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ENTREVISTA, página 63 CONFESIONES DE UNA ESCRITORA: ENTREVISTA A JOSEFINA AlDECOA Eugenio Sáenz de Santa María / Carlos Villar Flor "El compromiso ético es una de nuestras señas de identidad, uno de los rasgos que nos une a los escritores de los 50" En verano, Santander es una fiesta. Un sarao ecléctico y un punto pagano de arena fina, sol y pieles tostadas, un borbotón incontenible de vida a pie de chi- ringuito, entre las calles atestadas, en lo más alto del faro, desde donde se divisa la ciudad hormigueante y ajena a conceptos como prisa, horas o dolor. En la península que parte en dos la espina dorsal de las playas santanderinas, se yer- gue aristocrático el palacio de La Magdalena, antigua propiedad de la Monarquía que ahora, por esas cosas de la Democracia, disfruta el Pueblo en toda su exten- sión\- que acoge en sus estancias las actividades de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Las familias retozan en los cuidados jardines y se sien- tan ante las espléndidas vistas de la bahía, con un interés estético que se resume

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ENTREVISTA, página 63

CONFESIONES DE UNA ESCRITORA:•

ENTREVISTA A JOSEFINA AlDECOAEugenio Sáenz de Santa María / Carlos Villar Flor

"El compromiso éticoes una de nuestras señas

de identidad, uno de los

rasgos que nos une a losescritores de los 50"

En verano, Santander es una fiesta. Un sarao ecléctico y un punto pagano de

arena fina, sol y pieles tostadas, un borbotón incontenible de vida a pie de chi­

ringuito, entre las calles atestadas, en lo más alto del faro, desde donde se divisa

la ciudad hormigueante y ajena a conceptos como prisa, horas o dolor. En la

península que parte en dos la espina dorsal de las playas santanderinas, se yer­

gue aristocrático el palacio de La Magdalena, antigua propiedad de la Monarquía

que ahora, por esas cosas de la Democracia, disfruta el Pueblo en toda su exten­

sión\- que acoge en sus estancias las actividades de la Universidad Internacional

Menéndez Pelayo (UIMP). Las familias retozan en los cuidados jardines y se sien­

tan ante las espléndidas vistas de la bahía, con un interés estético que se resume

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"La novela es un género

de madurez, por lo que

no se puede escribir

acerca de algo vividoen el momento."

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en interjecciones y silencios pensativos.

En la UIMP, entre cursos, ponencias y debates, una masa multicolor atesta los

pulcros pasillos de palacio, antaño recorridos por quizá ociosos infantes, ayas

con uniformes almidonados y mayordomos de librea impoluta. En estos tiempos

de moda prett á porter, las sandal ias que envuelven tobi Ilos del icados se confun­

den con zapatos que brillan lustrosos; junto a camisetas desenfadadas caminan

trajes de lino y corbatas que elevan, puede que sin precisarlo, rasurados mento­

nes. y entre jóvenes que viven ilusionados sus primeras incursiones en ámbitos

tan excelsos, uno puede encontrarse, de sopetón, al ex jefe de la Casa Real, don

Sabino Fernández Campo, como abandonado a su suerte junto a un grupo de

extranjeras que ignoran la porción de Historia que pasa a su lado; o, incurriendo

unos metros más en el dédalo del palacio, puede

aparecer, trajeado y con carpeta, el ínclito actorChinarro; o, en fin, el vistante bisoño de la UIMP

puede acudir a la cafetería y, al solicitar las consu­

miciones, darse cuenta de que le acaba de quitar la

vez al flamante premio Cervantes, don José Hierro,

que le mira sin verle desde sus atalayas poéticas.

y entre la vorágine de carpetas, curiosidades y pasi­

llos concurridos, nos encontramos con una mujer, que sabíamos escritora y que

descubrimos bella y sabia. A estas cualidades del cuerpo y el espíritu cabría aña­

dir la de una juventud que resume siete décadas de historia, personal y del país,

un devenir que ella se empeña en perpetuar a través de sus palabras, escritas y

habladas. Esta mujer comprometida usa su voz para recordarnos el pasado, no

con afán de revancha, sino con intención pedagógica. Conocernos en los tiem­

pos pretéritos es aprender, asegura, y las lecciones hay que desarrollarlas en elincierto examen del futuro.

