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consejo editorial Alfons Barceló, Lourdes Benería, Ernest Cañada,Juan-Ramón Capella, Xavier Doménech, JoséAntonio Estévez Araujo, Josep González Calvet,Antonio Giménez, José Luis Gordillo, Elena Grau,Antonio Izquierdo, Carles Mercadal, Julia López,Miguel Ángel Lorente, Antonio Madrid, XavierPedrol, Alejandro Pérez, Gerardo Pisarello, AlbertRecio, Víctor Ríos, Jordi Roca, Joaquim Sempere,Héctor C. Silveira Gorski, Giaime Pala, VerenaStolcke, Enric Tello, Josep Torrell

consejo de redacción Juan Carlos Abril, Juan-Ramón Capella, Xavierde esta entrega Domènech, Luis García Montero, Antonio

Giménez, José Antonio Estévez Araujo, José LuisGordillo, Antonio Madrid, Carles Mercadal, GiaimePala, Xavier Pedrol, Gerardo Pisarello, Albert Recioy Josep Torrell

© Fundación Giulia Adinolfi - Manuel Sacristándirección redacción Apartado de Correos 30059, Barcelona

editaArc de Sant Cristòfol, 11-23 / 08003 Barcelonawww.icariaeditorial.com

dirección suscripciones Apartado de Correos 857, Barcelona

cubierta y grafismo Josep Maria Martí

imprime Romanyà/Valls, S.A.Verdaguer 1, Capellades (Barcelona)

fotocomposición Text-gràfic

depósito legal B-35.842-79ISSN 0210-8259

publicación trimestral de ciencias sociales

la revista admite colaboraciones en cualquierade las lenguas peninsulares

Esta revista ha recibido una subvención de la Dirección Generaldel Libro, Archivos y Bibliotecas para su difusión en bibliotecas,centros culturales y universidades de España, para la totalidadde los números editados en el año.

MINISTERIODE CULTURA

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ÍNDICE

Los límites del crecimiento: crisis energéticay cambio climático . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

El declive energéticopor Antonio Turiel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Techo del petróleo y economíapor Roberto Bermejo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27

No existe alternativa a las energías renovables.El imperativo natural largamente reprimido

por Hermann Scheer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47

La energía neta de la solar fotovoltaica en España.Los límites del desarrollo renovable

por Pedro A. Prieto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

¿Reducir emisiones para combatir el cambio climático? Dependepor Ferran Puig Vilar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97

La transición alimentaria y agrícolapor Richard Heinberg y Michael Bomford . . . . . . . . . . . . . . . . 123

CUESTIÓN DE PALABRASpor Rafael Fombellida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158

CITA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164

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Los límites del crecimiento:crisis energética y cambio climático

Burbuja inmobiliaria y crediticia, rescates bancarios, crisis de la deudasoberana, aumento de la prima de riesgo, programas de «consolidaciónfiscal», recortes del sistema asistencial... Todos ellos son conceptos yfenómenos con los que, en el contexto de la profunda crisis económicaen curso, la gente se ha ido familiarizando en los últimos tres años y queestán ocupando un lugar cada vez más central en su escala de priorida-des y preocupaciones. Desde luego, no sin razón: tras unos meses enque se ha vislumbrado una incipiente recuperación de la actividad eco-nómica mundial y la posibilidad de volver a generar empleo, la econo-mía está volviendo a zozobrar y las esperanzas de millones de paradosde conseguir un puesto de trabajo se están viendo frustradas, una situa-ción que en el caso de España se ve agravada porque el subsidio pordesempleo viene con fecha de caducidad incorporada, tras la cual seabre el abismo de la pobreza, la exclusión social y el desahucio. Paraintentar arreglar el desaguisado, y en el encorsetado contexto de un sis-tema económico que requiere tasas de crecimiento de un 2 o 3% paraque se empiece a reactivar la creación de empleo y exista alguna posibi-lidad de que los múltiples deudores puedan resarcir las abultadas deudascontraídas en estos años de financiarización rampante de la economía,se suceden en todo el mundo los debates sobre las medidas que sería

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preciso adoptar para, como se dice, «retomar la senda del crecimiento».En este sentido, si bien es verdad que las dos grandes corrientes depensamiento económico que monopolizan ese debate —una, la neoliberal,desde una posición dominante y ampliamente aceptada por las élitespolíticas, financieras y académicas, y la otra, la neokeynesiana, desdeuna posición de debilidad patente— presentan diferencias relevantes encuanto a la sensibilidad social e incluso ambiental de sus respectivaspropuestas para superar la crisis económica, parece claro que ambascaen en la esfera de un economicismo cortoplacista que lo supedita todoa tasas de crecimiento sostenidas en el curso del tiempo y al fomento delconsumo —«consumir es patriótico», como llegó a afirmar el secretariogeneral de la Confederación Española de Comercio hace dos años—, yque no se plantea en ningún momento que la deseada y buscada infini-tud de ese crecimiento se contradice a todas luces con la finitud de losrecursos naturales y energéticos y con el acuciante y gravísimo proble-ma del cambio climático.

En estos tiempos de crisis, la imperecedera codicia de unos pocos ylas comprensibles ansias de la mayoría por no perder su nivel de vidao por recuperar el perdido están llevándonos quizás a una miopía cre-ciente en virtud de la cual estamos centrando cada vez más la vista enun árbol (el del regreso a la «senda del crecimiento») que nos impidever el bosque, a saber: que la economía está íntimamente vinculada ala disponibilidad de energía —y, más concretamente, de energía neta—; que dicha disponibilidad ha alcanzado ya su techo o cenit en el casode fuentes como el petróleo crudo, fundamental para el transporte depersonas y mercancías e indudable motor histórico del gran crecimien-to económico registrado en la segunda mitad del siglo xx y de laglobalización; que los sustitutos del crudo convencional actualmenteen desarrollo no podrán paliar ni por asomo el acusado declive queestán registrando la mayoría de los yacimientos (a un ritmo anual quesorprenderá a los lectores y lectoras que no estén familiarizados coneste asunto), implicarán un sensible encarecimiento del precio del pe-tróleo y ofrecerán densidades energéticas cada vez más pobres en com-paración con las de este último; que esa misma fiebre y urgencia poraumentar la producción de los nuevos tipos de carburante no hace sino

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exacerbar la presión sobre otros recursos naturales vitales como lastierras de cultivo y el agua, incrementa el precio de los alimentos,contribuye a intensificar la emisión de gases de efecto invernadero yentraña graves riesgos ambientales; y un largo etcétera.

Por otro lado, si a todo ello le añadimos que las otras fuentes de energíafósil (carbón, gas y uranio) también se encuentran a pocos lustros o inclu-so a pocos años de alcanzar su propio cenit y que los esfuerzos ya endesarrollo por explotar nuevos yacimientos no convencionales conllevanun aumento imparable de los costes extractivos y una degradación am-biental a una escala sin precedentes, resulta más que evidente que la ac-tual civilización industrial y el modelo económico asociado a ella tienenlos años contados (y sí, hablamos de pocos años, no ya de décadas). Detodo ello tratan los dos primeros artículos de este número monográfico, elde Roberto Bermejo y el de Antonio Turiel, cuyas conclusiones no dejanlugar a dudas sobre los potenciales efectos económicos del pico del petró-leo y de los demás combustibles fósiles, que oscilarán entre lo traumático(en caso de acometerse un decrecimiento y una transición energética pla-nificados, una transformación profunda del sistema y de los hábitos detransporte, una involución del proceso de globalización y una rerruralizaciónen clave ecológica de la economía) y lo catastrófico (en el caso de prose-guir con el modelo actual, adicto a los combustibles fósiles, a la necesidadde crecimiento perpetuo y al consumo desaforado).

* * *

Pero ¿existen alternativas energéticas sólidas que puedan reemplazar enbuena medida el enorme volumen de energía neta que se perderá en elfuturo como consecuencia del cenit de los combustibles fósiles? La res-puesta, en principio, puede parecer evidente, y es la que el ecologismopolítico siempre ha defendido: el rápido desarrollo tecnológico de lasenergías renovables y su acelerado despliegue en algunos países demues-tran que es posible alcanzar ese objetivo e incluso cubrir la totalidad dela demanda energética en el plazo de unas pocas décadas (en apoyo deesta línea de argumentación, incluimos en este número monográfico untexto de Hermann Scheer en el que el autor, recientemente fallecido,

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plantea la necesidad ética de efectuar una transición energética que dejede lado la adicción a los combustibles fósiles y los evidentes peligrosque entraña la energía nuclear, y en el que defiende la plena factibilidadde dicha transición basándose en el modelo energético que él mismoayudó a impulsar en Alemania en la última década, donde las previsio-nes de expansión de las energías renovables, inicialmente conservadoraspor no decir pesimistas, se han visto repetidamente superadas por larealidad). Sin embargo, no todos los especialistas en cuestiones energé-ticas comparten ese optimismo y existen ya varios estudios que arrojanuna sombra de duda sobre la posibilidad de reemplazar en un gradosignificativo las fuentes de energía fósil por otras renovables. En suartículo, ya Antonio Turiel plantea las enormes dificultades que compor-ta electrificar todo el sistema energético de las economías industrializadas,el callejón sin salida que constituirá la prevista generalización de losvehículos eléctricos y el desmesurado esfuerzo financiero y material queimplicaría esa transformación, y en la misma línea hemos decidido in-cluir un artículo de Pedro Prieto en el que, basándose en recientes estu-dios técnicos sobre la energía neta que suministran los actuales panelesfotovoltaicos y otras fuentes de energía no fósiles, se pone seriamente enduda la viabilidad, al menos por el momento, de que en el futuro estasúltimas cubran un porcentaje muy significativo de las enormes necesida-des energéticas que tiene —y que sin duda tendrá— la humanidad.

Somos conscientes de que el tema es delicado y de que buena parte de laartillería argumental a favor y en contra de las energías renovables senutre de previsiones de futuro que no dejan de ser una incógnita —¿quégrado de desarrollo tecnológico se habrá alcanzado dentro de unos años?;¿será posible mejorar sensiblemente la eficiencia energética sin seguircayendo en la trampa de la «paradoja de Jevons»?— y de factores aso-ciados a menudo a la voluntad política y financiera de las institucionesestatales y regionales, pero hemos creído conveniente reproducir un de-bate que ya está alcanzando cierto grado de madurez y en el que, envista del crucial papel económico que desempeñará el cenit de las distin-tas energías fósiles, debería irse más allá de la simple defensa acríticade las energías renovables, por muy necesaria que sea a priori su difu-sión a gran escala. Desde luego, argumentos a su favor hay en abundan-

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cia (por ejemplo, resulta sintomático comprobar que, a diferencia delresto, Alemania ha sido el único país industrializado que últimamente halogrado desacoplar en cierta medida su crecimiento económico de suconsumo de energía, hecho en el que las renovables han tenido sin dudaun gran peso), pero de ahí a presuponer que un modelo como el germa-no podrá ser fácil y rápidamente aplicable al resto de los países hay untrecho considerable, y mucho más si ese esfuerzo hay que realizarlo enel contexto del acentuado deterioro económico que se producirá comoconsecuencia del cenit del petróleo.

* * *

Finalmente, no queríamos dejar de incluir otros dos textos, complemen-tarios de los anteriores, que abordaran algunos de los múltiples ámbitosque pueden verse afectados por el fenómeno del cenit del petróleo y delas demás energías fósiles. Aunque podríamos haber incorporado algúnartículo sobre las graves consecuencias geopolíticas y bélicas que pue-den derivarse de él (a nadie se le escapa que la lucha por los recursosenergéticos ha sido un factor clave en la mayoría de las guerras ocurri-das a lo largo de la historia ni que prácticamente todos los conflictosbélicos importantes de las dos últimas décadas han tenido como clarotrasfondo las ansias por controlar los yacimientos petrolíferos y gasísticosde ciertos países productores, como ha demostrado fehacientemente lahipócrita intervención de la OTAN en el conflicto civil libio), hemosoptado por ocuparnos dos asuntos que también están muy vinculados: elcambio climático y el futuro de la producción alimentaria.

En el caso del primero, el artículo de Ferran Puig Vilar se encarga deargumentar por qué, a pesar de lo que pueda sugerir el sentido común,una reducción de la emisión de gases de efecto invernadero es improba-ble que lleve aparejada una ralentización automática del aumento de latemperatura. Como ya sabrán los lectores y lectoras, el sistema climáticodel planeta es un mecanismo muy complejo, y, según expone el autor,las investigaciones científicas realizadas en los últimos años permitenafirmar ya con total certeza que la temperatura de la Tierra aumentaráinevitablemente, y no poco, aunque la emisión de gases de efecto inver-

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nadero se reduzca de modo acelerado. Por último, en lo referente a laproducción alimentaria, hemos incluido un texto de Richard Heinberg yMichael Bomford en el que se analizan los funestos efectos que podríatener el pico de los combustibles fósiles sobre los sistemas agrarios encaso de seguir incentivando el actual modelo agroindustrial, y que dehecho ya se están manifestando en parte en el incremento del precio demultitud de alimentos registrado en los últimos años (en este sentido, ycomo sucede con el petróleo y con otras materias primas tanto energéti-cas como no energéticas, parece un error atribuir en exclusiva dichoaumento a la especulación, aunque ésta pueda desempeñar un papel muyrelevante).

Examinado desde la perspectiva actual, el sistema de producción agro-industrial puede parecer muy sólido y perfectamente capacitado paraalimentar a toda la población mundial, y es indudable que hoy en día laexistencia de más de mil millones de personas hambrientas se debe a unreparto extremadamente injusto de la producción alimentaria y de lastierras antes que a una escasez real. No obstante, si atendemos a unaserie de variables nada halagüeñas (la fuerte dependencia que laagroindustria tiene de los combustibles fósiles, la sobreexplotación delos acuíferos y las reservas de agua dulce, la creciente erosión de lastierras de cultivo, la expansión de los agrocombustibles, la extraordina-ria amenaza del cambio climático o el previsto incremento de la pobla-ción mundial), nada nos garantiza que en el futuro las hambrunas nosean ya fruto de problemas con el volumen de comida disponible. Es porello que Heinberg y Bomford insisten en la potencial gravedad del asun-to y en la necesidad de impulsar una transición hacia un modelo alterna-tivo que permita alimentar a toda la humanidad en un contexto en quefallarán la mayoría de los factores energéticos, ambientales y climatoló-gicos que han permitido triplicar la población mundial en los últimossesenta años.

C. M.

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El declive energético

ANTONIO TURIEL*

Mientras ultimo este artículo, los líderes de la eurozona están a punto dereunirse para decidir el futuro del euro, lo que en buena medida quiere decirel futuro de la economía de la Unión Europea y, por las consecuencias globalesque podrían derivarse, de la economía mundial. Intento ordenar mis ideaspara poder hacer accesible al lector un relato coherente de cómo hemos llega-do hasta aquí y para explicar que hay una crisis más profunda que afecta alos resortes últimos de la sociedad, en un ámbito en el que no solemos repa-rar y que, por tanto, le pasa desapercibido a la mayoría de la gente; una crisistan grave que determina la imposibilidad permanente de volver a crecer; unalimitación estructural tan profunda que, aunque su conocimiento no nos per-mite predecir exactamente qué haremos, sí que nos permite saber qué podre-mos hacer y qué no, y cómo la cuenta de lo primero —nuestras ilusiones defuturo— será cada vez más breve y la de lo segundo —los sueños perdidos—será cada vez más larga. Y lo peor de todo es que, dada nuestra cortedad demiras, al seguir ofuscándonos en el tratamiento de los síntomas de esta crisis—los problemas económicos y financieros— no somos capaces de profundi-zar en el diagnóstico y ver cuál es la causa última e inexorable de nuestradecadencia: las limitaciones en los recursos.

No tengo, en esencia, nada nuevo que decir para el lector que haya leídomínimamente sobre los problemas de sostenibilidad de nuestra sociedad, y latesis central de mi discurso es burda y banal: estamos abocados a un declive(que no es futuro sino que ya ha empezado, porque hace ya al menos cincoaños que comenzó a ser indisimulable) por la disminución de la disponibili-

* Científico titular del CSIC, presidente del Oil Crash Observatory (http://oilcrash.net) y autordel blog The Oil Crash (http://crashoil.blogspot.com), dedicado a la crisis energética.

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dad de los recursos naturales (ya verificada en el caso de algunos y esperadaen breve para el resto). Entiéndase aquí: el petróleo, el carbón, el gas natural,el uranio...; es decir, las materias primas energéticas. Pero también el oro, laplata, el plomo, el cobre, el estaño, el mercurio, etc., materias primas mine-rales de extendido uso industrial. Y, como corolario de todo ello, las dificul-tades crecientes, hasta el punto de hacerlas inviables con el modelo actual, delas energías renovables. Y es que nuestra sociedad industrial ha llegado a unpunto de eficiencia tal en la explotación de los recursos que ha tramado unacompleja malla de interacciones entre todos ellos, difícil de desenredar y másaún en medio de la carestía, lo que a la postre la ha vuelto más frágil en vezde robustecerla. La conclusión necesaria de todo ello es que nuestra decaden-cia como sociedad es no sólo completamente inevitable sino también inmi-nente, y sólo podremos evitar consecuencias peores (el colapso) si reconoce-mos cuanto antes la gravedad de la situación, comenzamos a diseñar un nuevosistema verdaderamente sostenible y, además, ponemos en marcha un plan dechoque para pilotar una transición que se adivina peligrosa y cuyo éxito noestá en absoluto garantizado.

Semejante conclusión es tan chocante, tan diferente de los discursos imbui-dos de optimismo tecnológico que estamos acostumbrados a oír, tan extraor-dinaria, en suma, que necesitará de pruebas extraordinarias para ser acepta-ble. Y a eso voy, querido lector, a efectuar un relato pausado y detallado detodos los complejos problemas que nos aquejan y de por qué no podrán serresueltos con las viejas estrategias que tan exitosas fueron hasta hace pocasdécadas, pero que son las que nos han llevado a este callejón sin salida.

Algunas consideraciones de carácter general

Cuando se habla del problema de la escasez de recursos naturales, es unlugar común considerar como alarmista e injustificada la preocupación porestas materias, basándose en que aún falta bastante tiempo para su agota-miento. Por ejemplo, es habitual citar estadísticas oficiales que afirman quequeda petróleo para unos treinta años; peor aún: se suele repetir, con ciertasorna, que hace treinta años que queda petróleo para treinta años, algo quealgunos inversores especializados en combustibles fósiles atribuyen al hechode que el ingenio humano y el progreso técnico van poniendo a nuestro al-cance cada vez más recursos. Semejante punto de vista es terriblemente erró-neo por dos motivos. El primero es que los problemas con el petróleo y con elresto de las materias primas no comienzan cuando se agotan por completo,sino cuando su oferta empieza a no poder atender la demanda, es decir, cuan-do la producción anual empieza a decaer. Los cálculos que sostienen que«quedan treinta años de suministro de petróleo» incurren en la falacia usual

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de dividir las reservas estimadas entre la producción anual, dando una cifrade años que no significa nada puesto que el gran problema es, justamente,mantener ese nivel de producción. Y es que no debemos olvidar que la ener-gía es el motor de la economía, de tal modo que hay una correlación muyestrecha entre el consumo de energía y el PIB, como la Agencia Internacionalde la Energía nos recuerda todos los años (WEO, 2010); por tanto, una dis-minución de la cantidad de energía de la que disponemos año tras año con-lleva una cierta contracción económica imposible de contrarrestar meramen-te con mejoras de la eficiencia. Así pues, el punto crítico de cualquier recursoes la llegada a su cenit o producción máxima, que en el caso del petróleotiene un nombre bien conocido: Peak Oil.

Existe, además, un segundo problema con esa fijación que tienen los analistaseconómicos consistente en mirar solamente la magnitud de las reservas. Enel caso concreto del petróleo, durante la última década se ha recurrido a unageneralización de lo que consideramos petróleo, de modo que las estadísticasactuales se elaboran añadiendo al petróleo convencional o petróleo crudo (elque se extrae del subsuelo mediante pozos) otros líquidos de sucedáneos opetróleos sintéticos, semejantes pero no idénticos al petróleo crudo; son losllamados «petróleos no convencionales». Dejando de lado la capacidad im-perfecta de estos nuevos petróleos de suplir al petróleo crudo, las reservas delos petróleos no convencionales son enormes, varias veces mayores que lasdel petróleo crudo (se estima que de este último quedan unas reservas dealrededor de un billón de barriles, mientras que de petróleos no convenciona-les habría hasta siete billones de barriles adicionales, y eso sin contar con losbiocombustibles). Si en el anterior cálculo consistente en dividir las reservasentre la producción incluimos las reservas de petróleo no convencional, nosencontramos con que queda petróleo para 240 años, no para 30. Sin embar-go, los petróleos no convencionales plantean problemas aún más complejosque el petróleo crudo, pues es necesario contar con abundantes recursos degas natural y de agua para su explotación y síntesis, y esto finalmente limitade manera más severa su capacidad productiva que en el caso del petróleocrudo. En este momento los petróleos no convencionales representan una frac-ción minoritaria del consumo mundial (todos estos petróleos no convencio-nales se producen a un ritmo de unos 10 millones de barriles diarios; paraabreviar, Mb/d), mientras que el petróleo crudo proporciona de media alrede-dor de 75 Mb/d; por tanto, la producción —y el consumo— total de petróleodel mundo ascienden, por término medio, a alrededor de 85 Mb/d, con varia-ciones, según la estación del año, de unos 3 Mb/d hacia arriba o hacia abajo.Fíjese el lector que este consumo diario es tan grande que los 10.000 millo-nes de barriles de nuevas reservas de crudo que cada año se descubren portérmino medio no cubren todo el consumo anual, sino sólo 120 días; así, unode esos «grandes yacimientos» con 1.000 millones de barriles, de cuyo des-

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cubrimiento la prensa generalista se hace eco a bombo y platillo, daría para12 días de suministro mundial, y eso suponiendo que se pudiera extraer elpetróleo a la velocidad que uno quisiera. Tal es la enormidad de nuestroconsumo petrolífero actual.

Relacionado con las dificultades añadidas de explotación, los petróleos noconvencionales requieren que los precios de esta materia prima sean superio-res a un valor por debajo del cual su explotación no es económica; a media-dos de 2008 se consideraba que ese valor límite estaba en torno a los 60$ porbarril, aunque en la actualidad se asume que no baja de 80$ el barril y algu-nos analistas lo sitúan por encima de los 100$ por barril, un precio de corteque varía según el tipo de petróleo no convencional que se considere. Con-viene recordar aquí que, según el profesor James Hamilton (Hamilton, 2009),para EE.UU. la factura petrolera no debe superar el 5,5% de su PIB, so penade desencadenar una recesión si esa carga se mantiene durante demasiadosmeses. Ese valor representa un precio por barril de entre 80 y 85 dólares, locual explica la enorme dificultad de integrar los petróleos no convencionalesdentro de nuestro tejido económico, ya que para ser rentables su precio tieneque ser inasumible. Resulta por tanto curioso lo desconectados que algunosanalistas están respecto de la realidad de una sociedad basada en el consumomasivo de energía barata; no es extraño, aún hoy, oír hablar de prediccionespara el precio del barril de petróleo superiores a los 200$ a precios constan-tes y de manera permanente, precios tan elevados que implicarían la destruc-ción de amplios estratos económicos y una depauperización generalizada delmundo occidental. Sería conveniente destacar que la energía no es una mer-cancía más, y que la ley de equilibrio entre la oferta y la demanda tiene unlímite basado en la capacidad de estrés económico de nuestra sociedad.

Los analistas económicos suelen insistir también en que las actuales limita-ciones en la producción de petróleo tienen su raíz en la falta de inversión, yque con medios suficientes el petróleo fluiría a raudales. Esta afirmación estautológicamente cierta; en última instancia, podríamos abrir enormes bo-quetes en el suelo para extraer hasta la última gota de crudo, pero ¿qué gastoimplicaría un método tan brutal? El quid de la cuestión no es la falta deinversión, sino la falta de rentabilidad: no se pueden usar métodos desmesu-rados, técnicamente ya disponibles hoy en día, si el gasto supera a los ingre-sos previsibles. Pero, siguiendo la línea de razonamiento común de los eco-nomistas, el problema es entonces la falta de demanda: con una demandasuficientemente vigorosa no hay barrera en forma de precio que se le oponga.Dejando de lado el hecho de que no comprenden que, como se ha dicho másarriba, la energía no es una mercancía más y que su precio debe ser limitado,existe un problema más profundo, de naturaleza física, que es pertinazmenteignorado por nuestros analistas de las páginas de color sepia: el rendimiento

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termodinámico de los yacimientos, expresado por la Tasa de Retorno Energé-tico (TRE), de la que Pedro Prieto habla largo y tendido en otro artículo deeste mismo número. La cosa es clara: las cuentas han de cuadrarenergéticamente para que puedan cuadrar económicamente, es decir, se tieneque extraer más energía que la que se emplea en obtenerla para que el nego-cio sea rentable. Eso es lo que en última instancia impide usar métodos bru-tales para exprimir el subsuelo y lo que, en definitiva, limita la explotaciónexhaustiva de cualquier recurso, ya sea petróleo crudo, petróleo no conven-cional, carbón, gas convencional, gas no convencional, uranio, etc.

A pesar del desconocimiento generalizado sobre el concepto de la TRE, éstetiene una importancia capital para el futuro. La TRE media de todas lasfuentes de energía disponibles para una sociedad ha de superar un valor um-bral para que ésta sea viable, y ese valor está bastante por encima del puntocrítico TRE=1, en el que se recupera sólo la misma energía que se invirtió,en el que ya no se gana energía. Diversos estudios antropológicos y económi-cos (Lee, 1968; Harris, 1997; Hall, Balogh y Murphy, 2009) apuntan que laTRE mínima de una sociedad organizada se sitúa cerca de 10. La constatadacaída de la TRE de las materias explotadas, particularmente del petróleo (queen un siglo ha pasado de 100 a menos de 20; Hall, Balogh y Murphy, 2009),es un elemento añadido de preocupación, y por eso comentaremos brevemen-te cuál es el valor actual de cada fuente de energía analizada y cuál será suevolución previsible.

Otro factor que se suele pasar por alto es el denominado «modelo de territo-rio exportador» (export land model; Foucher y Brown, 2007), desarrolladopara describir las exportaciones de petróleo pero que, con adaptaciones, sirvepara describir el comportamiento de las exportaciones de cualquier otra ma-teria prima energética. De acuerdo con este modelo, en los países exportadoresde petróleo que ya han superado su Peak Oil, y debido al aumento de suconsumo interno (como un mecanismo de redistribución de rentas y de diver-sificación de su economía), la proporción de petróleo disponible para la ex-portación decae más rápidamente que la producción; la media histórica indi-ca que por cada 1% que retrocede la producción, las exportaciones se reducenun 2%. Peor aún, los datos históricos muestran que un país deja de exportarpetróleo entre 5 y 15 años después de llegar a su Peak Oil particular, y que el90% de todas las exportaciones después del Peak Oil se realizan en los dosprimeros años. En consonancia con esta discusión, recientemente Majed Al-Moneef, gobernador saudí de la OPEP, declaró que, aunque la producción deArabia Saudí crecerá ligeramente en los próximos años, sus exportacionesbajarán debido al aumento del consumo interno, lo cual es un reconocimientoimplícito de que la tan cacareada capacidad ociosa de Arabia Saudí (esto es,el petróleo que el país podría producir pero que guarda en reserva para con-

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trolar los precios) es ya historia, como se ha demostrado este año con suincapacidad para cubrir los 1,5 Mb/d perdidos por la guerra de Libia. Tam-bién significa que, en realidad, Arabia Saudí ha rebasado su Peak Oil, lo cualse sabe que quiere decir que el mundo ha rebasado su Peak Oil. Para un paíscomo España, que importa el 99,5% de su petróleo (el otro 0,5% proviene dela plataforma Casablanca, sita frente al delta del Ebro), el problema de lacaída generalizada de las exportaciones es extremadamente grave, porqueimplicará una reducción aún más rápida de la disponibilidad de petróleo. Dehecho, debido al descenso de las exportaciones a escala global y a la presiónde los países emergentes, la OCDE en su conjunto viene perdiendo desde2005 un 3% anual de su consumo de petróleo (en efecto, ya estamos cerca deun 18% de caída respecto a los niveles máximos registrados), y la tendenciase agravará con la rápida disminución de las exportaciones saudíes.

Lamentablemente, eso no es todo. En un mundo donde las tensiones soncrecientes se producirán muchos efectos no lineales, transiciones bruscas deun estado de cosas a otro radicalmente diferente en que, de golpe, se perde-rán capacidades que costará mucho recuperar. Un ejemplo de ello es la gue-rra de Libia, y otro la disminución drástica de los acuíferos en Arabia Saudí,que estarán agotados hacia 2012: esa agua se utiliza para regar sus cultivos y,en mayor medida, para inyectar agua a presión para bombear más petróleo.Asimismo, las inversiones especulativas en materias primas tienden a au-mentar la volatilidad del mercado y a hacer más difícil la inversión en upstream(en la exploración y el desarrollo de nuevos pozos). Y así un largo etcétera.Somos prisioneros de un complejo sistema de interacciones que tiende a trans-mitir las tensiones en cascada y a degenerar rápidamente en fenómenos deavalancha...

Pasemos ya a discutir el estado actual y previsible para las próximas décadasde las diversas fuentes de energía.

Estado actual y futuro a corto y medio plazo de las fuentesde energía no renovables

Petróleo: El petróleo es, sin duda, la materia prima energética estrella; bastarecordar que el 34% de la producción de energía primaria del mundo y el95% del transporte se basan en el él. Es, además, una materia fundamentalpara la explotación de todas las demás, debido a su uso generalizado en ma-quinaria (tractores, excavadoras, grúas, perforadoras, grupos electrógenos paraalimentar compresores, iluminación y otros equipamientos en minas ubica-das en lugares remotos, etc.). Por todo ello dedicaremos una atención prefe-rente al petróleo en nuestro análisis.

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Durante décadas se ha discutido sobre la inminencia o no del Peak Oil aescala planetaria. En realidad, tal discusión estaba perdiendo rápidamente elsentido, ya que sólo tres países en el mundo (Arabia Saudí, Kuwait e Irak) nohan sobrepasado aún de manera evidente su capacidad productiva máxima,su Peak Oil particular, y los indicios apuntan a que Arabia Saudí, el segundomayor productor del mundo, está ya cruzando ese umbral. Tras negarlo du-rante décadas, la Agencia Internacional de la Energía (organismo dependien-te de la OCDE) reconoció por primera vez en su último World Energy Outlook(WEO, 2010) que el petróleo crudo superó su Peak Oil en 2006, cifrando elmáximo flujo de crudo en unos 76 Mb/d de media durante ese año. La Agen-cia espera que la producción de crudo se pueda mantener en el nivel actual—poco más de 74 Mb/d— hasta 2035, gracias a la puesta en explotación denuevos yacimientos; sin embargo, Kjell Aleklett y su grupo de la Universidadde Uppsala (Suecia) han puesto en duda que los nuevos yacimientos puedancompensar las pérdidas de productividad de los pozos actuales, porque esoimplicaría desviarse de la tendencia histórica de las últimas décadas; ellosprevén, siendo optimistas, una pérdida de producción de entre 10 y 15 Mb/ddurante los próximos veinte años. La propia industria petrolera, que duranteaños se opuso con fuerza al concepto del Peak Oil, está empezando a recono-cer que habrá problemas de suministro en el futuro; la muestra más recientede ello son las declaraciones de Peter Voser, consejero delegado de Shell,quien ha admitido que la producción de petróleo crudo decae a un ritmo del5% anual y que para compensarlo se necesitarían poner en producción cuatroArabias Saudíes en los próximos diez años. No se trata de una declaraciónaislada; la nómina de grandes empresas e instituciones que alertan sobre lallegada del Peak Oil es cada vez más nutrida: las petroleras Petrobras y To-tal, la aseguradora Lloyd’s (la más grande del mundo), el banco de inversio-nes HSBC (el décimo por tamaño a escala mundial), el ejército estadouniden-se (a través de sus informes anuales Joint Operation Environment), el ejércitoalemán (con un informe específico sobre el Peak Oil filtrado a la prensa enseptiembre de 2010), el grupo de trabajo Industry Taskforce on Peak Oil andEnergy Security (formado por seis grandes empresas británicas), JeremyGrantham (fundador de GMO, uno de los fondos de inversión más grandesdel mundo)... Una rápida revisión de los informes mensuales de la AgenciaInternacional de la Energía (Oil Market Report) nos muestra que, desde mayode 2010, el mundo está consumiendo 1 Mb/d más de lo que produce contan-do petróleo crudo y no convencional, déficit que se está supliendo con losstocks de la industria y, últimamente, con una aportación de las reservasestratégicas que los países guardan para casos de emergencia. Este déficitexplica por qué a pesar de la recesión económica que ya se está instalando enOccidente —la cual conlleva una destrucción de la demanda a la que deberíair aparejado un descenso de los precios del petróleo— el precio se mantienebastante elevado, lejos del deseable nivel de los 80$ por barril que comentá-

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bamos anteriormente. Un problema adicional es la marcada tendencia a labaja de la TRE del petróleo crudo, que hoy en día se sitúa ligeramente pordebajo de 20, pero que es muy inferior en los yacimientos off-shore (10-15) yde aguas profundas (5-10) por sus costes de explotación (tanto energéticoscomo económicos); la situación es tanto más dramática cuanto que la propiaAgencia estima que para 2020 el 40% de todo el petróleo consumido proven-drá de aguas profundas, lo cual implicaría que para ese año la TRE del petró-leo se estaría acercando al fatídico valor de 10.

A pesar del estancamiento de la extracción de crudo que estima la AgenciaInternacional de la Energía, su previsión es aún que la oferta total de petró-leo aumentará gracias a un suave despegue de la producción de petróleos noconvencionales (líquidos del gas natural, gas-to-liquids, biocombustibles, are-nas bituminosas, petróleos extrapesados, petróleos de aguas árticas y de marabierto, esquistos bituminosos —oil shale— y petróleo de esquisto —shaleoil—, etc.). Efectuar aquí un análisis detallado de todas esas fuentes nosllevaría mucho tiempo; baste decir que la mayoría de estos petróleos sintéti-cos tienen severos límites a su máxima capacidad productiva por la necesi-dad de contar con otros recursos en abundancia (principalmente gas natural yagua), que no siempre están disponibles en la zona del recurso de petróleo noconvencional, y que en ningún caso lo están a las escalas que serían necesa-rias para incrementar lo suficiente la producción actual como para compen-sar la caída de la producción de petróleo crudo. Se trata, además, de petró-leos con muy baja TRE (alrededor de 5 para las arenas bituminosas, menosde 4 para el oil shale, etc.; Heinberg, 2009), que en el caso de algunosbiocombustibles llega a ser prácticamente de 1 (Murphy, Hall y Powers, 2011),y su explotación sólo se explica por las subvenciones. Añádase a esto la faltade incentivos económicos suficientes para realizar las inversiones requeridasen un marco de precios del petróleo muy volátil que vuelve muy incierta larecuperación de la inversión si el precio del barril cae demasiado (como pasóa finales de 2008 tras el pico de precios de julio; como consecuencia de ello,entre 2008 y 2009 la Agencia constató una caída de la inversión en upstreamde hasta un 20%). Es, por tanto, verosímil pensar que está comenzando eldeclive de la producción total de petróleo.

Gas natural: De todas las materias energéticas no renovables, ésta es la que alparecer alcanzará más tarde su cenit si se mantienen las tendencias de explota-ción actuales: se produciría hacia 2020 (Bentley, 2002). Sin embargo, el trans-porte transoceánico del gas natural precisa de costosísimas instalaciones delicuefacción y regasificación que, aparte de la gran inversión inicial, requierenperíodos de construcción de cinco o más años. Teniendo en cuenta los gasoductosproyectados, el alemán Energy Watch Group estima que el pico del suministrode gas natural a Europa se producirá hacia 2015 (Seltmann y Zittel, 2009), lo

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cual es todavía más inquietante. En cuanto a su TRE, actualmente es similar ala del petróleo y es previsible que en el futuro descienda a un ritmo no determi-nado, aunque la dependencia que la maquinaria tiene de un petróleo cada vezmás escaso puede hacer disminuir aún más esa TRE, al tener que utilizarsemedios de producción alternativos y menos eficientes.

Mención aparte merece el gas no convencional, y particularmente el denomi-nado «gas de esquisto» (shale gas). Durante los últimos tres años ha habidouna revolución en EE.UU. gracias a la puesta en explotación de este tipo depozos en la formación de Bakken y en la de Marcellus, en el este del país. Laextracción de gas de esquisto se basa en la técnica de la fractura hidráulica,en virtud de la cual se inyecta agua a presión en los estratos de esquisto,éstos se fracturan y, gracias a los disolventes agregados, se liberan pequeñasburbujas de metano que se recuperan a través del pozo. Aparte de la agresiónmedioambiental que esta técnica supone (el documental Gasland, de JoshFox, denuncia las filtraciones a los acuíferos, que contaminan el agua demuchas comunidades, y en ciertos entornos la lubricación de las láminas deesquisto puede causar una cierta sismicidad), ha habido una exageración des-mesurada de las reservas recuperables de este recurso, conseguida a base deasumir unos perfiles de producción mucho más optimistas que los reales.Recientemente, el Servicio Geológico y Minero de EE.UU. ha rebajadodrásticamente, en un 80%, el volumen de las reservas de gas de esquisto dela formación de Marcellus. Aparentemente, muchos pozos no excederían losdos años de producción significativa, lo cual los haría no rentables desde elpunto de vista económico y es indicativo de TRE muy bajas, posiblementepor debajo de 5.

Carbón: Una revisión reciente del estado de las reservas de carbón y de losestudios sobre su cenit de producción (Heinberg y Friedley, 2010) muestraque la máxima producción energética asociada al carbón se alcanzará en al-gún momento entre 2011 y 2030 (el cenit volumétrico se alcanzaría hastaveinte años después, ya que existen diversos tipos de carbón y los más ener-géticos —antracitas y hullas— son los más agotados). Sin embargo, se detec-tan ya tensiones graves en el mercado mundial de carbón por la alta deman-da china (en China aproximadamente un 60% de la energía primaria se obtienedel carbón) y por el rápido crecimiento de la misma (un 10,1% en 2010,según el BP Statistical Review; un ritmo tan rápido que implica doblar elconsumo cada siete años). La TRE del carbón, sobre todo la de los carbonesde alto poder calorífico, es bastante elevada (entre 40 y 80), y a tenor deltamaño de las reservas, de su dispersión mundial y de que el declive de laproducción de carbón una vez sobrepasado el pico será sensiblemente infe-rior al de las otras materias primas energéticas no renovables, se puede pre-decir que el carbón volverá a ser el combustible de referencia en las próximas

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décadas. Lo cual es bastante grave dado que es el más sucio de los combusti-bles fósiles y el más contaminante en términos de emisiones de CO2. Antici-pándose a esta necesidad de volver al carbón, los países occidentales han dedi-cado ciertos esfuerzos al desarrollo de tecnologías de «captura y secuestro decarbono» (CCS por sus siglas en inglés), destinadas a reducir las emisiones deCO2 asociadas al uso de carbón. Sin embargo, la mejor de estas instalacionesimplica disminuir la energía producida en un 50%, y como consecuencia deque el carbón también se está agotando y de las dificultades económicas yfinancieras de un mundo escaso de recursos energéticos, es evidente que talesinstalaciones no se pondrán en marcha a escala significativa.

Uranio: La producción actual a escala global es de unas 59.000 toneladas deuranio natural equivalente (datos del WEO, 2010), por debajo del máximo de70.000 toneladas que se alcanzó en 1980. Este descenso de la producción novino motivado por razones geológicas sino por una insuficiencia de la de-manda; sin embargo, con el despliegue a escala global de un gran número deplantas nucleares, la demanda ha ido creciendo a un ritmo mayor que aquelal que se ha recuperado la extracción del mineral de uranio, de modo queactualmente se consumen unas 70.000 toneladas, más uranio que el que sesaca de las minas. La diferencia, 11.000 toneladas, se ha estado obteniendode las llamadas «reservas secundarias», que no son más que el uranio previa-mente extraído de las minas procesado y almacenado. La mayor parte de esteuranio de stock proviene del desmantelamiento de misiles rusos en cumpli-miento del tratado Start II, dentro del programa Megatons per Megawatts,hasta el punto de que, en la actualidad, el 50% del uranio consumido enEE.UU. proviene de las cabezas nucleares rusas. Rusia ha anunciado su de-seo de no renovar el contrato de suministro de uranio cuando expire, en 2013,y por ese motivo la Agencia Internacional de la Energía Atómica vienealertando desde 2006 de la inminencia de problemas con el suministro deuranio a escala global. Por ejemplo, la muy nuclearizada Francia ha sufridodurante los últimos dos años algunos problemas puntuales de suministro, comoen el invierno de 2009, y tiene dificultades sobre el terreno con su suminis-trador principal de uranio (el 66%), Níger, donde, aparte del hostigamientopor parte de guerrillas locales, sufre la presión concurrente de China. Unreciente y detallado estudio de los yacimientos de uranio (Dittmar, 2011)concluye que el cenit de la producción de uranio se producirá hacia 2015, sinllegar a cubrir la demanda actual, con lo que la situación en lo que respectaa la energía nuclear es peor que en el caso de otros combustibles, ya que aquíse producirá una caída abrupta del suministro global por el cierre de losarsenales rusos. El problema es especialmente grave si se tiene en cuenta queel ritmo del declive que se espera tras el cenit es muy rápido, superior al 6%anual, y que la extracción de uranio requiere de grandes cantidades de ener-gía fósil, sobre todo de petróleo. De hecho, algunos estudios (Hall, Balogh y

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Murphy, 2009) sugieren que la TRE de la energía nuclear es de 10 o ligera-mente inferior, y eso sin contar con los costes de gestión de los residuos másallá de sesenta años, que es el horizonte estándar en la industria, lo cual estaríaen consonancia con las dificultades de rentabilizar la energía nuclear. Por otrolado, la posibilidad de usar MOX, reaprovechando parte del combustible usa-do, está limitada a los costes de adaptación de las centrales, los cuales son muyelevados. Respecto al futuro inmediato, las esperanzas están puestas en la cuar-ta generación de reactores, particularmente en los «reactores rápidosregeneradores» (fast breeder reactors), que podrían transmutar los residuosradiactivos más peligrosos aprovechándolos como combustible y utilizar otrosmateriales fisionables como el torio; sin embargo, sesenta años de experimen-tación y seis reactores experimentales no han permitido resolver algunos gra-ves problemas de diseño asociados a esta peligrosa tecnología, y no es previsi-ble que se consigan grandes avances en breve. Finalmente, respecto al futurolejano, a pesar de las esperanzas depositadas en el reactor Iter de fusión nu-clear, conviene recordar que éste es sólo el primero de tres reactores (Iter, Protoy Demo) antes de que se llegue al modelo comercialmente explotable, hacia elaño 2070, y eso suponiendo una financiación estable del proyecto. Algunasvoces críticas (entre ellas varios premios Nobel de Física franceses) denuncianla imposibilidad de cumplir algunos requisitos imprescindibles y la inviabilidaddel proyecto (Charpak, Trenier y Balibar, 2010).

