1. PATRIMONIO E IDENTIDAD CULTURA

ARO. RAFAEL ELÍSEO JOSÉ

IGLESIA

Profesor Consulto en la Facultad de Arquitec­

tura Diseño y Urbanismo de la UBA. Profesor

Titular de la Cátedra de Teoría del Habitar.

Director de la Maestría en "Historia y Crítica de

la Arquitectura, el Diseño y el Urbanismo"de

la Escuela de Postgrado de FADU/ UBA.

Antecedentes de estas disquisiciones

He visto, entre otros temas, que en las reuniones previas a estas Jornadas se hab

instrumentos teórico-metodológicos; generar políticas; involucrar a los actores soc

propender a la búsqueda de mecanismos de acción intergubernamentales con res|

a la situación del patrimonio edilicio de la Ciudad de Buenos Aires. No sólo el Je

Gobierno de esta ciudad, sino también su ministro de Desarrollo Urbano, hablare

dinámica y se refirieron a la relación dialéctica entre preservación y desarrollo.

Razón de ser de la conservación del patrimonio

Esto lleva a la consideración de la razón de ser de la conservación del patrimonio.

Lo más habitual es referirse al patrimonio relacionándolo en particular con la men

histórica, y en general a las identidades nacionales y regionales y, por fin, a la idenl

cultural. Tal es la base ideológica de la acción llevada a cabo en Medellín por Cat

Velásquez Parra.

Identidad que, según muchos autores, y al respecto se puede leer el interesante libre

identidad" compilado por el antropólogo Claude Levi-Strauss1, es condición nece;

valga la perogrullada, de ser, y desde allí, del hacer.

Pero, atención, en el prólogo de la edición de ese seminario el antropólogo francés a

que la identidad es "una especie de foco virtual al que nos resulta indispensable re-

nos para explicar cierto número de cosas, pero sin que tenga j a m á s existencia real"

Hacer es vivir. Vivir es la condición necesaria de la identidad. Si es necesario recui

una autoridad, digamos con Martín Heidegger que somos habitando y habitamos c

fruyendo al mundo.

Primera ¡dea: la construcción está antes que el recuerdo. La construcción de algo, e

cer, es la base de cualquier identidad: individual o colectiva.

Volviendo al tema, se sostiene que el patrimonio, aquello que nuestros padres, pe

pusieron en el mundo que habitaron, es una herencia insustituible. Desde ya que le

de allí nace el valor de su cuidado.

1. Levi-Strauss, Claude (ed.): La identidad,

Madrid, Petrel,! 981.

De valores y opiniones

Pero, como todos sabemos, los valores son racionalmente indiscutibles, no hay un

gica razonada que permita establecerlos deductivamente, sólo se puede recurrir a I;

tadística. Sólo si hay consenso sobre a lgún valor, por ejemplo, alguno de los del \

decálogo mosaico: "no matar", "no desear la mujer de tu prójimo"; se puedefl establ

normas que lo sostengan y condenen su violación.

148 P A T R I M O N I O U R B A N O

I - c y podemos discernir, en los discursos habituales sobre el tema que nos ocupa, en su

l s tatuto social, por lo menos tres valores: el social, que refiere a la memoria histórica;

I i a identidad, que implica reconocerse como un determinado .grupo sociai; ei cultural

I Í J T se da en caso de las producciones "espirituales" como lo son las obras de arte; y por

I ñ r el económico, asociado con los dos anteriores: conocer lo que pasó es interesante y

I « s ^ u t a r de una obra de arte es un goce, ambas cosas movieron a aquellos primeros in­

geses que hacían "la tour" por el continente, fundando el turismo. Turismo que hoy en

I na aporta recursos económicos y justifica, como industria sin chimeneas, la protección

; - zatrimonio en países como c ranc¡a, Italia y España.

I Zzr respecto a los valores podemos recordar la disputa en ocasión (1890) de la demoli-

I zcr de la Recova de la Plaza de Mayo.