Josefina Aldecoa llega a la UIMP para explicar su relación con la literatura,

para dar cuenta del compromiso ético que asumió la generación de la que ella

formó parte. En el caso de la autora, esa intención se ha plasmado en títulos que

componen su estela creativa. En 1961 publicó A ninguna parte. A finales de la

década de los sesenta, se abre un paréntesis provocado por la muerte de su mari­

do, el escritor Ignacio Aldecoa. Su reencuentro con la publicación se produce en

los ochenta, con títulos como Los niños de la guerra, una obra de memoria per­

sonal y gen~racional; la novela La enredadera, en la que analiza la personalidad

femenina a través de dos personajes en situaciones opuestas; y Porque éramos

jóvenes, libro donde se recoge la responsabilidad de cada uno en la elección de

la trayectoria vital. En El vergel, obra que publica a finales de los ochenta, se pro­

duce una ruptura en el juego constante de la autora entre el pasado y el presente.

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Hay más títulos que quedan como hitos de su carrera, como Mujeres de Negro o

Confesiones de una abuela, y otros (esperamos que muchos) por venir, como el

de la novela que actualmente elabora con el provisional título de El enigma.

- Háblenos del grupo de novelistas de los años 50 al que usted perteneció.¿Cómo era la relación literaria y personal entre ustedes en aquellos años?

Maravillosa. La mayoría nos habíamos conocido en la facultad de Letras de

Madrid, pero no precisamente en el aula: Ignacio (Aldecoa), jesús Femández

Santos y Ferlosio no aparecían por clase, había que encontrarlos en el bar. Los

que iban a la universidad por aquellos años pretendiendo aprender literatura yqueriendo ser escritores, no encontraban lo que buscaban. Quizá eso nunca se

encuentra, pero entonces menos, teniendo en cuenta que en mi adolescencia

estaban prohibidos libros como Platero y yo ... El grupo nació espontáneamente,unos por otros; Ignacio y Carmen Martín Gaite se habían conocido en Salamanca,

luego fueron a Madrid y nos conocieron al resto; yo conocí a Ferlosio antes que

a Ignacio .. En total, éramos un grupo de unas diez o doce personas que mantuvi­mos una gran amistad.

Existía una igualdad total entre los hombres y las mujeres del grupo - CarmenMartín Gaite, Ana María Matute, la actriz María Luisa Romero y yo - tanto en el

plano superficial (nadie nos cedía el paso o el sitio, todos pagábamos las consu­miciones) como en el profundo. A la hora de discutir o hablar de literatura exis­

tía una igualdad total, éramos un grupo muy bien avenido. Hacíamos lecturas de

nuestras creaciones - sobre la base "si me lees, te leo"- y opinábamos con igual­

dad; asistíamos todos a las primeras obras de teatro de Alfonso (Sastre), nos que­

dábamos toda la noche en espera de las críticas, lo mismo las chicas que los chi­cos; recibimos con verdadera alegría la publicación de la primera novela de Ana

María, que publicó jovencísima; nos alegrábamos cuando alguno obtenía pre­

mios literarios como si fuera nuestro ... Creo que fuimos las primeras mujeresescritoras que fueron verdaderas compaíieras en igualdad de los hombres escri­tores, sin discriminación, durante muchos años. Teníamos una relación verdade­

ramente avanzada para la época.

Buero Vallejo, que era una especie de hermano mayor; como Cela y otros,definía nuestras tertulias como lilas catacumbas". Este clima clandestino de con­

fianza nos acercaba más y disolvía todas las diferencias artificiales que se puedencrear socialmente.

- ¿Qué otros rasgos les unían, además de la amistad?La mayoría éramos estudiantes de universidad en Madrid o Barcelona, y a

todos nos unía una experiencia cronológica: la guerra civil que vivimos en nues-

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tra infancia. Muchos empezaron en los 50 a publicar sus primeras novelas, poe­

mas, cuentos u obras de teatro con unos rasgos comunes: la preocupación por la

realidad que les rodeaba, la tristeza, sordidez y miseria de un país que arrastraba

las consecuencias de una guerra civil y después una guerra mundial. La dureza

de la posguerra, el aislamiento, las dificultades materiales y culturales, el exilio y

represión de los grandes maestros ... Muchas veces he pensado que lo que impul­só a escribir a mis compañeros fue esa necesidad de contar lo vivido: se les l/amó

Ilescritores realistas, sociales o socio-realistas ... " Sin duda, el compromiso ético es

una de nuestras señas de identidad, uno de los rasgos que nos une a los escrito­res de los 50.