Estado actual y futuro a corto y medio plazo de las fuentesde energía renovables

Uno de los primeros problemas con los que uno se encuentra al analizar laenergía renovable es que su diseño actual está orientado a la producción deelectricidad. Sin embargo, la electricidad no es más que el 21% de la energíafinal que se consume en España (datos del Ministerio de Industria, 2011).Resulta por tanto imprescindible transformar esta electricidad en otras for-mas de energía que sean aprovechables para ese 79% de usos no eléctricos, obien transformar esos usos no eléctricos en eléctricos. Al final el problemaestriba en conseguir sistemas de almacenamiento de la electricidad, ya sea detipo combustible (hidrógeno) o bien de tipo batería. En los últimos años, eldiseño basado en pilas de combustible para convertir el hidrógeno en electri-cidad ha sido arrinconado por la industria en favor de las baterías. Esta elec-ción no es sorprendente si se tiene en cuenta que la producción de hidrógenopor electrólisis del agua implica una pérdida energética del 50%, que el hi-drógeno es un material difícil de confinar debido a lo diminuto de su molécu-la (se necesitan depósitos con paredes densas y hechos de un acero especialpara evitar que se escape) y que las pilas de combustible usan materialesraros y caros como el platino, lo que hace que su uso a gran escala sea invia-

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ble, en espera de una revolución tecnológica que no llega. Sin embargo, laapuesta por las baterías no está exenta de problemas. La tecnología utilizablehoy en día es la de las baterías de litio en sus diferentes variantes, pero ellitio tiene diversos problemas, no siendo el menor de ellos la limitada pro-ducción mundial de este metal (unas 30.000 toneladas anuales de litio metá-lico, apenas suficiente para producir unos pocos millones de híbridos tipoChevrolet Volt; piénsese que en el mundo hay alrededor de mil millones decoches y vehículos ligeros, por lo que reemplazar todo este parque automovi-lístico llevaría siglos, y eso sin contar los otros muchos usos del litio, comolas baterías de los portátiles, los móviles y las tabletas, la cerámica, ciertametalurgia industrial especializada y hasta medicamentos para la estabiliza-ción del ánimo). Las baterías también presentan el problema conocido como«efecto memoria» o «histéresis», por razón del cual su capacidad disminuyeen cada ciclo de carga, y esto dificulta encontrar modelos de negocio econó-micamente razonables y que sean atractivos para el cliente, ya que las bate-rías tendrán que ser reemplazadas varias veces durante la vida del vehículo ode la instalación industrial. Existen otros muchos problemas asociados a estetipo de solución (bajas prestaciones de los vehículos eléctricos, riesgos deexplosión de las baterías de tamaño industrial, estabilidad de la red, materia-les necesarios, costes de capital, retorno de la inversión, etc.), pero quierodestacar uno particularmente llamativo: se habla mucho de la quimera delcoche eléctrico, pero no se encuentran prácticamente alusiones al camióneléctrico, al tractor eléctrico, a la excavadora eléctrica... lo cual es bastantelógico si se tiene en cuenta que la densidad energética máxima que se esperapara las baterías de litio, de alrededor de 0,5 Megajulios por litro, es unascien veces inferior a la de la gasolina o el gasoil. Y es que es inviable fabri-car maquinaria de altas prestaciones basándose en baterías eléctricas por fal-ta de potencia de las mismas. Por diferentes motivos, resultaría también muydifícil construir hornos de alta temperatura eléctricos y otros tipos de instala-ción industrial, lo cual hace pensar que necesitaremos mantener una ciertaproducción de biocombustibles, aunque sea con pérdida de energía. Las difi-cultades de electrificar la sociedad, no resueltos técnicamente a pesar de losesfuerzos financieros realizados en las últimas décadas, conducen a que lainversión en generación renovable sea cada vez menos atractiva, pues hacecrecer una oferta que no se ve correspondida por la demanda (al revés, lademanda eléctrica en España ha caído desde 2008). Y, sin embargo, éste noes el único (y último) problema de la generación renovable.

La TRE de los diversos sistemas de explotación renovable es muy variable,desde los más de 100 de la gran hidráulica pasando por el 20 que se estimapara la eólica, hasta llegar al escaso 2,7 para las placas fotovoltaicas actual-mente instaladas (Prieto y Hall, en prensa). La gran perdedora aquí es, sinduda, la fotovoltaica convencional, dado que con una TRE tan baja la gene-

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ración energética de la sociedad no se puede basar en ellas, y no es previsibleque mejore significativamente en vista de que los prototipos de mayor efi-ciencia se construyen usando materiales raros (telurio, entre otros) que sonenergética y económicamente caros, lo que va en detrimento de su TRE; amedida que las subvenciones vayan disminuyendo, el uso de la fotovoltaicaquedará restringido a aplicaciones específicas y no como fuente de energía.Pero existe el problema añadido de la dependencia que todos los medios degeneración de energía renovable tienen de los combustibles fósiles, puestoque al calcular la TRE lo hacemos basándonos en los combustibles que tene-mos hoy en día a nuestra disposición, y no sólo en la propia energía quegeneran estas fuentes renovables. La realidad es que nuestras grandes insta-laciones renovables (presas hidráulicas, aerogeneradores, parques solares,presas mareográficas, etc.) dependen mucho de los combustibles fósiles parasu creación, instalación y mantenimiento, sin los cuales su TRE sería muybaja, incluso inferior a 1 en algunos casos; es por ello que algunos autoreshablan de «extensiones de los combustibles fósiles» (fossil fuel extenders) o,como dice Pedro Prieto, de sistemas no renovables para la generación deenergía renovable. Además, el futuro de estas grandes instalaciones no esdemasiado alentador: dado su gigantismo industrial, su operación y manteni-miento no son viables sin combustibles fósiles; piensen, por ejemplo, en te-ner que reparar el aspa de un aerogenerador de 40 metros de largo a unaaltura de 80 metros sin usar grandes grúas, o en tener que dragar los sedi-mentos de un pantano para contrarrestar el lento efecto de su colmatación(que conlleva una pérdida de capacidad de almacenamiento de un 0,5% demedia en España).

Las necesidades de capital de estas fuentes no son, además, nada desdeñables:según el WEO2009, el mundo instalará de aquí a 2030 3,32 TW de potenciarenovable nueva, a un coste de 13,2 billones de dólares. Con esas cifras en lamano, y asumiendo una capacidad de carga (es decir, el porcentaje de energíarealmente producida respecto al máximo posible, descontando por tanto lasparadas de mantenimiento, las averías, la pérdida de rendimiento por sol oviento insuficientes, etc.) del 20% —un porcentaje bastante optimista—, sus-tituir completamente los 6 exajuilios de energía primaria consumida anual-mente en España (datos de 2008) implicaría instalar 1 TW eléctrico (asu-miendo que las ganancias de eficiencia de los motores eléctricos soncompensadas por otras pérdidas de transformación en otros usos de la ener-gía), de modo que las necesidades de capital serían de 4,12 billones de dóla-res, es decir, algo menos de 3 billones de euros: tres veces el PIB de España.Si España se embarcase en una colosal cruzada energética, adoptando prácti-camente una economía de guerra en la que el 10% del PIB se destinase sóloa sufragar la transición, y suponiendo que el territorio nacional pudiera pro-ducir toda esa energía, se necesitarían 32 años para completar tal proeza, y

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eso sin tener en cuenta los costes financieros y otros gastos indirectos. Aun-que fuese técnicamente factible (que probablemente no lo es, por las dudasque hay acerca de la posibilidad de poder generar tanta energía con fuenteslocales), y dejando de lado el problema de la TRE sin combustibles fósiles, esevidente que, en el marco de un sistema de economía de mercado, el capitalprivado no acometerá una inversión tan grandiosa y de tan dudosa o nularentabilidad.

El futuro que es más razonable esperar en cuanto a la generación renovablees un estancamiento más o menos en los niveles actuales, cuando no unacaída progresiva por la destrucción de la demanda eléctrica subsiguiente auna crisis económica sistémica y la imposibilidad de sustituir eléctricamentealgunos usos de la energía.

Conclusiones

Cuando acabo de explicar éstos y algunos otros argumentos sobre el futuroenergético, a mis interlocutores suele embargarles un estado de frustración ydesesperanza (cuando no de incredulidad). En esencia, me dicen, mi discursoes muy catastrofista, y por ese motivo no puede ser creíble. Y ése es el pro-blema de esta sociedad infantilizada: que no es capaz de encarar como unadulto crudas verdades objetivadas con datos y que necesita ver un futuroedulcorado, con happy end. Sin embargo, mi discurso no es de desesperanzay de apocalipsis; no estoy hablando del fin del mundo, pero sí del fin de estemundo, de esta manera de hacer las cosas. La humanidad no está condenadaa colapsar y desaparecer si, aunque fuera tan sólo por una vez, actuase conentereza e inteligencia.

Lo primero que se debe hacer es atacar la raíz de los problemas. No necesita-mos aumentar la cantidad de energía que consumimos o sustituir su genera-ción con los medios actuales por la generación con otros medios. Lo quenecesitamos en realidad es tener un sistema económico, un modelo de explo-tación de los recursos, que no requiera de producciones crecientes de bienes yservicios. En suma, tenemos que pasar de una sociedad centrada en el consu-mo a una sociedad centrada en la sostenibilidad. Pero no tenemos que hacer-lo porque tengamos una fuerte conciencia ecológica, sino porque no se puedeevitar, porque un modelo de crecimiento continuo en un planeta finito nopuede proseguir por siempre. Y no se puede recurrir a los clásicos argumen-tos cornucopianos de que el ingenio humano proveerá nuevos recursos y deque se alerta en vano de la escasez desde hace muchos años, cuando lasestadísticas oficiales están reflejando ya el estancamiento de la producción depetróleo, preludio de su declive terminal, y se está previendo que las otras

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materias no renovables seguirán el mismo camino en la próxima década. Eshora de dejar de darnos excusas vacías y de apostar por la vida, por instaurarun nuevo modelo de economía y de relaciones comerciales y humanas.

Son muchas las transformaciones que hace falta hacer, y son terriblementecontradictorias con el diktat económico que ha imperado en Occidente en lasúltimas décadas. Hace falta eliminar la producción de bienes superfluos, fa-vorecer el reciclaje, la reutilización y la reparación. Hay que relocalizar laproducción para evitar desperdiciar energía en costosas redes de larga distan-cia, así como atender las necesidades locales. Hay que apostar por las ener-gías renovables, pero probablemente con otro modelo más basado en la pro-ducción local, en instalaciones de tamaño humano y no necesariamente paraproducir electricidad. Se tiene que garantizar el suministro de alimentos, hoyen día fuertemente dependiente del insumo de petróleo y gas natural a travésde maquinaria, pesticidas y fertilizantes (se estima que, en el mundo occi-dental, son necesarias hasta diez calorías de combustibles fósiles para produ-cir cada caloría de alimento; véase Pfeiffer, 2006). Hay, por supuesto, querenunciar al coche privado y asegurarse de que llega suficiente combustiblepara la producción alimentaria y eléctrica, y para el mantenimiento de lasinfraestructuras esenciales. Y hay que conseguir mantener la estabilidad ycohesión social en medio de cambios tan radicales y profundos, garantizandoal mismo tiempo unas condiciones de vida dignas para todo el mundo.

Todos estos cambios no son nada sencillos, pero además no son optativos: lasreformas a emprender son inevitables, simplemente por la falta de recursos.La naturaleza no negocia. Y cuanto más apalcemos la puesta en marcha delos cambios necesarios, mayor tensión se acumulará en una sociedad que noentiende adónde se fue el crecimiento del pasado y por qué cada vez es máspobre, y mayor es el riesgo de un devastador estallido social que nos dejaríamás incapacitados para el cambio.

Tras una agotadora reunión, ya de madrugada, los líderes europeos han acor-dado crear un fondo de un billón de euros para continuar tapando los aguje-ros del sistema financiero. ¿Es ésa la inversión que se debería estar hacien-do? ¿Sirve para preparar la transición necesaria? Sin duda, no; tales actividadesson sólo torpes intentos de prolongar un poco más un modelo ya inviable. Ycuanto más posterguemos la toma de medidas adecuadas, más dura será latransición posterior a un futuro de menor consumo.

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Prólogo

Cada día es más evidente que el petróleo ha alcanzado ya el techo (o estámuy próximo a él), que es el punto de máxima extracción. Ello constituyeuna amenaza extraordinaria para la civilización industrial, porque ésta se haconstruido sobre la base de los combustibles fósiles y en especial del petróleo.Por tanto, es de gran relevancia analizar los impactos del techo. Este artículoestudia en primer lugar el techo, para pasar luego a analizar las causas de lacrisis actual y, posteriormente, estimar las transformaciones queprevisiblemente producirá ese fenómeno.

1. Aproximación al techo del petróleo1.1 ReservasLos organismos oficiales y las empresas utilizan el término «todos los líqui-dos» para identificar un conjunto de combustibles que tienen relación con elpetróleo, porque permite esconder la realidad: que el petróleo (crudo) es men-guante. Los líquidos contabilizados son: el denominado «crudo» (que es petró-leo obtenido directamente y del que existen calidades muy dispares); el con-densado (petróleo fruto de la condensación del gas natural bruto asociado alpetróleo); el gas natural líquido, que se obtiene en plantas separadoras del gasbruto y está formado por propano, butano, pentanos, etc.; el petróleo hiperpesado

*Miembro del Grupo de Investigación en Economía Ecológica y Ecología Política-EKOPOL(www.ekopol.org) y profesor del Departamento de Economía Aplicada I de la Universidad delPaís Vasco.

Techo del petróleo y economía

ROBERTO BERMEJO*

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(especialmente en Venezuela), del que no se extraen los destilados más ligerosque tiene el crudo, pero sí los intermedios y gran abundancia de pesados; betu-nes de los que se obtienen gasolinas, como el de arenas bituminosas (principal-mente de Canadá); el de pizarras bituminosas; gasolinas obtenidas del carbón;agrocombustibles, etc. La extracción de petróleos muy pesados se parece más ala minería que a la típica extracción de petróleo y es muy lenta, y después esospetróleos son sometidos a un complejo proceso industrial. Sólo la mitad delbetún de arenas bituminosas es convertido en petróleo sintético una vez proce-sado (Schindler et al., 2007: 7 y 8).

La gran mayoría de los estudios llegan a la conclusión de que las reservas origi-narias de petróleo convencional oscilan en torno a los 2.000 Gigabarriles (Gb).El informe «Global 2000», publicado en 1980 por orden del presidente Carter, elmás exhaustivo que se ha elaborado, estima unas reservas originarias de 2.100Gb. La Association for the Study of Peak Oil (ASPO, una organización interna-cional dedicada al estudio del techo del petróleo y a concienciar a los gobiernosy las sociedades sobre el problema) mantiene la estimación más baja, 1.900 Gb,mientras que la estimación media de 65 consultoras, compañías petroleras y otrosentes es de algo menos de 2.000 Gb; ello supone que se han utilizado ya la mitadde las reservas originarias (ASPO Newsletter, diciembre de 2003; AIE, 2008).

El gráfico 1 muestra el declive de los nuevos descubrimientos en un contextode aumento del consumo; descubrimientos que alcanzaron su techo en 1964 yque ahora experimentan una caída de alrededor del 5% al año. A partir de1981 el petróleo nuevo es incapaz de satisfacer la demanda y la brecha au-menta. Se considera que, en la actualidad, de cada tres barriles consumidossólo uno es de petróleo nuevo. Desde finales de la década de los setenta(período en el que se descubrieron la provincia petrolífera del mar del Nortey los yacimientos supergigantes de la bahía de Prudhoe en Alaska y deCantarell en México) no se han descubierto yacimientos de este tipo, y losgigantescos que se han hallado tienden a cero. El petróleo de aguas profun-das (> 500 m) es el recurso nuevo de mayor importancia (se le estiman un 7-8% de las reservas mundiales), pero tendrá una vida breve (después del te-cho, los yacimientos se agotan a un ritmo anual del 6-12%). Además, existeun alto riesgo de que se produzcan accidentes, sobre todo en los yacimientosultraprofundos (> 1.500 m) (ASPO Newsletter, abril de 2009; Bukold, 2010).

1.2 OfertaLos yacimientos gigantescos que han satisfecho la mayor parte de la deman-da se están agotando y los nuevos se muestran cada vez más incapaces desustituirlos. El 70% del petróleo proviene de yacimientos de más de 30 años.Unos 120 yacimientos con una capacidad de bombeo superior a 100.000 b/d

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(barriles diarios) cada uno suministran el 50% del petróleo, y 70.000 yaci-mientos completan la otra mitad de la oferta. Ello indica que los yacimientosnuevos son cada vez más pequeños y que se agotan más rápidamente. Los 20yacimientos más grandes aportan el 27% de la oferta mundial y tienen una

Gráfico 1La brecha creciente del petróleo

Fuente: Murphy (2011).

Gráfico 2Oferta mundial de crudo y condensado

Fuente: Mearns (2011a).

BP: EIA: JODI: IEA C+C comparison

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vida media de 50 años. De ellos, 4 se encuentran en la fase de máximo bom-beo y el resto, en diferentes fases de declive (Tverberg, 2009b).

Sin embargo, la comprensión de la situación actual resulta complicada. Granparte de los analistas consideran que la oferta se mantiene estancada enuna meseta oscilante (+/- 5% de variación sobre la oferta media de 74 Mb/d de crudo) desde 2005. El gráfico 2 refleja la evolución de la oferta decrudo y condensado durante el período 1980-2010, según cuatro fuentes.En él se aprecia que tres de ellas (BP, EIA [Departamento de Energía deEE.UU.] y AIE) muestran datos poco discrepantes y coinciden en que laoferta se encuentra en la meseta oscilante indicada. Pero el JODI (organis-mo de la ONU) muestra una oferta media que viene cayendo desde 2008.Sam Foucher (2011), Euan Mearns (2011) y otros analistas del blog TheOil Drum consideran que el JODI es la fuente más fiable porque obtiene losdatos de los gobiernos productores de petróleo. La única explicación queencuentran a los datos de la EIA y la AIE es que han sufrido recortes pre-supuestarios, lo que les obliga a contratar sus informes, y que lo hacen alIHS CERA (un instituto estadounidense que se destaca por negar el techodel petróleo).

Pero el problema es mayor de lo indicado, ya que el consumo doméstico delos países exportadores crece fuertemente, lo que, con una oferta estancada,supone una reducción del petróleo exportado. Los 33 países que bombeanmás de 100.000 b/d han elevado el consumo del 16% a un 17,5% del totalmundial en los cinco últimos años. El aumento anual de Arabia Saudí es del10% y, según un portavoz de Aramco, si sigue a ese ritmo lo hará en un250% (8,3 Mb/d) para 2028 (Andreoli, 2011).

1.3 DemandaLa demanda media mundial en los últimos 27 años creció un 2% al año, peroen 2008 se redujo en 0,3 Mb/d y en 2009 en 2,5 Mb/d. La AIE prevé en suinforme WEO2010 un aumento medio anual de la demanda de 1,2 Mb/d enlos próximos años. Pero el petróleo sólo supondría el 50% del total de com-bustibles en 2050, siendo el resto hidrógeno, agrocombustibles, etc. Los paí-ses exportadores de petróleo y los países emergentes mantienen un ritmo muyfuerte de aumento del consumo —debido a un alto crecimiento económico ya unas gasolinas subvencionadas—, y en los del golfo Pérsico hay que añadiruna industrialización basada en subsectores muy intensivos en energía y enuna alta tasa de natalidad. En el período 2003-2008, China fue responsablede más del 50% del aumento de la demanda (AIE, 2010).

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Por el contrario, en la OCDE se inició en 2005 una caída de la demanda quese agudizó en 2008 (-1,87 Mb/d), a causa de la crisis y de las políticas ener-géticas de la UE, Japón, etc. En 2009 la reducción del consumo se intensifi-có, y ello propició que los países importadores emergentes siguieran su esca-lada de consumo (Koppelaar, 2010).

Fuente: AIE (2010, New Policy Scenario 2009-2035).

Gráfico 3Consumos de energía primaria por sector y región previstos por la AIE

Para 2035, la AIE prevé que el 93% del aumento de la demanda se produzcaen países No-OCDE y que China absorba el 37% de dicho incremento (el deIndia será un 18%), alcanzando así el 22% de la demanda total frente al 17%actual. Por el contrario, la demanda de la OCDE disminuiría en 6 Mb/d (loque supone un ritmo anual de descenso del 0,6%), siendo en el transportedonde se produciría la mayor reducción, tal como se muestra en el gráfico 3.Pero esta previsión no es real, al no tener en cuenta el agotamiento del petró-leo (AIE, 2010).

1.4 PreciosA partir de 2002 se produjo una escalada de precios que se agudizó en elperíodo 2005-2008, en un contexto de alta volatilidad, la cual se debe a queexisten numerosos factores que hacen oscilar los precios: las previsiones so-bre el crecimiento económico; las variaciones de los stocks; las variacionesestacionales del consumo; las reducciones de la capacidad de extracción pormotivos políticos (guerras, sabotajes, huelgas, etc.) o por efecto de fenóme-nos climáticos (como huracanes en zonas petroleras), etc. Sin embargo, sóloel creciente desfase entre la oferta y la demanda explica la excepcional diná-

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mica alcista de los precios en el período indicado, que culminó en julio de2008 con un precio de 147$ por barril (159 litros) en la bolsa de Nueva York.Después, la crisis redujo la demanda y el barril bajó hasta 32,70$ el 20 deenero de 2009, pero enseguida empezó a recuperarse con la aparición de losprimeros signos de superación de la crisis, y en la mayor parte de los diezprimeros meses de 2011 el barril se mantuvo por encima de los 110$ (Mearns,2009; Likvern, 2010).

De cara al futuro existe un amplio consenso acerca de que el petróleo seencarecerá mucho, porque el estancamiento de la oferta dará paso a su decli-ve y porque la mayor parte del petróleo nuevo (el extraído en aguas profun-das, en el Ártico, etc.) será cada vez más costoso. Fatih Birol, economistajefe de la AIE, multiplica los avisos sobre una escalada de precios y reco-mienda que «debemos dejarlo, antes de que él nos deje a nosotros» (TheIndependent, 3.8.2009).

1.5 El techoEl agotamiento de cualquier recurso depende de dos factores: de las reservasexistentes y del ritmo de consumo. Pero hay múltiples factores que obstaculi-zan la extracción de petróleo: está alojado en las grietas de las rocas, impreg-nando arenas y rocas porosas; los yacimientos pierden la presión inicial, porlo que hay que forzarlo a salir inyectando agua salada o gases; una vez ex-traído su componente más ligero, va quedando un remanente cada vez máspesado, etc. Estas dificultades determinan a) que el flujo de extracción alcan-ce un techo y que a partir del mismo disminuya inexorablemente, y b) que lamayor parte del petróleo que había no pueda ser extraído. El techo ha sidoconfirmado por los estudios de Marion King Hubbert (referente de la geolo-gía del petróleo) y por décadas de análisis de los países petroleros. Dichosestudios muestran que las curvas de descubrimientos de yacimientos y deextracciones adoptan una forma de campana y que, unas pocas décadas des-pués de que la primera curva alcance el techo, lo hace la segunda y despuésempieza a bajar. El techo se produce un poco antes de haber extraído lamitad de las reservas, como indica el gráfico 4 (Hemmingsen, 2010).

El estudio Wiki Oil Megaprojects (WOM) constituye un referente en el aná-lisis del techo del petróleo, una colaboración entre The Oil Drum y Wikipediapara conocer los grandes proyectos petrolíferos y contrastar el aumento de laoferta que éstos supondrán con la tasa de agotamiento. Sus premisas son: unatasa de agotamiento del 3,6%, que los propios autores consideran conserva-dora (la AIE establece una del 4,4%) porque «existe una gran incertidumbresobre este índice, ya que representa la media de decenas de miles de yaci-mientos pequeños y de varios centenares de yacimientos gigantes, unos en

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fase postecho y otros en fase pretecho» (Foucher y Bodell, 2011); se contabi-lizan el crudo, el condensado y el sinfuel de las arenas bituminosas de Cana-dá; el horizonte del estudio es corto (2015). Los autores opinan que los estu-dios a más largo plazo no son fiables.

El gráfico 5 muestra las aportaciones de petróleo de los megaproyectos pro-cedentes de la OPEP (sin Irak), de Irak y de las arenas bituminosas de Cana-dá. Sin embargo, no aparece de forma explícita el petróleo extraído de aguasprofundas, que es el factor principal del aumento de las extracciones, sobretodo, del grupo No-OPEP. El resultado es que, a partir de 2011, la oferta netade petróleo decrece (Foucher y Bodell, 2011).

Aun así, la previsión se ve afectada por un amplio conjunto de otras varia-bles en direcciones opuestas. En el lado positivo, hay que tener en cuenta elpetróleo de los proyectos pequeños y las aportaciones del gas natural líquido,que aumentan debido a las cuantiosas inversiones realizadas en la décadapasada, pero hay factores políticos, ambientales, climáticos, etc. que reducenel flujo de petróleo. Entre los factores políticos están: la inestabilidad demuchos países productores, las decisiones de reducir el flujo de exportaciónpara alargar la vida del recurso, etc. En este sentido, destaca la previsión deun portavoz del gobierno saudí de que «la producción se mantenga en 8,7Mb/d hasta 2015» (Andreoli, 2011). Por otra parte, el vertido del yacimientoMacondo en el golfo de México ha llevado a EE.UU. a endurecer las normasambientales, y este suceso «aumentará los costes y los retrasos de las perfora-ciones y desarrollos en aguas profundas» (ITPOES, 2010b). Steffen Bukold(2010), experto en la materia, pide que se prohíban las explotacionesultraprofundas (> 1.500 m) porque los vertidos no podrán ser controlados.

Fuente: ITPOES (2010a: 11).

Gráfico 4Curva teórica de explotación acumulada de varios yacimientos

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Por último, la tasa de retorno energético (la relación entre la energía obtenida yla invertida) ha pasado de 100:1 en 1950 a alrededor de 15:1 y sigue cayendo,como muestra el gráfico 6. Esta estimación es similar a la de Murphy y Hall(2011: 64 y 65), que calculan que la tasa ha bajado de 36:1 en la década de losnoventa a 18:1 en 2008. Este último ratio supone que, para obtener 100 unidadesde energía neta, hay que extraer un total de 106 unidades. Peor aún, las arenasbituminosas de Canadá tienen un ratio de 5-6:1, así que aumenta la energíanecesaria para obtener una unidad de recurso (Hirsch et al., 2010: 141).

Gráfico 5Oferta de petróleo de megaproyectos en el período 2003-2015 (real y prevista)

Fuente: Foucher (2011).

Gráfico 6El balance energético

Fuente: Hirsch et al. (2010).

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2. Análisis de la crisis actual

Antes de realizar un análisis prospectivo, conviene estudiar las causas quehan provocado la crisis de las últimas décadas y, en especial, las de la crisisactual y su evolución, porque de ellas se deben extraer lecciones que facilita-rán dicho análisis.

2.1 El impacto económico de los altos precios del petróleoNumerosos estudios muestran que unos precios altos del petróleo preceden nor-malmente a las crisis económicas, por lo que se puede inferir que existe unaclara correlación entre precios y recesión. James Hamilton muestra que diez delas once recesiones que se produjeron en EE.UU. después de la Segunda Gue-rra Mundial fueron precedidas de escaladas del precio del petróleo. Charles A.S. Hall ha realizado varios estudios junto con D. J. Murphy, R. Powers y S.Bologh, y han llegado a la misma conclusión. Murphy y Hall (2011) estimanque cuando el gasto en energía alcanza el 5,5% del PIB se producen recesio-nes, puesto que este sobregasto se traduce en la reducción de otros consumos yde la inversión (esto es lo que refleja el gráfico 7). Sin embargo, en la recesiónde 1973-1975 no se alcanzó dicho ratio del 5,5%, lo que indica que tambiénintervienen otras variables. En este caso, los precios se cuadruplicaron entreoctubre y diciembre de 1973; y se habían debilitado los motores que impulsa-ron la expansión del período 1950-1973 (Tverberg, 2011).

Gráfico 7 Porcentaje del gasto en energía en relación con el PIB mundial

Fuente: Murphy y Hall (2011: 58).

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Otra forma de definir el umbral del impacto económico es estimar el precioque empieza a frenar el crecimiento económico. Los principales analistasconsideran que los países de la OCDE se ven afectados cuando el precio delbarril supera los 90$ durante períodos prolongados, lo que indicaría que nopueden salir de la crisis mientras los precios se mantienen por encima de100$ por barril (Kopits, 2011), mientras que algunos autores cuantifican lareducción del PIB que se está produciendo. G. Davies calcula que, de seguirel precio del barril muy por encima de los 90$, el PIB de los países de laOCDE perderá alrededor de un 1% en 2011, y J. Hamilton prevé que el PIBde EE.UU. se habría reducido en un 1,1% en el primer semestre de 2011(Mearns, 2011a). Ello explicaría que no se hayan cumplido los pronósticosde consolidación de la recuperación económica en 2011, una vez producidala salida de la recesión en 2010. A diferencia de lo que ocurre en la OCDE,los analistas consideran probable que China e India puedan soportar preciosde 100-110$ por barril. La razón que justificaría tal disparidad de umbraleses que el incremento de la productividad marginal de un barril de petróleo esmayor en China e India por la ley de los rendimientos decrecientes, dado quesus consumos per cápita son muy inferiores a los de la OCDE (Skrewosky,2011).

2.2 Análisis sistémico: factores no geológicos que actúan en la crisis actualPuesto que las sociedades son sistemas complejos adaptativos, el encareci-miento del petróleo siempre viene acompañado de otros factores, por lo queel cambio en uno influye en muchos otros. Por ello, es necesario determinarcuáles son importantes en este momento. No obstante, antes de definirlosconviene analizar el origen de la crisis actual, porque permite conocer losfactores importantes que coactúan con el petróleo.

Los centros de poder la catalogan como una crisis financiera. Sin negar queeste factor es muy importante, la escalada de los precios del petróleo y la degran cantidad de otras materias primas (los incrementos de precios de algu-nas de ellas fueron mayores que los del primero) fueron un reflejo de lo queJeremy Grantham (jefe de inversiones de GMO Capital; Grantham, 2011)denomina «un cambio de paradigma» en los precios de las materias primas.La escalada de precios alcanzó cotas muy superiores a los umbrales señala-dos anteriormente, y provocó inflaciones elevadas y una fuerte reducción dela capacidad de gasto y de inversión en los países de la OCDE debida a lospagos de petróleo. A finales de 2007 la inflación empezó a repuntar, llegandoen países de la OCDE a cotas del 5-6% en 2008. Los bancos centrales reac-cionaron con la receta habitual: elevando el tipo de interés. Esto provocó elencarecimiento del crédito, al cual se le unió un descenso de las rentas por laelevación de la factura del petróleo y otras materias primas. Ambos factores

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provocaron el colapso de la burbuja inmobiliaria que se venía produciendo enla OCDE, y que había iniciado ya su declive. Ese colapso provocó a su vez eldel sistema financiero, aquejado de múltiples problemas, algunos de ellosoriginados por la enorme especulación financiera que provocó la liberaliza-ción del sector y otros estructurales. Así pues, la causa de la crisis no fue sólode tipo financiero, «sino que fue un síntoma de una crisis más grande, unacrisis energética» (Rubin, 2009). Muchos autores respaldan este análisis:Tverberg (2009a), Hamilton (2009), Murphy y Hall (2011), Kilian (2010),Kopits (2011), etc. Pero, como los centros de poder no asocian la crisis con elpetróleo, resulta que buscan su salida fuera del ámbito energético.

En la fase actual de la crisis se manifiestan un conjunto de factores (positivosy negativos) que interactúan con el encarecimiento del petróleo. Algunos delos positivos son:

• La crisis actual se centra en gran parte de los países de la OCDE y espe-cialmente en la zona euro. No es el caso de los países extractivistas deSudamérica, África y Oceanía, ni de Europa oriental y Asia, que tienencrecimientos fuertes.

• China está siendo un factor clave en que la crisis no se extienda a escalamundial. Por un lado, porque sus inversiones en EE.UU. dan estabilidada la economía de este país (el mismo papel está desempeñando, aunquecon un impacto menor, en algunos países europeos víctimas de la especu-lación financiera). Su fuerte demanda de productos manufacturadosrefuerza dicho papel. Además, la enorme demanda china de materias pri-mas impulsa el crecimiento de los países exportadores de las mismas.

• La reducción del consumo de materias primas en los países principales dela OCDE modera la elevación de los precios y el ritmo de agotamiento.

Entre los factores negativos asociados al uso de recursos naturales se encuentran:

• Las escaladas de precios del petróleo se producen al mismo tiempo quelos procesos de encarecimiento de otras muchas materias primas escasas—como los principales metales estratégicos— y de los alimentos. Éstossuben de precio como resultado del crudo caro, por un aumento de lascosechas de cereales inferior al de la población y por la producción deagrocombustibles (Brown, 2010).

• La escasez de petróleo está generando tensiones geoestratégicas entre laspotencias por conseguir acuerdos a largo plazo para la obtención de estoscombustibles. China e India están cambiando las reglas de juego habitua-

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les para garantizarse el suministro. Logran acuerdos bilaterales con lospaíses exportadores que fijan un determinado flujo de materias primas acambio de múltiples compensaciones: actuar como «socios comerciales,inversores, suministradores de tecnología y armas, prestamistas […] odefensores políticos ante organizaciones internacionales», lo que se defi-ne como «diplomacia energética» (BTC, 2010: 27). Otro caso de tensio-nes geoestratégicas es el de zonas fronterizas que tienen recursos fósiles,pero cuya delimitación es objeto de disputas territoriales históricas. Losdescubrimientos de yacimientos y la probabilidad de que existan avivandisputas que han permanecido aletargadas (Ártico, mar Caspio, mar deChina, etc.) (BTC, 2010: 40). Estas disputas generan inestabilidad (queperjudica al crecimiento) y costes para los países litigantes.

• La escasez creciente de recursos está provocando la multiplicación de losimpactos ambientales. Los yacimientos son cada vez más pequeños y devida más corta (y en el caso de los minerales no energéticos la ley es yamuy baja, lo que obliga a remover cada vez más tierra y roca para obteneruna misma cantidad de mineral). También obliga a buscar recursos enlugares más remotos (bosques tropicales) y en ecosistemas particularmen-te frágiles (en el Ártico o en fondos marinos profundos). Los impactosprovocan una contestación ciudadana creciente que se multiplica cuandose produce un accidente grave, lo cual lleva a los gobiernos a endurecerlas normativas de seguridad (EE.UU.) o a replantearse políticas (proyectode carretera amazónica de Bolivia), actuaciones que encaren los recursosy que pueden reducir las áreas explotadas.

• Cuando la economía crece muy poco o está en recesión, el sistema financieroentra en crisis. Los bancos se debilitan (pierden credibilidad y pueden que-brar) por la alta morosidad y los gobiernos se ven obligados a realizarrecapitalizaciones muy importantes. Estos fondos debilitan a su vez la capaci-dad de los estados para invertir en políticas de reactivación económica, factorque se ve agravado por una drástica reducción del crédito porque los bancostemen que no se devuelvan los préstamos. Además, el sistema financiero exa-cerba su tendencia natural a la especulación y provoca una espiral de endeu-damiento en los estados objeto de esos ataques (Tverberg, 2011).

• La UE, además, tiene el problema estructural de su moneda, porque care-ce de instituciones y de capacidad de respuesta semejantes a las de cual-quier Estado. La deuda griega ha puesto de manifiesto el problema. LaUE es muy lenta en la adopción de medidas correctoras, lo que incentivala especulación sobre los países más débiles, y para atajarla impone unadrástica política de reducción de la deuda que provoca estancamiento,cuando no recesión, lo cual amenaza la estabilidad del sistema.

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Sin embargo, cualquier recuperación tendría un recorrido corto, ya que elconsumo de recursos volvería a aumentar. Es por ello que crece el número deautores que asocian el techo del petróleo al fin del crecimiento. El últimolibro de Richard Heinberg (The End of Growth, 2011) es una muestra de ello.Así pues, se necesitan transformaciones profundas del sistema económico enla dirección de una desmaterialización del sistema productivo y la creaciónde un sistema financiero resiliente. En una economía sostenible (que sólopuede ser solar y circular en materiales), el producto económico sólo podrácrecer cuando un uso más eficiente del fondo de materiales que tenga cadaeconomía pueda producir la captación de más energía solar y/o la producciónde más bienes. Otra opción es reducir el tiempo de trabajo (Bermejo, 2011).

3. Tendencias de transformación previsibles3.1 Modelos de evaluación del impacto del techo del petróleoSe vienen utilizado tres métodos de análisis de los efectos económicos deltecho del petróleo: el declive lineal, el declive oscilante y el colapso sistémico.En el primer método se asumen unos ratios de declive de la extracción depetróleo, se considera que los impactos son proporcionales a los precios—los cuales están determinados por los ritmos de agotamiento— y se eva-lúan los impactos sobre el PIB, la balanza de pagos, etc. También se suponeque, a pesar de los impactos económicos, el sistema financiero permaneceestable, los estados mantienen los servicios habituales, no hay inestabilidadsocial, etc., de modo que no existe interactuación entre los factores (Korowicz,2010: 30-31).

El método del declive oscilante supone que se producirán escaladas sucesivasdel precio del petróleo que provocarán crisis y hundimientos de dicho precio,lo cual permitirá relanzar la economía y, a su vez, provocará una nueva esca-lada que alcanzará una cota de precios más alta. Ello provocará otro nuevociclo, que se volverá a repetir hasta que se transforme el modelo energético.En cada ciclo se producirá un descenso económico (Cohen, 2009; Korowicz,2010: 31). El gráfico 8 ilustra dicha teoría.

Pero esta teoría no refleja la realidad actual. En vez de recuperaciones querelanzarían el consumo y el precio del petróleo a nuevas cotas, asistimos a unestancamiento económico en los países principales de la OCDE. Esta situa-ción dual es fruto de que los países No-OCDE tienen un umbral de impacto alos precios del petróleo más alto. El impacto en la OCDE, agravado por lacrisis del sistema financiero, determina que su consumo de petróleo siga ba-jando, y lo hace a un ritmo semejante al del aumento del consumo en lospaíses No-OCDE. En el momento actual la demanda de la OCDE está cayen-

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do a un ritmo anual del 3-4%, mientras que los países No-OCDE la estánaumentando un 4% al año (AIE, 2011).

El techo del petróleo romperá la situación de equilibrio actual al empezar areducirse el flujo de petróleo. Este hecho agudizará el declive de las exporta-ciones de crudo, que se ha venido produciendo en el período de estancamien-to de la oferta. El precio del barril sobrepasará, también, los umbrales deprecios de los países No-OCDE, lo que dará paso a una prolongada crisismundial, porque la energía disponible se reducirá, en especial la del trans-porte. La magnitud del colapso dependerá en buena medida del ritmo dedisminución del suministro de petróleo. R. Hirsch et al. (2010) establecendos escenarios, con reducciones del 2% y del 4% al año, y consideran que elsegundo sería catastrófico. El PIB mundial se reduciría en un 20-30% a lolargo de más de una década, lo cual generaría una crisis social que puededesestabilizar a las instituciones políticas. Pese a todo, los mecanismos deamortiguación que generan unos precios altos hacen que el segundo escena-rio sea más probable.

Muchos informes prevén dicho colapso. Según el ITPOES, «el declive o colap-so del suministro de petróleo golpeará a todos los sectores de la economía,provocando cambios rápidos en el transporte» (ITPOES, 2010a: 26), mientrasque un informe del ejército alemán (BTC, 2010: 58) prevé que, «a medio pla-zo, el sistema económico mundial […] podría colapsar» y que el impacto deltecho durará unos 15-20 años. Este intervalo lo prevé también el famoso infor-me Hirsch (Hirsch et al., 2005). Suponen que dicho período es el necesario

Gráfico 8Escaladas de precios y crisis recurrentes en la era postecho

Fuente: Cohen (2009).

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para cambiar de combustible. Este escenario de colapso parece inevitable, por-que los gobiernos no están dando pasos significativos para desengancharse delpetróleo con la salvedad de Alemania, que es líder mundial en renovables y enla aplicación del hidrógeno al transporte, y que se ha marcado el objetivo dealcanzar un sistema energético renovable (Bermejo, 2011: 298).

Así pues, estamos ante un escenario muy probable de colapso sistémico(Korowicz, 2010: 31). Sin embargo, antes de describirlo conviene explicarqué significa que la sociedad industrial es un sistema complejo adaptativo.La economía necesita mercados, financiación, estabilidad monetaria,infraestructuras (de transporte, telecomunicaciones, tratamiento de las aguas,redes eléctricas, etc.), producción industrial y de alimentos, servicios de sa-lud y educación, I+D, instituciones respetadas y estabilidad sociopolítica, perotambién un flujo creciente de energía y materiales. Su complejidad crece, loque supone que cada vez es más ineficiente. El sistema se adapta a los cam-bios espontáneamente, porque no hay instituciones de gobierno (IG) capacesde controlar su funcionamiento. Pero las IG pueden actuar de forma coordi-nada para prevenir los colapsos o, al menos, para superarlos (Korowicz, 2011:2-7).

Analizo a continuación la evolución previsible de los factores principales(descritos en el apartado anterior) como consecuencia del techo. Entre losfactores positivos, hay que destacar los siguientes:

• El petróleo caro seguirá provocando la aceleración de los cambios tecno-lógicos para explotar yacimientos que no eran rentables con las tecnolo-gías y los precios anteriores. Este factor y la disminución del consumofruto de la crisis ralentizarán el ritmo de descenso del flujo de petróleo.

• Durante esta década, las principales energías renovables entrarán en pari-dad de costes, lo cual acelerará el aumento de la potencia eléctrica insta-lada y de la producción de hidrógeno renovable (hay aplicaciones queestán en fase comercial) (Bermejo, 2011).

• Es previsible que la UE sea capaz de desarrollar mecanismos que palienen gran medida la debilidad estructural del euro.

• Se está fortaleciendo rápidamente el movimiento de las sociedades enemergencia energética. Estas sociedades (municipios y regiones) están de-sarrollando economías resilientes al techo del petróleo, por lo que se con-vertirán en referente obligado en el proceso transformador (Bermejo, 2011:301-322).

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No obstante, hay factores negativos, y muy importantes, que retrasaran loscambios:

• El techo del petróleo reforzará el estatus internacional de los paísesexportadores de petróleo y la tendencia a la nacionalización del petróleo(las petroleras estatales controlan ya más del 80% del mismo), así comotambién la restricción de las exportaciones para alargar la vida de susreservas (BTC, 2010: 26).

• Se agudizará la competencia entre estados por el acceso a yacimientos enterritorios en disputa y se agravarán las tensiones geoestratégicas entrelas potencias por los contratos de suministro a largo plazo. Esto es lo quepronostican muchos analistas e informes oficiales, algunos de los cualesya han sido citados (BTC, 2010: 73).

• El papel estabilizador de la economía mundial que viene desempeñandoChina no lo podrá seguir ejerciendo, porque se verá cada vez más afecta-da al superar el precio del petróleo su umbral. Ello provocará una crisismundial, que tendrá el componente positivo de reducir el consumo depetróleo.

• El fuerte aumento del consumo doméstico de petróleo en muchos paísesexportadores de petróleo agravará su inestabilidad, al menos a causa dedos factores: por la reducción de las exportaciones (muy pocos países tie-nen ya capacidad para aumentar la extracción de petróleo y, salvo en elcaso de Irak, ninguno la mantendrá a medio plazo) y por su necesidad decrear empleo y mejorar los servicios con objeto de frenar la contestacióncreciente a los regímenes dictatoriales. La «primavera árabe» ha puestode manifiesto este fenómeno (Andreoli, 2011).

• No es probable, ni siquiera a medio plazo, que las potencias se pongan deacuerdo en una reforma sustancial del sistema financiero. Sin duda seadoptarán medidas menores, como debilitar el papel de los paraísos fisca-les, controlar algo la especulación financiera, etc., pero éstas no evitaránque el sistema financiero siga jugando un importante papel depresivo dela actividad económica en tiempos de crisis.

• No es probable que los crecientes impactos ambientales que genera laextracción de recursos de la corteza terrestre frenen —de forma significa-tiva— las explotaciones. Sin embargo, éstas provocarán una aguda reduc-ción de la calidad de vida en algunas zonas del mundo y, a medio-largoplazo, van a deteriorar de forma decisiva los servicios esenciales para lavida que nos provee la biosfera.

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En resumen, el colapso supondrá la quiebra del sistema financiero y moneta-rio, del sistema productivo globalizado (industrial y de alimentos) y deinfraestructuras críticas (transporte, red eléctrica, telecomunicaciones, sani-dad, sistema bancario, etc., porque su mantenimiento es muy caro) (Korowicz,2011: 13). Aun así, no hay que olvidar que los países poseen grados muydiferentes de vulnerabilidad, la cual depende de múltiples factores: depen-dencia relativa del petróleo; eficiencia energética; recursos de petróleo y/ogas; grado de desarrollo de las energías solares; capacidad de cambio tecno-lógico; baja apertura de la economía; alta diversidad del tejido económico;instituciones sólidas y elevada cohesión social.

3.2 Transformaciones previsiblesSe producirá una clara reducción del papel del mercado y, paralelamente, sereforzará el papel de los estados. Se afianzará la tendencia a suscribir acuer-dos a largo plazo y bilaterales entre los estados por ser la única garantía desuministro estable (esta política es ya dominante en el caso del gas natural,por las costosas infraestructuras de transporte) (BTC, 2010: 34).

La mayor parte del comercio internacional será de ámbito regional, por losaltos costes del transporte de largo recorrido. Una consecuencia de ello esque las cadenas de producto serán menos complejas y más cortas. Por ello,Jeff Rubin y Benjamin Tal (2008), economistas del banco canadiense CIBC,afirman, en función de los factores analizados, que «la globalización es re-versible». Ello dará lugar a economías más descentralizadas.

