de San Lucas y San Marcos. Con respecto al tratamiento de la figura humana, el artista se preocupó más de lograr un efecto armonioso en los pliegues que de que éstos tuvieran relación con el cuerpo que se supone hay debajo.

En Italia, dada la proximidad de las ruinas antiguas, el románico presenta ciertas particularidades, como galerías de arcos vivos y no ciegos, importancia de las columnas como elemento decorativo en la fachada y sustentante en el interior (en vez de los pilares), sustitución de la decoración escultórica en la fachada por la combinación de mármoles de diferentes colores, separación del baptisterio y el campanario del cuerpo de la iglesia y empleo de elementos clásicos en la fachada como el frontón triangular. Un conocido ejemplo es el Conjunto de Pisa.

Conjunto de Pisa