- ¿le parece que se mantiene este compromiso en las nuevas generacionesliterarias?

Todos somos hijos de la consecuencia histórica que nos ha tocado vivir, ya

la generación de mis hijos o de mis nietosl lo que les contamos de esos años les

parece la guerra de las Galias. Los nuevos escritores no tienen por qué sentir la

necesidad de ese compromiso ético: cuando la realidad es más dulce uno sepuede permitir el lujo como escritor de abordar otros problemas humanos, y no

se puede decir que eso esté mal, depende de la época.

La literatura también acusó la transición. Muchos jóvenes se incorporaron a

las filas literarias en los 60, los 70 y 80, interesados en nuevas corrientes, modos

de expresión, influencias externas, etc., y no tenían nada que ver con los escrito­res sociales y comprometidos de los años anteriores. También éstos, en plena

madurez literaria y humana, habían cambiado: se sintieron relevados de su obli­

gación testimonial y libres para escribir de lo que quisieran, cambiar de temas,

estilos, tratamientos, elegir lo que probablemente hubieran elegido: intimismo,

fantasía, amor, problemas de una sociedad emergente ... Temas libres para escri­tores libres.

- Sigamos con las comparaciones odiosas. Antes se ha referido a la actividadde su grupo de amigos escritores con unas connotaciones románticas: se reuní­an en las "catacumbas", leían y comentaban libros prohibidos, etc ... ¿Qué leparece el contraste con la generación literaria actual? ¿Cree que la libertad deexpresión sin límites de la que gozan ahora ha producido los frutos de calidadesperados?

No estoy tremendamente al día de los escritores actuales más jóvenes.

Conozco a Múgica, a Ray Loriga, ya algunos otros, y creo que el/os también tie­

nen su propia "catacumba", de otro tipo distinto: el/os parecen moverse dentro

de un ámbito muy determinado, y son testigos de una juventud con similareshábitos de diversión, sexuales, vitales, etc. Pero también se han formado su pro-

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"Nada de lo vivido

permanece encerradopor mucho tiempo enla censura del subconsciente"

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pia catacumba, sus propios códigos que han de seguir si no quieren sentirse de:>­

plazados. Esto es propio de la juventud, y yo lo vi en mis hijos y lo veo en mi

alumnos y ahora en mis nietos: el joven necesita pertenecer a un grupo, no sehalla en solitario, tiene que protegerse mediante la pertenencia a un colectivo y

sigue los códigos que ese colectivo marca. En literatura pasa algo parecido.

En cuanto a los frutos literarios de esta nueva generación, no podemos aún

hablar, nos falta perspectiva. Pero creo que los resultados de una educación más

abierta tienen que ser a la larga positivos. Se dice que los jóvenes de hoy no leen,

pero yo creo que no es del todo cierto: el problema es que tienen mucho donde

escoger, desde literatura popular, cómics, canciones, películas, televisión; video­

juegos ... Una gran variedad de opciones que influyen en el modo de entender lavida.

Yo creo que en esta cuestión se aplicará la idea del péndulo: se publican devez en cuando verdaderas aberraciones haciendo gala de libertad de expresión,

pero las aguas volverán a su cauce cuando se haya asumido una auténtica nociónde libertad.

- Volvamos a los comienzos. ¿Podría resumimos su trayectoria literaria

desde los años 50 y 60?

En esos años yo ya escribía; como mis amigos; artículos; cuentos, reseñas;

alguna traducción ... He de añadir que eran difíciles de ;;colocar'; en las escasas

revistas y periódicos que existían; pues, a diferencia de hoy, ser joven no era unvalor que se cotizara en bolsa.