Los estados se verán obligados a aplicar medidas de choque que den paso aestrategias transformadoras. Algunas medidas para reducir rápidamente elconsumo de petróleo son: racionar las gasolinas, limitar la velocidad de losvehículos en la carretera y el acceso de los coches a las ciudades, aumentar lafrecuencia de los medios de transporte públicos, etc. Las estrategias de trans-porte deberán provocar un trasvase masivo de pasajeros del coche (en áreasmetropolitanas) y del camión al ferrocarril. Los elevados costes del transpor-te por carretera impulsarán ese trasvase, pero los estados deberán invertir enel ferrocarril para que alcance la capacidad necesaria. Más lenta será la sus-titución del petróleo por el hidrógeno renovable. Aunque en una primera fasese acelere el uso del gas natural, no existe gas suficiente para el transporte yla generación eléctrica (Bermejo, 2011: 257-259).

El rápido proceso actual de crecimiento de la potencia instalada de electrici-dad eólica y solar se verá acelerado por la entrada en paridad de costes de lasmismas, que se producirá en todo el mundo a lo largo de esta década y por lanecesidad de sustituir el petróleo por hidrógeno renovable (lo cual impulsará,

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a su vez, la descentralización productiva), pero aun así se tardarán unas dosdécadas en cubrir el déficit energético (Bermejo, 2011: 290).

En el sector industrial, los elevados costes del transporte reforzarán la pro-ducción descentralizada, sobre todo en: la producción de bienes con un bajoratio valor/peso; la producción de captadores de energía renovable; la cons-trucción ferroviaria, naval y de autobuses, etc. Por el contrario, se produciráun declive de las empresas productoras de vehículos de carretera y de avio-nes. Además, se reforzarán la utilización de materiales locales, el recicladode los materiales estratégicos y la reparación y remanufacturación, especial-mente de grandes vehículos (trenes, barcos y aviones). La producción y dis-tribución de alimentos serán mucho más descentralizadas y sostenibles. Estatendencia revertirá el proceso de concentración del capital (Rubin, 2009).

A pesar de que no es probable que se produzcan grandes reformas del sistemafinanciero internacional, muchos estados aplicarán medidas que supondrán unacierta nacionalización del crédito y el fortalecimiento de las organizaciones decrédito comunitarias (OCC), porque resultará imperioso mantener un nivelimportante de crédito. Algunas de las medidas, ordenadas de menor a mayorposibilidad, son: la creación de un sistema de crédito público a interés cero; lacreación de bancos públicos; una mayor transparencia del sistema bancario; eldesarrollo de OCC; la separación de la banca de inversión de la comercial.Ésta se acercará al objetivo de provisión a la sociedad de «servicios altamentecualificados y especializados, y que ganen rentas semejantes a las de sus clien-tes», etc. (Paris, 2009). Es muy probable que se cree un nuevo sistema moneta-rio internacional basado en una moneda virtual cuyo valor sea el de una cestade monedas principales, que refleje la nueva realidad multipolar.

A modo de resumen, el sistema económico resultante será menos eficiente(por la reducción de las economías de escala), pero estará más centrado en lasatisfacción de las necesidades básicas y será más resiliente y sostenible(Korowicz, 2011: 13). Rubin (2009) afirma que no se sorprendería «si elnuevo mundo más pequeño que emerge fuera mucho más fiable y agradableque el que estamos cerca de dejar atrás».

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No existe alternativa a las energías renovables.El imperativo natural largamente reprimido*

¿Cómo pudo llegarse a la agudización dramática de una situación decisoriapor la que ahora el cambio hacia las energías renovables se encuentra bajouna presión de tiempo existencial? ¿Por qué se negaron o menospreciarondurante tanto tiempo las energías renovables? Estas preguntas deben plan-tearse a pesar de la frase de Albert Einstein: «Más que el pasado me interesael futuro, ya que es allí donde pienso vivir.» Pero para llegar a la vía correctaen el futuro, debemos observar lo dicho por el filósofo Sören Kierkegaard:«La vida debe vivirse mirando hacia delante, aunque solo podamos entender-la volviendo la vista atrás.» La retrospectiva ayuda a reconocer con la sufi-ciente claridad las resistencias intelectuales y estructurales que entorpecen eldesarrollo futuro. Todo pasado deja sus rastros intelectuales, reales y psicoló-gicos, seamos conscientes o no de ello. Lo remarcable no es el crecimientoexponencial de la conciencia sobre el valor fundamental de las energías reno-vables, sino más bien el tiempo que ha sido necesario para este proceso deconcienciación, y que no existan más tecnologías probadas e iniciativas con-cretas para su fomento desde hace ya mucho tiempo.

Por ley natural siempre estuvo determinado que la utilización de las energíasfósiles solo podía ser un estado transitorio. Wilhelm Ostwald, que en 1909obtuvo el premio Nobel de química, ya advirtió con absoluta claridad y trans-parencia meridiana en su libro El imperativo energético, publicado en 1912,de que la «inesperada herencia de los materiales combustibles fósiles» seduce

HERMANN SCHEER

*Fuente: El imperativo energético, editorial Icaria, 2011.

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hasta el punto de «perder momentáneamente de vista los principios de unaeconomía sostenible y [querer] vivir al día». Y prosiguió exponiendo quecomo estos materiales combustibles se agotarán sin falta, esto lleva inevita-blemente a la conclusión de que «una economía sostenible solo puede basarseen el aporte energético regular de la radiación solar.» De este modo llegó asu imperativo: «No derroches energía, aprovéchala.» Con el derroche se refe-ría a la quema de las energías fósiles, que es un proceso destructor, ya que losrecursos utilizados para ello se pierden irremisiblemente para el insumo ener-gético. En contraposición pone el aprovechamiento de la energía siemprepresente, que hoy día llamamos energía renovable y que en Dinamarca, másacertadamente, se llama «energía persistente». Ostwald concede mayor im-portancia social al «imperativo energético» que al «imperativo categórico»del filósofo Emanuel Kant: «Obra de tal modo que la máxima de tu voluntadsiempre pueda valer al mismo tiempo como principio de una ley universal.»1

Expresado de forma más simple en un proverbio antiguo: «No hagas a otrolo que no quieras que te hagan a ti.» Toda persona desea vivir rodeada deaire puro, por lo que nadie debería contaminar el aire de otros. Cada serhumano necesita recursos energéticos, por lo que todo el mundo debería po-der utilizarlos en la misma medida y nadie debería monopolizarlos. Lo ciertoes que incluso hasta ahora las energías fósiles y nuclear no eran suficientespara cubrir las necesidades energéticas de toda la humanidad. En un futuropróximo esto será cada vez más inviable debido al agotamiento de los yaci-mientos y, al mismo tiempo, a una demanda energética creciente. Ostwald veel imperativo de Kant como una ley moral, mientras que en el caso de suimperativo se trata de una ley natural. Que una ley moral se observe o no esuna cuestión ética que decide sobre la calidad de la convivencia en sociedad.Una ley natural, por el contrario, no nos deja opción. Si no la observamostendrá consecuencias de tal gravedad para la sociedad que también haríaimposible la puesta en práctica de los principios éticos de Kant.

Las advertencias elementales de Ostwald se pasaron por alto a pesar de seruno de los científicos que gozaba de reconocimiento mundial en su época,aunque también es cierto que a principios del siglo XX el consumo energéticotodavía era comparativamente bajo. La Tierra tan solo albergaba 1.500 millo-nes de personas en vez de los 6.500 millones de hoy. La electrificación aca-baba de empezar, al igual que el tráfico de automóviles. Todavía no existía eltráfico aéreo y el volumen comercial y por ende de lo transportado era clara-mente inferior, había pocos electrodomésticos que consumieran energía y noexistían ni la radio ni la televisión. Las advertencias elementales de Ostwald

1. Wilhelm Ostwald, Der energetische Imperativ, Leipzig ,1912, pp. 81 y ss.

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llegaron, según se miré, demasiado pronto o demasiado tarde. Demasiadopronto porque el problema aún no era acuciante y demasiado tarde porque laeconomía energética fósil ya estaba firmemente establecida, ejerciendo unainfluencia decisiva sobre la política, las empresas industriales y en últimainstancia sobre el desarrollo tecnológico.

A principios del siglo XX, la economía energética fósil ya presentaba unahistoria de más de 100 años. Había surgido gracias a una revolución tecnoló-gica: la máquina de vapor de James Watt. Patentada en 1769, al principio sealimentaba con carbón vegetal y más adelante se pasaría a la hulla. Se con-virtió en el motor de la Revolución Industrial al utilizarse en la producciónindustrial, después en la navegación a vapor y en las locomotoras de vaporpara los ferrocarriles en plena expansión y, finalmente, en centrales termo-eléctricas, que hasta el día de hoy representan la tecnología de la mayoría delas grandes centrales térmicas, desde las centrales de carbón hasta las centra-les nucleares. La máquina de vapor cimentó la creación de la economía ener-gética moderna que, en primer lugar, fue una economía basada en el carbón,ampliándose después con una economía del petróleo y del gas: se convirtióen una economía de combustión energética. Únicamente un segundo desarro-llo de la ingeniería energética tendría un significado de igual envergadura: elmotor de explosión, con el que se inició la revolución automovilística y sehizo posible el tráfico aéreo. Pero también esta revolución, para su desarrolloy especialización tecnológica, se basó en las energías fósiles que ya propor-cionaban la oferta energética, lo que impulsó todavía más la economía ener-gética fósil. Visto desde esta perspectiva ha sido una única tecnología la queha encauzado de forma casual y con la mejor intención, pero con reaccionesen cadena inesperadas, la economía energética durante más de dos siglos.

La caja de Pandora se había abierto. En la mitología griega, la figura dePandora, junto con Prometeo, representa el drama energético de la humani-dad. Prometeo simboliza un nuevo diseño energético o la búsqueda de este,como aquel que robó el fuego del cielo y enseñó a los hombres a utilizarlo. Elpadre de los dioses Zeus lo consideró un sacrilegio porque con esto se lesdeparó gran miseria a los hombres sin que estos lo intuyeran en su exalta-ción, por lo que encadenó a Prometeo a una roca. Pero como no era posiblevolverles a arrebatar el fuego a los hombres, Zeus también decidió castigar-los. Creó la figura de Pandora y le regaló una caja cerrada que contenía todaslas tentaciones malvadas. Estas se desperdigaron por toda la Tierra cuandoPandora, con curiosidad, abrió la caja. En la caja solo quedó la esperanza deun mundo mejor. O sea que Prometeo simboliza la presuntuosa aspiración aposibilidades que superan la medida humana y Pandora la tentación de libe-rar despreocupadamente las desgracias resultantes.

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Todas las preocupaciones de que el suministro energético y todos los ámbitosde la vida social hubiesen apostado ampliamente y de forma penetrante por losyacimientos energéticos fósiles fueron disipadas en los años cincuenta por laenergía nuclear. Esta fue elogiada como alternativa limpia y supuestamentebaratísima respecto a las energías fósiles en proceso de agotamiento. Parecíaun nuevo regalo que Prometeo había hecho a los hombres. En la euforia atómi-ca se pasaron por alto todas las advertencias de que se conducía a la sociedadde un callejón sin salida fósil a otro nuclear. La energía nuclear, tan compleja,fascinaba y a los físicos atómicos se les tributaba máximo respeto. Era inconce-bible que la fisión nuclear, una conquista superior a todas las habidas antes enfísica, desarrollada para la construcción de bombas nucleares, no pudiera tenertambién un valor añadido civil excepcional. Los primeros críticos de la energíanuclear fueron declarados personas marginales. Esto tuvo que vivirlo, por ejem-plo, Karl Bechert, un renombrado catedrático de ciencias naturales que a suvez era miembro del parlamento alemán. Con insistencia advertía de los peli-gros sin solución de la energía nuclear. Cuando en 1957 se aprobó la ley ale-mana sobre energía nuclear, que le allanaría el camino, el único que votó encontra fue él. Incluso dentro de su propio partido, el SPD, predicaba en el de-sierto. Su oposición se consideró escandalosa.

La primera generación de la posguerra sufrió la conmoción de los bombar-deos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 y vivió en la«guerra fría», iniciada poco después entre «oriente» y «occidente», con elmiedo acuciante de una guerra atómica. Esto también explica la esperanza deuna «utilidad pacífica de la energía nuclear»: a la vista de la carreraarmamentística atómica y de las estrategias de intimidación atómicas eracuestión de encontrarle un aspecto constructivo a la tecnología destructiva dela fisión nuclear. Esto propició que el movimiento contra la bomba atómicase convirtiera en uno a favor de las centrales nucleares. Solo más tarde, apartir de los años setenta, fue cuando maduró y se difundió el conocimientode que también esta esperanza es una quimera peligrosa. Pero la conclusiónque ahora se está imponiendo todavía no se sacó en aquellos días: centrar laatención por completo en las energías renovables, o sea, en la alternativa nofósil a la energía nuclear. Incluso al movimiento ecologista, en gestación enaquellas fechas, le parecía inverosímil que las energías renovables pudieransuplir todas las necesidades energéticas de los hombres. Hasta bien entradoslos años noventa, la mayoría de los científicos y políticos evitaba declararseabiertamente a favor de las energías renovables como opción del mismo tipoo incluso superior y de mayor calidad para el suministro energético. Inclusolos defensores de las energías renovables se sometieron a la opinión predomi-nante, promoviendo a menudo sus proyectos en tono de disculpa. Eran cons-cientes de que estaban cometiendo herejía contra la declarada «era atómica».

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El poder de lo existenteLa visión del mundo del suministro energético fósil y nuclearDurante décadas la energía nuclear ha distraído respecto al hecho de que lasenergías renovables representan la verdadera alternativa a las energías fósi-les. A la energía nuclear se le dio el papel principal en la era postfósil, inclu-so con derecho de exclusividad. Si por el contrario hace medio siglo se hu-biese apostado por las energías renovables con la misma vehemencia,seguramente hoy no tendríamos un problema climático que amenaza la su-pervivencia de la civilización mundial; no hubiésemos tenido que presenciarguerras energéticas como la guerra del Golfo o la guerra de Iraq; habríamucha menos contaminación atmosférica y menos enfermedades; y tampocoexistirían los residuos radioactivos de los que todavía desconocemos dónde,cuándo y cómo podemos almacenarlos a largo plazo y con seguridad, y quéproblemas y costes nos dejan en herencia para períodos de tiempo inimagina-bles. Probablemente, haría tiempo que existiría una industria de productos detecnología limpia, casi no existirían los refugiados medioambientales y ha-bría menos pobreza en los países en vías de desarrollo. En la actualidadviviríamos en un mundo sin miedo colectivo al futuro y la civilización mun-dial podría estar segura de legarles las mismas oportunidades de vivir a lasgeneraciones futuras en vez de lastrarlas con cargas insoportables.

Estas reflexiones son más que una retrospectiva melancólica: ya en los añoscincuenta las energías renovables ofrecían realmente más oportunidades tec-nológicas al alcance de la mano que la energía nuclear; antes de que se cons-truyera la primera central nuclear, ya se habían puesto en práctica numerosasexperiencias en este campo. Ya se sabía cómo producir electricidad a partirdel viento desde que el director de escuela danés Paul la Cour puso en fun-cionamiento la primera instalación de este tipo en 1891. En Estados Unidosen los años treinta, ya existían varios millones de molinos de viento en lasregiones granjeras.2 Francia ya había demostrado cómo producir electricidaden centrales térmicas de energía solar, lo que puede leerse en el libro Elaceite de oro, de Marcel Perrot.3 También la generación eléctrica por trans-formación de la luz (fotovoltaica) hacía sus primeros avances a partir demediados de los años cincuenta. En principio había sido desarrollada para laastronáutica, como se recapitula en el libro pionero sobre la historia de estatecnología de Wolfgang Palz.4 Ya era sabido desde hacía tiempo que se puedeproducir electricidad mediante turbinas impulsadas por agua, pues la historia

2. Marcel Perrot, La houille d’or, París, 1962.3. Erik Hau, Windkraftanlagen, Heidelberg, 1989, pp. 22 y ss.4. Wolfgang Palz, Power of the World. The Emergence of Electricity from the Sun, Singapur, 2010.

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de la producción eléctrica empezó con numerosas minicentrales hidroeléctri-cas antes de imponerse la tendencia de las grandes centrales hidroeléctricascon embalses cada vez mayores. Las minicentrales descentralizadas en aguasfluyentes hacía tiempo que representaban un gran potencial de producción,pero paulatinamente fueron dejándose de lado. También para el aprovecha-miento del biogás ya hubo muchos ejemplos, al igual que para los combusti-bles a partir de biomasa. Los requerimientos tecnológicos para convertir es-tas opciones en un sistema fiable de suministro eléctrico siempre fueron menoscomplejas y costosas que en el caso de la energía nuclear. Hoy en día, y apesar de la discriminación todavía existente de las energías renovables en lapolítica estatal de investigación si se compara con la energía nuclear, lasposibilidades técnicas y económicas para una reorientación hacia las energíasrenovables están tan desarrolladas, que la transformación completa del sumi-nistro energético puede impulsarse con celeridad sin más demoras, pudiendoasí finalizar la era atómica y fósil.

En el transcurso del siglo XX, el suministro energético basado en las energíasfósiles y nuclear se convirtió en el ideal que debía perseguirse. Este se carac-teriza por su fijación en las grandes centrales eléctricas y las redes eléctricasdiseñadas para estas. Los ideales perseguidos por varias generaciones se con-vierten en axiomas, esto es, la aprobación fundamental que ya no requiereninguna prueba adicional y cuyo cuestionamiento se convierte en tabú. En laciencia esto se convirtió en paradigma, determinando la dirección del pensa-miento y excluyendo cualquier protesta. El consenso de la ciencia se contagióa la política, la economía y la sociedad en general, determinando decisionesque adoptan forma física y se convierten en evidencia para amplios sectoresde la sociedad. Las personas habitualmente intentan comprender el mundoen base a lo que ven y lo que ha caracterizado su comportamiento. El para-digma se convierte en la visión del mundo que incluso inconscientementesigue determinando nuestro pensamiento y actuación cuando ya existen alter-nativas. Se mantiene con mayor vehemencia cuando existen poderosos inte-reses con influencia sobre la opinión pública que desean aferrarse a él. Elresultado es una visión hermética de la cuestión con una percepción externalimitada.

El ejemplo histórico más popular de aferramiento incondicional a una deter-minada visión del mundo es el de la Iglesia católica frente a la evidencia deque la Tierra gira alrededor del Sol. Este descubrimiento del astrónomo NicolasCopérnico (1473-1543) contradecía el modelo geocéntrico que se había con-vertido en dogma de la iglesia: la Tierra era el centro del universo y el hom-bre, el de la creación. No obstante, el conflicto inherente solo se desencade-naría en el momento en que la nueva visión heliocéntrica del mundo fueconfirmada y hecha pública por Galileo Galilei (1564-1642), el científico

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más famoso de su época. Por este motivo fue acusado de herejía. Transcurrie-ron trescientos sesenta años hasta que Galileo volvió a ser rehabilitado públi-camente en el año 1992 por el papa Juan Pablo II, después de una investiga-ción que duró 13 años, o sea, en un momento en que el modelo heliocéntricohacía tiempo que tenía validez universal. El reconocimiento de que las ener-gías renovables son la perspectiva global para el suministro energético de lahumanidad implica un cambio copernicano-galiléico en el pensamiento sobrela energía y en la práctica de la provisión energética. La negación de lasenergías renovables y la difamación de sus protagonistas no ha durado tantocomo en el caso de Galileo; sin embargo ha tenido muchas más consecuen-cias para el desarrollo mundial reciente.

También los defensores del suministro energético convencional tienen su cu-ria, sus teólogos y una estructura de organización bien establecida: consor-cios energéticos, instituciones energéticas internacionales (Organización In-ternacional de la Energía Atómica, Agencia Internacional de la Energía,Agencia de Energía Nuclear, EURATOM), así como instituciones nacionales.Estas monopolizaron durante décadas la discusión sobre la energía, represen-tando hasta el día de hoy el pensamiento energético tradicional. El cambio alas energías renovables requiere, ya desde el punto de vista físico, un nuevopensamiento. Ningún sistema de suministro de energía, a saber, el esfuerzotecnológico, de organización, de economía financiera y político global paraponer a disposición la energía, puede ser neutral frente a sus fuentes energé-ticas. Sería un desarrollo erróneo en extremo conservar las estructuras he-chas a la medida de las energías fósiles y nuclear, reemplazando únicamentelas fuentes energéticas que contienen estas. Las exigencias tecnológicas, deorganización, financieras y políticas respectivas a un abastecimiento de ener-gía no pueden verse ni comprenderse con independencia de las correspon-dientes fuentes energéticas. Sin la percepción energética, tecnológica, econó-mica y social nos volvemos ciegos frente a las diferencias entre las fuentesenergéticas que van mucho más allá del suministro energético. A nosotrossolo nos corresponde tomar una decisión: la de la fuente energética en símisma, que representa el «gen» de un sistema energético. Tras elegir unafuente energética, esta decide indirectamente todo lo que es necesario parasuministrarla y conservarla. Después será inevitable seguir las diferenteslegitimidades físico-técnicas de la fuente de energía respectiva a lo largo detoda la cadena energética desde el lugar de apropiación hasta el usuario final.

Los destinatarios de cualquier suministro energético son los consumidoresfinales. El consumo en definitiva siempre será descentralizado, ya sea encantidades mayores como en una fábrica, en aglomeraciones urbanas o enmúltiples formas y cantidades más reducidas, en el hogar o el automóvil. Elconsumo energético descentralizado es el único punto en común forzoso del

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suministro energético convencional y renovable. Las materias primas de lasenergías fósiles y nuclear solo se encuentran en determinados lugares delplaneta, allí donde las reservas de carbón, uranio, petróleo y gas natural seencuentran concentradas en el subsuelo. Desde allí estas energías son trans-portadas por largos trayectos hasta las centrales energéticas y refinerías y amillones de consumidores de energía en casi todo el mundo, allí donde loshombres viven y trabajan: esto significa que se da un desacoplamiento de losespacios de extracción de la energía y los espacios de consumo energético.Este flujo energético desde pocos yacimientos de extracción en contados paí-ses hacia miles de millones de consumidores en todo el mundo únicamentepueden permitírselo grandes consorcios energéticos de actuación transnacionalo mediante cooperaciones. Y como en ningún punto de la cadena puede faltarun eslabón, estos dependen de una estrecha colaboración con los gobiernos, yviceversa. Esta es la razón por la que los gobiernos se han convertido en unelemento integral de la economía energética nuclear/fósil. Así nació, en ana-logía terminológica al «complejo político-militar», el «complejo político-ener-gético-económico». La economía energética convencional pudo hacerse im-prescindible y seguirá siéndolo hasta el momento en que las energías fósilesy nuclear sean sustituidas por las energías renovables. Ha encadenado a lassociedades y anexionado la autognosis de una «guardiana de la economíasocial», mientras que los gobiernos se convirtieron en «guardianes de la eco-nomía energética». No solo conquistó una posición de monopolio u oligopolio,predeterminada por sus fuentes energéticas, sino también un monopolio inte-lectual. Ha caracterizado la visión del mundo del suministro energético, queno surgió de una conspiración, sino de las exigencias inherentes de las fuen-tes energéticas escogidas.

Esta también es la razón por la que a las energías renovables siempre se lasha tratado, y sigue tratando, con la misma incomprensión y las mismasreservas de falta de eficiencia —siempre y cuando no se integren en elsuministro energético centralizado determinado por las ubicaciones de ex-tracción convencionales como puedan ser las grandes centrales hidroeléc-tricas. A pesar de que la economía energética convencional también debeestar orientada a una amplia distribución descentralizada, la producciónampliamente diseminada resultante de la explotación de las energías reno-vables sería prácticamente inconcebible. La energía primaria es gratuita.Franz Alt, el periodista más comprometido con las energías renovables delmundo, acuñó la frase «El sol no nos pasa factura» para resaltar este he-cho. Esta es la razón por la que nadie puede monopolizar las energías reno-vables. Están presentes como ofertas energéticas naturales, sin que importeque las aprovechemos activamente o no. Su potencial mundial es increíble-mente grande. El astrofísico Klaus Fuhrmann hizo el siguiente cálculo: enel transcurso de un segundo el sol transforma cuatro millones de toneladas

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de materia en energía y la irradia: 386.000.000.000.000.000.000.000 (386mil trillones) de vatios por segundo; media mil millonésima parte de estamagnitud alcanza nuestro planeta.5 Esto continúa siendo 20.000 veces másque los requerimientos energéticos diarios de la humanidad. Cualquier dudade si este potencial no pudiera ser suficiente para el abastecimiento energé-tico de la humanidad es ridícula.

Como energía ambiental natural, las energías renovables están presentes entodo el globo terráqueo, pero con intensidad variable. Posibilitan la obten-ción de energía descentralizada para el consumo energético descentralizado,o sea la coincidencia de los espacios de la obtención energética con los delconsumo energético. Los transportes de energía primaria son, excepto en labioenergía, innecesarios e imposibles. Ya no se trata de alcanzar la ambiciónfísico-científica de «densidades energéticas» cada vez mayores, desde las ener-gías fósiles hacia la mucho más alta de la fisión nuclear y, más adelante, a lamáxima de la fusión nuclear, como consecuencia ineludible de la apropiacióny transformación de esta energía por unos pocos proveedores energéticos cen-tralizados y su venta y distribución a todos. Con las energías renovables esposible tomar la senda a la inversa: la apropiación y la transformación de laenergía potencialmente por todos y, en consecuencia, la liberación global dedependencias existenciales. Se trata de un camino a partir de la determina-ción energética por fuerzas ajenas hacia la creciente autodeterminación ener-gética para individuos y sociedades. Es un cambio que lleva desde la desinte-gración del hombre de los ciclos naturales hacia su reintegración, desde lasimplicidad estructural globalizada del abastecimiento energético hacia ladiversidad estructural y una división del trabajo novedosa en la economíamundial.

Para los físicos de alta energía esto significa un paso atrás. Lo mismo esválido para la economía y la política energéticas que se han desarrollado apartir de pequeñas centrales eléctricas y estructuras de suministro municipa-les hacia magnitudes cada vez mayores. ¿Y ahora debe ser a la inversa? To-dos los costes para las energías renovables son costes tecnológicos, pero suapropiación no debe centralizarse. Esto significa que no es necesario organi-zar un «upstream» (denominación típica en la jerga «petrolera») para distri-buirla a continuación en un «downstream» a miles de millones de personas.El cambio hacia las energías renovables exige un nuevo pensamiento energé-tico que sitúe el suministro energético, junto con la tecnología de transforma-ción y abastecimiento, así como las formas de aprovechamiento y empresa-

5. Klaus Fuhrmann, «Ohne Sonne geht gar nichts. Warum konventionelle Energiequellen nur mar-ginal die Energiebedürfnisse befriedigen», Solarzeitalter, 2 (2001), p. 36.

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riales específicas necesarias, sobre numerosos pilares. No solo a los gruposde intereses vinculados a las estructuras energéticas convencionales les esdifícil comprender la especial lógica tecnológica y social de las energías re-novables y reconocer su verdadero potencial.

Estimaciones falsasEl hermetismo del pensamiento energético convencionalEl hecho de aferrarse consciente o inconscientemente al pensamiento energé-tico tradicional es la causa esencial de numerosas estimaciones científicas ypolíticas erróneas en cuanto a las energías renovables. Así, en 1977, Hans-Karl Schneider, director ancestral del Instituto de Economía Energética de laUniversidad de Colonia, que durante un tiempo también fue presidente del«Consejo de expertos del gobierno federal alemán para el dictamen del desa-rrollo económico global», declaró: «Más del 5% no son posibles con la ener-gía solar, eólica, geotérmica y otras energías ‘‘exóticas’’.» En 1990, el «Cír-culo informativo de la energía nuclear», financiado por los grupos energéticosalemanes, notificó:

En 1988 cada centésima de kilovatio hora en Dinamarca fue producidopor la energía eólica, lo que corresponde a una proporción del 0,9% delconsumo eléctrico total. Un aprovechamiento intensivo comparable de laenergía eólica en Alemania no es posible debido a las condicionesclimáticas diferentes.

En 1993 se podía leer en un anuncio de las compañías eléctricas publicadoen todos los grandes periódicos del país:

¿Puede Alemania abandonar la energía nuclear? Sí. No obstante, la con-secuencia sería un incremento enorme de la combustión de carbón y, porconsiguiente, del gas invernadero CO2, ya que las energías regenerativascomo el sol, el agua y el viento a largo plazo no pueden cubrir más del4% de nuestra demanda energética. ¿Podemos asumir la responsabilidadde esta manera de proceder? No.6

En junio de 2005, la presidenta de la Unión Cristiano-Demócrata (CDU)Angela Merkel declaró: «El incremento de la proporción de energías renova-bles en el consumo eléctrico a un 20% es poco realista.» Dos años más tarde,entretanto convertida en canciller de la República Federal de Alemania, como

6. Otras pruebas de estimaciones falsas pueden encontrarse en: Agentur für Erneuerbare Energien:Vorhersage und Wirklichkeit, Kurzgutachten, mayo de 2009.

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presidenta del Consejo de la UE, impuso una resolución que prescribe unaproporción del 20% de energías renovables en el consumo energético globalhasta 2020. En 2006, el ministro de medio ambiente federal alemán, SigmarGabriel, afirmaba basándose en un peritaje que la cuota de energías renova-bles en el suministro eléctrico hasta 2025 solo podría situarse como máximoen un 27%, lo que correspondería a la cuota de la energía nuclear en elsuministro eléctrico alemán. Tres años más tarde, en el programa electoraldel partido socialdemócrata (SPD) para las elecciones generales de 2009, seexigía la ampliación de la cuota de las energías renovables en el suministroeléctrico en como mínimo un 35% hasta 2020 y en «por lo menos a la mi-tad» hasta 2030. El optimismo en relación con las energías renovables crecióconsiderablemente en muy poco tiempo.

También las predicciones científicas se han quedado continuamente cortas,incluso cuando procedían de asociaciones partidarias de las energías renova-bles. En 1990, la EWEA (European Wind Energy Association) pronosticópara el año 2000 una potencia instalada de energía eólica en los ancestrales15 países miembros de la UE de 4.089 MW cuando, hasta esa fecha, ya sehabían realizado 12.887 MW. En 1998 presentó una nueva previsión, indi-cando en esta 36.378 MW de energía eólica hasta 2007, pero llegada la fechaya se habían instalado 56.535 MW. Incluso las previsiones de la Comisión dela UE, que se basa en prestigiosos institutos científicos, se encontraban muypor debajo del desarrollo real. En 1996 se publicó un «escenario básico» y un«escenario avanzado» más optimista. En el primero hablaba de 6.799 MWde potencia eólica instalada en la UE de los 15 hasta el año 2007 que presen-tó una cuota de error del 732% frente al aumento real alcanzado en aquelentonces. En el otro pronosticaba una cuota de 30.280 MW de energía solary eólica hasta 2020, un valor que en el año 2008 se superó con creces con73.504 MW instalados. En 1998, la UE presentó otra previsión en la que senombraban 47.100 MW de energía eólica para 2020, cuando ya se habíansuperado en el año 2008 con 64.173 MW. Para la energía solar térmica seanunciaron 10.440 MW hasta 2020, capacidad que se alcanzó ya en 2007.

También las predicciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) sequedan regularmente por detrás del desarrollo real. En 2002 pronosticó en su«World Energy Outlook» una potencia instalada de energía eólica de 71.000MW para la UE de los 15 en 2030; esta ya se había alcanzado en el año 2009.Para la fotovoltaica pronosticó una potencia instalada de 4.000 MW hasta2020, pero en el año 2008 ya eran 9.331 MW. En todo el mundo su previsiónpara la energía eólica fue de una potencia de 100.000 MW hasta 2020 que sehabían superado con creces en 2008 con 121.188 MW. La AIE compara re-gularmente la infravaloración sistemática de las energías renovables consobrevaloraciones de las energías fósiles y nuclear. Así, en el año 2007, cuan-

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do el precio del barril de petróleo se situaba aproximadamente en unos 100dólares estadounidenses, declaró que hasta 2030 el precio del crudo seestabilizaría en una media de 62 dólares estadounidenses. Dos años anteshabía anunciado un precio medio de 30 dólares para los próximos 20 años.La AIE es una organización gubernamental internacional de los estados de laOCDE, en cuyo «juicio pericial» se orientan tanto gobiernos como empresasinversoras e institutos crediticios para tomar sus decisiones; también se basaen numerosas publicaciones científicas sobre la energía. Con sus previsioneserróneas ha contribuido en gran medida a decisiones políticas equivocadas, ainversiones equivocadas en el ámbito de las energías convencionales y a de-cisiones omitidas para fomentar las energías renovables. A pesar de todo, losgobiernos le siguen encargando nuevos estudios, sobre todo con ocasión delas cumbres de la economía mundial (G8 o G20).

Las estimaciones y previsiones citadas sobre el potencial de aprovechamientode las energías renovables muestran de qué manera han quedado en entredi-cho precisamente los expertos energéticos de renombre. Esto pudo pasar por-que no se deseaban otros resultados o porque su horizonte intelectual no al-canza a comprender que la consolidación de las energías renovables coninstalaciones descentralizadas transcurre de manera totalmente diferente a laplanificación de inversiones con instalaciones de gran tamaño. Cuando ahoralas nuevas previsiones hablan de tasas de ampliación mayores que hasta lafecha y estas vuelven a representar el límite de las posibilidades reales, debe-rán tolerar la pregunta de si no se estarán equivocando de nuevo.

Incluso el pronóstico de la Asociación Federal Alemana de Energías Renova-bles (Bundesverband Erneuerbare Energien, BEE), que es una de las pionerasactivas, es más conservador de lo que podría serlo. Este prevé una cuota posi-ble de energías renovables en el suministro eléctrico alemán del 47% para elaño 2020, lo que significa triplicar la cuota del 17%, alcanzada en el año 2009,en el transcurso de 10 años. Como viene siendo habitual, muchos consideranque esta cifra claramente más optimista es poco realista, aunque resulta bastan-te fácil calcular por qué la cuota podría ser substancialmente más alta hasta2020. Solo hay que tomar como ejemplo la implantación de la energía eólicaque, a finales de 2009, proporcionaba cerca del 9% del consumo eléctrico netode Alemania, con un total de 25.777 MW de potencia instalada procedente de21.164 instalaciones.7 Esto implica una potencia media individual por instala-ción de 1,2 MW. Si únicamente se incrementara la potencia de las instalacio-nes individuales (repowering) autorizando instalaciones de más potencia paraincrementar así la potencia media de estas hasta 2,5 MW, se triplicaría la cuota

7. DEWI, Status der Windenergienutzung in Deutschland, versión de 31/12/2009.

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de la energía eólica en el suministro eléctrico desde un 9 hasta un 27%. Técni-camente no existe ninguna limitación y desde el punto de vista económico asíse reducirían los costes de la electricidad eólica.

En la siguiente tabla se muestra el número de los aerogeneradores instaladosen relación con la superficie del Estado federado correspondiente. El resulta-do es sumamente revelador: el margen de fluctuación entre los Estadosfederados de gran superficie va desde un aerogenerador por cada 5,6 km2 enSchleswig-Holstein hasta uno por cada 183,7 km2 en Baviera. La cuota deenergía eólica en el consumo neto de electricidad de los Estados federados va

Número Potencia Cuota sobre el NúmeroEstado aerogeneradores instalada hasta consumo km2 de km2 porfederado hasta 31/12/2009 31/12/2009 eléctrico neto aerogenerador

en MW en %

Sajonia-Anhalt 2.238 3.354,36 47,08 20.445 9,1

Meclemburgo-Pomerania 1.336 1.497,90 41,29 23.180 17,3Occidental

Schleswig-Holstein 2.784 2.858,51 39,82 15.763 5,6

Brandeburgo 2.853 4.170,36 38,12 29.470 10,3

Baja Sajonia 5.268 6.407,19 22,78 47.618 9,0

Turingia 559 717,38 11,04 16.172 29,0

Sajonia 800 900,92 7,75 18.413 23,0

RenaniaPalatinado 1.021 1.300,98 7,40 19.853 19,4

Renania delNorte-Westfalia 2.770 2.831,66 3,63 34.088 12,3

Bremen 60 94,60 3,02 400 6,7

Hesse 592 534,06 2,15 21.115 35,6

Sarre 67 82,60 1,67 2.569 38,3

Baviera 384 467,03 0,83 70.549 183,7

Baden-Wurtemberg 360 451,78 0,81 35.753 99,3

Hamburgo 59 45,68 0,54 755 12,8

Berlín 1 2,00 0,03 892 892,0

RepúblicaFederal deAlemania 21.164 25.777,01 8,63 357.112 16,9

Cuota de producción energética anual potencial a partirde aerogeneradores sobre el consumo eléctrico bruto/neto

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desde cerca del 47% en Sajonia-Anhalt, el 41% en Meclemburgo-PomeraniaOccidental, casi el 40% en Schleswig-Holstein y el 38% en Brandeburgo—entre estos, Sajonia-Anhalt y Brandeburgo como Estados sin acceso al mar—hasta solo un 2% en Hesse, un 0,8% en Baviera y Baden-Wurtemberg. Estasdiferencias solo pueden explicarse políticamente: en los estados federados dela cola reina una clara planificación política de obstaculización.

Si todos los estados federados hubiesen adoptado la misma práctica de con-cesión que la de Sajonia-Anhalt, con una densidad de un aerogenerador porcada 9,1 km2, en el año 2009 ya podrían existir 37.000 en vez de 21.164aerogeneradores con una potencia instalada de 44.000 MW, si se tiene encuenta una potencia media de 1,2 MW. ¡La cuota de la energía eólica sobreel consumo eléctrico neto se situaría en un 16 en vez de en un 9%! Mástodavía: si se recuperara el desarrollo hasta ahora obstaculizado en los paí-ses rezagados en los próximos 10 años y esto directamente con una poten-cia media de 2,5 MW —al mismo tiempo que se incrementara la potenciade los aerogeneradores hasta ahora instalados— resultaría una cuota de laenergía eólica en el suministro eléctrico de casi un 50%. Una posibilidad alalcance de la mano de modo que la cuota de energías renovables pase del16% a mucho más del 60% del suministro eléctrico solo en el transcurso deuna década es posible gracias al potencial creciente de electricidad solar,así como la electricidad generada con biogás y energía geotérmica, unaproporción creciente de pequeños aerogeneradores instalados en edificios(una de las tecnologías emergentes que hoy están conquistando el mercado)y, la nada despreciable cuota de minicentrales hidroeléctricas. Únicamenteesto incrementaría la cuota de las energías renovables sobre el consumoenergético total en Alemania de un 10% actual a un 40%. Si al mismotiempo se consiguiera un aumento general de la eficiencia energética decerca del 30% en el transcurso de diez años, la cuota de las energías reno-vables en el consumo eléctrico ya pasaría a superar el 70%. De este modola reconversión plena del abastecimiento energético podría conseguirse sindificultad para el 2030. El esfuerzo para conseguirlo —y la supuesta exi-gencia de carácter estético que de forma desmesurada se aplica al desarro-llo de la energía eólica— es claramente inferior a la exigencia despropor-cionada a la sociedad cuando se le reclama apostar por la energía atómica olas centrales térmicas de carbón.

Pesimismo afirmativo de los expertosLos errores estimativos descabellados a posteriori no son poco comunes enlas nuevas tecnologías. Son parte de la historia política, económica y tecnoló-gica, y expresan un pesimismo típico para los expertos de los planteamientosconvencionales. En 1878, Western Union, en aquel entonces la mayor com-

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pañía de telecomunicaciones de EE UU, declaró: «El teléfono presenta dema-siados defectos que deben tenerse en cuenta para un medio de comunicación.El aparato, por su naturaleza, no tiene ningún valor para nosotros.» LordKelvin, presidente de la Royal Society británica, declaró en 1895 que nadiesería capaz de construir máquinas voladoras más pesadas que el aire. HarryM. Warner, uno de los mayores productores cinematográficos de EE UU, opi-nó en 1927 sobre la tecnología de las películas sonoras: «¿Quién demoniosquiere oír hablar a los actores?» Ken Olsen, jefe de Digital EquipmentCorporation (DEC), una de las primeras grandes compañías informáticas deEE UU, dijo en 1977: «No existe ninguna razón por la que un individuo cual-quiera quiera tener un ordenador en casa.» En 1982, IBM, en aquel entoncestodavía la empresa mundial líder en tecnologías de la información, rechazóadquirir la entonces todavía joven empresa Microsoft porque no valía los 100millones de dólares exigidos; IBM estaba convencida de que el futuro del or-denador residía en computadoras centrales. La consultoría de renombre mun-dial McKinsey pronosticó en 1980, por encargo del consorcio de telecomuni-caciones estadounidense ATT, que hasta el año 2000 solo existirían 0,9millones de teléfonos móviles en EE UU; en realidad se contabilizaron 109millones en aquel año. Todos los fabricantes de automóviles han subestimadomucho más allá del año 2000 el significado del coche eléctrico y se preparandesde hace poco con celeridad para llevar esta tecnología del automóvil a laproducción en serie. Este tipo de errores resultan del pensamiento en estruc-turas conservadoras, de la visión limitada por parte de los expertos reconoci-dos y de las estimaciones erróneas respecto de las necesidades humanas. Noen vano resultan de una infravaloración de la dinámica de mercado, cuandola introducción de una tecnología no depende de unos pocos compradores alpor mayor, sino que se realiza a través de numerosos clientes que reconocenel valor útil para sí mismos.

Escenarios 100%De las posibilidades técnicas a las estrategiasCuando, en 1988, en el momento de su fundación, Eurosolar declaró que suobjetivo, la «era de la energía solar», en la que ya solo se utilizarían energíasrenovables, era una «visión real» para el siglo XXI, todavía se consideraba unsueño atrevido. Un diputado del parlamento alemán, perteneciente al partidode los verdes y considerado como uno de sus pioneros, se extrañó declarandoque, según sus conocimientos, no sería posible cubrir más del 10%. Cuandoen 1995 Eurosolar realizó un simposio sobre planteamientos de abastecimientototal con energías renovables, este tipo de eventos todavía representaba unanovedad. Pero, en aquel entonces, ya hacía tiempo que existía una serie deescenarios científicos que representaba en detalle esta posibilidad. El primer

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«escenario 100%» que examina la posibilidad de un suministro energéticocompleto a partir de energías renovables ya fue elaborado en 1975 en Suecia(«Solar Sweden»), siguiéndole uno para Francia en 1978 (sin especificar año),en 1980 para EE.UU. con el año 2050 como objetivo, en 1982 para EuropaOccidental con el año 2100 como objetivo y en 1983 para Dinamarca con elobjetivo fijado para el año 2030. Harry Lehmann elaboró, por encargo delparlamento alemán, un escenario en 2002 que describe un abastecimientoenergético basado en un 95% en las energías renovables para el año 2050.8

En 2007 Eurosolar elaboró un estudio de cómo el Estado federado de Hessepuede alcanzar un suministro eléctrico completamente basado en las energíasrenovables para el 2025. Sin embargo, ninguno de estos escenarios tuvo re-percusión en la opinión pública, ni siquiera cuando (como en 1980 en EE.UU.)fueron publicados por organizaciones gubernamentales (en este caso por laFederal Emergency Management Agency, FEMA) y elaborados con la asis-tencia de la Union of Concerned Scientists, una organización científica inde-pendiente con numerosos premios Nobel entre sus miembros. En la discusiónenergética principal estos escenarios eran tabú. Incluso un representante deGreenpeace todavía me contestó en el año 2006 a mi pregunta de por qué suorganización no hacía referencia a estos escenarios: «Queremos que se nostome en serio». Entretanto Greenpeace ya publica sus propios escenarios 100%.

Hace poco que estos escenarios se elaboran con frecuencia y tienen ciertarepercusión, como por ejemplo el escenario elaborado en abril de 2010 por laconsultoría McKinsey y presentado por la European Climate Foundation(ECF), en el que se prevé un abastecimiento total de Europa con energíasrenovables hasta 2050. Llegan a la conclusión de que este no generaría cos-tes energéticos superiores a los del sistema energético vigente.9

En la actualidad se han presentado varios escenarios 100% de muy diversaíndole para Alemania. En mayo de 2010, el Consejo de Expertos del Gobier-no Federal para Cuestiones Medioambientales (SRU) presentó tres opcionesdiferentes —relacionadas con el abastecimiento eléctrico— realizables con elaño 2050 como objetivo:10 la primera se respalda exclusivamente en fuentesnacionales y se valora como la más costosa, lo que se justifica por la falta decapacidad de almacenaje, aunque solo se consideran sistemas de acumula-ción de aire comprimido y de bombeo de agua; la segunda opción hace refe-

8. Los escenarios se representan de forma resumida en mi libro Autonomía energética, Icaria, Bar-celona, 2009, en las páginas 67-68.9. European Climate Foundation: Roadmap 2050, A practical guide to a prosperous low carbonEurope, Bruselas, 2010.10. Sachverständigenrat für Umweltfragen (SRU), 100% erneuerbare Energien bis 2050, mayo de2010.