I E -tendente Torcuato de Alvear quería demolerla, por hispánica, vieja e inútil. La opi-

I 'mcr de los prohombres del momento osciló entre conservarla como recuerdo de un prí-

- e - acto de autonomía, que fue la defensa y la reconquista de la ciudad de manos de los

I rre-eses, dado que bajo los pórticos de la recova Líniers recibió la espada del derrotado

ie'esford. Razón suficiente, dijeron algunos, para conservarla como recuerdo de la va-

¡c~te decisión de un pueblo que comenzaba a saborear el dulce gusto de la autonomía.

I «e-r otros, como Mitre, viejo veterano de la política, se lavaron las manos. Unos pocos

-enmendaron la demolición. Por fin Torcuato de Alvear la llevó a cabo entre gallos y

—e- anoche: adiós pasado hispánico, adiós recuerdos heroicos.

1 Es recir, sobre valores o gustos no hay nada escrito.

Valor social, valor cultural y valor económico.

C A P Í T U L O II 149

Avenida de Mayo en los festejos de 1910.

Los centenarios

1910

Vamos al tema de los centenarios.

Recuerdo la boutade de Jorge Luis Borges, quien se preguntaba ¿Por qué múrtiDC

diez? Y catalogaba a los festejos centenarios como un abuso del fundamenta = -

cimal.

Aceptando ese fundamentalismo podemos imaginar o conjeturar que para el feszst

primer centenario, los valores que se celebraban eran justamente los de la fo ¿

de un primer gobierno patrio, valores de ruptura con la madre patria, valores C - T

ficaban la demolición de la recova y la amputación del Cabildo. A tal punto, que e-

al tiempo que la comunidad española donaba un monumento a la raza: una la esr

uno el idioma, una la religión; se olvidaba al escenario principal de lo que se str-.

Tapa del álbum del Centenario.

150 P A T R I M O N I O U R B A N O

E Cabildo, mutilado y vestido a la italiana, no fue restaurado, sólo se lo cosmetizó con

i egres lamparitas eléctricas.

E- "910 se futurizaba.

laso clave, el edificio símbolo de la revolución de Mayo, el Cabildo, presenció los festejos,

r-yo escenario principal fue la francesa Avenida de Mayo, maquillado con luces eléctricas,

.estido de italiano, mutilado y sin la torre-faro, también italiana, que le pusiera en 1881

S-enoít. No había ganas de recordar el suceso a partir del patrimonio hispánico heredado.

E Cabildo no era símbolo de nada. Allí estaba, ¡talianízadoy sin la torre, para que la infanta

saoel pasara a su lado, reconciliada con sus díscolos hijos americanos. Recién en 1941, de la

- a n o de Mario J. Buschiazzo, el Cabildo volvió, cosmetizado, a su forma original.

Se celebraba entonces un hecho político y el nacimiento de una sociedad, que sin ser una

-ac ión, en el sentido antropológico del término, era una sociedad en gestación, crisol de

-3;as, como se decía con orgullo, donde, gracias a la inmigración, se construía una socíe-

-.13 multicultural, aunque bajo el paraguas de la gran cultura occidental y latina.

Lainmigradón.

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En 1910 se miraba hacia el futuro. No recuerdo gestiones de conservación o ra

del patrimonio edilicio de raíz hispánica que se asociaran con el festejo.

El valor predominante era la instauración de una nación, en momentos enc . t

balización "a la europea" se consumaba con la inmigración.

En este sentido, el viejo Sarmiento en "Conflictos de razas..." pidió que no se

a los inmigrantes tener escuelas donde mantuvieran la lengua de origen, p c s - ü i

destruiría la construcción de una nueva nación. Del mismo modo que en España

catalanes y algunos vascos perciben una amenaza a su identidad en los flujos

ríos o en el bi l ingüismo.

Sarmiento quería un crisol de nacionalidad y no una ensalada dé frutas. De al I' a

dad de la educación laica y obligatoria, que matizara la diversidad cultural y ro:

una nueva identidad nacional. Nueva identidad que ningún patrimonio e d i l ; r :

predicar. Sarmiento era un regionalista crítico, aunque se olvidaba de los pobl;

mordíales y de los criollos.

Para el Centenario, Ricardo Rojas, superó dialécticamente la cuestión: somos eL-

Europa e Indias mesturadas. Curiosamente Europa primero.