Reuní mis primeros cuentos en el libro A ninguna parte. Escribí dos novelas;

una de las cuales; La casa gris; quedó finalista

del Nadal en 1953. Los premios eran entonces

casi la única salida para una novela. A finales de

los 60, la muerte de Ignacio sumió mi vida en unlargo paréntesis de silencio, etapa que duraríacasi diez años, durante los cuales todo mi traba­

jo literario se redujo a la lectura. En 1979, unamigo editor insistió en que hiciera un largo prólogo para una selección con notas

de los cuentos de Ignacio; y para ese mismo editor escribí Los niños de la guerra,

memoria generacional como homenaje a mis amigos. El hielo estaba roto.Después escribí una novela no social, La enredadera (1984) la historia de dos

mujeres que habitan una misma casa con cien años de diferencia. El contraste

entre ambas vidas me sirvió para hacer una exploración de la condición femeni­

na y para reflexionar sobre lo que tienen en común mujeres separadas por un

siglo. Seguirán, en 1986; Porque éramos jóvenes, y El vergel (J 988). Tratan de las

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JOSEFINA R. ALDECOA

Historia deuna maestra

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ANAGRAMANafTaINa"NspAr>l<:as

JOSEFlNA R. ALDECOA

Mujeres de negro

relaciones humanas, de los encuentros y desencuentros, los problemas de la

mujer en lucha con su destino, la búsqueda personal de los propios errores yaciertos. Pero en estos libros ha desaparecido el compromiso social directo.

- Cuando retornó la escritura después de los años de silencio, ¿sentía másmiedo que cuando empezó?

Yo creo que, aunque mi descanso literario fue forzado por mi situación psi­

cológica de entonces, me vino bien en otro aspecto: durante el tiempo en que no

escribí maduré en muchos sentidos. Cuando volví yo había cambiado en cuantoa la capacidad de expresión, a mis experiencias humanas ... No había cambiado

de ideas, de ideología, de sentido crítico, pero me vi impulsada a escribir de lo

que estaba escribiendo todo el mundo. Ya no quería escribir de la posguerra. No

es que pensara que ya no existía penuria o miseria, pero había una especie depacto en el ambiente de no tratar de esas realidades, a ver si con la transición

empezábamos a vivir en paz. Durante estos años había leído muchas cosas y mepreocupaba la situación de la mujer.

Yo había estado alejada de la creación literaria, pero no del mundo literario,

el mundo literario eran mis amigos. Además, creo que de lo que se está viviendoinmediatamente no se puede escribir. Yo había vivido recientemente un drama

personal, la muerte de Ignacio, pero no hubiera podido escribir ni una novela ni

un cuento en torno a lo que estaba sintiendo entonces. Creo que la novela exigeuna perspectiva, y que es un género de madurez, por lo que no se puede escribir

acerca de algo vivido en el momento. Así que, de lo que yo me retiré durante esos

diez años no fue de la pasión literaria, de la lectura, de saber lo que les sucedía

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a mis amigos - que se reunían en mi casa cada martes y viernes -, de estar al día

de lo que pasaba en el ámbito literario. No escribí durante esos diez aíios, pero

sin darme cuenta estaba siendo influida por lo que pensaban, hacían o "maqui­naban" los demás.

- lY qué ocurrió para que en 1990 publicara Historia de una maestra, una

novela en la que vuelve a tomar el hilo de los cuentos de los años 50?

La memoria es la explicación. Nada de lo vivido permanece encerrado pormucho tiempo en la censura del subconsciente. Precisamente el hecho de escri­

bir tiene mucho que ver con la liberación del subconsciente. También es cierto

que todo escritor en un momento u otro de su vida vuelve a la infancia, que enmi caso transcurrió en parte antes de la guerra civil y en parte durante ella.

Pero ese despertar de la memoria no se produjo por causalidad. En las cerca­

nías de 7990 mi madre vivía sus últimos años, y regresaba con frecuencia a las

historias de su juventud, a su estancia en los pueblos de la montaña leonesa, a la

llegada de la república, a la revolución de octubre, a la guerra ... Parte de esos

recuerdos que ella reavivaba en mí estaban archivados en mi memoria, yapare­

cían de repente como flashes repentinos al hilo de su evocación. Impulsada poresto decidí escribir Historia de una maestra. Cuando la terminé en 7990, mi edi­

tor mostró gran interés por ella, pero con una sombra de duda: ¿va a interesar en

este momento? ¿ Va a ser aceptada una novela que trata de los temas tachados por

la transición? El editor asumió el riesgo, pues le gustaba, y tuvo un éxito inespe­rado. Lectores, críticos y amigos me pedían que continuara con la historia inicial,

llevando a los personajes adelante en el tiempo, y me decidí a continuar, com­

pletando con los tres libros una trilogía que trata de la historia de una mujer a lolargo de todo el siglo XX.