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rencia a una cooperación eléctrica entre Alemania, Dinamarca y Noruega enla que la energía hidráulica noruega desempeñaría un papel crucial comoenergía de reserva y compensación, para lo que las potencias de transmisióndeberían ampliarse de los 1.000 MW momentáneos a 16.000 MW hasta elaño 2020 y hasta 46.000 MW hasta el año 2050; una tercera opción apuestapor la inclusión de electricidad solar procedente de África del Norte.

En junio, la Unión Alemana para la Investigación de las Energías Renova-bles (Forschungsverbund Erneuerbare Energien) presentó un plan global parael suministro energético exclusivo con energías renovables también con elaño 2050 como objetivo.11 En el suministro eléctrico, este plan se basa en unaintegración eléctrica europea. Para el tráfico rodado, parte de la premisa deque la movilidad pasará a ser eléctrica, y para el tránsito aéreo y marítimosupone una readaptación a combustibles sintéticos a partir de energías reno-vables, mientras que para el suministro de calor apuesta por los colectorestérmicos de energía solar. La Unión Alemana para la Investigación tambiénllega a la conclusión, en el «Sistema energético 2050», de que el abasteci-miento total con energías renovables no será más costoso que el abasteci-miento energético actual. Incluso podrían llegarse a ahorrar «730.000 millo-nes de euros solo en los sectores electricidad y calor».

En su publicación Energieziel 2050 (Objetivo energético 2050),12 la OficinaFederal del Medio Ambiente también llega a la conclusión de que un «abas-tecimiento eléctrico global basado en las energías renovables en Alemania,como nación altamente industrializada, con el estilo de vida y los patrones deconsumo y comportamiento actuales, es técnicamente posible para el año2050.» Para conseguirlo presenta tres opciones: «unión regional», «tecnolo-gía pesada internacional» y «local y autosuficiente». Por otra parte, la re-adaptación completa del suministro eléctrico se valora como «económica-mente favorable». Conduce a costes menores «que los que nos esperan encaso de un cambio climático desenfrenado a nosotros y a las generacionesfuturas». En el centro del planteamiento se encuentra la «unión regional»que, en esencia, se basa en agotar los potenciales regionales de las energíasrenovables. Las supuestas necesidades eléctricas de 687.000 millones de kilo-vatios hora en el año 2050 se cubrirían en un 36% con la fotovoltaica, en un

11. ForschungsVerbund Erneuerbare Energien: «Energiekonzept 2050». Eine Vision für einnachhaltiges Energiekonzept auf Basis von Energieeffizienz und 100% erneuerbare Energien,junio de 2010.12. Oficina Federal Alemana de Medio Ambiente: Energieziel 2050, 100% Strom aus erneuerbarerEnergie (autores: Thomas Klaus, Carla Vollmer, Kathrin Werner, Harry Lehmann, Klaus Müschen).Julio de 2010.

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26% respectivo con la energía eólica procedente de mar y tierra, en un 3,5%con la energía hidráulica, en un 7% con la energía geotérmica y también enun 3,5% a partir de la biomasa residual. Como medidas se proponen el re-fuerzo del comercio con derechos de emisión, la mayor orientación de latributación energética en las emisiones de CO2 y el fomento de la integracióndel mercado en el sistema de las energías renovables.

Cada vez existen más iniciativas 100% en ciudades y comarcas. Una visión deconjunto nos la facilita el libro 100% Renewable Energy de Peter Droege, quecontiene estos enfoques para grandes ciudades como Múnich o nuevas ciuda-des como Masdar City en el emirato árabe Abu Dhabi.13 Asimismo, en el libroAuf dem Weg zu 100 Prozent-Regionen14 del grupo de trabajo para la gestiónmedioambiental responsable (BAUM-Bundesarbeitskreis für umweltbewusstesManagement) se encuentra un resumen de las iniciativas regionales. Todo estodocumenta con claridad, aun teniendo en cuenta las diferencias de detalle yconsistencia: lo que se describe como posibilidad concreta para determinadospaíses, incluso altamente industrializados, por principio es posible en cualquierotro lugar. Esto es tanto más válido cuanto que casi todos los escenarios yenfoques prácticos muestran que no han tenido en cuenta el amplio espectro delas opciones posibles ofrecidas por las energías renovables en su totalidad, yaque esto habría complicado los cálculos.

Un escenario 100% relativo a todo el planeta fue publicado en 2009 en larevista Scientific American por Mark Z. Jacobson de la Universidad de Stanfordy Mark A. Delucchi de la Universidad de California con el título «Plan for aSustainable Future».15 Apunta a una adaptación completa hasta el año 2030.Para conseguirlo se requieren 3,8 millones de aerogeneradores de 5 MW depotencia respectivamente, 490.000 centrales mareomotrices de 1 MW respec-tivamente, 5.350 centrales geotérmicas de 100 MW respectivamente, 900 gran-des centrales hidroeléctricas de 1.300 MW respectivamente (de las que yaexiste el 70%), 720.000 centrales de oleaje de 0,75 MW respectivamente, asícomo 1.700 millones de instalaciones fotovoltaicas sobre techo de 3 KW res-pectivamente, 40.000 centrales fotovoltaicas de 300 MW respectivamente y49.000 centrales termosolares de 300 MW respectivamente. Las necesidadesenergéticas mundiales se calculan en 16,9 TW en el año 2030 si son cubier-tas con energías convencionales, pero solo en 11,5 TW bajo la condición de

13. Peter Droege (editor), 100% Renewable Energy, Energy Autonomy in Action, Londres, 2009.14. Michael Stöhr et al., «Auf dem Weg zur 100%-Region. Handbuch für eine nachhaltigeEnergieversorgung in Regionen», Múnich, 2006.15. Mark Z. Jacobson/Mark A. Delucchi «A Plan for a Sustainable Future. How to get all energyfrom wind, water and solar power by 2030», en Scientific American, noviembre de 2009.

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ser energías renovables, ya que estas presentan claras ventajas de eficiencia,por ejemplo, al evitar pérdidas de energía en automóviles eléctricos. Los cos-tes por kilovatio hora serían inferiores si se comparan con los costes de laprovisión de energías fósiles o nuclear. Jacobson y Delucchi excluyen labioenergía como opción debido a los temores ecológicos para las estructurasagrícolas y a las emisiones generadas. Como instrumento de actuación políti-ca recomiendan un enfoque «feed in tariff» (tarifas de conexión a la redgarantizadas), tal como se practica sobre todo en Alemania y, en la actuali-dad, en unos 50 países más. La afirmación más importante de este escenariomundial es que los costes de inversión necesarios para hacerlo realidad sesitúan alrededor de los 100 billones de dólares estadounidenses. Esta canti-dad se compara con los gastos por combustibles, carburantes y electricidad anivel mundial que, en el año 2009, se situaron según diferentes estimacionesentre 5,5 y 7,75 billones de dólares estadounidenses. Esto significa que elcambio energético incluso es la solución más «económica» incluso si solo secontabilizan los costes energéticos directos de las energías convencionales,sin considerar los costes externos en forma de impactos climáticos, ambien-tales y para la salud.

Lo mismo es aplicable al estudio «energy (r)evolution»16 presentado en juniode 2010 por Greenpeace. Presupone unas necesidades energéticas en el ámbi-to mundial de 13,2 TW anuales que serían cubiertas en un 95% medianteenergías renovables. La mayor contribución se le imputa a la energía eólica(24,7%), seguida por las centrales térmicas de energía solar (20,5%), la elec-tricidad de generación fotovoltaica (15%), la energía hidroeléctrica (11,6%),la energía geotérmica (9,7%), la energía del mar (4,4%) y la bioenergía (4,2%).El estudio de Greenpeace recomienda como medidas las leyes de aplicaciónde las energías renovables, los instrumentos flexibles del comercio de dere-chos de emisión y la cancelación de las subvenciones energéticas a las ener-gías fósiles y nuclear.

Ninguno de los escenarios debe tomarse al pie de la letra, como si pudieraimplementarse tal como está escrito, o sea 1:1. Los pronósticos de las respec-tivas cuotas porcentuales de las energías renovables, en parte con cifras de-trás de la coma y para períodos que comprenden varias décadas, no son posi-bles ni necesarios. Nadie es capaz de prever el desarrollo de costes y menosaún el desarrollo de precios de las tecnologías respectivas para períodos tanprolongados, ya que no es posible conocer sus curvas de aprendizaje y lossaltos tecnológicos y, sobre todo, los actores potenciales y sus motivos. Nadiepuede valorar los motivos de los inversores basándose únicamente en aspec-

16. Greenpeace, energy (r)evolution. A Sustainable World Energy Outlook. 2010.

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tos técnicos o de costes. Y nadie puede prever los desarrollos políticos quefavorezcan o dificulten el cambio hacia las energías renovables, ya sea diri-giéndolas hacia una dirección centralizada o descentralizada. Los escenariostampoco ayudan a la hora de buscar estrategias de cómo superar resistenciasy evitar contradicciones entre las diferentes recomendaciones de actuación.En otras palabras: los escenarios no son un sustituto de la búsqueda de obje-tivos políticos y la actuación pertinente. Lo cierto es que la relación de mez-cla de las energías renovables será otra diferente de la prevista por cualquierade los escenarios.

Además, no todas las instalaciones introducidas corresponderán a las magnitu-des de potencia calculadas (en pro de simplificar los cálculos). Esta es la razónpor la que toda una serie de opciones técnicas no se considera en los grandesescenarios. Especialmente en aquellos que hacen referencia a países enteros, aEuropa o al mundo, no se consideran las numerosas instalaciones potencialesde menor tamaño, ya sea para la generación de electricidad solar, eólica, hi-dráulica, para el aprovechamiento energético geotérmico o las instalacionespara la producción combinada de electricidad, calor y refrigeración, así comolos potenciales de obtención de energía integrada en edificios y aparatos, ydiferentes métodos de almacenaje. No obstante, se trata de las que pueden rea-lizarse con mayor rapidez y amplitud, ya que es posible utilizarlas de formaindependiente, por lo que representan la transformación cultural del suminis-tro energético. Por ello sorprende que la mayoría de los escenarios más recien-tes aplicados a países enteros prevén, por el contrario, la integración interna-cional de redes de gran cobertura, a excepción del escenario «unión regional»y «local y autosuficiente» de la Oficina Federal del Medio Ambiente y de unade las tres opciones presentadas por el Consejo de Expertos del Gobierno Fede-ral para Cuestiones Medioambientales. Los proyectos e iniciativas 100% muni-cipales y regionales son diametralmente opuestas a las de los borradores de lasuniones de gran tamaño y ya se encuentran en plena implementación práctica.

Cómo se realizará en realidad el cambio hacia las energías renovables te-niendo en cuenta todas las necesidades energéticas —a saber, con qué cuotasde las opciones técnicas respectivamente disponibles, con qué potencias y enqué país o región— solo se puede concretar y se concretará en el cambioenergético específico practicado. La implementación del cambio energéticoserá diferente país por país y región por región, según las condiciones políti-cas, geográficas, económicas y culturales. Por este motivo los escenarios ensu totalidad no dejan de ser juegos de abalorios. Su importancia es otra: porprincipio evidencian la viabilidad técnica y económica de un suministro glo-bal con energías renovables. La puesta en práctica en sí puede ser más econó-mica y, sobre todo, más diversificada gracias a la creciente variedad de tec-nologías y su incremento de la productividad.

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Estos escenarios son incluso más plausibles que aquellos presentados actual-mente por las instituciones públicas —centros de investigación y organiza-ciones internacionales para la energía como la AIE— para las energías fósi-les y nuclear. Escenarios que, por ejemplo, asumen reservas energéticas fósilesen magnitudes para las que no existen pruebas empíricas. O la inclusión, enproyectos futuros, de centrales nucleares como el «reactor de neutrones rápi-dos» del que no existe ningún ejemplo operativo hoy en día. O cuando la AIErecomienda la construcción de nuevos reactores atómicos sin indicar de dón-de podría proceder el volumen de uranio necesario para explotarlos y cómogarantizar una deposición final segura a largo plazo de las cantidades ingen-tes de residuos radioactivos. La publicación Energy Technology Perspectives2010 incluso se atreve a pronosticar una cuota del 19% para el suministroenergético mundial en el año 2050 con planteamientos CCS (Carbon Captureand Storage), con un total de 3.000 centrales térmicas en todo el mundo, apesar de que existen grandes dudas sobre la viabilidad política y económicade esta tecnología. ¿Y la fusión nuclear en la que se trabaja con gastos des-mesurados de miles de millones de euros? Nadie sabe si algún día funciona-rá, sobre los riesgos no se habla e incluso sus defensores dicen que no estarádisponible antes de mitad del siglo XXI. A estas alturas ya debería haberseconsumado con creces el cambio hacia las energías renovables. La fusiónnuclear es la esperanza residual del antiguo pensamiento energético que yaha llevado a la civilización mundial a una situación casi de colapso.

El tiempo de las energías subterráneas vinculadas al carbón y al uranio, alcrudo y al gas natural expira indefectiblemente. Ha llegado la hora de lasenergías renovables de superficie. Su potencial actual ya era idéntico hacediez, cien o mil años, y no aumentará en diez, cincuenta, cien o muchos másaños. Para dejar atrás la era fósil y atómica con celeridad, los escenarios100% son una buena muleta intelectual, pero no nos ofrecen un plan o unaestrategia. Tampoco el libro Nuestra opción (Our choice) de Al Gore, quelleva el subtítulo «Un plan para solucionar la crisis climática», cumple conlas expectativas creadas. Contiene una sinopsis ilustrativa de todas las fuen-tes energéticas con preferencia clara por las energías renovables, centrandosus recomendaciones prácticas en un impuesto sobre las emisiones de CO2 yel comercio con los derechos de emisión.17 Estos borradores no sirven de mu-cho para la implementación del cambio energético. La pregunta de cómo puederealizarse y por quién no encuentra respuesta. Si se busca imponer un plan polí-tico se requiere competencia estratégica para la lucha contra intereses y estructu-ras que quieren que fracase.

17. Al Gore, Wir haben die Wahl. Ein Plan zur Lösung der Klimakrise, Múnich, 2009.

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La energía neta de la solar fotovoltaica en España.Los límites del desarrollo renovable

PEDRO A. PRIETO*

Introducción

El ser humano ha vivido acostumbrado a una disponibilidad siempre crecien-te de combustibles fósiles, desde el comienzo de la era industrial. Algunosestudios estadísticos retrospectivos señalan que el consumo mundial de com-bustibles fósiles sobrepasó al consumo de biomasa en algún momento de ladécada de 1890 (Smil, 1994). Por aquellas fechas, el planeta consumía ener-gía fósil (carbón y muy poco petróleo) a un ritmo de unos 600 Gigavatios depotencia, mientras que en 2005 se utilizaban combustibles fósiles con unapotencia equivalente a unos 12 Teravatios (unos 9.000 millones de toneladasde petróleo equivalentes al año),1 unas veinte veces más (Smil, 2006).

Si reconocemos que los combustibles fósiles —fundamentalmente el petró-leo— están sujetos a agotamiento (Campbell, 1998, 2002, 2008), parece im-portante valorar, en primer lugar y cuanto antes mejor, cuándo alcanzaránéstos el pico o cenit de sus respectivas producciones mundiales absolutas, y,en segundo lugar, intentar averiguar cuáles podrían ser a partir de ese mo-mento las tasas de declive más razonables —en función de la experienciaacumulada tras más de 150 años de explotación— y las tasas previsibles deagotamiento mundial, sobre la base de las bien conocidas tasas de agota-miento de algunos grandes yacimientos o de los flujos energéticos declinantesde muchos países productores.

* Miembro de CiMA (Científicos por el Medio Ambiente) y vicepresidente de AEREN/ASPO Spain.1. Una tonelada equivalente de petróleo (Tep) equivale a algo menos de 12 MWh.

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Los miembros de la Asociación para el Estudio del Cenit del Petróleo y delGas (ASPO, según sus siglas en inglés) creemos que la humanidad ya seencuentra al borde del cenit o producción mundial máxima de petróleo, ycreemos asimismo que el gas seguirá el mismo camino con una o dos déca-das de diferencia y que el carbón puede llegar también a su cenit particularantes de mediados del siglo actual. Una vez alcanzados estos límites, lastasas de declive de los grandes yacimientos —o las de más de cincuentapaíses productores de petróleo que ya están en diferentes fases de disminu-ción— son bien conocidas. Estos descensos productivos por agotamientogeológico varían entre un 2% y un 20% anual, con un promedio reconocidode un 6,7% anual, que podría alcanzar el 9% si las inversiones en el sectorno son lo suficientemente grandes (Birol, 2008). Birol, que es el economistajefe de la Agencia Internacional de la Energía, ha aludido asimismo a lanecesidad de encontrar y poner en producción el equivalente a tres mares delNorte simplemente para compensar el agotamiento de los yacimientos exis-tentes que ya están en declive, y también ha reconocido públicamente que,para mantener el nivel de crecimiento económico experimentado en las últi-mas décadas y el suministro de crudo asociado a éste, sería preciso hallar yexplotar el equivalente a seis Arabias Saudíes entre 2010 y 2030 (Birol, 2009).

Según Vaclav Smil (2006: 2 y 3):

Hablando como un científico que confía en los primeros principios [de latermodinámica], tengo que hacer hincapié en la escala extraordinaria de latransición que tenemos por delante: el cambio a energías no fósiles es de unorden de magnitud superior al que se llevó a cabo en la transición de labiomasa a los combustibles fósiles, y sus peculiaridades acerca de la calidadde las mismas harán que esta transición sea aún más exigente; por tanto, suritmo puede que resulte ser mucho más lento de lo que generalmente sesupone. Al mismo tiempo, sólo una de las muchas fuentes de energía reno-vable ofrece un flujo que supere de largo cualquier necesidad previsible, porlo que el abanico de alternativas no es en absoluto todo lo prometedor quelo consideran los verdaderos creyentes [en estas energías].

Smil se refiere aquí a la energía solar como la única fuente capaz de satisfa-cer con creces cualquier necesidad previsible.

Una vez que los flujos de combustibles fósiles hacia la sociedad comiencen adisminuir (en realidad, el agotamiento de un recurso finito comienza desde elprimer día de la explotación organizada y masiva del mismo; es el flujo quese aporta a la sociedad lo que sólo disminuye a partir de la llegada al cenit desu producción mundial), lamentable y presumiblemente entre una y dos déca-das a partir de este momento, la humanidad empezará a perder, año tras año,

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un flujo de energía —ahora disponible— de entre 250 y 750 millones detoneladas más. Se tratará de un flujo energético perdido de suficiente impor-tancia como para centrarse de forma seria en las energías alternativas quereemplacen esta creciente merma, en tiempo y forma.

Por otro lado, están las amenazas de los cambios que la actividad humanapueda provocar en el clima y el posible calentamiento global de la atmósfera.De los 12.000 millones de toneladas de petróleo equivalentes (Tpe) que lahumanidad consume cada año, unos 10.000 millones de Tpe son combusti-bles fósiles. Ellos son los responsables directos y fundamentales de la emi-sión de 30.000 millones de toneladas de carbono a la atmósfera.

Figura 1Analogías entre las propuestas más conocidas del PICC (IPCC)sobre la reducción de emisiones de CO2 y la visión de ASPO

acerca de la producción mundial de petróleo

Curiosamente, los científicos del Panel Intergubernamental sobre el CambioClimático (PICC, o IPCC en sus siglas en inglés) han venido realizando pro-puestas (Kioto, 1997; Bali, 2007; Copenhague, 2009) de reducción de lasemisiones que implicarían o exigirían, para su cumplimiento en los próximosaños, una disminución drástica del consumo de combustibles fósiles justa-mente de la misma magnitud que en ASPO prevemos que podría constituir eldeclive de los combustibles fósiles a causa de un agotamiento puramentegeológico (véase la figura 1). Por tanto, ya sea a causa del previsible agota-

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miento o bien por la necesidad de no envenenar y degradar más el planetacon estas combustiones, la lógica apunta a una inevitable disminución de lacantidad de energía fósil de la que ahora disponemos.

Es por todo ello por lo que se analizan aquí los méritos de la energía solarcomo la fuente energética más adecuada en el contexto de las proyecciones alargo plazo sobre la perentoria necesidad de reemplazar a los combustiblesfósiles. En concreto se analizará la energía solar fotovoltaica, dado que Espa-ña es posiblemente el mejor campo de pruebas de todo el mundo para estetipo de análisis, y ello por cuatro motivos.

En primer lugar, se trata del país más soleado de Europa y el segundo aescala mundial en potencia instalada, sólo por detrás de Alemania. En segun-do lugar, se puede estudiar muy bien la energía generada a lo largo de todo2009 (un ciclo anual completo), ya que ese año la irradiación anual fue exce-lente, y también porque a lo largo del mismo apenas se inauguraron nuevasinstalaciones fotovoltaicas por razones económicas, financieras y políticas,algo que permite valorar con bastante precisión la energía generada en elconjunto de toda la nación (un cálculo mucho más difícil de efectuar cuandolas estadísticas de producción y de potencia instalada van variandosignificativamente a lo largo del año medido, puesto que hay plantas que sólogeneran durante una parte del año y eso desvirtúa los cálculos generales, alno haber estadísticas fiables sobre sus niveles de producción).

Fuente: BP Statistical Yearbook 2011. Datos hasta 2010, tomados a su vez de IEAPhotovoltaic Power Systems Programme, EPIA, EurObserver y SolarBuzz.

Figura 2Potencia instalada en MW en los seis principales países

(Total mundial 39.778 MW en 2010)

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En tercer lugar, España ofrece la mejor, más completa y más fiable base de datospública sobre instalaciones conectadas a red y energía generada, datos que pro-porciona regularmente la Comisión Nacional de Energía (CNE)2 y que no seencuentran en ningún otro país avanzado en materia de instalaciones fotovoltaicasconectadas a red. Ello permite analizar, como hasta ahora no se había podidohacer con ningún estudio previo, todo un universo estadístico sobre la rentabili-dad, la eficiencia, el ciclo de vida o el retorno de la inversión energética de estossistemas, que hasta el momento se habían circunscrito a muchos análisis, peromuy fragmentados, de tecnologías solares específicas en instalaciones muy limi-tadas en cuanto a potencia y situadas en latitudes seleccionadas de antemano ycontroladas básicamente por los analizadores, en muchos casos parte interesadade la industria fotovoltaica o invitados por ella. Asimismo, permite analizar losresultados en el mundo real, con la verdadera mezcla de tecnologías disponiblesen un mercado abierto y muy competitivo y en todas las latitudes donde losinversores han considerado conveniente localizar sus instalaciones, se suponeque en busca de la máxima eficiencia y rendimiento para sus inversiones.

Por último, otra gran ventaja para este tipo de energías en España es que cuen-tan con la experiencia consolidada de Red Eléctrica Española (REE) como unode los reguladores de redes eléctricas con más experiencia del mundo en cuan-to a la supervisión, planificación y gestión de la red a la hora de incorporarenergías intermitentes, de generación de tipo estocástico, como la eólica (Espa-ña también está entre los países pioneros del mundo y es el tercero a escalamundial en penetración de energía eólica en el total del mix eléctrico) o lasolar, tanto fotovoltaica como termoeléctrica. REE ha tenido que experimentar,como ningún otro regulador y gestor de redes eléctricas, la introducción en lasuya de energías de tipo intermitente, habida cuenta de que España funcionacomo una isla desde el punto de vista eléctrico, ya que intercambia con otrospaíses menos del 3% de la energía eléctrica que produce y consume, y eso haceque sea más difícil salvar los problemas de estabilidad de red a base de liberarexcedentes hacia otros países vecinos o adquirir de ellos déficits de generacióneléctrica, como puede ser el caso de Dinamarca.

La importancia y la variabilidad de la energía neta

En todo estudio sobre fuentes de energía, la clave está en verificar si la fuen-te proporciona una energía neta que sea lo bastante superior a la energía quehay que gastar para obtenerla. Este concepto se basa en el ratio ER/EI (ER =

2. Comisión Nacional de Energía, «Información estadística de las ventas de energía del RégimenEspecial», http://www.cne.es/cne/Publicaciones?id_nodo=143&accion=1&soloUltimo=si&sIdCat=10&keyword= &auditoria=F.

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energía recuperada de un sistema o fuente de energía para su uso en socie-dad, y EI = energía invertida para obtener la energía útil que queda a dispo-sición de la sociedad). En inglés se denomina «Energy Return on EnergyInvested» (EROEI), y en castellano «Tasa de Retorno Energético» o TRE(Prieto, 2006). Es algo que todos los seres vivos hacen de forma automática,ya que su propia existencia como individuos, y sobre todo como especie, de-pende de que el entorno les ofrezca más energía que la que tienen que gastarpara sobrevivir; de lo contrario, si se trata de individuos morirían (es algoque se da con mucha frecuencia), y si se trata de algo que se convierte enestructural y no coyuntural para toda una especie, esa especie en cuestión seextinguiría.

Que la biomasa ofreció la suficiente energía neta a las sociedades primitivases tan obvio como que aquí, en la Tierra, millones de especies estamos vi-viendo de ella. Los niveles de excedente energético o de energía neta resul-tante en ciertos contextos sociales primitivos eran inferiores a los actuales,pero suficientes para garantizar la supervivencia de las especies (aunque nopara desarrollar grandes transformaciones de la naturaleza con dichos exce-dentes energéticos). Algunos ejemplos puntuales de civilizaciones antiguasmuestran a través de sus construcciones que, en ciertos períodos y con pobla-ciones limitadas, determinadas regiones ofrecían excedentes energéticos im-portantes; las pirámides y demás templos son muestras de este excedente decierta cuantía para poblaciones entonces muy limitadas. Asimismo, dispone-mos de ejemplos de cómo algunas sociedades primitivas, que vivían exclusi-vamente de la energía de la biomasa, con niveles excedentarios suficientes,terminaron colapsando (Tainter, 1988; Diamond, 1995), precisamente al de-gradar su base energética (los recursos del entorno accesible) por un excesode crecimiento y ver consecuentemente reducido su aporte neto de energíahasta el extremo de hacer inviable a esa sociedad.

Que, hasta ahora, los combustibles fósiles han sido capaces de permitir a lasociedad mundial un excedente energético sin precedentes es algo que, comola prueba del nueve, no necesita demostración. En los 150-200 años de desa-rrollo de la sociedad industrial, el mundo ha pasado de tener unos mil a sietemil millones de habitantes y los niveles de consumo individuales han aumen-tado por término medio de forma exponencial, sin precedentes en la historia,en cuanto a capacidad de transformación de la naturaleza, movilidad, varie-dad de actividades, etc.

Charles A. S. Hall, profesor de ciencias medioambientales de la Universidaddel Estado de Nueva York en Syracuse, que lleva décadas estudiando losaspectos económicos de la biofísica y es un reconocido experto mundial eneste tipo de estudios, ofreció una serie de resultados sobre la energía neta de

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diferentes fuentes en su intervención en la Conferencia Internacional de ASPOcelebrada en Barcelona en 2008 (Hall, 2008). Entre ellos destaca el famoso«Balloon Diagram» o «diagrama de globos» (figura 3), en el que se muestranalgunos valores obtenidos por este científico sobre las principales fuentes deenergía y las variaciones más importantes que se han dado con el paso deltiempo. El gráfico de dicha figura muestra la evolución que el petróleo esta-dounidense ha tenido hacia una TRE más baja, pasando de ofrecer tasas de100 barriles a disposición de la sociedad por cada barril consumido en obte-nerlos a unas tasas actuales de entre 10 y 20 barriles por cada uno consumi-do. Asimismo, resulta interesante comparar los niveles de la fotosíntesis totalactual, situada en unos 80 Exajulios (EJ), con el nivel de consumo de Esta-dos Unidos en 2005, que fue de unos 100 EJ; no ya los bosques, sino toda lafotosíntesis, sería insuficiente para alimentar energéticamente a ese país te-niendo en cuenta de su nivel de consumo actual.

Figura 3Diagrama de globos de Charles A. S. Hall sobre los niveles de la Tasa de Retorno

Energético de las principales fuentes de energía. En el eje de abscisas,el potencial energético (los globos definen el volumen potencial de explotación).

En el eje de ordenadas, la Tasa de Retorno Energético (TRE o EROEI).

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Con todo, lo más interesante es que Charles A. S. Hall fija una Tasa deRetorno Energético mínima (de 5:1) para que se pueda dar una «civiliza-ción» (conceptos éstos que habría que desarrollar más allá del ámbito de esteartículo). Es decir, si la TRE —vista en su promedio y globalidad— de unsistema social capta o llega a captar menos de 5 veces la energía que es capazde poner a disposición de esa sociedad, seguramente esta última no se dará,no será sostenible en el tiempo.

El presente estudio se centrará en analizar la energía neta que los sistemassolares fotovoltaicos españoles ofrecieron en 2009 en su conjunto y operandoen el mundo real, no en laboratorios. El estudio de la energía neta de cual-quier nuevo sistema energético es algo importante y debería formar parte deun principio de precaución básico, porque cualquier nueva fuente de energíadebe poder demostrar, antes de que se inviertan en ella grandes esfuerzos (nosólo económicos, sino sobre todo energéticos), que la energía que se va ainvertir en su fabricación, instalación, mantenimiento y desmantelamientoconstituye una pequeña fracción de la que va a poder dejar disponible comoenergía neta a la sociedad. Y también porque, si finalmente se constata queera un sumidero de energía en el balance total, no merecería la pena haberrealizado tal esfuerzo, que sólo hubiese conducido a acelerar el agotamientode las energías actualmente disponibles que sí tienen una TRE suficiente-mente alta.

Metodología

Los numerosos estudios al uso publicados sobre sistemas fotovoltaicos engeneral utilizan dos formas clásicas para medir estas tasas de retorno energé-tico y sus eficiencias en general.

La TRE o EROEIUna de ellas es analizar la Tasa de Retorno Energético o TRE (Energy Returnon Energy Invested o EROEI) en forma de los llamados «análisis de ciclo devida» o ACV (Life Cycle Analysis o LCA, en sus siglas en inglés), en que, porun lado, se calcula la generación a lo largo de lo que se estima que va a ser lavida útil de los sistemas (ésa es la energía recuperada) y, por otro, se calculanlos costes energéticos que conllevan la manufactura de estos sistemas, su insta-lación y puesta en marcha, y su mantenimiento (ésa es la que se consideraenergía invertida). Del cociente entre ambas resulta un EROEI o TRE.

Esta parte de la energía invertida resulta especialmente compleja, porquedepende mucho de los enfoques que se den al coste energético del ciclo com-

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pleto. Se podrían retrotraer al coste energético de la minería de los sofisticadosy a veces raros materiales que integran los módulos fotovoltaicos, o incluir laenergía que hay que gastar en los cimientos de una planta o en su valladoperimetral.

El Tiempo de Recuperación de la Inversión Energética (TRIE) o Energy Pay-Back Time (EPBT)Otra forma de abordar el mismo asunto es analizar el tiempo que se necesitapara recuperar la inversión energética realizada en un sistema que generauna cierta cantidad de energía. Es una función muy directa del EROEI oTRE; se trata de la fórmula preferida por bastantes analistas, aunque el TRIE(EPBT) se puede derivar directamente de la TRE (EROEI) y viceversa.

Por ejemplo, dada una producción acordada X en un plazo acordado de vidaútil operativa de generalmente 25 años (aunque hay analistas que empiezan aasegurar que los sistemas fotovoltaicos pueden llegar a tener un funciona-miento operativo de 30 años), si el coste de la energía que se ha invertido enese sistema bajo todos los conceptos incluidos en esa vida útil es de, porejemplo, 0,1*X, entonces la TRE (EROEI) sería de 10 y el TRIE (EPBT)sería cada año de X/25 = 0,04*X (ello suponiendo, por simplificar, que encada uno de los 25 años de vida útil se genera lo mismo). Así pues, para queel sistema pueda generar toda la energía que se ha calculado que se va ainvertir en dicho sistema a lo largo de los 25 años (0,1*X), se tardarían 2,5años, con lo que su TRIE (EPBT) sería de 2,5 años. A partir de ahí, losanalistas le suponen al sistema una ganancia energética neta.

En un artículo titulado «Energy Pay-Back of Roof Mounted PhotovoltaicCells», escrito por Colin Bankier y Steven Gale y publicado por la revistaEnergy Bulletin (Bankier y Gale, 2006), se observa que, según la mayoría delos expertos en el ciclo de vida de estos sistemas y en sus Tiempos de Recu-peración de la Inversión Energética (TRIE o EPBT), éstos son muy cortos, deentre 0,7 años en los sistemas de alta concentración fotovoltaica (Peharz yDimroth, 2005) y 5,1 años en un sistema de silicio monocristalino, incluyen-do en ello el llamado «Balance of System» —una suerte de «todo lo de-más»— aparte del módulo fotovoltaico (Raugei, Bargigli y Ulgiati, 2005). Lamayoría de estos estudios se centran en una tecnología específica, en la quepredominan los análisis de sistemas fijos individuales de pequeña potencia.

Por otro lado, algunos estudios llevados a cabo entre los años 2000 y 2003sobre los sistemas de película delgada (Alsema, 2000 o Knapp y Jester, 2001)ya predecían recuperaciones de la inversión energética en 2 o 2,5 años, por loque no se entiende muy bien por qué diez años después los sistemas de pe-

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lícula delgada siguen sin despegar en los mercados si tienen un TREI o EPBTtan tremendamente corto. Lejos de desanimarse, estos mismos grandes exper-tos y otros han vuelto a la carga con que los nuevos desarrollos de sistemas dealta concentración o los nuevos desarrollos de película delgada pueden alcan-zar una TRE (EROEI) de hasta 40; es decir: para una vida útil de 25 años, unarecuperación aproximada de la inversión energética en unos 7,5 meses.

Este artículo tiene por objeto, precisamente, prevenir contra este tipo de estu-dios, abrir un debate sobre la conveniencia de homogeneizar los procedimien-tos para medir las TRE y los TRIE antes de lanzarse a un despliegue masivoapoyado en cuantiosas primas y subsidios dinerarios, los cuales se supone, se-gún la economía clásica (basada en la creencia de que cuanto mayor es laproducción menor es el coste —económico y energético— y de que el aumentode la eficiencia no tiene fin, ni siquiera analizada desde un punto de vistaholístico), que en algún momento ya no serán necesarios, porque se alcanzarála paridad con la red en cuanto a costes económicos. También tiene por objetoverificar que los inputs energéticos requeridos para poner en marcha y mante-ner estos sistemas son todos ellos los que realmente se requieren y que noquedan costes energéticos ocultos en la compleja maraña de una sociedad queconsume energía fósil y que depende eminentemente de ella, y en la que estossistemas siguen, todavía hoy, totalmente apuntalados por dicha energía.

Equivalencias económico-energéticas y equivalenciasentre mano de obra y energíaNo suele haber gran discusión sobre la energía que un sistema, sobre todo si esde tipo eléctrico, genera en un período de tiempo dado o a lo largo de su vidaútil, porque los contadores eléctricos funcionan con suficiente precisión. Lasúnicas discrepancias que pueden surgir son las relativas a las degradaciones dela producción de un sistema a lo largo del tiempo. En otras ocasiones, puedehaber alguna discrepancia sobre las pérdidas que ese sistema de generaciónpuede sufrir antes de quedar completamente amortizado y de que sea capaz, apartir de ahí, de entregar energía de forma neta a la sociedad, o sobre la credi-bilidad que puede tener el estimar una vida útil a tan largo plazo como la quese considera que tienen equipos que necesariamente deben estar a la intempe-rie durante toda su vida útil. También las diferentes calidades de los procesosde mantenimiento pueden crear alguna que otra dificultad de medición.

Sin embargo, en sociedades complejas como la española o la de los paísesdesarrollados, uno de los problemas más comunes, a la hora de calcular laenergía que hay que invertir para poner en marcha un sistema de generacióny tenerlo bien mantenido, es el de valorar, desde el punto de vista energético,los múltiples factores que están estrechamente interrelacionados con estos

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sistemas. La mayoría de los datos disponibles se ofrecen en unidades dinerarias,en valores económicos, mientras que otros costes energéticos asociados a fa-bricar, instalar y mantener un sistema de generación se ofrecen en esfuerzolaboral, en mano de obra, más o menos cualificada. En este sentido, ni si-quiera grandes expertos en el estudio de la ecología de los ecosistemas y enla valoración de sus contenidos energéticos, como Howard T. Odum —unzoólogo de reconocido prestigio internacional, que publicó trabajos pionerosy de gran valor sobre economía, ingeniería ecológica o modelización de siste-mas ecológicos—, han podido escapar a la realización de equivalencias ener-gético-dinerarias. Odum no se dejaba engañar fácilmente por la (muchas ve-ces inasible) variabilidad del valor monetario, a lo largo del tiempo, en relacióncon los bienes físicos y sus contenidos energéticos. Uno de sus últimos estu-dios sobre un sistema fotovoltaico en Austin, realizado en su etapa final,incluía estas equivalencias. No le dio tiempo a más.

Aquí, en el campo de las modernas energías renovables en general y de laenergía solar fotovoltaica en particular, las metodologías más comúnmenteutilizadas difieren o pueden diferir considerablemente, aunque se puede ob-servar una tendencia a simplificar y a reducir al máximo estas equivalencias.Se abren así varias posibilidades que explorar.

Un método que podría parecer lógico para valorar un equivalente energético-dinerario de los costes energéticos que han permitido y permiten la construc-ción y operación de plantas fotovoltaicas, sería tomar una muestra lo suficien-temente amplia (por ejemplo, el caso de España). Cuando sólo se conozcan loscostes económicos —no los energéticos— de una determinada actividad, seprocederá a relacionar el PIB nacional español respecto de la energía primariaconsumida en España y se establecerá la proporción adecuada. Se utilizarán losPIB de 2008 y 2009, porque se supone que los principales esfuerzos de dichosaños dieron lugar a la base instalada de los años 2009 y 2010, respectivamente.

El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio ofrece la relación Tpe/millónde euros de PIB en bases anuales. Para 2008 fue de 170,94 Tpe/millón deeuros (PPP 2000).3 Teniendo en cuenta que 1 Tpe = 12 MWh, esto suponepara 2008 la cantidad de 2.051 MWh/millón de euros de PIB. En 2009 larelación del Ministerio fue de 162,38 Tpe/millón de euros (PPP 2000), con loque el resultado para 2010 es de 1.949 MWh/millón de euros de PIB. Alactualizar el PIB a valores de 2008 y 2009, se obtiene un valor promedio de1.475 MWh/millón de euros de PIB.4

3. Ministerio de Industria, Turismo y Energía, «La energía en España 2008», p. 39.4. «GDP at current market prices», http://epp.eurostat.ec.europa.eu/statistics_explained/index.php?title=File:GDP_at_current_market_prices.png&filetimestamp=20110126161716.

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Otra forma de analizar el coste energético en relación con el coste económicopodría ser cuantificar el total generado en las plantas fotovoltaicas en 2009 y2010 respecto de la energía generada. En este caso tendríamos:

2009 6.042 4.828 2.842 1.698,8 2010 7.079 5.656 2.879 1.964,6 2009-2010 6.561 5.242 2.861 1.831,7

Energía generada anivel de contadorde baja tensión en

GWh

Energía entregadaefectivamente

a la red en GWh

Energía pagadaen millones

de euros

MWh por millónde eurosfacturado

Una posible razón de esta diferencia entre las siempre difícilmente escrutablesrelaciones económico-energéticas —en la industria solar fotovoltaica es un20% superior que el resto de las actividades económicas realizadas en Espa-ña— es que este sector es más intensivo en uso energético que el promediode las actividades. Por ejemplo, en Estados Unidos el promedio de energía esde 8,5 millones de MJ por dólar (o 2.701 MWh/millón de euros a un cambiode 1,44 dólares/euro). Sin embargo, la industria pesada consume unos 14 MJpor dólar según A. S. Herendeen, lo cual constituye un 64% más que lamedia, mientras que actividades como la exploración y extracción de petró-leo utilizan unos 20 MJ/dólar (Hall, Gagnon y Brinker, 2009), que represen-tan un 235% más. Aquí utilizaremos una medida conservadora de un 17%por encima del promedio nacional y de un 6% sobre el propio sectorfotovoltaico, y consideraremos que la relación entre energía y economía es de1.725 MWh/millón de euros de PIB.

[1]: 1 millón de euros de actividad económica 1.725 MWh (2008)

Respecto de la relación entre coste energético de la mano de obra que secalcula, algunos estudios consideran el coste energético de la mano de obraincorporada en los sistemas fotovoltaicos partiendo, por ejemplo, de la ener-gía metabólica de un ser humano, lo que es manifiestamente insuficiente, yaque estos trabajadores no consumen en su quehacer la energía de un hombreprimitivo. En este tipo de equivalencia mano de obra-energía que represen-ta, parece mucho más razonable atender a la siguiente premisa: si Españatuvo en 2008 un consumo energético total de 142,07 Tpe de energía primaria(Ministerio de Industria, Turismo y Comercio) y contaba ese año con46.063.511 habitantes (de los que 19.857.000 eran trabajadores «ocupados»,es decir, activos, descontando a los parados), puede atribuirse a cada trabaja-dor español activo un consumo medio de 7,15 Tpe al año, que, obviamente,consumen tanto él como el entorno que hace posibles su trabajo y su vida.

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Volviendo a las unidades de medida eléctricas equivalentes, si 1 Tpe = 12MWh tenemos que

[2]: 1 trabajador ocupado en España 86 MWh (2008)

Factores a considerar en la energía generada o recuperadade un sistema (Eout)Estos factores están bastante bien tabulados; existe un consenso bastante amplioacerca de las pérdidas que se pueden dar en un sistema partiendo de la ener-gía que nominalmente genera, y vienen a ser los siguientes:

Pérdidas típicas de energía consideradas Factor de pérdidaen una tabla típica de la Tasa de Rendimiento en %(Performance Ratio o PR)

Desajustes entre módulos 0,6 -1,0Polvo 2,0- 8,0Pérdidas angulares y espectrales 1,0Incumplimiento de la potencia mínima 0,5Pérdidas debidas a la temperatura 4,5-8,0Sombreados 0,5-3,0Punto de seguimiento de máxima potencia (MPPT) 0,8-1,5Pérdidas de cableado en continua 1,0Pérdidas del inversor en conversión AC/DC 5,0 - 7,4Pérdidas de cableado en alterna (dentro de la planta FV) 0,4 - 1,0Pérdidas en media tensión (dentro de la planta FV) 0,2- 2,1Huecos de tensión, sobretensiones, microcortes, etc. 0,2 -1,0Performance Ratio 84-65

Cuadro 1Pérdidas típicas en la Performance Ratio o Tasa de Rendimiento

de una planta fotovoltaica sobre suelo para inyección en red

En sus relaciones contractuales con fabricantes y promotores en España, elmundo comercial y financiero aceptaba en 2008, y sin problema alguno, sis-temas fotovoltaicos completos con una Tasa de Rendimiento (PerformanceRatio) del orden de un 80%, y en el mundo real se están viendo muchasinstalaciones con tasas de rendimiento aún menores. Es decir, que desde lapotencia nominal supuestamente instalada en placas hasta la salida de laplanta fotovoltaica, hay una pérdida reconocida de la energía estimada deaproximadamente un 20% respecto de lo que, en una latitud precisa y con

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una irradiación conocida, se podría generar en un año. Claro que esto, comose ve por los factores implicados, puede estar sujeto a oscilaciones hacia unmenor rendimiento más que hacia uno mayor. Una Tasa de Rendimiento (TR)muy aceptable para un promotor fotovoltaico podría estar en torno al 82%.Sin embargo, un mal mantenimiento o una construcción deficiente concableados de baja calidad, conexiones mal hechas o no repasadas periódica-mente, distribuciones largas, falta de limpieza o una ubicación en un lugarmuy polvoriento, pueden dar lugar a tasas de rendimiento, en virtud de losconceptos antes mencionados, bastante inferiores al 75%.