M ú s i c a s de Nuestra Independencia

Escudo.

2010

En el Bicentenario, futuro y pasado se mezclan. Basta analizar el escudo, resultado Cr -

curso, para la edición de Músicas Argentinas, para descubrir un imaginario que va sesae-i

Confederación a las Malvinas y Tierra del Fuego, pasando por la FlordeCeiboyel he—-r-i

Un editorial del diario Clarín (28.10.08) nos dice: "Los festejos por el Bicentena^c

Revolución de Mayo deben contribuir a la recuperación de edificios públicos y, e -

ral, a la promoción de estrategias de puesta en valor y preservación de nuestro

nio histórico y edilicio."

Esto dicho en ocasión, una vez más, de la celebración de un hecho político.

Pero el encuadre histórico es distinto, ahora vivimos en medio de una globalizac

ya no es latina, sino que está comandada por el mundo anglosajón. Ya no vivimos e -

monocultura.

Vest ímos "fashion", compramos en "outlets", vamos a "shoppings", buscando "sa

ñas de oportunidades. En fin, la lista es larga.

Y, además, nos abastecemos diariamente en mini-supermercados chinos o c e t i n a s

comemos "chop suey" y "sushi", viajamos en autos japoneses, coreanos, franceses ~z «-

nos, norteamericanos y así siguiendo.

De modo que la integración cultural defendida por Sarmiento y esbozada por Roja; -c»

se ve amenazada o influenciada por otras culturas. Se trata, por lo que se ve en

Aires, de una disolución cultural aceptada y en muchos casos alentada.

¿Mira el Bicentenario hacia una nueva integración cultural?

¿Con respecto al patrimonio se actúa conservadora o progresivamente?

Valores y acción: conservación, evolución e innovación

Creo entonces que debemos volver al fondo de la cuestión. Patrimonio, r e s t a u r a c ü ^

conservación, destrucción u olvido, se insertan en un encuadre ideológico que va oesae

el fundamentalismo conservadorísta hasta el progresismo demoledor.

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- : . rabie que el entorno habitado, como lo ha demostrado Claude Levi-Strauss en

» - : .dable crónica de la destrucción de los bororo amazónicos perpetrada con la mu-

srcr- . aoandono de su aldea; el entorno habitado, digo, es base del arraigo cultural: se

- .- 5 tío en que se vive.

• t e =s el argumento más fuerte con respecto a la necesidad de preservar el patrimonio

•:-: m a l . Estoes lo que está detrás de las tradiciones del habitaren las culturas agra­

ce: : :~ze todo cambio es mirado con desconfianza.

r - : Í casos, como lo ha estudiado Kubler, se trata de diseño por evolución. Se forman

y — ; : :cs que prueban en la experiencia su eficacia. A los prototipos sucede una tipolo-

[ f ¡ r~ a que se encuadra el diseño de formas nuevas.

:c~no ya se habrá notado, en el siglo XXI estamos frente a grandes cambios. Tam-

e cambio puede hacerse, y esa es la característica principal de nuestra sociedad,

ac " o v a c i ó n .

_ - - : .ación supone una ruptura con lo existente, un cambio fuerte en la cadena de

-i: erres. Ahí está el caso de elementos tales como los departamentos en Buenos Aires,

remplazaron al habitual habitar en casas con patios o semipatios; el puente de la

• t o e - de Calatrava, que ofrece sus ritmos claros de puente inesperado.

- - - r conservación del patrimonio plantea la contradicción entre evolución e innova-

: - : ~ejor aún, entre conservación y renovación.

• B s c e el siglo XVIII en adelante, en la sociedad euroamerícana, la doctrina del progreso

ñ .ge cor la innovación.

:ión que llegó al paroxismo cuando los revolucionarios franceses, en vías de crear

- - i d o nuevo mejor, destruyeron efigies y templos medievales, para ellos símbolos

tm oscurantismo religioso.

_ - : ~ 0 s e hizo en Buenos Aires con el caserón de Rosas en Palermo. Borrar las huellas

a» casado para evitar su retorno. Método enciclopedia soviética.

*?rz e pasado también se borra superándolo. Un ejemplo: la Avenida de Mayo.

Avenida de Mayo.

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