- lA qué atribuye el interés que despertó esa novela incluso entre los jóvenes?

A finales de los 80 en el ambiente se larvaba la percepción de que la circus­tancia histórica había vuelto a cambiar. Los años 90 se estrenan con una alar­

mante descenso del optimismo anterior: en el 93 los socialistas sufren un revés

que se confirma en el 96, se suceden los ataques entre los partidos políticos y elenconamiento entre las posiciones mutuas, las campañas de descréditos, las situa­

ción delicada de los nacionalismos ..., hacen dudar a los españoles de esa transi­

ción pacífica e idílica. Y con un sobresalto, una pregunta se introduce en la mente

de muchos: ¿dónde hemos dejado la memoria? ¿dónde está el análisis reposado y

sereno, pero ineludible, de lo que fue la guerra, la postguerra y los cuarenta años

de dictadura? Los pueblos no pueden olvidar su historia, dice Santayana que el

pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Los 90 marcan elfinal de la euforia de la transición, yeso explica el éxito de mi libro.

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ENTREVISTA, página 70

- ¿le parece que entre los escritores de su generación que aún escriben se

ha producido un interés similar por recuperar la memoria?

Un dato muy significativo es que al mismo tiempo que yo escribía Historia

de una maestra otros escritores de mi generación. habían empezado también aescribir de la memoria: todos habían sentido la necesidad de no pactar con el

olvido, de recuperar la memoria de lo que hemos vivido, para dejar testimonio a

los que vengan después. De la verdadera, profunda, humana historia de España,

esa que no se ve en los libros de texto, la historia pequeña de la gente, de lo que

la gente sufría, sentía y vivía en aquellos días.

A lo largo de los 90 una corriente de exaltación de la memoria se extiende

por el país, y aparecen novelas, ensayos, y sobre todo, muchas memorias perso­

nales en torno a la historia de España en el siglo XX. Por citar algunos, Caballero

'Bonald, Castilla del Pino, Fernán Cómez, Marsillach Haro Tecglen, jesús Pardo,

Carda Posada. En cuanto a mí, creo que han terminado las novelas que reflejan

directamente los acontecimientos históricos que he vivido, pero quedan las hue­

llas, y es fácil que en otros personajes de mis novelas surjan recuerdos más omenos relevantes, interpretaciones de conductas cuyas raíces están en el pasado.

- ¿No se siente también tentada a escribir un libro de memorias?

Respecto a escribir un libro de memorias al uso, mi problema es que tengo

muy mala memoria inmediata. Incluso cuando leo libros similares de amigos y serefieren a acontecimientos que tienen que ver conmigo, a veces he de admitir queyo no me acuerdo, me asombra la memoria que tienen. La otra forma de memo­

ria, la de incorporar a la escritura recuerdos personales, archivados con claridad

y lucidez, eso sí que lo he intentado hacer. Pero no el tipo de libro de memoria

personales en que relaciono nombres, personajes, acontecimientos, fechas ... Paraeso no valgo.

- ¿Reconoce sus influencias literarias? ¿Se ha planteado algún proceso de

depuración para quitarse el fardo de éstas conforme pasa el tiempo?

Cuando se es joven, las influencias se notan de modo más acusado, no

conozco a ningún escritor que no haya sido también buen lector. Truman Capote

respondió ante una pregunta similar: /lamí me han influido todos/l. A mí también,

creo que me han influido desde las novelas de Tarzán, las de Crompton que leí

de cría, todo. Las influencias son una especie de poso, lo que queda cuando todose ha olvidado, al igual que dicen de la cultura. Es natural que escritores más afi­

nes nos influyan - en mi caso, la literatura anglosajona -, pero es un proceso

inconsciente. A veces se nota especialmente con los muy jóvenes, como cuando

se dio el boom de la novela hispanoamericana y todos los escritores que enton­

ces empezaban escribían influidos por esa novela fantástica, en el sentido tropi-

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E

"En los años 90 se ha producidouna tendecia ente los escritores

a recuperar la memoria"

cal del término. Pero eso no quiere decir que vaya a continuar así. ConiornE

avanzas/ esa influencia desaparece/ aunque quede un poso/ que no podemos nianalizar.