De todas formas, el caso particular de España permite obviar estos factores yextraer la energía fotovoltaica realmente generada en todo un ciclo anual(año 2009), sin ningún género de dudas, de la ya considerable potencia insta-lada media en todo 2009 (3.554 MW nominales, o MWn), que, según losdatos de la Comisión Nacional de Energía (CNE),5 fue de 6.042 GWh. Portanto, se puede decir, atendiendo a un muestrario de instalaciones que hastael momento no había sido tan amplio en ningún estudio realizado en paísalguno del mundo, que

[3]: 3.554 MWn generaron 6.042 GWh (2009)

Algo que también se podría decir de la siguiente forma:

[4]: La energía fotovoltaica generó1.700 MWh por MWn instalado (2009)

Esto es lo que la CNE verificó realmente que se había generado en el conjun-to de los contadores de baja tensión de las más de 52.000 instalacionesfotovoltaicas individuales ubicadas en todas las latitudes posibles de España,por la libre decisión de los promotores, ejercida en el mundo real, con todaslas tecnologías fotovoltaicas y todos los sistemas de seguimiento reales, lasmás actualizadas del momento, y que los promotores pudieron adquirir en unmercado libre, siempre pensando en los mejores rendimientos (en este casogeneralmente económicos, pero al ser la facturación proporcional a la gene-ración, con un interés bastante obvio en que el ratio entre inversión y ganan-cia por generación fuese el mínimo posible). Este dato resume mejor quecualquier otro la experiencia real de 52.000 instalaciones fotovoltaicas.

Sin embargo, si se analiza con mayor detalle, se pueden apreciar otras pérdi-das que los sistemas convencionales de análisis de la Tasa de Rendimiento

5. Véase la información estadística de ventas de energía en régimen especial de la CNE.

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no suelen contabilizar, y que por tanto no llegan a entrar en la red y noquedan al servicio de la sociedad. Son las siguientes:

Producción de energía eléctrica solar fotovoltaica medida 1.700por la CNE en MWh/año/MWn (incluye todos los factoresde la PR)Otras pérdidas típicas de energía más allá de los PRconvencionales (factores ampliados del PR)Considerando la potencia pico instalada respecto de la nominal 1.574

Considerando las pérdidas en la línea de evacuación/puntos 1.543de acceso y conexión/transformadoresConsiderando la degradación de los módulos a lo largo del tiempo 1.367según las especificaciones más habituales de los fabricantes

Cuadro 2Pérdidas típicas de una planta fotovoltaica sobre suelo

y para inyección en red, más allá de los contadores de baja tensióny previas a la entrega de energía neta a la sociedad

En primer lugar, los datos que publica la CNE están basados en las potenciasnominales de las instalaciones fotovoltaicas. Como bien se sabe, la inmensamayoría de las instalaciones, especialmente las grandes, han instalado poten-cias pico mucho mayores que las potencias nominales adjudicadas (general-mente plantas de 100 kW, el máximo legal para adquirir la tarifa más privi-legiada, aunque luego estuviesen agrupadas físicamente en plantas de mayorcapacidad). La razón era precisamente que lo que se pensaba que iba a me-dirse como garantía de cumplimiento de la potencia era la que se obtenía a lasalida del inversor. Así, se han instalado muchas plantas de 100 kW nomina-les (kWn) con hasta 130 kW pico (kWp), que, a efectos de analizar la ener-gía neta que puede proporcionar un sistema fotovoltaico, son los que hay quetener en cuenta. Aquí se considerará que el promedio nacional instalado esde 108 kWp por cada 100 kWn contabilizados por la CNE.

En segundo lugar, existen más pérdidas a la salida de las plantas fotovoltaicas,antes de que la energía generada pueda entrar en la red y ser puesta al servi-cio de la sociedad. Por regla general, la CNE mide la energía en los contado-res de baja tensión (después de los inversores y antes de subir esas tensionesde los 400 VAC a los 13-15-20 kV de media tensión). Según la propia nor-mativa aceptada, los descuentos que pueden aplicar las distribuidoras a losproductores en régimen especial —por las pérdidas en el tramo entre loscontadores de baja tensión y el de media tensión— son de hasta un 3%.Además, están las pérdidas de las líneas de evacuación, ya en media tensión,

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hechas específicamente para conectar las plantas a la red existente. Aquí seadoptará un criterio conservador de un 2% de pérdidas.

Por último, si se calcula que la vida útil es de 25 años, hay que incorporar lamenor generación (una suerte de pérdida evidente sobre la potencia pico es-pecificada por el fabricante) por la degradación de los módulos con el pasodel tiempo. Ésta suele ser, para casi todos los módulos, de un 20% en losprimeros 20 años. Aquí se considerará un factor de 0,886 a 25 años promediadopor año.

El resultado final es que, en el año 2009, la energía que entregaron real-mente a la red española el conjunto de las instalaciones fotovoltaicas, contodas las tecnologías y en todas las latitudes, fue de 1.367 kWh/kWp. Estacifra resulta ser bastante inferior a la mayoría de las estimaciones teóricasque se han hecho en prácticamente todos los estudios de TRE/EROEI obien de TRIE/EPBT, así como a las estimaciones que realizan la mayoríade los productores y promotores en sus cálculos (sobre todo teniendo encuenta que el parque español instalado contiene una importante cantidadde sistemas con seguidores a dos ejes y a un eje, cuya generación estimadase supone mucho mayor que la finalmente resultante en las estadísticaspúblicas de la CNE).

Se debe reconocer que hay instalaciones que se han emplazado en lugares deno muy elevada irradiación, pero éstos son los datos a contrastar, los queexisten en la sociedad, mejor que los de laboratorio o los que se realizan enmodo de pruebas controladas por los fabricantes, ya que la muestra es toda laenergía fotovoltaica española conectada a red, en un ciclo anual completo yno sobre tiempos muy concretos y muestras muy específicas; es mucho másreal que la de los laboratorios, porque, al fin y al cabo, son los promotoreslos que deciden las ubicaciones. Sobre este aspecto y como ejemplo de situa-ciones de la vida real, conviene considerar que Alemania generó en 2010 untotal de 12.000 GWh con origen solar fotovoltaico.6 Pero su base instaladafluctuó entre los 9,9 GW a finales de 2009 y los 16,9 GW a finales de 2010de potencia instalada. Esto puede dar un promedio aproximado para el año2010 de unos 13,4 GW de potencia instalada. Dado que España generó 7.079GWh con apenas 4 GW de potencia instalada de promedio en 2010, estosupone que Alemania generó en promedio, la mitad que España para unapotencia instalada equivalente.

6. http://www.unendlich-viel-energie.de/uploads/media/AEE-Strommix-Deutschland-2010-en-aug11.jpg.

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Con respecto a los parámetros de pérdidas consideradas en el cuadro 2, obvia-mente, a los promotores y productores no les interesan las pérdidas más allá delpunto donde se toman las medidas (contadores de baja) para su propia factura-ción, pero sí deben ser analizadas por todo estudio serio sobre le energía neta quelos sistemas fotovoltaicos entregan a la red (a la sociedad, en definitiva).Por tanto, tenemos que:

[5]: Energía solar FV útil generada en España (2009):1.367 kWh/kWp instalada

Habida cuenta de que en 2009 en España había un 63% de plantas fotovoltaicasfijas, un 13% de plantas con seguidores a un eje y un 24% de plantas conseguidores a dos ejes, la realidad final de la energía neta de origen fotovoltaicoentregada de forma útil a la sociedad ha estado por debajo de los nivelesbarajados en las teorías al uso, cuyos autores siempre suponen los lugaresmás soleados del país, cuando, en la realidad, las instalaciones no siempre seubican en los lugares más apropiados para la irradiación solar, sino a vecesdonde dictan el capricho, el interés regional o la oportunidad.

Factores a considerar de la energía invertida para que un sistema energé-tico entregue la energía esperada (Ein o Energía Invertida)La energía invertida para concebir, diseñar, fabricar, transportar, instalar, man-tener e incluso desmontar finalmente un sistema fotovoltaico es mucho máscompleja, pero también España goza de un gran acervo para poder realizarestimaciones que hasta ahora no se venían haciendo o quedaban circunscritas aanálisis de la energía invertida en los módulos fotovoltaicos y de sus conteni-dos inmediatos, con una simple extensión de los valores energéticos, en algúncaso, a lo que llaman «Balance of System», que solían incluir apenas algunasestructuras metálicas, cimientos, cableado, inversores y poco más.

En este estudio se han considerado factores energéticos de tipo social, esdecir, factores generalmente ignorados en los estudios convencionales de TRIE(EPBT). En estos, como se ha comentado, se suele considerar el coste ener-gético del silicio, de convertir este silicio en los lingotes purificados y lasobleas, de fabricar las células con sus dopantes y serigrafías, el laminado, elmontaje y cableado del módulo y, por ejemplo, el inversor y cierto coste su-puesto de reciclaje (Raugei, 2009). En este caso, veremos el asunto de formamás «holística» o general, de más amplio espectro, intentando incluir costesenergéticos que suelen permanecer ocultos, y sin los cuales —y sin la socie-dad actual, con sus costes energéticos y su forma de actuar— los sistemasfotovoltaicos no serían posibles.

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Los analistas convencionales suelen huir de esta aproximación, porque consi-deran que cae fuera del ámbito de sus intereses, y otros consideran que si laenergía social de algunas actividades relacionadas indirectamente con el sectorfotovoltaico no se invirtiese en este sector, se consumiría igualmente en otraactividad. Esto no parece racional, en una visión general que pretenda analizarla energía solar fotovoltaica desde el punto de vista del papel que se le suponeque debe tener en el futuro como fuente energética masiva y alternativa a lasenergías fósiles en cuanto a volumen y versatilidad. Estos analistas convencio-nales suelen denominar a este tipo de consideraciones acerca de los costes ener-géticos adicionales «Extended EROEI» (esto es, una «TRE ampliada»). Preci-samente de eso se trata. Dicen que incluyen «wider boundaries» (áreas de costesenergéticos indirectos más extendidos). Precisamente de eso se trata.

Una lista de las actividades que suponen un gasto energético en el proceso deponer en funcionamiento los sistemas fotovoltaicos y mantenerlos a lo largodel tiempo, es la siguiente:

Costes energéticos derivados de actividades típicas de un sistema fotovoltaicoCoste energético de fabricar e instalar módulos, inversores, seguidores e infraestructurasmetálicas (mano de obra excluida).

Costes energéticos de las tareas de operación y mantenimiento.

Coste energético de construir accesos, cimientos, canalizaciones, vallados perimetrales, etc.

Costes energéticos del transporte, desde el fabricante local hasta desde China.

Costes energéticos de red de media y alta tensión. Reestructuración y estabilización de red.

Coste energético de la seguridad y vigilancia.

Coste energético de comunicaciones, control remoto y gestión de planta.

Coste energético de renovar módulos, inversores, seguidores o componentes defectuosos.

Coste energético del lavado de módulos.

Coste energético de ferias, exposiciones, promociones, conferencias, etc.

Costes energéticos asociados a mano de obra circunstancial: consultores, notarios, registro,colegios de ingenieros, funcionarios asignados al sector, etc.

Autoconsumo de las plantas fotovoltaicas.

Coste energético del alquiler o compra del terreno.

Coste energético de los derechos de paso.

Costes energéticos de la preinscripción, los avales, etc.

Costes energéticos asociados a la inyección de cargas intermitentes en una red necesaria-mente estable.

Cuadro 3Factores de coste energético en la actividad solar fotovoltaica en España para

instalaciones sobre suelo y de inyección en red

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Todo el que haya trabajado en el sector deberá reconocer que todas estasactividades son imprescindibles para que las plantas puedan instalarse y fun-cionar en nuestra sociedad, y que todas ellas, como cualquier actividad hu-mana, implican un cierto consumo energético. Luego se podrá discrepar so-bre si cada una de ellas tiene un contenido energético de mayor o menorenvergadura; se podrá argüir que muchas de ellas son insignificantes o des-preciables desde el punto de vista energético; se podrá sugerir que algunas deellas se podrían reducir considerablemente o incluso eliminar, desde un pun-to de vista legal, administrativo o de mejora de eficiencia. Pero, en cualquiercaso, los que trabajan en el sector son muy conscientes de los tiempos, losesfuerzos y el coste (al menos económico) que todas y cada una de ellassuponen.

En el caso de algunas de ellas es posible hacer cálculos directamente energé-ticos, como, por ejemplo, el coste energético de todo el ciclo del transportepara todos los MW instalados en España; o el coste energético de construirlos accesos a las plantas, las cimentaciones, las canalizaciones o los valladosperimetrales, o el autoconsumo de las plantas (mucho menor en las plantasfijas que en las que llevan seguidores, y del que habría que restar el que ya sedescuenta por ley en los contadores digitales de baja tensión bidireccionales).En otras, existe una constancia bastante precisa de los costes económicos enlos que se incurre al llevar a cabo estas actividades. Una forma que parece

Costes energéticos del bombeo inverso y otros sistemas de almacenamiento masivo (aireo gas presurizado) exigibles como «potencia firme de respaldo».

Costes energéticos asociados de estabilización actual (ciclos combinados).

Coste energético de los seguros de las plantas fotovoltaicas.

Costes energéticos de la administración de plantas fotovoltaicas.

Coste energético del robo de equipos y vandalismo.

Costes energéticos de causas de fuerza mayor (tormentas, vendavales, inundaciones, grani-zo, etc.).

Costes energéticos autonómicos y municipales por tasas e impuestos sobre licencias y per-misos.

Coste energético de amortizaciones prematuras de equipos de fabricación y otros equipos porobsolescencia acelerada.

Costes energéticos de los desmantelamientos al final del ciclo de vida o del desguace de lasplantas fotovoltaicas.

Costes energéticos de impuestos a la producción o de agentes representantes para la ventade energía de forma obligatoria.

Total de energía invertida.

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razonable de realizar el cálculo del coste energético es utilizar las equivalen-cias económico-energéticas [1] arriba detalladas, que aquí se consideran con-servadoras, porque aplican un baremo o promedio nacional, cuando en reali-dad el sector fotovoltaico está, presumiblemente, por encima de la media enintensidad de consumo energético por millón de euros de actividad.

Además, está el consumo energético de la mano de obra del sector fotovoltaico.En este campo, los defensores de las energías renovables en general y de lafotovoltaica en particular en su defensa del business as usual y en su honora-ble defensa del empleo, caen en una trampa particularmente curiosa.

En su afán por mostrar la utilidad de los sistemas FV, les puede el prurito deanunciar con orgullo que el sector fotovoltaico es el que más empleo crea porMW instalado (y, por ende, por GWh producido). Así, una de las asociacio-nes nacionales más grandes del sector, la Asociación Empresarial Fotovoltaica(2010), llega a decir que...

El sector fotovoltaico es el más intensivo entre las energías limpias en lacreación de puestos de trabajo: entre 7 y 11 empleos por megavatio ins-talado, frente a un máximo de 2,7 empleos por megavatio en otros secto-res [la cursiva es mía].

... sin percatarse de que esto tiene necesariamente un coste energético rele-vante en este capítulo. En ese momento, estas asociaciones no estaban segu-ramente pensando en la TRE o EROEI, aunque de sus últimas presentacionesse deduce que hay un creciente y sano interés en el asunto de la energía netay una preocupación por mostrar tasas de recuperación energética que a vecescasan mal con todo este despliegue.

Además, y por si fuera poco, tanto esta asociación como la otra grande delsector, ASIF, se vanaglorian en sus presentaciones de los empleos creadospara un cierto nivel de actividad fotovoltaica. Las cifras que el sector maneja,según la fuente y el momento político, oscilan entre los 24.500 y los 41.700empleos (que incluyen directos e indirectos), pero el promedio bien podríafijarse, en el año pico de la producción e instalación nacional (2008), enunos 23.000 empleos directos o a tiempo completo. Esto sólo en cuanto a lamano de obra española, y hay que considerar que una parte sustancial de losequipos instalados en España ha provenido de la importación (muy superiora la propia exportación española), sobre lo cual hay abundante documenta-ción. Así pues, a esa mano de obra española, una vez descontada la relaciónexportación/importación, hay que sumarle la mano de obra extranjera, cuyocoste energético va incorporado en los equipos instalados y que operan enEspaña.

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Aun sin utilizar, como debería haberse hecho, las elevadas estimaciones delpropio sector sobre los empleos y rebajando la cifra a 1-2 empleos fijos porMW instalado, el coste energético del empleo, cuando se aplica el baremoarriba detallado de equivalencias entre mano de obra y energía [2], constitu-ye una parte apreciable de la energía que generan los sistemas que esta fuer-za de trabajo mantiene. En concreto, y repercutidos por año, entre un 4% yun 8% de la energía que generaron las plantas en 2009, según se efectúen loscálculos. Evidentemente, estos datos hay que tratarlos con las cautelas nece-sarias y no realizar una suma aritmética simple sobre los costes energéticosdel cuadro 3, porque en una visión holística hay funciones que se entremez-clan entre mano de obra y otros costes energéticos entendidos en su sentidoamplio y completo.

Finalmente, existe otro gasto energético, el más difícil de calcular pero enmodo alguno despreciable, y es el que se refiere a los costes financieros deponer en marcha estos sistemas.

No queda más remedio, en este caso, que recurrir a las equivalencias econó-mico-energéticas [1], porque, aunque algunos insistan en negarlo, el costefinanciero de una operación, ya sea para financiar una fábrica de producciónde módulos, inversores o seguidores para plantas fotovoltaicas, o bien para lafinanciación del constructor, la de financiación del promotor o incluso lafinanciación del comprador final, ya que todos estos actores multiplican elcosto en una extendida y compleja «cadena de valor» tienen necesariamenteque tener una equivalencia con el mundo físico y por tanto, energética. Si eldinero tiene que tener alguna correspondencia con el mundo físico y éste seconstruye necesariamente con energía, que es el requisito previo e imprescin-dible para la existencia de todo bien o la prestación de todo servicio mensu-rable, el dinero tiene que representar un cierto nivel de consumo de energía.

Efectivamente, en esta otra aproximación, utilizando los precios de mercado deestas plantas hasta finales de 2008 y analizando todas las plantas instaladas en2009 en sus distintas variedades (plantas fijas, con seguidores a uno y dosejes), se verifica una inversión inicial, para su instalación y puesta a punto, deunos 19.000 millones de euros. Si éste es el capital necesario para poner enmarcha unos 3.780 MWp y se acepta que son plantas que durarán 25 años, larepercusión anual de dicho capital sería de unos 760 millones de euros al año.Añadiendo a ello el capital necesario para operar y mantener las instalaciones,pagar los seguros, la seguridad y la administración, los impuestos, etc., se al-canza una cifra total de capital (inversión más circulante, pero sin intereses) deunos 1.200 millones de euros/año exigibles para esa potencia instalada. Setrata de una cifra que se aproxima bastante a la que resulta de utilizar lasequivalencias económico-energéticas [1] para las actividades del cuadro 3.

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Conclusiones

1. Este artículo no permite detallar los análisis de cada uno de estos facto-res en profundidad, que se va a ofrecer en breve en un libro sobre el tema(Prieto y Hall, en prensa), pero la conclusión final es que, una vez cono-cido con bastante precisión el Eout o energía suministrada por todas lasplantas fotovoltaicas de España en 2009 y dividiendo este flujo de ener-gía por la que resulta de analizar in extenso los inputs energéticos desdeun punto de vista más completo y ampliado, se obtiene una TRE finalpara los años 2009 y 2010—a partir de una muestra ya muy significativade unos 4.335 MWp en todas las latitudes y por parte de todos los siste-mas que el libre mercado ha permitido (no a partir de ejemplos específi-cos de laboratorio o de plantas individuales, seleccionadas a voluntad porlos analistas convencionales)— de alrededor de 2, con un cierto rangode incertidumbre, según los análisis de sensibilidad:

Tasa de Retorno Energético (TRIE)para la energía fotovoltaica en España (2009):

2,6 > TRIE > 1,3

2. Es curioso observar que esta TRIE, mucho más baja de lo que los analistasconvencionales suelen publicar, puede variar con algunos estudios de sen-sibilidad:a. El factor más analizado por los expertos, que es el primero de los

que figuran en el cuadro 3 (el coste energético de fabricar e instalarmódulos, inversores, seguidores e infraestructuras metálicas), inclu-so variando el EPBT de este factor de 8 años a los 2 años que ahoraprometen (aunque llevan prometiéndolo desde el año 2000), apenasvaría en unas décimas la TRIE total, considerada de forma holística.La razón de ello son las esperanzas de los defensores del sector deque se produzca una importante reducción de los costes y grandesmejoras tecnológicas en la eficiencia de conversión. Pero según esteestudio, los componentes básicos del módulo fotovoltaico represen-tan apenas un 20-25% del coste energético, visto desde esta perspec-tiva energética social. De hecho, el coste energético de las partes quecomponen la célula, desde su origen en forma de silicio sin depurarhasta que se incorpora al módulo fotovoltaico ensamblada y soldada,es aproximadamente un 60% del total del coste energético del módu-lo, según varios autores de estudios convencionales sobre Análisis deCiclo de Vida fotovoltaicos.Así, por ejemplo, una reducción de los costes a la mitad de los actua-les por vatio pico, como últimamente algunos fabricantes de película

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delgada afirman haber alcanzado, no representaría un cambio de pa-radigma sustancial en el proceso, incluso aunque estos sistemas depelícula delgada tuviesen la misma eficiencia energética que los ac-tuales sistemas mono/policristalinos, lo que, por otra parte, a día dehoy dista de ser el caso.Por el otro lado, por el del aumento de la eficiencia, observamos quelos fabricantes que anuncian y venden sistemas con un 17% de efi-ciencia en la conversión energética fotónica/eléctrica, frente a los queofrecen módulos con un 14-15% de eficiencia, fijan unos precios paraestos sistemas aproximadamente un 30% superiores a los que tienenun rendimiento ligeramente inferior. Si hay que realizar una inferen-cia razonable entre energía y valor económico, por ese camino, porel momento, no se llega muy lejos.Las células de rendimiento óptimo en laboratorio, de la nueva gene-ración que no es de silicio (la llamada 3.5) que alcanzan hasta un40% de eficiencia energética en la conversión fotónica/eléctrica, re-sulta que tienen un coste inasumiblemente alto para ser montadassobre paneles convencionales. El coste de estas células está en estosmomentos entre los 25.000 y los 50.000 euros/m2. Por esta razón,dichas células no salen del laboratorio, y si lo hacen es para sertroceadas y montadas sobre complejos sistemas de alta concentraciónque exigen seguimientos solares muy precisos, con lentes, general-mente de tipo Fresnel, que simulan sobre la célula centenares de so-les, en un intento de reducir el coste de la célula, siempre más caraque una lente. Este camino por la otra dirección parece también bas-tante tortuoso e impracticable.

b. Si se examina el ratio económico-energético mundial, que es inferioral español, de nuevo el indicador de la TRIE se mueve más bienpoco y no alcanza el valor de 3.

c. Si, además, se adopta un criterio de conversión energética muchomás cauto, se utilizan los datos sobre la energía primaria de un país—en este caso los de España, que suelen venir dados en millones detoneladas de petróleo equivalente (MTpe)— y, en vez de hacer laconversión, como se ha hecho en este trabajo, de 1 Tpe = 12 MWh,se adopta el factor de conversión resultante de promediar éste con elde las centrales térmicas actuales de 1 Tpe = 4,4 MWh (estos dosvalores tan diferentes dependen de las direcciones de la conversióntérmica-eléctrica o viceversa y representan las pérdidas por transfor-mación de energía térmica a eléctrica, de aproximadamente un 66%)y se adopta un factor de conversión de 1 Tpe = 8 MWh, la TREresultante sería del orden de 3.

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3. Existe una tendencia generalizada a creer que toda Tasa de Retorno Ener-gético superior a 1 puede ser suficiente para mantener un sistema deforma sostenible si el recurso teórico del que se nutre es lo bastante volu-minoso, como en este caso la energía del sol. Pero esto no es cierto, enabsoluto.Según se muestra en la figura 3, Charles Hall opina —criterio que esteautor comparte— que para que se pueda dar una civilización mínima(entendida como la capacidad de una sociedad humana de poder realizaractividades más allá de las de la supervivencia pura, como el ocio, losjuegos, la cultura y demás), la TRE debe tener un mínimo de 5. Esto sepuede ver de forma muy intuitiva en los ejemplos, expuestos multitud deveces, sobre lo insostenible que sería para un guepardo tener que gastarmás energía en la caza de su presa que la energía que va a obtener deella al comérsela.Haciendo esto extensivo a los mamíferos en general y al hombre en par-ticular, y considerando al hombre como un simple mono desnudo desdeel punto de vista puramente termodinámico, habrá que convenir que siuna pareja humana no puede extraer de su entorno la energía necesariapara alimentarse a sí misma y para alimentar al menos a dos descendien-tes por pareja (en el caso del hombre, es de los mamíferos que comoindividuo necesita más tiempo para llegar a ser autosuficiente y, por tan-to, de los que más tiempo depende energéticamente de sus progenitores),la supervivencia de los humanos como especie sería imposible. Así pues,vistos exclusivamente como los animales que termodinámicamente so-mos, como monos desnudos, sin llegar siquiera a alcanzar un atisbo decultura, necesitaríamos una TRE de como mínimo 2 y seguramente de 3(es decir, un acopio estable de tres veces las necesidades metabólicas)para poder disponer en el metabolismo de las reservas necesarias paracasos de escasez, carestía o falta circunstancial de alimentos, además depara criar a la prole o defenderse de los agentes externos.

Por lo tanto, en este contexto, la energía fotovoltaica, tal y como se ha analiza-do en el caso de España en el año 2009, no tiene visos de poder sostener unacivilización como la actual, que consume en la actualidad 20 veces más ener-gía que cuando se alimentaba exclusivamente de energía renovable, hace ape-nas unos 150 años (de biomasa fundamentalmente), y con un nivel de pobla-ción unas 10 veces mayor. O surge pronto un milagro fotovoltaico que hagacambiar de opinión a este autor o, sinceramente, no veo a esta tecnología comola que pueda sustituir a los combustibles fósiles y mantener esta sociedad y elmodelo de vida actual —ya muy insostenible, acuciantemente insostenible—,ni siquiera otro modelo menos consumista que pretenda mantener niveles deocio y cultura similares a los actuales con los mecanismos actuales.

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Consideraciones finales sobre las energías renovables

Volviendo al documento «Energy at the Crossroads» de Vaclav Smil, esteprofesor de Ciencias Medioambientales de la Universidad de Manitoba, en elestado de Winnipeg (Canadá), muy conocido en todo el mundo por sus traba-jos sobre energía, afirma lo siguiente:

Sólo uno de los numerosos recursos energéticos posee un flujo natural quesobrepasa con creces cualquier necesidad humana previsible [es decir, laenergía solar, que hemos analizado a través de una fuente de captacióncomo la fotovoltaica, N. del t.], y los restantes no resultan tan brillantescomo los consideran los verdaderos creyentes, interesados proponentes yomnipresentes expertos energéticos instantáneos. Además, la energía nu-clear de fisión sigue siendo una elección muy incierta y falaz, y no estoy nimucho menos solo al afirmar que la fusión nuclear no debería ser incluidaentre las opciones realistas.

Dicho esto, quizá convenga extenderse algo sobre las visiones acerca del po-tencial y la posibilidad real de extraer energía de determinados flujos y tam-bién sobre las energías renovables en un contexto general. Ambas visionesson holísticas y no se suelen tener muy en cuenta en estos tiempos de premu-ra, falta de tiempo y horizontes cortos.

Smil habla de flujos y eso es a lo que hay que atenerse, más que al potencialteórico de una fuente energética; lo importante, el factor clave, es el flujo ener-gético que es posible capturar de forma razonable y sostenible mediante unaserie de dispositivos. Por ejemplo, el flujo de los cursos hídricos se calcula en9.000 km3 anuales, de los cuales los seres humanos interceptan, ya sea paraalimentación e irrigación o para generar energía, unos 4.000 km3. Pero losseres humanos no tienen acceso a todo el resto. Un 25% de las grandes cuencasfluviales mundiales ya están ocupadas por embalses y estructuras hidráulicasvarias, y no deberíamos plantearnos la interceptación de mucho más que eso siqueremos ser mínimamente respetuosos con la naturaleza.

Con respecto a la energía que eventualmente podría extraerse de la biomasa,la propia figura 2 ilustra la imposibilidad del sueño o el mito de la sustitu-ción de los combustibles líquidos actuales de origen fósil sin provocar undesastre medioambiental de alcance global. Desde los inicios de la era mo-derna, prácticamente han desaparecido el 50% de los bosques que original-mente tenía el planeta, y el ritmo de destrucción neta (deforestación menosplantación) es del orden del 1% anual. Los intentos europeos de conseguircombustibles líquidos, esenciales para un transporte dominado en un 94%por el petróleo a escala mundial, a fuer de ser muy tímidos en los planes

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estatales, ya están suponiendo un impacto brutal en la producción de alimen-tos y en la ocupación de suelo fértil. Además, la energía neta de algunosbiocombustibles, como el etanol extraído del maíz, hace bueno el dicho de«matar moscas a cañonazos». No existe ni la más remota posibilidad de quese puedan llegar a obtener de los biocombustibles 3.900 millones de tonela-das de petróleo sin acabar destrozando el suelo fértil del planeta, ya que latierra no es como una gasolinera a la que recurrir cuando nos viene en ganallenar el depósito y que sigue surtiendo con las mismas mangueras año trasaño. Los suelos están sujetos a agotamiento si no se dejan en reposo y sereponen los suelos (que suponen un aporte de energía).

Por otro lado, respecto a la energía eólica, sobre la que se han desatado ex-pectativas enormes, cabe decir que a finales de 2010 alcanzó los 200 GW depotencia instalada, una cantidad que en principio parece —y es— enorme.Ello equivale a unos 200.000 aerogeneradores de 1 MW de potencia, comolos que se suelen ver en tierras españolas, aunque ya se están instalando de 2y 5 MW, estos últimos sobre todo en plataformas marinas. Las asociacionesde la industria eólica presumen de crecimientos enormes, y con razón. Porejemplo, la European Wind Energy Association se jacta de haber crecido un31% en 2009 y hasta un 22,5% en 2010, porcentajes que no son ciertamentebaladíes, sobre todo teniendo en cuenta la crisis financiera actual. Sin embar-go, si se comprueba el impacto en el total mundial, el conjunto de los par-ques eólicos instalados en el mundo hasta finales de 2010 apenas sirvieronpara suministrar alrededor del 2% de la electricidad mundial (21.325 TWh)consumida ese año. Es más, el consumo eléctrico mundial aumentó un 5,9%entre 2009 y 2010, y desde el año 2000 el incremento del consumo eléctricomundial acumulado ha sido de alrededor de un 4% anual. Así pues, aunquela industria eólica pudiese multiplicar por unas diez veces la producciónmundial de aerogeneradores que se alcanzó en 2010 (unos 40.000 MW), ape-nas conseguiría cubrir el aumento de la demanda eléctrica mundial de eseaño, sin poder sustituir sistemas de generación no renovable.

En este sentido, un reciente artículo publicado en la prestigiosa revista EnergyReview del pasado mes de junio de 2011, «Global Wind Power Potential:Physical and Technological Limits»,7 cuyos autores son los profesores Carlosde Castro, Margarita Mediavilla, Luis Javier Miguel y Fernando Frechoso,de la Universidad de Valladolid, ha suscitado una gran polémica al analizarel potencial eólico mundial de forma diferente y novedosa respecto de losestudios normales. Éstos suelen analizar el potencial midiendo los vientos enuna zona durante uno o dos años y luego lo extrapolan a zonas más amplias.

7. Véase un resumen en www.crisisenergetica.org/article.php?story=2011083116270061.

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Pero el estudio de estos expertos ha sido llevados a cabo «de arriba abajo»,partiendo de la energía contenida en todos los vientos del planeta y luegodescartando los vientos y zonas que no son accesibles para la explotación, asícomo otros límites. Sus conclusiones son de alto calado, pues apuntan a queel potencial total máximo explotable sería del orden de 1 TW —lo cual im-plica unos 5 TW de instalaciones eólicas— con rendimientos similares a losactuales (de un 20% de las horas). Esto significaría que el máximo potencialque se puede esperar a escala planetaria de este tipo de energía sería delorden de unas 25 veces superior al actual. Es decir, que como mucho podríacubrir el 50% del consumo eléctrico mundial de 2010.

Si hay que extraer alguna conclusión de estas consideraciones finales y de lascifras aportadas sobre la energía solar fotovoltaica, ésta es que la sociedad hu-mana haría bien en afrontar cuanto antes los problemas asociados a un modode vida industrial y tecnológico, que nos ha llevado a consumir recursos fósilesy nucleares finitos a ritmos crecientes e insostenibles, los cuales están ya po-niendo en peligro la sostenibilidad de dicha sociedad y de los seres vivos conlos que tiene que convivir. Hay que afrontar la evidencia de un declive inevita-ble e irreversible de la explotación de los recursos fósiles, y hay que entenderque ciertos recursos renovables, que siempre podrán seguir a nuestra disposi-ción, quizá no sean utilizables con el grado de intensidad y versatilidad quenuestra sociedad demanda. En definitiva, que hay que repensar el modelo desociedad y plantearse modos de vida más frugales y con menos consumo percápita que los que esta sociedad industrial y capitalista impone con su necesi-dad de crecimiento infinito, que ni las fuentes renovables podrán cubrir. Unanueva disyuntiva se abre ante nosotros. O decrecemos en los consumos absolu-tos y per cápita, empezando por los más consumistas, de forma consciente yvoluntaria, o bien la naturaleza y las guerras por los recursos lo harán a sumanera. La decisión depende de nosotros.

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¿Reducir emisiones para combatirel cambio climático? Depende

FERRAN PUIG VILAR*

Cuando pronuncio conferencias sobre cambio climático siempre comienzo se-ñalando que nos encontramos frente a un tema maldito. Es maldito por laslimitaciones físicas, atávicas, psicológicas y culturales que nos impiden no tan-to la comprensión de sus mecanismos, sino la propia percepción del problema(Vilar, 2009b). Es maldito por la gran cantidad de malentendidos que anidanincluso en personas con cierto conocimiento de los orígenes, la dinámica y laseventuales respuestas a la cuestión. Es maldito porque las únicas respuestascon alguna verosimilitud de eficacia significan un cambio tan sustancial en elstatu quo que requerirían, previamente, incluso una reconsi-deración de losvalores fundacionales de nuestra civilización. Finalmente, en un vano intentode autojustificación, me refiero a la maldición del conferenciante. Desde lue-go, una parte de los oyentes escuchará de mí aseveraciones que no quiere oír,pero que debe conocer. Pero otra, la ecologista, puede levantar también, frentea algunas de mis afirmaciones, sus defensas intelectuales. Ambos serán movi-dos por la emoción antes que por la razón. Al final, mis conclusiones serán(probablemente) apreciadas, pero afirmaciones tan extraordinarias habrían re-querido fundamentaciones extraordinarias, por lo que, inexorablemente, no ten-dré bastante con el tiempo que los organizadores me han adjudicado a pesar demis denodados esfuerzos de síntesis. Confío en que la longitud que me hanotorgado para este texto y la posibilidad de incluir referencias permita salvareste inconveniente, siquiera de forma parcial.

* Ingeniero superior de telecomunicaciones y divulgador científico especializado en cambio climático.Su blog Usted no se lo cree (http://ustednoselocree.com) fue galardonado con el 1.º premio de laFundación Biodiversidad por su contribución a la divulgación del problema.

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Me propongo aquí mostrar la incorrección de las siguientes afirmaciones:1. Es posible estabilizar el clima a las condiciones actuales e incluso revertir

la perturbación causada hasta ahora en tiempo útil.2. Para reducir la magnitud de la crisis climática basta con la reducción de

las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).3. La reducción del empleo de combustibles fósiles supondría una disminu-

ción de la temperatura media de la Tierra.

El comportamiento sistémico

Estamos programados culturalmente para suponer una linealidad en los fenó-menos. A doble causa corresponde doble efecto. A doble unidad de tiempo seproducirá una respuesta doble si la perturbación se mantiene constante. Unade las primeras cosas que aprendemos en nuestra infancia es la tabla de mul-tiplicar, paradigma de la proporcionalidad. Sin embargo, tanto los fenóme-nos de la naturaleza como los sociales, y desde luego la interacción entreambos, tienen carácter sistémico y, por tanto, evolucionan exponencialmente.

Un sistema contiene, de forma general, lazos de retroalimentación. En ellos,el efecto resultante (respuesta) de una causa (perturbación del sistema) pro-duce a su vez una variación en la intensidad de la propia causa que la produ-ce, de tal forma que el efecto bien resulta atenuado (retroalimentación nega-tiva) o aumentado (retroalimentación positiva). Esta sola característica estáen el origen de la forma exponencial —o sea, no proporcional— de la evolu-ción de la respuesta a la perturbación. Se ha demostrado que somos muytorpes al evaluar las respuestas exponenciales más simples y, en particular,somos especialmente insensibles al exponente (Wagenaar y Sagaria, 1975).También sabemos que en el sistema climático de la Tierra predominanabrumadoramente los lazos de retroalimentación positiva, en los que el efec-to amplifica la causa.1 Además, un sistema contiene, de forma general, retar-dos, lo que significa que puede transcurrir un lapso de tiempo entre la apari-ción de la perturbación y la manifestación de la respuesta.

En el caso del sistema climático, la perturbación son los gases de efecto in-vernadero (GEI), notablemente el dióxido de carbono, y la respuesta se suelemedir en términos de temperatura media de la Tierra. La figura 1 muestra laevolución exponencial de esta respuesta: la inclinación es mayor cuanto máscercano en el tiempo es el intervalo considerado (Trenberth et al., 2007).

1. Por ejemplo, la propia Tierra pasa a ser emisora de CO2 y metano con sólo un leve aumento dela temperatura media.

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Por su parte, el retardo tiene lugar debido a la presencia de los océanos yde las masas de hielo, cuya elevada inercia térmica ejerce una función demoderación, aunque sólo temporal. Se estima que la temperatura actualcorresponde a la composición de la atmósfera de hace entre 5 y 50 años(Budzianowski, 2011), aunque algunos autores señalan un retardo inclusosuperior.2 En consecuencia, los impactos más severos del cambio climáticoserán experimentados por las personas hoy más jóvenes y por quienes toda-vía no han nacido, todas ellas con limitadas o nulas posibilidades de defen-der sus derechos. Así, éstos, junto con las de las personas que vayan a vivirdurante los siglos y milenios venideros, resultan depender exclusivamentede nuestras decisiones del presente (y del pasado). Este hecho, insólito enla historia a este nivel de magnitud, plantea enormes retos desde un puntode vista estrictamente ético.

Figura 1. Evolución de la temperatura desde mediados del siglo XIX.Los puntos negros son los valores de temperatura, y las líneas coloreadas son

aproximaciones lineales calculadas en tres intervalos distintos que terminan en laactualidad. Se observa como, cuanto más cercano es el intervalo, mayor es su

pendiente, lo que está en consonancia con la evolución exponencial.

Fuente: IPCC (2007).

2. Este hecho supondrá un incremento adicional de 0,6ºC como mínimo (Hansen et al., 2005;Ramanathan y Feng, 2008).

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Equilibrio, estabilidad y sistemas de control

Un sistema puede tener uno o varios estados de equilibrio (o ninguno). Enesa situación, el sistema se mantiene estable medido en sus variables de es-tado. Por ejemplo, distintas combinaciones de concentración de GEI, tempe-ratura, nivel del mar y cantidad de vapor de agua en la atmósfera puedensuponer estados de equilibrio distintos. Pero es importante tener en cuentaque no todos los estados de equilibrio que uno pueda imaginar son posibles,lo que puede demostrarse matemáticamente de forma inequívoca.

Por su parte, cada estado de equilibrio tiene su margen de estabilidad, asaber, la cantidad de perturbación que puede soportar alrededor del estado deequilibrio en cuestión. Dentro del margen de estabilidad, el sistema acabarávolviendo al estado de equilibrio. Pero si esa perturbación es superior al mar-gen de estabilidad, el sistema, autónomamente, cambiará de estado de equili-brio, adquiriendo vida propia durante el régimen transitorio de paso de unestado a otro. En la analogía del Titanic, un estado de equilibrio es el navíoa flote antes del impacto contra el iceberg, y otro estado de equilibrio es elnavío en el fondo del mar. No hay estados de equilibrio intermedios.

La analogía con el Titanic permite, además, evidenciar el comportamientoexponencial. Una vez desestabilizado, el navío comienza a capotar de unaforma que, al principio, parece proporcional al tiempo. Sin embargo, el hun-dimiento se va acelerando hasta que se va por completo a pique con granrapidez. Junto con la lentitud del fenómeno climático, que no estamosatávicamente programados para percibir como amenazante, el hecho de quelos comportamientos exponenciales sean casi proporcionales en sus iniciosdificulta enormemente la percepción de la magnitud del problema por partedel público.

Una de las principales dificultades del pensamiento sistémico es la definiciónde los contornos del sistema. De forma general, cuanto más se amplía elámbito en el que ocurren los sucesos, se advierte la participación de un ma-yor número de variables. Siguiendo con la analogía, en el «sistema Titanic»el umbral de estabilidad, según señaló el ingeniero jefe, era la inundación decuatro compartimentos. Con cuatro compartimentos se podía resistir, estable-ciendo un sistema de control que, por ejemplo, contuviera la entrada de aguamediante compuertas u organizando un comando que la achicara a medidaque se iba acumulando. Pero se inundaron cinco, lo que le llevó a predecir elhundimiento subsiguiente en términos de certeza matemática (Vilar, 2009a).Pero, si en lugar de considerar el navío aisladamente tomamos en considera-ción el sistema navío + océano + iceberg, conviene darse cuenta de que,incluso antes del momento en que la tripulación advirtiera el peligro, es po-

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sible afirmar que el Titanic, dadas su velocidad, estructura y sistema de con-trol, se iba a hundir irremediablemente. De alguna forma, ya estaba hundi-do. La superación de los umbrales de estabilidad suele tener lugar de formatotalmente silenciosa.

No es posible, hoy por hoy, afirmar categóricamente que el umbral de estabi-lidad del sistema climático de la Tierra haya sido ya superado. Tampoco esposible afirmar lo contrario. Como veremos más adelante, es incluso arries-gado afirmar que el planeta se haya encontrado en un estado de equilibrioclimático, inherente al sistema, durante los últimos 10.000 años, aunque bienes cierto que sus parámetros se han mantenido notablemente estables. Dehaberse perdido esta estabilidad, a lo único que podemos aspirar es a anali-zar la viabilidad de diseñar e implementar un sistema de control que man-tenga constante algún parámetro, por ejemplo la temperatura media. Perohay que hacerlo a tiempo.

Emisiones, concentración e interacciones

El pensamiento sistémico requiere de una adecuada comprensión de la dife-rencia entre flujos y acumulaciones, conceptos que muy a menudo se confun-den. Incluso personas del mayor nivel intelectual reflexionan erróneamente yviolan, por ejemplo, el principio de la conservación de la masa. En un cono-cido ensayo realizado a estudiantes y doctores del Massachusetts Institute ofTechnology, particularizado al ámbito climático, se confirmaron un buen nú-mero de estudios anteriores realizados sobre personas altamente cualificadas,incluidos responsables de grandes empresas. En ellos se puso de manifiestola dificultad de la mayoría de ellas para analizar correctamente el funciona-miento del sistema climático en sus aspectos más elementales cuando se soli-citaba una reflexión cualitativa y no se les permitía emplear las herramientasanalíticas y matemáticas convencionales (Sterman y Sweeney, 2007). Así, elcomportamiento de la mayoría de las personas analizadas llevaba a deducirque éstas creían que, mientras las emisiones siguieran aumentando, el cam-bio climático empeoraría, pero que, si las emisiones dejaran de crecer, elclima se estabilizaría.

Cuando se les permitía hacer uso de un simulador con el que analizar lasconsecuencias de sus acciones, los que eran capaces de establecer estrate-gias correctas de contención sólo lo hacían cuando estaban muy cerca dellímite de tiempo disponible (Sterman, 2011). Se evidenció así la dificultadde percibir los tiempos de retardo de los sistemas en general y del climáticoen particular, y, con ello, la baja probabilidad de realizar acciones correctivascon anticipación, cuando su coste es inferior. De modo que en la realidad,

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dados los inevitables márgenes de incertidumbre en el caso climático, laprobabilidad de creer erróneamente que se está a tiempo de actuar es, pues,significativa.

Lo que perturba el sistema climático no son las emisiones, sino la concentra-ción resultante de GEI en la atmósfera. Es preciso tener en cuenta que, por suparte, la Tierra absorbe, tanto en los océanos como en la biosfera, una parte delas emisiones antropogénicas. La absorción de GEI por parte de la Tierra supo-ne alrededor de la mitad de las emisiones, si bien su capacidad de ser sumiderodisminuye con la concentración y algunos subsistemas pasan a ser emisoresnetos a partir de cierto nivel de temperatura. Ya hoy en día, algunas zonas delmar Báltico se han convertido en emisoras netas de dióxido de carbono (ScienceDaily, 2010). Las prácticas agrícolas actuales constituyen también una fuenteneta de emisiones de GEI, en particular de óxidos de nitrógeno.

A este respecto se suele utilizar como ilustración la analogía de la bañera.Supongamos un recipiente con el desagüe y también el grifo abiertos. Si elcaudal de salida del grifo es superior a la capacidad de desagüe, el nivel de labañera aumentará. Es posible reducir el caudal del grifo, pero, mientras elcaudal de desagüe siga siendo inferior al del grifo, el nivel de agua de labañera seguirá aumentando.

En el sistema climático, el flujo son las emisiones y el acumulador es laatmósfera, que medimos en forma de concentración de GEI. Cuantificamoslas primeras en términos de gigatoneladas de CO2 al año, y la segunda enpartes por millón en volumen (ppmv). Para «estabilizar» la concentración deGEI a un valor determinado (pero no el clima, dados los retardos), seríapreciso emitir gases a la atmósfera al mismo ritmo al que la Tierra es capazde absorberlos. Sólo por debajo de este valor de emisiones la concentraciónpodría comenzar a disminuir, salvo que algún subsistema terrestre se hayaconvertido ya en emisor neto, lo que, por otra parte, está previsto que sucedaen la década de 2020 (Shaefer et al., 2011).

En este punto conviene distinguir entre los distintos GEI. A diferencia decasi todos los demás gases (metano, ozono troposférico, óxidos de nitrógeno,algunos CFC y HFC, etc.), el CO2 remanente tiene un tiempo de residenciaen la atmósfera que se mide en decenas de miles de años (Eby et al., 2009).3

3. Salvo que hagamos algo por retirarlo, lo que es una tarea virtualmente imposible, comparable asi quisiéramos eliminar la sal de los océanos, lo que requeriría una inmensa cantidad de energía. Asu vez, la respuesta del sistema, medida en forma de incremento de temperatura, perdura todavíamás allá.

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Este hecho está en la base de la irreversibilidad del cambio climático (Solomonet al., 2008), y nos informa de que todo aquello a lo que podemos aspirar esa intentar frenar el proceso en curso.

La estrechez del margen disponible

Por este motivo, para tener alguna posibilidad de evitar la superación delumbral de estabilidad del sistema, medido en términos de aumentos perma-nentes e intolerables del nivel del mar durante siglos que cambiarían radi-calmente la faz del planeta —umbral estimado hoy en alrededor de 1,0 ºC(Matthews y Caldeira, 2008) en términos de temperatura media relativa alpromedio de la era preindustrial—,4 la reducción de las emisiones de CO2debe ser absolutamente drástica. Se estima que, en 2050, debería haber sidoreducida, como mínimo (Hansen et al., 2011b), a una décima parte de lasactuales. Esto conseguiría estabilizar la concentración de CO2 en la atmósfe-ra. Para ello sería necesaria una reducción del 6% anual, empezando no mástarde de 2013 (Matthews y Caldeira, 2008).

Dado que es posible comparar el empleo de energía con el producto interiorbruto, podemos estimar que, de no producirse una sustitución masiva y rápidade los combustibles fósiles por sistemas alternativos de generación de la mismaenergía útil, este requisito equivaldría a una reducción necesaria del PIB mun-dial del mismo orden de magnitud. Supongamos un 5% si se consigue mejorarla denominada intensidad de carbono en la producción energética, que, por lodemás, actualmente está aumentando debido a un empeoramiento de la eficien-cia energética (Canadell et al., 2007) y a una contribución creciente del carbónen el mix eléctrico. Éste es el valor que se considera como el límite por debajodel cual lo que resulta severamente afectado es la estabilidad del sistema social.En este sentido, se menciona la unión de las Alemanias anteriores al fin de laguerra fría, que supuso, tras la reunificación, una reducción de este orden demagnitud —si bien sus impactos sociales resultaron amortiguados por encon-trarse en un entorno de fuerte crecimiento económico internacional (WBGU,1995)—. Esta situación debería tener lugar de forma planificada a lo largo decuarenta años consecutivos, a nivel mundial.5 Cómo se distribuya el esfuerzoresulta ser un problema ético y político, pero no físico.

4. El umbral en ningún caso es el valor de + 2 ºC que se maneja en el entorno político, económicoy mediático. Esto nos llevaría a medio plazo a un nivel del mar alrededor de 25 metros superior alactual (Gardiner, 2010).5. De empezar más tarde de 2013, las reducciones sucesivas deberían ser mucho más importantes,y acabar antes de 2050.

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Es cierto que las energías alternativas pueden contribuir a mitigar este im-pacto, pero sus características intrínsecas (intermitencia, baja Tasa de Re-torno Energética) generan dudas muy razonables sobre su capacidad paraaportar una sustitución efectiva alrededor de los niveles actuales (Heinberg,2009). En la improbable hipótesis de que fuera posible un despliegue masi-vo sin violar las leyes de la termodinámica, se generarían problemas deescala y de interferencia que, o bien invalidarían el optimismo tecnológicoinicial, o bien crearían nuevos problemas cuya solución no se vislumbra adía de hoy (Trainer, 2010; Moriarty y Honnery, 2011; Union of ConcernedScientists, 2011).

Esta necesaria reducción de las emisiones, sin embargo, no sería suficientepara mantener una perturbación del sistema climático dentro de límites tole-rables. La concentración actual de CO2 en la atmósfera, superior ahora a los390 ppmv, ha rebasado el nivel de 350 ppmv que, hoy por hoy, se consideracomo límite máximo (Hansen et al., 2008). Es posible que, si el rebasamien-to presente no dura demasiado, los retardos del sistema permitan que la ener-gía acumulada no llegue a aumentar lo suficiente como para iniciar la fusión(y derrumbamiento) imparable de las grandes masas de hielo del planeta. Deser así, el nivel del mar llegaría a superar en 75 metros (!) al actual (Hansen,2009), cosa que se iría produciendo durante siglos de aumento permanente.Se darían además episodios súbitos difíciles de prever, por lo menos con losconocimientos del presente y los del futuro previsible.

Para evitarlo es imprescindible retirar de la atmósfera el exceso de carbonoactual. Una vez contrastadas las ventajas e inconvenientes de las distintas op-ciones, el mismo trabajo de referencia liderado por James Hansen6 que señalala necesidad de reducir con carácter inmediato las emisiones al 6% anual apuestapor la reforestación masiva, reforestando todo lo deforestado en los últimos150 años, así como cambiar las insostenibles prácticas agrícolas actuales yconvertir esta actividad en un sumidero de carbono. También se estima necesa-rio el empleo de plantas de generación de energía eléctrica a base debiocombustibles (sólo a partir de residuos agrícolas o forestales), pero necesa-riamente con secuestro geológico del CO2 resultado de su combustión.7 Estetrabajo está firmado por catorce eminencias científicas de todo el mundo.8

6. James Hansen es el climatólogo jefe de la NASA, y es a menudo mencionado como el másrespetado del mundo.7. En este punto es capital darse cuenta de que la capacidad de almacenamiento geológico de CO2equivale, como mucho, a sesenta años de emisiones (nivel 2005) (Gough y Upham, 2011), y de ladificultad de contar con apoyo social para esta empresa (Uphama y Roberts, 2011).8. Es importante destacar que este paper no ha sido todavía publicado, pero entiendo que, dada larelevancia de todos sus autores, no debería sufrir variaciones significativas tras el proceso de revisión.

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Otra de las características de un sistema retroalimentado es el surgimiento decomportamientos contraintuitivos.

El cielo no es lo que era

Uno de los malentendidos más flagrantes del problema climático se refiere ala creencia de que la reducción del empleo de combustibles fósiles, y en par-ticular la reducción o eliminación de las centrales térmicas generadoras deenergía eléctrica a base de carbón, supondría una disminución de la tempera-tura media de la Tierra y contribuiría, así, a mitigar la crisis climática.

Ciertamente, la clausura de las centrales térmicas de carbón y gas naturalsupondría una reducción muy sustancial de las emisiones de CO2 a la atmós-fera. Sin embargo, la mayoría de las centrales térmicas emiten otros gases,resultado de las impurezas del carbón y de la combustión incompleta. Entreéstos se encuentran, de forma destacada, los compuestos de azufre, que, alcombinarse con el vapor de agua, forman el ácido sulfúrico de la conocidalluvia ácida y generan micropartículas sólidas (aerosoles).

Este tipo de aerosoles tiene una propiedad singular en relación a los demásgases y partículas con los que contaminamos la atmósfera reguladora delclima. No sólo no refuerzan el efecto invernadero sino que, por el contrario,reflejan parte de la luz del sol hacia el espacio. Así, la irradiación solar pro-medio que hoy alcanza la superficie de la Tierra es significativamente infe-rior a la que recibiríamos de no existir estas centrales de carbón. Es lo que seconoce como el efecto de «oscurecimiento global», que en algunas zonas dela Tierra (EE.UU.) ha llegado a suponer una disminución del 10% en laradiación solar (Liepert, 2002), y si bien este efecto ha sido mitigado en lasdos últimas décadas, se prevé, en cambio, que pueda volver a aumentar acorto plazo (Wild, 2011). De no existir este efecto de apantallamiento seestima que la temperatura media de la Tierra sería, ya hoy, sensiblementesuperior a la actual, con consecuencias dramáticas.

El hecho de que el azufre causante de la lluvia ácida y de distintos problemasde salud sea a su vez un protector térmico constituye una de las ironías delsistema climático, una especie de pacto de Fausto. Si bien la temperatura haido creciendo desde los inicios de la revolución industrial, en los treinta añosposteriores a la Segunda Guerra Mundial el crecimiento térmico se detuvo,para reiniciarse a finales de los setenta con nuevos bríos. El motivo no fueotro que el inicio del crecimiento económico exponencial, que requirió deldespliegue generalizado de miles de plantas térmicas de generación de ener-gía a base de carbón. Éstas, que iban aumentando la concentración de CO2

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en la atmósfera, producían a su vez grandes cantidades de aerosoles de azu-fre, hasta el punto de compensar el forzamiento de los GEI, que actúan conmenor inmediatez. En los años setenta, como resultado de la alarma ciudada-na respecto a la lluvia ácida, muchos países establecieron una normativa porla cual las empresas eléctricas se vieron obligadas a filtrar el azufre. Esto diolugar a una reducción sensible del efecto de apantallamiento y, como resulta-do, la temperatura reinició su aumento. En Estados Unidos la normativa seaplicó únicamente a las centrales nuevas, con lo que todavía muchas centra-les siguen emitiendo azufre y apantallando el planeta, si bien su efecto decompensación ya no alcanza a neutralizar el efecto del CO2. Sin embargo, enla mayoría de los países del mundo, y desde luego en los de industrializaciónreciente, esta normativa es, todavía hoy, inexistente, o bien no se aplica.

La importancia de este fenómeno reside en el hecho de que el carbón deberíaser el primero de la lista a la hora de reducir el consumo de combustiblesfósiles. Esto es así debido a que, por unidad de energía producida, la canti-dad de emisiones de CO2 generadas por la combustión de carbón es casi eldoble que en el caso en que esa misma cantidad de energía se obtiene a partirde la combustión del metano (gas natural).9 En este sentido es importantesaber que, si bien el CO2 se mantiene en la atmósfera de forma virtualmenteindefinida ejerciendo su efecto invernadero, la vida media de estos aerosolestroposféricos es de sólo unos pocos días, pasados los cuales decaen a la su-perficie. Si su concentración atmosférica sigue aumentando es sólo debido ala producción continua y creciente de electricidad, principalmente en las cen-trales de carbón sin protección. Ocurre entonces que, de clausurarse éstas (oincorporar protección), la temperatura, en lugar de disminuir, como podríasuponerse, en realidad aumentaría a medida que fuera desapareciendo el efectode apantallamiento.

Cuál sería el incremento de temperatura resultante sin la presencia de estosaerosoles reflectantes es algo sobre lo que la comunidad científica no ha di-cho todavía la última palabra. El campo específico de los aerosoles, dada suamplia variedad, su distinta intensidad y signo de forzamiento, la dificultadde aislarlos para ser analizados separadamente, su mezcla con el polvo at-mosférico de origen natural y su intervención necesaria en la formación de lanubosidad, resulta ser, en el marco del conjunto de la ciencia del clima, elque mayores márgenes de incertidumbre atesora todavía. En todo caso, estáclaro que todos los aerosoles, salvo los de azufre y algunos nitratos en menormedida, acentúan el efecto invernadero; en particular la carbonilla orgánicao mineral, cuyo origen se encuentra en la actividad de cocción con leña en

9. El petróleo, por su parte, se encuentra cerca del punto medio entre estos dos extremos.

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los países más tradicionales, como la India, en los incendios forestales, es-pontáneos o producto de la deforestación voluntaria, y en los motores diésel.

Con todo, en los distintos trabajos de investigación, a este efecto de apanta-llamiento se le responsabiliza de ocultar entre 0,9 ºC (Armour y Roe, 2011) y3,0 ºC (Andreae et al., 2005). Además, la curva de probabilidades no es simé-trica, sino que está decantada hacia los valores superiores (Ramanathan y Feng,2008). La única forma de reducir este margen de incertidumbre consiste enefectuar mediciones por satélite, pero los que están actualmente en servicio noestán preparados para la misión, y los dos últimos satélites de observaciónclimática, el Orbiting Carbon Observatory y el Glory —dedicado este últimoal análisis de los aerosoles de forma específica—, por algún motivo no llegarona alcanzar la órbita prevista y yacen ahora en el fondo del mar.

¿Significa esto que el problema no tiene solución? Todavía no, pero lo com-plica extraordinariamente. Una forma de compensar el enfriamiento produci-do por los aerosoles al ir disminuyendo la combustión de carbón sería reducirtodavía más el nivel de CO2, pero, si en 2050 las emisiones de este gas debenser como máximo un 10% de las actuales, y bajando, no nos queda margen.La única alternativa es la reducción de los demás gases de efecto invernaderodistintos del CO2, así como del otro tipo de aerosoles, que acentúan el efectoinvernadero.

Se da la circunstancia de que el efecto de calentamiento del conjunto detodos esos otros gases resulta ser comparable al efecto de enfriamiento esti-mado de los aerosoles (Parrish y Tong, 2009), de modo que, si a medida quese van clausurando las centrales de carbón para reducir el CO2 consiguiéra-mos una reducción paralela de las emisiones de todo lo demás, ambas accio-nes podrían compensarse, siquiera parcialmente. Nos damos cuenta de queeste requisito necesario añade nuevos grados de dificultad a la tarea ya hercúleade reducir las emisiones de CO2 al nivel requerido, constriñendo adicio-nalmente el espacio de respuestas a la crisis climática. Además, las interac-ciones entre esos gases complican más el panorama, pues si, por ejemplo, seprodujera una reducción de emisiones de óxidos de nitrógeno, aumentaría elcalentamiento provocado por el metano y el ozono, con los que el nitrógenoreacciona, resultando así parcialmente neutralizado el efecto de reducción deesos otros GEI (Shindellet et al., 2009).

Un malentendido similar, ampliamente generalizado, se refiere a los compor-tamientos personales. Creemos que por reducir nuestro consumo energéticocontribuimos a evitar nuestra parte del calentamiento global. Esto es así,pero, en las circunstancias actuales de mercado libre de los combustibles fó-siles, la disminución del consumo supone una reducción del precio de estos

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materiales. Dicha reducción permitirá el acceso a este tipo de energía a quie-nes hasta entonces no lo tenían, con lo que las emisiones que yo no realiceserán emitidas por otros. Así es la globalización.

No estoy diciendo que no se deba reducir el consumo de energía. Hay muchosmotivos para hacerlo, entre los que la equidad y el comportamiento ejemplarocupan lugares preferentes. Pero, a diferencia de la creencia general, estasacciones no tendrán impacto alguno en la cuestión climática mientras el pre-cio de los combustibles fósiles dependa de la demanda y el esfuerzo no seageneralizado en (casi) todo el mundo. Si desea usted comportarse de formaclimáticamente responsable, hágase vegetariano. Una vida vegana durantesetenta años evita la emisión de 100 toneladas de CO2 equivalente (Stehfestet al., 2008).

A este respecto, una posibilidad interesante que parece abrirse paso es la deestablecer un impuesto creciente al carbono, hasta llegar a unos 100-150 euros/tonelada de CO2. La totalidad de la recaudación obtenida en cada país podríaser repartida de forma equitativa entre la población, lo cual, además de di-suadir del empleo de combustibles fósiles a escala global y convertir en com-petitivas otras fuentes de energía, permitiría una redistribución de riqueza enfunción de la responsabilidad climática de cada individuo o grupo. Por suparte, los mercados de carbono actuales de la Unión Europea, así como elrecientemente establecido en Australia, no parecen cumplir con el objetivodeclarado de reducir las emisiones de forma efectiva, contrariamente a lasapariencias.

Contrageoingeniería al rescate

En estas circunstancias, dada nuestra actual incapacidad para adaptarnos yfuncionar en el marco de los límites marcados por el sistema físico-biológicodel planeta, nos empeñamos, a mi entender inútilmente, en soluciones quepromuevan la situación inversa: que sea el planeta el que se adapte a noso-tros. Desde luego, la fe en la tecnología parece haber adquirido tintes dereligión. Así, se están desarrollando —algunas con cierto secretismo— in-vestigaciones en el reciente campo de la geoingeniería. Una de las que cuen-ta con mayor predicamento consiste, precisamente, en rociar periódicamentela estratosfera con compuestos de azufre, aprovechando así sus propiedadesde contención del calentamiento global y el mayor tiempo de residencia delos aerosoles a esa altura.

La geoingeniería será reciente como disciplina científica, pero desde luegollevamos siglos sometiendo el planeta a experimentos geofísicos no controla-

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dos, entre los que el empleo de la atmósfera como inmenso vertedero de todosubproducto que no sea sólido o líquido, y las alteraciones masivas en el usode la tierra (deforestación y fertilización artificial, entre otras), son sólo algu-nos de los forzamientos globales más conocidos. Mejor sería denominar aestas intervenciones planetarias con el término «contrageoingeniería». Endefinitiva, la solución de una reducción inmediata de las emisiones y de unareforestación masiva que proponen los científicos liderados por James Hansenes una forma de contragoeingeniería. Podemos denominar débil o benigna aeste tipo de intervención planetaria, por contraposición a lascontrageoingenierías fuertes (inyección de azufre en la estratosfera, fertiliza-ción marina, espejos orbitales, etc.). Todos ellos no son otra cosa que distin-tos sistemas de control del clima de la Tierra.

Hoy por hoy, a nadie en sus cabales se le debería ocurrir la utilización deestas técnicas fuertes. Sus inconvenientes superan, con mucho, a sus even-tuales ventajas, y no es previsible que se pueda llegar a evitar la aparición defenómenos inesperados de gran poder destructivo; con el clima global no esposible realizar experimentos previos (Ricke et al., 2010).

Es interesante a este respecto conocer la hipótesis planteada a principios dela pasada década por Walter Ruddiman, que va tomando cuerpo. Este inves-tigador senior de la Universidad de Virginia se preguntó por los motivos dela estabilidad climática de los últimos 10.000 años en las condicionespreindustriales, desconocida en toda la historia geológica del planeta, tam-bién en los interglaciales anteriores. Ha sido durante este período de estabili-dad climática cuando se han desarrollado todas las civilizaciones, lo que di-fícilmente pudo producirse con anterioridad dados los cambios permanentesde la temperatura y del régimen de lluvias y las continuas variaciones delnivel del mar, del orden de decenas de metros.10

Hacia un nuevo estado de equilibrio, nada confortable

Uno de los estados de equilibrio de la Tierra parece ser la condición glacial(Lovelock, 2006). Las perturbaciones cíclicas más significativas de la radia-ción solar que incide sobre la Tierra (y de su distribución) son consecuenciade los cambios en la posición relativa del planeta respecto al Sol, que resul-tan reforzadas por los cambios subsiguientes en las concentraciones de CO2 yde metano por ellas inducidos. Este forzamiento, en lo que podemos entender

10. En las edades de hielo el nivel del mar es unos 100 metros inferior al actual.

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como un fallo de regulación, aparta temporalmente al planeta de esa condi-ción de equilibrio, situación que denominamos «interglacial», en la que nosencontramos.11 Sin embargo, el sistema tiende de forma natural hacia unanueva glaciación una vez restablecidas las condiciones anteriores.

En ésas estábamos cuando, al descubrir el fuego y producirse una situaciónde inseguridad alimentaria, nos dimos cuenta de que era más fácil cazar lasfieras incendiando el bosque y situándonos estratégicamente en su trayectoriade huida que ir tras ellas de forma activa. Según Ruddiman, la emisión degases de efecto invernadero que esa combustión produjo habría detenido tem-poralmente el proceso natural de reenfriamiento, lo que permitió lasedentarización, la adopción de la agricultura y, con ella, el aumento de lapoblación. Este incremento requirió más campos de cultivo, lo que se conse-guía a su vez incendiando más bosques. Más adelante, hace unos 5.000 años,los cultivos de arroz de China, con sus importantes emisiones de metano, unGEI mucho más potente que el CO2 a efectos climáticos, siguieron mante-niendo el clima en una situación estable. Desde entonces no hemos cesado enla deforestación ni en los cultivos, lo cual habría permitido mantener cons-tante la temperatura media de la Tierra. Para mantener este estado, el siste-ma climático habría sido controlado por la humanidad de forma totalmenteinconsciente con sólo pequeñas oscilaciones, generalmente regionales, atri-buidas a la variabilidad natural del sistema alrededor de esta situación(Ruddiman, 2003). Si esta verosímil hipótesis resulta confirmarse, nos infor-maría de que el confortable estado climático que estamos abandonando nocorresponde a punto de equilibrio alguno, sino, simplemente, a un sistema enuna situación estable dado que estaba siendo sometido a control.

Sin embargo, el desentierro y combustión de la materia fósil habría supuestoun cambio cuantitativo excesivo en la cantidad de dióxido de carbono vertidoa la atmósfera, lo que habría detenido el proceso latente de enfriamiento einvertido el proceso. La figura 2 muestra la temperatura en el Ártico en losúltimos 2.000 años, cuya evolución confirmaría la hipótesis (Kaufman et al.,2009). Ahora habríamos perdido el control, y el sistema quizá haya adquiridovida propia hacia un nuevo estado de equilibrio, pero ahora más caliente.¿Cuál sería este nuevo estado de equilibrio?

Habría que remontarse al denominado Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno(MTPE), hace nada menos que 55,9 millones de años. Si bien las condicio-nes geológicas del momento, desde el punto de vista de la actividad volcáni-

11. Habría que empezar a prescindir de este término, pues la Tierra no volverá nunca más a unacondición glacial, salvo que la especie humana desapareciera casi por completo.

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ca y la distribución de los continentes, eran bien distintas, el MTPE nosofrece una situación en la que el planeta está tan caliente que ha perdido todoel hielo de Groenlandia y la Antártida, el nivel del mar es por tanto unos 75metros superior al actual, y en él se han extinguido alrededor del 50% de lasespecies, tanto debido a su calentamiento como a su acidificación por disolu-ción de parte de la gran cantidad de CO2 presente en la atmósfera. Muchosde los restos de caimanes y de otras especies tropicales encontrados en elÁrtico son de aquella época (Eberle et al., 2010). Esa situación acabó relati-vamente pronto en términos geológicos, pues duró sólo entre 30.000 y 170.000años (Röhl et al., 2007).

Todo apunta a que podríamos estar dirigiéndonos hacia ese escenario, salvoque encontremos la forma de volver a controlar, ahora de forma consciente,el habitable clima del planeta de los últimos 10.000 años. Si todavía fueraposible, habría que empezar ahora mismo.

Finalmente, es preciso darse cuenta no sólo de la intensidad del forzamientoantropogénico actual, sino de su velocidad inaudita. La inyección de carbonoen la atmósfera que se dio por aquel entonces, comparable a que se llegarana quemar todos los combustibles fósiles conocidos (y mucho menos los fósi-les no convencionales), se produjo durante un período mucho más largo queel actual, entre 10 y 100 veces más dilatado que el proceso en curso (Ying etal., 2011). Esto nos sitúa en un territorio desconocido en que las consecuen-cias son prácticamente imposibles de prever (Zachos et al., 2008), pero, des-de luego, potencialmente desgarradoras a corto plazo para miles de millonesde personas y también para la civilización. En todo caso, esta velocidad de

Figura 2. Evolución de la temperatura en el Ártico en los últimos 2.000 años.A partir de mediados del siglo XIX se inicia un aumento que altera bruscamente

la tendencia al enfriamiento.

Fuente: Kaufman et al. (2008).

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perturbación hace temer por la estabilidad de las grandes masas de hielo, quede otra forma tardarían milenios en fundirse.

Conclusiones

Las tres proposiciones con las que he iniciado este texto se han reveladoinválidas. No es posible estabilizar el clima para que vuelva a las condicio-nes actuales porque el sistema climático se encuentra en régimen transitorioy todavía no ha respondido a la totalidad del forzamiento al que está siendosometido. Además, el tiempo de remanencia en la atmósfera del CO2 emitido,de decenas de miles de años, convierte al cambio climático en curso en irre-versible a escalas de tiempo humanas.

Dado que lo que condiciona el clima es la concentración atmosférica de GEIy no las emisiones, la reducción de estas últimas no supone necesariamentedisminuir la concentración de CO2 en la atmósfera, salvo que esa reducciónsea prácticamente total y en el plazo de muy poco tiempo y, además, se retirede la atmósfera el exceso actual mediante una reforestación masiva. Final-mente, reducir drásticamente el empleo de combustibles fósiles, sin más, nosólo no produciría una disminución de la temperatura sino que, por el con-trario, la reducción concomitante de los aerosoles reflectores produciría unaumento brusco a menos que, paralelamente, se redujeran las emisiones detodos los demás GEI, que suponen algo menos de la mitad del forzamientopositivo total.

Volviendo a la contrageoingeniería en su sentido fuerte, cabe preguntarse nosólo por su viabilidad y sus posibles consecuencias imprevisibles, sino tam-bién por las complicaciones políticas que supondría tamaña intervenciónplanetaria una vez fuera declarada necesaria como mal menor (¿por quién?),y que dejaría en una mera anécdota la ya inmanejable dificultad de las nego-ciaciones climáticas en curso.

Deberíamos haber aprendido ya que todo desarrollo tecnológico masivo deja-do en manos de un grupo de púberes de la civilización desconocedores de loslímites —como, inconsciente o inducidamente, somos todos nosotros— aca-ba generando más problemas que los que resuelve. Así, habrá que decidirentre dos alternativas. Por una parte está el repliegue necesario de la reduc-ción drástica de emisiones y la reforestación, con todas sus consecuencias,pero entre las que está la posibilidad de dar una nueva oportunidad a nues-tros descendientes. Por otra, podemos decidir formar parte de la última fron-tera, con la posibilidad nada desdeñable de acabar extinguiéndonos de éxitotecnológico.

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Entretanto, es importante darnos cuenta de la enorme responsabilidad histó-rica de la generación presente. En los últimos treinta años se ha emitido a laatmósfera una cantidad de GEI equivalente a la mitad de la emitida en todala historia de la humanidad. Es muy probable que, veinte o treinta años antesdel final del siglo pasado, hubiéramos estado a tiempo de encontrar una tra-yectoria colectiva en términos de emisiones que hubiera impedido llegar has-ta aquí, cuando las respuestas ya no pueden ser incrementales y no se produ-cirán, en su caso, sin severos sacrificios; sacrificios que, aunque diferidos,serían inmensamente mayores si no se acometen las respuestas necesarias.En todo caso son diferidos para nosotros, los occidentales, que, por el mo-mento, disponemos de mayores recursos para protegernos. Porque los países«en desarrollo» están ya pagando, con sufrimiento y vidas, la alteración delclima que nosotros hemos provocado. Entretanto, nosotros miramos haciaotro lado y la comunidad mediática se muestra estructuralmente incapaz deconectar los fenómenos a esta causa común.

Que todo esto podía ocurrir se sabe desde hace más de cincuenta años, puesya el presidente Lyndon B. Johnson advirtió del peligro en el Congreso deEstados Unidos en los años sesenta (Oreskes, 2007). Sin embargo, décadasde negacionismo sofisticadamente organizado y de freno al pensamientosistémico como elementos de la expansión ultraliberal programada nos hanllevado hasta aquí. De confirmarse los peores augurios, esta generación, nuestrageneración, no será recordada por sus éxitos tecnológicos, sino como aquella,la del año 2000, que destrozó egoístamente el mejor estado climático conoci-do en toda la historia de la humanidad. Así seríamos percibidos durante de-cenas de miles de años.

Stephen Gardiner, catedrático de filosofía de la Universidad de Washington(Seattle) y especialista en las cuestiones éticas con las que nos enfrenta elcambio climático, señala:

Hemos creado un problema vital. Rehusamos obstinadamente hacerle frente.Hacemos todo lo posible por diferir la respuesta. Imponemos cargas a losdemás. Confundimos conceptos insistiendo en soluciones incrementales.¿Qué tipo de gente haría algo así? [Gardiner, 2010].

Hoy, sin embargo, ya no podemos alegar ignorancia. En el caso de que deci-diéramos actuar para evitar este panorama, entiendo que el lector intuye lamagnitud y la dificultad de la empresa y de sus consecuencias colaterales.También le ruego que vaya pensando en las consecuencias que se derivaríandel simple hecho de darnos cuenta, en breve plazo, de que ya no estamos atiempo de nada, cualquiera que sea el esfuerzo.

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Referencias

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HANSEN, James et al. (2005): «Earth’s Energy Imbalance: Confirmation andImplications», Science, 308: 1.431-1.435; doi: 10.1126/science.1110252; publica-do online: 3.6.2005; NASA Goddard Institute for Space Studies y ColumbiaUniversity Earth Institute; http://meteora.ucsd.edu/cap/pdffiles/Hansen-04-29-

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05.pdf; 15 autores. «This imbalance is confirmed by precise measurements ofincreasing ocean heat content over the past 10 years. Implications include (i) theexpectation of additional global warming of about 0.6 ºC without further changeof atmospheric composition; (ii) the confirmation of the climate system’s lag inresponding to forcings, implying the need for anticipatory actions to avoid anyspecified level of climate change; and (iii) the likelihood of acceleration of icesheet disintegration and sea level rise.»

HANSEN, James et al. (2008): «Target Atmospheric CO2: Where Should HumanityAim?», The Open Atmospheric Science Journal, 2: 217-231; publicado online:1.2.2008; NASA Goddard Institute for Space Studies y Columbia University EarthInstitute; http://pubs.giss.nasa.gov/docs/2008/2008_Hansen_etal.pdf; 10 autores.«If humanity wishes to preserve a planet similar to that on which civilizationdeveloped and to which life on Earth is adapted, paleoclimate evidence andongoing climate change suggest that CO2 will need to be reduced from its current385 ppm to at most 350 ppm, but likely less than that. The largest uncertainty inthe target arises from possible changes of non-CO2 forcings. An initial 350 ppmCO2 target may be achievable by phasing out coal use except where CO2 iscaptured and adopting agricultural and forestry practices that sequester carbon.If the present overshoot of this target CO2 is not brief, there is a possibility ofseeding irreversible catastrophic effects.»

HANSEN, James et al. (2011a): «Earth’s Energy Imbalance and Implications»; publica-do online: 26.8.2011; NASA Goddard Institute for Space Studies y ColumbiaUniversity Earth Institute; http://arxiv.org/ftp/arxiv/papers/1105/1105.1140.pdf; 14autores. «Sea level may have been a few meters higher than today in some ofthose periods [ref]. In contrast, sea level was 25-35 m higher the last time thatthe Earth was 2-3 °C warmer than today, i.e., during the Middle Pliocene aboutthree million years ago [ref].»

HANSEN, James et al. (2011b): «The Case for Young People and Nature: A Path to aHealthy, Natural, Prosperous Future», draft paper; publicado online: 4.5.2011;Columbia University Earth Institute, Nueva York; www.columbia.edu/~jeh1/mailings/2011/20110505_CaseForYoungPeople.pdf; 14 autores. «The conclusionis that global warming of 1 °C relative to 1880-1920 mean temperature (i.e.,0.75 °C above the 1951-1980 temperature or 0.3 °C above the 5-year runningmean temperature in 2000), if maintained for long, is already close to or into the‘dangerous’ zone. The suggestion that 2 °C global warming may be a ‘safe’ targetis extremely unwise based on critical evidence accumulated over the past threedecades. Global warming of this amount would be putting Earth on a path towardPliocene-like conditions, i.e., a very different world marked by massive andcontinual disruptions to both society and ecosystems.»

HEINBERG, Richard (2009): «Searching for a Miracle: Net Energy Limits & the Fate ofIndustrial Society», Forum on Globalisation & The Post Carbon Institute, PostCarbon Institute; www.postcarbon.org/new-site-files/Reports/Searching_for_a_Miracle_web10nov09.pdf. «The scale of denial is breathtaking. For as Heinberg’sanalysis makes depressingly clear, there will be NO combination of alternativeenergy solutions that might enable the long term continuation of economic growth,or of industrial societies in their present form and scale. Ultimately the solutionswe desperately seek will not come from ever-greater technical genius and

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innovation. Far better and potentially more successful pathways can only comefrom a sharp turn to goals, values, and practices that emphasize conservation ofmaterial and energy resources, localization of most economic frameworks, andgradual population reduction to stay within the carrying capacities of the planet.»

KAUFMAN, Darrell S. et al. (2009): «Recent Warming Reverses Long-Term ArcticCooling», Science, 325: 1.236-1.239; doi: 10,1126/science1173983; publicadoonline: 4.9.2009; School of Earth Sciences and Environmental Sustainability,Universidad de Northern Arizona; http://www.sciencemag.org/content/325/5945/1236.full.pdf; 11 autores. «The cooling trend was reversed during the 20th century,with four of the five warmest decades of our 2000-year-long reconstructionoccurring between 1950 and 2000.»

LIEPERT, Beate G. (2002): «Observed reductions of surface solar radiation at sites inthe United States and worldwide from 1961 to 1990», Geophysical ResearchLetters, 29: 1.421; doi: 10.1029/2002GL014910; publicado online: 24.5.2002;Lamont-Doherty Earth Observatory of Columbia University; http://stephens-chneider.stanford.edu/Publications/PDF_Papers/Liepert2002.pdf. «Surface solarradiation revealed an estimated 7 W/m2 or 4% decline at sites worldwide from1961 to 1990. Here I find that the strongest declines occurred in the UnitedStates sites with 19 W/m2 or 10%.»

LOVELOCK, James (2006): La venjança de Gaia, Columna Edicions, Barcelona. «Si elsistema de la Terra, Gaia, pogués expressar alguna preferència, seria per lafredor d’una era glacial, no pas per la relativa calor actual.»

MATTHEWS, H. D. y Ken CALDEIRA (2008): «Stabilizing climate requires near-zeroemissions», Geophysical Research Abstracts, 10 EGU2008-A-08242 ID:1607-7962/gra/EGU2008-A-08242; publicado online: 27.2.2008; Department of Geography,Planning and Environment, Concordia University; Department of Global Ecology,Carnegie Institution of Washington, Stanford; www.see.ed.ac.uk/~shs/Climate%20change/Geo-politics/Matthews_Caldeira%20zero%20carbon.pdf. «Tohold climate constant at a given global temperature requires near-zero futurecarbon emissions … future anthropogenic emissions would need to be eliminatedin order to stabilize global-mean temperatures … any future anthropogenicemissions will commit the climate system to warming that is essentially irrever-sible on centennial timescales.»

MORIARTY, Patrick y Damon HONNERY (2011): «Is there an optimum level for renewableenergy?», Energy Policy, 39: 2.748-2.753; doi: 10.1016/j.enpol.2011.02.044;Department of Design, Monash University-Caulfield Campus; Department ofMechanical and Aerospace Engineering, Monash University-Clayton Campus. «Inall three studies, the idea is that there is an optimum level of activity beyondwhich the ecosystem services freely provided by the natural world are compro-mised; the optimum number of Earths that can be sustainably used is 1.0; theoptimum level of groundwater use might be the level, which can be annuallysustained by recharge. We argue in this paper that diversion of Earth’s energyflows to satisfy humanity’s energy needs is also subject to an upper limit—thatthere is an optimum level of RE use.»

ORESKES, Naomi, «The Long Consensus on Climate Change», The Washington Post,1.2.2007; www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2007/01/31/AR2007013101808.html. «In a special message to Congress in February 1965,

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President Lyndon B. Johnson noted: “This generation has altered the compositionof the atmosphere on a global scale through . . . a steady increase in carbondioxide from the burning of fossil fuels.” A second warning came in 1966 …geophysicist Gordon MacDonald, who later served on President Richard Nixon’sCouncil on Environmental Quality … MacDonald’s committee concluded thatincreased carbon dioxide might also lead to “inadvertent weather modification.”In 1978, Robert M. White … later president of the National Academy ofEngineering, put it this way: “carbon dioxide released … can have consequencesfor climate that pose a considerable threat to future society”.»

PARRISH, David D. y TONG Zhu (2009): «Clean Air for Megacities», Science, 326:674-675; doi: 10.1126/science.1176064; Chemical Sciences Division, Earth SystemResearch Laboratory, National Oceanic and Atmospheric Administration. «Onbalance, particulate matter in the atmosphere is believed to presently compensatefor a large fraction of the warming effects of greenhouse gases, but there is largeuncertainty in our understanding of its net climate effects and on the differenttime and space scales on which particulate matter affects climate.»

RAMANATHAN, Veerabhadran y Y. FENG (2008): «On avoiding dangerous anthropogenicinterference with the climate system: Formidable challenges ahead», Proceedingsof the National Academy of Sciences PNAS, 105: 14.245-14.250; doi: 10.1073/pnas.0803838105; Scripps Institution of Oceanography, Universidad de Californiaen San Diego; http://scrippsnews.ucsd.edu/Releases/doc/zpq038084771p.pdf. «Theestimated warming of 2.4 °C (1.4 °C to 4.3 °C) is the equilibrium warming abovepreindustrial temperatures that the world will observe even if GHG concentrationsare held fixed at their 2005 concentration levels but without any other anthropogenicforcing such as the cooling effect of aerosols … Even the most aggressive CO2mitigation steps as envisioned now can only limit further additions to the committedwarming, but not reduce the already committed GHGs warming of 2.4 °C.»

RICKE, Katharine L. et al. (2010): «Regional climate response to solar-radiationmanagement», Nature Geoscience, 3: 537-541; doi: 10.1038/ngeo915; publicadoonline: 18.7.2010. «Hence, it may not be possible to stabilize the climate in allregions simultaneously using solar-radiation management. Regional diversity inthe response to different levels of solar-radiation management could makeconsensus about the optimal level of geoengineering difficult, if not impossible,to achieve.»

RÖHL, Ursula et al. (2007): «On the duration of the Paleocene-Eocene thermalmaximum (PETM)», Geochemistry, Geophysics, Geosystems, 8, Q12002; doi:10.1029/2007GC001784; Center for Marine Environmental Sciences (MARUM),Universidad de Bremen; www.es.ucsc.edu/~jzachos/pubs/Roehl_etal_07.pdf; 4autores. «The lower portion of the PETM which includes the dissolution phaseand lower recovery interval contains 5 precession cycles, while the upper recoveryinterval contains 3.5 cycles. The total duration of the PETM is now estimated tobe 170 ka, roughly mid-way between previous estimates based on cyclestratigraphy and He isotopes.»

RUDDIMAN, William F. (2003): «The anthropogenic greenhouse era began thousandsof years ago», Climatic Change, 61: 261-293; doi: 10.1023/B:CLIM.0000004577.17928.fa; Department of Environmental Sciences, Universidad de Virginia; http://stephenschneider.stanford.edu/Publications/PDF_Papers/Ruddiman2003.pdf. «The

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anthropogenic era is generally thought to have begun 150 to 200 years ago,when the industrial revolution began producing CO2 and CH4 at rates sufficientto alter their compositions in the atmosphere. A different hypothesis is posedhere: anthropogenic emissions of these gases first altered atmosphericconcentrations thousands of years ago. This hypothesis is based on threearguments.»

«SCIENCE DAILY» (2010): «Baltic Sea Contributes Carbon Dioxide to the Atmosphere,Study Shows»; publicado online: 10.10.2010; www.sciencedaily.com/releases/2011/10/111010074858.htm. «“The capacity of the Baltic Sea to absorb carbon dioxidewithout major changes to the acidity of the water has changed in recent centuries.In the Bay of Bothnia, the ability to resist change has fallen, while it has increasedin the south-eastern parts of the Baltic Sea,” says Karin Wesslander of theDepartment of Earth Sciences at the University of Gothenburg.»

SHAEFER, Kevin et al. (2011): «Amount and timing of permafrost carbon release inresponse to climate warming», Tellus B; doi: 10.1111/j.1600-0889.2011.00527.x;publicado online: 15.2.2011; National Snow and Ice Data Center, CooperativeInstitute for Research in Environmental Sciences, Universidad de Colorado; 4autores; peer reviewed. «By 2200, we predict a 29-59% decrease in permafrostarea and a 53-97 cm increase in active layer thickness. By 2200, the PCF strengthin terms of cumulative permafrost carbon flux to the atmosphere is 190 ± 64 GtC. This estimate may be low because it does not account for amplified surfacewarming due to the PCF itself and excludes some discontinuous permafrost regionswhere SiBCASA did not simulate permafrost. We predict that the PCF will changethe arctic from a carbon sink to a source after the mid-2020s and is strongenough to cancel 42-88% of the total global land sink. The thaw and decay ofpermafrost carbon is irreversible and accounting for the PCF will require largerreductions in fossil fuel emissions to reach a target atmospheric CO2concentration.»

SHINDELLET, Drew T. et al. (2009): «Improved Attribution of Climate Forcing toEmissions», Science, 326: 716-718; doi: 10.1126/science.1174760; publicadoonline: 30.10.2009; NASA Goddard Institute for Space Studies y ColumbiaUniversity; 6 autores. «We found that gas-aerosol interactions substantially alterthe relative importance of the various emissions. In particular, methane emissionshave a larger impact than that used in current carbon-trading schemes or in theKyoto Protocol.»

SOLOMON, Susan et al. (2008): «Irreversible climate change due to carbon dioxideemissions», Proceedings of the National Academy of Sciences PNAS, 106: 10.933-10.938; doi: 10.1073/pnas.0812721106; Chemical Sciences Division, Earth SystemResearch Laboratory, National Oceanic and Atmospheric Administration;www.pnas.org/content/early/2009/01/28/0812721106.full.pdf+html; 4 autores. «Theclimate change that takes place due to increases in carbon dioxide concentrationis largely irreversible for 1.000 years after emissions stop.»

STEHFEST, Elke et al. (2008): «Climate benefits of changing diet», Climatic Change,95: 83-102; doi: 10.1007/s10584-008-9534-6; publicado online: 4.2.2009;Netherlands Environmental Assessment Agency, Global Sustainability and Climate;http://dels.nas.edu/resources/static-assets/banr/AnimalProductionMaterials/StehfestClimate.pdf; 6 autores. «A global transition to a low meat-diet as

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recommended for health reasons would reduce the mitigation costs to achieve a450 ppm CO2-eq. stabilisation target by about 50% in 2050 compared to thereference case.»

STERMAN, John D. (2011): «Communicating climate change risks in a skeptical world»,Climatic Change, doi: 10.1007/s10584-011-0189-3; publicado online: 18.8.2011;MIT Sloan School of Management; www.erb.umich.edu/Research/ColloquiaDocs/StermanClimaticChange2011.pdf. «People routinely ignore or underestimate timedelays (Sterman 1989, 2000; Buehler et al. 2002). Underestimating time delaysleads people to believe, wrongly, that it is prudent to “wait and see” whether apotential environmental risk will actually cause harm.»

STERMAN, John D. y Linda Booth SWEENEY (2007): «Understanding Public Complacencyabout Climate Change: Adults’ mental models of climate change violateconservation of matter», Climatic Change, 80: 213-238; publicado online: 9.1.2007;MIT Sloan School of Management; http://web.mit.edu/jsterman/www/StermanSweeney.pdf. «Low public support for mitigation policies may be basedmore on misconceptions of climate dynamics than high discount rates oruncertainty about the risks of harmful climate change.»

TRAINER, Ted (2010): «Can renewables etc. solve the greenhouse problem? The negativecase», Energy Policy, 38: 4.107-4.114; doi: 10.1016/j.enpol.2010.03.037; publi-cado online: 7.5.2010; Social Work, University of NSW, Australia; http://jayhanson.us/_Energy/TrainerRenewables.pdf. «Virtually all current discussionof climate change and energy problems proceeds on the assumption that technicalsolutions are possible within basically affluent-consumer societies. There ishowever a substantial case that this assumption is mistaken. This case derivesfrom a consideration of the scale of the tasks and of the limits of non-carbonenergy sources, focusing especially on the need for redundant capacity in winter.The first line of argument is to do with the extremely high capital cost of thesupply system that would be required, and the second is to do with the problemsset by the intermittency of renewable sources. It is concluded that the generalclimate change and energy problem cannot be solved without large scale reductionsin rates of economic production and consumption, and therefore without transitionto fundamentally different social structures and systems.»