- Correremos el riesgo de no ser muy originales ... ¿Influyó Ignacio en suforma de escribir?

Más que influencia directa/ en el estilo/ fue encontrarme con la persona que

encarnaba mi temprano entusiasmo por la literatura. Ignacio fue la persona que

más me influyó en ese respecto. Tambiéndiscutíamos muchas veces/ pero hasta que

Ignacio no decía la última palabra ante

cualquier terna de discusión (por ejemplo/cómo entendíamos el existencialismo

francés/ la influencia de la novela objeti­

vista francesa/ etc ...) yo no estaba segura.Hablábamos tanto de literatura/ él era un ser tan literario/ con tanta formación

literaria/ que yo aprendí mucho de él. De todos modos/ creo que mi estilo tiene

poco que ver con el suyo ...

- Volviendo a Historia de una maestra, allí refleja una universidad itineran­

te, que recorre pueblos instruyendo a la gente inculta. ¿No cree que la univer­

sidad actual está distanciada del pueblo, aislada?

Sí/ pero no olvidemos que las "misiones pedagógicas// de los años 30 de las

que hablo en mi novela no pueden aislarse del momento histórico en que suce­

dieron. Respondieron a una labor de profesores/ estudiantes y profesionales que

de modo altruísta se implicaron en culturizar a los habitantes de pueblos muy

atrasados. Yo misma me propuse/ con Ignacio y Alfonso Sastre y otros amigos/

re5ucitar el espíritu de aquellas misiones a comienzos de los SO. Pero son cosas

del pasado/ hoy en día no tendría sentido hacer algo parecido.

Pero sí me preocupan otros temas relacionados con la educación: la masifi­

cación de la universidad/ la falta de preparación previa en primaria y secundaria/

la carencia de ilusión. Por mis alumnos y nietos veo que la universidad produce

gran desencanto/ cuando debería ser una inyección de ilusión/ de esperanza/ de

cosas que no fueran estrictamente universitarias. Quizá no el tipo de misiones de

las que hablo/ pero sí otras misiones adaptadas a los tiempos. A los jóvenes les

falta este estímulo/ considerando el entusiasmo que despiertan entre ellos las

ONG/ el medio ambiente/ ete. Siempre estoy a favor de los jóvenes/ creo que el

responsable de los defectos que les achacamos es la sociedad adulta. Habría que

aplicar la imaginación a la educación.

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"los escritores jóvenes dehoy también se han creado

su propia catacumba"

ENTREVISTA, página 72

- ¿Y qué le dice su experiencia como maestra al respecto?

Pienso que la educación ha de ser libre y razonada¡ pero no soy partidaria de

dejar que los niños hagan lo que quieran. Ese es un peligro actual: algunos

padres¡ quizá debido a la educación más estric­ta que recibieron¡ quieren que sus hijos no

pasen lo que ellos pasaron y les dan una libertad

ilimitada¡ pero eso es erróneo. Al niño hay que

apoyarle en su crecimiento con firmeza¡ nopuede hacer lo que le venga en gana. Cada

época tiene sus características¡ que a veces funcionan como un péndulo¡ de un

extremo a otro. Yo confío en que pronto volveremos a una situación de mayornormalidad en la educación.

- Por último, ¿qué proyectos literarios contempla?

Ahora estoy escribiendo una novela que trata de relaciones personales entre

hombre y mujer. Puede que tenga que ver con el pasado en algún rasgo de carác­

ter o educación de alguno de los personajes. ¿Un título? De modo absolutamente

provisional¡ El enigma¡ pero es muy posible que lo cambie. No sé cuando saldrá¡hace dos años que la empecé¡ pero no tengo mucho tiempo libre para escribir.

En cualquier caso¡ a lo que nunca renunciaré como escritora es al compromi­so con el ser humano¡ sus dudas y sus miedos¡ sus heroísmos y sus cobardías¡ sus

triunfos y derrotas¡ porque esa es¡ en mi opinión¡ la esencia de la literatura. ea..