TRENBERTH, Kevin E. et al. (2007): «Observations: Surface and Atmospheric ClimateChange», en Climate Change 2007: The Physical Science Basis. Contribution ofWorking Group I to the Fourth Assessment Report of the Intergovernmental Pa-nel on Climate Change; 12 autores. «Note that for shorter recent periods, theslope is greater, indicating accelerated warming.»

UNION OF CONCERNED SCIENTISTS (2011): «International Scientists and EconomistsStatement on Biofuels and Land Use», www.ucsusa.org/global_warming/solutions/forest_solutions/EU-ILUC-Letter.html. «Nearly 200 scientists and economists withPh.D.s and expertise related to climate, energy, and land use have signed on tothe International Scientists and Economists Statement on Biofuels and Land Useto urge the European Commission to recognize and account for indirect land usechange impacts as a part of the lifecycle analyses of heat-trapping emissionsfrom biofuels.»

UPHAMA, Paul y Thomas ROBERTS (2011): «Public perceptions of CCS: emergent themesin pan-European focus groups and implications for communications», International

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Journal of Greenhouse Gas Control, 5: 1.359-1.367; doi: 10.1016/j.ijggc.2011.06.005; publicado online: 6.7.2011; Centre for Integrated EnergyResearch, Universidad de Leeds (Reino Unido), Finnish Environment Institute(Helsinki) y Manchester Institute of Innovation Research and Tyndall Manchester,Universidad de Manchester. «This paper reports on European public perceptionsof carbon capture and storage (CCS) as determined through six focus groups,one held in each of the UK, the Netherlands, Poland, Germany, Belgium andSpain … CCS was generally perceived as an uncertain, end-of-pipe technologythat will perpetuate fossil-fuel dependence. Noting the political context to CCS,we conclude that advocates will likely find the European public opinion contexta challenging one in which to achieve deployment, particularly for onshorestorage, except where local communities perceive real economic or other benefitsto CCS.»

VILAR, Ferran P. (2009a): «La certeza matemática del 5 ºC del Titanic», Usted no selo cree, 2.11.2009; http://ustednoselocree.com/2009/11/02/la-certeza-matematica-del-5ccuarto-camarote-del-titanic/.

VILAR, Ferran P. (2009b): «Por qué, probablemente, usted no se lo cree», Usted no selo cree, 24.11.2009; http://ustednoselocree.com/2009/11/24/por-que-usted-proba-blemente-no-se-lo-cree/.

WAGENAAR, William A. y Sabato D. SAGARIA (1975): «Misperception of exponentialgrowth», Attention, Perception, & Psychophysics, 18: 416-422; doi: 10.3758/BF03204114; Institute for Perception TNO, Soesterberg; Pennsylvania StateUniversity. «Exponential growth in numerical series and graphs is grosslyunderestimated in an intuitive extrapolation task … The size of the effect is con-siderable; it is not unusual that two-thirds of the subjects produce estimatesbelow 10% of the normative value. The effect increases with the exponent of thestimulus series, and with addition of a constant to the stimulus series. Neitherspecial instructions about the nature of exponential growth nor daily experiencewith growth processes enhanced the extrapolations.»

WBGU (Wissenschaftlicher Beirat der Bundesregierung Globale Umweltverän-derungen) (1995): «Special Report. Scenario for the derivation of global CO2reduction targets and implementation strategies», WBGU (Consejo Asesor delCambio Global); Statement on the occasion of the First Conference of the Partiesto the Framework Convention on Climate Change in Berlin; www.wbgu.de/fileadmin/templates/dateien/veroeffentlichungen/sondergutachten/sn1995/wbgu_sn1995_engl.pdf. «In our scenario, a mean value for the burden on globalsociety of 5% of GGP is taken as the maximum tolerable limit (to the extent thatthis burden can be expressed in monetary terms) … the extreme reductionrequirements that arise after approx. 30 years would then exceed the elasticity ofthe world economic system.»

WILD, Martin (2011): «Enlightening Global Dimming and Brightening», Bulletin ofthe American Meteorological Society, doi: 10.1175/BAMS-D-11-00074.1; publi-cado online: 8.7.2011; ETH Zurich, Institute for Atmospheric and Climate Science.«The present synthesis provides in a nutshell the main characteristics of thisphenomenon, a conceptual framework for its causes, and an overview overpotential environmental implications. Latest developments and remaining gapsof knowledge in this rapidly growing field of research are further highlighted.»

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YING Cui et al. (2011): «Slow release of fossil carbon during the Palaeocene-EoceneThermal Maximum», Nature Geoscience, DOI:10.1038/ngeo1179; publicado online:5.6.2011; Department of Geosciences, Pennsylvania State University; 9 autores.«The transient global warming event known as the Palaeocene-Eocene ThermalMaximum occurred about 55.9?Myr ago… Our simulations show that the peakrate of carbon addition was probably in the range of 0.3-1.7?Pg?C?yr-1, muchslower than the present rate of carbon emissions.»

ZACHOS, James C. et al. (2008): «An early Cenozoic perspective on greenhouse warmingand carbon-cycle dynamics», Nature, 451: 279-283; doi: 10.1038/nature06588;Supplement; 3 autores. «If fossil-fuel emissions continue unabated, in less than300 years pCO2 will reach about 1,800 ppmv, a level not present on Earth forroughly 50 million years. Both the magnitude and the rate of rise complicate thegoal of accurately forecasting how the climate will respond.»

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La transición alimentaria y agrícola*

RICHARD HEINBERG Y MICHAEL BOMFORD

1. Por qué la transición es obligatoria

Durante el pasado siglo la producción anual mundial agrícola se ha más quetriplicado. Este logro sin precedentes en la búsqueda de seguridad y abun-dancia alimentarias por parte de la humanidad fue posible en gran parte gra-cias al desarrollo de fertilizantes químicos, pesticidas y herbicidas, a nuevasvariedades híbridas de cultivos, a la aplicación de la irrigación en regionesáridas y a la introducción de la maquinaria agrícola. Un elemento crucial deestas estrategias para intensificar la productividad agrícola fueron los com-bustibles fósiles, especialmente el petróleo y el gas natural. El gas naturalproporciona el hidrógeno y la energía utilizados para producir la mayor partede los fertilizantes nitrogenados, y ambos, el gas y el petróleo, son las fuentesde otros productos químicos agrícolas, incluidos los pesticidas y los herbici-das. Por otra parte, el petróleo es el combustible que utiliza la mayor parte dela maquinaria agrícola (en la que a menudo se incluyen las bombas de irriga-ción), y ha permitido un crecimiento del volumen y de la distancia de trans-porte de los insumos agrarios y las cosechas. Hoy en día, los productos ali-menticios se distribuyen por todo el mundo y enormes cantidades de alimentosse transportan de forma rutinaria de zonas de abundancia a zonas de escasez,lo que ha permitido construir ciudades en los desiertos.

*Traducción del original «The Food and Farming Transition: Toward a Post-Carbon Food System»(2009), editado por el Post Carbon Institute (www.postcarbon.org) en colaboración con The SoilAssociation. Richard Heinberg es un investigador y colaborador del Post Carbon Institute y autorde numerosos ensayos sobre energía, economía y ecología. Michael Bomford es un científico espe-cializado en agricultura sostenible y orgánica y profesor adjunto del Departamento de Horticulturade la Universidad Estatal de Kentucky. Traducido por Carlos Valmaseda.

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Esta aplicación de los combustibles fósiles al sistema alimentario ha permi-tido el crecimiento de la población mundial de menos de dos mil millonesa principios del siglo XX a cerca de siete mil millones en la actualidad.Durante este proceso, la forma en que nos hemos alimentado ha cambiadoprofundamente. Sobre todo en los países industrializados, el sistemaalimentario se ha vuelto más articulado (tiene más componentes básicos) ymás centralizado. Hoy, en muchos países los campesinos constituyen unaparte mucho más pequeña de la población, y normalmente trabajan exten-sas parcelas de tierra. Suelen vender sus cosechas a distribuidores oprocesadores que después venden alimentos empaquetados a un mayorista,quien a su vez vende estos productos a cadenas de supermercados. El con-sumidor final de los alimentos está por tanto alejado varios pasos del pro-ductor, y los sistemas alimentarios de la mayoría de los países o regionesestán dominados por unas pocas multinacionales gigantes dedicadas a co-mercializar semillas, empresas de productos químicos agrícolas y fabrican-tes de maquinaria agrícola, así como por mayoristas de alimentos,distribuidoras y cadenas de supermercados. En EE.UU., el proceso de trans-portar los alimentos de la granja al plato utiliza cuatro veces más energíaque la propia producción agrícola (figura 1).

Figura 1Energía gastada en producir y distribuir una caloría alimentaria.

En el sistema alimentario estadounidense se usan aproximadamente7,3 calorías para distribuir cada caloría de energía alimentaria.

La actividad agrícola supone menos del 20% de este gasto,pero aun así consume más energía que la que proporciona.

Fuente: adaptado de Heller y Keoleian (2000).

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La agricultura también está mucho más mecanizada. Máquinas que funcio-nan con combustible aran, cultivan, cosechan, ordenan, procesan y distribu-yen los alimentos. La práctica eliminación de la fuerza muscular humana yanimal en el sistema alimentario ha reducido los costes de producción y haaumentado la productividad del trabajo, lo que significa que se necesitanmuchos menos campesinos como porcentaje de la población activa (figura 2).

Figura 2Población agraria estadounidense y consumo directo

de combustible, 1910-2000. El consumo directo agrícola de combustibleincluye solamente los carburantes utilizados en las granjas.

Al menos una cantidad similar se utiliza para producir insumos agrícolas,como fertilizantes nitrogenados, pesticidas y plásticos.

Ambos consumos, el directo y el indirecto, llegaron a su cenit en 1979(Cleveland, 1995; Miranowski, 2004).

Los insumos agrícolas también han cambiado. Hace un siglo, los granjerosguardaban las semillas de un año para otro, mientras que las mejoras delsuelo procedían probablemente de la propia granja en forma de estiércol ani-mal (aunque en muchos casos éste se importaba de fuera). Los granjerostambién compraban los aperos básicos, más algunos materiales accesorios comolubricantes. En cambio, el granjero industrial de hoy depende de un conjuntode productos empaquetados (semillas, fertilizantes, pesticidas, herbicidas,piensos y antibióticos), así como de combustibles, máquinas que consumen

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energía y repuestos. El desembolso anual en efectivo puede ser muy grande,lo cual obliga a los granjeros a pedir cuantiosos préstamos.

Desde el punto de vista energético, la industrialización constituye una inversiónparadójica. Antes de la revolución industrial, la agricultura y la silvicultura eranlos productores primarios netos de energía de la sociedad, mientras que hoy elsistema alimentario es un consumidor neto de energía en prácticamente todos lospaíses; esto es así sobre todo en los países industriales, donde cada caloría deenergía alimentaria producida y transportada hasta la mesa representa una inver-sión media de alrededor de 7,3 calorías de insumos de energía (figura 1).

Crear y mantener sistemas alimentarios consumidores de energía neta sóloha sido posible gracias al desarrollo de los métodos para extraer y utilizarcombustibles fósiles, un regalo de la naturaleza a la humanidad que se pro-duce una sola vez en la vida, representado por fuentes de energía de un bajocoste y una abundancia sin precedentes.

Los beneficios de la producción y distribución alimentaria industrial (es de-cir, basada en los combustibles fósiles) son fáciles de ver: nuestro sistemaalimentario moderno nos proporciona productos que son baratos y abundan-tes. En 2005, por ejemplo, la familia media estadounidense gastó menos deun 12% de sus ingresos en alimentación, mientras que hace cincuenta añosese porcentaje era alrededor del doble. Los alimentos exóticos se encuentranfácilmente en los supermercados, cuyas estanterías contienen miles de pro-ductos alimentarios distintos. Las hambrunas, que solían ser comunes en todoel mundo, han desaparecido en la mayoría de los países. El hambre, quetodavía existe, se debe casi siempre a la incapacidad para conseguir suficien-te dinero para comprar alimentos más que a una escasez absoluta.

Una bendición con sus pros y sus contrasSin embargo, este enorme beneficio tiene un coste. De todas las actividadeshumanas, la agricultura se podría decir que ha sido la fuente de mayor im-pacto humano sobre el medio ambiente. Los residuos líquidos de los fertili-zantes han llevado a la proliferación de zonas muertas oceánicas que se handiseminado a partir de las bocas de los ríos; la búsqueda de más tierra culti-vable ha llevado a una amplia deforestación; la irrigación ha causado lasalinización de los suelos; la contaminación del aire y del agua por pesticidasy herbicidas ha afectado negativamente a la salud de los humanos, así comoa la de miles de especies vegetales y animales, y la simplificación de losecosistemas para el desarrollo de monocultivos ha exacerbado la pérdida quese está produciendo de hábitats para aves, anfibios, mamíferos e insectos be-neficiosos (Green et al., 2005). Asimismo, la agricultura contribuye al cam-

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bio climático, principalmente a través de la degradación de los suelos, quelibera a la atmósfera carbono almacenado en el suelo en forma de dióxido decarbono, pero también mediante la combustión de combustibles fósiles (EPA,2008). A su vez, el cambio climático tiene un impacto negativo sobre la agri-cultura a través de fenómenos meteorológicos extremos, estaciones alteradasy cambios en las pautas de las precipitaciones.

Por otra parte, la industrialización del sistema alimentario ha disminuido lacalidad de los alimentos (Davis, 2009). Centenares de millones de personaspobres, de clase media e incluso ricas de los países industrializados padecenmalnutrición, a menudo oculta y a veces acompañada, paradójicamente, deobesidad como resultado del consumo de alimentos muy procesados y conpocos nutrientes esenciales. Cuatro de las principales causas de defunción enestos países —enfermedades cardíacas, accidentes cardiovasculares, diabetestipo 2 y cáncer— son enfermedades crónicas relacionadas con la dieta.

La agricultura industrializada ha reconfigurado la economía mundial de talmodo que ha ayudado a algunos pero ha perjudicado a muchos otros. Los cam-pesinos pobres que no pueden permitirse máquinas, combustibles e insumosagrícolas se encuentran a menudo en desventaja en la economía alimentariaglobal, situación agravada por las políticas agrarias de los países industrializadosexportadores de alimentos, que subvencionan a sus productores e inundan consus excedentes los países pobres, creando así más desventajas económicas paralos pequeños productores. El resultado de todo ello ha sido la expulsión siste-mática de millones de pequeños productores, la priorización (en los países menosindustrializados) de la producción para la exportación y la creación de unaclase urbana pobre y sin tierra (cuyos antepasados inmediatos eran campesinosde subsistencia) que está crónicamente mal nutrida y hambrienta.

Al mismo tiempo, el sistema alimentario centralizado y mecanizado basado enlos combustibles fósiles ha tenido un impacto psicosocial más sutil pero, noobstante, significativo. Los habitantes de las ciudades modernas se alienan pro-gresivamente de sus fuentes alimentarias y, por tanto, compran alimentos em-paquetados y muy procesados sin ser demasiado conscientes de las consecuen-cias que su consumo tiene para la salud o de los costes medioambientales quesu producción genera. Estas últimas tendencias han provocado una respuestabajo la forma de los movimientos —en auge— de «comida lenta» (Slow Food),que buscan reconstruir los vínculos entre comida, cultura y lugar.

Pese a todo, el mayor coste potencial fruto de la industrialización de la agri-cultura se puede hallar en la extrema vulnerabilidad de todo el sistema anteel agotamiento mundial de los combustibles fósiles.

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El dilema del agotamientoLa inevitabilidad de los problemas de suministro de combustible es axiomática,dado que el petróleo y el gas natural no son renovables y las reservas existen-tes están disminuyendo progresivamente. Los descubrimientos mundiales depetróleo han ido a la baja desde los años sesenta (el año del pico para eldescubrimiento de nuevos yacimientos petrolíferos fue 1964). Estados Unidossobrepasó su cenit de producción en 1970, y desde entonces otros muchospaíses han entrado en la fase de declive de su producción de petróleo. Ade-más, dados los retos económicos y geopolíticos que acompañan a la actualcrisis económica mundial, a corto plazo posiblemente aumentarán lasdisrupciones agudas del suministro.

Los analistas del petróleo discuten el momento probable del inevitable cenit dela producción mundial de petróleo,1 pero incluso los que son optimistas acercade los recursos reconocen que la producción total de petróleo de los países queno son miembros de la OPEP comenzará su declive histórico y terminal en lospróximos años, de forma que la capacidad de producción restante se concentra-rá en unos pocos países de una zona geográfica políticamente inestable. El picodel precio del petróleo de 2008 fue un presagio instructivo de lo que está porvenir. A lo largo de 2006, 2007 y los primeros meses de 2008, la demandamundial de petróleo creció, pero el suministro permaneció estancado. Le siguióa continuación un aumento repentino de los precios durante la primera mitadde 2008, y el impacto económico de unos costes altos del combustible, juntocon el desarrollo de la crisis financiera mundial, provocaron que la demandade petróleo se hundiese de forma rápida y relevante. En respuesta a ello, losprecios del petróleo cayeron en picado (figura 3).

El repentino aumento de los precios del petróleo en 2008 contribuyó a du-plicar casi simultáneamente los precios de los productos alimenticios (figu-ra 3); entre otras causas, se incluyen las pobres cosechas fruto de la sequíay de otras condiciones adversas en varios países clave, la demanda crecien-te de las economías asiáticas en expansión, la especulación con las mate-rias primas, la disminución del valor del dólar y el crecimiento de la pro-ducción de agrocombustibles. Como consecuencia de estos precios elevadosde los alimentos, más de treinta países vivieron revueltas por hambre afinales de 2008.

1. Las previsiones de los analistas del pico de la producción mundial de petróleo se han vuelto máspesimistas en los últimos años; el autorizado informe World Energy Outlook 2008 de la AgenciaInternacional de la Energía destaca especialmente a este respecto. Véasewww.worldenergyoutlook.org/2008.asp.

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El uso de fertilizantes nitrogenados sintéticos, elaborados principalmente con gasnatural, llegó a su cenit a finales de los años ochenta en el mundo industrializado,pero sigue creciendo sin cesar en los países menos industrializados, lo que llevaa un continuo aumento de la demanda mundial (figura 4). Los precios de los

Figura 3Precio relativo del petróleo, el maíz, el trigo y la soja

en los mercados mundiales, 2000-2008 (precio de 2000=1).

Figura 4Uso de fertilizantes nitrogenados en los países

industrializados y menos industrializados, 1960-20062

2. International Fertilizer Industry Association, IFADATA Database, www.fertilizer.org/ifa/statistics.asp.Aunque el uso de fertilizantes nitrogenados sintéticos ha caído desde finales de los años ochenta, enEE.UU. ha aumentado ligeramente durante el mismo período. Véase USDoA Economic ResearchService, «Data Set – U.S. Fertilizer Use and Price», en www.ers.usda.gov/Data/FertilizerUse/.

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fertilizantes llegaron a un pico con los precios del petróleo en 2008, lo cualrefleja hasta qué punto la industria de los fertilizantes depende de la energíabarata (figura 5).

Figura 5Índice de precios de fertilizantes, 2008

Fuente: Erikson y Miller (2009).

Unos costes más altos de los combustibles no afectan sólo a los campesinos—que deben comprar carburante para sus tractores, así como fertilizantes yotros productos químicos agrícolas derivados del petróleo y del gas natural—,sino a todo el sistema alimentario: el coste del procesamiento, el empaquetadoy la distribución de los alimentos sube, lo que hace que los costes alimentarioscontribuyan de manera relevante a la inflación general.

Un impacto indirecto de los precios del petróleo sobre la producción agrícolaprocede de la fiebre por expandir la producción de agrocombustibles. A medidaque el petróleo se ha vuelto más caro, los gobiernos han ofrecido subsidioscada vez mayores y otros incentivos para convertir biomasa en combustible, yello, inevitablemente, ha hecho que los alimentos sean más caros. Se han vistoafectadas incluso las cosechas no destinadas a convertirse en combustible, comoel trigo, ya que los granjeros reemplazan los cultivos de trigo por los de mate-rias primas para agrocombustible, como el maíz, la colza o la soja.

El pico de precios de 2008, cuyo impacto todavía no ha sido calculado entoda su dimensión, no fue un acontecimiento aislado, sino el principio de una

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tendencia inevitable. La subida de los precios del petróleo y la escasez decrudo golpearán primero a los campesinos pobres. Muchos campesinos deÁfrica están viendo ya como los rendimientos de sus cosechas se desplomanmientras intentan mantener los métodos industriales que el Banco Mundial,el FMI y varios organismos de ayuda les han enseñado y, a la vez, retenerunos insumos petroquímicos que ya no se pueden permitir.

Pero lo más aterrador de todo quizá sean las implicaciones de la escasez decombustibles para la distribución de los alimentos: si los altos precios de loscombustibles, o un corte en el suministro debido a un acontecimientogeopolítico repentino, impidiesen a los camiones entregar comida a los su-permercados (como casi llegó a suceder en Gran Bretaña en el año 2000 y denuevo en 2008 debido a huelgas de camioneros), las estanterías no tardaríanen quedar vacías, y las disrupciones en procesos altamente consumidores deenergía como el procesamiento, empaquetado y conservación de nuestro sis-tema alimentario también podrían representar un problema. Aunque los in-evitables precios altos del petróleo son preocupantes, una prolongada escasezabsoluta constituiría una pesadilla más allá de lo imaginable.

Una estrategia de supervivenciaLa única forma de evitar una crisis alimentaria resultado de subidas del precio ydisrupciones del suministro de petróleo y gas natural y, a la vez, de frenar lacontribución de la agricultura al cambio climático, es eliminar de manera proactivay metódica los combustibles fósiles del sistema alimentario. Los métodos parahacerlo se perfilan con más detalle en el resto del artículo. Hay que tener presen-te que la eliminación de los combustibles fósiles del sistema alimentario es inevi-table: el mantenimiento del actual sistema simplemente no es una opción a largoplazo. Los temas de debate sólo deberían ser la cantidad de tiempo disponiblepara el proceso de transición y las estrategias para llevarla a cabo.

Dado el elevado grado de dependencia que el moderno sistema alimentariotiene de los combustibles fósiles, muchas propuestas para desvincular los ali-mentos de los combustibles fósiles probablemente parecerán radicales. Sinembargo, los esfuerzos encaminados a ese propósito se deben juzgar no por elgrado con el que preservan el statu quo, sino por su capacidad para resolver elreto fundamental al que nos enfrentamos: la necesidad de alimentar una pobla-ción mundial de siete mil millones de personas con un suministro decrecientede los combustibles disponibles para fertilizar, arar e irrigar los campos y paracosechar y transportar los cultivos. Además, debería destacarse que reducir ladependencia de los campesinos respecto de los combustibles fósiles va en favorde sus intereses, ya que eso fortalece su resiliencia frente a la volatilidad deprecios y la escasez de recursos que puedan producirse en el futuro.

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Aunque se pueden apuntar muchas tácticas (y muchas serán específicas paraun lugar y caso concreto), algunos de los aspectos de una estrategia de tran-sición general ya están claros:

• En general, los campesinos ya no pueden dar por supuesto que los pro-ductos derivados del petróleo y del gas natural (principalmente el diésel,la gasolina y los fertilizantes y pesticidas sintéticos) seguirán en el futurorelativamente disponibles y al alcance de su bolsillo, y por tanto deberíanmodificar en consonancia sus planes de negocio.

• Los campesinos deberían adoptar sistemas regenerativos de la fertilidadde los suelos que generen humus y fijen carbono en ellos, contribuyendoasí a frenar el cambio climático en lugar de a exacerbarlo.

• Los campesinos deberían reducir el uso de pesticidas en favor de sistemasintegrados de control de las plagas basados principalmente en controlesbiológicos, culturales y físicos.

• Mucha de la energía renovable que hará funcionar a la sociedad se puedey se debe generar en las granjas. La producción eólica y de biomasa, enparticular, puede dar unos ingresos adicionales a los campesinos y pro-porcionar energía también a la granja.

• Los países y regiones deben reducir paulatinamente la energía necesariapara transportar alimentos mediante la relocalización de los sistemasalimentarios. Esto implicará apoyar a los productores locales y a redeslocales que unan a los productores y consumidores. Los métodos más efi-cientes de transporte, como los barcos y trenes, deben reemplazar a losmenos eficientes, como los camiones y aviones.

• El final de la era de los combustibles fósiles se debe reflejar también enun cambio de las pautas de alimentación y de consumo entre la poblacióngeneral, con una preferencia por los alimentos que se cultiven localmen-te, que sean de temporada y que se hayan procesado menos. Se deberíapromocionar un abandono de las dietas que exijan un consumo intensivode energía y que estén centradas en la carne.

• Con menos combustible disponible para la maquinaria agrícola, el mundonecesitará más campesinos. Pero, para que los campesinos se acaben im-poniendo, deberían modificarse las actuales políticas agrarias que favore-cen la producción a gran escala y la destinada a la exportación, y debe-rían formularse y llevarse a la práctica las políticas que apoyan laagricultura de subsistencia a pequeña escala, la horticultura y las coope-rativas, tanto por parte de las instituciones internacionales como el BancoMundial como por parte de los gobiernos nacionales y regionales.

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Si esta transición se lleva a cabo de forma proactiva e inteligente, podría llevaraparejados muchos beneficios (más carreras en el ámbito de la agricultura, unamayor protección del medio ambiente, menos erosión del suelo, una revitalizaciónde la cultura rural y una mejora significativa de la salud pública). Inevitablemen-te, algunas de estas transformaciones las dirigirán las fuerzas del mercado, im-pulsadas simplemente por el aumento del precio de los combustibles fósiles. Sinembargo, sin una planificación, la transición puede ser dolorosa y destructiva,puesto que unas fuerzas del mercado que actúen por sí solas podrían llevar a labancarrota a los campesinos y dejar a los consumidores con pocas opciones oninguna en absoluto para garantizar el suministro de alimentos.

La transiciónEliminar los combustibles fósiles del sistema alimentario demasiado rápida-mente, antes de que se hayan desarrollado sistemas alternativos, sería catas-trófico. Por tanto, el proceso de transición debe ser un asunto sujeto a unacuidadosa consideración y planificación.

En los últimos años ha habido cierto debate sobre el problema de a cuántagente podría mantener un sistema alimentario sin combustibles fósiles. Larespuesta aún no está clara, pero sin duda lo estará pronto; los combustibleslíquidos de sustitución —que incluyen a los obtenidos del carbón, los agro-combustibles, las arenas asfálticas y los esquistos bituminosos— son proble-máticos y no se puede confiar en ellos para reemplazar al crudo barato y algas natural a medida que éstos se agoten (Heinberg, 2003). Sin embargo, haymotivos para la esperanza. Un reciente informe del Programa de las Nacio-nes Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) sobre la agricultura africanasugiere que la agricultura orgánica a pequeña escala puede producir los ren-dimientos elevados que se pensaba que eran exclusivos de la agroindustria,sin el daño ambiental y social que ésta ocasiona (UNCTAD, 2008), y unareciente investigación de la Universidad de Michigan llega también a la con-clusión de que los métodos orgánicos y con insumos bajos de combustiblesfósiles pueden aumentar los rendimientos en países menos industrializadosal tiempo que se mantienen los rendimientos en los países industrializados(Bagdley et al., 2007). Por regla general, las granjas más pequeñas poseenmayor biodiversidad (Hole et al., 2005), ponen más énfasis en la recupera-ción del suelo (D’Souza e Ikerd, 1996) y presentan una mayor eficiencia enel uso de la tierra que las granjas grandes (Rosset, 1999).

Sin embargo, ningún sistema alimentario puede mantener a una población enconstante crecimiento y que requiere cada vez más recursos. Dado que no sepuede confiar por mucho más tiempo en la actual agricultura basada en loscombustibles fósiles, el camino futuro más prudente deberá coordinar la polí-

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tica agraria con políticas demográficas, educativas, económicas, de transpor-te y de energía. La transición del sistema alimentario será integral, y exigirála incorporación de todos los sectores de la sociedad.

Este texto pretende servir de base para el inicio de ese proceso de planifica-ción. Nuestro objetivo es desarrollar un esquema que se pueda usar para pla-nificar estratégicamente la transición alimentaria y agrícola en todo el mun-do, región a región y a todos los niveles (de la granja al país pasando por lacomunidad), empezando por Estados Unidos.

2. Elementos de la transición

Lo que sigue son algunos elementos estratégicos del proceso de transición delos sistemas alimentarios que deberá afrontarse en todos los ámbitos, del ho-gar al país y más allá.

RelocalizaciónEn las últimas décadas, los sistemas alimentarios de EE.UU. y de la mayoríade los demás países se han globalizado. Los alimentos se comercializan encantidades enormes, y no sólo productos de lujo como el café y el chocolate,sino también alimentos básicos entre los que se encuentran el trigo, el maíz,la carne, las patatas y el arroz.

La globalización del sistema alimentario ha comportado ventajas: la gente de lospaíses ricos tiene ahora acceso a una amplia variedad de alimentos en cualquiermomento, incluidas frutas y verduras que están fuera de temporada (por ejemplo,manzanas en mayo o espárragos en enero), y a alimentos que no pueden crecerlocalmente en ningún momento del año (por ejemplo, aguacates en Alaska). Eltransporte a larga distancia permite que los alimentos se distribuyan desde zonasde abundancia a zonas de escasez. Así, mientras que en los siglos anteriores undesastre agrícola regional podía causar una hambruna, hoy en día sus efectos sepueden neutralizar importando alimentos relativamente baratos.

Sin embargo, la globalización alimentaria también crea una vulnerabilidadsistémica.3 A medida que aumenten los precios de los combustibles, los costes delos alimentos importados subirán. Si el suministro de combustibles quedara enbuena medida cortado como resultado de algún suceso económico o geopolíticopasajero, el sistema entero podría caer. Además, un sistema globalizado es tam-

3. Para más información sobre este complejo tema, véase Shiva (2008).

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bién más susceptible a alguna contaminación accidental, como hemos visto re-cientemente con la aparición de melanina tóxica en alimentos procedentes deChina. La mejor forma de hacer que nuestro sistema alimentario sea más resilientefrente a tales amenazas es claro: descentralizarlo y relocalizarlo.

La relocalización tendrá lugar inevitablemente, antes o después, como resul-tado de la disminución de la producción de petróleo, ya que no se vislumbranen el horizonte fuentes de energía alternativas que puedan sustituir rápida-mente al petróleo. Pero, para que el proceso de transición se desarrolle deuna forma beneficiosa en lugar de catastrófica, debe planificarse y coordinar-se. Ello exigirá un esfuerzo deliberado encaminado a construir la infraestruc-tura necesaria para economías alimentarias regionales; unas infraestructurasque puedan mantener una agricultura diversificada y reducir la cantidad decombustibles fósiles que mantienen la dieta norteamericana.

Relocalizar significa producir localmente más alimentos básicos. Nadie pro-pone abandonar por completo el comercio de alimentos; esto perjudicaríatanto a los campesinos como a los consumidores. En lugar de ello, lo que senecesita es priorizar la producción, de forma que las comunidades se basenmás en las fuentes locales para obtener los alimentos esenciales y las impor-taciones a larga distancia se destinen principalmente a transportar alimentosde lujo (figura 6, página siguiente). Los alimentos básicos adaptados a cadaregión, que tienden a tener un valor escaso y a ser menos perecederos, debe-rían cultivarse en todas las zonas como un asunto de seguridad alimentaria.

Esta descentralización del sistema alimentario dará como resultado una ma-yor resiliencia de la sociedad frente a la volatilidad del precio de los combus-tibles. Los problemas asociados a la contaminación alimentaria, cuando apa-rezcan, se atenuarán. Por otra parte, la revitalización de la producción localde alimentos ayudará a renovar las economías locales, los consumidores dis-frutarán de alimentos de mayor calidad, más frescos y de temporada, y sereducirá el impacto del transporte sobre el clima.

Cada país o región deberá diseñar su propia estrategia para relocalizar su sistemaalimentario, basada en una valoración inicial a fondo de las vulnerabilidades ylas oportunidades. Las vulnerabilidades deberían evaluarse revisando la multitudde formas en que el suministro local de alimentos depende de la disponibilidad yasequibilidad relativas de combustibles fósiles a lo largo de todas las fases de lacadena de producción alimentaria y de distribución.4 Las oportunidades variarán

4. Véase, por ejemplo, el trabajo de la organización irlandesa Feasta, especialmente la presentaciónde Bruce Darrell «Planning for Food Security», disponible en www.postcarboncities.net/node/3215.

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mucho según las comunidades y regiones agrícolas, aunque hay muchas cosasque los gobiernos pueden hacer en la mayoría de las localidades:

• Promover la producción y el consumo de alimentos locales manteniendoinfraestructuras necesarias, como mercados campesinos.

Figura 6Posición relativa de productos alimentarios seleccionados en un plano definido porsu valor actual y su fecha de caducidad. Las flechas muestran los procesos comu-nes de conversión de los alimentos. El transporte a larga distancia de los alimentoses más apropiado para productos de alto valor y no perecederos (área superiorizquierda). La producción rural, que requiere un transporte a corta distancia, con-viene a los alimentos de bajo valor para su procesamiento local (área inferior dere-cha). Los alimentos básicos normalmente tienen un valor relativamente bajo, ali-mentos con alto contenido en almidón y menos perecederos; la producción urbanade alimentos básicos puede contribuir a la seguridad alimentaria a corto plazo du-rante crisis de transporte, pero la producción rural de alimentos básicos tambiénes necesaria para resolver las necesidades alimentarias a largo plazo. Normalmen-te, el procesamiento aumenta el valor añadido de los alimentos y prolonga su tiem-po de conservación. El procesamiento puede reducir el valor actual (por ejemplo,secando hierbas) o la caducidad (por ejemplo, elaborando pan a partir del grano),pero no ambos a la vez; cuando se reduce el valor actual, el valor futuro debeaumentar por una caducidad más tardía.

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• Modernizar los sistemas de gestión de residuos para recoger los desechosalimentarios y convertirlos en compost, biogás y pienso, que se puedenponer a disposición de los productores locales.

• Exigir que un porcentaje mínimo de las compras de alimentos para escue-las, hospitales, bases militares y prisiones procedan de algún punto situa-do a menos de 150 kilómetros de las instituciones que adquieren los ali-mentos.

• Redactar normativas de seguridad alimentaria apropiadas a la escala deproducción y distribución, de forma que un pequeño productor que vendadirectamente en su granja o en un mercado campesino no sufra regulacio-nes tan onerosas como las que afectan a una multinacional productora dealimentos.

Los consumidores deben desarrollar el hábito de comprar preferentementealimentos locales siempre que sea posible, y se les puede animar a ello me-diante campañas en ese sentido. Los minoristas también pueden ayudar eti-quetando con claridad y exhibiendo de forma destacada los productos locales.

Los campesinos deben repensar sus estrategias de negocio. La mayor parte delas granjas orientadas a la exportación deberán acometer una transición a laproducción de alimentos básicos para el consumo local y regional, un esfuer-zo que exigirá tanto salir en busca de mercados locales como cultivar produc-tos apropiados para dichos mercados; el movimiento Agricultura Apoyadapor la Comunidad (AAC) —Community Supported Agriculture (CSA)— pro-porciona un modelo de negocio que ha demostrado tener éxito en muchaszonas. Los pequeños productores enfrentados a gastos de capital importantespara realizar esta transición también pueden crear cooperativas informalespara adquirir maquinaria, como máquinas para trillar grano y para procesarcolza o turbinas microhidroeléctricas para generar electricidad.

La estrategia de relocalizar los sistemas alimentarios planteará más retos aalgunos países y regiones que a otros. Se deberían promover más huertosurbanos e incluso instalaciones con animales pequeños (pollos, patos, gansosy conejos) dentro de las ciudades, pero incluso entonces será necesario obte-ner la mayor parte de los alimentos del campo, distribuyéndolos a las comu-nidades urbanas y suburbanas mediante medios de transporte libres de com-bustibles fósiles. Esta relocalización debería ser vista como un proceso y unadirección general de los esfuerzos, no como un objetivo absoluto.

EnergíaA medida que la sociedad abandone los combustibles fósiles, el balance ener-gético de la agricultura deberá volver a ser nuevamente positivo. La transi-

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ción podría ser compleja y problemática. Las granjas seguirán usando ener-gía para sus actividades, pero necesitarán obtener toda esta energía o buenaparte de ella. Mientras tanto, los campesinos podrían aprovechar las oportu-nidades para exportar excedentes de energía a comunidades cercanas comoun medio para aumentar sus ingresos.

Las granjas deben funcionar con energía renovable. Sin embargo, en la ac-tualidad la mayor parte de la energía necesaria —como el combustible paralos tractores y otra maquinaria— es difícil obtenerla con otra cosa que nosean combustibles líquidos como el diésel o la gasolina, elaborados a partirdel petróleo. Los granjeros deberían buscar, en primer lugar, vías para redu-cir sus necesidades de combustible mediante la eficiencia y la sustitución delas máquinas alimentadas con combustible por energía animal o trabajo hu-mano. Probablemente, esto es más factible económicamente en los sectoresdedicados a los productos lácteos, cárnicos y hortofrutícolas.

Allí donde la maquinaria que se mueve con combustible siga siendo necesaria—lo que probablemente será el caso para la producción de cereales—, el etanolo el biodiésel hechos in situ podrían complementar o reemplazar a los combus-tibles derivados del petróleo. El problema clave aquí es conseguir una Tasa deRetorno Energético suficientemente elevada; es decir, la cantidad de energíadisponible en los agrocombustibles producidos in situ debe ser sustancialmentemayor que la energía invertida para producir estos agrocombustibles. Estudiosrecientes sugieren que los granjeros estadounidenses podrían solucionar buenaparte de sus necesidades de carburante destinando una quinta parte de la tierracultivable a la producción de agrocombustibles.5

Muchas otras actividades de una granja requieren electricidad, y ésta se puedegenerar in situ con turbinas eólicas, paneles solares y turbinas micro-hidroeléc-tricas. Los esfuerzos se deben dirigir en primer lugar a que las actividades seanmás eficientes energéticamente. Dado que estas tecnologías requieren una fuer-te inversión inicial y su amortización es lenta, la asistencia del gobierno y delas instituciones financieras mediante subvenciones y créditos a bajo interés

5. Un destacado especialista en tasas de retorno energético (TRE) ha propuesto que la TRE mínimanecesaria para que un combustible realice una contribución real a la sociedad es de 5:1 (Hall,2008). Si tenemos en cuenta que un reciente estudio de la Universidad de Idaho/USDA afirma quela TRE del biodiésel de soja ha aumentado hasta un 3,5:1 en la última década (National BiodieselBoard, 2008) y que la TRE de otros agrocombustibles, como el de aceite de palma, puede llegar aser de 9:1 (Worldwatch Institute, 2006), una TRE de 5:1 parece tanto una base de partida como unobjetivo realista para una producción de agrocombustibles sostenible económicamente. Así pues,dedicar una quinta parte de la tierra de una granja a la producción de agrocombustibles eficientesdebería ser suficiente para resolver las necesidades energéticas de dicha granja.

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podría desempeñar un papel decisivo para ayudar a los campesinos a superarlas primeras dificultades económicas en el camino hacia la autosuficiencia ener-gética. Estas subvenciones para la energía renovable a los pequeños campesi-nos deberían ser una prioridad nacional del gobierno.

En última instancia, los campesinos podrían ser no sólo autosuficientes enmateria energética, sino capaces de producir un excedente de energía para lascomunidades de los alrededores. Mucha de esta energía exportada procederíaprobablemente de la biomasa: desechos agrícolas y forestales que pueden serquemados para producir tanto electricidad como agua caliente para la cale-facción. Aunque los campesinos pueden cultivar también para la producciónde agrocombustibles líquidos, los límites ecológicos y termodinámicos de estatecnología energética exigen que la escala de producción se restrinja delibe-radamente. Si no es así, la demanda social de combustible podría sobrepasarla capacidad de los campesinos de producir alimentos (y los alimentos debenseguir siendo la primera prioridad). Al exportar biomasa desde la granja, losproductores deben tener siempre presente la capacidad productiva de los sis-temas agrícolas sostenibles, y deben controlar estrictamente la salud y la fer-tilidad del suelo.

La transición de las granjas a las energías renovables exigirá planificación.Los campesinos, a ser posible con la ayuda de organismos regionales y nacio-nales, deberían planificar un aumento de la eficiencia energética, una reduc-ción del uso de combustibles fósiles y un aumento de la producción de ener-gía renovable de acuerdo con un programa integral y progresivo diseñado enfunción de las necesidades y capacidades específicas de cada granja. Las gran-jas estadounidenses consiguieron reducir el uso de combustibles fósiles alre-dedor de un 30% entre 1979 y 2000, en buena medida gracias a una menordependencia de los fertilizantes nitrogenados y de los pesticidas sintéticos.Una reducción del 50% para 2020 es un objetivo factible si las granjas esta-dounidenses siguen luchando por aumentar la eficiencia energética y buscan-do maneras de reemplazar el uso de combustibles fósiles por fuentes de ener-gía renovable (figura 7, página siguiente).

Fertilidad del sueloEn la agricultura industrial, la fertilidad del suelo se mantiene con insumosprocedentes de otros sitios. Los más importantes son el nitrógeno y el fósfo-ro. Los fertilizantes nitrogenados proceden de nitrógeno atmosférico que re-acciona con el hidrógeno (normalmente obtenido del gas natural) bajo condi-ciones de alta presión y alta temperatura. En Estados Unidos, producirfertilizantes nitrogenados usando esta reacción consume al menos un tercio(y posiblemente mucho más) de la energía utilizada para el cultivo de los

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principales alimentos, como el trigo y la colza.6 El fósforo procede de lasminas de fosfatos de diversos países. Aunque existen suficientes depósitos defosfatos de baja calidad para satisfacer las necesidades mundiales durantemuchas décadas, los depósitos de alta calidad se están agotando muy rápida-mente (la figura 8 muestra la evolución de la producción estadounidense, quees de lejos el principal productor mundial), por lo que el precio de los fosfatosposiblemente subirá en los próximos años.

Tanto el nitrógeno como el fósforo son esenciales para la agricultura, y laforma en que se obtienen hoy en día son a todas luces insostenibles. A no serque se encuentren rápidamente vías alternativas para mantener la fertilidaddel suelo, se avecina una crisis.

Figura 7Energía total utilizada por las granjas estadounidenses, 1965-2002 (Miranowski, 2004),con un objetivo de reducción del 50% en 2020 de los niveles de 2000. Los logrosfuturos en el campo de la eficiencia pueden provenir de ulteriores reducciones deluso de fertilizantes sintéticos y pesticidas; de la generación de electricidad en lasgranjas a partir de energías renovables como la eólica, la hidroeléctrica y la solar, yde la sustitución gradual del diésel y de la gasolina por agrocombustibles produci-dos en las granjas. En 2020, las granjas deberían necesitar menos de 1 Exajulio defuentes de energía no renovables.

6 Recientes análisis de la producción de trigo y colza muestran que el nitrógeno supone casi lamitad de la energía utilizada en la producción: véase Piringer y Steinberg (2009), y también Biopact(2007). Para más referencias, véanse Leigh (2004) y Pimentel y Pimentel (2008).

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La solución a largo plazo dependerá del diseño de sistemas agrícolas quemejoren fertilidad mediante una estrategia doble: la rotación de cultivos y elreciclaje de nutrientes. La rotación de cultivos puede ayudar a mantener losniveles de nitrógeno. El simple hecho de plantar un cultivo de cobertura trasla cosecha de otoño reduce significativamente la filtración del nitrógeno yatenúa a la vez la erosión del suelo. Por otra parte, la introducción de culti-vos de leguminosas fijadoras de nitrógeno en el ciclo de rotación sustituye alnitrógeno. Policultivos sabiamente diseñados producen de manera sosteniblemás que los monocultivos en granjas grandes y pequeñas tanto en EE.UU.(Russelle y Franzluebbers, 2007; Joliffe, 1997) como en el resto del mundo(FAO, 2009). Mezclar los cultivos y volver a vincular la actividad agrícola yla cría de ganado conduce, por tanto, a un uso más eficiente de la tierra, losnutrientes y la energía, pero suele exigir más trabajo y experiencia agrícola.

La mayor parte de los granjeros industriales abandonaron la práctica del cul-tivo de cobertura cuando los fertilizantes comerciales se convirtieron en laopción más barata. Pero eso cambió en 2008, cuando los precios crecientesde los fertilizantes sobrepasaron el coste de sembrar y gestionar cultivos decobertura que fijen el nitrógeno. Aunque los precios de los fertilizantes hancaído desde el verano de 2008, es probable que suban de nuevo. Por consi-guiente, es importante que los granjeros empiecen a organizarse ante la lle-gada de unos precios más altos preparando sus ciclos de rotación y antepo-niendo la mejora de la fertilidad natural del suelo a las necesidades inmediatas.

Figura 8Producción estadounidense de fosfatos

de roca comercializables, 1991-2008 (Jasinski, 2009)

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En la agricultura industrial, el suelo es tratado como una sustancia inerte quemantiene las plantas en su lugar mientras los nutrientes químicos se aplicanexternamente. Sin esfuerzos para mantener la fertilidad natural, con el tiem-po la materia orgánica desaparece del suelo, junto con los microorganismosbeneficiosos. En el futuro, cuando los fertilizantes químicos se vuelvan máscaros, los campesinos tendrán que dedicar mucha más atención a la prácticade conservar un suelo sano. Aun así, reconstruir suelos desprovistos denutrientes lleva años de esfuerzo.

Los campesinos tradicionales aumentan la cantidad de materia orgánica delmantillo mediante la aplicación de compost, que no sólo aumenta la fertili-dad del suelo, sino que también mejora la capacidad del mismo para retenerel agua y resistir las sequías. Asimismo, hay cada vez más pruebas de que losalimentos crecidos en un suelo mejorado con compost tienen una mayor cali-dad nutricional (Andrews, Mitchell y Glover, 2009). En el sistema actual, losconsumidores, los minoristas, los mayoristas y las instituciones suelen des-echar cantidades enormes de alimentos. Algunas comunidades han puesto yaen marcha programas municipales para el compostaje a partir de alimentos ydesperdicios de jardín; tales programas se podrían extender y volver obliga-torios, vendiendo el compost o incluso regalándoselo a los campesinos loca-les. Esto reduciría la cantidad de basura que va a parar a los vertederos, asícomo las necesidades de fertilizantes y de irrigación de los campesinos, ymejoraría a su vez la calidad nutricional de la dieta. Además, recientes inves-tigaciones con «terra preta» (también conocido como «biochar»), un materialparecido al carbón que se puede producir a partir de los desperdicios agríco-las, sugieren que su introducción en los suelos podría reducir entre un 20% yun 30% la necesidad de nitrógeno de las plantas, fijando a la vez carbonoque de otra forma terminaría en la atmósfera (CNULD, 2008). El potencialdel compostaje y del uso de terra preta para mitigar la crisis climática no estrivial: un incremento de un 1% de materia orgánica en los 30 centímetrossuperiores del suelo equivale a la captura y almacenamiento de 250 toneladasde dióxido de carbono atmosférico por cada 0,25 hectáreas de tierra de labor.

A la larga, no hay otra solución al problema del suministro de fósforo que unsistema de reciclaje completo de los nutrientes. Esto implicará rediseñar porcompleto los sistemas de aguas residuales y los criaderos de animales pararecuperar nutrientes que puedan ser devueltos al suelo (como los campesinosde Europa, China, Japón y demás países hicieron durante siglos). No obstan-te, si los sistemas de aguas residuales (o variantes más simples) deben con-vertirse en fuentes de fósforo y de otros nutrientes para el suelo, no podránseguir siendo canales utilizados para deshacerse de residuos tóxicos. Es esen-cial que se desarrollen corrientes de separación de los desperdicios para des-echar todos los residuos farmacéuticos, químicos del hogar e industriales. Así

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pues, el problema de la fertilidad del suelo es algo que los campesinos nopueden resolver por sí mismos: es una crisis del sistema alimentario en sutotalidad, y debe tratarse en su contexto y de manera integral.

DietaPara la configuración del sistema alimentario, las elecciones de los consumi-dores son tan importantes como las de los productores. Durante las últimasdécadas, las preferencias de los consumidores han sido moldeadas paraadecuarse al sistema alimentario industrial mediante la publicidad y el desa-rrollo del mercado de masas, uniforme, de productos alimentarios empaque-tados que, aunque sean inferiores desde el punto de vista nutricional, sonbaratos, atractivos y, en algunos casos, incluso físicamente adictivos. La lle-gada y rápida proliferación de restaurantes de «comida rápida» ha promovi-do asimismo una dieta que es beneficiosa para los gigantes de la agroindustria,pero desastrosa para la salud de los consumidores. Estas tendencias son la-mentables no sólo desde el punto de vista de la salud pública, sino que sonclaramente insostenibles en vista de las crisis energética y climática a las quese enfrenta la agricultura moderna.

Dado que los alimentos procesados, empaquetados y frescos importados fuerade temporada agregan intensidad energética al sistema alimentario, tanto losricos como los pobres deben aprender a comer productos de temporada menosprocesados y cultivados localmente. Campañas de educación pública podríanayudar a cambiar las preferencias del consumidor en este aspecto. Deberíapromocionarse también el paso a una dieta menos centrada en la carne, porqueuna dieta basada en ella es considerablemente más intensiva en energía fósilque una basada en las plantas (Pimentel y Pimentel, 2008: 133-134).

Las instituciones gubernamentales pueden apoyar un cambio en las preferen-cias dietéticas mediante sus propias políticas de compras (véase «Relocalización»,arriba), y se puede reforzar aún más al proceso con una cuidadosa definiciónoficial de «alimento» por parte del gobierno. No tiene sentido que los esfuerzosgubernamentales dirigidos a mejorar la salud nutricional de la gente apoyen elconsumo de productos que se sabe que son insanos, como los refrescos y otrostipos de comida basura.

Sistemas agrícolasEn las últimas décadas, la agricultura se ha vuelto más especializada. Hoy,una granja típica puede producir sólo carne de un único tipo (pavo, pollo,cerdo o ternera), o sólo leche, o un único tipo de cereal, verdura, fruta o frutoseco. Esta intensa especialización tenía sentido económico en la era de la

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energía y los insumos agrícolas baratos, pero, como la naturaleza es un sistemadiverso y cerrado, la eliminación deliberada de la diversidad en la granja hallevado a problemas en cada fase del proceso. Por ejemplo, los cebaderos aescala industrial (también conocidos como «actividades concentradas de ali-mentación animal») producen grandes cantidades de residuos que terminan enenormes balsas de estiércol que contaminan el agua y hacen que el aire apeste.Por su parte, las dietas para alimentar a los animales basadas en los piensosdan como resultado problemas digestivos que requieren la administración agran escala de antibióticos que encuentran la forma de llegar tanto al sistemaalimentario humano como a los acuíferos, y que hacen que los organismospatógenos que afectan a los seres humanos sean resistentes a los antibióticos.

La especialización agrícola también conlleva un impacto sobre el cultivador decereales o verduras. Los suelos que año tras año producen estas cosechas nece-sitan un reabastecimiento regular de nitrógeno, pero si el campesino conservapocos animales, quizá no haya otra opción que traer fertilizantes de fuera.

En cambio, si optan por sistemas multiempresa más diversificados, los campe-sinos a menudo pueden solucionar a la vez toda una serie de problemas. Ali-mentar con mucho menos pienso al ganado y darle acceso a pastos en rotacióncon otros cultivos mantiene la fertilidad del suelo y lleva a mejorar la salud delos animales y a una calidad alimentaria más elevada. El campesino, el medioambiente y el consumidor salen beneficiados. La agricultura orgánica provienede las ideas de sir Albert Howard (Howard, 1943), quien abogaba por sistemasagrícolas pequeños y diversificados que imitasen los ecosistemas naturales ypromoviesen el ciclo de recursos en la propia granja. Los Estándares Orgáni-cos Nacionales, promulgados en 2002, fueron un intento de codificar las ideasde Howard en una ley federal. Aunque el simple cumplimiento de las normati-vas orgánicas no garantiza un sistema agrícola sostenible, numerosas investi-gaciones recientes muestran que las granjas orgánicas tienden a usar menosenergía y menos insumos de fuera de las granjas (Van der Werf et al., 2007),fomentan una mayor biodiversidad (Hole et al., 2005) y tienen un suelo (Marriotty Wander, 2006), unos animales (Lund y Algers, 2003) y unas plantas (Benbrook,2009) más sanos que sus homólogos convencionales. En EE.UU., las ventas deproductos orgánicos han crecido exponencialmente durante dos décadas. Elcrecimiento del sector orgánico ha sido posible al encontrar formas prácticasde hacer crecer alimentos y fibras usando servicios del ecosistema en lugar debasarse en fertilizantes sintéticos y pesticidas intensivos en uso de energía.

La transición a un sistema alimentario desvinculado de los combustibles fósi-les también puede obligar a repensar el tamaño de las explotaciones agrarias.La mecanización del campo y la centralización de los sistemas alimentariosfavorecieron a las granjas más grandes. Sin embargo, a medida que el com-

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bustible para la maquinaria agrícola sea más caro y que las granjas indepen-dientes de los combustibles fósiles requieran más trabajo humano y energíaanimal, las actividades a pequeña escala volverán a ser una vez más renta-bles. Además, cuando las granjas aumenten su grado de diversificación seránecesaria una menor escala de actividades, ya que los campesinos tendránque controlar más elementos del sistema. La agricultura se convertirá, portanto, en una práctica que requiera muchos más conocimientos, exigiendouna actitud integral por parte de los campesinos.

En las zonas urbanas, las microgranjas y los huertos —lo cual incluye huer-tos verticales y huertos en las azoteas— que tengan pequeños animales, comopollos y conejos, podrían proporcionar una cantidad sustancial de alimentosa los cultivadores y sus familias, además de algún ingreso adicional por laventa de excedentes de temporada en los mercados hortícolas.

La mano de obra agrícolaCon menos combustible disponible para la maquinaria agrícola, el mundo ne-cesitará más campesinos. Pero, para que éstos puedan prosperar, será necesarioque cambien algunas políticas agrícolas actuales que favorecen la producción agran escala y la destinada a la exportación, mientras que tanto las institucionesinternacionales como el Banco Mundial como los gobiernos nacionales, regio-nales y locales deben formular y poner en práctica políticas que apoyen a lasgranjas a pequeña escala, los huertos y las cooperativas agrícolas.

Figura 9Venta de productos orgánicos en EE.UU. entre 1991 y 2008

(en miles de millones de dólares)

Fuente: Organic Trade Association (2009)

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Actualmente, EE.UU. tiene menos de dos millones de campesinos a jornadacompleta. En 1900, cerca del 60% de la población trabajaba en el campo,mientras que la proporción actual es de menos de un 1% (figuras 2 y 10).Hoy, el campesino medio está cerca de la edad de jubilación (DoA, 2009a).En los países y regiones donde se cultiva sin maquinaria, un porcentaje ma-yor de la población participa en la producción agrícola (figura 10). Por ejem-plo, los campesinos son más de la mitad de la población en China, India,Nepal, Etiopía e Indonesia.

Figura 10Porcentaje de la población dedicada

a la agricultura, 1961-2004

Fuente: World Resources Institute,«EarthTrends» (http://earthtrends.wri.org;

acceso el 4 de marzo de 2009).

Aunque se desconoce la proporción de campesinos que serían necesarios enEE.UU. si el país tuviese que ser autosuficiente en alimentos cultivados sincombustibles fósiles (dependería de las tecnologías utilizadas y de las dietasadoptadas), sin duda sería mucho mayor que la actual. Es razonable esperarque se necesiten varios millones de nuevos campesinos, una cifra que es a lavez inimaginable y difícil de gestionar a corto plazo. Este nuevo campesina-do debería incluir una amplia mezcla de gente que refleje la diversidad cadavez mayor del país. Un número creciente de adultos jóvenes se están convir-tiendo en granjeros orgánicos o biodinámicos, y los mercados campesinos ylas AAC florecen por todo el país (figura 11). Estas tentativas deben serapoyadas y promovidas. Además de las políticas gubernamentales que apo-yen a los sistemas agrícolas sostenibles basados en explotaciones agrícolasmás pequeñas, esto exigirá:

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• Educación: Las universidades y otras instituciones educativas de nivel su-perior deben desarrollar rápidamente programas sobre métodos agrícolasecológicos a pequeña escala (programas que incluyan también formaciónen otras disciplinas que los campesinos necesitarán, como el márketing y eldiseño de planes de negocio). Los aprendizajes y otras formas de transmi-sión de conocimientos directos ayudarán a la transición. Se deberán incluirprogramas de horticultura en los planes de enseñanza de todas las escuelasprimarias y secundarias, especialmente en los programas de verano.

• Apoyo financiero: Dado que pocas granjas, si es que hay alguna, tienenéxito financiero en sus primeros años, serán necesarios préstamos y sub-venciones para ayudar a empezar a los campesinos.

• Revitalización cultural y de la comunidad: En las décadas pasadas los pue-blos del EE.UU. rural han visto marcharse a demasiados de sus jóvenes,primero a universidades distantes y después a las ciudades. Las comunida-des agrícolas deben ser lugares interesantes, atractivos, si esperamos que lagente quiera vivir en ellas y que los niños quieran permanecer allí.

Figura 11Mercados campesinos que operan en EE.UU.

(1994-2008). Aproximadamente doscientos nuevosmercados campesinos se han puesto en marchatodos los años en los últimos catorce, más que

duplicando el número a escala nacional.

Fuente: DoA (2009b).

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Las semillasLa industria de las semillas está muy centralizada. Muchas semillas comercialesson variedades híbridas que se deben comprar todos los años. A escala mundial,una proporción creciente de las semillas comerciales disponibles para determina-dos tipos de cultivos —como el maíz, el algodón y la soja— están modificadasgenéticamente (MG). Las empresas de semillas MG hace mucho que prometenque sus productos llevarán finalmente a cultivos más nutritivos; sin embargo, enla actualidad, los genes patentados simplemente confieren resistencia a plagas deinsectos o a herbicidas de la propia empresa, mientras que la promesa de unoscultivos más ricos en nutrientes tardará muchos años en ser cumplida.7 Dado quela necesidad de una transición es inmediata, los esfuerzos por configurar unsistema alimentario desvinculado de los combustibles fósiles no puede esperar anuevas tecnologías que pueden o no surgir o tener éxito. En cualquier caso, laindustria de las semillas MG depende de tecnologías intensivas en energía, comolos fertilizantes químicos y los herbicidas, así como de unos sistemas de produc-ción y distribución centralizados, que están inextricablemente unidos al actualsistema alimentario basado en los combustibles fósiles. Por lo tanto, es pocoprobable que los cultivos MG sean de mucha ayuda durante la transición.

En cambio, lo que se requiere son esfuerzos coordinados para identificar va-riedades de polinización abierta de cultivos que estén adaptados a los suelosy microclimas locales, y programas para que estas semillas estén a disposi-ción de los campesinos y horticultores en cantidades suficientes. Además, lasuniversidades locales pueden empezar a ofrecer cursos sobre técnicas de conser-vación de semillas.

Los sistemas de procesamiento y distribuciónEl proceso de transición estará sin duda cargado de retos para los sistemas deprocesamiento y distribución, que se basan actualmente en grandes insumosde energía y en el transporte a larga distancia. Por ejemplo, la industria cárnicadepende ahora del transporte a larga distancia del ganado a instalacionescentralizadas para su matanza. Relocalizar los sistemas alimentarios impli-cará crear incentivos para el surgimiento de mataderos y carnicerías máspequeños y localizados. Una solución provisional sería crear una flota demataderos móviles que fuesen de granja en granja, procesando los animalesde una forma humana y barata.8

7. El arroz dorado es el ejemplo más comúnmente citado de un cultivo MG diseñado para ser másnutritivo. Ha estado en desarrollo desde 1992, pero todavía no está disponible para el consumo humano.8. Hay unidades móviles de procesamiento en los estados de Iowa, Kansas, Kentucky, Dakota del Norte,Pensilvania y Washington. Véase www.extension.org/pages/Niche_Meat_ Processor_ Case_Studies.

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Muchas normativas sobre la salud se crearon originalmente para evitar losabusos de los grandes productores de alimentos, pero tales normativas puedenahora dificultar el desarrollo de sistemas de procesamiento y distribución demenor escala y más localizados. Por ejemplo, los campesinos podrían curar unjamón y venderlo a sus vecinos sin tener que realizar una inversión enorme eninstalaciones aprobadas oficialmente por el gobierno. Un pequeño productorque venda directamente en la granja o en un mercado campesino no deberíaestar sujeto a las mismas normativas de seguridad alimentaria que una multi-nacional de la industria alimentaria; aunque los alimentos locales pueden ofre-cer a veces problemas de seguridad, éstos serán menos catastróficos y másfáciles de abordar que problemas similares en instalaciones a escala industrial.

Los procesadores de alimentos deben buscar vías para que sus actividadessean más eficientes energéticamente, al tiempo que los organismos guberna-mentales, los consumidores y los minoristas encuentran vías para reducir lanecesidad de procesar la comida y también de empaquetarla. Este cambiogradual requerirá apoyo institucional a las familias para que almacenen, pro-cesen, cocinen y conserven los alimentos en el hogar. Se podrían crear cen-tros multiuso de procesamiento de alimentos a pequeña escala comercial quefuesen competitivos con los que trabajan para marcas de alcance nacional.9

Asimismo, en vista de los inevitables problemas en los sistemas de transporteexistentes en la actualidad, se deben reconsiderar los sistemas nacionales yregionales de almacenamiento de alimentos. Para evitar el pillaje, hay quemantener y gestionar reservas regionales de grano, suficientes para resolverlas necesidades esenciales durante una crisis alimentaria prolongada. El em-paquetado de alimentos debería estar regulado para minimizar el uso de plás-ticos, que se volverán más escasos y caros a medida que el petróleo y el gasse agoten, y que son fuentes de toxinas.

Los gobiernos deberían alentar políticas que prioricen la distribución de ali-mentos en tren y en barco en lugar de por carretera, porque los camiones sonmás ineficientes desde el punto de vista energético (figura 12, página si-guiente). Actualmente, en muchos casos los supermercados son los principa-les centros de distribución de alimentos. Sin embargo, este modelo presuponeun acceso casi universal a los automóviles y la gasolina. Un sistema alimentarioresiliente requerirá puntos de acceso más pequeños y más ampliamente dis-

9. En todo EE.UU. están teniendo éxito los proyectos para el uso comercial compartido de cocinas.Algunos ejemplos de ello son el Mission Mountain Food Enterprise Center (Ronan, Montana,www.mmfec.com), la Anson County Commercial Kitchen (Carolina del Norte, www.nvbdi.org/services/kitchen.php) o la Chef’s Kitchen (Los Ángeles, California, www.chefskitchens.com).

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tribuidos en forma de pequeñas tiendas y mercados hortofrutícolas o campe-sinos. Las regulaciones gubernamentales y los incentivos fiscales podríanayudar a conseguir este cambio.

Los mayoristas y distribuidores desempeñarán un papel diferente en la transi-ción del sistema alimentario. Seguirán siendo necesarios para gestionar lossuministros de alimentos producidos estacionalmente que vayan de los produc-tores a los consumidores. Sin embargo, en lugar de favorecer a los grandesproductores y a las gigantescas cadenas de supermercados, deben cambiar susactividades para servir a granjas y huertos más pequeños, más disgregadas, asícomo a tiendas minoristas más pequeñas y también más disgregadas.

3. Plan de acción de resiliencia

El proceso de transición tendrá éxito si crea sistemas alimentarios másresilientes. Los sistemas resilientes son capaces de soportar perturbacionesmás fuertes antes de sufrir un cambio drástico a una nueva condición en laque se esté controlado por un conjunto diferente de procesos. Una cualidad

Fuente: DoE (2009).

Figura 12Eficiencia relativa de los diferentes métodos de transporte de mercancías en EE.UU.Un tren puede transportar una tonelada de carga 431 millas con un galón de com-bustible diésel. La misma cantidad de combustible transportaría una tonelada decarga solamente 15 millas por aire. Todos los datos se refieren a transporte nacio-nal; los cargueros transoceánicos pueden ser más eficientes que la distribuciónnacional mostrada aquí.

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de la resiliencia es la redundancia —que a menudo está reñida con la eficien-cia económica a corto plazo—. La eficiencia en el sistema alimentario impli-ca tanto largas cadenas de suministro como la reducción de las existencias ala mínima expresión. Esta distribución de productos just in time reduce loscostes, pero aumenta la vulnerabilidad de los sistemas ante perturbacionescomo la escasez de carburantes. A medida que se presta más atención a laresiliencia y menos a las eficiencias a corto plazo, la redundancia y las gran-des existencias son vistas como beneficios más que como desventajas. Otrosvalores de la resiliencia son la diversidad (como opuesta a la uniformidad) yla dispersión (en lugar de la centralización) del control sobre los sistemas.

Aumentar la resiliencia de nuestros sistemas alimentarios a medida que nosdirigimos hacia una economía poscombustibles fósiles conllevará todos loselementos de transición detallados más arriba. También exigirá planificar encuatro ámbitos: gobierno, comunidad, negocio e individuo o familia. En cadanivel, el proceso de planificación será algo diferente. Esta sección esboza losprincipales pasos en la planificación que tendrán sentido en cada uno deestos niveles. En algunos casos, los pasos dentro de un plan de acción debe-rían ser dados simultáneamente. En cualquier caso, lo que se ofrece aquí esun simple esbozo esquemático para un proceso que deberá ser desarrolladopara que se adapte a las necesidades únicas de aquellos a los que servirá.

GobiernoEl sistema alimentario es una mezcla compleja de actores públicos y privadosdesde los ámbitos más locales a los más globales. Por lo tanto, los gobiernostienen una responsabilidad especial a la hora de asegurar que el sistema searesiliente y de resolver las necesidades básicas de sus electores de forma tanequitativa como sea posible.

Los siguientes pasos se aplican a cualquier nivel de gobierno (nacional, re-gional o local). En el nivel más alto de la escala (el país), cada paso será porsí mismo objeto de una planificación y una delegación detalladas; un exce-lente ejemplo de una evaluación del sistema alimentario a escala nacional esla campaña «Plan de alimentación sostenible para Gran Bretaña» de la Aso-ciación del Suelo (The Soil Association, 2009). En el nivel más bajo de laescala (pequeñas poblaciones), al gobierno le puede faltar la capacidad nece-saria para dar cualquiera de estos pasos o hacer poco más que ofrecer unapoyo oficial simbólico a las iniciativas ciudadanas voluntarias.

1. Evaluar el sistema alimentario existente. Empezar con un estudio de lasvulnerabilidades y oportunidades sistémicas actuales. ¿De dónde proce-den ahora los insumos a las granjas? ¿Cuánta comida se importa? ¿Qué

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porcentaje de estos alimentos son productos básicos y qué porcentaje sonalimentos de lujo? ¿Cuáles son los costes medioambientales de las actua-les prácticas agrícolas? ¿Cómo se vería afectado el actual sistemaalimentario por cortes de combustible y altos precios?

2. Revisar las políticas. ¿Cómo están manteniendo las actuales políticas es-tas vulnerabilidades e impactos medioambientales? ¿Cómo se pueden mo-dificar o eliminar? ¿Están estas políticas ya en situación de poder ayudara la transición? ¿Cómo se pueden fortalecer estas últimas?

3. Unir a las partes interesadas clave. Las organizaciones de campesinos,las empresas de procesamiento y distribución de alimentos y los minoris-tas deben ser incluidos en el proceso de transición. La mayoría desearánsimplemente mantener el sistema existente, pero debe quedar claro queésa no es una opción. Muchas empresas involucradas en el sistemaalimentario deberán cambiar sustancialmente su modelo de negocio.

4. Elaborar un plan de transición. El plan de transición que se formule debeabarcarlo todo y con detalle, y debe incluir objetivos robustos peroalcanzables con límites temporales y mecanismos para una revisión y va-loración periódicas. Se debe llevar a cabo un ejercicio de campo paravalorar el impacto del plan sobre la producción agrícola y cuantificar loscambios en tipos de mercancías producidas y en su volumen y precios.

5. Educar e implicar a la población. La gente no debe ser únicamente infor-mada de los aspectos gubernamentales del proceso de transición, sino quedebe ser incluida en ellos. A los ciudadanos se los debe educar sobre lasopciones alimentarias, las oportunidades de la horticultura y las formasde acceder a los alimentos de los productores locales. Sus éxitos y retosen el curso de la adaptación darán forma a nuevas iteraciones del plan.

6. Cambiar las políticas y los incentivos. Ésta es la responsabilidad clave delgobierno, puesto que limita o bien amplía la capacidad de los grupos comuni-tarios, las empresas y las familias para comprometerse en el proceso de tran-sición. Los cambios de política deben reflejar los intereses de los involucrados,pero debe diseñarse principalmente para promover los elementos de transi-ción, más que los intereses a corto plazo de cualquier grupo particular.

7. Supervisar y ajustar. Una empresa de esta magnitud tendrá inevitable-mente impactos no previstos y no intencionados. Por tanto, es esencialque se revise continuamente el progreso con miras a realizar los ajustesen el ritmo y la estrategia, a la vez que se mantiene una absoluta fidelidada la tarea central de eliminar metódicamente los combustibles fósiles delsistema alimentario.

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ComunidadLo que sigue son pasos a ser adoptados por grupos comunitarios voluntarios, adiferencia de los gobiernos. La Transition Network (www.transitionnetwork. org),o Movimiento de Transición,10 proporciona un modelo excelente para este tipo deacción comunitaria. Tales esfuerzos parecen funcionar mejor cuando el tamañode la comunidad es tal que las reuniones pueden ser gestionadas por voluntariosy quienes participan en las reuniones no deben realizar largos trayectos.

Por lo tanto, en las grandes ciudades el plan de acción de resiliencia podríatener lugar a nivel de barrio, con delegados vecinales enviados ocasional-mente a reuniones coordinadoras de toda la ciudad. El solapamiento y elapoyo mutuo entre las organizaciones comunitarias y los esfuerzos de losgobiernos locales deben ser un tema de discusión y negociación.

1. Evaluación del sistema alimentario local. Este proceso de evaluación debe-ría ser llevado a cabo en cooperación con el gobierno, para no duplicar lastareas. Grupos de ciudadanos voluntarios podrían estar en disposición dedar unas perspectivas que de otra forma podrían quedar fuera de los esfuer-zos de evaluación del gobierno, como las oportunidades de huertos comuni-tarios o problemas con el acceso a los alimentos desde las fuentes locales.

2. Identificar e implicar a quienes estén interesados. Debería entrarse encontacto con los productores, los propietarios de tiendas, las cocinas pú-blicas, los restaurantes, las escuelas y otras instituciones locales que pro-ducen o sirven comida, y ser invitados a que se unan a una iniciativa derelocalización voluntaria y a ofrecer sus aportaciones al proceso.

3. Educar e implicar a la población. Los grupos comunitarios pueden orga-nizar eventos públicos para incrementar la conciencia acerca de la transi-ción alimentaria. Los folletos y panfletos «Compra local», pagados y dis-tribuidos por un consorcio de empresas locales (pero organizadas porgrupos voluntarios), pueden incluir en una lista a los productores locales,los mercados agrícolas, los restaurantes y las tiendas.

4. Desarrollar un único programa estratégico local. Éste puede incluir mer-cados campesinos, AAC, huertos comunitarios, programas de comida es-colar y cocinas públicas. El programa, basado en aportaciones de los inte-resados, podría mostrar objetivos y plazos límite establecidos mediante unejercicio de colaboración dirigido a prever cómo podría ser el sistemalocal alimentario en el futuro después de que los combustibles fósiles ha-yan dejado de desempeñar un papel preponderante.

10. N. del E.: En España existe un movimiento afín; véase http://movimientotransicion.pbworks.com.

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5. Coordinarse con los programas gubernamentales. Los esfuerzos voluntarioslocales pueden tener un papel significativo para dar forma a las políticas delgobierno y para poner en práctica las estrategias de transición. Sin embargo,esto exige mantener abiertos los canales de comunicación, lo que a su vezserá responsabilidad tanto del gobierno como de los grupos locales.

6. Apoyar a las personas y a las familias. Las personas probablemente cambiande hábitos alimentarios y de prioridades sólo si ven hacerlo a otras, y sisienten que sus esfuerzos son apoyados y valorados. Los grupos comunitariospueden ayudar estableciendo nuevas normas de conducta mediante eventospúblicos y artículos en los periódicos locales, y trabajando en las redes socia-les existentes, las escuelas, las asociaciones de vecinos, las instituciones reli-giosas, etc. Se puede ofrecer ayuda práctica mediante fiestas de la conserva,fiestas de cultivo y recogida de hortalizas, y programas de recogida de lascosechas. Los expertos en alimentación local y horticultura pueden respondera las preguntas y preocupaciones. Se pueden crear instalaciones para el alma-cenamiento de comida como complemento a las despensas caseras.

7. Supervisar y ajustar. Todos estos esfuerzos deben ser continuamente ajus-tados para asegurar que todos los sectores de la comunidad están inclui-dos en el proceso de transición, y que el proceso funciona para todos tanfácilmente como sea posible.

Empresas e institucionesLas empresas más relevantes son las granjas, las tiendas, los procesadores,los mayoristas y los restaurantes. Sin embargo, los pasos que se especifican acontinuación también podrían ser útiles para organizaciones como escuelas,universidades y hospitales que reparten comida como un complemento de susactividades.11

1. Evaluar las vulnerabilidades. Toda empresa u organización que forme partedel sistema alimentario debe ver con sinceridad el impacto inevitable de unosprecios más altos del combustible, y de la escasez de combustible, sobre susactividades. Examinar escenarios basados en costes que dupliquen o tripliquenel precio del combustible para subrayar vulnerabilidades específicas.

2. Elaborar un plan. Desarrollar un modelo de negocio que funcione sin insumosde combustible fósil o disminuyéndolos continuamente. Especificar objetivosprovisionales asequibles que avancen hacia el objetivo a largo plazo.

3. Trabajar con el gobierno y con los grupos comunitarios. Si asumimosque el gobierno desarrollará normativas para reducir el uso de combusti-

11. Para referencias adicionales véase Sustainable Table, www.sustainabletable.org/schools.

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bles en el sistema alimentario y que las organizaciones comunitarias ofre-cerán apoyo a los campesinos y a las tiendas de alimentación locales queencabezan la transición, tiene sentido dirigir los esfuerzos en lugar deesperar a que otros actúen.

4. Educar e implicar a los proveedores y consumidores. Ningún negocio es unaisla. La transición florecerá mediante fuertes relaciones entre todas las partes.

5. Supervisar y ajustar. Para los negocios, un criterio obvio y esencia de suéxito es la rentabilidad. El balance ayudará a indicar qué estrategias deadaptación están funcionando y cuáles necesitan ser más trabajadas. Sinembargo, un resultado financiero negativo no constituye una razón paraabandonar el objetivo esencial de la transición.

Individuo y familiaEn última instancia, la transición alimentaria y agrícola pasa por las eleccio-nes hechas en el mercado y por los platos consumidos en la mesa. Por lotanto, las acciones de los individuos son tan importantes para el éxito de latransición como cualquiera que puedan emprender los campesinos, los go-biernos o las empresas de alimentación. Cualquiera puede dar inmediata-mente los siguientes pasos:

1. Evaluación de las vulnerabilidades y oportunidades alimentarias. Revi-sar con sinceridad las compras mensuales típicas y pensar cuidadosamen-te en sus implicaciones. ¿Cuántos alimentos proceden de un radio inferiora 150 kilómetros? ¿Cuántos están empaquetados y procesados? ¿Cuántosplatos están centrados en la carne? ¿Dónde se compra la comida? ¿Cómose enfrentaría la familia a unos precios de los alimentos y del combustibledos o tres veces más altos?

2. Elaborar un plan. Crear un escenario alimentario ideal para la familia, queincluya la dieta, los hábitos de compra y los objetivos de cultivo de hortali-zas. Identificar acciones concretas y un plazo de tiempo para encaminarsehacia este escenario. Colgarlas en casa en un lugar destacado.

3. Huerto. Incluso las familias sin acceso a la tierra pueden cultivar brotesen un bote o unas cuantas plantas en una jardinera en una ventana. Crearun huerto comunitario. Aprender y enseñar a otros hortelanos.

4. Desarrollar las relaciones con los productores locales. Incluso las fami-lias con grandes huertos probablemente no podrán cultivar todos sus ali-mentos. Habrá que acudir a los mercados locales de campesinos o a lasAAC para tener acceso a alimentos cultivados localmente y reducir ladependencia del sistema alimentario mundial.

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5. Implicarse en los esfuerzos comunitarios. Conocer a los vecinos y compa-rar experiencias de horticultura con ellos. Juntos, crear una «biblioteca deherramientas» de la que los miembros puedan pedir prestadas herramien-tas de cultivo y libros de horticultura. Organizar o participar en fiestas decultivo, cosecha, intercambio de alimentos y encurtido.

6. Supervisar y ajustar. Los planes de familia deberían revisarse todos los me-ses. Evaluar el éxito en reuniones familiares y revisar el plan si es necesario.

Conclusiones

El sistema alimentario norteamericano depende de unos insumos masivos peroinestables de combustibles fósiles. Ante la disminución de las reservas de estosúltimos, se debe reinventar el sistema alimentario. El nuevo utilizará menosenergía, y la energía que consuma procederá de fuentes renovables. Podemosempezar de inmediato la transición al nuevo sistema mediante un proceso decambio planificado, escalonado y veloz. La alternativa no planificada —tenerque empezar desde cero tras el colapso— sería caótica y trágica.

Las semillas del nuevo sistema alimentario ya se han plantado. Los campesi-nos estadounidenses han estado reduciendo su consumo de energía durantedécadas y están utilizando menos fertilizantes y pesticidas. El número de gran-jas orgánicas, mercados campesinos y actividades de AAC está creciendo rá-pidamente. Cada vez más gente se plantea de dónde procede su comida.

Se trata de pasos adelante importantes, pero queda mucho por hacer. Nuestronuevo sistema alimentario necesitará más campesinos y granjas másdiversificadas, alimentos menos procesados y empaquetados, y menos trans-porte a larga distancia de los alimentos. Los gobiernos, las comunidades, lasempresas y las familias tienen un papel que desempeñar para reinventar unsistema alimentario que funcione con fuentes de energía renovables y limita-das para alimentar a largo plazo a nuestra población.

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La casa verde ónice

«¿Me encuentra muy afilado? Han dicho que lo soy.¿Hará usted el favor de distinguirme como a un ser más amable?»Mascaba cada frase, cada mota de voz, cada palabraasida a su sofisma. Y la hacía rodar como un rumiantegarganta abajo el nudo de alimento, un nudo de saberdonde el forraje macerado eraun compuesto de ideas sensibles o rugosas,de orquídeas blancas o legumbres crudas,la crin de un alazán o las cerdas de un puerco. Y ese rostrosurcado como un fósil por arrugas de piedra iba volcándosesobre el salpicadero al tiempo que charlaba, tonto, fijoen el rítmico baile del limpiaparabrisas«que es como el verso inglés, de dos, de cuatro acentos».«Adorable su esposa, inteligente. Y cómo se percibe que posee un cerebro.Qué bien sabe callar cuando los hombres conversan sobre cosas importantes,cristianismo, lingüística, arte abstracto. Cómo sabe eludir el parloteode otras grullas chillonas. Para éstaspropondría una pena: muchas décadas encerradas ante un fogón enorme,embreadas, untadas con aceite…». El automóvilviraba a la derecha, y la avenida jalonada de luces amarillas

CUESTIÓNDE PALABRAS

RAFAEL FOMBELLIDA

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semejaba una pista de despegue brillando al aguacero de lo irreal.Al llegar a la casa su lengua agonizóy era ya una parodia el idioma de cal que un resurrectoidiota farfullaba con las manos blancuzcascruzadas sobre el bulto del estómago.Como un autómata desajustado aún pudorefrescar sus mejillas en la esfera de pórfido pulidoque ornaba, majestuosa, la escalera de mármol.Somnoliento cebú de rostro azafranado,vaciando un borborigmo, «…poesía…, …la poesía…», se dejó abandonarentre los ocho brazos de sus acompañantes.Y atravesó el umbral verde de ónicecomo el príncipe beodo de una tribu aborigen,sujeto por los codos, haciendo reverencias a los gatos, al cielo, a los mendigos.Sentí piedad del dios y revolqué mi fe por donde fue pisandomientras él, asustado, encogía su vientre envuelto en sucio hedory vomitaba gloria, magisterio,su corona de hiedra, su gracia enajenada.

* * *

Un soldado de la gran guerra(Cementerio militar, Yprès)

Bastó para morir un campo de centeno en la hoguera de Europa.Bastó para morir la carcasa de acero, un atracón de coles o boniatoshervidos en un cazo de hojalata, el fango de una zanjatras diecisiete meses sin salir a mirar la hierba que había afuera.Bastó para morir tener una familia analfabeta, la enérgica medidade una enfermera jefe, un andrajo raído como divisa heroica,The ragtime War aireado, entre tragos de algún brebaje seco, en la taberna.Bastó para morir someterse a una orden, «…fuera de las trincheras,hijos de mala madre», «…chicos, si no tomáis esa colina, os capo».Bastó para morir distraerse un minuto mondando una patata,palmeando la espalda de un camarada sin cabeza.Bastó para morir no tener tripas, desmoronarse de hambre entre los abedules,patinar en la sangre de un spahi rociado de metralla.

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Bastó para morir mesarse los rabiones de la barbaante el cráneo estallado de un oficial amigo,bastó haber violentado a un sacerdoteen la aldea quemada de Fontaine-les-Fôrets.Para morir igual que todos estos,bastó haber desollado ratoncillos y topos, bastó haber arrancado los testículosa un animal doméstico, bastó haber ensartado el corazónde un enemigo en la dorada punta de su emblema.Para que una quijada y ocho vértebras se emborracharan de humusen un campo de cruces, bastó haber vaciado algún estómagoo bebido la orina de la intérprete yanqui.Para que una mandíbula exhibiera su visaje burlescoen este cementerio parecido a un viñedo,bastó haber respirado un cóctel de fosgeno y gases ulcerantes,bastó haber mutilado a la nurse galesa que quiso resistirse,y posar su manojo de dedos amputados en la corriente de un arroyo lírico.Bastó para morir tan poca cosa, que el premio sólo fue una lápida anónima.Una tumba sin nombre que asegura al caído un lugar en el aulade las equivalencias, las versales romanas de una máximalabrada en la columna de un monóptero, y el alivio sonriente de los vivos,mercaderes, monarcas, a quienes nada cuesta sepultar en laurely con grandilocuencia a los vencidos. «Sus almas vivirán entre nosotros…»,«…que Dios lo acoja a su derecha».

Para morir honrado y con un nombre propio hay que ser algo más[que un pobre perro]

que se dejó los dientes mordiendo por su rey.Europa es una hoguera que exige ser notorioy algo desvergonzado si se quiere finar con honores de triunfo.Siempre hay alguien que bruñe la fíbula de acero de los héroes,hay alguien que sepulta en una ciénaga sus jóvenes promesas,alguien que mama el suero del espanto, la lealtad, la fe,para que otros celebren, doliéndose por nadie, la gloria de sí mismos.

* * *

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Dem Deutschen Volke

Los tres hermanos Schussnitz había revueltos juntos,con el padre y la madre, los pilones de estiércol pomeranos.«¿Qué buscáis?» «Sólo pan para las ocasy lombrices de pesca». Los tres niños albinosse estaban alineando ante el fotógrafo. Carl, el más alto,sonreía seguro al objetivo tomando por los hombros a los otros.Los tres hermanos Schussnitz recogían plumas de pato y gansopara que su mamá llenara los colchones. Cuando papá volvíadel horno de hacer cal, solían alejarse dejándolos a solas.Luego Michael, o Paul, porque Carl estudiaba y no quería saberlo que ocurría fuera de su mente,pasaban una esponja de colores pastel por los arcos ciliaresy las órbitas malva de la madre.En la escuela fisgaban el breviario de frases alemanas.Si su tipografía era solemne, las cosas que decía no lo eran mucho menos.Alles Leben ist Leiden…; Der Mensch leidet so tief…;Ein Volk, ein Reich, ein Führer…Se cogían la mano al regresar a casay escudriñaban cautos el perfil de sus padres.«El espíritu está en el culo del mundo. ¿Sabrías extraer su destilado?»Carl, en la catequesis, temía siempre a Dios, pero era el párrocoquien castigaba a oscuras dentro del sobresótano. Carl lloraba sin mañas,lloraba caudalmente. Si se abría la puerta, sabía que tendría que bebergotas de un destilado del espíritu.«¿Sabes sacar el alma?» Carl sorbía gimiendoal dictado del párroco. El hombre, algo agitado, repetíamientras limpiaba grumos de su alma de la boca del niño:«Acibarado es el gusto del espíritu, porque es sabor de sumisión a Dios».Hacia el cuarenta y uno, los ya mocitos Schussnitzreían entregándose a las bromas. «¿Has visto tú a una rata correr sobre

[dos pies?»]«Sí, claro, al anticuario de Seebrücke. Un perro le mordía los cojones».Los tres hermanos Schussnitz llegaron a Tourcoing en un vagón

[de carga militar.]Viejos y adolescentes, fanáticos y audaces, obedientes y crédulos.Cenaron carne en lata sobre la nieve y, luego,anillaron en ondas la blanca nochebuena con el humode los dos cigarrillos que les correspondieron.

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«Primera navidad lejos de casa…». Añoraban su aldea mirando a las[estrellas.]

Bajo una placa de hormigón, los tres hermanos Schussnitzyacen. Bajo mis botas. Como Carl es más alto, está en el centro.¿El sabor de la tierra será sabor de Dios? ¿Estará ahí el espíritu,en el culo del mundo?

* * *

El calor se retira de las cosasAus den Dingen schwindet die Wärme

WALTER BENJAMIN

Frótate muy despacio. Que el rozamiento te seduzca y lave.No te achate la fe. Desbrava tu canal marcándote las yemasen el hábil mester de darte gloria. Es todo impunidad este calory ninguna moral vendrá a contravenirlo.Lo mismo que el sudor de la parrilla rebrota en las cocinas encendidas;igual que un filamento incandescentese aguija perforando tus pupilas despiertas,date más gloria, más, contra la podredumbre de este huraño baldíoque es el mundo al dejar que las cosas se enfríen.No hay motivo para apartar del fuego lo que caliente rezani para destemplar el fresón embotado de zumo blanco y agrio.Taja la almendra, taja, mójala en su demonio.Dispersa con carbón a la serpiente del remordimiento.Cada cuerpo se roza contra su decadencia. Cada cuerpo atesorasu dinámica térmica y guarda el privilegio de coruscar viciosoen el rescoldo que origina.Nadie duda de que el calor se bate en retrocesoporque Dios lo persigue arrugando los pliegues de la carne.Si el calor se retira, será debilidad entregarte a esa ley.Nunca dejes que el odre se reseque, y atiza el braserío.

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La piel, las cucharillas, la vajilla al fregarse, se frotan y acompañan[en la luz.]

Al friccionar reintegras la razón a su área, al tocarte te ungescon hierba y con verano contra las prescripciones de la tabla sagrada.Tienta el músculo crudo y escáldate con agua bendecida de ánimo.Caldea la tensión del tegumento y limpia el halo ocre de tus ojos hundidos.Has merecido un cuerpo y un espíritu que actúen contra el tiempo, la doctrina,el bienestar, la holgura, la continencia y la pureza.Roza tu raza contra la moliciey trajina más ancha bajo el brío solar.Sé la revolución de tu propio sabory que tu espasmo dejesu festiva energía en las cosas inertes y en las vivas.

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La austeridad no es hoy en día un simple instrumento de política económicaal que se tenga que recurrir para superar una dificultad temporal, coyuntural,con el propósito de permitir la reanudación y el restablecimiento de los viejosmecanismos económicos y sociales. Ésta es la forma en que los grupos domi-nantes y las fuerzas políticas conservadoras conciben y presentan la austeri-dad, pero no es así para nosotros. Para nosotros, la austeridad es un mediopara oponerse con radicalidad y sentar las bases para la superación de unsistema que ha entrado en una crisis estructural y de fondo, no coyuntural, deun sistema cuyas características distintivas son el derroche y el despilfarro, laexaltación de los particularismos y del individualismo más desenfrenado, delconsumismo más insensato. La austeridad significa rigor, eficiencia, serie-dad, y significa justicia; es decir, lo contrario de todo lo que hemos conocidoy sufrido, y que nos ha llevado a la crisis gravísima cuyos estragos hace añosque se acumulan y que en la actualidad se manifiesta en Italia en toda sudramática dimensión.

ENRICO BERLINGUER, «Austerità. Occasione per trasformare l’Italia» (1977)

CITA

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